Este documento describe las condiciones para ejercer la profesión docente. Estas incluyen amor a los alumnos, justicia, lealtad, perseverancia y humildad. El docente debe amar a los alumnos como padres, aplicar castigos de manera proporcional, defender la justicia y no cometer injusticias. También debe mostrar lealtad, benevolencia, paciencia, magnanimidad e integridad. La perseverancia, humildad y estudiosidad son igualmente importantes para ser un buen maestro.
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Este documento describe las condiciones para ejercer la profesión docente. Estas incluyen amor a los alumnos, justicia, lealtad, perseverancia y humildad. El docente debe amar a los alumnos como padres, aplicar castigos de manera proporcional, defender la justicia y no cometer injusticias. También debe mostrar lealtad, benevolencia, paciencia, magnanimidad e integridad. La perseverancia, humildad y estudiosidad son igualmente importantes para ser un buen maestro.
Descripción original:
Título original
Condicion para el ejercicio de la profesion docente, seminario de etca.doc
Este documento describe las condiciones para ejercer la profesión docente. Estas incluyen amor a los alumnos, justicia, lealtad, perseverancia y humildad. El docente debe amar a los alumnos como padres, aplicar castigos de manera proporcional, defender la justicia y no cometer injusticias. También debe mostrar lealtad, benevolencia, paciencia, magnanimidad e integridad. La perseverancia, humildad y estudiosidad son igualmente importantes para ser un buen maestro.
Este documento describe las condiciones para ejercer la profesión docente. Estas incluyen amor a los alumnos, justicia, lealtad, perseverancia y humildad. El docente debe amar a los alumnos como padres, aplicar castigos de manera proporcional, defender la justicia y no cometer injusticias. También debe mostrar lealtad, benevolencia, paciencia, magnanimidad e integridad. La perseverancia, humildad y estudiosidad son igualmente importantes para ser un buen maestro.
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CONDICIONES PARA ELEJERCICIO DE LA PROFESIÓN DOCENTE.
1. Amor a los alumnos
El amor a los alumnos ha de ser semejante al de los padres, por lo tanto no consiste solo en conceder, en dar, en satisfacer los gustos de los educandos; el que ama también reprende, castiga, cuando la acción del alumno, exige una severa reprensión o un castigo adecuado. Pero en el modo con que se aplica el castigo o se da la reprensión, en la proporción de la medida ha de sentir el educando, que el amor es el que impulsa al docente, a asumir la actitud severa por la falta cometida. Donde más se evidencia el amor con que se trata al alumno es en la razonable proporcionalidad con que se gradúan las medidas punitorias. Y esta proporcionalidad consiste: - En avisar no una sino varias veces al alumno, que existen disposiciones severas para quienes quebrantan las órdenes dadas. - En aplicarle, cuando se ha llegado al límite de una razonable paciencia, leves sanciones y un tanto espaciadas, para seguir con otras más severas y más cercanas unas de otras, si el alumno no reacciona favorablemente a las advertencias que se le hacen.
2. Justicia, docilidad, sagacidad y veracidad
Su obligación es defender la justicia, ponerse de parte de los que sufren la injusticia y practicar en sus acciones cotidianas la justicia. La injusticia puede ser material y formal. La justicia material es aquella con la que se lesiona el derecho de un tercero sin intención, sin advertirlo. La injusticia formal, es la que se comete deliberadamente, a sabiendas, con clara conciencia de que al obrar se perjudica a otra persona. El educador no debería cometer nunca un acto de injusticia formal con sus alumnos: se degradaría a sí mismo si lo hiciera. En caso de la injusticia material, que ninguno está exento de cometerla, se debe reparar la injusticia cometida, es una obligación. Reconocer el error, pedir las disculpas del caso. La docilidad el educador establece una importante relación ética respecto de sus superiores. Se puede discrepar con un superior en muchos aspectos que conciernen a la educación y a la conducción de los alumnos; a veces es oportuno y hasta obligatorio manifestarle al superior esas discrepancias, en beneficio de los educandos; pero en la acción conjunta debe haber unidad, y de ningún modo deben trascender al alumnado las disensiones entre superiores, o entre superiores y docentes. 2
La sagacidad es la cualidad intelectual que hace al hombre avisado, prevenido,
prudente en el obrar, atento a posibles y probables contratiempos, a maniobras del enemigo o competidores, que pueden obstaculizar o retardar los planes de su empresa. El educador es una persona buena, que trata con buenas intenciones a sus alumnos y que no pretende otra cosa que hacerles el bien, que no piensa en engañarlos ni en que ellos lo engañarán. La sagacidad la debe tener y manejar el educador en el sentido en que la recomendó el Maestro por antonomasia: “Sed simples como palomas y prudentes como serpientes”. La veracidad es una relación de conformidad cuyo referente es la palabra de la persona y cuyo relato es el pensamiento del que habla. Cuando las palabras de un hombre se adecuan a su pensamiento, entonces ese hombre es veraz, aunque en su pensamiento resida el error (sin él advertirlo); cuando no se adecuan a su pensamiento, no es veraz, aunque su pensamiento sea verdadero.
3. Lealtad, benevolencia, paciencia, magnanimidad
La lealtad es la virtud característica en la relación que une a los amigos. Lealtad significa defensa de uno a otro, apoyo mutuo en los trabajos, en las horas amargas de la existencia; alegría mutua por los éxitos, sinceridad recíproca, ausencia total, firme, de todo acto que pueda parecer una traición. La lealtad no excluye la benevolencia, es decir el bien querer; significa “quiero tu bien”, “quiero hacerte el bien aunque al principio te parezca que no es un bien para ti...” La benevolencia y la paciencia trabajan juntas a favor del buen éxito de la educación y se manifiestan por las buenas palabras y el buen tono de éstas al dirigirse al alumno. No se entienda que la paciencia es ilimitada, ni que la benevolencia elimina la severidad y el sano enojo del maestro cuando los hechos lo exigen. La paciencia es una virtud necesaria para el educador y para el educando. Pero la paciencia no es un dejar hacer que todo ocurra en el aula. La magnanimidad, grandeza de alma, debe manifestarse en la generosidad, en la comprensión de los defectos ajenos, en perdonar las ofensas recibidas sin exigir que el ofensor solicite el perdón con un rito solemne, en cerrar los ojos ante pequeñas irregularidades si se cumplen las cosas importantes. La magnanimidad libera al educador de esos graves defectos del ser humano que son la estrechez de espíritu, el egoísmo, el detallismo en la exigencia de las obligaciones ajenas, la unilateralidad en la apreciación de los comportamientos ajenos. 3
La perseverancia es una de las obligaciones morales del educador. Debemos distinguir: - La perseverancia respecto del curso escolar, la acción educadora debe ser constante, tanto en lo que concierne a la instrucción intelectual como en lo referente a la adquisición de hábitos buenos (de aseo, prolijidad, de respeto en el trato con superiores y compañeros, de servicialidad, etc.) La corrección de los defectos exige constancia en el educador, mediante advertencias oportunamente distribuidas y hechas con buenos modales. - La virtud de la humildad que consiste en estimarse tal como uno es; en conocerse a fondo, sin engaños, sin dobleces, admitiendo en el foro de su conciencia los valores positivos y negativos, con el fin de explotar los primeros y disminuir los segundos. La autenticidad, la sinceridad, virtudes que tanta fascinación ejercen en la juventud actual, no son sino verdadera humildad. - Integridad, con el bagaje de todas estas virtudes, el educador estará en condiciones óptimas de hacer fructífera su labor en las aulas. Habrá logrado una integridad en su formación personal, porque no le faltará nada sustancial para alcanzar su plenitud docente; y esa integridad será una fuerza viva que impulsará su acción educadora en cualquier establecimiento donde ejerza sus tareas. - Además, se aplica con estudiosidad a conocer a sus alumnos, a preocuparse de sus problemas, de sus inquietudes, de sus proyectos ara el futuro inmediato. La estudiosidad lo incentivará para ponerse al día, no solo en cuanto a métodos didácticos, sino también en cuanto a los nuevos problemas éticos que presenta la era electrónica, la absorción del hombre por la máquina, la anulación del “yo” individual por los adelantos de la técnica sofisticada, etc.