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LAS NECRÓPOLIS EN EL ENTORNO DE ANTIKARIA Y

SINGILIA BARBA. BASES PARA SU ESTUDIO SISTEMÁTICO

Luis-Efrén Fernández Rodríguez


Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía
Manuel Romero Pérez
Oficina Municipal de Patrimonio Histórico
Ayto. de Antequera

RESUMEN: Este trabajo constituye un primer intento de puesta al día y sistematización de los estudios sobre los
aspectos funerarios de la etapa romana en el entorno de Antequera. Las necrópolis de la comarca de Antequera
se articulan en torno a las principales vías de comunicación. Dos son los principales núcleos de población que
ordenan en este caso las actividades funerarias, las ciudades de Singilia Barba y Antikaria, en función de estos
dos grandes espacios administrativos se distribuyen los centros de producción que explotan económicamente el
territorio y, en consecuencia contribuyen con sus propias necrópolis a completar el tejido de necrópolis de la
Depresión interior de Antequera.

PALABRAS CLAVE: Antequera, necrópolis, incineración, inhumación, cambios en la tradición funeraria.

THE NECROPOLIS IN THE AREA OF ANTIKARIA AND SINGILIA BARBA. BASIS FOR A
SYSTEMATIC STUDY

ABSTRACT: This paper is an intent to update and systematise the studies about the funerary aspects in the
Roman Age. In the area of Antequera the necropolis are outlined after the main connecting roads. In this case,
there are two main populated centres which regulated the funerary activities, the cities of Singilia Barba and An-
tikaria. On the basis of these two administrative spaces were settled the production centres, which were the ones
that activated the economy of the land and, consequently, contributed with their own cemeteries to complete
the netting of necropolis of the inland Depression of Antequera.

KEY WORDS: Antequera, Necropolis, Incineration, Burial, Changes in the Funerary Tradition.

EL ESPACIO FÍSICO
Mainake, XXIX / 2007 / pp. 401-432 / ISSN: 0212-078-X

Las necrópolis romanas del entorno de Antequera se encuentran ubicadas siguiendo dos
patrones espaciales claros que responden a la situación física que ocupan, tanto los dos centros
urbanos de población de la época, como los diferentes núcleos rurales dispersos que reflejan las
fórmulas de explotación y articulación del territorio en época romana.
La comarca de Antequera se enclava en el corazón geográfico de Andalucía, abierta a este y
oeste por las rutas que transitan a favor del cordón de depresiones interiores, con cómodos acce-
sos hacia el norte y campiñas del valle de Guadalquivir siguiendo los pasos abiertos por el curso
del Genil. Hacia el sur, las rutas que se abren en la diagonal de serranías calcáreas subbéticas,
a través de los valles labrados por los ríos Guadalhorce y Guadalmedina, permiten una relación
también fluida con la cercana línea litoral.
402 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

En el caso concreto de las principales ciu- la Villa de Las Maravillas, inmediata a nuestra
dades romanas, Antikaria y Singilia Barba, zona de estudio actual. Este trabajo permitió
se localizan prácticamente sobre el contacto dar a conocer una de las necrópolis correspon-
entre el sustrato de edad triásica margo-yesí- dientes al entorno de Singilia, así como descu-
fero y la cobertera terciaria calcarenítica y brir el mausoleo de tipo columbario de sillares
margoarenosa. Este relieve las sitúa en una de uno de los personajes mejor conocidos por
posición abrigada por las sierras del Subbético los documentos epigráficos, Acilia Preclusa3.
Externo y su reborde triásico, abalconadas de En la última década han sido descubier-
forma dominante sobre el territorio de campi- tos numerosos yacimientos romanos merced
ña que constituye la Depresión de Antequera. a las actividades arqueológico-administrativas
En este marco de referencia pueden ob- desarrolladas sobre los tramos VIII, IX y X de
servarse con claridad los distintos núcleos fu- la línea Córdoba-Málaga. Se trata de las ex-
nerarios que circundan las urbes y sus accesos, tensas villas de Cortijo Fernández (Colonia de
siguiendo criterios de espacialidad tradiciona- Ballesteros) o las del Vado de las Carretas y
les en el mundo romano, así como aquellos Cortijo Las Monjas, en las inmediaciones de
vinculados con los principales ejes viales del Bobadilla Estación y vinculadas directamente
entorno, que ordenan en cuanto a los aspec- con el río Guadalhorce, sin poder olvidar el
tos funerarios los numerosos grupos de gran- objeto básico de nuestro trabajo, con reflejo
des villas que explotan los recursos agrícolas en los importantes ámbitos funerarios de las
antequeranos. necrópolis de Ballesteros, la Colonia de Santa
Ana o Arroyo Villalta, en este caso el que se ha
EL MARCO ARQUEOGRÁFICO documentado con mayor profundidad4.
Otra serie de yacimientos con dedicación
De la magnitud del impacto romanización funeraria se sitúan en el entorno antikariense
en la zona de Antequera dan sobrada cuen- y, en este sentido haremos hincapié en los re-
ta los restos de la ciudad romana de Singilia sultados aportados por la excavación de la ne-
Barba, conocida desde el siglo XVI y estudiada crópolis de La Quinta, situada en el perímetro
por diferentes equipos pertenecientes al De- septentrional de la ciudad y villas suburbanas
partamento de Arqueología de la Universidad de Antikaria5.
de Málaga1. De forma más reciente, las obras de eje-
Esta punta de lanza abrió el camino a otras cución de la autovía Córdoba-Antequera, han
investigaciones, como los estudios dedicados a permitido vincular a sus obras varias actuacio-
los factores económicos durante la etapa ro- nes arqueológicas preventivas. La más intere-
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mana2, con especial incidencia en los aspectos sante al caso que ahora nos ocupa ha permi-
productivos del aceite en la zona antequerana; tido excavar casi el cincuenta por ciento de la
o bien otros más relacionados con la memoria necrópolis de San Juan, conocida de antiguo y
que ahora nos ocupa, como fue la documen- situada en la vía hacia Corduba; ruta jalonada
tación de la importante necrópolis asociada a de grandes explotaciones rurales que aprove-

1 SERRANO, E. y LUQUE, A. de (1985 1987, 1989); SERRANO, E., LUQUE, A. de, ATENCIA, R. y RODRÍGUEZ,
P. (1993).
2 ROMERO, M. (1998).
3 ID. (1994).
4 FERNÁNDEZ, L. E. y ROMERO, M. (e. p.).
5 ROMERO, M. (2000): inédito.
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 403

Figura 1. Distribución de las necrópolis urbanas en torno a Singilia Barba

chaban los recursos cerealísticos y olearios que ciones a hechos físicos y datos de corte social,
ofrecía la campiña antequerana6. económico y, en definitiva, históricos, que sin
El elevado número de contextos funera- duda pueden obtenerse del estudio detallado
rios estudiados hasta la fecha de manera total de las necrópolis, completando incluso aque-
o parcial, responde obviamente de forma clara llas analíticas que en su momento no se efec-
a la evidente concentración de yacimientos en tuaron y que hoy por hoy resultan fundamen-
un área feraz en términos de potencial agro- tales en el análisis de los contextos funerarios
pecuario y verdadero cruce de caminos de la de cualquier etapa.
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Andalucía central.
Es por tanto el momento oportuno de LAS NECRÓPOLIS EN EL AGER
presentar un estado de la cuestión en relación SINGILIENSE
a las necrópolis romanas de la comarca ante-
querana, estudio que pretende ser la base so- En el entorno inmediato a Singilia, al
bre la que elevar un trabajo de sistematización margen de los datos inconexos procedentes de
de la documentación que permita extraer una necrópolis como las de la Colonia de Balles-
información de calidad que permita aproxima- teros7, zonificadas y conocidas someramente

6 SALADO, J. B. (2006): Inédito.


7 FERNÁNDEZ, L. E. y ROMERO, M. (e. p.).
404 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

por noticias de expolio o a través de recono- también a la presencia de dos sarcófagos de


cimientos superficiales del terreno, son tres las jaspón blanco que eran utilizados como abre-
principales necrópolis de las que se dispone de vaderos para las bestias del cortijo10.
documentación obtenida con metodología Datos mejor sistematizados proporciona
científica o, al menos con métodos arqueográ- R. Atencia, en cuya obra efectúa una magní-
ficos precisos, como son las propias necrópolis fica síntesis recopilatoria de la documentación
de la ciudad y la de los asentamientos de há- existente sobre las necrópolis de la ciudad.
bitat y zonas productivas de Las Maravillas y De este modo, se menciona en su trabajo la
Arroyo Villalta (Fig. 1). aparición de varios mausoleos de incineración
monumentales, tanto en el cortijo de Val-
Singilia Barba sequillo como en el del Castillón, incluyendo
uno con cubierta abovedada de sillería que, sin
Mucha es la información disponible en re- duda coincide con la estructura soterrada cuya
lación a las necrópolis que rodeaban el núcleo presencia hemos confirmado al sur del propio
urbano de Singilia Barba, aunque escasa re- cortijo del Castillón11.
sulta la documentación obtenida con la debida El mismo autor también registra la apari-
precisión científica. ción de dos sarcófagos monolíticos labrados
Las alusiones y descripciones relativas a las en arenisca local en los terrenos llanos situados
necrópolis de Singilia se remontan hasta el si- al norte del cortijo en la proximidad del arroyo
glo XVIII, cuando el jesuita Sánchez Sobrino8 de Los Castillones, conocidos desde la década
menciona la presencia de numerosos enterra- de los años 70 de la pasada centuria. Uno de
mientos en la zona del Cortijo del Castillón y ellos, conservado en el Museo de Antequera,
en su huerta contigua, informando incluso de presenta unas dimensiones de 2,33 por 0,68
las dimensiones que abarcaba el ámbito fune- por 0,64 metros, con un espesor de pared de
rario, extendido cuatrocientos pasos hacia el 0,15 metros y un pequeño poyete labrado en
norte y poniente de la zona. Posteriormente la propia arenisca que actuó como reposa ca-
N. Díaz de Escovar cita la aparición de cientos bezas. A juzgar por los ajuares conocidos en
de sepulcros en la zona del huerto, abundan- los otros sarcófagos documentados, jarros
do sus descripciones hasta la mención de una de Terra Sigillata Hispánica de la forma 21,
inhumación infantil en el interior de sarcófago podrían datarse en torno al siglo II d.C. Tam-
de plomo, cuyo cierre hermético permitió a bién informa, a su vez, de la aparición de una
sus descubridores contemplar el tejido colori- sepultura efectuada en el interior de un ánfora,
do de la túnica corta con que fue amortajado9. otra en urna de plomo y una tumba en fosa
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Más tarde, Amador de los Ríos hace relación a delimitada por muretes de ladrillo, todas ellas
la frecuente aparición de tumbas en el huerto, en el ya comentado espacio ocupado por la
delimitadas por lajas de piedra e incluso deja actual huerta12.
constancia de sus dimensiones medias (1,90 m Con referencia a la necrópolis que, de for-
de longitud por 0,45 m de ancho), aludiendo ma dominante ha sido documentada e inves-

8 ATENCIA, R. (1988): 92.


9 Ibidem: 93.
10 Ibidem: 93-94.
11 Ibidem: 91.
12 Ibidem: 91-95.
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 405

tigada en el ámbito de huerta, Atencia cita la el espacio interno de una de las viviendas ex-
documentación de veinte tumbas en fosa, de- cavadas, en el interior de una fosa delimitada
limitadas tanto por muretes de ladrillo como por tégulas dobles y unas dimensiones de 2,00
por lajas de roca caliza. En todos los casos se por 0,50 metros. Se orientaba en sentido este-
identificó una orientación este-oeste, siendo oeste. La cubierta se resolvió mediante dos
el rito utilizado la inhumación de los difuntos filas de tégulas dispuestas horizontalmente. El
en posición de decúbito supino, constatándo- ritual consistió en la inhumación del cadáver
se la presencia de uno o dos individuos por en decúbito supino, extendiendo una lecha-
fosa. Los ajuares, conformados normalmente da de cal sobre los restos. Por lo que respecta
por un jarro de cerámica común, fueron po- al ajuar, dos ollitas monoansadas de cerámica
sicionados a la derecha de la cabecera de las común se dispusieron a los pies de difunto y
tumbas13. una lucerna con posible factura en las figlinas
De la misma huerta, empleado como ma- de Andujar se ubicó a la altura de los brazos.
terial reutilizado procede el célebre fragmento Estos restos sitúan el enterramiento en mo-
de sarcófago decorado con bajorrelieves de te- mentos avanzados del siglo I d.C15.
mática paleo-cristiana, con el motivo de “Da- En la campaña del 87 se pudo documentar
niel en el foso entre los leones”, datado en los un número de tres inhumaciones, dos en el
comedios del siglo V d.C14. interior de sarcófagos monolíticos de arenis-
Los informes relativos al proyecto cientí- ca y una bajo tégulas que se acompañaba de
fico de investigación sistemática encabezados un pequeño vaso de vidrio. No obstante, lo
por la Dra. E. Serrano entre los años 1985 y más destacado fue la aparición de un peque-
1989, centrado sobre los terrenos ocupados ño columbario de sillares, planta rectangular
por la ciudad romana de Singilia, también y cubierta plana, diseñado con cinco loculi
permitieron documentar con corrección ar- laterales para contener sendas incineraciones.
queológica varios focos de uso funerario de la Se orientaba con el eje mayor en sentido nor-
propia ciudad. te-sur y mostraba signos de expolio antiguo.
Durante los trabajos efectuados en la cam- En su proximidad se identificó otro sepulcro
paña de 1986, se procedió a la excavación de de sillares, orientado en sentido este-oeste y
dos inhumaciones en sarcófago monolítico de también con expolio antiguo, presentaba la
arenisca procedente de las vecinas canteras de particularidad de ofrecer un poyete lateral para
Valsequillo, así como también se registró un depositar las ofrendas funerarias.
enterramiento infantil y otro correspondiente En la misma campaña también se identifi-
a un individuo adulto. Los sarcófagos mos- có un recinto funerario de grandes dimensio-
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traban unas dimensiones de 1,50 por 0,70 nes (5,00 por 3,40 metros), mostraba fábrica
metros, el primero y 2,00 por 0,80 metros el de sillares y mampostería y en su interior se
segundo de ellos. observó la presencia de un sarcófago mono-
El enterramiento infantil se efectuó en lítico desplazado y expoliado. Los restos de
fosa simple cubierta por dos tégulas super- ajuares recuperados fecharían el sepulcro en la
puestas. El adulto inhumado fue localizado en segunda mitad del siglo I d.C.16 (Lám. 1).

13 ATENCIA, R. (1988): 92.


14 RODRÍGUEZ, P. (2002): 304; ATENCIA, R. (1988): 92.
15 SERRANO, E. y LUQUE, A de. (1989): 467.
16 EAD. (1990): 344.
406 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

Lámina 1. Recinto funerario. Necrópolis occidental de Singilia Barba

En la campaña de 1989, durante los tra- Valsequillo, proceden la mayor parte de las
bajos de excavación de una de las domus tar- noticias relativas a la presencia de estructuras
días, se documentó una inhumación en fosa funerarias monumentales, habiendo quedado
revestida de tégulas, carente de ajuar, aunque recientemente al descubierto el columba-
albergando los restos antropológicos de un rio cifrado en las fuentes arqueográficas con
individuo, bien conservados. Igualmente se asiduidad. Incluso, los firmantes pudieron
dató como tardía17. Mostraba una orientación constatar merced al cambio de cultivos prac-
este-oeste, con cabecera hacia el este y, unas ticado en la zona, como sobre el terreno se
dimensiones de 1,80 m por 0,60 m. También marca la presencia simétrica a ambos lados de
en este trabajo se cita por vez primera de for- la calzada de varios monumentos del mismo
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ma clara la presencia de una necrópolis que tipo, aún por investigar. Vinculado con este
flanqueaba la teórica vía de salida y entrada ámbito se presenta otra fuerte concentración
desde y hacia el oeste de la ciudad18. funeraria en el área que ocupó la huerta del
Es evidente a la vista de lo anterior que cortijo. Todo apunta hacia una mayor densi-
el ámbito funerario de Singilia se ubicó ini- dad de enterramientos, debida quizás a un uso
cialmente en el entorno de la vía que partía más prolongado del espacio como necrópolis,
de la ciudad en dirección oeste. De esta zona observándose a su vez una menor monumen-
situada entre las actuales ruinas y el Arroyo de talidad en la edilicia funeraria. En cualquier

17 SERRANO, E., ATENCIA, R., LUQUE, A. de y RODRÍGUEZ, P. (1991): 278.


18 Ibidem: 271.
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 407

caso, puede afirmarse una ubicación clásica


de las necrópolis de Singilia en los momen-
tos de máximo esplendor de la ciudad, siendo
mucho más amplios los tipos y la dispersión
espacial de los enterramientos en las fases más
avanzadas, posiblemente a partir del siglo III
d.C. (Lám. 2).
De forma sintética, puede deducirse el
predominio de las orientaciones este-oes-
te para las estructuras funerarias, del mismo
modo que puede extraerse un avance inicial a
las tipologías funerarias en sus aspectos estruc-
turales y rituales:

Incineraciones:
1. En urna de vidrio protegida por urna de
plomo y alojada en bloque monolítico
paralelepípedo de arenisca local y cubierta
ajustada del mismo material.
2. Mausoleo monumental de tipo columba-
rio, ejecutado en sillería y con cubierta
abovedada.
3. Pequeño columbario de planta rectangu-
lar, con fábrica de sillares de arenisca y cu-
bierta de losas horizontales.

Inhumaciones: Lámina 2. Columbario de la necrópolis de Singilia Barba


1. Efectuadas en el interior de sarcófagos
monolíticos de arenisca con cierre del mis-
mo material, asociadas o no al interior de
recintos monumentales de sillería o mam- 7. Inhumaciones efectuadas en el interior de
postería. elementos anfóricos.
2. Inhumaciones en fosa simple sin delimitar 8. Inhumaciones realizadas en el interior de
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y sin señalización conservada. sarcófagos decorados con bajorrelieves de


3. Inhumaciones en fosa simple delimitada temática bíblica.
por lajas de material calcáreo.
4. Inhumaciones en fosa simple con cubierta Las Maravillas
de tégulas dispuestas horizontalmente.
5. Inhumaciones en fosa simple con cubierta La excavación de la necrópolis correspon-
de tégulas simulando un tejadillo a doble diente a la villa de recreo de las Maravillas se
vertiente. efectuó a lo largo de 1993, gestionada bajo la
6. Fosa revestida y delimitada por muretes de antigua fórmula de las intervenciones arqueoló-
ladrillos y cubierta de tégulas dispuestas gicas de urgencia y justificada por la realización
horizontalmente. de las obras de ampliación del corredor ferro-
408 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

Lámina 3. Reconstrucción hipotética del mausoleo de Acilia Plecusa, según M. Romero.


Necrópolis de Las Maravillas

viario Bobadilla-Granada19, obras que afectaban aparece en decúbito lateral (quizá como con-
parcialmente la zonificación septentrional del ya- secuencia del propio proceso de descomposi-
cimiento. La excavación abarcó un número total ción del cadáver). Todos los enterramientos
de once cortes de diez por tres metros, lo que se mostraban restos de los ataúdes originales,
tradujo en la investigación parcial del ámbito de circunstancia constatada por la presencia cen-
la necrópolis en un área total de 330 m2. tral y perimetral de clavos de hierro.
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En total, la excavación permitió documen- Tipológicamente, los enterramientos pue-


tar un total de siete inhumaciones y un edificio den clasificarse en:
monumental de tipo columbario con fábrica
de sillares (Lám. 3). 1. Inhumaciones en fosa simple con cubierta
En lo relativo a las inhumaciones, en todos de tégulas dispuestas horizontalmente.
los casos se utilizó el ritual de deposición del 2. Inhumaciones en fosa simple con cubierta
cadáver en posición de decúbito supino salvo de tégulas simulando un tejadillo a doble
en la tumba número 4, en la que el inhumado vertiente.

19 ROMERO, M. (1994): 195.


Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 409

3. Fosa revestida y delimitada por muretes de medio cañón y unas dimensiones de 10,05
ladrillos y cubierta de tégulas dispuestas metros por 8,64 de ancho y una altura con-
horizontalmente. servada de 1,83 m, circunstancia que da cons-
4. Fosa simple irregular sin delimitación o tancia de la monumentalidad de su concep-
elementos de señalización definidos. ción original. En los laterales este y sur se em-
5. Enterramiento monumental en panteón plazó un banco corrido de ladrillos destinado
de sillares. a recibir las ofrendas fúnebres. La puerta,
cerrada por una losa monolítica del llamado
Con excepción del gran mausoleo de silla- mármol “Rojo Torcal” de las cercanas cante-
res y de la Tumba 1, no presentaban ajuares. ras de la sierra homónima, se encontraba en el
En cualquier caso, por analogía con otros ele- lateral oeste, flanqueada por sendos muretes.
mentos, así como por la carga de materiales Toda la fábrica se realizó en sillares de are-
que arrojaban los estratos cubrientes, la necró- nisca local trabados con mortero y reforzadas
polis parece tener dos fases de utilización defi- por grapas de plomo con morfología de doble
nidas, una primera entre los siglos I y III d.C. cola de milano. El suelo también se realizó en
y una fase posiblemente que comprendiera los piezas de sillería, con un espesor de 0,65 m.
siglos V y VI d.C. Los sillares de cubierta y alzados presentaban
Mención especial merece la presencia del un clásico módulo de 1,20 por 0,60 por 0,60
columbario que albergó los restos mortales de metros.
Acilia Preclusa, uno de los personajes mejor Por su parte, el sarcófago que albergó los
conocidos en la epigrafía singiliense y cuya restos mortales de Acilia, fue labrado en un
constatación funeraria queda evidenciada con bloque monolítico, también en “Rojo Tor-
claridad a través de los elementos epigráficos cal”, presentando una longitud de 2,40 m,
de su mausoleo. En este caso, dicho enterra- por un ancho de 0,70 m y una profundidad de
miento fue concebido inicialmente como un 0,60 metros20.
sepulcro colectivo destinado a albergar varias A pesar de que esta excavación se limitó
incineraciones, en un número mínimo de seis, a una parte mínima de la necrópolis, ceñida
a juzgar por las tres hornacinas de cada uno a la zona de influencia de las obras de mejora
de sus lados largos. En cualquier caso, los ferroviaria, si evidencia con claridad su co-
cambios de modas funerarias y ritos quedan rrespondencia al ager singiliense, tanto por
confirmados en este sepulcro monumental, en los ritos, orientación de los ejes estructurales
el que al fin y a la postre se introdujo un sarcó- dominantes y cronología, como por su pro-
fago monolítico que contuvo los restos de la bado vínculo con personajes importantes de
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afamada “dama de Singilia”. la ciudad y su relación con una de las villas de


Tanto por la epigrafía como por los mate- laboreo y recreo de la periferia y entorno de la
riales recobrados, el enterramiento puede ser misma (Lám. 4).
datado a finales del siglo II y principios del III
d.C. Arroyo Villalta
El mausoleo, extraído para su exposición
y aprovechamiento cultural ex situ, presenta- Los antecedentes de la necrópolis de Villal-
ba planta rectangular, cubierta con bóveda de ta, al menos a escala de información arqueo-

20 ROMERO, M. (1994): 210 y RODRÍGUEZ, P. (2002): 287.


410 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

Lámina 4. Trabajos de documentación en el mausoleo de Acilia Plecusa. Necrópolis de Las Maravillas

lógica, deben remontarse hasta la década de mismas obras de infraestructura permitieron


los años 40 del siglo XX. Es en ese momento, descubrir una extensa necrópolis y un alfar ro-
cuando el entonces Comisario Provincial de manos que, sin duda, podemos vincular con la
Excavaciones Arqueológicas de Málaga, S. Gi- tumba de incineración que documentó en su
ménez Reyna, registra la aparición de un gran día Giménez Reyna.
horno destinado a la fabricación de materiales La necrópolis y alfar de Arroyo Villalta se
constructivos, así como una tumba de incine- descubre como consecuencia de los trabajos
ración contenida en una urna de cristal que a de construcción de la base de montaje de la
su vez encajaba en otra de plomo21. Apareció línea de alta velocidad Córdoba-Málaga, ex-
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junto con su ajuar de elementos cerámicos y cavándose en una amplia extensión, superior a
vasos de vidrio, como consecuencia de una los mil doscientos metros cuadrados un eleva-
roturación más intensa de los terrenos. Los do número de inhumaciones e incineraciones
datos de ubicación que proporciona sirvieron en muy buen estado de conservación. Sobre
en su momento de base para la re-localización ellos logró aplicar toda una serie de protocolos
del horno durante los trabajos de seguimiento y marchas analíticas que nos permite hablar de
arqueológico de las recientes obras del AVE22. una de las necrópolis mejor documentadas de
Del mismo modo y de forma fortuita, estas la comarca antequerana. De los 19 complejos

21 GIMÉNEZ REYNA, S. (1946): 91-92.


22 FERNÁNDEZ, L. E. y ROMERO, M. (e. p.).
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 411

funerarios excavados en total o reconocida su 1. Inhumación en fosa simple con deposi-


existencia por los escasos restos observados, ción del difunto en decúbito supino con
si exceptuamos los CF 3 y 8, incineraciones los brazos extendidos a los costados con
secundarias, así como los CF 16, 17 y 19, cubierta de tégulas a dos aguas.
inhumaciones, los 13 restantes son busta de 2. Inhumación en decúbito supino efectuada
incineración en posición primaria, habiéndose en el interior de una tumba delimitada por
edificado la cubierta de la sepultura directa- bastidor de ladrillo y cubierta con bove-
mente sobre la oquedad practicada para efec- dilla compleja de ladrillos, muy similar a
tuar la incineración del cuerpo. las estructuras de incineración individuales
En cierto modo y a pesar de que prácti- cubiertas con bovedilla de medio cañón y
camente no se producen dos estructuras de fábrica de ladrillos.
cubrición idénticas, podemos agrupar estos
complejos funerarios en función de ciertas En ambos casos puede intuirse la asocia-
semejanzas tipológicas apreciables. De esta ción de algunas de ellas en el interior de un
forma, entre las incineraciones primarias po- recinto descubierto, delimitado por muros de
demos distinguir 4 tipos atendiendo a las si- mampostería resueltos sin grandes calidades
guientes características formales: constructivas.
En cualquier modo y, al margen de cual-
1. Incineración en bustum rectangular esca- quier clasificación de naturaleza tipológica, sí
lonado cubierto por doble bovedilla com- resulta evidente que, al menos desde un punto
pleja de ladrillo y marcada al exterior por de vista exclusivamente estadístico, existe un
cupa de signinum. claro predominio de las incineraciones efec-
2. Bustum de planta rectangular excavados tuadas en posición primaria con relación a las
en la roca base con cubierta de tégulas dis- que fueron reubicadas en situaciones secunda-
puestas horizontalmente. rias, resultando las inhumaciones claramente
3. Bustum de planta rectangular o cuadran- minoritarias, aunque altamente significativas.
gular excavados en la roca base con cu- Algunas de las estructuras funerarias ex-
bierta de tégulas dispuestas en tejadillo a humadas y documentadas ofrecen unas fábri-
dos vertientes. cas no exentas de cierta espectacularidad, al
4. Bustum de planta rectangular excavados igual que sucede con algunos de los ajuares
en el sustrato, cubiertos por tégulas de recobrados. Esto contribuye en gran medida
disposición horizontal y delimitado late- a corroborar los trabajos anteriores efectua-
ralmente por un bastidor de ladrillos. dos en la zona de Antequera y a completar
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el panorama tipológico y ritual, tanto de


En el caso de las incineraciones reubicadas incineraciones como de inhumaciones. Los
en posición secundaria, es poco lo que sabe- datos aportados por la intervención carac-
mos por los CF 5 y 6, aunque es posible que, al terizan un yacimiento que, aunque bastante
menos los dos últimos, presentasen las cenizas afectado por el devenir de los acontecimien-
alojadas en una urna que, a su vez, se insertó tos experimentados en la zona a lo largo de
en el hueco preparado a tal efecto. El CF 8 sí los siglos, aún nos permite ratificar la impor-
responde a un loculi generado para la deposi- tancia que la actividad alfarera tuvo a lo largo
ción directa de ajuar y cenizas. de los siglos I y II de nuestra era en la zona
Las inhumaciones excavadas se limitan a de la Bobadilla actual (Antequera, Málaga)
dos tipos básicamente: (Lám. 5).
412 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

del rito de incineración por el de inhumación.


Lógicamente ambas circunstancias hacen que
los resultados de esta excavación en concreto
sean relevantes para la comprensión de la evo-
lución del poblamiento romano en las depre-
siones interiores de la provincia de Málaga.
Inicialmente, el esbozo general cifra el
marco cronológico para la utilización de la ne-
crópolis a caballo entre los siglos I y II d.C. En
cualquier caso, la excavación aportó un buen
número de materiales cerámicos de proceden-
cia itálica, carentes de su contexto deposicional
inicial, aunque relacionables con los restos de
ustrinum y bustum más arrasados, básicamen-
te formas de sigillata itálica y sigillatas lucen-
tes, que podrían hacer remontar los orígenes
del espacio de necrópolis a la última década
del siglo I a.C. y, con cierta claridad a la etapa
augustea que marca el cambio de era. Como
conclusión exclusivamente formal debemos
destacar el predominio de las incineraciones
en posición primaria en relación a aquéllas que
Lámina 5. Inhumación núm. 16 de la necrópolis de Arroyo
se generan en un ustrinum y posteriormente
Villalta son trasladadas a edificios funerarios (colum-
barios) o bien, de forma más normal, a loculi
en los que se depositan las cenizas, alojadas
Por su parte, el estudio de la necrópolis en urnas o simplemente depositadas en una
complementa los datos obtenidos en el pro- oquedad practicada en el suelo y señalada en
ceso de excavación de los elementos propios superficie con múltiples fórmulas.
del alfar, concretando aspectos cronológicos Con relación al ritual, Villalta presenta los
e incluso generando una valiosa información patrones clásicos en el mundo de las incine-
sobre el vínculo existente entre los pobladores raciones, con evidencias de actividad ritual
que se incineraron e inhumaron en el área es- en el exterior de las estructuras funerarias,
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tudiada y la actividad productiva y económica posiblemente relacionadas con banquetes fú-


que desarrollaron a lo largo de sus vidas. nebres (algunos restos de fauna, ovicápridos,
Dos son las circunstancias que llaman po- localizados en el interior de las sepulturas 10
derosamente la atención en el caso de la ne- y 14, también apuntan en esta línea). En este
crópolis de Arroyo Villalta. Por un lado, ten- sentido es abundante el material fragmentario
dríamos una evidente relación espacial entre el que aparece sin contexto evidente aunque con
alfar y el ámbito funerario, incluso solapándo- proximidad a los enterramientos. En el caso
se en el espacio, y, por otra parte, tenemos un del complejo funerario 7, parece que gran par-
importante hilo conductor que podría expli- te de este ajuar se conservó relativamente bien
carnos la evolución de las costumbres rituales al sur de la estructura, con restos de una lu-
mortuorias que se plasman en la sustitución cerna, de evidente significado funerario, varios
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 413

jarros y urnas, restos de múltiples remaches y


clavos de hierro que apuntan hacia la presen-
cia de una caja de madera que alojó parte de
los elementos recobrados. La presencia de co-
pas fragmentadas en interior y exterior de las
tumbas se relaciona con las libaciones y brindis
fúnebres, constatados también en varias de las
estructuras que albergan las incineraciones,
normalmente bajo la forma de los típicos
tubuli, configurados en Arroyo Villalta por
dos ímbrices afrontados para formar el canal
e insertos en uno de los ángulos de la tumba
Lámina 6. Ajuar asociado a la incineración núm. 10 de
o semi-inclinados sobre las cubiertas a doble Arroyo Villalta
vertiente. Este fenómeno se documenta con
fórmulas similares en múltiples necrópolis del
mediodía peninsular23.
En relación a los ajuares, todas las inci- caso, ya mencionamos que algunos materiales
neraciones y, al menos con seguridad, dos dispersos parecen retraer el origen de la utili-
de las inhumaciones, presentan un tipo de zación funeraria del ámbito en estudio a los
equipamiento funerario bastante coherente momentos del cambio de era. Quizás uno de
con ligeras variantes. Nada indica que sus los hechos más significativos es la circunstan-
disposiciones en el interior de la tumba res- cia de poder datar con claridad incineraciones
pondan a un patrón ritual riguroso, contando avanzadas en el tiempo, fijando sus términos
con dispersiones en evidente o aparente des- cronológicos el ajuar monetal, como mínimo
orden, junto alineaciones laterales ordenadas en torno al año 175 de la era, relacionándose
o disposiciones perimetrales relativamente con estructuras arquitectónicas que se em-
organizadas. En dos casos se localizan en plean tanto para efectuar incineraciones como
compartimentos desvinculados de las cenizas inhumaciones. Posiblemente este dato contri-
y responden a distribuciones en las que la ubi- buya a fijar un marco preciso para los orígenes
cación de los elementos ha perseguido cierta de este cambio en el ritual.
simetría (Lám. 6). Al igual que observamos en el caso de
Prácticamente todos los datos descritos Las Maravillas, también aquí encontramos ri-
trasmiten la convivencia terminal del rito de tos, cronologías y orientaciones estructurales
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incineración con el más moderno de inhu- (noroeste-sureste) que junto a la proximidad


mación, basado en un cambio de tradicio- geográfica, sitúan la necrópolis en el entorno
nes y creencias religiosas que arranca de las de influencia de Singilia, en este caso bien de-
modificaciones introducidas paulatinamente finido por la antigua vía que conducía desde la
en la propia capital del Imperio, y fijan con ciudad a los núcleos pre-serranos: ciudad anó-
cierta corrección el marco cronológico de la nima del Cortijo del Tajo (Teba), Sabora (Ca-
necrópolis entre el primer cuarto del siglo I y ñete la Real) y hacia la propia Acinipo (Ronda
la segunda mitad del siglo II d.C. En cualquier la Vieja)24.

23 PALOMO, A., FERNÁNDEZ, L. E., FERRANDO, M., SUÁREZ, J. y CISNEROS, I. (2000): 387-404.
24 STYLOW, A. U., ATENCIA , R. y VERA, J.C. (2004): 425.
414 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

LAS NECRÓPOLIS EN EL AGER DE No lejos de este punto, un poco más al


ANTIKARIA este, se exhumaron algunos enterramientos
relacionados con la fase de amortización de
En contraste con la escasez de fuentes la “Villa romana de la Carnicería de los Mo-
arqueológicas con las que contábamos ape- ros”28, a los que, sin duda, habría que asociar
nas hace una docena de años, gracias a la los dos enterramientos bajo cubierta de tégu-
denominada arqueología urbana25, el cono- las a dos aguas que aparecieron en el cerro de
cimiento que hoy tenemos sobre el pobla- Marimacho en 199629 , en realidad se trata de
miento antiguo de Antequera y en concreto, la misma unidad arqueológica dividida en dos
de la parcela ocupada por su tejido urbano por la carretera. Para completar esta visión
actual, se ve acrecentado año tras año. La añadiremos los restos de una incineración en
concepción de la ciudad como un único ya- las inmediaciones de la Huerta del Ciprés30 y
cimiento y su protección mediante diferentes la noticia sobre un enterramiento del que pro-
figuras de planeamiento han sido la clave que cede un ara funeraria en las inmediaciones de
nos ha proporcionado este conocimiento26 y, la Villa de la Estación31, posteriormente, du-
justamente, el marco donde deben encajarse rante los trabajos geofísicos con sondeos reali-
ésta y la globalidad de las publicaciones, que zados en este yacimiento, se ha confirmado la
tengan o hayan tenido como objeto cualquier existencia de una necrópolis al oeste de la villa,
intervención arqueológica en algún punto del en la ladera baja del cerro del Parador32.
casco urbano (Fig. 2). Nos encontramos, pues, con una serie de
Siguiendo este precepto señalaremos que puntos dispersos a lo largo de toda la periferia
la intervención en una necrópolis romana en la del actual casco urbano de la ciudad y coinci-
ciudad de Antequera no es, ni mucho menos, dentes con sus principales arterias de comuni-
una actividad novedosa. Los antecedentes que cación. El estado actual de la investigación so-
hoy día conocemos nos sitúan en el reborde bre la Antikaria romana nos comienza a mos-
septentrional del ámbito urbano. La primera trar, tímidamente, un patrón de asentamiento
de ellas en los alrededores de los dólmenes, típico para esta etapa de la antigüedad, según
donde en 1987 se exhumó parte de una ne- el cual existe una ciudad romana: Antikaria,
crópolis de época romana27 y pileta de opus cuyo núcleo de población33 más importante,
signinum de dimensiones reducidas, con una junto con los edificios públicos característicos,
cronología, al parecer del Bajo Imperio. se ubicó sobre el antiguo poblamiento ibérico

25 No fue hasta 1988 cuando se realiza la primera intervención arqueológica en el casco urbano de Antequera. Vide
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ATENCIA, R., ROMERO, M. y RUEDA, I. (1990): 220-226 y ROMERO, M. (1992).


26 Nos referimos principalmente a la incorporación de la normativa específica de protección arqueológica incorporada
en la redacción del PEPRI de Antequera y especialmente la del P.G.O.U del término municipal.
27 Nos referimos a la actuación arqueológica que se llevó a cabo bajo la dirección de ATENCIA PÁEZ, R. en 1987 y
cuyos resultados no han sido publicados hasta la fecha, pero cuya evolución tuvimos la oportunidad de observar. La
protección de los restos arqueológicos fue llevada a cabo bajo la dirección de Manuel Romero, uno de los autores
de este artículo, por tanto las referencias que en el mismo se vierten tienen su fuente en la observación directa.
28 Sobre esta villa, vid. RIÑONES, A. (1987): 251-256, GARCÍA y BELLIDO, A. y GIMÉNEZ REYNA, S. (1948):
48-68, y LUQUE, A. de (1970).
29 Informe de D. José Antonio Teba Martínez. Delegación Provincial de Cultura. Junta de Andalucía. Málaga 1996.
Inédito.
30 RIÑONES, A. (1987b): 257-260.
31 ATENCIA, R. (1981): 133-155.
32 ROMERO, M. (e. p.)
33 ID (1997): 489-505.
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 415

Figura 2. Distribución de las necrópolis urbanas en torno a Antikaria

en la ladera media del Cerro del Castillo, rea- antikariense. Lo cierto es que a medida que
lizando una expansión urbana hacia el llano, nos vamos acercando a la topografía antigua
a través de las vías naturales de penetración de la ciudad, también empieza a constatarse
como el río de la Villa y de las calzadas ro- que estas villas tenían un carácter suburbano y
manas que la comunicaban con otras ciudades formaban parte intrínseca de su entorno inme-
(Iliberris, Corduba, Hispalis y Malaca). La diato; no constituían, pues, unidades aisladas
ciudad contó con distintas necrópolis, situa- de explotación, vivienda y recreo al margen de
das en el cinturón periurbano de la ciudad, la la propia ciudad.
más importante de todas, fue sin duda la de Algunos datos podrían indicar que en la
“La Quinta”. cima y ladera norte del cerro en el que se em-
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La mayoría de los casos citados pueden plazó posteriormente la alcazaba de Anteque-


estar asociados con diferentes núcleos de há- ra, pudo situarse una antigua necrópolis con
bitat: villas como la Huerta del Ciprés, Car- estructuras de cierto carácter monumental y,
nicería de los Moros, o la de la Estación34, en así se interpreta provisionalmente un edificio
cambio el caso de la necrópolis romana de los con fábrica de sillares y planta rectangular,
Dólmenes y quizá esta de la Quinta pueden conservado en su primera hilada, como los
ser relacionadas con la población de la urbs restos arruinados de un posible columbario

34 ROMERO, M., MAÑAS, I. y VARGAS, S. (2006).


416 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

monumental35. La recuperación de una pieza queológica se realizó siguiendo los preceptos


epigráfica de carácter funerario de un antica- marcados en el planeamiento urbanístico, cuya
riense, procedente de Corduba, con informa- normativa arqueológica otorgaba una cautela
ción sobre el locus funerarius36 constituye, sin arqueológica de vigilancia en esta parcela, una
lugar a dudas, otra novedad digna de ser des- vez comprobada la existencia de restos ar-
tacada en este estudio. queológicos, la cautela pasó a ser de sondeos
En cualquier caso, como ya hemos seña- arqueológicos con carácter de urgencia. La
lado con anterioridad, el verdadero cinturón mayor parte de la intervención se realizó entre
funerario flanquea la falda septentrional del los años 1999 y 200138.
Cerro de la Veracruz, de forma continuada, La secuencia cronológica del yacimiento
desde la zona de La Quinta hasta la villa de abarca desde el Bronce Final hasta finales del
la Carnicería de los Moros. Incluso se han s. VI d. C. Los niveles registrados sin embargo
localizado tumbas tardías con cubiertas tan- comprenden desde época ibérica a dicho siglo,
to de tégulas formando tejadillo a dos aguas ya que no se han podido documentar niveles
como de ladrillo de disposición horizontal en concretos de la edad del bronce, apareciendo
el entorno de los dólmenes de Viera y Menga. estos materiales junto a los de épocas poste-
En el corredor de Viera se pudo localizar una riores, lo que habría que interpretar como un
inhumación delimitada por ladrillos y en la barrido total de las estructuras, o como un ro-
propia masa tumular de la Cueva de Menga se damiento de materiales procedentes de cotas
documentó un osario cubierto por dos tégulas más altas en las que no se ha intervenido.
colocadas a dos aguas37. Son tumbas ubicadas Es importante matizar que las estructuras
en el extremo oeste de la necrópolis que, po- localizadas han sufrido fuertes destrucciones,
siblemente, se relacionan mejor con las fases resumidas en dos acciones fundamentales.
tardías de la Carnicería de los Moros, aunque Por un lado las de carácter antrópico, basado
también existe constancia de la reciente pér- en la continua superposición de unas estruc-
dida en el entorno de alguna estructura de turas a otras, lo que ha originado en algunos
sillares, presumiblemente un pequeño colum- casos el barrido total de éstas, consecuencia de
bario, cercano al actual cementerio local. continuos aterrazamientos. Por otro la propia
acción erosiva debida a un terreno en pendien-
Necrópolis de La Quinta te, lo que ha producido la total pérdida de es-
tructuras en las cotas más bajas y superficiales,
La finca de La Quinta se sitúa en la lade- conservando sólo aquellas que habían quedado
ra norte del Cerro de la Veracruz, los restos más insertadas en los derrumbes o escombreras
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arqueológicos se dispersan a lo largo de una originados por el abandono del hábitat.


banda de unos 500 metros de longitud por De manera muy sintética podemos agrupar
unos 50 metros de ancho, la cota media de la en tres los elementos estructurales resultados
necrópolis se mueve entre las curvas de nivel de la intervención: una vía de comunicación,
de 495 a los 485 ms.n.m La intervención ar- una villa suburbana y la necrópolis. Dado el

35 Se trata de un columbario que ha sido documentado durante las labores de limpieza y recuperación del recinto
murado medieval de Antequera. Sobre estos trabajos Vid. ROMERO, M. (2003): 177-202.
36 SÁNCHEZ, S. (2007).
37 FERNÁNDEZ, L. E., ROMERO, M. y RUIZ, R. (2006).
38 La actividad estuvo dirigida por los arqueólogos Francisco Melero y Manuel Romero, los datos que aquí proporcio-
namos forman parte de la memoria final de la intervención, que por el momento permanece inédita.
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 417

carácter de esta publicación y su temática nos 4. Incineración en fosa simple con cubierta in-
limitaremos a la necrópolis, aunque su estudio determinada. (1 enterramiento) (Lám. 7).
espacial no puede abstraerse del resto de las
estructuras. Inhumaciones registradas: 109 con la si-
La intervención ha permitido registrar un guiente tipología:
total de 140 enterramientos, las tipologías fu-
nerarias en sus aspectos estructurales y rituales 1. Inhumación en fosa simple sin cubierta o
son las siguientes: con pérdida total de cubierta (36 enterra-
mientos).
Incineraciones registradas: 31, de ellas la 2. Inhumación en fosa simple con cubierta de
mayoría (26) son de carácter primario, con los tégulas horizontales (24 enterramientos).
siguientes subtipos según sus características 3. Inhumación en fosa simple con cubierta de
tipológicas: tégulas a dos aguas (17 enterramientos).
4. Inhumación en fosa simple con cubierta
1. Bustum de planta rectangular o cuadran- de tégulas a 2 aguas bajo túmulo (9 ente-
gular en fosa simple con cubierta indeter- rramientos).
minada. (10 enterramientos). 5. Inhumación en fosa con paredes de basti-
2. Bustum de planta rectangular o cuadran- dor de ladrillos y cubierta plana (6 enterra-
gular excavados en la roca base con cu- mientos).
bierta de tégulas dispuestas en tejadillo a 6. Inhumación en fosa simple con piso de té-
dos vertientes. (6 enterramientos). gulas invertidas y cubierta de tégulas a dos
3. Bustum de planta rectangular excavados aguas (6 ejemplos).
en la roca base con cubierta de tégulas dis- 7. Inhumación infantil en urna bajo túmulo
puestas horizontalmente. (5 enterramien- (4 ejemplos).
tos). 8. Inhumación en fosa simple con cubierta
4. Bustum en fosa con bastidor de ladrillos, de lajas de piedra (2 ejemplos).
piso de bipedalis bajo bóveda de 1/2 ca- 9. Inhumación en fosa simple con paredes de
ñón, realizada con ladrillos. (4 enterra- bastidor de ladrillos y cubierta de tégulas a
mientos). dos aguas (2 ejemplos).
5. Bustum en fosa con bastidor de ladrillos, 10. Inhumación en fosa simple con paredes de
piso de bipedalis bajo cubierta de tégulas, tégulas y cubierta indeterminada (1 ejem-
revestida a su vez por una bóveda de 1/2 plo).
cañón, realizada con ladrillos. 11. Inhumación en fosa simple con cubier-
Mainake, XXIX / 2007 / pp. 401-432 / ISSN: 0212-078-X

ta de tégulas horizontales e ímbrices (1


Incineraciones de carácter secundario: ejemplo).
12. Osario colectivo en caja rectangular rea-
1. Incineración en estructura de sillería rec- lizada y cerrada con tégulas (1 ejemplo)
tangular. (1 enterramiento) (Lám. 8).
2. Incineración en urna de piedra de arenisca
con tapadera (1 caso de sección cuadrada La mayoría de los enterramientos, así
y 1 de sección circular). como de los recintos funerarios que de des-
3. Incineración en fosa simple con cubierta cribiremos a continuación, presentan una
de tégulas dispuestas horizontalmente (2 alineación paralela y perpendicular muy bien
enterramientos). definida sobre un eje sureste-noroeste, coin-
418 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

el caso de las inhumaciones los escasos ajua-


res oscilan entre la segunda mitad del siglo II
d.C. y el IV d.C. No podemos determinar con
exactitud la existencia de un ajuar tipo, pero si
son reiterativos los casos en los que se depo-
sita una ollita de cuerpo en “S”, de tipología
muy vulgar en la producciones de cerámica
común romana en la depresión antequerana,
una lucerna y uno o varios ungüentarios. En-
tre los objetos personales que formaron parte
de la indumentaria y adornos del difunto des-
tacan los tres camafeos con la representación
del mito de “Eros y Psique” localizados en la
tumba n.º 23, junto a una pulsera de plata,
datados en época de Augusto, cuentas de co-
llar en la n.º 41, n.º 97 y n.º 43, anillos de
bronce en la n.º 74 y n.º 44, y pulseras de
bronce en la n.º 73, n.º 97 y 83. Tan sólo
se ha podido registrar una fíbula en los di-
versos enterramientos (tumba n.º16). Otros
elementos que se han exhumado en los ente-
Lámina 7. Urnas de incineración núms. 47 y 48 de la ne- rramientos son: una campanilla de bronce (tb.
crópolis de La Quinta n.º 43), una placa de tocador para maquillar,
un pequeño estuche de bronce (tb. n.º 89) y
una espátula.
cidente con los restos de la villa romana de la Con respecto al uso ritual de moneda en
Estación39, de las termas públicas de la ciudad los enterramientos41. En todos los casos se tra-
romana40 y, en definitiva, de la mayor parte de ta de ases, documentándose en cuatro de los
restos de época romana que se han excavado enterramientos42. Uno de ellos es de incinera-
en la ciudad. ción, mientras que los otros tres son inhuma-
En el caso de los ajuares, que acompañan ciones. La colocación de las monedas dentro
al difunto durante las ceremonias rituales, hay de estos enterramientos es difusa en tres de los
que señalar un dato sumamente revelador: el casos: tumbas 44, 64 y 85, ya que los huesos
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70% de las incineraciones presentaban restos de los cadáveres, por su descomposición, no


de ajuar frente a tan sólo un 9,4% en el caso de pudieron identificarse con precisión, más aún
las inhumaciones. en la tumba 64, la única incineración. Sin em-
En todos los casos los restos de ajuares de bargo en el caso de la tumba 27, en la que el
las incineraciones se mueven en una horquilla esqueleto si se presentaba en buenas condicio-
cronológica entre el siglo I d.C y el II d.C. En nes, la moneda se colocó en la boca, donde fue

39 ROMERO, M., MAÑAS, I. y VARGAS, S. (2006).


40 ATENCIA, R., ROMERO, M. y RUEDA, I. (1990): 220-226 y ROMERO, M. (1992).
41 Sobre este uso en la provincia en otros yacimientos, MORA, B. (2001): 432.
42 MELERO, F. (2007).
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 419

Lámina 8. Traslado y reubicación de restos óseos en la tumba 78 de la necrópolis de La Quinta

hallada durante el proceso de excavación. El as La celebración de banquetes funerarios se


suele ser la moneda más usada para estos casos ha documentado claramente en el caso de la
entre la población de baja extracción social, tumba n.º 38 y en la n.º 23. En otros casos
ya que se trata de un tipo monetario que ha tenemos dudas sobre si el material localizado
perdido su valor original con la introducción en los enterramientos se corresponde con ma-
de los grandes bronces, el sestercio y el du- terial propio utilizado en la combustión, caso
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pondio. La cronología de estas monedas nos de huesos de acebuche y restos de cáscaras de


sirve como fecha post quem a la hora de datar nueces “glans” (caso de los enterramientos
los enterramientos. Así, aunque han sufrido un n.º16 y 59, 60, 62). Lo que no hemos podido
deterioro importante, incluso desde su coloca- documentar en ningún caso es la utilización
ción en el enterramiento, por los motivos que de tubuli o cualquier elemento (ánforas, ím-
ya se han indicado, las siluetas de las efigies de brices...) destinado a realizar el ritual de las
los emperadores nos permiten encuadrarlas en libaciones, aunque es de suponer que como
época julioclaudia para el caso de la tumba 44, en otras necrópolis del entorno los líquidos se
época flavia en el caso de la 85, un siglo I en vertían directamente sobre la tierra.
el caso de la 27, e identificando la de la 64 en Otro dato sumamente interesante que ha
época altoimperial. podido ser registrado en la excavación en la ne-
420 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

Lámina 9. Recinto núm. 1 de la necrópolis de La Quinta

crópolis ha sido la existencia de, al menos, tres utilizada como ustrinum de algunos de los en-
recintos funerarios. El primero de ellos (recin- terramientos que en el interior del recinto se
to n.º 1) es el más amplio: 15 m de longitud han localizado (Lám. 9).
por 11,04 de ancho. Sobre una cimentación La longitud del segundo recinto que he-
de mampuesto irregular se levantan sus muros mos podido registrar es de 4,75 m por 3,8 m
realizados con sillería bien escuadrada, conser- conservado con una altura de 0,6 m corres-
vándose en algún punto hasta tres hiladas, con pondiente a la primera hilada. Los laterales
una altura de poco más de 1,8 m. En sus lados norte y sur se conservan a nivel de cimenta-
menores presenta dos vanos sin cimentación, ción, mientras que el lateral este está prácti-
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que permiten su interpretación como accesos camente destruido. Para cimentar el edificio
(suponemos que tapiados durante la actividad se construye un muro en trinchera excavada
funeraria). En su interior se han registrado 12 en el nivel geológico de unos 0,7 m de altura
enterramientos (tumbas n.º 40-47-48-50-56- por 0,6 m de ancho. La puerta del sepulcro se
57-59-60-61-80-81 y 95) de tipología y cro- situaba en el lateral oeste para introducirla se
nología dispar (inhumación e incineración), lo realizaron hendiduras en el pavimento y en los
que demuestra su uso continuado a lo largo laterales interiores de los muros que la flan-
de varias generaciones. Aunque la tumba con quean. Los sillares son de arenisca caliza ama-
restos de incineración n.º 60, ocupa un lugar rillenta, de las cercanas canteras del Castillón,
preferente en el espacio funerario, planteándo- bien escuadrados y en óptimo estado de con-
nos incluso la duda de que podría haber sido servación aparente. La mayoría de los sillares
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 421

que forman las paredes del edificio presentan lo que debió producirse por la presión de la
unas medidas de 0,6 por 0,6 por 1,2 m. En tierra superior. Ambos enterramientos no pre-
su interior se localizó una tumba monumental sentan ajuar, sin embargo la T-27 mostraba el
bien centrada: la tumba n.º 23, cuyo ajuar, ritual del pago del óbolo a Caronte, moneda en
como hemos referenciado con anterioridad, la boca, en concreto un As, encuadrable cro-
nos revela que el personaje que allí se enterró nológicamente en el siglo I d.C., proporcio-
gozaba de una status económico privilegiado nándonos de esta manera una fecha postquem
(tres camafeos y una pulsera de plata, citados para la realización del enterramiento.
con anterioridad), al margen de éste, el recin- Los otros dos enterramientos de inhuma-
to se reaprovecha en un momento ya tardío ción (T-25 y T-28) presentan orientación per-
para realizar una inhumación (tb. n.º 24). La pendicular a los anteriores. La T-25 consiste
alta densidad de ocupación espacial se traduce en un enterramiento de tégulas a dos aguas y
en la presencia de 16 enterramientos, práctica- excavado en fosa. Por su proximidad al perfil
mente adosados a este edificio. de la primera terraza ha desaparecido en parte,
El tercer recinto funerario que se ha exca- encontrando perdida la parte correspondiente
vado tiene unas dimensiones de 4,5 por 6,42 a las piernas del cadáver. La fosa fue excavada
m. El ancho de los muros es de 0,7 m. Su sobre el muro NO de la habitación, extrayen-
excavación es parcial, pues el 50% de su su- do piedras de esta y produciendo el hundi-
perficie fue destruida por un aterrazamiento miento de otras, detalle que es muy aprecia-
llevada a cabo en este sector de la excavación. ble. Ello indica que esta tumba fue construida
Los enterramientos que se han podido consta- en un momento de amortización del recinto,
tar son cuatro: n.º 25, 26, 27 y 28. Los restos cuando esta estaba ya enterrada y no visible.
encontrados en este sector se corresponden La tumba presenta ajuar consistente en T.S.H.
con los cimientos del recinto, conservándose forma 18 con marca de alfarero no identifi-
con una potencia media de unos 0,3 metros. cable, una urna de cerámica común, con ca-
Los materiales exhumados en el nivel de base racterística pared en “S” y un vaso de vidrio
son de época altoimperial: destacando T.S.H., que nos podría situar cronológicamente en la
C.C.R., vidrio, etc. En el ángulo NO de la ha- segunda mitad del siglo II d.C. (Lám. 10).
bitación se aprecia un pequeño derrumbe de En el lateral este de la estructura ante-
tégulas e ímbrices que apenas se extiende al rior aparecieron restos de lo que podría ser
resto de la habitación. En este nivel se locali- un cuarto recinto, con unas dimensiones re-
zaron las tumbas 26 y 27: superpuestas una a gistradas de 5,8 por 1,4 m. El ancho de los
otra con idéntica alineación orientada de SE a muros es de 0,65 m. En su interior presenta
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NO. Ambas son de inhumación. La superpo- una construcción maciza de 2,1 por 1,58 m,
sición no es al azar, sino consciente, pues es parte ha sido destruida en el desmonte de la
perfecta en un espacio no tan poblado como el terraza anteriormente citada. Esta cimenta-
recinto anterior. La T-26 tiene cubierta plana ción está realizada a base de piedra irregular
de tégulas, mientras que la base donde se de- y fragmentos de materiales de construcción
posita el cadáver es la cubierta al mismo tiem- (tégulas, ladrillos e ímbrices), por el momento
po de la T-27, en la cual el esqueleto se depo- no ha podido ser interpretada. En cuanto a la
sita en fosa, directamente sobre el techo del cronología del derrumbe que selló el recinto,
Nivel “2 b”. Es de destacar que el hecho de contamos con un dato de enorme interés, en
que queden dos espacios huecos ha producido concreto con una moneda de Claudio II Gó-
la ruptura y hundimiento de ambas cubiertas, tico, antoniniano acuñado entre el 268-270
422 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

Lámina 10. Inhumación en fosa revestida de ladrillos bajo bóveda de medio cañón. Necrópolis de La Quinta

d.C. y encontrada en el interior, por lo que el do in situ las piras y posteriores enterramien-
abandono de la estancia se produce con poste- tos43.
rioridad a esta fecha. Todos los elementos funerarios y los que
Este tipo de recintos presentan numerosos pertenecen a la propia villa de la Quinta apa-
paralelos, particularmente en las provincias oc- recen alineados al borde este en la parte alta
cidentales del Imperio, generalmente con una de la ladera. Sin que pudiese documentarse
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cronología centrada entre la segunda mitad estructura alguna en los sondeos realizados
del siglo I y la primera del siglo II d.C. Com- ladera abajo. Este camino excavado en el
parten con los recintos funerarios más conoci- suelo y firme del nivel geológico cuenta con
dos (los de via Ostiense, via Laurentina y los ciertas características que lo asemejan a otras
excavados en Córdoba) las alturas medias, en vías documentadas en otras ciudades roma-
torno a los dos metros, y la posibilidad de que nas de Hispania44. Es el caso de las capas de
funcionaran como auténticos busta, acogien- grava con que se reforman en el Bajo Imperio

43 VAQUERIZO, D. (2001a): 203.


44 SILLIÉRES, P. (1990): 401 ss.
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 423

los viales de Valentia. En el Bajo Imperio se La necrópolis de San Juan


vierte grava con lo que los pavimentos ganan
altura. Esta vertida de grava se documenta en En el ámbito del ager de Antikaria, pero
la vía de La Quinta, de modo más acusado situado en una de su principales vías de comu-
cuando discurre por las zonas de estructuras nicación, la ruta hacia Corduba46, se localizó
de hábitat, por las que evidentemente habría y excavó recientemente la necrópolis de San
más tránsito y necesitaría de más reparacio- Juan, en un ámbito jalonado de importantes
nes. En este tramo de vía convergerían, sin establecimientos rurales, algunos de la impor-
duda las procedentes de Malaca, Acinipo e tancia y dimensiones que revelan las villas rús-
Hispalis, a través de Singilia, Iliberri y Cor- ticas de Loma de Pozoancho o Cortijo de las
duba. El descubrimiento reciente por par- Piletas. Se vincula obviamente a la concentra-
te del Servicio Arqueológico Municipal de ción de yacimientos que jalonan la ruta norte
Antequera de un miliario en el casco urbano al menos desde época altoimperial.
perteneciente a la Via Domitiana Augusta45 La actividad arqueológica que ha permi-
no viene más que a reforzar que la ciudad de tido su investigación parcial se promovió con
Anticaria constituía el caput viae de esta im- objeto de paliar el impacto potencial generado
portante infraestructura. por el proyecto de construcción del tramo de
La reconstrucción de estos espacios se de- autovía de referencia47. La obra de construc-
fine en el alto imperio, entre la segunda mitad ción alteraba el subsuelo en el ámbito zonifi-
del siglo I d.C. y finales del III o inicios del cado del yacimiento arqueológico catalogado
IV. Ello queda definido por varias premisas. en los documentos del Plan General de Or-
En primer lugar la T.S. campaniense e itálica denación Urbana de Antequera. La superficie
es prácticamente nula, siendo las gálicas, entre total intervenida alcanzó un área abierta de
las que existe un repertorio aceptable de ce- 6.170,00 m2.
rámicas marmoratas, las que nos aportan una En el ámbito de la necrópolis afectado
fecha inicial sólida. Otros materiales, como el recientemente por el trazado de la autovía en
numismático, nos indican lo mismo, contando su banda de incidencia, se han documentado
con dos monedas de época iberorromana acu- 99 complejos funerarios, de los cuales 95 son
ñadas a partir del siglo I a.C. Malaca e Ilipen- incineraciones y los restantes seguían el rito de
se, mientras que otros tipos como un Claudio inhumación. Entre las incineraciones se han
I, no sitúan en la misma línea, más aún si te- sistematizado los siguientes cuatro tipos:
nemos en cuenta que los ejemplares anteriores
por su valor intrínseco se usan en siglos pos- 1. Bustum de planta rectangular excavado en
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teriores. Nada en cambio, ni relacionado con la roca base sin cubiertas.


los recintos de habitación, ni con los espacios 2. Bustum de planta rectangular excavado en
funerarios nos indica que el acusado desarrollo la roca base con cubierta de tégulas dis-
constructivo que se advierte, comenzara con puestas horizontalmente.
anterioridad. De SE a NO se conforma un vial 3. Bustum de planta rectangular excavado en
en torno al cual van a organizarse los diferen- la roca base con cubierta de tégulas a dos
tes espacios de necrópolis y hábitat. aguas.

45 STYLOW, A. U., ATENCIA, R. y VERA, J.C. (2004). 417-430.


46 GOZALBES, C. (1986): 183-192. Ya hemos señalado la identificación de esta vía con la Via Domitiana Augusta.
47 SALADO, J. B. (2006): Inédito.
424 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

4. Este tipo es el menos común y se define ha propiciado la desaparición de parte de los


por la presencia de recipientes cerámicos ajuares y de las propias cubiertas.
como urnas o ánforas sin cubiertas, res- Algunas estructuras de tégulas parecen
guardadas o por rocas dispuestas de forma haberse situado una vez se ha realizado la
intencionada o aprovechando las oqueda- fosa y se han vertido las cenizas en ella, ya que
des naturales del geológico. abarcan un espacio menor. Estas estructuras
parece que delimitan los espacios donde se
Las cuatro inhumaciones excavadas res- depositan los ajuares. Muchas de las cerámicas
ponden a las siguientes tipologías: encontradas en las tumbas son producciones
locales, concretamente del ámbito de Singi-
1. Inhumación en fosa simple excavada en lia Barba, lo que es algo característico de las
el sustrato geológico con deposición del necrópolis de la zona. Este sería el caso de la
difunto en decúbito supino con los brazos mayoría de las formas de sigilatas hispánicas y
recogidos sobre el pubis, presentan cu- lucernas. Son en todos los casos, busta reduci-
bierta de tégulas a dos aguas. dos de planta rectangular excavada en la roca
2. Inhumación en decúbito supino efectuada o aprovechando oquedades para situar cenizas
en el interior de una tumba cuya fosa se y ajuares. En general se cubre con cubierta de
encuentra delimitada por paredilla de té- tégulas a dos aguas. En general la disposición
gulas en vertical y cubierta de tégulas con espacial de las tumbas parece que no responde
disposición horizontal. a ningún ordenamiento preconcebido, única-
mente, como es lógico, el número de las mis-
Las fosas se excavan en el sustrato geo- mas disminuye en cuanto descendemos a las
lógico, donde se depositan los cuerpos en curvas de nivel más bajas del cerro, siendo la
posición de decúbito supino con el cráneo zona septentrional la más densa (Lám. 11).
orientado hacia su izquierda y los brazos ex- De igual modo, las orientaciones de los
tendidos y manos sobre el pubis. Las dimen- complejos son bastante variadas, siendo algo ló-
siones medias de las fosas son de 1,50 m por gico si tenemos en cuenta que las tumbas son de
0,45 m y 0,20 m de profundidad. Algunos incineración, por lo que carecen, a priori, de ca-
clavos y tachuelas de hierro localizadas en el becera. La coexistencia en algún momento, de
interior podrían indicar la presencia original las tumbas de incineración, las más abundantes,
de ataúdes. y las de inhumación, nos da una vida de uso de
Tanto la tipología como el estado de este espacio como cementerio bastante dilatado,
conservación de las tumbas es relativamente aunque podemos establecer como fecha tope el
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variada. Existen varios aspectos importantes siglo II d.C. La fecha de primera utilización del
de destacar: la presencia de distintos ajuares ámbito funerario, debemos situarla en el siglo
calcinados hace pensar, que al menos, en va- I d.C., abundando las tumbas abiertas en la se-
rias tumbas la cremación se pudo producir en gunda mitad del siglo I d.C. Estas cronologías
la propia fosa, una vez depositados los ajuares vienen dadas por la presencia de sigilatas locales
y el cuerpo (bustum), lo que las convertiría en tipo 15/17, 27 ó 29/37, vasos de paredes finas
incineraciones en posición primaria. Igual- como la forma Mayet XLII, o lucernas, de las
mente, son muy numerosas las fosas prima- que debemos destacar las tipo Dressel 26 y 16,
rias donde esa combustión se ha producido, esta última con una marca de taller en la base
dejando una fuerte impronta rubefactada en donde se lee CARINIA. Todas ellas fechables
la roca excavada. El mal estado de las mismas dentro de una horquilla que oscila entre la se-
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 425

Lámina 11. Incineración núm. 5 de la necrópolis de San Juan

gunda mitad del siglo I a finales del II d.C., estas Las escasas tumbas con rito de inhuma-
últimas asociadas ya a las inhumaciones48. ción presentan en todos los casos una fosa
Esta necrópolis se encuentra en una situa- labrada en la calcarenita de base, con plantas
ción geográfica muy importante debido a la más o menos antropomorfas y cubiertas, pese
densidad de yacimientos altoimperiales conoci- a su mala conservación, resuelta mediante un
dos en las cercanías, a los cuales debe asociarse, tejadillo de tégulas a dos aguas. Las orien-
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siguiendo un patrón de ubicación del estable- taciones dominantes son este-oeste o bien
cimiento rural al este, sobre las elevaciones que sureste-noroeste. Los cadáveres, muy alte-
festonean el reborde de vega, con la calzada rados postdeposionalmente, se colocaron en
axial que enlazaba con Corduba (trazado que decúbito supino. Son el reflejo, como ya se
debió ser prácticamente coincidente con la ac- ha demostrado en otras necrópolis anteque-
tual N-331) y situando las necrópolis al oeste ranas, del modelo de transición y adopción
de la calzada, siguiendo patrones de distribu- del rito de inhumación en sustitución del de
ción clásicos en el mundo romano. incineración.

48 SALADO, J. B. (2006): Inédito.


426 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

Lámina 12. Necrópolis de La Angostura. Vista general

La necrópolis de las Angosturas49 crópolis de inhumación y presenta la siguiente


tipología constructiva:
La necrópolis se localiza en una antigua
terraza del río Guadalhorce, en la margen iz- • Inhumación en fosa rectangular con cu-
quierda del arroyo de la Angostura, un poco bierta de tégulas a dos aguas. En esta se
antes de su confluencia con el Guadalhorce. El practicaba la inhumación individual. Los
poblado de la necrópolis, se distribuye a lo lar- restos aparecen en posición decúbito supi-
go de la margen derecha del arroyo hasta los no y no presentaban ajuar.
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pies de la Peña de los Enamorados. • Inhumación en fosa rectangular con cu-


Esta necrópolis se conoció cuando se rea- bierta horizontal de lajas de caliza. En
lizaban las ampliaciones de la carretera comar- estos casos se trata de inhumaciones colec-
cal existente entre Archidona y Antequera, lo tivas, dos o tres individuos, pero sin ajuar.
que motivó una intervención arqueológica de
urgencia sobre más de cincuenta sepulturas. El La cronología propuesta por sus excava-
conjunto de los enterramientos están orienta- dores abarca una horquilla cronológica entre
dos sobre un eje SO-NE. Se trata de una ne- el siglo II y V d.C. (Lám. 12).

49 CISNEROS, J. y CORRALES, M. (1984).


Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 427

CONCLUSIONES dirección oeste, posiblemente hacia Ostipo. Ya


hemos señalado con anterioridad el entorno
Los resultados de las intervenciones que arqueológico de la necrópolis de San Juan y su
se han desarrollado en los últimos veinte años relación con la vía a Corduba.
en las necrópolis del hinterland anticariense y Como se ha reseñado en algunos aparta-
singiliense, cuya síntesis presentamos en esta dos de esta publicación, al igual que ocurre
publicación, nos permiten un tímido acerca- en casi todo el Orbe Romano, a finales de la
miento al conocimiento del mundo funerario República y los dos primero siglos del Impe-
en la depresión antequerana durante la época rio51, la práctica del rito de la cremación será
romana. el que impere en las necrópolis antequeranas.
Las necrópolis de la comarca de Anteque- Las incineraciones en la mayoría de los casos
ra, como la mayoría de las necrópolis romanas, son de carácter primario, y van desde una
se articulan en torno a las principales vías de simple fosa excavada en el nivel geológico,
comunicación. Dos son los principales núcleos con cubierta de tégulas, a los busta con fosa
de población que ordenan en este caso las ac- revestida de ladrillo y cubierta de bóveda de
tividades funerarias, las ciudades de Singilia medio cañón. Tan sólo se han podido regis-
Barba y Anticaria, en el caso de esta última trar incineraciones colectivas en el caso de los
las necrópolis forman un verdadero cinturón columbarios realizados en opus quadratum
cementerial que se va intercalando con las de arenisca con cubierta, bien de medio ca-
grandes villas de carácter suburbano en el ñón, bien de losa plana. El número de nichos
cinturón norte de la ciudad. Singilia Barba de incineración (loculi) en estos casos, oscila
presenta una pauta de ocupación del territorio entre dos y ocho y se registran casi con exclu-
más dispersa, pero también más incompleta, sividad en el ager singiliensis. Los materiales
no obstante se aprecian unos modelos de ocu- utilizados en la construcción de estas tumbas,
pación espacial muy similares a los del ager el tamaño y su ubicación preferente en las
anticariensis. Las villas y sus correspondientes vías, son elementos que marcan un elevado
necrópolis a lo largo de las principales vías de status social y económico52, sin duda alguna
comunicación, incluso alternando espacios fu- el ejemplo de la tumba monumental de Aci-
nerarios con los de carácter industrial: alfares y lia Plecusa53 es el mejor exponente de este
enterramientos en Villalta, al igual que alma- tipo de enterramientos pertenecientes a las
zaras de aceite y enterramientos en el caso de élites locales, plenamente romanizadas que
la Quinta de Antequera. encuentran en este tipo de construcciones un
La localización de las diferentes villas con elemento más de prestigio, autorrepresenta-
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sus espacios funerarios en el margen norte del ción y clara afirmación de su identidad como
río Guadalhorce nos está marcando de una romanos de pleno derecho54. Excepcional, en
manera definitiva la existencia de un camino cuanto a su ausencia de paralelos en el inte-
o vía romana50 que unía todos estos centros rior de la provincia malagueña, resultan los
de explotación, desde Singilia Barba y con dos enterramientos exhumados en la necró-

50 Coincidente en parte con la vía XI que propone GOZALBES, C. (1986): 198 ss.
51 TOYNBEE, J. M. (1982): 40.
52 VAQUERIZO, D. (2001a): 141.
53 ROMERO, M. (1996): 294-296.
54 VAQUERIZO, D. (2001b): 142.
428 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

polis de la Quinta, de carácter secundario y También va a ser en ámbitos cronológicos


realizados en urna de piedra arenisca labrados del siglo IV hasta principios del siglo VI d.C.
de un solo bloque, una cuadrada y otra casi cuando aparecen enterramientos colectivos, de
redonda y que nada tienen que ver con las dos o más individuos, caso de la necrópolis de
urnas cinerarias sobre piedra de las necrópolis la Huerta del Cortijo del Castillón60, o de la
del Sur Peninsular, ni en tamaño ni en tipo- necrópolis de la Angostura. El enterramiento
logía55 y que presentan paralelos mas alejados de la necrópolis de la Quinta n.º 78 no supone
geográficamente56 . una inhumación colectiva, sino un traslado de
En los cascos que se han podido documen- restos de diferentes tumbas a una caja osario,
tar recintos funerarios: necrópolis de Villalta57, sin duda alguna con la intención de amortizar
Singilia Barba58 y los de la Quinta, estos no el espacio funerario resultante de este traslado.
han proporcionado elementos de decoración y Con referencia a los aspectos analíticos
su altura oscilaba entre 1,5 y 2 metros. Reali- abordados hasta la fecha, son como es lógi-
zados tanto en opus quadratum como en opus co las intervenciones arqueológicas más mo-
incertum, las dimensiones de estos espacios dernas las que se han abordado ya con unos
van desde los 8 hasta el gran recinto de la criterios con mayor sentido científico. Pese a
Quinta de 165 metros cuadrados. las dificultades inherentes a las arqueologías
En el siglo III d.C. la inhumación ya es preventiva y de urgencia, muchas veces por
el único rito funerario que ha comenzado a desconocimiento de los propios técnicos,
imponerse tímidamente desde la segunda mi- aunque normalmente por la precariedad de
tad del siglo II d.C. Este cambio de rito va los presupuestos, las últimas actuaciones sobre
acompañado de una reducción de los ajuares, necrópolis, mayoritariamente de incineración
y práctica desaparición de la monumentaliza- (La Quinta, Villalta y San Juan) se han visto
ción, lo que complica el establecimiento de ya sujetas a la verificación de una arqueología
cronologías con la certeza de las etapas ante- de campo basada no sólo en el objeto o la
riores, aunque en el siglo IV se aprecian, de estructura, sino apoyada en muestreos prefi-
manera esporádica, algunos casos de depósito jados objetivamente que, como en el caso de
ritual (caso de la Quinta y de la Angostura). las citadas, ha culminado en una información
Ello complica sobremanera la adscripción re- analítica, arqueométrica si se quiere, que ha
ligiosa –cristiana o pagana– de los enterrados. redundado en un mejor conocimiento de la
No será hasta momentos ya avanzados del realidad, no sólo de las propias necrópolis,
siglo V d.C. cuando nos encontremos con sino del medio físico, social y de las propias
elementos pertenecientes al ajuar o motivos gentes que en ellas fueron sepultadas.
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iconográficos que nos permitan confirmar una Por el momento, sólo disponemos de aná-
clara adscripción a la fe cristiana59. lisis carpológicos para La Quinta y Villalta,

55 RODRÍGUEZ, P. (2002): 259-312.


56 Ejemplares muy similares a los procedentes de la necrópolis de Tiermes ABÁSOLO, J. A. (2002): 153 y a los de la
necrópolis de Segobriga (ALMAGRO, M. (1979): 219-220).
57 FERNÁNDEZ, L. E. y ROMERO, M. (e.p.).
58 Como recinto funerario debe ser interpretada la estructura con el enterramiento en sarcófago de arenisca descubier-
to en Singilia Barba durante 1987, vid. SERRANO, E. y LUQUE, A. de (1990): 344.
59 RODRÍGUEZ, P. (2002): 298.
60 ATENCIA, R. (1988): 92.
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 429

estando en curso los análisis antropológicos aproximación al sexo de los individuos, datos
de las incineraciones e inhumaciones de La que una vez contrastados con la tipología
Quinta (actividad relativamente antigua pero funcional de los objetos incorporados al ajuar
sujeta a un firme desarrollo metodológico) y funerarios, ha facilitado la verificación de los
de la necrópolis de San Juan, en curso de rea- resultados iniciales y son la base para futuros
lización a fecha de cierre de este trabajo. En estudios estadísticos de frecuencia de los com-
el caso de Villalta, la documentación obtenida ponentes de los ajuares, al margen de la obvia
en el tratamiento de las once incineraciones información de corte demográfico.
excavadas ha aportado unas bases documen- De esta forma, en el proceso de incine-
tales que entendemos fundamentales y que ración podemos reconocer la presencia de
en cierto modo han marcado la pauta de los maderas de alto potencial calorífico. A través
estudios en marcha de las dos necrópolis anti- de las semillas carbonizadas identificamos la
carienses citadas. presencia de olivo, de nogal y posiblemen-
En el caso de las incineraciones se efectuó te de encina. Estas mismas especies han sido
un cribado en laboratorio con el objeto de se- documentadas en la otra gran necrópolis de
parar en lo posible todos aquellos restos óseos incineración localizada en la zona antequerana
mezclados con la tierra, carbones y cenizas, así e investigada por uno de los autores, la necró-
como fragmentos de metal, cerámica o vidrio polis de La Quinta. El estudio de las alteracio-
que formaban parte del ajuar o de los objetos nes, deformaciones y cromatismo de los restos
implicados en el traslado o depósito del cadá- óseos incinerados demuestra que estas made-
ver. Posteriormente se procedió al lavado con ras potenciaron una energía térmica suficiente
agua de los fragmentos recuperados aplicán- como para calcinar las osamentas, con un aba-
dole un pequeño cepillo con el objeto de eli- nico entre los 250 y los 800º Celsius.
minar la tierra y cenizas adheridas, separando, Las inhumaciones se han estudiado si-
a la vez, los huesos correspondientes a especies guiendo criterios convencionales y que ya
animales en los casos en que éstos se hicieron se encuentran relativamente generalizados
presentes. Tras esta operación se actuó selec- y perfeccionados. En cualquier caso deberá
cionando los fragmentos por sectores anató- efectuarse una revisión de la mucha documen-
micos, para seguidamente pesarlos, pegando tación disponible en este sentido, alojada en
aquellos que resultaban significativos por los los fondos de las diversas instituciones provin-
datos antropológicos que pudieran aportar. ciales que han desarrollado sus trabajos en la
Por último, se realizó el estudio antropológi- comarca de Antequera.
co propiamente dicho, intentando averiguar, Las marchas de analíticas de los complejos
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a partir de determinados rasgos morfológicos, tecnocerámicos y de materiales en general, se


el sexo, la edad aproximada y posibles patolo- encuentran esbozadas a la espera de obtener
gías. Al mismo tiempo se llevaron a cabo las los fondos oportunos, contando ya con los
mediciones oportunas de aquellos fragmentos técnicos y laboratorios adecuados. Estas nue-
que podían facilitar alguna información, a la vas líneas de actuación sobre los yacimientos
vez que se analizaba, por la coloración de los son sin duda el futuro de las actividades ar-
restos óseos, la temperatura de combustión. queológicas, de forma que determinadas mo-
A pesar de las dificultades derivadas de las dalidades administrativas salgan de la molicie
intensas deformaciones, fragmentaciones y y la rutina que, hasta la fecha lejos de servir a
pérdidas de masa ósea, se han podido identi- fines comunes que interpreten nuestra Histo-
ficar los rangos de edad y se ha efectuado una ria, se han limitado a facilitar la limpieza de
430 Luis-Efrén Fernández Rodríguez, Manuel Romero Pérez

los yacimientos para cubrir legítimos intereses tos materiales concretos con que cubrir ambi-
particulares o del común, sin olvidar aquellas ciones científicas personales o de grupos muy
otras que se han limitado a la búsqueda de hi- limitados61.
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61 No podemos olvidar en este trabajo el debido agradecimiento a nuestros compañeros J. Cisneros, M. Corrales, A.
Riñones, F. Melero y J. B. Salado, por las facilidades prestadas y parte de la documentación proporcionada para la
realización de este trabajo.
Las necrópolis en el entorno de Antikaria y Singilia Barba... 431

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