Kaplan Carina LA JUDICIALIZACIN DE LA VIDA EDUCATIVA

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II Jornadas Internacionales “Sociedades Contemporáneas,

Subjetividad y Educación”
9, 10 y 11 de abril de 2014
ISBN 978-987-3617-11-9

LA JUDICIALIZACIÓN DE LA VIDA EDUCATIVA. EL BULLYING


COMO CATEGORÍA DE NATURALEZA POLÍTICA

Autora: Dra. Carina V. Kaplan

Pertenencia institucional: Directora del Programa de Investigación sobre


Transformaciones Sociales, Subjetividad y Procesos Educativos del Instituto de
Investigaciones en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Buenos Aires. Profesora Titular Ordinaria en la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata
y Profesora Adjunta Regular en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires. Investigadora Adjunta del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas.

Correo electrónico: [email protected] ó [email protected]

Resumen

La explicación que subyace a las ideas que disemina el bullying son expresiones
racistas. El argumento central consiste en afirmar que, por vía de los supuestos
genes o de la portación de antecedentes familiares (una suerte de genes sociales
innatos), se pueden determinar las tendencias naturales (predisposiciones innatas)
de un individuo o grupo a la vida social y educativa. Las reflexiones propuestas
en esta trabajo pretenden aportar elementos para desmontar la aparente
neutralidad ideológica y política de la categoría naturalizada de Bullying a través
de la cual se esencializa la cuestión social. Las expresiones múltiples de corte
discriminatorio, discursos e imágenes, se anclan en supuestos científicos falsos
pero de significativa eficacia simbólica.

Palabras claves: crítica al bullying, Doxa penal, subjetividad social y educativa

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II Jornadas Internacionales “Sociedades Contemporáneas,
Subjetividad y Educación”
9, 10 y 11 de abril de 2014
ISBN 978-987-3617-11-9

Los medios de comunicación insisten, sobre todo en la última década, sobre la


existencia de un fenómeno omnipresente en todas las esferas de la vida social de
carácter internacional al que denominan como bullying. A este último se lo
presenta como una epidemia imparable y de difícil solución. Una suerte de
enfermedad social moderna (o posmoderna) que tiñe las relaciones cotidianas en
el empleo, en la familia, en la escuela. A mi entender, esta categoría social es de
naturaleza eminentemente histórica y política y es en torno de este supuesto que
desarrollaré mi argumentación en el presente trabajo. Se observa una tendencia
creciente a la judicialización de la vida social y educativa.

Tras esta categoría difusa y ambigua, la del bullying, se esconden tensiones


históricas del campo sociopedagógico: entre fuerzas conservadoras y potencias
herejes.

Estoy en condiciones de sostener que hay una línea de continuidad histórica entre
la tesis central del determinismo biológico (o racismo biologicista, como prefiero
denominarlo) y el Bullying.

En líneas generales, ambos enfoques coinciden en el hecho de afirmar que se


nace o no se nace violento o bien que se está o no predispuesto a la convivencia
social. Incluso se llega a plantear la predominancia de conductas o seres
antisociales. La anti-socialidad es una contradicción en sí misma y connota un
sesgo criminológico. Todos somos, por definición, sujetos sociales.

La explicación racista biologicista o del racismo social, que subyace a las ideas
que disemina el bullying, implica sostener que, por vía de los supuestos genes o
de la portación de antecedentes familiares (una suerte de genes sociales innatos),
se pueden determinar las tendencias naturales (predisposiciones innatas) de un
individuo o grupo a la vida social y educativa. Se esencializa así la cuestión
social. Las expresiones múltiples de corte racista, discursos e imágenes, se anclan
en este falso (pero eficaz) supuesto.

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9, 10 y 11 de abril de 2014
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El lenguaje penal cobra protagonismo en estas perspectivas conservadoras del


orden social. La dualidad víctima-victimario, bien enraizada en la tradición
criminológica de matriz lombrosiana de fines del siglo XIX, tiene efectos de
verdad. El bullying, más cercano en el tiempo, inspirado en los clásicos
desarrollos del noruego Olweus(1998), enfatiza el par víctima-victimario
realizando una caracterología de cada uno. De hecho, se define como una
conducta (no una relación) dirigida a hacer daño (la flecha va del victimario
hacia la víctima), repetida en el tiempo, producida en el seno de una relación
interpersonal caracterizada por un desequilibrio de poder.

La caracterología es una operación ideológica eficaz. Así, existe una vulgata que
disemina ideas sobre las supuestas cualidades intrínsecas de un tipo de niño o
niña que

hostiga a los demás. Se trata de una tipología general de rasgos ambiguos y


descontextuados tales como los que se exponen en el sitio web de Discovery
Kids1:

- Por lo general, le cuesta reconocer un error.


- No puede ponerse en el lugar del otro con facilidad.
- Le cuesta pedir disculpas y reparar una conducta considerada inapropiada.
- Es rebelde e inquieto y le cuesta adaptarse a las normas de convivencia.
- No acepta los límites con facilidad.
- Tiene reacciones impulsivas.
- Es autoritario y agresivo de palabra.
- Suele tener mal comportamiento escolar.
- Molesta y desvaloriza a sus compañeros en clase.

1
Se trata de un sitio web que propone actividades lúdicas, educativas y recreativas para los niños.
Ofrece también un espacio de artículos de interés para los padres. Para mayor información véase:
http://www.tudiscoverykids.com/padres/articulos/que-es-el-bullying/ - Consultado el 28-03-2014

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El bullying, tras este disfraz de descriptivo, no es una categoría inocente. El


lenguaje produce la cosa social. Las nominaciones no son exclusivamente actos
descriptivos sino que portan sentidos ligados a la fabricación social. Nombrar a
un sujeto, sea un individuo o grupo, adjetivarlo, etiquetarlo, es un acto de
lenguaje con eficacia simbólica. Esto quiere decir que ciertas clasificaciones
pueden funcionar para avalar prejuicios y creencias sociales del sentido común
que intenta imponerse como hegemónico.

En los medios de comunicación suele referirse al bullying desde un paradigma


científico e ideológico muy discutible. Es preciso, entonces, adoptar perspectivas
críticas. Discutir la categoría del bullying significa poner en cuestión ciertos
supuestos ideológicos de matriz conservadora que encuentran su correlato en
falsas “verdades” científicas.

Éstas “verdades” son peligrosas (ideológicamente) y falsas (científicamente)


ciertas afirmaciones prejuiciosas y criminalizantes de las infancias y las
juventudes tales como las que quedan expresadas en un artículo reciente de un
periódico argentino de circulación nacional donde se señala que: "Las
consecuencias de la violencia nos afectan a todos. Los chicos que han sido
agresores tienen más probabilidades de caer en conductas delictivas"2. Decir que
quienes de niños han demostrado un comportamiento agresivo tienen más
probabilidades (estadísticas) de tener más adelante en su trayectoria vital
conductas delictivas es equivalente (simbólicamente) a sostener que los
“villeros” (quienes habitan las favelas) o los pobres son propensos (por
naturaleza) al crimen y la cárcel.

2
Véase Diario Perfil http://www.perfil.com/ciencia/Los-efectos-psicologicos-del-acoso-escolar-persisten-hasta-
la-adultez-20140316-0010.htm Consultado el 16-03- 2014

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Hace tiempo ya que se viene expresando este tipo de discursos mediáticos.


Incluso se sostiene en un artículo de prensa que “los matones se reconocen en el
jardín infantil”. El hecho de que niños de 3 y 4 años muerdan y rasguñen a sus
compañeros de sala sin motivo aparente y aunque la tía lo rete y lo siga haciendo,
no sólo demuestra un chico porfiado y travieso. Según el psicólogo Felipe
Lecalenier, es decir, una porción de la ciencia, “…puede ser el inicio de un
comportamiento agresivo de por vida, pues los matones se reconocen en el jardín
infantil.”

El bullying se ha transformado en un objeto de consumo y de mercado en el que


predominan cursos de capacitación y abogados que, en nombre de la prevención
y la mediación, ofertan sus respuestas.

A partir de una espectacularización de ciertos episodios 3 la denominada


“violencia escolar”, que se ha concentrado en los últimos tiempos en el caso del
bullying, “(…) prácticamente se ha constituido en una sección autónoma de
periódicos gráficos, revistas de circulación masiva, en columnas de numerosos
periodísticos televisivos, así como en una preocupación constante de columnistas
y formadores de opinión de emisoras radiales. De este modo, empieza a no
resultar tan excepcional que la vida escolar esté atravesada por imágenes que
parecían ser exclusivas de otros espacios sociales. (Brener y Kaplan, 2006: 81).
Así el acoso laboral, por ejemplo, es homologado al acoso escolar y la imagen
penal es una constante.

Los medios de comunicación masiva ocupan un lugar privilegiado en la


construcción de este fenómeno pues disponen de los medios más potentes para
circular e imponer discursos. La espectacularización de los relatos y los modos
comunicacionales apelan a la emotividad instantánea dejando poco margen para

3
En el marco del programa de investigación "Transformaciones Sociales, Subjetividad y Procesos
Educativos" dirigido por Carina V. Kaplan se realiza el acopio en un archivo digital de discursos e
imágenes de medios gráficos y audiovisuales sobre los pares culturales “joven violento/no violento” y
“alumno violento/no violento” con el propósito de interpretar sus efectos simbólicos.

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la reflexividad. Los medios crean y recrean una forma de sensibilidad específica


frente a la problemática de la violencia homologándola con el delito y haciendo
blanco de la responsabilidad a los niños y a jóvenes. Éstos son nominados como
sujetos amenazantes que sobrepasan los umbrales de tolerancia que asumiríamos
como sociedad. El miedo a los jóvenes. Incluso a los niños más pequeños, es uno
de los efectos simbólicos de esta adjetivación. En lugar de abordar a las infancias
en peligro se adjudica el peligro a éstas.

De dudosa génesis y raigambre teórica, el bullying se ha instalado como una


categoría de sentido común reforzada por la Doxa mediática. Como ya anticipé al
inicio, existe un programa científico hegemónico que es consistente con las ideas
sustentadas por el Bullying.

Por otro lado, hay una fuerte creencia social de que existe una suerte de gen de la
violencia. Hay una creencia social muy fuerte de que algunos nacen para ser
delincuentes y otros nacen para ser otra cosa. El discurso de los genes se
recrudeció, dice Wacquant (2000), en los últimos tiempos. Y es más, en la
ciencia aparece otro tipo de discurso que refuerza estas creencias sociales. Son
temas muy complicados porque hay una amalgama entre creencias sociales y
discursos científicos criminalizantes.

Por ejemplo, Wacquant (2000) en Las cárceles de la miseria se refiere a un


fragmento de un texto muy conocido en Estados Unidos, sobre el que
seguramente ustedes habrán escuchado: The Bell Curve. Es un estudio para
demostrar que el coeficiente intelectual de los negros es menor y que eso es lo
que determina su inferioridad.

Cuando Loïc Wacquant (2000) se pregunta cómo llega esta sensatez penal, este
sentido común penalizante, él mismo critica a The Bell Curve, que es este
estudio que muestra que los negros son inferiores desde el punto de vista del

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coeficiente intelectual. Dice Wacquant: “Según The Bell Curve, el coeficiente


intelectual determina no sólo quién ingresa a la universidad y tiene éxito en ella,
sino además quién queda desocupado o se hace millonario, quién vive en los
sacramentos del matrimonio y no en una unión libre” (2000:27). O sea que el que
se casa es más inteligente, tiene un coeficiente intelectual más alto según esta
perspectiva. Y lo mismo sucedería en caso contrario. Todo esto determina el
coeficiente intelectual para estos estudios.

Sigue diciendo: “Si una madre cría como es debido a sus hijos o los descuida, y
quién cumple a conciencia con sus deberes cívicos” -miren lo que dice The Bell
Curve- “en todas las clases sociales, aun las más pobres, los niños más
inteligentes aprenden con mayor rapidez cómo funciona el Estado y son más
susceptibles de informarse y discutir asuntos políticos y participar en ellos”
(Wacquant 2000: 27).

Como cabía de esperar, el coeficiente intelectual rige igualmente la propensión al


crimen y la cárcel: uno se convierte en criminal no porque padezca privaciones
materiales en una sociedad no igualitaria, sino porque sufre carencias mentales y
morales. Mucha gente tiende a creer que los criminales son personas que
proceden de los „barrios malos‟ de la ciudad. Y tienen razón, en la medida en
que en esos barrios residen en cantidades desproporcionadas los individuos de
baja capacidad cognitiva.”4

El argumento es que el hecho de que estén en la villa se debe a que tienen un


coeficiente intelectual más bajo. De alguna manera esa es la forma de
determinación. “En resumen,…” -dirían estos deterministas biologisistas-
“…todas las „patologías sociales‟ que afligen a la sociedad norteamericana se
„concentran de manera muy marcada en la parte baja de la distribución del
coeficiente intelectual.”

4
Ver los desarrollos en: Kaplan, Carina V., 2008.

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“De ello se sigue lógicamente que el Estado debe prohibirse intervenir en la vida
social para intentar reducir desigualdades fundadas en la naturaleza, so pena de
agravar los males que trata de aliviar al perpetuar „las perversiones del ideal
igualitario originado en la Revolución Francesa‟. Puesto que, „ya sean jacobitas o
leninistas‟, las tiranías igualitaristas son algo peor que inhumanitarias: son
inhumanas.”(Wacquant 2000: 28) ¿Cómo ir en contra de esta naturaleza si hay
gente que tiene un gen y que nació para delincuente? Esta es la mirada alternativa
que uno tendría que poder construir.

Entonces, desde el punto de vista teórico, nosotros sostenemos que, como dice
Norbert Elias5: “La pobreza hace brutales a las personas.” Y él inmediatamente
aclara que “Esta afirmación no se debe interpretar en relación con personas sino
con sociedades. Es la miseria de la sociedad la que vuelve miserables a los
hombres.”

Asimismo Elias se refiere a los distintos modelos de comportamiento que tienen


los automovilistas en las rutas diciendo: “Cuando se encuentra un alto nivel de
civilización, un código de comportamiento y de sentimientos que estimula una
mayor uniformidad y estabilidad en la autorregulación, no es porque la gente sea
por así decirlo más civilizada por naturaleza. El alto estándar es una parte
integral y al mismo tiempo una condición y una consecuencia del alto estado de
desarrollo y también de la riqueza de una sociedad. Las carreteras bien
construidas, bien señalizadas y bien planeadas cuestan dinero, están diseñadas
para conductores bien temperamentados”. Esto quiere decir que una buena ruta
va a generar conductas auto-coaccionadas. Una sociedad pacificada genera una
interiorización de la paz como forma de regulación social.

5
Véase: Kantarovich, Kaplan y Orce (2006) “Sociedades contemporáneas y violencias en la
escuela: socialización y subjetivación” en Kaplan (dir) Violencias en plural. Sociología de las
violencias en la escuela.

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El bullying, por tanto, necesita repensarse como categoría naturalizada. De lo que


se trata es de volver a situar la discusión en lo relacional, en las dimensiones
históricas y los contextos donde las biografías se anclan y encuentran su
explicación y sentidos.

Bibliografía
Brener, G. y Kaplan, C. V. (2006). Violencias, escuela y medios de
comunicación. En C. V. Kaplan (dir.), Violencias en plural: Sociología de las
violencias en la escuela. (pp. 77-101). Buenos Aires: Miño y Dávila.

Kaplan, Carina. V. (2006). Violencias en plural. Sociologia de las violencias en


la escuela.Buenos Aires: Miño y Dávila.

Kaplan, Carina V. (2008). Talentos, dones e inteligencias. El fracaso escolar no


es un destino. Buenos Aires: Colihue.

Wacquant, Loic (2000). Las cárceles de la miseria. Buenos Aires: Manantial.

Olweus, D. (1998). Conductas de acoso y amenaza entre escolares.


Madrid: Morata.

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