Programa de Intervención Temprana
Programa de Intervención Temprana
Programa de Intervención Temprana
El mismo tiene como propó sito aumentar las oportunidades para el má ximo
desarrollo del potencial de los niñ os elegibles desde que nacen hasta los 3 añ os de
edad y el de sus familias, de acuerdo a los está ndares del Estado y a los requisitos de la
Parte C de la Ley Pú blica 105-17. Los servicios de intervenció n temprana está n
centralizados en la familia, es decir, está n diseñ ados para satisfacer las necesidades de
desarrollo de cada niñ o elegible y las necesidades de su familia, relacionadas con el
fortalecimiento del desarrollo del niñ o. Los servicios son seleccionados en
colaboració n con los padres y son ofrecidos bajo supervisió n del estado por personal
calificado de varias disciplinas segú n lo indique el Plan Individualizado de Servicios a
la Familia (PISF).
Las familias con infantes desde su nacimiento hasta los 3 añ os de edad que presentan
retraso en su desarrollo pueden solicitar los servicios. Estos infantes será n evaluados
para determinar su elegibilidad al programa.
El niñ o con retraso en el desarrollo no necesita referido para solicitar los servicios de
Intervenció n Temprana. Estos pueden ser solicitados por los padres en el Centro
Pediá trico. Si un médico hace el referido este deberá incluir:
Puede solicitar los servicios en los Centros Pediá tricos de Servicios de Habilitació n del
Departamento de Salud localizados en las siete regiones de salud: Arecibo, Á rea
Metropolitana, Bayamó n, Fajardo, Caguas, Ponce y Mayagü ez.
Servicios disponibles
Un equipo compuesto por profesionales de la salud lleva a cabo una evaluació n con
fines diagnó sticos y de resultar elegible, segú n los criterios de elegibilidad
establecidos, se ofrecen los servicios especializados en coordinació n con el médico
primario bajo la Tarjeta de Salud del Gobierno de P.R. Entre los servicios disponibles
se encuentran:
Nuestros profesionales han estado sirviendo a los niñ os con necesidades especiales
por muchos añ os; esta experiencia los capacita para prestar los servicios variados, con
la atenció n individualizada que los niñ os necesiten y con la participació n activa de la
familia.
Criterios de elegibilidad
Las intervenciones que incorporan la prá ctica apropiada para el nivel de desarrollo, la
cual se define como apropiada para la edad y el individuo (Bredekamp, 1991), tienen
la capacidad de fomentar efectivamente interacciones sociales entre proveedores de
cuidado y niñ os pequeñ os con discapacidades (Mahonney, Robinson y Powell, 1992).
Una meta de la intervenció n temprana es la de fomentar la adquisició n y el uso de las
habilidades y procesos del desarrollo (Linder, 1993). La prá ctica apropiada para el
nivel de desarrollo incorpora actividades de juego, de esta manera enfocando la
atenció n hacia habilidades obtenidas con el juego y su retenció n.
Existe una gran cantidad de investigaciones que apoyan la importancia de la prá ctica
centralizada en la familia y de los servicios de intervenció n temprana que son
relevantes para la vida familiar. La prá ctica centralizada en la familia está basada en la
necesidad y deseo familiar, los cuales guían todos los aspectos de la provisió n de
servicios y fortaleza la capacidad familiar para llenar sus propias necesidades
(McBride, Brotherson, Joanning, Whiddon, y Demmitt, 1993). Por medio de las
prá cticas centralizadas en la familia, ella es activa en las decisiones en cuanto al
planeamiento y la implementació n de apoyos y servicios para el bienestar, desarrollo,
aprendizaje y participació n plena de su hijo en la comunidad.
Pó liza Legislativa
Ademá s de los requisitos del IFSP de incluir los medios ambientes naturales en los
cuales se proveerá n los servicios, el documento también debe incluir una justificació n
si no son proveídos en medios ambientes naturales (34 C.F.R §303.344(d)(ii)). La
provisió n de servicios de intervenció n temprana para cualquier bebé o niñ o pequeñ o
en otros lugares diferentes a su medio ambiente natural, só lo debe ocurrir si las metas
funcionales para el niñ o no pueden ser alcanzadas satisfactoriamente dentro de su
medio ambiente natural.
Tomado de:
Veamos qué implicaciones y significado tiene esta definición para los niños con
síndrome de Down y sus familias.
Por ejemplo: antes los niños con síndrome de Down no leían. Ahora se han visto
métodos efectivos que requieren de un tipo de estimulación en las primeras
edades muy concreto: pues bien, hagamos estas actividades para preparar al
niño para la lectura.
No se trata sólo de que el bebé se voltee, gatee, haga sonidos, o meta el círculo
en su lugar. Se trata de algo mucho más amplio y complejo, algo que debe ser
flexible y variar a medida que varían las necesidades de los niños.
Así, la atención temprana para personas con síndrome de Down debe estimular:
- el desarrollo de la psicomotricidad
- el desarrollo de las habilidades sociales para el desarrollo de la autonomía
personal
- el desarrollo del lenguaje oral
- el desarrollo de las habilidades cognitivas
- el desarrollo del lenguaje escrito (lectura y escritura)
- el desarrollo de las habilidades numéricas
- que los padres estén implicados en el proceso y que se les tenga en cuenta a la
hora de tomar decisiones.
Los programas de atención temprana tienen como objetivo último que los niños
que presentan trastornos en su desarrollo, o riesgo de padecerlo, reciban todas
las ayudas necesarias para poder potenciar su capacidad de desarrollo y
bienestar, de manera que consigan integrarse tanto en su familia como en la
escuela y la sociedad en general.
°
recursos de los que dispone en su comunidad
°
modelos y pautas de comunicación e interacción con su hijo
°
hábitos alimenticios, de sueño y de cuidado en general
°
pautas educativas y lúdicas
°
tipos de escolarización
°
Pautas de salud
•
Potenciar al máximo el desarrollo general del niño. Para ello, es importante:
°
Acercar al niño todos los estímulos que necesite para favorecer su desarrollo.
°
Fomentar relaciones adecuadas padre-hijo
°
Buscar siempre la independencia del niño en todos los aspectos de su
desarrollo.
°
Enseñar contenidos y desarrollar actividades que sean funcionales para el niño,
estableciendo prioridades en este sentido.
°
Fomentar el aprendizaje natural mediante actividades cotidianas.
°
Proporcionar a la familia toda la información, apoyo y asesoramiento que
necesite para que puedan adaptarse a la nueva situación y acepten a su hijo tal y
como es.
° Explicar a los padres el objetivo que pretendemos con nuestras
actividades, y ayudarles a buscar otras parecidas con las que se consiga el
mismo fin y que ayuden al niño a generalizar sus aprendizajes.
° Informar a los padres acerca de los avances de sus hijos,
explicando la importancia de las diferentes adquisiciones para que ello les sirva
de motivación.
° Ayudar a los padres a mantener su autonomía y desarrollar su
propia vida, tanto como personas independientes como en términos de pareja.
A quién va dirigida
Los profesionales en contacto con las familias no deben limitarse a los aspectos
relacionados directamente con el tratamiento del niño, sino que deben tratarse
otros temas, como la relación entre los padres, entre los hijos, entre otros
miembros de la familia, con el fin de que éstos comprendan mejor sus
sentimientos, les den salida y se eliminen cargas por culpabilidad.
Así mismo, se les debe informar de los recursos de que disponen y de las
asociaciones de padres que existan en su comunidad.
Dónde se aplica
Dada la definición de atención temprana y todo cuanto se ha comentado en los
artículos anteriores de esta sección, se deduce que la intervención con el niño se
está llevando a cabo las 24 horas del día. Todo influye en el niño, y si su entorno
está organizado adecuadamente gracias al asesoramiento y guía de un
profesional, se entiende que todo ello constituye un programa de intervención
en sí mismo.
Queremos resaltar una vez más que no se trata de hacer actividades una y otra
vez, sino de conseguir usar las actividades del día a día para favorecer la
consecución de los objetivos propuestos.
A partir de los 12 meses, y hasta los 3 años, lo mejor es que sean 2 sesiones
semanales. Cuando el niño ya acude al colegio, normalmente a los 3 años, y
dependiendo de los apoyos que reciba en el centro, lo mejor que se den entre 2
y 5 sesiones semanales de apoyo, además de mantener una adecuada
coordinación entre los padres, el colegio y el centro específico. Pero siempre es
importante respetar los límites de cada niño, sus periodos de descanso, de juego
libre, de disfrutar libremente de su familia, de sus amigos, de las actividades
que surjan, sin obsesionarse con las sesiones de intervención.
Quién lo realiza
Todas las acciones implicadas en la Atención Temprana deben estar
planificadas por un equipo multidisciplinar que previamente ha evaluado al
niño y ha entrado en contacto con su familia. Este equipo está formado por
diferentes profesionales que estudian las diferentes características del niño.
Así, lo habitual es que el equipo lo formen psicólogos, pedagogos, médicos,
logopedas, fisioterapeutas, trabajadores sociales, maestros y fisioterapeutas
con diferentes formaciones, pero a la vez con una formación común
especializada en la primera infancia con necesidades educativas especiales.
•
el desarrollo infantil tanto normal como en sus posibles variaciones, periodos
críticos y signos de alarma;
•
cuadros clínicos de trastornos en el desarrollo, su etiología, su naturaleza, su
evolución y pronóstico, así como las medidas preventivas y terapéuticas;
•
corrientes ideológicas y científicas que han influido en los diferentes modelos
de intervención y evaluación;
•
psicología infantil, para conocer las necesidades y los estados emocionales del
niño en cada etapa del desarrollo;
•
neurobiología del desarrollo y neurología infantil, para conocer el
funcionamiento del sistema nervioso;
•
psicopedagogía educativa y de motivación
•
principios de intervención educativa, bases didácticas y metodológicas;
•
técnicas de intervención en los diferentes trastornos;
•
conocimientos de dinámica familiar, para comprender el funcionamiento de las
diferentes familias;
Significa cuando tanto los padres, o al menos uno de ellos, como el niño, estén
preparados. Tras el nacimiento del niño, no conviene obsesionarse por buscar
un centro de estimulación rápidamente. Es más importante dejar pasar un
tiempo para que tanto el bebé como los padres se adapten a la nueva situación:
la prioridad es el proceso de aceptar y querer al hijo, y a medida que todo se va
estabilizando, se comienza a pensar en la estimulación.
Supongamos que ya estamos en esa etapa: el niño está en casa, está sano y la
organización de la familia está lista. Ahora ¿qué hago?
Es importante buscar un profesional o un centro adecuado, de calidad, que
oriente a los padres acerca del trabajo que debe realizarse con su hijo. A veces
es preferible que esté cerca de casa, para evitar largos desplazamientos; otras
veces se decide que sea el profesional el que venga a casa a orientarnos y
trabaje con el niño en nuestro domicilio.
La frecuencia de las sesiones es otro punto importante. Lo ideal es que todos los
días se dedique un tiempo exclusivamente para estar con el niño, en el que se
trabajen los objetivos programados de manera lúdica. Independientemente del
número de sesiones semanales que se reciban en un centro especializado (lo
habitual en los centros de atención temprana son dos sesiones semanales de
entre 45 y 60 minutos de duración), es importante reservarle al niño unos
momentos todos los días, aunque sean de corta duración.
Por último, el profesional que desarrolle el programa debe tener una formación
de base (ya sea psicólogo, maestro, pedagogo) con formación complementaria
en educación especial, desarrollo evolutivo, técnicas de estimulación, etc.
Estimulación sensorial
Estimulación táctil
A los bebés les gusta tocar y ser tocados. Les gusta estar en brazos de sus padres,
les gustan las caricias, los besos y los masajes. También les gusta tocar y
explorar lo que les rodea. Cuando se cambia de ropa al bebé, cuando se le baña o
se le da de comer, el bebé recibe e incorpora multitud de experiencias.
Los padres deben tocar y acariciar a sus hijos. Cuando se le ponga crema, o
después de secarle, se puede aprovechar para darle un masaje por todo el
cuerpo. Con tranquilidad, se comienza por sus pies, luego se sube por las
piernas hasta los muslos. Se le tocan las manos, los brazos, la tripa y la espalda,
todo ello mientras se le canta en voz baja y lentamente.
Los bebés poseen dos reflejos con los que se puede jugar. Si se le acaricia el
dorso de su mano, el niño la abrirá. Este ejercicio es bueno para que el bebé
vaya abriendo los puñitos, y vaya agarrando las cosas. Se puede hacer que abra
las manos para colocarle algo dentro. Cuando el bebé sienta algo en su palma, lo
agarrará, debido al segundo reflejo que se comentaba. Otro juego que puede
hacerse es colocar el dedo de su madre dentro de su mano, y cuando lo agarre
fuertemente, tratar de sacarlo. Así se estimulan las terminaciones nerviosas de
la mano.
Por último, se debe animar al niño a que toque todo tipo de cosas: se puede
coger su mano y llevarla hacia nuestra cara, nuestro pelo, la boca, mientras
hacemos trompetillas o pedorretas, etc. También se le deben dar objetos,
siempre que sean adecuados a su edad, para que los toque.
Tras los primeros meses, comenzará a llevarse todo a la boca. Esto no debe
preocuparnos, simplemente debemos mantener cierta limpieza en los objetos
que toca el niño. Mediante esta exploración oral, el niño mueve los músculos de
la boca (importantes a la hora de hablar, tragar y masticar), además de recibir
mucha y diferente información acerca de las características del objeto que
explora. volver
Estimulación visual
Desde que nace el bebé, es capaz de ver y dirigir su mirada hacia los estímulos
que percibe y que llaman su atención. Si bien la agudeza y precisión visuales se
adquieren durante los primeros meses, desde el principio se le pueden acercar
objetos que por sus colores intensos y sus dibujos llamativos y de contraste,
diviertan al bebé y hagan que les dirija su atención. Sin embargo, lo que más le
gusta son los rostros humanos.
Es importante tener en cuenta que el bebé no ve como nosotros. Por ello,
debemos situarnos o situar el objeto que mostramos a unos 20-25 cm. del rostro
del bebé (más o menos a un palmo de su nariz).
Una vez que se ha conseguido que el niño mire el objeto, podemos moverlo
lentamente delante de él, para que lo siga con la mirada. Al principio moverá los
ojos, y más adelante también girará la cabeza. Es importante comenzar desde la
línea media y dirigir el objeto tanto hacia la derecha como hacia la izquierda,
muy despacio, fijándose en que los ojos del niño lo siguen y no lo pierden. Más
adelante, se puede tratar de que siga desde la izquierda hasta la derecha, y
viceversa, en un recorrido de 180°. También pueden hacerse desplazamientos
hacia arriba y hacia abajo.
Al principio es mejor que sean objetos con muchos contrastes, con negro, blanco
y rojo.
Los objetos que se mueven llaman la atención de los niños. Por ello, mover
nuestras manos para que se fije en ellas es un buen recurso. El clásico juego de
los "cinco lobitos" es una buena idea. Se puede completar si se destacan los
dedos colocando en ellos unas fundas de colores, o con un guante que tenga de
diferentes colores cada dedo. También se pueden pintar las uñas de colores
vivos.
Por otro lado, los collares y las gafas suelen atraer también a los niños. Si se
colocan collares vistosos, el niño se fijará en ellos y también tratará de cojerlos.
Al principio los bebés no pueden converger ambos ojos hacia un mismo objeto,
es decir, no ven en tres dimensiones ni enfocan bien la imagen. Además, los
niños con síndrome de Down pueden tener menos tono en los músculos que
mueven los ojos y presentar estrabismo (bizqueo). Las actividades descritas
favorecen el ejercicio de esta musculatura y favorecen un mayor control ocular.
Es fundamental, así mismo, la fijación de la mirada para la posterior
manipulación de objetos: si no vemos o no miramos, no agarramos o cogemos
adecuadamente los objetos.
volver
Estimulación auditiva
El oído, a diferencia de lo que ocurre con la vista, es un sentido al que llega
información sin que nosotros hagamos nada; es decir, para ver, debemos abrir
los ojos y dirigir nuestra mirada hacia algún sitio. El oído, por el contrario, está
continuamente recibiendo información, lo queramos nosotros o no, a no ser,
claro, que nos tapemos los oídos.
Del mismo modo, el bebé está recibiendo continuamente información por esta
vía, incluso desde antes de nacer. Desde los primeros momentos, la voz de la
madre le tranquiliza y calma, al igual que el latido del corazón. Son las voces
humanas lo que más atrae la atención del bebé, especialmente las de sus padres
o de otras personas que va conociendo. Por ello es importante aprovechar esta
disponibilidad para transmitirle mediante un recurso tan accesible como la voz,
multitud de experiencias: diferentes tonos, diferentes ritmos, diferentes voces,
canciones, nanas, risas y carcajadas, etc.
Los juguetes sonoros son otro recurso, como los sonajeros. Al principio será la
madre la que haga mover el sonajero para mostrarle el sonido al niño; más
adelante, será él mismo el que descubrirá que al moverlo, suena. Así no
solamente se estimula la percepción y discriminación auditivas, sino que
comienza a entender que sus acciones tienen unas consecuencias.
Es importante recordar que los niños con síndrome de Down tienen un periodo
de latencia más largo (tardan más en dar una respuesta que los otros). Por ello
es importante esperar unos instantes la respuesta del niño, sin interpretar esta
actitud como falta de interés. También hay que recordar que los niños con
síndrome de Down pueden presentar más problemas auditivos que los demás
niños. Su modo de responder a los estímulos podrá alertar sobre alguno de
estos problemas.
volver
Tampoco se debe uno limitar a los consejos que se leen, aquí o en otro lugar. Son
simplemente orientaciones e ideas, pero cualquier juego que se establezca
entre un niño y su madre, padre o cualquier persona que esté con él, es válido.
A los niños les gusta mucho que se les mueva: se les balancee, se les acune... Se
puede poner al niño tumbado boca abajo, sobre un balón hinchable, como los de
playa, y mover éste en diferentes direcciones, hacia delante y atrás, hacia un
lado y otro, o haciendo círculos. El adulto puede colocarse mirando la cara del
bebé mientras lo mueve lentamente, y le canta o habla. Además de divertirse, el
sistema vestibular del niño está siendo estimulado de este modo, lo que
favorecerá el sentido del equilibrio, que suele desarrollarse más lentamente en
el síndrome de Down.
Una postura muy adecuada para hablar, reírse, hacer gestos, sacar la lengua,
soplar o jugar a cualquier cosa es la siguiente: la madre, sentada recostada
sobre la pared o un sillón, flexiona ligeramente las rodillas y coloca al niño
semiincorporado, con su espalda apoyada en los muslos de la madre. Así las
caras están una enfrente de la otra, a una distancia muy adecuada.
Control cefálico
Existen ciertas posturas en las que el control cefálico es más fácil, así como otras
que lo favorecen.
Los bebés pasan la mayor parte del tiempo echados. Cuando estén echados boca
arriba, es importante que el niño esté lo más recto posible y con la cabeza en la
línea media. Si no es capaz de mantener la cabeza recta, se le puede poner algo
para sujetarla, aunque es importante que tenga posibilidad de movimiento. Así
se evitan posturas que crean deformidades o malos hábitos.
Los niños con síndrome de Down tienen más facilidad para levantar la cabeza en
posición decúbito prono (boca abajo). Ya sea echado sobre el suelo o sobre otra
superficie, se puede jugar enseñándole algún objeto, de manera que levante la
cabeza para ver de qué se trata. También se le puede tumbar en el borde de una
cama o sujetar al bebé por el vientre, y hacer que levante la cabeza y el tronco. Si
el bebé tiene dificultades, se puede estimular la parte de atrás del cuello, las
cervicales, dando pequeños masajes o pellizquitos, para que levante la cabeza
con el fin de quitarse ese estímulo molesto.
Poco a poco será capaz de levantar la cabeza, los hombros y el pecho. Una vez
que consigue esto, estará preparado para darse la vuelta.
volver
Volteos
El siguiente objetivo es el volteo. Su importancia radica en que, además de
favorecer el control del cuerpo y del equilibrio, es uno de los indicadores de la
curiosidad del niño y su motivación por descubrir nuevas sensaciones y por
trasladarse de un sitio a otro.
Sentarse
Sin embargo, para que un niño se siente, es necesario que haya vivido una serie
de experiencias en momentos anteriores de manera atractiva y que no tenga
miedo.
A medida que el niño se mantenga sentado, se le debe colocar en una silla que le
permita tener las piernas colgando y juntas, ya que facilita los movimientos del
tronco y le permite alcanzar los objetos que desee más fácilmente. Además, si se
le estimula para que se incline hacia delante para alcanzar un objeto, se
fortalecen también los músculos de las piernas al cargar con el peso del cuerpo.
volver
Arrastrase y gatear
Otras alternativas son jugar con un rulo, o colocarle una sábana o toalla debajo
del abdomen para que separe el tronco del suelo. Cuando se mantiene en esta
posición, se le puede balancear de atrás adelante, para que adquiera confianza y
seguridad en esta posición. Poco a poco irá desplazando sus extremidades para
alcanzar el objeto que desea. Por último, algunos niños tienen más facilidad al
gatear subiendo escaleras. Esta actividad es óptima para alcanzar patrones
adecuados de movimiento y de equilibrio.
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Una de ellas suele ser el ponerse de rodillas. Se puede ayudar al niño con
síndrome de Down colocándole sobre sus rodillas mientras le sujetamos por las
caderas, y apoyando sus manos sobre una mesa baja o sobre una cama o silla
pequeña. Una vez aquí, le mostramos objetos que se muevan o llamen su
atención. Así se mantendrá en esta posición fortaleciendo sus músculos y
ganando seguridad. Es importante que sus rodillas, hombros y caderas estén en
buena posición, y sus piernas juntas.
Una vez que consigue mantenerse de rodillas apoyado sobre algo (una mesa,
por ejemplo), se le ayudará a pasar a estar de pie. Si ni lo hace solo, se le
flexiona una pierna y se le ayuda a levantarse. Es importante que la fuerza la
vaya haciendo el niño con los músculos de sus piernas, y que éstas estén cada
vez más firmes, no ejerciendo la fuerza únicamente con los brazos. Tampoco se
debe tener prisa en ponerle de pie. Más bien es el niño el que tendrá iniciativa,
cuando se considere preparado. Si se le "fuerza" a ponerse de pie antes de que
sus piernas y pies estén preparados, se corre el riesgo de desarrollar patrones
incorrectos, como los pies hacia dentro o las piernas arqueadas.
Cuando el niño se ponga de pie en su cuna, o en el parque o apoyado en una
mesa o silla, pronto comenzará a dar los primeros pasos, lateralmente y
apoyado. A veces los niños con síndrome de Down sienten inseguridad al
desplazarse de este modo. Para animarle, se le mostrarán objetos que le inciten
a desplazarse tanto sobre la superficie de apoyo como sobre el suelo, para que
trate de cojerlos poniéndose en cuclillas. El agacharse y levantarse son
ejercicios muy buenos para fortalecer los músculos de las piernas y del tronco.
A menudo a los niños les gusta subir a los muebles, a los sofás, y avanzar sobre
escalones. Se debe dejar que los niños realicen todas estas actividades, muy
beneficiosas para ellos y además divertidas. Lo importante es que las lleven a
cabo con supervisión, que no es lo mismo que con sobreprotección.
Al principio los niños suben las escaleras gateando, y las bajan del mismo modo
o sentados. A medida que el niño adquiere control en la marcha, se comenzará a
subir las escaleras de la mano de un adulto y agarrados a la barandilla. Esta
ayuda debe ir disminuyendo poco a poco, aumentando la autonomía del niño.
En cuanto a bajarlas, suele ser más difícil, y a veces da un poco de miedo, pero el
proceso es el mismo. Ni que decir tiene que este aprendizaje debe tomarse como
un juego relajado.
Por último, los saltos son otra meta a conseguir para el adecuado desarrollo
motor, si bien sabemos que los niños con síndrome de Down tardan en
alcanzarlos. Su importancia no estriba únicamente en conseguir el salto en sí,
sino de fomentar en el niño el gusto por las actividades y juegos que implican
movimiento. A veces, a los niños con síndrome de Down les gustan más las
actividades reposadas, pero esta preferencia puede ser consecuencia de malas
experiencias en actividades de movimiento o de frustraciones por fracasos en
este tipo de juegos. Jugar a saltar con otros es una actividad que suele gustar, así
como bailar y cualquier actividad que implique moverse. Es importante reforzar
siempre que el niño realiza un esfuerzo, y felicitarle por lo bien que salta o se
mueve.
Estimulación del área de motricidad fina y cognición
Agarrar objetos
Una vez que el niño es capaz de fijar su mirada en un objeto que llama su
atención, lo habitual es que trate de cogerlo. Desde el nacimiento, el niño es
capaz de agarrar un objeto, como consecuencia de un acto reflejo. A medida que
desaparece este reflejo, la prensión de los objetos se hace voluntaria. Para
facilitar este proceso, se le deben ofrecer al niño objetos, ya sea diciéndole
"toma el sonajero" o dejándoselos a una altura que pueda cogerlos, tocarlos y
empujarlos. Por ejemplo, se pueden colgar juguetes de su cochecito o de su silla.
Es importante tener en cuenta que no es necesario esperar a que el niño esté
sentado para ofrecerle cosas. Los objetos se pueden manipular también estando
echado boca arriba, boca abajo o de lado, posturas a veces más adecuadas ya
que fomentan además la adquisición de patrones de movimiento comentados en
el apartado de motricidad gruesa.
Una vez que el niño es capaz de alcanzar objetos, y siempre teniendo mucho
cuidado en el tipo de objeto que se le da para que no haya peligros de
atragantamientos ni de hacerse daño, se dejarán juguetes a su alcance para que
trate de cogerlos. Son especialmente interesantes los juguetes fáciles de coger,
de mango alargado y fino, los de colores vistosos, de diferentes texturas, los que
se mueven o los que suenan. No sólo resultan atractivos para el niño y estimulan
diferentes sentidos, sino que además van facilitando la asociación de los
movimientos del niño a lo que ocurre con el objeto. Es decir, si lo mueve, suena.
Son las primeras relaciones de causa - efecto y van dando conciencia al niño de
que sus acciones tienen consecuencias en el medio que le rodea.
Sin embargo, no se deben olvidar los objetos cotidianos: cucharas, vasos, platos,
peines, cepillos, etc. Cosas de la casa que le gustan y además ayudan a que las
vaya conociendo y familiarizándose con ellas.
Los objetos se suelen agarrar con una mano, pero se tarda más en llevarlos a la
línea media para verlos con detenimiento, o para pasarlos de una mano a otra, o
para golpearlo, o para ser explorados con ambas manos. Juegos que fomentan la
coordinación de ambas manos son las palmas palmitas, ayudando al niños a dar
palmas mientras se canta una canción, o darle una pelota grande para que la
sujete con ambas manos.
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Tirar objetos
Más adelante será capaz de agitar el objeto, de golpearlo contra el suelo o una
mesa, de tirarlo y de buscarlo. No se deben reprimir estas conductas, aunque en
determinados momentos lleguen a ser molestas para los adultos que estén con
ellos, ya que la repetición de estas acciones constituye el modo de conocimiento
de lo que ocurre con los objetos. Así, cuando el niño tire un objeto, debemos
decir: "¡Huy!, se ha caído el perrito. ¿Dónde está el perrito? ¿No está? Mira, está
ahí" y entonces lo cogeremos nosotros y le diremos: "¡Aquí está!". Lo más
probable es que lo vuelva a tirar, ya que está comprobando si cada vez que lo
tira, ocurre lo mismo. Al principio el niño simplemente lo tira, luego lo buscará
con la mirada, para ver dónde ha caído y más tarde lo tirará en diferentes
direcciones, para comprobar que no siempre se cae en el mismo lugar. De este
modo el niño va dándose cuenta de que las cosas no desaparecen, sino que
cambian de sitio, siendo las bases del concepto de objeto permanente,
fundamental para el desarrollo cognitivo.
A veces, los niños con síndrome de Down quieren sujetar los objetos durante
más tiempo, y no muestran de manera tan clara las conductas de arrojar. Por
ello, las expresiones para reforzar las conductas de soltar deben ser más
llamativas. Por ejemplo, si al tirar algo el objeto hace ruido al caer, se le
felicitará incitándole a que lo repita. También es importante jugar a Toma-
Dame. Se le da un objeto, siempre diciendo "toma", y cuando nos lo coge, se le
tiende la mano y se le dice "dame".
Por otro lado, debemos recordar que los niños con síndrome de Down pueden
no mostrar ese interés por los objetos, o tardar más en buscar lo que se ha
caído, siendo función de su educador repetir este tipo de juegos con paciencia y
cambiando los estímulos que se le enseñan.
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Aunque las actividades anteriormente citadas ayudan a sentar las bases de este
concepto, también existen otros juegos para consolidar este objetivo.
Otro tipo de juego es atar una cuerda a un juguete y dejarlo caer por el borde de
la mesa, recuperándolo al tirar de la cuerda, o esconderlo debajo de un
almohadón dejando la cuerda a la vista.
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La pinza digital
En un primer momento, los niños agarran con toda la mano. Más tarde el pulgar
se opone a los otros cuatro dedos, y poco a poco la prensión es más fina, de
manera que es capaz de coger objetos pequeños, como una canica o incluso
migas de pan. Habitualmente los niños cogen estos objetos con el índice y el
pulgar (pinza digital); sin embargo, a veces los niños con síndrome de Down
tienen más facilidad para hacerla con el pulgar y el corazón. Si se observa este
comportamiento, se debe ser flexible, y pensar que lo importante es que esta
conducta sea funcional, es decir, que sirva para algo. Si al niño le resulta más
útil este modo para obtener lo que desea, no se debe ser rígido.
Los niños con síndrome de Down a menudo prolongan más que el resto de los
niños la etapa de juego paralelo, es decir, los niños juegan cerca pero de manera
independiente. No existe un juego común o interactivo. El adulto, como
mediador de juego, debe tratar de introducir discretamente al niño dentro del
grupo, teniendo en cuenta que suelen sentirse más cómodos con niños de su
mismo nivel de desarrollo, o de intereses parecidos sin que necesariamente
tengan la misma edad cronológica.
Por otro lado, el juego puede ser un importante medio para preparar al niño
hacia situaciones reales o reproducirlas. Por ejemplo, se puede jugar a ir a un
supermercado, a un restaurante o a una tienda; se puede jugar con coches y
llevarlos a arreglar o a la gasolinera; se puede jugar a las comiditas; se pueden
imitar los ruidos de diferentes animales, o sus movimientos; o se puede jugar a
estar en el colegio.
Adulto: Ven Marta, vamos a poner la mesa para comer. (Nos sentamos en una
mesita pequeña en la que vamos a colocar las cosas, de juguete). ¿Qué te apetece
comer, patatas fritas o tortilla?
Marta: tortilla
Adulto: Muy bien. Vamos a comer tortilla con arroz. ¿Dónde la ponemos?
Marta: leche
Adulto: Pues ponemos los vasos y echamos la leche. ¡No tenemos vasos! ¿Dónde
están?
Marta: Ese.
Adulto: ¿El rojo? Pues toma. Tú el vaso rojo y yo el vaso verde. Vamos a poner la
leche. Echa tú la leche.
Por último, hemos de recordar que los cuentos, o el garabateo, o pintar son
otros recursos importantes en esta área.
http://www.lazarum.com/2/articulos/articulos_ver.php?idarticulo=45
Intervención temprana
Publicado por: Dr. Luís Pérez Álvarez (Proyecto Esperanza para los niños
discapacitados)
Las alteraciones del curso del desarrollo son llamadas por algunos autores la
morbilidad pediátrica del presente siglo, por la importancia que tiene en
la actualidad el concepto de calidad de vida y la necesidad de lograr en el niño
un elevado potencial biológico que garantice una plena integración social.
También debemos resaltar que un diagnóstico, como ha sido planteado por los
clásicos de la medicina en todos los tiempo, nunca es fruto de una sola
evaluación
y mucho menos de la aplicación exclusiva de una prueba estandarizada, cuyo
resultado puede estar influido por una importante lista de factores, que
determinan
que el niño pueda rendir poco sin que esto refleje exactamente la realidad de su
desarrollo, cualquiera de las pruebas existentes actualmente en el mercado
tiene falsos positivos y negativos, solo un profesional observador, preocupado,
empleando todos los avances de la ciencia en el estudio del comportamiento
y desarrollo humano puede lograr que la población infantil bajo su cuidado
reciba la adecuada valoración que necesita.
CARACTERÍSTICAS:
La I.T centra sus acciones en el desarrollo del niño tanto físico, como emocional,
intelectual, social , extiende sus acciones a la familia, pilar esencial
de todo programa de IT, y a la sociedad, influyendo para que existan las
condiciones que permitan la implementación de medidas terapéuticas , la
accesibilidad
a los servicios de salud y educación de los niños afectados.
Hay otras familias que consideran la presencia del niño discapacitado como una
decisión de Dios, que debe ser aceptada; en otras, apenas se preocupan por
satisfacer las necesidades más elementales del niño, que puede ser objeto de
maltrato físico, abuso sexual o explotación laboral, obligados en ocasiones
a mendigar por las calles. En Latino América es frecuente la inestabilidad de la
pareja y la falta de responsabilidad del padre de asumir el problema,
siendo la madre la que debe encargarse de la atención del niño.
Los avances en el campo del neurodesarrollo y del estudio del curso evolutivo
de algunas formas de discapacidad, que han sido objeto de tratamiento
mediante
programas de intervención temprana, como el síndrome de Down y la Parálisis
Cerebral Infantil, dejan fuera de toda duda la eficacia de los programas de
intervención temprana. Las discusiones, en la actualidad, se limitan al modo de
implementación más eficiente de los programas de I.T de acuerdo con el
contesto cultural y socioeconómico de cada país.
Explorar un niño debe ser, ante todo, una labor de equipo , en la que participe
no solo el médico sino además la terapeuta ocupacional que explora su
funcionalidad
manual; el logopeda, que evalúa en qué momento se encuentra el desarrollo de
la comunicación; la trabajadora social, que se preocupa por las condiciones
del medio socio económico donde se desarrolla el niño; el psicólogo, que
explora la reacción de la familia ante el problema.
Brindar a los padres, o personas encargadas directamente del cuidado del niño,
información actualizada, sobre todos los aspectos relacionados con la atención
del niño, adiestrarlos sobre los procedimientos a emplear y las medidas
dirigidas a estimular de forma integral el desarrollo de los potenciales
residuales.
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