Convenios Colectivos Como Fuente Del DT PDF
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D
ligadas al espinoso tema de la eficacia jurídi-
esde su redacción original, del año ca de las reglas de origen convencional.
1980, el artículo 3.1.b) del Estatuto
de los Trabajadores dispone que los Ante todo, cabe plantearse si con esa refe-
derechos y obligaciones concernientes a la rencia se ha querido «consagrar» en el siste-
relación laboral se regulan, entre otras fuen- ma de fuentes de la relación laboral un de-
tes, «por los convenios colectivos». Es claro terminado tipo de convenio colectivo, o si, por
que con esta breve referencia se atribuye al el contrario, no se ha hecho más que una alu-
convenio colectivo, de manera formal y expre- sión general a la negociación colectiva como
fuente de creación de reglas para el contrato
sa, la condición de fuente de regulación de la
de trabajo, con independencia del formato
relación laboral, al menos en lo que se refiere
que éstas adopten (convenio colectivo propia-
a la creación de «derechos y obligaciones» en
mente dicho, convenio informal, acuerdo de
ese contexto. Pero tal afirmación, a poco que
empresa, etc.). También cabe cuestionarse si
se reflexione, apenas sirve para dar cuenta
estamos ante una mera cláusula de estilo o si
cabal del alcance real de un pasaje que, como
se trata más bien de una declaración capaz
el que se acaba de exponer, está plagado de
de condicionar o cuando menos anunciar la
incógnitas y problemas interpretativos, pese
naturaleza jurídica del convenio colectivo,
a su aparente sencillez (o precisamente por
particularmente en lo que se refiere a su efi-
ello: por su extremada simplicidad). Acierta
cacia, a su manera de obligar o, en fin, a la
el precepto, seguramente, en su concisión y
manera de ejercer su «fuerza vinculante», si
contundencia, pero son muchas las cuestio-
se quiere ver desde esta otra perspectiva. Ca-
nes, dudas o dificultades que con una formu-
be preguntarse, en fin, si tan sólo supone ese
lación tan escueta se abren al intérprete a la
precepto una pura y simple toma de concien-
hora de acotar su significado real o su proyec-
cia acerca del fenómeno de la negociación co-
lectiva y de su importancia para la regula-
** Catedrático de Derecho del Trabajo. Universidad ción de las relaciones de trabajo, o si, en
de Oviedo. cambio, nos puede servir asimismo para per-
filar la posición jurídica del convenio en la eficacia jurídica y personal del convenio
nuestro sistema de fuentes, no ya en su even- «estatutario». Otro grupo interesante de pre-
tual contraste con normas legales o regla- visiones se encuentra disperso a lo largo del
mentarias, sino también, y sobre todo, en su propio ET, unas veces para atribuir al conve-
inevitable relación con el propio contrato de nio colectivo funciones específicas o concre-
trabajo. tas posibilidades de acción, otras para pre-
servarlo frente a determinados actos o
Lógicamente, para afrontar ese tipo de
incidentes de carácter laboral o empresarial,
cuestiones no es posible limitar las reflexio-
y otras, en fin, para tomar nota de la existen-
nes a lo que formalmente se desprende del ci-
cia de convenios o acuerdos de carácter parti-
tado pasaje legal. Por lo pronto, han de te-
cular, distintos del convenio colectivo típico u
nerse en cuenta también las restantes
ordinario. Finalmente, otras muchas mencio-
menciones que el propio artículo 3 ET hace a
nes al convenio colectivo pueden consultarse
los convenios colectivos, menciones que son
en los restantes segmentos de la legislación
de distinto alcance y tenor literal, pero que
laboral, desde la ley de libertad sindical a la
se dirigen sobre todo a esa última cuestión,
regulación legal de la huelga, desde la ley de
esto es, a precisar el rango jerárquico del
infracciones y sanciones a la ley de procedi-
convenio colectivo en el sistema de fuentes
miento laboral, desde las normas de empleo
de la relación laboral, y a proporcionar crite-
a la ley de prevención de riesgos laborales,
rios para la solución de eventuales proble-
mas de conflicto o concurrencia con otras normalmente para encomendarle algunas
fuentes laborales. Son, en concreto, las si- tareas, abrirle mayores espacios de juego o
guientes: la atribución a las condiciones de garantizar su virtualidad y eficacia. Muy
trabajo establecidas en «convenio colectivo» particular es, en todo caso, la referencia al
de carácter mínimo e imperativo respecto de convenio colectivo del art. 1 de esa última
la autonomía de la voluntad expresada en el disposición legal la Ley 31/1995, que reite-
contrato de trabajo (párrafo 1, letra c); la in- ra su condición de fuente de regulación en
clusión de las «normas laborales pactadas» esa materia y que llega a calificarlo, directa-
entre las que se ven afectadas por el princi- mente, de e «norma convencional».
pio de jerarquía y el ámbito de aplicación de
Tampoco puede faltar en este contexto,
los principios de norma mínima y de norma
desde luego, alguna consideración específica
más favorable (párrafo 3); la atribución a los
acerca del artículo 37.1 de la Constitución,
usos y costumbres de carácter subsidiario y
que, como es sabido, encarga al legislador la
supletorio respecto de las «disposiciones con-
tarea de garantizar tanto el derecho «a la ne-
vencionales» (párrafo 4), y la extensión del
gociación colectiva» como la «fuerza vinculan-
principio de irrenunciabilidad a «los dere-
te de los convenios», y que, según el parecer
chos reconocidos como indisponibles por con-
venio colectivo» (párrafo 5). general de la doctrina, supone la aceptación
formal por parte del Estado de una fuente de
Han de barajarse, asimismo, todas aque- regulación que por definición actúa extramu-
llas alusiones al convenio colectivo que se en- ros de sus poderes o instancias normativas1.
cuentran a lo largo de nuestra legislación la-
boral, que presentan a su vez diversa
fisonomía y sentido muy variado. Por supues-
1
Vid., aun cuando se trate de perspectivas diversas,
pertenecientes asimismo a momentos históricos muy
to, la parte más gruesa de este otro acervo de
diferentes, F. VALDÉS DAL-RÉ, «La negociación colectiva
regulación legal sobre el convenio colectivo en la Constitución», RPS, núm.121 (1979), pp.469 ss., y
se encuentra dentro del Título III del ET, en M.R. ALARCÓN CARACUEL, «La autonomía colectiva: con-
el que se dan indicaciones muy precisas so- cepto, legitimación para negociar y eficacia de los
bre la elaboración, el contenido y, sobre todo, acuerdos», AAVV, La reforma de la negociación colectiva
El artículo 37.1 CE no resuelve por sí mismo una de ellas, de sus relaciones internas y de
ninguna de aquellas cuestiones, pero es el su respectiva posición en la correspondiente
que otorga, a la postre, el respaldo definitivo escala jerárquica, junto a las disposiciones
a la autonomía colectiva, que no es sólo po- legales y reglamentarias2. Un valor más re-
der de autoorganización de quienes son parte lativo hay que atribuir, desde este punto de
en el sistema de relaciones laborales (faceta vista, a la Ley de Contrato de Trabajo de
ésta que se corresponde más bien con la li- 1944, que en algunos de sus pasajes (dentro
bertad sindical), sino también poder de auto- de su art. 9, concretamente) presentaba ya
rregulación conforme a los intereses propios un semblante muy similar al que hoy en día
de los correspondientes grupos profesionales. nos ofrece el artículo 3 ET, pero que venía
En esta segunda faceta, esto es, en su dimen- lastrado en el fondo por la falta de referen-
sión normativa o reguladora, qué duda cabe cias al pacto o convenio colectivo, que tan só-
de que la autonomía colectiva presenta res- lo empieza a aflorar, como es suficientemen-
pecto a los poderes del Estado peculiaridades te sabido, a partir de los años cincuenta del
muy apreciables, que trascienden a la confi- siglo pasado y que no llega a conseguir una
guración y a la naturaleza del convenio y mención expresa en el cuadro de fuentes has-
que, por ello mismo, también deberán ser ta la reforma introducida por la Ley de Rela-
ciones Laborales de 1976 (que en su art. 5
aquí objeto de alguna reflexión especial.
aludía ya a las normas «pactadas»)3.
Para este tipo de balance puede resultar
de interés, finalmente, acercarse a las posi-
bles raíces de la norma vigente dentro de ¿NEGOCIACIÓN COLECTIVA
nuestra legislación laboral histórica. Caren- O CONVENIO COLECTIVO?
te el Código de Trabajo de 1926 de una des-
cripción propiamente dicha de las fuentes, Tal vez la primera cuestión que deba
los primeros antecedentes de aquella cláusu- plantearse a propósito del artículo 3.1.b) ET
la estatutaria hay que buscarlos, natural- sea, como hemos dicho, la relativa a si se re-
mente, en la Ley de Contrato de Trabajo de fiere ese precepto a un determinado tipo de
1931, pese a su notable distancia formal, convenio colectivo o si, por el contrario, en-
temporal y de fondo respecto de la legisla- traña una alusión general al resultado típico
de la negociación colectiva, en cualquiera de
ción actual. Es esta disposición legal, en
sus modalidades posibles. Cabe plantearse,
cualquier caso, la que por primera vez en
nuestro país ofrecía un cuadro pretendida-
mente completo de las fuentes de regulación 2
Vid. A. GALLART FOLCH, Las convenciones colectivas
del contrato de trabajo (arts. 9 a 12, a los que de condiciones de trabajo, Comares, Granada, 2000
habían de agregarse, seguramente, las refe- (reimpresión e introducción a cargo de J.L. MONEREO PÉ-
REZ), pp. 229 ss., y A. MARTÍN VALVERDE, «La formación
rencias de los arts. 59 a 62 a los contratos de
del Derecho del Trabajo en España», AA.VV., La legisla-
grupo), y, sobre todo, la que en primer térmi-
ción social en la historia de España (de la Revolución li-
no trataba de precisar con carácter general beral a 1936), Congreso de los Diputados, Madrid,
el papel de las reglas convencionales dentro 1987, pp. LXXVIII ss.
de dicho sistema, haciéndose cargo de sus va- 3
Por medio se sitúa, como también se sabe, la po-
riedades o manifestaciones (bases de trabajo, sible virtualidad del contrato de grupo para la regula-
ción colectiva de condiciones de trabajo (M. ALONSO
acuerdos y pactos colectivos, acuerdos de
OLEA, Pactos colectivos y contratos de grupo, que hoy
grupo), del campo de juego reservado a cada en día se puede consultar en la reimpresión de Coma-
res, Granada, año 2000), y la incesante afloración de
pactos o convenios impropios (J. MARTÍNEZ GIRÓN, Los
(dir. ALARCÓN/DEL REY), Marcial Pons, Madrid, 1995, pactos de procedimiento en la negociación colectiva,
pp.51 y ss. IELSS, Madrid, 1985).
visto el problema desde otra perspectiva, si reglamentarias del Estado), las fuentes con-
el artículo 3.1.b) ET se refiere al convenio co- vencionales (los convenios colectivos), la
lectivo como figura específica y deslindable fuente contractual (la «voluntad de las par-
de otros posibles acuerdos o pactos de alcan- tes», que lógicamente ha de expresarse en el
ce colectivo, o si quiere hacer referencia más contrato de trabajo), y la fuente consuetudi-
bien a la negociación colectiva en su condi- naria (los usos y costumbres locales y profe-
ción de fuente de producción de reglas para sionales). No se puede asegurar, natural-
el contrato de trabajo; en el primer caso, la mente, que haya sido ésa la opción del
referencia legal no podría estar dirigida más legislador, y no hay razones definitivas para
que al convenio colectivo regulado por el pro- llegar a una conclusión tan abierta en la in-
pio Estatuto, mientras que en el segundo terpretación del precepto, pero no deja de
podría valer para cualquier regla de origen sorprender esa curiosa mezcla de planos y
convencional. Obviamente, no hay una res- perspectivas a la hora de trazar sus compo-
puesta segura, dentro del ordenamiento vi- nentes (en unos casos, fuentes de producción;
gente, para este primer dilema interpretati- en otros, fuentes de regulación), que sin du-
vo, o, por decirlo mejor: caben perfectamente da avala una interpretación de contornos
distintas opciones interpretativas en el en- abiertos y generales.
tramado de esa enigmática cláusula legal,
máxime cuando de ningún otro pasaje de su Por otra parte, resulta extremadamente
mismo rango y condición pueden extraerse difícil en la actualidad atribuir al tenor lite-
pistas claras o determinantes para perfilar ral del artículo 3.1.b) ET un alcance limitado
su alcance o contenido. Con todo, hay datos o reductivo, siendo así que la categoría «con-
de cierto relieve como para pensar que el venio colectivo» cada vez está más lejos de
artículo 3.1.b) ET tiene desde este punto de identificarse con un concreto producto de la
vista un alcance general u omnicomprensivo. negociación colectiva. Lo que en otros tiem-
pos bastante remotos, en todo caso pudo
Hay datos para pensar, para decirlo de
ser una figura única o con un semblante muy
manera más clara, que en aquel precepto le-
uniforme, con el paso de los años se ha con-
gal se ha querido consagrar, mediante una
vertido más bien en un género capaz de al-
fórmula escueta y concentrada, el pluralismo
bergar muy distintas especies, desde la que
social (en este caso profesional) como fuente
trata de actuar como compendio de reglas
de producción de reglas laborales, en sus dis-
para un determinado sector o ámbito profe-
tintas vertientes o posibilidades, aun cuando
sional (el convenio por antonomasia), más o
carezcan de mención expresa4. Por lo pronto,
menos flexible, hasta el mero acuerdo de em-
y dejando al margen ahora el problema par-
presa de carácter ocasional y con fines limi-
ticular de las fuentes de carácter internacio-
tados, pasando por un sinfín de figuras inter-
nal (que, dicho sea de paso, constituyen una
medias o singulares. Mucho más cuando el
de las grandes ausencias en ese precepto le-
legislador, tratando de crear cauces selectos
gal, explicable pero tal vez no muy justifica-
o privilegiados de negociación, y tal vez de
da a la altura de nuestro tiempo), el artículo
manera imprevista o en un clamoroso error
3.1 ET parece estar describiendo, más que ti-
pos concretos de regulación, las cuatro gran- de cálculo, no ha hecho más que generar es-
des fuentes de producción de reglas labora- pacios a favor de la «negociación alternati-
les: la fuente estatal (disposiciones legales y va», que ya son prácticamente irrecuperables
para la negociación ordinaria, sin perjuicio
de que ésta siga ejerciendo a la postre una
4
Vid. J.L. MONEREO PÉREZ y N. MORENO VIDA, en especie de control sobre el conjunto del siste-
AAVV, Comentario al Estatuto de los Trabajadores, Co- ma. Espacios que, por lo demás, parecen de-
mares, Granada, 1998, p. 102. berse también a la preocupación que mues-
tra el texto constitucional por la actividad convenio que hemos dado en llamar, quizá de
con fines de autorregulación (derecho a «la forma simplista, convenio «estatutario». En
negociación colectiva») y no tanto por el re- buena medida, porque ése es el tipo de conve-
sultado de la misma (el convenio, aunque pa- nio colectivo que desde el primer momento
ra éste se exija en particular la pertinente fue objeto de atención por parte del propio le-
«fuerza vinculante»). gislador, que, queriendo dar cumplimiento al
correspondiente mandato constitucional, le
Hay que decir, incluso, que todas estas va-
dedicó como sabemos un título completo den-
riedades de negociación, o buena parte de
tro del mismo Estatuto de los Trabajadores;
ellas al menos, han ido pasando progresiva-
una vez desarrollado legalmente el derecho
mente a los correspondientes registros lega-
constitucional a la negociación colectiva
les, que no sólo se vienen haciendo cargo del
(art.37.1 CE), nada hacía pensar, desde lue-
convenio colectivo tipo u ordinario (el que
go, que pudieran existir otros convenios co-
proporciona aquella regulación pretendida-
lectivos al margen de ese sistema formal, ni
mente completa de las correspondientes rela-
menos aún que pudieran actuar como fuente
ciones de trabajo), sino también de otras mu-
en relación de paridad con los convenios es-
chas clases de acuerdo o pacto colectivo que
tatutarios. Ésa fue, en efecto, la tesis mayo-
desde hace ya bastante tiempo no han dejado
ritaria en la doctrina del momento, que en-
de acompañarle. Bastante tradición tiene en-
tre nosotros la mención a los acuerdos de paz tendió por lo general que la referencia del
o a los acuerdos de adhesión a un convenio artículo 3.1.b) ET a los «convenios colectivos»
en vigor, por no hablar ya de las vetas ininte- (como también, por cierto, la que después ha-
rrumpidas de negociación atípica o informal. ce el art.3.3 ET a las «normas laborales pac-
Más reciente es, aunque en todo caso ya ple- tadas») debía reconducirse a los convenios
namente asentada, la acogida de otras figu- colectivos previstos y regulados por el ET,
ras aparentemente más novedosas, como el por constituir el cauce de negociación «tipo» y
convenio extraestatutario o el acuerdo de más característico dentro de nuestro sistema
empresa, que cuentan ya con suficiente pre- (e incluso, al decir de algunos, el único cauce
sencia (¿«tipificación»?) dentro de nuestro or- viable)5; eran, por lo demás, los únicos conve-
denamiento laboral, aunque sea de manera nios dotados de forma expresa de naturaleza
dispersa o asistemática, y tal vez aún con o fuerza normativa, y, por consiguiente, del
cierta timidez o contención por parte del le- carácter de fuente del Derecho en sentido es-
gislador. ¿Forman parte todos ellos, por con- tricto (o valor «cuasi legal», como a veces se
siguiente, del espacio aludido por el artículo dijera)6.
3.1.b) ET, o, por el contrario, tiene algún sen-
tido distinguir entre unas formas y otras de
negociación colectiva a estos efectos? El he-
5
Para hacerse cargo de las diferencias interpretati-
vas surgidas en nuestra doctrina desde los primeros mo-
cho de que el artículo 3.1.b) ET, pese a las
mentos pueden consultarse las aportaciones de T. SALA
frecuentes ocasiones de reforma de que se ha FRANCO, Los convenios colectivos extraestatutarios, IES,
dispuesto en los últimos tiempos, siga sin Madrid, 1981, y A. MONTOYA MELGAR, «¿Convenios co-
proporcionar pistas claras al respecto, ¿es lectivos al margen del Estatuto de los Trabajadores?»,
una opción deliberada o un simple descuido Aedipe, septiembre, 1982. Un balance más cercano a
del legislador? nuestros días en J.J. FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ, «Los conve-
nios colectivos extraestatutarios», AAVV, La eficacia de
Situados a la altura de 1980, ningún in- los convenios colectivos (XIII Congreso nacional de De-
recho del Trabajo y Seguridad Social), MTAS, Madrid,
conveniente habría, seguramente, para sos-
2003, pp. 737 ss.
tener que la referencia del artículo 3.1.b) ET 6
Vid. M. ALONSO OLEA, Las fuentes del Derecho, en
iba dirigida en concreto al convenio colectivo especial del Derecho del Trabajo según la Constitución,
más típico de nuestro sistema, esto es, al Civitas, Madrid, 1982, pp. 121-123.
Hoy en día, sin embargo, esa manera de venios que están produciendo efectos reales
ver las cosas debe ser al menos repensada. en el correspondiente ámbito profesional, co-
Por lo pronto, ninguna línea de conexión ce- mo viene sucediendo desde hace más de vein-
rrada o exclusiva cabe apreciar entre el pa- te años con los convenios extraestatutarios,
saje del artículo 3.1.b) ET y los artículos 82 y acogidos ya por el propio legislador a deter-
siguientes del propio ET, pues son preceptos minados efectos? ¿Tiene sentido, para decirlo
que pertenecen a Títulos distintos aun den- de una forma más general, dar la espalda a
tro de una misma disposición legal y que la variedad y pluralidad que cada vez con
cumplen cometidos bien diferenciados; tam- más fuerza van mostrando las reglas que na-
poco la hay, a decir verdad, entre el artículo cen del proceso de negociación colectiva, aun-
37.1 CE y la concreta regulación del Título que muchas veces no sean más que apoyos o
III del ET, que puede ser, como sin duda lo complementos de un convenio estatutario? Si
es, desarrollo de aquel derecho constitucio- bien se mira, no vale la pena, en los momen-
nal, pero que no agota las posibilidades de la tos actuales, imputar tales deficiencias al
autonomía colectiva, como la experiencia ha artículo 3.1.b) ET, aun a sabiendas, como he-
venido poniendo de relieve (y como la propia mos dicho, de que su caldo de cultivo (que era
jurisprudencia constitucional ha llegado a sin duda el de los convenios «normativos», a
aceptar). Por otra parte, el artículo 3.1.b) ET, la vista de nuestra tradición legal) presenta-
frente a lo que en ocasiones se ha sobreen- ba caracteres muy distintos al actual siste-
tendido, no prejuzga la naturaleza o eficacia ma de relaciones laborales, y de que su natu-
del convenio colectivo, pues tan sólo lo con- ral e inicial inclinación tenía mucho que ver,
templa en su dimensión de fuente de regula- con toda seguridad, con aquel convenio tipo
ción, algo que es propio tanto del convenio de fuerza normativa y eficacia general7.
que mediante el apoyo legal pertinente al-
Lo único, tal vez, que cabe reprochar aho-
cance fuerza normativa, como del que, a falta
ra a ese precepto legal es su excesiva simple-
de ese sostén, se limite a jugar como simple
za para un momento histórico en que la rea-
fuente de derechos y obligaciones para el
lidad de las relaciones laborales (la «realidad
contrato de trabajo. Cabe decir, incluso, que
social» de nuestro tiempo), mucho más com-
poco importa que el convenio o acuerdo colec-
pleja y abierta de lo que en los años de su
tivo se proyecte o no de manera directa (de
concepción podía imaginarse, parece deman-
«manera normativa», si cabe la expresión)
dar más energía y, al mismo tiempo, mayor
sobre los correspondientes contratos de tra-
flexibilidad8. Este defecto, en todo caso, es fá-
bajo, pues aunque sólo tuviera carácter con-
cilmente subsanable mediante una reinter-
tractual, no dejaría de operar como instru-
pretación del precepto a la luz del nuevo con-
mento regulador de las relaciones de trabajo,
texto laboral y social, para reparar en lo
o, si se prefiere así, como instrumento del
posible su falta de adaptación formal a unos
que en mayor o menor medida tendrían que
depender los derechos y obligaciones «concer-
nientes a la relación laboral», por utilizar los 7
El influjo procede, cuando menos, de la Ley de
términos exactos del artículo 3.1.b) ET. Convenios Colectivos de 1958, rotundamente inclinada
hacia el convenio colectivo de dimensión normativa y
¿Tiene sentido hoy en día negar esa fun- eficacia general. Vid. M. ALONSO OLEA, Las fuentes del
ción a pactos colectivos que según el mismo Derecho, en especial del Derecho del Trabajo según la
legislador están llamados a ocuparse de de- Constitución, Civitas, Madrid, 1982, p. 122.
8
Vid. M.R. ALARCÓN CARACUEL, «La aplicación del
terminados aspectos de la relación de traba-
Derecho del Trabajo (en torno al artículo 3)», AAVV (dir.
jo, como tantas veces ocurre ya con los acuer- M. ALONSO OLEA), El Estatuto de los Trabajadores veinte
dos de empresa? ¿Tiene sentido excluir del años después, Tomo I, Cvitas, Madrid, 2000, pp. 232-
sistema de fuentes de la relación laboral con- 233.
cambios que también han afectado, aun de nace de una estructura pública o corporati-
modo implícito, prácticamente al conjunto va, al menos en puridad de términos), y que
del sistema de fuentes9. La operación, por lo busca, por definición, proyectar sus efectos
demás, no resulta especialmente complicada: sobre las relaciones de trabajo comprendidas
el hecho de que el precepto optara en su mo- en su ámbito de aplicación, más allá, por lo
mento por aquella referencia general al «con- tanto, de la estricta relación entre los sujetos
venio colectivo» y no por tipos concretos de firmantes10. Aunque el convenio pueda ser-
convención colectiva, a diferencia de lo que vir también para ordenar esa otra relación
hacía, por ejemplo, el art. 9 de la LCT de de «superestructura» (por ejemplo, a través
1931 puede ser también una notable venta- de las llamadas cláusulas obligacionales), no
ja desde este punto de vista, pues facilita sin cabe duda de que perdería toda su razón de
duda esa interpretación extensiva y más ac- ser, y hasta su misma esencia, si no estuvie-
tualizada. Volviendo a nuestras palabras ini- ra encaminado, a fin de cuentas, a proporcio-
ciales, y sin perjuicio de las precisiones o ma- nar reglas para los contratos de trabajo exis-
tices que se hagan con posterioridad, lo que tentes en su ámbito11 (al margen ahora de
parece estar escondido en esa escueta reseña las dificultades que entraña conseguir tal ob-
legal es el poder de regulación característico jetivo, como enseguida vamos a ver). Por mu-
de la autonomía colectiva (que es la verdade- cho que la frase se haya gastado por el paso
del tiempo, sigue siendo absolutamente cier-
ra fuente de creación de las reglas convencio-
to aquello de que el convenio tiene cuerpo de
nales o pactadas) y no tanto un determinado
contrato y alma de ley12; dimensión contrac-
tipo de convenio colectivo.
tual y dimensión reguladora (¿normativa?)
son, en efecto, dos caras consustanciales al
convenio colectivo13.
LA NATURALEZA ESQUIVA
Y LA PECULIAR MANERA El problema, por ello mismo, tal vez no ra-
DE REGIR DEL CONVENIO dique tanto en su naturaleza (en tanto que
COLECTIVO pieza jurídica) como en su eficacia (esto es,
en su manera de producir efectos), aunque
De cualquier modo, la reflexión sobre el ti- ambas cualidades caminen de la mano como
po de convenio colectivo que actúa o puede
actuar como fuente de la relación laboral ine-
vitablemente se da de bruces con un proble- 10
Vid. A. JACOBS, «La autonomía colectiva», B. HEP-
ma añadido, que no es otro que el relativo a PLE (comp.), La formación del derecho del trabajo en Eu-
la naturaleza jurídica y a la manera de regir ropa (traducción de J. RODRÍGUEZ DE LA BORBOLLA), Mi-
de la convención colectiva. Nada se descubre, nisterio de Trabajo, Madrid, 1994, pp. 285 ss.; F. DURÁN
LÓPEZ, «Negociación colectiva y sistema de relaciones
ni en el terreno de los hechos ni en el de las
laborales», Revista de Economía y Sociología del trabajo,
declaraciones dogmáticas, si se toma como núm. 18 (1992), pp. 8 ss., y M. ALONSO OLEA y M.E. CA-
obligado punto de partida, incluso como si SAS BAAMONDE, Derecho del Trabajo, Universidad Com-
fuera un axioma, la doble dimensión del plutense, 2005, p. 877.
acuerdo o convenio colectivo, que nace nece-
11
Vid. M.F. FERNÁNDEZ LÓPEZ, «El convenio colectivo
como fuente del Derecho tras la reforma de la legisla-
sariamente de un proceso de negociación o
ción laboral», Actualidad Laboral, núm. 7 (1995), p.
contratación entre las partes contendientes 110.
(no cabe hablar de convenio colectivo cuando 12
CARNELUTTI, Teoria del regolamento collettivo dei
rapporti di lavoro (Cedam, Padova, 1927).
13
Vid. M. ALONSO OLEA, «Introducción: origen, de-
9
Vid. J. RIVERO LAMAS, «Poderes, libertades y dere- senvolvimiento y significado actual del convenio colec-
chos en el contrato de trabajo», REDT, núm. 80 (1997), tivo», Quince lecciones sobre convenios colectivos, Uni-
p. 970. versidad de Madrid, 1976, pp. 16 ss.
regla general. En verdad, es difícil negar ese resultado es que las cláusulas del conve-
aquella doble dimensión del convenio colecti- nio colectivo estén acompañadas de algún
vo, en la que a fin de cuentas se resume su instrumento que asegure su respeto o segui-
naturaleza jurídica, que no puede ni debe re- miento en el seno de los correspondientes
ducirse ni a su formato contractual ni a su contratos de trabajo, lo cual supone que el
sempiterna vocación normativa14; bien mira- convenio debe disponer no sólo de la fuerza
do, tampoco es una cuestión que requiera vinculante propia de los negocios bilaterales
ahora mayores disquisiciones, por su clari- (que normalmente queda ceñida a las partes
dad y evidencia. Más complicado resulta, sin firmantes, como es natural), sino también de
embargo, construir una buena senda de tipo una fuerza adicional que le permita extender
jurídico para lograr que ese doble destino del sus efectos a la «población» comprendida en
convenio (la relación entre los sujetos fir- su ámbito funcional y territorial de aplica-
mantes por un lado, la relación individual de ción (como «ley de la profesión», por utilizar
trabajo por otro) se alcance de modo real y la conocida metáfora, o, simplemente, como
efectivo, y sobre todo que el segundo de esos regulación de obligada referencia). Los cami-
planos (el de los contratos de trabajo, para nos para llegar hasta ese punto, que nunca
ser más claros) pueda recibir las reglas perti- han sido fáciles ni han estado del todo expe-
nentes. En el primero de ellos, al convenio le ditos, han variado a lo largo de la historia,
basta para llegar a buen puerto con el conoci- condicionados casi siempre por la tradición y
do instrumental del mundo de las obligacio- por las pautas legales de cada país16. Dejan-
nes y contratos (en el que se contienen, como do al margen ahora la posibilidad, siempre
es sabido, desde las acciones por incumpli- abierta, de que el convenio sea incorporado
miento hasta las pertinentes cláusulas pena- formalmente al contenido del contrato (esto
les, por citar tan sólo parte de esa maquina- es, asumido expresamente por el trabajador
ria), al que habría que sumar, en este y el empresario afectados), cabe hablar en
terreno más concreto, los mecanismos de síntesis de dos grandes procedimientos a ese
presión y exigencia propios del sistema de re- respecto: por un lado, el uso de técnicas de
laciones laborales (acciones de huelga o con- derecho común (como el mandato, la repre-
flicto, implantación de medios autónomos pa- sentación voluntaria o la estipulación a favor
ra la solución de eventuales problemas, etc.). de tercero), que habrán de sostenerse a la
En el segundo, en cambio, las cosas son bien postre sobre el vínculo de adhesión o afilia-
distintas, pues se trata, ni más ni menos, ción del individuo a la organización o repre-
que de llevar una serie de compromisos al- sentación profesional participante en la me-
canzados en el plano de una relación colecti- sa de negociaciones; por otro, la intervención
va al ámbito, en principio distante o cuando directa de la ley, que puede actuar a su vez
menos separable, de los contratos individua- de muy diversas maneras y en fases muy dis-
les de trabajo15. tintas del proceso negociador, pero que al fin
y al cabo habrá de contener, para cumplir
Conseguir ese objetivo no es nada sencillo, esa tarea, alguna previsión de la que se des-
en efecto. Condición esencial para alcanzar prenda sin ningún género de dudas la impe-
14
Vid. S. DEL REY GUANTER, Negociación colectiva y
paz laboral, IELSS, Madrid, 1984, pp. 39 ss., y J. GARCÍA 16
Vid. O. KAHN-FREUND, Trabajo y Derecho (traduc-
MURCIA, «Contenido normativo y obligacional de los ción de J.M. GALIANA), MT, Madrid, 1987, pp. 219 ss.
convenios colectivos laborales», AL, núms. 23 y 24 Reflexiones sobre posibles opciones legales y tenden-
(1988). cias normativas también pueden encontrarse en M. CO-
15
Vid. O. KAHN-FREUND, Trabajo y Derecho (traduc- RREA CARRASCO, La negociación colectiva como fuente
ción de J.M. GALIANA MORENO), MTSS, Madrid, 1988, del Derecho del Trabajo, Universidad Carlos III/BOE,
pp. 219 ss. Madrid, 1997, pp. 149 ss.
pretación o revisión jurisdiccional, no dejan negociación colectiva laboral entre los re-
de suscitar dudas o problemas de acomoda- presentantes de los trabajadores y empresa-
ción a ese modelo de referencia26. rios, así como la fuerza vinculante de los
convenios». De este precepto, desde luego,
A la postre, con esas declaraciones juris- pueden extraerse algunos principios recto-
prudenciales o con esas asistemáticas previ- res de nuestro sistema de negociación colec-
siones legales se puede dar respuesta a cues- tiva, entre los que pueden destacarse ahora
tiones muy concretas o particulares, pero de la consagración al más alto nivel de la auto-
ninguna forma queda resuelto el gran proble- nomía colectiva en su dimensión reguladora
ma de fondo, relativo como hemos dicho a la (tras consagrarse la dimensión organizativa
manera de regir de nuestra convención colec- u orgánica en el art. 28.1 del propio texto
tiva, más allá de lo que dispone expresamente constitucional)27, y el reconocimiento for-
la ley para el puro convenio estatutario. Des- mal, por parte del Estado, de la negociación
de luego, como dijimos al principio, ningún colectiva como fuente de producción de re-
acuerdo colectivo tiene sentido si no es para glas o normas laborales28. A partir de ahí,
producir efectos en su correspondiente ámbi- sin embargo, el sentido y alcance de ese pre-
to funcional y territorial (siempre con el im- cepto constitucional han quedado afectados
portante matiz de que, desde el punto de vis- por una especie de nebulosa en la que ha re-
ta personal, tales efectos pueden ser sultado extremadamente complicado avan-
«generales» o «limitados», en función del al- zar con paso firme en busca de la más apro-
cance subjetivo del correspondiente vínculo piada solución interpretativa. El problema
representativo). Pero también es claro que, se agravó al procederse a la regulación legal
entre nosotros al menos, una afirmación de de la negociación colectiva (con el Título III
tal calibre no se acepta sin más consideracio- del Estatuto de los Trabajadores) y al intro-
nes, como lo es, asimismo, que tampoco es de ducirse, en ese otro plano de la legislación
recibo que cualquier apariencia de acuerdo
colectivo produzca irremediablemente efectos
entre sus potenciales destinatarios, pues al- 27
Vid. M. RODRÍGUEZ-PIÑERO y S. DEL REY GUANTER,
guna clase de vínculo formal (algún «poder de «El nuevo papel de la negociación colectiva y de la ley»,
representación», en definitiva) tiene que exis- Las relaciones laborales y la reorganización del sistema
productivo (coord. de F. DURÁN), Córdoba, 1983, p. 28;
tir entre firmantes y destinatarios para que
I. GARCÍA-PERROTE ESCARTÍN, Ley y autonomía colectiva,
eso pueda ocurrir. Sigamos buscando, pues, MT, Madrid, 1987, pp. 119 ss., y M. CORREA CARRASCO,
algún soporte más tangible o convincente, pa- La negociación colectiva como fuente del Derecho del
ra lo que resulta conveniente, antes que na- Trabajo, Universidad Carlos III/BOE, Madrid, 1997, pp.
da, asomarse de nuevo al texto constitucional. 222 ss.
28
Vid. entre otros, J.A. SAGARDOY BENGOECHEA, La
eficacia de los convenios colectivos y su contenido en el
Estatuto de los Trabajadores, IES, Madrid, 1981, p. 16; y
LA «FUERZA VINCULANTE» C. PALOMEQUE LÓPEZ y M. ALVAREZ DE LA ROSA, Derecho
DEL CONVENIO COLECTIVO del Trabajo, Ceura, Madrid, 2006, p. 175. Visto con una
A LA LUZ DEL TEXTO perspectiva más amplia, podría decirse que se recono-
CONSTITUCIONAL ce una fuente sin «significado político primario», en
cuanto que no es producto inmediato de la soberanía
del Estado; tipo de fuente que si carecía de encaje pre-
El artículo 37. 1 CE dispone, como es sa- ciso en las construcciones doctrinales más clásicas (Vid.
bido, que «la ley garantizará el derecho a la CASTRO Y BRAVO, Derecho Civil de España, cit., pp. 327
ss.), se acepta sin discusión en el momento presente,
aun cuando se requiera acto formal de reconocimiento
26
Vid. J. GARCÍA MURCIA, «Los acuerdos de empre- por parte del Derecho estatal (Vid. E. BORRAJO DACRUZ,
sa», Temas Laborales, núm. 76 (monográfico), 2004, Introducción al Derecho del Trabajo, Tecnos, Madrid,
pp. 102 ss. 2002, pp. 280-281).
ordinaria, reglas sobre la naturaleza jurídi- derla, más alejadas de nuestro objetivo más
ca y la eficacia del convenio colectivo, que inmediato30 quería dar a entender que el
naturalmente tan sólo podían ser aplicadas convenio colectivo producía, no sólo los efec-
a un determinado tipo de convenio (esto es, tos propios de los contratos y obligaciones
al convenio elaborado a través del procedi- entre las partes firmantes (en los términos,
miento de negociación establecido por el si se quiere, del artículo 1091 del Código Ci-
propio legislador) pero que iban a jugar ya vil)31, sino también, y sobre todo, la eficacia
como inevitable punto de referencia para el típica de una norma respecto de los contra-
resto de acuerdos y convenios colectivos. Ya tos de trabajo, de tal manera que el convenio
sabemos que el convenio «estatutario» rige encerraba una especial fuerza o manera de
como norma (y con efectos generales, para obligar equivalente, en su dinámica, a la
más señas), quedando despejadas así las po- fuerza desplegada por la norma estatal. Se
sibles dudas sobre su eficacia jurídica; pero quería decir, a la postre, que los efectos del
sigue en pie esa misma cuestión en relación convenio colectivo desbordaban el marco
con aquellas otras modalidades de conven- propio de su origen contractual para conver-
ción colectiva. tirse en una regulación de carácter abstrac-
to y alcanzar dimensión normativa32. Hay
En esa situación, las interpretaciones po- que recordar, en todo caso, que para la ma-
sibles del artículo 37.1 CE podían transitar yor parte de los defensores de esta tesis in-
por dos derroteros, si es que se admite cierta terpretativa las garantías dimanantes del
simplificación. Cabía la opción de entender artículo 37.1 CE (entre ellas, y en lugar des-
que toda la potencia y virtualidad posibles tacado, la «fuerza vinculante» del convenio)
de ese precepto constitucional habían que- tan sólo podían ser aplicadas al convenio co-
dado reconducidas, por decirlo así, al cauce
dispuesto por el Título III del ET, de modo y
manera que sólo podría llegarse al convenio
30
Como, por ejemplo, las que se defendieron a
propósito de su confrontación con el derecho de huel-
colectivo a través de ese procedimiento legal
ga, a cuyo efecto se discutía si la firma del convenio co-
y que sólo el convenio resultante del mismo lectivo entrañaba o no un «deber de paz inmanente»
podría alcanzar la pertinente fuerza vincu- para las partes contratantes. Vid., con posturas diferen-
lante, que le depararía además la condición tes, G. BARREIRO GONZÁLEZ, «La disponibilidad del dere-
de fuente del Derecho en su sentido más ple- cho de huelga», RPS, núm. 121 (1979), pp. 87-88, y F.
VALDÉS DAL-RÉ, «La negociación colectiva en la Constitu-
no, como fuente de regulación con eficacia
ción», RPS, núm. 121 (1979), p. 496.
normativa29. Con ello entroncaba, desde lue- 31
Vid. M. ALONSO OLEA, Las fuentes del Derecho, en
go, la interpretación que desde muy pronto especial del Derecho del Trabajo según la Constitución,
se había empezado a dar al pasaje constitu- Civitas, Madrid, 1982, pp. 125-126.
cional en el que se aludía a la «fuerza vincu-
32
Vid. entre otros muchos, A. MARTÍN VALVERDE, «El
ordenamiento laboral en la jurispridencia del Tribunal
lante» de los convenios, que según el parecer
Constitucional», RPS, núm. 137 (1983), p. 160; M.
mayoritario en la doctrina y dejando de la- RODRÍGUEZ-PIÑERO y S. DEL REY GUANTER, «El nuevo pa-
do ahora otras posibles maneras de enten- pel de la negociación colectiva y de la ley», AA.VV., Las
relaciones laborales y la reorganización del sistema pro-
ductivo (coord. de F. DURÁN), Córdoba, 1983, pp. 28-
29
Vid. M. ALONSO OLEA, Las fuentes del Derecho, en 30; L.E. DE LA VILLA, G. GARCÍA BECEDAS e I. GARCÍA-PE-
especial del Derecho del Trabajo según la Constitución, RROTE, Instituciones de Derecho del Trabajo, Ceura,
Civitas, Madrid, 1982, pp. 121-123, A. MONTOYA MEL- Madrid, 1991, p. 30; A. OJEDA AVILÉS, Derecho Sindical,
GAR, Derecho del Trabajo, Tecnos, Madrid, 2006, p. Tecnos, Madrid, 2003, p. 683; M.C. PALOMEQUE LÓPEZ,
165, y J.M. GALIANA MORENO, «La eficacia de los conve- Derecho Sindical Español, Tecnos, Madrid, 1994, pp.
nios colectivos en el Derecho español del trabajo», 372-373, y T. SALA FRANCO e I. ALBIOL MONTESINOS, De-
AAVV, La eficacia de los convenios colectivos, cit. , pp. recho Sindical, Tirant lo Blanch, Valencia, 1996, p.
47 ss. 379.
lectivo resultante del marco legal estatuta- tus de contrato36, con esta interpretación al-
rio33. ternativa todo convenio, precisamente por
ese amparo constitucional generalizado, era
En cambio, para otro sector doctrinal que merecedor de esa efectividad o fuerza vincu-
probablemente haya llegado a ser mayorita- lante (incluso como fuerza normativa), algo
rio con el paso del tiempo había que llegar a que no dependería tanto de la configuración
la conclusión de que el desarrollo legal del formal del convenio (estatutario o no) como
artículo 37.1 CE no agotaba las modalidades del papel institucionalmente atribuido a las
posibles de negociación colectiva, ni siquiera representaciones profesionales encargadas
los tipos de negociación (y de convenio colec- de su negociación.
tivo) que podían tener amparo en aquel pre-
cepto constitucional. Bajo esta conclusión Vista la cuestión con un poco más de dis-
latía la premisa, claro está, de que ese pre- tancia (pasado el cuarto de siglo de vigencia
cepto constitucional entrañaba el reconoci- de ese nuevo sistema normativo), y a la luz
miento directo e inmediato del derecho a la de una realidad sociolaboral notablemente
negociación colectiva, de tal manera que per- transformada respecto de aquellos años ini-
mitía el ejercicio de ese derecho sin necesi- ciales de rodaje, tal vez haya de hacerse una
dad de intermediación de la ley, e incluso al lectura más serena y desapasionada de un
margen del desarrollo legal que eventual- precepto que, como todos los de su estirpe
mente tuviera lugar; por ello mismo, el dere- (constitucional), no puede tener más valor
cho constitucional a la negociación colectiva que el de implantar unas reglas que sean ca-
entrañaba también la atribución de fuerza paces, al mismo tiempo, de preservar unos
vinculante a todo convenio colectivo, como principios básicos para la organización social
una cualidad preestablecida o de carácter y de proporcionar al legislador, y a los pode-
previo a cualquier intervención legal de de- res públicos y ciudadanos en general, el ma-
sarrollo del derecho34. Siendo así, el convenio yor margen posible para la puesta en prácti-
colectivo resultante de aquel marco legal tan ca de los criterios dominantes o preferentes
sólo podía ser una de las modalidades posi- de cada momento. Desde esta perspectiva,
bles de acuerdo colectivo y, por lo tanto, una, parece claro que el artículo 37.1 CE tan sólo
entre otras muchas, de las que podían buscar pretende que la negociación colectiva cuente
amparo en aquel derecho constitucional en todo momento con las debidas garantías37,
(bien es verdad que con el apoyo expreso de esto es: que la negociación colectiva se man-
tenga en todo caso como técnica de ordena-
la ley, a diferencia de otras)35. Si desde la in-
ción y gestión del sistema de relaciones labo-
terpretación anterior, las restantes modali-
rales, sin posibilidad de supresión por parte
dades de convenio colectivo, de admitirse su
del legislador; que las fuentes de naturaleza
existencia, tan sólo podían aspirar a un esta-
pública o estatal no agoten la regulación de
la cuestión laboral, para que la negociación
33
Vid., por ejemplo, F. DURÁN LÓPEZ, «Estatuto de
los Trabajadores y negociación colectiva», Relaciones
Laborales, núm. 15/16 (1990), pp. 22 ss. 36
Vid. M. ALONSO OLEA, Las fuentes del Derecho, en
34
Vid. M. CORREA CARRASCO, La negociación colec- especial del Derecho del Trabajo según la Constitución,
tiva como fuente del Derecho del Trabajo, Universi- Civitas, Madrid, 1982, pp. 121 a 123; E. BORRAJO DA-
dad Carlos III/BOE, Madrid, 1997, pp. 254 ss., y F. CRUZ, Introducción al Derecho del Trabajo, Tecnos, Ma-
VALDÉS DAL-RÉ, «Eficacia jurídica de los convenios co- drid, 2002, p. 343.
lectivos: la perspectiva constitucional», RL, núm. 22 37
Vid. M. RODRÍGUEZ-PIÑERO y S. DEL REY GUANTER,
(2005). «El nuevo papel de la negociación colectiva y de la ley»,
35
Vid. por ejemplo, M.C. PALOMEQUE LÓPEZ, Dere- AA.VV., Las relaciones laborales y la reorganización del
cho Sindical español, Tecnos, Madrid, 1994, pp. 370 sistema productivo (coord. F. DURÁN), Córdoba, 1983,
ss. p. 29.
cuente siempre con el oportuno y suficiente la sencilla razón, seguramente, de que nunca
«espacio vital», y que los acuerdos y conve- ha habido ánimo verdadero ni suficiente ha-
nios que se alcancen mediante el proceso ne- bitualidad en nuestras pautas de conducta
gociador tengan garantizada su virtualidad como para hacer valer la negociación, y los
(su eficacia o «fuerza vinculante», que no ne- efectos de la misma, por la simple vía de los
cesariamente es fuerza normativa38) en el co- hechos, de la aceptación voluntaria o del
rrespondiente ámbito territorial y funcional. «compromiso entre caballeros», ni siquiera
A la postre, la virtualidad del artículo 37.1 por la simple existencia de aquel mandato
CE se concentra en la promoción efectiva de constitucional. De ahí, en definitiva, que ne-
la negociación colectiva como institución ne- cesitemos por lo general una suerte de reco-
cesaria para la regulación y gestión del siste- nocimiento o espaldarazo legal para que la
ma de relaciones laborales39. negociación constituya realmente una fuente
de regulación operativa y para que el conve-
Cómo ha de cumplir esos fines, por qué nio alcance los efectos deseados, en especial
cauces o procedimientos, o con qué tipo de para que despliegue su consustancial «fuerza
instrumental, son cuestiones que se dejan vinculante», al margen ahora de cómo se ins-
deliberadamente en manos del legislador or- trumente o configure desde el punto de vista
dinario. En el plano de la pura especulación, de las categorías jurídicas al uso40.
es fácil llegar a la conclusión, incluso, de que
el cumplimiento de tales exigencias constitu- Bien mirado, tal espaldarazo puede estar
cionales no exige necesariamente una inter- concentrado en el artículo 3.1.b) ET, en cuan-
vención legal directa. Todo depende, más to proporciona al convenio colectivo la condi-
ción de fuente de la relación laboral. Con ello
bien, de la conformación real o las tradicio-
puede que sea suficiente, al menos en posi-
nes del sistema, pues es evidente que en paí-
ción de principio. La función contractual del
ses de nula o escasa intervención legal la ne-
convenio colectivo, naturalmente, no necesi-
gociación colectiva y la fuerza vinculante del
ta de ningún apoyo específico, pues siempre
convenio (en el sentido de efectividad o efica-
tiene a su lado el correspondiente arsenal de
cia práctica, al menos) están absolutamente
las obligaciones y contratos, en el que ya se
preservadas, mientras que ha habido casos
garantiza que lo pactado tiene «fuerza de ley
en la historia en los que la más ambiciosa in-
entre las partes contratantes», que deberá
tervención legal no ha sido capaz de garanti-
cumplirse, en consecuencia, a tenor de lo pre-
zar, ni siquiera respetar, las esencias de la
visto en el correspondiente contrato (Art.
autonomía colectiva. En el nuestro, es expli-
1091 CC). La función reguladora (la que a
cable, como ya dejamos ver, que la Constitu-
veces se conoce como función «normativa») es
ción apele de forma expresa al legislador, por
en cambio algo más problemática, y difícil-
mente se resuelve, como ya dijimos, con las
cláusulas típicas del Derecho común; es, por
38
Vid. E. BORRAJO DACRUZ, Introducción al Derecho
del Trabajo, Tecnos, Madrid, 2002, p. 343; M.R. lo tanto, la que precisa de algún resorte legal
ALARCÓN CARACUEL, «La autonomía colectiva: concepto, más especializado, que en nuestro país pue-
legitimación para negociar y eficacia de los acuerdos», de estar sintetizado, así pues, en aquel pre-
AAVV (dir. ALARCÓN/DEL REY), La reforma de la negocia- cepto estatutario, desde el momento en que
ción colectiva, Marcial Pons, Madrid, 1995, p. 63, y hace subir al convenio al cuadro de honor de
M.F. FERNÁNDEZ LÓPEZ, Guía de negociación para nego-
las fuentes de la relación laboral, dotándolo,
ciadores, Carl, Sevilla, 2006, p. 13.
39
F. VALDÉS DAL-RÉ, «El modelo español de negocia-
ción colectiva», RL, núm. 9 (2006). Similar idea, aunque
desde la perspectiva constitucional, en M. RODRÍGUEZ- 40
M.F. FERNÁNDEZ LÓPEZ, «El convenio colectivo co-
PIÑERO BRAVO-FERRER, «La protección internacional de la mo fuente del Derecho tras la reforma de la legislación
negociación colectiva», RL, núm. 18 (2006). laboral», Actualidad Laboral, núm. 7, 1995, p. 109.
por este sencillo procedimiento, de fuerza elegidas por el legislador del Estatuto de los
vinculante no sólo entre las partes firmantes Trabajadores (Art. 82.3), como es sobrada-
(que ya la tiene por su condición de contrato), mente conocido. Podría hablarse mucho de
sino también en el seno de la correspondien- las razones que condujeron en su momento a
te relación laboral. Estas consideraciones ge- esa concreta opción legal (y que siguen sus-
nerales pueden valer, pues no se alcanza a tentándola en la actualidad), pero tal vez im-
ver en ello contraindicación o inconveniente porte más en este momento poner de relieve
alguno, para cualquier acuerdo o convenio que su contrapartida tuvo que ser, inevita-
colectivo, siempre, claro está, que tenga blemente, la configuración de un cauce de
aquella vocación «reguladora»: el pacto colec- negociación colectiva muy selecto y exigente,
tivo que se limite a actuar como compromiso en el que no todos los interesados podían es-
inter partes (con exclusivo contenido «obliga- tar presentes; un cauce que se asienta, a fin
cional», si se quiere) no merece, por supues- de cuentas, en el principio mayoritario (aun-
to, amparo alguno de carácter especial (como que sea a través de otras técnicas comple-
el que depara el artículo 3.1.b) ET), entre mentarias, como la representatividad), y que
otras cosas porque no lo necesita para cum- no por casualidad guarda cierto paralelismo
plir esa específica función, al quedarse en el con el procedimiento de elaboración de las
mero plano de los sujetos firmantes. Nótese normas legales.
que con la preservación de ese efecto regula-
dor (de fuente de regulación de la relación la- Un cauce, por otra parte, que ha provoca-
boral, dicho con más precisión), se está pre- do al mismo tiempo todo un debate acerca
servando al mismo tiempo la propia del resto de acuerdos y convenios colectivos,
negociación colectiva (tanto su espacio como como ya hemos visto con reiteración. Estas
su posible alcance material), dando cumpli- otras modalidades de pacto colectivo tam-
miento pleno, de ese modo, al mandato del bién gozan, como acabamos de afirmar, de la
artículo 37.1 CE. condición de fuente de regulación de la rela-
ción laboral, pues negarles dicho atributo es
Cosa distinta es, desde luego, el desplie- como negar la realidad de las cosas. Pero no
gue de esos «efectos reguladores» (de esa gozan, en cambio, de esas atribuciones espe-
«fuerza vinculante») por parte de la conven- ciales que la ley concede al convenio estatu-
ción colectiva. En este otro plano, la ley tam- tario (salvo cuando el propio legislador se las
bién puede jugar un papel importante, aun- extiende, que no es nada insólito, por cierto).
que ya de muy distinto signo. En puridad de Por consiguiente, su eficacia (de nuevo, su
términos no sería necesaria esta otra inter- fuerza vinculante) en el ámbito de la relación
vención legal, pero de nuevo ha de recordar- laboral ha de discurrir por otros senderos, y
se que nos encontramos en un sistema (el es- ha de exigirse, llegado el caso, con otros fun-
pañol, el continental en términos generales) damentos. Por lo pronto, tan sólo podrá exi-
en el que el respaldo «oficial» parece ser mo- girse si se trata realmente de una manifesta-
neda corriente y, al parecer de buena parte ción de la «negociación colectiva laboral» (por
de la sociedad, hasta imprescindible. En la calidad de los sujetos negociadores y por el
cualquier caso, la ley puede elegir entre di- alcance material de lo convenido), pues sólo a
versas opciones y puede utilizar distintos ésta afecta la fuerza vinculante garantizada
instrumentos para hacerlas operativas. Una por el artículo 37.1 CE. En segundo lugar,
de ellas es, lógicamente, la atribución al con- sólo podrá entrar en juego si existe algún
venio colectivo de fuerza normativa expresa, «punto de conexión» (en forma de representa-
que puede ir unida o no (aunque normalmen- ción, en cualquiera de las modalidades posi-
te lo irá) a la asignación de eficacia general, bles) entre quienes firman el convenio y
opciones éstas que fueron, precisamente, las quienes se encuentran en su ámbito funcio-
hipótesis de distintos tipos de representa- cionales, como los convenios franja (art. 87.1
ción, cuyo uso efectivo por parte de un deter- ET), los acuerdos interprofesionales y los
minado sistema legal suele depender de cir- acuerdos sobre materias concretas (art. 83.2
cunstancias variadas, especialmente de su y 3 ET), o, en fin, los convenios que podría-
tradición, de su evolución histórica o del gra- mos llamar «concurrentes» (art. 84 ET). En
do de incidencia de la ley en el ámbito de las todos esos casos, no obstante, la negociación
relaciones de trabajo. Básicamente, cabe ha- colectiva (la negociación «estatutaria», se rei-
blar, en todo caso, de una representación vo- tera) tiene su más firme basamento en la re-
luntaria, que suele mantenerse intramuros presentación conferida por la ley a los suje-
de la correspondiente relación privada, y de tos negociadores (si dejamos a un lado,
una representación ex lege, que normalmen- obviamente, la hipótesis del empresario que
te adquiere una dimensión institucional o negocia su propio convenio de empresa, en la
cuasi pública, en la medida en que trata de que por definición sobra esta clase de utilla-
atender intereses que se consideran de relie- je). Tal representación se define y valora, a
ve público. El sistema español, ya sea por su fin de cuentas, a partir de dos indicadores de
particular proceso de formación, ya sea por base, de los que se extrae el correspondiente
su acreditada querencia hacia los moldes grado de representatividad: el voto de los
corporativos y los soportes de tipo público, ha trabajadores por el lado del «banco social», y
mostrado una clara preferencia por ese se- el número de afiliados (con algún matiz aña-
gundo tipo de representación, y buena prue- dido) por el lado de los empresarios (lo cual,
ba de ello es el proceso de negociación colecti- por cierto, introduce una especie de cuña
va expresamente regulado por la legislación desde los moldes propios de la representa-
actual, esto es, el proceso que da lugar a los ción voluntaria).
llamados convenios colectivos estatutarios,
que se asienta claramente sobre los soportes Con este punto de partida, la representa-
de la representación legal o institucional. ción se va construyendo en fases sucesivas,
mediante la exigencia inicial de un cierto ni-
Tal representación, desde luego, adopta vel de representatividad, aplicable a las or-
por lo general unos tonos un tanto oscureci- ganizaciones interesadas en concurrir a la
dos, entre otras cosas porque se asienta sobre negociación (que actúa como presupuesto de
fórmulas mediatas o indirectas, que utilizan legitimación para negociar), y la imposición
por lo general la pantalla de la representati- añadida del requisito de mayoría para la vá-
vidad y que, además, varían parcialmente en lida constitución de la correspondiente comi-
función del ámbito del convenio, del papel sión negociadora (mayoría que se da por al-
que el convenio pretende desempeñar, o in- canzada, lógicamente, cuando la negociación
cluso del lado de que se trate en la correspon- la asume un sujeto que por su carácter unita-
diente mesa negociadora (empresarios o tra- rio, como el comité de empresa, o por haber
bajadores). Si damos un repaso al artículo 87 recibido un mandato del conjunto de los tra-
ET (siempre en conjunción con otros precep- bajadores afectados, como puede ocurrir con
tos estatutarios, como el art. 88 ET y, en al- una o varias organizaciones sindicales «de
guna medida, los arts. 83 y 84 ET) podemos franja», ya ostenta la representación legal
comprobar, en efecto, que las condiciones de del conjunto de los trabajadores comprendi-
legitimación para negociar este tipo de con- dos en la pertinente unidad negociadora).
venios se formulan de manera distinta para Puesta en marcha esta compleja estructura,
los convenios de empresa que para los de ám- el voto mayoritario para la toma de acuerdos
bito supraempresarial, al mismo tiempo que válidos actúa como cláusula de cierre del sis-
se introducen algunas reglas particulares tema, garantizando a la postre que el resul-
para la negociación de ciertos tipos conven- tado de la negociación se sostenga, a través
de toda esa maquinaria, sobre una represen- que su puesta en marcha efectiva dependa
tación que alcanza al conjunto de los sujetos de la voluntad de trabajadores o empresa-
afectados (trabajadores y empresarios) y que rios; tampoco tiene aquí trascendencia algu-
se caracteriza, no sólo por su distanciamien- na la vinculación formal de esos sujetos (a
to de la técnica de apoderamiento típica de través de la afiliación, por ejemplo) a las or-
las relaciones privadas, sino también por sus ganizaciones firmantes, en tanto que la ley
especiales efectos. ha optado por prescindir de raíz de los meca-
nismos típicos de la representación volunta-
Ciertamente, todo ese conjunto de exigen- ria. La eficacia o manera de regir de estos
cias y operaciones legales (que se completan convenios es patente: aunque sometidos a los
con otra buena serie de trámites de tipo for- «mínimos de derecho necesario» (legales o re-
mal y procedimental, como la publicación ofi- glamentarios, dicho sea de paso), según dis-
cial y el registro del convenio) se justifica por pone el artículo 3.3 ET, no pueden ser objeto
la consabida pretensión del legislador de dar de disposición por parte del trabajador (salvo
vida a una convención colectiva capaz de de- en lo que declare disponible el propio conve-
sempeñar con solvencia el papel de «ley de la nio), conforme al artículo 3.5 ET43, y tampoco
profesión»41. A nadie se le escapa, por decirlo pueden serlo a través de pacto en contrato de
de otro modo, que el objetivo último de este trabajo (como cabe deducir del art. 3.1.c)
sistema legal no es otro que la configuración ET). Podrá discutirse, desde el punto de vis-
expresa del convenio colectivo como auténti- ta de la «política del derecho» (o en sede de
ca norma sectorial, con la eficacia general lege ferenda), si la opción normativa es la
que suele acompañar a los productos estric- mejor o la más conveniente44, pero no parece
tamente normativos, e incluso con la condi- que puedan deducirse conclusiones distintas
ción de fuente del Derecho42. Al ser norma a partir de una redacción legal tan clara y
sin discusión alguna (el art. 82.3 ET es sufi- decidida45.
cientemente explícito en ese sentido, por lo
Idéntica naturaleza cabe atribuir a todos
que no es necesario echar mano a estos efec-
aquellos acuerdos colectivos que, aun no
tos de los habituales criterios de auxilio in- coincidiendo exactamente con el convenio co-
terpretativo, ni siquiera de los antecedentes
legislativos), es claro que tal convenio colec-
tivo deja caer sus efectos de manera automá- 43
Sobre la controvertida y difícil interpretación de
tica, imperativa e inderogable sobre la «po- este pasaje legal, TS 6 de febrero de 2000. Vid. J.A. SA-
GARDOY BENGOECHEA, J.M. DEL VALLE VILLAR, J.L. GIL Y GIL,
blación» afectada, sin que resulte necesario
Prontuario de Derecho del Trabajo, Thomson/Civitas,
un acto formal de incorporación de esas re- Madrid, 2006, p.104.
glas pactadas al contrato de trabajo, y sin 44
Vid. F. DURÁN LÓPEZ, Una visión liberal de las rela-
ciones laborales, Universidad de Córdoba, 2006, espe-
cialmente pp. 131 a 145.
41
Vid. M. ALONSO OLEA, Las fuentes del Derecho, en 45
Sobre el concepto de norma, en general, F. DE
especial del Derecho del Trabajo según la Constitución, CASTRO Y BRAVO, Derecho Civil de España, Civitas, 1984
Civitas, Madrid, pp. 121 ss. (reimpresión), pp. 347 ss., y J.A. GARCÍA-TREVIJANO FOS,
42
Vid. M. ALONSO OLEA, Las fuentes del Derecho, en Tratado de Derecho Administrativo, I, Edersa, 1973, pp.
especial del Derecho del Trabajo según la Constitución, 203 ss. En la doctrina laboralista, y con referencia es-
Civitas, Madrid, 1982, pp. 121-123; E. BORRAJO DA- pecífica al convenio colectivo, M. ALONSO OLEA, Las
CRUZ, Introducción al Derecho del Trabajo, Tecnos, Ma- fuentes del Derecho, en especial del Derecho del Traba-
drid, 2002, p. 315, y A. MONTOYA MELGAR, Derecho del jo según la Constitución, Civitas, Madrid, pp. 121 ss.
Trabajo, Tecnos, Madrid, 2006, p. 164. Con una opi- También, aunque desde ópticas distintas, T. SALA FRAN-
nión parcialmente distinta respecto de esa última cuali- CO, Los convenios colectivos extraestatutarios, IES, Ma-
dad, L.E. DE LA VILLA GIL, G. GARCÍA BECEDAS e I. GARCÍA- drid, 1981, pp. 12 ss.; y F. VALDÉS DAL-RÉ, Configuración
PERROTE, Instituciones de Derecho del Trabajo, Ceura, y eficacia de los convenios colectivos extraestatutarios,
Madrid, 1991, p.183. Acarl, Madrid, 1988, pp. 82 ss.
cho reconocido artículo 37.1 CE ni para ex- ción inmediata sobre los contratos de traba-
cluirles de la cláusula legal que con carácter jo49. También se ha dicho, para tratar de sal-
general se ha encargado de garantizar la vir- var las evidentes diferencias de trato entre
tualidad (fuerza vinculante, podríamos de- uno y otro tipo de convenio colectivo por par-
cir) del convenio en el terreno de la relación te del sistema legal, que los convenios no ti-
laboral, que, según se ha tratado de explicar, pificados por la legislación estatutaria, aun
no es otra que la incluida en el artículo 3.1.b) cuando no alcancen esa disputada dimensión
ET. Pero ya dijimos también que es cuestio- normativa ni puedan aspirar a su inserción
nable la manera en que tales pactos o acuer- formal en el cuadro de fuentes del Derecho,
dos colectivos pueden desplegar sus efectos gozan de una «eficacia real» que va más allá
en este concreto terreno, habida cuenta que desde luego de la eficacia contractual u «obli-
no gozan del apoyo que ha prestado el legis- gacional» propia de los negocios privados y
lador a los convenios «típicos» o a los que ex- que les permite, al igual que sucede con las
presamente ha tipificado. Ni vale a estos normas, irradiar sus efectos sobre la relación
efectos el artículo 82.3 ET, que por definición laboral sin necesidad de trámites adiciona-
se refiere a los convenios estatutarios48, ni les50. Se trata, ciertamente, de aportaciones
valen tampoco todas aquellas declaraciones todas ellas, y en particular esta última, por
legales que aluden a las «normas pactadas» o su mayor depuración y profundización en el
«normas convencionales» (como el art. 3.3 ET problema que han contribuido a compren-
o el art. 1 LPRL), puesto que no son cláusu- der la figura del convenio colectivo no estatu-
las atributivas de eficacia, sino, sencillamen- tario, y que sin duda han facilitado su inser-
te, declarativas de una naturaleza jurídica ción dentro de nuestro peculiar sistema de
que ha tenido que ser adquirida previamente
a través de otros procedimientos.
49
Vid. L.E. DE LA VILLA GIL, G. GARCÍA BECEDAS e I.
Como es sabido, buena parte de los inten- GARCÍA-PERROTE, Instituciones de Derecho del Trabajo,
tos doctrinales de despejar la naturaleza Ceura, Madrid, 1991, p. 183, y J. VIDA SORIA, J.L. MONE-
jurídica y la manera de regir de los convenios REO PÉREZ y C. MOLINA NAVARRETE, Manual de Derecho
del Trabajo, Comares, Granada, 2006, p. 195.
«no estatutarios» ha girado en torno al artí- 50
La mayor teorización de ese concepto en la doc-
culo 37.1 CE y, particularmente, en torno a trina española corresponde sin duda a F. VALDÉS DAL-RÉ,
su exigencia de «fuerza vinculante» para las primero en sus estudios iniciales sobre la negociación
reglas procedentes de la negociación colecti- colectiva en España («El modelo español de negocia-
va. Al decir de algunos sectores doctrinales, ción colectiva de condiciones de trabajo», AA.VV., La
de esta cláusula constitucional puede derivar negociación colectiva en las pequeñas y medianas em-
presas, IMPI, Madrid, 1982, pp. 27 ss.), y más tarde,
no sólo la exigencia de tutela y de un espacio
con algunos variantes, en su ensayo monográfico sobre
vital para el convenio colectivo, sino tam- los convenios colectivos extraestatutarios (Configura-
bién, directamente, el efecto automático, im- ción y eficacia de los convenios colectivos extraestatuta-
perativo e inderogable típico de las normas, rios, Acarl, Madrid, 1988), así como en sucesivas cola-
con el argumento de que, con independencia boraciones de revista: «Eficacia jurídica de los
convenios colectivos: la perspectiva constitucional» y
de que se le dote o no de naturaleza estricta-
«La eficacia jurídica de los convenios colectivos: la pers-
mente normativa, es esencial al convenio (a pectiva legal», RL, núms. 23 y 24 (2005). El concepto,
todo convenio, estatutario o no) su proyec- por otra parte, es conocido sobre todo en la doctrina
italiana (G. VARDARO, Contrattazione collettiva e sistema
giuridico, Jovene, Napoli, 1984, pp. 24 ss., y G. PROSPE-
48
Aun cuando haya permitido alguna otra opción RETTI, Lefficacia dei contratti collettivi nel pluraismo sin-
interpretativa favorable a la extensión de sus efectos dacale, FRANCO ANGELI, Milano, 1989, pp. 42 ss.), y ha
normativos más allá de ese estricto ámbito: F. VALDÉS sido barajado también por parte de la doctrina españo-
DAL-RÉ, «La eficacia jurídica de los convenios colecti- la (I. GARCÍA-PERROTE ESCARTÍN, Ley y autonomía colecti-
vos: perspectiva legal», RL, núm. 24 (2005), p. 7. va, MT, Madrid, 1987, p. 138).
fuentes convencionales. Pero tal vez hayan se de los correspondientes vínculos de afilia-
exprimido en exceso el alcance y el sentido de ción (sindical o empresarial), que entrañan
aquella cláusula constitucional de la que en por sí mismos una especie de transmisión de
definitiva han arrancado. No parece, en efec- poder del individuo a la organización para
to, que de una fórmula tan general como la que lleve a cabo las actividades que le son
del artículo 37.1 CE pueda extraerse una propias en interés de sus miembros, entre
conclusión tan cerrada y precisa: ni el dere- otras la de negociación colectiva51. Siendo
cho constitucional a la negociación colectiva así, el convenio (el «no estatutario», pues pa-
prejuzga los efectos del convenio, ni la fuerza ra el que lo es rigen las correspondientes pre-
vinculante de la que habla ese precepto tiene cisiones legales) irradiará sus efectos, al me-
por qué coincidir, como ya dijimos, con unos nos en línea de principio, hacia los contratos
efectos (automático, imperativo e inderoga- de trabajo de quienes cuenten con ese tipo de
ble) que no dejan de ser los típicos del instru- vinculación, no ya porque goce de aquel efec-
mental normativo, aunque traten de susten- to automático, imperativo e inderogable que
tarse en otro tipo de categorías o pilares se suele predicar de las normas, sino, senci-
jurídicos. llamente, porque ésa es la consecuencia na-
tural del poder conferido a las partes firman-
Así las cosas, puede que sea conveniente tes.
volver al origen del convenio y, en particular,
a los vínculos de representación de las partes Tal irradiación, obviamente, se llevará a
firmantes respecto de quienes son sus poten- cabo en condiciones bien distintas de la que
ciales destinatarios, cuestiones que se sitúan se produce con ocasión de los convenios esta-
desde luego más allá de lo que el texto cons- tutarios o asimilados. Por lo pronto, su ex-
titucional por sí solo puede resolver. Pues tensión subjetiva será variable, pues depen-
bien, en ausencia de aquel sustrato básico de derá, en un primer momento cuando menos,
la representación institucional, y a falta del monto de afiliación existente en el corres-
también de indicaciones legales en sentido pondiente ámbito profesional. Si atendemos
contrario, es claro que la negociación no esta- a la pauta habitual en nuestro sistema de re-
laciones laborales, tendremos que concluir
tutaria se desenvuelve por los cauces típicos
que el convenio tendrá normalmente una ir-
de la representación voluntaria o privada, de
rradiación parcial o limitada («eficacia limi-
modo que los efectos del convenio tan sólo
tada», como suele decirse), aunque no deba
podrán irradiar a los contratos de trabajo en
descartarse nunca la hipótesis de una irra-
los términos de la representación otorgada,
diación completa o general (que sería distin-
es decir, con el alcance funcional y subjetivo
ta, en todo caso, de la eficacia general propia
que de ésta se derive. Qué duda cabe de que
del convenio estatutario, como se han encar-
el expediente más nítido o determinante pa-
gado de hacer ver los tribunales). Esta gene-
ra producir efectos más allá del estrecho cír-
ralización de efectos, obviamente, podría al-
culo de las partes del convenio sería el apo-
deramiento expreso del trabajador al
sindicato (o, en su caso, del empresario a la 51
Con fórmulas variadas, y también con importan-
correspondiente asociación empresarial) pa- tes matices, varios preceptos legales cuentan a la postre
ra que negocie en su nombre, pero también con este apoderamiento implícito del trabajador al sin-
hay que admitir que no siempre es necesario dicato: art. 5 LOLS a propósito de la responsabilidad
del sindicato, art. 14 LOLS a propósito de la tutela juris-
un procedimiento tan formal para llegar a
diccional de la libertad sindical, o art. 20 LPL a propósi-
ese mismo resultado. La relación representa- to de la representación en juicio. Quizá el número 2 de
tiva que ha de existir para que lo convenido este art. 20 LPL sea el más significativo a estos efectos,
en el plano colectivo pueda llegar a los con- en cuanto que presume la representación salvo declara-
tratos de trabajo también puede desprender- ción en contrario por parte del trabajador afiliado.
canzarse o bien por un «pleno» de afiliación que en la hipótesis más normal el trabajador
(que no es hipótesis del todo descartable, no hará cuestión del convenio firmado por
pues puede darse en algún sector profesio- sus representantes (en tanto que le repor-
nal, lógicamente), o bien a través de adhesio- tará ventajas, como es de imaginar), no cabe
nes individuales o colectivas al convenio, desconocer que el vínculo de representación
práctica que no es desconocida entre noso- es en definitiva disponible, por lo que tam-
tros y que entrañaría, si bien se mira, una in- bién lo podrán ser los efectos que se despren-
corporación formal del convenio al contrato dan del mismo. Dicho con otras palabras: lo
(que es, obviamente, otro procedimiento útil mismo que el trabajador puede abandonar su
para conseguir estos resultados); cabe admi- condición de afiliado en cualquier momento,
tir, incluso, la extensión voluntaria del con- también puede oponerse en cualquier mo-
venio por decisión de la empresa, siempre mento a ser representado por el sindicato en
que no hubiese rechazo por parte de los inte- la mesa de negociaciones (como puede opo-
resados. Hay que decir, por otro lado, que la nerse a seguir una huelga), sin perjuicio de
irradiación de efectos de este tipo de conve- que ello le pueda acarrear sanciones u otra
nios colectivos requiere como regla general consecuencias negativas (incluida la suspen-
que ambas partes del contrato de trabajo sión o extinción de militancia) en el interior
(trabajador y empresario) acrediten la perti- de dicha organización, y sin perjuicio, tam-
nente vinculación con los sujetos firmantes, bién, de que el propio convenio pueda esta-
sin perjuicio de que una exclusiva vincula- blecer mecanismos para evitar huidas antici-
ción del empresario pudiera ser, llegado el padas de su radio de acción. Uno de estos
caso, fundamento bastante para la aplica- mecanismos (junto a la ratificación en re-
ción del convenio, siempre que no hubiera feréndum, por ejemplo) puede ser desde lue-
oposición expresa por parte del trabajador go la incorporación expresa del convenio al
afectado, como hemos dicho. Por supuesto, contrato de trabajo por decisión conjunta de
en los convenios de empresa o ámbito infe- trabajador y empresario, algo que, por cierto,
rior la exigencia de vinculación tan sólo pue- no tiene ni lugar ni sentido en el convenio es-
de plantearse por el lado del personal de la tatutario, precisamente porque en éste la re-
plantilla, no del empresario. presentación (y la fuerza de obligar del con-
venio) viene impuesta por la ley.
Pero también difiere la intensidad o po-
tencia de la irradiación del convenio extraes- En definitiva: si el trabajador mantiene
tatutario respecto de lo que sucede en el con- su vínculo de representación y no pone repa-
venio ordinario. Es evidente, como ya ro alguno a la negociación, el convenio en-
dijimos, que los convenios estatutarios tie- trará a formar parte de su sistema de fuen-
nen efectos automáticos, imperativos e inde- tes, aun sin la incorporación formal de sus
rogables para los contratos de trabajo, entre reglas a su contrato de trabajo; en tales ca-
otras razones por su condición normativa. No sos, por decirlo de otro modo, las reglas del
puede ocurrir lo mismo, sin embargo, con los convenio pasarán a integrar el correspon-
convenios negociados al margen de aquellos diente «patrimonio contractual», incluso de
esquemas de representación legal utilizados forma automática. Integrado el convenio en
por el Estatuto de los Trabajadores. En estos ese sistema de fuentes, es claro que no queda
casos, la irradiación de efectos es mucho más espacio para el desmarque o «descuelgue» de
precaria o endeble, no sólo porque depende tipo unilateral, por ser contrario a las pro-
de la existencia de un vínculo de representa- pias reglas del contrato. Por lo que se refiere
ción de tipo privado, sino también porque al empresario en particular y al margen
queda en manos, en última instancia, de la ahora de los especiales poderes de «varia-
voluntad del trabajador. Aun a sabiendas de ción» que le atribuye el art. 41.2 ET, la
eventual disponibilidad del convenio queda de una relación colectiva que discurre por de-
limitada también por la acción de una serie rroteros notablemente diferenciados, tanto
de principios y derechos, típicos del ordena- en lo que se refiere a la irradiación de lo pac-
miento laboral, que persiguen en general la tado como en lo que tiene que ver con su exi-
tutela y compensación del trabajador en su gencia.
relación de trabajo y que amparan, en parti-
cular, lo acordado en convenio colectivo, tam- El problema reside, más bien, en el grado
bién en convenio no estatutario. El más im- de imperatividad o indisponibilidad de estas
portante de ellos es desde luego el propio reglas para el propio contrato de trabajo.
derecho a la libertad sindical, que cierra el ¿Hasta qué punto juegan aquí, por decirlo de
manera más clara, los límites que se des-
paso a cualquier operación empresarial que
prenden de los artículos 3.1.c) y 3.5 ET? Na-
se encamine, directa o subrepticiamente, a
turalmente, estos preceptos legales tienen
dejar sin efecto lo pactado con el sindicato;
todo su sentido, y su más completa explica-
también puede resultar de interés a estos
ción, cuando se refieren al convenio estatuta-
efectos el derecho a la negociación colectiva
rio, precisamente porque su eficacia norma-
reconocido expresamente al trabajador (y no
tiva cierra el paso a todo pacto o transacción
al empresario, por cierto), que pese a no te-
en la que se pongan en riesgo sus prescrip-
ner un contenido muy preciso, puede y debe
ciones; no en vano, ha sido habitual en nues-
servir de refuerzo de la posición adquirida
tra doctrina una especie de correlación entre
por el trabajador frente a posibles incumpli-
fuente del Derecho, carácter normativo y
mientos del empresarioo52. De tratarse de un
fuerza imperativa e indisponible para el con-
convenio de empresa, hay que tener en cuen-
trato de trabajo53. El problema se presenta,
ta, además, que estaríamos ante un compro-
incluso como una especie de aporía, en rela-
miso directo del propio empresario, exigible
ción con los convenios no estatutarios. ¿son
tanto por la representación profesional que
indisponibles también para el contrato de
lo firma en nombre de los trabajadores como
trabajo? Desde luego, si se acepta su inclu-
por estos mismos sujetos. También el empre-
sión en el artículo 3.1.b) ET, no hay por me-
sario (o la asociación empresarial, en su ca-
nos que aceptar también su imperatividad
so), obviamente, podrá exigir a la «contrapar-
para «la voluntad de las partes» de la que ha-
te» el respeto de los pactos, y evitar a la
bla el artículo 3.1.c) ET, pues en ningún caso
postre una eventual «huida» del convenio por
podrá establecer en perjuicio del trabajador
parte de los trabajadores afectados; pero tal
condiciones menos favorables o contrarias a
exigencia actúa, como es fácil de advertir, en
los «convenios colectivos antes expresados»;
un plano distinto, donde no contienden las
del mismo modo, habrá que aceptar que «los
partes del contrato de trabajo, sino las partes
derechos reconocidos como indisponibles»
por esta clase de convenios colectivos tam-
bién están sujetos a la consabida prohibición
52
Ciertamente, la inclusión de la «negociación co-
lectiva» en una tabla de derechos básicos del trabajador de renuncia, a tenor del artículo 3.5 ET. Cla-
(art. 4.1.c ET) es un tanto sorprendente, pues cabe ro está, todo ello habrá de conjugarse con la
plantearse qué sentido o alcance real puede tener en «singular eficacia» de estos convenios, en los
ese plano un derecho que por definición no puede términos que ya hemos tenido oportunidad
ejercitarse más que de modo colectivo (a diferencia de
la libertad sindical o la huelga, que entrañan también
importantes decisiones o actos individuales). Pero tal
vez una de sus virtualidades pueda ser precisamente és- 53
Vid. M. ALONSO OLEA, Las fuentes del Derecho, en
ta: la de blindar, en beneficio o provecho del trabaja- especial del Derecho del Trabajo según la Constitución,
dor, lo pactado colectivamente, para dejarlo a resguar- Civitas, Madrid, 1982, pp. 121-122, y F. VALDÉS DAL-RÉ,
do de posibles incumplimientos o dejaciones del Configuración y eficacia de los convenios colectivos ex-
empresario. traestatutarios, Acarl, Madrid, 1988, pp. 82 ss.
54
Al que habría que agregar otros preceptos de la
legislación laboral. El más claro tal vez sea el Art. 1
LPLR, en cuanto se refiere a las normas «convenciona-
les». Un poco más confuso parece, sin embargo, el Art.
5 LISOS, que alude tan sólo a las «cláusulas normativas» 55
Se trata, no obstante, de una cuestión disputada
de los convenios colectivos, noción ésa que no se co- en la doctrina y sin una respuesta jurisprudencial conso-
rresponde exactamente con la de «convenio normati- lidada. Vid. J.J. FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ, Los convenios
vo», como es sabido. colectivos extraestatutarios», cit., pp. 811 ss.
RESUMEN La fórmula empleada por el artículo 3.1.b) del Estatuto de los Trabajadores para incluir los
convenios colectivos en el cuadro de fuentes de la relación laboral es sencilla y contunden-
te, pero al mismo tiempo imprecisa y problemática. Es claro que se refiere a los convenios
llamados «estatutarios», pero no resulta tan fácil de decidir si también alcanza a otros posi-
bles productos de la negociación colectiva, como los acuerdos de empresa o los convenios
«extraestatutarios», por citar algunos ejemplos. Todos ellos, desde luego, están amparados
por el artículo 37.1 de la Constitución, cuyo principal objeto no es otro que preservar la acti-
vidad negociadora frente al legislador, exigiendo a tal efecto un adecuado terreno de juego,
no sólo para que pueda desenvolverse, sino también para que pueda producir los efectos
que le son propios, aunque sin prejuzgar el camino más apropiado para ello. Pues bien, par-
tiendo de esos presupuestos básicos, nuestro legislador ha optado (en el art. 3.1.b ET, pre-
cisamente) por atribuir la condición general de fuente de la relación laboral a todo acuerdo
o convenio colectivo capaz de desarrollar esa labor reguladora respecto de los contratos de
trabajo (al margen de que se ajusten o no a las reglas y exigencias estatutarias), pero ha
reservado la condición específica de fuente de carácter normativo para los convenios o
acuerdos colectivos que sean fruto de un proceso de negociación sustentado sobre el princi-
pio de representación legal mayoritaria (como se desprende del art. 82.3 ET), que por ello
mismo gozan de forma expresa y directa del efecto automático, imperativo e indisponible
propio de las normas. A falta de este refuerzo legal, los restantes acuerdos y convenios
colectivos tan sólo podrán llegar al contrato de trabajo por los cauces típicos de la repre-
sentación voluntaria, de los que también puede surgir, no obstante, la obligación de respe-
to que impone el art. 3 ET para la autonomía de la voluntad, o para el propio trabajador, en
sus párrafos 1.c y 5). No son fuente de la relación laboral, por lo demás, aquellos acuerdos
o convenios colectivos que no entrañen más que compromisos u obligaciones entre las par-
tes firmantes, que tendrán amparo en el artículo 37.1 CE, como toda manifestación de la
negociación colectiva, pero no en el artículo 3.1.b) ET, por prescindir de esa vocación o aspi-
ración reguladora respecto del contrato de trabajo.