Alonso Ibarra, Combatiente Sublevado y Régimen Franquista
Alonso Ibarra, Combatiente Sublevado y Régimen Franquista
Alonso Ibarra, Combatiente Sublevado y Régimen Franquista
PROPAGANDA E
IDEOLOGIZACIÓN DEL COMBATIENTE SUBLEVADO EN LA
GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)1
The offer by the new State. Propaganda and indoctrination
of the rebel soldier in the Spanish Civil War (1936-1939)
Cómo citar/Citation
Alonso Ibarra, M. (2020).
La oferta del Nuevo Estado. Propaganda e ideologización del combatiente
sublevado en la guerra civil española (1936-1939).
Historia y Política, 44, 305-335.
doi: https://doi.org/10.18042/hp.44.11
Resumen
Palabras clave
Abstract
In recent years, historiography has addressed the building process of the Fran-
coist regime through the analysis of the war experience of Rebel soldiers during the
Spanish Civil War (1936-1939). This has produced two main interpretations: that
coercion was the primary role played by the army, being the indoctrination signifi-
cantly subordinated to it. And, consequently, that a relevant ideologisation expe-
rience among Rebel soldiers didn’t take place. From this frame, the article aims to
question these two ideas, arguing that there was indeed a process of ideologisation
of Rebel soldiers in which, moreover, the army played a crucial role. Therefore, this
allows to rethink the importance of the army’s indoctrination policies. By analysing
military sources concerning these policies at a general and divisional level, and incor-
porating soldiers’ perspectives through their war diaries, I will delve into the forms
and topics of this propaganda, arguing that the pragmatic approach, more than the
ideological one, was ultimately what attracted combatants to the New State.
Moreover, this interpretation would allow to understand how social support towards
the dictatorship was built among war veterans, and more generally among the whole
Spanish society.
Keywords
SUMARIO
I. INTRODUCCIÓN
2
Alcalde (2014): 46.
3
Matthews (2012) y Leira-Castiñeira (2018).
han interpretado los apoyos sociales a las dictaduras fascistas desde perspec-
tivas similares4.
De igual modo, el objeto de estudio analizado y el enfoque adoptado
entroncan directamente con los debates historiográficos sobre el modo en que se
cimentó el régimen franquista, así como con los límites del proyecto político
impulsado por el nuevo Estado, dos elementos con los que el artículo tiene el
propósito de dialogar. El otorgamiento de beneficios particulares como meca-
nismo de incorporación de diversos colectivos y grupos sociopolíticos a la
dictadura ha sido una cuestión ampliamente abordada por la historiografía, si
bien no lo ha sido tanto en el contexto constructivo del franquismo, es decir,
la Guerra Civil5. Así, el análisis de esos mecanismos aplicados por el Ejército
sublevado sobre el conjunto de su masa combatiente busca entender cómo el
régimen pudo incorporar a su proyecto a colectivos tan heterogéneos, ahon-
dando en lo concreto de su oferta. El combatiente resulta aquí especialmente
relevante, considerando además el contraste existente entre la función que
desempeñó su figura en la posguerra en tanto que pilar legitimador del
régimen, y la diversidad de actitudes del conjunto del colectivo hacia el fran-
quismo6. Con ello, el artículo pretende contribuir también a la reconsidera-
ción de la narrativa del fracaso y la desmovilización planteada por amplios
sectores historiográficos a través de dos variables: la participación política y la
posguerra7.
En este marco, el artículo busca cuestionar ese paradigma de los dos
fracasos —ideologización en guerra y apoyo en posguerra— y defender la
existencia de un proceso de socialización ideológica, mucho más pragmática
que política, de la masa combatiente vehiculado esencialmente a través de su
encuadramiento en el Ejército. Una socialización que habría contribuido a
4
Para el caso español, véase Rodríguez Barreira (2013). Para la Italia fascista, centrado
en el ejemplo de la ciudad de Venecia, Ferris (2012). Sobre Alemania, Gellately
(2001): por ejemplo, 257-259. Acerca del Japón imperial antes y durante la Segunda
Guerra Mundial, Yoshiaki (2015): por ejemplo, 44-46.
5
Algo que, de hecho, ya señalaba Rodrigo (2013: 51). Sobre los apoyos sociales véanse
Molinero (2006); Del Arco (2007a); Cobo et al. (2011), y Hernández Burgos (2011).
Más específicamente sobre el otorgamiento de puestos a individuos procedentes de
entre los apoyos sociales al golpe, incluidos excombatientes, véanse Morente (2001);
Sanz (2004), o Del Arco (2007b).
6
El excombatiente como figura clave de la posguerra en Alcalde (2013). La falta
general de afinidad de los veteranos con el régimen ha sido sugerida por Leira-Casti-
ñeira (2018: 423-464).
7
Respectivamente, entre otros, Rodríguez Barreira (2014) o Vincent (2006).
8
La concreción de esas recompensas en la posguerra en Hernández Burgos (2016b:
126-132).
9
Un objetivo que también se enfocó hacia la retaguardia a través de iniciativas como
el Auxilio Social o Radio Nacional de España, que ejercían su función en ambos
Sin ir más lejos, el combatiente Manuel Alfredo Paz afirmaba que el mejor
mecanismo para abstenerse de la realidad del frente eran los naipes: «[…] la
guerra no existe para nosotros y la gran tragedia de España no nos interesa»13.
Los soldados preferían dedicar su tiempo libre a los juegos de azar o a leer la
prensa diaria, en vez de a bucear por sesudas disquisiciones acerca de la nece-
saria implicación de los intelectuales católicos en la Cruzada como las que
podían aparecer en la revista Jerarquía, una de las que les eran enviadas14.
Por ello, otro de los grandes vectores de adoctrinamiento de la tropa fue la
prensa, cuya censura y contenidos también se canalizaron a través de la DNPP15.
Los periódicos constituían un elemento esencial en la vida del soldado: infor-
maban de las operaciones militares, de asuntos políticos relacionados con la
guerra o de cuestiones triviales como el fútbol, que servían como distracción.
Pero, fundamentalmente, les permitían conocer el estado de la retaguardia y
saber de sus seres queridos, ya que la marcha de los hombres jóvenes al frente
dejaba a muchas familias en una situación de precariedad e indefensión, algo
por lo que siempre intentaron velar los combatientes16. El reparto de periódicos
se esperaba con avidez en las trincheras, pues era una de las pocas vías, junto con
la correspondencia, para saber qué sucedía en sus lugares de origen o qué había
pasado con parientes y amigos. Tal y como apuntaba el combatiente José
Llordés, «[…] volví a sentirme contento porque los nacionales se iban acercando
a mi pueblo»17. De hecho, muchos casos de deserción en ambos bandos estu-
vieron motivados por la necesidad de visitar a los familiares por diversos
motivos18. Por ello, los propagandistas del bando rebelde explotaron en bene-
ficio propio el ocio en las trincheras y la necesidad que tenían los soldados de
recibir noticias de la retaguardia, mediante un estricto control y una orientación
ideológica de los contenidos que se publicaban en la prensa.
Para conseguir una mayor influencia de la propaganda, el Ejército y la
DNPP adecuaron sus contenidos y lenguajes a la realidad y las preocupaciones
concretas de los soldados, en vez de simplemente intentar socializar un discurso
abstracto con escasa incidencia sobre la cotidianidad de estos individuos. Por un
lado, se adaptó el discurso para que pudiera ser comprendido e interiorizado por
13
Paz Fernández (1973): 46.
14
«Sermón de la Tarea Nueva. Mensaje a los intelectuales católicos», por Laín Entralgo
(2011): 75-90.
15
Sobre la prensa durante la Guerra Civil véanse Núñez de Prado y Clavell (1992):
77-112, o González Calleja (2012)
16
Hernández Burgos (2016a): 452-453.
17
Llordés (1968): 192.
18
Corral (2006).
Una de las principales tareas del Ejército fue la instrucción de los indi-
viduos movilizados durante toda la contienda. Los combatientes estuvieron
19
Laín Entralgo (2011): 78.
20
Pizarroso Quintero (2005).
21
Archivo General Militar de Ávila (AGMAV), C. 1870, 22, febrero de 1938.
22
AGMAV, C. 1549, 101, enero de 1938.
23
Núñez de Prado y Clavell (1992): 329.
24
AGMAV, C. 1881, 1, agosto de 1937.
25
AGMAV, C. 1297, 74, junio de 1938.
26
AGMAV, C. 1335, 11, noviembre de 1937.
27
AGMAV, C. 1347, 17, noviembre de 1936. De hecho, para paliar las numerosas
deserciones que sufrían determinadas unidades se ordenaba incrementar la frecuencia
de estas charlas, de dos por semana a diariamente. Véase AGMAV, C. 1274, 5, enero
de 1939.
28
Bannister (2015).
29
Ese discurso y su función en términos de amalgama identitaria en Rodrigo (2013):
15-17.
30
Este tipo de charlas también se impartían en los campos de concentración, como
parte de las tareas de reeducación de los prisioneros republicanos. Véase Rodrigo
(2005): 134.
31
Leira-Castiñeira (2018: 308) cuestiona la sistematicidad de estas charlas.
32
Véase también Matthews (2014): 177.
33
Dos ejemplos en Martín Vigil (1977): 168, y Caballero (1976): 33-34. La orden del
CGG en AGMAV, C. 2580, 122, mayo de 1938, p. 6. Los capellanes también fueron
figuras relevantes en este sentido. Véase Matthews (2014).
34
Véanse Núñez de Prado y Clavell (1992): 330, y AGMAV, C. 1590, 33, noviembre de
1938, p. 2.
35
Paz Fernández (1973): 7-8.
36
Esa conexión palingenésica en detalle en Gallego (2014): 785-842.
37
Hernández Burgos (2016b): 127-128.
38
Esta idea, fundamentalmente, en Leira-Castiñeira (2018).
40
La competencia entre mujeres y excombatientes por el trabajo era un problema que
ya habían padecido países como Italia tras la Gran Guerra. Véase Alcalde (2017): 79.
41
Rodrigo (2013): 29-30.
Sin ir más lejos, una de las charlas, titulada «El Cuartel y la familia», desarro-
llaba la importancia de los valores militares para la construcción de la comu-
nidad nacional, articulada a través de la familia. Se hacía hincapié en la
disciplina, la jerarquía y la subordinación a la autoridad masculina como
elementos indispensables para el resurgir nacional, vehiculado a través de un
nuevo orden social con la familia tradicional en su centro. Por ende, mediante
la imposición de una estructura jerárquica y ultramasculinizada en el ámbito
familiar se reproducía, en todos y cada uno de los hogares en los que hubiera
un combatiente, el modelo vertical que ordenaría a la sociedad. El comba-
tiente vertía su experiencia de educación moral en sus espacios de influencia,
en este caso en su familia, convirtiéndose en una correa de transmisión esen-
cial de la cultura construida al calor del conflicto y, consecuentemente, en un
agente de socialización ideológica mediante la puesta en práctica de los valores
adquiridos durante su periodo de encuadramiento en las Fuerzas Armadas42.
Un rol que, además, le reportaba contrapartidas materiales.
En definitiva, lo que el contenido de estas charlas deja claro es que la
instrucción teórica del soldado incluía una formación en cuestiones ideoló-
gicas. No solo se centraba en inculcar valores castrenses, que dicho sea de paso
estaban perfectamente insertos en un marco de referencia ideologizado, sino
también en compartir contenidos netamente políticos, convirtiendo el encua-
dramiento castrense en una experiencia de ideologización. Además, la educa-
ción moral del soldado buscaba rentabilizar sus necesidades y temores, como
la preocupación por la familia en retaguardia o el miedo a resultar herido y no
poder posteriormente trabajar. Por ejemplo, el veterano Luis López Vázquez
suplicaba la concesión de «[…] la Medalla de sufrimientos pensionada con la
pensión que pueda corresponderme por las heridas recibidas en la Defensa de
la Patria», ya que padecía de paraplejia, incapacidad de controlar sus esfínteres
y úlceras por decúbito. Algo similar a lo que le sucedía al excombatiente y
jornalero de profesión Gustavo Novo Ramilo, que no podía ejercer como tal
al tener una impotencia funcional en el brazo derecho consecuencia de varias
heridas sufridas en 193743. Los soldados veían diariamente casos como los de
Novo Ramilo o López Vázquez, cuya supervivencia y la de sus familias
quedaban condicionadas a la obtención de una pensión estatal, lo cual
42
También en Vincent (2006). Esa función tenía además un componente muy impor-
tante de vigilancia y represión en las comunidades locales. Véase Hernández Burgos
(2016b): 136.
43
Véase Archivo General Militar de Guadalajara, Fondos Regimiento Mérida n.º 35,
caja 2, documentos 12 y 37. Sobre los excombatientes discapacitados véase Wright
(2016).
generaba una ansiedad que les hacía especialmente receptivos a este tipo de
propaganda44. El miedo a quedar lisiado, la corrupción que imperaba en reta-
guardia —con funcionarios que se quedaban con parte del subsidio destinado
a las esposas de los combatientes, u oficiales del Ejército que malversaban el
salario de los soldados— 45, la represión o el simple desamparo de las familias
eran argumentos de peso para aceptar la oferta de un Estado en construcción
que, a cambio de la fidelidad del combatiente, no solo ofrecía protección, sino
además unas jugosas contrapartidas económicas y asistenciales. Quizá por
ello, afirmaciones como la que se incluía en una de las charlas patrióticas
impartidas a la 75 DI, «[…] el Estado vela, y; ay del que quiera ir en contra de
vosotros. El Estado no lo perdona», cobraban mayor relevancia, ofreciendo a
los soldados una vía, mediante la adhesión al régimen, a través de la cual
garantizar el bienestar de los suyos en retaguardia46.
44
Estas preocupaciones se reflejaban en las cartas que muchos españoles enviaban a
Franco. Véase Cazorla Sánchez (2014). La idea de la mayor eficiencia de estas contra-
partidas tangibles en Alcalde (2014): 212-213.
45
Dos casos en AGMAV, C. 1870, 22, febrero de 1938, y AGMAV, C. 2374, L. 145,
43, mayo de 1937.
46
Todas las referencias a las charlas impartidas a las unidades de la 75 DI provienen de
AGMAV, C. 1816, 13, febrero de 1939 y sin fecha.
47
Leira-Castiñeira (2018): 310.
48
AGMAV, C. 1211, 54, enero de 1937.
49
AGMAV, C. 1224, 14, noviembre de 1938. No obstante, este servicio de demanda de
libros parecía estar disponible desde hacía un tiempo, según AGMAV, C. 1897, 19,
marzo de 1938.
50
AGMAV, C. 1865, 5, enero de 1939, p. 27.
51
AGMAV, C. 1865, 5, enero de 1939, p. 7.
52
AGMAV, C. 1602, 30, enero de 1938.
53
Archivo General de Palacio, Fondo Jefatura del Estado, Casa Civil de S. E. el Jefe del
Estado, Caja 20, Legajo 149, agosto de 1936. Rodrigo (2013): 31-44. Leira-Casti-
ñeira (2018): 134 y 309.
54
Núñez de Prado y Clavell (1989): 211-222. Esa idea de camaradería basada en la
pertenencia al Ejército en Kühne (2017): 147-148. El caso de Teruel en Alegre Lorenz
(2018a): 280-281.
55
AGMAV, C. 1594, 10, enero de 1939.
56
Seidman y Ferrandis Garrayo (1997): 46.
57
AGMAV, C. 1201, 14, septiembre de 1938.
58
Por ejemplo, en los cursos de sargentos provisionales, con varias vías de acceso en
función del nivel de estudios de los candidatos. Véase AGMAV, C. 1549, 58, agosto
de 1937.
puramente intelectual deberá regularse tanto más hacia abajo, cuando más
grande sea el conjunto de la masa humana que ha de abarcarse»59.
Este mismo enfoque se aplicó en retaguardia a diferentes iniciativas impul-
sadas por las jefaturas provinciales de FET y de las JONS para la elaboración de
folletos propagandísticos sobre el ideario falangista y los beneficios de la legisla-
ción creada por la dictadura. En una carta enviada en diciembre de 1938, Jorge
Claramunt, jefe provincial en Vizcaya, solicitaba autorización para uno de estos
pasquines: «Se trata de hacer llegar a las masas de nuestra provincia, de un modo
simple y directo, con los postulados renovadores y las realidades de lo ya legislado,
el sentido que informa nuestra revolución nacional»60. Enfoque «simple y directo»
que compartía una iniciativa similar puesta en marcha en mayo de 1938 por la
jefatura de Santa Cruz de Tenerife. La idea era editar un pequeño libreto con
textos doctrinales de los principales dirigentes del Movimiento, como José Antonio
Primo de Rivera, Onésimo Redondo o el propio Franco, al que «[…] se le quiere
dar un carácter popular, recogiendo en él solamente lo que se halle al alcance de
las gentes», incrementando así su capacidad de alcance61.
Por tanto, no se pretendía, ni de hecho se podía, convertir a la población
en individuos conscientes de lo que eran el fascismo o la contrarrevolución, sino
que el objetivo era que adaptasen dicha ideología a su cotidianidad mediante la
satisfacción de sus necesidades materiales. Esto permite plantear la idea del
control social desde otra perspectiva. La socialización puramente ideológica y la
represión no bastaban para sostener la dictadura, siendo imprescindible atender
a las demandas de los españoles corrientes mediante un paquete de medidas que
les sedujese y les atrajese: la oferta del nuevo Estado. Esa incapacidad de imponer
su voluntad de forma aproblemática permite cuestionar la noción de la natura-
leza todopoderosa del Estado, teniendo que «negociar» las condiciones de incor-
poración de grandes capas sociales a su proyecto. De ahí que se hiciese tanto
hincapié en ofrecer más que en convencer, y en ofrecer de un modo simple,
directo y perfectamente comprensible para todos.
Volviendo al frente, la prensa también colaboró en atraer a los comba-
tientes a la dictadura. De hecho, se trataba de un mecanismo propagandístico
en sí mismo, con unos contenidos controlados mediante la aplicación de
una estrecha censura62. Así, se consiguieron colonizar esos espacios de ocio
59
AGMAV, C. 1865, 5, enero de 1939, pp. 2-3. La cursiva en el original
60
Archivo General de la Administración (AGA), C. 21/00041, 59, documento 101, 3
de diciembre de 1938.
61
AGA, C. 21/00041, 59, documento 121, 27 de mayo de 1938.
62
Sobre la prensa como instrumento de propaganda véanse González Calleja y Limón
Nevado (1988) y Langa Nuño (2001).
63
AGMAV, C. 2374, L. 146, 1, septiembre de 1938.
64
AGMAV, C. 1396, 5, diciembre de 1936. También en Matthews (2012): 73. Otra
petición de distribución de prensa en AGMAV, C. 2328, L. 54, 33, diciembre de
1936.
65
AGMAV, C. 1901, 5, marzo de 1937. Matthews (2012): 74.
66
Akela (1977): 131, y Martín Vigil (1977): 128. En la línea de Martín Vigil véase
Centro Documental de la Memoria Histórica, Carpeta F814, «Declaración del
evadido del campo rebelde (Juan Padrón Hernández)», folio 40.
67
En este sentido, la existencia, a la altura de abril de 1938, de unos cien periódicos
editados al mismo tiempo en la zona rebelde contribuía a diversificar los esfuerzos.
Véase AGA, C. 21/00041, 59, documento 12, abril de 1938.
68
AGMAV, C. 1220, 36, julio de 1937.
69
AGMAV, C. 1622, 2, octubre de 1938.
70
Id. No obstante, algunos combatientes rechazaban el contenido publicado por la
prensa, calificándolo de «desinformación». Véase Leira-Castiñeira (2018): 300.
71
Sobre la censura de prensa véase Núñez de Prado y Clavell (1992): 252-258.
72
AGMAV, C. 2319, L. 38, 50, febrero de 1937.
V. CONCLUSIÓN
73
Por ejemplo, un acuerdo del Comité Sindical del Papel y Cartón recomendaba,
debido a la escasez de papel, denegar las autorizaciones a nuevas publicaciones si estas
no contribuían al «[…] encauzamiento de la opinión pública». Véase AGA, C.
21/00041, 59, documento 12, abril de 1938.
74
AGMAV, C. 2539, L. 323, 22, diciembre de 1938
75
La circular en AGMAV, C. 2538, L. 322, 28, agosto de 1937.
76
Alcalde (2014): 349-351.
77
Leira-Castiñeira y Domínguez-Almansa (2018).
78
Hernández Burgos (2016b): 131.
79
Esto se evidencia en la importancia que se le concedía a la socialización ideológica en
el propio adiestramiento de los soldados, a pesar de durar como máximo unos insu-
ficientes treinta días. Véase AGMAV, 1550, 25, mayo de 1938. No en vano, la propa-
ganda, aun controlada por los militares en última instancia, debía siempre responder
a las directrices dadas por el Servicio Nacional de Propagnda «en cuanto afecta a su
carácter político-social». Véase AGMAV, C. 1568, 13, septiembre de 1938.
80
Esa idea de la guerra como escenario propiciatorio en Rodrigo (2009): 18-19.
81
Incluso empleando la propia institución como recompensa, como sugiere la preva-
lencia de familiares directos de heridos o mutilados de guerra en la admisión a cursos
de oficial y suboficial. Véase AGMAV, C. 1551, 21, diciembre de 1938, pp. 1 y 3.
82
Por ejemplo, Cabana (2011).
83
Rodríguez Barreira (2012).
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84
Alonso Ibarra (2017).
85
La sugerencia de Vincent (2006) de que la imposición de una masculinidad paterna-
lista (carlista) durante la posguerra comportaba la derrota del ideal masculino fascista
adolece de este mismo problema, al entender el énfasis en lo familiar y el hogar como
un factor de desmovilización, y por ende contrario a lo que teóricamente represen-
taría el fascismo, sin considerar el contexto construido en España después de abril de
1939: el de un fascismo que había sido capaz de trascender su propio horizonte bélico.
Una crítica a esta idea de Vincent en Alegre Lorenz (2018b): 224. La configuración
del discurso bélico y revolucionario por parte de Falange en posguerra en Gallego
(2014): 729-733.
86
Esa insatisfacción de expectativas en Lanero (2010) o Rodríguez Barreira (2014).
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