Delimitación Conceptual de Psicología Clínica y Salud

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MAESTRIA EN PSICOLOGÍA
Facultad De Ciencias Sociales Y Humanas
Universidad de Antioquia
2012

Grupo de Psicología Dinámica

Presentación

El mérito de este documento es su amplia revisión sobre las diferentes líneas temáticas que permiten la conceptualización de Clínica y
salud en el campo de la psicología. Ha servido como punto de partida para el debate teórico y metodológico de esta línea de
investigación del Grupo de Investigación de Psicología Dinámica.

Delimitación Conceptual De Psicología Clínica1

1 Definición de Psicología Clínica y Psicología de la Salud

1.1 Definición de Psicología Clínica

En la historia de la Psicología Clínica –que ha sido escasamente estudiada hasta


hace pocos años-, Ávila-Espada (1992) distingue cuatro períodos principales: el
período inicial (comprendido desde 1896 hasta el período entre las dos guerras
mundiales), el período de consolidación (desde el período entre ambas guerras
mundiales hasta la formulación del modelo de Boulder), el período de expansión
(los años cincuenta) y, el período de crisis y reformulación de modelos (desde
principios de los sesenta hasta la actualidad).

Fieles a este esquema, se afirma que la Psicología Clínica surgió hacia finales del
siglo XIX, a partir de los métodos de experimentación en el laboratorio, del interés
por las diferencias individuales y de las consideraciones filosóficas de la lógica y
de la ética (Dana, 1966). La Clínica Psicológica establecida por L. Witmer en la
Universidad de Pennsylvania (1896) viene sirviendo de fecha inicial fundacional de
la Psicología Clínica en cuanto Ciencia y Profesión y siendo él, el padre de la
misma. (Reisman, 1981). En 1906 comenzó la publicación del Journal of Abnormal
and Social Psychology, lo que puede considerarse como un hito en la
formalización de los intereses de lo que es hoy la Psicología Clínica. Un año más
tarde, la clínica de Witmer se amplía y se inicia en ella la publicación de la primera
revista que recoge trabajos científicos de Psicología Clínica, The Psychological
Journal que aparece hasta 1935. El eco de las propuestas de Witmer fue
extraordinario, principalmente a través de lo publicado en la Revista y así en 1914
hay ya funcionando al menos 19 clínicas en los Estados Unidos (Ávila-Espada,
1
Fernández Molina, María Noemí, (2005). Delimitación Conceptual De Psicología Clínica. Tesis Doctoral.
Universidad Complutense de Madrid.
2

1992). Pocos años después, en 1917, se creó la American Association of Clinical


Psychologist (Reisman, 1991). Según la encuesta de Cuca (1975) el 36% de los
miembros de esta organización se dedicaban fundamentalmente a la Psicología
Clínica, lo cual manifiesta el creciente interés por esta disciplina. Desde su
aparición como tal, pero muy especialmente en los últimos cincuenta años, ha ido
teniendo que responder a las apremiantes demandas sociales, afrontando los
nuevos problemas para los que no se encontraba preparada, al mismo tiempo que
trataba de asimilar múltiples interacciones con otras profesiones.

Si tenemos en cuenta que dicho campo está cambiando de forma muy rápida en
los últimos años, se hace difícil una caracterización unitaria de sus métodos,
principios básicos, objetivos y problemas profesionales como ponen también de
manifiesto Kanfer y Phillips (1979), Phares (1992) y Marzillier y Hall (1997).

Bernstein y Nietzel (1980) y García Vega (1989) recogen la dificultad que existe
para definir la Psicología Clínica, pues “se trata de una disciplina que ha crecido
tanto, y en tantas direcciones, que cualquier intento por describirla puede resultar
demasiado vago o demasiado estrecho, y además rápidamente sería rebasado”.
Además, esta dificultad definicional, ha dado lugar a cierta confusión e incluso ha
hecho pensar a los psicólogos clínicos si la enorme expansión de sus límites no
haría que quedaran obsoletas las nociones clásicas respecto a esta disciplina
(Nietzel, Bernstein y Milich, 1991).

En el empeño de definir la Psicología Clínica, los diversos autores, tienden a


hacerlo, definiendo al psicólogo clínico y sus funciones. Estas características se
abordarán en los siguientes apartados, por lo que a continuación nos centraremos
en las definiciones y características de la disciplina que nos ocupa.

1.1.1 La cuestión de la definición

Se han agrupado las definiciones en tres bloques, según los conceptos en los que
se basan. Estos bloques son: a) definiciones basadas en el concepto integral de
salud y el método científico; b) definiciones que atienden al aspecto idiográfico, c)
definiciones basadas en el enfoque clínico.

a) Definiciones basadas en el concepto integral de salud y el método


científico.

Existen una serie de definiciones que atienden a un concepto integral de salud, al


tiempo que hacen hincapié en diversos puntos, como según Echeburúa (1993):
que los módulos teóricos o procedimientos de cambio propuestos, deben ser
resultado de leyes de la psicología sólidamente establecidas; y que el
cumplimiento de los objetivos de la Psicología Clínica debe atenerse a los
requisitos exigidos por la metodología científica el estudio, la evaluación, el
tratamiento psicológico, la observación clínica y la investigación científica. Estas
definiciones (que se presentan en el siguiente cuadro) proceden de Ávila Espada
(1989), Buela-Casal, y Carrobles (1996) y del Colegio Oficial de Psicólogos en dos
3

momentos distintos, el primero en 1990 en el Documento Base para la formación


posgraduada de psicólogos especialistas en Psicología Clínica a través de un
sistema P.I.R. (Psicólogo Interno Residente); y el segundo en 1998.

Tabla 1.
� Bellack y Hersen, (1985) “ es una rama aplicada de la psicología científica, que tiene por objetivo, a través de las leyes derivadas de
ésta, comprender, evaluar, y tratar los trastornos del comportamiento y promover, en última instancia, un mayor grado de bienestar”.

� Ávila Espada (1989): “es una disciplina de la Psicología que se ocupa del desarrollo y aplicación de teorías, métodos y técnicas
específicas – a partir de los desarrollos de la Psicología Básica- a los individuos, grupos o colectivos que padecen trastornos o alteraciones
que se manifiestan en el nivel psíquico o psicomático, con la finalidad de explicarlos científicamente e intervenir de forma práctica en la
prevención, evaluación y/o diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y asesoramiento respecto de tales alteraciones o trastornos. Para
abordar su objeto, la Psicología Clínica utiliza un concepto integral de salud, abarcando sus niveles de expresión biológico, psicológico y
social, asimismo elabora sus teorías, métodos y técnicas y dirige sus acciones mediante una consideración interdisciplinar de las acciones
de salud”.

� Buela-Casal y Carrobles (1996): “Área de la Psicología en la que se aplican técnicas de evaluación y modificación de conducta para la
investigación, evaluación, tratamiento y prevención de trastornos psicopatológicos”.

� Colegio Oficial de Psicólogos (1990a): “La Psicología Clínica es una


especialidad de la Psicología que se ocupa de la conducta humana y los
fenómenos psicológicos y relacionales de la vertiente salud-enfermedad del
campo de la salud en los diversos aspectos de estudio, explicación, promoción,
prevención, evaluación, tratamiento psicológico y rehabilitación, entendiendo la
salud en su acepción integral (biopsicosocial), todo ello fruto de la observación
clínica y de la investigación científica, cubriendo los distintos niveles de estudio e
intervención: individual, de pareja, familiar, grupal, comunitaria y esto en relación
al nivel especializado de los servicios de salud mental.

� Colegio Oficial de Psicólogos (1998b): “La Psicología Clínica y de la Salud es, la


disciplina o el campo de especialización de la Psicología que aplica los principios,
las técnicas y los conocimientos científicos desarrollados por ésta para evaluar,
diagnosticar, explicar, tratar, modificar y prevenir las anomalías o los trastornos
mentales o cualquier otro comportamiento relevante para los procesos de la salud
y enfermedad, en los distintos y variados contextos en que éstos puedan tener
lugar.

b) Definiciones que atienden al aspecto idiográfico.

Otras definiciones, destacan el aspecto idiográfico de esta disciplina como son, las
expuestas por los algunos autores. Watson, a principios de los años cincuenta la
define del siguiente modo: “Es la aplicación de los principios y técnicas de la
Psicología a los problemas del individuo. El cuerpo de doctrina que se maneja en
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esta especialidad proviene de la Psicología, la teoría de la personalidad, la


Psiquiatría, el Psicoanálisis y la Antropología”. Shakow, entrando en los setenta
dice al respecto que: “Se dedica a los problemas de adaptación psicológica del
individuo, determinando y evaluando sus posibilidades de adaptación psicológica,
estudiando y aplicando las técnicas psicológicas apropiadas para mejorarla”;
Rotter agrega en 1971, que: “Es la aplicación de los principios de la Psicología a la
situación psicológica del individuo, para una mejor adaptación a la realidad”;
Goldenberg en 1973 la define con las siguientes palabras: “Rama de la Psicología
que investiga y aplica los principios de la Psicología a la situación única y
exclusiva del paciente, para reducir sus tensiones y ayudarlo a funcionar en forma
eficaz y con mayor sentido”. En opinión de Korchin (1976): “La Psicología Clínica
se preocupa por entender y mejorar la conducta humana. Su aspecto clínico
consiste en mejorar la situación de las personas que se encuentran en problemas,
utilizando para ello los conocimientos y las técnicas más avanzadas, procurando
al mismo tiempo mediante la investigación, mejorar las técnicas y ampliar los
conocimientos para lograr mayor eficiencia en el futuro”; otro autor, Peinado
(1978) la define así: “Es una forma de psicología individual y como tal, su objeto es
conocer, no la vida psíquica en general (sus principios, leyes y fenómenos en lo
que estos tienen de manifestación común a grupos más o menos grandes de
individuos); sino la peculiaridades de la evolución y comportamiento individuales”;
y en el Grand Dictionnaire de la Psychologie Larousse (1999) encontramos la
siguiente definición: “Es una rama de la Psicología, que tiene como objetivo la
investigación en profundidad de las características de la persona considerada
como una singularidad”.

c) Definiciones basadas en el enfoque clínico.

El siguiente grupo de definiciones destacan la actitud clínica de esta disciplina.


Éstas vienen de autores como Korchin (1976): “La característica fundamental de la
Psicología Clínica es lo que se ha denominado “la actitud crítica o el enfoque
clínico”; Bernstein y Nietzel (1980): “Los psicólogos clínicos combinan el
conocimiento generado por la investigación clínica y de otro tipo, con los propios
esfuerzos a la hora de evaluar a una persona particular para poder entenderla y
ayudarla”; y Pelechano et al. (1996): “Es precisamente la actitud clínica, la que
caracteriza a la Psicología Clínica, la preocupación por ayudar a aquellos que
tienen problemas”.
Estos mismos autores Bernstein y Nietzel dos años más tarde, hablan de nuevo
sobre la “actitud clínica” o también llamada “percepción clínica”, destacando
precisamente este aspecto como el que le distingue de las otras ramas de la
Psicología, y definiendo este término como, la orientación exclusiva que tiene el
psicólogo de cambiar los conocimientos generados por la investigación clínica y de
otro tipo, con los esfuerzos que hace para evaluar a una persona particular para
poder entenderla y ayudarla.

En Psicología, la actitud clínica coloca a los psicólogos clínicos en una categoría


diferente de todos los demás psicólogos, incluyendo a aquellos que estudian la
naturaleza y las causas de los problemas psicológicos (por ejemplo los
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psicopatólogos experimentales). Del mismo modo los autores señalan que es


precisamente este aspecto el que distingue a la Psicología Clínica de la otras
profesiones orientadas a ayudar a las personas como los/as psiquiatras, las/os
trabajadoras/es sociales y otros profesionales de la asistencia que ayudan a
quienes tienen problemas psicológicos pero no se dedican a investigar o a evaluar
sistemáticamente las conductas equivocadas o las condiciones presentes en los
casos que intentan ayudar. Se dedican más concretamente a dar el tratamiento
necesario.

Una perspectiva distinta a las anteriores, se observa en la definición de Pedinielli


(1996), quien expresa que bajo el término “Psicología Clínica” se encuentran
varios sentidos distintos, la psicología clínica presenta la particularidad de ser, a la
vez, una actividad práctica y un conjunto de conocimientos; dualidad que tiene
consecuencias.
Contrariamente a otras disciplinas, no consiste ni en la estricta aplicación de una
teoría a una actividad práctica, ni en la edificación de un conjunto de
conocimientos únicamente a partir de la experimentación o del razonamiento
hipotético-deductivo.

A pesar de la dificultad que se ponía al principio de manifiesto a la hora de definir


la Psicología Clínica, los autores (Bernstein y Nietzel, 1980, Nietzel et al., 1991),
defienden diversos puntos:

Tabla 2.

Características de la Psicología Clínica y los Psicólogos Clínicos

1) Que la Psicología Clínica es una especialidad dentro de la psicología. Ello


implica que los psicólogos clínicos están interesados en la conducta; pero a
diferencia de otros psicólogos, los clínicos estudian casi exclusivamente la
conducta humana.

2) Los psicólogos clínicos investigan la conducta humana e intentan aplicar en la


práctica esos conocimientos.

3) Los psicólogos clínicos evalúan o miden las capacidades y características de


los seres humanos.

4) Los psicólogos clínicos ayudan (aplican un tratamiento) a las personas que


tienen problemas psicológicos.

5) Una característica fundamental de la Psicología Clínica es lo que se ha


denominado la actitud clínica o el enfoque clínico (Korchin, 1976). Esto es “que los
psicólogos clínicos combinan el conocimiento generado por la investigación clínica
y de otro tipo con los propios esfuerzos a la hora de evaluar a una persona
particular para poder entenderla y ayudarla”.
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6) En estrecha relación con la característica anterior, los psicólogos clínicos


aprecian y, a veces, participan en estudios nomotéticos, pero su interés
fundamental se centra en el nivel idiográfico. Les preocupa entender cómo se
plasman los principios y leyes generales en la vida y en los problemas de una
persona concreta.

De todas las características anteriores, el aspecto fundamental que caracteriza a


la Psicología Clínica es precisamente la actitud clínica, la preocupación por ayudar
a aquellos que tienen problemas. Por tanto, al psicólogo clínico le interesará
aprender acerca de la conducta (y, básicamente, acerca de la conducta
problemática), pero, a diferencia de otros profesionales, él intentará hacer algo al
respecto. Es esta combinación de investigación, evaluación, e intervención
dirigidas a comprender la conducta y el malestar humanos desde una perspectiva
individual, dentro de una disciplina única, lo que constituye la esencia fundamental
de la Psicología Clínica (Bernstein y Nietzel, 1980; Nietzel et al., 1991)
Tras analizar las distintas definiciones, observando los conceptos en que
coinciden, se podrían resumir del siguiente modo: La Psicología Clínica es una
disciplina de la psicología, que investiga y aplica los principios de ésta a la
situación única y exclusiva del paciente con problemas (sea de adaptación o de
otro tipo y tenga la edad que tenga), para intervenir en la prevención, evaluación
y/o diagnóstico y tratamiento, rehabilitación y asesoramiento respecto a sus
alteraciones, trastornos o problemas psicológicos, derivados por tanto de la
interacción entre una situación y un individuo en función de sus peculiares rasgos
de constitución o temperamento, su personalidad, sus experiencias o aprendizajes
previos, o sus pretensiones, expectativas o motivos. Todo ello bajo una actitud
clínica, que la diferencia del resto de las profesiones de asistencia a quienes
tienen problemas psicológicos.

Así pues, se podría adelantar que la Psicología Clínica se refiere a problemas


psicopatológicos relativos a la adaptación del individuo al mundo, y la Psicología
de la Salud considera las modalidades de adaptamiento del individuo a las
cuestiones específicamente referidas a la Salud (como la promoción y prevención
entre otras). La cuestión de la definición de la Psicología de la Salud, se plantea a
continuación.

1.2 Definición de Psicología de la Salud

La Psicología de la Salud, es un término que se viene utilizando desde finales de


la década de los años setenta para referirse a la actividad de la psicología, como
disciplina científica y profesión, en el área de la salud (Reig, 1989).

Antes de caminar hacia una definición de Psicología de la Salud, resulta


conveniente concretar qué es la salud, para lo que se recoge una de las primeras
definiciones, la realizada por la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) en la
Declaración de Alma Ata en 1978: “La salud, que es un estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no meramente la ausencia de enfermedad, es
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un derecho humano fundamental, y el logro del nivel más alto posible de salud es
una meta social de la máxima importancia a nivel mundial, requiriendo para su
realización la actuación no sólo del sector sanitario sino de otros muchos sectores
sociales y económicos”. No obstante, a esta definición se la ha criticado la
consideración de la salud como un “estado”, o que suponga siempre bienestar o
ausencia de enfermedad, pareciéndose más a una definición de felicidad que de
salud (Reig, 1989), o el hecho de ser una formulación de buenos y utópicos
deseos, más que la adopción de criterios que se ordenen a explicar qué es la
salud, pretendiendo más que definir la salud, promocionarla (Polaino-Lorente,
1987).

En Psicología, como ciencia viva y joven, podemos observar cómo la mayoría de


sus especialidades y subdisciplinas, incluso las más tradicionales, se ven
envueltas en periódicas y siempre latentes sobre la delimitación de la porción
concreta del objeto de estudio que les corresponde, así como sobre la precisión
conceptual con que se emplean sus descriptores esenciales. La Psicología de la
Salud, como una de las más jóvenes especialidades de la Psicología, no sólo no
está carente de tales polémicas, sino que las está sufriendo especialmente en lo
que se refiere a la delimitación de sus fronteras con el resto de especialidades de
la Psicología y subdisciplinas mixtas (Pelechano, 1996a). Por ejemplo, resulta
difícil, hoy y en este país, distinguir entre Psicología Clínica y Psicología de la
Salud, como demuestran, entre otros, lo intentos de delimitar estas disciplinas,
bien con base en los planteamientos teóricos, los objetivos específicos y las
estrategias de investigación y de intervención propios de las mismas (Santacreu,
1991), bien desde la problemática de ocupación de un campo profesional propio
entre disciplinas muy relacionadas (Pérez Alvarez, 1991).

Por ello se presenta este apartado, tras el referido a la definición de Psicología


Clínica, para poder así aclarar en lo posible, los campos conceptuales en los que
se ubican cada una de ellas.

La psicología ha evolucionado y crecido significativamente en los últimos años


Bloom (1988). Los nuevos enfoques desarrollados, suponen un gran avance para
la compresión de la conducta normal y/o patológica. Por lo que una nueva manera
de entender la Salud ha hecho que los psicólogos clínicos extiendan su
intervención a nuevos campos tales como, el tratamiento de las enfermedades
físicas y más concretamente en el caso de los enfermos crónicos (Buendía,
1999a).

El nuevo ámbito de la Psicología Clínica y de la Salud integra, por su parte, dos


campos de especialización separados, previamente existentes: la Psicología
Clínica y la Psicología de la Salud, dedicadas específicamente, una, a los
trastornos considerados clásicamente clínicos o mentales y la otra a los
fenómenos y problemas psicológicos en su relación con los problemas médicos o
de salud en general. Todo ello, de acuerdo con la visión holística e integradora
actualmente mantenida tanto sobre la salud como sobre la enfermedad como un
todo integrado biológico, psicológico y social. (Colegio Oficial de Psicólogos,
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1998). Ávila-Espada (1989), recoge la definición formulada por la O.M.S. y


aceptada en prácticamente todos los ámbitos: “La Psicología de la Salud, teniendo
en cuenta como base una perspectiva biopsicosocial del individuo humano, se
nutre de los conocimientos, métodos de investigación y técnicas de evaluación e
intervención de la psicología científica y apoyándose y potenciando los recursos
comunitarios, los aplica a la prevención y tratamiento de la enfermedad, así como
la promoción y el mantenimiento”.

Una de las definiciones importantes sobre la Psicología de la salud proviene de


Matarazzo (1982): “Conjunto de contribuciones educativas, científicas y
profesionales de la disciplina de psicología a la promoción y mantenimiento de la
salud, la prevención y tratamiento de la enfermedad, la identificación de los
correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad y las disfunciones
relacionadas y al análisis y mejora del sistema sanitario y formación de política
sanitaria”. Otra definición importante, esta vez, procedente de la División de
Psicología de la Salud de la APA: “La Psicología de la Salud es el conjunto de las
contribuciones educacionales, científicas y profesionales de la psicología para la
promoción y mantenimiento de la salud. La prevención es el tratamiento de la
enfermedad, para la identificación de la etiología y los correlatos diagnósticos de la
salud, la enfermedad y las disfunciones relacionadas, y para el análisis y mejora
del sistema de cuidado y de formación de la salud”. Otros autores definen esta
disciplina del siguiente modo: Marks (1995) explica que es: “La aplicación de esta
disciplina como la aplicación de la salud, los problemas de la salud, y cuidado de
la salud para la promoción, mantenimiento y restauración de la misma”, Taylor
(1995) la define del siguiente modo: “Campo de la Psicología dedicado al
conocimiento de las influencias psicológicas, en cómo la gente permanece sana,
por qué enferman y cómo responden cuando están enfermeos” Hasta ahora todas
estas definiciones destacan aspectos comunes son: la promoción y mantenimiento
de la salud y, la prevención y tratamiento de la enfermedad.

Carrobles (1993) ha definido esta disciplina del siguiente modo: “Campo de


especialización de la Psicología que centra su interés en el ámbito de los
problemas de salud, especialmente físicos u orgánicos, con la principal función de
prevenir la ocurrencia de los mismos o de tratar o rehabilitar éstos en caso de que
tengan lugar, utilizando para ello la metodología, los principios, y los
conocimientos de la actual Psicología científica, sobre la base de que la conducta
constituye, junto con las causas biológicas y sociales, los principales
determinantes tanto de la salud como de la mayor parte de las enfermedades y
problemas humanos de salud existentes en la actualidad”. Simón (1993) concluye
que este campo es la: “Confluencia de las contribuciones específicas de las
diversas parcelas del saber psicológico (psicología clínica, psicología básica,
psicología social, psicobiología) tanto a la promoción y mantenimiento de la salud
como a la prevención y tratamiento de la enfermedad”.

Aunque no exista un acuerdo generalizado acerca de la definición de salud,


resulta evidente la necesidad de un concepto normalizado que sea ampliamente
reconocido y aceptado (Gómez López y Rabanaque, 2001). Así se presenta el
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resumen que hace Godoy (1999) de las definiciones de Psicología de la Salud


expuestas hasta ahora: “la Psicología de la Salud es el conjunto de contribuciones
científicas y profesionales (investigación, evaluación, intervención, formación y
gestión) de la psicología, relativas a la promoción y acrecentamiento de la salud y
a la prevención, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad, así como al análisis
y mejora del sistema sanitario y de las políticas de salud, consistentes en la
investigación de la importancia de los factores comportamentales en la
preservación de la salud (y generación, mantenimiento o eliminación de la
enfermedad) y la elaboración y aplicación de programas destinados al control o
modificación de los mismos”.

Según lo visto hasta ahora sobre el concepto de Psicología de la Salud, se puede


decir que se caracteriza fundamentalmente por: 1) dirigir su área de actuación
tanto al individuo como al conjunto de instituciones y fuerzas que están
relacionadas con la salud, esto es, a los niveles intraindividuales y sociales de la
salud (Stone, 1983), 2) primar los aspectos de promoción de la salud y prevención
de la enfermedad, 3) potenciar la investigación destinada a conocer cómo
contribuyen a la salud los factores comportamentales y a la elaboración de
estrategias adecuadas para su evaluación y control o modificación, y 4) analizar y
mejorar las políticas de salud y el sistema de atención a la salud (Godoy, 1991,
1993).

Aunque de momento, la Psicología de la Salud no disponga de teorías y métodos


específicos para su campo de actuación, se basa en teorías y métodos de muchas
disciplinas psicológicas básicas y delimita un área de práctica profesional. De este
modo, cualquier actividad de la Psicología relativa a cualquier aspecto de la salud,
la enfermedad, el sistema sanitario o la formación de política sanitaria, se
considera dentro del campo de la Psicología de la Salud (Resumen ponencias II
Congreso del COP, 1990).

La división de Psicología de la Salud de la Asociación Americana de Psicología


(APA), ha establecido diez objetivos prioritarios para la Psicología de la Salud
(Buela Casal y Carrobles, 1996), que parece oportuno traer a colación, éstos son:
1º) comprender y evaluar la interacción existente entre el estado de bienestar
físico y los diferentes factores biológicos, psicológicos y sociales; 2º) entender
cómo las teorías, los principios y los métodos de investigación psicológica pueden
aplicarse para potenciar los enfoques biomédicos en la promoción de la salud y el
tratamiento de la enfermedad; 3º) comprender la naturaleza de la respuesta de
estrés y su importancia en la etiología y el proceso de adquisición de un gran
número de problemas de salud; 4º) entender cómo los métodos y técnicas
conductuales y cognitivas pueden ayudar a las personas a afrontar y controlar el
estrés; 5º) desarrollar las habilidades necesarias para diseñar y aplicar programas
cuyo objetivo sea el de crear o incrementar hábitos y estilos de vida personales de
salud; 6º) comprender las dificultades que experimentan los pacientes al decidir
buscar tratamiento para sus molestias y problemas; 7º) ser consciente del estado
y de las condiciones experimentadas por los pacientes en el ámbito hospitalario,
así como de los factores que afectan al adherencia a los tratamientos médicos y
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las fuentes de problemas en lo que a las relaciones médico-paciente se refiere; 8º)


entender las diferencias existentes entre los métodos psicológicos y médicos para
reducir el dolor y cómo se combinan éstos para mejorar la eficacia del
tratamiento; 9º) ser conscientes del impacto que la enfermedades incapacitantes y
terminales producen en los propios pacientes y sus familias; 10º) descubrir y
entender cómo las técnicas y los principios psicológicos pueden aplicarse para
ayudar a los pacientes a afrontar y tratar de controlar las enfermedades crónicas.
Una vez aclarados los objetivos de esta disciplina, falta por delimitar las cercanías
-relaciones e interacciones- y lejanías –diferenciación de competencias y
necesidades entre la Psicología de la Salud y la Psicología Clínica. Centrándonos
en ciertos hechos destacables en lo que respecta a ambas, se encuentran los
siguientes: a) el psicólogo de la salud no puede prescindir de la formación en
Psicología Clínica, pues si hemos de suponer -en el más tradicional de los casos-
que ésta tratase con la llamada “enfermedad mental” o “trastornos conductuales”,
esto es, con los problemas de salud y bienestar de índole “psicológico”, lo cierto es
que tal fenómeno está muy presente en el ámbito de actuación del psicólogo de la
salud en la forma de “consecuencias psicológicas de las enfermedades y procesos
de curación”; b) además, el psicólogo de la salud emplea todos y cada uno de los
procedimientos de intervención de la Psicología Clínica y, en realidad, cuenta con
bien pocos que le sean enteramente propios; c) Psicología de la Salud supone
nuevos contenidos que la Psicología Clínica no tiene por necesarios para el
desempeño de sus funciones habituales, y que obligan a cambios curriculares y a
una formación complementaria en áreas biomédicas, en la faceta social de la
salud y en organización sanitaria (Pérez Álvarez, 1991), a la vez que en
epidemiología y salud pública. Un psicólogo clínico necesitaría una extensa
formación adicional específica para cubrir con garantías la temática objeto de
estudio e intervención en Psicología de la Salud; d) empero, la Psicología de la
Salud no puede prescindir de los tres pilares básicos de la Psicología Clínica:
Psicodiagnóstico, Psicopatología y Técnicas de Tratamiento (Pelechano, 1996a).
Parece lícito sospechar que, si las profesiones y especialidades se ubican en
función de la diferente formación que requieren, la Psicología de la Salud
representa por todo ello, al menos una nueva especialidad muy unida a la
Psicología Clínica pero también va más allá de ella. Pelechano (1996a), añade
que la Psicología de la salud, puede ser, hoy por hoy, concebida como un
subcampo de trabajo y aplicación de la Psicología Clínica, y no como un campo de
trabajo interdisciplinar, pues su “hipotético” campo de actuación se solapa y
entremezcla con el que es propio de la Psicología Clínica. Esta idea viene a
corroborarla Fierro (1988), quien señala cómo la Psicología Clínica se ve
claramente desbordada por las nuevas concepciones y prácticas, apostando por la
denominación de Psicología de la Salud como mejor exponente del nuevo modo
de enfrentarse a la salud, como objeto de estudio desde una perspectiva individual
y comunitaria. Aunque también, en lo que podría ser una concesión a la fuerza de
la historia, continúa considerando apropiado mantener el nombre de Psicología
Clínica para rotular aquellas intervenciones cuyo objeto principal lo constituya el
individuo. Posturas similares reservando el marco de actuación a los trastornos del
comportamiento se encuentran en Santacreu (1991) y Pérez Álvarez (1991).
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2 Definición de Psicólogo Clínico

En muchos casos los autores, antes de caracterizar la Psicología Clínica, han


atendido a lo que puede ser la praxis característica del psicólogo clínico. Por ello
en este apartado se aborda esta cuestión.

Las definiciones relativas al psicólogo clínico, se han clasificado en tres grupos:


las provenientes de opiniones individuales, de instituciones y de encuestas. Hay
que decir que no es frecuente encontrar definiciones como tal, sino que parece
haber una tendencia más dirigida a describir las tareas o funciones de éste, que
definirlo como tal.

No obstante, se presentan a continuación algunas de ellas. Entre las definiciones


individuales se encuentran la de Buendía, Coy y Esteban, (1984a): “El psicólogo
clínico es el profesional responsable de establecer pautas de investigación para
detectar los niveles de morbilidad psíquica y los factores que originan los
trastornos mentales. El psicólogo es, fundamentalmente un profesional de la
investigación aplicada y sus estudios del medio social deberán llevar a la denuncia
de los aspectos insanos y a unos programas de actuación capaces de transformar
la realidad social mediante la intervención directa en la familia, en el barrio, en el
trabajo, en las instituciones en general”.

Del segundo grupo, rescatamos la definición del Colegio Oficial de Psicólogos


(COP, 1998): “el Psicólogo Clínico y de la Salud es el psicólogo que aplica el
conocimiento y las habilidades, las técnicas y los instrumentos proporcionados por
la Psicología y ciencias afines a las anomalías, los trastornos y a cualquier otro
comportamiento humano relevante para la salud y enfermedad, con la finalidad de
evaluar, diagnosticar, explicar, tratar, modificar o prevenir éstos en los distintos
contextos en que los mismos puedan manifestarse”. Se trata de una visión
típicamente aplicada e intervencionista del psicólogo clínico.

Tiene interés en este contexto, el trabajo realizado hace unos años llevado a cabo
por Ferrezuelo (1985) que presenta, cómo los psicólogos clínicos españoles se
definen a sí mismos, marcando d así las preferencias en nuestra comunidad
profesional. En la encuesta se incluían 8 definiciones del psicólogo clínico y se
pedía a los encuestados que precisaran con cuál de ellas se identificaban más
plenamente. El porcentaje de psicólogos clínicos que han elegido cada una de
ellas como la más acertada se muestra a continuación. Esta encuesta había sido
elaborada a partir de una minuciosa revisión bibliográfica y documental sobre el
tema. Las definiciones se presentan en forma de tabla junto con la característica
fundamental que destaca:
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Tabla 3
Definición Característica que destaca

1. Profesional de la Psicología que ayuda a establecer una categoría


diagnóstica para clasificar al paciente como perteneciente a una categoría
específica de problemas psicológicos. Su rol de diagnosticador

2. Investigador científico básico, especialista en investigación psicológica


altamente entrenado, que aplica el conocimiento empírico y las teorías del
comportamiento normal a la evaluación, comprensión y cambio de patrones
anormales del comportamiento, rol que únicamente puede desempeñar el
psicólogo clínico. Investigación, junto con evaluación y cambio conductual.

3. Profesional de la Psicología que estudia el psiquismo, las conductas y las


formas de relacionarse de los individuos, procediendo a la prevención,
diagnóstico, rehabilitación y tratamiento de las alteraciones de la personalidad
existentes en la infancia, en el adulto o en la vejez, en sus aspectos individuales,
en su adaptación al medio socio-familiar y laboral, así como a la profilaxis y
desarrollo de la salud mental en la comunidad humana. Diagnóstico, prevención y
tratamiento del individuo en distintos momentos de la vida.

4. Profesional de la Psicología que utiliza una serie de contactos directos con el


individuo, básicamente la orientación psicológica y la psicoterapia, que tienen
como fin ofrecerle una ayuda para cambiar sus actitudes y su conducta. Cambio
actitudinal

5. Profesional de la Psicología que observa al paciente en acción y selecciona,


administra e interpreta pruebas psicológicas para diagnosticar los desórdenes y
utiliza diversas técnicas psicológicas (terapia y psicoterapias) con el fin de mejorar
la adaptación del individuo. Evaluación y tratamiento

6. Profesional especializado en Psicología que utiliza los principios, métodos y


conocimientos de esta ciencia en la investigación fundamental y en la
investigación aplicada de los problemas concernientes a las conductas humanas y
en la resolución de estos problemas en los campos individual, familiar,
sociolaboral o comunitario. Investigación y resolución de problemas en tres
campos.

7. Profesional de la Psicología que se dedica al estudio, investigación y


compresión de la estructura psíquica de los individuos, estableciendo el
psicodiagnóstico y el tratamiento de los aspectos psicopatológicos de los mismos
en todas las dimensiones, individual, familiar, sociolaboral y comunitaria. También
puede investigar y planificar programas de profilaxis y desarrollo de la salud
mental. Investigación, diagnóstico y tratamiento en todas las dimensiones.
8. Profesional de la Psicología que se dedica a la investigación fundamental de los
patrones anormales de comportamiento, para evaluarlos y establecer programas
13

de cambio, utilizando los conocimientos teóricos y prácticos de la ciencia


psicológica, así como a la investigación de los problemas de comportamiento que
se presentan en personas psicológicamente normales con problemas corrientes,
problemas que pueden surgir en su vida diaria a nivel individual, familiar,
sociolaboral o comunitario y en todos los aspectos de los servicios sanitarios.
Investigación y tratamiento en personas con patrones de comportamiento anormal
y normal.

9. Otra definición
La definición número tres obtuvo el porcentaje mayor de respuesta (38,4 %),
siendo con la que mayoritariamente parecen identificarse los psicólogos clínicos.
Otra definición que obtuvo un alto porcentaje es la número siete (26 %), seguida a
gran distancia por la definición número ocho (11,2 %). Las restantes definiciones
fueron señaladas en porcentajes inferiores al 10%, oscilando desde un 8,8 %
(definición número seis, hasta un 2% (definición número cinco). Es de señalar que
la definición número uno, no obtuvo ninguna respuesta, y en la opción número
nueve hubo escasas aportaciones de definiciones originales. Con este resultado,
se puede concluir que los psicólogos se identifican sobre todo con las
características relativas a la: prevención, diagnóstico, rehabilitación y tratamiento
en las distintas etapas de la vida, teniendo en cuenta una perspectiva
biopsicosocial. Ello indica que, la mayoría está de acuerdo y se identifica con el
concepto que se difunde desde la institución oficial de los psicólogos, el COP,
lejos de las definiciones que sólo hacen hincapié en la administración de pruebas
(antigua imagen del psicólogo), o de aquellas en que el psicólogo cumple
únicamente un rol diagnosticador y clasificador.

Otra encuesta, llevada a cabo por Camarero y Ferrezuelo en 1988, se puede


concluir que las funciones principales del psicólogo clínico que consideran los
profesionales de la psicología: el tratamiento de los problemas psicológicos
(terapias y psicoterapias, 74,8%), y el diagnóstico clínico (67,2%), la proporción de
tiempo estimada, que los psicólogos dedican al tratamiento es más del doble que
el que se dedica a diagnóstico (47% frente al 21%) al menos en lo que a los
servicios clínicos públicos y concertados se refiere. En segundo lugar aparecen
una serie de funciones que fueron señaladas en porcentajes que oscilan entre un
30% y un 20%; éstas son: tratamiento de problemas psicosomáticos, evaluación,
tratamiento o rehabilitación de minusvalías psíquicas, tratamiento de problemas
sexuales, psicología comunitaria, psicoprofilaxis y reeducación de problemas de
aprendizaje. Un tercer grupo lo constituyen una serie de funciones que obtuvieron
una respuesta bastante menor, oscilando entre un 20% y un 10%; éstas son:
orientación y consejo, psicología experimental, estimulación precoz,
psicomotricidad, e investigación. La categoría menos señalada fue la terapia
ocupacional, que sólo fue considerada función del psicólogo clínico por un 6,4%
de los psicólogos.

Esto nos lleva a profundizar en las funciones que realiza el psicólogo clínico.
14

Éstas han ido evolucionando de un modo muy irregular. Hasta la primera mitad del
siglo XX, la psicología clínica no disponía de técnicas de comprobada utilidad,
alternativas a los modelos imperantes. Sin embargo, los tests psicológicos y su
eficacia ya contaban con cierta valoración, lo cual puede explicar la adopción de
diagnosticador, seguido por muchos psicólogos clínicos, sobre todo si atendemos
a la inseguridad profesional que experimentaban otros campos de la misma
psicología clínica.

Las diversas opiniones existentes, sobre cuáles deben ser las funciones del
psicólogo clínico, se obtienen a través de cuatro vías distintas. En primer lugar se
hace referencia a la Conferencia celebrada en Boulder (1949), en segundo lugar,
de autores independientes, tras esta, estudios empíricos, y por último la recogida
por distintas instituciones.

La llamada “Conferencia de Boulder” (Raimy, 1950) fue el primer encuentro


nacional celebrado en los Estados Unidos, en el que se trataba de unificar la
formación doctoral en psicología, a pesar que existían programas de este tipo
desde sesenta años antes. En el contexto de esta conferencia -que duró dos
semanas-, intentaba crear un marco de trabajo para un gran experimento
educacional. Se examinaron los métodos de formación en psicología, se valoraron
las futuras necesidades para los servicios de psicología y se recomendó un
modelo que ofreciera una unificación para la formación de los psicólogos clínicos.
Los departamentos de psicología académica habían disfrutado ya de más de
sesenta años de desarrollo independiente, y se trataba en ese momento de
encontrar un consenso. De esta conferencia nació el llamado
“científicoprofesional” (Benjamin y Baker, 2000).

En esta conferencia se habló sobre la preparación que se debe dar a los que
quieren convertirse en el futuro en psicólogos clínicos competentes y cuáles serían
las cualidades o características recomendables poseer para ser buenos
profesionales. En base a éstas últimas, se recomendaba una personalidad
razonablemente bien adaptada y atractiva que incluyera las siguientes cualidades:
1) capacidad intelectual superior y decisión, 2) originalidad, ingenio y versatilidad,
3) curiosidad sana insaciable junto con autoaprendizaje, 4) interés en las personas
como individuos más que como material para manipular, teniendo en cuenta la
integridad de las personas, 5) intuición/comprensión como características propias
de la personalidad, junto con sentido del humor, 6) sensibilidad ante las
complejidades y motivación, 7) Tolerancia y humildad, 8) habilidad para adoptar
una actitud terapéutica, y para establecer relaciones cálidas y efectivas con los
otros, 9) diligencia, hábitos de trabajo metódicos, y capacidad para tolerar la
presión, 10) aceptación de responsabilidades, 11) discreción/diplomacia y
cooperatividad, 12) integridad, autocontrol y estabilidad, 13) sentido discriminatorio
de valores éticos, 14) buen nivel cultural y, 15) profundo interés en la psicología,
especialmente en los aspectos clínicos.

Respecto a la preparación que deben tener los psicólogos clínicos, se tiene en


cuenta tres áreas principales: el diagnóstico, la terapia y la investigación. Se parte
15

de la base de que hay que ampliar la formación básica, para más tarde dar la
especializada, pues las personas que están especializadas desde el principio en
un campo, no pueden funcionar adecuadamente. El programa de estudios de
formación debe estar orientado a proporcionar al estudiante una amplia base
científica y cultural para los posteriores estudios de especialización. Estos cursos
deberían ayudar al estudiante a lograr un primer contacto con la estructura y
dinámica del comportamiento humano, comprensión del desarrollo biológico y
social del individuo, y una relación preliminar con los principales métodos y de
recogida y evaluación de datos. Las materias que se recomiendan incluir en un
programa básico de formación de estudiantes son: psicología, ciencias biológicas
y físicas, matemáticas y estadística, educación, ciencias sociales, historia de la
cultura, psicología a través de la literatura, e idiomas. Posteriormente, el programa
de formación de licenciados en psicología, debería incluir sobre todo seis áreas
principales: psicología general, dinámica del comportamiento humano, disciplinas
relacionadas, métodos de diagnóstico, terapia y métodos de investigación.

Las conclusiones obtenidas en esta conferencia de Boulder, tuvieron importantes


repercusiones sobre los programas de estudio, destacando la trascendencia del
vínculo actividad profesional-investigación, durante casi treinta años (aunque tanto
el concepto de profesional como el de investigador científico han evolucionado y
ya no son los de entonces). Así cincuenta años después de la celebración de esta
conferencia, conmemorando los cincuenta años de esta reunión se publicaba al
respecto un número completo de la revista American Psychologist [2000, Vol. 55,
núm. 2].

La filosofía que queda plasmada en Boulder, había sido expresada previamente


en 1947 por la A.P.A. en relación a la formulación de los programas de formación
y entrenamiento de los psicólogos clínicos, en la siguiente definición: “El psicólogo
clínico debe ser primero y ante todo un psicólogo en el sentido de que debe tener
un punto de vista y un cuerpo de conocimientos iguales a los de todos los
psicólogos. Esto supone un conocimiento básico y fundamental de la teoría
psicológica, de la investigación y de los métodos sobre los que se puedan
construir después un entrenamiento sólido y todas las relaciones interdisciplinares.
La formación debe ser muy amplia; debe orientarse hacia la investigación y hacia
metas profesionales. Los candidatos deberán recibir entrenamiento en tres
campos distintos: diagnóstico, investigación y terapia, insistiendo a través de todas
estas funciones en las aportaciones especiales del psicólogo como investigador”.

Más tarde Ávila-Espada (1992a) escribía que el modelo de Boulder para la


formación de los Psicólogos Clínicos había entrado en clara crisis. La Conferencia
de Ávila de 1973, desarrolló el concepto de un profesional clínico diferente del
profesional científico, al tiempo que, los desarrollos humanistas han potenciado la
idea de un profesional comprometido con las necesidades sociales en oposición a
los criterios estrictamente académicos a la hora de diseñar los objetivos de la
formación.
16

La segunda vía que comentábamos, autores independientes, se obtiene de


diversos autores que hacer referencia a cuáles son o deben ser las funciones de
los psicólogos clínicos. Por ejemplo Dana (1966) señala: psicodiagnóstico,
psicoterapia e investigación. Mensh (1971) destaca las funciones de
psicodiagnóstico y evaluación como propias de éstos. El Dictionary of
Occupational Titles (1989), recoge como funciones de este profesional las
siguientes: diagnóstico, evaluación, tratamiento, formación, investigación y
consejo. Gil Muñoz (1972) escribía: “Las tres áreas de actuación de los psicólogos
clínicos son: el psicólogo como investigador, como docente y como profesional”

Bernstein y Nietzel (1980) y Nietzel et al. (1991) escriben que “Son tareas del
psicólogo clínico las siguientes: evaluación, tratamiento, investigación, enseñanza,
consultoría, administración y organización”. Buendía (1999a) coincide con otros al
concretar las funciones en: evaluación, investigación, tratamiento, prevención, y
enseñanza.

De esta exposición, se puede concluir que las características vinculadas a las


tareas del psicólogo clínico en las que más coinciden los distintos autores son:
evaluación, diagnóstico, tratamiento, investigación, enseñanza y consultoría,
aunque el peso puesto en cada una de estas funciones difiere según autores. En
resumen, las funciones más señaladas en los resultados de los estudios empíricos
son: el diagnóstico, la evaluación y el tratamiento.

La tercera vía procede de instituciones como el Colegio Oficial de Psicólogos


(C.O.P.), y de la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.).

El Colegio Oficial de Psicólogos (1998b), publica un artículo enumerando y


explicando detalladamente cuáles son las funciones que desempeña el psicólogo
clínico, estas son: evaluación, diagnóstico, tratamiento e intervención, consejo,
asesoría, consulta y enlace, prevención y promoción de la salud, investigación,
enseñanza y supervisión, dirección, administración y gestión. Puesto que todas
ellas son descritas detallada y explícitamente por el COP [ver Papeles del
Psicólogo, nº 69, 4-23]. En 1973, la OMS constituyó un Grupo de Trabajo sobre el
papel del Psicólogo en los servicios de salud mental (OMS, 1973), entre cuyas
conclusiones de forma muy resumida, el informe hacía hincapié en la utilidad del
Psicólogo más allá de su tradicional manejo de instrumentos diagnósticos,
asumiendo funciones preventivas y asistenciales, educativas, investigadoras y de
evaluación (Laviana, 1998). Entre ambas instituciones, las funciones en que
muestran acuerdo son sobre todo cuatro: evaluación, tratamiento, prevención e
investigación. En conclusión, las funciones en las que se muestra mayor acuerdo
en los tres grupos clasificados son: evaluación, diagnóstico, tratamiento e
investigación.

Los términos psicodiagnóstico y evaluación, están íntimamente relacionados,


siendo, en ocasiones, protagonistas de no pocos debates, por lo que se procede a
explicar brevemente sus diferencias.
17

El término “Psicodiagnóstico” (Fernández Ballesteros, 1980) ve la luz en la


monografía de Rorschach (1921) y va tomando connotaciones de una orientación
médico-psiquiátrica, psicodinámica, como también de una aproximación empírica
aplicada, pretendiéndose en todo caso un acercamiento global al funcionamiento y
dinámica de la personalidad (Silva, 1985). Pelechano (1980/81) resume en las
siguientes notas las características del Psicodiagnóstico: a) término acuñado por
un médico (Rorschach) y de tradición médica y sustancialista, b) conocimiento
aplicado a arte, en principio falible y susceptible de ser enseñado, c) predominio
de lo cualitativo y de la experiencia personal, d) ajuste a un pronóstico o
predicción, e) se distingue de la intervención, en él predomina la observación y
registro, f) se refiere a lo patológico, a aspectos negativos, g) se trata de un
acercamiento individualizado: los síntomas pueden significar algo distinto para
cada persona.

Fueron apareciendo distintas críticas (sobre todo a finales de los 60) en torno al
aparato conceptual y metodológico del psicodiagnóstico, cuya raíz era médica y
psicodinámica, por lo que aparecen las primeras propuestas sistematizadas que
abogan por una aproximación conductual a la evaluación, centrada en el estudio
minucioso del comportamiento del sujeto en una situación a través de la
descripción y explicación de las relaciones funcionales observadas (Ávila-Espada,
1992). Una de las primeras definiciones, es la de Maloney y Ward (1976) del
siguiente modo “es un proceso de resolución de problemas (respuesta a
preguntas) en el cual los tests psicológicos son utilizados a menudo como uno de
los métodos de recolección de datos relevantes”.

Años más tarde, Forns (1993), explican que “el objeto de la evaluación psicológica
es el estudio, análisis y valoración de las características de un sujeto, de sus
formas de acción, reacción e interacción con los demás y con la realidad, y de sus
procesos de cambio”. En el ámbito aplicado de la evaluación psicológica, el
análisis de la conducta entendida como producto o resultado debe realizarse en
paralelo al análisis de los procesos, en la medida que nos aportan versiones
complementarias de un mismo hecho.

Asimismo, se está reconsiderando la complejidad del actuar humano y se da gran


importancia al análisis de la globalidad de la conducta y de su interacción con la
realidad. Rechazar esta perspectiva equivaldría a parcializar nuestro objeto de
estudio y a retroceder conceptualmente en cuanto a medida se refiere.

Aunque como ya se ha explicado, la generalidad del concepto de diagnóstico haya


decrecido, tal término sigue teniendo aplicabilidad cuando el objetivo de
evaluación es el diagnóstico psicológico; es decir, el de establecer la clasificación
del sujeto en estudio con fines clínicos (Fernández-Ballesteros, 1998a), A modo de
síntesis, se presentan las diferencias entre psicodiagnóstico y evaluación
señaladas por Carpintero (2002): a) el psicodiagnóstico apunta al conocimiento de
cierto “qué”; la evaluación, a la estimación de “cómo” y “cuánto”; b) el
psicodiagnóstico apunta a un saber sobre ciertos “estados de un sujeto”- o
diferencias individuales-; la evaluación, al saber sobre las variaciones de procesos
18

y los cambios que en las mismas se detectan -o diferencias contextuales o


situacionales- (Silva, 1978, 1993); c) En suma, el diagnóstico apunta, en fin, a
cierta “mente” que puede hallarse en distintos modos o estados; mientras que la
evaluación subraya ante todo los aspectos objetivos, observables,
comportamentales de los fenómenos estudiados por el psicólogo.

Ávila-Espada (1989) escribía que, la profesión de psicólogo clínico se sitúa junto a


las profesiones de ayuda, las que facilitan los cuidados de salud y las que
intervienen en la salud mental, definible como trabajadores y/o profesionales de la
salud, y más especializadamente de la salud mental. Tras esta exposición se
observa que este campo ha crecido desde entonces, asumiendo más funciones, y
por tanto convirtiéndose en un profesional más completo con un amplio campo
donde trabajar. Esto mismo puede concluirse de lo escrito por Buckle y David
(1971), donde explican que la tarea del psicólogo clínico es la de tratar de
comprender las razones que impulsan a los individuos a obrar como lo hacen, a
prever cuál será su comportamiento y, en ciertos casos, encontrar el medio de
influenciar y modificar.

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