Cafe PDF
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1. Generalidades
2. café genéticamente modificado
3. cultivo de café en México
4. café en El Soconusco
1. Generalidades
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reproductivo de la planta. Por ejemplo, en el Laboratorio de Biotecnología del Centro
Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE, Costa Rica) que cuenta con
el primer criobanco mundial de semillas de Coffea arabic a, se maneja la transferencia de
genes con el bombardeo de partículas sobre la base de eficientes sistemas de
regeneración celular.
1.2) disminuir el contenido de cafeína de los granos para reducir los costos de
elaboración de café descafeinado y mantener el sabor al no tener que procesar los
granos. El mercado del café descafeinado está creciendo. Uno de los métodos para
producir café descafeinado extrae la cafeína con solventes lo que conduce a algunos
consumidores a preocupa rse por la posible presencia de residuos en el café que
consumen. Otros métodos son criticados porque causan la pérdida de los principales
compuestos aromáticos del café.
Investigadores brasileños han encontrado en Etiopía, centro de origen y
diversificación del café, una variedad de C. arabica “naturalmente descafeinada” y
piensan transferir la característica a variedades comerciales. Hay especies de
Madagascar que no contienen cafeína pero su pr opagación es problemática. La cafeína
tiene propiedades insecticidas y se ha asociado con la resistencia a plagas que afectan
las cerezas. Eliminar la cafeína podría incrementar las necesidades de plaguicidas y por
lo tanto los costos.
El rechazo al consumo de cafeína está asociado a sus efectos en la salud aunque
la información es frecuentemente contradictoria , aparentemente hay pocas evidencias de
riesgos para la salud y sí algunas de beneficios para los adultos que consumen
cantidades moderadas (3-4 tazas de café que aportan 300-400 mg/día de cafeína). Niños,
mujeres embarazadas y personas mayores pueden ser más vulnerables a los efectos
adversos de la cafeína. La cafeína se encuentra en forma natur al también en el té y es
utilizada para la elaboración de muchas bebidas de soda como las de cola y de bebidas
publicitadas como energetizantes.
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El Laboratorio de Biotecnología de IAPAR, Brasil, trabaja con plantas de Coffea
Canephora, especie utilizada para la producción de café instantáneo, para obtener
resistencia a un herbicida de espectro amplio, el Finale de la Bayer. Se espera reducir
así las labores de control de malezas.
La caficultura en México se practica a altitudes que van desde los 300 hasta casi
los 2000 metros sobre el nivel del mar en zonas que exhiben una gran variedad de
climas, suelo y tipos de vegetación. No obstante, la elevación más indicada para la
producción del café se sitúa entre los 600 y 1200 metros, justo en la franja de
transición o ecotono entre las regiones ecológicas tropical y templada .
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En México cabe distinguir
cinco sistemas de producción
según el nivel de
manipulación o manejo al cual
se expone el ecosistema
original.
(1) El sistema rusticano
tradicional o de montaña
simplemente sustituye las
plantas (tanto arbustivas como
herbáceas) que crecen en el
suelo del bosque tropical y/o
templado por arbustos de café.
Este sistema afecta
mínimamente el ecosistema
forestal original, pues
conserva la cubierta vegetal
original, bajo la cual se
implantan los cafetos.
(3) El sistema de policultura comercial sustituye los árboles del estrato superior del
bosque original por árboles de sombra que agregan nitrógeno al suelo o son útiles para
algunos fines comerciales. Además del café, se cultivan cítricos, plátano y otros cultivos
comerciales.
(4) El sistema de monocultura bajo sombra. Este sistema, a1 igual que el quinto tipo,
fue introducido en México hace dos veinticinco años. Se utilizan árboles leguminosas
(especies de Inga) para sombra de los cafetos ,; es una plantación monoespecífica bajo
una cubierta de copas igualmente especializada. En este sistema el uso de productos
agroquímicos es una práctica obligatoria y la producción va dirigida a la creación de
productos orientados exclusivamente hacia el mercado.
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uso de maquinaria y mano
de obra intensiva a lo
largo del ciclo anual.
Bajo este sistema se
alcanza el rendimiento
más alto por unidad de
superficie.
Se estima que en
México entre 60 y 70 por
ciento del café se produce
en agrobosques de
policultura tradicional y
comercial (Sistemas 1, 2 y
3), entre 20 y 30 por
ciento en el sistema de monocultura bajo sombra (Sistema 4) y un 10 por ciento al sol
(Sistema 5) .
Cada uno de los sistemas cafetaleros representa un esquema ecológico que afecta en
diferentes maneras e intensidades a procesos como el balance hidrológico, la calidad de
suelo, la cobertura forestal, el equilibrio de bióxido de carbono y desde luego la
diversidad biológica. Los agrobosques tradicionales de sombra con múltiples estratos
vegetales pueden garantizar la calidad del suelo (evitando la erosión), la conservación
del agua y el no uso de sustancias agroquímicas. Las zonas productoras de café
coinciden con muchas de las regiones poseedoras de la mayor riqueza biológica del
país. Un cafetal de sombra contiene una flora terrestre de 90 a 120 especies de plantas,
de las cuales entre 50 y 100 son hierbas y entre 20 y 60 son árboles. Se estima que la
flora epifita total alcanza una cifra tres veces mayor que el núm ero total de especies
arbóreas.
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promedio de especies de aves en los bosques de nubes (entre 100 y 110), los bosques
húmedos de pinos y robles (entre 80 y 100), los bosques de robles (60) y los bosques de
pinos (50). Es una avifauna antropogénica singular consistente en mezclas de elementos
tanto de tierras bajas como de tierras altas.
Problemas de la caficultura
La cosecha del ciclo 2004-2005 fue la más baja en los últimos treinta años; las
exportaciones fueron las menores de los últimos 34 años y el consumo interno es igual
al de mediados de los 70. El gobierno actual quiere eliminar el 90% de los caficultores
por ineficientes. Según la Confederación Nacional de Organizaciones Cafetaleras
(CNOC), la creciente pérdida en la competitividad de la caficultora se debe a la
creciente importación por las empresas torrefactoras de cafés de baja calidad, a la
excesiva mezcla de granos de diferentes grados de maduración y alturas y al uso de
cafés dañados o de menor calidad los cuales se mezclan con azúcar y productos
solubles; además de la falta de apoyos fiscales a los productores para que tengan sus
propios beneficios y mejoren sus plantaciones.
Los productores de café de los países en desarrollo han sufrido no solamente de
los bajos precios sino también de la distribución desigual de la riqueza generada por el
comercio de café. En 1997 las ventas de café alcanzaron 43,000 millones de dólares, los
países productores recibieron menos de la tercera parte de los ingresos, la mayoría parte
fue a parar a las cuentas bancarias de las compañías transnacionales que controlan el
comercio y procesamiento del grano como Philip Morris y Nestlé o de las grandes
cadenas de cafeterías como Tesco y Starbucks.
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Dentro del sector cafetalero campesino, quienes están sobreviviendo a la crisis son los
productores organizados en empresas asociativas capaces de acopiar y beneficiar
cantidades grandes del aromático y colocarlo en nichos del mercado que pagan
sobreprecios. La especialidad vocacional de un país con fuerte presencia de huerteros
indígenas que cultivan bajo sombra y con nulo empleo de agroquímicos, es el café
habitualmente conocido como orgánico, y el café cooperativo y de comercialización
directa que se distribuye a través de las redes del llamado Comercio Justo.
La Specialty Coffee Association of America –la más importante
agremiación de su género en el mundo- clasifica los cafés especiales en: cafés
amigables con el medio ambiente, de comercio justo, orgánicos, de origen (país, región
o finca) y exóticos. Este tipo de grano, porque resulta más costoso en su producción por
el uso intensivo de mano de obra, tiene una prima en los mercados internacionales.
En México el sector que produce café orgánico es el más extenso y dinámico,
este manejo es practicado por alrededor de 12 mil pequeños productores sobre unas 15
mil hectáreas, donde se cosechan cerca de 150 mil sacos de sesenta kilogramos de café
verde, que han hecho de México el mayor productor mundial de la especialidad. El café
orgánico reemplaza los fungicidas y los insecticidas por formas de control de las plagas
frecuentemente manuales y los fertilizantes por abono orgánico elaborado incluso de la
misma pulpa de café. Los máximos compra dores de este grano están en Holanda, Suiza,
Alemania y Bélgica; las ventas a Estados Unidos son comparativamente menores
aunque aumentan rápidamente. El sobreprecio del café orgánico es de entre 30 y 50
dólares sobre el del convencional en la Bolsa.
Con unos 70 mil puntos de venta, principalmente en Europa, el Comercio Justo
distribuye plátano, cacao, miel, te, artesanías y sobre todo café. El grano aromático
recibe un precio mínimo de 121 dólares las cien libras, calculado para ser remunerador
del esfuerzo campesino, y que aplica cuando las cotizaciones del mercado están por
debajo de esa cantidad. A esto se agrega un premio social de 5 dólares, lo que resulta en
una cotización extraordinaria de 126 dólares, que puede llegar a 141 si se trata de grano
orgá nico. Esto, cuando en los últimos años en la Bolsa se han venido pagando alrededor
de 50 dólares las cien libras.
Para que un grupo de productores pueda ingresar a estos medios de distribución
de sus productos, estos deben estar certificados y por lo tanto cumplir varios requisitos:
ser pequeños productores organizados democráticamente y de países en vías de
desarrollo; que se pague a los productores un precio mínimo que cubra los costos de
producción y una tasa de ganancia; también que sea entregado a los productores un
premio social en efectivo, destinado a proyectos colectivos de desarrollo comunitario,
así como un premio ecológico por productos con certificación orgánica
4. Café en El Soconusco
Antes de la invasión cafetalera, el Soconusco no era muy distinto del resto de Chiapas.
La particularidad que había marcado históricamente su destino económico había sido la
producción de cacao. Conquistados y sometidos por los Aztecas, los Mames, llegados a
El Soconusco desde las montañas de Guatemala en el siglo VII, fueron obligados a
tributar este fruto. A partir de la conquista de América, la aristocracia europea descubre
el chocolate y la región del Soconusco tiene el "privilegio" de depender directamente de
la Corona, sin Repartimientos ni Encomiendas, a cambio de seguir tributando cacao:
Después de la Independencia, el Soconusco mantiene su especialización y el cacao, una
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de sus principales producciones, es el mejor y más estimado en América y Europa,
donde el uso del chocolate va extendiéndose mucho.
A principios de los setenta (1870) surgen nuevas plantaciones, sin embargo, el cultivo
no se entiende. La generalización de la caficultura sólo era posible si se disponía de
capitales capaces de soportar 4 años de inversiones sin rendimiento, y si se desarrollaba
una infraestructura adecuada para realizar las exportaciones; condiciones, ambas, que no
podían ser generadas por los raquíticos y rutinarios "capitales" locales y que tampoco
podían ser creadas por otros agentes, mientras no lo permitieran las condiciones
políticas regionales y no lo propiciara la coyuntura económica internacional.
El proceso de creación de estas premisas se prolongará aun por más de dos déca das,
durante las cuales la cafic ultura local no logrará su despegue definitivo, y el resultado
final será un enclave neocolonial dominado por el capital germánico. La etapa en que la
caficultura del Soconusco adquiere su configuración definitiva está presidida por la
irrupción del gran capital transnacional y no sólo por la presenc ia de los finqueros
alemanes. Las casas comerciales germánicas y sus plantaciones dominan el negocio del
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café; mientras que los grandes capitales norteamericanos derivan hacia la producción de
resinas, y se apropian de las planicies costeras idóneas para la plantación de hulares,
abandonando las faldas montañosas a los finqueros alemanes.
El café del Soconusco salía de las plantaciones por estrechas veredas en dirección a
Tapachula, y era transportado a lomo de mula por arrieros michoacanos que habían
llegado a la región atráidos por el boom cafetalero. En este primer trecho las recuas
empleaban de 2 a 6 días. Parte del grano llegaba en "oro" a la ciudad fronteriza, pues las
fincas grandes tenían sistemas completos de beneficio; otra parte era procesada en
beneficios de esta población.
Una parte del café exportado a los Estados Unidos llegaba directa mente a California,
otra parte y el que se destinaba a los mercados europeos, desembocaba en Panamá
donde era trasladado a la costa del Atlántico, para de ahí conducirlo a Inglaterra,
Alemania o la costa oriental de los Estados Unidos. Pese a los problemas de transporte,
la exportación de café llegó a ser tan importante que los raquíticos puertos obtenían
ingresos aduanales iguales y aun superiores a los de los grandes puntos de la
exportación como Ciudad Juárez o Coatzacoalcos.En la última década del siglo XIX el
problema de transporte llega a ser tan grave que una parte creciente del café producido
en el Soconusco comienza a ser embarcado por puert os guatemaltecos a donde llegaba n
con mayor facilidad los grandes buques alemanes y norteamericanos; con lo que,
además, los finqueros evadían los altos impuestos a la exportación.
Al resolver el problema fronterizo, poner las tierras en manos de las deslindadoras, crear
vías de comunicación y propiciar el enganchamiento de fuerza de trabajo forzada, la
política porfirísta creó las premisas internas de la expansión cafetalera chiapaneca. Pero
estas ventajosas condiciones sólo fueron aprovechadas por el capital extranjero, y de
hecho a él estaban dirigidas. Ciertamente, El Soconusco se transformó en un
impresionante emporio agrícola, con inversiones cercanas a los 10 millones de pesos,
pero a costa de que la región deviniera un enclave neocolonial del que fluían enormes
riquezas hacia las metrópolis extranjeras.
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La expansión definitiva del emporio cafetalero chiapaneco tendrá que esperar hasta la
llegada del ferrocarril a principios del siglo XX. De 1901 a 1908 se termina, por tramos,
el ferrocarril Panamericano, procedente del Istmo. Este ferrocarril, de vía ancha, conecta
toda la región costera de Chiapas con el sistema nacional. Con su llegada se desata de
nuevo la fiebre de plantaciones y una segunda oleada de cafetales inunda El Soconusco.
no sólo en las laderas bajas se expanden las plantaciones, la reducción de los costos de
transporte hace rentables las plantaciones en zonas de gran altitud, y los cafetales
comienzan a escalar la montaña; finalmente el impulso rebasa las cumbres mayores de
vla Sierra Madre y las plantaciones se derraman por la vertiente del Grijalva, que
compensa un clima menos favorable con una mano de obra más barata.
En estas condiciones, los campesinos de tierras frías y templadas, que sólo obtenían una
cosecha al año y con bajos rendimientos, necesitaban completar con otros ingresos su
producción por cuente propia, y además disponían de más de seis meses sin ocupación
productiva alguna. Así pues, los campesinos del espolón montañoso que va de
Motozintla a Chicomuselo, los de la zona de San Cristóbal, los Tojolabales de Comitán,
etc., eran los proveedores naturales de brazos para las pizcas de café de Soconusco.
Una finca de dimensiones medias que dispusiera de 150 a 200 has. de cafetal, no
proporcionaba empleo permanente para más de 50 familias acasilladas; pero para las
limpias, requerían 30 ó 40 trabajadores más, y durante la cosecha hacían falta alrededor
de 200 traba jadores adicionales. Dicho de otra manera, del total de personas que
participaban en labores cafetaleras sólo una quinta parte eran empleados
permanentemente, mientras que alrededor del 80% eran trabajadores estacionales que
sólo permanecían en El Soconusco dos o tres meses en la temporada de cosecha, entre
agosto y enero.
Los trabajadores eventuales, ocho o nueve de cada diez, eran justamente llamados
"mozos de sierra" por que se les reclutaba en las tierras altas y montañosas. Estos
trabajadores constituían el grueso de la fuerza de trabajo, su oportuna entrada en acción
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era decisiva para maximizar la cantidad y calidad de la cosecha y su pago representaba
el principal costo de producción del café. Para el finquero estos trabajadores eran más
importantes que el pequeño grupo de permanentes, pero los mecanismos para
controlarlos y garantizar su presencia oportuna eran de mayor complejidad.
El finquero necesitaba una cantidad precisa de gente durante una temporada muy
definida, pues un número de personas insuficiente, un retraso en su llegada o una
suspensión de las labores, podía dar al traste con la cosecha o por lo menos disminuir
sustancialmente la cantidad y calidad del producto. Por su parte el campesino pobre
necesitaba un cierto ingreso salarial que sólo podía obtener en las pizcas, pero nada lo
obliga a bajar espontáneamente en el momento oportuno y sobre todo no tenía por qué
prolongar voluntariamente su labor después de haber obtenido el ingreso indispensable
Así pues, los "mozos de la sierra" tenían que ser "enganchados", llevados a las fincas en
el momento oportuno y retenidos en ellas durante toda la cosecha. Para esto cada
cafetalero necesitaba mantener en las zonas altas a un "habilitador" y dos o tres
ayudantes, encargados de reclutar a los trabajadores eventuales, conducirlos de ida y
vuelta a la zona de labor y eventualmente, ocuparse de la captura de los desertores;
aunque en esta última función contaban con la ayuda de las autoridades y la fuerza
pública.
Inicialmente los salarios se pagaban cada día pero a principios del siglo comenzó a
generalizarse el pago quincenal, y hasta mensual, muy probablemente para reducir el
riesgo de deserción. Por lo demás, la mayor parte de este dinero se quedaba en la finca,
pues el trabajador tenía que adquirir sus alimentos en la "tienda de raya". Prácticamente
todos los mozos de una finca: acasillados o eventuales, estaban endeudados. El
trabajador pedía sistemáticamente dinero adelantado al contratarse, porque antes de salir
a las pizcas necesitaba dejar recursos a su familia y no podía esperar a recibir el salario
por el trabajo realizado; y pedía también dinero al terminar su trabajo, porque los
salarios recibidos durante su labor había sido consumidos por los gastos de subsistencia
y el pago de la deuda contraída en el enganche y necesitaba regresar a su comunidad
con recursos para sufragar los gastos monetarios de su economía doméstica. Sin estos
préstamos, antes y después de su desempeño laboral, el trabajo asalariado no hubiera
sido una opción racional desde la perspectiva de la economía doméstica de los indígenas
con parcelas de infrasubsistencia, pues de nada servía una inversión de trabajo que no
representara un pequeño remanente monetario neto. Si el salario no se hubiera
completado con préstamos, ninguna labor de "enganche", por coactiva que fuera,
hubiera garantizado la presencia de trabajadores en las fincas.
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