Importancia de La Fiesta de Los Muertos, Contiuación de La Vida en La Cosmovisión Andina (Bolpress)

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Importancia de la fiesta de los muertos

La muerte, continuación de la vida en la


cosmovisión andina
Manuel Alfonso Rojas Boyán *

Cuando el invasor europeo llegó al Kollasuyo, parte alta del continente Abya
Yala sobre 2.800 m.s.n.m., al que caprichosamente la administración
colonial denominó América [1], se estremeció de espanto al observar que
para los pueblos originarios la muerte no era el fin de la existencia, sino que
se constituía en una forma de continuar la vida.

Los usos y costumbres que han sobrevivido el oprobioso periodo colonial nos transportan a
espacios que los colonizadores y sus descendientes dieron por destruidos pero que han
sobrevivido al ignominioso periodo colonial. Para los pueblos indios del continente y de
manera especial para los pueblos del Tawantinsuyo, la tradición oral se ha constituido en
madre de la historia.

La historia oficial, poco confiable y nada objetiva, se desmorona día que pasa, dejando un
amplio espacio y campo a la historia que llega mediante los elementos que proporcionan los
vestigios arqueológicos y la tradición oral, que para muchos investigadores constituye un
baluarte en el estudio y comprensión de los fenómenos que emergen de la oscuridad a la
que pretendieron reducir los foráneos llegados de allende los mares.

Los pueblos a los que se les pretendió arrojar a espacios oscuros sometiéndolos a la política
de destrucción de sus valores ancestrales y a los que se les impuso la aceptación de una
historia inventada o basada en la mentira, conservan en sus esquemas de usos y costumbres,
expresiones vinculadas a un pensamiento filosófico que pervive y que da origen a un
sinnúmero de hechos que se registran periódicamente y que están vinculados, muchas
veces, sin una explicación lógica, al diario vivir de las sociedades tanto urbanas como
agrarias de los pueblos indígenas del continente.

En el moderno Estado Plurinacional Bolivia, el fenómeno que hemos enunciado da origen a


festividades y acontecimientos que, como también ya se ha mencionado, en muchos casos,
no ofrecen una explicación que llegue a satisfacer los requerimientos y las demandas del
academicismo pro occidental.

La religión cristiana Católica, ha sido, sin duda alguna, la complementación más nefasta de
la opresión invasora y avasalladora del vergonzoso periodo colonial. Haciendo uso de
elementos propios tales como la hierografías [2] o descripción de elementos sagrados, la
iglesia oficial pretendió explicar, de manera burda e incoherente, los fenómenos que se
registran en concretos y determinados periodos del calendario agrícola de los pueblos
indígena originarios, poco conocido, y por tanto, poco comprendido, por el mundo
occidental.

Lamentablemente las explicaciones, tanto religiosas como academicistas, no aportan en


nada al esclarecimiento de los fenómenos y el porqué de su existencia, toda vez que el
objetivo principal de las fuentes bajo las que sustentan su acción, han sido los bases para la
pretensión de imponer políticas de sustitución de valores y falsificación de la historia.

Empero, la presencia viva de los fenómenos que se repiten todos los años y que como lo
hemos descrito antes forman parte del diario vivir, no solo de las sociedades indígenas
originarias residentes en las zonas agrarias, sino que, con fuerza también se cumplen en los
sectores urbanos que, en el caso concreto de Bolivia, provienen y están compuesto, en una
gran mayoría, por poblaciones con claras raíces originarias y son por tanto colectividades
mestizas.

La presencia de la fenomenología registrada y los factores que se derivan de esos factores


impulsan la necesidad de estudiar la presencia activa de estos acontecimientos y
constituyen un reto que amerita y demanda investigaciones serias y profundas.

A objeto de adelantar la posibilidad de estudio, análisis e investigación de los hechos


enunciados, la pretensión del presente trabajo es de proponer el análisis de uno de los
fenómenos más transcendentales del mundo andino. La celebración de la festividad del día
de los muertos, una manera de aportar a la propuesta investigativa.

Fiesta de los muertos

El calendario agrícola marcó en el pasado milenario de los pueblos Qollas y sigue


haciéndolo en las zonas rurales que reflejan las costumbres propias en la vida ciudadana del
moderno Estado Plurinacional Boliviano. Todas las ciudades que pertenecen al espacio
físico del altiplano andino, así como de los valles mesotérmicos que bordean el inmenso
plató, observan con gran efectividad la fecha destinada a la siembra de los productos
agrícolas que se inicia a finales del mes de octubre.

La religión católica ha impuesto el nombre de un santo, San Andrés, para intentar confundir
a los campesinos, pretendiendo mover la fecha ritual celebrado en el santoral católico el día
30 de Noviembre, para identificar el periodo en el que el poblador andino inicia la cíclica
época de la siembra a la que concede trascendencia vital.

Es importante vincular la actividad agrícola como la más importante de la vida social de


todo el conjunto de ciudades y regiones bolivianas, debido a que productos agrícolas como
la papa, quinua y otros, son la base de la alimentación cotidiana de toda la población, sin
excepción de ningún sector.

El ser humano andino inicia, pese a las imposiciones religiosas católicas, los dos primeros
días del mes de noviembre para realizar la ritualidad que rememora una de las actividades
más importantes de su vida, invocando a las fuerzas tutelares que lo protegen. El inicio de
la actividad de la siembra, se constituye, por ende, en una de las festividades, sino la más
importante, para los pueblos andinos.

La espiritualidad es el fundamento de sus más destacados valores es, además, el nervio


motor de su existencia. El pensamiento filosófico que sustenta la fortaleza de los pueblos
indígena originarios está constituido por diversos factores, especialmente por la
cosmovisión por una espiritualidad muy arraigada pero también, su existencia está
ampliamente marcada por un factor que solo podría ser comprendido si se lo analiza, con
ayuda de la concepción de un término, acuñado por el academicismo contemporáneo, la
cosmovisión de los pueblos indígenas originarios es holística. [3]

Las ciudades de toda la que fuera la República de Bolivia, no solamente las que están
vinculadas al Altiplano, en la actualidad el conjunto de los nueve departamentos del nuevo
Estado Plurinacional, celebran la festividad de Todos Santos instituida en el calendario de
solemnidades como día feriado nacional. El hecho que se constituya en una
conmemoración que amerita un feriado es explicado por la religión Católica bajo un
argumento poco congruente, la conmemoración a Todos los Santos o en algunos casos
también día de Los Santos Difuntos.

La descripción misma de ese criterio no alcanza a explicar la trascendencia particular y


familiar que se manifiesta en el origen andino del acontecimiento.

La Fiesta de los muertos: Importancia de la festividad para los pueblos originarios y


para las poblaciones urbanas en el Estado Plurinacional de Bolivia

¿Cuál es la característica original y el cimiento de una festividad que no obedece a la


simple descripción de “celebración” que puede ofrecer una generalidad imprecisa, como la
que pretendió imponer la religión Católica con la coerción a la conmemoración de un día de
remembranza a “Todos los Santos”.

Empero, surge una interrogante: ¿Por qué la festividad registra actividades conmemorativas
paralelas, pero no similares ni afines a la religión colonialista, donde, la tradición urbana y
rural boliviana conmemora a los familiares fallecidos próximos o pertenecientes al región,
ofreciéndoles dones como alimentos y bebidas, visitando los cementerios y ofreciendo
música, baile y hasta comida en los cementerios, concretamente, en los lugares donde están
ubicadas las sepulcros de sus familiares, remarcando de manera muy especial, las tumbas
de personas fallecidas en un espacio de tiempo no mayor a tres años?

Con la presentación y descripción de uno de los monumentos más emblemáticos del


pensamiento andino indígena originario, esperamos identificar aspectos fundamentales de
la base filosófica de la concepción de vida después de la muerte.

En el recorrido que se puede realizar a lo largo y ancho del altiplano andino, los
monumentos que, en alguna medida, aún permanecen en pie, son denominados Chullpas o
Chullpares; empero, hay una confusión relacionada a la descripción que se tiene de estos
sitios, hay lugares del Altiplano Andino donde se los denomina también Pucaras.
Muchos de estos monumentos han desaparecido como producto de la constante agresividad
de los colonizadores y sus descendientes. Las Chullpas o Chullpares tienen una
característica casi general, son construcciones de aproximadamente 3 a 4 metros de altura
por 3 metros de diámetro. La forma más conocida de estos edificios es la cilíndrica cónica o
construcción de tipo circular cónico, aunque también hay Chullpas o Chullpares de forma
angular cuadrada y hasta rectangular.

Las Chullpas o Chullpares están ubicadas, generalmente, en las partes altas y no muy
próximas a las poblaciones. Este hecho proporciona ya ciertos índices de la profunda
espiritualidad indígena originaria de los andes, puesto que en la cosmovisión andina las
fuerzas protectoras o tutelares habitan las partes altas de las montañas.

Paralelamente al hecho de denotar la presencia de Chullpas o Chullpares, hay sitios


ceremoniales a los que los originarios denominan Apachetas, espacios donde también se
erigen monumentos conocidos como lugares sagrados o W’akas y donde el cristianismo
católico se ha dedicado a la tarea de plantar cruces, capillas y hasta templos.

Estos lugares son, por lo general, pasos de nivel hacia otras regiones o pisos ecológicos o
simplemente alturas considerables en las cuales, siguiendo tradiciones antiguas, los
originarios suelen llegar con mucho respeto y antes de continuar viaje, solicitan permiso
para pasar, para alcanzar la gracia de un buen viaje o éxito en las tareas.

Los nativos realizan, por lo general, una ceremonia consistente en ofrecer dones entre los
que se destacan, las hojas de coca, algunos sahúman con hiervas, tales como, la K’hoa,
(Senecio mathewsii) y las mujeres suelen dejar los cabellos que quedan prendidos a los
peines durante el aseo personal matutino, celosamente guardados y ofrecidos a sus manes
protectores al tiempo de realizar viajes.

Tanto hombres como mujeres dejan también los pedazos de uñas recortadas y realizando la
ceremonia denominada Ch’alla, consistente en esparcir líquidos fermentados, la tradición
oral nos relata que, esta ceremonia se cumplía preferentemente con la Ch’alla de K’usa,
bebida obtenida por el fermento de quinua, conocido también como Chicha de quinua.

En la actualidad, se derrama alcohol de 90 grados en el suelo, de esta manera el viajero


solicita permiso para transitar por el lugar a las fuerzas tutelares que son los Achachilas o
manes varones y Taykas, manes o madres mayores. No es inusual que en las inmediaciones
de las Apachetas o lugares energéticos, denominados como W’akas, o espacios sagrados,
estén presentes también los Chullpares, más por el contrario, es un complemento.

Como se podrá observar, más adelante, estos monumentos cilíndricos ubicados en las partes
altas de los pasos de nivel, debido a la confusión impuesta por la administración colonial,
fueron considerados como sitios de observación militar; empero, por los trabajos
investigativos en la disciplina arqueológica, va quedando claramente establecido que,
cumplían una función mortuoria, muy diferente a cualquier forma de proceso funerario
conocido en occidente, en especial en la península Ibérica, de dónde provino,
principalmente, el invasor colonial.
Proceso fúnebre

Cuando la persona fallecía, el ritual funerario, posiblemente, se desarrollaba siguiendo


normativas de las que se tiene poca referencia, esto es debido y como se podrá comprender
a las políticas restrictivas en el ceremonial mortuorio propias de la colonia y la aberrante
Inquisición, la misma que impuso un control demencial a toda forma o manifestación de
espiritualidad originaria, persiguiendo sañudamente toda posible ceremonia indígena a
través de la demencial política de Extirpación de Idolatrías, que es definida por Duviols de
la siguiente manera:

“La conquista española de los Andes que comenzó en 1532, dio inicio al doble proyecto de
evangelización e hispanización de la población indígena, dado que la empresa
evangelizadora fue uno de los títulos jurídicos de la conquista española. Es decir que la
cristianización de los indígenas desde el comienzo estaba vinculada a la colonización de los
pueblos americanos. Además, algunas autoridades coloniales, en especial el virrey
Francisco de Toledo, pensaban que sería necesario hispanizar a los indígenas antes de poder
realizar la tarea evangelizadora. La importancia que se otorgó a la evangelización de la
población indígena en el plan colonial se plasmó en los esfuerzos de un número
considerable de misioneros y doctrineros. Sin embargo, parece que la labor de los
misioneros y eclesiásticos, no dio enseguida los resultados esperados, ya que
reiteradamente se encuentran quejas en la correspondencia de la época sobre el poco fruto
que hasta finales del siglo XVI había dado la evangelización de los pueblos andinos.” [4]

La política más adecuada para la obtención de los perversos fines, impuesta por la colonia,
cobra mayor vigencia luego del periodo descrito por el autor consultado quien nos
transmite a continuación: “Varias campañas de extirpación siguieron en el transcurso del
siglo XVII. Durante las mismas fueron condenadas miles de personas, destruida gran
cantidad de representaciones de deidades andinas, llamados "ídolos" por los extirpadores, e
incineradas parafernalia y momias de los antepasados.” [5]

Concretado ya el horizonte de la desventurada e irracional política colonial, y recogiendo la


última expresión del autor consultado: “e incineradas parafernalia y momias de los
antepasados”, nos queda tan solo admitir que un negro manto de ignorancia empieza a
cubrir todo el proceso funerario.

Los vestigios arqueológicos, son mudos testigos de la realidad acontecida, nos ofrecen
frágiles indicios del proceso que pudo haberse seguido, al fallecer la persona. El ritual de
pueblos que han conservado los cuerpos es conocido como arte de embalsamar cadáveres.
Las técnicas utilizadas guardan un parecido bastante común, el proceso para embalsamar
los cuerpos es parecido, tal como se registra en el pueblo egipcio y otros pueblos.

Estos procedimientos nos allanan, en alguna manera el camino interpretativo. Tomando en


consideración aquellos antecedentes, podríamos concluir que, en la antigüedad, los pueblos
andinos procedían a preparar los cuerpos, de los cuales extraían vísceras, cerebro y otros
órganos, para posteriormente colocar el cuerpo en posición fetal, de la misma manera en la
que se llegaba al mundo, mientras se permanecía en el vientre de la madre durante nueve
meses y se untaba el cuerpo con extractos de diversas plantas, que estaban en el
conocimiento y la farmacopea popular, pero muy especialmente, era parte de la ciencia de
aquellas personas que hubiesen alcanzado el conocimiento y experiencia en la materia.
Rodeado y completamente cubierto por pitas, confeccionadas de ichu, paja brava, gramínea
del género Festuca. El cuerpo embalsamado en posición fetal conservaba la posición de
sentado.

Terminado el proceso de preparación del cuerpo los miembros de la familia, amigos y el


conjunto de la comunidad a la que pertenecía la persona, acompañaban o llevaban al cuerpo
hacia la Chullpa o Chullpar en un cortejo que, posiblemente, no tendría mucho de fúnebre
ni triste. A despecho de la cultura occidental que no puede imaginar una ceremonia de esta
naturaleza es decir, en la que se interpretara música e inclusive el cortejo bailara en torno al
cuerpo que se llevaba a la Chullpa o Chullpar.

La comitiva, más que cortejo fúnebre, entonando cánticos y al son de la música de la época,
se encaminaba hacia el lugar donde estaba ubicada la Chullpa. En este acápite, amerita
hacer un alto, por motivos ligados a la semántica, existe por razones expuestas líneas arriba
y que tienen que ver con la lógica falencia de datos, emergente de la Extirpación de
idolatrías, una confusión respecto al tema que denomina de manera indiferente a dos
elementos con el mismo nombre.

Concretamente: En consideración a que el cuerpo momificado, recibe en la actualidad, el


nombre de Chullpa. El lugar o edificio, por lo general cilíndrico, recibe también el nombre
de Chullpa, generando una confusión, la misma que, en conversación informal con
pobladores de la comunidad de Wata, Municipio que pertenece a la Región de Puno en la
república del Perú, en ocasión a un trabajo realizado en esa localidad el año 1986, cuando
se referían a los edificios cilíndricos ubicados en las partes altas de sus montañas, indicaban
que estos no se denominarían Chullpas, sino Pucaras, este denominativo promueve
confusión, empero es un aspecto que debería ser propuesto en el tema de la investigación.

La ceremonia considerada por la cultura occidental como exequias fúnebres, finalizaba al


depositar el cuerpo en medio de la Chullpa o Chullpar, junto al cuerpo eran depositados los
objetos que la persona considerara en vida de mayor valor, también se le proporcionaba
alimentos, en especial las comidas que fueran de su predilección y las bebidas que más le
habrían gustado a la persona.

Habiendo depositado el cuerpo, se procedía a abrir los dos huecos, ambos de dimensiones
iguales, de distintas dimensiones. Uno ubicado en la parte superior con dirección al este,
salida del sol, de la Chullpa o Chullpar y el otro en la parte inferior con dirección al oeste, o
dirección del ocaso.

El cuerpo debía permanecer en la Chullpa o Chullpar por espacio de tres años, tiempo en el
que se desarrollaba el proceso de biodegradación, pasado ese periodo de tiempo, el cuerpo
era transportado hacia la morada de la persona y era ubicado en el lugar preferencial de la
casa, desde donde, toda la familia compartía con el cuerpo de la persona de la misma
manera que lo hacía cuando la persona estaba en vida.
Una vez al año, la comunidad solía llevar en andas los cuerpos de sus difuntos por las calles
del pueblo. El cronista indígena Guamán Poma de Ayala (El Primer Nueva Crónica y Buen
Gobierno1615. Los dibujos se encuentran en La Biblioteca Real de Copenhague) nos da
una clara muestra de la manifestación descrita. La procesión, en la que se llevaba a efecto
por las calles de las ciudades y que se desarrollaba el día de la Fiesta de los muertos, o
primero de noviembre. [6]

Un mensaje del pasado para que las generaciones del futuro preserven su identidad

La concepción que la administración colonial pudo haber tenido en relación al tema


abordado, por la forma como fue llevada a la práctica, nos da una clara idea de la clara no
aceptación a la costumbre de los pueblos indígena originarios andinos en lo relacionado al
tema referente a la muerte y la forma de interpretar su concepción en los hechos de la vida
diaria.

Es fácil comprender como gran parte de las ceremonias que los indígena originarios
realizaban en el tema funerario y en el día de celebración de la Fiesta de los muertos, fue
expresamente prohibido por la colonia y no solo esto, sino que los Yatiris y oficiantes
sufrieron penas de prisión y en la mayoría de los casos fueron asesinados, siguiendo las
políticas impuestas por la doctrina de extirpación de idolatrías.

Las personas que murieron después de la invasión, fueron obligatoriamente sepultadas en


cementerios o camposantos siguiendo las costumbres y tradiciones occidentales, cristiano
católicas, los cuerpos o Chullpas que se mantenían en las casas fueron o quemados u
obligados a ser sepultados, las Chullpas que solían ser transportadas en procesión una vez
al año fueron totalmente prohibidas y en su remplazo, costumbre que hasta ahora se
mantiene en algunos pueblos de la serranía peruana, fueron reemplazados por los doce
apóstoles de Cristo.

Empero, en las ciudades se mantienen ciertos usos y costumbres que no pudieron ser
modificados, pese a todo el esfuerzo, brutalidad y coerción que se puso en la tarea de
destruir el auténtico sentido de la festividad celebrada el día primero de noviembre de cada
año.

Durante el periodo republicano, a mitad del siglo XX, se podía ver, aun en las calles de las
ciudades andinas, como La Paz, Potosí, Oruro y Sucre, una procesión de empleadas
domésticas que portaban bandejas provistas de masas hechas en casa, dulces especialmente
preparados para la ocasión y una bebida fermentada que era hecha de un tipo de maíz
especial denominado, maíz morado o Kulli.

Las empleadas llegaban hasta la casa de los amigos o conocidos de los recientemente
fallecidos y entregaban las viandas a las dueñas de casa, pidiendo se elevaran preces por el
descanso eterno de las personas que se conmemoraban y cuyos nombres estaban inscritos
en esquelas especiales que acompañaban las viandas.

Al terminar las preces por el descanso de las almas, se repetía una frase que sintetizaba la
ocasión: “Que descanse en paz y que se reciba la oración”.
La política represiva impuesta por el periodo colonial y republicano había supuestamente
desterrado las costumbres indígena originarias, empero la realidad muestra que no fue así.
El día Primero de noviembre fue reconocido por colonialistas y republicanos como un día
festivo. En la época republicana de Bolivia, a finales de la década de los 60. El año 1968, el
gobierno boliviano de turno, decretó feriado nacional el día 1ero de noviembre. Es
importante en este acápite hacer una comparación de las costumbres que fueron
apareciendo y las que ya existían en ocasión a la fecha.

Para poder aportar con datos más concretos al tema que se ha estudiado y que se expone,
creemos ventajoso circunscribir los acontecimientos que se registran en la actualidad a dos
ciudades andinas, concretamente a la ciudad de La Paz y la ciudad de El Alto.

Los días que antecedían y toda vez que la costumbre aun continua, que anteceden a la
celebración del día de Todos Santos, el comercio de harina en las ciudades se multiplica.
Para quienes profesan la religión cristiana y la Fiesta de los muertos para el mundo
indígena originario, que también se refleja en la zonas periféricas de la ciudad de La Paz
que por los niveles de inmigración que ha recibido de todos los departamentos de Bolivia,
es el resumen de casi todas las nacionalidades y culturas que conviven bajo el marco
geográfico del, ahora, estado Plurinacional.

La ciudad de El Alto, que es la ciudad más joven y la más poblada de todo Bolivia, ciudad
que debía ser tema para una investigación profunda y compleja, debido a las características
que conforman la razón de la existencia de esta ciudad, que se puede decir es el resumen y
reconstrucción de todas las provincias del departamento de La Paz y que, por lo tanto,
también es el resumen de la cosmovisión andina contemporánea.

En ambas ciudades la festividad alcanza, dependiendo los espacios donde los estratos
sociales habitan, distintos niveles pero que en ambos casos aportan con un resultado
bastante concreto la fiesta de los Muertos, reviste un carácter de solemnidad y similaridad.

La fiesta

Cuando en el seno de una familia se ha registrado un fallecimiento, que no hubiera sido en


el transcurso de los últimos seis meses, los familiares realizan en el interior de los
domicilios la denominada Mesa o Tumba. Este altar familiar consiste en la presentación de
diversas masas especialmente hechas para la ocasión, de las que se destaca un queque
denominado bizcochuelo, que sería una suerte de colchón para que la persona fallecida
descanse mejor.

También se hornean panes a los cuales se les dota de unas pequeñas caretas de estuco
pintadas, a las que se les denominan tanta wawas, que sería en una traducción libre “niños
de pan”, se tiene entendido que la representación sería la de conceder a la persona que ha
fallecido, la compañía de un niño o niña, para que el camino no sea muy aburrido en
solitario, toda vez que los niños son de espíritu puro y no se distraen y alejan como las
personas mayores.
También la mesa es adornada con frutas, teniéndose cuidado de dotar de manera especial de
caña de azúcar, que significaría un apoyo o bastón para el alma de la persona que hubiera
fallecido recientemente y también porque la caña tiene jugo que puede servir para calmar la
sed en caso necesario.

Se pone en la parte principal de la mesa, un cirio, el mismo que deberá ser encendido
exactamente al medio día del primero de noviembre, que determina la llegada del Ajayu o
espíritu de la persona rememorada. Junto al cirio se coloca un vaso de agua, cuyo
simbolismo es muy claramente establecido. Minutos después se coloca en el lugar
preferencial el plato o la comida que hubiera sido de mayor predilección del o la
fallecido(a)

El cirio deberá permanecer encendido y al final del día 2 de noviembre, exactamente al


medio día se apagará el cirio y se procederá a recoger lo que hubiera quedado de alimentos
en la mesa. Durante los dos días, las personas amigas, conocidas o simplemente personas
que deseen, pueden pasar a elevar plegarias y de esta manera, al terminar sus preces
culminando siempre con la frase, que descanse en paz y que se reciba la oración, podrán
escoger algunas de las masas que están expuestas en la mesa, hecho que simboliza un
aspecto que tenemos que anotar, simboliza la presencia viva de la concepción originaria
primigenia. Compartir con la persona los alimentos, hecho que involucra la creencia de que
la persona está en vida y presente en el lugar.

En inmediaciones a la ciudad de El Alto, las personas acuden al cementerio, donde están


enterrados los restos mortales, de la persona que hubiese fallecido en el transcurso de los
últimos tres años, siendo muy importante la conmemoración del primer año del
fallecimiento.

Una vez en el cementerio, proceden a colocar un plato, con el alimento o la comida


preferida por la persona recordada y toda la familia procede también a alimentarse en el
mismo lugar, terminado el almuerzo, en muchos casos, se procede a repartir bebidas con
contenido alcohólico, siendo la más preferida la cerveza y finalmente, en algunos casos, en
especial, cuando se trata del tercer y último año, bailan alrededor de la tumba de la persona
evocada.

Surge una pregunta muy importante e interesante: ¿cuál es el sostén ideológico de la


festividad conmemorada los días 1ero y 2 de noviembre de cada año?

Existen muy pocas personas que tienen una idea clara respecto al tema, por lo general, de lo
que se trata es de seguir una tradición considerada ancestral. La tradición oral, único nexo
de la realidad vivida por los pueblos indígena originarios antes de la llegada de los
foráneos, nos proporciona algunos elementos que explican, o nos facilitan las vías para
alcanzar alguna explicación sobre la naturaleza de las ceremonias, los objetivos y las
costumbres que promovían esas ceremonias, así como los efectos, pero sin duda alguna, el
haber accedido a las fuentes originales, es decir al contacto con aquellos iniciados,
practicantes o maestros en materia de conocimientos sobre la naturaleza misma de todas y
cada una de las ceremonias, habría tenido mucha mayor efectividad, pero como ya se ha
visto, además de no solamente haber transcurrido el tiempo, sino las condiciones adversas
que nos hicieron perder los nexos fundamentales para alcanzar la comprensión más precisa
de los hechos que ahora debemos estudiar basándonos en recursos muy poco objetivos,
tales como, los vestigios arqueológicos y la tradición oral.

La cosmovisión andina, que como ya se ha manifestado se desarrolla dentro de los


esquemas holísticos de un pensamiento muy amplio, sobre el tema que estamos abordando
nos transmite que: Cada ser humano, sea hombre o mujer, nace conformado de sustancia
física y cuatro espíritus, denominados Ajayus.

Cuando la persona humana, cierra el siclo biológico, es decir, cuando la persona muere.
Uno de los Ajayus o espíritus, parte inmediatamente hacia el lugar donde moran los
mayores, los héroes y manes protectores Achachilas y Awichas, que se podría considerar es
el cenáculo donde las fuerzas tutelares Achachilas y Awichas, permanecen por todos los
tiempos.

Un segundo Ajayu o espíritu, parte a recorrer los espacios que en vida habría recorrido la
persona que murió, es decir, el espíritu va a recoger las partículas que hubiese dejado la
persona en su trayectoria por todos los lugares que visitó. Este viaje del Ajayu o espíritu
viajero se realiza durante tres años. Pero cada año, el Ajayu debe retornar al lugar donde
permanece su cuerpo.

En este acápite, amerita hacer un breve, pero importante alto, para mencionar un aspecto
muy importante y que genera algunos problemas cuando se presenta. Se tiene la concepción
que, cuando el Ajayu o espíritu viajero regresa al lugar desde donde partió para cumplir con
su periplo y se encuentra con que no está depositado su cuerpo se entristece mucho y hay
casos en los que enloquece a tal punto que, puede generar grandes calamidades a los
habitantes del lugar.

Los problemas que se presentan en los casos de accidentes en los que extranjeros pierden la
vida, han generado, muchos problemas, puesto que, los vecinos y pobladores de las
regiones aledañas al lugar donde hubo el accidente, no quieren que los cadáveres sean
llevados del lugar, por el temor que, al retornar el o los Ajayus de los fallecidos en
accidente, al no encontrar sus cuerpos, desparramen una serie de calamidades, como el
temido granizo, o las inundaciones.

Se dice que el Inca Atahuallpa, acepto ser bautizado con la condición de que no se quemara
su cadáver, extremo que Pizarro, pese a haber incumplido con un precepto del derecho
canónigo que estipulaba que, ningún cristiano bautizado debería ser quemado, hizo quemar
el cuerpo de Atahuallpa, pues con posterioridad al bautizo de Atahuallpa se enteró de la
existencia de un mito andino que proclamaba que, cuando todos los elementos emanados
por el cuerpo del inca llegaran a juntarse de nuevo, es decir, transcurridos los tres años
después de haberse producido su muerte, se pondría en ejecución el proceso denominado
del Incarri, que quiere decir que se reconstituiría el Estado Incaico con todo su esplendor.

Sobre las funciones que cumplen los otros dos Ajayus o espíritus, no hemos podido lograr
mayor información, pero han sido varias las personas mayores que han mencionado,
durante el trabajo de campo realizado en distintas fechas y con distintos pueblos que si! Son
cuatro los Ajayus que acompañan a las personas durante el ciclo de su vida sobre la tierra.

Habiendo expuesto las descripciones que se recogieron con respecto a la función de los
Chullpa o Chullpares o Pucaras, que mencionaba que, los cuerpos depositados en estos
edificios debían permanecer en su interior por tres años cumplidos los cuales retornaban
físicamente, es decir retornaba el cuerpo al seno familiar, es decir a la casa donde
pertenecía. Al observar el fenómeno de los tres años necesarios de la descripción, un tanto
más subjetivista del periplo que debía realizar el Ajayu o espíritu viajero, al desprenderse
del cuerpo al que perteneció en vida y cumpliendo la tarea encomendada de recoger todas
las partículas que se hubiesen desprendido del cuerpo estando en vida, encontramos que
existe una conexión. De alguna manera, la tradición original de presentar la muerte como
continuación de la vida se evidencia.

Hay que considerar además que, para los pueblos andino indígenas originarios, la muerte
sería tan solo el paso hacia una dimensión próxima. La percepción que se alcanza en el
tema, nos ofrece un panorama muy especial. Se presenta la situación como el paso de una
puerta hacia un lugar desde donde se puede ver y oír todo lo que las personas dicen y se
puede ver todo lo que las personas hacen, pero lo único que se pierde es la capacidad de
establecer contacto directo con los seres queridos, con los familiares y amigos.

Retornando al tema de la festividad de los muertos, calificada como Todos Santos por el
santoral cristiano católico. Cuando el Ajayu ha sido recibido, por sus familiares y amigos,
departe y comparte con ellos de la misma manera que lo haría si hubiera estado en vida,
come, se divierte, ríe, bebe y hasta baila con sus seres queridos, empero al llegar el medio
día debe partir a continuar el viaje desde el lugar que dejó para retornar a visitar a sus
allegados.

Todos los elementos de la Mesa ceremonial, denominada también Tumba que están
incluidos en el imaginario popular, tienen vinculación y consideración con el largo y
penoso viaje en soledad que debe realizar el Ajayu o espíritu viajero, aspecto que justifica
la presencia de los distintos elementos que forman parte del ceremonial y les concede una
razón valedera para justificar su presencia.

Los Ajayus que cumplen con la tercera visita parten, a su vez, hacia el espacio de descanso
y solaz donde permanecen los mayores y donde ellos también ya pueden permanecer.
Existe una idea concreta, que posiblemente esté ligada al proceso de biodegradación de la
bacteria negativa que acontecía en el interior de la Chullpa o Chullpar o Pucara, y ésta es
que, pasado los tres años, que era también el tiempo que el cuerpo permanecía en el interior
del edificio, no se debe dar la ceremonia de recepción al Ajayu, o espíritu, de la persona
que, físicamente ya no está en la comunidad.

Según la percepción de las personas mayores, se tiene en cuenta que, el Ajayu o espíritu,
está separado por una especie de vidrio de la realidad domiciliaria, y como ya se ha
mencionado, puede ver y oír todo lo que sucede pero, pasado el tiempo de tres años, cuando
se hace toda la celebración de la Fiesta de los Muertos el Ajayu o espíritu es obligado a
retornar del lugar donde ya descansa, y esto involucra una serie de nuevos sacrificios que se
le infringen al Ajayu. Razón por la cual, es preferible, recordar con afecto pero ya no con la
tradición del preparado de la mesa o tumba.

Es importante tomar en cuenta este aspecto para también hacer un parangón al pensamiento
que existía antes de la llegada de los Ibéricos al continente. Hemos mencionado que el
cuerpo de la persona fallecida debía permanecer tres años en el interior de la Chullpa,
Chullpar o Pukara, pasado este tiempo, el cuerpo retornaba al seno de la casa a la que había
pertenecido en vida. Por tanto, cualquier ceremonia recordatoria en las inmediaciones de la
Chullpa o Chullpar, ya no era necesaria y ello significaba que la persona estaba presente en
el hogar, razón por la que ya no hacía falta ir con alimentos y bebidas hacia la Chullpa o
Chullpar, ya el Ajayu comía y bebía junto a toda la familia.

Con la imposición de las políticas de extirpación de idolatrías, la colonia impuso que, los
cuerpos fueran enterrados, con esa política también pudo haber cambiado, en gran medida
el accionar de las familias respecto al tema, y por ello empezó a desarrollarse el accionar de
evocación de los días 1ero y 2 de noviembre.

La festividad que, como se ha podido apreciar, tiene profundas raíces en la cultura indígena
originaria, en la actualidad está matizada de tonalidades que emergen de la religión
cristiano católica generando un sincretismo muy peculiar. Para la colectividad urbana,
especialmente para los sectores que están más propensos a la occidentalización de sus
costumbres, la festividad reviste de una gran importancia pues, en cada familia hay siempre
un o varias personas que han fallecido y que deben ser recordadas.

Un mínimo porcentaje de habitantes de las dos ciudades en las que hemos centrado nuestro
trabajo de campo, probablemente un 10% de la población, no realiza una actividad ligada a
la fecha. La población en su conjunto, en mayor o menor medida se desplaza a los
cementerios, con flores y arreglos a las tumbas de sus seres queridos en la ciudad de La
Paz.

En la ciudad de El Alto, el traslado de las personas hacia los cementerios de las zonas
periurbanas de la ciudad es masivo, allá se desarrolla una actividad febril en la que se puede
observar la provisión de alimentos, la invitación de estos alimentos a amigos y también a
desconocidos para que todos eleven preces por: “el eterno descanso de las ‘Almas’” de los
seres queridos, nótese que en este aspecto, hemos utilizado la expresión cristiano católica
que es la que predomina y ha sido impuesta también por la religión católica y que
permanece vigente.

En ambas ciudades la actividad económica ligada a la celebración de la festividad es muy


grande. La elaboración de pan, que normalmente ofrecen los panificadores a la ciudadanía
se ve completamente reducida debido a que, el sector panificador no da abasto con la
demanda de masas y panes dedicados a la celebración de la fecha. Tomamos este factor
como un indicador de la importancia de la celebración de la fecha para los habitantes de las
ciudades de La Paz y El Alto.

Un fenómeno singular pretende emular la festividad en ciertos sectores. Es importante


anotar, en este acápite, que los sectores adinerados de la ciudad de La Paz, personas que
han tenido posibilidad de viajar a Norte América o Europa, y que por lo general tienen su
residencia en la zona de Sur de la misma ciudad, desde hacen dos décadas atrás han
pretendido incorporar a la festividad una costumbre importada de las urbes altamente
consumistas, especialmente de USA.

Halloween es el nombre que se le ha dado a la festividad importada desde otras latitudes.


La costumbre de hacer que los niños provistos de disfraces, supuestamente, lúgubres,
salgan a las calles a pedir dulces y golosinas a cambio de no hacer travesuras, es una
tradición arraigada en pueblos distintos y distantes, además el acontecimiento tiene un
componente negativo que, es necesario anotar, tiene una naturaleza netamente mercantil y
carece de una explicación que invite a cubrir ciertos niveles, inclusive, de simple
curiosidad.

En realidad casi nadie sabe dónde se origina la celebración de esta algazara, razón por la
que no tiene muchos seguidores en las dos ciudades en las que hemos realizado nuestro
trabajo. Empero, la fiesta de Los Muertos, no ha perdido los niveles de respeto ni
compromiso de la población, que en su conjunto, y pese a haber recibido la influencia de
los 520 años de colonización, mantiene viva y vigente.

La información que se tiene, como lo hemos podido comprobar, atraviesa por ejes que
ameritan una mejor atención de parte de autoridades e investigadores, toda vez que, muchas
personas, con bastante buena intención, algunas y otras solamente con el deseo de alcanzar
ciertos niveles de notoriedad y figuración, han pretendido explicar la naturaleza de la
festividad.

Lo cierto es que, la naturaleza de la festividad está claramente definida, se trata de una


festividad propia de las culturas indígena originarias, principalmente ligadas a la región
altiplánica andina, valles mesotérmicos, extendida a toda la república de Bolivia, la
festividad ha sido cruelmente agredida en Perú, inclusive a las zonas de los llanos, sea por
la emigración a esas regiones, o debido a la vinculación que existió entre regiones en
periodos anteriores a la colonia.

No se ha podido verificar un efecto que la iglesia católica mantiene en arcano,


posiblemente la festividad no formaba parte del santoral católico hasta pasado el primer
periodo de ocupación y colonización del continente hoy llamado americano.

Es importante anotar que la festividad no solo pertenece a la cultura andina, puesto que, en
las repúblicas de ahora Centro América, los habitantes de por ejemplo Estados Unidos de
México, celebran la festividad de los muertos, destacando que tienen casi el mismo sentido,
en lo referente a la concepción de la muerte relacionada a la vida, que la concepción de los
pueblos andinos, claro está que el desarrolla de las actividades tiene variantes que es
importante anotar, son diferentes de región a región.

Es muy importante resaltar la posibilidad que, la iglesia Católica al no poder erradicar la


festividad de los territorios colonizados, hubiera tenido necesidad de incorporar a su
santoral la festividad, cambiando el nombre y pretendiendo cambiar el sentido primigenio
de la festividad. Hecho, que como hemos pretendido mostrar no fue posible, puesto que la
festividad mantiene la vigencia de la naturaleza de su origen hasta el presente.

Notas:

1. Los pueblos Kuna, ahora establecidos en territorio conocido en la actualidad como


Panamá, conocían como Abya Yala, al continente, denominado caprichosamente América,
por la invasión europea.

2. Hierografía: se hace una descripción completa de los hechos religiosos y se clasifican en


grupos materiales. Es decir, abarca la documentación y clasificación. Se describe
cuantitativa y cualitativamente (Ejemplo: podemos ver una actitud sana o patológica de la
actitud religiosa). Psicologia Religiosa - Documentos de Investigación - Mbarrientos370.
http://www.buenastareas.com/ensayos/Psicologia-Religiosa/1325367.html

3. Holístico: Es el estudio del todo, relacionándolo con sus partes pero sin separarlo del
todo. Es la filosofía de la totalidad. ALFARO Ricardo.
http://www.psicopedagogia.com/definicion/holistico

4. Véanse Duviols (1971: 45-48, 75 y sgs., 174; 1986: XXVII-XXXI) y Gareis (1987: 3-5,
371-382; 2002: 125-126, 128-130).

5. Op. Cit. 1971: 187 y sgs.; id. 1986.

6. NUEVA CORÓNICA Y BUEN GOBIERNO. Felipe GUAMÁN POMA de AYALA.


1612 – 1615.

* Periodista y antropólogo, cursó estudios de Ciencias Naturales, Matemáticas y Física


en Roskilde, Dinamarca. Realizó estudios en la Escuela Real y Superior de Veterinaria y
Agronomía de Copenhague DK. Obtuvo una Licenciatura en Antropología en la
Universidad Católica Boliviana. Programa Doctoral Internacional en Ciencias y
Humanidades. Instituto Internacional de Integración IIICAB. Universidad Siglo XX.
Bolivia. Sus estudios de antropología están contemplados en los siguientes libros:Bolivia
Tradición y Folklore. El Carnaval de Oruro(1988);El Hombre Andino(1992); En
Defensa del Patrimonio Cultural Boliviano(1996); Titiqaqa Taypi PuxPux. Los
Q‘hasqutsuñi uros. Nación de gentes de Aguas(2006).

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