La Dictadura Cívico-Militar Argentina - 1976-1983 Adamucci - Viegas
La Dictadura Cívico-Militar Argentina - 1976-1983 Adamucci - Viegas
La Dictadura Cívico-Militar Argentina - 1976-1983 Adamucci - Viegas
La dictadura cívico-militar argentina: 1976-1983 la implementación del modelo de valorización
financiera y el terrorismo de estado.
Fundamentación:
En este sentido, durante los últimos años se han logrado importantes avances en el
esclarecimiento de lo sucedido en el marco del genocidio de Estado como consecuencia del aporte de
las investigaciones de las diferentes disciplinas científicas, de la lucha de los organismos de derechos
humanos y del impulso dado en la última década a los juicios relativos a los crímenes cometidos
durante dicha etapa. Prueba de ello resulta, por ejemplo, la determinación de la responsabilidad de
los sectores civiles en el diseño del plan de reestructuración de la sociedad que tuvo entre sus
objetivos el “golpe”. Pero aún quedan cuestiones por resolverse en la continua búsqueda de
memoria, verdad y justicia.
El presente trabajo no pretende ahondar en nuevos aportes investigativos, sino que se
encuentra centrado en facilitar a los alumnos la comprensión de la complejidad de éstos procesos,
compilando las contribuciones conceptuales producidas en el campo científico y político para
reflexionar sobre lo sucedido. En todo caso, su humilde aporte será el de socializar parte del capital
cultural logrado por la sociedad argentina, alimentando la memoria colectiva. En palabras de Ana Lo
1
Giudice , abriendo así paso a la dimensión del saber, a esas huellas que están inscriptas como
determinación de los sujetos y también de la comunidad. Memoria no entendida como añoranza, sino
como resorte de vida y como condicionante del lazo social.
A tales fines, se intentará analizar el período comprendido entre los años 1976-1983 en Argentina en
su complejidad, abordando diferentes aristas para tratar de arribar a una visión más completa de sus
determinantes. Para ello, se partirá de los siguientes ejes:
1
Lo Giúdice, Ana; “Una Mirada psicoanalítica De La Memoria”; en El Porvenir de la Memoria; 2°Coloquio Interdisciplinarios de
Abuelas de Plaza de Mayo; Ed. Gutten Press; Buenos Aires; septiembre de 2005
1
- Los factores externos, es decir, la situación internacional en tanto condicionante geopolítico;
y los fundamentos económicos y político-ideológicos de las transformaciones del capitalismo
occidental iniciadas a mediados de los ´70.
- Los factores internos, definidos por la existencia de una crisis de hegemonía al interior de los
sectores dominantes y un escalada de violencia política en el período previo al “golpe”; y la
consecuente necesidad del rearmado de un nuevo bloque hegemónico en el marco de la
dictadura cívico-militar.
- El campo económico, haciendo especial énfasis en las transformaciones en su estructura,
como consecuencia de las políticas aplicadas durante este período
- El campo político y social, identificando la modalidad de implementación del terrorismo de
estado como herramienta para lograr el disciplinamiento social, condición, a su vez, para
llevar adelante las transformaciones acordes al nuevo patrón de acumulación.
- Las distintas formas que podrían nominarse de “resistencia” que distintos sectores de la
sociedad civil ponen en práctica frente al proyecto dictatorial
- Y por último, los motivos de la finalización de dicha dictadura y el contexto en el que se
procede a la reapertura democrática hacia 1983…
2
Los factores externos: la situación internacional y los fundamentos económicos y políticos.
“Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar dinero que no tenemos en cosas que
no necesitamos para crear impresiones que no duraran en personas que no nos importan”.
Para poder comprender geopolíticamente esta etapa es necesario profundizar en su
cosmovisión del mundo, la que se acentuará con preeminencia en las décadas subsiguientes, y que no
es más que la mascarada con que vuelven a consolidarse los intereses de las clases dominantes.
A tales efecto, debemos remontarnos a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, con los
tratados de Yalta y Potsdam que definen las áreas de influencia para los ganadores de esta contienda:
EEUU, que va a liderar el bloque capitalista en Europa y América Latina; y la URSS y el bloque
socialista, conformado por Europa del Este y áreas de influencia. Ambos antagónicos e
irreconciliables.
Este nuevo orden mundial bipolar, al que se denominó Guerra Fría, se extenderá hasta la
segunda mitad del Siglo XX, generando una carrera armamentista con focos de tensión y conflicto que
se dirimirán en países periféricos sin existir una formal declaración de guerra entre ambas naciones.
Su finalización llegará recién con el colapso de la Unión Soviética en 1990, dejando a EEUU como
único Imperio mundial.
En este contexto, EEUU desarrolla una serie de políticas que tienen como objetivo
fundamental controlar el bloque socialista ante los posibles avances del comunismo; con
consecuencias para Europa y América Latina.
2
Si bien con procesos específicos, Bolivia (Banzer), Uruguay (Bordaberry), Paraguay (Stroessner), Brasil (Geisel) y
Chile (Pinochet) fueron países donde se desarrollaron dictaduras con algunas características comunes.
3
Así, en 1945 se firma el Acta de Chapultepec entre EE.UU. y las naciones de Latinoamérica, en
ocasión de la Conferencia celebrada en la Ciudad de México. Dicha Acta retoma los principios de la
“Doctrina Monroe” y es impulsada por los sectores más conservadores de la región, ampliando el
pacto de solidaridad recíproca entre los estados parte. Resulta elocuente el punto 8vo. del tratado,
donde plantea la defensa colectiva del continente contra agresiones extra-continentales y establece
una serie de procedimientos para sancionar a países americanos en determinadas circunstancias.
Posteriormente, la Doctrina Truman (1946) en correspondencia con estas resoluciones,
sostendrá en el aspecto político que « Estados Unidos apoyara a los pueblos libres que están
resistiendo los intentos de subyugación por minorías armadas o por presiones exteriores".
LA CIA, será la agencia reemplazante de la Office of Strategic Services (OSS, Oficina de
Servicios Estratégicos), heredando los mismos procedimientos y agentes de su antecesora. Fue
creada durante la guerra para ejecutar misiones de espionaje y apoyo a la resistencia. Posteriormente
será autorizada para investigar expedientes administrativos y fiscales sin necesidad de intervención
judicial, ampliando su área de influencia más allá de Europa.
Sin embargo, no todas sus acciones fueron de espionaje. La agencia estuvo detrás de
múltiples tareas de entrenamiento de insurgentes y desestabilización de gobiernos contrarios a las
políticas de la Casa Blanca. El Presidente contará así con un segundo punto de vista, elaborado por
civiles, frente al aportado por los militares de la Agencia de Seguridad Nacional.
En concordancia, se implementará para América Latina la “Doctrina de Seguridad Nacional”,
otorgándoles a las FFAA de estos países un rol protagónico en la lucha contra el comunismo,
3
Dichos pactos fueron invocados en 1982 por los militares argentinos durante el conflicto de Malvinas entre Argentina e
Inglaterra. No obstante, EEUU no respeta el acuerdo, en tanto no lo considera aplicable y termina apoyando a Gran Bretaña.
4
4
entrenando a los distintos ejércitos en la llamada “Escuela de las Américas” en Panamá y retomando
las experiencias en métodos y procedimientos de la Escuela Francesa aplicados en las guerras de
independencia de Indochina y Argelia.
Estas fuerzas extenderán su rol de defensa al ámbito interno, al considerar a los propios
ciudadanos como posibles amenazas a la seguridad nacional, contando para ello con el apoyo de la
CIA, quien sostuvo ideológicamente y en los hechos a las dictaduras que asolaron al continente
durante los ´60 y ´70.
En este marco y bajo el sustento ideológico de la Doctrina de la Seguridad Nacional se
desarrolla, por parte de las dictaduras de América Latina, la Operación Cóndor, creada e impulsada
por Washington, cuyo objetivo era exterminar a opositores a sus políticas.
En Argentina, durante la presidencia de Arturo Frondizi, el Plan Conintes (Conmoción Interna
del Estado) del año 1959 es el precursor en la aplicación de estos lineamientos, poniendo a las FFAA y
de seguridad al servicio de la represión interna.
La Implementación de estas políticas fueron el soporte para la dinamización de las economías
de las potencias hegemónicas entre la finalización de la II Guerra Mundial y mediados de la década del
70.
Tales estrategias de seguridad se combinan en América Latina con la implementación de
modelos de Estado de Bienestar, cuyas políticas económicas resultan fundamentales en la
construcción de una lógica de acumulación centrada en el área industrial a partir de la crisis del 30;en
complemento con el sector privado y de organizaciones sindicales fuertes e influyentes en el ámbito
político.
Dichos Estados, bajo una estrategia neocorporativista para mantener “la paz social”, se
proponen entre sus objetivos principal es lograr el pleno empleo y construir un sistema inclusivo de
seguridad social; lo cual, podría decirse, se consigue en los 60, donde se registran niveles
prácticamente de pleno empleo.
4
Formalmente llamada “United States Army School of the Americas” Fort Gulick, emplazada en lado Atlántico de la Zona del
Canal de Panamá, se dedicará desde 1963 a dictar cursos o entrenamientos que incluían técnicas de contrainsurgencia,
operaciones de comando, tiro franco, compulsión psicológica, inteligencia militar y tácticas de interrogatorio. También fue
responsable de la difusión de manuales militares con técnicas de tortura. Roberto E. Viola y Fortunato Galtieri figuran entre sus
graduados.
5
No obstante, la acumulación continua de capital se encuentra con uno de sus mayores obstáculos: la
escasez de mano de obra, por lo que en el marco de esa década se tornará necesario lograr que ésta
fuera más barata y despolitizada.
En este contexto se produce la llamada “crisis de mediados de los 70”, la que determina un hito para
el desarrollo de los nuevos patrones de acumulación. Al respecto, las economías capitalistas
occidentales entran en una nueva fase caracterizada por un estancamiento y posteriormente una
disminución del peso relativo de las actividades manufactureras con respecto al conjunto de la
economía, y un aumento relativo del peso del sector servicios.
Dos acontecimientos actúan como disparadores de tales transformaciones: la inconvertibilidad del
6
dólar y el aumento del precio del petróleo a partir de la creación de la OPEP , en tanto se genera gran
inestabilidad en los mercados, actuando como contención de la demanda y desatando un importante
proceso inflacionario.
7
Ello, junto a la incorporación de las nuevas tecnologías al proceso productivo, dará como resultado la
transformación de todo el aparato manufacturero y, por ende, del mundo del trabajo; tanto en los
países centrales como en los dependientes; marcando el cierre de un ciclo y el rearmado de una
nueva lógica de acumulación a escala mundial en el capitalismo occidental.
8
Según Dorfman , las características principales del nuevo sistema de producción podrían resumirse
en cinco postulados de validez universal: desgigantización, descomposición del proceso productivo
en elementos separables, relocalización, flexibilización y aptitud para la diversificación; habilitando
nuevos recursos para el logro de la competitividad.
5
Ver O´ Donell, Guillermo; “El Estado burocrático-autoritario”; Cap. I; Ed. De Belgrano, Buenos Aires, año1982.
6
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decide incrementar el valor de este recurso no renovable.
7
Algunos autores sostienen que a mediados de los ´70 se produce la III Revolución Industrial, con asiento en las nuevas fuentes
de energía, la utilización de nuevos materiales y el microchip. Al respecto ver: Dorfman, Ariel; “La Industrialización Argentina en
una Sociedad de Cambio”; en Realidad Económica N°112; Parte II.
8
Dorfman, Ariel; op.cit.
6
Lo concreto es que, como consecuencia de ello, las empresas se tornan mucho más agresivas y
competitivas, aprovechando la crisis para recuperar el poder perdido en la década del ´60,en relación
al movimiento obrero.
Esto dentro del contexto de una reorientación internacional hacia las exportaciones por parte de las
principales empresas trasnacionales (ET), utilizando la demanda mundial como reactivante industrial
en los países centrales, lo que produce un alud de productos importados, que hacen peligrar las
industrias nacionales de los países receptores.
Estamos ante la Desindustrialización por un lado y la Reindustrialización como contrapartida, pero
ambas atentan contra el mercado de trabajo, produciendo despidos en masa y/o nuevas
contrataciones precarias, sin ninguna protección legal y actuando automáticamente como
disciplinadoras del salario a escala mundial.
Por su parte, la crisis del petróleo antes aludida, incrementa el flujo monetario en los países
miembros de la OPEP, generando un sobrante financiero que es captado por los países centrales (por
medio de los bancos) y que deberá ser reinvertido para reproducir el ciclo, por lo que nuevamente
saldrán a la periferia como préstamos masivos.
Así, los países dependientes son receptores obligados de estos “petrodólares” por medio de
préstamos a los que responderán con valiosos activos, sobre todo de empresas estatales,
consolidándose, de este modo, una deuda pública sin antecedentes para América Latina.
Específicamente en el caso de Argentina, estas nuevas estrategias económico-financieras entran en
conflicto con el modelo semi-proteccionista de la sustitución de importaciones, marcando su fin.
La crisis del ´70 posibilitará el viraje a la implementación de la ideología neoliberal, un nuevo
liberalismo que aparece como la gran esperanza de resolver viejos y nuevos problemas del conjunto
9
social.
9
Es con la Dictadura de Pinochet en Chile donde por primera vez se aplican estas ideas en América Latina.
7
10
Sus principios básicos quedan plasmados en lo que se denominó el “Consenso de Washington” , el
11
cual condensará diez principios de política económica , consensuados por el Banco Mundial, el BID,
los altos ejecutivos del Gobierno de EEUU y sus agencias económicas, el Comité de la Reserva Federal,
el Fondo Monetario Internacional, miembros del Congreso interesados en temas latinoamericanos y
los "thinktanks" dedicados a la formulación de políticas económicas. Dichos principios apuntan a
forzar cambios estructurales en Latinoamérica, proponiendo:
-reforma fiscal encaminada a buscar bases imponibles amplias y tipos marginales moderados;
- liberalización comercial;
- privatizaciones;
- desregulaciones;
Estos consejos económicos repercutirán profundamente en el entramado social ya que será el
mercado el que conducirá los destinos de la humanidad, exigiendo una libertad absoluta. Libertad
económica por sobre el resto de los valores societales. Así, el bien común, la responsabilidad social,
entre otros principios, son sustituidos por el natural desempeño de las leyes de mercado. Se
12
construye de este modo una ideología más orientada al consumo que a la producción, se radicalizan
los valores del capitalismo en cuanto a poseer, acumular, competir y consumir, una cultura que está
mucho más orgullosa de “lo que se tiene “que de lo que “se es”.
10
Cassin, Pablo Esteban, Comentarios sobre la sociedad argentina en los noventa: Neoliberalismo y después
11
según su autor, John Williamson, "Washington está de acuerdo”,
12
Pipitone, Ugo.” El capitalismo que cambia. Industria, trabajo y Estado en medio de la crisis”; Ed., México, 1986.
8
Se trata de una cultura que resalta el consumo de determinados bienes y servicios considerados
válidos por el mercado, por lo tanto tendiente a homogeneizar necesidades ficticias y ser poco
tolerante con las diversidades.
Son éstas transformaciones a escala mundial las que van a conformar las condiciones para la
aparición de un nuevo bloque dominante en Argentina, en torno al cual se van a propiciar las
adecuaciones internas a los fines de responder a los nuevos patrones de acumulación. Ello sumado a
los condicionantes internos, decantará en el golpe de Estado del 76, quien será por medio del
terrorismo de estado que garantizará tales readecuaciones.
Los factores Internos. La crisis de hegemonía al interior de los sectores dominantes y la violencia
política del periodo previo.
Los factores externos antes reseñados, no constituyen el único fundamento del Golpe de
Estado del 76. Por el contrario, los mismos deben ser considerados incluyendo determinadas
características de la dinámica política interna de la sociedad argentina, que permiten comprender las
particularidades locales del contexto histórico en el que el mismo se suscitó.
En este sentido, se presentan dos cuestiones fundamentales:
- Por un lado, la presencia constante y naturalizada de las fuerzas armadas en la vida política
nacional. En correspondencia con ello, la constatación histórica de la utilización del recurso
del terrorismo de Estado como herramienta disciplinadora en los períodos previos a la
dictadura que nos ocupa.
- Y por otro, la existencia de una nueva crisis de hegemonía en el período precedente al
“Golpe”, la que se extiende desde el derrocamiento del peronismo en el 55 hasta dicha fecha;
caracterizada por la imposibilidad de los sectores dominantes de construir un proyecto de
dirección política y cultural de la sociedad más o menos estable. Además, como contracara de
ello, la presencia de una clase subalterna activada políticamente como consecuencia de las
políticas populistas durante el peronismo, con capacidad de resistencia política. Así, la
manifestación de esta situación va a ser una escalada de violencia que se extiende durante
toda esta etapa; y se agudiza ya en los 70, como consecuencia de las disputas de los distintos
sectores dominantes por imponer su hegemonía en el marco de las nuevas condiciones del
capitalismo internacional, tal como fue planteado anteriormente.
13
En relación a la primera cuestión, desde una perspectiva histórica Rouquie plantea que en el
campo político de la Argentina, los militares fueron un protagonista permanente y decisivo de las
contiendas existentes. Tomando sus propias palabras, puede decirse que el Golpe de Estado de 1930
abre paso a la “era militar”, es decir, a un período de aproximadamente 50 años, caracterizado por la
13
Rouquie, Alain; “Argentina Hoy”; Ed. Siglo XXI; Buenos Aires, 1985.
9
constante inestabilidad y la persistente presencia militar en la vida política nacional. Dicha presencia
14
se constata por un lado, en las recurrentes interrupciones a los regímenes democráticos ; y por otro,
en la participación militar en gobiernos civiles o aparentemente civiles.
Las razones de dicha situación según el autor reseñado, se encontrarían, en parte, en las
reglas del juego construidas por los distintos actores del campo político, gracias a las cuales los
militares fueron vistos como “actores legítimos del sistema”. Así, lejos de existir la representación de
que los militares constituyen una amenaza al libre juego de la vida política, con anterioridad a la
dictadura del 76, el comportamiento de los distintos partidos políticos estuvo signado por la
constante búsqueda de alianzas con los militares para sus propios fines partidarios; y gracias a esta
15
compleja regla de juego, en la que “nada se hace sin ellos o contra ellos” , se construyó un sistema en
el que civiles y militares se complementaron; derivándose en una militarización de la vida política
nacional y en una politización de las fuerzas armadas; y con ello, en la construcción de una
representación social que ve a los militares como actores legítimos en dicho campo.
Lo antedicho, permite comprender que el Golpe de Estado del 76 no es un episodio aislado
producto de un grupo impetuoso de militares y civiles, sino que, por el contrario, responde a una
característica histórica del funcionamiento del campo político local.
Complementariamente a ello, aparece el antecedente de la utilización de prácticas terroristas en la
historia nacional, es decir, tampoco éstas prácticas son novedosas del contexto de la dictadura cívico
militar del 76, sino que poseen raíces históricas. Ya durante la etapa de la conquista, las prácticas
terroristas fueron parte del modus operandi de la colonia española quien, del mismo modo que
Portugal en otras regiones de América Latina, impusieron su dominio a base de “sangre y fuego”. El
16
resultado de éste genocidio, se estima, asciende a 60 millones de seres humanos. Asimismo, en la
etapa de construcción del Estado nacional las encontramos en la lucha contra los caudillos, en el
desplazamiento del gaucho y el aniquilamiento de los pueblos originarios sobrevivientes, como por
ejemplo, la Campaña al Desierto de Roca, cuya finalidad era incorporar nuevas tierras al modelo
productivo, eliminando de las regiones a las comunidades locales y sometiendo a sus integrantes a
14
Cronológicamente 1930, 1943, 1955,1962, 1966 y 1976 fueron años donde se produjeron Golpes de Estado contra gobiernos
constitucionales.
15
Rouquie, Alain, op. cit; pag. 91
16
Bayer, Osvaldo; Borón, Atilio, Gambina, Julio; “El Terrorismo de Estado en Argentina: Apuntes sobre su historia y
consecuencias”; Ed. Instituto Espacio para la Memoria, Buenos Aires; año 2010
10
17
condiciones de servidumbre a favor de las clases dominantes. Posteriormente, las mismas se
replican contra los inmigrantes que se incorporan a la clase trabajadora durante el modelo
agroexportador, portando nuevas ideologías que van a ser visualizadas como una amenaza al status
quo. Así, la actividad de la Liga Patriótica, la promulgación de la Leyes de Residencia de 1902 y de
Defensa Social de 1910; y los episodios de la “Semana Trágica” de 1919 y la “Patagonia Rebelde” de
1922, dan prueba de ello.
Dichos antecedentes muestran, entonces, que el Terrorismo de Estado de los 70 no es una
innovación de la época, ni tampoco una mera imposición geopolítica de los países dominantes, sino
que se asienta sobre rasgos culturales, políticos y económicos de la propia sociedad local. En este
sentido, se puede concluir que la dictadura retoma con mayor virulencia y en forma más organizada,
sistemática y abarcativa este modus operandi.
La otra cuestión, es la relativa a la existencia de una crisis de hegemonía al interior de la clase
dominante, que lleva a un vacío hegemónico manifestado en la inestabilidad política (caracterizada
por la alternancia de gobiernos civiles y militares) y las crisis económicas recurrentes, durante la
etapa 55/76.
El Golpe del ´55 pone fin a la implementación del proyecto hegemónico de la llamada “nueva
burguesía industrial” resultante del pacto capital-trabajo y de las políticas de protección
características del estado benefactor. Sin embargo, el movimiento de masas propio del populismo
deja la impronta de los derechos sociales y laborales ganados a favor del mundo del trabajo y la
conciencia de seguir luchando por ellos.
A partir de ese momento, la imposibilidad de los sectores dominantes de construir un proyecto
político que incluya a los distintos sectores de la sociedad, dará lugar a una escalada de violencia
estatal, destacándose la implementación de distintas políticas represivas al movimiento obrero en su
intento por disciplinar al sector trabajado, dentro de las que se sobresale la proscripción al
peronismo.
No obstante, la fuerte organización de los sectores populares, homogeneizados por su gran
componente obrero e identificados mayoritariamente con el movimiento peronista, va a oponer
resistencia a ello; la que se cristaliza en la llamada “resistencia peronista” y el surgimiento de nuevos
grupos militarizados dentro de los sectores subalternos. El resultado es un espiral de violencia política
cada vez mayor.
17
Piña, Felipe; “Mujeres tenían que ser”; Ed. Planeta, Buenos Aires, año 2011
11
Así, la crisis de hegemonía del conjunto de la clase dominante “se refleja en la sociedad civil, la
que se verá, desde allí en adelante, acorralada por la supremacía del Estado. La fuerza y la coerción
18
recobran todo su brío frente a una sociedad civil fuerte, que resiste y se niega a ser disuelta”
La disolución del sistema hegemónico tras el golpe del ´55 y la incapacidad de reemplazarlo por
otro resta cohesión a la sociedad, y pone en cuestionamiento el status quo de los sectores
dominantes. Ninguno de los gobiernos civiles posteriores a dicha fecha pudo culminar su mandato, ni
tampoco los regímenes militares que los derrocaron lograron fundar el consenso social suficiente
como para estabilizar el campo político.
Frente a la resistencia de los sectores subalternos, los militares al mando de Onganía llevan
adelante el Golpe del ´66 (autodenominado “Revolución Argentina”), en un intento de disciplinarlos
por medio de la constitución de un estado burocrático fuertemente autoritario, como medio para
consolidar la etapa de industrialización pesada. Sin embargo, el episodio del Cordobazo en el ´69 y de
otros estallidos ocurridos en Mendoza y Rosario, ponen fin a este proyecto.
De este modo, es por medio de la reapertura democrática y el levantamiento de la proscripción del
peronismo en el ´73, que se intentará neutralizar la resistencia de los movimientos guerrilleros y de
aquellos sectores que habían avanzado al cuestionamiento de las bases estructurales del sistema
capitalista; a los fines de la conservación del status quo.
No obstante, el llamado proyecto de pacificación iniciado por el propio Perón en el ´74 queda
trunco ante las modificaciones del contexto internacional y las exigencias de los nuevos patrones de
acumulación mundial.
La muerte de Perón y la conducción del aparato del Estado por parte de la vice-presidente María
Estela Martínez de Perón aceleran las condiciones para el golpe, tanto por la agudización de las
contradicciones internas del peronismo y de las propias organizaciones armadas; como por la
urgencia de los sectores dominantes por adaptarse a las nuevas condiciones económicas.
18
Quiroga, Hugo; “Estado, Crisis Económica y Poder Militar (1880-1981)”; Ed. CEAL; Buenos Aires; año 1985; pág. 74.
12
Se trata de una organización para-militar con base operativa en el subsuelo del Ministerio que
conducía su ideólogo, cuyo modus operandi se basó en la violencia y el terror para neutralizar a los
grupos guerrilleros y paralizar a los sectores organizados de la clase trabajadora.
19
Según la CONADEP , entre 1972 y 1975 (fecha de su disolución) la Triple A perpetró alrededor de
1500 asesinatos, encontrando entre sus víctimas a intelectuales, periodistas y militantes de
20
organizaciones guerrilleras, amén de los exilios provocados frente a sus prácticas de amenazas.
No obstante, es en el marco del “Operativo Independencia” de 1975, que el gobierno
constitucional convoca de manera directa a las fuerzas armadas en lo que dieron en llamar la “lucha
anti-subversiva”.
Por medio de la firma de un decreto presidencial, avalado también por todos los miembros del
gabinete de gobierno, María estela Martínez de Perón dispone el fin a la guerrilla montada en
Tucumán por la organización guerrillera Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Meses más tarde, el
presidente provisional del Senado, Ítalo Luder, es quien reforzaría esta decisión, decretando la
extensión de las prácticas de aniquilamiento a todo el territorio nacional.
Sin minimizar las consecuencias sobre las víctimas a las que apuntó dicho operativo, tal vez su
mayor significancia radica en que constituyó el “ensayo previo” de las políticas de exterminio que la
dictadura iría a poner en práctica meses más tarde. En su contra-ofensiva, la neutralización del
accionar guerrillero del ERP actuó de excusa para abordar la resistencia civil en la provincia
tucumana. Por tal motivo, utilizando los principios de “la doctrina de la seguridad nacional” las
fuerzas armadas se abatieron sobre la provincia empleando prácticas de terror (consistentes en
secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos de miles de ciudadanos). La mayoría de sus víctimas
fueron “obreros de la industria azucarera, peladores de caña, jornaleros, pequeños almaceneros,
carniceros y estudiantes. La Universidad de Tucumán registra el mayor porcentaje de victimas de
todo el país. Nueve de cada diez personas fueron secuestradas en sus domicilios, lugares de trabajo o
21
en la vía pública”. Otras tantas fueron asesinadas, luego de ser secuestradas y torturadas, fraguando
combates en la calle contra las fuerzas del orden.
19
La Comisión Nacional Sobre Desaparición de Personas, fue creada en 1983 por el gobierno de Alfonsín a los fines de investigar
las violaciones a los Derechos Humanos cometidos durante la dictadura cívico-militar del 76. Actualmente continua vigente,
dependiendo de la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación.
20
La triple A es responsable del asesinato del abogado Rodolfo Ortega Peña, del sacerdote tercermundista Carlos Mugica, del ex
rector de la Universidad de Buenos Aires Raúl Laguzzi, entre otros.
21
Bayer, O. y otros; op.cit; pág. 104
13
No obstante dicha ofensiva, a nivel nacional, los avatares políticos incesantes y el intento
frustrado, producto de la resistencia popular, de ajustar el modelo económico local a las necesidades
de las nuevas pautas de acumulación, se condensan en el armado del plan para derrocar al gobierno
peronista.
Así, la última dictadura se propondrá la más extrema de las contrarrevoluciones conservadoras,
disciplinando a los sectores subalternos a fuerza del terrorismo de Estado, desestructurando
socialmente al movimiento obrero; y promoviendo el rearmado de un nuevo bloque de poder a favor
de los intereses de los sectores dominantes locales e internacionales.
Es importante entender este comportamiento porque es en su dinámica que se conforman las
condiciones que dan lugar a la Dictadura Cívico Militar, en tanto los actores económicos que abogan
por acondicionar la sociedad argentina a los nuevos patrones de acumulación surgidos tras la crisis
del ´70, son preexistentes y de gran peso en la vida económica del país.
Al respecto, si bien tras el período de conformación de la sociedad argentina (1816-1880) se
constituye un sector dominante integrado por la burguesía agraria, a partir de la crisis del ´30 van a
cobrar importancia varios sectores del empresariado industrial, quienes se incorporan como nueva
fracción dominante en el marco de las políticas de industrialización por sustitución de importaciones
(ISI).
En ese momento histórico, la mencionada crisis lleva a que las potencias hegemónicas den
prioridad al comercio con sus colonias, a su vez, cae el precio internacional de los productos
agropecuarios, desestabilizando las bases de acumulación del modelo agroexportador y poniendo en
peligro la inserción de Argentina en el mercado mundial.
La respuesta local frente al desequilibrio en la balanza comercial que ello genera va a ser, entre
otras medidas, el cierre de las importaciones, lo que alienta la expansión de las industrias locales.
Asimismo, frente al debilitamiento de los viejos vínculos comerciales, ingresan nuevos capitales
extranjeros (sobre todo norteamericanos) que vienen a competir con los ingleses por el mercado
22
local.
22
Cabe destacar que ya desde la década del ´20 llegan nuevas empresas extranjeras al mercado local, sobre todo de capitales
americanos: Colgate, Palmolive, Burroughs, Chrysler, General Motors, IBM, Good Year, Pirelli, Refinerías de Maíz, William
14
La oligarquía, quien constituía el núcleo dominante, hace las maniobras necesarias para
adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones, recuperando el poder por medio de un golpe de
Estado (1930), tras el que consolida su posición y, aunque en crisis, mantiene su hegemonía.
Comienza a intervenir en la economía planificándola, orientando la actividad productiva hacia el
mercado interno por medio de la elaboración de un plan de protección y estímulo a la industria local,
cuya expresión más acabada es el Plan Pinedo de 1940.
En realidad esta primera etapa, denominada industrialización por sustitución de importaciones
(ISI) no está considerada como un proyecto de industrialización serio, sino que tuvo más que ver con
salvar la coyuntura con los límites impuestos por el sector dominante, quien no dudaba de las
ventajas del modelo agroexportador. En todo caso, el área industrial era valorada como motor
secundario de la economía nacional.
Así es como la oligarquía venia evaluando el crecimiento industrial desde principios del siglo
XX: los grandes frigoríficos, el ferrocarril, la industria azucarera y del vino, entre otras, fueron sectores
23
de desarrollo incipiente durante el modelo agroexportador.
Pese al menosprecio de la elite, este precedente de desarrollo industrial brinda a la ISI un base
24
relativamente diversificada y escasamente integrada” que le da ventajas comparativas respecto de
otros países dependientes, marcando una etapa de intenso crecimiento de la producción y rápida
acumulación de capital.
Esto último resulta posible también por la escasa distribución de los ingresos para las clases
subalternas, cuya capacidad de presión estaba limitada tanto por el disciplinamiento propio de la
crisis antes aludida, como por el incipiente poder de organización sindical.
Werner, Firestone), quienes tendrán un papel preponderante para enfrentar la crisis reseñada. A éstas se le suman, Michelin y
Dunlop; y luego de 1935 la holandesa Philips, la alemana Osram y Eveready.
23
Bagley, Molinos Rio de la Plata, Terrabusi, Bodegas Arizu, La Martona, La Vascongada, Canale, La Cantábrica, Siam, entre otras
son empresas de principios del siglo pasado.
24
Schvartzer, Jorge; Los avatares de la Industria Argentina. Artículo seleccionado de la revista “Todo es Historia Nro. 124
Septiembre de 1977
15
La industria en este período registra una expansión constante, siendo beneficiadas
fundamentalmente las grandes empresas. Sin embargo, esta tendencia es alterada por la II Guerra
Mundial, que agrava problemas no resueltos, sobre todo energéticos y de abastecimiento de
maquinarias y repuestos; aunque crea las condiciones de protección para la industria argentina.
Es recién con el populismo, en la década posterior, donde va a empezar una decidida política de
estado para sustituir importaciones, reconociendo las potencialidades del mercado interno y
acomodándolo a la coyuntura. Así, la guerra será aprovechada para exportar bienes primarios, como
también para motorizar la industria vinculada a ella.
El nuevo bloque hegemónico responsable de la II etapa de ISI está integrado por el sector de las
FFAA actores de la revolución del ´43, quien con una ideología nacionalista e industrialista de base,
se propone lograr una industria autónoma terminando con la dependencia; y la nueva burguesía
industrial (nacida al amparo de las políticas proteccionistas previas), quienes adquieren autonomía
política con respecto a la antigua fracción dominante.
Al proyecto industrialista de este muevo bloque también se incorpora el movimiento obrero a
través de los sindicatos, canalizando las demandas de la etapa anterior.
El Estado se torna más intervencionista y regulador, expandiendo sus funciones, nacionalizando
servicios públicos (ferrocarriles, gas, agua, electricidad, y el grupo alemán DINIE). Da nuevo impulso a
empresas estatales como YPF, YCF, SOMISA (creada por ley en el ´47 como S.A. mixta entre el Estado y
25
los principales grupos siderúrgicos del país), IAME(productora de tractores, motocicletas y autos).
Crea asimismo, la Flota Mercante y controla el comercio exterior a través del IAPI. Esto último
constituye la política central del proyecto económico en esta etapa, en tanto ello provee los recursos
necesarios al Estado para su financiamiento, transfiriendo divisas del sector primario al secundario.
Estos cambios en la estructura productiva desarrollan un sector industrial estatal de
considerables dimensiones.
El desafío consistía en poner a la industria local en condiciones de poder competir con la
extranjera en el mercado interno. Al respecto, si bien hubo avances en fabricación de heladeras,
radios y productos químicos, existían serias carencias en la mayoría de los sectores de infraestructura,
sobre todo en transporte y energía eléctrica, que dificultaron el desarrollo. Asimismo, el sector
primario en el marco de esta crisis muestra sus falencias, cristalizando su estancamiento.
En ese contexto, la Confederación General Económica (CGE) declara entonces que no es posible
atender las demandas de inversión sin la ayuda del capital extranjero. Frente a ello, y evidenciados los
25
que sería la base del poderoso polo industrial cordobés.
16
signos de agotamiento de la etapa fácil de industrialización, es que Perón promueve la ley de
radicación de capitales (Ley 14.222). Así, la tendencia del capital internacional de afianzarse en
Latinoamérica, ya sea para aprovechar los mercados existentes a través de inversiones directas o para
controlar su potencial crecimiento, muestra claros indicios a partir de 1950.
No obstante, el proyecto de ISI bajo la conducción del movimiento peronismo queda trunco con el
golpe del ´55, abriéndose paso un periodo de inestabilidad política y económica, pero sobre todo
política, ya que la alternativa es gobernar con el peronismo proscripto o perder las elecciones.
Recién a partir del proyecto desarrollista, implementado por el gobierno de Arturo Frondizi a fines
de 1958, es que se intenta concretar políticamente continuar la ISI, incentivando el desarrollo de las
industrias básicas con énfasis en el autoabastecimiento de combustibles. Para ello, el proyecto de
industrialización compleja se llevará a cabo en asociación con capitales extranjeros (para lo cual se
promulga una nueva ley de radicación de capitales de corte menos proteccionista que la elaborada
por el peronismo).
Ello implica un fuerte crecimiento de las actividades automotrices y petroquímicas, así como
también de ciertos sectores siderúrgicos ferrosos y no ferrosos.
Así, el bloque de poder durante el desarrollismo quedará conformado por algunas empresas que
se habían instalado en el país en la década del ´30 (Philips, Warnet Lambert.) y otras que se radican y
expanden en la segunda etapa de sustitución de importaciones (como la Renault).
Por otra parte, también participan algunas empresas nacionales, procedentes de la cúspide
agraria o industrial, en muchos casos, habiendo diversificado sus inversiones con finanzas, seguros,
servicios y comercialización. Ejemplos de ello son algunos industrialistas de la primera etapa de
sustitución de importaciones (como por ejemplo Molinos Rio de La Plata), las fracciones más moderna
17
del bloque agroexportador (Bunge y Born) y también las tradicionales, sobre todo del interior del país
(como Ledesma, Garovaglio y Zorroaquin; y Celulosa Argentina).
El PBI crece entre 1956/1964 el 4,2% anual y acumulativo, aunque sin utilizar toda su capacidad
productiva y con ciclos de “stop and go”, determinando periodos de crecimiento de corto plazo,
debido a los vaivenes del comercio internacional y la modalidad de acumulación de los sectores
dominantes.
La década de 1964/1974 es la que registra un mayor crecimiento sostenido, con un PBI del 5,1%
anual y un aumento significativo de la productividad, como consecuencia de las actividades capital
intensivas y del aumento de la regresividad social.
La expansión de las exportaciones se asocia, en las manufacturas, a firmas extranjeras sobre la
declinación de las nacionales (sobre todo la industria textil); y en las agropecuarias, a la
diversificación de las inversiones de las oligarquías.
Se trata de una etapa que combina crecimiento económico con fuerte regresividad social, la que
se expresa, entre otras cosas, en el estancamiento salarial de los sectores populares. Ello va a
importar, en lo social, una fuerte reacción de éstos sectores, cuya resistencia demuestra la capacidad
de oponerse a los proyectos de los grupos dominantes, tal como lo demuestra el Cordobazo.
El golpe del ´76 arremete contra este modelo. Las FFAA, al amparo del neoliberalismo, bajo el
enfoque “monetarista”, intentan refundar estructuralmente la sociedad argentina, aplicando el
terrorismo de estado. Videla y Martínez de Hoz reformulan la “Doctrina de la Seguridad Nacional” para
acallar reclamos sociales, desmantelar las estructuras gremiales y evitar su organización,
destruyendo físicamente las bases de apoyo y resistencia de los sectores progresistas, sindicatos y
organizaciones de izquierda.
Al mismo tiempo idean un redimensionamiento industrial o “desindustrialización relativa”, a fin
de desguazar lo que consideraban malformaciones industriales, y ciertas instituciones características
18
del Estado de bienestar keynesiano; removiendo las bases económicas y sociales del ISI, de tal
manera que el nuevo patrón de acumulación se tornara irreversible.
Se cumple así, el reclamo de los grupos económicos, es decir, los llamados “capitanes de la
industria” en los años 80 (conformados por el capital financiero internacional y las industrias
multinacionales establecidas en Argentina), cuyo objetivo de largo plazo no era retroceder y
abandonar un terreno que no podían dominar, sino imponerse y crecer en su interior.
A tales fines, el nuevo plan económico debía revertir los objetivos del Plan del tercer peronismo,
basados en un pacto social que incluía la “justicia social” y la expansión de la industria con
26
preeminencia en las zonas rezagadas . En otras palabras, debía anular la alianza propia del
peronismo entre clase obrera y pequeña y mediana burguesía.
El resultado se tradujo en una sistemática caída de la producción, que disciplinó
automáticamente a los sectores populares y concentró el ingreso a favor del sector empresarial.
Por otra parte, el mercado financiero adapta su estructura para poder captar los fondos
excedentes de las potencias hegemónicas, caracterizándose por sus estrechas conexiones con el
exterior, su elevada liquidez y su facilidad de entrada y salida.
A tales fines, ocupan puestos claves en el área económica durante la dictadura, figuradas
27
vinculadas a sedes de empresas del primer mundo . Tal es el caso José Alfredo Martínez de Hoz.
El nuevo patrón de acumulación va a situar la especulación financiera como eje central,
ordenador de la economía y de la sociedad. El nuevo bloque de poder es asumido por la fracción
diversificada de la oligarquía pampeana, quien a través de la conducción del estado se ubica en
puestos claves de la estructura de gobierno. Así, la fracción del capital integrado (como los Pérez
Compang, Bridas, Acindar, Techint, Arcor, Loma Negra, Macri, Bunge y Born y Clarín, entre otros), son
quienes sostienen este nuevo estadio del capitalismo local, en el período 1976-2001.
La nueva dictadura cívico- militar ejecutara medidas de corte estrictamente neoliberal, las que
pueden agruparse fundamentalmente en: el redimensionamiento del Estado, es decir, su
26
Los mismos quedaron expresados en el “Acta de Compromiso Nacional” entre la Confederación General del Trabajo, La
Confederación General Económica y el Estado, así como también en concertación de acuerdos sectoriales para el crecimiento e
inversión
27
José A. Martínez de Hoz previamente se desempeñó como Director del Deutche Manhattan Bank y formó parte del directorio
de ACINDAR. Su apellido aparece históricamente con su bisabuelo, quien fue fundador de la Sociedad Rural Argentina y
desempeñó importantes funciones públicas y privadas. Fue titular del Consejo Empresario Argentino donde convergían lo más
concentrado de la burguesía rural e industrial, tanto nacional como extranjera.
19
achicamiento y la pérdida de control de sus funciones; las modificaciones en relación capital/trabajo
y la apertura de la economía.
Ya en ese momento se comienza a sostener que había que "sincerar" la economía, reduciendo el
enorme déficit público existente y aumentando la productividad de las empresas por medio del
devalúo del peso. Pero, en realidad, a lo que se apuntaba era más a frenar el poder de movilización de
los sectores populares, que incidían en las decisiones en pos de políticas laborales favorables (sobre
todo con el derecho a huelga y la gran politización y consenso existente en la calle).
“La Junta” va mucho más allá en el objetivo de redistribución del ingreso en favor de los
empleadores, utilizando el terrorismo para que avance el capital, dirigiendo su ofensiva hacia el
mundo del trabajo.
Uno de los instrumentos para ello es el establecimiento de un “ancla salarial”: los precios y las
tarifas seguirían subiendo y los salarios no; siendo la excusa para ello el freno a la inflación. Como
resultado se produce una devaluación del 40% en los salarios, comparados con el quinquenio
anterior.
A partir del golpe de estado los trabajadores pierden prácticamente todos sus derechos: se
reforma la Ley de Contrato de Trabajo, se eliminan las convenciones colectivas, se interviene la CGT,
las “62 organizaciones” y todas las asociaciones gremiales; y se prohíbe el derecho de huelga.
Asimismo, se suspenden por tiempo indeterminado las actividades políticas y gremiales de todo
orden; y se promulga la Ley de Prescindibilidad, para depurar la administración pública de
“agitadores y subversivos”.
Es importante destacar que este disciplinamiento se da en el marco de la desindustrialización,
llevándose a cabo un redimensionamiento sistemático de la actividad manufacturera, funcional a
ello.
28
Al respecto, En junio del 1975, el entonces Ministro de Economía Celestino Rodrigo, dispone una devaluar más de un 150%
el peso en relación al dólar comercial, aumentar en promedio un 100% en todos los servicios públicos y transporte, un 180% en
los combustibles y un 80% los salarios.
20
Así, se reduce la ocupación obrera y aumenta la jornada media de trabajo. Se incrementa la
productividad debido a una mayor intensidad del uso de la fuerza de trabajo y a la racionalización de
los procesos productivos. La expulsión de la mano de obra del mercado formal, principalmente del
área industrial, da origen al surgimiento de un mercado paralelo (mercado informal o “negro”), cuya
principal característica es la precarización.
De este modo, el desempleo opera como un disciplinador “natural” de los sectores trabajadores;
éste, junto a las políticas represivas del estado, servirá para garantizar la implementación de las
nuevas condiciones a favor del capital.
A su vez, el costo salarial pasa a ser reducido a su mínima expresión para garantizar más
ganancias a los sectores empresariales. Así, tal como lo sostiene García, A. “la magnitud del excedente
29
captado por el empresariado industrial en su conjunto se incrementó en un 69 %.
De este modo, la “Junta” promueve cambios sustanciales en la sociedad argentina: su
redefinición principalmente anti-estatista dentro de la doctrina neoliberal apunta directamente a la
reorientación distributiva, es decir, el ingreso va de los sectores populares hacia los sectores más
concentrados de la economía.
La reforma financiera de junio del 1977, ortodoxamente monetarista, va a beneficiar
directamente a los sectores más concentrados del capital financiero externo e interno ya que:
- libera las tasas de interés, que en lo sucesivo serían reguladas por la oferta y la demanda de
créditos;
- disminuye las exigencias estatales a las entidades financieras, lo que llevó a una
multiplicación de las mismas;
- Otorga mayor permisividad a la entrada y salida de capitales de Argentina.
29
García, Américo, Apuntes de Cátedra
21
El equipo económico sostiene que así terminaría de configurarse un circuito lo suficientemente
fluido para atraer a la liquidez mundial facilitando el crédito, mediante el cual la industria local se
equiparía, con el fin de afrontar la competencia de productos importados.
Esta reforma anula el control que ejercía el Banco Central y se orienta hacia una estrategia de
intereses libres y de signo positivo con respecto a la inflación. Es decir, el Estado como tomador
masivo de crédito levanta las tasas de interés, haciéndolas superiores a los niveles de inflación y a las
ofrecidas por los Bancos internacionales, lo cual favorece la especulación y la fuga de capitales.
Dicha política es alentada por el establecimiento de la llamada “tablita financiera”, consistente en
anunciar los valores anticipados de la cotización del dólar respecto del peso argentino. A los fines de
sostener esta política, en marzo del ´80, ante el temor de nuevas corridas bancarias, el estado
determina garantizar el 100% de los depósitos, en el caso que quebraran las entidades financieras.
Estas medidas dan lugar a un comportamiento especulativo denominado “bicicleta financiera”:
las empresas se endeudaban a través de créditos procedentes del exterior, depositando los fondos en
moneda local, aprovechando los intereses ofrecidos por la banca local, superiores a la inflación y a los
de los créditos contraídos en el extranjero. El mecanismo utilizado tanto empresarios argentinos
como extranjeros especulativos era por lo demás seguro, ya que la tablita les anticipaba que no serían
perjudicados por la inflación y, a su vez, la garantía sobre los depósitos les aseguraba el pago total
de lo colocado. Es así que la especulación se convierte en el motor central de la economía Argentina,
sobredimensionando el sector financiero.
Es la tristemente célebre época de “la plata dulce”: ciertos sectores de la sociedad argentina quedan
deslumbrados por la posibilidad de acceder al turismo internacional y a electrodomésticos baratos,
creándose una especie de espejismo exitoso que pronto mostró una realidad ficticia y de corta
duración.
En este contexto de préstamos y plazos fijos, los créditos hipotecarios fueron reglamentados por la
recordada Circular 1.050 del Banco Central, que liberó las tasas de los créditos hipotecarios a la
fluctuación del mercado, permitiendo a las entidades bancarias otorgar préstamos a particulares sin
fijar de antemano los intereses. El resultado fue que los mismos se tornaron impagables, por lo cual
muchísimas familias perdieron su vivienda.
La contracara de esta política de endeudamiento será, a mediano plazo, el empeoramiento de la
situación de muchas industrias nacionales (sobre todo pequeñas y medianas) quienes, al abrirse la
importación y disminuir el consumo local, recurren a préstamos en el exterior (debido a las altas tasa
locales) en un intento por hacer inversiones que aumenten su competitividad.
22
La situación se complica aún más cuando EEUU eleva las tasas de interés, lo que provoca que los
capitales especulativos que estaban en el país se fuguen y no resulte viable la posibilidad de
conseguir financiamiento externo.
Dicha política norteamericana hace que muchas empresas que no se encuentran amparadas por el
estado dictatorial quiebren, al no poder afrontar la deuda en dólares.
Por el contrario, el estado se hace cargo de la deuda de los grupos empresarios afines a su proyecto,
aumentando ostensiblemente la deuda externa. La cristalización de ello es la firma del decreto de
estatización de la deuda privada en el año 1982 por el entonces director del Banco Central, Domingo
Cavallo.
El resultado será el condicionamiento de las generaciones futuras al pago de la deuda,
constituyéndose ésta situación en una amenaza a la democracia venidera, en tanto Argentina (del
mismo modo que otros países latinoamericanos) redobla su dependencia con respecto a los países
30
centrales.
Dicha política financiera en el marco de la apertura económica, junto con el disciplinamiento obrero
fue la disposición de corte más neoliberal aplicada por Martínez de Hoz. Sostenía que la reducción de
aranceles proteccionistas junto con la quita de subvenciones a ciertas industrias estimularía la
competencia con los productos extranjeros, depurando a la industria sustitutiva sencilla. Sin
embargo, esta apertura usada como política anti-inflacionaria, provocó la desintegración de gran
parte de la producción local.
Tal desindustrialización disminuye las dimensiones de la estructura secundaria, desaparecen
ciertas fracciones de capital, sobre todo aquellos estratos mediana y escasamente concentrados,
siendo el área de bienes de consumo durable la más afectada. Como contrapartida, los beneficiados
son los sectores más concentrados, que aumentan su participación en la producción industria: en
primer lugar, los grandes grupos económicos locales y, en segundo lugar, las ET diversificadas y/o
31
integradas (ETDI).
En forma complementaria, la conducción estratégica de la Dictadura por medio de su gabinete
económico, impuso una restructuración de las empresas estatales en función de los intereses de los
30
Así, los principales acreedores externos, como el FMI y el banco Mundial condicionarán la política económica,
por medio de recomendaciones que el estado debe aceptar en el marco de los acuerdos de pago. Asimismo, el
cumplimiento de los compromisos asumidos impedirán el desarrollo de la economía local.
31
Las ETDI nacionales o extranjeras, mediante la propiedad de múltiples empresas, aumentaron su poder
económico y el control que ejercían sobre distintos mercados. García, Américo, apuntes de cátedra.
23
32
grupos económicos locales. Es la denominada privatización periférica, es decir, “un mecanismo de
infiltración selectiva del capital privado en las empresas estatales a través de concesiones y
terciarización de actividades selectas. Esto permitió que esos grupos se apoderaran de una parte
significativa de los ingresos de las firmas estatales”.
Volviendo al área financiera, ya desde fines del ´79 el gabinete económico sospecha que algunos de
los nuevos bancos no operan según la normativa vigente, por lo que en marzo del ´80 deciden cerrar
el mayor de los bancos locales, el BIR; y continuar en los meses subsiguientes con otros como el
Banco de Los Andes, el Banco Oddone y el Banco Internacional-
Como era de esperarse, estas medidas desencadenan el retiro de los depósitos y la salida del país de
cuantiosas divisas. Dado que existía garantía oficial, gran parte de las reservas fueron utilizadas para
responder las demandas de los clientes y entidades intervenidas. Esta situación se prolonga hasta el
81, donde la fuerte crisis económica no deja otra alternativa que anunciar una nueva devaluación. La
reacción de los sectores opositores y de la sociedad civil se lleva puesto al ministro de economía
Martínez de Hoz, quien será reemplazado por Lorenzo Sigaut. En el marco de esta crisis también deja
el cargo el por entonces presidente de facto de la junta militar Jorge. R Videla, siendo reemplazado
por Roberto Viola.
32
Verbitsky, Horacio; Bohoslavsky, Juan Pablo; “Cuentas Pendientes. Los cómplices económicos de la
dictadura”; Ed. Siglo XXI Editores S.A.; Buenos Aires, año 2013; pag. 94. Eduardo M. Basualdo “El legado
Dictatorial”
33
Pucciarelli, Alfredo; “La patria contratista. El nuevo discurso liberal de la dictadura encubre una vieja práctica corporativa”, en
Alfredo Pucciarelli compilador, op. cit. , p. 116.
24
Al tomar el cargo el nuevo Ministro la economía, Argentina mostraba serios desequilibrios,
destacándose una inflación de 131% anual y una deuda externa de 40.000millones de dólares.
Esta situación fue el resultado de las políticas implementadas a lo largo de la gestión de Martínez de
Hoz, que favoreció las importaciones y las operaciones financieras a través de la subvaluación del
dólar, la reforma financiera y la reducción de los aranceles de importación; con consecuencias tales
como: un importante crecimiento de la deuda externa, la fuga de capitales, la desaparición de
sectores enteros de la industria, el aumento de la desocupación, la caída del salario real, etc.
La intención de Sigout fue poner fin a la subvaluación del dólar para desalentar las maniobras
especulativas, por lo que dispone una revaluación del mismo del orden del 30% y deja sin efecto la
famosa tablita que en1979 había impuesto su predecesor. Asimismo, desdobla el mercado
cambiario, mediante la creación de un "dólar financiero" libre y un "dólar comercial" regulado, con
diferentes valores.
No obstante, durante su gestión la deuda externa se incrementa en un 31%, acentuándose la
tendencia recesiva de la economía, tal como lo demuestra la caída del 9% del PBI.
En este contexto recesivo, se produce la intervención y posterior quiebra de importantes empresas
como Sasetru, Greco y Oddone, siendo ello la manifestación previa al colapso del sistema, en marzo
de 1981. También tiene lugar una devaluación que a lo largo de la presidencia de Viola llegaría al 500
por ciento.
La crisis económica y social desatada decanta en un golpe interno comandado por el entonces
general Leopoldo Fortunato Galtieri, quien desplaza a Viola y con él a Sigaut, el que es reemplazado
por Roberto Alemann.
Su política más significativa será la destinada a aumentar los ingresos del Estado mediante un
ajuste en las tarifas públicas y el incremento de los impuestos indirectos. Por ejemplo, el impuesto al
valor agregado de alimentos y medicamentos, con una suba en la tasa entre el 10 y 12 %. Medidas
todas éstas de fuerte impacto negativo en los sectores asalariados.
El constante deterioro de la situación económica da lugar a las primeras reacciones populares,
como la manifestación convocada por la CGT a Plaza de Mayo el 30 de marzo de 1982. Dos días
después, Argentina invade las Islas Malvinas. En esta coyuntura, los días del Régimen estaban
contados.
Características del Plano político-social. La adecuación del campo político y social a los
requerimientos de los nuevos patrones de acumulación: el restablecimiento del “orden”
25
34
Tras la asunción por parte de las “Juntas Militares” de la conducción del Estado Nacional, se
comienzan a implementar acciones que, en el campo político-social, van a tener por objetivo principal
el restablecimiento del “orden” a favor del mantenimiento del status-quo. Para ello, se va a promover
una profunda transformación de las relaciones de fuerza, a favor del rearmado del bloque
hegemónico y la desestructuración de los sectores subalternos.
Como ya se mencionó, los cambios acordes a las nuevas condiciones internacionales se tornaban
imposibles de ser llevados a cabo sin un fuerte “disciplinamiento” de los sectores populares, quienes
se encontraban activados políticamente por las políticas populistas del período anterior,
homogeneizados socialmente por su fuerte componente obrero e identificados mayoritariamente con
el peronismo. Como complemento de ello, se proponen rearmar un bloque hegemónico dentro de
una clase dominante que, desde los períodos anteriores, se encontraba fragmentada por intereses
sectoriales (lo que derivó en la crisis hegemónica posterior al “golpe de Estado del 55¨). En efecto, es
durante la etapa previa al “Golpe” (período 1955-1976) donde dicha clase dominante evidencia su
35
incapacidad para imponer un proyecto nacional que oriente el nuevo modelo de acumulación.
De manera concomitante, la adecuación de Argentina a los patrones políticos y económicos del nuevo
orden mundial va a importar, entre otras cosas, el desmantelamiento del Estado populista (en el caso
de nuestro país, en su versión desarrollista), como paso previo a la instauración del estado neoliberal
36
Precisamente el aparato del Estado va ser la herramienta para tales readecuaciones. Por eso el “Golpe
de Estado” y tras él, la implementación de lo que los mismos militares llaman “Proceso de
34
Durante el proceso de reorganización nacional se suceden tres “Juntas Militares”. A saber:
- Entre 1976 y 1980, opera la Primera Junta Militar presidida por el Gral. Jorge R. Videla, e integrada por el
Alte. Emilio E. Massera y el Br. Orlando Agosti.
- Entre 1980 y 1983 la II Junta Militar, presidida por el Gral. Roberto E. Viola, al que sucede el Gral.
Fortunato Galtieri.
- Y en 1983 hasta la reapertura democrática, la última Junta Militar, presidida por el Gral. Reynaldo B. A.
Bignone.
35
Para mayor ampliación acerca de lo planteado ver: Rouquie, Alain; “Hegemonía Militar, Estado y Dominación Social”; en
Argentina Hoy; Ed. SIGLO XXI; Buenos Aires; año 1982
36
Cabe destacar que la panacea de este proceso de transformación del estado argentino al neoliberalismo va a ocurrir con las
reformas durante el menemismo, constituyendo el periodo de transición democrática de Alfonsín (´83-´89) una continuidad en
la senda hacia dicha concreción. Ver: Cassin, Esteban; “Comentarios sobre la sociedad argentina en los noventa: neoliberalismo
y después”
26
37
Reorganización Nacional”, basado en una operación planificada, sistemática e integral de genocidio,
conforme los lineamientos ideológicos de la Doctrina de la Seguridad Nacional.
El diseño institucional planeado a tales fines conlleva una estructura de mando piramidal, típica de
las organizaciones castrenses. En este sentido, la conducción va estar a cargo de una “Junta Militar”
tripartita, compuesta por los altos mandos de las tres armas (Marina, Ejército y Aviación),
constituyendo el órgano supremo de la Nación. La Junta Militar es quien ejerce la función de
Comando en Jefe de las FFAA, con facultad para designar al Presidente, quien ocupará las funciones
Ejecutivas de Estado; quedando todo el resto de las instituciones bajo su mando. Ello va a incluir la
clausura del Poder Legislativo y la posibilidad de remoción y designación de jueces del Poder Judicial,
por parte de dicha “Junta”. Tan es así que, dentro de las primeras medidas adoptadas por la “I Junta
Militar”, se encuentra la destitución de los Jueces de la Corte Suprema y su reemplazo por
magistrados afines al proyecto dictatorial.
No obstante lo dicho, el arco social que participa en la ejecución de la dictadura no va a quedar
reducido a los integrantes de las fuerzas militares, sino que van a actuar de manera directa varios
sectores del empresariado nacional e internacional (entre los que se destacan los estratos
pertenecientes a la vieja burguesía agraria y los sectores concentrados del capital trasnacional), la
elite de la iglesia católica, así como también algunos grupos pertenecientes a los sectores
profesionales y técnicos de los estratos medios. Es decir, los militares van a constituir la cara visible de
un nuevo bloque de poder en pos del mantenimiento del status quo y del armado de un nuevo
modelo de acumulación a favor de los intereses de los sectores dominantes, en concordancia con la
nueva lógica de acumulación a nivel internacional. De modo que lo ocurrido constituyó una dictadura
cívico militar.
Así, utilizando sus herramientas coercitivas y con una militarización excepcional de la red de
38
instituciones estatales , durante el período ´76-´83 el Estado va a adquirir el carácter de “Estado
Gendarme” (guardián del orden), con un despliegue represivo sin precedentes en la historia nacional.
En este sentido, la faceta más extrema de ello se encuentra constituida por su accionar terrorista.
Cabe aclarar que el estado capitalista, en cualquiera de sus formas, detenta el uso monopólico de la
violencia legítima. No obstante, el rasgo distintivo del “terrorismo de estado” está dado por la
37
Según la Convención, se entiende por genocidio a los actos cuya intención es destruir total o parcialmente a un grupo
nacional, étnico, racial o religioso como tal.
38
“La presencia del personal militar en la administración pública durante el año 1976-1977 llegó al: 40,5 por ciento en la
administración central de organismos, 32,4 por ciento en organismos descentralizados, 37,5% en provincias y municipalidades de
Buenos Aires, y 44,5 por ciento en empresas del Estado” Marta Castiglione: La militarización del Estado en la Argentina
(1976-1981); Ed. CEAL, Buenos Aires, 1992, p. 55.
27
implementación de un conjunto de acciones represivas ilegales e ilegítimas, violatorias de los
39
derechos humanos; que encuentran sustento material en la estructura institucional estatal .
A lo anterior se le suma una política de control estatal extremo sobre los actos cotidianos de la
sociedad civil: los ámbitos de trabajo, las escuelas, la vía pública, etc., fueron también vigilados y foco
de prohibiciones y censuras (la interrupción de los trayectos de los colectivos por parte de los
militares para controlar la documentación de los pasajeros de modo violento, la prohibición de
ciertos contenidos programáticos en las escuelas y universidades, la prohibición de permanecer en
grupos de más de tres personas en la vía pública, son parte de esos ejemplos). Entre esas medidas
pueden destacarse también, la suspensión del Estatuto Docente y la aplicación, nuevamente, de la
Ley de Residencia, contra todo aquel sospechoso de atentar contra la seguridad nacional.
Así, clausurados los espacios colectivos de participación y expresión, lo que quedó fue “la voz del
Estado”, dirigida a un conjunto atomizado de habitantes, proponiéndose imponer la “cultura del
miedo”.
Por otro lado, la faceta más extrema del “modus operandi” del terrorismo de Estado está
compuesta por sus prácticas genocidas, basadas en la premisa del aniquilamiento de quienes ellos
categorizaron como “enemigos internos” y etiquetaron en su jerga bajo la denominación de
“terroristas o subversivos”; incluyendo en tales categorizaciones, no solo a los grupos armados de los
sectores subalternos, sino a todos aquellos que se opusieran, de algún modo, a su proyecto político.
Así lo define el genocida, Gral. Roberto Viola:
“La subversión es toda acción clandestina o abierta, insidiosa o violenta, que busca la alteración o la
destrucción de los criterios morales y la forma de vida de un pueblo, con la finalidad de tomar el poder e
imponer desde él una nueva forma basada en una escala de valores diferentes. Es una forma de
reacción de esencia político-ideológica dirigida a vulnerar el orden político-administrativo existente, que
39
Para mayor profundización acerca de esta línea argumentativa ver Bayer, Osvaldo y otros; op. Cit.
28
se apoya en la explotación de insatisfacciones reales o figuradas de orden político, social o
40
económico…”
Desde el punto de vista jurídico, conforme la definición de la Convención, se entiende por genocidio
“a los actos cuya intención es destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o
41
religioso como tal” .
De este modo, se advierte la complejidad del genocidio del Estado argentino y sus efectos a largo
plazo, en tanto su intencionalidad no es meramente el aniquilamiento físico de los “cuerpos” de un
grupo nacional que se opone ideológicamente al proyecto político neoconservador sino, más
precisamente, se trata de exterminar la posibilidad de un ideario alternativo a él, es decir, de que la
sociedad en su conjunto comience a entender que no hay otro proyecto político viable más allá del
neoliberalismo, ni tampoco lugar para el pensamiento crítico. De allí el efecto a largo plazo del
genocidio y su carácter simbólico.
Al respecto, explica dicho autor que la concreción de un genocidio implica una serie de procesos, cuya
secuencia práctica involucra varios momentos. El primero tiene que ver con la construcción
imaginaria del enemigo de manera ambigua, en el caso argentino, asimilado al subversivo. Es dicha
40
Diario La Nación, Buenos Aires, 20 de abril de 1977; citado por Roffinelli, Gabriela en: “Una periodización del genocidio en
Argentina. Tucumán 1975-1983 en http://www2.scielo.org.ve
41
Art. 1 de la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio.
42
Feierstein, Daniel; “El carácter genocida del proceso de reorganización nacional”; en escuela de historia; Revista
Digital; Fac. de Humanidades y Arte; Universidad de Rosario.
29
ambigüedad la que permite asemejar ésta figura a cualquier tipo de práctica; instaurando, de este
modo, el terror en toda la sociedad, en tanto cualquier acción podría ser calificada de “subversiva”.
El segundo momento consiste en la puesta en acción de la operación genocida, a través de las
prácticas de hostigamiento. Luego siguen el aislamiento de las víctimas, su exterminio y finalmente, la
ruptura de la identidad nacional. Lograda esta última fase se completa la secuencia genocida en
tanto, aunque es un momento simbólico, consigue la transformación de las prácticas sociales,
barriendo con la identidad de las víctimas.
Es a partir de estas explicación que podemos afirmar que la dictadura cívico-militar del ´76
implementa un plan de exterminio sistemático, en tanto incluye acciones deliberadas tendientes a
43
provocar “el exterminio” de un sector de la sociedad, en el marco de un ataque generalizado a la
población por medio de la metodología del terror; creando estructuras organizativas y dispositivos
clandestinos para la desaparición de personas, con un accionar secuenciado que incluye: la
persecución, el secuestro, la tortura, la desaparición y/o el asesinato (de ahí la prevalescencia de la
44
figura del desaparecido) .
Organizativamente van a dividir el país en cinco zonas geográficamente delimitadas y, dentro de ellas,
varias sub-zonas y áreas; repartidas para su dirección entre los altos mandos de alguna de las tres
fuerzas armadas.
43
En un exhaustivo análisis del derecho internacional, Ricardo Lorenzetti y Alfredo Kraut explican que la diferencia entre
asesinato y exterminio radica precisamente en la escala de las acciones u omisiones, siendo este último un asesinato a gran
escala, es decir, un asesinato masivo. Para ampliar ver: Lorenzetti, R. y Kraut, Alfredo; “Derechos Humanos, Justicia y
Reparación”; Ed. Sudamericana, Buenos Aires, año 2011
44
la permanencia de la figura del “desaparecido” es otro rasgo específico del terrorismo de Estado en Argentina, habiéndose
utilizados diversos mecanismos con el fin de asegurar la no aparición e identificación de los cuerpos asesinados. Ver:
Procesamiento ABO II - 29/12/2010 en www.cij.gov.ar
30
El epicentro de la represión ocurre en los llamados “centros clandestinos de detención y tortura”
(CCDyT). Se trata de verdaderos “campos de concentración” instalados en dependencias militares o
45
policiales, reacondicionadas para el secuestro de las personas detenidas-desaparecidas ; siendo
además, base operativa de los “grupos de tarea” o “patotas”.
La estructura jerárquica en cada uno de los espacios que forman parte de la red de centros
46
clandestinos existentes en todo el país , estaba conformada por un “Jefe de campo” (generalmente
47
militar y, en menor medida, policía) a cargo de los “grupos de tarea,” con incumbencia en cada
centro clandestino.
Los integrantes de los llamados “grupos de tarea” llevaban adelante tareas de:
- inteligencia, es decir, se encargaban de investigar a las víctimas;
- operatoria, incluyendo la planificación y ejecución de los secuestros, la realización de los
interrogatorios y las torturas; y la determinación y ejecución del destino de las víctimas;
- logística, o sea, todo lo relativo a la administración y mantenimiento del CCDy T.
Así, una vez realizadas las tareas de “inteligencia” en relación a las víctimas, la “patota” planificaba y
llevaba a cabo los secuestros, los que se efectivizaban en alguno de los espacios donde solían
48
desarrollar su vida cotidiana (su domicilio, su lugar de trabajo o, eventualmente, la vía pública).
Capturada la víctima, era “tabicada” y llevada al CCDy T, donde las alojaban en condiciones de
clandestinidad.
“Todo eso fue rapidísimo, me metieron en la parte de atrás de un auto, yo intenté decir mi
nombre pero ni siquiera lo termine, la gente se quedó mirando. Fue como poner pausa, detener una
imagen, la gente se quedó quieta, nadie hizo absolutamente nada”
49
(Ana María Careaga, sobreviviente del circuito ABO)
45
Según las investigaciones realizadas solamente el CCD conocido como “Olimpo”, fue el único establecimiento creado a tales
fines, constituyendo parte del circuito Atlético, Banco, Olimpo, bajo el mando del Primer Cuerpo del Ejército. Ver:
46
Hay contabilizados aproximadamente 340 CCD en el país (aunque los organismos de DDHH estiman que la cifra ascendería a
500); con denominaciones tales como: ESMA; Atlético/Banco/Olimpo, Cacha, Vesubio, Campo de Mayo, Automotores Orletti,
La Perla, Pozo de Banfield; Pozo de Quilmes, etc. (para un conocimiento más acabado puede visitarse:
www.memoriaabierta.org.ar)
47
Los grupos de tarea fueron clasificados con un orden numérico: GT1, GT2, etc. estando asignados a determinados CTD
48
Tras solicitar la “zona liberada” a la policía zonal, las patotas solían llegar al lugar donde se encontraba la victima
generalmente en automóviles y luego de un operativo extremadamente violento, procedían al secuestro
49
Ana María Careaga fue secuestrada cuando tenía 16 años de edad en J: B: Justo y Corrientes de la Capital Federal, en junio de
1977. Se encontraba cursando un embarazo de tres meses. Testimonio publicado en “Proyecto de Recuperación de la Memoria
Centro Clandestino de detención, Tortura y Exterminio Club Atlético”; Revista Ito. Espacio Para la Memoria; Buenos Aires; 2011
31
Junto con la supresión física (en tanto las víctimas pierden todo vínculo con el exterior),
durante su estadía, los detenidos-desaparecidos eran sometidos a distintas prácticas de torturas y
vejaciones que tuvieron como objetivo, no solo la búsqueda de información acerca de las actividades
político/sociales de las mismas y de su grupo de pertenencia sino, por sobre todo, la
despersonalización de los detenidos, es decir, la enajenación de su condición de sujetos; siendo ello
parte del plan de exterminio antes mencionado.
Así lo relata un ex detenido desaparecido:
“ En el campo de concentración se apuntaba a la despersonalización de los prisioneros, a la
perdida de la identidad. Eso se expresaba a través de distintas situaciones. El hecho de que a uno no lo
llamaran por su nombre, sino que se pasara a ser una letra y un número – que se aprendía a golpes – (en
mi caso era K04), tenía que ver con esa pérdida de identidad”
50
(Ana María Careaga, sobreviviente del circuito ABO)
La deshumanización, a la vez, fue la posibilitadora de la concreción del método de compulsión
física y psicológica dentro de los CCDyT (el que, además, va a tener repercusiones fuera de los campos
de exterminio, alcanzando, vía el terror, al conjunto de la sociedad civil).
Al respecto, Norma Slepoy, aporta desde el psicoanálisis a esta noción, partiendo del estudio de
documentos del Ejército que hacen referencia al llamado “método de acción compulsiva” del
siguiente modo:
“el método de acción compulsiva es toda acción tendiente a generar conductas y actitudes por
apelaciones instintivas. Actuará sobre el instinto de conservación y demás tendencias básicas del
hombre (lo inconsciente). La presión insta por acción compulsiva apelando casi siempre al factor miedo.
La presión psicológica engendra angustia: la angustia masiva y generalizada podrá derivar en terror, y
eso basta para tener al público (blanco) a merced de cualquier influencia posterior. La fuerza implicará
la coacción y hasta la violencia mental. Por lo general este método será impulsado, acompañado y
secundado por esfuerzos físicos o materiales de la misma tendencia. En él la fuerza y el vigor
reemplazarán a los instrumentos de la razón. La técnica de los hechos físicos y los medios ocultos de
51
acción psicológica transitarán por este método….”
Lo anterior da cuenta que, por un lado, hubo asesoramiento de profesionales de la psicología
para el diseño del accionar genocida y por otro, que las vejaciones a los derechos humanos dentro de
los CCD no fueron el resultado de conductas sádicas de personalidades perversas (aunque incluyen
esta dimensión), sino parte del plan genocida.
Es de este modo que puede clarificarse el sentido de los sistemáticos tratos aberrantes a los
que eran sometidos los detenidos-desaparecidos durante su secuestro, los que incluyen desde el
50
Testimonio publicado en “Proyecto de Recuperación de la Memoria Centro Clandestino de detención, Tortura y Exterminio
Club Atlético”; Revista Ito. Espacio Para la Memoria; Buenos Aires; 2011
51
Slepoy, Norma; “Torturas de Tercer Grado”; en http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-167123-2011-04-28.html
32
alojamiento en condiciones infra-humanas hasta las más siniestras vejaciones (utilización de la
picana, golpizas y maltratos psicológicos y demás métodos de tortura; incluyendo también las
violaciones a la integridad sexual de las víctimas).
“Las condiciones sufridas por todos durante el cautiverio eran vergonzantes, indignas e
inhumanas. Permanecíamos encadenados acostados en el piso o en catres durante todo el día,
desnudos o semidesnudos, encapuchados, sin hablar, sin ver, a merced de los guardias que aburridos se
entretenían verdegueando o abusando de alguno de nosotros. Sólo nos levantaban dos veces al día
para hacer nuestras necesidades. Durante las noches permanecía la luz encendida. El baño semanal era
a puertas abiertas y con agua fría, cosa que permitía a los guardias abusar de las mujeres. Algunas
noches éramos llevados afuera a interrogatorios y simulacros de fusilamientos (…) la tortura psíquica
era constante, y la física la realizaban por medio de golpes, picana eléctrica, extracción de uñas y
dientes, "submarino" (inmersión de la cabeza en un balde de agua) quemadura, suspensión en ganchos
de las paredes, violaciones y vejámenes de todo tipo. La alimentación era mate cocido y pan de mañana
y tarde, guiso de porotos, polenta o sopa como almuerzo y ocasional cena. Durante todo mi secuestro
sólo recibí, a pesar de mi embarazo, dos o tres frutas y algún trozo de carne hervida. Durante mi
permanencia en cautiverio, tomo conocimiento, por deslices de un guardia del Servicio Penitenciario de
la Provincia de Buenos Aires que se hallaba en estado de ebriedad, que el Campo Clandestino de
Detención "La Cacha" era la antigua planta transmisora de LS-11 Radio Provincia de Buenos Aires”
52
(Testimonio de María Laura Bretal – sobreviviente del Ex CCD La Cacha)
La apropiación de los hijos de las personas desaparecidas en manos de familias afines al
proyecto cívico-militar de la dictadura, constituyen otra arista del plan de exterminio, en tanto el
fundamento ideológico de tales apropiaciones (obviamente, posibles únicamente en el marco de un
estado autoritario), está dado por la necesidad de evitar que esos niños sean criados bajo la
“influencia subversiva” de sus familias de origen.
La determinación del “destino final” de los secuestrados era tomada por los miembros de los
niveles operacionales más altos, quienes, luego de un tiempo de detención variable, decidían dos
destinos posibles: su liberación o su ejecución.
La modalidad de asesinato de las víctimas tiene algunas variantes en la casuística, no
obstante, las metodologías utilizadas poseen rasgos comunes en los distintos CCD, lo que redunda en
una prueba más de que el exterminio fue parte de un plan sistemático, siendo las más utilizadas el
fusilamiento y entierro de los cuerpos en fosas comunes o arrojarlos al río o mar en el marco de los
llamados “vuelos de la muerte”. Otra de las modalidades usadas fue la de asesinar a las víctimas y
arrojarlas en la calle, simulando enfrentamientos o intentos de fuga de sospechosos.
Así, solían aparecer en los periódicos de la época noticias sobre la aparición de “cadáveres no
identificados o de subversivos caídos en combate”; lo que evidencia la estrategia de misterio y
semi-ocultamiento que el régimen cívico-militar montó sobre la clandestinidad del genocidio, como
52
Publicado en http://www.desaparecidos.org/arg/testimonios/bretal.html
33
modo de infundir el terror en toda la sociedad civil; dando pistas de un accionar que oficialmente se
53
negaba. Al respecto, Piglia, R. sostiene que “decir todo y no decir nada” se corresponde con la
estructura del relato del terror.
Desde el punto de vista cronológico, la mayoría de las desapariciones ocurrieron entre 1976 y 1978,
registrándose el mayor número de asesinatos entre fines del ´77 y mediados del ´78. En palabras de
Sirlin: “era el comienzo de la ¨Fase 4¨ de la represión, consistente en el exterminio de gran parte de
54
los prisioneros, es decir, en ese período hubo un genocidio dentro del genocidio.”
Distintas razones, aunque no excluyentes, pueden explicar los motivos de ello. La primera tiene que
ver con el cumplimiento de la fase de exterminio del genocidio, en la que los jefes de cada una de las
fuerzas armadas participan en el pacto de exterminio, poniendo en juego una especie de competencia
de poder que se medía en términos de cantidades de víctimas secuestradas o asesinadas. En efecto,
parte del plan era superar la etapa de conducción del Estado organizada en torno a “la Junta
tripartita” para arribar a una modalidad de conducción presidencial dictatorial, lo que llevó a una
competencia de los principales candidatos (Videla, Massera y Galtieri), potenciadora del genocidio
desplegado.
Otra de las razones se vincularía con la necesidad de eliminar a los desaparecidos de los CCD
ante la inminente llegada de los extranjeros al Mundial de Futbol del ´78, asesinándolos.
También debe considerarse la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), quien, a partir de las numerosas peticiones de los organismos de DDHH argentinos y de las
denuncias formuladas por sobrevivientes de los centros clandestinos, concurre al país en septiembre
del ´78. Ante la imposibilidad de evitar dicha concurrencia por las presiones internacionales
recibidas, los militares desmontan varios centros clandestinos de detención, trasladando a los
detenidos a otros sitios similares o asesinándolos. Al respecto, los meses previos registran un
55
incremento de los llamados “vuelos de la muerte”.
Se debe tener en cuenta que no todos los detenidos fueron desaparecidos. A la metodología
anterior, la dictadura sumó la detención de los llamados presos políticos a disposición del Poder
Ejecutivo de la Nación(PEN), los que permanecieron detenidos en pabellones especiales de cárceles
53
Piglia, Ricardo; “Crítica y ficción”; Ed. Seix Barral, Buenos Aires, 2000, p. 44, pp. 113-116 y p. 212.
54
Sirlin, Ezequiel; “La última dictadura: genocidio, desindustrialización y el recurso a la guerra (1976-1983)”; En VVAA Pasados
Presentes. Política, economía y conflicto social en la historia argentina contemporánea; Ed. Dialektik, año 2006; pág: 9
55
La comisión estuvo del 7 al 10 de septiembre en Buenos Aires, del 10 al 14 en Córdoba, 14 y 15 en Tucumán, pasó por Rosario
y regresó a la Capital Federal. Visitó los campos clandestinos de detención de La Rivera y La Perla, en Córdoba, y El Atlético, el
Olimpo y la ESMA. Abrieron tres oficinas en todo el país y recibieron 5580 denuncias de secuestros y desapariciones, aparte de
las casi tres mil que habían presentado los organismos. La comisión se fue del país el 20 de septiembre, en diciembre presentó
a la dictadura un informe preliminar donde criticaban el “Estado de excepción” que existía en Argentina y denunciaban la
existencia de miles de desaparecidos. El informe final se conoció un año después en forma de libro. La dictadura prohibió su
difusión y su venta. Ver: http://www.pagina12.com.ar/1999/99-08/99-08-29/pag17.htm
34
comunes y registrados “legalmente”. Algunos ya se encontraban en esta condición antes del golpe de
estado, por lo que permanecieron allí durante la dictadura, otros fueron detenidos en ese contexto o
tuvieron un pasaje previo por los CCD y luego fueron dispuestos por el PEN. Cabe destacar que las
condiciones violatorias de los derechos humanos propias de las cárceles se agudizaron durante este
56
período, registrándose prácticas similares a las de los CCD.
También el saldo del terrorismo de estado incluye el exilio de muchas personas quienes,
frente a recibir amenazas y/o tomar conocimiento o sospechar su inclusión en las “listas negras”, se
ven obligadas a abandonar el país. Entre ellos, destacadas figuras del ámbito intelectual, artístico y
político.
Los efectos del terrorismo de Estado en la estructura social
Otra de las aristas que permiten comprender la complejidad de los efectos sociales de las políticas de
la dictadura, la constituyen los cambios producidos en la estructura social.
57
En línea con ello, Nun sostiene que, aunque no son sus únicos determinantes, las
configuraciones de la estructura de clase de una sociedad, son influidas por las modificaciones en el
modelo de acumulación vigente. Por ende, si la dictadura militar tuvo entre sus objetivos la supresión
del modelo industrial mercado internista y su reemplazo por otro, acorde a la nueva lógica de
acumulación del capitalismo occidental inaugurada a mediados de los ´70, con prevalencia del sector
servicios, su impacto sobre la pirámide de clases resulta relevante.
En línea con ello, Villareal argumenta que la dictadura cívico-militar encontró una pirámide
social caracterizada por su heterogeneidad en la cúspide, dada por la variedad de fracciones dentro
de la clase dominante; y homogeneidad en la base, sobre todo, por su alto componente obrero y su
mayoritaria identificación con el peronismo. En términos del autor “el considerable predominio de los
asalariados entre los trabajadores y de los obreros entre los asalariados, expresaban el núcleo de una
homogeneidad básica. La articulación política en el peronismo complementaba la imagen y al mismo
tiempo reproducía las condiciones homogeneizantes en el proceso dinámico de formación de clases
58
sociales concretas”
Esta situación es la que se revertirá durante la dictadura por medio de la aplicación de las
políticas económicas antes explicadas, las que lograrán invertir los términos de la pirámide, por
medio de la homogenización de los sectores dominantes y la heterogenización de las clases
subalternas.
56
Ver: Cesaroni, Claudia; “Masacre en el Pabellón Séptimo”; ed. Ten en Movimiento, año 2013
57
Nun, José; Cambios en la estructura social de la Argentina: Ensayos sobre la transición democrática. Puntosur,
Bs.As., 1987
58
Villareal, Juan; “Los hilos Sociales del Poder”; Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, año 1985; pág.205
35
En este sentido, la desaparición de gran parte de la pequeña y mediana empresa; y la
concentración y centralización de los grandes grupos económicos responsables de ésta política,
permiten la construcción de un bloque dominante mucho más homogéneo.
Por otro lado, las modificaciones producidas en el mercado de trabajo implican, tanto las
transformaciones en su misma estructura, como el incremento del peso relativo del sector informal,
más vinculado al área de servicios.
Así, el mercado formal registra una pérdida significativa del componente obrero y un
incremento relativo de puestos de trabajo en el sector servicios, con la consecuente fragmentación
que ello implica, dada las características del empleo en este último.
A ello se le suma un incremento de la estratificación salarial entre empleados calificados, con
tendencia al alza de salarios; y no calificados, con tendencia a la baja; y una reducción de las
posibilidades de movilidad social.
Por otro lado, el crecimiento del sector informal de la economía se tradujo en el incremento
de cuentapropistas, trabajadores precarizados y eventuales; que se suman a la pérdida de derechos
que generó el incremento del desempleo y de la marginalidad social.
Así, la terciarización económica ocurrida en el marco de las transformaciones en el modelo productivo
de la dictadura, potenciaron tendencias hacia la “latinoamericanización” que ya venían
presentándose en la sociedad argentina pos ´55.
El resultado de ello es una estructura social cuya base quedará constituida por empleados, obreros,
independientes y marginales; es decir, estructuralmente heterogénea y políticamente fragmentada.
Entre el consenso y la coerción: las formas de resistencia al terrorismo de Estado
Si se retoma la teoría de Weber, la característica principal del estado moderno resulta del ejercicio
monopólico de la violencia legal como modo de garantizar la dominación; condición que se refuerza
en el marco del estado gendarme, como es el caso de la dictadura que nos ocupa, en tanto exacerba
su veta represiva. Sin embargo, su dominación no podría consolidarse sin la legitimación que otorga
el consenso, por lo que, incluso en el marco del terrorismo de estado, aparecen prácticas tendientes a
generarlo.
Esto lleva a preguntarse acerca de cuáles fueron aquellos sectores en torno a los cuales la
dictadura logró construir su base social de apoyo.
Al respecto, como ya se ha mencionado, la dictadura resultó de un proyecto cívico-militar en el que
participaron actores conocidos de la historia argentina: “sectores de la burguesía comercial
importadora y exportadora, la gran banca nacional y los productores de bienes primarios exportables
en coalición con las grandes firmas del capital extranjero, a los que se plegaban, como asociados
59
menores, algunos sectores medios de profesionales, intermediarios y ejecutivos”
59
Graciarena, Jorge; “El Estado latinoamericano en Perspectiva”; Ed. Eudeba; Buenos Aires; junio de 2000; pág. 47.
36
El proyecto inicial contará asimismo, con el apoyo explícito y duradero de la élite de la iglesia
católica conservadora, algunos partidos políticos provinciales, altos dirigentes de los partidos
60
tradicionales y el sector influyente de los medios masivos de comunicación.
Por otra parte, también la sociedad civil brinda mayoritariamente su apoyo inicial al proyecto
dictatorial, guiada por la representación de que los militares pondrían fin a la crisis política y
económica y su escenario de violencia existente en el país.
No obstante, la implementación de la metodología del terror y la censura generalizada,
derivarán en el quite del apoyo inicial de una parte de la sociedad civil, pese a los discursos
legitimantes de estas prácticas que la dictadura puntillosamente elaboró y difundió para justificar su
accionar.
El resultado de esta operatoria oscilará entre el silenciamiento, la justificación (el famoso “por
algo será”), la negación (sustentada en el “no querer saber”) o la resistencia.
Tal como dice Lo Giudice, A. la dictadura utilizando el terror como mecanismo disciplinador llevó a
una parálisis tendiente a fracturar el lazo social. El discurso que sostiene este accionar produce un
vacío simbólico traumático para la comunidad, en tanto los hechos fueron justificados con
explicaciones falseadas que inducen al sinsentido, impidiendo ubicar el origen de la agresión,
colocando la responsabilidad en las víctimas; “manipulación de cuerpos y de discursos que induce a
61
la sumisión”
Sin embargo, el terrorismo de estado y sus discursos legitimantes no pudieron imponerse de modo
absoluto, produciéndose brechas que permitieron cuestionarlos y resistirlos.
La forma de resistencia más clara fue la ejercida por las organizaciones armadas de los
sectores subalternos, como Montoneros y ERP-PRT, entre otros, quienes enfrentaron directamente el
proyecto dictatorial con una estrategia de combate. Basados en un análisis erróneo de la correlación
de fuerzas y de la fortaleza de sus sistemas defensivos, según sus propias autocríticas, sus militantes
quedaron atados a las decisiones de los mandos jerárquicos, quienes demoraron el repliegue que los
llevó al aniquilamiento definitivo.
Por otra parte, las denuncias de los organismos de derechos humanos acerca de los crímenes
cometidos, y la organización de los familiares y amigos de personas desaparecidas, cristalizada en la
fundación “Madres de Plaza de Mayo” y “Abuelas de Plaza de Mayo”, en 1977, constituyen una de las
primeras formas de resistencia pública, visibilizando los que estaba ocurriendo y reclamando la
“aparición con vida” de los desaparecidos y la restitución de los niños apropiados.
Otro modo de resistencia se corporiza en torno a los sectores artísticos e intelectuales,
quienes se constituyen en una vía de expresión de una cultura diferente, alternativa a la oficial, que
servirá de base de identificación y protesta encubierta para un sector de la sociedad civil. El llamado
60
Partido Justicialista, Unión Cívica Radical, Partido Comunista, entre otros.
61
Lo Giudice, Alicia; op.cit; pag. 76.
37
movimiento del rock, integrado por León Gieco, Charly García, Fito Páez, entre otros, es un ejemplo de
ello.
Por su parte, los boicots en las fábricas y las movilizaciones sindicales acontecidas durante los
años de terrorismo de estado, dan cuenta de la resistencia de los sectores obreros a las nuevas
condiciones del mercado. Así, en 1980, en el marco de la llamada “primavera sindical”, se registran
62
188 conflictos obreros en el que participaron aproximadamente 1.800.000 trabajadores .
Por último, se debe hacer referencia a las formas de resistencia cotidianas, aquellas que se
presentan en las relaciones más íntimas, como formas de solidaridad entre amigos, familiares,
vecinos e incluso desconocidos; que lograron romper la inmovilidad impuesta por el terror. La ayuda
brindada por los vecinos a los escapados de Mansión Seré, quienes le facilitaron lo necesario para
continuar con la huida del centro clandestino; el asilo de personas perseguidas por los “grupos de
tarea”, la contención entre las víctimas en los propios centros clandestinos, son algunos de los
ejemplos de lo antedicho.
La finalización de la dictadura cívico-militar y la reapertura democrática:
Tal como se ha mencionado anteriormente, hacia principios de los 80 la dictadura estaba
agotada. Desde el punto de vista económico, el modelo no lograba controlar la inflación ni el
endeudamiento externo, con las consecuentes secuelas en sectores dinámicos de la economía. A ello
se le suma la profundización de las consecuencias sociales de las políticas económicas
implementadas, signadas por el desempleo, el aumento de la pobreza, la caída del poder adquisitivo
del salario, entre otras.
La pérdida de legitimidad ante la sociedad civil que les genera esta crisis en el campo
económico encuentra su correlato en el campo político, sobre todo frente a la imposibilidad de seguir
justificando las violaciones a los derechos humanos ante la sociedad civil y la comunidad
internacional.
El conflicto por el canal de Beagle con Chile y la Guerra de Malvinas en el ´82 fueron los
últimos intentos de lograr consenso, tratando de solapar la “guerra sucia” a nivel interno, con una
“guerra limpia” fundamentada en la lucha por la soberanía.
No obstante, las prácticas corruptas, nuevamente las violaciones a los derechos humanos
cometidas por los militares contra los soldados y el fracaso de la contienda con Inglaterra, lejos de
garantizarle sus objetivos, precipitaron su caída.
Es en este contexto que, en 1983, se dan las posibilidades de la reapertura democrática.
Conclusiones:
62
Sirlin, Ezequiel; op.cit.
38
En el presente trabajo se intentaron abordar algunas cuestiones centrales para explicar la
complejidad de lo acontecido durante la última dictadura cívico-militar argentina.
Al respecto, se analizaron sus determinantes externos, destacándose la importancia de la
intervención político militar de EEUU, quien utilizó el camino del terrorismo de estado en América
Latina para poder sostener su hegemonía mundial, sobre todo, después del éxito logrado en Chile con
Pinochet.
A ello se le suman las nuevas condiciones de acumulación surgidas tras la crisis de mediados de los
´70, por las cuales la clase dominante Argentina debía acomodar el aparato productivo a la nueva
lógica centrada en la valorización financiera.
No obstante, desde el punto de vista político, las características internas de una clase subalterna
homogeneizada por su gran componente obrero, y a su vez, politizada y con conciencia de derechos
sociales, herencia del populismo; se constituye en uno de los grandes obstáculos para la
readecuación del modelo.
Frente a ello, el recurso del terrorismo de estado posibilitará el disciplinamiento de las clases
trabajadoras a fuerza del aniquilamiento de los sectores contestatarios, imponiendo un modelo
económico y social que los fragmentará a largo plazo y, a la vez, propiciará las condiciones para el
rearmado del bloque hegemónico.
Desde el punto de vista económico el objetivo de destruir el modelo mercado internista con
centralidad estatal, conocido como ISI, será logrado mediante una política económica sostenida en la
apertura del mercado, la liberalización financiera y el retroceso del estado en sus funciones
bienestaristas, a favor de los intereses de los sectores más concentrados de la economía.
La herencia de tales transformaciones seguirá presente en las décadas subsiguientes, fortaleciéndose
en el marco del neoliberalismo durante los ´90.
Sin embargo, tras tantas décadas de ruptura social y privaciones a los sectores trabajadores, tras la
llamada “crisis del 2001”nuevos actores políticos y sociales han logrado rearmarse cuestionando el
modelo heredado de la dictadura, demandando la presencia del estado en su rol de garante de
derechos.
Asimismo, tras muchos años de política de “olvido” impulsada desde los sectores dominantes
en el marco del menemismo, la lucha de viejos y nuevos organismos de derechos humanos, con cada
vez más apoyo de la sociedad civil, muestran avances significativos en la llamada búsqueda de
memoria, verdad y justicia.
Del resultado de estas luchas dependerá, seguramente, nuestra reparación histórica.
- . - . - . –
39
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