CSJN Wallta Detencion Secuestro Voto Maqueda Fallo 327 - 3829

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W. 29. XXXVII.

RECURSO DE HECHO
Waltta, César Luis s/ causa n° 3300.

Procuración General de la Nación

S u p r e m a C o r t e :
A fin de que V.E. pueda pronunciarse sobre la
cuestión planteada por el recurrente, mantengo la presente
queja.
Buenos Aires, 21 de marzo de 2002.
NICOLAS EDUARDO BECERRA
ES COPIA
W. 29. XXXVII.
RECURSO DE HECHO
Waltta, César Luis y otros s/ causa n° 3300.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

Buenos Aires, 21 de septiembre de 2004.


Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por el Fis-
cal General de la Cámara Nacional de Casación Penal en la

causa Waltta, César Luis y otros s/ causa n° 3300", para de-


cidir sobre su procedencia.
Considerando:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación ori-
gina esta queja, es inadmisible (art. 280 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, y oído el señor Procurador General, se deses-
tima la queja. Hágase saber y archívese, previa devolución de
los autos principales. ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - AUGUSTO
CESAR BELLUSCIO - CARLOS S. FAYT - ANTONIO BOGGIANO (según su
voto)- JUAN CARLOS MAQUEDA (en disidencia)- E. RAUL ZAFFARONI
- ELENA I. HIGHTON de NOLASCO.
ES COPIA
VO-//-

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W. 29. XXXVII.
RECURSO DE HECHO
Waltta, César Luis y otros s/ causa n° 3300.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

-//-TO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTONIO BOGGIANO


Considerando:

1°) Que el recurso extraordinario, cuya denegación


motiva la queja en examen, se interpuso contra la sentencia de
la Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal que rechazó
el recurso de casación deducido contra el pronunciamiento de
la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario que, al revocar lo
resuelto en primera instancia, declaró la nulidad del acta de
procedimiento policial y de todo lo obrado en su consecuencia.

2°) Que las normas que regulan el accionar de los

funcionarios policiales (arts. 183, 184 inc. 5°, 230 y 284 del
Código Procesal Penal de la Nación) conforman una razonable
reglamentación de la garantía de debido proceso reconocida por
el art. 18 de la Constitución Nacional.

3°)Que, por lo tanto, no es posible prescindir de los


citados preceptos sin que medie debate y declaración de
inconstitucionalidad y los agravios del apelante se circuns-
criben a la exégesis y aplicación de aquéllos en virtud de las
concretas particularidades de la causa, por lo que conducen al
examen de cuestiones de hecho, prueba y derecho procesal.

4°) Que, a juicio de esta Corte, no se advierte un


caso de arbitrariedad que justifique su intervención en mate-
rias ajenas a su competencia extraordinaria.
Por ello, y oído el señor Procurador General se desestima
la queja. Notifíquese y, previa devolución de los autos
principales, archívese. ANTONIO BOGGIANO.
ES COPIA
DISI-//-

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RECURSO DE HECHO
Waltta, César Luis y otros s/ causa n° 3300.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

-//-DENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON JUAN CARLOS MAQUEDA


Considerando:

1°) Que las presentes actuaciones se originaron luego


que personal policial interceptó a Andrea Noelia Pérez, Silvio
Muzzioli, César Luis Waltta, Rómulo Alberto Calderón y a Ramón
Ferreyra, en el que se procedió a requisarlos con excepción de
Pérez, por su parte al nombrado Waltta se le secuestró dos
cigarrillos de marihuana y una bolsita de nylon transparente
con restos de dicha sustancia, en el procedimiento también se
encontró papel para armar cigarrillos (fs. 4).

2°) Que la Cámara Federal de Rosario declaró la


nulidad del procedimiento llevado a cabo por la policía por
considerar que lo señalado por los preventores, en cuanto a
que al llegar a la intersección de las calles Alberdi y Av.
Roca observaron la presencia de varias personas que se halla-
ban sentadas en el umbral de una vivienda "amparados por la
penumbra de la noche, en actitud sospechosa" Crazón por el
cual se procedió a la identificaciónC constituían motivos
insuficientes para legitimar la detención, y que ni siquiera
de las actuaciones posteriores se infería "...cuál fue el
hecho concreto que motivó el proceder policial, más allá de
que se alegue la circunstancia de la nocturnidad y la 'actitud
sospechosa'", y que tampoco se justificaron las razones de
urgencia para actuar sin orden judicial (fs. 55/59).

3°) Que la Sala II de la Cámara Nacional de Casación


Penal declaró mal concedido el recurso de casación deducido
por el Ministerio Público Fiscal contra declaración de nulidad
dispuesta por la Cámara Federal de Rosario. Para así resolver
señaló que el impugnante no se hizo debidamente cargo de
rebatir "los acertados argumentos dados por el a quo para
fundar su postura en el sentido de que en autos no hubo

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motivos de sospecha para proceder a la requisa", lo cual obs-
taba a la admisibilidad de la vía intentada a la luz de la
minuciosa fundamentación requerida por el art. 463 del Código
Procesal Penal de la Nación (fs. 76/77). Contra dicho pronun-
ciamiento el fiscal general ante la Cámara Nacional de Casa-
ción Penal interpuso recurso extraordinario (fs. 78/85) cuya
denegación dio origen a la presente queja.

4°) Que en la presente apelación el fiscal se agravia


de que el a quo omitió realizar una armónica interpretación de
los arts. 168, 172, 184 y 230 del Código Procesal Penal de la
Nación, y que el pronunciamiento impugnado carece de
fundamentos para tenerlo como acto jurídico válido. En cuanto
al procedimiento policial señala que el mismo fue legítimo por
cuanto se basa en el "conocimiento práctico, [y] pautas
informales de la experiencia profesional en la prevención del

delito" y que los arts. 184 inc. 5° y 230 del código de rito
deben "ser interpretados de modo que sus limitaciones no
traben el eficaz y justo desempeño de los poderes atribuídos
al Estado", luego de citar en apoyo a su tesitura los
precedentes "Romero Saucedo" y "Tumbeiro" de la Cámara de
Casación Penal y los de esta Corte in re: "Fernández Prieto",
(Fallos: 321:2947) y "Flores Núñez" (Fallos: 321:3663), así
como jurisprudencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos,
concluye que "en el caso de autos el personal preventor tuvo
motivos suficientes para percibir de parte de Muzzioli,
Waltta, Calderón, Ferreyra y Pérez una actitud sospechosa que
justificara el accionar impugnado (fs. 78/85).

5°) Que en autos el pronunciamiento impugnado resulta


equiparable a sentencia definitiva por cuanto la declaración
de nulidad de las actuaciones implica la extinción del
proceso, y por provenir de la Cámara Nacional de Casación

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Penal cumple con el requisito de superior tribunal de la causa


(Fallos: 318:514). Por otra parte existe cuestión federal
bastante para su tratamiento en la instancia extraordinaria,
pues los agravios del recurrente remiten, en definitiva, a
determinar el alcance de las garantías constitucionales con-
sagradas en el art. 18 de la Constitución Nacional, y si bien
la resolución impugnada no aparece como contraria al derecho

federal impugnado (art. 14 inc. 3° de la ley 48), cabe tener


presente que el art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación permite a la Corte ejercer su jurisdicción
extraordinaria en casos de trascendencia, aún cuando existiera
algún obstáculo formal para acceder a ella (Fallos: 316: 1141;
1213; voto del Juez Boggiano en Fallos: 323:86, entre otros).

6°) Que, nuestros constituyentes, al formular el art.


18 de la Constitución Nacional no siguieron los antiguos
proyectos constitucionales Ccomo el Decreto de Seguridad Na-
cional de 1811 y de Constitución Nacional de lo años 1819 y
1826C que incluían expresas referencias acerca del grado de
sospecha exigible para llevar a cabo una detención (disidencia
del juez Bossert en Fallos: 321:2947), así también se
diferenciaron de la Constitución de los Estados Unidos que en
la Cuarta Enmienda prescribe el estándar de "causa probable"
para autorizar arrestos o requisas. En nuestro país dicha
tarea quedó delegada en el legislador.

7°) Que esta Corte en el precedente "Daray" señaló


que "...la 'competencia' para efectuar arrestos a que se re-
fiere la norma constitucional sólo puede provenir de un ex-
preso mandato legislativo y debe, además, ejercerse en las
formas y condiciones fijadas por esa disposición legal. Tal
requisito surge claramente del principio constitucional de
legalidad, respecto del cual el Tribunal ha dicho: 'Toda

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nuestra organización política y civil reposa en la ley. Los
derechos y obligaciones de los habitantes así como las penas
de cualquier clase que sean, sólo existen en virtud de san-
ciones legislativas y el Poder Ejecutivo no puede crearlas ni
el Poder Judicial aplicarlas si falta la ley que las esta-
blezca'" (Fallos: 317:1985).

8°) Que el Código Procesal Penal de la Nación, como


norma reglamentaria del art. 18 de la Constitución, establece
que la autoridad "competente" para llevar a cabo un arresto o
requisa es el juez, sin perjuicio de ello admite excepcional-
mente delegar esa facultad en la autoridad de prevención.
El art. 284 dispone que "los funcionarios...de la
policía tienen el deber de detener, aún sin orden judicial...a
la persona contra la cual hubiere indicios vehementes de
culpabilidad, y exista peligro inminente de fuga o de serio
entorpecimiento de la investigación...[y] a quien sea
sorprendido en flagrancia en la comisión de un delito..."
[énfasis agregado].

Por su parte el art. 1° de la ley 23.950 modif. del


decreto-ley 333/1958 expresa que podrá disponerse la detención
"si existiesen circunstancias debidamente fundadas que hagan
presumir que alguien hubiese cometido o pudiere cometer algún
hecho delictivo o contravencional y no acreditase feha-
cientemente su identidad" [énfasis agregado].
En cuanto a las requisas corporales, el art. 184

inc. 5° autoriza a los funcionarios policiales a llevar en caso


de urgencia las requisas corporales, a que se refiere el art.
230 del Código Procesal Penal de la Nación el cual dispone que
las mismas se realizarán "...cuando haya motivos suficientes
para presumir que oculta en su cuerpo cosas relacionadas con
un delito..." [énfasis agregado].

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9°) Que de dicho plexo normativo surge que el le-


gislador prescribió un determinado grado de sospecha para
llevar a cabo la detención o la requisa corporal, así habla de
"indicios vehementes" "circunstancias debidamente fundadas" o
"motivos suficientes para presumir".
De modo que más allá de la interpretación que se
haga del grado de sospecha exigido por esas leyes para auto-
rizar un arresto o una requisa, no hay dudas de que el policía
no está autorizado a realizar detenciones indiscriminadas.
10) Que, por otra parte, una vez que el agente de
prevención se encuentra con esa hipótesis razonable exigida
por la ley para proceder, es necesario que describa fundada-
mente cuáles son las conductas u actos Cen especial actitudes
del imputadoC que generaron sus sospechas de encontrarse ante
un cuadro predelictual. En efecto, si la autoridad para llevar
a cabo la requisa o la detención, conforme a la ley, es el
juez y sólo en casos de urgencia y excepcionales las normas
permiten delegarlo en la policía, la única forma de que luego
el juez pueda supervisar la legitimidad de la actuación
llevada a cabo por aquellos, es que éstos funden circunstan-
ciadamente las razones del procedimiento. En el presente caso
esas razones no sólo no fueron volcadas en el acta, sino que
luego ante el juez, los agentes de la prevención tampoco pu-
dieron darla, de modo que "si esas circunstancias han existi-
do, los agentes policiales las han mantenido in pectore" omi-
sión que impide realizar un juicio de razonabilidad (conside-
rando 12 del voto de pág. 2013 en Fallos: 317:1985).
11) Que pese a lo claro que parece ser el axioma de
que es competencia del Poder Legislativo precisar en qué casos
se puede llevar a cabo una detención, el reclamo del fiscal
general no resulta caprichoso, o carente de sustento como lo

-11-
señaló el a quo al desestimar su apelación, sino que, se apoyó
en la doctrina elaborada por esta Corte a partir del caso
"Fernández Prieto" ya citado y reiterada en "Tumbeiro"
(Fallos: 325:2485) "Monzón" (Fallos: 325:3322), "Szmilowsky"
(Fallos: 326:41), entre otros.
A través de dicha doctrina jurisprudencial la Corte
sin decirlo expresamente se apartó del principio de legalidad

ya enunciado en "Daray" y transcripto en el considerando 7°.


Al analizar las circunstancias de esos casos se
advertirá que aquéllas distaban de reunir los indicios vehe-
mentes de culpabilidad que prevé la ley, y, pese a ello, la
Corte legitimó los procedimientos; pero parecería que se vio
obligada a sustentarlos en algo más que la cita de la ley
procesal y del precedente "Daray", para ello recurrió a una
confusa hermenéutica de distintos fallos de la Corte Suprema
de los Estados Unidos, en especial Terry v. Ohio, precedente
este que autoriza a la policía de allí a llevar a cabo requi-
sas corporales aun cuando exista una situación menos compro-
metida que la de "causa probable" que es el estándar previsto
en la Cuarta Enmienda de la Constitución.
12) Que el efecto práctico de esos últimos prece-
dentes de nuestra Corte es que a través de un estándar confuso
desdibujó el alcance de los poderes de la autoridad de la
prevención, así toda detención pudo ser convalidada, de hecho
han sido legitimadas detenciones como la de Carlos Alejandro
Tumbeiro donde la supuesta actitud sospechosa surgía porque su
vestimenta era inusual para la zona y porque no obstante
acreditar debidamente su identidad ante su nerviosismo se lo
condujo al vehículo policial; o el caso Rubén Manuel Monzón
quien según la autoridad policial estaba frente a la "...en-
trada del estacionamiento del Ferrocarril Mitre, oportunidad
en la que notó además actuaba con cierto nerviosismo" por lo

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cual fue requisado y se le encontró marihuana, circunstancias


similares fueron también suficientes para convalidar la de-
tención de Tomás Alejandro Szmilowsky.
Así a modo de clichés frente a diferentes situacio-
nes el Tribunal hizo uso del confuso holding cuya columna
vertebral es el caso "Terry v. Ohio". Es difícil, sino impo-
sible, imaginar qué detención sería ilegítima a la luz de esa
jurisprudencia.
13) Que el Tribunal Constitucional Español acerta-
damente ha expresado que "...la interpretación y aplicación
legislativa de los conceptos constitucionales definidores de
ámbitos de libertad o de inmunidad es tarea en extremo deli-
cada, en la que no se puede...disminuir o relativizar el rigor
de los enunciados constitucionales que establecen garantías de
los derechos, ni crear márgenes de incertidumbre sobre el modo
de afectación. Ello no sólo es inconciliable con la idea misma
de garantía constitucional, sino contradictorio incluso, con
la única razón de ser...de estas ordenaciones legales, que no
es otra que de procurar una mayor certeza y precisión en
cuanto a los límites que enmarcan la actuación del poder
público..." (TCE Sentencia 341/1993 del 18 de noviembre de

1993, BOE, n° 295 del 10 de diciembre de 1993, Madrid, España).


14) Que, al elaborar dicha doctrina jurisprudencial
la Corte hizo una interpretación forzada de la jurisprudencia
de su par norteamericana. Así el precedente "Terry v. Ohio"
(392 U.S. 1; 1968) autoriza a la policía que está investigando
un delito Caun cuando las circunstancias no hayan llegado al
punto de causa probable que exige la Cuarta EnmiendaC a
"cachear" al sospechoso para quitarle el arma y de este modo
preservar su seguridad física o la de un tercero en el curso
de una investigación. Para ello el policía debe demostrar

-13-
cuáles eran las circunstancias sospechosas y que además el
individuo podía tener un bulto entre las ropas o en otro lugar
donde ocultaba un arma. Pero en modo alguno Terry v. Ohio
otorga un poder a la policía para llevar arrestos al mayoreo
fuera de la ley. Incluso en ese precedente se dijo claramente
que para determinar si el oficial actuó razonablemente en
tales circunstancias, se debe otorgar el peso debido no a su
sospecha inicial y no particularizada o su corazonada, sino a
las inferencias razonables específicas que debe describir a
partir de los hechos. En otras palabras, la Corte de EE.UU.
fue más que clara en enfatizar que el propósito de la búsqueda
queda limitado a encontrar el arma (Harvard Law Review. Notes.
Custodial Engineering: Cleaning Up The Scope Of Miranda
Custody During Coercive Terry Stops. Vol. 108 Parágr.
666/682).
Veinticinco años después, aquel tribunal ratificó la
vigencia de ese precedente y recordó que si la búsqueda de
protección va más allá de lo necesaria para determinar si el
sospechoso está armado, esto no es válido bajo "Terry". En
este caso se discutió si cuando el policía, en base a infe-
rencias razonables y demostrables, sospecha que un individuo
podría portar un arma que pone en peligro su vida Cen el
transcurso de la investigaciónC lo palpa y, del tacto advierte
que no es un arma, sino algún elemento vinculado con el
crimen, como por ejemplo droga, si, ya en esa instancia, aún
continúa estando autorizado a avanzar en la requisa o no (508
U.S. 366; 1993).
15) Que, más allá de la sutileza de la jurispruden-
cia norteamericana en la materia, en el presente caso jamás
fue mencionada una situación de peligro para la integridad
física de los policías o de un tercero circundante, y tampoco
puede considerarse que hubieran indicios vehementes de culpa-

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bilidad de la comisión de un delito por parte de los requisa-


dos y detenidos. En efecto, de lo poco que aportaron los po-
licías surge que se trataba de un grupo de jóvenes, consti-
tuido por una mujer y cuatro hombres que a las 2.45 de un día
domingo estaban sentados en el umbral de una vivienda, y que
luego de que se procedió a su identificación se determinó que
sus edades rondaban entre los 19 y 22 años, uno era de profe-
sión operario, otro changarín, la mujer y uno más de los jó-
venes declararon estar desempleados (fs. 1 vta.), en dicho
procedimiento también dieron la dirección de sus domicilios
particulares. En otras palabras, la situación descripta era la
de "cualquier hijo de vecino".
16) Que en este punto es interesante recordar un
célebre caso resuelto por la Corte Suprema de Justicia de los
Estados Unidos donde se impugnaba la constitucionalidad de una
ordenanza de Jacksonville que convertía en delictivas
actividades que, conforme a estándares modernos, son por lo
general inofensivas. "Caminar de noche" era una de ellas. El
tribunal consideró que la ordenanza fomentaba arrestos arbi-
trarios, por cuanto muchas personas caminan de noche, así como
aquellos que tienen dificultad para dormir, aquellas personas
desempleadas que están fuera del mercado, ya sea por la
recesión o en razón de desplazamientos tecnológicos o es-
tructurales. Y que ese tipo de normas abiertas eran redes que
permitían atrapar fácilmente a los llamados indeseables. Pero
recordó que el estado de derecho implica igualdad y justicia
en su aplicación. Y que las leyes sobre vagancia de tipo de
Jacksonville enseñan que las balanzas de la justicia están tan
inclinadas que hacen imposible una aplicación equitativa de la
ley. Recordó además que aplicar la ley equitativamente tanto a
las minorías como a las mayorías, a los pobres como a los

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ricos, es el cemento que mantiene unido a la sociedad
(Papachristou v. City of Jacksonville, 405 U.S. 156 1972).
En el mencionado precedente norteamericano el tri-
bunal analiza la influencia del derecho inglés en ese tipo de
normas y recuerda que luego de la ruptura del estado feudal en
Inglaterra mucha gente quedó desempleada y hubo estatutos que
prohibieron el movimiento de trabajadores en el área de sus
casas buscando por las ciudades mejores oportunidades.
17) Que en nuestro país también desde sus comienzos
han existido mecanismos para llevar a cabo ese tipo de deten-
ciones sin sustento legal o manipuleando las normas. En este
sentido es elocuente la carta enviada por el jefe de la Poli-
cía de Buenos Aires el 26 de enero de 1885 al intendente D.
Torcuato de Alvear donde lo notifica que dando cumplimiento a
su pedido fueron llevados a la comisaria todos los mendigos
encontrados en la ciudad "y que aquellos 'que han resultado
ser pobres de solemnidad' fueron enviados al Asilo de Mendi-
gos, quedando detenidos aquellos que eran sólo vagos, recor-
dando el jefe de Policía que no existía 'ley que pene la va-
gancia ni por consiguiente Juez a quien puedan ser sometidos'"
[sic]. La municipalidad respondió dictaminando que "los
individuos que han esplotado la caridad pública, bajo la ca-
lidad falsa de mendigos, han cometido una infracción de poli-
cía, contra el decreto de 28 de febrero de 1823 que prohíbe la
mendicidad sin un certificado del gefe del departamento que
acredite la indigencia; y han cometido además el delito
correccional previsto en el art. 33 del Código Civil, defrau-
dando a otros bajo calidades imaginarias y empleado la mendi-
cidad como un ardid o engaño" [sic]. (Memorias de la Inten-
dencia Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1884, t. II,
págs. 100/101, Impr. Biedma).
18) Que esta Corte tiene dicho que no cabe

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"...apartarse del principio primario de la sujeción de los


jueces a la ley ni atribuirse el rol de legislador para crear
excepciones no admitidas por éste, pues de hacerlo así olvi-
daría que la primera fuente de exégesis de la ley es su letra
y que cuando ésta no exige esfuerzo de interpretación la norma
debe ser aplicada directamente con prescindencia de consi-
deraciones que excedan las circunstancias del caso expresa-
mente contempladas en aquella" (Fallos: 313:1007, entre
otros).
19) Que la presente decisión no implica desconocer
la preocupación existente por la seguridad pública que vive
nuestra sociedad, en efecto, si las herramientas de prevención
que nos da el Poder Legislativo resultan desacertadas para
algunos o para muchos, ello debe ser debatido y resuelto en
dicho ámbito, y no derogadas pretorianamente por los ma-
gistrados, de lo contrario además de leyes cuestionadas nos
apartaríamos del principio fundante del Estado de Derecho que
es el de legalidad. Los jueces debemos acompañar a los legis-
ladores a través de una interpretación armónica de la ley,
pero no desconocerla.
20) Que, ello no implica que los legisladores puedan
avanzar indiscriminadamente sobre derechos individuales. En
efecto la Corte Interamericana de Derechos Humanos al con-
siderar, en reciente data, el tristemente resonante caso de

Walter David Bulacio, señaló que el art. 7° de la Convención


Americana que es el que proclama el derecho a la libertad
personal puede ser limitado con recaudos "...materiales y
formales que deben ser observados al aplicar una medida o
sanción privativa de la libertad: nadie puede verse privado de
la libertad sino por las causas, casos o circunstancias
expresamente tipificadas en la ley (aspecto material), pero,

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además, con estricta sujeción a los procedimientos objetiva-
mente definidos en la misma (aspecto formal)" (parágr. 125).
También sobre la cuestión expresó que "...las razzias son
incompatibles con el respeto a los derechos fundamentales,
entre otros, de la presunción de inocencia, de la existencia
de orden judicial para detener Csalvo en hipótesis de fla-
granciaC..." (parágr. 137).
Finalmente le recordó al Estado argentino que de
conformidad "con el artículo 2 de la Convención Americana, los
Estados Parte se encuentran en la obligación de adoptar, con
arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las
disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o
de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos
los derechos y libertades protegidos por la misma Convención"
(parágr. 141) y que "El deber general establecido en el ar-
tículo 2...implica la adopción de medidas en dos vertientes.
Por una parte, la supresión de las normas y prácticas de
cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías
previstas en la Convención. Por la otra, la expedición de
normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva
observancia de dichas garantías" (parágr. 143) (Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos. Caso Bulacio vs. Argentina,

Cserie C n° 100C sentencia del 18 de septiembre de 2003).


21) Que de todo lo expuesto surge que la detención
de Waltta se apartó de las previsiones de los arts. 184 y 230
del Código Procesal Penal, en esas condiciones, es forzoso
concluir que la misma ha sido dispuesta a extramuros del art.

18 de la Constitución Nacional y del art. 7° de la Convención


Americana.
22) Que además la inexistencia de fundamentos para
proceder en el modo cuestionado no puede legitimarse por el
resultado obtenido Cel hallazgo de dos cigarrillos de ma-

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Waltta, César Luis y otros s/ causa n° 3300.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

rihuanaC pues, obviamente, las razones justificantes del pro-


ceder policial deben existir en el momento en que se lleva a
cabo. Ello es así pues, de lo contrario, razones de conve-
niencia se impondrán por sobre los derechos individuales pre-
vistos en la ley fundamental.
Por ello, oído el señor Procurador General, se hace lugar
a la queja se declara formalmente admisible el recurso
extraordinario y se confirma la sentencia la sentencia apela-
da. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y devuélvase.
JUAN CARLOS MAQUEDA.
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