Spelta Adrián - Acuerdo Cámara

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SPELTA ADRIAN ALEJANDRO C/ PROVINCIA DE SANTA FE S/ AMPAROS

21-03678784-5

Cámara de Apelación Laboral (Sala II)

N° En la ciudad de Rosario, a los días del mes de

del año dos mil veinte, se reunieron en Acuerdo las Sras. Juezas Dras. Lucía

María Aseff y Adriana María Mana y el Sr. Juez Dr. Fernando Raúl Marchionatti,

Vocales de la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Laboral, con el fin

de dictar sentencia en los autos caratulados “SPELTA ADRIAN ALEJANDRO

C. PROVINCIA DE SANTA FE S. AMPAROS” (Expte. Nº 186/2020).

La sentencia N° 1373 cuyo testimonio fue glosado a fs.

82/87, dictada el 04 de agosto de 2020 por el titular del Juzgado de Distrito de

Primera Instancia en lo Laboral de la Séptima Nominación de esta ciudad,

rechazó la demanda promovida por el Señor Fiscal Adrián Alejandro Spelta

contra la provincia de Santa Fe, tendiente a que se deje sin efecto la aplicación

de la ley provincial 13807 en el sumario administrativo AGG000057/2019, y/o

cualquier otro proceso disciplinario iniciado o a iniciarse a raíz de sus funciones

como fiscal en los términos de la ley 13.013, y a que se declare la

inconstitucionalidad de la ley 13.807, modificatoria de la anterior. E impuso las

costas del proceso al perdidoso.

Contra la sentencia se alzó el actor interponiendo a fs.

92/107, recursos fundados de apelación y conjunta nulidad, siendo concedidos

a fs. 108.

Elevados los autos y radicados en esta Sala, obra fs.

125/130 memorial de la demandada de conformidad con lo establecido en el

artículo 10 de la ley 10.456.

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Sustanciado el trámite, han quedado los presentes en estado

de resolver.

Efectuado el estudio de la causa, se resolvió plantear las

siguientes cuestiones:

1. ¿ES NULA LA SENTENCIA RECURRIDA?

2. EN SU CASO, ¿ES JUSTA?

3. ¿QUÉ PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR?

Practicado el sorteo de ley, resultó el siguiente orden de

votación: Dra. Aseff, Dra. Mana y Dr. Marchionatti.

A la primera cuestión: La Dra. Aseff dijo: El recurso de

nulidad deducido por el accionante no ha sido mantenido en esta instancia. No

surgiendo del trámite de la causa la existencia de vicio sustancial alguno en las

formas - ni en el procedimiento ni en el pronunciamiento – que amerite su

declaración de oficio, cabe desestimarlo.

Voto, pues, por la negativa.

A la misma cuestión: La Dra. Mana dijo: Atento lo expuesto

precedentemente, voto en idéntico sentido.-

A la misma cuestión: El Dr. Marchionatti dijo: Que habiendo

procedido al estudio de los autos y advirtiéndose que existen dos votos totalmente

coincidentes, se abstiene de emitir opinión sobre la cuestión planteada en virtud

de lo dispuesto por el art. 26 de la ley 10160.-

A la segunda cuestión: La Dra. Aseff dijo: Se queja la parte

actora porque: 1.- Se ha otorgado la atribución exclusiva al Poder Legislativo del

poder disciplinario respecto de los miembros del Ministerio Público de la

Acusación, en juicio de características políticas, no jurídicas. 2.- Se confunde

responsabilidad política y administrativa. 3.- No existe delegación de funciones por

parte de la Corte santafesina. 4.- El recurso de inconstitucionalidad ley 7055 no

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garantiza el derecho de defensa del administrado. 5.- La resolución en crisis no

trata los vicios constitucionales planteados.

Mientras que en su memorial, la demandada, además de

pronunciarse en favor de la constitucionalidad de la ley que aquí se trata,

advirtió sobre la improcedencia de la vía elegida atendiendo a que muy

recientemente -el 25 de agosto de 2020, in re “Aguirre Lisandro Pedro y otros c/

Provincia de Santa Fe s/ Amparo - Habeas Data”- la Corte Provincial ha

determinado que las controversias que encuentran su origen en la relación

jurídica preexistente entre el Estado y los Fiscales y Defensores son de

naturaleza administrativa y deben tramitarse ante la Cámara de lo Contencioso

Administrativo, por lo que existiendo una vía legal adecuada quedaría excluida

en principio la admisibilidad del amparo, pues este medio no altera el juego de

instituciones vigentes (Fallos 303:419; y 422), regla que se ha sustentado

cuando las circunstancias comprobadas en la causa evidencian que no aparece

nítida una lesión cierta o ineludible causada con arbitrariedad o ilegalidad

manifiestas (doctrina de fallos: 303:422).

Trataré los agravios, por su complejidad, en la forma que

considere metodológicamente más adecuada, haciéndolo en forma conjunta

con algunos de ellos en virtud de su estrecha relación, adelantando que

cotejada la sentencia de grado con la normativa de aplicación al caso en

examen, las pruebas rendidas y las quejas vertidas he arribado a la conclusión

de que estas últimas resultan idóneas para revocar el fallo impugnado.

Comenzaré mi análisis pronunciándome sobre si la del

amparo es la correcta vía elegida, o si este expediente debería ser remitido a la

Cámara contencioso administrativa, adelantando mi opinión negativa.

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Sostuvo nuestro más Alto Tribunal en “Aguirre”, al precisar la

materia que subyacía en el debate allí ventilado – la pretensión de fiscales y

defensores adjuntos de que se declarase la inconstitucionalidad de algunos

artículos de las leyes 13.013 y 13.014 que les asignaban una remuneración

inferior al resto de los fiscales y defensores, por lo que perseguían su equiparación

salarial – que de acuerdo a criterios establecidos anteriormente (citando los

precedentes “Gastonjauregui”, “Bossio” y “Roggiano”, entre otros) cabía afirmar

que la controversia suscitada era de naturaleza administrativa. Y que esta

conclusión no se veía alterada por el hecho de que de acoger el pedido de los

actores en ese caso supusiera inexorablemente la declaración de

inconstitucionalidad de una ley, pues esa circunstancia no desplaza la

concurrencia de la mencionada materia, remitiéndose a lo resuelto en “Andreoli” y

sus citas.

Establecido lo cual resultaba necesario determinar si la vía

elegida era el marco procesal idóneo, con remisión a lo dicho en “Bacchetta”, y

poniendo especial énfasis – entre otras cuestiones – en la constatación de un

eventual perjuicio de difícil o imposible reparación en la esfera jurídica de los

amparistas.

Agregaron más adelante los Ministros que suscribieron el fallo,

que además de la existencia de un perjuicio irreparable, el caso en análisis

requería de un ámbito más amplio de debate y prueba, circunstancia que también

tornaba inadmisible la vía elegida.

Luego de analizar las características puntuales de la

controversia, concluyeron que la materia subyacente allí era de naturaleza

administrativa, y que el amparo no era el remedio procesal adecuado para tramitar

la petición de los demandantes. Por lo que, al no proceder éste, correspondía la

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competencia contencioso administrativa y no la del Tribunal ante el cual se

había interpuesto la acción.

Más adelante, expresaron que “Sin perjuicio de ello no

podría soslayarse que la demanda de amparo interpuesta ha sido entablada

contra la provincia de Santa Fe, la que naturalmente, compareció en las

actuaciones representada por el Gobernador, a través de la Fiscalía de Estado”.

Y que fue la provincia la que contestó la demanda y sostuvo la improcedencia

de esta acción ante la existencia de otras vías, alegando el carácter residual y

heroico del amparo.

“En definitiva [dijeron] en consonancia con las

consideraciones formuladas precedentemente, debe concluirse que la

competencia material para entender en la especie corresponde a las Cámaras

de lo Contencioso Administrativo; que se eximirá a los demandantes de la

exigencia del agotamiento de la vía administrativa previa establecida en el

artículo 7, primera parte, de la ley 11.330; y que corresponde otorgarles un

plazo de treinta días para que adecuen sus pretensiones, por ante el órgano

judicial pertinente, a los términos de la referida ley (“Mori”, A. y S. T. 131, pág.

105; “Garavano de Galarza”, A. y S. T. 165, pág. 289; “Garay”, A. y S. T. 171,

pag. 143; “Fazzini”, A. y S. T. 230, pág. 403; “Andino”, A. y S. T. 267, pág. 376;

“Hilbe”, A. y S. T. 287, pág. 132; “Durán”, citado; etc.)”. Y se impusieron las

costas en el orden causado en virtud de las particulares circunstancias de la

causa, resolviendo, entonces, que el caso es de competencia de las Cámaras

de lo Contencioso Administrativo.

Pero lo cierto es que no puede equipararse una demanda

de recomposición salarial con la presente, donde se encuentran comprometidas

garantías constitucionales insoslayables y hasta la mismísima permanencia del

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actor en su función, por lo que se advierten en juego posibles lesiones a la

estabilidad e independencia del funcionario. En tal contexto, no hace falta abundar

en el perjuicio irreparable que puede irrogársele, habida cuenta de que existe

doctrina judicial nacional e internacional consolidada respecto de las funciones del

Ministerio Público de la Acusación, que en el caso se han visto avasalladas.

No habiendo perdido competencia sobre esta causa,

entonces, en la medida que fue admitida sin reservas por el a quo y consentida

por la demandada pese a alegar que la intentada no era la vía adecuada; y que en

los casos reiteradamente citados, “Narvaja” y “Mac Cormack”, donde pese a

tramitarse en la Sala Primera emití el voto que conformó mayoría - porque la Sala

entonces estaba integrada también por la Dra. Mana y por quien suscribe - si bien

el Alto Tribunal decidió – por mayoría, con voto disidente del Dr. Erbetta – que se

había producido la sustracción de materia porque la ley 13.695, que era entonces

la cuestionada y declarada inconstitucional, había sido reemplazada por la actual,

o sea por la 13.807, nada se dijo de acerca de la procedencia de la vía elegida.

El fallo de Cámara en esos expedientes unidos por cuerda,

que alumbraron una única sentencia, se dictó por Acuerdo N° 329 del 02.11.2018.

Y el que declaró la sustracción de materia, sin otros aditamentos, el 7 de julio de

2020, o sea muy recientemente. Y, adelanto, he de decir que en los supuestos que

coinciden con el presente – que no es exactamente igual pero adolece de

similares vicios – sigo pensando y sosteniendo lo que entonces expresé, sobre lo

que volveré más adelante.

Sentado lo cual me pronunciaré sobre lo expuesto por nuestro

más alto Tribunal al pronunciarse sobre la coexistencia entre el amparo y el

procedimiento establecido por la ley 11.330, a través del señero precedente

“Bacchetta”, teniendo en cuenta que aun si la materia en debate fuese de

naturaleza contencioso administrativa, se dan los supuestos que oportunamente el

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Ministro Falistocco calificó como el test de selección inteligente que había que

llevar a cabo, a fin de determinar la procedencia del amparo, en consonancia

con los establecidos por el artículo 43 de la Constitución Nacional - aplicables a

cualquier clase de amparos - que son los siguientes: a.- Una lesión (restricción,

alteración o amenaza) actual a los derechos y garantías constitucionalmente

reconocidos. b.- Una decisión manifiestamente arbitraria o ilegítima de las

autoridades públicas. c.- Inexistencia, en concreto, de otras vías más idóneas.

d.- Que la lesión afecte derechos de primer nivel, o sea, directamente

emergentes de la Constitución Nacional y/o Provincial, que resultan

conjuntamente exigibles para habilitar la vía, dado que es estrecha la relación

que los une.

Pues bien, considero que en el caso venido en revisión se

verifica la presencia de todos estos requisitos, dado que:

a.- Se ha lesionado en forma actual el derecho del

amparista a ser juzgado por tribunales idóneos violando la garantía del juez

natural, puesto que el sumario administrativo que oportunamente se le inició es

anterior al avocamiento del poder legislativo de esta Provincia, cuya remisión

decidió de oficio la Auditora de Control de Gestión (AGG) en cumplimiento de

esta cuestionada ley.

En tal sentido, ha de destacarse que si la calificación de la

falta no se hace al inicio del sumario administrativo, como claramente se explica

en la demanda, nos encontramos con que se inicia el procedimiento bajo un

régimen para luego cambiarlo a otro, produciéndose una aplicación retroactiva

de la ley a un proceso en trámite, con evidente menoscabo del derecho de

defensa del sumariado, como surge de la resolución N° 57/2020, porque como

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lo dice su defensa técnica, citando al ilustre Julio Miaer, “nadie puede defenderse

de algo que no conoce”.

Pero además el Poder Legislativo puede investigar a través de

una comisión ad hoc constituida a tales efectos y también juzga sus conductas,

pudiendo llegar hasta la destitución de su cargo mediante un procedimiento no

solo inédito en el país, sino además criticado por un sinnúmero de instituciones

vinculadas al mundo jurídico que más adelante he de mencionar, cuya

importancia, experiencia y conocimientos específicos, así como su neutralidad e

independencia a la hora de manifestarse, no son equiparables a los que han

exhibido los legisladores al aprobar una ley que va a contramano de la historia y

de la modernización del sistema penal, mediante la precarización y arbitrariedad

que se cierne sobre los integrantes del Ministerio Público, con grave afectación de

su independencia funcional.

b.- La ilegitimidad que se atribuye al acto cuestionado como

fundamento de la viabilidad del amparo debe ser de comprobación clara e

inequívoca, conforme a una verificación inmediata que no arroje dudas al

respecto, siendo los vicios que la afectan ostensibles y notorios, también visibles

al examen jurídico más superficial. Y la ley que aquí se cuestiona los tiene, en la

medida que arrogándose facultades sancionatorias, e incluso destituyentes, no

proporciona una descripción clara y precisa de cuáles deben ser consideradas

faltas graves de orden técnico – por las que está siendo juzgado el amparista -

para someter a un fiscal a este proceso atípico y notoriamente inconstitucional.

Porque si bien esta ley reformó la 13.695, dejó una vía de escape mediante la

descripción que hacen los artículos 28 y 62 bis - como acertadamente lo califica la

defensa técnica del Dr. Spelta – porque igual de vagas y “abiertas” son las

causales de mal desempeño funcional o institucional, que no pueden ser

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determinadas ex post facto determinando cuáles son las conductas

subsumibles en los supuestos de hecho que menta la norma.

Recordemos que el art. 28 -cfr. ley 13.807- establece:

“Funciones y atribuciones del Auditor General de Gestión. El Auditor tiene las

siguientes funciones: […] 5. Comunicar a la Legislatura Provincial, a través de

la Comisión de Acuerdos de la Asamblea Legislativa, todos los casos de

denuncias o pedidos de procedimientos sancionatorios iniciados por presuntas

faltas graves de fiscales y fiscales adjuntos”. Y por su parte, el art. 62 bis:

“Avocamiento. El Poder Legislativo de la Provincia podrá avocarse al

conocimiento directo de cualquier causa o procedimiento por presuntas faltas

graves de fiscales y fiscales adjuntos mediante solicitud formal en tal sentido de

la Comisión de Acuerdos de la Asamblea Legislativa y aplicar el procedimiento

establecido en el artículo 15. En tal supuesto la Auditoría General de Gestión

deberá inhibirse y remitir los antecedentes o actuaciones en forma inmediata.

Asimismo, la Auditoría General de Gestión podrá remitir los antecedentes a la

Comisión de Acuerdos de la Asamblea Legislativa cuando estime prima facie

que la sanción aplicable sea de suspensión de hasta ciento ochenta (180) días

o de remoción. En ambos casos, la Comisión de Acuerdos dictaminará en un

plazo máximo de treinta (30) días si se avoca al tratamiento del trámite o lo

devuelve a la Auditoría para que lo continúe según su estado".

Tampoco puede asimilarse esta facultad al caso del

nombramiento de estos funcionarios mediante la aprobación de los pliegos

elevados por el Poder Ejecutivo a sus efectos, como se afirma en la sentencia

apelada, porque ello sucede luego de un concurso de oposición y antecedentes

coronado por una entrevista pública previo test psicológico, trámite que nada

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tiene que ver con el de su posible destitución por decisión unilateral de los

legisladores.

En tal sentido, cabe traer a colación por su difusión mediática

y porque afectó a un miembro de este poder del Estado, lo sucedido con el Juez

Carlos Andrés Fraticelli y su entonces esposa, la Sra. María Graciela Dieser,

donde invocando entre otros argumentos los criterios jurisprudenciales asumidos

por la Comisión Interamericana de DDHH aplicables a la interpretación de la

garantía del artículo 8.1. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos

(de acuerdo al informe 5/96 del 01.03.96, en el caso 10.970, “Mejía vs. Peru”), la

CSJN expresó que “la imparcialidad objetiva exige que el tribunal o juez ofrezca

las suficientes garantías que eliminen cualquier duda acerca de la independencia

observada en el proceso (ídem, Considerando 28), resultando de particular

importancia el trabajo realizado por el Comité conformado a petición de la ONU

para establecer las reglas mínimas de las Naciones Unidas para el procedimiento

penal, cuyas conclusiones constituyen las así denominadas “Reglas de Mallorca”,

que también fueron tenidas en cuenta en “Llerena Horacio Luis s/ Abuso de Armas

y Lesiones”. Que si bien rigen para los procesos penales, proporcionan pautas

orientadoras para el caso venido en revisión.

Entre las más importantes podemos citar el artículo 2 que

establece que Las funciones investigadora y de persecución estarán

estrictamente separadas de la función juzgadora. Y también el 44, que dice que

Los Estados deberán posibilitar el acceso a los tribunales independientes que

garanticen la legitimidad de las sentencias dictadas y el respeto de los derechos

fundamentales del ciudadano. Exigencias que por lo que hasta aquí llevo dicho no

se cumplen en este juzgamiento atípico que aquí se cuestiona, que se pretende

jurídico y tiene más visos de político.

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Volviendo al caso “Dieser-Fraticelli”, en definitiva la

Suprema Corte de Justicia de la Nación anuló el fallo de la Corte local con el

sencillo y claro argumento, sintéticamente expresado en el art. 2 de estas

reglas, de que quien investiga no puede juzgar, y que estas dos funciones

deben estar separadas, uno de los conceptos que está en la base del sistema

acusatorio que encarna el M.P.A. y uno de los cuales por los que se puede

afirmar que esta ley cuya inconstitucionalidad se demanda, no supera los

rangos mínimos de legalidad para que la petición del actor sea rechazada.

Esta decisión de la CSJN obligó al Estado provincial a

resarcir económicamente al ex juez Fraticelli, que no fue reinstalado en su

cargo porque voluntariamente no quiso hacerlo. Pero además, condujo a que la

Corte Suprema de Justicia de nuestra provincia modificara las instancias de

juzgamiento en estos casos, impidiendo que el imputado fuera juzgado por el

mismo órgano que lo había investigado, estableciendo a partir de entonces y

hasta que se creó el Ministerio Público, una rotación por las distintas

circunscripciones de la provincia para evitar esta vulneración del derecho de

defensa de los justiciables - aquí ausente – y la invalidación de fallos similares,

así como la posibilidad de tener que repararlos económicamente. Lo que no

deja de ser un argumento de peso para resolver sensatamente la cuestión.

Dicho esto sin perjuicio de mencionar que el artículo 53 de

la Constitución Nacional, establece que corresponde exclusivamente a la

Cámara de Diputados formular la acusación ante el Senado cuando se trata de

someter a juicio político a los magistrados de la Nación (norma anterior a la

conformación del Consejo de la Magistratura prevista en la reforma

constitucional de 1994), mientras que el artículo 59 atribuye solo al Senado la

facultad de juzgar en juicio público a los acusados por la Cámara de Diputados,

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mientras que en esta anómala ley provincial es la Asamblea Legislativa, por

iniciativa de su Comisión de Acuerdos – integrada por diputados y senadores al

mismo tiempo – la que cumple ambas funciones.

Habida cuenta de que los principios elementales fundantes del

sistema acusatorio y de la inclusión de este “extra poder” no se pueden dejar de

lado, aun cuando de conformidad con lo establecido por la Constitución de la

Provincia de Santa Fe -y a contrario de lo que dice la Constitución Nacional, que

es posterior a la nuestra, desde el año 1994, en su art. 120- integre el Poder

Judicial de la Provincia, más allá de que se le reconozca autonomía funcional y

autarquía presupuestaria.

Autonomía que se ve vulnerada por la injerencia de un poder

extraño incluso al Poder Judicial, a pesar de establecer el Código Procesal Penal

de la Provincia, en sintonía con la Constitución Provincial, que el M.P.A. forma

parte de él.

Tanto es así que numerosas instituciones académicas e

institucionales se pronunciaron públicamente en contra de esta ley durante los

meses de diciembre del año 2017 y enero de 2018, solicitando al entonces

gobernador Lifschitz que no la sancionara, pudiendo mencionarse:

- Colegio de Abogados de Rosario

- Colegio de Abogados de la 4ª. Circunscripción Judicial

- Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad

Nacional del Litoral

- Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario

- Asociación Argentina de Profesores de Derecho Procesal

Penal

- INECIP

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- Colegio de Magistrados y Funcionarios de la Provincia de

Santa Fe

- Federación Argentina de la Magistratura (FAM)

- Ministerio Público Fiscal y Ministerio Público de la

Defensa de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia

Nacional

- Asociación de Funcionarios del Ministerio Público Fiscal

- Asociación de Funcionarios y Fiscales del Ministerio

Público Fiscal de la Nación

- Consejo Federal de la Defensa Pública

- Servicio Público Provincial de la Defensa Penal de la

Provincia de Santa Fe

- Asociación de Fiscales del Ministerio Público de la

Acusación de la Provincia de Santa Fe

- Asociación de Magistrados y Funcionarios del Ministerio

Público de la Defensa de la República Argentina

- Asociación de Fiscales y Fiscales adjuntos MPA de Santa

Fe, Fiscalía Regional 1

- Junta de Fiscales del MPA

- Consejo de Procuradores, Fiscales, Defensores y

Asesores Generales de la República Argentina y Consejo Federal de Política

Criminal

- Asociación Argentina de Fiscales

Obvio es decir que sin razón ni explicación alguna, sus

solicitudes y las razones esgrimidas no fueron atendidas.

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En este sentido, cabe traer a colación conceptos vertidos por

mi distinguida colega, la Dra. Mambelli, que oportunamente suscribí y resultan de

aplicación al caso venido en revisión - en “Bellini c/ Provincia de Santa Fe s/

Amparo”, Acuerdo Nº 219/07 - donde afirmara que: “al analizar la existencia de

ilegalidad o arbitrariedad manifiesta en la resolución cuestionada por la vía del

amparo, debe tenerse en vista que “al hablar la Constitución Provincial del

carácter “ilegítimo” de una acción u omisión cabe entender tal palabra como

“contrario a derecho” esto es, violatorio de cualquier norma o valor jurídico (el

subrayado y luego, la “negrita”, me pertenecen). Cubre así los supuestos de

manifiesta “ilegalidad” e “ilegitimidad”. Si un acto es conforme a una ley, pero

resulta en sí mismo arbitrario e irrazonable, también es cuestionable por el

amparo, si se entiende, como cabe hacerlo, que la razonabilidad es el límite de

lo constitucional y que los actos irrazonables o arbitrarios son por ende

inconstitucionales (Bidart Campos)” (Sagüés- Serra, “Derecho Procesal

Constitucional de la Provincia de Santa Fe”, Rubinzal Culzoni Editores, Buenos

Aires, 1998, P. 143).”

Y es arbitrario e ilegítimo que las funciones de acusación,

investigación y sanción estén concentradas en un solo poder, que como lo dije en

“Narvaja” y “Mac Cormack”, no está integrado en principio por expertos en derecho

penal, procesal penal y constitucional, desde que ignora los precedentes de la

CSJN que terminaron anulando fallos de la Corte provincial con las consecuentes

reparaciones económicas.

Porque como sostuvimos en “Lamberti c/ Gobierno de la

Provincia de Santa Fe” (Acuerdo Nº 4/07), acompañando a la Dra. Bugni, vocal del

primer voto, si bien al Poder Judicial le está vedado, en principio, inmiscuirse en el

contenido y validez, acierto o conveniencia de las disposiciones dictadas por el

Poder Ejecutivo en uso de sus atribuciones, “ello encuentra su límite en el

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principio de razonabilidad, cuando los preceptos legislativos y/o

administrativos resultan indefendibles por apartarse de las normas

constitucionales, de forma tal que su aplicación concreta devendría

contradictoria con lo establecido por la Ley Fundamental de la Nación”.

Que no es otra que la Constitución Nacional.

En tal sentido, Germán Bidart Campos (en su “Manual de la

Constitución Reformada”, Tomo III, Capítulo XXX, EDIAR, Buenos Aires, 2001)

presenta al Ministerio Público como un órgano independiente con autonomía

funcional, un órgano extra poder con sus zonas de reserva que no pueden ser

invadidas por otros poderes. Agregando, más adelante, que las obligaciones

constitucionales que deben cumplir los órganos de poder para satisfacer

derechos personales de los habitantes, gravan al Estado como sujeto pasivo

frente al titular de esos derechos, que en el caso del amparista se ven

vulnerados por quedar sometido a un proceso, que como lo afirma en su

agravio y comparto, es más político antes que jurídico, desconociendo la

esencia del instituto que integra, que es un órgano que no puede quedar

sometido al control de un poder enteramente ajeno.

Más adelante (P. 362) dice este autor que “La autonomía

funcional traza, en primer lugar una frontera externa, que impide cualquier

injerencia de los otros poderes. En segundo término implica internamente que

las relaciones dentro del organismo son conducidas por quien inviste su jefatura

máxima, que (en la Nación) es el Procurador General, y en la administración de

justicia de Santa Fe, el Fiscal General de la Provincia.

Y aunque en esta provincia siempre existe la instancia

recursiva ante la Corte Suprema de Justicia, debemos tratar que se arribe a ella

luego de atravesar un proceso rápido y expedito que de alguna manera

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neutralice las consecuencias de este procedimiento irrazonable. Para lo cual la vía

contencioso administrativa no brinda las garantías de celeridad suficientes en

asuntos tan delicados como el venido en revisión.

c.- Proyectado lo anterior sobre este requisito, es dable

mencionar que en casos como el presente, donde la lesión es significativa y

vulnera las garantías de un debido proceso tal como está entendido en el artículo

18 de la Constitución Nacional y en la organización estándar del Ministerio

Público, la entidad del perjuicio – que luce indiscutible para el amparista - es un

recaudo que guarda íntima relación con la evaluación de si la acción elegida por

éste es la correcta.

Y así lo considero en la medida que estamos en presencia de

una acción expedita y de carácter sumario no comparable con otras, destinada,

precisamente, a hacer cesar con la mayor urgencia todo perjuicio actual o eventual

cometido en los intereses de quien la promueve, contra lo que fue entendido en la

sentencia dictada en la instancia de origen.

Esta afectación significativa y actual no podía ser sometida a

la dilación que es propia de todo acto administrativo para transitar, luego, la del

juicio por la vía contencioso administrativa, lo que - va de suyo - descarta la

posibilidad de tramitar, con la misma eficacia, un proceso conforme a la ley

11.330.

d.- Obviamente, con la medida tomada por la Legislatura en

base a la ley cuya inconstitucionalidad se postula, se han afectado derechos de

primer nivel del amparista que reconocen expresa tutela constitucional, porque tal

como lo expresa en la demanda y se reproduce en los “Vistos” de la sentencia

impugnada, peticiona se deje sin efecto la aplicación de la ley provincial N° 13.807

en el sumario administrativo AGG000057/2.019 y/o cualquier otro proceso

disciplinario iniciado o a iniciarse a raíz de sus funciones como fiscal en los

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términos de la ley N° 13.013, expresando que la ley N° 13.807 como acto

emanado de la autoridad pública vulnera: el derecho a trabajar (artículo 14 de la

constitución nacional), la irretroactividad de la ley sancionatoria y el principio de

juez natural (art. 18), la legalidad de las faltas administrativas (art. 19), el

régimen republicano de gobierno (art. 1 de la Constitución Nacional y de la

Constitución Provincial) el principio de progresividad (art. 26 de la Convención

de Derechos Humanos y el art. 2.1 del Pacto Interamericano de Derechos

Económicos, Sociales y Culturales - PIDESC), yendo en contra de Tratados

internacionales constitucionalizados y de la opinión de congresos

especializados e instituciones públicas y privadas relacionadas con el proceso

de investigación penal, peticiones sobre las que no se pronunció el juez de

grado.

Es así que el actor formula una serie de vulneraciones a su

derecho, que residen básicamente en las disposiciones de los artículos 28 y 62

bis de la ley (antes transcriptos) que modifica el régimen disciplinario para los

fiscales y fiscales adjuntos del Ministerio Público de la Acusación de la provincia

de Santa Fe, en la medida que habilitan la posibilidad de que el Poder

Legislativo provincial se avoque al conocimiento directo de cualquier causa y/o

procedimiento por presuntas faltas graves de fiscales y fiscales adjuntos, lo que

provoca el quiebre del equilibrio de poderes inherentes al régimen republicano

de gobierno (art. 1 C.P.) por el sometimiento y desplazamiento de la autonomía

del M.P.A. a la órbita del Poder Legislativo provincial, en oposición a nuestra

Carta Magna y a normas de jerarquía similar o superior incorporadas a nuestro

derecho por el Congreso de la Nación.

Es por ello que el amparista considera que el dictado de la

ley N° 13.807 implica una ruptura sistemática de la forma republicana de

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gobierno al someter a un determinado sector de los miembros del Poder Judicial al

régimen disciplinario instaurado por dicha normativa, porque la fuente jurídica a

través de la cual se debe establecer un sistema de control político por parte de los

órganos de un poder por sobre los órganos de otro, es la constitución y no una ley.

Alegando que se encuentra ante la imposibilidad de utilizar

otras vías judiciales o administrativas eficaces para idéntico fin, defendiendo -en

posición que comparto- la procedencia del amparo, así como también que por su

condición de Fiscal en la Unidad de Homicidios de la Fiscalía Regional N° 2 del

M.P.A. de la Provincia de Santa Fe se encuentra sometido al régimen disciplinario

previsto en la ley N° 13.013, y que su actuación está siendo investigada en el

sumario administrativo N° 57/2019 iniciado de oficio por la Auditoría General de

Gestión – A.G.G. - del Ministerio Público de la Acusación. Organismo que por

resolución N° 67/2020 dispuso aplicar el art. 62 bis de la ley 13087, remitiendo el

envío de las actuaciones al Poder Legislativo provincial, a fin de que la Comisión

de Acuerdos Legislativos evalúe su avocamiento.

Y especificó que el acto lesivo que legitima la acción

impetrada es la decisión del “avocamiento” de la Comisión de Acuerdos

Legislativos a la investigación de su actuación como Fiscal, resolución que se

adoptó en la reunión de dicha comisión el día 29 de abril del año 2.020 y le fue

notificada el 08 de mayo del mismo año, lo que implica que la presente acción ha

sido promovida en término.

Efectuó una descripción de los antecedentes legislativos y

jurisprudenciales que precedieron a la cuestionada ley N° 13.807, y reiteró las

causales que considera como arbitrarias o sea:

- La intromisión del control político, con violación de la

independencia y autonomía del M.P.A.;

- Las garantías constitucionales que la aplicación de la norma

18
cuestionada afecta, en la medida que la aplicación de los arts. 28.5 y 62 bis de

la ley implican la lisa y llanamente la introducción en el sistema santafesino del

control político del M.P.A.;

- La afectación de la independencia de los órganos, que

perjudica la división de poderes y contradice el art. 120 de la C.N. en cuanto

dispone que el Ministerio Público Fiscal es un órgano independiente;

- La violación del equilibrio entre los poderes del estado

provincial;

- La vaguedad semántica de la causal de “mal desempeño

del cargo” o, agrego, de “faltas graves de orden técnico” que establece la

norma;

- El desplazamiento del juez natural vulnerando lo

establecido en el artículo 18 de la CN, la Convención Americana de Derechos

Humanos y el Pacto de San José de Costa Rica;

- La aplicación retroactiva a un proceso en trámite dado que

el sumario que se le instruye se inició durante la vigencia del título III de la RG

390/19, no en el II, lo que no puede modificarse en esta instancia;

- La irrecurribilidad de la decisión que tome el Poder

Legislativo provincial, violando las garantías constitucionales de control judicial

de los actos del estado – artículo 8 de la Convención Americana de los

Derechos Humanos y artículo 14, N° 5 del PIDESC;

- La responsabilidad estatal internacional por la gravedad

institucional involucrada;

- La creación de un procedimiento administrativo a través

de un reglamento interno de Comisión, en virtud de una ley derogada, y en

contra del procedimiento de la ley 13.013, afectando las garantías

19
constitucionales referidas al principio de legalidad,

- Porque el procedimiento de destitución se establece por una

ley del congreso y no por un reglamento de una Comisión interna;

- También cuestionó como irrazonable la modificación del

plazo de extensión del procedimiento disciplinario, afectando las garantías

constitucionales relacionadas con el principio de progresividad de la pretensión

punitiva, fundado en el Preámbulo de la Constitución Nacional y en el precedente

“Matei” de la Corte Suprema de Justicia de la Nación;

- Concluyendo que el avocamiento es una facultad del

superior, no un deber de inhibición.

Y realizó la reserva de plantear la cuestión constitucional, así

como la de acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En los considerandos de su fallo, el magistrado actuante se

refirió a la inclusión del Ministerio Público dentro de la órbita del Poder Judicial –

como se desprende de la Constitución de la Provincia de Santa Fe y del Código

Procesal Penal que rige su actuación – y afirmó que encontraba características

similares a las del juicio político de destitución al que están sometidos el

Procurador General, el Fiscal General y el Defensor General en nuestra provincia

que, aun si así fuera, no brinda legitimidad a la ley que aquí se cuestiona. Por lo

que consideró inválido tachar de injusta una reglamentación que involucra a los

demás poderes del Estado, que culminará en la Corte Suprema de Justicia de

Santa Fe mediante el recurso de inconstitucionalidad.

Sin embargo, ello no es cierto, porque no todos los miembros

de los demás poderes del Estado son sometidos al mismo trámite para proceder a

su destitución. Y porque lo inválido en el caso es la indebida intromisión de un

poder en el otro, y la naturaleza atípica del procedimiento establecido para

algunos miembros del M.P.A., porque como lo expliqué anteriormente, no pueden

20
estar reunidas las facultades de investigar, juzgar y aplicar sanciones en un

mismo órgano.

Y porque avocarse a procedimientos ya iniciados es una

indiscutida vulneración de la garantía constitucional de debido proceso, en la

medida que se sustrae de la decisión al juez natural de la causa.

Tampoco el voto del Dr. Netri en la Acordada N° 33 dictada

el 11 de agosto del año 2.010 legitima sus conclusiones, por dos motivos

esenciales:

Porque la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de

Santa Fe no delegó funciones en el Poder Legislativo.

Y porque las funciones de superintendencia no pueden

equipararse ni confundirse con las de investigación y juzgamiento. Dijo el

Ministro: “… 20. Que en la Provincia de Santa Fe, el Ministerio Público de la

Acusación y el Servicio Público Provincial de la Defensa forman parte del

Poder Judicial (arts. 84, 86, 88, Const. Prov.; 2, ley 13013 y 9, ley 13014) y la

Constitución le atribuye a la Corte Suprema de Justicia el ejercicio de la

superintendencia general de la administración de justicia que puede

parcialmente delegar, de acuerdo con la ley, y la consiguiente potestad

disciplinaria (artículos 92, inciso 2). A su vez, las leyes 13013 y 13014,

consagran un grado cuasi pleno de autonomía funcional propia de un

órgano fuera de la órbita del Poder Judicial. Que cabe, pues, inquirir sobre

el conflicto y la armonización entre el "bloque constitucional comprometido" y

"ley" y hacer actuar una interpretación que otorgue, es más, asegure ante todo,

el cumplimiento eficaz de todas y cada una de las funciones esenciales de los

órganos de la acusación y de la defensa o que sean consecuencia necesaria

de su inserción institucional en el sistema acusatorio según los

21
parámetros antes señalados. En el desarrollo de esas misiones conferidas al

Ministerio Público de la Acusación (art. 11, ley 13013) y al Servicio Público

Provincial de la Defensa (art. 16, ley 13014) no permite interferencia alguna.

Asimismo, la hermenéutica que se propone autoriza la delegación parcial de esta

Corte de sus facultades de superintendencia conforme lo dispuesto por el artículo

92, inciso 2) de la Constitución Provincial y de acuerdo a las leyes 13013 y 13014

pero siempre y cuando este Tribunal conserve la facultad de avocamiento y

decisión final. De otro modo sería inconstitucional la ley si sustrajera por

completo su competencia en materia de gobierno o, sin llegar a ese extremo,

le reservara una "intervención", tergiversando o invirtiendo el sentido del mandato

de la Constitución que, en dicha materia, coloca a la Corte en preferente posición.

La delegación de atribuciones de superintendencia es constitucional pero en la

medida en que esta Corte la conceda -parcialmente- y conservando la

posibilidad de revisar o de avocarse en lo decidido en dichas cuestiones o en

aquellas situaciones que pudieran conspirar contra la buena marcha de la

administración de justicia y resulte imprescindible la actuación de este Tribunal

para zanjar el conflicto…”

Va de suyo que si esa delegación expresa no se produjo, pero

se aludió a la inserción institucional del sistema acusatorio, cobran trascendental

importancia las reflexiones de Bidart Campos antes mencionadas, porque esta

inserción institucional en el Poder Legislativo es cuanto menos totalmente

anómala.

No es casual que una veintena de instituciones como las que

antes mencioné, pertenecientes al mundo académico, institucional y gremial de

jueces, fiscales, defensores y abogados de la matrícula se haya dirigido al

entonces gobernador mediante comunicados públicos o misivas directas,

alertándolo sobre la inconveniencia y el peligro de sancionar esta ley. Lo que de

22
algún modo se corresponde con lo que sostuve en “Narvaja” y “Mac Cormack”,

cuando me referí a un jurado plural que pueda tener un entendimiento jurídico

común al tratar estas cuestiones, aquí ausente.

Porque como lo dije en aquella ocasión - entre otros

argumentos que habré de repetir - no solo de normas se conforma el derecho:

también las prácticas sociales, la ideología y el poder, así como la relación entre

sus textos y el contexto en que habrán de ser aplicados proporcionan pautas

para orientarnos sobre su oportunidad y legitimidad.

Y que eran varios los elementos que tornaban

inconstitucional la ley entonces en análisis – que si bien no es la que aquí se

cuestiona, que la reemplazó poco después, tiene muchos puntos de contacto –

deteniéndome inicialmente en los que mencionó la Sra. Fiscal en el dictamen

que, previo a la sentencia, presentó en cada uno de dichos expedientes,

alertando sobre los siguiente riesgos:

El primero de ellos, referido a la vaguedad semántica del

término “mal desempeño” – asimilable a las “causas graves de orden técnico”,

no especificadas, como la que aquí se juzga - como una de las causales de

remoción de los fiscales, que no les permiten tener pautas claras a las cuales

sujetarse para cumplir adecuadamente su función, lo que pone en evidencia

que estamos ante una puerta que puede abrirse a cualquier arbitrariedad,

porque no se establece con claridad y de antemano, cuáles son las conductas

debidas y cuáles las prohibidas.

A lo que agregué que los fiscales serían juzgados por un

cuerpo eminentemente político cuyos miembros tienen un mandato, en

principio, temporalmente acotado, que no serán necesariamente entendidos en

derecho ni específicamente en derecho penal, como lo acabo de explicar al

23
tratar in extenso la procedencia de la vía utilizada, que suelen estar sometidos a

presiones mediáticas y, sobre todo, que pueden utilizar el inmenso poder que esta

ley les otorga para disciplinar a los díscolos y a quienes decidan llevar adelante

una investigación que pueda resultar comprometedora para su actuación, con lo

que se corre el innegable riesgo de promover sotto voce un peligroso

disciplinamiento de estos funcionarios, obstativo para el pleno desarrollo de una

democracia constitucional, cuya actuación es clave en el proceso penal instaurado

por el sistema acusatorio que hoy rige en la Provincia, que puede llegar a ser

gravísimo para el cumplimiento de sus funciones.

Porque si bien será un juez o la Corte local quien finalmente

dicte sentencia si se recurre lo decidido por la Legislatura, a nadie escapa que

desde que se instauró el nuevo sistema las facultades de los fiscales son de

trascendental importancia para poder llegar a poner en marcha un proceso penal,

en virtud de las facultades que la ley les otorga y los deberes que les impone. Para

lo cual deben contar con los medios y la fortaleza de espíritu suficientes como

para cumplir adecuadamente su función, y no estar sujetos a eventuales presiones

de cualquier índole, porque esta situación puede llegar a transformarse en un

peligro potencial para cualquier habitante de la provincia.

La otra tacha, que a mi criterio resultaba insalvable, residía en

el tratamiento de estas causas, donde, sin otro fundamento que la mera voluntad

legislativa de sustraerlas de los procedimientos y autoridades naturales para que

se tramitaran en su seno, se constituía una violación de las garantías

constitucionales de debido proceso y una indiscutida acumulación de poder. Lo

que no encuentra justificación en un Estado de Derecho que se sostiene

incontestablemente en la división de poderes, ya que, por el contrario, esta

atribución de juzgamiento puede implicar un bill de indemnidad para los propios

legisladores; y también – aunque sea implícitamente – la posibilidad de que se

24
vean frenadas u omitidas causas en las que pudieran ser imputados, en virtud

de la desproporcionada suma de poder que esta ley les confiere.

A modo de ejemplo y como mera digresión, sin que ello

pueda entenderse como una defensa corporativa sino como la intención de

advertir sobre la posibilidad de algunos riesgos que coarten la independencia de

los integrantes del Ministerio Público, he de decir que para tranquilidad de

todos, muy recientemente se ha demostrado la calidad técnica y moral de

algunos de sus integrantes en el caso de la investigación llevada a cabo

respecto de las conductas del ex Fiscal Regional de esta Circunscripción y su

Fiscal Adjunto, que son de público dominio. Fiscales que investigaron a fondo el

tema y a sus colegas y superiores pero que, va de suyo, no los juzgarán.

Volviendo a lo dicho en “Narvaja” y “Mac Cormack”, sostuve

entonces que la aplicación de la ley allí cuestionada, similar a la presente,

importaba una preterición expresa de la garantía constitucional de autonomía

funcional del Ministerio Público de la Acusación, establecida por la Constitución

Nacional después de la reforma del año 1994, por tratarse de un órgano

independiente, extra poder, - aunque en nuestra provincia forme parte del Poder

Judicial - que sin embargo habrá de ser juzgado por otro poder del Estado, que

ninguna injerencia debiera tener en éste, porque lo que aquí se trata e interesa

es la naturaleza y funciones del instituto, sea en el orden provincial o nacional.

Habida cuenta de que si bien la Legislatura tiene las

potestades suficientes para dictar las leyes que crea convenientes, ello no la

exime del control de constitucionalidad que solo corresponde al Poder Judicial,

ni de ajustarse a las normas de superior jerarquía – nacionales e

internacionales – que nos rigen, violentando el debido proceso legal mediante

25
un inaceptable fraccionamiento del orden jurídico vigente integralmente

considerado.

Se ha de tener en cuenta, asimismo, que cuando se enjuicia a

un magistrado se conforma un jurado de especialistas en derecho que es plural en

cuanto a representación política, institucional y gremial, lo que de alguna manera

garantiza no sólo “hablar el mismo idioma” para arribar a un entendimiento y

conclusión, sino también una diversidad de origen y de intereses en sus

integrantes, que a la hora de juzgar podrán más fácilmente llegar a una decisión

más equilibrada que si todos pertenecen a un mismo cuerpo que se erige en

controlador exclusivo de otro poder del Estado, sin contar con que los legisladores

no están sometidos a los requisitos que se le exigen para acceder a sus cargos a

los magistrados y a los integrantes del Ministerio Público de la Acusación y la

Defensa.

Dicho esto sin desmedro alguno de la calidad personal de

quienes fueron legítimamente electos por el pueblo ni del sistema representativo,

democrático y federal que encarnan, establecido por la Constitución Nacional.

Porque en estos casos, reitero, se sometería a los fiscales a

un juicio exclusivamente político sin serlo abiertamente, que por la integración del

cuerpo -cuya calidad institucional, insisto, no es cuestionada y se destaca- que los

habrá de juzgar no ofrece las mismas garantías que, por ejemplo, el proceso de

enjuiciamiento al que pueden ser sometidos los jueces, con grave afectación del

principio estructurador del Estado de Derecho al permitir la aplicación de un poder

disciplinario que la Legislatura se arrogó a sí misma.

Asimismo, abonan los argumentos expuestos, y la conclusión

a la que se arriba, lo sostenido por el Dr. Erbetta al resolver la CSJSF la

sustracción de la materia litigiosa en “Narvaja” y “Mac Cormack” (ambos del

07.07.2020), que en su voto en disidencia sostuvo, luego de señalar que la

26
quejosa no lograba aportar razones valederas para concluir en que la sentencia

cuestionada resultara ilógica o irracional, a punto tal de descalificarla como

alternativa constitucional válida, que: “...sin perjuicio de lo anterior, cabe señalar

que conforme lo ha dispuesto esta Corte (Acta 33, del 11.08.2010), la

autonomía del Ministerio Público de la Acusación implica necesariamente la

imposibilidad constitucional de que otro Poder del Estado y/o dentro del Poder

Judicial o la propia jurisdicción puedan arrogarse potestades disciplinarias

respecto de los fiscales y/o de los fiscales adjuntos.

Así, en mi voto en la referida Acordada sostuve, a la hora

de determinar el grado y alcance concreto necesario para garantizar la

realización de la autonomía reconocida al Ministerio Público de la Acusación,

que el sistema de elección y nombramiento, como el de remoción de los

integrantes del Ministerio Público debe ser acorde con la independencia y

autonomía funcional de la acusación, dotándolo del ejercicio de atribuciones de

superintendencia sobre su personal; pues, de lo contrario, aquellos postulados

sólo en abstracto estarían formulados y lejos de suponer una efectiva vigencia.

En función de ello, cualquier regulación en sentido contrario

implica violentar la autonomía reconocida por ley y reafirmada por el Más Alto

Tribunal provincial, tanto al Ministerio Público de la Acusación como al Servicio

Público Provincial de la Defensa Penal, con graves consecuencias

institucionales y operativas” (el subrayado me pertenece).

Con lo que hasta aquí llevo dicho -aunque no haya seguido

estrictamente el orden de los agravios expuestos por el recurrente - entiendo

haber dado satisfacción a sus quejas, que en términos generales comparto, con

una sola excepción: mientras estén vigentes en esta Provincia la Constitución

sancionada en el año 1962 y la específica inclusión del Ministerio Público dentro

27
del Poder Judicial, considero que el recurso de inconstitucionalidad es el más

idóneo – y hasta ahora el único – destinado a garantizar adecuadamente los

derechos de los administrados, por lo que postulo el rechazo del agravio

mencionado bajo el número 4.-, así como la recepción de los restantes.

Teniendo en cuenta que es jurisprudencia de la Corte

Suprema de Justicia de la Nación que no resulta necesario seguir a las partes en

todas y cada una de sus argumentaciones, bastando hacerse cargo de las que

resulten conducentes para la resolución del litigio (cfr. Fallos, 272:225; 274:113;

276:132, entre otros) las razones hasta aquí expuestas me conducen a propiciar la

recepción parcial de los agravios de la parte actora, con excepción del enumerado

bajo el número 4, y dejando en claro que, no poseyendo este Tribunal facultades

casatorias, lo aquí decidido solo tendrá proyección sobre el sumario de referencia,

y no sobre procedimientos futuros.

Determinados los extremos que anteceden y en relación a la

justicia del fallo voto, pues, por la negativa.

A la misma cuestión: La Dra. Mana dijo: Coincido en lo

sustancial con la solución arribada por mi colega, la Dra. Aseff, resaltando, una

vez más, que las consideraciones vertidas son dirigidas contra el sistema

disciplinario instaurado por la ley aquí cuestionada, dejando a salvo el honor e

investidura de quienes forman parte del Poder Legislativo. Porque, en definitiva, lo

que se busca preservar es la independencia y la división de poderes, propia de

todo Estado de Derecho.

En consecuencia, voto en idéntico sentido.-

A la misma cuestión: El Dr. Marchionatti dijo: Que habiendo

procedido al estudio de los autos y advirtiéndose que existen dos votos totalmente

coincidentes, se abstiene de emitir opinión sobre la cuestión planteada en virtud

de lo dispuesto por el art. 26 de la ley 10160.-

28
A la tercera cuestión: La Dra. Aseff dijo que, conforme la

votación que antecede, corresponde: I.- Desestimar el recurso de nulidad

deducido por la parte actora y receptar parcialmente su recurso de apelación,

revocando la sentencia impugnada; II.- En su lugar, dejar sin efecto la

aplicación de la ley provincial 13.807 en el sumario administrativo

AGG000057/2019 seguido al Señor Fiscal Adrián Alejandro Spelta declarando,

para este caso, su inconstitucionalidad; III.- Imponer las costas por el trámite

cumplido en ambas instancias a la demandada en virtud de lo establecido en

los artículos 102 del CPL y 17 de la ley 10.456; IV.- Fijar los honorarios de los

profesionales actuantes en el 50 % de los que, en definitiva, les sean regulados

en primera instancia.

A la misma cuestión: La Dra. Mana dijo: Corresponde

votar el voto propuesto por la Dra. Aseff, así voto.-

A la misma cuestión: El Dr. Marchionatti dijo: Que como

dijera precedentemente y de conformidad al art. 26 de la ley 10.160, me

abstengo de emitir opinión.-

A mérito del Acuerdo que antecede, la Sala Segunda de la

Cámara de Apelación en lo Laboral;

RESUELVE: I.- Desestimar el recurso de nulidad deducido

por la parte actora y receptar parcialmente su recurso de apelación, revocando

la sentencia impugnada; II.- En su lugar, dejar sin efecto la aplicación de la ley

provincial 13.807 en el sumario administrativo AGG000057/2019 seguido al

Señor Fiscal Adrián Alejandro Spelta declarando, para este caso, su

inconstitucionalidad; III.- Imponer las costas por el trámite cumplido en ambas

instancias a la demandada en virtud de lo establecido en los artículos 102 del

CPL y 17 de la ley 10.456; IV.- Fijar los honorarios de los profesionales

29
actuantes en el 50 % de los que, en definitiva, les sean regulados en primera

instancia.

Insértese, hágase saber y oportunamente, bajen.-

(siguen las firmas...)

(Autos: “SPELTA ADRIAN ALEJANDRO C. PROVINCIA DE SANTA FE S.

AMPAROS” - EXPTE. Nº 186/2020).-

ASEFF MANA MARCHIONATTI

(art. 26, ley 10160)

NETRI

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