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Anne Sexton

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Anne Sexton (1928-1974) nació en Newton, Massachusetts.

"Víctima del sueño


norteamericano, lo único que deseaba era un pequeño trozo de vida: casarme, tener hijos.
Creía que las visiones, los demonios, las pesadillas desaparecerían al confortarles suficiente
amor".2
Ama de casa que lamentaba no haber cursado estudios universitarios, modelo profesional
en cortos periodos de su vida, dos hijas —Linda y Joyce—, existencia suburbana con lapsos
en hospitales psiquiátricos, intentos de suicidio, divorcio. Y todo esto hubiera sido idéntico
a cualquier otra neurosis americana excepto por una decisión: en 1957 se inscribe en el
taller de poesía de John Holmes del Centro de Educación para Adultos de la Universidad de
Boston. 1
Tres años después publica su primer libro de poemas. Su carrera es exitosa e
ininterrumpida. Autora de diez libros de poemas, cuentos para niños en colaboración con
Maxine Kumin y una novela inconclusa. Obtuvo distinciones de múltiples universidades y
sociedades de escritores, diversas becas y premios —incluido el Pulitzer en 1967—,
coordinó varios talleres de creación poética y participó en coloquios y congresos. Recorrió
el país de cabo a rabo leyendo su obra.
Sus libros de poesía son: To Bedlam and Part Way Back (1960), All my pretty
ones (1962), Live or Die (1966), Love Poems (1969), Transformations (1971), The Book of
Folly (1972), The Death Notebooks (1973), The Awfull Rowing Towards God (1975). Su
hija Linda editó 45 Mercy Street (1976) y Words for Dr. Y and Last Poems (1978),
aparecidos póstumamente.
El rechazo o aceptación de su obra fueron apasionados desde el principio de su carrera.
Hablar de dicha obra sin referirla a su vida es difícil; ella misma las intrincaba de tal suerte
que resulta casi imposible distinguirlas.
Ningún poeta americano ha gritado públicamente tantos pormenores íntimos.3
Sus críticos ayudaron a mantener dicha simbiosis: la respuesta a su obra es, en primera
instancia, a su temática y solamente en un segundo momento se refiere a la poesía en sí.
Esta mezcla —deliberada o involuntaria, poco importa— y la eficacia para conmover,
cuestionar y exhibir lo críptico son paralelos a su calidad. Si su poesía parece buscar
adeptos y contrincantes, esto radica en la maestría con la cual nos conduce a la desnudez
herida: víctima y denuncia simultánea. Imagen y contenido son un solo impulso revelador y
desgarrado. Aquí la poesía es asidero, ya no como modus vivendi, sino como instinto de
supervivencia.
Varias influencias convergen en su poesía: la intimista o confesional de W.H. Snodgrass,
Robert Lowell, Sylvia Plath (a quienes a su vez influye); la femenina (no feminista); la
simbolista. Introduce además recuerdos, su condición de mujer, locura y maternidad, mitos
y cotidianidad, misticismo y lugares comunes.
Fue acusada de errática y enferma; melodramática y exhibicionista; chantajista, exagerada.
Y conforme sus presentaciones en público la hacían más famosa, más desconcertante
resultaba la brecha entre la mujer glamorosa que declamaba magistralmente y la que sus
poemas retrataban tan descarnadamente: abortos, suicidios, menstruaciones, psiquiatras.
Sus defensores apoyaron más a la persona que a la poeta: pronto fue el modelo y la receta
de los psiquiatras que pretendían que toda paciente con "facilidades artísticas" sublimara su
neurosis de manera semejante.
Su poesía es algo más que el signo de su lucha —que termina en nefasta profecía con
suicidio—. Su contienda por la fe, su manía, su depresión, su vida y su experiencia como
susceptibles de ser poesía: ésa es la que no pierde.

Su versificación y su ritmo adquieren soltura; sus metáforas se vuelven más libres e


inesperadas, la difícil simplicidad final aunada a imágenes cuasi surrealistas, la referencia a
una intrincada iconografía personal hacen de su poesía un todo transparente y amenazante.
La iluminación medieval a través de la flagelación; el rapto místico producido por las
disciplinas —y hay poemas que escribe y reescribe hasta veinte veces—. Su desnudez final
es cuidadosamente acicalada, sus plegarias minuciosamente oficiadas.

El estremecimiento requiere la complicidad con el lector al enfrentarlo al ayuntamiento 2


aparentemente desordenado de lo usual y lo delirante. La imaginación e indagación de las
diversas versiones de su yo y la imposibilidad de una aprehensión final hacen de la lectura
una epifanía negativa. La necesidad de mostrarse rebasa el voyerismo lamentativo, remite a
arquetipos donde cuerpo y símbolos rebasan la crítica y la denuncia: por eso el eco
apocalíptico. Profecía y patología son cara y cruz de la misma moneda; su mal es tan
grande como su genio y ninguno de los dos polos redime, consuela ni olvida al contrario.

Si su poesía cohabita con los fantasmas más fantásticos es porque tiene la apariencia de una
vida autónoma:
más avanzada que yo misma, más honda que mi conciencia o mi posibilidad de acción…4
Las agrupaciones de temas: Biblia, cuentos de Grimm, Mother Goose; de autores: Rilke,
Kafka, Neruda, Donne o Pound son posibles en una mente donde las fronteras se definen de
manera insólita para lograr lo que considera la meta de un artista:
...de muebles viejos, hacerse un árbol.5

Al preguntarle qué recomendaría a los jóvenes que desean iniciarse en el oficio, responde
primero con una frase de Kafka:
Un libro debiera ser como un hacha para romper el mar de hielo que llevamos en nuestro
interior.
y añade:
Pongan el oído sobre su alma y escuchen, con toda su atención.
En Love Poems nos dice que el libro debía leerse como la irregular gráfica de fiebre de un
caso grave de melancolía. Esta selección de poemas es, en cambio, una curva ascendente
que, finalmente, la llevaría a la muerte que reprocha a su amiga Sylvia Plath:
Ladrona,
te escabulles allá abajo
te escabulles sola
a la muerte que tanto tiempo deseé para mí.7
 
 
 
ELISA RAMÍREZ CASTAÑEDA
Esperando morir-Anne Sexton

Ahora que lo preguntas, no recuerdo muchos días.


Camino metida en un sobre sin sellos postales para este viaje.
Es así, que como una lujuria innombrable, soy devuelta.
Aun entonces, no tengo nada contra la vida. 3
Conozco bien los brotes de hierba que mencionas
Y los muebles de casa que pusiste bajo el sol.
Pero los suicidas tienen un lenguaje especial.
Así como los carpinteros quieren saber cuáles herramientas.
Ellos nunca preguntan para que construir
Dos veces simplemente me declaré a mí misma
Haber poseído al enemigo, haber devorado al enemigo,
Tomado sus artificios, su magia.
De esta forma, profunda, meditada
Tibia como agua o aceite
Me he quedado babeando por el agujero de la boca.
No pienso en mi cuerpo como si fuera un bordado.
Incluso la cornea y los residuos de orina se fueron.
Los suicidas están listos para traicionar al cuerpo.
Aun siendo abortos, no siempre mueren,
Pero deslumbrados, no pueden olvidar la dulce droga.
A la cual desde niños les gustaba mirar y sonreír.
¡introducir toda esa vida bajo tu lengua!
Eso, por sí mismo, se convierte en pasión.
La muerte es una osamenta triste; amoratada, tú lo dijiste,
Y ahora ella espera por mí año tras año,
Para deshacer delicadamente un viejo deseo.
Para vaciar mi aliento de esta mala prisión.
Haciendo un balance, los suicidas

El beso-Anne Sexton
Mi boca florece como una herida.
He estado equivocada todo el año, tediosas
noches, nada sino ásperos codos en ellos
y delicadas cajas de Kleenex, llamando llora bebé
¡llora bebé, tonto!
Antes de ayer mi cuerpo estaba inútil.
Ahora está desgarrándose en sus rincones cuadrados.
Está desgarrando los vestidos de la Vieja Mary, nudo anudo
y mira, ahora está bombardeada con esos eléctricos cerrojos.
¡Zing! ¡Una resurrección!
Una vez fue un bote, bastante madera
y sin trabajo, sin agua salada debajo
y necesitando un poco de pintura. No había más
que un conjunto de tablas. Pero la elevaste, la encordaste.
Ella ha sido elegida. 4
Mis nervios están encendidos. Los oigo como
instrumentos musicales. Donde había silencio
los tambores, las cuerdas están tocando irremediablemente. Tú hiciste esto.
Puro genio trabajando. Querido, el compositor ha entrado
al fuego.

Once de diciembre Anne Sexton


Te pienso en la cama,
tu lengua mitad chocolate, mitad océano,
en las casas adonde llegas,
en tu cabeza con pelo de alambre,
en tus manos persistentes y también
en las barreras que carcomíamos, pues somos dos.

Cómo entras y tomas mi copa de sangre


y me unes y te llevas mi salmuera.
Estamos desvestidos. Desnudos hasta los huesos
y nadamos uno tras otro y remontamos y remontamos
el río, el río idéntico llamado Mío
y entramos juntos. Nadie está solo.

[ CITATION Com06 \l 2058 ]

Bibliografía
Europea, C. (2006). El funcionamientode la union Europea Guía del ciudadano sobre las
instituciones de la UE. Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades
Europeas.
5

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