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ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACION PUBLICA
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Elementos
del Control Fiscal
Uriel Alberto Amaya Olaya
Editor
Proyecto Sistema Nacional de Capacitación Municipal
Convenio Gobierno de Colombia - Unión Europea
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Capítulo II
Las Contralorías Territoriales
1. Régimen Jurídico
2. Las Contralorías Departamentales
3. Las Contralorías Distritales Y Municipales
4. El Regimen De Carrera Administrativa De Las Contralorías Territoriales
Capítulo III
El Control Fiscal
1. El Control Fiscal En El Modelo Del Estado Social De Derecho
2. El Concepto De La Gestión Fiscal
3. El Control Fiscal Como Función Pública
4. El Concepto De Lo Posterior Y Selectivo
5. Los Sistemas Del Control Fiscal: El Control Financiero, De Legalidad, De Gestión, De Resultados Y El Control Físico
6. Los Principios Del Control Fiscal: La Eficiencia, La Economía, La Eficacia, La Equidad Y La Valoración De Los
Costos Ambientales
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Contenido Capítulo IV
La Revisión y Fenecimiento de las cuentas
1. La Prescripción De Los Métodos y La Forma De Rendir Cuentas De Los Responsables Del Manejo De Fondos O
Bienes De La Nación, Y La Determinacion De Los Criterios De Evaluación Financiera, Operativa Y De Resultados
2. ¿Qué Se Entiende Por Cuenta?
3. La Selectivad Y La Rendición De Cuentas
4. Los Responsables De Rendir Cuentas
5. La Revisión De Cuentas
6. Los Criterios De Evaluación: La Economía, La Eficacia, La Eficiencia Y La Equidad
7. Los Principios De La Rendición De Cuentas
8. El Fenecimiento De Las Cuentas
9. La Naturaleza Jurídica Del Fenecimiento
10. El Nuevo Enfoque De Auditoria Intregal
Capítulo V
La Responsabilidad Fiscal
1. Diferentes Tipos De Responsabilidades De Los Servidores Públicos
2. La Responsabilidad Fiscal Y Su Naturaleza Jurídica
Capítulo VI
El Proceso De Responsabilidad Fiscal
1. Definición Y Naturaleza Jurídica
2. Principios Y Características Del Proceso De Responsabiidad Fiscal
Capítulo VII
El Tema Ambiental y El Control Fiscal
Capítulo VIII
La Participación Ciudadana Y Comunitaria En El Control Fiscal
Capítulo IX
La Contabilidad De La Ejecución Del Presupuesto Y La Función De Auditar El Balance De La Hacienda
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Contenido
Capítulo X
El Control Fiscal A La Contratación Estatal
1. Etapas Del Control
2. El Control Fiscal A La Urgencia Manifiesta
Capítulo XI
La facultad de conceptuar sobre la calidad y eficiencia del control fiscal interno de las entidades y organismos del Estado
Capítulo XII
La Facultad de Exigir Informes De Gestión
Capítulo XIII
La facultad de promover investigaciones penales o disciplinarias y de solicitar la suspensión de funcionarios
Capítulo XIV
El Registro De La Deuda Pública De La Nación y De Las Entidades Territoriales
Capítulo XV
Dictar Normas Generales Para Armonizar Los Sistemas De Control Fiscal De Todas Las Entidades Públicas Del Orden
Nacional y Territorial
Capítulo XVI
La Función De Presentar A La Cámara De Representantes La Cuenta General Del Presupuesto y Del Tesoro y Certificar
El Balance De La Hacienda Presentado Al Congreso Por El Contador General
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Nota de Entrada
C
omo parte de una serie de publicaciones el presente texto en su segunda edición, actualizada y corregida
por su autor, sale a la luz pública como material de apoyo a las actividades del Proyecto Sistema Nacional
de Capacitación Municipal, PSNCM.
Para enriquecer el debate académico sobre aspectos polémicos de la Administración Pública, la serie de
publicaciones contiene no pocas veces la opinión de sus autores. Con todo, el contenido de los documentos los
compromete sólo a ellos y no representan posición alguna del Proyecto.
Se hace la edición en hipertexto para facilitar su consulta y mejorar la utilidad a las administraciones
municipales. Con la versión en hipertexto, el PSNCM asume el desafío de adaptarse a las tecnologías modernas y
acercarlas a los servidores públicos municipales, quienes, dicho sea de paso, son los principales destinatarios de
esta serie de publicaciones.
La misión del Proyecto está descrita en su nombre: construir un sistema de capacitación municipal. La
labor de capacitación demanda apoyos didácticos y pedagógicos. Justo a ello quiere obedecer la serie de publica-
ciones del Proyecto. Por tanto sus pretensiones no son las de un “tratado” sino mas bien las de una guía, un
manual o una cartilla.
El Proyecto Sistema Nacional de Capacitación Municipal es adelantado por el Gobierno Colombiano con el
apoyo de la Cooperación Técnica de la Unión Europea. Sus operadores son la Escuela Superior de Administración
Pública -ESAP- y la Federación Colombiana de Municipios -FCM- en coordinación y concurrencia con entidades de
los ordenes nacional, departamental y municipal.
La revisión de los textos de esta serie estuvo a cargo de José Eduardo Gómez Figueredo, Carlos Augusto
Giraldo y Rovitzon Ortiz Olaya.
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Presentación
A
partir de la trascendental reforma introducida por la Carta Política de 1991 a la institución de la Contraloría
y el control scal, se ha venido consolidando una nueva dimensión técnica que acentúa la evaluación de
la gerencia pública (control de gestión y de resultados), además de los tradicionales sistemas soportados
en el control del legalidad y el nanciero, con lo cual se introdujeron los conceptos de eciencia y ecacia
como nuevos elementos a través de los cuales se mide el cumplimiento de las metas y objetivos de la
administración pública.
Este control, que pudiéramos llamar estratégico, se integra a los modelos de gestión pública que
mediante aquellos componentes, buscan reejar -sobre todo en el nivel territorial-, no sólo el elemento central de
la democracia participativa que proyecta y orienta el sentido de desarrollo local, mediante los múltiples mecanis-
mos que el ordenamiento jurídico pone a disposición de la comunidad para tal n, sino adicionalmente el proceso
integral de la planeación y el ejercicio correlativo de la gestión pública, todo ello enmarcado en los principios
constitucionales fundamentales del Estado social de derecho.
Adicionalmente, el control scal cumple un papel integrador con el propio sistema de control interno -en
el cual funda sus raíces-, con lo cual se estrecha aún más la relación interfuncional entre el órgano de control
externo (contraloría), y el sujeto vigilado (la administración) responsable del diseño de su propio control.
Esta perspectiva destaca el papel preventivo y de soporte del control scal, pues su interés medular se
debe centrar en mejorar el entorno vigilado -sobre todo mediante el ejercicio coordinado de acciones evaluativos
con las ocinas de planeación y de control interno-, con lo cual se supera el simple papel policivo y represivo que
antaño caracterizaba su ejercicio.
Está claro, la problemática del desarrollo y mejoramiento de la entidades públicas también es un asunto
de los organismos de control, y su aporte es trascendental para producir estrategias integrales que posibiliten tales
avances; y si a este enfoque le agregamos el papel sustancial que juega la comunidad mediante el ejercicio de
controles ciudadanos sobre la administración de los recursos públicos, completamos un grupo conformado por la
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institucionalidad del Estado, el órgano de control también estatal, y la sociedad civil, como protagonistas de esa
misión básica para el futuro del país.
No en vano, la misma constitución previó normativamente en su artículo 270 que la ley organizará las
formas y los sistemas de participación ciudadana que permitan vigilar la gestión pública que se cumpla en los
diversos niveles administrativos y sus resultados, disposición que si bien -de manera por demás injusticada-
no ha sido objeto de reglamentación especíca, goza de regulaciones generales sobre todo en materia de los
reglamentos del régimen municipal (ley 136 DE 1994)., la propia ley 134 de 1994 (ley estatutaria de mecanismos
de participación ciudadana), sin mencionar las leyes que reglamentan otros aspectos de la gestión pública, como
el régimen de contratación estatal, el estatuto orgánico del presupuesto, el régimen de planeación, etc.
Pero precisamente en este escenario encontramos un terreno propicio para plantear necesarias reexio-
nes sobre algunas de estas instituciones que operan a nivel territorial, sobre todo en el ámbito de la gestión : el
esquema de la elección popular de los alcaldes y el desempeño de las contralorías.
En el primer punto, como es obvio, no está en discusión las notables bondades en términos de demo-
cracia y crecimiento local con la adopción de aquel sistema de elección, el cual se complementa con los demás
mecanismos de participación ciudadana adoptados por la Constitución. Sin embargo, entre otras causas, por falta
de acompañamiento y apoyo por parte de los entes públicos centrales, la experiencia de todos estos años en
muchos de los casos ha demostrado que la baja capacidad profesional y la carencia de perles técnicos de los
mandatarios locales elegidos popularmente, han sido causa de gran parte de los descalabros en la administración
municipal y, por que no decirlo, de eventos agrantes de corrupción que no sólo desdibujan el concepto mismo del
principio democrático, sino que además tergiversan el sentido de la gestión y la gerencia idónea que debe preva-
lecer en esas entidades por parte de las autoridades titulares del mandato popular. Ello, sin referir el profundo
daño causado al patrimonio público desde el punto de vista económico y sobre todo social, por el impacto negativo
en términos de inversión, éticos y de pérdida de conanza y legitimidad de los actores estatales e incluso del
estado mismo. Y si a esta problemática le agregamos los distintos fenómenos que de manera violenta actúan y
rodean esa gestión local, el ejercicio de tal investidura de autoridad se hace aún más compleja y difícil.
Y teniendo claro que no es viable ni admisible históricamente volver al esquema centralista, ¿será el
momento de reexionar sobre otras opciones de administración local? ¿gerentes especialistas contratados para
administrar el municipio, como ocurre en otros países?. En n, creemos que ya es hora de repensar el Estado
local.
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De otra parte, ¿las contralorías territoriales han cumplido cabalmente su papel de vigilar el patrimonio
público y la gestión scal mediante la cual se administra? ¿han prevenido los eventos de comportamientos irre-
gulares y dañinos producidos en tantos casos contra dicho patrimonio? Y, en el otro extremo, ¿han resarcido
ecazmente esos daños patrimoniales producidos? ¿han aportado al mejoramiento y desarrollo administrativo de
los entes vigilados?. Estos interrogantes surgen en un momento en el cual además producirse en diversos ámbitos
cuestionamientos sobre el desempeño funcional de estos órganos de control, se pone de presente la politización
indebida de sus titulares y por esa vía de sus funcionarios, en perjuicio de la imparcialidad y objetividad de su des-
empeño, así como los cuantiosos recursos que los entes públicos territoriales deben erogar para el funcionamiento
de los mismos, circunstancia que ha venido siendo objeto de ajuste y disminución (ley 617 de 2000). ¿Se deben
suprimir las contralorías territoriales? ¿se debe contratar el control scal con empresas especializadas privadas?
¿se deben entregar esa función de control a la Contraloría General de la República, con un modelo similar al de la
Procuraduría General de la Nación?
Estos planteamientos, pues, se plasman aquí como inquietudes que necesariamente deben avocarse en
un profundo y serio proceso de reexión y análisis, con el n de que el gobierno adopte las medidas que garanticen
el cumplimiento de los objetivos constitucionales asignados a esos mecanismos e instituciones públicas.
Pues bien, con este contexto introductorio, la presente monografía desarrolla los elementos jurídicos,
técnicos y conceptuales básicos del control scal y las contralorías, mediante una metodología descriptiva, siste-
mática desde el punto de vista normativo, y enriquecida con el desarrollo jurisprudencial y doctrinario, todo con
un énfasis en el ámbito territorial.
El Autor
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El fenómeno de la corrupción
y el control a la administración
pública
A. Contexto
E
l fenómeno de la corrupción, concibiendo el término como una cualidad inferior y
opuesta al valor político esencial del interés público1, o como la creciente incapacidad
del sistema político para alcanzar el interés público, es decir, para llegar a un espacio en
el cual la libertad (en tanto autonomía) y la seguridad pudieran coexistir2, se ha deter-
minado como uno de los factores relevantes en la reproducción de la violencia en Colombia
(junto con el narcotráco, los grupos armados al margen de la ley, la inecacia de la adminis-
tración de justicia -en términos de impunidad-, y la pérdida de cohesión social -en términos de
conanza pública-). Y en el plano político, la corrupción es un “modo de inuencia política que
socava el respeto hacia las reglas que regulan el ejercicio de la democracia”3, entendiendo por
ésta una forma reglada del ejercicio del poder.
Del mismo modo, la corrupción ha sido asociada, no sin razón, a la crisis de la adminis-
tración pública desde diversos causas relevantes: el fenómeno de la ineciencia de la gestión
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B. Enfoque
Las causas del fenómeno, puestas de presente por los investigadores, son diversas y
variadas5, y desiguales también las conceptualizaciones que se ofrecen, dependiendo el enfo-
que a partir del cual se conciba el problema6.
Igualmente encontramos explicaciones múltiples sobre los complejos factores que inci-
den en su análisis y comprensión (modelos explicativos, tipología, actos o estados de la
corrupción, denición, perspectiva de enfoque, etc.), así como disímiles técnicas que se pro-
ponen para combatirla, cuyo énfasis no siempre se apoya en planteamientos estructurales y
estratégicos de la problemática, sino coyunturales o meramente correctivos.
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entidad de derecho colectivo, y cuya defensa constituyen una causa que ha de ser común y
frente a la cual todos debemos estar legitimados para actuar12.
Entre las diversas estrategias que se han propuesto para combatir la corrupción, fuera
de las perspectivas éticas, los analistas13 del tema enfatizan el fenómeno, destacando diver-
sas variables, como la de ser un problema de eciencia económica, precisando que a nivel
macroeconómico los actos corruptos se agregan como sobrecostos a la eciencia (como décit
scal o como ambos), y a nivel microeconómico, el acto corrupto es producto de la presencia
de relaciones intermediadas por agentes; Inclusive, se ha llegado a armar que parte de la
solución es la reducción del peso muerto constituido por las transferencias improductivas de la
corrupción14, al entender la corrupción como un subproducto de los procesos administrativos
del sector público, y aceptarla como un riesgo inherente, que implica la adopción de estrate-
gias para reducirlo.
D. El sistema normativo
A este ámbito le agregamos como paradigma de contraste, la existencia de un orde-
namiento jurídico dilatado e idóneo para enmarcar con solidez el comportamiento del servicio
público. De una parte, soportado en un esquema de valores y principios constitucionales, de
un catálogo axiológico de la función pública y la función administrativa, estructurados en los
principios de la primacía de las normas constitucionales y los Derechos fundamentales; de
legalidad estricta de las competencias estatales; de la responsabilidad; de la buena fe; de la
prevalencia del interés general; de la igualdad; del contenido material de las normas jurídicas;
de la prevalencia del derecho sustancial, entre otros tantos. De otra, predeterminados por un
conjunto nalístico que se deriva de la concepción social del Estado. Todo ello, integrado a una
coherente visión sistémica (Sistema de Desarrollo Administrativo, Sistema Nacional de Control
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Interno, Sistema General de Información Administrativa del Sector Público, etc.) y sectorizada
de la gestión pública, bajo un enfoque de gerencia pública fundamentada en la gestión (e-
ciencia, ecacia y economía) y orientada a los resultados (equidad y costos ambientales). Del
mismo modo, a este cauce regulador del servicio público, se agrega un extenso elenco de
estatutos y disposiciones coercitivas, prohibitivas, sancionatorias, punitivas, resarcitorias, que
reaccionan en contra de las conductas que menoscaban del bien jurídico público, mediante
diversos estatutos de responsabilidad (política, penal, disciplinaria, patrimonial, scal), incluso
dentro del marco de un sistema jurídico transnacional (Convención Interamericana de lucha
Contra la Corrupción - Ley 412 de 1997-, v.gr.). Este profuso sistema de normas en lugar de
producir una ecacia sustancial15, se han reducido a una simple ecacia enunciativa y argu-
mentativa16, dentro del paradigma funcional de la ecacia simbólica del Derecho17.
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a nuestro juicio, se ha enunciado18, pues dichos sistemas per se, son aptos técnica e institucio-
nalmente para producir efectos relevantes en ese ámbito y externalidades positivas respecto
de los entes vigilados.
En segundo término, la apreciación sobre la problemática del control en nuestro
medio, debe ser vista con una visión de contexto, que incluya tanto los sistemas aisladamente
considerados, como las interrelaciones y dinámicas que los entrecruzan en los diversos ámbi-
tos técnicos, normativos, sectorizados, metodológicos, mapas de riesgo19, etc.
En efecto, fuera de la caracterización política, económica y social que se esconde
detrás de la problemática de la corrupción, es evidente que la ausencia de una articulación
funcional y metodológica de los sistemas de control (como lo prevé la ley 489 de 1998), se
traduce en una causa que afecta la integralidad y efectividad de los sistemas de control, no
sólo en el ámbito evaluativo y correctivo, sino más aún en el escenario preventivo que deben
producir dichos controles como valor agregado.
Esta circunstancia hace que muchos comportamientos lesivos contra el patrimonio
público no son detectados oportunamente por aquellos mecanismos de control tanto inter-
nos como externos, lo cual conlleva a que los daños evitables, o por lo menos previsibles,
se causen, quedando en manos de las autoridades correspondientes el ejercicio de acciones
reparadoras a nivel patrimonial -en nuestro caso-, sancionatorias y punitivas que no logran
siempre esos propósitos reivindicativos.
Más allá, en el ámbito estricto jurídico20 de la responsabilidad scal, a las contralorías
se les ha cuestionado permanentemente su baja capacidad para resarcir los daños producidos
al patrimonio público, y el costo mismo que genera para el sco estatal adelantar esos pro-
cesos21, muchas veces de modo ineciente y con una muy bajo perl jurídico-procesal que
agrava la problemática planteada.
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Capítulo I
La Contraloría General de la
República
1. Órgano de control
E
l artículo 113 de la Carta Política arma que además de las tradicionales Ramas del poder
público (legislativa, ejecutiva y judicial) existen otros órganos autónomos e independien-
tes, para el cumplimiento de las demás funciones del Estado.
Y el artículo 117 del mismo ordenamiento superior, señala que el Ministerio Público (Pro-
curaduría General de la Nación, Defensor del Pueblo, personeros distritales y municipales) y la
Contraloría General de la República son órganos de control. Este nivel de la organización del
Estado se complementa con la organización electoral (Consejo Nacional Electoral y Registra-
duría Nacional del Estado Civil), según la previsión del artículo 120 id., el Banco de la República
(artículo 371 superior), y la Comisión Nacional de Televisión (artículo 77 de la Constitución y
3o.de la Ley 182 de 1995).
La separación de las funciones de los distintos entes enunciados, se matiza con el
principio de la colaboración armónica, inserto en el artículo 113 constitucional, según el cual,
“Los diferentes órganos del Estado tienen funciones separadas pero colaboran armónicamente
para la realización de sus nes”.
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Legislativa Ejecutiva Judicial art. Ministerio Contraloría Organización Banco de la Comisión nacio-
art.114 C.P art.115 C.P 116 C.P Público art 118 General de la electoral art. republica art. nal de televisión
C.P *Procu- República 120 C.P 371 C.P art 376 C.P y 3°
rador General art.119 C.P ley 182/95
de la Nación
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tantes; igualmente, en la sección correspondiente a la rama judicial serán ejercidas por la Sala
Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura.
En los mismos términos y condiciones tendrán estas capacidades las superintenden-
cias, unidades administrativas especiales, las entidades territoriales, asambleas y concejos, las
contralorías y personerías territoriales y todos los demás órganos estatales de cualquier nivel
que tengan personería jurídica”(subrayas nuestras).
El Decreto 267 de febrero 22 de 2000, por el cual se dictan normas sobre organización
y funcionamiento de la Contraloría General de la República, se establece su estructura orgá-
nica, se jan las funciones de sus dependencias y se dictan otras disposiciones, señala en su
artículo 8º. el régimen presupuestal de dicho órgano de control, reglándolo de la siguiente
manera:
“Autonomía presupuestal. La Contraloría General de la República tendrá autonomía
para la jación, el manejo y la administración de su presupuesto en concordancia con la Ley
Orgánica del Presupuesto Nacional.
La Contraloría General de la República cobrará una tarifa de control scal a los organis-
mos y entidades scalizadas que manejen fondos o bienes de la Nación, la cual se establecerá
de la siguiente forma:
1. Se calculará el presupuesto total de la Contraloría General de la República para la vigencia
scal que corresponda, incluyendo en él sus gastos de funcionamiento.
2. Se tomará la sumatoria del valor de los presupuestos de los organismos y entidades vigiladas.
3. El valor denido como el presupuesto total de la Contraloría General de la República, tal
como se denió en el numeral 1), se dividirá entre la sumatoria del valor de los presupues-
tos de las entidades y organismos vigilados, obteniendo así un factor.
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anteproyecto de presupuesto presentado por los Órganos del Control del Estado (Contraloría y
Procuraduría) en ejercicio de su autonomía presupuestal, o si esa sería una facultad exclusiva
del Congreso.
Al respecto, precisó la Corte que la intervención del gobierno supone la facultad de
modicación de los anteproyectos presentados por las diversas entidades públicas, según se
desprende del artículo 352 de la Constitución Política y 16 de la ley 179 de 1994.
”La formulación del presupuesto de rentas y ley de apropiaciones supone la potestad del Gobierno
de presentar el proyecto respectivo en la forma que considere debe ser aprobado por el Congreso. En esto
radica precisamente la iniciativa presupuestal radicada en cabeza del Ejecutivo, como responsable de la
política económica y de desarrollo. No se entendería la exclusividad gubernamental de la iniciativa presu-
puestal (C.P. art.154), de admitirse que hace parte de la autonomía de ciertos órganos del Estado la posibi-
lidad de presentar al Congreso proyectos de presupuesto parciales, bien en forma separada o conjunta con
el presupuesto general de la Nación. Es consustancial a la facultad de formulación del presupuesto, la
potestad del Gobierno para disponer libremente en el respectivo proyecto de las apropiaciones destinadas
a cada sección del presupuesto. No de otra forma se explica por qué al propio Congreso le está prohibido
aumentar ninguna de las partidas de gastos propuestas por el Gobierno, salvo que medie la aceptación
escrita del ministro del ramo (C.P.art.351). Por otra parte, ante la eventualidad de que el Congreso no
expida el presupuesto en el término dispuesto en la Constitución, rige el presupuesto presentado en tiempo
por el Gobierno (C.P.art.348), disposición ésta que refuerza la tesis que reconoce potestades plenas al Eje-
cutivo para la formulación y aprobación del presupuesto general” 31 .
5. La autonomía contractual
De la autonomía general que la Carta Política reconoce a la Contraloría, se deriva la
capacidad contractual, cuyo reconocimiento pertenece al ámbito de la ley, por determinación
expresa de la misma Constitución.
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Así mismo, el inciso nal del artículo 150 del Código Superior, precisa que compete al
Congreso expedir el estatuto general de la administración pública y en especial de la adminis-
tración nacional. Y el artículo 352 del mismo Texto, indica que la Ley Orgánica del Presupuesto
regulará, entre otras materias, la capacidad de los organismos y entidades estatales para
contratar.
La aparente contradicción entre las anteriores disposiciones ha sido descartada, tanto
por la doctrina32, como por la jurisprudencia:
“En la ley orgánica pueden hacerse deniciones sobre la capacidad de contratar, para
efectos de la ejecución presupuestal. En el Estatuto General de Contratación, por el contrario,
se hace la determinación concreta de los funcionarios que contratarán, como se ha hecho por
medio de la ley 80 de 1993”33.
Pues bien, el Decreto 267 de 2000, en su artículo 7º., determina que en ejercicio de
la autonomía contractual, el Contralor General de la República suscribirá en nombre y repre-
sentación de la entidad, los contratos que debe celebrar en cumplimiento de sus funciones,
sin perjuicio de la delegación que al efecto realice conforme a lo dispuesto en el referido
decreto.
La ley 80 de 1993, o Estatuto de la Contratación Estatal, reiteró esta facultad, en su
artículo 2o., numeral 1o., literal a., al incluir en su enunciación de entidades estatales, para los
efectos de dicha ley, a la Contraloría General de la República, las contralorías departamentales,
distritales y municipales.
Así mismo, el artículo 11, numeral 3o., literales a) y b), de esta ley, otorga competencia
al Contralor General de la República, y a los contralores departamentales, distritales y muni-
cipales, para celebrar contratos a nombre de la entidad respectiva, y para dirigir procesos
licitatorios o concursos.
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órganos de control sí están dotados de personería jurídica, con todas las consecuencias que
tal apreciación implica.
“El aspecto nalístico de todos los organismos o entidades creados por el Estado relativo a la
eciencia, en el ejercicio de las funciones atrbuídas por el constituyente, o la ley, permiten armar que
tal principio nalístico de la ecacia no tendría razón de ser, si a las contralorías no se les calicara con
el atributo de la independencia, la autonomía, el ser entes, y en n, el de ser sujetos de derechos y
obligaciones, todo lo cual comporta como ya se ha visto, la esencia de una persona jurídica. Por eso, y
lo resalta la Sala, la Constitución calicó a la Contraloría General de la República de entidad y la dotó de
autonomía”.
“...De lo anteriormente expuesto, es claro que de los atributos de autonomía administrativa, pre-
supuestal y contractual de que se ha dotado al ente contralor a nivel nacional, surge la posibilidad de
que éste sea sujeto de derechos y obligaciones, identicándose en consecuencia los atributos esenciales
inherentes a la persona jurídica”40 .
Contraloría General y contralorías territoriales son personas jurídicas. “Como lo advirtió
la sala en providencia de 11 de septiembre de 1995 (Exp. 3405, actor: Fabio Puyo Vasco,
M.P. Nubia González Cerón), y ahora lo reitera, del contenido de los artículos 57 de la Ley 42
de 1993, que prevé que “La Contraloría General de la República estará representada por el
Contralor General o por el abogado que él delegue” y 31 numeral 7º del la Ley 106 de 1993,
que estatuye que es función del Contralor General “ llevar la representación legal de todos los
asuntos que en el ejercicio de sus funciones se presenten a favor o en contra de la entidad”,
se inere que la Contraloría General de la República tiene el atributo de la personería jurídica
que la hace capaz de comparecer a los procesos en calidad de parte actora o de demanda.
Y como el artículo 65 de la referida Ley 106 prescribe que las contralorías departamen-
tales, distritales y municipales “realizan la vigilancia de la gestión scal en su jurisdicción de
acuerdo con los principios, sistemas y procedimientos jurídicos a los de la Contraloría General
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de la República, lo cual equivale a decir que también están investidas de personería jurídica y
que su representante legal es el contralor.
Y no resulta válido el argumento del a quo en cuanto a que tal personería sólo puede
entenderse referida a la materia contractual, ya que no sólo la Ley 80 de 1993 le reconoce
dicho atributo a la Contraloría General de la República, sino que, como ya se vio, también lo
hace la Ley 42 de 1993, que regula la organización del sistema de control nanciero y los
organismos que lo ejercen41.
Dichas cualidades, concluye el Máximo Tribunal Contencioso Administrativo, se extien-
den a las contralorías territoriales, por querer de la misma Carta Política, y las leyes que han
venido reglamentando las autonomías de dichos Órganos.
Entonces, podemos armar que las Contralorías sí tienen personería jurídica y, por
lo tanto, los contralores no sólo son titulares de la facultad de contratar, en ejercicio de la
autonomía reconocida por la ley 42 y la ley 80, sino además de llevar la representación legal
en los actos que así se requiera, entre otras virtualidades posibles.
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“Estos cargos, de libre nombramiento y remoción, no pueden ser otros que los creados de manera
especíca, según el catálogo de funciones del organismo correspondiente, para cumplir un papel directivo,
de manejo, de conducción u orientación institucional, en cuyo ejercicio se adoptan políticas o directrices
fundamentales, o los que implican la necesaria conanza de quien tiene a su cargo dicho tipo de
responsabilidades...conanza inherente al manejo de asuntos pertenecientes al exclusivo ámbito de la
reserva y el cuidado que requieren cierto tipo de funciones, en especial aquellas en cuya virtud se toman las
decisiones de mayor trascendencia para el ente de que se trata...Desde luego, quedan excluidas del régimen
de libre nombramiento y remoción las puras funciones administrativas, ejecutivas o subalternas, en las que
no se ejerce una función de dirección política ni resulta ser fundamental el intuito personae...” 46.
Similar situación se observó en la sentencia C-405 de 199547, al declararse inexequible
la consideración dentro del régimen de libre nombramiento y remoción, a otros rangos de
empleos contenidos en la ley 106, relativos al secretario administrativo, director seccional,
asesor, director, jefe de división, jefe de división seccional, rector, vicerrector, secretario gene-
ral grado 12. De igual manera, todo el personal que dependa directamente de los despachos
del Contralor General, Vicecontralor, Secretario General, Secretario Administrativo y Auditor
General, son de carrera administrativa, de conformidad con la decisión de constitucionalidad
que nos ocupa.
7.1.2. Alcance
La legislación vigente se encuentra contenida en el Decreto 268 de 2000, el cual dene
la carrera administrativa de la Contraloría General de la República como un sistema técnico
de administración del talento humano que tiene por objeto alcanzar la eciencia, la tecnica-
ción, la profesionalización y la excelencia de sus empleados con el n de cumplir su misión y
objetivos.
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A su vez, el artículo 2º. del mencionado decreto precisa que el objetivo de la carrera
administrativa es el de mejorar la eciencia de la administración de la Contraloría General
de la República y ofrecer a todos los Colombianos igualdad de oportunidades de acceso a la
entidad.
Agrega, que el ingreso, la permanencia, el ascenso y el retiro en los empleos de carrera
de la Contraloría General de la República se hará considerando exclusivamente el mérito, sin
que para ello la liación política o razones de otra índole puedan incidir de manera alguna. Su
aplicación no podrá limitar ni constreñir el libre ejercicio del derecho de asociación a que se
reere el artículo 39 de la Constitución Política.
De otra parte, el mismo decreto señala en su artículo 3º., que son cargos de carrera
administrativa todos los empleos de la Contraloría General de la República, con excepción de
los de libre nombramiento y remoción que la misma disposición enumera así:
• Vicecontralor
• Contralor Delegado
• Secretario Privado
• Gerente
• Gerente Departamental
• Director
• Director de Ocina
• Asesor de Despacho
• Tesorero
Los empleos cuyo ejercicio implique especial conanza o que tengan asignadas funcio-
nes de asesoría para la toma de decisiones de la entidad o de orientación institucional y estén
creados en los Despachos del Contralor General, del Vicecontralor, del Secretario Privado, de
la Gerencia del Talento Humano y de la Gerencia de Gestión Administrativa y Financiera.
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Advierte igualmente la disposición, que en todo caso son cargos de libre nombra-
miento y remoción:
1. Aquellos que sean creados y señalados en la nomenclatura con una denominación distinta
pero que pertenezcan al ámbito de dirección y conducción institucional, de manejo o de
especial conanza.
2. Los empleos cuyo ejercicio implique la administración y el manejo directo de bienes, dinero
y valores del Estado.
3. Aquellos que no pertenezcan a los organismos de seguridad del Estado, cuyas funciones,
como las de escolta, consistan en la protección y seguridad personal de los servidores de
la Contraloría General de la República.
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expedida o reformada a iniciativa de los miembros de cualquiera de las Cámaras (CP art.154) o del propio
Contralor General de la República (CP art.156 y 268 ord 9). Por ello, si el Contralor considera necesario
crear, suprimir o fusionar empleos puede presentar al Congreso proyectos de ley sobre el tema...De otro
lado, el Contralor tiene la facultad de redistribuir internamente los cargos establecidos por la Ley, de
acuerdo con las necesidades del servicio de la Contraloría General” 49.
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Capítulo II
Las Contralorías Territoriales
1. Régimen jurídico
P
or aplicación extensiva de las normas aplicables a la Contraloría General de la República,
prevista tanto de la Constitución Política, como de la ley 42 de 1993, y por expresa
inclusión por parte de la ley 80 de 1993, del Decreto 111 de 1996 y de la ley 330 de
1996, ley 136 en sus correspondientes materias, las Contralorías territoriales gozan de la
misma autonomía administrativa, presupuestal y contractual que tiene la Contraloría General
de la República. Los supuestos jurídicos denidos atrás sobre dichos temas especícos son
igualmente aplicables -bajo el alero proporcional del respectivo ámbito normativo-, a estas
contralorías.
Así, v.gr., sobre el punto de la autonomía presupuestal, el Consejo de Estado ha seña-
lado, siguiendo las directrices hermenéuticas ya invocadas:
“La autonomía presupuestal de las contralorías... implica que la ordenanza o el acuerdo de presu-
puesto, según se trate de contraloría departamental, distrital o municipal, debe señalar directamente los
recursos indispensables para cubrir los gastos de funcionamiento de la entidad durante la vigencia scal;
de donde se deduce que, según la Constitución, esos recursos no pueden consistir en ‘porcentajes de los
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Nación
Contraloría departamental art.272 C.P Gobernador art.303 C.P Asamblea departamental art 299 C.P
Distrito Capital o Distritos especiales art 322 C.P Municipios art.311 C.P
(Ministerio Público) personería Contraloria 1* distrital o Alcalde art 314 C.P. Consejo Distrital o Juntas administradoras
Distrital. o municipal. art 118 C.P municipal art. 272 C.P municipal art. 323 C.P Locales art. 318 C.P
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Los ingresos corrientes son los tributarios y los no tributarios, de conformidad con lo
dispuesto en la ley orgánica de presupuesto.
En todo caso, no se podrán nanciar gastos de funcionamiento con recursos de:
a. El situado scal;
b. La participación de los municipios en los ingresos corrientes de la Nación de forzosa inver-
sión;
c. Los ingresos percibidos en favor de terceros que, por mandato legal o convencional, las
entidades territoriales estén encargadas de administrar, recaudar o ejecutar;
d. Los recursos del balance, conformados por los saldos de apropiación nanciados con
recursos de destinación especica;
e. Los recursos de conanciación;
f. Las regalías y compensaciones;
g. Las operaciones de crédito público, salvo las excepciones que se establezcan en las leyes
especiales sobre la materia;
h. Los activos, inversiones y rentas titularizadas, así como el producto de los procesos de
titularización;
i. La sobretasa al ACPM;
j. El producto de la venta de activos jos;
k. Otros aportes y transferencias con destinación especíca o de carácter transitorio;
l. Los rendimientos nancieros producto de rentas de destinación especíca.
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PARAGRAFO 2º. Los gastos para la nanciación de docentes y personal del sector
salud que se nancien con cargo a recursos de libre destinación del departamento, distrito
o municipio, y que generen obligaciones que no se extingan en una vigencia, solo podrán
seguirse nanciando con ingresos corrientes de libre destinación.
PARAGRAFO 3º. Los gastos de funcionamiento que no sean cancelados durante la
vigencia scal en que se causen, se seguirán considerando como gastos de funcionamiento
durante la vigencia scal en que se paguen.
PARAGRAFO 4º. Los contratos de prestación de servicios para la realización de acti-
vidades administrativas se clasicarán para los efectos de la presente ley como gastos de
funcionamiento.
En relación con el presupuesto de las contralorías departamentales, la citada ley prevé
la siguiente escala porcentual:
ARTICULO 8º. Valor máximo de los gastos de las Asambleas y Contralorías Departa-
mentales. A partir del año 2.001, durante cada vigencia scal, en las Asambleas de los depar-
tamentos de categoría especial los gastos diferentes a la remuneración de los diputados no
podrán superar el ochenta por ciento (80%) de dicha remuneración. En las Asambleas de los
departamentos de categorías primera y segunda los gastos diferentes a la remuneración de
los diputados no podrán superar el sesenta por ciento (60%) del valor total de dicha remu-
neración. En las Asambleas de los departamentos de categorías tercera y cuarta los gastos
diferentes a la remuneración de los diputados no podrán superar el veinticinco por ciento
(25%) del valor total de dicha remuneración.
Las Contralorías departamentales no podrán superar como porcentaje de los ingresos
corrientes anuales de libre destinación del respectivo departamento, los límites que se indican
a continuación:
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ARTICULO 9º. Período de transición para ajustar los gastos de las Contralorías Depar-
tamentales. Se establece un período de transición a partir del año 2001, para los departamen-
tos cuyos gastos en Contralorías superen los límites establecidos en los artículos anteriores en
relación con los ingresos corrientes de libre destinación, de la siguiente manera:
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de crédito; los ingresos por la venta de activos jos; y los activos, inversiones y rentas titula-
rizados, así como el producto de los procesos de titularización.
En todo caso, durante el período de transición los gastos de las Contralorías, sumadas
las transferencias del nivel central y descentralizado, no podrán crecer en términos constantes
en relación con el año anterior. A partir del año 2005 los gastos de las contralorías no podrán
crecer por encima de la meta de inación establecida por el Banco de la República. Para estos
propósitos, el Secretario de Hacienda departamental, o quien haga sus veces, establecerá los
ajustes que proporcionalmente deberán hacer tanto el nivel central departamental como las
entidades descentralizadas en los porcentajes y cuotas de auditaje establecidas en el presente
artículo.
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Ahora bien, para efectos de determinar cuál sería el monto máximo, es necesario
vericar la regulación establecida por el gobierno nacional, mediante la cual categoriza a los
departamentos sólo para efectos de jar las escalas saláriales respectivas de los gobernado-
res, pues de esa escala depende la jación del salario del contralor.
En efecto, el Decreto número 303 de 2000, por el cual se jan los límites máximos de
asignaciones saláriales de los gobernadores y alcaldes y se dictan otras disposiciones, deter-
mina:
Artículo 1º. Los límites saláriales establecidos en el presente decreto serán el monto
máximo que podrán autorizar las Asambleas Departamentales y los Concejos Municipales y Dis-
tritales al momento de establecer los salarios del Gobernador o el Alcalde, según corresponda.
Artículo 2º. A partir del 1º de enero del año 2000, el monto máximo salarial que
podrán autorizar las Asambleas Departamentales al momento de establecer los salarios del
respectivo Gobernador, será el siguiente:
1. Para los Gobernadores de departamentos cuyos ingresos corrientes de libre destinación
anuales igualen o superen seiscientos mil un (600.001) salarios mínimos legales mensua-
les, el límite máximo de la asignación salarial mensual será cinco millones novecientos
once mil quinientos pesos ($5.911.500).
2. Para los gobernadores de departamentos cuyos ingresos corrientes de libre destinación
anuales sean entre seiscientos mil (600.000) y ciento setenta mil un (170.001) salarios
mínimos legales mensuales, el límite máximo de la asignación salarial mensual cuatro
millones setecientos veintinueve mil doscientos pesos ($4.729.200).
3. Para los gobernadores de departamentos cuyos ingresos corrientes de libre destinación
anuales sean iguales o inferiores a ciento setenta mil (170.000) salarios mínimos legales
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mensuales, el límite máximo de la asignación salarial mensual será tres millones quinientos
cuarenta y seis mil novecientos pesos ($3.546.900).
Parágrafo. La asignación salarial mensual a que se reere el presente artículo com-
prende tanto el salario básico como a los gastos de representación del respectivo funcionario.
En cuanto a la escala salarial de la planta de personal de la respectiva contraloría, se
debe tener en cuenta la reglamentación proferida por el Gobierno Nacional, en la cual, a partir
del año 2000, se limitaron los límites máximos de los montos de los salarios de los empleados
públicos de las entidades territoriales.
Esta regulación se produjo mediante el Decreto 2406 de 1999, expedido en ejercicio
de las facultades de la ley 4ª. De 1992, cuyo texto es el siguiente:
“ART. 1º - Para Determinar el monto de los salarios de los empleados públicos de
las entidades territoriales para el año 2000, las autoridades respectivas deberán tomar como
límite máximo la cuantía jada para el mismo año por el Gobierno Nacional a los distintos
empleos pertenecientes a los niveles directivo, asesor, ejecutivo, profesional, técnico y asis-
tencial de la rama ejecutiva nacional a que se reere el literal a) del artículo 1º de la Ley 4ª
de 1992.
PAR.- Los niveles administrativo y operativo de los empleos de la entidades territoriales
serán equivalentes a los del nivel asistencial de la rama ejecutiva del orden nacional.
ART. 2º- Las prestaciones sociales de los empleados públicos del nivel territorial, así
como los factores salariales para su liquidación, serán determinadas por el Gobierno Nacional.
ART. 3º- Las autoridades territoriales correspondientes, al jar la remuneración de sus
empleados públicos deberán ceñirse a los parámetros señalados en los artículos anteriores.
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ART. 4º- De conformidad con lo dispuesto por el artículo 10 de la Ley 4ª de 1992, todo
régimen que se establezca contraviniendo las disposiciones contenidas en el presente decreto,
carecerán de todo efecto y no crearán derechos adquiridos”.
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Como se señaló, en los municipios o distritos en los cuales no haya Contraloría muni-
cipal, la vigilancia de la gestión scal corresponderá a la respectiva Contraloría departamental.
En estos casos no podrá cobrarse cuota de scalización u otra modalidad de imposición similar
a los municipios o distritos.
La misma disposición desarrolla en su parágrafo transitorio que al 31 de diciembre del
año 2000 las Contralorías que funcionan en los municipios o distritos de categoría 2ª, distintas
a las autorizadas en el comentado artículo 3ª, 4ª, 5ª y 6ª quedarán suprimidas.
Vencido el término señalado en el presente parágrafo, no podrá ordenarse gasto
alguno para nanciar el funcionamiento de las contralorías de estos municipios o distritos,
salvo los necesarios para su liquidación.
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ARTÍCULO 7°. Período de transición para ajustar los gastos de funcionamiento de los
distritos y municipios. Se establece un período de transición a partir del año 2001, para los
distritos o municipios cuyos gastos de funcionamiento superen los límites establecidos en los
artículos anteriores en relación con los ingresos corrientes de libre destinación, de la siguiente
manera:
Año 2001 2002 2003 2004
Categoría
Especial 61% 57% 54% 50%
Primera 80% 75% 70% 65%
Segunda y Tercera 85% 80% 75% 70%
Cuarta, Quinta y Sexta 95% 90% 85% 80%
ARTÍCULO 10. Valor máximo de los gastos de los Concejos, Personerías, Contralorías
Distritales y Municipales. Durante cada vigencia scal, los gastos de los concejos no podrán
superar el valor correspondiente al total de los honorarios que se causen por el número de
sesiones autorizado en el artículo 20 de esta ley, más el uno punto cinco por ciento (1.5%) de
los ingresos corrientes de libre destinación.
Los gastos de personerías, contralorías distritales y municipales, donde las hubiere, no
podrán superar los siguientes límites:
PERSONERIAS
Aportes máximos en la vigencia
Porcentaje de los Ingresos
Corrientes de Libre Destinación
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Categoría
Especial 1.6%
Primera 1.7%
Segunda 2.2%
Aportes Máximos en la vigencia en
Salarios Mínimos legales mensuales
CONTRALORIAS
Límites a los gastos de las
Contralorías municipales.
Porcentaje de los Ingresos Corrientes de Libre Destinación
Categoría
Especial 2.8%
Primera 2.5%
Segunda (más de 100.000 habitantes) 2.8%
PARÁGRAFO. Los concejos municipales ubicados en cualquier categoría en cuyo muni-
cipio los ingresos de libre destinación no superen los mil millones de pesos ($1.000.000.000)
anuales en la vigencia anterior podrán destinar como aportes adicionales a los honorarios de los
concejales para su funcionamiento en la siguiente vigencia sesenta salarios mínimos legales.
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ARTÍCULO 11. Período de transición para ajustar los gastos de los concejos, las per-
sonerías, las contralorías distritales y municipales. Se establece un período de transición a
partir del año 2001, para los distritos y municipios cuyos gastos en concejos, personerías y
contralorías, donde las hubiere, superen los límites establecidos en los artículos anteriores, de
forma tal que al monto máximo de gastos autorizado en salarios mínimos en el artículo décimo
se podrá sumar por período scal, los siguientes porcentajes de los ingresos corrientes de libre
destinación de cada entidad:
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los recursos de crédito; los ingresos por la venta de activos jos; y los activos, inversiones y
rentas titularizados, así como el producto de los procesos de titularización.
En todo caso, durante el período de transición los gastos de las contralorías, sumadas
las transferencias del nivel central y descentralizado, no podrán crecer en términos constantes
en relación con el año anterior. A partir del año 2005 los gastos de las contralorías no podrán
crecer por encima de la meta de inación establecida por el Banco de la República. Para estos
propósitos, el Secretario de Hacienda distrital o municipal, o quien haga sus veces, establecerá
los ajustes que proporcionalmente deberán hacer tanto el nivel central departamental como
las entidades descentralizadas en los porcentajes y cuotas de auditaje establecidas en el pre-
sente artículo.
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embargo es aplicación transitoria se mantuvo hasta el año de 1998, con la expedición de la ley
443 de ese año, la cual una vez más aplicaba de manera transitoria ese régimen, pues aún el
Congreso no reglamentaba la carrera administrativa especial de las contralorías territoriales.
Y, para colmo, la ley 443, en los artículos que reglamentaban el régimen de carrera
de dichas contralorías -de forma transitoria, se insiste-, fueron declarados inexequibles por la
Corte Constitucional53, dejando un vacío que sólo podrá ser llenado con la expedición de la ley
especial que requieren estos órganos de control.
Con base en los efectos de la sentencia referida, la Sala de Consulta y Servicio Civil del
Consejo de Estado54, formuló las siguientes precisiones:
1. En caso de estar en rme y vigentes, las listas de elegibles conformadas antes de la fecha de ejecu-
toria de la sentencia de inexequibilidad, los nombramientos en cargos de carrera se harán conforme
a ellas. En caso contrario, los contralores pueden hacer nombramientos en provisionalidad o encargo
para proveer empleos de carrera administrativa, en forma transitoria mientras el legislador expide
la reglamentación correspondiente al régimen especial de carrera administrativa en las contralorías
territoriales.
2. Las comisiones seccionales a cuyo cargo estaba prevista la administración y vigilancia de la carrera
administrativa en las contralorías territoriales, desaparecieron del ordenamiento jurídico como conse-
cuencia de los efectos de la sentencia C-372 de 1999; por tanto, no existe entidad que cumpla estas
funciones y tampoco la competente para realizar los procesos de selección o concurso.
3. y 4. Los actos de registro y los archivos generados por las comisiones seccionales que fueron eliminadas
como consecuencia de la sentencia C-372, deben conservarse en las respectivas entidades nominado-
ras, en este caso por las contralorías, mientras el legislador organiza la comisión respectiva y dispone
cómo se cumplirán dichos actos de registro.
5. Los criterios para la evaluación del desempeño de los servidores de las contralorías territoriales, son
los señalados en el título III de la Ley 443 de 1998, mientras se expide la ley que regule la carrera
especial de las contralorías territoriales.
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6. Los actos administrativos dictados por las contralorías territoriales en los procesos de selección convo-
cados por estas entidades con anterioridad al 12 de julio de 1999, día de ejecutoria de la sentencia de
la Corte Constitucional, en los cuales no hubiere quedado en rme “la lista de elegibles”, por no haber
sido publicada, perdieron su fuerza ejecutoria; por tal razón, no pueden surtir efectos hacia el futuro,
al desaparecer el fundamento legal que los sustentaba.
El nombramiento del servidor que se encuentre en período de prueba, conserva su
validez, en razón a la presunción de que las etapas para el concurso y vinculación fueron
cumplidas con arreglo a la ley”.
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Capítulo III
El Control Fiscal
1. El control fiscal en el modelo del estado social de
derecho
L
as variables político-económicas que se proyectaron en el proceso de reforma consti-
tucional, así como la necesidad de ajustar la Carta Política a los nuevos paradigmas
del derecho constitucional contemporáneo (alemán y español, principalmente), hicieron
variar el modelo de Estado, para pasar de un Estado de Derecho, a otro Estado Social de
Derecho, en donde el papel del Estado, y del ordenamiento jurídico, adquiere una dimensión
mucho más material que garantiza el logro de sus nes esenciales que básicamente son de
carácter social, mediante una gestión pública eciente y ecaz.
Por estas razones, el constituyente del 91 a su vez reemplazó el esquema del control
scal vigente a la época (control numérico-legal), por un modelo que además de tener una
mayor proyección técnica55 y evaluativa, respondiera a su vez a la dinámica de una adminis-
tración pública eciente56, dentro del programa de modernización57 del Estado, y el plan de
desregulación y privatización de algunos sectores productivos de la administración pública58.
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legalidad y se deberá ocupar del control de resultados que comprende las funciones destinadas a asegurar
que los recursos económicos se utilicen de manera adecuada, para garantizar los nes del Estado previstos
en el artículo 2o. de la C.N.” 67.
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1. Carácter institucional o impersonal de la potestad pública (artículos 121, 122 inciso pri-
mero y 123 inciso segundo); en el sentido de que el ejercicio del poder entraña se deriva
de una competencia jurídica objetiva.
2. Carácter limitativo o restrictivo de las competencias asignadas a los órganos estatales
(artículos 121, 122 inciso primero y 123 inciso segundo); relaciona los límites al ejercicio
de dicho poder, derivados de las competencias procedimentales, materiales, territoriales,
entre otras.
3. Carácter reglado de las competencias (artículos 121, 122 inciso primero y 123 inciso
segundo); se relaciona con la regulación normativa expresa, objetiva y prestablecida que
debe tener cualquier conducta ocial.
4. Carácter profesional del servicio público (artículos 125, 130 y 131); hace relación con el
sistema general de carrera administrativa para el acceso a la función pública, con la corre-
lativa asignación salarial objetiva.
5. Carácter ético de la función pública (artículos 122 inciso tercero a quinto, 126, 127 inciso
primero, 128 y 129), el cual hace relación a los sistemas de control existentes en la Cons-
titución.
En este nivel, encontramos que la Carta desarrolla los siguientes tipos de controles: Control
judicial (artículos 229, 86, 87, 237-2, 241-Control administrativo o disciplinario (artículo
277-6); Control político (artículo 144); Control scal (artículo 267), y Control interno (artí-
culos 209, 268-6 y 269), como controles al interior de la administración, y como un control
social externo, encontramos el control ciudadano (artículos 103, 270);.
6. Carácter responsable del servicio público (artículos 123, 124 y 125 inciso segundo),
mediante la asignación de un régimen de responsabilidades, como se verá más adelante.
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Este amplio contexto axiológico, complementado por los particulares ejes derivados de
los principios de la función administrativa, contenidos en los artículos 209 y siguientes de
la Constitución, atribuyen una naturaleza especíca al control scal, dentro del sistema
institucional del Estado.
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En efecto, como se indicó, la Ley 20 de 1975, perlaba una nueva concepción para la
evaluación scal de las entidades descentralizadas, y en especial de las empresas industriales
y comerciales del Estado.
Bajo esta visión, el artículo 3o. de la referida ley, permitía la aplicación de los sistemas
de control scal dentro de las etapas integradas de control previo, perceptivo y posterior.
En ese sentido, la Ley 53 de 1990 señaló en su artículo 9o. (modicatorio del 309 del
Código de Régimen Municipal- Decreto 1333 de 1986) que el control de la gestión scal de
los municipios se cumpliría exclusivamente en las etapas perceptiva y posterior.
En el ámbito propio de la contratación administrativa, como se denominaba en ese
entonces, el decreto 222 de 1983, en su artículo 298, circunscribió la intervención de la Con-
traloría al ejercicio de un control posterior, dentro del proceso de contratación, precisando esta
norma que se entendía por ese tipo de control el aplicado una vez se hubiesen realizado y
perfeccionado íntegramente los actos administrativos sujetos a ese control.
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tales. En esencia, se quiere que al más alto nivel de gobierno quienes toman decisiones sobre asignación
de recursos o sobre intervención estatal dispongan de mejor y más completa información sobre lo que, en
efecto, se obtiene como resultado de la acción pública. Dentro del segundo nivel de objetivos, se busca
asegurar que los gerentes de proyectos de inversión pública y los administradores de políticas o programas
puedan llevar un mejor control de sus actividades, sean más ecientes y, al mismo tiempo, sean ellos más
medibles en el desempeño de sus responsabilidades” 73.
El parágrafo del artículo 9o. del la ley 42, prevé que el Contralor General de la Repú-
blica podrá adoptar, mediante reglamento especial, otros sistemas de control que impliquen
mayor tecnología, eciencia y seguridad. Igualmente, el artículo 19 de la misma ley, indica que
los sistemas de control a que se reere esa ley, podrán aplicarse en forma individual, combi-
nada o total, y que igualmente se podrá recurrir a cualesquiera otro generalmente aceptado.
Precisamente, utilizando esta facultad, el Contralor General de la República expidió las
Resoluciones Orgánicas Nos.003503, 003506 y 004546 de 1994, en las cuales tipicó el control
físico, con el objeto de medir la eciencia, economía y ecacia de las operaciones, procesos
y actividades, en función de la calidad, cantidad y oportunidad en la adquisición, producción
y/o prestación de bienes y servicios.
A través de este control, entre otros objetivos, se evalúa si los bienes y/servicios
adquiridos cumplen con la calidad, característica y especicaciones técnicas requeridas, si su
cantidad fue necesaria y la oportunidad en su adquisición; se determina y evalúa si los bienes
producidos han satisfecho los requerimientos en cuanto a calidad, cantidad y oportunidad; y
se verica y evalúa si los servicios ofrecidos y/o prestados satisfacen la demanda y los reque-
rimientos de los usuarios, en términos de calidad, cobertura y oportunidad en el ofrecimiento
y/o prestación de los mismos.
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El profesor Agustín Gordillo, con gran precisión acota, sobre el concepto de oportunidad:
“Si el órgano administrativo actúa en el ejercicio de potestades públicas utilizando sus
poderes en decisiones inconvenientes o inoportunas, parece igualmente insensato armar que tales deci-
siones, si bien inoportunas, son legales. La oportunidad, pues, no es agregado a la legalidad...oportunidad,
conveniencia, mérito son elementos que integran la potestad jurídica misma que el legislador ha conferido
al administrador” 81.
Este principio, dentro del esquema trazado por la Constitución, se encuentra plas-
mado, aparte de los preceptos que se comentan, en el artículo segundo, que lo contiene como
uno de los nes esenciales del Estado, y en el artículo 209, como uno de los principios de la
función administrativa, entre otros.
En cuanto a la eciencia, se parte del marco teórico de la administración de empresas,
aplicada a las administraciones públicas, desarrollando para el efecto los indicadores de e-
ciencia. En este sentido, se verican los recursos, el proceso al cual se aplican y los resultados
obtenidos. Los resultados confrontados con los recursos aplicados, nos arroja el coeciente de
productividad.
Osborne y Gaebler -extrapolando los términos-, describen el contexto conceptual y
dinámico de estos principios:
Existe una gran diferencia entre medir la ecacia y medir la efectividad. La ecacia
es una medida de lo que cuesta cada unidad de resultado. La efectividad es una medida de
la calidad de ese resultado: ¿Con que (sic) precisión consigue el resultado deseado? Cuando
medimos la ecacia, sabemos lo que cuesta conseguir un resultado especíco. Cuando medi-
mos la efectividad, sabemos si nuestra inversión tiene valor. No hay nada más ridículo que
hacer de un modo más ecaz algo que debe dejar de hacerse.
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“Tanto la ecacia como la efectividad son importantes. Pero cuando las organizaciones públicas
empiezan a medir sus rendimientos, a veces miden sólo su ecacia...El público evidentemente quiere un
gobierno ecaz, pero aún más un gobierno efectivo. Los ciudadanos tal vez se complazcan en gastar
menos en educación por alumno que el resto de Estado, pero si sus escuelas son las peores del país, no
tienen muchas razones para estar felices por mucho tiempo...El centrarse en la ecacia más que en la efec-
tividad también tiende a alienar a los funcionarios. Cuando los gobiernos acentúan el coste de cada unidad
de trabajo, a menudo desarrollan una mentalidad de antifaz que menosprecia la inteligencia y destreza de
sus trabajadores. La mayoría de los empleados quieren ser efectivos. La mayoría gustosamente haría lo
que fuera necesario para aumentar el impacto de su organización. Pero si sus superiores únicamente se
concentran en su ecacia -en lo rápido que hacen cada unidad de trabajo- empezarán a sentirse como si
estuvieran en una cadena de montaje” 82.
Este principio, de igual manera tiene otros desarrollos normativos en la Carta: el artí-
culo 48, en relación con la seguridad social; el 49, respecto de la salud; el artículo 365, como
uno de los objetivos en la prestación de los servicios públicos; el 277, numeral 5o., en relación
con las funciones del Procurador General de la Nación, entre otros.
“...Pero la Constitución no menciona únicamente la ecacia, sino que incorpora en varias de sus
disposiciones el concepto de eciencia, que en términos económicos se traduce en el logro del máximo
rendimiento con los menores costos, y que, aplicado a la gestión estatal, signica la adecuada gestión de
los asuntos objeto de ella partiendo del supuesto de los recursos nancieros -casi siempre limitados- de los
que dispone la hacienda pública. En otros términos, el Estado, por razones de interés general, está obli-
gado a efectuar una adecuada planeación del gasto de modo tal que se oriente con certeza a la satisfacción
de las necesidades prioritarias para la comunidad sin despilfarro ni erogaciones innecesarias” 83.
En cuanto a la economía, por su parte, se busca determinar si con los recursos dispo-
nibles, se obtiene el máximo de desempeño de la entidad y, adicionalmente, se verica el
parámetro de los costos mínimos.
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Capítulo IV
La Revisión y Fenecimiento
de las Cuentas
E l numeral 2o. del artículo 268 de la Constitución Política, atribuye al Contralor General
de la República la función de revisar y fenecer las cuentas que deben llevar los respon-
sables del erario y determinar el grado de eciencia, ecacia y economía con que hayan
obrado.
Y, dentro de los límites reglamentarios del artículo, por remisión normativa posterior,
dicha función es extensiva a los contralores territoriales.
La ley 42 de 1993, por su parte, señala que la Contraloría General de la República
indicará los métodos, formas y plazos, para esa rendición.
1. La prescripción de los métodos y la forma de rendir cuentas de los
responsables del manejo de fondos o bienes de la nación, y la determinación de
los criterios de evaluación financiera, operativa y de resultados
La facultad prevista en el numeral 1o. del artículo 268 de la Carta Política -como la
del numeral 12o.-, es de tipo reglamentario, la cual permite que el Contralor General de la
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República expida reglamentos generales mediante los cuales se prescriban dichos métodos y
la forma de rendición de cuentas, así como la indicación de los criterios técnicos de evaluación
nanciera, operativa y de resultados, cuyo campo de aplicación se extiende a nivel nacional
y territorial.
De tal suerte, y a pesar de la remisión que hace el artículo 272, inciso quinto, de las
facultades del Contralor General de la República a los contralores territoriales, consideramos
que la facultad del numeral que se comenta -que anteriormente exigía ley previa-, es exclu-
siva del Contralor General de la República, pues justamente su carácter es el de homologar y
armonizar los sistemas y procedimientos establecidos por el legislador.
Por lo tanto, esta facultad sugiere90 un papel de coordinación de la Contraloría General
de la República frente a las contralorías departamentales, distritales y municipales.
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trol, dirección y coordinación, y también a los contratistas y particulares, en el evento que ellos
causen detrimentos al patrimonio público que se les ha conado por razones contractuales o
de administración delegada.
El mismo Contralor, entonces, tiene la facultad de señalar el término y la forma de la
rendición de cuentas, por parte de los responsables scales, efecto para el cual puede expedir
las respectivas resoluciones reglamentarias.
La auditoría gubernamental con enfoque integral (Audite 2), dene el deber de rendir
cuenta como deber legal y ético que tiene todo funcionario o persona de responder e informar
por el uso, administración y rendimiento de los recursos públicos asignados para el cumpli-
miento del mandato que le ha sido conferido.
5. La revisión de cuentas
La ley 42 de 1993, en su artículo 3o, dene la revisión de cuentas, así:
“La revisión de cuentas es el estudio especializado de los documentos que soportan legal,
técnica, nanciera y contablemente las operaciones realizadas por los responsables del erario
durante un periodo determinado, con miras a establecer la economía, la ecacia, la eciencia y la
equidad de sus actuaciones”.
De acuerdo con lo anterior, la revisión de cuentas es, en primer término, un estudio
especializado, derivado precisamente del nivel técnico de las materias que reglamentaria-
mente se plasman en los documentos, mediante los cuales se certica las operaciones realiza-
das por los responsables del erario, en relación con la administración presupuestal, nanciera
y contable de los recursos públicos, de conformidad con las disposiciones pertinentes.
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Como se puede apreciar, el constituyente olvidó incorporar otro de los también deno-
minados principios del control scal, relativo a la equidad, principio que el mismo constitu-
yente enuncia en relación con el control scal.
La ley 42 de 1993, corrigió el olvido, y agregó como criterio de evaluación el de la
equidad. Las deniciones legales de estos criterios ya fueron vistas, bajo el epígrafe de los
principios del control scal, a cuyo contenido nos remitimos.
Bajo tales supuesto podemos agregar que la ecacia se reere al cumplimiento de
metas; para el efecto de determinarla, se compara la cantidad, la calidad, el tiempo, la opor-
tunidad vs. los resultados.
En cuanto a la eciencia, se parte del marco teórico de la administración de empresas,
aplicada a las administraciones públicas, desarrollando para el efecto los indicadores de e-
ciencia. En este sentido, se verican los recursos, el proceso al cual se aplican y los resultados
obtenidos. Los resultados confrontados con los recursos aplicados, nos arroja el denominado
coeciente de productividad.
Con la economía, por su parte, se busca determinar si con los recursos disponibles, se
obtiene el máximo de desempeño de la entidad y, adicionalmente, se verica el parámetro de
los costos mínimos.
La equidad se reere a la proporcionalidad de la gestión, al concepto de justicia, de
igualdad, a la caracterización socio-económica de los ingresos y las inversiones aplicadas a
satisfacer las necesidades de la comunidad.
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“El contenido de acuerdo a una clasicación de los sujetos de control, según el origen / participa-
ción de los recursos y su especialidad.
“El establecimiento de informes de gestión de los Representantes legales de los sujetos de con-
trol, por el período comprendido al frente de la administración y manejo de los fondos, bienes y recursos
públicos; sin detrimento de la información anual rendida.
“La recepción de la información en copia dura y medio magnético o transferencia electrónica de
información vía módem.
“La revisión que se realizará aplicando y desarrollando el proceso metodológico de la auditoría
gubernamental con enfoque integral y el fenecimiento a través de los informes de auditoría.
“La información que suministran las entidades públicas de cualquier orden territorial, que no se
constituye en rendición de cuenta propiamente, pero que si apoya el desarrollo del control macro a cargo
de la Contraloría General de la República.
“La integración de la información que soporta la actividad micro de la vigilancia del control scal
que se realiza a través del proceso auditor y la que sirve para los nes propios de los negocios misionales
de la vigilancia macroeconómica del Estado.
“La reglamentación de las causales y las sanciones correspondientes, en las que pueden incurrir
los responsables scales dentro de su obligación ética y legal de rendir cuenta; reconociendo y remitiendo
la aplicabilidad del proceso sancionatorio” 96
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Capítulo V
La Responsabilidad Fiscal
E l principio de la responsabilidad, aparece registrado como uno de los principios jurídicos
reguladores del Estado de Derecho, según apreciación de algún sector de la doctrina97,
y el mismo se fundamenta en el artículo 6o. de la Carta Política, según el cual los servi-
dores públicos98 son responsables ante las autoridades por infracción de la Constitución
y la Ley, o por omisión o extralimitación en el ejercicio de sus funciones.
“La responsabilidad ya no está ligada a la violación de un derecho subjetivo constitu-
cional sino a la trasgresión de cualquier norma del derecho. Se trata ahora de una garantía
objetiva -protectora de derecho objetivo-” 99.
Este principio tiene una relación inescindible con el principio de legalidad100, razón por
la cual el inciso segundo del artículo 122 de la Carta Política previene que ningún servidor
público entrará a ejercer su cargo sin prestar juramento de cumplir y defender la Constitución
y desempeñar los deberes que le incumben.
El artículo 124 de la Constitución establece que la ley determinará la responsabilidad
de los servidores públicos y la manera de hacerla efectiva, precepto este que proviene de la
Constitución de 1886, el cual congura la denominada reserva legal de la responsabilidad, es
decir que sólo la ley puede trazar el ámbito normativo de dicho principio.
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De igual forma, el artículo 210 del mismo Estatuto Superior, advierte que la ley de-
terminará la responsabilidad de los presidentes, directores o gerentes, de las entidades des-
centralizadas.
Ya hemos dicho en otra parte, que no se puede perder de vista el catálogo de princi-
pios codicados en el capítulo segundo, del título V de la Constitución, bajo el rótulo de la
función pública, mediante el cual no sólo se regulan los aspectos propios del régimen laboral
administrativo de los servidores públicos, sino además las directrices esenciales que encausan
la conducta de dichos servidores, en el contexto de las nalidades y objetivos de la acción
estatal, asumiendo al servidor público en sus dos dimensiones jurídicas: como realizador de
los cometidos estatales y como sujeto laboral de derechos101.
De esta manera -junto con los principios reguladores de la función administrativa-,
dicho inventario -ya sistematizado y referenciado en el aparte alusivo al carácter de función
pública que tiene el control scal-, incluye el carácter responsable del servicio público (artícu-
los 6, 123, 124 y 125 inciso segundo), el cual implica la existencia de un régimen de respon-
sabilidades para el servidor público.
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1) La responsabilidad política; Para ello, el artículo 114 de la Carta, prescribe que corres-
ponde al Congreso de la República, entre otras funciones, la de ejercer control político
sobre el gobierno y la administración, facultad que no se limita ni siquiera por los estados
de excepción, regulados en el capítulo 6, del título VII, superior.
En ese sentido, el constituyente del 91 introdujo en la reforma de la Carta, la gura de la
moción de censura103, cuya proposición es competencia de la Cámara de Representantes
(art.135-8,9).
2) La responsabilidad penal; cuando en el ejercicio de las funciones, o con ocasión de ellas,
el servidor público comete un hecho punible; de aquellos cuyo bien jurídico pertenece a la
protección - directa, o indirecta- de la administración y la función pública.
3) La responsabilidad administrativa o disciplinaria; derivada del incumplimiento de los debe-
res o prohibiciones administrativas;104 o por la omisión o extralimitación de las funciones,
o la violación del régimen de inhabilidades, o incompatibilidades, entre otros supuestos.
4) La responsabilidad civil o patrimonial; que consiste en la obligación de asumir las conse-
cuencias patrimoniales o económicas de un hecho o acto105 dañino.
5) La responsabilidad scal, que se analizará más adelante, y
6) La responsabilidad ciudadana o social; de tipo externo a la administración, fundada sobre
los vínculos compromisorios del servidor público frente a la comunidad, la cual principal-
mente se reeja en el voto programático y en la revocatoria del mandato, en los eventos
previstos en la Constitución y ley.
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2.1. Elementos
Los elementos de la responsabilidad scal son los mismos de la responsabilidad de
carácter civil, ya vistos, pues a pesar de tratarse de dos estatutos de responsabilidad inde-
pendientes y autónomos, técnicamente comparten los mismos elementos, dado su esencial
contenido patrimonial.
El artículo 5º. De la ley 610 de 2000, precisa que la responsabilidad scal estará inte-
grada por los siguientes elementos:
• Una conducta dolosa o culposa atribuible a una persona que realiza gestión scal.
• Un daño patrimonial al Estado.
• Un nexo causal entre los dos elementos anteriores.
Es decir, se requiere de la existencia de una conducta, activa u omisiva, dolosa o cul-
posa, por parte de un servidor público o un particular, según el caso, que produzca un daño
sobre los fondos o bienes públicos, y que entre una y otro exista un relación de causalidad.
Hay que agregar que el nuevo espectro del control scal, y la amplitud de los elemen-
tos contenidos en la gestión scal, permite a su vez, una ampliación de la responsabilidad
scal, pues ahora no sólo se concibe el detrimento que un servidor público le pueda causar al
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patrimonio público sobre la base simple de actos u omisiones dañinas, sino de igual forma la
afectación producida por una gestión scal antieconómica, inecaz, ineciente, in equitativa
o, en términos generales, que no se aplique al cumplimiento de los cometidos estatales, par-
ticularizados por el objeto funcional y organizacional de la respectiva entidad o programa.
2.2. La conducta
Con la expresión conducta se designa la manera de actuar del ser humano; su com-
portamiento que reeja la manera como él gobierna sus actos vitales.
Este proceder se determina de dos modos: llevando a cabo un acto (acción), o abste-
niéndose de hacer una cosa (omisión).
Por eso se ha dicho que la conducta en sus distintas manifestaciones no es una crea-
ción articial de ningún lósofo o legislador, sino un concepto extraído de la vida real, que se
expresa en el continuo tráco social, pues los hombres son seres que viven y actúan en un
determinado contexto histórico109.
El concepto conducta es más restringido que el término hecho, por el cual se entiende
cualquier acontecimiento de la naturaleza o de carácter humano (voluntario o no), que pro-
duce efectos jurídicos. Por esta razón, la doctrina arma que la conducta es una forma de
hecho, o mejor un hecho humano voluntario: “a su turno, la dicción acto equivale en sentido
jurídico a una variedad de hecho, esto es, el hecho voluntario que crea, modica o extingue
relaciones de derecho”110.
En nuestro contexto, entonces, la conducta es la acción u omisión imputable al sujeto
(servidor público o particular) que funcionalmente ejerce actos de gestión scal frente al patri-
monio público.
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Y concluyó:
“En este tipo de responsabilidad el grado de culpabilidad diere del consagrado en el artículo 90
de la Constitución en relación con el daño antijurídico causado a terceros e imputable a título de dolo
o culpa grave, porque el ejercicio de la gestión scal implica obligaciones especícas referidas a la admi-
nistración de bienes ajenos como son los del Estado, que resulta afectado con la actuación irregular del
funcionario”112.
De conformidad con el último inciso del artículo 63 del Código Civil, el dolo consiste en
la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro.
De otro lado, este misma disposición distingue tres tipos de culpa y “descuido”:
Culpa grave, negligencia grave, culpa lata, es la que consiste en no manejar los nego-
cios ajenos con aquel cuidado que aun las personas negligentes o de poca prudencia suelen
emplear en sus negocios propios. Esta culpa en materias civiles equivale al dolo.
Culpa leve, descuido leve, descuido ligero, es la falta de aquella diligencia y cuidado
que los hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios. Culpa o descuido, sin otra
calicación, signica culpa o descuido leve. Esta especie de culpa se opone a la diligencia o
cuidado ordinario o mediano.
El que debe administrar un negocio como un buen padre de familia, es responsable de
esta especie de culpa, dice la norma citada.
Culpa o descuido levísimo es la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre
juicioso emplea en la administración de sus negocios importantes. Esta especie de culpa se
opone a la suma diligencia o cuidado.
La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia ha advertido las características y
diferencias de estas guras así:
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“Las voces utilizadas por la ley (C.C. art. 63) para denir el dolo concuerdan con la noción doc-
trinaria que lo sitúa y destaca en cualquier pretensión de alcanzar un resultado contrario al derecho,
caracterizada por la conciencia de quebrantar una obligación o de vulnerar un interés jurídico ajeno; el
dolo se constituye, pues, por la intención maliciosa, al paso que la culpa, según el mismo precepto y la
concepción universal acerca de ella, se congura sobre la falta de diligencia o de cuidado, la imprevisión,
la negligencia, la imprudencia.
De esas características sustanciales surgen, como es obvio, las consecuencias legales respectivas;
el dolo generalmente no se presume (C.C. art. 1516), ni su tratamiento legal puede ser modicado por
la voluntad individual, salvo la condonación del pretérito (C.C. art. 1522), acarrea en todos los casos san-
ciones civiles de igual intensidad, y agrava la posición del deudor aun enfrente de eventos imprevisibles
(C.C. art. 1616); la culpa, por el contrario, se presume en el incumplimiento contractual y en varios casos
de responsabilidad extracontractual, de que es ejemplo el artículo 2356 del Código Civil. las partes pueden
alterar libremente las regulaciones legales respecto de ella, y su intensidad se gradúa para asignarle dife-
rentes efectos a sus diversos grados (C.C. art. 1604), y, por último, no agrava la posición del deudor sino
ante lo que se previó o pudo preverse al tiempo del contrato (C.C. art. 1616).
Tanto el dolo como la culpa generan la responsabilidad civil en el campo extracontractual y en el
de la formación y la ejecución de los contratos, pero sin que sea dable confundirlos, atribuirles consecuen-
cias indiferentes, o tutelar el uno por normas aplicables sólo a la otra, o viceversa”. (CSJ, Sent. ago.
9/49).
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se surtiera por otra vía diversa (v.gr. acción patrimonial ordinaria, o contractual, o a través de
la acción civil dentro del proceso penal si lo hubiere, etc.).
2.5. El daño
Se ha dicho que la conducta se reere al comportamiento funcional, reglamentario o
contractual de un servidor público (o de un particular, según el caso), en ejercicio del cual
causa un daño sobre el patrimonio público, siempre dentro del contexto de la gestión scal.
El daño, entonces, es la lesión al patrimonio público, del cual se deriva el perjuicio, que
no es otra cosa que el menoscabo patrimonial producido como consecuencia del daño, y del
cual, a su vez, emana la obligación de reparación.
La ley 610, en su artículo 6º., precisa que para efectos de la misma ley se entiende por
daño patrimonial al Estado la lesión del patrimonio público, representada en el menoscabo,
disminución, perjuicio, detrimento, pérdida, uso indebido o deterioro de los bienes o recursos
públicos, o a los intereses patrimoniales del Estado, producida por una gestión scal antie-
conómica, inecaz, ineciente, in equitativa e inoportuna, que en términos generales, no se
aplique al cumplimiento de los cometidos y de los nes esenciales del Estado, particularizados
por el objetivo funcional y organizacional, programa o proyecto de los sujetos de vigilancia y
control de las contralorías.
Y agrega la disposición que dicho daño podrá ocasionarse por acción u omisión de
los servidores públicos o por la persona natural o jurídica de derecho privado, que en forma
dolosa o culposa produzcan directamente o contribuyan al detrimento al patrimonio público.
Este precepto legal, que tiene un mero carácter enunciativo, incluye dentro del con-
cepto de daño, los perjuicios, con lo cual se supera la discusión doctrinaria existente hasta
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de los bienes estatales establece el Código Disciplinario Unico o a los delitos tipicados en la
legislación penal.
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Capítulo VI
El Proceso de Responsabilidad Fiscal
1.Definición y naturaleza jurídica
E
timológicamente el vocablo proceso proviene del latín processus o procedere, que sig-
nica, marchar, avanzar, desarrollar. El término es extensible a todas las actuaciones
(ya sean administrativas, judiciales e incluso legislativas) dirigidas a la aplicación de
las normas, de modo general o particular, o la creación de la mismas, según el caso.
Carnellutti, en estricto sentido, y para signicar exclusivamente el alcance juridisdiccional del
término, lo denomina proceso procesal115.
Sin embargo, el alcance del concepto, para los efectos de la responsabilidad scal,
no es el mismo que se le otorga a nivel judicial, dado justamente su carácter de actuación
administrativa, con todas las consecuencias que esa categorización implica.
Justamente, al avocar el conocimiento del tema, tanto la Corte Constitucional como el
Consejo de Estado, han partido del presupuesto del carácter de actuación administrativa116
del proceso de responsabilidad scal, remitiéndose a suplir los vacíos -por expreso querer de
la misma ley 42-, al Código Contencioso Administrativo, dada la “anidad y naturaleza de la
materia”117.
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Se debe agregar que las contralorías no son los únicos órganos competentes para ade-
lantar procesos de responsabilidad scal, pues, de conformidad con el numeral 4o.del artículo
88 de la ley 106 de 1993, el Auditor externo de la Contraloría General de la República, a través
de la unidad de acciones jurídicas. tiene la función de adelantar los procesos de responsabili-
dad scal de su competencia; es decir, de aquellos que cursan contra servidores públicos, o
particulares, según el caso, de ese órgano de control.
Pues bien, la ley 610 de 2000, en su artículo 1º., dene el proceso de responsabilidad
scal como el conjunto de actuaciones administrativas adelantadas por las Contralorías con el
n de determinar y establecer la responsabilidad de los servidores públicos y de los particu-
lares, cuando en el ejercicio de la gestión scal o con ocasión de ésta, causen por acción u
omisión y en forma dolosa o culposa un daño al patrimonio del Estado.
Esta denición se encuentra encauzada con el carácter patrimonial resarcitoria de la
acción scal, y dentro del contexto de la gestión scal, cuyo ejercicio, como marco de la con-
ducta dañina, determina el alcance de este estatuto de responsabilidad, como ya se observó.
1.1. El objeto
La misma ley 610, en su artículo 4°. Señala que la responsabilidad scal tiene por
objeto el resarcimiento de los daños ocasionados al patrimonio público como consecuencia
de la conducta dolosa o culposa de quienes realizan gestión scal mediante el pago de una
indemnización pecuniaria que compense el perjuicio sufrido por la respectiva entidad estatal.
Agrega, además, que para el establecimiento de responsabilidad scal en cada caso,
se tendrá en cuenta el cumplimiento de los principios rectores de la función administrativa y
de la gestión scal.
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de manera indebida la seguridad jurídica propuesta como intangible para el individuo en el Estado Liberal
(aspecto sustantivo)120”.
Así lo ha explicitado nuestra Corte Constitucional:
“La garantía del debido proceso no consiste solamente en las posibilidades de defensa o en la
oportunidad para interponer recursos, sino que exige, además, como lo expresa el artículo 29 de la Carta,
el ajuste a las normas preexistentes al acto que se imputa; la competencia de la autoridad judicial o admi-
nistrativa que orienta el proceso; la aplicación del principio de favorabilidad en materia penal; el derecho
a una resolución que dena las cuestiones jurídicas planteadas sin dilaciones injusticadas; la ocasión de
presentar pruebas y de controvertir las que se alleguen en contra y, desde luego, la plena observancia de
las formas propias de cada proceso según sus características. Todo ello descansa sobre el supuesto de
la presunción de inocencia, la cual tiene que ser desvirtuada por el Estado para que se haga posible la
imposición de penas o sanciones administrativas”121.
En relación con el derecho de defensa, entendido como un aspecto particular del
debido proceso, según lo ha concebido la doctrina122, podemos agregar que se estructura
en un todo con los demás elementos constitutivos del debido proceso, en una especie de
relación progresiva y consecuencial. Es evidente que si se reconoce a plenitud el ejercicio de
la controversia probatoria y se observan las formas propias del proceso, v.gr., se está a su vez
garantizando el derecho de defensa del presunto responsable.
Este planteamiento nos conduce a precisar, entonces, que el ejercicio de ese derecho
se puede llevar a cabo no sólo con la presencia directa en el proceso del presunto responsable,
sino también a través del apoderado que para el efecto sea designado por él, o en forma
ociosa por la Contraloría, cuando no es posible la noticación personal del auto de apertura
a juicio scal, evento en el cual, como se verá, es posible incluso el nombramiento de un
miembro de los consultorios jurídicos de las facultades de Derecho, o de un auxiliar de la
justicia de las listas del respectivo Tribunal según lo admite la ley 610 de 2000.
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Con sobrada razón se advierte que el ejercicio del derecho de defensa, como la garan-
tía constitucional de la persona, es condición de validez del proceso, de donde se deriva su
carácter continuo y unitario, dado que no puede existir un solo momento de la actuación
procesal en que pueda ser restringido o negado123.
A tal punto se extrema la garantía fundamental, que, en criterio que prohijamos, se
ha armado:
“El juez debe formar su juicio de responsabilidad...que debe ofrecer públicamente a las partes en
el razonamiento lógico de la sentencia, es decir que parte de la conformación democrática de las decisiones
judiciales se basa en el concepto de publicidad del proceso que consiste no solamente en la posibilidad de
que los sujetos procesales conozcan de la actuación, las pruebas, los alegatos y peticiones del proceso,
sino que igualmente tienen derecho a saber de las maneras y modos de razonar del juez para llegar a la
conclusión nal de la sentencia. Es por ello que la exteriorización de los raciocinios lógicos sobre la prueba,
y de los estados mentales del juez frente a ella, son parte del debido proceso y su publicidad, que es el
fundamento de la nulidad de la sentencia por falta de motivación...124”
Empero, debe advertirse que no obstante la rígida formulación de los antedichos prin-
cipios en el esquema del proceso de responsabilidad scal, no debe perderse de vista que el
carácter de esta actuación no es judicial sino administrativo, y que en ese sentido la contraloría
asume el papel de un órgano que objetivamente investiga unos hechos presuntamente consti-
tutivos de responsabilidad scal, a través de un proceso, en el cual no aparecen los conceptos
de partes procésales, en el sentido jurídico del término, a tal punto que, como ya se advirtió,
dicho proceso no tiene sentido declarativo.
Por esta razón, la potestad inmersa en este tipo de investigaciones -similar, guardadas
las proporciones a la investigación disciplinaria-, permite al contralor, incluso, hacer uso de la
atribución contenida en el numeral 8o. del artículo 268 de la Carta Política, de exigir, bajo su
responsabilidad, verdad sabida y buena fe guardada, la suspensión inmediata de funcionarios
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mientras culminan las investigaciones o los respectivos procesos penales o disciplinarios, sin
que con ello se menoscabe el debido proceso, pues se entiende que este mecanismo busca
remover los obstáculos que circunstancialmente pueda oponer un servidor investigado apro-
vechando esa condición activa del servicio público, para manipular u ocultar las pruebas que
eventualmente lo comprometan.
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Bajo este criterio, la Corte declaró exequible la norma, pero condicionando su aplica-
ción al anterior criterio hermenéutico.
Es decir, que en le proceso de responsabilidad scal la reserva del proceso, debe man-
tenerse hasta agotada la etapa probatoria del proceso. A partir de ese momento procesal,
cualquier persona, en ejercicio del derecho del control al poder público, y a través del derecho
de petición, puede tener acceso libremente al expediente, momento desde el cual la actuación
procesal se torna pública.
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Adicionalmente, y de conformidad con el numeral 8o. del artículo 268 y el artículo 271,
de la Carta, las pruebas aportadas por los investigadores scales a los procesos penales o
disciplinarios, tendrán valor probatoria (prueba trasladada), con los efectos procésales que
corresponde. Ya no se hace necesario -como ocurría antaño-, que los funcionarios de las con-
tralorías actúen como peritos en los referidos procesos, o que se les llame a que se ratiquen
sobre el contenido de las pruebas trasladadas, justamente por aquel efecto jurídico promovido
desde la misma Constitución.
De la misma manera, el artículo 11 de la referida ley, prevé la posibilidad de creación
de grupos conjuntos de investigación entre las contralorías, la Procuraduría, la Fiscalía, las per-
sonerías, y otras entidades de control, con el n de realizar una vigilancia integral del manejo
de los bienes y fondos públicos, así como de las actuaciones de los servidores públicos.
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Ahora, la Ley 610 de 2000, en su artículo 65, precisa que los contralores, por sí mismos
o por intermedio de sus apoderados, podrán constituirse en parte civil dentro de los procesos
penales que se adelanten por delitos que atenten contra intereses patrimoniales del Estado,
tales como enriquecimiento ilícito de servidores públicos, peculado, interés ilícito en la cele-
bración de contratos, contrato celebrado sin requisitos legales, delitos contra el patrimonio
que recaigan sobre bienes del Estado, siempre y cuando la entidad directamente afectada no
cumpliere con esta obligación, según lo dispuesto por el artículo 36 de la Ley 190 de 1995.
Las entidades que se constituyan en parte civil deberán informar a las contralorías
respectivas de su gestión y resultados.
Y el parágrafo de la citada norma dispone que la parte civil al solicitar el embargo de
bienes como medida preventiva no prestará caución.
Entonces, la Contraloría se debe constituir en parte civil solamente en el caso en
que la entidad obligada a constituirse en parte civil no lo haga, ya sea por simple omisión
o por imposibilidad procesal, en el evento en que el representante legal de la misma, quien
tiene la capacidad de constituirse en parte civil por sí mismo o a través de apoderado, sea
precisamente la persona investigada penalmente.
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admitido demanda y que esta se encuentra pendiente de fallo ante la Jurisdicción de lo Con-
tencioso Administrativo, aquellas no podrán ser levantadas hasta tanto no se preste garantía
bancaria o de compañía de seguros, por el valor adeudado más los intereses moratorios.
El artículo 14 de la ley 610 así lo precisa, al indicar que por cada hecho generador
de responsabilidad scal se adelantará una sola actuación procesal, cualquiera sea el número
de implicados; si se estuviere adelantando más de una actuación por el mismo asunto, se dis-
pondrá mediante auto de trámite la agregación de las diligencias a aquellas que se encuentren
más adelantadas. Los hechos conexos se investigarán y decidirán conjuntamente.
El artículo 15, ibídem, agrega que habrá lugar a la acumulación de procesos a partir
de la noticación del auto de imputación de responsabilidad scal y siempre que no se haya
proferido fallo de primera o única instancia, de ocio o a solicitud del sujeto procesal, cuando
contra una misma persona se estuvieren adelantando dos o más procesos, aunque en ellos
guren otros implicados y siempre que se trate de la misma entidad afectada, o cuando se
trate de dos o más procesos por hechos conexos que no se hubieren investigado conjunta-
mente.
Contra la decisión de negar la acumulación procede el recurso de reposición.
Por estos motivos la nueva ley de manera expresa reguló la materia, el prever en el
artículo 16 que en cualquier estado de la indagación preliminar o del proceso de responsabi-
lidad scal, procederá el archivo del expediente cuando se establezca que la acción scal no
podía iniciarse o proseguirse por haber operado la caducidad o la prescripción, cuando se
demuestre que el hecho no existió o que no es constitutivo de daño patrimonial al Estado o
no comporta el ejercicio de gestión scal, o se acredite la operancia de una causal eximente
de responsabilidad scal o aparezca demostrado que el daño investigado ha sido resarcido
totalmente.
Hay que señalar que la ley no contempla la existencia de causales eximentes de res-
ponsabilidad de manera expresa, motivo por el cual se debe recurrir a la teoría general de
le responsabilidad scal, en lo pertinente, ámbito en el cual aplicarían los eventos de caso
fortuito y fuerza mayor.
En este sentido, se entiende por fuerza mayor el hecho o acontecimiento externo
que produce o causa de manera directa e inmediata el daño irresistible133.
La doctrina indica como elementos determinantes del concepto, la existencia de un
hecho o acontecimiento conocido, exterior a la causa directa: “La esencia de la fuerza mayor
radica, por consiguiente, tanto en la exterioridad del hecho respecto del bien o patrimonio que resulta
dañado, como en la imposibilidad de evitar o resistir su producción, y no ciertamente en su imprevisibili-
dad, dado que la víctima del acontecimiento pudo haber imaginado que este se produjera (una tempestad,
la gota fría que desencadena graves inundaciones, etc.)” 134.
De igual manera, se ha considerado jurisprudencial y doctrinariamente que el hecho
de un tercero rompe la relación de causalidad entre el daño al patrimonio público y la acción
u omisión del servidor público (o el particular, según el caso), siempre y cuando no se haya
infringido el deber de cuidado y vigilancia del agente scal.
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esta norma y la del artículo 55 el cual precisa que transcurridos cinco días hábiles después de
la última noticación, cuando no se interpongan recursos o se renuncie expresamente a ellos,
las providencias quedarán ejecutoriadas.
Se debe tener en cuenta que la consulta, como gura procesal que es, tiene entre
sus características la de impedir la ejecutoria de la decisión que es objeto de la misma, es
decir que el acto correspondiente se convierte apenas en un acto preparatorio, cuyos efectos
se condicionan a la decisión del superior jerárquico o funcional que lo revisa; mientras se surte
la consulta, entonces, se suspenden los efectos del acto.
dos normas que contienen el mismo nivel o rango normativo regulan una misma materia de
modo diverso, prevalece la norma posterior en el tiempo, tal y como lo determinan los artícu-
los 45 de la ley 57 de 1887 y 2º. de la ley 153 de 1887 (el último precepto citado indica: “La
ley posterior prevalece sobre la ley anterior. En caso de que una ley posterior sea contraria
a otra anterior, y ambas preexistentes al hecho que se juzga, se aplicará la ley posterior”).
Y de otro lado, la regla de la especialidad (lex specialis derogat legi generali), contenida en
el artículo 5º., numeral 1º., de la ley 57 de 1887, según la cual “la disposición relativa a un
asunto especial preere a la que tenga carácter general”.
Retomando el punto, si se ha aplicado uno cualquiera de los sistemas de control scal
previstos en la Constitución, la ley o los reglamentos especiales del Contralor General de la
República, cuyo resultado nal es un dictamen satisfactorio, y e forma posterior a ese control
scal aparecen pruebas de operaciones irregulares o fraudulentas relacionadas con la gestión
scal evaluada, la Contraloría desatenderá el correspondiente dictamen para dar inicio al res-
pectivo proceso, si se cumplen los requisitos sustanciales exigidos para ello (gestión scal,
daño patrimonial, etc.).
En esta situación, se parte del supuesto hipotético por la norma, que al ejercer el res-
pectivo control scal la Contraloría136 no tuvo oportunidad de detectar el carácter fraudulento
o irregular de la gestión scal analizada, bien porque se le ocultó, o ella se tradujo en docu-
mentos o soporte adulterados o írritos, o simplemente porque tales operaciones no estuvieron
contenidas en las muestras selectivas estudiadas.
En tal circunstancia, y de conformidad con el precepto citado de la ley 610, la Contra-
loría simplemente desestima el dictamen emitido y ordena la iniciación del correspondiente
proceso.
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los procesos iniciados antes, los recursos interpuestos, la práctica de las pruebas decretadas, los términos
que hubieren comenzado a correr, los incidentes en curso y las noticaciones que se estén surtiendo, se
regirán por las leyes vigentes cuando se interpuso el recurso, se decretaron las pruebas, empezó a correr
el término, se promovió el incidente o principió a surtirse la noticación”.
La jurisprudencia acotó los efectos de la norma precisando:
“Para dilucidar la cuestión atinente al conicto de leyes por el tránsito de legislación operado con
la reforma que a la ley rituaria civil introdujo el Decreto 2282 de 1989, determinante y de primerísimo
orden resulta recordar que respecto a la ley procesal, entendida como la que va dirigida a reglamentar
la función jurisdiccional como potestad del Estado, y de ahí su señalado carácter de orden público, cobra
especial valor el postulado de que la ley rige hacia el futuro, que en ningún caso puede ser retroactiva.
Su aplicabilidad es, pues, inmediata. De donde se inere que los procesos ya concluidos, para nada son
tocados por la ley nueva; y que los que se inicien luego, estarán regulados íntegramente por la nueva
legislación. Hipótesis estas que en verdad ninguna dicultad ofrecen. No ocurre lo propio, en cambio, con
los procesos pendientes, que están en trámite cuando aparece la nueva ley, problemática que ha dividido a
la doctrina entre los que sostienen que deben seguir regulados, por la ley antigua, con la que comenzaron,
y los que proclaman que deben adecuarse en un todo a la nueva. De las dos, es la segunda la que siguió el
legislador colombiano, al disponer el artículo 40 de la Ley 153 de 1887 lo siguiente: “Las leyes concernien-
tes a la sustanciación y ritualidad de los juicios prevalecen sobre las anteriores desde el momento en que
deban empezar a regir”. No hay duda: según la ley colombiana, las normas procesales tienen aplicación
inmediata aun respecto de los procesos pendientes. Pero si bien es un principio de carácter general, tolera
algunas concesiones, toda vez que la misma ley ha exceptuado, rindiendo con ello culto a la doctrina
que distingue los actos procesales consumados de los no consumados, algunas situaciones, así: “Pero los
términos que hubieren empezado a correr, y las actuaciones y diligencias que ya estuvieren iniciadas, se
regirán por la vigente al tiempo de su iniciación”. Estas excepciones están signicando, entonces, que la
ley antigua tiene, respecto de ellas, ultractividad; de suerte tal que si una actuación, una diligencia o un
término, ha empezado a tener operancia y no se han agotado cuando adviene la ley nueva, ellas y él
terminarán regulados por la antigua. Salvedades que se muestran imperiosas y plenamente justicadas en
aras del orden procesal.
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... La actuación a que alude la norma no puede ser sino aquella parte o fracción que dentro de un
proceso tiene identidad propia, que es fácilmente identicable en su comienzo como en su n, de modo
tal que superada ella, es remplazada por otra que, ostentando igualmente las características mencionadas,
la hacen inconfundible con la anterior. Así las cosas, y centrando aún más el estudio al caso por resolver,
se tiene que por incontados que sean los esfuerzos dialécticos que se hagan para fusionar, con los nes
vistos, la noticación de una sentencia con su ejecutoria, esa fusión resulta inalcanzable. Basta ver que
noticada la providencia, ahí fenece esa precisa actuación y que lo que sigue guarda en relación con ella
la independencia de que se viene hablando; tanto, que a partir de entonces empieza es a transcurrir un
término de ejecutoria, que, no supone necesariamente actuación procesal alguna.
Entonces, no hay duda que se trata de dos cosas que bajo la perspectiva comentada se pueden
desligar perfectamente; y siendo más exactos todavía, son dos cosas diferentes: por un lado, una actua-
ción, y, por el otro, un término”148.
En este sentido, la doctrina ha señalado que el interés del legislador es el de buscar
que el empalme de las legislaciones procesales no se realice de manera abrupta: “en suma,
efectuado el empalme el proceso continuará y concluirá con base en la nueva legislación pues,
reiteramos, la ultraactividad consagrada en la ley es eminentemente restringida” 149.
Lo anterior signica que, en la tercera hipótesis, en los eventos en que se encuentren
términos que ya hubieren empezado a correr o actuaciones y diligencias ya iniciadas, éstas y
aquéllos nalizarán bajo el amparo normativo de la ley 42, y una vez terminados los efectos
temporales de los términos, o la integralidad o unidad de la actuación o diligencia, se debe
aplicar de manera plena la ley 610 al respectivo proceso.
Está claro que cualquier institución procesal reguladas por la ley 610 (caducidad y
prescripción), operan de manera exclusiva atadas a la vigencia de la misma ley, y que respecto
de ellas no cabe la aplicación retroactiva, por no estar contemplados en los eventos exceptivos
que de manera expresa prevé dicha ley.
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De otro lado, se ha hecho la siguiente observación sobre el punto que nos ocupa, la
cual merece una glosa especíca:
“Frente a procesos en curso que se hayan iniciado con más de cinco (5) años de antelación al
18/08/00, la prescripción opera inmediatamente: por ende, puede ser alegada por el procesado y la Con-
traloría deberá proceder, sin tardanza, al archivo del expediente. Esta conclusión se apoya tanto en el prin-
cipio de aplicación inmediata de la ley procesal como en el principio de favorabilidad de la ley posterior”150.
No compartimos la armación doctrinaria reseñada, según la cual si un proceso ya
iniciado tuviera más de cinco años de actuación procesal antes de la vigencia de la ley 610
(18 de agosto de 2000), al entrar a regir ésta operaría automáticamente el término de pres-
cripción, pues este instituto, en relación con el tiempo previsto para su acaecimiento, sólo
entra a aplicar a partir de la vigencia de la nueva ley, es decir con efectos hacia futuro. En
esto consiste justamente la aplicación inmediata de la ley procesal.
Igualmente, no debe olvidarse que el principio constitucional de la favorabilidad, úni-
camente aplica en materia penal, de conformidad con la preceptiva del artículo 29 Superior,
el cual indica que en materia penal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se
aplicará de preferencia a la restrictiva o desfavorable, principio que corresponde a la denomi-
nada retroactividad benigna, el cual es un reejo de la moderna política criminal. Este principio
en materia penal es tan estricto que inclusive la misma Corte ha aplicado ultractivamente
disposiciones favorables al procesado, no obstante haber sido declaradas inexequibles151.
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dores públicos o por la persona natural o jurídica de derecho privado, que en forma dolosa o
culposa produzcan directamente o contribuyan al detrimento al patrimonio público.
El daño por pérdida, daño o deterioro de bienes. Artículo 7°. En los casos de pérdida,
daño o deterioro por causas distintas al desgaste natural que sufren las cosas, de bienes en
servicio o inservibles no dados de baja, únicamente procederá derivación de responsabilidad
scal cuando el hecho tenga relación directa con el ejercicio de actos propios de la gestión
scal por parte de los presuntos responsables. En los demás eventos de pérdida, daño o dete-
rioro de este tipo de bienes, el resarcimiento de los perjuicios causados al erario procederá
como sanción accesoria a la principal que se imponga dentro de los procesos disciplinarios que
se adelanten por tales conductas o como consecuencia civil derivada de la comisión de hechos
punibles, según que los hechos que originaron su ocurrencia correspondan a las faltas que
sobre guarda y custodia de los bienes estatales establece el Código Disciplinario Unico o a los
delitos tipicados en la legislación penal.
Garantía de defensa del implicado. Artículo 42. Quien tenga conocimiento de la existen-
cia de indagación preliminar o de proceso de responsabilidad scal en su contra y antes de que
se le formule auto de imputación de responsabilidad scal, podrá solicitar al correspondiente
funcionario que le reciba exposición libre y espontánea, para cuya diligencia podrá designar un
apoderado que lo asista y lo represente durante el proceso, y así se le hará saber al implicado,
sin que la falta de apoderado constituya causal que invalide lo actuado. En todo caso, no podrá
dictarse auto de imputación de responsabilidad scal si el presunto responsable no ha sido
escuchado previamente dentro del proceso en exposición libre y espontánea o no está repre-
sentado por un apoderado de ocio si no compareció a la diligencia o no pudo ser localizado.
Nombramiento de apoderado de ocio. Artículo 43. Si el implicado no puede ser loca-
lizado o citado no comparece a rendir la versión, se le nombrará apoderado de ocio con
quien se continuará el trámite del proceso. Para este efecto podrán designarse miembros de
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los consultorios jurídicos de las Facultades de Derecho legalmente reconocidas o de las listas
de los abogados inscritos en las listas de auxiliares de la justicia conforme a la ley, quienes
no podrán negarse a cumplir con este mandato so pena de incurrir en las sanciones legales
correspondientes.
Reapertura. Artículo 17. Cuando después de proferido el auto de archivo del expediente
en la indagación preliminar o en el proceso de responsabilidad scal, aparecieren o se aporta-
ren nuevas pruebas que acrediten la existencia de un daño patrimonial al Estado o la respon-
sabilidad del gestor scal, o se demostrare que la decisión se basó en prueba falsa, procederá
la reapertura de la indagación o del proceso. Sin embargo, no procederá la reapertura si des-
pués de proferido el auto de archivo, ha operado la caducidad de la acción o la prescripción
de la responsabilidad scal.
Grado de consulta. Artículo 18. Se establece el grado de consulta en defensa del interés
público, del ordenamiento jurídico y de los derechos y garantías fundamentales. Procederá
la consulta cuando se dicte auto de archivo, cuando el fallo sea sin responsabilidad scal o
cuando el fallo sea con responsabilidad scal y el responsabilizado hubiere estado represen-
tado por un apoderado de ocio.
Para efectos de la consulta, el funcionario que haya proferido la decisión, deberá enviar
el expediente dentro de los tres (3) días siguientes a su superior funcional o jerárquico, según
la estructura y manual de funciones de cada órgano scalizador. Si transcurrido un mes de
recibido el expediente por el superior no se hubiere proferido la respectiva providencia, que-
dará en rme el fallo o auto materia de la consulta, sin perjuicio de la responsabilidad discipli-
naria del funcionario moroso.
Muerte del implicado y emplazamiento a herederos. Artículo 19. En el evento en que
sobrevenga la muerte del presunto responsable scal antes de proferirse fallo con responsabi-
lidad scal debidamente ejecutoriado, se citarán y emplazarán a sus herederos con quienes se
seguirá el trámite del proceso y quienes responderán hasta concurrencia con su participación
en la sucesión.
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Reserva y expedición de copias. Artículo 20. Las actuaciones adelantadas durante la in-
dagación preliminar y el proceso de responsabilidad scal son reservadas hasta su culminación.
En consecuencia, hasta no terminarse el proceso de responsabilidad scal, ningún funcionario
podrá suministrar información, ni expedir copias de piezas procesales, salvo que las solicite auto-
ridad competente para conocer asuntos judiciales, disciplinarios o administrativos. El incumpli-
miento de esta obligación constituye falta disciplinaria, la cual será sancionada por la autoridad
competente con multa de cinco (5) a diez (10) salarios mínimos mensuales.Los sujetos procesa-
les tendrán derecho a obtener copia de la actuación para su uso exclusivo y el ejercicio de sus
derechos, con la obligación de guardar reserva sin necesidad de diligencia especial.
Traslado a otras autoridades. Artículo 21. Si con ocasión del adelantamiento de los pro-
cesos de que trata la presente ley se advierte la comisión de hechos punibles o faltas disci-
plinarias, el funcionario competente deberá dar aviso en forma inmediata a las autoridades
correspondientes.
Iniciación del proceso. Artículo 8°.. El proceso de responsabilidad scal podrá iniciarse
de ocio, como consecuencia del ejercicio de los sistemas de control scal por parte de las
propias contralorías, de la solicitud que en tal sentido formulen las entidades vigiladas o de las
denuncias o quejas presentadas por cualquier persona u organización ciudadana, en especial
por las veedurías ciudadanas de que trata la Ley 563 de 2000.
Prescripción del proceso. La responsabilidad scal prescribirá en cinco (5) años, conta-
dos a partir del auto de apertura del proceso de responsabilidad scal, si dentro de dicho
término no se ha dictado providencia en rme que la declare. El vencimiento de los términos
establecidos en el presente artículo no impedirá que cuando se trate de hechos punibles, se
pueda obtener la reparación de la totalidad del detrimento y demás perjuicios que haya sufrido
la administración, a través de la acción civil en el proceso penal, que podrá ser ejercida por la
contraloría correspondiente o por la respectiva entidad pública.
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Actuación procesal
Pruebas
Necesidad de la prueba. Artículo 22. Toda providencia dictada en el proceso de respon-
sabilidad scal debe fundarse en pruebas legalmente producidas y allegadas o aportadas al
proceso.
Prueba para responsabilizar. Artículo 23. El fallo con responsabilidad scal sólo proce-
derá cuando obre prueba que conduzca a la certeza del daño patrimonial y de la responsabi-
lidad del investigado.
Petición de pruebas. Artículo 24. El investigado o quien haya rendido exposición libre y
espontánea podrá pedir la práctica de las pruebas que estime conducentes o aportarlas. La
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denegación total o parcial de las solicitadas o allegadas deberá ser motivada y noticarse al
peticionario, decisión contra la cual proceden los recursos de reposición y apelación.
Libertad de pruebas. Artículo 25. El daño patrimonial al Estado y la responsabilidad del
investigado podrán demostrarse con cualquiera de los medios de prueba legalmente recono-
cidos.
Apreciación integral de las pruebas. Artículo 26. Las pruebas deberán apreciarse en con-
junto de acuerdo con las reglas de la sana crítica y la persuasión racional.
Comisión para la práctica de pruebas. Artículo 27. El funcionario competente podrá comi-
sionar para la práctica de pruebas a otro funcionario idóneo.
Pruebas trasladadas. Artículo 28. Las pruebas obrantes válidamente en un proceso judi-
cial, de responsabilidad scal, administrativo o disciplinario, podrán trasladarse en copia o
fotocopia al proceso de responsabilidad scal y se apreciarán de acuerdo con las reglas pre-
existentes, según la naturaleza de cada medio probatorio. Los hallazgos encontrados en las
auditorías scales tendrán validez probatoria dentro del proceso de responsabilidad scal,
siempre que sean recaudados con el lleno de los requisitos sustanciales de ley.
Aseguramiento de las pruebas. Artículo 29. El funcionario de la Contraloría en ejercicio
de las facultades de policía judicial tomará las medidas que sean necesarias para asegurar
que los elementos de prueba no sean alterados, ocultados o destruidos. Con tal n podrá
ordenar entre otras las siguientes medidas: disponer vigilancia especial de las personas, de
los muebles o inmuebles, el sellamiento de éstos, la retención de medios de transporte, la
incautación de papeles, libros, documentos o cualquier otro texto informático o magnético.
Pruebas inexistentes. Artículo 30. Las pruebas recaudadas sin el lleno de las formalida-
des sustanciales o en forma tal que afecten los derechos fundamentales del investigado, se
tendrán como inexistentes.
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Impedimentos y recusaciones
Declaración de impedimentos. Artículo 33. Los servidores públicos que conozcan de pro-
cesos de responsabilidad scal en quienes concurra alguna causal de recusación, deberán
declararse impedidos tan pronto como adviertan la existencia de la misma.
Causales de impedimento y recusación. Artículo 34. Son causales de impedimento y recu-
sación para los servidores públicos que ejercen la acción de responsabilidad scal, las estableci-
das en los Códigos Contencioso Administrativo, de Procedimiento Civil y Procedimiento Penal.
Procedimiento en caso de impedimento o recusación. Artículo 35. El funcionario impedido
o recusado pasará el proceso a su superior jerárquico o funcional, según el caso, fundamen-
tando y señalando la causal existente y si fuere posible aportará las pruebas pertinentes, a
n de que el superior decida de plano si acepta el impedimento o la recusación y en caso ar-
mativo a quien ha de corresponder su conocimiento o quien habrá de sustituir al funcionario
impedido o recusado.
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Cuando haya dos o más funcionarios competentes para conocer de un mismo asunto y
uno de ellos se declare impedido o acepte la recusación, pasará el proceso al siguiente, quien
si acepta la causal avocará el conocimiento. En caso contrario, lo remitirá al superior jerárquico
o funcional, según el caso, para que resuelva de plano sobre la legalidad del impedimento o
recusación.
Nulidades
Causales de nulidad. Artículo 36. Son causales de nulidad en el proceso de responsa-
bilidad scal la falta de competencia del funcionario para conocer y fallar; la violación del
derecho de defensa del implicado; o la comprobada existencia de irregularidades sustanciales
que afecten el debido proceso. La nulidad será decretada por el funcionario de conocimiento
del proceso.
Saneamiento de nulidades. Artículo 37. En cualquier etapa del proceso en que el funcio-
nario advierta que existe alguna de las causales previstas en el artículo anterior, decretará la
nulidad total o parcial de lo actuado desde el momento en que se presentó la causal y orde-
nará que se reponga la actuación que dependa del acto declarado nulo, para que se subsane
lo afectado. Las pruebas practicadas legalmente conservarán su plena validez.
Término para proponer nulidades. Artículo 38. Podrán proponerse causales de nulidad
hasta antes de proferirse el fallo denitivo. En la respectiva solicitud se precisará la causal
invocada y se expondrán las razones que la sustenten. Sólo se podrá formular otra solicitud
de nulidad por la misma causal por hechos posteriores o por causal diferente. Contra el auto
que resuelva las nulidades procederán los recursos de reposición y apelación.
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Medidas cautelares
Medidas cautelares. En cualquier momento del proceso de responsabilidad scal se
podrán decretar medidas cautelares sobre los bienes de la persona presuntamente responsa-
ble de un detrimento al patrimonio público, por un monto suciente para amparar el pago del
posible desmedro al erario, sin que el funcionario que las ordene tenga que prestar caución.
Este último responderá por los perjuicios que se causen en el evento de haber obrado con
temeridad o mala fe. Las medidas cautelares decretadas se extenderán y tendrán vigencia
hasta la culminación del proceso de cobro coactivo, en el evento de emitirse fallo con res-
ponsabilidad scal. Se ordenará el desembargo de bienes cuando habiendo sido decretada la
medida cautelar se proera auto de archivo o fallo sin responsabilidad scal, caso en el cual la
Contraloría procederá a ordenarlo en la misma providencia. También se podrá solicitar el des-
embargo al órgano scalizador, en cualquier momento del proceso o cuando el acto que esta-
bleció la responsabilidad se encuentre demandado ante el tribunal competente, siempre que
exista previa constitución de garantía real, bancaria o expedida por una compañía de seguros,
suciente para amparar el pago del presunto detrimento y aprobada por quien decretó la
medida.
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Vinculación del garante. Artículo 44. Cuando el presunto responsable, o el bien o con-
trato sobre el cual recaiga el objeto del proceso, se encuentren amparados por una póliza, se
vinculará al proceso a la compañía de seguros, en calidad de tercero civilmente responsable,
en cuya virtud tendrá los mismos derechos y facultades del principal implicado. La vinculación
se surtirá mediante la comunicación del auto de apertura del proceso al representante legal o
al apoderado designado por éste, con la indicación del motivo de procedencia de aquella.
Término. Artículo 45. El término para adelantar estas diligencias será de tres (3) meses,
prorrogables hasta por dos (2) meses más, cuando las circunstancias lo ameriten, mediante
auto debidamente motivado.
Decisión. Artículo 46. Vencido el término anterior, se procederá al archivo del proceso o
a dictar auto de imputación de responsabilidad scal, mediante providencia motivada, según
sea el caso.
Auto de archivo. Artículo 47. Habrá lugar a proferir auto de archivo cuando se pruebe
que el hecho no existió, que no es constitutivo de detrimento patrimonial o no comporta el
ejercicio de gestión scal, se acredite el resarcimiento pleno del perjuicio o la operancia de
una causal excluyente de responsabilidad o se demuestre que la acción no podía iniciarse o
proseguirse por haber operado la caducidad o la prescripción de la misma.
Auto de imputación de responsabilidad scal. Artículo 48. El funcionario competente pro-
ferirá auto de imputación de responsabilidad scal cuando esté demostrado objetivamente el
daño o detrimento al patrimonio económico del Estado y existan testimonios que ofrezcan
serios motivos de credibilidad, indicios graves, documentos, peritación o cualquier medio pro-
batorio que comprometa la responsabilidad scal de los implicados. El auto de imputación
deberá contener: 1. La identicación plena de los presuntos responsables, de la entidad
afectada y de la compañía aseguradora, del número de póliza y del valor asegurado. 2. La
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Término para proferir fallo. Artículo 52. Vencido el término de traslado y practicadas las
pruebas pertinentes, el funcionario competente proferirá decisión de fondo, denominada fallo
con o sin responsabilidad scal, según el caso, dentro del término de treinta (30) días.
Fallo con responsabilidad scal. Artículo 53. El funcionario competente proferirá fallo con
responsabilidad scal al presunto responsable scal cuando en el proceso obre prueba que
conduzca a la certeza de la existencia del daño al patrimonio público y de su cuanticación, de
la individualización y actuación cuando menos con culpa leve del gestor scal y de la relación
de causalidad entre el comportamiento del agente y el daño ocasionado al erario, y como
consecuencia se establezca la obligación de pagar una suma líquida de dinero a cargo del
responsable. Los fallos con responsabilidad deberán determinar en forma precisa la cuantía
del daño causado, actualizándolo a valor presente al momento de la decisión, según los índices
de precios al consumidor certicados por el DANE para los períodos correspondientes.
Fallo sin responsabilidad scal. Artículo 54. El funcionario competente proferirá fallo sin
responsabilidad scal, cuando en el proceso se desvirtúen las imputaciones formuladas o no
exista prueba que conduzca a la certeza de uno o varios de los elementos que estructuran la
responsabilidad scal.
Noticación del fallo. Artículo 55. La providencia que decida el proceso de responsabi-
lidad scal se noticará en la forma y términos que establece el Código Contencioso Admi-
nistrativo y contra ella proceden los recursos allí señalados, interpuestos y debidamente
sustentados por quienes tengan interés jurídico, ante los funcionarios competentes.
Ejecutoriedad de las providencias. Artículo 56. Las providencias quedarán ejecutoriadas:
1. Cuando contra ellas no proceda ningún recurso. 2. Cinco (5) días hábiles después de la
última noticación, cuando no se interpongan recursos o se renuncie expresamente a ellos. 3.
Cuando los recursos interpuestos se hayan decidido.
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representantes legales, así como los nominadores y demás funcionarios competentes, debe-
rán abstenerse de nombrar, dar posesión o celebrar cualquier tipo de contrato con quienes
aparezcan en el boletín de responsables, so pena de incurrir en causal de mala conducta, en
concordancia con lo dispuesto en el artículo 6° de la Ley 190 de 1995. Para cumplir con esta
obligación, en el evento de no contar con esta publicación, los servidores públicos consultarán
a la Contraloría General de la República sobre la inclusión de los futuros funcionarios o con-
tratistas en el boletín.
Caducidad del contrato estatal. Artículo 61. Cuando en un proceso de responsabilidad
scal un contratista sea declarado responsable, las contralorías solicitarán a la autoridad admi-
nistrativa correspondiente que declare la caducidad del contrato, siempre que no haya expi-
rado el plazo para su ejecución y no se encuentre liquidado.
Disposiciones nales
Aplicación extensiva. Artículo 62. El procedimiento establecido en la presente ley para
el trámite de los procesos de responsabilidad scal, le será aplicable a la Auditoría General de
la República.
Control scal excepcional. Artículo 63. La Contraloría General de la República tiene com-
petencia prevalente para adelantar hasta su culminación los procesos de responsabilidad scal
que se originen como consecuencia del ejercicio de la facultad excepcional de control estable-
cida en el artículo 267 de la Constitución Política.
Delegación. Artículo 64. Para establecer la responsabilidad que se derive de la gestión
scal, los contralores podrán delegar esta atribución en las dependencias que, de acuerdo
con la organización y funcionamiento de la entidad, existan, se creen o se modiquen, para
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tal efecto. En todo caso, los contralores podrán conocer de los recursos de apelación que se
interpongan contra los actos de los delegatarios.
Constitución en parte civil. Artículo 65. Los contralores, por sí mismos o por intermedio
de sus apoderados, podrán constituirse en parte civil dentro de los procesos penales que se
adelanten por delitos que atenten contra intereses patrimoniales del Estado, tales como enri-
quecimiento ilícito de servidores públicos, peculado, interés ilícito en la celebración de contra-
tos, contrato celebrado sin requisitos legales, delitos contra el patrimonio que recaigan sobre
bienes del Estado, siempre y cuando la entidad directamente afectada no cumpliere con esta
obligación, según lo dispuesto por el artículo 36 de la Ley 190 de 1995. Las entidades que
se constituyan en parte civil deberán informar a las contralorías respectivas de su gestión y
resultados. Parágrafo. La parte civil al solicitar el embargo de bienes como medida preventiva
no prestará caución.
Remisión a otras fuentes normativas. Artículo 66. En los aspectos no previstos en la pre-
sente ley se aplicarán, en su orden, las disposiciones del Código Contencioso Administrativo, el
Código de Procedimiento Civil y el Código de Procedimiento Penal, en cuanto sean compatibles
con la naturaleza del proceso de responsabilidad scal.
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Capítulo VII
El Tema Ambiental y el Control Fiscal
A. Aspectos generales 153
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indica en su artículo 2º., que las Acciones populares, son los medios procesales para la pro-
tección de los derechos e intereses colectivos; y el Artículo 4º. Precisa que entre los Derechos
e intereses colectivos, se encuentran, entre otros relevantes para el tema, el goce de un
ambiente sano, de conformidad con lo establecido en la Constitución, la ley y las disposiciones
reglamentarias; y la existencia del equilibrio ecológico y el manejo y aprovechamiento racional
de los recursos naturales para garantizar su desarrollo sostenible, su conservación, restaura-
ción o sustitución. La conservación de las especies animales y vegetales, la protección de
áreas de especial importancia ecológica, de los ecosistemas situados en las zonas fronterizas,
así como los demás intereses de la comunidad relacionados con la preservación y restauración
del medio ambiente; La prohibición de la fabricación, importación, posesión, uso de armas
químicas, biológicas y nucleares, así como la introducción al territorio nacional de residuos
nucleares o tóxicos;
Pues bien, de otro lado, se ha advertido que del enunciado normativo de este derecho,
se derivan dos situaciones jurídicas: de un lado, la legitimación colectiva del grupo social,
para exigir al Estado las obligaciones correlativas derivadas de dicha condición, y de otro, un
carácter normativo programático, que se condiciona a un especíco desarrollo instrumental
de status legal: “Su ejecución depende en una medida considerable del grado de desarrollo
económico de la sociedad, y de las disponibilidades a que en ese orden, puedan recurrir los
poderes públicos”164.
El carácter programático de las normas ambientales, supone que “el legislador no es
un instrumento de acción política libre dentro de los límites negativos que la Constitución
le impone, sino que él desarrolla el programa que la Carta Política contiene, es decir, es el
programa de lo que el Estado debe hacer, aquí y ahora, para crear condiciones más justas y
libres” 165.
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Lo anterior se entiende a partir del supuesto de que las normas programáticas con-
tienen un concepción nalística del ordenamiento, a partir de los valores políticos y sociales
que legitiman la estructura estatal. Por eso se arma que ellas más que regular la materia
de que se trata, dirigen la actividad estatal en lo que concierne a la consecución de tales
nes, y adicionalmente, determinan en forma genérica los medios para alcanzar tales efectos,
“reduciendo así la capacidad discrecional del normativismo legislativo”166.
Sin embargo, podemos armar que el catálogo de derechos ambientales, expresados
a través de normas programáticas, que reclaman un desarrollo ulterior (sea mediante normas
subconstitucionales, o mediante estructuras materiales y organizativas de funcionamiento),
tiene un contenido mínimo, el cual implica la inmediatez aplicativa de la fuerza normativa de
la Constitución167.
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“Las acciones populares se ejercen para evitar el daño contingente, hacer cesar el peli-
gro, la amenaza, la vulneración o agravio sobre los derechos e intereses colectivos, o restituir
las cosas a su estado anterior cuando fuere posible. “Acciones de grupo. Son aquellas acciones
interpuestas por un número plural o un conjunto de personas que reúnen condiciones unifor-
mes respecto de una misma causa que originó perjuicios individuales para dichas personas.
Las condiciones uniformes deben tener también lugar respecto de todos los elementos que
conguran la responsabilidad. La acción de grupo se ejercerá exclusivamente para obtener el
reconocimiento y pago de indemnización de los perjuicios” .
En todo caso, en nuestra legislación ya existían antecedentes de aquel tipo de accio-
nes; en efecto, el Código Civil, en su artículo 1005, regula las acciones populares en favor
de los bienes de uso público y de los usuarios, cuyo fundamento reside en la protección del
interés general, y del derecho que tienen los habitantes al uso de las vías públicas, e incluso,
de la posibilidad de resarcimiento del eventual daño sufrido,175 y en el título XXXIV del mismo
Estatuto, aparecen otras casos de acciones populares. En el Estatuto del Consumidor, Decreto
3466 de 1982, en su art.36, regula una acción del consumidor, a través de la cual se persigue
una nalidad indemnizatoria, razón por la cual se asemeja más a una acción de grupo. En la
ley de Reforma Urbana, ley 9o. de 1989 contempla en su artículo 8o., una acción popular de
protección del espacio público. En la jurisdicción agraria, el Decreto 2303 de 1989, contiene
una acción popular de carácter ambiental, y de defensa de los bienes de uso público, ubicados
en zonas rurales, entre otras. La Ley 45 de 1990, contempla una Acción de Clase, a través de
la cual se busca obtener una reparación patrimonial a las personas perjudicadas por prácticas
irregulares, determinadas en la ley, del sector nanciero y asegurador. En el mismo sentido
regulador se pronuncia el Decreto 653 de 1993, o Estatuto Orgánico del mercado público de
valores. El Decreto 2651 de 1991, de descongestión judicial, por su parte, determinó
-temporalmente, como era su efecto condicional-, un trámite de proceso abreviado para las
Acciones Populares.
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esté radicado en cabeza de aquella autoridad frente a la cual se aboga por el cumplimiento,
y 3) Que se pruebe la renuencia del exigido a cumplir, o se pruebe que el cumplimiento se ha
pedido directamente a la autoridad de que se trate185.
Estos mecanismos de protección ambiental se complementan con las acciones186 (y
estatutos de responsabilidad)187 que el ordenamiento jurídico regula para tutelar dicho bien
jurídico, y que corresponden a la acción penal; la acción civil en el proceso penal; la acción de
responsabilidad civil y la acción de responsabilidad scal.
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sostenible como aquel que “conduzca al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de vida y
al bienestar social, sin agotar la base de recursos naturales renovables en que se sustenta, ni deteriorar
el medio ambiente o el derecho de las generaciones futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propias
necesidades”.
Dicho concepto, “parte de la articulación de niveles de productividad cultural, ecológica y tecno-
lógica y de la interdependencia de un sistema de recursos naturales, un sistema tecnológico apropiado, un
sistema de valores culturales y su conexión con las condiciones económicas y políticas para una estrategia
ambiental de desarrollo“191.
El ambiente, como patrimonio colectivo, aunando la denición del concepto de desa-
rrollo sostenible, que se convierte a su vez en un patrimonio de las generaciones futuras,
implica el traslado de la titularidad del derecho a personas que no existen en el presente,
adquiriendo un carácter sui generis en el derecho constitucional contemporáneo, como lo ha
explicitado la doctrina192.
Al Ministerio del Medio Ambiente, de acuerdo con la Ley 99 de 1993, le compete, entre
otras, la nalidad de asegurar el desarrollo sostenible, aspecto este que lo distingue de los
demás entes públicos encargados de la gestión ambienta193 .
En este sentido, el desarrollo sostenible se convierte en el principal objetivo de la
política ambiental. Dicho concepto, a su vez, entraña, una paradoja frente al desarrollo econó-
mico, a las determinantes de crecimiento y equidad: “Dividir la intervención estatal en una política
económica fundamentada en la libertad y eciencia del mercado que favorece el aumento de la inequidad
a través de la concentración del ingreso y la riqueza, y por otra parte una política social diseñada como
paliativo tímido para intentar atenuar la iniquidad distributiva del mercado no es más que la expresión
de una esquizofrenia cultural pretendidamente apoyada en criterios cientícos fácilmente rebatibles. Una
política ambiental desarticulada de la economía bien podría profundizar esta esquizofrenia”194.
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Por esta razón se ha armado que la crisis ambiental es, por igual, una crisis de la
civilización, que replantea la forma de entender las relaciones entre los hombres, ya que “las
injusticias sociales se traducen en desajustes ambientales y éstos a su vez reproducen las
condiciones de miseria”.195
De acuerdo a lo expuesto, se concluye que el concepto de desarrollo sostenible -den-
tro de la perspectiva de las relaciones entre el desarrollo económico y la calidad del medio
ambiente-, adquiere una dimensión holística196; además, involucra no sólo la productividad y
la calidad de la vida, sino también, dentro de ese trabazón, la satisfacción de la diversidad
étnica y cultural y de la dignidad humana197.
“Desde la perspectiva ecosocialista, para resumir, el discurso liberal del desarrollo sostenible no
pretende la sustentabilidad de la naturaleza sino del capital; desde la culturalista, lo que está en juego es
la sustentabilidad de la cultura occidental. Queda por ver qué papel podrán jugar los movimientos sociales
frente a estos procesos. ¿Podrán insertarse creativa y efectivamente en los nuevos proyectos del capital,
el desarrollo y el Estado?¿Podrán resistir la triple conquista semiótica del territorio198, las comunidades y
los conocimientos populares?”199.
En n, el discurso del desarrollo sostenible, pretende sustancialmente reconciliar las
nuevas realidades sociales, políticas, culturales, y las variables ambientales, frente a un nuevo
modelo económico. Existen diversas interpretaciones de esta pretensión discursiva, que van
desde las proposiciones de exclusivo corte económico, hasta las tesis que consideran el tema
bajo la óptica de las relaciones norte-sur (para dirimir el conicto que se presenta entre dos
modelos de desarrollo)200.
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restauración, sustitución, manejo en general de los recursos naturales y degradación del medio ambiente,
así como su contabilización y el reporte oportuno a la Contraloría”.
De acuerdo con el precepto citado, todas las entidades públicas -según lo reglamente
el Contralor- deben también valorar en términos cuantitativos de costo-benecio el impacto
ambiental.
Entonces se puede concluir que para la valoración de los costos ambientales (cuya
metodología es el soporte técnico para cuanticar los daños ambientales) tienen competen-
cia funcional las contralorías, aplicando las metodologías que diseñe el Ministerio del Medio
Ambiente, y las demás autoridades públicas en aplicación de la reglamentación expedida por
el Contralor General para tales efectos.
tanto, que se libra dentro del marco de la Carta a la libertad de conguración normativa del legislador
y, concretamente, a su política sancionatoria, la cual puede estimar necesario por lo menos en ciertos
supuestos trascender el ámbito sancionatorio donde reina exclusivamente la persona natural- muchas
veces ejecutora ciega de designios corporativos provenientes de sus centros hegemónicos-, para ocuparse
directamente de los focos del poder que se refugian en la autonomía reconocida por la ley y en los medios
que ésta pone a su disposición para atentar de manera grave contra los más altos valores y bienes socia-
les”208.
Pues bien, para efectos de la responsabilidad scal por daños al medio ambiente,
el primer problema radical en la determinación de dicha responsabilidad radica en la deter-
minación de los parámetros jurídicos para jar el ámbito jurídico de la gestión scal, como
presupuesto de la acción, sobre todo entratándose de particulares, y el segundo reside funda-
mentalmente en la valoración o cuanticación económica del daño ambiental puro producido
(daño scal)209.
En este último aspecto, las dicultades para que opere tal cuanticación se deben a
varias causas, unas más profundas que otras: ausencia de articulación interinstitucional para
diseñar y adoptar metodologías valorativas; carencia de acompañamiento y capacidad técnica
de los funcionarios de las contralorías que adelantan los procesos de responsabilidad scal en
estos temas; falta de aplicación de metodologías por parte de las contralorías; pero, sobre
todo, ausencia de interés y empeño directivo y funcional por parte de tales órganos de con-
trol: sólo así se explica que no existan a la fecha (diez años después de expedida la Constitu-
ción) procesos signicativos adelantados para determinar responsabilidades scales por daños
al patrimonio ambiental, lo que se traduce en indiferencia y desinterés institucional por tan
importante materia (además del incumplimiento de las funciones).
Las aproximaciones, aisladas por demás210 no han evitado formular la pregunta si
realmente estos entes están o no en capacidad para adelantar esas funciones ambientales, o
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titularidad de dicho patrimonio expresa no ya una propiedad (en el sentido civilista) sobre él,
sino una pertenencia211 de carácter plural de la nación o la sociedad (patrimonio público).
Este enfoque le ha dado la siguiente caracterización:
“1. Que el medio ambiente es, desde el punto de vista jurídico, un bien, aunque compuesto por
una universalidad de cosas (univeritas juris). En consecuencia es susceptible de pertenencia y de protec-
ción jurídica; 2. Que este bien, independientemente de la propiedad singular que pueda constituirse sobre
algunas de las cosas que lo componen, es un bien colectivo (no res nullius, sino res communes omnium),
que pertenece a todos...3. Se trata de un bien que está fuera del comercio humano y que debe conservarse
en benecio de las generaciones presentes y futuras” 212.
Esta socialización del medio ambiente, sobre todo entratándose de las denominadas
externalidades ambientales en relación con los recursos comunes y los bienes públicos,213
produce, además de los efectos socioeconómicos, una nueva perspectiva cultural y ética que
trasciende las tradicionales visiones civilistas de dicho patrimonio, en términos de lo público,
y de los roles sociales que producen papeles garantísticos frente a él, cuyas connotaciones
en el ordenamiento jurídico precisamente constituyen un nuevo orden de responsabilidad en
términos de gestión scal.
G. La gestión ambiental
La gestión ambiental aparece tipicada en el artículo 80 constitucional, el cual declara
que el Estado planicará el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, para garan-
tizar su desarrollo sostenible, su conservación, restauración o sustitución. Además de ello, el
Estado debe prevenir y controlar los factores de deterioro ambiental, imponer las sanciones
legales y exigir la reparación de los daños causados. Por su parte, el artículo 399 al señalar el
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contenido del Plan Nacional de Desarrollo, precisa que en la parte general del mismo, entre
otros temas, se indicarán las estrategias y orientaciones generales de la política económica,
social y ambiental que serán adoptadas por el gobierno.
Se entiende por gestión ambiental el “proceso técnico, administrativo, nanciero y político,
por medio del cual las autoridades encargadas organizan un conjunto de recursos de diversa índole (huma-
nos, nancieros, técnicos, de información, etc) que tienen como nalidad la protección, manejo y preser-
vación del medio ambiente y de los recursos renovables en un territorio especíco”, y la gestión ambiental
“como parte sustancial de la gestión pública, debe entenderse como un proceso social y político continuo
en el que intervienen distintos actores (políticos, económicos, sociales) y en el que se denen, formulan
y ejecutan un conjunto de acciones que tienen como nalidad el desarrollo sostenible de un territorio y el
mejoramiento de la calidad de vida de la población”214.
Para el efecto, la adopción de modelos e instrumentos estatales coherentes, sobre la
base de una adecuada denición de estrategias, objetivos y políticas, a través de la planea-
ción, ejecución y evaluación, predispone la solidez de la gestión ambiental, en términos de
eciencia, ecacia y efectividad global.
El concepto de gestión ambiental, entonces, aparece en el contexto regulador de la ley
99 de 1993, convirtiéndose en el eje del Sistema Nacional Ambiental (SINA), entendido como
el conjunto de todos los elementos que deben interactuar para el cumplimiento de las metas
ambientales que se denieron en la Constitución Política de 1991215, y cuyo nivel orgánico y
descentralizado, se encuentra soportado a partir del esquema legal, en el Ministerio del Medio
Ambiente216, las Corporaciones Autónomas Regionales217 y las entidades territoriales218.
Desde el punto de vista de la competencia, el control scal (enfatizando el sistema de
control de gestión219) lo efectúa la Contraloría General de la República sobre el Ministerio del
Medio Ambiente y las Corporaciones Autónomas Regionales, y las correspondientes contralo-
rías departamentales, distritales o municipales, sobre el respectivo ente territorial.
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Entonces, el concepto de gestión ambiental adquiere notable relevancia para los efec-
tos de la materia en estudio, dado que a través de esa gestión se produce la administración
del patrimonio ambiental, en términos de capacidad jurídica (gestión scal), como criterio
condicionante para la determinación de una responsabilidad scal, según se ha visto.
Lo anterior signica que para que sea procedente una responsabilidad scal respecto
del componente ambiental patrimonial, en primer lugar se requiere de la existencia funcional
o contractual de actos propios de gestión scal (ambiental) por parte del agente-gestor, en
relación con ese patrimonio, es decir, como se ha insistido hasta la saciedad, de aquella capa-
cidad jurídica para administrar o manejar dicho patrimonio ambiental.
Ahora bien, tal y como ha sido puesto de presente por la doctrina220, el componente de
las acciones desplegadas por el Estado para adelantar esa gestión ambiental se ha circunscrito
a la expedición de normas y al control y vigilancia sobre su cumplimiento, gestión que ha
sido denominada de comando y control. Entonces la normatividad ambiental se ha convertido
en el instrumento primordial de la gestión ambiental, cuya formulación no siempre a estado
acorde con la realidad y necesidades del país221. Y en el ámbito del control por parte de tales
autoridades, pesan limitaciones serias por incapacidad para mantener una cobertura integral.
En todo caso, cuando un gestor público ambiental, en ejercicio de sus funciones que le
otorgan un papel de relevancia y capacidad jurídica para administrar el patrimonio ambiental,
por negligencia u otra circunstancia da origen a un daño económico sobre tal componente, es
sujeto de una responsabilidad scal. Si el daño se produce en las mismas condiciones descri-
tas, pero el servidor estatal no tiene ese capacidad jurídica (gestión scal) para administrar
tal patrimonio, no estaría sujeto a una responsabilidad scal por daños al patrimonio ambien-
tal (patrimonio público), sino a otra diversa de carácter patrimonial, como observaremos en
detalle enseguida.
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En el caso del agente particular, cuando esa gestión se deriva directamente del objeto
contractual (el particular que administra un parque natural, v.g.r).
Cuando el daño provenga de actividades indirectas de protección del patrimonio
ambiental, por ejemplo por la ejecución contractual de una obra pública, el contratista tiene
una posición de garante (gestión scal) frente a ese patrimonio, derivado de las exigencias
de manejo y protección impuestas por el ordenamiento jurídico, y por tanto, por esa posición
de garante, también puede ser sujeto de responsabilidad scal por el menoscabo producido,
en la medida que se adecuen los demás componentes (conducta antijurídica e imputación del
daño). Igualmente deberán responder scalmente los agentes públicos que de modo omisivo
no hayan evitado la ocurrencia del daño, teniendo el deber jurídico de hacerlo (gestor scal),
como en el caso de los interventores224 o supervisores del contrato.
Si la afectación se produce por el agente público o privado, por fuera de ese ámbito
de gestión, a nivel contractual, no cabría una responsabilidad scal, aunque sí de una carácter
civil o patrimonial.
I. La responsabilidad scal de los particulares en el ambito de la dimension eco-
nomica y del concepto de desarrollo sostenible
Las directrices de desarrollo, dentro de un marco de desarrollo sostenible, han promo-
vido nuevas perspectivas para ver el problema de la gestión ambiental, en el sentido que
esa tarea no puede ser una responsabilidad exclusiva del propio Estado, sobre la base de
los valores y principios constitucionales temáticos (solidaridad, función social y ecológica de
la propiedad, etc) adicionado a que el sector privado es uno de los niveles en donde deben
existir mayores obligaciones en la reconducción de la problemática. Este enfoque requiere
necesariamente el planteamiento de estrategias integrales y conjuntas, bajo un principio de
corresponsabilidad.
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Tal regulación aparece, como primer referente, en el artículo 18 del decreto 2811
de 1974 “Por el cual se dicta el Código de Recursos Naturales renovables y de protección del Medio
Ambiente”,228 norma subrogada expresamente por el artículo 42 de la ley 99 de 1993, y, nal-
mente, este último artículo y el 43 de la citada ley229.
El supuesto fáctico que correlaciona la hipótesis jurídica de la tasa, es el hecho de
las consecuencias nocivas que la actividad económica produce al medio ambiente (el efecto
nocivo de la actividad económica determina la causación de la tasa), cuya graduación se
encuentra regulada como límites de afectación, en la ley230.
Adicionalmente, como lo observó la Corte Constitucional, las descargas de desechos
pueden ser de cuatro tipos o categorías:
“Las que no tienen carácter nocivo, porque la contaminación producida es asimilada por el
ambiente; las que presentan y producen efectos nocivos, pero con daños menores a los costos de recaudar
un tributo, las que expresan efectivo carácter nocivo, pero dentro de los “límites permitidos” por la ley y
susceptibles de ser cobradas por los daños que generan y las que denitivamente arrojan efectos nocivos,
por fuera de los mencionados límites y que según la ley resultan, acreedoras de sanciones” 231.
En el primero y segundo caso no se cobran las tasas, mientras que el cuarto se deben
imponer las sanciones legales, y en tercero se habilita el cobro de las tasas.
Estas tasas (que técnicamente son nacionales con destinación especíca), tiene la
siguiente categorización, de acuerdo con los preceptos legales citados:
Tasas retributivas (remoción de las consecuencias nocivas de las actividades que las
generan), referidas a la eliminación de la contaminación que no exceda los límites legales,
producida por la utilización directa o indirecta de la atmósfera, del agua y del suelo, por parte
de personas jurídicas o naturales, para introducir o arrojar desechos o desperdicios agrícolas
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mineros o industriales, aguas negras o servidas de cualquier origen, humos, vapores y sus-
tancias nocivas que sean resultado de actividades antrópicas o propiciadas por el hombre, o
actividades económicas o de servicios, sean o no lucrativas.
Tasas compensatorias (compensación de los gastos de mantenimiento de la renovabi-
lidad del recurso), en relación con el mantenimiento de la renovabilidad de los recursos natu-
rales renovables, y; tasas por utilización de aguas, respecto de la protección y renovación de
los recursos hídricos.
Entonces tenemos que los particulares al utilizar los recursos naturales dentro del
ámbito de su actividad económica, deben ceñirse a los parámetros reglamentarios ambienta-
les que denen los límites permisibles para su utilización compensada o retribuida mediante
las tasas, adquiriendo dichos particulares una posición de garantes (gestor scal - deber
de protección y administración), frente al patrimonio ambiental utilizado de manera reglada.
(tercer tipo de daño señalado arriba)
Si ese particular se encuentra dentro de los límites reguladores permitidos de la afecta-
ción ambiental, el componente económico de la tasa retribuye o compensa el daño ambiental
producido.
Pero si el particular desborda esos límites reguladores aceptados por la ley, esa con-
ducta que produce la contaminación (daño) no admitida, produciría en su contra un régimen
contravencional de sanciones, y, adicionalmente, estaría sujeto de un estatuto de responsabi-
lidad patrimonial indemnizatorio establecido judicialmente en proporción al daño causado.
En este último evento surge el interrogante: si ya dijimos que ese particular tiene un
deber de garante frente a los recursos ambientales que utiliza, dentro del marco regulador
límite que señala el ordenamiento jurídico, los cual lo coloca en un rol de gestor scal por el
deber (derivado de la ley en el caso concreto) de protección especial sobre ese patrimonio
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reponga debe ser idéntica al dañado), o incluso equivalente físicamente al bien que se com-
pensa, en aquel evento no es posible obtener la simetría física del bien ambiental afectado
con la reparación, y ésta tampoco puede producir su restablecimiento material.
Por eso, en esta materia se debe enfocar el concepto del resarcimiento patrimonial del
daño ambiental en la denominada privilegiar hablar de reparación in natura, la cual pretende
restaurar el bien dañado para que vuelva a cumplir sus funciones o para que las cumpla de la
manera mas semejante posible.
“Que toda indemnización, sea ordenando hacer determinadas actividades o pagando para que se
hagan, sólo tendrá como nalidad la recuperación del bien ambiental aminorado para dejarlo al menos en
la situación más parecida a la que tenía antes del daño, cuando esto es posible, o invirtiendo en otros
bienes ambientales cuando es imposible recuperar aquel dañado”256 .
Si estos actos no son posibles de realizar por parte del responsable scal, o por inter-
puesta persona por él encargada, el monto indemnizatorio debe ser encomendado por la
Contraloría a la autoridad ambiental competente para ejercer labores de administración e
inversión sobre el recurso afectado, con el n de que produzca las acciones pertinentes para
la obtención de aquellos propósitos con dichos recursos257.
En lo tocante a la determinación del daño (no a su valoración), que corresponde a
los factores de certeza y actualidad ya vistos, la Contraloría debe apoyarse en el concepto
técnico que para esos efectos produzcan o bien los profesionales de las respectivas contralo-
rías especializados en esa temática, o de lo contrario las autoridades ambientales que ejerzan
jurisdicción en el ámbito territorial en el cual se produjo la afectación ambiental258.
En lo que corresponde a la estimación o determinación de la cuantía del daño al patri-
monio ambiental, plantearemos lo siguiente.
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privados destinados a acciones en este campo, o en último caso porque no existen acciones
vinculadas al medio ambiente que no estén controladas por la Administración Publica”261.
El artículo 65 de la Ley 80 de 1993, Estatuto de la Contratación Estatal, señala que
la intervención de las contralorías en el control scal a la contratación, se surtirá una vez
agotados los trámites de legalización de los contratos. Una vez liquidados o terminados los
contratos, según el caso, dicha vigilancia incluirá los sistemas de control, para determinar,
entre otros principios, la valoración de los costos ambientales.
La ley 99 de 1993, en su artículo 5o., numeral 43, estableció entre las funciones del
Ministerio del Medio Ambiente la de “establecer técnicamente las metodologías de valoración
de los costos ambientales del deterioro y de la conservación del Medio Ambiente y de los
Recursos Naturales Renovables”.262 El artículo 13 de dicha Ley señala, por su parte, que el
Contralor General de la República hace parte del Consejo Nacional Ambiental.
Hasta aquí podemos observar que la Contraloría tiene facultad para valorar los costos
ambientales, tanto en el esfera misma del control scal, como para la determinación del daño
ambiental en los procesos de responsabilidad scal.
El Ministerio del Medio Ambiente, por su parte, posee la atribución originaria para
establecer las metodologías de valoración; es decir que el órgano de control, para efectos
de valorar los costos ambientales, debe aplicar las metodologías diseñadas por la máxima
autoridad ambiental.
El artículo 57 de la Ley 99 de 1993263, precisa: “se entiende por estudio de impacto ambien-
tal, el conjunto de la información que deberá presentar ante la autoridad ambiental competente el peti-
cionario de una Licencia Ambiental. / El estudio de impacto ambiental contendrá información sobre la
localización del proyecto, y los elementos abióticos y bióticos y socioeconómicos del medio que puedan
sufrir deterioro por la respectiva obra o actividad, para cuya ejecución se pide la Licencia, y la evaluación
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de los impactos que puedan producirse. Además incluirá el diseño de los planes de prevención de impactos
y el plan de manejo ambiental de la obra o actividad. / La autoridad ambiental competente para otorgar la
Licencia Ambiental, jará los términos de referencia de los estudios de impacto ambiental en un término
que no podrá exceder de sesenta días hábiles contados a partir de la solicitud por parte del interesado”.
Debe tenerse en cuenta, entonces, que el estudio de impacto ambiental no sólo
supone un requisito para la realización del proyecto, sino que esencialmente pretende incor-
porarlo al presupuesto de desembolso del proyecto mismo, “con miras a la ejecución de programas
de mitigación de riesgos ambientales e implementación de tecnologías limpias”.264 Además, el estudio de
impacto ambiental es un instrumento para la toma de decisiones y para la planicación ambiental (art.
22 del Decreto 1753 de 1994), estudio que se exige en todos los casos que requieran licencia
ambiental (art. 23 id.)
La Licencia Ambiental es denida265 por el Decreto 1753 de 1994, en los siguientes
términos: “Es la autorización que otorga la autoridad ambiental competente, mediante acto
administrativo, a una persona para la ejecución de un proyecto, obra o actividad que con-
forme a la Ley o los reglamentos, puede producir deterioro grave a los recursos naturales
renovables o al medio ambiente o introducir modicaciones considerables o notorias al paisaje
y en la que se establecen los requisitos, obligaciones y condiciones que el beneciario de
la Licencia Ambiental debe cumplir para prevenir, corregir, compensar y manejar los efectos
ambientales del proyecto, obra o actividad autorizada”266.
En otras palabras, la licencia ambiental es “una decisión legítima tomada por una
autoridad ambiental del Estado, que crea para una persona una situación jurídica especial
y determinada, como resultado de un proceso promovido por esa persona natural o jurídica
interesada. Por lo tanto es un típico acto administrativo”267.
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Dentro de los asuntos ambientales que tienen relación directa con la actividad eco-
nómica, encontramos aquellos componentes del medio natural que permiten una asignación
directa de un valor económico, por oposición a aquellas variables que, a pesar de ser afectadas
directamente por la actividad productiva y ser posible su cuanticación contable, no es posible
expresar su estimación monetaria, caso en el cual el sistema de cuentas ambientales deberá
mantener estos indicadores expresados en términos físicos276.
El registro de las cuentas ambientales, ex-post, tiene dos limitantes notorias; la pri-
mera alude a la no incorporación de los fenómenos que explican los cambios en un período
determinado (v.gr. procesos de degradación y restauración que afectan los recursos natura-
les), ni la contabilización de la disponibilidad real del inventario de capital originado en el
proceso productivo adelantado por el hombre mismo277.
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Patrimonio
económico
Patrimonio natural
Patrimonio Patrimonio
Natural Natural
económico No económico
SCN
SCMA
que pueden existir para hacer contabilidad ambiental a diferentes niveles: regionales, natura-
les, institucionales y político-administrativos, rompiendo así con la falsa creencia que parece
apoyar la idea que resulta imposible avanzar en la contabilidad ambiental en un referente
espacial seleccionado, sino existen cuentas económicas estructuradas”281.
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Capítulo VIII
La Participación Ciudadana y
Comunitaria en el Control Fiscal
E
l otro nivel de mecanismos de participación ciudadana, son los denominados mecanis-
mos de participación ciudadana en el control scal, o para la vigilancia de la gestión scal
o mecanismos de scalización, los cuales adquieren especial relevancia para los efectos
del tema estudiado. Precisamente, su enunciado normativo aparece en el Capítulo 1, del
Título X, de la Carta Política, que regula el tema de la Contraloría y el control scal.
Por lo anterior, uno de los aspectos que se debe connotar con mayor énfasis en el con-
trol scal, es justamente el relativo a la participación ciudadana. A través de este mecanismo,
podrá la comunidad vigilar el comportamiento de las entidades estatales en el cumplimiento
de sus nes sociales, y el manejo de sus recursos públicos, jugando un importante papel no
sólo en relación con el control en sí mismo considerado, sino en el rol de la participación en la
“vida política, cívica y comunitaria del país”, como principio de democracia y nalidad esencial
del Estado.
Entre tales mecanismos de control aparece, en primer término, la gura de la audiencia
pública para la adjudicación de una licitación, plasmada en el artículo 273 de la Carta Política.
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Sin embargo, la ley 42 de 1993 (ley ordinaria), reglamentaria del control scal, no
reguló la materia, porque justamente ese ámbito es propio de una ley estatutaria291, según lo
precisa el literal d) del artículo 152 de la Carta Política,292 motivo por la cual no podría una ley
sobre control scal reglamentar aspectos de “participación ciudadana” que “permitan vigilar la
gestión pública”, pues esta temática es exclusiva de aquella tipología legal.
Lo anterior signica que la disposición constitucional que enuncia el principio básico de
la participación ciudadana en la vigilancia de la gestión pública, no ha sido desarrollada por
la ley, motivo que obliga a recurrir a las diversas leyes que han venido regulando el tema en
los diferentes ámbitos de la gestión pública, y en los heterogéneos sectores a los cuales se
aplica dicha función, pues la desafortunada reglamentación que se pretendió implantar en la
ley 134, dejó un vacío que dicultará un nuevo proceso legal que se ocupe del tema, mediante
el procedimiento de una ley Estatutaria.
Sin embargo, consideramos que si bien esta situación se convierte en una limitante de
aplicabilidad de la materia, en términos reglamentarios, no lo es respecto del proyecto parti-
cipativo, pues él se integra en un amplio catálogo normativo constitucional que no requiere
regulación legal para su aplicación, vía a la cual deberán recurrir las Contralorías, a efecto
de no hacer nugatorio esta importante facultad en el esquema democrático plateado, y así
mismo, como se dijo, a los diversos desarrollos legales sobre la materia, que se han venido
produciendo (como lo observaremos en forma esquemática, más adelante).
Particularmente debe tenerse en cuenta el artículo 100 de la ley 134 de 1994, que al
texto indica: “De las veedurías ciudadanas. Las organizaciones civiles podrán constituir vee-
durías ciudadanas o juntas de vigilancia a nivel nacional y en todos los niveles territoriales, con
el n de vigilar la gestión pública, los resultados de la misma y la prestación de los servicios
públicos.
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El estatuto de Bogotá, decreto 1421 de 1993. Prevé en su artículo 6o. La participación comunitaria y la veeduría
ciudadana, y en el 95, la obligación general de promover la participación ciudadana y comunitaria.
Ley 62 de 1993. En su artículo 28, numeral 6o., crea las comisiones municipales de policía y participación ciuda-
dana, encargadas de canalizar las quejas y reclamos de las personas, sobre el comportamiento de la policía.
Ley 80 de 1993 Por la cual se expide el estatuto general de contratación de la administración pública. Artículo 66.
De la participación comunitaria. Todo contrato que celebren las entidades estatales, estará sujeto a la vigilancia y
control ciudadano. Las asociaciones cívicas, comunitarias, de profesionales, benécas o de utilidad común, podrán
denunciar ante las autoridades competentes las actuaciones, hechos u omisiones de los servidores públicos o de
los particulares, que constituyan delitos, contravenciones o faltas en materia de contratación estatal. Las autori-
dades brindarán especial apoyo y colaboración a las personas y asociaciones que emprendan campañas de control
y vigilancia de la gestión pública contractual y oportunamente suministrarán la documentación e información que
requieran para el cumplimiento de tales tareas. El gobierno nacional y los de las entidades territoriales establece-
rán sistemas y mecanismos de estímulo de la vigilancia y control comunitario en la actividad contractual orientados
a recompensar dichas labores. Las entidades estatales podrán contratar con las asociaciones de profesionales y
gremiales y con las universidades y centros especializados de investigación, el estudio y análisis de las gestiones
contractuales realizadas.
Ley 87 de 1993 Por la cual se establecen normas para el ejercicio del control interno en las entidades y organis-
mos del estado, y se dictan otras disposiciones. Artículo 4o.. Elementos para el sistema de control interno. H)
establecimiento de mecanismos que faciliten el control ciudadano a la gestión de las entidades. Artículo 12. Fun-
ciones de los auditores interno. I) evaluar y vericar la aplicación de los mecanismos de participación ciudadana,
que en desarrollo del mandato constitucional y legal, diseñe la entidad correspondiente.
Ley 100 de 1993. Por la cual se crea el sistema de seguridad social integral y se dictan otras disposiciones. Artículo
153. Fundamentos del servicio público. Además de los principios generales consagrados en la constitución política,
son reglas del servicio público de salud, rectoras del sistema general de seguridad social en salud las siguientes.
Participación social. El sistema general de seguridad social en salud estimulará la participación de los usuarios en
la organización y control de las instituciones del sistema general de seguridad social en salud y del sistema en su
conjunto. El gobierno nacional establecerá los mecanismos de vigilancia de las comunidades sobre las entidades
que conforman el sistema. Será obligatoria la participación de los representantes de las comunidades de usuarios
en las juntas directivas de las entidades de carácter público. Artículo 231. Veedurías comunitarias. Sin perjuicio
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de los demás mecanismos de control, y con el n de garantizar cobertura, eciencia y calidad de servicios, la
prestación de los servicios mediante el régimen de subsidios en salud será objeto de control por parte de veedurías
comunitarias elegidas popularmente, de acuerdo con la reglamentación que se expida para el efecto
Ley 99 de 1993 Por la cual se crea el ministerio del medio ambiente, se ordena el sector público encargado de
la gestión y conservación del medio ambiente y los recursos naturales renovables, se organiza el sistema nacional
ambiental, sina y se dictan otras disposiciones Articulo 12 el manejo ambiental del país, conforme a la constitu-
ción nacional, será descentralizado, democrático y participativo. Del Consejo Nacional Ambiental, El cual estará
integrado por los siguientes miembros, Un representante de las comunidades indígenas, Un representante de
las comunidades negras, Un representante de los gremios de la producción agrícola, Un representante de los
gremios de la producción industrial, Un representante de los gremios de la producción minera, Un representante
de los gremios de exportadores, Un representante de las organizaciones ambientales no gubernamentales, De las
corporaciones autónomas regionales, Del consejo directivo. Es el órgano de administración de la corporación y
estará conformado por F). Un (1) representante de las comunidades indígenas o etnias tradicionalmente asenta-
das en el territorio de jurisdicción. De la corporación, elegido por ellas mismas; G).dos (2) representantes de las
entidades sin ánimo de lucro, que tengan su domicilio en el área de jurisdicción de la corporación y cuyo objeto
principal sea la protección del medio ambiente y los recursos naturales renovables, elegido por ellas mismas. De
los modos y procedimientos de participación ciudadana. Articulo 69. Del derecho a intervenir en los procedimientos
administrativos ambientales. Cualquier persona natural o jurídica, pública o privada, sin necesidad de demostrar
interés jurídico alguno, podrá intervenir en las actuaciones administrativas iniciadas para la expedición, modica-
ción cancelación de permisos o licencias de actividades que afecten o puedan afectar el medio ambiente o para la
imposición o revocación de sanciones por el incumplimiento de las normas y regulaciones ambientales. Articulo 76.
De las comunidades indígenas y negras. La explotación de los recursos naturales deberá hacerse sin desmedro de
la integridad cultural, social y económica de las comunidades indígenas y de las negras tradicionales de acuerdo
con la ley 70 de 1993 y el artículo 330 de la constitucional nacional, y las decisiones sobre la materia se tomarán,
previa consulta a los representantes de tales comunidades. Articulo 102. Del servicio ambiental. Un 20% de los
bachilleres seleccionados para prestar el servicio militar obligatorio, prestarán servicio ambiental, preferiblemente
entre quienes acrediten capacitación en las áreas de que trata esta ley. El servicio ambiental tiene por objeto pres-
tar apoyo a las autoridades ambientales, a las entidades territoriales y a la comunidad en la defensa y protección
del medio ambiente y los recursos naturales renovables. Tendrá las siguientes funciones A) educación ambiental;
b) organización comunitaria para la gestión ambiental; c) prevención, control y vigilancia sobre el uso del medio
ambiente y los recursos naturales renovables. El servicio ambiental estará dirigido por el ministerio de defensa en
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coordinación con el ministerio del medio ambiente, será administrado por las entidades territoriales y se validará
como prestación del servicio militar obligatorio.
Ley 101 de 1993 ley general de desarrollo agropecuario y pesquero Articulo 61: consejo municipal de desarrollo
rural los municipios crearán el consejo municipal de desarrollo rural, el cual servirá como instancia superior de con-
certación entre las autoridades locales, las comunidades rurales y las entidades públicas en materia de desarrollo
rural, y cuya función principal será la de coordinar y racionalizar las acciones y el uso de los recursos destinados
al desarrollo rural y priorizar los proyectos que sean objeto de conanciación. El consejo municipal de desarrollo
rural deberá estar conformado, como mínimo, por el alcalde, quien lo presidirá, representantes designados por
el consejo municipal, representantes de las entidades públicas que adelanten acciones de desarrollo rural en el
municipio, representantes de las asociaciones de campesinos y de los gremios con presencia en el municipio y
representantes de las comunidades rurales del municipio, quienes deberán constituir mayoría. La participación
de los miembros de las comunidades rurales deberá ser amplia y pluralista, de manera que garantice la mayor
participación y representación ciudadana en las deliberaciones del consejo. Para el desarrollo de sus funciones el
consejo de desarrollo rural establecerá comités de trabajo para temas especícos, incluyendo la veeduría popular
de los proyectos de desarrollo rural que se adelanten en el municipio.
Ley 105 de 1993 Por la cual se dictan disposiciones básicas sobre el transporte, se redistribuyen competencias y
recursos entre la nación y las entidades territoriales, se reglamenta la planeación en el sector transporte y se
dictan otras disposiciones De la participacion ciudadana todas las personas en forma directa, o a través de las
organizaciones sociales, podrán colaborar con las autoridades en el control y vigilancia de los servicios de trans-
porte. Las autoridades prestarán especial atención a las quejas y sugerencias que se formulen y deberán darles
el trámite debido.
Ley 115 de 1994 Por la cual se expide la ley general de educación Artículo 142. Conformación del gobierno esco-
lar. Cada establecimiento educativo del estado tendrá un gobierno escolar conformado por el rector, el consejo
directivo y el consejo académico. Las instituciones educativas privadas establecerá en su reglamento, un gobierno
escolar para la participación de la comunidad educativa a que hace referencia el artículo 68 de la constitución
política. En el gobierno escolar serán consideradas las iniciativas de los estudiantes, de los educadores, de los
administradores y de los padres de familia en aspectos tales como la adopción y vericación del reglamento esco-
lar, la organización de las actividades sociales, deportivas, culturales, artísticas y comunitarias, la conformación de
organizaciones juveniles y demás acciones que redunden en la práctica de la participación democrática en la vida
escolar.
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Ley 131 de 1994 Por la cual se reglamenta el voto programático y se dictan otras disposiciones, precisa:Articulo 20
en desarrollo de los artículos 40 y 103 de la constitución política, la revocatoria del mandato por el incumplimiento
del programa de gobierno, es un mecanismo de participación popular, en los términos de esta ley.
Ley 136 de 1994 Por la cual se dictan normas tendientes a modernizar la organización y el funcionamiento de los
municipios, dispone, en relación con el tema: Artículo 2o. Régimen de los municipios. El régimen municipal estará
denido por lo dispuesto en la constitución política, por lo establecido en la ley y por la siguiente disposición. B).
En relación con las instituciones y mecanismos de participación ciudadana a nivel municipal, por lo dispuesto en la
respectiva ley estatutaria, de acuerdo con lo previsto en los artículos 103 y 152 de la constitución política. Articulo
17o. Asistencia técnica: el departamento deberá diseñar y ejecutar un programa especial de asistencia técnica
al nuevo municipio, con énfasis particular en los aspectos de participación, organización administrativa y scal,
presupuesto y planeación. Esta obligación se hará extensiva igualmente a los demás municipios del departamento
si a ello hubiere lugar: Artículo 77o. De la participación ciudadana en el estudio de proyectos de acuerdo: Para
expresar sus opiniones, toda persona natural o jurídica, podrá presentar observaciones sobre cualquier proyecto
de acuerdo cuyo estudio y examen se esté adelantando en alguna de las comisiones permanentes. La mesa
directiva del concejo dispondrá los días, horarios y duración de las intervenciones, así como el procedimiento que
asegure el debido y oportuno ejercicio de este derecho. Para su intervención el interesado deberá inscribirse en el
respectivo libro de registro que se abrirá para tal efecto. Con excepción de las personas con limitaciones físicas o
sensoriales, las observaciones u opiniones presentadas deberán formularse siempre por escrito y serán publicadas
oportunamente en la gaceta del concejo. Artículo 91o. Funcioneslos alcaldes ejercerán las funciones que les asigna
la constitución, la ley, las ordenanzas, los acuerdos y las que le fueren delegadas por el presidente de la república
o gobernador respectivo. Además de las funciones anteriores, los alcaldes tendrán las siguientes: D) en relación
con la administración municipal: 17) desarrollar acciones encaminadas a garantizar la promoción de la solidaridad
y la convivencia entre los habitantes del municipio, diseñando mecanismos que permitan la participación de la
comunidad en la planeación del desarrollo, la concertación y la toma de decisiones municipales. Con relación a
la ciudadanía. Artículo 117o. Comunas y corregimientos: con el n de mejorar la presentación de los servicios y
asegurar la participación de la ciudadanía en el manejo de los asuntos públicos de carácter local, los concejos
podrán dividir sus municipios en comunas cuando se trate de áreas urbanas y en corregimientos en el caso de
las zonas rurales. Artículo 131o. Funciones: las juntas administradoras locales, además de las que los asigna el
artículo 318 de la constitución política, ejercerán las siguientes funciones: 3) promover, en coordinación con las
diferentes instituciones cívicas y juntas de acción comunal, la activa participación de los ciudadanos en asuntos
locales. Participación comunitaria. Artículo 141o. Vinculación al desarrollo municipallas organizaciones comunita-
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rias, cívicas, profesionales, juveniles, sindicales, benécas o de utilidad común no gubernamentales, sin ánimo de
lucro y constituidas con arreglo a la ley, podrán vincularse al desarrollo y mejoramiento municipal mediante su
participación en el ejercicio de las funciones, la prestación de servicios o la ejecución de obras públicas a cargo
de la administración central o descentralizada. Artículo 142o. Formación ciudadana: los alcaldes, los concejales,
los ediles, los personeros, los contralores, las instituciones de educación, los medios de comunicación, los partidos
políticos y las organizaciones sociales deberán establecer programas permanentes para el conocimiento, promo-
ción y protección de los valores democráticos, constitucionales, institucionales, cívicos y especialmente el de la
solidaridad social de acuerdo con los derechos fundamentales; los económicos, los sociales y culturales;el desco-
nocimiento por parte de las autoridades locales, de la participación ciudadana y de la obligación establecida en
este artículo será causal de mala conducta. Artículo 167o. Participación comunitaria en los organismos de control
los organismos de control scal vincularán a la comunidad en la realización de su gestión scal sobre el desarrollo
de los planes, programas y actividades que realice la entidad scalizada, para que ella a través de los ciudadanos
y de los organismos de participación comunitaria, pueda garantizar que la función del estado esté orientada
a buscar benecios de interés común, que ayuden a valorar que sus contribuciones estén siendo dirigidas en
búsqueda de benecio social.
Ley 142 de 1994 Por la cual se establece el régimen de los servicios públicos domiciliarios y se dictan otras dis-
posiciones. Articulo 62o organización. En desarrollo del artículo 369 de la constitución política de colombia, en
todos los municipios deberán existir “comités de desarrollo y control social de los servicios públicos domiciliarios”
compuestos por usuarios, suscriptores o suscriptores potenciales de uno o más de los servicios públicos a los que
se reere esta ley, sin que por el ejercicio de sus funciones se causen honorarios.
Ley 152 de 1994 Por la cual se establece la ley orgánica del plan de desarrollo Artículo 3o. Principios generales los
principios generales que rigen las actuaciones de las autoridades nacionales, regionales y territoriales, en materia
de planeación son: Participación. Durante el proceso de discusión de los planes de desarrollo, las autoridades
de planeación velarán por que se hagan efectivos los procedimientos de participación ciudadana previstos en la
presente ley. Artículo 12o. Funciones del consejo nacional de planeación: 2.-organizar y coordinar una amplia
discusión nacional sobre el proyecto del plan nacional de desarrollo, mediante la organización de reuniones nacio-
nales y regionales con los consejos territoriales de planeación en las cuales intervengan los sectores económicos,
sociales, ecológicos, comunitarios y culturales, con el n de garantizar ecazmente la participación ciudadana de
acuerdo con el artículo 342 de la constitución política.
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Ley 160 de 1994 Por la cual se crea el sistema nacional de reforma agraria y desarrollo rural campesino, se esta-
blece un subsidio para la adquisición de tierras, se reforma el instituto colombiano de reforma agraria y se dictan
otras disposiciones Objeto de esta ley. Primero. Promover y consolidar la paz, a través de mecanismos encami-
nados a lograr la justicia social, la democracia participativa y el bienestar de la población campesina. Séptimo.
Promover, apoyar y coordinar el mejoramiento económico, social y cultural de la población rural y estimular la
participación de las organizaciones campesinas en el proceso integral de la reforma agraria y el desarrollo rural
campesino para lograr su fortalecimiento. Octavo. Garantizar a la mujer campesina e indígena las condiciones
y oportunidades de participación equitativa en los planes, programas y proyectos de desarrollo agropecuario,
propiciando la concertación necesaria para lograr el bienestar y efectiva vinculación al desarrollo de la economía
campesina. El consejo nacional de la reforma agraria y desarrollo rural campesino estará integrado de la siguiente
manera: Seis representantes de las organizaciones campesinas nacionales legalmente constituidas y reconocidas.
Dos representantes de las organizaciones indígenas nacionales legalmente constituidas y reconocidas. Un repre-
sentante de las organizaciones comercializadoras privadas del orden nacional, legalmente constituidas y reconoci-
das. Artículo 15.- el instituto colombiano de la reforma agraria será dirigido por una junta directiva y administrado
por un gerente general y tendrá el personal que señale el gobierno. La junta directiva del instituto tendrá los
siguientes miembros: Un representante de la asociación nacional de usuarios campesinos -anuc-. Un represen-
tante de otras organizaciones campesinas que integren el consejo nacional de reforma agraria y desarrollo rural
campesino. Un representante de las organizaciones indígenas que integran el consejo nacional de reforma agraria
y desarrollo rural campesino.
Ley 190 de 1995 Crea, dentro de los sistemas de control, el demominado control social, obligando a todas las
entidades públicas de la rama ejecutiva, a establecer anualmente los objetivos a cumplir para la siguiente vigencia,
de tal suerte que se pueda sobre ellas surtir la correspondiente evaluación social. Adicionalmente se crea la comi-
sión ciudadana de lucha contra la corrupción, y el fondo para la participación ciudadana. Igualmente, se obliga a
que toda entidad pública, instaure una dependencia de quejas y reclamos.
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Capítulo IX
La Contabilidad de la Ejecución del
Presupuesto y la Función de Auditar
el Balance de la Hacienda
E
l artículo354 de la Constitución Política prescribe que habrá un contador general, fun-
cionario de la rama ejecutiva, quien llevará la contabilidad. General de la nación y con-
solidará ésta con la de sus entidades descentralizadas territorialmente o por servicios,
cualquiera que sea el orden al que pertenezcan, excepto la referente a la ejecución del
presupuesto, cuya competencia se atribuye a la contraloría.
El constituyente del 91, estableció la gura del Contador General, con el n de asumir
la competencia de llevar la contabilidad general de la nación, función ésta que en el anterior
régimen era ejercida por la Contraloría General de la República, dado que en la reforma cons-
titucional de 1968 se dispuso, en las disposiciones transitorias (art.76-a), que mientras la ley
determinaba el organismo encargado de llevar las cuentas públicas generales de la nación,
dicha competencia seguiría siendo ejercida por la Contraloría. Y como en la práctica el Con-
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greso no legisló sobre el particular, su ejercicio lo avocó en forma permanente el ente scali-
zador.
De igual manera, el artículo constitucional invocado, otorga al Contador General, entre
otras competencias, la de determinar las normas contables que deben regir en el país, con-
forme a la ley. En la anterior Constitución ( art.60-2), por oposición complementaria, esa atri-
bución la tenía el Contralor General, quien debía prescribir los métodos de la contabilidad de
la administración nacional y su entidades descentralizadas.
La doctrina ha entendido, en tesis afortunada, que el texto constitucional es de apli-
cación inmediata, y que no requiere de reglamentación legal especial, salvo en lo relativo a
la determinación de las normas contables que deben regir en el país, remisión que en este
aspecto se explica “por la autonomía administrativa que la Constitución Política otorga a las entidades
territoriales para la organización de sus propios asuntos”.294
Entonces, y como ya se advirtió, la función de llevar la contabilidad no es propiamente
una función de control scal, sino de naturaleza esencialmente administrativa, razón por la
cual se despojó de ella a la Contraloría para otorgársela al nuevo funcionario denominado
Contador General de la Nación.
Pues bien, el artículo 354 superior, otorgó la competencia del Contador General en el
ámbito de la contabilidad general de la nación, excepto la referente a la ejecución del presu-
puesto, cuya competencia se atribuye a la Contraloría.
De todas maneras, la razón para que se le hubiese adscrito a la Contraloría General de
la República la competencia de llevar la contabilidad de la ejecución del presupuesto, según lo
precisó el ex-constituyente Alfonso Palacios Rudas -cuyo reciente deceso constituye una pér-
dida para el país-, reside en que esta entidad es la que presenta para examen y fenecimiento
del Congreso la cuenta general del presupuesto y del tesoro295.
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Capítulo X
El Control Fiscal a la Contratación
Estatal
1. Etapas del control
E
n el régimen de contratación estatal, la ley 80 de 1993, se advierte en su artículo 65,
que la intervención de las autoridades de control scal se ejercerá una vez agotados
los trámites administrativos de legalización de los contratos. Agrega que igualmente se
ejercerá control posterior a las cuentas correspondientes a los pagos originados en los
mismos, para vericar que estos se ajustaron a las disposiciones legales, y que una vez liqui-
dados o terminados los contratos, según el caso, se aplicarán los sistemas y principios de
control previstos en la Carta y la Ley.
De conformidad con la precitada disposición, se puede armar que la ley 80 prevé tres
etapas claramente diferenciadas para ejercer el control posterior.
La primera, se efectúa una vez cumplidos los trámites administrativos de legalización
de los contratos, a efecto de vericar el cumplimiento de las disposiciones relacionadas con la
selección del contratista, el perfeccionamiento del contrato y el cumplimiento de los requisitos
para su ejecución.
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Con lo anterior se pretende, que cuando surjan tales situaciones excepcionales, las
actuaciones de las entidades estatales se efectúen de manera más ágil y, sobre todo, en forma
oportuna, para solucionar la crisis derivada de aquellas situaciones.
a) Primer motivo: el aseguramiento de la continuidad del servicio. El primer elemento de la
urgencia maniesta, corresponde al aseguramiento de la continuidad del servicio, según
la premisa que precede la fórmula normativa que nos ocupa.
Sobre este maniesto, en primer lugar, es menester determinar el alcance del término
servicio, el cual hace relación directa con el servicio público a cargo del Estado.
El contexto de éste servicio, se encuentra, por lo tanto, necesariamente ligado, al
esquema fundamental del Estado Social de Derecho que preside nuestro Ordenamiento Supe-
rior, y a los especícos desarrollos constitucionales que sobre el servicio público ha diseñado
la Carta, y el legislador, a través de las reglamentaciones correspondientes.
En el campo constitucional, el concepto de servicio público se irradia en su cuerpo
sistemático, así:
El artículo segundo de dicho ordenamiento, contiene el enunciado de los denominados
nes esenciales del Estado, los cuales, junto con los contenidos en el preámbulo, correspon-
den al ideario axiológico de la Carta (valores de servicio a la comunidad, prosperidad general,
participación, etc) y a los principios que igualmente desarrolla la Constitución (tales como la
concepción misma del Estado Social de Derecho, la forma de organización política y territorial,
la prevalecía del interés general, etc.).
En este sentido, el artículo 365 constitucional arma en su enunciado que los “servicios
públicos son inherentes a la nalidad social del Estado”, y el 366 del mismo Código Superior
consagra la prioridad del denominado gasto público social.
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Pues bien, el Estatuto Contractual, por su parte, se encarga de denir el alcance del
concepto servicios públicos, el cual -como es obvio- tiene como soporte primario la preceptiva
de la Carta enunciada en forma referencial.
Según el numeral 3o. del artículo 2do. de dicho estatuto, para los efectos de esa Ley,
se entiende por servicios públicos:
“Los que están destinados a satisfacer necesidades colectivas en forma general, per-
manente o contínua, bajo la dirección, regulación y control del Estado, así como aquellos
mediante los cuales el Estado busca preservar el orden y asegurar el cumplimiento de sus
nes”.
Y el artículo 3o. del mismo Estatuto prescribe:
“Los nes de la contratación estatal. Los servidores públicos tendrán en consideración que al
celebrar contratos y con la ejecución de los mismos, las entidades buscan el cumplimiento de los nes
estatales, la continúa y eciente prestación de los servicios públicos y la efectividad de los derechos e
intereses de los administrados que colaboran con ellas en la consecución de dichos nes.
“Los particulares, por su parte, tendrán en cuenta al celebrar y ejecutar contratos con las entida-
des estatales que, además de la obtención de utilidades cuya protección garantiza el Estado, colaboran con
ellas en el logro de sus nes y cumplen una función social que, como tal, implica obligaciones”.
De esta forma se concibe el alcance teleológico de la expresión glosada, en relación
con la urgencia maniesta, según la cual su propósito estructural es el de mantener la conti-
nuidad del servicio, dentro del amplio marco de principios y desarrollos normativos concebidos
por el constituyente en torno al nuevo papel del Estado y el servicio público, además del
carácter instrumental del Estatuto contractual frente a ellos.
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Como es bien sabido, el constituyente del 91 reglamentó en mejor forma, los denomi-
nados estados de excepción, los cuales consisten en: estado de guerra exterior y el estado
de conmoción interior; situaciones que corresponden al denominado orden público. Y, de otra
parte, aparece el estado de emergencia, derivado del orden económico, social y ecológico del
país.
Aparte del los presupuestos objetivos contenidos en la regulación constitucional que
posibilitan la declaratoria de cualquiera de dichos estados excepcionales y de las exigencias
formales exigidas para su declaratoria, nos interesa destacar para el punto que nos ocupa,
la relación directa que debe existir entre los estados de excepción formalmente declarados y
las situaciones relacionadas con ellos, para efectos de la aplicación de la norma del Estatuto
Contractual en este aspecto.
En principio habría que pensar que el único requisito es la presencia de “situaciones”
relacionadas -mediante un vínculo causal-, con los estados de excepción, pero no con el con-
tenido material de los hechos que soportan dichos estados exceptivos, ni con las circunstan-
cias especícas que sirvieron de apoyo al Ejecutivo para tal declaratoria, pues se entiende
que la valoración de tales situaciones se hace en el decreto correspondiente del estado de
excepción.
Es decir, los supuestos fácticos ya han sido valorados a través de un acto cuya forma-
lidad y materialidad hace parte de otro tipo de control, de constitucionalidad301, en este caso.
Por esta razón, las situaciones relacionadas con los estados de excepción permiten
la declaratoria de la urgencia maniesta y, a su vez, la facultad consiguiente de contratar
directamente, pero con la salvedad que la situación de anormalidad contemplada en la decla-
ratoria del Estado de Excepción es solo un presupuesto habilitante para la urgencia evidente,
no siendo viable para la Contraloría revisar los supuestos fácticos de aquélla, pues los mismos
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pertenecen al régimen excepcional declarado por el Gobierno que, como ya se advirtió, está
supeditado a diverso tipo de control.
c) Tercer motivo: cuando se trate de conjurar situaciones excepcionales relacionadas con
hechos de calamidad o constitutivos de fuerza mayor o desastre que demanden actua-
ciones inmediatas. En primer lugar hay que advertir que la urgencia debe tener relación
directa y especíca con la necesidad de conjurar las situaciones excepcionales, las cuales
a su vez deben tener inmediata causalidad con los hechos de calamidad y demás indicados
en la ley.
En segundo lugar, que esa necesidad de solucionar las situaciones excepcionales
requiera actuaciones inmediatas.
Ahora bien, genéricamente podemos considerar que una calamidad302 se constituye
por hechos que alteran el curso normal de las cosas, como un desastre natural, que no puede
ser conjurado mediante los instrumentos normales de gestión o el uso de las atribuciones
ordinarias de la administración. Se debe relevar, que la norma no calica el hecho congurador
como grave calamidad pública (Como sí lo hace el artículo 215 Constitucional, cuando señala
los factores que permiten la declaratoria del estado de emergencia), sino simplemente se
reere a la calamidad, lo cual supone que la connotación jurídica de este último hecho es
menor en relación con aquél.
De otro lado, respecto a los hechos constitutivos de fuerza mayor, debemos, en primer
lugar, precisar el alcance conceptual del término, bajo las premisas que nos señala la Ley. En
efecto, el artículo 1o. de la Ley 95 de 1890 -modicatoria del artículo 64 del Código Civil-, indica:
“Se llama fuerza mayor o caso fortuito, el imprevisto a que no es posible resistir, como un nau-
fragio, un terremoto, el apreamiento de enemigos, los autos de autoridad ejercidos por un funcionario
público, etc.”
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la mayor brevedad, so pena de incurrir en dilación injusticada con las consecuencias de responsabilidad
disciplinaria”.310
El artículo 3o. de la ley 37 de 1993, sobre telefonía celular, así como su decreto regla-
mentario, 741 de 1993, en el numeral 2o. de su artículo 39, establecieron que el acto de adjudi-
cación de la licitación del servicio de telefonía móvil celular, tendría lugar en audiencia pública.
2.4 El SICE
Mediante la Ley 598 de 18 de julio de 2000, se creó el Sistema de Información para la
Vigilancia de la Contratación Estatal -SICE-, el Catalogo Único de Bienes y Servicios -CUBS- y el
Registro Único de Precios de Referencia -RUPR-, otorgando facultades al Contralor General de
la República para establecer su organización y funcionamiento. (ley 598 de 2000; Resolución
Reglamentaria 5296 de 11 ·dic · 2001; Resolución 05301 de 21 · enero · 2002)
El SICE es un sistema de información, ordenación y control a cargo de la Contraloría
General de la República, que integra todas las cifras del proceso de contratación estatal, con el
n de confrontarlas en línea y en tiempo real con los precios de referencia que posee la central
de información, garantizando una contratación sin detrimento de los recursos del Estado.
La propuesta es esquematizada así por la propia Contraloría:
“¿Qué es el SICE? El SICE es un sistema de información, ordenación y control a cargo
de la Contraloría General de la República, que integra todas las cifras del proceso de contra-
tación estatal, con el n de confrontarlas en línea y en tiempo real con los precios de referen-
cia que posee la central de información, garantizando una contratación sin detrimento de los
recursos del Estado.
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Capítulo XI
La facultad de conceptuar sobre
la calidad y eficiencia del control
fiscal interno de las entidades y
organismos del estado
U
n notable avance del Constituyente consistió en obligar a la administración pública en
todos sus órdenes a diseñar y aplicar métodos y procedimientos de control interno, cuyo
ámbito conceptual se precisará más adelante.
Dentro de este marco, a la Contraloría le compete conceptuar sobre la calidad y ecien-
cia del control scal interno de las entidades y organismos sujetos a su vigilancia.
Esta facultad es denida por el artículo 18 de la Ley 42 de 1993, como el análisis de
los sistemas de control de las Entidades, con el n de determinar la calidad de los mismos, el
nivel de conanza que se les puede otorgar y si son ecaces y ecientes en el cumplimiento
de sus objetivos.
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sus funciones de manera posterior y selectiva, sin ocuparse de funciones administrativas distintas de las
inherentes a su propia organización (artículo 267 C.N.). Por eso, la Carta atribuye al Contralor General
de la República, la facultad de conceptuar sobre la “calidad” y “eciencia” del control scal interno de
las entidades y organismos estatales, evaluación que ha sido denida por la ley como el análisis de los
sistemas de control interno de las entidades sujetas a la vigilancia, con el n de determinar la calidad de
los mismos, el nivel de conanza que se les pueda otorgar y si son ecaces y ecientes en el cumplimiento
de sus objetivos” 313 .
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Capítulo XII
La Facultad de Exigir Informes de
Gestión
E
n aspecto básico del nuevo control scal es la obtención de la información que posibilite
la aplicación adecuada de los sistemas de control scal, el cual supone, como contrapar-
tida, de la existencia de un sistema de información conable, que permita cuanticar el
desempeño de las entidades públicas para determinar la eciencia y ecacia del gasto
público.
Y, como ya se señaló, el artículo 343 constitucional, precisa que el organismo de pla-
neación tiene a su cargo el diseño y la organización de los sistemas de evaluación de gestión
y resultados de la administración pública, tanto en lo relacionado con políticas y proyectos de
inversión, en las condiciones que ella determine.
Con este parámetro, se expidió el referido Decreto ley 2167 de 1992, mediante el cual
se determina que el CONPES debe aprobar, mediante resolución, los sistemas, procedimientos y
metodologías para la evaluación de gestión de la administración pública, y la resolución No. 63 de
1994 del Departamento Nacional de Planeación, mediante la cual se organiza el Sistema Nacional
de Evaluación de Gestión y Resultados, bajo la coordinación de dicho Departamento. Con base en
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los anteriores parámetros, se debe producir la información de gestión que solicite la Contraloría.
Lo anterior evidencia, pues, la necesidad de que existan conables sistemas de infor-
mación, sin los cuales no tiene sentido hablar de esquemas ecientes de evaluación ex-post o
ex ante314, según el caso, que permitan determinar la eciencia y ecacia del gasto público.
Cabe destacar que en este recuadro juega un papel muy importante la creación del Contador
General de la Nación315, funcionario de la Rama Ejecutiva, al cual se le traslada la competencia
asignada en otra época a la Contraloría, con la facultad adicional de expedir todas las normas
contables del país.
El nuevo sistema de información contable gubernamental, permitirá en igual forma
realizar un adecuado seguimiento de la gestión de la administración pública, facilitando en
gran medida el proceso de evaluación ex-post del gasto público.
De otra parte, y con el propósito de otorgar herramientas efectivas a las contralorías
par obtener la información requerida a los entes vigilados, la Ley 42 contempla la aplicación
de sanciones -multas y solicitud de suspensión y destitución-, a los funcionarios que, entre
otras causales, no alleguen los informes solicitados por el Contralor.
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Capítulo XIII
La facultad de promover
investigaciones penales o
disciplinarias y de solicitar la
suspensión de funcionarios
E
l Constituyente otorgó amplias herramientas a los órganos de control scal a n de hacer
ecaz la vigilancia sobre la administración y manejo del patrimonio público.
Con esa intención, se reforzó la labor de investigación scal, otorgando a las pruebas que
recaude la Contraloría en esta etapa, validez procesal ante las investigaciones penales
o disciplinarias respectivas. Este carácter, es una consecuencia de las facultades especiales de
policía judicial con que se dotó a las Contralorías.
Así mismo, el artículo 78 de la ley 42 de 1993, prevé que los órganos de control
scal, la Procuraduría General de la Nación, La Fiscalía General de la Nación, las personerías y
otras entidades de control de la administración, podrán establecer con carácter temporal y de
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manera conjunta, grupos especiales de trabajo para adelantar investigaciones que permitan
realizar la vigilancia integral del manejo de los bienes y fondos públicos, así como las actua-
ciones de los servidores públicos.
De igual manera, el numeral 8o. del artículo 268 de la Carta, prescribe que la Contra-
loría, bajo su responsabilidad, podrá exigir, verdad sabida y buena fe guardada, la suspensión
inmediata de funcionarios mientras culminan las investigaciones o los respectivos procesos
penales o disciplinarios.
Esta disposición permite que la Contraloría, eventualmente, solicite la suspensión de
un funcionario investigado, cuando se considera que su permanencia en el cargo pueda obsta-
culizar o entorpecer el desarrollo de la investigación. De esta manera se impide que utilizando
el cargo, el funcionario limite la acción investigadora en su contra.
Para el efecto de aplicar la gura, la disposición constitucional no tiene mayores con-
dicionamiento o requisitos, diferentes al supuesto de la verdad sabida y la buena fe guardada.
Lo anterior supone, sin embargo, que deben existir serios elementos de juicio que permitan
justamente suponer el posible detrimento de la investigación por la permanencia del funcio-
nario, a más de una certeza procesal mínima sobre su posible responsabilidad.
No se debe olvidar, que discrecionalidad debe guardar proporción con los nes de la
investigación, y en general con los principios reguladores de la función administrativa. Igual-
mente, se debe hacer énfasis que en el evento de una errada utilización del mecanismo, podría
acarrear para la contraloría, y el contralor, eventuales responsabilidades, incluso a nivel patri-
monial316.
Ahora bien, la suspensión opera respecto de cualquier servidor público, salvo los
siguientes casos, por razón del régimen constitucional especial que los regula: el presidente
de la República, los magistrados de los altos Tribunales de justicia, el scal General de la
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Nación, los miembros del congreso, los miembros de las demás corporaciones públicas, los
gobernadores y los alcaldes.
En el caso de que un contralor solicite la suspensión provisional de un funcionario, el
nominador deberá cumplir en forma incondicionada e inmediata con dicha exigencia.
De igual manera, la facultad prevista en el numeral referido, por tener regulación
constitucional propia y completa no ha menester de previo desarrollo legal, según se precisó
jurisprudencialmente317
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Capítulo XIV
El registro de la deuda pública de la
nación y de las entidades
territoriales
L
a deuda pública es entendida como el conjunto de las acreencias de toda especie con-
traídas por el Estado. Se puede clasicar en deuda pública externa (si los recursos son
suministrados por acreedores extranjeros), “con la cual se busca asegurar objetivos de
estabilización externa, resolver problemas de brecha interna, asegurar un mayor desarrollo
económico y en algunos casos, resolver problemas de estabilización interna”318. Y deuda pública
interna (si los recursos provienen de acreedores nacionales), la cual “está dirigida a resolver
problemas de estabilización y brecha interna, y asegurar un mayor ahorro para el desarrollo”319.
Del mismo modo, la doctrina la suele clasicar según el tipo de entidad deudora (de
orden nacional, departamental, distrital o municipal); el tipo de acreedor (bancario, interna-
cional, privado); la obligatoriedad o no del mismo (empréstitos forzosos, patrióticos y volun-
tarios)320.
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En torno a esta facultad, se armó doctrinariamente: “La función del numeral 3 corres-
ponde al Ministerio de Hacienda, Dirección de Crédito Público, y resulta superua en la Contralo-
ría”322.
Si bien es cierto, el artículo 16 de la Ley 185 de 1995, prescribe que las operaciones de
crédito público y sus asimiladas y las operaciones de manejo de deuda que celebren las enti-
dades estatales, deberán registrarse en la Dirección General de Crédito Público del Ministerio
de Hacienda y Crédito Público, a partir de la Carta Política del 91 esta función se convierte en
un elemento fundamental de las nuevas competencias atribuidas a las Contralorías.
En efecto, dicho registro es un factor indispensable para que las contralorías ejerzan
la función del artículo 354 de la Carta, de llevar la contabilidad de la ejecución del presu-
puesto, la de certicar las nanzas del Estado y a su vez la de auditar el balance de la
hacienda(confrontación de pasivos). Además en la cuenta general del presupuesto y del
tesoro, aparece como un elemento importante el informe del estado de la deuda pública323.
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Capítulo XV
Dictar normas generales para
armonizar los sistemas de control
fiscal de todas las entidades públicas
del orden nacional y Territorial
E
sta facultad permite la unicación y armonización de los sistemas de control, aplicables a
las entidades públicas de todo orden, sometidas al control scal por parte de las contra-
lorías. El propósito del Constituyente fue el de reservar esta facultad al Contralor Gene-
ral de la República, justamente con la nalidad de unicar y homogenizar los criterios
reglamentarios aplicables a nivel territorial, por parte de las respectivas contralorías.
De tal suerte que, sin menoscabo de la facultad y autonomía que tienen los contralo-
res territoriales para denir las reglamentaciones especícas, en virtud de lo dispuesto en el
artículo 272 inciso quinto de la Carta, esta facultad solo puede ser ejercida por el Contralor
General de la República, como ya se ha advertido.
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El parágrafo primero del artículo 165 de la Ley 136 de 1994, Régimen municipal, pre-
cisamente indica que los sistemas de control scal de las contralorías municipales y de las
departamentales que ejerzan su función en los municipios, estarán subordinados a las normas
generales que dicte el Contralor General de la República en uso de la atribución contenida en
el artículo 268 de la Constitución Política.
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Capítulo XVI
La función de presentar a la Cámara
de Representantes la cuenta general
del presupuesto y del tesoro y
certificar el balance de la hacienda
presentado al Congreso por el
Contador General
E l inciso nal del artículo 268 de la Carta Política, señala esta atribución. De una parte
la Contraloría conserva la función de llevar la contabilidad de la ejecución presupuestal,
debiendo certicar, de otro lado, sobre la situación de las nanzas y auditar el balance
que presenta el Contador General.
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