Aportación Al Estudio de Las Cárceles Inquisitoriales Murcianas. La Casa de Recogidas en El Sig PDF
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1 GARCIA ABELLAN, J.: La otra Murcia del siglo XVIII. «Murgetana», XLII, 1975, págs. 5-77. Este
trabajo apona una sugestiva y erudita síntesis de la mentalidad supersticiosa de la sociedad murciana
de estos momentos.
2 BLAZQUEZ MIGUEL, J.: Inquisición y brujería en la Yecla del siglo XVIII. Yecla, 1984, pág. 106.
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12 años, como ocurrió a Antonia Monedero, alias «La Pendona», que perma-
neció desde 1746 a 1758 *.
El Cardenal Belluga había consignado la cantidad de 3.000 reales anuales y
el importe de dos partes —cuyo valor ascendía a otros 1.000 reales, aproxima-
damente— a la Inquisición murciana para que comprase una pequeña casa que
sirviera de reclusión perpetua a las hechiceras condenadas por el Santo Oficio.
En el año en que se inician los trámites para llevar a efecto este asunto, en
1749, la Inquisición tenía tan sólo 235 reales de renta anual para estos meneste-
res, cantidad a todas luces insignificante para mantener encerradas a estas
mujeres, las cuales, por tanto, estaban libres todo el día, deambulando por las
calles murcianas y continuando embaucando a las gentes con sus supercherías.
Tan sólo acudían a la Casa de Recogidas a dormir. „
Ya que la renta del Cardenal ascendía a unos 4.000 reales anuales, los
inquisidores proponen se compre alguna casa cercana a la cárcel de la Peniten-
cia que pueda servir para este fin ' .
En un primer momento se había pensado habilitar algunas habitaciones de
dicha cárcel, pero a la vista del informe de Pedro Pagan, maestro alarife del
Santo Oficio, se desiste de ello. Pagan indica que en la cárcel de la Penitencia
no es posible hacer sitio para albergar a dichas mujeres, pues incluso en algu-
nas ocasiones se han tenido que alquilar casas para recluirlas, por tanto es
preciso adquirir algún inmueble cercano.
Las casas que lindaban con la Penitencia eran las de Francisco Valcárcel,
que estaban recién construidas; un horno de pan, y otra en la que estaban
ubicados unos figones. En consecuencia todas ellas eran de considerable valor
y se salían de los presupuestos inquisitoriales.
Tan sólo quedaba la casa del presbítero José Moreno, titular de la capella-
nía de La Alberca, de la que era patrón el Duque de Veragua. Con dicha casa,
con alguna parte de la Penitencia y con la del Secretario de Secuestros del
Santo Oficio, se podría construir un espacioso inmueble.
El edificio que se considera más adecuado es este último. Estaba valorado
en 6.556 reales y en él se podrían hacer habitaciones suficientes para 5 ó 6
mujeres, aparte de las destinadas a la encargada, cuyo costo no superaría los
2.000 reales. La casa se encontraba en unas condiciones deplorables y demo-
lerla y reedificarla superaría la cantidad de 28.660 reales '".
Vistos los pros y los contras, se opta por esta solución, ya que el presbítero
no parece muy conforme con vender a módico precio su casa y no se vislumbra
otra alternativa.
ABREVIATURAS UTILIZADAS
AHN: Archivo Histórico Nacional.
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