Expo Criminologia Divisiones
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La ignorancia
Igualmente, otros como Van Kan, Havelock Ellis y G. Antonini, se dedicaron a investigar el
origen de la criminología, dejándonos un legado sobre los enfoques especiales y sistemáticos
del estudio del problema de las causas de la delincuencia y de la conducta anormal del
delincuente.
A mediados del siglo XIII, Santo Tomás de Aquino intentó también sentar las bases de la
filosofía del derecho penal en su obra Escolástica, y en la Edad Media se realizaron algunos
estudios médicos para investigar crímenes aislados.
El origen de la Criminología y de la justicia penal moderna se encuentra a finales del siglo XVII.
Fueron las ideas pertenecientes a la Ilustración las que contribuyeron a creer en un orden social
y político diferente al existente y de esta forma, tratar al delito y sus penas también de forma
diferente. Ocurrió en la denominada Escuela clásica y su máximo exponente fue el italiano
Cesare Beccaria (1738-1794) con su obra más conocida “De los delitos y de las penas”. Lo
normal durante el Antiguo Régimen era castigar de manera abusiva y con tortura. En su obra
Becaria asumía una posición contractualista y en base a ella proponía 12 puntos para la reforma
de los sistemas penales y penitenciarios.
1- “El contrato social y la necesidad del castigo”: Las leyes fueron la forma en que los
hombres rechazaron parte de su libertad a favor de la seguridad en una sociedad común.
Las penas son los motivos necesarios contra quienes incumplen estas leyes.
2-“La tendencia al placer como motivador del delito”. Los hombres siempre buscarán el
placer y evitarán el dolor, por ello delinquiran cuando calculen que les será más
beneficioso. Como vemos en Beccaria se vislumbra una concepción hedonista y egoísta
como explicación principal del delito.
3-“La gravedad del delito”. La naturaleza del delito reside en su nocividad social. Debe
medirse la gravedad del hecho cometido según la manera en que ha perjudicado a la
sociedad, algo que hoy parece evidente pero que entonces suponía un cambio radical a la
hora de conceptualizar el delito. Hasta entonces lo relevante era la inmoralidad o
pecaminosidad intrínseca de la acción, con independencia de sí ocasionaba algún mal a la
sociedad.
4- “El estudio científico de los delitos”. La sociedad debe estudiar de forma científica las
fuentes de los delitos antes de saber qué penas aplicar y así poder prevenirlos. De
nuevo, a día de hoy es natural aplicar el método científico a cualquier disciplina, pero
debemos pensar que en aquella época el estudio científico de la sociedad, como si de la
naturaleza se tratara, era impensable. Solo un cuerpo regido por leyes deterministas -el
mundo físico- podría ser estudiado científicamente. Un cuerpo regido por la libertad -el
mundo humano- era inabordable.
6- “El fin de las penas”. Las penas tienen como objetivo impedir que el reo ocasione
nuevos males a los ciudadanos y retraer a los demás de cometer otros iguales. Esto
significa, que las penas tienen una doble función: de resocialización y disuasoria. Vemos
pues que Beccaria propone alejarse de las concepciones retribucionistas de la pena, que
la conciben, principalmente, como un castigo o justo pago por lo cometido.
7- “Proporcionalidad entre delitos y penas”. La pena, para resultar más eficaz, debe ser
superior al bien que nace del delito y coherente con la propia naturaleza de este. Es decir,
a un delito de naturaleza económica debe seguirle una pena también económica.
8- “Prontitud y certeza de la pena”. Cuanto más segura, más pronta y más próxima al
delito cometido sea la pena, tanto más justa y más útil será. Decía Beccaria que no es la
severidad de la pena lo que mayor disuade, sino su certeza, es decir el saber que
sucederá y que sucederá más pronto que tarde.
9-“Suavidad del sistema penal”. La suavidad del sistema penal deberá ser directamente
proporcional al estado de desarrollo social que tiene determinada comunidad. Es decir, el
medir el progreso de una sociedad por la severidad de sus penas, una idea revolucionaria
incluso para nuestros tiempos.
10- “Rechazo de la pena de muerte”. La pena más eficaz no es la pena de muerte, que no
deberá aplicarse, sino la pérdida de libertad (aquel ámbito que el ciudadano realmente
ha cedido al Estado en su contrato fundacional).
12- “Prevenir el delito mediante recompensa de su contrario”. Los delitos deben también
prevenirse mediante la recompensa de las buenas acciones de los hombres.
En el siglo XIX, se empiezan a aplicar los métodos de observación científica al crimen, con el fin
de determinar las causas de la criminalidad. En este momento es cuando la Escuela Italiana
entre cuyos miembros se menciona Lombroso, Rafael Garófalo, Enrico Ferri, intenta encontrar
la causa profunda de la delincuencia en las anomalías corporales y mentales de los individuos y,
la Escuela Francobelga en la cual se mencionan Durkheim, Guerry, Lacassagne, Quételet,
Gabriel Tarde, considera la influencia del medio social como el verdadero «caldo de cultivo de
la criminalidad».
En el siglo XX, los criminólogos se esfuerzan en hacer una síntesis de los descubrimientos
precedentes. En diferentes países comienzan a manifestarse tendencias que aumentan el
campo de la actividad criminológica en diferentes ramas como la criminalística en Alemania;
otros, la penología; y otros como los Estados Unidos, ponderaron el estudio en su conjunto de
la ciencia del crimen y de la ciencia de la reacción social suscitada por él. En este siglo, la
criminología tuvo notable influencia en la evolución del derecho penal.
Los primeros estudios estadísticos en Criminología fueron realizados por André Guerry y por
Adolphe Quetelet durante la primera mitad del siglo XIX a partir de las estadísticas criminales
que Francia había comenzado a publicar en el año 1827 que incluían datos personales y sociales
sobre los delincuentes. Guerry empezó así a aproximarse a la criminalidad ecológica realizando
mapas donde sombreaba las áreas más propensas a la actividad delictiva. Quetelet se dedicó a
buscar los factores que explicasen o se relacionasen con la criminalidad. Extrajo de sus estudios
diversas conclusiones. En primer lugar, que la delincuencia es algo normal y presente en todas
las sociedades. En segundo lugar, que la pobreza no era la causa de la delincuencia. Las tasas
más altas de delincuencia aparecían en las ciudades y no en las regiones más pobres. Es aquí
donde surge la teoría de la “privación relativa”, según la cual las personas adquieren conciencia
de desigualdad al observar que otros poseen mayores posibilidades. Esto daría lugar a
sentimientos de ira y resentimiento que llevaría a delinquir. Quetelet también es conocido por
la creación de “las leyes térmicas”. Según su estudio de la secuencia de delitos durante el año,
el calor de verano es más propenso a incrementar la delincuencia en delitos como los
homicidios. En cambio, el invierno propicia el aumento de robos. (En la actualidad no hace falta
recurrir a unas leyes térmicas para explicar los delitos, simplemente se puede entender que en
verano hay más gente en lugares públicos y esto propicia los contactos entre las personas y por
lo tanto, también la aparición de conductas delictivas.
Estas concepciones practicas fueron evolucionando a través del pasar de los tiempos, hasta que
se excluyó tanto a las cosas como a los animales de la responsabilidad penal, pero respecto al
hombre se mantuvieron las mismas tesis artificiales y dogmáticas, relacionando la
responsabilidad penal de la persona con una mayor o menor cantidad de culpa, pero reposando
sobre el concepto moral sobre el bien y el mal.
Sobre las concepciones relacionados a los delitos y conducta de los hombres, surgieron
opiniones de algunos autores de tendencia sociológica que sostienen que las causas del delito
tienen un origen exclusivo en el seno de la sociedad, o bien en el ambiente que nos rodean o
mundo circundante; y otros autores de concepciones antropológicas que consideran que las
causas de los delitos de la constitución orgánica y biológica del individuo.
A consecuencia de los diferentes pareceres sobre el delito, surgieron dos doctrinas que se
disputaron estas concepciones, una llamada Escuela Clásica, y otra llamada Escuela
Determinista
La Escuela Clásica completa el cuadro de ideas sobre el problema criminal que tienen su origen
las ciencias del espíritu. Sostiene que la causa del delito se encuentra en el libro albedrío o
voluntad libre del hombre, y no en factores internos o externos independientes de voluntad.
Hay algo muy significativo en la escuela clásica, como es, la defensa de las garantías
individuales y su reacción contra la arbitrariedad y los abusos de poder.
Francisco Carrara, es considerado el padre de la Escuela Clásica del Derecho Penal. Para este
pensador el Derecho es connatural del hombre. La Ciencia del Derecho Criminal es un orden de
razones emanadas de la ley moral, preexistente a las leyes humanas.
Es importante destacar, que esta doctrina sirvió de fundamente para la redacción del Código
Penal francés del año 1791, el cual influyó en las redacciones de los Códigos de 1810 y 1832, del
cual este último se derivó nuestro Código Penal Dominicano.
La Doctrina Determinista es diametralmente opuesta a la doctrina indeterminista, y la misma
ha sido sustentada por las Escuelas Positivistas: la antropológica y la sociológica italiana.
Esta Escuela hizo de la ciencia de los delitos y de las penas una ciencia de observación positiva,
que, fundándose en la antropología, la psicología y la estadística criminal, y así de como el
derecho penal y los estudios penitenciarios, llega a ser la ciencia sintética que Ferri llamó
sociología criminal.
Esta Escuela nace en el siglo XIX., como una reacción contra la Escuela Clásica, está fundamenta
en las concepciones criminologicas de Su creador fue Cesar Lombroso, quien la gestó mediante
observaciones e investigaciones hechas en prisiones y hospitales, trabajando directamente con
prisioneros y soldados delincuentes.
Durante el periodo de 1830 a 1870, surgieron dos directrices que tenían su opinión sobre la
conducta delincuente, pero tenían concordancia respecto a su concepción, a saber:
Los Frenólogos, encabezados por Gall, autor de la Hipótesis Psicológica, que consideraban al
cerebro como una agregación de órganos, correspondiendo a cada uno de estos diferentes
facultad intelectual, instinto y afecto o facultades de mayor energía, según el mayor o menor
desarrollo de la parte del cerebro que le correspondiese.
Debido a esta hipótesis fue que tanto Gall, P. Broca y otros científicos de la época, estudiaron y
observaron las desviaciones de las medidas del cráneo, y esas anomalías relacionaron con la
delincuencia.
Sobre la base de esas concepciones. P. Broca, fundó la Escuela Antropológica Criminal en Paris,
la cual se sustentaba sobre sólido fundamento científico.
Esquirol, Pinel y otros, sustentaron la hipótesis de que las irregularidades craneales y faciales a
que se refieren Gall y P. Broca, tenían origen patológico, pues relacionaban la delincuencia con
la demencia, concibiendo así la llamada "hipótesis patológica".
H. Maudsley sostuvo que entre la delincuencia y la locura hay una zona intermedia, en razón de
que de un lado hallamos mucha perversidad y poca locura, y en el lado opuesto, hallamos
menos perversidad y máxima locura.
A. B, Morel, realizó investigaciones criminologicas sobre las causas del delito, de cuyos
resultados publicó en 1857 su obra titulada "Tratado sobre las Degeneraciones Físicas,
Intelectuales y Morales de la Especie Humana", en la que se refiere a las causas que producen
esa gama de anomalías o enfermedades. Sustentando que los descendientes del ser humano
normal, pueden degenerar como resultado de circunstancias desfavorables, originando dichas
degeneraciones las condiciones que pueden arrastrar al individuo a la delincuencia.
E. Dally, quien en 1863 pudo apreciar la relación existente entre la locura y el delito,
relacionando así las anomalías orgánicas y las cerebrales, considerando que las causas del delito
dependían del estado de locura del delincuente, sosteniendo que el delito y la locura son dos
formas de decadencia orgánico-cerebral.
Lavoisier, este científico francés realizó investigaciones sobre los elementos químicos,
descubriendo así que la naturaleza de todos los elementos químicos que integran la tierra como
amasijo de sustancias inertes, es la misma de los componentes de los seres vivientes, razón por
la que tuvo la percepción de que la composición físico –biológica del hombre, tienen su origen
en los elementos químicos inertes o inogàrnicos.
Charles Darwin, eminente científico naturalista ingles, quien en 1859, público en 1859 su obra
"El Origen de las Especies". En dicha obra sostiene la tesis o teoría de que las "funciones físicas
y químicas evolucionan a través de una expresa adaptación al medio". Y afirma además, que "el
hombre está íntimamente relacionado con los otros animales y sobre él influyen los mismos
impulsos biológicos".
LOMBROSSO En el año 1883, Lombroso publicó un articulo titulado "Pro Schola Mea" en el cual
expuso su concepción sobre las consecuencias políticas jurídicas de su doctrina basado en la "la
delincuencia nata y la moral insanaty", afirmando que ambas son enfermedades del espíritu,
pero de una índole que el legislador no les reconoce el efecto de ser excluidas de la
imputabilidad, por lo que se le somete, casi siempre a la apreciación del perito judicial.
En otras de sus obras, Lombroso, explica que el atavismo nos hace comprender la ineficacia de
la pena frente a los delincuentes natos, así como el hecho de la constante repetición numérica y
periódica de determinados delitos. Y que ante la necesidad en la producción de un delito,
también hay necesidad de defensa contra él, imponiendo una pena proporcional al grado de
temor que infunde el individuo de que se trata.
Lombroso, se opuso a las penas severas, y era partidario de que se impusiera el castigo de
acuerdo al hecho, la personalidad del sujeto y el motivo. Igualmente se oponía a los Tribunales
de Jurados, al indulto y a las penas privativas de libertad cortas. En cambio, estuvo de acuerdo
con las penas corporales, ayunos, duchas frías, trabajo duro y penoso, la represión, etc.
Propuso como mejor medida preventiva para los jóvenes delincuentes y para los delincuentes
ocasionales, el "probation system" de los norteamericanos, y una reconciliación del
humanitarismo con la seguridad de la sociedad, apoyados en la creación de establecimientos
para locos criminales.
Enrico Ferri, fue un jurista, abogado penalista, sociólogo y orador brillante, fue Profesor de
Derecho Penal en la Universidad de Pisa (Turín), y que expuso su tesis criminológica titulada "La
teoría de la Imputabilidad y la Negación del Libre Albedrío" en alguna de sus obras.
Además, se dice que fue Ferri, y no Lombroso, quien se pronuncio en contra de la institución de
la pena, y recomendó la creación de instituciones preventivas que sirvieran , no para castigar la
delincuencia, sino, para destruir o atenuarlas causas que la producen.
Por estas y otras teorías, Ferri fue considerado como el creador de una nueva Escuela, llamada
"Escuela Sociológica, o "Escuela Biosociologica"
La escuela de Chicago
La Escuela de Chicago sugiere una vinculación estrecha entre estructura urbana y delincuencia,
proponían que en la ciudad existen una serie de áreas concéntricas que se asocian a tasas de
criminalidad. La hipótesis principal establecía una relación directa entre los niveles de
desorganización social de los barrios con las tasas delictivas. Es entonces, al calor de estas
nuevas visiones, que con más fuerza se presenta al delincuente a como alguien normal que
simplemente se hallaba al margen de la ley.
Como parte de la Escuela de Chicago destacan Shaw y McKay por sus estudios sobre la
delincuencia juvenil en la ciudad de Chicago durante las décadas de los veinte y los cuarenta del
siglo XX a través de historias de vida y registros policiales/judiciales. Crearon una serie de
mapas donde distribuyeron la ciudad de Chicago en cinco zonas según la delincuencia existente
en cada una de ellas.
-Zona III, correspondiente a los trabajadores que han logrado salir de la zona II.
Según esto, la delincuencia juvenil fue diferenciada no por edad o sexo, sino por las zonas
donde habitaban. Esto fue denominado como “ecología urbana” (la creencia de que la
delincuencia seguía un patrón geográfico).
Las áreas de transición se caracterizaban por un gran deterioro físico de los edificios y zonas
residenciales, además, mostraban altas tasas de delincuencia. Las personas que residían allí
eran básicamente familias desestructuradas. Fue en estas zonas donde pusieron el foco de
interés Shaw y McKay, buscando analizar la patología social que se producía como resultado de
la desorganización social. En síntesis, determinaron que las tasas altas de delincuencia se
relacionaban con la falta de orden (o desorganización social) característico en esas zonas de
transición.
Una explicación más ajustada de este fenómeno es la siguiente: Los cambios rápidos en la
industralización incrementaron la emigración a las ciudades, esto conllevo un descenso de las
fuerzas de control informales e institucionales (falta de orden o desorganización social) a
medida que las ciudades se expandían. Debido a esto, las tasas de delincuencia se
incrementaron.
Movimientos críticos y marxismo
A mediados del siglo XX se produjo en las ciencias sociales un movimiento crítico. Se puso en
entredicho la objetividad de las denominadas conductas desviadas e infractoras, es decir, se
empezó a cuestionar si lo que estaba visto como delito era verdaderamente criticable, y si
determinadas patologías mentales correspondían a un tratamiento psiquiátrico o no. Es en
1939 cuando el estadounidense Frank Tannembaum (1898-1969) introduce el término
“tagging” para referirse al proceso de etiquetaje que acontecía cuando detenían a un
delincuente y lo calificaban como tal. Según Tannmbaum, el delito era resultado de dos
definiciones: las que daba el propio delincuente y las que daba la sociedad. Esto es muy
importante ya que, como explicaba Tannumbaum, una vez el delincuente es visto como una
persona irrecuperable y perversa por la sociedad, es más susceptible de verse a sí mismo como
tal y continuar actuando así sin oportunidades de adaptación social. Esto es, el hecho de cómo
la sociedad entiende al delincuente juega un papel importante en su rehabilitación. La obra de
mayor influencia para los teóricos del etiquetado fue la de Ervin Goffman (1922-1982),
“Internados”. En esta obra se examina el impacto que produce en el individuo el hecho de estar
en una institución como los psiquiátricos o las prisiones, internado.
Principales corrientes
-Tensión y control social: El elemento esencial de las teorías que se contemplan en esta
corriente es que la delincuencia es el resultado de problemas en la estructura y el
funcionamiento social, especialmente de los desequilibrios existentes entre las metas sociales y
los medios legítimos para su obtención. Lo que esto quiere decir, es que la sociedad demanda
ciertos niveles de “estatus social” que no todo el mundo puede cumplir. Esa discrepancia entre
objetivos y medios para conseguirlos podría generar una tensión en el individuo que propiciaría
la aparición de subculturas con sus propias normas y valores además de hacerle responder de
forma delictiva rompiendo con la norma para conseguir sus objetivos. Un ejemplo sencillo y a
pequeña escala sería el siguiente: Una persona contempla que a su alrededor todo el mundo
posee un móvil de gran calidad y quiere tenerlo también. Sin embargo, no dispone de la
economía suficiente y decide robar. Y un ejemplo más complicado sería entender a través de
esta concepción, la aparición de subculturas ajenas a las normas establecidas con su propio
código ético.
-Etiquetado y conflicto social: Aparece a finales de los años sesenta y se caracteriza por sostener
que el proceso fundamental para entender adecuadamente los procesos criminogénicos era el
relativo a la definición, creación y aplicación de las propias normas sociales y legales, ya que
estas suelen catalogar como comportamientos infractores muchas conductas que son
características de los grupos más desvalidos de la sociedad. Se entendía así que eran las
personas más vulnerables socialmente las que definían lo que era delincuencia. Esta corriente
explicativa, deja fuera, por ejemplo, los delitos de cuello blanco (relacionados con la clase alta).
-Elección racional y oportunidad delictiva: Se engloban aquí desde perspectivas más antiguas
(pertenecientes a la escuela clásica) como más modernas. Se entiende la racionalidad humana y
la tendencia al placer como base de la delincuencia. Según esta concepción los delincuentes
tendrían capacidad para decidir, es decir, valorar y ponderar los costes y beneficios para decidir
delinquir o no. Se entiende que el delito tiene una utilidad para la persona que lo comete.
Presupone, por un lado, cierta naturaleza biológica en la búsqueda del placer y por otro lado, la
existencia de un ambiente social y físico que ofrece las oportunidades necesarias para cometer
el delito.