Epistemologia y El Reino Mágico

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“EPISTEMOLOGIA Y EL REINO MÁGICO”

Casi todos los que visitan Disneylandia comentan que; 1) les gusta, 2) están sorprendidos por lo
que ven, y 3) desean que otros tengan algunas de sus experiencias. Evidentemente, los
propietarios de Disneylandia han ingeniado un servicio de entretención que funciona. Disneylandia
proporciona lo que la gente quiere; mejor aún, se lo da incluso antes de que sepan que lo desean
-o al menos antes de que sean capaces de articular sus deseos con algún grado de detalle. Así,
aunque los visitantes no vayan allí necesariamente diciendo que desean ver el espectáculo de los
"Piratas del Caribe", la mayoría tiene claro, cuando termina, que ése era exactamente el tipo de
experiencia que deseaba tener. -

Una buena terapia funciona más o menos en la misma forma que Disneylandia, y la teoría del
determinismo estructural [1980], del biólogo chileno Humberto Maturana, nos explica porqué esto
es así (y debe ser así). En pocas palabras, la gente de Disney (y Maturana) comprenden que uno
no cambia los organismos -uno diseña un medio ambiente en el cual los organismos se
desarrollan, responden y cambia a sí mismos. Por ejemplo, los operadores de Disneylandia se
percataron dé que la gente está menos intranquila cuando las filas de espera se mueven que
cuando permanecen inmóviles (aun cuando el tiempo de espera sea exactamente el mismo). Esta
es la razón por la que las entradas a muchas atracciones de Disney están diseñadas, ya sea para
que la gente se mantenga en movimiento, o bien para que se inicie el proceso de "entretención"
mientras esperan. Los diseñadores de Disneylandia no instalaron carteles diciendo, "Por favor, no
esté de mal humor" (o desordenado o impaciente). En vez de eso, incorporaron en su diseño el mal
humor, de modo que todos pudieran participar más plena y generosamente. Como resultado de lo
anterior, la gente lo visita masivamente y se auto educa en el proceso de ser ella misma. Los
diseñadores de Disneylandia parecen saber algo acerca de cómo crear un ambiente que provea la
oportunidad de tener experiencias placenteras para las cuales la gente esté preparada, vale decir,
con la cual su estructura sea congruente.

Confusiones actuales

Cuando uno habla con terapeutas que están a la vanguardia -gente que realmente ve familias todo
el día- uno se da cuenta de que "algo" anda mal con la terapia, en cuanto a su práctica corriente.
Aun cuando estos profesionales puedan tener la impresión de que la terapia "funciona" a veces,
generalmente tienen tanta dificultad en contabilizar sus éxitos como sus fracasos y, por
consiguiente, ni siquiera los éxitos ofrecen un sentido tranquilizador de predictibilidad o
consistencia. Esta impredictibilidad frustrada constituye una contribución esencial al agotamiento
prematuro de los terapeutas. (Si Walt Disney estuviera vivo y tuviese una proporción
acierto/desacierto como la nuestra, también experimentarla "agotamiento" y probablemente
reacondicionaría completamente su operación o se saldría del negocio para siempre).

La evidencia de investigación, cuando existe -y en terapia familiar es raro que asi sea- es en si un
motivo de celebración. Estudios recientemente publicados, que usan refinadas técnicas
comparativas, continúan sugiriendo que las diversas terapias funcionan igualmente bien -o
igualmente mal (e.g,, Miller & Berman, 1983; Shapiro & Shapiro. 1982; Smith, 1982; Smith & Glass,
1977). Además, los paraprofesionales parecen ser tan eficientes como los más entrenados (Hattie.
Sharpley & Rogers, 1984}, y los métodos mediante placebo producen éxitos similares a los
tratamientos que son supuestamente ideados a "partir" de una mayor reflexión (Príoleau Murdóck
& Brody, 1983), Las terapias estratégicas y breves -enfoques que muchos alguna vez esperaron
que mostraran niveles de éxito superiores parecen no haber sido mejores que otras, a pesar de
que los terapeutas estratégicos puedan aducir que ellos pierden menos tiempo en llegar al meollo
del asunto (Weakiand, Fisch, Watzlawick & Brodin, 1974).

Es contra este trasfondo de hallazgos ambiguos que sostenemos que los conceptos generales de
la terapia, incluyendo enfoques sistémicos y familiares, yerran el blanco. Más aún, sugerimos que
la teoría del determinismo estructural de Maturana ayuda a identificar el blanco. Su trabajo pone en
tela de juicio nociones tan familiares como la creencia de los terapeutas de que son "agentes de
cambio" que mejoran las habilidades comunicacionales o descubren los verdaderos propósitos de
sistemas e individuos.

En contraposición, Maturana plantea que el terapeuta no controla ni puede controlar o cambiar


directamente a nadie, que la comunicación (en el sentido convencional del término) no existe y que
ni los sistemas ni los individuos elaboran propósitos por descubrir.

Determinismo estructural: lineamientos generales

Antes de considerar algunas de las implicancias del trabajo de Maturana para la terapia familiar, es
importante que reseñemos brevemente algunos aspectos centrales de su teoría. Nuestra estrategia
consiste en, primeramente, dejar establecidos lisa y llanamente los seis postulados más
importantes de su teoría, y luego, intentar descubrir el significado de cada uno. La comprensión de
estas seis ideas (que son un poco engañosas) es esencial para obtener una apreciación inicial del
punto de vista de Maturana.

1- Los sistemas vivos están "estructuralmente determinados" -su operación es una


función de cómo están construidos, ordenados y unidos.

2- Los sistemas vivos son "sistemas de información cerrados". Sus organizaciones


autónomas no pueden ser descritas como simplemente "causadas" o directamente
"instruidas" por fuerzas externas.

3- Los organismos sobreviven acoplándose entre sí y con otros aspectos del medio
circundante -es decir, devienen "estructuralmente acoplados". Cuando el
acoplamiento del organismo y su medio es insuficiente, hay desintegración -en nuestro
lenguaje más usual, el organismo "muere".

4- El curso de un sistema vivo consiste íntegramente en una "deriva" sin propósito


determinado en un medio. Existen continuos cambios en respuesta tanto a
modificaciones del medio externo como a perturbaciones internas, hasta llegar al punto de
desintegración, que puede ocurrir en cualquier momento.

5- Los seres humanos son sistemas observadores, que describen, distinguen y


diseñan en palabras y símbolos (lenguaje). Sin el observador, nada existe.

6- No percibimos un universo objetivo. Los objetos que pensamos, vemos y estudiamos


son producto de las actividades de nuestro propio sistema nervioso. No hay objetividad;
sólo hay "objetividad entre paréntesis".

¿Dónde está la familia?

Veamos ahora si podemos trasladar tales postulados a la vida. Empezaremos por el final (con los
postulados Nº 5 y 6) que son los más difíciles de captar, pero también los más fundamentales.

La posición de que la gente comprende los sucesos desde distintas perspectivas no es algo nuevo
para los terapeutas familiares. Sin embargo, la visión de Maturana en esta materia es más nítida,
audaz y radical -y está enraizada en la biología, no en la filosofía. De hecho, esta teoría puede
considerarse un intento por alinear a la biología (y, si lo deseamos, la terapia) con la así llamada
"participación del observador" de la física moderna (ver Overbye, 1981).

Maturana sostiene que no se trata solamente de que tengamos visiones o perspectivas diferentes
acerca de un acontecimiento dado, sino que el hecho en sí no tiene existencia separada de su
distinción en palabras y símbolos. (Recordemos que la palabra existir significó, originalmente,
"destacarse de").

El lenguaje crea la ilusión de que podemos mirar afuera y "ver" un mundo exterior separado. De
hecho, nunca abandonamos realmente el dominio de nuestra propia actividad o interacción. En
esta epistemología, no existe realmente un "objeto" de estudio independiente. Dado que no hay
nada objetivo, tampoco hay nada subjetivo. Hay sólo "objetividad entre paréntesis" (Maturana,
1984).

En otras palabras, en terapia familiar se presentan varios individuos, cada uno de los cuales tiene a
una familia en mente. Hay tantas familias en el consultorio corno descripciones de observadores dé
familias haya. Cada miembro tiene su propia familia, y cada una es totalmente diferenciada y
legítima, aunque puedan existir puntos de intersección entre algunas de estas "familias". Pero la
visión de una persona no es la distorsión de alguna interpretación supuestamente correcta. En
lugar de un universo objetivo, que espera ser descubierto o descrito correctamente, Maturana
propone lo que él denomina un "multiverso", donde coexisten muchos "versos" de observadores,
cada uno válido por derecho propio.

Es crucial observar que la descripción de familia que presenta un terapeuta no es más objetiva o
real que las familias que existen en los patrones de lenguaje de cada uno de los miembros de la
familia. Además, las palabras y los símbolos que cada uno de ellos usa para describir familias (y
otros hechos) no son sólo abstracciones, sino herramientas que se usan para coordinar pautas de
acción complejas en dominios sociales. Pero, a menos que seamos cautelosos, tendemos a caer
presos de una ilusión común: a medida que se logra el consenso social en un dominio -es decir, la
gente de un mismo "club" empieza a hablar de manera similar- pensamos que se ha descubierto
algo objetivo. Por esta razón, sería útil que los terapeutas familiares y otros especialistas de salud
mental dejaran de hablar de "test de la realidad" y en su lugar hablaran del "test del consenso", que
es más preciso. Y, aun cuando comúnmente se cree que a medida que avanzamos en la vida
delineamos representaciones cada vez más precisas de una realidad externa, todo lo que hacemos
es crear nuevas y diferentes formas de coordinar nuestras acciones con los demás. Del mismo
modo, un terapeuta familiar ofrece a los miembros de una familia oportunidades para jugar juntos
en nuevas y diferentes formas como lo hace Disneylandia. El terapeuta no puede revelar "la
verdad" sobre las relaciones de los miembros de la familia entre sí. Sólo puede proponer u ofrecer
otros conjuntos de distinciones -por ejemplo, interesando en el backgamon a un grupo
acostumbrado al ajedrez-.

Para decirlo de otro modo, podríamos argumentar que Freud tuvo mucha razón en la importancia
que le atribuyó al fenómeno de la transferencia, aunque, aparentemente, no llegara muy lejos. Lo
que no vio es que no hay nada sino transferencia, de modo que no se trata exactamente de algo
que se pueda curar o superar. Si pudiésemos apartamos de esto, ¿Donde nos encontraríamos?
Tan solo en una transferencia más ampliamente compartida. En ese sentido, la terapia le enseña a
la gente a adoptar formulaciones más convencionales en lugar de idiosincráticas -cambiando de
ilusiones relativamente privadas a públicas-.

Causas y tópicos relacionados

Las otras proposiciones de Maturana están estrechamente ligadas entre sí y pueden discutirse en
forma conjunta. Medularmente, el determinismo estructural, como esquema explicativo, es una
versión moderna del concepto de "causa formal" de Aristóteles (Rychlak, 1977). Simplificando, esto
implica que los "tostadores" tuestan y que las "lavadoras" lavan, debido a como está construido o
estructurado cada artefacto. Además, aun cuando todo sistema (sea vivo o no) existe en un medio,
el medio no determina exactamente lo que va a suceder después. Conectamos la electricidad y el
tostador persiste en tostar mientras que la lavadora persiste en lavar. Como la estructura de cada
aparato es distinta, cada uno responde en forma diferente a prácticamente el mismo gatillamiento
ambiental. Algunos artefactos domésticos ni siquiera se molestan en notar si la corriente eléctrica
está conectada o no, ya que sus estructuras no son susceptibles a las perturbaciones del
suministro eléctrico doméstico -funcionan con baterías-.

A diferencia de los enfoques que le dan mayor importancia a las relaciones “entrada-salida” o a las
simples contingencias de reforzamiento, el determinismo estructural nos lleva a apreciar más
integralmente al organismo como una unidad o entidad organizacionalmente cerrada,
autodeterminante. El término "organizacionalmente cerrado" implica que una persona
sencillamente no "recibe" información desde el exterior. Esto se hace obvio al estudiar ya sea el
sistema nervioso o a los adolescentes. En un sistema nervioso, los nervios interactúan entre sí
como un sistema organizado -es decir, como un todo-. Ni toman "fotos" de un mundo externo ni
reciben "información" literal del exterior.

Aun cuando los humanos son bastante más complejos que los tostadores o las lavadoras, los
principios comprendidos en nuestras respectivas operaciones son muy parecidos. La gente hace lo
que hace debido a como está constituida, y lo hace en relación al (pero no por instrucciones
precisas del) medio en el cual existe, el que incluye otra gente. Francamente, usted no está ahora
leyendo nuestro artículo -usted está usando las palabras que nosotros escribimos para hablarse a
sí mismo en una forma que está determinada por -y es congruente con- su estructura particular.
Usted utilizará lo que hemos escrito para sus propios "fines", y no hay nada en absoluto que
podamos hacer al respecto. No podemos "instruir" directamente su sistema. De hecho, estamos
escribiendo solamente a partir de nuestras propias estructuras y en relación a los "clubes" de los
que somos miembros.

Lo que la visión de Maturana no permite es cualquier forma de explicación lineal causa-efecto (del
tipo bola de billar). Ciertamente, en su mayoría, los terapeutas familiares se han vuelto suspicaces
frente a tales formulaciones. Sin embargo, muchos no han visto todavía la necesidad de considerar
la causalidad circular y las explicaciones (el así llamado "determinismo recíproco") con un
escepticismo similar. Más aún, cuando los terapeutas familiares adhieren a esos modelos que
sugieren que los sistemas hacen que la gente actúe en determinadas formas, son culpables de
rectificar los "sistemas" como si fuesen cosas o fuerzas que están "realmente allá afuera". Como lo
señala (Ossorio (1978), todos los tipos de pensamientos causa-efecto son sólo formulas verbales
que usamos para darle sentido a nuestra experiencia. Mientras las fórmulas causa-efecto pueden
parecer funcionar bien en segmentos estrechamente definidos de nuestro mundo, sería un error
pensar que vivimos en un universo que es verdaderamente gobernado por causas y efectos. Con
excepción del lenguaje, no hay puntos de partida, de detención, comienzos o fines, causas o
efectos. El curso de nuestras vidas en este planeta es exclusivamente una función de cómo
nuestras estructuras se acoplan con las estructuras que nos rodean -la vida es una sucesión de
"acoplamientos estructurales". Todos los momentos sucesivos "cuentan". Solamente en el lenguaje
-en nuestras historias acerca de nosotros mismos- existen sucesos trascendentales y sucesos
insignificantes. Por lo tanto, podemos dejar de perder el tiempo en buscar causas definidas o
discretas, ya que no las encontraremos.

Para ilustrar este punto, consideremos dos familias "amalgamadas" similares:

La hija de una familia es bulímica.

En la otra, la hija gana becas y novios.

Por más exhaustiva que sea, ninguna investigación revelará de alguna manera concluyente el
factor que da cuenta de esta diferencia. Somos siempre buenos para explicar tales asuntos post
hoc, pero es bastante distinto ser capaz de predecir precisamente dónde y cuándo se desarrollará
la bulimia o, inversamente, cuándo ésta desaparecerá. Lo que produce bulimia es la suma total de
la co-deriva de la existencia de ese individuo en relación a todo lo que le ha sucedido antes y todo
lo que le está sucediendo ahora en su universo, incluyendo el último rock de moda que toca la
radio.
Cuando pensamos que conocemos la causa de la bulimia, nos engañamos al considerar
erróneamente una historia de vida artificial e incompleta como "la cosa real". Estas son
convenciones explicativas a las que adherimos. Ellas cambian en el transcurso del tiempo y a
través de las culturas. En Rusia, el capitalismo bien podría ser considerado la causa de la bulimia,
y ésa es una explicación tan válida y útil como aquellas que gozan de credibilidad contemporánea
en los círculos de terapia familiar. Preferimos nuestros propios esquemas explicativos, pero somos
incapaces de comprobar que son correctos. Podemos ser honestos sobre este punto si seguimos
el consejo de Maturana y ponemos la objetividad entre paréntesis.

Si aceptamos cualquiera de los postulados como razonables -y ya hemos sugerimos que no


podemos "obligarlo" a ello- toda una serie de nociones apreciadas y cercanas a los terapeutas,
tales como, "propósito", "agente de cambio", la "función de los síntomas", etc., pueden observarse
como atributos del observador más que como caracterizaciones certeras de la operación de
sistemas. Estos atributos tienen actualidad sólo en el dominio del lenguaje en el que fueron
construidos. Tenga a bien observar que cada dominio de lenguaje es separado y tiene "reglas"
separadas. El ajedrez es un dominio de lenguaje, como también lo es la biología, las matemáticas,
la política, el matrimonio, la terapia familiar estructural, etc. Estos dominios son marcos lingüísticos
para la formulación y respuesta de preguntas -para llevar a cabo acciones específicas-. Aun
cuando los dominios puedan tener intersecciones, y por lo tanto, aparecer relacionados -un jugador
de ajedrez puede estar casado y estudiar matemáticas- las acciones en un dominio no reemplazan
ni toman precedencia sobre las acciones en otro. La teoría que proponen los terapeutas familiares
no reemplaza a las teorías de los miembros de la familia. Esto es verdadero aun si todos los
miembros del equipo terapéutico concuerdan en una interpretación o intervención particular.

Una madre piensa que su hijo es "estúpido", pero para el terapeuta el comportamiento del hijo
puede ser sólo evidencia de "estar enredado". Nosotros los terapeutas hemos sido un poco
imperialistas al suponer que el "enredo" existe realmente, y que precede a la "estupidez". Es como
insistir en que la pieza con la que se está jugando Parchesi debe ser "coronada" cuando llega a
una casilla dada, como si las reglas de las damas pudieran aplicarse a otros dominios. Aun si una
familia prosigue y decide jugar el juego "enredo/desenredo", o el del “triángulo/atajo", eso no les
confiere un status especial -siguen siendo sólo juegos. Entre otras cosas, esto significa que el
terapeuta no provoca "cambio" en una familia, aun cuando un observador pueda notar que los
"juegos" que los miembros de la familia parecen dispuestos y son capaces de jugar con ella, podría
ser diferente de aquellos que estuvieron jugando con otros, o podrían haber admitido que otra
persona hubiera participado. Tanto el terapeuta como los miembros de la familia se atrapan entre
sí y derivan conjuntamente, en formas peculiares (y parcialmente impredecibles), al menos, o hasta
que el "acoplamiento" se desintegre. Esto no es causalidad lineal ni circular es co-deriva.

Los propósitos de la vida

Términos como "propósito" forman parte de un intento, por parte del observador, de dar significado
a un pasado y un futuro dentro de un "ahora". Son descripciones parciales de nuestras actividades.
Tendemos a pensar y a hablar de nuestras vidas en términos de tales historias. La vida, dentro y
fuera de si misma, no tiene propósito.

"Propósitos", "funciones" y otras denominaciones similares son adscripciones hechas por un


observador. Stephen Jay Gould, el conocido paleontólogo, ha comentado frecuentemente nuestra
predilección por pensar que hemos descubierto significados y mensajes morales en la naturaleza
(1980). Sin embargo, resulta que tales interpretaciones parecen ser agregados nuestros -la
naturaleza permanece silenciosa respecto de esos asuntos.
En este contexto, resulta razonable recordar la caracterización de El extranjero, de Camus,
respecto de lo. "benigna indiferencia" del universo.

Dado que Maturana es un biólogo más que un terapeuta familiar, también se acerca a nuestro
trabajo con cierta indiferencia benevolente. Esto puede ser una ventaja importante para aquellos de
nosotros que buscamos una nueva perspectiva en este campo. Como biólogo que trata de definir la
vida y el rol del lenguaje, Maturana tiene poco interés en la forma que nuestra práctica clínica
adopte en el futuro, y poca preocupación respecto a si acaso algo llamado "terapia familiar"
sobrevivirá en la próxima década. Puede hablar sin ningún compromiso previo con los supuestos
de "salud mental", dejando que las astillas caigan donde sea. Algunas de las astillas parecen estar
cayendo incómodamente cerca de casa, pero muchos de nosotros intuimos que la mayor claridad
que se hace disponible con el sistema de Maturana amerita soportar la incomodidad profesional (y
personal) que suscita la consideración seria de su teoría.

Implicancias clínicas

Habiendo delineado los hechos básicos, examinaremos las implicancias adicionales de la posición
de Maturana para el trabajo clínico. Hemos indicado que uno no se puede unir a una familia,
reparar una familia o tan siquiera definir objetivamente a una familia. También afirmamos que los
síntomas no tienen funciones o propósitos, y que los terapeutas tienen plena responsabilidad por lo
que están haciendo en la sala, y no pueden traspasar parte alguna de esta responsabilidad
extrayendo conclusiones sobre lo que los miembros de la familia presumiblemente necesitan o
quieren. Recuerden, Disney no tenía obligaciones con su público potencial y virtualmente todos sus
consejeros (y banqueros) le advirtieron que el público no necesitaba otro parque de diversiones,
especialmente uno con pocas entretenciones tradicionales. El construyó Disneylandia a partir de su
sueño (basado en su propia historia y estructura) y si hubiera fracasado, esto no hubiese podido
ser considerado como una "resistencia" o sabotaje del sistema por parte del público. Se las ingenió
para que "funcionara" para la gente, porque eso formaba parte de su sueño, no porque hubiese
contraído un compromiso con nadie.

¿Cuál es el problema?

Una implicancia bastante directa de la posición de Maturana es que todos los problemas están en
el lenguaje. Un problema no existe hasta que no es "lenguajeado". Maturana plantea que, "Todo lo
dicho es dicho por un observador". Dado que los problemas son cosas dichas, siempre deben ser
dichas por alguien, a alguien (incluso si el segundo alguien es uno mismo). Se infiere que sólo la
persona que habla de un problema puede tener ese problema. La persona puede implicar a otros
(como, por ejemplo, la hija de una delincuente) en su definición del problema. Pero, aunque la hija
pueda tener problemas propios, son los problemas de la madre (en conexión con su hija) los que el
terapeuta está oyendo. Del mismo modo, no existen tales cosas como los problemas familiares.
Las familias no se quejan -no tienen bocas-. En realidad, como nos explayamos anteriormente, ni
siquiera "existen" más allá de lo que los observadores hablan de ellas. Aunque todos los miembros
de una familia puedan estar abordando sus problemas aproximadamente al mismo tiempo, cada
persona está trabajando en un escenario propio, en concordancia con su estructura particular.

En cada escenario se desarrolla una coreografía que contrasta con el telón de fondo para la acción
que los otros proporcionan. Un observador (cliente, terapeuta o espectador), apreciando las cosas
desde su palco, según su ubicación, puede distinguir "características del sistema" particulares en la
coreografía. Pero esto de ninguna manera significa que los bailarines, individualmente
considerados, estén siendo obligados a hacer lo que están haciendo por una especie de fuerza
sistémica. El que un zorro sea importante para la ecología no impide que uno lo mate. Tampoco
altera el equilibrio natural el que comamos conejos.

La coreografía es una descripción desde arriba y no una serie de promesas, obligaciones o


certidumbres. Progresa porque todos los participantes continúan dispuestos a desempeñar sus
roles. Si un bailarín cae, olvida, se rebela o se enferma, la coreografía cambia. Ha existido una
tendencia a rectificar el pensamiento sistémico en el campo familiar, lo que sugiere que los
individuos estarían impedidos de obrar autónomamente: Maturana señala que la autoridad es
creada por la concesión. Las agrupaciones sociales (incluyendo las familias) son agrupaciones
compuestas que deben su identidad a las maneras en que interactúan los diferentes miembros. A
medida que los miembros individuales hacen cosas diferentes, cambia la naturaleza del sistema
social. Las sociedades no nos determinan a nosotros.

Encontrando soluciones

Un terapeuta familiar no puede hablar a familias. Puede pensar acerca de "familia" mientras habla
con una o varias personas. Nuestra interacción con una persona gatilla cambios estructurales en
esa persona que, a su vez, puede operar de manera diferente en otra parte. El cambio del sistema
es función del cambio individual y no viceversa (Dell, 1982).

Si uno no puede hablar a una familia, evidentemente no puede unirse a ella. Una nueva criatura
define una nueva familia. La criatura no puede integrarse a una vieja. De la misma manera, el
terapeuta puede "crear" una familia de la cual él es temporalmente miembro, pero esto es diferente
a pensar que de alguna manera se ha "integrado" a una familia (objetiva) pre-existente. El asunto
se torna aún mas confuso cuando el terapeuta familiar habla de "integrarse" (como una operación
estratégica) en un momento, mientras que al momento siguiente sostiene que los terapeutas están
realmente fuera del sistema familiar y en consecuencia no están sujetos a sus reglas. Se produce
una mezcla total de niveles. Manteniendo la objetividad entre paréntesis, puede evitarse mucha de
esta confusión conceptual. No existe familia; no tiene reglas y no se puede estar tanto dentro como
fuera de la misma unidad definicional al mismo tiempo.

Nótese, además, que la forma de un problema -el dominio en el cual existe- determina la forma de
su "cura". La manera de plantear una pregunta establece el tipo de respuestas que pueden
formularse. Cuando el "re-encuadre" demuestra ser efectivo, puede deberse a que el dominio en
que ocurre el problema ha cambiado, y aparecen nuevas respuestas disponibles y aceptables.

Si una esposa infeliz ya no está disgustada con la relación marital, se ha logrado una "cura", ya sea
que la persona esté o no teniendo relaciones sexuales más a menudo y que la pareja de esa
persona siga teniendo o no amoríos extra-conyugales. ¿Por qué? Porque las personas así lo dicen.
Aunque otros criterios puedan fascinar al investigador o al terapeuta, son irrelevantes, a lo menos o
hasta que la persona los adopte por sí misma.

(Aunque esto simplifica los problemas de medición de resultados, existe una complicación: los
clientes pretenden a veces que están contentos con el fin de agradarnos. No están "curados", pero
les gustaría que así lo pensáramos. Sin embargo, este tipo de discrepancia -siempre un riesgo en
la interacción personal- ni puede ser resuelto tomando la presión sanguínea o reuniendo datos
sociométricos).

Incluso en el campo familiar, todavía tenemos una fuerte tendencia a conceptualizar "problemas"
como deficiencias objetivas, de las que tenemos como tarea averiguar, diagnosticar y solucionar.
Diagnósticamente, la mayoría de los terapeutas familiares parecen haber simplemente cambiado
de nivel -pasando de diagnosticar deficiencias individuales a deficiencias sistémicas-. De esta
manera, en lugar de individuos histéricos u obsesivos encontramos familias amalgamadas o
separadas. Palabras como "psicopatológico" han sido simplemente reemplazadas por términos
más democráticos y de mejor sonido operacional, tales como "disfuncional". Sin embargo, un
problema es siempre una discusión en el lenguaje a favor o en contra de una posición particular.
Estos argumentos se modifican a través del tiempo y las tradiciones. No hace mucho, el interés en
el sexo oral era considerado evidencia de un problema serio, pero en la actualidad la ausencia de
ese interés puede ser considerada motivo de alarma. Inicialmente se consideró que la
masturbación era un pecado, pasó a ser una "enfermedad" para ciertos sectores y ahora es
considerada por algunos como una estrategia de tratamiento terapéutico (Szasz, 1980). Mientras
que los terapeutas individuales suponen que los defectos se albergan en el cuerpo y psiquis de la
persona, los terapeutas familiares consideran que los defectos provienen de la jerarquía familiar,
las pautas generales intergeneracionales, etc. Ninguna de estas perspectivas toma suficientemente
en serio que los síntomas son planteamientos de valores y tradiciones socialmente ubicados.

El rol del terapeuta.

¿Qué tiene que ver todo esto con la práctica de la terapia? De acuerdo a nuestra concepción, la
psicoterapia no es un "tratamiento" algo que se aplica como una mascarilla de belleza a un
organismo pasivo, que está a la espera de que ocurra algo. George Kelly (1955) acostumbraba
advertir contra el término "paciente", ya que éste sugiere a alguien que se sienta, "pacientemente",
a esperar que le ocurra algo o se le haga algo. Las familias no comienzan a cambiar en la oficina
del terapeuta. Están cambiando siempre, y la visita a la oficina del terapeuta es simplemente el
paso siguiente de su proceso. Cuando los individuos de una familia buscan servicios terapéuticos,
podría parecer que salen "fuera" de su tradición. No es así. Como destaca Maturana, toda la
historia de vida es conservadora, la persona está siempre continuando una discusión más que
interrumpiéndola, aunque, en sus intentos de prolongar una discusión, a menudo recurra al recurso
político de hablar en el lenguaje del "cambio". La declaración que le gusta escuchar a todos los
terapeutas, "Deseo ser diferente", es, desde este punto de vista, sólo un poco más de lo mismo.
Sin embargo, esto no es "resistencia", como algunos terapeutas familiares se inclinan a concluir,
sino sólo cuestión de hacer lo que surge naturalmente (Dell, 1982a).

Nunca se enfatizará demasiado que la persona es un sistema de información cerrado. Desde la


perspectiva de los clientes, la terapia es un medio para sostener tipos particulares de
"conversaciones", a las que es invitado el terapeuta. La decisión de iniciar una terapia puede ser
considerada como evidencia de que las discusiones de los clientes con sus suegros, parejas, hijos
o amigos no puede continuar satisfactoriamente. De otro modo, no existiría motivación para buscar
al terapeuta. Después de todo, una persona no se da el trabajo de ir a Disneylandia, haciendo
grandes gastos, sólo para ver la TV local. Debe anticiparse la ocurrencia de algo único para hacer
que el viaje valga la pena. En todo momento, es el cliente, y no el terapeuta, quien "controla" el
proceso. (Puede decirse que el terapeuta controla su propio proceso, pero eso es otra historia).
Disney reunió algunas atracciones, pensando que podrían gustar a la gente, pero es el consumidor
quien compra allí o decide comprar en otra parte.

Es arrogante pensar que "controlamos" las vidas de otras personas. Incluso a los casos asignados
por las cortes o a los llamados clientes "renuentes", no podemos venderles algo contra su voluntad.
Dado que las estructuras de las personas cambian constantemente mientras pasamos el tiempo
interactuando con ellas, parece como si nos hubiesen comprado algo que era incompatible con sus
creencias. Lo que adquirieron puede haber sido originalmente incompatible, pero en el momento de
la venta, por definición, no pueden existir incongruencias. Ni los vendedores ni los terapeutas
venden nunca a sus clientes algo que éstos no deseen. Comprar es desear. Cualquier otro juicio es
emitido desde otras perspectivas, en dominios de discurso alternativos.

Al discutir con terapeutas familiares las implicancias de la posición de Maturana, hemos advertido
que ellos a veces imaginan que el terapeuta ideal (en este modelo) es pasivo, "respetuoso" y no
intrusivo. Nada puede estar más apartado de la verdad. Tal como Disney usa toda la tecnología
disponible para producir efectos impresionantes, sorprendentes, nosotros hacemos lo mismo. Los
clientes desean ser confrontados, increpados, que se les hagan demostraciones asombrosas, y
que se les introduzca a nuevas y audaces conceptualizaciones y formulaciones. De otro modo,
¿Porqué no quedarse en casa o continuar hablando con sus interlocutores habituales?

Nuestros turistas Disneylandia tienen el propósito de ser sorprendidos, aunque, por supuesto, sólo
de ciertas maneras. Insisten en asegurarse de que la "Casa Encantada" sea segura y si se
empiezan a atemorizar demasiado, simplemente cierran los ojos hasta que el paseo termine,
quizás lanzando unos gritos eficaces en el camino. Los cuentes reconocen lo que es una buena
terapia para ellos exactamente de la misma manera que nuestra gente Disneylandia responde ante
su atracción favorita. Aun cuando ellos no hubiesen sido capaces de sentarse a diseñar tal tipo de
exhibición (que, de todas maneras, mataría su valor sorpresa), sí "responden", debido al ajuste
entre ella y sus estructuras. Los diseñadores de Disney tuvieron que conjeturar qué atracciones
funcionarían. Las montañas rusas, carruseles u otras entretenciones que van dejando de funcionar
o que tienen que rogar que vengan los clientes, nos informan de sus errores de cálculo. Los
terapeutas también formulan conjeturas sobre cómo producir respuestas y, aunque se les puede
permitir que cometan unos pocos errores, a menos que produzcan respuestas que lleven al cliente
a un movimiento de auto-conversación, puede llegar una llamada a la central de reparto para que
se haga un reemplazo (Emery, 1977).

Terapia Familiar y Alcohólicos Anónimos

El funcionamiento de Alcohólicos Anónimos (AA) ilustra lo que estamos exponiendo aquí. No se


trata de que toda la terapia familiar deba adoptar la misma forma que AA, pero el modelo de AA
resulta instructivo, quizás debido a que no fue desarrollado bajo la égida de una disciplina
profesional. De este modo, evitó algunos de los peligros ocultos de que somos presa el resto de
nosotros. En AA existe poca soberbia respecto de su capacidad para cambiar o curar a las
personas, y la distinción entre la presunta suficiencia del terapeuta y la presunta deficiencia del
cliente es tomada con más reservas que entre los terapeutas familiares.

La mayoría de los miembros de AA sabe que no se puede "obligar" a la gente a hacer cosas como
dejar de beber, incluso aunque uno tenga a su disposición poderes policíacos. En cambio, AA
proporciona un medio de un tipo especial, diferente a los otros entornos en que operan los
alcohólicos. Es un club diferente, por así decirlo, donde se juega un juego diferente y existen
distinciones alternativas. No se está obligado a permanecer en el club o a jugar de acuerdo a sus
reglas. Uno va allí cuando es capaz y está dispuesto a participar en esa forma particular. Por eso,
AA facilita pero no provoca. Los participantes van y vienen cuando lo desean. Algunos miembros
entran y salen muchas veces, a medida que su "estructura" se modifica continuamente. La
participación en AA, a través de los diferentes niveles, es el "cambio" y no la causa del cambio.

Tautológicamente, AA, como cualquier terapia, funciona para aquellos que funciona.

Si AA desapareciera repentinamente, pero la cultura siguiera siendo aproximadamente la misma,


tendría que ser re-inventado. El nuevo AA, al tener una ontogénesis algo diferente, podría diferir en
los detalles de su estructura, pero mantendría una organización similar; es decir, los alcohólicos (y
los miembros de sus familias) harían reuniones para discutir en voz alta las ventajas de la
sobriedad v se brindarían compañía y apoyo mutuos para mantenerse sobrios. AA encarna una
tradición, pero no es la "causa" de nada.

La forma de la práctica

Hablando de manera más general, no existe una forma particular que la "psicoterapia" deba
adoptar. Ya sea que el terapeuta trabaje solo o como miembro de un equipo; que use un teléfono y
un espejo que permita la visión desde el otro lado; que los abuelos sean invitados a las sesiones;
que se reacomode la disposición de los asientos; que se den tareas para la casa; que el cliente
individual sea remitido a trabajar con su familia de origen -todas estas consideraciones tienen
importancia secundaria-. No es necesario buscar afanosamente técnicas especiales o formular
largas listas de consignas profesionales. Cualquier técnica considerada ética por la comunidad es
permisible. Más aún, creemos que cualquier técnica que se convierta en estándar, eventualmente
va a fracasar. ¿Porqué pagar dinero para ir a Orlando o a Anaheim si pueden encontrarse las
mismas atracciones en cualquier espectáculo en gira? Para ser productiva y "disruptiva" una
interacción debe desarrollarse de acuerdo a dimensiones diferentes de aquellas a las que las
personas ya tienen acceso comente.

Como lo insinúa Rabkin (1970), gran parte del impacto de las interpretaciones de Edipo ha
desaparecido ahora que la mayoría de nosotros "sabemos" y aceptamos que se supone que
tenemos deseos sexuales latentes hacia nuestros padres. Los diseñadores de Disney se agotan
inventando nuevos efectos. Debemos ser igualmente pro-activos si esperamos mantener una
clientela. Una filosofía de publicidad (del tipo "la misma talla le queda bien a todos") no funciona.

La esencia de la terapia, desde esta perspectiva, es participar activamente con los miembros de
una familia (solos o en grupos), de manera tal que sus conversaciones con ellos mismos y entre sí
puedan movilizarse en la dirección que prefieran. Como lo implica Maturana en otro lugar de esta
publicación, es útil descubrir qué están tratando de conservar y participar en sus intentos de
conservarlo. Los miembros de AA afirman que quieren "conservar" la sobriedad, y han formado un
club que es compatible con su propósito.

Desafíos futuros

Los terapeutas familiares fueron capaces de romper con la tradición del individuo como unidad
básica -esto los marcó como situados al filo de la emergencia de un vuelco en el pensamiento-.
Fueron también capaces de ver algunas de las fallas en la noción de causalidad lineal. (Como lo
hemos dicho antes, ha existido menos disposición a ver que la causalidad circular, prima hermana
de la causalidad lineal, tiene fallas similares). Ahora existen desafíos adicionales que deben
enfrentarse: difundir lo que Maturana ha llamado el "mito de la interacción instructiva", la noción de
que instruimos, cambiarnos, controlamos, tratamos o curamos directamente.

Es interesante y paradojal que usualmente declaremos andar a la búsqueda de nuevas teorías con
vastas implicancias, y sin embargo, a menudo nos encontremos avanzando milimétricamente,
produciendo sólo alteraciones menores en la práctica. Maturana sugiere que puede ser mejor
iniciar la terapia preguntando a la familia qué es lo que desea conservar en lugar de qué es
lo que desea cambiar.

Pensamos que esto merece un examen más profundo. La teoría de Maturana, con su énfasis en
una epistemología dependiente del observador, encaja bien con los recientes desarrollos de la
teoría del conocimiento y de la filosofía de la ciencia. Toma más plenamente en cuenta que los
enfoques anteriores, nuestro status como sistemas vivos recursivos que usan al lenguaje en la
formación de elaborados dominios de interacción social.

Como lo hemos esbozado, adoptar el punto de vista de Maturana significa abandonar algunas de
nuestras explicaciones y prácticas preferidas. Debemos empezar a pensar de manera más humilde
respecto a nosotros mismos como participantes que hemos sido invitados a una co-deriva con
miembros de familias, en vez de considerarnos "agentes de cambio". Tenemos el privilegio de
desempeñar un rol en sus mundos, pero no tenemos el poder de cambiarlos o controlarlos
directamente. Disney abre las puertas de su creación al público, pero no arrastra a la gente para
que entre ni hace que les guste lo que ve. Debemos asumirla responsabilidad de estar en este
campo porque corresponde a nuestras estructuras, no porque nuestros clientes tengan "derecho a"
un conjunto particular de servicios. Nuestras nociones de que los síntomas tienen significados
objetivos o propósitos absolutos, y la idea relacionada de que los individuos son simplemente
"víctimas" de acontecimientos objetivos o de atributos del sistema, deberá ceder el paso a una
concepción que ponga énfasis en la naturaleza dependiente del lenguaje de estas construcciones.
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