Newton, Einstein y La Noción de Tiempo Absoluto
Newton, Einstein y La Noción de Tiempo Absoluto
Newton, Einstein y La Noción de Tiempo Absoluto
INTRODUCCIÓN
M
ucha gente tiende a pensar que con la teoría de la relatividad de Einstein,
el concepto de tiempo absoluto de Isaac Newton quedó totalmente
refutado.1 En este trabajo nos proponemos explorar la idea de que, al
menos que algo importante de lo que sostiene Albert Einstein se nos escape, esa
creencia parece carecer por completo de fundamento. Para explicar esto, pensamos
que es necesario revisar, antes que nada, la noción de tiempo absoluto de Newton
para esclarecer su relevancia y utilidad en lo que respecta a la posibilidad de
obtener una medida del tiempo. Para Newton, como lo veremos, la noción de
tiempo relativo no es otra cosa que la medida del tiempo, y lo que queremos
mantener es que lo que Einstein cuestiona en su teoría de la relatividad no es la
noción de tiempo absoluto, sino ciertas consecuencias relacionadas con problemas
de sincronía que más bien se derivan del tiempo relativo, esto es, de la medida del
tiempo. Sin embargo, lo que nos interesa resaltar es que todo lo que dice Einstein
alrededor de los problemas relacionados con la medida del tiempo carece de sentido
si no se considera la idea de tiempo absoluto en el sentido newtoniano. Parte de lo
1
Véase J.C.C. Smart (comp.), Problems of Space and Time, The Mcmillan Co., 1964.
2
Isaac Newton, Principia, Scholium, p. 6.
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La gente, sin embargo, tiende a identificar el término fluir con alguna especie de
movimiento, pero en el caso de Newton es evidente que esta identificación es
incorrecta. Para él es válido utilizar un movimiento para medir el tiempo, pero el
tiempo absoluto no es identificable con un movimiento ni es en sí mismo un
movimiento. De hecho, la medida del tiempo a través de un movimiento presupone la
noción de tiempo absoluto.
Newton considera que el concepto de tiempo absoluto es sinónimo del de
duración y lo que quiere afirmar es que la duración, como sinónimo de tiempo,
tiene que ser concebida como ininterrumpida en términos absolutos. Lo que Newton
quiere afirmar con esto es que la duración debe de ser entendida como continua
por una simple razón: una ruptura en esa continuidad equivaldría a suponer una
interrupción en la existencia del universo como totalidad y esto él lo considera
simplemente absurdo. Es más, nosotros creemos que éste es el sentido de la frase
que sostiene que el tiempo absoluto “fluye igual, sin relación a ninguna cosa
externa”. Newton de hecho sostiene que:
3
Isaac Newton, Principia, Scholium, p. 8.
4
Isaac Newton, Principia, Scholium, p. 6.
68 Newton, Einstein y la noción...
5
Isaac Newton, Principia, Scholium, pp. 7-8.
6
G. J.Whitrow, The Nature of Time, 1972, p. 63.
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tiempo absoluto, como son: el de duración, el del fluir igual del tiempo y la idea
que sostiene que el movimiento o reposo de los cuerpos puede afectar los
instrumentos que utilizamos para medir el tiempo, pero no afecta al tiempo
absoluto. Vamos a tratar de explicar esto.
Newton garantiza que la participación de la duración es totalmente independiente
de que los cuerpos estén en movimiento o en reposo. En su teoría esto permite
utilizar la misma medida del tiempo para los cuerpos que están en reposo y los
cuerpos que están en movimiento. Esta última idea, como veremos más adelante,
se va a tener que modificar con ciertos descubrimientos relacionados con
velocidades cercanas a la de la luz, pero lo que queremos dejar claro es que esta
modificación no afecta a la idea que se relaciona con la duración en términos de la
continuidad del tiempo. Sobre este punto cabe recordar que con la noción de
tiempo absoluto Newton garantiza que dos cuerpos alejados uno del otro participan
de la misma duración, o en otras palabras, que no importa que la posición de dos
cuerpos se encuentre en regiones del espacio completamente diferentes, los dos com-
parten exactamente el mismo tiempo. Lo que se presta a confusión es que de la
combinación del tiempo y de su medida se deriva la noción de simultaneidad o la de
contemporaneidad de los eventos. Para efectos de la discusión nos interesa recalcar
que la noción de simultaneidad encierra dos sentidos diferentes. El primero denota
existencia o coexistencia en relación con el tiempo absoluto; el segundo, refiere a
la medida del tiempo desde dos sistemas de coordenadas distintas. En la teoría de
Newton esta diferencia es simplemente irrelevante, pero no es el mismo caso en
lo que respecta a la teoría de la relatividad de Einstein. Para que esta distinción se
entienda correctamente, antes de continuar, es necesario explicar algunos detalles
de la mecánica newtoniana para aclarar qué es un sistema de coordenadas y qué
es lo que quiere decir que éstos se muevan a velocidad relativa uno con respecto
al otro.
Cabe iniciar esta breve incursión aclarando que Newton concibe la mecánica
como el arte de medir. De hecho, Newton inicia su libro Philosophiae naturalis
principia mathematica directa y abruptamente dando las definiciones pertinentes
que requiere su sistema para medir la masa, que en su teoría se define como la
cantidad de materia, los movimientos de la masa y las fuerzas que conservan,
resisten o alteran sus movimientos. Newton reconoce tres clases de fuerzas: la
natural, que él denomina vis insita o fuerza innata, la impresa y la centrípeta. Pero
vale la pena hacer notar que la noción de fuerza en el sistema newtoniano está
íntimamente ligada al principio de inercia. Dicho principio se define como la tendencia
70 Newton, Einstein y la noción...
7
Isaac Newton, Principia, Definición IV , p. 2.
8
Isaac Newton, Principia, Scholium, p. 9.
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de la Tierra como marco de referencia, es evidente que dicho objeto al estar sobre
la Tierra, en ese nuevo marco de referencia, se mueve junto con ella.
Ahora bien, tanto Newton como Einstein coinciden en el hecho de que dentro
de nuestro marco de referencia ningún objeto está, estrictamente hablando, en
absoluto reposo, lo cual nos deja ante la situación de que, salvo en los momentos
donde se manifiesta la acción de una fuerza impresa, todos los objetos que podemos
observar en nuestro entorno, de hecho, están en movimiento relativo unos con
respecto a otros. Esto supone que cada vez que nosotros tratamos de determinar
la posición de cualquier objeto en el espacio y en el tiempo necesitamos describirlo
con respecto a un determinado marco de referencia. Pero para poder medir la
posición de los objetos dentro de determinado marco de referencia, necesitamos
construir los instrumentos de medición que nos van a permitir determinar su posición
con algún material. Normalmente elegimos materiales poco susceptibles al cambio
para construir con ellos un sistema de coordenadas. Esto es así porque si se
produjera un cambio en las escalas que utilizamos para medir el espacio y el
tiempo correríamos el riesgo de obtener como resultado medidas erróneas. De ahí
la importancia de la invariancia de nuestros patrones de medida.
Todas nuestras medidas las llevamos a cabo utilizando algún sistema de
coordenadas y cada sistema de coordenadas está ubicado en un particular marco de
referencia. Lo que es importante notar aquí es que el marco de referencia es ontológico,
es decir, es el lugar físico desde donde observamos las cosas, en tanto que el sistema
de coordenadas refiere a la elección de las unidades de medición que se utilizará
para ubicar las cosas que observamos en el espacio y el tiempo desde nuestro
particular marco de referencia. Lo que sostienen Newton y Einstein es que,
estrictamente hablando, ningún marco de referencia se encuentra en absoluto reposo
y es claro que un cambio de posición equivale a un cambio de marco de referencia.
Sin embargo, si lo que queremos es mantener la invariancia de las leyes de la mecánica
en cualquier marco de referencia, es evidente que necesitamos acordar un sistema
de medidas fijo para hacerlo compatible con las variaciones intrínsecas de los marcos
de referencia. Lo que normalmente hacen los científicos es mantener invariante su
sistema de coordenadas y es éste lo que les permite medir cualquier cosa desde
cualquier marco de referencia y encontrar su equivalencia en cualquier otro. Quizá
un ejemplo pueda aclarar lo que estamos tratando de expresar aquí.
Consideramos dos marcos de referencia distintos que utilizan un mismo sistema
de coordenadas y supongamos que estos se mueven de manera relativa uno con
respecto a otro con un movimiento de traslación uniforme. Ahora supongamos
72 Newton, Einstein y la noción...
Ningún destino más justo puede concedérsele a cualquier teoría física, que el que ella
misma marque como punto de introducción de otra teoría más comprensiva, dentro de la
cual ella se mantiene viva como un caso límite.9
9
Albert Einstein, Relativity: The Special and the General Theory, Three Rivers Press, 1961, p. 86.
10
Para una explicación más detallada sobre este punto, véase A. D’Abro, The Rise of the New Physics,
New York, Dove Publications Inc., 1951, capítulo X y el artículo de Nydia Lara, “Materia, Newton y
espacio vacío” en El concepto de materia, México, Colofón, 1992.
74 Newton, Einstein y la noción...
para darnos los elementos formales y experimentales que se requerían para llenar
el espacio vacío de campos electromagnéticos. No obstante Maxwell reconoce
que Newton:
Para Newton, como bien lo menciona Maxwell, era más que claro que la
gravedad, así como la electricidad y el magnetismo deberían ser vistos como efectos
de lo que acontecía en el espacio vacío. Sin embargo, para dar cuenta de sus
características era necesario hacer una especie de revolución copernicana y tomar
una perspectiva muy diferente a la que tomó Newton en los Principia. Sobre este
punto vale la pena hacer una aclaración importante que curiosamente ha sido
poco explorada. Desde la perspectiva de la mecánica, normalmente las cosas se
explican con relación a los movimientos que exhiben los cuerpos. Esto permite
evadir cuestiones fundamentales, como son, por ejemplo, el origen de la gravedad,
la velocidad de su propagación de un cuerpo a otro, así como muchos de los
aspectos relacionados con los fenómenos electromagnéticos. Sin embargo, cuando
de lo que se trata es de dar cuenta del comportamiento de la luz, las cuestiones
que parecían irrelevantes en la mecánica sobre las características del espacio
vacío, se vuelven las esenciales en los estudios de óptica. Lo que está atrás de lo
que sostiene Maxwell es que Newton se dio cuenta de esto, pero no por sus
estudios mecánicos, sino por sus estudios sobre la luz. Por ello, no es casual que
sus Principia aparezcan como un libro completamente acabado, mientras que su
Óptica, que es un libro que él empezó a trabajar mucho antes que los Principia,
finalmente acabaran con toda una serie de preguntas que Newton no fue capaz
de resolver.
Es un hecho es la gravedad, así como algunos de los fenómenos electro-
magnéticos, se pueden explicar parcialmente observando los movimientos que
11
Cita tomada por Maxwell de C. Maclaurin, (Account of Sir Isaac Newton´s Philosophical Discoveries, Lon-
drés, 1948) en Maxwell, Proceedings of the Royal Institution of Great Britain, vol. 7, 2873-2875, Londrés,
pp. 48-49.
Nydia Lara y Andrea Miranda 75
exhiben los cuerpos. Pero una explicación más acabada tiene que partir de lo que
acontece en el espacio vacío. Esto es lo que genera lo que nosotros estamos
llamando una especie de revolución copernicana (la cual, quizá, podríamos bautizarla
con el nombre de la revolución maxwelliana). Lo que nos interesa resaltar aquí
es que mientras que en el caso de la mecánica el objeto de estudio se concentra
en los movimientos de los cuerpos, en el caso de la teoría de Maxwell, que da la
entrada a la teoría de la relatividad, esos mismos movimientos se estudian y
explican como el resultado de los eventos que acontecen en el espacio vacío.
Einstein comenta, comparando la mecánica con la teoría de Maxwell, lo siguiente:
12
Albert Einstein e Infeld, The Evolution of Physics, Nueva York, Simon and Schuter, 1938, p. 152.
13
Ver A. D’Abro, op. cit., p. 80.
76 Newton, Einstein y la noción...
14
James T. Cushin, Philosophical Concepts in Physics: The Historical Relation between Philosophy and
Scientific Theories, Gran Bretaña, Cambridge University Press, 1998, pp. 196.
15
Véanse las obras de Coulomb y Biot-Savart.
Nydia Lara y Andrea Miranda 77
Maxwell analiza estos comportamientos bajo una visión dinámica y con ello logra
establecer la teoría electrodinámica. En esta teoría los campos se analizan en
pequeñas vecindades espaciales y temporales, las cuales aparecen en su teoría
como funciones locales temporales. Pero lo más interesante es que el com-
portamiento integrado de estas funciones recrean las ecuaciones de la electrostática,
lo cual establece un método que nos permite traducir ecuaciones de tipo dinámico
a ecuaciones estáticas. Si esto es posible, es obvio que las teorías newtonianas y
maxwellianas no son ni contradictorias ni incompatibles.
Por otra parte, cabe destacar que la forma maxwelliana de estudiar los
fenómenos electromagnéticos es importante porque de su expresión matemática
surge la idea que da origen al concepto einsteniano del continuo espacio-tiempo.
En Maxwell, empero, aunque se incluye el tiempo en sus medidas, su registro es
independiente de la del espacio. Pero para Einstein las señales luminosas funcionan
en su sistema no sólo como marcos de referencias sino como el sistema de
coordenadas que nos da la información del acontecer de los eventos distantes.
Como la luz, físicamente hablando, necesariamente es emitida de algún lado y
recibida en otro, para Einstein este hecho implica la necesidad de considerar de
manera conjunta tanto la distancia como el tiempo de su transmisión. Esta
consideración impide que se separe la medida del tiempo de la del espacio, con-
virtiéndose una y otra en un continuo conceptual y lógicamente inseparables en la
teoría de la relatividad.
También es relevante mencionar que en el marco del continuo espacio-tiempo,
el fenómeno gravitatorio se puede explicar como una deformación del espacio-
tiempo, lo cual elimina la necesidad de recurrir a la noción de fuerza de la visión
newtoniana y, en particular, la centrípeta. No obstante, el método de integración
aplicado a la gravitación nos permite pasar de la visión einsteniana del espacio-
tiempo, es decir, de las funciones locales temporales del fenómeno gravitatorio a
la visión newtoniana de la gravedad, cosa que nuevamente muestra que las teorías
no son contradictorias, sino complementarias.
Ahora bien, tomando en cuenta todo lo que hemos dicho, y si consideramos el
concepto espacio-tiempo, es natural concebir que al hacer un cambio de marco de
referencia no sólo la medida espacial sino la medida temporal se verá afectada
por el cambio de marco de referencia. Pero hay algo más: las medidas espacio-
temporales pueden sufrir modificaciones importantes cuando las velocidades son
cercanas a la de la luz.
78 Newton, Einstein y la noción...
Esto nos deja ante dos problemas distintos conectados con el tiempo relativo,
es decir, con la medida del tiempo. Estos problemas están relacionados con la
noción de sincronía, por un lado, y la de coexitencia, por el otro, dos aspectos que
Newton le atribuye al concepto de simultaneidad, pero que en la teoría einsteniana
son problemas que deben verse de manera independiente.
Respecto al problema de sincronía, el hecho es que, en la teoría de la relatividad,
la velocidad de la luz funciona no sólo como un sistema de coordenadas, sino
como el límite de la transmisión de cualquier señal. Esto significa que la posibilidad
de obtener un registro de una señal distante tiene que contemplar el lapso espacio-
temporal de la transmisión de la señal desde su emisión hasta su registro. El
problema se presenta cuando tenemos dos relojes, cada uno de ellos puesto en
diferentes marcos de referencia que se mueven de manera uniforme uno con
respecto a otro. En la mecánica clásica se asume que un reloj en movimiento no
cambia su ritmo, sin embargo, cuando los sistemas se mueven a velocidades
cercanas a la de la luz, los instrumentos de medición, esto es, las reglas y los
relojes que nos sirven para medir los distintos eventos, se alargan o acortan
dependiendo de su velocidad. Este hecho impide, por un lado, hablar de medidas
simultáneas de eventos medidos en dos sistemas de coordenadas distintos y, por el
otro, suponer que la medida del tiempo en la que obtenemos el registro de la señal
transmitida de un lugar a otro necesariamente coincida con el tiempo del evento
mismo que estamos tratando de medir. Esto nos lleva al problema de coexistencia
de los eventos. Nuevamente, al tener como límite de transmisión de la información
a la velocidad de la luz, la cual es finita, implica que a grandes distancias la
información tarda tiempo en llegar.
Para aclarar esto, consideremos como ejemplo el caso de Betelgeuse, estrella
principal de la constelación de Orión. Más o menos sabemos que la luz que vemos
como Betelgeuse se originó hace 600 años, así que si el día de ayer la estrella
hubiese estallado, naturalmente no estaríamos coexistiendo con ella aunque la
viéramos cada noche. Betelgeuse, para el hombre común, sería interpretada como
un objeto y no como una señal luminosa. Como objeto, Betelgeuse, para él, seguiría
existiendo y en ese sentido pensaría que la estrella y él son coexistentes. Para el
astrónomo entrenado en la teoría de la relatividad, lo que el sentido común afirma
en torno a la existencia del objeto Betelgeuse, en este caso sería una creencia
incorrecta. Para el astrónomo la señal luminosa que identificamos como Betelgeuse
tarda tiempo en llegar a la tierra, por lo que la información del estallido de
Betelgeuse, a nosotros nos llegaría hasta el año 2600. Esto implica que en términos
Nydia Lara y Andrea Miranda 79
reales sólo podemos asegurar que hace 600 años Betelgeuse existió como objeto
y que, si tenemos correcta la medida de la distancia entre la estrella y la Tierra,
podemos afirmar que hace 600 años Betelgeuse efectivamente coexistió en el
espacio-tiempo con la Tierra, pero que en este momento no podemos asegurarlo a
pesar de que somos capaces de seguirla viendo. Para el astrónomo, empero, lo
que ya no podríamos evadir es el hecho de que la percepción de la coexistencia de
ciertos eventos sin duda queda subordinada a la distancia a la que estos ocurren,
por lo que la teoría de la relatividad nos exige restringir la primera acepción del
concepto de simultaneidad al de existencia en términos absolutos, ya que la co-
existencia en términos relativos sólo se puede asegurar si tenemos marcos de
referencia sincrónicos, cosa que sólo ocurre cuando los dos marcos de referencia
se encuentran a la misma velocidad.
Pero lo que es importante reconocer aquí es que el discurso en torno a lo que
aconteció en el pasado y lo que observamos en el presente, sólo tiene sentido
semántico si se enmarca dentro de la noción newtoniana de tiempo absoluto. Lo
que es claro es que Einstein podría, sin conflicto, aceptar las palabras de
Newton que afirman que el tiempo absoluto en astronomía, se distingue del
relativo por medio la corrección del tiempo aparente.16 El marco de las palabras
de Newton evidentemente no es el mismo que el de Einstein, sin embargo, apoyando
nuestra hipótesis sólo hay que entender lo que el mismo Einstein comenta sobre
este asunto:
En la mecánica nosotros usamos sólo un reloj. Pero esto no es muy conveniente, porque
tenemos que tomar todas las medidas en la vecindad de ese particular reloj. Si miramos
un reloj distante, como podría ser a través de un televisor, siempre tendríamos que
recordar que lo que vemos ahora realmente pasó antes, como pasa cuando vemos una
puesta de sol y notamos que observamos el evento ocho minutos después de que
aconteció. Tenemos que hacer correcciones, de acuerdo a nuestra distancia del reloj, en
todas nuestras lecturas de tiempo.17
16
Cfr. Isaac Newton, Principia, Scholium, pp. 7-8.
17
Albert Einstein e Infeld, The Evolution of Physics, p. 190.
80 Newton, Einstein y la noción ...
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