2013 J. Roca I Girona Antropología Del Trabajo
2013 J. Roca I Girona Antropología Del Trabajo
2013 J. Roca I Girona Antropología Del Trabajo
Museu Valencia
d’Etnologia. Valencia. (Págs: 119-128). Original en catalán. Traducción personal.
Los argumentos que se aportan para defender esta afirmación van desde la
consideración de que ninguna otra especie viviente ha realizado algo que puede asimilarse al
hecho de trabajar (presupuesto, por otro lado, ciertamente discutible, pero aun así defendible),
hasta el mismo origen mítico de la humanidad. En el contexto de influencia de la tradición
cristiana, en efecto, el trabajo acontece como uno de los principales elementos que
caracterización a la humanidad surgida después del episodio de la «caída» de la primera
pareja al Paraíso. En los inicios, por lo tanto, el trabajo no formaba parte del plan divino
reservado a los humanos. Su aparición es consecuencia de la transgresión humana y del
*castigo correspondiendo impuesto por la divinidad. De aquí proviene uno de los grandes
significados asociados al trabajo en el marco de la tradición mencionada: el trabajo como
penitencia. No en balde 1'origen latino del término, tripaliare, significa torturar.
Este significado decididamente negativo del término trabajo, que ha perdurado con
más o menos intensidad hasta nuestros días, ha sido complementado a la vez, dentro de esta
misma tradición de influencia cristiana, por otro que bien podríamos considerar como
positivo. Se trata de la concepción del trabajo como uno de los medios por excelencia de la
realización humana, teniendo en cuenta que acerca el ser humano al primero y más grande
trabajador (Dios creador) y, por lo tanto, dignifica la existencia.
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EL TRABAJO (INDUSTRIAL) SEDUCE A LA CIENCIA
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EL DÍA QUE El «EXOTISMO» ANTROPOLÓGICO VA A SER DETERMINANTE: EL NACIMIENTO
DE LA ANTROPOLOGÍA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
Hasta este momento la orientación del proyecto se había mantenido dentro de los
parámetros de la investigación más bien de cariz experimental característica de la psicología,
especialmente en la primera fase, con ligeras pinceladas, ya en la segunda fase, de
incorporación de una metodología de naturaleza cualitativa a pesar de que se implementada
con una lógica más bien de cariz cuantitativista. La misma evolución de la investigación y las
exigencias tecnicometodológicas que los nuevos hallazgos iban determinando hicieron que se
plantease, en esta tercera fase, la realización de un estudio de observación directa que fue
conocido como Bank Wiring Observation Room. La presencia de la antropología en el
proyecto, ante este escenario, estaba cantada. Y en efecto, Elton Mayo va recurrir, a través de
su amigo Malinowski, a contratar a W. Lloyd Warner como consultor para llevar a cabo esta
tercera fase. Lloyd Warner, en aquel momento, acababa de llegar de Australia, donde había
estado haciendo trabajo de campo, durante tres años, entre los aborígenes Murngin.
Incorporado al proyecto, Wamer sugirió que el grupo de trabajo y el taller podían ser
examinados igual que una pequeña sociedad o tribu primitiva, en la cual todos los aspectos
están interconectados en un sistema social. La observación directa se va a llevar a cabo por
parte de dos observadores diferentes sobre un grupo de 14 operarios masculinos que van a
seguir trabajando, a diferencia de lo que sucedió en la primera fase, bajo condiciones no
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experimentales. Los resultados mostraron la influencia de 1a organización informal de los
trabajadores en la productividad. Las variaciones en la productividad de los trabajadores
fueron explicadas en términos de sus posiciones individuales dentro de la organización
informal. Los grupos de trabajo informal ejercían un control considerable sobre el proceso de
producción y la productividad. El intento de la dirección, por ejemplo, de aumentar la
productividad pagando a cada trabajador por pieza producida y no, por lo tanto, el mismo a
cada uno, era contestado por el grupo de trabajo sancionando los trabajadores rápidos, los
cuales eran obligados a ir al ritmo preestablecido por el grupo. Las relaciones informales, es
decir, la interacción social con compañeros de trabajo y trabajadores inmediatamente
superiores, en fin, determinaban la satisfacción laboral.
El proyecto Hawthome, más allá de poder ser considerado el mito de origen, como
dicen, de las disciplinas sociolaborales, es un ejemplo excelente de cual sido desde sus inicios, y
hasta nuestros días, la relación entre ciencia social y trabajo. Por un lado, nos muestra la
pertinencia, y la necesidad, del abordaje interdisciplinar de este campo desde las Ciencias
Sociales, un aspecto que con posterioridad a Hawthome se iría perdiendo cada vez más. Y por
otro lado anuncia (y enuncia) ya algunas de las principales problemáticas del ámbito del
trabajo por las que se interesarán las disciplinas sociales: la tensión entre organización formal
e informal, entre la dimensión técnica del trabajo y la social, la productividad, la satisfacción y
la motivación laborales, las relaciones al puesto de trabajo, etc.
Hasta aquí hemos reflexionado brevemente sobre cuál es el papel del trabajo en la
configuración de la identidad humana, sobre como una transformación revolucionaría en la
manera de trabajar hizo surgir, desde el campo de la ciencia, diferentes disciplinas que se
interesaron para hacer del ámbito laboral su objeto de estudio, y, finalmente, como una de
estas disciplinas inicialmente no abocada de manera especial ni a ocuparse del trabajo ni
menos todavía a hacerlo en el marco de la sociedad occidental, la antropología, intervino
decisivamente en el nacimiento propiamente dicho de la investigación laboral en entornos
fabriles. A riesgo de construir un discurso demasiado deshilachado retomaré, en esta parte
final de mi exposición, la vía comenzada inicialmente relativa al significado y al valor
otorgado al trabajo, pero en este caso en el momento presente. Las bases que han sido
señaladas al comienzo, así como las diferentes problemáticas de cariz laboral que hemos visto
que han sido motivo de interés por parte decís científicos sociales, constituyen sin duda un
precedente y un marco contextual útiles e ineludibles para encarar este último reto.
El actual significado del trabajo, además de recoger los antecedentes lejanos más o
menos esbozados con anterioridad y de ser sensible a la focalización temática que ha realizado
la ciencia social que ha abordado la problemática laboral y que hemos visto también más
arriba, se construye en gran medida a partir del impacto extraordinario de la nueva manera
de producir que introduce el proceso de industrialización. Esta innovación revolucionaría,
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como es sabido, se centra en la máquina y la constante evolución tecnológica. Esto, entre otras
cosas, ha hecho decrecer el círculo del aprendizaje en las organizaciones del trabajo y ha
contribuido directamente también a la desvalorización continua de las habilidades laborales
para una gran mayoría de los trabajadores, que pasan a ser denominados «no cualificados», así
como a la erosión de la ética del trabajo. La tecnología, en este sentido, representa el nuevo
escenario de la sociedad moderna, que suplanta el escenario precedente de la naturaleza.
Atendida la importancia capital del factor tecnológico no es nada extraño que ya des
de los inicios de la sociedad industrial (pensamos por ejemplo en el movimiento ludista), pero
sobre todo en las últimas décadas, con el nuevo salto cualitativo producido por la irrupción de
la llamada sociedad neotecnológica o de las TIC, el debate sobre su impacto en el trabajo haya
estado en el centro de la reflexión de los científicos sociales. En este debate, en general,
podemos distinguir dos grandes tesis.
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2010 sería posible que el 10% de la fuerza de trabajo produjera lo necesario para nuestras
necesidades vitales.
La disminución del tiempo de trabajo y/o del trabajo, por otro lado, se relaciona
directamente con la posibilidad de aumentar el tiempo libre. Esto ha comportado que en el
debate laboral actual, cada vez más, se incorpora también la reflexión y el tratamiento sobre
aquello que a menudo se ha entendido como la otra cara de la moneda del trabajo: el tiempo
libre y de ocio. En este punto es importante aclarar, brevemente, la terminología y sus límites y
alcance conceptual.
El tiempo libre, en este sentido, lo podemos definir como el tiempo que resta después
del tiempo de trabajo, de las actividades de subsistencia, del tiempo dedicado a las obligaciones
sociales y del tiempo invertido para hacer posible todo lo anterior (transporte al puesto de
trabajo, comer, dormir, etc.). Esta conceptualización aparentemente obvia del tiempo libre nos
permite, por ejemplo, aclarar que aquellas personas que no tienen trabajo (que están en el
paro, pongamos por caso) ni obligaciones sociales, no tienen tampoco, en sentido estricto,
tiempo libre. Tienen tiempo desocupado, que es una cosa bastante diferente.
El ocio, a su vez, constituiría una categoría propia del tiempo libre y se daría cuando
este tiempo libre es ocupado de cualquier manera que sea considerada deseable por el
individuo. Según Joffre Dumazedier, el ocio tendría cuatro características:
1. Es una opción libremente asumida que puede darse después de que se haya
cumplido con las obligaciones laborales, sociales y biológicas.
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4. En las sociedades desarrolladas se vincula muy directamente a la propia
personalidad y estilo de vida.
Es evidente que estas cuatro características no resultan del todo precisas y pueden
plantear más de una interpretación e, incluso, contradicción. De este modo, y tan solo a modo
de ejemplo, la libre elección, por ejemplo, puede cuestionarse si tenemos en cuenta la
influencia de la presión social, los medios y la propia posición social del individuo en su
manera de llenar el tiempo de ocio, mientras que, a su vez, esta determinación o influencia
externa en la elección individual puede afectar también de manera importante al principio de
que las actividades de ocio supongan, cuando menos con carácter exclusivo, la búsqueda del
placer o la felicidad. Cómo ya se deja entrever, aunque no del todo claramente, en la última de
las características señaladas, no puede olvidarse que el ocio constituye también un poderoso
escenario de la ostentación, reafirmación y declaración de pertenencia de clase y estatus,
razón por la cual las tres primeras características apuntadas pueden verse, en ocasiones,
comprometidas por, y supeditadas a, la cuarta.
Aun así, justo es decir que esta polaridad esquemática y simplificada quizás sería más
propia de la sociedad industrial clásica que no del nuevo escenario social postindustrial,
posmoderno o de la modernidad tardía, como se quiera decir. En este contexto, las
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intersecciones, hibridaciones y confusiones entre ambas esferas pueden ser bastante
habituales: hay gente que busca, encuentra y/o requiere satisfacción en el trabajo y vive el
trabajo como placer, mientras que en el polo opuesto también encontramos actividades de ocio
rutinizadas, que esclavizan, que crean patologías, etc. Buena parte de estas «interferencias» se
producirían en el marco de un proceso que ha sido señalado por algunos autores, consistente
en detectar la presencia de elementos característicos de las esferas no laborales (el ámbito del
ocio, pero también el ámbito doméstico) en entornos laborales y viceversa: las actividades
domésticas se negocian, las parejas establecen pactos...; las jerarquías laborales se difuminan
en la dimensión formal, las decisiones se toman de forma participativa...
Además, hace falta que tengamos en cuenta, también, que la conexión entre trabajo,
tiempo libre y ocio varía con la ocupación, la edad, el género, el país, la historia, la cultura...
Más allá de estas consideraciones, aun así, y teniendo en cuenta también el elevado
número de excepciones y la imposibilidad de generalizar, lo que resulta irrebatible a la vista
de los datos, para la mayoría de autores, es el aumento espectacular del tiempo libre. Algunas
aportaciones que se mueven entre el terreno del análisis científico de los datos y una cierta
proyección utópica, como por ejemplo es el caso de André Gorc, han afirmado que el trabajo
no será ya nunca más una ocupación llena ni el centro de la vida y que la creciente
disposición de tiempo libre facilitará un amplio espectro de estilos de vida. El autor
mencionado señala que esta mayor disposición de tiempo libre para todo el mundo puede
comportar cambios en las relaciones sociales, en el sentido que el trabajo y las otras relaciones
sociales no sean dominadas por el dinero y el mercado, que la existencia humana se base en el
afecte, 1a amistad y la solidaridad, y que se uno se pueda dedicar a actividades no económicas
de trabajo voluntario.
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explicar Max Weber, ahora tal vez, cómo ha señalado por ejemplo Robertson, una nueva ética
del trabajo basada en la necesidad de arraigarse a la experiencia real de la gente, fomentada
por una minoría no conformista de las clases medianas, por los colectivos más desterrados por
las políticas de la flexibilidad, la deslocalización y otras retóricas similares y/o por los utópicos
de los años sesenta que no han caído exitosos en el «yuppismo tecnocrático» posterior (o bien
que ya se han cansado), es posible que esté emergiendo y pueda comportar la liberación de las
energías humanas hacia otro tipo de actividades y hacia otras prioridades que comporten un
nuevo modelo donde el peso y el significado del trabajo varíe más o menos radicalmente del
que habían sido hasta ahora.
Aun así no obstante, no parece tampoco demasiado creíble o viable que algunos
elementos históricamente característicos del trabajo no sigan manteniendo su presencia. El
carácter de obligación y necesidad que comporta el trabajo para la subsistencia (con el
corolario de la frustración y la insatisfacción que puede comportar) y su papel en los procesos
de la diferenciación social, para citar sólo dos de las características más importantes que posee,
a pesar de los cambios profundos que se están dando o puedan darse, difícilmente dejarán de
suponer una realidad terca y permanente y un escollo, quizás, insalvable.
BIBLIOGRAFÍA
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Meanings of wok, considerations for the Twenty-First Century. Albany, State University
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