Psicología Aplicada en La Administración de Justicia PDF
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INTRODUCCIÓN
Este módulo pretende ofrecer a las y los estudiantes futuros jueces los contenidos técnicos
teórico prácticos más relevantes que este profesional debe conocer de la Psicología Jurídica
Forense para el ejercicio de sus funciones en cualquiera de las materias de Derecho, donde
ejerza, es decir: Penal, Familiar, Civil y laboral.
Los contenidos del módulo son el fruto de años de aplicación de la psicología Jurídico Forense
en el Derecho, en especial desde la implementación de la Ley 1970, del Nuevo Código de
Procedimiento Penal, misma que cambió la forma de aplicación de la Ley de un sistema
inquisitivo a un sistema acusatorio. Si bien ese cambio radical se dio en materia Penal, se
produjeron modificaciones de enorme relevancia en lo que respecta al uso de las pericias con
mayor asiduidad en todas las demás materias también. Desde luego que la psicología Jurídica
Forense en su aplicación práctica, también se basa en los lineamientos de la Constitución
Política del Estado. Por ello es necesaria la aplicación de los Derechos Humanos a toda
persona implicada en el proceso, haciendo uso de valores humanos imprescindibles, tal como
el respeto por la dignidad humana, la honestidad y la equidad, entre otros.
Por esta razón, es menester que la jueza o el juez tenga conocimiento de las ciencias forenses
adyacentes y coadyuvantes a la Administración de Justicia, como es la Psicología Jurídica
Forense, de manera que su labor sea más eficiente y efectiva, En ese sentido, el propósito de
este módulo 10 denominado: Psicología Aplicada a la Administración de Justicia está
orientado a facilitar las bases y criterios generales de la psicología jurídica orientada a
su aplicación en el ejercicio de la labor jurisdiccional.
COMPETENCIA
Administra la información y evidencia probatoria consignada en los dictámenes e
informes psicológicos, de modo tal que auxilien al derecho en la administración de
justicia, debidamente enmarcados en la normativa ético-legal y estándares de
admisibilidad de elementos probatorios.
UNIDAD I:
RELACIÓN ENTRE EL DERECHO Y LA
PSICOLOGÍA
1. DEFINICIÓN DE PSICOLOGÍA JURÍDICA:
La Psicología Jurídica es una especialidad de la Psicología cuyo objeto de estudio es el
Comportamiento Humano dentro del contexto judicial. Es una disciplina que ha adquirido
una relevancia alta en los últimos 20 años, ya que al modernizarse los procesos de
investigación penal también la Psicología Judicial ha adquirido un rol más protagónico en la
aplicación de justicia.
En este sentido la Psicología Forense al ser un subespecialidad de la Psicología Jurídica,
constituye un asesoramiento a la parte procesal y a la Administración de Justicia sobre un
caso particular que requiera evaluaciones, conceptos teóricos o científicos que sea tenidos en
cuenta en la toma de decisiones Lobo A., Espinoza A., Guerrero J. Ospina V. 2016.
La Psicología Forense parte de la necesidad o de la pregunta que surge desde la perspectiva
o lectura jurídica que hace un profesional del Derecho frente a un caso en particular.
Preguntas como: ¿El sujeto tenía la capacidad de comprender lo que estaba sucediendo en el
momento de la ocurrencia del delito? , ¿Los hechos victimizantes pudieron causar daño
psicológico en esa persona? Y El sujeto tiene la capacidad de afrontar un proceso judicial? Y
otras más.
1.3.3. Psicología para el Derecho: en la que la psicología actúa como auxiliar del
Derecho cuando necesita información sobre sus fines, sus estrategias o para
interpretar hechos relativos a casos específicos.
El avance de estas ciencias ha sido de mucho progreso en el terreno dentro de la aplicación
en Justicia, de manera que un trabajo conjunto en pos de la verdad justifica una labor
coordinada y multidisciplinaria, pues todas estas ciencias están buscando un mismo objetivo:
la verdad histórica de los hechos que va a generar Justicia.
Al incluir ambas ciencias a La Conducta Humana y al considerar a la persona como un ser
responsable de sus actos, conductas y su capacidad para manejarlos, es que la inclusión de la
Psicología se hace de gran utilidad a la hora de analizar el porqué de la conducta delictiva de
una persona. Es en este sentido que la Psicología se convierte en un medio probatorio, cuyo
trabajo aporta en proporcionar un elemento pertinente y conducente para la resolución de
los procesos que así lo requieran.
Hoy en día el término más usado para referirse en forma global a la aplicación de la Psicología
para el Derecho es el de Psicología Jurídica, sub especialidad de la Psicología que incluye a las
siguientes aplicaciones: Psicología Forense (elaboración de informes y pericias), Asistencial
(terapia y análisis de medidas de seguridad y de resocialización), Victimología (análisis del
rol y elementos propios de las personas agraviadas), Psicología del Testimonio (valoración
de credibilidad de testimonios y toma de los mismos), Mediación (búsqueda de una
alternativa favorable para las partes sin llegar a juicio o haciendo que éste no sea
contencioso).
En este sentido, se puede definir a la Psicología Forense como la «Ciencia que enseña la
aplicación de todas las ramas y saberes de la Psicología ante las preguntas de la Justicia, y
coopera en todo momento con la Administración de Justicia, actuando en el foro (tribunal),
mejorando el ejercicio del Derecho" (Urra, 1993).
En relación a esta definición es complementario hacer un breve repaso histórico del
desarrollo de las ciencias forenses en general para ir centrando la atención más adelante en
la Psicología jurídica.
Se sabe, que el Derecho es una ciencia de una trayectoria de muchísimos siglos, sin embargo
la inclusión de otras ciencias no se vio necesaria sino a través del desarrollo de la humanidad.
De este modo a fines de la Edad Media, al estar saliendo del feudalismo, fue generándose la
necesidad de confiar en pruebas concretas y específicas para la comprobación de ciertos
hechos, provenientes de más de una fuente. De este modo, dentro del campo penal se firmó
la “Carta Magna” en Inglaterra, misma que otorga derechos a los señores feudales en un
mismo plano que al rey, con lo que el monopolio de la prueba se rompió. Más adelante se
firmó en Francia la “Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano” en 1789, donde
se le atribuye al hombre el “centro de la escena histórica y una vital importancia a su actuar”
(Lin Ching, 2002), marcando así el interés por el rol de la personalidad del delincuente en el
momento del hecho.
Lin Ching, Céspedes (2002) plantea una serie de hechos históricos que han marcado el
desarrollo de la Psicología en el campo jurídico:
En el año de 1792, a través de Eckardts Ahusen, se planteó la necesidad de revisar en los
conocimientos psicológicos para juzgar los delitos, lo que profundizó aún más las ideas antes
mencionadas. Más tarde en 1808, Hoffbauer publicó un clásico llamado “La Psicología en sus
principales aplicaciones en la Administración de Justicia”, a lo que otros autores fueron
complementando con los temas de “Relación jurídica-psicológica”, “Psicopatología Judicial”
y “Psicología Criminal”.
Al nacer en el siglo XX la Psicología experimental, se puede decir que también nació la
Psicología Forense a través de Stern (1903), Jaffe (1903), Binet (1905), Freud (1906) y
Lobsein (1906). Münsterberg publicó en 1908 su libro “El testigo en el estrado”, para plantear
no sólo la importancia de la veracidad de un testimonio, sino la necesidad de la presencia de
un Psicólogo en el sistema legal, ideas que recibieron muchas críticas y aceptaciones al mismo
tiempo. Es posible de identificar el año de 1913 cuando en Nueva York, en un reformatorio
de mujeres, se inician los servicios de asistencia psicológica, hecho que avanzó a otros centros
penitenciarios hasta que en 1916 se creó un laboratorio psicopático con el fin de examinar a
los detenidos en todas sus manifestaciones.
En relación a lo anterior para el año 1937, el Juez Wigmore, en Estados Unidos, comunica que
“el proceso judicial debe estar dispuesto a tomar cualquier prueba psicológica en cuenta,
siempre que ésta sea fiable”, razón por la que la labor pericial psicológica fue presentándose
en estrados, pero que fue siendo cuestionada hasta que en 1959, Blau publicara “La Psicología
Clínica y la profesión legal” remarcando la necesidad que tenía un psicólogo en acceder a una
formación adecuada para ejercer en el terreno legal.
Siguiendo esta línea de progreso, para los años sesentas hubo un hecho histórico que marcó
en forma definitiva el planteamiento serio de la intervención psicológica en el Derecho: el
caso Jenkins en Estados Unidos (1962), donde en principio se rechazó un informe pericial de
esquizofrenia sobre el imputado causándole en un principio su condena, lo que fue
protestado por la “Asociación Americana de Psiquiatría” a tal punto que se tuvo que aceptar
la pericia como prueba, provocando el cambio del fallo judicial y marcando así el comienzo
de la aceptación formal de una pericia psicológica como un medio probatorio de forma
contundente. Para este caso se apeló al Recurso de Casación como figura jurídica, misma que
permitió se revise el fallo a través de la pericia psicológica que se comprobó cómo acertada
y válida.
En este sentido, España es un país que le ha dado a la Psicología Jurídica la fortaleza de la que
hoy goza, pues empezó a estructurar y a profundizar los avances hechos hasta entonces. En
los jurados, tiempo en el que muchos autores publicaban distintos artículos relacionando
ambas ciencias.
Todos estos propósitos e intenciones arriba mencionados obligaron a su vez al profesional
en Psicología a superarse y a especializarse en el área jurídica en todas sus aplicaciones. El
psicólogo tradicional de entonces ya no era suficiente para abordar a los implicados en el
campo legal.
Fue tanta la influencia y el aporte que fue generando la Psicología que incluso fue
participando en el propio cambio de la normativa legal, dada su capacidad de comprensión
de los problemas sociales redimensionando el análisis del fenómeno criminológico en el
Derecho, así como reinterpretando normas e intentando adaptarlas a las necesidades del
hombre en el movimiento legal.
Los intereses incluso se fueron diferenciando: el aspecto de género fue empezando a cobrar
vida en relación al fenómeno de la interpretación de la violencia intrafamiliar, provocando
de esta manera se generen nuevas normativas a nivel mundial para enfrentar este aspecto.
Del mismo modo surgió el “interés superior del menor”, con una política de un
proteccionismo muy fuerte de los derechos de los niños, no sólo dentro de la resocialización
de menores infractores, sino dentro de la generación de política de prevención dentro de su
rol como futuros adultos (Lin Ching, 2002). Así esta distinción provocó a su vez que en varios
países se vayan creando normativas específicas para el tratamiento diferenciado de los
menores de edad, tanto niños, como adolescentes e incluso en personas entre los 18 y 25
años, como es el caso de Alemania, donde la imputabilidad permanece, pero donde el tipo y
tiempo de reclusión puede ser revisado en forma individual.
La Psicología incluso fue abriéndose paso en el sentido punitivo que se le daría a los
inculpados. Ello no solo dentro del marco de un sistema garantista de los derechos humanos
y de las respectivas Constituciones en los distintos países, sino dentro de la cantidad en
tiempo para ello e incluso en la incorporación de alternativas resocializadoras en especial
para los delincuentes juveniles.
Para este cambio la Sociología aporta ya desde entonces en gran medida a través de
proporcionar el entendimiento que los delitos así como los delincuentes son también el fruto
de un problema social y no sólo de la conducta desadaptada del actor. Este planteamiento
obligó a la sociedad a asumir su responsabilidad y no sólo a provocar el alejamiento del
delincuente a través del encierro, sino de mover a distintas instancias a trabajar el tema en
vez de negarlo y generar estudios y campañas de prevención.
El haber asumido estos y otros aspectos relacionados con la Psicología y el Derecho ha
provocado históricamente incluso que se analice más detalladamente a la víctima en su rol al
lado del agresor, sea éste sexual o por robo, etc. provocando así que el abordaje no se centre,
sino que se amplíe de modo de tener mayor objetividad a la hora de estudiar el hecho, además
UNIDAD II:
APLICACIÓN DE LA PSICOLOGÍA
FORENSE A LAS DISTINTAS MATERIAS
DEL DERECHO
Introducción
La misión del psicólogo forense o perito, según la literatura, es la de ilustrar, asesorar,
aportar conocimientos al juez o tribunal, por lo tanto, se convierte en auxiliar o colaborador
de la administración de justicia.
El informe pericial se emite para constatar, a través de una valoración técnica, una realidad
no perceptible. Su fin es hacer visible lo invisible, hacer tangible lo intangible. El grado de
fiabilidad que puede merecer un dictamen pericial vendrá ligado a los elementos y datos que
el perito hubiera seleccionado para emitir su opinión técnica, así como su especialidad y
comprensión del proceso psicopatológico en este contexto (Jouvencel, 2003). Cada vez se
requiere con más frecuencia la emisión de informes o dictámenes periciales psicológicos en
el campo del Derecho Civil y Laboral (Albarrán, 1998), cuya función, como prueba, es
relevante para garantizar los derechos de las partes.
1. PSICOLOGÍA FORENSE PENAL
En materia penal pueden realizarse pericias a través de la psicología o psiquiatría forense, la
mayor parte de las valoraciones se realizan a la imputabilidad del imputado, en este sentido
se buscan posibles trastornos mentales, trastornos de personalidad, grado de afectación del
consumo de sustancias psicótropas, etc.
El dictamen del psicólogo forense implica una prueba dentro del proceso, la cual es valorada
por el tribunal.
1.1. Valoración del grado de enajenación del sujeto (imputado, víctima o testigo)
La enajenación mental era considerada una enfermedad mental a principios del siglo XIX.
La enajenación mental se produce de forma permanente, no así el trastorno mental que es de
carácter transitorio.
Se aplica a imputados para realizar el análisis de en qué forma pudo afectar su enfermedad
mental sobre sus acciones dentro de la comisión del delito y si hubo alguna afectación como
consecuencia de los hechos.
Esta valoración apunta hacia la decisión dentro del Art. 37 del Código Penal para el momento
de la fijación de la pena. La Ley de Ejecución de Penas y Régimen Penitenciario habla de
establecimientos para casos especiales. Pues si se detecta que el inculpado padeciera de
alguna enfermedad mental grave, por el cumplimiento con los DDHH y el convenio a través
de Naciones Unidas, el condenado sólo debe perder su libertad, pero debiera recibir la
atención médica y/o psicológica que amerite su caso y cumplir su condena en un pabellón
psiquiátrico recibiendo la atención que requiere su caso para cumplir con el objetivo de la
reclusión que es el de resocializar al condenado.
Esta puede llegar a ser una de las más importantes, en especial en el contexto sexual y
familiar. Trata de realizar un testimonio narrado de forma libre, impulsado por técnicas
psicológicas cognitivas de abordaje a la memoria, que se analiza en conjunto con otras
técnicas que contienen distintos criterios que permiten el análisis de los contenidos en busca
de factores de credibilidad. Se suman otras técnicas que valoran el posible daño psicológico
en la victima.
Evaluar el daño psicológico es de vital importancia, por un lado como agravante y más
importante, para planear su posterior resarcimiento.
1.6. Valoración del riesgo de violencia potencial ante terceros o a sí mismo. Riesgo
de reincidencia.
Este procedimiento es considerado como un proceso de recolección de datos del occiso que
permite reconstruir su perfil psicológico y el estado mental antes del deceso. Para el
desarrollo de dicho procedimiento, es necesario el trabajo interdisiciplinario entre médicos,
abogados psiquiatras y psicólogos forenses. (Acevedo, Nuñez y Pinzón, 1999).
La Autopsia Psicológica como técnica pericial surge en los EE.UU. como una necesidad
administrativa de definir la etiología médico legal en los casos de muertes dudosas donde no
se contaba con los elementos suficientes para afirmar si se trataba de un suicidio o un
accidente. Sin embargo, a pesar que esta técnica es bastante conocida y utilizada en EE.UU.
no se ha establecido un procedimiento estandarizado para llevarlo a cabo.
Según Ebert (1991), los principales objetivos de la Autopsia Psicológica se dividen en cuatro:
1. Primer Objetivo:
Determinar la manera de la muerte en casos de equívocos que necesitan ser distinguidos. Las
maneras de muerte son: a) natural, b) accidental, c) suicidio y d) homicidio; este tipo de
sistema es conocido por la sigla NASH. Generalmente, en algunos casos, la manera de muerte
es bastante clara, lo que no ocurre con el modo como sucedieron los hechos.
2. Segundo Objetivo:
3. Tercer Objetivo:
Obtener la información suficiente para evaluar los datos obtenidos de diversos intentos de
suicidio, con el fin de prevenir dichos intentos y la letalidad de los mismos.
4. Cuarto Objetivo:
Según el mismo autor, es terapéutico para la familia y los amigos del occiso. La
entrevista y la investigación en general son mecanismos terapéuticos para estas
personas, ya que permite comunicar pensamientos y sentimientos sobre la persona
fallecida, de igual forma, la percepción que cada uno tiene sobre la muerte de aquella
persona cercana, que por lo general es de culpa, dolor, vergüenza, resentimiento, entre
otras.
De igual manera, la Autopsia Psicológica tiene como función ayudar a esclarecer los casos
de muerte dudosa: suicidio, homicidio y accidente, donde ni el médico legista, ni el
investigador policial tienen suficientes elementos para decidir, lo anterior se puede
determinar:
Shneidman, padre de la técnica, 1973-1977 (Citado por Ebert, 1991) propone tres
categorías para estudiar los casos de muerte dudosa: a) el qué, b) el cómo y c) el porqué,
en relación con la persona que cometió el suicidio; la causa actual de muerte con especial
énfasis en el tiempo y la determinación de la forma en que ocurrió.
Por esta razón, Annon (1995) y Young (1992), plantean que uno de los serios problemas
a los que se ve enfrentado el Protocolo de Autopsia Psicológica (PAP) es la falta de
estandarización, pues cada persona o equipo que lo aplica tiene un estilo diferente y
particular de realizarlo, lo cual afecta, según estos autores, notablemente los índices de
validez del procedimiento. Es decir, no existe un modelo estructurado y sistematizado
que disminuya el margen de sesgo.
Sin embargo, el número de autores que han escrito sobre el PAP es proporcional al
número de modelos propuestos para realizar una investigación. En algunos casos se le da
prioridad a unos aspectos y en otros se omiten.
Young, propone 15 categorías que se deben incluir al llevar a cabo dicha investigación:
1. Identificar la información personal del occiso (nombre, apellidos, edad, sexo,
ocupación, religión, estado civil, etc.).
2. Detalles de la muerte.
3. Historia de la familia (hermanos, esposa, enfermedades médicas y tratamientos,
intentos de suicidio, etc.).
4. Historia de muertes familiares.
5. Modelos familiares de reacción frente al estrés.
6. Tensiones recientes o problemas del pasado.
7. Historia de alcohol y drogas en la dinámica familiar.
8. Relaciones interpersonales.
Jack Annon (1995) propone otro de los modelos para llevar a cabo un proceso de AP, en
el cual se plantean como pasos a seguir los siguientes:
Examen cuidadoso de la escena donde sucedieron los hechos, examen de fotos y
grabaciones en video de la escena.
Documentos que informen sobre la vida de la víctima antes de la muerte, como notas del
colegio, notas de visitas previas al médico, notas sobre la salud mental, información
laboral, etc.
Entrevista con personas relevantes como testigos de la escena de los hechos, miembros
de la familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.
Este autor (1995), afirma que algunos científicos del comportamiento plantean que se
deben dedicar de 20 a 30 horas de investigación para formular una opinión preliminar
sobre el estado particular de la mente de un individuo antes de su muerte. Sin embargo,
el tiempo que se emplea está determinado por la facilidad para recolectar la información
y las personas que se deben entrevistar.
Autores como Ramírez, 1999 (citada por Nuñez, et al., 1999) y Annon (1995) afirman que
el tiempo óptimo para realizar la entrevista, es entre 1 y 6 meses después de haber
ocurrido el deceso, ya que durante estos meses aún se conserva la nitidez del recuerdo y
la información obtenida es confiable de lo contrario las reacciones de duelo pueden, o
bien, interferir en la objetividad del recuerdo existiendo la tendencia a idealizar al
fallecido o afectar la claridad del recuerdo.
De acuerdo a lo anterior Ramírez, 1999 (citada por Nuñez, et al., 1999) considera que los
entrevistadores deben recibir un entrenamiento preliminar en el manejo del instrumento
y en el estilo de comunicación que se debe utilizar dependiendo del modo de muerte de
la víctima. El entrevistador debe permitir que la información fluya libremente, es decir,
debe dejar hablar al informante sin interrumpirlo y sólo al final, si es necesario,
puntualizar en algún detalle o hacer algunas preguntas directas.
En relación con las fuentes de información se debe seleccionar, por lo menos, dos fuentes
con el objetivo de cruzar los datos ofrecidos en busca de confiabilidad. Se deben
seleccionar parientes de primera línea, convivientes, allegados o médicos de asistencia.
Las condiciones para realizar la entrevista deben ser estrictas; cada fuente deber ser
entrevistada de forma individual y en privado, evitando que la opinión de una influya en
la otra, lo cual afectaría a la confiabilidad de la información. El tiempo promedio de la
entrevista debe ser de dos horas, aunque en ocasiones es necesario extenderse un poco
más.
La Autopsia Psicológica es una técnica difícil con la cual cuentan sólo algunos países
desarrollados; en dicha técnica el estudio de las muertes equívocas exige un alto nivel
científico, por tal motivo, tenerlas a nuestra disposición posibilita un avance importante
en el aumento de la calidad científico-técnica y la profesionalidad de la investigación
criminal. (García, 1993).
Uno de los países de habla hispana con mayor trayectoria en el tema de Autopsia
Psicológica es Cuba. A partir de múltiples revisiones de los modelos, escalas, guías y
formularios encontrados en la literatura especializada han creado su propio modelo al
cual inicialmente denominaron MAP (Modelo de Autopsia Psicológica); a medida que
incorporaron otros ítems durante la validación, de dicho modelo, en víctimas de suicidio,
Según García Pérez (1999), el MAPI a diferencia de todos los modelos revisados está
completamente estructurado y sistematizado, de forma tal que se disminuye al mínimo el
margen de sesgo, debido a que todos los peritos o auxiliares de la justicia que aplican
dicho protocolo deben realizarlo de la misma manera, guiándose por un instructivo con
posibilidad de respuesta cerrada, precisamente para evitar la inclusión de elementos
subjetivos en la valoración de cada caso y, además, para hacerlo verificable por terceras
personas.
La metodología científica utilizada para validación del MAPI, fue desarrollada por el
Ministerio de Salud Pública y el Instituto de Medicina Legal de Cuba a través de tres
investigaciones realizadas durante el período de 1990 a 1996 en víctimas de suicidio,
homicidio y accidente, las cuales demostraron que recurrir a terceras personas para
obtener información de fallecido resulta confiable, que el método es viable y el
instrumento MAPI es aplicable y generalizable. (García, 1999).
La aplicación del MAPI, actualmente, se extiende fuera de Cuba, desde finales de 1994 y
se emplea con éxito en la solución de casos civiles y penales por parte de la Dirección de
Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Querétaro, en los
Estados Unidos Mexicanos, desde 1997 se utiliza por los servicios médicos-legales de
Chile para el estudio de suicidios. La dirección de Medicina Forense de Honduras
introdujo la técnica en 1998 para casos civiles y penales, en especial para la solución de
muertes dudosa, equívoca o por investigar, con la peculiaridad de la incorporación de
licenciados en Trabajo Social en calidad de peritos. A partir de 1999 este método fue
incluido dentro de las técnicas disponibles para la investigación de homicidios en Costa
Rica, por parte del ministerio Público.
Para proporcionar ésta prueba judicial, las ciencias forenses como la psiquiatría y la
psicología enfrentan a menudo tareas muy difíciles tales como determinar el estado
mental de un acusado en el momento de los hechos, peor aún, cuando ha transcurrido
algún tiempo desde el momento de su ocurrencia. En ocasiones, la labor del psiquiatra o
psicólogo se vuelve más compleja cuando se trata de determinar el estado mental de una
persona ya fallecida en el momento de su muerte.
No obstante, la vida psíquica del ser humano deja huella de una u otra forma: en
documentos, obras de arte, espacios habitados a lo largo de su existencia, en la forma
como se relacionaban con las otras personas, etc.
García (2000) plantea que una vez recogidos todos los elementos necesarios para
conformar una caracterización del occiso se realiza una discusión colectiva en la cual
participan los peritos y los investigadores policiales y se ofrece un informe pericial en
términos probabilísticos, pues se trata de una evaluación indirecta y de conclusiones
inferenciales que cobran valor solo al sumarse el resto de los elementos criminalísticos,
policiólogos y médico-legales.
Incapacidad
La incapacidad se considera como la pérdida de funciones físicas o mentales, pudiendo ser
funcional o laboral (en relación directa a la actividad laboral), temporal o permanente,
también llamada Invalidez.
Algunos estudios indican que la restricción o ausencia de la capacidad para realizar la
actividad laboral, en la forma o dentro del margen que se considera normal, está influenciada,
en primer lugar, por factores específicos del trabajo, incluyendo las organizativas, y, en
segundo lugar, la valoración inadecuada de las capacidades de los trabajadores (Linares et
al., 2002). Desde la perspectiva social, el Estado, a través de la Seguridad Social, garantiza a
las personas comprendidas en su ámbito de aplicación, ya sea por realizar actividades
profesionales en la modalidad contributiva, como en la modalidad no contributiva, la
protección adecuada cuando se den situaciones de incapacidad.
En nuestro país existen deambulando por las calles y expuestos a muchos riesgos y/o
enfermedades, muchas personas con enfermedades mentales orgánicas graves, por ejemplo
personas esquizofrénicas, que debieran recibir un tratamiento psiquiátrico permanente en
centros especializados, pero que fueron expulsados o se autoexpulsaron de sus familias.
Estas personas se niegan comúnmente a ello por no entender el riesgo al que están expuestas,
pero debieran ser internadas a cuenta del Estado, dado a que éste debe velar por todos/as
según la CPE.
2.3. Esterilización de paciente psíquico incapacitado
La esterilización de deficientes mentales, supone una fuente de controversia no sólo en los
foros de ética y bioética sino también en el ámbito donde los legisladores intentan poner
márgenes jurídicos a un tema que traspasa el mero aspecto legislativo para convertirse en
fuente de discusión en cuanto afecta a la dignidad de la persona.
De tal forma, siempre con la intención de defender los derechos del enfermo mental y
protegerlo de abusos, lo que se consigue es facilitar la esterilización de esas personas
mediante un determinado cauce legal.
De la misma forma se vienen viendo casos de personas con retardo mental, mujeres
especialmente, que son presa de violadores permanentemente quedando embarazadas y sin
saber luego cómo hacer y qué hacer con el bebé que nace y muchas veces descuidándolo o
simplemente dejándolo a que este bebé muera. Para evitar estos nacimientos y futuras
muertes de estos bebés, se da esta valoración en aquellos países donde el Código Civil
considera esta situación para evitar mayores conflictos incluso con la madre, o que vengan al
mundo bebés con problemas genéticos complejos de sus padres y que no puedan darles
atención alguna.
2.4. Capacidad de los pacientes psíquicos para ser testigos
Se van viendo algunos casos en los que para cualquier situación legal se pueda requerir el
testimonio de alguien del cual se duda sobre su capacidad de evocar o reflejar aquello que
percibió en la situación donde ocurrió y sea pertinente al Derecho, entonces, para que no
haya duda sobre este testimonio, se solicita verificar con anticipación esta posibilidad en el
testigo. Incluso puede darse en caso, como lo sería en la situación de un trastorno amnésico
del tipo de la Memoria a Corto Plazo (MCP con pérdida de memoria de acontecimientos de
reciente data), como es el caso de la Enfermedad de Korsakoff (alcoholismo crónico que
produce a reducción paulatina de la MCP), que se solicite un anticipo de prueba, acorde al
Art. 203 de “Testimonios Especiales".
Benjamin, en honor al autor que usó por primera vez el término transexualismo en 1948
(Goiar, Sannier y Toulet, 2005). Recientemente parece que se va a cambiar su denominación
al término “Disforia de Género” en sustitución de “Trastorno de Identidad de Género”, de cara
a la publicación de la nueva edición del sistema de clasificación DSM V (American Psychiatric
Association, 2013).
Esta valoración se da en el caso que un empleado haya generado una afección psicológica de
gravedad que le impida continuar cumpliendo con su contrato, sin que se lo procese por
dejarlo. Tal vez resultó antes más factible si se trataba de la salud física, por ejemplo si un
futbolista se daña definitivamente una pierna no podrá seguir jugando en el equipo, pero la
anulación de su contrato correría con el entendimiento de los empleadores. Del mismo modo,
si una persona, por ejemplo genera un duelo patológico luego de la muerte de un ser querido
muy cercano y no puede superarlo, su contrato podría ser invalidado por enfermedad sin
perjuicio mayor para el empleado.
La invalidez supone una alteración continuada de la salud que imposibilita o limita a quien la
padece para la realización de una actividad profesional. Incapacidad permanente es la
situación del trabajador que después de haber estado sometido al tratamiento prescrito y de
haber sido dado de alta médicamente, presenta reducciones anatómicas o funcionales graves,
susceptibles de determinación objetiva y previsiblemente definitivas, que disminuyan o
anulen su capacidad laboral. No obstará a tal calificación la posibilidad de recuperación de la
capacidad laboral del incapacitado, si dicha posibilidad se estima médicamente como incierta
o a largo plazo. No será necesaria el alta médica para la valoración de la incapacidad
permanente en los casos en que concurran secuelas definitivas.
Se considerará en situación de incapacidad permanente (1):
– El trabajador que después de haber estado sometido al tratamiento prescrito y de haber
sido dado de alta médicamente presentará reducciones anatómicas o funcionales graves,
susceptibles de determinación objetiva y previsiblemente definitivas, que disminuyan o
anulen su capacidad laboral.
– La situación de incapacidad que subsista después de extinguida la incapacidad temporal
por el transcurso del plazo máximo de duración. Extinguida la incapacidad temporal se
procederá, en el término exigido, a examinar al sujeto protegido para determinar el grado de
incapacidad permanente que le corresponda.
– Se exceptúa el caso en que continúe siendo necesario el tratamiento médico y clínico del
interesado que hicieran aconsejable demorar la correspondiente calificación.
3.3. Acoso Laboral o Mobbing
El acoso laboral, conocido asimismo como acoso moral, y muy frecuentemente a través del
término inglés mobbing ('acosar', 'hostigar', 'acorralar en grupo'), es tanto la acción de un
hostigador u hostigadores conducente a producir miedo o terror en el trabajador afectado
hacia su lugar de trabajo, como el efecto o la enfermedad que produce en el trabajador.
Esta persona o grupo de personas reciben una violencia psicológica injustificada a través de
actos negativos y hostiles en el trabajo por parte de sus compañeros, subalternos (vertical
ascendente) o superiores (vertical descendente o el tradicional bossing), de forma
sistemática y recurrente, durante un tiempo prolongado, a lo largo de meses e incluso años.
El análisis de las competencias parentales es crucial para que los servicios de protección de
menores puedan evaluar mejor el ejercicio de la parentalidad en familias en riesgo y
eventualmente tomar decisiones sobre la permanencia o no del menor en el hogar. De hecho,
los modelos más recientes de protección de menores ya tienen como eje central la evaluación
de las competencias parentales.
La patria potestad es entendida como el conjunto de deberes y obligaciones que los padres
tienen con respecto a los hijos, es de ejercicio personal y obligatorio, es indisponible, es de
carácter irrenunciable, es intransmisible y siempre se ha de ejecutar en beneficio del menor
y de ejercer de acuerdo con su personalidad.
La guarda y custodia es una de las funciones implícitas en la patria potestad, que como
consecuencia de la ruptura de la pareja, puede pasar a ser redefinida, debido al cambio
estructural de la familia, que tras la disolución matrimonial, se modifica. De este modo, los
hijos conviven con uno de los progenitores, teniendo derecho a mantener un régimen de
visitas con el otro (Fariña, Seijo y Arce, 2000)
El SAP es una forma de maltrato intrafamiliar donde uno de los padres, por lo general la
madre, de forma injustificada, vuelca a sus hijos en contra del otro padre usándolos como
trofeo a través de una serie de acciones que van desde la denigración del otro padre, pasando
por negar todo tipo de contacto entre los hijos y ese padre, hasta el intento de cambio de
apellido. Fue desarrollado por Gardner y en otras legislaciones está incluido en el Código de
Familia. En Bolivia se lo tiene de forma un tanto indirecta, pero presente a través del Nuevo
CNNA en el Art. 153 al mencionar en el inciso “d” la “Utilización de la niña, niño o adolescente
como objeto de presión, chantaje, hostigamiento, en los conflictos familiares” (CNNA, 2014),
ello apoyado a través de la Constitución Política del Estado que indica el hecho de no negar
el derecho fundamental de los hijos de estar relacionado adecuadamente por ambos
progenitores manteniendo todos su vínculos aunque existan conflictos entre ellos (Comisión
Nacional de los Derechos Humanos de México, 2011
Para conocer las consecuencias psicológicas de la violencia doméstica en los niños se hace
necesaria la evaluación de su estado cognoscitivo, emocional y conductual a través de
pruebas adaptadas a la edad y características del niño. La entrevista diagnóstica estructurada
realizada con la madre y con el niño por separado es la que proporcionará la información
clínica más importante. En algunos casos es interesante utilizar instrumentos más específicos
para valorar trastornos mentales como estrés postraumático, depresión o ansiedad. La
presencia de problemas mentales en los hijos de mujeres maltratadas produce una serie de
dificultades en diversas áreas de la vida cotidiana del niño. Por tanto, el clínico debe valorar
la adaptación de estos niños en diversas áreas de funcionamiento como la escuela, la familia
o las relaciones de amistad. Pero no todos los niños que son testigos de violencia en casa
tienen dificultades de adaptación. Algunos de ellos presentan resilencia, o capacidad para
adaptarse correctamente a su entorno a pesar de la presencia de serias amenazas para su
desarrollo. Por tanto, es importante valorar aspectos individuales como la autoestima, las
habilidades sociales, las capacidades cognitivas o las estrategias de afrontamiento.
reunirá la información de ambos lados, la analizará y ayudará a las partes a alcanzar acuerdos
justos. El proceso de mediación puede tener lugar en una o múltiples sesiones.
Una mediación del divorcio permite que usted mantenga el control de decisiones
importantes, tales como la división de la propiedad, alimentos, sostenimiento de los hijos y
custodia de los hijos, que afectan fundamentalmente tanto a usted como a sus hijos. Un
acuerdo de mediación no es obligatorio a menos que ambas partes convengan en ello. A
diferencia de lo que ocurre en los tribunales, si usted no está de acuerdo con el resultado de
la mediación, entones no es obligatorio. Usted todavía tiene el derecho de recurrir al tribunal.
La mediación del divorcio, típicamente, es menos costosa que ir al tribunal debido a que
requiere menos tiempo de parte de los abogados. Las partes, especialmente aquellas con
hijos que tengan una continua necesidad de comunicación, podrán aprender a negociar uno
con potro y empezarán a construir una relación de trabajo posterior al divorcio que les
permitirá que se comuniquen efectivamente en relación con los hijos.
Esta valoración es pocas veces solicitada, pero no porque no haya la necesidad, sino por la
cultura de no mostrar afectaciones de índole psicológica ante los superiores por temor a la
reacción. Sin embargo la realidad muestra que hay muchos de esos casos, ya que el personal
policial y militar muchas veces se enfrenta en medio de situaciones donde su vida corre
peligro, situaciones extremas, de estrés agudo, etc., mismas que, pese a la formación que
tienen, pueden rebasar su capacidad de afrontamiento y generar algún daño psicológico que
dificulte el óptimo desempeño de sus funciones posteriores sin el tratamiento adecuado. El
problema de no remitir estos casos muchas veces está en considerar como lesión sólo al daño
físico y menospreciar los efectos del daño psicológico emocional. En estos casos los
funcionarios, previa evaluación psicológica, deben recibir intervención adecuada, así como
medidas pertinentes, tales como una baja o cambio temporal de lugar de trabajo o funciones
laborales.
Como se vio anteriormente, pero dado a que personal de Policía y Milicia suele presentar esta
afectación en mayor cantidad, debe realizarse la evaluación pertinente sobre el grado de
afectación por la sobrecarga laboral y tomar las medidas adecuadas sin afectar ni a la persona
ni al equipo donde se desenvuelva.
UNIDAD III:
TRASTORNOS MENTALES RELEVANTES
PARA EL DERECHO
INTRODUCCIÓN
Tanto la enfermedad mental como la conducta delictiva son dos eventualidades que se
presentan con frecuencia relativamente alta en algún momento de la vida de muchas
personas. Existe una amplia gama de conductas delictivas, y una gran diversidad también de
enfermedades mentales, por lo que en ningún caso podremos esperar una relación simple
entre ambos fenómenos.
Enfermedad mental y delito son fenómenos de distinta naturaleza, pero hay ciertos aspectos
de la realidad que los vincula: hay enfermos que cometen delitos, y delincuentes que
presentan problemas de salud mental. Esta circunstancia plantea importantes dilemas y
controversias que atañen a aspectos teórico-conceptuales (ej. la responsabilidad jurídica del
enfermo mental ante el delito), y a aspectos prácticos (ej. la respuesta institucional al
enfermo que comete el delito, o al recluso con enfermedad mental: pena vs tratamiento);
controversias y dilemas a los que el Juez se ve expuesto y precisa de apoyo especializado que
coadyuven en la toma de decisiones en torno a una problemática tan delicada como el ámbito
de la enfermedad mental.
El delito es una transgresión de la ley, de la norma socialmente establecida. La respuesta
institucional al delito se rige por los principios y la ética de la Justicia: persecución del delito
y castigo del delincuente. La pena pretende la retribución del daño, y contribuir a la
seguridad; y a su vez, pretende también efectos disuasorios y la rehabilitación del
delincuente.
La enfermedad mental presupone una eventualidad con la que el sujeto se encuentra, que
acontece al margen de su voluntad, que proporciona sufrimiento y cierto grado de merma en
la capacidad del sujeto para gestionar de forma adecuada su propia vida, que en los casos
más graves puede producir una seria reducción o pérdida de la capacidad para decidir y obrar
libremente. Sin embargo algunos estudios reflejan la necesidad de realizar una evaluación
que implique un análisis individualizado que permita vincular el acto delictivo con la
sintomatología asociada a la patología que padece el delincuente, que en algunos casos (se
analizara ampliamente) el delito cometido no es proporcional al trastorno.
La más reciente versión del DSM fue publicada en mayo de 2013. Ha sido la revisión que más
discusión y polémica ha generado. Una cuestión importante con el DSM ha sido la validez.
1.2. LA CIE-10
La lista CIE10 (Clasificación internacional de enfermedades, décima versión) es una
clasificación y codificación de enfermedades y causas de muerte publicada inicialmente por
la OMS en 1992. Se utiliza principalmente para fines estadísticos y está ampliamente
aceptada en todo el mundo. Se divide en diferentes categorías de enfermedades relacionadas
entre sí y cada una de ellas tiene asociado un código que la identifica de manera unívoca.
Asimismo, existe un capítulo dedicado a la clasificación completa de todas las enfermedades
mentales junto con la descripción detallada de cada una de ellas.
2. DEFINICIÓN DE TRASTORNO MENTAL
Para poder definir a la enfermedad mental o trastorno mental, inicialmente se precisa definir
con claridad que implica salud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la SALUD
es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de
afecciones o enfermedades.»
Es así que SALUD MENTAL se define así como un estado de bienestar en el cual el individuo
es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida,
puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su
comunidad.
Por tanto la ENFERMEDAD o EL TRASTORNO MENTAL, se constituye en una alteración de
tipo emocional, cognitivo y/o comportamiento, en que quedan afectados procesos
psicológicos básicos como son la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la
conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje, el lenguaje, etc. Lo que dificulta a la
persona su adaptación al entorno cultural y social en que vive y crea alguna forma de
malestar subjetivo. (Ref. La “Guía de estilo” de FEAFES, la Confederación Española de
Agrupaciones de Familiares y personas con enfermedad mental).
No es fácil establecer una causa-efecto en la aparición de la enfermedad mental sino que son
múltiples y en ella confluyen factores biológicos (alteraciones bioquímicas, metabólicas, etc.),
factores psicológicos (vivencias del sujeto, aprendizaje, etc.) y factores sociales (cultura,
ámbito social y familiar, etc.) que pueden influir en su aparición.
2.1. Grados de alteración
- Leve: Se observan pocos síntomas o ninguno que exceden los requeridos para el
diagnóstico y sólo producen deterioro menos de la actividad social o laboral.
- Moderada: Son aquellas que están entre leve o grave.
- Grave: Son aquellas donde se observa la presencia de muchos síntomas que exceden los
requeridos para el diagnóstico, por lo que el grado de afectación es fuerte.
El trastorno puede encontrarse en una etapa de “remisión parcial” o de “remisión completa”
(se entiende por “remisión” un estado de superación del cuadro):
- Remisión parcial: Los criterios diagnósticos completos del trastorno se cumplieron con
anterioridad, pero en la actualidad permanecen sólo algunos de los síntomas o signos.
- Remisión Completa: Ya no se observan síntomas o signos, pero todavía es importante
mencionar el diagnóstico para la práctica clínica.
2.2. Tipos de diagnóstico:
De forma adicional se debe entender que el diagnóstico al que se llega puede contener una
sola estructura o enfermedad. A veces se encuentran tan solo “rasgos” de alguna estructura
y otras veces, las menos, una estructura completa. También se puede diagnosticar la
presencia de 2 o más estructuras presentes, pero no necesariamente de forma completa. De
este modo se puede encontrar lo siguiente:
2.3. Diagnóstico Múltiple
Se da cuando el peritado tiene más de un trastorno del eje I. En este caso el
diagnóstico principal se indica en 1º lugar, el resto se enumera en el orden de
prioridad de asistencia y tratamiento. Para la aplicación al Derecho, se debe
aclarar la relevancia de este trastorno en función al punto de pericia, puede ser
para entender el grado de conciencia del sujeto al momento del hecho, también
de qué manera afectó su conducta, etc. O en caso familiar, si sería peligroso o
no para asignarle la guarda de los hijos, etc.
2.4. Diagnóstico Provisional
La especificación de provisional se utiliza cuando existe una presunción clara
de que todos los criterios de un trastorno se cumplirán, aunque todavía no se
cuente con los datos suficientes para corroborarlo o establecer un diagnóstico
firme.
al menos una categoría no especificada (NE). Así un diagnóstico NE puede ser apropiado en
4 situaciones:
- Cuando cumple con las pautas generales de un trastorno mental, pero la sintomatología
no reúne los criterios para alguna de las alteraciones no especificadas.
- Cuando hay un cuadro que no está en el DSM IV.
- Cuando existen dudas en la etiología (origen de los síntomas).
- Cuando no hubo oportunidad para completar el proceso de recolección de datos o la
información es incoherente, pero suficiente para asignarle una clase diagnóstica en
particular.
3. Examen mental (Evaluación de las funciones cognitivas y psicopatología)
El examen mental se constituye en una herramienta mediante el cual el perito obtiene
información respecto al grado de alerta, el juicio, la inteligencia, la memoria, el estado de
ánimo. Estos son aspectos que forman parte de la evaluación del estado mental de una
persona y es necesario saber identificarlos y analizarlos.
Habitualmente, mientras transcurre la conversación con el evaluado, se captan distintos
aspectos: la forma cómo se viste, cómo se desenvuelve, cómo conversa, cómo analiza la
situación, el tipo de preguntas que hace, etc. Esto mismo permite también formarse una idea
del nivel de conciencia, la inteligencia, el estado anímico, su educación, etc.
Esta evaluación debe estar de acuerdo al nivel cultural de la persona. Si su instrucción es muy
básica, no se podrán solicitar operaciones complejas de tipo matemático o que requieran
conocimientos que nunca adquirió.
4. Trastornos mentales e Inimputabilidad
El concepto de imputabilidad, que tiene una base psicológica, comprende el conjunto de
facultades psíquicas mínimas que debe poseer un sujeto autor de un delito para que pueda
ser declarado culpable del mismo (Muñoz Conde, 1988).
Según la doctrina dominante en la actualidad, la imputabilidad requiere dos elementos: a)
capacidad de comprender el carácter antijurídico del hecho; b) capacidad de dirigir la
actuación conforme a dicho entendimiento.
La inteligencia y la voluntad son pues la base psicológica de la imputabilidad penal. Cuando
se hayan abolido o estén gravemente perturbadas, la imputabilidad no existe. De lo anterior
se deduce que toda alteración mental que afecte a estas funciones psicológicas es causa de
inimputabilidad. Sin embargo, el examen psicológico forense no debe limitarse a evaluar
exclusivamente las capacidades intelectivas y volitivas, sino que debe ampliarse al resto de
las funciones psíquicas, así como deberá tener en cuenta las características del delito
imputado para poder valorar de forma global como se encontraba la imputabilidad del sujeto
en un momento dado y ante unos hechos determinados (Rodes y Martí, 1997).
Se han venido utilizando tres grados jurisprudenciales de apreciación de la imputabilidad:
Imputable: su entendimiento y voluntad no están distorsionados ni sometidos a deficiencias,
alteraciones o enfermedades mentales.
Semiimputable: la persona sufre o ha sufrido en el momento del hecho por el que se le juzga
una perturbación, deficiencia o enfermedad mental que, sin anular completamente su
inteligencia o voluntad, sí interfiere en sus funciones psíquicas superiores.
Inimputable: su capacidad de conocer u obrar con arreglo a ese conocimiento está anulada.
Si bien la inimputabilidad excluye la responsabilidad legal, no excluye la posibilidad de
imposición de medidas de seguridad. Al suponer una anormalidad psíquica, la
inimputabilidad puede delatar una personalidad peligrosa, razón por la cual la ley prevé
medidas de seguridad para ciertos inimputables (ej. internamiento en un establecimiento
psiquiátrico).
La presencia de anomalía o alteración psíquica como causa de inimputabilidad no se resuelve
sin más con la constatación de la existencia de un trastorno psicopatológico sino que lo
relevante es el efecto psicológico que ese trastorno produce en la mente del sujeto. El efecto
psicológico ha de consistir en la perturbación de las facultades psíquicas que impida al sujeto
conocer lo ilícito de su conducta u orientar su actividad conforme a ese conocimiento.
Consecuencia de que sea el efecto psicológico lo que determine el que un trastorno mental
sea o no eximente es que no se pueden establecer listas de trastornos mentales que se
consideren como eximentes. Al no hacerse de esta forma más simplificada, el proceso se
complica.
La labor del psicólogo en el peritaje psicológico de la imputabilidad pasa concretamente por
tres momentos (Vázquez y Hernández, 1993):
Determinar la presencia de un trastorno mental, su entidad, significación, evolución y, en su
caso, pronóstico.
Analizar cómo dicho trastorno altera la capacidad de comprender lo injusto del hecho
("capacidad cognitiva") o la capacidad de controlar o dirigir su conducta ("capacidad
volitiva").
Poner en relación de causalidad el trastorno con los déficit de capacidades asociados y la
conducta delictiva en cuestión.
5. Trastornos mentales y Daño, lesiones y secuelas psicológicas
Cuando existe riesgo que de perder la vida, existen graves consecuencias para la salud
mental.
Este es un trastorno de ansiedad que puede surgir después de que una persona viva un
evento traumático que le causó pavor, impotencia u horror extremo.
Aunque es común pasar por un breve estado de ansiedad o depresión después de dichos
eventos, las personas que sufren de trastorno de estrés postraumático siguen "volviendo a
vivir" el trauma; evitan a las personas, los pensamientos o situaciones relacionadas con el
evento y tienen síntomas de emociones excesivas.
Las personas con este padecimiento sufren estos síntomas durante más de un mes y no
pueden vivir como lo hacían antes del suceso traumático.
Los síntomas del trastorno de estrés postraumático, por lo general aparecen en un período
de tres meses de la situación traumática, sin embargo, a veces se presentan meses o hasta
años después.
Los estudios sugieren que entre el 2% y el 9% de la población tiene cierto grado del trastorno.
No obstante, la probabilidad de sufrirlo es mayor cuando la persona se ve expuesta a
múltiples traumas o a eventos traumáticos durante su niñez y adolescencia, especialmente si
el trauma dura mucho tiempo o se repite.
Parece ser que las mujeres sufren más el trastorno de estrés postraumático que los hombres
(Bolúmar, 2001). Es importante saber que las personas con trastorno de estrés
postraumático frecuentemente consumen alcohol u otras drogas como forma de
automedicarse y sentirse mejor.
Las personas que tienen este padecimiento también tienen un riesgo más elevado de suicidio.
Los síntomas del TEPT los podemos dividir en tres subgrupos (Moretti, 2003; Rodríguez de
Armenta, 2007; Sáiz, 2000; Walter, 1991):
1. Síntomas de reexperimentación: son todos aquellos síntomas relacionados con
revivir el suceso traumático, en nuestro caso, la violencia doméstica: tener
pesadillas acerca de los malos tratos, recordar constantemente lo vivido, sentir
malestar, sudoración o taquicardia al recordarlo.
En muchos hogares todos los adultos de la familia nuclear trabajan fuera de casa, hay
separaciones, divorcios, falta de apoyo familiar y/o social, y muchas otras situaciones que no
permiten ejercer una parentalidad adecuada. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de
parentalidad? El concepto de parentalidad hace referencia a las actividades desarrolladas por
los padres y madres para cuidar y educar a sus hijos, al tiempo que promover su socialización.
La parentalidad no depende de la estructura o composición familiar, sino que tiene que ver
con las actitudes y la forma de interaccionar en las relaciones paterno/materno-filiales.
Según Cartiere, Ballonga y Gimeno (2008), cada uno de nosotros parece tener una forma de
interaccionar y una predisposición para poder ejercer de padre o madre, siguiendo unos
modelos o patrones que seguramente hemos vivido durante nuestra infancia y/o
adolescencia. Sin embargo, estos patrones deben permitir a la familia ejercer unas funciones
en relación con los hijos, que en términos generales y desde un punto de vista evolutivo-
educativo se concretan, según Muñoz (2005), en:
• Tomar decisiones respecto a la apertura hacia otros contextos educativos que compartirán
con la familia la tarea educativa y socializadora del niño. Entre todos estos contextos destaca
especialmente la escuela.
Cuando nos referimos a las competencias parentales, hablamos de la capacidad para cuidar
de los hijos y dar respuestas adecuadas a sus necesidades. Masten y Curtis (2000) definen la
competencia como un concepto integrador que se refiere a la capacidad de las personas para
generar y coordinar respuestas (afecto, cognición, comunicación, comportamiento) flexibles
y adaptativas a corto y a largo plazo ante las demandas asociadas a la realización de sus tareas
vitales y generar estrategias para aprovechar las oportunidades que se les brindan.
Evaluar las competencias parentales es un proceso complejo y, a menudo, faltan
instrumentos psicométricos que permitan hacer una valoración objetiva de cada situación y
realidad familiar. Esto se da porque en el entorno familiar hay muchas influencias y variables
difíciles de cuantificar y evaluar.
• La observación: fundamental para observar las dinámicas familiares, sobre todo en las
visitas al propio domicilio, permite valorar la calidad de la interacción entre padres e hijos y
las relaciones que se establecen.
La relación entre enfermedad mental y violencia es compleja y sobre todo polémica. A pesar
de las dificultades y prejuicios no debería obviarse su estudio ya que sus consecuencias
afectan a la salud y bienestar de las personas que sufren una enfermedad mental y de su
entorno. Numerosos profesionales de la salud mental que trabajan en contextos clínicos y
forenses se enfrentan cotidianamente con este problema y, en muchas ocasiones, con la
urgencia de intervenir frente al comportamiento violento. A pesar de las numerosas
evidencias obtenidas en los últimos 20 años acerca de la realidad de este problema aún
persiste el convencimiento de que hablar de violencia y enfermedad mental solamente tiene
efectos negativos para los enfermos mentales porque aumenta su estigma social. Los
recientes estudios epidemiológicos cuestionan estas creencias y han facilitado el desarrollo
de estrategias adecuadas para prevenir e intervenir técnicamente en este problema. Las
evidencias indican que la enfermedad mental es un factor de riesgo de violencia, que se puede
predecir y prevenir o minimizar la probabilidad de que ocurra. Para estas tareas se han
desarrollado instrumentos de aplicación profesional como el HCR-20. El HCR-20 es una guía
de valoración del riesgo de violencia diseñada específicamente para predecir y gestionar el
riesgo de violencia futura en grupos de personas con enfermedad mental o en personas que
han cometido uno o más delitos violentos. En este artí- culo se presenta una breve revisión
de los recientes hallazgos epidemiológicos sobre las relaciones entre violencia y enfermedad
mental, se incluye una descripción de la guía HCR-20, haciendo énfasis en su uso en contextos
hospitalarios y se presentan los resultados preliminares de una investigación realizada en
España para explorar su validez predictiva en un grupo de personas afectadas de trastorno
mental grave
TEMA IV:
EL INFORME PSICOLÓGICO Y EL
DICTAMEN PSICOLÓGICO PERICIAL
1. INFORMES PSICOLÓGICOS E INFORMES PSICO-JURÍDICOS
El informe psicológico es un documento emitido por un profesional de la psicología, que luego
de haber realizada la valoración y diagnóstico informa los hallazgos, sus conclusiones y
recomendaciones. Este tipo de informes tienen por finalidad principal de su actuación poder
llevar a cabo una posterior intervención terapéutica, toda vez que se parte de la asunción de
que la persona evaluada acude en búsqueda de ayuda psicológica y la evaluación y
diagnóstico son el punto de partida para el tratamiento posterior.
La evaluación psicológica convencional realizada dentro del ámbito clínico es realizada
principalmente empleando la entrevista clínica, a través de la cual se realiza la anamnesis del
paciente y la administración de test psicológicos, los cuales pocas veces cuentan con escalas
de detección del engaño y la mentira, toda vez que como se dijo, en el ámbito clínico se
presume que el paciente acude en búsqueda de ayuda y por tanto será lo más sincero posible
con la finalidad de procurarse ayuda.
En algunos casos se solicita a los psicólogos clínicos que emitan Informes Psicológicos
Clínicos sobre su conocimiento de sus propios pacientes, por ejemplo, si una mujer que es
víctima de violencia de pareja asiste a terapia psicológica con un profesional específico y se
le pide a dicho profesional que emita un informe de su conocimiento del caso de esa mujer.
En ese caso ese profesional se encuentra amparado en el secreto profesional e informará a la
autoridad competente con forme la ética le mande, toda vez que todo aquello que conoce del
caso fue obtenido garantizando al paciente este secreto profesional, así mismo se debe
indicar que este informe no podrá ser considerado en el rango de peritaje toda vez que no se
han cumplido las formalidades de dicha prueba respetando el principio de contradicción, en
el cual las partes implicadas puedan objetar la idoneidad profesional o los aspectos a evaluar,
al margen de aquello, un psicólogo clínico por ética debe rehusarse a realizar un peritaje
sobre un paciente que ya conoce con antelación, toda vez que existe algún grado de
vinculación con el mismo ya esto afectaría su imparcialidad.
Al margen de este tipo de informes, dentro de los procesos judiciales, es frecuente que las
partes aporten al proceso informes psicológicos de parte, sin embargo se debe distinguir
entre los mismos de acuerdo a sus características:
Emitir un dictamen psicológico, el cual podrá ser expuesto de modo oral en juicio, de
igual forma deberá ampliar o aclarar sus conclusiones en caso de que así lo determine
la autoridad competente ya sea de modo oral o por escrito.
Otro aspecto igualmente importante que distingue al Dictamen pericial psicológico de los
otros tipos de informes es que, en la realización de este, las partes pueden proponer
consultores técnicos, los cuales tal como establece la normativa podrán presenciar la
realización de la pericia e interrogar al perito en la exposición de sus resultados ante el
tribunal a fin de garantizar el principio de igualdad probatoria de las partes.
A continuación se expone una lista de posibles test y/o pruebas psicométricas o proyectivas
que pueden ser aplicadas en el campo de la Psicología Forense. Debe aclararse previamente
que en muchos casos depende del Psicólogo Perito, pero que en general estas serían las
pruebas más utilizadas en nuestro medio, sin que ello sea privativo a otras.
Con carácter previo se debe aclarar que las técnicas psicológicas sólo deben ser usadas por
Psicólogos y/o Psiquiatras que demuestren haber recibido la capacitación adecuada para su
manejo. Así por ejemplo se debe tener especial cuidado con el uso y manejo de pruebas
proyectivas, puesto a que estas técnicas requieren de una capacitación adicional en
Psicoanálisis, contenidos que sí están inmersos durante el estudio universitario global de la
carrera de Psicología. Incluso quien aplique el Test de Rorschach, debe demostrar un curso
adicional, fuera de la carrera para ello a nivel de Postgrado, lo propio en muchas de las
técnicas específicas psicoforenses, como ser las de credibilidad de testimonio o las de análisis
de formas de maltrato y daño psicológico, entre otras. En todo caso cada profesional elabora
su propia batería de pruebas (conjunto de técnicas psicológicas seleccionadas para evaluar
los puntos de pericia requeridos), no siendo estas baterías exclusivas, pero sí recomendables.
Para la aplicación de una batería de test, en general, para la realización de cualquier pericia
psicológica el Perito puede/debe tener a su alcance toda la información contenida en el
cuaderno de investigaciones, pues ello proporciona información contextual adicional que
puede ser contrastada en la Entrevista Clínica realizada.
Cabe recalcar nuevamente que la batería de tests psicológicos sólo viene a reafirmar y
reforzar el diagnóstico que se obtuvo a través de la Entrevista Clínica y de la Anamnesis.
Tabla de Tests o Técnicas Psicológicas y su Área de Aplicación
Incluye criterios de validez, falsedad además de los Aplicable a los padres en casos de
clínicos patológicos. divorcio, controversias acerca de
la custodia y adopción.
Su uso se da con personas que tengan un buen
manejo de lectura y de comprensión del castellano,
es decir, mínimamente bachilleres.
HTP (“Home, Tree and Person” = “Casa, Árbol y Aplicable en cualquier materia
Persona”: legal cuando se desee tener un
perfil base de la personalidad del
Se trata de una prueba gráfica que consiste en
sujeto.
dibujar 3 figuras por separado, donde se reflejan
aspectos de la personalidad y que puede mostrar Puede dar indicadores
indicadores diversos conflictivos, e incluso del diferenciados de maltrato, de
manejo de la sexualidad. conducta violenta y otros
conflictos.
A cada dibujo le sigue una serie de preguntas según
el protocolo preestablecido.
CAT: Test de Apercepción Temática para niños: Arroja información sobre posibles
conflictos que viene vivenciando
Aplicable desde los 3 años hasta los 14 en su 2
el niño en sus contextos más
versiones “de animales y de personas”.
directos.
El sistema es prácticamente el mismo que el TAT,
Aplicable en casos de tenencia,
pero para niños.
cambio de custodia, divorcios, etc.
Proporciona factores del desarrollo de la por develar las relaciones del niño
personalidad normal del niño así como patologías. con su familia.
STAI-E “Inventario de Ansiedad como Estado” de Útil para buscar posible daño
Spielberger: psicológico en víctimas de
cualquier tipo de violencia o
Inventario diseñado para evaluar aspectos de la
evento traumático.
ansiedad en el momento presente.
Útil para agravar la pena del
Proporciona resultados diferenciados para
imputado.
hombre y mujereas, así como para adolescentes de
ambos sexos. Útil para justificar el
resarcimiento del daño por parte
del imputado a la víctima.
TEPT “Escala de Gravedad de Síntomas del Trastorno de Aplicable en toda víctima que
Estrés Postraumático” de Echeburúa: haya sufrido cualquier tipo de
violencia de un solo evento o de
Organizado en base al DSM-IV.
forma prolongada para verificar la
Pruebas de inteligencia
Son 20 frases que deben ser respondidas en una un delito o conducta violenta por
escala de Likert de 0 a 3 que incluye contenidos de falta de control de impulsos.
situaciones, contexto, conductas, etc.
relacionadas con acciones y conductas impulsivas
propias de personas agresoras, por falta de
control de impulsos.
Se debe indagar profundizando las respuestas
para evitar disimulaciones del cuadro de
impulsividad.
OTRAS VALORACIONES
b) Datos generales del evaluado: incluye los datos de identificación, lugar y fecha de
nacimiento, escolaridad, ocupación, entre otros.
c) Antecedentes del caso: incluye la información relativa al caso recolectada a través de la
revisión del expediente y de las entrevistas propiamente dichas, se debe especificar el
tipo y momento del proceso en el que se encuentra y demás información relevante.
d) Antecedentes del evaluado: según corresponda se podrá consignar los antecedentes
personales, familiares, laborales/escolares. Esta información es importante ya que ayuda
a contextualizar al sujeto en su entorno y puede permitir tener una visión acerca de su
evolución y funcionamiento, sobre todo los antecedentes laborales/escolares.
e) Metodología: Si bien en algunos peritajes no se suele incorporar este apartado, es
altamente recomendable que se lo consigne, toda vez que en el mismo el perito señala
cómo planificó la pericia, a qué fuentes recurrió para la obtención de la información, en
número y duración de las sesiones y las fechas de realización, entre otros datos, son
importantes.
f) Técnicas e instrumentos de evaluación: Se debe consignar los nombres de los
instrumentos, sus autores, la versión (si hubiera varias), finalidad o áreas que evalúa e
información sobre la validez y confiabilidad del instrumento.
El juzgador debe poner especial atención al tipo de instrumentos que el perito selecciona,
verificar si los mismos cuentan con información que respalde su utilización dentro del
ámbito forense y si los mismos tienen niveles adecuados de validez y confiabilidad.
g) Resultados de la evaluación: En este apartado se deben presentar los resultados de cada
una de las técnicas e instrumentos administrados, es importante verificar que el perito
señale e tipo de baremos que utilizó para su interpretación, los baremos son los puntos
de corte de los test que se calculan al momento de validarlos, a partir de una muestra
representativa de sujetos.
h) Conclusiones: Las conclusiones deben integrar los resultados de las diferentes técnicas
e instrumentos empleados y responder a los puntos de pericia. En aquellos casos en los
que se requiere al perito realizar un diagnóstico de trastornos mentales, trastornos de la
personalidad, lesiones, secuelas o daño psicológico, es necesario que el profesional
consigne un diagnóstico basado en algún manual diagnóstico reconocido
internacionalmente como el DSM (versión 4 o 5), la CIE-10 o la Guía Latinoamérica de
diagnóstico psiquiátrico (esta última no muy utilizada). Es imprescindible que este
diagnóstico esté respaldado con el resultado de los instrumentos y que el perito
especifique explícitamente, ya sea en el apartado de resultados en el de las conclusiones,
los signos y síntomas que le llevaron a tal conclusión.
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