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7 SECRETOS QUE TODO LÍDER DE PREADOLESCENTES DEBE SABER


e625 - 2017
Dallas, Texas
e625 ©2017 por Germán Ortíz

Todas las citas bíblicas son de la Nueva Biblia Viva (NBV) a menos que se
indique lo contrario.

Editado por: Virginia Bonino de Altare


Diseñado por: JuanShimabukuroDesign

RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS.

ISBN: 978-1-946707-91-8
Las principales corporaciones detrás de la moda, la electrónica y los me-
dios audiovisuales están muy interesadas en los preadolescentes… como si
supieran algo que en las iglesias ignoramos.
En el ámbito de la filosofía dónde a algunos les gusta ponerles nombre a
las generaciones, se debate si la preadolescencia es una consecuencia de
la posmodernidad y lo cierto es que, aunque haya un efecto cultural o no,
existe una etapa emergente, distinta a la adolescencia –ya que antecede
o le da inicio a la pubertad– y que también se diferencia de la niñez. En
inglés se conoce a los chicos de esta etapa como «tweens», haciendo un
juego de palabras entre «teens» (adolescentes) y «between» (que significa
«entre»). Esto hace referencia a que son demasiado maduros como para
considerarse niños, pero son aún muy pequeños como para ser llamados
adolescentes. En la preadolescencia comienza el pensamiento abstracto
dónde comienzan a pensar críticamente acerca de sí mismos y ahora se
dan cuenta de que hay distintas perspectivas de la realidad, y al hacerlo
pueden sentirse confundidos. Descubren que hay cosmovisiones diferentes
a la de su familia, y que los valores de su contexto no son los de todos...
incluyendo a gente buena y a la que respetan. («¿Cómo es que gente
buena puede pensar así?», se preguntan.)
Trabajar con ellos es un viaje de aventura, riesgo y descubrimiento. Es un
llamado y el llamado de Dios es difícil de explicar, pero imposible de igno-
rar. Se manifiesta en una convicción persistente y consciente de que Dios
te pide que hagas algo y por eso estás leyendo este libro. ¡Te felicitamos!
Ellos y la iglesia toda, necesitan buenos líderes de preadolescentes.
En e625 publicamos esta excelente herramienta de German Ortíz porque
creemos que nuestras iglesias pueden tener un ministerio de preadoles-
centes exitoso. Creemos que es posible enamorar a los preadolescentes
del evangelio y siempre podemos hacer un discipulado mejor con ellos.
Gracias por leer y estudiar estás páginas. ¡Ánimo en Jesús!
CONTENIDO
El punto de partida....................... 5

1 El secreto del discipulado


integral...................................... 8

2 El secreto de la RELACIÓN
CON LOS PADRES.......................... 28

3 El secreto de la
SEXUALIDAD SANA Y LA
PREVENCIÓN DEL ABUSO.............. 52

4 EL SECRETO DE LA CAPACITACIÓN
DEL LIDERAZGO............................ 67

5 EL SECRETO DE LA
COMPRENSIÓN DEL TIEMPO
SOCIOPSICONEUROLÓGICO............. 97

6 EL SECRETO DEL LUGAR


SEGURO......................................... 127

7 ELCLARO
SECRETO DE UN PLAN
y ELÁSTICO ...................... 152

4
El punto de
partida
Son esa rara combinación entre el niño o la niña que están
dejando de ser y ese extraño o extraña adolescente que
muta ante nuestros ojos, modificando su peso, sus rasgos, el
timbre de su voz y su figura. En general son los apuraditos
por crecer porque la adolescencia está ahí, a unos pocos
pasos, con ese combo de misterios atractivos que la socie-
dad de consumo vende como la cumbre de la experiencia
humana. Viven en una sociedad donde madurar parece
ser mala palabra, pero los beneficios de la adolescencia
se presentan como el acceso al postre sin la obligación de
comer el almuerzo. Son los y las grandes demandantes de
justicia y libertad que aún piden que les atemos los zapatos.
Son aún crías o cachorros que juegan a pegarte, pero luego
preguntan sobre sexo y relaciones amorosas. Suelen ser tan
hiperactivos como sus hormonas que se mueven frenéti-
camente en su interior. En un sinfín de casos los sentidos
mantienen esa curiosidad infantil. Son una encrucijada para
padres y docentes pero sin embargo están ahí, mucho más
accesibles de lo que lo estarán en un par de años. Muchos
de ellos serán capaces de caminar abrazados o de la mano
de un adulto sin avergonzarse ni fastidiarse. Accederán a
casi cualquier invitación que les hagas. Tienen una disposi-
ción al diálogo que puede que estén a punto de perder. Aún
siguen haciendo preguntas, la ignorancia no los avergüenza.
Todavía no han adquirido esa pedantería adulta que los

5
adolescentes entrenan y que se observa en la necesidad de
mostrar que se las saben todas.

Muchos comienzan a ver un mundo que les resulta hostil


y se encuentran con el paracaídas puesto y las puertas del
avión abiertas. El viento les pega en la cara, el mundo adul-
to los rodea discutiendo si es el momento y el lugar correc-
to para que salten. Nos preguntamos si están listos. Abu-
samos de nuestro poder para empujar cuando nos plazca o
todavía retenerlos. Están armando las condiciones internas
para saltar con coraje, con irresponsabilidad inconsciente o
clavar las uñas en el fuselaje vencidos por el temor a volar.
Se pondrá en juego lo que hemos sembrado en sus mentes
y corazones. Sabremos en breve si lo que hemos aporta-
do los ayudará a volar con disfrute y responsabilidad, con
desenfreno y descuido o con temor paralizante. Están en las
mejores condiciones para recibir importantes instrucciones
antes de un salto bautismal. Aún están dispuestos a que
algún adulto les dé un par de consejos sobre en qué mo-
mento dejarse caer, en qué instante tirar del cordón, de qué
manera pisar suelo y, aún más, qué hacer cuando ya estén
en tierra. Son una oportunidad única. La ventana aún estará
abierta por un par de años más. El que luego se cierre o no,
tendrá que ver con tus ganas y tu convicción de asomarte
a charlar, a escuchar, a comprender… hoy. Hoy, no mañana
cuando te desocupes, cuando, supuestamente, llegue ese día
en que los planetas se alineen y todas las condiciones estén
dadas para que en tu agenda se genere el hueco. No hay
garantías de que la ventana siga abierta.
Vamos a regalarles una mirada más profunda, más amorosa,
más sabia y más desinteresada que la que los medios y el
6
mercado les vende en formato de entretenimiento estéril,
ese trueque desigual a cambio de lo que pueden consumir
y pueden hacer consumir a sus padres. Nos toca invitarlos a
la aventura, desafiarlos para enfrentar los retos de la expe-
riencia, mostrarles que la vida en abundancia no anida en el
status y el confort. Vamos a abrirles el panorama hacia una
vida con un sentido trascendente. Podemos mostrarles cuánto
los ama Jesús amándolos nosotros, ayudándolos a calentar los
motores para una vida adulta relevante.
Ese es el desafío de la iglesia, que requiere mucho más que
buenas actividades, clases o sermones. Requiere de tu vida
ofrendada en formato de tiempo de calidad.
Sinceramente esperamos que este material te ayude a
pensar, que genere una inquietante discusión en tu interior
y en la mesa de trabajo con tu equipo. Esperamos que sea
combustible para la iglesia y sirva para tiempos nuevos don-
de crianza, discipulado y pastoral jueguen juntos el mejor
partido a favor de los chicos y chicas que tanto amamos.

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1
El secreto
del
discipulado
integral
El discipulado ya comenzó
Los preadolescentes necesitan ser incorporados a la diná-
mica del discipulado integral comprendiendo los procesos
propios de su edad y de su contexto.
Cuando mi hija Florencia tenía aproximadamente unos
cinco años, un día mientras jugaba con ella abrazándola le
pregunté: -«¿Por qué eres tan linda?». Ella me respondió:
-«Porque Jesús me hizo así». Otro día le pregunté: -«¿Por
qué te quiero tanto?». Me respondió: -«Porque eres mi
papá». Le pedí a mi hijo Franco que me explicara por qué
él se daba cuenta de que yo lo amaba. Con fastidio me
respondió: -«¡Ay papá! ¡Porque me lo dices siempre…!». En-
tonces le pregunté: -«¿Y si me quedara mudo y no pudiera
hablar más?». El me respondió: -«Me abrazarías». -«¿Y si
me quedara sin brazos? seguí interrogándolo. –«Porque me

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llevas al cine, me retas para que me porte bien, me enseñas
cosas, me corriges…», terminó contestándome.
No soy el mejor padre del mundo y mis hijos tampoco son
perfectos, lo que hace que me asombre, aún más, de estos
resultados. En gran parte, me gano la vida dando confer-
encias: talleres, mensajes, simposios, seminarios, presenta-
ciones, sermones, etc. Sin embargo, nunca dicté una clase
sobre «Autoestima y seguridad en la niñez» para mi hija
Florencia, ni hice una ponencia sobre «Diferentes maneras
de percibir el amor y capitalizar su experiencia» para mi hijo
Franco, ni otra sobre «El valor de los límites para sentirse
amado». A pesar de eso, ellos parecen haber aprendido algu-
nos de los conceptos más valiosos sobre la vida y, en algu-
nos casos, sin haber llegado a la escuela primaria. Ahora que
Flor alcanzó los quince puedo observar cómo esos concep-
tos regresan a su vida cotidiana y resultan bases sólidas para
encarar las batallas de la adolescencia. ¿Cómo se explica
que niños tan pequeños comprendan cosas tan importantes,
tan relevantes, tan trascendentes, sin que nadie les dicte
una sola clase al respecto?

Veamos al gran Maestro


Quizás alguien que tuvo el honor de observar al más grande
Maestro de todos los tiempos pueda darnos una pista:
«De entre todos seleccionó a doce para que estuvieran
siempre con él y salieran a predicar. A estos los llamó após-
toles». Marcos 3:14
Este es un versículo que bien podría leerse como una decla-
ración de propósito. Jesús hizo intencional lo que muchas

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veces yo no. La versión Reina Valera dice «para que estuvie-
ran siempre con él». Jesús tomo la determinación deliberada
y proactiva de pasar tiempo con sus discípulos. ¿Por qué
habrá hecho eso? ¿Por qué no escribió un libro, o dictó una
serie de seminarios intensivos? ¿Por qué la mayor cantidad
de sus horas la invirtió en pasar tiempo con estos doce
tipos?
¿Será porque la mejor manera de observar la autoridad y la
coherencia de un maestro es conviviendo con él?
¿Será porque no existe mejor manera de internalizar un
concepto que reconociendo su sentido práctico y su utilidad
en la experiencia observable?
¿Será porque la mejor manera de aprender un concepto
sucede cuando se lo observa en la práctica?
¿Será porque los vínculos producen una especie de influen-
cia por contagio, a veces hasta sin proponérnoslo?
¿Será porque si enseñas sobre el amor será mejor que te
observen brindándolo en la vida cotidiana?
¿Será porque el pasar tiempo juntos brinda las mejores
oportunidades para que esto ocurra?
¿Será porque si el maestro sabe aprovechar todo esto podrá
influir de la manera más profunda en los procesos de apren-
dizaje de su aprendiz?

Discipulado total
Los vínculos son el vehículo privilegiado para movilizar
la comunicación. Cuando estos dos elementos, vínculo y

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comunicación, se combinan... entonces veremos emerger
de la mezcla un producto que se llama aprendizaje. De
la calidad del vínculo y de la calidad de la comunicación
resultará la calidad del aprendizaje. Esta es la dinámica que
Jesús propuso a los doce aquel día. El vínculo más estrecho
con el ser más bueno y sabio comunicando estratégicamen-
te, con cada palabra, con cada actitud, con cada gesto, con
cada conducta y con cada acción la verdad trascendente del
Evangelio. Esto produjo el aprendizaje más profundo. Antes
de irse les indicó a sus discípulos que reprodujeran la misma
dinámica hasta su regreso.
José y María se sorprendieron con el Jesús metido en los
negocios del Padre, ahí en el atrio del templo, ante los ojos
desorbitados de los ancianos escribas y los maestros de la
ley. Los discípulos, a lo largo de tres años, lo que vieron fue
al mismo Jesús, dieciocho años después, comprometido de
manera total en esos mismos negocios. Aquel que regresó
a Nazaret para seguir creciendo en estatura, sabiduría y
gracia para con Dios y para con los hombres, no solo parece
seguir en ese proceso de construcción… parece empecinado
en enseñarle a otros el camino al Padre que hace crecer de
manera integral.
«Entonces se le acercó uno de los maestros de la ley que
los oyó discutir. Al ver que Jesús les había contestado bien,
le preguntó: —De todos los mandamientos, ¿cuál es el más
importante? Jesús le contestó: —El más importante es:
‘Oye, Israel. El Señor nuestro Dios, el Señor es uno. Ama al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
toda tu mente y con todas tus fuerzas’. Y el segundo es:
‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro manda-
miento más importante que estos». Marcos 12:28-31

11
Jesús nos da la clave. No solo para ir al cielo, no solo para
ser salvos una vez que nos muramos. Él nos da la llave para
el crecimiento integral, ese mismo proceso que se describe
en su persona, ahí en el cierre del capítulo 2 de Lucas.
Los evangelios dejan en claro que el maestro que enseña a
conectar la totalidad del ser con el Creador del universo, ya
lo venía experimentando en su propia vida, al menos, desde
su preadolescencia. Allí donde los conceptos, principios y
valores de la niñez comienzan a ponerse en cuestionamien-
to, ahí donde la crianza suele aflojar la rienda y apartar la
mirada ocasionando que podamos perdernos en Jerusalén o
en cualquier lugar del inmenso universo; en bastos e inex-
plorados territorios geográficos… o mentales. Ahí donde
nuestro sistema de emociones, pensamientos y creencias
parecen sufrir todo un cataclismo que obliga a la reestruc-
turación de nuestra psiquis. Ahí Jesús opta por los negocios
del Padre que lo desafían al crecimiento, crecimiento que se
potencia de manera exponencial cuando alineamos armóni-
camente nuestro corazón, mente, alma y fuerzas al ser sabio
y amoroso que nos creó.
Esa es la misión de la crianza y del liderazgo generacional:
alinear nuestro corazón, mente, alma y fuerzas con nuestro
Dios, para potenciar nuestra vida entrando en los negocios
del Padre, de manera que nos conectemos con la vida en
abundancia y seamos una influencia positiva para la ge-
neración que viene, acompañándolos en los procesos del
aprendizaje integral, ayudándolos a meterse en los benefi-
ciosos negocios del cielo.

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Qué necesitan, qué necesitamos
Esta generación necesita algo más que padres amorosos,
líderes carismáticos o maestros dedicados que dan buenas
lecciones dominicales. De hecho, creo que nos merecemos
una seria revisión al método áulico de lo que se conoce
como Escuela Bíblica Dominical. Creo que necesitamos pen-
sar una pastoral de la niñez y obviamente una pastoral de
la preadolescencia. Creo que estos chicos y chicas necesitan
discípulos de Cristo que dan muestras cabales, con cada mi-
límetro de su ser, de su firme compromiso con los negocios
del Padre. Discípulos que, habiendo adoptado a Jesús como
Maestro y Señor, se han abierto al disfrute de su amistad,
convirtiéndose así en el mejor ejemplo para que las genera-
ciones que vienen se decidan por seguir a Cristo.
¿Eres maestro, líder, padre, madre? ¿Qué tan comprometi-
do estás, con todo tu ser, en cada instante de tus tiempos,
con los negocios del Padre? ¿Cuánta atención le prestas a
alinear cada una de tus decisiones con el corazón de Jesús?
¿Cómo te ves llevando cautivo todo pensamiento a la mente
de Cristo? ¿Qué tan alineada está tu alma al amor del Padre
que hace salir el sol sobre justos e injustos? ¿Qué tanto
inviertes tus fuerzas en la voluntad de Dios siempre buena
agradable y perfecta? ¿Qué tan deliberadas y estratégicas
son tus acciones para influenciar con tu vida a las nuevas
generaciones?
Ojalá encuentres las mejores dinámicas para cada actividad
que planees. Qué bueno si encuentra las ideas más geniales
y los recursos pedagógicos más atractivos. Pero esta gene-
ración requiere más. Necesita tu vida entera entregada en

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sacrificio vivo. Necesitan que, como aquel grano de trigo,
mueras y caigas en la tierra para que lleves fruto.
Obviamente no necesitan que los entretengamos hasta que
se vuelvan grandes, no son un campo de paintball para que
juguemos y hagamos entrenamiento. Son terreno fértil
para que sembremos con cuidado y cultivemos con amor
y excelencia. Nuestra responsabilidad para con las nuevas
generaciones es hacer discípulos que abracen integralmente
el amor a Dios y al prójimo. Diría más: resulta una torpeza
dejar de hacerlo.
Pedagógicamente hablando, se nos ha enseñado que en esta
edad aún no se ha terminado de desarrollar el pensamiento
abstracto, que sus análisis y consideraciones se realizan en
el campo de lo concreto. Es decir que, a la hora de ayudarlos
a pensar, conceptos como espíritu, cielo, salvación, adora-
ción y tantos otros que no se pueden palpar, ni ver, estos re-
sultan muy complicados para su procesamiento. Por eso los
relatos, las prácticas y los gestos de afecto que demuestran
autenticidad, fidelidad y lealtad son algunos de los canales
privilegiados para acompañarlos en su proceso de aprendi-
zaje; esto significa que se hace vital, especialmente entre
niños y preadolescentes, encarnar la Palabra de Dios. Que
nos puedan reconocer como fieles discípulos de Cristo, que
seamos cartas vivas, reflejos concretos de realidades cuya
explicación conceptual puede resultar demasiado abstracta
para ellos.

No hay razón para postergarlo

14
El discipulado es un proceso relacional que teje experiencias
y conceptos, teoría y práctica, sensaciones y pensamientos,
sentimientos y razonamientos. Esa trama compleja, que
resulta en la formación saludable de un individuo, no tiene
por qué postergarse en el tiempo. Cuando observamos las
prácticas del antiguo testamento observamos cómo crian-
za y discipulado podían llegar a observarse como una sola
cosa. Por eso Salomón va a decir:
«Enséñale al niño a elegir el camino correcto, y cuando sea
viejo no lo abandonará». Proverbios 22:6.
En total consonancia con lo que Dios le mandó a Moisés
que le comunicara a su pueblo:
«Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para
que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se
aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien,
las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. El día
que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando
Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga
oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme
todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán
a sus hijos». Deuteronomio 4:9-10 (RVR1960)
Al parecer, por lo que el Apóstol Pablo nos deja ver, esta es
una práctica que no abandonó a la querida abuela Loida y
que su amada hija Eunice supo continuar...
«¿Cómo he de olvidar la sinceridad de tu fe, que es como
la que animó a tu madre Eunice y a tu abuela Loida? Estoy
seguro de que es así. Por eso te aconsejo que avives la
llama del don que Dios te dio cuando puse las manos sobre
ti. El Espíritu que es don de Dios, no quiere que temamos

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a la gente, sino que tengamos fortaleza, amor y dominio
propio». 2 Timoteo 1:5-7
‬El Timoteo que recibe aquella carta de Pablo no surgió por
generación espontánea, tampoco fue el fruto de una expe-
riencia mística en el marco de una ceremonia donde se le
impusieron las manos. No es el producto de un evento: es
el resultado de un proceso que inició mucho tiempo atrás.
Un proceso que tampoco inició al momento que Timoteo
cumplió la mayoría de edad. Loida y Eunice supieron jugar
su papel e iniciar el discipulado de Timoteo mucho antes de
que Pablo llegara a su vida: ¡Gloria y honra a dos pioneras
del liderazgo generacional!

El discipulado ya comenzó. Para los padres comienza el


día en que conciben a sus hijos. Déjame que te lo explique
así: en lo personal, yo nunca cambié un pañal. Mi tarea es
mucho más sublime, más trascendente que sacar un pañal
sucio y poner uno limpio. Lo que sí hice, cada vez que fue
necesario, de manera consciente y dedicada, con respeto y
valoración, por medio de la posibilidad de higienizar a mis
hijos, haciendo conexión visual, brindando mi mejor sonri-
sa… ha sido intentar proveer las caricias y cuidados nece-
sarios que les comuniquen amor y contención, con el fin de
ayudarlos a construir una estructura emocional saludable
que les permita obtener las mejores condiciones para que,
en un futuro que no sabré fechar, adopten a Dios como su
Papá y se conviertan en fieles discípulos de Jesús. Sin la fe
de Loida y Eunice esta tarea se resigna tan solo a lidiar con
materia fecal ajena. Con la fe de ellas… el discipulado ya
comenzó.

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Vínculo, comunicación y aprendizaje
No se trata de una programación manipuladora ni de un
lavado de cabeza. Se trata de generar vínculos de amor
auténticos, sinceros y honestos donde podamos ser testi-
gos comunicando nuestra fe en el Maestro, nuestro amor
por nuestro Amigo, nuestra obediencia a nuestro Señor, lo
genial de caminar la vida de su mano, la obra maravillosa
que ha hecho y puede seguir haciendo y lo beneficioso de
no solo ser sus hijos sino de habernos convertido en sus
discípulos. El aprendizaje surgirá, se manifestará como la
consecuencia lógica de esta dinámica.
Observen cómo el mandamiento de amar a Dios con todo
nuestro ser puede observarse en la recomendación de Moi-
sés al pueblo:
«Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para
que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se
aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien,
las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos». Deute-
ronomio 4:9 (RVR1960).
Tu vida entera ofrendada a Dios y a su justicia, viviendo la
vida en abundancia, siendo testigo de lo que Jesús puede
hacer, brindando vínculos sanos, comunicando con todo
tu ser los principios y valores del Reino, consciente de tu
misión, influenciando a quienes Dios ponga en tu entorno,
haciendo discípulos en las nuevas generaciones mientras vas
yendo. El discipulado ya comenzó.

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Consejos estratégicos
Creo que el gran mandamiento (Mateo 12:28-31) y la ma-
nera en que Jesús se formó (Lucas 2:52), nos dan las pista
para armar nuestras estrategias de discipulado integral.
Déjame que te proponga algunas pero no dejes de seguir
pensando creativamente en otras que tú podrías añadir.

Amar a Dios con todo tu corazón. Alineando nuestras


decisiones a las de Dios.
1. Cuenta a los chicos y chicas cómo Dios influencia tus
decisiones. Muéstrate capaz de pedir perdón y de per-
donar. Muestra cómo Cristo participa de tus decisiones
en todas y cada una de las áreas de tu vida: relaciones,
economía, alimentación, estudio, trabajo, política,
noviazgo, familia, etc.
2. Plantea situaciones hipotéticas y proponles a los chi-
cos que piensen la mejor decisión a tomar.
3. Ayúdalos a la hora de tomar sus propias decisiones
pero procurando que surja de su propia reflexión y no
desde una imposición tuya o de un dogma religioso. El
diálogo individual con cada uno de ellos es vital para
esto. Es importante ayudarlos a decidir por convicción
y no por imposición. Las conversaciones en el grupo y
los debates pueden ayudar muchísimo para esto.
4. Ayúdalos a observar cómo toda decisión tiene su
consecuencia; cómo tenemos algún control sobre las
causas pero resulta difícil controlar los efectos.

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Amar a Dios con toda tu mente. Alineando nuestros
pensamientos a los de Dios.

1. Enseña la Biblia. Puedes hacerlo partiendo de un relato


bíblico y ayudándolos a pensar lo que tiene que ver
con sus realidades concretas; o puedes hacer el camino
inverso: pensar en su realidad concreta y ayudarlos a
encontrar en la Biblia respuesta para sus circunstan-
cias específicas.
2. Cuéntales cómo los principios bíblicos son aplicados
en tu propia vida.
3. Muéstrales cómo la Biblia conecta con la actualidad.
4. Ayúdalos a pensar situaciones de su vida o hipotéti-
cas para que las analicen y reflexionen sobre causas y
consecuencias.
5. Promueve el esfuerzo y la dedicación en la escuela.
6. Has buenas preguntas (no de las que se contestan con
sí o no) que los ayuden a esforzarse en el desafiante
ejercicio de reflexionar.

Amar a Dios con toda tu alma. Alineando tus emociones a


las de Dios.
1. Míralos a los ojos cuando te hablan, préstales aten-
ción, contémplalos, obsérvalos a lo largo de su proce-
so de aprendizaje con fe y esperanza en lo que Dios
puede hacer en ellos.

19
2. Regala abrazos sanos, frotadas de cabeza y otras ma-
nifestaciones físicas afectuosas que obsequien cariño.
Ten cuidado de no excederte: juegos de manos dema-
siados bruscos, sentarlos en tus piernas y otros contac-
tos similares no suman nada.
3. Ayúdalos a distinguir sus emociones y a saber poner-
les nombre. Internet puede ayudarte y el diccionario
también. Puedes complementar esto pidiéndoles que
conecten cada emoción con un gesto o una postura.
Por ejemplo: el enojo con el ceño fruncido.
4. Muéstrales escenas de la vida, reales o hipotéticas, y
ayúdalos a distinguir emociones en sus protagonistas.
Puedes hacer lo mismo con relatos bíblicos.
5. Si no usas artilugios deshonestos para producir emo-
ciones que te hagan sentir exitoso en tus actividades,
no temas generar espacios que por la música, la ora-
ción u otras consignas, puedan despertar situaciones
emocionales. Cuando esto ocurra, no lo dejes como un
hecho aislado. Promueve el diálogo para procesar esos
sentimientos.
6. Muestra cómo las emociones son como una alarma
en nuestra experiencia. Son para nuestra alma lo que
las sensaciones son para el cuerpo. Sin embargo, es
peligroso que las emociones determinen, por sí solas,
nuestras conductas. Por ejemplo: el enojo nos indica
que algo debe ser atendido, es una chicharra sonan-
do en nuestro interior que nos llama la atención; sin

20
embargo, no justifica una reacción violenta que lasti-
me a otros, rompa algo o nos hiera a nosotros mismos.

Amar a Dios con todas nuestras fuerzas. Alineando tus


energías a la voluntad de Dios.
1. Inícialos en el servicio. Desde mantener ordenado su
propio lugar hasta incluirlos en proyectos solidarios o
misioneros.
2. Invítalos a colaborar, siempre con supervisión, en acti-
vidades o programas con edades menores.
3. Dales a conocer relatos misioneros a lo largo de la
historia e inclúyelos en el programa de ofrendas y
oración por distintas personas enviadas a diferentes
campos de misión.
4. Promueve la ayuda a personas en todo tipo de ne-
cesidad. Enséñales que en esas conductas y acciones
pueden encontrarse con Jesús. (Mateo 25:34-40).
5. Propone retos con desafíos para servir en casa o en la
escuela durante la semana. Pueden sacarse selfies o
hacer videos como prueba a fin de recibir pequeños
premios en el siguiente encuentro.

Jesús crecía en estatura. Cuidando tu cuerpo honrando su


condición de templo del Espíritu de Dios.
1. Promueve el cuidado del cuerpo de manera saludable.
2. Con cuidado de no ofender a nadie, anima a no
descuidar el peso corporal. No como algo meramente

21
estético sino como una medida saludable para la
actualidad y de prevención de posibles trastornos en el
futuro, valorando la diversidad de la creación y no los
valores uniformes de belleza que fomenta el sistema.
3. Considera alimentarte de manera saludable y promué-
velo entre tus chicos y chicas. Puedes realizar una fe-
ria de platos saludables y en cada stand tener personas
que hagan recomendaciones sobre distintos alimentos
o bebidas.
4. Considera hacer ejercicio físico y promuévelo entre tus
chicos y chicas. Puedes organizar una actividad con
un circuito con distintas postas donde puedan realizar
distintos ejercicios leves, sencillos de realizar, que los
saquen del sedentarismo.
5. Promueve las consultas médicas entre los chicos y
chicas y sus familias. Genera programas de concienti-
zación sobre higiene y salud.
6. Puedes realizar un programa con una revisión médica
básica sumando a distintos profesionales médicos. Las
aulas del edificio de tu congregación pueden ese día
convertirse en consultorios. Considera que tendrás que
pedir autorización a los padres.

Jesús crecía en sabiduría. Alcanzando un mayor


entendimiento que nos ayude a volcar todo
conocimiento adquirido a la práctica de la vida diaria.
1. Ayúdalos a ver cómo sus conocimientos, de todo tipo
pero especialmente los referidos a la Palabra de Dios,
pueden tener aplicación práctica.

22
2. Proponles distintas escenas conflictivas, reales o hipo-
téticas, y ayúdalos a presentar distintas resoluciones
torpes o sabias.
3. Enséñales a administrar sabiamente sus distintos re-
cursos como bienes, dinero, energías y tiempo.
4. Enséñales a armar planes, programas y presupuestos.
5. Ayúdalos a discernir entre consejos sabios y estúpidos,
edificantes o destructivos, buenos y/o excelentes.

Jesús crecía en gracia para con Dios. Afianzando tu


relación con Dios, haciendo que cada día se vuelva más
natural, espontánea y fresca.
1. Ora con tus chicos. No te ajustes a frases hechas ni
a repeticiones religiosas. Si quieres que tus chicos se
vuelvan amigos de Jesús que te escuchen hablando
con él como si fuera tu amigo. Todo lo que ayude a
fortalecer tu relación natural y espontánea con Cristo
te ayudará y le hará bien a tus preadolescentes.
2. Sin obligarlos, pero sí alentándolos, promueve que
oren en lo íntimo pero también en público.
3. Presenta temas de oración en tus distintos grupos de
Whatsapp que compartes con los chicos y chicas y ora
en mensaje de texto o audios.
4. Ora con ellos mientras caminas, conduces tu auto,
preparas tus alimentos, andas en bicicleta o haces
distintos ejercicios.
5. Promueve investigaciones sobre lo que la Biblia dice
sobre los distintos temas que les importan. Aquí

23
puedes enseñar el uso de Biblias de estudios, aplicacio-
nes para dispositivos móviles, concordancias y comen-
tarios bíblicos.

Jesús crecía en gracia para con los hombres. Brindando y


promoviendo el trato amable, amoroso y edificante con
todos aquellos que me rodean.
1. Trata con amabilidad, valoración, respeto y cuidado a
todos y cada uno de los chicos y chicas de tu grupo.
Si vas a usar sobrenombres o apodos que éstos los
dignifiquen, animen y estimulen; nunca uses esos que
descalifican, minimizan o denigran. De todos modos
considera que algunos estudios afirman que no existe
sonido más dulce para un ser humano que su propio
nombre. Que tu sano interés por ellos movilice tu me-
moria para recordar cómo se llaman.
2. Felicita, afirma y anima por diez y podrás corregir una
vez.
3. Propicia espacios recreativos que generen la interac-
ción entre los chicos y chicas. Alterna entre momentos
organizados y espontáneos de forma que las amistades
por afinidad se integren a relaciones nuevas o menos
frecuentes.
4. Con humor y amabilidad, pero también con firme-
za, señala y corrige todo gesto agresivo, violento, de
desprecio o burla. Instruye a tu equipo a estar atento a
esto durante recreos, juegos u otras actividades.

24
5. Promueve dinámicas que ayuden a la inclusión e
integración. Incluye esto en tus programas usando al
menos unos poco minutos del mismo.
6. Genera espacios donde se compartan cargas y pro-
mueve en vivo, o a través de Whatsapp, la intercesión
de unos por otros.
7. Promueve estos principios también para las redes
sociales y los mensajes de texto. En el equipo del mi-
nisterio juvenil de la congregación en la que sirvo nos
guiamos por este principio: «Si tienes algún conflicto
que resolver o una crítica que hacer no lo hagas por
las redes sociales o por mensaje de texto o a través de
un archivo de audio. Hazlo de manera personal y si
necesitas la ayuda de alguien, busca que esa persona
sea neutral y con la sabiduría necesaria para ayudar
(Mateo 18:15-16). En las redes o en el Whatsapp solo
nos pasamos información, estímulo o felicitaciones,
compartimos pedidos de oración y/u oramos».
8. Enseña los principios bíblicos para las relaciones.

Espero que estas estrategias te sean útiles. Considera que la


clasificación que hemos desarrollado es a fines de realizar
un análisis pero muchas veces, yo diría que en la mayo-
ría de los casos, esto funciona de manera integrada. Así,
por ejemplo, una actividad solidaria puede no solo poner
en movimiento nuestras fuerzas para que se ajusten a la
voluntad de Dios, sino que también puede afectar nuestras
emociones e intelecto. O podríamos emocionarnos mientras
estudiamos la Biblia, o cuando ponemos nuestra energía

25
en cantar o realizar cualquier otra expresión artística en
adoración a Dios.
Así también, cuando generamos diálogo con o entre los
chicos y chicas podemos considerar estos elementos de la
integralidad humana. Cuando mis hijos o alguien del gru-
po me traen situaciones conflictivas, muchas veces suelo
preguntar: ¿Cómo te sientes con todo esto? ¿Qué piensas
al respecto? ¿Qué tienes ganas de hacer? ¿Qué crees que
deberías hacer? ¿Qué crees que Jesús querría que hagas?
¿Qué crees que sería lo mejor para tu vida? ¿Qué crees que
sería lo mejor para la vida de la persona con la que tienes el
conflicto o para los otros actores de la situación conflictiva?
¿Cómo crees que sería la mejor manera de expresar lo que
te sucede? ¿Qué te parece si hablamos con Dios y le con-
tamos todo esto y le pedimos su dirección e intervención?
Si te fijas, las preguntas incluyen todos los aspectos que
trabajamos sobre el discipulado integral.
Una más: este cuestionario también podrían ayudarte para
hacerles preguntas a los personajes de un relato de la Biblia
o a los chicos y chicas mientras estudian algunos pasajes de
las Escrituras.
Última. Si lo piensas, esta dinámica integral también puede
guiarte en tu oración devocional o en tu intercesión por tus
preadolescentes:
Dios, quiero en este día amarte con todo mi ser. Tomar
decisiones conforme a tu corazón, pensar tus pensamien-
tos, sentir sintonizando con tus sentimientos, enojarme
con lo que te enoja y alegrarme con lo que te alegra. Deseo
invertir mis energías en lo que tú quieres que haga. Ayúda-
me a cuidar mi cuerpo y mi salud, a crecer en sabiduría, y

26
mejorar aún más mi relación contigo y con aquellos que me
rodean. Te pido Dios, que lo mismo ocurra con los preado-
lescentes que pusiste para que cuide. Quiero ser tu socio y
ayudarlos a que se conviertan en tus discípulos entregando
todo su ser, para amarte y dejarse guiar por tu Espíritu en
todas las áreas de su vida.
¿Dirías conmigo amén?

27
2
El secreto de
la RELACIÓN
CON LOS
PADRES
Acercar el discipulado a la
crianza, es un gol

Trabajar en la relación con los padres, de manera de acer-


car el discipulado a la crianza, es vital para ayudar al
proceso de crecimiento integral.
Cuando tenía aproximadamente veinte años con un grupo
de amigos fundamos L.A.GR.AM. (Liderazgo y Adolescencia,
Grupo de Amigos), un movimiento que promueve el discipu-
lado entre adolescentes y que continua hasta nuestros días.
En aquellos tiempos vivimos muchas situaciones felices pero
también hubo de las otras. Los cuatro que dirigíamos las
cosas en aquel momento éramos muy jóvenes y a la inexpe-
riencia propia, se sumó la resistencia que todo cambio suele
producir casi de manera natural. Para nuestro pesar, gran

28
parte de esa resistencia provino del mundo adulto. Muchos
de ellos tenían la edad de nuestros padres. Algunos de esos
adultos eran los padres de los adolescentes que seguían
fervientemente cada una de las actividades que proponía-
mos. Obviamente, no digo esto para destilar veneno, no
pienso usar este libro para hacer catarsis de mi resentimien-
to. Hemos sabido perdonar y pedir perdón. Lo digo para
empatizar con muchos líderes juveniles que se quejan de
la falta de respaldo de padres y otros adultos que rodean
su ministerio con niños, preadolescentes o adolescentes…
quizás, seas uno de ellos.

Lo que sí puedo hacer


Lo que aprendimos en aquellos años, frente a esta resisten-
cia, me sigue hasta el día de hoy y quisiera compartírtelo
esperando que te sea útil. Este fue el principio que tuvi-
mos que asimilar: Puedo hacer muy poco para cambiar las
conductas de otro, pero puedo hacer mucho para dejar que
Dios forme el carácter de Cristo en mí. Así que la pregunta
que nos hicimos no fue cómo eliminar a esos adultos y su
oposición. No diseñamos estrategias rebuscadas para que
el homicidio pareciera un accidente. No oramos pidiendo a
Dios que les anticipara la reserva en el hogar celestial. No
clamamos para que el Espíritu los llamara a las misiones a
un país lejano… aunque debo ser sincero y reconocer que
muchas veces nos vimos tentados. Tampoco recurrimos a
enroscarnos en pleitos que nos hicieran ver como niños mal
educados, ni sembramos cizaña en los oídos y corazones
de los chicos y chicas que nos seguían. Decidimos elegir la
bendición y luego de veinticinco años estoy feliz de aque-
lla elección que hicimos. La pregunta que nos hicimos fue:

29
¿Cómo crecemos nosotros en nuestro carácter y mejoramos
en lo que hacemos?
Adoptamos una actitud de gratitud y de bendición y aun-
que por momentos nos costó, porque al menos yo me sentía
dolido, buscamos otros adultos y dimos con gente que supo
ser herramienta de Dios para brindarnos compañía, consejo
sabio y respaldo amoroso. Así aparecieron adultos preciosos
que nos ayudaron a no caer en la soberbia ni en el aisla-
miento. Nos inculcaron un espíritu enseñable, rodeándonos
del afecto que contiene y de la confianza que impulsa. Debo
remarcar que ninguno de ellos nos dictó una clase sobre
estos conceptos. Simplemente se brindaron… y esa ofrenda
nos marcó para siempre. Además de contenernos por medio
del afecto e impulsarnos por medio de la confianza, ellos
nos ayudaron haciendo puentes con los otros adultos que,
al no conocernos, nos veían más como una amenaza que
como una bendición. Estos adultos amigos fueron vitales
para sanar heridas y para dar testimonio de nuestra buena
voluntad y de nuestro deseo de obrar en fidelidad a Jesús.

De la indiferencia a la alianza
He escuchado a líderes que dicen que los peores enemigos
del trabajo con los chicos y chicas son los padres. Esa es una
sentencia fuerte. Pero suponiendo que ese fuera en verdad
el caso y los padres de tus preadolescentes te resultaran de
la calaña del Guazón y la madrastra de Blanca Nieves, te re-
comiendo que no te enredes en pleitos sin sentido, ni caigas
en la desesperanza, ni elijas ganar la batalla matándolos con
la indiferencia.

30
En el capítulo anterior observamos cómo, especialmente en
la niñez y en la preadolescencia, los conceptos de crianza
y discipulado podrían fundirse positivamente. Por lo tanto,
quisiera proponer una alianza estratégica que vincule de
manera resistente, pero flexible a la vez, a un ministerio
solido de preadolescentes con al menos algunos padres y
madres del grupo. Haciendo esfuerzos inteligentes para que
esos algunos sean muchos.
Como líderes debemos entender una cosa: por una razón
o por otra las madres y los padres cuestionarán la calidad
de lo que hacemos. Los previsores, porque desearán saber a
dónde están mandando a sus hijos y en qué los están invo-
lucrando, y los que no lo son, porque querrán tu cabeza en
el patíbulo si algo sale mal.
Esto, lejos de enojarnos, ofendernos o hacernos presentar la
renuncia indeclinable y huir a alguna isla sin tratados de ex-
tradición con nuestro país, debe llevarnos a elevar la calidad
de lo que hacemos. No debemos pretender nada menos que
generar el mejor espacio para preadolescentes que se haya
inventado. Que nadie pueda decir, al menos, que no diste
lo mejor para hacer un aporte positivo en la vida de su hijo
o hija. No se trata de una búsqueda obsesiva y paranoica
de ser el mejor. No puedes fundar tu autoestima sobre lo
que los demás dicen de ti o sobre un supuesto ministerio
exitoso. La cosa consiste en buscar cada día la excelencia, la
mejora constante, persiguiendo la guía de Dios que forma
tu ser y afianza tu hacer, y siempre prendido de la gracia de
Dios que renueva nuestras oportunidades cuando comete-
mos algún error involuntario. Recuerda el principio que te
mencionaba antes: Puedo hacer muy poco para cambiar las

31
conductas de otro, pero puedo hacer mucho para dejar que
Dios forme el carácter de Cristo en mí.

Excelencia en lo que haces


Déjame mencionarte algunos indicadores de un ministerio
sólido y saludable, al menos desde mi perspectiva. Mi inten-
ción es brindarte una especie de lista de chequeo. No te preo-
cupes si aún no alcanzas algunos o muchos de estos tips, pero
te recomiendo que los pongas en tu horizonte para trabajar
en adoración a tu Señor y rendir tu ministerio a los pies de
Cristo como una ofrenda de excelencia. Aquí va:
 Un ministerio sano con esta edad está conformado por
gente íntegra que ama a Dios y a los preadolescentes.

 Un ministerio así promueve y/o brinda, entre los chi-


cos y chicas con los que trabaja, la comunión íntima
con Dios, el respeto y el compañerismo entre ellos, la
relación con la iglesia, el hábito de dejarse contener
y acompañar, el que honren a sus padres y familia, el
crecimiento integral y el servicio a otros.

 Desarrolla y promueve el trabajo en equipo. Lo hace


como una experiencia propia de formar parte del cuer-
po de Cristo que contiene y cumple con su misión (1
Corintios: 12-14).

 Ese equipo es inclusivo y participativo, porque es lo


mejor para la tarea, pero también porque el trabajo en
equipo es un excelente pretexto para que se desarrolle
el discipulado.

32
 Al menos algunos de los miembros de ese equipo se
reconocen llamados por Dios para trabajar con los pre-
adolescentes. Deberíamos apuntar a que quienes dirijan
ese equipo estén entre los llamados. Puede haber un
lugar para personas que aún no encuentran su ministe-
rio y hacen una experiencia de prueba, pero los minis-
terios permanecen en el tiempo no por los voluntarios,
sino por los llamados.

 Todos los miembros del equipo, pero especialmente los


llamados, buscan con humildad ser capacitados por
Dios en cuestiones referidas a su carácter, a sus relacio-
nes, a la tarea que desempeñan y a la realidad integral
de los preadolescentes. Trabajaremos un capítulo al
respecto.

 Este equipo se reúne periódicamente, al menos una vez


por mes, para buscar la guía de Dios, orar por cada chi-
co y chica al que puedan influir, calibrar el carácter de
sus miembros, recibir capacitación, acordar pautas de
trabajo, evaluar la calidad de la tarea que se viene rea-
lizando y hacer correcciones estratégicas. Recomiendo
también, al menos, un retiro anual.

 Ese equipo no trabaja para entretener a los chicos y


chicas, no genera un apego tierno al estilo: «¡Ay, qué
lindos estos nenes, ojalá se quedaran así chiquititititi-
tos para siempre!». ¡Nooo! Un buen ministerio trabaja
para promover el crecimiento saludable. Es consciente
de la edad a la que sirve, los ayuda a disfrutar la etapa,
pero lo hace acompañando a cada chico y chica a sal-
tar saludablemente al siguiente nivel de la vida. Es un

33
equipo que intenta dar lo mejor de sí para que cuando
el espacio de adolescentes los reciba, encuentre en ellos
colaboradores y socios para los líderes del ministerio en
el que están desembarcando.

 Un ministerio saludable tiene un grupo de personas a


quien les pasa temas de oración por los chicos y chicas.
Clama por sus preadolescentes, por sus necesidades y
por un entendimiento espiritual que los haga crecer en
la comprensión de Cristo.

 Desarrolla y pone por escrito una visión que dé cuenta


de lo que se propone alcanzar y una misión que expli-
que cómo lo desea lograr.

 También traza, en oración, un plan anual que incluya


estrategias relacionales, programas, actividades, temas
y contenidos bíblicos. Planea una agenda que considere
las necesidades de los chicos y chicas, de los padres y
del equipo. Considera también dejar espacios libres que
permitan tener la elasticidad necesaria para considerar
los emergentes que surjan. Nos tomaremos un capítulo
para profundizar en esto.

 Fija una fecha para presentar este plan a los pastores, a


los padres y al equipo.

 Tiene un presupuesto anual de gastos.

 Realiza evaluaciones periódicas.

34
 Se relaciona con fluidez con otros ministerios que
trabajen con preadolescentes, con el de niños, con el de
adolescentes y con aquellos que contienen a sus padres.

 Tiene reuniones periódicas con alguno de los miembros


del equipo pastoral de la iglesia de la que forma parte.
Rinde cuentas, escucha propuestas y expresa cargas y
preocupaciones.

 Promueve y/o brinda capacitación a los padres de


los chicos y chicas del grupo y a los de los niños que
desembarcaran próximamente en el ministerio. Brinda
información, agradece y agasaja a todos los papás y
mamás y procura incluir a algunos como colaboradores
del ministerio. Aquí los puntos que trabajaremos en los
siguientes apartados.

Si tu servicio es el show de la espontaneidad, si le mezqui-


nas atención, dedicación y esfuerzo… no esperes el respaldo
de nadie. Pronto tu pereza e improvisación, tu falta de disci-
plina, tumbarán las paredes de tu ministerio, el techo caerá
sobre tu cabeza y los padres juntaran los escombros con una
pala mecánica, pedirán a tu pastor un camión y trasladaran
los despojos de tu tarea, junto con tu pobre cuerpo dolori-
do, a un paraje desolado que a partir de hoy podrás llamar
«te lo dije».
Sí. Sé que soy muy odioso y dramático cuando quiero. Toma
esto último como una broma, pero sabe muy bien que el
trabajar con excelencia rinde adoración a tu Señor y te hace
crecer en autoridad frente a tus chicos y chicas, sus padres y

35
madres, ante tus pastores y con el resto de tu congregación.
Sé fiel en lo poco y Dios sabrá ponerte en lo mucho, te hará
entrar en su alegría y defenderá tu causa cuando alguien te
ataque sin razón.

Mantenlos informados
Si los padres de tu ministerio son como yo, no querrán tener
reuniones de padres. Supongo que existe alguna especie de
homo sapiens que ama ese tipo de asambleas informativas
pero no es mi caso. Entiendo su necesidad, pero créeme, no
vuelco en mi agenda esos encuentros para esperar ansio-
samente el día que se concreten. Soy el terror de los do-
centes y de los maestros de escuela bíblica de mis hijos. Si
se parecen a mí, preferirán delegar estas tareas educativas
en personas que les brinden la confianza necesaria y luego
dedicarse a otras cosas, las que pueden incluir a nuestros
hijos o las que por placer o necesidad no los incluyen. Sin
embargo, soy consciente de que necesito ser informado y
que es el deber de aquellos que trabajan con mis hijos pro-
veerme esa información. Por lo tanto, es obligación de esas
instituciones informarme y es mi responsabilidad, acceder
a ese material tan valioso para la formación de mis chicas y
mi muchacho.
Puede ser que te encuentres con la versión Premium de esta
bestia. Entonces tendrás que lidiar con su pereza, su des-
idia y su desinterés. Pero… ¿será necesario que te lo repi-
ta?... Ok, lo hago: Puedo hacer muy poco para cambiar las
conductas de otro, pero puedo hacer mucho para dejar que
Dios forme el carácter de Cristo en mí. Puede ser que estos

36
perezosos padres y estas indiferentes madres no tengan el
menor interés en recibir la valiosa información que tengas
para darles pero aun así, será tu obligación originarla, desa-
rrollarla, redactarla, recopilarla, clasificarla y encontrar los
canales más efectivos para que esté disponible para ellos.
Debes tener las respuestas a las preguntas que los padres
no realizaran hasta que por alguna razón, honorable, vil o
azarosa, terminen haciéndolo.
Para esto, obviamente, puedes originar la tradicional re-
unión de padres (si escuchas algún gruñido o refunfuño,
soy yo, discúlpame por favor). De hacerlo así, resultará
importante que seas muy creativo para que los ronquidos
no fluyan entre los bostezos, o las polémicas no se devoren
los valiosos minutos de tu encuentro. Sin embargo, no estás
obligado a que esta sea la única manera de hacerlo:
 Puedes diseñar una carpeta atractiva y brindar la infor-
mación necesaria entregando el documento en mano
con una enorme sonrisa, abrazo, beso o apretón de
mano, según lo indique la cultura del lugar en el que
vives. Hazlo con una actitud de honra y gratitud.

 Puedes diseñar una página web. Si lo haces mantenla


actualizada.

 Puedes usar las herramientas que te ofrece Facebook:


fan page, grupos cerrados o abiertos, eventos, etc. En
este caso es recomendable que por distintos canales,
propongas a los padres y madres que las dudas o recla-
mos sean canalizadas pidiendo entrevistas personales,
ya sea por mensaje privado, Whatsapp o teléfono.
Puedes dejarlo claro con una nota a la hora de iniciar

37
el recurso. En estos espacios puedes generar acceso
a los padres para que conozcan el programa del año,
el código de convivencia de un retiro o campamento,
la lista de cosas para llevar, la visión o la misión del
grupo, horarios, placas publicitarias con los eventos
programados, fotos o videos de lo acontecido, anuncios
varios o artículos pertinentes sobre la vida o la crianza,
etc. También podrías generar una sección en la página
o portal de tu congregación.

 Debes también saber aprovechar inteligentemente las


redes sociales.

 Algunos han producido hasta aplicaciones para disposi-


tivos móviles.

 Puedes generar un número particular para consultas


telefónicas o por Whatsapp. En este caso es reco-
mendable que pongas un horario de atención para no
terminar con el cerebro quemado.

 Podrías producir, según tu presupuesto, folletería para


información de tipo institucional o para promocionar
los eventos.

 Puedes producir encuentros para padres pero en for-


mato de agasajo o generar espacios de comunión o de
capacitación para ellos, en formato de cenas, jornadas
o hasta congresos. Es posible aprovechar estos espacios
para brindarles información acotada pero útil.

38
 Sería genial encontrar uno o dos miembros del equipo
en quienes delegar la tarea de comunicación con los
padres.

Vamos a celebrar
Una de las cosas que no pueden faltar, no solo en tu mi-
nisterio sino también en tu vida, es la celebración. Siempre
hay un buen motivo para hacer una fiesta, siempre podemos
encontrar una razón que nos invite al banquete. Para Jesús,
servicio y festejo nunca se contraponen, espiritualidad y
alegría nunca se repelen. El Antiguo y el Nuevo testamento
están llenos de fiestas en las que Dios participó con alegría.
El saber celebrar como corresponde es una manera cabal
para dejar a la luz qué tan espirituales somos. Qué bueno
que podamos hacer fiestas que reúnan a la familia. Qué
bueno que podamos celebrar y agasajar a los padres de
nuestros preadolescentes. Es un espacio genial para conec-
tar con los papas y generar el saludable ejercicio del servicio
para nosotros y también para los chicos y chicas.
Esta es una idea que siempre hay que implementar; al
menos una vez al año debería ocurrir. Invita a los padres y
madres a una cena para celebrar la vida, agradéceles porque
te permiten conocer a sus maravillosos hijos e hijas, hón-
ralos por su tarea, reconoce lo difícil del papel que les toca
desempeñar, sírveles de comer y beber, háblales bien de sus
hijos, juega con ellos, lleva un show de circo, un cantante,
anímalos a conocerse con otros padres… ¡Agasájalos!
 Practica el amor servicial y desinteresado mostrándote
festivo y servicial. Pídele al Espíritu de Dios que no te
deje hacerlo solo como una estrategia mezquina; que

39
se haga parte tuya, una expresión del carácter de Cristo
en tu ser.

 Puedes ponerte de acuerdo con el ministerio de niños y


con el de adolescentes y armar un fiestón.

 Puedes unir la oportunidad de la cena a una causa y


cobrar el plato para cubrir los costos y recaudar fondos.

 Es una buena oportunidad para que los padres se


conozcan. Puedes realizar alguna actividad o juego
integrador.

 Si en tu ministerio trabajas con alguna división en gru-


pos pequeños puedes hacer que los padres de los chicos
del mismo subgrupo y el líder, facilitador o coordinador
de esos chicos o chicas se sienten juntos.

 Puedes sentar a los padres de las chicas por un lado y


de los chicos por otro.

 Te aconsejo que tengas previsto contar con algún padre


o madre asignado a cada mesa para hacer una oración
por los hijos de los que se sentaron juntos. Pueden orar
brevemente además de la oración de algún líder del
equipo.

 Te recomiendo que propongas charlas positivas sobre


sus hijos: que reconozcan dones, que hablen de lo
que les gusta, la anécdota más amada, lo que más les
impacta de sus hijos, aquello que les desean para su
futuro. Para críticas, reproches, quejas o preocupacio-
nes habilita el diálogo en privado con el líder de grupo
pequeño de sus hijos o hijas, o contigo o promueve la

40
entrevista con el pastor, el equipo de consejería o con
quien lidere el ministerio de matrimonios, de hom-
bres o mujeres. En el caso de que puedas contar con
un miembro del equipo por mesa o con el facilitador
o facilitadora del grupo pequeño de los hijos de esos
padres, es una buena oportunidad para que ese líder se
sume a compartir acerca de las virtudes que él o ella
observan de sus chicos o chicas.

 Permite que los ministerios de matrimonios, hombres o


mujeres, promocionen sus actividades y que sus líderes
se den a conocer. Cuando los presentes no dejes de
hablar bien de ellos.

 Invita al pastor principal o alguno del equipo pastoral.


Preséntalo a los padres que no participen de la iglesia o
no los conozcan. Cuando lo hagas, habla muy bien de
él, ella, ellos o ellas.

 Para los papás y mamás que no participan de la iglesia


puedes tener alguna especie de folleto que tenga la
misión y visión de la congregación y del ministerio de
preadolescentes.

 Aquí puedes entregar la carpeta atractiva a la que me


referí antes.

 Puedes incorporar o no a los chicos al encuentro. En


caso de invitarlos puedes hacer que participen deco-
rando o sirviendo las mesas. Puedes terminar la cena
orando por todos con los padres abrazando a sus hijos.

41
Seguramente se te podrán ocurrir otras ideas aún mejores
que estas.

Brinda espacios de reflexión o


capacitación
La iglesia es un espacio sensacional. Me entusiasma el tan
solo pensar en todo lo bueno que puede ocurrir en el ám-
bito que propicia. No me refiero al espacio geográfico o al
que se resigna entre las paredes de los edificios en los que
nos congregamos. Hablo de ese espacio que se genera en
cualquier lugar y que se centra no en la geografía sino en el
vínculo de la fraternidad en Cristo. En tanto y en cuanto los
hombres y mujeres se apropien de esa impresionante reali-
dad y decidan experimentarla de manera consciente inde-
pendientemente del lugar físico en el que ocurra, los efectos
de esa experiencia serán maravillosos.
Una de las posibilidades que genera ese ámbito es lo que a
mí me gusta llamar la reflexión comunitaria: un ejercicio
que para ser llevado a cabo requiere de otro u otros; donde
el diálogo alcanza su máximo potencial en lo que algunos
llaman «triálogo»; experiencia que se abraza cuando toma-
mos conciencia de que Jesús nunca ha dejado de partici-
par en la conversación en la que tú y yo estamos metidos.
Puede que no lo notes o que decididamente te niegues a
hacerlo partícipe pero él está presente. Lo que puedes llegar
a percibir como su ausencia no tiene que ver con una de sus
acciones. Suele estar vinculado a tu ignorancia, tu incons-
ciencia o tu indiferencia.

42
La reflexión comunitaria se da cuando el apetito por apren-
der nos da identidad de discípulos, cuando la humildad abre
las puertas a conversaciones fluidas donde disfruto de oír lo
que el otro tiene para aportarme porque deseo aprovecharlo
para que el Maestro profundice en mi aprendizaje. Todos
los que ocupamos cualquier puesto de autoridad, en cual-
quier congregación, no deberíamos ser líderes para decirle
a la gente lo que tienen que pensar, sino para ayudarlos a
pensar. No se trata de vivirle la vida a las personas, ni de
tomar las decisiones por ellos. A lo largo de su ministerio
Jesús ayudó a pensar a sus discípulos. Observa el diálogo
de Jesús con Nicodemo en el tercer capítulo de Juan, o con
la mujer samaritana en el capítulo cuatro, o cada vez que
pronunció una parábola y la dejó prendida con un alfiler en
la pared de los cerebros de su audiencia, o aquella vez que
lanzó la pregunta a sus discípulos: «-¿Y quién creen ustedes
que soy?». Mateo. 16:15. Jesús es el Maestro que revela al
Padre, que acerca el Reino de los Cielos para enseñar acerca
de él. Pero también es el que ayuda a pensar, a procesar la
información, a analizar diversas situaciones, a considerar
viejas enseñanzas distorsionadas, a arribar a conclusiones
a través de descubrimientos propios. Abre el dialogo, hace
buenas preguntas, dispara la reflexión con aportes pertinen-
tes, nunca abusa del sermón.
Ningún papá o mamá está esperando con ansias el sermón
anual sobre cómo ser un buen padre de parte del líder de
preadolescentes. Olvídalo. Es muy difícil escuchar un conse-
jo proveniente del líder de mi hijo o hija sin que éste caiga
como un reclamo encubierto (y esto no tiene que ver con
la calidad o la disposición de los padres o madres). Es im-
portante comprender que toda relación genera conflicto y

43
el triángulo que se genera entre padres, preadolescentes y
líder no va a hacer la excepción. Por lo tanto, volvemos al
capítulo anterior para recordar que el aprendizaje profun-
do es un proceso que se desarrolla en la combinación casi
química que se da entre vínculo y comunicación. Es decir:
no apuestes a influir en el pensamiento de los padres de
los chicos y chicas con los que trabajas, a golpe de evento,
taller o sermón. El desafío será entonces crear el vínculo,
afianzando la mejor comunicación posible. Saluda a cada
padre que forma parte de tu congregación al finalizar el
culto dominical, cuando traen a sus hijos a participar de
los encuentros que propones y cuando los vienen a buscar
también. Conoce sus nombres, conecta con ellos por medio
de las redes sociales, solicítales pedidos de oración, mués-
trate dispuesto para toda consulta, ora por ellos. Manten-
los informados y agasájalos. Diez manifestaciones salvajes
de afecto y afirmación dan el crédito para una civilizada
corrección. Si ya tienes hijos en esa edad muéstrate humano
y falible. Pide oración por ti. Reconoce tu necesidad de ser
auxiliado por Dios y que, muchas veces, a tu manual tam-
bién lo alcanzaron las llamas. Si aún no tienes hijos de esta
edad te tocará entonces ser el triple de respetuoso. Rodéate
de buenos adultos con experiencias saludables y observables
en sus familias e hijos y utilízalos de ejemplo y de consulto-
res o consejeros.
Te comparto algunas estrategias para cuidarte de ti mismo,
promover la reflexión y la capacitación, proteger tu relación
con los padres de los chicos y chicas y no quedar como un
soberbio e irritante sabelotodo juzgador:

44
a. Préstales atención a los consejos para cuidar y forta-
lecer la relación con los padres que observamos en el
párrafo anterior.

b. Genera espacios de charla para compartir preocupa-


ciones sobre la vida de los hijos que genere una lista
de conflictos, problemas e inquietudes. Has una puesta
en común de lo producido y entonces promueve orar
por ella, anima a la actitud humilde de buscar ayuda
pastoral o profesional al respecto y proponles traer un
especialista para dar alguna charla futura, cuyo conte-
nido dé respuestas a esas necesidades. Esto lo puedes
hacer a través de una reunión de padres, una entrevista
personal o una encuesta online (Google te ofrece de
manera gratuita el recurso de formularios para encues-
tas que puedes personalizar y enviar a tus consultados
a través de cualquier medio tecnológico).

c. Busca a alguien capacitado y experimentado para dic-


tar seminarios, charlas o talleres para padres. Recuerda
que Jesús mismo dijo que no hay profeta en su propia
tierra y que siempre la relación asidua, esa familiaridad,
muchas veces atenta contra la receptibilidad de las
personas que te conocen desde hace tanto tiempo o en
tu versión más terrena.

d. Comunica lo que te moleste o lo que te preocupe, no


desde el reproche o desde la exhortación sino desde
una inquietud personal: cosas que observas y que quie-
res compartir con ellos para que consideren.

e. Comunica necesidades del ministerio como tales, no


como reproches o exigencias. Expresa con humildad tu

45
necesidad de recibir ayuda, comunicando lo importante
y trascendente de la tarea que tú y tu equipo llevan a
cabo. Trata de transmitir que la misión que se propo-
nen cumplir, tanto tu equipo como ellos, requiere de
trabajar juntos, unidos por las nuevas generaciones. De
alguna manera, invítalos a visualizarse con el mismo
objetivo de bendecir a sus hijos y que esto requiere
formar equipo, reflexionar y capacitarse para alcanzar
ese logro.

f. Da pruebas concretas de que te capacitas por amor a


sus hijos. Compárteles material literario y audiovisual
que ya te ha enriquecido y que encontraste previamen-
te en tu búsqueda de bendecir a sus hijos. Esto te dará
autoridad y puede resultar de inspiración para generar
apertura a la capacitación propia.

g. Procura incluir de alguna manera a distintos padres al


ministerio. Ese será el contenido del siguiente apartado.

Algunos temas que considero importantes para la


reflexión con los padres.
 El efecto de la relación de los padres entre sí en la
construcción de la seguridad de los chicos.

 La compresión de que, si bien existen límites que obs-


taculizan la libertad, existen otros que la potencian. Por
eso los límites positivos son una maravillosa muestra de
amor porque educan para la verdadera libertad.

 La necesidad de encontrar tiempo de calidad, de parte


de los padres, para con cada hijo en particular.

46
 Lo importante de acompañar a los hermanos en la
construcción de relaciones amables y positivas.

 Los cuidados a tener en el uso de internet, redes socia-


les, dispositivos móviles y otros elementos de consumo
de la era digital.

 La promoción, de una relación fresca, abundante e


intensa con Jesús como Maestro, Señor y Amigo a
través de la integridad de nuestras acciones, actitudes,
conductas, gestos y abstinencias. La promoción de la
lectura bíblica y la oración.

 Lo importante de facilitar relaciones positivas con otros


adultos o jóvenes confiables, que acompañen a nues-
tros hijos en la vida.

 Lo vital de promover la participación perseverante de


nuestros hijos en la vida de la iglesia.

 Lo fundamental de trabajar en la formación de nues-


tros hijos para que sus decisiones de fe se afirmen
sobre convicciones y no sobre la represión.

 El diálogo sobre las cuestiones referidas a la sexualidad


que ayudan a tener la información correcta y faciliten
la prevención del abuso.

Seguramente existen un sin fin de temas más que pueden


abordarse. Estos son solo algunos que, desde mi experiencia
particular, me parecen importantes de ser atendidos. Debes
considerar su abordaje teniendo en cuenta también cuál
es el nivel de compromiso con Jesús entre los padres de los
chicos y chicas de tu grupo.

47
Genera espacios para la participación
Juega al Dr. Frankenstein: arma tu adulto especial. Selec-
ciona las partes para tu propio ensamble, date el permiso.
Ármalo pensando en el adulto que te gustaría que fuera tu
colaborador al 100%. Consideremos espiritualidad, dispo-
sición, disponibilidad horaria, gracia, amor por los preado-
lescentes, sentido de la ubicación, oído atento, humildad,
sabiduría, relación estrecha con el pastor principal, etc.
Comienza a coser las partes, prepara las conexiones eléctri-
cas para darle vida, sueña con su obediencia incondicional
a todos tus requerimientos y ahora… ¡despierta! Lo único
que se ajusta a la realidad en este delirio que te propuse, es
que ese adulto no existe y que para que existiera deberías
ensamblar partes obtenidas de muchas personas y eso por
ahora es imposible. Recuerda además que aquel monstruo
de la famosa novela no resultó muy obediente que digamos
para con el desquiciado científico.
Los chicos y chicas con los que trabajas y tu ministerio con
ellos sería enormemente enriquecido si ese adulto pudiera
sumarse a tu equipo. Me animaría a decirte que resulta ne-
cesario que lo encuentres si quieres dar una salto de cali-
dad en lo que te propones lograr con los pre de tu iglesia.
Lamentablemente será muy difícil encontrar todo lo que
necesitas en una sola persona.
Cuando iniciamos este capítulo te conté acerca de los
adultos que nos acompañaron al inicio de L.A.GR.AM. Ellos
fueron de enorme bendición para nosotros y para los chi-
cos a los que pudimos servir pero ninguno de ellos nos dio

48
todo lo que necesitábamos. Varias familias aportaron nues-
tras oficinas ministeriales cediendo sus casas para que nos
reuniéramos, otros nos ayudaron con sus contactos, algu-
nos nos regalaron su amable presencia que tranquilizaba a
otros adultos, otros donaron el combustible y el desgaste
de sus automóviles, unos ofrendaron con generosidad, otros
nos mimaron con su cocina, hubo quienes nos hospedaron,
o nos escucharon, o nos consolaron, o nos regalaron su
consejo sabio o su conocimiento académico, o nos abrieron
puertas, oraron por nosotros, o… evitaron que nos matára-
mos en distintas discusiones que solíamos tener. Fue el con-
junto de todos ellos lo que nos permitió observar la mano
del único que realmente está capacitado para juntar todos
los pedazos y lograr un todo digno que sea mucho más que
la suma de las partes. Existe el Dios perfecto. No existe el ser
humano perfecto. Si esperas al adulto ideal para darle par-
ticipación, envejecerás descubriendo que los años tampoco
podrán convertirte a ti en ese «superadulto».
Trabajar en equipo, sumando voluntades y capacidades,
requiere entender que las personas somos virtuosas y li-
mitadas a la vez. Debemos conocernos, reconocer nuestras
limitaciones, honrar nuestras virtudes, celebrarlas y gloriar-
nos en nuestras debilidades porque en ellas nuestro Dios
perfecto se manifiesta con poder. Muchas veces nuestro
deseo de controlarlo todo nos hace tener expectativas des-
proporcionadas e irreales sobre las personas y un pequeño
defecto nos frustra y nos enoja de tal manera, que hace que
nos perdamos todo lo que Dios puede darnos por las virtu-
des presentes en esas personas débiles, a través de las cuales
él desea obrar con poder.

49
Cuando entiendes esto y generas la participación, además
de los resultados operativos que puedes obtener por la
colaboración de los padres, estarás promoviendo relaciones
que pueden nutrirte, estarás acercando a más personas a tu
radio de influencia y, muy probablemente, tendrás la opor-
tunidad de promover mejores condiciones en las relaciones
entre padres e hijos.
Sumar a padres al ministerio que Dios te encomendó reque-
rirá de tu humildad y de tu sabiduría. Lo mejor que puedes
hacer es comenzar por pensar en lo que necesitas y ser
específico y concreto al pedir ayuda. Hazlo con amabilidad
y responde con gratitud aun en la negativa. Si no pueden
ayudarte ahora, pregunta si en alguna otra instancia po-
drían hacerlo.
Dios te mostrará si existe alguna madre o padre con el
llamado necesario para servir contigo en equipo. Cuando
así sea, genera el espacio con generosidad. En nuestro staff
existe un matrimonio fantástico que tiene a sus dos hijos
en el grupo con el que trabajamos. Estos chicos, lejos de
molestarse de tener que compartir el espacio con sus papás,
se muestran agradecidos por que sus padres actúan en
obediencia a Jesús. Aun cuando ellos no lo expresarían así,
se los puede ver alegres y sin conflictos, compartiendo el es-
pacio con sus padres. La diferencia la hace el llamado. Estos
padres encarnan, de manera hermosa, la complementación
entre discipulado y crianza, son un ejemplo para mostrar a
otros adultos ese modelo bíblico que pretendemos promo-
ver. No son perfectos, así que cubrimos sus limitaciones, po-
tenciamos sus virtudes y nos gloriamos en sus debilidades.

50
Sé fiel al Señor, sé excelente en todo lo que hagas y no ten-
gas miedo. Luego de unos años, los cocineros de los campa-
mentos de L.A.GR.AM. nos confesaron haber comenzado a
servir entre nosotros para espiar dónde se había metido sus
hijo. Cuando nos conocieron, nos amaron profundamente y
se quedaron a servir entre nosotros por más de trece años.
Aún hoy la relación de amor continúa.
No existen los padres, ni los líderes, ni las personas perfectas
pero sí existe el Dios perfecto que hace cosas maravillosas
usando gente imperfecta.

51
El secreto de
3
la SEXUALIDAD
SANA Y LA
PREVENCIÓN DEL
ABUSO
No son de este mundo

Discipular a los preadolescentes incluye sembrar para que


cultiven una sexualidad sana y podamos prevenir el abuso.
En aquel campamento de escuela era muy fácil visualizar a
los chicos de distintas edades porque cada curso tenía una
prenda que lo identificaba. Este era un colegio que ten-
go el honor que me invite a menudo. Se encuentra en el
interior profundo de mi país, a dieciséis horas de ómnibus
desde mi casa. Ahí estaba, junto a una amiga que también
trabaja entre adolescentes, compartiendo tiempo y charlas
con chicos entre doce y diecisiete años (lo que en Argenti-
na comprende desde el año final, el séptimo, de la primaria
y el quinto y último del nivel secundario). Los directivos
de la escuela nos habían pedido que, a las charlas que ya

52
veníamos brindando, sumáramos un espacio de preguntas
para las chicas por un lado y para los varones por otro. Así
que yo me lleve a los varones debajo de un techo sin pa-
redes, muy próximo a las parrillas donde a escasos metros
madres y padres asaban pollos para la noche. La consigna
era escribir preguntas en pequeños papeles e introducirlos
en urnas improvisadas para que, llegado el momento, yo
pudiera ir extrayéndolos de a uno y fuera respondiendo.
Cuando abrí aquella caja solo había dos consultas. Una se
refería sobre un conflicto de relaciones escolares y la otra
preguntaba textualmente: «¿Está bien el sexo oral?»
Automáticamente se oyó un: -«¡¡¡Uuuuuuuuuh!!!», seguido
de risas nerviosas y comentarios murmurados entre cóm-
plices amigos. Pero ahí estaba yo… les habían prometido
que contestaría todas las preguntas y era evidente que no
dejarían pasar la oportunidad. Todo lo que allí acontecía,
era recepcionado por los atentos oídos del personal do-
cente de la institución y de los padres que cocinaban los
pollos.
Con una estrategia vieja y ensayada, luego de definir el
tema en cuestión como la práctica sexual donde se besa a
los órganos sexuales de la pareja con quien se comparte la
experiencia, devolví la pregunta para abrir la participación y
saber dónde estaban parados aquellos muchachos. El audi-
torio estaba dividido. Aproximadamente el cincuenta por
ciento consideraba la práctica como desaprobada por Dios
y la otra mitad consideraban que no había objeción sobre la
misma.

53
Lo que no sé si Google te va a avisar
Me parece bueno considerar algunas cosas antes de conti-
nuar con mi relato: es importante notar que la mayoría, aun
cuando muchos no registraban haber hablado este tema
con algún adulto, ya tenía una opinión. Alguna vez pre-
gunté en otro grupo de adolescentes: -«¿Con quién o con
quienes hablan los temas referidos a la sexualidad?». Entre
distintas respuestas uno de los más graciosos me contestó:
-«Yo lo hablo con Google». Pensé que, una vez más, me es-
taba haciendo una broma pero para mi asombro me devol-
vió una mirada seria y me aseguró que no bromeaba. Acto
seguido comenzó a explicarme a mí y a los otros presentes
el sin fin de preguntas que ya le había hecho al famoso
buscador.
Los chicos y chicas reciben información sobre la sexua-
lidad de maneras más tempranas, más accesibles y más
abundantes que ninguna otra generación anterior. Internet
es el medio privilegiado ya sea a través de portales educa-
tivos o científicos, por medio de las redes sociales o por el
acceso irrestricto a temáticas o escenas desarrolladas por la
industria del entretenimiento o por la pornografía. Obvia-
mente, existen distintas intencionalidades y diferentes cali-
dades de información pero están ahí, a unos pocos clicks de
distancia, todas mezcladas en una cuestionable clasificación
en el abundante guiso al que llamamos internet.
El fenómeno de los youtubers y los gamers también hacen
su aporte a la información, ya sea a través de rutinas edita-
das, en el caso de los primeros, o con distintos comentarios
mientras se filman jugando diversos juegos de video, en el
caso de los segundos. A través de sus canales en YouTube,

54
distintos personajes, desde el humor o desde la reflexión,
desarrollan un menú de temas que pueden abarcar voca-
ción, violencia familiar, noviazgo, sexualidad o abuso. Millo-
nes de niños y preadolescentes los consumen a diario desde
sus computadoras o desde los dispositivos móviles propios
o de sus padres. Así, nuestros chicos y chicas les regalan a
estos novedosos comunicadores un nivel de popularidad
jamás visto, mientras reciben toneladas de información que
considero que, al menos, debería ser chequeada.
Las series televisivas de contenido juvenil con protagonis-
tas adolescentes que aterrizan en todos los dispositivos de
comunicación que portamos o tenemos fijos en casa, traen
a la pantalla y a los ojos y oídos de nuestros hijos, todas
las temáticas sobre sexualidad que se te puedan ocurrir, ya
sea a través de imágenes o de distintos comentarios en los
diálogos entre sus protagonistas: heterosexualidad, homo-
sexualidad, bisexualidad, trata de personas, prostitución,
violencia, abuso, violación, fetichismo, sadomasoquismo,
zoofilia y esa que me olvide mencionar… también. El acceso
está ahí no más y la medida preventiva esta resignada a pe-
queñas leyendas, en pequeñas letras, que clasifican la pro-
ducción como prohibida para menores de trece, dieciséis o
dieciocho años. Están ahí, en ese pequeño reproductor que
nuestros preadolescentes pueden consumir en sus cuartos,
debajo de las sabanas, con el auricular pegado al orificio
de la oreja, las dieciséis horas del día y las ocho horas de la
noche también.
La conexión que brinda internet también puede generarle el
acceso a distintas personas, de diferentes lugares del mun-
do, de diversas creencias, valores o principios, que pueden

55
ingresar a la vida de nuestros hijos simplemente con un
número telefónico o con un perfil en una red social. Las
múltiples historias que puedo recoger, desde mi experiencia,
incluyen formidables amistades hasta pederastas. El mara-
villoso mundo que la tecnología nos abre a los que solo la
consumimos o aprovechamos, es aún más basto para quie-
nes conocen sus secretos y la reinventan a cada segundo.
Software malicioso o espía, o distintos virus pueden acceder
a nuestros dispositivos destruyendo información valiosa o
robándola, promoviendo productos y servicios por los que
no haríamos averiguaciones por propia voluntad, o dándoles
acceso a nuestros hijos a individuos siniestros.

¡¿Qué vamos a hacer?!


A esta altura podríamos pensar que una buena estrategia
sería aumentar los controles parentales o censurarles el uso
de internet y dispositivos móviles a nuestros chicos y chicas.
Quizás alguno puede pensar y exclamar: ¡¿Y quién le da a
un chico de diez años un celular?! Todos estos cuestiona-
mientos o acciones son atendibles y posibles. No cuestio-
naría ninguna medida en primera instancia. Pero los chicos
llegan a la escuela y un compañero o compañera trae su
celular. O aquel chico del cuarto banco consumió esa serie,
o el padre de aquel otro ya lo introdujo a la pornografía…y
el tema va a salir… ahí estará.
Hablo con mi hijo de nueve años en nuestro automóvil,
esperando que las puertas de su escuela se abran. Le pre-
gunto si tiene alguna duda, si hay algo en especial de lo que
desea hablar. Me responde que no. Decido ir por más y elijo
insistir: -«¿Tus compañeros hablan de sexo, dicen algo que

56
no entiendas?». Termino de hacer la pregunta e interior-
mente me cuestiono a mí mismo: ¿No estaré acelerando los
tiempos? ¿No estaré haciendo preguntas que él no se hace?
¿No despertaré cosas que aún están dormidas? Entonces
Franco me arranca de mis reflexiones y me responde: -«Sí,
papá. Mis compañeros hablan de porno… ¿qué es porno?».
Entonces descubro que tengo que abordar un tema del que
yo, a su edad, ni siquiera sabía de su existencia. Pasarían
varios años más hasta que la democracia y la peluquería
del barrio me «obsequiaran» las primeras imágenes eróticas
impresas en papel. Aun así, descubro que si no soy yo quien
lo ayude con esta información, será otro compañero de su
misma edad, o un maestro de la escuela, o un youtuber, o
cualquier otro que no me va a pedir permiso para antici-
parme. Entonces hablo con él, lo charlamos y luego lo veo
entrar a esa escuela que elegí con tanto cuidado, ese cole-
gio cristiano que me dio tanta tranquilidad al comienzo del
año. Lo veo cruzar la puerta, observo cómo se despide una
vez más sacudiendo su mano y veo cómo se hunde en la
multitud de uniformes hasta perderse de mi vista. Y enton-
ces no puedo dejar de preguntarme: ¿qué vamos a hacer?
¿Eliminaremos todos los dispositivos?
¿Censuraremos el uso de internet?
¿Aumentaremos los controles parentales?
¿Prohibiremos que nuestros hijos hablen con sus
compañeros en la escuela?
¿Los sacaremos de los colegios para que ningún «niño con-
taminado» los ensucie?
¿No los dejaremos hablar con extraños?

57
¿Los encerraremos en nuestras casas?
¿Los encerraremos en sus cuartos?
¿Nos dejará lo suficientemente tranquilos encerrarlos en los
templos de nuestras iglesias?

Envío o aislamiento
Como Cristo lo anticipaba, la respuesta no es aislarnos ni
aislar a nuestros hijos del mundo. Así oró Jesús:
«No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes
del mal». Juan 17:15 (RVR 1960).
El aislamiento no sirve. La experiencia muestra que la
proscripción o la restricción, que nunca han servido, hoy en
día… ¡menos aún! Tarde o temprano esa información llegará
a alguno de los sentidos de nuestras chicas o chicos.
Evidentemente debe haber otra respuesta y yo creo que
Jesús nos da algunas pistas al seguir orando por nosotros.
«No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú
me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y
por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también
ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego sola-
mente por éstos, sino también por los que han de creer en
mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como
tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno
en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno,
así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para

58
que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca
que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has
dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén con-
migo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me
has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre
justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido,
y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a
conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el
amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos».
San Juan 17:16-26 (RVR1960).
¿En qué consiste la promoción de la santidad en tu minis-
terio con la nueva generación? Tengo la impresión de haber
sido formado para creer que la santidad era la respuesta a
obedecer los antojos de Dios. Me rehúso firmemente a creer
que así sea para mi vida, que deba formar a mis hijos sobre
ese pensamiento, que tenga que enseñarle eso a la genera-
ción que viene. No lo creo y creo poder explicar por qué no.
La santidad no es una práctica de aislamiento. Todo lo con-
trario: es una determinación a responder valientemente al
envío; así lo proclama Jesús:
«No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. San-
tifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me
enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo». Juan
17: 16-18. (RVR1960).
Jesús se afirma sobre una convicción: no son de este mun-
do. Trabajamos con chicos y chicas que no pertenecen a
este mundo. La sociedad, el sistema, los medios, las redes,
las escuelas y muchas veces los padres, la mayoría de las
veces sin mala intención, quieren adueñarse de ellos. Hacer

59
terreno lo que tiene sello celestial. Trabajarán para hacerlo
otra vez con la nueva generación. No permitas que te suce-
da, no permitas que les suceda.
La verdad de Dios, en la que Cristo pide que seamos san-
tificados, afirma que salimos del corazón de Dios y que la
vida es un viaje breve para regresar al Padre. Viaje al que
Jesús nos envía y nosotros nos asociamos para enviar a la
generación que viene. Ese es tu desafío al servir a las nuevas
generaciones. Necesitamos dar respuestas al hoy, hablar de
hoy, conectar con el hoy, afirmarnos a la tierra, pero con el
desafío de mostrarles a los chicos y chicas que lo verdadera-
mente importante no está en este mundo. Es una incansable
búsqueda de encontrar un equilibrio que dé cuenta de estas
dos realidades que interactúan entre sí.
La sexualidad no queda excluida de esto. Cuando aquella
tarde en aquel campamento de escuela la pregunta fue de-
vuelta a aquellos varones y ellos respondieron divididos, les
pregunté a los que consideraban el sexo oral como pecami-
noso en qué afirmaban su respuesta. Uno de los muchachos
trajo este versículo a la conversación:
«Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues
aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es
contra naturaleza, y de igual modo también los hombres,
dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su
lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos
hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribu-
ción debida a su extravío». Romanos 1:26-27 (RVR1960)
Este chico solo hizo referencia al hecho de cambiar el uso
natural argumentando que introducir los órganos sexua-
les en la boca de mi pareja no era natural. Yo no deseaba

60
pronunciarme ni a favor ni en contra de esa postura. Pero,
de alguna manera, quería ayudarlos a elegir la santidad que
nace de obedecer valientemente al llamado de Jesús y no la
que tiene origen en la represión.

Obedecer caprichos o descubrir lo


que construye
Jesús nos mostró al Padre y cuando lo hizo, y lo sigue ha-
ciendo, echa por tierra la idea de un Dios caprichoso que
impone reglas porque sí y nada más. Dios nos ama y desea
que nos amemos. Toda práctica humana debe estar dirigida
desde y hacia el amor. El amor a Dios, a los demás y a uno
mismo. Por esta razón el apóstol Pablo echa por tierra la
pregunta tal cual la formularon los chicos aquella tarde:
-«¿Está bien el sexo oral?». Pablo responderá:
«Es verdad que «todo está permitido», pero no todo es pro-
vechoso ni edifica a los demás. Uno no puede pensar sólo en
uno mismo. Hay que pensar en lo que conviene para el bien
de los demás». 1 Corintios 10:23-24.
La pregunta correcta no es si está bien. La pregunta a hacer
es si conviene, si es provechoso, constructivo, si atiende
también al bien del otro.
Les pregunté a los chicos qué consideraban que estaba mal:
-«¿Por qué creen que Dios consideraría el sexo oral como no
natural?». Y ellos me respondieron que no era el lugar que
Dios había diseñado para la práctica sexual. Los que estaban
a favor del sexo oral argumentaron que no había razones
para limitar los besos a algunas áreas del cuerpo y a otras
no. Los que estaban en contra no supieron qué responder.

61
Entonces les pregunté a los que estaban a favor: -«¿Qué pa-
saría si alguno de los dos tuviera una enfermedad infeccio-
sa como una infección urinaria? ¿Aun así la pareja debería
aceptar la práctica?». Los que estaban en contra pusieron
cara de satisfacción. Los que estaban a favor respondieron:
-«¡Claro que no! Pero si estuvieran sanos no entendemos
por qué habría objeción». Los que estaban en contra no
supieron qué responder. Entonces pregunté a ambos grupos:
-«¿Pero acaso ese principio no sería válido para las relacio-
nes sexuales que consideraríamos naturales? Es más… si yo
tuviera alguna infección en mi mano… ¿estaría bien que le
pidiera a mi pareja que la besara?». Ahora los de la cara de
satisfacción fueron los que estaban a favor.

Sexualidad, discipulado y amor


Dios creo la genitalidad para sellar la relación de amor
comprometida entre dos personas que se aman y son socias
por amor. Por eso creemos que la experiencia de las llama-
das relaciones sexuales, también conocidas como «hacer
el amor», son para el matrimonio. No importa cuál sea la
práctica, la pregunta no es si es lícito, la preguntan es si
aprovecha, si conviene, si edifica, si tiene en cuenta el bien
del otro. En ese marco podemos hablar de todo, pensarlo
y discutirlo abiertamente. La recomendación del apóstol
me deja claro que no debería aceptar ninguna práctica
que atente contra la salud física, emocional o psicológica,
propia o de mi pareja pero no por un dogma, no por una
norma religiosa, no por un supuesto capricho de Dios, sino
por la simple razón de que no hay provecho en eso, no
conviene, no me construye ni aporta a la construcción del

62
otro. Pero para pensar así es fundamental entender que no
respondemos a los principios egoístas y destructivos de este
sistema que acciona como si todo lo bueno estuviera ligado
al propio bienestar de mi propio ombligo en esta, mi propia
tierra. Las nuevas generaciones necesitan ser discipuladas
para que sigan al Jesús que los sabe reconocer con una
misión en este mundo, pero sin pertenecer a este mundo ni
a sus principios. La misión es amar. Por eso elijo todo lo que
valore, respete y cuide. Por eso no elijo nada que no cuide,
porque de ser así no estaría respetando, lo que dejaría de
manifiesto que no estoy valorando. Así dejaría de considerar
el bien del otro, no sería de edificación, no aprovecharía, no
convendría. Me comportaría como si fuera de este mundo y
yo… no soy de este mundo.
Cuando este principio se afirma en la base de la formación
de nuestros hijos, es mucho más sencillo encontrar los anti-
cuerpos para el egoísmo (el propio y el ajeno). Lo cual, entre
otras múltiples consecuencias, favorece la construcción de
una correcta valoración de la vida, promueve una sexua-
lidad sana y sienta las bases para la prevención del abuso.
Observa lo que dice Jesús al cerrar su oración:
«Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he
conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les
he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para
que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en
ellos». San Juan 17: 25-26 (RVR1960)
Esta debería ser la intención de todo formador, sea padre,
pastor, líder o maestro: conocer al que el mundo no cono-
ce para disfrutarlo y darlo a conocer a otros. Tenemos que
llenar a esta generación de relaciones de amor saludable,

63
relaciones de otro mundo, con los principios y valores del
Reino de los Cielos. No solo con nuestras palabras sino con
nuestra presencia, nuestra actitud, nuestras conductas,
nuestros gestos y nuestra acción. El amor da sentido, afirma
nuestra propia valoración, consolida el respeto y la valo-
ración al prójimo y nos ayuda a descubrir buenas y malas
intenciones en nuestro mundo de relaciones. No encontra-
remos otro fundamento más sólido para diseñar estrategias
que promuevan una sexualidad sana y faciliten la preven-
ción del abuso.
Les enseñamos la Biblia a nuestros preadolescentes porque
ésta nos revela la verdad, y la verdad nos da libertad y nos
santifica. La enseñamos porque la palabra de Jesús sienta
fundamentos que previenen los golpes de actuales y futu-
ras tormentas. Pero no solo la enseñamos: la encarnamos.
Si la Biblia nos envía a amar, no solo hablamos del amor:
amamos. Compartimos abrazos sanos que enseñan que el
contacto físico no es solo herramienta para degenerados.
Prestamos oídos que silenciosamente gritan: «¡Eres impor-
tante para mí! ¡Me interesa lo que tienes para decirme!».
Observamos con ternura y amor porque acompañamos
procesos de aprendizaje y crecimiento. Invertimos tiempo
y dinero porque reconocemos que son inversiones mínimas
comparadas con las ganancias que obtendremos. Andamos
a diario, cada minuto, asociados al amor al Padre. ¿Esto te
parece de otro mundo? Definitivamente debe ser, porque lo
es.
Déjame compartirte algunas ideas para trabajar estas
cuestiones.

64
 Encuentra a expertos profesionales que te ayuden a
tratar los diversos temas de la sexualidad sana y cual-
quier trastorno referido a ésta.

 Aprende a diagnosticar y hazlo a través de grupos


pequeños o entrevistas personales, a través de mucho
amor y de buenas preguntas. No te apresures a res-
ponder. Escucha con atención y lleva las preguntas y
respuestas que recibas a un profesional de confianza.
Nunca dejes de asesorarte.
 Consulta permanentemente, sin juzgar, qué es lo que
tus chicos y chicas consumen en los medios o en las
redes sociales y has tu propia investigación al respecto.
Dialoga con tu equipo y busca asesoramiento referido
al contenido de lo que miran y escuchan.
 Genera espacios de diálogo y capacitación para los
padres y madres con el fin de tenerlos informados sobre
los temas referidos a sexualidad sana y prevención de
abuso.
 No descuides nunca tu propia capacitación y la de tu
equipo. No te quedes con lo que ya sabes.
 Recuerda que no hay mejor medio para el tratamiento
y la prevención del abuso que la comunicación abierta,
el oído atento y el abrazo que contiene.
Debemos pensar seriamente cómo nuestros ministerios para
preadolescentes edifican refugios de amor y a eso nos refe-
riremos en próximos capítulos. Ahora déjame que termine
de contarte la historia de ese espacio de preguntas y res-
puestas, en aquel campamento de escuela.

65
Todo lo que preguntan los chicos
Aquella había sido una charla muy seria sobre temas muy
profundos de la sexualidad humana. Me preocuparon los
chicos de séptimo grado. Interiormente me hice las mismas
preguntas que me había hecho con Franco antes de ingresar
a la escuela. ¿No era muy pronto para tratar aquel tema con
chicos de apenas doce años? Entonces, mientras intentaba
dar un cierre a todo esto (con aquellas madres algo contra-
riadas mirando desde la parrilla) uno de los chicos de sépti-
mo no me permitió terminar sin hacer una última pregunta
sobre el tema en cuestión. Levantó su mano y me miró
como con sorpresa. Su expresión fue la de aquella persona
que habiendo considerado un tema durante media hora no
recibió la respuesta que esperaba. Así que ni bien lo mire se
pronunció: -«Bueno, todo bien, pero la pregunta del millón
es… ¿es rico o no?».
Me salió una gran carcajada, le agradecí el valor de hacer
esa pregunta e interiormente agradecí a Dios y a los directi-
vos de aquella escuela. ¡Qué honor me brindaban al per-
mitirme participar de ese espacio tan saludable donde un
chico de apenas doce años podía sentirse seguro como para
hacer semejante pregunta! Entonces ensaye la mejor res-
puesta que le pude dar. ¿Qué le conteste? Si seguís leyendo
encontrarás la respuesta en las siguientes páginas. Pero esta
y otras tantas experiencias me obligan a concluir que nece-
sitamos pedirle sabiduría a Dios y estar despiertos, atentos,
porque las preguntas que nuestra ignorancia, vergüenza,
pereza, desidia o distracción no nos den permiso para con-
testar, seguramente serán brindadas por otros. ¿Qué otros?
¡Ah! Eso sí que no te lo sé responder.

66
EL SECRETO DE
4
LA CAPACITACIÓN
DEL LIDERAZGO
El saber no ocupa lugar
Los líderes que aman a los preadolescentes se capacitan
constantemente y se complementan con otros, en el tra-
bajo en equipo, para servir cada vez mejor a sus chicos y
chicas.
Mamá me educó para ser un niño bueno. Aún hoy puedo
recordar sus palabras cuando inicié la secundaria, cuando
tenía apenas trece años. Ella me miró y me dijo: «Germán…
no me importa tanto que seas un buen estudiante, quiero
que seas un buen compañero». Evidentemente me debo
haber tomado muy a pecho aquellas palabras. Es obvio que
mi percepción concreta de la realidad me jugo una mala
pasada porque cuando llegué a quinto año terminé esa eta-
pa de mis estudios llevándome cuatro materias y rindiendo
agónicamente tres meses después del cierre de mi cursada.
Eso sí: al final del año fui elegido como mejor compañero.
Mamá no solo insistía en esto de manera directa con sus
consejos. En todo momento insinuaba el valor de la bondad

67
y ¡siempre! me presentaba como un muchacho bueno. Yo
podía oírla hablar con otras personas acerca de mí. Ella
se mostraba orgullosa de su hijo porque yo era un chico
BUENO. A tal punto me marcó esto en la vida, que una vez
alguien realizó una dinámica de presentación donde cada
uno debía presentarse a sí mismo diciendo cómo se llamaba
y agregando una virtud que le fuera propia que comenzara
con la inicial de su primer nombre. Cuando me toco el tuno
lo dije: «Me llamo Germán y soy güeno».
A la hora de influenciar las madres son realmente poderosas.
No me puedo quejar, podría haber sido mucho peor. Estoy
muy agradecido a Dios por la influencia de mi mamá. Sin
embargo, desde aquellos días hasta hoy, he aprendido que
la vida no se trata de ser tan solo una «buena persona». La
bondad es una virtud maravillosa, pero para hacer la dife-
rencia se necesitan algunas otras cosas más.
«E ntonces conocerán la verdad , y la ver -
dad los hará libres ». J uan 8:32

La libertad no se consigue por medio de la bondad. No se


es libre a fuerza de buenas intenciones. No se abandona la
esclavitud siendo bueno con tus carceleros. No le funcionó
a José, allí en la cárcel en el antiguo Egipto. Ser buenos o
buenas nos puede ayudar pero definitivamente eso no te
hace libre. Alcanzamos la libertad por medio del conoci-
miento. De hecho, eso sí le sirvió a José. Es cierto que si co-
noces la verdad, ésta te llevará por el camino de la bondad
pero el hecho de ser bueno no garantiza que seas conoce-
dor de la verdad. Puedes ser bueno al mismo tiempo que
eres muy tonto o muy ignorante. La verdad no solo te hace

68
bueno: te enseña a aplicar la bondad con sabiduría. Mejor
que te lo explique el querido Salomón:
«Adquiere sabiduría e inteligencia, no la olvides ni te apar-
tes de ellas. No abandones la sabiduría, ámala, y ella te
protegerá. Lo más importante que debes hacer es adquirir
sabiduría, y también buen juicio. Ama la sabiduría, y ella
te engrandecerá; aférrate a ella y te honrará; te adorna-
rá con diadema de gracia la cabeza; y te obsequiará una
hermosa corona. Hijo mío, escucha y obedece mis palabras,
y tendrás una larga vida. Yo te llevo por el camino de la
sabiduría y te guío por sendas de rectitud. Cuando camines
por ellos, nada te estorbará ni tropezarás al correr. Aférra-
te a mi instrucción, no la olvides; pues ella es tu vida. No
hagas lo que hacen los malvados, ni sigas el ejemplo de los
malhechores». Proverbios 4:5-14
Solo la sabiduría te guía al camino de una bondad inteli-
gente, que nada tienen que ver con la ingenuidad «bonda-
dososa». La verdad y la sabiduría se retroalimentan, forman
un círculo virtuoso: digerir un poco de verdad me hará lo
suficientemente sabio para ir en búsqueda de más verdad,
que me hará más sabio. Ese proceso es el que me hace
libre. Mientras camino ese sendero comprendo cómo pue-
do abrazar una bondad práctica que me construya a mí y
que aporte positivamente a quienes me rodean. Entonces
sí, como consecuencia, voy a optar siempre por caminos de
rectitud, me alejaré de caminos perversos pero no de puro
bueno y obediente, sino porque no seguirlos sería torpe y
autodestructivo. No porque no sean lícitos, sino porque no
me convienen. Lo haré por convicción, no por represión.

69
Una vez viajábamos en el auto con mi familia escuchando
una Biblia en audio. En los parlantes se dejaba oír el libro de
Proverbios. Por el tercer capítulo mi hijo Franco, que tendría
unos diez años en ese momento, hizo una nota al pie de
aquella página:-«¡Pa! Tengo la impresión de que Dios quiere
que busquemos sabiduría, ¿no?».
Todo Proverbios es un libro destinado a enseñarnos, acon-
sejarnos, suplicarnos, insistirnos sobre la importancia de
adquirir sabiduría y, como si esto fuera poco, la idea está en
casi todas las cartas y libros de la Biblia.
Te comparto uno de los tantos proverbios con los que
Salomón se transforma en un pájaro carpintero picoteando
nuestra cabeza:
«Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la ense-
ñanza y la inteligencia». Proverbios 23:23. (RVR1960)
Me gusta que esta traducción elija la palabra comprar.
Porque debemos saber que toda búsqueda tiene un costo,
y la búsqueda de la sabiduría no es la excepción. Nunca
podremos dar lo que no tenemos y si quieres tener deberás
invertir tiempo y otros recursos a fin de obtener aquello que
luego podrás brindar.
No vamos a ayudar a nadie para que descubra y disfrute la
libertad, siendo tan solo líderes, docentes, madres o padres…
buenos. Necesitamos conocer la verdad, porque debemos
enseñar la verdad. Habrá que salir de las zonas de confort,
correr, buscar, saltar a los brazos de la sabiduría para que
ella nos regale su instrucción. Tendremos que buscar a Jesús
para que nos ayude a descubrir la verdad que nos hace
libres. Habrá que poner energía porque, contrariamente a lo

70
que muchos piensan, la verdad no siempre se nos revelará
de manera mágica. Pongamos en contexto el versículo con
el que prácticamente iniciamos:
«Entonces Jesús les dijo a los judíos que creyeron en él: —Si
ustedes se mantienen obedientes a mis enseñanzas, serán
de verdad mis discípulos. Entonces conocerán la verdad, y
la verdad los hará libres». Juan 8:31-32.
La promesa de Jesús no hace referencia a un evento místi-
co que lo revela todo de tal manera que automáticamente
vives una especie de baño de libertad. No es lo que él dijo.
Es un proceso que cuando uno observa estos dos versículos
resulta sencillo de precisar.
1. Es fundamental creer en él… pero ¡no alcanza!
2. Debo permanecer fiel a sus enseñanzas. Todos los días,
bajo cualquier circunstancia, tal como se supone que
lo haría alguien que tienen ganas de aprender.
3. Eso es lo que me hace convertirme en un verdadero
discípulo. No un rito de iniciación, un acontecimiento
místico o una firma en un acta sino un proceso de
fidelidad a sus enseñanzas. Querer aprender es condi-
ción esencial de la naturaleza del discípulo.
4. Conocer la verdad no resulta entonces un mero descu-
brimiento intelectual. Implica descubrir que la práctica
constante de las enseñanzas del Maestro, sostenidas
en el tiempo, dan cuenta de que el Maestro sabe lo
que dice y lo que hace. Seguir sus enseñanzas en la
práctica cotidiana confirma que lo que dice y hace es
la referencia más concreta y palpable acerca de lo que
es verdad.

71
5. Esa comprensión que se vuelve convicción y práctica
tiene como consecuencia la experiencia de la libertad
en su más palpable expresión.

Por eso Cristo va a decir: «Así que si el Hijo los libera, serán
libres de verdad». Juan 8:36.

Aquel que se definió a sí mismo como la verdad (Juan. 14:6),


ha llegado hasta nosotros para ayudarnos a descubrir la li-
bertad a partir de conocerlo. Si Jesús es la verdad, entonces
todo lo verdadero proviene de él, por lo tanto, si conozco la
verdad lo conozco a él, y si lo conozco a él conozco la ver-
dad. Para mí, una de las noticias más maravillosas del Evan-
gelio consiste precisamente en eso: la verdad es una perso-
na y se llama Jesús. Puedo sentarme a tomar un café con la
verdad y descubrirla, no por medio de la mera acumulación
de conocimiento, sino a través de una relación personal con
Cristo. Existe una relación directamente proporcional entre
mi condición de discípulo y mis posibilidades de disfrutar
la libertad; y según lo dice Jesús, mi condición de discípulo
está directamente ligada a mis ganas de aprender y perma-
necer fiel a sus enseñanzas.
Necesitamos abrazar un espíritu enseñable. En primera ins-
tancia, porque hay mucho en Dios y en la vida por aprender
y sería torpe negarse a incorporarlo. Luego, porque hay
mucho para disfrutar en el descubrimiento de nuevas cosas.
Y además, por amor a los que nos rodean. Si la verdad nos
trae la libertad, la ignorancia nos trae la esclavitud y no hay
cosa más fea que vivir con un esclavo ignorante. Pobres los
que conviven con quien se ha resignado a dejar de aprender.

72
Más aprendemos, más tenemos para brindar a otros. Más
aprendemos, más abiertos estamos a seguir aprendiendo.
Más aprendemos, más fácil es sumar distintos y novedosos
canales que nos ayudan a incorporar aprendizaje. El discípu-
lo vive en consulta permanente a su Maestro. Lo escucha, lo
observa, lo imita; busca su corrección, lo llena de preguntas,
está atento a sus respuestas, práctica lo enseñado. Los con-
ceptos escuchados no se vuelven aprendizaje real hasta no
incorporarse como práctica permanente. Eso es permanecer
fiel a sus enseñanzas. Eso te hace discípulo. Eso te hace
descubrir la verdad. Eso te hace libre.
Por eso el desafío es no parar de aprender. Aprender es
nuestro derecho y es nuestra responsabilidad. Por eso hay
que salir, día a día, a buscar sabiduría. Los chicos y chicas
con los que trabajas te necesitan con un espíritu enseñable,
ávido de aprender.
Cuando observamos las Escrituras podemos ver que existen
al menos cuatro campos en los que nuestro entendimiento
debe crecer:
1. Acerca de la persona de Dios y de las cuestiones referi-
das a la espiritualidad.
«Pero el Consolador, el Espíritu Santo, vendrá en mi
nombre porque el Padre lo enviará. Él les enseñará
todas las cosas y les recordará todo lo que les he
dicho». Juan 14:26.
«Pido constantemente a Dios, el glorioso Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que les dé sabiduría y reve-
lación, por medio de su Espíritu, para que lo conozcan
mejor. Pido también que ilumine sus corazones para

73
que sepan cuál es la esperanza a la que los llamó y
qué enorme es la riqueza de la herencia que él ha
dado a los que son suyos. Oro también para que
comprendan el increíblemente inmenso poder con
que Dios ayuda a los que creen en él. Ese poder es
la fuerza grandiosa y eficaz con que Dios levantó a
Cristo de entre los muertos y lo sentó a su derecha en
la gloria. Dios puso a Cristo muy por encima de cual-
quier gobernante, autoridad, poder y dominio, y de
cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este
mundo sino también en el venidero». Efesios 1:17-21.
«Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer co-
sas grandes y ocultas que tú no sabes». Jeremías 33.
3 (NVI).
2. Acerca de la administración de las relaciones y los
recursos.
«Lo que pido en mis oraciones es que el amor de uste-
des sea cada vez más grande y que su conocimiento
y buen juicio crezcan, para que sepan elegir lo que es
mejor y para que vivan de una manera limpia y sin
reproche hasta el día cuando Cristo regrese; también
para que estén llenos del fruto de justicia que se
produce por medio de Jesucristo, para que le den la
gloria y la alabanza a Dios». Filipenses 1:9-11.
«No tengan deudas con nadie, excepto las deudas de
amor hacia otros. De hecho, quien ama al prójimo ha
cumplido la ley, porque los mandamientos dicen: «No
cometas adulterio, no mates, no robes, no codicies,»
esos y todos los demás mandamientos se resumen en
este otro: «ama a tu prójimo como a ti mismo.» El que

74
ama no le hace mal a nadie y, por eso mismo, el que
ama cumple perfectamente la ley». Romanos 13:8-10.
«Así que tengan mucho cuidado de cómo viven. Vivan
como sabios, no como necios; aprovechen bien cada
oportunidad, porque los días son malos; no sean
tontos, sino traten de entender cuál es la voluntad de
Dios». Efesios 5:15-17.

3. Acerca de cómo servir a Dios y a los demás.


«El que quiera servirme, debe seguirme; y donde yo
esté, allí también estará el que me sirve. Al que me
sirva, mi Padre lo honrará». Juan 12:26.
«Después de lavarles los pies, se puso el manto y otra
vez se sentó. Entonces les preguntó: — ¿Entienden
ustedes lo que les he hecho? Ustedes me llaman
Maestro y Señor, y dicen la verdad porque lo
soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado
los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos
a otros. Yo les he dado el ejemplo, para que hagan lo
mismo que yo he hecho con ustedes. Les aseguro que
ningún sirviente es más que su amo, y ningún mensa-
jero es más que el que lo envió. Si entienden esto y lo
hacen serán dichosos». Juan 13:12-17.
«Y los justos me preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te
vimos con hambre y te alimentamos, o sediento y te
dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te alo-
jamos en casa, o desnudo y te vestimos? ¿Y cuándo te
vimos enfermo o en prisión y te visitamos?’.

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Yo, el Rey, les responderé: ‘Todo lo que hicieron a mis
hermanos necesitados a mí me lo hicieron’». Mateo
25:37-40.

4. Acerca de los tiempos en los que vives. Los conoci-


mientos que aportan las ciencias y el contexto en el
que te toca vivir.
«Tenemos que vivir así, sabiendo que el tiempo vue-
la. ¡Despertemos! Nuestra salvación está más cerca
ahora que cuando creímos por primera vez. La noche
ya está terminando y el nuevo día despuntará pronto.
Por eso, dejemos de actuar en las tinieblas y vistámo-
nos con la armadura de la luz». Romanos 13:11-12.
«Dios concedió a estos cuatro jóvenes gran facilidad
para aprender y pronto ellos habían llegado a domi-
nar toda la literatura y ciencia de aquel tiempo. Y a
Daniel además le dio la habilidad de poder entender
el significado de sueños y visiones.
Cuando se completó el periodo de tres años de entre-
namiento, el jefe del personal llevó a todos los jóve-
nes ante el rey Nabucodonosor. El rey habló con cada
uno de ellos, y ninguno le impresionó tanto como lo
hicieron Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Por eso
pasaron a ser miembros de su cuerpo permanente
de consejeros. Y en todos los asuntos que requerían
información adecuada y juicio equilibrado, el rey en-
contró que el consejo de estos jóvenes era diez veces
mejor que el de los magos y agoreros de su reino».
Daniel 1:17-20.

76
«De Isacar había doscientos dirigentes de la tribu con
sus parientes; todos ellos eran hombres que enten-
dían el desarrollo de la historia y podían discernir
respecto al mejor rumbo que Israel debía tomar». 1
Crónicas 12:32.
Estos son tan solo algunos de los muchos versículos que nos
traen revelación. Capacitarse resulta vital. El saber no ocupa
lugar. Estudiar no es pecaminoso. La letra mata siempre y
cuando no se sujete al Espíritu. Cuando lo hace, la verdad se
nos va revelando por lo que leemos, escuchamos, reflexio-
namos, meditamos o experimentamos. Así, el conocimiento
aportado se transforma en práctica sabia. La instrumen-
tación práctica y perseverante de la verdad, regalándonos
sabiduría, nos lleva en andas a la libertad. La multitud
ama el evento, se apasiona con la experiencia, pero cuan-
do se termina se aleja del Maestro y de sus enseñanzas.
Los discípulos participan del evento y lo disfrutan, pero lo
comprenden siempre en el marco de un proceso. Cuando se
apagan las luces de la actividad, ellos se quedan con Jesús,
con hambre de más, con ganas de seguir preguntando, con
el deseo de no parar de aprender. Mira esta postal oculta en
los Evangelios:
«Cuando despidieron a la multitud y regresaron a la casa,
sus discípulos le pidieron que les explicara el simbolismo de
la mala hierba y el trigo». Mateo 13:36.
¿Nuestra conducta se asemeja más a la de la multitud o a
la de aquellos discípulos? Los verdaderos aprendices nunca
abandonan el proceso de aprendizaje. Concluido el evento,
saben que pueden quedarse de sobremesa con el Maes-
tro. Entran con él a toda casa, a todo espacio, reducen la

77
distancia con él, se le acercan y piden más. Piden y pregun-
tan, despejan dudas. Un tema va llevando al otro y cada
conocimiento que adquieren procuran asimilarlo y llevarlo
a la práctica, permaneciendo fiel a sus enseñanzas. ¡Ese el
espíritu correcto!

Trabajo en equipo
Ahora bien, antes de meternos a ver cada uno de los cam-
pos a los que hicimos referencia, te propongo pensar en
un hecho más. Supongo que no te sorprenderé en lo más
mínimo si te digo que prepararse en todas estas áreas es
una tarea gigante. Requiere de mucho esfuerzo y dedica-
ción y debe ser por eso que en cada uno de estos campos
del aprendizaje nos encontraremos con especialistas que se
dedicaron más a uno que a otro. Esta es una razón impor-
tante (entre un millón seiscientas mil cuatrocientas cin-
cuenta y tres razones más) por la que resulta vital crecer en
la experiencia del trabajo en equipo. Es importante que te
rodees de personas de las cuales puedas observar, claramen-
te, su preparación o experiencia en alguno de estos campos.
Unos conocerán mucho de las Escrituras, o tendrán una vida
espiritual destacable por la relación personal que tienen con
Jesús. Otros tendrán habilidades o conocimientos sobre el
campo de las relaciones humanas. Unos estarán mejor capa-
citados sobre la administración de algún recurso en particu-
lar. Algunos tendrán un espíritu servicial y/o habrán ex-
plorado, o descubierto herramientas creativas para servir a
Dios y a otras personas, y otros tendrán la capacitación o la
experiencia necesaria para darte información o ideas sobre
distintos conocimientos propios de los tiempos en los que

78
vivimos. Debemos aprender a nutrirnos de todos estos. En
las Escrituras, especialmente en el Antiguo Testamento, apa-
recen varias listas donde se detalla el nombre y la ocupación
o habilidad de un número de personas particulares. (como
la que se encuentra en 1 Crónicas 12, de la cual te compar-
tí un versículo más arriba). Todos estos listados se podrían
leer como un cuadro de dos columnas. En la primera de
ellas se registra cómo se llama cada una de esas personas
y en la otra en qué tarea son habilidosas o se destacan. Es
importante notar que, casi siempre, a la capacidad especí-
fica de cada uno de esos personajes se le suma una valiosa
aclaración: ese don o capacidad ha sido otorgado por Dios
mismo. El Nuevo Testamento tiene una novedad asombrosa:
existe una lista donde tu nombre está incluido. Tú tienes al
menos una habilidad y Dios tiene mucho que ver con ella.
Tienes un don, un talento, un ministerio, una capacidad,
una experiencia, una formación, un perfil que te hace único
y por eso tu aporte siempre será valiosísimo. Observa cómo
lo plantea el apóstol Pablo:
«Ahora bien, Cristo dio los siguientes dones a la iglesia:
los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pasto-
res y maestros. Ellos tienen la responsabilidad de preparar
al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y
edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. Ese proce-
so continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en
nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos ma-
duros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena
y completa medida de Cristo». Efesios 4.11-14. (NTV).

79
Aún podrías no sentirte incluido en esta lista pero deja que
Pablo avance y observa lo que dirá más adelante:
«En cambio, hablaremos la verdad con amor y así crecere-
mos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo,
quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia. Él hace
que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al
cumplir con su función específica, ayuda a que las demás
se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano
y lleno de amor». Efesios 4:15-16.
Cada parte del cuerpo de Cristo tiene algo para aportar y
cuando trabajan en complementariedad, la combinación
es explosiva. Tú tienes algo para dar. Pero déjame sacarle
el jugo a la metáfora: ¿se te ha dormido, alguna vez, una
parte del cuerpo? Esa experiencia rara que vives cuando, por
alguna razón, la sangre no llega a una extremidad; seguro
que alguna vez experimentaste esa rara parálisis acompa-
ñada de un feo hormigueo. Esa sección se vuelve incapaz
y a tu cuerpo le cuesta horrores sacarle provecho. ¿Tuviste
alguna vez que inmovilizar uno de tus brazos o piernas por
alguna quebradura o esguince? Si te ha sucedido, habrás
notado cómo tu masa muscular disminuye notoriamente. A
la hora de querer volver a usar ese miembro notaras cómo
la fuerza ha disminuido significativamente. Lo mismo suce-
de sino no te permites seguir creciendo en sabiduría, si no
te desarrollas en la relación con Cristo. Cuida tu salud, no
te duermas; desarrolla y ejercita tu vida con el más glorioso
personal trainer; ve y busca a quien almacena todos y cada
uno de los conocimientos y déjate guiar por el más grande
Maestro de todos los tiempos. Cuanto más capacitado y
más conectado estés al Dios que te creó y te dotó, mayor y

80
mejor será tu aporte. El trabajo en equipo es el mejor campo
para recibir capacitación y aportes diversos mientras brin-
damos todo aquello que nosotros tenemos para aportar. Sé
generoso con lo que sabes y busca quien tiene algo nuevo
para darte.
Por eso se hace vital que incorporemos a nuestra experien-
cia en el ministerio con preadolescentes el trabajo en equipo
y las mesas interdisciplinarias, donde cada uno, con su
conocimiento y experiencia particular, hace su aporte para
observar una misma realidad particular.
Ahora sí. Echemos una breve mirada a cada uno de los cam-
pos que antes citábamos.

Dios y lo espiritual
Tú, tu equipo y tus chicos y chicas, creciendo en el conoci-
miento de Dios y de la espiritualidad juntos. La fuente más
a mano para crecer en esto es la Biblia. No te digo nada
nuevo si te hablo de las bondades de este libro. Lo que sí
déjame decirte es que la manera en que te acerques a las
Escrituras será muy importante. En mi experiencia personal,
entiendo la Biblia como un libro para crecer en una relación
de amor con Dios a partir del diálogo tierno y amable. Él me
ama a mí y a toda la humanidad. En esas páginas encuen-
tro una caminata con el Padre más amoroso, con el Amigo
más entrañable, con un incansable Compañero de ruta. Él
camina a mi lado y mientras me frota la cabeza, me quita
una basura del ojo, me convida un pañuelo o se ríe conmigo
hasta el dolor abdominal, me habla de cómo sacarle más
el jugo a la vida. Me enseña que no puedo hacer eso sino

81
ayudo a otros a aprovechar sus días en este planeta. Así
la Biblia se vuelve un encuentro sagrado, pero a la vez, un
trampolín para saltar a la pileta más maravillosa alguna vez
nadada. Debo leer, estudiar, atesorar y practicar las ense-
ñanzas encerradas en este libro. Cuando lo hago, acierto.
«Todo el que presta atención a mis enseñanzas y las pone
en práctica es tan sabio como el hombre que edificó su
casa sobre una roca bien firme. Cuando llegaron las lluvias,
las inundaciones y los huracanes, la casa no se derrumbó
porque estaba edificada sobre roca». Mateo 7:24-25.
«Que no se aparte nunca de tu boca este libro de la ley.
Medita en él día y noche y obedécelo al pie de la letra.
Solamente así tendrás éxito». Josué 1:8.
«Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, y éstas te
pueden dar la sabiduría que se necesita para la salvación
mediante la fe en Cristo Jesús. La Escritura entera es inspi-
rada por Dios y es útil para enseñarnos, para reprendernos,
para corregirnos y para indicarnos cómo llevar una vida
justa. De esa manera, los servidores de Dios estarán plena-
mente capacitados para hacer el bien». 2 Timoteo 3:15-17.
Leemos la Biblia para encontrarnos con Dios. Se hace vital
crecer en la comunión con Jesús por medio de todas las
disciplinas espirituales. Experiméntalo y promuévelo entre el
equipo del que formas parte y entre los chicos y chicas con
los que trabajas.
 Experimenta y promueve la comunión con Jesús, espe-
cialmente la oración y la lectura y estudio de la Biblia,
como un encuentro fresco y natural. No te cargues con
estereotipos religiosos, despégate de frases hechas y

82
repetitivas. Deja que el viento del Espíritu de Dios des-
peine un poco la formalidad con que hemos envuelto
la práctica de acercarnos a Jesús.

 Desafíate, y motiva a tu equipo, a estudiar en profun-


didad la Biblia o diversos temas de formación teológica.

 Organiza la oportunidad de leer al mismo tiempo,


el mismo libro de la Biblia, de a varios capítulos por
semana.

 Anímate y anima a tu equipo y a tus chicos y chicas a


experimentar con varias traducciones de la Biblia.

 Incorpora y ayúdalos a incorporar el uso de la concor-


dancia de versículos y de las temáticas; úsalas en tus
propias investigaciones y envíalos a investigar, por sus
medios, los temas sobre los que te preguntan o sobre
los que están tratando en los encuentros.

 Incorpora las Biblias ilustradas, al estilo comics, a tu pro-


pia dieta, a la de tu equipo y a la de tus chicos y chicas.

 Anímate y promueve el hábito de aprender versículos


de memoria.

 Para quienes saben versículos de memoria: desafíate y


estimula a investigar el contexto del versículo que ya
memorizaste; riqueza al lado de la riqueza.

 Lee, junto a los pre, comentarios bíblicos y desafía


a los líderes y maestros a incorporarlos a sus rutinas
devocionales.

83
 Investiga e incorpora diversos métodos para estudiar la
Biblia, en soledad o en grupo, y transmítelos a tu equi-
po y a los preadolescentes.

 Existe un número importante de recursos en audio y


en formato audiovisual con contenido bíblico. Devó-
ralos, promuévelos entre tu equipo y utilízalos con los
preadolescentes.

 Si tienes habilidad para rapear, cantar o componer can-


ciones, puedes musicalizar versículos o relatos bíblicos.
La música ayuda a memorizar y a atesorar conceptos.

 Busca personas estudiosas de la Biblia, tenlos en cuenta


para asesorarte, para entrevistarlos o para que enseñen
a tu equipo o a tus chicos y chicas.

 Llévalos a orar al aire libre, mientras caminan. Suma


café, té, malteadas o jugos a tus momentos de oración.
No temas hacer una pausa para tomar un sorbo.

 Anima la oración en la intimidad y en lo público. Alienta


a tu equipo a orar en voz alta también como una postal
pedagógica que sirva de ejemplo a los chicos y chicas.

 Alienta al equipo a animar constantemente a los prea-


dolescentes a orar por diversos temas y a interceder por
amigos y familiares.

 Juega a «si yo digo… ustedes dicen…» para meditar


sobre diversos temas de Dios y las escrituras. Por ejem-
plo: «Si yo digo Dios ustedes dicen…» (elige una de las
palabras que ellos digan). Podría ser bueno y ahí vas
otra vez. «Si yo digo bueno ustedes dicen…». Cuando

84
menos lo pienses habrás llevado a tus muchachos a un
ejercicio de meditación espiritual al alcance de todos,
incluyendo a los preadolescentes.
 En la misma línea, si cuentas con un pizarrón podrás
armar un mapa mental considerando la naturaleza de
Dios u otros temas. (Existen aplicaciones para disposi-
tivos móviles que también pueden servirte para esto.
Esta idea no es mía, es de mi hijo Franco cuando tenía
10 años).

Personas y recursos
Tú, tu equipo y tus chicos y chicas adquiriendo las acti-
tudes y las habilidades para construir relaciones sanas y
para administrar los recursos con sabiduría. Alguien dijo
alguna vez que Dios creo a las cosas para ser usadas y a
las personas para ser amadas. El ser humano ha sabido
invertirlo: ama las cosas y usa a las personas. El desafío
más hermoso es volver a poner las cosas en orden. Ese es el
deseo del Espíritu de Dios. Esa es su vocación. Ser discípulos
de Jesús implica abrazar el orden divino y ayudar a otros a
que lo abracen. Por eso debemos permitir que el Maestro
nos enseñe, nos guíe hacia la dinámica de saber usar las
cosas correctamente y brindar amor a las personas, lo cual
también requiere de sabiduría.
¿Cómo me prevengo para no caer en el amor al dinero que
la Biblia describe como la raíz de todos los males?
¿Cómo administro correctamente mis recursos?
¿Cómo los pongo al servicio del Reino con generosidad pero
también con sabiduría?

85
¿Cómo organizo mi economía de manera sabia, prudente y
generosa?
¿Cómo genero fondos para costear los gastos e inversiones
que implican llevar adelante el ministerio con preadolescen-
tes de mi iglesia?
¿Cómo los administro con sabiduría de forma tal que se
puedan invertir en bendición y hasta se puedan multiplicar?
Estas son algunas de las tantas preguntas que requieren
respuestas y que necesitamos poner sobre la mesa de la
reflexión, considerando que muy probablemente necesita-
remos información y capacitación para hacerlo de la mejor
manera posible.
¿Cómo sano las heridas que se produjeron a lo largo de mi
vida y de mis relaciones?
¿Cómo puedo escuchar la voz de Dios? ¿Cómo crezco en
una relación abundante, fresca y natural con él?
¿Cómo entiendo y aplico el mandamiento de amar a Dios
con todo mi ser y a mi prójimo como a mí mismo?
¿Cómo aprendo a escuchar más y a hablar solo lo necesario?
¿Cómo y dónde encuentro principios que me ayuden a
tomar decisiones sabias y a relacionarme sanamente?
¿En qué consiste perdonar? ¿Hasta dónde llega el amor
incondicional?
¿Cómo hago crecer correctamente todas las experiencias
relacionales de mi vida?

86
¿Cómo enfrento y elaboro los distintos conflictos que las
relaciones me proponen?
¿Cómo sobrevivo a mi padre, a mi madre, a mi hermano o
hermana, a mi esposa o esposo, a mi suegra o suegro, sin
dejar cadáveres por el camino?
 Más preguntas. Preguntas que si nunca te hiciste
deberías comenzar a hacértelas. Preguntas propias de
discípulos que quieren seguir aprendiendo. Preguntas
que requieren que salgas a buscar sus posibles respues-
tas. Por amor a Dios, por amor a ti mismo, por amor a
tu prójimo, por amor a tus preadolescentes.

 Investiga e infórmate sobre lo que la Biblia dice sobre


estos temas.

 Capacita a tu equipo en administración y en relaciones.

 Invita a especialistas en administración y en relaciones


para capacitarte, capacitar a tu equipo y ayudar a tus
chicos y chicas a aprender sobre esto.

 Lee material, compártelo con tu staff y adáptalo para


incorporarlo a la formación de los preadolescentes.

 Has del tiempo de la actividad con ellos un espacio de


refugio donde no solo se tiene una experiencia litúr-
gica o una lección. El desafío es generar una sucursal
del Reino donde se ame a las personas, valorándolas,
respetándolas y cuidándolas, y se usen las cosas de
manera sabia.

 Reflexiona, con tu equipo, acerca de la cultura que


desean que se respire en todo lo que su ministerio

87
produce. El producto de esa reflexión podría derivar
en la descripción de su ADN o en una declaración de
cultura del ministerio de preadolescentes.

 Promueve el trabajo en equipo como una instancia que


favorece el discipulado por lo que la experiencia pro-
duce. Si quieres empujar a la formación en relaciones y
administración, trabaja en equipo.

 Si existen conflictos o disensos no huyas de ellos. No


los niegues, no desistas, no los ocultes. No postergues
su resolución. Guíate por Mateo 18 y exprésalos y
elabóralos. Busca ayuda de manera temprana y dale
tratamiento. No dejes de trabajar con alguien por un
conflicto o por disentir con él, o porque él no acuerda
contigo. No facilites que eso ocurra entre los miembros
de tu equipo. Que la fractura sea la puerta setecientos
mil tres, luego de agotar todas las setecientas mil dos
instancias anteriores. Tantos los conflictos como los di-
sensos puede ser toda una oportunidad para aprender a
mejorar las ideas iniciales.

Servir a Dios y a los demás


Tú, tu equipo y tus chicos y chicas creciendo en la cons-
ciencia de la importancia de servir y capacitándose para
hacerlo mejor. Jesús dijo que en el Reino de los Cielos el
primero es el que sirve. El servicio es la prueba contunden-
te del amor. El servicio no es tan solo una actividad o una
acción. Mucho menos tiene que ver con puestos que ocupes
o títulos que obtengas. En el discípulo de Jesús el servicio
es un estilo de vida. Es llamativo observar cómo en algunas
iglesias se tienden alfombras rojas a personas que se les

88
llama «el siervo del Señor». Tienen que admitirme que, al
menos, parece contradictorio.
El servicio es una actitud constante. Ser amables, estar
atentos a la necesidad del otro, ser prontos a responder, ser
proactivos en aportar soluciones. Saludar a comerciantes o
servidores públicos, ofrecer ayuda, responder con amabili-
dad cuando te piden un favor o una indicación en la calle,
estar dispuesto a colaborar en los ámbitos en los que inver-
timos nuestro tiempo (hogar, trabajo, escuela, universidad),
ceder el asiento en el transporte público. No se trata de
tener un título, o un ministerio. Observa cómo lo plantean
Pablo y Pedro:
«Escribo yo, Pablo, esclavo de Dios y mensajero a quien Je-
sucristo llamó y envió a llevar la fe a los escogidos de Dios
y a instruirlos en la verdad que enseña nuestra religión».
Tito 1:1.
«Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por
la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo han alcan-
zado una fe tan preciosa como la nuestra». 2 Pedro 1:1.
Los dos son destacados y conocidos apóstoles de Jesús. Para
cuando escribieron estas cartas, sus nombres habían circu-
lado por el mundo conocido. Por su intervención muchas
personas eran sanadas, demonios pasaban al exilio, el Evan-
gelio corría como reguero de pólvora. Ninguno de los dos
tiene miedo ni vergüenza de denominarse a sí mismo como
apóstol de Jesús. Sin embargo, pueden diferenciar su título
de su estilo de vida. Los dos no son solo ministros desta-
cados del evangelio. Son esencialmente siervos. Si no me
cuido de mí mismo puede que los títulos y nombramientos

89
permanezcan en el tiempo, aún los dones sobrenaturales
pueden seguir vigentes, pero puedo perder mi actitud de
siervo; puedo llegar a terminar como aquellos que lo lla-
maban «¡Señor, Señor!», pero no hacían lo que él les decía
(Lucas 6: 46). Si abandono una actitud de siervo, los dones,
ministerios y puestos alcanzados se me pueden subir a la
cabeza; y si llego, por alguna razón, a perder esas cosas que
me destacan, es muy probable que muera de frustración. Si
tengo un corazón de siervo mi cimiento está en Jesús, no en
lo que me destaca ante los ojos humanos.
El servicio es una práctica de amor que nos enseña hu-
mildad. Nos descentra. Nos hace levantar la mirada para
observar no tan solo la necesidad propia sino la del seme-
jante. Nos hace salir de la «ombligolatría». Alinea nuestro
corazón, mente, alma y fuerzas con la voluntad de Dios. Un
buen ejercicio consiste en observar a diario si has servido
a alguien. Suelo preguntármelo a mí mismo y se lo suelo
preguntar a mis hijos. Si ocupas un lugar de liderazgo pre-
gúntate si hace mucho que no haces otra cosa que mandar
y dar instrucciones. Siempre es bueno encontrar espacios
donde rindes cuenta a alguien o te pones a la orden de otro.
El servicio es una experiencia que te acerca a Jesús. Ya
citamos este versículo:
«Y los justos me preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos
con hambre y te alimentamos, o sediento y te dimos de
beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te alojamos en casa,
o desnudo y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo o en
prisión y te visitamos?’. Yo, el Rey, les responderé: ‘Todo lo
que hicieron a mis hermanos necesitados a mí me lo hicie-
ron’». Mateo 25:37-40.

90
El servicio es una puerta de enlace, un link para encontrarse
con Jesús. Cada vez que sirves a un necesitado, sirves a Cris-
to. Cuando tu actitud solidaria y servicial te lleva a cruzar la
mirada con quien está en necesidad, allí en los ojos de quien
estás observando, está la mirada de Jesús.
Por todo esto, no solo es vital estudiar la teoría, será vital
capacitarnos prácticamente.
 Reflexiona creativamente sobre cómo servir mejor a
esta generación.

¿Qué necesitan los chicos y chicas con los que trabajo?


¿Qué temas son los que más les interesan?
¿Cuáles son las necesidades concretas, propias de su
edad?
¿Qué necesitarían para progresar en la vida?
¿Qué estrategias nuevas pueden implementarse para
cubrir esas necesidades?
¿Qué acciones podríamos implementar para desarro-
llar el discipulado integral del que hablábamos en el
capítulo 1?

 Como equipo, observen todas esas necesidades y


pregúntense en qué necesitan capacitarse. Consideren
si encuentran esa capacitación dentro del equipo o si
tendrán que salir a buscarla afuera. Ejemplo: traba-
jando en nuestra congregación llegamos a la conclu-
sión de que existía la profunda necesidad de brindar
herramientas para prevenir el abuso sexual. Entonces

91
buscamos ayuda de una organización que se dedica a
eso y generamos un espacio para que el equipo fuera
capacitado. Además les pedimos que dieran una charla
preventiva a los chicos y chicas con los que trabajamos.
Fue buenísimo.

 Los campamentos y retiros son un escenario genial


para practicar la dinámica de servicio. Puedes generar
la consciencia durante la preparación, para que todos
reflexionen sobre lo importante de tener una actitud
servicial, y luego asignar tareas de servicio para todo
el equipo. No importa el puesto, el don o el ministerio
que tengamos, todos participamos de la limpieza. Algo
que nos ha sido una experiencia sumamente grata y
constructiva, es delegar la dirección del campamento
en dos miembros del staff y propiciar que todo el resto
del equipo se sujete a estos dos. En mi caso personal
tengo la responsabilidad de dirigir desde el ministe-
rio de preadolescentes hasta el de los jóvenes en mi
congregación, pero cuando llega el campamento no me
voy a bañar sin permiso de los directores, y me pongo a
sus órdenes ya sea para salir a comprar algo, para ayu-
dar en la cocina o para cualquier cosa en la que ellos
crean necesitarme. En esos días estoy a disposición de
quienes designamos directores. De esta forma, el equi-
po puede verte con actitud de servicio, aprender sobre
lo bueno que es y comprender que la sujeción no es un
ejercicio para con las personas, sino para con Dios.

 Organiza brigadas solidarias y misioneras, vacaciones


de servicio, salidas a evangelizar, jornadas de trabajos
en la plaza del barrio o en la casa de alguna persona

92
que necesite una mano. Genera participación en arre-
glos y refacciones en el edificio de la congregación. A
la hora de terminar la actividad, propicia que todo el
equipo y aun hasta los chicos y chicas colaboren con el
orden del salón donde te reúnes.

Los tiempos en los que vives


Tú, tu equipo y tus chicas y chicos aprendiendo sobre los
tiempos en los que vivimos y sobre los conocimientos
científicos que sumen a la comprensión de la vida, de las
relaciones o de la fe. No se trata de convertirse en un inves-
tigador científico. No pretendemos que tengas un doctora-
do académico. Sí se trata de estar atento a conocimientos
propios de este tiempo y que puedan ser pertinentes para
tu ministerio o para desenvolverte en la vida. Se trata de no
despreciar aquello a lo que los programas de preguntas y
repuestas llaman cultura general.
Déjame darte un ejemplo contándote lo que me pareció
oportuno responderle a aquel chico estudiante de séptimo
grado en el campamento de escuela (de paso cumplo con mi
promesa de terminarte la anécdota).
La pregunta fue: -«Bueno, la pregunta del millón es… ¿es
rico o no?». Eso es lo que se llama una pregunta cerrada.
Las respuestas posibles son tan solo dos: sí o no. De ninguna
manera era conveniente que diera una contestación direc-
ta. Mi deseo era ayudarlos a pensar. Quería que hicieran
sus propias consideraciones sobre el fundamento de que
todo me es lícito pero no todo me conviene. Más allá de
mi genuina carcajada, y mi satisfacción de que aquel chico

93
no se guardara la pregunta, interiormente hice una ora-
ción flash y clamé a Dios por una respuesta sabia que fuera
constructiva. Así fue que recordé alguna clase de biología
de tercer año y devolví otra pregunta:
- ¿Recuerdan el nombre que se le da al semen y a la secre-
ción vaginal en Biología?
- Sí – me respondió uno de los más grandes – Fluidos corpo-
rales - remató con aire académico.
- ¿Conocen otros? – volví a preguntar.
- Orina, sudor, lágrimas… - citaron entre varios.
- ¿Y saben qué es lo que determina su sabor?
- Lo que comemos – contestaron.
- Exacto – dije– en gran medida, el sabor está determinado
por la alimentación. Si resulta rico o no, estará relacionado
con lo que la pareja coma y por el particular gusto de cada
uno.
Yo no tengo una licenciatura en Biología ni mucho menos
y no se trata de eso, pero la cultura general te puede lle-
gar a salvar. El saber no ocupa lugar y puede ayudar frente
a preguntas o situaciones incómodas. Obviamente, habrá
circunstancias en las que no sabremos qué contestar y no se
trata de inventar un respuesta solo para quedar bien. Bus-
camos cultivar la humildad, más allá de todos los conoci-
mientos que podamos acumular. No se trata de convertirnos
en sabelotodos insufribles. En esos casos, se trata de aceptar
nuestra ignorancia y habilitarnos la investigación y con
el acompañamiento apropiado, habilitárselas a ellos tam-
bién. ¡Aquí podemos sacarle el jugo a la internet! Con los

94
cuidados correspondientes, podemos hacer investigaciones
en línea que nos ayuden a seguir creciendo y nos brinden el
capital necesario para ayudar a los chicos y chicas.
Tenemos que estar atentos a los cambios que se van pro-
duciendo en la cultura. Cuestiones que tienen que ver con
modas, cambios de pensamientos, avances tecnológicos,
noticias trascendentes, descubrimientos científicos relevan-
tes, etc. Trabajaremos en el próximo capítulo sobre estas
cuestiones.
Te propongo algunas ideas para que tú y tu equipo crezcan
en la práctica de documentarse y capacitarse en diversos
temas:
 Reunidos como equipo confiesen su ignorancia. Asu-
man aquello que no saben. ¿En qué temas les falta
información? ¿Quién puede ayudarlos con esos temas?
Una vez que sepan quién puede ser, invítenlo para una
capacitación que al menos los introduzca en los temas
que consideraron.

 Como equipo, realicen una investigación sobre noticias


periodísticas que incluyan a preadolescentes. Clasifí-
quenlas por temas, chequeen cuánto saben sobre los
temas que abordan las notas periodísticas, busquen
quien pueda capacitarlos sobre esos temas y pídan-
le ayuda para brindarles, al menos, una introducción
sobre el tema en cuestión.

 También puedes repartir los puntos del temario entre


el equipo para que realicen una investigación y luego
hagan una presentación para el resto del staff.

95
 Suscríbete a portales o revistas de investigación que
puedan sumar a tu cultura y formación ministerial.

 Considera tener un grupo de asesores en distintas


disciplinas: Derecho, Psicología, Psiquiatría, Pediatría,
Hebiatría (la rama de la medicina que se dedica a los
adolescentes) u otras ramas de la medicina o del saber.
Personas a las que puedas consultar frente a cualquier
desafío que los pre puedan proponerte.

En nuestro caso particular, el ministerio de preadolescentes,


adolescentes y jóvenes de mi congregación, nos reunimos
una vez por mes. El objetivo de ese encuentro es evaluar
cómo va el paso del ministerio, recibir capacitación y revisar
nuestras estrategias en función de los contenidos en los
que nos hemos capacitado. Creo que un ministerio serio
de preadolescentes debería gestar, al menos, un encuentro
mensual de este tipo.
Anímate y desafía a tu equipo a crecer en sabiduría. Ser
discípulos implica no querer dejar de aprender nunca.

96
EL SECRETO DE
5
LA COMPRENSIÓN
DEL TIEMPO
SOCIOPSICONEUROLÓGICO
Todo cambia
Los líderes que aman a los preadolescentes consideran los
cambios mentales, físicos, emocionales, culturales y socia-
les en los que están inmersos los chicos y chicas.
Los padres de Riley se mudan de Minnesota a San Francisco. Al
cambiar de ciudad también cambiaran decenas de cosas: casa,
clima, rutinas, escuela, compañeros, etc. Luego de un primer
día desagradable y de recibir la odiosa noticia de que el camión
de mudanza se hará esperar por varios días, esta preadoles-
cente tiene por delante el desafío de comenzar en un nuevo
colegio. Su maestra la invitará a presentarse y ella lo vivirá con
tal angustia que terminará por quebrarse delante de todos sus
compañeros de clase. A mi hijo Franco la emoción lo puede.
Profundamente identificado con ella, se conmueve frente a las
circunstancias de Riley. A partir de ese momento luchará con
su propia angustia hasta que la película finalice, a tal punto
que cuando los créditos aparecen en la gran pantalla él suspira
con profundo alivio. Su padre (el de Franco) lo acompañará en
la conmoción, la angustia y en el llanto.

97
Emocionalmente intenso
Riley es el personaje protagónico de Intensamente, un film
animado de la productora Pixar que, personalmente, entien-
do que todo líder de preadolescente debería ver. Ella tiene
aproximadamente once años de edad. Un año más que mi
hijo Franco en la época en que se estrenó la película. Casi la
misma edad que Jesús olvidado en Jerusalén. La misma edad
que muchos de los preadolescentes con los que trabajamos
en nuestras congregaciones, de aquellos que forman parte
de nuestra familia. Como Riley, todos ellos, aun cuando no
se muden a otra ciudad, sufren un sinfín de cambios que
sería torpe no tener en cuenta a la hora de acompañarlos.
La película, con asombrosa creatividad, muestra los distin-
tos procesos (especialmente los psicológicos) por los que
atraviesa Riley frente a las circunstancias que le tocan vivir.
Claro que esos procesos psicológicos interactúan con cons-
trucciones mentales e interacciones sociales que atraviesan
la vida de esta niña que se está volviendo adolescente. Los
realizadores de Intensamente abordan con mucho inge-
nio la idea de lo que se ha dado a llamar las «emociones
básicas». Algunos sostienen que éstas son cuatro y otros
difieren afirmando que son seis. Los productores de Pixar
se contentaron con personificar a cinco. Dejando afuera el
asombro, nos muestran cómo interactuarán dentro de la
mente de Riley la alegría, la tristeza, el desagrado, el temor
y la furia. Como cada vez que usamos figuras para represen-
tar la realidad, no podemos esperar la perfección en cada
representación. Sin embargo, Intensamente, reproduce una
historia emotiva ayudándonos a pensar cómo las verda-
deras emociones intervienen en los procesos mentales y

98
psicológicos en el contexto de los sucesos sociales y cultu-
rales que experimentamos. Mientras la historia transcurre,
aparecerán otros conceptos e ideas que dan cuenta de la
manera en que nuestra psiquis se va desarrollando a tra-
vés de mecanismos que se relacionan con nuestra biología
(nuestro hardware) y con la información que proviene de
nuestra interacción con el mundo exterior, la sociedad y la
cultura (el software que da contenido y nos permite operar
con la realidad).

Niños abducidos
La preadolescencia va a sorprenderte, especialmente si
tu relación con ese chico o esa chica proviene de cuando
era niño o niña. Si eres un o una joven que trabajas cada
sábado o domingo con esta edad y aún no atravesaste por
la experiencia de la paternidad, te animo a que seas más
que comprensivo con los padres y madres que lo están
experimentando. No creo que muchos padres te lo expli-
quen así, pero muchas veces algunos papás y mamás, entre
los que me incluyo, vivimos una sensación similar a la que
podríamos sentir si nuestros niños fueran abducidos por
extraterrestres y, luego de uno o dos días, estos inescrupulo-
sos alienígenas nos los devolvieran con cambios difíciles de
digerir.
El deseo de ignorar esa situación y mantener el trato con
el niño anterior al rapto parece ser la reacción más común.
En líneas generales, los niños suelen ser más simples; algún
«alien», de pronto, los vuelve más complejos. No quiero
hacer un tratado de desarrollo de la niñez a la adolescen-
cia, pero sí creo que líderes, docentes, padres y madres no

99
deberíamos ignorar estas transformaciones que involucran
todo el ser de nuestros chicos y chicas.
Obviamente que no podemos atribuir esos cambios a un ser
de otro planeta pero creo que estamos en condiciones de
afirmar que el Creador de todos los planetas algo tuvo que
ver con todo esto. Quien hizo la complejidad de las galaxias
es el mismo que construyó las complejidades de nuestro
desarrollo.
Las transformaciones de la biología humana, como muchas
otras, son impresionantes. Piensa en el desarrollo fetal:
iniciamos siendo aún más pequeños que una semilla de
mostaza, una pequeña esfera viscosa en el interior del útero
de mamá, y en pocos meses somos un ser complejo com-
puestos por órganos y otros componentes que, a su vez, son
tan complejos que, aun después de todos los años de histo-
ria y de todos los avances tecnológicos que hemos sabido
concebir, muchos de ellos siguen presentándonos grandes
misterios sin resolver.
Esa maravillosa metamorfosis continuará aún fuera del
vientre materno. Ese asombro adulto de la tía lejana que,
luego de no verte durante algunos meses o años, exclama
con esa voz chillona: -«¡Ay! ¡Qué grande que estás!», tiene
lógica. Los cambios son asombrosos. El elemento que viene
a jugar de manera aún más relevante a partir del nacimien-
to es que los cambios internos, propios del crecimiento
como individuo, ahora dependen en gran manera del éxito o
el fracaso que se tenga en la relación con el medio externo.
Esto complejiza aún más el sistema. Todo ese mundo interno
en constante crecimiento y expansión ya es complejo en
sí mismo pero la cosa no queda en lo que pasa por dentro.

100
Para sobrevivir y vivir con dignidad, toda esa complejidad
interna tendrá que abrirse paso en el tan o más complejo
mundo exterior, que es donde se encuentran los recursos
necesarios para que pueda darse ese crecimiento y esa ex-
pansión interna.
Salvando las diferencias, me permito usar la siguiente
figura: el ser humano fue creado con un hardware, com-
puesto por nuestro cuerpo, nuestro físico, nuestra biología
que, a diferencia de cualquier otra máquina, crece a través
de complicados procesos orgánicos. Procesos orgánicos que
necesitan del combustible que proveen la alimentación y
la hidratación pero que además requerirá de un software,
la información necesaria que alimenta el desarrollo de
nuestros pensamientos y emociones que nos proveen de los
datos necesarios para operar exitosamente y seguir obte-
niendo más combustible vital y más información necesaria.
Para conseguir esos recursos deberemos interactuar con
otros seres tan complejos como nosotros, entre los cuales
podremos encontrar algunos que han sido muy exitosos en
sus procesos de crecimiento y expansión y otros a los que,
lamentablemente, no les fue muy bien que digamos.
¿Te parece mucho? Bueno, aún nos falta considerar que
ese mundo externo no solamente es inmensamente basto
en su extensión material sino que además existe un mundo
espiritual que resulta aún más misterioso. Por todo esto,
las últimas ideas que intentan definir al ser humano lo han
llamado un ser biopsicosocioespiritual. Supongo que, luego
de todo lo que hablamos, no esperabas algo más sencillo.

101
Cambios combinados
Cada uno de estos aspectos que definen al ser humano
atraviesa por distintos procesos de cambio hacia una etapa
adulta. Cada uno vivirá su propio y particular proceso de
transformación pero todos ellos interactuarán con cada
uno de los otros. Por ejemplo: la transformación biológica
que sufre un niño atravesará, por sí misma, por cambios
impresionantes. Mi madre siempre me contaba acerca de
un niño que jugando se golpeó la cabeza y quedó en estado
vegetativo. Los profesionales y familiares de este pequeño
lo vieron atravesar la pubertad con casi ninguna interacción
con su medio. Durante todo ese tiempo y hasta el desenlace
final, experimentó casi todos los cambios biológicos espera-
bles como, por ejemplo, el crecimiento de su bello facial.
Sin embargo, en el común de los casos, los procesos biológi-
cos no se darán de forma aislada. Éstos afectaran lo psi-
cológico, lo social y lo espiritual, y lo psicológico, lo social
y lo espiritual afectará a su vez lo biológico. Un ejemplo
de esto último: en décadas pasadas, cuando mis padres y
aun yo mismo fuimos adolescentes, los cambios biológicos
en las chicas tenían una repercusión particular en un gran
número de ellas. En una sociedad mucho más moralista que
la de hoy en día, muchas niñas vivían muy avergonzadas
el crecimiento de sus pechos. En algunos casos, de mane-
ra muy temprana, en una forma muy llamativa y en poco
tiempo, una niña podía experimentar con mucha vergüenza
el crecimiento de sus mamas.
Es decir, una instancia social influenciada por la cultura de
la época, incidía en la psiquis de una niña que experimen-
taba un cambio biológico. Esa vergüenza en muchos casos

102
implicaba que la chica tendiera a encorvarse para ocultar
sus senos, lo que afectaba su desarrollo físico e incidía tam-
bién, aun en algunos casos, en sus relaciones sociales, lo que
por consecuencia también afectaba sus emociones. Es más,
en algún porcentaje de casos, estas chicas no dejaban de
vivirlo con culpa o con cuestionamientos para con Dios, lo
que de alguna manera afectaba también su espiritualidad.
Todo relacionándose con todo y afectándose mutuamente.
Este es tan solo un ejemplo para observar lo que los chicos
y chicas experimentan durante estos locos años en el marco
de esta compleja instancia de desarrollo.

Temblor hormonal
Cuando hablamos de pubertad nos referimos especialmente
a los cambios biológicos. En todo niña o niño sano suceden
sin pedir permiso y no dando más avisos que un ocurrimos y
seguiremos ocurriendo. Hoy en día, la señora pubertad pue-
de desembarcar aun hasta en niños o niñas de ocho años.
Las mejores teorías para explicar por qué se produce este
despertar tan temprano encuentran más argumentos en
situaciones socioculturales que en cuestiones biológicas. Los
cambios más distintivos, que se dan de formas muy vertigi-
nosas, pueden llegar a transcurrir a lo largo de cuatro a seis
años y tienen que ver con complicados procesos hormonales
que se observarán especialmente en los caracteres sexuales
de chicos y chicas. Todas estas transformaciones, entre otras
cosas, terminaran por dejar listos, salvo en casos particula-
res, los aparatos genitales tanto en varones como en muje-
res. Recordarás que elaborar estos cambios físicos no es para
nada sencillo, por eso mientras las hormonas generan todo

103
este temblor sísmico en glándulas y genitales, el cerebro
hace procesos complicados que interactúan con el medio
para poder procesar toda esta locura.

Maneras de pensar
Durante la infancia a los niños y niñas les alcanza con
dominar lo que se ha dado en llamar el «pensamiento
concreto». Para mi hija Paz, que en este momento tiene ape-
nas tres años, todo tiempo pasado es ayer. Haya ocurrido la
mañana anterior o haya acontecido hace un mes, todo pasó
ayer. Su cerebro la ayuda a procesar la información de una
manera concreta, lo suficiente como para que los padres,
que la tenemos a nuestro cuidado, podamos entenderla. La
biología humana requiere del cuidado del adulto como casi
ninguna otra especie.
El estado de indefensión en el que nacen las crías humanas
necesita del especial y prolongado cuidado de los adultos.
De allí que la influencia de padres, madres y otros mayores,
sea tan importante en la formación de los niños y niñas. La
responsabilidad es enorme.
Esos cuidados hacen que el niño o la niña no necesiten
hacer mayores relaciones deductivas o preventivas, propias
del pensamiento abstracto que no requiere de los sentidos
para poder procesar. En esta primera instancia, por ejemplo,
alcanzará con llorar para que el pezón del pecho materno
llegue a la boca, y si no llega será cuestión de llorar más
fuerte. En esa etapa inicial todo el mundo se procesa por lo
que se mueve y se siente. En los primeros dos años de vida
a nuestro cerebro le bastará con eso. Luego, la experiencia

104
lo seguirá llevando por el sendero de lo concreto, pero
comenzando a hacer conclusiones un poco más complejas.
Conclusiones difíciles de hacer si no se reciben los cuidados
emocionales necesarios y se llena adecuadamente el tanque
de combustible a través de la alimentación y la hidratación.
Poco a poco el cerebro de Paz comienza a ayudarla a pro-
cesar información concreta que le dice que si escribe en la
pared tendrá una madre enojada. Aún le cuesta entender
eso porque su mami escribe en los azulejos de la cocina
frases o información relevante para la administración del
hogar. A ella se le complica entender esta difícil abstracción
de que la mamá lo hace sobre una superficie lavable y con
una fibra borrable, que permite manejar consecuencias más
amigables con el orden y la limpieza. Por eso la mira extra-
ñada cuando ésta le desaprueba su conducta.
Sin embargo, aun sin entender complejos conceptos abs-
tractos, poco a poco, Paz llega a esta conclusión concreta:
si no quiero a mamá molesta y disconforme conmigo será
mejor que escriba en un papel que ella me dé. Esto hace
que cuando el padre, es decir este mortal, entra en escena,
ella me muestre su obra de arte no sin dejar de hacerme
notar sus avances en cuanto a conductas sociales se refiere:
-«¿Viste papá que dibuje en un papel que me dio mamá?
¿Viste que le hice caso?». Aún ella no entiende muy bien
por qué ocurre esto, mucho menos podría explicárselo a
otro amigo de su sala del jardín, pero ella sabe algo con-
creto: su padre se mostrará feliz y le regalará una sonrisa
enorme y un beso que la hará sentir aprobada y esos mo-
vimientos y sensaciones la harán sentir muy bien. Cada día
las reglas del juego le resultan más claras y poco a poco va

105
volviéndose una jugadora experta. El mundo de Paz parece
simple, y de alguna manera lo es. De aquí hasta que las hor-
monas hagan lo suyo, ella no será muy difícil de leer y será
bastante previsible en cuanto a sus conductas; sin embargo
su cerebro irá recopilando información a medida que los
tiempos se vayan volviendo más complejos.
Cuando la preadolescencia llegue, las hormonas por dentro
y el mundo de relaciones por fuera complicarán tanto las
cosas, que el cerebro necesitará actualizaciones novedosas
para poder encarar con éxito la vida. Ella está en un nivel
principiante donde el pensamiento abstracto solo se en-
cuentra en ínfimos destellos.
Unos casilleros más adelante, un jugador que se adelantó
siete años en comenzar el juego ya tiene otros recursos y
herramientas. Su hermano Franco, con once años, maneja
explicaciones y argumentos novedosos que lo instrumentan
un poco mejor para encarar el mundo y su cotidianeidad.
No es un experto deductivo. Aún le cuesta dominar este
mundo del pensamiento abstracto. La ciencia dice que está
ahí, justo en el momento donde el cerebro está listo para
dominar esta capacidad. Sin embargo, entre sus procesos
de transformación biológica y el software con el que se
va actualizando, comienza a hacer sorprendentes lecturas
abstractas con asombrosa habilidad. Todo esto no es para
nada sencillo.
En Intensamente, promediando la película, Riley tendrá que
enfrentar la soledad. Esta es una circunstancia concreta
pero manejar el concepto soledad, importantísimo para po-
der elaborar correctamente la experiencia, requiere avanzar
por los caminos del pensamiento abstracto. Entonces su

106
alegría y su tristeza tendrán que atravesar por un atajo que
le permitirá simplificar esos cálculos y alcanzar el tren del
pensamiento pero que, por lo novedoso, no será sencillo de
recorrer. Como consecuencia, el miedo a lo desconocido será
todo un obstáculo a salvar. Obviamente, si viste la película
entenderás aún mejor de lo que te estoy hablando.
Adelante de Franco y de Riley, avanzando algunos casilleros
más, se encuentra la más grande de mis hijas: la maravi-
llosa Flor de quince enormes años. Devoradora de novelas
de ficción y lectora profunda de la realidad. Ella recorre los
laberintos del pensamiento abstracto con un desparpajo
inquietante. Por momentos es temeraria, irrespetuosa. Ya
ha atravesado innumerables veces por ese atajo que Riley
y Franco recién descubren. Ha desarmado y vuelto a armar
conceptos, ideas, planteos y deducciones. Ha desarrollado la
capacidad de simbolizar, sintetizar, comparar y hacer hipó-
tesis, trasladando conclusiones para entender otras situacio-
nes o experiencias similares.
Muchas veces, al igual que Riley, vive con profunda frus-
tración el resultado de algunas de esas conclusiones, y es
aquí donde el auxilio de los adultos que la aman, y su propia
experiencia con el Espíritu de Dios, llegan para brindarle
contención y saludable compañía para crecer en el enten-
dimiento de la realidad. La comprensión de este complejo
proceso resulta fundamental para poder acompañarla con
amor. La sabiduría sumando al amor para generar mayor co-
nexión. Mejor comunicación, mejor vínculo, mejor aprendi-
zaje, mas salud. El querido Marck Oestreicher, en su libro En-
tiende a tu preadolescente, explica con mayor detalle este
fenómeno del pasaje del pensamiento concreto al abstracto.

107
Déjame recomendarte que te informes sobre esta instancia.
Considera que trabajas precisamente con los protagonistas
de estos dramáticos cambios y, si quieres acompañarlos
bien, deberás crecer en la compresión de este fenómeno.
Recuerda lo que trabajamos en el capítulo anterior sobre
capacitarnos para servir mejor.

La exigencia de la supervivencia
Ahora bien. Seguramente habrás notado cómo los cambios
físicos, mentales y psicológicos no pueden desconectarse
de los elementos sociales como, por ejemplo, el cuidado
familiar. Cuando esto último está ausente o es deficiente las
consecuencias pueden llegar a ser muy duras. En los prime-
ros años de vida ese descuido puede ser mortal o derivar en
serios trastornos; el transcurrir de los años mejorará algunas
condiciones pero aun así, el descuido casi siempre derivará
en niños y niñas que terminan convirtiéndose en sobrevi-
vientes. Para esto, es muy probable que alcancen muchas
instrumentaciones propias del pensamiento abstracto.
Una vez charlaba con una chica de trece años. No podía sa-
lir de mi asombro sobre lo bien que podía explicarme el caos
de su hogar y los efectos nefastos de la inmadurez de sus
papás. Creo que con un mínimo entrenamiento ella podría
haber dado un simposio para padres. Su cerebro la dotó de
métodos de procesamiento abstractos que le permitieran
sobrevivir. Sin embargo, esto no la libró de las consecuen-
cias del descuido o el desamparo, porque sus emociones
heridas trajeron serias repercusiones sobre sus conductas y
sus relaciones. No fue otra cosa que su relación con Cristo,
y con otros seres que la amaron desinteresadamente, lo que

108
permitió que su espíritu reconciliándose con el Espíritu de
Dios, la ayudara a sanar y a proyectarse en la vida con fe y
esperanza. Otra vez: todo relacionándose con todo y afec-
tándose mutuamente.

En construcción
Lo que los últimos avances tecnológicos han aportado a las
neurociencias es importante de considerar. Gracias a he-
rramientas como la tomografía computada hoy podemos
observar en pantalla, en vivo y en directo, cómo distintos
estímulos afectan diferentes áreas de nuestro cerebro. Los
descubrimientos de los últimos años nos han aportado
datos con los que no contábamos hasta ahora. Creíamos
que el hardware de nuestro cerebro ya estaba todo dispo-
nible para que lo llenáramos del software necesario para
sacarle el mayor provecho pero ¡atención!: ahora sabemos
que no solo tendremos que prestarle atención a la infor-
mación que le brindamos a nuestros chicos y chicas. No
solo es necesario actualizar el software: tendremos que
considerar que nuestra biología sigue haciendo transfor-
maciones hasta, aproximadamente, los veinticinco años
de edad. Hasta ese momento necesitamos tener en cuenta
que, físicamente, algunas partes del cerebro humano aún
continúan desarrollándose. Ese es, por ejemplo, el caso del
lóbulo frontal del cerebro, donde se procesa la información
que se relaciona con la planificación, el orden, el control,
el análisis. Muchas veces hemos observado cómo los pre-
adolescentes y adolescentes tienen dificultades con esas
funciones.

109
Hasta aquí considerábamos que esto estaba relacionado, tan
solo, con alguna falta de información o un entrenamiento
deficiente. Hoy también sabemos que aún no están dadas
las mejores condiciones biológicas para que puedan operar
con eficiencia en ese tipo de acciones. No tiene tan solo que
ver con que aún no hayan bajado algún «programa» o que
algún «virus» se haya filtrado.
Nuestra biología, en esta etapa de la vida, no solo se dedica
a estirar un fémur o hacer crecer bello en lugares donde
todavía no crecía sino que también trabaja en reformas en
la azotea. Si alguna vez te enojaste con un preadolescen-
te y le hiciste una pregunta como esta: -«¿Qué tienes en
el coco?», ahora estamos en condiciones de afirmar que,
muchas veces, no se trata de lo que tiene, sino de lo que le
falta. Si alguna vez te molestaste con un chico o una chica
de esa edad y pensaste: ¿le falla la cabeza?, en un gran
número de casos, la respuesta correcta sería no. No siempre
estará relacionado con una falla. Esa conducta que observas
tiene mucho que ver con secciones del cerebro que aún se
encuentran en desarrollo.
Si le pido a mi hija Paz que analice una oración y la separe
en sujeto y predicado, ella no podrá hacerlo, tiene apenas
tres años. No se trata de una falla, ella se encuentra en un
proceso de crecimiento. Ya sabíamos que esto no estaba
referido únicamente a la información que todavía no le ha-
bíamos brindado. Ella aún no está lista. Ahora sabemos que
algo similar sucede con mis hijos mayores y el orden de sus
habitaciones. Hoy tenemos los datos necesarios para enten-
der que no solo es un problema de crianza deficiente o de
mala educación; su cerebro, por ahora, tiene limitaciones

110
estructurales para asimilar la necesidad de orden. Algún
observador ingenuo, luego de este análisis podría afirmar:
¡Sobrevivamos a estos seres hasta que terminen de cre-
cer! Pero la expresión no se ajustaría a realidad. No esta-
ría considerando el valor de las interacciones. Otra vez: si
aceitamos la comunicación y ofrecemos vínculos sanos, esa
interacción dará como fruto el aprendizaje necesario para
vivir saludablemente.
Aun cuando mi hija Paz no está lista para leer, sé que puedo
ir ayudándola a identificar algunas letras. Algo parecido
pasa con Franco y Florencia: el amor, los límites y la ense-
ñanza de principios y valores generan condiciones favora-
bles para que su cerebro, poco a poco, se desarrolle debida-
mente y de paso, vaya adquiriendo la información necesaria
para que su cuarto pueda estar, al menos, un poco más
organizado. Estos datos, deberían ayudarnos a comprender
mejor la situación en la que se encuentran nuestros prea-
dolescentes. Nos generan mejores posibilidades para brin-
darles la compañía que necesitan. Aún será todavía mejor si
podemos ayudarlos a que, en medio de todos estos procesos
de transformación, puedan poner al Espíritu de Dios en el
lugar que le corresponde. Lo mejor que podemos hacer por
los chicos y chicas de esta edad es ayudarlos a que tomen
la misma decisión que Jesús tomó cuando tenía la edad de
ellos: considerar los negocios del Padre como su primera
necesidad.

Nuevos circuitos
Una mayor comprensión de las dinámicas de transformación
propias de esta edad nos ayuda a ser más comprensivos con

111
la realidad de los chicos y chicas con los que podemos llegar
a trabajar. Por eso te recomiendo que no te quedes con lo
que aquí podemos llegar a desarrollar y, sin que te sientas
obligado a convertirte en un experto, busques más informa-
ción de la que estamos aportándote.
Déjame abordar algunas cuestiones más que he podido
investigar sobre el funcionamiento cerebral de los pre: en
esta nueva etapa, el cerebro va a crear nuevos circuitos
que nos permitan tomar decisiones a partir de una nueva
capacidad de análisis. Hasta aquí llevaba varios años tra-
bajando en construir los medios necesarios para percibir el
mundo circundante y adquirir, a través de los sentidos y los
movimientos, las herramientas para entender el medio que
lo rodeaba y poder interactuar con él. Las neurociencias nos
han dejado ver el proceso estructural, nos han permitido
echarle un vistazo a lo que pasa en nuestro hardware para
observar lo que sucede en relación a lo que ya habíamos
comprendido, a través de la experiencia, sobre el pasaje del
pensamiento concreto al abstracto.

Neuronas y dopamina
Nuestra estructura cerebral se encuentra interconectada
por millones de neuronas. Muchas, muchas neuronas que
al conectarse unas con otras forman redes neuronales. Las
neuronas son células que tienen como función recepcionar
estímulos y transmitirlos a través de impulsos nerviosos
(de una forma similar a la que un cable puede transportar
energía eléctrica o información). A través de una conexión
química denominada sinapsis una neurona emisora hace

112
enlace con otra receptora. Cada una de estas células posee
en su interior una carga genética. Es decir que cada neu-
rona almacena abundante información que proviene de los
más recónditos rincones de nuestro árbol genealógico.
Estas conexiones resultan el mecanismo elemental para la
formación de la memoria a corto y largo plazo, es decir que
conforman la estructura cerebral que nos permite avanzar
por los procesos de aprendizaje. Mientras el lóbulo fron-
tal sigue desarrollándose, haciendo novedosas conexiones
neuronales para darnos mejores herramientas para analizar,
prever y tomar decisiones que controlen nuestro comporta-
miento, otra parte del cerebro preadolescente (y del adoles-
cente también) juega un papel importantísimo para tener
en cuenta.
El sistema límbico, la zona de nuestro cerebro que procesa
las emociones y las recompensas, nos ofrece todo un desa-
fío para ayudar a nuestros chicos y chicas en su proceso de
maduración. Cada vez que nuestras neuronas recepcionan
un estímulo proveniente del mundo exterior que, ya sea
por la información genética o por el aprendizaje obtenido
a partir de una experiencia anterior se perciba como satis-
factorio, el sistema límbico nos regala un sabroso baño de
dopamina que inunda nuestro cerebro con una sensación
placentera. Enamorarse, la satisfacción de un deseo, una
experiencia mística, un triunfo, una sensación agradable
captada por cualquiera de nuestros sentidos… toda situa-
ción que describiríamos como pasarla bien, va a propiciar
que el sistema límbico nos recompense con una descarga de
dopamina. De hecho, este neurotransmisor resulta muy ob-
servable en personas con conductas adictivas. La dopamina

113
es una sustancia química que se reconoce, entre los tantos
otros neurotransmisores que participan en las sinapsis, en
las conexiones que se generan entre una neurona y otra.
El sistema límbico se puede observar mucho más activo en
los cerebros de adolescentes y preadolescentes que en un
cerebro adulto. Así que esa es la situación dentro del cráneo
de los chicos y chicas con los que trabajas. Con el lóbulo
frontal en formación, aun desarrollando el hardware nece-
sario para operar desde el análisis, el orden, el control y con
estos reiterados baños cool de dopamina fluyendo por su
cerebro. Supongo que te será sencillo llegar al resultado de
la ecuación: resultará más que fácil observar a nuestros pre-
adolescentes en conductas de esas a las que solemos llamar
descontroladas.

Senderos en la pradera
Una conexión neuronal bien podría asemejarse a un sende-
ro marcado en medio de una pradera. Puedes identificarlo
como un trazo entre las hierbas que crecen sobre la exten-
sión. Algún día alguien eligió ese pasaje porque lo consideró
apropiado y a partir de esa primera experiencia lo volvió a
atravesar en periódicas y repetidas veces. Con cada recorri-
do se fue volviendo cada vez más fácil atravesar la pradera.
El roce fue eliminando el pasto permitiendo que la tierra
quedara a la vista y que en algunos casos hasta se formara
un surco. Es como si el cable de conexión fuera ensanchán-
dose cada vez más, volviéndose más firme y más difícil de
cortar. Las sinapsis, que provocan estas conexiones neuro-
nales, estos senderos que recorren nuestra pradera cerebral,
producen los enlaces químicos que potencian nuestra acción

114
y derivan en determinadas conductas. Detrás de todo hábito
y de todo patrón de conducta existe una poderosa conexión
neuronal. Un claro y marcado sendero en la pradera. Mien-
tras las neurociencias nos brindan estos aportes la psicolo-
gía social afirma que el ser humano es un ser de necesidad.
Nuestra conducta está en gran manera determinada por
nuestro deseo de satisfacer algo que percibimos como
necesario. Observa que no dije que sea necesario sino que
percibimos como necesario.
Basta con que tu cerebro perciba algo como una auténtica
necesidad para diseñar una conducta que produzca la sa-
tisfacción esperada. Así que, explicado de una manera muy
simplificada, una neurona recepcionará el estímulo de una
necesidad a partir de lo que la carga genética o la experien-
cia acumulada indique, y a través de pulsos nerviosos hará
un enlace con otra neurona receptora. Así nuestro cerebro
genera el respaldo para accionar una conducta. Si la expe-
riencia resulta satisfactoria entonces el sistema límbico nos
regalará una descarga de dopamina y entonces el enlace
se establecerá, dejando el sendero marcado para cuando la
necesidad vuelva a manifestarse.
Ese sendero se recorrerá tantas veces como el cerebro lo
considere satisfactorio hasta que la muerte nos desconecte
o hasta que por algún otro aprendizaje descubra que existe
un mejor camino y determine que, por alguna razón ligada
a su necesidad, es posible considerar otra estrategia. Enton-
ces se realizará otra conexión neuronal que ya veremos si
llega a formar un surco tan marcado como el que trazó el
sendero anterior. Insisto que estoy desarrollando una ex-
plicación súper sintética, casi una caricatura, un boceto a

115
mano alzada en una servilleta. Estoy dejando afuera de-
cenas de otros elementos y otras posibles situaciones que
podrían darse. A partir de esta explicación elemental espero
regalarte algún dato más para comprender las conductas
de los chicos y chicas. Espero que puedas observar cómo
los elementos biológicos, psicológicos, sociales y espiritua-
les interactúan en los procesos de aprendizaje de los niños,
preadolescentes, adolescentes y jóvenes.

Entre estímulos y conexiones


neuronales
Déjame regalarte un ejemplo que puede ayudarnos a pen-
sar en esta mecánica. Estábamos en un retiro de equipo de
trabajo del ministerio juvenil de mi congregación. Una vez
al año nos reunimos en algún lugar para evaluar y planifi-
car. El viernes a la noche está destinado a las relaciones y a
la recreación. Alguien propuso un juego de naipes en el que
pueden intervenir muchas personas así que todos estaban
listos para participar. Es un juego que nos divierte mucho a
todos. Yo estaba con mi familia. Mi hijo Franco estaba con
su tableta digital, concentrado en alguna de sus opciones
recreativas. Los videojuegos que la industria lanza al mer-
cado son una maravillosa manera de disipar el aburrimiento
en milésimas de segundos a muy bajo costo energético. Es
notable observar cómo la industria del entretenimiento
llevó el aburrimiento de ser combustible para la creatividad,
a convertirse en un trampolín al consumo. El aburrimiento
es un estímulo que se presenta ante nosotros como una
necesidad a cubrir y nuestras neuronas saben identificar-
lo. Enseguida, todo se dispone para encontrar la conexión

116
neuronal más indicada para disponer de la conducta más
efectiva para satisfacer esa necesidad. Hubo un día donde
Franco se encontró con la tableta y otro en el que se encon-
tró con ese juego que tanto le gusta. El sin fin de estímulos
visuales y auditivos le ofrecieron la satisfacción deseada y el
sistema límbico inundo su cerebro de «deliciosa» dopamina.
Hubo fiesta en su cabeza, una sinapsis nueva tuvo lugar
aquel día y una conexión neuronal comenzó a tomar forma
cada vez más robusta. Un sendero en la pradera se trazó y
con el tiempo se volvió el elegido cada vez que se perci-
bió la necesidad. Por decirlo de alguna manera, su cerebro
pide más satisfacción, desea ese dulce baño dopamínico. Se
escucha una voz repitiendo como un eco: «Hazlo otra vez,
hazlo otra vez, llévame una vez más por ese sendero boni-
to…». Como el cerebro tiende a ahorrar energía no percibe
la necesidad de buscar otras opciones, excepto que la table-
ta desaparezca.
Entonces habrá un alto nivel de frustración que, si es elabo-
rada correctamente, podrá dar lugar al diseño del trazado
de un nuevo sendero frente a la necesidad de resolver la
insatisfacción por otro medio. Algo así ocurrió esa noche.
Claro que para que eso sucediera tuvo que existir un padre
malvado que hizo desaparecer la tableta. Al final, la frus-
tración pudo elaborarse a regañadientes y Franco puedo
sumarse al juego que el grupo proponía. Eso lo llevó a una
experiencia lúdica distinta, enriquecida por la interacción
con otros seres humanos de carne y hueso.
Enseguida mi varón preadolescente favorito fue protagonis-
ta. Participó activamente y el aburrimiento se fue desvane-
ciendo. Los éxitos, los elogios y las risas compartidas dejaron

117
satisfecho a su sistema límbico y éste dio como contrapres-
tación su recompensa de dopamina. Otra conexión neuro-
nal tuvo lugar, un nuevo aprendizaje y hoy, cada vez que
se presenta la posibilidad de participar de este juego, no
necesito hacer desaparecer la tableta. Franco salta deseoso
de participar.

Nuevos ejercicios cerebrales


La anécdota de Franco y su tableta digital nos empuja a
introducir un elemento más a los cambios que nuestros
chicos y chicas viven. Las modificaciones que se introdu-
cen a través de la cultura tienen un efecto contundente
sobre nuestras maneras de pensar. Quizás, entre los últimos
cambios, exista uno en especial que sobresale entre aquellos
que se destacan. Los avances tecnológicos han hecho cam-
bios poderosos en nuestras maneras de percibir el mundo
y de interactuar con él. La era digital no solo ha cambiado
muchas conductas y costumbres de nuestra sociedad. Es
llamativo observar las mesas de los bares con tres o cua-
tro personas con la vista clavada en su celular, o descubrir
que aquella escena emblemática de Los Simpson donde
la familia enajenada se reúne absorta frente al televisor,
ha quedado fuera de moda. Los dispositivos móviles han
llegado a la mano de cada integrante de la familia y hoy
cuesta muchísimo encontrar una programación que reúna
a Omero y a Bart frente a la misma pantalla. Es muy común
que una familia pueda convivir bajo en el mismo techo, con
cada uno de sus integrantes siguiendo una programación
diferente, desde cada uno de sus dispositivos móviles per-
sonales. Cada uno mirando y escuchando lo que le interesa,

118
lo que le quita el aburrimiento, a la hora que lo desee,
durante todo el tiempo que se le ocurra. Esos cambios en
el consumo no solo cambian la información que recibimos
sino que promueven transformaciones en la manera en que
nos acercamos a la vida. Cuando yo era niño solo había dos
programas por cada uno de los cuatro canales a los que
tenía acceso en un televisor al que había que darle vuelta
a una enorme perilla para sintonizarlo. Un programa era a
la tarde y el otro a la mañana. Siempre debía resignarme a
esos dos programas, a respetar sus horarios y luego saber
que el televisor era propiedad exclusiva de los gustos de mi
mamá y de mi papá, además de saber entender que las pu-
blicidades eran ineludibles y que debía tener paciencia para
esperar que el espacio publicitario concluyera para seguir
viendo lo que deseaba. La realidad de mis hijos es completa-
mente distinta. Ninguno de ellos está obligado a consumir
lo que consumen sus padres. Ni siquiera lo que consume el
otro hermano o hermana. Existe programación a su medida
las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco
días del año. Así, nuestro cerebro no solo recibe información
sino también entrenamiento. Estos ejercicios que proveen
los dispositivos y las pantallas entrenan a nuestro cerebro
en las funciones referidas al procesamiento de la infor-
mación por medio de las imágenes y de la creatividad. Las
zonas del cerebro que tratan con estos estímulos se forta-
lecen como un músculo muy ejercitado mientras que las
que tratan con los argumentos filosóficos y conceptuales se
desarrollan en una proporción mucho menor. Obviamente,
cuando desde la iglesia o desde la escuela priorizamos el
discurso o el sermón como instrumento pedagógico privile-
giado, nos encontramos con una generación desconectada.

119
No podemos dejar de considerar que los recursos tecnoló-
gicos han venido para quedarse y formar parte de nuestra
vida. Mucho más aún para las nuevas generaciones a las que
denominamos nativos digitales. Entiendo que esta realidad
debería hacernos revisar nuestras estrategias. Aclaro que
no estoy a punto de hacer la propuesta de que enviemos
nuestros sermones a través de las redes sociales para que los
chicos los consuman a través de sus dispositivos; creo que
la revisión debe ser mucho más profunda que eso. Algo de
esto ya hemos hablado y continuaremos haciéndolo en los
capítulos que vienen.

Sinapsis celestiales
Es llamativo observar que mientras todos estos novedosos
descubrimientos aparecen en los círculos científicos, el doc-
tor Lucas nos dejaba datos precisos sobre cómo estas trans-
formaciones biopsicosocioespirituales se manifestaba en el
Jesús preadolescente, allá en aquellos días donde dejaba en
claro su decisión de meterse de lleno en los negocios del
Padre:
«Entonces Jesús volvió con sus padres a Nazaret y los obe-
decía en todo. Pero su madre guardaba todas estas cosas
en el corazón. Jesús seguía creciendo en sabiduría y esta-
tura, y gozaba más y más del favor de Dios y de la gente».
Lucas 2:51-52.
¿Pensaste que no iba a citar ningún versículo en este capí-
tulo? De ninguna manera… y tengo un par más reservados
para el final.

120
Crianza, educación y discipulado tienen el desafío de acom-
pañar este proceso. No podemos entrar en sus cabezas y
cambiar el cableado. No sería honesto trazar los senderos
por ellos. No podemos adueñarnos de su pradera cerebral.
No nos pertenece. Nuestro desafío es ayudarlos a pensar,
no pensar por ellos. Es importante brindarles la contención,
el respaldo, la conexión emocional y el estímulo intelectual
que los potencie para el cambio positivo, que los ayude a al-
canzar la vida adulta como un salto superador a la aventura
y no con la resignación frente a una triste decadencia. El
cambio es posible. A los neurocientíficos les gusta llamarlo
neuroplasticidad: la posibilidad de trazar nuevos senderos
en el pasto; mejores senderos que nos ayuden a obtener
mejores resultados. Las conexiones neuronales tienden a
ser rudimentarias, nuestro cerebro prefiere naturalmente la
pereza. Le basta con la supervivencia. Una vez que traza un
sendero, la tendencia natural no será buscar otros nuevos…
elegirá el modo automático que le permite economizar
energía. Pero no estamos obligados a quedar sujetos a la pe-
reza de nuestro hardware. No tenemos por qué amoldarnos
a estructuras mentales rígidas. Mira como lo dice el apóstol
Pablo.
«No se amolden a la conducta de este mundo; al contrario,
sean personas diferentes en cuanto a su conducta y for-
ma de pensar. Así aprenderán lo que Dios quiere, lo que es
bueno, agradable y perfecto». Romanos 12:2.
Las neurociencias vienen a descubrir que las estructuras de
nuestro cerebro no son tan rígidas como para atraparnos
en moldes aprendidos por sistemas de mediocridad… ¡Ups!
Parece que Pablo ya lo tenía claro. Existe esperanza para

121
cualquier cerebro, aún para el de los adultos y ¡cuánto más
para los preadolescentes con los que trabajas! Nuestra men-
te puede ser renovada. Eso requiere de energía, necesita que
le pongamos ganas al aprendizaje, pero es posible. Podemos
reescribir nuestros senderos, recablear nuestras conexiones.
Podemos permitir que el Espíritu de Dios disponga de las
enseñanzas del Maestro para hacer novedosas sinapsis que
nos lleven a dejar de ser supervivientes rasos y nos trasladen
a la experiencia de la vida en abundancia. Las enseñanzas
de Jesús trazan senderos a la verdad que te hace auténtica-
mente libre. De hecho, todas las ideas que te regalamos en
el capítulo uno acerca del discipulado integral, pueden verse
desde aquí como estimuladores neuronales.

Pablo, Juan y la neuroplasticidad


Alguna vez escuche la macabra historia de cómo cazadores
inescrupulosos atrapaban osos polares para obtener su piel:
clavan un cuchillo en el hielo, con un pedazo congelado de
carne adobada con distintas especias. Los osos son atraídos
por la necesidad de satisfacer su apetito y lamen y mordis-
quean, luchan con el delicioso pedazo de carne, hasta que
su lengua queda adormecida por el frio. Así no siente el
corte del cuchillo, y no perciben como la pérdida de sangre
va apagando su vida. Perdón por lo desagradable de la his-
toria, pero creo que sirve para que observemos que nuestro
cerebro y nuestras percepciones pueden ser engañadas por
poderosos y atractivos estímulos; aquellos que generan
fuertes lazos neuronales pero que pueden dejarnos más
cerca del robo, la muerte y la destrucción que de la vida
en abundancia (Juan. 10:10). Podemos trazar senderos en

122
nuestra pradera que, aun regalándonos altas dosis de do-
pamina, pueden llevarnos a tomar decisiones perjudiciales
para nuestra vida. Por eso Juan nos ayuda a pensar sobre
dónde enfocamos nuestro amor:
«No amen al mundo ni lo que hay en él. El que ama al
mundo no ama al Padre, porque nada de lo que hay en el
mundo —las pasiones sexuales, el deseo de poseer todo lo
que agrada y el orgullo de poseer riquezas— proviene del
Padre sino del mundo. Y el mundo se está acabando y con
él todos sus malos deseos. Pero el que hace la voluntad de
Dios permanece para siempre». 1 Juan 2.15-17.
Déjame decírtelo así: no podemos dejar a nuestro sistema
límbico dirigir nuestra vida, por más tibios que resulten
sus baños de dopamina. Por eso es importante que nuestro
lóbulo frontal se desarrolle apropiadamente enriqueciendo
las funciones que nos permiten analizar, organizar, ordenar
y planear adecuadamente para tomar decisiones sabias.
Podemos equipar a nuestro cerebro para que haga mejores
conexiones neuronales. A lo que dijo Juan, sumémosle lo
que dice Pablo:
«Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a
hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a ha-
cer; pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante
el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la natu-
raleza pecaminosa, vivirán. Pues todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han
recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio,
recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como
sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre»». Roma-
nos 8:12-15 (NTV).

123
Este es un llamado a enfocarnos correctamente. Pero quiero
hacerte notar lo que dice el versículo 13. Elegí esta versión
porque, al igual que la RVR 1960, utiliza la expresión hacen
morir. Las conexiones neuronales no pueden desconectarse
de un día para el otro. Puedes descubrir que esa conexión
te va terminar matando; puedes descubrir que ese sendero
marcado en el pasto te lleva a un lugar equivocado pero es
muy difícil borrarlo de inmediato. Humanamente hablando,
no existe tijera para cortar una conexión neuronal. Por eso,
para nosotros el consejo es que busquemos nuevos caminos
con la guía del Espíritu Santo, ese que nos hace llamar a
Dios papito querido (vs. 14 y 15). Senderos que nos permi-
tan caminar otros recorridos para permanecer en ellos con
constancia. Así, pronto verás cómo esa conducta es más
sencilla de elegir. El surco se profundizará, la conexión se
engrosará. Y mientras tanto, casi sin darte cuenta, el pasto
volverá a crecer en ese sendero que ya no utilizas. El cerebro
estará más resistente a volver a recorrerlo. Matarlo es algo
difícil, dejarlo morir es neuronalmente posible. Se ajusta a
lo que sabemos sobre la neuroplasticidad. Por eso el desafío,
más que cortar una conexión neuronal, es enfocarnos en
hacer nuevas sinapsis.
«Y la paz de Dios, esa paz que nadie puede comprender, cui-
dará sus corazones y pensamientos en Cristo. Por último,
hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, todo lo que
es respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es digno de admiración; piensen en todo lo que
se reconoce como virtud o que merezca elogio. Practiquen
lo que han aprendido, recibido y oído de mí, y lo que han
visto en mí. Y obrando así, el Dios de paz estará con uste-
des». Filipenses 4:7-9.

124
Nuevas conexiones neuronales en el contexto de la relación
con Cristo y de vínculos sanos que nos ayudan en los pro-
cesos de aprendizaje. Nuestro desafío para con las nuevas
generaciones consiste en vivir en la paz de Dios para con-
tagiarla mientras los acompañamos en estos procesos de
transformación. Ayudándolos a pensar, a realizar conexiones
dentro y fuera de su cerebro que promuevan la vida y los
potencien para vivirla de manera abundante. Acercándolos
a Jesús y su paz. Nada cuidara mejor de sus emociones y
pensamientos.
En medio de tanto cambio, desafiados a dejarse transfor-
mar por el Espíritu de Dios, será importante generarles la
oportunidad de encontrar terreno sólido donde sujetarse
a la vida. ¿De dónde podrán aferrarse viviendo semejante
temblor?
«T res virtudes hay que ahora permanecen :
la fe , la esperanza y el amor . P ero la más
excelente de ellas es el amor ». 1 C orintios
13:13.

¿Dónde queda el refugio antisísmico en medio de tanto


lío y tantas expectativas de cambio? ¿Cómo ayudamos a
esta generación sacudida por sus propias transformaciones
y exigida por los cambios que sus adultos les piden? Creo
que Pablo nos tira una soga firme de la cual sujetarnos. En
medio de tanta cosa cambiante podemos promover aquello
que permanece: la fe, la esperanza y el amor, no solo de
palabra sino con nuestros hechos y acciones. Con nuestro
abrazo, nuestro oído atento, abriendo espacios de diálogo
y reflexión. Construyendo refugios donde a pesar de todo,

125
dejando afuera el juicio y la condena, regalemos gracia y
compasión, contención e instrucción. Animando a la fe,
generando esperanza, brindando amor. Precisamente sobre
eso pensaremos en el capítulo que viene.

126
6
EL SECRETO
DEL LUGAR
SEGURO
Necesitan refugio
En medio de tantos cambios y exigencias, se vuelve necesa-
rio generar un espacio que resulte propio para los chicos y
chicas, un refugio relacional que los contenga y potencie.
L.A.GR.AM. (Liderazgo y Adolescencia, Grupo de Amigos)
produce dos series de campamentos para preadolescentes
y adolescentes al año. Un número importante de chicos y
chicas cuando termina el campamento de verano ya están
pensando cómo inscribirse al de invierno. Unos meses antes
se abre la inscripción online y algunas madres están espe-
rando el minuto cero de la apertura, sentadas delante de sus
computadoras, para que sus hijos no queden fuera del cupo.
No exagero. Puedo darte el nombre de esas mujeres. Se
han desatado importantes conflictos familiares porque los
padres no han cumplido con los requisitos administrativos y
sus hijos se quedaron sin lugar. No es mi intención jactarme.
De hecho no tengo de qué. Hay todo un equipo que trabaja
para que llegar a ese resultado. Mi mérito es muy pequeño.

127
Los campamentos de L.A.GR.AM. rara vez han llevado un
banda de rock como invitada y cuando se hizo no se incluyó
en la promoción. Nunca se anticipa quien será el conferen-
cista invitado. No hay torneos de videojuegos y el uso del
celular suele acotarse de alguna u otra manera. El presu-
puesto es muy limitado y los gastos son exclusivamente los
necesarios. ¡Ah! Y un dato curioso más: los chicos y chicas
saben que a lo largo del campamento se les pedirá más de
una vez participar en tareas de orden o limpieza. ¿Dónde
está el secreto?
Estas son algunas de mis conclusiones: es un espacio de
ellos. Un lugar propio construido a su medida. Todo está
pensado para ellos: la comida, el programa, lo que se canta,
la música que se escucha, los juegos que se juegan… todo
es para ellos. Pero hay más: es un lugar donde se promueve
la amistad, las ya consolidadas pero también las potenciales
amistades que puedan sorprenderlos.
Es un espacio de saludable relación entre chicos y chicas.
Es una experiencia donde los adultos o líderes más grandes
juegan un papel relevante pero no invasivo. Regalan saluda-
bles abrazos, brindan atención, prestan el oído, juegan con
ellos, comparten la mesa y propician espacios de diálogo
sobre las relaciones, sobre la vida y sobre la fe. No etique-
tan, no ponen sobrenombres ofensivos, no menosprecian.
Con sus palabras alagan, elogian, felicitan, ayudan a pensar.
Las reglas son explicadas como principios para disfrutar y
aprovechar mejor del tiempo juntos. Nada se presenta desde
una imposición irracional y todo se promueve enseñan-
do que el mayor disfrute se da cuando todos disfrutamos
juntos. Se desalienta lo obsceno, la broma de mal gusto y

128
las palabras que no edifican. El equipo está conformado por
jóvenes y adultos que viven con alegría y con espíritu lúdico
los procesos de maduración. Pueden rotar en distintos roles,
comandando en algunas instancias y sujetándose en otras.
Nunca eluden tareas de servicio como limpiar un baño o
lavar platos, no importa el cargo que desempeñen. Los ho-
rarios intentan ser funcionales pero elásticos. Es un espacio
donde, aunque siempre con alguna falla, se desea alcanzar
la cultura del Reino en un formato accesible para ellos.
Son cuatro dopamínicos días pero, sin embargo, conozco
pocos espacios que hagan tanto por ayudar a los chicos y
chicas a crecer en las funciones propias del lóbulo frontal.
El lugar donde la diversión y la reflexión se comen a besos.
Un espacio donde la risa y el análisis conviven con alegría.
Cien por ciento divertidos, cien por ciento espirituales, así
pretenden ser los campamentos de L.A.GR.AM. Un refugio
especial para preadolescentes y adolescentes. Seguramente
multiplicable, seguramente mejorable.

Un refugio a medida
El lugar geográfico importa poco. He visto cómo algún
hogar ha sabido crear un espacio similar. Conozco algunas
escuelas que han conseguido una experiencia semejante.
Algo parecido pretendemos construir en la comunidad de
fe en la que participo. Conozco otras congregaciones que
también lo han conseguido. Un refugio a la medida de los
preadolescentes: ese es el objetivo. Esos refugios contienen,
estimulan, facilitan vínculos, perfeccionan la comunica-
ción, acompañan los procesos de aprendizaje, afianzan
la saludable autoestima e impulsan hacia el futuro con

129
esperanza. Aunque pueden incluirlas, esos refugios tras-
cienden las paredes de un edificio. Son experiencias únicas
que promueven la salud física y mental, animan el alma,
ayudan a procesar las emociones, facilitan la formación de
redes vinculares y promueven el encuentro con el Creador.
Aunque pueden incluirlos, son mucho más que una serie
de cultos, una reunión, una clase o un programa. Generan
escenarios que fortalecen la conexión entre los chicos y las
chicas, pero también con adultos sanos que se convierten
en interlocutores válidos. Son espacios que facilitan el en-
cuentro con Jesús para ingresar en la experiencia de perma-
necer fieles a las enseñanzas del Maestro, para convertirnos
en sus verdaderos discípulos, para conocer la verdad, para
ser auténticamente libres.

Todos necesitamos un refugio


Estos refugios no tienen nada que ver con un edificio. La
iglesia es un refugio distinto. No es el edificio donde te con-
gregas. La iglesia es la familia de Dios.
«Pablo, prisionero por amor de Jesucristo, y el hermano
Timoteo, a ti, Filemón, amado colaborador, y a la iglesia
que se reúne en tu casa, a la hermana Apia y a Arquipo,
compañero de lucha: Que Dios nuestro Padre y el Señor
Jesucristo derramen en ustedes amor y paz». Filemón 1:1-3.
La iglesia no es la casa de Filemón, son las personas que se
reúnen en su casa. Algunas personas se preguntan por qué
los adolescentes no quieren asistir a la iglesia, o por que los
jóvenes dejan de ir. Pero la pregunta es incorrecta. La iglesia
no es un lugar al cual asistir, es pueblo, es familia, es gente.

130
Concebir a la iglesia como un lugar no ayuda, nos impide
abrazar todo su potencial. Cuando la iglesia se percibe como
un lugar no se observa el pueblo caminando por las calles,
las familias haciendo sucursales del Reino en sus hogares, la
gente en las oficinas, las fábricas, las escuelas, las universi-
dades… gente llevando luz a cada rincón del planeta. Este
es el ámbito relacional donde el discípulo encuentra acom-
pañamiento en su proceso de aprendizaje. La iglesia siembra
por medio de la instrucción del evangelio, de la palabra de
Dios, de la proclamación de la verdad y cosecha por medio
del amor, de la contención, del afecto entrañable y del im-
pulso hacia proyectos de esperanza. Así entendida, la iglesia
es una experiencia más que atractiva, un pueblo del cual
formar parte, una familia a la que da ganas de pertenecer,
una comunidad que brinda una espacio alternativo a la me-
diocridad del sistema, un equipo que impacta de tal manera
que ni las puertas del infierno se le resisten.

La compasión que necesitamos


Esa iglesia es un auténtico canal de la compasión de Cristo.
«Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en
las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino,
y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y
al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque
estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no
tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad
la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al
Señor de la mies, que envíe obreros a su mies». Mateo 9:35-
38 (RVR1960).

131
Otras traducciones eligen otros calificativos similares pero
esta revisión de Reina y Valera opta por desamparados
y dispersos. Mateo relata los hechos como quien desea
confirmar que la muestra estadística es lo suficientemente
amplia. Se relevaron muchas ciudades y muchas aldeas y en
todas ellas el resultado arrojado fue el mismo: la gente está
como ovejas que no tienen pastor, desamparadas y disper-
sas. El desamparo es un mal devastador. Derrumba el alma y
provoca esencialmente dos cosas:

El desamparo y el dolor
Para empezar, produce un profundísimo dolor. Sea un epi-
sodio aislado o una serie de acontecimientos que lo vuelven
una experiencia crónica, el ser dejado de lado no produce
otra cosa que dolor. «No existe quien me preste atención,
no le intereso a nadie, no importo…». Todo parece comuni-
car que no soy valioso, no soy digno de respeto y, evidencias
a la vista, parece que tampoco merezco ser cuidado. ¿Has
experimentado un fuerte dolor de muelas? ¿No te da ganas
de asesinar gente inocente? Gente a la que jamás pensarías
en hacerle daño alguno si no fuera porque ese dolor inter-
fiere con tu cordura y te altera de manera especial. Algo
parecido produce el dolor provocado por el desamparo. La
tendencia es al mal humor por frustración, por bronca o
por depresión. Esa herida es una llaga que muchas veces
no nos deja pensar con claridad. Ese dolor golpea nuestras
emociones y la onda expansiva de ese golpe contagia todo
de una pura emoción desordenada que no permite que la
razón accione con eficacia. Operar con esa herida abierta no
solo afecta tu condición, muchas veces incide en la manera

132
en que te relacionas con otros. Ese dolor grabado a fuego
en tu interior provoca que situaciones actuales, que serían
totalmente digeribles bajo otras circunstancias, se vuelvan
tan irritantes o tan dramáticas que nos hacen vivir como si
siempre estuviéramos al borde de un ataque de nervios.

El desamparo y la falta de
instrucción
Lo otro que produce es una lamentable falta de instrucción.
Mi hermana Graciela y mi cuñado Juan Carlos alguna vez
auxiliaron a dos preadolescentes en situación de vulnerabi-
lidad. Eran los mayores de una familia de doce hermanos, de
una sola madre, de muchos progenitores, de ningún padre.
En un estado de extrema pobreza, su madre, una mujer
también desamparada desde su niñez, estaba internada a
la espera del alumbramiento número trece. Aquella maña-
na los dos chicos llegaron al departamento de mi hermana
mientras ella preparaba todo para almorzar. Cuando todo
estaba listo los invitó a lavarse las manos y entonces ellos,
entusiasmados por la experiencia novedosa, fueron al baño
inmediatamente. Una vez ahí se asomaron por la puerta y,
con curiosidad, llamaron a mi hermana. – «¿Qué es esto?»
– le preguntaron. Mi hermana no supo a qué esto se refe-
rían. Tímidamente, se lo señalaron desde lejos, pero Graciela
no lograba identificar qué era eso que tanto les llamaba la
atención. Así que les pidió que se lo indicaran mejor. Enton-
ces uno de ellos estiró la mano hasta el vaso frente al espejo
y tomó entre sus dedos uno de los cepillos de dientes de la
familia. Jamás habían cepillado sus dientes. No sabían qué
era aquello. La instrucción suele ser una práctica de adultos
presentes. Muchas instrucciones se pierden en la ausencia

133
de los adultos. Algunos niños viven experiencias de desam-
paro tan o más significativas que las que acabo de descri-
birte. Otros no llegan a semejante situación pero cualquier
medida de desamparo atenta contra tu formación. Enorme
o pequeño, el desamparo siempre te deja sin algún dato
importante para vivir mejor.
Supongo que ante los ojos de la mayoría de los observado-
res yo no hubiera entrado en la categoría de niño desampa-
rado. Sin embargo, aún con unos maravillosos padres como
los que tuve, yo también puedo relatar anécdotas donde
me percibí dejado de lado. Conductas de mis padres que,
aunque nunca con mala intención, me regalaron pequeñas
escenas de desamparo que aportaron a mi vida dolor o falta
de instrucción.
La muestra estadística de Mateo no es casual. El pecado
propio y ajeno deriva en una pandemia mundial de desam-
paro. Todos lo padecemos, así que yo también he cargado
con muchos de esos dolores durante muchos años. Me he
ido liberando de muchos de ellos a partir de elaborarlos y
sanarlos pero por la falta de instrucción, aún hoy sigo des-
cubriendo cosas en las que no fui enseñado o fui enseñado
de manera deficiente. Obviamente, esto tiene consecuencias
en mi vida. Siempre hubo un cepillo de dientes para mí y de
manera temprana se me enseñó a utilizarlo pero confieso
que he sido muy mal entrenado en otras áreas, como por
ejemplo, la disciplina y el orden. Los propios desamparos de
mis padres me han marcado de tal manera que, al menos en
esos aspectos, infinidad de veces me veo actuando como un
huérfano carente de instrucción.

134
Juicio o verdadera compasión
Muchas veces observamos las conductas de las personas
y desde nuestra limitación humana hacemos diagnósticos
precoces, confiando ingenuamente en nuestra pobre mira-
da. Esa es la razón por la que la Biblia nos insiste en que no
juzguemos. Muchas veces nos jactamos de ser muy percep-
tivos y con nuestras escasas herramientas dictaminamos
diagnósticos de maldad, torpeza o, en el mejor de los casos,
locura. Entonces condenamos: los malos que vayan presos o
a la horca, los torpes que sean confinados a la soledad y los
locos que sean encerrados en un manicomio. Pero no con-
tamos con la pericia para hacer diagnósticos acertados. Solo
Jesús tiene la mirada de rayos x. Esa que alcanza a ver los
verdaderos motivos de la maldad, la torpeza o la locura de
la humanidad. ¿Alguna vez oraste pidiéndole a Dios que te
de la mirada de Jesús? Hace aproximadamente dos mil años
que tu Creador ya te contestó esa oración. ¿Por qué nues-
tro Señor puede mirar y sus ojos se llenan de compasión?
Sencillamente porque donde tú y yo vemos maldad, tor-
peza y locura, él ve más profundo, él tiene los medios para
diagnosticar con mayor precisión. Él puede ver la verdadera
razón de esos síntomas; de los tuyos, de los míos y de los de
aquellos que han sido malos, torpes o locos con nosotros. Él
puede ver el desamparo. Él sabe que ahí está el problema y
como sabe todo eso, sabe también que ese mal no se trata
con juicio y con condena. Esa pandemia solo puede ser de-
tenida con la prescripción de altas dosis de compasión.
La compasión no es tan solo un acto de amor bondadoso
que perdona, contiene y pasa manos tiernas por hombros
llenos de maldad, torpeza o locura. No te confundas. Eso no

135
es compasión. Si solo hacemos eso ponemos nuestra vida en
riesgo. Hacer solo eso, lejos de curar la pandemia, la conso-
lida. La compasión es el acto que, observando el desamparo,
no solo atiende el dolor, no solo limpia, pone cremas cura-
tivas y venda, no solo abraza y llora con el dolor ajeno, no
solo brinda comprensión para lo que parece incompresible.
Esa es la mitad de la tarea. Sí, porque esa parte también es
necesaria. No hay forma de sanar ese dolor si no somos soli-
darios, si no lloramos con el que llora, si no hacemos nues-
tro aporte a los procesos que sanan esas heridas profundas,
que producen los dolores, que hacen que la razón se pierda
y que la conducta desvaríe. Pero no basta con los venda-
jes. La compasión no solo atiende el dolor. También presta
atención a la falta de instrucción. Los desamparados, desde
su dolor, tienden a querer solo los vendajes caritativos. Los
diagnosticadores de mal, torpeza o locura comúnmente
eligen la ley, la doctrina fría, la verdad desnuda, la instruc-
ción pelada, y la mayoría de las veces todo eso no son más
que los senderos hacia el estrado y al patíbulo del juicio y
la condena. Ninguna de estas cosas son actos compasivos
por sí solos. Mucho menos estos últimos. La compasión es
la identificación con la necesidad del otro y el desamparado
no necesita una cosa o la otra. Necesita las dos cosas juntas:
los vendajes del consuelo y la contención que curan el dolor
y el límite y la corrección que resuelven la falta de ins-
trucción. Los verdaderos refugios proveen las dos cosas. No
piensan castigos para los reos, los tontos o los locos. Tampo-
co propician indultos llenos de condolencia. Los verdaderos
refugios tratan con desamparados que necesitan vendajes
llenos de perdón y de afecto, y novedosa instrucción que

136
ayude a hacer correcciones necesarias para evitar volver a
tropezar con la misma piedra.
«Al oír esto, los más viejos comenzaron a irse, y luego poco
a poco los demás también se fueron. Sólo la mujer seguía
allí y Jesús se quedó solo con ella. Entonces él se enderezó
y le preguntó: —Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha conde-
nado? Ella dijo: —Nadie, Señor. —Yo tampoco te condeno.
Vete y no vuelvas a pecar». Juan 8:9-11.
Jesús no condena. De hecho, a esta mujer le salva el pellejo
frente al juicio de los fariseos y de los maestros de la ley.
Hay amor, hay perdón pero también hay instrucción para
ella. «Vete y no vuelvas a pecar». Eso es verdadera compa-
sión. El verdadero amor incluye el perdón y la contención,
pero amar también implica saber dibujar esos límites que
potencian tu libertad. Nunca seré del todo compasivo si
ayudo a sanar tus heridas pero no te ayudo a pensar por
qué se produjeron y cómo puedes evitar que se vuelvan a
producir.

Desamparados… y dispersos
Pero el diagnóstico de Jesús agrega un elemento más. Existe
una sola cosa peor que sufrir el desamparo: experimentarlo
como individuos dispersos. La dispersión le roba las esperan-
zas al desamparado o a la desamparada. Esta es una versión
de la soledad que no necesita de tu aislamiento físico. Lo
que Jesús está mirando son diferentes multitudes que se
congregaron en las distintas ciudades y aldeas. Mucha gen-
te reunida. Mucha gente sola. La dispersión es un mal que
puede manifestarse en tu vida aun cuando te encuentres
rodeado de una multitud. Es la soledad en la muchedumbre.

137
Entonces el cuadro de desamparo se complica porque la
multitud te genera el espejismo del amparo, pero en reali-
dad la gran masa oculta tu soledad. Pareces reunido pero
estás íntimamente disperso. En muchas de nuestras iglesias
vivimos el mismo engaño: asistimos a cultos y reuniones
llenas de personas pero es un error pensar que eso sanará
tu desamparo. Necesitas un refugio que se construye con
vínculos, puentes que te quitan del aislamiento, de la dis-
persión y que propician las posibilidades para que la compa-
sión, que instruye y contiene, te brinde el amparo necesario
que, precisamente, sane tu desamparo.

Socios de la compasión
Esta parte me encanta. Jesús trata con el desamparado
disperso. Él es el buen pastor que viene a suplir tu necesidad
de ser pastoreado con contención y corrección, pero gran
parte del tratamiento que él te indica, es solidarizarte con
otros desamparados, asociarte a su pastoral. Por eso, al ver
el cuadro de las distintas multitudes, al obtener los resulta-
dos de su mirada de rayos x, invita a sumarse a su causa:
«Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es
mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de
la mies, que envíe obreros a su mies». Mateo 9:37-38
(RVR1960).
Muchas veces hemos usado este pasaje para alentar a la
evangelización y esto no está mal si redefinimos a qué
llamamos evangelización. Si evangelizar es ser testigo de las
buenas nuevas que Cristo nos trae; si comprendemos que
esas buenas noticias no solo se dicen sino que se atestiguan
con la propia vida; si entendemos que evangelizamos al

138
identificarnos como desamparados en proceso de recupe-
ración; si se trata de brindar el amor que se acerca para
terminar con la dispersión y que venda e instruye otorgan-
do verdadera compasión, entonces sí. Sigamos usando este
pasaje para darnos ánimo y no dejar nunca de ser testigos
de lo que Cristo puede hacer en la vida de desamparados y
dispersos. De alguna manera, creo que en este pasaje Je-
sús nos dice: Si el problema es que no tienen pastor, aquí
estoy yo, el Buen Pastor. Yo soy aquel que da su vida para
sacarlos de la dispersión y el desamparo. Ahora vengan. Sú-
mense. Les concedo el honor de ayudarme. Pero el trabajo
es tan grande que requiere muchos corazones compasivos.
Súmense y pídanle al Padre que nos envíe más obreros que
dejen de lado el juicio y la condena, que se asocien a no-
sotros para tratar con tanto aislamiento, con tanto dolor y
con tanta ignorancia.

La iglesia refugio
La Iglesia es el cuerpo de Cristo. La comunidad de desam-
parados y dispersos que han buscado protección en Jesús y
hoy ayudan a otros a descubrir este refugio que alguna vez
encontró David.
«SEÑOR, ¡cuánto te amo! Porque eres mi fuerza. El SEÑOR
es mi fortaleza, mi roca y mi salvación; mi Dios es la roca
en la que me refugio. Él es mi escudo, el poder que me
salva. Basta que clame a él para ser librado de todos mis
enemigos: ¡Alabado sea el SEÑOR!». Salmos 18:1-3.
Mucha gente piensa que el solo hecho de asistir a las
reuniones de una congregación puede bridarle la conten-
ción necesaria. Cuando las crisis azotan descubren que el

139
rodearse de gente o el pertenecer a una institución nunca
le ofrecerán la calidad de cuidado que realmente necesitan.
Los edificios, las reuniones o las instituciones pueden ayudar
a la construcción de refugios, pero no son el refugio del que
hablamos.
La gracia de nuestro Señor siempre nos brindará su auxilio,
él es el único infalible. El resto de los mortales solo somos
herramientas que podemos fallar. Lo mejor que podemos
brindar es formar parte de una red vincular integrada por
tres, cuatro, cinco personas en la cual si uno no responde,
puede responder el otro. Esa red está conformada por gente
falible que responde desde su débil humanidad, pero será
mucho más sencillo que puedan brindarte el auxilio oportu-
no si previamente a las crisis has tendido verdaderos puen-
tes con ellos. Construir en medio de una tormenta es real-
mente difícil. Esos lazos no se desarrollan cuando está todo
patas para arriba. En la tempestad se confirma su calidad
pero esa red de contención se teje en los tiempos de bonan-
za. Tenemos que aprender a construir nuestros propios lazos
vinculares. Tendríamos que saber identificarnos como parte
de la red de algunas personas. Sería buenísimo que enseñá-
ramos, a la generación que viene, sobre lo vital de construir
este entramado de puentes vinculares que liberan de la
dispersión y ayudan a sanar el desamparo. Esta dimensión
vincular de la iglesia, que se asocia a Cristo para contener e
instruir, es el mejor refugio que podemos disfrutar y brindar.
Por eso nuestro trabajo es hacer familia, es generar grupos
de amigos, es formar comunidad. Nuestro objetivo final no
es hacer eventos. Hacemos actividades, si y solo si, ayudan
a generar un espacio que se experimente como refugio

140
y como plataforma de despegue, que brindan sanidad e
impulsan a sumarse a la causa de Cristo. La dimensión de
esta tarea no tiene permiso para postergarse. Empieza en
el minuto cero de la formación familiar, hace sociedad con
congregaciones que integran crianza y discipulado como
parte de la misma ecuación. Ahí es donde tu trabajo con
los preadolescentes encaja en el plan de Dios. Cuanto antes
sean sanados de su dispersión y de su desamparo, mejor
para ellos, para sus padres, mejor para sus hermanos. Mejor
para sus amigos, para sus compañeros de escuela, mejor
para sus profesores o maestros. Mejor para su futuro, mejor
para quienes compartan su futuro. Nuestra tarea debe ser
pastoral, debe encarnar el discipulado integral, debe brin-
darles el refugio que necesitan. No puede quedar en una
clase, o en una reunión. No puede girar alrededor de un
salmista o un predicador. Necesitamos un equipo de obreros
que sumen sus esfuerzos al sacrificio del Buen Pastor. Te
invito a que dejes de pensar en clases y reuniones para que
pienses en refugios propios de la cultura del Reino. Espacios
que tejen redes vinculares, que piensan y ejecutan estrate-
gias diversas llenas de la compasión necesaria para sanar la
dispersión y el desamparo.

Refugios para nativos digitales


Estos refugios tienen en cuenta lo que pasa por la cabe-
za de los chicos y chicas. Todo eso que desarrollamos en
el capítulo anterior. Hace un tiempo, con mi amigo Diego
Asteita entrevistamos a Félix Ortiz en nuestro programa de
televisión. Le preguntamos qué hacíamos con los nativos
digitales y él nos habló de la necesidad de construir una

141
enseñanza relevante y real. Luego definió estos conceptos
y llamó relevante a una enseñanza que está enraizada en
su realidad cultural, conectada con aquellas cosas que les
son propias, aquellas que utilizan momento a momento en
su vida cotidiana. Y llamó real a la enseñanza de la que se
puede extraer una aplicación práctica e inmediata para su
vida de todos los días.
El dato curioso sobre el que reflexionamos al aire, fue el
descubrimiento de que así enseñaba Jesús. Sus parábolas
conectaban con la cultura del momento y las conclusio-
nes de sus enseñanzas llamaban a cambios concretos que
podían aplicarse ni bien su voz le dejaba lugar al murmullo
de la multitud. Jesús hizo esto con un auditorio conformado
en su mayoría por personas adultas, en un tiempo donde
la reflexión filosófica y conceptual no competía con las
pantallas y los dispositivos móviles. Sin embargo, aun con
esas condiciones, él apeló a esta estrategia relevante y real.
¡Cuánto más nosotros debemos tenerlo en cuenta! Por eso,
los refugios en los que trabajamos con nuestros chicos y
chicas deberían ser verdaderos laboratorios donde investi-
gamos y comprendemos sus conexiones culturales. ¡Tienen
tanto para enseñarnos! ¡Están tan dispuestos a regalarnos
ese conocimiento!
En estos refugios los adultos no solo deberíamos enseñar:
tendríamos también que aprender a jugar a ser alumnos.
Déjate enseñar por ellos y obtendrás información súper
valiosa para entender en qué consiste su cultura. Enton-
ces podrás ser relevante. Descubre qué es lo que necesitan
comprender, qué nueva aplicación necesitan, qué novedosas
prestaciones están buscando. Entonces podrás ser real. No

142
te esfuerces tanto por empujarlos a que se interesen por
Cristo. Dedícate a mostrarles a Cristo interesado por ellos.
Esto no es un evangelio humanista, como muchos podrían
juzgar. El centro sigue siendo Jesús. Por eso trabajamos para
generar una cultura del Reino en estos refugios. Es impor-
tante que comprendamos que no somos agentes de prensa
de Jesús. Él nos llamó a ser testigos. Bueno, atestigua que
Cristo se interesa por ellos y su cultura y luego déjalo a él
que obre con su encanto. No pretendas hacer el trabajo que
sabe hacer muy bien su Espíritu. Seamos el cuerpo de Cristo
que hace conexión con la realidad de estos chicos.
Contengamos con amor sus inundaciones dopamínicas,
generemos el espacio vincular donde podamos saltar en
estos charcos que nos regala su sistema límbico y, mientras
tanto, ayudémosles a entrenar su lóbulo frontal para que,
día a día, adquieran aprendizajes que los capaciten para
un pensamiento sabio que les habilite el orden, el análisis
y la planificación. Así, estarán en mejores condiciones para
tomar verdaderas decisiones inteligentes, que los hagan
vivir la auténtica libertad. No se trata tanto de perfeccio-
nar nuestras clases o nuestros sermones, sino más bien de
mejorar las condiciones de estos refugios donde la cultura
del Reino, el amor y la gracia de Cristo, se les impregne
como un aroma, se les grabe como una imagen y los desafíe
para encontrar las estrategias creativas a través de la cuales
puedan aplicar las enseñanzas del Maestro.

Un equipo para el refugio


Para esto es vital consolidar un equipo. Gran parte de lo
que nos proponemos en nuestra congregación es que todo

143
miembro de nuestra iglesia se transforme en equipo. Que de
acuerdo a su llamado y sus dones se incorpore a la misión.
Un ministerio de preadolescentes debería caer por lo que
mi amigo Esteban Borghetti llama la cascada de influencia.
No creo que le rinda honor explicando el concepto con mis
propias palabras pero haré el esfuerzo.
Se trata de una dinámica inclusiva donde el liderazgo ge-
neracional se articula entre las nuevas generaciones y los
adultos; donde los más grandes acompañan a los jóvenes,
los jóvenes acompañan adolescentes, los adolescentes a
preadolescentes y hasta los preadolescentes pueden acom-
pañar a niños. Esta es una forma concreta de generar un
refugio donde unos acompañan a otros, donde todos son
llamados a participar, donde lo que la Reforma dio a llamar
el sacerdocio universal del creyente, se vuelve algo palpa-
ble. Esta dinámica no funciona si pretendemos que nuestro
equipo esté conformado por grandes teólogos con docto-
rados académicos. Tendremos que bajar nuestras exigencias
de inclusión, sin bajar nuestras expectativas de formación.
Damos lugar a las personas para que encuentren su llamado
o para que lo consoliden. Damos espacio porque son llama-
dos, no porque son perfectos. Pero eso no significa no valo-
rar la importancia de su capacitación. Ya lo trabajamos en
el capítulo 4: nos esforzamos por capacitarnos para crecer
en el camino de la verdad que nos hace libres. Buscamos la
sabiduría que nos instruye y nos ayuda a instruir. En el caso
del ministerio de preadolescente, adolescentes y jóvenes
de mi congregación, nosotros nos reunimos una vez al mes
precisamente para capacitarnos y capacitar a muchachos
y muchachas que los hemos incluido por el puro deseo de

144
generarles espacios, pero también con el objetivo de hacer
discípulos para Jesús. Obviamente que son empleados en la
misión pero teniendo muy en claro que servir es una de las
maneras más concretas de que Jesús forme su carácter en
ellos, y al fin y al cabo, ese es el objetivo.
Los cultos y reuniones se arman con un grupo mínimo de
personas. Los refugios necesitan de un equipo que se dedi-
que a amar desinteresadamente. Para eso necesitan, para
empezar, practicar el amor desinteresado entre ellos. Ya lo
dije anteriormente: pocas cosas forman tu carácter como el
trabajar en equipo. Estas tripulaciones no solo brillan en las
tarimas; son una presencia compacta que inunda todo con
amor y compasión. Puedes verlos o verlas en un pasillo, en
un aula, en una oficina pero su tarea sigue en las plazas, en
las casas, en los bares. Los puedes o las puedes ver ponien-
do vendas, abrazando, llorando con el que llora. Puedes
verlos o verlas regalando buenas preguntas que ayudan a
pensar. Ellos y ellas también instruyen pero solo en lo que
pueden hacerlo. No dan respuestas que no tienen, solo por
el orgullo de no quedar como ignorantes. Se reconoce si
no se sabe, se ora, se estudia, se investiga, se pregunta, se
busca en un escalón más alto de la cascada. Ellos y ellas no
abusan del recurso pero pueden llegar a retar si es necesa-
rio, pero si lo hacen siempre es en el marco de una relación
de amor, que tiene un crédito de diez afirmaciones salvajes
para regalar un regaño muy cuidado. Contienen e instru-
yen. Se ejercitan en la compasión. Aquí los adultos juegan
un papel importantísimo generando esa presencia que está
atenta pero que abre el juego. No se apoderan de la pelota
aun cuando sienten que ellos lo harían mejor. No están para
brillar, sino para hacer brillar. Disfrutan jugando el juego

145
de menguar. Aman que Cristo tome su lugar y, para que eso
ocurra, juegan a dejar participar.

Encuentros en el refugio
Un encuentro semanal que promueve el refugio tiene varios
objetivos. Solo quiero mencionarte algunos entre todos los
que podrían ser:
 Uno de ellos es rendir culto a Dios. Queremos que este
encuentro sea Cristo céntrico. Sin embargo, podemos
pensar miles de maneras de brindar adoración a nues-
tro Señor. Podemos incorporar el canto pero éste no
tendría por qué ser el único medio. Podemos explorar
otras expresiones artísticas. Podríamos adorar por me-
dio del servicio, del afecto a mi hermano, de palabras
de bendición para quien está a mi lado, por medio de
cualquier acto de obediencia, a través de una búsqueda
constante de la excelencia en cada cosa que hacemos.

 Otro es el de enseñar la Palabra. Queremos proclamar


la verdad del evangelio y transmitir las enseñanzas del
Maestro pero no existe ningún papiro que diga que
esto debe hacerse siempre a través de un sermón.

Podemos hacer un juego que dispare la reflexión.


Podemos regalar una parábola o una ilustración.
Se puede recurrir a buenas preguntas que nos per-
mitan reflexionar entre todos.
Podemos hacerlos interactuar con elementos pro-
pios sobre lo que deseamos que aprendan. Elemen-
tos relevantes que los ayuden a pensar su cultura.

146
Podríamos ayudarlos a conocer otros elementos
que resulten novedosos a su cultura. Por ejemplo, si
quieres enseñar la importancia de la Biblia, puedes
generar un recorrido por postas o estaciones donde
en una aprendan a sacar mayor provecho de una
aplicación, en otra puedan encontrarse con Biblias
viejas de hermanos de la congregación (esas to-
das escritas y subrayadas), otra donde descubran
diversas Biblias ilustradas, otra donde comparen
distintas traducciones, o una donde se acerquen
a comentarios bíblicos, a concordancias, a Biblias
traducidas en dialectos extraños, en formatos de
audio o de video, etc.
Si quieres enseñar sobre la importancia del servicio,
¿no será mejor servir que dar un sermón sobre el
servicio? Si quieres enseñar sobre la evangelización,
¿no será mejor evangelizar que predicar sobre la
predicación?

 Otro objetivo es el de integrar. Los chicos y chicas


suelen buscar lugares de pertenencia donde crecer en
la amistad. Si seguimos predicando y dando clases pero
no generamos la posibilidad de que consoliden sus
amistades en nuestros refugios, pronto no tendremos a
quién predicarle o darle clases.

Salúdalos y anímalos a saludarse. Hazlo con la clara


convicción de que tu saludo los va a bendecir.
Aparta un tiempo en el programa para hacer una
dinámica integradora. Yo te diría que insistas en
cada encuentro que realizas.

147
Genera el recreo pero no como un tiempo muerto
sino como uno vivo. Como un tiempo de juego pero
también como una herramienta pastoral para la
interrelación, para la consejería, para dar buenos
abrazos, para compartir la vida, para mostrarte
como un auténtico buscador de Jesús. El recreo
debe entenderse como un tiempo genial para elo-
giar, alagar, felicitar, animar, desafiar.
Conoce sus nombres y preséntalos entre ellos no
solo para que conozcan cómo se llaman… ayúdalos
a compartir gustos, hobbies u otros datos intere-
santes. Cuéntale a uno y a otro o a una y a otra
alguna virtud que reconoces en ellos o en ellas.
Genera distintas dinámicas en grupos pequeños
que los ayuden a encontrar y a potenciar amistades
en Cristo y a descubrir a jóvenes más grandes que
ellos o a adultos que les sirvan de referencia o de
mentores.

 Un objetivo importantísimo es el de impulsarlos a rela-


cionarse con Cristo.

Anímalos a estudiar la Biblia de manera perso-


nal. Desafíalos a investigar temas o libros de las
Escrituras.
Realiza dinámicas para ayudar a los más tímidos a
orar en voz alta. No se trata de obligarlos pero sí
buscamos que ellos se encuentren con Jesús por sus
propios medios.
Estimúlalos a interceder unos por otros.

148
Introdúcelos en distintas disciplinas espirituales.
Compárteles literatura cristiana accesible a su edad.
Puedes generar una dinámica para que lean algún
capítulo de una semana a la otra y luego presenten
lo que sacaron de su lectura.

 Otro: motivarlos al servicio.

Dales participación en el programa.


Déjalos ser parte en el armado y en la limpieza del
lugar donde te reúnes con ellos.
En la medida de lo que te permita la edad que tie-
nen, hazlos experimentar cualquier oportunidad de
servicio al prójimo: brigadas solidarias, vacaciones
de servicio, viajes misioneros, etc.
 Uno más: disparar encuentros informales entre ellos y
con los líderes o maestros del grupo. Nunca solos. Me-
nos a puertas cerradas. Puedes pensar en estas alterna-
tivas u otras similares.

Un rato antes de la reunión o del encuentro semanal.


Una salida a lo largo de la semana.
Una invitación a jugar videojuegos.
Tú, sus padres y él o ella, saliendo al cine o yendo a
comer algo.
Una visita a almorzar o cenar a su casa.
Aprovecha inteligentemente los grupos de Whats-
App. Nunca lo utilices para recriminar, cuestionar

149
o discutir con alguien. Si tienes algún conflicto
para resolver con alguien hazlo por teléfono o,
mejor aún, en forma personal. En nuestro ministe-
rio tenemos una red de grupos. Desde los grupos
que reúnen al equipo de trabajo hasta los que
están conformados por cada grupo pequeño. Los
usamos para informarnos, para compartir palabras
de bendición, para pasarnos pedidos de oración y
en algunos casos también, hasta podemos llegar a
orar a través de un texto o un audio. Si bien pode-
mos compartir alguna broma, siempre se hace con
mucho cuidado. Así lo hacemos entre los líderes
y así promovemos que ocurra con los grupos que
conforman los chicos y chicas. Hacemos girar pla-
cas que promueven las actividades y lunes o martes
enviamos un recordatorio, también en formato de
placa, que nos recuerda lo importante de hacer
contacto con aquellos que faltaron al encuentro
del fin de semana.
Siempre puede haber otras que se te puedan ocurrir.

La preadocueva
Como una nota más, solo para complementar todo lo que
dijimos, estaría bueno que toda congregación considerara
tener un lugar que sea propio para los preadolescentes. Uno
que ellos le puedan prestar al resto de la iglesia, pero que
tenga su impronta, su estilo propio, pensado y diagramado
con su aporte. Muchas familias por necesidad tienen a sus
hijos durmiendo en el living o compartiendo la habitación

150
con sus hermanos mayores, sin embargo sabemos que es
bueno construir un espacio propio. Lo mismo se aplica para
las iglesias locales. En la medida que las posibilidades lo per-
mitan está bueno que tengan ese lugar que sientan como
de ellos.
Construir refugios relacionales es un desafío gigante pero
te invito a que se convierta, al menos, en parte de tu pro-
yecto pastoral, en tu ministerio con los chicos y chicas.
Ninguna experiencia es más maravillosa que la de hacer
sociedad con Aquel que nos regala su mirada de compasión,
nos venda las heridas y nos instruye en la verdad.

151
EL SECRETO DE
7
UN PLAN CLARO
y ELÁSTICO
Necesitamos un plan
El ministerio con preadolescentes de tu iglesia necesita un
buen plan, armado con dedicación y excelencia, que res-
ponda a las necesidades concretas de los chicos y chicas.
No fui entrenado para ser organizado. Mi padre y mi madre
ya fallecieron y, gracias a Dios, puedo honrar su memo-
ria pero, sin embargo, puedo decir que el orden no era lo
de ellos. Trabajadores, honestos, dedicados… un sin fin de
virtudes. Ordenados no. Así que en mi carga genética o en
la formación cultural de mi carácter, sea por lo que sea, el
orden parece brillar por su ausencia. No es lo mío. Desde
donde yo miro el mundo, la persona que practica el mínimo
orden tiene un trastorno obsesivo compulsivo. Me cuesta
horrores la disciplina, la previsión, la organización, el res-
petar fechas límite, la perseverancia. Es decir: planificar no
me sale naturalmente. Todas mis conexiones neuronales
parecen estar conectadas por duendes bohemios y hippies.
Yo creo que son los mismos duendes que hacen piquete

152
cada vez que quiero hacer una sinapsis a favor de la orga-
nización. Ahora sí, estoy haciendo catarsis. Lucho con esto
aun cuando reconozco que me encontré con este clarísimo
proverbio de manera muy temprana, cuando apenas era un
adolescente:
«El hombre hace planes, pero es el SEÑOR el que dirige sus
pasos». Proverbios 16:9.

Disciplinados planes
Este versículo de la Biblia comenzó a echar raíces de manera
muy temprana en mi vida, ¡pero cuánto le cuesta dar fruto!
A lo largo de más de treinta años he ido aprendiendo que
no puedo dejar de prestarle atención, no puedo despreciar
la disciplina, aun cuando me cueste muchísimo.
«El que rechaza la corrección caerá en pobreza y deshon-
ra; el que la acepta, recibirá grandes honores». Proverbios
13:18.
Si quiero crecer en la vida, si no quiero quedar estancado en
la pobreza y la deshonra necesito abrazar la disciplina. Hay
cosas en mí que jamás serán tendencia. La inercia nunca
me llevará al plan, a la disciplina, al orden. Con todos estos
avances de las neurociencias me pregunto si mi lóbulo fron-
tal estará atrofiado o si se habrá quedado atrapado en la
adolescencia. Pero yo sé que si solo me recuesto en el sauna
cerebral que me ofrece mi sistema límbico y sigo echándo-
me loción de dopamina, no te quepa la menor duda de que
la pobreza y la deshonra terminaran por alcanzarme. Enton-
ces tengo que disciplinarme y hacer un plan. Observa lo que
afirma este otro proverbio:

153
«Se alista al caballo para el día de la batalla, pero la victo-
ria depende del Señor». Proverbios 21:31 (NVI).
La victoria depende de múltiples factores que exceden a la
preparación de los recursos para la batalla; factores que son
muy complejos de considerar y controlar en todas y cada
una de sus dimensiones. Por eso creemos que lo mejor que
podemos hacer es confiar en nuestro Dios. Sin embargo,
cuando la batalla comience, tener tu «caballo» listo sin lugar
a dudas te brindará mejores oportunidades. Daniel González
suele decir: «La victoria depende de Dios, pero él no alis-
ta caballos… alistarlo es tu responsabilidad». Dios puede
tener toda la voluntad de darte victorias, pero si tu pereza
te deja desprovisto de los recursos necesarios no esperes
que las consecuencias sean muy positivas. Alistarse requiere
de planes disciplinados. Un viejo dicho dice: «Nadie planea
fracasar, pero muchos fracasan por no planear». La disci-
plina no es otra cosa que el recurso que me permite elegir
ciertos ejercicios para motorizar conductas positivas, que no
me salen naturalmente. Mis neurotransmisores parecieran
perezosos para alistar caballos. Pero, por mi propia salud,
tengo que tomar la decisión de hacerlo.

Entre dos tipos de estímulos


La vida nos regala dos clases de estímulos: los que yo llamo
de respuesta inmediata y los que me gusta denominar posi-
tivos a largo plazo.
Estímulos de respuesta inmediata
Estos estímulos son destellantes: un golpe de sabor, una
sensación única, una bebida hidratante luego de practicar
un deporte, una maratón de series televisivas sin cortes

154
publicitarios, el consumo de tu tableta digital hasta que los
ojos se te partan. Para los hombres, el beso de la mujer más
deseada. Para para las chicas, la voz grave de un hombre
susurrando halagos al oído. (Los estereotipos no pretenden
generar la naturalización de ciertos comportamientos. Han
sido redactados solo con el fin de generar un ejemplo ilus-
trativo). Estos son estímulos que siempre te invitan a más;
en algunos casos hasta se vuelven adictivos. Abren el grifo
para dejar correr la dopamina en tu cerebro pero su efecto
dura muy poco. Rápidamente sientes cómo el combustible
que encendió un fogonazo explosivo se consume, dejando
atrás la energía y el calor para abandonarte al frio y a la
pesadez.
Estímulos positivos a largo plazo
Los estímulos positivos a largo plazo son completamente
distintos. Rara vez te regalan satisfacciones inmediatas.
Implican dedicar grandes dosis de energía y una gran carga
horaria. Se puede observar, por ejemplo, en un título que
requiere mucho esfuerzo alcanzar, pero que luego puede
brindarte satisfacciones para toda la vida. Lo puedes ver en
la perseverancia elegida para alimentarte de manera saluda-
ble, comprendiendo que al correr de los años tu constancia
podrá cosechar los frutos. La satisfacción no queda a mano,
el camino a recorrer no resulta ni corto, ni sencillo. Reque-
rirá de la postergación del placer, de la determinación de
salir de tu zona de confort. Al parecer, el sistema límbico no
puede a ver dónde demonios queda la recompensa. Para que
nuestro cerebro nos abra la posibilidad de iniciar y sostener
en el tiempo la construcción de estos senderos, las funcio-
nes del lóbulo frontal tienen que desarrollarse a su máximo

155
potencial. Necesitas tomar decisiones desde el análisis, des-
de el orden, desde la posibilidad de considerar consecuen-
cias, desde el ejercicio de estudiar casos similares y trasladar
la información obtenida a tu experiencia particular. Por eso,
la disciplina es compleja cuando se navega como tripulante
del pensamiento concreto. Se requiere una embarcación
más sofisticada con la capacidad de hacer procesos en la
abstracción. Sin estas capacidades será muy complicado que
los estímulos positivos a largo plazo logren seducirte.

Revelación, fe, práctica y reflexión


Como habrás notado, planificar es una función mental que
se complica para los preadolescentes. Pero resulta propia de
los caminos que llevan a la madurez. Si deseas que la pobre-
za y la deshonra no te coman crudo, entonces tendrás que
trabajar para alcanzar esos estímulos positivos a largo plazo.
Tu lóbulo frontal, de alguna manera, tendrá que pedirle pa-
ciencia a tu sistema límbico; «explicarle» que la recompensa
ya vendrá. Todos los mecanismos que te ayudan a descubrir
esos beneficios, con el correr del tiempo, están relacionados
con procesos de aprendizaje. Esos que requieren revelación,
fe, práctica y reflexión. La revelación que trae conocimiento
nuevo a tu vida y enciende tu fe. La fe que te lleva a creer
en ese conocimiento y entonces ponerlo en práctica. Esa
práctica que puede llevarte a tener una experiencia sobre la
cual reflexionar. La reflexión que te lleva a hacer un análisis
necesario para buscar nueva revelación que encienda tu
fe, que te lleve a perseverar en la práctica, que te permita
arribar a nuevas conclusiones por medio de la experiencia y
la reflexión; y el círculo virtuoso da un giro más que lleva tu
vida a un nuevo nivel.

156
Déjame recordártelo una vez más: este proceso que acabo
de describirte funciona mucho mejor con vínculos sanos
que favorecen y enriquecen una comunicación eficaz. Déja-
me afirmarlo una vez más: Cristo vino a hacer vínculo con
nosotros para convertirse, entre otras cosas, en el Maestro
que nos revela la verdad que moviliza este círculo virtuoso.
Si permaneces fiel a sus enseñanzas, crees y pones por prác-
tica, entonces descubres la verdad en la experiencia y eso te
permite vivir con la libertad necesaria para reflexionar e ir
por una vuelta más.

Tus planes, tu corazón y la


neuroplasticidad
Por eso me fascina el primer proverbio que te regalé al ini-
ciar este capítulo:
«El hombre hace planes, pero es el SEÑOR el que dirige sus
pasos». Proverbios 16:9.
Allí, donde sea que quede mi corazón, muy probablemen-
te en alguna función mental, se encuentra el puente de
control que determina mi rumbo a tomar. La calidad de mis
planes dependerá de aquello en lo que mi corazón se enfo-
que. Mis planes guardan relación con la calidad de mi cora-
zón. Si mi corazón es un desastre, entonces mis planes serán
ruinosos. Si mi corazón tiende a la madurez, entonces mis
planes tenderán a la madurez. Por eso renuevo mi mente
mediante la transformación de mi entendimiento (Romanos
12:2), para que mejorar la calidad de mi corazón, de mis
funciones mentales. Entonces al perseverar en la práctica,
comprobaré cuál es la buena voluntad de Dios, agradable
y perfecta,es decir, conoceré la verdad que me hace libre.

157
¿No es genial? Claro que, aun así, existen serias posibilidad
de que fallemos. Errar es humano, pero la promesa es que si
eso llegara a pasar, Dios sale en auxilio de nuestra humana
debilidad.
En la versión Reina Valera 1960 el verbo elegido en vez de
dirige, es corrige. Siempre hay un margen de error, no so-
mos perfectos, pero cuando abrazamos un espíritu enseña-
ble, cuando somos sensibles a la dirección de Cristo, cuando
capitalizamos nuestra neuroplasticidad, nuestro corazón
alistado permite que Dios nos de esos pequeños empujones
que nos llevan por los mejores caminos.
Si mis cálculos no me fallan esto enciende mi pasión, le
pone emoción a la reflexión, lo que hace que una convic-
ción se consolide. Así se ensanchan las conexiones neu-
ronales, eso provoca que las próximas vueltas del círculo
virtuoso resulten mucho más sencillas de dar. Porque los
resultados me estimulan, porque confirman la verdad que
me lleva a vivir en genuina libertad y porque, al fin, mi
sistema límbico comprende dónde está la recompensa y en-
tonces lubrica mis conexiones con renovada dopamina. Así
es como suelen generarse los buenos hábitos. Esto me da la
esperanza de que puedo seguir mejorando. Soy un poco más
disciplinado que antes. Sé que puedo mejorar un poco más.

Pasos para una planificación


saludable
1. Muérete de una vez. Antes de planear
dejamos que Cristo haga lo suyo en nosotros.

158
Por eso, antes de planear, buscamos más de Jesús. Porque no
se trata de apilar ladrillos a lo loco y luego buscar al arqui-
tecto para que me haga los planos y me los apruebe con su
firma. Se trata de amar a Cristo con todo mi corazón, con
toda mi mente, con toda mi alma, con todas mis fuerzas.
Alinear la integralidad de mi ser para planear cerca de sus
pensamientos, de sus emociones, de su voluntad. Cuando
esa es la actitud, Dios sabrá cubrir cualquier margen de
error.
Permitir que Jesús nos contagie en el discipulado es clave. El
primer paso de un buen plan no se relaciona con una idea
brillante. El primer movimiento tiene que ver con soltar.
Suelta todo para abrazar a Jesús. Deja que él haga lío en
tus neuronas. Entrégate a una revolución interior donde su
carácter se forme en tu ser. Muérete de una vez. Muere a tu
plan de hoy para vivir al plan que Cristo hará mañana.
«Es verdad que si un grano de trigo cae en tierra y no
muere, se queda solo. Pero si muere, produce mucho fru-
to. El que ama su vida la pierde; en cambio, quien desprecia
su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. El
que quiera servirme, debe seguirme; y donde yo esté, allí
también estará el que me sirve. Al que me sirva, mi Padre lo
honrará». Juan 12:24-25.
Nunca lo olvides. Si el grano de trigo no muere, se queda
solo. ¡Se queda solo! ¡Se- que-da- so-lo! Solo sin vínculos
que potencien la comunicación que habilita el aprendizaje.
Muy vivo, pero muy solo. Lleno de capacidades, pero sin
nadie que ponga en cuestionamiento la legitimidad de tus
ideas.

159
Esta es la razón fundamental por la que, como equipo,
hacemos un retiro anual y nos encontramos una vez por
mes. En el retiro, luego de la noche de juegos y relaciones
de la que te conté, a la mañana siguiente antes que nada
nos rendimos a la dirección de Cristo. Lo buscamos, inter-
cedemos por los chicos y por las chicas, oramos unos por
otros y también por nuestros ministerios. Ponemos sobre el
altar nuestras virtudes, habilidades, dones y ministerios. La
intención es entregar nuestro cuerpo en sacrificio vivo.
«Por esto, hermanos, tomando en cuenta el amor que Dios
nos tiene, les ruego que cada uno de ustedes, se entregue
como sacrificio vivo y santo; éste es el único sacrificio que
a él le agrada». Romanos 12:1.
El verdadero acto de adoración es disponerse al total ser-
vicio a Cristo. En lo que él quiera, cuando él quiera, donde
él quiera, como él quiera. Solo así el grano muere y lleva
mucho fruto. Muere, soltando tu falta o tu abundancia de
planes. No puedo nacer al mejor Germán de mañana, si
no muero al Germán de hoy. El primer paso es que Cristo
forme su carácter en tu vida. El carácter de siervo del que
ya hablamos en este libro. Cada vez que nos encontramos,
nos capacitamos, revisamos, evaluamos, planeamos… pero,
antes que nada, cuestionamos nuestro carácter. Dime si este
conocido salmista no podría pasar por neurocientífico:
«Examíname, Dios, y conoce mi corazón; pruébame y cono-
ce mis pensamientos». Salmos 139:23.
Tu primer paso para ser un líder que planea y desarrolla
sus planes no es juntar buenas ideas: es morir a tu opaca
brillantes para vivir en el brillante resplandor de Cristo. Es
dejar que el Espíritu forme el carácter de Jesús en tu ser.

160
Para eso es fundamental que te prestes al chequeo del me-
jor de los médicos.
2. E n las generosas manos del cruel
verdugo de nuestros egos . No planeamos
solos .

Por eso no planeamos solos. La mejor manera de llevar al


cadalso nuestros egos y nuestras ideas, es sometiéndolas al
cruel verdugo del disenso. Si conservamos el espíritu co-
rrecto, verás el milagro de Dios. Así como sucedió con Isaac,
tu fe se prueba cuando dispones la leña para incinerar lo
que más aprecias. Eso tan preciado que compite con Dios
en la preeminencia de tu mente y corazón. Esa es la razón
por la que en estos retiros de los que te cuento, lo siguiente
que hacemos es evaluar con la rigurosidad de una hoguera.
Todas las ideas van al fuego. Total, si Dios las considera bue-
nas, ya se encargará él de salvarlas como salvó a los amigos
de Daniel de las llamas de aquel horno (Daniel, capítulo 3).
Con el Señor que tenemos, ¿por qué temerle a las altas tem-
peraturas? Eso sí: a la hoguera van las ideas, no las personas.
Eso se lo dejamos a Nabucodonosor. Discutimos los «hace-
res», no los seres. Disentimos sobre hechos e ideas. No sobre
personas. A las personas las amamos incondicionalmente.
Son los hechos y las ideas lo que cuestionamos. Cuanto
más formado esté el carácter, más fácil es lograr esto. Hoy
en día, en nuestro equipo, me encanta ver cómo muchos
descuartizan las ideas que ellos mismos propusieron. ¡Los
mismísimos autores de las ideas! ¡Qué bueno que está eso!
He visto a muchos defender una idea cuyo autor se dedica a
despedazar. Esos son preciosos actos de adoración, aunque a

161
veces ni los mismos adoradores son conscientes de que es-
tán adorando. Sí. Es adoración. ¿Cómo puedo llamar al acto
de quien se rinde a Dios en tal manera que puede decirle:
«Señor… esta idea, aunque se me ocurrió a mí, no permitas
que prevalezca si no cuenta con tu bendición»?
3. A legremente sometidos a un espíritu
saludablemente crítico . T odo pasa por
evaluación .

Miramos el año de trabajo y lo revisamos exhaustivamente


con un saludable espíritu crítico. Cuestionamos cada cosa
que hicimos. Los temas que tratamos, las estrategias que
implementamos, los horarios que elegimos, las decisiones que
tomamos, el desempeño de los conferencista o maestros que
invitamos, los eventos que realizamos, los juegos que juga-
mos; todo eso también va al fuego. Analizamos cada acción
que tomamos. Consideramos hasta lo que debíamos hacer y
no hicimos. Podemos implementar una matriz F.O.D.A (forta-
lezas, oportunidades, debilidades y amenazas), o una encues-
ta u otro sistema alternativo que nos sirva para evaluar a
fondo. A partir de ahí pensamos si hay cosas que desechar, si
hay otras a las que debemos darles nuevas oportunidades en
el año siguiente o, quizás, hacerlas esperar para volver a repe-
tirlas más adelante. Consideramos si alguna idea merece que
le hagamos necesarios ajustes y también analizamos si lo que
nos salió muy bien no puede llegar a salir mejor si le suma-
mos alguna modificación creativa. Claro que esta práctica re-
sulta muy difícil de implementar si a partir de lo trabajado en
el retiro anterior no pusimos objetivos claros y medibles. No
evaluamos si estuvo bueno o no, evaluamos si los objetivos
se cumplieron o se fracasó en el intento. Volvemos a pensar

162
en las áreas del discipulado integral y nos preguntamos cómo
nos fue con eso:
 ¿Qué aporte hicimos, en la vida de los chicos y chicas,
al crecimiento de su relación con Cristo?

 A partir de nuestro trabajo, ¿los chicos crecen en su


pensamiento crítico? ¿Buscan pensar conforme a las
enseñanzas del Maestro?

 ¿Los hemos ayudado a interpretar y expresar sus


emociones?

 ¿Hemos generado un espacio cuidado, un refugio, que


potencia sus relaciones y promueve una autovaloración
correcta?

 ¿Los hemos ayudado a tener presente una actitud de


servicio para aquel que está en necesidad?

 ¿Los hemos alentado con nuestra palabra, con el


programa y con el ejemplo a cuidar su cuerpo como
templo del Espíritu de Dios?

 ¿Los hemos ayudado a tomar consciencia de su res-


ponsabilidad ante Dios, para con ellos mismos y para
con sus semejantes de cuidar decididamente el medio
ambiente?

4. D eja que la señora necesidad te susurre


al oído . R elevamos las necesidades .

Una vez que despedazamos el año anterior, analizándolo al


detalle, entonces nos hacemos está simple pregunta: ¿Qué
necesitan los chicos y chicas?

163
 ¿Qué necesidades hemos observado, durante el año
transcurrido que no pudimos o no supimos cubrir y que
estaría bueno considerarlas para el programa del año
que viene?

 ¿Qué necesidades se desprenden de la edad por la que


están atravesando?

 Observando su contexto cultural, social y económico,


¿qué necesidad alcanzamos a ver?

 ¿Qué necesitan de nosotros a partir de los que


observamos sobre sus dones, talentos y perfiles
particulares?

Es probable que se te puedan ocurrir más preguntas pareci-


das a estas, seguro que debe haber más. De hecho, también
podrías preguntarte:
 ¿Qué necesidades de la iglesia podríamos satisfacer con
la ayuda de los pre?

 ¿Qué sucede con sus familias? ¿Qué aporte podríamos


hacer para que sus situaciones familiares mejoren?

 ¿Qué necesita el equipo para seguir madurando


conforme a la estatura de Cristo?

Si el equipo es muy numeroso puedes separarlos en grupo


para que todos participen del análisis. Puedes pensar di-
versas dinámicas creativas pero lo importante es producir
una lista con todas las necesidades que el equipo pueda
observar.

164
5. A rmando el laboratorio temático para
el año . P roponemos temas con libertad .

Una vez que consideramos lo que los chicos y chicas ne-


cesitan, pensamos cuáles son aquellos temas que debemos
abordar a lo largo del año. Todos los temas propuestos
son considerados pero la consigna es que respondan a una
necesidad concreta que hayamos observado anteriormen-
te. En función de esto, pueden ser temas bíblicos, sobre la
vida, sobre sus relaciones, de abordaje teórico, de desarrollo
práctico; todos suman a una larga lista que resulta la pro-
ducción preliminar para armar una agenda anual de temas
a desarrollar.
6. La creativa fábrica de reciclaje y
producción de estrategias. Pensamos y elegimos
las estrategias para el año que viene.

En el paso 3 te comenté que sometemos a evaluación las


estrategias que implementamos. En este paso reconsidera-
mos las estrategias aprobadas y pensamos si existen otras
nuevas. En función de las necesidades y de los temas que
consideramos, pensamos creativamente qué estrategias
serían las mejores para suplir esas necesidades o para abor-
dar esos temas. Estas estrategias exceden al programa de
actividades. Pueden considerar cómo desarrollar encuentros
informales entre líderes, maestros o maestras y los chicos o
las chicas, cómo perfeccionar la comunicación durante la
semana, cómo promover la vida devocional o cualquier cosa
que considere la vida cotidiana de los pre y no solo el en-
cuentro semanal que solemos organizar. Este es un tiempo
muy creativo y divertido.

165
Frente a cada uno de estos pasos siempre oramos pidiendo
a Dios que nos guíe en todo esta reflexión creativa. Cuando
llegamos a este paso 6, comúnmente, el fin de semana ya
llega a su fin y todos estamos más que agotados. En nuestro
caso particular, el staff se divide en dos: lo que llamamos
Cómplices, que serían como la segunda línea de liderazgo
y un equipo pastoral más directivo que ronda aproximada-
mente las ocho personas, y al que yo llamo Equipo Ministe-
rial. Los siguientes pasos suele desarrollarse desde el trabajo
de este último equipo que te menciono. Así lo hacemos
nosotros, no significa que tengas que hacerlo igual.
1. Agenda anual temática. Aquellos que dirigimos el mi-
nisterio pensamos cómo volcar todo lo que se produjo
en el retiro de equipo en una agenda anual. Nosotros
elegimos abordar un tema por mes y nuestra agenda
va de marzo a diciembre (aunque no interrumpimos
las actividades durante enero y febrero, la agenda
temática se desarrolla a lo largo de lo que en nues-
tro país coincide con el periodo escolar). Otra vez: te
cuento esto para que consideres la idea, no para que
la reproduzcas igual. Así llegamos al programa del año
que puede tener un título o un lema que intentamos
que cruce todos los temas que tocaremos cada mes.

166
2. Definiendo los objetivos. Cuando los temas están
definidos entonces ponemos por escrito lo que que-
remos lograr en la propuesta de cada mes: qué de-
seamos que ocurra en la vida de los chicos y chicas
a partir de cada temática. Hay mucho escrito sobre
cómo redactar objetivos de manera eficaz y si te surge
alguna duda solo hace falta que vuelques la pregunta
en tu buscador de Internet y tendrás mil opciones para
volverte un experto. Algunos detalles para orientarte
y contarte cómo lo hacemos nosotros: esperamos que
la redacción de un objetivo sea breve y que exprese
fundamentalmente la necesidad que deseamos cu-
brir; qué es lo que esperamos que los chicos y chicas
logren. Necesitamos expresarlo de forma tal que luego
podamos medir su logro o no. Un objetivo así, podría
tener implícito el encabezado «Que los chicos y chicas
logren…» para que luego empiece con un verbo en
infinitivo como alcanzar, pensar o el que mejor descri-
ba tu expectativa. En tu buscador de Internet puedes
encontrar listas de verbos para objetivos. Es más,
probablemente hasta los encuentres relacionados a
propuestas intelectuales, emocionales o prácticas. Aca-
démicamente hablando, lo que se estila es no usar más
de un verbo en infinitivo. Se pretende asignar solo una
acción esperada por cada objetivo. A veces se suele
complementar con otro verbo en forma de gerundio.
Te doy un ejemplo:
Que los chicos y chicas logren (encabezado implícito) leer
(verbo en infinitivo) la Biblia, profundizando (gerundio) su
conocimiento y su entendimiento de las Escrituras.

167
Este objetivo responde a los que suelen llamarse específicos
porque describen el logro concreto que pretendemos que
los chicos y chicas alcancen. Por cada objetivo específico
podrías llegar a tener uno o más objetivos de los que se
conocen con el nombre de operativos. Estos son los que dan
cuenta de aquello que pretendes hacer para que tus prea-
dolescentes alcancen el objetivo específico. Te doy algunos
ejemplos relacionados con el que redacté más arriba:
 Realizar, en cada encuentro, un ejercicio de lectura y
memorización de versículos bíblicos relacionados al
tema que estamos abordando.

 Enseñar, a lo largo del año, distintos métodos de estu-


dio de la Biblia.

 Desarrollar, para el mes de abril, una exposición de la


Biblia promoviendo la aproximación a las Escrituras a
través de los distintos portantes posibles (papel, distin-
tas traducciones, historietas, dispositivos tecnológicos,
audio, video, etc.).

Cada objetivo operativo debería responder a un objetivo


específico, los que dan cuenta de lo que quieres que los
chicos y chicas logren, y cada uno de éstos debería acordar
con los temas y las necesidades que supieron observar con
tu equipo y/o con un objetivo general para todo el año.
Por último, vale aclarar que todo esto debería estar sujeto
a la misión y la visión que como ministerio deberían poder
redactar, describiendo cuál es el sueño que los motiva y, de
una forma general, qué pretenden hacer para aproximarse a
la concreción de ese sueño. Sobre estos dos últimos elemen-
tos hay mucho material escrito. Algo hemos volcado en la

168
bibliografía complementaria que te compartimos al final de
este material.

3. Los detalles de la agenda. Una vez que la agenda


temática se encuentra desarrollada y discutida con
aquellos que dirigen el equipo o con tus más íntimos
colaboradores, al título que describe el tema de cada
mes y a los objetivos específicos pueden sumárseles los
operativos, o una breve descripción de lo que pensa-
mos hacer en cada encuentro para alcanzar lo que nos
proponemos. Además, puede quedar asentado quién
sería el responsable a cargo y qué papel desempeñaría
cada integrante del equipo.

4. Rendición de cuentas. Una vez que completamos la


agenda solemos presentársela al pastor principal de
la iglesia. Tener a alguien a quien rendirle cuentas es
una herramienta maravillosa para formar tu carácter
pero, además, cubre tus espaldas. Contar con el res-
paldo de tu pastor es importantísimo. Esto se puede
mejorar aún más si adjuntan la contabilidad del año
pasado y un presupuesto para el que está comenzando
y se lo presentan al departamento de finanzas de tu
congregación. Cuando el programa ya se encuentra
aprobado, entonces podemos compartirlo a todo el
equipo y hasta podemos hacérselo llegar a los padres
de los chicos y chicas.

169
En nuestro caso, este proceso se realiza entre los últimos
días de noviembre (cuando hacemos el retiro) y los primeros
días de marzo (cuando comienza el programa del año).
Algo que me ha ayudado a mí, con mis serias limitaciones
para organizarme y planear, es saberme rodear de gente
que me estimula y me ayuda a construir los planes en una
primera instancia y, paso siguiente, contar también con
aquellos que me ayudan a concretarlos. Estos últimos son
personas que, más que nada, son muy ejecutivas. Saben
ensamblar los planes, las estrategias y la logística de mane-
ra tal que las cosas terminen por ocurrir. Con estos tengo
hecho el pacto de no ofenderme si me exigen, apuran y aun
hasta si me retan. Ellos logran que salga lo mejor de mí y
estoy más que agradecido a Dios por contar con el aporte
que me brindan. Formar parte de su equipo es un honor y
un placer.
Cuando cocinas todo esto a principio de tu programa anual,
ocurre algo maravilloso: dejas de correr tanto detrás del
programa y las actividades y dispones de más tiempo para
charlar con los chicos y chicas y para prestarle atención a
las problemáticas de tus preadolescentes. Al fin y el cabo, se
supone que de eso se trata.
Déjame darte algunas ideas más que solemos aplicar en la
experiencia de mi congregación sobre cómo planear y la
forma en que lo llevamos a cabo:
 Para no quedar esclavo del programa y contar con la
elasticidad necesaria. El plan tiene que ser tu siervo,
no tu amo. Por lo tanto es importante que aun cuan-
do pienses que tu programa es genial, no te quedes
pegoteado a él. Una medida que hemos tomado para

170
evitar esto, y que a nosotros nos ha servido un montón,
es planear solo tres fines de semana de cada mes. En
nuestro caso, el cuarto, en lo referido a la programa-
ción, lo dejamos libre. Así, contamos con el espacio
necesario para abordar cualquier tema que los chicas y
chicos nos trasmitan como necesidad y que, por algu-
na razón, a nosotros se nos escapó de la planificación
anual. Ese fin de semana nos da margen para abordar
cuestiones teóricas o prácticas que emergen en el
transcurrir del año. Podemos llegar a tratar un tema
que ellos o ellas piden, o una problemática emergente
que observamos, o aún hasta profundizar la temática
que venimos desarrollando en el mes, si lo considera-
mos necesario. También se puede convertir en espacios
para desarrollar tareas prácticas como brigadas soli-
darias o de evangelización callejera, o destinados a la
recreación o a estimular las relaciones.

 Para evaluar el programa antes de ponerlo en ejecu-


ción. Una forma de evaluar la calidad de la propuesta
de tu plan es analizando la redacción preliminar (entre
el paso 9 y el 10) y preguntarte si lo objetivos que te
propones cubren todas las áreas de lo que hemos lla-
mado «discipulado integral». En nuestro caso particular,
si observamos que alguna área ha quedado afuera, ha-
cemos el ajuste necesario y seguimos con los siguientes
pasos.

 Para evaluar las estrategias antes de implementarlas.


Algo parecido a lo que te propongo con los objetivos
puedes hacerlo con las estrategias elegidas, conside-
rando si se han pensado las herramientas y los recursos

171
apropiados para abordar las distintas áreas de la in-
tegralidad de los chicos y chicas. ¿Hemos considerado
trabajar las distintas cuestiones referidas al desarrollo
de su intelecto, de sus emociones y de sus acciones?
¿Nos queda algo sin considerar?

 Considerando los estilos de aprendizaje. En esta mis-


ma línea sería bueno tener en cuenta las cuestiones
referidas a los estilos de aprendizaje. Ya sabemos que
no todos aprenden escuchando por lo tanto es bueno
considerar otros recursos como la práctica, las relacio-
nes, la inclusión de dinámicas interactivas, los respaldos
experienciales o lo visual. También en este proceso
se puede considerar, como un elemento de los estilos
de aprendizaje, el desarrollo participativo de ideas y
propuestas sobre la manera de implementar los temas
que venimos desarrollando. Es mucho más fácil en-
contrar comprensión, participación y compromiso en
propuestas que no se imponen sino que surgen de ellos
mismos.

 Considerando los cuatro flujos relacionales. Otro


parámetro de evaluación importante resulta conside-
rar si tu programa anual tiene en cuenta los cuatro
flujos relacionales básicos. Me refiero a la relación con
Dios, a la relación con uno mismo, con los demás y con
el medio ambiente. En el libro Vamos por más, que
publicamos con editorial Certeza Argentina, me dedico
a profundizar sobre estas experiencias relacionales. Te
desafío a considerar si tu programa anual está asignan-
do los tiempos necesarios al abordaje de estas cuatro
instancias básicas.

172
 Valorando el encuentro del equipo. Te insisto en con-
siderar como muy importante al menos una reunión
mensual con el equipo. Esa reunión sirve para testear el
avance del programa, el funcionamiento de las estra-
tegias, el clima presente en el grupo, el estado físico,
social, emocional, intelectual y espiritual de los chicos y
chicas y la situación en las que se encuentran sus fami-
lias. Te señalo otras cosas que suceden o han sucedido
en estas reuniones.
• Oramos, intercedemos, clamamos.
• Nos capacitamos sobre temas referidos a nuestro
campo de acción.
• Discutimos sobre cómo nos va en la práctica
referida al tema en que se nos capacitó.
• Diseñamos visión y misión.
• Refrescamos y reflexionamos sobre la visión y la
misión.
• Redactamos una declaración de cultura. Es decir,
redactamos con precisión las características que
entendemos que no deben faltar en la conduc-
tas, las actitudes y las acciones de nuestro minis-
terio, en el marco del refugio que pretendemos
construir.
• Compartimos cargas sobre la vida de los chicos y
chicas.
• Evaluamos programas, actividades y estrategias.
• Consideramos cuáles deben ser nuestras expec-
tativas para con el otro, y definimos qué es lo
que el otro puede esperar de nosotros.
• Planteamos necesidades que surgen y propone-
mos maneras de satisfacerlas.

173
 Teniendo en cuenta las instancias de transición. Algo
que es importante considerar son los momentos de
transición. Para esto implementamos lo que a mí me
gusta llamar la dinámica de superposición ministerial.
En nuestro caso particular la edad de 9 a 15 años se
pueden encontrar abordadas hasta por cuatro minis-
terios: la Escuela Bíblica Dominical (EBD) que trabaja
hasta los 12 años aproximadamente, la Escuela de Arte
y Futbol (EAF) que se extiende hasta la misma edad y el
ministerio de preadolescentes y adolescentes que inicia
a las 12 años y cuya primera etapa ministerial concluye
a los 15. Los que llegan a los 15 años, si lo desean, ya
pueden participar de las actividades de los de 15 a 19.
Te comparto cómo intentamos trabajar de manera con-
junta para el beneficio y mejor cuidado de los chicos y
chicas:

• Hemos trabajado fuertemente para que los equi-


pos de estos ministerios se interrelacionen. Segu-
ramente que falta mucho por mejorar pero sin
lugar a dudas esa es la intención y hemos hecho
serios progresos para que cada día esa interrela-
ción funcione mejor.
• Hemos establecido lo que yo llamaría edades
bisagras en los 12 y 15 años. Los de 12 pueden
participar de la EBD y de la EAF pero ya tienen
acceso a la actividad del ministerio de adoles-
centes. La última clase de la EBD está conforma-
da por chicos y chicas entre 12 y 14 años y sus
maestros pertenecen al equipo del ministerio de

174
12 a 15 años que tiene su actividad semanal los
sábados a la noche. Los de 12 que participan de
la EAF, que lleva adelante su programa en las
primeras horas de la tarde del sábado, también
pueden participar del ministerio de 12 a 15
años. También el equipo de 12 a 15 tiene perso-
nas asignadas que, una vez por mes, participan
durante la actividad de la EAF. Por último, los
de 15 pueden elegir si participan de la actividad
de 12 a 15 o de 15 a 19, y si desean participar
de las dos también pueden hacerlo. Los equipos
de 12 a 15, 15 a 19 y de 19 a 27 participan de
la misma mesa de trabajo y tienen el desafío de
pensarse de manera asociada, con el objetivo de
acompañar el proceso de crecimiento. También
se generan entrecruzamientos entre los equipos
de 12 a 15 y 15 a 19 y aún entre los de 19 a 27.
Independientemente de cómo lo hacemos en mi
congregación, lo importante es generar ámbi-
tos donde afianzar la relación entre los equi-
pos y producir esta instancia de superposición
que permite a los chicos y chicas incursionar a
elección o en más de un lado a la vez, cuando
atraviesan por lo que llamamos edades bisagra.
• Algo más. La EBD y la EAF tienen adolescen-
tes de 14 años en adelante formando parte de
sus equipos de trabajo. Y los de 12 a 15 suelen
tener adolescentes a partir de los 16 trabajando
entre ellos. Esto genera conciencia de servicio,
sentido de pertenencia y protagonismo saluda-
ble. Así también, la cascada de influencia de la

175
que hablamos en el capítulo anterior, funciona
complementando los programas y las relaciones,
poniendo en contacto a los preadolescentes con
un espacio donde jóvenes y adultos significativos
se muestran como guías positivos y ejemplos
accesibles.

 Nunca llames a un recreo «tiempo muerto». Los recreos,


el ingreso y el tiempo de espera antes de que los padres
vengan a buscarlos son parte del programa. Nunca los
llames «tiempos muertos». Son una oportunidad única
para afianzar relaciones, orar por tus chicos y chicas,
informarte sobre su vida, conocerlos y ayudarlos a
conocerse. Aprende a aprovechar la informalidad. De
hecho, te recomiendo que sepas propiciarlos para capi-
talizarlos ministerialmente.

 Esa herramienta genial que se llama campamento.


Al iniciar el capítulo anterior te describí algo de lo
que significa para mí un campamento de L.A.GR.AM.
(Liderazgo y Adolescencia, Grupo de Amigos). En la
experiencia de mi congregación implementamos retiros
en un formato similar. Los campamentos son una he-
rramienta buenísima para favorecer el encuentro con
Jesús, afianzar relaciones y formar liderazgo. En la me-
dida de tus posibilidades, te recomiendo que busques
las mejores alternativas para tu realidad y no dejes de
generar esta estupenda oportunidad. No interesa si el
número de chicos y chicas de tu iglesia local es redu-
cido, para esto la cantidad tampoco es lo importante.
Puedes encontrar el lugar apropiado para hacerlo con

176
el número de preadolescentes con los que cuentas o
sumarte con otra congregación amiga.

Los planes nos ayudan a no desenfocarnos. Son una herra-


mienta maravillosa para redimir el tiempo y sacar el mayor
provecho de tu trabajo y el del equipo. La disciplina bien
entendida no solo no es aburrida sino que es un recurso
más para disfrutar de los encuentros del refugio, sin que
el desorden y la improvisación te vuelvan improductivo y
destruyan la oportunidad de las actividades que realices. Los
ministerios serios planean, son ordenados en sus cuentas,
arman presupuestos y tienen un programa al menos semes-
tral. En lo personal, yo recomiendo que sea anual.
Planear potencia tu ministerio. Cuando tus programas
atienden a las relaciones y acompañan un proceso, enton-
ces las oportunidades para ser de bendición se multiplican
exponencialmente. Anímate y prepárate para ver la mano de
Dios obrando en medio del grupo de tus preadolescentes.

Así de cerca
Cuando entrevistamos a Félix Ortiz en nuestro programa de
TV Vamos por Más, entre las cosas interesantísimas de las
que habló dijo algunas que me parece oportuno resaltar al
cierre de este material. En la experiencia humana la vida se
manifiesta a lo largo de un periodo de tiempo. Cómo uti-
licemos ese tiempo determinará cómo habremos de vivir.
Jesús dice que el mayor amor es dar la vida por los amigos
(Juan 15:13). Es curioso ver cómo, en muchos casos, en las
relaciones de mayor afecto nos resulta muy fácil coincidir
con Jesús. Un hombre puede decirlo sobre su amada, una
madre o un padre puede prometerlo para con un hijo o una

177
hija, dos amigos o dos amigas que se hermanan en la vida
también pueden hacer ese juramento: «Por él, por ella, por
ellos… yo daría mi vida». Sin embargo, sin darnos cuenta, a
pesar de esa promesa tan comprometida nuestras agendas
no concuerdan con el juramento. Supuestamente estamos
dispuestos a dar la vida pero no hallamos el tiempo necesa-
rio para ofrendar nuestras horas. No sé si la vida te pondrá
frente a semejante encrucijada alguna vez y tengas que
poner tu cuerpo frente a las balas destinadas a tus chicos o
chicas, pero cada día él o ella necesitan tu tiempo.
Al ofrendar tiempo ofrendamos vida, al regalar vida brinda-
mos amor. Si amamos a nuestros preadolescentes entonces
nuestra mayor ofrenda de amor es tiempo de calidad. Tiem-
po en reuniones y encuentros en ese refugio que sabremos
construir. Tiempo de diálogo en la construcción de una
sociedad estratégica con sus padres. Tiempo que los lleve al
encuentro con Jesús por medio del discipulado. Tiempo de
cuidado que los libere del desamparo y los haga sentir va-
liosos para no caer en manos de seres perversos. Tiempo que
les regale una sólida comunicación, en un vínculo positivo,
que los acompañe por el proceso de aprendizaje saludable.
Tiempo para estar, oír, abrazar, sonreír, halagar, felicitar,
vendar, curar. Tiempo para ganarse el derecho a la saluda-
ble instrucción, para la guía amorosa, para prevenir, para
advertir. No hay verdadera conexión sino hay una ofrenda
deliberada y consistente de tiempo de calidad. Los chicos y
chicas necesitan jóvenes y adultos que les dediquen tiempo
y como el tiempo no es mucho, necesitamos muchos jóve-
nes y muchos adultos, más obreros y más obreras.

178
«Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es
mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de
la mies, que envíe obreros a su mies». Mateo 9:37-38
(RVR1960).
Oremos para que cada preadolescente tenga alguien a su
lado para ofrecerle el tiempo valioso, esa vida, que nece-
sita recibir. Pregúntale a tu Señor: ¿A quién quieres que le
ofrende mi tiempo? Estoy aquí, muéstrame a qué relación
especial me envías para regalar tu compasión que hace
vendajes curativos y brinda la instrucción que previene de
nuevas heridas.
Abre tu mente, tu corazón, tu alma; dispone tus fuerzas en
ofrenda a tu Señor. Entrega todo tu ser en sacrificio vivo.
Esta nueva generación te observa, te espera, te necesita.
Ellos requieren tu amor, necesitan tu vida, esperan tu tiem-
po. Nada más, ni nada menos. Siempre estás así de cerca de
hacer una diferencia significativa.

179
BIBLIOGRAFÍA:
• Andy Stanley. Visioingenieria. Editorial Unilit.
• Bill Hybels. La revolución de los voluntarios. Editorial
Vida.
• Christopher Shaw. Alza tus ojos. Desarrollo Cristiano
Internacional.
• Daniel González. Principios para el éxito. Editorial
Certeza Argentina.
• David Dobbs. Cerebros adolescentes: la neurociencia
de la rebeldía. National Geographic, Octubre 2011.
• Dr. Gabriel Flores Ciani. Neurociencias y liderazgo
según Dios. Editorial Publicaciones Alianza.
• Dr. Gary Smalley. ADN de las relaciones. Editorial
Tyndale.
• Dr. Henry Cloud. Cambios que sanan. Editorial Vida.
• Estalinslao Bachrach. En cambio. Editorial
Sudamericana.
• Félix Ortiz y Keith Webb. El modelo coach. Editorial
Vida.
• Félix Ortiz. Cada joven necesita un mentor. e625.com.
• Félix Ortiz. Liderazgo personal: nueve herramientas
prácticas para alcanzar tu potencial. Editorial Aragón
Books.
• Gabriel Salcedo. Decisiones revolucionarias. Editorial
Mundo Hispano.
• Germán Ortiz. Vamos por más. Certeza Argentina.
• John White. Líderes y siervos: ser líder como Nehe-
mías. Certeza Argentina.
• John White. Padres que sufren por hijos adolescentes.
Editorial Certeza Argentina.
• Lucas Leys. Adolescentes. Cómo trabajar con ellos sin
morir en el intento. Certeza Argentina.
• Lucas Leys. El ministerio juvenil efectivo. Editorial
Vida.
• Mark Oestreicher. ¡Ayúdenme! Soy líder de adoles-
centes de 12 a 15. Editorial Vida.
• Mark Oestreicher. Entiende a tu preadolescente.
e625.com.
• Matías Franco. El poder de una idea. Aljaba
Producciones.
• Wm. Paul Young. La cabaña. Editorial Emecé.
• Programa de televisión Vamos por Más – Emisión 3,
temporada 8: Cómo mejorar tu servicio entre jóvenes
y adolescentes – Entrevista a Lucas Leys. https://www.
youtube.com/watch?v=__w8TP1Oa40&t=42s
• Programa de televisión Vamos por Más – Emisión 4,
temporada 8: Necesidades de los jóvenes en la pos-
modernidad – Entrevista a Félix Ortiz. https://www.
youtube.com/watch?v=rH8t3LETWh4&t=908s
Germán Ortíz es fundador de L.A.GRAM. Autor de libros
para adolescentes y jóvenes, como «Acceso Directo», «El
Amor de mi Vida», «Alto Voltaje» y «Vamos por Más». Es
Psicólogo social. Desde muy temprana edad está dedi-
cado a la pastoral juvenil y actualmente es pastor en la
iglesia Buenas Nuevas en Buenos Aires. Es un reconocido
orador internacional.

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