Aportaciones Filosoficas de Agustin de H PDF
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DE AGUSTÍN DE HIPONA
Padre y Doctor de la Iglesia
Introducción
En general, a excepción de San Agustín, la filosofía no es tan apreciable en los
Padres latinos como en los griegos, hecho que deriva de la formación recibida en las
escuelas latinas, de las que había desaparecido la filosofía. La patrística es el
pensamiento cristiano elaborado por los padres de la Iglesia desde los inicios de la
era cristiana hasta los siglos VII y VIII. Estos pensadores establecieron la base
doctrinal del cristianismo y lo defendieron de las acusaciones de herejías que recibía
de la cultura pagana. Se apoyan en la Biblia y en la filosofía neoplatónica de corte
estoico, compatible con los dogmas y las verdades de fe del cristianismo.
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Una interesante descripción de la vida de San Agustín puede hallarse en el libro de Carlo Cremona: Agustín de
Hipona (Véase apartado bibliografía) −aunque la mejor fuente para su biografía sigue siendo el libro Confesiones.
Esta biografía presenta a Agustín de Hipona en su sufrimiento por encontrar la verdad; muestra, a través de su
periplo vital, su talante abierto y profundo, dialogante, culto y cercano. El autor ha recurrido no sólo a las
Confesiones, de las que saca toda la intimidad de San Agustín; también ha utilizado la obra completa, las ideas,
los gestos, palabras, anécdotas que ilustran y hacen más cercana su persona. Es una biografía que desarrolla casi
como un relato los sucesivos momentos del santo, desembarazándola de todo aparato crítico y de cualquier asomo
de erudición. Se lee como una novela. Carlo Cremona es un sacerdote muy conocido entre el público italiano por
sus comentarios en televisión y radio. Escribe con un estilo muy directo y ameno.
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Hortensio (Hortensius, escr. 45/46 a. C.), de la que sólo quedan testimonios en fragmentos de Nonio y Agustín.
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San Agustín rebatió la tesis de Cicerón de que bastaba la investigación de la verdad, aun sin alcanzarla, para
lograr la felicidad. Dando por sentado que todo hombre aspira a la felicidad, el santo de Hipona defiende que ésta
se alcanza viviendo conforme a la razón. De modo que, siendo ésta el órgano de la verdad, no tendría sentido
vivir conforme a la razón si ésta renunciase al objeto de su actividad: el conocimiento de la verdad. (Ferrer &
Roman, 2010)
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Contexto histórico
San Agustín vivió en tiempos de la decadencia del Imperio Romano, aunque
envuelto por la viva tradición de la cultura intelectual de Roma. Presenció el saqueo
de Roma por Alarico, aunque esto no implicara que el final del gran Imperio
estuviese cercano. Aunque se consideró romano en el mismo grado que cristiano y
perteneciendo todavía a la cultura antigua, representó a la cristiana y forjó una nueva
cultura, adoptando, en parte, el legado de la antigua. En su producción escrita se
cruzaron dos épocas, dos filosofías y dos estéticas; asumió los principios estéticos de
los antiguos, pero los transformó y los transmitió a la Edad Media, de este modo, su
obra significa un punto crucial en la historia de la estética, un punto de convergencia
entre corrientes antiguas y medievales. (Tatarkiewicz, 1990, p. 51)
Aunque a mediados del s. IV, el Imperio Romano alcanzó su apogeo, llegando
sus dominios hasta prácticamente 5000 km de Roma, a comienzos del s.V,
comenzarán las incursiones de los "bárbaros del Norte": godos, hunos y vándalos;
hecho que finalmente culminaría en la "caída de Roma", el año 410, cuando Alarico
tomó la ciudad. El vasto imperio debilitado mantiene sus funciones, mientras los
emperadores de Oriente y Occidente gobiernan desde Constantinopla y Rávena. La
caída de Roma propició que San Agustín escribiera La ciudad de Dios, una de las
mejores obras de la literatura cristiana.
El año año 380 d.C. Teodosio, el último emperador, hizo del cristianismo la
religión oficial,que cada cobra mayor relevancia y se acentúa como soporte moral e
ideológico para la reconstrucción del Imperio de Occidente. En el plano cultural, se
da una fusión entre el helenismo de Platón y el cristianismo, surgiendo de este modo
la filosofía cristiana, principalmente debido a los filósofos recién convertidos al
cristianismo que defendían el cristianismo (Apologética). Por otra parte, los padres
de la Iglesia, es decir, aquellos que comenzaron a vigorizarla con un carácter más
pedagógico y conciliador (Patrística). Paralelamente, surgieron durante este periodo
las primeras herejías, como el arrianismo, que defendía que el Hijo de Dios no era
igual al Padre, sino una criatura inferior. Por otra parte, el nestorismo, que negaba la
divinidad de Jesucristo, al ser engendrado por una mujer. El pelagianismo defendió
que el pecado original no era tal y por tanto, la redención de Cristo no habría sido
necesaria. Finalmente, el maniqueísmo promulgaba que todo se debía a dos
principios fundamentales: el bien y el mal.
La corriente filosófica surgida en la época era el Neoplatonismo, a través de
Plotino, que percibió las similitudes entre Platón y el cristianismo, puesto que ambos
defendían la inmortalidad del alma y simbolizaban al cuerpo como prisión del alma.
También afirmarían la existencia de dos mundos: uno perfecto y el otro perecedero.
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el uso incorrecto del don de la libertad que posee el ser humano.En tercer lugar, se
plantea la cuestión de conciliar la eternidad de Dios con el hecho de que las cosas
creadas por él no sean eternas sino temporales. San Agustín de Hipona soluciona el
problema afirmando que Dios está fuera del tiempo y que, al crear el mundo, creó
también el tiempo. Sin su creación, el tiempo no habría existido nunca.
La filosofía de la historia
En su obra La ciudad de Dios, San Agustín de Hipona realizó un estudio
filosófico-teológico de la historia. Redactó esta obra en defensa del cristianismo que,
tras el saqueo de Roma por los bárbaros de Alarico en el año 410 d. C., había sido
acusado de la decadencia del Imperio Romano. Divide esta obra en dos partes: La
primera la dedica a rechazar las acusaciones de los romanos hacia los cristianos y la
segunda la dedica a presentar la redención de Cristo como el momento clave de toda
la historia de la humanidad. Según su planteamiento la historia universal consta de
dos grandes épocas: desde la aparición del ser humano hasta el advenimiento de
Cristo y desde Cristo hasta el fin de los tiempos, en el que se cumplirá la redención y
salvación del ser humano. Todos los acontecimientos históricos los guía la
providencia divina y desde el principio del mundo están en lucha dos ciudades: La
ciudad celeste de Dios o Jerusalén celeste, ciudad de los justos y la ciudad terrestre
de Babilonia, ciudad de los pecadores y de los reprobados por Dios.
«Dos amores fundaron dos ciudades. El amor propio hasta el desprecio de Dios
fundó la ciudad terrena. Y el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo fundó la ciudad
celestial. La primera se gloria en sí misma, y la segunda en Dios. Porque aquella busca la
gloria de los hombres, y esta tiene por máxima gloria a Dios, testigo de su conciencia.»4
Una ciudad se origina por el amor y la otra por el desprecio a Dios. Estas dos
ciudades subsisten mezcladas en el mundo, pero resulta fácil identificar la ciudad
celeste con la Iglesia y la ciudad terrestre con el Imperio Romano. La tesis de
Agustín de Hipona es que Roma se derrumbaba no por culpa de los cristianos, sino
por la mezquindad y los excesos del paganismo. Concluye que, al final de los
tiempos, habrá una separación entre ambas ciudades, con el triunfo definitivo de la
ciudad de Dios. La ciudad de Dios es la primera obra de la filosofía occidental que
trata el problema de la historia desde una concepción rectilínea del tiempo. Junto a
estas cuestiones teológicas, San Agustín de Hipona fue el primero en comparar el
tiempo histórico con una flecha que avanzaba hacia adelante, como una sucesión de
hechos irreversibles e irrepetibles. Esta idea no se encuentra en el mundo griego, que
poseía una concepción cíclica del tiempo, posiblemente por la difusión de las
religiones fundadas en los misterios, que creían en la metempsicosis o reencarnación
cíclica del alma, y también por la observación de la regularidad de las estaciones, de
los ciclos de la naturaleza, donde todo se repite cada año.
La concepción rectilínea del tiempo procedía de la cultura hebrea y de allí pasó
al cristianismo. Se funda en la idea de un sentido único del tiempo que ha de
realizarse en la historia. El filósofo que elaboró de una forma teórica esta nueva
concepción del tiempo histórico fue San Agustín de Hipona y con ello implantó la
noción de progreso en la historia, donde cada etapa desarrolla una serie de sucesos
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Agustín de Hipona: La ciudad de Dios, XIV, 28, Madrid, BAC, 2002.
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Repercusión de su pensamiento
«El pensamiento patrístico, especialmente el de san Agustín, influyó profundamente
no sólo durante los primeros tiempos medievales, no sólo en pensadores tan eminentes
como San Anselmo y San Buenaventura, sino incluso en el propio Santo Tomás de
Aquino» (Copleston, 2011, p.35)
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Conclusiones
Sin duda, el legado de San Agustín es un claro ejemplo de cómo el hombre
puede cambiar para transformarse y al igual que el propio santo, saber tomar el
camino adecuado rodeándose de aquellos que inspiran por su mensaje e iluminan el
pensamiento. El legado de San Agustín es considerable y no sólo a nivel teológico,
sino a nivel literario y ético. Su vastísima producción escrita es un claro ejemplo de
ello. Es una lástima que a día de hoy no se promueva el interés por el estudio de
personajes como San Agustín, que, aun viviendo en tiempos remotos y de carencias,
supo buscar los medios y la dedicación necesaria para poder crear y dejarnos su
valiosísimo legado.
Su vida también fue ejemplar: se despojó de todo tipo de bienes para dedicarse
en cuerpo y alma a la transmisión del conocimiento y de su legado, San Agustín
murió el 28 de agosto del año 430, cuando la ciudad de Hipona era cercada por
vándalos. Aun así, la vida monástica que junto a sus discípulos extendió por el África
latina estuvo realmente consolidada y con gran fuerza vital resistió durante más de un
siglo la violencia de los vándalos y los agarenos. San Agustín encontró un gran
sucesor: San Fulgencio de Ruspe, que logró mantener viva la congregación hasta el
siglo VI, fecha en que falleció (527). Para culminar, no hay mejor testimonio
Posidio, que escribió la vida de San Agustín y relata:
«Aquellos que lean lo que él [Agustín] ha escrito sobre las cosas divinas pueden
obtener mucho provecho; pero pienso que el provecho habría sido mayor si hubieran
podido oírle y verle predicar en la iglesia, y especialmente aquellos que tuvieron el
privilegio de disfrutar de íntimo trato con él». (Migne, 1993)
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Referencias
Agustín, & García de la Fuente, O. (1986). Las confesiones (Akal Clásica. Clásicos latinos,
1). Torrejón de Ardoz: Akal.
Agustín, Santamarta, S., Fuertes Lanero, M., & Capánaga, V. (2006). La ciudad de
Dios (Bibliotheca "Homolegens", 6). Madrid: Homo Legens.
Agustín. (1983). Obras completas de San Agustín (ed. bilingüe.). (Biblioteca de Autores
Cristianos, 447). Madrid: Editorial Católica.
Copleston, F. C. (2011). Historia de la filosofía. Volumen II, De la escolástica al
empirismo (Ariel filosofía). Barcelona: Ariel.
Cremona, C. (1991). Agustín de Hipona: : la razón y la fe (Forjadores de historia, 19;
Forjadores de historia, 19). Madrid: Rialp.
Ferrer, U. & Román, A.D., (2010). San Agustín de Hipona, en Fernández Labastida, F. &
Mercado, J. A. (editores). Philosophica: Enciclopedia filosófica on-line,
philosophica.info/archivo/2010/voces/agustin/Agustin.html
Fraile, G., & Urdanoz, T. (2006). Historia de la filosofía. II (1o.), El cristianismo y la
filosofía patrística, primera escolástica ([Reimp.]). Madrid: Biblioteca de Autores
Cristianos.
Gómez Pérez, R. (2000). Memoria del futuro. 21 Clásicos para el siglo 21. Madrid: Rialp.
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