Vida y Milagros de Santa Redegunda

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AO, LX, 2010, pp.

289-340

Los milagros de santa Radegunda


y dos apéndices

RESUMEN:
Los milagros de santa Radegunda fueron narrados, esencialmente, por sus
biógrafos Venancio Fortunato y Baudonivia. Otros quince milagros han
sido añadidos en dos manuscritos de los siglos XIII (milagros 1-13) y XV
(14-15). A ellos hay que añadir el milagro conocido como “el milagro de las
avenas”. Todos ellos forman un conjunto en el que cabe destacar, para su
estudio, por un lado, los milagros-castigo de Radegunda en relación con los
de otros santos altomedievales (“Apéndice I”) y la repercusión del tema del
milagro-leyenda de las avenas en la literatura, el arte y el “folclore” de época
posterior.

PALABRAS CLAVE: santa Radegunda, milagros, milagros-castigo, milagros-


leyenda.

ABSTRACT:
Saint Radegunda’s miracles are told, essentially, by her biographers Venancius
Fortunatus and Baudovinia. Fifteen more miracles have been added in two
manuscripts dating from the XIIth century (miracles 1-13) and the XVth
century (miracles 14 and 15). As a legendary complement a mention must be
made of the well known “miracle of the oats”. Within this group of miracles it
is worth studying, on the one hand, Saint Radegunda’s miracles-punishments
in relation with those of other saints from the high Middle Ages (“Appendix
290 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

I”) and, on the other, the impact that the topic of miracle-legend has made in
later literature, art and folklore (“Appendis II”).

KEY WORDS: Saint Radegunda, miracles, miracles-punishments, miracles-


legend.

Los milagros atribuidos a santa Radegunda nos han


llegado, por una parte, y como es obvio, en las tres biografías
de la santa escritas por Venancio Fortunato, a finales del s. VI,
la monja Baudonivia, compañera de claustro de Radegunda,
a comienzos del s. VII y, siguiendo fielmente las huellas de la
biografía de Venancio Fortunato, por Hildeberto de Lavardin
en el siglo XII1. Por otro lado nos ha llegado una colección de
15 milagros de la santa ocurridos durante los siglos XIII y XIV,
recogidos en dos manuscritos, del s. XIII (milagros del 1 al
13) y del XV (milagros 14 y 15), que han sido editados por H.
Bodenstaff2. Por otra parte, una tradición, tardía, ha atribuido
a la santa, como parte integrante de una leyenda multiforme,
el milagro conocido como “milagro de las avenas” (o “milagro
del trigo”), que ha dado origen a un cúmulo ingente de
reinterpretaciones, tanto en prosa como en verso, transmitidas
por tradición oral, en muy diversas regiones y muy distintas
lenguas.

1 La versión al español de las tres biografías, acompañada de introducciones


y múltiples notas, las hemos ofrecido en los números de la Revista Archivum, LVI-
2006, 2007, 313-360; LVII-2007, 2008, 219-266 y LVIII-LIX-2008-2009, 2010, 213-
293. Hagamos notar que dichas biografías, para mayor comodidad, suelen ser
designadas como Vita 1 la de Venancio Fortunato, Vita 2 la de Baudonivia y Vita 3 la
de Hildeberto de Lavardin.
2 «Miracles de sainte Radegonde. XIIIe et XIVe siècle», Analecta Bollandiana,
XXIII, 1904, 433-447.
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Los milagros en Vita 1, 2 y 3


Venancio Fortunato:
1) Referencias de tipo general: cap. 20: “con la ayuda de
Dios brilló con todo tipo de milagros” (y se alude a curación de
pústulas, de febriles escalofríos, así como a reposición de fuerzas
de Hermanas enfermas); cap. 35: “¿quién podría enumerar
las maravillas [está hablando de diversos milagros] llevadas a
cabo por la clemencia misericordiosa de Cristo?”; cap. 39: “pero
acerca de los milagros de la santa baste la brevedad para que la
superabundancia no resulte enojosa, ni se considere cosa de muy
poca monta cuando, a partir de unos pocos milagros, se reconoce
su grandeza”.
2) Referencias particulares: número de referencias: 19. Cap.
11: unos condenados, encadenados en prisión, se ven libres de sus
cadenas y de su cárcel, al rezar por ellos la santa durante el oficio
divino3; 20: a) con una hoja de parra cura una llaga; b) con un cirio,
al encenderlo, un enfermo con escalofríos recupera su salud; c) con

3 Por lo que se refiere al tema de la liberación de prisioneros por intercesión de


los santos, G. Palermo, Vite dei santi Ilario e Radegonda di Poitiers, Roma, Ci?à Editrice,
1989, en una amplia nota (la nº 19, págs. 104-5) pasa revista a diversas actuaciones
de distintos santos que, unas veces milagrosamente (como san Medardo, según
cuenta Gregorio de Tours en Historia Francorum, IV 19, que además fue testigo
ocular del acontecimiento), o san Germán (según cuenta Venancio Fortunato en
su Vita sancti Germani, 30, 89), y otras, intercediendo ante las autoridades, como
Paulino, obispo de Nola en el s. VI (no confundir, por consiguiente, con san Paulino
de Nola, que vivió en 355-431), consiguen la libertad de prisioneros. G. Palermo
hace referencia a san Leonardo di Noblat (496-559), que (lo mismo, por otra parte,
que san Remigio) recibe de Clodoveo la facultad de liberar prisioneros. Franca Ela
Consolino, “Due agiografi per una regina: Radegonda di Turingia fra Fortunato e
Baudonivia”, Studi Storici, 29, 1988, 143-159, en pág. 152, recuerda, apoyándose en F.
Graus, que la liberación de prisioneros (no importa si son inocentes o culpables) es
un tema central en las biografías de los santos merovingios. Nosotros, por nuestra
parte, podríamos alargar la nómina con los nombres de diversos santos Mercedarios
de distintas épocas (san Pedro Nolasco, san Ramón Nonato, San Serapio, etc.), los
hermanos Cirilo y Metodio, san Antonio de Padua, etc. Este, del texto, es el primer
milagro llevado a cabo por Radegunda del que se hace eco V. Fortunato.
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unas frutas exóticas4 y algo dulce y caliente la santa hace que un


enfermo recupere las fuerzas y el apetito; 27: una dama, llamada
“Bella”, recupera la vista al hacer la santa la señal de la cruz sobre
sus ojos5; 28: a) una muchacha, llamada “Fraifledis”, es liberada del
demonio por la santa; b) lo mismo una mujer llamada “Leubila”6;
29: una Hermana, a punto de morir, con febricitantes escalofríos,
es curada tras ser introducida en una bañera de agua caliente y
masajeada en todos sus miembros por la santa7; 30: a) una posesa
es liberada del maligno a través de un conducto escatológico: “(…)
arrojándose al suelo obedeciendo la palabra de la bienaventurada,
he aquí que el que fuera temido se echó a temblar, y como la santa,
pletórica de fe, le hubiera pisado el cuello, salió fuera a través de
una efluxión del vientre8; b) un ratón muere al tratar de morder

4 El texto dice: portans poma peregrina. Nosotros el peregrina se lo hemos aplicado


a poma (lo mismo las versiones italiana y francesa); la versión inglesa se lo aplica a
Radegunda: “would she sally forth like a pilgrim bearing fruit”.
5 Como dejamos dicho en la nota 86 (pág. 254) de nuestro “Venancio Fortunato.
Vida de santa Radegunda”, Archivum, LVII-2007, 2008, 219-266, uno de los milagros
más repetidos, en todas las épocas, es el de la curación de la ceguera y de oftalmías
de diverso tipo. En dicha nota ofrecemos otros pasajes de curaciones de este tipo
en las biografías de la santa, así como los procedentes de la Biblia, especialmente
del Nuevo Testamento. Véase, por otra parte, el comentario que al capítulo 11 de
Baudonivia dedica sobre el tema Paola Santorelli, La “Vita Radegundis” di Baudonivia,
Nápoles, M. D’Auria Editore, 1999, 135-136.
6 En este caso, el procedimiento empleado es bien singular: “la piel de la espalda
le estalló [a Leubila] y salió fuera un gusano, recuperando la salud a la vista de todos,
y, pisando con su pie el gusano mismo, volvió a casa liberada”. Otras curaciones de
endemoniados llevadas a cabo por la santa las encontramos en los capítulos 30 y 33
de esta misma Vita 1 y en el 27 de la Vita 2. En los sinópticos evangélicos abundan
tales curaciones: Mateo, 4, 24; 7, 22; 8, 16; 8, 28-32; 9, 32-33; 12, 22; 15, 22-28; 17, 17;
Marcos, 1, 32-34; 1, 39; 3, 15; 3, 22; 5, 8-13; 7, 26-30; 9, 37; 16, 9; 16, 17; Lucas, 4, 33-35;
4, 41; 8, 2; 8, 27-33; 9, 1; 9, 42; 9, 49; 10, 17; 11, 14; 11, 15; 13, 32.
7 El relato se cierra con una nota que refrenda palmariamente lo sobresaliente
del milagro: “salió del agua tibia curada; la que ni olía el vino, lo aceptó, lo bebió y
se repuso”.
8 Una muy amplia información sobre el procedimiento empleado por la santa y las
consecuencias de su actuación frente al espíritu inmundo, así como actuaciones paralelas de
otros santos, la ofrecimos en la nota 91 de nuestro “Venancio Fortunato...” págs. 255-257.
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el hilo de la labor de Radegunda; 31: un subalterno de la santa,


llamado “Florio”, es salvado en el mar de una furiosa tormenta; 32:
Goda, muchacha seglar y después monja, es curada de una grave
enfermedad, al encender, en nombre de la santa, y tener asido,
un cirio tan alto como su propia estatura; 33: a) la Madre abadesa
amenaza, en broma, a la santa con la excomunión9 si antes de tres
días no consigue que la mujer de un carpintero no se vea libre del
demonio. Al día siguiente, mientras la santa estaba en oración,
el Adversario, en medio de un gran rugido, abandonó el cuerpo
de la desgraciada saliéndole por una oreja; b): la santa consigue
de la abadesa que sea trasplantado ante la celda de Radegunda
un frondoso laurel para que le sirviera de solaz; pero el laurel se
secó. La abadesa, de nuevo en plan de broma, la amenaza con
que se quedará sin comer si no consigue que el árbol reverdezca.
Por intercesión de la santa el laurel reverdeció10; 34: a) una de sus
monjas preferidas cura sus ojos tras colocar sobre ellos unas hojas
de asenjo que la santa solía llevar sobre su pecho para refrescarse;
b) la santa resucita un niño, muerto al nacer (lo mismo que otros
hermanos suyos anteriores), hijo de “Anderedo”, administrador11

9 La excomunión”, en la vida conventual, podía tener diversos grados; entre


ellos, la separación, durante cierto tiempo, de la vida comunitaria, aunque aquí
estamos en un ambiente jocoso (“en plan de broma”, dice el texto de la Vita 1). Véase
la nota 95, págs. 259-260 de nuestro «Venancio Fortunato…»
10 Un milagro similar lo encontramos en la biografía de Juan el Recluso (la
Vita 2, cap. 4, nos recuerda la relación de Radegunda con Juan el Recluso), tal como
nos lo cuenta Gregorio de Tours en su De gloria Confessorum, cap. XXIII (P. L., 71,
847B-848A): uno de los laureles que el santo ermitaño había, en vida, plantado, y
a cuya sombra solía sentarse y descansar, tras su muerte se secó y el guardián del
huerto arrancó el árbol y de su tronco hizo un asiento, pero, arrepintiéndose de
tal acción, excavó un hoyo, introdujo el seco tronco, lo regó e imploró el auxilio
del santo Recluso: ¡maravilla!, al llegar la primavera, el tronco reverdeció. Y dice
Gregorio: “hoy en día pueden verse en él ramas de cinco, seis, o más pies de altura,
que crecen de año en año, contando con la ayuda del Señor”.
11 Es el nombre que hemos dado, en nuestra versión, al término agens del
original. En la nota 97, págs. 260-261 de nuestro «Venancio Fortunato…» ofrecemos
amplia información sobre las diversas interpretaciones que los especialistas han
propuesto para el término en cuestión.
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de la comunidad; 35: una monja, llamada “Animia”, hinchada por


la hidropesía, es curada por la santa tras ser introducida en una
bañera de agua; 37: resurrección de una Hermana, llevada a cabo
por la santa mediante la aplicación de la técnica empleada por
san Martín, según confiesa el propio Venancio Fortunato12; y 38: la
santa, el mismo día de su muerte, cura la garganta de Domoleno,
tribuno del fisco.

Baudonivia
a) Referencias de tipo general; en la Dedicatoria: la monja tiene
intención de completar aquello que Venancio Fortunato no contó
en su biografía de Radegunda, así como “dar a conocer unos
pocos de sus muchos milagros; cap. 10: “el Señor, dispensador
de las virtudes, la hizo más famosa, gracias a sus milagros”;
14: “dondequiera que un enfermo, víctima de cualquier tipo de
enfermedad, la invocara, recuperaba la salud”; 5: “¿quién podría
enumerar cuántos enfermos recuperaron la salud al invocarla?”;
23: Gregorio, obispo de Tours, asistió al entierro de la santa, “y
de todo lo que, presente, contempló con sus [propios] ojos, antes
de enterrarla, así como acerca de sus milagros, dejó constancia en
el libro que compuso acerca de los milagros”13; 25: “¿quién sería
capaz de enumerar cuántos milagros se hicieron allí después
de su muerte, cuántos endemoniados fueron liberados, cuántos

12 La técnica empleada consistió en una intensa manipulación, por parte de


la santa, durante casi siete horas, de todos los miembros de la Hermana difunta.
Es la técnica que en su momento había empleado san Martín con el cadáver de su
catecúmeno, muerto sin bautizar, tal como lo cuenta Sulpicio Severo en su Vita sancti
Martini, VII 2-4, técnica que, en definitiva, es la empleada por el profeta Eliseo en la
resurrección del hijo de la Sunamita (2 Reyes, 4, 32-37). Véase el amplio comentario
al texto de Sulpicio Severo, ofrecido por Jacques Fontaine, Sulpice Sévère. Vie de saint
Martin, París, Les Éditions du Cerf, 1968, T. II, págs. 616-623.
13 Sobre el clima de desolación que Gregorio encontró en el monasterio al
acudir al enterramiento de la santa, nos ha dejado el propio Gregorio un minucioso
relato en su De gloria Confessorum, 106.
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aquejados de fiebre recuperaron su salud?”; 28: “gracias a la


generosidad de Cristo, todos los días, en el nombre del mismo
Señor Jesucristo, se llevan a cabo muchos milagros allí, desde
donde ella se marchó de este mundo”.
b) Casos particulares: número de casos: 12. Cap. 10: Radegunda
hace que un barril de vino (vino que la Hermana Ecónoma
distribuye entre las religiosas) no disminuya su contenido por
más que se saque vino de él14; 11: la santa devuelve la vista a la
noble dama Mammeza; 12: Vinopergia, sirvienta de Radegunda,
osó sentarse en la cátedra de la santa y comenzó a quemársele
la cabeza de tal manera que gritaba ante todo el pueblo,
reconociendo su pecado, y así sufrió su castigo durante tres días
y tres noches. Por fin la santa se apiadó de ella y, ante las súplicas
de todo el pueblo, apagó el ardiente fuego; 15: un varón ilustre,
llamado “León”, estando de viaje, es curado por la santa de una
ceguera circunstancial; 17: la embajada enviada por la santa a
dar las gracias al emperador bizantino por su donación de la

14 De otras santas medievales se cuentan milagros parecidos. Recordemos uno


llevado a cabo por santa Genoveva, AA. SS., Jan. I, Dies 3, IV 19: los carpinteros que
trabajan en la construcción de la basílica, estando en el bosque cogiendo madera, se
quedan sin vino; al enterarse la santa, hace que le lleven la vasija, vacía; se arrodilla,
reza y la vasija se llena de vino; vino que no se consumió mientras los operarios
estuvieron trabajando en la construcción de la basílica. El milagro mediante el cual
una vasija de vino no se vacía, por más que de ella beban cantidad de personas
durante mucho tiempo, forma parte de una serie de milagros que se repiten una y
otra vez en las biografías de santos de época merovingia. Así, por ejemplo, Venancio
Fortunato nos informa de un milagro semejante en la Vita Marcelli, VI 20-21, aunque
el milagro, en este caso, es triple: a) al ofrecer el santo (subdiaconali ministerio) agua
al obispo Prudencio, el agua se convirtió en vino; b) el agua convertida en vino,
depositada en el sagrado cáliz, pudo ser bebida, sin disminuir lo más mínimo, por
todo el pueblo asistente; c) posteriormente, el agua convertida en vino curó muchas
enfermedades. Sobre esta cuestión, véase Danuta Shanzer, “Laughter and humour
in the early medieval Latin West”, en Humour, History and Politics in Late Antiquity
and Early Middle Ages, edited bay Guy Halsall, Cambridge, University Press, 2002,
25-47, en págs. 42 ss., el apartado “Intoxicating beverages”. Véase la amplia nota 205
de nuestro trabajo “Hildeberto de Lavardin y su Vida de Santa Radegunda”, Archivum,
LVIII-LIX, 2008-2009, 213-293, en pág. 290.
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reliquia de la santa cruz, es salvada por la santa, a su regreso, de


un naufragio inminente; 18: la santa ahuyenta milagrosamente,
haciendo la señal de la cruz, a una turba de miles de demonios
con aspecto de cabras; 19: un búho (“ave nocturna odiada por
los hombres”)15, incomodaba con su lúgubre canto a las monjas
del monasterio; ante sus quejas, la santa dio orden a una de las
Hermanas de que hiciera callar al pájaro, y ésta se dirigió al búho
con estas palabras: “en el nombre de nuestros Señor Jesucristo,
la señora Radegunda te ordena que, si no has venido de parte de
Dios, te marches de este lugar y que no oses, de ninguna manera,
cantar aquí”. Y dice Baudonivia: “como si aquellas palabras
hubiesen salido de la boca de Dios, [el pájaro] emprendió el
vuelo y no volvió a aparecer”16; 24: durante el cortejo fúnebre
en el que el cadáver de la santa es llevado a enterrar, un ciego
recobró la vista; cap. 25: al ser enterrada la santa, las mujeres que
estaban presentes portaban todas ellas un cirio que entregaron
a uno de los sirvientes, pero he aquí que surgió una discusión

15 El pasaje, y el tema, de Budonivia, los hemos tratado en nuestro trabajo:


“Consideraciones en torno al búho, nocturna avis quae ab hominibus est ingrata·,
Estudios Himanísticos. Filología, 29, 2007, 223-252.
16 A este respecto es interesante la información que nos ofrece H. Delehaye.
en Les légendes hagiographiques, Bruselas, 1955, 4ª ed. [reimpresión anastática, 1973]:
“Suétone raconte qu’un jour Auguste, encore enfant, imposa silence à des grenouilles
qui coassaient dans la maison de campagne de son grand-père; et l’on dit, ajoute-t-il,
que depuis lors les grenouilles ne coassent plus en cet endroit [Suetonio, Octavius,
XCIV]. Le même fait merveilleux a été mis sur le compte de plus d’un saint: saint Rieul,
saint Antoine de Padoue, saint Bennon de Meissen, saint Georges, évêque de Suelli,
saint Ouen, saint Hervé, saint Jacques de la Marche, sainte Ségnorine, saint Ulphe”
(pág. 33), y en nota 5, aparte de ofrecernos la referencia “Les textes hagiographiques
ont été réunis par Cahier, Caractéristiques`des saints, t. I, p. 274-6”, nos dice que se
podrían citar gran número de leyendas en las que otros animales desempeñan el
mismo papel que las ranas; por ejemplo, santa Tygris hace callar a los gorriones que
perturban sus rezos y que ya no vuelven a aparecer [Acta Sanctorum, Iun., t. V, p. 74,
n. 9]; san Ursino, por la misma razón, privó de voz a los pájaros de Levroux y, al pasar
por allí, san Martín se la devolvió [Acta Sanctrum, nov. T. IV. 103]. Ante la súplica de
san Cesáreo de Arles, los jabalíes, que atraían a demasiados cazadores, abandonan las
cercanías de su monasterio [Acta Sanctorum, aug., t. VI, p. 72, n. 36].
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sobre si los cirios deberían ser depositados en el sepulcro o no,


cuando he aquí que uno de ellos salió volando desde los brazos
del muchacho y vino a colocarse en el sagrado sepulcro, a los pies
de la difunta; 26: el abad Abón se ve libre de un terrible dolor de
muelas al coger con sus dientes el velo que cubría el cadáver de
Radegunda; 27: unas mujeres poseídas por el demonio se ven
libres del maligno gracias a la intercesión de la santa; 28: un velo
colocado sobre su túmulo, tras ser impregnado en agua, hace
desaparecer la fiebre de un enfermo.

Hildeberto de Lavardin
Ofrece 13 milagros; de ellos, 12 son iguales a otros tantos
de V. Fortunato y 1 a otro de Baudonivia (el 10 de la monja).
Por su parte, Baudonivia y Fortunato no coinciden en ningún
milagro, por lo que los narrados por la monja no son registrados
por nadie más que por ella. Por otro lado, dado que de los 19
milagros de Fortunato, 12 aparecen en Hildeberto, quedan 7 que
sólo aparecen en Fortunato: cap. 11, 20 (a, b y c) 34 (a), 37 y 38.

Hildeberto frente a V. Fortunato17:


a) Curaciones: 42 = 27 (mujer que recobra la vista); 43b = 28b
(mujer curada de un gusano en la espalda); 43c = 29 (curación de
monja, febricitante); 48a = 34a (monja que recupera la visión de
un ojo); 49 = 35 (curación de la monja Animia, hidrópica); 50b =
32 (curación de la joven Goda, febricitante).
b) milagros naturales: el 45 de Hildeberto = al 31 de
Fortunato (hombre salvado de un naufragio); 46 = 33 (árbol seco,
reverdecido).
c) milagro-castigo: 50a = 30b (muerte de un ratón atrevido).

17 El relato de Hildeberto es, en todos los casos, una amplificación del relato
de Fortunato.
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d) endemoniados: 43a = 28a (la joven Fraiflidis); 47a = 33a (la


mujer de un carpintero); 47b = 30a (una mujer).

Hildeberto frente a Baudonivia:


El 51 de Hildeberto = 10 (parte final) de Baudonivia (el barril
de vino inagotable). También coinciden ambos en la visión, por
parte de la santa, del joven hermosísimo, que, al final de la vida
de aquélla, le hace saber los premios y galardones que tiene
reservados18.
Resumen: V. Fortunato: 19 milagros; de ellos, 12 iguales a
otros tantos de Hildeberto; 7, de cosecha propia. Baudonivia:
12 milagros; 1 coincide con otro de Hildeberto; 11, de cosecha
propia. Hildeberto: 13 milagros; 1 coincide con Baudonivia y 12
con Fortunato. Total de milagros en los tres biógrafos: 19 + 12 =
31.

Milagros de santa Radegunda entre los siglos XIII y XIV


Se trata, como se ha dicho al comienzo del trabajo, de una
colección de 15 milagros llevados a cabo por Radegunda en esos
dos siglos y recogidos en sendos manuscritos del s. XIII (milagros
del 1 al 13) y del XV (milagros 14 y 15).
Características que en los relatos de estos milagros acompañan
a la actuación salvadora de la santa: se trata de curaciones llevadas
a cabo en la iglesia de Poitiers donde se encuentra el sepulcro de
la santa; los enfermos, desde diversas regiones, prometen ir a
Poitiers y visitar la iglesia donde yace el sagrado sepulcro (hay
casos en los que, sin esperar a llegar a tal destino, los enfermos
se encuentran aliviados o incluso curados de sus dolencias);

18 Cap. 52 = 20 (primera parte) de Baudonivia. Hildeberto, al comienzo de este


capítulo 52 hace referencia al hecho de que sería baldío recordar todas y cada una
de las cosas que el Señor llevó a cabo por su mediación.
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en mucho casos, tras su curación, hacen ofrendas a la santa; en


no pocos prometen volver a visitar el santuario (en algún caso,
una vez al año mientras vivan) y los curados proclaman en
público su curación para conocimiento de los presentes. Todo
ello indica la manifiesta voluntad de ligar indisolublemente la
curación, por mediación de la santa, a la ciudad de Poitiers en
general y al santuario donde reposa la santa en particular, con
la evidente intención de promocionar el culto de Radegunda y
proclamar, propagandísticamente, las excelencias de la ciudad y
del monasterio.
Milagro 1º (ocurrido en el año 1249): una viuda de Châteauroux,
llamada “Pasqueria”, se encuentra totalmente tullida. Va en
peregrinación a Poitiers, al sepulcro de la santa, y vuelve curada.
Milagro 2º: el Jueves después de Pentecostés, del año 1265,
una tal “Petronila”, que tenía las manos paralizadas durante dos
años, se llega al sepulcro de la santa, lo toca, lo besa, y recupera
el movimiento de sus manos.
Milagro 3º: el mismo día que el anterior, la esposa de Pedro
de Leissaco, que sufría, desde hacía mucho tiempo, de una
dolorosísima contractura de sus miembros y articulaciones,
acompañó a la mencionada Petronila en su visita al sepulcro
de la santa y, lo mismo que ella, volvió curada, proclamando a
gritos, llena de alegría, el favor recibido de la santa.
Milagro 4º: Juan Tronelli, en la fiesta de la santa del año 1265,
no observa el descanso debido y el martillo con el que estaba
esculpiendo unas piedras se le quedó pegado a la mano, de tal
manera que ni él ni nadie podía separarlo19. Invoca a la santa, le
hace promesas (entre ellas ir a su tumba y depositar el martillo,
como exvoto, si le libra de él): al instante el martillo se desprendió
de su mano. Y Tronelli cumplió su promesa.

19 Es frecuente, como se verá, entre los milagros-castigo ocurridos por trabajar


en día festivo, el que el apero con el que se trabaja se le quede al infractor pegado a
la(s) mano(s).
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Milagro 5º20: Radulfo, de Lieza, canónigo de Tours, durante


siete años estuvo padeciendo de unas insoportables migrañas;
por fin se encomendó a la santa y prometió visitar la iglesia en la
que estaba enterrada, pero, como no acababa de cumplir con su
promesa, los dolores aumentaron. Reitera su promesa y se pone
en camino, pidiendo a la santa su curación. E inmediatamente se
vio libre de sus dolores. Llega a la iglesia donde yace el sepulcro
de la santa y, en agradecimiento por la curación, hace ofrendas:
paga una lámpara y todo el aceite que en adelante ésta pueda
consumir.
Milagro 6º: aquel mismo año [¿1265?], Felipe el Inglés,
púgil robusto, fue víctima de una prolongada enfermedad que,
afectándole a diversas partes del cuerpo, durante 28 semanas
se vio privado del recto ejercicio de sus miembros. Con toda
confianza se encomendó a la santa, solicitando su ayuda e inició
el viaje a su sepulcro, y ya durante el mismo fue mejorando de sus
dolencias. Ya en la iglesia de la santa, oyó Misa, rezó y, habiendo
recuperado el antiguo vigor de sus músculos, regresó a su patria
lleno de gozo y alabando a Dios.
Milagro 7º: el mismo año (¿1265?) el joven Guillermo, hijo de
una mujer llamada “Marquisia”, desde hacía un año estaba tan
consumido por la enfermedad, que su piel estaba poco menos
que pegada a los huesos. Después de 30 días sin comer ni beber,
dio muestras de que había perdido toda sensibilidad. Se prepara
al joven para las exequias fúnebres. La madre, desesperada,
invoca a Radegunda y promete, si lo salva, llevarlo a Poitiers
y visitar su iglesia, y el hijo vuelve a la vida. A los pocos días,
madre e hijo van a la iglesia de Radegunda. Allí el joven con gran
devoción dio gracias a la santa y le ofreció un cirio, pan, vino y el
sudario con el que había sido envuelto, volviendo a su casa feliz
y curado.

20 No se especifica el año, pero en el milagro 6º se comienza diciendo: eodem


anno. ¿Habrá que entender que se trata de 1265?
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Milagro 8º: no se nos dice el año. Pedro de Iardo sufría de gota


y por espacio de dos años de tal manera le quedaron paralizadas
las piernas que no podía tocar el suelo. Ante la inutilidad de
todos los remedio empleados, invoca la ayuda de Radegunda.
Habla con su mujer y le anuncia que va a ir en peregrinación al
santuario de la santa y que no va a volver de allí hasta que no
recobre la salud. El primer día de su viaje ya caminó una legua.
Al día siguiente llevó a cabo la misma jornada que los otros
peregrinos. Al tercer día, llegó a la iglesia en la que está enterrada
la santa reina. Allí dio gracias a Dios, proclamó su curación y
prometió volver en peregrinación cada año mientras estuviera
con vida.
Milagro 9º: año 1268. Guillermo [hijo de Pedro de Vilaribus],
que durante todo un año, debido a la gota, se encontraba encorvado
sin poderse poner erguido, es llevado por su padre a la iglesia
de la santa; allí se pone en oración y, venerando el sepulcro de
Radegunda, recobró la salud; hizo una ofrenda de cantidad de
cirios y proclamó ante mucha gente el favor recibido.
Milagro 10º: año 1268. Juana de Bellomonte, durante dos años
estuvo padeciendo de una enfermedad del hígado que la tenía
encorvada, sin poderse, también ella, poner erguida. Promete
visitar el sepulcro de la santa; nada más hacer su promesa, se
levanta y, ante el asombro de todo el mundo, se pone en camino
y, entre el jueves y la primera hora del siguiente sábado, llegó
al sepulcro de Radegunda, dando cumplimiento a su promesa;
curó, dio testimonio público del milagro y volvió, sana y salva,
a su casa.
Milagro 11º: año 1268. Gerardo de Piolan, noble y famoso
clérigo, contaba cómo, llegándose a la iglesia de Radegunda, se
había visto libre de una gota que afectaba a todos sus miembros
y lo tenía desesperado.
Milagro 12º: año 1269. Radegunda, de Rupella [La Rochelle],
esposa de Guidón el Bretón, sufre un terrible dolor de artrosis en
un pie. Dice a su marido: “dado que me llamo “Radegunda” y
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nací el día de la fiesta de la santa, y ella acostumbra a librar de tales


dolores a los que la invocan, roguémosle y prometámosle que
iremos en peregrinación a su iglesia en cuanto pueda valerme”.
El marido está de acuerdo. Así lo hacen, y, al ver que la enferma
comienza a sentirse mejor del pie, al día siguiente emprenden
el camino hacia la iglesia de la santa. La enferma comienza la
peregrinación apoyada en unas muletas. Después de tres días,
llegan al santuario y ante los presentes proclama su curación,
lo que le permitió regresar a su casa, sin muletas y sin bastón,
dando gracias a Dios y a la bienaventurada Radegunda.
Milagro 13º: al año siguiente (o sea, en 1270) llegó a la iglesia
de la santa Guillermo Munerio, carpintero, quien, ante el clero y
el pueblo, confiesa que durante siete años venía sufriendo tanto
de una ciática que ni siquiera con dos muletas podía moverse. Se
encomienda a la santa y promete visitar su sepulcro. Reza a la
santa y, terminada su oración, abundante pus salió de su pierna
y se vio aliviado. Se puso en camino apoyado en un bastón que,
en cuanto entró en el santuario arrojó al suelo al verse totalmente
curado. Dio gracias a Dios, contó a todo el mundo el milagro
y regresó a su casa, dejando en la iglesia su bastón como un
exvoto21.
Milagro 14º22: año 1303. El Magister Iacobus de Cruce [= Jacques
de la Croix], canónigo y beneficiario del Capítulo de Saint-Seurin
de Burdeos, perdió la sensibilidad de la parte derecha de su
cuerpo. Acudió a la Virgen María y a Radegunda, de la que era
muy devoto. Hizo promesas y se frotó con avena los miembros

21 El manuscrito A (el del s. XIII), seguido por el editor H. Bodenstaff, termina


aquí. Los milagros 14 y 15 sólo aparecen en el manuscrito B (del s. XV), así como
el milagro de la avena, del que se hablará seguidamente, que Bodenstaff no ofrece
porque ya fue editado por Beaugendre y reproducido en la Patrologia Latina.
22 Este tal vez sea el único milagro en cuyo relato no se nos dice que el enfermo
se desplazara a la iglesia de la santa, aunque las ofrendas que él ofrece las coloca en
un altar próximo dedicado a Radegunda.
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 303

que estaban enfermos, según la costumbre, e inmediatamente


curó23.
Milagro 15º (milagro triple: curación, milagro-castigo y
milagro seguido de curación). Años 1306 y 1307: Aymerico
Marini, lo mismo que Jacques de la Croix, del milagro anterior,
estaba aquejado por un hemiplejia, por la que una parte de su
cuerpo estaba aquejada de la enfermedad de santa Radegunda24,
es decir, que no podía sentir los miembros de aquella parte de
su cuerpo. Acude al sepulcro de la santa y le pide su curación.
Aymerico queda curado, pero, he aquí que, como dice el relato,

23 A propósito de la avena depositada sobre los miembros enfermos, el editor


pone una nota en la que dice que el autor anónimo de la Vie de saincte Redegunde (1621)
[véase en www.archive.org], pág. 81, asegura que “en plusieurs lieux, ceux qui veulent
obtenir santé par les prières de saincte Radegonde ou rendre leurs voeus en action de
grâces pour quelque bénéfice receu, portent de petits sachets d’avoine qu’ils a?achent
à l’église dédiée à la sainte”. Es más, recuerda que el P. Dumonteil cuenta cómo, en
1613, un obrero de Rouergue, aquejado de una gran parálisis en su brazo derecho, se
encomendó a santa Radegunda y marchó en peregrinación a la iglesia de su nombre
en Rodez. Allí, “à la fin de la messe il présenta à l’offrande une manche [de chemise]
pleine d’avoine avec ses chandelles, et adora les sacrées reliques de la saincte, comme
tous les autres pèlerins. Et incontinent ô mirâcle! Il recogneut que son bras estoit
parfaitement guéry” (Hist .de la vie incomparable de saincte Radegonde, p. 659).
24 El editor, en nota al pasaje, interpreta que la expresión “enfermedad de
santa Radegunda” del texto hay que considerarla como que la curación de la
misma está directamente atribuida a nuestra santa, al igual que se dice “mal de
san Antonio” para referirse a la erisipela, el “mal de san Ladre” a la lepra, el “mal
de san Mathelin” a la locura, etc., remitiendo a Godefroy, Dict. de l’ancienne langue
française, s. v. “maladie”. Debemos observar, no obstante, que, según información
obtenida a través de Internet, al pasar revista a las peculiaridades de Le Meix-Saint-
Epoing (Departamento del Marne”), se menciona “la Fontaine Sainte Radegonde
dont l’eau avait le pouvoir de soigner le mal de reins”, y en Fontaines de France,
“Histoire de la Fontaine aux Moines”, al final se nos dice: “sur un terrain comunal il
existe une autre Fontaine dite ‘Sainte Radegonde’, dont les eaux ont la propriété de
guérir le mal de Sainte Radegonde: l’eczema”. A lo que tendríamos que añadir que,
si tuviéramos que expresar un juicio acerca del tema, sobre la base de los milagros
que aquí hemos venido examinando, tendríamos que confesar que el “mal de santa
Radegunda” sería la artrosis y el anquilosamiento de las articulaciones, toda vez
que este tipo de enfermedad lo encontramos en 10 casos (milagros 1, 2, 3, 6, 8, 9, 10,
11, 12, 13) entre los 13 primeros (los ocurridos en el s. XIII).
304 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

no reveló el milagro a los señores y servidores de la santa iglesia.


Como castigo a su negligencia, Aymerico, al año siguiente (1307),
fue víctima de una hinchazón de su garganta, de su lengua, de
su cuello, hasta el punto de que perdió casi completamente su
capacidad de hablar. Acudió a Dios, a santa Radegunda y a san
Blas y les encomendó su cuerpo y su alma. Montó a caballo y se
dirigió al santo sepulcro de Radegunda; allí recuperó la salud
de los mencionados miembros y cumplió con lo que había
prometido. El Sábado, de mañana, el clero y el pueblo entonaron
himnos y cánticos.

***
APÉNDICE I: LOS MILAGROS-CASTIGO EN LA
HAGIOGRAFÍA ALTOMEDIEVAL
Como hemos visto, en las dos biografías primitivas de santa
Radegunda (Vita 1 y Vita 2) se nos ofrece un caso, en cada una de
ellas, de milagro-castigo que son tan peculiares que no volvemos
a encontrar una tipología semejante en las biografías de todas las
santas de época alto-medieval (y, a nuestro entender, en toda la
hagiografía medieval). En efecto, en el primer caso, Vita 1 3025,
se trata del castigo (nada menos que de muerte) infligido a un
pobre ratón que pretendió morder un ovillo con el que estaba
trabajando la santa. Y que el castigo era considerado como justo y
a mayor gloria de Dios lo deja entrever el propio biógrafo cuando
introduce el relato con estas palabras: “también en las cosas más
pequeñas reside la gloria del creador”. Peculiar es, igualmente,
el caso recordado por Baudonivia26: una sirvienta, llamada
“Vinopergia”, como queda dicho, por haber osado sentarse en la
cátedra de la santa, ya difunta, “golpeada por el juicio de Dios”,
fue presa de un incendio en su cabeza, incendio que le duró tres

25 Recogido en Vita 3, 50.


26 Vita 2, 12.
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días y tres noches. Todo el mundo estaba asombrado ante el


prodigio y el castigo.
La singularidad de tales milagros-castigo reside en la
severidad extrema del castigo por culpas tan livianas cometidas
contra la propia persona de la santa. Severidad tanto más notable
cuanto mayor era la caridad, la comprensión y la benevolencia de
las que hizo gala la santa durante toda su vida. Hay que esperar
a los milagros de Radegunda llevados a cabo durante los siglos
XIII y XIV para encontrar milagros-castigo (el nº 4, el 5 y el 15),
infligidos a Iohannes Tronelli, Radulfo de Lieza y Aymerico, en la
línea de los milagros-castigo que encontramos en otros santos.
Es una voz común la que califica a las religiones monoteístas
(especialmente, Cristianismo, Judaísmo, e Islamismo) de
esencialmente violentas27, frente a las politeístas, acomodaticias
y permisivas: no hay más que hojear los tres libros sobre los que
están basadas tales religiones: la Biblia, en sus dos vertientes: el
Nuevo y Viejo Testamento, y el Corán. Pero es que, además, no
se trata de una violencia circunstancial, sino estructural; es una
violencia enraizada en la misma esencia de tales religiones y ello
porque el monoteísmo es radical, intransigente, exclusivista, que
no se mantiene en pie si no acaba con el contrario.
Por lo que respecta a la Biblia, en el Antiguo Testamento, en
especial, el castigo (y, muchas veces, el milagro-castigo) aparece
como una constante ineludible28. Tampoco en el Nuevo falta algún

27 Véase Michel Dousse, Dieu en guerre. La violence au coeur des trois monothéismes,
París, Albin Michel, 2002.
28 Por tratarse de castigos infligidos por no guardar el descanso del sábado,
comparables a tantos milagros-castigo que encontramos en las biografías de
nuestros santos, véanse un par de ejemplos del Antiguo Testamento (los textos
bíblicos pertenecen a la versión de Luis Aonso Schökel): Éxodo, 35, 2: “esto es lo
que el Señor les mandó hacer [habla Moisés al pueblo]: durante seis días harán sus
tareas, pero el séptimo es el día de descanso solemne, dedicado al Señor. El que
trabaje en él será castigado con la muerte”. Números, 15, 32-36: “estando los israelitas
en el desierto, sorprendieron a un hombre recogiendo leña en sábado. Se lo llevaron
306 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

ejemplo de patente crueldad29, como los volveremos a encontrar


en toda la hagiografía de época medieval. Es como si los santos,
unas veces, ante la falta de justicia en la sociedad y el desamparo
en que se ven las personas más humildes y necesitadas, se vieran
impelidos a restablecer la justicia por su cuenta y, otras muchas,
cuando la Iglesia o el monasterio ligado a la persona del santo
se ven privados de sus derechos, posesiones o pertenencias por
los grandes señores y personajes áulicos, el santo interviene en
defensa del monasterio y de la Iglesia, y nunca su intervención se
manifiesta de manera más ejemplar que cuando aplica, por medio
del milagro, un castigo, por lo general, severo y definitivo30.

a Moisés, Aarón y a toda la comunidad. Lo arrestaron mientras se decidía lo que


había que hacer con él. El Señor dijo a Moisés: ‘ese hombre debe ser castigado con la
muerte. Que toda la comunidad lo apedree fuera del campamento’. La comunidad
lo sacó fuera del campamento y lo apedrearon hasta matarlo, como el Señor había
mandado a Moisés”.
29 Hechos, 5: “un tal Ananías, de acuerdo con su mujer Safira, vendió una
posesión, se quedó con parte del dinero, llevó lo restante y lo puso a disposición
de los apóstoles. Pedro le dijo: ‘Ananías, ¿por qué dejaste que Satanás se adueñara
de ti y mentiste al Espíritu Santo quedándote con parte del precio del campo? ¿No
podías conservarlo? O, si lo vendías, ¿no podías quedarte con el precio? ¿Qué te
movió a proceder así? No has mentido a los hombres, sino a Dios’. Al oír estas
palabras, Ananías cayó muerto y los que lo oyeron se atemorizaron. Fueron unos
muchachos, lo cubrieron y lo llevaron a enterrar. Unas tres horas más tarde llegó
su esposa sin saber lo sucedido. Pedro le dirigió la palabra: ‘dime, ¿vendieron el
campo a este precio?’. ‘Sí’, contestó. Replicó Pedro: ‘¿Por qué se pusieron de acuerdo
para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, los que han enterrado a tu marido
están ya pisando el umbral de la puerta para llevarte a ti también’. Al instante cayó
muerta a sus pies. Entraron los muchachos y la encontraron muerta; la sacaron y la
enterraron junto a su marido. Toda la iglesia y cuantos se enteraron quedaron llenos
de temor”.
30 H. Platelle dedica al tema un apartado (“Miracles de châtiment: aspiration
à la vengeance et tradition biblique”) en su trabajo “La religion populaire entre La
Scarpe et La Lys d’après les miracles de sainte Rictrude de Marchiennes (XIIème
siècle)”, en Alain de Lille, Gautier de Châtillon, Jakemart Giélée et leur temps. Textes
réunis par H. Roussel et F. Suard. Actes du Colloque de Lille, 1978, págs. 365-402, en
págs. 382-4. Por su parte, Edina Bozoky ha dedicado al tema un interesante trabajo:
«Les miracles de châtiment au Hau Moyen Âge et à l’époque féodale», en Violence et
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 307

Veamos cómo se comportan, a este respecto, los santos de


época entorno a Radegunda, tanto mujeres como hombres.
Hay que advertir, previamente, que en muchas ocasiones, el
castigo viene infligido por un mal comportamiento en el que no
ha intervenido para nada el santo, pero es éste el que, por su
mediación, y ante el arrepentimiento del castigado, lo libra del
castigo.

SANTA GENOVEVA (423-502)31


a) Milagros-castigo de la santa en vida:
II 5: Genoveva, niña: la madre le da una bofetada porque,
por obedecer a san Germán, la niña pretende ir a Misa cuando la
madre quiere que permanezca en casa. La madre, por pegar a la
niña, se queda ciega y así permanece dos años. Cura con el agua
que Genoveva trae del pozo.

religion. Eds. P. Cazier et J. M. Delmaire, Université Charles-de-Gaulle, Lille 3, 1998,


págs. 151-168. De la abundancia de milagros-castigo, por ejemplo, en la hagiografía
de época merovingia, es claro testimonio el ofrecido por E. Bozoki (págs. 153-4),
basado en los datos recogidos por Van Uytfanghe, según el cual, de los 850 milagros
de los que se hace eco en sus obras Gregorio de Tours, 400 se refieren a curaciones
y 100 son milagros punitivos.
31 El texto de la “Vida” que ofrecen los AA. SS. parece ser que es la versión
más antigua que conocemos. Bruno Krusch, en los M. G. H., S. R. M., 3, 204-238,
ofreció una versión más tardía. Este editor estaba convencido de que la Vita era una
falsificación y no habría sido escrita, como pretende el autor de la misma, en el 520,
es decir 18 años tras la muerte de la santa. Krusch presentó minuciosamente su tesis
en su trabajo “Die Falschung der Vita Genovefae”, Neues Archiv, T. XVIII, Fasc. 1 y en
la propia introducción a su edición en los Monumenta. En ambas ocasiones Krusch
acumula los argumentos para demostrar que el autor de la Vita es un falsario que
escribiría la biografía de la santa no 18 años después de su muerte, como él asegura
(cap. 53: post ter senos namque ab obitu eius annus, quo ad discribendam eius vitam appuli
animum), sino mucho más tarde, a finales del s. VIII, y así califica a tal autor de homo
mendax (pág. 204, en los Monumenta) y, su obra, de nullius auctoritatis. Ahora bien,
la tesis de Krusch ya había sido propuesta anteriormente, en el s. XVIII, por un
protestante sueco: De sancta Genoveva, Witenberg, 1723, según testimonia H. Lesétre,
en su “Preface” a Sainte Geneviève, París, 1901 (colección Les saints…), que se puede
308 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

V 23: una mujer le robó a Genoveva los zapatos. Cuando aquélla


llegó a su casa, perdió la vista y quedó ciega. La santa la cura.
VII 33: una mujer, llevada de la curiosidad, intentó saber qué
hacía la santa durante su reclusión (desde la Epifanía hasta el
Jueves Santo). Perdió la vista. La santa la curó.
VII 36: un hombre, por haber estado trabajando en Domingo,
quedó ciego. La santa le devolvió la vista haciendo sobre sus ojos
la señal de la cruz.
VIII 43: un señor, ante la súplica de la santa no quiso perdonar a
su esclavo. Cuando aquél llegó a su casa, le invadió una fortísima
fiebre y no podía respirar. Al día siguiente acude a Genoveva,
pide perdón y es curado.
XI 54: a un tal “Gotho”, por trabajar en Domingo, le quedaron
las manos paralizadas. La santa lo cura.

b) Milagros-castigo de la santa después de muerta:


Milagro 7, pág. 148: el día en que se celebraba la festividad
del nacimiento de la Virgen (María), una mujer cogió la lana y se
disponía a tejer y, a pesar de las recomendaciones de una vecina,
ella siguió con su trabajo, diciendo: “¿no fue María también
mujer y llevó a cabo trabajos serviles?”, e inmediatamente se
le quedaron clavadas a las manos las agujas y así las tuvo, sin

leer, digitalizada, en www.archive.org. Karl Albrech Bernoulli, en Die Heiligen der


Merovinger, Tubinga 1890 (otra edición, en 1900) –se puede leer, digitalizada, en la
dirección electrónica www. archive.org- fue más lejos (págs. 190-196): santa Genoveva
ni habría existido: la realidad histórica de Genoveva habría venido a sincretizarse
con leyendas antiguas de diosas galas protectoras de las mieses y los ríos. Ahora
bien, no faltan los autores que, como M. Kobler, por ejemplo (“La Vie de sante
Geneviève est-elle apocryphe?”, Revue Historique, 1898, 282-320), han refutado los
argumentos de Krusch, y así parece que la opinión de la crítica moderna se inclina
hoy en día, como hacen Jo Ann McNamara, John E. Halborg y E. Gordon Whatley,
Sainted Women of the Dark Ages, Durham and London, Duke University Press, 1992,
pág. 17, por admitir la autenticidad de la “Vida”, con interpolaciones posteriores.
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 309

podérselas desprender, hasta que, en visita a la iglesia de la


santa, se vio libre de ellas.
Milagro 9, ibid.: Ratomo, policía a las órdenes del alcalde
de la ciudad, persigue a un ladrón que se ha escapado de la
cárcel. Viéndose ya a punto de ser detenido, y estando cerca
del monasterio de la santa, el fugado invoca a Genoveva. El
policía se mofaba por un lado del huido y, por otro, de la santa,
asegurando que ésta no tenía poder para evitar que el ladrón
fuera capturado. Al momento el blasfemo sufrió en sus propias
carnes el poder de la santa y cayó muerto.
Milagro 11, pág 149: el abad Herberto, con el fin de tener
una reliquia de la santa, aprovechó una ocasión propicia para
arrancarle un diente al cadáver de Genoveva. Aterrorizado por
diversas visiones y atormentado por dolores intensos, confesó
su pecado, fue curado e hizo que el diente fuera encerrado en
una pequeña urna de cristal guarnecida de oro y lo devolvió al
monasterio de la santa.
Milagro 13: ibid.: una mujer adúltera, por un lado perdió a
su marido de muerte violenta y, por otro, ella perdió el habla.
Acudió a la santa y durante toda una semana permaneció junto
al sepulcro de Genoveva solicitando su curación. El Domingo de
la semana siguiente, al levantarse de su oración, tuvo un vómito
de sangre y recuperó el habla. A la semana siguiente, después de
terminar su acción de gracias, sin quedarse a oír Misa, antes de
abandonar el recinto de la santa, cayó en tierra, con las rodillas
y las piernas paralizadas. Finalmente, llevada de nuevo al lugar
sagrado, recuperó la salud.
Milagro 18, págs. 149-150: un ciudadano Rebarense, al intentar
moler su trigo en su molino, la noche del Domingo, un grano le
saltó a un ojo y le dejó sin vista. Más aún: comenzó a golpearse
el pecho y el vientre y debido a sus golpes tuvo un vómito de
sangre. Durante todo un año estuvo buscando remedio a su mal
y por fin acudió a la santa, al tiempo que los Hermanos rezaban
por él. Así recuperó la salud.
310 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

SANTA MONEGUNDA ( m. 57032)33


Monegunda, al lado de su celda, tenía un pequeño jardín.
Cierto día, estando paseando entre sus plantas, he aquí que una
vecina, que había extendido el trigo sobre su tejado para que
secara, movida por su mundana curiosidad, se puso a curiosear,
desde la altura, lo que hacía la santa. Inmediatamente quedó
ciega. Dándose cuenta de su culpa, acudió a la santa. Esta se puso
en oración y, concluida ésta, impuso su mano sobre la mujer;
en cuanto le hizo la señal de la cruz, la desgraciada recuperó la
visión.

SANTA RADEGUNDA (h. 520-583)


Los milagros-castigo, ya mencionados, se encuentran, por un
lado, en Vita 1, 30 y Vita 2, 12 y, por otro en, Milagros de santa
Radegunda en los siglos XIII y XIV, números 4, 5 y 15.

SANTA GLODESINDA (578-608)34


Doda, guardiana del altar de Glodesinda, dio a Leudevidis
parte del líquido de la copa del altar y otra parte a su propio
hermano, Angelario, a fin de que tuvieran una reliquia de la santa
en su iglesia. Doda fue milagrosamente castigada, quedando
como loca, sin poderse servir ni de su mente ni de su cuerpo, no
sanando hasta que no recuperó el líquido y lo puso, con la copa,
sobre el altar de la santa.

32 Es la fecha que suelen ofrecer las biografías, aunque en algún caso aparece
la fecha de 557.
33 En Gregorius Turonensis, Vitae Patrum, Pat. Lat., 71, col. 01088D-01089A, c.
XIX: “De Monegunde” (= Acta Sanctorum, Iul. I, Dies 2, pág 314, 4).
34 Acta Sanctorum, 25 Julio, 198-224, c. V, 41-42.
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SANTA RUSTÍCOLA (m. 632)


C. 10: un tal “Andoaldo”, deseando complacer a su príncipe,
con la espada desenvainada pretendió atacar a la santa, pero el
Señor hizo caer el arma de las manos del malvado. Poco tiempo
después éste quedó paralítico de manos y pies, y exclamaba:
“¡Desgraciado de mí, que osé cometer semejante crimen”. Y así,
como lo merecía, terminó su vida.

SANTA RICTRUDE (612-678)


Encontramos referencias a milagros-castigo en las siguientes
obras sobre la santa, todas ellas de los AA.SS.: Patrocinium [sanctae
Rictrudis] (escrito, entre 1125-1127, por Galbert [= Gualbertus],
monje del monasterio de Marchiennes), Maii III, Dies 12; Historia
miraculorum sactae Rictrudis, ibid., por un monje del mismo
monasterio, en 2 libros; y Aliud opus de miraculis sanctae Rictrudis,
ibid., obra, ésta también, de Galbert, e, igualmente, en 2 libros35.

Patrocinium:
C. 48, pág. 152D-F, nº 6 de la descripción de H. Platelle:
Ingebrando, es un miles que amenaza con la destrucción a los
clientes y a los sirvientes del monasterio. Llega, arrebatado
por un espíritu loco, a, jactándose, amenazar con presentarse
con 30 compañeros armados en el Capítulo y acabar con los
Hermanos monjes. La razón de su animadversión residía en que
el jefe del molino, un sobrino suyo, exigía algo a lo que no tenía
ningún derecho; por todos los medios reclamaba que se le fuera

35 Sobre Galbert y sus escritos acerca de santa Rictrude, véase H. Platelle, “La
religión populaire …” pág. 369 y nota 16. El autor, en las págs. 392-5 de su trabajo
ofrece un «Annexe» con la lista de todos los milagros de la santa y de sus hijos Jonat
y Eusebia, con un total de 68 milagros (el número 33 hace referencia a un milagro de
Jonat y los números 34-42 a los de Eusebia).
312 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

concedido, pero el humilde Dios hizo frente al sabio: en efecto,


poco después, en una expedición, murió, al haberse atravesado
con su propia lanza.
C. 50-54, págs. 152F-153F, (nº 7 Platelle): Esteban Saliacense,
dio muestras de un profundo odio hacia los monjes Marcenienses,
con un comportamiento inhumano y continuas vejaciones hacia
los colonos del monasterio. Pero en un combate es herido por una
flecha en la cabeza y, a los pocos días, enfermó. Así continuó, con
su mísera vida, durante 8 días. Finalmente, loco como estaba,
saltó de la cama y dio muerte a su mujer, a sus hijos y a sus
sirvientes, y, a los tres días, expiró.

Historia miraculorum s. Rictrudis, de autor anónimo:


Libro I: c. 18, pág. 94B-C, (nº 43 Platelle): un litigante, arremete
contra un pobre adversario y le golpea; pero bien pronto es presa
del demonio: va a dar de beber a su caballo y éste lo derriba,
arrojándolo al pozo; es sacado medio muerto, llevado a casa y
muere a los pocos días. Antes de morir confesó que se veía así
por haberse portado miserablemente con el bienaventurado
Mauronto [hijo de Rictrude] y con la propia santa.
Libro II: c. 8-9, págs. 100D-101A, (nº 47 Platellle): un monje
está al frente de una “villa” de la santa, “villa” llamada “Largier”.
Unos Hermanos se quejaban de que se les quería desheredar de
una parte de la misma. Sus quejas no tenían respuesta, con lo
que se ponen de acuerdo en pegar fuego a la granja de Rictrude,
pensando que recibirían gran consuelo si veían que desaparecía
el sustento del monje. Planean la acción, pero he aquí que el más
anciano de ellos, al despertarse para incorporarse al grupo de los
incendiarios, comprueba que se ha quedado ciego. Aconseja a
sus compañeros que desistan de su proyecto y pide que lo lleven
a la iglesia y al altar de la santa. Allí recobra la vista.
C. 26-28, págs. 104D-105D, (nº 49 Platelle): Amando es el abad
que se encuentra al frente del monasterio cuando uno, entre otros
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depredadores, el más poderoso de todos, no cesa en su violencia


hacia el monasterio. En él la vida se hace insostenible, hasta
el punto de que el abad acude al Conde de Flandes, Carlos, a
pedir favor y ayuda. Éste se la promete y, llegado el opresor a su
presencia, le recrimina su comportamiento y le impone que deje
en paz al monasterio. Éste guarda su rencor en el pecho y espera
que se le presente su oportunidad. Ésta llega cuando muere el
Conde Carlos. Inmediatamente, el miles” pega fuego al molino
del monasterio y vuelve con sus amenazas. El abad y los monjes
se vuelven hacia Rictrude, tras excomulgar solemnemente al
agresor. Al poco tiempo éste es asesinado.
C. 34-35, pág. 106E-F, (nº 50 Platelle): un zapatero trabaja el
día de san Mauronto, y, además, se burla y blasfema del santo
y de su madre Rictrude: “¿quiénes son”, dice, “ Mauronto y su
madre? Son mortales, criados entre riquezas, pero iguales a todos
en cuanto a la naturaleza”; y, al decir tales blasfemias, con el
cuchillo que tenía en una mano, al alzarlo, se cortó la otra mano.
La herida fue tal que nunca más pudo trabajar ni curar, por más
que fue atendido por los médicos, viéndose reducido a la mayor
pobreza, y, lleno de deudas, huyó de la ciudad.
C. 39-41, págs. 107E-108B, nº (42 Platelle): la santa tiene una
“villa”, en el territorio Atrebatense, llamada “Baircio”. Un cierto
soldado mete sus caballos a pastar en los campos de la santa.
Castigo: mueren todos los caballos a causa de la peste: primero
dos, después, tres; al final, el resto.
C. 59, pág. 112C-F, (nº 56 Platelle): un caso parecido: un
soldado mete su caballo a pastar en los campos de la santa. Se le
recrimina su acción. No hace caso. El caballo ya no consintió, en
adelante, que su dueño lo montara nunca jamás.
C. 83-85, págs. 117F-118D, (nº 68 Platelle): sucedió en el
condado Atrebatense, en la “villa” de la santa (“villa” denominada
“Baierium”). La santa tenía numerosas tierras y recibía muchas
rentas. En la época de la siega, y dado que pululaban los ladrones,
los campesinos se turnaban por la noche para vigilar su mies; pero
314 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

un día sucedió que nadie se pudo quedar a vigilar. Tres ladrones,


montados en sus caballos, entraron en el campo y cargaron con
toda la mies que pudieron. Castigo: los ladrones no pudieron
salir del campo: los caballos comenzaron a dar vueltas y vueltas,
sin encontrar la salida36. Al amanecer, y cuando ya creían que
estaban en buen camino, vienen a parar ante la casa del dueño
del campo robado. Reconocen su culpa, van a casa de la santa,
confiesan su pecado a los vicarios, bajan de sus cabalgaduras la
mies robada, se postran ante los pies de los Hermanos y consigue
el perdón.
Aliud opus “De miraculis sanctae Rictrudis”, auctore
Gualberto monacho, AA.SS., Maii III, en 2 libros
Libro I: c. 16-19, págs. 126A-127D, (nº13 Platelle): un
campesino, que sustrae mies perteneciente al monasterio cuando
está acarreándola, ve cómo quedan petrificados los bueyes que
tiran del carro y no hay manera de moverlos.
Libro II37: c. 44, pág. 134A-B, (nº 20 Platelle): después de
observar lo que hemos expuesto en la nota, a saber que los
enemigos de Rictrude pagaron de diversa manera su pecado y su

36 Esto mismo ocurre en otros milagros-castigo.


37 Antes de narrar los milagros-castigo llevados a cabo por la santa, el autor nos
ofrece uno del santo confesor Bavón, que, junto con el santo mártir Livino, acaba de
ser mencionado al final del c. 42 como santos promotores de milagros-castigo. En
el caso de Bavón, un tal “Arnoldo”, de origen noble, se apoderó de unas posesiones
del santo y, por muchas recriminaciones que le fueron dirigidas, persistió en su
nefasta postura. En el aniversario de la dedicación de la basílica no tuvo reparo
en acudir al convento en medio de otros feligreses, e incluso se atrevió, como si
no hubiera cometido ningún acto hostil contra el santo, a introducir en el aula
sagrada, y exhibirla, una medalla [¿del santo?]. Ahora bien, estando contemplando
la imagen del crucificado desde el fondo del templo, cayó cabeza abajo a tierra;
prometió devolver la tierra robada, pero el desgraciado inmediatamente murió.
Por otra parte, en el c. 43, págs. 133F-134A, asistimos a diversos milagros-castigo
referidos en general: Rictrude aplica castigos a los enemigos de la santa Iglesia,
o a aquellos que, bien contra sí misma, bien contra su “familia”, han cometido
injusticias, injurias, engaños, o, por lo menos, lo han intentado: así, tales facinerosos
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 315

confrontación con la santa, pasa el biógrafo a relatar tres casos,


comenzando por el del “procurador” Albrico que, en pago de su
mal comportamiento en asuntos que atañían al monasterio, murió
de una muerte horrible: comido por los piojos, por mucho que se
bañaba en agua hirviendo para verse libre de tan nauseabundos
animales.
C. 44, pág. 134B, (nº 21 Platelle): ahora se trata de Fulberto,
successor indignus de Albrico, a quien sucede en el cargo. Obró
contra toda justicia con la gente, provocando odio contra él.
Abusando de las leyes de los antepasados, sólo se preocupaba
del dinero y no de los juicios. Pero Dios, Juez justo, intervino,
aplicándole el merecido castigo: estando dando vueltas sobre su
caballo, cayó y se rompió el cuello.
C. 45, pág. 134C-E, (nº 22 Platelle): ahora es Dodón, otro
juez inicuo, severo, cruel. Un día en que su actuación como juez
había sido deplorable, montó en su caballo y se dirigió a su casa,
pero la santa no dejó abandonados a sus súbditos. En efecto, un
valiente soldado, un tal “Guntardo”, siguió a Dodón y le llamó,
diciéndole que le llevaba una orden del Mandastense Amalrico.
El soldado le hirió con la espada; Dodón cayó a tierra y, sin tener
que asestarle un segundo golpe, perdió la vida. Todo el mundo se
puso a alabar a Rictrude y ofrecieron un obsequio a Guntardo.
C. 47-50, págs. 134F-135F, (nº 24 Platelle): se cuenta
minuciosamente el castigo de Guillermo Goyense, que sólo se
preocupaba de los asuntos de su madre, y mejor le hubiera ido

han sido víctimas de una inesperada muerte; han visto disminuido su patrimonio;
se han visto reducidos a la pobreza, desprovistos de todo consuelo; otros, actuando
como enemigos de sí mismos, con su propia mano se han dado muerte; otros, en
un repentino conflicto con sus enemigos, unas veces al ambicionar el botín de sus
rivales, otras, al defender sus propios derechos, en el certamen han tenido que dar
la espalda, llevándose consigo numerosas heridas, y de ellos algunos apenas si han
podido levantarse de su lecho; y es que, como termina el texto, jus enim exigebat
ut qui erga Dei famulam audaciori deliquerant praesumptione, sors gravior redundaret in
eorum capita punientis seu vindicantis poenae.
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si con el mismo interés se hubiera ocupado de los asuntos de


santa Rictrude. En sueños o entresueños le pareció oír una voz
que le decía que había unos caballos que estaban devorando su
cosecha. Monta a caballo, toma una lanza y cabalga hacia sus
tierras. Al llegar, arroja su lanza contra uno de ellos, pero ésta
cayó a tierra y quedó clavada, y él, en medio de la carrera de su
propio caballo, se la clavó por la parte que sobresalía del suelo.
En 135F se nos cuenta la muerte del otro hermano, Guidón, de
una caída del caballo.
C. 52-54, pág. 136B-E, (nº 26 Platelle): un tal “Iberto”, granjero
en la “villa” de la bienaventurada Rictrude, decía que, por
herencia de su padre, le correspondía la posesión de la última
paja de la trilla en cualquiera de las posesiones de la santa. Al
tiempo no cesaba de causar molestias a los colonos y se lamentaba
de que el Abad se había comportado con él injustamente. Llevó
a juicio al Abad y se procuró unos testigos perjuros que también
serán castigados. Finalmenme cayó enfermo; un súbito temor
se apoderó de él, sus huesos comenzaron a temblar y la tristeza
y el desánimo se abatieron sobre él. Los amigos le aconsejan
que reconozca su falta, que se arrepienta y lamente su mal
comportamiento para con la santa, así como que devuelva todo
lo que injustamente había usurpado; pero no consiguen nada,
cuando he aquí que el espíritu maligno se apoderó de él, perdió
el sentido de la realidad y era atormentado cruelmente. Su
familia no hacía más que llorar y lamentarse. Antes de morir,
se vio privado de sus sentidos, su razón, su entendimiento, y,
lo que es más grave, del cuerpo y la sangre del Señor. Todos los
presentes estaban de acuerdo en que todo ello era una venganza
del Señor y de la bienaventurada Rictride.
C. 55, pág. 136E-F38: también el testigo perjuro, un tal
“Alvino”, de la “villa” Sandemuntense, se llevó su merecido, por

38 Este caso y el siguiente, el de los perjuros testigos de Iberto, Platelle los


engloba junto con éste en el nº 26, bajo la rúbrica: “châtiment du maire Ibert et ses
complices”.
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haber actuado contra los intereses de la santa. Castigo: su lengua


parecía que estaba entre llamas y no mereció de la santa que le
diera ni la más pequeña gota de agua.
C. 56, pág. 136F: un tercer perjuro: un granjero Goiense.
Pocos días después (del juicio) se encontró en las últimas y
padecía terribles sufrimientos: tenía la cara deformada, con una
monstruosa úlcera. El rostro le quedó completamente desfigurado,
y todo por haber ofendido a Dios y al abad de Rictrude.
C. 57, pág. 137B-D, (nº 27 Platelle): el castigo sigue con otro
miembro de la misma familia. En este caso se trata de Tomás,
de sobrenombre “Bigoto”, yerno de Iberto. Se vio envuelto
en el mismo caso que su suegro y prosiguió apoderándose de
posesiones de la santa; pero ésta no tardó en tomarse venganza
y el joven, en la flor de la edad, se encontró con la muerte, pero
antes de morir se vio privado de sus cinco sentidos.
C. 58, pág. 137D-E, (nº 28 Platelle): un tal “Amelrico”,
ecónomo (o granjero) en la región Marceniense, sirvió infielmente
a Rictrude, y, cuando se le recriminaba su actitud, se ponía a
hablar de nenias (tonterías) y cuentos de viejas, y, cuando se le
decía por qué no se hacía la señal de la cruz, riéndose movía la
cabeza y escupía sobre la imagen de la cruz; pero ni siquiera en
la víspera de su última luz se volvió atrás de su conducta. Y así
murió, como un réprobo.
Cap. 59-60. págs. 137F-138B, (nº 29 Platelle): Godefrido,
padre de Amalrico, monje en el monasterio, tuvo en sus manos
los bienes del monasterio y robó cuantiosos tesoros. Dejando los
hábitos, volvió a la vida seglar y se encaminó por la mala senda.
Al final se convirtió39.

39 Platelle, como se ha dicho, lo menciona con el nº 29 y bajo la rúbrica:


“châtiment d’un convers voleur”, pero yo no veo por ningún lado el castigo; a
no ser que la muerte del mismo, aunque nada se dice en este sentido, haya que
interpretarla como un castigo.
318 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

C. 61, pág. 138C, (nº 30 Platelle): un granjero llamado


“Roberto”, contra toda legalidad está cortando leña, se pinchó
en un dedo y murió.
C. 62-65, págs. 138D-139D, (nº 31 Platelle): un relato amplio,
pesado, interminable40. Personaje castigado: el tirano Hiluino,
Merceniense, dedicado al robo y al pillaje; incluso intenta
apoderarse de una posesión de la santa. El Abad de aquella época,
Ricardo, junto con los Hermanos que estaban bajo su jurisdicción,
le llamaron la atención, pero nada consiguieron: no había nada
que hacer. A la vista de que no podían esperar nada de la justicia
terrenal, pidieron la ayuda de la justicia divina y, con la ayuda,
venganza. Venganza se tomó Rictrude: pasado un año justo, en
el mismo día y casi a la misma hora en que al facineroso se le
había comunicado la excomunión, se apoderó de él un terrible
dolor en el costado derecho, penetrándole en la zona inguinal.
Todo el mundo lo consideró un milagro, poniendo de relieve la
coincidencia exacta de las fechas: la de la excomunición y la de su
ataque mortal, alabando a Dios y a santa Rictrude.

SANTA GERTRUDIS DE NIVELLES (626-659)41


Una religiosa femina, de nombre “Adula”, vino al monasterio
e, intercambiando conversación con una famula Dei, mostró
sus dudas sobre la capacidad de la santa para hacer milagros y
sucedió que un hijo pequeño de Adula vino a caer en una piscina
y se ahogó. Cuando corrió la voz en el monasterio, la monja
que había discutido con Adula sobre la capacidad de la santa
de hacer milagros, dirigiéndose a ésta, dijo: “santa Gertrudis, tú
has sido la ocasión de la muerte de ese niño, porque su madre
afirmaba que no creía en los milagros que Dios hace por tu

40 Así es el estilo de Galbert: discursivo, lento, explayándose en detalles


insignificantes, lo que alarga innecesariamente el relato.
41 Acta Sactorum, 17 de Marzo, cap. IV, 19.
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 319

mediación”, al tiempo que le suplica que devuelva al niño a la


vida. Cogieron al muchacho y lo colocaron junto al sepulcro de
la santa: al momento, de un modo maravilloso, el niño, que antes
estaba muerto, volvió ala vida y se puso de pie.

SANTA AUSTREBERTA (+ 704)42


a) Vita ex Surio [0419E], pág. 422:
III 16: una Hermana no obedeció el mandato de la Madre
Austreberta y, al salir de la iglesia, se vino abajo un muro y la
aplastó, no sólo por lo que respecta a su cabeza, sino en todo su
cuerpo. La monja, maltrecha, fue llevada a la enfermería. Al día
siguiente la visitó la Madre, la ungió con óleo y la monja volvió a
recuperar la integridad perdida.

b) “Auctore anonymo”, ex MSS.


I 3 [0424B-C]: una monja, haciéndose la remolona, se queda
durmiendo, en su cama, mientras las demás Hermanas van
al coro a rezar, y he aquí que en sueños se le aparece la santa,
acompañada de tres Hermanas. Austreberta increpa a la monja su
indolencia, le da un tortazo y, dirigiéndose a las otras Hermanas,
les dice: “cogedla y sacadla fuera”. La monja despertó, se levantó
y, corriendo, marchó a la iglesia, llena de miedo. Pidió perdón
y prometió no volver a hacerlo nunca más, pero del tortazo que
en sueños había recibido le quedó la señal y el dolor del golpe
durante todo un año hasta que, al llegar el día de la fiesta, hecha
una oración, Dios la dejó libre de aquel castigo.
I 4 [0424C-E]: una fámula del monasterio pretende entrar en él
como religiosa. La comunidad, y en especial la Madre Superiora,
se oponen. La muchacha se aferra al sepulcro de la santa, coge el
palio entre sus manos y perjura que sólo la separarán por la fuerza

42 Acta Sanctorum, Feb. II, Dies 10.


320 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

y, si lo hacen, morirá. La Madre ordena sacarla violentamente,


pero aquella misma noche la Madre Superiora es invadida por una
altísima fiebre. Convoca a la comunidad, que sigue oponiéndose
a la petición de la fámula, pero, dicen: “vayamos al sepulcro de
la santa y recemos: si la Madre Superiora cura, se aceptará a la
muchacha en la comunidad”. Así lo hicieron, la Madre Superiora
curó y la chica fue admitida en Religión.
III 21 [0426B-C]: a una mujer le dolían tanto las articulaciones
que no podía andar. Sentada en un asno la llevan a la iglesia de la
santa; recobra la salud, pero he aquí que, comentando el caso con
una vecina, ésta le dijo: “conozco yo una hierba que, colocándola
en el pie, no hay manera de que sufras ninguna molestia”. La
que había sido curada por la santa, a pesar de ello hizo caso a la
vecina y se puso la hierba en el pie. Al instante el pie se le puso
mucho peor que antes de su curación. De nuevo fue llevada a la
iglesia.. Colocada ante el altar de la santa, esta vez no consiguió
la curación inmediatamente, sino que tuvo que seguir sufriendo
la enfermedad durante ocho días hasta que curó.

c) Auctore monacho anonymo: alia miracula:


IV 26 [0427A-B]: un monje se mofa de los milagros que todo
el mundo atribuye a la santa, pero, en cuanto hizo pública su
blasfemia, tanto su garganta como sus fauces fueron víctimas de
un dolor insufrible. Así estuvo durante ocho días. Sintiéndose
ya morir, acudió a la santa y tocó el mármol de su tumba con su
garganta; pidió perdón y curó de su mal.
V 38 [0428B-C]: un hombre tuvo, en sueños, una aparición,
la cual le condujo a la iglesia de la virgen Austreberta, y,
mostrándole el lugar en el que en otro tiempo había estado
enterrada la santa, le dijo que le ordenara al Presbítero de aquella
iglesia que, para que la gente no mancillara aquel lugar, hiciera
un cerco y lo adornara decorosamente. Como tal advertencia se
la repitiera un par de veces y él no hiciera caso, a la tercera la
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 321

aparición le golpeó en el rostro, haciéndole saber que, mientras


no cumpliera con lo que le había sido ordenado, no curaría del
golpe, y, en cuanto al Presbítero, si no cumplía con lo mandado,
le iría peor. Al despertar del sueño le contó todo al Presbítero,
mostrándole, como prueba de que era verdad lo que le contaba,
su rostro hinchado por el golpe de la aparición. En cuanto el
Presbítero hizo lo ordenado, el rostro del hombre recobró su
estado primitivo.
VI 42 [0428E-F]: un hombre, ofendido con un enemigo suyo,
no está dispuesto a perdonarle ni siquiera en honor de la santa;
es más, dice que la maldición de la santa caiga sobre él si lo
perdona. Al día siguiente un dolor insufrible se apoderó de sus
entrañas. En vista de ello, pide perdón a la santa, perdona a su
adversario y recobra la salud, quedando mejor que lo que había
estado antes del castigo.
VI 43 [0428F-0429A]: unos marineros traen, como donación
a la santa, hecha por un devoto llamado “Goselino”, diversos
objetos valiosos, pero sustraen del conjunto de obsequios dos
hermosas vasijas de bronce. Al querer volver a su tierra, no hubo
manera de que se hiciera a la mar el barco donde estaban los
marineros que habían robado las vasijas. Cayendo en la cuenta de
su mala acción, devuelven a un monje las vasijas y así pudieron
regresar a su tierra.

SANTA ANSTRUDE (m. h. 707)43


C. 14, pág. 72: un tal “Cariveo” intenta asesinar a la santa,
que está en la iglesia, rezando. Al verla, impávida, en oración,
no se atreve a llevar a cabo el crimen, se arrodilla y pide perdón.
La santa, al verlo así, humillado, lo recibió con benignidad, pero
pocos días después Cariveo murió.

43 M.G.H., SRM, 6, IV 64-78.


322 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

C. 17, págs. 72-73: un tal “Ebroardo”, al frente de unos


satélites, en su intento de asesinar a Gislehardo, entran en Laon
y lo buscan por todas partes. Gislehardo huye. Ebrohardo se
encara con la santa y le exige las llave del monasterio, pensando
que Gislehardo se ha refugiado allí. La santa, amenazada, se
las da; pero, al amanecer del día siguiente, Ebrohardo aparece
muerto ante la puerta del monasterio

SANTA ODILIA (c. 662-c.720)44


C. 20, pág. 48: uno de los sirvientes del monasterio mató a
un hermano suyo. La santa, y toda la comunidad, entristecidas,
pidieron a Dios castigo para el culpable, estimando que era
mejor que lo sufriera en esta vida a tener que sufrirlo en la futura.
Su petición fue escuchada: en adelante, ningún miembro de su
familia se quedó sin sufrir alguna tara.

***
Y los santos de la época ¿cómo se comportan a este respecto?
Pasamos revista, en busca de milagros-castigo, a las biografías de
santos obispos compuestas por Venancio Fortunato45.

a) Biografías auténticas escritas por V. Fortunato


Vita sancti Hilarii:
Liber de virtutibus sancti Hilarii (pág. 7 ss.)
IX 24-25: una mujer transporta agua en Domingo. La mano
se le queda «seca» (inválida). Acude a la iglesia del santo y es
curada, también en Domingo.

44 M.G.H., S.R.M, 6, II 24-50.


45 Recogidas en Opera pedestria y editadas por Bruno Krusch en los Monumenta
Germaniae Historica, AA, IV Pars posterior, Berlín, 1885.
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Vita sancti Germani (pág. 11 ss.):


V 16-18: un tal “Clariulfo” había invadido ciertas posesiones
de la basílica. El varón de Dios pidió su devolución. No lo
consiguió. Se puso en oración y enseguida salió un fiero oso y
le mató a Clariulfo tres caballos; pero el malvado no cesó en su
actitud; a la noche siguiente tuvo un castigo duplicado: el oso
le mató seis asnos; pero Clariulfo no se arrepintió; a la tercera
noche se le triplicó el castigo y el oso le mató nueve animales. El
invasor acabó entrando en razón.
XVI 50-51: una muchacha se puso a tejer en Domingo; una
mano se le quedó paralizada; el santo se la ungió con óleo y los
dedos volvieron a adquirir su vigor.
XVIII 54-56: es llevado al santo un hombre que tiene las
mandíbulas separadas y no puede cerrar la boca. El santo lo
cura con la señal de la cruz, pero le impone la obligación de no
beber vino ni comer carne. Aquél no hace caso y las mandíbulas
le vuelven a quedar bloqueadas. Acude a presencia del santo que
las unge con óleo y las cura.
XXII 65-67: el rey Childeberto le regala al santo un caballo,
pero le pide que se lo quede para él y no se lo dé a nadie; pero
he aquí que el santo se lo dio a un cautivo (la voz del pobre
podía ante el santo más que la voz del rey), ordenándole que lo
vendiera por 15 sueldos; pero he aquí que el cautivo se lo vende
a un negociante por 12 áureos. El comerciante se lleva el caballo
a su establo, pero como había dado por el caballo menos que
lo que había ordenado el santo obispo, el caballo murió aquella
misma noche.
XXXV 102-103: un clérigo del monasterio del
bienaventurado Silvestre, por trabajar redondeando sus botas
en Domingo, fue castigado con una parálisis de sus manos y
de sus pies. Durante el sueño recibe el consejo de acudir al
santo. Éste le pregunta por la causa de su mal y le ordena
que diga al pueblo que no se debe trabajar en Domingo. Al
324 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

quinto día Germán le unge con óleo y sana de sus manos y


sus pies.
XLIX 136-137: un tal «Cusino» un Domingo estaba curando
a un caballo; al poner su mano en la herida del animal, un dedo
se le hinchó, le invadió un calor en todo el brazo y todo él se
le gangrenó. Fue llevado donde el santo. Éste le lavó el brazo
con agua caliente, lo ungió con óleo sagrado y aquel maravilloso
médico cubrió el brazo con hojas de col, atándolas después. El
brazo quedó curado.
L 138-139: un sirviente de la iglesia, llamado «Libanio»,
mientras está cerrando su cerca en Domingo, las manos se le
quedaron paralizadas. Acudió al santo; éste lo trató con óleo
bendito y, tras rezar una oración, le devolvió la movilidad a sus
manos.
LI 140-141: Andulfo, clérigo de la iglesia de París, en un día
festivo se puso a coger nueces en un árbol suyo, y, por trabajar
en el día de la «iluminación», quedó ciego y así estuvo durante
todo un año. Acudió al santo, quien lo ungió con el santo óleo y
lo curó.
LVI 150-152: una mujer solicita del santo la condonación
de una deuda y no lo consigue. Después un presbítero bretón,
yendo de viaje, vino a dar en la casa de la mujer en cuestión (el
presbítero iba en busca de la bendición y de reliquias con vistas
a conseguir la curación del gobernador de su patria). El marido
de la mujer anima a ésta a ir, ella también, a adorar las reliquias,
a lo que ella contesta que no irá porque Germán no le había
condonado la deuda. Inmediatamente quedó clavada, como una
estaca , en el suelo, sin poder mover ni pies ni manos. Fue llevada
a presencia de las reliquias del santo. Recuperó el movimiento y
confesó que había sufrido aquel mal por el desprecio que había
hecho del obispo Germán.
LVIII 156-157: un señor, por trabajar en Domingo, quedó con la
mano paralizada. El santo lo curó ungiéndosela con el santo óleo.
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 325

Vita sancti Albini, pág. 27 ss.


XIV 38-40: el santo va a visitar, en París, al rey Childeberto,
pero se le anuncia que el rey al día siguiente iba a salir de caza, y
se le ordena que espere; pero he aquí que Albino cayó enfermo,
por lo que el rey se apresura en acudir a presencia del santo.
Mientras iba recorriendo el camino que le conducía hasta él,
todo iba bien, pero he aquí que, al llegar a una encrucijada, quiso
desviarse e irse por otro camino (camino que no le conducía
a presencia del santo) y por eso su caballo quedó clavado, sin
poderse mover. Pensando el rey que era culpa del animal, mandó
cambiar de montura, pero, igualmente, el segundo caballo ni se
movió, como si estuviera ante un muro. El rey cayó en la cuenta
de que no era culpa de los caballos sino suya propia. Se volvió
atrás de su idea y con toda rapidez llegó a presencia del santo.

Vita sancti Paterni, pág. 33 ss.:


VI 18-19: como para injuriarlos (a Paterno y Escubilión) una
mujer se desnuda ante ellos; inmediatamente queda paralítica de
todos sus miembros. Es atormentada por la enfermedad durante
todo un año. Pide perdón al santo y a su compañero; éstos se
ponen en oración y la mujer cura.
XV 44-45: el santo, preocupado por los pobres, consigue del
rey Childeberto que lo nombre Adjunto a Crescencio, de quien
dependía la atención pública. Crescencio dio su palabra de que
así sería, pero mintió y se marchó a la región de Burgundia sin
decir una palabra a Paterno. En castigo, durante dos días se quedó
ciego. Cayendo en la cuenta de su culpa, regresó rápidamente y
pidió perdón, siendo curado de su mal.

Vita sancti Marcelli, pág. 49 ss.:


VIII 27-35: un niño llamado “Nonnicio”, de 10 años, tenía
una voz angelical y cantaba de maravilla. Un día el archidiácono
326 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

le pidió que cantara una canción [durante el oficio sagrado]. El


obispo ordenó que azotaran al niño porque él había ordenado
que cantara otro niño distinto. Pero he aquí que, mientras el niño
es azotado, el obispo quedó sin habla, y así estuvo durante tres
días. Marcelo se dirige al obispo y le dice: “aunque me doy bien
cuenta de que lo que pasa ha sido por tu culpa, en el nombre del
Señor di lo que quieras”, e inmediatamente al obispo le volvió el
habla.

b) Opuscula Venantio Fortunato male a!ributa


Vita sancti Amantii, pág. 55 ss.:
Milagros-castigo en vida del santo:
II 7-11: El praeses urbis no se aviene a perdonar a un reo,
condenado al último suplicio, a pesar de la intervención del
santo, y queda clavado en su sitial sin poderse levantar. Vuelve
a recuperar el movimiento cuando reconoce su culpa ante
Amancio.
III 12 ss.: el santo, con su oración, consigue que un rayo
destruya una enorme estatua a la que rinden culto unos gentiles.
Es más, tanto los jóvenes como los de más edad que se habían
entregado al culto de la estatua son castigados con la sordera.
Acuden al santo y éste hace que recuperen el sentido del oído.
IV 26 ss.: unos soldados roban a unos sirvientes del monasterio
los peces que han pescado. Le cuentan al santo la mala acción, pero
he aquí que los soldados no fueron capaces de cocinar los peces
robados, que se mostraron duros como piedras. Los soldados
acuden al santo; confiesan su mala acción y piden perdón. El
santo hace que los peces vuelvan a su prístina naturaleza. Los
soldados prometen enmienda.
Id. 41-46: dos criminales, escondidos en la iglesia, de noche se
hacen con todo lo que pueden llevar, pero he aquí que, al intentar
salir de la ciudad, quedan ciegos y no paran de dar vueltas sin
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 327

encontrar la salida. Al amanecer son llevados a presencia del


santo, el cual, quitándose el manto, golpeó con él dos o tres veces
las espaldas de los malhechores, que sintieron los golpes como si
hubieran sido azotados con el más lacerante de los instrumentos,
recuperando a continuación la visión.
VI 47-51: un hombre criminosus por la noche penetra en el
huertecillo del santo y le roba unos verduras; se dispone a huir
pero queda petrificado. Al amanecer, el santo ordena a uno de los
Hermanos que vaya al huerto y traiga a su presencia al ladrón.
Lo trae; el santo le perdona y le hace entrega de lo robado,
aconsejándole que, cuando tenga necesidad, pida lo que sea y
no lo robe.

Milagros-castigo tras la muerte del santo:


IX 58-67: una viejecita tiene una tienda de vinos. Viene a
comprar un hombre cruel quien aprovecha un descuido de la
anciana y le roba su recaudación. A los tres días vuelve el malvado;
la viejecita lo reconoce y sale tras él, apoyada en un bastón. El
huye en dirección a la basílica y la anciana pide al santo que no
consienta que el ladrón quede sin castigo, cuando he aquí que el
caballo con el que huye el malhechor queda como petrificado y
sin poderse mover. El ladrón se echa a llorar, confiesa su pecado,
devuelve el dinero, es perdonado y vuelve, absuelto, a su casa.
XII 85-86: en medio de las muestras milagrosas y en medio
de la alegría general se da sepultura a las sagradas reliquias [del
santo]; pero he aquí que algunos se acercan al túmulo con un
atrevimiento como fuera de sí, pero, presas de un furor loco, se
vieron sometidos a terribles castigos, quemados por unas llamas
internas. Confesaron su crimen, devolvieron lo robado y, postrados
en tierra, pidieron perdón. El santo hizo que recobraran el juicio.
XIII 87-92: los crueles Marcomanos atacan la provincia de los
Ruthenenses; sitian la ciudad. Los atacantes son una multitud,
pero el sacerdos noster acudió en ayuda de sus siervos. En efecto,
328 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

como los cabecillas entraran, según la costumbre, en la basílica


para pedir éxito en su empresa, se acercaron al túmulo del santo;
al instante las velas que rodeaban el sepulcro se alzan y pasan a la
otra parte como empujadas por soplos de aire, y desde el túmulo
brota un gran sudor líquido. El velo es arrojado desde el túmulo;
los asaltantes son derribados por tierra y, como gloria, piden poder
huir, y los que se comportaban como fieras emprenden la marcha
llenos de miedo. Vuelven a su patria, pero he aquí que a los tres
años vuelven a hacer la misma fechoría con el mismo resultado:
de nuevo tienen que emprender la huida llenos de miedo.

Vita sancti Medardi, pág. 67 ss.46:


IV 11-14: un ladrón entra en una viña [del santo] a robar uva.
Corta los racimos, pero él queda petrificado, sin poderse mover.
El santo le devolvió el movimiento
V 15-16: otro ladrón roba unos paneles de miel, propiedad
del santo, pero es atacado violentamente por las abejas: no se vio
libre de ellas hasta que no devolvió al santo lo que había robado,
pidiendo perdón de rodillas. El santo le perdonó porque ya había
sido castigado por el mismo producto del robo que había llevado
a cabo.
VI 17-20: un ladrón le roba [al santo] un ternero. Para no ser
descubierto, le quita el cencerro; pero he aquí que el cencerro,
aunque lo llevaba bien oculto, sonaba y sonaba, divulgando
el robo. El ladrón, reflexionando sobre el peligro, devolvió al
dueño lo que había robado y el cencerro dejó de sonar por propia
iniciativa; sólo lo hacía si era golpeado.
VII 21-22: el rey Clotario, al frente de su ejército, tras atravesar el
río Sumina, arrasan el país, llevándose todo lo que encuentran, pero,

46 A san Medardo dedica Venancio Fortunato el poema XVI del libro II de sus
Carmina (166 versos, 83 dísticos elegíacos).
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 329

al llegar a la zona que está entre el castillo llamado “Noviomagnum”


y el río “Isara”, los animales que tiraban de los carros con el botín,
quedan petrificados, sin poderse mover durante tres días. Acuden
a la villa Silentiaca del santo, van a su encuentro y, puestos en
oración, descargan lo robado y pueden seguir su camino.
VII 23: los porqueros [del santo] llevan los cerdos a pastar,
cuando he aquí que unos hombres malvados se los roban; mas,
cuando ya estaban bien lejos, los cerdos vuelven al santo.

Vita beati Maurilii, pág. 84 ss.:


XVII, 98-101: un avaro, por trabajar en Domingo, el mango
del hacha se le quedó pegado a la mano, sufriendo de fuertes
dolores durante cinco meses. Acudió al santo y confesó su falta.
El santo se conmovió, tocó con sus manos el mango del hacha y
ésta se separó, dejando los dedos libres.
XVIII 102-105: milagro-castigo por trabajar en Domingo; el
culpable queda ciego y el santo lo cura.

***
Los milagros-castigo que encontramos en las biografías
de los santos antiguos muchas veces, como hemos visto, están
aplicados por razones livianas, a veces hasta ridículas, pero, en
la mentalidad de los biógrafos y de los contemporáneos, todo
está encaminado a mayor gloria del santo, de la iglesia donde
están guardadas sus reliquias y de la propia ciudad donde yace
la iglesia y/o el monasterio relacionado con el santo.
En la siguiente relación agrupamos los milagros-castigo hasta
ahora vistos por temas. A continuación, en los cuadros, las letras
de las columnas designan, cada una, el motivo por el que se ha
infligido, milagrosamente, el castigo, mientras que los números
de las filas indican el número de casos que aparecen en cada
santo, según dicha relación:
330 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

a = por trabajar en día festivo: Genoveva, AA .SS., Jan. I, Dies


3: 7 (pág. 148), 13 (149), 18 (149-50), 36 (141), 54 (143); Radegunda,
Milagros s. XIII y XIV: nº 24; Rictrude, Historia miraculorum, Lib.
II, 34-35 (106); Hilario, LX 24-5; Germán, XVI 50-1, XXXV 102-3,
XLIX 136-7, L 138-9, LI 140-1, LVIII 156-7; Maurilio, VII 98-101,
XVIII 102-5.
b = por apoderarse (o intentar apoderarse) de alguna posesión
del santo, de la iglesia o del monasterio: Genoveva, ibid.: 11
(149), 23 (138); Glodesinda, ibid., Jul. VI, Dies 25: V 41-2 (209);
Austreberta, ibid., Feb. II, Dies 10: VI 43 (428); Rictrude, ibid., Maii
III, Dies 12, Patrocinium, 48 (152); Historia miraculorum, Lib. II, 8-9
(100-1); 39-41 (107-8); 59 (112); 83-5 (117-8); Aliud opus, Lib. I 16-
19 (126-7); Lib. II 57 (137); 59-60 (137-8); 61 (138); 62-65 (138-9);
Germán, V 16-8; Amancio, IV 26 ss., IV 41-6, VI 47-51, XII 85-6;
Medardo, VII 17-20; 21-2; VII 23.
c = por ofensas o mal comportamiento con el santo o con el
monasterio: Gertrudis de Nivelles: ibid., Mar II, Dies 17: IV 19
(598); Austreberta: ibid., Feb. II, Dies 10: III 21 (426), VI 42 (428);
Rictrude, Patrocinium, 50-54 (152-3); Historia miraculorum, Lib. I,
18 (94); Lib. II 26-28 (104-5); Aliud opus, Lib. II, 44 (134); 45 (134);
46 (134); 47-50 (134-5); 52-4 (136); 55 (136); 56 (136); 58 (137);
Germán, LVI 150-2; Albino, XIV 38-40; Amancio, XIII 87-92.
d = por desobedecer al santo u oponerse a su voluntad:
Genoveva, ibid.: 5 (138); 43 (142); Austreberta, ibid., Feb. II, Dies
10: III 16 (422), V 38 (428); Germán, XII 65-7; Amancio, II 7-11.
e = por blasfemar o mofarse del santo: Genoveva: ibid.: 7 (148);
Austreberta, ibid.: IV 26 (427); Paterno, VI 18-9.
f = por no cumplir un pacto o promesa: Radegunda, Milagros
s. XIII y XIV: nº5; Germán, XVIII 54-6; Paterno, XV 44-5.
g = por robar: Amancio, LX 58-67; Medardo, IV 11-14; V 15-6.
h = por no cumplir con la Regla del monasterio: Austreberta,
ibid.: I 3 (424).
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 331

i = por oponerse a que una fámula entre como religiosa en el


monasterio: Austreberta, ibid.: I 4 (424).
j = curiosidad castigada: Genoveva, ibid.: 33 (141); Monegunda,
ibid., Jul. I, Dies 2, pág. 314 (= Gregorio de Tours, De vita Patrum,
Pat. Lat. 71, 1088D-1089A, cap. XIX).
k = ataque a las pertenencias del santo: Radegunda, Vita 1, 30
(= Vita 3, 50), Vita 2, 12.
l = por no cumplir con las ordenanzas relacionadas con el
santo: Radegunda, Milagros s. XIII y XIV: nº 15.
ll = por intentar atacar físicamente al santo: Rustícola, M. G.
H., S. R. M. 4, cap. 9 (pág. 344), Anstrude, ibid.: cap. 14 (72), 17
(723).
m = un servidor del monasterio asesina a su hermano; la santa
y la comunidad piden venganza a Dios: Odilia, M. G., H, S. R. M.
6, cap. 20 (pág. 48).
n = por abandonar la “Escuela” de la santa: Rictrude, Aliud
opus, Lib. II, 66-7 (139).
ñ = por infligir azotes a un niño: Marcelo, VIII 27-35.
o = por rendir culto a una estatua pagana: Amancio, II 12 ss.

Milagros-castigo en santas merovingias


a b c d e f g h i j k l ll m n ñ TOTALES
Genoveva 5 2 1 2 1 1 12
Radegunda 1 1 2 1 5
Glodesinda 1 1
Austreberta 1 2 2 1 1 1 8
Anstrude 2 2
Rustícola 1 1
Odilia 1 1
Monnegunda 1 1
Rictrude 1 10 11 1 23
TOTALES 7 14 14 4 2 1 1 1 2 2 1 3 1 1 54
332 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

Milagros-castigo en santos merovingios


a b c d e f g h i j k l ll m n ñ o TOTALES
Hilario 1 1
Germán 5 1 1 1 1 9
Maurilio 2 2
Amancio 4 1 1 1 1 8
Medardo 3 2 5
Albino 1 1
Paterno 1 1 2
Marcelo 1 1
TOTALES 8 8 3 2 1 2 3 1 1 29

***
APÉNDICE II: EL MILAGRO DE LA AVENA
En íntima relación con los milagros de santa Radegunda está la
leyenda conocida como “el milagro de la avena”, que haría referencia
a un episodio de la vida de la santa reina, precisamente al momento
en que, tras el asesinato de su hermano, promovido probablemente
por su propio esposo Clotario, huiría del lado de su esposo47.
El texto de la leyenda lo encontramos en un manuscrito que,
editado por Beaugendre en 1708, fue recogido en la Patrologia Latina,
171, 0987A, como epílogo a la Vita s. Radegundis de Hildeberto de
Lavardin48. El manuscrito parece ser de la segunda mitad del s.

47 Las referencias, más o menos veladas, las encontramos en los biógrafos de


la santa: Vita 1, 12 (nos remitimos a nuestra amplias notas de nuestra versión), Vita
2, 4 y 6, y Vita 3, 20.
48 Puede leerse igualmente en el “Commentarius praevius” que G. C. [=
Guillaume Cuypers] antepone a las biografías de santa Radegunda en los Acta
Sanctorum, 13 de agosto, t. III, pp. 45-92, párr. 91 [0066E-F]. René Aigrain, en Sainte
Radegonde. Paris, Les Trois Moutiers, 1987 [= 1918], que estudia las particularidades
del relato y la huella dejada en la tradición folclórica posterior (pp. 53-55), en nota
32 de pág. 53 nos informa de que el manuscrito que lo contiene se encuentra en la
Bibl. Nat., fonds fr., 1784, remitiendo, al mismo tiempo, al ms. (latino) 253 de la
Bibliothèque de Poitiers, del s. XV (Catal. gén. des mss., t. XXV de Lièvre et Molinier)
y no del XIII, como lo creía M. Briand. Este manuscrito 253 contiene, igualmente,
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 333

XIII o comienzos del XIV, y, como dice Robert Favreau49, «il figure
aussi dans le lectionnaire de Sainte-Radegonde du XIVe ou, selon
les auteurs, du XVe siècle». De hecho el milagro de las avenas fue
solemnizado ya a mediados del s. XIV, y así dice este autor50: «les
chanoines de Sainte-Radegonde doivent célébrer ou faire célébrer
l’office à l’abbaye Sainte-Croix ce jour-là [el día del milagro de las
avenas] avec diacre simple, tandis que l’abbesse doit, avec son
couvent, se rendre en l’église Sainte-Radegonde le jour de la fête
des octaves de «Sainte Radegonde des avoines et y officier».
En la Patrologia el relato va precedido de un “Monitum” en el
que se nos informa de que al editor le parece conveniente añadir
a la biografía de la santa un “Prefacio” que se lee en el manuscrito
908, manuscrito que le ha hecho llegar D. Leonardo Senemaud,
monje del monasterio de san Cipriano Pictaviense, “de nuestra
Congregación”. Dicho Prefacio parece corroborar una tradición,
famosa entre los habitantes de Poitiers, acerca del milagro de
las avenas. Hace constar el editor que de tal tradición no se
hacen eco ni Gregorio de Tours, ni Fortunato, ni Baudonivia, ni
Hildeberto de Lavardin, y por ello lo ofrece, invitando al lector a
que él mismo se forme un juicio sobre la misma. Y a continuación
ofrece el Prefacio en cuestión, hacia la mitad del cual aparece el
milagro de la avena, que es como sigue51:

según recuerda R.Aigrain, el conjunto de los 15 “Milagros de los siglos XIII y XIV”,
editados por Bodenstaff, de los que ya se ha hablado. Recuérdese que el milagro
14º se termina con estas palabras: “[Jacques de la Croix] hizo promesas y se colocó
avena en los miembros que estaban enfermos e inmediatamente curó”. Lo que es
evidente es que el origen de la atribución del milagro a santa Radegunda tuvo que
ser posterior a la composición de su biografía por Hildeberto de Lavardin, que no
lo menciona, y que vivió entre 1056 y 1133/34.
49 “Le culte de sainte Radegonde à Poitiers au Moyen Âge”, Les religieuses
dans le cloître et dans le monde des origines à nos jours. Actes du Deuxième Colloque
International du C.E.R.C.O.R. Poitiers, 29 septembre-2 Octobre 1988. Publications
de l’Université de Saint-Etienne, 1994, pp. 91-109, en pág. 99.
50 Art. c., pp. 99-100.
51 La traducción es nuestra.
334 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

“Estando la santa en Suedas (Saix, territorio de Poitiers)


se entera de que su esposo Clotario quiere hacerla volver
consigo. La santa huye y en su camino encuentra a un
agricultor que está sembrando avena en su campo. Y le
dice: “si alguien te pregunta si en los últimos tres días has
visto pasar a alguien por aquí, responde abiertamente que
nadie lo ha hecho desde que tú estás sembrando tu avena”,
e inmediatamente la avena, por voluntad divina, creció, de
tal manera que la bienaventurada reina pudo ocultarse en
ella. Después el rey, llegando a aquel lugar, le preguntó al
campesino si alguien había pasado por allí y éste contestó
tal como había indicado la reina. Entonces el rey, al oír la
respuesta del campesino, e intuyendo que se trataba de
un milagro, volvió la espalda, prefiriendo renunciar a su
propia esposa antes que ofender la clemencia divina”.
La tradición se hizo eco del relato y fueron numerosas
las versiones que de tal milagro fueron apareciendo y en no
pocos casos tal tradición se vino a tomar como un auténtico
acontecimiento histórico52. Paul Sébillot, en su Gargantua dans les
traditions populaires (París, 188353, pp. 173-4) recoge, de L. Sevre,
un relato que viene a ser igual que el milagro de las avenas de
Radegunda; lo que cambia es los protagonistas: ahora se trata
de santa Macrina54 y Gargantúa, por un lado, y Radegunda y
Clotario, por otro. Ofrecemos, completo, el relato en cuestión:

52 René Aigrain, o. c., pp. 34-35 hace notar que más de media docena de
localidades así lo consideraron: las menciona en nota 35, de p. 55: “Vouillé,
Bouresse et Verrières, Sainte-Radegonde-en-Gâtine [Vienne], la Genétuze [Vendée],
Riantec [Morbihan], l’Epinay-Sainte-Radegonde et Lanneray [Eure-et Loir], Sainte-
Radegonde [Somme], sin pretender ser exhaustivo.
53 Con numerosas reediciones posteriores; las más recientes, 1967 y 2007.
54 Muy anterior a Radegunda, puesto que murió en el 379, y la santa reina
no lo hizo hasta el 587, era hermana de los cuatro hermanos santos Basilio el
Grande, Gregorio Niseno, Pedro de Sebasta y Naucracio. Su hermano Gregorio (c.
335-c..395) que la asistió cuando estaba moribunda, escribió, entre otras “Vidas”,
la Vida de santa Macrina, de la que Pierre Maraval nos ha ofrecido una traducción,
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 335

“Une légende chère aux maraichins nous montre sainte


Macrine fuyant devant Gargantua, montée sur une mule
ferrée l’envers. La bête, harassée de fatigue, s’arréte dans
l’ile de Magné, prés d’un champ où des paysans sément de
l’avoine. Macrine, se fiant en la miséricorde divine, les prie
de dire à tout Venant qu’elle a passé le jour où ils me?aient
leur grain en terre. – Grand étonnement des laboureurs, en
trouvant le lendemain leur avoine mûre; ils reconnaissent
à ses oeuvres l’envoyée du Seigneur, et, quand survient
Gargantua, ils se hâtent de lui apprendre que l’avoine n’était
pas née lors du passage de la sainte. – Le géant abandonne
la poursuite (…)”.
Según P. Sébillot, la atribución de la historia/milagro a santa
Radegunda se habría llevado a cabo a partir de la historia/milagro
de santa Macrine, “sans doute à peu près contemporaine de la
dernière evangélisation de la Gaule” y habría tenido un enorme
éxito en la tradición folclórica, tanto latina como vernácula,
donde es posible encontrar diversas variantes sobre el texto
original. Por ejemplo, en “Le Miracle des Ajoncs et le Miracle des
Avoines”55, Radegunda va acompañada de Inés y Disciola y los
que persiguen a la santa son un destacamento de soldados, pero
en ningún momento se menciona al rey Clotario.
El milagro de las avenas (también conocido como el “milagro
del trigo”) es un milagro que lo volvemos a encontrar por todas
partes y en muchas literaturas. Vamos a echar un vistazo en
algunas corrientes de la literatura española, pero antes hagamos
notar que con él se ha puesto en relación otro tipo de milagro
que se basa en la malhumorada respuesta que ante la pregunta

acompañada de introducción, texto crítico, notas e índices: París, Éditios du Cerf


(“Sources chrétiennes, nº 178). Una versión inglesa, acompañada de bibliografía,
enlaces e introducción la encontramos en Internet (“Medieval Sourcebook”).
55 Recogido por Mathilde Alamic en Contes d’entre ciel-et-terre, Flammarion,
1945.
336 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

de “¿qué estás sembrando” / “¿qué llevas en tu barco?” etc., da


un interpelado y que se suele poner en conexión con lo que nos
cuenta el Libro sobre la infancia del Salvador, parágrafo 456:
“Ocurrió de nuevo un día de sementera que Jesús iba
atravesando el Asia y vio un labrador que sembraba cierto
género de legumbres, por nombre garbanzos, en una finca
que es llamada la cercana a la tumba de Raquel, entre
Jerusalén y Betania. Jesús le dijo: “Hombre, ¿qué es lo que
estás sembrando?” Mas él, llevándolo a mal y burlándose
de que un muchacho de aquella edad le hiciera esta
pregunta, respondió: “piedras”. Y Jesús le dijo a su vez:
“Tienes razón, porque efectivamente son piedras”. Y todos
aquellos garbanzos se convirtieron en piedras durísimas,
que aún conservan la forma de garbanzos, el color y aun
el ojuelo en la cabeza. Y de esta manera todos aquellos
granos, tanto los ya sembrados como los que iban a serlo,
se convirtieron en piedras. Y hasta hoy, buscándolas
con cuidado, se pueden encontrar dichas piedras en el
mencionado campo”.
El milagro de las avenas/trigo, aplicado a diversos santos
(y, en nuestro caso, a Radegunda) será traspuesto a la Sagrada
Familia en su huida a Egipto57, como ha quedado puesto de
manifiesto incluso en el campo del arte medieval; y así nos dice
Joseph Vendryes58 al comienzo de su trabajo:
“Le miracle de la moisson est bien connu des historiens
de notre art médiéval. On le trouve en effet représenté sur
de nombreux monuments. Le sujet peut en être résumé

56 Los evangelios apócrifos. Aurelio de Santos Otero. Madrid, B.A.C., 1985, 5ª


edic., pág. 369.
57 Huida de la que sólo hace mención Mateo, 2, 13-14, de entre los
evangelistas.
58 “Le miracle de la moisson en Gales”, Comptes rendus de l’Académie des
Inscriptions et Belles Le5res, année 1948, vol. 92, nº 1, págs. 64-76.
AO LX L!" #$%&'(!" )* "&+,& R&)*'-+)& 337

comme suit: - Lors de la fuite ver l’Égypte, la sainte Famille,


poursuivie par les soldats d´Hérode, passait le long d’un
champ, où des paysans étaient occupés à semer. A peine
avait-elle dépassé ce champ que les soldats d’Hérode
arrivent sur les lieux. Aussitôt le blé qu’on semait devient
une moisson abondante et superbe, que les paysans
s’empressent de couper. Les soldats les interrogent: “Vous
n’avez pas vu passer une femme avec un enfant? – Mais
oui.- ¿Ä quel moment? – Quand nous étions en train de
semer ce blé”. Les soldats concluent de ce?e réponse que
les fugitifs ont sur eux une avantage considérable; ils jugent
la poursuite inutile, rebroussent chemin et rentrent chez
eux”.
Según el autor, desde el s. XIII este episodio no ha dejado de
inspirar a todo tipo de artistas59, y así pasa revista a una serie de
reproducciones en esculturas, pinturas murales, vidrieras, y, en
los siglos XV-XVI, entre pintores y miniaturistas. Pero ¿dónde está
el origen de tal leyenda? Vendryes60 ofrece un pasaje del Tomo
II del Dictionnaire des Apocryphes, publicado por Migne, en el que
se recoge el relato del milagro del trigo, pero tal pasaje aparece
en un manuscrito de finales del s. XV (demasiado tardío). Ahora
bien, ningún evangelio apócrifo contiene este relato. Lo único
que se puede, en un cierto modo, relacionar con el crecimiento
milagroso del trigo es un par de episodios en que Jesús-niño hace
crecer el trigo de un modo maravilloso. Y aquí Vendryes61 viene a
tratar el milagro de la avena de santa Radegunda.
Vendryes opina que el relato de este milagro se encuentra
tardíamente y puede ser que esté inspirado en el anterior, y que
incluso que se podría encontrar en las biografías de otros santos,
“car l’hagiographie se répète sans cesse et vit sur quelques

59 Remite a E. Mâle, L’art religieux du XIIIe siècle en France, 4e édit., pág. 261.
60 Art. c., pág. 68.
61 Pág. 71 ss.
338 F!"#$%&$' P*+*##"/6* R/7%' AO LX

thèmes indéfiniment reproduits, avec de légers changements


dans le détail ou des enjolivement de circonstance”62. El autor se
admira de que, siendo el milagro en cuestión tema de inspiración
para artistas no hubiera sido redactado por escrito antes del
incunable de finales del s. XV y, siguiendo información personal
del P. Bolandista, tras una permanencia cerca de Héliopolis. El
autor da fin a su trabajo centrando su interés en el estudio de un
viejo poema galés que cuenta el milagro de la siembra; y lo hace
porque “l’absence de tout texte ancien relatif a ce miracle donne
même une importance particulière au poème en question”63.

El milagro del trigo en el cancionero popular español


En distintas regiones españolas nos encontramos con
canciones que tienen como tema el milagro del trigo pero
entreverado con el tema del sembrador de piedras, siembra esta
última que parece que hay que poner en relación con el relato
ofrecido en el parágrafo 4, como hemos visto, del Libro sobre la
infancia del Salvador. En efecto, no son pocas las versiones en las
que, al socaire de la huida a Egipto, la Sagrada Familia encuentra,
en su camino, dos tipos de campesinos: uno que, burlescamente,
a la pregunta de qué esta sembrando, contesta que piedras (y
piedras crecen en su campo)64 y otro que contesta que trigo, y
trigo crece en el suyo; trigo que crece inmediatamente, lo que
permite al honrado labrador no mentir cuando a los esbirros
reales que preguntan si han visto pasar a la familia, contesta que
sí, cuando estaba sembrando el trigo, por lo que la deducción
lógica es pensar que hace ya mucho tiempo que la familia pasó
por el lugar.

62 Pág. 72.
63 Pág. 73.
64 Hay versiones en las que hay un segundo labrador maldiciente que dice que
lo que está sembrando son cuernos, y cuernos crecen en su campo.
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Hagamos constar que, en efecto, en numerosas ocasiones


los investigadores que se han ocupado de la leyenda del trigo,
y sobre la base de la tradición, han ligado tanto la siembra de
piedras como la siembra de trigo/avena a la huida de la Sagrada
Familia a Egipto, poniendo el relato en relación con el evangelio
apócrifo del Libro sobre la infancia del Salvador, cuando, como
hemos visto por el texto de tal evangelio, no hay en su relato ni
huida a Egipto, ni encuentro de la Sagrada Familia con el buen
sembrador que dice estar sembrando trigo. Como ejemplo de
tal confusión son afirmaciones como: “la fuente de este episodio
[la siembra de piedras y trigo durante la huida a Egipto] hay
que buscarla en los llamados evangelios apócrifos”, y “si nos
fijamos (…) en el episodio (…) del milagro del trigo, su origen
hay que buscarlo (…) en los evangelios apócrifos: concretamente
en el Libro sobre la infancia del Salvador, pasaje cuatro (Santos
Otero, 1999: 363)”65, aunque el autor de tales afirmaciones, y tras
presentar el texto del parágrafo 4 del evangelio apócrifo citado,
reconoce en su artículo: “el suceso que se describe no ocurre
durante la huida a Egipto. Sin embargo, la tradición oral lo sitúa
en ese momento”.
Para terminar hagamos constar que las colecciones de cuentos
populares o cancioneros nos ofrecen abundantes versiones, en
prosa y verso, del milagro del trigo66. Véase, por ejemplo, José

65 Ángel Hernández Fernández, Romancero murciano de tradición oral. Etnografía


y aplicaciones didácticas. El jardín de la voz. Biblioteca de Literatura, Etnografía,
Antropología, 8. Alcalá de Henares. 2010, “El milagro del trigo”, págs. 48-59; textos
citados, en págs. 53 y 54. El apartado dedicado al milagro del trigo es un extracto del
artículo “El milagro del trigo: de los evangelios apócrifos al folclore y la literatura”, en
Culturas populares. Revista electrónica, 3 (septiembre-diciembre 2006). (Repitamos, en
contra de lo que se nos dice en el título del artículo citado, que “el milagro del trigo”
no proviene de los evangelios apócrifos).
66 Las versiones españolas suelen tener, como motivo central, el crecimiento
milagroso del trigo, mientras que en las versiones extranjeras (por ejemplo, francesas)
y en las primeras manifestaciones latinas, la planta en cuestión es la avena..
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Fradejas Lebrero, Los evangelios apócrifos en la literatura española67,


o Julio Camarena y Maxime Chevalier, Catálogo tipológico del
cuento folklórico español. Tomo III: “Cuentos religiosos”68.

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67 Madrid, Biblioteca de autores cristianos, 2005. En el capítulo 9 (“Chinas se te


volverán”) se nos ofrece casi una veintena de versiones de la leyenda pertenecientes
a distintas regiones de España (y 2 de Portugal).
68 Alcalá de Henares, CEC (= Centro de Estudios Cervantinos ), 2003, donde “El
milagro del trigo” (“Cuento tipo 752*” en la catalogación de los autores), que lleva
por título: “La Sagrada Familia y los dos labradores” (ya el propio título apunta
a las dos versiones: la siembra de piedras y la siembra de trigo) va acompañado
(págs. 59-60) de una relación de versiones orales recogidas del área lingüística del
castellano, del catalán, del gallego, del vascuence y una correlación con índices
hispanoamericanos, versiones portuguesas y otros índices. Hagamos notar que
todas las versiones relacionadas por dichos autores se refieren a versiones en prosa,
remitiendo, en nota 23 de pág. 59, para las versiones en verso, a los trabajos de
Francisco Vergara y José Manuel Fraile, “El milagro del trigo, un tema apócrifo”,
RFolk, IV, 2 (1984), 45-52, y José Luis Mingote, “Iconografía y tradición oral. El
milagro del campo de trigo”, RDTP, XLI (1986), 109-133. Particularmente interesante
es este último, que pasa revista a las manifestaciones de la leyenda tanto en los
textos (leyendas, cuentos, romances) como en representaciones iconográficas. La
conclusión final a la que nos conduce el trabajo es que estamos ante “una narración
arquetípica que toma una serie de motivos característicos de la tradición oral y los
estructura de forma que se ha llegado a obtener una ‘historia’, creemos que muy
estable, cuya difusión es amplia no sólo geográficamente, sino también en cuanto a
los ‘soportes’ (literatura oral, arte …) en los que se manifiesta” (pág. 109). El santo
peregrino en el teatro jesuítico: la vida de san Alejo, peregrino en su patria.

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