Retos y Desafíos Actuales de La Educación Superior Desde La Perspectiva Del Profesorado Universitario
Retos y Desafíos Actuales de La Educación Superior Desde La Perspectiva Del Profesorado Universitario
Retos y Desafíos Actuales de La Educación Superior Desde La Perspectiva Del Profesorado Universitario
3
Lucía Herrera Torres (coord.)
4
5
Relación de autores
Prólogo
PARTE 1
1.3. Conclusiones
6
2.3. El conflicto entre la docencia y la investigación
2.8. Conclusiones
Apéndice
7
profesorado universitario
3.2.7. Post: las siete etapas del aprendizaje para enseñar en Educación
Superior
3.5. Conclusiones
8
4.1.1. Calidad y evaluación, un binomio necesario en la Educación
Superior
4.5. Conclusiones
5.1.1. Justificación
5.2. Conclusiones
PARTE II
9
M.a José Vázquez Figueiredo, M.a Elena Arce Fariña, Francisca Fariña
Rivera y Dolores Seijo Martínez
6.6. Conclusiones
7.5. Conclusiones
Apéndice
10
Educación positiva en la Educación Superior
8.7. Conclusiones
11
9.3.1. La inteligencia emocional en la educación
9.4. Conclusiones
10.9. Conclusiones
12
Lucía Herrera Torres
Bibliografia
13
Coordinadora:
Colaboradores:
14
Profesora Titular de Universidad del Departamento de Didáctica de las
Ciencias Experimentales de la Universidad de Granada (Campus
Universitario de Melilla). Ha sido Secretaria académica de la Facultad de
Educación y Humanidades de dicho campus.
15
Profesora Ayudante Doctora del Departamento de Psicología Evolutiva y
de la Educación de la Universidad de Granada (Campus Universitario de
Melilla).
16
Asunción Lledó Carreres
17
Me resulta motivo de especial satisfacción la invitación a prologar esta
magnífica obra, y por diferentes motivos, entre los cuales entresaco la
especialísima oportunidad de su publicación en el momento actual, el valor
intrínseco que aporta, la capacidad para hacer reflexionar a los lectores, y mi
gran aprecio personal por la coordinadora, Dra. Lucía Herrera, que además
tiene una gran experiencia en el análisis de la docencia en Educación
Superior.
18
docentes el binomio docenciainvestigación.
19
posible, y lo ideal en la educación superior.
20
el pasotismo impregna gran parte de su actividad. Se requiere un balón de
oxígeno que contribuya al fortalecimiento de su salud mental, que resulta
esencial para la docencia, y la consecuencia redundará positivamente en las
buenas prácticas docentes. La vertiente emocional es esencial para el
desarrollo de habilidades sociales del profesorado, para una mejora de su
capacidad comunicativa, y para el fortalecimiento de su inteligencia
emocional, que actuará en la praxis diaria en innumerables situaciones en las
cuales se resuelve felizmente lo que podría haber sido el núcleo de un
problema creciente. No podemos descuidar este importante aspecto, y desde
las respectivas instituciones se debe promover su atención profesional y
específica en función de las diversas realidades que son potenciales
desencadenantes de carencias en este sentido.
21
años han supuesto posiblemente la cresta de la ola en confusión, temores de
gran parte del profesorado respecto a la implantación del EEES, dificultades
organizativas y un sinnúmero de problemas, pero mi percepción es que
progresivamente avanzaremos en una senda de mejora, con un trasfondo
moderado de optimismo.
Deseo vivamente el éxito a todos los autores que han participado en los
diferentes capítulos de esta obra, así como a su coordinadora, Dra. Lucía
Herrera, y la mejor forma de lograrlo es el interés que estoy segura despertará
su lectura en el amplio colectivo de responsables institucionales y profesores
universitarios.
22
23
Juan Antonio Vera Casares
24
estructuras de la enseñanza y la organización de las titulaciones y disciplinas
en las universidades han quedado claramente anquilosadas y no responden a
las necesidades y exigencias de la sociedad actual.
25
-Los saberes son estructurados, sistematizados y transmitidos
organizadamente por el profesorado, plasmado en un plan de estudios y
en programas de asignaturas.
26
Las nuevas teorías educativas defendidas por la Unesco (2002, 2003/4,
2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012), el Informe a la Unesco de
la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo xxi, presidida por
Jacques Delors (Delors, 1996), etc., consideran que la formación universitaria
debería preparar para el cambio en las cuatro dimensiones básicas del ser
humano (conocimientos, sentimientos y actitudes, habilidades y voluntad o
empeño en la realización de las tareas).
27
económico, tanto nacional como de las Comunidades Autónomas.
28
Los cambios en el ámbito de la docencia son evidentes, giran alrededor de
los siguientes propósitos básicos (Zabalza, 2004):
29
profesor.
Desde un marco analítico mucho más amplio del contexto universitario actual
destacan las aportaciones de la II Conferencia Mundial de Educación
Superior desarrollada en París en 2009 y organizada por la Unesco. Este
encuentro, clausurado por Koichiró Matsuura, Director General de la Unesco
el 8 de julio de 2009, recoge los resultados y la declaración de la anterior
Conferencia Mundial, celebrada en 1998 (Unesco, 1998) y los resultados y
recomendaciones de las seis conferencias regionales sobre Educación
Superior de la Unesco celebradas en Cartagena de Indias (2008), Macao
(2008), Dakar (2008), Nueva Delhi (2009), Bucarest (2008) y El Cairo
30
(2009). Dicha conferencia ha tratado las nuevas dinámicas en Educación
Superior e Investigación por el cambio social y el desarrollo.
31
adelante CMES, llegó a las siguientes conclusiones en cada uno de sus ejes
temáticos, esto es:
32
capacidades para desenvolverse, sino también contribuir en la
educación de ciudadanos éticos y comprometidos con la construcción
de la paz, la defensa de los derechos humanos y los valores de la
democracia.
33
4.La sociedad del conocimiento necesita de una gran diversidad en los
sistemas de Educación Superior, tanto en el número de instituciones
como en la diversidad de sus alumnos, tanto en instituciones públicas
como privadas.
7.A este objetivo también contribuirá una buena preparación para los
responsables de la planificación de la educación y una investigación que
sirva para mejorar los actuales enfoques pedagógicos.
34
banda ancha.
11.Es vital para todas nuestras sociedades dotar de un mayor impulso a las
áreas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, así como en las
ciencias sociales y humanas.
35
17.La sociedad del conocimiento requiere de una creciente diferenciación
de los papeles entre las instituciones y sistemas de Educación Superior:
redes de excelencia investigadora, innovación en enseñanza y
aprendizaje, y nuevos enfoques para los servicios a la comunidad.
36
amenaza que debe ser combatida nacional e internacionalmente.
37
con otros agentes, incluyendo PYMES.
38
racial, libertad académica, fuga de cerebros y la falta de preparación de los
graduados para el mercado laboral.
39
países. La demanda creciente de Educación Superior no será satisfecha
solo con los métodos de enseñanza tradicionales; se hacen necesarios
otros enfoques, como el de la enseñanza abierta, a distancia y en línea,
especialmente en dominios como la formación continua de adultos o la
formación del profesorado.
40
Por lo descrito hasta el momento, la Unesco (2009) resalta que los Estados
miembros, en colaboración con todas las partes implicadas, deben elaborar
políticas y estrategias en los niveles de sistema e institucional con la finalidad
de:
41
favorable a la constitución y a reforzar zonas regionales de
investigación y Educación Superior.
42
en sus cinco grandes funciones como laboratorio de ideas, catalizador de la
cooperación internacional, organismo normativo, organismo potenciador de
las capacidades y centro de intercambio de información, deberá velar en
particular por:
43
-Potenciar la movilidad y los intercambios internacionales de
estudiantes y profesores elaborando estrategias para mitigar el
impacto negativo de la fuga de cerebros.
1.3. Conclusiones
44
a partir de la Declaración de Bolonia puede favorecer el nuevo rol que se le
exige a la enseñanza superior, actualizando las concepciones sobre
metodologías de aprendizaje (centrado en el alumno) y el rol del profesor
(gestor del proceso de aprendizaje), así como una mayor importancia al
manejo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Herrera,
2010; Herrera y Cabo, 2008; Zabalza, 2004).
45
Universitatum (1988) de autonomía universitaria, libertad académica,
rendición de cuentas a la sociedad y espíritu crítico, como así consta en la
Secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades
(MECD, 2013).
46
Alicia Benarroch Benarroch
47
competencias, revisión de los conocimientos de cada título, cambio de
la concepción docente y de culturas profesionales arraigadas, revisión
de las metodologías utilizadas, nuevos modelos de evaluación...).
Son numerosas las evidencias que demuestran que los cambios educativos
solamente pueden llevarse a las aulas si cuentan con el apoyo del colectivo
encargado de hacerlos realidad. La educación superior no es una excepción,
lo que sitúa la implicación del profesorado universitario en una condición
necesaria, aunque no suficiente, para lograr un verdadero cambio de la
universidad española.
48
borrador más reciente del Estatuto del PDI de las Universidades (MEC, 2008)
y la Estrategia Universidad 2015 (MEC, 2010).
49
suele adjudicarse al profesorado universitario, la gestión, no se contempla en
términos equivalentes en la Ley, por lo que, como indica Mas (2009), de ello
se desprende que esta no es una función ineludible, sino más bien una opción
voluntaria que el profesor puede adoptar como resultado del compromiso
personal con la institución donde trabaja. Sin embargo, esta interpretación es
refutada por los criterios de evaluación establecidos en los procedimientos de
acreditación nacional del profesorado universitario, según los cuales se
requiere haber desempeñado funciones de investigación, docencia, formación
y gestión, en proporciones respectivas del 50%, 40%, 5% y 5% para Titulares
de Universidad y del 55%, 35%, 0% y 10% para Catedráticos de Universidad,
para los que se supone que ya no se requiere formación.
y con este texto se sustituye al antiguo de la LOU (Jefatura del Estado, 2001):
50
universitario, y que, en estos momentos, hay una dispersión normativa y una
indefinición absoluta, fundamentada en la siguiente legislación:
•Ley 7/2007 del Estatuto Básico del Empleado Público (Jefatura del
Estado, 2007b), modificada por el Real Decreto-ley 20/2012 de medidas
para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la
competitividad (Jefatura del Estado, 2012).
51
Tras muchos años de debate, de sucesivos textos propuestos y
negociaciones con los diversos agentes sociales, el estatuto sigue sin
aparecer y no tenemos idea de la actitud del nuevo equipo ministerial
sobre el mismo.
52
actualmente el profesor universitario se esgrimen en torno a la (a) docencia y
formación (incorporando innovación); (b) investigación; (c) transferencia de
conocimiento (incorporando responsabilidad social universitaria), (d) y
gestión.
53
universitario se ha convertido en una actividad importante e íntimamente
relacionada con la definición de su perfil profesional. Como Valcárcel (2003)
establece, el perfil profesional se refiere al conjunto de capacidades y
competencias que identifican la formación de una persona, para asumir en
condiciones óptimas las responsabilidades propias del desarrollo de sus
funciones y tareas de una determinada profesión. En la figura 2.1 se muestran
las relaciones entre estos conceptos.
54
internacionales fuertes con otros expertos a través de los mecanismos de la
actividad investigadora (congresos, reuniones, revisiones de revistas del área,
tribunales de tesis doctorales, etc.). La docencia era, en este contexto, una
"carga" a la que se le dedicaba el mínimo esfuerzo necesario y, si era posible,
se limitaba a la de tercer ciclo. Este perfil investigadoracadémico se ha visto
impulsado y reforzado por las evaluaciones y reconocimientos externos del
profesor universitario. Cabe aclarar que se está hablando del perfil propiciado
por los propios sistemas de evaluación del docente universitario, en el que se
primaba más la investigación que la docencia y la gestión, y no del perfil con
el que se identifica el mismo docente, que según Caballero (2009), es más
docente que investigador, y según Álvarez (2009), es de tipo multifunción.
55
el de la iniciativa y la capacidad de emprender.
Para complejizar aún más el papel del docente universitario hay otro
elemento que conviene tener presente por su novedad y por las dificultades
que entraña especialmente para ciertos colectivos de profesores: la
investigación centrada en la docencia (Mayor, 1996). Aun cuando para
muchos sigue siendo una innovación más que una investigación, esta
modalidad investigativa, que ha surgido a raíz de los nuevos modelos de
enseñanza-aprendizaje propugnados por el EEES, tiene todas las
características habitualmente asignadas a la investigación académica, de
modo que el docente que la desempeña puede, a través de esta, verse inmerso
en una tradición investigadora propia del campo educativo y desarrollar un
perfil investigador "en la enseñanza de sus disciplinas", con unas
particularidades propias y diferentes a las del perfil investigador "en su
disciplina".
56
Lógicamente, este contexto de internacionalización también demanda nuevas
competencias para el profesor universitario (lingüístico-comunicativas,
dominio de las TIC, conocimiento de otras culturas...).
57
estudiantes, a la institución y a la sociedad, del trabajo que desarrolla, lo que
por otro lado le supone una carga de trabajo adicional. Se trata de un perfil
transferencial, flexible y polivalente, capaz de adecuarse a la diversidad y a
las situaciones cambiantes (Valcárcel, 2003).
Esta ley establece, por tanto, la relación entre ambas funciones, pero lo
más usual es que, al menos en el ámbito español, el profesor universitario se
dedique con igual intensidad a estas dos tareas que se interpretan como
independientes e incluso muchas veces, como antagónicas. Dependiendo del
área de conocimiento, el docente universitario se puede ver más identificado
como profesor o como investigador, pero, en cualquier caso, los sistemas de
evaluación de su actividad profesional provocan su dedicación a ambas
funciones (Caballero, 2009).
58
en el contexto angloamericano, en el que se aboga por una clara
especialización del profesor universitario, que se forma únicamente para una
de las dos funciones.
59
En consecuencia, cuando se dice que un profesor universitario es
competente, por ejemplo, en la elaboración de una guía docente, se está
afirmando que, con bastante probabilidad, será capaz, frente a una materia
nueva, o en un curso académico nuevo, de caracterizar el grupo y sus
necesidades, formular los objetivos, distribuir adecuadamente las
modalidades de enseñanza más adecuadas para esta materia, los tiempos y los
recursos adecuados a cada modalidad, diseñar el plan de evaluación, etc.
60
Europea: la formación integral de los estudiantes no se contemplaba en las
metas y en los contenidos universitarios. En estos momentos, las
competencias genéricas constituyen una parte fundamental de la estructura
curricular de todas las titulaciones.
61
2.6. Las competencias docentes del profesorado universitario
62
como tales la planificación del proceso de enseñanza-aprendizaje, la
selección y prepa ración de los contenidos disciplinares, la oferta de
informaciones y explicaciones comprensibles y bien organizadas
(competencia comunicativa), el manejo de las nuevas tecnologías, el diseño
de la metodología y la organización de actividades, la comunicación y
relación con el alumnado, la autorización, la evaluación, la reflexión e
investigación sobre la enseñanza, la identificación con la institución y el
trabajo en equipo.
63
Como ejemplo, en el cuadro 2.4 se muestran las unidades competenciales
identificadas para el "diseño de la guía docente" según este autor.
64
globalizada a las anteriores, integra asimismo las que se reflejan en el
borrador del Estatuto del PDI (MEC, 2008) que se reflejan en el cuadro 2.1, y
hace hincapié en las organizaciones flexibles (individuales, pequeños grupos
y gran grupo) que se han de favorecer en las aulas. Igualmente, la propuesta
resalta la participación y colaboración entre docentes desde la que ha de
realizarse la enseñanza universitaria.
65
"elaborar los programas de las asignaturas" (seleccionar los objetivos,
contenidos y las preguntas de evaluación según el saber disciplinar), se
aprecia fácilmente el reto y la dificultad añadida.
66
2.8. Conclusiones
No cabe duda que, desde la implantación del EEES, las funciones del
profesor universitario se hallan en un estado de indefinición que dificulta su
labor e incluso le provoca ansiedad e inquietud ante la inminente llegada de
las nuevas normas y estatutos que, relacionadas con su estatus, promoción o
evaluación, puedan sorprenderle negativa o positivamente. Probablemente, el
profesor universitario prevea que, especialmente en los momentos actuales de
crisis, seguirá siendo docente e investigador, aunque el equilibrio que se le ha
exigido hasta el presente entre ambas funciones podría desnivelarse, e incluso
romperse y desaparecer en un futuro inmediato, al asumir otras funciones
(formación, innovación, desarrollo, transferencia del conocimiento, gestión,
responsabilidad social...) o itinerarios de especialización.
67
acostumbrado. En primer lugar, porque son demandas en forma de
competencias, que, por su propia definición, implican un grado de máxima
transferencia e integración de conoci mientos, habilidades y actitudes. En
segundo lugar, por las exigencias que los nuevos contextos de
internacionalización conllevan en cuanto a dominio de habilidades
lingüístico-comunicativas, de las nuevas tecnologías y de otras culturas.
Ambos conceptos dibujan un nuevo paisaje por el que el profesor
universitario debe transitar tanto en su docencia como en su investigación y
por el que proponemos que este debe tener unas competencias genéricas
similares a las que piensa exigir a sus estudiantes universitarios.
68
profesor universitario con madurez pedagógica e investigativa requiere de
programas de formación y de desarrollo profesional para seguir alcanzando
las competencias profesionales que le son propias, y el profesorado novel
tiene que contender con numerosos impedimentos, por lo que sería deseable
contar con el apoyo institucional de determinadas iniciativas que
contribuyeran a facilitarle este proceso. Han sido varias las aportaciones que
en la última década se han hecho eco de esta realidad. Junto a determinadas
reflexiones teóricas (Bower, 2007; Feixás, 2002; Lomas y Kinchin, 2006;
Marcelo, 2008; Mullen, 2008; Sánchez y Mayor, 2006), se han coordinado
distintas líneas de actuación respaldadas por proyectos de innovación y
buenas prácticas docentes y de apoyo a la formación del profesor
principiante. Podemos destacar, entre ellas, los Proyectos de Mentorización,
en los que a través de una interacción entre profesores expertos y
principiantes, se trata de guiar, formar y ayudar a los últimos en la
adquisición de sus competencias profesionales (Herrera, Fernández,
Caballero y Trujillo, 2011).
Apéndice
69
70
71
72
Katia Caballero Rodríguez
73
profesorado universitario. Son diversas las investigaciones y análisis que
describen el desequilibrio que se ha creado entre docencia e investigación,
desde el punto de vista formativo y profesional, y cómo dicho desequilibrio
determina la construcción y el desarrollo de un perfil profesional concreto
(Caballero, 2009; Cantón, Valle y Arias, 2008; García y González, 2007;
Hawes y Donoso, 2003; Pulido y Pérez, 2003; Sierra, Buela-Casal, Bermúdez
y SantosIglesias, 2009; Tejedor, 2003).
74
docente, investigadora y de gestión (Imbernón, 2011, p. 77).
75
actuación, creando redes de conocimiento más consistentes y, a su vez, más
flexibles. El desarrollo, por tanto, es posterior al aprendizaje en la medida que
es una síntesis reflexiva, valorativa y aplicada de las nuevas adquisiciones.
76
intereses iniciales del sujeto.
77
Kugel (1993) propone un modelo de desarrollo del profesorado universitario
que, aunque considera que no puede aplicarse de forma generalizada a todo el
profesorado, sí puede servir para reflexionar y mejorar el proceso de
desarrollo. Este modelo distingue cinco estadios en el desarrollo del
profesorado que se enmarcan en dos etapas principales: una centrada en la
enseñanza y otra en el aprendizaje.
78
B) Segunda etapa: centrada en el aprendizaje
-Estadio 4: el alumno como sujeto activo. Una vez que los profesores han
desarrollado cierto nivel de competencia en tomo a su enseñanza, la
materia y el estudiante, la transición a este estadio implica una mayor
conciencia por desarrollar el pensamiento del alumnado. Los profesores
se dan cuenta de que los estudiantes aprenden si forman parte activa de
dicho aprendizaje, por tanto, el profesor fomenta las discusiones, la
resolución de problemas, la elaboración de ensayos y trabajos en los que
se ponga en práctica lo aprendido en clase.
Kugel sostiene que a estos estadios pueden agregarse dos más: el estadio
de predesarrollo o preparación, que abarca el periodo de formación del futuro
profesor en la universidad como estudiante de tercer ciclo, a través de una
primera aproximación a las distintas asignaturas y a la investigación realizada
sobre las mismas. Y, finalmente, el estadio seis, en el que el profesor
reflexiona y revisa su evolución a lo largo de los diferentes estadios para
moldear o mejorar aspectos de la docencia.
79
3.2.2. Kalivoda, Rogers y Simpson: la vitalidad del profesorado universitario
80
3.2.3. Nyquist y Sprague: dimensiones del desarrollo profesional del
profesorado universitario
81
establecen entre el profesorado novel y sus alumnos son cercanas y
enfocadas a conseguir la aceptación generalizada. Una vez
experimentadas si tuaciones diversas de malestar y satisfacción en la
convivencia con los alumnos, el profesorado comienza a adoptar una
posición más distanciada. En el estadio de desarrollo más avanzado, la
relación se hace más intensa, pues se comunican con el alumnado para
obtener información sobre el proceso de aprendizaje.
82
basan en modelos de docencia previamente vivenciados, repitiendo las
prácticas positivas y evitando las negativas. El proceso de enseñanza-
aprendizaje se halla centrado más en ellos mismos que en el alumnado,
dando más importancia a su propia actuación que a la de los estudiantes.
83
Una concepción del desarrollo de la docencia como incremento del confort
y la seguridad en la enseñanza (2003), se acompaña de una práctica docente
(2007) basada en:
-El descubrimiento de qué estrategias de enseñanza son las más útiles con
el fin de ser un profesor más efectivo.
84
El modelo de Dall'Alba y Sandberg (2006) surge como crítica a modelos que
dividen el desarrollo profesional en estadios que se alcanzan de manera
sucesiva y lineal. Consideran que dichos modelos subestiman una dimensión
fundamental del desarrollo profesional, que es la comprensión de y en la
práctica. Argumentan que los modelos basados en estadios no prestan
atención a las habilidades que están siendo desarrolladas y sostienen que la
práctica profesional es entendida y llevada a cabo por los sujetos de forma
diferente, incluso dentro de un mismo estadio. Estos autores plantean un
modelo de desarrollo profesional aplicable a cualquier profesión y que consta
de dos dimensiones:
85
cambio de enfoque en el que se pase de transferir el conocimiento y
habilidades, a desarrollar la comprensión de y en la práctica profesional.
3.2.7. Post: las siete etapas del aprendizaje para enseñar en Educación
Superior
86
primordial de los nuevos profesores universitarios es transmitir
conocimientos y encontrar un estilo propio de enseñanza. Poseen la
creencia de que su responsabilidad en clase es informar, impartir
contenidos, hablar, evaluar y puntuar, tan rápido como puedan. Les
preocupa explicar cada párrafo del contenido de la materia y, para
hacerlo, tienden a imitar a profesores que para ellos fueron buenos. En
esta etapa, el profesorado no solo tiene que lidiar con lo que supone
preparar asignaturas por primera vez, sino que también deben responder
a su compromiso con la investigación. Se considera la etapa más dura,
pues hay que intentar agradar a los estudiantes para obtener buenas
evaluaciones, al tiempo que someterse a la presión de sacar tiempo para
publicar todo lo que se pueda.
87
del alumnado, motivándolo y atrayendo su atención, y de desarrollar
estrategias de enseñanza empleando el humor, contando historias,
incorporando las experiencias de los estudiantes en los ejemplos,
planteando cuestiones inquietantes, etc.
88
89
90
Aunque cada modelo se aproxima al desarrollo profesional del profesorado
universitario desde un enfoque particular, como puede observarse en el
cuadro 3.2, en casi todos podemos encontrar un elemento común, y es que el
profesorado, a lo largo de su trayectoria docente, puede desarrollar dos
perspectivas diferenciadas de la docencia: una centrada en la enseñanza o en
sí mismo, y otra centrada en el aprendizaje o en el alumnado. La falta de
dominio del contenido, así como de los métodos y estrategias de enseñanza,
hacen que el profesor centre sus preocupaciones en la mejora de estos
aspectos. Progresivamente, a medida que el profesor adquiere mayores
niveles de conocimiento del contenido, así como habilidades y estrategias
para transmitirlos, comienza a prestar más atención al alumnado y a su
aprendizaje.
91
sistemas de evaluación, tanto para el acceso y la promoción, como para la
incentivación de la actividad docente e investigadora. El análisis de dichos
sistemas nos permitirá deducir hacia dónde se orienta el perfil profesional
actual del profesorado universitario (Caballero, 2013; García y González,
2007, p. 199).
92
También cabe resaltar que, aunque las figuras profesionales aparecen
jerarquizadas, los sistemas de evaluación no están conectados con procesos
formativos que respondan a las necesidades de cada uno de los perfiles que
conforman dicha jerarquía. La única diferencia que se da en el paso de una
categoría profesional a otra es meramente acumulativa, es decir, reunir un
mayor número de méritos en cada una de las funciones, aunque no existe la
certeza de si esos méritos, basados en su mayoría en criterios cuantitativos,
responden también a criterios de calidad. Por tanto, como sostiene Tejada
(2006, p. 284), las normativas se caracterizan por poner énfasis en la
evaluación de la docencia, la investigación y la gestión, pero no en su
articulación y formación.
93
promoción dentro de la profesión. De esta manera, el profesorado tenderá a
desarrollar un perfil profesional lo más adaptado posible a las exigencias
impuestas por la propia profesión.
3.Encuestas de estudiantes.
94
escasa utilidad que ayude al profesor a detectar dónde están sus fallos y qué
aspectos debe mejorar.
95
más exigente en materia docente y que esté basado en la ya típica
acumulación de certificados relativos a una innumerable cantidad de
apartados y subapartados, sino de buscar nuevas fórmulas capaces de
reconocer buenas prácticas docentes; prácticas reales que se dan dentro (y no
fuera) del aula y que se apoyan en procesos formativos (entendidos en el
sentido amplio) capaces de demostrar su impacto en la mejora de la
enseñanza y de los aprendizajes. Si se pide calidad en la docencia, esta debe
evaluarse con rigurosidad y debe reconocerse e incentivarse con seriedad,
abriendo nuevas vías profesionales que motiven al profesorado a desarrollar
esta función. Solo así la docencia dejará de concebirse como el obstáculo que
frena el éxito dentro de la profesión.
96
3.4.1. Fase preformativa y formación inicial
97
una tarea más fácil.
98
contexto profesional donde se inician, se les ayude a resolver sus inquietudes
más inmediatas sobre la actividad docente.
99
que ayude al principiante a socializarse dentro de la profesión y a integrarse
en el día a día de la actividad profesional, sin que esto suponga un trauma o
una tensión constante. Esta situación novedosa se ha de encauzar de manera
positiva para que el profesorado novel afronte y supere las barreras de la
inexperiencia con éxito.
Existen algunas alternativas para intentar paliar los efectos de este primer
enfrentamiento a la docencia, de nuevo mencionaremos al Vicerrectorado
para la Garantía de la Calidad de la Universidad de Granada, que desde hace
unos años viene planteando una serie propuestas formativas:
3.Metodología docente.
100
4.Las TIC en la Enseñanza Superior.
101
formado parte de estos procesos formativos (Ion y Cano, 2007), aunque a
nivel internacional sí existen investigaciones que demuestran el impacto de
algunos programas desarrollados (Gibbs y Coffey, 2012; Parsons, Hill,
Holland y Willis, 2011; Simon y Pleschová, 2012; Trigwell, Caballero y Han,
2012).
102
existe". A este respecto, el autor propone introducir nuevos enfoques de la
formación, como: las relaciones entre docentes, las actitudes y emociones del
profesorado, la complejidad docente, la capacidad de los propios
departamentos para crear conocimiento pedagógico, el trabajo en equipo, etc.;
y todo ello planteado no desde la perspectiva de los expertos, sino desde la
reflexión que hace el propio profesorado sobre su práctica.
4.Enseñanza bilingüe.
103
5.Docencia de posgrado.
7.Prácticum.
8.Divulgación.
104
g)Incorporación de metodologías activas al aula universitaria.
105
No se puede pedir calidad docente si esta no va acompañada de un apoyo y
reconocimiento que la respalde. En este sentido, se requiere un mayor
consenso político sobre la misión de la universidad y la formación, pues la
estructura del sistema actual es tan inestable que dificulta enormemente la
configuración de un perfil profesional coherente con dicha misión (García y
González, 2007, p. 200; Zabalza, 2011, p. 398).
3.5. Conclusiones
106
ejercicio de cualquier profesión encontramos procesos formativos que
preparan para el desempeño de unas funciones concretas, encontramos que
para el profesorado universitario esta preparación es parcial, pues existe una
formación reglada para desarrollar competencias en investigación, pero no
para desarrollar competencias docentes (Mayor, 2009, p. 65). Aunque en los
últimos años las propias universidades han puesto en marcha planes
formativos centrados en el desarrollo de la enseñanza, estos no son requisito
de obligado cumplimiento para ejercer la actividad docente.
107
Oswaldo Lorenzo Quiles
108
El presente capítulo se irá construyendo a partir de la explicación y
asociación de los términos nucleares que deben formar parte del contexto
teórico de la evaluación de las titulaciones de educación superior, asociada
esta aquí fundamentalmente a la evaluación, la calidad y el contexto
internacionalizante de los programas formativos en los que el futuro
profesorado universitario adquiere sus competencias generales y específicas.
109
(IEA), que realiza estudios internacionales sobre evaluación educativa.
Previamente, en 1961, ya se había establecido la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que cuenta con estudios
permanentes sobre Indicadores Internacionales de la Educación (1NES).
110
Un elemento a tener en cuenta durante el proceso evaluativo se refiere a
conocer y reconocer "la naturaleza del objeto evaluado", es decir, las
características sociales, los conocimientos previos, las habilidades y
limitaciones, etc. (Popkewitz, 2000). Además, para que el proceso evaluativo
sea imparcial y representativo, se hace necesario advertir ciertas cualidades
de la evaluación, como son la validez y representatividad de la información
suministrada por los instrumentos de evaluación utilizados, e igualmente la
posterior interpretación de dichos resultados con responsabilidad y
compromiso de mejora continua.
111
como el proceso que permitía determinar en qué medida los objetivos
educativos eran alcanzados; y de destacados evaluadores como Lee
Cronbach, Daniel Stufflebeam y Marvin Alkin, quienes distinguen la
evaluación como el instrumento que facilita información para la toma
de decisiones (Escudero, 2003). Sin embargo, la evaluación entendida
como un instrumento para juzgar genera habitualmente desazón, tanto
en evaluados como en evaluadores, razón por la cual deberían ser más
tenidas en cuenta sus características constructivas - evaluación
formativa - (Guba y Lincoln, 2001).
112
-Clase de información que se puede recoger según el objeto evaluado.
Stufflebeam y Webster (1980) plantean que para determinar la clase de
información a ser evaluada se deben tener en cuenta cuatro variables:
objetivos, diseño, implementación y resultados. Por su parte, Stake
(1996) sugiere dos conjuntos de información: descriptiva (antecedentes,
implementación y resultados) y crítica (juicios sobre antecedentes,
implementación y resultados).
-Criterios para juzgar el objeto evaluado. Esta es una de las tareas más
difíciles, excepto para aquellos que usan la evaluación para la toma de
decisiones. Estos criterios podrían ser: identificar las necesidades de los
evaluados, los valores sociales, estándares establecidos por expertos y,
además, las características del contexto propio del objeto evaluado.
Asimismo, los instrumentos de evaluación deben plantearse de forma
que cumplan con criterios de validez, igualdad y credibilidad (Land,
1997; Shepard, 2000).
113
hacer recomendaciones (Escudero, 2003); mientras que para la
evaluación constructivista el proceso se inicia con el establecimiento de
criterios explícitos por parte de los evaluadores, posteriormente se
somete a consideración de los evaluados, después se desarrolla la
evaluación bajo la orientación del evaluador y, por último, tiene lugar el
proceso de retroalimentación o feedback, que también sirve para
consolidar o modificar los criterios explícitos escogidos inicialmente
(Rust, O'Donovan y Price, 2010). González (1997) establece seis etapas
en el proceso evaluativo: enfoque (qué se evalúa, para qué y con qué
criterios), recogida de datos (definición de instrumentos y de población
a evaluar), organización (sistematización de resultados), análisis,
informe (para los interesados en los hallazgos, feedback) y
administración (regulación de la evaluación y sus resultados).
114
evaluación. En palabras de Quinn (2000), el evaluador de la cuarta
generación (según la clasificación de Guba y Lincoln, 2001) es un
negociador con carácter independiente, neutralidad ideológica,
conocimiento de la legislación y experiencia metodológica.
115
encuentren creíble, que encuentren respuestas adecuadas para todas las
preguntas previas a la evaluación, que haya consenso en la relación y
cumplimiento de los criterios preestablecidos, que estos resultados
favorezcan la toma de decisiones y que exista una concienciación de
responsabilidades frente a los resultados y un aprendizaje a partir de los
mismos (González, 1997).
Según Cuellar (2006), la calidad en educación debe ser eficaz, es decir, que
los resultados muestren el alcance de los objetivos de aprendizaje del
programa mediante la acción educativa; relevante, que haya correspondencia
entre los contenidos planteados y las necesidades contextuales de los
estudiantes; y un proceso, cuando la oferta educativa se fortalece con un
contexto adecuado, unos docentes con la suficiente preparación académica,
recursos materiales y estrategias didácticas apropiadas.
116
a la comunidad, es en estos tres pilares donde se deben construir los
estándares de calidad. El tratamiento de búsqueda de la calidad educativa
muestra que las instituciones universitarias operan en un ambiente de
competencia, interdependencia e interrelación con otras instituciones y
organizaciones educativas, tanto en un marco local como internacional
(Abukari y Correr, 2010), por tanto, se hace necesario tener una visión
panorámica global de lo que está sucediendo en los centros de formación
superior.
117
incluyente) como pedagógico (currículo significativo).
118
pertinencia y calidad, con ayuda de los mecanismos reguladores que
establecieran los Ministerios de Educación de cada país (Unesco, 2009).
119
grados académicos resulta ser solo una función derivada (Orellana y
Orellana, 2005). Sin embargo, los centros de formación universitaria han
empezado a pensarse como una empresa que compite, evalúa su producto y
redefine su servicio en el marco de una política de autonomía e
independencia, pese a las dificultades de medir los aspectos educativos, que
suelen ser intangibles, dado que solo se reflejan en los comportamientos y
desempeños de los individuos que se forman en ellas (Jackson, Helms y
Ahmadi, 2011). En este sentido, las instituciones de educación superior son
conscientes de que para mantenerse activas deben garantizar un servicio de
calidad que las diferencie del resto de instituciones (Tsinidou, Gerogiannis y
Fitsilis, 2010), en términos de enseñanza, investigación, administración y
extensión de resultados y aportes a la comunidad.
120
actúan en cada país (Parri, 2006), dado que la evaluación relacionada con la
acreditación y certificación de programas o de instituciones universitarias se
centra en la determinación del "mérito", basándose en estándares
preestablecidos (Popham, 1987) con base en los deberes, responsabilidades
sociales y obligaciones de las mencionadas instituciones. Sin embargo, para
autores como House y Howe (2000), esta dimensión de la evaluación
(programas e instituciones) podría centrarse en determinar el "valor" del
objeto evaluado en relación con las necesidades contextuales en que está
inmerso, promoviendo los procesos de autoevaluación y autoseguimiento más
allá de las comparaciones entre los resultados de diferentes instituciones. No
obstante, señalan Bell y Youngs (2011) que pocos estudios se centran en este
aspecto, es decir, en los factores específicos contextuales que influyen en la
acreditación de las instituciones de educación superior.
Días (2007) plantea que existe una diferenciación entre los términos
evaluación y acreditación, pese a reconocer su interrelación e
interdependencia. Este autor manifiesta que mientras que la evaluación es el
proceso de análisis y asignación de valor o mérito de las instituciones y
programas, con el fin de mejorar, la acreditación tiene un desarrollo más
amplio y general, que busca la verificación del cumplimiento de requisitos
mínimos de calidad. Por su parte, Gundersen et al. (2011) y Miles (2010)
definen esta última como el reconocimiento que asigna una comisión de
acreditación y como el proceso que no tendría ningún significado si no fuera
por sus consecuencias: asegurar y mejorar la calidad de la educación superior.
121
institución, mientras que las dos últimas, como sucede en países como Reino
Unido, se refieren a los necesarios procesos internos de los centros
educativos, mediante los cuales actualizan sus planes o programas y
legitiman su continuidad (Harvey, 2004).
122
como Tyler utilizaba diseños experimentales y cuasiexperimentales, pruebas
estandarizadas e informes con el formato clásico de investigación científica;
Stufflebeam se centraba en una metodología acorde con el contexto (entrada)
y el proceso (producto), cuyos resultados servían como guía para la toma de
decisiones y la mejora del proyecto curricular; Scriven utilizaba una
metodología neopositivista, relativista y de la lógica probativa; Stake prefería
las metodologías cualitativas, principalmente el estudio de caso; Graba y
Lincoln se inclinaron por la metodología naturalista y el trabajo en equipo,
involucrando a todos los actores implicados en la evaluación; Cronbach
defendía el uso de metodologías tanto cuantitativas como cualitativas, donde
la evaluación se integra y fortalece a la comunidad política; y Pérez Juste, al
igual que Conbrach, utiliza metodologías cualitativas y cuantitativas con el
objetivo de mejorar los programas e impactar en la comunidad.
123
La calidad de la educación superior es un tema que no solo preocupa a la
comunidad educativa, estudiantes, profesores, directivos, agencias de
evaluación y gobiernos (Harvey, 2002), sino también a empleadores y
empresarios, que admiten laboralmente a profesionales universitarios, de los
cuales esperan una formación del más alto nivel. Es así como la calidad de la
educación universitaria respondería a las relaciones entre las necesidades
sociales, objetivos y productos de la educación universitaria, procesos de
gestión y miembros de la comunidad educativa, bajo la interconexión de las
dimensiones de funcionalidad (indicadores de funcionalidad) y eficacia y
eficiencia (indicadores de rendimiento). Los indicadores de funcionalidad se
refieren al sistema de acceso de estudiantes y profesores al sistema
universitario, procesos de gestión curricular, población de graduados y
demandas de formación profesional por parte de la sociedad. Por su parte, los
indicadores de rendimiento se refieren a la evaluación del producto, aspectos
pedagógicos, económicos y de gestión administrativa (De la Orden, 1997).
124
recibida). Por su parte, la dimensión relacional-explicativa se constituye en el
aporte más representativo del proceso de evaluación para la calidad de la
educación (relevancia: relación entre propósitos institucionales y realidad
social del contexto educativo; eficacia: los estudiantes aprenden lo que deben
aprender; efectividad: relación entre procesos, resultados y productos;
congruencia: correspondencia entre talento humano, recursos físicos,
procesos y resultados; eficiencia: correcta utilización de recursos
disponibles).
Neave (1988) acuñó el término Estado Evaluador para las reformas que se
suscitaron en la educación superior después de 1990 en Europa Occidental,
donde no solo eran las instituciones educativas, en el marco de su autonomía,
las encargadas de responder a la calidad de la educación, sino que el Estado
entró a desempeñar un papel importante como auditor y verificador, en
términos de formalización, integración y estandarización (Bleiklie, 1998).
125
Este hecho influyó en la aparición y el desarrollo de los mecanismos de
garantía de la educación superior en otros países y particularmente en los
pertenecientes a América Latina (Jiménez, 2011; Marquina, 2006).
126
necesidad de verificar la calidad de los procesos y procedimientos que
adelantan estos organismos, desde evaluaciones hechas por parte de
organizaciones internacionales (Szanto, 2005). INQAAHE es la red
internacional de agencias para la garantía de la calidad en la educación
superior más presente en el mundo. Creada en 1991 en Holanda, su propósito
es recoger información sobre teoría (asambleas bianuales) y práctica (talleres
en años intermedios) de evaluación de la calidad y acreditación en educación
superior en el mundo y plantear los criterios que deben guiar el proceso
(Morse, 2006). Cuenta con la participación de más de 100 miembros de
países de todos los continentes y con redes regionales y subregionales
(Woodhouse, 2000).
127
Tratado de Bolonia se crea la Asociación Europea para la Garantía de Calidad
en la Educación Superior [European Association for Quality Assurance in
Higher Education (ENQA)], organismo que ha establecido los siguientes
principios para las universidades de la Unión Europea (Grossman, Sands, y
Brittingham, 2010; Tsinidou, Gerogiannis y Fitsilis, 2010):
-Definir los estándares de calidad de los programas y los títulos, así como
los procedimientos para su aseguramiento y revisión, a partir de la
cultura de mejora de la calidad de los productos educativos que deben
asumir todas las instituciones de educación superior.
128
dilemas problemáticos frente al hecho de promover la uniformidad de la
oferta educativa respetando la singularidad y diversidad institucional y
contextual en el marco de la internacionalización de la educación superior,
dado que la apropiación de los estándares de calidad es diferente para cada
país y cada institución (Proitz, Stensaker y Harvey, 2004).
129
son resultado de las presiones que reciben las instituciones universitarias, ya
sea por parte del gobierno, del sector productivo, de los mismos organismos
académicos, etc., y que se han ido transformando a partir de tres dimensiones:
el eje de evaluación (de recursos y estructura a resultados; de control externo
a autorregulación), internacionalización de la educación (con problemas
centrados en el reconocimiento de títulos; en los recursos económicos y el
personal cualificado para verificar programas extranjeros); el acuerdo sobre
quién asegura la calidad del programa, si el país oferente o el receptor; el
establecimiento de estándares y expectativas basadas en el contexto donde se
ofrecen los programas; y la inclusión de agencias privadas en el
aseguramiento de la calidad del servicio educativo público (Estados Unidos,
Holanda, Chile, Argentina) (Brunner, 2005).
130
La Red Iberoamericana para la Acreditación de la Calidad de la Educación
Superior (RIACES) se constituye en el año 2003 con el fin de promover la
cooperación y el intercambio de experiencias en materia de evaluación y
acreditación de la educación superior, así como de garantizar la calidad del
servicio educativo en los países iberoamericanos. Sus principales propósitos
se centran en favorecer el reconocimiento de titulaciones y programas
académicos que faciliten la movilidad de estudiantes y profesores y generar
reflexiones en torno a los escenarios futuros de la educación superior desde el
enfoque de la evaluación y la acreditación. En el cuadro 4.1 pueden
apreciarse los actuales miembros, países y organizaciones de RIACES (Días,
2007; RIACES, 2011).
131
Un estudio realizado en el año 2002 por el Consejo Nacional de
Acreditación de Colombia (Revelo, 2002) estableció que en Iberoamérica
algunos organismos de evaluación y acreditación de la educación superior se
pusieron en marcha en la década de los 90 y otros con posterioridad a esta
fecha, como puede observarse en el cuadro 4.2. En algunos casos, esto sucede
132
por iniciativa gubernamental (Ecuador, España, Costa Rica, Chile, Colombia,
Uruguay, Argentina) y en otros por iniciativa no gubernamental (México,
Venezuela).
133
134
135
La amplia creación de centros evaluadores en Latinoamérica obedece a
dos razones, el incremento de la demanda de programas de educación
superior y el desarrollo del sector privado en la oferta de estos servicios
educativos (Pires y Lemaitre, 2008; Revelo, 2002). Asimismo, hay que tener
en cuenta el auge de la oferta de instituciones universitarias en América
Latina, que pasó de 75 en 1950, con 267.000 estudiantes, a más de 1.500
instituciones en 2003 (la mayoría privadas), con más de 12 millones de
estudiantes (Fernández, 2004). Junto a esto surgen de modo natural los
necesarios procesos de garantía de la calidad, con la evaluación y
acreditación de grados y posgrados. Al mismo tiempo, el crecimiento del
sector privado universitario originó un incremento en la oferta de programas,
la ampliación de la matrícula y la reducción de la inequidad en el acceso a
estos estudios, situación que se estaba presentando en las instituciones
públicas por falta de cupos y que en ocasiones condujo a situaciones de
desigualdad en la educación superior, debido a los niveles de renta de los
estudiantes y a la calidad de los procesos pedagógicos en relación con la
masificación y cobertura, todo ello como resultado de un mercado libre y sin
restricciones de la educación superior. Este hecho también provocó la
aparición de sistemas de garantía de la calidad que, si bien algunas veces son
vistos como controles, en última instancia sirven para regular el valor
académico real e interno de las instituciones y sus programas formativos y su
relación con el contexto nacional e internacional (Rama, 2001, 2006).
136
educación superior, asegurándole a la sociedad que los servicios educativos
ofrecidos se corresponden con altos índices internacionales de calidad. Sin
embargo, las acciones de supervisión de la formación universitaria no son
igualitarias en todos los países, como se mencionó anteriormente, dado que
en algunos casos las agencias de garantía de la calidad se han creado como
entidades independientes y autonómicas y en otros con un carácter restrictivo
y controlador (Rama, 2007).
4.5. Conclusiones
137
impartieron clase a ellos mismos en la universidad. En este sentido, aparece
hoy la necesidad de comparar los resultados de la calidad del sistema
educativo de un país a otro, para poder homologar y reconocer titulaciones
expedidas en diferentes países y para facilitar el acceso a la docencia y la
formación universitaria por parte de profesores y alumnos nacionales y
extranjeros (Bollag, 2009).
138
La evaluación de los programas educativos en educación superior se ha
convertido en una necesidad, ante la búsqueda de la calidad y la excelencia en
los procesos de enseñanza-aprendizaje y gestión curricular en casi todos los
países del mundo actual. Esta herramienta permite determinar cuál es la
realidad situacional de los proyectos curriculares y formativos universitarios,
además de diagnosticar sus posibles ámbitos problemáticos y las
consecuencias de su desarrollo y aplicación. La evaluación puede ser
realizada con fines de nueva oferta académica o con fines de acreditación de
calidad de la titulación, y el proceso evaluativo es común para casi todos los
países, comenzando con la autoevaluación, a la que sigue una evaluación
externa (de pares académicos evaluadores), y terminando con una evaluación
final, realizada por el organismo encargado de la acreditación con base en la
información recolectada en los pasos anteriores (Grossman, Sands y
Brittingham, 2010; Morse, 2006). En los países europeos se suma una cuarta
etapa, la certificación (Stensaker, 2011).
139
Lucía Herrera Torres
140
universitario, el rol docente del profesorado, la innovación en las
metodologías de enseñanza-aprendizaje, la homologación y equiparación de
los títulos oficiales universitarios, etc. (Biggs, 2005; González y Wagenaar,
2003; Herrera, 2007), lo cual ha originado el surgimiento de una considerable
legislación y literatura gris, comunitaria y nacional, tras el proceso de
Convergencia Europea (Cuadrado y Fernández, 2008; Goñi, 2005; Malbernat,
2008; Tomusk, 2006).
141
Tomado en su conjunto, ha estado más orientado hacia su área de
conocimiento, de especialización o disciplina concreta que hacia la profesión
docente (Monereo y Pozo, 2006; Shulman, 2004; Valcárcel, 2005), por lo que
no ha sido habitual que se haya formado para la función docente (Brauer,
2013; Hawes y Donoso, 2003). A lo anterior se suma que ha de poner en
práctica diferentes roles y asumir responsabilidades que no están presentes en
los docentes de otros niveles educativos; además de que debe atender a
estudiantes muy diferentes en edad, experiencia y capacidad. Sin embargo,
según Glassick (2000), la actividad docente exige que se cumplan una serie
de requisitos, de modo que el profesorado universitario debe partir de la
definición de unos objetivos claros; ha de estar profesionalmente bien
preparado; debe emplear los métodos más adecuados que permitan alcanzar
los objetivos anteriormente mencionados; ha de perseguir unos resultados
significativos; tiene que realizar una presentación efectiva, y debe poner en
práctica una reflexión crítica de su actuación docente con la finalidad de
mejorar la calidad de la misma.
Al respecto, son múltiples los estudios que determinan cuáles son las
competencias docentes que debe poner de manifiesto un profesor
universitario (Palomero, 2003; Unesco, 2001; Villar-Angulo, 2004; Zabalza,
2003). En este sentido, la formación del profesorado universitario cobra un
papel protagonista para alcanzar dichas competencias (Madrid, 2005;
Margalef y Álvarez, 2005; Romero y Gómez, 2007). En determinados países
europeos, como Reino Unido, existe tradición en programas de formación
dirigidos al profesorado universitario novel o principiante, conocidos como
Beginning Teacher Induction (Lomas y Kinchin, 2006; Zeichner, 1998), así
como en EEUU (Bower, 2007). Sin embargo, no en todos los países ha sido
patente una tradición o cultura institucional que integre la formación del
profesorado universitario. En España las iniciativas en formación del
profesorado universitario son puntuales y tan solo se dispone de una
trayectoria consolidada en ciertas universidades, como las de Sevilla
(Marcelo, 2008; Sánchez, 2008; Sánchez y Mayor, 2006) y Barcelona
142
(Benedito y Jarauta, 2006).
5.1.1. Justificación
143
mediacional del proceso de enseñanza-aprendizaje, donde se centra el
proceso de enseñanza-aprendizaje en el alumnado y se aboga por un tipo de
docente como profesional reflexivo (Casanova y de la Torre, 2007; Zabalza,
2004). El profesor universitario se convierte, por tanto, en un agente de
cambio social que ha de otorgar importancia no solo al qué hacer y al cómo
hacerlo sino, además, al por qué y para qué de su realización. El papel del
profesor universitario cambia, desplazando el punto de gravedad de la
transmisión de conocimientos al rol de guía, orientador en el proceso de
aprendizaje y facilitador de la adquisición así como desarrollo de
competencias básicas y profesionales en el alumnado (Cuadrado y Fernández,
2008; Moreno, Bajo, Moya, Maldonado y Tudela, 2007). Por ello, numerosos
trabajos se han centrado en analizar las competencias docentes del
profesorado universitario (Cano, 2005; Fernández, 2006; Imbernón, 2004;
Zabalza, 2003) o la innovación constante en las metodologías de enseñanza
(De Miguel, 2006; Palomero, 2003; Rué, 2004; Santos, 2005), entre otros
aspectos. En definitiva, desde este paradigma mediacional se va más allá de
concebir la actuación profesional como una actividad técnica, por lo que se
considera una habilidad cognitiva compleja, cercana a un proceso de
resolución de problemas, habilidad que requiere del dominio de diversos
tipos de competencias.
144
actitudes y valores, es decir, el desarrollo de competencias. Para fomentar
dicho desarrollo, el profesorado universitario ha de planificar la docencia
(Bernal, 2006; Parcerisa, 2008; Zabalza, 2003, 2004) y, dentro de dicha
planificación, seleccionar las estrategias y metodologías docentes que se
ajusten en mayor medida a las competencias que se pretendan trabajar. Las
metodologías docentes mediante las cuales se puede trabajar en el aula
universitaria son múltiples y diversas, las cuales han de adaptarse también a
la modalidad organizativa (gran grupo, grupo de clase, pequeño grupo,
trabajo individual) de la que se trate en cada momento. A modo de ejemplo,
el siguiente listado recoge diferentes metodologías docentes (Barkley, Cross,
y Major, 2007; De Miguel, 2006; Herrera, 2008; Monereo y Pozo, 2006;
Moust, Bouhuijs y Schmidt, 2007; Sánchez, 2008):
-Clases magistrales
-Conferencias
-Prácticas de laboratorio
-Seminarios
-Debate
-Estudio de casos
-Aprendizaje cooperativo
-Aprendizaje autónomo
145
-Sistema de proyectos
-Contrato de aprendizaje
-Enseñanza personalizada
-Enseñanza a distancia
-Programa de lecturas
146
Zimmerman, 2000). Por lo tanto, es necesario tener en cuenta las opiniones y
valoraciones del alumnado sobre la docencia y el aprendizaje universitario
(Álvarez, García y Gil, 1999; Camarero, Martín y Herrero, 2000; Fernández,
2001; Lizzio et al., 2000), así como los factores que facilitan su rendimiento
académico (De la Fuente y Justicia, 2007; García, Alvarado y Jiménez, 2000;
Garmendia, Guisasola, Barragués y Zuza, 2006; Heikkilü y Lonka, 2006;
Herrera, Jiménez y Castro, 2011; Tejedor y García-Valcárcel, 2007).
147
siguientes (Byrnes, 2009; Ormrod, 2011; Puente, 2011; Sampascual, 2009;
Santrock, 2006; Snowman, McCown y Biehler, 2009; Woolfolk, 2006): la
importancia del valor de la retroalimentación o feedback, así como del
refuerzo, derivados del condicionamiento operante; las teorías del
procesamiento de la información; y, muy especialmente, los principios y
recursos educativos derivados de las teorías cognitivas y constructivistas del
aprendizaje (aprendizaje por observación o modelado, aprendizaje
significativo, aprendizaje guiado o andamiaje, aprendizaje cooperativo,
aprendizaje situado, aprendizaje autorregulado, etc.).
148
2007), así como de la Inteligencia Emocional (Cherniss, Grimm y Liautaud,
2010; Goleman, 201 1; Merlevede y Bridoux, 2008), lo que se encontraría
dentro de la Psicología Positiva aplicada a la educación (Seligman, Ernst,
Gillham y Linkins, 2009).
2.Con una solidaridad que lo hará aceptable, esto es, respetuoso con los
problemas pero riguroso con los procesos de reflexión, planificación y
evaluación.
149
condiciones profesionales, sociales y culturales en un lugar y momento
concretos.
150
-Optimismo. De forma tanto pública como privada reafirma el potencial
humano de los mentorizados.
151
4.Ayudar a conocer la institución universitaria y a integrarse en ella.
A) Reuniones y seminarios
c)Seminario Inicial.
d)Seminario de Seguimiento.
e)Seminario Final.
152
Al comienzo del curso académico tuvo lugar una primera reunión conjunta
del equipo de mentores, en la que se adoptaron los acuerdos necesarios para
la puesta en marcha y el desarrollo del programa de mentorización durante el
curso. A continuación se llevó a cabo la reunión de acogida a los profesores
noveles, en la que participaban todos los miembros del equipo decanal de la
facultad y, junto con la coordinadora del programa, durante una sesión se
informaba de los diferentes órganos de gestión del centro, sus competencias y
funcionamiento. Se trataba de que el profesorado principiante conociese,
desde el primer momento, la estructura y dinámica de la facultad a la que se
había incorporado y, para ello, lo que se consideró más conveniente fue que
el propio decano, los vicedecanos y vicedecanas de su equipo fuesen los que
se encargaran de esta tarea. Seguidamente, se realizó el Seminario Inicial, al
comienzo del curso, el cual tenía como finalidad que los miembros del grupo
que formaban parte del programa (mentores y noveles) se conociesen,
además de informar de la planificación y desarrollo del mismo. En él se
plantearon los objetivos que se pretendían, qué acciones se iban a realizar, la
temporalización de las mismas y la forma en la que iban a ser coordinadas.
En dicho Seminario Inicial los profesores principiantes, además,
cumplimentaron el Cuestionario sobre Competencias Docentes del
Profesorado Universitario4, elaborado teniendo en cuenta las competencias
establecidas por diferentes autores (González y Wagenaar, 2003; Moreno et
al., 2007; Villar-Angulo, 2004; Zabalza, 2003). En dicho cuestionario (ver
Anexo 1) se solicitaba al profesorado principiante que indicase, según una
escala tipo Likert, tanto el nivel alcanzado como la necesidad formativa en
una serie de competencias docentes básicas así como específicas del
profesorado universitario (implementadas antes, durante y después de la
docencia). La información recogida con dicho instrumento sirvió como línea
base o punto de partida de las actividades formativas que se ofertarían más
adelante, así como de las competencias en las que los profesores mentores
debían focalizarse más puesto que el profesorado principiante así lo
demandaba. Así, por ejemplo, las competencias donde se halló una alta
necesidad formativa fueron: habilidad para elaborar guías docentes;
153
diversidad metodológica (lección magistral, aprendizaje basado en
problemas, sistema de proyectos, estudio de casos, etc.); y habilidad para
reflexionar e investigar sobre la práctica docente.
154
-Fase1. Entrevista de Planificación. Al comienzo de cada ciclo de mejora,
cada mentor se entrevistó con los noveles a su cargo, a los que informó
del plan de asesoramiento: objetivos, acciones, observaciones, análisis,
bibliografía aconsejable y temporalización. Esta fase se realizó para el
primer ciclo de mejora al comienzo del curso, después del Seminario
Inicial, y al principio del segundo semestre, para el segundo ciclo.
155
diferentes trabajos (Herrera y Gallardo, 2006; Madaus, Scriven y
Stufflebeam, 2000).
156
y de las que no se es plenamente consciente. Además, suponía para el
profesor principiante, que observaba la puesta en práctica de diferentes
estrategias y metodologías docentes por parte de un compañero más
experimentado, un aprendizaje por observación o modelado. Se aclaró,
desde un principio, que las grabaciones únicamente se emplearían para
el análisis de la actuación docente (ya fuese del profesor principiante o
del mentor), no pudiendo darle ningún tipo de difusión ni publicidad.
157
grabación. En un primer visionado (sin sonido) se analiza la
comunicación no verbal, atendiendo a la postura corporal, el ajuste entre
los movimientos corporales y las acciones desarrolladas, así como el
contacto visual; en el segundo visionado (con imagen y sonido) se
valoran determinados elementos de la voz, la cadencia del habla y la
coherencia entre las palabras y los gestos; en el tercer visionado se
evalúa la estructura y firmeza argumentativa en el discurso.
1.Entrevista de planificación.
158
7.Planificación de actuaciones para la mejora de la docencia.
-Taller de "Moodle".
159
universitaria".
160
Cuadro 5.2. Cronograma seguido en el Programa de Mentorización (segundo
semestre)
161
5.2. Conclusiones
162
de la calidad, ha de ser evaluada, reconocida e incentivada en términos
equiparables a la función investigadora (Valcárcel, 2005) puesto que, si bien
ha ido cambiando a lo largo del tiempo, la valoración que se hace de esta en
relación con la investigación universitaria sigue siendo muy desigual en
términos de reconocimiento aca démico, económico y de promoción
profesional (Rué, 2004). A pesar de ello, son muchos los que apuestan por
una docencia de calidad y el desarrollo de competencias docentes en el
profesorado universitario, facilitando mejores escenarios y oportunidades de
aprendizaje para el alumnado y empleando diversas metodologías docentes
adecuadas a diferentes tipos de agrupamiento destinadas a la adquisición y
desarrollo de determinadas competencias básicas y profesionales en los
estudiantes universitarios (Cano, 2005; Cuadrado y Fernández, 2008; De
Miguel, 2006; Fernández, 2006; Imbernón, 2004; Justice et al., 2006;
Zabalza, 2003).
163
alumnado son el fomento del aprendizaje autónomo (Fry et al., 2003; Gairín
et al., 2004), así como un sistema de evaluación continuo que incluya todas
las actividades desarrolladas por el estudiante (presenciales y no presenciales)
en el que se ofrezca retroalimentación o feedback de forma periódica a los
estudiantes (Gibbs y Simpson, 2009; Ibarra y Rodríguez, 2010; Nicol y
Macfarlane-Dick, 2006).
-Cooperación docente.
-Enriquecimiento mutuo.
164
-La interrelación entre profesores noveles y mentores.
-Contraste de opiniones.
-Trabajo colaborativo.
-La crítica constructiva sobre mi desempeño docente por parte del profesor
mentor.
165
objetivo de mejorar mi labor docente.
Notas
166
mejora de la docencia en la Educación Superior. Proyecto de Mentorización
de profesores noveles", desarrollado durante el curso académico 2009-2010,
y "Mentorización entre profesores asesores y principiantes como
instrumento de mejora de la docencia en la Educación Superior.
Implicaciones para el desarrollo profesional docente del profesorado
universitario", llevado a cabo durante el curso 2010-2011.
167
168
M.José Vázquez Figueiredo
169
La eficacia del proceso de enseñanza-aprendizaje se encuentra
determinada tanto por la calidad de la información que se suministra, como
por el canal que se utiliza para gestionar el acceso a la misma y el grado de
atención que el estudiante le dedica (Arce, Vázquez y Souto, 2012). Por lo
que el profesor ha de ser capaz de transmitir, de manera atractiva, los
conocimientos de su materia, implicando a los alumnos en el estudio de esta.
Para conseguirlo será determinante el modo en que este comprende la
asignatura y la explica, así como la forma que tiene de entender y valorar los
procesos de aprendizaje del alumnado (Del Barrio y Borragán, 2011).
Debemos tener presente, como señalaban Torres y Inciarte (2005), que el
aprendizaje es construido, no recibido; de ahí la necesidad de introducir en el
aula métodos de enseñanza-aprendizaje que permitan establecer el nivel de
procesamiento de la información que ha realizado el estudiante y poder
determinar, en consecuencia, los contenidos en los que el docente ha de
realizar aclaraciones o profundizar en el tema. Involucrar a los estudiantes
universitarios en un aprendizaje profundo, como opuesto al superficial,
resulta crucial en el EEES (Palazón-Pérez, Gómez-Gallego, Gómez-Gallego,
Pérez-Cárceles y Gómez-García, 2011), no solo porque produce un aumento
en la retención de la información (Delotell, Millam y Reinhardt, 2010) y una
mejora en el rendimiento académico (Marton, Hounsell y Entwistle, 1984),
sino también porque el aprendizaje será más aplicable y se podrá compartir
con otros estudiantes que colaboran en su construcción (Martínez-Berruezo y
García-Varela, 2011). Para Bahamón, Viancha, Alarcón y Bohórquer (2012),
los estilos de aprendizaje se desarrollan de acuerdo con los programas
académicos, los estilos preferenciales de los docentes y los intereses de la
profesión cursada. Particularmente, la profundización en el conocimiento se
vincula a metodologías activas (Dahlgren y Marton, 1978); esto es, a métodos
de enseñanza con participación del alumnado, en los que la responsabilidad
del aprendizaje se asocia a su actividad o compromiso (Jonassen, Howland,
Marra y Crismond, 2008). Estos, según señala Fernández-March (2006), son
más formativos que informativos, generan aprendizajes más profundos,
significativos y duraderos, y además facilitan la transferencia a contextos más
170
heterogéneos. No cabe duda que la asunción de estos principios implica un
cambio en los fundamentos y en la organización metodológica de las clases
tradicionales, pasando de la mera exposición de contenidos a una instrucción
activa, basada en la participación e interacción del alumnado (Camacho-
Miñano, 2012). Un método que responde a este requerimiento, tal y como
revelan los estudios (i.e., Manero, 2011; Porter, Bailey-Lee, Simon y
Zingaro, 2011; Porter, Bailey-Lee, Simon, Cutts y Zingaro, 2011), es el
propuesto, en el año 1991, por Eric Mazur, la Instrucción entre Pares (IP); el
cual puede ser apoyado dispositivos de respuesta remota. Este permite
obtener feedback inmediato al profesor sobre la asimilación que el alumnado
va realizando de los conceptos trabajados en el aula, así como el registro de
las respuestas individuales que se van dando a lo largo de la sesión.
171
instrucción entre pares (Jorres, Antonenko y Greenwood, 2012). Por otra
parte, el feedback posibilita llevar a cabo una evaluación formativa (Turpen y
Finkelstein, 2010), dado que permite identificar, con independencia del
tamaño del grupo, los puntos del tema que le resultan confusos a los
estudiantes (King, 2011). En concreto, el método IP incluye cuatro
componentes básicos (Rosenberg, Lorenzo y Mazur, 2006):
1.Se exponen los contenidos clave de una parte del tema (i.e.,
miniexposición de contenidos). Cada uno de los puntos de la instrucción
debe ocupar un mínimo de 15 minutos; de los cuales, entre 7 y 10 se
destinan a la explicación del concepto y 5 o 8 a contrastar los
argumentos entre pares. Por tanto, en una clase magistral de una hora se
abordarían cuatro puntos clave. Así, la primera decisión importante que
el docente debe tomar consiste en seleccionar los tópicos más
significativos del tema, los cuales se han de estructurar en torno a una
secuencia u orden común. Según Del Barrio y Borragán (2011),
mantener un esquema clásico en el discurso (i.e., inicio, desarrollo y
conclusión) aporta claridad y concisión a las ideas que se desean
transmitir.
2.Se plantea a los estudiantes una cuestión relacionada con los contenidos
172
expuestos, una para cada concepto clave. El éxito del método de IP
depende de la calidad y la pertinencia de las preguntas que se realicen.
Si bien no existen unas reglas fijas que establezcan, de forma
inequívoca, las características de estas preguntas, Mazur (1997)
considera que deben satisfacer al menos estos cinco criterios:
173
escuetos o excesivamente profusos en su redacción, ambiguos o
confusos, teniendo especial cautela con las oraciones negativas, dado
que pueden interferir en la comprensión. El ítem debe formularse de la
manera más clara posible, para que el estudiante pueda concentrarse en
lo que se le pregunta sin encontrarse con obstáculos innecesarios.
Aunque una ambigüedad moderada puede facilitar la focalización del
estudiante en los detalles de interés (Manero, 2011).
174
efectivo. Adicionalmente, Fang (2013) revela que la tablet también es
válida para estos fines. Cualquiera de estas variantes posibilitan al
docente conocer el porcentaje de respuestas correctas e incorrectas
(Gok, 2011; Kay y Lesage, 2009), y por lo tanto tener feedback de la
clase.
175
-Si entre un 30% y 70% de las respuestas son correctas se inicia la
discusión entre pares.
Figura 6.1. Fases del método de instrucción entre pares (adaptado de Mazur y
Watkins, 2010).
176
Cabe significar que la participación en el debate puede verse
influida por el hecho de que la misma afecta a la calificación; en este
sentido, James (2006) advierte que, cuando existe una fuerte relación
entre la calificación y la respuesta correcta, las estadísticas pueden
sobreestimar el nivel de comprensión de los participantes. De esta
forma el docente debe considerar cómo ha de proporcionar el feedback
a los estudiantes para controlar esta posible distorsión. Sin embargo, si
la relación entre la respuesta y la calificación es baja se reduce el
sesgo y aumenta a su vez la proporción de pares que están en
desacuerdo (James, Barbieri y García, 2008).
177
3.Sistema de almacenamiento de respuestas. Tras la votación de todos los
estudiantes, el profesor activa la estadística de cada pregunta para que
éstos reciban, de forma inmediata, feedback. Cada respuesta se
representa en un diagrama de barras horizontal que recoge el porcentaje
de respuestas correctas sobre el total de mandos activados en la sesión
(véase figura 6.2). Los datos de las respuestas se pueden recuperar de
diferentes modos:
178
Figura 6.2. Software Turning-Point.
El clicker Response Card modelo NXT incluye una pantalla LCD, que
permite a los usuarios, además de confirmar visualmente su elección, mostrar
el canal bajo el que está operando el dispositivo, así como el estado de carga
de la batería. Es fácilmente manejable y funciona por radiofrecuencia. Tiene
capacidad para escribir pequeños textos. Asimismo, pueden identificar o no a
179
los estudiantes, la primera opción interesa siempre que se desee registrar la
asistencia o realizar una evaluación sumativa (Arce et al., 2012).
-Hacer competiciones.
180
correcta, que aparecerá cuando se cierre la votación. A la vez, se puede
limitar con una alerta el tiempo de cada una de las respuestas, señalando el
inicio de la cuenta atrás y el tiempo restante.
181
2.Clases prácticas. Para el caso, Mazur (1997) sigue dos vías, que si se
combinan aumenta el valor de lo aprendido. Por un lado, formula una
pregunta tomando como base un modelo o una demostración, cuya
respuesta incita al estudiante a pensar y reflexionar acerca de lo
observado. Por otro lado, solicita a los estudiantes que reflexionen sobre
una cuestión, cuya respuesta ha de fundamentarse en los modelos o
principios conceptuales estudiados. Para Merril y Gillert (2008), la IP
resulta más eficaz cuando los problemas se plantean de forma
progresiva y además facilitan la acti vación cognitiva de los estudiantes,
sirven para demostrar soluciones y plantean actividades fuera del aula
que posibilitan asimilar los contenidos por medio de la crítica, la
discusión y la reflexión. Consideran que la instrucción es más eficaz
cuando existe una interacción entre pares apropiada en cada una de
estas fases de la instrucción: intercambio entre pares durante la
activación, discusión entre pares en la demostración, colaboración entre
pares durante la aplicación y crítica entre pares durante la asimilación.
En este contexto, Hwang y Hu (2013) encontraron que la IP desempeña
un papel crucial no solo en la compresión de conceptos, sino también en
la resolución de problemas prácticos, concretamente observaron que los
alumnos/as que utilizaron esta metodología realizan significativamente
mejor la resolución de problemas geométricos que aquellos que no la
han seguido.
182
herramienta didáctica viable y eficaz para mejorar la calidad de la
docencia universitaria, dado que contribuyen a incrementar las tasas de
éxito de los estudiantes (El-Rady, 2006; Kennedy y Cutts, 2005). Los
estudios demuestran que los estudiantes tienden a presentar
calificaciones más altas en las pruebas de rendimiento cuando el tema
evaluado se explica a través del método de IP (Kaleta y Joosten, 2007;
Preszler, Dawe, Shuster y Shuster, 2007).
183
6.4. Recomendaciones para la aplicación
184
a este tipo de metodología tiene un coste importante, por lo que su
introducción en el plan de estudios ha de ser progresiva.
185
"Utilización de un sistema tecnológico de feedback interactivo en la docencia
universitaria para mejorar el rendimiento académico del alumnado y la
calidad docente del profesorado". En el cual se obtiene que los estudiantes de
fisioterapia manifiestan que el método Self-paced Testing of TurningPoint
Technologies, en comparación con el tradicional, resulta más eficaz para
estimular el compromiso e involucración del alumnado en las clases
magistrales, dado que potencia la atención, la participación, el debate, la
autoevaluación de conocimientos y la posibilidad de comparar sus respuestas
con el grupo (véase Arce, Vázquez y Souto, 2012; Vázquez, Fernández,
Viaño, Arce y Fariña, 2012); en la misma línea, se encuentra lo indicado por
los estudiantes de ciencias de la actividad física y del deporte (véase Lago et
al., 2012); igualmente, los alumnos de ingeniería industrial, en tomo a la
docencia práctica, consideraron que este método influía positivamente en su
nivel de atención y participación (Arce, Vázquez, Viaño y Femández, 2012).
186
rendimiento académico (p. e., Arce et al., 2012; Blasco-Arcas, Buil,
Hernández-Ortega y Sese, 2013; Blood y Gulchak, 2013; Brady, Seli y
Rosenthal, 2013; Vázquez et al., 2012;). Para Chui, Martin y Pike (2013), el
uso de los clickers en las clases incide en las variables motivacionales que
afectan al rendimiento; concretamente estos autores obtuvieron que los
estudiantes que empleaban esta tecnología mostraban más confianza en sus
capacidades y necesitaban dedicar menos tiempo a la preparación de la
asignatura fuera de clase. De este modo, se aprecia una mejora en la calidad
de la enseñanza (Beatty, 2004; Bergtrom, 2006; Brewer, 2004; Caldwell,
2007; Dufresne y Gerace, 2004). Sin duda, estos hallazgos, tal y como afirma
Gok (2011) así como Arce, Vázquez, Viaño, Fernández, Lago et al. (2012),
han repercutido favorablemente en la percepción y las actitudes que tanto el
profesorado como el alumnado muestran hacia el uso de esta herramienta
tecnológica.
6.6. Conclusiones
Las evidencias científicas expuestas a lo largo del capítulo, así como nuestra
propia experiencia y resultados, especialmente las referentes al incremento
del rendimiento académico del alumnado, nos llevan a firmar que el método
de instrucción entre pares mediante clickers resulta altamente interesante y
oportuno al contexto educativo universitario en general. No en vano, como se
ha señalado puede adaptarse a cualquier tipo de materia que se imparta,
resultando especialmente adecuada para la realización de problemas
prácticos, la revisión de los conocimientos asimilados a lo largo de una
sesión, el fomento de la interacción entre los participantes en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, la evaluación del alumnado y el recoger de forma
anónima de información (Caldwell et al., 2006). Sin embargo, precisar que la
utilización de los clickers, como señalan Oigara y Keengwe (2013), motiva a
los estudiantes a participar en el aula, pero por sí solos no provocan que
estudien o preparen más la materia.
187
Para finalizar, también queremos significar, coincidiendo con Moore,
Walsh y Rísquez (2008) que este tipo de tecnología no debe emplearse para
intensificar el control o imponer restricciones artificiales y barreras a la
comunicación, sino que ha de utilizarse con el objetivo de motivar el
compromiso de los estudiantes, el aprendizaje autónomo y la interacción
profesor-alumno.
188
Asunción Lledó Carreres
189
Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI,
2013), sobre la situación actual y el nivel de inclusión de las personas con
discapacidad en el sistema educativo universitario, curso 2011-2012, en el
que han participado 48 universidades españolas, indican que la presencia de
este alumnado es de 12.755, correspondiendo al 69,69% de la comunidad
universitaria con discapacidad y al 1,1% de la comunidad universitaria
general de las universidades participantes. Entre otros de los resultados
obtenidos en este estudio, el 69% de las universidades ha incorporado la
variable discapacidad en el diseño de los nuevos planes de estudio, ello
supone que se ha incluido un nuevo contenido en atención a las personas con
discapacidad. Estableciéndose que un 17% de dichas universidades ha tenido
en cuenta este aspecto en el 100% de sus planes de estudio, frente al 52% que
manifiesta que solo se ha incluido en algunos planes como: Grado de Maestro
de Educación Infantil y Primaria; Grado de Educación Social; Grado de
Psicología; Grado de Trabajo social; Grado de Fisioterapia; Grado de
Enfermería; Grado de Terapia ocupacional; Grado de Ciencias de la
Actividad Física y Deporte; Grado de ingeniería en Sistemas de
Telecomunicación; Grado de Ingeniería Telemática; Grado de Electrónica de
Comunicaciones; Grado de Medios Audiovisuales, etc. Pero el 21% de las
universidades participantes indica su no incorporación de la variable
discapacidad en los planes de estudio ofertados.
190
mujeres, los valores superiores de nuestra convivencia, el apoyo
permanente a las personas con necesidades especiales, el fomento del
valor del diálogo, de la paz y de la cooperación entre los pueblos, son
valores que la universidad debe cuidar de manera especial.
191
cultura de la segregación y la marginación. Las diferentes concepciones
explicativas de la discapacidad desde sus orígenes: la segregación, la
institucionalización y la normalización no han hecho más que destacar las
discapacidades más que sus potencialidades y capacidades. El paradigma del
déficit y la categorización ha contribuido a alimentar una visión de la
discapacidad cercenada y discapacitante y a la negación del derecho a la
educación de este colectivo.
Con las reformas educativas integradoras a partir de los años sesenta del
siglo pasado se pretendió un cambio de dirección a la hora de abordar la
discapacidad. Conceptos como acceso a la vida social y educativa,
normalización en su vida diaria, reconocimiento de derechos jurídicos y
educabilidad, estarán presentes en las reivindicaciones de familias y
profesionales para hacer posible el cambio hacia una visión de la
discapacidad desde una perspectiva más integradora y a favor de la igualdad
para esta personas.
192
fundamentales de los ciudadanos y se avanza hacia nuevos pasos en la
integración de los minusválidos en la sociedad. La Constitución Española
(Congreso de los Diputados, 1978) reconoce pues lo que hasta el momento
era el derecho de unos pocos: "El derecho de todos a la Educación" (art.
27.1). Y otorga a los poderes públicos la obligación de:
193
sus capacidades. La LISMI apuesta claramente por una práctica educativa
integradora en la que la persona con minusvalía estará integrada en "el
sistema ordinario de la educación general, recibiendo, en su caso, los
programas de apoyo y recursos que la Ley reconoce" (art. 23). Queda, por
tanto, como mandato, la reordenación de la Educación Especial desde el
sistema educativo ordinario, para evitar la segregación y facilitar la
integración del alumno disminuido en la escuela, dotando a la institución
escolar ordinaria de servicios que favorezcan el proceso educativo.
194
han posibilitado que las personas con discapacidad estén presentes en la
Universidad. La derogada Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de
Universidades ya contemplaba la integración de estudiantes con discapacidad
en las universidades, así como establecía en su art. 45:
195
Desde el marco normativo descrito, como apunta Cayo (2010), es
importante establecer un protocolo de atención que defina los pasos a seguir
desde el ingreso del alumnado en la Universidad, su permanencia y su salida
al mercado laboral. Los aspectos que recogería este plan de actuación serían:
196
a)Una primera fase referida a las actuaciones previas al acceso a la
Universidad a través de actividades de coordinación con los centros de
secundaria y la información al alumnado con discapacidad sobre
recursos y apoyos disponibles.
d)Una cuarta fase de inserción laboral con el objetivo de llevar a cabo una
serie de contactos que promuevan la inserción laboral de estos
estudiantes.
197
primer articulado de la LIONDAU la identificación del principio de igualdad
de oportunidades como:
198
diseños metodológicos, de respuesta a la diversidad de capacidades, intereses
y motivaciones de todo su alumnado, tal y como resalta el marco teórico de la
educación inclusiva. La mayoría de universidades más prestigiosas del
mundo han apostado por la diversidad como un signo de calidad, siendo la
promoción de la misma parte de sus objetivos como institución social. El
presidente del Massachusetts Institute of Technology (MIT, 2003) identifica
la respuesta a la diversidad del alumnado como una de las claves del éxito del
sistema universitario estadounidense y como una fórmula para conseguir una
comunidad científica más prestigiosa en el ámbito internacional.
199
discapacidad en contraposición por lo determinado en el modelo rehabilitador
y médico. Todo el corpus teórico de este movimiento propuesto por DeJong
(1979) postulaba que los elementos que dificultaban la participación de estas
personas estaban en el entorno físico y en los procesos de rehabilitación y
para ello se proponía la eliminación de las barreras para proporcionar una
calidad de vida a través de la autonomía personal y la vida independiente.
Con esta nueva perspectiva, la discapacidad deja de ser una categoría
individual y pasa a ser una categoría social que responsabiliza a la sociedad
de convertirlos en más discapacitados. A nivel internacional, el Movimiento
de vida independiente está teniendo notable influencia en políticas y
actuaciones sobre discapacidad. En nuestro contexto geográfico tiene su
influencia en la Declaración de Madrid en el año 2002 en el Congreso
Europeo sobre Discapacidad, en el que se declara a favor del modelo de vida
independiente y bajo las premisas de la No discriminación + Acción Positiva
= Inclusión Social, quedando de esta manera reconocida la Discapacidad
como una cuestión de Derechos Humanos y no de caridad y, por ende, la
necesidad de que las personas con discapacidad puedan disfrutar de una
igualdad de oportunidades pero no sin eliminar las barreras sociales y físicas
del entorno que les convierte en más discapacitados. En España, aunque no
existe un movimiento de vida independiente como tal, sí que contamos desde
el año 2001 con un grupo o comunidad virtual, denominado "Foro de Vida
Independiente", que tiene como objetivo la integración en todos los ámbitos
de estas personas y su preocupación para que puedan disponer del control de
su vida. Este mismo Foro plantea un cambio de terminología que sustituya al
de discapacidad por Diversidad funcional (Romañach y Lobato, 2005). Esta
terminología que se propone pretende mostrar una realidad manifiesta como
es la de las personas que funcionan de manera diferente al resto, y como
consecuencia el respeto a la diferencia y una visión no negativa de las
mujeres y hombres con diversidad funcional. Recordemos que ya hemos
asistido a varios cambios en la conceptualización de la diversidad, la actual
Clasificación Internacional del funcionamiento, de la Discapacidad y de la
Salud (CIF), de 2001, por la Organización Mundial de la Salud, modifica la
200
anterior Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y
Minusvalías (CIDDM) de 1980, sustituye el término deficiencia por déficit de
funcionamiento; discapacidad por limitación en la actividad, entendida como
las dificultades que una persona puede tener en la ejecución de sus
actividades y minusvalía por restricción en la participación. Como apunta
Vidal (2003), el manifiesto del Foro de vida independiente rechaza
totalmente el modelo médico y su clasificación por patologías que dificulta la
puesta en marcha, la eficacia y la eficiencia de los servicios para personas con
discapacidad y reivindican la Educación en igualdad de oportunidades como
herramienta fundamental para poderse desarrollar y vivir en un entorno por y
para ellos.
Todas estas actuaciones que aúnan sus esfuerzos por mejorar la vida de las
personas con discapacidad tiene su reconocido apoyo de Organismos como
Unicef y Unesco en los siguientes foros: la Convención de los Derechos del
Niño (Unicef, 1989), celebrada en Nueva York, 1989; la Conferencia
Mundial de Educación para Todos (Unesco, 1990), llevada a cabo en
Jomtien, Tailandia, 1990; la Conferencia Mundial sobre Necesidades
Educativas Especiales (Unesco, 1994), de Salamanca, 1994; el Foro
Consultivo Internacional para la Educación para Todos (Unesco, 2000),
Dakar, 2000; Afrontando el Reto: Derechos, Retórica y Situación Actual.
Volviendo a Salamanca - Conferencia Mundial sobre Educación Inclusiva
(Unesco, 2009), Salamanca, 2009, etc. En todas estas declaraciones se
reconoce la Educación como un derecho. Como apunta Amaiz (2011), la
educación inclusiva enfatiza la necesidad de avanzar hacia otras formas de
actuación, en contraposición a las prácticas que han caracterizado la
integración escolar. Por consiguiente, el punto de mira de la inclusión es
luchar contra cualquier proceso de exclusión por la causa que fuere.
Proponiendo una transformación significativa de los sistemas educativos para
poder responder a las diferencias individuales que caracterizan a la
diversidad.
201
Las propuestas educativas generadas desde el referente de la educación
inclusiva han mostrado en multitud de investigaciones su grado de incidencia
en el logro de la calidad y excelencia educativa (Ainscow, 2001; Ainscow y
Howes, 2008; Arnaiz, 2003; Booth y Ainscow, 2002; Vlachou, Didaskalou y
Voudouri, 2009), ya que fundamentan sus prácticas de enseñanza-aprendizaje
en dar respuesta a la diversidad del alumnado, es decir, en adaptar las
prácticas educativas a las particularidades o características concretas de cada
alumno. La abundante literatura generada desde los postulados de la
educación inclusiva ha mostrado sus beneficios en los niveles educativos de
educación primaria y secundaria, pero no se les ha prestado la atención que
merecen en el contexto universitario. Los supuestos teórico-prácticos de la
Educación Inclusiva pueden ser una respuesta de mejora hacia la consecución
de una excelencia educativa y accesibilidad de todos en el contexto
universitario. El horizonte que se vislumbra con la Educación Inclusiva puede
permitirnos en la línea de las escuelas eficaces (Davis y Thomas, 1992;
Ramasut y Reynolds, 1997) un diagnóstico y análisis de la situación actual y
la elaboración de un plan de acción y su puesta en práctica, así como la
evaluación de la experiencia. Podemos retomar algunos de los principios de
la Educación Inclusiva y trasladarlos al contexto universitario, como es el
diseño de un currículum que se define por ser común y único para todos, al
mismo tiempo que diverso, en la manera que se pueda adaptar de forma
flexible a las necesidades educativas del alumnado. Con esta forma de
entender el currículum se pretende que el alumno con discapacidad participe
en las actividades de aprendizaje junto con sus compañeros aunque en
algunas actividades lo tenga que hacer con las oportunas modificaciones
(Lledó, 2013). Las propuestas del Diseño Universal para el Aprendizaje,
DUA (CASI, 2008) se enfrentan, como ya se ha constatado a lo largo de estos
apartados, con la existencia de un currículo inflexible, que pretende ajustarse
a todos los estudiantes y que, por ello, no hace sino aumentar las barreras
para aprender. Las personas con discapacidad van a encontrar que dicho
currículo no tiene en cuenta sus necesidades educativas. Desde los principios
de: 1) Proporcionar múltiples medios de representación, % el qué"?; 2)
202
Proporcionar múltiples medios de expresión "¿el cómo?"; 3) Proporcionar
múltiples medios de compromiso, el "¿por qué?", el DUA plantea todo un
reto a la diversidad que se puede trasladar en su totalidad a nuestro contexto
universitario.
La educación Inclusiva puede ser una propuesta de actuación que debe ser
trasladada al contexto universitario para poder eliminar todo proceso de
exclusión y hacer efectivo el principio básico de igualdad de oportunidades
de este alumnado, que es una realidad. No podemos conformamos
únicamente con dejar pasar lo conseguido desde que se alzaron las primeras
voces de la inclusión en etapas previas a la Educación Superior, sino que
tenemos que avanzar y plantear propuestas de actuación desde nuestras
prácticas docentes. Como se concluye en el dilatado y significativo informe
realizado en el Libro Blanco sobre Universidad y Discapacidad, contamos
con las investigaciones que se están realizando en las universidades
españolas, ya que la colaboración interuniversitaria puede ser clave para
mejorar la eficacia y eficiencia tanto de los contenidos curriculares
relacionados con la discapacidad como de los equipos, programas y líneas de
203
investigación. El momento actual de cambio y reflexión está demandando
esta colaboración e innovación.
204
Una vez se han establecido dichos indicadores, se ha procedido a la
construcción de un cuestionario, fundamentado en dichos indicadores, para
conocer el estado actual de la atención a la discapacidad en un nuestro
contexto universitario. Se ha utilizado la técnica del "Panel de expertos",
contando con 25 personas identificadas como "expertas" en la materia y que,
de forma independiente, han aportado su juicio sobre el cuestionario que en
un principio constaba de 25 ítems en una primera parte y 12 en la segunda.
Una vez emitidos los respectivos juicios, se ha procedido a la construcción
definitiva del cuestionario integrando los indicadores emitidos por los
expertos. El cuestionario final se ha denominado ADU (Alumnado con
Discapacidad en la Universidad) y se presenta en el Apéndice.
205
preliminares obtenidos están dando apoyo empírico a la necesidad de
repensar las prácticas docentes que se implementan en las aulas
universitarias, las cuales dejan todavía aspectos sin contemplar en la atención
al alumnado con discapacidad.
7.5. Conclusiones
206
conviertan en verdaderos entornos accesibles.
Apéndice
207
2. Categoría profesional:
208
6. ¿Tiene conocimiento de la existencia en la universidad de un servicio de
atención y apoyo al estudiante con discapacidad?
209
210
A continuación se le presentan una serie de situaciones, indique las que
suele realizar para todo el alumnado en sus clases, con la siguiente
valoración:
211
Nota
212
Teresa María Perandones González
213
Los acercamientos a la concepción de este constructo desde un enfoque
tradicional se han centrado en el síntoma y la enfermedad, cambiando
paulatinamente dichas aproximaciones hacia un concepto de salud cada vez
más amplio, el cual incluye aspectos del funcionamiento óptimo personal y
no únicamente la ausencia de enfermedad. Como indican Hervás, Sánchez y
Vázquez (2008), esta concepción más positiva de la salud se hizo explícita en
los trabajos constitutivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que
en el preámbulo de sus primeros estatutos oficiales afirmaba que "la salud es
un estado completo de bienestar físico, psíquico y social y no la mera
ausencia de enfermedad o minusvalía" (World Health Organization, 1948).
Siguiendo la propuesta de la OMS, la Federación Mundial para la Salud
Mental definía la salud en 1962 como "el mejor estado posible dentro de las
condiciones existentes" (Vázquez, Hervás, Rahona y Gómez, 2009). Unos
años después la OMS señalaría que la salud implica no solo la ausencia de
enfermedad sino también el bienestar físico, mental y social de la persona
(World Health Organization, 1967). En esta línea, en la declaración final de
la primera reunión de la OMS sobre promoción de la salud, celebrada en
1986, se afirmaba que:
214
positivo de bienestar y una creencia subyacente en uno mismo y en la
propia dignidad y la de los demás (Myers, McCollam y Woodhouse,
2005).
215
realidad para transformarla a través del enfrentamiento, manejo y
solución integradora de conflictos, tanto internos del individuo como
los que se dan entre él y su medio. Cuando dicho aprendizaje se
perturba o fracasa en el intento de su resolución, puede comenzarse a
hablar de enfermedad.
216
con el sentido que le otorga el sujeto a su vida. El concepto de "sentido" se
traduce en proporcionar una razón, orden o coherencia a la existencia del
individuo; está relacionado con el concepto de "propósito", el cual hace
referencia a la intención, al cumplimiento de alguna función o al logro de
algún objetivo. Que nuestra vida tenga un sentido significa que tenemos un
propósito y luchamos por alcanzarlo. El sentido de la vida es considerado
también como un indicador positivo de la salud mental (Oramas, Santana y
Vergara, 2006).
217
relaciona positivamente con: las habilidades sociales y la asertividad (Segrin
y Taylor, 2007), la empatía (Wei, Liao, Ku y Shaffer, 2011), el optimismo
(Carver et al., 1993), la capacidad de expresión emocional (Baike y Wilhelm,
2005), la capacidad de experimentar emociones positivas (Cohn, Fredrickson,
Brown, Mikels y Conway, 2009; Veronese, Castiglioni, Barola y Said, 2011),
la capacidad de perdonar (Enrigth, 2001), la gratitud (Seligman, Steen, Park y
Peterson, 2005), el afrontamiento positivo (Scheier y Carver, 1985;
Schwarzer y Knoll, 2003) y la resiliencia (Vinacia, Quiceno y Remor, 2012).
218
auténticas, como el optimismo, la esperanza, la honestidad, la perseverancia,
la capacidad de fluir (flow o experiencia óptima) y la competencia percibida,
entre otras. Este tipo de emociones favorece el bienestar físico, emocional y
social de los sujetos (Contreras y Esguerra, 2007). Tiene sentido, por tanto,
que a la Psicología positiva también se le denomine "la Ciencia del
Bienestar".
Carol Ryff, una de las autoras más destacadas dentro del campo del
bienestar y quien propuso el término de bienestar psicológico, define el
bienestar como el desarrollo del verdadero potencial de uno mismo (Ryff,
1989, 1995). De esta forma, la felicidad o bienestar psicológico no sería el
principal motivo de una persona sino más bien el resultado de una vida bien
vivida (Ryff y Keyes, 1995; Ryff y Singer, 1998).
219
e)Han encontrado un propósito que unifica sus esfuerzos y retos (Propósito
en la vida).
Retomando el tema de las fortalezas humanas, eje del que parten las
propuestas de la Psicología positiva, el grupo de investigadores pionero,
formado principalmente por Christopher Peterson, Martin Seligman, Mihaly
Csikszentmihalyi y Ed Diener, revisó multitud de escritos y manifestaciones
filosóficas, teológicas y culturales, descubriendo que en la mayoría de los
documentos revisados se valoraban seis virtudes. Pero, al considerar el
concepto de virtud como algo demasiado amplio y abstracto, se empieza a
utilizar el concepto de fortaleza para referirse a la manifestación psicológica
de la virtud. En otras palabras, las fortalezas humanas serían los ingredientes
(procesos o mecanismos) psicológicos que definen las virtudes (Peterson y
Seligman, 2004). A partir de este punto, crearon un listado de fortalezas
humanas que permitiera profundizar en el desarrollo de una psicología
centrada en los rasgos positivos. La propuesta final consta de una taxonomía
formada por seis virtudes que se desglosan en veinticuatro fortalezas
humanas (Peterson y Seligman, 2004).
220
http://www.psicologiapositiva.org.
221
El ruido de lo que somos llega al alumnado con tanta fuerza que a
veces le impide escuchar lo que decimos (Emerson, citado por Santos,
2004).
El efecto beneficioso de este tipo de enfoque psicológico llega más allá del
estado de bienestar subjetivo y parece tener un impacto funcional
significativo en el cerebro y la mente. En este sentido, el estudio
222
neurofisiológico de la práctica meditacional de atención focalizada o
monitorización abierta ha mostrado resultados promisorios en la
identificación de los mecanismos neurales por los cuales esta práctica ejerce
sus efectos favorables y la demostración de la plasticidad de los circuitos
cerebrales que subyacen a funciones mentales complejas (Lutz, Slagter,
Dunne y Davidson, 2008). Estudios recientes realizados en individuos con
vasta experiencia en meditación basada en atención focalizada se han
correlacionado con cambios significativos en el procesamiento atencional, así
como en la fisiología y estructura del cerebro, incluyendo un aumento en el
flujo sanguíneo (Wang et al., 2011) y el espesor de la corteza cerebral (Lazar
et al., 2005).
Uno de los recursos o técnicas que se están estudiando con mayor énfasis
dentro del campo de la Psicología positiva es la práctica de la atención plena
o mindfulness, entendida como un estado de atención superior que permite
mantener, en situaciones cotidianas, una conciencia expandida acerca de uno
mismo, el otro y la situación. Esto no es posible sin un entrenamiento previo
que genere hábitos para disminuir nuestra reactividad, es decir, hábitos que
nos permitan prestar atención a las experiencias sin reaccionar
inmediatamente a ellas; hábitos que nos ayuden a notar, observar y dejar fluir
pensamientos y emociones, aunque sean desagradables, para actuar con
conciencia e intención (no en estado de "piloto automático") y focalizamos en
la experiencia que estamos viviendo, sin prejuicios ni presuposiciones
(Sahaja, 2013).
223
En segundo lugar, el profesorado se implica emocionalmente en su propio
trabajo, a menudo fusionando su identidad personal y profesional, de modo
que las aulas y los centros educativos llegan a ser un espacio fundamental
tanto para su realización como para su vulnerabilidad. En tercer lugar, los
docentes vierten sobre la enseñanza sus valores y sus fines éticos y morales.
En la misma línea, Hargreaves (1998) sostiene que la docencia es una
práctica emocional: el profesorado puede entusiasmar a sus estudiantes o
aburrirlos; mos trarse cercano o distante; sentir apoyo de sus colegas o
desconfiar de ellos (aspecto que repercute a la hora de plantearse
innovaciones educativas junto con el equipo docente).
224
a dejar una huella profunda para el futuro, más allá de los logros académicos.
En el modelo tradicional, la excelencia de las instituciones de educación
superior ha sido evaluada exclusivamente mediante exámenes de
conocimientos, tasas de graduación, formación académica del profesorado,
publicaciones académicas y otros parámetros similares. La formación del
alumnado universitario actual, orientada hacia la excelencia académica,
trasmite el siguiente mensaje a sus estudiantes: "soluciona este problema,
arregla esto otro, supera tus debilidades y, entonces, lograrás el éxito". En
contraste, el mensaje del enfoque educativo basado en las fortalezas
personales indica: "céntrate en tus talentos y fortalezas y lograrás el éxito". El
enfoque de la Psicología positiva valora la importancia del bienestar
psicológico para el éxito académico y el desarrollo armonioso de los
estudiantes, promoviendo la implementación de programas educativos que
ayuden a los estudiantes a identificar sus propios talentos, desarrollarlos y
aplicarlos en un proceso de aprendizaje de excelencia (López, 2006).
Como indica Souto (2013), "hace 2.200 años Platón decía que la
disposición emocional del alumnado determina su habilidad para aprender".
225
En la actualidad se ha demostrado empíricamente que dicha conjetura
platónica es verídica. Por ello el alumnado, preocupado por mejorar su nivel
de aprendizaje, ha de tener presente que aun cuando el intelecto pueda estar
excelentemente desarrollado, el sistema de control emocional puede no estar
maduro y, en consecuencia, sabotear sus logros. La falta de competencia
emocional puede llegar a anular la competencia intelectual del alumnado. La
competencia emocional sincroniza la parte cognitiva con la emocional de los
individuos y, por tanto, es esencial para un aprendizaje efectivo a lo largo de
la vida.
226
las diferencias individuales de talentos, fortalezas o ritmos de aprendizaje.
227
antipatía que genera en las personas encontrarse ante alguien con un alto
nivel intelectual, pero carente de habilidades sociales y emocionales; y al mal
uso en el ámbito educativo de los resultados en los test y evaluaciones de CI,
que pocas veces pronostican el éxito real del alumnado una vez incorporados
al mundo laboral, y que tampoco ayudan a predecir el bienestar y la felicidad
a lo largo de sus vidas.
228
8.7. Conclusiones
229
vida profesional sea más gratificarte y, en último término, lograr el objetivo
más profundo de toda existencia humana: llevar una vida más feliz y
significativa (Perandones, Lledó y Herrera, 2013).
230
Lucía Herrera Torres
231
La palabra emoción tiene su origen en la raíz latina Emovere, y se refiere al
estímulo que lleva a la mente a una acción, que puede ser neutra, positiva o
negativa (Ricard, 2003). La emoción es un estado mental que se percibe con
gran intensidad (Dalai-Lama y Ekman, 2009), además, está vinculada a la
sensación, motivo por el cual es muy difícil separar la una de la otra (Linden,
2010). Adicionalmente, tal y como señala el Dalai-Lama (2003), forman
parte de la mente, la vida y la naturaleza. Para Kleinginna y Kleinginna
(1981):
232
emocionales.
233
-Por lo general, la conciencia no interviene en la emoción, motivo por el
cual saber que se está emocionado requiere de un gran esfuerzo.
234
pensamiento. Sin embargo, algunas veces surge al mismo tiempo y otras lo
sucede (Ekman, 2003; Fernández-Berrocal y Extremera, 2002).
235
experiencias emocionales suele ser rápida y automática. Sin embargo,
algunos de estos desencadenantes pueden requerir de una escasa valoración
cognitiva, debido a que pueden ser innatos. Por otra parte, a pesar de que la
velocidad de recuperación de un evento emocional es diferente para cada
persona, es posible alcanzar el conocimiento de las reacciones corporales
frente a estas experiencias (DalaiLama y Ekman, 2009; Fernández-Abascal,
2010).
236
estrategias de superación de cada persona y toda la estructura de la
personalidad.
237
En 1993, Mayer y Salovey plantearon que la inteligencia emocional estaba
integrada por la expresión emocional, la evaluación verbal y no verbal, la
regulación emocional en uno mismo y en los demás, así como por la
capacidad para solucionar problemas mediante la utilización del material
emocional. En 1997 plantearon un modelo integrado por cuatro aspectos:
238
lo que posibilita controlar las respuestas y tomar decisiones rápidas y
adecuadas (Bosch, 2009). Es importante señalar que la inteligencia emocional
y social es diferente a la inteligencia cognitiva, ya que esta se relaciona con
aspectos del desempeño humano, como la toma de decisiones tanto en el
contexto personal como laboral, e incide en el éxito, que no se basa
exclusivamente en un coeficiente intelectual alto (Bar-On, Tranel, Denburg y
Bechara, 2003). Además, incide en el impacto emocional negativo, al igual
que en la frecuencia e intensidad de los pensamientos intrusivos. De igual
manera, lo hace también en las conductas personales e interpersonales que
facilitan la modificación emocional (FernándezBerrocal y Extremera, 2006a).
239
que no es posible su registro en las medidas de autoinforme. También existen
mecanismos automáticos de regulación emocional, que inciden en los
procesos y productos conscientes (Davidson, 2003). A pesar de ello, aún son
insuficientes los estudios sobre el funcionamiento fuera de la consciencia, de
las emociones y posteriores comportamientos, motivo por el cual se hace
necesario conocer las bases motivacionales que definen el uso de algunas
habilidades emocionales en contextos interpersonales particulares, así como
su incidencia en las relaciones (Salovey y Grewal, 2005).
240
mental de analizar y procesar la información emocional; un enfoque
integrador, que articula las múltiples áreas de la IE con los marcos generales
de las habilidades mentales; y un enfoque mixto, que integra la asertividad, la
flexibilidad y la necesidad de logro, que van más allá del razonamiento o la
anuencia emocional (Mayer, Roberts y Barsade, 2008).
Palomera, Gil-Olarte y Brackett (2006) señalan que son dos los modelos
teóricos más importantes de IE: el modelo de habilidad y el modelo mixto.
No obstante, Fernández-Berrocal y Extremera (2006b) añaden uno más, el
modelo de competencias emocionales centradas en el lugar de trabajo, y
señalan que son estos tres los enfoques que reconoce la comunidad científica.
241
completo, y tiene que ver con las competencias emocionales y sociales que
permiten entender y expresar las propias emociones y las de los demás,
incidiendo en las relaciones interpersonales y en las demandas cotidianas. El
enfoque busca conocer los aspectos fundamentales del funcionamiento social
y emocional que permiten un mejor bienestar psicológico, fundamentándose
en diversos factores no cognitivos (Bar-On, 2006). En el modelo se
relacionan rasgos emocionales y de personalidad. Lo integran cinco factores
que, a su vez, se subdividen en 15 subfactores (ver figura 9.4): intrapersonal,
interpersonal, adaptabilidad, manejo del estrés y estado general de ánimo.
242
como en el contexto organizacional. El modelo está integrado por cuatro
dimensiones que, a su vez, se componen de veinte competencias: conciencia
propia, conciencia social, autoadministración y gestión de las relaciones (ver
figura 9.6). Al respecto, Goleman (2011) enfatiza que las cuatro dimensiones
del modelo son factores que intervienen de manera determinante en el
liderazgo y, por ende, en el desarrollo organizacional. La evaluación se
realiza utilizando el Inventario de Competencia Emocional 2.0 (ICE 2.0), que
se fundamenta en la metodología de 360°, la cual implica una medida de
autoinforme y la evaluación por un par, como un superior o compañero de
trabajo (Boyatzis, Goleman y Rhee, 2000; Sala, 2002).
243
Figura 9.2. Modelo de habilidad de Mayer y Salovey (1997).
244
Figura 9.3. Representación del Modelo de habilidad (Mayer y Salovey, 2009,
p. 33).
245
Figura 9.4. Modelo mixto de inteligencia social y emocional de Bar-On
(1997).
246
Figura 9.5. Enfoque topográfico del Bar-On (Ugarriza, 2001, p. 135).
247
Figura 9.6. Modelo de competencias emocionales centradas en el lugar de
trabajo de Goleman (1998).
248
Figura 9.7. Diferentes modelos de inteligencia emocional (Pérez-González et
al., 2009, p. 94-96).
249
El fundamento de toda enseñanza y de todo sistema educativo se sustenta en
que el conocimiento es bueno y conduce a la felicidad, mientras que la
ignorancia lleva al sufrimiento y a la pobreza. Por otro lado, no es posible
separarse de las emociones, pero sí aprender a entenderlas de un modo más
inteligente (DalaiLama y Ekman, 2009). Por lo tanto, el desarrollo emocional
debería ser el motor de la educación, porque posibilita las relaciones y la
vida. En consecuencia, se requiere educar a estudiantes emocionalmente
competentes con la finalidad de que puedan alcanzar su desarrollo integral
como personas (Palou, 2008).
250
se debe aprender a vivir, a ser feliz y adquirir la sabiduría para la propia vida.
Por esta razón, la Psicología Positiva (PP) puede generar un cambio en las
escuelas, así como una incidencia curricular orientada al fortalecimiento de la
interioridad de los educandos. En este sentido, Peterson y Seligman (2004)
plantean la necesidad de desarrollar la sabiduría, el coraje, la humanidad, la
justicia, la templanza y la trascendencia. La PP también apunta que se
requiere que los estudiantes aprendan a tomar decisiones respecto a lo
adecuado e inadecuado, así como la diferenciación entre las buenas y malas
conductas, más allá de la búsqueda de recompensas o la evitación de castigos
(Bear, 2011). Adicionalmente, no se trata de eliminar totalmente el castigo,
ya que este debe utilizarse en los casos requeridos, pero acompañado de
estrategias positivas que posibiliten el pensamiento deseado. Es decir, el
objetivo de la PP no es el de eliminar las técnicas o estrategias que dan
resultado en las dificultades personales, sino complementar y fortalecer el
desarrollo humano (Seligman, Steen, Park y Peterson, 2005).
Según Ellis (2000), es posible aprender a ser feliz o infeliz, y las acciones
que se aprenden y ejecutan en pro de la felicidad se interiorizan para ser parte
de la estructura personal (Diener y Biswas-Diener, 2008). En esta línea, y
dadas las diferentes y cambiantes presiones socio-culturales del día a día, se
hace urgente, tal y como señalan Moreno y Gálvez (2010), aprender a ser
feliz, de tal manera que se cuente con los recursos necesarios para asumir los
retos de la cotidianidad y alcanzar un bienestar adecuado. Por lo tanto, es
importante resaltar la incidencia a largo plazo de los pensamientos y estados
de ánimo (Fredrickson, 2001), en donde se establecen dos posibles vías: por
un lado, tal y como indican Peterson y Seligman (1984), los estados de ánimo
negativos, así como los pensamientos pesimistas, pueden llegar incluso a
estados clínicos de depresión; por el contrario, como apuntan (Diamond y
Aspinwall, 2003), las emociones positivas brindan elementos y recursos para
enfrentar las adversidades.
251
dirección. Al respecto, Molony y Henwood (2010) señalan que la PP enfatiza
las cualidades que llegan a mantenerse en el tiempo y posibilitan a todas las
personas alcanzar el bienestar. Por ello la salud mental positiva es un recurso
que se genera a nivel individual, colectivo y social para la cotidianidad
(Kobau et al., 2011). Es decir, se pretende que la psicología coadyuve a
fortalecer el día a día de las personas normales, lo que implica un viraje que
permita pasar a la generación de cualidades positivas, superando la
centralidad existente sobre las cosas que no marchan bien en la vida
(Seligman y Csikszentmihalyi, 2000).
252
En el desarrollo de la Psicología de la educación suele darse el mismo
tratamiento que en las prácticas tradicionales de la psicología, es decir, las
intervenciones suelen orientarse hacia los problemas y dificultades de los
estudiantes y sus familias. Por tal motivo, la PP brinda una importante
posibilidad de crecimiento institucional, enfocándose y trabajando en la
prevención y el desarrollo humano, lo que implica fortalecer las cualidades
positivas para disminuir los problemas de comportamiento (Terjesen,
Jacofsky, Froh y Digiuseppe, 2004). No obstante, a pesar de que la escuela
también ha sido contemplada dentro del marco de las instituciones
saludables, y ofrece un espacio especialmente adecuado para el desarrollo de
una personalidad positiva en los educandos, hasta ahora su desarrollo ha sido
en menor escala respecto al ámbito de las organizaciones (Moreno y Gálvez,
2010). El carácter del ser humano está integrado por los pensamientos, las
emociones y los comportamientos, y su desarrollo fortalece el sentido de vida
y bienestar de niños y jóvenes, aspecto que es de gran interés para los
orientadores escolares, el profesorado y toda la comunidad académica en
general (Park y Peterson, 2008).
253
alcanzar el éxito profesional y cotidiano y lograr la estabilidad psicológica
(FernándezBerrocal y Extremera, 2002).
254
solo volverán a aparecer en la vejez, como el sentido de la vida o la manera
apropiada de vivir (Dalai-Lama y Ekman, 2009).
255
fortaleciendo además su rendimiento académico y propiciando una mayor
vinculación de los estudiantes a la escuela gracias a los ambientes positivos
de aprendizaje que se soportan en las relaciones de confianza (Agulló et al.,
2011; Brackett, Mayer y Warner, 2004; Chemiss, Extein, Goleman y
Weissberg, 2006; Eren, Ergun y Altintas, 2009; Gil-Olarte et al., 2006;
Greenberg et al., 2003). No obstante, aunque los metaanálisis manejan la
misma tendencia positiva en los resultados de diferentes países, es importante
señalar que la mayoría de los programas de Aprendizaje Social y Emocional
(Social and Emotional Learning, SEL) se han desarrollado en Estados Unidos
(Clouder et al., 2008).
Figura 9.8. Relación de los programas SEL con la adaptación socioescolar del
estudiantado (Guil y Gil-Olarte, 2009, p. 205).
256
necesaria, y enfatiza que el estudiantado que ha participado en los programas
SEL suelen obtener mejores resultados en las pruebas de actitud, además de
presentar menores niveles de deserción, consumo de alcohol y conductas
violentas.
257
así como el consumo de drogas y tabaco (Brackett et al., 2004; Limonero,
Tomás-Sábado y Fernández-Castro, 2006; Trinidad, Unger, Chou y Johnson,
2004); y el fortalecimiento de los niveles de ajuste psicológico y adaptación
al aula (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004), entre otros.
258
en la adversidad, disminuyendo su efecto en los ámbitos personal, profesional
y relacional (Sewell, 2011). Desde la perspectiva educativa, la promoción de
la salud y la prevención escolar adquieren gran importancia en los ámbitos
actuales. No obstante, es fundamental soportar los avances en proyectos de
investigación y en la vinculación activa de los docentes y líderes educativos,
para lograr contextualizar las políticas y realidades de orden global, nacional
y local, e incidir adecuada y positivamente en los estudiantes y las escuelas
(Greenberg, 2004).
259
estudiantes hagan lo mismo, propiciando además su utilización en el aula
para la consecución de objetivos, la motivación, los procesos de adquisición
de conocimiento y la resolución de conflictos (Hargreaves, 2000; Sutton
2004).
260
profesorado. Por consiguiente, la formación del profesorado debe incluir el
estudio de la complejidad de las emociones, la capacidad de gestionarlas y de
empelarlas expresivamente en el aula de clase, para incidir de manera
positiva en los procesos de enseñanza-aprendizaje (Sutton, 2005).
261
desmotivación, la depresión, el absentismo y las bajas laborales generadas
por el burnout (también llamado síndrome de desgaste profesional u
ocupacional), que suelen traducirse en alteraciones psicofisiológicas como el
insomnio, cefaleas, úlceras y alergias, entre otras (Durán, Extremera, Rey,
Fernández-Berrocal y Montalbán, 2006; Mesa, Lara, Herrera, Seijo, Spínola
y Carmona, 2002).
9.4. Conclusiones
262
Crouch y Decker, 2011). Así, por ejemplo, cuando las personas están de buen
humor son más altruistas (Flanangan, 2003). Además, un facilitador del
desempeño académico, para el caso de los estudiantes universitarios, tiene
que ver con el hecho de que su proceso de formación logre generar felicidad
y satisfacción (Herrera, 2010; Salanova, Martínez, Bresó, Llorens y Grau,
2005).
263
la transmisión (Trigwell, 2012). Sumado a esto, se presentan algunas
dificultades en la trasferencia de experiencias educativas innovadoras y, por
ende, en la flexibilidad requerida para lograr cambios importantes, debido en
gran medida a las experiencias emocionales de los docentes (Southwell,
Gannaway, Orrell, Chalmers y Abraham, 2005).
264
Ángel Castro Vázquez
265
pues algunos de ellos poseían sistemas educativos más adaptados a lo que se
requería y los cambios no han sido muy sustanciales (Garrot, Psillaki y
Richhia, 2008). No es el caso de España, que ha tenido que hacer importantes
modificaciones en su sistema educativo universitario, modificando las
normativas, estructuras, su funcionamiento y distintas concepciones
arraigadas con el tiempo en la sociedad y en la universidad española (Buela-
Casal y Castro, 2008). A la vez, tanto en España como en el contexto
europeo, en los últimos años se observa un gran aumento del interés por
estudiar el proceso de convergencia europea, con multitud de informes
gubernamentales, análisis de tendencias, artículos de investigación y tesis
doctorales (Bermúdez, Castro, Sierra y Buela-Casal, 2009). En esos
documentos se analiza el progreso hacia la convergencia de un país
determinado (Haug, 2003; Pérez, 2004), de un grupo de ellos (Deem y Lucas,
2007; Kivinen y Nurmi, 2003) o de todos los que han ido formando parte del
EEES en las sucesivas declaraciones (Bermúdez et al., 2009; Dysthe, 2007).
Además, como ya se describirá más adelante, surge un elevado interés por
analizar algunos conceptos fundamentales del proceso, como la evaluación de
la calidad (Buela-Casal y Castro, 2008).
266
El libro se estructura en diez capítulos, incluido el presente, divididos en
dos grandes bloques, uno centrado en el contexto institucional, la identidad y
el desarrollo profesional del profesorado universitario y el otro en las buenas
prácticas docentes y los retos actuales de la Educación Superior. En dichos
capítulos se presentan distintos análisis, algunos más generales y otros
centrados en algún contexto o iniciativa concretos, todos de interés, que
ofrecen una aproximación a la situación actual en la universidad española. El
objetivo de este último capítulo, de conclusiones, es extraer la información
más relevante de cada uno de ellos y plantear los retos y desafíos más
importantes que se nos presentan en nuestra labor diaria como profesores en
un sistema universitario en continuo cambio y adaptación, además de plantear
distintos temas para la discusión. Para la presentación del texto se sigue la
estructura general del libro, de lo más general a lo más concreto, respetando
los dos grandes bloques y el orden de los capítulos. Con el objetivo de hacer
el texto menos repetitivo y más interesante, se intercalan temas de discusión,
retos, desafíos y comentarios conforme se van sucediendo los temas y
conclusiones.
267
Este primer análisis de la situación global de la universidad actualmente en
España plantea muchos y esenciales retos, no solo para ofrecer una formación
de calidad, sino simplemente para su supervivencia. Vivimos en una
situación de grave crisis económica, caracterizada por los recortes y ajustes
presupuestarios, y la educación, no solo la superior, es una de las áreas más
sensibles e importantes para el desarrollo de un país. Por tanto, debería estar
fuera de esos ajustes, entre otras cuestiones porque un ahorro actual puede
conllevar una mayor inversión futura, como ocurre en el caso de la sanidad y
de algunas enfermedades, en las que se estima que por un euro que se ahorre
hoy en día en prevención se gastarán dos en tratamiento en un futuro cercano
(Castro, 2013). En resumen, no debería dejarse de invertir en educación y
este es un desafío que, aunque esté fuera de la labor cotidiana del profesor
universitario, nos afecta a todos y se debe concienciar a la población de su
importancia.
Lo que ocurre es que este primer reto choca con la realidad, en la que sí
tenemos nuestra responsabilidad como miembros del sistema. Se trata de
alguno de los rasgos distintivos de la universidad española, expuestos por los
autores de este primer capítulo (e.g. endogamia, pobres metodologías
didácticas, sistema anclado en el pasado), que hacen que nuestra institución
sea vista cada vez con mayor desconfianza por los ciudadanos, hecho que se
hace presente en los distintos barómetros de opinión elaborados por el Centro
de Investigaciones Sociológicas (CIS), o por otras instituciones públicas y
privadas. Ahí sí tenemos responsabilidad y un importante desafío para
mejorar la percepción que la sociedad tiene de nosotros, de nuestro trabajo y
de nuestra organización.
268
varios retos y desafíos para la educación superior en España y para la labor
del profesorado. Se defiende que la educación superior es un bien público y
un imperativo estratégico para todos los niveles, que debe ser apoyada por los
gobiernos, igualitaria y accesible, aspectos muy a tener en cuenta en este
contexto de crisis, ajustes, reducciones de becas y endurecimiento de las
condiciones para conseguirlas.
269
que en muchas ocasiones el cambio que se ha de realizar consiste en hacer lo
mismo que se hacía antes, pero poniéndole una nueva etiqueta y modificando
pequeños detalles, lo que complica todo el proceso.
270
Declaración de Bolonia (1999), que ha intentado aunar los sistemas
educativos superiores de más de cuarenta países, con características y
recursos muy dispares. Esto ha conllevado que algunos países, los más
desarrollados, apenas tuvieran que hacer cambios en sus sistemas
universitarios, mientras que otros siguen hoy en día adoptando nuevas
iniciativas para poder competir con ellos. Habrá que esperar unos años más
para poder evaluar el proceso con más información, pero de momento parece
apuntar que la desigual distribución va a seguir existiendo.
271
Este análisis permite reflexionar y plantear temas para la discusión, en
relación a algunos problemas ya planteados. La vida laboral del profesor
universitario se caracteriza en cierta medida por la incertidumbre: para
encontrar una plaza y poder desarrollar su profesión (profesional), para tener
una buena relación con los compañeros o, por lo menos, no ser desfavorecido
por estos o por los superiores (profesional y personal), por conseguir recursos
para llevar a cabo el trabajo de forma decente (profesional) y para conseguir
conciliar la vida laboral con otras esferas de la vida (profesional, personal,
contextual y social), problema que todavía suele afectar más a las mujeres
que a los varones, tal y como ponen de manifiesto Olivas-Ávila, Musi-
Lechuga, Guillén-Riquelme y Castro (2012). Si se vive en un estado de
incertidumbre, acrecentada por la crisis económica y por la indefinición de
las competencias y las funciones, se puede concluir que es difícil mantener el
equilibrio necesario para poder realizar el trabajo adecuadamente.
272
tanto para la acreditación (e.g. Profesor Ayudante Doctor, Profesor
Contratado Doctor) como para la incentivación (quinquenios, sexenios), que
no suponen una criba, pues son bajos y no están del todo definidos, lo que
impide discriminar a los candidatos en función de sus méritos. Buela-Casal y
Castro (2008) pusieron de manifiesto, en su análisis de la evolución de los
criterios e indicadores valorados para conseguir la Mención de Calidad de los
programas de doctorado en España y de su peso, que estos iban cambiando de
una convocatoria a otra, sin darse a conocer esas modificaciones, lo que
repercutía en la indefinición y, una vez más, en la incertidumbre. Algo
parecido ocurre en relación a la acreditación, la evaluación y la incentivación
del profesorado universitario.
273
universidades estadounidenses desde los años veinte del siglo pasado
(Fernández, Mateo y Muñiz, 1996) y ha dado lugar a más de 2.000 artículos
de investigación. Actualmente, y desde hace ya varios años, todas las
universidades españolas poseen instrumentos para evaluar la calidad de la
docencia (Fernández et al., 1996), pero en muchas ocasiones esas
evaluaciones y sus resultados no son conocidos por todos los miembros de la
comunidad universitaria. Por tanto, este aspecto supone otro reto y desafío
para nuestra educación superior. Casero (2008) indica que la evaluación de
los profesores por parte de los alumnos es un aspecto problemático en el
sistema de evaluación de las universidades españolas. En primer lugar, por la
orientación y el uso de los resultados por parte de las instituciones, que
preocupa y crea suspicacias entre los profesores (García, 2000), que
argumentan que los alumnos no están preparados para hacerlas con
objetividad, o bien porque estas se convierten en un ranking de popularidad,
o porque la evaluación está supeditada a la calificación que obtengan los
alumnos. Otro problema es el hecho de que la evaluación sea siempre
unidireccional, de los profesores a los alumnos y viceversa (Fernández et al.,
1996), para lo que algunos autores proponen un modelo circular, en el que
todos los agentes son evaluados por todos, consiguiéndose así una evaluación
global (Fernández, 2008; Fernández, Mateo y Muñiz, 1995). Por último,
García (2000) advierte de que existe una serie de características de los
profesores (e.g. personalidad, edad, sexo, categoría profesional), así como de
los alumnos y de las asignaturas, que pueden afectar a la evaluación que se
haga. Lo cierto es que por muy problemático que sea todo el proceso, se debe
luchar para que exista una mayor transparencia en el funcionamiento de estos
procesos de evaluación, pues podría ser un buen punto de partida para que la
visión que existe sobre la universidad desde la ciudadanía mejorase, tal y
como exponen Castro et al. (2010).
274
más estudios sobre la evaluación de aspectos relacionados con los profesores
universitarios (OlivasÁvila et al., 2012), los programas (Buela-Casal y
Castro, 2008; Musi-Lechuga, Olivas-Ávila y Castro, 2011a y b), las
universidades (Buela-Casal, Bermúdez, Sierra, Quevedo-Blasco y Castro,
2010, Buela-Casal et al., 2011, 2012), o sobre las publicaciones (Buela-Casal,
Zych, Sierra y Bermúdez, 2007; Zych y BuelaCasal, 2007). Esto se encuentra
muy relacionado con el interés por la calidad, su análisis y su evaluación. Los
autores del cuarto capítulo utilizan la definición de Lemaitre (2009), para el
que la calidad significa hacer lo mismo, pero hacerlo bien, con innovación y
con mejoras y vinculada a la autoevaluación, la planificación y la asignación
de recursos. Lo cierto es que, como afirman Buela-Casal y Castro (2008),
hasta hace unos años la calidad se entendía únicamente como cantidad y
hacía referencia a la producción científica, identificada como publicaciones y
como tesis doctorales dirigidas (Musi-Lechuga et al., 201lb; Olivas-Ávila et
al., 2012). Pero hoy en día, este concepto es mucho más amplio y abarca a
todos los agentes y procesos implicados en la educación superior: alumnos,
profesores, personal de administración y servicios, estudios, programas,
grados, organización, planificación y, por supuesto, incluye a las
universidades como tales (Buela-Casal et al., 2010, 2011, 2012).
275
aspectos tratados en este cuarto capítulo. Una evaluación que se ha de centrar
en la detección de puntos débiles y fortalezas, para poder mejorar los
primeros y que atañe a la acreditación de programas, la financiación, el marco
de referencia y a la flexibilidad que han de tener para adaptarse al dinamismo
de ese contexto. El problema - y el reto que se nos presenta - es que nos
movemos en un contexto de una competitividad mayor, alentada por el
EEES, que ya en la Declaración de Bolonia (1999) ponía de manifiesto que
uno de los objetivos fundamentales del proceso era aumentar la
competitividad de la educación superior de los países participantes. Así, el
sistema universitario español debería estar inmerso en un proceso de
modernización y mejora constante para poder ponerse al nivel de los sistemas
formativos de los países más desarrollados del continente. Sin embargo, el
contexto es justamente el contrario, lo que imposibilita no solo actuar acorde
al EEES, sino también cumplir el objetivo y hacer más visibles nuestras
universida des. Buena muestra de ello es que sigue sin aparecer ninguna
universidad española entre las doscientas mejores del mundo, según los
rankings universitarios más reputados.
276
Granada. Comienzan describiendo los cambios que han tenido que darse en
los distintos países en busca de la convergencia europea, en aspectos como en
el modo de aprender, en el rol del docente, en las metodologías de enseñanza
o en la homologación y acreditación de títulos. Así, llegan al análisis de las
competencias del profesorado y realizan una revisión sobre el asesoramiento
y la formación que se ofrece al profesorado principiante, primero en otros
países, sobre todo en los anglosajones, y luego en España.
Este tema, de partida, hace que surja un nuevo reto o desafío, tanto para las
instituciones como para las personas que formamos parte de ellas. Es el de
incorporar a las nuevas generaciones de docentes; primero, el hecho de
incorporarlas realmente, favoreciendo la entrada de personas con cada vez
mayor formación y con ganas de trabajar e innovar y, posteriormente, ir
dándole cuotas de responsabilidad para que, con su trabajo, transmitan esa
innovación a las universidades, cobrando mayores dosis de protagonismo y
modernizando sus estructuras.
277
el ciclo de conocimiento científico cuando se difunden los resultados a la
comunidad científica, en los procesos destinados a la mejora y evaluación de
la docencia universitaria se han de construir instrumentos fiables y válidos
que sean difundidos entre la comunidad académica (González, 2010; Muñiz y
FonsecaPedrero, 2008).
278
explicación, la comprensión y el rendimiento de los alumnos.
Posteriormente, las autoras hacen un recorrido por los cambios que han
tenido que darse en la labor del docente con la adaptación a lo demandado
por el EEES y, a partir de ahí, proponen un modelo de Instrucción entre Pares
(IP), que permite al profesor obtener un feedback inmediato sobre la
asimilación de los conceptos trabajados. El procedimiento es simple y se
puede aplicar tanto a las clases teóricas como a la resolución de problemas; el
alumno examina el material que se va a trabajar, antes de la clase, para poder
debatirlo con los compañeros. Así, el profesor en clase puede centrarse en los
puntos más complejos o importantes, además de hacer preguntas para alentar
el debate, retroalimentándose todos mutuamente. Son varias las iniciativas de
este tipo que se llevan a cabo actualmente en las distintas universidades
españolas. La opinión mayoritaria de los profesores que las han puesto en
práctica es muy positiva, pues este modelo de formación les permite centrarse
en los aspectos más importantes o problemáticos de las asignaturas,
trabajando sobre una base ya trabajada por el alumno y alentando el debate.
Los problemas y desafíos que surgen son los que se pueden detectar a simple
vista: es difícil motivar a los alumnos para que acudan a clase con los
contenidos revisados de antemano y exige al profesor una carga de trabajo
extra al tener que preparar los contenidos con la suficiente antelación como
para dar tiempo a los alumnos a estudiárselos.
279
En esta experiencia se emplean cuatro dispositivos tecnológicos, lo que
presenta el mismo reto para los profesores que se expuso unos párrafos más
arriba. Por un lado, que funcione todo correctamente, aspecto que es bastante
raro, y que el profesor sepa usar correctamente esos recursos, lo cual en
muchas ocasiones no es así. Si fuera así, si no existieran problemas en el uso
de los recursos tecnológicos y si se popularizara este tipo de iniciativas, sería
muy útil la realización de proyectos como el que aquí se presenta para
mejorar los resultados y la satisfacción del profesor y los alumnos en clase.
280
se ha tenido en la sociedad acerca de la discapacidad y sobre las respuestas
sociales, políticas e individuales que se ha dado según el momento. Así, llega
a la normativa española actual, que propugna la igualdad de oportunidades, la
no discriminación, la adaptación de las dependencias universitarias a estas
limitaciones y el respeto a la diversidad y a los derechos humanos de
cualquier iniciativa universitaria. Que se cumplieran estos principios debería
ser uno de los mayores desafíos a los que se enfrente la universidad española.
281
mala gestión del tiempo, mala conciliación de la vida laboral con la vida
personal o el desarrollo de algún tipo de adicciones.
Por ello, el noveno capítulo del libro resalta el papel de las emociones y la
inteligencia emocional en la labor del profesorado universitario, en un
capítulo con un significado similar al anterior. Los autores subrayan el papel
de las emociones en el desempeño del profesor, expresando que estas son
fundamentales para alcanzar el bienestar subjetivo y, por tanto, el éxito
interpersonal, por lo que el profesorado ha de desarrollar habilidades sociales
y emocionales que posibiliten una mejor calidad docente y la estimulación
del aprendizaje y desarrollo de competencias en el alumnado universitario.
282
Igualmente, presentan un extenso apartado sobre las emociones (definición y
características, funciones, inteligencia emocional, modelos teóricos) y otro
sobre la relación entre emoción y educación, basándose siempre en la idea de
que un bienestar psicológico y emocional de la persona es necesario para el
correcto desempeño de su labor profesional.
10.9. Conclusiones
Se han ofrecido algunos datos preocupantes, sobre todo acerca del papel
actual de la universidad en España y de la visión que la sociedad posee de
ella, la de una institución anclada en el pasado, con una serie de
características que dificultan su desarrollo. De la misma manera, en relación
con el profesorado, se ha destacado la indefinición y la incertidumbre en la
que muchas veces se desarrolla su labor, pues no se delimitan claramente sus
funciones y competencias, no sabiendo a qué atenerse. El enorme interés que
existe en los últimos años por la evaluación, tanto de la docencia como de la
investigación y, sobre todo, de la calidad de todos los procesos y agentes
implicados en la formación universitaria en España, debería orientarse a
conseguir una mejora en las condiciones en las que se desarrolla el trabajo de
esos agentes, con una descripción más clara de las tareas y de las
competencias, lo que podría redundar en una mejor distribución del tiempo y
283
en una especialización del profesorado universitario.
284
Lucía Herrera Torres
Anexo I
285
•Bajo: el nivel de desarrollo de la competencia planteada es bajo.
Datos generales
1.Sexo:
2.Edad:
4.Categoría profesional:
5.Departamento:
286
7.Asignaturas:
287
288
Competencias docentes específicas
289
290
Gracias por tu colaboración
291
Anexo II
Profesor:
Departamento:
292
Fecha y firma:
Anexo III
Nombre y apellidos:
Departamento:
293
9.Haz una valoración global del Programa de Mentorización:
Anexo IV
Entrevista inicial
•Carrera profesional
-Buen sueldo
-Vocación
294
-Prestigio social
-Salidas Profesionales
Expectativas profesionales
-Rector
-Vicerrectores
-Secretariados
-Decano
-Vicedecanos y Secretaría
-Biblioteca
295
-Aula de informática
-Reprografia
-Cafetería
-Secretaría
-Conserjería
-CICODE
-Tipo de asignaturas
-Fechas de exámenes
296
-El profesorado que imparte las asignaturas
Planificación de la docencia:
-Contenidos teóricos
-Contenidos prácticos
-Materiales
-Fuentes bibliográficas
-Criterios de evaluación
-Instrumentos de evaluación
-Cronograma o temporalización
Desarrollo de la docencia:
-Comunicación verbal
297
-Comunicación no verbal
298
-Establecimiento de una diversidad de criterios de evaluación
Después de la docencia:
Anexo V
299
•Tipo de reunión:
•Decisiones adoptadas:
•Observaciones:
Anexo VI
•Datos generales
3.Fecha:
5.Aula:
6.Nombre de la asignatura:
300
9.Curso:
10.Tipo de asignatura:
11.Grupo:
301
302
303
Valore globalmente (de 1 a 10) su actuación docente en la clase de hoy:
Justifique su respuesta:
Anexo VII
•Datos generales
3.Fecha:
5.Aula:
6.Nombre de la asignatura:
304
7.Titulación a la que pertenece la asignatura:
9.Curso:
10.Tipo de asignatura:
11.Grupo:
305
306
307
Valore globalmente (de 1 a 10) la actuación docente del profesor/a
principiante que ha observado en clase:
Justifique su respuesta:
Anexo VIII
•Datos generales
2.Fecha:
4.Aula:
5.Nombre de la asignatura:
8.Curso:
308
9.Tipo de asignatura:
10.Grupo:
309
310
311
Valora globalmente, de 1 a 10, la actuación docente del profesor:
Justifica tu valoración:
312
Con el propósito de poner en práctica unos principios ecológicos, económicos
y prácticos, el listado completo y actualizado de las fuentes bibliográficas
empleadas por los autores de este libro se encuentra disponible en la página
web de la editorial: www.sintesis.com.
313
Barkley, E.F.; Cross, K. P., y Major, C. H. (2007): Técnicas de aprendizaje
colaborativo. Madrid: Morata.
314
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Psicothema, 24(4), 505-515.
Cano, E. (2005): Cómo mejorar las competencias de los docentes. Guía para
la autoevaluación y el desarrollo de las competencias del profesorado.
Barcelona: Graó.
Clouder, C.; Dahlin, B.; Diekstra, R.; Fernández-Berrocal, P.; Heys, B.;
Lantieri, L., y Paschen, H. (2008): Educación Emocional y Social, Análisis
Internacional. Madrid: Informe Fundación Marcelino Botín.
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superior en América Latina". Revista Iberoamericana de Educación, 34, 39-
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Lago, C.; Arce, M.E.; Casáis, L.; Fariña, F.; Fernández, M.A.; García, J.L.;
Vázquez, M. J., y Viaño, J. (2012): Utilización de un sistema tecnológico de
feedback interactivo en la docencia universitaria para mejorar el
rendimiento académico del alumnado y la calidad docente del profesorado:
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Internacional sobre la Evaluación de la Calidad de la Investigación y de la
Educación Superior (FECIES) (pp. 406-411): Granada: Asociación
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Monereo, C., y Pozo, J. 1. (2006): La universidad ante la nueva cultura
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Revista Española de Documentación Científica, 32(3), 89-100.
321
Zabalza, M. A. (2004): La enseñanza universitaria. El escenario y sus
protagonistas. Madrid: Narcea.
322
Índice
Relación de autores 13
Prólogo 17
1. Descripción del contexto universitario actual y sus
23
cambios
1.1. El Espacio Europeo de Educación Superior 28
1.2. Conclusiones de la II Conferencia Mundial de
29
Educación Superior (Unesco, 2009)
1.3. Conclusiones 43
2. Las competencias del profesorado universitario en el
46
Espacio Europeo de Educación Superior (EFES)
2.1. Las funciones del profesorado universitario en el
48
contexto español
2.2. Perfil profesional del docente universitario 53
2.3. El conflicto entre la docencia y la investigación 57
2.4. Concepto de competencia profesional 59
2.5. Clasificación de las competencias profesionales:
60
genéricas y específicas
2.6. Las competencias docentes del profesorado
61
universitario
2.7. Las competencias investigadoras del profesorado
65
universitario
2.8. Conclusiones 66
Apéndice 69
3. Evaluación y formación: dos elementos clave en el
72
desarrollo profesional del profesorado universi
3.1. Aproximación al concepto de desarrollo profesional del
323
profesorado universitario
3.2. Modelos sobre el desarrollo profesional del
77
profesorado universitario como docente
3.2.2. Kalivoda, Rogers y Simpson: la vitalidad del
79
profesorado universitario
3.2.3. Nyquist y Sprague: dimensiones del desarrollo
80
profesional del profesorado universitario
3.2.4. Robertson: perspectivas que definen el desarrollo
82
profesional del profesorado universitario
3.2.5. Ákerlind: el desarrollo profesional del profesorado
83
universitario como combinación entre conc
3.2.6. Dall'Alba y Sandberg: modelo de desarrollo centrado
84
en la comprensión "de" y en la practica
3.2.7. Post: las siete etapas del aprendizaje para enseñar en
86
Educación Superior
3.3. Un perfil profesional ligado a los procesos de
91
evaluación
3.3.2. Evaluación para la incentivación 93
3.4. Formación del profesorado universitario 95
3.4.1. Fase preformativa y formación inicial 96
3.4.2. Fase de inducción 98
3.4.3. Formación permanente 101
3.5. Conclusiones 106
4. Evaluación de programas formativos de Educación
107
Superior: una herramienta necesaria en el análisi
4.1. Aspectos generales del concepto de evaluación 109
4.1.1. Calidad y evaluación, un binomio necesario en la
116
Educación Superior
324
Educación Superior
4.2. Evaluación de programas de Educación Superior 117
4.3. Las agencias de evaluación de programas e
125
instituciones de Educación Superior
4.4. El contexto latinoamericano de la evaluación de
129
programas e instituciones de Educación Superior
4.5. Conclusiones 137
5. La mentorización entre el profesorado universitario
139
(experto y principiante) como proceso para el
5.1. Descripción de un programa de mentorización entre el
143
profesorado universitario (experto y princ
5.1.2. Objetivos del programa de mentorización y
150
actividades desarrolladas
5.2. Conclusiones 161
6. Utilización de sistemas de feedback interactivo en la
168
docencia universitaria
6.1. Procedimiento de instrucción entre pares 171
6.2. Materiales y recursos en la instrucción entre pares 177
6.3. Aplicación de la instrucción entre pares 180
6.4. Recomendaciones para la aplicación 183
6.5. Resultados de la aplicación del método de instrucción
185
entre pares mediante clickers
6.6. Conclusiones 186
325