La Senda de Los Metales

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LA SENDA DE LOS

METALES
MBA. ELSA MAVILA RAMÍREZ PINEDO
La historia normativa minera peruana comenzó en la
etapa colonial con las Ordenanzas de Minas del virrey
Francisco de Toledo en 1574. En la época republicana
inicial se mantuvo la vigencia de aquellas leyes, siempre
y cuando no contravinieran con los principios de libertad
e independencia
LEYES DE MINERÍA
La minería es una actividad que el ser humano realiza para
explotar o extraer minerales acumulados en el suelo y subsuelo
en forma de yacimientos.

El aprovechamiento de los
recursos minerales está presente en la vida
del hombre desde las más remotas edades,
utilizándolos en su alimentación (sal común),
manifestaciones artísticas, armas y utensilios
para la vida doméstica y productiva.
En el Perú, la metalurgia más antigua data de la cultura Chavín,
que trabajó el oro mezclado con plata y cobre.

Sin embargo, la minería como eje del sistema social y


económico se inicia con la conquista española.
La evolución de la economía colonial estuvo determinada por
orientaciones de carácter mercantilista, por lo que su objetivo
primordial apuntaba al mantenimiento de la soberanía y el
imperio, fortaleciendo la riqueza nacional en la metrópoli.

De allí que el logro de esta meta dependiera de la abundancia


de dinero por medio de la acumulación de oro y metales
preciosos.
Resulta evidente el interés de los conquistadores y los
exploradores europeos por los metales preciosos que
abundaban en los Andes.

En 1532, la liberación del Inca Atahualpa exigió el traslado de


grandes cantidades de oro y plata.

La velocidad con la que se recolectaron los metales hizo


germinar la idea en los conquistadores de que la cultura Inca
contaba con una riqueza enorme, la misma que se apresuraron
a saquear.

Así, en la época de la Conquista se aprecian 2 etapas: una


primera en la que se da la simple recolección de los metales
preciosos acumulados por los Incas y una segunda en la que se
procede a explotar los yacimientos mineros.
Los españoles mostraron su interés en las fuentes de oro y
plata, enfocando su atención a las minas que habían dado tales
riquezas. Sin embargo, no fue fácil encontrarlas.

En el tiempo de los incas no hubo mucha explotación


sistemática, dado que el oro y la plata no tenían valor
monetario.

Estos se mostraban, principalmente, en objetos de propiedad


de la nobleza y se usaban como elementos decorativos.

Así, los españoles encontraron pocas minas en la preconquista,


y la historia de la minería en el Perú empezó, en realidad, con
lo sucedido en los tiempos coloniales y republicanos.
Bajo la dominación española, se produjeron varios cambios
fundamentales económicos y sociales.

El oro y la plata fueron codiciados al ser sinónimo de riqueza:


prácticamente todas las piezas de arte desaparecieron en los
hornos de los conquistadores para ser convertidas en lingotes y
monedas.

Esto le dio mucha riqueza súbita a la Corona Española, que


importó implementos y la tecnología adecuados para una
explotación a un nivel más intensivo de la minería, gracias
también al uso de la fuerza indígena.
Mientras se asentaba el Virreinato, la posibilidad de encontrar
y saquear tesoros llegaba a su fin.

Si bien es cierto se siguieron organizando expediciones con


el objetivo de hallar las míticas ciudades de oro, estas nunca se
encontraron.

Lo que hallaron los viajeros fueron algunas minas trabajadas a


pequeña escala desde tiempos prehispánicos, donde los
metales, como la plata, se encontraban entremezclados con
otros minerales.

Esta situación obligó a la organización de la actividad minera


(Waszkis, 1993)
El periodo que abarca los años 1548-1578 es de singular
importancia en la historia de la minería en el Perú.

Las guerras civiles entre los conquistadores finalizaron y una


nueva era de paz y de orden comenzó para los administradores
reales.

En este periodo se descubre la mina de Potosí, en 1545, la


primera a gran escala, siendo muy rentable en la explotación
de la riqueza minera del virreinato (Waszkis, 1993).
Casi al mismo tiempo de descubrir Potosí, se encuentra Santa
Bárbara, cerca de Huancavelica (1563).

Esta fue la única mina de mercurio significativa en todo el


continente sudamericano.

Así, cuando el alto grado de depósitos superficiales de Potosí


dio paso a minerales de menor ley, el mercurio de Santa
Bárbara llegó como una fortuna
De este modo, permitió un segundo impulso a la explotación
de plata mediante la aplicación a gran escala de mercurio en la
amalgamación.

Como consecuencia, el continuo y masivo flujo de plata de


América del Sur, principalmente de Potosí, provocó numerosos
cambios en Europa, tanto en las finanzas como en el comercio
y la industria (Whitaker, 1941).
El producto exportable de la mina de Huancavelica, el azogue
en caldo, fue transportado en ingentes cantidades y durante
muchos años hacia los yacimientos de plata del Altiplano.

El largo viaje del azogue hasta Potosí comprendía tramos por


tierra, Huancavelica- Chincha, a lomo de mula y de llama,
tramo marítimo Chincha-San Jerónimo-Arica y, a partir de allí,
nuevo recorrido terrestre (Maldonado & Estacio, 2012).
La era del virrey Toledo

En 1569, Francisco de Toledo fue enviado de España por el rey


Felipe II para asumir el cargo de virrey del Perú en el periodo
1569–1581.

Se esperaba que Toledo instalase reformas políticas para


subordinar a los nativos (especialmente en los Andes),
proporcionar trabajadores adecuados para las minas y
aumentar el ingreso total para el tesoro real.
Aunque Toledo legisló sobre varios aspectos, los tres más influyentes fueron:

i ) congregar a los pueblos indígenas en grandes


ciudades estratégicas,

ii) imponer un sistema de tributación regularizado y

iii) Establecer la mita, régimen de trabajo forzoso para


apoyar las minas de plata de Perú y Alto Perú
(Bolivia).
A partir de 1573, los pueblos indígenas dentro de una región
contigua tenían que proporcionar un séptimo de su
población masculina adulta como trabajadores rotativos de
mita a Potosí o Huancavelica.

Para establecer el número mínimo de reclutas necesarios para


revivir la producción a los niveles de 1550, Toledo encargó un
inventario detallado de minas y procesos de producción
en 1571.

De igual manera, se dictaron la monopolización y el control de


la producción de mercurio de la mina de Huancavelica por
parte de la Real Corona, así su producción e ingresos fueron
controlados.
Las Ordenanzas de Minas de Toledo aclararon las condiciones
de las minas y las responsabilidades de los propietarios.

Dentro de esta ley, aunque en la práctica pudo no haberse


cumplido, había elementos para prevenir la inhalación de gas
de mercurio de los trabajadores y la manipulación del
mercurio.

Asimismo, se estipulaba la construcción de hospitales para


el tratamiento de enfermedades, el número de días y el monto
de la indemnización para los gastos del tratamiento de los
trabajadores.
La minería peruana fue dotada de una reglamentación jurídica
como nunca había tenido y su solidez quedó avalada por
haberse mantenido en vigor hasta el último tercio del siglo
XVIII, cuando fueron adaptadas en Perú las Ordenanzas de
Minería de la Nueva España.

La disponibilidad de mano de obra abundante y barata, así


como el mejor aprovechamiento de los minerales con las
nuevas técnicas, propiciaron un espectacular crecimiento que
no se detendría hasta las primeras décadas del siglo XVII
(Benson, 2012).
Los precedentes de La Gasca (presidente de la Real Audiencia
en 1546) y del Conde De Nieva (IV virrey del Perú), varias veces
aludidos en estas ordenanzas, confirman las firmes bases sobre
las que actuó.

Además, el asesoramiento de los juristas Juan de Matienzo y


Polo de Ondegardo, las dotó de un alto nivel.

Más tarde, en 1683, fueron incluidas en el libro III de la


Recopilación de Ordenanzas del Perú, compiladas por Tomás de
Ballesteros y publicadas dos años después
El Título X habla de reglamentar el trabajo de los indios y, por su incidencia sobre la mano de obra, constituye
un magnífico punto de referencia para calibrar el espíritu de las disposiciones toledanas sobre este particular.

Considerado como un verdadero estatuto laboral que atendía a


evitar abusos y excesos, se extendía minuciosamente en fijar
horarios y condiciones de trabajo, jornales y fiestas.

Estipulaba que la jornada laboral durase desde hora y media


después de salir el sol hasta su puesta, con descanso al
mediodía de una hora.

El minero estaba obligado a trabajar y poblar la mina, si no


quería perder sus derechos sobre ella, en el plazo de 60 días.

Con relación a la jurisdicción minera, la autoridad judicial y


administrativa era el alcalde mayor de minas, auxiliado por un
escribano.
Las Ordenanzas comenzaban exponiendo una rotunda defensa
de la regalía minera, a la que seguía la proclamación de libertad
de cateo y registro de minas a todos los vasallos e, incluso,
extranjeros (Molina, 1998).

Se dispuso que el derecho de propiedad de las minas fuera del


Rey de España, el cual concedería a sus vasallos el derecho de
su aprovechamiento y el pago de tributos (un impuesto de 20%
de la producción, denominado “quinto real”, establecido por
el rey de España en 1504 para las minas de todas las colonias y
el sector joyería).

Estas ordenanzas rigieron en el Perú, Chile y Argentina.


En cuanto a los registros, fijaban un plazo de 30 días desde el
descubrimiento y existía un máximo de seis minas a las que
podía aspirar un solo propietario.

El excedente, calificado como “demasía”, podía ser denunciado


por un tercero pidiendo su adjudicación.

Estas ordenanzas mantenían tres obligaciones básicas para que


los mineros puedan conservar su derecho a explotar: i)ahondar
la mina, ii) tenerla poblada y iii) pagar los tributos (Vergara,
1992).
Dada la importancia del azogue en la obtención de la plata,
estas minas quedaban bajo un régimen especial: su producción
debía venderse al Estado y la explotación abarcaba 30 años o,
en su defecto, hasta la muerte del propietario, tras lo cual
pasaban a poder del rey.

El Título V establece las normas para el laboreo de la mina y la


seguridad de los operarios, lo que arroja indudables luces
acerca del régimen de explotación y conocimientos técnicos
Una de las razones del crecimiento de la minería fue la
aplicación del método de amalgamación.

El mismo había sido implementado en el año 1972 por


Fernández de Velasco, experimentado trabajador en la mina de
Pachuca.

Desde su descubrimiento, en las minas de Potosí se extraía


plata de afloramientos de minerales ricos mediante una técnica
nativa conocida como la huayra; sin embargo, los minerales
ricos comenzaron a disminuir en número y la minería
subterránea ganaba popularidad.
Esto llevó a una baja de la producción con la huayra.

Al mismo tiempo, una cantidad exorbitante de chatarra y


mineral obsoleto se amontonó alrededor de la mina.

Estos contenían cantidades sustanciales de plata, pero no


podían ser refinados por la huayra y, por lo tanto, eran
abandonados.

Ahora podían ser aprovechados con el método de


amalgamación
El descubrimiento de las minas de plata y su rápido desarrollo
sirvió para la reconstrucción de la monarquía española,
produciendo una gran expansión del comercio en Europa.

Por tal motivo, la política legisladora de Toledo originó un


cambio positivo en el sector minero, debido a que el sector
atravesaba una situación difícil en el periodo de 1560.

La producción de plata potosina se había desplomado a partir


de 1566 y amenazaba con privar al Estado de una importante
fuente de ingresos.

Este peligroso colapso fue evitado a principios de 1570 gracias


a las innovaciones emprendidas por el virrey: la mita y la
puesta en práctica del sistema de amalgamación.

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