Material Complementario Segundo Parcial. SOBRE LA TEOLOGÍA DEL MATRIMONIO
Material Complementario Segundo Parcial. SOBRE LA TEOLOGÍA DEL MATRIMONIO
Material Complementario Segundo Parcial. SOBRE LA TEOLOGÍA DEL MATRIMONIO
El Concilio Vaticano II, manteniéndose fiel a los principios bíblicos fundamentales y a los
resultados esenciales del desarrollo dogmático de la Iglesia en la tradición, ha colocado el
matrimonio sacramental en un horizonte teológicamente vinculante, y de esa manera ha
integrado las cuestiones de teología moral, canónicas y pastorales, en una perspectiva
teológico-dogmática global. "La íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el
Creador y provista de leyes propias, se establece con la alianza del matrimonio, es decir,
con un consentimiento personal irrevocable. Así, por el acto humano con que los cónyuges
se entregan y aceptan mutuamente, nace una institución estable por ordenación divina (...)
Este vínculo sagrado, con miras al bien tanto de los cónyuges y de la prole como de la
sociedad, no depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del matrimonio, al
que ha dotado con varios bienes y fines (...) Cristo, el Señor, ha bendecido
abundantemente este amor multiforme, nacido de la fuente divina de la caridad y
construido a semejanza de su unión con la Iglesia. Pues de la misma manera que Dios en
otro tiempo salió al encuentro de su pueblo con una alianza de amor y fidelidad, ahora el
Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia, mediante el sacramento del matrimonio,
sale al encuentro de los esposos cristianos (...) El auténtico amor conyugal es asumido en
el amor divino y se rige y se enriquece por la fuerza redentora de Cristo y la acción
salvífica de la Iglesia, para conducir eficazmente a los esposos a Dios y ayudarlos y
fortalecerlos en la sublime tarea de padre y madre. Por ello, los cónyuges cristianos son
fortalecidos y como consagrados para los deberes y dignidad de su estado para este
sacramento especial" (GS 48).
El Concilio no quiso solamente ofrecer la descripción de un modelo ideal, y cerrar los ojos
ante las concretas dificultades psicológicas, individuales y colectivas, prescindiendo de las
profundas mutaciones sociológicas y económicas, en que los matrimonios deben
necesariamente vivir y modelarse en las culturas occidentales (cfr. GS 47).
Aunque, a través del Bautismo, el creyente se ha convertido en una "nueva creación" (cfr.
Ga 6,15; 2 Cor 5,17), sin embargo sigue viviendo concretamente en una creación que está
todavía sometida a la esclavitud y la perdición, pero sólo con la esperanza se acerca a la
"libertad y la gloria del Hijo de Dios" y al cumplimiento de la liberación (cfr. Rm 8,18-27). El
matrimonio puede ser vivido en el contacto vivo con Cristo en el espíritu de la oración y la
imitación, y las crisis sólo pueden ser superadas en el espíritu de Cristo, porque la
reconciliación es realmente posible.
Hoy la preparación de los jóvenes al matrimonio y la guía pastoral de los esposos se
identifica prácticamente con el esfuerzo de toda la vida para alcanzar el éxito y la felicidad
del ser humano, a través de la palabra y el amor de Dios, que en Cristo ha hecho posible
que los hombres vivan juntos y existan unos para otros. El reconocimiento de los principios
naturales del matrimonio en el orden de la creación y de la verdad sobrenatural del
matrimonio como participación en la comunión amorosa de Cristo y la Iglesia es esencial.
El escritor cristiano Tertuliano, ya a comienzos del siglo III, había formulado una frase
inimitable por su belleza y la fuerza de su fe:
"¿Cómo podría yo describir la felicidad de ese matrimonio que está unido por la Iglesia,
reforzado por el sacrificio y confirmado por la bendición? (...) ¡Qué pareja!: dos creyentes
con una sola esperanza, con un solo deseo, con una sola manera de vivir, en un solo
servicio; hijos de un solo Padre, siervos de un solo Señor! Ninguna separación en el
espíritu, ninguna en la carne, sino verdaderamente dos en una sola carne. Allí donde la
carne es una sola, también el espíritu es uno solo" (De uxore 2,9).