More Than Just A Name - Lynn Jaxon
More Than Just A Name - Lynn Jaxon
More Than Just A Name - Lynn Jaxon
Este documento fue realizado sin fines de lucro, tampoco tiene la intención
de afectar al escritor. Ningún elemento parte del staff del foro Paradise
Books recibe a cambio alguna retribución monetaria por su participación
en cada una de nuestras obras. Todo proyecto realizado por el foro
Paradise Books tiene como fin complacer al lector de habla hispana y dar
2
a conocer al escritor en nuestra comunidad.
Si tienes la posibilidad de comprar libros en tu librería más cercana, hazlo
como muestra de tu apoyo.
Moderación y traducción
Team Jade
Staff de traducción
Corazon_de_tinta RRZOE
Ezven Tessa
Kalired Veritoj.vacio
3
Laura A Walezuca Segundo
Luisa1983 Yira Patri
Diseño
malenajc19
Prólogo Capítulo 15
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23 2
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Capítulo 25
Capítulo 11 Capítulo 26
Capítulo 12 Capítulo 27
Capítulo 13 Epílogo
Capítulo 14 Sobre la autora
Una noche cambió mi vida para siempre..
Meredith...
D
esperdicié ocho años de mi vida en un matrimonio que estaba
condenado desde el principio. Mi ex-marido solo se casó
conmigo por mi apellido y mi dinero. Ahora que el divorcio es
definitivo, estoy lista para centrarme en proporcionar una vida feliz a nuestro
hijo. Cuando mis amigas insistieron en llevarme a celebrar mi nueva libertad,
acepté de mala gana.
Debí haber preguntado a dónde íbamos. Nunca imaginé que
acabaríamos en un club de estriptis masculino. Estaba lista para irme antes
2
de que atravesáramos las puertas. Eso fue hasta que miré a los ojos a un
bailarín enmascarado. Sus ojos verdes se clavaron en mí, poseyéndome con
una sola mirada. Luego, cuando nuestras manos se tocaron, me hizo sentir
cosas que nunca había sentido, y querer cosas que nunca me había
atrevido a soñar.
Justo cuando mi sueño parecía hacerse realidad, mi peor pesadilla se
convirtió en mi realidad. Mi divorcio era solo un pedazo de papel inútil, y
tengo miedo de que ni siquiera el amor sea capaz de salvarme.
Nash...
N
o puedo creer que esté haciendo esto. Nunca pensé que este
sería yo. Soy el vicedirector de una escuela primaria, no un
bailarín. Tengo que seguir recordándome que estoy haciendo
esto por mi hermano. Le estoy ayudando a mantener su trabajo.
Eso es lo único que me está ayudando a pasar esta noche. Eso es
hasta que veo a la mujer más hermosa que haya visto. Cabello largo y rubio,
ojos azules expresivos y un cuerpo que pondría a cualquier hombre de
rodillas. Entrando en ello, nunca pensé que esta noche cambiaría mi vida y
la de ella tan profundamente.
Tengo mucho trabajo por delante. Hay más que nuestro amor en
juego. Pondré todo en juego para salvarla, y convencerla de que es más
que un nombre.
3
Meredith
—N
o puedo soportar más tus engaños. ¿Cuántas mujeres
más traerás a nuestra casa cuando no esté?
Ya ha sido demasiado. ¿En serio cree que voy
a quedarme sentada y permitir que me siga tomando por tonta? Nadie
merece que lo traten como nos trata a mí y a Gage.
—Gage lo ve todo, Frankie. Que tenga cuatro años no significa que
no sea consciente de lo que pasa a su alrededor. Nuestro hijo es inteligente, 4
¿o lo olvidaste? Después de todo, nunca le prestas atención. Siempre estás
demasiado ocupado gastando mi dinero.
No puedo evitar soltar aquellas palabras. Ya he soportado suficiente.
Frankie ha sido un esposo horrible y un padre aún peor.
Todo cambió luego de que dijéramos Sí, acepto. Debería haber sido
más inteligente y no casarme con alguien llamado Frankie Find. Todo en ese
nombre grita “imbécil”. Lamentablemente, su carisma y su atractivo me
dejaron ciega a su imbecilidad. No podía creer que alguien tan guapo
estuviera interesado en mí. He luchado toda mi vida contra mi baja
autoestima. Ser la “chica gorda” durante la secundaria y ser atormentada
por tus compañeros por esa razón afecta inevitablemente la manera en la
que te percibes a ti misma. Incluso luego de perder más de cuarenta y cinco
kilos en mi primer año de universidad, aún me veía gorda cuando me miraba
al espejo. Y era como si él lo supiera, a pesar de que no tenía idea de que
solía pesar ciento trece kilogramos en su momento, así que se aprovechó de
ello.
—Supéralo, perra. Estoy harto de escuchar tus quejas. Ahora sé una
buena esposa, mueve ese culo gordo y tráeme una cerveza.
Y solo así, vuelve a golpearme donde más me duele. Siempre juega
con mis inseguridades. Después de que comenzáramos a estar en una
relación seria, me quebré una noche y le conté sobre los conflictos que solía
tener con mi peso. Al principio, fue comprensivo, diciéndome que era
hermosa sin importar qué. Pero cuando nos casamos, comenzó a usarlo
como un arma para destruir poco a poco mi corazón y mi autoestima.
Dejando mis pensamientos de lado y regresando al presente, escupo
todo lo que me apetece decirle.
—Vete al diablo. Se acabó. Empaca tus cosas y vete de mi casa. No
voy a permitir que mi hijo siga siendo expuesto a tus infidelidades. ¿Sabes
que el otro día me preguntó por qué una mujer tenía su cabeza entre tus
piernas? —Estiré los brazos—. ¿Qué se suponía que le dijera? ¡Eres un maldito
enfermo! ¡¿Cómo te atreves a traer mujeres a mi casa y exponer a mi hijo a
eso?!
Se encoge de hombros.
—Si no te hubieras dejado estar después de que naciera Gage, tal vez
no sentiría la necesidad de traer a otras mujeres a casa. Ni siquiera puedo
soportar verte. ¿Y sabes qué? Esta también es mi casa. Así que, ¿por qué no
te vas tú?
Esbozo una sonrisa irónica.
—Estoy bastante segura de que la casa está a mi nombre. Pareces
olvidarte que me la dejaron bisabuelos, junto con la herencia que tanto te 5
gusta gastar. Se aseguraron de que todo el dinero por la venta del casino
quedara únicamente a nombre de los Maddison. Y si mal no recuerdo,
firmaste un acuerdo prenupcial, ¿o lo olvidaste, Frankie? Así que se acabó
lo de tener dinero fácil. Es hora de que consigas un trabajo en serio y dejes
de fingir que eres un corredor de bolsa.
Siento la dulce satisfacción recorriéndome el cuerpo cuando suena el
timbre, sabiendo quién está al otro lado. Mirándome con desprecio, Frankie
se pone de pie, se dirige hasta la puerta, y la abre.
—Señor Find, tiene una citación. —El oficial notificador le entrega los
papeles y se retira.
Estupefacto, Frankie se da la vuelta hacia mí. Siento la furia hirviendo
dentro de él; da la sensación de que en cualquier momento va a comenzar
a escupir espuma por la boca.
—¡Maldita perra! No voy a aceptar el divorcio.
Tragándome la sonrisa y obligándome a mantener mi expresión seria,
me giro hacia él para encararlo.
—Tienes una hora para empacar todo lo que quieras e irte de mi casa.
Gracias a Dios que Gage está en la casa de un amigo. No habría sido
capaz de decir todo esto si hubiera estado aquí. Se siente tan bien dejar salir
todo aquello. Me he mordido la lengua y desviado la vista por demasiado
tiempo.
Frankie utiliza hasta el último segundo de su hora para empacar tanto
como le es posible en su lujoso todoterreno. Puede llevarse todo lo que
quiera… excepto a nuestro hijo. Jamás voy a permitirle tenerlo. Nunca le
presta atención a menos que esté intentando impresionar a alguien.
—Si crees que esto ha terminado, Meredith, entonces piénsalo un
poco mejor. No voy a firmar los papeles de divorcio. Estás totalmente loca si
crees que serás capaz de superarme. Me aseguraré de que nadie vuelva a
quererte. Recuérdalo. —Y dicho eso, da un portazo.
Lo único que siento es alivio al escuchar que su auto se aleja de la
entrada. El cerrajero debería llegar en la próxima hora para cambiar las
cerraduras, y voy a asegurarme de cambiar todas las contraseñas. Ya es
tiempo de comenzar a vivir mi vida sin la negatividad que ha existido a
nuestro alrededor por un largo tiempo. Gage finalmente sabrá cómo se
siente vivir en un hogar feliz.
*** 6
9
Nash
N
unca voy a admitirle esto a Evan, pero fue divertido,
especialmente cuando la impresionante rubia me miró a los
ojos. No puedo sacarla de mi mente. Casi me caigo del
escenario cuando me di cuenta que ella escribió su número de teléfono en
un billete de cien. Estaba tan linda, ruborizada cuando lo puso en mis manos.
No era como las otras mujeres, tratando de tocarme por todas partes,
haciéndome sentir como un pedazo de carne. Me hizo sentir… especial. No
sé cómo explicar la mirada en sus ojos o la sensación que me recorrió
cuando nuestras manos se tocaron.
Me sobresalto cuando suena mi teléfono. Sabiendo quién es incluso 17
antes de sacar el teléfono de mi bolsillo.
—Hola, Evan. ¿Cómo te sientes?
—Me sentiré mucho mejor si me dices que hiciste lo suficiente para
pagar mi matrícula este mes.
—Lo hice bien —digo, sonriendo.
Lo escucho gruñir.
—¿Bien? ¿Qué quieres decir con bien? ¿Lo aguantaste? ¿Perderé mi
trabajo? Será mejor que no lo hayas jodido.
—Para un poco. Uno, te hice un favor. Dos, solo estoy jugando
contigo. Hice más que suficiente para cubrir tu pago.
—¡Escúpelo! ¿Cuánto?
—¿Cómo suenan cuatrocientos noventa y dos dólares?
Lo escucho retener el aliento.
—¿Qué diablos? Nunca he hecho tanto en una noche. ¿Qué hiciste?
—Sacudí mi culo mucho más sexy, como me dijiste que hiciera. Oh,
hombre, había una mujer que me dio una propina de cien dólares... junto
con su número de teléfono. No te lo daré, así que ni siquiera preguntes. Te
daré unos veinte de mi bolsillo. Ella es demasiado mujer para ti.
—¿Hablas en serio, imbécil? Ella cree que eres yo. Debería conseguir
su número.
—No sabe quiénes somos. Máscara, ¿recuerdas?
—¿La vas a llamar?
—Estoy pensando en ello. Ha pasado mucho tiempo desde que
alguien me hizo sentir de la forma en la que lo hice cuando nuestras manos
se tocaron.
—¿Se tocaron las manos?
—Fue lindo. Se puso roja y me dio el dinero en la mano en lugar de en
mi tanga. La descarga de electricidad que pasó entre nosotros casi me
golpeó en el culo.
—Guau, Nash. Nunca te había oído tan animado sobre una mujer que
ni siquiera conoces.
—Nunca había sentido este tipo de conexión antes. Era salvaje. Solo
eso hizo que valiera la pena arriesgar mi trabajo.
18
***
Miro fijamente el número escrito en el billete, contemplando lo que
quiero decir.
Eres una mujer muy sexy. Déjame invitarte a salir. Eso es patético.
No puedo sacarte de mi mente. Sal conmigo. Aún poco convincente.
Me siento y miro mi teléfono, hasta que suena en mi mano y me asusta
hasta la mierda.
—Hola.
—Nash, ¿te encuentras bien?
—Estoy bien, Sean. ¿Qué pasa?
—Me encontré con tu hermano en la farmacia esta mañana. Se veía
como una mierda. Me dijo que bailaste por él anoche. Eso requiere agallas,
hombre. ¿Cómo lo hiciste? No eres un pollito.
Me río entre dientes.
—Oye, este pollo todavía conseva los movimientos. Esas señoras
estaban sobre mí. Fue una noche que no olvidaré pronto.
—Así he oído. Evan mencionó un billete de cien dólares que tenía una
hermosa rubia unida a él. ¿Qué pasa con eso?
Sean es mi mejor amigo, pero no estoy listo para hablar de Ojos Azules.
No necesito escuchar su mierda todavía.
—No es nada. Solo una buena propina con un número para
acompañarlo.
—Bueno, ¿te la tiraste? Quiero decir, vamos. Te hizo una invitación
escribiendo su número en el dinero.
Ni siquiera conozco a esta chica, pero escuchar a mi mejor amigo
hablar mierda me hace ver rojo. Ella saca una inexplicable veta protectora
de mí como nada que haya experimentado antes.
—Cierra la puta boca, hombre. ¿Cuándo tendría tiempo para
tirármela de todos modos? Tengo que prepararme para la orientación del
jardín de infantes el lunes.
»Entonces... ¿Hay una razón por la que llamaste, o fue solo para
burlarte sobre mi baile de anoche?
—Es sábado por la noche. Pensé que querrías ir a un club conmigo.
Ese nuevo, Club Electric, abrió la semana pasada y es de lo único que se
habla. Vamos a echarle un vistazo. Tengo dos pases VIP de uno de los socios 19
de mi bufete que hizo el trabajo legal para ellos. Es su aniversario de bodas,
y no había forma de que su esposa le permitiera llevarla a un lugar así. Me
dio los pases, y quiero compartirlos contigo.
—Realmente no quiero salir. Estoy cansado. ¿No hay nadie más a
quien puedas llevar?
—Eres mi mejor amigo. ¿A quién más se lo pediría? No seas marica.
Estaré allí en una hora para recogerte. Será mejor que tu culo esté vestido y
listo para salir.
La línea se corta antes de que pueda protestar. Normalmente me
gustaría ir a un nuevo club, pero por alguna razón, no me atrae esta noche.
La idea de mujeres extrañas coqueteando conmigo e intentando que me
las lleve a casa no suena atractiva. Solo sigo imaginando un cabello rubio y
unos ojos del color del océano.
Antes de que pueda detenerme, saco mi teléfono y su número,
enviándole un mensaje de texto.
Me dejaste sin aliento anoche, y me gustaría salir contigo. Es lo menos que
puedo hacer después de la más que generosa propina que me dejaste.
¿Quién eres?
Mierda. Debe haber estado tan borracha que no recuerda haberme
dejado su número. Ahora me siento como un completo perdedor. Miro mi
teléfono, viendo los puntos de su escritura.
¡Dios mío! Eres tú. El bailarín de anoche. Estoy muy avergonzada. Olvidé
que escribí mi número en el dinero. Por favor, no creas que hago cosas así
todo el tiempo. Nunca antes fui a ver a bailarines nudistas. Lo siento
mucho.
¿Tienes un hijo?
Por mucho que me encantaría, no puedo. Pero mi hijo pasa los miércoles
por la noche con su padre. ¿Qué tal si nos vemos en algún lugar para
cenar o beber el próximo miércoles?
Meredith ¿Y el tuyo?
Tú también, Nash.
21
Meredith
—¿Q
uién te enviaba mensajes que te hacían sonreír,
mamá? Me gusta cuando sonríes.
—Era solo un amigo. Y también me gusta
cuando sonríes, bebé. Me haces sonreír más que nada en este mundo. Te
quiero mucho.
—Yo también te quiero, mamá. ¿Podemos ver uno más antes de que
tenga que tomar un baño? Te prometo, voy a ser bueno y me iré derecho a
dormir.
Cómo puedo decir que no, especialmente cuando bate sus grandes 22
ojos azules.
—Solo uno más, entonces te cepillas los dientes y tomas un baño.
Después, leeremos un cuento antes de apagar las luces.
Gage salta a mis brazos.
—Eres la mejor mamá del mundo.
Una vez que Gage está absorto en la televisión, me distraigo,
pensando en la conversación sostenida por mensaje de texto, dudando de
mí misma. ¿Debería reunirme con él para cenar? No lo conozco. ¿Y si es un
psicópata?
Nash... Incluso su nombre es sexy. Me pregunto cuál es su apellido. Me
olvidé de preguntarle. No le dije el mío a propósito. Ha estado en todas las
noticias desde el divorcio. A los medios les encanta divulgar todos los
chismes sobre la princesa del casino y su marido mujeriego. Prefiero que no
tenga ideas preconcebidas antes de vernos por primera vez. La otra noche
no cuenta, ya que él llevaba una máscara y yo estaba totalmente con cara
de ebria. Odio tener que dejar a Gage en la casa de su padre, así que esta
cita será exactamente lo que necesito para ayudarme a olvidarlo.
—¡Mamá... mamá... mami! —Cuando me sobresalto, Gage apunta
hacia el televisor—. Se acabó el programa.
—Lo siento, bebé. Mami solo estaba pensando. ¿Estás listo para ese
baño?
—¡Sí! ¿Puedo tomar un baño de burbujas? Nanna me trajo más el fin
de semana pasado cuando me quedé con ella y papá.
—Por supuesto. Ve arriba y prepárate. Te veré en el baño después de
apagar la televisión y las luces.
—No olvides cerrar las puertas, mamá.
—No lo haré, cariño. —Sonrío—. Ahora, ve arriba y desvístete.
Odio que le preocupe que la casa esté sin cerradura. Su padre
irrumpió sin invitación una noche, borracho, y me rogó que volviera con él.
Casi parecía sincero… hasta que no se salió con la suya. Entonces sacó a
relucir su lado feo. Se puso ruidoso y me empujó contra la pared, mientras
Gage miraba desde las escaleras. Odio que tuviera que ver eso. Me esforcé
tanto por protegerlo de la violencia. Pensé que estaba dormido, pero la voz
fuerte de su padre debió despertarlo.
Después de bañar a Gage, meterlo en la cama, y leerle una historia,
entro en mi habitación, decidiendo tomar mi propio baño. No hay nada
mejor que sumergirse en una bañera. Las bombas de baño son los mejores
inventos. Me deslizo en la bañera y abro la aplicación Kindle en mi teléfono, 23
Trust the Push de Kaylee Ryan aparece en la pantalla. Solo unos pocos
capítulos más para terminar. ¡Blaine es un hombre sexy! ¡Seguro haría que mi
motor ronroneara!
Un mensaje de texto aparece mientras estoy leyendo. Sonrío cuando
veo que es de Nash.
Quería decirte que estoy deseando que llegue el próximo miércoles por la
noche.
Estoy aquí ahora con mi mejor amigo, Sean. Incluso con la música
sonando, los pisos temblando, y gente de pared a pared, parece que no
puedo dejar de pensar en ti. Espero que lo que digo no te asuste ni nada.
Leo será entonces. ¿Qué tal a las siete? ¿Eso te da tiempo suficiente para
llevar a tu hijo a la casa de su padre?
24
Respiro profundo. Estoy en muchos problemas. Este hombre me va a
hacer derretir en un montón de sustancia pegajosa antes de que nos
conozcamos oficialmente. ¿Qué tiene que me hace sentir tan a gusto y
abierta?
Nash y yo nos enviamos mensajes de texto toda la semana y durante
el fin de semana. Es muy dulce y divertido. No puedo esperar a conocerlo
finalmente en persona. Tratamos de hablar por teléfono, pero tiene un
resfriado de verano y tosía tan violentamente, que su voz era casi inexistente.
Me gusta conocerlo por texto. Ha sido divertido. Creo que soy mucho más
abierta y honesta cuando escribo. No me siento tan cohibida. Nash es un
contraste tan marcado con Frankie.
Meredith
—Y
o también te quiero, mamá. Escucha, tengo que irme.
Tengo la orientación del jardín de infantes de Gage
esta noche y no quiero llegar tarde.
—Pero quiero saber sobre este tipo al que has estado enviando
mensajes. Gage dice que te hace sonreír... mucho.
—Ya te he dicho lo maravilloso que es. —Sonrío—. Siempre quiere
saber cómo está Gage, y está realmente interesado en lo que tengo que
decir. No trata que cada conversación sea sobre él.
—Nena, ¿sabes siquiera cómo se gana la vida?
25
—No, mamá. Ni siquiera le he preguntado.
—Solo ten cuidado, cariño. No quiero que te lastimen otra vez.
—Sé que no, pero tengo un buen presentimiento sobre Nash.
Simplemente no puedo explicarlo. Supongo que sabremos más el miércoles.
Ahora, realmente tengo que irme. Dale a papá un beso de mi parte.
Miro el reloj mientras cuelgo. Ugh, ahora tengo que apurarme si quiero
estar lista a tiempo. Todavía estoy cubierta de sudor del gimnasio. Mi madre
siempre escoge el peor momento para llamar. Me encanta hablar con ella,
pero no parece que pueda sacarla del teléfono. Normalmente quiere
contarme todos los chismes locales. No es como que no vivamos en la misma
zona. Lo triste es que he sido la principal fuente de ese chisme local durante
el año pasado.
Me alegra tanto que Frankie se mudara al apartamento en Biloxi, el
que él pensaba que yo no sabía que tenía, cuando lo eché de la casa. De
esa manera, no tengo que verlo cada vez que voy a la ciudad. No tiene
idea de lo mucho que sé sobre lo que hace. Mi familia está conectada con
casi todos en esta parte de Misisipi. El casino de mi tatarabuelo, que fue
construido en 1929, fue uno de los pocos que sobrevivió al huracán Camille
en 1969. Mi familia hizo una fortuna e invirtió bien. Se aseguraron de que ni
mis padres ni yo tuviéramos que trabajar un día en nuestras vidas. Mis padres
decidieron vender hace veinte años para poder viajar y relajarse, pero eso
no significa que el nombre de Maddison no sea aún grande.
Escucho un timbre.
Con el corazón martillando, miro mi teléfono para ver si es un mensaje
de Nash. Tristemente, es de mi vecina, haciéndome saber que traerá a
Gage a casa en treinta minutos. Es su noche para recoger a los niños de
karate. Me da el tiempo justo para meterme en la ducha.
Después de la ducha más rápida del mundo, me pongo un lindo
vestido de verano, me recojo el cabello en un moño desordenado, luego
me pongo un poco de polvo, rubor, rímel y brillo labial. Me río mientras me
miro en el espejo. ¿A quién le importa cómo me veo? Es una orientación de
jardín de infantes. Aunque se dice en la calle que el nuevo vicedirector está
bueno.
Levanto mi teléfono para ver la hora, mi ritmo cardíaco se dispara
cuando veo un mensaje de texto de Nash.
Solo dos días más hasta que pueda ver tu hermoso rostro. Quería que
supieras que tengo que trabajar esta noche, así que si no respondo, no te
estoy ocultando nada ☺ 26
Yo también estoy deseando verte. Gage y yo tenemos planes esta
noche, así que tampoco puedo hablar. Te veo el miércoles.
¡M
ierda! Es Ojos Azules. ¿Qué hago? ¿Cómo diablos voy a
manejar esto?
Pude ver una chispa de reconocimiento en sus ojos,
pero nunca ha visto mi cara. Solo mi cuerpo semidesnudo
y mis ojos. Ahora no es el momento de decir, Hey, ¿me reconoces? Soy Nash.
Por supuesto que no me reconoce. Tengo ropa puesta. Tenerla tan cerca y
no poder decir nada será pura tortura.
Me inclino y le doy un apretón a la mano de Gage.
—Me alegra tenerte aquí con nosotros. 28
Es un niño tan lindo, y se ve exactamente como su madre, grandes
ojos azules y todo. Rezo para que no haya una regla en el manual que diga
que no puedo salir con la madre de un estudiante.
Todas estas mujeres batiendo sus pestañas y ofreciéndose como
voluntarias me volverán loco. Algunas coquetean descaradamente delante
de sus maridos, también. Qué patético.
Meredith habla con un grupo de mujeres. Ocasionalmente me mira,
pero no de la misma manera que algunas de las otras lo hacen. Ella grita
clase, aunque nos viéramos en un bar.
La señora Bailey, la directora, divide a los estudiantes y a sus padres
en dos grupos, uno va con ella, el otro va conmigo. Sonrío para mí al ver que
Meredith y Gage están en mi grupo. Damos a todos un recorrido por la
escuela, presentando a cada uno de los cuatro maestros del jardín de
infantes. Repaso las expectativas y procedimientos para el próximo año,
luego los estudiantes se dirigen a sus aulas asignadas para hablar con su
maestro y recoger su lista de útiles escolares.
Meredith tiene razón. Gage es bastante hablador. Durante una de
nuestras conversaciones por mensaje de texto, dijo que una vez que me
conociera, probablemente hablaría sin parar. No parece ser tímido. Le irá
muy bien en la escuela. Algunos de los niños se esconden detrás de sus
madres, pero no Gage. Él está asimilando todo. Mientras Meredith habla con
la señora Ryan, la profesora de Gage, aprovecho esta oportunidad para
acercarme a él.
Le extiendo la mano.
—Hola, jovencito. ¿Qué piensas de la escuela hasta ahora? Soy el
vicedirector. Si alguna vez necesitas algo, asegúrate de avisarme.
—Hola, señor vicedirector. Me llamo Gage y me encantan los Héroes
en Pijamas. ¿Te gustan los Héroes en Pijamas? Mi mamá quería que está
noche me pusiera una camisa cerrada que me da picazón, pero yo quería
usar esta. Es mi favorita.
—Encantado de conocerte, Gage. Puedes llamarme señor Brooks. Me
encanta tu camiseta. Ojalá tuviera una así.
—Mi mamá puede comprarte una. ¿Tu mamá te hizo usar esa camisa
rayada?
Sonrío.
—No... —Bajo la voz y me inclino más cerca, como para contarle un
secreto—. La señora Bailey lo hizo.
Gage amplía los ojos, y deja salir la risa más linda. 29
—Guau, ella realmente es la jefa.
Sé que Meredith está detrás de mí cuando siento un zumbido de
electricidad. Realmente no he tenido la oportunidad de escuchar su voz
todavía. No cuento las veces en el club o cuando estaba enfermo. Todas
nuestras interacciones han sido por mensaje de texto.
Casi con timidez, dice:
—Siento interrumpir, pero será mejor que lleve a Gage a casa. Parece
que somos los últimos todavía aquí. —Meredith sonríe a Gage y le pasa los
dedos por el cabello cariñosamente—. Espero que no haya desgastado tus
oídos. Le encanta hablar.
Hipnotizado por su suave y seductora voz, casi no contesto.
—Um... Tu hijo es perfecto. Me encantó conocerlo. Si ya conoce a
alguien, será mucho más fácil para él hacer la transición en un par de
semanas cuando tenga que estar aquí sin ti.
Lo que quiero decir es, quiero saber todo lo que hay que saber acerca
de tu hijo. Es una parte de ti, lo que lo convierte en un niño afortunado. Pero
ahora no es el momento. Sería demasiado confuso para Gage,
probablemente vergonzoso para Meredith. Tendrá que esperar hasta el
miércoles. Espero que no esté enojada porque no dije nada esta noche.
***
Esta fue una noche larga, pero estimulante al conocer a todos los
estudiantes y sus padres, pero especialmente al ver a Meredith y conocer a
su hijo. Verlos interactuar la hace aún más atractiva. No mentí cuando dije
que amo a los niños. Si no lo haces, no tienes nada que hacer trabajando
en una escuela. Con el tiempo, espero tener varios niños propios. Como
Sean me recuerda casi semanalmente, no me estoy volviendo más joven. Al
menos todavía puedo "sacudir mi ritmo" como lo hacía en la universidad. Un
punto para la recaudación de fondos de la fraternidad cuando hicimos
Noche de Damas para las hermandades y todos bailamos como Magic
Mike con la intención de recaudar dinero para Autism Awareness. Eso
definitivamente me resultó útil la semana pasada.
Retirando la tapa de mi cerveza, tomo mi teléfono y le mando un
mensaje a Meredith. Necesito saber si sospecha que era yo quien estaba en
la escuela esta noche. 30
¿Cómo estuvo tu noche?
Se está haciendo tarde. Será mejor que te deje de molestar para que
puedas ir a dormir. Sé que tienes trabajo mañana. Ser mi propio jefe y
trabajar desde casa tiene sus ventajas. A veces olvido que no todo el
mundo mantiene las mismas horas nocturnas que yo.
Podría interactuar contigo así toda la noche, pero tienes razón. Tengo una
reunión de personal muy temprano, así que mejor me voy a la cama.
Ninguno de los dos ha dicho a qué se dedica para vivir. Tendrás que
contármelo todo en nuestra cita. Es más de medianoche, así que
técnicamente, nuestra cita es mañana. ¡Te veré entonces, Ojos Azules!
Solo pensar en ella me pone duro como el acero. Se veía tan hermosa
esta noche, pero verla con su hijo lo hizo aún más.
Me meto en la ducha y me permito pensar en sus ojos azules,
mechones dorados y curvas perfectas. Acariciando mi polla dolorosamente
dura mientras la imagino me hace alcanzar el éxtasis puro en segundos. Me
siento como un adolescente hormonal de nuevo. El miércoles por la noche
no puede llegar demasiado pronto.
32
Meredith
E
stoy agradecida de que Amy, Katy y Jill se hayan ofrecido como
voluntarias para ayudarme a prepararme. Por supuesto, Frankie
llegó tarde a recoger a Gage, como siempre, así que ahora estoy
corriendo como un pollo con la cabeza cortada. Todavía no puedo creer
que esté haciendo esto. No es propio de mí ser atrevida cuando se trata de
un hombre. Diablos, puedo contar con una mano el número de hombres
con los que he estado. Estaba en mi primer año de universidad “borracha,
arranca la tirita, necesito perder mi virginidad”, lo cual fue incómodo y
horrible, luego llegó Frankie. Era bueno al principio, pero luego dejó de
importarle. Solo quería divertirse. ¿A quién le importaba si lo hacía? De ahí 33
mi larga relación con B.O.B. Nunca me decepciona.
—Tierra a Meredith —dice Katy, agarrando mi brazo—. ¿Dónde te has
ido? He intentado llamar tu atención durante los últimos minutos.
—Lo siento. Estaba pensando en lo patética que ha sido mi vida
amorosa. Lo inexperta que soy. ¿Estoy loca por siquiera pensar en salir con
alguien?
—Espera, Mer. —Sonríe Katy—. No tienes que tirarte de cabeza. Solo
sumerge el dedo gordo en el agua y mira si te gusta cómo se siente. Si se
siente bien, sumérgete de una puta vez y no mires atrás. —Jill y Katy chocan
los cinco. Me siento aquí, con la boca abierta, mirándolas, y luego Amy, que
tiene una enorme sonrisa en su rostro. Esto es tan fácil de decir para ellas.
Siempre se tiran de cabeza.
—Bueno, ya que ustedes me hicieron depilar mis partes de dama, que
ahora se sienten como si estuvieran en llamas, no me sumergiré en nada por
unos días. ¿Por qué demonios las he escuchado?
Ahora recuerdo por qué me prometí a mí misma no seguir sus tontas
ideas. Normalmente incluían dolor. Todavía tengo la cicatriz en mi ombligo
de cuando me convencieron de perforarlo. Por supuesto, se infectó, así que
todo lo que tengo para mostrar es una cicatriz fea.
Jill me guiña el ojo.
—Porque somos tus perras número uno que solo quieren lo mejor para
ti.
—Bueno, ahora mismo, son mis perras número uno que me tienen en
un mundo de dolor, ¡y no en el buen sentido!
—Espero que nos agradezcas más tarde esta noche. Ponte loción. Te
aseguro que aliviará el dolor —dice Katy con voz juguetona.
—Parece que recuerdo que dijiste casi exactamente lo mismo
después de que me convenciste de hacerme un piercing en el ombligo, y
todos sabemos cómo resultó eso.
—Eso fue hace años. Maldita sea, chica, no te olvidas de nada. —Se
ríe Katy—. No lo recordaba.
—Bueno, seguro que no lo he hecho.
De repente, me golpean en la cara con lo que parecen pedazos de
material de desecho con unas pocas tiras. Miro a Jill sosteniéndolas,
frunciendo el ceño.
—¿Qué demonios se supone que es esto? Si crees que llevaré eso,
estás más loca de lo que creo. Vamos a ir a Leo's, no a un club de estriptis.
—Relájate, Mer. Es muy sexy. Tendrás no solo a Nash, sino a todos los
hombres del restaurante babeando por ti.
34
—¡No quiero que babeen! Quiero respeto. Por favor, dime que has
traído algo más.
—Relájate —dice Amy—. Te he traído un vestido azul que te hará
resaltar los ojos. Levántate y ve a mirar en tu armario. Se encuentra colgado
detrás de la puerta.
Gracias a Dios por Amy, la sensata. Las otras dos locas... No tanto. El
vestido azul es sexy, pero aun así con clase. Me lo pongo por la cabeza, la
tela suave abraza mi piel.
Me miro en el espejo de cuerpo entero y doy vueltas.
—Es perfecto.
—Cincuenta dólares por liquidación en Dillard. Si tienes suerte por ese
vestido, lo quiero de vuelta. Pero si las cosas decaen... —Sonríe—, puedes
quedártelo.
—Caray, muchas gracias. Fuiste mi favorita por unos minutos y luego
tuviste que arruinarlo. —Arrugo la nariz y todas nos reímos a carcajadas. Me
encantan estas chicas.
Termino de prepararme con treinta minutos de sobra, así que bajamos
a beber una copa de coraje líquido. Había decidido llamar a un Uber, por si
acaso bebo demasiado en la cena o, si tengo suerte, Nash quiere llevarme
a casa.
Katy levanta su copa de vino.
—Por Mer y sus ardientes partes íntimas. Que esta noche esté siempre
a tu favor.
Casi escupo el vino por la nariz, el calor de la vergüenza me sube por
las mejillas. Aunque sea grosera, tiene un buen punto de vista. No puedo
evitar reírme, aunque estoy mortificada.
—¡Aquí, aquí! —dicen Amy y Jill mientras levantan sus copas y las
chocamos, como lo hacíamos en la universidad.
Me suena el teléfono avisándome de la llegada de mi Uber. Todas
gritamos y me abrazan, rodeándome con el amor que solo puedes obtener
de tus mejores amigas. Prometo llamarlas mañana y hacerles saber cómo
van las cosas.
***
Me duele el estómago cuando llego a Leo's Wood-Fired Pizza. Me 35
pregunto si ya está esperando. Solo llego diez minutos antes, así que es muy
probable que sea así. Debería haberlo pensado mejor y llegar treinta
minutos antes. De esa forma, podría verlo entrar, en vez de al revés.
Cuando abro la puerta, me sorprendo gratamente al ver al señor
Brooks, el vicedirector de Gage, sentado en la sala de espera. Le sonrío y él
me devuelve una brillante sonrisa. Casi demasiado brillante.
Se levanta y camina hacia mí.
—Te ves impresionante, Ojos Azules.
Me quedo sin palabras, mi corazón late en el pecho.
—¿Cómo… cómo me llamaste? —Me balanceo sobre mis pies. Me
sostiene del brazo, estabilizándome. Ese golpe familiar de electricidad me
golpea como un rayo—. Oh, Dios mío. Nash —susurro. ¿Cómo es posible?
Levanta las manos en un gesto de tranquilidad.
—Por favor, no te enfades, Meredith. No dije nada el lunes porque,
francamente, no sabía qué decir. No tenía ni idea de que tu hijo estaba
inscrito en mi escuela. Pero realmente quiero ver a dónde va esto. Nunca
me he sentido así después de conocer a alguien. No puedo explicarlo, y no
quiero cuestionarlo.
La anfitriona nos interrumpe, diciéndonos que nuestra mesa está lista.
Sus ojos me suplican que no huya, Nash pone su mano en la parte baja de
mi espalda y me guía hacia adelante. Siento una corriente continua de
electricidad fluyendo a través de mí. No hay forma de que pueda estar
enojada. Una pequeña parte de mí siente que ha mentido, pero sé que no
era su intención. Su rostro está lleno de preocupación, sinceridad,
necesidad. Cuando la anfitriona se detiene en una mesa tranquila en la
parte de atrás, exhalo un suspiro de alivio. Me siento un poco alterada y
expuesta en este momento. Una ligera sensación de traición me atraviesa,
cubriendo mi carne con piel de gallina.
Nash saca mi silla como un perfecto caballero. Incluso al principio de
nuestra relación, Frankie nunca sacó mi silla o me abrió la puerta del auto.
Era todo sobre sí mismo. Nash no luce de esa manera para nada.
Durante una de nuestras conversaciones por mensaje texto, me dijo
por qué estaba en el club esa noche, haciéndome saber que haría
cualquier cosa por sus seres queridos. Lo que reveló mucho sobre su
carácter.
—¿Meredith? —dice, poniendo sus brazos en la mesa e inclinándose
hacia adelante—. Di algo. Por favor, dime que puedes perdonarme. Me doy
cuenta de que debería habértelo dicho cuando nos escribimos después de
la orientación, pero no me pareció algo para discutir en un mensaje de
36
texto. —Suspira y se sienta—. Diablos, no lo sé. Estoy jodiendo esto.
Antes de que pueda responder, la camarera llega para tomar nuestra
orden de bebidas. Siento que necesito un chupito de tequila, pero me voy
a quedar con algo más seguro.
—Tomaré cualquier cabernet que me recomiendes.
Ella asiente y mira a Nash. Sus bragas prácticamente se derriten
cuando intenta hacer sobresalir despreocupadamente su escote. Una
punzada desconocida de celos me atraviesa.
—Tomaré cerveza casera de barril, por favor. —Nash le sonríe a la
camarera. Le devuelve la sonrisa, pestañeando antes de irse, moviendo las
caderas más de lo necesario.
Suspiro y me vuelvo hacia él.
—Nash, no sé qué decir. ¿Cómo podemos vernos si eres el vicedirector
de mi hijo? ¿No hay una regla o algo así?
—Bueno, técnicamente, no hay nada en mi contrato que diga que
no puedo salir con un padre. No es como si tuviéramos una aventura. Somos
dos adultos con consentimiento.
Tiene razón. Sin embargo, no puedo evitar pensar que eso no hace
que esté bien. ¿Qué va a pensar Gage? ¿Los chicos de la escuela le harán
pasar un mal rato? Quiero decir, ¿estoy realmente preparada para traer a
un hombre a su vida? Mi mente se acelera mientras la indecisión se
arremolina en mis entrañas.
—Meredith, haremos esto como tú quieras. Solo espero que podamos
pasar más tiempo juntos.
Qué demonios... Por una vez en mi vida, voy a tirar la precaución al
viento. Paso mi mano a través de la mesa para agarrar la suya, apretándola.
—Estoy dispuesta a ver a dónde nos lleva esto. Solo prométeme que
serás sincero conmigo de ahora en adelante. Sé que para ti también fue
una sorpresa, pero necesito honestidad.
Sonriendo, Nash se levanta y se acerca a mi lado de la mesa, tirando
de mí, me levanta hacia sus fuertes brazos. Me abraza e inhala
profundamente.
—Has hecho mi noche, Ojos Azules. ¿Puedo darte un beso?
Estoy muerta. Con los ojos bien abiertos, solo puedo asentir. Me
acerca y suavemente toca sus labios con los míos, y luego succiona mi labio
inferior en su boca, mordiendo ligeramente. Corre la lengua por mi boca, 37
pidiendo permiso. Estoy a punto de arder. Sabe como todos mis deseos y
necesidades en uno.
Nuestro beso se interrumpe al escuchar aclararse una garganta detrás
de nosotros. Nos alejamos, viendo a la camarera llegar con nuestras
bebidas. Mis mejillas se calientan de vergüenza. Sonriendo, Nash pasa su
pulgar por mi labio inferior en una suave caricia, antes de que nos sentemos
de nuevo.
—¿Están listos para ordenar? —pregunta la camarera en un tono
menos entusiasta. Supongo que comprende que cualquier esperanza de
que algo sucediera con Nash no se hará realidad.
—Meredith, ¿quieres que empiece una orden de ravioles fritos?
—Eso suena maravilloso. También tomaré el pollo a la parmesana con
verduras al vapor.
Nash ordena una pizza suprema para él.
Sonrío.
—Pizza también suena bien. Puede que tenga que robarte una
porción.
—Estaré más que feliz de compartir mi pizza contigo.
Durante la cena, hablamos y reímos, aprendiendo mucho el uno del
otro. Cuanto más aprendo, más cautivada estoy con este hombre sentado
frente a mí. Es un apasionado de su trabajo. Fue profesor de quinto grado
durante siete años antes de conseguir este trabajo como vicedirector de la
escuela de Gage. Nunca hubiera soñado que en un club a 65 kilómetros de
distancia, conocería a un hombre que no solo vive en la misma ciudad que
yo, sino que es el vicedirector de la escuela de mi hijo. El calor se eleva a mis
mejillas cuando pienso en Nash en el escenario.
—Un centavo por tus pensamientos. Tu rostro parece haber
enrojecido.
Mierda, me atrapó.
—¿No te gustará saberlo? —me burlo—. En realidad, estaba
pensando en lo irreal que es todo esto. Que seas un estriper, pero no
realmente. Viviendo en la misma ciudad. Y no olvidemos el hecho de que
eres el vicedirector de mi hijo.
—Yo diría que es el destino. —Se encoge de hombros—. ¿Quiénes
somos nosotros para discutir con el destino?
La camarera viene a la mesa para ver si queremos el postre.
—No podría comer otro bocado —le digo. 38
—Yo tampoco. —Sonríe Nash.
Después de darnos la cuenta, Nash deja dinero en la mesa para
pagarla, junto con una generosa propina. Se pone de pie y me ofrece una
mano para levantarme.
—¿Puedo llevarte a casa?
—Eso sería maravilloso. Tomé un Uber hasta aquí porque bebí un vaso
de vino antes de venir.
—Valor líquido, ¿eh? —Se ríe. Miro su vaso vacío, levantando las
cejas—. Estoy bien para conducir. Se necesitan más de dos cervezas para
emborracharme, especialmente con toda la comida que he consumido.
—Lo hiciste. No sé dónde lo metiste. ¿Cómo te mantienes tan en forma
comiendo así?
—Paso mucho tiempo en el gimnasio. Así me mantengo.
—¿A qué gimnasio vas? Empecé a ir a EM Fitness hace un mes. Me
encanta ese lugar.
Abre la puerta delantera, sosteniéndola para que salga primero.
—¡No me digas! Ahí es donde voy. Nunca te he visto. Soy un poco ave
nocturna, así que tiendo a ir más tarde. Cuando hago ejercicio antes de
dormir, duermo mucho mejor. Tenemos que intentar reunirnos alguna vez.
—Eso suena genial. Principalmente uso la cinta de correr o la elíptica.
He querido inscribirme con un entrenador personal, pero aún no lo he hecho.
Retengo una sonrisa cuando lo escucho emitir un ligero gruñido.
—No necesitas un entrenador personal. Déjame ayudarte.
—¿Detecto una pizca de celos en tu voz? —me burlo.
—¡Claro que sí! Quiero ser el único hombre que esté cerca, aunque
solo sea para ayudarte con tu régimen de entrenamiento.
Tomados de la mano, caminamos hasta el auto de Nash, un Wrangler
Rubicon negro, que es tan sexy como él. Le sienta bien.
—Me encanta tu Jeep. Siempre he querido uno. Parecen tan
divertidos.
—Gracias. Es una maravilla para conducir. Me lo paso muy bien
metiéndome en el barro y haciendo carreras en esta cosa. Estaría más que
feliz de dejarte conducirla alguna vez.
—¿Ella? —Me río—. ¿Por qué los autos de los chicos siempre son ella? 39
Sonríe.
—Ningún tipo quiere decir: “Vamos. Vamos a llevarlo a dar un paseo.”
Me río de su expresión de asco.
—Oh, Dios mío. Eres demasiado.
Nash, siendo el caballero que es, me ayuda a subir al Jeep. Es tan alto
con sus neumáticos para el barro levantados. Gage pensará que es la cosa
más genial de la historia.
—¿A dónde, mi señora?
Cuando le doy mi dirección, sonríe.
—Vives a menos de cinco kilómetros de mí. —Inhala y me mira de
reojo—. Espera un segundo... Vives en esa hermosa casa de plantación en
la playa con el largo camino de entrada bordeado de palmeras. Paso por
ella todo el tiempo cuando salgo a correr.
Asiento.
—Es la única. Mis tatarabuelos la construyeron en 1932, junto con otras
dos casas. Como mi padre era hijo único, como yo, me la pasaron a mí. Mis
padres y abuelos viven en las otras dos casas, que están en Biloxi.
Respiro hondo, esperando que lo que voy a decir no arruine las cosas.
—Supongo que ahora es un buen momento para decirte mi nombre
completo. Soy Meredith Maddison. El casino de mi tatarabuelo fue uno de
los pocos que sobrevivió al huracán Camille en 1969. Mi casa siempre fue
considerada la “casa de vacaciones”, pero me encanta. Nunca querría
criar a Gage en Biloxi.
Asiente, mi apellido no le afecta.
—Recuerdo haber leído un artículo hace varios años que hablaba de
cuando tu familia vendió el casino a los más grandes. Incluso recuerdo que
el artículo cuestionaba si el nombre Maddison seguiría siendo tan poderoso,
ya que tu padre era el único heredero masculino. Pensé que era un montón
de mierda.
—¡Lo sé, claro! En realidad, mi ex, Frankie, solo se casó conmigo por mi
nombre. Incluso quiso tomar mi apellido para tratar de jugar con mi familia,
pero yo me puse firme. Le dije que yo usaría el mío, pero pensaba que era
raro que tomara mi apellido. Pero no pienses ni por un minuto que no usó mi
nombre cada vez que pudo. Es un corredor de bolsa que intentó usar la
influencia de mi familia para ganar clientes. Una vez que nos divorciamos,
comenzaron a correr rumores sobre su infidelidad y su mala ética de trabajo.
Sus clientes empezaron a abandonarlo en masa. Por eso luchó con uñas y
dientes durante más de un año, porque sabía que eso pasaría. Solo accedió
después de que mi padre le pagara un millón de dólares.
40
No puedo creer que le haya contado mi historia familiar en nuestra
primera cita. ¿Cuándo aprenderé a mantener la boca cerrada? Puedo
sentir que él nunca iría tras de mí por mi dinero. Solo necesito seguir
diciéndome a mí misma que no todos los hombres son como Frankie.
Nash
M
ierda. ¿Esta es Meredith Maddison, la princesa del casino?
Nunca lo hubiera adivinado. Está tan lejos de parecer una
consentida como ellos.
Recorro el largo y bien iluminado camino de entrada, su casa a la
vista. Es incluso más hermosa de cerca que desde la carretera. Siempre he
querido ver el interior, pero nunca soñé que tendría la oportunidad.
—Vaya, esa es toda la historia. No puedo creer que tenga la suerte de
pasar tiempo contigo. Tu familia es como de la realeza por aquí. Es más, son 41
muy generosos con la comunidad. El nombre Maddison es el primero que se
escucha contribuir cuando hay un desastre natural. El apoyo a las víctimas
del huracán Katrina fue más que generoso. ¿Sabes que en realidad conocí
a tu padre una vez? Se ofreció como voluntario para limpiar la misma zona
que yo, y luego trabajó para servir comidas a los desplazados. Era tan
centrado. Nunca adivinarías que era millonario. Se ensució como el resto de
nosotros y no me trató como si fuera un adolescente estúpido. Me dijo lo
mucho que me admiraba por dar mi tiempo para ayudar a la comunidad.
Sonreí con orgullo.
—Mi padre es el más grande. Mi madre también. Me inculcaron que
hay que trabajar duro y siempre dar a los necesitados. Me aseguraré de que
Gage entienda eso. Sí, tengo dinero, pero lo he invertido todo. Vivo de lo
que gano como diseñadora gráfica.
—Me enamoro más de ti a cada segundo que pasa. Eres diferente a
cualquier mujer que haya conocido. La mayoría viviría de su herencia y no
trabajaría.
Se ríe.
—Mis padres nunca permitirían que eso sucediera. Además, no sería
capaz de vivir conmigo misma.
Hemos estado sentados en mi Jeep, hablando, durante los últimos
treinta minutos. Solo quiero que me invite a entrar para que pueda pasar
más tiempo con ella y echar un vistazo a su vida. Levanto una mano y
acaricio su mejilla con el dorso.
—Lo he pasado muy bien esta noche. Por favor, dime que volverás a
salir conmigo. Enviar mensajes de texto ha sido genial, pero esto ha sido
increíble.
—Fue lo más divertido que he vivido en años. Incluso a pesar de la
sorpresa de descubrir quién eras. Me encantaría volver a salir contigo. —
Sonríe y mira hacia su casa, y luego vuelve a mí—. Escucha, son solo las
nueve. ¿Te gustaría entrar un rato? Esta casa es tan solitaria cuando Gage
no está.
Me alegro mentalmente.
—Me encantaría.
Salimos y caminamos hasta la puerta. Cuando introduce la llave y la
abre, es todo lo que puedo hacer para no quedarme ahí, con la boca
abierta, asombrado. La entrada de mármol que lleva a la escalera de
caracol a juego y los candelabros de cristal... Nunca he visto nada igual.
—Meredith, tu casa es hermosa. 42
—Gracias. Esta parte de la casa aún conserva toda la decoración
original. El salón y el comedor formales contienen los muebles originales de
mis tatarabuelos. Sin embargo, el resto ha sido actualizado a lo largo de los
años. Me encanta cocinar, así que mi cocina es el sueño de un chef. La
remodelación fue un regalo de bodas de mis padres. Supongo que se
podría decir que es una de las dos cosas buenas que resultaron de mi
desastre de matrimonio. Gage es la otra.
Odio la nota de tristeza en su voz cuando habla de su matrimonio. Su
ex marido obviamente le ha hecho daño. Me encuentro enojado solo de
pensarlo. No me ha contado mucho, pero lo que ha dicho me hace querer
darle un puñetazo en la cara a ese imbécil.
Meredith me toma de la mano y me lleva a la cocina.
—¿Quieres una taza de café? Tengo varias mezclas para elegir. Mi
Keurig es un salvavidas.
—Negro sería perfecto. Gracias.
—Puedo beberlo negro, pero lo prefiero con todos los chiches —dice,
sonriendo mientras mete una varita en la máquina.
Después de que ambas tazas terminan de prepararse, me lleva a la
parte de atrás de la casa, que se abre a un porche al aire libre con piscina,
jacuzzi y vista a la playa, el sonido de las olas golpeando la orilla haciendo
eco en la noche.
—Cuanto más veo tu casa, más impresionado estoy. Esta zona es mi
favorita. Creo que podría vivir aquí.
—Gage y yo pasamos mucho tiempo aquí. Le encanta nadar, así que
está aquí todos los días. Hablando de natación, tengo bañadores para los
invitados por si quieren ir a nadar o bañarse en el jacuzzi.
—Eso suena muy divertido, pero solo si te unes a mí.
Sonríe.
—Me alegra que digas eso, porque puedo oír el jacuzzi diciendo mi
nombre. —Mueve su cabeza a un área pequeña a un lado—. Esa puerta de
la derecha es la ducha y el vestidor. Encontrarás algunos bañadores y una
toalla en el armario. Me reuniré contigo aquí en unos minutos.
Esta noche se pone cada vez mejor. Me cambio rápidamente de ropa
y me pongo lo que parece ser un nuevo bañador. Agarro una toalla y abro
la puerta, deteniéndome de repente cuando la veo ahí de pie en uno de
dos piezas negro. No es un bikini ligero, pero le queda perfecto, enfatizando
sus exuberantes curvas.
Santo cielo... 43
No puedo evitar soltar un silbido, haciendo que se gire y me mire. Su
sonrisa ilumina su rostro, provocando que brillen sus ojos hipnotizadores.
—Vaya, Meredith. Eres una visión.
Su rubor se abre paso desde su amplio pecho, hasta su cuello, y luego
sus mejillas. Luce adorable. Me recorre el cuerpo con la mirada, y luego
vuelve a subir. Se lame los labios.
—Parece que esos fueron hechos solo para ti.
Se ruboriza aún más cuando la tomo de la mano y la llevo a mi cuerpo.
Meredith puede sentir exactamente lo que me hace verla en traje de baño.
—¿Te gusta lo que ves? Porque a mí sí que me gusta. Necesito besarte,
así que, si no quieres que lo haga, será mejor que hables.
Meredith asiente. Esa es toda la invitación que necesito antes de que
choque mis labios con los de ella, el calor se acumula como un infierno.
Muerdo su labio, y luego lentamente entro en su boca. Nuestro beso se
vuelve hambriento rápidamente, nuestras lenguas se baten a duelo. Le paso
las manos por la espalda y agarro su exquisito culo, levantándola para que
me envuelva las piernas alrededor de la cintura. Empieza a frotar su núcleo
caliente contra mi palpitante polla, casi causando que explote como un
adolescente cachondo. No puedo recordar la última vez que una mujer
tuvo este efecto en mí.
Respirando con fuerza, me aparto y la presiono contra la pared.
—Me estás matando, cariño.
Meredith toma una de mis manos y la lleva a su calor. Muevo mi dedo
bajo el borde de su trasero y lo deslizo en el cielo. Está tan mojada. Puedo
oler su excitación.
Mirándola a los ojos, lentamente pongo sus pies en el porche,
engancho las tiras de su traje de baño con los dedos, y deslizo los labios
desde su boca y por su estómago, hasta quedar de rodillas, bajándole la
parte inferior del traje de baño.
Gime.
—Por favor...
—Dime qué necesitas Meredith.
—Tu boca sobre mí. Hazme olvidar todo, Nash.
Dejo salir lo que parece ser una mezcla entre un gruñido y un gemido
mientras lamo su centro. Sabe como el más dulce de los néctares. Trabajo
su clítoris con la lengua, y solo necesita un roce de mis dientes para que 44
explote, gritando mi nombre como una oración. La lamo y la beso hasta que
su orgasmo disminuye.
Levanto la mirada, sonriendo.
—Eres tan jodidamente hermosa cuando te corres. Podría mirarte todo
el día, todos los días.
Meredith se excita.
—Creo que me gustaría que me hicieras eso todos los días. Ahora me
toca a mí.
De pie, veo sus hermosos ojos azules llenos de deseo y necesidad.
—No tienes que hacerlo. Eso fue todo para ti.
—Quiero hacerlo, Nash. Quiero explorar cada centímetro de ti.
Empieza a besar mi pecho. Mi polla está tan dura que la punta se
asoma por la parte superior de mi traje de baño. Sonríe y tira del traje de
baño, dejándolo caer al suelo, luego jadea, con los ojos bien abiertos. No
soy de los que presumen, pero admito que fui bendecido abundantemente
en este departamento.
—Dios mío, tu polla es prodigiosa. Es... ¡es enorme!
Me río.
—Bueno, esa es la definición de prodigioso.
Envuelve su delicada mano alrededor de mi polla y gira su lengua
alrededor de la cabeza, burlándose, chupando. Meto mis dedos en su
grueso cabello rubio, dando el más mínimo tirón. Ese es todo el estímulo que
necesita. Me toma hasta que estoy en su garganta, provocando su reflejo
nauseoso. Rápidamente relaja su garganta, y estoy oficialmente feliz
cuando me lleva más adentro.
—Oh nena, eso se siente tan bien. No me llevará mucho tiempo. —
Esto la estimula a ir más rápido, trabajándome con una mano mientras toma
todo lo que puede de mí—. Si no quieres que baje por esa dulce garganta
tuya, será mejor que te detengas —digo gruñendo, porque me tiene casi
incoherente por el placer. Me chupa aún más fuerte. Exploto en un arranque
de calor mientras gimo su nombre.
Cuando se levanta, la tomo en mis brazos y la beso profundamente,
saboreando una mezcla de nosotros en mi lengua.
—Me encanta la forma en que me puedo saborear en ti.
—Me encanta la forma en que sabes a mí, también —dice.
45
Meredith
C
reo que he muerto y me he ido al cielo. Este hombre es mágico
con su lengua y tiene la polla más bonita que he visto nunca.
No sé qué se me metió. Nunca me he atrevido a decirle a un
hombre lo que quería. Las chicas se van a morir cuando escuchen que las
cosas llegaron tan lejos. Nunca me creerán. No les daré todos los detalles
gloriosos. Solo lo suficiente para ponerlas celosas.
—Entonces, ¿qué dices, Nash? ¿Estás listo para ese chapuzón en el
jacuzzi?
—Definitivamente, pero me tienes tan relajado ahora mismo que no
voy a querer irme.
46
—¿Quién dijo algo acerca de que te vayas? —Le hago un guiño y me
muerdo el labio inferior.
¿Qué diablos me pasa? Soy como una adolescente atolondrada.
—¿Cuándo volverá Gage de la casa de su padre?
—Frankie lo dejará antes de que entre en el trabajo. Si es que aún está
trabajando. —Resoplo—. Conociéndolo, va a reventar el millón que mi
padre le dio en poco tiempo. No me sorprendería si lo gasta todo, y luego
trata de extorsionarnos por más dinero. No voy a dejar que el bastardo tenga
otro centavo. Me quitó mucho de mi vida.
Se extiende y me quita un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Es el hombre más estúpido del planeta por no ver la mujer tan
increíble que eres.
Me río con amargura.
—Las únicas cosas que vio cuando me miró fueron los signos de
dólares.
Nash me toma de la mano y me lleva por los escalones, luego me
ayuda a entrar en el jacuzzi. Se sienta y me tira para que me siente entre sus
muslos musculosos. Contenta, inclino mi cabeza hacia atrás en su sólido
pecho y me deleito con la sensualidad de Nash Brooks. Inclino la cabeza
hacia atrás para mirar su hermoso rostro, y me da un dulce beso en la punta
de mi nariz.
—Me dejas sin aliento, Meredith. Gracias por invitarme a tu casa. Esta
es, de lejos, la mejor primera cita de la historia. —Nash me da la vuelta para
enfrentarlo y reclama mis labios con un apasionado, pero dulce beso. No
me canso de sus labios en los míos.
Ambos nos asustamos cuando escuchamos mi teléfono. Es el tono de
llamada de Frankie, que suena como si fueran campanas de alarma. Salgo
del jacuzzi y tomo mi teléfono de la mesa del patio. Mi corazón se rompe
cuando escucho a Gage llorando en el otro extremo.
—No me siento bien, mamá. Quiero volver a casa.
Mi sangre empieza a hervir cuando escucho a Frankie gritando en el
fondo.
—Será mejor que no llames a tu madre, mierdecilla llorona. Te lo dije,
no vas a ir a casa. Endurécete, muchacho.
Atempero mi ira y me concentro en Gage.
—Oh, nene. ¿Qué es lo que pasa? ¿Dónde te duele?
—Vomité, mamá. No pude llegar al baño, así que papá se enojó
47
mucho y me hizo limpiarlo. ¿Por qué es tan malo conmigo? Solo quiero volver
a casa. ¿Puedo, por favor?
Escucho una conmoción, Gage llora, y luego el mismo diablo se pone
al teléfono.
—Le dije a ese mierdecilla que no te llamara. No volverá a casa. Es mi
noche con él. Es solo un bebé grande que quiere a su mamá. Bueno, eso no
va a suceder.
—Frankie, bastardo. Mi hijo está enfermo. Quiere estar con su madre,
la única madre que se preocupa por él. Para ti no es más que un medio
para un fin. ¿Por qué no lo dejas volver a casa?
Nash sale del jacuzzi y camina hacia mi lado.
—¿Está todo bien? —pregunta, con la preocupación escrita en su
expresión.
—¿Quién carajo es ese? Más vale que no haya un hombre en mi casa.
—No es de tu incumbencia quién está en mi casa. Ahora, vuelve a
poner a Gage al teléfono
—No lo creo. Puedes hablar con él por la mañana. Es hora de que
ponga su trasero de bebé en la cama.
Mi corazón se rompe cuando escucho a Gage gritar por mí en el
fondo. Sé que no puedo hacer nada porque las visitas con su padre son
ordenadas por la corte.
Papá... Qué broma. Ese hombre no sabría ser padre, aunque le
mordiera en el trasero.
Nash me mira, sus ojos buscando en mi expresión frenética.
—¿Quieres que te lleve a Biloxi para recogerlo?
Le doy una pequeña sonrisa.
—Eres el hombre más dulce de todos los tiempos. Nada me gustaría
más que me llevaras a buscar a mi bebé, pero no puedo. Los miércoles por
la noche son suyos. Hasta que pueda probar que no es apto como padre y
le revoquen sus derechos paternales, Gage y yo tenemos que sufrir. Me
ruega constantemente que no lo haga ir a ver a su padre. ¿Qué tan triste es
eso? ¿Qué niño no quiere pasar tiempo con su padre? —Suspiro—. Siento
mucho que hayas tenido que presenciar la locura que es mi vida.
Me toma la cara con las manos.
—No te atrevas a disculparte conmigo. Eres una madre extraordinaria.
Lo supe desde la primera vez que te oí hablar de tu hijo. Se confirmó cuando
los vi a los dos juntos en la orientación. Espero poder pasar mucho más 48
tiempo con ustedes dos.
—Me encantaría. Sé que a Gage también le gustaría. Estaba bastante
enamorado de ti después de la jornada de puertas abiertas. No puede
esperar a empezar la “escuela de chicos grandes”, como la llama.
—¿Quieres que me vaya para que puedas descansar un poco?
—Por favor, quédate. Mis pensamientos estarán en un bucle
interminable de preocupación hasta que vuelva a casa. Tenerte aquí será
una distracción muy necesaria.
No sé qué es lo que pasa con Nash, pero solo emana calma y
tranquilidad. Mirándolo a los ojos, veo todas sus promesas no dichas. Veo
que no me dejará caer.
Estoy tan contenta de que esté aquí. Nunca podría dejar de pensar
en Gage y en el sonido de su voz cuando me gritó. Me mata saber que está
enfermo y que no estoy allí. Me siento impotente.
Nash me lleva de vuelta al jacuzzi y me coloca entre sus piernas otra
vez. Empieza a frotarme lentamente el cuello y los hombros, ayudando a
aliviar la tensión.
—Ojos Azules, trata de relajarte para mí. Déjame ayudarte a quitarte
algo de estrés. La verdad es que quiero ir a darle una paliza por ti. Si Gage
fuera mi hijo, apreciaría cada minuto de nuestro tiempo juntos. Algunas
personas no deberían ser padres. Lo veo demasiado a menudo. Los primeros
años que enseñé, quería salvar al mundo. Aún lo hago, pero he aprendido
a dar a mis estudiantes lo mejor que puedo mientras están conmigo, y luego
rezar para que las cosas mejoren en casa. No creerías la cantidad de veces
que he tenido que llamar a los Servicios de Protección Infantil para
denunciar abusos y negligencias. Odio decirlo, pero tu ex está al borde del
abuso.
—Un día, tendré algo lo suficientemente grande como para que sus
derechos se terminen. Todavía no sé qué. Tengo mis sospechas de que está
mezclado con drogas, pero no hay pruebas. Sus cambios de humor y la
cantidad de dinero que gasta lo hacen totalmente posible.
—¿Has pensado en contratar a un investigador privado para que lo
investigue? Conozco a alguien, si quieres que lo investigue. Mi mejor amigo,
Sean, es un investigador privado. Solía ser un detective del departamento
de policía, pero descubrió que podía ganar más dinero y elegir lo que quería
investigar si se independizaba.
—Honestamente, he pensado en ello, pero aún no lo he hecho.
¿Puedo pensarlo?
Asiente. 49
—Solo házmelo saber. Sé que Sean estaría más que feliz de ayudar.
Creció con un padre moroso y abusivo, así que esto será un éxito para él.
—Te lo haré saber. Te lo prometo.
Si Frankie se entera de que estoy pensando en contratar a un
investigador, está lo suficientemente loco como para hacer algo que dañe
a Nash. Me mataría ser la causa de que algo malo le ocurra.
—¿Estás listo para salir? Siento que me estoy convirtiendo en una
ciruela pasa. —Me río mientras levanto mis arrugados dedos y los muevo.
—Yo también. No solo mis dedos están empezando a arrugarse, y eso
no es un asunto de broma.
Pongo los ojos en blanco.
—No puede pasar eso ahora, ¿verdad?
Nash agarra la toalla junto al jacuzzi y me envuelve en ella, luego me
levanta, me lleva a la silla del salón y se sienta, poniéndome en su regazo y
sosteniéndome cerca. Nunca he tenido un hombre tan gentil y atento.
Apenas lo conozco, pero ya siento que estoy empezando a caer.
—Eres bastante espectacular, Nash Brooks. Podría acostumbrarme a
tenerte cerca.
—Tú también eres bastante espectacular, Meredith Maddison. Creo
que me gustaría quedarme por aquí.
Miro mi teléfono en la mesa y veo que es casi medianoche. La noche
pasó volando. Nash mira su reloj. Quiero que se quede, pero es demasiado
pronto. Además, no se sabe cuándo el imbécil traerá a Gage a casa.
Odiaría que Nash estuviera aquí y que Frankie montara una escena.
Nash suspira.
—Se está haciendo tarde. Necesitas descansar un poco antes de que
Gage llegue a casa. Como está enfermo, querrá toda la atención de su
mamá. Espero que solo sea un virus de 24 horas y que vuelva a ser el mismo
rápidamente.
—Desearía que la noche no tuviera que terminar, pero tienes razón.
Gage necesitará que esté descansada y lista para cuidar de él.
Nash me presiona contra su pecho y me pasa los dedos por el cabello.
—Gracias por aceptar salir conmigo, Meredith. Eres realmente una
mujer increíble. Me lo pasé muy bien. No puedo esperar a salir contigo de
nuevo. —Choca sus labios con los míos y me besa. Mi cuerpo siente un
hormigueo desde la cabeza hasta las puntas de los dedos de los pies
cuando se aleja. 50
—Maldición —digo jadeante—. Eres el mejor besador. Estoy tan lista
para salir contigo otra vez, y esta cita ni siquiera ha terminado. Llámame
mañana.
—Esperaba que dijeras eso. —Me levanta de su regazo y se pone de
pie—. Déjame vestirme y me iré de aquí para que puedas descansar un
poco.
Espero a que salga del cambiador. Maldita sea, es atractivo. No
recuerdo a ninguno de mis directores, profesores, nadie que luciera tan bien
cuando estaba en la escuela. Me ve mirando y me da una sonrisa torcida
mientras se acerca y me toma la mano.
—¿Me acompañas a la puerta, hermosa?
—Por supuesto. Soy una chica sureña, ¿recuerdas? Sería grosero de mi
parte hacerte salir. Mi abuela me arrancaría el pellejo.
—No puede pasar eso ahora, ¿verdad?
Cuando llegamos a la puerta, me da un último beso que me deja con
ganas de mucho más.
—Envíame un mensaje de texto y hazme saber que llegaste bien a
casa. Soy una persona que se preocupa por naturaleza.
—Te enviaré un mensaje de texto tan pronto como entre por la puerta.
No quiero darte más motivos para que te preocupes. Buenas noches, Ojos
Azules. —Me acaricia la mejilla, luego camina hacia su Jeep y se aleja.
Tomo un vaso de agua, me dirijo al patio y me siento a reflexionar
sobre esta noche increíble. Nunca supe que un hombre pudiera hacerme
sentir así. Espero que nunca termine.
Ni cinco minutos después, escucho el sonido de un mensaje de texto
entrante.
Gracias por hacerme saber que llegaste bien. Ahora podré dormir
tranquila. Ya lo sé. Soy una madre tan buena. Lol. Gracias de nuevo por
una noche tan divertida. Hablamos pronto.
***
Me despierto con el sonido de los golpes en la puerta, el timbre
sonando repetidamente. Qué demonios... Entonces comprendo. Frankie.
Tomo mi teléfono de la mesilla de noche y veo que solo son las siete de la
mañana. Nunca lo trae a casa tan temprano. Me pongo la bata y bajo
corriendo las escaleras para abrir la puerta. Lo que encuentro me hace ver
rojo. Gage está pálido como una sábana y cubierto de su propio vómito,
tanto viejo como fresco. Llora histéricamente y corre a mis brazos. Miro a
Frankie, que está echando humo.
—Tu maldito hijo acaba de vomitar en mi Hummer. Pagarás para que
lo limpien —espeta.
—¿Hablas en serio? Está enfermo. Te dije que quería recogerlo
anoche. No voy a pagar por nada. Ahora, sal de mi casa. —Ojalá Gage
hubiera vomitado sobre Frankie mientras estaba en ello.
Pone sus manos en sus caderas.
—¿Por qué estás tan ansiosa por sacarme? ¿Tienes a alguien aquí?
¿Ese hombre sigue aquí? ¿Se folló a mi esposa?
—¡Deja de usar ese lenguaje delante de Gage! ¡No, él no está aquí, y
yo no soy tu esposa! Sal de mi casa antes de que llame a la policía para que
te saque. —Le cierro la puerta en la cara. Nunca he estado tan enojada en
mi vida.
Gage está ardiendo de fiebre, temblando en mis brazos. Lo llevo
arriba y le doy un baño tibio, luego le quito la ropa llena de vómito. Dios,
quiero herir a ese hombre por dejar a mi bebé en esta mierda. Lo levanto y
lo pongo en la bañera. Agarrando una toalla, trato de frotar suavemente el
vómito de su suave piel. Él llora por la fuerza que tengo que usar para quitarlo
por haberlo tenido encima durante tanto tiempo. Decido tomar una foto
para tener alguna prueba de su negligencia. También hago una nota en mi
teléfono con la fecha, la hora y los detalles de la llamada de anoche y lo
que sucedió esta mañana. Puede que no sea útil, pero me hace sentir mejor.
Treinta minutos más tarde, Gage, limpio y oliendo como mi dulce niño
otra vez, está acurrucado en mi cama. Después de darle Tylenol para niños,
le bajó la fiebre y se queda dormido. Justo cuando estoy a punto de recoger
mi Kindle para buscar un nuevo libro para empezar, suena mi teléfono. Es mi
madre o una de las chicas comprobando cómo me fue con mi cita de
anoche. Claro, es Amy. Respondo en voz baja para no despertar a Gage.
52
—Hola, Amy. Antes de que preguntes... Sí, estuvo increíble, y sí, creo
que puedo caer rápido y fuerte.
—Bueno, hola a ti también. Eso es justo lo que quería oír. ¿Cómo están
tus partes femeninas? ¿Sobrevivieron?
—Oh, Dios mío. Irías allí a primera hora. Mis partes femeninas están
bien. Gracias. Y no, no tuvimos sexo, pero seguro que hicimos algo de...
exploración.
—¿Por qué estás susurrando? Apenas puedo oírte.
—Gage está dormido a mi lado. Se contagió un horrible virus
estomacal anoche mientras estaba con su padre. No quiero despertarlo. Ha
tenido una prueba muy dura. ¿Puedes creer que ese imbécil no le dejó
volver a casa anoche? Gage me llamó, llorando, y Frankie le arrancó el
teléfono de la mano y empezó a gritarle. Quería saltar a través de la línea y
darle una paliza a ese idiota. Y para colmo, cuando Frankie lo trajo a casa
esta mañana, Gage vomitó en su Hummer.
Se ríe.
—Oh, Dios mío. Eso es impresionante. No que Gage esté enfermo, sino
que haya vomitado en su precioso Hummer. Odio a esa basura.
—Tú y yo, ambas. Mi pobre bebé estaba cubierto de vómito, fresco y
seco. Tomé fotos. Oh, y escucha esto. Frankie quiere que pague para que
le limpien su precioso auto. Al diablo que lo haré.
—¿Hablas en serio?
—Seria como un ataque al corazón. Ese hombre me dijo que tenía que
pagar porque, y cito: “Tu maldito hijo acaba de vomitar en mi Hummer”.
¿Puedes creer?
—Estoy más que sin palabras en este momento. No merece que lo
llamen padre.
—Dejemos de hablar de él. Me hace mal al estómago.
»Un tema más feliz, Nash es un verdadero amor. Nunca he conocido
a un hombre como él. Fue tan amable y atento. Y, chico, ese hombre puede
besar. Me estoy excitando solo de pensar en lo que puede hacer con esa
lengua.
—Vaya... Retrocede. ¿Qué hizo exactamente con esa lengua?
—Digamos que besó mis partes de dama y las hizo sentir mejor. ¡El
mejor “o” de la historia!
Suspira. 53
—Estoy tan celosa. Ha pasado una eternidad desde que tuve un
hombre de verdad. Aquí últimamente, todos han estado bien. Hacen el
trabajo, pero no me hacen curvar los dedos, y definitivamente no he visto
ninguna estrella en mucho tiempo.
—Qué lástima. Creo que ya me ha arruinado para otros hombres, y ni
siquiera hemos tenido sexo todavía.
Justo cuando digo esas palabras, mi teléfono vibra con un mensaje.
Cuando lo alejo de la oreja y miro la pantalla, no puedo evitar sonreír.
A
noche no pude sacar de mi mente a Meredith. Todavía podía
saborearla en mis labios y sentir su piel suave cuando me
desperté esta mañana. Tomó todo mi autocontrol no llamarla,
pero no quería despertarla. Es todo lo que he soñado en una mujer. En tan
poco tiempo, me ha demostrado que es una madre devota. Es muy
cariñosa, dulce y puede hacerme reír como nadie más lo ha hecho. Creo
que me ha arruinado para otras mujeres.
Pensando que finalmente es lo suficientemente tarde, le envío un
mensaje de texto para verificar a Gage. No espero tener noticias de ella de
inmediato, pero quería que supiera que estaba pensando en ellos. Este ha
55
sido un día largo en el trabajo... y ni siquiera es mediodía. Hablar con
Meredith hará que el día pase más rápido.
Unos minutos más tarde, mi teléfono suena con un mensaje de texto.
Eres tan dulce. Gracias por comprobarlo. Su imbécil padre lo trajo a casa
temprano esta mañana cubierto de vómitos frescos y secos, ardiendo en
fiebre. Le di un baño y Tylenol. La fiebre bajó y ahora está dormido.
No, estamos bien. Tengo todo lo que necesito, pero muchas gracias.
Realmente aprecio la oferta. Significa mucho.
***
Con las ventanas cerradas y Not Like Us de Brantley Gilbert sonando
por mis altavoces, finalmente me relajo. La señorita Lange no se rindió en
todo el día. Cuando no logró que fuera a su salón de clases, volvió más tarde
para pedirme que imprimiera una copia de su lista, que ya había puesto en
su buzón el lunes por la mañana. Dijo que no podía imaginar lo que le había
sucedido. ¡Mi culo! Si se vuelve más osada, solo le diré que estoy en una
relación y trataré de parar esa mierda. Salir con un padre es una cosa, pero
nunca saldría con una de mis maestras.
Aprieto el botón de manos libres en mi volante y llamo a Meredith, tal
como prometí que haría. Cuando responde, puedo escuchar a Gage chillar
en el fondo.
—Hola, héroe. —Escucho la sonrisa en su voz—. Elegiste el momento
perfecto para llamar. La canasta de regalo acaba de llegar, y Gage está
en la luna.
—¿Cómo se siente?
—Mucho mejor. No ha vomitado desde las diez de la mañana.
También pudo contener un poco de caldo de pollo y galletas saladas. Ha
sido él mismo desde la última hora. Ahora está saltando por las paredes con
entusiasmo. Muchas gracias, Nash.
—Eso es maravilloso. Estoy muy contento de que se sienta mejor. ¿Qué
dijo cuando le contaste de quién era? Hablando de eso, ¿qué le dijiste? ¿Le
contarás que nos veremos fuera de la escuela?
—Le dije que la canasta era tuya y que después de conocerte en la
escuela, pensé que eras un hombre muy amable y decidimos pasar un 59
tiempo juntos para conocernos. Me preguntó si estabas conmigo cuando
llamó. Gage dijo que su papá no estaba feliz de que un hombre estuviera
en su casa. Su casa... ¿Puedes creer a ese imbécil? De todos modos, le dije
que estabas preocupado de que estuviera enfermo y que querías que se
sintiera mejor.
—Saltaste de cabeza primero, ¿no? —Me río—. ¿Gage estuvo bien
con todo?
En el fondo, escucho lo que suena como a alguien saltando arriba
abajo y un "Déjame hablar. ¡Déjame hablar!"
—Aquí. —Se ríe—. Déjame darle el teléfono y podrás escucharlo por ti
mismo.
Escucho un sonido de arrastrar los pies, antes de que Gage esté en la
línea.
—Señor Brooks, amo, amo, amo las cosas de Héroes en Pijamas que
me diste. Es el mejor de todos. ¿Te vas a casar con mi mamá? Creo que sería
genial si fueras mi papá.
Respiro hondo ante ese pensamiento.
—Guau, amigo. Ve más despacio. Estoy tan feliz de que ames lo que
te envié. Espero que te sientas mejor.
—Me siento mucho mejor. ¿Puedes venir a jugar conmigo?
Todavía estoy atascado en la pregunta sobre casarme con su madre.
Por supuesto, es demasiado pronto para pensar de esa manera, somos
prácticamente extraños, pero de alguna manera se siente natural. Creo que
solo abordaré la parte que viene.
—Me encantaría ir a jugar contigo, amigo, pero primero tengo que
preguntarle a tu mamá.
Casi me rompe el tímpano cuando grita:
—El señor Brooks vendrá a jugar conmigo. Aunque primero tiene que
hablar contigo.
Oh, de la boca de los niños...
—Entonces, vendrás a jugar, ¿eh? —dice Meredith en un tono casi
seductor.
—Me encantaría, pero no quiero entrometerme. Si soy honesto, estaré
muy decepcionado si me dices que no vaya. Eres todo en lo que he
pensado durante el día.
—Nash, ¿te gustaría venir? —Escucho la sonrisa en su voz—. Arreglaré
la cena. Puedes jugar con Gage mientras cocino, y una vez que lo acueste,
podemos pasar un tiempo juntos. Está corriendo como un pollo con la
60
cabeza arrancada en este momento, pero sé que pronto se cansará. Ese
parásito estomacal lo afectó bastante. ¿Estás seguro de que quieres venir y
arriesgarte a contagiarte lo que tuvo?
—No me preocupa contagiarme. Necesito desarrollar mi inmunidad
de todos modos. Si me enfermo, ¿vendrás y me cuidarás? —pregunto
juguetonamente.
—Oremos para que no te enfermes. Me sentiría horrible.
—Voy a correr a casa a cambiarme, luego iré. ¿Estás segura de que
está bien?
—Absolutamente. Por primera vez en mucho tiempo, me siento feliz.
No puedo esperar a verte.
—Te veo pronto. Adiós, Ojos Azules.
Cuando cuelgo, siento que estoy en las nubes. ¿Quién hubiera
pensado que una noche como bailarín me llevaría a esta mujer
espectacular? Supongo que soy yo quien le debe a mi hermano, no al revés.
Mi teléfono suena a través del Bluetooth, sacándome de mis
pensamientos. Miro el identificador de llamadas, sonriendo.
Cuando respondo, Sean grita:
—¿Por qué demonios no me has llamado? Me muero por escuchar
sobre tu cita con la chica sexy del club.
—En primer lugar, he estado trabajando todo el día. Segundo, no beso
y digo. Tercero, y lo más importante, Meredith no es solo una chica sexy del
club.
—Maldición, hombre, ponte los pantalones. ¿Qué pasa contigo?
Nunca antes has actuado así sobre una mujer.
—Bueno, no es una mujer cualquiera. Creo... creo que me estoy
enamorando de ella.
—¿A la mierda? ¿Amor? La acabas de conocer.
—No puedo explicarlo, pero es como si el azar o el destino o alguna
mierda nos hubiera unido. Es todo lo que he estado buscando en una mujer.
—¿Quieres venir y lanzar unos tiros al aro mientras me cuentas todo
sobre ella?
—No puedo. Voy a su casa tan pronto como me cambie. Su hijo ha
estado enfermo y le dije que iría a jugar con él.
—¿Tiene un hijo? Maldición. Realmente te debe gustar si vas a
entablar una relación con alguien que ya tiene un hijo. Eso puede complicar
las cosas. Ya sabes cómo me siento, así que ten cuidado con el corazón de
61
ese pequeño niño.
—No tienes que preocuparte. Hablando de eso, es posible que
necesite que finalmente hagas un trabajo de investigador privado y veas
qué puedes encontrar sobre su padre. Es un imbécil y malas noticias.
Meredith cree que puede estar involucrado en algunos malos tratos.
—Espera un minuto... No estarías hablando de Meredith Maddison-
Find por casualidad, ¿verdad?
Frunzo el ceño.
—¿Qué te hizo preguntar eso?
—Soy un investigador privado, hombre. Puse todo junto. Divorcio,
Meredith, hijo e imbécil, lo que me hizo pensar en Frankie Find. Ha estado en
todas las noticias. ¿No ves la televisión?
—Sabes que no veo televisión. Prefiero leer.
—Se dice en la calle que perdió a casi todos sus clientes cuando
Meredith lo dejó. Afirma ser un corredor de bolsa, pero por lo que escucho,
es un estafador. Escuché que le debe mucho dinero a mucha gente que da
miedo. Es posible que desees permanecer lo más lejos posible de eso.
—No va a suceder —digo gruñendo.
—Está bien... Mierda, hombre. No digas que no te lo advertí. Si no
tienes cuidado, te encontrarás en medio de un montón de drama feo.
—Ahí es donde entras. Quiero que descubras toda la suciedad que
puedas sobre él. Necesito mantener a salvo a Meredith y a Gage.
—Me ocuparé de eso y me pondré en contacto contigo tan pronto
como encuentre algo sólido. Será mejor que seas sincero y le hagas saber lo
que estás haciendo, en caso de que descubra algo que tal vez no quiera
saber.
—Lo haré. Se lo mencioné la otra noche, pero ella me dijo que lo
detuviera por el momento. Tal vez deberías esperar hasta que vuelva a
hablar con ella. No quiero hacer nada que pueda arruinar esta relación.
—Suena bien. Adiós, hombre.
—Hasta más tarde.
Me detengo en casa, corro y me cambio más rápido que nunca,
luego me apresuro al jeep. En el camino a su casa, veo el letrero de la
floristería en la que le ordené la canasta a Gage, decidiendo conseguir un
ramo de flores para Meredith. ¿Por qué no lo pensé antes y se lo envié con
el regalo? Oh bien. Mejor tarde que nunca.
Miro hacia el refrigerador y veo una canasta que tiene un arreglo de 62
rosas en un lado y grandes y jugosas fresas en el otro, junto con una gran
barra de chocolate que dice: ¡Me derrites el corazón! Será perfecto. Flores
y postres.
Salgo de la tienda con una sonrisa en mi rostro.
Meredith
N
o sé quién está más entusiasmado con la llegada de Nash,
Gage o yo. Me ha preguntado cuándo estará aquí unas cien
veces. No puedo evitar sonreír. Se siente bien ver a mi hijo tan
feliz, especialmente después de anoche y esta mañana. Qué diferencia
doce horas y lo que un buen hombre puede hacer. Espero no hacer nada
para fastidiarlo con Nash. Esto se siente demasiado bueno para ser verdad.
Tengo la sensación de que el otro zapato está a punto de romperse, y si lo
hace, no sé si me recuperaré.
Suena el timbre. Gage corre como un loco para llegar primero.
—Espera, tigre. Sabes que no puedes abrir la puerta sin un adulto
63
contigo.
—Pero, mamá, es el señor Brooks —se queja.
—No sabes si es el señor Brooks hasta que preguntes quién es antes de
abrir la puerta.
Suspira ruidosamente antes de girarse hacia la puerta.
—¿Quién es? ¿Es usted, señor Brooks? Mamá dice que no puedo abrir
la puerta sin preguntar primero quién eres.
Puedo escuchar a Nash riéndose al otro lado de la puerta.
—Soy yo, Gage. Dile a tu madre que el señor Brooks ha llegado.
—Mamá, ¿puedo abrir la puerta ahora? Dice que es él.
Sonriendo, le revuelvo el cabello y asiento.
En el momento en que se abre la puerta, Gage se arroja a Nash, como
si lo hubiera conocido toda su vida.
—Gracias, gracias, gracias por venir a jugar conmigo y por todas mis
cosas geniales. —Gage lo agarra de la mano y trata de llevarlo hacia la
casa.
—Prepara tus cosas en el patio, Gage. El señor Brooks estará allí en un
minuto. Necesito hablar con él un segundo antes de comenzar la cena.
—Oh, mamá. ¿Por qué tienes que hablar con él primero? —Hace
pucheros.
—Técnicamente, tú hablaste primero con él, ya que le preguntaste
quién era antes de abrir la puerta. Ahora, ve a buscar tus cosas y sácalas.
—Está bien, mamá. Nos vemos en un minuto, señor Brooks.
—Te veo en un minuto, amigo.
Apenas espero a que Gage salga de la habitación antes de tomar la
mano de Nash y acercarlo a mí. Él es más rápido, envolviéndome en sus
brazos. Tan pronto como escucha que la puerta se cierra, la boca de Nash
está sobre la mía. Después de varios segundos, se aleja.
—He estado esperando que hagas eso todo el día —digo jadeante.
—No tienes idea de cuánto he querido volver a saborear tus labios. —
Se lame el labio inferior y mira mi boca—. En serio me siento como un
adolescente. Consumes cada momento que estoy despierto.
Me atrae para otro rápido beso, luego me guiña un ojo y se inclina,
agarrando una canasta llena de rosas, fresas y una barra de chocolate. 64
—Casi lo olvido. Esto es para ti. —Me los entrega.
—¡Son hermosas! ¡Gracias!
Nash sonríe de una forma que detiene el corazón.
—Será mejor que salga antes de que Gage venga a buscarme.
Miro hacia abajo, viendo la clara evidencia de cuán feliz está de
verme, y sonrío mientras se ajusta.
—No es gracioso, Mer. Podría ser bastante incómodo si me ve así.
—Solo piensa en tu madre y desaparecerá.
Hace una mueca.
—Sí, definitivamente esa es una forma de matar el ánimo.
—¿Ves? Las mamás siempre son unas aguafiestas. —Me río.
Llevo a Nash al patio trasero donde Gage ya está jugando con sus
nuevos juguetes. Nash no duda antes de bajar al patio y jugar con él.
Verlos me llena el corazón hasta reventar. Le da a Gage el ciento
cincuenta por ciento de su atención. Su propio padre ni siquiera le ha
prestado el diez por ciento de la suya desde que nació. Se sientan en la
alfombra al aire libre, con figuras de acción en la mano, representando
varias escenas. Por supuesto, Gage le dice a Nash exactamente qué hacer,
es así de mandón, pero Nash hace lo que él quiere sin quejarse.
Se encuentran tan comprometidos el uno con el otro que ni siquiera
me escuchan salir y poner la cena en la mesa.
—¿Quién tiene hambre?
—Estoy hambriento —dice Nash, poniéndose de pie—. Ser un súper
villano es un trabajo duro.
—Me muero de hambre, mamá. ¿Qué tenemos?
—Solomillo de cerdo, macarrones con queso, judías verdes y rollitos de
media luna.
—¡Sí! —Gage salta y choca los cinco con Nash—. Ese es mi favorito.
Mami debe haberlo arreglado porque estuve enfermo y no he tenido
comida real desde ayer.
—Hasta que sepamos que puedes mantenerlo bajo control, no comas
demasiado. Creo que estás bien, pero solo para estar seguros, toma
pequeños bocados y come despacio.
Nash se inclina y me susurra al oído:
—¿Qué hay de postre? 65
Me arden las mejillas por el deseo.
—Tendrás que esperar y descubrirlo. —Le doy un guiño sexy y me giro
para volver a la casa y tomar el té dulce de la nevera.
***
Gage bosteza, su cabeza se menea y se le cierran los ojos. Solo son las
siete, pero está agotado.
—Bebé, estás a punto de quedarte dormido sobre tu plato. Sube las
escaleras y lávate los dientes, luego ponte tu pijama. Me levantaré en un
minuto para acostarte. Puedes bañarte por la mañana.
—Está bien, mami. ¿El señor Brooks puede leerme un cuento antes de
dormir?
Miro a Nash. Él sonríe y se vuelve hacia Gage.
—Me encantaría leerte un cuento antes de dormir. Sube las escaleras,
cepíllate los dientes y ponte el pijama como dijo tu mamá. Elige un libro y
estaremos allí para arroparte... si está bien con tu mamá. —Me mira.
¿Podría ser más perfecto? ¿Cómo incluso esto es mi vida en este
momento? Durante los últimos ocho años, me he sentido como un chiste
tardío, pero en cuestión de un par de semanas, siento que estoy viviendo un
sueño del que nunca quiero despertar.
—¿Te parece bien, Meredith? ¿Te importa si le leo un cuento a Gage
antes de dormir?
—Nunca podría decir que no a eso. Gage, date prisa arriba.
Estaremos allí en solo un minuto. Voy a limpiar primero.
—Voy a ayudar a tu mamá, Gage, luego subiremos.
—Mi papá nunca ayudó a mi mamá a hacer nada. Todo lo que hizo
fue gritarle y decirle cosas malas. Nunca harías eso, ¿verdad?
—Nunca —dice Nash, sacudiendo la cabeza enfáticamente.
Las pequeñas piernas de Gage corren tan rápido como pueden subir
las escaleras. Está muy emocionado de recibir toda esta atención de Nash.
Si soy honesta, también lo estoy. Creo que las historias en mis novelas
románticas sobre amor instantáneo realmente pueden suceder, porque eso
es lo que siento que está sucediendo aquí.
Me acaricia la mejilla.
—Un centavo por tus pensamientos.
66
—Estaba pensando en lo maravilloso que eres. Cómo me estoy
enamorando fuerte y rápido de ti. —Aquí voy de nuevo. Hablando sin filtro.
Pensará que estoy loca.
Sonríe.
—¿Es así? Bueno, Ojos Azules, creo que pienso lo mismo. Me consumes
Eres todo en lo que puedo pensar. Di que serás mía. Veamos a dónde va
esto entre nosotros. Me estoy enamorando de ti y de tu pequeño niño.
Me acerca a él y aplasta sus labios contra los míos. Soy un charco de
necesidad y deseo justo aquí en el piso de la cocina.
Me alejo y le sonrío, luego miro su cuerpo.
—Parece que necesitas más tiempo para... tener las cosas bajo
control.
—¡Zorra! Mira lo que me haces. Siempre voy a necesitar tener las cosas
bajo control cuando esté cerca de ti.
Pone las manos a cada lado de mi rostro, inclinándome la cabeza
hacia él para besarme en la frente.
—Vamos a leer un cuento antes de dormir.
Como si fuera una señal, Gage grita desde el segundo piso:
—Estoy listo para mi historia.
Los dos nos reímos y, tomados de la mano, subimos las escaleras.
Gage se ve absolutamente adorable en su pijama, sentado en la
cama, con la pasta de dientes todavía en los labios. Nos sonríe.
—¿Ves? Hice lo que me dijiste. Mis dientes está limpios.
—Mis dientes están limpios, —lo corrijo.
Frunce el ceño.
—Es lo que dije.
Nash sonríe cuando se acerca y limpia la pasta de dientes de la cara
de Gage con el pulgar.
—¿Escogiste un libro que quieras que lea?
Recoge Te amaré por siempre de su mesita de noche.
—Este es mi libro más favorito.
Nash se instala y comienza a leer, provocando lágrimas en mis ojos.
Bueno, más lágrimas de las que normalmente derramo cuando leo este libro.
¿Este hombre incluso es real? Puedo escuchar el amor que siente por mi hijo, 67
y apenas lo conoce. Apuesto a que fue un maestro fenomenal y ahora
vicedirector.
Gage se duerme a mitad de camino, pero Nash sigue leyendo hasta
el final. Terminado, se inclina hacia adelante, dándole a Gage un besito en
la frente y susurrando:
—Dulces sueños, hombrecito.
Cuando se da vuelta y ve mis mejillas manchadas de lágrimas, su
rostro cae.
—¿Estás bien? ¿Hice algo mal?
—Estoy perfecta —digo ahogándome—. Hiciste todo bien. Estas son
lágrimas de felicidad... en su mayor parte. Ese maldito libro me mata cada
vez que lo leo, pero escucharte leerlo realmente me destripó, especialmente
la última parte cuando lo abraza y le canta a su mamá.
Nash se para y toma mi mano, llevándome fuera de la habitación.
—Tienes un hijo increíble, Meredith. Gracias por dejarme compartir
este momento especial con él.
Más lágrimas caen de mis ojos, y me apoyo en los brazos de Nash que
me esperan.
—No, gracias por ser lo que un hombre de verdad debería ser. Eso fue
hermoso de ver. Aparte de mi padre, Gage nunca ha tenido un hombre que
le haya demostrado tanto cuidado y atención como tú esta noche.
—Quiero ser eso para él y para ti. Nunca me respondiste antes.
¿Podemos ver a dónde va esto?
—¡Sí! ¡Sí! ¡Cien por ciento sí! —Salto y envuelvo mis piernas alrededor
de su cintura. Riendo, me lleva por las escaleras.
68
Nash
A
cabo de enviarle un mensaje a Meredith para dejarle saber
que llegué a casa. Es una mujer tan cariñosa y atenta. Será
difícil borrar la sonrisa de mi rostro en cualquier momento. Estoy
emocionado de que haya aceptado ser mía. No he salido en serio desde
hace años, y nunca he tenido una atracción instantánea y la necesidad de
conocer a alguien por dentro y por fuera como lo hice desde el momento
en que fijé los ojos en Meredith. Odié salir de su casa esta noche, pero no
quería que Gage se despertara y nos encontrara en una posición
comprometida. Después de envolverme con sus piernas y besar el aliento
de mis pulmones, salir por la puerta fue lo más difícil que he hecho en un 69
tiempo. Antes de irme, nos sentamos y hablamos sobre la investigación de
su ex. Aceptó a regañadientes, diciendo que tenía miedo de lo que él
podría hacerme si se enteraba que yo estaba detrás de la investigación. Le
aseguré que Sean era el mejor en el trabajo y que no había forma de que
Frankie se enterara. No me detendré ante nada para mantenerla a ella y a
Gage a salvo.
Levanto mi teléfono para llamar a Sean. Son las once de la noche,
pero probablemente esté en un club, así que vale la pena intentar
localizarlo. Quiero que se encargue de esto lo antes posible.
Cuando contesta, escucho una música fuerte de fondo.
—Oye, hombre. ¿Qué pasa? Creí que estabas con Meredith esta
noche. —Prácticamente tiene que gritar para que pueda oírlo.
—Acabo de llegar a casa. No quería que su hijo se despertara y me
encontrara allí. Es tan difícil para mí mantener mis manos lejos de ella, Sean.
—Suena como si realmente fueras en serio con ella. Me alegro por ti,
amigo, pero ese ex suyo todavía me preocupa. ¿Tuviste la oportunidad de
hablar con ella sobre investigarlo?
—En realidad, esa es la razón por la que te llamo. Estuvo de acuerdo,
pero tiene miedo de que él se entere de mí.
—Sabes que no tienes que preocuparte por eso. Ni siquiera sabrá que
está siendo investigado hasta que sea demasiado tarde. Voy a conseguir la
suciedad de esa escoria. Recuerda mis palabras.
—Sé que lo harás. Muchas gracias. Esto me quita un peso de encima.
Quiero a ese hombre fuera de sus vidas. Haré todo lo que pueda para
protegerlos.
—Te lo haré saber tan pronto como encuentre alguna información.
Hablamos más tarde, hombre.
Me siento un poco mejor. Si hay algo de suciedad para encontrar,
Sean lo conseguirá. Y no hay duda en mi mente de que estará metido hasta
las rodillas.
***
Hoy pasa lento. Tengo que hablar en tres de las sesiones de desarrollo
profesional. Siempre me irrita estar hablando y que la gente lleve sus propias
conversaciones o sus teléfonos. No estoy ahí solo para oírme hablar. Cuando
nos dejan salir a las dos y media, no puedo llegar a mi Jeep lo
suficientemente rápido. En cuanto mi teléfono se conecta al Bluetooth, 70
llamo a Meredith.
Su teléfono no suena más de dos veces antes de que lo tome.
—Hola, guapo. Me he estado preguntando cuándo tendría noticias
tuyas.
—Lo siento, nena. Estuve en clases todo el día. Una de mis quejas es
ver a la gente en sus teléfonos cuando alguien está hablando. Me niego a
ser esa persona. ¿No recibiste mi mensaje de buenos días?
—Lo hice, pero supongo que no me di cuenta de que estarías
ocupado todo el día. Es tan bueno escuchar tu voz, Nash. Gage bajó
corriendo las escaleras esta mañana buscándote. Es muy triste que esperara
que estuvieras aquí, pero con la puerta giratoria de su padre, no es nada
nuevo para él tener a alguien más en la casa por la mañana.
—No me sentiría cómodo con eso. —Sonrío—. No es que no me
gustaría despertarme contigo en mis brazos, Meredith. ¿Qué harás este fin
de semana?
—Nada. ¿Tienes algo en mente?
—Me encantaría llevarlos a ambos al Festival del Fin del Verano.
—Eso suena divertido. Gage estará muy emocionado. Dejaré que lo
sorprendas mañana. Mi madre quiere que pase la noche con ella. Papá está
fuera pescando en alta mar, y a ella no le gusta quedarse sola en casa. Lo
traerá de vuelta por la mañana.
—En ese caso, ¿te gustaría salir y comer algo esta noche?
—Suena increíble, pero le prometí a mi amiga Amy que la encontraría
en el pub Skippy. Ha estado un poco deprimida debido a la mala suerte con
los hombres últimamente. —Se ríe—. No tendrás ningún amigo soltero que
quiera salir a cenar y beber contigo esta noche en, digamos, el pub Skippy,
¿verdad?
—Ahora que lo pienso, puede que le deba una cena a mi amigo
Sean. Déjame llamarlo y te llamaré.
—Suena bien. Le dije que me reuniría con ella a las seis.
—Toma un Uber, porque planeo llevarte a casa después.
En cuanto cuelgo, le envío un mensaje a Sean para ver si quiere
reunirse en Skippy. Está muy contento de reunirse para una comida gratis.
Tengo unas cuantas horas para matar, así que decido cambiarme e ir
al gimnasio. Nunca está tan ocupado un viernes por la tarde, así que puedo
entrar y salir en menos de una hora. Tuve que esquivar a la señorita Lange, 71
que estaba allí cuando llegué. Era difícil no verla con su cabello rojo teñido
y sus tetas falsas expuestas para que todos los hombres del gimnasio las
vieran. No quería todo eso en mi cara. Si me veía, sabía que nunca me
alejaría de ella. Es la primera vez que veo a alguien de la escuela en el
gimnasio. Normalmente no vengo tan temprano, así que puede ser por eso.
Mi teléfono suena cuando entro en la casa. Sonrío cuando veo el
nombre de Evan en mi pantalla.
—¡Hola, hermano! ¿Qué pasa?
—Voy de camino al trabajo. Solo quería que supieras que recibí una
llamada de uno de los otros tipos diciéndome que un hombre preguntó por
mí la noche que bailaste. Dijo que parecía un poco sospechoso. Nunca lo
había visto antes y no supo su nombre.
—Hmm... Es extraño. Probablemente fue algún marido celoso y
enojado porque su esposa me mirara bailar —digo resoplando—. Mantén
los ojos abiertos y ten cuidado con los maridos locos y acosadores.
—Eso es seguro. ¿Qué vas a hacer esta noche? ¿Vas a ver a la señorita
Dinero?
—Será mejor que cortes esa mierda ahora mismo —digo gruñendo—.
Nunca te refieras a ella como la señorita Dinero. Es mucho más, y decir eso
es un insulto para ella y para mí. —Es bueno que no esté parado frente a mí
en este momento; de lo contrario, estaría en el suelo.
—¿Qué demonios, Nash? No quise decir nada con eso. Solo hablaba
de la gran propina que te dio. Eso es todo. Sin ánimo de ofender.
Me quedo sin aliento, pasándome una mano por la cara.
—Lo siento, Evan. Es solo un tema delicado. Ella tiene problemas con
la gente, específicamente con su ex-marido, que la ha usado por dinero.
—No tenía ni idea. No volverá a suceder. Lo prometo. Entonces,
¿cuándo la conoceré?
—Pronto, espero. Sé que la amarás tanto como yo.
—Me alegro mucho por ti, hermano. Hablaré contigo más tarde.
—Adiós, Evan.
*** 72
El pub está lleno, la banda en vivo atrae a una gran multitud. No hay
una mesa vacía. Veo a Sean sentado en la barra. Cuando levanta la mirada
y me ve venir, me saluda con la mano, sosteniendo una cerveza. Recorro la
habitación, sonriendo cuando veo a la mujer más hermosa del mundo
sentada en una cabina en el fondo de la habitación, charlando con su
amiga.
Me acerco a Sean y le doy una palmada en la espalda.
—Parece que esta noche la casa está llena.
—Creo que vamos a tener que comer en el bar.
Inclino la cabeza hacia el fondo de la habitación.
—O podríamos sentarnos con mi mujer. —Dirijo la mirada hacia
Meredith, un golpe de electricidad me atraviesa.
Estrecha los ojos.
—¿Sabías que ella estaría aquí?
—Tal vez… —Sonrío.
Mira a mi lado y a la mesa, diciendo en un gruñido:
—¿Es esto algún tipo de trampa?
—No lo llamaría una trampa. Quería ver a Meredith esta noche, pero
había prometido salir con su amiga, que ha tenido una mala relación
últimamente. Pensamos que podría venir con un amigo, y unirme a ellas
para la cena. Es una situación en la que todos ganamos. Su amiga es linda.
¿Qué tienes que perder?
—No puedo creerlo, hombre —gime—. Pensé que querías salir con tu
mejor amigo, pero no. Solo soy una distracción para su amiga.
—Cuando lo pones de esa manera, suena mal.
—Es malo, imbécil.
—No te enojes, hombre. ¿Quién sabe? Ella podría ser “la indicada”
para ti. Si me hubiera negado a bailar para Evan, nunca habría conocido a
Meredith.
Mi piel empieza a cosquillear antes de oír una dulce voz, y sé
inmediatamente que Meredith está caminando detrás de mí.
—Hola, guapos. ¿Quieren acompañarnos?
Miro a Sean con una ceja levantada, luego a Meredith, atrayéndola
a mis brazos.
—Nos encantaría. 73
Meredith
T
odavía no puedo creer que esta sea mi vida ahora. El hombre más
dulce y guapo de todos entró por la puerta y es completamente
mío. Todas las mujeres lo miran, pero lo veo recorrer la multitud con
la mirada, buscándome. Cuando sus ojos azules se encuentran con los
verdes míos, puedo sentir la descarga de electricidad que parece ocurrir
entre nosotros cada vez que estamos cerca. Amy se vuelve para ver qué
estoy mirando, quedando boquiabierta.
—Jodido infierno, Meredith. Incluso es sexy cuando lleva ropa puesta.
—Sí, y es mío. Pero no temas, un amigo suyo se unirá a nosotros y, por 74
lo que puedo ver, tampoco está nada mal. —Sonrío—. Quédate aquí,
enseguida regreso.
Sé que puede sentirme detrás de él incluso antes de alcanzarlo.
—Hola, guapos. ¿Quieren acompañarnos?
Mira a su amigo levantando una ceja, luego a mí y me atrae a sus
brazos.
—Nos encantaría. —Me besa en la frente—. Por cierto, te ves hermosa.
—Tú tampoco estás nada mal.
El amigo de Nash sonríe con superioridad mientras se pone de pie.
—Sé que nunca escucharé el final de esto si no acompañamos a estas
dos hermosas mujeres.
Cuando llegamos a la mesa, los ojos de Amy se amplían ligeramente.
Sean es tan grande como Nash, o incluso más. Se pone de pie. Puedo ver el
brillo de interés en los ojos de Sean cuando la mira de arriba abajo, entonces
le tiende la mano.
—Hola, soy Sean. Parece que nuestros supuestos “amigos” han
conspirado para que cenemos juntos esta noche.
Ella se sonroja, lo que es adorable. No la había visto así en años. Le
tiembla la voz ligeramente cuando dice:
—Hola, Sean. Soy Amy, encantada de conocerte. —Se vuelve hacia
Nash y le tiende la mano—. Encantada de conocerte… con la ropa puesta.
—Ante su sonrisa de suficiencia, ella tartamudea—. Bueno, eh, quiero decir…
supongo que en realidad no te conocí, pero… Mierda, cerraré la boca.
Hablo demasiado cuando me pongo nerviosa.
Sean sonríe y Nash la atrae en un abrazo.
—Encantado de conocerte. Cualquier amigo de Meredith es mi
amigo. —Ni siquiera reconoce sus divagaciones y hace lo que mejor le sale:
que todos a su alrededor se sientan especiales.
Cuando nos sentamos, la camarera se acerca a la mesa para tomar
nuestra orden. Amy y yo pedimos otro vodka de arándanos y los chicos, otra
cerveza.
—La cena va por mi cuenta —dice Nash—. Chicas, ¿les gustaría algún
aperitivo?
—Hemos picoteado papas fritas y salsa, así que estoy bien. —Amy
sonríe.
—Yo también, pero ustedes pueden pedir igual.
—Papas fritas y salsa me parece bien. El servicio es bastante rápido
75
aquí, así que creo que sobreviviré hasta que llegue nuestra comida. —Nash
suelta una risa y se palmea los abdominales duros; Sean asiente en acuerdo.
—¿Qué puedo traerles para comer? —pregunta la camarera
demasiado alegre. Como esperaba, mira directamente a los chicos,
ignorándonos por completo a Amy y a mí.
—Nena, ¿qué quieres comer? —pregunta Nash con un brillo en sus
ojos. Podría besarlo en este momento por hacer evidente su reclamo.
Sonrío.
—Me gustaría una hamburguesa mediana con queso, completa,
además de aros de cebolla. ¿Has probado sus aros de cebolla, Nash? Son
fabulosos.
—No, pero confío en tu palabra. Quiero lo mismo que mi chica, pero
que mi hamburguesa con queso sea doble. —Me mira y menea las cejas—.
Ahora cuando te bese, ambos tendremos aliento a cebolla.
Le doy un golpe y me río.
—Eres un idiota.
Después de que Amy y Sean hacen sus pedidos, nos sentamos a
escuchar la banda. Suenan bastante bien esta noche.
Pasan unos minutos y Sean se aclara la garganta.
—Entonces, cuéntame sobre tu ex, Meredith. ¿Crees que debería
buscar algo en específico?
No esperaba que saliera eso a colación, pero supongo que ahora es
mejor que nunca.
—Bueno, ama a las mujeres, ama gastar dinero y tiene problemas de
ira. Sospecho que puede estar involucrado en drogas o en el juego ilegal.
—Eso es lo que Nash me dijo. ¿Todavía tienes alguna computadora o
teléfono que él haya utilizado y al que yo pueda acceder?
Lo pienso por un momento.
—No se llevó la computadora de escritorio de la oficina al marcharse,
así que podría haber algo útil allí. Usábamos nuestra computadora
principalmente para mi negocio de diseño gráfico. Uso mi teléfono y mi
laptop para todo lo demás. Puedes venir a casa y echar un vistazo cuando
quieras.
—Si tenemos suerte, es posible que haya dejado un rastro cibernético
y no se haya dado cuenta. Iré el lunes por la tarde, si eso está bien. Nash me
dijo que te llevará al festival mañana, así que sé que no estarás en casa.
—El lunes por la tarde sería perfecto. —Miro a Nash por el rabillo del
76
ojo—. Quizás Nash pueda venir y ayudarme a entretener a Gage mientras
estás allí. Es bastante inquisitivo y querrá entrometerse en tus cosas.
Nash sonríe.
—Sabes que no tienes que insistir demasiado para que vaya a pasar
tiempo contigo. ¿Qué te parece si voy después del trabajo?
—Suena genial. ¿A las cuatro está bien, Sean?
—Perfecto.
Golpea la mesa.
—De acuerdo, ya hablamos demasiado sobre trabajo. Siento que
estamos dejando a esta mujer hermosa fuera de la conversación y odio ser
grosero.
—No te preocupes por mí —dice Amy, sonrojándose—. No puedo
esperar a que esa víbora obtenga lo que se merece. Ha atormentado a
Meredith desde la universidad. Ojalá se hubiera dado cuenta antes y se
habría ahorrado toda la miseria.
—No puedo lamentar todo. Sin ese infierno de matrimonio, no tendría
a Gage, y no puedo imaginar mi vida sin él. Es mi mundo. Haría lo que fuera
para mantenerlo a salvo y feliz. —No puedo evitar la lágrima que cae por mi
mejilla. Mi hijo es lo único que nunca lamentaré. Abandonaría todo por ese
chico.
Nash me acaricia el muslo cariñosamente.
—Él es perfecto e increíble, como su madre. —Con su pulgar, limpia la
lágrima de mi mejilla y me atrae más cerca, susurrando—: Déjame ser quien
te ayude a mantenerlo a salvo y feliz.
Suspiro audiblemente mientras lo miro a los ojos.
—Eres asombroso. Yo también quiero eso.
Cuando la banda comienza a tocar Rumor de Lee Brice, Nash me
mira y me guiña un ojo.
—Acaba de pasar una de las maestras de la escuela, sus ojos se
salieron de sus órbitas cuando nos vio. Así que, diría que esta es una canción
perfecta para que nos levantemos y bailemos. ¿Qué dices?
Jadeo.
—Oh, no. ¿Esto te causará problemas?
—Nop. Espero que me aligere las cosas y mantenga a raya a todas las
maestras solteras. Antes del lunes por la mañana, la mitad de la escuela
sabrá que salí contigo, y no podría importarme menos. Quiero que todos 77
sepan que eres mía. Además, ¿no crees que veremos a gente conocida en
el festival de mañana?
—Creo que no había pensado mucho en eso. No me importa si a ti
tampoco. Solo me preocupa Frankie, pero solo porque no quiero que cause
problemas.
Nash me arrastra hasta la pista de baile, manteniéndome cerca y
moviéndose al compás de la música. Me mira con certeza en sus ojos.
—No hay nada que ese hombre pueda decir o hacer para alejarme
de ti. —Respira profundamente—. Si se reduce a ello, creo que puedo
manejarlo. —Sonríe. Solo espero que sea cierto.
Se siente tan bien estar acunada en los fuertes brazos de Nash. Todo
el tiempo que bailamos, susurra lo hermosa que soy, la suerte que tuvo de
que su hermano se hubiese enfermado. Entonces, ríe entre dientes y hace
un ademán con la cabeza hacia Sean y Amy, quienes parecen estar en
medio de un beso pornográfico en la pista de baile.
La canción termina. Nash coloca la mano en la parte baja de mi
espalda y me conduce hasta la mesa, nuestra cena ya está lista. Cuando
Amy y Sean se acercan, la miro con una ceja arqueada y ella sonríe
tímidamente. Estoy tan contenta de que Sean haya venido. Es justo lo que
ella necesita.
Durante la cena, todos hablamos como si nos conociéramos desde
hace años. Me encanta ver cómo Nash interactúa con sus amigos. La charla
bromista entre Nash y Sean hace que Amy y yo estallemos de risa.
—Esa fue la mejor hamburguesa que he comido en mucho tiempo —
digo mientras me recuesto en mi asiento, con la mano en el estómago—.
Siento que voy a explotar.
—Lo tomo como que no quieres postre —dice Nash.
Me lamo los labios.
—No dije que no querría postre más tarde.
—Demonios, mujer. Vas a matarme.
Sean mira a Amy y luego a mí.
—¿Les gustaría otra bebida a estas encantadoras mujeres?
—Nada para mí —respondo.
—¿Y qué hay de ti? —Se dirige a Amy, colocando una mano sobre la
suya por encima de la mesa.
—Estoy bien, gracias. ¿Puedo pedirte un favor? —Sean asiente—.
¿Podrías llevarme a casa así no seré la tercera rueda entre estos dos
tortolitos?
78
—Eso suena como un plan —responde Sean—. ¿Estás lista para irte
ahora o quieres quedarte un rato más?
—¿Podemos quedarnos y bailar algunas canciones más? Me encanta
bailar.
—Por supuesto, preciosa.
—Si no les importa, creo que Nash y yo nos iremos. Tenemos planes
que discutir para mañana.
—Planes mi trasero —murmura Amy—. Solo quieren el postre.
—Eres demasiado. No sé cómo te he aguantado todos estos años. —
Me inclino y le doy un abrazo, luego me vuelvo hacia Sean y lo abrazo por
el cuello—. Me encantó conocerte. Nos vemos el lunes.
—A mí también me encantó conocerte por fin. Nos vemos.
Nash y yo caminamos de la mano hacia la puerta. Cuando estamos
por salir, una mujer demasiado ligera de ropas se choca contra él. El
encuentro parece tan fingido cuando levanta la vista y lo ve.
—Oh, Nash. Lo siento, no te vi. Qué maravillosa sorpresa. —Me mira de
arriba abajo—. ¿Qué haces aquí?
—¿No es obvio, señorita Lange? Salí con mi novia.
Las mariposas revolotean en mi estómago cuando se refiere a mí
como tal.
Luce indignada.
—Creí que estabas soltero.
—Bueno, creíste mal. Ella es mi novia, Meredith. Meredith, ella es la
señorita Lange, una de las maestras de la escuela.
Su tono es tan falso como su sonrisa cuando dice:
—Encantada de conocerte, Meredith.
—Igualmente. —Las vibras problemáticas que emana esta mujer
hacen que me tiemblen las rodillas.
Nash le da un asentimiento.
—Que tengas una buena noche. —Coloca la mano sobre la parte
baja de mi espalda y me conduce por la puerta.
79
Nash
N
o puedo deshacerme de esta mujer. Cada vez que me volteo,
allí está. Casi me hace sentir como si me estuviera acosando. Si
esto continúa, tendré que hablar con la seña Bailey.
Cuando estamos en el Jeep, me giro hacia Meredith y suspiro.
—Lamento eso.
—No tienes que hacerlo.
—Esa es la mujer que te conté, que sigue buscando motivos para venir
a mi oficina. No puedo deshacerme de ella. Incluso estaba en el gimnasio
cuando fui esta tarde. Nunca la había visto allí antes. Afortunadamente, me
80
las arreglé para evitarla.
—Tendrás que dejar de ser tan condenadamente sexy. —Me da un
empujoncito juguetón—. Esa es la solución.
Río audiblemente.
—En verdad sabes cómo levantarle el ánimo a un hombre, cariño.
—Sabes que eres sexy. Admítelo.
Me encojo de hombros.
—Mi hermano y yo tuvimos suerte con el tema de la apariencia. Las
mujeres decían que mi padre era “de una belleza que paralizaba”, pero él
siempre nos dijo a mi hermano y a mí que no dependiéramos de nuestra
apariencia porque algún día se esfumaría. Es más importante ser amable,
responsable y confiable.
—No me digas. Mi ex es un hombre apuesto, pero es horrendo por
dentro.
—No quiero que pienses en tu ex ahora. —La beso en la punta de la
nariz—. Entonces, ¿a dónde vamos, señorita?
—Me gustaría ver dónde vives.
Gracias a Dios mi casa está limpia. Soy bastante ordenado, pero un
servicio de limpieza viene una vez al mes. Vinieron ayer, así que tengo un
punto a favor.
—Me encantaría que vinieras. Nuestras casas están a diez minutos de
distancia.
—No puedo creer que nunca te haya visto por aquí. Tengo que
admitirlo, eres difícil de olvidar.
—Bueno, me mudé a esta área hace seis meses. Antes vivía al otro
lado de la ciudad.
Varios minutos más tarde, me detengo en el estacionamiento cerrado
del condominio donde vivo e ingreso mi código para que las puertas se
abran.
—Bueno, aquí vivo. Mi humilde morada. —En realidad, es un
condominio de ciento cuarenta metros cuadrados sobre la playa. Fue un
remate, así que no podía desaprovechar la oferta.
—Es hermoso, Nash —dice—. Si no hubiera heredado mi casa, es justo
lo que elegiría. Demonios, está sobre la playa. ¿Qué más podrías pedir?
Decido confesarme. ¿Por qué escondería lo que siento?
—Después de conocerte, hay mucho más que quiero pedir.
81
—¿Cómo qué?
—Para comenzar, esto es solo una vivienda. Quiero construir un hogar.
Un hogar con una mujer que capture mi corazón.
—Espero que la encuentres algún día —susurra y baja la mirada a sus
manos.
Coloco un dedo bajo su barbilla y le levanto la cabeza para que me
mire.
—Cariño, ya encontré a esa mujer. Solo espero que ella sienta lo
mismo.
—Así es, Nash. Siento tanto. Es solo que… estoy asustada. Todo esto
está pasando tan rápido. Además, tengo que pensar en Gage. ¿Qué
ocurriría si a él le gusta pasar tiempo contigo, como a mí, y lo nuestro no
funciona? ¿Entonces qué? Se le romperá el corazón.
—Cariño, eso no ocurrirá. Yo también estoy asustado. Jamás me sentí
así por otra mujer. Tú eres la que tiene el poder de romperme.
Justo cuando comienzo a acercarme para besarla, un auto aparece
rápidamente detrás nuestro, con las luces brillantes encendidas y tocando
la bocina. Casi choca contra mi auto antes de pegar la vuelta y salir del
estacionamiento, las ruedas chirriando.
—¡¿Qué demonios fue eso?! —grita Meredith, el terror notorio en su
voz.
—No tengo idea, pero estoy enfadado. Ese idiota casi nos atropella.
Salió de la nada. ¿Cómo hizo para entrar? —Echo un vistazo para ver que la
puerta todavía está abierta. Denunciaré eso a primera hora de la mañana.
—¿Por qué alguien haría eso? Estamos estacionados, por el amor de
Cristo. No es como si estuviéramos interrumpiendo el tránsito. —Está
temblando visiblemente—. Podría habernos lastimado o matado.
—Es viernes por la noche. Quizás esté borracho o drogado. Quizás
creyó que éramos alguien más y luego se dio cuenta que no era así. —La
abrazo—. Te tengo, cariño. Vamos, entremos.
Salgo del Jeep y me apresuro para ayudarla a salir. Todavía está
temblando, pero insiste en que se encuentra bien. La mantengo cerca
mientras nos dirigimos a mi unidad, que está cerca de donde había
estacionado.
Una vez dentro, la llevo hasta el sofá y le doy un beso en la frente
—¿Qué puedo traerte para beber? Tengo vino, cerveza, whiskey…
—Después de lo que pasó, definitivamente necesito whiskey. ¿Tienes
82
Coca-Cola dietética?
—Tengo Coca-Cola Zero, ¿está bien?
—Perfecto. Hazlo fuerte. —Sonríe.
Gracias a Dios que está sonriendo. Temía que nuestra noche estuviera
arruinada. Mezclo un whiskey con Coca-Cola para cada uno y los llevo al
sofá.
—Aquí tienes, hermosa. Espero que esto te tranquilice.
—Gracias. Estoy segura que lo hará. —Toma un sorbo largo y lento,
relajándose visiblemente.
Sentado a su lado en el sofá, me siento como en casa. Cuando apoya
la cabeza sobre mi hombro, la envuelvo con mis brazos.
Después de varios minutos, alza la vista y sonríe con picardía.
—¿Estás listo para el postre?
Eso me llama la atención.
—Nena, cuando se trata de ti, jamás rechazaría el postre. —La levanto
en brazos y la cargo sobre mi hombro, haciéndola chillar mientras la llevo
hasta la habitación.
La bajo suavemente y dejo que asimile el entorno.
—Vaya, tu habitación es preciosa, Nash.
—Gracias. Mi mamá me ayudó a escoger todo. No quería que luciera
como una casa de soltero. Quería que se viera como un hogar.
—Bueno, hicieron un trabajo fantástico. Me encanta el contraste que
hace el color caqui con los tonos azul marino y rojo y los muebles de madera
en color cereza. Me dan ganas de arrojarme sobre todas esas almohadas
de la cama.
Dejo escapar un suspiro.
—Tengo que confesarte algo. Suelen estar apiladas en el rincón
porque siempre salgo a las apuradas. ¿Quién tiene tiempo para hacer la
cama todos los días?
—¿Hiciste la cama esperando que la viera esta noche? —Sonríe, sus
ojos brillantes.
Le tomo las manos.
—Me declaro culpable. Esperaba que vinieras aquí en algún
momento y no quería que pensaras que soy un vagabundo.
—Casi me hace sentir mal por lo que haré. 83
Meredith se da la vuelta e inmediatamente salta en medio de la
monstruosidad de tamaño King, se quita los zapatos, arroja las almohadas y
se desploma sobre su espalda. Dándome una mirada tímida, me llama con
el dedo índice.
Sonriendo, me quito los zapatos y salto a su lado en la cama. Se sube
a horcajadas sobre mí, besándome con desenfreno y se aparta, sin aliento.
—Hazme el amor, Nash.
Mi corazón palpita ante el pensamiento de hacerle el amor. Me estiro
hacia la mesa de luz y saco un caja cerrada de condones, dejándola cerca.
—Eres tan hermosa. Eres mi sueño hecho realidad.
Lentamente, deslizo las manos por su costado, quitándole la camisa
por la cabeza y exponiendo su delicado sujetador de raso rosado, que se
abrocha en la parte delantera. Gracias a Dios por los pequeños milagros. Le
doy la vuelta y me siento a horcajadas suyo, besándola detrás de la oreja y
trazando un sendero por su mandíbula hasta sus labios deliciosos. Bajo por
su cuello hasta su pecho, desabrochando su sujetador y exponiendo sus
maravillosos pechos y sus pezones erectos. Los lamo y succiono,
mordiéndolos suavemente, hasta que se retuerce debajo de mí.
Cuando desciendo por su estómago hasta sus vaqueros de tiro bajo,
ella levanta su trasero de la cama para que pueda quitárselos con mayor
facilidad, mi boca comienza secarse cuando veo que usa una tanga de
encaje rosado.
Levanto la vista.
—Espero que estas bragas no sean tus favoritas. —Cuando niega con
la cabeza, las tomo entre los dientes y, desesperado, las quito por sus
piernas. Deja escapar el suspiro más sexy que oí en mi vida.
—Te necesito, Nash.
—Primero, te probaré. —Sus piernas caen abiertas, rogándome. Niego
con la cabeza—. No, quiero que te sientes en mi cara. —Me quito la camisa
y los vaqueros y los arrojo al piso. Ahora estoy completamente desnudo,
porque esta noche fui sin ropa interior.
Meredith me mira de arriba abajo, lamiéndose los labios, y
rápidamente se pone de rodillas. Me recuesto boca arriba, esperando que
se siente a horcajadas sobre mi boca.
—Levántate y agárrate del cabecero, cariño. Necesitarás el apoyo
antes de que acabe contigo.
Huele a cielo y se ve como pecado cuando se deja caer sobre mí.
Succiono su botón con voracidad y deslizo un dedo en su interior, 84
encontrando su punto G y follándola. La devoro con mordiscos y lamidas,
haciéndola retorcerse sobre mí. Sus gemidos suaves me vuelven loco.
Pellizco su clítoris. Grita mi nombre y explota alrededor de mi lengua.
A decir verdad, no falta mucho para que yo explote también. La
recuesto sobre su espalda y la beso, dejándole saborearse en mi lengua.
Tengo la polla dura y duele. Me estiro y abro la caja de condones, saco uno
y lo abro con los dientes. Luego, lo ruedo sobre mi pene palpitante.
—¿Estás lista para mí, nena?
—Sí, por favor. Necesito sentirte dentro de mí.
Guío mi polla hacia su coño anhelante, dejando escapar un gemido.
Se siente magnífico. Está caliente, apretada y húmeda, casi como si
estuviese hecha para mí. La penetro, centímetro tras centímetro, hasta que
me entierro profundamente. Espero y dejo que su cuerpo se ajuste a mi gran
tamaño. Toma todo mi autocontrol. Meredith comienza a mover las
caderas, lo que implica toda la invitación que necesito para empezar a
moverme lentamente.
—Oh, nena, te sientes tan bien. No sé cuánto tiempo podré durar.
—Más rápido, Nash. Oh, Dios… me voy a correr de nuevo.
Es tan receptiva conmigo. Levanto su trasero de la cama, apretando
sus nalgas copiosas, posicionándola para la penetración máxima. Cuando
escucho que sus respiraciones aumentan y comienza a temblar, arremeto
contra ella.
—Vente para mí, Meredith —digo, y ambos comenzamos a
desarmarnos, las paredes de su núcleo exprimiendo todo mi semen.
—Es… eso fue lo más asombroso que he experimentado —dice
jadeante, con lágrimas en los ojos—. No sabía que el sexo podía sentirse así.
—Cariño, eso es porque fue más que solo sexo. Nunca había
conectado con alguien a este nivel. Estoy tan embelesado por ti.
Estiro el brazo y limpio las lágrimas de su rostro antes de besarla
suavemente y levantarme de la cama para desechar el condón en el baño.
Enciendo el agua del Jacuzzi cuando escucho que entra al baño. Echo un
vistazo sobre mi hombro y sonrío.
—Lo siento, no tengo baño de burbujas ni ninguna de esas fragancias
que usan las mujeres. Lo solucionaré la próxima vez que vaya de compras.
Después de comprobar la temperatura del agua y encender los
chorros, ambos nos metemos en la bañera. Meredith se coloca entre mis
piernas, descansando su espalda contra mi pecho. Podría sentarme aquí
por horas, sosteniéndola. 85
Luego de asegurarme de que cada centímetro de su cuerpo está
limpio, al igual que el mío, salimos de la bañera. La envuelvo con una toalla
blanca esponjosa y la atraigo a mis brazos.
—Quédate esta noche. Por favor, no estoy listo para dejarte ir.
Se aparta con el ceño fruncido.
—Quiero hacerlo, Nash, más que nada, pero mi madre traerá a Gage
mañana a las nueve de la mañana. No quiero hacerte levantar temprano
para llevarme a casa.
—No es temprano. Dormiré como un bebé contigo a mi lado.
Podemos levantarnos temprano y desayunar en la playa. Entonces te llevaré
a casa y volveré unas horas más tarde para recogerlos a ambos. ¿Todavía
debo sorprender a Gage o ya soltaste la lengua?
—No, quería que fuera una sorpresa. Además, sabía que estaría
demasiado emocionado como para dormirse. Lo juro. Eres lo único de lo
que habla.
—No sabes lo feliz que me hace eso. Creo que es un niño
absolutamente especial. Déjame darte una camiseta y podemos volver a la
cama y acurrucarnos.
Ríe por lo bajo.
—¿Acurrucarnos? Eres tan adorable.
Jadeo, fingiendo estar herido.
—¿Debería sentirme humillado porque me hayas dicho adorable?
—Nunca. Creo que es un rasgo maravilloso, especialmente en un
novio. Eso es lo que eres, ¿verdad? ¿Mi novio?
—Dado que no objetaste en el pub cuando te presenté como mi
novia, esperaba que sintieras lo mismo.
—Oh, definitivamente lo siento.
Agarro una camiseta del vestidor y se la entrego a Meredith. Ambos
nos metemos en la cama, pero no dormimos mucho. Los abrazos
rápidamente llevaron a mi polla a enterrarse entre sus nalgas, lo que
condujo a tomarla desde atrás, su glorioso trasero en el aire, su grueso
cabello rubio rogándome para que enredara mis manos en él.
En algún momento después de las dos de la mañana, completamente
agotados, nos quedamos dormidos.
86
***
Mi alarma suena a las siete y media. La apago rápidamente para que
no despierte a Meredith. Se ve hermosa con el cabello desparramado por
la almohada, su cuerpo sexy cubierto por mi camiseta. Apago mis
pensamientos, sabiendo que, si no lo hago, nunca podré preparar el
desayuno y llevarla a su casa antes de que llegue Gage.
Salgo de la cama lentamente para no despertarla, me pongo unos
calzoncillos bóxer y salgo de la habitación en silencio.
Veinte minutos más tarde, ella entra en la cocina, sonriendo.
—Eso huele fantástico. ¿Por qué no me despertaste? Podría haberte
ayudado a cocinar.
—Dormías tan pacíficamente y, además, eres mi invitada. Quería
cocinar para ti. Espero que te gusten los huevos revueltos con queso y
tocino.
—¿Un hombre que cocina? Soy una mujer feliz.
—Eso es lo que quiero oír. Comeremos en el patio para que podamos
observar los delfines. Suelen estar muy activos a esta hora de la mañana.
Se pone en puntas de pie y me besa.
—Gracias. Esta es la manera perfecta de comenzar mi día. Bueno, casi
perfecta. Se me ocurre otra forma de despertar que podría ser mejor.
—¡Mujer, eres insaciable! —Río, poniendo la comida en su plato.
—¿Me querrías de alguna otra forma?
—Te querré de cualquier forma que pueda tenerte pero, ahora, come
tu desayuno antes de que se enfríe.
Meredith hace un mohín exagerado mientras se lleva el tenedor a la
boca.
—Mmm… estos son mejores que el sexo.
Riendo, recojo un poco de tocino y se lo arrojo, luego la conduzco
afuera.
Después de desayunar, tenemos menos de treinta minutos antes de
que Gage llegue a casa. Su madre llamó para decir que estaban en Chick-
Fil-A y llegarían a casa en aproximadamente treinta minutos. Eso nos da
mucho tiempo.
Freno en su entrada y estaciono el Jeep. Ella me toma de la mano.
—Gracias de nuevo por una noche maravillosa, Nash. Me divertí
87
mucho. En verdad me agradó Sean. Espero que él y Amy se lleven bien.
Estoy segura de que tarde o temprano lo sabré.
—Estoy seguro que ambos lo sabremos. Sean parecía bastante
atraído por Amy.
Salgo del Jeep y corro hasta el otro lado para ayudarla a salir. Cuando
caminamos hasta la entrada, veo un papel enganchado en la manija de la
puerta. Con el ceño fruncido, Meredith lo toma y lo abre. Su rostro palidece.
—¿Qué ocurre, Meredith? —Mi corazón comienza a golpetear contra
mi pecho.
Me entrega el papel mientras las lágrimas caen por sus mejillas.
¿Dónde demonios estás? ¿Estás follando por ahí? Te lo dije, nunca te
dejaré ser feliz. Me las pagarás… en más de una forma.
Me enfurezco y arrugo el papel en mi mano.
—Mataré a ese hijo de puta.
—Por favor, aléjate de él. No sé de lo que es capaz.
—No le tengo miedo a ese pedazo de mierda. Un hombre de verdad
no amenaza a una mujer. Sean encontrará algo sobre él y, cuando lo haga,
se las verá conmigo.
—Prométeme que dejarás que Sean se encargue de ello. No te quiero
alrededor de esta mierda de Frankie.
—No puedo prometerte eso. Si él se atreve a respirar en tu dirección,
en verdad las pagará. Ha llevado esto demasiado lejos.
—El ego de Frankie aumenta cada vez que acosa a alguien, cada
vez que pisotea a las personas. Solo lo ignoro. Mi mayor miedo ahora es que
descubra quién eres y haga algo para poner en peligro tu trabajo.
—Déjame que yo me ocupe de eso. Ahora, todo lo que me importa
eres tú.
—En cuanto arroje esta nota a la basura y Gage entre por esta puerta,
estaré bien.
—No creo que debas deshacerte de la nota. Guárdala y puedes
usarla como una prueba en su compra. Ningún juez en su sano juicio
desestimaría que te esté amenazando.
88
Meredith
—¡O
h, Dios mío! Sabía que Frankie estaba loco, ¿pero
ahora me acecha? Creo que cada día que pasa se
vuelve más inestable. Estoy tan contenta de que Nash
esté aquí para darme fuerzas, pero odio el hecho de que se involucre aún
más en esta locura que es mi vida. No quiero que nada lo hiera ni amenace
su trabajo. ¿Por qué, una vez que encuentro a una persona que me quiere
por lo que soy, alguien se las arregla para quitármelo?
Nash comprueba la casa para asegurarse de que Frankie no esté allí.
—No hay nadie. Creo que, si hubiera podido entrar, no hubiera dejado 89
la nota en la puerta. Pero no es un hombre muy brillante.
—Eso es cierto. Me hubiera gustado haberme dado cuenta antes,
como unos ocho años. ¿Por qué tú y yo no nos conocimos hace ocho años?
—Cariño, no era nuestro momento. Pero espero que puedas ver cómo
un hombre de verdad trata a una mujer. Te lo prometo, haré todo lo que
pueda para no decepcionarte. Será mejor que me vaya antes de que tu
pequeño manojo rubio de energía nos atropelle.
Ríe.
—Diste en el clavo con eso. Definitivamente es un manojo de energía.
Nash, sé que nunca me decepcionarás. Espero hacer lo mismo por ti. Ahora,
bésame y sal de aquí.
Obedece alegremente y nos dirigimos hacia la puerta. Me apoyo
sobre el marco y lo observo subirse al Jeep. Demonios, ¡ese hombre sí que es
sexy! Río mientras cierro la puerta de entrada.
Nash tuvo que haber cruzado a mi madre y a Gage en la calle
porque, en cuanto se marcha, Gage entra corriendo a la casa.
—Mami, te trajimos bocaditos de pollo. Sé que son tus favoritos.
—Oh, gracias, cariño. Eres tan dulce. —Todavía estoy satisfecha por el
desayuno, pero Gage no necesita saberlo. Comeré un par y guardaré el
resto en el refrigerador—. Están deliciosas, gracias. Despídete de tu abuela,
sube y guarda tu mochila. Tengo una sorpresa para ti.
Con el rostro iluminado, sale corriendo de la cocina y sube volando
por las escaleras.
Mamá arquea las cejas inquisitivamente.
—¿Una sorpresa? ¿Qué está pasando?
—Ya sabes, conocí a este hombre increíble. Bueno, increíble no es
suficiente para describirlo. Creo… creo que me he enamorado de él.
Frunce el ceño.
—Meredith, es muy pronto.
—Mamá, sabes lo que he vivido en los últimos ocho años. He visto y
experimentado lo peor. Ahora creo que es momento de experimentar lo
mejor. No puedo comenzar a describir lo maravilloso que es Nash. Es todo lo
que siempre he soñado en un hombre. Sé que siente lo mismo por mí, y por
Gage. Se conectaron de inmediato.
—Oh, no tengo dudas de ello. —Sonríe—. Gage solo habla de Nash. Sí
que le causó una buena impresión a nuestro pequeño. Me dijo que quiere
que Nash sea su padre. Diré esto solo una vez y luego me callaré. Debes ser
cuidadosa. Recuerda, no es solo tu corazón el que está en riesgo.
90
—Lo sé, mamá. De hecho, me preocupa que Frankie haga algo para
destruirnos. Ha dejado muy en claro que no me quiere a mí ni a Gage, pero
tampoco quiere que nadie más nos tenga.
Esa nota que dejó en mi puerta es la prueba de ello. Solo puedo
sentarme y esperar a que, algún día, pague por todo lo que ha hecho.
—Entonces, ¿cuál es la sorpresa para Gage?
Sonrío.
—Nash vendrá y nos llevará al Festival del Fin del Verano. Quiere pasar
el día con nosotros. Después, probablemente debamos sentarnos y hablar
con él sobre cómo tratar a Nash en la escuela. Querrá ser su amigo, y me
temo que sus compañeros no se lo tomarán muy bien.
—A Gage le encantará la sorpresa. No sé cómo supo del festival pero,
esta mañana, me dijo que le gustaría ir. Creo que estaba insinuando que
quería que lo llevara.
Río por lo bajo.
—Ese es mi niño. Tan sutil como un borracho. Al menos siempre sabes
lo que piensa.
Mi madre ríe.
—Claro que sí. De acuerdo, me iré, cariño. Cuéntame si a Gage le
gusta la sorpresa. Cuando tengas tiempo para hablar, llámame para
contarme todo sobre tu nueva relación.
Cuando mi madre está por salir por la puerta, Gage baja corriendo las
escaleras.
—Abuela, no puedes irte sin darme un beso de despedida. Además,
tienes que llevarte un beso mío para abu. Bésalo y abrázalo por mí en cuanto
regrese de su gran pesca.
Mi madre le da un fuerte beso y abrazo a Gage, prometiéndole que
los compartirá con abu.
En cuanto la puerta se cierra, Gage comienza a dar brincos.
—¿Cuál es mi sorpresa? ¿Cuál es mi sorpresa?
Solo puedo reír.
—Para el carro, hombrecito. Tu sorpresa llegará en cualquier
momento.
—Ohh, mamá. Sabes que tengo poca paciencia.
—Sí, sé que eres muy impaciente, pero tendrás que enfriar los motores.
—No tengo motores, tonta.
91
—Escucha, ¿por qué no subes y te pones unos zapatos deportivos en
lugar de esas sandalias? Caminarás bastante hoy como parte de tu
sorpresa.
Frunce el ceño y arruga la nariz.
—¿Qué? Caminar no es una sorpresa.
—Solo haz lo que digo. Lo entenderás más tarde.
Echo un vistazo a la ropa que llevo de anoche. Sigo a Gage por las
escaleras y me cambio por unos pantalones cortos y una camiseta con
correas finas. Probablemente debería escuchar mi propio consejo y usar
zapatos deportivos, pero opto por unas lindas sandalias. Me pongo un poco
de crema humectante, polvo, máscara para pestañas y brillo labial. Luego,
trenzo mi largo cabello.
Una vez lista, bajo las escaleras y agarro mi mochila. Comienzo a
guardar algunos refrigerios y protector solar cuando suena el timbre.
—Yo respondo —grita Gage, y corre hasta la puerta.
—Pregunta quién es.
Es demasiado temprano para que sea Nash. Solo espero que no sea
Frankie.
Gage chilla.
—Es el señor Brooks, mami. Es el señor Brooks. ¿Puedo abrir la puerta,
por favor? —Espera que asienta antes de abrirla.
Nash ríe y dice:
—¡Sorpresa! ¿Quién quiere ir al Festival del Final del Verano?
El rostro de Gage parece como si fuera a partirse por la mitad con su
enorme sonrisa.
—¡Yooooo! —chilla—. ¡Mami! Mamá, ¿oíste? El señor Brooks nos llevará
al festival. Quiero palomitas de maíz, un perro caliente, churros y un helado.
Por favor, ¿puedo?
Nash le acaricia el cabello.
—Si comes todo eso, te sentirás mal y no podrás subirte a ninguno de
los juegos.
—Oh… bueno, puedo dividirlos y comer algunos ahora y otros después
de los juegos. —Se frota las manos, como si eso resolviera el problema.
Nash me mira, casi como pidiéndome permiso para acercarse. Lo
tomo de la mano y lo atraigo hacia mí, luego lo beso ligeramente en los
labios. 92
—¿Qué haces aquí tan temprano? Creí que vendrías a las once.
A mis espaldas, escucho.
—Ooh, mamá besó al vicedirector. —Estalla en risitas.
Nash le sonríe a Gage sobre mi hombro y acaricia un lado de mi rostro.
—No podía alejarme. Espero que esté bien que haya llegado
temprano.
Coloco mi mano sobre la suya.
—Está más que bien.
Me vuelvo para enfrentar a Gage, quien sonríe como un gato que se
comió un canario.
—Sí, cariño. Mamá besó al señor Brooks, él es mi novio. ¿Te parece
bien?
—¡Sí! —grita Gage y comienza a dar brincos con el puño en el aire—.
¡El señor Brooks será mi nuevo papi!
—Espera un momento, cariño. —Gage deja de saltar—. El señor Brooks
solo es el novio de mamá. Debemos estar casados para que él sea tu
padrastro.
—Entonces cásense, pero no quiero que sea mi padrastro. Solo quiero
que sea mi papá.
Nash se arrodilla frente a Gage.
—Me gusta muchísimo tu madre, y tú también me gustas muchísimo.
Cuando llegue el momento, nada me hará más feliz que me llames papá,
pero, ahora, ¿por qué no me dices Nash cuando salimos a pasear y me
llamas señor Brooks cuando estemos en la escuela? ¿Te parece bien?
—¿Por qué no puedo decirte Nash en todos lados?
—Cariño, debes llamarlo señor Brooks en la escuela, al igual que los
otros niños. No puede tratarte diferente mientras estés allí pero, cuando
termine el día escolar, puedes ser su niño especial. ¿De acuerdo?
—De acuerdo, mami. ¡Eso es genial! No puedo esperar a contarle a
mis amigos.
—Cariño, no alardees frente a tus amigos. No me importa si ellos nos
ven, pero no es agradable alardear que tú eres quien puede jugar con el
señor Brooks todo el tiempo. Y probablemente sería mejor si no le cuentas
nada a tu papá sobre Nash. Eso solo lo hará enojar. Tienes que dejar que
mami hable con él.
Su rostro decae. 93
—Sí, mami. Le tengo miedo a papá. No quiero hacerlo enojar.
Mi instinto protector cobra vida.
—¿Qué quieres decir con que le tienes miedo a papá?
—Siempre está gritando y diciendo cosas malvadas. Lo escuché
gritarle a un hombre, y luego lo golpeó una y otra vez. Había mucha sangre.
—Se estremece, como si estuviera reviviendo la escena—. Tenía tanto
miedo. Otro hombre vino y se lo llevó a las rastras. Me quedé quieto en el
rincón hasta que papá se fue a la oficina y luego corrí a mi habitación y me
escondí bajo las mantas.
Sorprendidos, Nash y yo nos miramos y luego vuelvo la atención a
Gage.
—¡Oh, Dios mío, Gage! ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Tu papá alguna
vez te golpeó?
—Pasó la noche que me enfermé. Por eso vomité en la cama. Tenía
mucho miedo de levantarme. —Frunce el ceño, como si estuviera
pensando, y niega con la cabeza—. Papá nunca me pegó, pero levantó el
puño como si fuera a hacerlo. Por lo general me empuja y me dice cosas
malvadas.
El rostro de Nash está rojo de furia y tiene los puños apretados. Sé que
está sintiendo lo mismo que yo. Está completamente furioso. ¿Cómo es que
Frankie pudo hacer algo tan violento cuando Gage estaba en la casa? ¿Y
si mató a ese hombre?
Trago, intentando contener mi enojo.
—Cariño, ¿puedes ir a tu habitación y ver televisión mientras termino
de alistarme? Iré a buscarte cuando sea hora de irnos. —Asiente y sube
corriendo a su cuarto.
Miro hacia atrás para encontrar a Nash tecleando rápidamente en su
teléfono. Probablemente le esté contando las últimas novedades a Sean.
Cuando levanta la vista y me ve mirándolo, hace un gesto para que me
acerque y me envuelve en un enorme abrazo. Nash tiene un efecto tan
calmante en mí. Se guarda el teléfono en el bolsillo y me toma de la mano,
llevándome a la sala.
Se sienta en el sofá y me acomoda en su regazo.
—Sé que esto será difícil, pero quiero que dejes de pensar en Frankie.
No hay nada que podamos hacer para cambiar el pasado, pero me
aseguraré de que podamos cambiar el futuro. Sean acaba de decirme que
hay rumores de que Frankie está manejando una red de narcotráfico. Es
muy probable que el altercado en la casa se haya tratado de eso. Debemos
ver si Gage puede darnos más información, pero esperemos otro momento.
94
Quiero que este día se trate de nosotros y lo arruinaremos si seguimos
hablando de Frankie.
Dejo escapar un suspiro.
—Tienes razón. Mi ánimo se ha estropeado con solo pensar en él. Odio
que mi bebé haya estado expuesto a ese monstruo. —Lucho para evitar que
las lágrimas caigan, pero no lo consigo.
Nash me atrae a sus fuertes y amorosos brazos.
—Todo saldrá bien. Lo prometo. Me aseguraré de que no los lastime ni
a ti ni a Gage. Sean es el mejor investigador privado que existe. Nos ayudará
a encarcelarlo por mucho tiempo.
—Lo sé. Es que todo esto es tan difícil. Siento que le estoy fallando a
mi hijo. No debería tener que protegerlo de su propio padre.
Nash me besa profundamente, haciéndome olvidar de mis
preocupaciones, aunque sea por un segundo. Se aparta y limpia las
lágrimas de mi rostro.
—Vamos. Divirtámonos un poco. Alistaré a Gage. Límpiate el rostro así
no nota tu malestar.
—En verdad eres el mejor. —Nos levantamos y me pongo en puntas
de pie para darle un rápido beso en la mejilla. Me da un golpe en las nalgas
mientras me alejo y ríe cuando sube las escaleras.
Sonriendo, reúno todo lo que necesitaré y lo llevo a la puerta de
entrada.
Alzo la vista para ver a Gage a caballito de Nash mientras bajan las
escaleras.
—¡Mira, mami! Estoy montando al señor Brooks… quiero decir, a Nash,
como un toro.
—Claro que sí. Será mejor que tengas cuidado o ese toro te derribará.
—Río. No puedo evitar el deseo de ser yo quien “monte” a Nash.
Nash bufa y patea el suelo con su pie, como si estuviera a punto de
correr. Gage ríe. Saco mi teléfono y tomo una foto porque estos dos no
podrían ser más tiernos. Así debería ser el vínculo entre un padre y un hijo.
Los ojos de Gage se amplían cuando salimos y ve el Jeep de Nash.
—¡Es el auto más genial del mundo! Las ruedas son más grandes que
yo, y eso que soy un chico grande. Mi mami lo dijo.
—Tengo que agarrar el asiento para niños de mi auto.
—Ooh, mamá. ¿Tengo que sentarme en un asiento para niños? 95
—Sabes que sí, Gage. Eres grande, pero no lo suficiente para ir seguro
sin tu asiento para niños.
Nash me ayuda a ponerlo en el Jeep y alza a Gage.
—Mira. —Señala el techo corredizo—. Si te sientas allí, estarás más alto
y podrás ver mejor al techo corredizo.
—¡Eso es genial! ¿Puedo levantar la mano y sacarla por allí?
—Sí, amigo, pero solo cuando el auto no esté en movimiento. ¿De
acuerdo?
—De acuerdo —dice Gage, asintiendo.
El viaje hasta el festival es divertido. Con las ventanillas bajas, todos
cantamos Bohemian Rhapsody de Queen a todo pulmón. Gage grita,
inventando palabras mientras canta. Me encanta que a Nash le guste la
música variada, como a mí.
En un abrir y cerrar de ojos, ingresamos al estacionamiento del centro.
El festival está concurrido, pero hay espacio para moverse. Gage salta en su
asiento cuando ve el camión de churros.
—¡Churros! ¡Churros! ¡Churros!
Nash lo ayuda a salir y le hace cosquillas, haciéndolo reír.
—No quieres un churro, ¿verdad, Gage?
—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Por favor, mamá.
—Sí, si prometes quedarte cerca de nosotros y no salir corriendo. Hay
mucha gente aquí. Podrías perderte.
Cuando nos ponemos en la fila, esperando hacer nuestro pedido,
escucho una voz familiar a nuestras espaldas.
—Bueno, ¿no es esa una linda imagen?
Nash y yo nos volteamos para ver a la maestra que estaba en el pub
la otra noche. Antes de poder decir algo, Gage comienza a hablar con ella.
—Soy un chico grande. Mi nombre es Gage. —Se da la vuelta y nos
señala—. Ella es mi mamá y mi Nash. El novio de mi mamá, pero espero que
sea mi papi pronto.
Ella prácticamente hace una mueca cuando nos observa.
—Oh, ¿en serio? ¿No tienes papá?
—Señorita Lange, creo que eso no es de su incumbencia —dice Nash,
con voz irritada.
Gage parece no oírlo.
96
—Sí tengo, pero él es malo y no le agrado.
Agarro a Gage de la mano y lo atraigo hacia mí, volteándolo hacia
el camión de comidas para evitar que siga hablando con esa mujer. Él se
emociona cuando ve los churros y lo grandes que son.
—Mira, mamá. Puedes ponerles chocolate y chispas. ¿Puedo hacerlo,
por favor? —Hace un puchero, ¿y cómo puedo decirle que no?
Nash
E
stoy completamente furioso. ¿Cómo se atreve a hacer una
pregunta tan inapropiada? Mientras Meredith distrae a Gage
con lo que va a ordenar, cruzo los brazos y la fulmino con la
mirada.
—Señorita Lange, realmente no aprecio su actitud y su tono
prejuicioso. Gage es un niño de cinco años a quien no tiene por qué
preguntarle eso. Él comenzará la escuela en una semana, y no quiero que
le haga preguntas personales que no le conciernen. Mi novia y su hijo están
fuera de sus límites. ¿Se entiende? Si debo hacerlo, hablaré con la señora
Bailey sobre esto. 97
Me fulmina con la mirada.
—Yo tendría cuidado a quién está amenazando, Señor Brooks. Puede
que no le guste el resultado. —Se da la vuelta, echa la cabeza hacia atrás
y se aleja.
¡Qué mierda! ¿Esa perra me amenazó? Algo no está bien con esa
mujer. Voy a tener que vigilarla de cerca.
Meredith y Gage se acercan, cada uno con un enorme churro en sus
manos. El de Gage está cubierto de chocolate y chispas, y el de Meredith
solo tiene azúcar en polvo en la parte superior. Gage tiene una gran
cantidad de chocolate en la punta de la nariz, donde debe haberse
inclinado para olerlo.
Me acerco y le quito el chocolate de la nariz, lamiéndome el dedo.
Mmm. Gracias por compartir. Espero que no lo hayas guardado para
más tarde.
Sonríe.
—Eres un tontito. ¿Te gusta el chocolate?
—¡El chocolate es lo mejor! ¿Me vas a compartir el tuyo?
Se muerde el labio inferior en contemplación, mirando su churro, luego
dice:
—Mamá dice que compartirás con ella, pero puedes tomar un poco
del mío. Pero no demasiado.
—Está bien, amigo. Solo estoy jugando contigo. Pero si comes todo
eso, es probable que te enfermes.
Su expresión decae.
—No me quiero volver a enfermar. Eso no fue divertido. Solo comeré
un poco. ¿Podemos tomar un poco de limonada? Tengo sed ahora.
Meredith saca una botella de agua de su bolso y se la da a Gage.
—Necesitas beber un poco de agua. Hace calor aquí afuera. Tal vez
tengamos algo de limonada más tarde.
Encontramos un banco para sentarnos y comer. Dios, esta mujer es
sexy, incluso con su cabello en una trenza y el mínimo maquillaje. Es hermosa,
la fantasía de todo hombre, y ni siquiera lo sabe. Cuando comienza a lamer
el azúcar en polvo de sus dedos, todo lo que puedo pensar es en lo increíble
que se sintió cuando envolvió esos mismos labios alrededor de mi pene.
Gracias a Dios por los pantalones deportivos, pero si me paro, todos sabrán
lo que tengo en mente. Lo último que necesito es que Gage me vea en este 98
estado.
Después de unos minutos, con mi libido finalmente bajo control,
caminamos, mirando a todos los vendedores. Gage es un buen chico. No
hace berrinches por todo lo que ve, a diferencia de algunos niños aquí.
Camina hacia la cabina con las pistolas de goma, pistolas sopladoras de
malvavisco y resorteras con globos de agua. El vendedor se encuentra
sentado fuera de la vista, soplando malvaviscos a las personas que pasan.
Cuando Gage es golpeado en la cara con uno, piensa que es lo mejor que
hay. Entonces, por supuesto, compro dos armas. Una para él, otra para mí.
No puedo dejar que sea el único que se divierta. Nos dirigimos a las
atracciones, que parecen el sueño de cualquier niño pequeño. Le compro
una pulsera para que pueda viajar tantas veces como quiera.
Nash, no necesitas comprarle todo. Traje dinero para conseguirle
todas las cosas que quiere.
—Sé que no necesito hacerlo, pero quiero hacerlo. Quiero tratar de
cuidarlo por ti para variar.
Sonríe suavemente.
—Gracias. Realmente eres el mejor hombre de todos los tiempos. —
Me da un beso rápido en los labios.
Gage chilla cuando ve el gran tobogán ubicado detrás de la taquilla.
—Mamá, por favor, ¿puedo subirme a eso? Soy lo suficientemente
grande ¿Ves? —Se para al lado de la vara que indica qué tan altos deben
ser los participantes.
Asiente.
—Que te diviertas. Nash y yo estaremos sentados aquí, en este banco,
observando.
Esto nos gana a mí y a Meredith un beso en la mejilla justo antes de
que salte para alejarse.
Después de varios minutos de mirarlo, me río.
—¿Cuántas veces bajará esa cosa? Uno pensaría que le dolería el
trasero después de pasar por todos esos golpes.
—Podría bajar por ese tobogán durante horas.
Me gusta tener tiempo para sentarme y hablar.
—¿Gage irá a casa de su padre el miércoles?
—No, gracias a Dios. Tiene un “viaje de negocios” y estará fuera de la
ciudad toda la semana. Gage está tan feliz que no tiene que ir.
99
—¿Qué han planeado para la última semana antes de que comience
la escuela?
—Creo que solo pasaremos el rato en la piscina, tal vez bajemos a la
playa y construyamos castillos de arena. Probablemente intentaremos ver la
última película de dos dólares el martes en el teatro. Creo que se está
reproduciendo la película Pingüinos. Aparte de eso, no tenemos nada
planeado. ¿Qué hay de ti? ¿Será una semana ajetreada en la escuela?
—Estaré con muchas reuniones toda la semana. Todo aburrido, pero
necesario. Estoy libre el viernes. Me encantaría si pudiéramos pasarlo juntos.
—Me encantaría. ¿Y si pasamos el último día de verano en la playa?
—Me da un guiño sexy—. Me gustaría una excusa para verte casi desnudo
de nuevo.
—El sentimiento es mutuo, nena. Te lo aseguro. Mi único temor es
poder controlarme cuando te vea en traje de baño.
—Estoy segura de que podrás hacerlo. Si lo haces, te recompensaré
después de que Gage vaya a la casa de mis padres durante el fin de
semana. Prometieron sacarlo en su yate.
Hace una mueca.
—Yate... Odio decir eso. Me hace sonar tan pretenciosa. No soy una
persona presumida, así que reconocer que mi familia posee uno es
simplemente extraño.
—Nena, estás tan lejos de ser pretenciosa. Si lo fueras, no estaría aquí.
Lo primero que me atrajo de ti fue lo genuina y modesta que eres. Podrías
ser una perra egoísta, pero no lo eres. A pesar de que me diste uno de cien
de propina... —Sonríe—. Sabía que eras diferente.
—Naaaaash —grita Gage—. Ven a deslizarte conmigo. ¡¿Por favor?!
—¿Te importa quedarte sola un minuto? Nuestro chico me necesita.
—Le guiño un ojo y su rostro se ilumina.
—No me importa en absoluto. Ustedes muchachos, diviértanse, pero
asegúrese de proteger a “los chicos”' cuando golpeen esos grandes
obstáculos.
No puedo evitar hacer una mueca ante la idea. Definitivamente me
protegeré esa parte.
Después de bajar el tobogán cinco veces, estoy cansado de subir a
la cima, pero tengo que cargar a Gage las últimas tres veces. Está más que
exhausto. Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y apoya su cabeza
sobre mi hombro, murmurando: 100
—Te amo, Nash. ¿Podemos ir a casa ahora? Estoy cansado.
Lo beso en la mejilla y lo abrazo con fuerza.
—Por supuesto que podemos. Vamos a buscar a tu mamá y nos vamos
a casa.
Caminamos de regreso a mi Jeep, sosteniendo a un Gage dormido
con un brazo, sosteniendo la mano de Meredith con el otro. Esto se siente
tan bien. Nos parecemos a la familia perfecta. Entonces me golpea con
fuerza. Eso es lo que quiero.
Gage está tan agotado que ni siquiera se mueve cuando le abrocho
en su asiento. Cierro la puerta y jalo a Meredith a mis brazos.
—Te amo, Meredith Maddison. Sé que puede parecer demasiado
pronto, pero no puedo evitar cómo me siento. Estoy seguro de lo que eres
para mí.
Jadea. No sé si siente lo mismo, pero no me importa. No podía dejarla
pasar un día más sin que supiera cómo me siento.
Los grandes ojos azules de Meredith brillan con lo que solo pueden ser
lágrimas de felicidad mientras asiente vigorosamente.
—Yo también te amo. Tanto. —Apenas puede pronunciar las palabras
antes de que mi boca esté sobre la de ella.
Alejándome, le sonrío, luego la ayudo a subir al Jeep. Soy el hombre
más feliz del mundo en este momento. Saber que esta mujer increíble me
ama me tiene en el séptimo cielo.
Cuando salgo del estacionamiento, agarro su mano, apoyando
ambas manos en el cambio de palanca. No me importa si tengo que
cambiar de marcha. No la voy a dejar ir.
Al llegar a su casa, miro por el espejo retrovisor y veo que Gage
todavía duerme. Lo llevo hasta su habitación, lo acuesto en la cama y le
quito las zapatillas de tenis.
Me vuelvo hacia Meredith y le susurro:
—¿Cuánto tiempo crees que tenemos antes de que se despierte?
—Está agotado. Si tuviera que adivinar, diría que al menos una hora.
¿Qué haremos con el tiempo?
—Puedo pensar en todo tipo de cosas para hacer en ese tiempo —
digo y me lamo los labios.
Meredith toma mi mano, guiándome por la puerta y cerrándola
silenciosamente por detrás.
—Mi habitación está al final del pasillo. Creo que necesitas el gran
recorrido.
101
Su habitación es tan impresionante como sabía que sería. Está
decorada en blanco y gris claro con suaves acentos rosados. Meredith baja
las luces, gira y cierra la puerta. Más rápido de lo que creía posible, su top y
pantalones cortos se encuentran apilados en el piso. Se para frente a mí solo
con su tanga de encaje, luciendo como una diosa.
Me paso la camisa por la cabeza, luego me quito los pantalones
cortos y los calzoncillos con un movimiento rápido. Ya estoy duro como el
acero. Le acabo de decir que la amo, así que voy a tratar de tomar esto
despacio y suave para demostrarle cuánto quise decir esas palabras.
Entonces me doy cuenta. No tengo condones.
¡Mierda!
—Nena, ¿tienes protección? No traje condones.
Sonríe.
—Estoy tomando la píldora y estoy limpia. Después de echar a Frankie,
tuve chequeos regulares durante los primeros seis meses. No he estado con
nadie más. Quiero sentirte, Nash. Todo de ti.
—También han pasado más de seis meses para mí. Me hice la prueba
después de mi relación anterior y estoy limpio. Nunca he estado con alguien
sin condón. —Me excito más solo de pensar en su calor húmedo
envolviendo mi pene.
La levanto y la llevo a la cama, recostándola. Cubro su cuerpo con el
mío, apoyando mi peso en mis antebrazos mientras acaricio sus mejillas y
devoró su boca. Sé que puede sentir mi corazón latir fuera de mi pecho.
Balanceo mi pelvis, frotando mi duro pene entre sus pliegues, masajeando
su clítoris. Los sonidos que salen de su boca me vuelven loco, haciéndome
querer empujar. Pero estoy decidido a tomar esto lentamente y saborear
hasta el último segundo.
Cuando escucho que su respiración se acelera y sus fosas nasales se
dilatan, sé que está cerca de tener su primer orgasmo. Justo cuando está al
borde, la penetro, haciéndola caer. Su calor húmedo pulsa alrededor de mi
pene, agarrándolo como una tenaza, se siente como el cielo.
—Oh bebé, eres tan jodidamente perfecta. Tan apretada, tan
caliente, tan húmeda.
Gime.
—Sí, Nash. Solo para ti. ¿Puedes sentir lo que me haces?
—Te siento, Ojos Azules. Eres mi fantasía... y mucho más.
Con eso, Meredith me sujeta mi trasero y me acerca. Se necesita toda 102
mi moderación para contenerme. Nos miramos a los ojos, y es en ese
momento, sin palabras, que expresamos el amor que nos tenemos. La
necesito como el aire para respirar.
—Quiero que me folles por detrás —dice jadeante—. Dame todo lo
que tienes.
Gruño y salgo, luego la doy vuelta y dejo su glorioso trasero en el aire,
dándole una leve bofetada. Mi pene se hincha aún más por sus gemidos y
la vista de su trasero. No puedo tener suficiente de esta mujer. Beso y lamo
mi camino desde su cuello hasta su trasero y retrocedo nuevamente.
—¿Estás lista para mí, nena? —susurro.
—Sí, por favor. Te necesito ahora.
Gira la cabeza y me mira con amor y lujuria. No puedo resistirme a sus
labios carnosos y me inclino por más mientras deslizo mi pene hacia el
éxtasis. Meredith es tan sensible, pronto se encuentra al borde de otro
orgasmo. Tampoco voy a durar mucho en esta posición. Sujetando sus
caderas, lentamente me muevo dentro y fuera de su calor húmedo hasta
que no puedo soportarlo más. Extiendo la mano y froto su pezón con una
mano, masajeando su clítoris con la otra. En tres empujes, acabamos juntos.
Es en este momento que sé que ella es todo lo que necesitaré para el resto
de mi vida.
Nos derrumbamos sobre la cama, enredados en los brazos del otro.
—Te amo mucho. Eso fue más que increíble, Nash.
Me doy la vuelta y la empujo hacia mi frente.
—También te amo. Eres increíble. Aunque odio decirlo,
probablemente deberíamos limpiarnos antes de que el hombrecito se
despierte.
Pone mala cara.
—Podría estar en tus brazos todo el día.
Le doy una palmada en la nalga y sonrío.
—Más tarde habrá más. Arriba, mi amor.
Me bajo de la cama, la levanto y la abrazo, llevándola al baño.
Envuelve sus piernas y brazos a mi alrededor, mientras me inclino y abro la
ducha. Nos limpiamos, nos vestimos y luego bajamos las escaleras para
comenzar a preparar la cena.
103
Meredith
—P
asar el día de ayer con Nash fue como un sueño hecho
realidad. Es un hombre tan asombroso. Nos demostró
amor a mí y a Gage como nunca antes lo habíamos
experimentado de un hombre, aparte de mi padre y mi abuelo. Quiero que
mi hijo crezca y sea ese tipo de hombre. Nash es bien transparente. Lo que
ves, es lo que obtienes.
El inoportuno tono de llamada que le he asignado a Frankie me saca
de mis sueños. No quiero contestar el teléfono, pero si no lo hago, seguirá
llamando o vendrá. Dios sabe que no quiero que eso suceda.
—¿Qué quieres, Frankie?
104
—No me hables así, perra. Necesitas cerrar tu puta boca y escuchar
atentamente mis palabras. Te dije que te arrepentirías de haberme dejado,
y ahora voy a hacer que tú y el novio stripper la paguen.
Todo el aire sale de mis pulmones. ¿Cómo diablos se enteró de que
Nash se desnudó esa noche?
Se ríe.
—Apuesto a que te estás preguntando cómo sé sobre tu noviecito.
Perra, sé todo lo que haces. Sé lo de la noche en el club, y sé que tú
interpretaste a la “familia feliz” en el festival. Presta atención. Si no quieres
que tu chico bonito pierda todo, esto es lo que pasará.
Antes de que pueda continuar, grito al teléfono:
—¿Quién demonios te crees que eres, amenazándome? ¿Por qué
estás haciendo esto?
—No me grites, perra. No es una amenaza. Es una promesa. ¿Por qué?
—Se ríe una risa malvada—. Te diré por qué. Me has jodido la vida. Perdí a
todos mis grandes clientes y ahora no puedo mantener el estilo de vida al
que estoy acostumbrado. Vas a solucionar eso.
—Vete a la mierda. No haré nada para que mantengas tu estilo. Mi
papá te dio un millón de dólares. ¿Ya lo has desperdiciado todo?
—Eso no es de tu incumbencia. ¿Tu preocupación es hacer
exactamente lo que te digo? de lo contrario, tu, Gage, y ese imbécil lo
pagarán. Así que escucha y escucha bien. Vas a romper con él y volverás
conmigo. No me importa cómo lo hagas, pero será mejor que lo hagas
cuando regrese de mi viaje o iré a esa escuela y les mostraré qué tipo de
ejemplo tienen como vicedirector.
Se me forman lágrimas y empiezan a gotear por mi rostro.
—Dios, te odio, bastardo.
Frankie se ríe y cuelga.
Oh Dios mío. ¿Qué voy a hacer? Prefiero morir que dejar que ese
hombre regrese a mi vida, pero qué opción tengo. Tengo que proteger a
Nash. Su carrera se arruinará si la escuela se entera.
¡Piensa, Meredith, piensa! Siento que me voy a enfermar.
Gage entra corriendo a la cocina y lanza sus brazos alrededor de mi
cintura, dándome un gran abrazo.
—Gracias por mi sorpresa de ayer. Fue la mejor sorpresa que he
tenido. Te quiero mucho a ti y a Nash.
105
Ante esas palabras, salgo corriendo de la cocina al baño. No puedo
contener la bilis que ha estado esperando desde el momento que respondí
a la llamada de Frankie.
Después de que mi estómago está vacío, me dejo caer al piso frente
al inodoro, me cubro el rostro con las manos y lloro.
—Mamá, ¿estás bien? —La voz preocupada de Gage se escucha en
el baño.
—E...estoy bien, cariño. Solo tengo un pequeño malestar. Apuesto a
que atrapé el mismo bicho malo que tuviste el otro día.
—Lo siento mucho, mamá. No quise enfermarte.
—No me enfermaste, cariño.
Con un gemido, me paro frente al fregadero y me echo un poco de
agua en la cara, la seco con una toalla de mano y salgo del baño. Gage
se queda ahí, mi teléfono cerca de su oído.
—De acuerdo, Nash. Te veré pronto.
—Gage, ¿qué estás haciendo? ¿Llamaste a Nash?
—Estás enferma, Mamá. Nash necesita venir a cuidarte. Cuidas de
todos los demás, pero nadie te cuida a ti.
—Cariño, no deberías haberlo llamado. Puede estar ocupado. Ayer
pasó todo el día con nosotros.
Siento otra oleada de náuseas y vuelvo corriendo al baño. No puedo
dejar que Nash me vea así. Sabrá que algo está mal. ¿Cómo lo voy a lograr?
Mi única esperanza es que Sean descubra algo el lunes que pueda usar para
evitar que Frankie vaya tras Nash.
Unos minutos después, salgo del baño justo cuando suena el timbre.
Gage corre hacia la puerta.
—¿Quién es? —grita.
—Soy yo, amigo. Abre la puerta.
Gage lo abre y me señala.
—Mamá está enferma, Nash. Tenemos que hacerla sentir mejor.
Cuando me mira con amor y preocupación en su expresión, casi lo
pierdo de nuevo.
—Estoy bien, Nash. No tenías que interrumpir tu día para venir aquí.
Voy a llamar a Mamá para que venga a buscar a Gage temprano para que 106
pueda descansar.
—Mamá, quiero quedarme aquí contigo y con Nash. Puedo ayudarle
a cuidarte.
Se ve muy serio. Sin embargo, realmente necesito que ambos se
vayan, así puedo intentar averiguar qué voy a hacer.
—Solo necesito recostarme y descansar un poco. Nash, estoy feliz de
verte, pero estoy segura de que tienes mucho que hacer para la escuela
para la próxima semana.
—Nena, deja que yo me preocupe por eso. En realidad ya estoy al
tanto de todo. Quiero estar aquí para ti ¿Qué puedo hacer para ayudar?
—Bueno, si estás seguro... ¿Te importaría salir con Gage un rato para
que pueda descansar? Estoy segura de que me sentiré mucho mejor
después. —Tomo mi billetera de mi bolso para darle algo de dinero para la
cena de Gage.
—Puedes guardar eso ahora mismo, Meredith. No voy a tomar ni un
centavo de ti. Métetelo en esa hermosa cabeza. —Mira a Gage—. Vamos,
amigo. Dile adiós a tu mamá y vayamos al parque, luego comamos algo.
—¡Sí! —Gage salta y choca los cinco con Nash. Luego me mira con
una expresión de culpa en su rostro. Mamá, ¿está bien que te dejemos?
—Por supuesto, bebé. Quiero que vayas. Mamá necesita descansar.
—¡Soy un niño grande, mamá! Pronto empezaré el jardín.
—Siempre serás mi bebé, no importa cuán grande seas. Ahora ve.
Diviértete con Nash.
Cuando Gage corre escaleras arriba para agarrar su gorra de béisbol
de su habitación, Nash me abraza.
—Odio que estés enferma, nena. ¿Estás segura de que quieres que
me vaya? ¿Puedo traerte algo?
—No, cariño. Estoy bien. Tan pronto como te vayas, subiré y me
acostaré un poco. Creo que eso ayudará.
Me da un tierno beso en la parte superior de la cabeza.
—Claro que sí, te amo, Ojos Azules. Espero que pronto te sientas mejor.
Llámame si necesitas algo y volveremos corriendo.
—También te amo. Más de lo que nunca sabrás.
Tan pronto como se cierra la puerta, y mis dos hombres se pierden de
vista, me desplomo sobre el piso de la entrada y me desmorono. Parece que
mi vida se está derrumbando a mi alrededor. Frankie arruinará lo mejor que
me ha pasado, además de ser madre. No solo está decidido a romper mi 107
corazón, también romperá el de Gage.
Después de llorar lo que parecen todas las lágrimas que tengo, subo
las escaleras para tomar un baño caliente para ayudar a aliviar toda la
tensión que siento por dentro.
Supongo que me quedé dormida, porque me sobresalto cuando
siento los labios cálidos en mi frente, una voz profunda y tierna que dice:
—Despierta, nena. El agua está helada y te estás convirtiendo en una
ciruela. ¿Cuánto tiempo llevas ahí? Podrías haberte ahogado.
Me limpio los ojos.
—Mierda. Supongo que me quedé dormida. Solo necesitaba tomar
un baño caliente. Me sentí tan asquerosa después de enfermarme. ¿Lo
pasaron bien, chicos?
—Lo pasamos muy bien. Gage se divirtió tanto que se cansó. Se
durmió camino a casa.
—¿Qué hora es?
—Las ocho y media. Espero que no te moleste, pero le quité los
zapatos y calcetines a Gage y lo metí en la cama. Ni siquiera se movió.
—No me molesta en absoluto. Muchas gracias por hacerlo por mí.
—Mer, nunca tienes que agradecerme. Todo lo que tienes que hacer
es preguntar y moveré el cielo y la tierra para que suceda.
—Eres demasiado bueno para ser verdad. ¿Sabes eso, Nash Brooks?
Sonríe.
—No. Solo soy un hombre enamorado.
Nash extiende su mano para ayudarme a salir de la bañera, luego me
envuelve en una toalla, tomándose su tiempo para asegurarse de secar
cada centímetro. Me mira fijamente a los ojos.
—¿Estás segura de que estás bien y solo se trata de un problema
estomacal? Realmente pareces... fuera de sí. ¿Puedo hacer algo para
ayudar? —Me lleva a mi habitación.
Respiro hondo, sin querer mentirle.
—Recibí una llamada de Frankie esta tarde que realmente me asustó.
Fue aún más desagradable que de costumbre y dijo algunas cosas
inquietantes. Eso es todo. Supongo que realmente me afectó. Que es
exactamente lo que él quería. Sinceramente, no creo que esté realmente
enferma. Simplemente enferma de tener que escuchar las tonterías de
Frankie.
—Realmente quiero patear el trasero de ese hombre —dice gruñón—
108
. Un día, pagará por todo lo que te ha hecho.
—Eso espero. Rezo para que Sean encuentre algo que lo haga
desaparecer para siempre.
Nash se sienta en la cama y da palmadas a su lado. Me pongo unas
bragas y una camiseta de gran tamaño, luego me subo a la cama. Se estira
a mi lado y me empuja hacia sus fuertes brazos.
***
Cuando me levanto por la mañana, Nash se ha ido y hay una nota en
la almohada a mi lado. Sonrío cuando leo sus palabras.
Leer su nota trae lágrimas a mis ojos. ¿Qué voy a hacer si Frankie
destruye esto? No podré soportar el vivir con él otra vez, y tampoco Gage.
Por favor, Señor, deja que Sean encuentre algo que podamos usar en
contra de Frankie.
Levanto mi teléfono y le envío un mensaje rápido a Nash.
Buenos días, Ojos Azules. Puedo pensar en una cosa que es mejor que eso;)
109
Para. Me haces sonrojar. En serio, ¡gracias! Espero que tengas un
maravilloso día. Intenta mantenerte alejado de la espeluznante señorita
Lange. Quizás vaya a comprar un poco de ajo y colgarlo alrededor de tu
cuello.
S
ostener anoche a Meredith en mis brazos se sintió bien, se sintió
correcto. Fue muy difícil dejar su cálida cama, pero en este punto
de nuestra relación, quiero asegurarme de que Gage no me
encuentre en la casa a altas horas de la noche... o a primera hora de la
mañana. Espero que Meredith se sienta mejor. El chocolate hace que todas
las mujeres se sientan mejor, ¿verdad? Bueno, eso es lo que dijo la señora de
la panadería cuando me vendió las medialunas de chocolate.
Mi teléfono me alerta la entrada de un mensaje y no puedo evitar
esperar que sea Meredith. Mirando mi teléfono, estoy decepcionado
cuando veo el nombre de mi hermano. No es que no me guste escuchar a 112
Evan, pero no es la persona que consume todos mis pensamientos en este
momento.
116
Meredith
C
uando suena el timbre, no puedo abrir lo suficientemente
rápido.
—Hola, Sean. Por favor entra. —Cierro la puerta,
sintiendo un poco de alivio al saber que él está aquí y que
puede encontrar algo que nos ayude.
Se inclina y me da un pequeño abrazo.
—Hola, Meredith. ¿Cómo estás?
—Estoy mucho mejor ahora que estás aquí. Solo rezo para que
encuentres algo que podamos usar.
117
Gage viene volando por las escaleras gritando:
—Nash, ¿eres tú? —Se detiene y su sonrisa cae cuando ve a Sean—.
¿Quién eres tú? No eres Nash.
Sean se pone en cuclillas y extiende su mano.
—Hola, Gage. Soy Sean, Nash es mi mejor amigo. Estoy aquí para
ayudar a tu madre con su computadora. Pero escuché que Nash estará
aquí en unos minutos.
—¿Eres amigo de Nash? Bueno, también eres mi amigo. ¿Quieres venir
a jugar conmigo?
—Me encantaría, pero estoy aquí para ayudar a tu madre ahora
mismo. Quizás podamos jugar más tarde. Escuché que tienes algunos
juguetes geniales de Héroes en Pijamas.
Los ojos de Gage se agrandan.
—¿Sabes sobre Héroes en Pijamas? ¡Son mis favoritos!
—Son bastante geniales. Catboy es mi favorito.
—Gekko es mío. Hago que Nash interprete a Romeo y Owlette. Es muy
divertido cuando trata de hablar como una niña.
Sean me mira y se ríe.
—Tengo que ver eso por mí mismo.
Como si fuera una señal, suena el timbre. Cuando abro, Nash me jala
y me abraza como si me necesitara para vivir. Coloca sus manos a cada
lado de mi rostro, aplastando sus labios con los míos. Retrocediendo, pasa
su pulgar por mi labio inferior, apoya su frente contra la mía y susurra:
—Es tan bueno tenerte en mis brazos y saborearte en mis labios.
Nuestro momento se interrumpe cuando Gage se estrella contra las
piernas de Nash y las rodea con sus brazos.
—¡Naaaash, finalmente estás aquí! He estado esperando por siempre.
—Por siempre, ¿eh? Te acabo de ver ayer. —Nash se ríe y despeina el
cabello de Gage.
Gage pone mala cara.
—Bueno, siento que ha pasado una eternidad.
—¿Estás listo para nadar? —Gage asiente energéticamente—. Corre
arriba para cambiarte y encuéntrame en la piscina. Mamá se unirá a
nosotros cuando Sean termine de ayudarla. —Corre escaleras arriba.
—Gage estaba tan decepcionado cuando Sean apareció porque no
118
eras tú. Me ha estado volviendo loca todo el día, preguntándome si ya era
hora de que llegaras. Ese chico está absolutamente loco por ti.
—El sentimiento es mutuo. Estoy loco por Gage y por su mamá.
—Está bien, termina la fiesta de amor. Tenemos trabajo que hacer —
bromea Sean.
Sé que cuanto antes comencemos, antes podremos encontrar algo
para usar contra Frankie. Dios, por favor, déjanos encontrar algo. He
terminado de dejar que ese hombre arruine mi vida.
—Tienes razón. Ocupémonos. Te veré en un momento, Nash.
Nash regresa a esperar a Gage, y llevo a Sean a la oficina.
—Aquí tienes. Espero que encuentres algo.
Se sienta detrás del escritorio y enciende la computadora.
—Lo haré lo mejor que pueda. ¿Cuál es la contraseña para iniciar
sesión?
—Jackpot777. —Ante su ceja levantada, levanto mis manos—. Su
idea, no la mía.
—Puedo hacer esto sin ti si quieres pasar tiempo con Gage y Nash.
—¿Estás seguro?
—Positivo. Saldré si te necesito.
—Eso suena maravilloso. Gracias.
***
Una hora después, Sean sale a la piscina.
—¿Te importa si llevo la computadora a mi oficina? Esto llevará más
tiempo de lo que pensaba. No tengo dudas de que está tratando de ocultar
algo. Dame unos días y lo encontraré.
—Sí, tómala. Solo quiero respuestas.
—Te llamaré en cuanto tenga algo útil.
—Muchas gracias.
Nash le da la mano a Sean y se dan un abrazo con una palmada en
la espalda.
119
—Gracias hombre. Cuento contigo. Más de lo que crees.
Sean saluda a Gage mientras camina de regreso a la casa.
—Puedo imaginarlo. Que se diviertan.
Nash me tira a sus brazos.
—Todo va a estar bien. Lo prometo —dice, pero detecto una nota de
incertidumbre en su voz que no había estado allí antes.
—Nash, ¿qué pasa? No suenas tan seguro.
—No pasa nada, nena. Acabo de tener un largo día. —Me besa,
quitando de mi mente todo excepto sus labios y el bulto en sus pantalones
cortos que rápidamente se está haciendo evidente.
—Abajo chico. Es probable que Gage salga de la piscina en cualquier
momento. No quisiéramos que él vea cuánto te gusto.
—Nena, te amo. —Me da un beso más, luego salta a la piscina para
refrescarse.
Pasamos el resto de la noche hablando y disfrutando de la compañía
del otro. Si Sean no encuentra algo en esa maldita computadora, no puedo
evitar temer que este sea uno de los últimos días sin preocupaciones que
tengamos. Nash sigue un poco preocupado, pero todavía está presente
tanto para Gage como para mí.
No quiero que se vaya, pero sé que tiene trabajo mañana, y estamos
haciendo todo lo posible para ser buenos frente a Gage. Una abrumadora
tristeza me golpea cuando Gage lo abraza antes de meterse en la cama.
—Voy a acompañar a Nash hasta la puerta. Puedes ver un episodio
más de Héroes en Pijamas, luego estaré lista para leer tu cuento antes de
dormir.
—Está bien, mamá. Adiós Nash, te amo.
—Yo también te amo, amigo. Duerma bien. Te veré pronto.
Mientras bajamos las escaleras, reprimo las lágrimas que no puedo
esconder de Nash.
—Nena, todo va a estar bien. Moveré cielo y tierra para asegurarme
de eso. —Levanta la mano y limpia las lágrimas de debajo de mis ojos.
—Abrázame, Nash. Nunca me dejes ir.
Sus largos brazos me rodean y me envuelven en su calor. Frota sus
manos arriba abajo en mi espalda con un movimiento suave mientras
salpica mis labios con besos. Esos besos ligeros pronto se vuelven
hambrientos, y devoro su boca como una mujer hambrienta. Supongo que
120
eso es lo que soy. Una mujer que ha estado en un desierto sin amor durante
tanto tiempo que anhela lo que alguna vez pareció un espejismo. Solo que
esto no es un espejismo. Nash es real y está aquí, amándome.
—Te amo mucho —le digo contra su boca.
—Yo también te amo. —Me acaricia los rizos rubios, luego toma mi
rostro entre sus manos y me mira a los ojos.
—¿Qué estás pensando? —pregunto.
—Estoy pensando que pase lo que pase, nunca me arrepentiré de
conocerte en ese club.
Frunzo el ceño.
—¿Qué te hace decir eso? ¿Ha pasado algo? —¿Frankie también
amenazó a Nash? Seguramente Nash no me lo ocultaría.
—No, cariño. No pasó nada. Solo quiero que sepas cuánto creo en
que el destino nos unió. —Me da una pequeña sonrisa—. ¿Quiénes somos
para cuestionar el destino? Todo va a estar bien. Te amo.
Nash asiente hacia la escalera y sonríe.
—Creo que nos hemos perdido el uno en el otro por más tiempo de lo
que pensábamos. Gage te está gritando.
—Su programa debe haber terminado. Te quiero. Por favor envíame
un mensaje de texto y hazme saber que llegaste bien a casa. Te enviaré un
mensaje de texto después de que Gage se duerma.
—Lo haré. Adiós, cariño. —Se inclina y me da un beso más antes de
salir por la puerta.
121
Frankie
—¿P or qué tengo la sensación de que me vas a engañar,
Roxy? Debería saber mejor que no se puede confiar
en un adicto para hacer algo bien.
Ella frunce el ceño.
—¿De qué estás hablando? Hice lo que me dijiste que hiciera. He
estado haciendo lo que me has dicho durante los últimos tres años. Estaba
tan feliz cuando firmaste esos papeles de divorcio, pero aquí estoy,
haciendo tu trabajo sucio para tratar de recuperar a esa perra. La seguí, tal
como me ordenaste. Te he dado toda la información que tengo. ¿Qué más
quieres? ¿Me puedes dar las pastillas que prometiste? Me debes. Sabes que
122
las necesito.
—Recibirás las malditas píldoras cuando yo diga, ni un segundo antes.
Mi hijo comienza la escuela el lunes. Necesito saber si Meredith sigue viendo
a ese hombre. Si quieres mantener el estilo de vida que te he dado, y la
velocidad con la que tomas esas píldoras como si fueran caramelos, te
sugiero que me ayudes a recuperar a Meredith. El dinero casi se acaba.
Sabes que no puedo cumplir con ese envío a menos que obtengamos algo
de efectivo, y pronto.
—¡¿Qué demonios, Frankie?! ¿Me usas cuando quieres quitarte la
comezón, pero ahora sostienes las pastillas sobre mi cabeza y me acusas de
mentirte?
—Tengo la sensación de que también estás interesada en ese
hombre. Será mejor que esté equivocado. Me perteneces y no comparto ni
a ti ni a mi esposa con otro hombre.
—¿Te estás escuchando? Uno, ya no es tu esposa, y dos, ¿por qué
debería estar de acuerdo en compartirte con ella y con todas tus otras
putas?
—Sabes que no siento nada por ella. No hace nada por mí. Solo la
necesito por su dinero. Sabes cuánto me encanta follarte.
»Quiero que te acerques lo suficiente a tu jefe para estar atentos, pero
es mejor que no descubra que tienes otros planes. No quieres hacerme
enojar.
—No me amenaces —grita—. Pareces olvidar que sé todos tus
secretos.
Estrecho mis ojos, mi voz es un susurro mortal.
—Eso no fue muy inteligente.
¿Quién se cree que es esta perra? No la necesito. Se ha convertido
más en una responsabilidad que en una ayuda.
Toco mi arma a mi lado, envolviendo mis dedos alrededor de la
empuñadura. Sin pensarlo más, la saco y me encargo del problema.
—Supongo que ya no amenazarás a nadie.
Gracias a Dios que esta perra vive en un camino sin salida.
Rápidamente arrojo el contenido de su bolso al suelo y tomo su billetera para
que parezca un robo, luego limpio los pomos de las puertas y salgo afuera.
Estaba muy necesitada de todos modos.
Sonrío mientras camino hacia mi auto, sacando mi teléfono para
llamar a Meredith. 123
Después de cuatro timbres, escucho su correo de voz. Gruño ¿Por qué
no responde? ¿Voy a tener que cuidarla también? ¿Dejarle saber con quién
está tratando?
Suspiro. Mierda, no puedo hacer eso. Su papá se asegurará de que
no vea ni un centavo de su dinero. Ese hombre ha sido un dolor en mi trasero
desde el primer día.
Tal vez debería visitar a Meredith. Darle un recordatorio de lo que
necesita hacer. No me ignorará.
Justo cuando giro hacia el camino de Meredith, veo un Jeep negro
saliendo de su entrada. Me siento furioso sujetando el volante hasta que mis
nudillos se vuelven blancos.
Respiro profundamente, relajando mi mano. En realidad, su juego de
despedida es bueno para mí.
Cuando estaciono en el camino de entrada y salgo, la perra
obviamente piensa que soy él que está regresando, porque Meredith abre
la puerta justo cuando me acerco. En su rostro se refleja que está asustada,
intenta cerrar la puerta de golpe, pero soy demasiado rápido, golpeando
una mano contra ella y abriéndola.
—¿Esperabas a alguien más? —me burlo.
—No eres bienvenido aquí, Frankie. Sal de mi propiedad o llamaré a
la policía.
—No creo que quieras hacer eso. Alguien más acaba de enterarse de
lo que sucede cuando me amenazas. —Mis dedos se contraen, con ganas
de sacar el arma y disparar. Respiro hondo y recuerdo cuál es mi final del
juego. Dinero.
Respira hondo.
—¿Qué hiciste? —Luego levanta una mano—. No importa. No quiero
saber. Solo vete antes de despertar a Gage.
Al escuchar algo detrás de ella, miro sobre su hombro, sonriendo.
—Bueno, mira quién está aquí, perra mentirosa. Gage ni siquiera está
dormido. —El mocoso de nariz sucia se encuentra en las escaleras, con los
ojos muy abiertos y el teléfono en la mano.
—Vuelve. Mamá necesita ayuda. Por favor…
Empujo a Meredith fuera del camino.
—Dame ese teléfono, pequeña mierda. —Le arranco el teléfono de
las manos y lo empujo, haciéndolo tropezar en las escaleras.
—¡No! ¡Mantén tus manos lejos de él! —grita Meredith. 124
Me giro y la abofeteo. Se cae, golpeándose la cabeza contra la
escalera de mármol, quedándose quieta.
—¿De verdad quieres joderme?
La miro fijamente por un minuto, luego me giro hacia Gage, sonriendo
cuando se acobarda. Al menos él sabe quién es el jefe.
—Vamos, Gage. Tu mamá no puede cuidarte ahora.
—¡No! ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Despierta!
—Eres un bebé chillón —le digo mientras lo saco por la puerta.
Lo arrojo dentro del Hummer y me voy. Si quiere a su pequeño hijo,
tendrá que pagar. Nunca lo quise de todos modos. Hará cualquier cosa
para proteger a esta pequeña mierda.
Gage llora histéricamente en el asiento trasero.
—¡Ayúdame, Nash! ¡Quiero a mi mamá! Desearía que no fueras mi
papá.
—Cierra tu estúpida boca antes de que te la cierre. Tampoco quiero
ser tu papi, así que cállate o nunca volverás a ver a tu estúpida puta madre.
Nadie te va a salvar, especialmente tu mamá y Nash.
Levanto el teléfono y envío un mensaje de texto, diciéndole a Roscoe
que se reúna conmigo en el almacén.
125
Nash
C
uando suena mi teléfono, sonrío, presionando el botón de
manos libres en mi volante.
—¿Ya me extrañas, nena?
Lo que escucho en el otro extremo de la línea hace que mi sangre se
enfríe y dé un giro en U en medio de la carretera. Gage me ruega que
regrese, una fuerte conmoción suena antes de que la línea se corte. Mi
corazón late con mucha fuerza en mi pecho, trato de devolver la llamada,
pero va al correo de voz.
—¡Mierda! —grito y golpeo el volante, deseando que el Jeep fuera 126
más rápido.
Cuando me detengo en su camino, haciendo chillar las llantas para
detenerme, veo la puerta de entrada abierta de par en par. Me apresuro a
entrar en la casa y caigo de rodillas junto a Meredith, tendida en el piso con
lo que parece ser sangre en su cabello. Ella gime el nombre de Gage. Nunca
me he sentido más impotente en mi vida.
—Nena, soy yo. Estoy aquí. Voy a llamar al 911 y a conseguirte una
ambulancia.
Abre los ojos en rendijas
—No, no quiero una ambulancia —ruega—. Y sin policía. No sé qué
hará.
Frunzo el ceño.
—¿Quién, Meredith?
Se le forman lágrimas en los ojos.
—Frankie me golpeó, luego tomó a Gage. Oh dios, Nash.
—¡Hijo de puta! —grito—. Al menos tengo que llamar a Sean. Él sabrá
lo que debemos hacer. —Cuidadosamente levanto a Meredith y la llevo al
sofá.
—Está bien, tal vez ha encontrado algo. —Pone una mano sobre su
cabeza, gimiendo—. No creo que Frankie lastime a Gage. Solo quiere
lastimarme y hacer de mi vida un infierno. Me dijo que pagaría por dejarlo.
Llamo a Sean, quien contesta en el primer timbre.
—Hey hombre. Estaba a punto de llamarte. Ese Frankie es un mal tipo.
Está metido en todo tipo de cosas malas, principalmente tráfico de drogas.
—Se ha llevado a Gage, Sean. Recibí una llamada del teléfono de
Meredith, era Gage suplicando que la ayudara, luego el teléfono se cortó.
Cuando llegué aquí, Meredith estaba tendida en el piso, con la cabeza
sangrando. No me deja llamar al 911. Tiene miedo de lo que le pueda hacer
a Gage.
—Escucha, creo que podría saber a dónde irán. Encontré un almacén
en Biloxi, que es donde dirige su operación de drogas. Nash, le debe mucho
dinero a su proveedor, que está ansioso por obtenerlo. Odiaría pensar qué
podría pasar si se entera de que tiene un hijo. Necesitamos llegar a Gage
antes que ellos. Voy a poner a todos mis hombres en eso.
—Pero…
—No, Nash. Tú y Meredith necesitan dejar que lo maneje. Él es muy
peligroso. Tengo razones para creer que incluso pudo haber estado 127
involucrado en algunos asesinatos.
Me paso la mano por el cabello.
—¿Cómo diablos esperas que me siente aquí y no haga nada?
Cuando escucho que el teléfono fijo de Meredith comienza a sonar,
la miro y veo que abre los ojos con miedo. Levanto un dedo, indicándole
que espere para contestar el teléfono.
—Sean, puede que Frankie esté llamando ahora. Quédate en la línea.
Me acercaré para poder escuchar lo que está sucediendo.
Asiento hacia ella. Meredith responde e inmediatamente comienza a
llorar, suplicándole a Frankie.
—Por favor, trae a mi bebé de regreso. Haré lo que sea. Simplemente
no lo lastimes.
Señalo el botón del altavoz. Hago lo mismo con mi celular, para que
Sean pueda escuchar lo que está pasando.
—Escucha, perra. He terminado de jugar. Si quieres volver a ver a tu
hijo, te sugiero que traigas cinco millones de dólares a mi departamento.
Gage no estará allí, así que no es una broma. Si involucras a la policía, nunca
lo volverás a ver. Conozco personas que pagarían un buen dinero por él.
—Bastardo enfermo. ¿Cómo pudiste hacer esto? Él es tu hijo. ¿No
significa nada para ti?
—Solo estuve de acuerdo en tener un hijo contigo porque pensé que
sería una forma de mantenerme atado a tu nombre, dinero y conexiones,
pero tenías que irte a la mierda. Entonces, tal como yo lo veo, me lo debes.
Si quieres al niño, puedes pagar.
—Frankie, sabes que no puedo sacar cinco millones de dólares de mi
trasero. Me tomará al menos un día conseguir esa cantidad de dinero. Por
favor, trae a Gage a casa. Lo prometo, te conseguiré el dinero.
—¡Tu promesa no significa nada para mí! —grita—. Tienes veinticuatro
horas para conseguirme el efectivo o nunca volverás a ver a Gage. —La
línea se corta.
—No —dice sollozando Meredith.
Apoyo una mano sobre su hombro antes de volver a mi teléfono.
—¿Escuchaste todo eso, Sean?
—Sí. Es un hijo de puta enfermo. Voy a disfrutar mucho derribándolo.
Te llamaré cuando los hayamos localizado.
—Gracias hombre. Realmente lo aprecio. 128
Meredith agarra el teléfono en sus manos como si fuera un salvavidas.
Tengo que sacarlo de su agarre, luego levantarla suavemente del sofá. La
llevo al baño para limpiar su herida. Ya no está sangrando, pero tiene un
gran chichón del tamaño de un huevo de gallina en la frente. No parece
tener una conmoción cerebral, pero no soy un experto. Miro sus ojos. Sus
pupilas son iguales y reactivas. Aun así, desearía que me permitiera llevarla
para que la revisen. Las lágrimas corren por sus mejillas, y mi corazón se
rompe junto con el de ella.
Después de limpiar a Meredith lo mejor que puedo, la llevo a su
habitación y la acuesto. Beso la parte superior de su cabeza, diciéndole que
iré a cerrar muy rápido. Mientras me encuentro abajo, recojo su celular del
piso. La pantalla está rota, pero aún funciona. Afortunadamente no está
protegido con contraseña y encuentro a Amy en sus contactos, haciéndole
saber lo que está sucediendo. Ella se vuelve casi tan frenética como
Meredith cuando escucha lo que sucedió. Promete llamar a Jill y a Katy para
contarles, luego vendrá. Tomo mi propio teléfono y le envió un mensaje de
texto a la señora Bailey, haciéndole saber que no iré a la escuela mañana
por razones personales. Cierro todo y vuelvo arriba.
Meredith parece casi catatónica cuando entro en su habitación.
—Por favor, dime que todo va a estar bien —casi ruega con una voz
monótona—. Tengo que recuperar a mi bebé.
—Te lo prometo, recuperaremos a Gage. Sean es el mejor en lo que
hace. Era un excelente detective y sabe lo que hace. Hablé con Amy sobre
lo que pasó. Llamará a Katy y a Jill, luego vendrá. ¿Quieres que llame a tu
mamá y a tu papá?
Me da una pequeña sonrisa.
—Gracias Nash. Mis amigas me ayudarán a mantener la calma.
Todavía no estoy lista para llamar a mis padres. Me temo que a mi papá le
dará un ataque al corazón. Los llamaré mañana.
—Está bien, nena. Haré lo que necesites.
Luce tan perdida y destrozada. Todo lo que quiero hacer es sostenerla
en mis brazos y mejorar todo, pero lo único que la hará sentir mejor es que
Gage esté en casa. Y me aseguraré de que eso suceda.
Me meto en la cama con Meredith y la abrazo, sin preocuparme por
las lágrimas interminables que corren por su rostro y empapan mi camisa.
Ambos nos asustamos por el sonido de la puerta que se abre. Salto de
la cama, prometiendo hacer todo lo posible para protegerla.
Meredith me alcanza y susurra:
—Amy tiene una llave. 129
Tan pronto como lo dice, Amy grita:
—Meredith, ¿estás arriba?
—Estamos en su habitación, —le grito.
Amy corre hacia la habitación y acerca suavemente a Meredith a sus
brazos, meciéndola y tranquilizándola.
—Les daré un tiempo. Estaré abajo si necesitas algo. —Me inclino y
beso suavemente a Meredith—. Te amo cariño.
—Yo también te amo.
Katy y Jill se apresuran por la puerta principal justo cuando bajo las
escaleras. Les digo dónde encontrar a Amy y a Meredith, luego voy a la
cocina a preparar un café y llamo a Sean.
Suena varias veces antes de que Sean finalmente responda.
—Lo siento. Estaba hablando por teléfono con uno de mis hombres.
Está vigilando el almacén bajo. Frankie y otros dos hombres se encuentran
allí. Al menos sabemos que está alimentando a Gage porque el repartidor
de pizza acaba de irse.
—Gage debería estar comiendo pizza en casa. No en un almacén
con un loco.
—Lo sé. Estoy tan agradecido de haber descubierto el almacén hace
varios días. Pude colocar una cámara en una de las rejillas de ventilación.
Ese hombre es realmente tonto. La seguridad en ese lugar es una mierda.
Tiene una fortuna en drogas empacadas en cajas de dulces que cualquiera
puede encontrar. Lo que me molesta es que algún niño los descubra y
piense que realmente son dulces.
—¿Puedes ver a Gage?
—Sí, tengo una buena vista de él. No puedo ver su rostro porque está
de espaldas a la cámara. Se encuentra atado a una silla por la cintura y las
piernas, y tiene un brazo atado a su costado. Su otro brazo está libre para
que pueda comer y tomar una copa. Parece estar llorando, porque se lleva
la mano a la cara de vez en cuando, pero creo que sabe que no debe
presionarlo.
—¿Cuál es el plan, Sean? Me estoy volviendo loco aquí.
—Quiero sentarme y mirar el almacén por unas horas más, solo para
asegurarme de que solo Frankie y los otros dos hombres andan por ahí.
Entonces creo que deberíamos llamar a la policía y dejar que se encarguen
de ello. No hay forma de que pueda escaparse. Podrán sacarlo antes de
que le pase algo a Gage.
—Confío en ti, hombre, pero necesito ver cómo se siente Meredith
130
antes de hacer algo.
—Lo entiendo. Te llamaré si algo cambia.
Frankie
—D
eja de llorar incesantemente, muchacho. Tu mamá
no vendrá esta noche, así que ahórrate las lágrimas.
—Te odio. Quiero a mi mamá. Quiero a Nash. Él
será mi papá. Eres un hombre malo.
No puedo detener la risa.
—Nunca volverás a ver a ese hombre. Tú, tu mamá y yo seremos una
familia. Ella tiene lo que necesito, y tengo la intención de conseguirlo.
—Nash me salvará. Al igual que los Héroes en Pijamas, él salvará el día. 131
—¡Cállate! Nadie va a salvarte.
Roscoe sacude la cabeza.
—Hay que reconocer que eres un hombre muy malo con tu hijo, jefe.
Me estás haciendo sentir casi lástima por él.
Le entrecierro los ojos.
—Cierra la boca y ocúpate de tus asuntos, o serás otro desastre que
tendré que limpiar.
—Cálmate. Solo estaba jugando.
Miro fijamente a Paul, que tiene el sentido común de mantener la
boca cerrada, sus ojos enfocados en la puerta.
—Paul, revisa el perímetro. Meredith no sabe nada de este lugar, pero
nunca se puede estar demasiado seguro.
Asiente y se pone de pie.
—Sí, jefe.
Unos minutos después, vuelve a entrar.
—Todo tranquilo.
—Gage lloró hasta quedarse dormido, así que yo también dormiré un
poco. Tú y Roscoe se turnarán cada hora, caminando fuera para asegurarse
de que todo esté tranquilo. No me molestes a menos que haya un problema.
—Bien, jefe —dicen al unísono.
132
Sean
V
eo entrar al Tipejo número dos. Ni siquiera se ha dado cuenta
de mi destartalada furgoneta de vigilancia estacionada al otro
lado de la calle. Pero encaja perfectamente con los
drogadictos y los sin techo de por aquí. Durante los huracanes, esta fue una
zona muy afectada de Biloxi que la ciudad parece olvidar.
Estoy impresionado por la estupidez de este hombre. ¿Cómo diablos
ha sido capaz de distribuir drogas y no ser asesinado o saqueado con este
nivel de seguridad? Sus matones fuman y hablan por teléfono mientras
hacen lo que se supone que es un control de seguridad alrededor del
edificio. Salen de uno en uno, así que la policía podrá capturar uno sin que
nadie se dé cuenta. Eso dejará a Frankie y a otro tipo en el edificio con
Gage. Si la suerte está de nuestro lado, la policía puede entrar antes de que
Frankie sepa lo que está pasando.
Me siento y observo durante las próximas horas. Salen una vez cada
hora para hacer su control de seguridad. Lo que realmente están haciendo
es conseguir su dosis de nicotina. Llamo a Nash y le digo lo que pienso. 133
Nash
L
a casa se encuentra tranquila. Meredith finalmente se durmió
hace un par de horas después de que las chicas se fueron. Creo
que todo el llanto la agotó. Me he quedado dormido un par de
veces, pero no parece que pueda caer en un sueño profundo. El reloj de la
mesilla de noche dice que son las tres y media. El sol pronto saldrá en un
nuevo día. Esperemos que uno mejor.
Me asombro cuando escucho mi teléfono vibrar en la mesa. Salto
rápidamente y lo agarro para que no despierte a Meredith. Sé que es Sean
antes de mirar la pantalla. Salgo corriendo de la habitación y bajo las
escaleras antes de contestar. 134
—Háblame —digo.
—Espero no haberte despertado, pero quería decirte algo. Creo que
deberíamos involucrar a la policía ahora. Todavía tengo amigos en la fuerza
que puedo contactar. Frankie es descuidado. Solo tiene dos tipos con él, y
son casi inútiles. La policía podrá entrar y atrapar a Gage antes de que
Frankie sepa lo que está pasando. Y creo que ese marica se derrumbará
como el cobarde que es si se enfrenta a la policía.
—¿Qué pasa con Gage? ¿Estás seguro de que estaría a salvo?
—Nada es cien por ciento seguro, pero creo que esta es la ruta más
segura.
Me falta el aliento.
—Bien, hombre. Confío en ti. ¿Cuándo planeas llamarlo?
—Mi amigo, Jeff, entra a trabajar alrededor de las seis y media de la
mañana. El secuestro de niños es tomado muy en serio, incluso cuando lo
hace uno de los padres. ¿Crees que Meredith podrá dar una declaración
sobre lo que pasó?
—La dejaré dormir una hora más, y luego le contaré lo que está
pasando. Gracias por todo. Te debo una.
—No es necesario dar las gracias. Estoy más que feliz de sacar a esa
basura de las calles.
—Tú y yo, ambos. Hablaremos pronto.
Rezo para que Meredith esté de acuerdo con esto. Estoy de acuerdo
en que la policía tiene que estar involucrada. Creo que ella también
necesita avisar a sus padres lo antes posible. Una vez que la policía se ocupe,
saldrá en todas las noticias, y odiaría que se enteraran primero por ahí.
Pongo la alarma a las seis y me meto en la cama, tirando a Meredith
contra mi pecho, cerrando lentamente los ojos.
***
Demasiado pronto, mi alarma suena, despertándonos a los dos.
—Gage —murmura Meredith.
—Shhh, nena. Todo va a estar bien. Lo traeremos de vuelta. 135
Se gira en mis brazos y me abraza. Puedo sentir el latido rápido de su
corazón mientras sus lágrimas empiezan a caer por mi pecho desnudo. La
acuno en mis brazos y paso mis dedos por su grueso cabello.
—Escucha, nena. Hablé con Sean hace un par de horas.
Se aleja.
—¿Por qué no me despertaste? ¿Qué te dijo?
—Necesitabas descansar. Si fuera algo urgente, te habría despertado.
Ha estado vigilando el almacén toda la noche. Encontró el lugar antes de
que Frankie se llevara a Gage, colocó una cámara en una rejilla. Eso
significa que puede ver el interior. —Abre los ojos de par en par—. Gage está
bien. Lo tiene atado a una silla, pero no parece que esté herido. Gage es
un niño fuerte y resistente. Frankie solo tiene dos hombres con él, y Sean dice
que son casi inútiles. Tu ex no parece ser la herramienta más afilada del
cobertizo.
Esto me hace reír con tristeza mientras ella se seca las lágrimas.
—Yo podría haberte dicho eso. Él es un imbécil.
—Lo es. De todos modos, Sean cree que tenemos que informar a la
policía. Tiene un amigo en la fuerza al que quiere llamar. Sean cree que
podrán entrar y agarrar a Gage sin mucho problema.
—¿Y si Frankie le hace daño?
—Los policías son profesionales. No se arriesgarán.
Parece pensar por un minuto, luego asiente.
—Confío en ti.
—También creo que debes llamar a tu madre y a tu padre y hacerles
saber lo que pasó. No querrás que se enteren a través de los medios de
comunicación.
—Tienes razón. Quería protegerlos del dolor que estoy pasando.
Esperaba que lo recuperáramos antes de que lo descubrieran.
—Tarde o temprano se habrían enterado. Sabes que Gage tendrá
una gran historia que contar.
—Eso es cierto. A él le encanta hablar.
Cuando suena mi teléfono, lo agarro, pensando que es Sean,
sorprendido de ver el nombre de la señora Bailey en la pantalla.
—Nash, soy la señora Bailey. Tengo malas noticias. Acabo de recibir
una llamada del Departamento de Policía de Biloxi porque me necesitaban
para verificar la identidad de un cuerpo.
Me siento.
136
—¿Qué? ¿Estás bien?
—Estoy en conmocionada. Aparentemente, la señorita Lange me
tenía en la lista de sus parientes más cercanos.
—Espera... —Sacudo la cabeza—. ¿Qué tiene que ver esto con la
señorita Lange?
—Su repartidor de periódicos la encontró muerta esta mañana.
Cuando llegó a su casa, su puerta estaba entreabierta. Viendo que eran
solo las cinco de la mañana, le pareció extraño y abrió la puerta de un
empujón. Roxy... la señorita Lange estaba tirada en un charco de su propia
sangre, con una herida de bala en el pecho. Parece ser un robo que salió
mal. El contenido de su bolso estaba por todo el piso y faltaba la cartera.
—Estoy... estoy sorprendido. No sé qué decir.
—Solo quería llamar y hacértelo saber. Planeo tener consejeros de
duelo en la escuela para cualquiera que necesite hablar con ellos. No
quería que te enteraras por las noticias. Es muy triste. La pobre chica no tenía
familia. Sé que se excedió un poco, pero nadie se merece lo que le pasó.
—No, no lo hace. Espero que encuentren al responsable. —En mis
entrañas, creo que ya sé quién es. Esto es demasiada coincidencia para no
estar relacionado—. ¿Necesitas que vaya a trabajar?
—No. Ocúpate de lo que necesites. Como dije, solo quería que lo
supieras por mí, no por las noticias.
—Gracias. Hazme saber si puedo hacer algo.
Colgando, dejo caer mi teléfono en la cama, conmocionado.
Meredith me toma de la mano.
—Nash, ¿qué pasa? ¿Qué ha pasado?
—Era la señora Bailey. La señorita Lange fue asesinada ayer. —La
miro—. Tengo el mal presentimiento de que esto está conectado de alguna
manera con tu ex.
—¿Qué quieres decir?
—No quería decírtelo porque no quería que te estresaras por ello. —
Respirando profundamente, continúo—. La señorita Lange vino a mi oficina
el otro día. Me dijo que me vio bailando en el club, y que, si no rompía
contigo y me llevaba bien con ella, se aseguraría de que la señora Bailey y
las noticias se enteraran de lo que me gusta hacer cuando no estoy en la
escuela. Lo esperaba porque Evan me llamó antes y dijo que una pelirroja,
que encajaba con su descripción, estuvo en el club, haciendo todo tipo de
preguntas sobre mí.
Meredith jadea y amplía mucho los ojos.
137
—Oh, Dios mío. ¿Crees que Frankie la hizo seguirme y así te vio? En
realidad, tiene sentido. Ella estaba en el club y en el festival. —Coloca su
mano sobre su estómago—. Creo que me voy a enfermar. Él dijo algo sobre
que alguien más acababa de enterarse de lo que sucede cuando lo
amenazan.. ¿Crees que la mató? Todo esto es culpa mía. Si no lo hubiera
dejado, Gage estaría jugando abajo y ella estaría viva. Debí haberme
conformado con ser solo un nombre.
Sostengo sus manos, haciendo que me mire.
—No es tu culpa, Meredith. Es un hombre enfermo. Deja de culparte.
Él es el único culpable aquí.
—Escucha, necesito llamar a Sean y contarle lo que ha pasado.
Sean contesta al primer timbre.
—Estaba a punto de llamar a Jeff. ¿Has hablado con Meredith?
—Sí, pero espera. Tengo algunos avances.
—¿Qué ha pasado?
—¿Recuerdas que te hablé de la profesora que se me tiraba encima?
—Sí, claro. ¿Qué pasa con ella?
—Está muerta.
Hubo una pausa antes de que Sean dijera:
—¿Repítelo?
—Ya me has oído. Está muerta, y creo que Frankie la mató.
—¿Por qué lo piensas? Sé que es un monstruo, pero no es responsable
de todas las cosas malas que pasan por aquí.
—¿Qué dirías si te dijera que una mujer que encaja con su descripción
estuvo en el club y le hizo a Evan un montón de preguntas sobre mí? Y luego,
al otro día, vino a mi oficina básicamente exigiendo que tuviera sexo con
ella o le diría a la señora Bailey, y a los medios de comunicación, que yo era
un estriper. Ella estuvo siguiendo a Meredith. Frankie incluso mencionó que
la última persona que lo amenazó aprendió de la peor manera lo que
sucedía al amenazarlo. Meredith cree que se refería a la señorita Lange.
—Mierda. Está más trastornado de lo que pensaba. Ustedes quédense
ahí hasta que sepan de mí o del jefe Jeff Dunn.
—Lo haré.
Cuando cuelgo, veo a Meredith al teléfono hablandocon sus padres.
Está llorando de nuevo mientras cuelga. 138
—Están en camino. Hizo falta todo tipo de ruegos para evitar que
papá hiciera algo estúpido. Está listo para ir a buscar a Frankie y matarlo él
mismo.
—Tendrá que hacer cola. Sean quiere que esperemos hasta saber de
él o del jefe Dunn.
Nos aferramos el uno al otro, proporcionándonos comodidad, sin
palabras.
Diez minutos después, suena mi teléfono con un número que no
reconozco.
—Nash Brooks al habla.
—Señor Brooks, soy el jefe Dunn. Sean me acaba de informar de lo que
ha pasado. Solo quería hacerle saber que estoy en camino para obtener sus
declaraciones. Le debo mi vida a Sean, así que haré lo que pueda para
ayudar.
—Gracias. Estaremos esperando.
—¿Quién era? —pregunta Meredith una vez que cuelgo.
—El Jefe Dunn. Está en camino para tomar nuestras declaraciones.
Vamos a vestirnos. Está a punto de tornarse una locura por aquí.
Justo cuando bajamos las escaleras, los padres de Meredith entran
presurosos por la puerta, mucho más tranquilos de lo que esperaba.
Probablemente saben que cuanto más tranquilos estén, más tranquila
estará Meredith. Les informamos de todo.
No mucho después de eso, suena el timbre de la puerta. Respondo,
viendo a Sean y a un hombre que asumo que es el jefe Dunn, parado ahí.
Todos vamos a la cocina. Meredith le cuenta al jefe Dunn y a sus
padres todos los detalles de lo que pasó desde que salí de su casa ayer
hasta que Frankie se llevó a Gage. Nadie estaba feliz de que no llamara a
la policía de inmediato. También le cuento al jefe Dunn sobre el asesinato
de la señorita Lange y por qué creemos que Frankie puede estar conectado.
En este momento, no me importa perder mi trabajo. Si quieren despedirme,
pueden hacerlo. Algunas cosas son más importantes.
—Definitivamente tenemos una causa probable para registrar la casa
de Frankie. En este momento, no hay pruebas de que estuviera involucrado
en el asesinato de la señora Lange, pero parece muy probable. El hecho de
que secuestrara a Gage es causa suficiente.
Meredith interviene.
—Te lo dijimos. No está en casa. Tiene a mi bebé atado en un almacén
en los barrios bajos de Biloxi.
139
—Lo entiendo, señora Maddison. Actualmente estoy en el proceso de
obtener una orden de registro para todas sus propiedades. Tengo hombres
posicionados alrededor de su apartamento y del almacén. Nadie hará
nada hasta que yo les dé la orden.
Meredith lo mira, determinación en su mirada.
—Lléveme con usted. Quiero estar ahí cuando saques a mi bebé. Por
favor.
—No creo que eso sea lo más seguro. Tenemos un protocolo a seguir.
Ella aprieta los puños.
—Me importa una mierda su protocolo. Mi vida no es nada sin mi hijo.
O me lleva con usted o me iré por mi cuenta.
Sean mira al jefe Dunn.
—Que vengan conmigo. Me aseguraré de que estén a salvo.
—Sean, sabes que no hacemos las cosas así.
Sean asiente.
—Lo sé, pero si fuera mi hijo, haría lo mismo. Lo prometo. Estarán a
salvo conmigo.
—¿Qué deberíamos hacer si Frankie llama de nuevo? —pregunto—.
Sospecho que llamará para asegurarse de que ella continúa buscando la
forma de conseguir el dinero.
—Sean pondrá una escucha en su teléfono móvil. Cuando Frankie
llame, nos permitirá localizar su ubicación. También desviará cualquier
llamada entrante al teléfono de la casa de Meredith directamente a su
celular. Combinado con los oficiales encubiertos situados alrededor de su
apartamento y el almacén, no podrá hacer nada sin que lo sepamos.
Meredith asiente.
—¡Hagámoslo!
140
Frankie
—¿P
or qué tardaste tanto, Paul? Estuviste afuera una
eternidad.
—Los vagos están saliendo de la nada hoy.
Tres me pidieron un cigarrillo o dinero. Creo que
tenemos que trasladar nuestra operación a un lugar más seguro. ¿Cuándo
regresará Roscoe con la comida? Me muero de hambre.
—¿Es eso en todo lo que piensas? Tráeme mi teléfono. Es hora de
llamar a Meredith y averiguar si está consiguiendo mi dinero. Una vez que lo
tenga, podremos pensar en trasladarnos a un lugar mejor. 141
—Apenas son las ocho, jefe. Los bancos acaban de abrir. Dudo que
haya podido conseguir el dinero tan rápido.
—Lo sé, imbécil —digo con un gruñido—. Solo quiero torturarla un
poco más. —Miro al chico, y veo que ha babeado por toda mi mesa—. Creo
que es hora de despertar al llorón. Cuando lo escuche, seguro se le
prenderá fuego su gordo trasero.
Le doy una bofetada a Gage en la parte posterior de la cabeza.
—Despierta, mierdecilla. ¿No quieres hablar con tu mamá? —me
burlo.
Inmediatamente comienza a llorar. Me río y marco. Ella contesta al
primer timbre. Es la primera vez.
En el momento oportuno, Gage grita:
—¡Mamá! ¡Quiero a mi mamá!
—Déjame hablar con mi bebé, lamentable saco de mierda.
Parece olvidar con quién está hablando. Soy yo quien tiene todas las
cartas.
—¿Esa es la forma de hablarle a tu marido? —digo con una voz dulce.
—¡No eres mi marido!
—Tecnicismo. Solo pensé en recordarte que el reloj está corriendo. Si
quieres recuperar a tu precioso ángel, será mejor que me consigas esos
cinco millones. Reúnete conmigo en el 1111 de Dockside en lugar de mi
apartamento. Tienes hasta el mediodía.
—Sabes que no puedo conseguir tanto dinero para el mediodía. No
hay forma de que el banco apruebe un retiro tan grande en ese tiempo.
—Oh, puedes hacerlo. Tu apellido puede hacer que ocurran todo tipo
de cosas en esta ciudad. Sé que tienes dinero en varios bancos. Será mejor
que te des prisa. Tic, tac.
—¡Mamá! —se queja Gage.
Con eso, cuelgo. Casi me excita escuchar el dolor y el pánico en su
voz. Le dije que pagaría.
Le empujo la cara al chico.
—Deja de lloriquear o no te gustarán las consecuencias.
—Por favor, déjame ver a mi mami. Prometo que me portaré bien.
—Si tu mami puede seguir las instrucciones, puede que llegues a verla.
—La comida está aquí —exclama Roscoe mientras entra por la
puerta—. ¿Qué pasa con todos los indigentes que andan hoy por aquí? Casi 142
tuve que pelear con uno que trató de quitarme las bolsas.
—¿Por qué demonios tardaste tanto? Te has ido por más de una hora.
—Lo siento, jefe. Corrí a casa muy rápido para dejar salir a princesa.
Tiene una vejiga muy pequeña.
Se necesita todo de mí para no darle una paliza, pero necesito que
me ayude con el próximo envío... una vez que esa perra llegue con el dinero.
—Papá, tengo hambre. ¿Puedo comer algo?
¿Cuándo dejará este chico de usar esa molesta voz quejumbrosa? Es
como el sonido de las uñas contra una pizarra.
—Cállate o no tendrás nada.
Roscoe frunce el ceño. Mejor que se entere de que estoy a cargo y
que habrá un infierno si no se siguen mis directivas.
—Primero lleva a la pequeña mierda al baño. No quiero que se orine
en los pantalones. Entonces tendremos que olerlo todo el día.
—Claro, jefe. —Desata rápidamente al chico—. Vamos, Gage.
Vayamos al baño, pero nada de cosas raras. Y asegúrate de lavarte las
manos cuando termines.
—¿A quién le importa una mierda si se lava las manos? Es él quien las
usa para comer, no tú.
Roscoe arruga su nariz.
—Eso es simplemente antihigiénico.
—¿Qué eres? ¿Policía sanitario?
—No, jefe. ¿Dónde está Paul?
—Fue a la parte de atrás para ver cuántos kilos nos faltan para
completar el envío.
143
Meredith
D
ejo caer el teléfono sobre la encimera. Estoy segura de que el
idiota hizo todo lo posible para molestar a Gage antes de
llamarme. ¡Ese bastardo se arrepentirá del día que se metió con
mi bebé! El odio irradia de cada célula de mi cuerpo. Solo siento un poco
de calma cuando miro a los ojos esmeraldas de Nash, y veo sus brazos
abiertos. Entro en ellos y me derrumbo. Las lágrimas simplemente no se
detienen.
—¿Y si esto sale mal? No puedo vivir sin mi hijo. Él es mi mundo. Dime
que todo va a estar bien. Necesito tu fuerza para ayudarme a superar esto.
—Shh —dice, acariciando mi cabello—. Gage estará en tus amorosos
144
brazos, donde pertenece, antes de que te des cuenta.
—Rezo por que tengas razón.
Al escuchar una voz fuerte, miramos para ver al Jefe Dunn en el
teléfono, teniendo lo que parece una conversación intensa. Cuelga
bruscamente y asiente hacia Sean, quien se acerca a él.
—Oh dios, Nash. ¿Y si algo sucedió en el almacén?
—No creo que tenga que ver con el almacén. Capté partes de la
conversación. Creo que encontraron algo en el departamento de Frankie.
—Todavía no puedo creer lo malvado que es ese hombre. Me siento
como una tonta. ¿Cómo podría no haberlo visto al principio?
—Los hombres como él son unos maestros de la manipulación. Pero
solo pueden ocultar sus verdaderos colores durante cierto tiempo. Él sabía
cómo jugar con tus inseguridades y manipularte. Lamento que hayas tenido
que soportar todo eso. Terminará pronto. Nunca más tendrás que
experimentar ese tipo de traición.
Sean se acerca, con una mirada de satisfacción en su rostro.
—Encontraron la billetera de Roxy Lange en el departamento de
Frankie. Esa definitivamente será la prueba irrefutable. No hay forma de que
se salga con la suya.
Jadeo y me tapo la boca con la mano. Una parte de mí esperaba
que él no fuera realmente capaz de asesinar.
Cuando el jefe Dunn nos dice que es hora de irnos, les doy un abrazo
y un beso a mis padres, prometiendo llamarlos tan pronto como sepa algo.
Me costó mucho convencer, incluso el Jefe Dunn amenazó con ponerlo tras
las rejas, para que mi padre aceptara quedarse.
Nos subimos a la furgoneta destartalada y nos dirigimos al almacén.
Cuando llegamos allí, luces intermitentes rojas y azules iluminan el área, y
veo a Frankie y a dos hombres tirados en el suelo, con las manos esposadas
en la espalda.
—¿Qué demonios, Sean? ¿Por qué no esperaron hasta que
llegáramos aquí? ¡¿Dónde está mi bebé?! —grito de pánico, abriendo la
puerta de la furgoneta.
Nash me agarra antes de salir corriendo y volteo la cabeza hacia un
lado del edificio, donde Gage llora en los brazos de una mujer oficial.
—¡Gage! 145
Levanta la vista y nos ve corriendo hacia él.
—¡Mamá, Nash! ¡Sabía que vendrían a salvarme!
Alivio como el que nunca antes había sentido fluye a través de mi
cuerpo mientras me detengo frente a él, agarrándolo por los brazos. Lo toco
de pies a cabeza para asegurarme de que ese monstruo despreciable no
lo ha lastimado. Todo lo que noto es su cara sucia y manchada de lágrimas,
pero aparte de eso, parece estar bien. Gracias a Dios.
Sean mira a la oficial, que todavía tiene un control sobre los hombros
de Gage, y asiente, dejándole saber que está bien.
Nash le da palmaditas en la espalda a Sean y sonríe.
—Gracias hombre. Podríamos haber tenido una situación en nuestras
manos si ella hubiera tratado de alejar a Gage.
—Eso es lo último que necesitamos. —Se ríe Sean y luego me abraza—
. Estoy tan contento de que tu chico esté de vuelta en tus brazos. Estará bien.
Frankie será encerrado por el resto de su vida. No hay forma de que pueda
esquivar esto.
—Gracias por todo. Nunca podré devolverte todo lo que has hecho.
—Fue un placer. ¿Por qué no vuelves a la furgoneta y esperas a que
el jefe Dunn te informe sobre tu próximo paso en esto? Además, solo será
cuestión de minutos antes de que los medios invadan el lugar. Estoy seguro
de que quieres evitar el circo en este momento.
—Eso es lo último con lo que quiero lidiar. —Agarro la mano de Gage
y lo miro, besándolo en la frente.
—Te quiero mucho, mamá. Papá me dijo que nunca los volvería a ver
a ti y a Nash. Por favor, no me hagas verlo nunca más. No quiero.
Lo levanto y le doy besos en su dulce rostro, diciendo:
—Nunca, nunca, nunca más.
Gage sonríe, luego mira a Nash, amor y adoración en sus ojos.
—Sabía que vendrías a salvarme. Eres el mejor superhéroe de la
historia.
Gage alcanza a Nash, que me mira, buscando aprobación. Sonrío y
asiento. Si esta situación no estuviera tan jodida, sería perfecto. Gage y yo
rodeados del amor de Nash.
Gage salta a los brazos de Nash y él lo levanta por encima de su
cabeza.
—Eres el superhéroe, hombrecito. Estoy muy orgulloso de lo valiente y
fuerte que has sido. Subamos a la camioneta, entonces nos puedes contar 146
todo.
Gage aprieta el cuello de Nash mientras asiente con su pequeña
cabeza. Nash toma mi mano y me lleva a su lado. Una vez que estamos en
la camioneta, y Frankie es empujado a la patrulla de la policía, sé que
realmente puedo relajarme.
—¿Quieres contarnos qué pasó, Gage?
Gage
—M
amá, fui muy valiente. El señor Roscoe estaba
afuera, así que solo estábamos el señor Paul y yo en
la gran sala. Papá estaba usando el baño. Hubo un
golpe en la puerta, luego los oficiales de policía la derribaron. El señor Paul
levantó las manos en el aire y se arrodilló. —Me río, pensando en cómo se
veía papá con los pantalones alrededor de los tobillos mientras salía
corriendo del baño.
—¿Por qué te ríes? —pregunta Nash, sonriendo.
—Estaba pensando en lo tonto que se veía mi papá cuando entraron
los policías y salió corriendo del baño. Tenía los pantalones alrededor de los
147
tobillos, por lo que se cayó. Tenía la cara tan roja como una manzana.
Estaba tan enojado. Usó malas palabras y llamó a Paul un idiota. La policía
le dijo que tenía derecho a guardar silencio, pero papá no escuchó. Gritó y
maldijo hasta que lo llevaron afuera.
—¿Tuviste miedo, bebé?
—Soy un niño grande. Fui valiente. Sabía que la policía estaba allí para
salvarme. La señora policía corrió hacia mí y me desató de la silla. Me dio un
besito y me dijo que vería a mi mamá pronto, y aquí estás. —Miro a Nash—.
Nash, sabía que la policía vendría a salvarme.
Nash me choca los cinco.
—Eres tan valiente, amigo. Tu mamá y yo estamos muy orgullosos de
ti.
—¡Cuando sea grande, seré como tú, Nash, no como Frankie! —Miro
a mi mamá—. Nunca más lo llamaré papá. Un papá no hace cosas malas
como esta. Quiero que Nash sea mi papá. ¡Punto y exclamación! —Escuché
a la tía Amy y a la tía Katy decir eso cuando hablan para que la persona
sepa que lo dicen en serio. Quiero que mamá y Nash sepan que hablo en
serio.
Cuando mamá y Nash me abrazan, sé que todo va a estar bien.
148
Nash
H
oy es la sentencia de Frankie. Los padres de Meredith cuidaran
a Gage mientras nosotros vamos al juzgado. No necesita pasar
por más traumas. Se ha despertado varias veces en medio de
la noche debido a las pesadillas.
Para evitar ir a la cárcel por el asesinato de Roxy, Frankie se declaró
culpable de asesinato en segundo grado y por el secuestro de Gage. Las
imágenes de seguridad de la casa de Meredith aseguraron que no hubiera
dudas. A los otros dos no les costó mucho cantar como canarios. No querían 149
que los involucraran en el asesinato de Roxy. Tal como están las cosas, serán
acusados como cómplices de secuestro y, por todas las drogas encontradas
en el almacén, posesión con intención de distribuir.
Frankie intentó que la gente escuchara que yo era una estríper, pero
la única conexión que se hizo con el club fue que mi hermano trabajaba allí
y Roxy estaba acosando a Meredith. Todos dijeron que me parezco mucho
a mi hermano, y fue solo una coincidencia que Meredith y yo fuéramos
noticia. Creo que la señora Bailey lo sabe, pero no ha dicho una palabra.
Ella no ha sido más que solidaria a través de esta terrible experiencia.
Pero hoy también es un gran día porque después de la sentencia,
Meredith irá a la corte de familia para revocar los derechos parentales de
Frankie. Esto me emociona más que nada porque planeo hacer que pronto
ambos sean legalmente míos. Tienen mi corazón y mi alma. Logré que
Meredith viera que es más que un nombre, pero Dios, no puedo esperar
hasta que tome el mío. Quiero que ame lo que su nombre representa: fuerza
y determinación para no permitir que su pasado la detenga.
También es el comienzo de las vacaciones de Acción de Gracias.
Pensamos llevar a Gage a un viaje de cuatro días en Disney Cruise Line
durante las vacaciones. Debido a que planeo pedirle a Meredith que sea
mi esposa en el crucero, les he pedido que nos acompañen a los padres de
Meredith, así como a Sean y a Amy, que se han acercado mucho en los
últimos tres meses, a Evan y a nuestros padres. Meredith y Gage traen luz y
amor a todos los que están cerca, y tienen una manera de unir a las
personas.
Gage está prosperando en la escuela, y todos los maestros y el
personal lo aman. Algunos de los niños han hecho comentarios acerca de
que lo he llevado a casa, pero una vez que me convierta en su papá, espero
que eso cambie.
150
Meredith
—D
ate prisa, Gage. Abu estará aquí pronto para
buscarte. Recuerda, nos iremos al crucero de Disney
mañana. Espero que recojas tu habitación y algunos
juguetes. Haré las maletas esta noche.
—Ya voy, mamá. Acabo de terminar de recoger todo. Tengo todos
los juguetes que quiero llevar en la cama.
Me río.
—Espero que no creas que llevarás toda tu colección de Héroes en
Pijamas. El crucero solo puede contener unos tantos.
—No. Mamá. Solo algunos. Lo prometo.
Cuando papá entra por la puerta principal, Gage baja volando los
escalones hasta sus brazos que esperan.
—Cuidado, Gage. Casi derribaste a abu. 151
—Es súper abu. No puedo derribarlo.
—Así es, Mer. Soy súper abu. Nada puede derribarme —Guiña un ojo—
. Bueno, excepto tal vez tu madre.
—Nana nunca te derribaría, abu. Ella es muy dulce.
—Olvidaste tu bolsa de lona, Gage. Sube corriendo y búscala. No
hagas esperar a abu. Tienes un día completo planeado.
Papá me mira mientras Gage vuelve corriendo escaleras arriba.
—¿Estás segura de que no necesitas que tu madre y yo estemos
contigo?
—Estoy segura. Nash estará a mi lado.
—Es un hombre maravilloso. Honorable, trabajador y los ama a ti y a
Gage con cada fibra de su ser.
Esto trae lágrimas a mis ojos.
—Sí, papá, lo es. Igual que tú. Revocar los derechos parentales de
Frankie es muy importante para los dos. Cuando llegue el momento, Nash
quiere ser el padre de Gage de todas las formas posibles.
—No tengo dudas de que será el padre más asombroso. Tengo un
buen presentimiento sobre ustedes dos. —Me abraza—. Te amo cariño.
Gage, siempre con toda su fuerza, baja corriendo y golpea mis
piernas, abrazándome con fuerza.
—Yo también te amo, mamá.
—Hora de ponerse en marcha. Será mejor que seas bueno con abu.
—Siempre soy bueno, mamá. ¿No soy yo, abu?
—No lo soy —lo corrijo.
Papá se ríe de Gage.
—Eres el mejor chico del mundo. —Se vuelve hacia mí, con las manos
en las caderas con una falsa ira—. No seas tan dura con él. —Volviendo a
Gage, le guiña un ojo—. Vamos a tomar un helado.
—¡Hurra! —grita Gage mientras salta hacia la puerta, tirando de la
mano de papá.
Nash se detiene justo cuando Gage y mi papá caminan hacia el auto.
Mi corazón late con fuerza, como cada vez que veo a Nash. Sale del auto y
me sonríe antes de que suene la voz de Gage.
—¡Nash! Ven, dame un abrazo.
Ríe.
152
—Ya voy, amigo.
Le tomo una foto cuando se encuentra en cuclillas frente a Gage,
ambos con una sonrisa de megavatios. La vida es tan buena. Nunca soñé
con esta realidad perfecta. Cuando besa a Gage en la mejilla y lo abraza
con fuerza, creo que siento que mis ovarios explotan. Mi papá tiene una
mirada de amor y orgullo en su rostro.
—Está bien, ustedes dos. Suficiente de eso. Nash y yo tenemos que
irnos. Los quiero mucho a los dos. Papá, te llamaré cuando todo termine.
Nash y yo nos paramos juntos, tomados de la mano, y saludamos
mientras se alejan. Pensar en lo que depara hoy me lleva a pensar en tres
meses atrás, cuando temía no volver a ver a Gage. No puedo esperar a ver
a Frankie cuando se entere de lo que le espera. Tampoco puedo esperar a
que vea lo feliz que estoy. No importa lo que me hizo pasar, no me rompió.
La sentencia terminó rápidamente, el juez no tuvo piedad. Frankie no
mostró remordimiento y trató de culpar a la señorita Lange por todo. Debido
a que se había comprometido con el asesinato en segundo grado, solo
obtuvo cuarenta años por el asesinato de Roxy Lange, más otros quince,
que deberá cumplir de forma consecutiva, por secuestro. El juez agregó
ocho años adicionales por posesión de drogas con intención de distribuir.
Pasará mucho tiempo antes de que Frankie tenga la oportunidad de salir en
libertad condicional.
Tampoco lleva tiempo en la corte de familia. Después de escuchar
todo lo que Frankie hizo, el juez rápidamente consideró necesario terminar
sus derechos parentales. Nash y yo no podemos borrar las sonrisas de
nuestros rostros cuando salimos del juzgado, con los papeles en la mano. Es
hora de celebrar con nuestra familia y amigos en el crucero.
153
Meredith
—H
ace mucho calor aquí afuera. Recuérdame por qué
me gusta vivir en la playa.
Nash comienza a bailar y a sacudir el culo
mientras canta South Side de Thomas Rhett. No puedo evitar reír, a pesar de
sentirme asada.
—Oh, ríndete. No eres Thomas Rhett, pero todavía te encuentro sexy
como el infierno, sacudiendo el culo en la playa.
154
—Oh bebé, sabes que lo amas. Una vez que Brianna nazca, te
olvidarás de tus manos y pies hinchados, y recordarás cuánto amas la playa.
Solo unos días más y nuestro angelito estará aquí.
—¡Papi, mamá, mírenme! Estoy haciendo skimboarding.
—¡Lo estás haciendo genial, Gage! —le respondo gritando—. Ten
cuidado. No quiero que te rompas el cuello.
—Ese es mi chico. —Sonríe Nash—. Le enseñé todo lo que sabe.
—Recuerda eso cuando se lastime —digo gruñona, mi expresión se
contorsiona de dolor, llevo una mano hacia mi estómago
Él se apresura.
—¿Nena, qué está mal?
Gimo.
—Estas contracciones me están matando.
—¡Qué demonios, Meredith! ¿Por qué no dijiste nada?
—Probablemente sean solo Braxton Hicks. Gage llego una semana
tarde. No entro en fecha hasta dentro de cinco días.
—Ella es una Brooks. ¿Aún no te has dado cuenta de que somos
impacientes? Me enamoré de ti en menos de una semana. Demonios,
probablemente en el momento en que te vi, pero no quise admitirlo.
Siento algo extraño, luego miro bajo la mirada y veo la arena mojada
debajo de mí.
—¡Oh Dios! Rompí bolsa.
Nash hace movimientos frenéticos hacia Gage.
—Gage, tu hermana no espera más. Tenemos que llevar a mamá al
hospital.
Gage sale del agua y corre por la arena tan rápido como le dan las
piernas. Está muy emocionado. Después de que Nash me pidió que me
casara con él, lo primero que dijo fue: "¿Cuándo voy a ser un hermano
mayor?" Lo segundo fue: "¿Puedo llamarte papá ahora?" La vida ha sido
absolutamente increíble en los últimos dos años y medio.
Mis felices pensamientos son interrumpidos por una contracción, mi
niña muy impaciente aparentemente está lista para abandonar mi útero.
Dejo escapar un grito. Nash me levanta en sus brazos y me lleva a través de
la casa y a la camioneta, que ya está preparada con mi bolso y el asiento
de bebe. No puedo creer que estemos camino al hospital cubiertos de 155
arena, pero esa es mi vida loca y maravillosa.
Nash
O
H, Dios mío. Esto realmente está sucediendo. Ser el padre de
Gage ha sido lo mejor de mi vida, pero no pude pasar por el
embarazo, el trabajo de parto y el nacimiento. Estoy listo para
todo, incluidas las comidas nocturnas y los cambios de pañales. Meredith
nunca se ha visto más hermosa. La revisaron y vieron que solo estaba
dilatada dos centímetros. Se sintió muy aliviada cuando le dijeron que
podría pasar un tiempo y que podría ducharse para lavar toda la arena. Mis
padres nos trajeron a mí y a Gage un cambio de ropa, así que también
pudimos limpiarnos.
Cuando Gage y yo salimos del baño, veo a una enfermera revisando
a Meredith para controlar si está progresando. Todo lo que puedo decir es
que es mejor que lo esté. Sus contracciones parecen estar cada vez más
cerca. Ella sigue gritándome por decirle cada vez que veo una contracción
en el monitor, pero es tan fascinante. A Gage no le gusta ver a su madre
con dolor, por lo que decidió ir a sentarse con nuestra familia en la sala de
espera. La enfermera anuncia que Meredith tiene una dilatación de cinco
centímetros y puede recibir su epidural. Nunca me sentí tan aliviado.
156
El anestesiólogo entra a la habitación, sonriendo cuando ve a
Meredith dando un apretón mortal a mi mano, gruñéndome.
—¿Por qué te permití hacerme esto? Estábamos bien con un solo hijo.
¡Nunca me volverás a tocar!
—Nena, lo siento. Sé que duele. Mira, el doctor Barnes está aquí para
ponerte la epidural. —Me muero de dolor. Creo que mi mano está rota.
Meredith debe haber desarrollado una fuerza sobrehumana.
La expresión de su rostro es como si recibiera la llegada de los ángeles.
—Es mi héroe. No puedo soportar mucho más.
—No se preocupe, señora Brooks. Voy a cuidarla bien. ¿Has tenido
una epidural antes?
Otra contracción golpea, así que todo lo que Meredith puede hacer
es asentir mientras exhala y me aprieta un poco más la mano.
—¿Quiere hacerme alguna pregunta?
—¡No! Solo póngame la maldita cosa antes de que mate a alguien.
Me da una sonrisa cómplice, luego se vuelve hacia Meredith.
—Señora Brooks, necesito que se siente en el borde de la cama y
ponga los pies en esta silla. Inclínese hacia adelante y quédese lo más quieta
posible. Terminaré con esto antes de que pueda parpadear.
Nunca he visto a Meredith así. Sería divertido... si le estuviera pasando
a alguien más que a mí.
Descubrí que decir palabras relajantes solo la molesta, así que cierro
la boca y aprieto los dientes contra el dolor en mi mano.
Tengo que admitir que me asusta un poco ver que la aguja y el catéter
se insertan en su espalda. Pero diez minutos después, mi feliz, dulce y
amorosa esposa está de regreso.
Me mira, sudor en la frente, una pequeña sonrisa en su rostro.
—Lamento haber sido tan perra. No sé qué me pasó.
—Está bien, nena. Mi mano sanará —bromeo, apartándola y
flexionándola.
Me golpea el brazo.
—Te amo, bebé grande. Intenta sacar una sandía de tu pene y luego
puedes hablar conmigo sobre el dolor.
Toda nuestra familia y amigos están aquí, esperando que llegue la 157
dulce Brianna. Ahora que la epidural ha surtido efecto, Meredith acepta las
visitas. Las “tres amigas” entran con tanto rosa que parece que Patricio de
Bob Esponja explotó. Katy, Amy y Jill se apiñan alrededor de Meredith,
dándole el apoyo que solo las mejores amigas, que son más como
hermanas, pueden brindar.
Mi mamá está al borde de las lágrimas, y si soy honesto, creo que mi
papá y Evan también lo están. Aman a Gage, pero no pueden esperar a ser
abuelos y tío desde el principio. Los padres de Meredith se sientan a ambos
lados de Gage en el sofá de la esquina, mostrándole todo el amor y la
atención a la que está acostumbrado.
Cuando entra el médico, todos le dan su amor y sus mejores deseos a
Meredith, y luego salen de la habitación. Gage nos da a ambos un beso
más antes de salir con sus abuelos.
Después de revisarla, el doctor Ryan nos mira y sonríe.
—¿Están listos? Meredith, estás completamente dilatada y ya está la
cabeza del bebé. Puedo ver una cabeza llena de cabello rubio.
Meredith sonríe, las lágrimas se forman en nuestros ojos.
—¿Tengo tiempo para decirles a todos? —Me ahogo.
—Por supuesto. Necesitamos establecer un campo estéril de todos
modos. Asegúrate de lavarte cuando vuelvas a la habitación.
Creo que todo el hospital podía escuchar los gritos felices cuando me
apresuro a la sala de espera y digo:
—¡Es hora! —Luego vuelvo corriendo a la habitación de Meredith, me
lavo las manos rápidamente y me dirijo a la cama.
—Su pequeña niña es muy impaciente, señor Brooks. No creo que se
necesiten más que unos pocos empujones antes de que aparezca.
—Te amo, Meredith. Estoy muy orgulloso de ser tu esposo.
—Soy la afortunada, Nash.
—Muy bien, señora Brooks. Papá, ayuda a levantar las piernas. Mamá,
concéntrate en presionar. A la cuenta de tres, quiero que empujes.
Tres contracciones y series de empujes más tarde, nuestra hermosa
niña entra al mundo, con los pulmones funcionando a toda potencia. Ella es
absolutamente hermosa, al igual que su madre. Una cabeza llena de rizos
rubios, diez dedos en las manos y en los pies perfectos. Su nacimiento fue lo
más asombroso que he presenciado en mi vida. No tengo palabras para
describirlo.
El médico coloca a Brianna en el pecho de Meredith y me entrega las
158
tijeras.
—¿Estás listo para cortar el cordón umbilical, papi?
El orgullo llena mi pecho cuando miro el milagro que ayudé a crear.
—Estoy listo. —Corto el cordón, luego miro a Meredith, las lágrimas
cayendo por mis mejillas—. Lo hicimos, Meredith. Hicimos esta pequeña niña
perfecta.
Los veo pesar, medir, limpiar, envolver a la bebé y colocarla de nuevo
en el pecho de Meredith. El tiempo parece detenerse mientras veo a mi
esposa acunar a nuestra hija en sus brazos.
Me sorprende cuando ella dice en voz baja:
—Te toca a ti, papi.
Sostiene a la bebé y yo la tomo con cautela, luego beso a Brianna en
la cabeza y le susurro:
—Prometo ser el mejor papá de todos los tiempos. Prometo amarte,
cuidarte y protegerte de todo lo malo de este mundo. Has completado
nuestra familia. Te amo mucho.
Esto me lleva de vuelta al día en que me casé con Meredith y las
promesas que le hice a Gage.
Prometo ser tu papá el resto de nuestras vidas. Prometo amarte y
mostrarte, tanto con mis palabras como con mis acciones, cuánto significan
tú y tu mamá para mí. Prometo reír contigo, llorar contigo, cuidarte cuando
estés enfermo y jugar con todas los Héroes en Pijamas que quieras.
Salgo de mis recuerdos y levanto la vista para ver a Meredith
sosteniendo su teléfono, tomando fotos. Cuando Brianna comienza a
moverse, su madre extiende las manos. Coloco a la bebé sobre su pecho, y
Brianna inmediatamente comienza a comer, prendiéndose como una
campeona. Esta chica sabe lo que quiere y no tiene miedo de perseguirlo.
Justo como su papi. El día que vi a su madre en ese club, supe lo que quería
y lo busqué. Entonces no sabía que una noche cambiaría mi vida para
siempre.
Fin
159
L
ynn Jaxon vive con su esposo y sus tres
hijos en Arkansas. Se graduó en 1994 de la
University of Central Arkansas. Cuando no
escribe, pasa tiempo con su esposo, hijos
y nietos, leyendo en un baño de burbujas o
corriendo con su perro loco.
160
161