La Disolución Del Régimen Económico Matrimonial
La Disolución Del Régimen Económico Matrimonial
La Disolución Del Régimen Económico Matrimonial
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posibilidad de intervenir, por lo que resulta aconsejable ventilarlo por los
cauces del juicio ordinario que corresponda a la cuantía de las presuntas
inversiones, y ello conforme a lo dispuesto en los artículos 1319 del Código
Civil respecto de los reintegros que allí se contemplan o en relación a lo que
establece el artículo 1438 del mismo Texto relativo a la compensación que se
produce cuando se extingue el régimen de separación de bienes" (AC
1999\6269).
2.º) Por otro lado no son equiparables las consecuencias, en el aspecto que nos
ocupa, de la nulidad del matrimonio o el divorcio y de la separación, pues si en
los dos primeros casos el matrimonio o no existió o deja de existir, en la
separación subsiste el matrimonio y ello hace necesaria la existencia de un
régimen económico, siendo adecuado el de separación de bienes.
2.ª) Precisar que la fecha de disolución del mismo puede ser la de la efectiva
separación de hecho de los cónyuges, sin tener que esperar a la fecha de la
sentencia de divorcio.
Cuando la norma habla de "pleno derecho" está significando que las causas que
enumera operan sin necesidad de declaración judicial y de modo automático
cuando se produce el hecho previsto en la ley.
STS de 8 de octubre de 1990: "b) Que si el marido cotitular de dicha finca fallece
en 2-10-1980, aparece el automatismo del dictado legal señalado en el art. 1392
del C.c. al prescribirse que 'la sociedad de gananciales concluirá de pleno
derecho: 1) Cuando se disuelva el matrimonio... que, a su vez, remite a los arts.
85 a 89 del C.c. en su reforma de la Ley 7-7-1981, y que comprende, obvio es, la
disolución por muerte de uno de los esposos, por lo que según la doctrina
general, se producen entonces los llamados 'efectos automáticos' de esa
disolución, y acaso sea ése el único sentido a la expresión del 1392 de que la
sociedad de gananciales concluirá de pleno derecho, en la idea de que cuando
las causas de la disolución sean las del art. --legales o la voluntaria del 1392-4.º--
inmediatamente, o a seguido y sin solución de continuidad, se producirán los
efectos disolutivos y, por ende, se podrá pasar a la segunda fase o liquidatoria
de la misma, de tal suerte que el acto determinante de la conclusión --disolución
del matrimonio nulidad del mismo, separación conyugal o pactación de otro
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régimen-- será, a su vez, causa inmediata de la conclusión del régimen
ganancial" (RJ 1990\7482).
a) En general
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es que los 'efectos civiles' de las sentencias estimatorias, en procesos
matrimoniales, se desprenden, sin necesidad de hacer una expresa
manifestación, de aquélla (la sentencia), que se toma como 'hecho jurídico'; por
tanto, y constituyendo la disolución de la sociedad de gananciales, una
consecuencia ineludible de las sentencias que referimos, aparece innecesaria la
declaración que se insta, implícita en la misma; con tal mención, y siendo éste el
único punto a tratar, su estudio desencadena el rechazo de la apelación" (AC
1993\2259).
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inadmisión aquellas otras que no se funden en algunas de las mentadas causas
entre las que no se hallan las de división y partición pretendidas, sin perjuicio
de la declaración genérica de disolución del régimen económico (el que sea) en
virtud de lo dispuesto en el art. 95 CC . Todo ello conlleva la aplicación de la
doctrina jurisprudencial que hace de las causas de inadmisión, causas de
desestimación y, por ende, a admitir el motivo del recurso, revocando el
pronunciamiento final de la sentencia, que difiere la liquidación del
controvertido régimen económico de gananciales a la fase de ejecución de la
misma, que, por improcedente, se deja sin efecto" (AC 1994\523).
Tras la extinción del régimen económico, entra en vigor, 'lo convenido por los
cónyuges sobre liquidación cuando proceda' (art. 90 del Código Civil), y a falta
de convenio, nuestro Derecho precisa que el juzgador determine las
consecuencias de la extinción de dicho régimen (art. 91), estableciendo las
cautelas o garantías precisas.
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término, es claro que ninguno de los preceptos antes invocados y aplicables al
proceso matrimonial, contemplan de modo expreso tal posibilidad, de manera
que, en principio, habría de operar el art. 481 de la LEC , que establece que 'toda
contienda entre partes que no tenga señalada tramitación especial, será
ventilada y decidida en el juicio declarativo que corresponda'; por lo que, de
admitirse la tesis sustentada en la decisión ahora impugnada, se está, en
realidad, privando a las partes de legítimos derechos que la ley, en principio, les
otorga, dada la limitación casacional de los procesos matrimoniales, frente a
otros procedimientos. c) Y finalmente, tampoco podría aceptarse la solución
ofrecida por el juzgador de instancia desde la óptica de la acumulación de
acciones, toda vez que, de admitirse la viabilidad de tales pronunciamientos en
la sentencia matrimonial, se estaría, en realidad, acumulando a la acción
matrimonial, que tiene señalado un proceso especial, una acción de diferente
naturaleza, infringiendo no sólo el art. 154.3 de la LEC , sino también lo
preceptuado en la Disposición Adicional Quinta, apartado e) de la Ley de 7
julio 1981, cuya razón de ser es, precisamente, impedir que, por vía
reconvencional, se acumulen acciones que deben dilucidarse en procesos de
distinta naturaleza.
Por tanto, en el supuesto enjuiciado, procede acoger la tesis del recurrente que
con carácter principal se formulaba, y declarar, tan sólo la 'disolución' del
régimen económico matrimonial hasta ahora existente en el matrimonio, pero
sin efectuar declaración alguna sobre la modalidad del mismo, cuestión que se
deberá resolver en el proceso correspondiente" (AC 1996\59).
Estamos, pues, ante causas que llevan a la disolución automática y esas causas
son las que enumera el artículo 1392, es decir:
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El número 1.º del artículo 1392 del CC se refiere en general a cuando se disuelva
el matrimonio y con ello se está remitiendo a lo dispuesto en el artículo 85,
conforme al cual el matrimonio se disuelve, sea cual fuere la forma y el tiempo
de su celebración, por muerte o declaración de fallecimiento de uno de los
cónyuges y por divorcio
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Si la sentencia declara la nulidad del matrimonio, esa misma declaración
debería comportar que el régimen económico matrimonial no ha existido nunca,
por cuanto dicho régimen sólo puede existir si existió matrimonio. En este caso
no estaríamos realmente ante una disolución, sino ante una verdadera nulidad
con efectos ex tunc , esto es, referidos al momento de contraer el matrimonio
que se declara nulo. Sin embargo, no es esta la solución a la que llegan los
artículos 95, I, y 1392, 2.º, pues en ellos se acepta, por razones de seguridad
jurídica y en atención a los posibles terceros, que el régimen económico
matrimonial efectivamente existió, aunque no existiera el matrimonio, con lo
que se produce su disolución y en el momento en que la sentencia se convierte
en firme. Tratándose de sentencia canónica de nulidad desde que se le dé
eficacia civil (arts. 80 CC y 778 LEC). A partir de ahí, lógicamente, surgirá la
necesidad de la liquidación del régimen económico, si bien para la misma el
artículo 95, II, contiene norma expresa.
Considerando.- Que, como cuestión previa al examen de los dos motivos en que
se apoya este recurso, es de tener en cuenta que en materia matrimonial, al
igual que sucede por modo general, el concepto de inexistencia no tiene
consagración en nuestro ordenamiento positivo, siendo usado por la doctrina
científica remediando la práctica del antiguo derecho, especialmente el francés,
que lo ideó como reacción ante el rigorismo de la regla según la que sólo podía
ser nulo el matrimonio que se celebrase en contra de una norma expresamente
establecida en un texto legal --'no hay nulidad sin texto'-- y que se concreta en
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aquellos supuestos en que no existiendo dicha norma era inconcebible pensar
en la realidad efectiva de un acto matrimonial, cual sucede en los casos de
identidad de sexo, falta absoluta de consentimiento y ausencia total del acto,
quedando por tanto excluidas las hipótesis en que la ley establece una
prohibición específica y decretada la consiguiente nulidad para cuando sea
infringida, al modo como ocurre en el caso de bigamia, puesto que en nuestro
sistema el núm. 5 del art. 83 del C. Civ. preceptúa el impedimento dirimente
para contraer matrimonio respecto de aquellos que se hallen ligados por un
vínculo precedente, y el ordinal primero del art. 101 del mismo Código
sanciona con nulidad a los matrimonios celebrados en contravención con lo
dispuesto en aquél, por lo que es de apreciar, al igual que ya fue reconocido por
esta Sala el 7 marzo 1972 en segunda sentencia recaída en recurso de casación
estimado, que el caso presente no puede incluirse en ninguna de las aludidas
tres posibilidades de inexistencia que la doctrina científica y el Derecho positivo
menciona, ya que ha quedado probada la existencia de hecho del acto
matrimonial, aunque incida en la sanción de nulidad justamente por la
preexistencia del matrimonio que primeramente habría contraído doña Mariana
M. G.
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estimado, requiere la concurrencia de tres requisitos, que, sin duda alguna, se
dan en el caso que ahora se examina: a) en primer lugar que se trate de un
matrimonio nulo, no inexistente, es decir de los específicamente sancionados
como tales en el núm. 1.º del art. 101 del C. Civ., en su anterior redacción, cual
es el que se contempla en el presente recurso, en que concurre el impedimento
de ligamen anterior, del ordinal quinto del art. 83 del mencionado Cuerpo legal
sustantivo en su anterior redacción; b) en segundo término, que los efectos que
obtiene sean de carácter estrictamente civil, circunstancia que igualmente se
cumple, por cuanto lo único que en definitiva se solicitó como efecto de
declaración de nulidad fue la liquidación de la sociedad legal de gananciales de
don Amalio M. A. y doña Mariana M. G., con la consiguiente adjudicación a
ésta de la propiedad de una mitad indivisa de la vivienda de que se hace
mención y de la mitad del saldo que existía en libreta de ahorro también
referenciada, al momento de producirse la anulación de su segundo
matrimonio celebrado con el citado don Amalio M. A.; y c) finalmente, que
existe buena fe en la realización del segundo matrimonio, que en todo caso se
presume y que viene expresamente reconocido en la sentencia recurrida, en
virtud de la causa de nulidad alegada y tomada en consideración, por haber
sido contraído dicho segundo matrimonio mediante licencia del Tribunal
Eclesiástico del Obispado de Málaga al declararse por éste, con anterioridad a la
contracción de tal nuevo vínculo, suficientemente probada la presunta muerte
de don Evaristo D. A., con quien había contraído primer matrimonio la tan
citada doña Mariana M. G.
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del citado Capítulo 2.º, del Título IV del Libro I, del referido ordenamiento
jurídico civil sustantivo, contraído a los efectos de la nulidad del matrimonio y
el segundo en la sección tercera de los mismos Capítulo, Título y Libro,
afectante a la nulidad del matrimonio, y cuyos preceptos si sancionan ésta,
puesto en concordancia con el núm. 5.º del art. 83 del precitado C. Civ., en
anterior redacción, a que el invocado núm. 1.º del art. 101 se remite, también en
anterior redacción, para el caso de matrimonio celebrado entre personas que se
hallaren ligados con vínculo matrimonial, es indudablemente sobre la base, en
cuanto a efectos civiles, de que éstos se produzcan cuando el matrimonio
declarado nulo haya sido contraído de buena fe por los dos cónyuges, o por uno
de ellos en lo que a éste afecte, toda vez que, como ya ha tenido ocasión de
declarar esta Sala en la tan meritada segunda sentencia dictada el 7 marzo 1972,
como consecuencia de recurso de casación estimado, la expresada norma
contenida en el art. 51 del C. Civ., en anterior redacción, es una fórmula que no
altera, en el terreno estrictamente civil, la genérica sanción de nulidad del art.
101 del mismo Código, también en anterior redacción, puesto que al término
'ser nulo' que éste emplea no se puede atribuir otro significado que el de 'no
producir efectos civiles', que también se utiliza en el invocado 51, de anterior
redacción, y que hay que entender simplemente se reitera a los exclusivos fines
de la coexistencia en nuestro derecho de las dos clases de matrimonio que
mantenía el art. 42 del C. Civ. después de la reforma llevada a cabo por L. de 24
abril 1958 y actualmente se mantiene con la modalidad normativa acogida en el
Capítulo 3.º del Título IV, del Libro I, del meritado Código, y concretamente en
su art. 49, conforme a la regulación dada por L. de 7 julio 1981 en tendencia de
adaptación a la prevalente regla contenida en el art. 32, 1, de la Constitución
Española , de que 'el hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio
con plena igualdad jurídica', de modo que 'la ley regulará las formas de
matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y deberes de los
cónyuges, las causas de separación y disolución y sus efectos', pero sin que en
modo alguno el tan mencionado art. 51 del C. Civ., en su redacción anterior a la
expresada L. de 7 julio 1981, pueda significar la introducción de un tipo especial
de ineficacia más grave que las demás causas de nulidad de matrimonio, ni hay
base jurídica, como ya viene indicado en el segundo de los considerandos de
esta resolución, para deducir que el matrimonio nulo se convierta en
inexistente, ni por tanto genere las sanciones de índole civil a éste inherente.
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no hacen sino dar predominio a los arts. 69 y 51 del C. Civ., en su anterior
redacción, según se estimó necesario en cada planteamiento concreto, siguiendo
la línea trazada por un determinado sector de la doctrina científica, que faculta
a los Jueces y Tribunales, en esta materia, para elegir con prudente arbitrio la
norma adecuada que permita resolver cada caso en espíritu de equidad y
atendiendo todas las particularidades del mismo, singularizadas en el supuesto
ahora contemplado en que el matrimonio cuya nulidad viene determinada por
causa de persistencia de anterior matrimonio fue contraído en circunstancias
especiales no apreciadas concurrentes en los casos examinados en las
relacionadas sentencias de 19 enero 1926, 14 julio 1953 y 29 mayo 1962, cuales
son los de licencia oportuna concedida previamente por el Tribunal Eclesiástico
del Obispado de Málaga para pasar a contraer el matrimonio canónico cuya
nulidad se aprecia, por declarar suficientemente probada la presunta muerte
del primer marido de la contrayente, éste ahora recurrente, a consecuencia del
oportuno expediente canónico, con la secuencia de evidente buena fe en la
realización del segundo matrimonio afectado por la nulidad tan expresada, y
mayormente cuanto ninguna manifestación dolosa se aprecia en el ámbito de
dicho expediente canónico.
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hijos', así como que 'el contraído de buena fe por uno de ellos lo producirá
solamente respecto del cónyuge inocente y de sus hijos', y que 'la buena fe se
presumirá siempre, al no probarse lo contrario', y al prevenir el vigente artículo
95 del C. Civ., en cuanto a la declaración de nulidad, por redacción dada por la
Ley 7 julio 1981, comprendido en el Capítulo Noveno, del Título Segundo, del
Libro Primero, del C. Civ., que se contrae a los efectos de la nulidad del
matrimonio y entre cuyas causas de nulidad figure la que se refiere al
matrimonio contraído por los que estén ligados con vínculo matrimonial, dada
la remisión que hace el número segundo del art. 73 de dicho Código al 46 del
mismo cuerpo legal que 'la sentencia firme producirá, respecto de los bienes del
matrimonio, la disolución del régimen económico matrimonial' y 'si la sentencia
de nulidad declara la mala fe de uno solo de los cónyuges, el que hubiere
obrado de buena fe podrá optar por aplicar en la liquidación del régimen
económico matrimonial las disposiciones relativas al régimen de participación y
el de mala fe no tendrá derecho al participar en las ganancias obtenidas por su
consorte', está poniendo claramente de manifiesto que tanto en los antecedentes
históricos y legislativos, como en la realidad social actual, se da eficacia civil al
matrimonio nulo, por causa de persistencia de vínculo anterior, siempre y
cuando los contrayentes de aquél hubiesen actuado de buena fe al contraerlo; lo
que viene reforzado por la normativa de L. de 7 julio 1981 al párrafo último del
art. 195 del C. Civ., redactado conforme a la L. de 8 septiembre de 1939, que
decretó la supresión de su párrafo 3.º que disponía que 'la declaración de
fallecimiento no bastaría por sí sola para que el cónyuge presente pueda
contraer ulterior matrimonio', lo que origina, ' a sensu contrario ', la posibilidad
de contraerlo, cuando esa situación apreciada de fallecimiento se produzca,
quedando en consecuencia posibilidad de efectos civiles, pues lo contrario
supondría el absurdo de reconocer una situación fáctica sin aceptar las
consecuencias jurídicas inherentes.
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contribución con su actividad en el vínculo familiar contractual, no sería
acomodado a los principios básicos de justicia el excluir de la comunidad
económica que de hecho ha existido durante el tiempo en que se mantuvo vivo
el matrimonio declarado nulo, y hasta que esa nulidad fue apreciada, y que es
la base que da vida al matrimonio putativo acogido en el art. 69 del C. Civ.
español, siguiendo al Derecho francés, y que determina que cuando se ha
actuado de buena fe en la contracción de un matrimonio, la nulidad que de él se
declare no obsta a que produzca efectos civiles con relación a los hijos y a los
cónyuges" (RJ 1983\2819).
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1.º) Cabría sostener que la disolución de la sociedad de gananciales por virtud
de la sentencia de separación produce una sustitución de ese régimen por el de
separación de bienes, de modo que, dado que la separación no disuelve el
matrimonio y que éste tiene que estar sujeto a un régimen económico, lo que
hace el artículo 95, I, es sólo disolver la sociedad de gananciales, añadiendo el
artículo 1435, 3º, que entonces existirá entre los cónyuges el régimen de
separación de bienes. Esto es lo que sostiene la siguiente sentencia del Tribunal
Supremo dictada en interés de ley.
El primer motivo del recurso se formula por infracción del artículo 95.1 del
Código Civil y, el segundo, del artículo 1435.3 del mismo texto legal, en ambos
casos con referencia a que se aprobó un convenio regulador de la separación en
el que, al tratar de la liquidación del régimen económico matrimonial (artículo
90 del Código Civil), acordaban los cónyuges que, en el futuro, dicho régimen
sería el de 'absoluta separación de bienes', y estima el Ministerio Fiscal, aunque
sin afirmarlo radicalmente ('Probablemente existen razones bastantes para
entender que la solución dada en el pleito se ajusta a la realidad y a la
regulación de esta materia en el Código Civil. Pero su autoridad sólo tiene
expresión en el caso concreto, a diferencia de la que esta Sala haya de dictar,
que constituirá jurisprudencia'), que ello es contrario a los preceptos antes
citados porque el artículo 95.1, al regular uno de los efectos comunes a la
nulidad del matrimonio, separación y divorcio, dispone que 'la sentencia firme
producirá, respecto a los bienes del matrimonio, la disolución del régimen
económico matrimonial', sin prevenir el establecimiento de un régimen ulterior,
y el artículo 1435 ('Existirá entre los cónyuges separación de bienes: 3.º Cuando
se extinga, constante matrimonio, la sociedad de gananciales o el régimen de
participación, salvo que por voluntad de los interesados fuesen sustituidos por
otro régimen distinto') no puede considerarse vigente a los efectos del artículo
95.1, de redacción más moderna, con el que sería incompatible.
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Segundo.- El artículo 95.1, que revela una técnica en verdad defectuosa, precisa
ser interpretado partiendo de que, como es obvio, no son equiparables las
consecuencias, en el aspecto que nos ocupa, de la nulidad del matrimonio o el
divorcio y la separación, pues en esta última subsiste el matrimonio y ello hace
necesario un régimen económico, siendo adecuado el de separación de bienes,
solución concorde con el artículo 1435.3 que puede fundamentarse en que: a)
Este es el criterio del Código Civil en supuestos de disolución de la sociedad
conyugal por otras causas (así, artículo 1374); b) Cuando el artículo 1443 del
mismo Código dispone que 'la separación de bienes decretada no se alterará por
la reconciliación de los cónyuges en caso de separación personal', presupone la
existencia de aquélla; c) Aunque, en puridad, la 'disolución del régimen
económico matrimonial' prevista en el artículo 95.1 no se identifica con la
necesidad de que se establezca el régimen económico matrimonial de
separación de bienes, pudiendo quizá bastar la adopción de las medidas
legalmente previstas en los artículos 90 y siguientes, nada se opone a entender
aquel precepto en el razonable sentido de que, en aplicación del artículo 1435.3,
al extinguirse la sociedad de gananciales anterior, se someta el matrimonio al
régimen de separación de bienes, cuánto más si, como sucede en el presente
caso, así se acordó en el convenio regulador de la separación matrimonial; y d)
Por último, y aunque éste no sea el caso, tampoco se ve inconveniente en referir
el artículo 95.1 sólo a los regímenes económico-matrimoniales comunitarios,
pues en el supuesto de previa separación de bienes carece, en rigor, de
finalidad.
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Bien es cierto, que esta declaración, se contiene como efecto común a nulidad,
separación y divorcio en el art. 95 CC ; pero ya advierte la jurisprudencia que
este artículo revela una técnica en verdad defectuosa, precisa ser interpretado
partiendo de que, como es obvio, no son equiparables las consecuencias, en el
aspecto que nos ocupa, de la nulidad del matrimonio o el divorcio y la
separación, pues en esta última subsiste el matrimonio y ello hace necesario un
régimen económico, siendo adecuado el de separación de bienes, solución
concorde con el art. 1435.3 que puede fundamentarse en que:
b) Cuando el art. 1443 del mismo código dispone que "la separación de bienes
decretada no se alterará por la reconciliación de los cónyuges en caso de
separación personal", presupone la existencia de aquélla.
2.º) Puede también defenderse que el artículo 95, I, lo que hace es disolver el
régimen económico ganancial o el de participación, debiendo en consecuencia
procederse a su liquidación, y que el artículo 1435, 3º, lo único que hace es
prever la hipótesis de que los cónyuges se reconcilien posteriormente; en este
caso el nuevo régimen económico será el de separación de bienes. Esta solución
parte de los principios de que no existen efectos distintos entre la separación y
el divorcio y de que, producida la separación, no existen entre los cónyuges más
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relaciones económicas que las que se desprendan de la misma sentencia; esto
conduce a la disolución y a la liquidación, con la completa extinción de
cualquier régimen económico, lo que no impide que si en un momento
posterior se produce la reconciliación entre los cónyuges, a la que se refiere el
artículo 84, el nuevo régimen económico sea el de separación, como previene el
artículo 1435, 3º.
b") La reconciliación
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a los hijos, y de ahí se entiende que las medidas entre los cónyuges dependen
de ellos, porque son dispositivas.
Importa ahora ver los efectos de comunicación al Juzgado y sobre ello existen,
como dice la SAP La Coruña de 19 de junio de 2009 (AC 2009\1711) dos
corrientes doctrinales:
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SAP La Coruña de 19 de junio de 2009: "Si los cónyuges estaban separados, la
reconciliación no genera una continuidad de la primitiva sociedad de
gananciales (ni del régimen económico anterior, cualquiera que fuese, aunque
esta afirmación legal tiene grandes detractores doctrinales). Aquélla se disolvió
(art. 1392-3º del Código Civil).
Harán constar en las capitulaciones los bienes que cada uno aporte de nuevo y
se considerarán éstos privativos, aunque, en todo o en parte, hubieren tenido
carácter ganancial antes de la liquidación practicada por causa de la
separación»...
De este nodo debe quedar claro que la comunicación al tribunal del hecho de la
reconciliación no afecta a la ya producida disolución de la sociedad de
gananciales. La SAP Málaga de 14 de diciembre de 2001 (La Ley 1065006/2001)
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parte de que la reconciliación no altera la disolución ya efectiva de la sociedad
de gananciales.
SAP Asturias de 3 de mayo de 1999: "Por último, se postuló por la adherida que
se declarase que la disolución de la sociedad de gananciales se fijase en la fecha
de la sentencia de esta litis, y no en la precedente de 1992.
Conviene por ello recordar que en fecha 4-6-1992 se dictó por el Juzgado núm. 5
de Primera Instancia de Gijón sentencia de separación conyugal entre doña
Adoración y don Antonio mediante convenio regulador. Con carácter
prácticamente inmediato a dictarse dicha sentencia los esposos se reconciliaron
volviendo a vivir juntos hasta el año 1997, en que se rompió nuevamente la
convivencia y se presentó por la esposa nueva demanda de separación, que
motivó la presente litis; sin embargo, y a pesar de dicha reconciliación los
esposos en modo alguno pusieron tal hecho en conocimiento del Juzgado.
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La voluntad de los cónyuges puede disolver la sociedad de gananciales
procediendo a celebrar capitulaciones matrimoniales pendiente el matrimonio,
bien entendido que la mera extinción de la sociedad de gananciales, y sin
alegación de causa alguna, produce el régimen de separación de bienes, como
se desprende del artículo 1435, 2.º.
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impugnación de las mismas en el procedimiento declarativo correspondiente..."
(EDJ 2000/9114).
STS de 3 de febrero de 2006: "1º. Respecto del problema central que plantea el
presente recurso, es decir, si es posible pactar la simple disolución del régimen
durante la separación de hecho, sin que los cónyuges se acojan a otro régimen,
la respuesta debe ser negativa, porque el artículo 1392 del Código civil establece
las causas de disolución de pleno derecho del régimen de gananciales y entre
ellas no se encuentra la separación de hecho. Es más, el artículo 1393 del Código
civil prevé esta posibilidad cuando los cónyuges lleven separados de hecho
"más de un año por acuerdo mutuo o por abandono del hogar", pero en este
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caso la terminación del régimen se produce por decisión judicial a petición de
uno de los cónyuges, supuesto que no se produjo en el caso que nos ocupa. La
misma regla, aun más restrictiva, aparecía en la redacción del artículo 1417 del
Código civil vigente en el momento en que se redactó el documento cuya
validez y efectividad ahora se cuestiona.
c) Separación de hecho
STS de 4 de mayo de 1998: "Segundo.- La sentencia aquí recurrida basa la ' ratio
decidendi ' de su pronunciamiento estimatorio (parcial) de la demanda en el
siguiente razonamiento: 'Este tribunal comparte con la defensa de la parte
apelante, en cuál es la naturaleza del párr. 3.º del art. 1393 del Código Civil , es
decir, que no consideramos necesario que por la hoy apelante se efectúen
requerimientos o se realicen actos tendentes a solicitar a su cónyuge que le
rinda cuentas, estado y situación de los actos y disposición de los bienes que
componen la sociedad de gananciales, y ello porque el deber de informar nace
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por imperativo legal y debe ser cumplido por ambos cónyuges por lo tanto, su
aplicación será ' ope legis '. Así las cosas y en relación a la naturaleza del
mencionado deber, ante la situación de separación ya existente al tiempo de
presentación de la demanda e incluso con anterioridad desde aproximadamente
las Navidades del año 1988, lógico deviene entiende este Tribunal, que se
acceda a la liquidación de la sociedad de gananciales, puesto que la misma sólo
tiene su razón de ser cuando existe una convivencia y afectividad entre ambos
cónyuges, puesto que, la propia situación de separación ya trae consigo que
ambos cónyuges, incumplan sus propios deberes tanto en relación a su
convivencia, al no existir, como en relación a los bienes que conforman una
sociedad inexistente, al realizar cada uno, actos propios e independientes del
otro, al no existir entre ellos lazos o relaciones en común, por así haberlo
interesado ellos mismos; en relación con la cesación de la vida en común, es
lógico, que el hoy apelado declare que no informa porque no convive y es,
precisamente, tal motivo de inexistencia de convivencia la que permite entender
a este Tribunal que el deber legal que incumbe a ambos cónyuges de informar
de los rendimientos de la sociedad de gananciales se incumpla y que por lo
tanto existiendo tal infracción del art. 1393.4. la Sociedad de Gananciales debe
ser liquidada conforme a los trámites señalados en los arts. 1394 y ss. del CC. Al
haberse admitido por este motivo, la solicitud de disolución de la sociedad de
gananciales se hace innecesario examinar si concurre o no el supuesto del
párrafo segundo, también alegado por la parte apelante' (fundamento jurídico
segundo de la sentencia aquí recurrida).
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incumplimiento, por parte del marido, del deber de informar a su esposa sobre
la marcha y rendimiento de sus actividades económicas, consecuentemente a
esa falta de convivencia, y esa sí es una de las causas (la 4.ª) que contempla el
art. 1393 del Código Civil como determinante, por decisión judicial, de la
conclusión o disolución de la sociedad de gananciales, aparte de que al parecer,
efectivamente, probado que los cónyuges litigantes se encuentran separados de
hecho desde diciembre de 1988 y que la demanda iniciadora del proceso al que
se refiere este recurso fue formulada en diciembre de 1991, esa mera separación
por tiempo superior a un año es por sí sola, determinante de la disolución de la
sociedad de gananciales, conforme al núm. 3.º del citado artículo del Código
Civil , cuya causa de disolución, aunque inexplicablemente no aducida de
forma expresa por la demandante, puede ser apreciada directamente por el
órgano judicial, conforme al principio ' iura novit curia ', con base en los
mismos hechos que integran el relato histórico de la demanda, al no integrar
ello alteración alguna de la ' causa petendi '.
Tampoco puede tener favorable acogida el presente motivo, ya que si, desde
que cesó la convivencia conyugal (diciembre 1988), el esposo demandado, y
aquí recurrente, dejó en absoluto de informar a su esposa acerca del desarrollo
de los negocios comunes, como él mismo tiene reconocido, dicha absoluta falta
de información, persistentemente mantenida durante tres años (en 1991 se
formuló la demanda), no puede merecer otra calificación que la de grave y
reiterada, aparte de que, como se ha dicho en el Fundamento jurídico anterior
de esta resolución y aquí nos vemos forzados a repetir, la mera separación de
hecho, prolongada durante más de un año, por sí sola, es causa determinante de
la disolución de la sociedad de gananciales (núm. 3.º del art. 1393 del Código
Civil ) y, en el presente supuesto litigioso, como también ya se ha dicho, al
formalizarse la demanda, la separación de hecho entre los cónyuges litigantes
ya tenía una duración de tres años" (RJ 1998\2495).
29
muchas resoluciones judiciales que requieren más detalle. Con todo conviene
advertir que si está ya puesto en marcha un proceso de separación judicial no
puede presentarse demanda pidiendo la disolución por esta razón, al poderse
alegar la excepción procesal de litispendencia (SAP Almería de 12 de mayo de
2000, AC 2000\3549).
STS de 11 de octubre de 1999: "Ante todo, hay que partir de que el abandono
del hogar por don José Manuel V. C. supuso ' de facto ' la disolución de la
sociedad de gananciales. La Audiencia así lo estima, apoyándose en la doctrina
de esta Sala según la cual la separación de hecho libremente consentida
destruye el fundamento de la sociedad conyugal (Sentencias de 23 de diciembre
de 1992 y las que cita). La Sala comparte la aplicación de tal doctrina a este caso,
en el que no existe desde el momento del abandono ninguna convivencia entre
los cónyuges que pudiese dar lugar a adquisiciones gananciales. El abandono
de familia no conlleva, aparte de las sanciones legales, la ilógica de que siga
existiendo la sociedad de gananciales, ni puede apoyarse esta conclusión en los
arts. 1393.3º y 1394 CC , porque respecto del primer precepto, que equipara
separación de hecho y abandono de hogar, la jurisprudencia de esta Sala, atenta
a la realidad social, ha dado la doctrina que antes se consignó, que en sí misma
pugna con la letra del precepto, no exigiendo por tanto ninguna declaración
judicial para declarar extinguida la sociedad de gananciales" (AC 1999\7324).
30
Por último el apartado 4.º se refiere a la causa de disolución consistente en
incumplir grave y reiteradamente el deber de informar sobre la marcha y
rendimientos de sus actividades económicas.
31
legal que incumbe a ambos cónyuges de informar de los rendimientos de la
sociedad de gananciales se incumpla y que por lo tanto existiendo tal infracción
del art. 1393.4 la Sociedad de Gananciales debe ser liquidada conforme a los
trámites señalados en los arts. 1394 y siguientes del CC.
32
En este caso, si llegara a realizarse la ejecución forzosa sobre los bienes
comunes, a los efectos de las relaciones internas entre los cónyuges "se reputará
que el cónyuge deudor tiene recibido a cuenta de su participación el valor de
aquéllos al tiempo en que los abone con otros caudales propios o al tiempo de la
liquidación de la sociedad conyugal" (art. 1373, II, CC).
33
1.373, I, CC , determina el ejercicio de la disolución de la sociedad de
gananciales, sin necesidad de petición alguna al Juez que conoce de la ejecución,
si bien ha de procederse a la posterior liquidación del patrimonio de la sociedad
para determinar los bienes, o la parte de ellos, que se atribuyen a cada uno de
los cónyuges, y consecuentemente los bienes del cónyuge deudor que han de
sustituir en la traba al bien ganancial inicialmente embargado. Ello no obstante,
parece claro que mientras no recaiga una decisión judicial sobre la procedencia
de aplicar el citado artículo 1.373 no puede procederse a la liquidación, y a ello
precisamente se refiere el artículo 541.3 LEC cuando dispone que si el cónyuge
no deudor optare por pedir la disolución de la sociedad conyugal, el tribunal,
oídos los cónyuges, resolverá lo procedente sobre división del patrimonio y, en
su caso, acordará que se lleve a cabo con arreglo a lo dispuesto en esta Ley.
34
determine la resolución firme, debiendo cualquiera de los cónyuges instar el
correspondiente procedimiento en el expresado plazo".
Pues bien, sin desconocer que en estos casos los intereses en conflicto son varios
(acreedor, cónyuge deudor y no deudor) y todos ellos dignos de protección,
entiende la Sala que el hecho, aquí ocurrido, de que el Juzgador a la vez que
suspende la vía de apremio, fije un determinado plazo para que los cónyuges
insten y promuevan la liquidación de la sociedad legal de gananciales, no
puede sino considerarse de todo punto lógico y razonable.
35
también, de evitar que el acreedor pueda quedar burlado en sus legítimas
expectativas de cobro, ante el riesgo cierto de una escasa o nula voluntad de los
cónyuges a la hora de promover la liquidación de la sociedad legal de
gananciales e identificar bienes del deudor susceptibles de ser embargados.
Y a tal fin, el plazo concedido de tres meses para practicar la liquidación si ésta
fuere convencional o de ser contenciosa, para iniciar y promover el oportuno
procedimiento, no puede sino considerarse un plazo prudencial y suficiente"
(EDJ 2000/7173).
36
cónyuges interesados en ella, y la liquidación y reparto de los bienes, cuya
pretensión está directamente encaminada a producir una modificación del
embargo que afecta directamente al ejecutante y a lo que es objeto de aquél (no
del proceso de ejecución), por lo que debe deducirse por el cónyuge no deudor
frente a ambos: ejecutante y ejecutado.
37
También se entendió, bajo la vigencia de la LEC anterior, que el cauce procesal
para la liquidación de la sociedad de gananciales ha de ser el correspondiente
procedimiento señalado por la ley y no el proceso de ejecución (AAP Cádiz de
17 de febrero de 1998, EDJ 1998/5962).
3. LA FECHA DE LA DISOLUCIÓN
Antes hay que dejar claro un supuesto excepcional, pero siempre posible dada
la rareza propia de la naturaleza humana, la única capaz de tropezar dos veces
en la misma piedra. La SAP Málaga de 7 de marzo de 2006 (EDJ 2006/115272)
38
atiende a un caso en el que la pareja, casada en 1957, se separó de mero hecho
en 1979 (con documento privado de liquidación de la sociedad de gananciales),
se divorció en 1992 (con disolución oficial de la sociedad de gananciales), se
volvió a casar en 1993 y se separó judicialmente en 2000. Instada la liquidación
de la sociedad de gananciales se debate sobre la fecha de la disolución y se
acaba por fijar la del año 2000.
A) La sentencia firme
40
matrimonio puede considerarse disuelta la sociedad de gananciales" (EDJ
2007/123755).
41
Es decir, la mención del artículo 1.397-1º del Código Civil , relativo a que los
bienes a inventariar serán los existentes en el momento de la disolución de la
sociedad de gananciales es aplicable a los supuestos en que se produce de
forma instantánea (fallecimiento de uno de los cónyuges, capitulaciones
matrimoniales, y similares), pero cuando se produzca por otras causas (nulidad,
separación o divorcio) en los que existen un período intermedio, debe atenderse
por regla general a la fecha de admisión a trámite de la demanda, sin perjuicio
de que además deban tenerse en consideración las posibles excepciones
ocasionadas en supuestos de separaciones de hecho libremente consentidas,
dilatadas en el tiempo, que pueden obligar a retrotraer aún más la fecha de
finalización efectiva de la sociedad de gananciales" (EDJ 2006/99311).
Esta interpretación puede tener algún sentido práctico, pero no parece que sea
la asumida mayoritariamente.
42
provisionales de fecha 28 marzo 1996 (folios 41 y 107), la que se ha de tener en
cuenta para determinar la disolución del régimen económico matrimonial
vigente en el matrimonio celebrado entre las partes, pues incluso con arreglo a
los artículos 102 y 103 del mismo CC tampoco puede entenderse que, dicha
disolución se produce en la fecha de la resolución en la que se decreten las
medidas provisionales, las que, además, terminan con la sentencia estimatoria
dictada en el procedimiento de separación o la que, de otro modo, ponga fin a
dicho procedimiento, conforme al artículo 106 del mismo Texto Legal" (AC
1998\1527).
43
Esta misma Sala viene manteniendo que, sin perjuicio de dicho tímido apunte
de la nueva normativa procesal, nuestra legalidad positiva no admite, respecto
de la comunidad ganancial, otras situaciones jurídicas que la de plena vigencia,
a partir del momento de la celebración del matrimonio o su pacto en
capitulaciones matrimoniales (artículo 1345 C.C.), y su extinción por alguna de
las causas reguladas en los artículos 1392 y 1393 del referido texto legal, lo que,
en supuestos como el presente, se concreta en el momento en que la sentencia
de la litis matrimonial gana firmeza. Por lo cual, si bien podría considerarse
avanzada, y de un carácter eminentemente lógico y práctico, la medida que en
algunos supuestos se adopta judicialmente de suspender la citada sociedad
económica, en el auto al que se refiere el artículo 771 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil , ha de concluirse que tal posible decisión no tiene apoyo
legal alguno" (EDJ 2003/66256)
44
por el Sr. Luis Enrique), sí se reputaría abusivo el que aquella, ya con una
pensión mensual a cargo del Sr. Luis Enrique, participara además al 50% en las
pensiones percibidas por éste".
E) Sentencia de apelación
Tenemos que atender al cambio producido por la LEC de 2000, lo que nos
obliga a distinguir:
No debe desconocerse que el artículo 95, I del CC dice que la disolución del
régimen económico matrimonial lo produce la "sentencia firme", pero debe
recordarse lo que dispone el dicho artículo 774.5 de la LEC : Si el recurso de
apelación afecta únicamente a los pronunciamientos sobre medidas, se
declarará por el secretario judicial la firmeza del pronunciamiento sobre la
nulidad, la separación o el divorcio. Hoy, atendida la regulación de la
separación (art. 81, 2º CC) y del divorcio (art. 86 CC) por voluntad de uno solo
de los cónyuges no se suele recurrir el pronunciamiento sobre el fondo del
matrimonio y sí únicamente sobre las medidas.
46
En este sentido se ha pronunciado ya alguna resolución, aunque sea de modo
indirecto. Es el caso de la SAP Asturias de 27 de marzo de 2002 (JUR
2002/130802) de modo muy claro. De modo directo la siguiente.
Por ello no se comprende alguna sentencia del Tribunal Supremo que niega lo
que estamos diciendo. Es el caso de la STS de 18 de marzo de 2008 (Tol 1343839)
en la que se cita sin más lo dispuesto en el artículo 95, I.
STS de 18 de marzo de 2008: "En primer lugar debe aplicarse la regla general de
acuerdo con la que la disolución del régimen económico matrimonial tiene
lugar cuando exista sentencia firme de separación o divorcio, según declara el
artículo 95.1 LEC . La firmeza de la sentencia en este caso no se produjo hasta
que la de 1ª Instancia no fue confirmada por la de la Audiencia Provincial,
momento que ocasionó la disolución del régimen. La sentencia firme es aquella
contra la que no procede recurso alguno, ya sea por su propia naturaleza, ya sea
47
por haberlo consentido las partes (artículos 369 LEC en relación con artículo
245, 3º LOPJ). Esta Sala ha venido entendiendo que los efectos de la separación
con relación a la disolución del régimen económico matrimonial vienen
referidos a la sentencia firme de separación matrimonial, lo que se desprende
de lo dispuesto en los artículos 95.1 y 1392, 3º y 1394 CC que preceptúan que la
sociedad de gananciales "concluirá de pleno derecho" cuando "judicialmente se
decrete la separación de los cónyuges" (SSTS de 4 abril 1997, 31 diciembre 1998,
30 enero 2004 y 26 junio 2007). Por tanto, recurrida la sentencia de 1ª Instancia
en el procedimiento de separación de los cónyuges, ésta no quedó firme hasta la
dictada en apelación, por lo que el régimen no se extinguió hasta la firmeza de
esta última" (Tol 1343839).
F) Sentencia de casación
48
En cualquier caso la referencia a la sentencia de Albacete viene a coincidir con la
petición del actor en su propio escrito de demanda, en el mismo impugnaba la
remisión a la sentencia del Tribunal Supremo realizada por el contador partidor
expresando los argumentos que amparaban aquella fecha de 22 de diciembre de
1992, razón por la cual se asumen tales argumentos, sin que quepa aceptar los
de la sentencia ahora apelada (1980) ni los de la defensa de la esposa (1986)
debiendo por tanto hacer el contador partidor una nueva valoración en relación
a los bienes gananciales que existían al 22 de diciembre de 1982.
49
Compilación) por lo que el inmueble adquirido en 1985 ha de ser calificado
como ganancial.
50
Aunque en principio la jurisprudencia ha estado a los momentos que hemos ido
indicando, para acabar estando de modo teóricamente claro a la fecha de la
sentencia matrimonial firme, y aunque normalmente se ha centrado en la
inclusión o en la exclusión de un bien determinado en el inventario para la
liquidación de la sociedad de gananciales, otras veces --cada día más-- lo que se
ha cuestionado en general es la fecha en la que debe entenderse que se produjo
la disolución. La ocasión para ese cuestionamiento es la existencia de muchos
casos en los que antes de la sentencia matrimonial han existido largos periodos
de tiempo de separación de hecho.
A) La evolución jurisprudencial
51
2.- Todos los motivos de casación se basan en el número uno del artículo mil
seiscientos noventa y dos de la Ley de Enjuiciamiento Civil y obedecen a una
argumentación que parte de la libre separación de hecho, mantenida durante
más de cuarenta años, que excluye el fundamento de los derechos de viudedad,
que es la convivencia mantenida hasta el momento de la muerte de uno de los
cónyuges y llega a la conclusión de que la petición de los derechos de viudedad,
significa un acto contrario a la buena fe con manifiesto abuso del derecho, que
no puede ser acogido por los Tribunales en una interpretación acorde con la
realidad social y así desarrolla el motivo primero por aplicación indebida del
artículo cuarenta y ocho del Apéndice Foral Aragonés en relación con el artículo
tercero-primero del Código Civil, el motivo primero-bis, por aplicación
indebida del artículo veintitrés-segundo y treinta y siete de la Compilación
Aragonesa de Derecho Civil, el motivo segundo, por aplicación indebida del
artículo cincuenta y dos de la Compilación, el motivo tercero, por aplicación
indebida del artículo sesenta y tres del Apéndice Foral Aragonés o sesenta y dos
de la Compilación en relación con el tercero-primero del Código Civil, el cuarto,
por falta de aplicación del artículo séptimo-primero del Código Civil y el
motivo quinto por falta de aplicación del artículo séptimo-segundo del Código
Civil, es decir, que admite todas las reglas del derecho foral aragonés que
proclaman la comunidad de bienes como régimen legal en el matrimonio y el
usufructo universal en favor del cónyuge viudo, pero las entiende sin efecto en
caso de separación tal prolongada y su pretensión contraria a la buena fe, con
manifiesto abuso de derecho.
52
4.- Sin embargo debe reconocerse para este caso y sin generalizar, que la
pretensión de la viuda es contraria a la buena fe, porque rota, con su
consentimiento (al que la sentencia del Tribunal Supremo de veintiocho de
febrero de mil novecientos sesenta y nueve atribuye analogía judicial), la
convivencia conyugal en mil novecientos treinta y cuatro, con acuerdo amistoso
de alimentos y entrega, en mil novecientos treinta y ocho, del hijo único al
marido, sin haber intentado acción efectiva que manifestara su disconformidad,
reclama sus derechos legales después de más de cuarenta años de
mantenimiento de la situación, para obtener unos bienes a cuya adquisición no
contribuyó en absoluto y tal conducta contraria a la buena fe conforma uno de
los requisitos de abuso de derecho, complementado, por una falta de equidad
que se aprecia en la posible desposesión a la conviviente con el marido desde
mil novecientos treinta y ocho a mil novecientos ochenta y uno e incluso al hijo
del matrimonio, causando con ello el natural perjuicio a estos terceros, al
ejercitar un aparente derecho más allá de sus límites éticos (protección del
matrimonio conviviente), teleológicos (derechos viduales al cónyuge supérstite
conviviente) y sociales (seguridad en las relaciones matrimoniales mantenidas
por el efecto de los cónyuges), lo cual constituye el ejercicio anormal de un
derecho que los tribunales deben impedir en aplicación del artículo siete
apartado dos del Código Civil, por lo que deben ser estimados los motivos
cuarto y quinto del recurso" (RJ 1986\3549).
53
liquidación es de una Audiencia Provincial, aunque en ella se citan las
anteriores del Tribunal Supremo a las que nos hemos referido.
54
Si hasta aquí más o menos se trató de la inclusión o no de determinados bienes,
el paso siguiente fue el de referir a la separación de hecho la fecha de la
disolución de la sociedad de gananciales, y en este sentido puede ya calificarse
de reiterada la jurisprudencia (SSTS de 4 de diciembre de 2002, de 26 de abril de
2000, de 24 de abril de 1999, de 27 de enero de 1998, de 2 de diciembre de 1997,
de 23 de diciembre de 1992, entre otras), que, con el fin de mitigar el rigor literal
de la ley, para adaptarlo a la realidad social (art. 3.1 del Código Civil) y al
principio de buena fe (art. 7 del mismo Código), la finalización real de la
sociedad de gananciales puede datarse, en determinadas circunstancias, a la
efectiva separación de hecho libremente consentida, no siendo legítimo que se
pretenda partir ganancias obtenidas con posterioridad, cuando ya el
matrimonio está roto y no existe ese ánimo comunitario.
55
Ahora bien, una cosa es que la sentencia que declara la separación o el divorcio
pueda declarar que la fecha de la disolución es aquella en que se produjo la
ruptura matrimonial de hecho, lo que no se duda que sería posible (SAP Orense
de 3 de octubre de 2000, EDJ 2000/49109), sobre todo si se advierte lo que
dispone el artículo 1393, 3.º CC , y otra que si no se ha hecho así pueda luego
pretenderse que se haga en el momento de la liquidación.
Segundo.- Las aludidas razones jurídicas son plenamente compartidas por esta
Sala, aunque sea preciso añadir algo más a lo antes sucintamente razonado. Así,
aunque de la literalidad de la sentencia de divorcio dictada por el Juzgado, en
cuanto confirmada por la de esta Audiencia, no se deduce expresamente la
fecha de la disolución de la sociedad legal de gananciales, ello en nada empece
para tenerla por ocurrida en la misma fecha de la indicada sentencia, al ser ello
una obligada consecuencia (" ope legis ") de la propia disolución del
matrimonio, como con toda claridad se deduce de lo que dispone el núm. 1º del
art. 1.392, en relación con el art. 85, ambos del referido Código. Por ello tiene
razón la recurrida cuando advierte que se intenta con el presente pleito
modificar lo ya resuelto implícitamente y por imperio de la Ley de manera
firme por aquella sentencia, cual la fecha o momento en que se ha de tener por
56
disuelto el régimen ganancial. Se pretende sostener que de lo que se trata no es
de alterar la declaración de disolución, sino sólo de fijar la fecha de sus efectos
económicos (con carácter retroactivo, evidentemente), como si el cese del
régimen ganancial (y consecuentemente el momento en que éste se produce) y
los efectos derivados del mismo operaran de forma independiente, lo que no es
posible a la vista de los términos legales ni menos se deduce de la sentencia de
divorcio, a partir de la cual cesa el mencionado régimen y comienzan
lógicamente los efectos inherentes a dicho cese.
57
En consecuencia, para poder aplicar lo dispuesto en el repetido art. 1.394 no
sólo habrá de estar vigente el matrimonio (cosa que aquí no ocurre), sino
además existir consorcio ganancial cuando se inste la solicitud (aquí tampoco
concurrente), lo que está poniendo de relieve la imposibilidad de poder instar
una declaración de disolución del mencionado régimen, aunque sea al amparo
del art. 1.393, una vez ya declarada aquélla por sentencia firme de separación,
nulidad o divorcio.
58
correspondiente procedimiento para obtener una declaración judicial al
respecto frente a la parte contraria" (EDJ 2000/35181).
59
abril de 1999 contempla una separación de hecho con total cesación de la vida
en común; y la de 11 de octubre 1999 se refiere al abandono del domicilio
conyugal; sentencias todas ellas que recoge la de 24-5-2000. En el supuesto que
nos ocupa se dio una situación de separación de hecho o cese de la vida en
común a la que le resultaría de aplicación la doctrina anteriormente plasmada
ya que consta acreditado, pues así se reconoció por la esposa en la demanda de
separación que interpuso, que salió del domicilio conyugal el día 4 de octubre
de 1994, sin que tras ello se reanudara la convivencia, viviendo ambos cónyuges
desde entonces separados, y formalizándose poco tiempo después la demanda
de separación. Esta ruptura de la convivencia marital es una situación que debe
conllevar la efectiva conclusión de la sociedad de gananciales, sin que el hecho
de que la esposa acudiera ocasionalmente al domicilio familiar, según ella
manifestó, pueda excluir el efecto referido. A tenor de cuanto antecede, y con
acogimiento del recurso deducido por la representación del Sr. M. G., procede
fijar el día 4 de octubre de 1994 como fecha en la que debe considerase que
quedó disuelta la sociedad de gananciales, con los efectos a ello inherentes; y
con revocación en dicho extremo de la sentencia apelada, y sin imposición de
las costas causadas por dicho recurso" (JUR 2002/263920).
60
En la SAP Teruel de 18 de julio de 1996 (AC 1996\1345) se dice que los
requisitos necesarios para entender realizada la liquidación tácita, anticipada y
extrajudicial de las sociedades de gananciales son los siguientes, y sobre ellos
podemos seguir con el examen de la situación en la actualidad:
En cualquier caso hay veces en que es evidente que la separación de hecho tiene
que suponer la disolución de la sociedad de gananciales; raya en la mala fe que
la ex esposa pretenda que el saldo de la cuenta corriente del ex esposo en la
fecha de la sentencia de divorcio se incluya en el inventario cuando llevaban al
menos diez años de separación de hecho y con vidas económicas separadas
(caso de la SAP Málaga de 16 de enero de 2006, EDJ 2006/50829).
62
SAP Cádiz de 30 de junio de 2010: "La doctrina de esta Sala sobre la finalización
de la sociedad de gananciales por la separación de hecho de los cónyuges parte
de las sentencias de 13 junio 1986 y 17 de junio de 1988, destacándose que el
fundamento de la sociedad es la convivencia mantenida entre los cónyuges;
doctrina reiterada por la de 27 enero 1998, según la cual «la libre separación de
hecho excluye el fundamento de la sociedad de gananciales que es la
convivencia mantenida entre los cónyuges», y por la de 14 marzo 1998. En igual
sentido se pronuncian las sentencias de 24 abril y 11 octubre 1999, afirmando
esta última que «no existe desde el momento del abandono ninguna
convivencia entre los cónyuges que pudiese dar lugar a adquisiciones
gananciales» y que no se puede exigir en tales casos la declaración judicial
«para estimar extinguida la sociedad de gananciales». En igual sentido se han
manifestado otras sentencias posteriores como las de 26 abril 2000 y 4 diciembre
2002. En consecuencia debe entenderse que, producida de modo irreversible la
ruptura de la convivencia, los bienes obtenidos por cada uno de los cónyuges
no se integran en la sociedad de gananciales, sin perjuicio del derecho de
cualquiera de los citados cónyuges a instar su extinción en los términos
previstos en el artículo 1.393-3º del Código Civil así como la facultad que les
asiste para solicitar las medidas oportunas de carácter económico previas a la
solicitud de separación o divorcio" (JUR 2011\7814).
c) Ruptura económica
63
No obstante, el propio ejemplar de contrato de compraventa que ella misma
aporta a los autos (documento nº 6) aparece suscrito a nombre de ambos, la
propia actora ha aportado señalado como nº 1 acompañando a su escrito de
proposición factura de una empresa de mudanza por la realización del servicio
de mudanza de la C/ ... a la ..., en fecha 24 de octubre de 1978 (folio 90), es decir
antes de la supuesta separación de hecho, como documento 5 aviso del
Patronato municipal de la vivienda para presentar a la formalización del
contrato, aviso para D. José, y Dª Ana, (folios 94 y 95) siendo el de ... el
domicilio que ambos esposo hablan manifestado ser el suyo cuando ante el
Notario D. José Luis, otorgaron escritura de compraventa, el 23 de julio de 1984,
del piso de ... de Gramanet, que vendido con posterioridad y ante dicho
fedatario público y en aquella escritura, además, los contratantes D. José, y Dª
Ana, intervenían en su propio nombre y adquirían la finca "para su sociedad de
gananciales, que se pretende que se había disuelto con la separación de hecho
desde 1979 (folios 296, a 299) Igualmente, el 23 de diciembre de 1981, D. José,
otorgó Escritura Pública de compraventa de la finca sita en la C/... de Badalona
(adquirida mediante documento privado de 26-1-74, designándose como
domicilio de los compradores el de ... nº ..., documento nº 2 de la demanda),
para la sociedad de gananciales. A mayor abundamiento, de la certificación
librada por el Ayuntamiento de Barcelona (folio 327) resulta que a los cónyuges
Sres. José, y Dª Ana, se les adjudicó la vivienda sita en ... 13-15, bloque ..., ..., a
titulo de precario y de forma provisional debido al desalojo por estado de ruina
de la vivienda que ocupaban ambos cónyuges en la C/ ... nº ..., dándoles la
posibilidad de acceder en compra y otorgando por el ello el Ayuntamiento de
Barcelona la cantidad de 400.000 ptas. como indemnización, las cuales se
destinaban en concepto de entrada inicial, cantidad con la que se indemnizaba a
ambos cónyuges a quienes se había desalojado de otra vivienda. Amén de las
indicadas 400.000 ptas., en el contrato de compraventa de fecha 20 de octubre
de 1983 se hace constar que el precio de compra es el de 1.195.866 ptas., de las
que en cuanto a 242.069 ptas. se decía que era "recibidas con anterioridad a este
acto (ingreso en depositaría del Ayuntamiento en fecha 25 de octubre de 1978),
restando pues pendientes 553.797 ptas., valor del préstamo hipotecario
concedido a 20 años e interés del 6%, es decir 240 cuotas de 4.024 ptas. cada una
La actora no aporta justificantes de las 242. 069 ptas. parte del precio abonado,
según el contrato apartado b) del Pacto Segundo el 25-10-78, mientras que la
actora sí aporta recibos justificativos de haber abonado las cuotas restantes
como correctamente recoge la resolución que se impugna.
Así pues, de todo lo hasta aquí expuesto resulta que pese a que la convivencia
cesó en el año 79, los cónyuges continuaron contratando frente a terceros en
interés de su sociedad de gananciales, de modo que no se produjo la plena
64
ruptura económica a que se hacia referencia en párrafos precedentes y en
cualquier caso, la vivienda de la ... adquirida por, haberla adjudicado el
ayuntamiento a la sociedad ganancial, los cónyuge desalojados de su anterior
vivienda, y la cantidad abonada en concepto de indemnización y parte del
precio lo fue a favor de ambos cónyuges, no únicamente de la esposa como
ahora pretende cuyas alegaciones no bastan para destruir la presunción de
ganancialidad que grava el bien" (EDJ 1999/53406).
STS de 26 de abril de 2000: "Aun cuando alguna de las sentencias citadas haya
considerado disuelta la sociedad de gananciales por la separación de hecho
durante un tiempo aproximado al del caso ahora examinado, y aun cuando la
separación de hecho seguida de la formación de otra unidad familiar,
extramatrimonial, por uno de los cónyuges separados sea precisamente una de
las situaciones que esta Sala ha considerado como de efectiva conclusión de la
sociedad de gananciales sin previa separación judicialmente acordada, no debe
olvidarse que la aplicabilidad de la mencionada doctrina jurisprudencial,
correctora de la literalidad del núm. 3º del art. 1392 CC , requiere, como
elemento indispensable, de una inequívoca voluntad de poner fin, con la
separación de hecho, al régimen económico matrimonial.
65
3 del art. 1347 CC , cuya infracción, por tanto, no puede imputarse a la sentencia
recurrida, como tampoco la del art. 1361 del mismo Código". (RJ 2000\3230).
d) Abuso de derecho
66
privativos, fruto de su exclusivo esfuerzo y ajenos por tanto al consorcio
conyugal" (EDJ 1999/55556).
C) La adecuación a la realidad
67
Y después veamos el caso concreto. Sin atender al tiempo de la separación de
hecho lo que la sentencia atiende es a que un hombre, durante algo más de tres
años, fue haciendo transferencias dinero por más de 45 millones de pesetas a la
mujer con la que convivía, que los dos compraron una vivienda y que la
escrituraron de modo que el usufructo fue para ella y para él la nuda propia
propiedad diciendo que estaba casado, que el hombre hizo testamento ológrafo
dejado a su esposa legal el tercio de libre disposición, pero diciendo que había
cedido a la mujer con la que convivía una serie de usufructos de bienes. Con
esto la sentencia estima la disolución de la sociedad de gananciales por
separación de hecho. Muerto el hombre la esposa demanda a la mujer que ha
convivido con aquél reclamándole el pago de todo lo percibido.
68
Como puede verse ha quedado atrás toda la parafernalia de un requisito más
otro. La no convivencia, cuando es clara expresión de la voluntad de no seguir,
exige que la sociedad de gananciales termine. Y ello ya es algo admitido sin
mayores cuestiones, como se desprende, por ejemplo, de la SAP Madrid de 9 de
junio de 2011 (AC 2011\1371) o de la SAP Vizcaya de 19 de febrero de 2009 (AC
2009\889), que atiende a un caso ejemplar. El que las partes hayan rehecho sus
vidas por separado es manifestación suficiente de la disolución de la sociedad
de gananciales [SAP Pontevedra de 20 de mayo de 2013 (Tol 3862119)], y
advirtiendo que eso de "rehacer sus vidas" es un eufemismo para evitar decir
que cada uno de los cónyuges tenía una pareja diferente.
Otra cosa es que siempre existan aquellos que siguen en el pasado (SAP La
Coruña de 7 de junio de 2010, JUR 2010\329621), pues, después de que el
esposo abandonó el domicilio conyugal, compró unas joyas (y no es pensar mal
si se piensa que serían para otra mujer) y la Audiencia le hace incluirlas en los
bienes gananciales. Y la misma Audiencia ha pretendido establecer algunas
reglas:
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D) Que los bienes en conflicto se hayan adquirido con caudales propios o
generados con su trabajo o industria a partir del cese definitivo de aquella
convivencia" (JUR 2013\206011).
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complejas, como la constitución de sociedades con personalidad jurídica
independiente a la de los cónyuges. Y ello no puede ser de otro modo, porque la
disolución de una sociedad exige, en primer lugar, que concurra una causa de
disolución, que, en el caso de las sociedades civiles, vienen recogidas
taxativamente en el artículo 1700 del Código Civil , a diferencia de la disolución
de la comunidad de bienes, que puede ser disuelta en cualquier momento y a
petición de uno de los comuneros, salvo pacto de no división; en segundo lugar,
porque la liquidación de una sociedad con personalidad jurídica propia exige
un procedimiento especifico para ello, siendo de especial relevancia el hecho de
que los acreedores pueden intervenir en el proceso de liquidación. Por lo tanto,
si la disolución de una sociedad con personalidad jurídica requiere la existencia
de una causa legal o contractual y si además pueden intervenir los acreedores
en el proceso de liquidación, es claro que ello no es compatible con las
características y naturaleza de los procesos de nulidad, separación y divorcio,
pues se desnaturalizarían los mismos si tuviera que resolverse sobre la
procedencia o no de disolver una sociedad y si se tuviera que permitir la
intervención de cualquier tercero" (EDJ 2000/52819).
Es obvio que las relaciones económicas entre los cónyuges no derivadas del
régimen económico matrimonial no tienen nada que ver con la disolución de
ese régimen.
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