Del Teatro Al Cine Mudo
Del Teatro Al Cine Mudo
Del Teatro Al Cine Mudo
Introducción
En sus primeros días, el cine fue formando su personalidad a partir de las
influencias que recibía de la fotografía, la pintura, la novela, el circo, los espectáculos
de variedades, las tiras cómicas, los periódicos y, como aquí defenderemos, el teatro.
Al plantearse este estudio sobre el influjo del teatro en lo que se llama cine
primitivo, es decir, en el cine producido entre 1895 y 1914 (el otro gran momento de
intercambio corresponde a la aparición del sonoro), se pensaba únicamente en analizar
cómo la gente del teatro acogió las primeras películas y por qué y cómo se adaptaron
algunas obras. Pero bastó perder la perspectiva del teatro actual y descubrir la riqueza,
arraigo popular y expansión del teatro del XIX, para deducir que los préstamos del
teatro al cine se extendían a otros muchos aspectos, cuyo estudio se hacía necesario para
privilegiar el análisis del fenómeno frente a los individuos y los acontecimientos que lo
protagonizaron; dar paso a una pluralidad de puntos de vista; evitar un discurso
cronológico y una causalidad unívoca; y, en definitiva, fijar en su justa medida y en toda
su extensión la continuidad, más que el cambio, entre el teatro y el cine.
Un segundo factor ha sido el afán de los primeros teóricos por demostrar que el
cine era un arte nuevo, capaz de expresarse sin contaminaciones literarias. Esta postura
trajo consigo una intensa experimentación y búsqueda de la especificidad de lo
cinematográfico por parte de las vanguardias, justo en un momento en el que también la
vanguardia teatral buscaba la especificidad del teatro. Sin embargo, no puede olvidarse
que hombres como Jean Cocteau o Antonin Artaud no desecharon la aplicación de sus
ideas estéticas a ningún soporte. Además, ambos medios coincidieron en ciertas
soluciones expresivas. El descubrimiento de la luz como elemento creativo del espacio
fílmico, por citar un ejemplo, es paralelo a los hallazgos realizados en este mismo
campo por Graig, Meyerhold o Reinhardt. Otras veces, la búsqueda de lo específico ha
dado lugar a situaciones paradójicas. Así mientras el guión adquiere cada vez mayor
importancia en el cine, surge un tipo de teatro donde el texto es un factor más de la
puesta en escena o no existe; y hay quien rechazará el cine sonoro y en color por miedo
a contaminarse de teatro.
a) Las adaptaciones
Quienes han analizado estas adaptaciones con criterios propios de su fuente, han
llegado a la conclusión de que el «film d'art» hizo un flaco favor al teatro, ya sea por la
sobreactuación en que caen los intérpretes cuando se sitúan ante la cámara, incluidas
Sara Bernhardt y Elenora Duse; o porque las grandes obras se quedan en una escueta
trama sentimental. Otros, los que miden la calidad de la adaptación por la capacidad
para borrar su origen, piensan que el «film d'art» era excesivamente teatral, vehemente
y pedante. Unos y otros olvidan que el «film d'art» no es teatro, ni el tipo de cine al que
el Modelo de Representación Institucional nos ha acostumbrado.
El «film d'art» ilustra escenas de una obra teatral de la misma manera que el cine
de la época ilustraba una noticia del periódico. Ahora bien, la ilustración no es tanto del
texto como de la representación teatral a que da lugar ese texto. Por eso fue común
contratar a una compañía teatral al completo y rodar con ella varias de las obras que
habían llevado al escenario. Y, como lo que se adaptaba era fundamentalmente la
representación, muchos de los códigos de la puesta en escena pasarían a mejorar la
factura de las películas en general. Así comienzan a introducirse en las películas del
«film d'art» criterios de composición del cuadro, de individualización de los personajes
y una dirección de escena que evita que los actores se muevan a barullo.
b) Las formas
El naturalismo
Desde que en 1881, Emile Zola publica Le naturalisme au théâtre, donde propone
un teatro como estudio y descripción de la vida, la escena soporta todo tipo de excesos
con la excusa de hablar de las cosas tal y como son. André Antoine, por ejemplo, cuelga
en el escenario piezas de carne fresca y Max Reinhardt pone árboles auténticos.
El naturalismo parecía pedir a gritos el cine, aunque fuese mudo. Y, en efecto, una
vez que el cine aparece, se apodera de la nueva estética, ya que el teatro no puede
superarlo a la hora de sugerir o suplantar la realidad. André Antoine se pasaría pronto al
cine, rodando obras de Dumas, Hugo y Zola con el mismo estilo naturalista que utilizó
en el «Théâtre Libré». La ocupación del espacio naturalista por el cine será una de las
causas que lleven al teatro a una forma más estilizada, el simbolismo:
El melodrama
Como señala John L. Fell, el modelo narrativo directo de las primeras películas fue
el melodrama. La ingenuidad, el énfasis en la acción (por ejemplo, con la salvación en
el último minuto), la narración lineal, la trama escueta y conocida, la música que
subraya el texto, la interpretación llamada «de brazos al aire», o la exposición directa de
la tesis, son algunos de los rasgos del melodrama que pasan al primer cine mudo.
La esencia de gran parte del melodrama -escribe Fell- era la tensión creciente y la
celeridad impresa a la acción, cualidades que requerían de una rápida transición entre
escena y escena, así como de una yuxtaposición espacial unida a la necesaria habilidad
en el movimiento y cambio de escenario. Al hacerse eco de preocupaciones referidas a
tiempo y espacio en otras formas narrativas, el teatro del siglo XIX exploró mecanismos
de transición que anticipan claramente técnicas luego utilizadas por el cine...2
La farsa
(...)
Tanto el cine como el teatro trabajan con conjuntos de códigos variados, lo que da
al signo de uno y otro medio un alto grado de polisemia; y, como señala Bettetini, en
ambos casos nos encontramos con «la producción de una puesta en escena significante
que se lleva a cabo en un espacio casi siempre diferenciado, física y
arquitectónicamente, del espacio de la realidad cotidiana (el escenario o la pantalla)»6.
Lo que pretendemos a continuación es determinar qué aspectos de aquello que es
recurrente, constante y típico de la pantalla primitiva proviene de códigos del escenario
decimonónico. Sin agotar la lista, entre los códigos teatrales que influyen en la
formación y evolución del cine primitivo destacan los siguientes:
1. En algunas películas hay telón de abertura y clausura (un telón que más tarde se
transformará en los fundidos cinematográficos).
3. Las leyes del espacio son idénticas a las que rigen para la escena, por ejemplo,
entradas y salidas por los laterales.
10. Finalmente, para este cine aún son válidos los postulados teatrales de
Meyerhold, según los cuales el actor es el elemento principal y la puesta en escena debe
estar a su servicio.
a) La compañía
En la compañía, en efecto, nos encontramos con la figura del actor bajo contrato,
pieza clave del sistema de estudios; un actor, además, especializado en ciertos papeles
(la dama pasará a ser «la chica» y el galán, «el chico»). También al igual que en las
compañías teatrales más modestas, en las primeras empresas cinematográficas los
actores hacen de todo: montan el decorado, participan en la confección de los trajes...
incluso en aquellos años, cuando los detectives de Edison perseguían a todo aquel que
rodaba sin licencia, hay empresas de cine ambulantes9.
Por otra parte, la mayoría de las profesiones del cine ya existían en el teatro e
incluso las desempeñaban las mismas gentes. Zukor, uno de los empresarios que más
insistió en contratar actores de teatro, decía: «si el teatro cede, el público vendrá
después»10. Igualmente, la figura del director como persona encargada de visualizar las
obras y máximo responsable creativo surge en el teatro de aquel momento, gracias a
Graig, Stanislavski o Reinhardt, y sólo posteriormente es recogida por el cine.
b) El escenario
El estudio de cine supone una evolución del escenario teatral. Dice Georges Méliès
en una entrevista fechada en 1907:
c) La sala de teatro
Este desplazamiento del dinero hacia el cine justifica que, cuando en los años
veinte tiene lugar en España la crisis del teatro, los profesionales achaquen al cine todos
los males de la escena. Los empresarios, sin embargo, aseguran que gracias a los
beneficios que les da el cine pueden seguir financiando obras de teatro. Así, por
ejemplo, el empresario José Campúa afirma que sus teatros Romea y Maravillas se
mantienen gracias a los beneficios que obtiene con el cine Royalty.14.
Conclusión
La respuestas de los artistas, empresarios y público a las transformaciones
materiales, económicas y sociales operadas en las décadas anteriores y posteriores al
cambio de siglo abren el camino futuro por el que va a transitar el drama. En este
sentido, podemos decir que la continuidad entre teatro y cine es similar a la que existe
entre cine y televisión o la que existió entre ceremonia ritual y teatro. Y esta
continuidad, que no identidad, entre el teatro y el cine ha hecho del drama, tal y como lo
entendía Aristóteles, un producto de serie, empaquetable y exportable desde la moderna
Atenas, Hollywood, al último rincón del mundo.
Bibliografía
Cine
GARCÍA, Emilio C., Historia Ilustrada del Cine Español. Barcelona, Ed. Planeta,
1985.
GÓMEZ MESA, Luis. «Historia del cine mudo español». Madrid, Revista Anthropos,
n.º 58, febrero de 1986.
HUESO, Ángel Luis. El cine y la historia del siglo XX. Universidad de Santiago de
Compostela, 1983.
JACOBS, Lewis. La azarosa historia del cine americano. Barcelona, Lumen, 1971.
MÉNDEZ LEITE, F. Historia del cine español. Madrid, Rialp, 1965. Tomo I.
PÉREZ ROJAS, Francisco Javier. «Los cines madrileños: del barracón al rascacielos»
en El cinematógrafo en Madrid (1896-1960). Ayuntamiento de Madrid, 1986.
Teatro
VV. AA. Historia social de la literatura española (en lengua castellana). Madrid,
Castalia, 1978, Tomo II.
Otros