Datos de Octógonos-2020
Datos de Octógonos-2020
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RESUMEN
El presente trabajo de investigación tuvo como objetivo conocer la incidencia de la información nutricional de
las etiquetas de los alimentos en la decisión de compra del consumidor de la ciudad de Trujillo. Igualmente, se
indagó por la preferencia del público en relación a dos proyectos de ley presentados en el Congreso peruano
respecto al etiquetado de alimentos: el semáforo o el octógono. La investigación tuvo un enfoque cuantitativo, de
alcance descriptivo y diseño no experimental. Como técnica se utilizó la encuesta y los datos fueron recogidos a
través de un cuestionario que se aplicó a una muestra de 384 personas. Los resultados señalan que los
consumidores tienen un bajo nivel de entendimiento respecto a la información nutricional de las etiquetas de
alimentos y que además dichos datos influyen poco en la decisión de compra. En relación a las propuestas de
etiquetado, el 59% del público prefirió el semáforo.
Nutritional labeling of foods and its impact on the purchase decision of Trujillo consumers, year 2017
ABSTRACT
The objective of this research work was to determine the incidence of nutritional information on food labels in the
decision to purchase the consumer of the city of Trujillo. Likewise, it was inquired about the preference of the
public in relation to two bills presented in the Peruvian Congress regarding food labeling: the traffic light or the
octagon. The research had a quantitative approach, descriptive scope and non-experimental design. The survey
was used as a technique and the data were collected through a questionnaire that was applied to a sample of 384
people. The results indicate that consumers have a low level of understanding regarding the nutritional
information of food labels and that these data also have little influence on the purchase decision. In relation to the
labeling proposals, 59% of the public preferred the traffic light.
Key words: food labeling, consumer, purchase decision, traffic light, octagon.
Por otro lado, la OMS (2017) también ha advertido sobre el alarmante crecimiento de los casos de diabetes
en el mundo al señalar que el número de personas con diabetes ha pasado de 108 millones en 1980 a 422 millones
en 2014. Se ha estimado que en 2015 la diabetes causó la muerte de 1,6 millones de personas. El Perú no es ajeno
a esta realidad y las autoridades del sector también se han manifestado al respecto. En efecto, respecto a esta
enfermedad, el Ministerio de Salud (MINSA, 2012a) afirma que la diabetes afecta a casi 2 millones de individuos
en el Perú y ocupa la décimo quinta posición como causa de mortalidad.
Las enfermedades antes mencionadas pueden tener distintas causas pero existe consenso en que ambas
están asociadas a una deficiente alimentación, sobre todo al consumo de alimentos procesados, a excesos en la
ingesta de azúcares y grasas. Razón por la cual, especialistas como Socarrás y Bolet (2010) señalan que la dieta
saludable y necesaria para enfermos cardiovasculares debe ser baja en grasas saturadas, ácidos grasos trans y en
colesterol.
Casi todas las instituciones especializadas coinciden en que el consumo de la llamada comida chatarra es
una de las principales causas de estos males. En efecto, el incremento del consumo de productos como gaseosas,
golosinas, hamburguesas, embutidos y otros alimentos procesados se ha identificado como una de las principales
razones, debido a la elevada cantidad de azúcar, sal, grasas o calorías en cada porción de estos productos. Ante
esta problemática, el Ministerio de Salud ha desarrollado la estrategia sanitaria "Alimentación y Nutrición
Saludable", la misma que tiene como objetivos promover el desarrollo de comportamientos saludables de
alimentación y nutrición en la atención integral de la salud, con la participación de instituciones públicas,
privadas, organizaciones de base y comunidad en general, así como desarrollar la normatividad en alimentación
y nutrición de acuerdo al modelo de atención integral de salud para proteger el estado nutricional de la población.
Esto debido a que se está frente a una epidemia grave de sobrepeso y obesidad con serias consecuencias en la
salud y economía de las personas. Esta epidemia toca a uno de cada cinco niños y a uno de cada dos adultos.
Además está cada vez más presente en los hogares de modestos y bajos recursos. Es por ello que el Ministerio de
Salud se ha alineado con las recomendaciones de la OMS que sugiere “Limitar el consumo de alimentos
procesados con alto contenido de azúcar, grasas y sal, limitar el consumo de grasas saturadas y eliminar las
llamadas grasas trans (…) y moderar el consumo total de energía a fin de mantener un peso saludable” (MINSA,
2012b p.2). Pese a estas iniciativas gubernamentales es dable pensar que las industrias que producen alimentos
Por otro lado, en cuanto a la normatividad, uno de los aspectos más importantes radica en la información
que se presenta en las etiquetas de los alimentos ya que se supone que la población adecuadamente informada
tomará mejores decisiones respecto a la compra y consumo de estos alimentos. La legislación peruana en su Ley
de Promoción de la Alimentación Saludable (Ley 30021 de 2013), establece en su reglamento el etiquetado con
sellos para los alimentos procesados. Tras dicha normatividad, el Ministerio de Salud publicó en agosto del 2017
el denominado “Manual de Advertencias Publicitarias”, en el que se dispuso que las etiquetas incluidas en los
productos procesados tendrían la forma de un octágono con fondo negro y letras blancas en el que se indicaría el
alto contenido en azúcar, sodio y grasas saturadas, así como la presencia de grasas trans. Este modelo es similar al
que se usa en Chile (Ley 20.606, 2016).
Pese a dicha propuesta, según el artículo titulado “Todo lo que debes saber del debate sobre el etiquetado
de alimentos procesados”, la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso de la República planteó
cambiar el octógono por un gráfico de barras de colores rojo, amarillo y verde, similar a un semáforo. Según esta
propuesta los tres colores mencionados serán mejor entendidos por los consumidores y los niños, pues indicarían
los contenidos alto, medio y bajo de los distintos nutrientes incluyendo a la vez el valor energético y el contenido
de grasas, grasas saturadas, azúcares y sal. (Sausa, 2017).
El modelo semáforo es usado en Ecuador desde el 2014, de acuerdo al Reglamento Sanitario Sustitutivo
de Alimentos Procesados para el Consumo Humano 5103, aunque con algunas variantes ya que en dicho país no
se incluye en el etiquetado los datos numéricos referidos a miligramos o porcentajes de las sustancias en
cuestión. Solo se usa el color rojo para advertir una elevada concentración, ámbar para un término medio y verde
para un bajo contenido tanto de azúcar como de sal y grasas. El debate llevó a desarrollar estudios entre los que
destaca el realizado por la especialista en neuromarketing Liliana Alvarado, quien encontró que el semáforo
impacta más en la decisión de no comprar alimentos que contengan alto contenido de sodio, azúcar o grasas y
concluye que "la tristeza inhibe de actuar y paraliza mientras que la rabia nos empuja a actuar o movilizarnos (…)
lo cual incrementa probabilidades de que se evite la compra del producto, puesto que considera que puede ser
dañino para la salud" (“Consumidores peruanos atienden alertas del semáforo nutricional”, 2017).
Las alternativas planteadas en el debate congresal se muestran en la siguiente figura 1,en la cual se pueden
apreciar las características gráficas de cada una de las propuestas: por un lado, la planteada por el Ministerio de
Salud, con apoyo de la OMS con el octógono de fondo negro y con advertencia solo si el alimento es alto en
alguno de los elementos mencionados; y, por otro lado, la sugerida por algunos congresistas con el esquema del
semáforo.
Cifuentes (2015), por su lado, refiriéndose a los consumidores guatemaltecos halló que “se desconoce con
Krugmann (2013), asimismo, encontró que en Valdivia, Chile, un 59,37% declara leer la tabla de
información nutricional, de ese porcentaje sólo 38,02% dijo que si influye en su decisión de compra y de este
38,02% de los consumidores encuestados, el 55,10% de ellos dijo que el diseño actual no permite una fácil
lectura. En el Perú, el estudio hecho por Cornejo y Liza (2015) encontró que 74.4% sí lee la etiqueta. Por último,
en relación a los consumidores que no leen el etiquetado de los alimentos, un 36% no tiene tiempo y seguido del
32% que no entiende que debe leer.
REVISIÓN TEÓRICA
Estudiar el proceso de decisión de compra del consumidor implica abordar diversas teorías relacionadas
con el tema. En relación a la etiqueta de un producto, ésta es definida por Kerin, Hartley y Rudelius ( ) como
una “parte integral del empaque y suele identificar al producto o marca, quién lo hizo, dónde y cuándo se hizo,
cómo debe usarse y el contenido y los ingredientes del paquete" (p.299). Según Stanton, Etzel y Walker (2007), la
etiqueta es "la parte de un producto que transmite información sobre el producto y el vendedor. Puede ser parte
del empaque o estar adherida al producto" (p. 289). Lamb, Hair y McDaniel (2006) identifican además que las
etiquetas pueden clasificarse en dos grandes grupos: etiquetas persuasivas y las etiquetas informativas. Por otro
lado, Fisher y Espejo (2004) identifican dos tipos de etiquetas: las obligatorias y las no obligatorias y en relación
a estas las definen como“uno de los medios de que disponen los gobiernos para proteger al consumidor en lo
concerniente a salud y seguridad; se le protege de los informes engañosos y se garantiza una información precisa
que permita una elección racional entre los productos cada vez más numerosos y complejos que se ofrecen” (p.
201). Queda claro que el etiquetado, objeto de esta investigación, corresponde al de las informativas con el
agregado de que se trata de etiquetas obligatorias, es decir que no surgen de la voluntad del productor sino como
consecuencia de exigencias de las entidades gubernamentales.
La Food and Drug Agency (FDA), que es la Agencia del gobierno de los Estados Unidos responsable de la
regulación de alimentos en ese país define al etiquetado como todas las etiquetas y otros materiales escritos
grabados o gráficos en un artículo o cualquiera de sus envases o envolturas o que acompañen tal artículo.
Igualmente especifica que el etiquetado incluye folletos, afiches, circulares, que suplementan o explican un
producto y/o son parte de un sistema de distribución integrado para el producto. Igualmente especifica que para
que un alimento envasado se pueda comercializar en los EEUU, debe incluir el total de calorías, las calorías de
grasa, e identificar los tipos de grasa como trans, saturadas y el nivel de colesterol en su etiqueta. También exige
la cantidad de sodio, carbohidratos, fibra azúcares, proteínas y vitaminas. (FDA, 2011). En el caso específico de
los alimentos, un ente rector como la Food and Agriculture Organization, FAO (2015), recomienda que las
etiquetas de alimentos deben proporcionar información sobre cualidades del producto, utilización adecuada,
beneficios, riesgos así como forma en que se produce y comercializa. La FDA (2011).
Por su parte, Kotler y Armstrong (2014) expresan que “el proceso de decisión del comprador consta de
cinco etapas: reconocimiento de necesidades, búsqueda de información, evaluación de alternativas, decisión de
compra y comportamiento posterior a la compra” (p.152). Enfoque similar tienen Stanton, W., Etzel, M. y Walter,
B. (2004), quienes mencionan que existen cinco etapas en el proceso de decisión de compra del consumidor: 1.
Reconocimiento de la necesidad, cuando el consumidor es impulsado a la acción por una necesidad o deseo. 2.
Identificación de alternativas, se determina cuando el consumidor identifica productos y marcas alternativos y
reúnen información sobre ellos. 3. Evaluación de alternativas, el consumidor pondera pros y contras de las
alternativas identificadas. 4. Decisiones, el consumidor decide comprar o no comprar y toma otras decisiones
relacionadas con la compra. 5. Comportamiento post-compra, cuando el consumidor busca reasegurarse de que
la decisión que hizo fue la correcta.
Lamb, Hair y Mc Daniel (2009), si bien coinciden en la estructura del proceso de decisión de compra,
señalan que “es importante notar, sin embargo, que las decisiones del consumidor no siempre sigue ese orden a
través de todos esos pasos. En realidad, el consumidor puede terminar el proceso en cualquier momento e incluso
no hacer ninguna compra” (p.140). Esta aclaración es importante en el tema de la presente investigación ya que el
proceso de decisión de compra de alimentos es, por lo general, más simple que cuando se trata de adquirir bienes
de mayor valor.
METODOLOGÍA
La investigación efectuada ha tenido un enfoque cuantitativo, con un diseño no experimental y de alcance
descriptivo. La técnica empleada ha sido la encuesta y el instrumento de recolección de datos un cuestionario
aplicado a una muestra de 384 mujeres amas de casa de la ciudad de Trujillo (el cuestionario ha buscado recoger
datos concretos respecto a la percepción de los consumidores respecto al etiquetado nutricional y al impacto en
su decisión de compra).
Se utilizó un muestreo no probabilístico por cuotas de acuerdo a la población del continuo urbano de la
ciudad de Trujillo compuesto por los distritos de Trujillo, Víctor Larco, La Esperanza, El Porvenir y Florencia de
Mora, de acuerdo a la tabla 1:
RESULTADOS
En los hallazgos destaca el hecho de que el 60% de los encuestados se preocupa bastante o muchísimo por
su salud, mientras que el 14% de los encuestados se preocupa nada o poco por su salud, tal como se aprecia en la
figura 3.
25%
20%
15%
10%
10%
5% 4%
0%
Nada Poco Regular Bastante Muchísimo
Otro resultado importante fue el hecho de que el 60% de los encuestados se preocupa bastante o
muchísimo por su salud, mientras que el 14% de los encuestados se preocupa nada o poco por su salud. Esto se
plasma en la figura 4.
Figura 4. Vinculación de alimentación con la salud
Otro dato importante que se buscó obtener fue la frecuencia con que los consumidores leen las etiquetas de
los alimentos. Los resultados se muestran en la figura 6.
18%
20% 16%
15% 10%
10%
5%
0%
Otro detalle indagado fue el tipo de alimentos envasados cuyas etiquetas son objeto de mayor revisión por
parte de los consumidores trujillanos. Se encontró que los más revisados son lácteos y conservas, mientras que
los snacks y pastas son los alimentos cuyas etiquetas son menos revisadas, tal como se detalla en la figura 7.
40%
30%
19% 18%
20% 14%
10%
10% 5%
0%
Fecha de Cuánto azúcar Cuánta sal Cuánta grasa Grasas Trans Calorías
vencimiento
En cuanto al nivel de dificultad percibido por los consumidores para entender la información consignada
en la etiqueta, los resultados se muestran en la figura 9 en la que se destaca que el 46% de los encuestados
considera que el nivel de dificultad para entender la información en los alimentos es regular. Por otro lado, un
28% considera que es fácil o muy fácil entender la información y a su vez, otro 26% considera que es difícil o
muy difícil entenderla.
50%
Dificultad de entendimiento
46%
45%
40%
35%
30%
25%
20% 17%
15%
La figura 10 muestra los resultados respecto a la frecuencia con que la información en la etiqueta influye en
su decisión de compra. El 38% de los encuestados indicaron que influye a veces en la decisión de compra,
mientras que el 39% de los encuestados indican que influye nunca o muy poco en la decisión de compra y solo un
23% mencionó que influye muchas veces o siempre.
35%
28%
30%
25%
20% 17%
15% 11%
10% 6%
5%
0%
Nunca Muy poco A veces Muchas veces Siempre
En la figura 11 se muestran los resultados respecto a la propuesta más entendible (la misma que, al
momento de la investigación, venía debatiéndose en el Congreso de la República): la adopción del octógono o el
semáforo nutricional. El 59% de los encuestados indican que el método del semáforo le parece más entendible,
mientras que el 41% señala que el octágono de fondo negro le parece más entendible.
50% 41%
40%
30%
20%
10%
0%
El Octágono de fondo negro El Semáforo
Al margen de cuan entendible es cada propuesta se indagó sobre cual ofrece mejor información. Los
resultados que se muestran en la figura 12 indican que para el 52% de los encuestados el semáforo proporciona la
mejor; el 25% se inclinó por el octógono; y, el 23% de los encuestados mencionan que ambas ofrece similar
información.
40%
30% 25%
23%
20%
10%
0%
El semáforo Cualquier de los dos El octágono
DISCUSIÓN
Entre los resultados obtenidos destaca el hecho de que un 60% de las personas encuestadas manifiestan
una preocupación por su salud y, también, que están de acuerdo o totalmente de acuerdo con la afirmación de que
existe una relación directa entre alimentación y salud. Estos resultados indican que existe interés por cuidar la
salud propia y de la familia a través de una buena alimentación. Además, un 74% de las personas encuestadas
indicaron que consumen alimentos envasados con regular frecuencia o más. Sin embargo, apenas un 26%
mencionó que revisa la etiquetas de los alimentos muchas veces o siempre, frente a un 43% que indicaron
revisarla muy poco o nunca.
Estos hallazgos indican que existe algún tipo de dificultad en la lectura de la etiqueta de los alimentos ya
que existiendo interés por la salud y admitiendo la relación estrecha con la alimentación podría esperarse una
mayor frecuencia de visualización de la etiquetas. Estos resultados contrastan con los encontrados por
Krugmann (2015), quien encontró que un 59.37% de personas leía las etiquetas en Valdivia, Chile. Sin embargo
existe consistencia con otro dato del mismo autor, quien halló que un 55.10% indica que el etiquetado no es de
fácil lectura. Por su parte Cornejo y Liza (2015) encontraron que un 74% sí las lee. Estas autoras determinaron en
su investigación que para la lectura de las etiquetas, la edad y el género sí están relacionados con la decisión de
compra.
Un detalle importante se aprecia en los resultados relativos al factor más importante en la revisión de las
etiquetas, pues el dato que más observan las amas de casa encuestadas es la fecha de vencimiento. Un 60% de
personas respondió que lo verifica y esto se explica por tratarse de una información fácil de entender y visualizar,
mientras que menos del 20% afirmaron detenerse en otra información en la etiqueta como la cantidad de azúcar,
grasa, sodio o grasas trans. Estos resultados tienen relación con el hecho de que solo un 28% de consumidores
CONCLUSIÓN
Los consumidores de la ciudad de Trujillo si bien asocian salud con alimentación tienen un bajo nivel de
revisión del etiquetado nutricional. Ello está vinculado con el hecho de que los encuestados señalaron tener un
bajo nivel de entendimiento de la información nutricional consignada en las etiquetas según el modelo vigente al
momento de la aplicación de la encuesta. Lo expuesto es consistente también con el hecho de que, según la
investigación, existe un bajo nivel de influencia del etiquetado nutricional en la decisión de compra de los
consumidores de Trujillo. Finalmente de los dos modelos consultados en el cuestionario, el público prefirió
mayoritariamente al semáforo.
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