LA COLUMNA DE HIERRO Resumen

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LA COLUMNA DE HIERRO. TAYLOR CALDWELL.

PREFACIO
Taylor Caldwell escribió sobre la vida de Cicerón. Taylor escribe que Cicerón se sintió
particularmente impresionado por el hecho de que en todas las religiones, incluyendo la hindu, la
griega, la egipcia y la israelita, existe la profecía de un Mesías y de la encarnación de Dios como
hombre. Se sintió tan fascinado y esperanzado que en muchas de sus cartas especula sobre el
Advenimiento y deseo, sobre todas las cosas, vivir todavía cuando eso ocurriera.
Cicerón odio y temió al militarismo y fue un hombre pacífico en un mundo que no conocio ni
conoceria la paz.
La más profunda devoción terrenal de Cicerón fue la Constitución de Roma y específicamente su ley
de las Doce Tablas. Desconfiaba de la venalidad de los jueces y siempre luchó contra ellos en los
tribunales cuando representaba a clientes. Para él, el ​gobierno según la ley era un edicto de Dios
basado en las leyes naturales, y ​gobierno según los hombres era lo que más había que temer en una
nación.
Fue atacado como “reaccionario” y como “radical”, según quien lo atacaba. Fue acusado
malévolamente de “vivir en el pasado y no en esta época moderna y dinámica”, e igualmente se le
atribuyó el “violar ciertos puntos de la ley y emplear métodos abusivos”. Para algunos estaba “en
contra del progreso” y para otros era “demasiado conservador”.
PRIMERA PARTE. INFANCIA Y JUVENTUD
CAPÍTULO 1
El relato comienza cuando Cicerón estaba por tener un hijo. Pero en ese momento estaba siendo
atendido por un médico que le hacía masajes en la espalda. En ese momento entra su padre.
Felon, el médico que atendía a Cicerón, era un liberto y como médico había llegado a ser ciudadano
romano.
El padre de Cicerón era un romano chapado a la antigua, un hombre alto, delgado e irascible y que
llevaba una barba de estilo antiguo, al entrar a la habitación, Cicerón cerró los ojos y se hizo el
dormido, su padre le dijo que se tenía que levantar y que su mujer estaba a punto de dar a luz.
El padre de Cicerón era viudo.
La esposa de Cicerón se llamaba Helvia. Lo cierto es que Helvia fue quien eligió a Marco Tulio Cicerón
para casarse, y él nada dijo al respecto. El padre de Cicerón y Helvia se entendían muy bien. A su
padre le gustaba vestir pieles y cueros y recorrer a caballo la comarca, cazar ciervos y regresar a la
casa. Helvia era también, una mujer de costumbres rudas, para desgracia de Cicerón. Su padre no
era muy anciano, y Marco Tulio pensaba que era él quien debía de haberse casado con Helvia.
Cicerón recordó los años que había pasado en el ejército; hasta hace poco sentía cierto orgullo, pero
ahora le hacían estremecer.
Lira era el nombre de la partera, que traería al mundo al descendiente de Cicerón y Helvia. Lira no
era esclava, sino que había sido liberada por su señor. Lira dijo que tendrían un hijo varón,
textualmente dijo ​“Nacerá un varón… Cuando mi señora comenzó a sentir los dolores hubo un
destello en el cielo como el de un relámpago y una nube tomó la forma de una mano poderosa
sosteniendo un rollo de pergamino con palabras de sabiduría. El niño será recordado por la Historia
y, si no fuera por él, el nombre de Cicerón acabaría olvidado en el polvo” (Este que está por nacer
sería el Cicerón del que se trata la historia, a todos los descendientes les ponían el mismo nombre).
Era el deber de esposo estar al lado de su esposa, en momentos como el nacimiento de un hijo,
tranquilizarla y orar por ella.

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Antes de que Helvia dará a luz, Lira y las esclavas se arrodillaron frente a la estatua de la diosa
Juno.Con poco esfuerzo y contusión nació el niño, era un varón, el 3 de enero del año 648 de la
fundación de Roma, hijo de Marco Tulio Cicerón y de Helvia, su joven esposa, y como es natural, le
fue impuesto asimismo el nombre de Marco Tulio Cicerón.
Helvia tuvo que permanecer en reposo por varios días, así lo prescribió el médico. Cuando Lira, la
partera, fue a visitar al niño, al verlo dijo que tenía la misma cara que Helvia. También dijo textual
“Roma no lo sabe todavía, pero ha nacido un héroe”, “y he oído que en Delfos el oráculo habló del
Gran Hombre que ha de aparecer”, “Cuando sea hombre, habrá magníficos acontecimientos en
Roma”.
CAPÍTULO 2
Muchos años después a razón de que compartían el nombre, estaba por un lado Marco Tulio Cicerón
tercero y a su padre comenzaron a llamarlo simplemente Tulio. El abuelo furioso se preguntaba “si
con el nacimiento del nieto él iba a quedarse sin nombre alguno”. Se quejaba de que a él se le
debian todos los respetos y honores. (Entiendo que esto tiene que ver con que en esa época la gente
grande debía ser más respetada por “su sabiduría”).
Helvia decía que Tulio se volvía cada vez más “quisquilloso” con los años, que él había insistido de
ponerle el mismo nombre al nieto. Y también dijo que el mal genio de su suegro se debía a que el no
tenia una mujer al lado que le haga valer su autoridad, para que después los hombres sean más
“tratables”.
Helvia era descendiente de los Helvios, y era quien llevaba el bastón de mando en la casa, aunque lo
usaba con gran moderación.
Tulio sabía que Helvia tenía pasiones en la cama, algo extraño en una joven de naturaleza reservada.
Pero Helvia, en su pasión, era tan honesta como cuando inspeccionaba las cuentas de gastos de la
casa. Para ella no había nada sutil, nada inconmensurable, maravilloso o inexplicable. No tenía dudas
acerca de nada. Ejecutaba todos sus deberes a la perfección y era grandemente admirada. Si bien es
verdad que nunca contempló una estrella o una flor, nunca sintio un éxtasis de primavera ni penas
inexplicables, ni se atemorizó por el futuro ¿quería decir eso que era estúpida? Tulio pensaba a
veces que Helvia veía las cosas igual que las ve un animal en cama, aceptandolo todo con sencillez y
sin maravillarse. Helvia no era muy habladora, lo cual es una gran virtud en una mujer, “es de sabios
no hablar cuando uno no tiene nada que decir” replicaba su marido, cuando Tulio (el abuelo) se
quejaba de que Helvia no hablaba.
Ellos vivían en una isla junto a Arpinum, en una tierras de propiedad del abuelo Tulio, y era
considerados ciudadanos romanos. Las personas allí eran más tranquilas y frías y hablaban de Roma
desdeñosamente ​(indiferencia, displicencia, reticencia, desaire, esquivez, ofensa y desprecio) como
de una cenagal ​(Cenagal: 1. Terreno lleno de cieno o lodo. // 2. Situación o asunto moralmente
rechazable) políglota. Los habitantes comentaban que los senadores romanos y los tribunales
estaban violando continuamente la Constitución, sin que se opusiera a ello el indolente populacho
urbano. Las gentes de Arpinum recordaban los antiguos tiempos en que los romanos eran
verdaderamente libres y no tenían nada que temer, reverenciaban a sus dioses y practicaban las
virtudes de la piedad, la caridad, el valor, el patriotismo y el honor. (Entiendo que esto es importante
porque es lo que decía la gente en el contexto que Cicerón iba creciendo, digamos que es lo que
“escuchaba”).
Marco Tulio, el padre del pequeño Cicerón, decidió reformar la casa, y para ello contrató a
trabajadores de la isla. Para cuando terminaron las reformas y como pasa siempre que se reúne un
grupo de servidores, hubo chismes y se dijo que aquella familia no era de categoría, sino plebeya.
Ninguno de sus hijos había ocupado un cargo de edil curul.

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El pequeño Marco, ya caminaba a la prodigiosa edad de ocho meses y a los dos años ya poseía un
formidable vocabulario. Su padre le enseñó a hablar con acento de hombre culto.
Una tarde, Tulio paso una horas sentado sobre el césped con su hijo. Y al abrazarlo le dijo ​“Hijo mío,
pensó, ¿dónde estarás y qué serás cuando seas hombre?¿Huirás del mundo como yo he huido o te
enfrentaras a el?¿Te convertirás en uno de ellos, los adúlteros y los ladrones, los depravados y los
impíos, los brutos y los injustos, los falsos y los traidores?¿O seras mas fuerte que tu padre y lo
sobrepasaras a todos, despreciandolos no en silencio como he hecho yo, sino con palabras como
espadas flameantes?¿Les dirás que hay una fuerza que vive no en las armas, sino en los corazones y
las almas de los justos y no puede ser avasallada?¿Les dirás que el poder sin ley es caos y que la ley
no procede de los hombres sino de Dios?”.​ El chico parecía escuchar al padre con sumo interés.
Luego Tulio miro al cielo y oró por su hijo, oro solo para pedir que su hijo fuera un hombre como en
otros tiempos los romanos deseaban que fueran los hombres, justos en sus conducta, resueltos en la
virtud, fuertes en patriotismo, de ardiente piedad, animoso en la adversidad, de temperamento
pacífico pero no servidor secreto de causas equivocas, protector de los débiles, prudente en sus
decisiones, anhelante de justicia, moderado y honorable. Tulio ofreció su hijo a Dios, suplicando
piedad para él y que lo mantuviera a salvo del deshonor y la codicia, la crueldad y la locura, que no
evitará el combate pero que solo se dispusiera a entrar en él en nombre de la justicia.
CAPÍTULO 3
Cuatro años después nació Quinto Cicerón, hermano de Marco. Ya Helvia no daba a luz con tanta
facilidad como antes. El parto duró muchas horas. El niño al nacer era mas alegre, mas ruidoso y más
guapo que Marco. El abuelo, que está desilusionado con Marco por sus modales reservados y
suaves, se regocijo al ver al nuevo bebé, de apariencia robusta. Al tenerlo en sus brazos dijo “Como
mínimo llegará a cónsul, es digno de sus antepasados”.
Al cumplir un año Quinto y Marco eran muy buenos compañeros y Helvia estaba encantada de que
eso pase. Quinto seguía a Marco por todas partes y estaba chiflado por él.
Con el tiempo Tulio decidió que Marco debía recibir una mejor educación de la que él le había
estado dando. Que era ya hora de que aprendiera griego, la lengua de los hombres cultos. Así que
Tulio hizo un viaje a Antioquia, la ciudad en la que había recibido la enseñanza de Arquias, el poeta e
intelectual griego, y lo convenció al maestro para que lo acompañe a la isla familiar para enseñar a
su hijo mayor.
El poeta se dio cuenta inmediatamente de que el padre no había exagerado cuando le hablo de la
gran capacidad de asimilación de su hijo y de su carácter cariñoso. No siempre se le ofrecía a un
poeta la oportunidad de tomar a su cargo una mente infantil como la de Marco y prepararla para las
más altas metas.
Arquias para protegerse de la soledad tenía a Eunice, su joven esclava cretense, que era rubia y de
ojos azules, como todos sus paisanos, y agradablemente estupida, virtud que no era de despreciar
para un poeta. Ella cuidaba de su amo y procuraba mejorarle las comidas en la cocina, bajo la mirada
de Helvia. Llegó a ser una de las mejores compañeras de juegos de Marco, porque solo tenía doce
años.
Eunice fue un éxito y Marco llegaría a escribir de ella ​“aunque ignorante y analfabeta y de
mentalidad muy simple, su presencia constituye una delicia, pues es cálida, sincera y encantadora.
Muchas de nuestras más distinguidas damas romanas deberían haberla imitado para satisfacción de
sus esposos”.​
Marco asimilo el griego como si fuera su lengua nativa. A los seis años ya escribía poesía, que Arquias
consideraba uno de los primeros tributos de un hombre civilizado.

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Arquias y Tulio, el padre de Marco, se hicieron amigos. El maestro le decía ​“Su hijo tiene carácter
nombre, es firme pero no dogmático, es tolerante pero no débil, es tenaz pero no obstinado. En su
alma alberga los más altos principios. Los dioses ayudan a aquellos que colocan la virtud por encima
de todo”.​ Arquias estaba encantado con su discípulo.
En una de las clases de Arquias con Marco, el maestro le dijo que “La Ley de Dios es tenida,
probablemente con razón, por inmutable. Pero las leyes de los hombres no pueden nunca ser
dogmáticas, pues se convertirán en piedras insensibles”. A lo que Marco pregunto ​“¿Que es la Ley de
Dios?”.​ Arquias respondió “yo no soy quien para decirlo. Los judíos creen conocerla, que fue
explicada por un tal Moisés que liberó a su pueblo de Egipto”. Arquias decia que los judios no era
perseguidos por los Egipcios por su fidelidad a su Dios, sino porque eran más inteligentes, astutos,
comerciantes y tenían mejores filósofos. Los judíos estaban esperando la llegada inminente de un
Salvador, ellos creen que el alma del hombre es inmortal y que no vaga después de la muerte, sino
que es llevada al Salvador o Mesías, hacia las brillantes y eternas islas de la Gloria, y el cuerpo se
unirá al alma el dia del fin del mundo y todo será llevado intacto al cielo.
CAPÍTULO 4
Arquias, hombre de ciudad, lleno de extravagancias y concepciones urbanas, se sintió
descorazonado cuando le anunciaron que la familia se mudaba a Roma. A Arquias no le gustaba
Roma, le disgustaba como a todos los verdaderos griegos.
Tulio, el abuelo del pequeño Marco, consideraba que era mejor que estudie en una escuela con
otros chicos, aparte de tener un tutor en la casa. El niño no tiene otros compañeros de juegos que
los hijos de los esclavos. Debe tener otros amigos de familias al menos de la misma categoría que la
de ellos.
Arquias por su parte consideraba que Roma era una vulgar copia de Grecia, una mala imitación.
En Roma los hijos de las familias más modestas podían ir al colegio por un módico precio. Aunque ya
hacía como 100 años que Polibio abogaba por escuelas públicas. Esta idea horrorizaba a Arquias, ya
que decía ​“¿Qué hombre en su sano juicio puede imaginar una nación educada según unas teorías de
educación inmutables, artificialmente establecidas y uniformadas en todos los casos? No hay nada
tan deprimente y repugnante como una mentalidad promedio que ha sido obligada a adquirir
conocimientos a pesar de su real capacidad… Los conocimientos no deberían arrojarse sobre
aquellos que, por su naturaleza, no pueden convertirlos en sabiduría”​. A lo que Tulio respondió ​“La
educación sirve para algo más que para adquirir sabiduría”.​
Marco, que ahora ya tenía 9 años, se sentía alborozado ​(alegre, feliz, contento) a​ nte la aventura de ir
a vivir a Roma. En cambio, Quinto, su hermano, se oponia al cambio.
Marco estaba seguro que de grande quería ser abogado y dijo ​“no hay nada más noble que la Ley,
pues distingue a los hombres de las bestias, estas se rigen solo por el instinto y el hombre es
gobernado por las leyes de su espíritu, y es, por lo tanto, libre”.​
Helvia consideraba una tontería que la familia se mudara, aunque no fuera más que para pasar los
inviernos en Roma.
Tulio, el abuelo, comprendía que un hombre no puede permanecer siempre recluido. Las dotes de
Marco para la retórica, la prosa, la filosofía y el saber no deberían echarse a perder o abandonar
entre árboles y céspedes, por muy agradables y tranquilos que estos fueran. Y tampoco debía privar
de compañia y variedad al activo y apasionado Quinto. El hombre se debe a su mundo y a su
posición y debe compartir con los demás los dones con que ha sido agraciado.
Ya en Roma, instalados en la nueva casa, Tulio, el padre de Marco, conoce a un niño que vivía en la
casa vecina que era CAYO JULIO CÉSAR. Los Cesar eran una familia patricia, de importante apellido,

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una de las mejores familias de Roma de esa época, aunque en ese momento no estaban bien
económicamente.
CAPÍTULO 5
Marco fue enviado a la escuela de Pilón, el liberto griego, aunque cuando volvía a la casa, Arquias le
seguía dando clases. Por lo cual Marco iba a la misma escuela que Julio César.
La familia decidió que Quinto recibiera lecciones de Arquias al menos durante un año.
Marco encontraba la ciudad emocionante, llena de maravillas, y cuando iba o volvía de la escuela,
trataba de ver la mayor cantidad de cosas posibles. Le gustaban las tiendas, el Foro, el ruido y el
bullicio de la vida, la abundancia de gente, la fachada de los templos, los altos pilares sobre los
cuales había estatuas de héroes o figuras de divinidades aladas montadas en carrozas, las
escalinatas, el olor a pescado frito y a pastas cocidas, a carne salada y a vino que provenían de las
posadas, el repentino clamor de música en los pequeños teatros, la atmósfera de poder y de
negocios, los edificios del gobierno en los que pululaban ávidos burócratas, los circos, los reflejos del
sol, las calles bien pavimentadas y un bullicio de gente que denotaba poder. (Me parecía interesante
para imaginar o ver cómo veía la ciudad de Roma Marquito).
Marco sabía que él tenía que ser un romano y vivir en Roma, aunque añoraba Arpinum. Lo que no le
gustaba era la escuela. Pilón era un hombre austero y dogmático, muy presumido porque había sido
esclavo y ahora se creía importante. Era inflexible y sentía un respeto servil por aquellos que
llevaban apellidos ilustres. Con los de origen plebeyo, pero de padres adinerados, era más
condescendiente.
Como estaba muy adelantado para los niños de su edad, Marco fue colocado entre los chicos
mayores. Llegó a detestar al mejor amigo de Julio César, a Lucio Catilina, de familia antigua y
aristocrática, llevaba uno de los apellidos más antiguos de Roma.
Lucio era era guapo y delicado, tenía un enorme magnetismo personal que la mayoría de las
personas encontraba irresistible. Lucio era dos años mayor que Marco. Era magnífico en todo lo que
hacía, bailarín, deportes, poseía una voz seductora, era elocuente. Aprendía con rapidez y facilidad, y
se enzarzaba con Pilón en sutiles discusiones. Su inteligencia estaba por encima de lo corriente.
Marco decía que Lucio estaba moralmente corrompido.
Todo lo que Marco representaba, la generosidad, la amabilidad y la perseverancia en el estudio, lo
virtuoso, provocaba en Lucio la enemistad, la burla y el desprecio. (Básicamente Lucio le hacía
bullying a Marco por nerd, aunque Lucio también era muy inteligente).
Eran enemigos, sus caracteres les eran mutuamente antipático y estaban en violenta oposición. Fue
entonces la primera vez que Marco entendió que debía enfrentarse al mal y tenía que soportarlo, se
hizo hombre mucho antes de llegar a la adolescencia. El se veía diferente a los otros niños.
Una tarde en la escuela Lucio y Julio César se pelearon en el recreo, mientras Lucio le pegaba a Julio,
quien interfirió en defensa del más pequeño, fue Marco. Marco le pidió a Lucio que dejara de
pegarle a Julio, pero eso solo termino en otra pelea entre Marco y Lucio en el patio de la escuela. Ese
dia Julio prometió no ser más amigo de Lucio.
Por haber defendido a Julio, Aurelia, su madre, le regaló a Marco una cadena de oro que tenía una
medalla con la imagen grabada de Palas Atenea, la diosa de la Ley y la sabiduría.
CAPÍTULO 6
Cuando Marco ya tenía cerca de 12 años, llegaron a la escuela como nuevos alumnos unos amigos
de Lucio, ellos eran Cneio Pisón y Quinto Curio. Ambos eran de carácter altanero, y despreciaban a
Marco, tanto como Lucio lo hacía.
Aunque luego el padre de Curio decidió proporcionarle un maestro particular a su hijo e invitó a
Lucio y a Cneio a que recibieran las enseñanzas también.

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Unos años después, cuando Marco estaba cerca de cumplir los 14 años, entró un nuevo niño a la
escuela, Noe ben Joel, hijo de un rico corredor judío, la mayoría de los padres del resto de los chicos
estaba endeudado con el. Luego de una charla entre Marco y Noé, fue la primera vez que Marco se
dio cuenta de que se encontraba muy a gusto, como no le pasaba con ninguno de sus compañeros, y
se sintió asombrado.
Marco anunció a su familia que al llegar a la adolescencia deseaba ponerse bajo el patrocinio de
Palas Atenea, en lugar que Minerva. Minerva era romana, y por eso la preferían su abuelo y su
madre Helvia. En cambio Palas Atenea era un maestro griego.
También llegaba el día que Marco debía vestir la toga de la virilidad, por lo cual había que hacer una
lista de los parientes que serían invitados y que tela sería la que haga la toga. Esta vestidura era de la
mayor importancia y requeria el máximo cuidado en la selección, el cocido y el teñido. También
debían decidir sobre los sacrificios que le iban a ofrecer a los dioses en nombre de Marco.
El dia era muy importante, este era el día en que todos los jóvenes de aproximadamente la misma
edad de Marco entrarían en la adolescencia, estado en continuarían hasta cumplir los 30 años y se la
consideraba una fiesta nacional.
La ceremonia comenzaba con el ofrecimiento a los dioses y luego una larga procesión acompañaría
los jóvenes hasta el Foro donde serían ceremoniosamente presentados a sus ciudadanos y a Roma.
Luego ancianas y doncellas entonarian alabanzas y a partir entonces aquellos jóvenes serían
considerados ciudadanos de su nación compartiendo las responsabilidades de todo romano.
Finalmente regresarían a sus casas donde se celebraría una fiesta durante la cual se les permitiría
emborracharse.

En una de las charlas entre Noé y Marco donde hablaban del Dios de los judíos, Marco dijo “​no hay
más que un Dios, que es dios de todos los hombre y no solo de los judíos. ¿No me ha creado a mi
igual que a ti?. El vive en nuestros corazones”​. (Hay que entender que Marco le preguntaba mucho a
Noé sobre su religión, y esta reflexión de que dios es el dios de todos y no solo de una religión en
particular, está relacionada con el pensamiento estoico y la idea que dios está en todos lados y en
todas las cosas, pensamiento que es llamado “panteísmo”).
Gracias a Noe, Marco pudo aprender el hebreo, la lengua de los sabios.
CAPÍTULO 7
Una tarde Marco y su abuelo tuvieron una profunda y sentida charla en el jardín de la casa de
Arpinum, donde habían vuelto a pasar unos días. Su abuelo le dijo que se venía una época difícil en
Roma, que ya no era lo mismo que hace unos años, que Roma ya no era una nación de hombre libres
pero que él confiaba en su nieto y en toda su generación y que ellos harían el cambio. Le dijo que
vendría un tirano que iba a querer el poder ilimitado, y que mientras el poder resida en el pueblo,
quien gobierne tendrá poderes restringidos. Al final Marco prometió no olvidar las palabras de su
abuelo y que es un ciudadano romano.
El mismo dia por la noche Marco tuvo otra charla profunda, pero esta vez con su padres, que luego
de varios ataques de malaria se encontraba muy debilitado. En esa charla le dijo ​“un hombre bueno
sólo puede hallar felicidad en Dios y en su contemplación, aun estando en este mundo”​.
Al otro dia a Marco le tocaría tener una charla con su madre. Helvia le hizo ver la importancia de la
mujeres en la vida, el rol que ocupan y que si en realidad fueran filósofos o artistas, lo hombres y las
casas estarian desatendidas. Helvia hacia un trabajo que no era reconocido por nadie hasta ese
momento, fue en esa charla que Marco que dio cuenta que todas esas tareas que su madre
realizaba, tenía que valorarlas porque no brotaban del aire. Las mujeres son el fiel de la balanza de la
vida, y si esa balanza perdiera su equilibrio, los hombres volverían a ser bestias. Le dijo que hombres

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y mujeres han de cumplir sus papeles respectivos. Y le dijo también ​“Al hombre verdadero se le
conoce porque domina sus apetitos. Se caracteriza por su devoción hacia su familia y los intereses
familiares y no se irrita fácilmente”​.
CAPÍTULO 8
Un atardecer mientras estaba en Arpinum, Marco vio a una joven muchacha cerca del puente y se
acercó. Al verla más de cerca pensó que nunca había visto una joven más encantadora. Ella era Livia
Curio.
Livia Curio era prima lejana de Quinto Curio, ex compañero de escuela de Marco, pero como si eso
no fuera poco, la muchacha le comento que estaba prometida a Lucio Sergio Catilina, quien también
fue compañero de Marco y enemigo. Ella dijo que si bien sabía que Lucio era un embustero, era un
mentiroso encantador y que se iba a casar con ella porque era un roca heredera.
Esa noche Marco se enamoró de Livia, no estaba seguro si fue real su encuentro, pero se sentía
poseído por el éxtasis, la desolación y una agradable sensación de pérdida.
CAPÍTULO 9
De Roma llegaron malas noticias, y se empezó a discutir la idea de volver. El único que se mostraba
desinteresado en el tema era Marco, el solo pensaba en Livia y en si volvería a verla, así comenzó a
escribir poemas sin parar.
Marco había empezado a pensar que Livia no existía, sino que todo había sido parte de un sueño
muy vivido o que era una ninfa.
Una tarde Livia volvió, estaba sentada en el césped. Al verse se hicieron preguntas mutuamente
“¿Porque no puedo dejar de pensar en ti?”, se decían, “¿Quién eres tú?”. Livia le dijo ​“Es porque
hablas y piensas como yo. Te diga lo que te diga, tu no te ríes como si estuviera loca. Cuando estoy a
tu lado me siento tan maravillosamente bien como cuando estoy a solas. No me doy cuenta de que tu
eres otro ser”​. A lo que Marco respondió ​“Eso, en esencia es algo muy singular. No nos damos cuenta
de que somos seres distintos, sino que nos sentimos ambos uno solo”​.
Marco le pidió a Livia que no se case con Lucio, le dijo que él la haría sufrir, y que él no podría
soportarlo porque la quiere. Livia le dijo que no podía hacer nada, ya que sus tutores la dispusieron
el compromiso y era una cuestión de honor.
Por lo cual Marco decidió hablar con su madre, a quien consideraba muy sabia para que lo
aconsejara. Helvia le dijo que esa muchacha no le convenía, que ya estaba comprometida, que se
busque otra. Le dijo que ​“los hombre verdaderamente grandes estiman el honor por encima de
todo”​.
Mientras tanto, las graves noticias de Roma seguían llegando, por lo cual la familia tuvo que
regresar, porque corrían peligro permaneciendo en Arpinum.
CAPÍTULO 10
Muchos años antes de que Marco Tulio Cicerón naciera, los pueblos de Italia habían tratado de
poner fin al sometimiento del dominio de Roma. Si bien debían obedecer el poder de roma, no
tenían voto, ni eran considerados ciudadanos romanos, pero sí deben pagar impuesto. Los pueblos
sometidos, necesitaban conseguir el derecho al voto, y así poder controlar los impuestos, poner fin
al libertinaje y a las ambiciones de la aristocracia, y arrebatarle sus privilegios.
En ese contexto Druso, un político romano, había enviado al senado una ley con una serie de
reformas, como otorgar la ciudadanía a los itálicos, una reforma monetaria, y muchas más. Pero la
oposición empezó a decir que Druso era un traidor y el Senado se negó a aprobar la ley. Druso fue
asesinado y se desató la guerra civil entre Roma, la capital y las provincias.

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Es por eso que la familia Cicerón debía regresar a Roma, ya que si bien ellos sí tenían la ciudadanía
romana, los campesinos vecinos no, por lo que tenían miedo de ser víctimas de las represalias de
quien no disfrutaban de los mismos privilegios.

La ciudad de Comfortium, fue rebautizada como Itálica, donde se pensaba hacer la nueva capital. Allí
se estableció un gobierno, incluso se levantó un edificio para el Senado. Todos lo miembros de la
clase media y los granjeros recibieron la nueva ciudadanía, se restablecieron las antiguas leyes de la
República y se juró de nuevo al Constitución que Roma había estado pisoteando el último tiempo.
Por su parte Roma, declaró rebeldes a todos sus enemigos. El rebelde era quien había perdido todos
sus derechos.
Poco después, y obligada por las circunstancias y alarmada por como la rebelión crecia, Roma
promulgó la Lex Plautia Papiria, ley por la cual se le concedia la ciudadanía a todo aliado que se
presentará ante los magistrados romanos en un plazo de dos meses. La guerra continuó.
CAPÍTULO 11
Roma se encuentran en una época de tiranos, el general Mario habla mucho de libertad, pero apoya
al tiránico gobierno central, ya que lo que se estaba ocasionando es que los militares gobernaban
Roma y los políticos más envilecido usurpan el poder.
A la plebe se le a dado lo que quiso y se han vuelto arrogantes, creyéndose incluso superior a los
gobernantes, gritaban por las calles que su hora ha llegado y escribiendo en los muros ​“abajo los
privilegiados”.​ Fue una época en que Roma fue un desastre.
Las familias ricas se iban de Roma por la situación que estaban viviendo y preferían lugares
tranquilos.
Marco estaba acostumbrado a vivir tranquilo, dedicado a sus deberes y el culto, y cada día que
pasaba se sentía muy retraído, a pesar que se encontraba en su plena juventud. Seguía enamorado
de Livia que aunque no está a su lado, la siente consigo.
Quinto estudiaba en la misma escuela de Marco, la escuela de Pilón, pero el fue admirado por su
humor, amabilidad, todo lo contrario que su hermano.
Marco vivía en su mente, que llegó algún momento en el que no visitaba a su papá, ni sabía que
pasaba alrededor de su familia.
Ante la situación que estaba surgiendo en Roma, Marco pensaba que los hombres debían tener un
solo gobierno, una sola ley y que todos debían pagar impuestos a ese solo gobierno.
En una noche escuchó Marco un gemido de dolor, se asomó al cuarto de su papá pero él no era, sino
que era su abuelo, que se agarraba la garganta quejándose y le dijo a su nieto que se moría y así fue.
CAPÍTULO 12
Marco ya tenía 16 años y había llegado la hora de la ceremonia que tanto esperaba, era momento
que vista la toga de al virilidad. Y se volvería en ese momento, la cabeza de la familia.
Marco no pudo llorar a su abuelo, no podía creer que esté muerto, su padre estaba muy triste. El no
sabia que hacer, se sentía confundido, su pena era muy grande, pero debía sobreponerse porque
toda la familia confiaba en el.
Había que cumplir con todos los terribles ritos funerarios, hacer sacrificios, visitar templos, orar por
el eterno descanso del alma del anciano, repartir en su honor dinero a los pobres, recompensar a los
sacerdotes, hacer ofrendas por las oraciones de las vírgenes, dar dinero a esclavos, recibir visitar,
aguantar los pésames, escuchar la lectura del testamento del abuelo, y sobre todo, dar sepultura al
entrañable cadáver.
Helvia, prudentemente, no quiso aconsejar, ni ayudar a su hijo, ya que él era ahora el hombre de la
casa y debía asumir sus responsabilidades.

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Si bien Marco se sentía débil e impotente, entendía que debía hacerse cargo de todo y que solo
hacía se haría hombre.

En el testamento del abuelo, Marco pasó a ser el heredero universal por ser el hijo mayor. La casa
pasó ser propiedad de Helvia. A Quinto, ya que iba a ser soldado le dejó su espada, escudo, la
armadura, el busto de marte, sus citaciones por valentía ante el enemigo, sus medallas y sus buenos
recuerdos. A Marco también lo nombró como albacea testamentario y le dejó la isla de Arpinum.
Marco ya estaba planeado para ir a estudiar leyes, y Quinto para entrar al ejercito. El padre de
Marco se retiró de su lado abandonando sus responsabilidades, ya que Marco iba comenzar a
estudiar.
La familia de Marco le dijo que habían conseguido que se prometa en matrimonio con una joven a
cambio de una buena dote, se llamaba Terencia. Fue en ese momento que el recuerdo de Livia se
hizo presente. Marco estaba negado a llevar a cabo ese compromiso.

Marco ya llevaba la toga viril y estaba estudiando. El estudio le ocupaba todo el dia, hasta la
nostalgia por Livia parecía adormecerse entre sus deberes y sus libros. Pero un dia la vio en el
Templo de Venus.
CAPÍTULO 13
Ahora los César eran una familia de mucho poder y plata, eran parte del nuevo gobierno de roma. Es
por eso que decidieron mudarse al Palatino, no les convenía tener como vecinos a los Ciceron.
Aunque Aurelia y Julio, seguían yendo a visitar a su familia amiga. Fue en uno de esos encuentros
que Marco se entera que faltaban solo cuatro semanas para el casamiento de Livia y Lucio.
Desde la muerte de su abuela había dejado de ir con sus ofrendas de palomas al templo de Venus,
porque había perdido toda esperanza respecto de Livia, y además estaba muy cansado.
Un día, mientras iba caminando por la calle, cuando se encontró con una muchedumbre, había
mucha gente reunida en el templo de Venus. Ante la imagen ardina numerosas velas y había muchas
jovencitas arrodilladas. Todas ellas eran doncellas enamoradas o a punto de casarse que le ofrecían
sus oraciones a Venus. Entre todas las mujeres que había logro distinguir a Livia.
Cuando Marco quiso acercarse y hablar con Livia, apareció su tía Melina, quien se la llevó del templo.
Marco quedó llorando, destruido, pensando que si tuviera dinero y un glorioso apellido hubiese
podido casarse con Livia, pero no era así.
CAPÍTULO 14
El maestro que enseña a Marco Tulio la abogacía fue Scaevola, quien era un famoso abogado de
aquella época.
Marco ya ejercía la defensa del gremio de los carpinteros en contra de los cargos que le había
imputado el senado por cobrar precios excesivos al gobierno. El cargo era extorsión al gobierno en
tiempos de guerra. Cargos que también pesaban contra los zapateros y los guarnicioneros, aunque
todos ellos después fueron absueltos.
Cicerón conocía muchos secretos de todos los senadores, de la mayoría de los tribunos y de muchos
cónsules. ​“Es muy conveniente que un abogado tenga informes secretos acerca de los poderosos” le
dijo Arquias, y adhirió ​“un abogado que fuera honrado y creyera honestamente en las leyes se
moriría de hambre por falta de clientela. Jamas podria ganar un caso”​. A lo que Marco disgustado
por lo que le decía Arquias, respondió “​entonces me morire de hambre”.​
Marco ya tenía 17 años, y sufría mucho no poder estar con Livia. Arquias le ofreció a Marco que se
acueste con Eunice para olvidar las penas del amor. Y así fue, Marco y Eunice se acostaron esa
noche.

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Unos días después, Arquias llevó a Eunice con el pretor y la declaró libre, ya no era esclava, y además
le cedió un tercio de su fortuna. Sin embargo, Eunice le pidió a Helvia quedarse viviendo en la casa,
ya que no tenía otro lugar donde dormir o comer.
Scaevola, pensaba y afirmaba que los jóvenes sinceros estaban locos y no creía en las virtudes
humanas. Defendió a todos lo que recurrian a él, aun a los que no tenían dinero. Se sabía todas la
triquiñuelas del oficio.
En cuanto su relación con Marco, esto lo miraba siempre con incredulidad. Pensaba que por la
nobleza de Marco, este no servía para ser abogado, idea que resultaba contraria a la que Marco
Tulio tenía respecto al tema, quien si creía sería su vocación, además de confiar en la justicia
desinteresada, en las leyes. Scaevola, decía que esa justicia desinteresada, de la que hablaba Marco
no existía. A pesar de eso, Marco se mantuvo firme en sus convicciones y Scaevola tuvo que tomarlo
en serio.
Scaevola le preguntó a Marco por que quería ser abogado. A lo que Marco respondió ​“Porque creo
en la ley y en la justicia. Creo en nuestras Doce Tablas de la Ley. Creo que todos los hombres tienen
derecho a ser representados ante sus acusadores. Si no tuviéramos leyes, seriamos como las bestias”.​
Uno de los consejos que le da su mentores que para ser buen abogado, se debe ser buen actor para
lograr convencer de que él posee la razón y además se debe creer en que uno es importante.
Scaevola dice que la ley es una “ramera”, por que se modifica según los intereses del hombre que
está en el poder, sin embargo Marco creía que las leyes estaban por arriba de las exigencias y la
codicia de los hombres.
Posteriormente se entera de la boda de Livia Curio con Lucio Catilina, ya que Scaevola había sido
invitado.
La tensión entre Roma y los Itálicos seguía en ascenso, volviéndose más delicada y violenta.
Un dia de regreso a su casa, Marco recordó que tenía una clase de esgrima. A la escuela de esgrima
no sólo acudían jóvenes, sino también oficiales y hombres de mediana edad y gozaban de justa
fama. El maestro era un tal Gayo. Dentro de esa clase, estaba Lucio Catilina y Cneio Pison y Quinto
Curio. Lucio le dio una bofetada a Marco y lo desafió a un duelo. Si bien los dos sabían esgrima,
Marco era dos años menor y se movía con mayor agilidad, pero Lucio era un soldado romano, poseía
muchísima experiencia militar. Durante la lucha, luego de varios buenos movimientos de Marco,
Lucio pensó que por fin podría ganarle, pero cometió un error, se resbaló y terminó con la espada de
Marco en su garganta. Si bien los duelos eran a muerte, Marco decidió perdonarle la vida a Lucio,
aunque años después se arrepentiría de haberlo hecho.
Nadie entendía porque Marco no había matado a Lucio, y él dijo ​“porque tiene los ojos de la mujer
que amo y se ha casado con ella. De no haber visto aquellos ojos claramente un instante antes de
hundir la hoja en su garganta, había muerto”.​
SEGUNDA PARTE. EL ABOGADO
CAPÍTULO 15
En este capítulo se narra acerca del problema legal al que se enfrenta Joel ben Salomón.
Comienza cuando Scaevola y Marco Tulio Cicerón están dialogando acerca de la situación política del
país, en la que Cinna, cónsul de esa época, que dice ser fiel a la democracia, libertad y a la
constitución, pero en realidad cada año se reelige sin consultar al pueblo además prometió reducir
impuestos y no ha hecho otra cosas mas que perjudicar a la nación, pero Marco cree que el pueblo
desea paz.
Después Scaevola le pregunta si ya está preparado para presentar su primer caso ante el Senado, así
como también le aclara que él estará presente junto con sus amigos, pero le advierte que no tiene
que apelar a ninguna ley porque no existe ya que su caso se refiere a un granjero, padre de familia,

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con una esposa, 2 hijos y 3 esclavos quienes le ayudaban en sus labores, pero que se encuentra
arruinado y no ha podido pagar los impuestos, por lo tanto fueron embargadas sus propiedades,
ellos fueron encarcelados y ahora van a ser vendidos como esclavos porque así lo determina la ley.
Marco insiste en que esa ley debió ser abolida ya que durante mucho tiempo no se aplicó, pero
como le aclara Scaevola ahora el gobierno necesita dinero pues ha perdido mucho en las guerras
civiles y este es su único medio para recaudar, y agrega que esta ley en un principio fue creada para
controlar a los derrochadores e irresponsables, pero el gobierno la aplica para obtener ingresos
urgentes.
Marco un poco desanimado desea remover el corazón de los senadores, pero Scaevola le advierte
que será casi imposible y tiene que preparar algo muy convincente para que logre su objetivo.
De camino a la casa de Scaevola, Marco paso por el templo a orar y pedir que todo saliera a su favor,
al llegar se encuentra con Noe ben Joel quien lo está esperando y al saludarlo comenzó a llorar.
Hacía casi 2 meses que no se veían desde el día que Noe fue a su casa a contarle que su papá lo
había “vendido” para que se casara con Ezra ben Samuel , pues al ver que las obras teatrales que
Noe producía no le dejaban ganancias económicas y puesto que él era quien las costeaba, no estaba
dispuesto a seguir perdiendo, así que lo obligó a casarse con Ezra, Noe se negaba a casarse con ella
al principio, luego para poder seguir costeando sus obras teatrales, aceptó casarse en una ceremonia
sumamente suntuosa.
Ahora lo tenía frente a él llorando, les contó a que su padre Joel ben Salomón hizo negocios con
algunos senadores, pero estos lo dejaron endeudado debido a las guerras, a las inversiones en
minas, fincas y en manufacturas que suministraban material de guerra, dejando aún más
endeudados a los senadores.
Cinna había reducido las deudas pero esto provocó que se redujeran también las cantidades que
debían a Joel, esto fue un duro golpe para los senadores pues solo reducía una mínima parte de la
deuda, como la mayoría de los senadores le debían a Joel armaron un complot diciendo que Joel no
le había entregado ningún valor que ellos habían pagado en su total, así como también se
apropiaron de sus bienes y de su dinero, lo encarcelaron acusándolo de estafa y de no pagar
impuestos, deshaciéndose de esta manera de la deuda
Había sido detenido en la mañana, incluso su familia había reunido dinero para sacarlo de prisión,
habían acudido con los senadores para entregarles el dinero pero estos se burlaron, ahora les
importaba quedar como gente virtuosa ante el pueblo. Marco le preguntó si tenían documentos
acreditativos, Noe respondió que habían sido presentados a los senadores, pero Scaevola furioso
comentó que de nada servían esos papeles pues el gobierno estaba dispuesto a robar y para
demostrar que ellos amaban los leyes y las respetaban hicieron documentos falsos.
Scaevola trato de convencer a Marco para que no fuera ingenuo y se diera cuenta que las leyes son
el capricho de los poderosos y que la Justicia ha sido desechada de Roma.
Luego le dio una llave a Marco ordenandole que trajera unos documentos que estaban guardados en
un cofre y a Noe le pidió que escribiera los nombres de los senadores deudores de su padre, agregó
que todo político tenía secretos por lo que moriría antes de que fueran revelados, observó la lista de
Noe y comenzó, el ​primer senador era padre de su nieto, había cometido incesto con su propia hija ,
su esposa al descubrirlo amenazó con denunciarlo públicamente, pero este la envenenó, caso a su
hija con un gay para ocultar la verdad y ahora estaba dispuesto a divorciarla para llevársela otra vez
a su casa; el ​segundo senador asesinó a Druso (héroe de Italia), si el pueblo italiano supiera la verdad
lo asesinarían; el ​tercer senador había seducido a 4 jóvenes mujeres cuyos esposos eran sus colegas
senadores y si estos lo supieran lo asesinarían; el ​cuarto senador había tenido 6 esposas, pero
ninguna le había dado un hijo pues él era impotente, pero sin embargo tenía 2 hijos, cuyas madres y

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padres fueron sus esclavos asesinados por él, necesitaba esos hijos para que su apellido patricio
prevaleciera.
Marco y Noe quedaron horrorizados con los relatos y Noe le pregunto a Scaevola de donde había
obtenido esos informes, el respondió que tenía los mejores espías y que además anteriormente
había tenido que echar mano de estos informes.
En seguida hizo llamar a sus mensajeros y dirigió una breve y respetuosa carta a cada senador para
recordarles que seguía poseyendo esos informes, también les pedía que retiraran los cargos y
devolvieran a Joel a su casa, de los senadores de los que desconocía algún escándalo se limitó a
hacerles creer que poseía cierta información y que deseaba platicar con ellos para que desmintieran
todo.
Scaevola agregó que todos los poderosos eran culpables de algo y que no se atrevían a atentar en su
contra y además le dijo a Marco que podía hacer que ganara su caso con solo mirar a los senadores,
pero Marco le dijo que prefería ganar por méritos propios.
Después Noe le dijo que el enviaría la vestimenta adecuada para su presentación al día siguiente en
el senado y le dio unos consejos acerca de cómo debía de actuar, es decir, moverse y hablar.
Al final Noe estaba más tranquilo pues sabía que su padre sería liberado y junto con Scaevola y
Marco brindaron porque todo saliera bien.
CAPÍTULO 16
En este capítulo se narra sobre la primera vez que Marco Tulio Cicerón va actuar como abogado en
el juzgado.
Primeramente se hace alusión a los regalos que le son llevados por parte de sus amigos, Julio César
le envió una varita que representa la autoridad y Noe ben Joel que le mando la toga viril, las
sandalias, los brazaletes y el anillo y junto con una nota en la que le avisa sobre la liberación de su
padre, todo para que acudiera dignamente al Senado.
Después Marco acude a ver a su papá para que este le dé un buen consejo sobre lo que tiene que
argumentar para defender a su cliente, Tulio le habla acerca de la situación de Roma porque ha
caído en manos de unos tiranos que han provocado que se confunda el amor a la patria con el amor
al gobierno y de esta manera han esclavizado a la población, Marco encuentra una “solución” por
llamarlo de algún modo a su caso y le agradeció por haberlo ayudado.
Luego va con su mama Helvia para probarse la toga, pero ella le ayuda a reflexionar que la
vestimenta no hace al abogado, sino más que los conocimientos son los que le dan esa calidad y le
recuerda que ante todo debe de ser humilde.
Al marcharse a los juzgados se encuentra que su amigo Noe va por él, ya en el camino van
conversando sobre otros temas, aunque Marco se encontraba muy nervioso; pero al entrar al
Senado se encuentra con su maestro Scaevola, su amigo Julio César, su hermano Quinto, otros
abogados distinguidos, así como también con los senadores, pero entre ellos están Curio (amigo de
Sergio Lucio Cantilina) y el senador Servio.
Todos los acompañantes de Scaevola le dan sus mejores deseos, poco después Scaevola le advierte a
Noe que sus padres deben irse de Roma pues lo senadores podrían asesinarlos porque saben que es
peligroso que él se quede en la ciudad.
Después comienza la presentación del caso, el edil trata de humillar a Marco pues al momento de
mencionarlo como abogado de la parte acusada lo hace de una manera despectiva. Luego de
describir el caso le preguntan a Marco que tiene que decir al respecto, pues Persus es culpable, pero
Marco les dice que desmiente la acusación, argumentando que la ley que fue aplicada es perversa ya
que en un principio esa ley de pagar impuestos fue creada para poner orden dentro de la sociedad
debido a que era muy notorio que los ciudadanos romanos despilfarraran el dinero, pero gracias a

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esa ley se mejoró la vida de los romanos ya que permitió implementar servicios públicos en la
ciudad, pero ahora era mal aplicada la ley porque era disfuncional, es decir, la que en un principio se
creó para mejorar ahora era utilizado con fines lucrativos y en perjuicio de los demás.
Luego entabla una discusión con el senador Curio pues Marco comienza a atacar al gobierno,
haciendo referencia al estilo de vida que ellos llevan, a la corrupción en la que se ha caído, a la mala
situación del país, incluso entre los presentes comienzan a murmurar que no saldrá vivió pues estaba
diciendo la situación real del país, también Marco cita a ​la Justicia como un valor supremo que es lo
que realmente se debe de buscar pues Persus es un hombre que ha trabajado honradamente y es
injusto que se le esclavice solo por no poder pagar impuestos y les dice que es mejor que le den su
libertad a que después caiga en la delincuencia como muchos otros ciudadanos y es tanta su pasión
que rompe en llanto, mientras tanto afuera de los juzgados la muchedumbre comienza a aclamarlo,
el senador Servio decide sobre el asunto, fallando a favor de Marco, pero le indica que la ley no
puede ser derogada pues esto provocaría un descontrol total y ordena la libertad de Persus y su
familia así como también la restitución de sus bienes.
Ya en la salida todos comienzan a felicitar a Marco por su triunfo, Persus le besa la mano en señal de
agradecimiento, por último al llegar a su casa su papá le dice que se ha dado cuenta de que él no ha
vivido en vano.
CAPÍTULO 17
Marco disfrutaba del sol primaveral en su jardín de Arpinum. Apoyado contra el tronco de un roble,
releía una carta de Noë, que ya llevaba un año viviendo en Jerusalén con su familia.
Noë ben Joel saluda al noble Marco Tulio Cicerón, con gran satisfacción recibí tu última carta en la
que me dabas cuenta de tus continuos éxitos. Eres afortunado al haberte hecho de clientes que
pueden enriquecerte con sus regalos. Como señal de que no te olvida y en prueba de su eterna
gratitud, mi padre te envía varias jarras de esas pequeñas aceitunas negras de Judea que tanto te
gustan y varios pellejos del mejor aceite, del que ahora no hay en Roma, dadas las presentes
circunstancias, y que vale su peso en oro. Además, te envío muchas varas de lienzo egipcio blanco y
de color, un pergamino del Faedo grabado por un intelectual judío de mucha fama, dos brazaletes de
hilo de plata incrustados de piedras preciosas, un arte en el cual sobresalen mis paisanos y que es un
presente para tu madre, y finalmente un escudo repujado con las armas de tu familia, destinado a tu
hermano. Acepta estos presentes, como muestra del cariño que os tienen los que ansían veros de
nuevo.
Acabamos de celebrar el primer cumpleaños de mi hijo Joshua en casa de mi padre, que es, como
sabes, donde vivimos todos. Fue una magnífica celebración. Asistió como invitado de honor el
procónsul romano, que es amigo de mis padres y regaló a mi hijo una bella espada corta romana,
con una vaina incrustada de piedras preciosas. Mi padre no supo cómo expresarle su gratitud y tuve
que ser yo, como siempre, gracias a mi facilidad de expresión, el que le diera las gracias, y el
inocente romano se sintió complacido. La espada ocupa ahora
CAPÍTULO 18
Alguien había atacado a marco, le había pegado y había huido pensando que Marco estaba muerto.
Por suerte llegó a su hogar sano y salvo con ayuda de un centurión quien lo ayudó a llegar a Roma, el
nada mas lo ayudó porque Marco tenía conocidos en común en especial su mentor que era Scaevola
y era un viejo amigo del centurión, cuando Marco le contó a Scaevola se pusieron a pensar quién
pudo ser, Scaevola le regaló un esclavo para su protección porque él estaba en peligro.
Era un muy buen abogado y tomaba cualquier caso que le llegase y le llego uno que se veía algo
difícil de un señor llamado Casino el cual producía objetos de metal era dueño de una mina y hacia
cucharas y cosas de utilidad para los ciudadanos romanos. El problema es que el gobierno le dijo que

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si podía producir armas para la guerra civil, el acepto porque a eso se dedicaba pero luego el
gobierno le dio la orden de parar la producción de sus demás artículos y lo único que podía producir
eran armas, y esa era su inconformidad, estaba harto de la guerra.
Marco Tulio tomó el caso y fue a visitar a su amigo Julio César, y le contó lo que sufrió fuera de Roma
cuando lo intentaron matar, pero que en realidad iba para que le ayudara con el caso de Casino, que
se revelaría contra el gobierno y por eso necesitaba que lo pusiera en contacto con un magistrado
que tenga en mente que es la justicia y no se dejará guiar por otras cosas corruptas.
Después de días Casino fue a buscar a Marco enseñándole un oficio donde el gobierno le permitía
producir de nuevo sus objetos anteriores, el se lo agradeció mucho porque lo ayudo, aunque no
sabía cómo había pasado eso porque aún no había hecho nada porque no tenía el nombre del
magistrado a quien podía acudir, después Julio le mandó una carta con el nombre del magistrado y
diciéndole que esperaba que sea de gran ayuda.
Fue a visitarlo después y le contó que ya había terminado con ese caso, brindaron y pasaron un buen
rato en casa de Julio; aunque Marco aún no sabía quién quería terminar con el.
CAPÍTULO 19
Marco Tulio vuelve a encontrar a su viejo amor Livia por casualidad en el templo, le afectó porque ya
no era quien él conocía, era una persona fría y perdida en su mirada, ya no era la de antes, reflejaba
frialdad y dolor, él quería ayudarla de alguna forma pero ella no lo escucho.
Livia tenía un hijito el cual le quitaban porque decían que estaba loca, estaba muy preocupada a la
llegada de su esposo y no sabia que hacer, no era feliz, Marco Tulio le dijo que se divorcie de ese
hombre pero tampoco lo escuchó, estaba perdida en sus pensamientos, como agonizando, luego
escuchó los llantos de su hijo y salió corriendo del templo en buscarlo, Marco salió detrás de ella
pero no logro alcanzarla y se le perdió, se quedó con un gran dolor y con su esclavo el cual le sugirió
que regresen a casa pero él no quiso, caminaron por la ciudad de Roma hasta que llegaron a casa de
Marco y su mama lo vio extraño, su esclavo le contó lo sucedido, vio que le dolió y no quiso tocar el
tema al siguiente día solo se dio cuenta de que Marco aún no había olvidado a Livia.
(Siento que aquí se muestra la parte sentimental de este personaje que es Marco el cual aparte de
los problemas que tiene como abogado también tiene sus problemas personales).
CAPÍTULO 20
La historia continúa cuando Marco se encuentra almorzando con Scaevola y otros jóvenes abogados,
los cuales son muy pobres, durante la comida y de manera muy atinada se da cuenta que Marco
llevaba varios días muy serio, apenas probaba la comida pero bebía demasiado vino.
Lo que Scaevola hace es anunciar ante todos que tiene una buena noticia para Marco, pero este no
tuvo ninguna reacción entonces, le pregunta a Marco que si este sería ignorado en su propia mesa, a
lo que él contesta que estaba pensando en otra cosa, los demás presentes rieron. Entonces Scaevola
anuncia que Marco cumpliría un año defendiendo a un viejo muy rico contra la rapacidad de sus
hijos, quienes deseaban despojarle de su fortuna, estos declaraban que el viejo era incapaz de dirigir
sus propios asuntos porque estaba loco, ellos pensaban esto porque el viejo había publicado un libro
polémico lleno de diatribas contra la corrupción y la banalidad de la Roma moderna, clamaba contra
el senado, criticaba el sistema que permitía a funcionarios de poca categoría el llegar a senadores
gracias al dinero y a las influencias, describía como se había pasado de el republicanismo a la
democracia y los resultados que esto produciría, sus hijos aseguraban que su padre estaba loco pero
Marco no estaba de acuerdo con esto, él creía que era un verdadero romano, veía mal a los hijos e
idolatraba al anciano.
Así mismo les dice que el anciano había fallecido ya hace tres días y que le había confiado su
testamento y que en este le había dejado cien mil sestercios de oro, todos debían estar felices

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porque ahora Marco era rico, a medias Marco intentó sonreír, a esto Scaevola cree que se trata de
una mujer y le hace saber a Marco que hay cosas más importantes de las que deben preocuparse, le
habla del asesinato de Cinna, un cónsul.
Scaevola le hace saber a Marco que tiene miedo, vive sus días preguntandose cuando lo asesinaran a
él, a lo que Marco le hace saber que nadie sería capaz de algo así pero Scaevola sabe que muchos lo
harían, le dice que uno de ellos podría ser Carbo, pero ese no era el tema de interés así que
comenzaron a hablar de Sila, Scaevola lo describe como un hombre genial, que si lograba apoderarse
de Roma lograría entonces la plebe entrar en cintura y que este no perdonaría a sus enemigos,
especialmente a Julio César, amigo de Marco, Scaevola se ha enterado que este se escondió,
seguramente por temor, así mismo le dice a Marco que Carbo lo odia por saber que este favorece a
Sila, le dice que le gustaría que su sucesor fuese Marco, pero este pone cara de incredulidad,
Scaevola le dice que ese es un gran defecto de él, le hace saber que está mal ser ingenuo, al creer
que el mundo dice la verdad, que comete un error al no dejar convencerse que la gente es
embustera, le dice que su amigo Julio es una persona mentirosa que juega con la verdad de un modo
admirable para cumplir sus propósitos, pero Marco no quiso creer, es claro que cuando hombres
como Julio se muestran francos es motivo para ser precavido, pero claro Marco nunca sería capaz de
pensar mal de aquellas personas a las que él quiere.
Ante el silencio de Marco, Scaevola cambia de tema diciendo que el hombre nunca aprende de sus
lecciones de la historia y que este sigue su mismo camino hasta la muerte y que al hombre no le
importaba si no le cumplían sus promesas, si no que solo les bastaba con sentirse corrompidos y que
Sila pronto se apoderaría de Roma, lo que hizo que Marco perdiera la calma y los nervios, así que le
confiesa que este ha causado a Livia tanto mal, Scaevola espera a que Marco se recupere para no
avergonzarlo y le dice ​“eres joven así que te perdono”, le hace saber que aunque decidiera matar a
Catilina no lograría liberarse de los sufrimientos ni hacerse inmune al dolor, le aconseja no dar
muerte a un hombre para que este deje de sufrir, si no que seria mas inteligente ponerle obstáculos,
enseguida se levanta para irse a su litera donde su hijo lo esperaba, Marco se retira.
Al instante se escuchan gritos aterrorizados por parte de los esclavos de Scaevola, vio los rostros de
sus asesinos y los reconoció, ni siquiera dijo nada cuando una puñalada en el corazón terminó con él,
cuando llegó la guardia solo halló un grupo revuelto de esclavos que lloraban y a Scaevola yaciendo
muerto. Marco se enteró a la mañana siguiente al llegar a casa de Scaevola, le costó trabajo
asimilarlo, la pena se apoderó de él y recordó las palabras proféticas que este le había dicho, se
preguntaba ¿Quién sería capaz de matar a un hombre tan bueno?, uno de sus hijos le contestó
alguien que no lo consideraba inofensivo, los números amigos y clientes de Scaevola, habiendo oído
el rumor de que había sido asesinado, no quisieron presentarse en su casa por miedo a exponerse,
los asesinos jamás fueron descubiertos, los senadores, tribunos y cónsules se mostraron
horrorizados e indignados, pero pocos asistieron al funeral.
La oración fúnebre fue pronunciada por Marco, quien decía que no era a Scaevola al que tenían que
vengar sino a Roma, la voz de un patriota ha sido silenciada para siempre y cuando mueren los
patriotas, los hombres honrados no deben envainar sus espadas hasta que estén rojas con la sangre
de los traidores, el modo mejor de vengarlo seria no olvidarlo y oponiéndose a los tiranos.
En aquellos tragicos días, todos los sospechosos de simpatizar con Silia eran indefectiblemente
asesinados, las leyes carecían ya de valor y no de modo disimulado. Julio César llevaba ya varios días
escondido, este pensaba que Scaevola no debió ser asesinado, pues la gente lo recordaría y
difícilmente lo olvidaría. Cicerón podía quejarse pero nadie le haría caso, pues este era un abogado
heredado por Scaevola y todos los magistrados hablaban bien de él, a lo que Julio exclamó que si
mataban a Marco él lo vengaría.

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La guerra se aproximaba cada vez más, Sila contra Julio.
Si Julio sobrevivía eso significaba que Sila y sus ejércitos serían derrotados, en los días que siguieron,
Marco casi se olvidó de sus penas ante las noticias alarmantes que los correos traían a Roma, las
tropas de Silia avanzaban rápidamente y las fuerzas enviadas contra él se retiraban, si no ocurría
nada que lo impidiera, Sila estaría a las puertas de la ciudad al cabo de unos días.
Temeroso, Tulio le dice a su hijo que días difíciles estaban por venir para Roma. Le pregunta si cree
que su hermano Quinto pueda estar en Galia, sentía miedo, a menudo no podía dormir pensando en
si su hermano vivía o había muerto, por otra parte su padre Tulio, una persona invalida a la que él
debía proteger, su madre, hija y cuyos parientes luchaban contra Sila.
En general todos los asuntos familiares lo agobiaban, lo hacían mostrarse indiferente y a veces
enfermo. Pero él sabía que debía soportar todo y disimular para que sus padres tuviera de una paz
que quizá fuera la última.
La muerte de Scaevola le había afectado mucho, en su mente le parecía que su maestro estaba
todavía vivo, constantemente escuchaba su voz la cual le decía que no se preocupara, pronto Roma
desaparecería, pero su recuerdo sobrevivirá, al despertarse Marco prefería ser poderoso, ser un
romano hasta los últimos días de su vida, esperaba que su vida fuera larga al servicio de su país.
CAPÍTULO 21 y 22
Roma había caído en el desorden y en el terror, el verano era excepcionalmente caluroso y los
habitantes estaban todos aprisionado, no se atrevían ahora a cruzar las puertas, porque Sila se
aproximaba a Roma.
Las facciones alborotaban toda la noche, unos gritando que Carbo era un héroe y otros insistiendo
en que Sila era el liberador. La gente decente atracaba las puertas de sus casas y ponía esclavos
fuertemente armados en guardia permanentemente. El senado se reunió a puerta cerrada y los
asustados senadores discutieron si deberían irse.
Marco Tulio Cicerón siguió ocupado en sus asuntos y en sostener las temblorosas leyes, mientras
contemplaba a la plebe romana. Si Sila triunfaba, la gentuza dejaría de gritar, reír, bailar y vivir a
costa del trabajo de sus vecinos, tendrían que trabajar si no querían morirse de hambre y por
primera vez Marco deseaba que Sila triunfara.
Por las calles pasaban soldados preparandose para defender las murallas contra Sila. Todos
esperaban noticias de Carbo y estas al final llegaron, había librado con Sila, lo había derrotado cerca
de Favencia. Carbo se había visto obligado a huir de Italia. La plebe se tranquilizó y la canalla empezó
a darse cuenta con la suerte que la esperaba.
Los que habían vitoreado a Cabo ahora susurraban que Sila tenía grandes virtudes, y los que habían
aclamado a Sila gritaban triunfantes. La muchedumbre corrió por las callejuelas en dirección al Foro
pidiendo a gritos la rendición.
Julio César se ocultó con su joven esposa en la casa abandonada de un senador amigo, aunque no
dejó de estar en contacto con el mundo exterior, un día recibió un mensaje diciendo he recibido un
mensaje de mi amigo Pompeyo quien como sabes, se ha pasado al bando de Sila, ha sido el mismo
quien ha capturado a Carbo en Cossyra hace una semana y le dio muerte de propia mano.
Sila despreciaba y odiaba este partido como aliado de la plebe de Roma, pero por alguna razón que
la historia nunca ha podido explicar, Julio no estaba alarmado. Procuró consolar a su esposa por la
muerte de su padre.
A veces, encapuchado por precaución, se aventuraba a salir de su escondite para hacer una visita al
templo de su patrón, el dios Júpiter, padre de todos los dioses, el invencible.

16
Un día, estando Sila a muy poca distancia de Roma, Julio tropezó con Marco cuando este salía de la
Basílica de la Justicia. Marco vio solo una apresurada y delgada figura oculta por una capa y
capuchón.
No pronuncies mi nombre, amigo, le dijo la voz, que él reconoció al instante, vamos, busquemos un
sitio apartado donde podamos hablar, Marco se sintió alarmado, pero Julio, aun agarrandole la
mano, cruzó a través de la multitud y los dos jóvenes caminaron sin aparentar mucha prisa hasta el
pie de la gran escalinata que parecía al Palatino, es entonces cuando Julio le dice que siente mucho
que mataran a Scaevola, porque, sabía que Marco lo quería de verdad, sinceramente. Pero ha
sufrido ​el destino de todos los hombres libres que viven en una democracia, morir por la espada o la
calumnia, menos mal que la democracia se acabara en un cuanto Sila se apodere del gobierno, a lo
que Julio replicó, supongo que no me traicionarás aunque tuvieras un león en la garganta, Marco se
sentía muy disgustado, era evidente que Julio no temía a Sila. Eso significaba que o bien era un
traidor a su propio partido y pueblo o era un jactancioso, o quizá las dos cosas.
Julio estaba convencido de que podía contar totalmente con la amistad y buena voluntad de Marco,
entonces Marco le preguntó si sabía algo de su hermano Quinto, se entera de que está vivo y logra
sentirse aliviado y alegre. Las tropas de los cónsules, que estaban al abrigo de las murallas, se
disponían a rendir sus armas. Los oficiales y soldados de Sila, descansando tras la matanza de
aquellos itálicos, pudieron oír el atronador rugido de la ciudad que tenía a la vista, eran los gritos del
populacho que daba vivas al general triunfador.
Sila era un hombre al que llamaban mitad león, mitad zorro porque, a pesar de su carácter frío, se
dejaba llevar por arrebatos de rabia. Creía en el poder y había llegado a odiar a los débiles senadores
que aceptaban sobornos y vendían a sus clientes y amigos, era un romano chapado a la antigua,
implacable en sus deseos y ambiciones, ahora estaba determinado a vengarse y no se conformaría
con el título y la posición de cónsul de Roma, si no que se nombraría dictador.
Fue lo bastante inteligente como para prometer a los itálicos que, si lograba apoderarse de Roma, no
derogaría las franquicias y libertades concedidas a los pueblos de la península. El declaraba que
había venido a instaurar la república, entró en Roma cuando se había desencadenado una tormenta
tan terrible que asustó incluso a un pueblo acostumbrado a tormentas.
Pompeyo se irguió en la silla de su caballo y pensó que su posición en Roma hasta hacía poco había
sido equivoca. Había fingido ser del partido de Mario para salvar su vida, aunque era del partido
senatorial. Había servido a Sila como espía y oficial de enlace en los que los años que vivo en Roma y
después se incorporó a su ejército en el último periodo de la guerra. Era un joven con ojos de
hombre mayor. Su ancho rostro tenía una expresión impasible y su corta nariz prominente en sus
carnosos contornos.
Entre los oficiales que contemplaban el horrible espectáculo de aquel crepúsculo con incendio
estaba Lucio Sergio Catilina que al fin regresaba a casa sin dejar de haber conspirado ni un
momento. Alzando la cabeza pudo ver a Sila en su caballo negro, destacando sobre los otros, como
un dios silencioso indiferente a la furia desatada en torno a él y como si ni siquiera se diera cuenta
de su existencia.
Todo lo que Catilina odiaba y aborrecía estaba ahora a merced de Sila y sus oficiales, Sila espoleó su
caballo, haciéndole girar. Su casa y todas sus propiedades le había sido confiscadas cuando huyó de
Roma para refugiarse en el este, pero ahora su casa, adornada con flores, esperaba su regreso.
La tormenta hizo que la gente que se había echado a la calle para darle la bienvenida se dispersaba,
los restos del templo de Júpiter se desplomaron entre ascuas, que se fueron apagando conforme
avanzaba la oscuridad, quedando tan solo en pie algunas columnas que parecían brazos de gigante

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suplicantes. Aquella noche ya no había ninguna Sibila que advirtiera a los romanos que su República
acababa de morir.

CAPÍTULO 23 y 24
El capítulo 24 trata acerca de que Marco Tulio aun no perdía las esperanzas de que todo cambiara y
pedía a Dios para que todo ese miedo, terror, desesperanza, y soledad se fueran de Roma
Que Sila había tomado el poder de Roma para restaurarla no era verdad, la tomó para destruirla
había acabado con la tranquilidad de la ciudad, había causado muchas muertes de civiles inocentes y
causado la desgracia de muchos. Marco repudiaba a Sila por estos hechos tan barberos de su parte.
A pesar de los malos tiempos en roma, Tulio como abogado que era seguía teniendo clientes no
muchos como antes pero aun los tenia, y a pesar de los malos tiempos seguía creyendo que todo iba
a estar bien y seguía las leyes y creía en la justicia.
El poder de Sila sobrepasaba incluso a las leyes y las hacía a su capricho y a su conveniencia, es por
esto que a Marco Tulio no le agradaba mucho.
Marco ahora tenía a un grupo de discípulos a quienes les daba clases y enseñaba acerca de las leyes;
cierto día llegó un centurión que iba de parte de Sila pidiéndole que por favor le acompañase ya que
el señor Sila solicitaba su presencia invitandolo a desayunar.
Marco trató de evadir el compromiso pero le fue difícil y tuvo que acepta la invitación y así pues se
dirigieron primero ante el ministro, porque Marco tenía un caso, y este se dio cuenta que iba
acompañado de un empleado del señor Sila y por este hecho le concedió el triunfo en el caso por lo
cual Marco se sintió asqueado.
Después se dirigieron a la casa de Sila para hacer acto de presencia, al llegar ahí se presentó y se
pusieron a platicar sobre temas relacionados con Roma y con las leyes; Marco seguía preguntandose
por qué Sila lo había invitado y no encontraba respuesta.
Después vio entrar a otro invitado de Sila y se sorprendió mucho al ver que esa persona era su viejo
amigo Julio a quien nunca le creía lo que decía porque era un tipo embustero.
Marco seguía sin entender qué hacía ahí, porque Sila lo había mandado buscar y para qué estaba ahí
Julio. Comenzaron a platicar de manera calmada pero a la vez con mucha tensión.
De repente Sila le dijo a Marco la razón del porqué estaba ahí, le contó que muchos soldados le
habían dado la espalda cuando se dio la guerra con China y que a estos los mando matar, pero que
también hubo quienes lo apoyaron y pelearon con él hasta el final, le comentó que uno deseos
guerreros había sido su hermano, que este se encontró muy mal herido en el campo de batalla pero
que Catilina, un enemigo de Marco, había salvado de morir.
En ese momento Marco sintió algo en el pecho una gran alegría porque hacía ya un año que ni él ni
sus padres sabían algo de Quinto. Sila le dijo que su hermano estaba al cuidado de Catilina en su casa
y que su médico personal le atendía, había posibilidades de que viviera.
Marco pidió verle, Julio le acompaño y lo vio tan demacrado que no podía creer que fuese su
hermano; este abrió los ojos y lo llamó por su nombre y volvió a dormir; Marco sintió un gran pesar,
pero tuvo esperanza de que su hermano se mejorara.
CAPÍTULO 25
Helvia la madre de Marco escuchó atentamente el relato del encuentro entre su hijo con Sila, le
habló también de Quinto y le dijeron a Tulio su padre.
Marco seguía enfocado a su carrera, aún con una constitución abolida.

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En una ocasión Marco regresó deprimido de los tribunales, un pasante le dijo que una misteriosa
dama lo había ido a buscar con motivo de un testamento, pero no se identificó, por los datos que se
le dieron creyó que se trataba de Livia.
Los rumores aseguraban que Catilina había malgastado su fortuna, así como la de su esposa. Y si se
divorciaba, debería devolver su dote. Aurelia Orestilia era una mujer muy rica y estaba enamorada
de Catilina, se hallaba dispuesta a casarse con él si se divorciaba de Livia, pero antes él debería
devolver su dote.
Marco se dio cuenta que no había podido olvidar a Livia, entonces escribió a Aurelia César, su
antigua amiga para pedirle aclaraciones sobre lo que había sido de Livia, le contestó diciendo que
Livia no se encontraba en Roma. Marco se volvió a deprimir por la situación.
Estos pensamientos lo pusieron furioso y aumentaron su emoción. También corrían muchos rumores
sobre Lucio Sergio Catilina, el aristócrata, el amigote de la gentuza más vil de Roma, todo el vasto y
sucio bajo fondo de Roma. La ley romana disponía que el hombre pasará a ser propietario de la
fortuna de su esposa al casarse con ella, pudiendo disponer de la misma como quisiera, pero
también establecía que en caso de divorcio el esposo debía devolver la dote de la esposa.
El dolor anímico de Marco parecía extenderse más allá de él, aquel mundo escandaloso y ruidoso.
CAPÍTULO 26
Los días tristes prosiguieron implacables, un día Lucio visitó a Marco, se saludaron y le agradeció por
salvar a su hermano, el mismo se había interesado por el estado de Quinto.
El asunto de la visita, era para preguntar si Livia había acudido a él como abogado para redactar su
testamento, negó saber algo pero se delató al mencionar la ausencia de Livia, por lo que los dos
presentes se sorprendieron.
Catilina comenzó a interrogar si se conocían, se molestaron, Julio advirtió a Marco que Livia estaba
loca, Marco lo negó, le contaron que ella misma envenenó a su hijo y después se suicidó, por eso
averiguaban si hizo testamento, en un arrebato, Marco acusó a Catilina de haberla asesinado y a
Julio de cómplice, pero también lo negó. Indignado Marco le pidió apoyo para demandar asesinato,
al final se marcharon.
Aquella noche pidió a su madre y su hermano que fueran a verlo. Se sentó tras una mesa como si
fuera un juez y no un hijo y un hermano. Les contó la muerte de Livia y su hijo. Habló
tranquilamente, aunque su rostro estuviera ojeroso y macilento por el sufrimiento. Entonces alzó los
ojos hacia Quinto y dijo ​“Eres mi hermano y te quiero mas que a mi vida. No has pronunciado el
nombre de Catilina ante mí porque sabías el odio que sentía hacia él y mi amor por Livia. Y ahora te
digo, Quinto, aunque te quiero mas que a mis padres, que habría preferido que hubieses muerto en el
campo de batalla antes que deberle la vida a ese hombre”.​
Después, acostado en su cama sin poder conciliar el sueño, recordó las juiciosas palabras de
Scaevola aconsejandole que no matara a Catilina, pues eso no era suficiente. Sólo podría vengarse
de Catilina de una manera, destruyendo lo que él más deseara.
Entonces Marco vio a Catilina por encima del hombro de Julio. Iba vestido de capitán, con armadura
y un casco que brillaba como el sol, cincelado e incrustado de coloridos esmaltes. Su espada corta le
colgaba a un lado. Sobre la armadura llevaba una corta capa roja, brazaletes de oro en los brazos y
anillos en los dedos. Causaba una impresión de poder, esplendor y disoluta indiferencia. Se mantuvo
en silencio, observando a Marco. Si sentía enemistad o desprecio, no lo demostró.
Marco no supo qué decir y entonces Catilina, que era más perspicaz, sonrió. Y con aire candoroso le
tendió su mano de soldado. Con gesto reflejo, Marco tendió también la suya, pero un instante antes
de estrecharse, se detuvieron y no se tocaron. Los dos las dejaron caer, como si entre ambas manos
se hubiera alzado una espada amenazadora.

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Marco se sentó con brusquedad. El rostro de Catilina se animó por el interés. ​“¿Estabas enterado de
tal testamento”​, le preguntó con su voz más amable. Marco se quedó sin habla por un instante.
Sabía que lo estaban observando al acecho y que sospechaban algo. ​“No se nada de un testamento”
contesto Marco.
Julio, que lo conocía bien a Marco, dijo ​“Jamás has sido embustero. Por lo tanto, debo creerte”,​ “​Es
increíble, Catilina, que haya un abogado que no sea embustero ni ladrón? Mira a nuestro Marco, es
la personificación de la probidad y sería incapaz de mentirnos”​.
CAPÍTULO 27
Empieza con una descripción de una isla la cual según el relato es sumamente hermosa y cálida ya
que es otoño además de que era reinado por la paz y que solo era perturbada por el ruido de los
animales de granja, la persona que estaba reflexionando todo esto era Noë ben Joel mientras se
deleitaba con la puesta de sol, pero añoraba la ciudad donde se hacía creer que era importante,
también andaba meditabundo pensando en él la obra de Jehova sobre si los seres humanos son
dignos de el ser supremo ya que para él no somos más que adúlteros, embusteros y ladrones.
Al verse solo decidió buscar compañía, como Tulio estaba en la biblioteca y Marco estaba meditando
cerca del río, después Noë halló a Helvia que estaba tejiendo junto con las demás mujeres así que
decidió acompañarlas, le vino a la mente que antiguamente las mujeres romanas eran más virtuosas,
sencillas y amables. Helvia lo llamo y él se sentó junto ella tomo una manzana y estaba adormecido
por el sonido de las ruedas de los telares, observandolas recordó a las mujeres de la muerta
república, al recordar eso se sintió deprimido, diálogo con Helvia por un tiempo.
CAPÍTULO 28
La Obra de Noë llamada ​“El portador de fuego” la cual tuvo un éxito rotundo en Roma, el actor
Roscio creó una moda en esa época ya que tanto sus acciones, su forma de vestirse y las joyas que
utilizaba, causaba mucha impresión a las mujeres las cuales le dedicaba poemas y suspiros.
Los actores en roma no eran tan elogiados como a los deportistas los cuales eran en su mayoría
gladiadores los cuales en sus victorias podían pedir lo que quisieran. “El portador de fuego” era una
obra que se basaba en el legendario Prometeo el cual robó el fuego del carro de Apolo y lo trajo a la
tierra para que lo usaran los hombres y eso desató la furia de los dioses castigaron a Prometeo lo
ataron a una roca y unos cuervos devoraban su hígado que era renovado constantemente, con esa
obra tuvieron un gran éxito, Marco fue a charlar con Ático sobre los problemas que tenía con la ley y
ver si se podían solucionar.
CAPÍTULO 29
Marco y Julio se dirigieron a casa de Sila, acompañados por tres oficiales. Todo en la ciudad se veía
mal y se podía escuchar el murmullo de la muchedumbre.
Marco recordaba cuando Arquias le dijo que él tenía sangre de político, algo que Marco odiaba, pero
se puso a reflexionar sobre la grandeza de las leyes de Roma.
Llegando a la casa de Sila, se dio cuenta que era un buen ambiente, con buen olor y armonía, Sila
salió a recibirlo con gran júbilo y agradeciendo que haya aceptado la invitación a cenar.
Le informo que serian pocos invitados, que irían Julio, Pompeyo, Craso, Pisón, Curio y algunas
actrices y cantantes. Marco se vio un poco incomodo, pues expresó que la ropa que llevaba no era
para la ocasión, observaron que la mesa donde seria la cena estaba bien acomodada con encajes y
cubiertos finos, saludaron a los demás invitados.
Todos los invitados platicaban mientras ignoraban a Marco, y se inició una conversación acerca de
Catilina y mostró que tenía los argumentos para ser un buen abogado.
Exclamó a todos su propósito de modificar las leyes de la antigua Roma, Sila mostró molesta por los
argumentos de Marco, él se sintió avergonzado por la postura que Sila mostró.

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CAPÍTULO 30
Después de la cena que tuvo con Sila y sus amigos, Marco se dirige a casa de Arquias y se ve
preocupado por preparar una buena defensa para Servio, visitó a sus trabajadores, amigos y familia.
Preparo una buena defensa y se la hizo saber a su defendido, Servio no se mostró conforme y le dijo
que era demasiado arriesgado lo que planeaba argumentando que él siempre ha sido una persona
precavida.
Marco le hizo saber que las naciones precavidas siempre terminan siendo esclavas y le repitió
muchas veces lo que iba a argumentar ante el Senado y que no le pedía nada malo ni deshonroso. Lo
lógico es que los hombres empleen la inteligencia y prudencia de que están dotados y que no tienten
a los dioses. Después de tanto alegar, Marco convenció a Servio de presentar tal defensa.
TERCERA PARTE. EL PATRIOTA Y EL POLÍTICO
CAPÍTULO 33
Marco permanece enfermo en su casa, y Julio y Lucio critican la situación de el gobierno de Roma y
las supuestas incoherencias que decía Marco en su lecho de enfermedad, en donde mencionaba que
Julio sería traicionado por su propia sangre.
A lo cual Julio exclamó que no tenía hijos, sin embargo recordó a su hijo adoptivo Brutus, que llenó a
Julio de ansiedad. Con el paso del tiempo Marco mejoró poco a poco por lo cual tuvo que mudarse a
Grecia.
CAPÍTULO 34
La actuación de marco en Grecia es similar a la de un evangelizador, este llega a una nueva ciudad y
llega hablando de Dios y esclareciendo que Dios no es solo para los judíos si no para todo aquel que
recurra a él. Marco paso varios días enfermo de los músculos, le constaba pararse y caminar, pero
cuando estuvo bien, partió con Sirio y Quinto hacia Atenas.
CAPÍTULO 35
Llegaron a Nauplia al medio día y descansaron en un tranquila posada, Marco se sentó en la terraza y
pudo dar nacimiento a la más noble sabiduría que hasta entonces había concebido el hombre.
Pensar en Roma era un fondo vehemente para las reflexiones de Marco. Pero ahora, solo podía
pensar en su ciudad de un modo objetivo. Ya no constituía una presión feroz sobre su mente. Debía
retornar a ella porque era suya; pero debía regresar aliviado y con mayores ánimos.
Marco almorzó solo. Para Quinto, la presencia de otros era necesaria para su alma bulliciosa.
Adoraba a su hermano, ante el que se sentía un poco atemorizado y había llegado a pensar que
Marco estaba agotado, pálido de tanto pensar. Los que preferían los libros y las profesiones eran
tipos rancios, siempre quejándose de que los soldados no comprendían las artes de la civilización.
Sin embargo, Marco merecía su respeto, su lealtad y su devoción.
En la posada, todos querían a Quinto, hasta los griegos le perdonaban que fuera romano.
Los tres estaban en su carruaje tirado por dos caballos, cuando por el mismo camino aparece otro
coche que los embiste. El coche volcó hacia atrás y Quinto salió por los aires como Ícaro, cayendo
pesadamente en la carretera, donde se quedó inmóvil. Marco fue lanzado al suelo del coche
volcado, donde rodó hacia atrás yendo a parar también a la carretera, golpeándose la frente con las
piedras. Sirio tuvo más suerte, iba cabalgando a la derecha del coche y casi a su lado, comprendió
instintivamente, frenando su caballo y sujetando riendas, aunque su caballo tropezó con el coche y
casi fue lanzado de él, pudo dominar al animal. Pero la suerte le duró poco, ya que logrando detener
su caballo, sintió un terrible dolor en el pecho y quedó mirando la lanza que se había clavado en él.
La oscuridad cubrió sus ojos y cayó muerto de su caballo, desplomándose al lado de Marco. Los
jinetes hicieron un alto a cierta distancia y miraron hacia atrás. Los jinetes pensaron que los tres
habían muerto y deciden escapar.

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Quinto no estaba muerto, aunque sí aturdido por el golpe. Su ropa militar lo había salvado, el casco
le había protegido la cabeza. Y oyó lo que decían aquellos hombres. Se puso de rodillas sacudiendo
su cabeza y escupiendo sangre por la boca. Vio que el caballo de Sirio estaba temblando junto al
cadaver de su amo. Aunque a Quinto le temblaban sus piernas, hecho a correr hacia el caballo y en
un instante estuvo montado en su silla. Hecho un vistazo a su hermano y a Sirio que yacían en el
polvo, volvió a su caballo y hecho a correr tras los atacantes. Los persiguió, esgrimiendo su espada
militar. Él no tenía más que un solo pensamiento, darles alcance y matarlos.
Un grupo de comerciantes con sus sirvientes los que habían llegado al sitio donde ocurrieron los
hechos, vieron que Sirio fiel sirviente negro, estaba muerto. Reconocieron a Marco, le sangraba la
cara y cuyo brazo izquierdo estaba evidentemente roto, aún respiraba.
Quinto logro alcanzar a los maleantes y comenzó una lucha con ellos. Logro matar a uno y el otro
escapó.
Marco se despertó adolorido a la luz de una lámpara, a su lado el magullado y herido Quinto.
¡Ladrones! Pensó. Pero allí, en la mesa cercana junto a la vacilante lámpara, estaba sus bolsas con el
dinero y su daga alejandrina incrustada de piedras preciosas. Estamos vivos y eso es todo lo que
importa, le dijo Quinto a su hermano, no fueron ladrones, han querido matarnos.
Quinto rebusco en su bolsa y sacó un objeto de ella y mostró a Marco algo pequeño y reluciente,
“¿Reconoces esto? Lo quite de la mano de uno de los que quisieron asesinarnos”​. Marco parpadeo el
enjoyado anillo en forma de serpientes que sostenía Quinto en su mano y su temor se le hizo algo
insoportable, hasta el punto que no pudo hablar. Quinto, con un gesto de disgusto, lo arrojó sobre la
mesa y dijo, ​“Era a ti a quien querían matar”.​
-¿No reconociste a ninguno de ellos, Quinto?
A salvo en casa de Ático, su edito, Marco escribió a Julio César en Roma, ​“Te devuelvo un anillo con el
que creó estas familiarizado. Fue tomado de la mano de un muerto, de los dos jinetes que nos
atacaron a mí y a mi hermano Quinto en la carretera, ya había visto un anillo de esta clase cuando
intentaron matarme en Arpino, no pude llegar a otra conclusión sino a la de que los mismos hombres
vuelven a desear de nuevo mi muerte.​ Siempre te he querido como si fueras un hermano y no puedo
creer que tú también seas responsable de este segundo ataque, ni que fueras responsable del
anterior. Sé que tú conoces quiénes son las personas que desean mi muerte y que hasta es posible
que tú seas parte de su grupo. Estoy entristecido por la muerte de mi fiel Sirio. Nunca perdonaré a los
que dieron muerte a ese inocente. Un día lo vengare. Devuelve este anillo a tu amigo, Julio, e
infórmale que lo recordaré siempre y que su sangre enjugara la sangre de un esclavo”​.
Julio estaba sentado en la mesa rodeado de sus amigos, los miró despacio a los rostros y dijo “​ya se
los he dicho a todos, Cicerón está bajo mi protección”.​ Y continúo en la mesa preguntando a cada
uno de sus acompañantes sobre la ausencia de sus anillos y su extraño comportamiento.
Julio Cesar respondió la carta a Marco, ​“Estoy perplejo, querido amigo al comprender porqué me has
enviado ese curioso anillo, cuyo diseño jamás había visto. Lo he hecho reducir de tamaño para
regalarselo a una dama a la que admiro grandemente y que es muy aficionada a la joyas de origen
egipcio. Es posible que alguno de esos bandidos hubiera robado el anillo y presumiera con él, acepta
mis expresiones de preocupación y mi condolencia porque resultaras afligido. Me alegra que tú y tu
hermano sobrevivieron​. ​Las duras expresiones de tu carta han herido el corazón de uno que te quiere
profundamente y tus insinuaciones me han sorprendido. ¿Quién va poder desear tu muerte, tu, que
eres un abogado integro que no tiene enemigos y que inspira admiración a las multitudes?. Hace
poco he visitado a tu querida madre, que es como otra madre para mí. Se encuentra disfrutando de
buena salud. Tu padre habla de ti con orgullo y alegría. Mi querido amigo mis ojos se animaran el día
que te vean de nuevo. Oro por tu retorno. Te abrazo y te beso en la mejilla”​.

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CAPÍTULO 36 a 38
El procónsul romano estaba disgustado con Marco. Marco a su vez estaba particularmente
disgustado con su hermano Quinto, por irse de la lengua en las tabernas, había sido la causa de que
el procónsul fuera de visita a la encantadora casa de Ático. Quinto permanecía un poco avergonzado
al lado de Marco, mientras el procónsul tomaba sorbos de vino y miraba enfadado a ambos
hermanos.
“No creo que fueran romanos los que atacaron al noble Cicerón” dijo el Procónsul. “​No vi sus rostros,
sin embargo Quinto que luchó contra ellos y oyó sus voces, dice que eran romanos”​, dijo Marco.
El procónsul se senti ofendido e insistia que no eran romanos.
“Si usted hubiera examinado el cadáver el hombre al que mate, habría descubierto que era romano”,​
dijo Quinto. “Cuando llegó la compañía que mande desde Atenas, el cadáver había desaparecido.
¿Quién se lo llevo?” insistió el procónsul.
Marco quería dejar todo en el pasado y que no se ocupan más del tema.
“Usted olvida, noble Cicerón, que nosotros somos pueblos amante de las leyes. Si hacemos caso
omiso de este ataque, daremos vuelo al rumor de que sus atacantes eran romanos y los atenienses se
sentirán encantados” dijo el procónsul, y continuó, ​“Me hubiera gustado ver ese famoso anillo que el
noble Quinto Cicerón quito de la mano al bandido”.​
Marco fingiendo asombro pregunto, “​¡No sé nada de ningún anillo!”​.

Salió al bellísimo jardín de la casa de Atico y alzo sus ojos hacia la distante Acrópolis.
No era de extrañar, pensó Marco, que hombres de todas las partes del mundo vinieran a ver esta
Acrópolis. Que los hombres del futuro admirarían su propia ciencia y su propia sabiduría, sus propias
leyes y sus propias filosofías. El hombre había alcanzado su ápice de encanto y sabiduría en esta
Acrópolis. Marco invariablemente, se sentía a la vez deprimido y exaltado ante esta panorámica;
deprimido porque el hombre fuera tan poca cosa y exaltado por que el hombre hubiera sido alguna
vez tan grande. Dios y el demonio, el hombre era un misterio mucho más grande que la Acrópolis de
Atenas.
Marco no sintió que el crepúsculo había refrescado, se sobresaltó cuando Quinto se acercó para
traerle unas cartas recién recibidas.
En esas cartas Quinto se enteró que iba a ser padre, y festejó con una abrazo con su hermano
Marco. Quinto respiro profundamente y luego dijo, ​“Mi hijo será un valiente. Un romano. Yo lo
enseñaré bien”​. Marco por un momento sintió envidia de su hermano. Pomponia, su joven esposa,
podía ser descarada, pero amaba a su esposo y él correspondía ese amor. Helvia, que ya tenía un
hijo favorito, pronto será abuela. Ella también tenía un esposo, aunque fuera como un chiquillo. Por
primera vez Marco pensó seriamente en el matrimonio. Seguro que en Roma encontraría una mujer
que lo quisiera más que a nadie, cuidaría de su nuevo hogar, vigilará a los criados y le diera hijos, una
mujer que fuera de la tierra, donde Livia ya no moraba.
Luego, Marco abrió la carta de su madre. Todo en ella era sentido común, como siempre. Helvia
había visitado todas las diferentes villas propiedades de Marco y hasta había ido a Sicilia a ver su
granja y a ponerla en orden. Había pasado con Tulio unos días en la isla. Echaba mucho de menos a
sus hijos. Se encargaba, sagazmente, de que la esposa de Quinto fuera a darle al fin un hijo. Los
olivares y viñedos propiedad de Marco prometían una buena cosecha. En resumen, que todo iba
bien. Además, Helvia le dijo a Marco, “​ya hace mucho tiempo que estoy interesada en que pienses en
Terencia como tu futura esposa, pues no solo es de origen patricio, si no también la hermana de
Fabia, la virgen vestal, que ha augurado toda clase de bendiciones al matrimonio de su hermana y a
su futuro esposo. Es dueña de varias casas en Roma, de las cuales obtiene una estimable renta, así

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como de una granja cerca de Arpino. Es muy virtuosa y no tiene una lengua viperina como mi nuera
Pomponia”.​

Marco aún no había olvidado a Livia. No podría darle a una mujer lo que le dio a ella. Su corazón
sigue estando en las manos muertas de Livia.
CAPÍTULO 39
Los esponsales se celebraron del modo más razonable y sin ninguna ilusión. De acuerdo con la
costumbre, hizo en un último y triste esfuerzo por infundir cierto romanticismo a la situación, pero
Terencia le contestó que prefería regalos que fueran útiles en su nueva casa de Palatino. Ella prefería
el dinero al cariño.
Marco, que era tan psicólogo, adivino enseguida todo lo que ella trataba de ocultarle, pero
Terenciana tenía tantas virtudes que él creyó que dichas virtudes compensarían sus defectos. Marco
trato de besar a su esposa pero ella pronto saltó ultrajada. Marco quizá pensaría que le había
causado repugnancia. El no sabia que pasaba con ella pero aun asi le tenía cariño.
El casamiento se celebró al estilo romano antiguo. A Marco le parecía que Terencia lucía horrible a
comparacion de bodas alegres a las que anteriormente había asistido.
Tulio que había demostrado gran indiferencia por la boda de su hijo , creyendo vagamente que
alguien del Olimpo intervendría para salvar a Marco de tan horrible destino, se sintió abatido.
Los testigos, amigos y parientes soltaron exclamaciones de júbilo y bendijeron y felicitaron a los
novios. Marco bebió hasta que los oídos le zumbaron.
CAPÍTULO 40
Marco durmió junto con su esposa, aunque él no sabía si ella lo amaba. Ella lo miraba de un modo
amable y por lo menos estaba seguro de que era su amiga.
Cicerón esperaba un hijo pero Terencia le da una hija. Parecía que Terencia no retomaba bien el
papel de respeto que tenía hacia Marco y eso a él le empezaba a disgustar. Cicerón y Terencia
hablaban ¿sobre sus conocimientos y ella le comentaba el elegir a mejores amistades para subir de
cargo político. ​“La vida es demasiado corta como para darse gustos de cenas con amigos, todos los
políticos compran cargos”​ decía Terencia.
Marco le dice a terencia que la ley prohíbe que los abogados acepten honorarios, solo pueden recibir
regalos y legados.
CAPÍTULO 41
Julio Cesar seguía sosteniendo que no había una conspiración contra Cicerón o los cónsules. Y que si
la hay, él nada tenía que ver, ni nada había oído.
A lo que Marco respondió ​“Embustero, sabes que mientes y no te da vergüenza. Podría destruirte en
todo momento, Julio. Si QuiNto clavara su espada en tu cuerpo ¿quién se atrevería a juzgarlo o a
reprochartelo? Los militares son más poderosos que vosotros incluyendo a Craso”.​
Julio, insistía que él nada sabía. Julio se quedo mirando a Craso, Pompeyo, Curio, Pison y Catilina.

Cuando nació su hija Tulia, la luminosidad de Grecia Iluminaba todavía los pensamientos de Marco,
así que a pensar de sus profundas convicciones, le parecía que había esperanzas en el futuro y que él
y su país podrían lograr muchas cosas de provecho.
CAPÍTULO 42
El individuo rubio, menudo y delgado, el viejo amigo de Catalina, había sido nombrado gobernador
de Hispania un año antes del proceso de Catilina ante el senado.

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Mientras tanto Quinto Curio, que habian estado acechando en Roma, cayó en desgracia y tuvo que
esconderse. Apenas si había transcurrido una semana de la derrota de Catalina, cuando apareció una
mañana asesinado.
Como muchos hombres de buen humor, cometió el error de creer de que todos los hombres lo
tenían, así cuando se permitía alguna observación jocosa a algún conocido.
Cicerón llegó a descubrir a costa de sí mismo, que una de las peores calamidades que afligen a un
alto funcionarios, es la necesidad de estar constantemente guardado contra las tendencias
homicidas de aquello a quienes sirve. Cicerón no permitía que nadie se entrometiera en su
biblioteca, donde se pasaba horas escribiendo libros y ensayos para su editor.
Roma producía hombres como Craso, Catalina y los César. Cicerón decidiò unirse a Pompeyo, el
estaba a favor de La Ley y La Constitución.
Cicerón cayó enfermo por lo que Pompeyo tuvo que irse a luchar contra César.
Mientras tanto Cicerón tenía alucinaciones y pesadillas y en una de esas soñó que Pompeyo estaba
muerto. Al despertar, le ocultaron la verdad porque aun no se encontraba bien de salud pero él
comenzaba a sospechar que algo no estaba bien, después ya no se podía ocultar más la verdad,
César había obtenido la victoria en Farsalia y Pompeyo habìa huido a Egipto, allì le fue asesinado por
un soldado sin importancia.
CAPÍTULO 43
En este capítulo Marco ignoraba que él era la fachada de mármol blanco detrás de la cual se
escondían las actividades de Craso, Julio César, Pompeyo el Magno, Catilina y otros. Pues como
Marco era íntegro, los amigos que le rodeaban, también deberían de serlo, así es como lo pensaba el
pueblo.
Craso y Julio protagonizan una charla en la que se dice que Marco había estado un tanto inquieto
acerca de lo que pasaba con Catilina, las actividades que realizaba, dijeron que más convenía ser
cuidadosos en lo tocante a Catilina y que Marco no se enterara de las actividades.
Marco platicaba con Noë y éste último le decía que algo sospechaba que algo se estaba tramando en
la ciudad y que se retiraría a Jerusalén, dando como consejo a Marco que se retirara a Arpinum,
Marco dijo que aún era muy joven para retirarse y que debía servir a la ciudad.
Marco escribe a Ático haciendo una analogía entre los burócratas y los buitres.
Marco asistía a eventos como edil curul, era agasajado por Pompeyo, Craso, Julio. Esto era una
ofensa a su rectitud, pues algunas veces pensaba que eran más amistosos que otras personas que le
rodeaban.
CAPÍTULO 44
Marco se sentía con un peso tan grande, se sentía afligido se preguntaba con qué sentido venimos al
mundo, qué es lo que nos espera al final, por qué debía ocuparse mañana de lo que abandonó hoy,
él decía que servía a Dios y con esto se sentía aliviado.
Entre sus reflexiones llegó Julio y preguntó por qué tan serio a lo cual Marco sonrió y estrechó la
mano de su amigo. Julio dijo que había apenas regresado de la Hispania Ulterior.
Marco dijo que Julio ya había envejecido, habían pasado años sin verse. Charlaron acerca de lo que
pasó entre el lapso de tiempo sin verse había sucedido. Entre la plática Marco dijo que él tenía
principios que no lo dejaban alcanzar todo, que se conformaba con sólo alcanzar una parte.
Julio dijo que su tigre eran las mujeres, de lo comentado platicaron acerca de una chica, una bella
chica. Ésta chica prefería los honrados.
Terencia apareció sin percatarse de que su esposo tenía visita llevando a Tulia, el amor de los
amores de su padre. Julio dijo Terencia que fuese con Craso a cenar, ella dijo que mañana y Marco
aún siendo cortés aguantaba las ganas de reír.

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Julio se marchó y Marco pidió a Tulia que se retirara. Terencia se quedó diciendo que su grosería era
imperdonable, a lo cual Marco contestó que Julio lo fastidiaba. Terencia dijo que muchas cosas eran
las que últimamente le fastidiaban a Marco, que ni a su padre le hablaba ya casi. Inició una discusión
en la que finalmente Marco, con un tono satírico, dijo a Terencia que tenía una amante.
Marco se encontraba en su isla ancestral, en pleno otoño. Entre sus inquietudes, Marco pensaba que
se estaba haciendo viejo, que había oscuridad en sus pensamientos, nada le consolaba.
El médico de Arpinum le dijo que algún día pasaría su malestar, que él había pasado por lo mismo.
Marco dijo que no creía.
Recibió una carta de que Sergio Catilina había sido nombrado por Craso pretor de Roma, en lo cual,
Terencia decía que ese cargo era el que correspondía a Marco. Marco lleno de rabia, odio y pasión
cabalgó hacia Roma.
CUARTA PARTE. EL HÉROE
CAPÍTULO 46
La madre de Marco murió. Las cenizas de Helvia fueron llevadas junto a la de sus padres. Marco le
dijo a Tulio, su padre, que lo mejor sería que el vaya a vivir con Quinto y su familia.
El carácter de Marco había cambiado, estaba todo el tiempo quejándose y malhumorado. Terencia le
decía que era un desagradecido de todo lo que tenía, una gran casa, amistades importantes, dinero y
una gran clientela.
CAPÍTULO 47
Clodio se dijo de acuerdo con que la República estaba perdida y que el futuro de Roma pertenecía a
los Césares. Marco dijo que la nación estaba corrompida y desmoralizada que Roma ya no tenía
remedio.
Describen a Clodio como un joven vivo, inteligente, delgado, no muy alto, moreno y de ojos negros
muy brillantes. Marco le pregunto a Clodio que si en caso de enfrentamiento a quien apoyaría,
Clodio le dijo que apreciaba mucho a Marco pero que la causa a la que defendía estaba perdida.
Entonces Marco pregunto a Clodio que si tenía ambiciones y este contestó que sí pero sólo para su
país y su honor. Clodio dijo que cada vez que se está en una nueva era pasaban cosas similares a las
que ya habían sucedido anteriormente porque el hombre no cambia.
Cuando Clodio visitó a Julio César le dijo que los hombres honrados pertenecían a una categoría que
ellos ya no podían dominar, entonces César contestó que le daban lastima esos pobres hombres
honrados que creen que la honestidad acabará por ser admirada por la nación.
Marco le expresó a Quinto su hermano todo lo que él había hecho por él y que gracias a eso el era
rico, y este le contestó que quería más a Marco que a su esposa y a su propio hijo y que lo único que
buscaba era protegerlo.
Marco le dijo que las cosas en Roma cada día eran más caóticas y nada sencillas, y Quinto le dijo a
Marco que aceptaba demasiados compromisos y debía ser como su padre, ya que él nunca tuvo que
comprometerse porque nunca adoptó una actitud. El hermano mayor, ósea Marco le dijo que no era
nada fácil estar aguantando a César, Pompeyo, Craso y a todos sus amigos. Después Quinto le
mencionó que le preocupaba su hijo, pues temía que le resultara astuto y ambicioso. Dentro de esa
conversación Marco le comentó a su hermano que quizá pronto lo harían cónsul de Roma, pero este
al escucharlo le pregunto que si no había escuchado los rumores de que a Catilina lo nombrarían
cónsul de Roma, pues tenía a la plebe en el puño.
CAPÍTULO 48
Los Romanos siempre tan realistas y de pragmático pensamiento, sospechaban de los intelectuales.
Simpatizaban con Marco por espíritu justiciero pero no le podía perdonar sus libros de ensayos y

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poesías. Algunos creían que porque Marco provenía de una clase media no era capaz de pensar en
abstracto.
En los tribunales y el foro Lucio exige a las autoridades que lo nombraran como cónsul de Roma, y
así poder lograr lo que siempre ha querido, acabar con Marco.
Clodio es advertido de los malvados planes de Lucio por medio de su hermana Clodia, pero este no
puede avisarles porque sería acusado de traición por lo cual decide avisarle por medio de un
anónimo.
CAPÍTULO 49
Tulia fue creciendo y era una bella mujer, dulce y encantadora. Había heredado de su padre aquella
inclinación por el compromiso en cosas que no fueran sustanciales, ni afectarán los principios.
Para sorpresa de todos, Terencia estaba embarazada de otro hijo de Marco Tulio Cicerón.
Una tarde una persona encapuchada le dejó a Marco una carta, que decía ​“Ten cuidado, los que tu
sabes, han planeado su asesinato para la primera semana del mes de Jano. El peligro es grande,
perdon que sea anónimo. No vayas a ninguna parte sin una escolta armada”.​
Esa misma tarde Pompeyo fue a visitar a Cicerón, y le advirtió que corría peligro, que lo querían
matar.
El plan de Catilina era que maten a todos los cónsules recién elegidos de Roma y luego poder poner
a sus amigos en esos puestos. Catilina presionó a Julio César para que dé su consentimiento para
matar a Cicerón. Pompeyo estaba casado con la hija de César. Era una de las peores conspiraciones
contra Roma.
Temprano al dia siguiente, Marco y Quinto fueron a visitar a Julio César, y lo increparon con toda la
información que tenían. Obviamente y a pesar de todas la amenazas que le formuló Cicerón, Julio
César negó tener conocimiento de todos esos hechos que le relato Marco.
CAPÍTULO 50
Llegó la fecha que Terencia dio a luz, un hijo, también llamado Marco Tulio Cicerón. Por su parte
Tulia, se tenía edad de casarse. Sus padres habían pensado casarla con Pisón Frugi.
En los días que siguieron, Tulio, el padre de Marco y Quinto, se encontraba en su lecho de muerte. Al
morir, Quinto le reclamó a Marco, que él no quería a su padre. A lo que Marcó respondió ​“Cada uno
tiene su modo de expresar dolor”​.
Pero se sintió muy afectado por la inconstancia y fragilidad de la vida, porque le parecía carente de
significado e incongruente y por la mortificación que suponía la muerte. Su propia existencia estaba
menos segura desde que su padre ya no existía.
CAPÍTULO 51
Noë ben Joel escribió a su amigo desde Jerusalén diciéndole que lo habían nombrado cónsul de
Roma, el cual era el cargo más importante de la nación más importante del mundo. Y recordando
que tiempo atrás uno de estos no tenía ni la más mínima duda de que algún día este llegaría a
ocupar ese cargo tan importante, y que había muchos otros que también peleaban por ser el cónsul
de Roma, pero que el pueblo lo eligió a él, por sobre todas las cosas. Todo ese pueblo del que él
desconfiaba le había dado su confianza para ocupar tan grande cargo, también le comenta que a
pesar de no verlo tan seguido el tiene unos informantes que le contaban todo lo que pasaba.
Cuando cambiaron de tema hablaban que hacía tiempo atrás le había mandado una carta
escribiéndole como si su vida estuviese llegando al final, y que se sentía entre la espada y la pared, y
para hacerlo entrar en razón utilizo el ejemplo de Moisés, el cual era un desconocido pastor que
salvó al pueblo de Egipto de la opresión del faraón, todo esto se lo decía para que no desistiera en
sus actos como cónsul de Roma, y que no menospreciara o no fuera tan modesto con su actitud ya
que este no se sentía merecedor de ocupar tal cargo.

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Finalmente llegó a la conclusión de que él le debía todo a Terencia, porque, ¿quién lo había
estimulado a alcanzar los más altos cargos? ¿No había sido incansable en su insistencia y no era su
familia muy distinguida?
Su genio innato se manifestaba en el hecho de que hubiera podido asegurar un esposo para su hija,
de una de las mejores familias. Sin ella, Cicerón seguiría siendo un oscuro abogado dependiendo de
la buena voluntad e indulgencia de insignificantes magistrados.
Antonio hizo observar entonces que tenía una cita concertada en su librería favorita, donde se iba a
poner a la venta un manuscrito que se decía original de Aristóteles, y colocandose su blanquísima
toga, se apresuró a marcharse, dejando a Cicerón ocupado en resolver lo irresoluble. Cicerón
comprendía que su colega había quedado en segundo lugar en las votaciones debido a su afabilidad
y a su preocupación y amor por el pueblo de Roma. Pero Antonio, que jamás se había encarado con
los hechos, tenía que encararse con ellos ahora y los hechos eran para los idealistas como encararse
con terribles Gorgonas y siempre esperaban que se convirtieran en piedras o que ocurriera otro
milagro.
CAPÍTULO 52
Antonio se dispuso a pasar una velada agradable. Ambos se sentaron en la biblioteca de éste (al final
no había comprado el manuscrito de Aristóteles, adivinando que se trataba de una falsificación), y
riendo y diciendo el uno al otro los últimos chismes que corrían por la ciudad.
Antonio disfrutaba con todo esto, pues le gustaba pensar que la vida sería mucho más feliz si los
hombres dejaban de sentirse preocupados. Hasta el cabo de un rato, Antonio no se dio cuenta de la
terrible fijeza y de la intensa luz que mostraban los magníficos ojos azules de Catilina, y que todo el
poder de su personalidad había empezado a centrarse sobre él. Catilina estaba extraordinariamente
pálido, en su boca había una sombra azulada y las ventanillas de su nariz aparecían blanquecinas y
distendidas por la tensión. Antonio, le preguntó que si no se sentía frustrado por no haber sido
elegido como cónsul de Roma, pero este no hizo caso a sus preguntas que intentaban mostrar su
rabia y enojo con los demás ya que este también quería ser elegido como cónsul. Y aprovechando la
confusión de la plática este le explico que tenia un plan para salvar a Roma de aquellos hombres que
la habían llevado a un estado de conflictos entre ellos mismos, diciendo que los ¨hombres nuevos¨
serían los que llevarían a Roma a la destrucción ya que estos explotaban a la gente pobre, a la clase
trabajadora, aprovechando su poder para hacer mal uso de los recursos que tenían para así
controlar al cónsul y al senado.
César, Craso, Clodio y Pompeyo que sienten ambiciones, no por servir a Roma, sino de obtener botín
y poder. ¿Y en qué acabará todo? Se preguntaban. En el caos, en la infamia, la destrucción y la
decadencia. ​En la caída de Roma​. Es inevitable, a menos que nosotros nos adelantemos a dar el
golpe, los echemos del poder y restauremos la República, con todo su orgullo, fuerza y virtud. ​El lo
que quería era formar un grupo de personas que no tuvieran ambición de poder ya que esta estaba
acabando con la república, todos aquellos banqueros, comerciantes e incluso representantes del
senado que eran los ¨hombres nuevos¨, todos estos eran los que consideraba un mal para Roma y
para la república.
CAPÍTULO 53
Cicerón fue un hombre de la clase despreciada por los aristócratas, de los comerciantes, los
fabricantes, prestamistas, de los negociantes y granjeros ricos. Pero para Cicerón, el odio estaba en
aquellos traidores del honor, de los principios, traidores de la buena voluntad, del coraje, de la virtud
y del valor.
Estuvo ante él el más maligno traidor de Roma, Lucio Sergio Catilina, asesino de Livia y de su hijo, el
patricio más bajo y despreciable. Cito a Cicerón al enfrentar Catilina como traidor de Roma, ​“¡Lucio

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Sergio Catilina! ¡Se te ha ordenado comparecer ante esta augusta cámara, ante mí, cónsul de Roma,
ante C. Antonio Hybrida, mi colega, ante Licinio Craso, dictador de Roma, ante Julio César, Pontífice
Máximo y Magno, ante Pompeyo el Magno y ante la propia Roma, para responder al cargo de
traición y conspiración contra tu país!”.
Las palabras que Cicerón dirige al pueblo Romano en contra de Catilina son absorbentes, fuertes,
son rigidez en voz del cónsul de Roma.
CAPÍTULO 54
Luego Cicerón pronunció el segundo discurso en contra de Catilina. Su intención era poner en
conocimiento de sus compatriotas todo el alcance de la conspiración, y todo lo que habían llegado a
hacer hasta ese momento.
CAPÍTULO 59
Este capítulo narra como Roma alcanza la cúspide en un momento y en otro momento se desploma;
habla del destierro a Cicerón y como de acuerdo al acontecimiento de alguno hechos hilados, los
protagonistas de este tan fugaz hecho se ven en apuros; esto por supuesto les causa incertidumbre
al no saber si la decisión que tomaron fue la correcta o no ya que ellos sin influencia de nadie
cayeron en cabeza que lo que habían hecho era haber desterrado a uno de los héroes de Roma.
No dejemos de lado que otro de los factores determinantes en este capítulo fue la renovación
innecesaria pero completa de la estructura que conformaba el estado romano con el Cónsul que era
un viejo amigo del ya mencionado desterrado Cicerón, además de ser un estudioso de su labor, el
Pretor que aquellos momentos nadie estaba en la postura de ellos, el Consejo que de igual modo no
se encontraba del todo en congruencia con el actuar de los influyentes del momento y el Senado que
a su antojo manipulaba a Roma.
En tanto buscando una rápida y desesperada solución de este conflicto que ellos mismos originan,
toman la postura que nadie imaginaria cuando se intenta solucionar un problema, “competentes
para hacerlo pero incompetentes para explicarlo”.
Pompeyo escribe a Cicerón una carta con objeto de demostrarle que él estaba de su lado y que hacía
todo lo posible para reconvenir su destierro, Ninnio buscó a Julio César para ver qué opinaba del
asunto y con objeto de conseguir que abogaba por Cicerón en el Senado. Y viene un intento más de
Ninnio con una iniciativa de ley que presentó ante el Senado para anular el destierro de nuestro
protagonista y aunque una vez de nuevo fue rechazada esta vez tuvo un número ya contable en el
Senado a su favor; hubo algo que fortaleció la iniciativa que aunque falló en contra de la anulación,
se logró restituir el cargo y los derechos civiles pero el soberbio de Marco se negó a regresar a Roma
sin que se le devolvieran las propiedades que se le confiscaron al partir.
Uno mas con afan de demostrarle que estaba a favor de su regreso acudió a verlo el buen Ático a la
biblioteca del nuevo lugar al que se había mudado Cicerón.
El principal acontecimiento siguiente es cuando Pompeyo declara que solo un edicto del pueblo o
“lex” es el posibilitado para fragmentar el destierro de Marco Tulio con ello desde Julio César hasta
el mendigo mas mendigo a favor comparece ante el Senado para el regreso del soberbio de Cicerón
pero esta no fue la victoria ya que Publio Clodio era un hombre muy poderoso y esto atañía a que
odiaba a Cicerón así que no procedió nuevamente.
Por última ocasión viene Pompeyo pero esta vez lo logra, logra lo que el pueblo le prometió votar
por la anulación del destierro de Cicerón y esta vez sin dificultad alguna logra la restitución de sus
propiedades, derechos civiles, cargo y honores que tenía en aquel suelo de Italia que el bajo su
soberbia anhelaba volver a pisar; así fue como Tulia fue a recibir a su padre a la costa de la patria
donde se le abalanzó a sus brazos buscando un abrazo que desde hace tiempo añoraba recibir.

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Los jueces le llamaban el pilar de la ley, el fundamento de la constitución y sus colegas los abogados
honraban sus tierras con banquetes en su nombre; pese a todo el sufrimiento y lo que tuvo que
soportar Tulio estaba de vuelta en suelo Italiano; ya habían pasado veintitrés noches de su cansado y
largo viaje pero al fin a la mañana siguiente llegaría a donde con tanto entusiasmo inició su travesía
de vuelta a Roma, Italia. A la mañana siguiente cuando ya en Italia estaba en casa donde Tulia lo
acompañó a cada momento y al final del día cuando iba a tomar su lugar en su cuarto notó que su
hija estaba mucho más demacrada que antes y exaltado pregunto Tulia que ha pasado, ​“a ti te
afectó todo esto mucho más de lo que a mi”​; ella intentó sostenerse pero en consecuencia dejó caer
sus brazos en su padre y le contó todo, del fallecimiento de su yerno, de las terribles cosas que tuvo
que soportar en su ausencia.
CAPÍTULO 60
Este capítulo nos habla de cómo Cicerón recupera sus pertenencias después del exilio el hablo con
los pontífices para que le regresaran el terreno donde Clodio había mandado a hacer el templo de la
libertad y si los pontífices le regresaron el terreno pero Clodio logro difamar a Cicerón diciendo que
este despreciaba a la religión y que iba apoderarse del terreno de su casa por la fuerza.
En esta época sobresalen los antivalores de la codicia, traición, deslealtad, envidia, rencor,
resentimiento, egocentrista, despotismo, desinterés, irresponsabilidad, mediocridad.
Después Marco hizo todo lo posible por vengarse de Lucio hasta que lo logró. Pronto llegaron
Herenio el centurión y Pompilio el tribuno que habían sido enviados para asesinar a Cicerón el no
había tenido noticias de Quinto y su hijo porque Quinto cayó en manos de los esbirros y murió
asesinado por órdenes de Octavio, y Quinto hijo, había escondido a su padre, lo sometieron a tortura
para que revelara dónde se encontraba pero se negó y los dos fueron asesinados. Con esto último
que Cicerón fue engañado y Clodio convenció que estaba contraponiendose a la religión y su
administración en Roma todo se le viene debajo de nuevo, Cicerón pierde todo y hasta de su muerte
se habla.
CAPÍTULO 61
Cicerón fue nombrado para ocupar un cargo en el Consejo de Augures de Roma, cargo que no sólo
confería dignidad, sino que estaba muy bien remunerado, aunque se sintió escéptico, claro sin dejar
de estar complacido. El Consejo estaba integrado por agnósticos que discutían con el Colegio de
Pontífices sobre religión, cosa que le causaba controversia, ya que recordaba que en el Colegio de
Pontífices se había distinguido en todo momento por mostrarse devotamente religioso.
Después de pensarlo mucho, y consultarlo con Julio aceptó el puesto, se tomó con mucha seriedad
los deberes de su cargo, aunque en privado consideraba muchas de las profecías y adivinaciones de
los augures como cosa absurda, pero era lo bastante místico como para creer que dios podría dar
indicaciones del futuro a ciertas personas.
Llegó el día de su primera profecía, y la haría ante un magistrado, el cual eligió una colina desierta
para saber que pasaría. Estando ahí Cicerón seguía dudando si de verdad podría ver cosas, y
repentinamente empezó a ver buques de guerra, personas peleando, aves de mal agüero, y después
de tantas cosas malas vio algo peor, Roma estaba siendo destruida y a lo lejos se escuchaba a
personas gritando ¡ay de Roma! Y al final de todo Cicerón cayó desmayado.
CAPÍTULO 62
Después de varios días, Cicerón se recobró y pensó que debía adquirir un poco de paz, ignorar lo que
veía, aunque en su interior sabía que eso era imposible. Le platico a su amigo César que él había
aparecido en su profecía, primero triunfando pero después moriría, cosa que a Julio no le pareció
importante y lo ignoro.

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Dentro de si creía que tanto Pompeyo como César estaban conspirando para su muerte y supo que
debía estar alerta.

Pero esto pasó a segundo término cuando se enteró de una trágica noticia; le había llegado una
carta diciendo que su amigo, el dramaturgo Noë ben Joel había muerto a lo que Cicerón respondió,
la Tierra se ha empobrecido. Ha perdido a un hombre bueno y eso es algo que no nos podemos
permitir.
CAPÍTULO 63
Cicerón decidió unirse a Pompeyo, él estaba a favor de La Ley y La Constitución. Cicerón cayó
enfermo por lo que Pompeyo tuvo que irse a luchar contra César. Pompeyo y César ahora se odiaban
a muerte. Pompeyo se había convertido en el confidente del Senado.
Mientras tanto Cicerón tenía alucinaciones y pesadillas y en una de esas soñó que Pompeyo estaba
muerto, al despertar, le ocultaron la verdad porque aun no se encontraba bien de salud pero él
comenzaba a sospechar que algo no estaba bien, después ya no se podía ocultar más la verdad,
César había obtenido la victoria en Farsalia y Pompeyo había huido a Egipto, allí le fue asesinado por
un soldado sin importancia.
CAPÍTULO 64
Tras todos los problemas que se veían venir Cicerón cayó enfermo de nuevo, fue cuando su hija Tulia
fue a visitarlo pero ella también cayó enferma, Cicerón decidió salvar a su hija sin importar lo que a
él pudiera pasarle así que se la llevó a Toscaza un lugar donde la atmósfera era saludable, en ese
lugar él y su hija pudieron encontrar la salud y fue ahí donde Cicerón decidió divorciarse de Terencia.
Mientras tanto Tulia había caído gravemente enferma y Cicerón se dio cuenta que en Toscana Tulia
no sanaría. Pero al final Tulia murió. Cicerón se encontraba muy triste y solo para él su vida ya no
tenía sentido pero decidió regresar a Roma.
El Senado le había ofrecido a Julio César la corona pero la rechazó, después el Senado ofrecería una
reunión para ofrecer de nueva cuenta la corona.
Quinto, hermano de Cicerón lo invitó a ir con él al Senado y Cicerón acepto.
Pero al ir llegando ahí fueron testigos de cómo el Senado terminaba con la vida de César.
Se declaró que no se sabía quién era el asesino de César cuando la realidad era que la mayoría sabía
que había sido Bruto pero no decían nada por temor.
Cicerón pronunció ante el Senado que estaba en contra de Marco Antonio. Quinto decía que Octavio
era quien provocaría la guerra civil.
Antonio sobrino de Julio César deseaba recoger el poder de su tío, pero Marco Antonio no hacia mas
que tratar de impedírselo.
Marco Tulio Cicerón no soportaba la idea de morir lejos de Roma por eso decidió regresar aunque
esto significaba su muerte, solo esperaba la llegada de Quinto y su sobrino.
Pronto llegaron Herenio el centurión y Pompilio el tribuno que habían sido enviados para asesinar a
Cicerón el no había tenido noticias de Quinto y su hijo porque Quinto cayó en manos de los esbirros
y murió asesinado por ordenes de Octavio, y quinto hijo, había escondido a su padre, lo sometieron
a tortura para que revelara donde se encontraba pero se negó y los dos fueron asesinados.
Cicerón no llego muy lejos puesto que en su huida Helenio le corto la cabeza y las manos, las cuales
fueron llevadas a Roma con Marco Antonio.

Capítulo 64

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La lectura de los capítulos que leí de la columna de hierro me gustaron mucho porque me dejo
bastantes mensajesrespecto a la profesión que quiero desempeñar, pero lo que mas me gusto, es
que los mensajes y reflexiones que me deja esta lectura no solo los relacione aplicandolos cuando ya
sea un abogado, si no que lo que me deja la lectura lo voy a aplicar día a día toda mi vida, porque el
ser un buen abogado no solamente implica defender una cosa o cobrar por sacar a alguien de la
carcel o recuperar a alguien sus bienes, el que yo sea un abogado implica que yo sea una persona
completamente correcta, justa, con principios y valores.
La satisfacción es el mejor pago o recompensa que yo podría recibir después de haber realizado
esfuerzo por conseguir algo, y el esfuerzo es lo que al final de todo proceso te hace sentir satisfecho,
el esfuerzo te hace sentir así porque si te esfuerzas en conseguir algo, lo valoras, y si en todo acto de
mi vida me esfuerzo por hacerlo en excelencia, al final del día lo voy a valorar demasiado y lo mejor
es que me voy a sentir satisfecho conmigo mismo. En resumen puedo decir que todo logro que
realice en mi vida debe ser a base de mi esfuerzo. No debo tener miedo al presentarme ante
cualquier persona, me voy a encontrar en muchas ocasiones a determinadas personas que me
quieran poner obstaculos o querer frenar mi camino al éxito, lo que debo hacer es estar seguro de
mi mismo, hacer caso omiso de los comentarios de personas negativas o que estén mi contra y estar
completamentepreparado para defender mis ideales. No tengo mejor forma de defenderme que mi
propio conocimiento, el conocimiento que tengo es mi mejor arma y la mas fuerte que tengo, para
poder enfrentar un juicio o enfrentar a cualquier otra persona debo estar seguro de lo que digo para
que las demas personas se den cuenta de que conozco sobre el tema y que hablo con razón y lógica.
No debo llevar los problemas que haya tenido con una persona a mi desempeño laboral, es decir,
como algún día me lo dijo mi padre, no llevare los problemas de la casa a mi trabajo no los
problemas del trabajo los voy a hacer llegar a la casa. No es ético que por el simple hecho de que
una persona me caiga mal o le tenga coraje o rencor, tratar de afectarlo en algún trabajo o acción de
su profesión, al contrario como colegas siempre es bueno que yo esté dispuesto a apoyar, para que
si algún día yo lo necesito ellos me apoyen, la ética para mi es también un punto muy importante
dentro de mi desempeño como abogado, principalmente porque si tengo ética no me voy a prestar
par hacer actos de corrupción o apoyar a personas que hayan obrado mal, porque el ser abogado no
significa hacer que tu cliente no valla a la carcel, el buen abogado debe hablar con su cliente y
hacerle saber que es responsable de sus propios actos y que si realizo algo malo debe de pagar por
ello.
Sobre defender los ideales hubo un mensaje que me dejo, pero noesta lectura, el mensaje lo
encontré en una lectura de la dignidad, en una hoja de periódico que llevo el profesor, me dejo que
no debo abandonar mis ideales solo porque otras personas estén en desacuerdo o les parezcan
absurdas, pero el defender nuestros ideales no solo se trata de decir que nosotros estamos bien y
los demas estan mal, se trata de estar bien preparado y saber cómo vamos a defender nuestros
ideales.
Por último el mensaje que me dejo la parte final del capítulo fue la que mas me gusto, porque
aunque fue solo un capitulo de todo el libro pareció que fue toda una historia de un abogado, el final
del capítulo me dejo algo muy significativo en mi vida, porque nos habla sobre el sentirse satisfecho,
porque después de todo lo que paso y todo lo que tuvo que hacer logro triunfar, y triunfo a base de
su esfuerzo, lo que te hace sentir satisfecho después de hacer algo, no es el hecho de que te hayan
salido bien las cosas o de que si a los demas les gusto, sentirme satisfecho se trata de que cuando
termine un acontecimiento de mi vida me sienta bien conmigo mismo por dentro, pero me voy a
sentir bien porque lo que lo logre, lo logre con mi esfuerzo, y todos mis logros lo voy a realizar sin
ayuda de los demas yo mismo me voy a generar todo, eso es lo me va a hacer sentir satisfecho.

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