Factores Que Condicionan El Efecto de Los Farmacos
Factores Que Condicionan El Efecto de Los Farmacos
Factores Que Condicionan El Efecto de Los Farmacos
Es una experiencia muy frecuente el hecho de que las mismas dosis de un mismo fármaco
administrado a distintos pacientes, que tienen la misma enfermedad, pueden producir
efectos muy diferentes. Los factores que condicionan la respuesta a los fármacos pueden
ser de naturaleza muy diversa y depender no sólo del paciente, sino también de factores
ambientales y del propio fármaco. Las variaciones que pueden influir en el efecto del
fármaco pueden ser de orden farmacocinético, farmacodinámico o farmacogenético.
El zumo de pomelo también tiene efecto inhibitorio sobre diversas enzimas produciendo un
incremento de la biodisponibilidad de fármacos como los antagonistas del calcio,
benzodiazepinas, terfenadina, etc.
El efecto del alcohol es diferente cuando se trata de una ingesta esporádica en la que puede
producir la inhibición de varios CYP (reducción del aclaramiento de amitriptilina, diazepam,
warfarina) que cuando la ingesta es crónica. En este último caso, el efecto puede ser
absolutamente el contrario, es decir, de inducción enzimática con reducción de la vida
media de eliminación de los mismos fármacos.
Genéticos
La presencia del fenotipo metabolizador lento para el CYP2D6, hace que en los individuos
que lo expresan, la biotransformación de codeína a morfina esté sensiblemente disminuida.
La mayor parte del efecto analgésico de la codeína se debe a su metabolito activo, por lo
que los metabolizadores lentos para el CYP2D6 son relativamente resistentes a los efectos
analgésicos de la codeína. La vía metabólica CYP2D6 que conduce a la formación de
morfina se encuentra también en el cerebro y su expresión se correlaciona con el número
de receptores m. Por esta razón, la O-desmetilación polimórfica de la codeína, responsable
de sus efectos analgésicos, hace que éstos sean muy variables entre individuos, teniendo
este hecho una gran importancia no sólo en la eficacia analgésica, sino también en la
dependencia a opiáceos y en la aparición de efectos adversos.
Cumplimiento
El incumplimiento terapéutico puede producirse por varias causas, entre las que cabe citar:
el paciente no toma los medicamentos prescritos, el enfermo no ha entendido bien las
pautas prescritas, el enfermo decide por su cuenta prescindir del tratamiento o tomar otras
dosis, el paciente por error recibe la medicación más o menos tiempo del prescrito.
También la automedicación y la polifarmacia, cuando el enfermo toma varios productos por
su cuenta, produce interacciones que pueden ser causa del fracaso terapéutico. Realmente
las causas son imprevisibles e inclasificables en un esquema concreto.
En no pocas ocasiones, el incumplimiento se debe a la aparición de reacciones adversas
que alteran la calidad de vida del paciente. De ahí la importancia de informarle previamente
a este respecto.
Los factores más importantes que influyen en la falta de cumplimiento son de distinta
naturaleza, los más significativos pueden ser los siguientes:
El entorno familiar, sobre todo en los niños y en los ancianos, es un factor importante en la
buena marcha de los tratamientos. Cuando el ambiente familiar es hostil baja el
cumplimiento de manera clara.
La complejidad del tratamiento es otro factor definitivo. Hay estudios bien realizados que
demuestran cómo el cumplimiento desciende de manera drástica cuando el paciente tiene
que hacer tres tomas diarias en contraposición con los tratamientos de dosis única.
También influyen en la cumplimentación la duración de la enfermedad, la facilidad de la
administración y la relación entre la toma de la medicación y la mejoría más o menos
inmediata de la sintomatología que aquejaba al paciente.
El primer paso para hacer un uso racional del medicamento consiste en disponer de un
diagnóstico preciso. Aunque muchas veces no haya más remedio que actuar con
diagnósticos de probabilidad, cuanto más ajustado sea, mayor es la posibilidad que
tendremos de utilizar bien un medicamento.
Todas estas fuentes son válidas, pero ante un paciente concreto el médico tiene que hacer
un uso racional y científico de los fármacos, basándose en un análisis de los beneficios
esperados, los riesgos posibles y el coste del tratamiento propuesto.
La valoración del balance riesgo/beneficio puede basarse en ensayos clínicos controlados o
en metaanálisis de varios de ellos en los que se hayan comparado dos tratamientos. Este
tipo de ensayos puede informarnos de la diferencia entre dos tipos de tratamientos y
también de cual es el más favorable. Por último, nos puede informar sobre la diferencia
significativa o no desde el punto de vista clínico, de dichos tratamientos. Muchas veces no
es suficiente que la diferencia sea significativa para p<0,001. Lo importante es valorar si el
parámetro que se ha medido tiene una significación clínica suficiente como para influir en la
evolución de la enfermedad.
Otro parámetro que puede utilizarse es la reducción del riesgo absoluto (RRA) que es la
diferencia en la proporción de acontecimientos observados entre el grupo de tratamiento y
un grupo control. Tiene la ventaja de expresar las consecuencias de no administrar
tratamiento.
Existen otros parámetros para valorar el beneficio/riesgo pero hay una dificultad
metodológica de base que complica sobremanera la posibilidad de hacer un buen análisis.
La dificultad reside en la diferente forma en que se estudian los beneficios y los riesgos. En
la inmensa mayoría de los ensayos clínicos la metodología de trabajo está diseñada
expresamente para alcanzar un objetivo primario que tiene que ver con el beneficio. Es
importante que ese objetivo esté bien elegido para que tenga relevancia clínica,
circunstancia que no sucede necesariamente en todos los estudios. Sin embargo, la
recogida de efectos secundarios, prácticamente siempre es un objetivo secundario y las
reacciones adversas se recogen en un cuestionario, a veces superficial, o bien a través de
comunicaciones espontáneas de los pacientes incluidos en el ensayo. Es decir, existe un
sesgo en la obtención de datos que dificulta seriamente el tener una idea clara de lo que
sucede con los riesgos.
Otra dificultad metodológica consiste en los diferentes parámetros utilizados para medir los
beneficios y los riesgos. Si tomamos como ejemplo el tratamiento de la hipertensión
arterial, el beneficio acostumbramos a medirlo en términos de reducción de la morbi-
mortalidad, mientras que el riesgo lo expresamos en reacciones adversas y costes. Es difícil
aceptar que sean parámetros equivalentes.
Una forma práctica de actuación puede consistir en tratar de cuantificar el riesgo del
paciente en base a estudios epidemiológicos sobre factores de riesgo y factores
pronósticos, que puedan determinar la aparición de daño. A continuación conviene
determinar factores de riesgo que pueda tener el paciente que puedan influir en la
aparición de reacciones adversas producidas por el fármaco y cuantificar la probabilidad de
que aparezcan. El paso siguiente sería realizar, con sentido clínico, una ponderación de
carácter cualitativo de ambas valoraciones. Una vez que se tiene una idea de los beneficios
y los riesgos clínicos, sería aconsejable estudiar las posibilidades de elección del
medicamento teniendo en cuenta los costes.
A la luz de todos estos condicionantes, parece claro que el realizar un análisis detallado del
balance coste/beneficio no es nada fácil y además lleva un tiempo del que difícilmente
dispone un médico en su práctica profesional habitual. No obstante, conviene conocer las
dificultades y la metodología para poder analizar con espíritu crítico los balances
beneficio/riesgo procedentes de otros estamentos profesionales o sociales que puedan
pretender influir sobre la libre prescripción médica, partiendo de bases en las que el
paciente no es el objetivo principal de la terapéutica.
Bibliografía recomendada
Genética
Las diferencias genéticas (heredadas) entre individuos afectan la cinética del fármaco, la
velocidad de movimiento a través del organismo. La farmacogenética es el estudio de las
diferencias genéticas en la respuesta a los fármacos.
permiten metabolizar
La respuesta al fármaco está condicionada por muchos factores los fármacos
rápidamente. En este
caso, un fármaco
puede ser
metabolizado tan
rápidamente que su
concentración en la
sangre nunca alcance
los valores necesarios
para ser efectivo.
Algunas veces las
diferencias genéticas
afectan el
metabolismo del
fármaco de otra
manera. Por ejemplo,
un fármaco
administrado en dosis
normales se
metaboliza a
velocidad normal.
Pero en algunas
personas, si se
administra en dosis
elevadas o con otro
fármaco que utilice el
mismo sistema para
ser metabolizado,
dicho sistema puede
verse desbordado y
entonces el fármaco
alcanza
concentraciones tóxicas.
Los médicos deben individualizar la terapia para que el paciente reciba una dosis suficiente
de fármaco que permita lograr un efecto terapéutico con una toxicidad mínima. Deben
seleccionar con precisión el fármaco; considerar la edad, el sexo y la talla del paciente, así
como su dieta y origen étnico; así pueden determinar la dosis cuidadosamente. Este
proceso se complica debido a la presencia de enfermedades, al uso de otros fármacos y al
escaso conocimiento sobre las interacciones de estos factores.
Muchas personas poseen una baja actividad de N-acetiltransferasa, una enzima del hígado
que ayuda a metabolizar algunos fármacos y varias toxinas. Las personas con baja
actividad de esta enzima metabolizan muchos fármacos con lentitud y éstos tienden a
aumentar sus concentraciones en la sangre y a permanecer más tiempo en el organismo
que en las personas con alta actividad de N-acetiltransferasa.
En aproximadamente 1 de cada 20 000 personas aparece una fiebre muy alta (una afección
denominada hipertemia maligna) tras la administración de ciertos anestésicos. La
hipertermia maligna proviene de un defecto genético muscular y por ello los músculos son
más sensibles a algunos anestésicos. Los músculos se vuelven rígidos, el ritmo cardíaco se
acelera y baja la presión arterial. Aunque no es frecuente, la hipertermia maligna tiene
riesgo de muerte.
El principal mecanismo del hígado para desactivar los fármacos es el sistema de enzimas
P-450. El grado de actividad del sistema P-450 determina la proporción en que se
desactivan los fármacos y también el punto en que el sistema enzimático se ve desbordado.
Hay muchos factores que pueden alterar la actividad del sistema P-450. Las diferencias en
la actividad de este sistema enzimático influyen profundamente en los efectos del fármaco.
Por ejemplo, los efectos del somnífero flurazepam duran alrededor de 18 horas en personas
cuyos valores de enzimas son normales y más de 3 días en las personas con valores bajos
de enzimas.
Interacciones entre fármacos
La interacción puede ocurrir de varias formas. Un fármaco puede duplicar o bien oponerse
al efecto de otro, o bien alterar la velocidad de absorción, metabolismo o excreción de otro
fármaco.
Efectos duplicados
Efectos opuestos
Dos fármacos con acciones opuestas (antagónicas) pueden tener una interacción. Por
ejemplo, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como el ibuprofeno, que se administran
para aliviar el dolor, causan retención de sal y agua. Los diuréticos pueden eliminar el
exceso de sal y agua del organismo. Si estos fármacos se ingieren simultáneamente, el
AINE disminuye (se opone o antagoniza) la eficacia diurética. Algunos fármacos que se
administran para controlar la presión arterial alta y las afecciones cardíacas (por ejemplo,
betabloqueadores como el propranolol y el atenolol) neutralizan ciertos fármacos que se
administran para el asma (por ejemplo, fármacos estimulantes betaadrenérgicos como el
albuterol).
Cambios en la absorción
Los fármacos ingeridos por vía oral se absorben a través del revestimiento del estómago o
del intestino delgado. Un determinado alimento o fármaco puede reducir la absorción de
otro fármaco. Por ejemplo, es inadecuada la absorción del antibiótico tetraciclina si se toma
una hora después de la ingestión de calcio o de alimentos que contengan calcio, como la
leche y otros productos lácteos. Es importante seguir ciertas instrucciones, como el evitar
comer una hora antes o varias horas después de haber tomado un fármaco, o dejar
transcurrir por lo menos dos horas entre la toma de determinados fármacos.
Cambios en el metabolismo
Los sistemas metabólicos hepáticos, como el sistema enzimático P-450, desactivan muchos
fármacos. Los fármacos se distribuyen por el organismo y pasan a través del hígado, donde
las enzimas los desactivan, cambiando su estructura para que los riñones puedan filtrarlos.
Algunos fármacos pueden alterar este sistema enzimático, haciendo que la desactivación
de otro fármaco se produzca de manera más rápida o más lenta de lo habitual. Por ejemplo,
dado que los barbitúricos, como el fenobarbital, aumentan la actividad de las enzimas
hepáticas, fármacos como la warfarina resultan menos eficaces si se administran al mismo
tiempo. Por lo tanto, los médicos aumentan las dosis de ciertos fármacos para compensar
este efecto. Sin embargo, si posteriormente se suspende el fenobarbital, las
concentraciones de otros fármacos pueden aumentar mucho, ocasionando efectos
secundarios graves.
Placebos
Los placebos son sustancias que se prescriben como fármacos pero que contienen
elementos químicos inactivos.
Un verdadero placebo imita exactamente a un fármaco real, pero está formado por
sustancias químicas inactivas, como el almidón o el azúcar. Los placebos se usan en la
investigación clínica para compararlos con fármacos activos. En circunstancias muy
específicas, el médico puede prescribir un placebo para aliviar los síntomas, si cree que un
fármaco con un principio activo no es el adecuado.
Los placebos pueden causar o estar asociados a un gran número de cambios, deseados e
indeseados. Dos factores suelen influir en el efecto placebo. El primero es anticiparse a los
resultados (optimismo) al tomar un fármaco, denominado también sugestión, fe o
esperanza. El segundo factor, el cambio espontáneo, puede ser aun más importante. En
ocasiones, el paciente experimenta una mejoría espontánea; se siente mejor sin ningún
tratamiento. Si ocurre tal mejoría después de tomar un placebo, el mérito se atribuye
incorrectamente al placebo. Por el contrario, si después de haber tomado un placebo
aparece de forma espontánea un dolor de cabeza o una erupción cutánea, también se culpa
al placebo.
Hay estudios que determinan si los pacientes con ciertos rasgos de personalidad tienen
más probabilidades de responder a los placebos. Las conclusiones sobre este particular
son muy variadas. La reacción al placebo presenta diferentes grados, ya que cualquier
paciente se puede sugestionar bajo ciertas circunstancias.
Sin embargo, unos parecen más propensos que otros. Algunos de los pacientes que
responden a placebos tienen muchas características de la adicción a las drogas: la
necesidad de aumentar la dosis, el deseo compulsivo de tomar el fármaco y el desarrollo de
los síntomas de abstinencia si se les priva del mismo.
Uso en investigación
Uso terapéutico
Todo tratamiento tiene un efecto placebo: los efectos atribuidos a los fármacos varían de
una persona a otra y de un médico a otro. Es más probable que una persona con una
opinión positiva sobre los fármacos, los médicos, las enfermeras y los hospitales, responda
de manera favorable a los placebos o que presente un efecto placebo favorable ante los
fármacos activos. En cambio, una persona con una opinión negativa puede negar cualquier
efecto positivo o incluso experimentar efectos adversos.
Cuando médico y paciente confían en los beneficios del placebo, es mucho más probable
alcanzar el efecto positivo. Un fármaco activo sin efectos terapéuticos reconocidos puede
aliviar un determinado trastorno (por ejemplo, la vitamina B12 para la artritis). O bien, un
fármaco poco activo (por ejemplo, un calmante suave) puede tener un mejor efecto.
Habitualmente, los médicos evitan el uso deliberado y secreto de los placebos (en contraste
con la investigación clínica) porque un resultado decepcionante puede deteriorar la relación
médico-paciente. Además, el médico puede malinterpretar la respuesta del paciente,
creyendo que sus síntomas no están basados en una enfermedad real o que son
exagerados. Cuando están implicados otros médicos o enfermeras (terapia de grupo u
hospitalización), este hecho puede afectar de forma adversa su actitud hacia el paciente,
aumentando la probabilidad de decepción.
Sin embargo, los médicos prescriben placebos de manera fácil y clara. Por ejemplo, si un
paciente con dolor crónico está creando una dependencia de un analgésico que provoca
adicción, el médico puede sugerir el tratamiento con placebos. En principio, el paciente y el
médico están de acuerdo en realizar tal experimento para ver si realmente se necesita el
fármaco en cuestión.