Exposición Del Caso

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EXPOSICIÓN DEL CASO:

El sujeto denominado Oscar *********** que se encuentra recluido en el Centro de


Reinserción Social de Ciudad Serdán, bajo la causa penal 138/2011, se encuentra preso
desde el mismo año del expediente. Para sentar el parámetro del entorno del sujeto, se
trata de un hombre casado, de oficio comerciante, padre de cuatro hijos, sin instrucción
profesional.

Definido comúnmente como un hombre trabajador; las personas que le conocen


lo definen como un hombre trabajador, comerciante de toda la vida. Su esposa, para
detallar a conciencia la situación, solía –antes de que fuera encarcelado su marido-
comerciante de mercadeo itinerante; actualmente se dedica al servicio doméstico y
atiende su puesto de tamales. Sus hijos son dos varones y dos mujeres, el varón mayor
tiene 14 años de edad, le siguen una niña de 12, otra niña de 7 y el pequeño de 5 años.
La vivienda que poseen es de construcción humilde, block sobrepuesto y tejado de
lámina.

El sujeto en cuestión es una persona conocida en la región, que contaba, previo a


ser encarcelado, con algunos pequeños puestos itinerantes en las plazas y mercados
móviles de la región.

La víctima del delito, en aquel entonces un jovencito de apenas 14 años, al ser


liberado de su secuestro decide, de manera conjunta a su familia que ya había
denunciado, acudir a las autoridades y solicitar justicia de los órganos correspondientes.
Señala que durante su cautiverio pudo percibir que eran once sujetos los que habían
participado en su secuestro, así como en sus cuidados y manutención durante su
reclusión ilegal.

En las declaraciones del momento en que el niño fue sustraído, rendidas por
parte de los hermanos, se hace constar que los sujetos que tomaron cautivo al chico
eran tipos de tez clara, con acento de Veracruz.

Tiempo después, dentro de una investigación ajena, se encuentran diez de los


once secuestradores que participaron en el delito, dado que –acorde a declaraciones
posteriores de los socios delictivos- uno de ellos había muerto. La información anterior
no resultó creíble a juicio del Agente del Ministerio Público, quien instruyó a los policías
ministeriales a que, dado que en la averiguación obraba el señalamiento contra once
personas, debían entregarle once y no diez sujetos.

En declaración extraoficial, uno de los agentes que participó en la captura de


Oscar, reveló que después del regaño que el Ministerio Público les hizo presente,
decidieron salir de su base y elegir un probable responsable al azar. Ronda en la que él
no participó, ya que la investigación no le había sido encomendada específicamente a
él; pero refiriendo haberse enterado del criterio de selección por habérselo contado sus
compañeros.
Resultó ser que esa tarde-noche, Oscar tenía montado uno de sus puestos
itinerantes junto con su esposa, fue la primer persona de aspecto “fuerte” que se
toparon los policías, tomaron fotos, interrogaron a los vecinos para saber su nombre e
integraron sus datos en la averiguación, haciendo, mediante tortura, que uno de los ya
detenidos lo señalara en su declaración.

Este mismo policía que –tiempo después- contó de modo clandestino el perfecto
suceder de los hechos, una vez integrada la averiguación y teniendo orden de
aprehensión por ejecutar, advirtió a Oscar de la misma, sugiriéndole marcharse, huir,
sustraerse de la acción penal; sugerencia a la cual Oscar siempre se opuso tajantemente
porque (iluso) confiaba en el sistema y decía que él era inocente, que un hombre
inocente no tiene por qué escapar, ya que no ha hecho nada malo.

Aun habiéndosele avisado –de modo extra oficial- en repetidas ocasiones que
había una orden de aprehensión viva en su contra, Oscar no huyó. De este modo, no
quedó más opción que dar cumplimiento a la orden y aprehender a Oscar.

Fue sujetado a un proceso penal por secuestro. Proceso en el que –dado el


desinterés de su defensor- jamás se desahogó confrontación alguna con la víctima, ni
careos con el socio criminal que lo inculpó, los cuales, cabe señalar, debieron
desahogarse oficiosamente por la autoridad, pero tampoco se hizo, ya que al ser un
hombre de pocos recursos monetarios, no le fue posible pagar el costo del acceso a la
justicia o la atención del titular del Juez Natural.

Sin importar las violaciones al procedimiento cometidas en el periodo de


instrucción, el Juez natural impuso una pena de cincuenta años de prisión a Oscar por el
delito de privación ilegal de la libertad en su modalidad de secuestro, a pesar de que en
ningún momento ni los testigos ni la víctima lo señalaron, y de que no contaba con el
parecido fisionómico que se le atribuía a los secuestradores.

Por cuestiones que pueden o no rayar en lo político, el tribunal de alzada


confirmó la sentencia del juez natural, dejando la pena de cincuenta años de prisión. Y
cuando se habla de cuestiones que pueden o no rayar en lo político, es referente a que –
ya habiendo tomado la defensa- se realizó una entrevista extra oficial con uno de los
secretarios de la Sala Penal del Tribunal Superior que dictó la resolución de alzada y
este nos comentó que tienen la orden directa del Gobierno del Estado de confirmar toda
sentencia condenatoria por delitos como homicidio, secuestro, violación…, razón por la
cual ni siquiera entraron al estudio del fondo, simplemente confirmaron la resolución.
Fue el tribunal de amparo el que –haciendo el verdadero estudio del caso- dictó
resolución para efectos de reponer el procedimiento hasta el momento en que se
cometió la violación al debido proceso, es decir, ordenó el desahogo de los careos
constitucionales y la apertura del periodo de instrucción.

Gracias a esa nueva luz, se pudieron desahogar careos con el sujeto que señaló a
Oscar como responsable del delito, sujeto que en dichos careos declaró que no conoce a
Oscar, que si dijo lo que dijo fue sólo porque los policías lo quemaron y lo torturaron de
muchas maneras hasta que hizo el señalamiento, pero que en realidad Oscar no es su
socio delictivo.

Dentro de este infortunio, la víctima del delito se hizo de conocimiento de la


situación de Oscar y, reconociendo la inocencia del mismo, se ofreció a declarar lo que a
derecho de Oscar conviniera para poder dejarlo en libertad, razón por la cual se ofreció
el desahogo de una confrontación entre Oscar y él. Medio probatorio en el que la víctima
no reconoció a Oscar como uno de sus agresores. Misma probanza que se ofreció para los
testigos, siendo el resultado el mismo: ninguno señala a Oscar.

Por desgracia, aun con el desahogo de las pruebas, y en el estado procesal que
guardan los autos, las autoridades encargadas de dictar la sentencia de Oscar, han
manifestado, evidentemente de modo extra oficial, que la orden que ellos tienen del
Tribunal Superior de Justicia del Estado, es que toda persona que sea procesada por
secuestro, debe ser condenada, independientemente de si es o no culpable. Teniendo
esto en consideración, el mismo Oscar es consciente de que si el Tribunal dio esa orden,
es muy probable que la sala de dicho tribunal que conozca de su recurso de apelación
confirme la sentencia del Juez Natural. Teniendo que ser puesto en libertad por el juicio
de amparo, el cual, haciendo un cálculo optimista del tiempo en que eso suceda, es muy
probable que Oscar permanezca otro año o un poco más recluido hasta que el juicio de
garantías lo ponga en libertad.

TIPO DE VÍCTIMA

Si atendemos a la clasificación de Mendelsohn, pudiésemos hablar de una víctima


inocente, porque aún a sabiendas de que se iba a ejercitar acción en su contra, él confió
en el espíritu de la legalidad, lo cual lo descarta como víctima por ignorancia, porque sí
tenía el conocimiento. Y se considera inocente porque no tuvo ni mínima participación
en el que lo convirtió en víctima. Simplemente estaba ahí.

Ahora bien, si percibimos la postura de Hans von Hentig, podemos referir una
víctima aislada, no fue seleccionado como víctima del sistema por proximidad ni nada
por el estilo, fue simplemente el sujeto que estaba ahí cuando pasaron los policías, pudo
haberle pasado a cualquiera que cumpliera con los requisitos de ser hombre, estatura
promedio, con apariencia fuerte. Básicamente casi cualquiera.

CORRIENTES DE ESTUDIO:

Ezzat A. Fattah, catedrático de la Universidad de Simon-Fraser de Vancouver,


Canadá, tomando un concepto propuesto por Marvin Wolfang que se identifica como
“Víctima catalizadora”, que refiere al modo en que las víctimas pueden provocar,
facilitar o precipitar la comisión del acto que les lleva a ser víctimas. A partir de ese
punto, es de estudiarse ciertas cuestiones como en qué sociedad y con qué dinámica se
han presentado las conductas. El concepto de “víctima catalizadora” no implica que ésta
sea culpable en el sentido jurídico del término, simplemente se enfoca en indagar el
papel real o potencial de su actitud en la ocurrencia del daño que le fue causado. En
realidad juzgar a la víctima no es lo que se pretende, sino tener una idea del contexto
situacional de la víctima, es decir, analizar los factores desencadenantes o
actualizadores y subrayar la relación entre ciertos delitos y las oportunidades que se
tienen para cometerlos. Dentro de este estudio se deben contemplar la negligencia, la
imprudencia y dejadez de la víctima.

Según Fattah, el estudio victimológico se clasifica en tres categorías:

I.- La victimización criminal.

Es, básicamente, el proceso por el cual una persona se convierte en víctima,


también conocido como “situaciones victimógenas”, es decir, las situaciones que
facilitan la comisión de ciertos actos victimarios.

La propensión se refiere a la vulnerabilidad general o específica de la victimización, lo


cual se puede traducir a por qué ciertas personas son agraviadas con mayor frecuencia
que otras. El riesgo de la victimización se relaciona con variantes sociodemográficas
relativas a la categorización de la sociedad.

En el caso concreto de Oscar, fue víctima de un sistema en el que se exigen


resultados de los funcionarios de gobierno, pongamos atención: se les exigen resultados,
jamás se les percibe que conlleven su labor acorde a la realidad o que se conduzcan con
verdad, simplemente se les ordena entregar cifras.

Partiendo de ello, es de notarse que todas las denuncias o querellas que llegan a las
Agencias del Ministerio Público, terminan en consignación, porque los órganos superiores
les exigen a los agentes una “cuota” de consignaciones mensuales. Avanzando en el
sistema, todos los procesos penales por delitos como secuestro, homicidio, violación…,
tienen que terminar en sentencia condenatoria, porque el Tribunal Superior de Justicia
exige de los jueces cifras que se vean políticamente correctas. Cabe hacer mención de
que dicho tribunal es el que dirime la segunda instancia, es decir, una catástrofe en el
mismo sentido que la resolución del Juzgado Natural.

Volviendo a Oscar, ya quedó asentado que resulta ser una persona de recursos
bajos, y carecía –de hecho sigue careciendo- de los medios para pagarse una defensa
legal, razón por la cual acabó siendo “defendido”, si es que el término se adecua, por el
defensor de oficio, quien se dedicó a presentar escritos “de formato”, sin preocuparse
nunca por ofrecer los medios probatorios idóneos que estuvieran encaminados a probar
la inocencia de su defenso. A esto agreguemos el desinterés de las autoridades por hacer
oficiosamente la labor que les correspondía, puesto que los careos son una garantía
constitucional, pero nadie se interesó por su desahogo ni en la primera ni en la segunda
instancia. Fue el Tribunal de Amparo el que se interesó en semejante violación y ordenó
al Juez de conocimiento que practicara el desahogo.
Y si bien es cierto que no fue victimización criminal, sino que la victimización fue hecha
por el sistema, también resulta real y queda claro, que el sujeto fue victimizado.

II.- La víctima.

La elección de la víctima no es una cuestión azarosa, las características de los


agraviados desempeñan importante, porque aunque el victimario tenga la teoría de estar
seleccionando de manera aleatoria a sus víctimas, no es el caso, para que las personas
se encuentren en situaciones victimales, resulta necesaria la convergencia de factores
sociodemográficos, económicos y culturales.

En el caso que se aborda, los policías refieren que la elección del sujeto fue
hecha al azar, pero ¿qué tan real es esto?, pareciera que lo es, y no cuestiono el dicho
del policía que colaboró con la referencia, pero lo que resulta cierto es que por el
horario en que hicieron la búsqueda y la zona, fueron excluidas ciertas clases sociales.
Aquí caemos en factores como la vulnerabilidad que proviene de la estigmatización
social, en la cual, la imagen de alguien con –coloquialmente hablando- “cara de pocos
amigos” lo hace vulnerable a que la sociedad y los órganos de justicia “legitimen” de
modo subjetivo el proceder del sistema como victimario.

Ya señalamos estas características, el sujeto en cuestión es un hombre de bajos recurso,


con una familia numerosa, que tiene que trabajar todo el día (tenía, pues) junto con su
esposa. La baja situación económica, la necesidad de trabajar hasta tarde y un aspecto
acorde al nivel socioeconómico de vida que tienen, hizo a Oscar el candidato ideal para
ser una víctima del sistema.

III.- Víctima y sistema de justicia penal.

El sistema judicial, en general, podría calificarse con una palabra:


decepcionante. En el más estricto sentido de la palabra, puesto que la gente suele tener
la mala idea de que el sistema funciona por sí mismo. Es mentira, el sistema camina, sí,
pero no necesariamente en la dirección correcta.

Pensemos, una vez más, en Oscar. Ilusamente creyó que el sistema lo protegería
al ser inocente. Bueno, primero atendamos a que nunca debió ser arrestado. Pero una
vez ahí, creyó que las investigaciones incompletas del Ministerio Público y las labores
oficiosas del Juzgado Natural y del Tribunal de alzada serían la vía para que saliera
libre. Sumemos a eso el fracaso del sistema a través del defensor social, en síntesis, una
catástrofe por donde se mire.

Tanto el Juzgado como el personal del CERESO lo trataron como el criminal que no es.
Fue golpeado y torturado como “bienvenida” en la cárcel, al Juzgador lo único que le
interesó fue condenarlo, jamás dilucidar la verdad, sólo condenarlo. A pesar de siempre
haber manifestado su inocencia y de que nunca hubo señalamiento directo de la víctima,
a nadie le importó saber si era o no verdad lo que decía.

PROCESOS DE VICTIMIZACIÓN
Victimización primaria.

Consiste en el efecto de sufrir, directamente, un daño con ocasión de hechos


delictivos, conductas desviadas, accidentes fortuitos, acontecimientos violentos o
catástrofes naturales. También puede definirse como el proceso por el cual una persona
sufre, de modo directo o indirecto, daños físicos o psíquicos derivados de un hecho
delictivo o acontecimiento traumático.

En este caso, tenemos a Oscar, que se encuentra sufriendo un daño, es decir la privación
de su libertad, por parte de la negligencia del estado a través de sus órganos de
Procuración e impartición de justicia.

Victimización secundaria.

La víctima secundaria nace fundamentalmente de la necesaria intersección entre


un sujeto y el complejo aparato jurídico-penal del Estado. Consecuentemente, la
victimización secundaria se considera aún más negativa que la primaria porque es el
propio sistema el que victimiza a quién se dirige a él pidiendo justicia y porque afecta al
prestigio del propio sistema.

En este caso, el victimario original es el sistema, sí, porque el Ministerio Público dio la
orden de obtener un sujeto cualquiera que representara el papel de secuestrador,
independientemente de serlo o no. Así, Oscar fue el sujeto que estaba en el lugar y
momento equivocados. Estamos todos de acuerdo en que ahí se originó la primera
transgresión.

Lo peor fue que al llegar al órgano encargado de (siguiendo lo versado por los clásicos)
dar a cada quien lo que le corresponde, éste se limitó a dar curso al problema como una
cifra más por anotar, sin importarles que estaban tratando con un ser humano, sin dar
cabida ni la menor importancia a que dicho ser humano siempre se dijo inocente, sin
tomar en consideración que no obraba en su contra material probatorio alguno más allá
de una declaración ministerial mal realizada.

Perfecto, ya sabemos que al Juez natural poco le importó que Oscar fuera inocente y lo
sentenció a cincuenta años tomando la sombra en una prisión, eso ya lo sabemos.
Recayó un abuso todavía peor y una victimización mayor cuando el Tribunal de alzada,
que resulta ser un órgano supuestamente más estudioso y completo en cuanto a las
disposiciones de impartición de justicia confirmó la sentencia de primera instancia,
soportando las anticonstitucionales actuaciones del Juez de origen.

Victimización terciaria.

La victimización terciaria procede, principalmente, de la conducta posterior de la


misma víctima; a veces, emerge como resultado de las vivencias y de los procesos de
adscripción y etiquetamiento, como consecuencia o “valor añadido” de las
victimizaciones primaria y secundaria precedentes. También se considera victimización
terciaria la dirigida contra la comunidad en general, es decir contra la población total y
a los efectos que sufren los familiares y amigos de las víctimas.

Ha quedado claro que el hombre es marido y padre de cuatro hijos, ¿cierto? Bueno, pues
es justo de rememorarse aquí, porque son ellos quienes sufren las consecuencias del
burdo funcionamiento del sistema, porque la esposa ahora se dedica al servicio
doméstico aparte de vender tamales, el hijo mayor, de apenas 14 años, se ve forzado a
trabajar para solventar sus gastos escolares y los de su casa. En fin, que a ellos el
sistema les debe una disculpa enorme, además de una compensación monetaria que –
evidentemente- requerirá años de litigio para ser obtenida.

PROCESO DE DESVICTIMIZACIÓN

El concepto de desvictimización parte de la existencia de una víctima y de un


victimario, es decir de alquien que sufre un ataque o agresión y alguien que proporciona
maltrato físico, psicológico o verbal. Para la psicología, la victimización es una forma
negativa de llamar la atención sobre sí mismo, por lo que la desvictimización es un
proceso que procura lograr que la víctima deje de serlo y recupere el control de su
propia vida.

La desvictimización intenta la recuperación global de la persona a posteriori del hecho


criminal que la convirtió en víctima, a la reconstrucción de sí misma a partir de sus
recursos para transformarse social y emocionalmente (capacidad de resiliencia).

La desvictimización permite a la persona despojarse de la vergüenza, la culpa, la


resignación, el temor y todas las creencias que la mantienen sujeta al dolor y
sufrimiento, que no la dejan tomar conciencia de la cuota de responsabilidad que tiene
en sus manos para construir el mañana a partir del presente.

La criminología y la victimología tienen el reto de promover una política asistencial


integral a favor de la víctima, teniendo en cuenta su individualidad en el contexto de la
diversidad humana.

La investigación científica a través de las disciplinas antes mencionadas, demuestran


que no es azaroso ser víctima de un delito sino que hay datos objetivos que dan cuenta
de la vulnerabilidad de ciertas personas y grupos sociales, ya que no existe un riesgo
genérico.

Actualmente se brinda mayor atención a la víctima y se adopta una posición deempatía y


cercanía con ella con el propósito de contribuir con el proceso reparador y la
desvictimización.

La autoestima es la característica más dañada en las víctimas, por lo que el trabajo de


desvictimización tendrá como eje restaurarla para lograr un desarrollo del autocontrol
disminuyendo los factores de riesgo.
Para la situación de Oscar, se sugiere un proceso de desvictimización activo tanto
monetariamente como psicológicamente. Es necesario que el sujeto reciba ayuda en
psicología clínica con un enfoque gestáltico, con el que pueda afrontar la situación y
comprender lo que le ocurrió, así como desarrollar un modo de asimilación y progreso;
por otro lado, una compensación económica en relación a los ingresos que dejó de
percibir, pudiera ser un modo de reparar parte del daño que le causó el sistema, y no
me refiero a lo que legalmente se conoce como reparación del daño, sino al sentido más
literal que pudiera tener la frase.

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