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EN EL TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO

Pueblo de Puerto Rico

Peticionario Certiorari
v. 2018 TSPR 159
Ashley M. Torres Feliciano 201 DPR ____
Recurrida

Número del Caso: CC-2016-55

Fecha: 28 de agosto de 2018

Tribunal de Apelaciones:

Región Judicial de Ponce

Oficina de la Procuradora General:

Lcda. Margarita Mercado Echegaray


Procuradora General

Lcda. Daphne M. Cordero Guilloty


Procuradora General Auxiliar

Abogados de la parte Recurrida:

Lcdo. Julio Fontanet Maldonado


Lcda. Fabiana Tapia Pimentel
Lcda. Lillianette Cortés Soto

Materia: Derecho procesal penal y Derecho constitucional. Estándar


y método de adjudicación que debe utilizarse al evaluar una solicitud
de nuevo juicio al amparo de la Regla 192 de Procedimiento Criminal,
en relación con el que debe usarse al evaluar una solicitud de nuevo
juicio basada en el derecho constitucional a un debido proceso de
ley. Estándar de materialidad requerido por Brady v. Maryland, 373
U.S. 83 (1973), para conceder un nuevo juicio.

Este documento constituye un documento oficial del Tribunal Supremo


que está sujeto a los cambios y correcciones del proceso de
compilación y publicación oficial de las decisiones del Tribunal.
Su distribución electrónica se hace como un servicio público a la
comunidad.
EN EL TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO

Pueblo de Puerto Rico Certiorari

Peticionario

v. CC-2016-0055

Ashley M. Torres Feliciano

Recurrida

Opinión del Tribunal emitida por la Jueza Asociada señora


Pabón Charneco.

En San Juan, Puerto Rico, a 28 de agosto de 2018.

Comparece el Pueblo de Puerto Rico (peticionario) y nos

solicita que revoquemos la Sentencia que el Tribunal de

Apelaciones emitió el 23 de diciembre de 2015. Mediante el

referido dictamen, el foro a quo revocó la Resolución que el

Tribunal de Primera Instancia emitió el 8 de enero de 2014

y ordenó la celebración de un nuevo juicio.

El presente recurso nos brinda la oportunidad de

expresarnos en torno al estándar y el método de adjudicación

que debe utilizarse al evaluar una solicitud de nuevo juicio

al amparo de la Regla 192 de Procedimiento Criminal, ante,

vis-à-vis al que debe utilizarse al evaluar una solicitud de

nuevo juicio basada en el derecho constitucional a un debido

proceso de ley. Específicamente, nos permite expresarnos en

torno al estándar de materialidad que requiere Brady v.

Maryland, infra, para justificar la concesión de un nuevo


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juicio ante la supresión de prueba favorable y precisar si

determinada prueba favorable suprimida por el Ministerio

Público satisface tal estándar.

Con ello en mente, pasemos a delinear los antecedentes

procesales del caso de autos.

Por hechos ocurridos el 21 de febrero de 2009, el 8 de

octubre de 2009, un Jurado emitió un veredicto unánime de

culpabilidad contra la Sra. Ashley Marie Torres Feliciano

(Ashley o recurrida). La encontraron culpable de haberle

provisto a su novio –Steven Quirindongo (Steven)- el arma

blanca con la que este mató a Nelson Figueroa Feliciano

(Nelson), hermano de Ashley. Consecuentemente, fue convicta

como coautora de Asesinato en Primer Grado, Art. 106 del

Código Penal de 2004 y de Portación y Uso de Armas Blancas,

Art. 5.05 de la Ley Núm. 404 de 11 de septiembre de 2000,

según enmendada, conocida como la Ley de Armas de Puerto

Rico, 25 LPRA sec. 458d. El Tribunal de Primera Instancia la

sentenció a cumplir una pena de reclusión de ciento once

(111) años.

El 16 de septiembre de 2013, la recurrida presentó una

Moción de Nuevo Juicio al amparo de las Reglas 192 y 192.1

de Procedimiento Criminal y de la cláusula del debido proceso

de ley de la Constitución de Estados Unidos y de la

Constitución de Puerto Rico. Emda. VI, Const. EE.UU., LPRA,

Tomo 1; Art. II, Sec. 11, Const. ELA, LPRA, Tomo 1. En cuanto

a la base estatutaria, arguyó que advino en conocimiento de


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nueva prueba que demostraba su inocencia. La alegada nueva

prueba consistía en: (1) el testimonio de Steven,1 convicto

por los mismos hechos; (2) una nueva declaración del testigo

Luis E. Rodríguez Cruz (Luis)2 y (3) una nueva declaración

de la madre de la recurrida, Lucrecia Feliciano Quiñones

(Lucrecia). En cuanto a la base constitucional, sostuvo que

el Ministerio Público suprimió prueba favorable y material

a la culpabilidad de la recurrida, consistente en: las notas

de la Agte. Brunilda Borrero, el Informe de Análisis de

Escena que preparó el Agte. René Rodríguez y dos hojas que

la Dra. Sylvette Lugo preparó y anejó al récord médico de

Nelson, la víctima del delito.

El Tribunal de Primera Instancia celebró una Vista

Evidenciaria y denegó la Moción de Nuevo Juicio.3 Sostuvo

que la “nueva prueba” no era creíble. Particularmente,

determinó que el testimonio de Steven era “mendaz y

acomodaticio” y que no “merec[ía] ninguna credibilidad”.4

Asimismo, ponderó el testimonio de retracto de Luis a la luz

de lo resuelto en Pueblo v. Chévere Heredia, 139 DPR 1 (1995)

y concluyó que no merecía “ninguna credibilidad”.5 Enfatizó

que Luis declaró cinco (5) veces de forma extensa, detallada

y consistente, como parte de los procedimientos en Pueblo v.

1 Petición de Certiorari, Apéndice, pág. 160, nota 2.

2 Cuñado de la víctima del delito, Nelson Figueroa Feliciano (Nelson).

3Lucrecia Feliciano Quiñones (Lucrecia) se negó a testificar en la Vista


Evidenciaria.

4 Íd., págs. 75-76.

5 Íd., pág. 76.


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Torres Feliciano, JVP2009G0033 y Pueblo v. Steven

Quirindongo, JVI2011G0062, y que su testimonio fue

corroborado por amplia prueba testifical. Comparado con los

testimonios que Luis brindó en la Vista Preliminar, en la

Vista Preliminar en Alzada y durante ambos juicios, su

testimonio en la Vista Evidenciaria fue “escueto, flaco y

descarnado”.6 En cuanto al Informe de Análisis de Escena que

preparó el agente Rodríguez, las notas de la agente Borrero

y las hojas del récord médico que preparó la doctora Lugo,

concluyó que no constituían nueva prueba porque estaban

disponibles con razonable diligencia para ser utilizadas por

la defensa y que no hubieran producido un resultado

diferente. Destacó que las notas iniciales de la agente

Borrero y el agente Rodríguez no iban dirigidas a una posible

coautoría de Ashley porque –según ambos testificaron- la

investigación inició como una de violencia doméstica en la

que Ashley era una víctima.

Inconforme, la recurrida presentó una Petición de

Certiorari ante el Tribunal de Apelaciones. Arguyó que el

foro primario no empleó el estándar aplicable a solicitudes

de nuevo juicio basadas en la supresión de prueba

exculpatoria.7 Adujo que el Estado no descubrió: (1) las

notas de la agente Borrero; (2) las hojas del expediente

6 Íd.

7 No solicitó revisión de las determinaciones relacionadas con las


declaraciones presuntamente nuevas de Steven Quirindongo (Steven), Luis
E. Rodríguez Cruz (Luis) y Lucrecia Feliciano Quiñones (Lucrecia), en
las que la recurrida basó su planteamiento estatutario.
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médico de Nelson en las que la doctora Lugo plasmó la última

conversación que sostuvo con él y (3) el Informe de Análisis

de Escena. Arguyó que dichos documentos constituían prueba

exculpatoria y que al suprimirla se le violó el derecho a un

debido proceso de ley. En síntesis, sostuvo que en ninguno

de los documentos se le vinculó con la muerte de su hermano

y que estos únicamente apuntaban como sospechoso a Steven.

El Estado presentó la oposición correspondiente.

El 23 de diciembre de 2016, el Tribunal de Apelaciones

emitió una Sentencia en la que revocó la Resolución emitida

por el foro primario y ordenó la celebración de un nuevo

juicio. El foro apelativo intermedio entendió que el foro

primario no aplicó el estándar correcto al evaluar la

procedencia de la solicitud de nuevo juicio. Por su parte,

concluyó que de haber estado disponible para la defensa, la

prueba en cuestión hubiera arrojado una luz diferente en el

juicio al punto de socavar la confianza en el veredicto.

Inconforme, el peticionario presentó ante este Tribunal la

Petición de Certiorari que nos ocupa y planteó la comisión

de los errores siguientes:

1. Erró el Tribunal de Apelaciones al expedir el auto


de certiorari solicitado por la señora Ashley
Torres Feliciano y ordenar la celebración de un
nuevo juicio.

2. Erró el Tribunal de Apelaciones al concluir, que


las dos hojas que se anejaron al informe médico
preparado por la Dra. Sylvette Lugo y las notas de
la agente Brunilda Borrero sobre su intervención
en este caso, constituyen evidencia nueva y
creíble que produciría un resultado diferente.
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3. Erró el Tribunal de Apelaciones al concluir que el


Informe de Análisis de Escena es evidencia
exculpatoria que fue suprimida por el Ministerio
Fiscal y que, de haber estado disponible al momento
del juicio, hubiera arrojado una luz diferente en
el juicio al punto de socavar la confianza en su
resultado.

Atendido el recurso, el 12 de julio de 2016, confirmamos el

dictamen recurrido por encontrarnos igualmente divididos.

Examinada la primera Moción de Reconsideración presentada

por el peticionario, el 28 de octubre de 2016, expedimos el

auto solicitado. Contando con el beneficio de los alegatos

de ambas partes, nos encontramos en posición de resolver el

recurso sin ulterior trámite.

II

La Moción de Nuevo Juicio fundada en el descubrimiento

de prueba que no estuvo disponible durante el juicio tiene

base estatutaria y constitucional. El análisis o estándar

aplicable depende del fundamento en virtud del cual se

solicite el nuevo juicio. La médula del presente recurso

yace en la aplicación de estos estándares. Por esta razón,

procedemos a reseñarlos y a distinguirlos, no solo para

disponer del recurso ante nos sino para facilitar la

adjudicación de controversias futuras afines.

A.

Las Reglas 188(a) y 192 de Procedimiento Criminal,

supra, regulan las mociones de nuevo juicio ordinarias;

aquellas basadas en el descubrimiento de nueva prueba. 34

LPRA Ap. II, Rs. 188(a), 192. El uso y aplicación de estos

remedios depende de cuándo se adviene en conocimiento de la


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nueva prueba. La Regla 188(a) provee el vehículo procesal

para solicitar un nuevo juicio cuando se descubre nueva

prueba antes de que el tribunal dicta Sentencia. A contrario

sensu, la Regla 192 provee para la solicitud de un nuevo

juicio cuando se adviene en conocimiento de nueva prueba

después de dictada la Sentencia.

Independientemente de que la Moción de Nuevo Juicio se

presente al amparo de la Regla 188(a) o de la Regla 192 de

Procedimiento Criminal, supra, únicamente procede cuando la

nueva prueba: (1) no pudo ser descubierta con razonable

diligencia antes del juicio; (2) no es meramente acumulativa;

(3) no es prueba de impugnación; (4) es creíble y (5)

probablemente produciría un resultado diferente. Pueblo v.

Rodríguez, 193 DPR 987, 998-1000 (2015); Marcano v. Parrilla

(II), 168 DPR 721, 738 (2006); Pueblo v. Chévere Heredia,

supra. Estos requisitos componen la llamada “Berry Rule”.8

La prueba en la que se sustenta debe ser verosímil y no puede

ser acumulativa pues, de serlo, sería improbable que

produjera un resultado distinto de haber estado disponible.

Cabe destacar que estos criterios única y exclusivamente

pueden ser utilizados al evaluar una Moción de Nuevo Juicio

basada en el descubrimiento de nueva prueba bajo las Reglas

188(a) y 192 de Procedimiento Criminal, supra. Véase: Pueblo

v. Rodríguez, supra, pág. 996; Pueblo v. Velázquez Colón,

8 Se le conoce como la “Berry Rule” pues tuvo su génesis en el caso Berry


v. State, 11 Ga. 511, 527 (1851).
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174 DPR 304, 327-329 (2008); 3 Wright and Miller, Federal

Practice and Procedure: Crim., 3d Sec., 584 (2004).

En Pueblo v. Marcano Parrilla II, supra, aclaramos el

estándar que rige la Moción de Nuevo Juicio bajo la Regla

192 de Procedimiento Criminal, supra. Allí, reconocimos que

resultaba “muy oneroso” requerirle a un convicto que la nueva

prueba demostrara su inocencia de forma exacta, certera e

incontrovertible como habíamos indicado en Pueblo v. Marcano

Parrilla, 152 DPR 557 (2000). Así las cosas, reconsideramos

nuestro dictamen y resolvimos que

un nuevo juicio según [la Regla 192 de


Procedimiento Criminal, supra] procede si al
analizar la nueva evidencia junto a la presentada
en el juicio original de la forma más favorable
para al fallo o veredicto de culpabilidad que se
impugna, resulta que esta evidencia pudo haber
creado duda razonable en el ánimo del juzgador en
cuanto a la culpabilidad del peticionario. Esto
es, la nueva prueba debe demostrar que es más
probable que el convicto sea inocente a que sea
culpable. Íd., pág. 740.

Nótese que bajo la Regla 192 de Procedimiento Criminal,

supra, la presunta nueva prueba no puede ser analizada de

forma aislada. A contrario sensu, tiene que ser evaluada a

la luz de toda la prueba admitida durante el juicio que dio

lugar a la convicción y de la forma más favorable al fallo

o veredicto que se impugna.

B.

Las solicitudes de nuevo juicio extraordinarias son

aquellas basadas en la supresión u ocultación de prueba por

parte del Ministerio Público. Estas se presentan al amparo

del debido proceso de ley y del derecho constitucional a un


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juicio justo. Pueblo v. Rodríguez, supra, pág. 1002. Como

veremos, aún en estos casos la concesión de un nuevo juicio

no es automática. Para determinar cuándo procede, debemos

examinar lo resuelto por el Tribunal Supremo federal en Brady

v. Maryland, infra, su progenie, y la jurisprudencia

interpretativa de este Tribunal en cuanto al tema. Veamos.

En Brady v. Maryland, 373 US 83, 87 (1973), el Tribunal

Supremo de Estados Unidos resolvió que la supresión de prueba

favorable a un acusado, por parte del Ministerio Público,

constituye una violación al debido proceso de ley cuando la

prueba es material a su culpabilidad o castigo,

independientemente de la buena o la mala fe con la que haya

obrado el Ministerio Público. El remedio adecuado en tales

casos es revocar la convicción y conceder un nuevo juicio.

Íd.; Pueblo v. Hernández Santana, 138 DPR 577, 588 (1995).

Sin embargo, además de examinar la naturaleza de la prueba

suprimida u ocultada, es necesario auscultar el efecto

probable que hubiera tenido su divulgación oportuna en el

resultado del proceso criminal. Ello, pues sólo procede

conceder un nuevo juicio bajo Brady v. Maryland, supra,

cuando la prueba suprimida u ocultada por el Estado es: (1)

favorable al acusado y (2) material a su culpabilidad o

castigo. U.S. v. Bagley, 473 US 667, 674 (1985).

Para efectos de Brady v. Maryland, supra, la “prueba

favorable” puede consistir tanto en prueba sustantiva

(prueba exculpatoria) como en prueba de impugnación. Véanse:

Pueblo v. Velázquez Colón, supra, pág. 330; U.S. v. Bagley,


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supra, pág. 676 (Impeachment evidence, however, as well as

exculpatory evidence, falls within the Brady rule); Giglio

v. U.S., 405 US 150, 154 (1972); E.L. Chiesa Aponte, Derecho

Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos, Colombia,

Forum, Vol. II, pág. 40. A estos efectos, hemos indicado que

prueba exculpatoria no es toda prueba que por sí sola es

capaz de producir la absolución del acusado sino aquella que

puede favorecerlo, sin considerar su materialidad o

confiabilidad. Pueblo v. Vélez Bonilla, 189 DPR 705, 719

(2013) citando a Pueblo v. Echevarría, 128 DPR 299, 333

(1991) (Énfasis nuestro). Por su parte, la prueba de

impugnación es ‘prueba favorable’ para efectos de Brady v.

Maryland, supra, pues, de ser utilizada efectivamente por la

defensa, puede representar la diferencia entre una

absolución y una convicción. U.S. v. Bagley, supra, pág.

676. Cabe mencionar que la supresión de prueba impugnatoria

es igualmente perjudicial que la supresión de prueba

exculpatoria; su supresión tampoco justifica la concesión

automática de un nuevo juicio. Íd. (This Court has rejected

any such distinction between impeachment evidence and

exculpatory evidence); U.S. v. Giglio, supra, pág. 154.

El que la prueba suprimida por el Ministerio Público

sea favorable al acusado –por ser exculpatoria o de

impugnación- es condición necesaria pero no suficiente para

conceder un nuevo juicio bajo Brady v. Maryland, supra. La

naturaleza, calidad y el peso de la prueba favorable

suprimida es igual o más importante que la existencia misma


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de la prueba. Pueblo v. Echevarría Rodríguez, supra, pág.

333. Tan es así que únicamente procede la concesión de un

nuevo juicio, ante la supresión de prueba favorable al

acusado, cuando tal prueba es material a su culpabilidad o

castigo. Véanse: U.S. v. Turner, 137 S.Ct. 1885 (2017) (La

supresión de prueba exculpatoria e impugnatoria no justificó

conceder un nuevo juicio); Strickler v. Greene, 527 US 263

(1999) (La supresión de prueba de impugnación no justificó

conceder un nuevo juicio); U.S. v. Agurs, 427 US 97, 114

(1976) (La supresión de prueba exculpatoria no justificó

conceder un nuevo juicio). Véanse además: Pueblo v. Vélez

Bonilla, supra, pág. 724 (“[E]n instancias en las que hemos

evaluado la alegada violación al debido proceso de ley por

incumplimiento del Estado en descubrir evidencia claramente

exculpatoria, hemos sido consistentes en exigir que el

acusado no solo demuestre que la evidencia le era favorable,

sino que era constitucionalmente material para su defensa”);

Pueblo v. Arzuaga, 160 DPR 520, 539 (2003)(“El no [revelar

indicios de falso testimonio o no descubrir prueba

exculpatoria] podría acarrear la revocación de la convicción

y la celebración de un nuevo juicio. Ello dependerá de la

relevancia y la materialidad de la evidencia suprimida…”)

(Énfasis suplido); Pueblo v. Echevarría Rodríguez, supra,

págs. 333-334; E.L. Chiesa Aponte, op. cit., pág. 44.

El análisis de materialidad fue desarrollado en U.S. v.

Bagley, supra, y Kyles v. Whitley, infra. El propósito de

este análisis es auscultar la magnitud del perjuicio que


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causó la supresión de la prueba favorable al derecho que

tiene todo acusado a un juicio justo. U.S. v. Bagley, supra,

pág. 675. La piedra de toque del análisis de materialidad

esbozado en U.S. v. Bagley, supra, es la “probabilidad

razonable” de un resultado distinto. Consecuentemente, la

prueba suprimida solamente es material si existe una

probabilidad razonable que, de haber sido divulgada

oportunamente, el resultado del proceso criminal hubiera

sido distinto. U.S. v. Bagley, supra, pág. 682. A su vez,

existe la probabilidad razonable de un resultado distinto

cuando la prueba suprimida por parte del Ministerio Público

es tal que socava la confianza en el resultado del juicio

criminal. Kyles v. Whitley, supra, pág. 434 citando a U.S.

v. Bagley, supra, pág. 678.

En Kyles v. Whitley, supra, págs. 434-436, el Tribunal

Supremo federal aclaró varios aspectos del estándar de

materialidad. Primero, la cuestión a resolver es si el

acusado gozó de un juicio justo, definido como un juicio

cuyo veredicto es digno de confianza. Smith v. Cain, 565 US

73, 75-76 (2012) citando a Kyles v. Whitley, supra, pág.

434. Bajo el estándar de materialidad es innecesario

demostrar si resulta más probable que el acusado fuera

inocente que culpable de haberse divulgado la prueba

suprimida, como requiere la Regla 192 con respecto a la

“nueva prueba”. Véase: Marcano Parrilla II, supra, pág. 740.

En ese sentido, el estándar de materialidad es menos riguroso

que el estándar utilizado al evaluar una solicitud de nuevo


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juicio bajo la Regla 192. Pueblo v. Velázquez Colón, supra,

pág. 328. Segundo, el análisis de materialidad no consiste

ni equivale a un análisis de suficiencia de prueba. Es decir,

un convicto no tiene que demostrar que, aquilatada toda la

prueba incriminatoria a la luz de la prueba suprimida, no

habría suficiente prueba para obtener una convicción. A

contrario sensu, tiene que demostrar que la prueba suprimida

u ocultada era capaz de arrojar una luz diferente en el caso

al punto de socavar la confianza en el veredicto. Tercero,

una vez el Tribunal determina que la prueba suprimida es

material, el análisis termina y procede conceder un nuevo

juicio. Por último, el efecto de la supresión de la prueba

en la fiabilidad del resultado debe medirse cumulativamente

mas no individualmente. Los tribunales debemos analizar cómo

cada pieza de prueba favorable suprimida puede afectar el

caso y luego evaluar si el efecto neto de tal prueba, a la

luz de toda la prueba admitida en el juicio, es de tal

magnitud que arroja una luz diferente en el caso y socava la

confianza en el veredicto de culpabilidad.

En resumen, no toda supresión u ocultación de prueba

favorable al acusado, por parte del Ministerio Público,

constituye una violación a la norma de Brady v. Maryland,

supra. Solamente existe una violación a la norma de Brady v.

Maryland, supra, cuando es razonablemente probable que la

divulgación oportuna de la prueba favorable suprimida u

ocultada hubiera provocado un resultado distinto, lo cual se

cumple, a su vez, cuando el efecto cumulativo de la prueba


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favorable suprimida arroja una luz diferente en el caso, por

lo que socava la confianza en el veredicto. En aras de

facilitar el análisis de una violación a la norma de Brady

v. Maryland, supra, enfatizamos que para conceder un nuevo

juicio ante la supresión u ocultación de prueba es necesario

que concurran los elementos siguientes: (1) la prueba en

cuestión tiene que ser favorable al acusado, ya sea porque

es exculpatoria o porque es de impugnación; (2) la prueba

debe haber sido suprimida u ocultada por el Estado,

inadvertida o intencionalmente y (3) la supresión u

ocultación debe haber causado perjuicio, lo cual implica

analizar si la prueba es material con respecto a la

culpabilidad o al castigo del acusado. Véase: Strickler v.

Greene, supra, págs. 281-282.

Evaluado el desarrollo de la norma pautada en Brady v.

Maryland, supra, profundizamos en cuanto a su tercer y último

elemento: el estándar de materialidad.

C.

Al analizar la jurisprudencia de este Tribunal en cuanto

al tema, notamos que los conceptos material, pertinente y

relevante han sido utilizados indistintamente para referirse

al tipo de prueba cuya supresión infringe el derecho de todo

acusado a un debido proceso de ley y amerita la concesión de

un nuevo juicio. Véanse: Pueblo v. Velázquez Colón, supra,

págs. 330, 332, 335; Pueblo v. Arzuaga, supra, pág. 536;

Pueblo v. Echevarría Rodríguez, supra, pág. 333; Pueblo v.


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Hernández García, 102 DPR 506, 511 (1974). Sin embargo, cabe

hacer algunas distinciones.

Por un lado, relevancia y pertinencia son conceptos que

corresponden al ámbito del descubrimiento de prueba. Se

refieren al criterio general con el que determinada prueba

debe cumplir para ser descubrible. Véase: Reglas 95(a) (3)-

(4),(6) y Regla 95(e) de Procedimiento Criminal, supra. En

lo criminal, además de prueba relevante y/o pertinente a la

defensa del acusado, el Ministerio Público viene obligado,

por imperativo constitucional, a descubrir indicios de

falsedad en la prueba del Estado y prueba exculpatoria. Regla

95(b) de Procedimiento Criminal, supra. Véase además: Pueblo

v. Arzuaga, supra, pág. 538. Por otro lado, materialidad se

refiere al estándar desarrollado por el Tribunal Supremo

federal para examinar cuándo procede dejar sin efecto una

convicción y conceder un nuevo juicio ante la supresión de

prueba favorable. Véase: E.L. Chiesa Aponte, op. cit., pág.

44. En ese sentido, el Ministerio Público tiene la obligación

de descubrir prueba exculpatoria, sin que medie solicitud

previa. Sin embargo, únicamente procede revocar una

convicción y conceder un nuevo juicio ante la supresión de

prueba favorable cuando la misma es material según U.S. v.

Bagley, supra, y Kyles v. Whitley, supra.

Al evaluar si procede conceder un nuevo juicio a raíz

de la supresión de prueba favorable, el reto mayor estriba

en determinar si la prueba suprimida es material a la

culpabilidad o al castigo del acusado. El análisis de


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materialidad debe realizarse caso a caso ya que depende de

los hechos particulares del caso, de la prueba admitida en

el juicio que dio lugar a la convicción y de la prueba en la

que se funda la solicitud de nuevo juicio. Examinemos los

pronunciamientos del Tribunal Supremo federal sobre este

particular.

En Brady v. Maryland, supra, dos coacusados fueron

convictos de asesinato en primer grado y condenados a la

pena de muerte. En su juicio, Brady admitió ser coautor del

delito; sin embargo, adujo que el coacusado, Boblit, fue

quien mató a la víctima. El Ministerio Público suprimió una

confesión de Boblit. Al descubrir la prueba, Brady solicitó

un nuevo juicio y, aunque no controvirtió que fuera culpable

del asesinato, adujo que la confesión del coautor incidía en

la pena a imponérsele.9 El Tribunal consideró que la

supresión fue perjudicial y concedió un nuevo juicio en

cuanto al asunto de la pena.

En U.S. v. Giglio, supra, el Ministerio Público suprimió

un acuerdo en virtud del cual el Estado le prometió a un

coconspirador que no presentaría cargos en su contra a cambio

de que testificara contra el acusado. Íd., pág. 150. El

Tribunal concedió un nuevo juicio y enfatizó que el

coconspirador era el único testigo de cargo que conectó al

acusado con el delito; que el caso dependía casi enteramente

de su testimonio y que, sin este, no se hubiera obtenido la

9 El delito en cuestión era asesinato estatutario cuya pena en Maryland


era cadena perpetua o la muerte. Brady v. Maryland, 373 US 83, 85 (1963).
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acusación y tampoco hubiera sido posible someter el caso a

la consideración del Jurado. Íd., págs. 154-155.

En U.S. v. Agurs, supra, una persona fue convicta de

asesinato en segundo grado por matar a otra con un arma

blanca. El Ministerio Público ocultó que la víctima tenía un

récord criminal que incluía declaraciones de culpabilidad

por los delitos de agresión y posesión de arma blanca. Íd.,

págs. 100-101. La defensa arguyó que tal prueba apoyaba la

teoría de que la convicta actuó en defensa propia. La prueba

de cargo reveló que la víctima portaba dos cuchillos,

incluyendo el que utilizó para cometer el delito; que la

víctima fue apuñalada en varias ocasiones y que la convicta

no tenía lesión alguna. Íd. El Tribunal revocó el nuevo

juicio concedido. Enfatizó la necesidad de evaluar la prueba

suprimida a la luz de la prueba admitida en el juicio. Afirmó

estar satisfecho con la apreciación del foro inferior en

cuanto a que la prueba de impugnación suprimida no

contradecía prueba de cargo alguna y era acumulativa, por lo

que no creaba duda razonable ni justificaba la concesión de

un nuevo juicio. Íd., pág. 114.

En Kyles v. Whitley, supra, un convicto de asesinato en

primer grado solicitó un nuevo juicio. El Ministerio Público

ocultó: (1) las declaraciones de seis testigos oculares; (2)

tres declaraciones inconsistentes del informante, Beanie,

que vinculó a Kyles y cuyo testimonio era medular para el

Estado; (3) una hoja con los números de tablilla de los

carros que estaban estacionados en el lugar de los hechos y


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en la que no aparecía el carro de Kyles; (4) un memorando

interno de la policía preparado a raíz de información

brindada por Beanie y (5) prueba que conectaba a Beanie con

otros delitos en el lugar de los hechos, incluyendo el

asesinato de una mujer. Íd., págs. 428-429.

Tras considerar la prueba favorable suprimida a la luz

de la prueba desfilada en el juicio, el Tribunal concluyó

que el efecto neto de la prueba favorable suprimida hacía

razonablemente probable que, de haberse divulgado, el

resultado del juicio hubiera sido distinto. Primero, las

declaraciones suprimidas afectaban sustancialmente la

credibilidad de los únicos dos testigos que identificaron al

acusado y que declararon haber presenciado el asesinato. De

estas surgía que uno de ellos no observó al perpetrador y

que la descripción que ambos ofrecieron del presunto asesino

era inconsistente. Íd., págs. 441-443, 454. Segundo, las

declaraciones inconsistentes de Beanie hubieran minado

sustancialmente su credibilidad y la investigación de la

policía en general. Íd., pág. 445. Por último, la lista de

carros tenía algún valor exculpatorio. El Ministerio Público

arguyó que Kyles llegó al supermercado, estacionó su carro,

asesinó a la víctima y huyó en el carro de esta. Sin embargo,

en la lista no aparecía la tablilla del carro de Kyles. Íd.,

pág. 450.

En Strickler v. Greene, supra, un individuo convicto y

sentenciado a morir por el secuestro, robo y asesinato de

una estudiante solicitó un nuevo juicio. Adujo que el Estado


CC-2018-0210 19

ocultó prueba de impugnación que minaba la credibilidad de

la única testigo de cargo que declaró sobre el secuestro.

Durante el juicio, la testigo indicó que el día de los hechos

observó de cerca al acusado por lo que podía identificarlo,

negó que la publicidad del caso la hubiera ayudado a

identificarlo y afirmó que tenía una memoria

excepcionalmente buena.10 Íd., pág. 273. Sin embargo, de los

documentos ocultados surgía que la propia testigo reconoció

tener dudas sobre la identidad de la víctima; que no

recordaba haber estado en el lugar de los hechos y que tenía

una memoria exigua sobre lo ocurrido. Íd., págs. 273-275. A

pesar de ello, el Tribunal resolvió que no existía una

probabilidad razonable de que el resultado del proceso

criminal hubiera variado de haberse divulgado la prueba

ocultada. Tras reseñar la prueba desfilada en el juicio,

concluyó que aunque impugnaran rigurosamente a la testigo,

el individuo hubiera sido convicto y sentenciado a morir por

el asesinato de la estudiante. Ello, debido a que aún minando

la credibilidad de la única testigo de cargo que declaró en

torno al secuestro existía prueba testifical, física y

forense que lo incriminaba con el robo armado, lo cual

constituía base independiente suficiente para encontrarlo

culpable por el asesinato y sentenciarlo a la pena capital.

Íd., pág. 294.

10La prueba impugnatoria consistía en: las notas que preparó un detective
tras haber entrevistado a la testigo de cargo y varias cartas que la
testigo de cargo le cursó al detective brindándole información sobre los
hechos presuntamente percibidos.
CC-2018-0210 20

En Smith v. Cain, supra, un individuo convicto de

asesinar a cinco personas durante un robo armado solicitó un

nuevo juicio. Adujo que el Estado ocultó documentos que

contradecían el testimonio del único testigo de cargo que lo

vinculó con el delito. Íd., págs. 629-630. Durante el juicio,

el testigo afirmó estar seguro que el convicto fue el asesino

pues la noche de los hechos se encontró con él cara a cara.

Íd., pág. 630. No obstante, de la prueba suprimida surgía

que el testigo era incapaz de proveer una descripción precisa

del autor del delito y de reconocerlo. Íd. El Tribunal

resolvió que la prueba ocultada era claramente material para

fines de Brady v. Maryland, supra, y ordenó la celebración

de un nuevo juicio. Si bien reconoció que determinada prueba

impugnatoria puede ser inmaterial si el resto de la prueba

del Estado es suficientemente sólida como para sostener la

confianza en el veredicto, enfatizó que el testimonio del

testigo ocular era la única prueba que conectaba al convicto

con el delito. Íd. citando a U.S. v. Agurs, supra, págs.

112-113 y n. 21.

En Wearry v. Cain, 136 S.Ct. 1002 (2016), un convicto

de asesinato solicitó un nuevo juicio. Quien único conectó

a Wearry con el delito fue Sam Scott, cuyo testimonio fue

corroborado por el testimonio igualmente suspicaz de Edwin

Brown.11 Íd., pág. 1006. El Estado ocultó, inter alia: (1)

11Sam Scott –testigo estrella del Estado- implicó a Wearry con el delito
dos (2) años luego de ocurridos los hechos. Para la fecha del juicio,
Scott ofreció cinco (5) versiones distintas de los hechos. Edwin Brown,
convicto por otros hechos, fungió también como testigo ocular.
CC-2018-0210 21

récords de los cuales surgía que Scott quería asegurarse que

Wearry obtuviera la pena de muerte y que inclusive instó a

otro confinado a mentir e incriminar a Wearry con el

asesinato, bajo la creencia de que ello lo ayudaría a salir

de prisión y (2) que Brown intentó llegar a un acuerdo con

el Estado en varias ocasiones, contrario a lo que el

Ministerio Público le hizo creer al Jurado durante el juicio.

Íd., pág. 1005.12 El Tribunal concluyó que la prueba

suprimida socavó la confianza del resultado del juicio. La

credibilidad de Scott –quien fue impugnado con múltiples

declaraciones anteriores inconsistentes- hubiera sido minada

aún más al revelarse que instó a otro confinado a mentir

sobre el asesinato y/o que deseaba ver a Wearry muerto. Íd.,

págs. 1006-1007. Asimismo, el jurado que creyó el testimonio

de Scott luego de escuchar el testimonio de Brown

probablemente no lo hubiera hecho si hubiera sabido que,

contrario a lo que manifestó el Ministerio Público, Brown

declaró contra Wearry a cambio de una posible reducción de

sentencia. Íd.

En Turner v. U.S., 137 S.Ct. 1885 (2017), siete

convictos por el secuestro, robo y asesinato de una joven

solicitaron un nuevo juicio al amparo de Brady v. Maryland,

supra. Durante el juicio, el Ministerio Público adelantó la

12Durante el juicio, Brown indicó que testificó contra Wearry porque su


hermana conocía a la hermana de la víctima mas no por obtener favor
alguno del Estado. En su informe final, el Ministerio Público enfatizó
que Brown no solicitó nada a cambio de su testimonio, que no llegó a
ningún acuerdo con el Estado a cambio de su testimonio y que testificó
porque pensaba que la familia de la víctima merecía saber la verdad de
lo ocurrido. Wearry v. Cain, 136 S.Ct. 1002, 1003 (2016).
CC-2018-0210 22

teoría de que la víctima fue atacada por un grupo de

personas. La principal prueba de cargo fue el testimonio de

Calvin Alston y Harry Bennett quienes, además de confesar

ser coautores del delito, fueron consistentes al afirmar que

atacaron a la víctima junto a otros diez jóvenes. El

testimonio de Alston y Bennett fue apoyado por al menos cinco

testigos que de una manera u otra corroboraron que la víctima

fue atacada por un grupo de personas. Ninguno de los

convictos testificó durante el juicio ni controvirtió que la

víctima fuera atacada por un grupo de personas; se limitaron

a impugnar la credibilidad de quienes los colocaban en la

escena del crimen. Sin embargo, la defensa adujo que la

prueba ocultada por el Estado les hubiera permitido disputar

la teoría del ‘ataque grupal’ en la que el Estado descansó

y, a su vez, formular una nueva teoría, a saber: que la

víctima fue atacada por una o dos personas. Íd., págs. 1893-

1894.

El Tribunal indicó que la prueba que el Estado ocultó

era muy poca, muy débil, o muy remota a la prueba de cargo

para cumplir con el estándar de Brady v. Maryland, supra.

Íd., pág. 1894. Hizo hincapié en que la defensa hubiera

tenido que convencer al jurado de que: (1) Alston y Bennett

confesaron ser coautores de un ataque grupal que nunca

ocurrió; (2) otros acusados se incriminaron falsamente con

el ‘ataque grupal’ y ya sea coordinadamente o

coincidentemente narraron hechos similares y (3) otros

testigos también declararon sobre un ‘ataque grupal’


CC-2018-0210 23

inexistente. Íd. Concluyó que no se demostró probabilidad

razonable de que la prueba ocultada hubiera cambiado el

resultado del juicio criminal.

Cabe destacar que en los casos antes citados el Tribunal

reseñó y consideró la prueba admitida durante el juicio a la

hora de evaluar si la prueba favorable suprimida era material

para efectos de Brady v. Maryland, supra. Véanse: Turner v.

U.S., supra, págs. 1889-1891, 1893-1895; Weary v. Cain,

supra, págs. 1003-1004; Smith v. Cain, supra, págs. 74-76;

Strickler v. Greene, supra, págs. 266-275, 291-296; Kyles v.

Whitley, supra, págs. 429-432, 441-451; U.S. v. Agurs, supra,

pág. 112. Véase también Pueblo v. Velázquez Colón, supra,

págs. 315-317.

D.

Para conceder un nuevo juicio bajo la norma de Brady v.

Maryland, supra, la prueba favorable suprimida debe ser

material con respecto a la culpabilidad o al castigo del

convicto. Por tal razón, es necesario considerar las

disposiciones relativas a la participación y tener presente

los elementos de los delitos por los cuales se le declaró

culpable.

Un delito puede ser cometido por una persona que actúa

individualmente o por varias personas que contribuyen para

adelantar un propósito delictivo común. Existen dos teorías

principales bajo las que se estudian las formas de autoría

y participación, a saber: “la teoría de la equivalencia” y

la “teoría de la diferenciación”. L.E. Chiesa Aponte, Derecho


CC-2018-0210 24

Penal Sustantivo, Estados Unidos, Pubs. JTS, 2007, págs.

176–77. Para un análisis sobre ambas teorías véase Pueblo v.

Sustache Sustache, 176 DPR 250, 295-296 (2009). Nuestro

Código Penal de 2004, 33 LPRA secs. 4630 et seq., vigente a

la fecha de los hechos que nos ocupan, adoptó la teoría de

la diferenciación, la cual rige en los países de tradición

civilista. Chiesa Aponte, Derecho Penal Sustantivo, op.

cit., pág. 177.13

La teoría de la diferenciación distingue a los sujetos

activos de un hecho punible y los cataloga como autores o

partícipes. Bajo esta teoría la persona responde según su

grado de participación en el hecho delictivo. D. Nevares-

Muñiz, Derecho Penal Puertorriqueño Parte General, San Juan,

Instituto para el Desarrollo del Derecho, Inc., 2015, pág.

352. Por esta razón, a los cooperadores –considerados

partícipes del hecho delictivo- se les trata de forma más

benigna que a los autores. Véase el Art. 45 del Código Penal

de 2004, 33 LPRA sec. 4667. El Art. 43(d) del Código Penal

de 2004 clasificó como autores a:

(a) Los que toman parte directa en la comisión


del delito.
(b) Los que fuerzan, provocan, instigan o inducen
a otra persona a cometer el delito.
(c) Los que se valen de una persona inimputable
para cometer el delito.
(d) Los que cooperan con actos anteriores,
simultáneos o posteriores a la comisión del
delito, sin cuya participación no hubiera
podido realizarse el hecho delictivo.

13Aunque el Código Penal de 2012 abandonó la teoría de la diferenciación


y la sustituyó por la teoría de la equivalencia, la Ley 246-2014 enmendó
dicho código y la reincorporó a nuestro ordenamiento. D. Nevares-Muñiz,
Derecho Penal Puertorriqueño – Parte General, San Juan, Instituto para
el Desarrollo del Derecho, Inc., págs. 352-353.
CC-2018-0210 25

(e) Los que se valen de una persona jurídica para


cometer el delito.
(f) Los que actúen en representación de otro o
como miembro, director, agente o propietario
de una persona jurídica, siempre que haya una
ley que tipifique el delito y realicen la
conducta delictiva, aunque los elementos
especiales que fundamentan el delito no
concurran en él pero sí en el representado o
en la persona jurídica. 33 LPRA sec. 4671
(Énfasis suplido).

La autoría tiene tres modalidades: la autoría directa,

la autoría mediata y la coautoría. E.L. Chiesa Aponte,

Derecho Penal Sustantivo, op. cit., págs. 178-179. Son

coautores el grupo de personas que ejecutan un delito

mediante una intervención común, consciente y voluntaria.

E.L. Chiesa Aponte, Derecho Penal Sustantivo, op. cit., pág.

179; Muñoz Conde y García Arán, Derecho Penal: Parte General,

Valencia, Tirant lo blanch, 2004, pág. 438. La coautoría

presupone: (1) un acuerdo de distribución de funciones entre

los involucrados y (2) la ejecución común del hecho

delictivo. E.L. Chiesa Aponte, Derecho Penal Sustantivo, op.

cit., págs. 178–179; Muñoz Conde y García Arán, op. cit.,

pág. 435. Mientras el plan común previo es considerado el

“elemento subjetivo” de la coautoría, la contribución

material en la consecución del hecho delictivo es considerada

el “componente objetivo”. E.L. Chiesa Aponte, op. cit., pág.

179. No basta con que haya un acuerdo de funciones; es

necesario que se contribuya materialmente en la realización

del delito, de tal modo que la contribución sea considerada

un paso significativo del resultado delictivo. Muñoz Conde

y García Arán, op. cit., pág. 439; E.L. Chiesa Aponte, op.
CC-2018-0210 26

cit., pág. 179; E. Bacigalupo, Derecho penal – Parte general,

Buenos Aires, Editorial Hammurabi, pág. 502. Lo determinante

de la coautoría es que varias personas tienen el co-dominio

del hecho delictivo en virtud del acuerdo de distribución de

funciones, por lo que asumen igual responsabilidad penal al

consumarse el delito. Muñoz Conde y García Arán, op cit.,

pág. 439. Por tal razón, la contribución material de cada

coautor, sin importar cómo fue y/o en qué consistió, se

consideran como un todo y el resultado lesivo total se le

imputa a cada coautor por igual. Íd.

III

La recurrida solicitó un nuevo juicio al amparo de la

Regla 192 de Procedimiento Criminal, supra, y el derecho

constitucional a un debido proceso de ley. Los requisitos y

estándares aplicables bajo ambos fundamentos son distintos.

Por lo tanto, al adjudicar solicitudes de nuevo juicio como

la de autos, es indispensable que los tribunales

identifiquen: (1) cuál es la prueba en cuestión y (2) bajo

qué fundamento se presentó la solicitud de nuevo juicio con

relación a cada prueba. Lo anterior es fundamental pues no

toda “nueva prueba” es prueba que el Estado suprimió u

ocultó. Asimismo, como norma general, la prueba en la que se

basa la solicitud de nuevo juicio bajo la Regla 192 no puede

ser de impugnación.14 Sin embargo, cuando se solicita un

14Reconocemos que en Pueblo v. Rodríguez Rodríguez, 193 DPR 987, 1000-


1001 (2015) evaluamos una solicitud de nuevo juicio bajo la Regla 188(a)
de Procedimiento Criminal, 34 LPRA Ap. II, Rs. 188(a), e indicamos que
la exigencia de que la solicitud no se base en prueba impugnatoria merece
una análisis sosegado. Afirmamos que el mero hecho de que la prueba sea
CC-2018-0210 27

nuevo juicio al amparo de Brady v. Maryland, supra, y su

progenie, la solicitud puede basarse en la supresión u

ocultación de prueba de impugnación. Adelantamos que ni el

Tribunal de Primera Instancia ni el Tribunal de Apelaciones

aplicaron correctamente los estándares.

La controversia en estos casos es legalmente simple

pero fácticamente compleja. Primero, es necesario examinar

la prueba admitida durante el juicio. Segundo, la “nueva

prueba” o la “prueba favorable no revelada por el Estado”

debe evaluarse en conjunto con toda la prueba admitida en el

juicio. Por último, procede determinar si a la luz de dicho

examen se satisface el estándar correspondiente. En cuanto

a la moción de nuevo juicio ordinaria, procede determinar si

de haber contado con la “nueva prueba” en el juicio es más

probable que el acusado hubiera sido inocente que culpable.

En cuanto a la solicitud de nuevo juicio extraordinaria,

procede determinar si existe una probabilidad razonable que,

de haberse divulgado oportunamente la prueba favorable

suprimida, el resultado del proceso hubiera sido distinto.

Con ello en mente, procedemos a resolver.

A.

Los primeros tres testigos de cargo fueron el Agte.

Concepción Santiago, el Agte. Abdol López, ambos agentes de

la División de Servicios Técnicos de la Policía de Puerto

Rico, y el Sr. Francisco Colón, investigador forense del

catalogada como prueba de impugnación no conlleva que la solicitud de


nuevo juicio sea rechazada de plano.
CC-2018-0210 28

Instituto de Ciencias Forenses (ICF). Concepción Santiago

acudió a la escena y fotografió la escena de sangre que había

en la calle que discurría entre el Head Start y el centro

comunal de la Urbanización Alturas de Peñuelas II. El día

después fotografió a la víctima, quien presentaba heridas en

la parte inferior del rostro, en el muslo izquierdo y en el

pecho. Por su parte, Abdol López fotografió la ropa de la

víctima, la cual aparentaba tener manchas de sangre, la

empacó y la transportó al ICF. Por último, el señor Colón

fotografió la escena del crimen días después de los hechos.

Identificó dos postes de luz en el área del centro comunal

y tres en la calle donde apuñalaron a la víctima.15

Giselle Figueroa Feliciano (Giselle), prima de Ashley,

declaró que mientras partía el bizcocho escuchó que Steven

estaba peleando con Ramón Carlo, hermano de Ashley a quien

apodaban “Bule”. Salió al estacionamiento y los vio

agrediéndose. Vio a Ashley y notó que tenía la boca hinchada,

“como si le hubieran dado un puño”. Cuando separaron a Steven

y a Bule, Steven se dirigió al Head Start y Ashley fue detrás

de él. Giselle observó que Ashley sacó una cuchilla del

bolsillo posterior derecho del pantalón y que se la entregó

a Steven, quien la abrió e introdujo en uno de sus bolsillos.

Indicó que no estaba ni muy cerca ni muy lejos del lugar en

el que Ashley le entregó la cuchilla a Steven, que el área

era bastante visible y que la iluminación era bastante clara

15 Las fotografías tomadas por el Agte. Concepción Santiago, el Agte.


Abdol López y el Sr. Francisco Colón fueron admitidas en evidencia.
CC-2018-0210 29

gracias al poste de luz que había entre el centro comunal y

el Head Start. Describió la cuchilla como una de al menos 7

pulgadas de largo. Testificó que a Ashley le gustaba portar

cuchillas y que la propia Ashley le había enseñado esa

cuchilla cuando la compró, tres meses antes del incidente.

Indicó que mientras volvía al centro comunal escuchó a Leslie

Figueroa Feliciano16 y a Luis gritando que apuñalaron a

Nelson. Giselle no vio quién apuñaló a Nelson ni en qué parte

del cuerpo lo apuñalaron. Expresó que Ashley se molestaba

porque Nelson la defendía cuando Steven la golpeaba y que

Ashley una vez le expresó que solo quería que la dejaran

vivir en paz con Steven y “que le iba a dar a su mamá por

donde más le dolía”. Declaró que, aproximadamente 20 minutos

después que se llevaron a Nelson al CDT, Ashley le empezó a

gritar a Lucrecia “que era una puta, que no valía nada y que

se alegraba por lo que estaba pasando”. Giselle relató que

le indicó a Ashley que habían apuñalado a Nelson y que

pensara en su hija, a lo que Ashley respondió que no le

importaba pues ella únicamente quería a Steven.

Leslie Figueroa Feliciano, prima de Ashley, declaró que

estaba dentro del centro comunal cuando vio un “corre y

corre” de gente hacia afuera. Salió y observó a Ashley en el

suelo cubriéndose la cara mientras Steven la agredía. Bule

defendió a su hermana y comenzó a pelear con Steven. Luego,

Steven y Ashley corrieron hacia la calle que pasaba frente

16 Prima de Ashley.
CC-2018-0210 30

al centro comunal y Bule buscó un palo de picota en su carro.

Leslie declaró que observó a Ashley entregarle una cuchilla

a Steven y que vio cuando Steven la abrió y la guardó en el

bolsillo derecho delantero de su pantalón. Indicó que estaba

entre 15 y 20 pies de distancia. Describió la cuchilla como

una de aproximadamente 7 pulgadas con cabo oscuro. Declaró

que Nelson corrió desde el centro comunal, confrontó a Steven

y que, mientras estos discutían, Ashley le quitó el palo de

picota a Bule y golpeó dos veces a Nelson en la espalda.17

Al ser golpeado, Nelson se inclinó hacia adelante, Steven

sacó la cuchilla y lo apuñaló en el muslo izquierdo y en la

mandíbula. Declaró que Nelson se cayó al suelo y que Steven

lo apuñaló por tercera vez en el abdomen.

Zulaika Rivera Ruiz (Zulaika), esposa de Daniel

Figueroa, hermano de Nelson, estaba con Leslie cuando todos

comenzaron a correr hacia el estacionamiento. Declaró que al

salir del centro comunal, vio a Ashley tirada en el suelo y

a Steven dándole puños en la cara. Observó cuando Bule peleó

con Steven a los puños. Declaró que, luego de la pelea,

estando a 7 pies de distancia, vio que Ashley sacó “algo”

del bolsillo derecho de su pantalón y se lo dio a Steven,

quien lo guardó en uno de los bolsillos de su pantalón.

Posteriormente, vio que Nelson confrontó a Steven y observó

que Ashley golpeó a Nelson en la espalda dos veces con un

palo grueso, de madera, que medía unos 4 pies de largo.

17Leslie indicó que el palo medía 3 pies de largo y 2 pulgadas de ancho


y que, aunque el palo era de picota, no la tenía.
CC-2018-0210 31

Nelson se dobló hacia adelante como consecuencia de los

golpes, Steven sacó una cuchilla de su bolsillo, agarró a

Nelson, lo apuñaló en el muslo izquierdo, luego lo apuñaló

en el lado derecho de la quijada y, al Nelson caerse al

suelo, le dio una tercera puñalada en el abdomen. Zulaika

indicó que observó la cuchilla por primera vez cuando Steven

se la sacó del bolsillo. La describió como una de 4 pulgadas

con una hoja aniquelada de 4 pulgadas más. Zulaika indicó

que observó el incidente estando a un pie de distancia de

Nelson, a 2 pies de Steven y afirmó que el área estaba

iluminada por un poste de luz.

Luis E. Rodríguez Cruz, cuñado de Nelson, declaró que

estaba dentro del centro comunal con este y que escuchó

personas discutiendo, por lo que salió al estacionamiento.

Al salir, vio que Steven agredió a Ashley y que, como

consecuencia, Bule y Steven comenzaron a pelear. Luego de la

pelea, Bule fue al carro a buscar un palo, Steven salió del

estacionamiento hacia el Head Start y Ashley corrió detrás

de Steven. Luis declaró que –estando a 25 pies de distancia-

observó cuando Ashley sacó una cuchilla de su pantalón y se

la entregó a Steven. Testificó que Steven abrió la cuchilla,

la cual medía entre 6 y 7 pulgadas, y la guardó en el bolsillo

derecho de su pantalón. Relató cómo, luego de que Nelson

confrontó a Steven, Ashley le quitó el palo a Bule y golpeó

a Nelson dos veces por la espalda. Narró que corrió a

aguantar a Nelson para evitar que se cayera e indicó que, al

ver que Steven sacó una cuchilla de su bolsillo derecho, lo


CC-2018-0210 32

soltó para que se defendiera. Describió cómo, frente a él,

Steven apuñaló a Nelson en el muslo izquierdo, luego en la

mandíbula y por último en el abdomen.

Lucrecia Feliciano Quiñones, madre de Ashley y de

Nelson, declaró que permaneció la mayor parte de la noche

dentro del centro comunal con la hija de Ashley. Testificó

que no vio la pelea entre Bule y Steven ni la pelea entre

Steven y Nelson.18 No obstante, narró que durante la noche

del 23 de febrero de 2009, fecha en la que Nelson murió, se

encontró a Ashley y le preguntó: “¿supiste que tu hermano

está muerto?” y que Ashley le contestó”: “que se pudra”,

“que se joda”, “no me importa”, “vete pal carajo hija de

puta, tu no vales nada”. Relató que esa noche Ashley se tornó

agresiva y le dijo: “te voy a matar como una perra, como le

hicimos a mi hermano”.

El menor Abimael Figueroa Colón (Abimael), hijo del

occiso y Lissette, quien a la fecha del juicio contaba con

tan solo 11 años de edad, declaró que jugaba en el

estacionamiento del centro comunal con sus primitos cuando

escuchó que Steven y “Titi Mara” –como Abimael le decía a

Ashley- discutían “con malas palabras”. Declaró que Steven

le dio un puño a “Titi Mara” en la cara, lo que provocó la

pelea entre Bule y Steven. Posteriormente, Steven salió al

Head Start, “Titi Mara” corrió detrás de Steven, se sacó una

18 Durante el contrainterrogatorio, la defensa la confrontó con una


declaración anterior en la que indicó que salió y vio la pelea entre
Steven y Ramón Carlo.
CC-2018-0210 33

cuchilla de su pantalón y se la entregó a Steven, quien se

la guardó en el bolsillo. Declaró que su papá se dirigió al

Head Start, confrontó a Steven y que, cuando comenzaron a

pelear a los puños, “Titi Mara” golpeó a su papá dos veces

en la espalda con un tubo. Narró que cuando su papá se

inclinó hacia al frente, observó cómo Steven lo agarró y lo

apuñaló en el muslo izquierdo, luego en el cuello y

finalmente en el estómago. Testificó que Ashley no hizo nada

para impedir que Steven apuñalara a Nelson, su papá.

Lissette Colón Valentín, entonces pareja de Nelson y

madre del menor Abimael, testificó que mientras compartía

con Nelson en el centro comunal observó “un corre y corre”

hacia el estacionamiento y que fueron los últimos en salir.

Le pidió a Nelson que no fuera “al revolú” pero este no le

hizo caso y fue a ver qué sucedía. El menor Abimael le indicó

a Lissette que Steven agredió a Ashley, que Bule peleó con

Steven y que Ashley le dio una cuchilla a Steven. Lissette

acudió inmediatamente a donde estaba Steven. Relató que

observó la pelea entre Nelson y Steven a 8 ó 9 pies de

distancia y que vio cuando Ashley golpeó a Nelson dos veces

en la espalda con un tubo.19 En ese momento, Nelson se inclinó

hacia al frente, Steven lo agarró por el cuello y lo apuñaló.

Solamente vio cuando Steven apuñaló a Nelson por el cuello

porque estaba pendiente a sus hijos.

19 Lissette Colón Valentín (Lissette) indicó que el tubo medía


aproximadamente 3 pies de largo.
CC-2018-0210 34

Por último, el Dr. Carlos Chávez, patólogo forense,

testificó sobre la causa y manera de muerte de Nelson, a

quien le practicó la autopsia el 23 de febrero de 2009.

Durante el examen externo, identificó tres heridas de arma

blanca: una debajo de la barbilla, otra en el muslo derecho

y una debajo del ombligo. Indicó que las heridas tenían una

profundidad de 4 pulgadas, 4 pulgadas y 3.75 pulgadas,

respectivamente. Opinó que las tres heridas fueron

producidas con un arma blanca y que la hoja del arma debió

medir al menos 4 pulgadas. Añadió que el occiso presentaba

una contusión en la parte posterior del cuello lo cual,

opinó, fue producto de la acumulación de sangre tras la

ruptura de vasos sanguíneos que, a su vez, se produjo por la

puñalada en la mandíbula. Opinó que tal herida en el cuello

estaba relacionada con el trayecto de la herida de arma

blanca mas no con un golpe contundente. El occiso también

presentó abrasiones lineales en el brazo derecho y una

contusión en los glúteos, la cual pudo ser producto de un

golpe con un objeto contundente.

Antes de someter el caso, el Ministerio Público informó

al Tribunal que no utilizaría al Agte. René Rodríguez ni a

la Agte. Brunilda Borrero como testigos por constituir prueba

acumulativa. Los puso a disposición de la defensa, quien

decidió no utilizarlos tras examinarlos por al menos 50

minutos. La defensa optó por no presentar prueba testifical,

documental, real, científica ni de tipo alguno a su favor.

Se limitó a contrainterrogar a los testigos de cargo. En


CC-2018-0210 35

fin, la prueba testifical antes reseñada fue la prueba que

estuvo ante la consideración del Jurado. Esa fue la prueba

que motivó el veredicto unánime de culpabilidad emitido

contra Ashley.

Examinada la prueba admitida durante el juicio contra

la recurrida, evaluemos la alegada prueba favorable que

presuntamente el Estado no reveló a la defensa.

B.

La prueba presuntamente favorable a la recurrida

consiste en la siguiente prueba documental: (1) las notas de

la agente Borrero; (2) las hojas que la doctora Lugo preparó

y anejó al expediente médico de Nelson, en las que plasmó la

última conversación que tuvo con él antes de que falleciera

y (3) el Informe de Análisis de Escena que preparó el agente

Rodríguez.20 El planteamiento de la recurrida en cuanto a la

prueba en cuestión es el mismo. Esta sostiene que de las

notas de la agente Borrero no surge que alguna de las

personas entrevistadas la noche de los hechos la hubiera

involucrado como partícipe o coautora del asesinato de

Nelson. Por el contrario, denunció que inicialmente Ashley

fue catalogada como supuesta víctima. Adujo que de las hojas

que la doctora Lugo preparó y anejó al expediente médico del

occiso surgía que Nelson le indicó a la doctora Lugo que

quien lo apuñaló fue Steven. Añadió que del Informe de

Análisis de Escena no surge mención alguna de que Ashley

20Petición de Certiorari, Apéndice, págs. 176, 182-185 185. Véase además:


Alegato de la recurrida del 5 de abril de 2017, págs. 12, 14 y 15.
CC-2018-0210 36

hubiera participado en el asesinato de su hermano ni que

esta fuera sospechosa.

Nos corresponde determinar si la prueba en cuestión es

favorable a la recurrida y si en efecto fue suprimida u

ocultada por el Estado. De contestar ambas interrogantes en

la afirmativa, nos corresponde evaluar si la prueba favorable

suprimida es material a la culpabilidad o al castigo de

Ashley. Veamos.

C.

Como cuestión de umbral, notamos que el Tribunal de

Apelaciones utilizó el estándar incorrecto al evaluar las

dos hojas del expediente médico que preparó la doctora Lugo

y las notas de la agente Borrero. De la Moción de Nuevo

Juicio y de la Petición de Certiorari presentadas ante el

foro a quo surge que la contención real de la recurrida es

que tal prueba era prueba exculpatoria suprimida por el

Estado que socavaba la confianza en el resultado del proceso

criminal.21 Es decir, el análisis a realizar era uno bajo

Brady v. Maryland, supra, y su progenie, según delineada en

Pueblo v. Velázquez Colón, supra, mas no uno bajo la Regla

192 y Marcano v. Parrilla II, supra. Cabe destacar que aun

cuando censuró al foro primario por evaluar la prueba a la

luz de los criterios de la Regla 192, el foro apelativo

intermedio realizó el mismo examen. Resolvió que el

testimonio de la doctora Lugo en cuanto a las hojas del

21 Petición de Certiorari, Apéndice, págs. 7-8, 10-12, 16-17, 35.


CC-2018-0210 37

expediente médico en cuestión era “prueba creíble, nueva, y

probablemente produciría un resultado diferente en el nuevo

juicio”.22 En cuanto a las notas de la agente Borrero, el

foro a quo no expresó haber aplicado estándar alguno.

El peticionario arguye que las notas de la agente

Borrero no constituyen prueba favorable porque corroboran el

testimonio de los testigos de cargo. Igualmente, sostiene

que el que las hojas del expediente médico que se extraviaron

no consignaran que Nelson implicó a la recurrida con el

delito no constituye una exoneración automática ni es capaz

de socavar la confianza en el resultado del juicio o de

provocar un dictamen distinto debido a la amplia prueba

testifical que presentó el Ministerio Público. Por último,

aduce que el Informe de Análisis de Escena en el que se

catalogó a Ashley como perjudicada no constituye prueba

exculpatoria porque aunque de la prueba de cargo surja que

todo inició como un acto de violencia doméstica en el cual

Ashley fue la víctima, eventualmente la investigación se

centró en Ashley como posible coautora del asesinato de

Nelson.

Los argumentos del Estado confunden el carácter

favorable de la prueba con su materialidad. Ciertamente la

prueba en cuestión no necesariamente hubiera producido una

absolución por sí sola; sin embargo, no hemos requerido tal

rigurosidad. A la hora de determinar si cierta prueba es

22 Íd., págs. 181-182.


CC-2018-0210 38

exculpatoria basta con que pueda favorecer al acusado,

independientemente de la materialidad o confiabilidad de la

prueba. Pueblo v. Vélez Bonilla, supra, pág. 719 citando a

Pueblo v. Echevarría, supra, pág. 333 (Énfasis nuestro).

Cuando se clasifica cierta prueba como exculpatoria, lo

fundamental es su tendencia a favorecer al acusado mas no el

peso o valor probatorio que merezca la prueba y mucho menos

el efecto probable de su divulgación oportuna en el resultado

del proceso criminal.

Aclarado lo anterior, resolvemos que la prueba en

cuestión pudo haber favorecido a la recurrida. De esta no

surge que alguna de las personas entrevistadas el día de los

hechos la hubiera involucrado con la comisión del delito.

Con tal prueba, la defensa podía intentar adelantar la teoría

de que Steven actuó solo y que Ashley, quien fue una mera

víctima de violencia doméstica, no participó de los hechos

delictivos ni proveyó el arma homicida con la que Steven

mató a Nelson. Por consiguiente, la prueba en cuestión pudo

tener algún valor exculpatorio con respecto a la recurrida.

Examinemos si la prueba en efecto fue suprimida.

El peticionario sostiene que ni las notas de la agente

Borrero ni el Informe de Análisis de Escena que preparó el

agente Rodríguez constituyen “nueva prueba” y que estuvieron

disponibles a la defensa. Arguye que el Ministerio Público

puso a ambos testigos a disposición de la defensa luego de

renunciarlos y que la defensa, luego de entrevistarlos,

decidió no utilizarlos como testigos. El argumento del


CC-2018-0210 39

peticionario es inmeritorio. Este parte de la premisa que la

prueba en cuestión debe ser analizada a la luz de los

criterios enumerados en la Regla 192 de Procedimiento

Criminal, supra. Sin embargo, como indicamos anteriormente,

los criterios estatutarios no aplican al caso ante nos. Con

respecto a la prueba en cuestión, la solicitud de nuevo

juicio se presentó al amparo del debido proceso de ley y se

fundó en la supresión de prueba favorable.

El Ministerio Público incumplió con su deber de revelar

prueba exculpatoria. Primero, el Ministerio Público no

entregó las notas de la agente Borrero a la defensa. Segundo,

la copia del récord médico que el Ministerio Público le

entregó a la defensa no contenía las dos hojas que la doctora

Lugo preparó y anejó al expediente.23 El peticionario no

controvirtió la existencia de las notas de la agente Borrero

ni de las hojas que preparó la doctora Lugo. Tampoco afirmó

haberle entregado a la defensa tal prueba; únicamente indicó

que no eran prueba favorable ni material. Por último, el

agente Rodríguez admitió que el Informe de Análisis de Escena

siempre estuvo en su posesión ya que nunca lo entregó al

Ministerio Público.24 Resuelto que los documentos en cuestión

constituyen prueba exculpatoria, el Ministerio Público debió

revelarlos aunque la defensa no los solicitara e

independientemente de que estuvieran en posesión de la

23 Petición de Certiorari, Apéndice, págs. 178-181.

24 Íd., págs .186-187.


CC-2018-0210 40

Policía de Puerto Rico. Pueblo v. Velázquez Colón, supra,

pág. 336 reafirmando Pueblo v. Cancel Hernández, 111 DPR

625, 628 (1981) y Pueblo v. Rodríguez Sánchez, 109 DPR 243,

247 (1979); Pueblo v. Arzuaga, supra, pág. 538; Pueblo v.

Santa-Cruz, 149 DPR 223, 235 (1999); Regla 95(b) de

Procedimiento Criminal, supra. Ahora bien, ¿la prueba

favorable suprimida es material, por lo que justifica la

revocación de la convicción y la concesión de un nuevo

juicio? Entendemos que no.

Primeramente, observamos que la Sentencia del Tribunal

de Apelaciones cuya revocación se nos solicita afirma

concluyentemente que la prueba en cuestión hubiera arrojado

una luz diferente en el juicio al punto de socavar la

confianza en el resultado. Sin embargo, está huérfana y

carece de explicación alguna sobre cómo o por qué es

razonablemente probable que la prueba en cuestión hubiera

producido un resultado distinto en el juicio. Tampoco hace

referencia alguna a la prueba admitida durante el juicio

contra la recurrida, de lo cual podemos colegir que no la

consideró. Enfatizamos que los foros inferiores tienen el

deber ineludible de evaluar ponderadamente la prueba

favorable suprimida a la luz de toda la prueba admitida

durante el juicio. Solo de esta forma el juzgador puede

colocarse en mejor posición de realizar un análisis correcto

y acercarse a la verdad.

La recurrida sostiene que de las notas de la agente

Borrero surge que ella era considerada “supuesta


CC-2018-0210 41

perjudicada” en el incidente mas no sospechosa, debido a que

los entrevistados indicaron que la pelea entre Steven y

Nelson surgió a raíz de la discusión que hubo entre Steven

y Ashley. Añade que en las hojas del expediente médico de

Nelson que se extraviaron, la doctora Lugo plasmó la

conversación que tuvo con el occiso en cuanto a lo acontecido

y sobre la persona responsable de sus heridas. Indica que

Nelson solo vinculó a Steven como su agresor. Asimismo,

arguye que del Informe de Análisis de Escena no surge que

Ashley fue vinculada con el delito. La recurrida entiende

que debido a que la prueba en cuestión únicamente vinculó a

Steven con el hecho delictivo, ello la exoneraba y socavaba

la confianza en el veredicto de culpabilidad que recayó en

su contra. No podemos otorgarle a la prueba en cuestión el

significado que la recurrida pretende.

Ciertamente, de haberse divulgado, las notas de la

agente Borrero, las hojas preparadas por la doctora Lugo y

el Informe de Análisis de Escena hubieran tendido a favorecer

a la recurrida. Empero, ese no es el estándar que la

recurrida debía satisfacer para obtener un nuevo juicio. No

basta con que la prueba suprimida le sea favorable. Esta

tenía que demostrar que existía una probabilidad razonable

de que el resultado del juicio criminal hubiera sido otro si

los documentos no revelados hubieran sido divulgados

oportunamente a la defensa. Tenía que convencernos que la

prueba favorable suprimida arrojaba una luz diferente en el

juicio al extremo de socavar la confianza en el veredicto de


CC-2018-0210 42

culpabilidad que recayó en su contra. Sin embargo, no lo

hizo. Luego de escuchar la totalidad de la regrabación del

juicio, examinar los autos y sopesar los planteamientos de

ambas partes concluimos que la prueba en cuestión no arroja

una luz diferente en el caso al punto de socavar la confianza

en el veredicto unánime de culpabilidad que emitió el Jurado.

Al emitir el veredicto, el Jurado sabía que la chispa

que encendió la cadena de eventos que culminó en la muerte

de Nelson fueron los golpes que Ashley recibió por parte de

Steven, su entonces pareja. Giselle declaró que al salir del

centro comunal vio que Ashley tenía la boca hinchada, como

si le hubieran dado un puño. Leslie, Zulaika, Luis y el menor

Abimael declararon que observaron cuando Steven agredió a

Ashley. El testimonio de estos no fue controvertido durante

sus contrainterrogatorios. Por lo tanto, el que la agente

Borrero catalogara a Ashley como “supuesta perjudicada” en

las notas que preparó durante la etapa investigativa del

caso, lejos de exonerarla, acreditó la prueba de cargo no

controvertida en cuanto a que Ashley fue víctima de algún

tipo de agresión por parte de Steven durante la noche de los

hechos.

En cuanto a las hojas del expediente médico que se

extraviaron, es menester señalar que la prueba realmente en

controversia son las declaraciones que le hizo Nelson a la

doctora Lugo, según fueron plasmadas por esta en las hojas

extraviadas. A estos efectos, la doctora Lugo testificó en

la Vista Evidenciaria que le preguntó a Nelson “qué era lo


CC-2018-0210 43

que le había sucedido. Que por qué venía en ese estado.”25 A

continuación, reseñamos la respuesta de la doctora Lugo en

la que la recurrida se basa para sostener que Nelson no la

vinculó con la comisión del hecho delictivo.

R: [Nelson] me dice que fue que había sido


apuñaleado por su cuñado y me dice el nombre de
“Steven”. Me menciona que estaba en una actividad
familiar en un centro comunal y que él vio que
Steven, su cuñado, golpea a su hermana. Y ahí me
hizo un paréntesis y me dice “ah doctora es que él
es un abusador, el golpeó a mi hermana y golpeaba
a mi hermana” y que se enfrascaron en una discusión
y que en la discusión Steven fue el que le produjo
las puñaladas, fue lo que él me mencionó a mí.

P: ¿Cómo usted percibió que era el sentir de Nelson


en relación a su hermana durante la narración de
estos eventos a usted[?]

R: Él en todo momento se refirió a Steven como el


agresor. O sea, él mencionaba “él fue el que me
hizo esto doctora, él fue el que me hizo esto”.26

La recurrida sostiene que las declaraciones de Nelson que la

doctora Lugo plasmó producirían un resultado diferente en el

juicio. Enfatiza el hecho de que Nelson no vinculó a su

hermana con el delito a pesar de que fue agredido en horas

del día y tuvo de frente a su agresor. Sin embargo, no existe

disputa real en cuanto a que el crimen fue cometido en horas

de la noche.27 La prueba desfilada en el juicio también

estableció que Nelson estuvo de frente a Steven cuando este

lo apuñaló.

25 Petición de Certiorari, Apéndice, pág. 176.

26 Íd.

27Así lo hicieron constar todos los testigos oculares. De las denuncias


y las acusaciones también surge que los delitos imputados fueron
cometidos durante horas de la noche. Petición de Certiorari, Apéndice,
págs. 27-29. Véase también: Alegato de la recurrida, pág. 12
CC-2018-0210 44

Si bien es cierto que las declaraciones de Nelson no

vincularon a Ashley con el delito, tampoco la desligaron.

Del testimonio de la doctora Lugo se puede llegar a una sola

conclusión: Nelson estaba seguro que Steven fue quien lo

apuñaló. La doctora Lugo en ningún momento indicó que el

occiso exculpó a Ashley ni que negó categóricamente que

Ashley fuera quien facilitó el arma homicida. De las

declaraciones de Nelson no surge mención alguna sobre la

procedencia de la cuchilla. Las declaraciones de Nelson no

contradicen la prueba de cargo que vinculó a Ashley con la

entrega del arma homicida. A lo sumo, tal prueba corrobora

el testimonio de Giselle, Leslie, Zulaika, Luis, el menor

Abimael y Lissette, quienes declararon que Steven fue quien

apuñaló a Nelson.

La recurrida arguye que el Informe de Análisis de Escena

que preparó el agente Rodríguez la exonera. Indica que a

pesar de que el Informe detalla la labor del agente al

intervenir con la escena del crimen y con los testigos del

caso, no se le mencionó ni se le vinculó con conducta

delictiva alguna relacionada a la muerte de su hermano. No

podemos otorgarle a la prueba en cuestión el alcance que la

recurrida pretende. El Informe recoge la información

preliminar que recopiló el agente Rodríguez al investigar la

escena del crimen y las circunstancias en las que murió

Nelson.28 El Informe fue preparado el 22 de febrero de 2009

28 El Informe de Análisis de Escena se compone de las siguientes


secciones: la información personal de la agente custodia de la escena
(agente informante), Agte. Brunilda Borrero; la fecha y hora en la que
CC-2018-0210 45

a las 10:00 p.m., minutos después de que Nelson falleciera.

Contrario a lo que sugiere la recurrida, de los autos surge

que a esa fecha el agente Rodríguez solamente había

entrevistado a Luis.29 Aún no había entrevistado a los demás

testigos de cargo.30 Cabe resaltar que Luis –el único testigo

que el agente Rodríguez había entrevistado al momento- sí

vinculó a Ashley con la entrega del arma homicida cuando el

agente lo entrevistó. Si bien es cierto que el agente

Rodríguez no lo hizo constar en el Informe, ello no significa

que Ashley no fuera considerada sospechosa de conducta

delictiva alguna como la recurrida propone. Nos explicamos.

El 23 de febrero de 2009, un día después de la muerte

de Nelson, a las 3:00 p.m., el agente Rodríguez preparó unas

notas en las que apuntó los datos personales de las personas

a las que consideró “sospechosos”, a saber: Steven y

Ashley.31 Catalogó a la recurrida como “co-autora” e hizo

constar que golpeó a Nelson en la espalda con un palo y que

informó el delito; la información personal del agente investigador,


Agte. René Rodríguez; las condiciones atmosféricas y de iluminación en
la escena; la descripción del lugar de los hechos y de la escena del
crimen; el lugar y las condiciones donde se encontró el cadáver; una
descripción de armas, drogas y/u otra evidencia ocupada en la escena;
la información personal y la descripción física del occiso; fotografías,
videos, croquis o huellas dactilares desarrolladas; la descripción de
las pertenencias del occiso; la posición en la que el agente investigador
encontró el cadáver; el lugar donde el occiso recibió las heridas; una
descripción de los vehículos relacionados con los hechos y un espacio
para hacer constar observaciones.

29 Luis fue entrevistado el 22 de febrero de 2009 a las 6:45 p.m.

30Leslie Figueroa y Zulaika Rivera fueron entrevistadas el 23 de febrero


de 2009 a las 7:30 p.m. y 8:40 p.m., respectivamente. El menor Abimael
Figueroa fue entrevistado el 5 de marzo de 2009 a las 10:45 a.m.

31 Las notas del Agte. René Rodríguez fueron admitidas en evidencia


durante la Vista Evidenciaria del 18 de diciembre de 2013.
CC-2018-0210 46

fue quien le entregó a Steven la cuchilla con la cual este

apuñaló a Nelson. Destacamos que en ese momento el agente

Rodríguez tampoco había entrevistado a los demás testigos

oculares. Es decir, contrario a lo que sugiere la recurrida,

el agente Rodríguez aún no había entrevistado a Leslie,

Zulaika, el menor Abimael y ya había catalogado a Ashley

como “sospechosa” de la muerte de su hermano.

Al sopesar la materialidad de la prueba en cuestión,

debemos tener presente que Ashley fue acusada y convicta

a título de coautora de forma unánime. Su contribución en el

hecho delictivo consistió en entregarle a Steven el arma

blanca con el cual este le propinó a Nelson las tres

puñaladas que le causaron la muerte. El Jurado consideró tal

contribución como una significativa y sin la cual no se

hubiera podido llevar a cabo el hecho delictivo. Por todo lo

anterior, y debido a que cada coautor responde por el

resultado lesivo total sin importar cuál haya sido su

contribución material, Ashley fue declarada culpable de

asesinato en primer grado aun cuando la prueba admitida

demostró que Steven fue quien apuñaló a Nelson.

La recurrida intentó demostrar que nadie la vinculó con

las puñaladas ni con la entrega del arma homicida. Ambas

contenciones son inmeritorias. Por un lado, al igual que

ocurrió en Brady v. Maryland, supra, es inmaterial si fue

Steven o Ashley quien apuñaló a Nelson; la muerte de Nelson

es imputable a ambos por igual. E.L. Chiesa Aponte, op cit.,

pág. 30, n.23; Art. 45 del Código Penal de 2004, 33 LPRA


CC-2018-0210 47

sec. 4667. Por otro lado, la prueba en cuestión no arroja

una luz diferente en cuanto a los elementos objetivo y

subjetivo de la coautoría con respecto a Ashley, razón por

la cual dicha prueba no es material en cuanto a su

culpabilidad. El Jurado consideró probado más allá de duda

razonable que Ashley y Steven tenían la resolución común de

matar a Nelson (elemento subjetivo) y que Ashley contribuyó

significativamente al entregarle a Steven la cuchilla con la

que este lo mató (elemento objetivo).

La prueba en cuestión no contradice la prueba testifical

desfilada en el juicio. El Jurado escuchó y creyó el

testimonio no controvertido de Giselle, Leslie, Zulaika,

Luis y del menor Abimael, quienes declararon que observaron

cuando Ashley le entregó a Steven la cuchilla. Las

declaraciones de dichos testigos fueron similares en cuanto

a la descripción de la cuchilla y consistentes en la forma

y manera en la que Ashley entregó el arma homicida a Steven.

Giselle, Leslie, Luis y el menor Abimael indicaron que al

tomar la cuchilla que Ashley le entregó, Steven la abrió y

se la colocó en un bolsillo. En cuanto a la cuchilla, Giselle

y Leslie indicaron que esta medía un total de 7 pulgadas de

largo y que la hoja medía unas 3 pulgadas. Zulaika indicó

que la cuchilla medía un total de 8 pulgadas y que la hoja

medía 4 pulgadas. Por su parte, Luis y el menor Abimael

declararon que la cuchilla medía un total de 6 ó 7 pulgadas

de largo. El Dr. Carlos Chávez opinó que la hoja del arma

homicida debió medir al menos 4 pulgadas.


CC-2018-0210 48

Además de la prueba testifical consistente y no

controvertida, el Jurado escuchó admisiones de Ashley por

voz de Giselle y Lucrecia. Por un lado, Giselle declaró que,

en una ocasión, Ashley le indicó que solo quería que la

dejaran vivir en paz con Steven y que le daría a Lucrecia,

su madre, por donde más le dolía. Asimismo, Giselle testificó

que 20 minutos después de que Nelson fue trasladado al CDT

le comentó a Ashley que Nelson fue apuñalado y que esta le

contestó que no le importaba y que a quien único quería era

a Steven. Por otro lado, Lucrecia declaró que cuando volvió

a su casa durante la noche de los hechos, se encontró a

Ashley y que al preguntarle a esta si sabía que apuñalaron

a Nelson, Ashley le contestó: “que se pudra”, “que se joda”,

“no me importa” “vete pal carajo hija de puta, tú no vales

nada”. Añadió que Ashley se tornó agresiva y que le gritó:

“te voy a matar como una perra, como le hicimos a mi hermano”.

Esta fue la prueba que el Jurado escuchó antes de emitir el

veredicto unánime de culpabilidad.

No existe una probabilidad razonable de que la prueba

en cuestión, de haberse divulgado oportunamente, hubiera

producido un resultado distinto. No estamos ante la supresión

de la confesión de uno de los coacusados que, a su vez, fue

testigo de cargo. Véase: Brady v. Maryland, supra, págs. 84-

85. Tampoco estamos ante la supresión de prueba que impugnaba

la credibilidad del único testigo de cargo que identificó

y/o conectó al acusado con la comisión del delito. Véanse:

Wearry v. Cain, supra, págs. 1006-1007; Smith v. Cain, supra,


CC-2018-0210 49

pág. 630; Pueblo v. Velázquez Colón, supra, pág. 317; Kyles

v. Whitley, supra, págs. 441-442; U.S. v. Giglio, supra,

págs. 154-155.

Luego de considerar la prueba favorable suprimida, a la

luz de toda la prueba admitida durante el juicio, concluimos

que esta es muy débil para cumplir con el estándar de

materialidad requerido por Brady v. Maryland, supra. La

prueba en cuestión es acumulativa y no contradice la prueba

incriminatoria admitida en el juicio. U.S. v. Agurs, supra,

pág. 115. Se aparta considerablemente de los hechos que el

Jurado consideró probados. Para sostener la teoría de la

recurrida tendríamos que concluir que al menos cinco personas

mintieron al declarar que observaron cuando Ashley le entregó

a Steven el arma homicida. Véase: Turner v. U.S., supra,

pág. 1894. La recurrida no nos ha puesto en esa posición. En

fin, las notas de la agente Borrero, las hojas del expediente

médico de Nelson que preparó la doctora Lugo y el Informe de

Análisis de Escena suscrito por el agente Rodríguez no

socavan la confianza en el veredicto unánime de culpabilidad

que emitió el Jurado contra la recurrida. Consecuentemente,

erró el foro a quo al concederle un nuevo juicio a la

recurrida.

IV

Por todo lo anteriormente expuesto, se revoca la

Sentencia recurrida. Debido a que la prueba favorable

suprimida por el Ministerio Público no era material a la

culpabilidad ni al castigo de la recurrida, según requerido


CC-2018-0210 50

por Brady v. Maryland, supra, y su progenie, erró el Tribunal

de Apelaciones al dejar sin efecto la Resolución emitida por

el Tribunal de Primera Instancia y conceder un nuevo juicio.

Se devuelve el caso al foro de instancia para la continuación

de los procedimientos consistentes con estos

pronunciamientos.

Se dictará Sentencia de conformidad.

Mildred G. Pabón Charneco


Jueza Asociada
EN EL TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO

El Pueblo de Puerto Rico

Certiorari

Peticionario

v.

CC-2016-0055

Ashley M. Torres Feliciano

Recurrida

SENTENCIA

En San Juan, Puerto Rico, 28 de agosto de 2018.

Por todo lo anteriormente expuesto, se revoca la


Sentencia recurrida. Debido a que la prueba favorable
suprimida por el Ministerio Público no era material a la
culpabilidad ni al castigo de la recurrida, según requerido
por Brady v. Maryland, supra, y su progenie, erró el Tribunal
de Apelaciones al dejar sin efecto la Resolución emitida por
el Tribunal de Primera Instancia y conceder un nuevo juicio.
Se devuelve el caso al foro de instancia para la continuación
de los procedimientos consistentes con estos
pronunciamientos.

Lo acordó y manda el Tribunal y certifica el Secretario


del Tribunal Supremo. La Jueza Presidenta Oronoz Rodríguez
concurre con opinión. El Juez Asociado señor Colón Pérez
concurre sin opinión. La Juez Asociada señora Rodríguez
CC-2018-0210 2

Rodríguez y el Juez Asociado Estrella Martínez disienten sin


opinión.

Juan E. Dávila Rivera


Secretario del Tribunal Supremo
EN EL TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO

El Pueblo de Puerto Rico

Peticionario
CC-2016-0055 Certiorari
v.

Ashley M. Torres Feliciano

Recurrida

Opinión concurrente que emitió la Jueza Presidenta Oronoz Rodríguez

En San Juan, Puerto Rico, a 28 de agosto de 2018.

Concurro en el resultado de la Opinión que

antecede por entender que la Mayoría erró en su

análisis de Brady v. Maryland, 373 US 83 (1973),

respecto a las dos piezas de evidencia siguientes:

(1) las notas de la Agte. Brunilda Borrero; y (2) las

dos hojas que la Dra. Sylvette Lugo presuntamente

anejó al expediente médico del Sr. Nelson Figueroa

Feliciano.

Primero, considero que no procedía analizar las

notas de la agente Borrero al amparo de la regla de

Brady v. Maryland, supra, porque la Sra. Ashley M.

Torres Feliciano no alegó que el Estado las suprimió

y de los autos surge claramente que el


CC-2016-0055 2
Estado, en efecto, las entregó. En particular, en su moción

de nuevo juicio la señora Torres Feliciano no arguyó que el

Estado suprimió las notas de la agente Borrero. Tampoco lo

argumentó en el recurso de certiorari que interpuso ante el

foro apelativo intermedio ni en el alegato en oposición que

presentó ante este Tribunal. La señora Torres Feliciano

siempre mantuvo que el Estado solo suprimió: (1) el Informe

de Análisis de Escena que el Agte. René Rodríguez Delgado

preparó; y (2) las dos hojas que la doctora Lugo anejó al

expediente médico del señor Figueroa Feliciano. Así, de los

autos no se colige pretensión alguna al amparo de la regla

de Brady v. Maryland, supra, fundamentada en la supresión de

esas notas. De hecho, en los autos del Tribunal de Primera

Instancia obra una moción que el Ministerio Público presentó

-intitulada Contestación a moción en razón de la Regla 95 de

las de Procedimiento Criminal y el debido procedimiento de

ley- en donde se indica claramente que el Estado entregó a

la defensa las notas de la agente Borrero como parte del

descubrimiento de prueba. Autos del Tribunal de Primera

Instancia, T. I, págs. 25-27. Las comparecencias posteriores

no indican que la señora Torres Feliciano haya puesto en

controversia la veracidad de lo expuesto en esa moción. Íd.

Por tanto, este Tribunal no debió incluir las notas de la

agente Borrero en su análisis de Brady v. Maryland, supra.

Menos aún concluir que el Estado las suprimió. Véase, sin

embargo, Opinión mayoritaria, Parte III.C.


CC-2016-0055 3

Segundo, estimo que la Mayoría también erró en su

análisis respecto a las dos hojas que la doctora Lugo anejó

al expediente médico del señor Figueroa Feliciano porque la

señora Torres Feliciano no probó que el Estado las tenía y

que las suprimió. Las dos hojas no se presentaron en

evidencia, sino que la doctora Lugo solo testificó que las

redactó y las anejó al expediente. Sentencia del Tribunal de

Apelaciones, págs. 20-22. No obstante, esto no prueba que el

Ministerio Público las tenía o que tenía control sobre ellas.

De hecho, surge de los autos una copia certificada del

expediente médico que entregó el propio Hospital al Estado

para ser utilizada en el juicio y de la cual no surgen las

presuntas dos hojas.

Conviene resaltar que esa copia tiene una hoja de

certificación del Hospital que desglosa todos los documentos

incluidos y la cantidad de páginas que contiene cada uno.

Además, las páginas están selladas con un número de

identificación que coincide con lo esbozado en la hoja de

certificación. Toda la información que se certificó como

entregada está en la copia certificada, salvo un documento

intitulado Autorización para trámite y responsabilidad de

pago. La hoja de certificación no indica que el hospital

entregó las dos hojas que la doctora Lugo presuntamente anejó

al expediente médico del señor Figueroa Feliciano.

Cuando una persona promueve un Brady Claim, esta tiene

que probar, en cuanto a la alegada supresión de la prueba

por parte del estado, que: (1) la presunta prueba realmente


CC-2016-0055 4

existe; (2) esa prueba estaba en posesión del Estado; y (3)

el Estado no la entregó -la suprimió-. Véase, a modo

persuasivo, United States v. Calderón, 829 F.3d 84 (1st Cir.

2016) (“Under Brady, the government cannot be faulted for

failing to turn over information it did not have.”); United

States v. Maldonado-Rivera, 489 F.3d 60, 67 (1st Cir. 2007)

(“For Brady to operate, the government not only must know

about undisclosed evidence but also must have custody or

control of that evidence.”). Así, correspondía a la señora

Torres Feliciano probar ante el foro primario que el Estado

tenía las dos hojas y que las suprimió. No lo hizo.

En vista de lo anterior, entiendo que se puede concluir

razonablemente que la señora Torres Feliciano probó la

existencia de las dos hojas mediante el testimonio de la

doctora Lugo. Sin embargo, no probó que el Estado sabía que

existían, tenía control sobre las mismas y no las entregó.

Por tanto, considero que no se puede concluir que el Estado

realmente las suprimió. Máxime cuando de la propia hoja de

certificación del Hospital surge que no se entregaron las

dos hojas al Estado. Véase, sin embargo, Opinión mayoritaria,

Parte III.C.

Consecuentemente, discrepo del análisis que realizó una

Mayoría de este Tribunal en cuanto a estas dos piezas de

evidencia. Estimo, en cambio, que la pretensión de la señora

Torres Feliciano debió rechazarse sin entrar a analizar la

favorabilidad o materialidad de las notas de la agente


CC-2016-0055 5

Borrero y las dos hojas de la doctora Lugo al amparo de la

regla de Brady v. Maryland, supra.

Maite D. Oronoz Rodríguez


Jueza Presidenta

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