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CIVIL EN EL
ENTORNO
DEL RÍO
PERALES
Ernesto Viñas
La Guerra Civil en el entorno
del río Perales.
Ernesto Viñas
Octubre de 2020
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Contenido
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1. Situación previa al golpe de Estado
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2. Antecedentes de la llegada de Franco al
oeste de Madrid
Los líderes golpistas habían fijado como uno de sus objetivos fundamentales la
toma del control de la ciudad de Madrid, sede del Gobierno nacional y principal
símbolo del poder político para todos los territorios y habitantes de España. No
obstante el cuidado puesto en garantizar ese propósito principal, la sublevación
fracasó y fue derrotada de manera rápida y contundente tanto en la capital y su
provincia como en toda Castilla la Nueva. Conocida y apoyada de manera
mayoritaria entre los jefes y oficiales pero rechazada en la misma proporción
entre las clases de tropa, en Madrid, el golpe solo fue secundado en un número
limitado de cuarteles y además, tuvo enfrente desde el primer momento a unas
organizaciones obreras muy potentes y activas. Estas, junto a varias unidades
militares, de orden público y de milicias (MAOC principalmente) actuaron de
inmediato para garantizar el control popular y gubernamental de la situación. A
pesar de que los dos Gobiernos republicanos existentes entre el 17 y el 19 de
julio (Casares Quiroga y Martínez del Barrio) quedaron en shock y dejaron pasar
horas vitales sin entregar armas a las organizaciones populares que las exigían en
muchos puntos del país, la participación de los embriones milicianos que
llevaban tiempo organizados en la semiclandestinidad resultó determinante. Esto
lógicamente impulsó de manera espectacular su desarrollo cuando accedieron a
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los depósitos de armas y municiones de los cuarteles recuperados. A partir de la
derrota golpista en la capital, dentro de la ciudad fue notable e imparable la
aparición y crecimiento del 5º Regimiento, pero también se aceleró la
organización y movilización de milicias locales en muchos pueblos medianos y
pequeños de la provincia. El siguiente Gobierno, el de Giral (de Izquierda
Republicana, que estaría en el poder entre el 19 de julio y el 4 de septiembre de
1936) a diferencia de los anteriores, ya se formó pensando en derrotar una
sublevación y en consecuencia sí entregó las armas al pueblo, pero cuando lo
hizo ya era tarde para conservar muchos núcleos urbanos y territorios que habían
estado en disputa. El grueso de las nuevas columnas milicianas formadas en
Madrid y en su entorno partió de inmediato al encuentro de las fuerzas y las
zonas rebeldes, mientras que una fracción generalmente menor se dedicaba a
asegurar el control de la zona propia.
La amenaza cercana
Volviendo la vista a julio de 1936, ante la evidencia del fracaso en su intento por
dominar la capital mediante la acción de su propia guarnición, los impulsores de
la sublevación iniciada el 17 de julio se vieron obligados a poner en marcha el
plan alternativo que ya tenían previsto para intentar poner pie en la provincia de
Madrid y forzar la entrada en la ciudad. Se emplearían las cercanas fuerzas de
Mola, el “Director” de los golpistas y jefe directo de todas las tropas sublevadas
situadas en la mitad norte de España. Así, sabiendo que debía actuar de
inmediato para no perder la iniciativa, tras el 18 de julio, Mola solo necesitó un
par de días para iniciar el avance de sus columnas desde algunas de las plazas
que dominaba en Castilla la Vieja (que eran todas menos Santander). Bajo
control rebelde había quedado no sólo esa región, sino también la de León,
Galicia y la mayor parte de Aragón, además de las provincias de Navarra, Álava
y la mitad de Cáceres. Todos estos territorios formaban un núcleo compacto que
contaba con los efectivos y recursos de cuatro de las ocho divisiones orgánicas
existentes en la organización militar vigente: 5ª, 6ª, 7ª y 8ª. Por su parte, la 1ª
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división orgánica tenía su cabecera en Madrid y como vimos, permaneció leal al
Gobierno.
A partir del 18 de julio, bastaron unas pocas jornadas para que aparecieran
bastante bien delimitadas las zonas del país que quedaban en manos
gubernamentales o en las de los sublevados. En la zona leal, como ya se apuntó,
el control del orden interior y la represión del movimiento subversivo y de
quienes eran identificados como sus aliados o simpatizantes fue asumido tanto
por los organismos estatales correspondientes como por las organizaciones
políticas populares que tomaron esa iniciativa en sus manos. Al ser traicionado y
atacado por quienes tenían la misión de defenderlo, el Gobierno llegó a quedar
seriamente desbordado por los acontecimientos, perdiendo total o parcialmente el
control sobre los aparatos del Estado y con ello, la capacidad para aplicar en toda
su amplitud las garantías ofrecidas por la ley vigente. En una coyuntura de asalto
militar al régimen democrático e irrupción de las organizaciones del Frente
Popular para su defensa o superación, junto a las depuraciones, expropiaciones,
encarcelamientos y ejecuciones acordes con el derecho vigente en situación de
excepción, existieron atropellos, robos, detenciones y asesinatos que tuvieron un
carácter exaltado, excesivo y hasta criminal. En el campo republicano la inmensa
mayoría de casos de violencia extrajudicial se concentraron en 1936 y tuvieron
un carácter mucho más reactivo y explosivo que planificado, existiendo además
un propósito mayoritario de ponerles fin cuanto antes. En la zona sublevada,
por el contrario, de inmediato fue declarado el estado de guerra y se traspasó todo
el poder a la autoridad militar rebelde, que contaba con una jerarquía
perfectamente estructurada. Sin titubeos, esta comenzó a aplicar un plan
previamente trazado para suprimir a los jefes y oficiales desafectos, para
aniquilar a las organizaciones proletarias y para anular toda capacidad de
resistencia interna al nuevo poder. Las acciones represivas militares, policiales y
paramilitares fueron generalmente complementarias y coordinadas y fueron
empleadas a lo largo de toda la guerra con parecida intensidad. Atendiendo a que
fue la primera, a que tuvo gran dureza y extensión y sobre todo, a que era
ejercida por un poder golpista y por tanto ilegítimo, toda esta violencia tuvo un
evidente carácter criminal. Una de las directivas de Mola, el máximo responsable
de la sublevación que puso en acción a decenas de miles de soldados, falangistas,
requetés y civiles armados, fue publicada el 19 de julio y deja pocas dudas al
respecto:
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Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio
eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros.
Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o
secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado.
La matanza que acababan de iniciar los golpistas, la conciencia política que había
arraigado en amplios sectores de la clase trabajadora y la clase media, la voladura
del orden institucional y la movilización sin precedentes que se produjo para
enfrentar la amenaza reaccionaria y fascista hizo que desde el primer momento
quedara claro que no habría vuelta atrás. El triunfo solo parcial de la sublevación
estaba abriendo las puertas a una guerra de duración y resultado difícilmente
previsibles y con implicaciones europeas y hasta mundiales. Lo que sí se podía
adivinar es que sería de muy alta intensidad y que afectaría de lleno a una buena
parte de la población civil, que entonces estaba formada por unos 24 millones de
ciudadanos.
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Serrador. Seguirían cinco días de duros contraataques gubernamentales que no
permitieron recuperar la posición y sí provocaron un alto número de bajas por
ambas partes. Los combates se mantuvieron en ese punto con gran intensidad
hasta la primera quincena de agosto y cuando finalizaron, los republicanos habían
perdido parte de la bajada desde el puerto hacia el pueblo del mismo nombre,
pero las fuerzas de Mola habían quedado fijadas de manera definitiva. En la zona
central de la sierra, las máximas alturas y el puerto de Navacerrada se
mantuvieron en manos gubernamentales desde el primer momento, al
estabilizarse el frente entre Valsaín y las Siete Revueltas sin grandes combates.
Por último, al norte, en Somosierra, tras distintas variantes, el puerto homónimo
y amplias zonas de sus flancos pasaron a manos rebeldes entre el 24 de julio y los
días sucesivos, tras lo que estas fuerzas consiguieron avanzar algo más en
dirección a Madrid, pero durante la primera quincena de agosto el frente de ese
sector quedó definitivamente fijado al norte de Buitrago de Lozoya y del embalse
de Puentes Viejas. Las columnas republicanas habían conseguido frenar al
enemigo y conservar bajo su dominio esa vital infraestructura, con la que podían
garantizar el suministro de agua de Madrid. El Ejército del Norte tampoco se
había podido abrir camino desde la sierra y la provincia de Guadalajara, por lo
que una vez que fue fijado también ese frente, la capital quedaría separada de la
línea de fuego por una franja de terreno de considerable anchura en todos sus
puntos, que en ningún caso era menor a 40 kilómetros. (J.M. Martínez Bande. Monografía
nº 1, “La marcha sobre Madrid”)
La amenaza lejana
Al mismo tiempo que se combatía en la sierra madrileña o en el este de Ávila,
otra amenaza para el Madrid republicano tomaba cuerpo a varios cientos de
kilómetros de distancia, en la zona occidental de Andalucía. Allí, a partir de
focos rebeldes muy concretos, fundamentalmente Cádiz y Sevilla, los sublevados
habían conseguido imponerse y extender su control sobre amplias zonas de esas y
otras provincias, donde esperaron la llegada en masa del Ejército de África, que
en adelante se llamaría Ejército expedicionario. Estas fuerzas, a partir de que se
deshicieron de los mandos opuestos a la rebelión, tuvieron como jefe directo al
general Franco, recién llegado de Canarias. Superaban los 25.000 hombres y eran
con diferencia las unidades más eficaces y aguerridas de cuantas formaban
entonces el Ejército español, dentro del cual constituían una suerte de grupo
aparte, con una singular conciencia de sí mismo creada durante las sucesivas
campañas de la guerra colonial iniciada en 1909. Una vez fueron asesinados los
jefes y oficiales leales a la República, quienes quedaron a cargo de las unidades
africanas eran por norma fervientes partidarios de la vía militar inflexible para
“resolver” conflictos y a la par, enemigos acérrimos del Frente Popular que
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respaldaba al Gobierno surgido de las elecciones de febrero de 1936. A este
bloque político lo consideraban parte fundamental de la “anti España”.
Las vanguardias del Ejército de África pudieron efectuar el paso del Estrecho en
un plazo razonable gracias al puente aéreo que permitieron poner en práctica los
primeros aviones alemanes aportados por Hitler, a lo que se debe sumar la
incapacidad de la Flota gubernamental para cerrar el paso a los barcos que
transportaban miles de hombres. Legionarios y Regulares llegaron con sus armas,
equipos y mandos al completo, profesando el enfoque africanista de la guerra y
con la más reciente experiencia de haber sofocado la revolución de Asturias de
octubre de 1934. Aparte, tenían la iniciativa, algo que resulta muy importante en
cualquier circunstancia bélica o prebélica, pero más cuando enfrente había un
Gobierno sin apenas control de la situación. Estas fuerzas, a las que se irían
sumando otras peninsulares, regulares y milicianas (Falange y Requeté), al
resultar evidente el fracaso en Madrid de la sublevación primero y del intento de
avance de Mola después, desecharon otros objetivos regionales y se dieron como
misión primordial alcanzar la capital de España.
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El 27 de septiembre, el general Varela, subordinado inmediato de Franco, ocupó
con sus fuerzas la totalidad de la ciudad de Toledo y levantó el cerco militar y
miliciano a su Alcázar. La maniobra sobre esta capital de provincia, cuando el
objetivo fundamental del Ejército expedicionario era la toma de Madrid, resultó
de dudosa oportunidad operacional, pero claramente sirvió para incrementar la
motivación dentro del campo sublevado y el prestigio personal de Franco. El
manejo propagandístico de esta victoria tan simbólica, junto a su capacidad de
interlocución directa con las máximas jerarquías alemana e italiana, facilitaron
que Franco fuera nombrado en una reunión de la Junta de Defensa “Jefe del
Gobierno del Estado” mientras durase la guerra, un “matiz” que su hermano
Nicolás omitió al escribir el acta que se haría pública. Reaccionarios, militares,
monárquicos, fascistas y clero ya tenían al “Generalísimo” que necesitaban para
continuar la guerra. (Jorge M. Reverte, “El arte de matar”, pg. 62).
Entre los Ejércitos del Norte y expedicionario había existido un primer contacto
el 12 de agosto, al ser ocupada Mérida. Un segundo enlace entre ambas fuerzas
fue posible el 9 de septiembre, esta vez en Arenas de San Pedro, solo unos días
después de la toma de Talavera. El 3 de octubre, tras la ocupación de Toledo
capital y el nombramiento de Franco como Generalísimo, el total de las fuerzas
sublevadas se reorganizaron como Ejércitos del Sur (Queipo) y del Norte (Mola),
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al cual desde ese momento se incorporó el expedicionario. El cuartel general del
Ejército del Norte se situó en Valladolid, manteniéndose sus tropas organizadas
en las divisiones orgánicas 5ª, 6ª, 7ª , 8ª de preguerra y “de Soria”, de nueva
creación. De estas fuerzas, a la 7ª división orgánica (al mando del general
Saliquet) se le asignó un sector del frente que abarcaba desde Toledo capital
hasta el alto de Reventón (de 1.462 metros y situado en la sierra de Villafranca,
al sureste de la provincia de Ávila). Precisamente, fue en esta 7ª división donde
quedaron incorporadas las fuerzas que hasta el 1º de octubre habían constituido el
Ejército expedicionario o “columnas de África”. La 7ª división, con unos
efectivos muy elevados, unos 14.000 hombres, quedó a su vez organizada en dos
sectores: norte y sur, separados entre sí por una línea imaginaria determinada por
Cebreros, El Tiemblo y San Martín de Valdeiglesias. El sector al norte de esta
línea quedó al mando del general Valdés Cabanilles, con cuartel general en
Ávila. El sector al sur de la misma, con las fuerzas “de África” y cuartel general
en Talavera, quedó al mando del general Varela. De esta forma, en adelante la
cadena de mando de las fuerzas que avanzarían entre Toledo y Madrid quedó
conformada por: Franco – Mola – Saliquet - Valdés Cabanilles (sector norte,
columnas Nevado, Merlo, Santa Pau, Cebollino y Rada) y Varela (sector sur,
columnas 1ª o Asensio, 2ª o Barrón, 3ª o Delgado Serrano, 4ª o Castejón y “de
Caballería” o Monasterio). En el sector sur, jerárquicamente por debajo de Varela
estaba Yagüe, como jefe de un grupo de sus columnas. Reorganizadas tras diez
días de detención, el 6 de octubre de 1936 las fuerzas franquistas al mando de
Varela retomaron el avance hacia Madrid. Daba comienzo la fase hasta entonces
más crucial de la guerra.
Para enfrentar primero a las columnas de África y ahora ante la 7ª división, desde
principios de septiembre, en el campo republicano se había creado el Teatro de
Operaciones del Centro (TOCE), que agrupaba un mismo territorio, mando y
fuerzas como unidad estratégica. El TOCE contemplaba entonces 5 sectores
diferenciados, que abarcaban desde Cáceres hasta Guadalajara, siendo su jefe el
general Asensio Torrado, quien como vimos, había reemplazado en ese mando al
general Riquelme, destituido tras la pérdida de Talavera, el 3 de septiembre. Las
fuerzas de Asensio Torrado sumaban cerca de 25.000 hombres, encuadrados de
derecha (norte) a izquierda (sur) en las columnas mandadas por: Rubio (base en
El Escorial), Mangada (Navas del Marqués - Robledo de Chavela), López -
Tienda (Cenicientos – Escalona – Pelahustán), del Rosal (Sotillo de la Adrada),
Sánchez Plaza (Valmojado, carretera de Extremadura), Mena (base en Olías,
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carretera de Toledo) y Burillo. Por su parte, mediado septiembre, en el campo
republicano el general Sebastián Pozas se hizo cargo del mando de la 1ª división
orgánica, la que tenía su cabecera en Madrid.
Por decisión de Franco, que desechó otras opciones tácticas posibles, el asalto de
la capital se haría desde el sur y el oeste. Esta era sin duda la dirección más corta,
pero no la más fácil. Cuando reemprendieron la ofensiva, el avance que desde el
día 6 de octubre en adelante hicieron las reorganizadas fuerzas de Mola ya no
pudo ser igual de rápido y exitoso que el previo de las columnas expedicionarias
que alcanzaron Badajoz, Talavera o Toledo, pero se le pareció bastante. La
resistencia republicana estaba más endurecida y les causaba más bajas que antes,
pero continuaba siendo incapaz de frenarlas en campo abierto o de impedirles la
entrada en los pueblos. La hábil manera de maniobrar de las columnas
franquistas, formadas mayoritariamente por las fuerzas rifeñas mercenarias y del
Tercio deshacía toda posibilidad de que los republicanos pudieran consolidar
cualquier idea de frente defensivo fiable y duradero, sobre todo en el sector sur,
donde el terreno era ondulado o directamente llano. Este panorama se veía
agravado además por la decisión de Asensio Torrado de pasar localmente al
contraataque cada vez que se presentaba la posibilidad, en lugar de ir
disponiendo sucesivos repliegues ordenados y paulatinos de sus unidades. Haber
asumido antes y mejor las evidentes carencias y limitaciones propias hubiera
ayudado al mando republicano a cambiar de táctica defensiva y con ello, a
reducir el número de bajas y la pérdida continua de territorio y de material de
guerra dentro del triángulo formado por Ávila, Toledo y Madrid.
Una semana después de abandonar Toledo y las posiciones sobre las que se
habían detenido para centrarse en poner fin al asedio del Alcázar, las dos
agrupaciones de la 7ª división de Saliquet ya ocupaban la línea determinada por
los pueblos de Bargas – Santa Cruz del Retamar – Escalona – San Martín de
Valdeiglesias – Cebreros – Navalperal de Pinares. Ya tenían por tanto un pie
dentro de la provincia de Madrid. Las columnas republicanas estaban siendo
derrotadas o puestas en fuga en todo el frente, pero a pesar de este formidable
balance, el mando franquista seguía ordenando que se mantuviera la presión,
incluso a costa de dificultar la necesaria reagrupación de fuerzas o de estrechar
en exceso el ancho de su frente de avance. Viendo que el enemigo republicano
incrementaba la resistencia a pesar del castigo que estaba recibiendo a diario, se
intuía que el tiempo ya resultaba un factor determinante para la victoria. En
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consecuencia, el mando franquista reforzaba preferentemente al sector que
demostrara mayores posibilidades de penetración en campo enemigo. Madrid, a
pesar de todo, seguía estando lejos (una media de unos 75 kilómetros por
carretera) y hasta las tropas mejor instruidas tenían un límite de resistencia.
Aunque no se atrevieran a manifestarlo, es muy posible que muchos jefes
franquistas ya se estuvieran cuestionando si había sido acertado el desvío de la
dirección principal de avance para “liberar” Toledo. En paralelo, ya estaban
desembarcando en los puertos republicanos las primeras armas y asesores
soviéticos y crecía entre las distintas organizaciones populares el convencimiento
de que había que reforzar la disciplina, el esfuerzo en favor del mando único y la
militarización de las milicias. En Madrid se sentía como nunca antes la amenaza
que representaba el avance franquista y su población se empezaba a debatir entre
una serie de opciones personales y colectivas que iban desde el derrotismo a la
movilización completa. Los refugiados de los pueblos atacados, cada día menos
lejanos, ya eran muy numerosos en la ciudad y seguían llegando diariamente por
las principales carreteras que venían del frente. Para los vecinos de Madrid no
podía existir mayor evidencia que esa de que la guerra se les estaba echando
encima.
En esa situación, ante la perspectiva cada vez más clara de que se acabaría
combatiendo por la defensa cercana de Madrid, se encontraba en marcha desde
tiempo atrás un complicado proceso de reorganización (y posteriormente de
militarización) de las columnas republicanas. Esto estaba suponiendo un gran
esfuerzo organizativo e ideológico para los dirigentes de las distintas
organizaciones políticas y sindicales y para sus militantes, que eran los
combatientes de sus respectivas unidades milicianas. En agosto de 1936 se dio un
importante paso con la creación de las Milicias Populares Antifascistas, una
organización unificada en el ámbito de Madrid pensada para encuadrar a todas
las unidades de ese tipo controladas hasta entonces exclusivamente por sus
distintas organizaciones. El órgano que en adelante debía trabajar y velar por la
disciplina de las milicias sería el Comité Central de Guerra, formado por dos
representantes de cada organización adherida y cuya misión principal sería la de
hacer cumplir las normas que él mismo dispusiera o que vinieran del Estado
Mayor del Ministerio de la Guerra. A la par, este Comité Central de Guerra
tendría representación delegada en todos los departamentos de Defensa que
tuvieran relación con las milicias. Si como parece, este proyecto se llevó a cabo,
estaríamos ante la colaboración en cierto pie de igualdad entre la estructura
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gubernamental que se iba reconstruyendo y una organización miliciana a la que
sus propias carencias y limitaciones forzaban a ir aceptando la necesidad de un
mando y una organización militar únicas. Unos dos meses más tarde, a principios
de octubre, todo apunta a que las fuerzas milicianas se habían integrado dentro de
la Comandancia de Milicias que formaba parte del EM del Ministerio de la
Guerra, lo cual significa que, aunque mantienen un relativo grado de autonomía,
este tipo de unidades en la zona Centro ya se ha puesto a las órdenes del
Gobierno (de Largo Caballero), del que sus organizaciones y partidos forman
parte mayoritariamente. De esta forma, con fecha de 8 de octubre, varios
batallones milicianos, sendos de voluntarios (un tipo de unidad voluntaria no
derivada de una organización política concreta que se ensayó pero que no llegó a
prosperar) y varias unidades regulares constituían las dos primeras brigadas
mixtas (1ª y 2ª; ya no había nombres). Las brigadas mixtas se convertirían
rápidamente en las unidades base del nuevo Ejército popular en construcción.
Llegarían a formarse cerca de 250, sin contar las fuerzas del norte. (AGMAV, caja
1165, carp.10) o (AGMAV - 225/11)
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3. Varela y Valdés Cabanilles llegan al Perales.
Inicio de la batalla por Madrid
El mando franquista estimaba que para tomar los tres pueblos señalados, sus
columnas 3ª y 4ª se enfrentarían a un núcleo de unos 2.500 a 3.000 hombres,
encuadrados según la información que tenían, en las columnas Del Rosal y López
– Tienda (al sur de la anterior). Unos 1.700 de esos combatientes pertenecían a
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dos centurias catalanas que ya mostraban una moral baja desde el combate en el
que habían perdido San Martín de Valdeiglesias tras sufrir cerca de 100 bajas,
entre las que se contaban sus principales jefes, que resultaron heridos. Se tenían
noticias además de la existencia de posibles refuerzos enemigos, pero en ese
momento no estaban detectados ni confirmados. Tras la pérdida de Almorox y
San Martín de Valdeiglesias, todas esas fuerzas republicanas se habían retirado
también de Villa del Prado con la intención de hacerse fuertes en torno a Aldea
del Fresno, con el río Alberche por delante. El puente existente allí (de La
Pedrera), era mayor que el de Escalona, pero igual que este, estaba preparado
para ser volado al primer aviso que llegara por medio de un teléfono tendido con
este propósito desde la estación de Villa del Prado. La línea de resistencia que las
columnas republicanas estaban intentando crear a contrarreloj se encontraba
situada sobre unas alturas que dominan la izquierda del río, llamadas Altos del
Peral. En Talavera se daba por hecho que esa línea se extendía también hasta
Méntrida y que a retaguardia de la misma existiría artillería.
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Orden: Reconocer el frente de San Martín de Valdeiglesias y Pelayos y
bombardear lo que se considere pertinente. Parte: Se despega 7,45 y se llega al
frente 8,10. Se efectúa un detenido reconocimiento del puente sobre el río
Alberche en la carretera de San Martín de Valdeiglesias a Madrid y se observa
el puente cortado y una avanzadilla de nuestras fuerzas en el punto n del
croquis, avanzadilla que está jalonada por paineles. En el pueblo de Navas del
Rey se observa una bandera roja en el Ayuntamiento. En los segmentos a-b y b-c
se ven 20 camiones y 10 autobuses, que se bombardean y ametrallan, igual que
unas trincheras que hay en el punto t. No se observa movimiento hacia
Chapinería por parte de nuestras tropas desde Aldea del Fresno y sí, por el
contrario, sobre la carretera de San Martín de Valdeiglesias a Madrid, sobre la
que se ven, pasado Chapinería, algunos vehículos hacia la capital. Se regresa y
se aterriza sin novedad a las 10,15.
A media mañana una nueva misión de observación despega de Talavera, esta vez
a cargo de la 2ª escuadrilla Heinkel.
Operación sobre Chapinería: Cazas, 7 servicios para dominio del aire sobre el
frente San Martín – Santa Cruz. Heinkel, protección avance columna y de
trabajos reparación puentes Alberche. Junkers bombardeó retirada enemigo de
Chapinería. Un Potez avistado. Capotó avioneta. Personal sin novedad.
Como estaba previsto, Chapinería, Aldea del Fresno y Méntrida fueron tomadas
por las columnas franquistas el 15 de octubre tras un avance que al parecer no
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encontró resistencia seria y cuyo mayor obstáculo pudo haber sido la voladura
parcial de los puentes del Alberche. Esta circunstancia obligó a los vehículos a
tener que esperar para superar el tramo destruido mediante una obra construida
por los zapadores, mientras que la infantería no habría tenido mayores problemas
para cruzar el río y continuar por la vía más corta hacia sus objetivos. De esta
forma, Navas del Rey debió ser atacada desde la carretera de Pelayos de la Presa
y probablemente también desde la dirección de Robledo de Chavela, con fuerzas
seguramente menores y pertenecientes a las columnas de Valdés Cabanilles.
Poco después, Chapinería fue envuelta desde Navas del Rey y desde la dirección
de Colmenar del Arroyo. A las 15 horas Chapinería ya era de los sublevados,
igual que todo el tramo bajo del río Perales, el que discurre desde la altura de
Chapinería hasta su desembocadura en el Alberche, junto a Aldea del Fresno.
(AHEA, A-9112) o (AHEA – 8/1)
Navalcarnero
Sin permitirse detener la maniobra para aprovechar la debilidad del enemigo, de
cara al 16 de octubre el mando del sector sur de la 7ª división informa que la 4ª
columna (Castejón) se encuentra sobre la línea Navas del Rey – Chapinería –
Aldea del Fresno, mientras que la 3ª (Delgado Serrano) ha dejado una unidad en
Méntrida y con el resto de sus efectivos se dispone a operar sobre Valmojado. La
acción principal del día recae en la 1ª columna (Asensio), que desde tres
direcciones diferentes debe converger sobre la carretera de Extremadura en la
zona de Valmojado – Casarrubios del Monte. A la aviación se le marcaron las
habituales misiones de reconocimiento (Romeos y Heinkel), protección (Fiat y
Heinkel) y bombardeo (Junkers). Existía una superioridad aérea franquista bien
asentada en los aparatos y pilotos alemanes e italianos que formaban las plantillas
junto a los españoles. Gracias a la implicación directa de las potencias fascistas,
sobre todo desde mediados de septiembre Franco disponía de una perceptible
ventaja sobre la aviación española de preguerra que había quedado en manos del
Gobierno. No sería por mucho tiempo, porque en noviembre esa situación iba a
cambiar mucho, pero de momento, el parte aéreo del día 16 de octubre certificaba
la ocupación de Valmojado y Casarrubios del Monte por la columna de Asensio.
El rodillo, por aire y tierra, funcionaba a la perfección. (AHEA, A-9112) o (AHEA – 8/1)
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De ese mismo día, 16 de octubre, hay evidencias de que la columna republicana
López - Tienda estaba presente en Fresnedillas de la Oliva, Navalagamella,
Quijorna y Brunete; la guerra ya había alcanzado de lleno el río Perales y
momentáneamente sus riberas eran quizás el frente más activo de España. Los
días 17 y 18 la 7ª división emprendió una nueva operación terrestre y aérea con la
mitad derecha de su dispositivo, en plena provincia de Toledo. Mientras, en la
mitad izquierda del mismo se consumaba la ocupación de Robledo de Chavela (el
17) y de su estación ferroviaria (el 18) por fuerzas de Valdés Cabanilles. Al
llegar el 19, el esfuerzo principal retorna nuevamente a la zona izquierda del
sector sur, en la que se emplean las fuerzas para consolidar los avances realizados
previamente y para reconocer los que serían los próximos objetivos a ocupar. El
más importante de esos objetivos era sin duda Navalcarnero, por ser el punto
central y principal de la resistencia republicana en la izquierda del sector de
Varela. Según los informes disponibles en Talavera, este importante pueblo
parecía estar defendido hacia el norte, oeste y sur mediante dos líneas de
trincheras y alambrada concéntricas, donde la interior distaba un promedio de
500 metros de las últimas casas y la exterior, 1.000 metros. No se conocía con
precisión el número de defensores, pero se estimaba elevado. En cambio, si se
sabía que la columna que operara desde Valmojado encontraría enfrente a unos
700 hombres apoyados por tres piezas de artillería intentando cerrarles el paso.
En contraste, otros pueblos menores del entorno simplemente no tenían
guarnición. Navalcarnero, Villamanta y El Álamo serían atacados el día 21.
(AHEA, A-9112 y J.M. Martínez Bande. Monografía nº 1, “La marcha sobre Madrid”)
El 21 de octubre, la línea ocupada por Varela para operar sobre los tres objetivos
señalados estaba determinada por Aldea del Fresno, Méntrida, Valmojado y
Casarrubios del Monte. Cada una de las dos columnas que serían puestas en
acción estaba formada por dos tabores de Regulares y una bandera del Tercio,
más una mehala jalifiana, carros, artillería ligera y los servicios habituales. Con
bases de partida en Méntrida y Valmojado, la primera de estas columnas
avanzaría por la carretera Méntrida – Villamanta, mientras que la otra, dividida
en dos partes, destinaría una de ellas a El Álamo y la otra a Navalcarnero, para
rodearlo por el este y cortar la posible retirada de sus defensores hacia Madrid.
Como en todas las ocasiones anteriores, también en Navalcarnero y en los
restantes objetivos del 21 los planes de Varela se consumaron sin mayores
dificultades. Los republicanos, pertenecientes a las columnas Sánchez Plaza y/o
Escobar, ofrecieron una resistencia que intentó ser tenaz frente a las fuerzas de
Asensio y Delgado Serrano, pero sufrieron una verdadera debacle. Los que no
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murieron ni fueron copados por el ataque envolvente se vieron forzados a
replegarse en desorden hacia el Guadarrama o Sevilla la Nueva, por caminos o
campo a través. A la hecatombe en tierra se debe sumar el derribo de entre dos y
tres aparatos republicanos y el incendio de uno de sus globos cautivos. Las
trincheras fueron también atacadas desde el aire mediante ametrallamientos y el
lanzamiento de al menos 40 bombas, mientras que bombarderos Savoia eran
empleados para actuar contra objetivos cercanos al puente del Guadarrama, en la
carretera a Móstoles.
Brunete
A fin de consolidar el dominio de la zona recién ganada, Varela (cuyo cuartel
general se había adelantado para entonces desde Talavera a Yuncos) procedió a
completar el control de la orilla derecha del río Guadarrama tan rápido como le
resultó posible, antes de cruzarlo en dirección a Madrid. Con este fin, para el día
1º de noviembre, teniendo la línea propia sobre Chapinería – Aldea del Fresno –
Villamanta – Navalcarnero, se dio la orden de tomar Villamantilla, Villanueva de
Perales, Sevilla la Nueva y Brunete, pueblo este último que se debía desbordar
por el noroeste. Para este fin volverían a emplearse tres columnas que sumaban
en torno a 6.000 hombres. La nº 1 (Asensio), con puesto de mando y fuerzas (un
tabor de Regulares y una bandera de la Legión) situados en Navalcarnero,
progresaría por la carretera a Sevilla la Nueva y Brunete con la misión de
cooperar en la ocupación de ese último pueblo envolviéndolo por el sureste. La
nº 3 (Delgado Serrano), con puesto de mando y fuerzas (dos tabores de
Regulares, una bandera de la Legión y una compañía de carros de combate) en
Valmojado, Villamanta y Aldea del Fresno, seguiría el itinerario Villamanta –
Villamantilla – Villanueva de Perales – carretera de San Martín de Valdeiglesias
a Brunete y atacaría este último desde el noroeste. La nº 4 (Castejón), con puesto
de mando y fuerzas (dos tabores de Regulares, una bandera de la Legión, una
batería de obuses y 5 carros blindados) en Chapinería y Navas del Rey, partiría
desde Chapinería para moverse a lo largo de la carretera a Madrid con la misión
de cubrir el flanco izquierdo de las otras dos columnas frente a posibles ataques
republicanos desde el entorno del río Perales o Quijorna. El cuartel general de
esta agrupación de tres columnas estaría en Valmojado, y su jefe, adelantado en
23
Navalcarnero. Se dispuso que de forma permanente hubiera en el aire una
escuadrilla de reconocimiento y bombardeo para cooperar con las fuerzas de
tierra. Los Savoia quedarían en reserva ya cargados con bombas de 2 y 50 kilos,
a la espera de recibir órdenes de despegar para batir los objetivos que les fueran
señalados sobre la marcha. La caza debía asegurar una protección permanente a
las misiones de bombardeo y a las columnas. Durante ese día, 1º de noviembre,
un grupo de tres aparatos Romeo hace su primer servicio de reconocimiento
desde las 7,30 horas e informa a media mañana:
Otro vuelo realizado entre las 12 y las 13,40 horas reporta que se ha hecho el
acompañamiento de las tres columnas propias que operan hacia Brunete, se han
efectuado observaciones y se ha bombardeado las concentraciones enemigas
descubiertas. Su parte dice:
24
Brunete con el camino de Villanueva de Perales ya se encuentran en ese punto.
Situación de las fuerzas enemigas: En la carretera de Chapinería a Brunete, en
la curva que hay antes de llegar a este pueblo se ven 10 camiones parados, sin
observarse movimiento de enemigo. En la zona cercana a la carretera de
Navalcarnero a Móstoles, pasado el puente sobre el Guadarrama y sobre el
kilómetro 22 se ve gente estacionada y tres camiones, así como
atrincheramientos a ambos lados de la carretera. (AHEA, A-9112) o (AHEA – 8/1)
26
Una vez hubieron controlado el interior de Brunete y reagrupado sus fuerzas, el
esfuerzo de las columnas de Varela se dirigió a cruzar el río Guadarrama por la
carretera a Madrid, por lo que Villanueva de la Cañada y Boadilla del Monte
pudieron permanecer entonces republicanas. Por contra, el día 3 fueron ocupados
los pueblos de Villaviciosa de Odón y Móstoles; el 4, Alcorcón, Leganés y
Getafe. El 5 la lucha por Madrid ya estaba entre Leganés y los suburbios de la
capital. Se acercaba el momento crucial de la guerra. Franco había llegado a
Madrid y sus vanguardias se encontraban el día 5 de noviembre a menos de 8
kilómetros de la Puerta del Sol.
27
4. Batallas por Madrid. El frente del río
Perales hasta marzo de 1937
Pasados tantos años, resulta casi imposible fijar detalles tales como el día preciso,
pero sabemos por la memoria oral recogida a tiempo, que ante la inminente
llegada de las columnas franquistas, una parte significativa de la población de los
pueblos cercanos al Perales escapó hacia Madrid, Valdemorillo, Galapagar, etc.
Los más afortunados alcanzaron a llevarse parte de sus animales y los enseres
que pudieron cargar en un carro, mientras que otros debieron escapar
directamente desde el campo en el que estaban trabajando, sin siquiera poder
pasar por casa. En el caso de Quijorna, que según parece fue el último pueblo de
la zona en ser ocupado durante la fase de aproximación franquista a Madrid, la
principal fecha de éxodo de civiles debió ser la misma de la ocupación de
Brunete: el 1º de noviembre. Recordemos que durante esa operación existió una
columna atacante cubriendo el flanco norte o derecho de las otras dos, con la
carretera de Chapinería a Madrid como eje de marcha. Probablemente esa fuerza
llegó a desplegarse también frente a Quijorna, en previsión de un eventual
contraataque desde allí, incluso quizás entró en el pueblo, aunque luego no dejara
ninguna guarnición en él. Reiteramos la dolorosa falta de documentación sobre
muchos detalles de este periodo, situación que es más aguda en el campo
republicano.
Madrid
El 7 de noviembre de 1936, fecha del inicio del ataque franquista a la capital, las
columnas de Varela fueron al choque contra los defensores de Madrid
convencidas de que los arrollarían, y quizás no fueran los únicos que tenían esa
percepción. Poco antes de ese momento, y de una manera bastante poco heroica,
el Gobierno de España casi al completo había abandonado la capital rumbo a
Valencia, no sin antes nombrar al general Miaja (jefe de la 1ª división orgánica)
jefe de la Defensa de Madrid, y al teniente coronel Vicente Rojo jefe de su
Estado Mayor. Les apoyaría en todo lo necesario una Junta de Defensa en la que
participaban todas las fuerzas políticas leales a la República. A la par, Pozas
había sido confirmado como jefe del TOCE. Las fuerzas que en adelante
dependían de Miaja, máxima autoridad en la ciudad, eran todas las columnas que
se habían ido replegando desde el oeste y recién habían sido reorganizadas y
puestas en línea con grandes apuros durante la frenética noche previa (del 6 al 7).
En vista de los antecedentes, nadie podía estar seguro sobre cuál iba a ser su
30
comportamiento colectivo cuando comenzara la batalla. Esas fuerzas, de derecha
(oeste) a izquierda (sur) eran consecutivamente las siguientes: columna Barceló,
3ª brigada y columnas Clairac, Escobar, Mena, Prada, Internacional, Líster y
Bueno. La de Barceló era por tanto la columna que ocupaba una posición más
occidental y la única de la Defensa de Madrid que de alguna manera entraba en
contacto con la zona del río Perales. Un documento de la Comandancia Militar de
Madrid del propio día 7 aclara que esta unidad tenía su puesto de mando en
Majadahonda y que contaba con 4.000 hombres, repartidos en torno a
Valdemorillo, Villanueva del Pardillo, orilla este del río Guadarrama y Boadilla
del Monte. Una vez que terminaba el sector de la columna Barceló, por su
izquierda seguían consecutivamente los de las otras unidades citadas, que estaban
cavando trincheras a marchas forzadas muy por delante de Aravaca, Pozuelo y
Húmera y dentro de Casa de Campo, Alto de Extremadura, Carabanchel, Usera y
Villaverde, hasta alcanzar la vertical de Vicálvaro. Las fuerzas al mando de
Miaja y Rojo contaban en ese momento con unos 10.000 combatientes en
primera línea y otros 10.000 en situación de reserva inmediata. Ocupaban un
frente de unos 30 kilómetros de extensión “incrustado” en el despliegue del
TOCE (recordamos que abarcaba de Cáceres a Guadalajara) al mando de Pozas.
La misión de Miaja, autoimpuesta (porque el Gobierno le había pedido resistir
solo para ganar tiempo y poder terminar de formar las primeras brigadas mixtas
del Ejército popular en construcción), era tan simple de entender como difícil de
cumplir: impedir por todos los medios que Franco entrara en Madrid.
Carretera de La Coruña
Frente a estas fuerzas, del lado franquista, cubriendo la sierra desde Sigüenza
(Guadalajara) hasta el curso alto del río Guadarrama (Cercedilla – Los Molinos),
33
se encontraba desplegada la división de Soria, que enlazaba por su derecha con el
sector norte de la 7ª división, al mando del general Palenzuela. Sumados, los
efectivos de Infantería de estas dos unidades alcanzaban los 38.000 hombres,
mientras que su artillería contaba con 100 piezas. A partir del río Perales, en
Quijorna, la 7ª división entraba en su sector sur, que se extendía por todo el
frente de Madrid y estaba mandado por el general Varela. Sus efectivos eran de
15.000 hombres organizados en 9 columnas y una fuerza de reserva. Su artillería
tenía otras 100 piezas, parte de las cuales, igual que otras armas, habían llegado
de Alemania e Italia y ya habían tomado parte en la batalla de Madrid.
Por orden del Ejército del Norte del 6 de diciembre, todas las fuerzas que
forman la 7ª División y la División de Soria se agruparán en un Cuerpo de
Ejército constituido por tres Divisiones según se expresa a continuación:
División de Soria, General Moscardó; División de Ávila, Coronel Serrador;
División Reforzada de Madrid, General Orgaz. (…) La División de Ávila estará
formada por las fuerzas que ocupan el frente desde el pueblo de Navalagamella,
por Guadarrama hasta Navacerrada (inclusive). La formarán dos Brigadas: 1ª
Brigada, Iruretagoyena; fuerzas: las pertenecientes a los Subsectores de La
Granja y el Alto del León (excepto Caballería). 2ª Brigada, Palenzuela; fuerzas:
las restantes del Sector Norte (excepto Caballería). (AGMAV, caja 1900, carp.8, doc.1,
pag.5) o (AGMAV – 207/11)
La primera de estas operaciones sería por el dominio del flanco oeste de Madrid,
y ya había tenido un episodio preliminar en el ataque del 29 de noviembre que
perseguía la ocupación de los pueblos de Pozuelo y Húmera. El siguiente intento,
emprendido el 14 de diciembre, buscó una meta mucho más ambiciosa: el corte
de la carretera de la Coruña. Varela, jefe de la fuerza de maniobra de la división
36
Reforzada de Madrid, lanzó al ataque a sus tres columnas (Monasterio, Barrón y
Sáenz de Buruaga) flanqueadas por la de Siro Alonso a su derecha y por la
división de Ávila a su izquierda. La masa de ataque eran unos 10.000 hombres,
que contaban con apoyo aéreo, artillero y de tanques Panzer I, siendo su línea de
concentración y partida la determinada por Quijorna, Brunete y Villaviciosa de
Odón. Estas fuerzas atacaron el intervalo de frente republicano existente entre
Valdemorillo y Las Rozas, a cargo del primer sector de la Defensa de Madrid,
mandado por Kléber. En esta acción, en la que la niebla estuvo muy presente
dificultando la maniobra, Boadilla del Monte se convirtió en el principal objetivo
de Varela, siendo finalmente perdida por los republicanos a pesar de la férrea
defensa que sostuvieron tanto alrededor como dentro del pueblo. Las columnas
atacantes se vieron forzadas a comprometer en ese punto buena parte de sus
efectivos, encontrándose luego privadas de poder hacerlo en otros. Junto a
Boadilla, también Villanueva de la Cañada cambió de manos, pero la ofensiva
quedó detenida el 23 de diciembre sin haber podido cumplir el principal objetivo
planteado, que era cortar la carretera de La Coruña. El parte republicano de esos
combates está en este teletipo:
Los combates que sucedieron al asalto frontal a Madrid no frenaron el avance del
proceso de militarización de las fuerzas republicanas del Centro. Prueba de esto
es que el 31 de diciembre de 1936 quedaron constituidas dentro del TOCE las
fuerzas de la sierra (divisiones 1ª, 2ª y 3ª), el cuerpo de ejército de Madrid
37
(divisiones 4ª, 5ª, 6ª, 7ª y 8ª), el grupo de fuerzas del Tajo – Jarama (9ª
división) y el grupo de fuerzas de Guadalajara (12 división). Apenas iniciado
1937 ya existían por tanto las diez primeras divisiones del Ejército popular. El
salto cualitativo con respecto a la etapa anterior era evidente: se había formado
un Ejército regular. Dentro de esta nueva organización, las fuerzas de la Defensa
de Madrid se reconvirtieron en bloque en el citado cuerpo de ejército de Madrid,
continuando Miaja como jefe y Rojo como jefe de su EM. Todas sus unidades
quedaron organizadas en divisiones y brigadas (una división tenía tres brigadas y
cada una de estas, cuatro batallones). El intervalo de frente ya conocido, el que
iba desde el entorno del río Perales hasta la unión de los ríos Jarama y
Manzanares pasó de tener cuatro, a tener cinco sectores, cada uno guarnecido
por una de las divisiones recién formadas: 1º sector: Desde Valdemorillo hasta la
tapia del monte de El Pardo, a cargo de la 8ª división (Cuevas), brigadas 35, 37 y
44. 2º sector: Desde la tapia del monte de El Pardo hasta el río Manzanares, a
cargo de la 5ª división (Perea), brigadas 5ª, 38 y 39. 3º sector: Ciudad
Universitaria, entre los puentes de San Fernando y de Los Franceses, a cargo de
la 7ª división (Prada), brigadas 2ª, 6ª y 40. 4º sector: Todo el Manzanares a partir
del Puente de Los Franceses, a cargo de la 6ª división (Mena), brigadas 4ª, 42 y
43. 5º sector: ¿Hasta Villaverde Bajo o hasta el Jarama?, a cargo de la 4ª división
(Modesto), brigadas 1ª, 36 y 41. En reserva quedaban siete brigadas (algunas
todavía en formación), dos de las cuales eran las internacionales XI y XII. El
cuerpo de ejército de Madrid tenía casi 46.000 hombres.
Llama la atención que apenas cesaron los violentos combates de la cercana zona
de la carretera de La Coruña, en las posiciones de la recién creada 3ª división
republicana (“de Pozas” y entonces con solo dos semanas de antigüedad) se
recibió la que quizás fue la primera visita de un organismo “militar” que daría al
Ejército popular un carácter casi único en la historia de las fuerzas armadas.
Hablamos de las Milicias de la Cultura, creadas y nutridas con maestros y
militantes del mundo de la cultura para sumar a la lucha en curso su esfuerzo por
erradicar el extendido analfabetismo y elevar el nivel cultural y político de las
tropas, compartiendo con ellas la vida en posiciones y trincheras. Como prueba
concreta del esfuerzo por superar la exclusión y atraso educativos existentes entre
los voluntarios y reclutas nos sirve un diario de la organización “Cultura
Popular”. Entre los días 19 y 27 de enero, su equipo de Frentes recorrió en
camión todas las posiciones y lugares importantes de la citada 3ª división
(brigadas 32, 33 y 34) del Ejército del Centro, buscando en todo momento el
máximo contacto e intercambio con las tropas, los mandos y los comisarios de
todas las brigadas y fuerzas agregadas. A lo largo de ocho días se dieron varias
charlas y mítines ante los combatientes, se sostuvieron reuniones con jefes y
comisarios y se hicieron pases de películas de contenido social y revolucionario
(Expreso Azul y Tempestad sobre Asia) en El Escorial, Navalespino,
Robledondo, La Lastra, La Hoya, Monte Pelado, María de la Alameda (sin el
“Santa” para los republicanos), La Paradilla, El Enebral, Zarzalejo, Peralejo,
Fuente Lámpara y Valdemorillo. Se comprometió también la entrega de tres
bibliotecas y de material educativo para otras tantas escuelas de las fuerzas, así
como un megáfono en Valdemorillo, destinado a la propaganda ante el enemigo.
El esfuerzo hecho por estos equipos de acción cultural y educativa sobre esta o
cualquier otra división, no fue algo esporádico, sino que tuvo continuidad durante
41
toda la guerra. Esto se descubre al ir conociendo los detalles de la organización
interior de las divisiones, brigadas y batallones republicanos. (AHEA, A-9144) o (AHEA
– 42/5)
42
seguramente con mayor incidencia) los mismos “problemas” de fiabilidad
política y operativa mencionados al hablar del campo leal, pero claro está, en
sentido contrario. (Bande, Monografía nº 2. “La lucha en torno a Madrid”.
Las batallas que llegarían durante los meses de febrero y marzo de 1937 serían
respectivamente las del Jarama (6 al 27 de febrero) y de Guadalajara (8 al 23 de
marzo). Por su lejanía geográfica, ninguna de las dos tendría una repercusión
directa sobre el área del río Perales, pero sí una de conjunto sobre la totalidad del
frente madrileño, motivando que se adelgazara hasta el mínimo soportable la
dotación de unidades y de material de guerra de los sectores más tranquilos. Los
dos contendientes enfrentados sabían que el enemigo no podría sostener dos
acciones de envergadura simultáneas y eso permitía asumir el riesgo de rebañar
tropas y armas de los sectores sin lucha para llevarlos allí dónde sí la había.
A mitad de ese periodo, apenas terminó la batalla del Jarama (27 de febrero), el
Gobierno republicano de Largo Caballero asentado en Valencia ordenó acometer
una nueva reorganización de las fuerzas del Centro. Así, el 27 de febrero se dictó
la orden según la cual desde el 1º de marzo dejaban de existir tanto el TOCE
como el cuerpo de ejército de Madrid, creándose oficialmente y ya con ese
nombre, el Ejército del Centro. Como jefe del mismo cesó Pozas y fue
nombrado Miaja, siendo nuevamente su jefe de EM Vicente Rojo y trasladándose
su puesto de mando central desde Alcalá de Henares al Ministerio de Hacienda,
en el centro de Madrid. La nueva estructura organizativa, que todavía debía pasar
del papel a la realidad, determinó que el I cuerpo de ejército quedara formado
por las divisiones 1ª, 2ª, 3ª y 10ª (situadas por ese orden de derecha a izquierda) y
guardara el frente de la sierra bajo mando del coronel Morriones. El II cuerpo de
ejército, con las divisiones 8ª, 5ª, 7ª, 6ª, 4ª y 11 (también situadas por ese orden)
defendería Madrid, teniendo por jefe al coronel Alzugaray. La 9ª división estaría
frente a Aranjuez y la 12 división en el sector de Guadalajara. Habría también un
III cuerpo de ejército o “de maniobra”, mandado por el teniente coronel Burillo
y formado por las fuerzas del Jarama, divisiones A, B y C (que luego
respectivamente llevarían los números 13, 15 y 14), más las reservas y las nuevas
brigadas en formación. Esta formidable fuerza agrupada dentro del flamante
Ejército del Centro, que incluía además otras unidades de las distintas armas y
servicios, contaba entonces con cerca de 144.000 combatientes. Por sus flancos
existían sendas agrupaciones autónomas, de Cuenca y del Tajo que más adelante
43
se integrarían respectivamente en los Ejércitos de Levante y Extremadura. (Bande,
Monografía nº 2. “La lucha en torno a Madrid”.
44
5. El frente del río Perales entre abril y julio
de 1937
Campo franquista
45
Apenas iniciado el mes de abril de 1937 (el día 3) una de las partes que
componían el cuerpo de ejército de Madrid, la división Reforzada de Madrid, que
había sido creada cuatro meses antes con una clara vocación ofensiva, fue
reorganizada y reconfigurada en las divisiones de Madrid nº 1, 2, 3 y 4 más una
brigada de Vanguardia, que dependía de la división nº 1 y tenía a su cargo el
sector de la Ciudad Universitaria, el más expuesto y peligroso pero también el
más importante desde el punto de vista moral y propagandístico. Solo una
semana más tarde de esa primera reorganización, el mando franquista dicta otra
nueva, consistente ahora en la creación de sendos cuerpos de ejército en base a
las fuerzas y los territorios de las divisiones orgánicas 5ª y 7ª. La orden estaba
redactada en los siguientes términos:
Desde la creación de estos dos cuerpos de ejército, cada división integrante de los
mismos pasó a ser identificada por una cifra de dos dígitos, donde el primer
número indicaba el cuerpo de pertenencia. De esta forma, en el V cuerpo las
divisiones se numeraban 51, 52, etc. y en el VII cuerpo sus divisiones pasaron a
ser la 71 (Iruretagoyena), 72 (Asensio), 73 (Barrón), 74 (Yagüe) y 75 (Serrador),
donde esta última era la anterior división de Ávila, la que guardaba el frente del
río Perales desde el sur de Navalagamella hasta el entorno de Los Molinos, en la
zona de Navacerrada. Por su parte, la 71 división mantuvo entonces el sector de
su antecesora (la de Madrid nº 1), que se extendía desde el río Perales (entre
Quijorna y Navalagamella) hasta la carretera de Extremadura. Esto significa que
el río Perales continuaba siendo el lugar donde se enlazaban las divisiones 75 (en
Navalagamella) con la 71 (en Quijorna). En este momento, en el campo
franquista existían los Ejércitos del Norte (Mola) y del Sur (Queipo del Llano).
Esta situación organizativa va a sufrir un nuevo cambio menos de dos meses
46
después, a raíz de que el 3 de junio de 1937 muriera en accidente de aviación
Emilio Mola, jefe del Ejército del Norte y principal organizador y cabeza
pensante del golpe de Estado iniciado en julio del año anterior.
Ese 3 de junio estaba en curso la primera ofensiva lanzada por el Ejército popular
para auxiliar al frente norte. Se trataba de un ataque de mediana importancia que
había comenzado el 30 de mayo y buscaba la ocupación de la ciudad de Segovia
avanzando desde las posiciones propias frente a La Granja de San Ildefonso, a
pocos kilómetros de esa capital castellana. La 75 división de Serrador, que había
tenido que ser reforzada, combatía esos días sobre Cabeza Grande, La Granja, la
Cruz de la Gallega y el cerro Matabueyes frente a fuerzas de tres divisiones
republicanas (2ª, 34 y 35). Mola, alarmado por la evolución que mostraban los
combates, decidió volar desde Vitoria, donde estaba dirigiendo la campaña del
norte, a Valladolid, cabecera de su VII cuerpo de ejército. Su avión se estrelló al
sobrevolar el puerto de La Brújula, en el municipio burgalés de Alcocero, bajo
pésimas condiciones climáticas. No hubo sobrevivientes. La ofensiva de La
Granja se agotó al día siguiente sin que los republicanos hubieran obtenido
ningún avance de importancia. La desaparición de Mola privó a Franco de un
mando muy competente y plenamente comprometido con la causa, pero en cierto
modo, también terminó de resolver el futuro de su liderazgo, pues a partir de ese
hecho, en el campo sublevado nadie podía medirse ya con Franco en cuanto a
prestigio, protagonismo o implicación inicial. El poder que ostentaba desde el 1º
de octubre de 1936 quedaba, ahora sí, completamente legitimado, pues ya no
había en su entorno cercano generales vivos al que él hubiera estado subordinado
de algún modo. Ya fuera por la acumulación de fuerzas que se había ido
produciendo, por necesidades organizativas u operacionales, o porque en vida de
Mola pudiera haber resultado incómodo reducir su área de responsabilidad,
apenas muere este jefe, se ordena una importante reestructuración de las fuerzas
que componían el Ejército del Norte*. Se crea el Ejército del Centro a costa de
segregar importantes fuerzas del primero, que pasa al mando del general Fidel
Dávila, con el general Vigón como jefe de EM.
*Queda pendiente averiguar si el proyecto de creación del Ejército del Centro ya estaba en marcha en vida de
Mola, lo que parece lo más razonable y posible, y saber cuál era su opinión al respecto y su participación
prevista.
*Muchos años más tarde, en 1998, viviendo en Navalcarnero, un viejo vendedor de verduras que tenía un
puesto en la plaza de Buenavista me contaría que de niño él jugaba con el hijo de Varela en las calles de
Navalcarnero, y que su madre le lavaba la ropa al general. El “cuartel general” funcionaba en el mismo
edificio que actualmente ocupa el Teatro municipal.
48
Campo republicano
10ª división
En marzo de 1937, la misión principal que tenía encomendada la 10ª división era
la de agarrarse al terreno para cerrar el paso al enemigo en el intervalo
comprendido entre el kilómetro 20 de la carretera de La Coruña (casa Curia) y el
kilómetro 10 de la carretera de Brunete a Valdemorillo. En coherencia con esto,
se había creado y se continuaba mejorando diariamente una línea defensiva
ocupada por las tropas que discurría desde las posiciones de la 8ª división a la
izquierda del kilómetro 18 del ferrocarril del Norte (en su tramo común para las
líneas a Segovia y a Ávila) con las de la 3ª división, en el cerro Santa Ana, una
altura de 871 metros situada un kilómetro al sureste de Valdemorillo. La 10ª
división estaba formada por las brigadas 3ª, 31 y 35. La 3ª brigada mixta se había
49
constituido en octubre de 1936 en Alcázar de San Juan con fuerzas de
Carabineros, su jefe entonces era el comandante José María Galán. La 31 brigada
mixta se organizó el 2 de enero de 1937 en Villalba y su jefe fue Francisco
Cacho. La 35 brigada mixta se creó el 1º de enero de 1937 en Madrid, siendo su
jefe el brigadista italiano y teniente coronel Nino Nanetti. José María Galán había
dejado el mando de la 3ª brigada (era en marzo de Zulueta Isasi) y asumido el de
la 10ª división. Algo a retaguardia de la línea descrita, sobre las alturas de
Galapagar, se tenía establecida una segunda línea, o de repliegue, desde la que
también se podía cumplir perfectamente la misión asignada a la división. Los
pueblos de Colmenarejo y Galapagar estaban preparados para la defensa, con
obras en los vértices Conjuro y Congosto. Por causa de la gran extensión del
sector divisionario, era obligado mantener en línea a la práctica totalidad de las
fuerzas de la unidad. Las escasas reservas de cada brigada ocupaban los lugares
estimados como más convenientes, mientras que las de división se encontraban
concentradas algo más lejos, en el pueblo de Torrelodones. La buena red de
carreteras y caminos disponibles permitía un rápido desplazamiento de todas esas
reservas en el caso de que fuera necesario, pero para que estas resultaran
verdaderamente efectivas en la lucha, todavía tenían que completar su dotación
de armas automáticas y morteros, de las que carecían dos batallones de los 12
que formaban la división. Dentro del sector divisionario, de este a oeste, la
disposición de las tres brigadas era: 31, 3ª y 35, mientras que sus puestos de
mando se encontraban respectivamente en Las Matas, Galapagar y Tomellosa
(Guadalajara), debido a que parte de la 35 brigada estaba entonces cambiando de
frente. Un dato que no podemos pasar por alto es que el comandante del 4º
batallón de la 35 brigada era en ese momento un mayor de Milicias llamado
Ramón Mercader del Río, quien en 1940 sería el asesino de León Trotski en su
casa de México. Es fácil por tanto imaginar que el mayor Mercader llegó a
conocer bien Valdemorillo. El subsector a cargo de la 35 brigada comenzaba en
la cota 840 en la que se levanta la casa Palata (sobre Villanueva del Pardillo),
continuaba por las cotas máximas del cerro Madroñal y aledaños, pasaba por
Cabeza Aguda, saltaba el Aulencia y alcanzaba el cerro Santa Ana, donde se
verificaba el enlace con la 33 brigada de la 3ª división. Las posiciones
republicanas de primera línea a la altura de Valdemorillo se encontraban algo
más de dos kilómetros al sur del pueblo, alcanzando según parece el cerro
existente al norte del Vétago que durante la batalla de Brunete sería la posición
Pico y Pala, de cota 750. En torno a Valdemorillo ya existían entonces trincheras
y fortines hechos de piedra y cemento.
50
En lo referente a la dotación artillera que tenía agregada, la 10ª división contaba
con tres baterías (normalmente esta unidad táctica básica estaba formada por tres
piezas, que debían ser del mismo tipo y calibre). Sendas baterías de 114,3 y 105
mm (esta con dos piezas) estaban emplazadas al sur de Las Matas, mientras que
una tercera de 75 mm (también con dos piezas) se encontraba en Molino de la
Hoz. El depósito de municiones que abastecía a estas dos baterías estaba en Hoyo
de Manzanares. Por los lugares elegidos como emplazamientos artilleros se
deduce que la defensa de la carretera de La Coruña era la prioridad absoluta,
mientras que la escasez de medios no permitía atender a la protección de la
carretera de Brunete a Valdemorillo, el otro claro eje de peligro ante un potencial
ataque enemigo. Las razones para situar toda la artillería en uno de los extremos
de la división eran claras y seguramente acertadas: la carretera de La Coruña era
más cercana a Madrid; hacia el norte conducía directamente hacia un objetivo de
vital importancia (Torrelodones) y por último, frente a una orografía que en
Valdemorillo era favorable a la defensa, en la zona de Las Rozas y Las Matas se
presentaba como sumamente favorable para la maniobra.
Pocos días más tarde, un extenso informe del Comisariado de la 10ª división
fechado el 2 de abril aclaraba otros aspectos de la situación de esta unidad. En
esta ocasión se trataba de aspectos más centrados en las propias fuerzas y su
estado moral, capacidades y grado de bienestar que tenían los combatientes. Este
es un extracto de ese extenso informe:
53
solo llega una tercera parte de la que se necesitaría. Para paliar estas
limitaciones se tienen organizados grupos de lectura en los que al mismo tiempo
que se ayuda a los camaradas analfabetos, se discuten las informaciones de la
prensa diaria. El Comisario de la 31 Brigada me informó de que ha retenido la
prensa algunos días con motivo de la polémica entablada entre el “Heraldo de
Madrid”, “CNT” y “Castilla libre”, a lo que le contesté que esa manera de
trabajar no me parecía adecuada por cuanto lo que se precisa no es detener la
prensa, sino señalar a los más fervientes partidarios de cada línea política como
se puede reorientar la polémica. Hay que acabar con el prejuicio de que los
problemas se resuelven ocultándolos.
Todas las Brigadas cuentan con escuelas que están combatiendo la plaga del
analfabetismo mediante un trabajo intenso, habiéndose obtenido ya magníficos
resultados respecto a esto. En la 35 Brigada, en su 4º Batallón ya no hay ningún
camarada que no sepa leer ni escribir, mientras que en la 31 Brigada el
porcentaje de analfabetismo no llega ni al 4%. Existe una biblioteca de la 10ª
División, que tiene carácter itinerante y es un complemento de las que tienen las
Brigadas y los Batallones, que en el primer caso son tres y en el segundo entre
ocho y diez. En la 3ª Brigada se cuenta con una biblioteca ambulante cargada en
un coche. Los camaradas soldados atienden con sus donativos al mantenimiento,
renovación y ampliación de este servicio. Se han instalado hogares del
combatiente allí donde quiera que existan fuerzas de esta División, contándose
en la actualidad con los siguientes: Torrelodones (estación y pueblo), Hoyo de
Manzanares y Colmenarejo, faltando poco para que quede abierto el de
Colmenar Viejo. En estos hogares se han instalado juegos, biblioteca, locales
para escuela, etc. La inauguración de estos centros se ha llevado a cabo con la
participación de las bandas de música de las Brigadas, un mitin y gran
concurrencia de camaradas, proyectándose también una película de temática
social.
La moral de las fuerzas es bastante elevada. Con ocasión de mis visitas a los
frentes he tenido la oportunidad de ver como los camaradas se dirigían a mí
pidiendo también para ellos la oportunidad de ser llevados a las zonas de
combate, igual que pasó con los dos Batallones de la 35 Brigada que fueron
enviados al frente de Guadalajara. La 3ª Brigada, que se encuentra en reserva,
realiza continuamente intensos ejercicios de preparación militar, tales como
marchas nocturnas y marchas de velocidad y resistencia con el fin de
encontrarse en un perfecto estado de preparación física y entrenamiento militar
de cara a su participación en una ofensiva, que se puede iniciar cuando el
55
Mando determine. Dentro de la 35 Brigada, en su 2º Batallón se han producido
algunos hechos de relajamiento de la disciplina protagonizados por
determinados elementos que estaban ligados por lazos de familia o amistad con
el Comandante del citado Batallón, el compañero Arnaiz. Respecto a este
Comandante, por motivo de su conducta incoherente con las necesidades de la
lucha, y por haber amenazado de muerte al Comisario de la Unidad, me he visto
en la necesidad de hacer que resigne su Mando y proceder a enviarlo a
disposición del Estado Mayor del Ejército del Centro para que resuelva sobre el
caso, toda vez que, en virtud de las órdenes dictadas por el Comisariado General
de Guerra, la acción de los Tribunales Populares de Guerra ha quedado
suspendida. En cuanto tuve conocimiento de los hechos que se producían en este
Batallón, especialmente en la 1ª Compañía, acudí inmediatamente a
entrevistarme con las fuerzas de esa Unidad, haciendo ver a los camaradas su
error y advirtiendo severamente a los elementos problemáticos que si no
cortaban de raíz sus manejos se atendrían a las consecuencias. Después de estas
intervenciones considero que el problema está completamente resuelto. La
capacidad política de las fuerzas es diversa, pues al lado de Batallones de
extracción sindical, con una gran comprensión de la reivindicación social y de la
lucha en curso, nos encontramos con otros integrados por elementos campesinos
y por fuerzas de Carabineros de recluta diversa, que por consiguiente poseen un
escaso sentido sindical y político.
En la División funciona una escuela militar que dispone de cursos para Jefes y
Oficiales, Sargentos y Cabos, Especialidades y Político – Social. Se han
completado algunos cursos, si bien, hay que reconocer que debido a los
traslados que ciertas fuerzas han tenido que efectuar por orden de la
Superioridad, los resultados de nuestro trabajo en este campo dejan mucho que
desear, por lo que se necesitará hacer un esfuerzo mayor si queremos alcanzar
los objetivos deseados. Respecto a los Servicios, se puede decir que en lo
referente al personal a cargo, están bien organizados y atendidos los de
Intendencia, Sanidad y Transportes, si bien no están ni mucho menos completas
sus necesidades materiales. Transmisiones es el Servicio que está peor dotado,
ya que le faltan bastantes elementos. Se carece por completo de material óptico y
de comunicaciones por radio. En cuanto a la comunicación telefónica, las
centralitas están muy deterioradas y no se cuenta con el hilo que sería necesario
tender en caso de ofensiva.
56
La 3ª Brigada está bien dotada de armamento moderno, si bien carece de
morteros, cuya falta se solventa parcialmente con los lanzabombas. Las
Brigadas 31 y 35 tienen un material más deficiente, pues se trata de nuestros
fusiles de 7 mm ya muy desgastados y de los viejos fusiles alemanes del calibre
7,92. Otro de los inconvenientes que afrontamos es la diversidad de calibres
existente entre los distintos armamentos, lo que puede motivar un fatal error de
municionamiento en caso de combate, que para que nunca llegue a producirse,
nos exige una vigilancia constante. Las fuerzas de la 3ª Brigada Mixta,
pertenecientes en su totalidad a Carabineros, tienen planteado un problema
grave en relación con la liquidación de sus sueldos pendientes. Algunos
compañeros llevan sin cobrar desde diciembre, y la explicación es que fueron
reclutados por distintas Comandancias, las cuales no realizaron el debido
trabajo de control, lo que ahora trae como consecuencia que los Pagadores de la
Brigada no pueden determinar de qué Pagaduría tienen que percibir los
camaradas sus devengos, ni cuál es el periodo de tiempo que cada Pagaduría
debe atender a cada uno. La consecuencia de todo esto es que el personal de tres
de los cuatro Batallones de la Brigada se encuentra en la lamentable situación
de no haber cobrado sus sueldos desde hace tres meses. Esta anormalidad puede
desembocar en una situación difícil. Se han hecho gestiones ante el Ministerio de
Hacienda, pero hasta el momento no se han logrado resultados. (PCE, EM del ES,
rollo 57) o (PCE – 64/caja 1)
3ª división
El 1º de marzo de 1937, la 3ª división, que estaba formada por las brigadas 32, 33
y 34, quedó integrada en el I CE creado en ese momento. Su jefe era el teniente
coronel Fernández de Heredia. La 32 brigada mixta era el resultado de la
militarización de las fuerzas que hasta ese momento formaban la columna
Mangada, un proceso que culminó el día 31 de diciembre de 1936 en El Escorial,
siendo su jefe entonces el mayor de Milicias Nilamón Toral. La 33 brigada mixta
fue creada el día 6 de enero de 1937 también en El Escorial a partir de unidades
milicianas que formarían parte de la columna Rubio, siendo su primer jefe el
mayor Gaspar Ginés, mientras que desde abril ese cargo fue para Esteban
Cabezos. Por último, la 34 brigada mixta se creó el 1º de enero de 1937 también
en El Escorial, en base a las fuerzas de la columna Robledo, siendo su primer jefe
el capitán José Martín Gonzalo. En marzo, de las tres brigadas de la división, la
33 ocupaba la posición izquierda del sector, entre el cerro Santa Ana de
57
Valdemorillo y la Hinojera, en Zarzalejo. Le seguía la 34 brigada, que se
extendía por el cerro San Benito y alcanzaba un punto seguramente cercano a
Santa María de la Alameda. En la derecha del sector divisionario estaba la 32
brigada mixta, que enlazaba por su izquierda con la 34 y por su derecha con la 2ª
división, en la zona de Peguerinos. El día 10 de abril esta división protagonizó
con sus tres brigadas una breve operación ofensiva sobre las posiciones enemigas
de Santa Catalina, La Atalaya, Peñarrubia, Cumbrecilla, Las Umbrías y El
Morro. (AGMAV, caja 559, carp.11, doc.1) o (AGMAV – 49/4)
Igual que en el caso de la 10ª división, la 3ª también contó con informes regulares
de sus comisarios, presentes en todos los niveles superiores, hasta batallón. El
Comisariado era un organismo adjunto al mando militar de la unidad que tenía
múltiples atribuciones en los ámbitos de la formación política, cultural y técnica
de los combatientes, en el sostenimiento de la moral, en el bienestar y el
mantenimiento de la salud e higiene personal, de las trincheras y de las chabolas,
en la calidad de la ropa y la alimentación, en la persecución de emboscados,
derrotistas y candidatos a pasarse al enemigo, en la difusión de propaganda y
explicación de los motivos de la lucha, en la solicitud de cupos de permisos al
mando superior y en su posterior reparto entre los combatientes, etc. En un
Ejército popular que recién había sido creado y carecía tanto de historia y
tradiciones propias como de una cadena de mando homogéneamente fiable, se
hacía urgente reforzar al máximo la cohesión interna y la unidad en torno a un
fuerte propósito político común, que pasaba por asumir la obediencia, la
disciplina y cuantos sacrificios fueran necesarios para ganar la guerra al fascismo
local y foráneo. Otra tarea muy sensible de los comisarios consistía en intentar
armonizar o encauzar las discusiones políticas existentes entre los combatientes -
militantes provenientes de diferentes organizaciones políticas, que en múltiples
ocasiones tenían grandes diferencias tácticas o ideológicas, tanto en lo referente a
la conducción y propósitos de la guerra como al modelo social a construir tras la
victoria. En el combate, los comisarios no tenían mando operacional sobre las
unidades, pero sí un importante papel que jugar dando ejemplo de valor y
obediencia, razón por la que su vulnerabilidad ante el fuego enemigo resultaba
normalmente superior a la de los demás combatientes. Conociendo que su lema
era: primero en avanzar, último en retroceder, es fácil intuir su mayor
probabilidad de resultar muerto o herido en la lucha, a lo que debe sumarse el
peligro extremo para su vida que suponía caer prisionero del enemigo. La figura
58
del comisario se había creado en la URSS, apareciendo por primera vez en el
Ejército Rojo bolchevique y manteniéndose después en el Ejército soviético.
60
pero se carece tanto de estas como del pienso necesario para los mulos. (PCE, EM
del ES, rollo 52) o (PCE – 63/16)
61
Constaba de dos tramos diferenciados, uniendo el principal de ellos (de 91
kilómetros) el municipio madrileño de Torrejón de Ardoz con el conquense de
Tarancón, mientras que el otro tramo (41 kilómetros) enlazaba las localidades
toledanas de Santa Cruz de la Zarza y Villacañas. De esta forma, una vez se pudo
disponer de esta línea ferroviaria construida en plena guerra por cerca de 15.000
obreros, quedaron enlazadas transversalmente (de norte a sur) las líneas
ferroviarias de Madrid a Zaragoza, Cuenca y Alicante, pudiendo garantizarse la
llegada de los abastecimientos que necesitaban los habitantes de Madrid y las
tropas de buena parte de la zona Central para mantener la resistencia. Desde que
la línea ferroviaria a Irún entraba en el sector de la 10ª división a la altura de
Casa Curia, junto al kilómetro 20 de la carretera de La Coruña, hasta que salía de
la zona de la 3ª división al alcanzar La Hinojera en Zarzalejo, había más de 40
kilómetros de recorrido, que si fue levantado y trasladado, pudo resolver buena
parte de las necesidades del Ferrocarril de Negrín, que preferentemente se debió
abastecer de materiales llegados de líneas interrumpidas por los frentes. Aparte,
quedaba todo lo disponible en la variante a Segovia de la citada línea a Irún, que
partía desde Villalba (además de una línea “de las canteras” que comenzaba
también casi en el mismo punto), pero hay razones para pensar que al menos
hasta mayo de 1938 ese último ramal se mantuvo operativo.
62
6. Batalla de Brunete
Nota previa: El relato de la lucha en tierra en la zona del río Perales ha exigido
hacer una selección nada fácil de documentos y fuentes en el amplio archivo
documental de Brunete en la Memoria y aun así, quizás no hemos quedado del
todo satisfechos con nuestra capacidad de síntesis. A este capítulo le haría falta
añadir al menos dos cosas más: el relato de la lucha aérea que tuvo lugar día a
día y el de la actividad de los servicios de la sanidad militar para salvar las
vidas de los miles de heridos y enfermos que produjo la batalla de Brunete. Un
estudio diario de la guerra en el aire está disponible en este ENLACE. Respecto
a la sanidad, por ahora solo está disponible el estudio que atiende al campo
republicano, que está en este ENLACE. Ambos llevan a sendas monografías
disponibles en el sub blog “Primer Ejército de Maniobra” del blog de Brunete
en la Memoria: bruneteenlamemoria.blogspot.com
En el inicio del verano de 1937 estaba muy claro que contando solo con los
recursos propios, el frente norte republicano no podría prolongar su resistencia
por mucho tiempo. El imperfecto pero agobiante bloqueo naval de la costa
cantábrica, la falta de una conexión terrestre con la frontera francesa y la
imposibilidad absoluta de alcanzar por tierra la zona de Euskadi, Cantabria y
63
Asturias desde Aragón o Madrid pusieron al Gobierno de Negrín (que sucedió al
de Largo Caballero en mayo) y al EMC republicano frente a una disyuntiva
dramática. Había que decidir en un plazo muy corto si sacrificar el frente norte,
aprovechando el tiempo que este pudiera dar al resto de la zona republicana para
avanzar en la consolidación de un verdadero Ejército regular, o si, empleando
todos los recursos existentes, se emprendía una maniobra de distracción que
tuviera alcance estratégico (con repercusión en el panorama global de la guerra) y
que por tanto debía ser necesariamente a gran escala.
64
Enfrentado al dilema antes mencionado: abandonar o ayudar al frente norte, el
compromiso del Gobierno republicano con la defensa de todos sus territorios y
poblaciones demostró ser férreo. Eso explica que se optara por la opción de
emprender una ofensiva de importancia tal que pudiera tener repercusión no solo
allí dónde se aplicaba la fuerza, sino también a cientos de kilómetros de
distancia. Los planes preliminares y la elección de los lugares susceptibles de ser
atacados ya estaban muy avanzados en junio. Había dos opciones claras: el frente
extremeño y el frente de Madrid. Se eligió este último, tanto por una serie de
ventajas operativas como por la necesidad imperiosa de forzar al enemigo a
poner fin a los bombardeos artilleros diarios que castigaban el centro y los
barrios obreros y populares de la capital pero evitaban los barrios más
acomodados. Sobre esos objetivos hacían fuego diariamente al parecer hasta 13
baterías franquistas de distintos calibres convenientemente situadas en la zona
oeste del Manzanares y la Casa de Campo. Cinco de estas baterías constituían la
conocida agrupación de Garabitas, la que más daños y destrucción infringía a la
ciudad y a sus habitantes.
Una vez tomada la decisión, para hacer posible la operación que pudiera aliviar al
norte, en los últimos días de junio dieron comienzo los preparativos en medio de
las más estrictas medidas de secreto y reserva. Todas las energías se pusieron en
marcha para reunir un importante ejército y los recursos que este necesitaría para
llevar a cabo, por vez primera por iniciativa republicana, una ofensiva de gran
alcance y envergadura. En paralelo, se debían seguir atendiendo también las
restantes prioridades, como las económicas y las alimentarias, alguna de las
cuales podía aportar de paso formas útiles de enmascarar el movimiento de
fuerzas que requeriría la concentración en el frente de Madrid de varias
divisiones. Todo se debía hacer sin despertar sospechas entre los informadores
que actuaban a favor del enemigo, que podía ser cualquiera, incluido un civil o
un militar aparentemente leal. El siguiente documento es del 19 de junio, el
mismo día en que la República perdía Bilbao. Menciona a la 32 brigada, que
como sabemos, en ese momento formaba parte de la 3ª división y tenía su
subsector entre Santa María de la Alameda y Peguerinos.
Diez días más tarde, ya había una única prioridad. El 29 de junio, el EMC
dirigido por Rojo emitía su plan de maniobra para guiar las operaciones en el
frente de Madrid. El propósito buscado era coger de revés a las fuerzas enemigas
situadas al oeste y al sur de la capital mediante un cerco sobre ellas capaz de
adelantar la línea de frente hasta el arroyo Butarque, con lo que se conseguiría
salvar a la capital de la acción de los bombardeos diarios del enemigo. La idea de
maniobra era la de realizar simultáneamente un doble ataque en el que el
esfuerzo principal se realizaría en la dirección Valdemorillo – Brunete –
Móstoles y el esfuerzo secundario en la dirección Entrevías – Ventorro de los
Pájaros - Asilo de San José (un complejo sanitario existente todavía junto al
actual barrio de La Fortuna), en Leganés. En la primera dirección se perseguirían
como objetivos los nudos de comunicaciones de Brunete y Navalcarnero y la
línea determinada por Romanillos – Boadilla del Monte – Ventorro del Cano –
Alcorcón – Móstoles – Navalcarnero. La llegada a cualquiera de estos tres
últimos objetivos aseguraba el corte de la carretera de Extremadura. La segunda
dirección de ataque perseguía el corte de las carreteras de Madrid a Toledo y de
Carabanchel a Getafe, así como contribuir a la defensa de la nueva línea sobre el
arroyo Butarque. Ambas direcciones combinadas tratarían de envolver a las
fuerzas enemigas que asediaban Madrid para reducir su libertad de movimientos,
para impedir que reaccionaran ofensivamente desde dentro de la bolsa
contrarrestando la materialización del cerco y para dejar toda la zona envuelta
bajo la acción de la artillería republicana. En una segunda etapa se debía librar
una batalla de carácter defensivo hacia el exterior, para lo que se acumularían
todos los medios disponibles. En cuanto a las fuerzas destinadas a tomar parte en
la maniobra, el cálculo era alcanzar un mínimo de 25 brigadas, 150 tanques, 50
carros blindados, toda la aviación disponible, el 50% de los medios antiaéreos,
150 piezas de artillería y 2 regimientos de Caballería. Para transportar las
reservas y dotar de movilidad a las brigadas que fuera necesario mover con
medios motorizados, se prepararía una reserva de 500 camiones, exclusivamente
destinados para esta maniobra. Las fuerzas del Ejército de Maniobra se
organizarían en dos cuerpos de ejército con tres divisiones cada uno, aparte de las
reservas. (AHN, caja 20/9) o (AHN – 3/1)
67
El 2 de julio, el EMC republicano ordenaba la creación de las dos agrupaciones
de fuerzas que debían llevar a cabo los dos ataques previstos: el Ejército de
Maniobra y el cuerpo de ejército de Vallecas, junto a los que se formaban
también las Reservas, general y locales. El esfuerzo principal correría a cargo del
Ejército de Maniobra, que tendría el mismo mando que el Ejército del Centro y
estaría formado por los cuerpos de ejército V y XVIII, más las numerosas
fuerzas, servicios y medios que le fueran agregados por aquel. Como el interés de
este estudio se centra en la zona del Perales, y no en la totalidad del frente de
Madrid, solo enumeramos las fuerzas del Ejército de Maniobra:
Los principales peligros que se esperaban del campo enemigo venían de la acción
prácticamente inmediata de su aviación y de la segura contraofensiva terrestre
que, según se calculaba, no se produciría en ningún caso hasta el tercer o cuarto
día de iniciada la operación. Entre las respuestas enemigas menos probables, pero
68
no descartables, figuraban el ataque con gases venenosos y la maniobra ofensiva
sobre otros frentes, ante lo que apenas se tenían planes de contingencia. Para
contrarrestar la amenaza aérea enemiga se contaba con tres recursos: la acción de
la artillería y las ametralladoras antiaéreas que constituían la DECA, la aviación
de caza propia, y las medidas de autoprotección que adoptarían las tropas frente a
bombardeos y ametrallamientos, básicamente la dispersión y la ocultación. La
DECA (defensa especial contra aeronaves) estaría organizada en dos núcleos,
con sendas misiones de protección: de las tropas y de Madrid. De todas las
posibles acciones aéreas del enemigo, se consideraba como la más grave la
posible actuación masiva sobre Madrid mediante bombardeos de represalia,
actuando en el mismo sentido en que su artillería venía haciendo desde tiempo
atrás. (AHN, caja 20/9) o (AHN – 2/1)
Conocidas las órdenes que recibieron las fuerzas de Infantería del V CE, también
es necesario saber cómo fueron organizadas las fuerzas y servicios que,
perteneciendo previamente al Ejército del Centro, fueron agregadas al Ejército de
Maniobra para que este las mantuviera en manos de su mando o las pusiera a su
vez a disposición de sus divisiones. En un Ejército popular siempre escaso de
armamento y de todo tipo de medios, las divisiones y las brigadas nunca tuvieron
artillería, tanques o transportes en dependencia orgánica, es decir “propios”, sino
que los recibían (en la medida de las posibilidades) ante misiones concretas y
según los estrictos criterios del mando, que debía administrar la escasez.
En cuanto a los carros de combate, las dos compañías de tanques (de 15 unidades
cada una) afectadas a las divisiones 11 y 46, a las 4 horas del día D debían partir
desde el extremo norte de la cañada de los Montes del Duque hasta alcanzar las
proximidades de Quijorna. Llegadas a ese punto y si fuera preciso, una de esas
compañías tomaría parte en el ataque a este pueblo, a cargo de la 10ª brigada. En
caso contrario, y en unión de la compañía afectada a la 11 división, marcharía
rápidamente a Brunete, para cooperar en el ataque sobre el mismo. Si la primera
compañía tuviera que participar en el ataque a Quijorna, una vez tomado este
pueblo también se trasladaría a Brunete, poniéndose a disposición de Líster. Una
vez ocupado Brunete, todos los tanques quedarían dentro o cerca del mismo, en
completa disposición de repeler cualquier contraataque enemigo. También había
órdenes para la caballería y los zapadores. La aviación, las transmisiones y los
servicios actuarían según órdenes particulares. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1)
o (IHCM – 339/21)
La 46 división del Campesino, la unidad que actuaría por el extremo derecho del
ataque republicano, recibió el día 2 de julio órdenes de su superior, el mayor
Modesto, que concretaban su misión inicial:
La 46 división deberá avanzar desde las 22 horas del día D–1 sobre dos ejes.
Uno con dirección a Valdemorillo – Pico y Pala – Quijorna y el otro hacia el río
Perales. En la primera dirección se debe llegar a envolver y aislar Quijorna. En
la segunda dirección se cubrirán todos los pasos del Perales y se envolverá la
posición de Los Llanos desde su retaguardia. Tanto Quijorna como Los Llanos
deben haber caído antes de las 5 horas del día D, por lo que la operación debe
estar preparada hasta en sus mínimos detalles y ser ejecutada con rapidez,
audacia y sorpresa. La primera fase es de aproximación, la segunda es de
ataque y conquista. En la primera fase, la 101 brigada partirá desde
Valdemorillo a las 22 horas de D–1 para ocupar con uno de sus batallones las
alturas que dominan el puente sobre el río Perales de la carretera de
Valdemorillo a Navalagamella y el cruce del camino de Lancharejos sobre dicho
río. Con otro batallón tomará una cabeza de puente al oeste del Perales sobre el
puente de la carretera de Quijorna a Navalagamella. Con un tercer batallón
ocupará la casa de Las Rentillas para luego proseguir y desbordar por el este
las posiciones de Los Llanos. Un cuarto batallón quedará en reserva 2
kilómetros al sur de Valdemorillo. En la segunda fase, a las 5 horas deberán
estar tomadas Quijorna y Los Llanos. La primera caerá ante la 10ª brigada y la
segunda por la acción combinada de un batallón de la 101 brigada y otro de la
10ª. Este último batallón, una vez tomado su objetivo se unirá al resto de su
unidad, quedando la posición de Los Llanos guardada por la 101 brigada. No
existen planes previos para utilizar tanques o preparación artillera sobre Los
Llanos, pero sí se deja abierta la posibilidad de que la unidad atacante reciba
apoyo artillero por parte de las piezas de apoyo directo en manos de la división,
e incluso de las de acción de conjunto bajo mando del V cuerpo de ejército. Las
72
peticiones de estos fuegos serán hechas por conducto de los comandantes de las
brigadas. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 338/21)
6 de julio
El día D fue el 6 de julio y la hora clave para el inicio del fuego la que marcó el
amanecer. Horas antes, apenas dejó de haber luz solar el día 5, las fuerzas del
Ejército de Maniobra se pusieron en marcha para alcanzar los objetivos que
tenían marcados. Tres brigadas de Líster caminaron esa noche 10 kilómetros de
distancia en perfecto orden y silencio por la cañada de los Montes del Duque, el
camino de Hoya Espesa y seguramente también campo a través hasta dejar
rodeado el pueblo de Brunete dentro del horario previsto. Debiendo aguardar su
turno para poder utilizar la primera de estas vías, la 10ª brigada (menos el
batallón que iba a Los Llanos) hizo una imperfecta aproximación a Quijorna y no
llegó a tiempo de rodearla antes de que despuntara el día. En paralelo, el XVIII
CE también hizo una aproximación insuficiente a Villanueva de la Cañada. La
noche veraniega es corta y las distancias resultaban menos fáciles de cubrir
cuanto mayores fueran las unidades. Posiblemente el primer disparo de la batalla
de Brunete se hizo contra la posición franquista de Los Llanos con un fusil de la
101 brigada, que también llegaba con el tiempo justo desde Valdemorillo y Las
Rentillas. Estaba comenzando una batalla con capacidad de alterar el curso de la
guerra, en la que el mando republicano había puesto grandes esperanzas.
Durante una de esas noches, la 101 brigada recibe orden de trasladarse hasta unas
dehesas varios kilómetros al suroeste de El Escorial. Los grupos de encinas se
aprovechaban para el camuflaje de la tropa y el material. Allí debía unírseles una
batería de 45 mm, formada en la base de artillería de Lorca, la cual estaba
mandada por un alférez del antiguo Ejército. Amaneciendo el día siguiente, los
jefes de división y brigadas, por orden de Modesto, observan el futuro campo de
batalla desde el vértice “Monos” (entre el arroyo Valdeyerno y Valdemorillo),
para familiarizarse con los pueblos, accidentes geográficos, puntos guarnecidos y
espacios carentes de cobertura de fuerzas enemigas que tiene el sector objeto del
inminente ataque.
73
Los objetivos inmediatos para la 46 división eran Los Llanos y Quijorna. El
altiplano de Los Llanos sería atacado por la 10ª brigada desde la dirección
noreste, la única practicable para tanques, de los que participaría una sección (5
unidades). La 101 brigada atacaría con un batallón surgiendo ante la posición
enemiga por el norte, desde las laderas escarpadas que suben desde el arroyo
Valdeyerno. Tendría, en el caso de ser necesario, el apoyo de una compañía de
Ametralladoras. También se contaba con el apoyo del fuego de una batería
artillera. Otros dos batallones de la 101 brigada asegurarían la línea del río
Perales inmediatamente al oeste de Los Llanos, enlazando por su derecha con la
3ª división del I cuerpo de ejército. El restante batallón quedaría en reserva. La
aproximación se haría de noche y en el más riguroso silencio y secreto para estar
antes del amanecer ante el perímetro defensivo. Solo después de comenzado el
ataque entrarían en acción los tanques y la artillería. Durante la noche que
antecedía al ataque, la 101 brigada marcharía desde su zona de concentración
original, primero hasta Valdemorillo y luego hasta el fondo del valle del arroyo
Valdeyerno, para después, trepando la abrupta ladera opuesta de este valle,
plantarse ante las alambradas enemigas aún con la cobertura de la oscuridad. Los
últimos kilómetros se harían necesariamente a pie por el doble motivo de la
conservación del secreto y porque las pistas del tramo final no eran aptas para
vehículos.
Una vez se inició el ataque, el puesto de mando de la 101 brigada se situó en unas
peñas a unos 500 metros al sur de la casa de Las Rentillas, junto al camino que
baja de esa casa al arroyo Valdeyerno. Los batallones 3º y 4º fueron destinados a
cubrir las alturas de la margen este del río Perales, relevando de ellas a las
unidades de la 3ª división del I cuerpo de ejército que estaban previamente allí
con el mismo propósito (pasados unos días, concretamente el 9, la 101 brigada
volverá a entregar a la 3ª división esa responsabilidad). Los batallones 2º y 1º
avanzaron, por ese orden, hacia la casa de Las Rentillas, que no tenía enemigo y
se pudo ocupar sobre la marcha. La noche iba tocando a su fin cuando aún no se
había alcanzado la línea de asalto. El ataque lo desencadenó el 2º batallón desde
la marcha, tras desplegarse a unos 500 metros de la posición, ya con la primera
luz del día. La sorpresa no se había logrado del todo, y el retraso de la 10ª
brigada, que fue mayor que el de la 101, contribuyó a que el asalto desde la
marcha resultara rechazado. Cuando el citado batallón de la 10ª brigada se
incorpora al ataque, tampoco se consigue el éxito porque la defensa es férrea,
sostenida con gran decisión, al punto que su pieza antitanque inutiliza dos de
nuestros tanques. La artillería de que dispone la brigada son tres piezas de
acompañamiento, de 45 mm, que junto a los tres morteros de 81 mm son todos
los recursos propios de que se dispone, siendo su eficacia muy limitada. Al poco
de iniciado el combate por Los Llanos, desde Quijorna y Villanueva de la Cañada
ya llega el ruido producido por sus respectivos asaltos, que están también en
marcha. En Los Llanos la situación no cambia a lo largo del día 6 ni del 7. (Del
libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)
75
presente en Los Llanos estaba formada por una centuria de Falange de la 5ª
bandera de Castilla y una mía (compañía) del tabor de Tiradores de Ifni - Sahara,
mientras que en Quijorna se contaba con dos centurias de la 5ª bandera de
Falange de Castilla y dos mías del citado tabor de Tiradores. Apenas al este, en
Villanueva de la Cañada estaba la 2ª bandera de Falange Expedicionaria de
Sevilla, menos una sección. Las restantes fuerzas propias presentes en la zona
formaban las guarniciones de Villanueva del Pardillo, loma Artillera y
Villafranca del Castillo. Los Tiradores de Ifni – Sahara que el día 6 estaban en
Los Llanos y Quijorna habían llegado dos días antes por causa de las imprecisas
informaciones que acusaban un ataque inminente. Del mismo modo, se habían
repartido 10 piezas de artillería antitanque entre las posiciones y emplazado una
batería artillera adicional en la zona del Guadarrama, a dónde también se había
enviado al 5º tabor de Regulares de Larache. La escasa cuantía de estos refuerzos
de última hora rebela que el secreto absoluto no existió, pero que el Ejército de
Maniobra supo ocultar muy bien la envergadura de sus fuerzas durante las fases
de concentración y aproximación.
Siempre según el relato hecho por la 71 división, sobre las 5 horas del día 6 de
julio el enemigo inició un fortísimo ataque empleando grandes masas de
infantería y numerosa aviación, artillería y tanques, localizando su acción
inicialmente entre el valle del Aulencia y Los Llanos. La infantería enemiga,
precedida de tanques, se infiltró y consiguió entrar en Brunete, de dónde tuvo que
escapar el jefe de ese subsector, el coronel Abelardo Mancebo, que no disponía
de absolutamente ninguna reserva en el pueblo (Líster y otras fuentes, por el
contrario, hablan de 250 prisioneros y de un botín que incluía abundantes armas y
municiones. Entre esos prisioneros se contaban las hermanas Larios, las
“marquesitas” que no mucho tiempo después fueron intercambiadas por
prisioneros republicanos). Al mismo tiempo, todas las posiciones del subsector
Brunete, dependiente de la 2ª brigada de la 71 división, eran sometidas a un
intenso bombardeo de aviación y artillería, a los que seguirían ataques de la
infantería. Siempre según esta versión, antes de que Brunete fuera totalmente
ocupado, y mientras aún se disponía de línea telefónica, el coronel Mancebo
consiguió comunicar con todas las posiciones del subsector para que estas se
dispusieran a rechazar el ataque, al mismo tiempo que ordenaba que la 1ª bandera
de la Legión, que estaba en Chapinería, saliese de inmediato hacia Brunete.
Cuando él mismo consiguió salir de este pueblo (se supone que en un vehículo),
marchó al encuentro de esta bandera, a la que halló en marcha, ordenando que se
76
desplegara de inmediato a tres kilómetros de Brunete, donde estableció contacto
con el enemigo, previniendo su posible avance hacia Chapinería (la 1ª bandera de
la Legión ocupó durante la mañana del 6 el cruce de la carretera de Quijorna con
la de Alcorcón a San Martín de Valdeiglesias y alcanzó sobre esta última el
kilómetro 20,500, distante solo 2 kilómetros de Brunete). Una vez que la 1ª
bandera hubo tomado posiciones, el coronel Mancebo marchó a Chapinería,
donde encontró al coronel jefe de la 2ª brigada de la 71 división (Palenzuela),
quien le transmitió la orden del general Varela de marchar a Navalcarnero (otras
versiones dicen que a Sevilla la Nueva) y tomar allí el mando de las fuerzas que
ya estaban avanzando hacia Brunete desde Navalcarnero, cesando Mancebo en el
mando del subsector. A las 12 horas del día 6 también el citado jefe de la 2ª
brigada cesa en el mando inmediato de la parte de su zona de responsabilidad,
comprendida entre Fresnedillas y Villanueva del Pardillo, la cual pasa a depender
(por pocas horas) directamente del jefe de la 71 división, el general Serrador.
77
la Oliva. En Colmenar de Arroyo queda situado el 163 batallón de San Quintín,
como reserva.
78
volvió a entrar en Quijorna asegurando que no tardarían en llegar refuerzos, pues
estos ya estaban en camino. (AGMAV, caja 2685, carp.3) o (AGMAV – 9/1)
7 de julio
79
cuerpo de ejército fue capturada una partida numerosa, que se rindió tras ofrecer
alguna resistencia. Más problemas dio otra, contra la que hubo que dedicar una
compañía a rastrear el monte en torno a Los Llanos. Era un grupo de ocho
tiradores de Ifni que fueron capturados, reconociendo en el interrogatorio que se
les hizo ser los autores del asesinato, durante la noche anterior, del chofer de una
ambulancia y de los seis heridos que transportaba. Como responsables de un
crimen de guerra, los ocho fueron fusilados cerca de la casa de Las Rentillas. (Del
libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)
8 de julio
Relata el jefe de la 101 brigada que al comenzar el día 8 (tercero del asalto),
Modesto urge a concluir la toma de Los Llanos. Se ve que la defensa está al
límite de su resistencia física y moral y que su reducción no llevará mucho más
81
tiempo, pero entre los combatientes del batallón atacante también se dan casos,
pocos, pero no vistos hasta entonces, de automutilaciones para escapar de los
peligros del combate. Las protagonizan soldados de recluta, nunca los que vienen
de la etapa miliciana. Para acabar con esta práctica se ordena que la curación del
automutilado se haga sin abandonar la primera línea. El segundo asalto del 2º
batallón durante la mañana del 8, encabezado también por los mandos de la
brigada, da por fin la posesión a los republicanos de Los Llanos. Muerta o
capturada la mayoría de la guarnición, solo una parte de quienes abandonan en el
último momento este sitio conseguirán alcanzar la línea enemiga al otro lado del
río Perales, los demás son capturados a lo largo de su desesperada huída en
dirección a Quijorna, que seguía resistiendo el asalto de la 10ª brigada. En Los
Llanos se tomaron 300 fusiles, dos morteros, cuatro ametralladoras y una pieza
de 37 mm antitanque (según la versión de los defensores, sin el cerrojo, que
habría sido enterrado para no entregar la pieza en condiciones de ser usada).
Hubo 50 prisioneros. A los muertos se los enterró allí mismo. Felicitado por
Modesto, que presenció su asalto desde Pico y Pala (cota 741), el 2º batallón, ya
con su retaguardia despejada avanza hasta ocupar El Espolón y, sin detenerse, se
aproxima a Perales de Milla, pero se les deniega el permiso para ocupar ese
caserío o explorar el terreno hacia el sur. La misión que tienen es de cobertura,
no de ruptura o maniobra. Ahora a la 101 brigada le tocará fortificarse sobre
posiciones convenientes y bien enlazadas a lo largo de la margen izquierda del
Perales. El 2º batallón se repliega por tanto desde las cercanías de Perales de
Milla hasta el puente de la carretera Quijorna – Navalagamella. En el entorno de
ese puente, (que será volado, junto con el de Valdemorillo, cuando el V cuerpo
de ejército pase a la defensiva el día 12), se enlazará luego con la 10ª brigada
cuando el grueso de esta unidad salga también a las cercanías del Perales tras
haber conquistado Quijorna. De lo dicho por el jefe de la 101 brigada se deduce
que el vértice Perales pudo ser ocupado por los republicanos el día 8.
Mientras esto ocurría, los republicanos observan del lado opuesto del Perales y
ya desde el mismo día 7 un intenso movimiento de fuerzas enemigas que
refuerzan su dispositivo desde Navalagamella al sur. Enfrente, en el subsector de
la 101 brigada (arroyo Tamarizo – Espolón) se aceleran los trabajos de
fortificación mediante la creación de trincheras y nidos de ametralladora en
profundidad, sobre todo en los flancos y nacimientos de las vaguadas. Se busca
eliminar en todos los casos las desenfiladas por las que el enemigo pudiera
avanzar impune, para lo que se cruzan los fuegos y se da carácter circular a las
82
defensas. El Espolón y Los Llanos se fortifican hacia el oeste y el sur (la defensa
de Los Llanos hacia el norte y el este ya estaba hecha por los anteriores
ocupantes de la posición). La línea que se pone en pie tiene doble alambrada y
trincheras con sus accesos cubiertos. Los batallones reciben la orden de poner
una compañía en reserva cada uno, cosa difícil pero imprescindible ante la
facilidad que ofrecía el terreno para la sorpresa. La actividad fortificadora se
torna ardorosa y con ello el paisaje se transforma. Desde el día 12 se trabaja en
una segunda línea al sureste de Valdemorillo. El punto débil de la defensa será la
carencia de reservas suficientes. El nuevo puesto de mando de la brigada se ubicó
en la vaguada que separa el Espolón y Los Llanos, el mismo lugar en que se
situaban las reservas de la brigada. Algo más al sur se puso la batería de
morteros, y mirando al arco Perales de Milla – Quijorna, la batería de
acompañamiento, formada por tres piezas de 45 mm. Mientras, el 1º batallón de
la 101, que es la reserva de la 46 división está cerca de Quijorna, a las órdenes
del Campesino. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)
En el campo franquista, el parte diario de la 71 división indica que ese día llegó a
la zona de operaciones el batallón 251, avanzadilla de la 150 división, al que se
da orden de ocupar el vértice Perales, situado entre el río del mismo nombre y la
carretera de Navalagamella a Quijorna. Este batallón debe además quedar
enlazado por su derecha con el 163 batallón, a fin de establecer una base de
partida desde la que recuperar Los Llanos, operación en la que tomarían parte,
bajo el mando del coronel Palenzuela, el citado 251 batallón y el 9º tabor de
Regulares de Tetuán, cuya llegada estaba anunciada. Siempre según este parte, el
batallón 251 consiguió alcanzar su objetivo (ocupación del monte Perales), pero
la acción sobre Los Llanos se frustró porque el 9º tabor de Regulares de Tetuán
se extravíó tras sufrir durante la noche varios bombardeos de aviación enemiga
que le causan bajas, mereciendo ser citado como distinguido su jefe, el
comandante Ledesma. Sobre Quijorna la presión enemiga aumenta
considerablemente, sucediéndose los ataques, que son efectuados con el apoyo de
tanques e intensas preparaciones artilleras, a pesar de lo cual siguen siendo
contenidos. En la zona de Navalagamella el cañoneo también es intenso, llegando
a recibirse cerca de 1.000 proyectiles diarios, siendo también bastante frecuentes
los bombardeos de la aviación republicana por todo su entorno. (IHCM, ¿?) o (IHCM -
3/ 1)
83
La ocupación del monte Perales (muy suave, de cota 580) por fuerzas franquistas
en ese momento parece un hecho discutible, ya que está acreditado que los
republicanos perderían el vértice Perales durante el día 19, lo que lleva a pensar
que lo que ocupó entonces el batallón 251 fuera posiblemente el cercano cerro
San Pablo, el caserío de Perales de Milla y, como mucho, una parte de la suave
pendiente que desde el río Perales y este poblado sube hasta el vértice de este
monte desde el oeste.
La 5ª bandera de Castilla relata por su parte que a las 4 horas del día 8 un nuevo
convoy de municiones y víveres consigue forzar el paso y entrar en Quijorna,
siendo recibido con un enorme júbilo por los defensores, a muchos de los cuales
ya se les habían agotado las balas. Nuevamente los mismos vehículos que
trajeron las municiones son capaces de volver a salir hacia las líneas propias
sacando a muchos de los heridos que se tienen en Quijorna, pero como antes, no
es posible evacuarlos a todos. Con el amanecer el enemigo retoma sus ataques
con una determinación cada vez mayor, apoyado por el fuego artillero y el de sus
tanques, que actúan desde todas las direcciones. A las 19 horas, tras varios
intentos, finalmente los tanques logran alcanzar las alambradas, frente a lo que,
sin desistir de la defensa de las trincheras, los moros y falangistas de la posición
consiguen incendiar dos de los nueve tanques con botellas llenas con gasolina
extraída de los vehículos que formaban el convoy de la noche anterior. Las dos
tripulaciones mueren y el resto de los carros se retiran entre los vítores de los
defensores, que en ese momento se han puesto de pie en sus trincheras olvidando
el peligro que para sus vidas que representa el fuego enemigo. A pesar de las
peticiones del comandante jefe de la defensa, que solicitó gasolina y granadas de
mano, solo se recibieron 200 de estas últimas, que se consumieron
inmediatamente. Valora este documento que con la alta moral demostrada por
tropas y oficiales, de haberse contado con medios apropiados, la resistencia se
hubiera podido prolongar durante mucho más tiempo. (AGMAV, caja 2685, carp.3) o
(AGMAV – 9/1)
84
extremo que se corría en todo momento dentro del pueblo a causa del fuego
republicano, grupos de vecinos fueron saliendo por el entorno del arroyo hacia el
Perales, en dirección oeste. Al cruzarse con los atacantes, estos simplemente los
dejaban seguir su marcha y no les importaba que pasaran al poco a la zona
enemiga, es decir, que no hubo una instrucción o un plan del mando republicano
acerca de qué hacer o cómo proceder con los pocos cientos de civiles que
entonces quedaban en Quijorna. Tampoco tenemos ninguna evidencia de que los
contados camiones del Ejército franquista que llevaron suministros a Quijorna
evacuaran a los niños, a las mujeres o algún otro grupo preferente, ni que el 164
batallón de Toledo montara un corredor de evacuación o se negociara nada en ese
sentido con la 10ª brigada o su jefe de división, el Campesino. Todo apunta a que
los vecinos de Quijorna que permanecieron en sus casas cuando llegaron los
sublevados en noviembre de 1936, en algunos casos murieron durante el ataque
republicano y en su mayoría salieron de Quijorna bajo las bombas, terminando su
triste aventura en los pueblos cercanos bajo control el Ejército franquista, dónde
pasaron el resto de la guerra antes de poder plantearse volver a Quijorna. El
pueblo del que tenemos más evidencias como lugar de recepción de estos
refugiados de guerra fue Méntrida, en la cercana provincia de Toledo.
85
Sector derecho: Abarcaba todo el frente del río Guadarrama defendido por la 11
división del I CE. En ese momento, la división Provisional del Guadarrama
mandada por el general Asensio todavía no se había hecho cargo del sector, si
bien solo faltaban horas para que esto ocurriera. Sobre ese espacio de frente se
constituía una agrupación que contaría con un grupo de 75 mm Schneider y otro
grupo de 105 mm (serían en total 12 piezas). Su misión sería la de dar apoyo
directo al núcleo de resistencia de Villanueva del Pardillo, loma Artillera y
Villafranca del Castillo y a los núcleos que se fueran organizando desde el
castillo de Villafranca hasta el puente sobre el río Guadarrama de la carretera de
Alcorcón a San Martín de Valdeiglesias. Como misión normal el grupo de 75
mm batiría la zona norte de su sector, mientras que el grupo de 105 mm haría lo
propio con la sur. Como misión eventual, cada uno de ellos podría batir la zona
del grupo adyacente. Los observatorios de la agrupación debían situarse en el
vértice Mosquito (de cota 702). La agrupación debería estar enlazada con el jefe
de la 11 división, y el grupo de 75 mm, además con el centro de resistencia de
Villanueva del Pardillo.
86
Sector izquierdo: Abarcaba desde el caserío de Perales de Milla hasta
Navalagamella, en ese momento a cargo todavía de la 71 división (2ª brigada). Se
constituía una agrupación de apoyo directo con un grupo de 75 mm y otro de
105 mm de Montaña (serían 12 piezas). Otro grupo del 105 mm Largo asumiría
la misión de acción de conjunto (serían 6 piezas). La misión de la agrupación de
apoyo directo era la de proveer de fuegos a los centros de resistencia propios
situados entre Fresnedillas de la Oliva y el arroyo Valdeyerno. La misión del
grupo de 105 mm de Montaña sería la de hacer estos fuegos a favor de los cuatro
centros de resistencia que formaban el sector, numerados de 1 a 4 de sur a norte.
La zona de acción normal para el grupo de 75 mm era la comprendida desde la
carretera de Fresnedillas de la Oliva a Zarzalejo hasta la altura del arroyo
Valdeyerno. La zona de acción normal para el grupo de 105 mm de Montaña
abarcaba desde el arroyo Valdeyerno hasta la altura de la carretera de Quijorna a
Villanueva de la Cañada. Las zonas de acción eventual para los grupos de la
agrupación de apoyo directo eran, como en los otros sectores, sus respectivas
zonas adyacentes. Los observatorios de la agrupación de apoyo directo debían
ubicarse sobre alturas al sur de Navalagamella, y sus enlaces serían con los jefes
de los centros de resistencia a los que estuvieran prestando su apoyo. La misión
del grupo del 105 mm Largo sería la de acción de conjunto, en base a fuegos de
contrabatería y de apoyo directo. Su zona de acción normal era la situada entre la
carretera de Quijorna a Villanueva de la Cañada y la de Alcorcón a San Martín
de Valdeiglesias, mientras que su zona de acción eventual sería la misma de la
agrupación de apoyo directo. La contrabatería se haría allí donde hiciera falta
dentro del alcance de las piezas. El observatorio del grupo de acción de conjunto
estaría en el vértice La Casa, y su enlace sería con el jefe de la 71 división, en
Chapinería (hasta que el día 10 se hiciera cargo del sector la 150 división). Como
se ve, el grueso de la artillería franquista del sector izquierdo batía la zona de
Perales de Milla y cerro Perales, ambas al oeste de Quijorna.
87
enemigo, convenía situar las baterías tan alejadas como resultara posible
considerando su rango de alcance, para prevenir al máximo que pudieran resultar
copadas. En el sector central se había procurado, además de conseguir un gran
escalonamiento, disponer de una alta densidad de medios y fuegos artilleros, con
el doble fin de robustecer la resistencia del fondo de la bolsa producida por el
ataque enemigo y al mismo tiempo, ya que se tienen suficientes baterías de largo
alcance, poder batir de flanco y aún de revés a las fuerzas enemigas que estaban
cruzando el río Guadarrama. En el sector izquierdo el asentamiento de un grupo
del 105 mm Largo se fundamentaba en la idea de que con su fuego de
contrabatería se podría conseguir libertad de acción para la agrupación de apoyo
directo de este sector, pudiendo además estas piezas del 105 mm Largo batir de
flanco la carretera al norte de Brunete, reforzando así los fuegos de prohibición
sobre esta vía, eje principal del esfuerzo, los abastecimientos y las evacuaciones
del enemigo. Se hacía notar también la necesidad de dotar cuanto antes de
material telefónico a las unidades artilleras, a fin de conseguir una perfecta
articulación del fuego. Las baterías en los tres sectores ordenados debían contar
en todo momento con las siguientes municiones a su disposición: 300 disparos
por pieza para las baterías de 75 mm; 150 disparos por pieza para las baterías de
105 mm y 100 disparos por pieza para las baterías de 149 y 155 mm. (IHCM, ZN,
rollo 153, leg.21 bis, carp.55) o (IHCM – 374/22)
9 de julio
Sobre esta línea alcanzada junto al río Perales, y dominando Quijorna, la 101
brigada comienza a fortificar en profundidad, aprovechando todas las ventajas
que ofrece la posesión de un terreno accidentado que permite cruzar fuegos desde
posiciones seguras y dominantes. A la par, fue creada una extensa red de
observatorios. La única e insuficiente reserva de brigada que se consiguió crear
estaba formada por dos secciones de Infantería del 4º batallón y una sección de
Ametralladoras del 3º. A todas estas fuerzas se las sitúa detrás del 3º batallón,
entre el Espolón y Los Llanos. El 3º batallón cuenta a su vez con una reserva
propia de una compañía, que queda agazapada al norte del Espolón y junto al
cauce del Valdeyerno, la dirección con mayor peligro de infiltración por ser la de
terreno más bajo. La evidente misión de los batallones 2º, 3º y 4º de la 101
brigada era entonces la de asegurar el flanco oeste de la ofensiva. Mientras esto
se hacía, durante la mañana del 9 el 1º batallón se encontraba involucrado en la
toma de Quijorna, donde junto a otros cinco batallones más (serían tres de la 10ª
brigada y dos de la XI brigada internacional) y dos escuadrones de Caballería,
tomarán finalmente el pueblo en el segundo asalto del día, a las 10 horas.
Contaron con el apoyo de 6 baterías artilleras, una compañía de tanques (que
sobre el papel son 15 unidades) y una de carros blindados. Conseguido el triunfo,
en manos republicanas quedan 200 prisioneros, 3 piezas antitanque, 3 morteros, 5
lanzallamas, varias ametralladoras y 1.000 fusiles. Se entierran unos 600
muertos del enemigo. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)
Desde el campo franquista, la 71 división reporta que a las 5 horas del día 9 el
comandante Esteban González, jefe de la posición de Quijorna, comunica a su
superior, el general Serrador, que están recibiendo un fuego artillero intensísimo,
siendo la situación en el interior de Quijorna de extrema dificultad. Pasadas las
10,30 horas otra comunicación permite saber que ya solo resistía la iglesia, único
edificio en pie ante el ataque apoyado por 30 tanques rusos que estaban
recibiendo. El general Serrador, tal como ocurre de inmediato, considera perdida
la posición. Ordena entonces al comandante Sánchez Ledesma, jefe del 9º tabor
de Regulares de Tetuán, llegado a la zona el día anterior, que haga avanzar a dos
de sus compañías unos dos kilómetros en dirección a Quijorna, con la misión de
atraer la atención del enemigo y fijarlo, acción que buscaba retrasar la marcha de
una columna con caballería que ya se estaba moviendo desde Quijorna en
dirección a Chapinería (más correctamente, habría que decir al cruce de
carreteras al sur de Quijorna, siguiente objetivo de la 46 división). Al mismo
tiempo, Serrador ordena que sean ocupadas con dos compañías las alturas por
91
delante de la casa del Salobral (esta casa está situada al oeste del arroyo
Santibáñez, 3,5 kilómetros por detrás del poblado de Perales de Milla). Una vez
en sus posiciones, estas fuerzas enlazarían con otras dos compañías que se habían
mandado previamente para proteger a la artillería emplazada cerca de la citada
casa, la cual, tras la caída de Quijorna sin ellas hubiera quedado completamente
al descubierto y amenazada por un probable avance enemigo. Mientras tanto, esa
artillería cooperaba con la acción emprendida por la unidad del comandante
Sánchez Ledesma en su misión de interceptar los esfuerzos republicanos hacia el
cruce de carreteras al sur de Quijorna.
10 de julio
93
En el 5º día de ofensiva, el resumen de noticias del Ejército de Maniobra recogía
que en el V cuerpo de ejército la 11 división (brigadas 1ª, 9ª y 100) tenía a su 9ª
brigada combatiendo para conseguir alcanzar el objetivo que perseguía desde el
primer día de lucha: el puente sobre el Guadarrama de la carretera de Brunete a
Villaviciosa de Odón. La 100 brigada, también de la división de Líster, estaba
cubriendo mientras tanto su flanco derecho, a la vez que sostenía el frente que ya
se había estabilizado en torno a Brunete. En la 35 división (brigadas XI, 32 y
108), su 108 brigada también intentaba avanzar hacia el cruce de carreteras al sur
de Quijorna, contando para ello con el apoyo de la XI internacional. En la 46
división (brigadas 10 y 101) todas las fuerzas estaban instalándose sobre las
posiciones conquistadas: los 10 kilómetros sobre la orilla izquierda del Perales
que separan la carretera de Valdemorillo a Navalagamella del monte Perales, al
suroeste de Quijorna. Mientras tanto, a la vez que se va agotando la capacidad
ofensiva de las fuerzas propias, el mando del Ejército de Maniobra contempla a
través de distintos medios de observación e información cómo el enemigo se está
reforzando constantemente.
94
Ese día, en el campo franquista, la 71 división informaba de que las 6 de la
mañana del día 10 se había hecho entrega del nuevo sector Navalagamella – río
Perales a la 150 división, unidad que incorporaba también a las fuerzas que tenía
la 71 división en Navalagamella, Fresnedillas de la Oliva y El Mogote (posición
situada en torno a las peñas existentes a medio camino entre Fresnedillas y
Robledo). Quedaba por tanto conformado en ese momento el sector de Sáenz de
Buruaga, o de la 150 división, que tendría a la división de Serrador por su
izquierda (a cargo de Robledo de Chavela) y a la de Barrón por su derecha (desde
el entorno del cruce de carreteras al sur de Quijorna). A continuación se
enumeran las fuerzas que de una u otra manera habían dependido de la 71
división entre los días 6 al 10 de julio en la zona que pasaba a ser responsabilidad
de la 150 división, anotando también el número de bajas registradas que tuvo
cada una durante esos cuatro días de combates. Sumaban 1.822, de los que una
proporción muy alta correspondía a desaparecidos, buena parte de ellos
prisioneros del Ejército republicano. En el caso del 164 batallón de Toledo, que
fue la unidad que reforzó la defensa de Quijorna el día 7, hay una carencia, pues
la cifra de bajas anotada no incluía a las de tropa, que alcanzaron los 300
hombres. Considerando este dato, el número total de bajas de la 71 división en
esos días superaría entonces las 2.100.
1ª bandera de la Legión......................................................................................170
Unos días más tarde, el 12, un informe redactado en Chapinería por el mando de
la 150 división informará al general Varela sobre el estado de las fuerzas que
recibieron el golpe de la ofensiva republicana en Quijorna y Los Llanos.
164 batallón de Toledo: El batallón tiene por jefe actual al alférez R. Valle
Miguel, el cual manifiesta que el batallón tenía por jefe al comandante
Fombellida, que resultó herido en Quijorna y fue evacuado a Griñón. El batallón
contaba aproximadamente con 730 hombres, de los cuales quedaron dentro de
ese pueblo, entre muertos, heridos y prisioneros, unos 300. Del resto, unos 100
fueron heridos que pudieron ser evacuados a los hospitales de la zona propia (el
más grande era el de Griñón, y el más cercano sería el que se encontraba en La
Jimena, una finca con casa de campo en las cercanías de Navas del Rey). Los
restantes combatientes del batallón, los que habían podido abandonar indemnes
Quijorna sumaban 320 individuos de tropa, la mayoría de los cuales se
encontraban en Chapinería. Centurias 1ª y 3ª de Falange de Castilla: Estuvo en
Quijorna. Tienen por jefe al teniente Prieto García, quien comunica que entre
ambas centurias sumaban aproximadamente 262 hombres, de los que se
encuentran presentes en Chapinería 178. En Quijorna quedaron entre muertos,
heridos y prisioneros, 84. La bandera la mandaba el comandante Esteban
González, que está entre los que quedaron en el citado pueblo. 2ª centuria de
Falange de Castilla: Estuvo en Los Llanos. Tiene por jefe al alférez F. Navarro
Cabanillas, quien también lo era antes. Este mando relata que esta unidad tenía
en Los Llanos 126 hombres, de los cuales hay en Chapinería 77. De los 49 que
faltan, 20 quedaron muertos en la citada posición y de los otros 29, varios
pudieron ser evacuados a hospitales de la zona propia. Tabor de Tiradores de
Ifni – Sahara: Estuvo en Quijorna Tiene por jefe al comandante Alonso, que lo
era también antes. El tabor tenía aproximadamente 370 hombres en Quijorna. En
Chapinería hay presentes 175. De los 185 que faltan, un número no precisado
pudo ser evacuado a hospitales de la zona propia, el resto, entre muertos, heridos
96
y prisioneros, quedó en Quijorna. Mía del tabor de Tiradores de Ifni –
Sahara: Estuvo en Los Llanos. Tiene por jefe actual al oficial moro de segunda
Abselam Ben Crimo Riffi. Durante los combates, el jefe era el alférez Segres. La
mía tenía 136 hombres. En Chapinería hay 54, y en hospitales de nuestra zona,
15. En Los Llanos quedaron 12 muertos, lo que suma 81 hombres. Los 55 que
faltan se supone que fueron capturados, muertos o heridos al salir las fuerzas de
la guarnición hacia Navalagamella.
Por los relatos oídos a quienes estuvieron allí, se sabe que la posición de Los
Llanos fue finalmente abandonada por falta de municiones. Su guarnición
previamente repelió varios ataques enemigos, en el último de los cuales se
consiguió hacer huir al atacante a cierta distancia, lo que fue aprovechado para
abandonar la posición ordenadamente. En Quijorna la guarnición llegó a sumar
1.500 hombres. El abandono de la misma se produjo porque las unidades se
quedaron sin jefes ni oficiales y fueron atacadas muy fuertemente con carros y
artillería desde las alturas que dominan el pueblo, teniendo las fuerzas propias
gran número de bajas. Cuando las fuerzas de la defensa se retiraron fueron
perseguidas débilmente por la caballería enemiga. Al batallón 164 del regimiento
de Toledo se lo enviará hoy a Villacastín, para reorganizarse. Por el momento no
se lo considera apto para ser empleado en el frente porque carece de oficiales y la
tropa está algo deprimida. Los elementos de Falange se han reorganizado en dos
centurias con oficiales nuevos. De estas fuerzas se piensa que sí tienen espíritu
suficiente como para poder volver a utilizarlas una vez queden reorganizadas. A
los efectivos del tabor de Ifni – Sahara se los está empleando en algunos servicios
a favor de la 150 división. (AGMAV, caja 1782, carp.15) o (AGMAV – 34/3)
A primera hora del día 10, se puede dar por prácticamente organizado el
dispositivo del Ejército franquista a cargo del flanco oeste de la batalla en curso.
El propio día 6 de julio, la 71 división había cedido a la 13 división el subsector
Brunete de su 2ª brigada y el día 10 hacía lo propio con su subsector
Navalagamella a favor de la 150 división “Marroquí”. En adelante, Serrador
conservaría el mando sobre un sector que abarcaba desde las posiciones al sur
inmediato de Robledo de Chavela (El Mogote sería para la 150 división) hasta su
anterior límite norte. Desde el 10, tres divisiones franquistas guardaban ya un
frente que empezaba a mostrar señales de estabilización a pesar de los duros
combates que se sucedían en flanco este, en los valles del Guadarrama y de su
afluente, el Aulencia. La ofensiva republicana estaba terminando de fracasar
como avance profundo (tampoco había tenido éxito el ataque secundario a cargo
97
del CE de Vallecas), pero sí estaba logrando forzar la concentración en la zona de
los ríos Perales, Aulencia y Guadarrama de todas las unidades disponibles del
Ejército franquista, incluidas las del norte, que ya se estaban organizando para
desplazarse al frente madrileño. El alivio que tanto necesitaba el norte
republicano ya era una realidad.
11 al 17 de julio
Campo republicano
98
Se tiene la confirmación de que ya existen importantes concentraciones enemigas
ante el frente del V cuerpo de ejército. Se estima en unos 7.000 a 8.000 el
número de las tropas facciosas en espera de entrar en fuego, las cuales se
localizan, según parece, sobre todo a lo largo del eje Sevilla la Nueva –
Navalcarnero. El frente propio, especialmente entre Quijorna y Brunete, deberá
ser reforzado con alambradas y zanjas antitanque. La defensa se basará en el
perfeccionamiento de la fortificación y en la cooperación entre divisiones
vecinas, tanto si se trata del enlace por el fuego, del apoyo artillero o del empleo
de reservas. Las tres divisiones del V cuerpo de ejército están acoladas en
primera línea de derecha (oeste) a izquierda (este) en el orden 46 – 35 – 11.
De estas tres divisiones, la 46 era la que guardaba la línea del río Perales, con un
sector que se extendía desde los arroyos La Nava – Tamarizo hasta la
confluencia de los arroyos Palomero y Los Morales, a solo dos kilómetros del
cruce de carreteras al sur de Quijorna, al que nunca consiguieron llegar los
republicanos. La 46 división, según las órdenes que recibía ese día, debía
mantener dos batallones de la 101 brigada en reserva. Por su parte, la reserva de
la 35 división sería la 32 brigada, que en ese momento también cubría el frente
del Perales enlazando con la derecha de la 46 división. Por último, la 11 división
guardaba una brigada completa como reserva en torno a Brunete. Todas estas
reservas de división debían estar dispuestas a pasar a depender del V CE y ser
enviadas de inmediato allí donde su mando estimara más conveniente. En cuanto
a la artillería, las dos agrupaciones de apoyo directo de las divisiones 11 y 46 se
mantendrían en esa misma misión. El grupo de 105 mm bajo mando directo del
V cuerpo seguiría dedicado a la acción de conjunto, pero a la vez muy
estrechamente enlazado con la 35 división, a la que, mientras careciera de otra
misión más urgente, brindaría apoyo preferente.
Todo el V cuerpo de ejército debía pasar a la defensiva, cesar por tanto sus
ataques hacia el puente del Guadarrama que lleva a Villaviciosa de Odón y hacia
el cruce de carreteras al sur de Quijorna para ponerse de inmediato a cavar
trincheras. En contraste, el XVIII cuerpo debía mantener el empuje ofensivo un
tiempo más, ya que se veían al alcance de la mano tanto los vértices Romanillos
y Mosquito como Villafranca del Castillo y Villanueva del Pardillo. De estos tres
objetivos, solo se conseguiría el último de ellos, en la mañana del 11. (IHCM, ZR,
rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 343/21)
99
El día 12, el V cuerpo continuaba consolidando sus posiciones mediante la
construcción de trincheras, refugios, la colocación de alambradas y la creación de
las mayores reservas posibles. Mientras, el XVIII cuerpo, tras combatir por
último día frente a los vértices del Mosquito y Romanillos, recibió órdenes de
renunciar a capturar esas alturas y centrarse en ocupar por completo el espacio
situado entre los ríos Aulencia y Guadarrama. Allí, una vez ocupado Villanueva
del Pardillo, solo faltaba conquistar Villafranca del Castillo y la cercana cota 670
de la Mocha (o loma Artillera en la denominación franquista), que el enemigo
había conseguido recuperar la noche previa mediante un ataque sorpresivo. Salvo
en su extremo izquierdo, todo el XVIII cuerpo pasaba también a la defensiva.
(IHCM, ZR, rollo 95, leg.778, carp.21, doc.1) o (IHCM – 52/4)
Ese mismo día (12) se informa de que también las fuerzas de la 69 brigada entran
en línea para reforzar el subsector Zarzalejo – Valquemado, distribuyéndose sus
unidades entre las tres líneas constituidas dentro del mismo. Este subsector tenía
8 kilómetros de longitud lineal, pero que si se consideraba la suma de todas sus
líneas pegadas al relieve, esa extensión se incrementaba hasta los 20 kilómetros,
que en la línea de vigilancia carecían de alambradas y de parapetos. El puente de
la carretera de Valdemorillo a Navalagamella no había sido volado todavía a
pesar de las órdenes cursadas en ese sentido, por lo que la sección de
fortificaciones de la 69 brigada cortaría esa misma noche la carretera de
Valdemorillo a Navalagamella. La entrada en línea de la 69 brigada permitió dar
el relevo a la 32 brigada, que marchó inmediatamente a combatir en primera línea
entre Brunete y Quijorna, donde ya estaba el resto de su división. Todo apunta a
que una semana más tarde, el día 18, la 69 brigada fue relevada a su vez de ese
subsector, cuando entraron en línea la 28 brigada y los batallones 2º y 4º de la
105, pasando (la 69) a posiciones de reserva y luego a formar parte de la división
Durán. (IHCM, ZR, rollo 172, leg.1107, carp.26, doc.2) o (IHCM – 166/13)
100
con el Jefe de la 3ª División y el de Ingenieros del I Cuerpo de Ejército. En el día
de hoy han de quedar establecidas alambradas en los puntos más sensibles de
dicho Subsector. Encarezco a usted la necesidad absoluta de imprimir a todos
estos trabajos la máxima celeridad e intensidad posibles, por considerarlos
esenciales desde el Mando del Ejército de Maniobra. (IHCM, ¿?) o (IHCM – 256/18)
Atentos siempre a la otra orilla del río, se suman los indicios y las pruebas de
que en ella está teniendo lugar una importante concentración de fuerzas
enemigas, a las que se supone preparándose para realizar un vigoroso
contraataque, incluso una contraofensiva, contra el flanco oeste del Ejército de
Maniobra. Cualquier movimiento visible que se hace en nuestro lado del Perales
recibe de inmediato fuego desde la otra margen. La actividad aérea por ambas
partes es muy intensa. Ante esta situación, la 101 extrema la vigilancia y
perfecciona cuanto puede su dispositivo de defensa. Así pasan los días.
Especialmente el 15, 16 y 17 de julio transcurren sin grandes novedades, pero
esto provoca si cabe mayor inquietud. Crece la certeza de que un ataque es
inminente. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)
Del día 16 de julio es una carta escrita por el alcalde de Galapagar a alguno de
los altos mandos republicanos con responsabilidad sobre su municipio:
102
Desde hace seis noches, ininterrumpidamente y de una manera brutal,
desencadenada y criminal se vienen haciendo por la aviación enemiga
bombardeos imponentes a esta población civil y a los alrededores de la misma,
empezando sobre las 11 de la noche y sucediéndose hasta altas horas de la
madrugada, causando víctimas en las personas, matanza de ganados y
produciendo incendios en los campos, eras de trillar las mieses y lo que es más
grave, en las casas – viviendas, hasta el punto que, aparte de otros siniestros
aislados, ha ardido una manzana de casas por no disponerse de ninguna clase de
elementos apropiados para la debida extinción. Al tiempo de lamentar tenerlo
que participarlo a V. S., por ser actos de verdadero salvajismo, le ruego se sirva
procurarme las siguientes facilidades, por considerar que pueden estar a su
alcance:
1º. – Dar órdenes urgentes a fin de que por uno o varios camiones de que
disponga ese Estado Mayor o con los medios de locomoción que transiten por
esta jurisdicción puedan ser evacuados de este Municipio los ancianos, mujeres,
niños e impedidos con la mayor premura, ya que el caso así lo requiere, en
evitación de que puedan sucumbir bajo la metralla fascista, toda vez que se
disponen de pocos refugios y con condiciones deficientes de seguridad, solidez y
salubridad.
2º. – Disponer también con urgencia el envío a este pueblo de una Sección de
Zapadores – Minadores provista de dos tanques con objeto de combatir los
incendios que se produzcan en los edificios, pues de otra forma quedaremos
reducidos a cenizas los habitantes.
Campo franquista
El día 11 de julio, desde Villa del Prado, donde estaba asentada la Comandancia
General de Artillería del Ejército del Centro, se reciben desde el Estado Mayor
del cuerpo de ejército de Operaciones distintas propuestas y peticiones referentes
103
al número de unidades de artillería que se habían de importar a esta parte del
frente de Madrid. Estudiadas esas peticiones, fue elevada una propuesta de
distribución de las mismas para aplicar según fueran estando disponibles. Aparte
del apreciable número de piezas que se destinaban al sector oriental del campo de
batalla (que como vimos en el reparto artillero del día 8 era el más débilmente
cubierto), estas fueron las baterías que se pusieron a disposición del sector
izquierdo y las que quedaron en espera de destino. Con estos cuatro grupos,
quizás con alguna variación, se constituyó más adelante la agrupación artillera
Occidental.
Hasta que el general jefe del Ejército del Centro disponga otra cosa, el grupo de
149 mm que llega y que viene orientado hacia Chapinería, quedará en situación
de cantón (sería sobre sus camiones, sin entrar en posición) en Pelayos de la
Presa. El grupo de 75 mm Legionario que, procedente de Bilbao, viene en
camiones y orientado hacia Chapinería quedará afecto al sector de Navalagamella
para reforzar con sus fuegos la batería de 75 mm allí destacada, ya que la otra
batería del mismo calibre que existía en este sector se halla en reparación. Una
vez que vuelva y quede reintegrada al sector esta última batería a reparar, el
grupo de 75 mm Legionario quedará en situación de permanencia en este sector o
podrá trasladarse a otro punto de la línea según las necesidades del momento. El
grupo de 105 mm de Campaña que sobre camiones y desde León viene
orientado a Chapinería quedará en cantón en Navas del Rey, a 4,5 kilómetros de
Chapinería, esperando situación donde encuadrarse, de esta forma no se
congestiona Chapinería ni se expone a los grupos al fuego de la aviación
enemiga, a la vez que quedan a corta distancia de ese punto de concentración y
en disposición de acudir rápidamente allí donde fuera preciso. Como
contrapartida, esta propuesta implica que estos grupos deben conservar sus
medios de transporte. El grupo de 260 mm que viene por ferrocarril orientado a
La Cañada (Ávila), cuando esté en condiciones de desembarcar se aproximará al
punto que determine los propósitos del mando. (IHCM, ZN, rollo 153, leg.21 bis, carp.55) o
(IHCM – 375/22)
108
etapa alcanzar la meseta de Los Llanos, la que tenía como principal referencia la
casa del mismo nombre que los republicanos habían conquistado el día 8.
Previamente, los días 16 y 17, las fuerzas franquistas del flanco oriental del
campo de batalla habían intentado ganar una base de partida favorable rompiendo
las líneas republicanas de la cota 660 del sureste de Villanueva del Pardillo, pero
habían fracasado. Llegado el 18, la gran apuesta de Franco era el ataque de la 4ª
brigada de Navarra de Camilo Alonso Vega, que de prosperar, sin duda hubiera
reactivado el ataque conjunto de Asensio y de la 5ª brigada de Navarra de
Bautista Sánchez. El 18 de julio, un tramo corto y abrupto del río Perales se iba a
convertir en el auténtico epicentro de la guerra española, el lugar desde el que
potencialmente se podía provocar un vuelco a favor de los sublevados de la
batalla de Brunete y por tanto también del frente de Madrid. Por tres días, tres
kilómetros del río Perales harían contener la respiración a todo el que
comprendiera lo que estaba en juego en ese punto del mapa. Eran 9 batallones de
tropas reputadas como selectas y guiadas por mandos de carrera asaltando las
posiciones de 2 batallones reforzados pero con apenas 2 meses de antigüedad y
mandos provenientes de Milicias, que en su mayoría (aparte de en el servicio
militar) habían tocado un arma por primera vez como mucho 365 días antes.
Estos últimos tenían a favor, eso sí, su alta moral y motivación política, la
orografía, y que no los tomaron por sorpresa, en el sentido de que el terreno había
sido preparado a conciencia y cada cual estaba en su puesto cuando explotó el
primer proyectil sobre sus líneas.
111
Plenamente restablecida la voluntad de resistencia en el 3º batallón y recuperadas
algunas alturas perdidas, se sucederán los intentos de ruptura del frente contrario
por ambas partes a lo largo de todo el día 18. La fuerzas de la 4ª brigada de
Navarra, fijadas sobre las pendientes que dan al Valdeyerno, sufrirán el fuego de
flanco hecho desde la zona de Las Rentillas y posiciones al suroeste, ocupadas
por la 1ª compañía y dos secciones de Ametralladoras del 3º batallón, mandadas
por el capitán Daniel Martín Labrandero, quien además es nuevo jefe de la
Sección de Operaciones del Estado Mayor de la 101 brigada. El mayor Moliner,
jefe del 4º batallón, situado al norte del 3º, también sitúa una de sus secciones de
Ametralladoras en las desenfiladas de la pendiente que baja de Las Rentillas al
Valdeyerno, lugar desde el cual puede batir impunemente a los asaltantes que
entran por el arroyo Valdeyerno y pretenden subir por su margen izquierda (sur)
hacia Los Llanos atacando las líneas del 3º batallón. Los morteros propios tiran
bien y no pueden ser contrabatidos. La 4ª brigada Navarra está sufriendo bajas
importantes. En el cauce del Perales y en las vertientes norte y oeste del Espolón
ya se ven tendidos muchos de sus muertos y heridos.
La jornada del 18 de julio acaba para los republicanos con una situación
peligrosa por su flanco derecho, pero que de momento está logrando ser
contenida por la acción de la 101 brigada, que está aferrada a sus líneas sobre un
terreno favorable para la defensa. Sus bajas son muy importantes en el 3º
batallón, del cual, entre otros muchos, han caído su comandante, el mayor Freire
y el capitán Julio Valdés Cofiño, jefe de su reserva, muerto junto a buena parte
de su plana mayor. Al enemigo se le calculan cerca de 1.000 bajas a lo largo de
ese primer día. En sustitución de Freire, el mando del 3º batallón pasa a ser
responsabilidad del capitán Eustaquio Izquierdo, jefe de su 1ª compañía. Por
causa de las fuertes pérdidas sufridas en el 3º batallón, existe entre Las Rentillas
y el Espolón un intervalo de frente casi desguarnecido, por el cual el peligro de
progresión enemiga hacia Los Llanos resulta evidente. Aquel mantiene ocupada
después del primer día de contraofensiva una cabeza de puente de 1 kilómetro de
frente por unos 800 metros de profundidad entre el Valdeyerno y el Espolón.
Ante esta situación, el mando de la 101 brigada dispone que de cara al 19 se
sitúen por detrás de su puesto de mando, reforzando la cresta que domina la
vaguada donde se sitúa el enemigo, dos secciones de Infantería y dos
ametralladoras, fuerzas retiradas de los batallones 2º y 4º. Además, al jefe de la
46 división se le pide desde la 101 brigada recuperar el 1º batallón, el cual llegará
casi amanecido el 19, situándose enmascarado en las vaguadas al norte de Los
112
Llanos. El Campesino cede el 1º batallón de mala gana durante la noche del 18 al
19. En conversación telefónica mantenida con Pedro Mateo esa misma noche,
(fiel a su estilo) lo increpa y amenaza para que cumpla con su deber, cosa
evidentemente fuera de todo lugar, tras el comportamiento mostrado por la 101
brigada. De noche se efectúa el suministro a las tropas y se evacuan los heridos,
ya que las vías resultan intransitables de día por estar muy batidas por el fuego
enemigo. Del otro lado se percibe idéntico proceso. La noche del 18 al 19
transcurre bastante tranquila. La 101 brigada ordena a su jefe de los servicios de
Retaguardia, el teniente Francisco Manrubia, que se incorpore al puesto de
mando de la brigada, dejando los depósitos de Valdemorillo en manos de un
oficial de Intendencia. Se persigue con esto que este jefe tenga una visión directa
de la realidad de las tropas combatientes y desde este mayor conocimiento de su
situación y necesidades agilice el suministro de agua, víveres, munición y el
ritmo de las evacuaciones y la asistencia sanitaria: los elementos que constituyen
el sostén del combatiente, los que le permiten resistir un día más en la línea de
fuego. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)
19 de julio
Escribe Pedro Mateo: La primera luz del 19 trae consigo un nuevo y despiadado
ataque de la aviación de asalto sobre la retaguardia cercana de la brigada,
Valdemorillo incluido. Simultáneamente, la artillería enemiga hace tiro directo
sobre la zona de Las Rentillas y el reborde suroeste de Los Llanos. A pesar del
castigo que parece sufrir, la primera línea republicana tiene pocas bajas, ya que
en el sector decisivo solo está a una distancia que va de los 30 a los 300 metros
de las avanzadillas enemigas, con lo que la artillería franquista no puede afinar
más el tiro sin arriesgarse a batir sus propias líneas. Al terminar las preparaciones
aéreas y artilleras, los morteros y ametralladoras anuncian que la infantería de la
4ª brigada de Navarra se vuelve a levantar de sus parapetos, pretendiendo
emprender un nuevo ataque hacia Los Llanos por su ladera suroeste, arrollando a
los restos del 3º batallón que tiene enfrente. Desde la quebrada del arroyo
Valdeyerno el 1º batallón sale al paso del recién iniciado ataque enemigo, al que
contraataca de flanco con las coberturas de fuego que le brindan el 4º batallón
113
desde la margen derecha del mismo arroyo y de las ametralladoras del capitán del
1º batallón, Antonio García Anguita, situado a la derecha de la compañía que
guarda la vía de progresión a Los Llanos. Entre la primera y segunda líneas
republicanas chocan atacantes y defensores en duro combate cuerpo a cuerpo, en
el que las bajas por ambas partes son muy altas, pero los franquistas pronto
empiezan a llevarse la peor parte al estar bajo el fuego cruzado que les bate desde
tres direcciones distintas (de frente, Rentillas y Espolón), impidiendo además la
llegada de sus refuerzos. Obligados a tenderse nuevamente para conservar la vida
al amparo de los pliegues del semicerco en el que se han metido, las unidades
navarras de vanguardia se ven incapaces de avanzar, aunque si lo lograran ya
solo tendrían delante a la compañía que guarda el borde suroeste de Los Llanos.
Siguen horas de sol pleno y ardiente, de sed, duras para los combatientes sanos,
pero dramáticas para los heridos sin evacuar. El tiroteo decrece al ir acercándose
el mediodía. La 101 brigada, ya sin reservas de entidad, no puede esperar
tampoco ninguna ayuda de la 10ª brigada, que está defendiendo en ese mismo
momento sus posiciones sobre el eje Perales de Milla – Quijorna. El 19, la 10ª
brigada perderá el vértice Perales, debiendo acercar por ello su frente hacia
Quijorna en torno a 1 kilómetro.
114
En el campo franquista, el “relato detallado del combate y su resultado” del EM
de la 4ª brigada de Navarra se vuelve algo menos detallado del 19 en adelante, ya
que no hay mucho bueno que contar, y no debía ser sencillo de encajar para sus
mandos estar siendo contenidos por unidades de “milicianos”, término que
generalmente empleaban para definir a las unidades enemigas. Es por tanto
lógico que desde la premisa del menosprecio profesional del soldado enemigo, se
tuviera que apelar a la abundancia de material en sus manos, lo que contradice
completamente el relato hecho desde el otro lado de las trincheras.
115
Agrupaciones, así como el Grupo de Artillería de Montaña y los Servicios
propios de la Brigada marchan a la zona donde el río Perales se cruza con la
carretera de Chapinería a Brunete. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.4, doc.1) o (IHCM – 4/1)
116
conocida como loma Trigales), cota sobre la que quedará una unidad que deberá
proteger el paso del río Perales por el resto de las fuerzas hacia Perales de Milla.
Una vez allí, se proseguirá el avance, apoyando el flanco derecho de la columna
en el arroyo Palomero, para ocupar primero el vértice Perales y después toda la
zona intermedia existente entre los arroyos Quijorna y Los Morales, envolviendo
por el noroeste los focos de resistencia que pudieran encontrarse. Alcanzada la
carretera que desde Quijorna va a la de Brunete a Chapinería, la columna de la
150 división buscará el enlace con las fuerzas de Barrón operando por su
derecha. La unidad que quede establecida en la cota 560 (la primera en ser
ocupada) podrá retirarse y mantenerse en reserva, pudiéndose organizar, según el
criterio del jefe de la columna, un punto de apoyo sobre esta cota, que sirva de
enlace con otras posiciones del sector oeste. (AGMAV, caja 1885, carp.18, doc.3) o (AGMAV –
15/1)
En su ataque del 19, las fuerzas de Séenz de Buruaga mandadas por Siro Alonso
partieron desde una zona difícil de especificar con precisión que estaría definida
por las alturas al este del arroyo de La Dehesa – loma San Pablo (de cota 580
frente al poblado de Perales de Milla) y último tramo del arroyo Palomero, antes
de su llegada al Perales. En ese momento, la línea republicana estaba sobre las
alturas del este del Perales desde Valquemado (frente a Navalagamella) hasta el
Espolón (junto al puente volado de la carretera Quijorna – Navalagamella), desde
donde descendía hasta el monte Perales y el entorno del arroyo Palomero, sin
alcanzar en ningún punto la carretera de Brunete a Chapinería en esa zona (se
dominaba solo el intervalo de los kilómetros 17 al 20, al sur de Brunete). En la
zona dónde el arroyo Quijorna desemboca en el río Perales, muy posiblemente
las vanguardias republicanas pudieron estar apenas al oeste de este río y en
Perales de Milla, pero únicamente con fines de vigilancia. El ataque de la 150
división tiene al menos un cierto éxito, ya que al finalizar el día 19 las fuerzas de
Buruaga son dueñas de todas las alturas y el terreno al oeste del Perales, del
poblado de Perales de Milla y del vértice Perales, por lo que llegaron a situarse
apenas a 2 kilómetros de Quijorna. Por el sur inmediato del monte Perales, la 150
división dominaba el arroyo Palomero hasta la intersección de este con la cañada
de ganados que viene de Valdemorillo y Quijorna, punto donde sus fuerzas
enlazaban con la 2ª brigada de la 13 división.
117
división: 4 batallones encuadrados en la 2ª brigada y dos de la izquierda de la 3ª
brigada puestos al mando del jefe de la anterior, todos apoyados por los fuegos
de una batería de 75 mm y un grupo de 105 mm, además de los que pudiera
aportar la agrupación Occidental, dotada también de piezas de 105 mm. Estas
fuerzas tendrían por base de partida la zona sur del arroyo Palomero. El paso de
este arroyo por la infantería de la 2ª brigada se iniciaría a las 8 horas, y podría
hacerse por sorpresa o con preparación artillera, según se estimara más
conveniente. El avance que se debía realizar a continuación tendría por finalidad
rebasar Brunete mientras las fuerzas de la 3ª brigada, situadas al sur de este
pueblo, debían fijar al enemigo sin buscar avanzar sus posiciones más que por su
ala izquierda, la que tenía a los dos tabores de Regulares Melilla y enlazaba con
la 1ª bandera de la Legión de la 2ª brigada (zona de la carretera de Brunete a
Chapinería situada entre los kilómetros 20 y 23). La idea de maniobra era que la
2ª brigada y la izquierda de la 3ª avanzaran para alcanzar primero las alturas que
bordean por el sur el arroyo de Los Morales y a continuación rebasaran el pueblo
de Brunete por el oeste, girando luego al este para ocupar el cementerio y su
entorno con el apoyo de dos compañías de carros de combate. (IHCM, ZN, rollo 125,
leg.6, carp.68, doc.1) o (IHCM – 89/7)
118
de Ceuta. II agrupación: 73 batallón de Toledo, 258 batallón del Serrallo.
Regimiento Santamaría: 5º tabor de Regulares de Melilla, 6º tabor de Regulares
de Melilla y 191 batallón. A estas fuerzas de Infantería deben sumarse las de
otras armas y servicios que tenía agregadas.
20 de julio
Para la 101 brigada, el día comienza con más escaramuzas y tiroteos que con
combates serios. No tarda en empezar una nueva preparación artillera sobre las
posiciones republicanas que guardan el flanco occidental de la bolsa, pero ni el
derroche de munición artillera permite que los atacantes puedan salir de sus
trincheras y pozos cavados durante la noche, porque cuando lo intentan, los que
se ponen en pie son fácilmente neutralizados. Termina el 20 con los franquistas
exhaustos e impotentes para seguir progresando en el subsector de la 101
brigada, a pesar de lo cual durante la noche del 20 al 21 continúan hostilizando
nuestras líneas con tiroteos nutridos que nos dificultan mucho los
abastecimientos. La 101 sigue afianzándose sobre el terreno. Se verifica el
número, estado y situación de sus reservas: una compañía del 4º batallón, bajo
mando de la brigada en la confluencia de los arroyos de La Nava y Valdeyerno,
dos secciones de Infantería y una de Ametralladoras en el borde suroeste de Los
Llanos, y una pequeña reserva del 2º batallón en el límite derecho de su frente. El
puesto de mando de la brigada estuvo todos esos días junto al camino viejo de
Navalagamella a Quijorna, entre el Espolón y Los Llanos. En la quebrada del
arroyo de las Parrillas, 300 metros por detrás y a la izquierda del puesto de
mando, estuvieron los morteros. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo
Merino)
Avanzada la tarde del día 20, valorando cuál era el punto más crítico de todo el
frente del Ejército de Maniobra, el EM de Miaja toma la decisión de ceder
provisionalmente la 151 brigada mixta al XVIII CE cuando este acaba de perder
las importantes posiciones de cota 660 y del castillo de Villafranca, ambas en la
confluencia de los ríos Aulencia y Guadarrama. En consecuencia, la 151 brigada
salía de la 39 división, o división Durán, y en sustitución de la misma se
incorpora la 49 brigada, también con carácter provisional. (AHN, caja 20/11) o (AHN -
22)
21 de julio
119
El 21 de madrugada dejan de oírse disparos. Nuestros exploradores descubren
vacía la cabeza de puente; mejor dicho, la encuentran sin tropas, pero llena de
despojos y equipos militares y con cientos de cuerpos abandonados. La 4ª
brigada de Navarra se había retirado durante la noche, protegida por la oscuridad
y por los tiroteos de quienes se quedaron en el último escalón. Con las primeras
luces del día, la 101 sale nuevamente al Perales en todo su frente. Se han
recuperado plenamente las líneas que teníamos el 17 de julio. Con la derrota
inapelable que se le ha infligido a la 4ª brigada de Navarra en el flanco derecho
republicano queda desbaratada una acción sobre los flancos y fondo de la bolsa,
ejecutada con la intención de copar a las fuerzas republicanas que se encontraban
en su interior. La idea de maniobra era que las dos brigadas de Navarra, atacando
desde ambos flancos, confluyeran en el vértice Lijar, en tanto que la 13 división
atraía y fijaba al enemigo en el fondo de la bolsa. En una fase posterior de
explotación del éxito, se progresaría hasta Valdemorillo y Galapagar, avanzando
la línea hasta el río Guadarrama, con la intención de enlazar en su curso alto con
las fuerzas de la sierra, provocando así la caída de todo el frente republicano en
torno a El Escorial. Nada de esto pasó. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro
Mateo Merino)
Una vez hubo fracasado el avance de la 4ª brigada de Navarra hacia Los Llanos,
el mando franquista lógicamente desistió de hacer ningún nuevo intento por la
parte escarpada del río Perales. Llama la atención no obstante que tampoco se
planteara atacar algo más al norte, en la zona guarnecida por el subsector
defensivo Zarzalejo – Valquemado, donde la orografía era mucho menos
favorable para la defensa que en la zona del Valdeyerno. Según parece, a pesar
de haber traído el grueso de las unidades de las que podía prescindir el frente
norte, para entonces el mando franquista ya no contaba con reservas suficientes
como para pretender dar un vuelco a la batalla. De esta forma, los republicanos
nunca fueron atacados desde Fresnedillas hacia Peralejo – Fuente Vieja, la
dirección que le quitaba el sueño a Miaja desde el primer día de la batalla. Por
algún motivo Varela no vio esa opción, o si la vio no la escogió, y es algo difícil
de entender, porque era la más adecuada para un ataque con profundidad. Esta
también permitía salir a la espalda del Ejército de Maniobra y cortar su vital
carretera de abastecimiento y evacuaciones, en este caso entre Valdemorillo y El
Escorial, sin tener que superar ninguna pendiente escarpada ni verse encajonado,
ya fuera por pretender avanzar por un valle profundo o por una cuerda
relativamente estrecha.
120
Con los 12 batallones de Alonso Vega otra vez en la ribera oeste del Perales, el
día 21 el mando del cuerpo de ejército de Operaciones dictó una nueva orden
organizando un nuevo ataque sobre la dirección mejor defendida. Dos días antes
se había podido expulsar a los republicanos del vértice Perales; existían por tanto
motivos para pensar que concentrando la fuerza de dos divisiones en un frente de
dos o tres kilómetros apenas ondulado se conseguiría quebrar la resistencia de la
46 división al suroeste de Quijorna. El objetivo era ahora recuperar el espacio
ganado por el enemigo en los días iniciales de su ofensiva, y sobre todo, quitarle
Brunete, el pueblo que ya estaba dando nombre a la batalla y cuya posesión se
asociaba con la victoria en la misma, gracias en buena medida a la ingente
propaganda que el Gobierno republicano había desplegado tras ocuparlo.
Medidas las fuerzas con el Ejército de Maniobra entre el 17 el 20, a Franco le
había bastado un solo fracaso para desechar la pretensión de coparlo y destruirlo.
Le quedaba eso sí, la opción de golpearlo tanto como fuera posible aprovechando
la superioridad aérea y artillera conseguida gracias a la asistencia alemana e
italiana en esos campos. Decidió por tanto que hasta el final de la batalla sus
unidades deberían asaltar de frente las principales defensas republicanas
confiando en que la saturación de fuegos propia sería mayor que la del enemigo y
que este, llevándose la peor parte en la masacre mutua asegurada, acabaría
retrocediendo. Algo así acababa de pasar el día anterior en la cota 660 (loma
Bellota según la denominación franquista) y en el castillo de Villafranca, dos
posiciones de la zona Aulencia - Guadarrama que se habían conseguido tomar
mediante un ataque frontal en el que la vanguardia de Varela estuvo formada
mayoritariamente por tabores de Regulares. Cuando una alta mortalidad entre las
fuerzas propias parecía inevitable, unas vidas parecían importar menos que otras.
22 de julio
Para la 101 brigada, los días 21 y 22 son de relativa calma, igual que para la
mayoría de unidades republicanas del Ejército de Maniobra a lo largo de todo el
frente. El ejército franquista reagrupa sus fuerzas para desencadenar nuevos
ataques, pero esta vez lejos del subsector de la 101. Igualmente, esta unidad ya ha
reemprendido desde el mismo final de los combates los trabajos de fortificación
de sus líneas, en las que durante esos días solo se viven escaramuzas de poca
importancia. Los restos del 3º batallón salen de la primera línea para constituir la
reserva de la brigada, que se disloca al norte de Los Llanos. Las bajas totales en
la 101 brigada suman cerca de una cuarta parte de sus efectivos, pero su moral
está muy alta. Es una unidad de creación reciente y ya se ha consagrado como
fuerza de choque del Ejército popular. En los días siguientes los mandos de la
brigada pueden ver con todo detalle el dramático desarrollo de los combates en
torno a Brunete desde el privilegiado observatorio que constituye Los Llanos. (Del
libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)
El día 22 de julio el Ejército de Maniobra ordena que esa misma tarde diera
comienzo el proceso de relevo de la 46 división de sus posiciones en el flanco
oeste del campo de batalla por la división Durán. En una reunión de los jefes de
ambas divisiones, debían acordarse todos los preparativos y reconocimientos
necesarios, de forma que el relevo efectivo, por batallones completos, se pudiera
llevar a cabo con la máxima seguridad y agilidad a lo largo de la noche del 23 al
24. Durante 48 horas los puestos de mando de ambas divisiones y de todas sus
unidades dependientes debían quedar superpuestos, es decir, que los jefes
salientes permanecerían dos días junto a los entrantes, a fin de ayudar a estos
últimos a familiarizarse con las particularidades de sus respectivas posiciones.
Todos los tendidos de Transmisiones establecidos en el sector de la 46 división
quedarían intactos en manos de la 39. Desde el día 23, la división Durán quedaría
formada por las brigadas 49, 69 y 99. Esta última brigada se encontraba entonces
125
en Colmenar Viejo, pueblo que acababa de sufrir un fuerte bombardeo aéreo de
la aviación franquista que había provocado, además de muertos y heridos entre la
población civil, cerca de 80 bajas en sus filas. Además de esta circunstancia, la
99 brigada aun no contaba con una dotación de armamento suficiente, razón por
la cual la 49 debía cederle todas las armas que se pudieran considerar como
sobrantes cuando la 99 llegara a la zona de operaciones, mientras que del V CE
debía recibir 500 fusiles de los cogidos al enemigo en las primeras jornadas de la
batalla. El puesto de mando de la 39 división quedaría situado al norte del
kilómetro 12 de la carretera de Colmenarejo a Valdemorillo (citada según la
fuente como casa de la Fuenfría, de las Tapias Altas o del Canchar). (AHN, caja
20/11) o (AHN – 28)
También el día 22, de cara al ataque de gran envergadura que se pretendía lanzar
al día siguiente para reconquistar Brunete, la 4ª brigada de Navarra recoge que al
finalizar el día 21 los batallones 6º de San Marcial y 5º de La Victoria relevaron a
las fuerzas de la 13 división pertenecientes al regimiento Molero (quien había
sucedido en el mando a Sánchez Pérez). Se trataba del 4º batallón de Las Navas,
el 10º tabor de Regulares de Alhucemas y el batallón 257, que hasta ese momento
habían guardado las posiciones al norte de la carretera de Chapinería a Brunete
entre los kilómetros 23 y 27,500, prácticamente entre el cruce de carreteras del
sur de Quijorna hasta más allá de la zona que más tarde se conocería como
posición Encrucijada, situada junto a la casa de peones camineros del kilómetro
25. El resto de batallones que formaban las agrupaciones Torrente e Ibisate se
situaron a retaguardia de los dos batallones mencionados, mientras que el
regimiento relevado (Molero) tomó nuevas posiciones al sur de Brunete, entre los
regimientos Santamaría (este) y Regalado (oeste), en preparación del ataque que
se tenía previsto realizar sobre Brunete. Aparte de este movimiento de fuerzas de
Infantería, al grupo de Artillería de Montaña que ya se encontraba afectado a la
4ª brigada de Navarra se le sumó el grupo de Artillería Legionaria de 75 mm (del
CTV) del teniente coronel Falconi, el cual quedó establecido en posición también
en las inmediaciones de la carretera de Chapinería a Brunete, entre los kilómetros
25 y 26. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.4, doc.1) o (IHCM – 4/1)
23 de julio
Durante el 23 no llegó a producirse el ataque previsto, sino que este tuvo que ser
postergado un día; no había dado tiempo a que todas las unidades ocuparan las
bases de partida escogidas. En el flanco oeste esas fuerzas desplegadas a lo largo
126
del río Perales (de Fresnedillas de la Oliva hasta la actual M-501) eran de norte a
sur la 150 división y la 4ª brigada de Navarra. Ambas debieron permanecer en
sus posiciones de espera durante todo el 23 soportando nutrido fuego de la
artillería enemiga y en ciertos casos, hasta de sus armas de Infantería. Por su
parte, la aviación republicana, aunque bastante debilitada en esa fase final de la
batalla, hizo también aparición bombardeando y ametrallando zonas de la
retaguardia inmediata a la primera línea. El Ejército de Maniobra sabía lo que se
le venía encima y trataba mediante sus fuegos de impedir al máximo posible que
el mando enemigo pudiera llevar a cabo una concentración ordenada de sus
efectivos. Esto era incluso más importante cuando en sus propias líneas debía
producirse el relevo de la 46 división por la 39. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.4, doc.1) o
(IHCM – 4/1)
24 de julio
Campo franquista
Por la 13 división, sabemos que para este día el mando del Ejército franquista
ordenaba un ataque general por todo el contorno de la bolsa, cuya pretensión era
la de empujar al enemigo fuera de sus posiciones y alcanzar con sus fuerzas el
cruce de la carretera de El Escorial a Navalcarnero con la de Villanueva del
Pardillo. Este ataque general se haría con las brigadas acoladas, disponiéndose de
oeste a este las fuerzas del siguiente modo: 150 división - 4ª brigada de Navarra -
13 división - 5ª brigada de Navarra. Con este dispositivo se pretendía romper la
línea enemiga para maniobrar desbordando Brunete por el este y el oeste
mientras que se fijaba a los resistentes por el sur. El esfuerzo principal debía
hacerse por el este, donde se tenía una excelente base de partida en loma
Quemada, la cota 670 que había sido arrebatada a los republicanos el día 18. Una
vez se consiguiera la ruptura y se pudiera iniciar la maniobra, la progresión
debería continuar sobre Villanueva de la Cañada, pueblo que sería alcanzado por
la brigada de la derecha de la 13 división (la 3ª brigada, formada por los
regimientos Santamaría y Álvarez Entrena) tras desbordar el bosque existente al
norte de Brunete. El avance de la infantería debería iniciarse a las 7 horas,
después de una preparación artillera de una hora de duración, a la que se sumaría
la aviación durante sus últimos 15 minutos. A la hora marcada por el mando, la
3ª brigada de la 13 división debía lanzarse al asalto con sus dos regimientos.
127
El regimiento Santamaría tuvo por vanguardia a los tabores 5º y 6º de Melilla. Al
darse la orden, estos asaltaron impetuosamente las posiciones enemigas. Los
recibió un intensísimo fuego de armas automáticas, tanques y artillería, pero
consiguieron desalojar al enemigo no solo de sus primeras trincheras, situadas a
600 metros del punto de partida y protegidas por doble línea de alambrada, sino
también del terreno que se extiende por el este de Brunete hasta la zona cercana
al inicio de la carretera de este pueblo a Villanueva de la Cañada, poniendo allí a
los defensores en franca huida. Llegados al entorno de esa carretera, las unidades
que avanzaban por el este inmediato de Brunete empezaron a recibir un
intensísimo fuego de ametralladora y tanques, hecho desde el cementerio y las
trincheras enemigas que enlazaban ese punto con la iglesia. La existencia de este
fuego paralizante y el no contar con el apoyo del flanco izquierdo impuso que se
tuvieran que atacar también las posiciones del entorno este y norte de Brunete, lo
que forzó un nuevo asalto frontal y violento que acabó con la vida de sus
defensores, que quedaron por docenas tendidos en el fondo de sus trincheras.
Hacia las 9,45 horas las fuerzas propias ya se encontraban tanteando la
resistencia enemiga en las proximidades del cementerio de Brunete, aunque a esa
hora los republicanos todavía conservaban el pueblo. Por la derecha del
regimiento Santamaría, el de Álvarez Entrena también consigue el éxito, al ser
capaz de alcanzar y rebasar tras durísimos combates la carretera de Brunete a
Boadilla del Monte sobre el mediodía.
129
atacan desesperadamente pero se los rechaza e inutilizan algunos. Como las
divisiones Buruaga y 4ª de Navarra no avanzan (a esta se le fueron los humos y
está arrugada), a medida que yo avanzo se me va quedando al descubierto mi
flanco izquierdo por culpa de la 4ª de Navarra. Por esta causa paso verdaderos
apuros. El jefe del regimiento de este flanco izquierdo, el teniente coronel
Regalado, tiene que multiplicarse para atender su frente
Estaría “escrito” así, la cosa es que terminó por recibir un balazo en plena cabeza
que lo hizo polvo. ¡Qué pena me causó al recibir el parte! Gran compañero, gran
patriota y militar y gran amigo; todo un hombre perdió España en él. Hacía días
que tenía él ese presentimiento, me lo decía que le iban a dar en la cabeza y así
fue. Querido compañero Regalado: ¡Presente y arriba España!
Continúo el combate toda la mañana con gran dureza hasta que a eso de las 11
horas les hago un movimiento envolvente, les lanzo un tabor y dos compañías de
un batallón y en un asalto durísimo con bombas de mano, consigo entrar en
Brunete, sosteniendo dentro del pueblo una lucha encarnizada que deja las calles
sembradas de cadáveres. La artillería roja somete al pueblo a un terrible cañoneo
y nos atacan los tanques. Durante el resto del día hay tanteos por todas partes,
pero mi objeto principal ya está conseguido y me dedico a consolidar las
posiciones conquistadas y asegurar mi flanco izquierdo, que la 4ª brigada de
Navarra no me protege. Allí me han matado a Regalado. Se han hecho al
enemigo gran número de bajas, el pueblo y sus alrededores están llenos de
muertos. Es un espectáculo verdaderamente macabro, y como la artillería roja no
deja de cañonear el pueblo, acribilla y deshace a sus muertos, pues no es posible
recogerlos de momento por su crecido número y porque su artillería lo prohíbe.
Brunete está completamente destruido, no queda nada en pie; entre nuestros
ataques y los contraataques de ellos no queda nada. Por la noche, sin cesar en
toda ella, nos lanzan contraataques desesperados. Se conoce que la pérdida de
Brunete les duele mucho por su importancia enorme, política y moralmente. No
consiguen nada, se les rechaza constantemente y se les hacen muchas bajas, pues
el fuego es verdaderamente terrible. (IHCM, CGG, rollo 87, leg.472, carp.2, doc.1) o (IHCM –
129/11)
Quizás matizando la alegada debilidad del apoyo artillero con el que contaron el
día 24 las fuerzas de Varela que actuaban por el flanco oeste, especialmente la 4ª
131
brigada de Navarra, es oportuno mencionar que en favor de esa zona actuó la ya
citada agrupación artillera Occidental. El día 24 de julio esta agrupación contaba
con los siguientes medios: una batería de morteros de 260 mm, un grupo de dos
baterías de cañones de 149 mm, un grupo de dos baterías de cañones de 105 mm
y un grupo de cinco baterías “Legionarias” de 75 mm (serían 15 piezas, del grupo
Falconi) que previamente habían estado en dependencia directa de Alonso Vega
pero el día 24 habían pasado a Varela. Como dato esclarecedor acerca del
volumen de fuego artillero del que parece dispusieron las fuerzas franquistas que
atacaron apoyadas por la agrupación artillera Occidental, se sabe que solo el
grupo Falconi reportó haber hecho entre los días 24 y 25 de julio más de 12.000
disparos con sus piezas, tras lo cual la mayoría de ellas necesitaban reparaciones.
Campo republicano
132
Por esos días, el puesto de mando de la XI brigada estaba entre unos olivos, en
una colina, detrás de la que existía un bosquecillo al que se llegaba por una pista
o camino. El 24, desde las posiciones de la XI brigada se podía observar
claramente la evolución de las operaciones lanzadas por la 13 división franquista
en lo que suponía el inicio de su segundo ciclo de contraofensivas. En estas
circunstancias, en un día tan crítico, el escritor noruego Nordahl Grieg, que
participaba en el Congreso de Escritores Antifascistas, estaba visitando el puesto
de mando de la XI brigada internacional, exponiéndose a los bombardeos y
disparos igual que cualquier otro combatiente. Por su propia seguridad no se le
autorizó a acercarse a la primera línea, donde quería ir para confraternizar con
sus compatriotas noruegos y de los otros países escandinavos que luchaban en la
XI brigada internacional. Aun careciendo de ese permiso, Grieg, que moriría en
1943 combatiendo a los nazis en Noruega, de todas formas llegó a los puestos de
vanguardia. Existe una foto de esos días en la que se ve a Ludwig Renn guiando
en un coche a Nordahl Grieg y a Gerda Grepp, también noruega, por el campo de
batalla de Brunete. Por su parte, el general Walter, jefe de la 35 división, había
autorizado que la fotógrafa alemana Gerda Taro, que estaba asistiendo a las
reuniones del citado Congreso de Escritores Antifascistas, también pudiera
moverse con cierta libertad por la retaguardia republicana, lo que permitió que
Gerda dejara un impresionante testimonio fotográfico sobre esta batalla antes de
resultar gravísimamente herida el día 25 cerca de Villanueva de la Cañada en el
choque entre el coche que la llevaba y un tanque republicano que había perdido
momentáneamente el control durante un bombardeo. Gerda Taro murió al día
siguiente en el hospital militar republicano instalado en los Sagrados Corazones
de El Escorial. Durante la batalla de Brunete, la XI brigada internacional tuvo
365 muertos y desaparecidos y 650 heridos; un total de 1025 bajas. Sus
batallones eran: Thaelman (George Elsner), Edgar André (Gustav Kern), Hans
Beimler (Heinz Schramm) y 12 de Febrero (Emil Reuter). (Ludwig Renn: Apuntes para
“La guerra española”) (PCE, TMM – carp.54) o (PCE – 8)
En los días previos a la batalla de Brunete la 108 brigada había estado en torno
a Huesca durante las operaciones de junio. Operó desde Siétamo, Monte Aragón
133
y los carrascales de Igriés. Una vez que se dieron por concluidas las acciones
ofensivas republicanas, encaminadas a tomar esa capital aragonesa, la brigada
marcha en camiones a Barbastro, luego por ferrocarril a Valencia, y
nuevamente por ferrocarril y en camiones a la provincia de Madrid, donde se
acantona para tomar parte en la importante ofensiva que se prepara para los
primeros días de julio. La 108 brigada mixta combatió entre los días 10 y 24 de
julio por delante de Brunete. El día 11 de julio el 429 batallón pierde a su jefe, el
capitán Lerma, que desaparece en combate. Asumo entonces el mando del
batallón, dejando mi compañía en manos del teniente Chacón. El día 13, el 429
batallón abandona la primera línea y pasa a la línea de sostenes. El día 18 el
429 batallón avanza para ocupar posiciones de vanguardia sobre la primera
línea al oeste del pueblo de Brunete, dejando en reserva a la 2ª compañía. Del
18 al 23 se combatió de amanecer a crepúsculo. En la madrugada del 23 al 24
recibí la orden escrita de dejar en primera línea solo a una compañía y retirar
otras dos, por lo que, hecha la maniobra, el batallón quedó tácticamente
constituido por tres escalones. Al amanecer del 24 el enemigo inició una nueva
contraofensiva con un nutrido fuego de artillería, que nos batía incluso desde la
dirección de Navalagamella, neutralizando nuestras comunicaciones telefónicas.
En esas circunstancias se ordena la entrada en línea de las dos compañías que
formaban el segundo escalón, conservando a la 2ª compañía en reserva. Poco
después la 100 brigada de la 11 división se retiró, ocupando el enemigo el
pueblo de Brunete, viéndose mi batallón en situación muy crítica, pues el
adversario, con su fuego, nos hería por la espalda. En unos olivares a
retaguardia se reorganizó en parte la 100 brigada, avanzando luego hasta el
cementerio y la carretera, que ocupó, pero la artillería enemiga la hizo de nuevo
retroceder. Fue entonces cuando por orden del jefe de la 108 brigada me puse al
frente de la 2ª compañía, hasta entonces en reserva, avanzando a través de una
densa barrera de fuego artillero y de aviación (que arrojaba las granadas hasta
por cajones), consiguiendo llegar hasta el cementerio y la carretera sin una sola
baja. La carretera queda ocupada, tras lo que la unidad se adelanta,
combatiendo, hasta ocupar también una línea avanzada que da frente a las
primeras casas de Brunete. Acto seguido se entabla un durísimo combate, que
duró toda la noche del 24 al 25. Aquella noche nuestros puestos y tinglados
ardieron macabramente. (Testimonio personal del capitán AEG, jefe del 429 batallón de la 108
brigada mixta)
134
Por la derecha de la 108 brigada estaba la XI, pero por la derecha de esta última
no contamos con una seguridad absoluta para afirmar qué unidad republicana
estuvo haciendo frente a la 1ª agrupación de Torrente de la 4ª brigada de Navarra
el día 24. No es fácil confirmar o descartar que ese día ya se hubiera producido el
relevo de la 10ª brigada de la 46 división por la 49 brigada de la 39 división;
quizás incluso tomaron parte en ese combate batallones de las dos brigadas. En el
caso de que ese relevo hubiera seguido pendiente total o parcialmente el 24, lo
que sí es seguro es que se habría completado durante la noche del 24 al 25. La 49
brigada era una unidad constituida seis meses antes en Guadalajara y estaba al
mando del comandante de Infantería Fulgencio González Gómez. A la derecha
de la 1ª agrupación (Torrente), en la zona del ataque de la 2ª agrupación (Ibisate),
del lado republicano se encontraba la 35 división de Walter, con su línea
guardada por las brigadas XI internacional y 108, ambas reforzadas por la 32. El
sector de la 35 división republicana abarcaba desde el entorno del punto en que
Los Morales cruzan la carretera al sur de Quijorna hasta el oeste inmediato de
Brunete. La 35 resistió el ataque de ese día sin replegarse en ningún punto. En
contraste con esta situación, la 11 división de Líster perdía durante la mañana del
24 el pueblo de Brunete, conservando únicamente su cementerio.
25 de julio
136
Ludwig Renn:
Volvemos al testimonio del capitán jefe del 429 batallón de la 108 brigada mixta.
Al amanecer del día 25 la situación era favorable a nuestro ejército. Sobre las
dos de la noche un sargento que ocupaba un puesto adelantado me comunicó
que el enemigo estaba en movimiento. Ordené que se emplearan granadas de
mano para neutralizar el intento de asalto, cosa que se hizo, lo que dio paso a
una situación favorable para contraatacarles, lo que no se pudo hacer por estar
durmiendo a pierna suelta las dos compañías de la 100 brigada que apoyaban a
la 2ª del 429 batallón. Únicamente pude observar a dos centinelas suyos,
mientras que nosotros estuvimos toda la noche expectantes. Sola, la 2ª compañía
del 429 batallón, no podía hacer otra cosa que defenderse y aguantar entre las
explosiones de las granadas de mortero del enemigo y apagar el fuego macabro
que ardía en los tinglados de los puestos de los centinelas, e incluso en los
muertos, algunos de los cuales ardían en los lechos de las trincheras. Vi como la
trinchera del cementerio, llena de cadáveres de soldados republicanos, también
ardía. Todos estábamos curados de espanto, y allí no había más que heroísmo,
coraje y fe, además de convicción de que al final de la contienda tendríamos la
victoria. ¡Qué lejos estábamos de la realidad! Al despuntar el alba del día 25 las
armas estaban calladas, no se oía ni un tiro, entonces creí que mi deber estaba
en incorporarme e inspeccionar las posiciones de las 1ª, 3ª y 4ª compañías.
Entregué el mando de la 2ª compañía a su teniente comandante y me trasladé al
puesto de mando de la brigada, donde di cuenta a nuestro jefe del éxito
alcanzado durante la tarde del día anterior al ocupar la trinchera próxima al
pueblo en ruinas. Acto seguido, y con la venia del jefe, me trasladé a las
posiciones mencionadas, tras lo cual, después de una odisea de desplazamiento
bajo el fuego enemigo, conseguí establecer mi puesto de mando junto a un
camino o vereda paralelo a la carretera de Brunete a San Martín de
137
Valdeiglesias, el cual pasaba entre dos ramales de trinchera que se adelantaban
hacia el este y estaban cerrados por sacos terreros. Fue entonces cuando el
enemigo, como si advirtiera nuestros movimientos y situación de los puestos,
redobló el fuego, principalmente con morteros, sobre el puesto de mando y desde
las ruinas del pueblo con armas automáticas contra toda la línea. Empezábamos
a sufrir el fuego desde nuestra espalda, el tiro de enfilada desde el flanco
izquierdo y desde el frente con tiro curvo de mortero. Ordené el fuego de
ametralladoras sobre las posiciones enemigas a nuestro frente y los morteros
silenciaron, pero no así las armas automáticas, que seguían haciéndonos bajas.
Un morterazo hirió de muerte a un soldado, otro explotó cerca de mí,
levantándome por los aires en el momento en que a la carrera pasaba de uno a
otro ramal, arrancándome la pechera de la camisa. Resulté herido en el pecho
por un trozo de metralla, que me extraje, lavándome la herida luego con agua de
una cantimplora. Estaba todo lleno de tierra, los ojos, la boca, los oídos, el
pecho, la cabeza y el cuello. Atontado primero, fui reaccionando y continué
vigilante, recorriendo las trincheras de la línea avanzada. Mi pistola del 9
Largo, también toda llena de tierra, se la entregué a un soldado llamado Tireo
para que me la limpiara un poco al menos. Cuando me la devolvió seguía el
tiroteo. Hubo otras bajas en el caminillo. El teléfono no funcionaba. Volví al
poco al ramal donde estaba el soldado Tireo; en efecto, allí estaba, pero muy
mal herido, negro como un tizón, tendido en el lecho de la trinchera. La onda
expansiva de una granada de mortero lo había reventado. Aún vivía. Levantó un
poco su mano izquierda, como despidiéndose de mí y al poco expiró. El teniente
Chacón se me presentó. Había tenido que evacuar su ramal de trinchera a causa
de no poder aguantar el fuego de mortero del enemigo. Entonces, organicé una
patrulla con el objetivo de recuperar el ramal evacuado. No lo consiguió, a
pesar de tener un 50 % de bajas. Los restos del grupo se replegaron, quedando
reincorporados a sus posiciones anteriores. Yo, haciendo un gran esfuerzo, ya
me iba sintiendo recuperado. Entonces recibí un mensaje del Mando de tono
amenazador, carente de un motivo real que lo justificara, pues todos
permanecíamos en nuestros puestos y seguíamos luchando. Aquellos heroicos
soldados y clases estaban muriendo en la lucha. Es representativo de su
conciencia que cuando alguno de los combatientes resultaba herido y aún podía
moverse por sus medios, llegaba primero a mi puesto de mando y me pedía
permiso para retirarse al puesto de socorro de la sanidad, próximo al
cementerio. Esta fue la moral de aquellos soldados del 429 batallón de la 108
brigada mixta, que sabían morir por su Patria y también por sus ideales. Nunca
138
les faltaba el valor, la abnegación, el coraje y la hombría de bien. No tengo
palabras con qué enaltecer tanto heroísmo, y eso que eran soldados del último
reemplazo. Yo era también un soldado aguerrido, no en balde había soportado
las campañas de Marruecos (1921 – 1930), pero aquel injustificado mensaje de
mal agüero que recibí en la misma trinchera de la 3ª compañía del 429 batallón,
tan amenazador y peligroso como torpe, pudo, pero no consiguió,
desmoralizarnos, tanto a mí como a otros combatientes que percibían mis
esfuerzos por disimular la contrariedad que sentía. Esos soldados jóvenes y
bisoños de alguna manera captaron el sentido del mensaje recibido, pero
afortunadamente eso reforzó aún más su confianza en mí, su capitán, que tanto
estaba mirando por ellos desde mi incorporación a la 108 brigada. En las
posiciones guarnecidas por la 3ª compañía, dos sargentos resultaron heridos en
la cara por disparos hechos desde la segunda línea. Una ametralladora que
tiraba hacia el enemigo a vanguardia de la posición, tuvo que ser desplazada
desde nuestra trinchera y emplazada con frente a nuestro flanco izquierdo, por el
cual avanzaba el contrario. El cementerio pronto quedó ocupado por él. Una
unidad a nuestra izquierda se retiró compacta, y mientras, la 3ª compañía
continuó resistiendo, sin poder evacuar a sus bajas. Comprobando que el puesto
de mando se había retirado, ya sin apenas municiones y sin que acudieran las
reservas ni se produjera el contraataque tan esperado, la 3ª compañía se retiró
en perfecto orden. (Testimonio personal del capitán AEG, jefe del 429 batallón de la 108 brigada mixta.
Conocido por gentileza de su hijo)
139
de una fuerte formación de bombarderos y cazas alemanes que venían a triturar
las defensas del cementerio y su entorno. Avisadas del cambio de situación que
se acababa de producir, la superposición del fuego artillero hecho desde las
baterías franquistas y el bombardeo y ametrallamiento aéreo a cargo de la Legión
Cóndor atrapó, machacó y puso en fuga hacia Villanueva de la Cañada a la 11
división y la 70 brigada de la 14. Atendiendo a varios testimonios conocidos, lo
que se produjo en torno a las 16 horas al norte del cementerio de Brunete y en la
zona cercana de la carretera a Boadilla del Monte parece haber sido una
verdadera hecatombe republicana bajo la aviación alemana. La Legión Cóndor
estaba actuando en masa y sin la oposición de la caza republicana, ya
prácticamente incapaz de volar por causa de las fuertes bajas sufridas y el
agotamiento de su personal y materiales.
Esa tarde, las líneas republicanas quedaron rotas a ambos lados de la carretera de
Brunete a Villanueva de la Cañada, ofreciendo un peligrosísimo boquete por el
que se podía colar cualquier reserva del Ejército franquista que estuviera
disponible. Pero no había tal reserva, y las unidades en línea se encontraban
demasiado castigadas y exhaustas como para aprovechar el pasajero colapso del
frente republicano producido sobre un intervalo de unos dos kilómetros. De esta
forma, recurriendo incluso a las medidas más extremas cuando hizo falta, el
mando republicano, que había previsto la posibilidad de afrontar situaciones
como esta situando tanques y a la 45 división al norte inmediato de Villanueva de
la Cañada, fue capaz de forzar la detención de sus fuerzas en retirada cuando
estas alcanzaban el borde sur de ese pueblo, constituyendo con ellas y con todo lo
que hubiera cerca un nuevo ensayo de línea de frente. La declinación del día
prestó una gran ayuda a este propósito. Entre las órdenes urgentísimas que se
dictaron en la noche del 25 al 26 para consolidar la nueva línea, hubo una
comunicación de Modesto especialmente reveladora sobre cuál sería la actitud
exigida de cara al día siguiente:
Por doloroso que sea, es necesario manifestar de una manera terminante que en
el día de hoy las fuerzas bajo mi mando, con las debidas excepciones, no se han
cubierto de gloria precisamente, y como es así, así hay que decirlo, para
conocimiento de todos y porque tengo la seguridad de que no volverá a repetirse,
decidido como estoy a ello, sea como sea. Sepan todos, cualquiera sea su
categoría, que estoy dispuesto a proceder con la máxima severidad y a recurrir a
las sanciones más enérgicas para aquellos que no cumplan con su deber tal
como la guerra y nuestro propio espíritu nos exige. Está dispuesta por mí la
140
instalación de puestos de ametralladora en la zona de retaguardia de las
posiciones de la primera línea. Tienen estos la orden de hacer fuego contra todo
individuo o grupo que bajo cualquier pretexto trate de abandonar sus posiciones.
Todos los jefes, de todas las categorías, serán absolutamente responsables del
abandono de sus posiciones por cualquier individuo de las unidades respectivas,
exigiéndose esta responsabilidad con el máximo rigor y sanción. En general me
siento satisfecho del estado de las fuerzas, y seguro de que responderán en
cualquier ocasión que se presente a las incidencias del combate, por graves que
estas sean. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 344/21)
Todavía más lejos del pueblo de Brunete, y según lo previsto tres días antes,
durante la noche del 25 al 26 la 101 brigada fue relevada de su subsector por la
69 brigada de la 39 (luego 47) división, mandada por Durán, pasando, como toda
la 46 división, a ser reserva del V cuerpo de ejército. Con esa misión se concentra
en las quebradas al noroeste de Los Llanos. La 10ª brigada, que ya había sido
relevada la noche anterior por la 49 brigada de la misma división (Durán), estaba
concentrada entonces en las inmediaciones de Quijorna. (Del libro “Por vuestra libertad y
la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)
26 de julio
Ludwig Renn:
143
El día 26 el batallón siguió el movimiento general de retirada, haciéndolo en la
dirección de Villanueva de la Cañada. Al mando del primer batallón (429)
hicimos durante la noche del 26 al 27 las marchas y contramarchas ordenadas
por el mando y al amanecer del 27 ocupamos nuevas posiciones entre Villanueva
de la Cañada y Quijorna. Había terminado la batalla de Brunete. (Testimonio
personal del capitán AEG, jefe del 429 batallón de la 108 brigada mixta. Conocido por gentileza de su hijo)
El Ejército popular, muy golpeado pero todavía en pie, acababa de padecer las
consecuencias de su propio error de cálculo al medir mal sus posibilidades de
sostener con éxito una gran ofensiva. El precio en vidas y material de guerra
había sido muy alto, pero también acababa de demostrar que tenía una cohesión
interna y una determinación para la lucha excepcionales, sobre todo si se tiene en
cuenta que era una fuerza militar con solo un año de existencia, con muchos
mandos improvisados y a la que además se le estaba negando por parte de las
naciones con democracia parlamentaria el derecho a armarse para combatir el
golpe de Estado de corte fascista que enfrentaba. Franco por su parte no quería
riesgos ni estaba sobrado de reservas, además, el frente de Madrid seguramente
no le traía buenos recuerdos. Una vez puesta a salvo su zona Centro, su prestigio
personal y el de su Ejército, el frente norte le ofrecía mayores garantías para una
conducción favorable de la siguiente etapa de la guerra y para la consolidación de
su liderazgo. Los soldados republicanos de Cantabria y Asturias habían tenido
todo el respiro que sus camaradas del Centro habían podido darles, pero no sería
suficiente para salvar el norte, ni tampoco con el ataque a Belchite que se
emprendería al mes siguiente.
144
el resto de sus vidas. La batalla de Brunete produjo cerca de 40.000 bajas en los
dos ejércitos, y aproximadamente, cerca de una tercera parte de ellos habrían sido
muertos o heridos con secuelas irreversibles.
147
7. El frente franquista del Perales tras la
batalla de Brunete, hasta el final de la guerra
1937
La batalla de Brunete finalizó sobre las líneas sostenidas por ambos ejércitos el
día 26 de julio. A la detención de las operaciones se llegó básicamente por dos
motivos: por agotamiento de la capacidad ofensiva y porque el contendiente que
estuvo en mejores condiciones de dar el último golpe, el Ejército franquista,
había alcanzado al menos sus objetivos militares y políticos mínimos o
suficientes. Poseer Brunete se había convertido en la mejor evidencia de victoria,
y este pueblo era entonces indiscutiblemente de los de Varela. Silenciadas las
armas, el siguiente proceso que dio comienzo de forma inmediata y simultánea
en ambas líneas fue el enterramiento de los cuerpos de los combatientes caídos y
la recuperación del material de guerra que quedaba al alcance de la mano en la
tierra de nadie y en las líneas y retaguardia propias, zonas hasta entonces batidas
con mucha mayor frecuencia e intensidad por el fuego enemigo. Al mismo
tiempo, se rectificaban a retaguardia algunas posiciones y se empezaba a
reagrupar a las unidades que habían soportado el peso principal de 20 días de
operaciones, en ocasiones de forma ininterrumpida, para preparar su relevo por
otras menos desgastadas. Las primeras órdenes adaptadas al cese de los combates
dictadas por el mando franquista fueron conocidas en las unidades ya el día
siguiente al del final de la batalla. Alcanzaron por supuesto a todos sus sectores
divisionarios, pero nos fijaremos solo en los que tenían al río Perales como
espacio geográfico: divisiones 71, 150, 13 y 4ª brigada de Navarra. De estas, la
división 150 y la 4ª brigada de Navarra estaban entonces llamadas a salir de línea
y ocupar posiciones de descanso. Por el contrario, en la medida de sus
posibilidades, a la 2ª brigada de la 71 división le correspondió ocupar una parte
de las posiciones que quedaban vacantes y retomar el mando sobre su anterior
sector en toda su amplitud, hasta el Guadarrama, lo que al parecer, puso
temporalmente a sus órdenes a la 13 división.
148
consolidación del frente del Perales que existirá entre ese momento y el final de
la guerra:
149
defensa. Ante la amplitud del frente y sus difíciles características orográficas, el
cálculo que se hacía para asegurar la necesaria solidez del sector era de cinco
batallones para las posiciones principales, a los que se debía sumar otro batallón
y dos compañías más para los espacios intermedios: entre Fresnedillas y
Navalagamella (Esponja), entre Navalagamella y el centro del camino de las
Cuestas, y entre este punto y la confluencia del arroyo Quijorna con el río
Perales. Frente a esas necesidades de más de seis batallones (unos 4.000
hombres), las únicas fuerzas propias disponibles en el VII CE alcanzaban dos
batallones y medio (básicamente las fuerzas en guarnición en Fresnedillas y
Navalagamella), por lo que estaba previsto que este sector defensivo recibiera
tres batallones más, pertenecientes a la división 150 “Marroquí”. Como esto
tendría un carácter provisional, desde la 71 división se pedía que fueran
designadas desde ese mismo momento las unidades que les serían agregadas con
carácter permanente, recalcando que la carencia de las mismas dejaría abierto el
camino hacia Chapinería frente a un eventual ataque enemigo desde la otra orilla
del Perales. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.12, doc.1) o (IHCM - 154/12)
El proceso de relevo de las unidades que salían del frente dio comienzo de
inmediato. El día 30 de julio de 1937, desde Sevilla la Nueva, la 13 división daba
a conocer la orden que preparaba la extensión de su sector por ambos flancos,
abarcando los que hasta entonces habían estado a cargo de las divisiones de
Navarra 4ª y 5ª. Una vez que estas dos unidades hubieran quedado relevadas, se
debían organizar sendos nuevos sectores de brigada a cargo de la 13 división,
quedando el del este en manos de la 3ª brigada y el del oeste a cargo de la 2ª.
Dentro de cada uno de ellos, a su vez se organizarían dos subsectores de media
brigada. En la zona que nos interesa, la oeste (3ª brigada), sus dos subsectores
(este y oeste) se extenderían desde el nacimiento del arroyo de Los Morales
(cerca de Brunete) hasta enlazar con la división Buruaga, en la zona en la que ese
mismo arroyo alcanza el arroyo Palomero (interior de la actual finca de la
Pellejera). La artillería presente en el total del sector ampliado de la 13 división
contaría con cuatro grupos (de 75, 77, 105 y 155 mm), mientras que cada uno de
sus sectores de brigada recibiría una sección de 250 zapadores del batallón de
Trabajadores. En cuanto a los relevos, en el extremo oeste, la 4ª brigada de
Navarra cedería sus posiciones al regimiento Molero, formado por un batallón de
Las Navas, el 10º tabor de Regulares de Alhucemas y el batallón 257. En el
extremo opuesto, el este, la 5ª brigada de Navarra sería relevada por el
regimiento Entrena, formado por el batallón nº 73, el 7º tabor de Regulares de
Ceuta y el batallón nº 258. El cuartel general de la 13 división seguiría estando en
Navalcarnero, con su puesto central en Sevilla la Nueva. (IHCM, ZN, rollo 125, arm.43,
leg.6, carp.66) o (IHCM - 88/7)
Cuando fue creado el Ejército del Centro tras la muerte de Mola, su cuartel
general fue fijado en Navalcarnero. Varios documentos inmediatamente
152
posteriores a la batalla de Brunete ubican sin embargo un puesto de mando del
Ejército del Centro en El Rincón, un palacete situado al oeste de Aldea del
Fresno y del río Alberche. El desplazamiento hacia retaguardia de este puesto
desde Navalcarnero parece haber estado motivado por el peligro, real y cercano,
de bombardeo u hostigamiento por parte de la aviación republicana, o como
prevención ante un eventual avance de las tropas enemigas. No en vano, las
vanguardias de Líster habían alcanzado a poner pie fugazmente en Sevilla la
Nueva el día 6 de julio. Cerca del puesto de mando de Saliquet en El Rincón,
está acreditado que durante la batalla de Brunete Varela tuvo el suyo en Villa del
Prado (ambos lugares distan 3 kilómetros entre sí). Este último pueblo habría
sido por tanto la sede del cuartel general del CE de Operaciones. Terminada la
batalla de Brunete, durante algún tiempo Villa del Prado sigue apareciendo como
relacionado con el puesto de mando del VII CE. Posiblemente tuvo uno
adelantado o complementario al central, situado en Valladolid.
Igual que intentamos plasmar el papel jugado por el Comisariado y por las
Milicias de la Cultura en la orilla izquierda del Perales, como botón de muestra
de la política cultural y espiritual vigente en la orilla derecha aportamos esta
instrucción del mando de Artillería del 25 de septiembre de 1937. Está tomada
de un documento con normas organizativas y técnicas que debían cumplir y
conocer en distinto grado todos los integrantes del arma:
154
tropa que se hable al corazón constantemente, atendiendo sus necesidades
espirituales con solícito cariño. Por los Oficiales de servicio se entretendrá la
tropa en nomenclatura del material, manejo de la ametralladora, arma que todos
deben saber armar y desarmar. Lectura de leyes penales, régimen interior. El
resto del día la tropa franca, no deberá estar preocupada por nada sino
entretenida dentro de los medios posibles. (IHCM, arm.27, leg.3bis, carp.34, doc.1) o (IHCM -
290/19)
155
división tendería en la medida de las posibilidades a alcanzar las 8 baterías,
organizadas en 3 grupos (de 65, 75 y 105 mm). En la división 71 el límite
derecho se mantenía en el río Perales, mientras que el izquierdo serían los altos
de la Cuerda de San Sebastián, en la zona de Peguerinos, donde enlazaba con la
división 72. El cuartel general de la 71 división estaría en Cebreros y su jefe sería
el general Palenzuela, que hasta entonces mandaba la 2ª brigada (la de la
derecha, que en adelante sería la 1ª) y ahora reemplazaba en el mando
divisionario al general Serrador. Las tropas de Infantería de la 71 división eran en
ese momento: 1º, 6º y 164 batallones de Toledo; 6º, 72 y 163 batallones de San
Quintín; 4º batallón de La Victoria, batallón de Montaña Arapiles, compañía de
Fusiles y compañía de Ametralladoras de Tenerife; 1ª, 9ª y 10ª banderas de FET
y 1ª bandera de Cruces Negras. De Ingenieros, dos compañías: 5ª del 7º batallón
y 1ª Expedicionaria de Tenerife. De Caballería (del CE, afectas), una sección de
Ametralladoras y los 9º, 10º y 11º escuadrones de Farnesio (a pie) y 7º escuadrón
de Farnesio (a caballo). Artillería, 9 baterías (una de 70 mm, cuatro de 75 mm y
cuatro de 105 mm) más una de 155 mm del CE (afecta). Además, se contaba con
otras unidades de servicios y del VII CE. Para alcanzar los números
reglamentarios en las plantillas de las unidades, especialmente de Infantería, a la
71 división le faltaban 1.148 hombres, ya que había en línea 7.480 cuando los
reglamentarios eran 8.628. En todo el VII CE faltaban entonces 4.162 hombres.
(IHCM, ZN, rollo 95, leg.1, carp.14, doc.1) o (IHCM - 280/19)
156
El 3 de noviembre de 1937, en pleno proceso de preparación de las nuevas
operaciones ofensivas que inexorablemente se iban a emprender, desde el puesto
de mando del Ejército del Centro, localizado esta vez en Zaragoza, se dicta una
orden modificando nuevamente aspectos de la organización de este Ejército. En
la zona del río Perales, el I CE debería extenderse hacia su izquierda hasta
alcanzar las Cuerdas de San Sebastián, en el sector de Peguerinos. Dicho de otro
modo, significaba que la 71 división quedaba afectada al I CE. Por su parte, el
VII CE quedaría limitando por su derecha con el I CE en el sitio recién indicado
y por su izquierda con el “Ejército de la zona este” sobre la carretera Mazarete –
Buenafuente – Huertahernando, en la provincia de Guadalajara. Las fuerzas que
continuaban perteneciendo al VII CE eran las divisiones 72, 73 y el grupo de
divisiones de Soria (74 y 75). En esta misma orden se adelantaba que también
sería reorganizado el V CE, que ya no estaba en línea. (AGMAV, caja 1195, carp.5) o
(AGMAV - 220/11)
Ante la adversa coyuntura militar, que no podía sino deparar malas sorpresas si
no se le arrebataba la iniciativa al enemigo, el alto mando republicano (Estado
Mayor Central) con Rojo como jefe, tomó la decisión de adelantarse a cualquier
ofensiva franquista lanzando la suya propia. Mediado diciembre de 1937
comenzaría la batalla de Teruel, que hasta febrero de 1938 absorbería a todas las
fuerzas de maniobra de los dos contendientes, concentrándolas en el frente de
Aragón y alejándolas por tanto del Centro.
1938
161
luchar, aunque esta vez se tratara de un lugar poco o nada decisorio. Esta actitud,
reiterada a lo largo de la guerra, demuestra que lo que se buscaba Franco era una
victoria absoluta, basada en la destrucción completa del Ejército enemigo y sobre
todo, de su determinación a mantener la lucha. En adelante a la República le
esperaban todavía muchos golpes, resistencias heroicas y sufrimiento, pero a
Franco, algunas sorpresas muy desagradables y muchos desvelos.
162
catalana quedaron automáticamente organizadas el torno al GERO (Grupo de
Ejércitos de la Región Oriental), mientras que las que quedaron en la zona de
mayor tamaño, la Centro – Sur, constituyeron el GERC (Grupo de Ejércitos de la
Región Central). En este segundo caso, el mando del grupo de Ejércitos
correspondió al general Miaja, con el coronel Matallana como jefe de EM. El
GERC quedó constituido por los Ejércitos del Centro, Levante, Extremadura,
Andalucía y Maniobra. Tras un periodo transitorio de un mes, la jefatura del
Ejército del Centro fue asumida por el coronel Segismundo Casado.
163
El 25 de abril de 1938, desde Valladolid, el EM del Ejército del Centro
comunica que “por orden de SE el Generalísimo” se constituía en el territorio del
I CE una nueva división con el número 20, la cual recibiría como fuerzas de
Infantería cuatro batallones de sendas divisiones del Ejército del Sur y otros
ocho provenientes de sendas divisiones del Ejército del Centro. Estas fuerzas
debían concentrarse en los puntos determinados por el mando. En ese momento
aún no se había dado a conocer el emplazamiento para el cuartel general de la
nueva división, que tampoco tenía entonces ni sector definido ni jefe nombrado.
(AGMAV, caja 1195, carp.10) o (AGMAV – 218/11)
164
la derecha del sector era la 1ª, en la vecina 16 división del I CE la 1ª brigada
estaba a la izquierda. La norma que regía en las divisiones 71 y 72 (que la
brigada de la derecha siempre fuera la 1ª) no existía necesariamente en otros
cuerpos de ejército o agrupaciones. (AGMAV, caja 1607, carp.42) o (AGMAV – 287/16)
165
momento, la 20 división permanecería en ese sector extremo izquierdo del I CE
hasta el final de la guerra. (AGMAV, caja 1674, carp.31) y (AGMAV, caja 1607, carp.42) o (AGMAV
– 311/17) y (AGMAV – 287/16)
166
las fuerzas del GERC, la batalla del Ebro representó un periodo de calma casi
absoluta. Frente a ellos, esos meses las divisiones franquistas mantuvieron una
actitud meramente defensiva, motivada por la carencia de órdenes en sentido
contrario y porque debieron ceder fuerzas y materiales al Ebro, algo que no
podían hacer los republicanos, principalmente por estar aislados por tierra de ese
teatro de operaciones. Miaja tampoco ordenaría ofensivas de distracción, bastante
tenía con administrar su propia escasez de recursos y asumir que cuando aquello
terminara, si no se producía un vuelco en la situación europea, inexorablemente
le tocaría a él vérselas con el grueso de las fuerzas del enemigo.
El día 22 de octubre de 1938, una semana más tarde, desde Colmenar del
Arroyo, la 71 división reenviaba al flamante jefe de su 1º regimiento (en la casa
de La Constancia) una orden de organización que era consecuencia y aplicación
de la recibida el día 20 desde Cebreros, dictada por la agrupación de divisiones
de Guadarrama – Somosierra. La infantería de la 71 división tendría en adelante
por jefe (jefe 2º de la división) al coronel Severino Pacheco Diego, quedando las
fuerzas a sus órdenes organizadas en tres regimientos: 1º regimiento. Mando,
teniente coronel Aníbal Pérez Rasilla. Fuerzas, 5ª bandera de Castilla, 4º batallón
de Tenerife nº 38, 163º batallón de San Quintín nº 25 y batallón de Cruces
167
Negras. 2º regimiento. Mando, teniente coronel José Ferrero Rodríguez. Fuerzas,
164 batallón de Toledo nº 26, 4º batallón de La Victoria nº 28, 10ª bandera de
Castilla y 1º batallón de Toledo nº 26. 3º regimiento. Mando, teniente coronel
Eduardo González Campillo. Fuerzas, 15 batallón de Argel nº 27, 515 batallón de
Argel nº 27, 2º batallón de Montaña de Arapiles nº 7 y 9ª bandera de Castilla. Sin
cambios en los niveles superiores del mando, el jefe de la 71 división seguía
siendo el general Palenzuela y el de la agrupación de divisiones Guadarrama –
Somosierra, el general Serrador. (AGMAV, ZN, rollo 198, leg.1, carp.1-17) o (AGMAV – 17/1)
1939
El día 10 de enero de 1939, desde La Torre de Esteban Hambrán, el Ejército del
Centro franquista daba a conocer de modo completamente restringido y selectivo
una “Copia de la instrucción de la próxima ofensiva” aportada por el SIMP
(Servicio de Investigación Militar Periférico). A sus manos había llegado una
copia de la orden original republicana con un plan de ataque supuestamente
secreto. Esta orden detallaba incluso el papel que dentro del mismo debía jugar
cada unidad, arma o servicio y al parecer, ni siquiera era conocida todavía por los
jefes de las divisiones y brigadas que iban a llevar adelante el ataque. El
espionaje propio o la traición desde dentro del mando republicano habían dado
sus frutos. Esto permitiría preparar una trampa mortal muy cerca del río Perales.
La copia decía:
La concentración de estas fuerzas en los lugares que les fueron señalados debía
estar terminada a las 8 horas del día 11 de enero de 1939. Esa ocupación de las
respectivas bases de partida debía hacerse guardando en todo momento el mayor
secreto. Ni la concentración, ni los desplazamientos, ni la instalación en las
posiciones de ataque debía ser advertida por los observadores terrestres ni aéreos
enemigos, remarcándose en todo momento lo fundamental que resultaba
garantizar la sorpresa. Por otra parte, ante el rigor del clima frío y húmedo del
mes de enero, las tropas debían permanecer bajo resguardo hasta el momento
mismo de dar inicio a su desplazamiento hacia sus bases de partida frente a
Quijorna y Villanueva de la Cañada. Los movimientos de vehículos y personal
por las zonas vistas desde el campo enemigo fueron limitados al máximo,
mientras que no se permitía que se encendieran fuegos ni luces fuera de las casas
y lugares cubiertos. Ante la presencia de aviación enemiga, en los
acantonamientos las tropas debían tener previstas todas las medidas de dispersión
y ocultamiento necesarias, y se observaría el más riguroso secreto en la
transmisión de órdenes y comunicaciones. También se ordenó intensificar la
vigilancia de toda la zona para contrarrestar el espionaje enemigo. Teniendo en
cuenta la orografía del terreno, la calidad de las fortificaciones enemigas y la
profundidad a la que se encontraban los sucesivos objetivos que se debían ir
alcanzando para cumplir la misión, se escogió como zona del ataque el espacio
(orientado de suroeste a noreste) de unos 7 kilómetros comprendido entre el
curso medio y alto del arroyo de Los Morales (extremo oriental frente a la
posición enemiga “Ciempiés” en la nomenclatura republicana) y el río Aulencia
en el entorno de la Casa de La Vilanosa, por ser esa la zona con una defensa
considerada como menos perfeccionada. Dentro de este intervalo, Brunete
ocupaba una posición prácticamente central. El ataque republicano sobre el
sector escogido se iniciaría tras una intensa preparación artillera, debiendo ser la
decisión, la audacia y la violencia las principales características de esta acción.
Las columnas de ataque adoptarían un dispositivo con claro predominio de las
fuerzas en reserva sobre las de ataque, donde las primeras harían la ruptura y las
171
segundas irían asumiendo el protagonismo de las fases decisivas de la batalla.
Para este propósito, el cuerpo de ejército de Maniobra debía hacer que sus
divisiones 65 (por el oeste) y 14 (por el este) formaran el primer escalón con sus
brigadas dispuestas de forma sucesiva, mientras que la división de Asalto se
mantendría en reserva para intervenir en el momento más adecuado. Este tipo de
dispositivo de unidades era el que mejor permitía la reiteración de esfuerzos, el
avance en profundidad y la protección de los flancos. Organizado en tres fases,
este ataque debía permitir la ocupación del pueblo de Brunete, de la posición
enemiga Ciempiés (frente a Quijorna) y más adelante, de Sevilla la Nueva,
Villanueva de Perales y Villamantilla. Debía alcanzarse también el puente sobre
el río Perales cercano a Chapinería (Km 30 de la actual M-501), el cual debía ser
volado. El día y hora de la operación serían comunicados en el momento
oportuno. (AGMAV, caja 1092, carp.12, doc.1) o (AGMAV – 95/7)
Llegó el día del ataque, 13 de enero de 1939, tuvo lugar el mismo y terminando
la jornada, desde el Olivar de Veliso, el 3º regimiento de la 20 división, a cargo
del centro de resistencia nº 2 trasladó al mando superior su “Parte de guerra
sostenido en el día 13 de enero de 1939”. Decía así:
Relato de los hechos: A las 7,30 horas del día de hoy, el Centro de Resistencia nº
2 que ocupa este Batallón, fue bombardeado intensamente por la Artillería
enemiga; al amparo de esta preparación de Artillería, la Infantería contraria
salió de sus posiciones en dirección a las ocupadas por este Batallón, llegando a
una distancia de 200 metros aproximadamente de las posiciones 13 y 14 bis, las
que con sus fuegos de armas automáticas consiguieron detener el avance
enemigo que no ha podido en todo el día adelantar un solo paso. Las posiciones
18, 19 y 19 bis fueron atacadas por ocho tanques enemigos que en la posición 18
y 19 llegaron hasta pasar la alambrada, destruyéndola, siendo inutilizados por
el cañón anti-tanque de la 18, botellas de líquido y granadas de mano de la 18 y
19, siete de estos tanques, de los cuales cuatro se encuentran entre los 350 y 400
metros de dichas posiciones; otro a unos 800 metros y dos en la barrancada,
entre la 18 y la 19 y a unos metros. Las posiciones 20 y 21 fueron atacadas
aprovechando el ataque de los tanques a las tres anteriores por fuerzas de la
Infantería enemiga, que no consiguió dar vista a estas posiciones por el certero
fuego de las armas automáticas de esa posición y de las 19 y 19 bis. Las
posiciones 21 bis, 22 y 22 bis fueron igualmente atacadas, no consiguiendo el
enemigo aproximarse a las mismas, por impedirlo el certero fuego de nuestras
posiciones. El espíritu y comportamiento de las fuerzas que han tomado parte
172
para rechazar al enemigo, ha sido excelente, habiéndose distinguido un Sargento
y dos soldados al incendiar un tanque que trataba de pasar nuestras trincheras.
También se ha distinguido muy notablemente el Cabo de la pieza anti-tanque de
la 18 posición. (IHCM, ZN, rollo 158, leg.5, carp.65, doc.1) o (IHCM – 98/7)
173
Solventada por el Ejército franquista la situación de potencial peligro que había
existido en torno a Brunete y mientras se seguía combatiendo en Cataluña y en el
norte de la provincia de Córdoba (estaba desde el 5 de enero en curso la batalla
de Valsequillo), el 18 de enero de 1939 el Ejército del Centro emitía un
documento que llevaba por título “Modificaciones introducidas en la situación de
las unidades”. Con esa fecha, la 71 división ya se encontraba fuera del que había
sido su sector junto al río Perales y formaba parte (desde el mes de diciembre)
del CE de Maniobra. Dentro de buena parte del que había sido su sector se
encontraba la agrupación I, que según este documento englobaba a los
siguientes batallones: Tercio de Las Nieves (en Peguerinos), 181 batallón
(posiciones de Fresnedillas), 180 batallón (posiciones de Quijorna – Perales), 72
batallón (posiciones de Las Navas), batallón “C” del Serrallo (Atalaya – Santa
Catalina), 291 batallón (posiciones de Robledo). De esta forma, la I agrupación y
la 20 división estaban enlazadas en el Perales. Mientras, la 72 división cubría con
sus unidades desde Somosierra a Peguerinos, teniendo entre sus 12 batallones al
514 en Peguerinos y, dentro del sector de la I agrupación, a la 7ª bandera de FET
de Castilla (posiciones de Navalagamella). En ese momento, las fuerzas y la
situación de la 71 división eran las siguientes: 1º regimiento: 163 batallón de
San Quintín (Navas del Rey), 5ª bandera FET de Castilla (Robledo), batallón
Cruces Negras La Victoria (Valdemaqueda) y 515 batallón de Argel
(Chapinería). 2º regimiento: (en el Ejército del Sur). 3º regimiento: 15 batallón
de Argel (zona Fresnedillas), 2º batallón de Arapiles (zona Navalagamella), 9ª
bandera de FET de Castilla (zona Navalagamella) y 4º batallón de Tenerife (en
línea, desde Fresnedillas al Perales). Este último dato indicaba que al parecer, el
4º (o 291) batallón de Tenerife se encontraba todavía pendiente de ser relevado
para poder estar plenamente disponible para el mando de la 71 división. Los
procesos de salida de línea de la 71 y la consolidación de la I agrupación todavía
no se habrían completado mediado el mes de enero. (AGMAV, caja 1195, carp.17) o
(AGMAV – 266/14)
Estaba terminando la campaña de Cataluña y resultaba evidente que los restos del
GERO tenían las horas contadas antes de tener que pasar la frontera francesa para
ponerse a salvo del Ejército franquista triunfante. Lo harían sin dejar de luchar,
gradualmente, por varios puntos y a la par que decenas de miles de exiliados,
alcanzando el total casi el medio millón de personas. Mientras tanto, en espera de
volver a la ofensiva apenas quedara ocupada toda Cataluña, frente al GERC, el
Ejército del Centro franquista había retirado de línea a la 71 división con el
propósito de ir generando junto a otras divisiones una potente fuerza de maniobra
174
propia con fines ofensivos. Barcelona sería ocupada el 26 de enero y el total de
Cataluña el 10 de febrero. Las miradas del mundo y las armas franquistas se
volverían entonces sobre el GERC.
El día 4 de marzo de 1939, a menos de un mes del final de la guerra, una orden
del Ejército del Centro dispuso que en base a las unidades bajo su mando, fuera
creado el CE de Toledo como fuerza de maniobra. El puesto de mando del
Ejército del Centro quedó entonces fijado en Aldea del Fresno, mientras que el
cuartel general del CE de Toledo debía situarse temporalmente en Villa del
Prado. Las divisiones que encuadraría el nuevo CE serían básicamente las que ya
formaban el CE de Maniobra. Fueron la 11, 14, 71 y 74, a las que se sumaban
una columna Ligera y los elementos de Ejército que le fueran afectados. En ese
momento, la 11 división la mandaba el general Maximino Bertomeu, con cuartel
general en Talavera de la Reina; la 14 división la mandaba el general Francisco
Carroquino, con cuartel general en Illescas; la 71 división la mandaba el general
Palenzuela, con cuartel general en las Navas del Marqués; la 74 división la
mandaba el coronel Pablo Arias, con cuartel general en Navalcarnero y la
columna Ligera la mandaba el coronel Rafael Ibáñez de Aldecoa, con puesto
central en Bargas. El 2º jefe de la 71 división y jefe de la infantería divisionaria
era el coronel Delfín Álvarez Entrena. El día 22 de marzo el general Miguel
Ponte y Manso de Zúñiga asumió el mando del CE de Toledo y a la par se le
afectaba la 107 división. La misión que de inmediato recibió este CE fue la de
participar en la ruptura del frente enemigo desde la cabeza de puente de Toledo,
donde debía cubrir el flanco derecho los CE de Navarra y del Maestrazgo y del
CTV. Con este propósito, todas sus divisiones pasaron a concentrarse en sus
respectivas bases de partida, quedando establecido el cuartel general de la 71
división en Villamanta, más alejado que los del resto de unidades respecto a la
zona de futuras operaciones (todos se situaron en la provincia de Toledo). El día
26 el cuartel general del CE de Toledo se traslada también a Torrijos, pero el 28,
a la 71 división se le ordena salir de este CE y pasar a formar parte del I CE
(sería como reserva), por lo que seguramente sus fuerzas no llegaron a abandonar
sus acantonamientos cercanos al río Perales. Con las divisiones que sí quedaron
encuadradas en el CE de Toledo, durante la noche del 26 al 27 de marzo de 1939
el mando franquista ordenó romper en frente republicano en el sector de la
ciudad de Toledo. A partir de ese momento, sin combates se realizó la ocupación
completa del territorio republicano en manos del GERC. Fue la conocida como
175
“Ofensiva de la victoria” por quienes estaban terminando de ganar la guerra en
ese preciso momento. (AGMAV, caja 1641, carp.33) o (AGMAV – 316/17)
Una vez que se llegue al contacto con las fuerzas enemigas rendidas, para poder
distinguirlas desde el primer momento, a cada uno de sus hombres se le
descoserá una de las mangas de su prenda exterior (recogiéndolas para poder
rehacer luego los uniformes). A la vez que se controla a las fuerzas rendidas en
línea, tanto los cuerpos de ejército de Maniobra como las divisiones de reserva de
los cuerpos estabilizados, procederán a la ocupación del hasta entonces territorio
enemigo con la mayor rapidez posible y sin acaparar el uso de las vías de
penetración que han de ser utilizadas también por nuestras tropas y servicios.
Todas las fuerzas de Caballería disponibles en este Ejército deberán lanzarse con
la mayor rapidez a ocupar las poblaciones importantes, nudos de comunicaciones
y áreas que nos puedan proporcionar una evidente ventaja de cara a la ulterior
ocupación de todo el territorio rojo. En línea con esto, los cuerpos de ejército de
Maniobra deberán reunir el mayor número posible de camiones para transportar a
estos destacamentos ligeros, que formarán las vanguardias a las que deberán
seguir sus divisiones. En cada capital provincial de la zona de acción de este
Ejército (Alicante, Murcia, Ciudad Real y Albacete) se asentará una división, que
se dedicará al desarme de dicha población y de la provincia entera. El Ejército
del Centro contemplaba dos tipos de unidades: los CE de Maniobra (de
Navarra, del Maestrazgo, de Toledo y el CTV italiano) y los CE y agrupaciones
de divisiones en línea (I CE y agrupaciones del Tajo – Guadiana y del
Guadarrama). Dentro de este segundo tipo de unidades, en ese momento se
ordenaba la creación de las dos nuevas agrupaciones de divisiones citadas: del
Tajo – Guadiana, con las divisiones 19 y 107 y mando del general Múgica y del
Guadarrama y reunía bajo el mando del general Serrador a las divisiones 72 y 20.
Nada se dice de la I agrupación, a la que habrá que dar como integrada en ese
momento en la 72 división. De ser así, serían las divisiones 72 y 20 las que
estarían entonces enlazadas en el Perales. (AGMAV, caja 1674, carp.22) o (AGMAV - 309/17)
176
Los días 27, 28, 29, 30 y 31 de marzo de 1939, desde Brunete, la 20 división
recoge los hechos vividos en la zona de su 3º regimiento:
Días 20 al 27. Sin novedad. Día 28. Por la posición Norte se presentan en
nuestra zona los emisarios de la 7ª Brigada (roja), Capitán y Teniente de Estado
Mayor, para tratar la rendición de dicha Brigada. Igualmente se presentan por
la 34 posición los de la 99 Brigada (roja), un Teniente y un Sargento con igual
fin. Por el frente enemigo se ven soldados con actitud de pasarse a nuestras filas.
Por la noche a este Puesto de Mando concurren, previa concesión, el titulado
Jefe Accidental del Primer Cuerpo de Ejército (rojo) para solicitar aclaraciones
a rendición a efectuar por las Brigadas a su mando. Cumpliendo orden Superior,
sale para Heredia Espínola el 6º Bon. de Toledo. Día 29. Por la carretera de
Quijorna se presenta la 99 Brigada (roja) con sus mandos naturales, ganado,
material y coches, de lo cual se dio cuenta a la División. Es recibida esta
Brigada por la 2ª Compañía al mando de un Teniente, del 10º Batallón de Pavía,
que la conduce al Campo de Concentración de “La Vaquería” del río
Guadarrama. Por las fuerzas de las posiciones y una Sección de Zapadores se
procede a la retirada o voladura de minas colocadas en los lugares de acceso a
las mismas o en vías de comunicación, levantando también las alambradas y
allanando obstáculos para facilitar el tránsito. Ese día y cumpliendo orden del
Sr. Coronel de la Infantería, sale el 6º Batallón de Toledo con todos sus
elementos para El Pardo. Día 30. Se concentra en Majadahonda el 536 Batallón
de Cádiz, con todos sus elementos. El 10º Batallón de Pavía sale de las
posiciones del Sector de La Cepilla concentrándose en Brunete. Igualmente se
concentra en Villafranca del Castillo la fuerza del 8º Batallón de Gerona que
cubría las posiciones de aquél Sector. Día 31. Los Batallones 10º de Pavía y 8º
de Gerona designan cada cual una Compañía que reconozca los poblados de
Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo, como igualmente las
fortificaciones rojas de estos Sectores, recuperando material de todas clases en
ellas encontrados. (AGMAV, caja 1674, carp.15) o (AGMAV - 308/17)
178
aquellas poblaciones en que todavía no hubieran sido designadas, robusteciendo
su autoridad allí donde sí hubieran sido designadas. La zona de la División se
dividirá en zonas de Regimiento, en las cuales serán responsables los Jefes de
los mismos a los efectos previstos en el párrafo anterior, así como en el
mantenimiento de la más severa disciplina. Las zonas citadas serán las que
comprendan los siguientes pueblos, lugares y vías de comunicación.
179
8. El frente republicano del Perales tras la
batalla de Brunete, hasta el final de la guerra
1937
Por la derecha de la 14 división, las fuerzas de la 39, más otro batallón de la 105
brigada que se le agregaba, organizarían también tres núcleos de resistencia de
dos batallones cada uno. Uno de ellos atendería de manera directa a la defensa
del pueblo de Quijorna, otro se organizaría al norte de la carretera de Quijorna a
Villanueva de la Cañada (enlazando con las fuerzas de la 14 división presentes
también al norte de esa carretera) y el tercero se situaría en la zona noroeste de
Quijorna. Este último debía quedar enlazado con el resto de fuerzas de la división
Durán que defendían la orilla izquierda del río Perales, hasta el arroyo Tamarizo,
límite de la zona de acción del V CE. Se había dispuesto que de una manera
181
general, correspondiera a los jefes de las divisiones determinar los lugares
concretos dónde debían situarse los centros de resistencia dependientes de sus
unidades. Una vez que esa elección estuviera hecha, y una vez ocupados los
núcleos, con la máxima urgencia se enviaría al Estado Mayor del V CE el croquis
de situación de esas posiciones, para proceder a su aprobación o rectificación.
También se ordenó que en los dos extremos de cada sector divisionario se
constituyeran secciones mixtas de enlace formadas por un pelotón de cada una de
las dos unidades en contacto. Además de asegurar ese enlace, estas secciones
mixtas debían hacer patrullas para reforzar el servicio de vigilancia sobre la tierra
de nadie y sobre el campo enemigo. Por último, los jefes de las unidades en
contacto debían visitar con frecuencia a sus pares vecinas con el fin de establecer
con ellas un fuerte enlace material y moral, condición necesaria para conseguir la
imprescindible compenetración y solidaridad en el esfuerzo de vigilancia
defensiva común. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 344/21)
El 28 de julio, solo un día más tarde de que se tomaran las primeras medidas
defensivas sobre el reciente campo de batalla de Brunete, el EMC de Rojo
comunicaba al Ejército de Maniobra que existían informaciones creíbles que
permitían pensar en que el enemigo podría intentar un fuerte ataque por sorpresa
a Madrid partiendo desde sus proximidades. La mayor probabilidad era que de
tener lugar, este se iniciara desde los sectores de El Pardo, Casa de Campo o
Ciudad Universitaria. La inactividad que estaba mostrando el enemigo durante el
día en curso parecía ser un indicio más de la preparación de este probable ataque.
Teniendo esto en cuenta, se ordenaba a los mandos y las tropas del frente de
Madrid que permanecieran en sus puestos, con todos los servicios alertados y con
sus depósitos de municiones al completo. Todas las reservas locales de las
brigadas, divisiones y cuerpos de ejército debían permanecer concentradas y
situadas en puntos centrales que les permitieran actuar en el momento oportuno,
preferentemente mediante el contraataque de flanco. Las transmisiones debían
intensificarse y asegurarse, empleándose siempre dos medios diferentes para cada
enlace. Las reservas generales, constituidas por las brigadas 6, 21 y 24, debían
quedar dispuestas para salir al primer aviso, las dos primeras en camiones y la
última en tren. En línea con esto, los medios de transporte necesarios debían estar
preparados en sus inmediaciones. La reserva de tanques y autos blindados
también quedaba en la mano del mando, mientras que la artillería debía quedar
apuntada según sus misiones, de tal forma que le resultara posible efectuar de
inmediato los tiros contra infantería y de contrabatería ordenados por el mando.
182
El Ejército de Maniobra mantendría dos brigadas dispuestas para salir en
camiones al primer aviso en puntos de su zona de responsabilidad tan próximos a
Madrid como resultara posible. Tendría también orientadas sus reservas y
previsto el empleo de parte de su artillería y de sus tanques para lanzar un fuerte
contraataque en paralelo a la carretera de La Coruña. Durante toda la noche del
28 al 29 se debía intensificar la observación y escucha del enemigo, empleándose
para ello todos los servicios de información y hasta la última de sus fuentes, lo
que incluía lanzar golpes de mano en todos los sectores con el fin de tomar
prisioneros a los que interrogar. El estado de alerta que se ordenaba adoptar a
partir de la noche se mantendría hasta que la situación del frente próximo a
Madrid se hubiera aliviado. En consecuencia con todo lo anterior, en el V cuerpo
de ejército se dispondría lo siguiente: La 11 división se mantendría alertada y
reunida, con disposición a emprender la marcha al primer aviso pero descansando
las tropas en sus lugares de estacionamiento mientras no se diera la orden
pertrinente. La batería artillera de 76,2 mm afectada al V cuerpo de ejército y que
pertenecía al Ejército de Maniobra se mantendría también alertada y en
condiciones de salir de inmediato. Se debía comunicar al Ejército de Maniobra la
cuantía y situación de las reservas de que disponía el V cuerpo de ejército. En
caso de que la 11 división tuviera que desplazarse, el Ejército de Maniobra le
facilitaría los camiones que le pudieran faltar. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.10, doc.1)
o (IHCM – 346/21)
No hubo finalmente ataque sobre Madrid porque Franco optó por volver a
trasladar a las fuerzas que vinieron del norte a su frente original. De modo
inmediato al final de esa alerta, en la zona a cargo del Ejército de Maniobra, al
XVIII CE se le reintegraron parte de las divisiones que había tenido, junto a otras
que se encontraban en el V cuerpo. El motivo era que este último no tardaría en
salir de primera línea para abandonar esta zona. El día 31 de julio, el mando
republicano dictó una importante instrucción reservada: Se disponía la
consolidación y organización de las posiciones alcanzadas en la reciente ofensiva
para crear un frente sólido y duradero y se iniciaba la recuperación de todas las
fuerzas y elementos que ya no resultaran precisos en la nueva situación
defensiva. En línea con estos dos propósitos, se ordenaba también la disolución
inmediata del Ejército de Maniobra y la reorganización, con carácter provisional,
del frente del Ejército del Centro en la forma siguiente: I cuerpo de ejército:
Divisiones 1ª, 2ª y 3ª. Donde la 3ª división volvía a hacerse cargo de las fuerzas y
el espacio del subsector de Zarzalejo – Valquemado, que había sido organizado
183
como garantía del flanco derecho del Ejército de Maniobra. El mando de la 3ª
división lo asumía desde ese momento el mayor de Milicias Manuel Tagüeña
Lacorte. XVIII cuerpo de ejército: En base a las tropas y servicios del disuelto
Ejército de Maniobra se constituía el XVIII cuerpo de ejército del Ejército del
Centro. Su jefe sería el teniente coronel Enrique Fernández Heredia, quien
previamente mandaba la 3ª división. El XVIII CE limitaría por su derecha con el
I CE sobre la línea determinada por el arroyo Tamarizo y Valdemorillo, mientras
que por su izquierda limitaría con el VI CE sobre la línea determinada por Las
Rozas y la casa de Navachescas. Las fuerzas de Infantería que iban a formar
parte del XVIII cuerpo de ejército eran: 39 división (brigadas 49, 69 y 99), 14
división (brigadas 70 y 98), 45 división (brigadas XII y CL), 10ª división
(brigadas 2ª, 30 bis y 111) y 34 división (brigadas 3ª y 68). Todas ellas quedaban
constituidas como guarniciones, de primera o de segunda línea, o reservas, ya
fueran estas locales o del cuerpo de ejército. La artillería del XVIII CE quedaba
formada por un grupo de tres baterías de 76,2 mm, una batería de 75 mm, tres
baterías de 114,3 mm, un grupo de dos baterías de 105 mm Wickers, un grupo de
tres baterías de 107 mm, un grupo de dos baterías de 152 mm, una batería de 155
mm, una batería de 105 mm Schneider y cuatro baterías de 45 mm antitanque.
El jefe del XVIII cuerpo de ejército debía elegir el lugar donde emplazar su
puesto de mando y los de sus divisiones; al mismo tiempo, había que constituir la
red de Transmisiones del cuerpo de ejército, no solo aprovechando al máximo
posible las líneas ya establecidas, sino también utilizando de las mismas
únicamente los elementos indispensables. La consigna fundamental era permitir
una amplia y rápida recuperación del material de todo tipo que había empleado el
Ejército de Maniobra. En adelante, la principal misión que se encomendaba al
XVIII CE sería sostenerse a toda costa en las posiciones ocupadas, manteniendo
un estrecho enlace con los cuerpos de ejército I y VI por sus flancos, a fin de
garantizar la seguridad del conjunto del frente. Se trabajaría además en el
perfeccionamiento intensivo y continuo de las organizaciones defensivas, por lo
que además del batallón de fortificación que tenía afectado, continuarían hasta
nueva orden las demás unidades de esta especialidad que se encontraban en su
sector. Las fuerzas combatientes también tomarían parte en esos trabajos,
dedicándose las unidades de fortificación de manera preferente a las obras para
las que fuera necesaria técnica especial. En la organización defensiva del sector
se debía tener siempre presente que el propósito del mando era recuperar tan
pronto como la situación lo permitiera a buena parte de las fuerzas de ese cuerpo
184
de ejército. En línea con eso, en las trincheras solo debía permanecer el número
de hombres preciso para cumplir su cometido en un frente estabilizado. Para el
día 5 de agosto se esperaba que el XVIII CE hubiera organizado sus fuerzas,
constituido las reservas propias, desplegado su artillería en las nuevas posiciones,
devuelto los elementos de todo tipo que le fueron afectados y ajustado el
funcionamiento de sus servicios. Cuando llegara el momento, la retirada de las
unidades que habían constituido el Ejército de Maniobra, excepto las que habían
pasado a formar parte del nuevo XVIII cuerpo de ejército, se efectuaría en base a
órdenes particulares. Como norma general, todos esos movimientos de relevo se
realizarían de noche, permaneciendo durante el día esas unidades estacionadas y
a cubierto, sin efectuar movimientos que delataran su presencia a la observación
enemiga, tanto terrestre como aérea. No se encenderían fuegos ni luces fuera de
las casas, y en las marchas y reposos se tomarían las máximas medidas de
enmascaramiento, seguridad y protección. El puesto de mando del Ejército de
Maniobra (Canto del Pico, en Torrelodones) y su cuartel general debían
permanecer hasta nueva orden en el mismo lugar que ocupaban. En adelante se
los consideraba como puestos avanzados del cuartel general del Ejército del
Centro. (IHCM, arm.64, leg.942, carp.9, doc.3) o (IHCM – 335/21)
El día 12 de agosto, el Ejército del Centro (CE I, II, III, IV, V, VI y XVIII)
comunicaba la lista de unidades que lo formaban. De esa extensa nómina, las que
estaban presentes en la zona del río Perales pertenecían a los cuerpos I y XVIII. I
cuerpo de ejército: 1ª división, brigadas 26, 27 y una agrupación; 2ª división,
brigadas 29, 30 y 31; 3ª división, brigadas XIV, 28, 33, 34 y 105. XVIII cuerpo
de ejército: 10ª división, brigadas 2ª, 7ª y 111; 34 división, brigadas 3ª y 68; 39
(47) división, brigadas 49, 69 y 99; 45 división, brigadas XII y XIII. Ese mismo
día, el XVIII CE emitió una primera orden preparatoria dirigida a la 39 división
disponiendo que las fuerzas de esta unidad relevaran a las de la 45 división y a
las de la 2ª brigada de la 10ª división, situadas todas ellas en el frente
comprendido entre Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo. (IHCM, ZR,
rollo 60, leg.674, carp.7, doc.1) y (IHCM, ZR, rollo 139, leg.995, carp.14, doc.2) o (IHCM – 214/15) y (IHCM
– 362/22)
El día 13 de agosto de 1937, la división Durán del XVIII cuerpo del Ejército del
Centro transmite a sus tres brigadas (49, 69 y 99) la orden de dar comienzo al
proceso escalonado de relevo de la 45 división (brigadas XII y CL) y de la 2ª
brigada mixta de la 10ª división de sus posiciones del entorno de Villanueva de la
Cañada. Este relevo concluyó el día 15. Una vez en sus nuevas posiciones, el
sector del que se hizo cargo la 99 brigada tenía por límite izquierdo (este) el
arroyo de Los Palacios (junto a Villanueva del Pardillo) y como límite derecho la
dehesa (zona del actual campo de golf) de Villanueva de la Cañada. La 69
brigada limitaría por su izquierda con la 99 brigada y por su derecha alcanzaría
un punto intermedio de la carretera entre Villanueva de la Cañada y Quijorna
(cerca del actual aeródromo, punto limpio y cementerio nuevo del primero de
estos dos pueblos). La 49 brigada quedaría como reserva de la división, situando
fuerzas menores en el vértice Lijar y en el arroyo Valbellido (actual finca de La
Montana) y el resto de sus efectivos en el pueblo de Colmenarejo. Tan pronto
como todas las fuerzas de las brigadas 69 y 99 hubieron entrado en línea, Durán
tomó el mando del sector, estableciendo su puesto de mando en el entorno del
vértice Madroñal, al noroeste de Villanueva del Pardillo, mientras que su
186
observatorio divisionario quedó situado en lo alto de Cabeza Aguda, un cerro con
inmejorables vistas. Tres días más tarde, el 16 de agosto, el coronel jefe del
Estado Mayor Central comunicaba que la división que hasta ese momento tenía
la denominación de 39 tomaría en lo sucesivo el número 47. (IHCM, arm.72, leg.1107,
carp.27, doc.3) y (IHCM, arm.68, leg.994, carp.10, doc.2) o (IHCM – 330/20) y (IHCM – 367/22)
187
mando y observatorio principal en un punto próximo a dónde dos meses antes
había estado “Pico y Pala”, el que había sido puesto de mando adelantado de
Modesto durante la batalla de Brunete, cerca del nacimiento del arroyo
Valdeyerno. Eventualmente, la 47 división también contaba con otro puesto de
mando cruzando el Aulencia, sobre Cabeza Aguda. El subsector de la 99
brigada, o subsector Aulencia, se extiendía desde el arroyo de Los Palacios
hasta el camino de la Casa, apenas al sur de la ermita del Cristo, en Villanueva de
la Cañada. Por el este la 99 brigada enlazaba con la 10ª división y por el oeste
con la 49 brigada. El puesto de mando de la 99 brigada estuvo situado junto al
curso medio del arroyo Valbellido, tributario del Aulencia, mientras que como
observatorio fue elegido Cabeza Aguda. El puesto de clasificación de heridos y
rectificación de curas también estuvo en el valle del arroyo Valbellido, apenas al
sur del puesto de mando. Con la 99 brigada trabajaría el 2º batallón de
fortificaciones. El subsector de la 49 brigada, o subsector Villanueva de la
Cañada, se extendía desde el enlace con la 99 brigada en su límite izquierdo
hasta el sur inmediato del arroyo de La Candalosa, a unos 2 kilómetros al este de
Quijorna (la zona donde actualmente está el primillar). Por su derecha, la 49
brigada enlazaba con la 108 brigada. Su puesto de mando estuvo sobre el arroyo
del Carrizal, a un kilómetro al suroeste del vértice Lijar, en el mismo sitio en que
previamente había estado el puesto de mando de la 108 brigada. La iglesia de
Villanueva de la Cañada fue el observatorio de la 49 brigada, mientras que su
puesto sanitario estuvo junto al kilómetro 11 de la carretera de Villanueva de la
Cañada a Valdemorillo, sobre la carretera que actualmente usan los camiones (el
punto citado es una curva al borde de la urbanización Isla Blanca desde la que se
domina todo el valle del arroyo San Juan. En ese mismo lugar tomó fotos Gerda
Taro en julio de 1937, pocos días antes de morir. Fueron descubiertas no hace
tanto en la Maleta mexicana). Con la 49 brigada trabajaría el 14º batallón de
fortificaciones. El subsector de la 108 brigada, o subsector Quijorna, se
extiendía desde el enlace con la 49 brigada hasta la cota 660 pegada al río
Perales. Por su derecha, la 108 brigada enlazaba con la 3ª división del I cuerpo de
ejército (sería con alguna de las brigadas XIV, 28 o 105, que se encontrarían
desplegadas entre la citada cota 660 y el arroyo Tamarizo). El puesto de mando
de la 108 brigada se situaría junto a la casa de Velayo, o del Vétago, junto a los
hornos de cal de Valdemorillo. El observatorio de la 108 brigada estuvo en la
cota 660 junto al río Perales, límite derecho de la 47 división, y su puesto
sanitario también cerca de la casa de Velayo. Con la 108 brigada trabajaría el 15º
batallón de fortificaciones.
188
La artillería de apoyo directo a la 47 división estaba constituida por las siguientes
baterías: B-7, de 114,3 mm, emplazada dos kilómetros al oeste de Villanueva del
Pardillo, en un punto situado entre la desembocadura del arroyo Valbellido en el
río Aulencia y la carretera que une las dos Villanuevas (dentro de la actual finca
de la Montana). A-7, de 114,3 mm, emplazada un kilómetro al sur de la anterior,
cerca del puente sobre el Aulencia de la carretera antes citada. A-8, de 114,3 mm,
próxima a la casa de Los Llanos. Estas tres baterías estaban bajo las órdenes
directas 47 división, pero en caso de urgencia, la 99 brigada también podía hacer
una petición de fuegos directa a la batería B-7; ante una situación similar, la 49
brigada podía dirigirse a la batería A-7 y la 108 brigada a la A-8. Las tres baterías
tenían sus respectivos planes de fuegos, pensados para que los frentes de las
brigadas quedaran batidos en caso de ataque enemigo. Solo los fuegos que
tuvieran por objetivo zonas no incluidas en esos planes de las citadas baterías se
pedirían a la artillería de acción de conjunto o a la del XVIII cuerpo de ejército,
lo que se haría a través del mando de la 47 división. En caso de necesitarse,
también a través del mando de la división se tendría que pedir el apoyo de la
única compañía de tanques afectada al XVIII CE (unas 15 unidades). La 47
división tendría centros de Transmisiones en los mismos puntos que se señalaron
para situar los puestos de mando (el normal, cerca de donde estuvo “Pico y Pala”
y el eventual, en Cabeza Aguda); y lo mismo ocurriría en cada una de las
brigadas, que tenían además la orden de constituir su frente haciendo la mayor
economía de fuerzas posible. Cada batallón debía contar con la reserva de una
compañía, y cada brigada con la de un batallón (con la excepción de la 49
brigada). El batallón de reserva debía quedar a las órdenes directas de su
respectivo jefe de brigada. En lo referente a vías de comunicación, la 99 brigada
utilizaría para su abastecimiento, evacuación y movimientos de fuerzas la pista
de Villanueva de la Cañada a Colmenarejo (el camino de la Despernada, que en
su mitad norte pasa sobre el borde oriental del profundo valle del río Aulencia) y
pistas accesorias. La 49 brigada utilizaría para esos mismos fines la carretera que
une Villanueva de la Cañada con Valdemorillo y los caminos cercanos por el
oeste. Para la 108 brigada era la cañada de los Montes del Duque y los caminos
existentes al oeste de la misma. (IHCM, arm.72, leg.1107, carp.27, doc.3) o (IHCM – 330/20)
189
Teniendo presente que las temperaturas pronto bajarán en estos frentes de la
sierra y que así lo sentirán las fuerzas, he de hacer constar que: 1. El 90 % de
nuestros soldados se encuentran desnudos, sin que hasta el momento se haya
dado una solución a este problema por parte del I Cuerpo de Ejército al que
pertenece esta División. 2. El otoño en esta zona se caracteriza por la existencia
de vientos fuertes y lluvias abundantes, por lo que debemos tener a tiempo a
nuestras tropas en las debidas condiciones de calzado, lo que hasta ahora no se
ha podido hacer, encontrándose la mayoría de los hombres descalzos sin que a
pesar de todas las gestiones hechas por el conducto regular se vea solución a
este tema. 3. Habiéndose incorporado a esta División 2.354 nuevos soldados de
los últimamente movilizados por el Gobierno, se nos presenta un problema de
difícil solución, y es que por parte de la Intendencia de esta División no se los ha
podido dotar de ciertos elementos necesarios tales como platos, cucharas,
calzado, ropa, mantas, cantimplora, etc., pues el servicio de vestuario, al igual
que la Intendencia, no tenía en depósito ni una sola prenda, y así, nos
encontramos hoy con que a pesar de todo nuestro interés se presentan
verdaderas dificultades para afrontar nuestro trabajo, pues nos vemos
desamparados. 4. La necesidad de tomar medidas en nuestras posiciones para
que el invierno resulte menos duro nos ha obligado a iniciar la construcción de
una serie de chabolas que nos resguarden del viento, la nieve y el agua, pero su
construcción es punto menos que imposible a pesar de nuestro entusiasmo si
para estos trabajos seguimos sin contar con palas, picos y demás herramientas,
de las cuales carecemos. 5. Este Comisariado tiene especial interés en hacer
constar ante el Mando la situación en que se encuentra la 105 Brigada con
respecto a los transportes y las transmisiones. Los medios con que la Brigada
cuenta para sus transportes son solo dos camionetas y tres coches ligeros,
careciendo además por completo de recursos hipomóviles. En cuanto al material
de Transmisiones, a la deficiente dotación del mismo se debe sumar el hecho de
que buena parte de este se debe renovar ante la cercanía del frío y la nieve. 6.
En la 3ª División no se han recibido todavía los uniformes de verano, pero ayer
mismo, cuando ya estamos a las puertas del invierno, han llegado a una de las
Brigadas los sombreros contra el sol y las camisas. Esto lleva a pensar a este
Comisariado si no estaremos ante actos de sabotaje producidos en el interior de
la Junta de Compras del Ministerio de la Guerra o en la Intendencia del Ejército
del Centro. El hecho es que algo o alguien no permiten que nuestras unidades
puedan estar equipadas en las debidas condiciones para que su moral sea firme
y sus padecimientos físicos menores. (CDMH, EM del ES – rollo 6) o (CDMH – 17/6)
190
Diez días más tarde, el 23 de septiembre, habiendo continuado la normal
rotación de unidades entre vanguardia y zonas de descanso, la 47 división del
XVIII CE emitía una orden transmitiendo a sus brigadas instrucciones recibidas
desde los escalones jerárquicos superiores. Se le ordenaba empezar a sacar de la
primera línea a los batallones de sus brigadas 49 y 69, para concentrarlos en
acantonamientos de retaguardia en espera del nuevo destino que decidiera darles
el Ejército del Centro. La salida de la mitad de la división de las trincheras
supuso que se ponía en marcha una nueva serie de relevos continuos y un
reacomodamiento de sectores con las unidades vecinas. Las brigadas 99 y 108,
que sí se quedaban, parecen entonces seguir formando parte de la 47 división,
pero muy pronto va a aparecer en escena la 69 división, en la que se van a
integrar ambas al mismo tiempo que la división Durán abandonaba de frente de
Madrid. La citada secuencia de relevos hizo que la 99 brigada mixta pasara a
centrarse más en la zona de Quijorna, cediendo a la 7ª la parte de su subsector
comprendida entre Villanueva del Pardillo y el río Aulencia.
Antes del final de septiembre de 1937 el XVIII cuerpo de ejército sería disuelto
como unidad del Ejército del Centro, para reconstituirse luego en otro escenario.
Concretamente, el día 19 de octubre de 1937 la Sección de Operaciones del
Estado Mayor del Ejército de Tierra ordenaba la constitución de un nuevo
Ejército de Maniobra con los cuerpos de ejército V, XVIII, XX, XXI y XXII y
fuerzas afectadas. En esta nueva formación, la 47 división seguía al mando del
mayor Gustavo Durán, mantenía las brigadas 49 y 69, tenía su cuartel general en
Tarancón (Cuenca) y nuevamente formaba parte del XVIII cuerpo de ejército,
donde también estaban las divisiones 35 (brigadas XI, XV y 32, esta última
retirada de Valdemorillo) y 46 (brigadas 10, 101 y 209), todas ellas bien
conocedoras del frente del río Perales, Quijorna y Villanueva de la Cañada. Su
siguiente destino sería la ofensiva de Teruel, donde si tomamos como referencia
las temperaturas soportadas en la batalla de Brunete, experimentarían una
variación térmica que alcanzaría en algunos casos los 60º C (de 40 a - 20). (IHCM,
arm.72, leg.1107, carp.27, doc.3) o (IHCM – 330/20)
191
guarneciendo su 33 brigada, la más a la izquierda (sur) de la división, el
subsector que iba desde el cerro San Benito (puerto de la Cruz Verde) hasta el
arroyo Tamarizo (límite norte de la actual urbanización Cerro Alarcón, junto al
embalse del mismo nombre del río Perales, municipio de Valdemorillo). Dentro
del despliegue de la 33 brigada, de norte a sur sus batallones estaban situados en
el orden: 132, 129, 130 y 131 (4º, 1º, 2º y 3º).
Informe sobre el estado actual de la cuarta zona del primer subsector, que
guarnece el 132 batallón de la 33 brigada mixta. 28 de octubre. Por Antonio
Parga
Esta zona está dividida en tres posiciones: de norte a sur, San Benito,
Concentración y La Hinojera, estando cubiertas por sendas compañías y la de
Ametralladoras repartida, teniendo una de reserva en Cruz Verde. En la posición
de San Benito, está en marcha la construcción de un muro de piedra aspillerado
y de una alambrada a 20 metros por delante del mismo. Esta alambrada tiene en
la actualidad unos 80 metros de largo, hallándose colocados los piquetes para
continuar tendiéndola. El muro tiene aproximadamente 1,75 metros de altura y de
40 a 50 centímetros de espesor, estando abierto en forma de codo en algunos
sitios para permitir la salida. No se encuentra aun totalmente terminado, usándose
en el extremo izquierdo de esta posición la antigua línea (que sería solo de
trinchera). A la izquierda de esta posición y en la ladera que da vistas a la de
Concentración existe un puesto de enlace guarnecido por un pelotón de máquinas
de acompañamiento que dispone de un fusil ametrallador pero carece de
ametralladoras. En el extremo opuesto, se tiene emplazado otro fusil ametrallador
flanqueando la vaguada que separa las posiciones de las brigadas 33 y 34, y en la
parte central del dispositivo, una ametralladora que bate la punta avanzada. La
posición de San Benito tiene además dos lanzabombas. Los nuevos
emplazamientos de los fusiles no se pueden usar aun por falta de techado. Al
puesto de mando de compañía se llega por un camino cubierto de las vistas
enemigas mediante un muro de piedra; aquél se encuentra enlazado por una línea
telefónica directa con el puesto de mando del batallón. La comunicación de la
posición San Benito con la de Concentración se hace por un camino de herradura
bajo las vistas del enemigo.
La naturaleza del sector que cubre este batallón hace que deba tener dos clases de
fortificación: línea continua, en un espacio corto, y un sistema mayoritario
basado en puestos de resistencia. Considerando ambos recursos, el estado de la
fortificación es en general bueno, con fortines numerosos y que a menudo que
sirven también como chabolas. La parte del frente del batallón a cargo de la 3ª
compañía tiene alambrada en un estado aceptable (se debe entender que las
demás compañías no). Los lugares de emplazamiento de las armas automáticas y
del lanzabombas están bien escogidos, existiendo también en esta compañía un
fusil ametrallador que ganaría mucho campo de tiro si fuera adelantado unos 12 o
15 metros respecto a dónde se encuentra emplazado ahora. En cuanto a la
vestimenta, los soldados, aunque siguen con el uniforme de verano, están en
general bien vestidos, teniendo todos su capote – manta y la mayoría además una
manta. Por noticias recogidas, pude saber que la brigada va a dotar a todos de un
uniforme de pana que pagará de sus fondos, estando por otra parte bien de
calzado. La calidad del rancho es buena. Se guisa por compañías, existiendo en la
1ª una especie de cooperativa para la mejora del rancho. En algunas compañías se
quejan, mientras que en otras se muestran contentos, sacándose la conclusión
general que la comida es correcta. La moral de la tropa es muy buena. El 129
batallón está integrado mayoritariamente por veteranos de los batallones Teruel y
1º de Mayo y por reclutas murcianos movilizados en marzo, pudiendo afirmarse
que estos ya son casi veteranos. A simple vista se aprecia además que hay un
buen trabajo político, pero, en contraste, se aprecia menos el trabajo de los
oficiales. En la mayoría de las compañías no existe nada más que un oficial, por
estar los capitanes de dos de ellas en la escuela de oficiales del I CE, mientras
que otros mandos están en la escuela de oficiales de la división, resultando por
194
este motivo el trabajo de los oficiales que restan bastante abrumador. No obstante
esta circunstancia transitoria, los oficiales presentes mantienen alta la moral de su
fuerza y dirigen con energía el trabajo de fortificación. La escuela de cabos
funciona de forma análoga a la de otros batallones y según las instrucciones
dadas por la división. Además, en algunas compañías de este batallón funciona
una pequeña escuela de preparación para acceder a la escuela de batallón, lo que
demuestra el entusiasmo de la fuerza. En general, las necesidades del batallón
quedarán cubiertas cuando lleguen los uniformes comprometidos por la brigada.
Como en ocasiones anteriores, se advierte de la necesidad de que las compañías
deben completar sus plantillas de mandos y tropas, incorporando los hombres
faltantes.
Informe sobre las visitas realizadas por los oficiales del Estado Mayor de esta
división a las posiciones de su primer subsector, guarnecido por la 33 brigada
mixta. El 130 batallón fue inspeccionado por el capitán Luis A. Gullón Mayor
197
- Tercera posición, a la izquierda (este) de la carretera de Fresnedillas,
guarnecida por la 4ª compañía.
Tercera posición: Está situada sobre las alturas que dominan la carretera de
Zarzalejo a Fresnedillas, y recibe el nombre de “Izquierda de la carretera de
Fresnedillas”. Está guarnecida por la 4ª compañía y mandada por el capitán
Enrique Rico Santos. La posición está fortificada en base a fortines colocados
sobre las lomas y crestas rocosas que bordean la citada carretera, todos ellos
comunicados entre sí por zanjas perfectamente cubiertas por muros de piedra.
Esta posición cuenta con cuatro líneas de resistencia sucesivas, cada una con su
correspondiente alambrada, estando distribuidas a lo largo de la carretera citada
diez minas listas para ser usadas en caso necesario. Disponen de una
ametralladora, un fusil ametrallador y un lanzabombas. Los fortines están
situados de tal manera que permiten el mutuo flanqueo, pudiéndose desde alguno
de ellos hacer fuego en todas las direcciones. Existe comunicación telefónica
entre los puestos de mando de la compañía y del batallón. La evacuación y el
abastecimiento se hacen por la carretera de Fresnedillas, a la cual desemboca el
camino automóvil que recorre la posición, al que a su vez llegan las zanjas de
evacuación que vienen de las posiciones. En lo referente a chabolas, rancho,
vestido y calzado, se tiene la misma situación correcta que en los dos casos
anteriores.
Informe sobre las visitas realizadas por los oficiales del Estado Mayor de esta
división a las posiciones de su primer subsector, guarnecido por la 33 brigada
mixta. El 131 batallón fue inspeccionado por el capitán Aurelio Loriente
Fuentes
El enemigo tiene su posición más avanzada frente al 131 batallón (en el otro lado
del río Perales, el oeste) en la zona que se enfrenta al arroyo Tamarizo, donde se
ha localizado el asentamiento de una ametralladora y una sección de Infantería.
El puesto de mando enemigo parece situado en una casa existente a la derecha de
la viña próxima a un arroyo con álamos. También se han observado unas
excavaciones cerca del cerro que domina Navalagamella (sería la posición
franquista de Puesto Alto). En general, la línea enemiga se encuentra bastante
alejada de la nuestra, apreciándose doble alambrada en la zona de la viña. El
enemigo tiene escuchas avanzados por delante de sus líneas (seguramente los
escuchas de ambos ejércitos estaban bastante cercanos entre sí y respecto al
cauce del río Perales). Nuestras armas hostigan intensamente las posiciones
enemigas a todas horas. La impresión personal y la conclusión que se saca de la
visita de inspección realizada es que se observa bastante disciplina en esta
unidad. Todos los soldados saludan con aprecio y respeto a su comandante. Se ha
201
trabajado muy intensamente en la fortificación pero es necesario relanzar la
enseñanza cultural y técnica, y es también preciso que el Estado Mayor de la 33
brigada preste una atención preferente a las publicaciones de la división y de
reglamentos. Es indispensable mejorar rápidamente los enlaces con la 105
brigada en el arroyo Tamarizo y con el 130 batallón de la 33 brigada en casa
Escalante. (IHCM, ZR, rollo 150, leg.1035, carp.12, doc.1) o (IHCM – 176/13)
Por lo general, todas las trincheras están limpias, siendo las de la 1ª compañía las
que a mi juicio están en mejores condiciones de construcción. El batallón trabaja
activamente en el mejoramiento de sus trincheras, dentro de unos medios
disponibles que son escasísimos. La 4ª compañía tiene parte de su línea de
parapeto de muy deficiente construcción, ya que es de piedra sencilla y carece de
sacos terreros. En general las chabolas son muy deficientes y en ellas el soldado
no encuentra el abrigo que necesita. La moral de la fuerza es a pesar de todo
buena, más teniendo en cuenta que toda ella es de reclutamiento forzoso. Las
necesidades más urgentes del batallón son: pantalones y calzado para toda la
tropa, dándose el caso de que hay soldado que no puede prestar servicios por
encontrarse completamente descalzo. Referente a fortificación, son necesarios
palas, picos, y sacos terreros en cantidad. El batallón no tiene todavía escuela de
cabos; los oficiales y comisarios dan clase a la tropa durante una hora diaria.
204
Conclusiones: Dadas las condiciones del terreno en que está situado este batallón
y la gran extensión a cubrir, creo imprescindible la rectificación de las líneas,
para lo cual, aprovechando las defensas naturales del terreno, sería muy
conveniente la construcción de fortines, los cuales se unirían entre sí mediante
trincheras, mientras que la actual podría servir de zanja general de evacuación.
Con esta clase de fortificación podríamos evitar que todo el batallón tuviera que
estar en línea y poder así tener una reserva de fuerzas. Hay que tener en cuenta
que sobre el plano, en línea recta, el frente del batallón no alcanza los tres
kilómetros, pero que siguiendo la actual trinchera el mismo se aproxima a los
ocho kilómetros. Con la actual línea, aun disponiendo de más efectivos tampoco
podría hacerse un escalonamiento en profundidad con la debida seguridad, puesto
que el enemigo ocupa en la mayoría de los sitios alturas dominantes, a lo que se
suma que la parte de atrás de nuestra línea es una meseta que quedaría
completamente batida por los fuegos del contrario en caso de ataque. Para la
construcción de los fortines podríamos disponer de gran cantidad de piedra sobre
el terreno, mientras que para las cubiertas podrían emplearse raíles ferroviarios
cuya adquisición no parece difícil (se podían sacar de la cercana la línea
ferroviaria a Ávila). La dificultad mayor sería disponer de la cantidad suficiente
de cemento. (IHCM, ZR, rollo 178, leg.1122, carp.18, doc.2) o (IHCM – 139/12)
Informe que suscribe el capitán José López Leyz, del Estado Mayor de la 69
división tras la visita efectuada al 419 batallón de la 105 brigada mixta el día
17 de noviembre de 1937
206
La tropa carece del calzado apropiado para la estación y el lugar en que se
encuentra, ya que el que usa es en general de calidad deficiente y de corta
duración. Carecen también de ropa interior para mudarse, y como la estación de
lluvias impide que esta se seque con rapidez, resulta imposible lavar la única ropa
interior disponible, lo cual puede conducirnos a que se presente alguna epidemia
parasitaria. Sería también conveniente dotar a la fuerza de pasamontañas de hule,
que tengan forro de abrigo y “cogotera”, además de jerséis de abrigo. El calzado
más práctico que podrían recibir es, o bien el conocido como “de tres hebillas”, a
ser posible con suela de goma labrada, o bien borceguíes fuertes con vendas
impermeables. También son necesarios capotes impermeables para los centinelas,
escuchas y patrullas. Hay 70 reclutas de los recién incorporados que tienen como
toda prenda de abrigo el capote – manta y carecen de manta. Teniendo en cuenta
que en fecha muy cercana empezará a descender la temperatura, será inaplazable
suministrar a este batallón la doble manta, ya que además esta fuerza viene de
una región templada o más bien cálida, siendo por tanto estos hombres más
susceptibles que otros a sufrir afecciones de carácter gripal. En cuanto a la
alimentación, el suministro de víveres se hace mediante camión hasta las
inmediaciones de la casa de Los Llanos, punto desde el cual es transportada en
un carrillo o a lomo hasta las proximidades del puesto de mando, desde donde
llega a las compañías por medio de mulos. La comida se prepara de manera
independiente en las compañías, que tienen instaladas las cocinas en lugares
próximos a las posiciones y disfrutan de una relativa seguridad. A juzgar por las
manifestaciones de soldados de distintas compañías, la alimentación está bien
condimentada, y, salvo algunos días esporádicos, es de buena calidad y
suficiente. El puesto de socorro del 419 batallón está situado en las
inmediaciones del puesto de mando. El estado sanitario de las fuerzas es bueno,
con la salvedad de que se tienen numerosos casos de reumatismo, producido por
la persistente humedad, contra la cual es muy difícil luchar. A este respecto
vuelvo al tema del calzado, cuya calidad es necesario mejorar, pues el ahora en
uso, además de su corta duración no es impermeable. El material sanitario es
bueno en conjunto, si bien se deja notar la carencia de algún instrumental médico
– quirúrgico de vital necesidad, tal como fonendoscopio, tijeras y pinzas de
disección, pinzas de “diente de ratón” y hemostáticas. Algunas bolsas de socorro
de compañía no están completas y dos de las camillas deben ser reparadas porque
tienen la lona rota. Por las condiciones que presenta el terreno, la evacuación de
heridos es algo complicada, pues desde el puesto de socorro hasta las
inmediaciones de la casa de Los Llanos solo existen veredas de pendiente
207
bastante pronunciada y de tránsito difícil. Careciéndose de suficientes depósitos y
de auto- aljibe, el suministro de agua se hace de los arroyos que circulan por las
proximidades, pero aun cuando su agua es potable, se puede llegar a encontrar
turbia por motivo de las lluvias, debiéndosela dejar en reposo para que decanten
las partículas en suspensión antes de beberla. Sería necesaria una intervención
para mejorar los caminos de evacuación a fin de que esta resulte menos violenta
para los heridos. Son necesarias artolas, alguna ambulancia, depósitos de agua y
tanques – aljibe.
Informe que presenta el teniente José Catalá Barrero sobre la visita efectuada al
419 batallón de la 105 brigada mixta el día 14 de diciembre de 1937
Este batallón enlaza por su izquierda con el batallón 420 y por su derecha con el
417. Las compañías, de izquierda (borde oeste de Quijorna) a derecha (punto más
cercano al río Perales) están situadas en el orden 3ª - 4ª - 2ª - 1ª. Todas están en
línea. El 419 batallón posee 4 ametralladoras y 7 fusiles ametralladores, todos
muy bien emplazados, ya que en el caso de las ametralladoras, aunque están un
poco retrasadas respecto a las trincheras, se encuentran en altos que dominan y
baten grandes extensiones de terreno. Todo este armamento se encuentra
excelentemente cuidado, igual que los fusiles. El batallón carece de lanzaminas y
morteros. El estado de la fortificación es bueno. Las trincheras se encuentran en
buen estado y se puede transitar por ellas sin encontrar ningún obstáculo, sobre
todo en el espacio a cargo de la 2ª compañía, que son modelo de limpieza. Su
aspecto lleva a pensar que no ha llovido en mucho tiempo y las troneras parecen
recién construidas. Se cocina por compañías, por lo que el rancho llega a los
hombres caliente y a su gusto, bien condimentado. Como el arroz es uno de los
alimentos que se suministra más a menudo, los cocineros, que en su mayoría son
valencianos, hacen unas paellas muy agradables. Respecto al vestuario, en
general los soldados se encuentran bien equipados, y únicamente se nota la falta
de botas, lo que una vez suministradas, haría que el batallón estuviera en
perfectas condiciones en lo que a intendencia se refiere. Las transmisiones se van
equipando de a poco y los soldados encargados ya están recibiendo sus clases. El
observatorio del batallón está enclavado en un alto desde el que se domina mucha
extensión de terreno, aunque los aparatos ópticos se encuentran en mal estado. En
las compañías funcionan las escuelas de cabos. La moral de la gente es buena, al
cruzarlos en las trincheras se los ve entretenidos trabajando. Saludan y obedecen
a sus oficiales con aparente agrado.
210
El 420 batallón está entre los batallones 419 (a su derecha) y 418 (a su izquierda).
Sus posiciones cortan la carretera de Quijorna a la de Brunete – Chapinería,
teniendo en línea tres compañías completas y una sección de la 4ª. Esta última
compañía mantiene dos de sus secciones en segunda línea. En la plantilla faltan
aún 50 hombres. El frente de este batallón cuenta con cuatro segmentos de
trinchera en primera línea y uno en segunda línea. De los cuatro de la primera
línea, el de más a la izquierda (este) está guarnecido por la 1ª compañía, que
cuenta con tres fusiles ametralladores y dos lanzabombas. Entre esta trinchera y
la segunda existe un espacio sin cubrir de unos 300 metros de ancho. La segunda
trinchera está ocupada por una sección de la 4ª compañía y la 2ª compañía
completa. Cuenta con dos ametralladoras, dos fusiles ametralladores y tres
lanzabombas. Entre las trincheras segunda y tercera existen otros 200 metros sin
cubrir. La tercera trinchera está guarnecida por una sección de la 3ª compañía, y
por último, la cuarta trinchera cuenta dos secciones de esta misma compañía que
disponen de una ametralladora, dos fusiles ametralladores y tres lanzabombas
(esta cuarta trinchera llegaba hasta el arroyo Quijorna justo al oeste de Quijorna,
donde ahora existe la depuradora de aguas). Los dos espacios sin cubrir que se
han mencionado, al llegar la noche son vigilados por escuchas y patrullas
móviles. La quinta trinchera está situada en la segunda línea, justo por detrás del
espacio sin cubrir existente entre las trincheras primera y segunda. Su guarnición
son dos secciones de la 4ª compañía, que están dotadas de una ametralladora. Las
trincheras, en general son de suficiente profundidad y están limpias, no obstante
lo cual, el 420 batallón trabaja intensamente en su mejoramiento, consistente en
ensancharlas, hacerles desagües y zanjas de evacuación. Al construir chabolas se
pone cuidado en que estas tengan su suelo al menos 40 centímetros por encima
del fondo de la trinchera, y al colocar sus tejados, se busca que su inclinación sea
hacia fuera de la trinchera para evitar que la lluvia que reciben vierta en la
misma. En general, los alojamientos para las armas son relativamente pequeños,
pudiendo albergar en su interior solo a dos o tres hombres. Los de las
ametralladoras en cambio tienen cabida para todos los servidores de la máquina.
El armamento total del batallón está formado por cuatro ametralladoras Maxim,
siete fusiles ametralladores, ocho lanzabombas y 462 fusiles individuales del
calibre 7,62 mm, los cuales están bien conservados y cuidados, viéndoselos
siempre limpios y engrasados. A este respecto, como se carece de la grasa
específica, se está usando aceite de oliva frito procedente de las cocinas. La
alambrada que está colocada delante de las trincheras, aunque es continua, no
está en muy buen estado, necesitando tanto una reparación como una corrección
211
de su trazado en varios tramos. El batallón está bastante bien dotado de material
sanitario, tienen además practicantes en todas las compañías y la dotación
completa de camillas y bolsas de socorro, lo que sí escasea son las aspirinas o
análogos. El estado moral de las fuerzas es bueno. Los hombres están bastante
compenetrados con sus jefes y comisarios. Las necesidades más urgentes del
batallón son: cintas y cargadores de ametralladora Maxim, máquinas de cargar,
grasa para el armamento, sacos terreros, 110 mantas, 50 capotes – manta, 100
pares de botas, gorros para todos. La fuerza solo tiene una muda, que además es
de verano.
Informe del capitán José María López Leyz, del Estado Mayor de la 69 división
sobre la visita efectuada al frente ocupado por el 420 batallón de la 105 brigada
mixta el 13 de diciembre de 1937
Un mes después del anterior informe se produce una nueva inspección, que arroja
estos datos y comentarios novedosos respecto al primero. Resulta evidente que la
carencia de prendas de abrigo y calzado, además de armas, se agudiza. Todo el
212
esfuerzo republicano se estaba reservando para dotar a las fuerzas que atacarían
Teruel dos días más tarde de que se escribiera este segundo informe.
El puesto de socorro del batallón está situado junto a Quijorna. Se encuentra bien
abastecido de material quirúrgico de urgencia, pero carece de ciertos
medicamentos, entre los que destacan los purgantes y la aspirina. Tampoco se
dispone de ambulancia, consistiendo los medios de evacuación propios de la
unidad en 12 camillas. La mayor parte de los enfermos lo son por agotamiento,
pero ante la humedad que reina en las trincheras, también se dan casos de reuma
y gripe. El estado moral de esta unidad es bueno, como también lo son el aseo
personal y el estado de conservación de las armas. La mayoría de las chabolas
están limpias y ordenadas, y la tropa es trabajadora y disciplinada, existiendo una
alta compenetración entre esta y sus oficiales. El mando del batallón está bien
considerado, y a los ojos de este inspector, teniendo en cuenta que la fuerza es de
recluta forzosa, ofrece un aspecto de conjunto excelente. Apenas llegado a la
unidad presencié como el comandante del batallón entregaba sus propias
alpargatas a un soldado de la 1ª compañía que carecía de calzado. A pesar de la
influencia negativa que la pérdida del frente norte haya podido tener sobre la
tropa, durante los últimos meses este batallón no ha tenido ningún evadido al
campo enemigo, lo que prueba el buen espíritu reinante, así como la disciplina y
vigilancia vigentes. La escuela de cabos lleva 25 días actuando desde las 8 a las
16 horas, con dos de descanso. Está a cargo de dos oficiales y de un miliciano de
la cultura y asisten 20 alumnos con resultados provechosos. En cuanto a las
transmisiones, su servicio es deficiente solo por causa del déficit de materiales.
Entre la central de Transmisiones y el puesto de mando existe un doble tendido
aéreo. Las tareas de fortificación de las trincheras están en manos de sus
ocupantes. El batallón cuenta además con un grupo de 30 zapadores de la brigada
y otro de 25 de la sección de máquinas de acompañamiento, los cuales trabajan
de manera coordinada durante el día y la noche.
Sobre las mismas fechas en que fueron hechas todas estas visitas de inspección y
publicados estos informes, el 23 de noviembre de 1937, la 3ª división daba a
conocer su “Informe sobre el Plan de Fortificación de esta División y el estado de
los trabajos” en el que el mando de esta unidad aclaraba cuál es el proyecto de
fortificación de su sector (cuya extensión, siguiendo el perfil del frente, rondaría
los 20 kilómetros). Este plan quedaba definido por la necesidad de establecer tres
líneas de resistencia diferenciadas y concéntricas aprovechando los relieves
naturales existentes sobre el territorio para situar puntos de resistencia bien
definidos.
216
de mampostería en seco allí donde no se podía hacer zanja, destinados a articular
y comunicar con seguridad todo el sistema defensivo. Por delante de estas obras,
se habían tendido 100 kilómetros de alambrada dispuesta de forma irregular y
entrecruzada, y allí donde existían desenfiladas o zonas favorables, 50 refugios o
viviendas con capacidad para pelotón, dotadas con literas y chimenea francesa.
La segunda línea, construida a varios centenares de metros a retaguardia,
reproducía el sistema y los conceptos de la primera y se materializaba en base a
40 fortines, 28 kilómetros de zanjas (ya fueran de evacuación o ramales y
paralelas), 70 kilómetros de alambrada y 40 refugios – vivienda de pelotón. La
tercera línea por último, constaba de 30 fortines, 24 kilómetros de zanjas, 50
kilómetros de alambrada y 30 refugios - vivienda de pelotón. La ejecución de
esta sorprendente cantidad de elementos de fortificación se encontraba en esa
fecha (noviembre de 1937) bastante adelantada, sobre todo en la primera línea,
donde el cumplimiento, considerado globalmente, parecía rondar los dos tercios
de las obras previstas. Para terminar los trabajos vinculados al plan de
fortificación sobre las tres líneas, el mando de la 3ª división calculaba que serían
necesarias todavía otras 118.000 jornadas de trabajo, 100 toneladas de cemento,
68 de cal y 156 kilómetros de alambrada.
Los trabajos del Plan General de Fortificación que se han conseguido llevar a
cabo significan una mejora importantísima con relación al estado en que se
encontraba la línea de esta División a mediados del pasado mes de septiembre.
Han sido efectuados en su práctica totalidad por las propias fuerzas de
Infantería, dirigidas por las de la Compañía Divisionaria de Zapadores, que fue
distribuida por Secciones entre las posiciones del Sector y se dedicaron a la
217
labor de dirección y a los trabajos que requerían especialización. Para
colaborar en este esfuerzo, a finales del mes de septiembre fueron enviadas a
esta División dos Compañías de un Batallón de Fortificaciones que se
encontraba agregado temporalmente al I CE. Una de estas Compañías fue
destinada por el Mando de la División a la construcción de caminos y la otra a
efectuar trabajos de fortificación. Cuando se había conseguido coordinar el
trabajo de las fuerzas de Infantería con el de las referidas Compañías de
Ingenieros, el día 3 del mes en curso (noviembre) estas últimas fueron
trasladadas, no habiendo sido reemplazadas por otras hasta la fecha actual.
Esta pérdida de las fuerzas de Ingenieros que nos habían sido agregadas
provocó que quedaran suspendidos los trabajos de desviación de la carretera El
Escorial – Robledondo, de importancia capital para las comunicaciones de este
Sector, cuando hubieran podido quedar terminadas con solo seis días más de
trabajo. Junto a la falta de personal técnico tropieza el Mando de esta División
con la falta de materiales y útiles de fortificación, por lo que en los últimos
quince días ha bajado apreciablemente el ritmo que se había conseguido en la
organización del terreno. El Plan General de Fortificación que sirve de norma
para los trabajos en esta División podría ser realizado rápidamente si se
consiguiera de la Superioridad el apoyo necesario, ya que dada la alta moral de
la Infantería, las fuerzas de Zapadores no tendrían que efectuar más que una
tercera parte del trabajo total, incluyendo las obras de mampostería y cemento.
Si recibiéramos solo dos Compañías de Ingenieros para la fortificación y una
para la construcción de caminos, la primera línea podría quedar terminada en
un plazo máximo de 15 días, al mismo tiempo que se lograría terminar el camino
del puerto de Malagón a Robledondo, que tiene una verdadera importancia
estratégica. (AGMAV, caja 864, carp.11, doc.3) o (AGMAV – 71/5)
En relación a su petición de designar una División para que pase a formar parte
del V Cuerpo de Ejército del nuevo Ejército de Maniobra me creo en el deber de
manifestarle a usted lo siguiente: La situación en los distintos Sectores del frente
de este Ejército es bastante delicada y reclama la máxima atención. Frente a
nuestro Ejército del Centro el enemigo viene reforzándose desde hace un mes,
especialmente en la zona correspondiente a nuestros Cuerpos de Ejército I, II y
IV (en el I Cuerpo lo hace específicamente en el Sector de Brunete). Por el
volumen de sus refuerzos, que hasta el momento son de material, se puede
pensar que planea futuras operaciones, consistentes en una ofensiva de gran
envergadura. Por informes recientísimos facilitados por un Oficial del 12º Tabor
de Regulares de Tetuán hecho prisionero durante la última noche, se sabe que el
enemigo ha duplicado sus efectivos presentes en la zona de Getafe – Toledo –
Leganés y dispone además de una gran unidad, a la que denomina “volante”,
cuya organización y emplazamiento desconoce. En esta situación, este Mando
estima que para hacer frente a la situación que puede presentarse en cualquier
219
momento resulta absolutamente necesario para la defensa de Madrid disponer
no solo de la 46 División, sino también de todas las reservas locales, cuyo valor
ofensivo es hasta el momento bastante limitado. Aparte de esta razón
fundamental, se debe tener también en cuenta que la crudeza del actual invierno
y la falta de ropa y calzado obliga a efectuar frecuentes relevos en los distintos
Sectores del frente de este Ejército, utilizándose para ello a las escasas y
limitadas reservas locales, lo que aun así, no impide que haya unidades que
llevan seis a ocho meses ininterrumpidos en las trincheras. Si ahora, en base a
nuestras reservas locales formáramos una nueva División para cederla al V
Cuerpo de Ejército del nuevo Ejército de Maniobra, estaríamos obligados a
hacer entrar en línea a la 46 División, que por ser una unidad de choque, se
encuentra más preparada para la ofensiva que para guarnecer un Sector
defensivo, por lo que de hacerse esto último, la experiencia indica que se
presentarían dificultades con los Mandos y la tropa. Estas son las razones que a
mi juicio aconsejan no movilizar ninguna fuerza del Ejército del Centro ni
modificar su estructura actual en tanto no cambien las circunstancias expuestas,
lo cual manifiesto solo con el deseo de informar debidamente a V.E. para que,
conociendo la situación, resuelva con suficientes elementos de juicio.
Prevenciones: En los días que hayan de permanecer las fuerzas que componen
esta división en los pueblos ocupados por ellas, han de demostrar con gran
interés el cariño que tienen hacia la población civil y no dar lugar, como
consecuencia de nuestro mal comportamiento, a que vean en nosotros más que a
los defensores de su causa, a sus enemigos. Por parte de todos debe existir un
respeto extremo a lo que significan los utensilios que compongan el pequeño
ajuar de los campesinos y toda clase de inmuebles u objetos que sean de utilidad
privada o pública. Que en ningún momento se nos pueda denunciar el más
mínimo atropello por parte de nadie; evitando de esta forma la necesidad de
exigir responsabilidades e imponer sanciones. Las relaciones de los
componentes de nuestro Ejército con la población civil en general deben ser lo
más cordiales posibles; sus hogares, ganados, etc. serán respetados como
nuestras mismas armas. Serán responsables directos, caso de incurrir en lo que
221
más arriba se señala, los jefes de batallón y comisarios de los mismos, y así
mismo los jefes y comisarios de Brigada. (AGMAV, caja 954, carp.1 y 2 – caja 953, carp.18) o
(AGMAV – 142/8)
1938
El día 5 de febrero de 1938, el general jefe del Ejército del Centro aprobaba una
reorganización del I cuerpo de ejército, el cual, a partir de las 12 horas del día 8
de febrero de 1938 quedaría organizado con las divisiones 1ª, 2ª, 3ª y 69. La 1ª
división estaría integrada por las brigadas 26, 27 (recuperada de la división TR) y
las fuerzas que forman la agrupación X. La 2ª división quedaría integrada por las
brigadas 29, 30 y 34. La 3ª división estaría integrada por las brigadas 28 (en lugar
de la 27), 31 y 33. Por último, la 69 división la formarían las brigadas XIV, 99,
105 y 108. Los límites entre las distintas divisiones en línea eran los siguientes:
1ª división, los mismos que tenía entonces (derecha con el IV cuerpo de ejército,
izquierda con la 2ª división). 2ª división, por la derecha con la 1ª división; por la
izquierda, la carretera de Robledo de Chavela al puerto de la Cruz Verde y El
Escorial. 69 división, por la derecha, con la 2ª división sobre la carretera citada, y
por la izquierda, con el VI cuerpo de ejército. Por su parte, la 3ª división debía
abandonar al completo la primera línea para constituirse en reserva táctica. Sus
brigadas debían ir a la zona de Torrelaguna, situándose cerca de las que entonces
formaban la división Táctica de Reserva, unidad precursora de la nueva reserva
del Ejército del Centro. También se desplazó a Torrelaguna todo el EM de la 3ª
división y una vez que la brigada 28 relevó a la 27, al parecer la división TR
perdió ese nombre y fue la 3ª la que pasó a ser considerada como nueva división
de reserva. En el ámbito de la 69 división, dada la escasez de alojamientos
disponibles, la XIV brigada debió aposentar a las fuerzas de reserva y
pertenecientes a los servicios en San Lorenzo de El Escorial. El puesto de mando
de la 69 división quedaría situado en El Enebral, una casa existente a 3
kilómetros al sur de El Escorial por la carretera que va a Valdemorillo. El jefe de
Transmisiones del I cuerpo de ejército tomaría las medidas necesarias para que
las brigadas quedaran enlazadas con sus divisiones respectivas en la nueva
organización, dando cuenta al mando del material necesario para que eso fuera
posible. El jefe de Sanidad del I cuerpo determinaría cuáles debían ser los
hospitales divisionarios y sus emplazamientos, de acuerdo a la nueva
organización. El Comandante Principal de Artillería dispondría la nueva
organización de las sub agrupaciones. Los jefes de Intendencia y de Cuerpo de
222
Tren (transportes) debían proponer los cambios que creyeran necesarios en sus
ámbitos respectivos. (IHCM, ZR, rollo 60, leg.674, carp.3, doc.2) o (IHCM – 208/15)
Del día 6 de marzo de 1938 es este historial de la 3ª división, que estaba saliendo
de línea:
La 3ª División se creó el día 1º de enero de 1937 con las Brigadas 32, 33 y 34,
formadas previamente con las fuerzas de las Columnas Mangada y de Robledo.
Su frente estuvo desde la fecha de su creación en el Sector de El Escorial. El
Mando de la División entre el 1º de enero de 1937 y el 1º de agosto del mismo
año lo tuvo el Teniente Coronel de Artillería Enrique Fernández de Heredia,
actualmente al Mando del XVIII Cuerpo de Ejército. Desde esa fecha la División
está mandada por el Mayor Manuel Tagüeña Lacorte. El día 1º de julio la 32
Brigada pasó a la 35 División, entrando en su lugar en la 3ª División la XIV
Brigada Internacional. El día 8 de febrero de 1938 la 3ª División se reorganiza,
constituyéndose en reserva con las Brigadas 31, 32 y 33 (o 28, 31 y 33).
¿Signatura?
223
estribaciones del cerro Benito (flanco derecho) hasta la confluencia de los
arroyos de La Nava con el Valdeyerno (flanco izquierdo), mientras que la zona
de acción eventual quedaba al norte (derecha) del intervalo descrito y alcanzaba
hasta el inicio del sector de la 2ª división, vecina por la derecha de la 69. Las
baterías que proveían estos fuegos estaban desplegadas en una amplia zona del
entorno de El Escorial, Zarzalejo y Peralejo, mientras que el puesto de mando de
la artillería estaba situado en Villa Aurrerá (en El Escorial) y el observatorio
principal en una de Las Machotas; además, cada batería tenía su observatorio
particular. El SIA (Servicio de Información de Artillería) tenía según parece
puestos en los cerros (San) Benito y Abantos. Respecto al orden de batalla del
enemigo que estaba enfrente de la 69 división se indicaba que estaba a cargo de
la “2ª brigada de la 71 división (sector Y)”, cuyas fuerzas se dividían en dos
subsectores: Robledo, que abarcaba desde el cerro Atalaya hasta un punto de la
carretera de Fresnedillas a Zarzalejo, con puesto de mando en el hotel El Sotillo,
a la entrada de Robledo por la carretera de la estación. Navalagamella, que
abarcaba desde el anterior punto hasta el río Perales, con puesto de mando
probable en Colmenar del Arroyo. (AGMAV, caja 864, carp.10, doc.1) o (AGMAV - 232/12)
Por orden del Ejército del Centro se creó el día 25 de septiembre de 1937 (el
mismo día en que la 47 división salió de primera línea) la división “A” del I
cuerpo de ejército, designándose para mandar la misma al mayor de Infantería
Domingo Benages Sacristán. Durante los primeros días de octubre se instaló el
cuartel general de la división en la finca El Canchal, situada en las proximidades
del kilómetro 16 de la carretera de Galapagar a Valdemorillo. Este mismo día se
incorporaron el comisario Diego Pastor Alonso y el jefe del Estado Mayor,
capitán de Infantería Félix Armada Benito. En la fecha de su creación, la división
“A” queda constituida por las brigadas 99, 105 y 108, extendiéndose el sector de
la misma desde el arroyo Tamarizo hasta el río Aulencia, que con los accidentes
naturales y las irregularidades del frente alcanza una longitud de 20 kilómetros,
dentro de los cuales, la 99 brigada defiende el flanco derecho (oeste) y la 108 el
izquierdo (este), permaneciendo la 105 en reserva en El Escorial. El día 3 de
octubre aparece la primera orden de la división, en la que se da a conocer la
composición de su Estado Mayor. El 8 de octubre la división recibe el número
69, que actualmente mantiene. El día 10 se ordena la salida de la 108 brigada,
224
pasando la 28, que pertenecía a la 1ª división, a disposición del I cuerpo de
ejército. El 30 de octubre la 69 división queda constituida por las brigadas 28, 99
y 105, y ese mismo día toma el mando del Estado Mayor un nuevo jefe, Adolfo
González Esquerro. El día 1º de noviembre se hace cargo accidentalmente del
mando de la división el jefe de la 105 brigada, Silverio Castañón Rodríguez,
quien a su vez cede el puesto al mayor Juan José Gallego el día 22 del mismo
mes. El día 7 de enero vuelve a ocupar la jefatura del Estado Mayor el capitán
Félix Armada Benito. Con fecha del 26 de diciembre, y en virtud del decreto de
Exenciones, cesa en el cargo de comisario de guerra Diego Pastor Alonso,
sustituyéndolo Nicolás Yeste Serna, procedente de la 8ª división. Con la
incorporación de la XIV brigada internacional (sería el 8 de febrero de 1938) se
ensancha el frente de la división (la XIV brigada internacional estaba desplegada
entonces entre el arroyo Tamarizo y el cerro San Benito, incluido, de dónde
habría relevado a la 33 brigada cuando esta se trasladó a Torrelaguna). En ese
momento el puesto de mando divisionario se traslada al hotel (chalet) llamado El
Enebral, situado en el kilómetro 24 de la carretera de El Escorial a Valdemorillo,
muy cerca del primero. El día 14 de marzo cesa el comisario Nicolás Yuste Serna
y entra en su puesto Julio Cano Gutiérrez. En esta misma fecha, y después de
efectuado el correspondiente relevo, sale de este sector la XIV brigada
internacional, ocupando entonces sus posiciones (Tamarizo – San Benito) la 108
brigada. El día 5 de mayo cesa como jefe del Estado Mayor Félix Armada
Benito, reemplazándolo el teniente José María Vendrell Rebull, quien
actualmente (a 8/10/38) sigue desempeñando ese cargo. El día 7 de junio se
incorpora a la 69 división la 7ª brigada, pasando también a depender
orgánicamente de la 1ª división la 108 brigada, si bien para los efectos tácticos
permanece en dependencia de la 69, en cuyo sector conserva sus posiciones. El
día 13 de junio es trasladado el comisario de la división, Julio Cano Gutiérrez, y
entra en su lugar Victorio Casado Fernández, que actualmente desempeña este
cargo. El día 30 de agosto el puesto de mando divisionario se traslada a la finca
denominada El Pobo, en la que actualmente permanece (esta casa parece que
estaba cerca del río Guadarrama, entre los pueblos de Galapagar y Torrelodones).
En el aspecto cultural, la 69 división cuenta con una escuela de oficiales, que está
instalada en la villa de El Escorial y a la que asisten ordinariamente unos 24
oficiales en cursos que duran unos 40 días. En este momento se está
desarrollando el 11º curso de esta escuela. Entre los días 19 de septiembre y 6 de
octubre existió una exposición cultural propia de esta división en la Colonia de
Torrelodones. Los trabajos expuestos en la misma se trasladan ahora a Madrid
225
para formar parte de una muestra similar que engloba a todo el I cuerpo de
ejército. (IHCM, ZR, rollo 178, leg.1122, carp.15, doc.1) o (IHCM – 138/12)
7ª brigada
La 7ª brigada tuvo dos vidas diferentes. Primero, entre finales de marzo y julio de
1937 formó parte de la 18 división del II cuerpo de ejército y después se integró
en la división Gallo (brigadas 6ª, 7ª y 21) del cuerpo de ejército de Vallecas
(divisiones Gallo y Bueno) para atacar en el frente secundario de Usera –
Villaverde durante la operación ofensiva de julio de 1937. En esos primeros días
de julio (7 al 10) la 7ª brigada tuvo tantas bajas que se optó por disolverla y
reorganizarla a fondo. Terminada la ofensiva de julio, su número, que seguía
disponible, se usó para encuadrar a las fuerzas de la 30 bis brigada y a las de
origen español de la XIII brigada internacional, que también había sido disuelta
en su formación original tras un episodio de insubordinación de parte de sus
fuerzas en la última jornada de la batalla de Brunete. A continuación aportamos
un resumen de la historia de la 7ª brigada en su segunda fundación, la etapa en la
que tomó por base a la 30 bis.
226
la 10ª división en el frente de Las Rozas. En ese momento, la 30 bis brigada pasó
a pertenecer a la 10ª división (brigadas 2ª, 30 bis y 111) y con ella tomó parte en
la batalla de Brunete. Pasada la ofensiva de julio, con la movilización de las
quintas de los años 1930 y 1937, llegó un número suficiente de hombres, sobre
todo de la del 37, que al incorporarse a la brigada junto con los procedentes de la
disuelta XIII internacional, permitió formar el cuarto batallón de la plantilla
reglamentaria, quedando así en este aspecto completa la unidad, que pasó a
contar con los batallones 25, 26, 27 y 28.
99 brigada
108 brigada
Esta brigada fue constituida durante los días 18 al 20 marzo de 1937 por orden
del Estado Mayor Central con reclutas de los reemplazos de 1932 a 1936, entre
los que estaban los excedentes de cupo del primero de esos años. El lugar elegido
para la formación de esta unidad fue Cartagena y sus pueblos próximos, siendo
entonces su jefe el teniente coronel Gregorio Espinós Ridaura, militar profesional
y profesor de la Escuela Popular de Guerra. El comisario era de CNT. Los cuatro
jefes de batallón también eran militares profesionales y los oficiales e
instructores de estos batallones procedían en su mayor parte del Ejército del
Centro. Una vez que el día 1 de mayo la brigada quedó organizada, partió hacia
Extremadura, donde quedó acantonada en Quintana de la Serena (Badajoz) hasta
el día 28, fecha en que se trasladó a Don Benito por un plazo breve. Durante el
tiempo que la brigada permaneció en el primer pueblo, se dieron varios
festivales, observando sus hombres un correcto comportamiento hacia la
población civil. En ese tiempo el trabajo político fue intensísimo, siendo esta
unidad un modelo de disciplina y espíritu antifascista. Por esta época ya se
realizaba algún trabajo cultural, pero este tenía un carácter esporádico. El día 1
230
de junio la 108 brigada fue trasladada a Caspe, pasando inmediatamente a las
cercanías de Belchite, donde el 432 batallón tomó posiciones, debiéndose
mencionar que se produjeron desde el mismo nueve evasiones hacia el campo
enemigo. El día 15 de junio, los batallones 429 y 430, con el 431 actuando como
reserva, realizaron una acción ofensiva sobre Villanueva de Huerva, partiendo de
Fuendetodos, que fue rechazada por el enemigo. La retirada se hizo con total
orden y disciplina, destacándose el hecho de que en la unidad solo se produjeron
tres bajas. El siguiente destino de la 108 brigada fue Huesca, donde quedó como
unidad de reserva durante la operación emprendida para ocupar esta plaza.
Llegado el día 25 de junio la brigada se trasladó al frente del Centro,
concretamente a Miraflores de la Sierra, en Madrid, donde permaneció hasta el
día 1 de julio, fecha en la que partió hacia El Escorial, quedando establecida en la
finca de la Granjilla (inmediata al sureste de la población) hasta que salió el día 5
de julio a las 24 horas para tomar parte en la ofensiva de Brunete.
En esta batalla, la 108 brigada demostró un alto espíritu combativo, y eso a pesar
de que no intervino reunida, sino que estuvo distribuida por batallones e incluso
compañías entre otras unidades del V CE y de que durante los primeros días de la
ofensiva murieron tanto el jefe de la brigada como su comisario. Los batallones
429 y 432 ocuparon posiciones algunos kilómetros por delante (al sur) de
Brunete. El 430 batallón fue agregado desde el principio a la XI brigada
internacional, y con esta unidad participó en la toma de Quijorna y en sus
sucesivos combates. El 431 batallón ocupó posiciones en la derecha (oeste) del
cementerio de Brunete, resistiendo en esa posición los fortísimos ataques del
enemigo. El 12 de julio asumió el mando de la 108 brigada el teniente coronel
Mariano Tomás Lozano y un día más tarde lo hizo el nuevo comisario. Los
nuevos jefe y comisario de la 108 brigada solicitaron y obtuvieron del alto mando
que se les permitiera reunir y reorganizar la brigada, lo que llevaron a cabo
durante los relativamente tranquilos días 22 y 23 de julio. El día 24 de julio el
430 batallón realizó un eficaz contraataque local que permitió recuperar
posiciones a la izquierda del cementerio de Brunete, pero el día 25 de julio, las
fuerzas de la 108 brigada tuvieron que replegarse de sus posiciones, siendo las
últimas en hacerlo, hasta el punto de que llegaron a recibir fuego propio por
creerlas enemigas, dada su posición adelantada respecto al resto de fuerzas
propias. En los feroces combates del 25 de julio resultó herido de gravedad el
reciente jefe de la brigada, a quien sustituyó en el mando Arístides Vera Navalón.
231
También fueron bajas los comisarios de los batallones 431 y 432. Las bajas
totales de la 108 brigada mixta en la batalla de Brunete ascendieron a 840.
233
franquista, porque las cotas dominantes estaban en la orilla derecha. Esto decía a
grandes rasgos el informe mencionado:
234
La Peña se efectuaba hasta hace cuatro meses el relevo de la guarnición cada
domingo, momento desde el cual no se ha podido observar ningún relevo nuevo.
237
1939
240
carretera de Villanueva de la Cañada a Valdemorillo. Una vez que la 35 brigada
progrese por el campo enemigo, su derecha abarcará el cementerio y pueblo de
Brunete y se extenderá hasta Villanueva de Perales, mientras que su flanco
izquierdo se apoyará en el río Guadarrama hasta el puente de la carretera de
Brunete a Villaviciosa de Odón.
Los medios suplementarios con los que contará el cuerpo de ejército de Maniobra
son: Artillería: una sub agrupación de apoyo directo constituida por 2 grupos de
75 mm (uno de 6 y otro de 9 piezas). Los fuegos de acción de conjunto serán
provistos por las baterías de las unidades situadas en los flancos de las divisiones
14 y 65 (además de la sub agrupación citada, la 14 división sería apoyada por
baterías del II cuerpo de ejército y la 65 división por baterías del I cuerpo de
ejército). La artillería de acompañamiento consistirá en una batería de 45 mm
para la 35 brigada, unidad que también tendrá una batería de morteros de 81 mm.
Ingenieros: 1º batallón de Obras y fortificaciones del Ejército del Centro.
Caballería: un grupo de escuadrones, cada uno con 3 secciones de sables y una
de fusiles ametralladores, con un grupo de y una sección de explosivos y una
sección de Transmisiones. Carros de combate: una agrupación de carros y
blindados compuesta por una compañía de tanques T-26 (10 unidades) y una
compañía de autos blindados (10 unidades). Transmisiones: una sección de
radio.
241
La idea de maniobra consistía en atacar la bien organizada línea defensiva
enemiga con decisión, audacia y violencia, precediendo al ataque del primer
escalón y de los carros de combate una fuerte preparación artillera. Una vez se
consiguiera romper el dispositivo enemigo, las fuerzas propias atacarían de
flanco y de revés sus organizaciones defensivas a la vez que continuaban su
progresión. Características fundamentales de esta maniobra debían ser una gran
densidad de fuego y un orden de combate escaqueado. La 35 brigada pondría a
sus batallones 138 y 139 (2º y 3º) en el primer escalón (el 139 al este del 138) y
300 metros tras estos avanzarían respectivamente los batallones 140 y 137, que
debían proteger con especial atención el flanco izquierdo del avance, apoyado en
el Aulencia en su fase inicial. El límite entre batallones del primer escalón sería
fijado por el jefe de la brigada, quien además tendría a su disposición sendas
compañías de carros y de autos blindados. La misión del 33 batallón de
Ametralladoras consistía en dar cobertura y protección con sus fuegos al avance
de la infantería en vanguardia.
242
camino a la infantería a la vez que haría tiros de prohibición sobre las vías de
acceso que pudieran servir al enemigo para mover sus reservas. Sus medios (15
piezas de 75 mm) estarían organizados en dos grupos, y a medida que el ataque
progresara estos irán alargando el tiro hasta alcanzar el entorno de Brunete y la
cota 670. Una vez que estos objetivos hubieran sido ocupados, la artillería
adelantaría sus emplazamientos. La artillería de cooperación estaría encuadrada
en tres agrupaciones: de acción de conjunto del cuerpo de ejército de Maniobra,
pesada grupo oeste y pesada grupo este (estas dos últimas podrían incluir baterías
afectadas a los cuerpos de ejército I y II respectivamente). Todas tirarían sobre
zonas fortificadas conocidas, algunas de las cuales quedaban fuera del alcance de
las piezas afectadas a la división. También desarrollarían la contrabatería y harían
tiros de prohibición. La batería de acompañamiento de 45 mm de la 35 brigada
debería batir los nidos de ametralladora y los emplazamientos de antitanques
enemigos que se fueran descubriendo, mientras que sus morteros de 81 y 50 mm
cooperarían en la preparación previa al ataque y durante este harían tiros de
inmersión en los ángulos muertos que dejaran las armas de tiro rasante. Una
compañía del 33 batallón de Ametralladoras actuaría durante la fase de asalto
desde su posición inicial en apoyo del avance, y una vez conseguido el objetivo
de entrar en la retaguardia enemiga, organizaría una nueva base de fuegos para
neutralizar los que nos hicieran desde el cementerio y zona al noroeste de
Brunete.
243
El puesto de mando del cuerpo de ejército de Maniobra estaría en Panarras desde
las 23 horas del día 10 de enero. El puesto de mando inicial de la 14 división
debía situarse en Cabeza Aguda desde las 0 horas de D-2, y el puesto de mando
inicial de la 65 división en el observatorio de la 99 brigada (sería el cerro
Andrinal o el Veneno, de Quijorna) a partir de las 0 horas del D-2. El enlace
táctico entre las brigadas 200 y 35 estaría bajo el mando de un oficial de esta
última. La red telefónica de la 14 división debería enlazar mediante línea
telefónica su puesto de mando con el puesto de mando del cuerpo de ejército de
Maniobra, con el de la 65 división, con el SIA del cuerpo de ejército, con las
brigadas 35 y 70, con el 33 batallón de Ametralladoras, con el grupo de
escuadrones de Caballería, con los grupos artilleros A y B de apoyo directo y con
la agrupación artillera del cuerpo de ejército de Maniobra. Habría además redes
óptica, telegráfica y de radio. La comunicación entre infantería y tanques se haría
mediante banderas de colores, mientras que entre la infantería y la aviación
propia se haría mediante paineles de jalonamiento. El orden de prioridad de uso
de las transmisiones sería: petición de fuegos, órdenes, situación de las líneas,
etc. Los evadidos y prisioneros que cayeran en manos de la 14 división debían
ser llevados desarmados y sin interrogar al puesto de mando de esta unidad.
En D-2 las fuerzas que fueran a intervenir en esta operación irían a la lucha
correctamente municionadas y con dos raciones en frío en la mochila, que solo
podrían comerse a partir del día D y solo en el caso de que no pudieran recibir
rancho en caliente. El puesto de clasificación y triage de heridos del cuerpo de
ejército de Maniobra debía situarse en el cruce de la pista del Tercio con la
carretera de Galapagar a Valdemorillo (era el puente de los Curas, donde en julio
de 1937 había estado instalado el Mando de Sanidad de la 46 división; hoy ese
lugar está bajo las aguas del embalse de Valmayor). El puesto de clasificación de
heridos de la 14 división se instalaría en el kilómetro 11 de la carretera de
Brunete a El Escorial. Los puestos de clasificación de las brigadas 35 y 70
estarían en la bifurcación de la carretera de Villanueva del Pardillo a la de
Brunete – El Escorial, a menos de 1 kilómetro al oeste del río Aulencia. Por
último, los hospitales de campaña serían los de La Berzosa, Hoyo de Manzanares
y San Lorenzo de El Escorial. (IHCM, ZR, rollo 162, leg.1075, carp.6, doc.2) o (IHCM – 163/13)
244
Las fuerzas que constituyeron el cuerpo de ejército de Maniobra fueron las
divisiones 14 (brigadas 35 y 70), 65 (brigadas 112 y 200) y 2ª de Asalto (brigadas
5ª de Asalto y 17). El sector donde se realizó nuestro ataque fue el frente
existente entre Villanueva del Pardillo y Quijorna, que pertenece al I cuerpo de
ejército. En su momento este Comisariado ya señaló las evidentes dificultades
que representaba emprender el ataque por este sector. El objetivo táctico
perseguido consistía en rebasar el pueblo de Brunete tras romper la línea
enemiga, lo que no se pudo hacer, entre otras cosas porque, al contrario de lo que
ocurrió en julio de 1937, no se consiguió la sorpresa. Desde el final de la batalla
de Brunete el enemigo mantenía al grueso de sus fuerzas en la segunda línea,
reforzaba su línea avanzada y acumulaba refuerzos en los flancos: el izquierdo
era Navalagamella – Fresnedillas y el derecho Villaviciosa de Odón –
Majadahonda – Romanillos. Este hecho ya hacía de por sí mucho menos
desequilibrador el factor sorpresa, no obstante esta se intentó conseguir por todos
los medios, tanto en la movilización y concentración de fuerzas en los días
previos al ataque, como en la transmisión de las órdenes y comunicación entre
mandos. Las posiciones enemigas en este sector de frente han resultado
inasequibles para nuestra infantería, ya que estaban muy bien construidas y
organizadas, contando algunas de estas con tres círculos concéntricos de
alambrada y un plan de fuegos de frente y flanco estudiado al detalle, y por tanto
muy efectivo.
El ataque se sostuvo con valentía y disciplina, basadas en una moral alta, que
queda demostrada por el crecido número de bajas propias, 680 heridos y 190
muertos. El primer escalón del ataque lo formaban dos batallones de la 35
brigada y tres batallones de la 200 brigada. Las fuerzas de la 35 brigada iban
flanqueadas por un grupo de escuadrones de Caballería que cubría el lado
izquierdo de la maniobra por el margen del río Aulencia. Una compañía de
tanques acompañaba a la infantería en su avance. El día 13 de enero amaneció
completamente nublado y con malas condiciones de visibilidad; este pudo ser el
motivo de que en un primer momento los tanques se desviaran de su dirección,
escorándose a la izquierda (este), desconectándose de la infantería, que en
consecuencia no fue capaz de traspasar las alambradas enemigas, que
permanecieron intactas sin la acción de nuestros tanques. Superado el
desencuentro inicial entre ambas armas, se reemprendió el avance con una mejor
coordinación de esfuerzos, pero la tardanza entre el primer asalto y el segundo
permitió al enemigo concentrar sus piezas antitanque disponibles (estimadas en
245
6) frente a nuestro flanco izquierdo, donde actuaban nuestros tanques,
consiguiendo poner fuera de combate a la mayoría de ellos. Desde el momento en
que la infantería volvió a estar carente de apoyo blindado, el asalto de las
alambradas se convirtió en una pretensión letal. El fuego de las armas
automáticas enemigas unido a la niebla imperante y a un suelo muy embarrado
por las lluvias de la estación prohibieron nuestro despliegue y aproximación en
condiciones de triunfo a pesar de la bravura de las tropas. La mala visibilidad
afectó también a la precisión con la que se podía hacer la preparación artillera,
durante la cual apenas se pudo corregir el tiro, a pesar de lo cual sus impactos
tuvieron bastante precisión, una puntería reconocida y agradecida por la
infantería. La proximidad entre nuestras líneas y las enemigas impidió que
nuestra infantería comenzara su avance antes de que nuestra preparación hubiera
concluido (porque hubiera sido afectada por la artillería propia).
Se valora como muy apropiado y valioso el trabajo hecho por los Estados
Mayores. La sanidad hizo sus previsiones acertadamente, incluso por encima de
lo que luego fue necesario (esto posiblemente no fue debido a que hubiera pocas
bajas, sino a que la ofensiva tuvo una vida excepcionalmente corta); su asistencia
resultó suficiente y muchas camas no llegaron a utilizarse. Solo en las primeras
fases del combate se vivieron dificultades en los puestos de clasificación debido a
que las bajas llegaban en tropel, coincidiendo con los esfuerzos en el asalto de la
infantería. Las evacuaciones se tuvieron que hacer bajo un intenso fuego artillero
enemigo sobre nuestra zona de acción, que fue totalmente identificada por el
enemigo. La humedad y el frío causaron mella sobre todo en los soldados
heridos, pero también en aquellos que tuvieron que pasar todo el día tumbados en
la tierra encharcada antes de poder replegarse con la oscuridad, a lo que se debe
sumar el mismo factor climático durante los días previos, empleados para hacer
la marcha de aproximación. Las transmisiones, intendencia, transportes y
artillería funcionaron óptimamente, cumpliendo muy bien sus respectivas
funciones, incluso la artillería, que generalmente es el objetivo de las quejas de la
infantería, en esta ocasión recibió su elogio. Los ingenieros no tuvieron ocasión
de participar más que preparando los caminos de acceso, que por causa del barro,
se encontraban verdaderamente intransitables.
Una vez hubo concluido la operación republicana del día 13 de enero con el
desastroso resultado descrito para el Ejército popular, en lo que quedaba de ese
mes y durante todo febrero, en la zona del río Perales ya no volverían a
producirse operaciones de importancia. No cuesta mucho imaginarse cómo la
posibilidad creciente (incluso la certidumbre) de una inminente derrota militar se
iría abriendo paso en el pensamiento de los combatientes que guarnecían todos
los sectores republicanos de la zona del GERC. Frente a esa realidad, el
presidente del Consejo de Ministros Negrín y el PCE eran la cara más visible de
la determinación de mantener la resistencia a ultranza, de alargar la guerra el
máximo tiempo posible. Sabían perfectamente qué destino esperaba a los
derrotados y los animaba todavía una difusa esperanza de un vuelco en el
panorama internacional. Tomando una distancia cada vez más clara y perceptible,
frente a ellos se encontraban aquellos que otorgaban alguna credibilidad a ciertos
gestos equívocos de Franco, los querían saldar cuentas con los comunistas por la
conducción de la guerra, los que ya se sentían derrotados y cierta fracción de los
militares profesionales leales (hasta entonces), que creían en un arreglo “entre
militares” para no retrasar más el final de una guerra que ya consideraban
perdida. A modo de especulación, no se puede descartar que desde el seno de este
último grupo hubiera sido ofrecido al mando franquista el plan del ataque llevado
a cabo el día 13 de enero entre los ríos Aulencia - Guadarrama y Perales, como
prueba de compromiso y “buena voluntad”*.
247
*Quizás el documento que pueda dar respuesta a esta cuestión este esperando
todavía a ver la luz en algún archivo militar o se encuentre en memorias o
papeles personales guardados en una casa particular.
(…) pero este ya no era el Madrid de 1936 o 1937. Faltaba comida. El cansancio
de la guerra se apreciaba en las caras demacradas de la gente. El ambiente se
había vuelto hosco, triste, trágico. Por todas partes se respira un sentimiento
anticomunista, porque muchas personas creen que son los comunistas los
culpables de que la guerra se prolongue.
El golpe de Casado se materializó durante la tarde del día 5, cuando las fuerzas
sublevadas salieron a la calle al tiempo que detenían a varios jefes comunistas de
distintas unidades militares. La Fuerza Aérea de la República Española (FARE)
no tardó en sumarse a la rebelión, igual que todos los partidos políticos a
excepción del PCE. Al día siguiente, el 6, los casadistas crearon el Consejo
Nacional de Defensa (CND), que estuvo presidido por Miaja y tenía a Casado en
el área de Defensa y a Besteiro en la de Estado (Interior). Ese mismo día, Negrín,
que estaba valorando la posibilidad de llevar a cabo un repliegue
pretendidamente ordenado hacia la costa, al encontrarse cercado y sin canal de
negociación con Casado, optó por abandonar España junto a su Gobierno,
volando a Toulouse desde el aeródromo de Monovar (Alicante). Mientras,
proliferaban las detenciones de comunistas. Ya con Negrín fuera del país, las
fuerzas que en Madrid se mantenían fieles a la política del PCE, las
250
pertenecientes a la 8ª división del II cuerpo de ejército, dejaron guarnecidas sus
posiciones con los mínimos efectivos necesarios y con el resto de los mismos
avanzaron sobre la capital, dentro de la cual se enfrentaron a la 112 brigada de la
65 división “casadista” en la zona de Nuevos Ministerios y Ríos Rosas. También
ocuparon la posición Jaca (puesto de mando del GERC, situado en el jardín del
Capricho, en la alameda de Osuna), donde capturaron a tres coroneles fieles a
Casado, que fueron ejecutados sin aparente conocimiento del mando comunista.
La “pequeña guerra civil” que acababa de iniciarse en Madrid duraría hasta el 12
de marzo. Fuera de Madrid, en Elda (Alicante), la dirección del PCE había
hablado con Negrín antes de que este abandonara España pidiéndole que
negociara con Casado para evitar el estallido de la inminente lucha interna, pero
como era de esperar, la salida del presidente del Consejo de Ministros cayó en la
dirección comunista como un mazazo. En la madrugada del día 7, sin conocer
que en Madrid se estaba combatiendo a Casado y temiendo ser detenidos, los
máximos dirigentes comunistas salieron también de España desde el aeródromo
de Monovar, cercano a Elda. Quedan en tierra tres responsables de organizar la
inminente clandestinidad, pero rápidamente son capturados por los casadistas.
251
implicadas en la lucha dentro de Madrid, provocando que estas tuvieran que
volver precipitadamente a ocupar sus posiciones. Esta coordinación, pactada o de
facto, facilitó que el IV cuerpo consiguiera hacerse con el control efectivo de
Madrid. Hubo a continuación un intento de acuerdo entre casadistas y
comunistas, pero los primeros continuaron apresando a cuantos jefes adversarios
pudieron y fusilaron a Barceló. Mientras, la situación en Valencia, cabecera del
Ejército de Levante bajo mando del general Menéndez e importante capital
republicana, contrastaba mucho con la que se estaba viviendo en Madrid. Allí no
hubo enfrentamientos, y tras alcanzarse el cese de combates en Madrid, los
comunistas mantuvieron sus puestos, sedes, mandos y fuerzas.
252
Los historiadores Ángel Viñas y Fernando Hernández Sánchez escribieron lo que
parece una justa conclusión a esta dolorosa etapa final de la resistencia
republicana:
253
9. Hasta hoy
Mosaico de notas sueltas sobre cosas que conectan de algún modo esos años
de guerra con el tiempo presente.
Nº 1. Entre los lugares cercanos al río Perales que durante la batalla de Brunete
fueron bombardeados con mayor saña y reiteración por las artillerías republicana
y/o franquista destacaron sin duda el vértice y la meseta de Los Llanos, puntos
geográficos dominantes de la orilla izquierda del río y sitios de la máxima
importancia durante toda la batalla. Sabemos que en el asalto inicial de la 46
división contra la guarnición de falangistas y Tiradores de Ifni que guardaban la
casa de Los Llanos se hizo fuego con las piezas de acompañamiento de brigada,
con tanques T- 26 y con las artillerías de división y cuerpo de ejército que
apoyaron el ataque. Por su parte, los defensores respondieron a los tanques y a
las piezas de 45 mm con los escasos medios antitanque de que disponían, uno o
dos cañones de 37 mm. También durante el ataque, pero sobre todo después de su
ocupación por la 101 brigada, la casa de Los Llanos y su entorno recibieron el
fuego de distintas baterías franquistas que ya se habían situado o estaban
haciéndolo al oeste del Perales y al sur de Brunete. Simultáneamente, la posición
comenzó a ser el blanco de bombardeos aéreos de las tres aviaciones que iban por
Franco, que arrojaban bombas explosivas de distintos pesos y bombas
incendiarias de aproximadamente 1 kilogramo. Contra esas incursiones aéreas
arreciaron los disparos de la artillería antiaérea republicana, que contaba con al
menos dos baterías situadas al este de Valdemorillo. Su fuego fue muy denso en
la vertical de Los Llanos, cayendo por centenares sobre la meseta y sus
pendientes los fragmentos de la munición empleada, que estallaba en el aire por
acción de la espoleta de tiempo que llevaban. Simultáneamente, la instalación
confirmada de una batería republicana inmediatamente al este de la casa de Los
Llanos atrajo sobre ese punto los tiros de contrabatería hecho con varios calibres,
todos altos, y una mayor presión aérea. Toda esta actividad, unida a los restos de
combates de infantería y al fuego de los morteros, dejaron el entorno de la casa
de Los Llanos plagado de piezas y fragmentos metálicos (que serían recogidos
durante la posguerra por “metralleros” de los pueblos cercanos). Sin embargo,
una parte mínima de todo eso permaneció, permitiendo el actual surgimiento de
un nuevo objetivo o foco de estudio arqueológico. Destacando entre tantos
calibres y tipos de munición artillera, supuso toda una sorpresa encontrar hace
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pocos años la parte frontal de un proyectil mucho más grande que todos los
conocidos. Tras darle muchas vueltas y hacer muchas consultas, a esa ojiva la
identificamos como parte de un proyectil de obús italiano 305/17 G. (Garrone)
modelo 1917.
Los cañones navales (tanto de flota como, en muchos casos, también de costa)
tiraban con una gran velocidad inicial del proyectil, permitían alta cadencia de
fuego y generaban poco retroceso, dado el limitado espacio en el que se
encontraban instalados a bordo. Eran piezas preparadas para un combate muy
violento pero también corto, caracterizado por los tiros sobre blancos móviles.
Por todas estas condiciones y características, sufrían un desgaste rapidísimo del
ánima de sus tubos. Estas piezas tenían además un gran peso, algo poco
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importante a bordo de un gran buque de guerra, pero que sí condicionaba su
empleo terrestre, haciendo imprescindible su transporte por medios ferroviarios.
Por ello, las piezas de similar calibre concebidas para el Ejército fueron menos
pesadas y podían ser transportadas por partes utilizando medios automóviles. Por
otra parte, a diferencia de la masiva producción para su empleo en tierra, las
piezas navales se debían adaptar a cada nave y eran mejoradas continuamente,
por lo que había pocas iguales entre si y existía gran diversidad de tipos. Los
proyectiles navales tenían paredes muy gruesas y poca carga explosiva, no
estaban por tanto bien adaptados al combate terrestre; además, el cañón naval
estaba especializado en el tiro rasante y daba alcances superiores a 20 kilómetros,
mientras que el tiro terrestre pide elevaciones de 40 a 55º. Es natural por tanto
que el original cañón naval diera lugar en su versión para el Ejército a un obús,
un tipo de pieza que permite una amplia elevación del tubo y marca una
trayectoria parabólica del proyectil, en lugar de tensa. Puesto en posición, el obús
305/17 Garrone modelo 1917 pesaba más de 33 toneladas, se podía apuntar en
cualquier dirección (permitía el giro horizontal de 360º) y su cañón podía
elevarse verticalmente desde -20º a +65º. Los tres tipos de proyectil que podía
disparar pesaban 442, 350 o 292 kilogramos, y su cadencia de tiro era baja,
además de tener mayor retroceso que su par naval. Por el contrario, su
durabilidad era bastante mayor. Su alcance máximo era de 17 kilómetros y su
forma de transporte automóvil requería cuatro tractores. Si durante la guerra
española en vez de utilizar esos medios automotores se dispuso de una
plataforma ferroviaria para poner una de estas piezas en batería, Robledo de
Chavela era el lugar con vía disponible para el mando franquista más cercano a la
zona de Quijorna – Valdemorillo. Ese primer pueblo dista exactamente 16
kilómetros en línea recta del lugar donde se han encontrado algunos restos de
posibles impactos de granadas del 305/17, así como lo que parece ser uno de sus
cráteres de explosión, que aún es visible. Queda por hacer más investigación en
los archivos militares para dar con la orden concreta que puso en acción este tipo
de artillería tan especial; de momento no sabemos si esos hipotéticos disparos
fueron hechos durante la batalla de Brunete o más tarde, ya que Los Llanos
continuaron siendo un lugar de alto interés militar tras julio de 1937. En
cualquier caso, el disparo que dejó allí la ojiva encontrada resultó
extremadamente preciso, pues fue encontrada en medio del asentamiento de una
batería republicana. Lo que no sabemos es si ya estaba abandonada o permanecía
en activo. Lo segundo parece más probable. (AGMAV, caja 299, carp.4, doc.1) o (AGMAV -
248/13)
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