Merged PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 258

LA GUERRA

CIVIL EN EL
ENTORNO
DEL RÍO
PERALES
Ernesto Viñas
La Guerra Civil en el entorno
del río Perales.

Ernesto Viñas

Octubre de 2020
1
Contenido

1. Situación previa al golpe de Estado ................................................ 3


2. Antecedentes de la llegada de Franco al oeste de Madrid ....... 4
3. Varela y Valdés Cabanilles llegan al Perales. Inicio de la
batalla por Madrid .................................................................................... 17
4. Batallas por Madrid. El frente del río Perales hasta marzo de
1937 .............................................................................................................. 28
5. El frente del río Perales entre abril y julio de 1937 .................. 45
6. Batalla de Brunete ............................................................................... 63
7. El frente franquista del Perales tras la batalla de Brunete,
hasta el final de la guerra ..................................................................... 148
8. El frente republicano del Perales tras la batalla de Brunete,
hasta el final de la guerra ..................................................................... 180
9. Hasta hoy.............................................................................................. 254

2
1. Situación previa al golpe de Estado

Este capítulo está pendiente de desarrollar.

Las organizaciones del Partido y de la JSU de la barriada del Puente de Segovia


ampliaron su radio de acción y establecieron un excelente contacto con la
periferia campesina. Por ejemplo, se realizó una vasta campaña antifascista en
los pueblos situados en la carretera de Cebreros hasta San Martín de
Valdeiglesias. En muchos de estos lugares fueron creadas organizaciones de la
JSU y del Frente Popular. En algunos conflictos entre propietarios y braceros
conseguimos con nuestra injerencia mejoras salariales importantes. (PCE, TMM,
carp.38/5) o (PCE, doc.78, caja 1)

3
2. Antecedentes de la llegada de Franco al
oeste de Madrid

La sublevación militar iniciada el 17 de julio de 1936 en Ceuta, Melilla, en el


territorio ocupado por España en el norte de África (Protectorado según el
lenguaje colonialista) y en muchas plazas peninsulares se llevó a cabo no solo
para tumbar al Gobierno surgido de las elecciones del anterior mes de febrero
gracias al apoyo del Frente Popular. El objetivo fundamental y estratégico era
acabar de raíz con toda posibilidad de aplicación de los programas políticos de
los partidos y organizaciones de las izquierdas, que por primera vez en la historia
se estaban asomando al poder estatal y disponían de una posibilidad real para
poner en marcha una transformación democrática de la sociedad. Conscientes de
que la combinación de un régimen republicano y un Gobierno atento a los
intereses de la clase trabajadora no tardaría en producir cambios irreversibles que
cuestionarían su hegemonía y privilegios, la Iglesia, las derechas, buena parte del
Ejército y el gran capital reaccionaron del modo más contundente que tenían a
mano, realizando o apoyando un golpe de Estado militar.

Los líderes golpistas habían fijado como uno de sus objetivos fundamentales la
toma del control de la ciudad de Madrid, sede del Gobierno nacional y principal
símbolo del poder político para todos los territorios y habitantes de España. No
obstante el cuidado puesto en garantizar ese propósito principal, la sublevación
fracasó y fue derrotada de manera rápida y contundente tanto en la capital y su
provincia como en toda Castilla la Nueva. Conocida y apoyada de manera
mayoritaria entre los jefes y oficiales pero rechazada en la misma proporción
entre las clases de tropa, en Madrid, el golpe solo fue secundado en un número
limitado de cuarteles y además, tuvo enfrente desde el primer momento a unas
organizaciones obreras muy potentes y activas. Estas, junto a varias unidades
militares, de orden público y de milicias (MAOC principalmente) actuaron de
inmediato para garantizar el control popular y gubernamental de la situación. A
pesar de que los dos Gobiernos republicanos existentes entre el 17 y el 19 de
julio (Casares Quiroga y Martínez del Barrio) quedaron en shock y dejaron pasar
horas vitales sin entregar armas a las organizaciones populares que las exigían en
muchos puntos del país, la participación de los embriones milicianos que
llevaban tiempo organizados en la semiclandestinidad resultó determinante. Esto
lógicamente impulsó de manera espectacular su desarrollo cuando accedieron a
4
los depósitos de armas y municiones de los cuarteles recuperados. A partir de la
derrota golpista en la capital, dentro de la ciudad fue notable e imparable la
aparición y crecimiento del 5º Regimiento, pero también se aceleró la
organización y movilización de milicias locales en muchos pueblos medianos y
pequeños de la provincia. El siguiente Gobierno, el de Giral (de Izquierda
Republicana, que estaría en el poder entre el 19 de julio y el 4 de septiembre de
1936) a diferencia de los anteriores, ya se formó pensando en derrotar una
sublevación y en consecuencia sí entregó las armas al pueblo, pero cuando lo
hizo ya era tarde para conservar muchos núcleos urbanos y territorios que habían
estado en disputa. El grueso de las nuevas columnas milicianas formadas en
Madrid y en su entorno partió de inmediato al encuentro de las fuerzas y las
zonas rebeldes, mientras que una fracción generalmente menor se dedicaba a
asegurar el control de la zona propia.

Por un estadillo de la Pagaduría de la Inspección General de Milicias fechado


más de dos meses después, el 10 de octubre de 1936, sabemos que allí donde la
militancia era fuerte y estaba movilizada, existieron milicias locales (surgidas a
la par que los comités locales) con el propósito de neutralizar la rebelión y tomar
parte de forma enérgica en todos los aspectos de la vida municipal, ya fuera
colaborando o reemplazando a las autoridades vigentes el 17 de julio. Esas
milicias locales en ocasiones tuvieron corta vida, bien por verse absorbidas por
otras columnas que marchaban al frente o porque sus municipios de origen iban
cayendo en manos de las fuerzas franquistas en avance, pero en otros casos
llegaron a perdurar algunos meses. Generalmente estas fuerzas estaban armadas
con fusiles, pistolas y escopetas de caza, y lo habitual era que tuvieran más
milicianos/as que armas, por lo que estas debían cambiar de manos cada vez que
se hacía un relevo. Los servicios que realizaban las milicias locales resultaban
muy variados, siendo la vigilancia de carreteras mediante puestos a la entrada y
la salida de sus pueblos a lo que más atención se prestaba. También llevaban a
cabo una labor de policía, investigación y contraespionaje rudimentarios (lo que
también se debe entender como tareas represivas y acciones punitivas,
ejecuciones y asesinatos incluidos). Ocasionalmente llegaron a constituir
pequeñas unidades de choque con las que tomaban parte en los combates de
distintos frentes.

En el espacio geográfico del río Perales el documento citado confirma la


existencia de este tipo de milicias en un número importante de pueblos: Boadilla
del Monte (23 milicianos/as), Brunete (26), Colmenar del Arroyo (4), Collado
5
Villalba (226), El Escorial (174), Fresnedillas de la Oliva (10), Galapagar (44),
Los Molinos (81), Majadahonda (54), Navalcarnero (54), Robledo de Chavela
(23), San Martín de Valdeiglesias (66), San Lorenzo del Escorial (280),
Torrelodones (75), Valdemorillo (28), Villamanta (26) y Zarzalejo (84). El total
de milicias locales reconocidas por esa Inspección de Milicias a 10 de octubre de
1936 era de 98, y aunque cobrasen sus haberes aquí, no todas, aunque sí la
inmensa mayoría, eran de Madrid (las que no, de Ávila y Guadalajara,
pertenecían a pueblos tomados por el enemigo). Sus componentes reconocidos
ascendían a 5.647. Una semana más tarde, el 19 de octubre, quedaba suprimida la
citada Inspección General de Milicias y en su lugar se creaba la Comandancia de
Milicias, ya dependiente entonces del Ministerio de la Guerra. En adelante, y al
menos sobre el papel, todas las funciones de investigación y vigilancia sobre la
población de la zona republicana debían pasar a manos de un organismo
controlado por la Dirección General de Seguridad. El Gobierno empezaba a
tomar el control de las milicias locales a la par que avanzaba en la militarización
del resto de milicias. Lentamente y con dificultades, se iría superando el vacío o
la duplicidad de poderes en el campo leal. (AGMAV, caja 1165, doc.10) o (AGMAV – 225/11)

La amenaza cercana
Volviendo la vista a julio de 1936, ante la evidencia del fracaso en su intento por
dominar la capital mediante la acción de su propia guarnición, los impulsores de
la sublevación iniciada el 17 de julio se vieron obligados a poner en marcha el
plan alternativo que ya tenían previsto para intentar poner pie en la provincia de
Madrid y forzar la entrada en la ciudad. Se emplearían las cercanas fuerzas de
Mola, el “Director” de los golpistas y jefe directo de todas las tropas sublevadas
situadas en la mitad norte de España. Así, sabiendo que debía actuar de
inmediato para no perder la iniciativa, tras el 18 de julio, Mola solo necesitó un
par de días para iniciar el avance de sus columnas desde algunas de las plazas
que dominaba en Castilla la Vieja (que eran todas menos Santander). Bajo
control rebelde había quedado no sólo esa región, sino también la de León,
Galicia y la mayor parte de Aragón, además de las provincias de Navarra, Álava
y la mitad de Cáceres. Todos estos territorios formaban un núcleo compacto que
contaba con los efectivos y recursos de cuatro de las ocho divisiones orgánicas
existentes en la organización militar vigente: 5ª, 6ª, 7ª y 8ª. Por su parte, la 1ª

6
división orgánica tenía su cabecera en Madrid y como vimos, permaneció leal al
Gobierno.

A partir del 18 de julio, bastaron unas pocas jornadas para que aparecieran
bastante bien delimitadas las zonas del país que quedaban en manos
gubernamentales o en las de los sublevados. En la zona leal, como ya se apuntó,
el control del orden interior y la represión del movimiento subversivo y de
quienes eran identificados como sus aliados o simpatizantes fue asumido tanto
por los organismos estatales correspondientes como por las organizaciones
políticas populares que tomaron esa iniciativa en sus manos. Al ser traicionado y
atacado por quienes tenían la misión de defenderlo, el Gobierno llegó a quedar
seriamente desbordado por los acontecimientos, perdiendo total o parcialmente el
control sobre los aparatos del Estado y con ello, la capacidad para aplicar en toda
su amplitud las garantías ofrecidas por la ley vigente. En una coyuntura de asalto
militar al régimen democrático e irrupción de las organizaciones del Frente
Popular para su defensa o superación, junto a las depuraciones, expropiaciones,
encarcelamientos y ejecuciones acordes con el derecho vigente en situación de
excepción, existieron atropellos, robos, detenciones y asesinatos que tuvieron un
carácter exaltado, excesivo y hasta criminal. En el campo republicano la inmensa
mayoría de casos de violencia extrajudicial se concentraron en 1936 y tuvieron
un carácter mucho más reactivo y explosivo que planificado, existiendo además
un propósito mayoritario de ponerles fin cuanto antes. En la zona sublevada,
por el contrario, de inmediato fue declarado el estado de guerra y se traspasó todo
el poder a la autoridad militar rebelde, que contaba con una jerarquía
perfectamente estructurada. Sin titubeos, esta comenzó a aplicar un plan
previamente trazado para suprimir a los jefes y oficiales desafectos, para
aniquilar a las organizaciones proletarias y para anular toda capacidad de
resistencia interna al nuevo poder. Las acciones represivas militares, policiales y
paramilitares fueron generalmente complementarias y coordinadas y fueron
empleadas a lo largo de toda la guerra con parecida intensidad. Atendiendo a que
fue la primera, a que tuvo gran dureza y extensión y sobre todo, a que era
ejercida por un poder golpista y por tanto ilegítimo, toda esta violencia tuvo un
evidente carácter criminal. Una de las directivas de Mola, el máximo responsable
de la sublevación que puso en acción a decenas de miles de soldados, falangistas,
requetés y civiles armados, fue publicada el 19 de julio y deja pocas dudas al
respecto:

7
Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio
eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros.
Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o
secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado.

La matanza que acababan de iniciar los golpistas, la conciencia política que había
arraigado en amplios sectores de la clase trabajadora y la clase media, la voladura
del orden institucional y la movilización sin precedentes que se produjo para
enfrentar la amenaza reaccionaria y fascista hizo que desde el primer momento
quedara claro que no habría vuelta atrás. El triunfo solo parcial de la sublevación
estaba abriendo las puertas a una guerra de duración y resultado difícilmente
previsibles y con implicaciones europeas y hasta mundiales. Lo que sí se podía
adivinar es que sería de muy alta intensidad y que afectaría de lleno a una buena
parte de la población civil, que entonces estaba formada por unos 24 millones de
ciudadanos.

En medio de un enorme esfuerzo de movilización de combatientes y recursos que


daba inicio en ambas zonas, en la sierra madrileña ya se combatió desde el 20 de
julio en adelante sobre una línea inicial de contacto que después de leves pero
decisivas variaciones en su trazado, derivaría en frente estabilizado. Los sitios
donde se producían los primeros choques entre las fuerzas leales que de
inmediato llegaron desde Madrid y las sublevadas de Mola que alcanzaban la
sierra desde Ávila, Segovia o Guadalajara quedaban justo por delante de la zona
que el Estado Mayor del Ministerio de la Guerra del Gobierno especificaba en
este comunicado de finales de julio:

En cumplimiento de lo dispuesto en el Decreto de la Presidencia del Consejo de


Ministros de fecha de 28 de julio, vengo a disponer lo siguiente: se declara zona
de guerra el territorio comprendido por la línea avanzada de las tropas y la
determinada por: Cebreros, Zarzalejo, El Escorial, Guadarrama, Collado
Mediano, Becerril de la Sierra, Mataelpino, Manzanares el Real, Chozas de la
Sierra, Guadalix de la Sierra, Cabanillas de la Sierra, Torrelaguna, Cubillo de
Uceda, Usanos y Alcalá de Henares. (AGMAV, caja 232, carp.1, doc.1) o (AGMAV – 169/9)

Los pasos de la sierra se convirtieron en los principales puntos en disputa. Al


oeste, el puerto de Guadarrama fue ocupado originalmente por las fuerzas
republicanas, pero estas lo perdieron el día 22 frente al empuje de una columna
de unos mil hombres procedentes de Valladolid que estaba al mando del coronel

8
Serrador. Seguirían cinco días de duros contraataques gubernamentales que no
permitieron recuperar la posición y sí provocaron un alto número de bajas por
ambas partes. Los combates se mantuvieron en ese punto con gran intensidad
hasta la primera quincena de agosto y cuando finalizaron, los republicanos habían
perdido parte de la bajada desde el puerto hacia el pueblo del mismo nombre,
pero las fuerzas de Mola habían quedado fijadas de manera definitiva. En la zona
central de la sierra, las máximas alturas y el puerto de Navacerrada se
mantuvieron en manos gubernamentales desde el primer momento, al
estabilizarse el frente entre Valsaín y las Siete Revueltas sin grandes combates.
Por último, al norte, en Somosierra, tras distintas variantes, el puerto homónimo
y amplias zonas de sus flancos pasaron a manos rebeldes entre el 24 de julio y los
días sucesivos, tras lo que estas fuerzas consiguieron avanzar algo más en
dirección a Madrid, pero durante la primera quincena de agosto el frente de ese
sector quedó definitivamente fijado al norte de Buitrago de Lozoya y del embalse
de Puentes Viejas. Las columnas republicanas habían conseguido frenar al
enemigo y conservar bajo su dominio esa vital infraestructura, con la que podían
garantizar el suministro de agua de Madrid. El Ejército del Norte tampoco se
había podido abrir camino desde la sierra y la provincia de Guadalajara, por lo
que una vez que fue fijado también ese frente, la capital quedaría separada de la
línea de fuego por una franja de terreno de considerable anchura en todos sus
puntos, que en ningún caso era menor a 40 kilómetros. (J.M. Martínez Bande. Monografía
nº 1, “La marcha sobre Madrid”)

Mientras se iba consolidando con cierta rapidez el frente serrano de la provincia


de Madrid, en la zona contigua de la provincia de Ávila existía una situación
militar mucho más imprecisa, fluida y cambiante. Por parte republicana, en el
este y sureste de esa provincia operó desde los primeros días la columna
Mangada, formada mayoritariamente por militantes muy combativos que
procedían de distintos barrios madrileños que se concentraron en la Casa de
Campo apenas estuvo derrotada la rebelión en la ciudad. Una vez que quedó
constituida y tras un primer viaje exploratorio de sus avanzadillas, el grueso de
esta columna pasó por Brunete, San Martín de Valdeiglesias, el Tiemblo y
Cebreros para llegar a Navalperal de Pinares, pueblo del que expulsó a la débil
guarnición enemiga y que en adelante se convirtió en su principal referencia.
Allí, reiteradamente sostuvo combates frente a fuerzas de la Guardia Civil,
falangistas y requetés primero y más tarde, contra verdaderas unidades militares
del Tercio y de Regulares. Mangada, al parecer un jefe militar más carismático
que efectivo, fue recibiendo el refuerzo de algunas de unidades regulares, pero
9
sobre todo, de nuevas compañías y batallones milicianos. Su columna vivió el
proceso de militarización gradual, y durante más de dos meses sostuvo la
posición de Navalperal, que se convirtió en el centro de un territorio leal carente
de frentes continuos o estabilizados que se extendía por una amplia zona de
geografía muy difícil, determinada por el río Tietar al sur y por la carretera de La
Coruña al norte. Grupos pequeños, medianos y solo a veces constituyendo
columnas, protagonizaron gran cantidad de escaramuzas y combates de alcance
local, sobre todo en torno a núcleos urbanos o a puntos sensibles de la débil red
de carreteras que articulaba esa enorme zona de sierras. A pesar de haber tenido
periodos de superioridad numérica, la columna Mangada no fue capaz de
arrebatar a las fuerzas de Mola ni la ciudad de Ávila ni el vital municipio de El
Espinar, clave para aislar y controlar desde retaguardia el vital Alto del León (o
puerto de Guadarrama). En cambio, sí consiguió mantener alejada de Madrid la
amenaza de Mola por su flanco oeste hasta el mes de octubre. En ese momento
los de Mangada tuvieron que replegarse hacia el este, cuando la combinación de
la presión frontal y la amenaza de quedar rebasados por el sur así se lo
impusieron.

La amenaza lejana
Al mismo tiempo que se combatía en la sierra madrileña o en el este de Ávila,
otra amenaza para el Madrid republicano tomaba cuerpo a varios cientos de
kilómetros de distancia, en la zona occidental de Andalucía. Allí, a partir de
focos rebeldes muy concretos, fundamentalmente Cádiz y Sevilla, los sublevados
habían conseguido imponerse y extender su control sobre amplias zonas de esas y
otras provincias, donde esperaron la llegada en masa del Ejército de África, que
en adelante se llamaría Ejército expedicionario. Estas fuerzas, a partir de que se
deshicieron de los mandos opuestos a la rebelión, tuvieron como jefe directo al
general Franco, recién llegado de Canarias. Superaban los 25.000 hombres y eran
con diferencia las unidades más eficaces y aguerridas de cuantas formaban
entonces el Ejército español, dentro del cual constituían una suerte de grupo
aparte, con una singular conciencia de sí mismo creada durante las sucesivas
campañas de la guerra colonial iniciada en 1909. Una vez fueron asesinados los
jefes y oficiales leales a la República, quienes quedaron a cargo de las unidades
africanas eran por norma fervientes partidarios de la vía militar inflexible para
“resolver” conflictos y a la par, enemigos acérrimos del Frente Popular que
10
respaldaba al Gobierno surgido de las elecciones de febrero de 1936. A este
bloque político lo consideraban parte fundamental de la “anti España”.

Las vanguardias del Ejército de África pudieron efectuar el paso del Estrecho en
un plazo razonable gracias al puente aéreo que permitieron poner en práctica los
primeros aviones alemanes aportados por Hitler, a lo que se debe sumar la
incapacidad de la Flota gubernamental para cerrar el paso a los barcos que
transportaban miles de hombres. Legionarios y Regulares llegaron con sus armas,
equipos y mandos al completo, profesando el enfoque africanista de la guerra y
con la más reciente experiencia de haber sofocado la revolución de Asturias de
octubre de 1934. Aparte, tenían la iniciativa, algo que resulta muy importante en
cualquier circunstancia bélica o prebélica, pero más cuando enfrente había un
Gobierno sin apenas control de la situación. Estas fuerzas, a las que se irían
sumando otras peninsulares, regulares y milicianas (Falange y Requeté), al
resultar evidente el fracaso en Madrid de la sublevación primero y del intento de
avance de Mola después, desecharon otros objetivos regionales y se dieron como
misión primordial alcanzar la capital de España.

Iniciada la marcha de sur a norte, en las sucesivas etapas de su avance por


Andalucía y Extremadura, Franco, formalmente subordinado a Mola, se aseguró
de que a las organizaciones populares de las poblaciones que iba ocupando y
dejando atrás no le quedaran ni militantes con vida ni voluntad u organización
para cuestionar quienes eran los nuevos dueños de la situación: militares, Iglesia
y propietarios En esa fase temprana de lo que ya era una guerra civil, las
precarias fuerzas republicanas que le salían al paso se veían incapaces de oponer
una resistencia organizada y eficaz frente a unas tropas profesionales que sabían
maniobrar y luchar con maestría en campo abierto y en los espacios urbanos. Con
progresiones diarias de hasta 30 kilómetros, nada de lo que hicieron las milicias y
las unidades regulares que formaban las columnas gubernamentales, incluso
teniendo superioridad numérica, fue capaz de detenerlas en su progresión por
Andalucía, Extremadura y Toledo. Al frente de esas fuerzas en permanente
retirada estuvieron como máximos jefes militares primero al general Riquelme
(jefe dela 1ª división orgánica) y después al general Asensio Torrado. La pérdida
de Talavera, el 4 de septiembre, desencadenó la sustitución del primero de estos
jefes por el segundo, así como la caída del Gobierno Giral (iniciado el 19 de
julio). El nuevo presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra será
Largo Caballero, del PSOE.

11
El 27 de septiembre, el general Varela, subordinado inmediato de Franco, ocupó
con sus fuerzas la totalidad de la ciudad de Toledo y levantó el cerco militar y
miliciano a su Alcázar. La maniobra sobre esta capital de provincia, cuando el
objetivo fundamental del Ejército expedicionario era la toma de Madrid, resultó
de dudosa oportunidad operacional, pero claramente sirvió para incrementar la
motivación dentro del campo sublevado y el prestigio personal de Franco. El
manejo propagandístico de esta victoria tan simbólica, junto a su capacidad de
interlocución directa con las máximas jerarquías alemana e italiana, facilitaron
que Franco fuera nombrado en una reunión de la Junta de Defensa “Jefe del
Gobierno del Estado” mientras durase la guerra, un “matiz” que su hermano
Nicolás omitió al escribir el acta que se haría pública. Reaccionarios, militares,
monárquicos, fascistas y clero ya tenían al “Generalísimo” que necesitaban para
continuar la guerra. (Jorge M. Reverte, “El arte de matar”, pg. 62).

Finalizando el mes de septiembre de 1936, frente a las milicias republicanas ya


existía un contendiente con todos los atributos necesarios para sacar el máximo
rendimiento a su potencial bélico: un mando perfectamente estructurado y
jerarquizado, unas fuerzas auténticamente militares, el apoyo de una fracción
significativa de la población (ya fuera por convencimiento, inercia o terror), una
buena parte del territorio nacional bajo su control y la cobertura ofrecida por la
Iglesia, la oligarquía y el gran capital nacionales. A esto debe añadirse el apoyo
militar brindado de las potencias fascistas y la inacción cómplice de las naciones
europeas con régimen parlamentario, organizadas en torno al Pacto de no
intervención que fue suscrito a finales de agosto de 1936. Este acuerdo,
auspiciado por la potencia mundial preponderante entonces, Gran Bretaña, reunía
a 27 países que decidieron no vender armas a los contendientes, privando así a la
II República del legítimo derecho a defenderse de un golpe militar apoyado en la
intervención de las potencias fascistas. En claro contraste con la zona franquista,
en el campo gubernamental se estaba llegando entonces al momento más crítico
de cuantos se habían vivido hasta entonces en la zona central de los frentes de
guerra.

Entre los Ejércitos del Norte y expedicionario había existido un primer contacto
el 12 de agosto, al ser ocupada Mérida. Un segundo enlace entre ambas fuerzas
fue posible el 9 de septiembre, esta vez en Arenas de San Pedro, solo unos días
después de la toma de Talavera. El 3 de octubre, tras la ocupación de Toledo
capital y el nombramiento de Franco como Generalísimo, el total de las fuerzas
sublevadas se reorganizaron como Ejércitos del Sur (Queipo) y del Norte (Mola),
12
al cual desde ese momento se incorporó el expedicionario. El cuartel general del
Ejército del Norte se situó en Valladolid, manteniéndose sus tropas organizadas
en las divisiones orgánicas 5ª, 6ª, 7ª , 8ª de preguerra y “de Soria”, de nueva
creación. De estas fuerzas, a la 7ª división orgánica (al mando del general
Saliquet) se le asignó un sector del frente que abarcaba desde Toledo capital
hasta el alto de Reventón (de 1.462 metros y situado en la sierra de Villafranca,
al sureste de la provincia de Ávila). Precisamente, fue en esta 7ª división donde
quedaron incorporadas las fuerzas que hasta el 1º de octubre habían constituido el
Ejército expedicionario o “columnas de África”. La 7ª división, con unos
efectivos muy elevados, unos 14.000 hombres, quedó a su vez organizada en dos
sectores: norte y sur, separados entre sí por una línea imaginaria determinada por
Cebreros, El Tiemblo y San Martín de Valdeiglesias. El sector al norte de esta
línea quedó al mando del general Valdés Cabanilles, con cuartel general en
Ávila. El sector al sur de la misma, con las fuerzas “de África” y cuartel general
en Talavera, quedó al mando del general Varela. De esta forma, en adelante la
cadena de mando de las fuerzas que avanzarían entre Toledo y Madrid quedó
conformada por: Franco – Mola – Saliquet - Valdés Cabanilles (sector norte,
columnas Nevado, Merlo, Santa Pau, Cebollino y Rada) y Varela (sector sur,
columnas 1ª o Asensio, 2ª o Barrón, 3ª o Delgado Serrano, 4ª o Castejón y “de
Caballería” o Monasterio). En el sector sur, jerárquicamente por debajo de Varela
estaba Yagüe, como jefe de un grupo de sus columnas. Reorganizadas tras diez
días de detención, el 6 de octubre de 1936 las fuerzas franquistas al mando de
Varela retomaron el avance hacia Madrid. Daba comienzo la fase hasta entonces
más crucial de la guerra.

Para enfrentar primero a las columnas de África y ahora ante la 7ª división, desde
principios de septiembre, en el campo republicano se había creado el Teatro de
Operaciones del Centro (TOCE), que agrupaba un mismo territorio, mando y
fuerzas como unidad estratégica. El TOCE contemplaba entonces 5 sectores
diferenciados, que abarcaban desde Cáceres hasta Guadalajara, siendo su jefe el
general Asensio Torrado, quien como vimos, había reemplazado en ese mando al
general Riquelme, destituido tras la pérdida de Talavera, el 3 de septiembre. Las
fuerzas de Asensio Torrado sumaban cerca de 25.000 hombres, encuadrados de
derecha (norte) a izquierda (sur) en las columnas mandadas por: Rubio (base en
El Escorial), Mangada (Navas del Marqués - Robledo de Chavela), López -
Tienda (Cenicientos – Escalona – Pelahustán), del Rosal (Sotillo de la Adrada),
Sánchez Plaza (Valmojado, carretera de Extremadura), Mena (base en Olías,
13
carretera de Toledo) y Burillo. Por su parte, mediado septiembre, en el campo
republicano el general Sebastián Pozas se hizo cargo del mando de la 1ª división
orgánica, la que tenía su cabecera en Madrid.

Por decisión de Franco, que desechó otras opciones tácticas posibles, el asalto de
la capital se haría desde el sur y el oeste. Esta era sin duda la dirección más corta,
pero no la más fácil. Cuando reemprendieron la ofensiva, el avance que desde el
día 6 de octubre en adelante hicieron las reorganizadas fuerzas de Mola ya no
pudo ser igual de rápido y exitoso que el previo de las columnas expedicionarias
que alcanzaron Badajoz, Talavera o Toledo, pero se le pareció bastante. La
resistencia republicana estaba más endurecida y les causaba más bajas que antes,
pero continuaba siendo incapaz de frenarlas en campo abierto o de impedirles la
entrada en los pueblos. La hábil manera de maniobrar de las columnas
franquistas, formadas mayoritariamente por las fuerzas rifeñas mercenarias y del
Tercio deshacía toda posibilidad de que los republicanos pudieran consolidar
cualquier idea de frente defensivo fiable y duradero, sobre todo en el sector sur,
donde el terreno era ondulado o directamente llano. Este panorama se veía
agravado además por la decisión de Asensio Torrado de pasar localmente al
contraataque cada vez que se presentaba la posibilidad, en lugar de ir
disponiendo sucesivos repliegues ordenados y paulatinos de sus unidades. Haber
asumido antes y mejor las evidentes carencias y limitaciones propias hubiera
ayudado al mando republicano a cambiar de táctica defensiva y con ello, a
reducir el número de bajas y la pérdida continua de territorio y de material de
guerra dentro del triángulo formado por Ávila, Toledo y Madrid.

Una semana después de abandonar Toledo y las posiciones sobre las que se
habían detenido para centrarse en poner fin al asedio del Alcázar, las dos
agrupaciones de la 7ª división de Saliquet ya ocupaban la línea determinada por
los pueblos de Bargas – Santa Cruz del Retamar – Escalona – San Martín de
Valdeiglesias – Cebreros – Navalperal de Pinares. Ya tenían por tanto un pie
dentro de la provincia de Madrid. Las columnas republicanas estaban siendo
derrotadas o puestas en fuga en todo el frente, pero a pesar de este formidable
balance, el mando franquista seguía ordenando que se mantuviera la presión,
incluso a costa de dificultar la necesaria reagrupación de fuerzas o de estrechar
en exceso el ancho de su frente de avance. Viendo que el enemigo republicano
incrementaba la resistencia a pesar del castigo que estaba recibiendo a diario, se
intuía que el tiempo ya resultaba un factor determinante para la victoria. En

14
consecuencia, el mando franquista reforzaba preferentemente al sector que
demostrara mayores posibilidades de penetración en campo enemigo. Madrid, a
pesar de todo, seguía estando lejos (una media de unos 75 kilómetros por
carretera) y hasta las tropas mejor instruidas tenían un límite de resistencia.
Aunque no se atrevieran a manifestarlo, es muy posible que muchos jefes
franquistas ya se estuvieran cuestionando si había sido acertado el desvío de la
dirección principal de avance para “liberar” Toledo. En paralelo, ya estaban
desembarcando en los puertos republicanos las primeras armas y asesores
soviéticos y crecía entre las distintas organizaciones populares el convencimiento
de que había que reforzar la disciplina, el esfuerzo en favor del mando único y la
militarización de las milicias. En Madrid se sentía como nunca antes la amenaza
que representaba el avance franquista y su población se empezaba a debatir entre
una serie de opciones personales y colectivas que iban desde el derrotismo a la
movilización completa. Los refugiados de los pueblos atacados, cada día menos
lejanos, ya eran muy numerosos en la ciudad y seguían llegando diariamente por
las principales carreteras que venían del frente. Para los vecinos de Madrid no
podía existir mayor evidencia que esa de que la guerra se les estaba echando
encima.

En esa situación, ante la perspectiva cada vez más clara de que se acabaría
combatiendo por la defensa cercana de Madrid, se encontraba en marcha desde
tiempo atrás un complicado proceso de reorganización (y posteriormente de
militarización) de las columnas republicanas. Esto estaba suponiendo un gran
esfuerzo organizativo e ideológico para los dirigentes de las distintas
organizaciones políticas y sindicales y para sus militantes, que eran los
combatientes de sus respectivas unidades milicianas. En agosto de 1936 se dio un
importante paso con la creación de las Milicias Populares Antifascistas, una
organización unificada en el ámbito de Madrid pensada para encuadrar a todas
las unidades de ese tipo controladas hasta entonces exclusivamente por sus
distintas organizaciones. El órgano que en adelante debía trabajar y velar por la
disciplina de las milicias sería el Comité Central de Guerra, formado por dos
representantes de cada organización adherida y cuya misión principal sería la de
hacer cumplir las normas que él mismo dispusiera o que vinieran del Estado
Mayor del Ministerio de la Guerra. A la par, este Comité Central de Guerra
tendría representación delegada en todos los departamentos de Defensa que
tuvieran relación con las milicias. Si como parece, este proyecto se llevó a cabo,
estaríamos ante la colaboración en cierto pie de igualdad entre la estructura

15
gubernamental que se iba reconstruyendo y una organización miliciana a la que
sus propias carencias y limitaciones forzaban a ir aceptando la necesidad de un
mando y una organización militar únicas. Unos dos meses más tarde, a principios
de octubre, todo apunta a que las fuerzas milicianas se habían integrado dentro de
la Comandancia de Milicias que formaba parte del EM del Ministerio de la
Guerra, lo cual significa que, aunque mantienen un relativo grado de autonomía,
este tipo de unidades en la zona Centro ya se ha puesto a las órdenes del
Gobierno (de Largo Caballero), del que sus organizaciones y partidos forman
parte mayoritariamente. De esta forma, con fecha de 8 de octubre, varios
batallones milicianos, sendos de voluntarios (un tipo de unidad voluntaria no
derivada de una organización política concreta que se ensayó pero que no llegó a
prosperar) y varias unidades regulares constituían las dos primeras brigadas
mixtas (1ª y 2ª; ya no había nombres). Las brigadas mixtas se convertirían
rápidamente en las unidades base del nuevo Ejército popular en construcción.
Llegarían a formarse cerca de 250, sin contar las fuerzas del norte. (AGMAV, caja
1165, carp.10) o (AGMAV - 225/11)

16
3. Varela y Valdés Cabanilles llegan al Perales.
Inicio de la batalla por Madrid

Navas del Rey, Chapinería y Aldea del Fresno


El día 13 de octubre de 1936, desde el cuartel general de la agrupación de
columnas del general Varela situado en Talavera de la Reina, se dicta una orden
de ataque para sus fuerzas, situadas a lo largo de la línea Toledo – Bargas –
Villamiel – Fuensalida – Portillo – Santa Cruz del Retamar – Quismondo –
Escalona – Almorox – San Martín de Valdeiglesias. Para el día D, que se
comunicaría en el momento preciso, el mando marcaba como objetivo la
ocupación de una nueva línea que en su mitad izquierda (la que interesa a este
estudio) debía alcanzar los pueblos de Méntrida, Aldea del Fresno y Chapinería.
La maniobra de avance sobre los dos últimos objetivos iba a estar a cargo
respectivamente de las columnas 3ª (Delgado Serrano) y 4ª (Castejón), que
formarían una agrupación al mando del coronel Yagüe que avanzaría de oeste a
este. El río Alberche, que se interponía entre las posiciones de partida y las que
se debían alcanzar, se debía cruzar por sus puentes, pero en caso de encontrarlos
destruidos, se pasaría por los vados al sur del ferrocarril de Villa del Prado (línea
Madrid – Navalcarnero - Almorox). Confiando en encontrar intacto “su” puente,
la columna nº 3 avanzaría a lo largo de la carretera Cadalso de los Vidrios –
Navalcarnero (actual M-507), mientras que más al norte, la nº 4 haría lo propio
sobre la carretera de San Martín de Valdeiglesias a Chapinería. Otra agrupación,
en base a las columnas 1ª y 2ª avanzaría simultáneamente desde la derecha del
frente, siguiendo el eje sur a norte determinado por Santa Cruz de Retamar –
Torre de Esteban Hambran - Méntrida. Las dos columnas de Yagüe contarían
para esta acción con su propia artillería (sendas baterías de 75 mm y de 105 mm)
más otra batería de 105 mm que les fue puesta a disposición y eventualmente,
una de 155 mm bajo mando directo de Varela. Además, dispondrían de dos
compañías de Zapadores, 4 carros blindados y de alguna artillería antiaérea.
(AHEA, A-9112) o (AHEA – 8/1)

El mando franquista estimaba que para tomar los tres pueblos señalados, sus
columnas 3ª y 4ª se enfrentarían a un núcleo de unos 2.500 a 3.000 hombres,
encuadrados según la información que tenían, en las columnas Del Rosal y López
– Tienda (al sur de la anterior). Unos 1.700 de esos combatientes pertenecían a

17
dos centurias catalanas que ya mostraban una moral baja desde el combate en el
que habían perdido San Martín de Valdeiglesias tras sufrir cerca de 100 bajas,
entre las que se contaban sus principales jefes, que resultaron heridos. Se tenían
noticias además de la existencia de posibles refuerzos enemigos, pero en ese
momento no estaban detectados ni confirmados. Tras la pérdida de Almorox y
San Martín de Valdeiglesias, todas esas fuerzas republicanas se habían retirado
también de Villa del Prado con la intención de hacerse fuertes en torno a Aldea
del Fresno, con el río Alberche por delante. El puente existente allí (de La
Pedrera), era mayor que el de Escalona, pero igual que este, estaba preparado
para ser volado al primer aviso que llegara por medio de un teléfono tendido con
este propósito desde la estación de Villa del Prado. La línea de resistencia que las
columnas republicanas estaban intentando crear a contrarreloj se encontraba
situada sobre unas alturas que dominan la izquierda del río, llamadas Altos del
Peral. En Talavera se daba por hecho que esa línea se extendía también hasta
Méntrida y que a retaguardia de la misma existiría artillería.

La orden que recibió la aviación franquista el día siguiente, 14 de octubre, estaba


también emitida en Talavera de la Reina y comunicaba la acción prevista para las
tres columnas antes citadas. La 3ª y 4ª debían alcanzar en una primera fase de su
avance la línea Pelayos de la Presa – Villa del Prado, para a continuación pasar
el Alberche por los puentes de sus respectivas carreteras. En el caso de
encontrarlos destruidos utilizarían los vados existentes al sur de Aldea del Fresno
(actual zona recreativa y de baños) y una vez salvado el río por ese punto,
avanzarían hacia sus objetivos: Aldea del Fresno y Chapinería. De esta forma, si
encontraba el puente de Pelayos volado, la columna que finalmente atacó
Chapinería debería progresar por la carretera de Aldea del Fresno, sin pasar por
Navas del Rey. Las tres columnas contarían con un total de siete tanques, de los
cuales, dos serían para la que iba a actuar sobre Chapinería y tres para cada una
de las otras. Se mencionaba además en esta orden para la aviación que sobre
Chapinería cooperaría también una columna del sector de Ávila (dependiente de
Valdés Cabanilles), que partiendo desde una zona cercana a Robledo de Chavela
y Colmenar del Arroyo avanzaría de norte a sur sobre Navas del Rey y
Chapinería. (AHEA, A-9112) o (AHEA – 8/1)

Como estaba previsto, la ocupación de Méntrida, Aldea del Fresno y Chapinería


se materializó el día 15 de octubre. De vuelta a su aeródromo base, el parte de
misión que redactó el jefe de la 1ª escuadrilla Heinkel de reconocimiento decía:

18
Orden: Reconocer el frente de San Martín de Valdeiglesias y Pelayos y
bombardear lo que se considere pertinente. Parte: Se despega 7,45 y se llega al
frente 8,10. Se efectúa un detenido reconocimiento del puente sobre el río
Alberche en la carretera de San Martín de Valdeiglesias a Madrid y se observa
el puente cortado y una avanzadilla de nuestras fuerzas en el punto n del
croquis, avanzadilla que está jalonada por paineles. En el pueblo de Navas del
Rey se observa una bandera roja en el Ayuntamiento. En los segmentos a-b y b-c
se ven 20 camiones y 10 autobuses, que se bombardean y ametrallan, igual que
unas trincheras que hay en el punto t. No se observa movimiento hacia
Chapinería por parte de nuestras tropas desde Aldea del Fresno y sí, por el
contrario, sobre la carretera de San Martín de Valdeiglesias a Madrid, sobre la
que se ven, pasado Chapinería, algunos vehículos hacia la capital. Se regresa y
se aterriza sin novedad a las 10,15.

A media mañana una nueva misión de observación despega de Talavera, esta vez
a cargo de la 2ª escuadrilla Heinkel.

A las 10,30 reconocimiento y bombardeo de la zona de Navas del Rey a


Chapinería. Columna enemiga entre esos dos pueblos numerosa en camiones y
gente. Fue bombardeada, huyendo por efecto del bombardeo. Nuestra columna
de San Martín tiene al grueso hasta el puente y luego unas avanzadillas
jalonadas a los lados de la carretera. Un Potez enemigo huyó al vernos ir hacia
él, sin afectarnos al bombardeo. En Aldea del Fresno paineles nuestros y una
columna de Infantería y Caballería que va por la carretera hacia Méntrida.

Más tarde, a las 15 horas un piloto del grupo de Junkers confirma:

Las fuerzas han ocupado Chapinería, al parecer sin resistencia. No habiendo


otros objetivos, me retiro.

El parte aéreo del día, manuscrito y muy escueto, resumirá:

Operación sobre Chapinería: Cazas, 7 servicios para dominio del aire sobre el
frente San Martín – Santa Cruz. Heinkel, protección avance columna y de
trabajos reparación puentes Alberche. Junkers bombardeó retirada enemigo de
Chapinería. Un Potez avistado. Capotó avioneta. Personal sin novedad.

Como estaba previsto, Chapinería, Aldea del Fresno y Méntrida fueron tomadas
por las columnas franquistas el 15 de octubre tras un avance que al parecer no

19
encontró resistencia seria y cuyo mayor obstáculo pudo haber sido la voladura
parcial de los puentes del Alberche. Esta circunstancia obligó a los vehículos a
tener que esperar para superar el tramo destruido mediante una obra construida
por los zapadores, mientras que la infantería no habría tenido mayores problemas
para cruzar el río y continuar por la vía más corta hacia sus objetivos. De esta
forma, Navas del Rey debió ser atacada desde la carretera de Pelayos de la Presa
y probablemente también desde la dirección de Robledo de Chavela, con fuerzas
seguramente menores y pertenecientes a las columnas de Valdés Cabanilles.
Poco después, Chapinería fue envuelta desde Navas del Rey y desde la dirección
de Colmenar del Arroyo. A las 15 horas Chapinería ya era de los sublevados,
igual que todo el tramo bajo del río Perales, el que discurre desde la altura de
Chapinería hasta su desembocadura en el Alberche, junto a Aldea del Fresno.
(AHEA, A-9112) o (AHEA – 8/1)

Navalcarnero
Sin permitirse detener la maniobra para aprovechar la debilidad del enemigo, de
cara al 16 de octubre el mando del sector sur de la 7ª división informa que la 4ª
columna (Castejón) se encuentra sobre la línea Navas del Rey – Chapinería –
Aldea del Fresno, mientras que la 3ª (Delgado Serrano) ha dejado una unidad en
Méntrida y con el resto de sus efectivos se dispone a operar sobre Valmojado. La
acción principal del día recae en la 1ª columna (Asensio), que desde tres
direcciones diferentes debe converger sobre la carretera de Extremadura en la
zona de Valmojado – Casarrubios del Monte. A la aviación se le marcaron las
habituales misiones de reconocimiento (Romeos y Heinkel), protección (Fiat y
Heinkel) y bombardeo (Junkers). Existía una superioridad aérea franquista bien
asentada en los aparatos y pilotos alemanes e italianos que formaban las plantillas
junto a los españoles. Gracias a la implicación directa de las potencias fascistas,
sobre todo desde mediados de septiembre Franco disponía de una perceptible
ventaja sobre la aviación española de preguerra que había quedado en manos del
Gobierno. No sería por mucho tiempo, porque en noviembre esa situación iba a
cambiar mucho, pero de momento, el parte aéreo del día 16 de octubre certificaba
la ocupación de Valmojado y Casarrubios del Monte por la columna de Asensio.
El rodillo, por aire y tierra, funcionaba a la perfección. (AHEA, A-9112) o (AHEA – 8/1)

20
De ese mismo día, 16 de octubre, hay evidencias de que la columna republicana
López - Tienda estaba presente en Fresnedillas de la Oliva, Navalagamella,
Quijorna y Brunete; la guerra ya había alcanzado de lleno el río Perales y
momentáneamente sus riberas eran quizás el frente más activo de España. Los
días 17 y 18 la 7ª división emprendió una nueva operación terrestre y aérea con la
mitad derecha de su dispositivo, en plena provincia de Toledo. Mientras, en la
mitad izquierda del mismo se consumaba la ocupación de Robledo de Chavela (el
17) y de su estación ferroviaria (el 18) por fuerzas de Valdés Cabanilles. Al
llegar el 19, el esfuerzo principal retorna nuevamente a la zona izquierda del
sector sur, en la que se emplean las fuerzas para consolidar los avances realizados
previamente y para reconocer los que serían los próximos objetivos a ocupar. El
más importante de esos objetivos era sin duda Navalcarnero, por ser el punto
central y principal de la resistencia republicana en la izquierda del sector de
Varela. Según los informes disponibles en Talavera, este importante pueblo
parecía estar defendido hacia el norte, oeste y sur mediante dos líneas de
trincheras y alambrada concéntricas, donde la interior distaba un promedio de
500 metros de las últimas casas y la exterior, 1.000 metros. No se conocía con
precisión el número de defensores, pero se estimaba elevado. En cambio, si se
sabía que la columna que operara desde Valmojado encontraría enfrente a unos
700 hombres apoyados por tres piezas de artillería intentando cerrarles el paso.
En contraste, otros pueblos menores del entorno simplemente no tenían
guarnición. Navalcarnero, Villamanta y El Álamo serían atacados el día 21.
(AHEA, A-9112 y J.M. Martínez Bande. Monografía nº 1, “La marcha sobre Madrid”)

El 21 de octubre, la línea ocupada por Varela para operar sobre los tres objetivos
señalados estaba determinada por Aldea del Fresno, Méntrida, Valmojado y
Casarrubios del Monte. Cada una de las dos columnas que serían puestas en
acción estaba formada por dos tabores de Regulares y una bandera del Tercio,
más una mehala jalifiana, carros, artillería ligera y los servicios habituales. Con
bases de partida en Méntrida y Valmojado, la primera de estas columnas
avanzaría por la carretera Méntrida – Villamanta, mientras que la otra, dividida
en dos partes, destinaría una de ellas a El Álamo y la otra a Navalcarnero, para
rodearlo por el este y cortar la posible retirada de sus defensores hacia Madrid.
Como en todas las ocasiones anteriores, también en Navalcarnero y en los
restantes objetivos del 21 los planes de Varela se consumaron sin mayores
dificultades. Los republicanos, pertenecientes a las columnas Sánchez Plaza y/o
Escobar, ofrecieron una resistencia que intentó ser tenaz frente a las fuerzas de
Asensio y Delgado Serrano, pero sufrieron una verdadera debacle. Los que no
21
murieron ni fueron copados por el ataque envolvente se vieron forzados a
replegarse en desorden hacia el Guadarrama o Sevilla la Nueva, por caminos o
campo a través. A la hecatombe en tierra se debe sumar el derribo de entre dos y
tres aparatos republicanos y el incendio de uno de sus globos cautivos. Las
trincheras fueron también atacadas desde el aire mediante ametrallamientos y el
lanzamiento de al menos 40 bombas, mientras que bombarderos Savoia eran
empleados para actuar contra objetivos cercanos al puente del Guadarrama, en la
carretera a Móstoles.

Un testimonio republicano sobre la defensa y pérdida de Navalcarnero relató el


día 22:

Navalcarnero en poder de las fuerzas facciosas después de un duro combate con


la completa derrota de nuestras fuerzas, las cuales se han quedado deshechas. El
combate se llevó a cabo de la siguiente manera: eran las cuatro y media de la
tarde de ayer cuando empezaron a volar siete aparatos facciosos y a disparar
cuatro piezas del 15.5 y seis del 10.5. A la media hora aproximadamente
aparecieron 26 tanques oruga disparando sus ametralladoras y detrás de los
tanques unos 5.000 facciosos compuestos de legionarios, moros y fascistas,
llegando hasta las puertas del pueblo después de luchar cuerpo a cuerpo con
nuestras fuerzas y siendo aplastados muchos de nuestros compañeros por los
tanques, pero se siguió luchando a pesar de que habían disminuido
completamente, y cuando estaban en el mayor ímpetu de la lucha recibieron
orden de hacer la retirada, quedando el campo sembrado de cadáveres de
nuestras fuerzas y quedando en poder de los facciosos dos compañías del
batallón alicantino, de las que se ignora la suerte que hayan podido correr. (J.M.
Martínez Bande. Monografía nº 1, “La marcha sobre Madrid”)

Consecuencia directa de la suma de tantas pérdidas graves, entre los días 20 y 22


de octubre se produjeron cambios relevantes en la cadena de mando republicana:
el general José Miaja Menant reemplazó al general Pozas al frente de la 1ª
división orgánica de Madrid, mientras que este sustituyó al general Asensio
Torrado como jefe del TOCE, quien a su vez pasó a ser subsecretario del Ejército
de Tierra, un cargo sin mando directo sobre las tropas, pero con una trascendente
cercanía al ministro de la Guerra y vital en la organización de los recursos y las
fuerzas militares. (Antonio Cordón. “Trayectoria”)

Pocos días después de tomar Navalcarnero, el 26 de octubre, sabemos por fuentes


de la propia aviación franquista que se encontraban operando en el aire 15 Fiat, 8
22
Romeo, 4 Savoia y 6 Junkers (todos ellos, aparatos alemanes e italianos).
Protegida por esta aviación, en tierra, dos tercios de la infantería “nacional” del
sector sur de Varela era rifeña, aparte de los extranjeros que pudiera haber en la
Legión. Frente a ellos, la aviación gubernamental ni siquiera consiguió aparecer
ese día, por lo que las misiones de observación y bombardeo sobre la zona de
inminentes operaciones no encontraron ni una mínima oposición. Se volaba por
tanto con completa impunidad sobre el frente de Chapinería y Colmenar del
Arroyo, así como sobre las carreteras del primero de esos pueblos a Madrid y su
ramal hacia Villamantilla, lugares todavía en manos del Gobierno. (AHEA, A-9112) o
(AHEA – 8/1)

Brunete
A fin de consolidar el dominio de la zona recién ganada, Varela (cuyo cuartel
general se había adelantado para entonces desde Talavera a Yuncos) procedió a
completar el control de la orilla derecha del río Guadarrama tan rápido como le
resultó posible, antes de cruzarlo en dirección a Madrid. Con este fin, para el día
1º de noviembre, teniendo la línea propia sobre Chapinería – Aldea del Fresno –
Villamanta – Navalcarnero, se dio la orden de tomar Villamantilla, Villanueva de
Perales, Sevilla la Nueva y Brunete, pueblo este último que se debía desbordar
por el noroeste. Para este fin volverían a emplearse tres columnas que sumaban
en torno a 6.000 hombres. La nº 1 (Asensio), con puesto de mando y fuerzas (un
tabor de Regulares y una bandera de la Legión) situados en Navalcarnero,
progresaría por la carretera a Sevilla la Nueva y Brunete con la misión de
cooperar en la ocupación de ese último pueblo envolviéndolo por el sureste. La
nº 3 (Delgado Serrano), con puesto de mando y fuerzas (dos tabores de
Regulares, una bandera de la Legión y una compañía de carros de combate) en
Valmojado, Villamanta y Aldea del Fresno, seguiría el itinerario Villamanta –
Villamantilla – Villanueva de Perales – carretera de San Martín de Valdeiglesias
a Brunete y atacaría este último desde el noroeste. La nº 4 (Castejón), con puesto
de mando y fuerzas (dos tabores de Regulares, una bandera de la Legión, una
batería de obuses y 5 carros blindados) en Chapinería y Navas del Rey, partiría
desde Chapinería para moverse a lo largo de la carretera a Madrid con la misión
de cubrir el flanco izquierdo de las otras dos columnas frente a posibles ataques
republicanos desde el entorno del río Perales o Quijorna. El cuartel general de
esta agrupación de tres columnas estaría en Valmojado, y su jefe, adelantado en
23
Navalcarnero. Se dispuso que de forma permanente hubiera en el aire una
escuadrilla de reconocimiento y bombardeo para cooperar con las fuerzas de
tierra. Los Savoia quedarían en reserva ya cargados con bombas de 2 y 50 kilos,
a la espera de recibir órdenes de despegar para batir los objetivos que les fueran
señalados sobre la marcha. La caza debía asegurar una protección permanente a
las misiones de bombardeo y a las columnas. Durante ese día, 1º de noviembre,
un grupo de tres aparatos Romeo hace su primer servicio de reconocimiento
desde las 7,30 horas e informa a media mañana:

Ha sido ocupada Villamantilla por la columna nº 3. La columna que salió de


Chapinería ha avanzado muy poco, y la que progresa desde Navalcarnero ya ha
tomado Sevilla la Nueva. Se observa algún enemigo entre Villamanta y
Chapinería, pero en pequeño número.

Otro vuelo realizado entre las 12 y las 13,40 horas reporta que se ha hecho el
acompañamiento de las tres columnas propias que operan hacia Brunete, se han
efectuado observaciones y se ha bombardeado las concentraciones enemigas
descubiertas. Su parte dice:

Situación de las fuerzas propias: La columna que partió desde Navalcarnero se


vio obligada a desplegarse al noreste de Sevilla la Nueva, a la altura de la casa
de peones camineros, entre este pueblo y Brunete. La carretera, poco antes de su
paso por la mencionada casa de peones camineros ha sido volada en dos puntos
mediante minas. La columna que partió de Villamanta avanza tras dejar atrás
Villanueva de Perales, ya ocupado. La preceden los carros de combate, que
están a un kilómetro al norte de este último pueblo. También avanza la columna
de Chapinería, que está a unos dos kilómetros de alcanzar el cruce de la
carretera a Brunete con el ramal que va a Villanueva de Perales. Se bombardea
una caravana de camiones enemigos detectados sobre la carretera a Chapinería,
cerca de Brunete; también un gran atrincheramiento situado al sureste del cruce
a Villanueva de Perales. A las 12,30 horas los milicianos resisten en torno a la
casa de peones camineros entre Sevilla la Nueva y Brunete, pero en torno a las
15 horas se observa desde el aire como la columna procedente de Navalcarnero
está entrando en Brunete por el cruce de carreteras. Cerca de la entrada al
pueblo hay carros de combate nuestros que lo están envolviendo por el flanco
oeste y otros están atravesando la carretera para cubrir el flanco opuesto. Las
columnas que tenían como objetivo el cruce de la carretera de Chapinería a

24
Brunete con el camino de Villanueva de Perales ya se encuentran en ese punto.
Situación de las fuerzas enemigas: En la carretera de Chapinería a Brunete, en
la curva que hay antes de llegar a este pueblo se ven 10 camiones parados, sin
observarse movimiento de enemigo. En la zona cercana a la carretera de
Navalcarnero a Móstoles, pasado el puente sobre el Guadarrama y sobre el
kilómetro 22 se ve gente estacionada y tres camiones, así como
atrincheramientos a ambos lados de la carretera. (AHEA, A-9112) o (AHEA – 8/1)

Desde el lado republicano, la documentación sobre este episodio es muy escasa,


pero la encontrada no contradice lo recogido hasta aquí. Parece confirmado que
la defensa de Brunete del día 1º de noviembre estuvo a cargo de las fuerzas
encuadradas en la columna López - Tienda. Creemos saber que este oficial de
carrera se llamaba Rafael, era de Ingenieros, tenía 35 años y acababa de ser
ascendido de capitán a comandante solo una semana antes, el día 25 de octubre.
En días previos a la pérdida de Brunete, un documento republicano situaba a la
columna López - Tienda en posesión de las casas de Malpartida y de Milla (algo
al este de Chapinería, sobre el km 30 de la actual carretera M-501) y en
Villanueva de Perales, Villamantilla, Sevilla la Nueva, Fresnedillas de la Oliva y
en Brunete. Sus efectivos totales alcanzaban los 5.073 hombres, de los cuales 943
guarnecían Brunete. Un puñado de ellos pertenecían a intendencia y sanidad,
mientras que los restantes 900 eran la infantería y estaban encuadrados en la
columna Libertad, formada a su vez por dos agrupaciones: Ilia Eremburg y
Jaume Graells, de las “columnas Catalanas” que ya entonces estaban presentes en
los frentes de la zona central, demostrando que la defensa de Madrid era una
causa común de todas las fuerzas populares, independientemente de su
procedencia. Como vemos, en plena fase miliciana de la guerra, protagonizada
por trabajadores en armas apenas militarizados, el término columna resultaba tan
impreciso que unas columnas podían contener a otras o a restos de otras. Eran
por tanto fuerzas con efectivos muy variables y con una cadena de mando
precaria que además de sufrir serias carencias en la conducción de la lucha,
tampoco llegaba a atender a los aspectos más formales o burocráticos del mando.
Esto ha provocado que a nuestros días haya llegado muy poca información
republicana de ese primer periodo de guerra, razón por la que apenas conocemos
datos de estas operaciones.

Todo apunta a que a lo largo de la mañana del 1º de noviembre, las fuerzas de


López - Tienda se vieron forzadas a replegarse sobre Brunete a medida que iban
perdiendo sus posiciones de Villamantilla, Villanueva de Perales y Sevilla la
25
Nueva. Por este motivo, parece claro que el propio pueblo de Brunete pudo llegar
a ser defendido por bastante más que los 900 hombres que lo guarnecían al inicio
del día. Igualmente, ni así pudieron evitar que las columnas atacantes los
rodearan y aislaran, según parece entre las 13 y las 15 horas. Cabe imaginar que
quizás la resistencia casa por casa pudo sostenerse durante unas horas más, pero
el destino de Brunete había quedado ya decidido.

Señalada la presencia masiva de combatientes no españoles en las filas


franquistas, sabemos también de la existencia de una centuria llamada Gastone
Sozzi que combatió en las filas republicanas dentro de Brunete. Hay una foto
previa al 1º de noviembre que acredita esta afirmación. También sabemos de un
combatiente voluntario galés que habría muerto días antes en la defensa de
Chapinería, como tantos otros esos días, en cualquier lugar cercano al Perales.
Simultáneamente con estos primeros voluntarios internacionalistas, pero no en
Brunete, ya estaban también presentes en las filas republicanas los primeros
asesores, técnicos y combatientes soviéticos que estaban llegando junto a las
armas vendidas por la URSS a la República. Basándose en buena medida en ellos
y en las grandes capacidades que aportaban, el 29 de octubre se había llevado a
cabo un contraataque sobre Seseña (flanco derecho de Varela), pero a pesar de
realizarse con una compañía (15 unidades) de los nuevos tanques T-26
soviéticos, esta acción no había permitido interrumpir ni debilitar el avance
enemigo de conjunto hacia Madrid. En una situación que se repetirá con
preocupante frecuencia, la infantería republicana, poco instruida entonces en
tácticas de guerra mecanizada, quedó rezagada respecto a los tanques y estos
tuvieron que combatir solos dentro del estrecho casco urbano. Causaron un
importante daño al enemigo, pero perdieron tres de sus unidades con sus
respectivas tripulaciones. Seseña mostró lo difícil que sería el aprendizaje de la
guerra moderna para las unidades que venían de milicias o de recluta, incluso
cuando contaban con el apoyo de los mejores armamentos soviéticos del
momento y de asesores y combatientes del mismo origen. La construcción de un
Ejército popular se llevaría a cabo en medio de la lucha, y esta absorbía todos los
elementos disponibles, antes incluso de que hubieran completado un mínimo
periodo de instrucción. La urgencia imperaba claramente sobre la planificación y
aun así, la República empezaba a mostrar los dientes. Los cambios se estaban
acelerando mucho en su zona a medida que la guerra se aproximaba a Madrid.
Pronto se notaría.

26
Una vez hubieron controlado el interior de Brunete y reagrupado sus fuerzas, el
esfuerzo de las columnas de Varela se dirigió a cruzar el río Guadarrama por la
carretera a Madrid, por lo que Villanueva de la Cañada y Boadilla del Monte
pudieron permanecer entonces republicanas. Por contra, el día 3 fueron ocupados
los pueblos de Villaviciosa de Odón y Móstoles; el 4, Alcorcón, Leganés y
Getafe. El 5 la lucha por Madrid ya estaba entre Leganés y los suburbios de la
capital. Se acercaba el momento crucial de la guerra. Franco había llegado a
Madrid y sus vanguardias se encontraban el día 5 de noviembre a menos de 8
kilómetros de la Puerta del Sol.

Mientras eso pasaba en el sector sur (de Varela) de la 7ª división, en su sector


norte, el menos activo, las vanguardias del coronel de Infantería Manuel
Palenzuela Arias, que había reemplazado en el mando a Valdés Cabanilles el 3 de
noviembre, alcanzaron durante la primera semana de ese mes la línea Peguerinos
– Robledo de Chavela. El siguiente salto permitió que la columna Rada
(subordinada a Palenzuela) ocupara, aparentemente sin combates, los pueblos de
Fresnedillas de la Oliva (día 5), Colmenar del Arroyo (día 7), Navalagamella (día
8) y Quijorna (día 13). Con esto, a la par que ya se combatía en Madrid, las
fuerzas franquistas añadían el dominio de la zona derecha (occidental) de la
cuenca superior al territorio que ya controlaban en torno al río Perales, que era
toda su ribera derecha y la mayoría de la izquierda (desde Aldea del Fresno hasta
Quijorna). En su nacimiento, este río está formado por tres arroyos que fluyen de
norte a sur por una amplia zona suavemente ondulada. Sus nombres son, de oeste
a este: Moraleja, Vallolín (o Pradejón) y Fuente Vieja. Al otro lado del ancho
nacimiento y de la parte alta del escarpado curso fluvial, permanecían
republicanas Zarzalejo, Valdemorillo y El Escorial.

27
4. Batallas por Madrid. El frente del río
Perales hasta marzo de 1937

La batalla de Madrid, entendida como el asalto frontal de las columnas del


general Varela a partir de su llegada a los arrabales del oeste de la ciudad, se
extendió desde el 7 al 23 de noviembre de 1936. Apenas antes de lanzar su
ataque, dentro de la 7ª división franquista el sector sur bajo su mando englobaba
a 9 columnas, de las que un máximo de 6 serían las que llegarían a participar de
forma directa y simultánea en los combates. Atendiendo solo a la infantería, los
efectivos totales al mando de Varela alcanzaban los 32 batallones, mientras que
los del sector norte, al mando de Palenzuela, eran 8. De izquierda a derecha (o de
norte a sur), este era el despliegue de las columnas de Varela: Vanguardia: 4ª o
Castejón en Retamares; 1ª o Asensio en Campamento; 2ª o Barrón en
Carabanchel Alto; 5ª o Tella en Villaverde. Reserva: 3ª o Delgado Serrano en
Móstoles y Alcorcón; 6ª, sin un mando designado, en Fuenlabrada, Leganés y
Getafe. Cobertura de flancos: 7ª o Bartomeu en Brunete y Villaviciosa de
Odón; 8ª, sin un mando designado, en Pinto y Añover de Tajo y 9ª o “de
Caballería” en Valdemoro.

La suma de todas las unidades de la 7ª división de Saliquet alcanzaba una cifra


cercana a los 20.000 hombres (15.000 de Varela y 5.000 de Palenzuela). Sin duda
era una cantidad muy alta en relación con la plantilla normal de una división,
pero resultaba sumamente ajustada cuando de lo que se trataba era de llevar a
cabo las misiones que tenía asignadas. Por delante aguardaban la ocupación de
una ciudad de cerca de un millón de habitantes y el control de un frente que
mantenía fijos sus extremos en la ciudad de Toledo y en el alto de Reventón, en
Ávila, pero había alargado sus líneas considerablemente desde que fue
inicialmente determinado, al iniciarse el mes de octubre. A pesar del triunfalismo
real o fingido con el que el mando sublevado encaró el asalto inicial a Madrid,
cabe imaginar que todos los escalones del Ejército del Norte estarían intentando
llevar a vanguardia o poner en reserva inmediata al máximo posible de tropas
capacitadas para el combate. Mientras, las poblaciones de retaguardia, los
sectores de menor importancia o los que tenían una orografía favorable para la
defensa, verían aumentar la proporción de fuerzas de Guardia Civil, Falange y
auxiliares en relación con las puramente militares. Fuera del espacio
28
comprendido entre el límite norte de la Casa de Campo y Villaverde, toda
actividad ofensiva relevante quedó en suspenso al iniciarse el asalto a Madrid.
No obstante esto, ya se vio que en esos mismos días la columna Rada amplió su
zona de control sobre el triángulo formado por Colmenar del Arroyo,
Navalagamella y Quijorna, seguramente sin necesitar combatir, porque los
republicanos estaban todavía más apurados de efectivos. Desde ese momento, la
divisoria entre los sectores norte y sur de la 7ª división fue la carretera de Brunete
a San Martín de Valdeiglesias. Villanueva de la Cañada parecía ser entonces
tierra de nadie, mientras que una parte de la frontera entre las zonas sublevada y
leal quedaba marcaba por el área de nacimiento y el tramo inicial del río Perales.
Respectivamente, y de norte a sur, de un lado estaban Robledo de Chavela,
Fresnedillas de la Oliva y Navalagamella y del otro Zarzalejo y Valdemorillo.

Pasados tantos años, resulta casi imposible fijar detalles tales como el día preciso,
pero sabemos por la memoria oral recogida a tiempo, que ante la inminente
llegada de las columnas franquistas, una parte significativa de la población de los
pueblos cercanos al Perales escapó hacia Madrid, Valdemorillo, Galapagar, etc.
Los más afortunados alcanzaron a llevarse parte de sus animales y los enseres
que pudieron cargar en un carro, mientras que otros debieron escapar
directamente desde el campo en el que estaban trabajando, sin siquiera poder
pasar por casa. En el caso de Quijorna, que según parece fue el último pueblo de
la zona en ser ocupado durante la fase de aproximación franquista a Madrid, la
principal fecha de éxodo de civiles debió ser la misma de la ocupación de
Brunete: el 1º de noviembre. Recordemos que durante esa operación existió una
columna atacante cubriendo el flanco norte o derecho de las otras dos, con la
carretera de Chapinería a Madrid como eje de marcha. Probablemente esa fuerza
llegó a desplegarse también frente a Quijorna, en previsión de un eventual
contraataque desde allí, incluso quizás entró en el pueblo, aunque luego no dejara
ninguna guarnición en él. Reiteramos la dolorosa falta de documentación sobre
muchos detalles de este periodo, situación que es más aguda en el campo
republicano.

Madrid

Como ya se mencionó, al llegar la jornada previa al asalto de Madrid, el mensaje


trasmitido por el mando franquista era el de seguridad absoluta en la inminente
29
entrada en la ciudad, al punto de que incluso ya estaban redactadas las primeras
órdenes para cuando la ocupación estuviera consumada. Matizando esta previsión
o deseo, la realidad táctica de sus columnas ofrecía también una cara menos
alentadora, que llevaría a que en el momento decisivo del combate todo
dependiera de la resistencia moral que fueran capaces de demostrar los
defensores. La dificultad que en las semanas previas había encontrado Mola para
avanzar con su sector norte (columnas de Valdés Cabanilles primero y de
Palenzuela después) hizo que el sector sur tomara una clara delantera por el llano,
llegándose así a una situación previa al asalto a Madrid que podía calificarse
como tácticamente pésima. Las columnas de Varela se encontraban lejos de sus
mayores bases de aprovisionamiento y quedaban dispuestas en una cuña
orientada sobre su eje de progresión (la carretera de Extremadura), que
geográficamente era el más difícil. En esta situación, resultaba tentador rehuir el
asalto frontal flanqueando hacia el sur el río Manzanares para atacar por Vallecas
y Vicálvaro, o remontarlo hasta Puerta de Hierro y atacar por la Dehesa de la
Villa, pero ante estas opciones, y contra el criterio de Mola y Yagüe, la orden que
dio Franco fue la de avanzar de frente, alegando la limitación de efectivos
existente. Se fijaría a los defensores por el sur y, partiendo desde Casa de Campo,
se romperían las líneas enemigas para cruzar el Manzanares e irrumpir
inmediatamente en la Ciudad Universitaria y Plaza España, zona que debía servir
como base de partida para los siguientes avances previstos en el interior de la
ciudad.

El 7 de noviembre de 1936, fecha del inicio del ataque franquista a la capital, las
columnas de Varela fueron al choque contra los defensores de Madrid
convencidas de que los arrollarían, y quizás no fueran los únicos que tenían esa
percepción. Poco antes de ese momento, y de una manera bastante poco heroica,
el Gobierno de España casi al completo había abandonado la capital rumbo a
Valencia, no sin antes nombrar al general Miaja (jefe de la 1ª división orgánica)
jefe de la Defensa de Madrid, y al teniente coronel Vicente Rojo jefe de su
Estado Mayor. Les apoyaría en todo lo necesario una Junta de Defensa en la que
participaban todas las fuerzas políticas leales a la República. A la par, Pozas
había sido confirmado como jefe del TOCE. Las fuerzas que en adelante
dependían de Miaja, máxima autoridad en la ciudad, eran todas las columnas que
se habían ido replegando desde el oeste y recién habían sido reorganizadas y
puestas en línea con grandes apuros durante la frenética noche previa (del 6 al 7).
En vista de los antecedentes, nadie podía estar seguro sobre cuál iba a ser su
30
comportamiento colectivo cuando comenzara la batalla. Esas fuerzas, de derecha
(oeste) a izquierda (sur) eran consecutivamente las siguientes: columna Barceló,
3ª brigada y columnas Clairac, Escobar, Mena, Prada, Internacional, Líster y
Bueno. La de Barceló era por tanto la columna que ocupaba una posición más
occidental y la única de la Defensa de Madrid que de alguna manera entraba en
contacto con la zona del río Perales. Un documento de la Comandancia Militar de
Madrid del propio día 7 aclara que esta unidad tenía su puesto de mando en
Majadahonda y que contaba con 4.000 hombres, repartidos en torno a
Valdemorillo, Villanueva del Pardillo, orilla este del río Guadarrama y Boadilla
del Monte. Una vez que terminaba el sector de la columna Barceló, por su
izquierda seguían consecutivamente los de las otras unidades citadas, que estaban
cavando trincheras a marchas forzadas muy por delante de Aravaca, Pozuelo y
Húmera y dentro de Casa de Campo, Alto de Extremadura, Carabanchel, Usera y
Villaverde, hasta alcanzar la vertical de Vicálvaro. Las fuerzas al mando de
Miaja y Rojo contaban en ese momento con unos 10.000 combatientes en
primera línea y otros 10.000 en situación de reserva inmediata. Ocupaban un
frente de unos 30 kilómetros de extensión “incrustado” en el despliegue del
TOCE (recordamos que abarcaba de Cáceres a Guadalajara) al mando de Pozas.
La misión de Miaja, autoimpuesta (porque el Gobierno le había pedido resistir
solo para ganar tiempo y poder terminar de formar las primeras brigadas mixtas
del Ejército popular en construcción), era tan simple de entender como difícil de
cumplir: impedir por todos los medios que Franco entrara en Madrid.

Teniendo en cuenta todo lo dicho sobre los sectores de la Defensa de Madrid y


del TOCE, a continuación por la derecha de la columna Barceló
(aproximadamente a partir del vértice Santa Ana, que equivale a decir el entorno
de la carretera de Brunete a Valdemorillo), la siguiente unidad desplegada
obedecía a Pozas. Casi con toda seguridad, eran las fuerzas de la columna Rubio
(que más tarde serían reagrupadas como 33 brigada mixta) y que se habrían
desplegado entre el citado vértice Santa Ana y La Hinojera de Zarzalejo (sobre la
vía del ferrocarril a Ávila, justo al sur de la carretera de Robledo de Chavela a la
Cruz Verde). Hacia el norte, las fuerzas que enlazaban por la derecha con las de
Rubio eran sucesivamente las columnas Robledo (que más tarde daría lugar a la
34 brigada mixta) y Mangada (que daría lugar a la 32 brigada mixta). Esta
última se había tenido que replegar desde Navalperal de Pinares y Las Navas del
Marqués hasta la ribera izquierda de los ríos Las Herreras y Cofio, en el tramo
norte de este último, el que marca la frontera entre Ávila y Madrid (mucho antes
31
de alcanzar el Alberche en Pelayos de la Presa). Estas columnas milicianas que se
desplegaban a la derecha de Barceló, cubrían el frente republicano determinado
por el río Perales (al que llegaban desde el Santa Ana por el norte del arroyo
Valdeyerno), en Valdemorillo; el arroyo Moraleja (uno de los que nutren al
Perales), en Zarzalejo; envolvían el cerro San Benito; se asomaban al río Cofio y
lo remontaban por el entorno de La Paradilla, Navalespino y Santa María de la
Alameda para, alejándose de los ríos Cofio y Las Herreras, girar al este y bordear
Peguerinos, sin incluirlo. Este último pueblo había sido disputado por las fuerzas
franquistas y las republicanas el 4 o 5 de septiembre, quedando después en tierra
de nadie. Sobre sus riscos y sobre la abrupta línea antes detallada quedaría
detenido entonces el frente, y ya no se movería de ahí durante toda la guerra.

Madrid vivió 17 jornadas de lucha feroz en Casa de Campo, en sus calles, en la


Ciudad Universitaria y en su cielo, en las que el empuje de las tropas y la
aviación sublevadas fue detenido y quebrado frente a la fortaleza en que se
transformó la ciudad. El “¡no pasarán!” pasó de consigna a realidad a partir de la
noche del 6 de noviembre gracias al amparo físico y sicológico que ofrecían el
frente urbano, la acertada política de guerra del PCE y la JSU, la existencia de
una fuerza formada por milicias, unidades regulares y brigadas internacionales en
vías de convertirse en un ejército, las armas soviéticas y la determinación de unos
mandos (con mayoría de profesionales) capacitados. A todo esto hay que sumar
otro factor fundamental: un pueblo que mayoritariamente supo afrontar el peligro
de ocupación y los combates diarios acudiendo a las armas, a los puestos de
trabajo y a los refugios en vez de escapar o desmoralizarse. Madrid supuso no
solo la primera gran victoria republicana, sino también la primera gran victoria
de la democracia contra el fascismo internacional, conseguida contra todo
pronóstico y ante los ojos de medio mundo. El día 23 de noviembre, Franco y sus
generales se reunieron en Leganés para suspender el ataque frontal a Madrid. La
guerra civil en curso entraba en una etapa nueva y muy diferente. (Bande, Reverte y
Cordón, obs. cit.)

Carretera de La Coruña

Finalizando el mes de noviembre, en el campo republicano, el Teatro de


Operaciones del Centro (TOCE) mandado por Pozas, tenía su EM situado en
Alcalá de Henares y contaba con unas fuerzas que alcanzaban los 36.000
32
hombres, en general con poca experiencia de combate. Dentro de este amplio
sector central, se mantenía una zona mucho menor y diferenciada que abarcaba la
línea del frente que discurría ante Madrid y sobre sus flancos: el oeste, que
llegaba hasta la zona de los ríos Guadarrama - Perales y el este, que se extendía
hasta la unión de los ríos Jarama y Manzanares. Este intervalo, que había crecido
hasta los 40 kilómetros de ancho, permanecía bajo las órdenes de Miaja, con su
puesto de mando en los sótanos del Ministerio de Hacienda y unos efectivos que
doblaban los iniciales y alcanzaban entonces los 40.000 hombres, ya veteranos en
su mayoría. La artillería (de todos los calibres) de Pozas contaba con 146 piezas
y la de Miaja con 160, muchas seguramente soviéticas, como la mayoría de sus
mejores armas. La experiencia recién vivida, permitió que en Madrid la
evolución de las fuerzas políticas, mandos y combatientes respecto a la necesidad
de militarización avanzara de una manera más rápida y segura que en cualquier
otra parte de la zona republicana. Prueba de ello es que a mediados de diciembre,
un comunicado conjunto de la Comandancia de Milicias y de la Junta de Defensa
resaltaba que era imprescindible crear un Ejército regular, con mando único y
disciplinado, como única forma de alcanzar una mayor eficacia en la lucha. Ya se
admitía, y hasta se exigía, que debía militarizarse a las unidades milicianas,
convirtiéndolas en batallones y brigadas carentes de identidad partidista. La
diferencia con el pensamiento prevalente tan solo tres meses antes resultaba
abismal. Simultáneamente, el frente de la ciudad y el de sus flancos, que se
estaba fortificando a marchas forzadas aprovechando lo que podía ser solo una
tregua en los combates, fue reorganizado en sectores: 1º sector o ala derecha:
Mando, Kléber. Fuerzas, columna Barceló, brigadas mixtas 3ª, 5ª y “X”, XI y XII
brigadas internacionales. Frente, desde Valdemorillo hasta la Facultad de
Medicina, en la Ciudad Universitaria. 2º sector o centro derecha: Mando,
Álvarez Coque. Fuerzas, brigadas mixtas 2ª, 4ª e “Y” y un batallón de Asalto
como reserva. Frente, desde Medicina hasta la Puerta del Ángel, junto a Casa de
Campo. 3º sector o centro izquierda: Mando, Mena. Fuerzas, columnas Arce,
Prada y Bueno. Frente, desde Puerta del Ángel a Villaverde. 4º sector o ala
izquierda: Mando, Líster. Fuerza, 1ª brigada mixta. Frente, de Villaverde a La
Marañosa. La artillería de mayor calibre, la que no se encontraba agregada a las
unidades menores sino que dependía del mando de conjunto, contaba con 84
piezas y también estaba organizada en cuatro sectores.

Frente a estas fuerzas, del lado franquista, cubriendo la sierra desde Sigüenza
(Guadalajara) hasta el curso alto del río Guadarrama (Cercedilla – Los Molinos),
33
se encontraba desplegada la división de Soria, que enlazaba por su derecha con el
sector norte de la 7ª división, al mando del general Palenzuela. Sumados, los
efectivos de Infantería de estas dos unidades alcanzaban los 38.000 hombres,
mientras que su artillería contaba con 100 piezas. A partir del río Perales, en
Quijorna, la 7ª división entraba en su sector sur, que se extendía por todo el
frente de Madrid y estaba mandado por el general Varela. Sus efectivos eran de
15.000 hombres organizados en 9 columnas y una fuerza de reserva. Su artillería
tenía otras 100 piezas, parte de las cuales, igual que otras armas, habían llegado
de Alemania e Italia y ya habían tomado parte en la batalla de Madrid.

Había fracasado el asalto frontal a la capital, pero la lucha en su entorno


continuaría con mucha intensidad durante el invierno de 1936 a 1937, un periodo
en el que los dos contendientes harían todo lo posible por ganar y retener la
iniciativa de las operaciones. De esta forma, tras detener los combates durante
una semana, el día 29 de noviembre, las fuerzas franquistas de la izquierda del
dispositivo frente a Madrid volvieron a atacar. Partiendo esta vez desde el
Ventorro del Cano, Retamares y Casa de Campo, consiguieron adelantar sus
líneas, pero no entrar en Pozuelo de Alarcón y Húmera, que eran sus objetivos de
máximos. La réplica republicana tuvo lugar el día 1º de diciembre sobre Casa de
Campo, sin ganar nada pero perdiendo muchos hombres. Se hacía cada vez más
evidente que buena parte del resultado de la guerra se estaba decidiendo en torno
a la capital, razón por la cual, aun sin detener los combates, ambos ejércitos
enfrentados aceleraron sus respectivos procesos de reforzamiento y
reorganización. Madrid reclamaba y absorbía todos los recursos disponibles.

El día 9 de diciembre de 1936 el EM del “Ejército de Operaciones del Centro”


daba a conocer unas “Normas generales para la reorganización del Ejército del
Centro” cuyo cumplimiento debía permitir que en su zona de responsabilidad se
pusiera fin a la coexistencia de unidades milicianas con otras regulares. A partir
de cierto momento muy cercano, iban a regir las siguientes reglas: 1º. El primer
jalón para la reorganización del Ejército estribaría en la desaparición dentro de
las columnas de las pequeñas fracciones de Milicias que no permitieran hacerse
una idea clara de las fuerzas que entraban en acción en cada momento ni
alcanzaban la eficacia de los batallones. Desaparecerían completamente todas las
denominaciones particulares propias de los batallones milicianos. La
Comandancia Militar de Milicias asignaría números a todos los batallones ya
organizados. 2º. Con los elementos anteriormente aludidos se debían constituir
batallones cuyos componentes en lo posible pertenecieran al mismo partido
34
político o a agrupaciones sindicales afines entre sí. 3º. Dentro de cada batallón, y
a ser posible dentro de cada brigada, se debía procurar que todo el armamento
fuera del mismo calibre, para lo cual debían hacerse todos los cambios que
resultaran necesarios dentro de las unidades. 4º. Las brigadas se constituirían con
arreglo a las plantillas de las denominadas brigadas mixtas, y esto debía ser
hecho con un criterio semejante al señalado para los batallones. 5º. La división
tendría tres brigadas. 6º. La unión de 2, 3 o más divisiones constituiría un cuerpo
de ejército. 7º. A cada cuerpo se le afectarán dos grupos de Caballería, cada uno
de ellos con tres escuadrones de 150 hombres cada uno. A cada división que
forme parte de un cuerpo de ejército se le afectaría un grupo de Artillería de 105
mm o superior, así como otro a disposición del mando del cuerpo de ejército.
(AGMAV, caja 787, carp.2) o (AGMAV – 48/4)

Durante la primera semana de diciembre, en el campo franquista también


ocurrieron cambios. Se ordenó la creación del cuerpo de ejército de Madrid
ampliando las fuerzas de las divisiones 7ª y de Soria. La orden correspondiente
estaba fechada el 7 de diciembre de 1936 en Navalcarnero. Este es un extracto de
la misma.

Por orden del Ejército del Norte del 6 de diciembre, todas las fuerzas que
forman la 7ª División y la División de Soria se agruparán en un Cuerpo de
Ejército constituido por tres Divisiones según se expresa a continuación:
División de Soria, General Moscardó; División de Ávila, Coronel Serrador;
División Reforzada de Madrid, General Orgaz. (…) La División de Ávila estará
formada por las fuerzas que ocupan el frente desde el pueblo de Navalagamella,
por Guadarrama hasta Navacerrada (inclusive). La formarán dos Brigadas: 1ª
Brigada, Iruretagoyena; fuerzas: las pertenecientes a los Subsectores de La
Granja y el Alto del León (excepto Caballería). 2ª Brigada, Palenzuela; fuerzas:
las restantes del Sector Norte (excepto Caballería). (AGMAV, caja 1900, carp.8, doc.1,
pag.5) o (AGMAV – 207/11)

Fruto de esta importante reorganización, desaparecía la 7ª división. Con su


anterior sector norte, hasta entonces al mando de Palenzuela, se creaba la
división de Ávila, al mando de Serrador. Con su anterior sector sur, hasta
entonces al mando de Varela, se creaba la división Reforzada de Madrid, al
mando de Orgaz. A su vez, la división de Ávila distribuía sus fuerzas en dos
brigadas: la 1ª mandada por Iruretagoyena, al norte (izquierda) del sector
divisionario y la 2ª, mandada por Palenzuela, al sur (derecha) del mismo, desde el
35
límite con Quijorna hasta el entorno de Peguerinos. Serrador tendría su cuartel
general en Villacastín y Palenzuela el suyo en Navalperal de Pinares. Por su
parte, la división Reforzada de Madrid (Orgaz) contaría con tres brigadas (1ª
Varela, 2ª Monasterio y 3ª Fuentes) cuyos sectores abarcarían un frente muy
extenso que por su izquierda enlazaba con la división de Ávila en el Perales,
entre Quijorna y Navalagamella, mientras que por su derecha alcanzaba el Tajo
en Navalmoral de la Mata (Cáceres). Las brigadas 1ª y 2ª constituían los frentes
oeste y sur de Madrid, mientras que la 3ª extendía su frente sobre el Tajo 90
kilómetros más al oeste de Toledo, ciudad que era el primitivo límite derecho de
la 7ª división. El cuartel general de Orgaz se situó en Navalcarnero, un pueblo
que desde ese momento se convertiría en sede de algunos de los más importantes
puestos de mando franquistas de la zona central.

En torno al 12 de diciembre, una semana después de su creación, la división


Reforzada de Madrid se organizó en torno a cuatro sectores de defensa y una
fuerza de maniobra, que quedó al mando de Varela y fue constituida por cuatro
columnas, a las que no se les asignaron fuerzas fijas. La pretensión de ocupar
Madrid no se había abandonado en absoluto, pero los planes de Franco no
contemplaban ya la repetición del asalto frontal, sino una maniobra de flanqueo
que tanteara y explotara cualquier debilidad puntual y pasajera que se detectara
en la defensa republicana, para lo cual se necesitaba que el ataque tuviera la
máxima fluidez operativa posible. Consumido el primer tercio del mes de
diciembre, las fuerzas sublevadas volvían a estar en condiciones de reemprender
la batalla por Madrid, pero ahora, el área sobre la que se desarrollarían las
operaciones se iba a ampliar mucho. Franco sabía que si quería derrotar a los
republicanos necesitaba volver a operar en campo abierto, esperando que la
maduración militar que estos habían alcanzado con una gran ciudad a sus
espaldas se disipara al volver a encontrarse fuera de ella. La prueba para los
combatientes y los mandos del Ejército popular en ciernes sería muy exigente y
se concretaría en tres batallas que tendrían lugar en tres meses consecutivos: de la
carretera de La Coruña (enero), del Jarama (febrero) y de Guadalajara (marzo).

La primera de estas operaciones sería por el dominio del flanco oeste de Madrid,
y ya había tenido un episodio preliminar en el ataque del 29 de noviembre que
perseguía la ocupación de los pueblos de Pozuelo y Húmera. El siguiente intento,
emprendido el 14 de diciembre, buscó una meta mucho más ambiciosa: el corte
de la carretera de la Coruña. Varela, jefe de la fuerza de maniobra de la división
36
Reforzada de Madrid, lanzó al ataque a sus tres columnas (Monasterio, Barrón y
Sáenz de Buruaga) flanqueadas por la de Siro Alonso a su derecha y por la
división de Ávila a su izquierda. La masa de ataque eran unos 10.000 hombres,
que contaban con apoyo aéreo, artillero y de tanques Panzer I, siendo su línea de
concentración y partida la determinada por Quijorna, Brunete y Villaviciosa de
Odón. Estas fuerzas atacaron el intervalo de frente republicano existente entre
Valdemorillo y Las Rozas, a cargo del primer sector de la Defensa de Madrid,
mandado por Kléber. En esta acción, en la que la niebla estuvo muy presente
dificultando la maniobra, Boadilla del Monte se convirtió en el principal objetivo
de Varela, siendo finalmente perdida por los republicanos a pesar de la férrea
defensa que sostuvieron tanto alrededor como dentro del pueblo. Las columnas
atacantes se vieron forzadas a comprometer en ese punto buena parte de sus
efectivos, encontrándose luego privadas de poder hacerlo en otros. Junto a
Boadilla, también Villanueva de la Cañada cambió de manos, pero la ofensiva
quedó detenida el 23 de diciembre sin haber podido cumplir el principal objetivo
planteado, que era cortar la carretera de La Coruña. El parte republicano de esos
combates está en este teletipo:

Valencia, 18 de diciembre de 1936. Se traslada teletipo de fecha de hoy del


General Jefe del Ejército del Centro a Jefe del Estado Mayor del Ministerio de la
Guerra: Al final de la jornada de ayer el enemigo ocupó Boadilla del Monte.
Nuestra primera línea quedó establecida jalonada por los puntos siguientes:
Villanueva de la Cañada, Romanillos, 300 metros al norte de Boadilla del Monte
y Pozuelo de Alarcón. Durante el día de hoy, y debido a la espesa niebla, tanto
nuestras fuerzas como las enemigas se han dedicado a fortificar sus respectivas
posiciones. La intensidad con que el enemigo atacó el sector de Boadilla del
Monte quita a este ataque todo carácter meramente local, ya que solamente
frente al Ventorro del Cano puso en acción unos 1.800 hombres y hay indicios
suficientes para creer en la existencia de fuerzas italianas en este frente. En las
proximidades de Zarzalejo y Peralejo y al oeste de esa línea se ha localizado en
el día de hoy una importante concentración enemiga en base a moros reforzados
por bastantes tanques. (AHEA, A-106) o (AHEA – 22/4)

Los combates que sucedieron al asalto frontal a Madrid no frenaron el avance del
proceso de militarización de las fuerzas republicanas del Centro. Prueba de esto
es que el 31 de diciembre de 1936 quedaron constituidas dentro del TOCE las
fuerzas de la sierra (divisiones 1ª, 2ª y 3ª), el cuerpo de ejército de Madrid
37
(divisiones 4ª, 5ª, 6ª, 7ª y 8ª), el grupo de fuerzas del Tajo – Jarama (9ª
división) y el grupo de fuerzas de Guadalajara (12 división). Apenas iniciado
1937 ya existían por tanto las diez primeras divisiones del Ejército popular. El
salto cualitativo con respecto a la etapa anterior era evidente: se había formado
un Ejército regular. Dentro de esta nueva organización, las fuerzas de la Defensa
de Madrid se reconvirtieron en bloque en el citado cuerpo de ejército de Madrid,
continuando Miaja como jefe y Rojo como jefe de su EM. Todas sus unidades
quedaron organizadas en divisiones y brigadas (una división tenía tres brigadas y
cada una de estas, cuatro batallones). El intervalo de frente ya conocido, el que
iba desde el entorno del río Perales hasta la unión de los ríos Jarama y
Manzanares pasó de tener cuatro, a tener cinco sectores, cada uno guarnecido
por una de las divisiones recién formadas: 1º sector: Desde Valdemorillo hasta la
tapia del monte de El Pardo, a cargo de la 8ª división (Cuevas), brigadas 35, 37 y
44. 2º sector: Desde la tapia del monte de El Pardo hasta el río Manzanares, a
cargo de la 5ª división (Perea), brigadas 5ª, 38 y 39. 3º sector: Ciudad
Universitaria, entre los puentes de San Fernando y de Los Franceses, a cargo de
la 7ª división (Prada), brigadas 2ª, 6ª y 40. 4º sector: Todo el Manzanares a partir
del Puente de Los Franceses, a cargo de la 6ª división (Mena), brigadas 4ª, 42 y
43. 5º sector: ¿Hasta Villaverde Bajo o hasta el Jarama?, a cargo de la 4ª división
(Modesto), brigadas 1ª, 36 y 41. En reserva quedaban siete brigadas (algunas
todavía en formación), dos de las cuales eran las internacionales XI y XII. El
cuerpo de ejército de Madrid tenía casi 46.000 hombres.

De esta forma, en la orilla republicana del Perales (izquierda), en el término


municipal de Valdemorillo y más concretamente en torno al vértice Santa Ana,
quedaron enlazadas la izquierda de la 3ª división (brigadas mixtas 32, 33 y 34) y
la derecha de la 8ª (brigadas mixtas 35, 37 y 44). La primera pertenecía a las
fuerzas de Pozas (de la sierra) y la segunda a las de Miaja (cuerpo de ejército de
Madrid, antes Defensa de Madrid). Aumentando el grado de detalle, las brigadas
acoladas en ese punto eran la 33 (mando del mayor de milicias Gaspar Ginés) y
la 35 (mando del teniente coronel y brigadista italiano Nino Nanetti).

Tras la ocupación de Boadilla, la determinación del mando franquista de lograr el


corte de la carretera de La Coruña volvió a impulsar un tercer ataque por el
flanco oeste de Madrid. Este sería mucho más potente y por tanto, mucho más
peligroso y mortífero para sus defensores que los dos anteriores. Habiendo
resultado herido Varela en las jornadas previas, fue su superior jerárquico, Orgaz,
38
quien asumió el mando directo de la división Reforzada de Madrid, que esta vez
contaría no con tres, sino con cuatro columnas, que de oeste a este se dispusieron
así: Iruretagoyena, Barrón, Asensio y Sáenz de Buruaga. (Iruretagoyena estaba
entonces al mando de la 1ª brigada de la división de Ávila) Eran 20.000 hombres
apoyados por medios nuevamente reforzados de artillería, tanques y aviación. El
plan de ataque contemplaba avanzar primero de sur a norte y una vez se hubiera
alcanzado la carretera de La Coruña a la altura de Majadahonda y Las Rozas, se
debía girar bruscamente hacia la derecha (este) para proseguir el avance en
dirección a Madrid, Casa de Campo y río Manzanares, yendo al encuentro de la
base misma del entrante de Ciudad Universitaria. Este ataque, que se inició el 3
de enero de 1937, fue dirigido por tanto contra los sectores de las recién creadas
divisiones 8ª y 5ª (desplegadas desde Valdemorillo al río Manzanares), que
todavía no se habían establecido completamente en sus líneas, ya que algunas de
sus brigadas estaban terminando de organizarse en retaguardia. Copiamos un
párrafo de la Monografía nº 2 del Servicio Histórico Militar:

El 3 de enero, con excelente estado del tiempo, se rompe el frente. La infantería


de la Columna de Iruretagoyena (concentrada entre Quijorna y Villanueva de la
Cañada) cruza el río Aulencia y ocupa el castillo de Villafranca y Villafranca del
Castillo, mientras la caballería protege la progresión de los infantes por su
izquierda. El movimiento ha sido rápido y la resistencia encontrada, escasa. Las
Columnas centrales, en cambio, han de luchar con tenacidad ante los
internacionales de la XI Brigada, decididos a no abandonar sus posiciones; sin
embargo, al final de la jornada alcanzarían el caserío de Romanillos y el vértice
Manilla. Por la derecha, Buruaga progresa en dirección noreste desde Boadilla
del Monte. Mientras, desde Navalagamella, las tropas de la División de Ávila, en
un ataque demostrativo cruzan el río Perales y ocupan alturas de su margen
izquierda, de las que luego se retiran. Se ha producido una amplia hendidura en
las líneas enemigas, de 7 kilómetros de anchura por 8 de profundidad en algunos
puntos. (J.M. Martínez Bande. Monografía nº 2, “La lucha en torno a Madrid” pg. 76)

La primera fase de la operación se cumplió inexorablemente, de tal forma que el


día 4 ya habían cambiado de manos Majadahonda y Villanueva del Pardillo,
quedando la carretera de La Coruña a punto de ser cortada a la altura de Las
Rozas (kilómetro 18). Este mismo día, Cuevas (jefe de la 8ª división), recibe el
mando de toda la zona atacada, que tiene unas fuerzas defensoras ya muy
castigadas y que han sido expulsadas sus posiciones. El panorama es muy grave
39
para los republicanos, que se ven obligados a rehacer sus líneas y a mover otra
vez hacia Madrid cuantas fuerzas prescindibles tuvieran en otros frentes, en otros
sectores del cuerpo de ejército de Madrid, en reserva o en los centros de
reclutamiento e instrucción. Cumpliendo con el plan de girar y llevar hacia la
derecha el esfuerzo principal del ataque, el día 6 las columnas de Orgaz
alcanzaron el kilómetro 13 de la carretera de La Coruña, el 7 tomaron Pozuelo de
Alarcón y el 8 Aravaca. Su consiguiente acercamiento al Puente de San
Fernando generó entonces un peligro real y casi extremo sobre Madrid, pero para
ese momento la ofensiva ya se encontraba casi agotada a causa de la tenaz
resistencia que habían sostenido las brigadas mixtas e internacionales durante los
últimos días, ahora sí, mejor equipadas gracias a las armas recibidas de la URSS.
Las líneas republicanas finalmente resistieron sin quebrase a pesar del serio
peligro de colapso que soportaron en varias ocasiones. Las unidades que las
guarnecían, recién militarizadas en su mayoría, habían sido capaces de replegarse
manteniendo la continuidad del frente sin el amparo de la ciudad. Demostraban
haber subido otro peldaño respecto a otros combates anteriores en campo abierto.
Haciendo un último esfuerzo, las columnas de Orgaz consiguieron ocupar la
cuesta de las Perdices y el cerro del Águila, pero tras estos últimos triunfos,
quedó definitivamente frenado todo nuevo avance. Los días 11 y 12 de enero se
ensayó un contraataque republicano hacia el Aulencia que no produjo ningún
resultado destacable, por lo que el frente final quedó asentado sobre la línea
determinada por Puente de los Franceses – carretera de La Coruña – Las Rozas –
Villanueva del Pardillo – vértice Santa Ana.

La lucha se aleja del río Perales

Madrid había vuelto a evitar la ocupación franquista y el Ejército popular había


cubierto una nueva etapa de su consolidación y aprendizaje. El coste en vidas,
material de guerra y territorio había sido una vez más, altísimo, pero para la
inmensa mayoría de los supervivientes resultaba claramente superior el valor de
la experiencia adquirida y el fortalecimiento de la decisión de seguir resistiendo.
Además, en el campo republicano existía el convencimiento de que el proceso de
militarización puesto en marcha debía permitir, en algún momento futuro, ganar
la guerra. Con el final de las operaciones sobre la carretera de La Coruña terminó
también la fase de combates orientados a entrar propiamente en la capital.
Madrid seguiría siendo durante dos meses más el objetivo predilecto de Franco y
40
sus generales, pero en adelante, estos se verían obligados a cambiar de estrategia.
Ya no habría más ataques directos ni avances cercanos que tomaran el rumbo de
la ciudad, sino que recurrirían a amplias maniobras para apretar el cerco desde
lejos, buscando incomunicar Madrid con Levante. Ahora se trataba de hacer caer
la capital republicana y el frente de la sierra por medio del aislamiento y la
penuria de suministros de todo tipo, para civiles y militares. Las vías de
comunicación cobrarían una gran importancia, especialmente la carretera de
Valencia, la única disponible entre Madrid y Levante y sus vitales puertos del
Mediterráneo. Esta dependencia trascendental no había pasado desapercibida
para Franco. (Bande, Monografía nº 2. “La lucha en torno a Madrid”. También Reverte y Cordón, obs.
cit.)

Llama la atención que apenas cesaron los violentos combates de la cercana zona
de la carretera de La Coruña, en las posiciones de la recién creada 3ª división
republicana (“de Pozas” y entonces con solo dos semanas de antigüedad) se
recibió la que quizás fue la primera visita de un organismo “militar” que daría al
Ejército popular un carácter casi único en la historia de las fuerzas armadas.
Hablamos de las Milicias de la Cultura, creadas y nutridas con maestros y
militantes del mundo de la cultura para sumar a la lucha en curso su esfuerzo por
erradicar el extendido analfabetismo y elevar el nivel cultural y político de las
tropas, compartiendo con ellas la vida en posiciones y trincheras. Como prueba
concreta del esfuerzo por superar la exclusión y atraso educativos existentes entre
los voluntarios y reclutas nos sirve un diario de la organización “Cultura
Popular”. Entre los días 19 y 27 de enero, su equipo de Frentes recorrió en
camión todas las posiciones y lugares importantes de la citada 3ª división
(brigadas 32, 33 y 34) del Ejército del Centro, buscando en todo momento el
máximo contacto e intercambio con las tropas, los mandos y los comisarios de
todas las brigadas y fuerzas agregadas. A lo largo de ocho días se dieron varias
charlas y mítines ante los combatientes, se sostuvieron reuniones con jefes y
comisarios y se hicieron pases de películas de contenido social y revolucionario
(Expreso Azul y Tempestad sobre Asia) en El Escorial, Navalespino,
Robledondo, La Lastra, La Hoya, Monte Pelado, María de la Alameda (sin el
“Santa” para los republicanos), La Paradilla, El Enebral, Zarzalejo, Peralejo,
Fuente Lámpara y Valdemorillo. Se comprometió también la entrega de tres
bibliotecas y de material educativo para otras tantas escuelas de las fuerzas, así
como un megáfono en Valdemorillo, destinado a la propaganda ante el enemigo.
El esfuerzo hecho por estos equipos de acción cultural y educativa sobre esta o
cualquier otra división, no fue algo esporádico, sino que tuvo continuidad durante
41
toda la guerra. Esto se descubre al ir conociendo los detalles de la organización
interior de las divisiones, brigadas y batallones republicanos. (AHEA, A-9144) o (AHEA
– 42/5)

Casi coincidiendo con lo anterior, al terminar el mes de enero, el cuerpo de


ejército de Madrid, el que había sido creado el primer día de ese mes, estaba
“incrustado” en el TOCE y tenía por jefe a Miaja, adoptó la siguiente
organización de sus divisiones (de derecha a izquierda, o de Valdemorillo al río
Jarama): 10ª división, al mando de Galán, brigadas 3ª y 35. 8ª división, al mando
de Cuevas, brigadas 37, 44 y 69. 5º división, al mando de Perea, brigadas 21, 38
y 39. 7ª división, al mando de Prada, brigadas 2ª, 40 y 68. 6ª división, al mando
de Mena, brigadas 4ª, 42 y 43. 4ª división, al mando de Modesto, brigadas 36 y
41 y 11ª división, al mando de Líster, brigadas 1ª y 1ª bis. Había también otras
unidades menores, más las restantes armas y servicios. Ya eran siete divisiones
en lugar de las cinco de la anterior organización, y como se ve, el intervalo
Valdemorillo – Majadahonda, atacado al inicio del mes de enero, quedaba
cubierto desde ese momento por las divisiones 10ª y 8ª en lugar de tener solo a la
8ª. Hay que resaltar cómo iban apareciendo números cada vez más altos para
numerar a las brigadas, señal inequívoca de que se estaban constituyendo muchas
nuevas. Estas ya no surgían a partir de columnas milicianas y/o regulares
reorganizadas, sino que se formaban en base a un batallón veterano y tres de
reclutas de cualquier parte del territorio leal llamados a filas por su quinta. Por un
lado, las nuevas brigadas nacían sin las identidades partidistas de sus unidades
menores, pero por otro, se estaba incorporando una masa de jóvenes que por ser
conscriptos, en muchos casos, o no tenían ideología o eran directamente
conservadores o de derechas. Ya existía entonces hasta la brigada 69, y en breve
se crearían varias nuevas. Por esa misma fecha (final de enero de 1937), en el
campo franquista la división Reforzada de Madrid, mandada por Orgaz, había
alcanzado casi los 58.000 efectivos y mantenía su conocida organización en torno
a 4 sectores de defensa (con 36.000 hombres) y unas fuerzas de maniobra (con
18.000 hombres) que, al mando de Varela, estaban distribuidos en 5 brigadas:
Rada, Sáenz de Buruaga, Barrón, Asensio y García Escámez y alcanzaban en
conjunto los 28 batallones. La reserva era de 4.000 hombres. Contaba además
con 3 regimientos de Caballería, 28 baterías, carros de combate, artillería
antitanque, zapadores y pontoneros. Igual que en el campo republicano,
semejante expansión numérica se estaba haciendo también recurriendo de manera
masiva a la recluta de quintas, lo que podía presentar (y presentaba, y

42
seguramente con mayor incidencia) los mismos “problemas” de fiabilidad
política y operativa mencionados al hablar del campo leal, pero claro está, en
sentido contrario. (Bande, Monografía nº 2. “La lucha en torno a Madrid”.

Las batallas que llegarían durante los meses de febrero y marzo de 1937 serían
respectivamente las del Jarama (6 al 27 de febrero) y de Guadalajara (8 al 23 de
marzo). Por su lejanía geográfica, ninguna de las dos tendría una repercusión
directa sobre el área del río Perales, pero sí una de conjunto sobre la totalidad del
frente madrileño, motivando que se adelgazara hasta el mínimo soportable la
dotación de unidades y de material de guerra de los sectores más tranquilos. Los
dos contendientes enfrentados sabían que el enemigo no podría sostener dos
acciones de envergadura simultáneas y eso permitía asumir el riesgo de rebañar
tropas y armas de los sectores sin lucha para llevarlos allí dónde sí la había.

A mitad de ese periodo, apenas terminó la batalla del Jarama (27 de febrero), el
Gobierno republicano de Largo Caballero asentado en Valencia ordenó acometer
una nueva reorganización de las fuerzas del Centro. Así, el 27 de febrero se dictó
la orden según la cual desde el 1º de marzo dejaban de existir tanto el TOCE
como el cuerpo de ejército de Madrid, creándose oficialmente y ya con ese
nombre, el Ejército del Centro. Como jefe del mismo cesó Pozas y fue
nombrado Miaja, siendo nuevamente su jefe de EM Vicente Rojo y trasladándose
su puesto de mando central desde Alcalá de Henares al Ministerio de Hacienda,
en el centro de Madrid. La nueva estructura organizativa, que todavía debía pasar
del papel a la realidad, determinó que el I cuerpo de ejército quedara formado
por las divisiones 1ª, 2ª, 3ª y 10ª (situadas por ese orden de derecha a izquierda) y
guardara el frente de la sierra bajo mando del coronel Morriones. El II cuerpo de
ejército, con las divisiones 8ª, 5ª, 7ª, 6ª, 4ª y 11 (también situadas por ese orden)
defendería Madrid, teniendo por jefe al coronel Alzugaray. La 9ª división estaría
frente a Aranjuez y la 12 división en el sector de Guadalajara. Habría también un
III cuerpo de ejército o “de maniobra”, mandado por el teniente coronel Burillo
y formado por las fuerzas del Jarama, divisiones A, B y C (que luego
respectivamente llevarían los números 13, 15 y 14), más las reservas y las nuevas
brigadas en formación. Esta formidable fuerza agrupada dentro del flamante
Ejército del Centro, que incluía además otras unidades de las distintas armas y
servicios, contaba entonces con cerca de 144.000 combatientes. Por sus flancos
existían sendas agrupaciones autónomas, de Cuenca y del Tajo que más adelante

43
se integrarían respectivamente en los Ejércitos de Levante y Extremadura. (Bande,
Monografía nº 2. “La lucha en torno a Madrid”.

La situación de máxima tensión bélica se reduciría mucho en toda la zona Centro


al terminar la batalla de Guadalajara y el mes de marzo, cuando el buen
comportamiento en el campo de batalla del recién creado Ejército popular
terminó de convencer a Franco de que no podría entrar en Madrid y de que
tampoco sería capaz aislarla por completo, como había pretendido.

44
5. El frente del río Perales entre abril y julio
de 1937

Campo franquista

La batalla de Guadalajara otorgó al Ejército franquista una apreciable ganancia


de terreno a cargo de la 2ª brigada (coronel Marzo) de la división de Soria, pero
antes que eso, significó una derrota mediana en cifras materiales, pero clamorosa
a nivel propagandístico y moral, del CTV, la fuerza militar regular enviada por
Mussolini a España. Guadalajara fue la primera victoria nítida del Ejército
popular, porque además de batir a una potencia fascista, lo hizo en campo
abierto, maniobrando. No se debe olvidar al valorar esta batalla que las
aviaciones franquista e italiana, a diferencia de la republicana, tuvieron muy
difícil operar por causa del barro que la lluvia había provocado en sus
aeródromos, pero aun así, era innegable que la Republica estaba dando pasos
muy notables para contar con unas fuerzas armadas fiables y capaces para
sostener la guerra en curso. Enfrentado desde noviembre a un panorama de
batallas que acababan en tablas, victorias improductivas o en ahora en derrota, el
mando franquista fue empujado a la conclusión de que no tenía más opción que
la de buscar un escenario más favorable si no quería ver neutralizada su
capacidad ofensiva. Se debió tomar por tanto la difícil decisión de trasladar el
grueso de sus fuerzas al norte, donde la República se encontraba aislada de
Francia y de su zona principal del centro, sur y este del país. Franco debió asumir
en ese momento que la guerra sería mucho más larga y costosa de lo que había
previsto. Seguramente sabía que sus aliados no tenían intención de abandonarlo,
pero también sabía que estos (especialmente Hitler) tampoco podían hacerlo sin
sufrir un apreciable desgaste en la imagen belicista y arrogante que buscaban
proyectar sobre Europa, para amedrentarla mostrando los resultados de su
rearme. Estaba decidido; en el frente de Madrid quedarían fuerzas muy
importantes, pero insuficientes para llevar a cabo otra ofensiva. Se imponía por
tanto volver a reorganizarlas para adaptarlas a su nueva misión, que en adelante
sería la de guarnecer y fortificar las posiciones alcanzadas, en espera de que el
centro de gravedad militar de su Ejército volviera al entorno de Madrid en
determinado momento, cuando se hubiera acabado el norte republicano.

45
Apenas iniciado el mes de abril de 1937 (el día 3) una de las partes que
componían el cuerpo de ejército de Madrid, la división Reforzada de Madrid, que
había sido creada cuatro meses antes con una clara vocación ofensiva, fue
reorganizada y reconfigurada en las divisiones de Madrid nº 1, 2, 3 y 4 más una
brigada de Vanguardia, que dependía de la división nº 1 y tenía a su cargo el
sector de la Ciudad Universitaria, el más expuesto y peligroso pero también el
más importante desde el punto de vista moral y propagandístico. Solo una
semana más tarde de esa primera reorganización, el mando franquista dicta otra
nueva, consistente ahora en la creación de sendos cuerpos de ejército en base a
las fuerzas y los territorios de las divisiones orgánicas 5ª y 7ª. La orden estaba
redactada en los siguientes términos:

12 de abril de 1937. Valladolid. Ejército del Norte. Ha sido aprobado por SE el


Generalísimo de los Ejércitos Nacionales que las actuales Divisiones Orgánicas
5ª y 7ª se transformen en Cuerpos de Ejército con igual numeración: V CE, al
mando del actual Jefe de la 5ª División Orgánica, Miguel Ponte Manso de
Zúñiga. Cuartel General, Zaragoza. Fuerzas, Divisiones de Aragón nº 1 y 2 y
División de Soria. VII CE, será su Jefe el actual del CE de Madrid, Saliquet.
Cuartel General en Valladolid y eventualmente en Navalcarnero. Fuerzas:
División de Madrid nº 1 y Brigada de Vanguardia, Divisiones de Madrid nº 2, 3
y 4, División de Ávila y Tropas enclavadas en el territorio de la 7ª División
Orgánica. Esta organización estará en vigor a partir del día 15 próximo. (AGMAV,
caja 1392, carp.11) o (AGMAV – 259/14)

Desde la creación de estos dos cuerpos de ejército, cada división integrante de los
mismos pasó a ser identificada por una cifra de dos dígitos, donde el primer
número indicaba el cuerpo de pertenencia. De esta forma, en el V cuerpo las
divisiones se numeraban 51, 52, etc. y en el VII cuerpo sus divisiones pasaron a
ser la 71 (Iruretagoyena), 72 (Asensio), 73 (Barrón), 74 (Yagüe) y 75 (Serrador),
donde esta última era la anterior división de Ávila, la que guardaba el frente del
río Perales desde el sur de Navalagamella hasta el entorno de Los Molinos, en la
zona de Navacerrada. Por su parte, la 71 división mantuvo entonces el sector de
su antecesora (la de Madrid nº 1), que se extendía desde el río Perales (entre
Quijorna y Navalagamella) hasta la carretera de Extremadura. Esto significa que
el río Perales continuaba siendo el lugar donde se enlazaban las divisiones 75 (en
Navalagamella) con la 71 (en Quijorna). En este momento, en el campo
franquista existían los Ejércitos del Norte (Mola) y del Sur (Queipo del Llano).
Esta situación organizativa va a sufrir un nuevo cambio menos de dos meses
46
después, a raíz de que el 3 de junio de 1937 muriera en accidente de aviación
Emilio Mola, jefe del Ejército del Norte y principal organizador y cabeza
pensante del golpe de Estado iniciado en julio del año anterior.

Ese 3 de junio estaba en curso la primera ofensiva lanzada por el Ejército popular
para auxiliar al frente norte. Se trataba de un ataque de mediana importancia que
había comenzado el 30 de mayo y buscaba la ocupación de la ciudad de Segovia
avanzando desde las posiciones propias frente a La Granja de San Ildefonso, a
pocos kilómetros de esa capital castellana. La 75 división de Serrador, que había
tenido que ser reforzada, combatía esos días sobre Cabeza Grande, La Granja, la
Cruz de la Gallega y el cerro Matabueyes frente a fuerzas de tres divisiones
republicanas (2ª, 34 y 35). Mola, alarmado por la evolución que mostraban los
combates, decidió volar desde Vitoria, donde estaba dirigiendo la campaña del
norte, a Valladolid, cabecera de su VII cuerpo de ejército. Su avión se estrelló al
sobrevolar el puerto de La Brújula, en el municipio burgalés de Alcocero, bajo
pésimas condiciones climáticas. No hubo sobrevivientes. La ofensiva de La
Granja se agotó al día siguiente sin que los republicanos hubieran obtenido
ningún avance de importancia. La desaparición de Mola privó a Franco de un
mando muy competente y plenamente comprometido con la causa, pero en cierto
modo, también terminó de resolver el futuro de su liderazgo, pues a partir de ese
hecho, en el campo sublevado nadie podía medirse ya con Franco en cuanto a
prestigio, protagonismo o implicación inicial. El poder que ostentaba desde el 1º
de octubre de 1936 quedaba, ahora sí, completamente legitimado, pues ya no
había en su entorno cercano generales vivos al que él hubiera estado subordinado
de algún modo. Ya fuera por la acumulación de fuerzas que se había ido
produciendo, por necesidades organizativas u operacionales, o porque en vida de
Mola pudiera haber resultado incómodo reducir su área de responsabilidad,
apenas muere este jefe, se ordena una importante reestructuración de las fuerzas
que componían el Ejército del Norte*. Se crea el Ejército del Centro a costa de
segregar importantes fuerzas del primero, que pasa al mando del general Fidel
Dávila, con el general Vigón como jefe de EM.

*Queda pendiente averiguar si el proyecto de creación del Ejército del Centro ya estaba en marcha en vida de
Mola, lo que parece lo más razonable y posible, y saber cuál era su opinión al respecto y su participación
prevista.

Transcurridos casi dos meses a partir de la creación de los cuerpos de ejército V


y VII pero, llamativamente, solo un día más tarde de la muerte de Mola, por una
47
orden del CGG (Cuartel General del Generalísimo) dictada el 4 de junio de 1937,
se constituyó el Ejército del Centro en base a las fuerzas y los frentes
comprendidos entre el Alto Tajo y el sur de Gredos. Como jefe del nuevo
ejército, cuyos frentes transcurrían por las provincias de Cáceres, Toledo,
Madrid, Ávila, Segovia y Guadalajara fue nombrado el general Saliquet, quien
hasta ese momento era el jefe del VII CE. Simultáneamente, para la jefatura
vacante dejada por Saliquet fue nombrado Varela. Según parece, el cuartel
general del Ejército del Centro quedó situado en Navalcarnero, mientras que el
VII CE lo podía seguir teniendo en Valladolid o (eventualmente) en
Navalcarnero, resultando muy lógico que se buscara la máxima cercanía de
ambos para permitir trabajar mejor*. Tres semanas más tarde, finalizando el mes
de junio, tuvo lugar una lógica nueva reorganización de sectores y unidades
dentro del flamante Ejército del Centro franquista: se ordena la creación del I
cuerpo de ejército al mando de Yagüe y formado por las divisiones 71, 72, 73 y
74 que, en coherencia con lo apuntado anteriormente sobre la forma de numerar a
estas unidades, pasan a convertirse respectivamente las divisiones nº 11, 12, 13 y
14. Simultáneamente, adoptando el nº 72, al VII cuerpo de ejército se le devuelve
la división de Soria (que en ese momento era la nº 53 en el V cuerpo), mientras
que la anterior 75 al mando de Serrador se convierte en la nueva 71. El VII CE en
este primer momento estará formado por solo dos divisiones, la 71 y 72, siendo
su extensísimo intervalo de frente el que iba del Tajo al Guadarrama. De esta
forma, el límite izquierdo del VII CE estaría en Molina de Aragón y su límite
derecho en Villanueva del Pardillo, es decir, no en el Perales como era habitual,
sino en el Guadarrama. Solo unos días antes del comienzo de la batalla de
Brunete (6 al 26 de julio de 1937) la zona de Villafranca del Castillo, queda
convertida en área de unión entre las divisiones 71 (VII CE) y 11 (I CE). En ese
momento, el Ejército del Centro estaba formado por los cuerpos de ejército I, V y
VII. Queda la duda de dónde situar el límite de los sectores de las divisiones 71 y
72, que en principio parece seguir estando en la zona de Los Molinos, cerca de
Navacerrada, límite izquierdo de la anterior división de Ávila, la misma que
luego fue la 75 y ahora era la nueva 71. (AGMAV, caja 1900, carp.8, doc.5, pag.23), (AGMAV,
caja 1626, carp.1) y (IHCM, leg.278, carp.10) o (AGMAV – 208/11), (AGMAV – 353/20) y (IHCM – 101/8)

*Muchos años más tarde, en 1998, viviendo en Navalcarnero, un viejo vendedor de verduras que tenía un
puesto en la plaza de Buenavista me contaría que de niño él jugaba con el hijo de Varela en las calles de
Navalcarnero, y que su madre le lavaba la ropa al general. El “cuartel general” funcionaba en el mismo
edificio que actualmente ocupa el Teatro municipal.

48
Campo republicano

Como ya sabemos, el mismo día en que terminaba la batalla del Jarama, el 27 de


febrero de 1937, el alto mando republicano había ordenado la unificación de las
fuerzas integradas en el TOCE y las pertenecientes al cuerpo de ejército de
Madrid. El resultado fue que el 1º de marzo nacía el Ejército del Centro, con el
general Miaja como jefe y Rojo como jefe del EM. En su primera composición
contó con tres cuerpos de ejército (I, II y III) y dos divisiones más (9ª y 12). De
los primeros, el I cuerpo quedó formado por las divisiones: 1ª, brigadas 26, 27 y
28 y mando del teniente coronel Jurado; 2ª, brigadas 29, 30 y 31 (esta última
afecta accidentalmente a la 10ª división) y mando del coronel Navarro; 3ª,
brigadas 32, 33 y 34 y mando del teniente coronel Fernández de Heredia y 10ª,
brigadas 3ª, 31 y 35 y mando del teniente coronel José María Galán. Inicialmente
el puesto de mando del I CE se situó en Colmenar Viejo, pero solo una semana
más tarde pasó al hotel Las Golondrinas, en La Pedriza. Su primer jefe (hasta el
10 de junio de 1938) fue el coronel Moriones, que previamente mandaba la 2ª
división. En el momento de su creación, el I CE llegaba por su derecha hasta el
límite provincial entre Madrid y Guadalajara, al sur del puerto de Somosierra,
donde enlazaba con la 12 división. En el extremo opuesto y tras recorrer el arco
de sierras y descender por el río Perales, su límite izquierdo alcanzaba Las Rozas,
donde enlazaba con la 8ª división del II CE. En la zona republicana cercana al
Perales, el lugar de soldadura entre las divisiones 3ª y 10ª (ambas del I cuerpo)
siguió estando en Valdemorillo, sobre el cerro Santa Ana.

10ª división

En marzo de 1937, la misión principal que tenía encomendada la 10ª división era
la de agarrarse al terreno para cerrar el paso al enemigo en el intervalo
comprendido entre el kilómetro 20 de la carretera de La Coruña (casa Curia) y el
kilómetro 10 de la carretera de Brunete a Valdemorillo. En coherencia con esto,
se había creado y se continuaba mejorando diariamente una línea defensiva
ocupada por las tropas que discurría desde las posiciones de la 8ª división a la
izquierda del kilómetro 18 del ferrocarril del Norte (en su tramo común para las
líneas a Segovia y a Ávila) con las de la 3ª división, en el cerro Santa Ana, una
altura de 871 metros situada un kilómetro al sureste de Valdemorillo. La 10ª
división estaba formada por las brigadas 3ª, 31 y 35. La 3ª brigada mixta se había
49
constituido en octubre de 1936 en Alcázar de San Juan con fuerzas de
Carabineros, su jefe entonces era el comandante José María Galán. La 31 brigada
mixta se organizó el 2 de enero de 1937 en Villalba y su jefe fue Francisco
Cacho. La 35 brigada mixta se creó el 1º de enero de 1937 en Madrid, siendo su
jefe el brigadista italiano y teniente coronel Nino Nanetti. José María Galán había
dejado el mando de la 3ª brigada (era en marzo de Zulueta Isasi) y asumido el de
la 10ª división. Algo a retaguardia de la línea descrita, sobre las alturas de
Galapagar, se tenía establecida una segunda línea, o de repliegue, desde la que
también se podía cumplir perfectamente la misión asignada a la división. Los
pueblos de Colmenarejo y Galapagar estaban preparados para la defensa, con
obras en los vértices Conjuro y Congosto. Por causa de la gran extensión del
sector divisionario, era obligado mantener en línea a la práctica totalidad de las
fuerzas de la unidad. Las escasas reservas de cada brigada ocupaban los lugares
estimados como más convenientes, mientras que las de división se encontraban
concentradas algo más lejos, en el pueblo de Torrelodones. La buena red de
carreteras y caminos disponibles permitía un rápido desplazamiento de todas esas
reservas en el caso de que fuera necesario, pero para que estas resultaran
verdaderamente efectivas en la lucha, todavía tenían que completar su dotación
de armas automáticas y morteros, de las que carecían dos batallones de los 12
que formaban la división. Dentro del sector divisionario, de este a oeste, la
disposición de las tres brigadas era: 31, 3ª y 35, mientras que sus puestos de
mando se encontraban respectivamente en Las Matas, Galapagar y Tomellosa
(Guadalajara), debido a que parte de la 35 brigada estaba entonces cambiando de
frente. Un dato que no podemos pasar por alto es que el comandante del 4º
batallón de la 35 brigada era en ese momento un mayor de Milicias llamado
Ramón Mercader del Río, quien en 1940 sería el asesino de León Trotski en su
casa de México. Es fácil por tanto imaginar que el mayor Mercader llegó a
conocer bien Valdemorillo. El subsector a cargo de la 35 brigada comenzaba en
la cota 840 en la que se levanta la casa Palata (sobre Villanueva del Pardillo),
continuaba por las cotas máximas del cerro Madroñal y aledaños, pasaba por
Cabeza Aguda, saltaba el Aulencia y alcanzaba el cerro Santa Ana, donde se
verificaba el enlace con la 33 brigada de la 3ª división. Las posiciones
republicanas de primera línea a la altura de Valdemorillo se encontraban algo
más de dos kilómetros al sur del pueblo, alcanzando según parece el cerro
existente al norte del Vétago que durante la batalla de Brunete sería la posición
Pico y Pala, de cota 750. En torno a Valdemorillo ya existían entonces trincheras
y fortines hechos de piedra y cemento.
50
En lo referente a la dotación artillera que tenía agregada, la 10ª división contaba
con tres baterías (normalmente esta unidad táctica básica estaba formada por tres
piezas, que debían ser del mismo tipo y calibre). Sendas baterías de 114,3 y 105
mm (esta con dos piezas) estaban emplazadas al sur de Las Matas, mientras que
una tercera de 75 mm (también con dos piezas) se encontraba en Molino de la
Hoz. El depósito de municiones que abastecía a estas dos baterías estaba en Hoyo
de Manzanares. Por los lugares elegidos como emplazamientos artilleros se
deduce que la defensa de la carretera de La Coruña era la prioridad absoluta,
mientras que la escasez de medios no permitía atender a la protección de la
carretera de Brunete a Valdemorillo, el otro claro eje de peligro ante un potencial
ataque enemigo. Las razones para situar toda la artillería en uno de los extremos
de la división eran claras y seguramente acertadas: la carretera de La Coruña era
más cercana a Madrid; hacia el norte conducía directamente hacia un objetivo de
vital importancia (Torrelodones) y por último, frente a una orografía que en
Valdemorillo era favorable a la defensa, en la zona de Las Rozas y Las Matas se
presentaba como sumamente favorable para la maniobra.

En cuanto a las transmisiones, la 10ª división en marzo ya tenía organizada su


Jefatura y existían secciones en cada brigada, con lo que este servicio disponía de
una base sobre la que desarrollarse. En el terreno, al disponerse de las centralitas
necesarias, ya se había podido tender una red telefónica que enlazaba el puesto
de mando divisionario con los tres puestos de mando de brigada, circuito que
doblaba o repetía otro con igual función que aprovechaba la línea preexistente de
la CTNE (Compañía Telefónica Nacional de España). Bajando un escalón, entre
los puestos de mando de las brigadas y los de sus batallones, y entre estos últimos
y casi todos los de sus compañías, existían también circuitos telefónicos que en
su mayoría aprovechaban líneas CTNE. Solo explicado por la carencia de
material, todavía existían algunas compañías sin comunicación telefónica, a lo
que debía sumarse que la casi totalidad de las que sí disponían de ella, era gracias
a circuitos no directos, sino derivados. Esta circunstancia ralentizaba las
comunicaciones telefónicas y supondría un claro problema en caso de recibirse
un ataque enemigo. Hasta tal punto llegaba la carencia de hilo telefónico, que el
propio puesto de mando de la 10ª división todavía carecía de una línea con el I
cuerpo de ejército y con las divisiones vecinas por ambos flancos (3ª por la
derecha y 8ª por la izquierda). Paliando esta carencia, la comunicación con el I
cuerpo (cuartel general en La Pedriza) se estaba haciendo mediante el telégrafo
51
civil existente en Villalba. Aparte de una central telefónica por brigada y de una
docena de pilas de alimentación para todas ellas, no se guardaba ningún tipo de
material en reserva. En cuanto a los propios tendidos de cable telefónico, además
de los que faltaban, una parte de los existentes requerían ser sustituidos por
deterioro, mientras que en otros tramos era necesaria una rectificación de
itinerarios para llevarlos lo más próximos posible a los caminos y así poder
utilizar vehículos a motor cuando hubiera que encontrar y reparar las frecuentes
averías. En la 10ª división tampoco se contaba con comunicaciones ópticas
(banderas o heliógrafo) ni radiotelegrafía, por carecerse del material y del
personal instruido en su uso. Donde no se alcanzaba con otros métodos, la
comunicación se estaba asegurando mediante enlaces motorizados,
disponiéndose en este caso del número suficiente de motos y conductores. En
Colmenarejo se acababa de crear la escuela de Transmisiones de campaña de la
10ª división con el propósito de dar formación a las secciones de todos los
batallones, compuestas por 13 hombres. Las especialidades de telegrafía óptica y
telefónica comprendían conocimientos de recepción y transmisión con heliógrafo
y “biosca” (no hemos podido averiguar qué tipo de aparato es este), manejo de
centrales telefónicas y tendido y reparación de líneas telefónicas. Los cursos eran
de entre ocho y quince días y los recibían a la vez dos secciones de batallones
distintos, formadas por alumnos elegidos por sus capacidades y nivel de estudios.
Una vez fuera de la escuela, inmediatamente este personal recibía a su cargo la
instalación, conservación y funcionamiento de las redes de comunicación, desde
el nivel de los batallones con sus compañías hacia arriba.

Los transportes de la división estaban organizados centralizando los escasos


medios existentes en las brigadas. Para que el EM divisionario conociera en cada
momento el número de vehículos disponible, recibía de cada responsable de esas
unidades un parte diario en el que se detallaban los camiones y los coches ligeros
vacantes y los que ya tenían un servicio asignado. Para asegurar que dichos datos
respondían a la realidad, se realizaban inspecciones frecuentes. En marzo de
1937, el cuartel general de la división no tenía a su servicio vehículos propios, y
sus necesidades mínimas eran sendos coches a disposición permanente de los
jefes de división y de Estado Mayor. En esas circunstancias, se estaban utilizando
los de las brigadas, que además, debían garantizar un tercer coche disponible las
24 horas. Solo cuando se llegaba a disponer de coches sin misión asignada era
posible dedicar alguno a atender incidencias. La sección de Transportes de la 10ª
división también prestaba sus servicios con otros vehículos de tracción mecánica
52
o con los tirados por mulos y caballos. En el depósito de gasolina había bidones
de 200 litros para surtir a las distintas brigadas mediante vales, mientras que en
Torrelodones la división contaba con un modesto taller de circunstancias para las
reparaciones del auto-transporte, pero se esperaba poder contar en un plazo breve
con un verdadero taller centralizado. En cuanto a las fuerzas de Ingenieros de la
10ª división, estas aún no tenían una Jefatura propia, pero sí existían compañías
en las brigadas 3ª y 31, las cuales además contaban con almacenes específicos
para sus materiales en locales de Galapagar y Las Matas. (IHCM, ZR, rollo 158, leg.1063,
carp.8, doc.1) o (IHCM – 172/13)

Pocos días más tarde, un extenso informe del Comisariado de la 10ª división
fechado el 2 de abril aclaraba otros aspectos de la situación de esta unidad. En
esta ocasión se trataba de aspectos más centrados en las propias fuerzas y su
estado moral, capacidades y grado de bienestar que tenían los combatientes. Este
es un extracto de ese extenso informe:

Todas las Brigadas editan un periódico en caracteres tipográficos que aparece


con regularidad cada semana; en la 31 Brigada además dos de sus Batallones
cuentan con periódicos propios de esa misma calidad. Aparte de esto, todos los
Batallones tienen un periódico mural, existiendo también otros de Compañía y
trinchera en la casi todas las unidades que integran la 10ª División. En días
pasados se ha organizado un concurso de periódicos murales de Batallón y de
Compañía, habiéndose presentado 22. Resultaron premiados los periódicos
“Ecos” del 4º Batallón de la 31 Brigada y “El ranchero culto”, editado por los
cocineros de la 3ª Brigada. Otros periódicos también han presentado un alarde
de buen gusto, pero en general, y así se ha hecho saber a los camaradas que
estaban al frente de este trabajo, la mayoría de ellos no estaban bien orientados,
ocupándose, en vez de tratar los problemas específicos de cada unidad, de cosas
de carácter general o de otras que caen fuera de lugar en el sitio que estaban
presentadas y que eran tomadas de la prensa diaria o de otras publicaciones.
También se han editado por la División varios manifiestos en relación con el
cuidado de las armas y el ahorro de municiones, relacionándolo con la entrada
en vigor con el “Pacto de no intervención”, así como otros escritos, de los
cuales por ejemplo, uno trataba la invasión de España por las tropas italianas y
otro estaba dirigido a los reclutas de reciente incorporación. Según informa la
Inspección del Comisariado del Centro, la cantidad de prensa diaria que se
recibe no alcanza para satisfacer las necesidades de las distintas Unidades, pues

53
solo llega una tercera parte de la que se necesitaría. Para paliar estas
limitaciones se tienen organizados grupos de lectura en los que al mismo tiempo
que se ayuda a los camaradas analfabetos, se discuten las informaciones de la
prensa diaria. El Comisario de la 31 Brigada me informó de que ha retenido la
prensa algunos días con motivo de la polémica entablada entre el “Heraldo de
Madrid”, “CNT” y “Castilla libre”, a lo que le contesté que esa manera de
trabajar no me parecía adecuada por cuanto lo que se precisa no es detener la
prensa, sino señalar a los más fervientes partidarios de cada línea política como
se puede reorientar la polémica. Hay que acabar con el prejuicio de que los
problemas se resuelven ocultándolos.

En el campo de la propaganda cinematográfica se han representado ante los


reclutas de las Brigadas 31 y 35 películas de temática guerrero – revolucionaria,
aprovechando la reunión para tratar los temas que destacan en esas cintas y
relacionarlos con la lucha que se está desarrollando en España. En esta labor
han contribuido brillantemente los camaradas del 3º camión del de la Sección de
Propaganda del Comisariado General de Guerra. Los rendimientos obtenidos
son bastante halagüeños, por lo que esta clase de trabajo debe prodigarse, ya
que al mismo tiempo que sirve de distracción a las fuerzas, rinde positivos éxitos
a la Causa. Por la situación de nuestras líneas con respecto a las del enemigo,
solamente se ha podido hacer propaganda hacia sus filas en el sector que ocupa
la 31 Brigada (zona de la carretera de La Coruña), donde han sido lanzados
cohetes portadores de panfletos y se ha hablado a las trincheras de enfrente por
medio de bocinas, aunque en este último caso desconfiamos del éxito de este
procedimiento, ya que para poder dar charlas al enemigo será necesario un
altavoz de gran potencia y que no esté sujeto a un vehículo, porque debido a lo
llano del terreno y a la gran visibilidad que permite, el coche portador resultaría
pronto destruido.

Funciona en todas las Brigadas el Servicio de información, siendo


inspeccionados constantemente los camaradas encargados de esta labor en el
seno de las Compañías para asegurarnos de su eficacia. Este Servicio está
íntimamente relacionado con el similar que, aparte del Comisariado, posee el
Mando Militar. Se han remitido a la Junta Delegada de Defensa de Madrid
varios informes de interés en relación con supuestas actividades de desafectos al
Régimen republicano, vigilándose también estrechamente a la población civil.
Contamos, gracias a la colaboración de las Autoridades, con listas de las
54
personas residentes en cada pueblo de nuestro sector, quienes están clasificados
convenientemente para que, si la Autoridad lo estimase oportuno, puedan ser
evacuados fuera de esta zona. Ante los civiles se han celebrado mítines en
Colmenar Viejo y en Colmenarejo, y en este último pueblo se trató el tema del
campo español y el del reparto de fincas rústicas que determina el Decreto del
Gobierno del 7 de octubre de 1936. Como consecuencia de nuestra propaganda,
los campesinos acudieron al Ayuntamiento en demanda de tierras para
trabajarlas, habiéndoles sido estas concedidas en la medida de sus necesidades.

Todas las Brigadas cuentan con escuelas que están combatiendo la plaga del
analfabetismo mediante un trabajo intenso, habiéndose obtenido ya magníficos
resultados respecto a esto. En la 35 Brigada, en su 4º Batallón ya no hay ningún
camarada que no sepa leer ni escribir, mientras que en la 31 Brigada el
porcentaje de analfabetismo no llega ni al 4%. Existe una biblioteca de la 10ª
División, que tiene carácter itinerante y es un complemento de las que tienen las
Brigadas y los Batallones, que en el primer caso son tres y en el segundo entre
ocho y diez. En la 3ª Brigada se cuenta con una biblioteca ambulante cargada en
un coche. Los camaradas soldados atienden con sus donativos al mantenimiento,
renovación y ampliación de este servicio. Se han instalado hogares del
combatiente allí donde quiera que existan fuerzas de esta División, contándose
en la actualidad con los siguientes: Torrelodones (estación y pueblo), Hoyo de
Manzanares y Colmenarejo, faltando poco para que quede abierto el de
Colmenar Viejo. En estos hogares se han instalado juegos, biblioteca, locales
para escuela, etc. La inauguración de estos centros se ha llevado a cabo con la
participación de las bandas de música de las Brigadas, un mitin y gran
concurrencia de camaradas, proyectándose también una película de temática
social.

La moral de las fuerzas es bastante elevada. Con ocasión de mis visitas a los
frentes he tenido la oportunidad de ver como los camaradas se dirigían a mí
pidiendo también para ellos la oportunidad de ser llevados a las zonas de
combate, igual que pasó con los dos Batallones de la 35 Brigada que fueron
enviados al frente de Guadalajara. La 3ª Brigada, que se encuentra en reserva,
realiza continuamente intensos ejercicios de preparación militar, tales como
marchas nocturnas y marchas de velocidad y resistencia con el fin de
encontrarse en un perfecto estado de preparación física y entrenamiento militar
de cara a su participación en una ofensiva, que se puede iniciar cuando el
55
Mando determine. Dentro de la 35 Brigada, en su 2º Batallón se han producido
algunos hechos de relajamiento de la disciplina protagonizados por
determinados elementos que estaban ligados por lazos de familia o amistad con
el Comandante del citado Batallón, el compañero Arnaiz. Respecto a este
Comandante, por motivo de su conducta incoherente con las necesidades de la
lucha, y por haber amenazado de muerte al Comisario de la Unidad, me he visto
en la necesidad de hacer que resigne su Mando y proceder a enviarlo a
disposición del Estado Mayor del Ejército del Centro para que resuelva sobre el
caso, toda vez que, en virtud de las órdenes dictadas por el Comisariado General
de Guerra, la acción de los Tribunales Populares de Guerra ha quedado
suspendida. En cuanto tuve conocimiento de los hechos que se producían en este
Batallón, especialmente en la 1ª Compañía, acudí inmediatamente a
entrevistarme con las fuerzas de esa Unidad, haciendo ver a los camaradas su
error y advirtiendo severamente a los elementos problemáticos que si no
cortaban de raíz sus manejos se atendrían a las consecuencias. Después de estas
intervenciones considero que el problema está completamente resuelto. La
capacidad política de las fuerzas es diversa, pues al lado de Batallones de
extracción sindical, con una gran comprensión de la reivindicación social y de la
lucha en curso, nos encontramos con otros integrados por elementos campesinos
y por fuerzas de Carabineros de recluta diversa, que por consiguiente poseen un
escaso sentido sindical y político.

En la División funciona una escuela militar que dispone de cursos para Jefes y
Oficiales, Sargentos y Cabos, Especialidades y Político – Social. Se han
completado algunos cursos, si bien, hay que reconocer que debido a los
traslados que ciertas fuerzas han tenido que efectuar por orden de la
Superioridad, los resultados de nuestro trabajo en este campo dejan mucho que
desear, por lo que se necesitará hacer un esfuerzo mayor si queremos alcanzar
los objetivos deseados. Respecto a los Servicios, se puede decir que en lo
referente al personal a cargo, están bien organizados y atendidos los de
Intendencia, Sanidad y Transportes, si bien no están ni mucho menos completas
sus necesidades materiales. Transmisiones es el Servicio que está peor dotado,
ya que le faltan bastantes elementos. Se carece por completo de material óptico y
de comunicaciones por radio. En cuanto a la comunicación telefónica, las
centralitas están muy deterioradas y no se cuenta con el hilo que sería necesario
tender en caso de ofensiva.

56
La 3ª Brigada está bien dotada de armamento moderno, si bien carece de
morteros, cuya falta se solventa parcialmente con los lanzabombas. Las
Brigadas 31 y 35 tienen un material más deficiente, pues se trata de nuestros
fusiles de 7 mm ya muy desgastados y de los viejos fusiles alemanes del calibre
7,92. Otro de los inconvenientes que afrontamos es la diversidad de calibres
existente entre los distintos armamentos, lo que puede motivar un fatal error de
municionamiento en caso de combate, que para que nunca llegue a producirse,
nos exige una vigilancia constante. Las fuerzas de la 3ª Brigada Mixta,
pertenecientes en su totalidad a Carabineros, tienen planteado un problema
grave en relación con la liquidación de sus sueldos pendientes. Algunos
compañeros llevan sin cobrar desde diciembre, y la explicación es que fueron
reclutados por distintas Comandancias, las cuales no realizaron el debido
trabajo de control, lo que ahora trae como consecuencia que los Pagadores de la
Brigada no pueden determinar de qué Pagaduría tienen que percibir los
camaradas sus devengos, ni cuál es el periodo de tiempo que cada Pagaduría
debe atender a cada uno. La consecuencia de todo esto es que el personal de tres
de los cuatro Batallones de la Brigada se encuentra en la lamentable situación
de no haber cobrado sus sueldos desde hace tres meses. Esta anormalidad puede
desembocar en una situación difícil. Se han hecho gestiones ante el Ministerio de
Hacienda, pero hasta el momento no se han logrado resultados. (PCE, EM del ES,
rollo 57) o (PCE – 64/caja 1)

3ª división

El 1º de marzo de 1937, la 3ª división, que estaba formada por las brigadas 32, 33
y 34, quedó integrada en el I CE creado en ese momento. Su jefe era el teniente
coronel Fernández de Heredia. La 32 brigada mixta era el resultado de la
militarización de las fuerzas que hasta ese momento formaban la columna
Mangada, un proceso que culminó el día 31 de diciembre de 1936 en El Escorial,
siendo su jefe entonces el mayor de Milicias Nilamón Toral. La 33 brigada mixta
fue creada el día 6 de enero de 1937 también en El Escorial a partir de unidades
milicianas que formarían parte de la columna Rubio, siendo su primer jefe el
mayor Gaspar Ginés, mientras que desde abril ese cargo fue para Esteban
Cabezos. Por último, la 34 brigada mixta se creó el 1º de enero de 1937 también
en El Escorial, en base a las fuerzas de la columna Robledo, siendo su primer jefe
el capitán José Martín Gonzalo. En marzo, de las tres brigadas de la división, la
33 ocupaba la posición izquierda del sector, entre el cerro Santa Ana de

57
Valdemorillo y la Hinojera, en Zarzalejo. Le seguía la 34 brigada, que se
extendía por el cerro San Benito y alcanzaba un punto seguramente cercano a
Santa María de la Alameda. En la derecha del sector divisionario estaba la 32
brigada mixta, que enlazaba por su izquierda con la 34 y por su derecha con la 2ª
división, en la zona de Peguerinos. El día 10 de abril esta división protagonizó
con sus tres brigadas una breve operación ofensiva sobre las posiciones enemigas
de Santa Catalina, La Atalaya, Peñarrubia, Cumbrecilla, Las Umbrías y El
Morro. (AGMAV, caja 559, carp.11, doc.1) o (AGMAV – 49/4)

Igual que en el caso de la 10ª división, la 3ª también contó con informes regulares
de sus comisarios, presentes en todos los niveles superiores, hasta batallón. El
Comisariado era un organismo adjunto al mando militar de la unidad que tenía
múltiples atribuciones en los ámbitos de la formación política, cultural y técnica
de los combatientes, en el sostenimiento de la moral, en el bienestar y el
mantenimiento de la salud e higiene personal, de las trincheras y de las chabolas,
en la calidad de la ropa y la alimentación, en la persecución de emboscados,
derrotistas y candidatos a pasarse al enemigo, en la difusión de propaganda y
explicación de los motivos de la lucha, en la solicitud de cupos de permisos al
mando superior y en su posterior reparto entre los combatientes, etc. En un
Ejército popular que recién había sido creado y carecía tanto de historia y
tradiciones propias como de una cadena de mando homogéneamente fiable, se
hacía urgente reforzar al máximo la cohesión interna y la unidad en torno a un
fuerte propósito político común, que pasaba por asumir la obediencia, la
disciplina y cuantos sacrificios fueran necesarios para ganar la guerra al fascismo
local y foráneo. Otra tarea muy sensible de los comisarios consistía en intentar
armonizar o encauzar las discusiones políticas existentes entre los combatientes -
militantes provenientes de diferentes organizaciones políticas, que en múltiples
ocasiones tenían grandes diferencias tácticas o ideológicas, tanto en lo referente a
la conducción y propósitos de la guerra como al modelo social a construir tras la
victoria. En el combate, los comisarios no tenían mando operacional sobre las
unidades, pero sí un importante papel que jugar dando ejemplo de valor y
obediencia, razón por la que su vulnerabilidad ante el fuego enemigo resultaba
normalmente superior a la de los demás combatientes. Conociendo que su lema
era: primero en avanzar, último en retroceder, es fácil intuir su mayor
probabilidad de resultar muerto o herido en la lucha, a lo que debe sumarse el
peligro extremo para su vida que suponía caer prisionero del enemigo. La figura

58
del comisario se había creado en la URSS, apareciendo por primera vez en el
Ejército Rojo bolchevique y manteniéndose después en el Ejército soviético.

Del día 1º de abril de 1937, contamos con un informe del Comisariado de la 3ª


división que tras revisar muchos aspectos de la unidad, llegaba a la conclusión de
que vista globalmente, su organización militar estaba bastante adelantada. Las
debilidades más evidentes se identificaban en la carencia de un cierto número de
mandos competentes y bien capacitados, además de ciertos materiales necesarios.
La apreciación de conjunto no deja de aparecer como bastante benevolente
cuando más adelante, en el mismo informe, se concreta la lista de armamento y
equipamiento personal que es necesario completar. Según esta lista de carencias,
en la 3ª división (con unos 10.000 efectivos) estaban faltando entonces, entre
otras muchas cosas, toda la artillería de bajo calibre que reglamentariamente
debían tener las brigadas (generalmente una betería de tres piezas de 45 mm por
brigada), 30 ametralladoras y 50 fusiles ametralladores, 3.500 fusiles y una lista
de otras cosas indispensables como 3.000 uniformes, 3.000 platos, 10.000
colchonetas o 10.000 cascos, además de correajes, munición, granadas de mano,
etc., lo que da a entender el grado de precariedad existente en esta unidad de
primera línea. La reciente militarización había cambiado muchos marcos
organizativos, pero no podía hacer milagros materiales a la hora de armar y
equipar a las fuerzas. Otro tema que a los ojos del comisario parecía prioritario
era el de los permisos, de los que se dice que deberían concederse siguiendo un
criterio único en todas las unidades, a lo que añadía que “no se puede estar
luchando aquí contra los deseos de la gente de obtener un permiso cuando se sabe
que en otras unidades cercanas estos sí se conceden”. En cuanto a la comprensión
política de las fuerzas, se definía también como bastante buena, gracias al alto
porcentaje de militantes de organizaciones políticas y sindicales presentes. Y
continuaba:

(…) No obstante, entendemos que debe intensificarse por parte de los


Comisarios la campaña de explicación de las órdenes del Gobierno del Frente
Popular como mejor medio para ligar a la gente con la política del mismo,
máxime cuando tenemos ante nosotros la incorporación de los nuevos reclutas,
entre los cuales habrá seguramente no solo individuos indiferentes a nuestra
lucha, sino hasta posibles enemigos de la misma. Consideramos además que la
cultura es una de las tareas más importantes por atender, pues la combatividad
que demuestren los soldados dependerá del grado de comprensión de las causas
59
de nuestra lucha. Algo se ha avanzado en este aspecto con la creación de
hogares del soldado en la División y en la 32 Brigada, si bien todavía no están
creados en las otras dos Brigadas. En todas estas unidades se están impartiendo
clases, pero hasta ahora esto se hace de manera espontánea, ya que solo hay tres
profesores, uno en el hogar de la División y dos en la 34 Brigada. La 32 Brigada
cuenta con dos maestros, pero estos ocupan cargos militares. La creación de
clases normales con arreglo a las disposiciones del Gobierno y la organización
de grupos de cultura en las Compañías es una necesidad prioritaria. Las tres
Brigadas (32, 33 y 34) cuentan con bibliotecas, pero todavía hay que normalizar
este servicio para convertir las estanterías repletas de libros en un verdadero
servicio de lectura que llegue hasta los propios parapetos. En este sentido, se
están haciendo pequeñas maletas - biblioteca que se distribuirán por las
Compañías y Posiciones. Resulta de la mayor importancia, aunque pueda
parecer algo secundario, elegir bien a los maestros, procurando que tengan un
sentido moderno de la pedagogía y compartan una verdadera adhesión a la
causa antifascista. De no procederse así, habría que hacer después una
depuración como la que ahora hay en curso respecto a los Mandos Militares.

En cuanto a los periódicos y boletines, existe una publicación diaria en la 32


Brigada y un semanario en la 34 que lleva sin publicarse varias semanas. Dice
el Comisario que no sale por falta de papel, pero la causa real de su supresión
parece haber sido la voluntad de hacer desaparecer el sectarismo de partido que
mostraba su dirección. Está en preparación y próximo a salir un periódico
quincenal de la División, y nuestro objetivo es editar además un semanario por
Brigada. Para cumplir con estas metas sería muy bueno que se nos concediera
el uso de la imprenta que existe en el Monasterio de El Escorial, la cual
actualmente no presta ningún servicio. Se están tirando algunos boletines de
Batallón pero no en la cantidad ni con la regularidad debidas considerando su
importancia de cara al buen funcionamiento del Comisariado de los Batallones.
Existen periódicos murales en la mayoría de las Compañías, hogares del
soldado, Brigadas y hospitales, aunque no son todavía los organismos vivos de
expresión que deberían ser.

La Sanidad es uno de los servicios mejor organizados de la División. Dadas las


características del terreno de nuestro frente, que es montañoso, para la
evacuación de heridos se hace necesaria la utilización de mulos con artolas,

60
pero se carece tanto de estas como del pienso necesario para los mulos. (PCE, EM
del ES, rollo 52) o (PCE – 63/16)

Fuera del ámbito de la organización estrictamente militar de las unidades, la


cercanía al frente de guerra también afectaba y se hacía notar en todos los
aspectos de la vida de los habitantes y los pueblos de la zona. El siguiente
documento hace referencia a la fábrica más importante existente entonces en
Valdemorillo, pero esta misma situación posiblemente se repitió con otras
instalaciones industriales y bienes económicos del entorno del Perales, que en ese
momento habían cobrado carácter estratégico.

De acuerdo con lo que propone el Comité de Intervención y Control de la Casa


Giralt Laporta, poseedora de una Fábrica de la industria de vidrio en
Valdemorillo (Madrid), actualmente sin funcionar por su proximidad al frente se
servirán, de acuerdo con la Comisaría de Armamento y Municiones, proceder a
la evacuación y recuperación de todos aquellos productos, existentes en dicha
fábrica, que puedan ser transportados, así como de dar las normas necesarias
para la conservación de la parte fija de la Fábrica citada. Madrid, 3 de abril de
1937. El Jefe de la Sección. (AGMAV, caja 532, carp. 8 y 9 ) o (AGMAV - 55/4)

Es interesante mencionar que en el intervalo de frente a cargo de las divisiones


republicanas 10ª y 3ª existían muchos kilómetros de línea férrea. De no haber
quedado interrumpida la línea a Irún del Ferrocarril del Norte por la llegada de
las columnas de Varela a la Casa de Campo (noviembre de 1936) y a Las Rozas –
Aravaca (enero de 1937), esta línea sin duda hubiera resultado de gran utilidad a
la hora de articular a los cuerpos de ejército I y II, pero no fue así. Ante una vía
que pertenecía al enemigo en un trayecto de varios kilómetros en paralelo a la
carretera de La Coruña a la salida de Madrid y que por tanto no tenía utilidad, los
republicanos decidieron reaprovechar el material del tramo bajo su control para
la construcción del “Ferrocarril de los 40 días” o “De Negrín”. De esta forma,
según parece, varios kilómetros de raíles y miles de traviesas fueron levantados y
llevados paulatinamente a la nueva línea férrea que se estaba construyendo para
asegurar el abastecimiento al Madrid asediado con los alimentos, las armas y las
municiones que se producían en Levante o desembarcaban en los puertos del
Mediterráneo. En el Ferrocarril de los 40 días se habría comenzado a trabajar
durante los primeros meses de 1937, pero a pesar de su nombre, el mismo no
pudo ser inaugurado completamente hasta el segundo semestre de 1938.

61
Constaba de dos tramos diferenciados, uniendo el principal de ellos (de 91
kilómetros) el municipio madrileño de Torrejón de Ardoz con el conquense de
Tarancón, mientras que el otro tramo (41 kilómetros) enlazaba las localidades
toledanas de Santa Cruz de la Zarza y Villacañas. De esta forma, una vez se pudo
disponer de esta línea ferroviaria construida en plena guerra por cerca de 15.000
obreros, quedaron enlazadas transversalmente (de norte a sur) las líneas
ferroviarias de Madrid a Zaragoza, Cuenca y Alicante, pudiendo garantizarse la
llegada de los abastecimientos que necesitaban los habitantes de Madrid y las
tropas de buena parte de la zona Central para mantener la resistencia. Desde que
la línea ferroviaria a Irún entraba en el sector de la 10ª división a la altura de
Casa Curia, junto al kilómetro 20 de la carretera de La Coruña, hasta que salía de
la zona de la 3ª división al alcanzar La Hinojera en Zarzalejo, había más de 40
kilómetros de recorrido, que si fue levantado y trasladado, pudo resolver buena
parte de las necesidades del Ferrocarril de Negrín, que preferentemente se debió
abastecer de materiales llegados de líneas interrumpidas por los frentes. Aparte,
quedaba todo lo disponible en la variante a Segovia de la citada línea a Irún, que
partía desde Villalba (además de una línea “de las canteras” que comenzaba
también casi en el mismo punto), pero hay razones para pensar que al menos
hasta mayo de 1938 ese último ramal se mantuvo operativo.

62
6. Batalla de Brunete

Nota previa: El relato de la lucha en tierra en la zona del río Perales ha exigido
hacer una selección nada fácil de documentos y fuentes en el amplio archivo
documental de Brunete en la Memoria y aun así, quizás no hemos quedado del
todo satisfechos con nuestra capacidad de síntesis. A este capítulo le haría falta
añadir al menos dos cosas más: el relato de la lucha aérea que tuvo lugar día a
día y el de la actividad de los servicios de la sanidad militar para salvar las
vidas de los miles de heridos y enfermos que produjo la batalla de Brunete. Un
estudio diario de la guerra en el aire está disponible en este ENLACE. Respecto
a la sanidad, por ahora solo está disponible el estudio que atiende al campo
republicano, que está en este ENLACE. Ambos llevan a sendas monografías
disponibles en el sub blog “Primer Ejército de Maniobra” del blog de Brunete
en la Memoria: bruneteenlamemoria.blogspot.com

Decisión, antecedentes y preparativos


El alejamiento de la amenaza militar directa que se produjo a finales de marzo y
el crecimiento de las capacidades propias por la movilización de nuevos
reemplazos, por la llegada de miles de brigadistas internacionales y por la
recepción de nuevos cargamentos de armas soviéticas junto a combatientes
especialistas, personal técnico y asesores, fueron permitiendo que el Ejército del
Centro republicano continuara incrementando su organización y tamaño durante
los meses de abril a julio. Aunque todavía se encontraran en una fase inicial, el
ascenso de las capacidades de la zona Centro ofrecía un gran contraste con las
perspectivas del frente norte. Allí, la situación de conjunto era claramente
desfavorable para los republicanos, pero más todavía en el sitio preciso donde el
Ejército franquista y sus aliados fascistas estaban haciendo el esfuerzo principal.
En el mes de junio de 1937 ese sitio era la provincia de Vizcaya, y más
concretamente la ciudad de Bilbao, que iba a caer en manos de los sublevados el
día 19.

En el inicio del verano de 1937 estaba muy claro que contando solo con los
recursos propios, el frente norte republicano no podría prolongar su resistencia
por mucho tiempo. El imperfecto pero agobiante bloqueo naval de la costa
cantábrica, la falta de una conexión terrestre con la frontera francesa y la
imposibilidad absoluta de alcanzar por tierra la zona de Euskadi, Cantabria y
63
Asturias desde Aragón o Madrid pusieron al Gobierno de Negrín (que sucedió al
de Largo Caballero en mayo) y al EMC republicano frente a una disyuntiva
dramática. Había que decidir en un plazo muy corto si sacrificar el frente norte,
aprovechando el tiempo que este pudiera dar al resto de la zona republicana para
avanzar en la consolidación de un verdadero Ejército regular, o si, empleando
todos los recursos existentes, se emprendía una maniobra de distracción que
tuviera alcance estratégico (con repercusión en el panorama global de la guerra) y
que por tanto debía ser necesariamente a gran escala.

Quizás no se llegó a valorar suficientemente otra posible forma intermedia de


ayuda: la infiltración desde ambas zonas leales de unidades guerrilleras
orientadas a desbaratar la retaguardia franquista y de paso, ir creando las bases
para una nueva forma irregular de guerra, pensando también en el medio y largo
plazo. Llama mucho la atención que esto no se hiciera en un país con tan claros
antecedentes de lucha guerrillera y una orografía tan favorable para activarla a
gran escala. La explicación quizás haya que buscarla en la combinación de una
mentalidad militar excesivamente convencional del alto mando republicano y en
un importante rechazo (obligado) de los asesores soviéticos a este tipo de lucha.
Según parece, Stalin, un dirigente patológicamente obsesionado con el control y
la obediencia monolítica, no veía con agrado la existencia de fuerzas que
permanecieran por largo tiempo tomando sus propias decisiones operativas
(porque seguramente recelaba que esa autonomía y soberanía pudiera extenderse
también a otros ámbitos de sus decisiones). No podemos pasar por alto que
mientras se preparaba la ofensiva de Brunete, en la URSS estaba teniendo lugar
un hecho contrario al socialismo y contradictorio con la trayectoria de la
revolución bolchevique: las terribles purgas que afectaron al Ejército soviético,
las cuales acabaron con las vidas, las carreras o la libertad para expresar un
pensamiento crítico de miles de jefes y oficiales capacitados y leales al partido, a
la revolución y a la nación. En tal situación de peligro mortal, irracional e
inminente, los asesores soviéticos presentes en España no se separaron ni un
milímetro de la doctrina oficial. Lamentablemente, tampoco lo haría el PCE,
comprometido en un injustificable seguidismo de la línea estalinista, incluso
cuando esta incluía la represión que estaba alcanzando de lleno al POUM, un
partido de reciente fundación que era la expresión política española del
comunismo autónomo respecto al Gobierno soviético.

64
Enfrentado al dilema antes mencionado: abandonar o ayudar al frente norte, el
compromiso del Gobierno republicano con la defensa de todos sus territorios y
poblaciones demostró ser férreo. Eso explica que se optara por la opción de
emprender una ofensiva de importancia tal que pudiera tener repercusión no solo
allí dónde se aplicaba la fuerza, sino también a cientos de kilómetros de
distancia. Los planes preliminares y la elección de los lugares susceptibles de ser
atacados ya estaban muy avanzados en junio. Había dos opciones claras: el frente
extremeño y el frente de Madrid. Se eligió este último, tanto por una serie de
ventajas operativas como por la necesidad imperiosa de forzar al enemigo a
poner fin a los bombardeos artilleros diarios que castigaban el centro y los
barrios obreros y populares de la capital pero evitaban los barrios más
acomodados. Sobre esos objetivos hacían fuego diariamente al parecer hasta 13
baterías franquistas de distintos calibres convenientemente situadas en la zona
oeste del Manzanares y la Casa de Campo. Cinco de estas baterías constituían la
conocida agrupación de Garabitas, la que más daños y destrucción infringía a la
ciudad y a sus habitantes.

Una vez tomada la decisión, para hacer posible la operación que pudiera aliviar al
norte, en los últimos días de junio dieron comienzo los preparativos en medio de
las más estrictas medidas de secreto y reserva. Todas las energías se pusieron en
marcha para reunir un importante ejército y los recursos que este necesitaría para
llevar a cabo, por vez primera por iniciativa republicana, una ofensiva de gran
alcance y envergadura. En paralelo, se debían seguir atendiendo también las
restantes prioridades, como las económicas y las alimentarias, alguna de las
cuales podía aportar de paso formas útiles de enmascarar el movimiento de
fuerzas que requeriría la concentración en el frente de Madrid de varias
divisiones. Todo se debía hacer sin despertar sospechas entre los informadores
que actuaban a favor del enemigo, que podía ser cualquiera, incluido un civil o
un militar aparentemente leal. El siguiente documento es del 19 de junio, el
mismo día en que la República perdía Bilbao. Menciona a la 32 brigada, que
como sabemos, en ese momento formaba parte de la 3ª división y tenía su
subsector entre Santa María de la Alameda y Peguerinos.

Comisariado General de Guerra. Ministerio de la Guerra. Valencia. El


Comisario General a todos los comisarios.

La guerra da a la recolección de la cosecha en el año actual una importancia


extraordinaria. De su buena y oportuna recolección depende que no falte el pan
65
durante todo el año para nuestro Ejército Popular, que la población civil de la
retaguardia no sufra ninguna privación innecesaria y que la economía del país
no se vea gravada por el contratiempo de tener que dedicar a la importación de
trigo desde el extranjero una parte importante de nuestras divisas,
indispensables para atender a los demás gastos de la guerra en curso. La
recolección tropieza este año con la dificultad de la falta de brazos, debido al
hecho de que considerables núcleos campesinos se encuentran en el frente
cumpliendo heroicamente su deber de soldados de la Libertad. En tales
condiciones le corresponde al Ejército Popular que tantos servicios viene
prestando a la causa de España el rendir uno más, contribuyendo en la medida
de sus fuerzas y de su tiempo disponible a la recolección de la cosecha. Nacido
del pueblo mismo y para el pueblo, apenas necesita nuestro Ejército Popular
exhortaciones especiales cuando de defender los intereses de la población leal se
trata. Le es particularmente grato al Comisariado General de Guerra señalar la
espontaneidad con que algunas unidades militares, dándose cuenta de la
importancia de la recolección y de la ayuda que en las circunstancias presentes
debe prestarse a los campesinos, han aportado ya su valioso concurso a las
tareas del campo. Tenemos por ejemplo a una de las compañías de la 32 brigada
que, por propia iniciativa, ha creado grupos especiales de soldados dedicados
durante el tiempo libre de servicio a ayudar a los campesinos en sus trabajos de
recolección. De la misma forma, la 11 división y la 18 brigada vienen realizando
una labor análoga. El Comisariado General de Guerra se dirige a todos los
comisarios de guerra y a las unidades de nuestro Ejército para invitarles a
imitar el ejemplo de las fuerzas mencionadas. A dicho fin los comisarios deberán
ponerse sin pérdida de tiempo al habla con las organizaciones del Frente
Popular de los pueblos cercanos y ver conjuntamente la manera de organizar
con rapidez la intervención de nuestros soldados en la recolección de la cosecha.
Apenas es necesario subrayar que dicha ayuda no puede ni debe ejercerse a
costa del servicio y de las actividades militares, ya que el desempeño de estas
pasa por delante de todo y ha de seguir su rumbo sin la menor vacilación o
abandono. Incumbe a los comisarios de guerra, de acuerdo con los mandos
militares, el velar porque la ayuda que en todos los casos posibles debe ser
prestada a los campesinos en las actuales labores de recolección se lleve a cabo
sin rozar para nada el cumplimiento de los deberes militares. Por el interés que
en sí misma encierra esta nueva forma de noble compenetración entre el Ejército
Popular y el pueblo, requerimos a todos los comisarios delegados de guerra que
nos comuniquen sistemáticamente cuanto en este sentido lleven a cabo, así como
66
que informen de sus experiencias en este aspecto a través de la prensa central de
Comisariado, el diario “Vanguardia” y demás órganos propios existentes.
Firmado: Julio Álvarez del Vayo. (CDMH, PS Madrid – 512/11) o (CDMH - 18)

Diez días más tarde, ya había una única prioridad. El 29 de junio, el EMC
dirigido por Rojo emitía su plan de maniobra para guiar las operaciones en el
frente de Madrid. El propósito buscado era coger de revés a las fuerzas enemigas
situadas al oeste y al sur de la capital mediante un cerco sobre ellas capaz de
adelantar la línea de frente hasta el arroyo Butarque, con lo que se conseguiría
salvar a la capital de la acción de los bombardeos diarios del enemigo. La idea de
maniobra era la de realizar simultáneamente un doble ataque en el que el
esfuerzo principal se realizaría en la dirección Valdemorillo – Brunete –
Móstoles y el esfuerzo secundario en la dirección Entrevías – Ventorro de los
Pájaros - Asilo de San José (un complejo sanitario existente todavía junto al
actual barrio de La Fortuna), en Leganés. En la primera dirección se perseguirían
como objetivos los nudos de comunicaciones de Brunete y Navalcarnero y la
línea determinada por Romanillos – Boadilla del Monte – Ventorro del Cano –
Alcorcón – Móstoles – Navalcarnero. La llegada a cualquiera de estos tres
últimos objetivos aseguraba el corte de la carretera de Extremadura. La segunda
dirección de ataque perseguía el corte de las carreteras de Madrid a Toledo y de
Carabanchel a Getafe, así como contribuir a la defensa de la nueva línea sobre el
arroyo Butarque. Ambas direcciones combinadas tratarían de envolver a las
fuerzas enemigas que asediaban Madrid para reducir su libertad de movimientos,
para impedir que reaccionaran ofensivamente desde dentro de la bolsa
contrarrestando la materialización del cerco y para dejar toda la zona envuelta
bajo la acción de la artillería republicana. En una segunda etapa se debía librar
una batalla de carácter defensivo hacia el exterior, para lo que se acumularían
todos los medios disponibles. En cuanto a las fuerzas destinadas a tomar parte en
la maniobra, el cálculo era alcanzar un mínimo de 25 brigadas, 150 tanques, 50
carros blindados, toda la aviación disponible, el 50% de los medios antiaéreos,
150 piezas de artillería y 2 regimientos de Caballería. Para transportar las
reservas y dotar de movilidad a las brigadas que fuera necesario mover con
medios motorizados, se prepararía una reserva de 500 camiones, exclusivamente
destinados para esta maniobra. Las fuerzas del Ejército de Maniobra se
organizarían en dos cuerpos de ejército con tres divisiones cada uno, aparte de las
reservas. (AHN, caja 20/9) o (AHN – 3/1)

67
El 2 de julio, el EMC republicano ordenaba la creación de las dos agrupaciones
de fuerzas que debían llevar a cabo los dos ataques previstos: el Ejército de
Maniobra y el cuerpo de ejército de Vallecas, junto a los que se formaban
también las Reservas, general y locales. El esfuerzo principal correría a cargo del
Ejército de Maniobra, que tendría el mismo mando que el Ejército del Centro y
estaría formado por los cuerpos de ejército V y XVIII, más las numerosas
fuerzas, servicios y medios que le fueran agregados por aquel. Como el interés de
este estudio se centra en la zona del Perales, y no en la totalidad del frente de
Madrid, solo enumeramos las fuerzas del Ejército de Maniobra:

V CE al mando de Modesto: 11 división al mando de Líster (brigadas 1ª, 9ª y


100), 35 división al mando de Walter (brigadas XI, 32 y 108) y 46 división al
mando del Campesino (brigadas 10ª y 101).

XVIII CE al mando de Jurado: 10ª división al mando de Enciso (brigadas 2ª, 30


bis y 111), 15 división al mando de Janos Galiez “Gal” (brigadas XIII y XV) y
34 división al mando de Galán (brigadas 3ª, 16 y 68). (AHN, caja 20/9) o (AHN – 1/1)

Un día más tarde, el 3 de julio el EMC remarcaba que la ofensiva debía


caracterizarse por la sorpresa, la acción en masa de la artillería y la aviación
propias y la audacia. El primer objetivo importante sería Brunete, seguido de la
creación de una cabeza de puente sobre la orilla izquierda (este) del Guadarrama.
El siguiente objetivo sería el corte de la carretera de Extremadura, ya fuera por
Navalcarnero o por Móstoles y Alcorcón, lugar este último donde se buscaría el
enlace con las vanguardias del ataque secundario, a cargo del cuerpo de ejército
de Vallecas, lo que dejaría encerradas a las fuerzas enemigas del frente de
Madrid. Como decía el plan de maniobra del día previo, en el caso de
conseguirse ese enlace de ambas fuerzas, se estarían creando dos frentes: uno
exterior, defensivo, que debía organizarse de inmediato con vistas a rechazar
cualquier contraataque enemigo y otro interior, ofensivo, que debía progresar
sobre Madrid. Si llegaba este caso, se emplearían a fondo todas las reservas
disponibles dentro y fuera de la ciudad y en cualquier lugar del cual se pudieran
tomar.

Los principales peligros que se esperaban del campo enemigo venían de la acción
prácticamente inmediata de su aviación y de la segura contraofensiva terrestre
que, según se calculaba, no se produciría en ningún caso hasta el tercer o cuarto
día de iniciada la operación. Entre las respuestas enemigas menos probables, pero

68
no descartables, figuraban el ataque con gases venenosos y la maniobra ofensiva
sobre otros frentes, ante lo que apenas se tenían planes de contingencia. Para
contrarrestar la amenaza aérea enemiga se contaba con tres recursos: la acción de
la artillería y las ametralladoras antiaéreas que constituían la DECA, la aviación
de caza propia, y las medidas de autoprotección que adoptarían las tropas frente a
bombardeos y ametrallamientos, básicamente la dispersión y la ocultación. La
DECA (defensa especial contra aeronaves) estaría organizada en dos núcleos,
con sendas misiones de protección: de las tropas y de Madrid. De todas las
posibles acciones aéreas del enemigo, se consideraba como la más grave la
posible actuación masiva sobre Madrid mediante bombardeos de represalia,
actuando en el mismo sentido en que su artillería venía haciendo desde tiempo
atrás. (AHN, caja 20/9) o (AHN – 2/1)

Según proyectaba el EMC, los cuerpos de ejército V y XVIII debían atacar en


estrecha cooperación hasta alcanzar una línea determinada por: la bifurcación de
carreteras existente 4 kilómetros al sur de Quijorna – Brunete – puente sobre el
Guadarrama de la carretera de Brunete a Villaviciosa de Odón – vértice Mosquito
– puente sobre el Guadarrama de la carretera de Brunete a Boadilla del Monte –
caserío de Romanillos. Con la máxima vigilancia, se deberían cubrir los flancos
en prevención de cualquier contraataque enemigo, y aprovechando las
oportunidades más favorables que se fueran presentando en el avance, explotar el
éxito hacia Navalcarnero o hacia la zona de Villaviciosa de Odón y Boadilla del
Monte – Alcorcón – Móstoles. Dentro del arco descrito, la misión del V cuerpo
de ejército sería la de atacar, conquistar y conservar la zona comprendida por: el
vértice Los Llanos – Quijorna – cruce de carreteras 4 kilómetros al sur de
Quijorna – Brunete – puente del Guadarrama de la carretera a Villaviciosa de
Odón. Modesto debería asegurar absolutamente su flanco oeste (derecho) de
frente a cualquier contraataque, principalmente desde las direcciones
Navalagamella – Quijorna y San Martín de Valdeiglesias - Brunete.

Dibujadas las líneas generales de la operación, el alto mando republicano plasmó


a continuación los planes específicos para cada uno de los tres cuerpos de ejército
que intervendrían en la operación ofensiva: para el CE de Vallecas, que atacaría
desde el frente de Usera, y para los cuerpos V y XVIII, englobados en el Ejército
de Maniobra. Por el objeto de este estudio, nuestra atención debe fijarse en el V
CE, el que tenía que apoyar su flanco derecho en el río Perales, sin cruzarlo más
que para montar una línea de vigilancia que avisara si en la orilla franquista se
producían concentraciones amenazantes.
69
Hasta llegar a las posiciones de partida del ataque, las fuerzas del Ejército de
Maniobra (nominalmente 3.000 hombres por brigada, 10.000 por división,
30.000 por cuerpo de ejército; por tanto unos 60 – 65 mil en total) debían avanzar
por etapas sucesivas durante tres o cuatro noches, aguardando escondidos bajo
las encinas y sin moverse ni hacer fuegos durante el día. Llegada la noche del día
D-1, el V cuerpo de ejército debía avanzar escalonadamente (utilizando los
mismos caminos, por turnos) para infiltrarse a través de los intervalos de la línea
enemiga hasta desbordar y envolver las posiciones del vértice Los Llanos y el
pueblo de Quijorna. Primero se las debía aislar, y a continuación serían atacadas
por sorpresa al llegar el amanecer, hasta conquistarlas. También durante la noche,
otras fuerzas del V cuerpo avanzarían desde Valdemorillo a Brunete, asegurando
de cara al amanecer el corte de la carretera de Villanueva de la Cañada a
Quijorna y el cerco de Brunete por el sur y suroeste. Envueltos los pueblos de
Quijorna y Brunete, sin esperar a conquistarlos, se deberían ocupar tanto la
bifurcación de la carretera 4 kilómetros al sur de Quijorna como el puente sobre
el Guadarrama de la carretera de Brunete a Villaviciosa de Odón, así como el
pueblo de Sevilla la Nueva. El V CE pondría en primera línea a las divisiones 11
y 46, con la 11 a la izquierda (este) de la 46. En segunda línea, y por detrás de la
46 división, se dispondría la 35. Las tres adoptarán inicialmente el dispositivo de
brigadas sucesivas, que ya debería quedar conformado en la zona de
estacionamiento correspondiente a D-1 (una amplia zona en torno al actual
embalse de Valmayor, que por supuesto, entonces no existía). (IHCM, ZR, rollo 129,
leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 339/21)

Conocidas las órdenes que recibieron las fuerzas de Infantería del V CE, también
es necesario saber cómo fueron organizadas las fuerzas y servicios que,
perteneciendo previamente al Ejército del Centro, fueron agregadas al Ejército de
Maniobra para que este las mantuviera en manos de su mando o las pusiera a su
vez a disposición de sus divisiones. En un Ejército popular siempre escaso de
armamento y de todo tipo de medios, las divisiones y las brigadas nunca tuvieron
artillería, tanques o transportes en dependencia orgánica, es decir “propios”, sino
que los recibían (en la medida de las posibilidades) ante misiones concretas y
según los estrictos criterios del mando, que debía administrar la escasez.

En el V CE la artillería quedó organizada en tres agrupaciones: sendos grupos de


76,2 mm a disposición del mando de las divisiones 11 y 46 (apoyo directo) y un
grupo de 105 mm a disposición del mando del cuerpo (acción de conjunto).
Los dos grupos de apoyo directo se debían asentar inicialmente algo al sur y
70
suroeste de la posición Pico y Pala, en la cabecera del arroyo Valdeyerno,
mientras que el de acción de conjunto lo haría en el cerro Santa Ana. Al atardecer
del día D-1 deberían estar hechos los reconocimientos artilleros y la toma de
datos de tiro sobre los primeros objetivos previstos, de forma que los tres grupos
artilleros se encontrarían en disposición de abrir fuego a las 4 horas del día D.
Una vez recibieran la orden, los dos grupos de apoyo directo comenzarían su
desplazamiento a las 3 horas desde la cabecera de la cañada de los Montes del
Duque hasta sus emplazamientos respectivos. Los objetivos iniciales marcados
eran Quijorna y Brunete, pero también se atendería la contrabatería (tiros para
batir o callar a la artillería enemiga) y los fuegos que pidieran los jefes de
división para apoyar el combate de sus fuerzas. En caso de necesidad se podía
contar también con el apoyo de la artillería del Ejército de Maniobra (calibres y
alcances mayores, con sus baterías establecidas más a retaguardia).

En cuanto a los carros de combate, las dos compañías de tanques (de 15 unidades
cada una) afectadas a las divisiones 11 y 46, a las 4 horas del día D debían partir
desde el extremo norte de la cañada de los Montes del Duque hasta alcanzar las
proximidades de Quijorna. Llegadas a ese punto y si fuera preciso, una de esas
compañías tomaría parte en el ataque a este pueblo, a cargo de la 10ª brigada. En
caso contrario, y en unión de la compañía afectada a la 11 división, marcharía
rápidamente a Brunete, para cooperar en el ataque sobre el mismo. Si la primera
compañía tuviera que participar en el ataque a Quijorna, una vez tomado este
pueblo también se trasladaría a Brunete, poniéndose a disposición de Líster. Una
vez ocupado Brunete, todos los tanques quedarían dentro o cerca del mismo, en
completa disposición de repeler cualquier contraataque enemigo. También había
órdenes para la caballería y los zapadores. La aviación, las transmisiones y los
servicios actuarían según órdenes particulares. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1)
o (IHCM – 339/21)

En orden a conservar completamente el secreto, todos los reconocimientos que


era necesario hacer deberían quedar terminados al atardecer de D-1. Las
observaciones sobre el campo enemigo solo se harían en grupos de dos o tres
individuos, que se trasladarían guardando intervalos mínimos de un cuarto de
hora. Quedaba totalmente prohibida la circulación a caballo, en moto o en
automóvil al sur de Valdemorillo antes de la operación. También durante el día
D-1 debían quedar jalonados minuciosamente los itinerarios para el
desplazamiento nocturno de las unidades entre las zonas de estacionamiento de
dicho día y las posiciones del sector de Valdemorillo. Los soldados encargados
71
de colocar los jalones deberían ocultarse durante el día de las vistas aéreas y
terrestres enemigas. En las posiciones de primera línea del sector de
Valdemorillo quedaría montado desde D-2 un observatorio de mando por
división. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 340/21)

La 46 división del Campesino, la unidad que actuaría por el extremo derecho del
ataque republicano, recibió el día 2 de julio órdenes de su superior, el mayor
Modesto, que concretaban su misión inicial:

Objeto: Preparación y ejecución de un ataque en la dirección Valdemorillo –


Brunete.

La 46 división deberá avanzar desde las 22 horas del día D–1 sobre dos ejes.
Uno con dirección a Valdemorillo – Pico y Pala – Quijorna y el otro hacia el río
Perales. En la primera dirección se debe llegar a envolver y aislar Quijorna. En
la segunda dirección se cubrirán todos los pasos del Perales y se envolverá la
posición de Los Llanos desde su retaguardia. Tanto Quijorna como Los Llanos
deben haber caído antes de las 5 horas del día D, por lo que la operación debe
estar preparada hasta en sus mínimos detalles y ser ejecutada con rapidez,
audacia y sorpresa. La primera fase es de aproximación, la segunda es de
ataque y conquista. En la primera fase, la 101 brigada partirá desde
Valdemorillo a las 22 horas de D–1 para ocupar con uno de sus batallones las
alturas que dominan el puente sobre el río Perales de la carretera de
Valdemorillo a Navalagamella y el cruce del camino de Lancharejos sobre dicho
río. Con otro batallón tomará una cabeza de puente al oeste del Perales sobre el
puente de la carretera de Quijorna a Navalagamella. Con un tercer batallón
ocupará la casa de Las Rentillas para luego proseguir y desbordar por el este
las posiciones de Los Llanos. Un cuarto batallón quedará en reserva 2
kilómetros al sur de Valdemorillo. En la segunda fase, a las 5 horas deberán
estar tomadas Quijorna y Los Llanos. La primera caerá ante la 10ª brigada y la
segunda por la acción combinada de un batallón de la 101 brigada y otro de la
10ª. Este último batallón, una vez tomado su objetivo se unirá al resto de su
unidad, quedando la posición de Los Llanos guardada por la 101 brigada. No
existen planes previos para utilizar tanques o preparación artillera sobre Los
Llanos, pero sí se deja abierta la posibilidad de que la unidad atacante reciba
apoyo artillero por parte de las piezas de apoyo directo en manos de la división,
e incluso de las de acción de conjunto bajo mando del V cuerpo de ejército. Las

72
peticiones de estos fuegos serán hechas por conducto de los comandantes de las
brigadas. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 338/21)

Fase ofensiva republicana

6 de julio

El día D fue el 6 de julio y la hora clave para el inicio del fuego la que marcó el
amanecer. Horas antes, apenas dejó de haber luz solar el día 5, las fuerzas del
Ejército de Maniobra se pusieron en marcha para alcanzar los objetivos que
tenían marcados. Tres brigadas de Líster caminaron esa noche 10 kilómetros de
distancia en perfecto orden y silencio por la cañada de los Montes del Duque, el
camino de Hoya Espesa y seguramente también campo a través hasta dejar
rodeado el pueblo de Brunete dentro del horario previsto. Debiendo aguardar su
turno para poder utilizar la primera de estas vías, la 10ª brigada (menos el
batallón que iba a Los Llanos) hizo una imperfecta aproximación a Quijorna y no
llegó a tiempo de rodearla antes de que despuntara el día. En paralelo, el XVIII
CE también hizo una aproximación insuficiente a Villanueva de la Cañada. La
noche veraniega es corta y las distancias resultaban menos fáciles de cubrir
cuanto mayores fueran las unidades. Posiblemente el primer disparo de la batalla
de Brunete se hizo contra la posición franquista de Los Llanos con un fusil de la
101 brigada, que también llegaba con el tiempo justo desde Valdemorillo y Las
Rentillas. Estaba comenzando una batalla con capacidad de alterar el curso de la
guerra, en la que el mando republicano había puesto grandes esperanzas.

Memorias de Pedro Mateo Merino, jefe de la 101 brigada de la 46 división.

Durante una de esas noches, la 101 brigada recibe orden de trasladarse hasta unas
dehesas varios kilómetros al suroeste de El Escorial. Los grupos de encinas se
aprovechaban para el camuflaje de la tropa y el material. Allí debía unírseles una
batería de 45 mm, formada en la base de artillería de Lorca, la cual estaba
mandada por un alférez del antiguo Ejército. Amaneciendo el día siguiente, los
jefes de división y brigadas, por orden de Modesto, observan el futuro campo de
batalla desde el vértice “Monos” (entre el arroyo Valdeyerno y Valdemorillo),
para familiarizarse con los pueblos, accidentes geográficos, puntos guarnecidos y
espacios carentes de cobertura de fuerzas enemigas que tiene el sector objeto del
inminente ataque.
73
Los objetivos inmediatos para la 46 división eran Los Llanos y Quijorna. El
altiplano de Los Llanos sería atacado por la 10ª brigada desde la dirección
noreste, la única practicable para tanques, de los que participaría una sección (5
unidades). La 101 brigada atacaría con un batallón surgiendo ante la posición
enemiga por el norte, desde las laderas escarpadas que suben desde el arroyo
Valdeyerno. Tendría, en el caso de ser necesario, el apoyo de una compañía de
Ametralladoras. También se contaba con el apoyo del fuego de una batería
artillera. Otros dos batallones de la 101 brigada asegurarían la línea del río
Perales inmediatamente al oeste de Los Llanos, enlazando por su derecha con la
3ª división del I cuerpo de ejército. El restante batallón quedaría en reserva. La
aproximación se haría de noche y en el más riguroso silencio y secreto para estar
antes del amanecer ante el perímetro defensivo. Solo después de comenzado el
ataque entrarían en acción los tanques y la artillería. Durante la noche que
antecedía al ataque, la 101 brigada marcharía desde su zona de concentración
original, primero hasta Valdemorillo y luego hasta el fondo del valle del arroyo
Valdeyerno, para después, trepando la abrupta ladera opuesta de este valle,
plantarse ante las alambradas enemigas aún con la cobertura de la oscuridad. Los
últimos kilómetros se harían necesariamente a pie por el doble motivo de la
conservación del secreto y porque las pistas del tramo final no eran aptas para
vehículos.

La marcha de aproximación hasta Los Llanos fue de unos 10 kilómetros, los


primeros en camiones con las luces enmascaradas, hasta Valdemorillo, y luego a
pie hasta el objetivo, usando el camino que bordea el arroyo de La Nava (camino
de Las Gateras y alguna de sus variantes). En el tramo inicial, circulando por vías
de escasa calzada, el nutrido tráfico de camiones, coches y tanques con luces
apagadas crearon un embotellamiento que no permitió que las unidades de
Infantería cubrieran las distancias necesarias en el tiempo previsto.

Aun a pesar de que no se consiguiera que todas las brigadas cubrieran en el


tiempo previsto sus itinerarios de aproximación a sus objetivos respectivos,
durante esa fase de traslados se siguió manteniendo el secreto de la operación en
el mismo grado que se había logrado en los enmascaramientos diurnos de los días
previos. Las primeras defensas de la posición franquista de Los Llanos, dos casas
fortificadas situadas en una planicie de 743 metros de altura con forma alargada
en la dirección este - oeste, eran una triple alambrada plantada a unos 50 – 60
74
metros del borde de la pendiente que caía al valle del arroyo Valdeyerno. Las
trincheras y zanjas de comunicación no eran especialmente complejas ni
numerosas y tal vez las propias casas fueran el mejor refugio y parapeto.
Defendían Los Llanos una mía (compañía) del tabor de Ifni-Sahara llegada unos
pocos días antes y una centuria de la 5ª bandera de Falange de Castilla, más una
pieza antitanque. El resto de los efectivos de esas dos unidades guarnecían
Quijorna.

Una vez se inició el ataque, el puesto de mando de la 101 brigada se situó en unas
peñas a unos 500 metros al sur de la casa de Las Rentillas, junto al camino que
baja de esa casa al arroyo Valdeyerno. Los batallones 3º y 4º fueron destinados a
cubrir las alturas de la margen este del río Perales, relevando de ellas a las
unidades de la 3ª división del I cuerpo de ejército que estaban previamente allí
con el mismo propósito (pasados unos días, concretamente el 9, la 101 brigada
volverá a entregar a la 3ª división esa responsabilidad). Los batallones 2º y 1º
avanzaron, por ese orden, hacia la casa de Las Rentillas, que no tenía enemigo y
se pudo ocupar sobre la marcha. La noche iba tocando a su fin cuando aún no se
había alcanzado la línea de asalto. El ataque lo desencadenó el 2º batallón desde
la marcha, tras desplegarse a unos 500 metros de la posición, ya con la primera
luz del día. La sorpresa no se había logrado del todo, y el retraso de la 10ª
brigada, que fue mayor que el de la 101, contribuyó a que el asalto desde la
marcha resultara rechazado. Cuando el citado batallón de la 10ª brigada se
incorpora al ataque, tampoco se consigue el éxito porque la defensa es férrea,
sostenida con gran decisión, al punto que su pieza antitanque inutiliza dos de
nuestros tanques. La artillería de que dispone la brigada son tres piezas de
acompañamiento, de 45 mm, que junto a los tres morteros de 81 mm son todos
los recursos propios de que se dispone, siendo su eficacia muy limitada. Al poco
de iniciado el combate por Los Llanos, desde Quijorna y Villanueva de la Cañada
ya llega el ruido producido por sus respectivos asaltos, que están también en
marcha. En Los Llanos la situación no cambia a lo largo del día 6 ni del 7. (Del
libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)

En el campo franquista existía un cierto grado de alerta ante la posibilidad de


una acción enemiga, pero en ningún caso se esperaba una ofensiva de la
magnitud que se materializó en la madrugada del 6 de julio. Según los partes de
combate de la 71 división que en el momento de iniciarse la batalla de Brunete se
encontraba desplegada en la que sería zona de operaciones, la guarnición propia

75
presente en Los Llanos estaba formada por una centuria de Falange de la 5ª
bandera de Castilla y una mía (compañía) del tabor de Tiradores de Ifni - Sahara,
mientras que en Quijorna se contaba con dos centurias de la 5ª bandera de
Falange de Castilla y dos mías del citado tabor de Tiradores. Apenas al este, en
Villanueva de la Cañada estaba la 2ª bandera de Falange Expedicionaria de
Sevilla, menos una sección. Las restantes fuerzas propias presentes en la zona
formaban las guarniciones de Villanueva del Pardillo, loma Artillera y
Villafranca del Castillo. Los Tiradores de Ifni – Sahara que el día 6 estaban en
Los Llanos y Quijorna habían llegado dos días antes por causa de las imprecisas
informaciones que acusaban un ataque inminente. Del mismo modo, se habían
repartido 10 piezas de artillería antitanque entre las posiciones y emplazado una
batería artillera adicional en la zona del Guadarrama, a dónde también se había
enviado al 5º tabor de Regulares de Larache. La escasa cuantía de estos refuerzos
de última hora rebela que el secreto absoluto no existió, pero que el Ejército de
Maniobra supo ocultar muy bien la envergadura de sus fuerzas durante las fases
de concentración y aproximación.

Siempre según el relato hecho por la 71 división, sobre las 5 horas del día 6 de
julio el enemigo inició un fortísimo ataque empleando grandes masas de
infantería y numerosa aviación, artillería y tanques, localizando su acción
inicialmente entre el valle del Aulencia y Los Llanos. La infantería enemiga,
precedida de tanques, se infiltró y consiguió entrar en Brunete, de dónde tuvo que
escapar el jefe de ese subsector, el coronel Abelardo Mancebo, que no disponía
de absolutamente ninguna reserva en el pueblo (Líster y otras fuentes, por el
contrario, hablan de 250 prisioneros y de un botín que incluía abundantes armas y
municiones. Entre esos prisioneros se contaban las hermanas Larios, las
“marquesitas” que no mucho tiempo después fueron intercambiadas por
prisioneros republicanos). Al mismo tiempo, todas las posiciones del subsector
Brunete, dependiente de la 2ª brigada de la 71 división, eran sometidas a un
intenso bombardeo de aviación y artillería, a los que seguirían ataques de la
infantería. Siempre según esta versión, antes de que Brunete fuera totalmente
ocupado, y mientras aún se disponía de línea telefónica, el coronel Mancebo
consiguió comunicar con todas las posiciones del subsector para que estas se
dispusieran a rechazar el ataque, al mismo tiempo que ordenaba que la 1ª bandera
de la Legión, que estaba en Chapinería, saliese de inmediato hacia Brunete.
Cuando él mismo consiguió salir de este pueblo (se supone que en un vehículo),
marchó al encuentro de esta bandera, a la que halló en marcha, ordenando que se
76
desplegara de inmediato a tres kilómetros de Brunete, donde estableció contacto
con el enemigo, previniendo su posible avance hacia Chapinería (la 1ª bandera de
la Legión ocupó durante la mañana del 6 el cruce de la carretera de Quijorna con
la de Alcorcón a San Martín de Valdeiglesias y alcanzó sobre esta última el
kilómetro 20,500, distante solo 2 kilómetros de Brunete). Una vez que la 1ª
bandera hubo tomado posiciones, el coronel Mancebo marchó a Chapinería,
donde encontró al coronel jefe de la 2ª brigada de la 71 división (Palenzuela),
quien le transmitió la orden del general Varela de marchar a Navalcarnero (otras
versiones dicen que a Sevilla la Nueva) y tomar allí el mando de las fuerzas que
ya estaban avanzando hacia Brunete desde Navalcarnero, cesando Mancebo en el
mando del subsector. A las 12 horas del día 6 también el citado jefe de la 2ª
brigada cesa en el mando inmediato de la parte de su zona de responsabilidad,
comprendida entre Fresnedillas y Villanueva del Pardillo, la cual pasa a depender
(por pocas horas) directamente del jefe de la 71 división, el general Serrador.

Con el fin de conseguir elementos de juicio, son enviados enlaces a


Navalagamella y a Sevilla la Nueva, cuyas comunicaciones, junto con las
declaraciones del coronel Mancebo, permiten saber al jefe de la 71 división que
la 1ª bandera de la Legión y los dos tabores de Regulares de Navalcarnero (estos
últimos al mando del comandante Fernández Cuevas), habían avanzado en
dirección a Brunete y establecido contacto con el enemigo cerca de este pueblo.
Por otra parte, los Llanos y Quijorna resistían bien. El general Serrador toma en
ese momento las decisiones de reforzar la guarnición de Quijorna, con el batallón
164 de Toledo y un convoy de municiones, y de establecer contacto con Los
Llanos. Lo primero se logrará a las 10,30 horas del día 7, lo segundo resultará
imposible, dada la presión que ejerce el enemigo. Mientras, para no perder el
contacto físico con Quijorna fueron retirados de Las Navas del Rey y de Robledo
de Chavela una compañía de Infantería, un escuadrón de Caballería del
regimiento de Farnesio (desmontado) y una sección de Ametralladoras del
mismo. Estas fuerzas se establecerán a lo largo de la carretera de Navalagamella
a Quijorna a las 11 horas (suponemos que del propio día 6). De esta forma, la
vital vía de salida de Quijorna hacia el río Perales y Navalagamella quedó
inicialmente fuera del control republicano. Las fuerzas de Farnesio y otras que se
despliegan previamente sobre la carretera citada tienen como misión principal
conservar y asegurar la posesión de la margen oeste del río Perales al sur de
Navalagamella y dificultar en lo posible el cerco republicano a Quijorna. Una
batería artillera de 105 mm se traslada de Robledo de Chavela a Fresnedillas de

77
la Oliva. En Colmenar de Arroyo queda situado el 163 batallón de San Quintín,
como reserva.

Según el diario de operaciones de la 5ª bandera de Falange de Castilla, las


fuerzas de la guarnición en Quijorna eran dos mías de Tiradores de Ifni – Sahara
y las centurias 1ª (de Ávila) y 3ª (de Burgos) de la 5ª bandera de Castilla. Una
vez comenzada su ofensiva, el primer ataque enemigo sobre este pueblo tuvo
lugar en la madrugada del día 6, y llegó desde el sur, la dirección en la que estaba
Brunete. Estuvo a cargo solo de fuerzas de Infantería y resultó rechazado. El
segundo asalto dio comienzo cuando empezaba a clarear, y esta vez la infantería
contó con el apoyo de tanques “en número superior a 30” y de baterías artilleras
de 155, “12,40” y 75 mm, lo cual se sabe por los proyectiles que quedan sin
explotar. También son vistos tres escuadrones de Caballería enemiga. Cuando
este segundo ataque fue rechazado, numerosos cuerpos sin vida quedaron por
delante de las posiciones falangistas. La aviación enemiga comenzó entonces a
bombardear Quijorna sin encontrar oposición, declarándose un incendio en el
almacén de ropa y armamento de la Comandancia Militar, de la que previamente
se habían sacado las municiones para llevarlas a las trincheras. Del fuego solo se
consiguió rescatar el dinero correspondiente a la paga del mes de julio para la 5ª
bandera, 63.495,30 pesetas. Los intentos por entrar en Quijorna continuaron a lo
largo de la mañana, apoyados por bombardeos aéreos y por el fuego de los
tanques, sin que la infantería enemiga fuera capaz mejorar sus posiciones. A las
10 y 19,30 horas hubo nuevos asaltos desde el sur en los que tomó parte la
caballería y que también fueron rechazados. Como era de esperar, las
comunicaciones telefónicas con el exterior (Brunete y Los Llanos) quedaron
interrumpidas a lo largo de la mañana. Los dos cañones antitanque existentes en
Quijorna estuvieron en manos de servidores faltos de serenidad y de un oficial
indeciso, por lo que el deficiente uso que se hizo de estas piezas solo permitió
alcanzar a dos tanques antes de que a media tarde ambos cañones quedaran fuera
de combate por efecto del fuego enemigo. Por su parte, la tropa de falangistas
demostró tener una gran serenidad y sangre fría, aguantando los sucesivos
ataques enemigos con pocos medios, ya que se contaba con munición escasa y
con pocas granadas de mano. Ante una situación que se iba volviendo más
delicada con el paso de las horas y frente a la falta de comunicación telefónica, el
mando de la defensa buscó a un soldado que aceptara arriesgarse a salir para
llevar un mensaje de petición de ayuda hasta Colmenar de Arroyo. El mensajero
no solo consiguió salir, burlando el cerco enemigo, sino que horas más tarde

78
volvió a entrar en Quijorna asegurando que no tardarían en llegar refuerzos, pues
estos ya estaban en camino. (AGMAV, caja 2685, carp.3) o (AGMAV – 9/1)

A medida que el mando franquista va superando el estupor inicial y logra ir


haciéndose cargo de la situación que enfrenta, empieza a tomar las primeras
medidas bien informadas y por tanto, perdurables. En torno a las 15 horas del día
6 el general Saliquet (Ejército del Centro) ordena al general Varela (VII cuerpo
de ejército) que el general Barrón, jefe de la 13 división del I cuerpo de ejército,
se haga cargo del mando del subsector Brunete, y que mientras este llega a su
puesto de mando, el coronel Rodrigo debía asumir accidentalmente esa
responsabilidad. De esta forma, la zona situada entre los ríos Perales y
Guadarrama que había quedado agregada a la 71 división solo dos semanas antes,
vuelve a quedar fuera de su sector, mientras que el total de la zona de
operaciones queda bajo responsabilidad de Varela, que en la noche del día 6
asume el mando del cuerpo de ejército de Operaciones, que se crea en ese
momento para afrontar la ofensiva republicana en marcha. Poco antes de la caída
de la noche del 6 los republicanos habrán ocupado Villanueva de la Cañada tras
más de doce horas de combates. Han tenido más bajas y retraso del previsto, pero
de cara al día 7 el XVIII CE tiene abierto el camino hacia el río Guadarrama.
(IHCM, ¿?) o (IHCM – 3/1)

7 de julio

Volviendo al relato de Mateo Merino, en Los Llanos el 2º batallón de la 101


brigada de la 46 división ya había sufrido numerosas bajas. También los
defensores soportaban un duro castigo, y su situación al final del día era
desesperada, y más fue así cuando la posición quedó rodeada al ocuparse con las
reservas del batallón las alturas circundantes (seguramente se trata de los cerros
Andrinal y Veneno). Desde ese momento, los defensores supieron que no cabía
esperar la llegada de ningún refuerzo desde el exterior. Sin embargo, aún se les
ofreció alguna ventaja por causa de la propia imprevisión, cuando sin avisar a la
101 brigada, en la noche del 7 al 8 el Campesino mandó retirar el batallón de la
10ª brigada que atacaba desde el noreste. Esto permitió, al reducirse la presión en
torno a la posición enemiga, que algunos grupos consiguieran abandonarla e
infiltrarse hacia nuestra retaguardia, donde merodearon peligrosamente,
consiguiendo causar bajas, cortar las líneas de teléfono e interrumpir nuestras
vías de comunicación durante varias horas. Cerca del puesto de mando del V

79
cuerpo de ejército fue capturada una partida numerosa, que se rindió tras ofrecer
alguna resistencia. Más problemas dio otra, contra la que hubo que dedicar una
compañía a rastrear el monte en torno a Los Llanos. Era un grupo de ocho
tiradores de Ifni que fueron capturados, reconociendo en el interrogatorio que se
les hizo ser los autores del asesinato, durante la noche anterior, del chofer de una
ambulancia y de los seis heridos que transportaba. Como responsables de un
crimen de guerra, los ocho fueron fusilados cerca de la casa de Las Rentillas. (Del
libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)

Desde el campo franquista, ese día el parte de los combates de la 71 división


señala que el 163 batallón de San Quintín que en la víspera estaba en Colmenar
del Arroyo llega por la carretera de Chapinería y sobre la marcha entra en línea
situándose a la izquierda de la 1ª bandera de la Legión. Si esta unidad dominaba
entonces el cruce de carreteras al sur de Quijorna y se extendía hacia el este entre
la carretera a Chapinería y el arroyo de Los Morales hasta el kilómetro 20,500 de
la citada carretera, el batallón de San Quintín debió situarse al oeste del arroyo
Palomero, entre el cruce citado y la zona de Perales de Milla. En alguna acción
que emprende desde allí para intentar romper el imperfecto cerco republicano a
Quijorna, este batallón pierde a su comandante. En ese momento, la 1ª bandera,
aun con dificultades, estaba enlazada por su derecha con alguno de los dos
tabores al mando de Fernández Cuevas que habían llegado el mismo 6 desde
Navalcarnero. Estas tres unidades, junto al 75 batallón de La Victoria bajo mando
de Álvarez Entrena, ya estaban cerrando el paso de la 11 división de Líster hacia
Navalcarnero y hacia el puente del Guadarrama que permitía llegar a Villaviciosa
de Odón. Avanzado el día se envió un enlace a Quijorna para traer información
acerca de su situación. Tras su vuelta, a las 22,45 horas, se sabrá que Quijorna
sufre una creciente presión del enemigo pero que los defensores resisten bien
aunque empiezan a estar agotados. La situación, vista desde dentro, se considera
bastante delicada pero sin llegar todavía a resultar desesperada. Se intenta a lo
largo del día enlazar con Los Llanos, pero esto resulta imposible. Durante la
noche, parte de la guarnición de Los Llanos se repliega sobre Quijorna bajo
presión enemiga. También durante la noche del 7 al 8 se percibe una creciente
dificultad para comunicar físicamente con Quijorna; aun así, un convoy de
municiones que se envió a este pueblo y fue atacado consiguió entrar. (IHCM, ¿?) o
(IHCM – 3/1)

La otra fuente disponible, el diario de operaciones de la 5ª bandera de Castilla,


recoge que a las 3 horas tres camiones propios cargados de munición y otros
80
suministros consiguieron entrar en Quijorna forzando el cerco al amparo de la
oscuridad nocturna, para lo que tuvieron que sostener una escaramuza con
algunos soldados enemigos, a los que incluso consiguieron arrebatar un fusil
ametrallador y varios cargadores. Cuando regresaron a su lugar de partida, estos
camiones se llevarían a cuantos heridos pudieron cargar, que no eran todos los
que había. Con las primeras luces del día 7 se reemprendieron los ataques
enemigos con bríos renovados y mayores medios que los del día anterior, pero
con los mismos resultados, fracasando ante la fría y tenaz resistencia que oponían
los defensores. La caza del tanque se veía muy limitada por la carencia de
gasolina desde la tarde del día anterior, y hora a hora, el fuego enemigo se va
volviendo prácticamente continuo, hecho con aviación, tanques y artillería, pero
la infantería no consigue adelantar sus líneas. A las 10 horas (del 7) entra en
Quijorna el grueso del 164 batallón de Toledo, que también ha desplegado por el
norte del pueblo a una parte de sus fuerzas, con lo que consigue despejar esa zona
de enemigo, haciéndole bajas y algunos prisioneros. Poco después, todo el 164
batallón recibirá órdenes de meterse dentro del perímetro defensivo de Quijorna.
Una vez dentro del pueblo, con las nuevas fuerzas recibidas, el comandante jefe
de la 5ª bandera, Esteban González, puede reorganizar la defensa de la posición
creando tres sectores: Norte: tiradores de Ifni – Sahara y falangistas. Oeste:
fuerzas de Falange. Este y Sur: fuerzas del 164 batallón de Toledo

La distribución de fuerzas en sus sectores correspondientes se debe hacer bajo la


presión del enemigo. El combate continúa con pocas interrupciones durante todo
el día 7 y la noche del 7 al 8, y no pasa mucho tiempo hasta que vuelve a escasear
la munición, que inexorablemente se consume en frenar los intentos de la 46
división por quebrar la resistencia y entrar en el pueblo. La cortedad de
municiones se acrecienta ante el hecho de que los hombres del 164 batallón
llegaron armados con fusiles de 7,92 mm mientras que los de las otras dos
unidades que estaban desde antes los tenían de 7 mm. Unas armas se quedarían
inevitablemente sin balas antes que otras. Como se ve, no solo las unidades
republicanas padecían ese problema. (AGMAV, caja 2685, carp.3) o (AGMAV – 9/1)

8 de julio

Relata el jefe de la 101 brigada que al comenzar el día 8 (tercero del asalto),
Modesto urge a concluir la toma de Los Llanos. Se ve que la defensa está al
límite de su resistencia física y moral y que su reducción no llevará mucho más

81
tiempo, pero entre los combatientes del batallón atacante también se dan casos,
pocos, pero no vistos hasta entonces, de automutilaciones para escapar de los
peligros del combate. Las protagonizan soldados de recluta, nunca los que vienen
de la etapa miliciana. Para acabar con esta práctica se ordena que la curación del
automutilado se haga sin abandonar la primera línea. El segundo asalto del 2º
batallón durante la mañana del 8, encabezado también por los mandos de la
brigada, da por fin la posesión a los republicanos de Los Llanos. Muerta o
capturada la mayoría de la guarnición, solo una parte de quienes abandonan en el
último momento este sitio conseguirán alcanzar la línea enemiga al otro lado del
río Perales, los demás son capturados a lo largo de su desesperada huída en
dirección a Quijorna, que seguía resistiendo el asalto de la 10ª brigada. En Los
Llanos se tomaron 300 fusiles, dos morteros, cuatro ametralladoras y una pieza
de 37 mm antitanque (según la versión de los defensores, sin el cerrojo, que
habría sido enterrado para no entregar la pieza en condiciones de ser usada).
Hubo 50 prisioneros. A los muertos se los enterró allí mismo. Felicitado por
Modesto, que presenció su asalto desde Pico y Pala (cota 741), el 2º batallón, ya
con su retaguardia despejada avanza hasta ocupar El Espolón y, sin detenerse, se
aproxima a Perales de Milla, pero se les deniega el permiso para ocupar ese
caserío o explorar el terreno hacia el sur. La misión que tienen es de cobertura,
no de ruptura o maniobra. Ahora a la 101 brigada le tocará fortificarse sobre
posiciones convenientes y bien enlazadas a lo largo de la margen izquierda del
Perales. El 2º batallón se repliega por tanto desde las cercanías de Perales de
Milla hasta el puente de la carretera Quijorna – Navalagamella. En el entorno de
ese puente, (que será volado, junto con el de Valdemorillo, cuando el V cuerpo
de ejército pase a la defensiva el día 12), se enlazará luego con la 10ª brigada
cuando el grueso de esta unidad salga también a las cercanías del Perales tras
haber conquistado Quijorna. De lo dicho por el jefe de la 101 brigada se deduce
que el vértice Perales pudo ser ocupado por los republicanos el día 8.

Mientras esto ocurría, los republicanos observan del lado opuesto del Perales y
ya desde el mismo día 7 un intenso movimiento de fuerzas enemigas que
refuerzan su dispositivo desde Navalagamella al sur. Enfrente, en el subsector de
la 101 brigada (arroyo Tamarizo – Espolón) se aceleran los trabajos de
fortificación mediante la creación de trincheras y nidos de ametralladora en
profundidad, sobre todo en los flancos y nacimientos de las vaguadas. Se busca
eliminar en todos los casos las desenfiladas por las que el enemigo pudiera
avanzar impune, para lo que se cruzan los fuegos y se da carácter circular a las
82
defensas. El Espolón y Los Llanos se fortifican hacia el oeste y el sur (la defensa
de Los Llanos hacia el norte y el este ya estaba hecha por los anteriores
ocupantes de la posición). La línea que se pone en pie tiene doble alambrada y
trincheras con sus accesos cubiertos. Los batallones reciben la orden de poner
una compañía en reserva cada uno, cosa difícil pero imprescindible ante la
facilidad que ofrecía el terreno para la sorpresa. La actividad fortificadora se
torna ardorosa y con ello el paisaje se transforma. Desde el día 12 se trabaja en
una segunda línea al sureste de Valdemorillo. El punto débil de la defensa será la
carencia de reservas suficientes. El nuevo puesto de mando de la brigada se ubicó
en la vaguada que separa el Espolón y Los Llanos, el mismo lugar en que se
situaban las reservas de la brigada. Algo más al sur se puso la batería de
morteros, y mirando al arco Perales de Milla – Quijorna, la batería de
acompañamiento, formada por tres piezas de 45 mm. Mientras, el 1º batallón de
la 101, que es la reserva de la 46 división está cerca de Quijorna, a las órdenes
del Campesino. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)

En el campo franquista, el parte diario de la 71 división indica que ese día llegó a
la zona de operaciones el batallón 251, avanzadilla de la 150 división, al que se
da orden de ocupar el vértice Perales, situado entre el río del mismo nombre y la
carretera de Navalagamella a Quijorna. Este batallón debe además quedar
enlazado por su derecha con el 163 batallón, a fin de establecer una base de
partida desde la que recuperar Los Llanos, operación en la que tomarían parte,
bajo el mando del coronel Palenzuela, el citado 251 batallón y el 9º tabor de
Regulares de Tetuán, cuya llegada estaba anunciada. Siempre según este parte, el
batallón 251 consiguió alcanzar su objetivo (ocupación del monte Perales), pero
la acción sobre Los Llanos se frustró porque el 9º tabor de Regulares de Tetuán
se extravíó tras sufrir durante la noche varios bombardeos de aviación enemiga
que le causan bajas, mereciendo ser citado como distinguido su jefe, el
comandante Ledesma. Sobre Quijorna la presión enemiga aumenta
considerablemente, sucediéndose los ataques, que son efectuados con el apoyo de
tanques e intensas preparaciones artilleras, a pesar de lo cual siguen siendo
contenidos. En la zona de Navalagamella el cañoneo también es intenso, llegando
a recibirse cerca de 1.000 proyectiles diarios, siendo también bastante frecuentes
los bombardeos de la aviación republicana por todo su entorno. (IHCM, ¿?) o (IHCM -
3/ 1)

83
La ocupación del monte Perales (muy suave, de cota 580) por fuerzas franquistas
en ese momento parece un hecho discutible, ya que está acreditado que los
republicanos perderían el vértice Perales durante el día 19, lo que lleva a pensar
que lo que ocupó entonces el batallón 251 fuera posiblemente el cercano cerro
San Pablo, el caserío de Perales de Milla y, como mucho, una parte de la suave
pendiente que desde el río Perales y este poblado sube hasta el vértice de este
monte desde el oeste.

La 5ª bandera de Castilla relata por su parte que a las 4 horas del día 8 un nuevo
convoy de municiones y víveres consigue forzar el paso y entrar en Quijorna,
siendo recibido con un enorme júbilo por los defensores, a muchos de los cuales
ya se les habían agotado las balas. Nuevamente los mismos vehículos que
trajeron las municiones son capaces de volver a salir hacia las líneas propias
sacando a muchos de los heridos que se tienen en Quijorna, pero como antes, no
es posible evacuarlos a todos. Con el amanecer el enemigo retoma sus ataques
con una determinación cada vez mayor, apoyado por el fuego artillero y el de sus
tanques, que actúan desde todas las direcciones. A las 19 horas, tras varios
intentos, finalmente los tanques logran alcanzar las alambradas, frente a lo que,
sin desistir de la defensa de las trincheras, los moros y falangistas de la posición
consiguen incendiar dos de los nueve tanques con botellas llenas con gasolina
extraída de los vehículos que formaban el convoy de la noche anterior. Las dos
tripulaciones mueren y el resto de los carros se retiran entre los vítores de los
defensores, que en ese momento se han puesto de pie en sus trincheras olvidando
el peligro que para sus vidas que representa el fuego enemigo. A pesar de las
peticiones del comandante jefe de la defensa, que solicitó gasolina y granadas de
mano, solo se recibieron 200 de estas últimas, que se consumieron
inmediatamente. Valora este documento que con la alta moral demostrada por
tropas y oficiales, de haberse contado con medios apropiados, la resistencia se
hubiera podido prolongar durante mucho más tiempo. (AGMAV, caja 2685, carp.3) o
(AGMAV – 9/1)

Si dos convoyes y un batallón consiguieron entrar en Quijorna en los días 7 y 8, y


los primeros además pudieron volver a sus líneas evacuando heridos, es evidente
que el cerco republicano sobre ese pueblo resultaba muy imperfecto. También en
esos días, especialmente el 7 y el 8 decenas de civiles atrapados por la ofensiva
republicana dentro de Quijorna abandonaron el pueblo. Los testimonios orales
conocidos cerca de 75 años más tarde contaron cómo, desesperados por el peligro

84
extremo que se corría en todo momento dentro del pueblo a causa del fuego
republicano, grupos de vecinos fueron saliendo por el entorno del arroyo hacia el
Perales, en dirección oeste. Al cruzarse con los atacantes, estos simplemente los
dejaban seguir su marcha y no les importaba que pasaran al poco a la zona
enemiga, es decir, que no hubo una instrucción o un plan del mando republicano
acerca de qué hacer o cómo proceder con los pocos cientos de civiles que
entonces quedaban en Quijorna. Tampoco tenemos ninguna evidencia de que los
contados camiones del Ejército franquista que llevaron suministros a Quijorna
evacuaran a los niños, a las mujeres o algún otro grupo preferente, ni que el 164
batallón de Toledo montara un corredor de evacuación o se negociara nada en ese
sentido con la 10ª brigada o su jefe de división, el Campesino. Todo apunta a que
los vecinos de Quijorna que permanecieron en sus casas cuando llegaron los
sublevados en noviembre de 1936, en algunos casos murieron durante el ataque
republicano y en su mayoría salieron de Quijorna bajo las bombas, terminando su
triste aventura en los pueblos cercanos bajo control el Ejército franquista, dónde
pasaron el resto de la guerra antes de poder plantearse volver a Quijorna. El
pueblo del que tenemos más evidencias como lugar de recepción de estos
refugiados de guerra fue Méntrida, en la cercana provincia de Toledo.

La batalla de Brunete implicó a decenas de miles de combatientes desde el


primer momento. Inicialmente la superioridad numérica republicana resultaba
abrumadora, pero con el paso de las jornadas de lucha los números de ambos
contendientes se fueron equiparando. Pueden cifrarse en torno a 120.000 los
hombres que de uno u otro modo tomaron parte en los combates o estuvieron en
las unidades de servicios directamente implicadas en el campo de batalla. Junto a
la infantería, las máquinas de guerra jugaron un papel central en el resultado de
los combates. Sin duda la aviación se consagró como un arma fundamental y con
un papel creciente, pero en las trincheras, fue la artillería la que marcó hora tras
hora la vida de los combatientes.

El 8 de julio, a solo dos días por tanto de iniciada la ofensiva, en el Ejército


franquista, la Comandancia General de Artillería del VII cuerpo de ejército,
desde Ávila hacía su primera propuesta para la organización de la artillería del
frente defensivo recién puesto al mando del general Varela. En ese momento,
mientras se esperaba la llegada de otras baterías que ya estaban en camino,
fundamentalmente desde el frente norte, se constituyeron tres sectores diferentes
con los recursos presentes en aquel momento en la zona.

85
Sector derecho: Abarcaba todo el frente del río Guadarrama defendido por la 11
división del I CE. En ese momento, la división Provisional del Guadarrama
mandada por el general Asensio todavía no se había hecho cargo del sector, si
bien solo faltaban horas para que esto ocurriera. Sobre ese espacio de frente se
constituía una agrupación que contaría con un grupo de 75 mm Schneider y otro
grupo de 105 mm (serían en total 12 piezas). Su misión sería la de dar apoyo
directo al núcleo de resistencia de Villanueva del Pardillo, loma Artillera y
Villafranca del Castillo y a los núcleos que se fueran organizando desde el
castillo de Villafranca hasta el puente sobre el río Guadarrama de la carretera de
Alcorcón a San Martín de Valdeiglesias. Como misión normal el grupo de 75
mm batiría la zona norte de su sector, mientras que el grupo de 105 mm haría lo
propio con la sur. Como misión eventual, cada uno de ellos podría batir la zona
del grupo adyacente. Los observatorios de la agrupación debían situarse en el
vértice Mosquito (de cota 702). La agrupación debería estar enlazada con el jefe
de la 11 división, y el grupo de 75 mm, además con el centro de resistencia de
Villanueva del Pardillo.

Sector centro: Abarcaba desde el puente sobre el río Guadarrama de la carretera


de Alcorcón a San Martín de Valdeiglesias hasta el caserío de Perales de Milla en
el río Perales. Este sector estaba defendido por la 13 división, mandada por el
general Barrón. Se constituían dos agrupaciones: una de apoyo directo con dos
grupos de cañones de 75 mm (serían 12 piezas) y otra de acción de conjunto con
un grupo de 105 mm Wickers y un grupo de 3 baterías de 155 mm y una batería
de 149 mm (serían 18 piezas, una vez se incorporaran dos baterías que estaban
pendientes de hacerlo). La misión de la agrupación de cañones de 75 mm era la
de brindar fuegos de apoyo directo a las tres agrupaciones de fuerzas de
Infantería, desplegadas respectivamente de este a oeste en el sector de la 13
división (tenientes coroneles Álvarez Entrena, Fernández Cuevas y Regalado).
La agrupación de Álvarez Entrena contaba además con una batería de cañones de
75 mm propia. La misión para la agrupación de los grupos de 105, 155 y la
batería de 149 mm era la de acción de conjunto, lo que significaba reforzar los
tiros de apoyo directo de la otra agrupación de menor calibre, hacer fuegos de
prohibición sobre la carretera de Brunete a San Lorenzo de El Escorial y la que
de ésta partía hacia Boadilla del Monte y por último, realizar tiros de
contrabatería cuando fuera necesario.

86
Sector izquierdo: Abarcaba desde el caserío de Perales de Milla hasta
Navalagamella, en ese momento a cargo todavía de la 71 división (2ª brigada). Se
constituía una agrupación de apoyo directo con un grupo de 75 mm y otro de
105 mm de Montaña (serían 12 piezas). Otro grupo del 105 mm Largo asumiría
la misión de acción de conjunto (serían 6 piezas). La misión de la agrupación de
apoyo directo era la de proveer de fuegos a los centros de resistencia propios
situados entre Fresnedillas de la Oliva y el arroyo Valdeyerno. La misión del
grupo de 105 mm de Montaña sería la de hacer estos fuegos a favor de los cuatro
centros de resistencia que formaban el sector, numerados de 1 a 4 de sur a norte.
La zona de acción normal para el grupo de 75 mm era la comprendida desde la
carretera de Fresnedillas de la Oliva a Zarzalejo hasta la altura del arroyo
Valdeyerno. La zona de acción normal para el grupo de 105 mm de Montaña
abarcaba desde el arroyo Valdeyerno hasta la altura de la carretera de Quijorna a
Villanueva de la Cañada. Las zonas de acción eventual para los grupos de la
agrupación de apoyo directo eran, como en los otros sectores, sus respectivas
zonas adyacentes. Los observatorios de la agrupación de apoyo directo debían
ubicarse sobre alturas al sur de Navalagamella, y sus enlaces serían con los jefes
de los centros de resistencia a los que estuvieran prestando su apoyo. La misión
del grupo del 105 mm Largo sería la de acción de conjunto, en base a fuegos de
contrabatería y de apoyo directo. Su zona de acción normal era la situada entre la
carretera de Quijorna a Villanueva de la Cañada y la de Alcorcón a San Martín
de Valdeiglesias, mientras que su zona de acción eventual sería la misma de la
agrupación de apoyo directo. La contrabatería se haría allí donde hiciera falta
dentro del alcance de las piezas. El observatorio del grupo de acción de conjunto
estaría en el vértice La Casa, y su enlace sería con el jefe de la 71 división, en
Chapinería (hasta que el día 10 se hiciera cargo del sector la 150 división). Como
se ve, el grueso de la artillería franquista del sector izquierdo batía la zona de
Perales de Milla y cerro Perales, ambas al oeste de Quijorna.

Esta propuesta de distribución de la artillería estaba fundamentada en la visión de


la batalla que se tenía en ese momento y en las instrucciones recibidas desde el
VII cuerpo de ejército. El sector derecho contaba con poca densidad de fuego
artillero, por lo que para compensar esa situación, se había dispuesto que se le
dotara de suficiente material de transporte, de forma que en todo momento
pudiera adaptar sus asentamientos a la evolución de la maniobra. Teniendo en
cuenta la dirección del ataque, en este sector era preciso hacer un profundo
escalonamiento de los asentamientos; esto es, ante la posibilidad de éxito

87
enemigo, convenía situar las baterías tan alejadas como resultara posible
considerando su rango de alcance, para prevenir al máximo que pudieran resultar
copadas. En el sector central se había procurado, además de conseguir un gran
escalonamiento, disponer de una alta densidad de medios y fuegos artilleros, con
el doble fin de robustecer la resistencia del fondo de la bolsa producida por el
ataque enemigo y al mismo tiempo, ya que se tienen suficientes baterías de largo
alcance, poder batir de flanco y aún de revés a las fuerzas enemigas que estaban
cruzando el río Guadarrama. En el sector izquierdo el asentamiento de un grupo
del 105 mm Largo se fundamentaba en la idea de que con su fuego de
contrabatería se podría conseguir libertad de acción para la agrupación de apoyo
directo de este sector, pudiendo además estas piezas del 105 mm Largo batir de
flanco la carretera al norte de Brunete, reforzando así los fuegos de prohibición
sobre esta vía, eje principal del esfuerzo, los abastecimientos y las evacuaciones
del enemigo. Se hacía notar también la necesidad de dotar cuanto antes de
material telefónico a las unidades artilleras, a fin de conseguir una perfecta
articulación del fuego. Las baterías en los tres sectores ordenados debían contar
en todo momento con las siguientes municiones a su disposición: 300 disparos
por pieza para las baterías de 75 mm; 150 disparos por pieza para las baterías de
105 mm y 100 disparos por pieza para las baterías de 149 y 155 mm. (IHCM, ZN,
rollo 153, leg.21 bis, carp.55) o (IHCM – 374/22)

9 de julio

Durante la noche del 8 al 9, la 46 división se hace cargo del 1º batallón de la 101


brigada, que era hasta ese momento la única reserva divisionaria.
Inmediatamente, este batallón se traslada a Quijorna. El 2º batallón tendrá
entonces la posibilidad de reorganizarse y descansar durante varias noches frente
a Navalagamella, al poder ser relevadas sus compañías de manera escalonada de
la primera línea, aunque no abandonan su frente. Este relevo lo hace el 3º
batallón, que extiende entonces su despliegue al sur hasta ocupar las posiciones
tomadas por el 2º, quedando sobre el frente que va desde la casa de Las Rentillas
hasta el Espolón (mientras el 4º, por la derecha del 3º, cubre el frente sobre el
Perales hasta aproximadamente la carretera de Valdemorillo a Navalagamella).
Una vez tomados los dos primeros objetivos de la 46 división, Los Llanos y
Quijorna (faltaba el cruce de carreteras al sur de este pueblo), el mando del
Ejército de Maniobra ordena crear durante la tarde del 9 un subsector defensivo
en la zona de Valdemorillo – Zarzalejo. El cumplimiento de esta orden supone
que el subsector de la 101 brigada se acorta por el norte, quedando el enlace con
88
la 33 brigada de la 3ª división en el arroyo Tamarizo. De esta forma, desde el día
9 (y hasta el 18 como máximo), el 1º batallón de la 101 brigada estará sobre
Quijorna, el 2º (el más castigado), parcialmente en segunda línea o descansando
por compañías, el 3º, desplegado entre el Espolón (incluido) y la casa de Las
Rentillas, y el 4º, desplegado entre la citada casa de Las Rentillas y el arroyo
Tamarizo.

Sobre esta línea alcanzada junto al río Perales, y dominando Quijorna, la 101
brigada comienza a fortificar en profundidad, aprovechando todas las ventajas
que ofrece la posesión de un terreno accidentado que permite cruzar fuegos desde
posiciones seguras y dominantes. A la par, fue creada una extensa red de
observatorios. La única e insuficiente reserva de brigada que se consiguió crear
estaba formada por dos secciones de Infantería del 4º batallón y una sección de
Ametralladoras del 3º. A todas estas fuerzas se las sitúa detrás del 3º batallón,
entre el Espolón y Los Llanos. El 3º batallón cuenta a su vez con una reserva
propia de una compañía, que queda agazapada al norte del Espolón y junto al
cauce del Valdeyerno, la dirección con mayor peligro de infiltración por ser la de
terreno más bajo. La evidente misión de los batallones 2º, 3º y 4º de la 101
brigada era entonces la de asegurar el flanco oeste de la ofensiva. Mientras esto
se hacía, durante la mañana del 9 el 1º batallón se encontraba involucrado en la
toma de Quijorna, donde junto a otros cinco batallones más (serían tres de la 10ª
brigada y dos de la XI brigada internacional) y dos escuadrones de Caballería,
tomarán finalmente el pueblo en el segundo asalto del día, a las 10 horas.
Contaron con el apoyo de 6 baterías artilleras, una compañía de tanques (que
sobre el papel son 15 unidades) y una de carros blindados. Conseguido el triunfo,
en manos republicanas quedan 200 prisioneros, 3 piezas antitanque, 3 morteros, 5
lanzallamas, varias ametralladoras y 1.000 fusiles. Se entierran unos 600
muertos del enemigo. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)

Ese día, el Ejército de Maniobra da a conocer su resumen de información de la


jornada del 9/7.

Tomada Quijorna durante la mañana por fuerzas de la 46 división. La 11


división ha llevado parte de sus brigadas en dirección al Guadarrama en su
avance destinado a tomar posiciones en torno al puente sobre la carretera de
Brunete a Villaviciosa de Odón, sosteniendo fuertes combates con el enemigo, al
que ha quebrantado con dureza. La 9ª brigada ha copado a una compañía de
Infantería enemiga. Todavía no se percibe del lado enemigo la presencia masiva
89
de unidades de refuerzo, si bien se sabe que estas ya están siendo
apresuradamente trasladadas hacia este frente. Desde Ávila, a donde llegan por
ferrocarril, existe un intenso tráfico de camiones hacia la zona de operaciones.
Informaciones coincidentes de la observación aérea y terrestre confirman
movimientos y concentraciones de tropas en torno a San Martín de
Valdeiglesias, Chapinería y Villa del Prado entre otros pueblos. La presencia de
fuertes medios antiaéreos en torno a Navalagamella y San Martín de
Valdeiglesias apunta hacia la necesidad del enemigo de dar protección a las
importantes concentraciones referidas. Estos mismos datos han podido
confirmarse por declaraciones de evadidos que se han presentado en nuestras
líneas. Por estas razones, la zona de Navalagamella – Fresnedillas debe ser
objeto de especial atención por parte del V cuerpo de ejército. (IHCM, ZR, rollo 95,
leg.778, carp.21, doc.1) o (IHCM – 47/4)

El día 9, buscando prevenir al máximo cualquier acción ofensiva que pudiera


partir desde la margen enemiga del Perales, por orden del Ejército de Maniobra
se crea un nuevo subsector que abarcaba la amplia zona del nacimiento del citado
río, aquella por la que discurrían los arroyos Moraleja, Pradejón (o Vallolín) y
Fuente Vieja. Este nuevo subsector se llamó “de Valquemado”, y discurría entre
Valdemorillo y Zarzalejo. Se ordenó que las unidades de la 101 brigada presentes
entre los arroyos de La Nava - Tamarizo y la carretera de Valdemorillo a
Navalagamella fueran relevadas de ese intervalo por fuerzas de la 32 brigada
(mando del mayor de Milicias Nilamón Toral) de la 35 división, que a su vez
habían cedido su subsector María de la Alameda – Peguerinos a la XIV brigada
internacional. Por otra parte, la 105 brigada (mando del teniente coronel Esteban
Domínguez Piña) debía situarse al sur de El Escorial en espera de órdenes,
mientras que la 99 brigada entregaría al subsector recién creado armas
automáticas y sus servidores. Las brigadas 32, 105 y las armas de la 99 cedidas
dependerían tácticamente de la 3ª división (brigadas 33, 34 y XIV), la cual
mantendría sin cambios su límite norte. La misión de la 3ª división sería la de
garantizar la defensa a toda costa de su nuevo subsector, producto del
alargamiento dos kilómetros hacia el sur de su sector. Este dispositivo será
modificado el 18 de julio. (AHN, caja 2685, carp.3) o (AHN – 9/1)

El nuevo subsector tendría por su derecha a fuerzas de la 33 brigada (mando del


mayor de Milicias Esteban Cabezos) y de la 105, mientras que por su izquierda
estaría la 101 brigada de la 46 división. El subsector Valquemado estaría
constituido por una línea avanzada y una posición de resistencia, compuesta a su
90
vez por una línea principal de resistencia, una línea de sostenes (300 metros por
detrás) y una línea de detención, más atrás todavía. El mando de este subsector lo
tenía la 3ª división, con puesto de mando en El Escorial. El puesto de mando de
la línea avanzada del subsector (guarnecida por un batallón de la 32 brigada)
estaría en el fortín del Diablo, mientras que el de las líneas principal de
resistencia y de sostenes (guarnecidas también por la 32 brigada) estaría en el
fortín Almorcho o posición Alicante. El puesto de mando de la línea de detención
estaba en Fuente Vieja, y su jefe era el de la 33 brigada. En paralelo, a la derecha
del subsector Valquemado y enlazando con un batallón de la 33 brigada, entraba
en primera línea un batallón de la 105 brigada (relevando a otro de la 33),
mientras que otro batallón de la 105 se situaba como reserva en la estación de
Zarzalejo. El mando directo de estos tres batallones parece haber quedado a
cargo del jefe de la 105 brigada, con puesto de mando en El Chozo, subordinado
a su vez al jefe de la 33 brigada, responsable de la última línea sobre el intervalo
completo cerro San Benito – arroyos de La Nava y Tamarizo. De esta forma,
donde inicialmente había un espacio cubierto por las brigadas 101 y 33, ahora
estaban las brigadas 32, 33 y 105, más ciertas armas de la 99. La intención era
crear un muro contra el que se estrellara cualquier intento de ataque franquista
desde Navalagamella – Fresnedillas. Sin duda esta prevención era muy necesaria,
pero también es cierto que se estaban fijando fuerzas que hacían mucha falta en
la vanguardia del ataque republicano. (IHCM, ZR, rollo 60, leg.674, carp.4, doc.1) o (IHCM –
209/15)

Desde el campo franquista, la 71 división reporta que a las 5 horas del día 9 el
comandante Esteban González, jefe de la posición de Quijorna, comunica a su
superior, el general Serrador, que están recibiendo un fuego artillero intensísimo,
siendo la situación en el interior de Quijorna de extrema dificultad. Pasadas las
10,30 horas otra comunicación permite saber que ya solo resistía la iglesia, único
edificio en pie ante el ataque apoyado por 30 tanques rusos que estaban
recibiendo. El general Serrador, tal como ocurre de inmediato, considera perdida
la posición. Ordena entonces al comandante Sánchez Ledesma, jefe del 9º tabor
de Regulares de Tetuán, llegado a la zona el día anterior, que haga avanzar a dos
de sus compañías unos dos kilómetros en dirección a Quijorna, con la misión de
atraer la atención del enemigo y fijarlo, acción que buscaba retrasar la marcha de
una columna con caballería que ya se estaba moviendo desde Quijorna en
dirección a Chapinería (más correctamente, habría que decir al cruce de
carreteras al sur de Quijorna, siguiente objetivo de la 46 división). Al mismo
tiempo, Serrador ordena que sean ocupadas con dos compañías las alturas por
91
delante de la casa del Salobral (esta casa está situada al oeste del arroyo
Santibáñez, 3,5 kilómetros por detrás del poblado de Perales de Milla). Una vez
en sus posiciones, estas fuerzas enlazarían con otras dos compañías que se habían
mandado previamente para proteger a la artillería emplazada cerca de la citada
casa, la cual, tras la caída de Quijorna sin ellas hubiera quedado completamente
al descubierto y amenazada por un probable avance enemigo. Mientras tanto, esa
artillería cooperaba con la acción emprendida por la unidad del comandante
Sánchez Ledesma en su misión de interceptar los esfuerzos republicanos hacia el
cruce de carreteras al sur de Quijorna.

El 10º tabor de Regulares de Alhucemas y el 9º tabor de Regulares de Melilla


llegaron al poco y se situaron en el entorno del monte Perales y en las alturas del
arroyo de La Dehesa, donde taponaron el hueco creado por la salida previa del 9º
tabor de Regulares de Tetuán del comandante Ledesma, que entonces combatía el
avance republicano hacia el sur en el entorno del arroyo de Los Morales (estos
dos tabores se habrían situado sobre las alturas existentes entre los arroyos de La
Dehesa y Los Regueros, dominando la carretera a Navalagamella). Ya de noche,
en las primeras horas del día 10, se presenta el general Sáenz de Buruaga junto a
las fuerzas de su división 150 “Marroquí”. Estas van a constituir parte del cuerpo
de ejército de Operaciones que ha sido puesto al mando directo del general
Varela, el cual va a operar entre Fresnedillas de la Oliva (incluida) y la izquierda
del río Guadarrama. Desde ese momento, la 2ª brigada de la división 71 solo
conservará del resto de su sector original la parte que no ha sido entregada al
general Varela, es decir, desde el entorno de Robledo de Chavela hasta la zona de
Peguerinos. (IHCM, ¿?) o (IHCM – 3/1)

El diario de la 5ª bandera de Falange de Castilla del último día de resistencia en


Quijorna recoge que con el amanecer se renueva el asalto, que da lugar a otro
encarnizado combate. Desde la defensa se hace necesario reforzar con falangistas
la zona guarnecida por el 164 batallón de Toledo, pero al poco, ante la merma
paulatina en las filas de los defensores se terminan por abandonar las trincheras
del lado oriental de la defensa, las que estaban a cargo del 164 batallón. Pasa
entonces poco tiempo antes de que el enemigo consigue entrar en esas trincheras
y de inmediato, meter sus tanques dentro de Quijorna. A partir de ese momento,
el de la caída de parte del perímetro defensivo y de la irrupción de los atacantes
en las calles del pueblo apoyados por tanques, toda tentativa de resistencia queda
condenada y se impone la retirada. La orden en este sentido, que se ignora de
quién partió, no fue recibida en un primer momento en las trincheras guardadas
92
por los falangistas, en la zona oeste, permaneciendo estos en ellas hasta el límite,
tras lo cual también esta fuerza se replegó hacia Chapinería. Después de tres días
de combates, Quijorna pasa a manos republicanas en la mañana del día 9. (AGMAV,
caja 2685, carp.3) o (AGMAV – 9/1)

También ese día 9, la Comandancia Principal de Artillería menciona como


distinguido a un cabo del 13º regimiento Ligero de Artillería. El relato de los
hechos que merecieron esta mención permite ponernos en situación dentro del
campo franquista en las proximidades del Perales e imaginarnos la presión
continua que ejercía la aviación republicana sobre Navalagamella y su entorno:

El enemigo atacaba violentamente con tanques, Artillería e Infantería el pueblo


de Quijorna, teniéndola sitiada desde hacía tres días. La 19 Batería del 13º
Ligero emplazada en La Constancia contribuía muy eficazmente a contener con
su fuego a los asaltantes, haciendo que su Infantería permaneciera en las
trincheras sin poder lanzarse al asalto. Había que municionar con urgencia
dicha Batería, para lo que envié una camioneta con 200 disparos a las órdenes
del Cabo Armada. Durante el trayecto, el enemigo batió intensamente con
Artillería de diferentes calibres la carretera de Navalagamella por la que tenía
que ir a la finca de La Constancia. En estas circunstancias atacaron también
aviones con bombas y balas incendiarias de sus ametralladoras, prendiendo
fuego al campo. El camión había hecho alto mientras pasaban los aviones, y los
dos que en él iban se habían tumbado en el monte para refugiarse. De resultas al
bombardeo y de las balas incendiarias el monte se prendió en las proximidades
del camión y del Cabo, y comprendiendo este el peligro que corrían las
municiones, se levantó para buscar al mecánico y llevarse la camioneta. Al no
dar con él, preguntó a un muchacho que estaba próximo y al contestarle este
¿qué mecánico?, le obligó a ir con él y guiar la camioneta a su destino llegando
a tiempo y sin novedad. Por estos hechos propongo al citado Cabo para el
ascenso a Sargento por méritos de guerra, mucho más teniendo en cuenta que
siempre se ha distinguido por su gran amor y entusiasmo por la Causa Nacional,
su gran celo en el cumplimiento del deber, su laboriosidad y sus excepcionales
condiciones para el mando, como demostró en los hechos anteriormente
relatados.

Ávila, 11 de agosto de 1937. II Año Triunfal.

10 de julio

93
En el 5º día de ofensiva, el resumen de noticias del Ejército de Maniobra recogía
que en el V cuerpo de ejército la 11 división (brigadas 1ª, 9ª y 100) tenía a su 9ª
brigada combatiendo para conseguir alcanzar el objetivo que perseguía desde el
primer día de lucha: el puente sobre el Guadarrama de la carretera de Brunete a
Villaviciosa de Odón. La 100 brigada, también de la división de Líster, estaba
cubriendo mientras tanto su flanco derecho, a la vez que sostenía el frente que ya
se había estabilizado en torno a Brunete. En la 35 división (brigadas XI, 32 y
108), su 108 brigada también intentaba avanzar hacia el cruce de carreteras al sur
de Quijorna, contando para ello con el apoyo de la XI internacional. En la 46
división (brigadas 10 y 101) todas las fuerzas estaban instalándose sobre las
posiciones conquistadas: los 10 kilómetros sobre la orilla izquierda del Perales
que separan la carretera de Valdemorillo a Navalagamella del monte Perales, al
suroeste de Quijorna. Mientras tanto, a la vez que se va agotando la capacidad
ofensiva de las fuerzas propias, el mando del Ejército de Maniobra contempla a
través de distintos medios de observación e información cómo el enemigo se está
reforzando constantemente.

El enemigo retira reservas del sector del Jarama. Se han observado


concentraciones en el bosque y al oeste de Boadilla del Monte. De Móstoles a
Navalcarnero han pasado 600 hombres y 40 camiones con material. De
Colmenar del Arroyo a Navalagamella han pasado 35 camiones. De Segovia a
Cebreros han pasado 450 camiones, de los que 300 siguieron a San Martín de
Valdeiglesias. De Ávila a Fresnedillas han pasado 40 camiones. (IHCM, ZR, rollo 95,
leg.778, carp.8, doc.1) o (IHCM – 259/18)

Mientras, en la zona de acción del XVIII cuerpo de ejército, las divisiones 15


(brigadas XIII y XV), 34 (brigadas 3ª, 16 y 68), 10ª (brigadas 2ª, 30 bis y 111) y
45 (brigadas XII y CL) estaban también empeñadas en la ocupación de sus
objetivos de mínimos marcados en el plan de la ofensiva. No se había conseguido
la ruptura hacia Boadilla del Monte y se estaba luchando muy duramente por la
conquista de los vértices Mosquito y Romanillos y por el poblado de Villafranca
del Castillo. Como objetivo fijado sobre la marcha, se estaba atacando también
Villanueva del Pardillo. Mucho más que el Perales, entonces los ríos Aulencia y
Guadarrama estaban siendo el epicentro de los principales combates, en los que
además de la infantería, los tanques y la artillería, la aviación estaba teniendo una
participación fundamental, con más de 300 aparatos operativos en manos de los
dos ejércitos enfrentados.

94
Ese día, en el campo franquista, la 71 división informaba de que las 6 de la
mañana del día 10 se había hecho entrega del nuevo sector Navalagamella – río
Perales a la 150 división, unidad que incorporaba también a las fuerzas que tenía
la 71 división en Navalagamella, Fresnedillas de la Oliva y El Mogote (posición
situada en torno a las peñas existentes a medio camino entre Fresnedillas y
Robledo). Quedaba por tanto conformado en ese momento el sector de Sáenz de
Buruaga, o de la 150 división, que tendría a la división de Serrador por su
izquierda (a cargo de Robledo de Chavela) y a la de Barrón por su derecha (desde
el entorno del cruce de carreteras al sur de Quijorna). A continuación se
enumeran las fuerzas que de una u otra manera habían dependido de la 71
división entre los días 6 al 10 de julio en la zona que pasaba a ser responsabilidad
de la 150 división, anotando también el número de bajas registradas que tuvo
cada una durante esos cuatro días de combates. Sumaban 1.822, de los que una
proporción muy alta correspondía a desaparecidos, buena parte de ellos
prisioneros del Ejército republicano. En el caso del 164 batallón de Toledo, que
fue la unidad que reforzó la defensa de Quijorna el día 7, hay una carencia, pues
la cifra de bajas anotada no incluía a las de tropa, que alcanzaron los 300
hombres. Considerando este dato, el número total de bajas de la 71 división en
esos días superaría entonces las 2.100.

1ª bandera de la Legión......................................................................................170

Tabor de Ifni – Sahara........................................................................................247

5ª bandera de Falange de Castilla “Crespi”........................................................224

2ª bandera de FET de las JONS Expedicionaria de Sevilla............................302

3ª compañía del 6º batallón del regimiento de Infantería Toledo nº 26..........7

164 batallón del regimiento de Infantería de Toledo nº 26...................... .......40

8º batallón del regimiento de Infantería de San Quintín nº 25.....................638

163 batallón del regimiento de Infantería de San Quintín nº 25.................109

6º batallón del regimiento de Infantería de San Quintín nº 25.........................1

251 batallón de la 150 división..............................................................................7

9º tabor de Regulares de Melilla............................................................................0


95
7º escuadrón del regimiento de Caballería Farnesio nº 10.....................................2

4ª batería de Montaña Expedicionaria de Las Palmas..........................................51

Compañía Expedicionaria de Ingenieros de Tenerife.............................................1

Sección de Evacuación, grupo de Sanidad Militar del Ejército del Centro......23


(IHCM, ¿?) o (IHCM – 3/1)

Unos días más tarde, el 12, un informe redactado en Chapinería por el mando de
la 150 división informará al general Varela sobre el estado de las fuerzas que
recibieron el golpe de la ofensiva republicana en Quijorna y Los Llanos.

164 batallón de Toledo: El batallón tiene por jefe actual al alférez R. Valle
Miguel, el cual manifiesta que el batallón tenía por jefe al comandante
Fombellida, que resultó herido en Quijorna y fue evacuado a Griñón. El batallón
contaba aproximadamente con 730 hombres, de los cuales quedaron dentro de
ese pueblo, entre muertos, heridos y prisioneros, unos 300. Del resto, unos 100
fueron heridos que pudieron ser evacuados a los hospitales de la zona propia (el
más grande era el de Griñón, y el más cercano sería el que se encontraba en La
Jimena, una finca con casa de campo en las cercanías de Navas del Rey). Los
restantes combatientes del batallón, los que habían podido abandonar indemnes
Quijorna sumaban 320 individuos de tropa, la mayoría de los cuales se
encontraban en Chapinería. Centurias 1ª y 3ª de Falange de Castilla: Estuvo en
Quijorna. Tienen por jefe al teniente Prieto García, quien comunica que entre
ambas centurias sumaban aproximadamente 262 hombres, de los que se
encuentran presentes en Chapinería 178. En Quijorna quedaron entre muertos,
heridos y prisioneros, 84. La bandera la mandaba el comandante Esteban
González, que está entre los que quedaron en el citado pueblo. 2ª centuria de
Falange de Castilla: Estuvo en Los Llanos. Tiene por jefe al alférez F. Navarro
Cabanillas, quien también lo era antes. Este mando relata que esta unidad tenía
en Los Llanos 126 hombres, de los cuales hay en Chapinería 77. De los 49 que
faltan, 20 quedaron muertos en la citada posición y de los otros 29, varios
pudieron ser evacuados a hospitales de la zona propia. Tabor de Tiradores de
Ifni – Sahara: Estuvo en Quijorna Tiene por jefe al comandante Alonso, que lo
era también antes. El tabor tenía aproximadamente 370 hombres en Quijorna. En
Chapinería hay presentes 175. De los 185 que faltan, un número no precisado
pudo ser evacuado a hospitales de la zona propia, el resto, entre muertos, heridos

96
y prisioneros, quedó en Quijorna. Mía del tabor de Tiradores de Ifni –
Sahara: Estuvo en Los Llanos. Tiene por jefe actual al oficial moro de segunda
Abselam Ben Crimo Riffi. Durante los combates, el jefe era el alférez Segres. La
mía tenía 136 hombres. En Chapinería hay 54, y en hospitales de nuestra zona,
15. En Los Llanos quedaron 12 muertos, lo que suma 81 hombres. Los 55 que
faltan se supone que fueron capturados, muertos o heridos al salir las fuerzas de
la guarnición hacia Navalagamella.

Por los relatos oídos a quienes estuvieron allí, se sabe que la posición de Los
Llanos fue finalmente abandonada por falta de municiones. Su guarnición
previamente repelió varios ataques enemigos, en el último de los cuales se
consiguió hacer huir al atacante a cierta distancia, lo que fue aprovechado para
abandonar la posición ordenadamente. En Quijorna la guarnición llegó a sumar
1.500 hombres. El abandono de la misma se produjo porque las unidades se
quedaron sin jefes ni oficiales y fueron atacadas muy fuertemente con carros y
artillería desde las alturas que dominan el pueblo, teniendo las fuerzas propias
gran número de bajas. Cuando las fuerzas de la defensa se retiraron fueron
perseguidas débilmente por la caballería enemiga. Al batallón 164 del regimiento
de Toledo se lo enviará hoy a Villacastín, para reorganizarse. Por el momento no
se lo considera apto para ser empleado en el frente porque carece de oficiales y la
tropa está algo deprimida. Los elementos de Falange se han reorganizado en dos
centurias con oficiales nuevos. De estas fuerzas se piensa que sí tienen espíritu
suficiente como para poder volver a utilizarlas una vez queden reorganizadas. A
los efectivos del tabor de Ifni – Sahara se los está empleando en algunos servicios
a favor de la 150 división. (AGMAV, caja 1782, carp.15) o (AGMAV – 34/3)

A primera hora del día 10, se puede dar por prácticamente organizado el
dispositivo del Ejército franquista a cargo del flanco oeste de la batalla en curso.
El propio día 6 de julio, la 71 división había cedido a la 13 división el subsector
Brunete de su 2ª brigada y el día 10 hacía lo propio con su subsector
Navalagamella a favor de la 150 división “Marroquí”. En adelante, Serrador
conservaría el mando sobre un sector que abarcaba desde las posiciones al sur
inmediato de Robledo de Chavela (El Mogote sería para la 150 división) hasta su
anterior límite norte. Desde el 10, tres divisiones franquistas guardaban ya un
frente que empezaba a mostrar señales de estabilización a pesar de los duros
combates que se sucedían en flanco este, en los valles del Guadarrama y de su
afluente, el Aulencia. La ofensiva republicana estaba terminando de fracasar
como avance profundo (tampoco había tenido éxito el ataque secundario a cargo
97
del CE de Vallecas), pero sí estaba logrando forzar la concentración en la zona de
los ríos Perales, Aulencia y Guadarrama de todas las unidades disponibles del
Ejército franquista, incluidas las del norte, que ya se estaban organizando para
desplazarse al frente madrileño. El alivio que tanto necesitaba el norte
republicano ya era una realidad.

Haciendo frente al Ejército de Maniobra (CE V y XVIII), al mando de Miaja, que


se había “incrustado” entre los CE I y II del Ejército del Centro (mandado
también por Miaja), ya estaba operativo el CE de Operaciones franquista
(divisiones 150, 13 y Asensio o Provisional de Guadarrama), que al mando de
Varela había sido constituido a toda prisa entre los CE VII y I del Ejército del
Centro mandado por Saliquet. En camino estaban las brigadas de Navarra 4ª y 5ª,
que venían desde el frente norte para reforzar el dispositivo franquista.

Agotamiento de la ofensiva y paso a la defensiva

11 al 17 de julio

Campo republicano

El día 11 de julio se puede considerar para los republicanos como el de cambio


de fase en la batalla que estaba en marcha desde el 6. Su potencia ofensiva se
encontraba ya muy mermada por el esfuerzo hecho y por las bajas de hombres y
material sufridas. En paralelo, enfrente ahora no existía más ese terreno
débilmente guarnecido que se pudo atacar con gran superioridad y por sorpresa
cinco días atrás, sino que había un verdadero frente en el que el enemigo
concentraba día a día nuevas unidades de todas las armas, además de la aviación,
que había llegado en masa en las primeras jornadas de la batalla. En contra de la
capacidad ofensiva republicana contaba además el hecho de que las divisiones
enemigas (150, 13 y Asensio) tenían a su retaguardia líneas abiertas por las que
moverse y abastecerse, mientras que el Ejército de Maniobra, como consecuencia
de su avance de 10 a 12 kilómetros de profundidad, se había metido en una
bolsa, con el enemigo por el frente y por ambos flancos. A Miaja le estaba
pesando mucho el disponer de una única carretera asfaltada para los
abastecimientos y las evacuaciones; era la que iba desde Valdemorillo a Brunete,
la actual M-600, que además pronto quedó bajo el fuego de la artillería franquista
y por supuesto, de su aviación de caza y bombardeo cuando los antiaéreos y la
aviación propia no conseguían impedirlo. Reportaba el Ejército de Maniobra:

98
Se tiene la confirmación de que ya existen importantes concentraciones enemigas
ante el frente del V cuerpo de ejército. Se estima en unos 7.000 a 8.000 el
número de las tropas facciosas en espera de entrar en fuego, las cuales se
localizan, según parece, sobre todo a lo largo del eje Sevilla la Nueva –
Navalcarnero. El frente propio, especialmente entre Quijorna y Brunete, deberá
ser reforzado con alambradas y zanjas antitanque. La defensa se basará en el
perfeccionamiento de la fortificación y en la cooperación entre divisiones
vecinas, tanto si se trata del enlace por el fuego, del apoyo artillero o del empleo
de reservas. Las tres divisiones del V cuerpo de ejército están acoladas en
primera línea de derecha (oeste) a izquierda (este) en el orden 46 – 35 – 11.

De estas tres divisiones, la 46 era la que guardaba la línea del río Perales, con un
sector que se extendía desde los arroyos La Nava – Tamarizo hasta la
confluencia de los arroyos Palomero y Los Morales, a solo dos kilómetros del
cruce de carreteras al sur de Quijorna, al que nunca consiguieron llegar los
republicanos. La 46 división, según las órdenes que recibía ese día, debía
mantener dos batallones de la 101 brigada en reserva. Por su parte, la reserva de
la 35 división sería la 32 brigada, que en ese momento también cubría el frente
del Perales enlazando con la derecha de la 46 división. Por último, la 11 división
guardaba una brigada completa como reserva en torno a Brunete. Todas estas
reservas de división debían estar dispuestas a pasar a depender del V CE y ser
enviadas de inmediato allí donde su mando estimara más conveniente. En cuanto
a la artillería, las dos agrupaciones de apoyo directo de las divisiones 11 y 46 se
mantendrían en esa misma misión. El grupo de 105 mm bajo mando directo del
V cuerpo seguiría dedicado a la acción de conjunto, pero a la vez muy
estrechamente enlazado con la 35 división, a la que, mientras careciera de otra
misión más urgente, brindaría apoyo preferente.

Todo el V cuerpo de ejército debía pasar a la defensiva, cesar por tanto sus
ataques hacia el puente del Guadarrama que lleva a Villaviciosa de Odón y hacia
el cruce de carreteras al sur de Quijorna para ponerse de inmediato a cavar
trincheras. En contraste, el XVIII cuerpo debía mantener el empuje ofensivo un
tiempo más, ya que se veían al alcance de la mano tanto los vértices Romanillos
y Mosquito como Villafranca del Castillo y Villanueva del Pardillo. De estos tres
objetivos, solo se conseguiría el último de ellos, en la mañana del 11. (IHCM, ZR,
rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 343/21)

99
El día 12, el V cuerpo continuaba consolidando sus posiciones mediante la
construcción de trincheras, refugios, la colocación de alambradas y la creación de
las mayores reservas posibles. Mientras, el XVIII cuerpo, tras combatir por
último día frente a los vértices del Mosquito y Romanillos, recibió órdenes de
renunciar a capturar esas alturas y centrarse en ocupar por completo el espacio
situado entre los ríos Aulencia y Guadarrama. Allí, una vez ocupado Villanueva
del Pardillo, solo faltaba conquistar Villafranca del Castillo y la cercana cota 670
de la Mocha (o loma Artillera en la denominación franquista), que el enemigo
había conseguido recuperar la noche previa mediante un ataque sorpresivo. Salvo
en su extremo izquierdo, todo el XVIII cuerpo pasaba también a la defensiva.
(IHCM, ZR, rollo 95, leg.778, carp.21, doc.1) o (IHCM – 52/4)

Ese mismo día (12) se informa de que también las fuerzas de la 69 brigada entran
en línea para reforzar el subsector Zarzalejo – Valquemado, distribuyéndose sus
unidades entre las tres líneas constituidas dentro del mismo. Este subsector tenía
8 kilómetros de longitud lineal, pero que si se consideraba la suma de todas sus
líneas pegadas al relieve, esa extensión se incrementaba hasta los 20 kilómetros,
que en la línea de vigilancia carecían de alambradas y de parapetos. El puente de
la carretera de Valdemorillo a Navalagamella no había sido volado todavía a
pesar de las órdenes cursadas en ese sentido, por lo que la sección de
fortificaciones de la 69 brigada cortaría esa misma noche la carretera de
Valdemorillo a Navalagamella. La entrada en línea de la 69 brigada permitió dar
el relevo a la 32 brigada, que marchó inmediatamente a combatir en primera línea
entre Brunete y Quijorna, donde ya estaba el resto de su división. Todo apunta a
que una semana más tarde, el día 18, la 69 brigada fue relevada a su vez de ese
subsector, cuando entraron en línea la 28 brigada y los batallones 2º y 4º de la
105, pasando (la 69) a posiciones de reserva y luego a formar parte de la división
Durán. (IHCM, ZR, rollo 172, leg.1107, carp.26, doc.2) o (IHCM – 166/13)

En un teletipo del Ejército de Maniobra del día 13 se ordena:

Es preciso que con la máxima urgencia se proceda, por la Jefatura de los


Servicios de Ingenieros del Ejército de Maniobra, a ordenar la voladura de los
puentes sobre el río Perales, de las carreteras de Navalagamella a Valdemorillo
y Navalagamella a Quijorna, cuya orden ya fue dada el día 11 sin que hasta la
fecha se haya cumplido, debiéndose dar cuenta de los motivos que hayan
impedido su ejecución. También debe procederse inmediatamente a la
organización defensiva del nuevo Subsector Zarzalejo – Valquemado de acuerdo

100
con el Jefe de la 3ª División y el de Ingenieros del I Cuerpo de Ejército. En el día
de hoy han de quedar establecidas alambradas en los puntos más sensibles de
dicho Subsector. Encarezco a usted la necesidad absoluta de imprimir a todos
estos trabajos la máxima celeridad e intensidad posibles, por considerarlos
esenciales desde el Mando del Ejército de Maniobra. (IHCM, ¿?) o (IHCM – 256/18)

Al final de ese mismo día se informa:

El V Cuerpo de Ejército continúa con su misión defensiva, quedando autorizado


su Mando para realizar acciones de carácter local con objeto de mejorar
posiciones, capturar prisioneros y mantener la capacidad ofensiva de las tropas.
Desde el Estado Mayor del V Cuerpo de Ejército, el Jefe de Ingenieros informa
de que los dos puentes existentes sobre el río Perales, los de las carreteras de
Navalagamella a Quijorna y Navalagamella a Valdemorillo, ya han sido volados
por sus fuerzas. Queda así cumplida una orden en tal sentido recibida en el
marco de la organización del Subsector defensivo Zarzalejo – Valquemado,
destinado a garantizar la seguridad del flanco derecho del Ejército de Maniobra.
(IHCM, ZR, rollo 95, leg.778, carp.21, doc.1) o (IHCM – 54/4)

En el ámbito de todo el Ejército de Maniobra se aprovecha cualquier tipo de


orden y comunicación para remarcar la absoluta necesidad de dedicar todas las
energías a la creación de obras defensivas, el escalonamiento en profundidad de
las fuerzas y la creación de reservas en todos los niveles. El día 14 es el último en
que el XVIII cuerpo conserva una misión ofensiva local. A partir de ese
momento todo será preparar el terreno y pegarse a él, porque se sabe que el
enemigo va a pasar al contraataque de un momento a otro. En el V cuerpo se ha
llegado a la conclusión de que las tres direcciones más peligrosas son las de
Navalagamella – Valdemorillo, el eje del arroyo de Los Morales y la soldadura
con el XVIII cuerpo, pegada al Guadarrama. La artillería elabora nuevos planes
de fuegos que le permitan establecer barreras por delante de las posiciones
propias para frenar lo más lejos posible de ellas a la infantería enemiga cuando
esta las intente asaltar. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 344/21)

También el día 14, el Ejército de Maniobra comenzó a organizar una nueva


división como reserva en sus manos para actuar allí dónde resultara más
necesario, ya que pocos días antes había tenido que transferir su anterior reserva
(la 45 división, de Kleber) al XVIII CE. Al mayor de Milicias Gustavo Durán
(que antes y después de la guerra fue músico) se le encargó que a partir de ese
momento se hiciera cargo del mando de esa nueva división, que provisionalmente
101
estaría formada por las brigadas 49 y 151 (esta última de Infantería de Marina).
Estas unidades se encontraban estacionadas respectivamente en las proximidades
de El Escorial y en Galapagar. Esta nueva “división Durán” quedaría en reserva
del Ejército de Maniobra, en condiciones para intervenir con la mayor urgencia
posible apenas recibiera la orden de hacerlo. Para conseguir el mejor
cumplimiento de las misiones que previsiblemente se le iban a ordenar, Durán
debía estudiar preferentemente las vías de avance hacia la dirección de
Valdemorillo – Navalagamella, efectuando para ello todos los reconocimientos
que considerara convenientes. (AHN, caja 20/11) o (AHN - 19)

El día 15, con el propósito de adaptarla mejor a la defensiva, se modifica la


distribución de la artillería de los escalones superiores al de división presente en
el campo de batalla. Se trataba de la artillería que estaba a disposición del
Ejército de Maniobra y de los cuerpos de ejército. De este modo, quedaron
constituidas cuatro subagrupaciones; dos a cargo del Ejército de Maniobra para
atender sendos flancos y otras dos para los cuerpos de ejército. La del V cuerpo
de ejército, que era la 3ª agrupación, quedó al mando de su Comandante Principal
de Artillería, el comandante Salvador Ripoll. Estaba formada por sendos grupos
de 76,2 mm y uno de 105 mm Wickers. Los dos primeros asentamientos estaban
en Los Llanos, y al norte de Brunete, situándose el tercero 1 kilómetro al sur de
Quijorna. (IHCM, ZR, rollo 95, leg.778, carp.21, doc.1) o (IHCM – 56/4)

Escribe sobre esos días Pedro Mateo Merino:

Atentos siempre a la otra orilla del río, se suman los indicios y las pruebas de
que en ella está teniendo lugar una importante concentración de fuerzas
enemigas, a las que se supone preparándose para realizar un vigoroso
contraataque, incluso una contraofensiva, contra el flanco oeste del Ejército de
Maniobra. Cualquier movimiento visible que se hace en nuestro lado del Perales
recibe de inmediato fuego desde la otra margen. La actividad aérea por ambas
partes es muy intensa. Ante esta situación, la 101 extrema la vigilancia y
perfecciona cuanto puede su dispositivo de defensa. Así pasan los días.
Especialmente el 15, 16 y 17 de julio transcurren sin grandes novedades, pero
esto provoca si cabe mayor inquietud. Crece la certeza de que un ataque es
inminente. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)

Del día 16 de julio es una carta escrita por el alcalde de Galapagar a alguno de
los altos mandos republicanos con responsabilidad sobre su municipio:

102
Desde hace seis noches, ininterrumpidamente y de una manera brutal,
desencadenada y criminal se vienen haciendo por la aviación enemiga
bombardeos imponentes a esta población civil y a los alrededores de la misma,
empezando sobre las 11 de la noche y sucediéndose hasta altas horas de la
madrugada, causando víctimas en las personas, matanza de ganados y
produciendo incendios en los campos, eras de trillar las mieses y lo que es más
grave, en las casas – viviendas, hasta el punto que, aparte de otros siniestros
aislados, ha ardido una manzana de casas por no disponerse de ninguna clase de
elementos apropiados para la debida extinción. Al tiempo de lamentar tenerlo
que participarlo a V. S., por ser actos de verdadero salvajismo, le ruego se sirva
procurarme las siguientes facilidades, por considerar que pueden estar a su
alcance:

1º. – Dar órdenes urgentes a fin de que por uno o varios camiones de que
disponga ese Estado Mayor o con los medios de locomoción que transiten por
esta jurisdicción puedan ser evacuados de este Municipio los ancianos, mujeres,
niños e impedidos con la mayor premura, ya que el caso así lo requiere, en
evitación de que puedan sucumbir bajo la metralla fascista, toda vez que se
disponen de pocos refugios y con condiciones deficientes de seguridad, solidez y
salubridad.

2º. – Disponer también con urgencia el envío a este pueblo de una Sección de
Zapadores – Minadores provista de dos tanques con objeto de combatir los
incendios que se produzcan en los edificios, pues de otra forma quedaremos
reducidos a cenizas los habitantes.

Esta Alcaldía espera confiada en que el recto criterio y magnánimo proceder de


V. S. atenderá – según tiene por norma – cumplidamente estas peticiones llenas
de un espíritu de justicia en auxilio de este vecindario, quedándole suyo y de la
causa antifascista.

Galapagar a 16 de julio de 1937. El Alcalde – Presidente. Anastasio Moreno.


(AGMAV, caja 864, carp.11, doc. 1) o (AGMAV – 70/5)

Campo franquista

El día 11 de julio, desde Villa del Prado, donde estaba asentada la Comandancia
General de Artillería del Ejército del Centro, se reciben desde el Estado Mayor
del cuerpo de ejército de Operaciones distintas propuestas y peticiones referentes

103
al número de unidades de artillería que se habían de importar a esta parte del
frente de Madrid. Estudiadas esas peticiones, fue elevada una propuesta de
distribución de las mismas para aplicar según fueran estando disponibles. Aparte
del apreciable número de piezas que se destinaban al sector oriental del campo de
batalla (que como vimos en el reparto artillero del día 8 era el más débilmente
cubierto), estas fueron las baterías que se pusieron a disposición del sector
izquierdo y las que quedaron en espera de destino. Con estos cuatro grupos,
quizás con alguna variación, se constituyó más adelante la agrupación artillera
Occidental.

Hasta que el general jefe del Ejército del Centro disponga otra cosa, el grupo de
149 mm que llega y que viene orientado hacia Chapinería, quedará en situación
de cantón (sería sobre sus camiones, sin entrar en posición) en Pelayos de la
Presa. El grupo de 75 mm Legionario que, procedente de Bilbao, viene en
camiones y orientado hacia Chapinería quedará afecto al sector de Navalagamella
para reforzar con sus fuegos la batería de 75 mm allí destacada, ya que la otra
batería del mismo calibre que existía en este sector se halla en reparación. Una
vez que vuelva y quede reintegrada al sector esta última batería a reparar, el
grupo de 75 mm Legionario quedará en situación de permanencia en este sector o
podrá trasladarse a otro punto de la línea según las necesidades del momento. El
grupo de 105 mm de Campaña que sobre camiones y desde León viene
orientado a Chapinería quedará en cantón en Navas del Rey, a 4,5 kilómetros de
Chapinería, esperando situación donde encuadrarse, de esta forma no se
congestiona Chapinería ni se expone a los grupos al fuego de la aviación
enemiga, a la vez que quedan a corta distancia de ese punto de concentración y
en disposición de acudir rápidamente allí donde fuera preciso. Como
contrapartida, esta propuesta implica que estos grupos deben conservar sus
medios de transporte. El grupo de 260 mm que viene por ferrocarril orientado a
La Cañada (Ávila), cuando esté en condiciones de desembarcar se aproximará al
punto que determine los propósitos del mando. (IHCM, ZN, rollo 153, leg.21 bis, carp.55) o
(IHCM – 375/22)

Del día 14 es un estado de fuerza de la 4ª brigada de Navarra, una unidad de


primera categoría que ya había completado su traslado desde el frente norte hacia
el campo de batalla de Brunete, concretamente hacia su flanco oeste. Sus fuerzas
estaban repartidas en cuatro agrupaciones: 1ª agrupación: 5º tabor de Regulares
de Tetuán, 2º batallón de Cazadores de Melilla, 3º batallón de Cazadores de Las
Navas. 2ª agrupación: 1º batallón de Montaña de Flandes, 2º batallón de
104
Montaña de Flandes, 6º batallón de San Marcial. 3ª agrupación: 3º batallón de
Montaña de Flandes (dos compañías propias, una de Requeté y una de Falange),
3º batallón de Bailén, 4º batallón de Bailén. 4ª agrupación: 4º batallón de San
Quintín, 5º batallón de La Victoria, 3º batallón de Sicilia. Estas fuerzas de
Infantería alcanzaban un total de 6.916 hombres, de los que 202 eran oficiales y
6.714 suboficiales y tropa (clases de tropa). En comparación con las plantillas
reglamentarias, les faltaban 924 efectivos. Las unidades distintas a la infantería
sumaban otros 832 hombres, lo que elevaba la plantilla total de las fuerzas que
llegaban al río Perales con la 4ª brigada de Navarra a 7.748 hombres. Vinieron
también 716 animales de carga y tiro. Esas otras unidades de otras armas y
servicios fueron: un grupo de artillería de Montaña que comprendía dos baterías
de 155 mm y una batería de 105 mm (12 oficiales y 370 de clases de tropa), 5ª
compañía de Zapadores, compañía de Transmisiones, compañía mixta de
Intendencia, sección radio Requeté, sanidad y sección de Veterinaria. (IHCM, ZN,
rollo 11, leg.19, carp.48, doc.1) o (IHCM – 159/12)

Un día más tarde, el 15, desde el cuartel general del CE de Operaciones de


Varela, situado en Villa del Prado, se emite una orden general destinada a regular
la concentración de fuerzas. Se sitúa la zona de espera de la 4ª brigada de
Navarra en la zona de bosque al norte y al este del vértice Castillo, sin rebasar en
ningún caso el arroyo Santibañez, pudiendo utilizar también para concentrarse la
zona inmediata a Colmenar del Arroyo, pueblo en el que deberá situarse el
cuartel general de la 4ª brigada de Navarra a partir de las 8 horas del día 16. El
movimiento de todos los elementos de la división, incluyendo su artillería
orgánica y el grupo de 75 mm Largo de refuerzo, se efectuará durante la noche
del 15 al 16. Durante las marchas nocturnas se observarán estrictamente todas las
precauciones reglamentarias. A la 4ª brigada de Navarra se le afecta además una
batería de 105 mm de Montaña perteneciente a la 71 división, la cual se
encuentra en Fresnedillas de la Oliva. Sobre la otra brigada de Navarra que acaba
de llegar del norte, la 5ª, se informa que también se encuentra concentrada, en
este caso al norte y al este de Boadilla del Monte, pueblo en el que además
instalará desde el 16 su cuartel general. (AGMAV, leg.9, carp.7, arm.44) o (AGMAV – 364/20)

El día 16 ya estaban perfectamente hechos los planes para el paso a la


contraofensiva. En el puesto de mando de la 150 división de Sáenz de Buruaga
ya contaban con las órdenes detalladas que regirían la participación de esta
unidad en la contraofensiva que debía comenzar el 18 de julio, primer aniversario
de la guerra en curso.
105
Noticias del enemigo: El enemigo parece haber disminuido algo su presión sobre
nuestro frente, desconociéndose si ha retirado unidades, no obstante lo cual, está
confirmado que delante de nuestro sector se hallan la brigada del Campesino y la
108. Situación propia: La 13 división de Barrón está frente a Brunete; sus líneas
se encuentran entre los ríos Guadarrama y Perales. La 150 división de Sáenz de
Buruaga está al oeste del río Perales, entre Fresnedillas de la Oliva y la carretera
de Alcorcón a San Martín de Valdeiglesias. La 4ª brigada de Navarra ocupa su
zona de concentración, situada en el bosque existente al noreste del vértice
Castillo, sin rebasar hacia el oeste el arroyo Santibáñez. Misión: Para el día 18 de
julio la misión asignada al cuerpo de ejército de Operaciones es la de desalojar al
enemigo del entrante que este ha producido en nuestro frente entre los ríos
Guadarrama y Perales y alcanzar la línea determinada por el vértice Los Llanos –
vértice Lijar – Villanueva del Pardillo. A la 13 división de Barrón se le
encomienda, en primer lugar, atraer y fijar al enemigo en su frente y,
posteriormente, explotar el éxito que se consiga en otros sectores. A la 4ª brigada
de Navarra se le ordena atacar de oeste a este con dirección a la zona de las cotas
680, 700 y 740, situada 3 kilómetros al noreste del vértice de Los Llanos. La
misión de la 150 división es la de guarnecer con sus fuegos la base de partida y el
flanco izquierdo de la 4ª brigada de Navarra mientras esta desarrolla su ataque.
Idea de maniobra del general Varela: Atraer al enemigo hacia el sur y atacar
sus flancos, cerrándole la salida hacia el norte. El esfuerzo principal será llevado
a cabo por las 4ª y 5ª brigadas de Navarra. Medios de la 150 división: Contará
con la infantería que tiene actualmente. Su artillería será un grupo de dos
baterías de 75 mm y un grupo de dos baterías de 105 mm, una de las cuales
procede de la división de Asensio. Ejecución del ataque: En una primera fase,
que dará comienzo a las 5,45 horas, habrá una preparación artillera que durará 15
minutos, tras la que actuará únicamente la división de Barrón. En la segunda fase
entrará en acción la 4ª brigada de Navarra para alcanzar el objetivo antes citado
(alturas situadas junto al nacimiento del arroyo Valdeyerno, con lo que quedarían
interrumpidos los caminos de Hoya Espesa y cañada de los Montes del Duque,
importantes vías de comunicación entre el V cuerpo de Modesto y su
retaguardia). Una vez esté alcanzado este objetivo, si la 5ª brigada de Navarra no
ha llegado todavía al suyo, la 4ª prolongará su acción hacia el este para conseguir
enlazar con ella mediante el fuego. La base de partida de la 4ª brigada de Navarra
será el arroyo de Los Regueros, afluente por la derecha del río Perales. La zona
de acción será la que determina por el norte el arroyo Valdeyerno y se extiende 2
kilómetros hacia el flanco derecho (sur) del mismo. La hora de inicio del ataque
106
serán las 7,45 horas. La preparación artillera durará 15 minutos y dará comienzo
a las 7,30 horas; intervendrán la artillería de la 4ª brigada de Navarra, la de la 150
división y la agrupación Occidental del cuerpo de ejército de Operaciones. La
150 división de Sáenz de Buruaga protegerá el flanco izquierdo (norte) de la 4ª
brigada de Navarra cuando ésta avance, manteniendo su artillería vigilante sobre
la zona de Valdemorillo. Para cumplir con su misión, todos los centros de
resistencia de la 150 división se hallarán, a partir de las 7,45 horas, en
condiciones de actuar por el fuego. Si el enemigo situado en la orilla izquierda
(este) del río Perales actuara para impedir el avance de la 4ª brigada de Navarra,
se lo batirá desde las posiciones de la 150 división. Las armas individuales de la
150 división cesarán su fuego cuando las vanguardias de la 4ª brigada de Navarra
estén alcanzando el Perales, momento a partir del cual solo las ametralladoras
ejecutarán tiros lejanos sobre el Valdeyerno y la cota 660 (4 kilómetros al este
del vértice La Casa, zona de la casa de Las Rentillas), cesando cuando todo el
primer escalón del ataque haya cruzado el Perales. La división Barrón, una vez
haya alcanzado los objetivos señalados para la primera fase, deberá tener a sus
fuerzas organizadas para poder explotar el previsible éxito. Artillería: Para
apoyar el ataque de la 4ª brigada de Navarra se contará con las baterías de esa
unidad, con las de la 150 división y con las que están bajo el mando del cuerpo
de ejército de Operaciones constituyendo la agrupación Occidental, compuesta
por: un grupo de 2 baterías de morteros de 260 mm, un grupo de 2 baterías de
cañones de 149 mm y un grupo de dos baterías de cañones de 105 mm Largo. La
misión preferente de la artillería del cuerpo de ejército será la de contrabatería.
Actuará además en la neutralización del núcleo de resistencia enemiga de
Valdemorillo y mediante tiros de prohibición sobre las carreteras de
Valdemorillo a Colmenarejo y a El Escorial, pudiendo también contribuir con sus
fuegos al refuerzo de la artillería de la 4ª brigada de Navarra sobre los objetivos
que señale el mando de esa unidad. La agrupación Occidental hará su ruptura de
fuego correspondiente a la preparación a las horas señaladas, mientras que
durante el transcurso del ataque estas se realizarán por petición directa del
coronel jefe de la 4ª brigada de Navarra (Camilo Alonso Vega) o por iniciativa
del propio jefe de la agrupación, si fallaran las transmisiones o se presentara una
situación que exija intervenir con urgencia. La artillería de la 150 división
intervendrá en la preparación artillera inicial de acuerdo con el plan establecido y
posteriormente tendrá por misión principal la defensa de la posición contra
posibles contraataques enemigos. Como misión eventual reforzará con sus fuegos
los de la 4ª brigada de Navarra. Aviación: La primera línea se jalonará con
107
paineles que formen una “V” cuyo vértice apunte al enemigo. En cuanto esa
primera línea sea rebasada por otras fuerzas propias, se suprimirá el jalonamiento
en esa parte del frente. Enlace: El cuartel general del cuerpo de ejército se
establece inicialmente en Navalcarnero, situándose posteriormente en Sevilla la
Nueva. El cuartel general de la división de Barrón estará en Sevilla la Nueva, el
de la 150 división en Chapinería, y el de la 4ª brigada de Navarra 2 kilómetros al
noreste del vértice Castillo. Para actuar como agente de enlace, un jefe u oficial
de Artillería de la 150 división (seguramente también se presentaría al menos uno
de la 13 división y otro de la 4ª brigada) estará a las 6 horas en Sevilla la Nueva
en la “casa de Artillería”. El eje principal de las transmisiones es Navalcarnero –
Sevilla la Nueva. El eje de las transmisiones de la 150 división es Brunete –
Chapinería – Navalagamella. Las divisiones se comunicarán entre sí y con el
cuerpo de ejército a través de radio óptica, agentes de enlace y teléfono. (AGMAV,
caja 1885, carp.18, doc.3) o (AGMAV - 15/1)

Fase de contraofensiva franquista


18 de julio

El día 18 de julio, primer aniversario del golpe de Estado, no solo había


culminado el proceso de acumulación de fuerzas que Franco había ordenado
realizar prácticamente desde el primer día de la batalla, sino que se estaba ante
una fecha muy simbólica y favorable para asestar un golpe letal al Ejército de
Maniobra. La idea compartida y preparada en el CGG y en los EEMM del
Ejército del Centro y del cuerpo de ejército de Operaciones era la de lanzar dos
fuertes ataques simultáneos y convergentes desde ambos lados del entrante
republicano: uno desde la zona de Villanueva del Pardillo a cargo de la división
Asensio actuando como ariete de la 5ª brigada de Navarra y otro desde el río
Perales, 2 kilómetros al sur de Navalagamella, protagonizado por la 4ª brigada de
Navarra y con el apoyo de la base de fuegos provista por toda la artillería
disponible y por la 150 división. La idea era que ambas direcciones de ataque
convergieran sobre la carretera de Villanueva de la Cañada a Valdemorillo y
consiguieran el aislamiento completo del grueso del Ejército de Maniobra
respecto a su retaguardia, llevando a esta fuerza (en ese momento con 7
divisiones en las líneas que quedarían aisladas) al colapso y a la derrota
completa. Dentro de este ambicioso, pero también factible proyecto de
contraofensiva, el ataque de la 4ª brigada de Navarra buscaría en una primera

108
etapa alcanzar la meseta de Los Llanos, la que tenía como principal referencia la
casa del mismo nombre que los republicanos habían conquistado el día 8.

Previamente, los días 16 y 17, las fuerzas franquistas del flanco oriental del
campo de batalla habían intentado ganar una base de partida favorable rompiendo
las líneas republicanas de la cota 660 del sureste de Villanueva del Pardillo, pero
habían fracasado. Llegado el 18, la gran apuesta de Franco era el ataque de la 4ª
brigada de Navarra de Camilo Alonso Vega, que de prosperar, sin duda hubiera
reactivado el ataque conjunto de Asensio y de la 5ª brigada de Navarra de
Bautista Sánchez. El 18 de julio, un tramo corto y abrupto del río Perales se iba a
convertir en el auténtico epicentro de la guerra española, el lugar desde el que
potencialmente se podía provocar un vuelco a favor de los sublevados de la
batalla de Brunete y por tanto también del frente de Madrid. Por tres días, tres
kilómetros del río Perales harían contener la respiración a todo el que
comprendiera lo que estaba en juego en ese punto del mapa. Eran 9 batallones de
tropas reputadas como selectas y guiadas por mandos de carrera asaltando las
posiciones de 2 batallones reforzados pero con apenas 2 meses de antigüedad y
mandos provenientes de Milicias, que en su mayoría (aparte de en el servicio
militar) habían tocado un arma por primera vez como mucho 365 días antes.
Estos últimos tenían a favor, eso sí, su alta moral y motivación política, la
orografía, y que no los tomaron por sorpresa, en el sentido de que el terreno había
sido preparado a conciencia y cada cual estaba en su puesto cuando explotó el
primer proyectil sobre sus líneas.

El 18 se desencadena el formidable ataque de la 4ª brigada de Navarra por el


Perales, frente a la desembocadura del arroyo Valdeyerno. El “relato detallado
del combate y su resultado” hecho desde el EM de la 4ª brigada de Navarra al
finalizar el día dice:

Establecida la brigada con anterioridad en la zona de concentración señalada al


oeste del río Perales, se traslada durante la noche del 17 al 18 a la base de
partida situada al este del vértice La Casa. A las 7 horas comienza una intensa
preparación artillera sobre la zona de Los Llanos y las posiciones localizadas en
la derecha (norte) del arroyo Valdeyerno. A las 7,45 horas nuestra aviación
bombardea intensamente los mismos objetivos. Al mismo tiempo que da
comienzo la preparación artillera, la infantería inicia su avance para cruzar el
Perales y encarar la subida a Los Llanos. Atacan tres grupos de batallones:
Flanco derecho, a cargo de la agrupación mandada por el teniente coronel
109
Esparza. Cuenta con el 5º tabor de Regulares de Tetuán, el 2º batallón de
Cazadores de Melilla y el 3º batallón de Las Navas. Centro, a cargo de la
agrupación mandada por el comandante Ibisate, al frente de los batallones 3º de
Sicilia, 4º de San Quintín y 5º de La Victoria. Flanco izquierdo, a cargo de la
agrupación mandada por teniente coronel Torrente, que encuadra a los
batallones 1º y 2º de Montaña de Flandes y al 6º batallón de San Marcial.

El ataque de la infantería progresa lentamente. El paso del río Perales, de


orillas escarpadas y rocosas impone un esfuerzo físico extraordinario, que se ve
agravado por el enorme calor reinante. A esta dificultad se suma enseguida la
acción del enemigo, constantemente reforzado desde Valdemorillo, que opone
una feroz resistencia que va siendo vencida por nuestras unidades mediante
sucesivos combates, donde cada nuevo objetivo exige para su conquista varios
asaltos, llegándose continuamente al combate cuerpo a cuerpo para, una vez se
tiene la posición, tener que rechazar inmediatamente durísimos contraataques
que el enemigo sostiene con abundante material. Este se ha dado perfecta cuenta
de los riesgos que para él representa la maniobra emprendida y se emplea a
fondo, no obstante lo cual, son rechazados brillantemente todos sus
contraataques por nuestras tropas situadas sobre las posiciones conquistadas.

El tercer grupo de batallones (posición central), que inicialmente tenía por


objetivo la región del vértice Los Llanos, se ve obligado a desatender esa
dirección de avance cuando tiene que desplazar dos de sus batallones hacia el
flanco izquierdo del dispositivo para contener los fuertes ataques que el enemigo
lanza desde ese lado, y al mismo tiempo debe reforzar con otro de sus batallones
la agrupación de la derecha (Esparza). Al terminar la tarde del día 18 se
alcanza por los elementos más avanzados la región determinada
aproximadamente por las curva de nivel 680 en la base del macizo de Los Llanos
por su lado oeste, lo que supone que se ha realizado un avance de cerca de un
kilómetro desde el río Perales. Sobre esa cabeza de puente se atrincheran las
fuerzas durante la noche, debiendo rechazar a lo largo de la misma tres fuertes
ataques enemigos. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.4, doc.1) o (IHCM – 4/1)

En el campo republicano, Pedro Mateo Merino, el jefe de la 101 brigada, está


antes del alba del 18 de julio, fecha del primer aniversario del inicio de la guerra,
visitando las posiciones de la 2ª compañía del 3º batallón, situada sobre el
Espolón. A esta compañía la manda el capitán Cuervo. La tensa tranquilidad que
ha reinado durante la noche se rompe de forma inesperada y violenta al aparecer
110
la primera luz del amanecer. En ese momento, nueve aviones italianos Fiat en
vuelo casi rasante hacen un ametrallamiento y bombardeo que da la señal para
que sobre las posiciones del 3º batallón (su frente va paralelo al río Perales desde
el Espolón a la casa de Las Rentillas) se desencadene un alud de fuego hecho con
todas las armas disponibles y dé comienzo el asalto de la infantería
(mayoritariamente marroquí en vanguardia) de la 4ª brigada de Navarra, que
aparece de repente a solo 100 metros de la primera línea republicana, cuando sus
ocupantes estaban esperando verla descender primero por la margen opuesta del
Perales. La sorpresa conseguida, el empuje de los asaltantes y la magnitud del
fuego que los precede permiten a los atacantes poner pie sobre las alturas del
Espolón, donde aún sin ser la norma, se viven escenas de pánico entre los
defensores republicanos que ven cercano el riesgo de resultar arrollados. Algunos
entre los menos experimentados corren hacia retaguardia, poniendo en peligro la
viabilidad de la defensa del conjunto de las posiciones próximas. Ante esto el jefe
de la brigada, secundado por sus mandos subordinados, interviene personalmente
con el comportamiento más duro y contundente que le permite el código de
justicia militar, cortando de raíz y sobre la marcha cualquier principio de
indisciplina o cobardía ante el enemigo. Sus gritos ordenando restablecer la
defensa, y la ejecución por su propia mano de uno de los soldados que pretendían
huir, salvan el peor momento de los que se viven al poco de iniciado el ataque de
la 4ª brigada Navarra, que con efectivos equivalentes a los de división, tiene
orden (y posibilidades) de hacerse dueña de Los Llanos.

Recobrada la decisión de resistir al ver el ejemplo de quienes no abandonan sus


puestos y apelando a toda reserva disponible, el 3º batallón contraataca sobre las
alturas perdidas y consigue en un primer momento fijar en ellas al enemigo, para
inmediatamente después disputarle su posesión, incluso mediante el combate
cuerpo a cuerpo. El efectivo contraataque republicano que manda el capitán
cubano Valdés Cofiño logrará parar el ala derecha del ataque franquista, no solo
frenando su progresión sobre la cota 680, sino forzándolo a un repliegue parcial.
Aunque sí logran recuperar su lugar de emplazamiento, lo que no volverán a ver
en la 101 brigada es su batería de 45 mm, que resultó copada cuando se
replegaron los defensores de su vanguardia y los bisoños artilleros que la servían
la abandonaron, permitiendo que sus captores la pasaran intacta al otro lado del
río Perales.

111
Plenamente restablecida la voluntad de resistencia en el 3º batallón y recuperadas
algunas alturas perdidas, se sucederán los intentos de ruptura del frente contrario
por ambas partes a lo largo de todo el día 18. La fuerzas de la 4ª brigada de
Navarra, fijadas sobre las pendientes que dan al Valdeyerno, sufrirán el fuego de
flanco hecho desde la zona de Las Rentillas y posiciones al suroeste, ocupadas
por la 1ª compañía y dos secciones de Ametralladoras del 3º batallón, mandadas
por el capitán Daniel Martín Labrandero, quien además es nuevo jefe de la
Sección de Operaciones del Estado Mayor de la 101 brigada. El mayor Moliner,
jefe del 4º batallón, situado al norte del 3º, también sitúa una de sus secciones de
Ametralladoras en las desenfiladas de la pendiente que baja de Las Rentillas al
Valdeyerno, lugar desde el cual puede batir impunemente a los asaltantes que
entran por el arroyo Valdeyerno y pretenden subir por su margen izquierda (sur)
hacia Los Llanos atacando las líneas del 3º batallón. Los morteros propios tiran
bien y no pueden ser contrabatidos. La 4ª brigada Navarra está sufriendo bajas
importantes. En el cauce del Perales y en las vertientes norte y oeste del Espolón
ya se ven tendidos muchos de sus muertos y heridos.

La jornada del 18 de julio acaba para los republicanos con una situación
peligrosa por su flanco derecho, pero que de momento está logrando ser
contenida por la acción de la 101 brigada, que está aferrada a sus líneas sobre un
terreno favorable para la defensa. Sus bajas son muy importantes en el 3º
batallón, del cual, entre otros muchos, han caído su comandante, el mayor Freire
y el capitán Julio Valdés Cofiño, jefe de su reserva, muerto junto a buena parte
de su plana mayor. Al enemigo se le calculan cerca de 1.000 bajas a lo largo de
ese primer día. En sustitución de Freire, el mando del 3º batallón pasa a ser
responsabilidad del capitán Eustaquio Izquierdo, jefe de su 1ª compañía. Por
causa de las fuertes pérdidas sufridas en el 3º batallón, existe entre Las Rentillas
y el Espolón un intervalo de frente casi desguarnecido, por el cual el peligro de
progresión enemiga hacia Los Llanos resulta evidente. Aquel mantiene ocupada
después del primer día de contraofensiva una cabeza de puente de 1 kilómetro de
frente por unos 800 metros de profundidad entre el Valdeyerno y el Espolón.
Ante esta situación, el mando de la 101 brigada dispone que de cara al 19 se
sitúen por detrás de su puesto de mando, reforzando la cresta que domina la
vaguada donde se sitúa el enemigo, dos secciones de Infantería y dos
ametralladoras, fuerzas retiradas de los batallones 2º y 4º. Además, al jefe de la
46 división se le pide desde la 101 brigada recuperar el 1º batallón, el cual llegará
casi amanecido el 19, situándose enmascarado en las vaguadas al norte de Los
112
Llanos. El Campesino cede el 1º batallón de mala gana durante la noche del 18 al
19. En conversación telefónica mantenida con Pedro Mateo esa misma noche,
(fiel a su estilo) lo increpa y amenaza para que cumpla con su deber, cosa
evidentemente fuera de todo lugar, tras el comportamiento mostrado por la 101
brigada. De noche se efectúa el suministro a las tropas y se evacuan los heridos,
ya que las vías resultan intransitables de día por estar muy batidas por el fuego
enemigo. Del otro lado se percibe idéntico proceso. La noche del 18 al 19
transcurre bastante tranquila. La 101 brigada ordena a su jefe de los servicios de
Retaguardia, el teniente Francisco Manrubia, que se incorpore al puesto de
mando de la brigada, dejando los depósitos de Valdemorillo en manos de un
oficial de Intendencia. Se persigue con esto que este jefe tenga una visión directa
de la realidad de las tropas combatientes y desde este mayor conocimiento de su
situación y necesidades agilice el suministro de agua, víveres, munición y el
ritmo de las evacuaciones y la asistencia sanitaria: los elementos que constituyen
el sostén del combatiente, los que le permiten resistir un día más en la línea de
fuego. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)

Mientras, ese mismo día, las fuerzas de la 13 división franquista consiguieron


arrebatar a la 11 división de Líster la loma Quemada de cota 670 situada 1,5
kilómetros al sureste del pueblo de Brunete, sin que los contraataques
emprendidos para recuperarla consiguieran su propósito.

19 de julio
Escribe Pedro Mateo: La primera luz del 19 trae consigo un nuevo y despiadado
ataque de la aviación de asalto sobre la retaguardia cercana de la brigada,
Valdemorillo incluido. Simultáneamente, la artillería enemiga hace tiro directo
sobre la zona de Las Rentillas y el reborde suroeste de Los Llanos. A pesar del
castigo que parece sufrir, la primera línea republicana tiene pocas bajas, ya que
en el sector decisivo solo está a una distancia que va de los 30 a los 300 metros
de las avanzadillas enemigas, con lo que la artillería franquista no puede afinar
más el tiro sin arriesgarse a batir sus propias líneas. Al terminar las preparaciones
aéreas y artilleras, los morteros y ametralladoras anuncian que la infantería de la
4ª brigada de Navarra se vuelve a levantar de sus parapetos, pretendiendo
emprender un nuevo ataque hacia Los Llanos por su ladera suroeste, arrollando a
los restos del 3º batallón que tiene enfrente. Desde la quebrada del arroyo
Valdeyerno el 1º batallón sale al paso del recién iniciado ataque enemigo, al que
contraataca de flanco con las coberturas de fuego que le brindan el 4º batallón
113
desde la margen derecha del mismo arroyo y de las ametralladoras del capitán del
1º batallón, Antonio García Anguita, situado a la derecha de la compañía que
guarda la vía de progresión a Los Llanos. Entre la primera y segunda líneas
republicanas chocan atacantes y defensores en duro combate cuerpo a cuerpo, en
el que las bajas por ambas partes son muy altas, pero los franquistas pronto
empiezan a llevarse la peor parte al estar bajo el fuego cruzado que les bate desde
tres direcciones distintas (de frente, Rentillas y Espolón), impidiendo además la
llegada de sus refuerzos. Obligados a tenderse nuevamente para conservar la vida
al amparo de los pliegues del semicerco en el que se han metido, las unidades
navarras de vanguardia se ven incapaces de avanzar, aunque si lo lograran ya
solo tendrían delante a la compañía que guarda el borde suroeste de Los Llanos.
Siguen horas de sol pleno y ardiente, de sed, duras para los combatientes sanos,
pero dramáticas para los heridos sin evacuar. El tiroteo decrece al ir acercándose
el mediodía. La 101 brigada, ya sin reservas de entidad, no puede esperar
tampoco ninguna ayuda de la 10ª brigada, que está defendiendo en ese mismo
momento sus posiciones sobre el eje Perales de Milla – Quijorna. El 19, la 10ª
brigada perderá el vértice Perales, debiendo acercar por ello su frente hacia
Quijorna en torno a 1 kilómetro.

A las 14 horas comienza una nueva preparación artillera y aérea en las


direcciones de ataque de la 4ª brigada Navarra y 150 división. Dura cuatro horas.
Los atacantes consiguen meter algunas unidades frescas dentro de la cabeza de
puente creada al este del río Perales, y con ellas reanudan el ataque hacia Los
Llanos, pero tampoco entonces consiguen cambiar la situación. Quienes se
acercan al lugar que ocupa la última reserva (las dos compañías del 1º batallón
con dos ametralladoras) caen bajo su fuego, combinado con el del contraataque
de la reserva del 4º batallón, mandada por el jefe del mismo, Moliner. Finaliza el
segundo día de la contraofensiva de la 4ª brigada de Navarra sin que les haya
sido posible poner un pie en Los Llanos. En la 101 brigada las fuerzas
supervivientes de tres batallones muy quebrantados, 1º, 2º y 3º, ocupan
posiciones ventajosas y bien fortificadas que cierran el paso al enemigo. El 2º
batallón, que está en el centro de la defensa, extiende tanto como puede sus líneas
hacia la izquierda para relevar a una compañía del 4º, con la que constituir una
reserva a disposición de la brigada. Igual que las dos anteriores, la tercera noche
también es de actividad intensa en materia de suministros, fortificación y
evacuaciones. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)

114
En el campo franquista, el “relato detallado del combate y su resultado” del EM
de la 4ª brigada de Navarra se vuelve algo menos detallado del 19 en adelante, ya
que no hay mucho bueno que contar, y no debía ser sencillo de encajar para sus
mandos estar siendo contenidos por unidades de “milicianos”, término que
generalmente empleaban para definir a las unidades enemigas. Es por tanto
lógico que desde la premisa del menosprecio profesional del soldado enemigo, se
tuviera que apelar a la abundancia de material en sus manos, lo que contradice
completamente el relato hecho desde el otro lado de las trincheras.

Las fuerzas de la Brigada mantienen las posiciones arrebatadas al enemigo, del


que se reciben fuertes y frecuentes ataques en los que este pierde muchos
hombres. El constante fuego de Artillería y el nutridísimo fuego de armas
automáticas que reciben nuestras tropas nos impide absolutamente realizar
movimiento alguno durante el día, debiéndose efectuar todos al amparo de la
noche, lo que unido al intenso calor reinante y a la falta de agua hace muy
penosa la situación de los Batallones que cruzaron el río Perales. Ante este
panorama tan desalentador, el Mando ordena la evacuación de las tropas para
constituir con ellas una posición defensiva en la orilla oeste del Perales,
operación que se efectúa durante la noche del 21 al 22, utilizando el primero de
esos días para enviar a retaguardia con la mayor precaución y sigilo todo el
material, armamento y munición sobrante, incluido el tomado al enemigo, el cual
se entregó a la Sección de Recuperación correspondiente. A las 21 horas del día
21, los rojos desencadenaron un fuerte ataque, que se rechazó brillantemente. A
las 22 horas dio comienzo el repliegue, que se efectuó de manera perfecta,
situándose y organizándose las unidades al terminar este en la siguiente forma:
5º Tabor de Regulares de Tetuán, 2º Batallón de Cazadores de Melilla y 3º
Batallón de Las Navas quedan sobre la margen derecha del río Perales,
guarneciendo el Sector comprendido entre Navalagamella y el arroyo de La
Dehesa. 4º Batallón de San Quintín, al sur del vértice Cabezas. Estos cuatro
Batallones pasan a depender del General Jefe de la 150 División Marroquí,
Sáenz de Buruaga. 3º Batallón de Flandes y 4º Batallón de Bailén, a las órdenes
del Comandante Saleta, en la margen oeste del río Perales y a la altura de
Perales de Milla, como Reserva del Cuerpo de Ejército de Operaciones. Los 6
batallones restantes de la 4ª Brigada constituyen las Agrupaciones 1ª y 2ª. El
Teniente Coronel Torrente manda la 1ª, que cuenta con los Batallones 1º y 2º de
Flandes y el 6º de San Marcial. El Comandante Ibisate manda la 2ª, con los
Batallones 3º de Bailén, 5º de La Victoria y 3º de Sicilia. Estas últimas dos

115
Agrupaciones, así como el Grupo de Artillería de Montaña y los Servicios
propios de la Brigada marchan a la zona donde el río Perales se cruza con la
carretera de Chapinería a Brunete. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.4, doc.1) o (IHCM – 4/1)

También el 19 de julio, al comenzar la segunda jornada del ataque que estaba


sosteniendo la 4ª brigada de Navarra para abrirse camino hacia la meseta de Los
Llanos, la otra gran unidad presente en el flanco oeste, la 150 división, entra
igualmente en acción con su infantería justo al sur de dónde están actuando las
fuerzas de Alonso Vega. En este caso la zona elegida es también ribereña del
Perales pero mucho más favorable orográficamente para el ataque, ya que se trata
de un espacio básicamente llano o apenas ondulado, que contrasta radicalmente
con los marcados desniveles que definen el tramo previo del río que limita por la
izquierda la zona ataque. Frente a Sáenz de Buruaga estarán las brigadas 10ª y XI
internacional, más el refuerzo de la 32. La orden de ataque de la 150 división,
dada a conocer horas antes del amanecer del 19 decía:

Situación propia: Las fuerzas de la 13 división de Barrón ocupan posiciones en


la margen izquierda (este) del arroyo Palomero. Las fuerzas de la 4ª brigada de
Navarra han ocupado una cabeza de puente al oeste del río Perales y al sur del
arroyo Valdeyerno, sin haber podido rebasar el camino de Navalagamella a
Quijorna. Misión de la columna: Con el fin de apoyar el ataque de la 4ª brigada
de Navarra, a las fuerzas de la 150 división se les ordena avanzar para alcanzar
de oeste a este la zona intermedia entre los arroyos Quijorna y Palomero, desde
donde se proseguirá hacia la carretera de Quijorna a la de San Martín de
Valdeiglesias para, a continuación, envolver Quijorna por el sur. Una vez que
iniciado el avance se consiga alcanzar la carretera mencionada, esta no deberá ser
rebasada sin previa orden de la 150 división. Laprogresión posterior se realizará
en perfecto enlace con las unidades de la 13 división situadas al este del arroyo
Palomero. Composición de la columna: 9º tabor de Regulares de Tetuán,
batallones 251, 254 y 256, una compañía de Zapadores y un destacamento de
Transmisiones. El mando de la columna es del teniente coronel de Infantería Siro
Alonso. Zona de concentración de la columna: Entorno del puesto de mando
del 3º subsector. La base de partida del ataque serán las posiciones ocupadas
actualmente por el tabor de Ifni, las cuales se ocuparán a las 7 horas. Ejecución
del ataque: Sin preparación artillera, y su dirección será: casa del Salobral –
Perales de Milla – vértice Perales. En una primera fase se ocupará la cota 560
situada a dos kilómetros al noroeste de Perales de Milla (la que luego sería

116
conocida como loma Trigales), cota sobre la que quedará una unidad que deberá
proteger el paso del río Perales por el resto de las fuerzas hacia Perales de Milla.
Una vez allí, se proseguirá el avance, apoyando el flanco derecho de la columna
en el arroyo Palomero, para ocupar primero el vértice Perales y después toda la
zona intermedia existente entre los arroyos Quijorna y Los Morales, envolviendo
por el noroeste los focos de resistencia que pudieran encontrarse. Alcanzada la
carretera que desde Quijorna va a la de Brunete a Chapinería, la columna de la
150 división buscará el enlace con las fuerzas de Barrón operando por su
derecha. La unidad que quede establecida en la cota 560 (la primera en ser
ocupada) podrá retirarse y mantenerse en reserva, pudiéndose organizar, según el
criterio del jefe de la columna, un punto de apoyo sobre esta cota, que sirva de
enlace con otras posiciones del sector oeste. (AGMAV, caja 1885, carp.18, doc.3) o (AGMAV –
15/1)

En su ataque del 19, las fuerzas de Séenz de Buruaga mandadas por Siro Alonso
partieron desde una zona difícil de especificar con precisión que estaría definida
por las alturas al este del arroyo de La Dehesa – loma San Pablo (de cota 580
frente al poblado de Perales de Milla) y último tramo del arroyo Palomero, antes
de su llegada al Perales. En ese momento, la línea republicana estaba sobre las
alturas del este del Perales desde Valquemado (frente a Navalagamella) hasta el
Espolón (junto al puente volado de la carretera Quijorna – Navalagamella), desde
donde descendía hasta el monte Perales y el entorno del arroyo Palomero, sin
alcanzar en ningún punto la carretera de Brunete a Chapinería en esa zona (se
dominaba solo el intervalo de los kilómetros 17 al 20, al sur de Brunete). En la
zona dónde el arroyo Quijorna desemboca en el río Perales, muy posiblemente
las vanguardias republicanas pudieron estar apenas al oeste de este río y en
Perales de Milla, pero únicamente con fines de vigilancia. El ataque de la 150
división tiene al menos un cierto éxito, ya que al finalizar el día 19 las fuerzas de
Buruaga son dueñas de todas las alturas y el terreno al oeste del Perales, del
poblado de Perales de Milla y del vértice Perales, por lo que llegaron a situarse
apenas a 2 kilómetros de Quijorna. Por el sur inmediato del monte Perales, la 150
división dominaba el arroyo Palomero hasta la intersección de este con la cañada
de ganados que viene de Valdemorillo y Quijorna, punto donde sus fuerzas
enlazaban con la 2ª brigada de la 13 división.

Ese mismo día, por la derecha de la agrupación de fuerzas de la 150 división, se


produciría también el ataque de las unidades que formaban la izquierda de la 13

117
división: 4 batallones encuadrados en la 2ª brigada y dos de la izquierda de la 3ª
brigada puestos al mando del jefe de la anterior, todos apoyados por los fuegos
de una batería de 75 mm y un grupo de 105 mm, además de los que pudiera
aportar la agrupación Occidental, dotada también de piezas de 105 mm. Estas
fuerzas tendrían por base de partida la zona sur del arroyo Palomero. El paso de
este arroyo por la infantería de la 2ª brigada se iniciaría a las 8 horas, y podría
hacerse por sorpresa o con preparación artillera, según se estimara más
conveniente. El avance que se debía realizar a continuación tendría por finalidad
rebasar Brunete mientras las fuerzas de la 3ª brigada, situadas al sur de este
pueblo, debían fijar al enemigo sin buscar avanzar sus posiciones más que por su
ala izquierda, la que tenía a los dos tabores de Regulares Melilla y enlazaba con
la 1ª bandera de la Legión de la 2ª brigada (zona de la carretera de Brunete a
Chapinería situada entre los kilómetros 20 y 23). La idea de maniobra era que la
2ª brigada y la izquierda de la 3ª avanzaran para alcanzar primero las alturas que
bordean por el sur el arroyo de Los Morales y a continuación rebasaran el pueblo
de Brunete por el oeste, girando luego al este para ocupar el cementerio y su
entorno con el apoyo de dos compañías de carros de combate. (IHCM, ZN, rollo 125,
leg.6, carp.68, doc.1) o (IHCM – 89/7)

De un modo genérico, podemos decir que el ataque combinado de las divisiones


150 y 13 del día 19, se produjo sobre un frente que formaba un ángulo recto y
tenía unos 10 kilómetros de longitud total. Este ataque pretendía, además de
adelantar decididamente las líneas propias hasta alcanzar la retaguardia de
Brunete, aliviar la situación de las fuerzas de la 4ª brigada de Navarra que pocos
kilómetros más al norte se habían metido en una ratonera justo al sur del arroyo
Valdeyerno y no conseguían romper la resistencia de la 101 brigada republicana
para subir a la meseta de Los Llanos. La ganancia que esta jornada otorgó a las
fuerzas franquistas se produjo en la zona atacada por la 150 división. La 13,
según parece no consiguió ninguno de sus objetivos.

En esos días (más concretamente el 19 de julio), la composición de la 13 división


franquista al mando de Barrón era la siguiente: 2ª brigada (coronel Coco,
izquierda de la división): Regimiento Regalado: 1ª bandera de la Legión, 9º tabor
de Regulares de Larache y 163 batallón de San Quintín. Regimiento Sánchez
Pérez: 4º batallón de Las Navas, 10º tabor de Regulares de Alhucemas y 257
batallón. 3ª brigada (coronel Rodrigo, derecha de la división): Regimiento
Álvarez Entrena: I agrupación: 75 batallón de La Victoria, 7º tabor de Regulares

118
de Ceuta. II agrupación: 73 batallón de Toledo, 258 batallón del Serrallo.
Regimiento Santamaría: 5º tabor de Regulares de Melilla, 6º tabor de Regulares
de Melilla y 191 batallón. A estas fuerzas de Infantería deben sumarse las de
otras armas y servicios que tenía agregadas.

20 de julio

Para la 101 brigada, el día comienza con más escaramuzas y tiroteos que con
combates serios. No tarda en empezar una nueva preparación artillera sobre las
posiciones republicanas que guardan el flanco occidental de la bolsa, pero ni el
derroche de munición artillera permite que los atacantes puedan salir de sus
trincheras y pozos cavados durante la noche, porque cuando lo intentan, los que
se ponen en pie son fácilmente neutralizados. Termina el 20 con los franquistas
exhaustos e impotentes para seguir progresando en el subsector de la 101
brigada, a pesar de lo cual durante la noche del 20 al 21 continúan hostilizando
nuestras líneas con tiroteos nutridos que nos dificultan mucho los
abastecimientos. La 101 sigue afianzándose sobre el terreno. Se verifica el
número, estado y situación de sus reservas: una compañía del 4º batallón, bajo
mando de la brigada en la confluencia de los arroyos de La Nava y Valdeyerno,
dos secciones de Infantería y una de Ametralladoras en el borde suroeste de Los
Llanos, y una pequeña reserva del 2º batallón en el límite derecho de su frente. El
puesto de mando de la brigada estuvo todos esos días junto al camino viejo de
Navalagamella a Quijorna, entre el Espolón y Los Llanos. En la quebrada del
arroyo de las Parrillas, 300 metros por detrás y a la izquierda del puesto de
mando, estuvieron los morteros. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo
Merino)

Avanzada la tarde del día 20, valorando cuál era el punto más crítico de todo el
frente del Ejército de Maniobra, el EM de Miaja toma la decisión de ceder
provisionalmente la 151 brigada mixta al XVIII CE cuando este acaba de perder
las importantes posiciones de cota 660 y del castillo de Villafranca, ambas en la
confluencia de los ríos Aulencia y Guadarrama. En consecuencia, la 151 brigada
salía de la 39 división, o división Durán, y en sustitución de la misma se
incorpora la 49 brigada, también con carácter provisional. (AHN, caja 20/11) o (AHN -
22)

21 de julio

119
El 21 de madrugada dejan de oírse disparos. Nuestros exploradores descubren
vacía la cabeza de puente; mejor dicho, la encuentran sin tropas, pero llena de
despojos y equipos militares y con cientos de cuerpos abandonados. La 4ª
brigada de Navarra se había retirado durante la noche, protegida por la oscuridad
y por los tiroteos de quienes se quedaron en el último escalón. Con las primeras
luces del día, la 101 sale nuevamente al Perales en todo su frente. Se han
recuperado plenamente las líneas que teníamos el 17 de julio. Con la derrota
inapelable que se le ha infligido a la 4ª brigada de Navarra en el flanco derecho
republicano queda desbaratada una acción sobre los flancos y fondo de la bolsa,
ejecutada con la intención de copar a las fuerzas republicanas que se encontraban
en su interior. La idea de maniobra era que las dos brigadas de Navarra, atacando
desde ambos flancos, confluyeran en el vértice Lijar, en tanto que la 13 división
atraía y fijaba al enemigo en el fondo de la bolsa. En una fase posterior de
explotación del éxito, se progresaría hasta Valdemorillo y Galapagar, avanzando
la línea hasta el río Guadarrama, con la intención de enlazar en su curso alto con
las fuerzas de la sierra, provocando así la caída de todo el frente republicano en
torno a El Escorial. Nada de esto pasó. (Del libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro
Mateo Merino)

Una vez hubo fracasado el avance de la 4ª brigada de Navarra hacia Los Llanos,
el mando franquista lógicamente desistió de hacer ningún nuevo intento por la
parte escarpada del río Perales. Llama la atención no obstante que tampoco se
planteara atacar algo más al norte, en la zona guarnecida por el subsector
defensivo Zarzalejo – Valquemado, donde la orografía era mucho menos
favorable para la defensa que en la zona del Valdeyerno. Según parece, a pesar
de haber traído el grueso de las unidades de las que podía prescindir el frente
norte, para entonces el mando franquista ya no contaba con reservas suficientes
como para pretender dar un vuelco a la batalla. De esta forma, los republicanos
nunca fueron atacados desde Fresnedillas hacia Peralejo – Fuente Vieja, la
dirección que le quitaba el sueño a Miaja desde el primer día de la batalla. Por
algún motivo Varela no vio esa opción, o si la vio no la escogió, y es algo difícil
de entender, porque era la más adecuada para un ataque con profundidad. Esta
también permitía salir a la espalda del Ejército de Maniobra y cortar su vital
carretera de abastecimiento y evacuaciones, en este caso entre Valdemorillo y El
Escorial, sin tener que superar ninguna pendiente escarpada ni verse encajonado,
ya fuera por pretender avanzar por un valle profundo o por una cuerda
relativamente estrecha.

120
Con los 12 batallones de Alonso Vega otra vez en la ribera oeste del Perales, el
día 21 el mando del cuerpo de ejército de Operaciones dictó una nueva orden
organizando un nuevo ataque sobre la dirección mejor defendida. Dos días antes
se había podido expulsar a los republicanos del vértice Perales; existían por tanto
motivos para pensar que concentrando la fuerza de dos divisiones en un frente de
dos o tres kilómetros apenas ondulado se conseguiría quebrar la resistencia de la
46 división al suroeste de Quijorna. El objetivo era ahora recuperar el espacio
ganado por el enemigo en los días iniciales de su ofensiva, y sobre todo, quitarle
Brunete, el pueblo que ya estaba dando nombre a la batalla y cuya posesión se
asociaba con la victoria en la misma, gracias en buena medida a la ingente
propaganda que el Gobierno republicano había desplegado tras ocuparlo.
Medidas las fuerzas con el Ejército de Maniobra entre el 17 el 20, a Franco le
había bastado un solo fracaso para desechar la pretensión de coparlo y destruirlo.
Le quedaba eso sí, la opción de golpearlo tanto como fuera posible aprovechando
la superioridad aérea y artillera conseguida gracias a la asistencia alemana e
italiana en esos campos. Decidió por tanto que hasta el final de la batalla sus
unidades deberían asaltar de frente las principales defensas republicanas
confiando en que la saturación de fuegos propia sería mayor que la del enemigo y
que este, llevándose la peor parte en la masacre mutua asegurada, acabaría
retrocediendo. Algo así acababa de pasar el día anterior en la cota 660 (loma
Bellota según la denominación franquista) y en el castillo de Villafranca, dos
posiciones de la zona Aulencia - Guadarrama que se habían conseguido tomar
mediante un ataque frontal en el que la vanguardia de Varela estuvo formada
mayoritariamente por tabores de Regulares. Cuando una alta mortalidad entre las
fuerzas propias parecía inevitable, unas vidas parecían importar menos que otras.

Volviendo al flanco oeste, la orden de la 150 división dada a conocer el día 21


decía:

Noticias del enemigo y situación propia: El enemigo ha concentrado gran


número de efectivos y medios en los extremos de la bolsa producida en nuestro
frente, dificultando con ello la maniobra destinada a cerrarla por el norte. Nuestra
división logró alcanzar la zona comprendida entre los arroyos Quijorna y
Palomero, apoyando su ala derecha en la vereda de ganados trashumantes que va
hacia el suroeste desde Quijorna, en el punto donde esta vereda cruza el citado
arroyo Palomero. Sobre el vértice Perales se ha establecido un punto de apoyo.
Misiones: Para el cuerpo de ejército, atacar por todo el contorno de la bolsa, para
121
forzar el retroceso del enemigo y alcanzar posiciones dominantes sobre el cruce
que la carretera de Navalcarnero a El Escorial hace con la que va a Villanueva
del Pardillo. Una vez sea alcanzada la nueva línea, esta se deberá organizar
defensivamente mediante centros de resistencia y puntos de apoyo enlazados por
vistas y fuegos. La operación se llevará a cabo el día D (que terminaría siendo el
24 de julio). La 4ª brigada de Navarra atacará por el flanco derecho de la 150
división, hasta alcanzar las alturas existentes al sur del origen del arroyo
Quijorna, unos 2,5 kilómetros al oeste de Villanueva de la Cañada, organizando
allí un centro de resistencia que bata dicho origen. La 150 división constituirá el
flanco izquierdo del ataque del cuerpo de ejército, teniendo por objetivo el
envolvimiento desde el este de Quijorna y el establecimiento de un centro de
resistencia sobre la carretera que desde Quijorna sale hacia la de Brunete a
Chapinería, un punto de apoyo que enlace ese centro con el ya existente en el
cerro Perales, y otro punto de apoyo sobre la carretera de Quijorna a Villanueva
de la Cañada. A la 150 división se le afectará un regimiento de Caballería. Idea
de maniobra: Apoyada la división en las organizaciones defensivas del monte
Perales, avanzar para envolver desde el noroeste las resistencias enemigas
situadas al oeste de la carretera que de Quijorna sale a la de Brunete a Chapinería
y dominar su entorno sobre el arroyo de Los Morales, desde el cual se envolverá
después Quijorna desde el sureste y se alcanzará con los fuegos el arroyo de La
Candalosa. Posteriormente y en unión de la 4ª brigada de Navarra, se deberá
ganar la divisoria de aguas al norte de este último arroyo y la carretera de
Quijorna a Villanueva de la Cañada. Despliegue de la división y ejecución del
ataque: Se organizarán dos columnas: La columna Oeste estará al mando del
teniente coronel habilitado de Infantería, Gumersindo Manso, y contará con los
batallones 165, 251 y el tabor de Tiradores de Ifni. Esta columna deberá alcanzar
el arroyo Los Morales, inmediato por el sur a Quijorna, envolviendo las
resistencias que se encuentren al oeste de la carretera que desde Quijorna va a la
de Brunete. Sobre la primera carretera se organizará un punto de apoyo que
enlace con la posición del vértice Perales, al mismo tiempo que se toman
posiciones al sur y próximas a Quijorna. La columna oeste se desplegará para
iniciar su ataque entre el centro de resistencia del monte Perales y el arroyo
Palomero, al norte de la confluencia de los arroyos Palomero y Los Morales. La
base de partida de la columna será la línea de sostenes del centro de resistencia
del monte Perales. La columna Este estará mandada por el teniente coronel de
Infantería Siro Alonso. La compondrán el 9º tabor de Regulares de Tetuán y los
batallones 254, 255 y 256. Su misión será la de atacar de frente las resistencias
122
del oeste de la carretera que sale de Quijorna a la de Brunete y ganar el espolón
al sureste de Quijorna por el que pasa el camino de este pueblo a Brunete (el
entorno del cementerio de Quijorna). Posteriormente avanzará primero hasta
dominar con sus fuegos el arroyo de La Candalosa al este de Quijorna y luego lo
cruzará para ocupar las leves alturas que están entre este arroyo y la carretera de
Quijorna a Villanueva de la Cañada. Esta columna se desplegará previamente al
ataque sobre la zona sur del arroyo Palomero, al sur de la confluencia de este
arroyo y el de Los Morales, y al norte de la carretera de Brunete a Chapinería. La
base de partida de esta columna será el curso alto del corto arroyo Palomero, sin
rebasarlo hacia el este. Las bases de partida estarán ocupadas a las 5 horas. El
ataque será precedido por una preparación artillera que se extenderá desde las 6 a
las 7 horas y que durante sus últimos 15 minutos se superpondrá con un
bombardeo aéreo. A las 7 horas terminarán ambas preparaciones, se retirará la
aviación de gran bombardeo y permanecerá en el aire la de cooperación, que
sostendrá los ametrallamientos y el bombardeo con bombas incendiarias sobre las
resistencias enemigas a la vez que en tierra estas son atacadas por las columnas.
Artillería: Está previsto que tomen parte en el ataque las artillerías de la 150
división y una parte de la del cuerpo de ejército de Operaciones. La artillería
divisionaria estará constituida en dos agrupaciones: La 1ª agrupación tendrá por
jefe al capitán Lecea y estará formada por dos baterías de cañones de 75 mm. Su
misión normal será la de hacer fuegos de apoyo directo. Su zona de acción
normal será la de la columna oeste, y su zona de acción eventual, la de la
columna este. La 2ª agrupación tendrá por jefe al comandante Gallardo, y la
constituirán dos baterías de obuses de 105 mm. Su misión normal también será la
de hacer fuegos de apoyo directo, con la zona de acción de la columna este como
normal y la zona de acción de la columna oeste como eventual. Las zonas de
asentamiento de ambas agrupaciones deberán adelantarse tanto como sea posible,
manteniendo la seguridad, para evitar tener que hacer cambios de posición
durante el combate, circunstancia que obligaría a interrumpir el fuego. La entrada
en posición de las piezas se efectuará durante la noche, debiendo estar terminada
a las 5 horas. Los tiros de apoyo se harán por concentraciones sucesivas. Sobre su
zona normal, las subagrupaciones de apoyo romperán su fuego tras petición
directa de los jefes de columna. Sobre su zona eventual romperán fuego por
petición de estos, pero recibida a través del conducto del Comandante Principal
de Artillería. La artillería de cuerpo de ejército aporta un grupo de dos baterías de
105 mm Largo, el cual actuará a petición del jefe de la división, reforzando los
fuegos de la artillería divisionaria. Modalidad de la preparación y de la
123
iniciación del ataque: En el momento en que la aviación propia aparezca sobre
los objetivos (6,45 horas), se dará al tiro artillero cadencia rápida. Terminada la
preparación se alargará el tiro para convertirlo en tiros de detención a retaguardia
del primer objetivo. Las tropas estarán dispuestas a emprender el ataque a partir
de las 6 horas. Durante el tiempo que la aviación propia permanezca sobre los
objetivos, la infantería de la primera línea aprovechará la neutralización lograda
por la acción combinada de la aviación, artillería y armas automáticas para
aproximarse tanto como sea posible a la primera línea enemiga, pero sin
sobrepasar la zona de seguridad que la previene de resultar alcanzada por el
fuego propio. En el momento del final del bombardeo aéreo y del alargamiento
del tiro artillero las tropas de primera línea en el frente de todas las divisiones se
lanzarán al asalto de las trincheras enemigas. Caballería: Queda en reserva en la
zona de Perales de Milla, en condiciones de explotar el éxito obtenido por la
infantería en la dirección de Quijorna. Reserva del cuerpo de ejército: Queda
concentrada en la zona de bosque al oeste de Perales de Milla. Ingenieros: Cada
columna tendrá afectada una compañía de Zapadores. La compañía de la
columna oeste pondrá en condiciones de circulación automóvil la cañada de
ganados trashumantes. La compañía de la columna este hará lo mismo con el
camino de Villanueva de Perales a Quijorna. Ambos caminos deben servir como
líneas de comunicación de las respectivas columnas. Organización de terreno
conquistado: Una vez sean alcanzados los objetivos que se señalan como puntos
de establecimiento de centros de resistencia, las unidades los fortificarán durante
la noche, para lo que contarán con la ayuda de las compañías de Zapadores
afectas a las columnas. La columna oeste organizará el punto de apoyo que estará
situado entre el centro de resistencia del monte Perales y el centro de resistencia
que se pondrá sobre la carretera que sale de Quijorna hacia la de Brunete. La
columna este asumirá la organización del centro de resistencia recién
mencionado y el que deberá estar sobre la carretera de Quijorna a Villanueva de
la Cañada. El orden de urgencia de los trabajos de fortificación será: alambradas,
nidos de ametralladora, puestos de tirador, puestos de mando y municionamiento.
Enlaces: El cuartel general del cuerpo de ejército estará en Sevilla la Nueva, el
de la 4ª brigada de Navarra, en la casa de Valdetablas (a medio camino entre La
Encrucijada y Villanueva de Perales) y el de la 150 división, a 2,5 kilómetros al
noreste del vértice Castillo. Los ejes principales de las transmisiones de la 150
división unirán el puesto de mando divisionario con los vértices La Casa y
Cabezas y con Chapinería. Los ejes transversales unirán el puesto de mando
divisionario con el puesto de mando del teniente coronel Siro Alonso, del que a
124
su vez partirá un eje hacia cada columna. El eje de la columna este tendrá dos
circuitos, uno de los cuales estará especializado para la artillería. Deberán quedar
establecidos los centros de Transmisiones actuales más uno en cada columna, que
se compondrán de teléfono, radio, enlaces a pie y óptica. El regimiento de
Caballería y el batallón de reserva del cuerpo de ejército quedarán enlazados con
el puesto de mando de la división sólo por óptica. (AGMAV, caja 1885, carp.18, doc.3) o
(AGMAV – 15/1)

22 de julio

Para la 101 brigada, los días 21 y 22 son de relativa calma, igual que para la
mayoría de unidades republicanas del Ejército de Maniobra a lo largo de todo el
frente. El ejército franquista reagrupa sus fuerzas para desencadenar nuevos
ataques, pero esta vez lejos del subsector de la 101. Igualmente, esta unidad ya ha
reemprendido desde el mismo final de los combates los trabajos de fortificación
de sus líneas, en las que durante esos días solo se viven escaramuzas de poca
importancia. Los restos del 3º batallón salen de la primera línea para constituir la
reserva de la brigada, que se disloca al norte de Los Llanos. Las bajas totales en
la 101 brigada suman cerca de una cuarta parte de sus efectivos, pero su moral
está muy alta. Es una unidad de creación reciente y ya se ha consagrado como
fuerza de choque del Ejército popular. En los días siguientes los mandos de la
brigada pueden ver con todo detalle el dramático desarrollo de los combates en
torno a Brunete desde el privilegiado observatorio que constituye Los Llanos. (Del
libro “Por vuestra libertad y la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)

El día 22 de julio el Ejército de Maniobra ordena que esa misma tarde diera
comienzo el proceso de relevo de la 46 división de sus posiciones en el flanco
oeste del campo de batalla por la división Durán. En una reunión de los jefes de
ambas divisiones, debían acordarse todos los preparativos y reconocimientos
necesarios, de forma que el relevo efectivo, por batallones completos, se pudiera
llevar a cabo con la máxima seguridad y agilidad a lo largo de la noche del 23 al
24. Durante 48 horas los puestos de mando de ambas divisiones y de todas sus
unidades dependientes debían quedar superpuestos, es decir, que los jefes
salientes permanecerían dos días junto a los entrantes, a fin de ayudar a estos
últimos a familiarizarse con las particularidades de sus respectivas posiciones.
Todos los tendidos de Transmisiones establecidos en el sector de la 46 división
quedarían intactos en manos de la 39. Desde el día 23, la división Durán quedaría
formada por las brigadas 49, 69 y 99. Esta última brigada se encontraba entonces

125
en Colmenar Viejo, pueblo que acababa de sufrir un fuerte bombardeo aéreo de
la aviación franquista que había provocado, además de muertos y heridos entre la
población civil, cerca de 80 bajas en sus filas. Además de esta circunstancia, la
99 brigada aun no contaba con una dotación de armamento suficiente, razón por
la cual la 49 debía cederle todas las armas que se pudieran considerar como
sobrantes cuando la 99 llegara a la zona de operaciones, mientras que del V CE
debía recibir 500 fusiles de los cogidos al enemigo en las primeras jornadas de la
batalla. El puesto de mando de la 39 división quedaría situado al norte del
kilómetro 12 de la carretera de Colmenarejo a Valdemorillo (citada según la
fuente como casa de la Fuenfría, de las Tapias Altas o del Canchar). (AHN, caja
20/11) o (AHN – 28)

También el día 22, de cara al ataque de gran envergadura que se pretendía lanzar
al día siguiente para reconquistar Brunete, la 4ª brigada de Navarra recoge que al
finalizar el día 21 los batallones 6º de San Marcial y 5º de La Victoria relevaron a
las fuerzas de la 13 división pertenecientes al regimiento Molero (quien había
sucedido en el mando a Sánchez Pérez). Se trataba del 4º batallón de Las Navas,
el 10º tabor de Regulares de Alhucemas y el batallón 257, que hasta ese momento
habían guardado las posiciones al norte de la carretera de Chapinería a Brunete
entre los kilómetros 23 y 27,500, prácticamente entre el cruce de carreteras del
sur de Quijorna hasta más allá de la zona que más tarde se conocería como
posición Encrucijada, situada junto a la casa de peones camineros del kilómetro
25. El resto de batallones que formaban las agrupaciones Torrente e Ibisate se
situaron a retaguardia de los dos batallones mencionados, mientras que el
regimiento relevado (Molero) tomó nuevas posiciones al sur de Brunete, entre los
regimientos Santamaría (este) y Regalado (oeste), en preparación del ataque que
se tenía previsto realizar sobre Brunete. Aparte de este movimiento de fuerzas de
Infantería, al grupo de Artillería de Montaña que ya se encontraba afectado a la
4ª brigada de Navarra se le sumó el grupo de Artillería Legionaria de 75 mm (del
CTV) del teniente coronel Falconi, el cual quedó establecido en posición también
en las inmediaciones de la carretera de Chapinería a Brunete, entre los kilómetros
25 y 26. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.4, doc.1) o (IHCM – 4/1)

23 de julio

Durante el 23 no llegó a producirse el ataque previsto, sino que este tuvo que ser
postergado un día; no había dado tiempo a que todas las unidades ocuparan las
bases de partida escogidas. En el flanco oeste esas fuerzas desplegadas a lo largo
126
del río Perales (de Fresnedillas de la Oliva hasta la actual M-501) eran de norte a
sur la 150 división y la 4ª brigada de Navarra. Ambas debieron permanecer en
sus posiciones de espera durante todo el 23 soportando nutrido fuego de la
artillería enemiga y en ciertos casos, hasta de sus armas de Infantería. Por su
parte, la aviación republicana, aunque bastante debilitada en esa fase final de la
batalla, hizo también aparición bombardeando y ametrallando zonas de la
retaguardia inmediata a la primera línea. El Ejército de Maniobra sabía lo que se
le venía encima y trataba mediante sus fuegos de impedir al máximo posible que
el mando enemigo pudiera llevar a cabo una concentración ordenada de sus
efectivos. Esto era incluso más importante cuando en sus propias líneas debía
producirse el relevo de la 46 división por la 39. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.4, doc.1) o
(IHCM – 4/1)

24 de julio

Campo franquista

Por la 13 división, sabemos que para este día el mando del Ejército franquista
ordenaba un ataque general por todo el contorno de la bolsa, cuya pretensión era
la de empujar al enemigo fuera de sus posiciones y alcanzar con sus fuerzas el
cruce de la carretera de El Escorial a Navalcarnero con la de Villanueva del
Pardillo. Este ataque general se haría con las brigadas acoladas, disponiéndose de
oeste a este las fuerzas del siguiente modo: 150 división - 4ª brigada de Navarra -
13 división - 5ª brigada de Navarra. Con este dispositivo se pretendía romper la
línea enemiga para maniobrar desbordando Brunete por el este y el oeste
mientras que se fijaba a los resistentes por el sur. El esfuerzo principal debía
hacerse por el este, donde se tenía una excelente base de partida en loma
Quemada, la cota 670 que había sido arrebatada a los republicanos el día 18. Una
vez se consiguiera la ruptura y se pudiera iniciar la maniobra, la progresión
debería continuar sobre Villanueva de la Cañada, pueblo que sería alcanzado por
la brigada de la derecha de la 13 división (la 3ª brigada, formada por los
regimientos Santamaría y Álvarez Entrena) tras desbordar el bosque existente al
norte de Brunete. El avance de la infantería debería iniciarse a las 7 horas,
después de una preparación artillera de una hora de duración, a la que se sumaría
la aviación durante sus últimos 15 minutos. A la hora marcada por el mando, la
3ª brigada de la 13 división debía lanzarse al asalto con sus dos regimientos.

127
El regimiento Santamaría tuvo por vanguardia a los tabores 5º y 6º de Melilla. Al
darse la orden, estos asaltaron impetuosamente las posiciones enemigas. Los
recibió un intensísimo fuego de armas automáticas, tanques y artillería, pero
consiguieron desalojar al enemigo no solo de sus primeras trincheras, situadas a
600 metros del punto de partida y protegidas por doble línea de alambrada, sino
también del terreno que se extiende por el este de Brunete hasta la zona cercana
al inicio de la carretera de este pueblo a Villanueva de la Cañada, poniendo allí a
los defensores en franca huida. Llegados al entorno de esa carretera, las unidades
que avanzaban por el este inmediato de Brunete empezaron a recibir un
intensísimo fuego de ametralladora y tanques, hecho desde el cementerio y las
trincheras enemigas que enlazaban ese punto con la iglesia. La existencia de este
fuego paralizante y el no contar con el apoyo del flanco izquierdo impuso que se
tuvieran que atacar también las posiciones del entorno este y norte de Brunete, lo
que forzó un nuevo asalto frontal y violento que acabó con la vida de sus
defensores, que quedaron por docenas tendidos en el fondo de sus trincheras.
Hacia las 9,45 horas las fuerzas propias ya se encontraban tanteando la
resistencia enemiga en las proximidades del cementerio de Brunete, aunque a esa
hora los republicanos todavía conservaban el pueblo. Por la derecha del
regimiento Santamaría, el de Álvarez Entrena también consigue el éxito, al ser
capaz de alcanzar y rebasar tras durísimos combates la carretera de Brunete a
Boadilla del Monte sobre el mediodía.

A las 11 horas, y aprovechando los efectos del desbordamiento realizado por la 3ª


brigada, se dio orden al regimiento Molero (la 2ª brigada estaba formada por los
regimientos Molero y Regalado) de atacar Brunete con dos batallones para
ocuparlo, mientras un tercero fijaba al enemigo por el sur del pueblo. Brunete fue
asaltado con gran decisión y energía por unidades que trataban de superarse a sí
mismas. Partiendo desde el sur, el 257 batallón entró en el pueblo por el centro,
la compañía indígena del 4º batallón de Las Navas lo rebasó por el este, mientras
que el 10º tabor de Regulares de Alhucemas fijaba al enemigo desde el oeste. El
resto del 4º batallón de Las Navas permaneció en las trincheras del sur de
Brunete y al 191 batallón se le dio la orden de avanzar desde sus posiciones hasta
ocupar el cruce de carreteras al sur de ese pueblo para enlazar a las fuerzas del 1º
regimiento (Regalado) con las que ya habían entrado en Brunete, que al poco
queda ocupado. A las 11,45 horas, el único enemigo vivo que queda en el interior
de Brunete son algunas pequeñas partidas de hombres que se hacen fuertes en
ciertas casas, y que son pronto aniquiladas.
128
Una vez dentro de Brunete, lo siguiente que se ordena es la ocupación del
cementerio para desde allí poder atacar de revés las trincheras desde las que se
frena el avance del regimiento Regalado que ha estado atacando por el oeste del
pueblo. Esta última orden no se consigue llevar a cabo a pesar de los repetidos
ataques que se emprenden. La posición del cementerio está llena de enemigo, el
cual no se limita a repeler nuestros asaltos, sino que además de rechazarlos, pasa
al contraataque cada vez que puede. Al llegar la tarde, la línea propia se
encuentra en una situación de debilidad causada por su alargamiento y por la
forma en que en ella han quedado situadas las unidades tras la ocupación de
Brunete. Al ir entrando la noche, y teniendo en cuenta tanto la violencia de los
contraataques enemigos como la aproximación de grandes contingentes de sus
fuerzas que llegan desde la zona de Villanueva de la Cañada, aún bajo el fuego
de nuestra artillería (está entrando en primera línea la 14 división de Cipriano
Mera), se hace necesario reforzar a la 2ª brigada de la 13 división con fuerzas del
1º regimiento de Caballería puestas a combatir a pie. Por la izquierda de la
división, durante los combates de la mañana el teniente coronel Regalado resultó
herido de gravedad y muere. A las 13 horas se hace cargo del mando de su
regimiento el comandante Gabriel Cebría, que viene de la 1ª bandera del Tercio.
Durante la noche el enemigo lanza varios contraataques con carros de combate y
blindados, uno de los cuales llega a entrar en el pueblo, donde queda inutilizado.
(IHCM, ZN, arm.27, leg.32 bis, carp.3, doc.1) o (IHCM – 5/1)

Por su parte, el diario de operaciones del coronel Coco Rodríguez, jefe de la 2ª


brigada de la 13 división dice sobre ese día: Se recibe orden de atacar en toda la
línea. Previa fantástica preparación artillera y bombardeo de la aviación
empezamos el ataque a las 6 horas. El enemigo está muy bien atrincherado y con
abundancia de alambradas y gran número de armas automáticas y tanques, por
todo lo cual encontramos una gran resistencia, habiendo combates durísimos. No
obstante esto, mi gente es estupenda y está con una moral y un empuje
formidables. Conseguimos ir rompiendo las resistencias y avanzar, aunque sea
lentamente. Nos enfrentamos a un enemigo que pone todo el empeño en defender
Brunete porque conoce tanto su importancia táctica como moral, y acumula allí
numerosas fuerzas y elementos frente a la 13 división, principalmente sobre mi
brigada, con la que tengo por objetivo el pueblo. Tengo que sostener unos
combates verdaderamente fantásticos en los que casi siempre hay que llegar al
asalto con bombas de mano para echarlos de las trincheras. Los tanques nos

129
atacan desesperadamente pero se los rechaza e inutilizan algunos. Como las
divisiones Buruaga y 4ª de Navarra no avanzan (a esta se le fueron los humos y
está arrugada), a medida que yo avanzo se me va quedando al descubierto mi
flanco izquierdo por culpa de la 4ª de Navarra. Por esta causa paso verdaderos
apuros. El jefe del regimiento de este flanco izquierdo, el teniente coronel
Regalado, tiene que multiplicarse para atender su frente

Estaría “escrito” así, la cosa es que terminó por recibir un balazo en plena cabeza
que lo hizo polvo. ¡Qué pena me causó al recibir el parte! Gran compañero, gran
patriota y militar y gran amigo; todo un hombre perdió España en él. Hacía días
que tenía él ese presentimiento, me lo decía que le iban a dar en la cabeza y así
fue. Querido compañero Regalado: ¡Presente y arriba España!

Continúo el combate toda la mañana con gran dureza hasta que a eso de las 11
horas les hago un movimiento envolvente, les lanzo un tabor y dos compañías de
un batallón y en un asalto durísimo con bombas de mano, consigo entrar en
Brunete, sosteniendo dentro del pueblo una lucha encarnizada que deja las calles
sembradas de cadáveres. La artillería roja somete al pueblo a un terrible cañoneo
y nos atacan los tanques. Durante el resto del día hay tanteos por todas partes,
pero mi objeto principal ya está conseguido y me dedico a consolidar las
posiciones conquistadas y asegurar mi flanco izquierdo, que la 4ª brigada de
Navarra no me protege. Allí me han matado a Regalado. Se han hecho al
enemigo gran número de bajas, el pueblo y sus alrededores están llenos de
muertos. Es un espectáculo verdaderamente macabro, y como la artillería roja no
deja de cañonear el pueblo, acribilla y deshace a sus muertos, pues no es posible
recogerlos de momento por su crecido número y porque su artillería lo prohíbe.
Brunete está completamente destruido, no queda nada en pie; entre nuestros
ataques y los contraataques de ellos no queda nada. Por la noche, sin cesar en
toda ella, nos lanzan contraataques desesperados. Se conoce que la pérdida de
Brunete les duele mucho por su importancia enorme, política y moralmente. No
consiguen nada, se les rechaza constantemente y se les hacen muchas bajas, pues
el fuego es verdaderamente terrible. (IHCM, CGG, rollo 87, leg.472, carp.2, doc.1) o (IHCM –
129/11)

El día 24, el “relato detallado del combate y su resultado” hecho desde el EM de


la 4ª brigada de Navarra recoge que para ese día esta unidad tenía asignada una
zona de ataque de unos 2,5 kilómetros de extensión. Por su flanco derecho
actuaría la 13 división de Barrón, mientras que por su izquierda lo haría la
130
división Marroquí. En el intervalo que se debía atacar, los republicanos disponían
de un frente bien organizado mediante una serie de trincheras escalonadas en
profundidad, que comenzaban en el mismo lecho del arroyo de Los Morales y
alcanzaban la parte más alta de las lomas que bordean Quijorna. La artillería con
la que se contaba para apoyar el ataque resultaba insuficiente a juicio del mando
de la 4ª brigada, dado que por averías, el grupo de Montaña disponible solo tenía
operativas un tercio de sus piezas. Por otra parte, los observatorios artilleros
quedaron pronto incomunicados al resultar cortadas por los bombardeos
enemigos las líneas telefónicas que los enlazaban con el mando. Según parece, la
suma de estos dos factores provocó que la preparación artillera propia no
produjera el desgaste buscado sobre los defensores previamente al lanzamiento
del asalto de la infantería.

Por la izquierda (norte) del frente de la 4ª Brigada de Navarra, el 1º Batallón de


Flandes, con un arrojo insuperable, consiguió atravesar la “zona de muerte”
que le separaba de las posiciones enemigas y adueñarse de su primera línea de
trincheras, donde sostuvo una titánica lucha cuerpo a cuerpo, logrando ir
ganando terreno palmo a palmo. En esos momentos, la retirada de tropas
pertenecientes a otra División que operaba por su izquierda puso a este batallón
en una situación muy comprometida, porque el enemigo consiguió desbordar su
flanco y batirlos de revés, con lo que pudo impedir completamente la llegada de
los refuerzos que oportunamente hubieran permitido a la Agrupación Torrente
alcanzar los objetivos señalados. Durante este día, la Agrupación sufrió la baja
sucesiva de los tres Jefes que de ella tomaron el Mando, así como de todos
menos uno de los Oficiales del 1º Batallón de Flandes. A las 19 horas y
aprovechando los efectos de un bombardeo de nuestra aviación, el 6º batallón de
San Marcial ocupó las posiciones situadas a vanguardia (este) y al noroeste del
monte Perales, asegurando así la extrema izquierda del dispositivo del ataque.
Durante la noche este batallón fue atacado, rechazándose al enemigo
brillantemente. La 2ª agrupación, mandada por el comandante Ibisate, combatió
por la derecha de la 1ª. Su misión era la de progresar en unión de la 1ª bandera
del Tercio (del regimiento Regalado, en el extremo izquierdo de la 13 división),
pero ambas unidades fueron fijadas desde el primer momento por el fuego
enemigo, haciendo imposible cualquier avance. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.4, doc.1) o
(IHCM – 4/1)

Quizás matizando la alegada debilidad del apoyo artillero con el que contaron el
día 24 las fuerzas de Varela que actuaban por el flanco oeste, especialmente la 4ª
131
brigada de Navarra, es oportuno mencionar que en favor de esa zona actuó la ya
citada agrupación artillera Occidental. El día 24 de julio esta agrupación contaba
con los siguientes medios: una batería de morteros de 260 mm, un grupo de dos
baterías de cañones de 149 mm, un grupo de dos baterías de cañones de 105 mm
y un grupo de cinco baterías “Legionarias” de 75 mm (serían 15 piezas, del grupo
Falconi) que previamente habían estado en dependencia directa de Alonso Vega
pero el día 24 habían pasado a Varela. Como dato esclarecedor acerca del
volumen de fuego artillero del que parece dispusieron las fuerzas franquistas que
atacaron apoyadas por la agrupación artillera Occidental, se sabe que solo el
grupo Falconi reportó haber hecho entre los días 24 y 25 de julio más de 12.000
disparos con sus piezas, tras lo cual la mayoría de ellas necesitaban reparaciones.

En la 4ª brigada de Navarra se percibe una tendencia a contar a la baja los medios


propios y al alza los del enemigo, lo cual, además de ser algo comprensible y
habitual en todos los ejércitos y épocas, puede también deberse a un especial
sentimiento de frustración que esta aguerrida unidad se llevó de la batalla de
Brunete, donde en ninguno de sus combates pudo doblegar la resistencia
republicana a pesar del coraje y los medios materiales puestos en juego en cada
ataque. Prueba de lo primero es la cantidad y calidad de las bajas que la 4ª
brigada soportó el día 24. En la 1ª agrupación resultaron heridos sus tres jefes
sucesivos durante esa jornada: el teniente coronel Emiliano Torrente Vázquez,
jefe del 6º batallón de San Marcial; el comandante Luis F. de Pinedo Alonso, jefe
del 2º batallón de Flandes y el comandante Francisco Hidalgo de Cisneros, jefe
del 1º batallón de Flandes, unidad que también perdió ese día a dos capitanes,
tres tenientes y cinco alféreces.

Campo republicano

El ataque franquista de las fuerzas de la izquierda de la 13 división (regimientos


Coco y Regalado) cayó sobre la 35 división, cuyo frente contaba con los sectores
de la XI brigada internacional al oeste y la 108 a continuación por la izquierda,
hasta el borde de Brunete. Reforzando a estas dos unidades se encontraba la 32
brigada, que carecía por tanto de un sector propio. Desde pocos días atrás, el
alemán Ludwig Renn era el jefe de la XI brigada; había reemplazado en el
mando a s Richard Staimer. Los hechos que figuran en el relato que Renn hace de
la batalla de Brunete en sus memorias hay que situarlos en la zona de Quijorna y
del arroyo de Los Morales:

132
Por esos días, el puesto de mando de la XI brigada estaba entre unos olivos, en
una colina, detrás de la que existía un bosquecillo al que se llegaba por una pista
o camino. El 24, desde las posiciones de la XI brigada se podía observar
claramente la evolución de las operaciones lanzadas por la 13 división franquista
en lo que suponía el inicio de su segundo ciclo de contraofensivas. En estas
circunstancias, en un día tan crítico, el escritor noruego Nordahl Grieg, que
participaba en el Congreso de Escritores Antifascistas, estaba visitando el puesto
de mando de la XI brigada internacional, exponiéndose a los bombardeos y
disparos igual que cualquier otro combatiente. Por su propia seguridad no se le
autorizó a acercarse a la primera línea, donde quería ir para confraternizar con
sus compatriotas noruegos y de los otros países escandinavos que luchaban en la
XI brigada internacional. Aun careciendo de ese permiso, Grieg, que moriría en
1943 combatiendo a los nazis en Noruega, de todas formas llegó a los puestos de
vanguardia. Existe una foto de esos días en la que se ve a Ludwig Renn guiando
en un coche a Nordahl Grieg y a Gerda Grepp, también noruega, por el campo de
batalla de Brunete. Por su parte, el general Walter, jefe de la 35 división, había
autorizado que la fotógrafa alemana Gerda Taro, que estaba asistiendo a las
reuniones del citado Congreso de Escritores Antifascistas, también pudiera
moverse con cierta libertad por la retaguardia republicana, lo que permitió que
Gerda dejara un impresionante testimonio fotográfico sobre esta batalla antes de
resultar gravísimamente herida el día 25 cerca de Villanueva de la Cañada en el
choque entre el coche que la llevaba y un tanque republicano que había perdido
momentáneamente el control durante un bombardeo. Gerda Taro murió al día
siguiente en el hospital militar republicano instalado en los Sagrados Corazones
de El Escorial. Durante la batalla de Brunete, la XI brigada internacional tuvo
365 muertos y desaparecidos y 650 heridos; un total de 1025 bajas. Sus
batallones eran: Thaelman (George Elsner), Edgar André (Gustav Kern), Hans
Beimler (Heinz Schramm) y 12 de Febrero (Emil Reuter). (Ludwig Renn: Apuntes para
“La guerra española”) (PCE, TMM – carp.54) o (PCE – 8)

A la izquierda de la XI brigada internacional combatía la 108, también de la 35


división. Este es el testimonio personal del capitán AEG, jefe de uno de sus
batallones, que abarca con detalle el relato de los días 24 y 25 de su unidad. Ha
llegado a nuestras manos por gentileza de su hijo. Le estamos muy agradecidos
por su gesto y su confianza.

En los días previos a la batalla de Brunete la 108 brigada había estado en torno
a Huesca durante las operaciones de junio. Operó desde Siétamo, Monte Aragón

133
y los carrascales de Igriés. Una vez que se dieron por concluidas las acciones
ofensivas republicanas, encaminadas a tomar esa capital aragonesa, la brigada
marcha en camiones a Barbastro, luego por ferrocarril a Valencia, y
nuevamente por ferrocarril y en camiones a la provincia de Madrid, donde se
acantona para tomar parte en la importante ofensiva que se prepara para los
primeros días de julio. La 108 brigada mixta combatió entre los días 10 y 24 de
julio por delante de Brunete. El día 11 de julio el 429 batallón pierde a su jefe, el
capitán Lerma, que desaparece en combate. Asumo entonces el mando del
batallón, dejando mi compañía en manos del teniente Chacón. El día 13, el 429
batallón abandona la primera línea y pasa a la línea de sostenes. El día 18 el
429 batallón avanza para ocupar posiciones de vanguardia sobre la primera
línea al oeste del pueblo de Brunete, dejando en reserva a la 2ª compañía. Del
18 al 23 se combatió de amanecer a crepúsculo. En la madrugada del 23 al 24
recibí la orden escrita de dejar en primera línea solo a una compañía y retirar
otras dos, por lo que, hecha la maniobra, el batallón quedó tácticamente
constituido por tres escalones. Al amanecer del 24 el enemigo inició una nueva
contraofensiva con un nutrido fuego de artillería, que nos batía incluso desde la
dirección de Navalagamella, neutralizando nuestras comunicaciones telefónicas.
En esas circunstancias se ordena la entrada en línea de las dos compañías que
formaban el segundo escalón, conservando a la 2ª compañía en reserva. Poco
después la 100 brigada de la 11 división se retiró, ocupando el enemigo el
pueblo de Brunete, viéndose mi batallón en situación muy crítica, pues el
adversario, con su fuego, nos hería por la espalda. En unos olivares a
retaguardia se reorganizó en parte la 100 brigada, avanzando luego hasta el
cementerio y la carretera, que ocupó, pero la artillería enemiga la hizo de nuevo
retroceder. Fue entonces cuando por orden del jefe de la 108 brigada me puse al
frente de la 2ª compañía, hasta entonces en reserva, avanzando a través de una
densa barrera de fuego artillero y de aviación (que arrojaba las granadas hasta
por cajones), consiguiendo llegar hasta el cementerio y la carretera sin una sola
baja. La carretera queda ocupada, tras lo que la unidad se adelanta,
combatiendo, hasta ocupar también una línea avanzada que da frente a las
primeras casas de Brunete. Acto seguido se entabla un durísimo combate, que
duró toda la noche del 24 al 25. Aquella noche nuestros puestos y tinglados
ardieron macabramente. (Testimonio personal del capitán AEG, jefe del 429 batallón de la 108
brigada mixta)

134
Por la derecha de la 108 brigada estaba la XI, pero por la derecha de esta última
no contamos con una seguridad absoluta para afirmar qué unidad republicana
estuvo haciendo frente a la 1ª agrupación de Torrente de la 4ª brigada de Navarra
el día 24. No es fácil confirmar o descartar que ese día ya se hubiera producido el
relevo de la 10ª brigada de la 46 división por la 49 brigada de la 39 división;
quizás incluso tomaron parte en ese combate batallones de las dos brigadas. En el
caso de que ese relevo hubiera seguido pendiente total o parcialmente el 24, lo
que sí es seguro es que se habría completado durante la noche del 24 al 25. La 49
brigada era una unidad constituida seis meses antes en Guadalajara y estaba al
mando del comandante de Infantería Fulgencio González Gómez. A la derecha
de la 1ª agrupación (Torrente), en la zona del ataque de la 2ª agrupación (Ibisate),
del lado republicano se encontraba la 35 división de Walter, con su línea
guardada por las brigadas XI internacional y 108, ambas reforzadas por la 32. El
sector de la 35 división republicana abarcaba desde el entorno del punto en que
Los Morales cruzan la carretera al sur de Quijorna hasta el oeste inmediato de
Brunete. La 35 resistió el ataque de ese día sin replegarse en ningún punto. En
contraste con esta situación, la 11 división de Líster perdía durante la mañana del
24 el pueblo de Brunete, conservando únicamente su cementerio.

Una comunicación de Modesto, jefe del Ejército de Maniobra a su XVIII cuerpo


de ejército del 24 hace pensar que la 10ª brigada todavía seguía en sus líneas ese
día:

Desde las 6.30 a las 7.15 horas la aviación enemiga ha bombardeado


intensamente Brunete y la zona de este frente, haciéndose a continuación una
gran preparación artillera y fuego rasante sobre los frentes de las 11, 35 y 46
divisiones, atacando a las 8,35 horas por el frente de la 46 división al parecer
con cuatro o cinco batallones. A las 10.25 horas comunica el V cuerpo de
ejército, aunque sin confirmarlo, que el cementerio de Brunete sigue en nuestro
poder, habiéndose retirado dos compañías nuestras situadas al oeste del pueblo
ante el gran peligro de envolvimiento. El enemigo ocupa parte del este de
Brunete. (IHCM, ZN, rollo 95, leg.778, carp.4, doc.2) o (IHCM – 281/19)

Si el día 24 el Ejército franquista no consiguió con su contraofensiva general


ninguno de los objetivos que buscaba por su flanco izquierdo ni por la parte
izquierda del sector de la 13 división, el balance le resultaría mucho más
favorable en su flanco derecho y en la mitad derecha del citado sector de Barrón.
Lo fundamental del 24 fue la tan anhelada recuperación de Brunete por parte de
135
las fuerzas de la 13 división, lo que se producía a la par que las unidades
republicanas del XVIII CE eran expulsadas de las posiciones que habían
conseguido ganar y mantener al este del río Guadarrama. Fue como si,
apoyándose en la zona del castillo de Villafranca, todo el frente republicano de
las divisiones 34, 15 y 11 hubiera pivotado hacia el norte, hasta quedar sobre la
orilla derecha (oeste) del Guadarrama, al norte de la carretera de Brunete a
Boadilla del Monte y en posesión del cementerio de Brunete. Al terminar el 24,
el mando republicano, lejos de ser capaz de ver y asumir el desfavorable balance
de fuerzas que enfrentaba, con sus unidades muy mermadas por las bajas y el
agotamiento producido por 19 días de combates ininterrumpidos, no pensó en
replegarse y reinstalarse defensivamente, sino que dispuso prepararse para
recuperar Brunete a viva fuerza. Con este propósito, implicaría de lleno a una
nueva división en los combates: la 14 de Cipriano Mera, que estaba allí desde la
víspera para relevar a la 11 de Líster, no para atacar junto a ella.

Las órdenes de Miaja fueron que el XVIII CE debía organizar la defensa de la


orilla oeste del Guadarrama y asegurar el enlace de su derecha con el V CE al
norte de la carretera de Brunete a Boadilla del Monte. Al mismo tiempo, las
órdenes que Miaja y Modesto transmitieron al V CE para el amanecer del 25
fueron:

Para las Divisiones 35 y 39 (que ya había relevado a la 10ª Brigada de la 46),


mantener la actitud defensiva. Esta última se reforzará con la incorporación de
un Batallón de la 99 Brigada que llegará en la noche en curso (la del 24 al 25)
desde Hoyo de Manzanares a Quijorna. Para las Divisiones 11 y 14, continuar
durante la jornada del 25 con el contraataque iniciado sobre Brunete el 24, con
los mismos medios y normas ya señalados. La aproximación de la (70) Brigada
del primer escalón de la 14 División a su base de partida se hará durante la
noche en curso. El ataque se realizará al amanecer de hoy (25) o tras el primer
bombardeo aéreo a las 7,30 horas sobre las concentraciones detectadas. Los dos
Cuerpos de Ejército harán defensa a toda costa de sus posiciones y sin idea de
repliegue. Bajo ningún concepto perderán el enlace con las unidades vecinas y
mantendrán bien informado al Mando. Se advierte que es preciso aguantar a
todo trance. El enemigo se encuentra muy quebrantado y bajo de moral, por lo
que su Infantería resulta en este momento poco eficiente. (IHCM,¿?) o (IHCM – 67/4)

25 de julio

136
Ludwig Renn:

El día 25 de julio amanece con combates ante Brunete. En contraste, el frente de


la XI brigada está tranquilo. A las 9,30 horas retroceden las brigadas 100 y 32,
además de parte de la 108. Cerca de las 16 horas se produce un nuevo
bombardeo masivo de la aviación nazi sobre todo el sector de Brunete. A la
izquierda del batallón Thaelman, todo el sector retrocede o se hunde. Entonces
el Mando de la XI brigada ordena, forzado por las circunstancias, un repliegue
preventivo de sus líneas y de los asentamientos de su artillería.

Volvemos al testimonio del capitán jefe del 429 batallón de la 108 brigada mixta.

Al amanecer del día 25 la situación era favorable a nuestro ejército. Sobre las
dos de la noche un sargento que ocupaba un puesto adelantado me comunicó
que el enemigo estaba en movimiento. Ordené que se emplearan granadas de
mano para neutralizar el intento de asalto, cosa que se hizo, lo que dio paso a
una situación favorable para contraatacarles, lo que no se pudo hacer por estar
durmiendo a pierna suelta las dos compañías de la 100 brigada que apoyaban a
la 2ª del 429 batallón. Únicamente pude observar a dos centinelas suyos,
mientras que nosotros estuvimos toda la noche expectantes. Sola, la 2ª compañía
del 429 batallón, no podía hacer otra cosa que defenderse y aguantar entre las
explosiones de las granadas de mortero del enemigo y apagar el fuego macabro
que ardía en los tinglados de los puestos de los centinelas, e incluso en los
muertos, algunos de los cuales ardían en los lechos de las trincheras. Vi como la
trinchera del cementerio, llena de cadáveres de soldados republicanos, también
ardía. Todos estábamos curados de espanto, y allí no había más que heroísmo,
coraje y fe, además de convicción de que al final de la contienda tendríamos la
victoria. ¡Qué lejos estábamos de la realidad! Al despuntar el alba del día 25 las
armas estaban calladas, no se oía ni un tiro, entonces creí que mi deber estaba
en incorporarme e inspeccionar las posiciones de las 1ª, 3ª y 4ª compañías.
Entregué el mando de la 2ª compañía a su teniente comandante y me trasladé al
puesto de mando de la brigada, donde di cuenta a nuestro jefe del éxito
alcanzado durante la tarde del día anterior al ocupar la trinchera próxima al
pueblo en ruinas. Acto seguido, y con la venia del jefe, me trasladé a las
posiciones mencionadas, tras lo cual, después de una odisea de desplazamiento
bajo el fuego enemigo, conseguí establecer mi puesto de mando junto a un
camino o vereda paralelo a la carretera de Brunete a San Martín de
137
Valdeiglesias, el cual pasaba entre dos ramales de trinchera que se adelantaban
hacia el este y estaban cerrados por sacos terreros. Fue entonces cuando el
enemigo, como si advirtiera nuestros movimientos y situación de los puestos,
redobló el fuego, principalmente con morteros, sobre el puesto de mando y desde
las ruinas del pueblo con armas automáticas contra toda la línea. Empezábamos
a sufrir el fuego desde nuestra espalda, el tiro de enfilada desde el flanco
izquierdo y desde el frente con tiro curvo de mortero. Ordené el fuego de
ametralladoras sobre las posiciones enemigas a nuestro frente y los morteros
silenciaron, pero no así las armas automáticas, que seguían haciéndonos bajas.
Un morterazo hirió de muerte a un soldado, otro explotó cerca de mí,
levantándome por los aires en el momento en que a la carrera pasaba de uno a
otro ramal, arrancándome la pechera de la camisa. Resulté herido en el pecho
por un trozo de metralla, que me extraje, lavándome la herida luego con agua de
una cantimplora. Estaba todo lleno de tierra, los ojos, la boca, los oídos, el
pecho, la cabeza y el cuello. Atontado primero, fui reaccionando y continué
vigilante, recorriendo las trincheras de la línea avanzada. Mi pistola del 9
Largo, también toda llena de tierra, se la entregué a un soldado llamado Tireo
para que me la limpiara un poco al menos. Cuando me la devolvió seguía el
tiroteo. Hubo otras bajas en el caminillo. El teléfono no funcionaba. Volví al
poco al ramal donde estaba el soldado Tireo; en efecto, allí estaba, pero muy
mal herido, negro como un tizón, tendido en el lecho de la trinchera. La onda
expansiva de una granada de mortero lo había reventado. Aún vivía. Levantó un
poco su mano izquierda, como despidiéndose de mí y al poco expiró. El teniente
Chacón se me presentó. Había tenido que evacuar su ramal de trinchera a causa
de no poder aguantar el fuego de mortero del enemigo. Entonces, organicé una
patrulla con el objetivo de recuperar el ramal evacuado. No lo consiguió, a
pesar de tener un 50 % de bajas. Los restos del grupo se replegaron, quedando
reincorporados a sus posiciones anteriores. Yo, haciendo un gran esfuerzo, ya
me iba sintiendo recuperado. Entonces recibí un mensaje del Mando de tono
amenazador, carente de un motivo real que lo justificara, pues todos
permanecíamos en nuestros puestos y seguíamos luchando. Aquellos heroicos
soldados y clases estaban muriendo en la lucha. Es representativo de su
conciencia que cuando alguno de los combatientes resultaba herido y aún podía
moverse por sus medios, llegaba primero a mi puesto de mando y me pedía
permiso para retirarse al puesto de socorro de la sanidad, próximo al
cementerio. Esta fue la moral de aquellos soldados del 429 batallón de la 108
brigada mixta, que sabían morir por su Patria y también por sus ideales. Nunca
138
les faltaba el valor, la abnegación, el coraje y la hombría de bien. No tengo
palabras con qué enaltecer tanto heroísmo, y eso que eran soldados del último
reemplazo. Yo era también un soldado aguerrido, no en balde había soportado
las campañas de Marruecos (1921 – 1930), pero aquel injustificado mensaje de
mal agüero que recibí en la misma trinchera de la 3ª compañía del 429 batallón,
tan amenazador y peligroso como torpe, pudo, pero no consiguió,
desmoralizarnos, tanto a mí como a otros combatientes que percibían mis
esfuerzos por disimular la contrariedad que sentía. Esos soldados jóvenes y
bisoños de alguna manera captaron el sentido del mensaje recibido, pero
afortunadamente eso reforzó aún más su confianza en mí, su capitán, que tanto
estaba mirando por ellos desde mi incorporación a la 108 brigada. En las
posiciones guarnecidas por la 3ª compañía, dos sargentos resultaron heridos en
la cara por disparos hechos desde la segunda línea. Una ametralladora que
tiraba hacia el enemigo a vanguardia de la posición, tuvo que ser desplazada
desde nuestra trinchera y emplazada con frente a nuestro flanco izquierdo, por el
cual avanzaba el contrario. El cementerio pronto quedó ocupado por él. Una
unidad a nuestra izquierda se retiró compacta, y mientras, la 3ª compañía
continuó resistiendo, sin poder evacuar a sus bajas. Comprobando que el puesto
de mando se había retirado, ya sin apenas municiones y sin que acudieran las
reservas ni se produjera el contraataque tan esperado, la 3ª compañía se retiró
en perfecto orden. (Testimonio personal del capitán AEG, jefe del 429 batallón de la 108 brigada mixta.
Conocido por gentileza de su hijo)

El ataque republicano del amanecer del 25 destinado a recuperar Brunete fracasó


a pesar de la intensidad y el empuje que le imprimieron los combatientes que lo
llevaron a cabo, como también fallaron los nuevos intentos que se produjeron
hasta pasado el mediodía. En consecuencia, a las 13 horas el mando del V cuerpo
se vio obligado a ordenar el paso a la defensiva sobre las líneas que se tenían.
Horas más tarde, cuando llegara la noche (del 25 al 26), la 14 división debería
relevar a lo que quedaba de la 11 de Líster, que estaba en Brunete desde el primer
momento de la ofensiva. Sin embargo, los acontecimientos no se desarrollaron en
absoluto según lo habían previsto Miaja y Modesto. De inmediato, partiendo
desde el borde del pueblo, fueron las fuerzas franquistas las que se lanzaron al
asalto del cementerio de Brunete . Pudieron ser rechazadas hasta iniciada la tarde,
pero en ese momento sí consiguieron poner un pie dentro y ganar la posición a
los defensores, expulsando a los que no murieron en la lucha. El inmediato
contraataque que estos emprendieron para recuperarlo coincidió con la aparición

139
de una fuerte formación de bombarderos y cazas alemanes que venían a triturar
las defensas del cementerio y su entorno. Avisadas del cambio de situación que
se acababa de producir, la superposición del fuego artillero hecho desde las
baterías franquistas y el bombardeo y ametrallamiento aéreo a cargo de la Legión
Cóndor atrapó, machacó y puso en fuga hacia Villanueva de la Cañada a la 11
división y la 70 brigada de la 14. Atendiendo a varios testimonios conocidos, lo
que se produjo en torno a las 16 horas al norte del cementerio de Brunete y en la
zona cercana de la carretera a Boadilla del Monte parece haber sido una
verdadera hecatombe republicana bajo la aviación alemana. La Legión Cóndor
estaba actuando en masa y sin la oposición de la caza republicana, ya
prácticamente incapaz de volar por causa de las fuertes bajas sufridas y el
agotamiento de su personal y materiales.

Esa tarde, las líneas republicanas quedaron rotas a ambos lados de la carretera de
Brunete a Villanueva de la Cañada, ofreciendo un peligrosísimo boquete por el
que se podía colar cualquier reserva del Ejército franquista que estuviera
disponible. Pero no había tal reserva, y las unidades en línea se encontraban
demasiado castigadas y exhaustas como para aprovechar el pasajero colapso del
frente republicano producido sobre un intervalo de unos dos kilómetros. De esta
forma, recurriendo incluso a las medidas más extremas cuando hizo falta, el
mando republicano, que había previsto la posibilidad de afrontar situaciones
como esta situando tanques y a la 45 división al norte inmediato de Villanueva de
la Cañada, fue capaz de forzar la detención de sus fuerzas en retirada cuando
estas alcanzaban el borde sur de ese pueblo, constituyendo con ellas y con todo lo
que hubiera cerca un nuevo ensayo de línea de frente. La declinación del día
prestó una gran ayuda a este propósito. Entre las órdenes urgentísimas que se
dictaron en la noche del 25 al 26 para consolidar la nueva línea, hubo una
comunicación de Modesto especialmente reveladora sobre cuál sería la actitud
exigida de cara al día siguiente:

Por doloroso que sea, es necesario manifestar de una manera terminante que en
el día de hoy las fuerzas bajo mi mando, con las debidas excepciones, no se han
cubierto de gloria precisamente, y como es así, así hay que decirlo, para
conocimiento de todos y porque tengo la seguridad de que no volverá a repetirse,
decidido como estoy a ello, sea como sea. Sepan todos, cualquiera sea su
categoría, que estoy dispuesto a proceder con la máxima severidad y a recurrir a
las sanciones más enérgicas para aquellos que no cumplan con su deber tal
como la guerra y nuestro propio espíritu nos exige. Está dispuesta por mí la
140
instalación de puestos de ametralladora en la zona de retaguardia de las
posiciones de la primera línea. Tienen estos la orden de hacer fuego contra todo
individuo o grupo que bajo cualquier pretexto trate de abandonar sus posiciones.
Todos los jefes, de todas las categorías, serán absolutamente responsables del
abandono de sus posiciones por cualquier individuo de las unidades respectivas,
exigiéndose esta responsabilidad con el máximo rigor y sanción. En general me
siento satisfecho del estado de las fuerzas, y seguro de que responderán en
cualquier ocasión que se presente a las incidencias del combate, por graves que
estas sean. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 344/21)

Esa misma tarde del 25 de julio, en la carretera de Villanueva de la Cañada a


Valdemorillo y bajo el bombardeo alemán, tuvo lugar la colisión entre un T-26 y
el coche del jefe de la 35 división que causaría gravísimas heridas a Gerda Taro.
Estas provocaron su muerte al día siguiente, en El Escorial.

Mientras todo eso ocurría en Brunete y su entorno inmediato, solo 4 o5


kilómetros al oeste, el frente republicano próximo al Perales, en manos ya de la
49 brigada, resistió bien los duros ataques de ese día. El “relato detallado del
combate y su resultado” de la 4ª brigada de Navarra correspondiente al día 25
dice:

De cara al día 25 el Mando mantiene la pretensión original de alcanzar el


kilómetro 3 de la carretera de Brunete a Villanueva de la Cañada también desde
el oeste, para lo cual señala para la 4ª Brigada de Navarra la misma dirección
de progresión marcada para el ataque del día anterior, el espacio existente entre
los arroyos Los Morales y Quijorna, y una nueva base de partida, la ocupada al
final de la tarde del 24 por el 6º batallón de San Marcial, justo al este del monte
Perales. En el arroyo Palomero (entorno de Perales de Milla) se concentran las
únicas fuerzas disponibles para el combate ofensivo, los batallones 3º de Sicilia y
3º y 4º de Bailén, este último otra vez puesto a disposición de la Brigada tras ser,
desde días antes, parte de la reserva del Cuerpo de Ejército de Varela. Los tres
Batallones son puestos al mando del Comandante Ibisate. La progresión desde
las posiciones del 6º Batallón de San Marcial hacia las líneas enemigas
comienza a las 12 horas, teniéndose que filtrar las unidades hombre a hombre
hasta alcanzar la distancia de asalto, el cual se intentó por tres veces, resultando
las tres rechazado por el infranqueable fuego de ametralladoras recibido. El
mismo ataque se intentó de nuevo durante la noche con idéntico resultado
negativo, repitiéndose por última vez con el auxilio de una Compañía de Carros
141
de combate puesta a disposición de la Brigada, la cual protegió el avance de la
Infantería hasta llegar a unos 150 metros de las posiciones enemigas,
debiéndose replegar los carros en ese momento por carecer de visibilidad para
proseguir su avance. La Infantería, una vez que quedó sola, volvió a ser
rechazada. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.4, doc.1) o (IHCM – 4/1)

Durante la noche del 25 al 26, cualquier posición republicana que quedara


todavía al sur del arroyo de Los Morales fue replegada al norte del mismo, para
adaptar el sector de la 35 división a la situación creada por el retroceso
incontrolado que se había producido en la zona del cementerio de Brunete y al
norte de la carretera de este pueblo a Boadilla del Monte. Esa misma noche
también fue relevada la 101 brigada de sus posiciones del Perales.

Todavía más lejos del pueblo de Brunete, y según lo previsto tres días antes,
durante la noche del 25 al 26 la 101 brigada fue relevada de su subsector por la
69 brigada de la 39 (luego 47) división, mandada por Durán, pasando, como toda
la 46 división, a ser reserva del V cuerpo de ejército. Con esa misión se concentra
en las quebradas al noroeste de Los Llanos. La 10ª brigada, que ya había sido
relevada la noche anterior por la 49 brigada de la misma división (Durán), estaba
concentrada entonces en las inmediaciones de Quijorna. (Del libro “Por vuestra libertad y
la nuestra”, de Pedro Mateo Merino)

26 de julio

El día 26 empezaba una jornada llena de peligros para el Ejército de Maniobra en


la misma medida que para las fuerzas franquistas podía suponer una gran
oportunidad de explotar el éxito conseguido la víspera en torno al pueblo de
Brunete. Del lado republicano, al menos en los sectores centrales de su frente,
entre la cabecera del arroyo Los Morales y la casa de Las Barrancas, en el
Aulencia, seguramente ningún combatiente durmió durante esa noche. La
actividad debió ser continua en la reorganización del frente y las unidades, a las
que seguramente seguían llegando combatientes sanos o heridos que se habían
desorientado durante el bombardeo sufrido en la anterior tarde en el entorno del
cementerio de Brunete. Consolidando con el amparo de la oscuridad una nueva
línea coherente para la izquierda del V cuerpo y para la derecha del XVIII, el
mando del Ejército de Maniobra consiguió llegar al amanecer del día 26 con
alguna posibilidad de resistir las nuevas acometidas del enemigo. Tras la
reanudación de los combates, la mañana y las primeras horas de la tarde del 26
tuvieron momentos dramáticos para los republicanos, que estuvieron cerca de
142
perder también Villanueva de la Cañada, pero la presión que pudo ejercer la
infantería franquista resultó insuficiente para aprovechar la desorganización que
creaba entre las unidades defensoras el fuego de su artillería y su aviación, que se
volvieron a emplear en masa. Los republicanos consiguieron retener con muchos
problemas sus líneas, pero a medida que avanza la tarde fueron percibiendo que
los ataques decrecían en intensidad. Franco había decidido que no quería seguir
adelante, a pesar de que podía hacerlo, tal como le proponía Varela.

Ludwig Renn:

El 26, la 108 brigada estaba sin su jefe y la 32 en dificultades. La división Durán,


firme en cambio en sus nuevas posiciones. El batallón Austriaco era el situado
más a la derecha de la XI brigada, en contacto con la 49 brigada de aquella
división. La XI brigada se pega entonces al terreno en su nueva línea mientras
por delante de Villanueva de la Cañada se trata de poner orden a las fuerzas en
medio de la confusión general que vive ese sector. La situación es crítica por la
inconsistencia de las posiciones, pero aun así, los franquistas no atacan a fondo,
aunque a mediodía, las líneas del Thaelman sí son bombardeadas por su artillería.
Llegada la tarde se aprecia una sensible reconstrucción del frente a la izquierda
de la XI brigada. Hacia Villanueva de la Cañada avanza tropa, camiones y un
buen número de tanques. Mera, jefe de la 14 división, que ha relevado a Líster,
ha parado la desbandada y mantiene su nuevo frente al sur de Villanueva de la
Cañada. Delante del batallón Austriaco los exploradores determinan que existen
unos dos kilómetros sin presencia de enemigo. Entre la división Mera y el
batallón Thaelman, el frente recupera consistencia, pero al mismo tiempo existe
una acusada debilidad de la defensa en el sector de la 35 división, que está de
todas formas tranquilo, sin enemigo visible en sus proximidades. Al este del
batallón Austriaco (el más a la derecha de la XI brigada) existen unos 4
kilómetros descubiertos que vigilan sus grupos de protección en espera de que
entren en línea las fuerzas que sigan disponibles de las brigadas 108 y 32.
Paulatinamente este refuerzo irá llegando y al acabar el día 26 el frente de la 35
división recupera su consistencia, lo mismo que el de todo el del Ejército de
Maniobra. El día 28 de julio la XI brigada internacional deja el frente para
dirigirse a Villalba. (Ludwig Renn: Apuntes para “La guerra española”) (PCE, TMM – carp.54) o
(PCE – 8)

Capitán jefe del 429 batallón:

143
El día 26 el batallón siguió el movimiento general de retirada, haciéndolo en la
dirección de Villanueva de la Cañada. Al mando del primer batallón (429)
hicimos durante la noche del 26 al 27 las marchas y contramarchas ordenadas
por el mando y al amanecer del 27 ocupamos nuevas posiciones entre Villanueva
de la Cañada y Quijorna. Había terminado la batalla de Brunete. (Testimonio
personal del capitán AEG, jefe del 429 batallón de la 108 brigada mixta. Conocido por gentileza de su hijo)

El Ejército popular, muy golpeado pero todavía en pie, acababa de padecer las
consecuencias de su propio error de cálculo al medir mal sus posibilidades de
sostener con éxito una gran ofensiva. El precio en vidas y material de guerra
había sido muy alto, pero también acababa de demostrar que tenía una cohesión
interna y una determinación para la lucha excepcionales, sobre todo si se tiene en
cuenta que era una fuerza militar con solo un año de existencia, con muchos
mandos improvisados y a la que además se le estaba negando por parte de las
naciones con democracia parlamentaria el derecho a armarse para combatir el
golpe de Estado de corte fascista que enfrentaba. Franco por su parte no quería
riesgos ni estaba sobrado de reservas, además, el frente de Madrid seguramente
no le traía buenos recuerdos. Una vez puesta a salvo su zona Centro, su prestigio
personal y el de su Ejército, el frente norte le ofrecía mayores garantías para una
conducción favorable de la siguiente etapa de la guerra y para la consolidación de
su liderazgo. Los soldados republicanos de Cantabria y Asturias habían tenido
todo el respiro que sus camaradas del Centro habían podido darles, pero no sería
suficiente para salvar el norte, ni tampoco con el ataque a Belchite que se
emprendería al mes siguiente.

En el frente del Ejército de Maniobra miles de soldados republicanos terminaban


el día 26 exhaustos física y mentalmente tras 20 días de combates, sed y tensión
extrema. Seguramente buscaron con la mirada a los muchos compañeros que
ahora faltaban a su lado, los mismos con los que durante la noche del 5 al 6
caminaban codo con codo hacia Brunete, Villanueva de la Cañada o Quijorna
convencidos de que estaban a punto derrotar al fascismo frente a Madrid. De
inmediato llegarían las órdenes para comenzar a consolidar el nuevo frente y para
ser relevados, de momento a posiciones cercanas porque nadie conocía las
intenciones de Franco. Con los días y las semanas, en los dos ejércitos, muchos
heridos recuperados se irían reincorporando a las unidades al recibir el alta de los
hospitales de sangre. Otros miles nunca volverían ni a la unidad ni a sus casas, o
si lo hicieron fue con heridas, incapacidades y mutilaciones que les marcaron por

144
el resto de sus vidas. La batalla de Brunete produjo cerca de 40.000 bajas en los
dos ejércitos, y aproximadamente, cerca de una tercera parte de ellos habrían sido
muertos o heridos con secuelas irreversibles.

El 25 de agosto, un mes más tarde de finalizada la batalla, este impactante


testimonio del soldado JBB perteneciente al Ejército franquista que llegó a
Brunete con su unidad, nos sirve perfectamente para tener una imagen del
aspecto que ofrecía el campo de batalla una vez concluyeron los combates. Lo
tenemos por cortesía de su hija, a la cual le estamos muy agradecidos.

Pasando por Móstoles llegamos a Navalcarnero, donde nos detuvimos un


momentillo y al instante seguimos un nuevo camino a Brunete. Era muy de
mañana y el frescor de esta solo se dejaba de sentir por lo repletos que venían
los camiones. Todos sentíamos impaciencia por llegar al célebre sitio donde ha
pocos días se desarrollaron las más duras y sangrientas batallas de esta lucha.
Próximamente a las 5 de la mañana del dicho día 25 llegamos a esta residencia.
Apenas se veía, y parando los coches a la entrada del pueblo cada cual bajaba
sus utensilios que colocaba poco después en las casas destinadas para
alojamiento hasta que aclaró algo la aurora. Muchos a poco dormían mal
tendidos sobre el suelo y la manta rendidos de cansancio y sueño, otros, más
curiosos, marchamos a inspeccionar el pueblo donde por nuestros propios ojos
presenciamos las más horrendas y fenomenales huellas de la guerra. De un
pueblo que por los restos de fachadas se veía que era rico, solo quedaban en pie
esas muestras de sus fachadas descarnadas y los muros interiores que,
tambaleando y ennegrecidos por el humo de sus incendios, se sostienen
apoyados por los escombros de sus pisos y tejados. Un olor corrupto invade la
atmósfera de todo su contorno, solo quedan contadas casas al sur del pueblo que
se han salvado del incendio, aunque en ellas se ven huellas de la metralla y
agujeros del cañón. Verdaderamente es una desolación, y el alma se anega en
una congoja que asfixia el pensamiento, la crueldad de la guerra. Nos cuenta
uno de los que más de cerca vivieron estas pasadas luchas, los rojos, en una
maniobra llena de gentes y elementos guerreros, atacaron por sorpresa este
sector, en él solo había contadas fuerzas y algunos de Falange que enseguida los
arrollaron y, rodeando el pueblo, sin apenas darse este cuenta, quedó rodeado,
pudiendo escapar contadas personas. Sin detallar las escenas que en este corto
tiempo de su dominación ocurrieron, pasaré a lo que nuestros ojos
contemplaban en esos momentos.
145
El desastre material del pueblo de donde tuvieron que salir los rojos a fuerza de
metralla arrojada por los cañones y aviación, por lo que se veían casas en donde
en su centro había un enorme hoyo, solo comparable a la explosión de una mina
y todo su alrededor inundado por el resto de ella demolido por la metralla. Este
era su aspecto general, en donde se adivinaba por su mal olor lo que podía
haber bajo sus techos completamente molidos. Con esta honda impresión y sin
ver un solo paisano en el pueblo, salimos a las afueras, donde el panorama era
más desolador si cabe. Sus eras casi llenas de mieses estaban solas, muertas y
sin las manos que laboriosamente las cuidaban. Estaban surcadas de cortas
trincheras. Paso a paso se veían, unas como si todavía olieran a pólvora, otras,
tapadas con la misma tierra que de ellas sacaran, cubriendo algunos cuerpos
corruptos y todo el suelo estaba cubierto de prendas de milicianos; pantalones,
gorras, latas, alpargatas, y sobre todo de gasas y algodones, por lo que se veía
la enorme cantidad de heridos que por este suelo pasaría. Saliendo de estas
proximidades, nos dicen que en el cementerio se hicieron fuertes los rojos, y
parapetándose en él se desarrolló lo más duro de la lucha. A él nos dirigimos,
aunque nos obstaculizaba la marcha la gran cantidad de fosos producidos por
las bombas de aviación y la multitud de bombas de mano que por el suelo había
esparcidas. Nuestra impresión no nos dejaba expansionar nuestras ideas,
cohibiendo nuestras palabras, que solo se alteraban al comentar la enormidad
de propaganda que los rojos habían dejado a su paso, en la que exageradamente
formaban grandes castillos de naipes, derribados estrepitosamente a su regreso
por nuestras bayonetas.

Siguiendo nuestro tortuoso camino, interrumpido a cada paso por nuestra


curiosidad hacia todos los objetos que se nos interponían, llegamos al
cementerio, cuya entrada, siendo su parte principal la capilla, solo se notaba por
su bóveda característica, pues el altar y todo lo propio de ella estaba quemado y
hasta agujereado por el cañón. Dentro, algunos parapetos hechos de los rojos,
cuyos vestigios estaban disimulados por la caridad de los nuestros, que más
tarde los arreglaron y limpiaron por respeto a este lugar. A las afueras estaba
todo repleto de parapetos en donde aparecían infinidad de latas de conserva
entremezcladas a enormidad de gasas, algodones, etc., y hasta se veían camillas
rojas estropeadas violentamente. Seguimos estas trincheras en dirección este,
viéndose en ellas gran cantidad de carnets rojos, cartillas rotas y cartas que,
curiosamente, nos deteníamos a leerlas. También, a pesar de que por todos sitios
146
había andado el servicio de recuperación, se veían gran cantidad de cartucheras
y munición. Igualmente se veían periódicos rojos y trincheras cubiertas con
tierra guardando los cuerpos de los muertos abandonados por el enemigo. Así,
dimos una vuelta por los alrededores del pueblo hasta entrar en él
profundamente emocionados. La mayoría de compañeros seguían durmiendo
tirados en el suelo y nosotros, mirándonos los unos a los otros, nos
desengañábamos de que no había sido un sueño lo que acabábamos de
contemplar sino desgraciada realidad.

No obstante los que habíamos querido ver, el cansancio y el sueño después de


nuestra excursión, llegamos a sentarnos, rindiéndonos más tarde a nuestro
enemigo, tirándonos al suelo hasta que más tarde nos despertaron para tomar el
café. Como variaba poco de lo trágico lo visible en este pueblo, así pasamos el
día hasta que por la noche nos llevaron a las trincheras que había situadas a un
kilómetro del cementerio, aproximadamente. Aquí se pasaba bien, visto como
vida en trincheras, pues el enemigo se encontraba a larga distancia, por lo que
no había que guardarse de su visibilidad, por lo demás, el agua se encontraba a
gran distancia, la comida tenía mal acceso y el sol abrasador de agosto solo se
obstaculizaba en las pobres encinas que había a nuestro alrededor. Así y todo,
no faltaba distracción de vez en cuando, haciendo nuestras curiosas excursiones,
unas veces a las viñas, otras ante nuestras avanzadillas, donde se hacía curiosa
un gran rato por la múltiple variedad de casos que se presentaban a nuestra
vista. Así pasamos hasta el 27 por la noche, en la que cogimos nuestra manta,
macuto, correajes y armamento, y con la música a otra parte, entre viñedos,
campos de trigo y olivares marchamos hasta una nueva posición frente a
Villanueva del Pardillo.

147
7. El frente franquista del Perales tras la
batalla de Brunete, hasta el final de la guerra

1937

La batalla de Brunete finalizó sobre las líneas sostenidas por ambos ejércitos el
día 26 de julio. A la detención de las operaciones se llegó básicamente por dos
motivos: por agotamiento de la capacidad ofensiva y porque el contendiente que
estuvo en mejores condiciones de dar el último golpe, el Ejército franquista,
había alcanzado al menos sus objetivos militares y políticos mínimos o
suficientes. Poseer Brunete se había convertido en la mejor evidencia de victoria,
y este pueblo era entonces indiscutiblemente de los de Varela. Silenciadas las
armas, el siguiente proceso que dio comienzo de forma inmediata y simultánea
en ambas líneas fue el enterramiento de los cuerpos de los combatientes caídos y
la recuperación del material de guerra que quedaba al alcance de la mano en la
tierra de nadie y en las líneas y retaguardia propias, zonas hasta entonces batidas
con mucha mayor frecuencia e intensidad por el fuego enemigo. Al mismo
tiempo, se rectificaban a retaguardia algunas posiciones y se empezaba a
reagrupar a las unidades que habían soportado el peso principal de 20 días de
operaciones, en ocasiones de forma ininterrumpida, para preparar su relevo por
otras menos desgastadas. Las primeras órdenes adaptadas al cese de los combates
dictadas por el mando franquista fueron conocidas en las unidades ya el día
siguiente al del final de la batalla. Alcanzaron por supuesto a todos sus sectores
divisionarios, pero nos fijaremos solo en los que tenían al río Perales como
espacio geográfico: divisiones 71, 150, 13 y 4ª brigada de Navarra. De estas, la
división 150 y la 4ª brigada de Navarra estaban entonces llamadas a salir de línea
y ocupar posiciones de descanso. Por el contrario, en la medida de sus
posibilidades, a la 2ª brigada de la 71 división le correspondió ocupar una parte
de las posiciones que quedaban vacantes y retomar el mando sobre su anterior
sector en toda su amplitud, hasta el Guadarrama, lo que al parecer, puso
temporalmente a sus órdenes a la 13 división.

El 27 de julio de 1937 el Ejército del Centro franquista dio una directiva de


operaciones que perfectamente puede ser tomada como el punto de partida de la

148
consolidación del frente del Perales que existirá entre ese momento y el final de
la guerra:

A retaguardia del Perales, y entre este y los ríos Aulencia y Guadarrama, se


ordena crear una primera línea defensiva con centros de resistencia de
Batallón en Fresnedillas, Navalagamella y cerrando el camino de las Cuestas.
Los tres estarán enlazados entre sí por elementos de resistencia. En segunda
línea se establecerá otro centro de Batallón sobre el vértice Cabezas, así como
otro Batallón en reserva en Colmenar del Arroyo. Entre el Perales y el Aulencia
se establecerán cuatro centros de resistencia de Batallón: uno en el monte
Perales de Quijorna, otro próximo al arroyo de Los Morales y a la carretera de
Quijorna a la de Brunete – Chapinería, otro sobre la carretera de Brunete a
Villanueva de la Cañada y otro en la Casa de la Vilanosa; todos estos también
enlazados por elementos de resistencia. Entre ambos ríos, en segunda línea
habrá otros tres centros de Batallón: en el cruce de la carratera de Quijorna con
la de Brunete a Chapinería, en el cementerio de Brunete y en la zona de la Casa
del Palancar. Los centros de resistencia de Batallón tendrán 500 metros de
frente por 600 de profundidad y los de primera línea tendrán por delante una
línea de vigilancia con dobles centinelas. En los ríos y arroyos que lo necesiten
se cortarán sus márgenes para impedir la irrupción de carros de combate
enemigos, e igualmente se pondrán pequeños campos de minas donde convenga.
En los pueblos cercanos a la primera línea se cerrarán todas las entradas con
muros para evitar lo mismo. Solo se dejará una entrada posible, y esta tendrá
barreras. Todas las posiciones tendrán alambrada perimetral, siendo doble la de
primera línea y puestos de vigilancia. Todas las posiciones tendrán las
condiciones necesarias para las armas modernas y se intentará al máximo
construirlas donde no puedan ser vistas desde los observatorios enemigos y sí
tener amplio y despejado campo de tiro. Entre los sectores oeste y este del río
Perales y en la confluencia del mismo con los arroyos de Quijorna y de La
Dehesa se cerrará el cauce del río con un muro precedido de alambrada en el
que se situará una ametralladora que bata una amplia porción del cauce. Lo
mismo se hará en los cauces de los ríos Aulencia y el Guadarrama. (IHCM, CGG,
rollo 56, leg.369, carp.5, doc.1) o (IHCM - 106/10)

Aclarados los puntos aproximados dónde debían situarse las principales


estructuras defensivas, lo siguiente que debía determinar el mando era la cantidad
y la dependencia de las fuerzas que debían guarnecerlos para garantizar su

149
defensa. Ante la amplitud del frente y sus difíciles características orográficas, el
cálculo que se hacía para asegurar la necesaria solidez del sector era de cinco
batallones para las posiciones principales, a los que se debía sumar otro batallón
y dos compañías más para los espacios intermedios: entre Fresnedillas y
Navalagamella (Esponja), entre Navalagamella y el centro del camino de las
Cuestas, y entre este punto y la confluencia del arroyo Quijorna con el río
Perales. Frente a esas necesidades de más de seis batallones (unos 4.000
hombres), las únicas fuerzas propias disponibles en el VII CE alcanzaban dos
batallones y medio (básicamente las fuerzas en guarnición en Fresnedillas y
Navalagamella), por lo que estaba previsto que este sector defensivo recibiera
tres batallones más, pertenecientes a la división 150 “Marroquí”. Como esto
tendría un carácter provisional, desde la 71 división se pedía que fueran
designadas desde ese mismo momento las unidades que les serían agregadas con
carácter permanente, recalcando que la carencia de las mismas dejaría abierto el
camino hacia Chapinería frente a un eventual ataque enemigo desde la otra orilla
del Perales. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.12, doc.1) o (IHCM - 154/12)

Ese mismo día, el 27 julio, mientras la 2ª brigada de la 71 división (Palenzuela)


se preparaba para retomar el control completo de las posiciones del sur de
Navalagamella, a partir del Perales, las trincheras que vigilaban Quijorna y
Villanueva de la Cañada desde el sur, quedaban provisionalmente a cargo de la
13 división de Barrón. Las restantes fuerzas que acababan de combatir en la
batalla recibían órdenes de agruparse en distintos puntos de la retaguardia a
medida que eran relevadas. La 150 división o Marroquí de Sáenz de Buruaga
debía hacerlo al sur de la línea Chapinería – Villanueva de Perales – Sevilla la
Nueva, mientras que la 4ª brigada de Navarra se concentraría al oeste del río
Perales, entre Fresnedillas de la Oliva y la carretera de Chapinería a Brunete.
Fuera del ámbito del Perales, en el extremo opuesto del reciente campo de
batalla, la 5ª brigada de Navarra se reorganizaría al este del Guadarrama, entre
Boadilla del Monte y la carretera de Extremadura. La división 108, que había
provisto batallones sueltos a las otras divisiones en línea, debía hacer lo propio en
Móstoles, Fuenlabrada, Pinto, Valmojado y Yuncos. Por último, la división
Asensio primero devolvería las unidades que había recibido de otras divisiones y
luego se establecería también al este del Guadarrama, entre las carreteras de
Brunete a Boadilla y de Villanueva del Pardillo a Majadahonda. Se disolvía el
CE de Operaciones de Varela, jefe que conservaba el mando del VII CE. Las
órdenes destinadas a las unidades que se quedaban en primera línea eran las de
150
imprimir la mayor velocidad posible a los trabajos de fortificación, al objeto de
que aquellas a las que todavía no resultaba posible relevar, pudieran quedar en el
plazo más corto posible otra vez a disposición del mando. Cuando estuviera
completamente terminada la organización defensiva entre los ríos Perales y
Guadarrama, el límite entre los CE VII y I volvería a ser el primero de estos ríos
(lo que ocurriría un mes después, el 25 de agosto). Mientras tanto, el punto de
primera línea de esa zona de unión estaría en Villafranca del Castillo. (IHCM, CGG,
rollo 56, leg.369, carp.5, doc.1) o (IHCM - 107/10)

El proceso de relevo de las unidades que salían del frente dio comienzo de
inmediato. El día 30 de julio de 1937, desde Sevilla la Nueva, la 13 división daba
a conocer la orden que preparaba la extensión de su sector por ambos flancos,
abarcando los que hasta entonces habían estado a cargo de las divisiones de
Navarra 4ª y 5ª. Una vez que estas dos unidades hubieran quedado relevadas, se
debían organizar sendos nuevos sectores de brigada a cargo de la 13 división,
quedando el del este en manos de la 3ª brigada y el del oeste a cargo de la 2ª.
Dentro de cada uno de ellos, a su vez se organizarían dos subsectores de media
brigada. En la zona que nos interesa, la oeste (3ª brigada), sus dos subsectores
(este y oeste) se extenderían desde el nacimiento del arroyo de Los Morales
(cerca de Brunete) hasta enlazar con la división Buruaga, en la zona en la que ese
mismo arroyo alcanza el arroyo Palomero (interior de la actual finca de la
Pellejera). La artillería presente en el total del sector ampliado de la 13 división
contaría con cuatro grupos (de 75, 77, 105 y 155 mm), mientras que cada uno de
sus sectores de brigada recibiría una sección de 250 zapadores del batallón de
Trabajadores. En cuanto a los relevos, en el extremo oeste, la 4ª brigada de
Navarra cedería sus posiciones al regimiento Molero, formado por un batallón de
Las Navas, el 10º tabor de Regulares de Alhucemas y el batallón 257. En el
extremo opuesto, el este, la 5ª brigada de Navarra sería relevada por el
regimiento Entrena, formado por el batallón nº 73, el 7º tabor de Regulares de
Ceuta y el batallón nº 258. El cuartel general de la 13 división seguiría estando en
Navalcarnero, con su puesto central en Sevilla la Nueva. (IHCM, ZN, rollo 125, arm.43,
leg.6, carp.66) o (IHCM - 88/7)

Coincidiendo con lo anterior, el 1º de agosto, desde El Rincón fue redactada una


nueva comunicación del Ejército del Centro centrada en aclarar el tema de los
relevos y la organización de las unidades. Se detallaba que los dos batallones y
medio propios del VII CE antes citados y presentes en Fresnedillas y
Navalagamella eran el 6º batallón de San Quintín, y siete centurias (de 110 a 130
151
hombres cada una) de Falange de Ávila, Segovia, Zamora, Valladolid, Salamanca
y “24 de julio”, a los que debían sumarse otros 130 hombres del 2º batallón del
regimiento San Quintín. Se confirmaba además que faltaban otros dos batallones
y medio como fuerzas propias del VII CE para que la 2ª brigada de la 71 división
pudiera hacerse cargo de la defensa del Perales. Mientras las fortificaciones de su
línea no estuvieran terminadas, y faltaba bastante para que lo estuvieran, se había
dispuesto que la 150 división “Marroquí” cubriera con tres unidades de ese tipo
el sector oeste del río, debiendo mantener otra en reserva al sur de Navalagamella
y Fresnedillas. Considerando esa situación y encontrándose esas fuerzas fuera de
la zona de concentración asignada a la 150 división de Buruaga, se pedían
aclaraciones acerca de la situación en que esos cuatro batallones quedaban
respecto a la 71 división de Serrador. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.11, carp.12, doc.1) o (IHCM -
155/12)

También el 1º de agosto, desde la casa forestal del puente de San Juan,


convertido en puesto mando temporal de la 4ª brigada de Navarra, se reportaba
que las fuerzas de esta unidad se encontraban acantonadas en los alrededores de
Colmenar del Arroyo. Sobre esa misma zona, el enemigo estaba haciendo
esporádico fuego artillero, hasta entonces sin consecuencias. Durante la mañana
de ese día había concluido la concentración de unidades en los lugares señalados
por el mando. Dos batallones (1º de Montaña de Flandes y 3º de Bailén) se
encontraban a lo largo de la carretera de Colmenar del Arroyo a Navalagamella,
otros dos (3º de Cazadores de Melilla y 5º tabor de Regulares de Tetuán) estaban
junto a la carretera de Colmenar del Arroyo a Chapinería, cuatro más (3º de
Sicilia, 2º de Montaña de Flandes, 4º de San Quintín y “C” de Cazadores de Las
Navas) a lo largo de la carretera de Navas del Rey a Robledo de Chavela y los
últimos cuatro (6º de San Marcial, 4º de Bailén, 5º de La Victoria y 3º de
Montaña de Flandes) vivaqueando en paralelo a la carretera de Navas del Rey a
Pelayos de la Presa, en los pinares existentes al oeste del cruce del camino a La
Jimena. Toda la artillería agregada a la brigada se encontraba ya en Navas del
Rey, los zapadores entre este mismo pueblo y Chapinería y los servicios en
Colmenar del Arroyo. La artillería y el ganado de la brigada ya estaban en
marcha sobre camiones hacia la estación ferroviaria de La Cañada (provincia de
Ávila), donde al día siguiente debían viajar en trenes hacia Aguilar de Campoo,
en Palencia. (IHCM, arm.27, leg.27bis, carp.17, doc.1) o (IHCM - 283/19)

Cuando fue creado el Ejército del Centro tras la muerte de Mola, su cuartel
general fue fijado en Navalcarnero. Varios documentos inmediatamente
152
posteriores a la batalla de Brunete ubican sin embargo un puesto de mando del
Ejército del Centro en El Rincón, un palacete situado al oeste de Aldea del
Fresno y del río Alberche. El desplazamiento hacia retaguardia de este puesto
desde Navalcarnero parece haber estado motivado por el peligro, real y cercano,
de bombardeo u hostigamiento por parte de la aviación republicana, o como
prevención ante un eventual avance de las tropas enemigas. No en vano, las
vanguardias de Líster habían alcanzado a poner pie fugazmente en Sevilla la
Nueva el día 6 de julio. Cerca del puesto de mando de Saliquet en El Rincón,
está acreditado que durante la batalla de Brunete Varela tuvo el suyo en Villa del
Prado (ambos lugares distan 3 kilómetros entre sí). Este último pueblo habría
sido por tanto la sede del cuartel general del CE de Operaciones. Terminada la
batalla de Brunete, durante algún tiempo Villa del Prado sigue apareciendo como
relacionado con el puesto de mando del VII CE. Posiblemente tuvo uno
adelantado o complementario al central, situado en Valladolid.

El 19 de agosto, casi 20 días más tarde de que se replegaran las primeras


unidades que habían combatido en la batalla de Brunete y comenzaran a volver al
frente norte o a reincorporarse a sus sectores previos a julio, desde Valladolid fue
emitido un “informe sobre el sector de Colmenar del Arroyo” de la 71 división
(que englobaba a los centros de resistencia de Fresnedillas, Navalagamella y
oeste del río Perales). En esa zona del Perales se daban por casi terminadas las
obras de fortificación en las posiciones de loma Trigal, loma Quemada, cota 640
(sería el cerro Santiago) y Las Peñas. Mientras, se encontraban bastante
avanzadas las obras de Las Muelas, cota 560 o cerro San Pablo, posición de
enlace con el I CE y el muro contra carro del cauce del río Perales. Por último, se
hallaban solo en su fase inicial las obras de los centros de resistencia de
Navalagamella y Fresnedillas, donde la gran abundancia de roca en el terreno
estaba dificultando mucho el trabajo. Yendo más allá del mero grado de
ejecución alcanzado, se ponía también de relieve que incluso cuando estuvieran
terminadas todas estas obras, el propio conjunto de fortificaciones determinaría
solo un sistema lineal de defensa, y por tanto, con carencias. Por causa de la
distancia entre obras, y por la escasez de efectivos disponibles para guarnecerlas,
la del Perales resultaría más una línea de vigilancia que un verdadero dispositivo
escaqueado, por sólido que resultara. De este modo, se advertía de que por causa
de una orografía quebrada y llena de ángulos muertos, la desaparición de
cualquiera de las posiciones daría lugar a un hueco que permitiría infiltraciones
impunes del enemigo. Todo esto convertía en urgente y necesario poder contar
153
con un mayor número de armas automáticas respecto del reglamentario, puesto
que solo una barrera de fuegos verdaderamente densa sería capaz de cerrar
adecuadamente los intervalos desprotegidos. Se pedía no olvidar la máxima de
que en la defensiva, lo que detiene al enemigo es el fuego, mientras que la
fortificación persigue facilitar que ese fuego pueda adaptarse al terreno. Frente al
riesgo de ataques masivos con tanques, consideraba el alto mando que también
había que disponer de medios pasivos (muros y zanjas), ya que hasta el momento
no se disponía en absoluto de cañones antitanque. Por el carácter de mera línea
de vigilancia que mostraría la fortificación de este sector, se hacía también
preciso disponer pronto de la posición prevista en el vértice Cabezas y de fuertes
reservas para actuar sobre cualquier posible infiltración. Estas reservas deberían
situarse en el vértice Cabezas, en Navas del Rey y en Cebreros y estar siempre
listas para atender cualquier incidencia que pudiera producirse en el sector de
Colmenar del Arroyo o al norte de Robledo de Chavela, donde se tenían
identificados puntos propios especialmente vulnerables frente a las posiciones
enemigas de Los Cerrillos y loma Verde. Esas reservas debían ser solo utilizadas
tras orden expresa del Ejército y de sus propios comandantes. Necesitaban contar
además con buenos medios de transporte para poder acudir a cualquier punto del
sector de la 2ª brigada en un plazo corto. (IHCM, ZN, rollo 7, leg.13, carp.11, doc.1) o (IHCM -
158/12)

Igual que intentamos plasmar el papel jugado por el Comisariado y por las
Milicias de la Cultura en la orilla izquierda del Perales, como botón de muestra
de la política cultural y espiritual vigente en la orilla derecha aportamos esta
instrucción del mando de Artillería del 25 de septiembre de 1937. Está tomada
de un documento con normas organizativas y técnicas que debían cumplir y
conocer en distinto grado todos los integrantes del arma:

En los intervalos de descanso la tropa no puede estar ociosa. Montará escuela


de artificieros, apuntadores – observadores y telefonistas. Dedicará una hora al
día a que los capitanes de la Unidad hablen a su personal de España, del
Ejército y del Mando. Inculcarán a la tropa que nada hay mejor que nuestra
Patria y procuren poner su celo y cuidado en moldear el espíritu de los artilleros
hacia una España Imperial. El sacerdote dará media hora de clases a las
unidades, para que a ser posible todos se den cuenta de los beneficios que Dios
dispensa a nuestra Causa: que hable al corazón de la tropa y que vaya a una
formación espiritual en el soldado en base a la familia. Es preciso en bien de la

154
tropa que se hable al corazón constantemente, atendiendo sus necesidades
espirituales con solícito cariño. Por los Oficiales de servicio se entretendrá la
tropa en nomenclatura del material, manejo de la ametralladora, arma que todos
deben saber armar y desarmar. Lectura de leyes penales, régimen interior. El
resto del día la tropa franca, no deberá estar preocupada por nada sino
entretenida dentro de los medios posibles. (IHCM, arm.27, leg.3bis, carp.34, doc.1) o (IHCM -
290/19)

A principios de octubre de 1937 era evidente que el frente norte republicano


(cuyo asedio sistemático había comenzado a finales del mes de marzo y se había
retomado tras la batalla de Brunete) estaba a punto de extinguirse, pues ya solo
resistía una parte reducida de Asturias localizada en torno a las ciudades de
Avilés y Gijón. Ante esta situación militarmente tan favorable, el mando
franquista ya podía liberar un apreciable número de tropas y de empezar a
planear cómo y dónde volvería a reiniciar las operaciones ofensivas contra la
“otra” zona republicana, que en breve sería la única existente. Siempre
intentando ocultar al máximo sus planes y movimientos al enemigo, se inició un
paulatino proceso de concentración de fuerzas en la zona izquierda del Ejército
del Centro. Este, desde su creación en junio, seguía estando formado por los
cuerpos I, VII y V y tenía su límite izquierdo en la línea marcada por el río
Ablanquejo – Huertahernando – río Tajo. En este contexto, el 12 de octubre, a
falta de 9 días para la completa derrota republicana en Asturias, el Ejército del
Centro franquista dispuso que a partir del 23 de ese mes se reorganizara
nuevamente el VII CE, que desde la creación de aquél, a comienzos de junio,
contaba con las divisiones 71 y 72 y tenía a su izquierda al V CE. A partir de esta
orden, esas dos divisiones debían convertirse en cinco: 71 a 75, situadas de
derecha a izquierda sobre el intervalo a cargo del cuerpo de ejército. El límite del
VII CE por la derecha permanecería sin cambios sobre el río Perales (donde
enlazaba con el I CE desde el 25 de agosto), pero por su izquierda alcanzaría
ahora hasta el límite del Ejército del Centro, ya que salía de línea el V CE. Navas
del Rey y Luzón se señalaban como los pueblos de retaguardia situados en los
extremos opuestos de este amplísimo sector. A partir de esta profunda
reorganización, cada división seguiría contando con dos brigadas de Infantería,
pero en adelante la 1ª sería la situada a la derecha del sector, siendo la 2ª la de la
izquierda. A su vez, cada brigada tendría 6 batallones y estaría dividida en dos
medias brigadas de tres batallones, de tal forma que esas medias brigadas
quedarían numeradas de la 1ª a la 4ª de derecha a izquierda. La artillería de cada

155
división tendería en la medida de las posibilidades a alcanzar las 8 baterías,
organizadas en 3 grupos (de 65, 75 y 105 mm). En la división 71 el límite
derecho se mantenía en el río Perales, mientras que el izquierdo serían los altos
de la Cuerda de San Sebastián, en la zona de Peguerinos, donde enlazaba con la
división 72. El cuartel general de la 71 división estaría en Cebreros y su jefe sería
el general Palenzuela, que hasta entonces mandaba la 2ª brigada (la de la
derecha, que en adelante sería la 1ª) y ahora reemplazaba en el mando
divisionario al general Serrador. Las tropas de Infantería de la 71 división eran en
ese momento: 1º, 6º y 164 batallones de Toledo; 6º, 72 y 163 batallones de San
Quintín; 4º batallón de La Victoria, batallón de Montaña Arapiles, compañía de
Fusiles y compañía de Ametralladoras de Tenerife; 1ª, 9ª y 10ª banderas de FET
y 1ª bandera de Cruces Negras. De Ingenieros, dos compañías: 5ª del 7º batallón
y 1ª Expedicionaria de Tenerife. De Caballería (del CE, afectas), una sección de
Ametralladoras y los 9º, 10º y 11º escuadrones de Farnesio (a pie) y 7º escuadrón
de Farnesio (a caballo). Artillería, 9 baterías (una de 70 mm, cuatro de 75 mm y
cuatro de 105 mm) más una de 155 mm del CE (afecta). Además, se contaba con
otras unidades de servicios y del VII CE. Para alcanzar los números
reglamentarios en las plantillas de las unidades, especialmente de Infantería, a la
71 división le faltaban 1.148 hombres, ya que había en línea 7.480 cuando los
reglamentarios eran 8.628. En todo el VII CE faltaban entonces 4.162 hombres.
(IHCM, ZN, rollo 95, leg.1, carp.14, doc.1) o (IHCM - 280/19)

El 21 de octubre de 1937 el Ejército franquista terminó de ocupar los últimos


reductos republicanos en Asturias, por lo que el frente norte desaparecía para
ambos contendientes. En el caso del Gobierno, por derrota y rendición, y en el de
los sublevados, por haber alcanzado todos sus objetivos militares. Franco volvía
a tener las manos libres para trasladar su masa de maniobra contra la principal
zona republicana. Contaba además con todas las capacidades industriales de las
provincias ganadas desde abril (Vizcaya, Guipúzcoa, Santander y Asturias) a las
que se sumaba una enorme masa de prisioneros de guerra, que en un alto número
fueron destinados a formar nuevos batallones de trabajadores forzados. Alguna
de estas nuevas unidades auxiliares seguramente llegaría destinada a las obras de
fortificación en curso en la margen derecha del río Perales, donde su trabajo
forzado permitiría acelerar las obras que todavía se encontraran pendientes en la
orilla oeste del Perales.

156
El 3 de noviembre de 1937, en pleno proceso de preparación de las nuevas
operaciones ofensivas que inexorablemente se iban a emprender, desde el puesto
de mando del Ejército del Centro, localizado esta vez en Zaragoza, se dicta una
orden modificando nuevamente aspectos de la organización de este Ejército. En
la zona del río Perales, el I CE debería extenderse hacia su izquierda hasta
alcanzar las Cuerdas de San Sebastián, en el sector de Peguerinos. Dicho de otro
modo, significaba que la 71 división quedaba afectada al I CE. Por su parte, el
VII CE quedaría limitando por su derecha con el I CE en el sitio recién indicado
y por su izquierda con el “Ejército de la zona este” sobre la carretera Mazarete –
Buenafuente – Huertahernando, en la provincia de Guadalajara. Las fuerzas que
continuaban perteneciendo al VII CE eran las divisiones 72, 73 y el grupo de
divisiones de Soria (74 y 75). En esta misma orden se adelantaba que también
sería reorganizado el V CE, que ya no estaba en línea. (AGMAV, caja 1195, carp.5) o
(AGMAV - 220/11)

Dos semanas más tarde, el 20 de noviembre, desde Segovia, el general Saliquet,


jefe del Ejército del Centro comunicaba a la 71 división, cuyo cuartel general
estaba en Cebreros, que “por orden de SE el Generalísimo” quedaba suprimido
desde esa fecha el VII CE. En lo sucesivo las fuerzas que hasta ese momento
dependían del mismo quedarían organizadas en dos agrupaciones de divisiones:
las del frente de Soria y Somosierra (al mando del general Ferrer) y las de los
frentes de Segovia y Ávila (al mando del general Serrador). Esto significaba que
la 71 división se incorporaba a la segunda agrupación y volvía a quedar fuera del
I CE. Solo había pertenecido (nominalmente) al mismo durante dos semanas.
(AGMAV, ZN, rollo 198, leg.1, carp.1-17) o (AGMAV - 17/1)

Ante la adversa coyuntura militar, que no podía sino deparar malas sorpresas si
no se le arrebataba la iniciativa al enemigo, el alto mando republicano (Estado
Mayor Central) con Rojo como jefe, tomó la decisión de adelantarse a cualquier
ofensiva franquista lanzando la suya propia. Mediado diciembre de 1937
comenzaría la batalla de Teruel, que hasta febrero de 1938 absorbería a todas las
fuerzas de maniobra de los dos contendientes, concentrándolas en el frente de
Aragón y alejándolas por tanto del Centro.

Todo apunta a que la ofensiva republicana sobre Teruel iniciada el día 15 de


diciembre, echó a perder el plan franquista de atacar nuevamente hacia
Guadalajara, esta vez masivamente. Quizás incluso este ataque hubiera podido
ser secundado por otro emprendido desde el oeste de Madrid. Una propuesta para
157
un posible ataque secundario con tres divisiones acababa de ser redactada por el
cuartel general del I CE días antes del 10 de diciembre. Se trataba de un
“Proyecto de plan de maniobra a desarrollar por dos divisiones desde el frente de
la 11 división” que recordaba mucho a la contraofensiva del 18 de julio previo y
que de haberse llevado a cabo, hubiera vuelto a poner al rojo vivo la zona del
Aulencia – Perales. Desconocemos si este estudio se elaboró pensando en una
acción única o si era complementario de otra, lo que sí sabemos es que no llegó a
ponerse en práctica. Esta es una versión sintetizada del mismo:

Con el objetivo de alcanzar el pueblo de Torrelodones, en una primera fase de la


operación se buscaría la ocupación de Valdemorillo mediante la acción
combinada de sendas fuerzas que avanzarían desde Navalagamella (frente de la
71 división) y Villafranca del Castillo (frente de la 11 división, empleando aquí
dos divisiones). Este primer avance simultáneo desde dos direcciones debía
cerrar el saliente ganado por el enemigo en su ofensiva de julio. La fuerza del
sector de la 71 división asumiría el ataque secundario avanzando hacia el arroyo
de La Nava (que pasa por oeste de Valdemorillo y desemboca en el Valdeyerno).
La fuerza del sector la de la 11 división asumiría el ataque principal, dirigido
hacia el arroyo de Carcalacueva, que desemboca en el Guadarrama, al norte de
Villanueva del Pardillo. Las dos divisiones de la acción principal tendrían como
base de partida el intervalo Aulencia – Guadarrama, de 5 a 6 km de extensión. La
71 división actuaría desde Navalagamella, para coger de revés las defensas
enemigas de Quijorna y la fuerte posición de Los Llanos. La zona de
concentración para el ataque de sur a norte (sector de la 11 división) podría ser la
determinada por Brunete, Boadilla y Villafranca del Castillo. Los principales
núcleos defensivos enemigos se esperaban encontrar en la loma Fortificada, al
sur de Villanueva del Pardillo y en los cerros al norte de ese pueblo (justamente
sobre el arroyo Carcalacueva). Sobre la artillería republicana que los defendería,
se creía conocer su potencia y número. Lo primero sería ocupar loma Fortificada,
que se asaltaría tras una fuerte preparación artillera, pasando a continuación el
ataque a las lomas ya citadas de cota 660 situadas al norte del pueblo. Alcanzada
esa línea, una de las divisiones atacantes iría hacia el norte y siguiendo el arroyo
de Carcalacueva, asaltaría los cerros del entorno del Madroñal en su avance hacia
el Aulencia. La otra división irá hacia el oeste, pasaría el río Aulencia por el llano
y atacaría el vértice Lijar. Se esperaba que la posición enemiga de Lijar fuera
apoyada desde las alturas cercanas, pero cuando allí percibieran que por su
espalda estaba siendo atacado Valdemorillo desde Navalagamella, su
158
determinación a resistir se vendría abajo. Una vez tomado Lijar, la división del
oeste avanzaría flanqueando el Aulencia por la derecha dominante (actual finca
de Cuerda Herrera) y, si antes no lo había hecho la columna de Navalagamella,
iría a por el cerro Santa Ana. Por su parte, la fuerza de la 71 división, tendría
como eje principal de avance la carretera de Navalagamella a Valdemorillo y
debería forzar el paso del Perales. Su ala izquierda se apoyaría en el arroyo
Fuente Vieja y subiría hasta encontrar la carretera a El Escorial, mientras que su
ala derecha atacaría el cerro Santa Ana y después la loma de la Casa del Pino. Al
final de la primera fase se deberían dominar las alturas al norte de Valdemorillo,
Santa Ana, Casa del Pino, cerro Madroñal y otras cercanas. La segunda fase de
esta maniobra buscaría la llegada hasta Colmenarejo y Galapagar, amenazando la
dirección de Torrelodones, momento en que se buscaría una acción concertada
desde la sierra para atacar en pinza y cerrar el saliente de El Escorial o forzar su
urgente evacuación. (IHCM, ZN, rollo 6, leg.12, carp.1, doc.1) o (IHCM - 156/12)

1938

El 3 de enero, desde Cebreros, la 71 división emite una “Información de la


eficiencia cualitativa de las unidades enemigas frente a esta división” en la que se
valoran las capacidades y cualidades militares de tres brigadas republicanas
presentes en el frente del Perales: 34, XIV y 105. El momento político y militar
es bastante particular: las tropas republicanas están a punto de ocupar Teruel y en
general la moral en sus filas, a pesar de todos los padecimientos que causa la vida
de trinchera, puede estar particularmente elevada. Lo que sí parece seguro es que
sus altavoces y bocinas estarían haciendo llegar a las líneas de la 71 división
mensajes con más pegada y convicción que en otros momentos. Todo esto no
anula la validez de las valoraciones que el mando de Palenzuela pudiera emitir
acerca de las fuerzas enemigas, pero sí las matizan mucho. No se puede perder de
vista que los dos ejércitos, en todos los sectores del frente, mantenían una lucha
continua por elevar la moral de los combatientes propios y por deprimir la de los
contrarios, buscando promover en estos últimos el descompromiso, la ruptura de
la disciplina y en último caso, la deserción a la retaguardia o mejor aún, a las
líneas propias. Presentarse con el arma o trayendo un prisionero era la máxima
expresión de compromiso, porque esto no dejaba dudas acerca de la voluntad de
seguir combatiendo. Pero también estaban las presentaciones basadas únicamente
en la desmoralización, el cálculo de supervivencia o la nostalgia de casa, que en
159
muchos casos, habían quedado en el otro lado. Las deserciones y cambios de
bando aumentaban mucho ante la perspectiva de derrota y al mismo tiempo, las
informaciones aportadas por este tipo de “pasados” lógicamente intentarían
agradar a los nuevos jefes. Volviendo al informe de la 71 división, la síntesis o
conclusión que se sacaría sobre las cualidades de las tres brigadas republicanas
citadas es claramente negativa, pero desde el Ejército franquista difícilmente
hubiera sido publicado nada en otros términos. No obstante esto, alguna parte de
lo que se dice podría corresponder con la realidad, sobre todo desde el punto de
vista de un militar de carrera y reaccionario, que seguramente fuera el caso del
autor de estas conclusiones. Sabemos que dentro de la XIV brigada internacional
sí que existieron algunos episodios de complicado encaje con la disciplina militar
en esas fechas y lugar, pero la generalización que hace el informe, fuera de toda
duda contiene una buena dosis de pura propaganda:

La información analítica pone de manifiesto; primero: una inferioridad moral y


profesional de la Oficialidad, que cualifica el valor interno de estas Unidades,
profundamente deprimidas y moralmente desarticuladas; ausentes de toda
tradición de fidelidad, honor y disciplina silenciosa y abnegada. Segundo: el
dolor de la Guerra lejos de acrecentar la energía moral, la ha agotado, llenando
a los soldados de recelo y desconfianza. Tercero: decisión por parte de los
elementos extranjeros de eludir en toda circunstancia una prueba
auténticamente militar, en medio de un ambiente de depravación moral y de
habitual corrupción. (AGMAV, ZN, rollo199, leg.2, carp.5, doc.2) o (AGMAV – 22/2)

El 19 de enero de 1938, desde Cebreros, la 71 división emite un “Estudio de


fortificación por posición enemigas tomando por base la organización roja”. Tras
haber hecho una evaluación de las fuerzas republicanas que guarnecían el frente
que cerraba el paso a la 71 división, se analizaban también las condiciones de
fortificación y defensa de sus respectivos subsectores. Se identificaban primero
tres centros de resistencia ubicados al norte de la carretera de El Escorial a Ávila,
fuera por tanto del ámbito geográfico del río Perales y luego los correspondientes
al propio valle fluvial. Esos tres primeros centros de resistencia, de norte a sur
eran: La Lastra, Navalespino y La Paradilla, todos a cargo de la 34 brigada
mixta de la 3ª división. Desde esta última posición hacia el sur, el primer centro
de resistencia que seguía la línea era el de San Benito, con puesto de mando en
este cerro y que se extendía desde ese monte hasta La Hinojera, en Zarzalejo. Sus
posiciones eran: Avanzada, Concentración e Hinojera y sus fuerzas, el 5º batallón
160
de la XIV brigada internacional. Zarzalejo, con puesto de mando en la estación
de Zarzalejo y extendido entre La Hinojera y el límite de la zona propia en la
carretera Zarzalejo – Fresnedillas de la Oliva. Sus posiciones principales eran:
Zarzalejo, Casa Carrión y Posición de la carretera. La fuerza que los guarnecía
era el 4º batallón de la XIV brigada. Ávila roja, con puesto de mando en Fuente
lámpara, se extendía desde la carretera de Zarzalejo a Fresnedillas hasta casa
Escalante inclusive. Sus principales posiciones eran: Cuatro arbolitos, Casa
Pradejón y Casa Escalante, siendo su fuerza en guarnición el 2º batallón de la
XIV brigada internacional. Valdemorillo, se extiendía desde casa Escalante
hasta algo más allá de la carretera de Valdemorillo a Navalagamella y tenía el
puesto de mando a unos 200 metros al este de dicha carretera y a unos 3
kilómetros de Valdemorillo. Sus principales posiciones eran: Casa del torero,
Izquierda de la carretera y Derecha de la carretera. La guarnición era el 1º
batallón de la XIV brigada. Casa de las Rentillas, con puesto de mando en Las
Rentillas y extendido desde el camino de Valdemorillo a La Torreta (camino de
Lancharejos) hasta el arroyo de Valdeyerno. Contaba también con tres posiciones
principales (no se aportan sus nombres) y su fuerza era el 1º batallón de la 105
brigada. Los Llanos, con puesto de mando en el cerro Los Llanos y extendido
desde el arroyo Valdeyerno hasta Quijorna con las posiciones principales de: Los
Llanos, Loma Valdeyerno y Loma Alarcón (el Espolón según la denominación
que utilizaba el jefe de la 101 brigada en sus memorias). Su fuerza en guarnición
era el 2º batallón de la 105 brigada. (AGMAV, ZN, rollo 199, leg.2, carp.5, doc.2) o (AGMAV –
23/2)

El 22 de febrero de 1938 concluía la terrible batalla de Teruel, iniciada por


iniciativa republicana más de dos meses antes, el 15 de diciembre de 1937. El
Ejército franquista recuperaba esta capital provincial poniendo fin a una muy
costosa y pasajera victoria republicana. Aunque la ocupación de Teruel hubiera
tenido muy poca relevancia estratégica, Franco no estaba dispuesto a conceder al
Frente Popular ni a su Ejército otra oportunidad de mostrarse victorioso como en
Guadalajara. Él y su alto mando ya habían aprendido hace tiempo que luchaban
contra un enemigo muy tenaz y resiliente, con gran capacidad de volver a
ponerse en pie tras cada derrota. Era por tanto imprescindible golpear su moral
haciéndole comprender al precio que fuera que no habría más “descuidos” ni
“concesiones” por parte de quien tenía la superioridad material y dos
agrupaciones militares extranjeras a su lado. Igual que pasó en Brunete, en Teruel
Franco fue desafiado y no dudó en acudir allí donde su enemigo había ofrecido

161
luchar, aunque esta vez se tratara de un lugar poco o nada decisorio. Esta actitud,
reiterada a lo largo de la guerra, demuestra que lo que se buscaba Franco era una
victoria absoluta, basada en la destrucción completa del Ejército enemigo y sobre
todo, de su determinación a mantener la lucha. En adelante a la República le
esperaban todavía muchos golpes, resistencias heroicas y sufrimiento, pero a
Franco, algunas sorpresas muy desagradables y muchos desvelos.

El 1º de abril de 1938, desde Villa del Prado, se da a conocer una orden de


organización del I CE por la cual este se reorganizaba en 7 divisiones, compuesta
cada una de ellas por 12 batallones de Infantería. Las cuatro divisiones ya
existentes no cambiarían su numeración, correspondiendo a las tres de nueva
creación los números 16, 17 y 18. De esta forma, el I CE quedaba formado a
partir de esa fecha por las divisiones 11, 12, 14, 16, 17, 18 y 107, donde el sector
de la 11 división abarcaba desde el río Perales hasta el bar Anita, junto al
ferrocarril de la Compañía del Norte y la carretera de La Coruña, en Las Rozas.
En ese momento la 11 división del I CE tenía las siguientes fuerzas: 1ª brigada:
batallón “A” de Melilla, batallón “B” del Serrallo, Tercio de Requeté de Navarra,
2º tabor de Regulares de Ceuta nº 3, batallón “A” de Ceuta y 4º batallón de
Toledo. 2ª brigada: batallón “A” del Serrallo, 3ª bandera de FET de Castilla, 1º
tabor de la Mehal-la de Melilla nº 2, 1º tabor de la Mehal-la del Rif nº 5, bandera
de FET de Cáceres, 1º tabor de Regulares de Alhucemas nº 5. El puesto de
mando de la 11 división estaba en Sevilla la Nueva. La artillería con la que
contaba la 11 división para cubrir su sector estaba compuesta por un grupo de 2
baterías de cañones 75 mm y un grupo de 2 baterías de obuses 105 mm Vickers.
(AGMAV, caja 1577, carp.22) y (AGMAV, caja 1595, carp.7) o (AGMAV – 262/14) y (AGMAV – 264/14)

El 15 de abril de 1938 las vanguardias del Ejército franquista alcanzaron el mar


Mediterráneo en Vinaroz (provincia de Castellón). Esta enorme victoria de
alcance estratégico era el fruto de una potente ofensiva que había arrancado
desde el frente de Aragón a partir de que terminara, también victoriosamente, la
batalla de Teruel. Con las fuerzas enemigas dueñas de parte de la costa de
Castellón, la República quedaba no solo muy tocada militarmente, sino también
partida en dos, con la zona de mayor tamaño aislada de toda relación o
abastecimiento terrestre que llegara por la (difícil, pero no imposible) frontera
francesa. Como esta situación adversa ya se había visto venir con bastante
antelación por parte del EMC republicano, los planes de contingencia estaban
hechos. Así, al verificarse el corte de su territorio, las fuerzas militares de la parte

162
catalana quedaron automáticamente organizadas el torno al GERO (Grupo de
Ejércitos de la Región Oriental), mientras que las que quedaron en la zona de
mayor tamaño, la Centro – Sur, constituyeron el GERC (Grupo de Ejércitos de la
Región Central). En este segundo caso, el mando del grupo de Ejércitos
correspondió al general Miaja, con el coronel Matallana como jefe de EM. El
GERC quedó constituido por los Ejércitos del Centro, Levante, Extremadura,
Andalucía y Maniobra. Tras un periodo transitorio de un mes, la jefatura del
Ejército del Centro fue asumida por el coronel Segismundo Casado.

El 24 de abril de 1938, un repaso a sus efectivos que realiza el Ejército del


Centro franquista nos permite conocer que su I CE estaba formado por las
divisiones 11, 12, 14, 16, 17, 18, 19 y 107. La agrupación de divisiones de Ávila
– Segovia contaba con las divisiones 71 y 72 y la agrupación de divisiones de
Soria – Guadalajara la formaban la 73, 74, 75 y 152 (ambas habían sido
constituidas en noviembre de 1937). Las dos divisiones presentes en el entorno
del río Perales seguían siendo la 11 del I CE y la 71 de la agrupación de
divisiones Ávila – Segovia. La división 11 contaba como fuerzas de Infantería
con ocho batallones y cuatro tabores de Regulares y su artillería seguía formada
por dos baterías de 75 mm y otras dos de 105 mm. Por su parte, la división 71
también tenía doce batallones de Infantería, de los que ninguno era de Regulares.
Su 1ª brigada (la de la derecha del sector) tenía por artillería de apoyo directo (a
sus órdenes) una batería de 105 mm, tres de 75 mm y cuatro de 70 mm, cada una
de estas últimas incluyendo una pieza antitanque. La 2ª brigada (la de la
izquierda del sector) tenía una batería de obuses de 155 mm, tres de 75 mm, dos
de 105 mm y dos de 70 mm, cada una también con dos piezas antitanque.
Comparando la dotación artillera de las divisiones 11 y 71 se ve que a esta última
disponía claramente de mayores recursos. Seguramente esto se explicaba porque
orográficamente su sector era mucho más accidentado. Por esto, las armas de
Infantería encontraban menor amplitud de campo de tiro que en un terreno
básicamente llano o suavemente ondulado, como era el de la 11 división. Las
carencias iniciales del frente de la 71 división que se señalaban en agosto del año
anterior parecían haber quedado resueltas. La 71 división contaba además con
fuerzas de Caballería de Farnesio a pie, un batallón de Trabajadores, otro en
organización y una bandera de Falange que se encontraba en su sector, aunque
orgánicamente pertenecía a la 72 división. (AGMAV, caja 1198, carp.7) o (AGMAV – 219/11)

163
El 25 de abril de 1938, desde Valladolid, el EM del Ejército del Centro
comunica que “por orden de SE el Generalísimo” se constituía en el territorio del
I CE una nueva división con el número 20, la cual recibiría como fuerzas de
Infantería cuatro batallones de sendas divisiones del Ejército del Sur y otros
ocho provenientes de sendas divisiones del Ejército del Centro. Estas fuerzas
debían concentrarse en los puntos determinados por el mando. En ese momento
aún no se había dado a conocer el emplazamiento para el cuartel general de la
nueva división, que tampoco tenía entonces ni sector definido ni jefe nombrado.
(AGMAV, caja 1195, carp.10) o (AGMAV – 218/11)

En la última semana de mayo de 1938, en el 1º sector del I CE (río Perales –


arroyo Pozuelo, antes en manos de la 11 división) se había efectuado un relevo
de fuerzas. La división a cargo de ese sector era desde ese momento la 16, que
acababa de ser creada un mes antes. Su puesto de mando se situaba en
Villaviciosa de Odón. Por su derecha, la 16 división enlazaba con la 14, que a su
vez, tenía su puesto de mando en Móstoles. La relevada 11 división quedaba en
reserva del I CE, situando su puesto de mando en Navalcarnero. Su 1ª brigada ya
había repartido sus batallones entre los municipios cercanos de Villanueva de
Perales, Villamantilla, Villamanta, El Álamo y Navalcarnero, mientras que su 2ª
brigada había hecho lo propio entre Sevilla la Nueva, Brunete, Villaviciosa de
Odón, Boadilla del Monte, Alcorcón y Móstoles. En ese momento la 16 división,
que ya estaba en línea, tenía sus 12 batallones reglamentarios también agrupados
en dos brigadas. 1ª brigada (puesto de mando en Villafranca del Castillo): 1ª
media brigada (puesto de mando en Brunete): 2º tabor de Regulares de Larache
(en Monte Perales, CR nº 1), batallón “B” de San Fernando (carretera Quijorna –
Brunete, CR nº 2) y batallón ¿? de Ceuta (Olivar de Veliso, CR nº 3). 2ª media
brigada (puesto de mando en Majadahonda): batallón ¿? de Las Navas
(Villafranca del Castillo, CR nº 4), 8º batallón de Toledo (vértice Cumbre, CR nº
5) y 6º tabor de Regulares de Larache (Las Rozas – bar Anita, CR nº 6). 2ª
brigada (puesto de mando en convento Oblatos de Pozuelo): 1ª media brigada
(puesto de mando en casa Oriol): batallón 255 de San Fernando (Km 15 carretera
de La Coruña, CR nº 7), 11 batallón de Bailén (El Plantío, CR nº 8) y 5º tabor de
Regulares de Larache (Sicilia Molinaro, CR nº 9). 2ª media brigada (puesto de
mando en Aravaca): 8º batallón de Galicia (Barrial de Aravaca, CR nº 10),
batallón 165 de La Victoria (chalet de Aravaca, CR nº 11) y 10ª bandera de la
Legión (Cuesta de las Perdices, CR nº 12). Llama la atención que mientras que
en la 71 división de la agrupación de divisiones de Ávila – Segovia la brigada de

164
la derecha del sector era la 1ª, en la vecina 16 división del I CE la 1ª brigada
estaba a la izquierda. La norma que regía en las divisiones 71 y 72 (que la
brigada de la derecha siempre fuera la 1ª) no existía necesariamente en otros
cuerpos de ejército o agrupaciones. (AGMAV, caja 1607, carp.42) o (AGMAV – 287/16)

El 30 de mayo de 1938, en Cebreros, la 71 división comunica a los mandos de


sus distintas fuerzas una orden recibida de la agrupación de divisiones de Ávila –
Segovia que modifica la organización de su sector. En adelante su límite este
(con la 16 división) seguiría siendo el habitual en el río Perales, mientras que su
límite norte, y zona de enlace con la 72 división, se desplazaba desde las
proximidades de Peguerinos hasta la zona de Cueva Valiente, alargándose por
tanto el sector de la 71 división unos 10 kilómetros hacia el norte, sin llegar al
Alto del León. Concretamente, ese límite izquierdo se fijaba sobre una línea ideal
determinada por el comienzo de la carretera a El Espinar desde la de La Coruña –
carretera de La Coruña – Villacastín, quedando todos esos puntos para la 72
división. A la par, debía remitirse al mando de la división un proyecto de
reducción de los efectivos de la 1ª línea, ya que no se iban a incrementar sino a
reducir las fuerzas a pesar de que crecía la extensión del sector. Se debía dar
cuenta también de las obras de fortificación que se considerasen necesarias para
permitir tal reducción de fuerzas por kilómetro de frente. En paralelo, las fuerzas
presentes en las posiciones deberían contribuir a ejecutar las nuevas obras en la
parte del trabajo que no requiriera mano de obra especializada. (AGMAV, caja 1607,
carp.42) o (AGMAV – 287/16)

El 6 de junio de 1938, desde Valladolid, el EM del Ejército del Centro


comunicaba que las agrupaciones de divisiones de Ávila – Segovia y de
Somosierra – Soria se designarían en lo sucesivo como agrupación de divisiones
de Guadarrama – Somosierra y agrupación de divisiones de Guadalajara,
respectivamente. (AGMAV, caja 1195, carp.11) o (AGMAV – 217/11)

En la segunda quincena de julio de 1938 la 20 división franquista, creada tres


meses antes, a finales de abril, recibe la orden de entrar en línea en el frente de
Madrid. Ocupará el sector que hasta ese momento tenía la 16 división (que a su
vez había relevado a la 11 división a finales de mayo), el comprendido entre el
río Perales y la Cuesta de las Perdices (o el arroyo Pozuelo). El relevo de la 16
división por la 20 se llevaría a cabo durante la última semana de julio, batallón a
batallón y aprovechando las noches para mover las unidades. Desde ese

165
momento, la 20 división permanecería en ese sector extremo izquierdo del I CE
hasta el final de la guerra. (AGMAV, caja 1674, carp.31) y (AGMAV, caja 1607, carp.42) o (AGMAV
– 311/17) y (AGMAV – 287/16)

El día 25 de julio de 1938, de manera completamente sorpresiva e inesperada,


dio comienzo la más importante ofensiva republicana de toda la guerra: la batalla
del Ebro. Se producía en la provincia de Tarragona y estaba a cargo del Ejército
del Ebro, una fuerza numerosa y bien entrenada creada dentro del GERO y a
cuyo mando estaba el mayor Juan Modesto, que en Brunete había mandado el V
CE. La inspiración y el diseño general de la ofensiva era una vez más del EMC
del coronel Vicente Rojo, que contaba con el apoyo del ministro de Defensa
Nacional y presidente del Consejo de Ministros, Juan Negrín. Esta operación de
cruce del río derivaría en una batalla de tres meses de duración que los
republicanos sostuvieron hasta el límite de sus fuerzas, aun sabiendo que no
podían aspirar a ganarla con sus únicos recursos, sin intervención exterior. Lo
que buscaban era mantener a Franco ocupado y lejos de otros objetivos más
vitales y al tiempo, intentar que la guerra civil se prolongara el tiempo suficiente
para que se solapara con un conflicto europeo que se veía cada vez más nítido y
cercano. El de la República española era en ese momento el único Gobierno
europeo que estaba haciendo frente al fascismo por la única vía efectiva
entonces, la guerra defensiva, mientras que el resto de naciones con régimen
parlamentario seguían al Reino Unido en su política de apaciguamiento. En la
batalla del Ebro el Ejército popular y las Brigadas Internacionales, como
representación de quienes sí veían la verdadera cara del fascismo, plantearon una
ofensiva desesperada y una resistencia épica que consumió casi por completo los
recursos del GERO. Del otro lado, casi todas las energías del Ejército franquista
se orientarían también al Ebro, desde el mismo inicio de la batalla hasta los
primeros días de noviembre. Una vez más, Franco ponía por delante la
destrucción del Ejército popular sobre la ocupación del territorio republicano.
Sus prioridades parecían estar más en cómo sería su régimen post victoria que en
finalizar la guerra. Jugaba con fuego, pero sus cálculos se demostraron muy
acertados. En coherencia con ese pensamiento, decidió acudir con el grueso de
sus fuerzas de maniobra a un paraje carente de interés estratégico del curso
medio - bajo del Ebro y asumir una terrible batalla de 100 días. El Ejército del
Ebro republicano, pero también sus propias tropas, pagaron un precio altísimo en
vidas y material, pero sus pérdidas eran reemplazables, mientras que las del
enemigo no. La jugada le salió bien. En contraste con lo que vivía el GERO, para

166
las fuerzas del GERC, la batalla del Ebro representó un periodo de calma casi
absoluta. Frente a ellos, esos meses las divisiones franquistas mantuvieron una
actitud meramente defensiva, motivada por la carencia de órdenes en sentido
contrario y porque debieron ceder fuerzas y materiales al Ebro, algo que no
podían hacer los republicanos, principalmente por estar aislados por tierra de ese
teatro de operaciones. Miaja tampoco ordenaría ofensivas de distracción, bastante
tenía con administrar su propia escasez de recursos y asumir que cuando aquello
terminara, si no se producía un vuelco en la situación europea, inexorablemente
le tocaría a él vérselas con el grueso de las fuerzas del enemigo.

El día 12 de octubre de 1938, desde Burgos, el Cuartel General del Generalísimo


se dirige al general jefe de la agrupación de divisiones de Guadarrama –
Somosierra, en Segovia. Le expone que las urgentes necesidades de mandos
superiores aptos para conducir la batalla del Ebro obligan a mantener en las
unidades únicamente el número imprescindible de esta clase de jefes. Desde esta
premisa, se considera innecesario seguir manteniendo en las divisiones el escalón
de brigada, por lo que en adelante, el mando de toda la infantería divisionaria
sería confiado a un único jefe, que solo tendría por encima al propio jefe de la
división y trabajaría en relación cercana con su par de la artillería. La infantería
de las divisiones debería reorganizarse a partir de esta orden constituyendo tres
regimientos de cuatro batallones cada uno, suprimiéndose las brigadas. El jefe de
una de las dos brigadas a suprimir quedaría como 2º jefe de la división y jefe de
la infantería divisionaria, quedando el jefe de la otra brigada y toda su Plana
Mayor en espera de nuevos destinos. Al desaparecer las brigadas, se disolvía
también la 4ª agrupación (4ª media brigada), pasando cada uno de sus tres
batallones a uno de los tres regimientos establecidos. (AGMAV, ZN, rollo 198, leg.1, carp.1-
17) o (AGMAV – 17/1)

El día 22 de octubre de 1938, una semana más tarde, desde Colmenar del
Arroyo, la 71 división reenviaba al flamante jefe de su 1º regimiento (en la casa
de La Constancia) una orden de organización que era consecuencia y aplicación
de la recibida el día 20 desde Cebreros, dictada por la agrupación de divisiones
de Guadarrama – Somosierra. La infantería de la 71 división tendría en adelante
por jefe (jefe 2º de la división) al coronel Severino Pacheco Diego, quedando las
fuerzas a sus órdenes organizadas en tres regimientos: 1º regimiento. Mando,
teniente coronel Aníbal Pérez Rasilla. Fuerzas, 5ª bandera de Castilla, 4º batallón
de Tenerife nº 38, 163º batallón de San Quintín nº 25 y batallón de Cruces

167
Negras. 2º regimiento. Mando, teniente coronel José Ferrero Rodríguez. Fuerzas,
164 batallón de Toledo nº 26, 4º batallón de La Victoria nº 28, 10ª bandera de
Castilla y 1º batallón de Toledo nº 26. 3º regimiento. Mando, teniente coronel
Eduardo González Campillo. Fuerzas, 15 batallón de Argel nº 27, 515 batallón de
Argel nº 27, 2º batallón de Montaña de Arapiles nº 7 y 9ª bandera de Castilla. Sin
cambios en los niveles superiores del mando, el jefe de la 71 división seguía
siendo el general Palenzuela y el de la agrupación de divisiones Guadarrama –
Somosierra, el general Serrador. (AGMAV, ZN, rollo 198, leg.1, carp.1-17) o (AGMAV – 17/1)

El resultado de la batalla del Ebro fue completamente desfavorable para la


República, a la que desde el resto del mundo se le hizo saber que existiría lo que
estrictamente le permitieran sus propios recursos. Las democracias
parlamentarias europeas no solo no cambiaron su rumbo, sino que se allanaron a
firmar el Pacto de Munich con la Alemania nazi, entregando al fascismo la
democracia española y la integridad territorial de Checoslovaquia. De nada
serviría al Gobierno de Negrín el gesto de retirar del frente y repatriar a las
Brigadas Internacionales en plena batalla (octubre), pues ni Franco prescindió de
los dos ejércitos que lo apoyaban, ni salieron los Regulares, ni el Reino Unido
alteró su política de apaciguamiento fundamentada en su visceral anticomunismo.
Con el escenario internacional a favor, la iniciativa en sus manos y con los
recursos y tropas necesarios para sostener una nueva ofensiva, tras obligar a los
restos del Ejército republicano a repasar el Ebro, Franco comenzará la campaña
de Cataluña. En febrero de 1939 el GERO será historia tras pasar sus restos a
Francia junto con cerca de 250.000 civiles exiliados.

En diciembre de 1938, con las fuerzas franquistas vencedoras en el Ebro


empeñadas en completar la derrota del GERO y la ocupación de Cataluña, en la
zona central ya se contaba con el hecho de que aquella previsible victoria
permitirá dar un nuevo impulso a las acciones ofensivas del Ejército del Centro.
En línea con este cálculo, las órdenes del mando sublevado consistieron en crear
una nueva masa de maniobra a costa de las unidades de línea. La evolución de la
guerra no debería permitir que Miaja lanzara ninguna nueva operación ofensiva y
por tanto, ya no resultaba tan necesario mantener la misma densidad de fuerzas
para guardar el frente. En cuanto a la organización del Ejército del Centro
franquista, en esa fecha el mando continuaba siendo del general Saliquet. Las
fuerzas a sus órdenes eran: agrupación de divisiones de Guadalajara, con
mando del general Antonio Perales Labayen y cuartel general en Sigüenza.
168
Divisiones 73 (cuartel general en Jadraque) y 75 (cuartel general en Alcolea del
Pinar); agrupación de divisiones Guadarrama – Somosierra, al mando del
general Serrador y cuartel general en Segovia. División 72 (mando del coronel
Valverde y cuartel general en Villacastín) y agrupación I (mando del teniente
coronel Herrero); I CE, con mando del general Ponte y constituido por las
divisiones 20 (mando coronel Caro Agüero), 18, 17, 16 y 107; CE de
Maniobras, al mando del general Palenzuela Arias. Formado por las divisiones
71 (mando general Palenzuela Arias), 11, 14 y brigada de Caballería y
agrupación II, constituida por una división de reserva y por la división 19. La 71
división ya no estaba entonces guardando como tal el sector de frente situado
entre el Perales y Cueva Valiente, sino que había pasado mayoritariamente a
segunda línea y se encontraba en espera de órdenes. (AGMAV, caja 2099, carp.11) o
(AGMAV – 255/14)

Del 20 de diciembre es un documento redactado en Valladolid que confirma que


en algún momento de la etapa final de 1938 la 71 división recibió la orden de
salir de la agrupación de divisiones Guadarrama – Somosierra y de retirar de la
primera línea del Perales a la mayoría de sus fuerzas para incorporarse a la
reserva del Ejército del Centro. Las que se quedaron en sus posiciones (habrían
sido dos batallones, que también debían seguir al resto) entraron a formar parte
provisionalmente de la agrupación I, que inicialmente fue agregada a la 72
división. De esta forma, esta última unidad, con sus 12 batallones reglamentarios
y los 6 que constituían la agrupación I se tuvo que hacer cargo de un sector que
abarcaba desde Riaza hasta el río Perales. Eran más de 160 kilómetros de frente,
por lo que ante la dificultad que representaba esta situación, se llegó a plantear la
posibilidad de crear una división nº 76, cosa que finalmente no ocurriría. Unos
veinte días más tarde, iniciado 1939, el mando de la agrupación de divisiones de
Guadarrama – Somosierra ordenaba la constitución formal y como unidad
independiente de la agrupación I, que fue puesta al mando del coronel Álvarez
Entrena, con puesto de mando en Cebreros. El sector de la nueva unidad
coincidía con el que previamente había tenido la 71 división: desde Cueva
Valiente (donde enlazaba con la 72 división) hasta el río Perales (donde enlazaba
con la 20 división del I CE). Sus fuerzas estaban agrupadas en dos regimientos,
respectivamente a cargo de los sectores de Colmenar y de Las Navas: 1º: 180
batallón de Toledo, 7ª bandera de Castilla (de Falange), 181 batallón de Toledo y
291 batallón de Tenerife. 2º: batallón “C” del Serrallo, 72 batallón de San
Quintín, Tercio de Doña María de las Nieves (Requetés) y 514 batallón de Argel.
Los puestos de mando de ambos regimientos estaban respectivamente
169
establecidos en el vértice Cabezas y en Las Navas del Marqués. (AGMAV, caja 1195,
carp.15) y (AGMAV, caja 1195, carp.18) o (AGMAV – 358/20) y (AGMAV – 360/20)

1939
El día 10 de enero de 1939, desde La Torre de Esteban Hambrán, el Ejército del
Centro franquista daba a conocer de modo completamente restringido y selectivo
una “Copia de la instrucción de la próxima ofensiva” aportada por el SIMP
(Servicio de Investigación Militar Periférico). A sus manos había llegado una
copia de la orden original republicana con un plan de ataque supuestamente
secreto. Esta orden detallaba incluso el papel que dentro del mismo debía jugar
cada unidad, arma o servicio y al parecer, ni siquiera era conocida todavía por los
jefes de las divisiones y brigadas que iban a llevar adelante el ataque. El
espionaje propio o la traición desde dentro del mando republicano habían dado
sus frutos. Esto permitiría preparar una trampa mortal muy cerca del río Perales.
La copia decía:

En el plan de Operaciones previsto por el Alto Mando se encomienda a este


Ejército la misión de efectuar una acción ofensiva de carácter secundario
consistente en atacar según la dirección del río Perales hacia Villamantilla,
explotando el éxito hacia Navalcarnero, teniendo en cuenta que el objetivo
fundamental a conseguir es el de crear rápidamente al enemigo una situación
difícil que le obligue a acudir con sus reservas. Para llevar a cabo la misión
anterior se constituye un Cuerpo de Ejército de Maniobra al mando del Jefe del I
CE y con las siguientes fuerzas: Infantería. 65 División (Brigadas 112 y 200 y
Batallón de Ametralladoras nº 2).14 División (Brigadas 35 y 70 y Batallón de
Ametralladoras nº 14), 2ª División de Asalto (Reserva, Brigadas 5ª de Asalto y
17 y Batallón de Ametralladoras nº 33). Caballería. Un grupo de dos
Escuadrones. Blindados. Una Compañía de tanques (10 unidades) y una
Compañía de autos blindados (10 unidades). Artillería. Un Grupo de 75 mm de
tres Baterías a tres piezas, un Grupo de 115 mm de tres Baterías a tres piezas, un
Grupo de 77 mm de tres Baterías a tres piezas, un Grupo de 105 mm de dos
Baterías a tres piezas y un Grupo de 155 mm de dos Baterías a tres piezas.
Cooperarán las artillerías de los I y II CE que puedan tener misión. Defensa
Contra Aeronaves. Una Batería Antiaérea de tres piezas Oerlikon de 20 mm.
Antitanques. Una Batería por División. Ingenieros. Una Compañía de
170
Transmisiones óptica y telefónica, refuerzos en elementos de radio, Batallones de
Obras y fortificación nº 1 y 2 del Ejército del Centro, Unidad de trabajadores nº
8, un Batallón de trabajadores a determinar. Todas estas fuerzas tendrán el
refuerzo de Servicios provisto por los Depósitos avanzados del Ejército para
víveres, municiones, combustible y grasas, así como para material sanitario, de
Transmisiones y de fortificación.

La concentración de estas fuerzas en los lugares que les fueron señalados debía
estar terminada a las 8 horas del día 11 de enero de 1939. Esa ocupación de las
respectivas bases de partida debía hacerse guardando en todo momento el mayor
secreto. Ni la concentración, ni los desplazamientos, ni la instalación en las
posiciones de ataque debía ser advertida por los observadores terrestres ni aéreos
enemigos, remarcándose en todo momento lo fundamental que resultaba
garantizar la sorpresa. Por otra parte, ante el rigor del clima frío y húmedo del
mes de enero, las tropas debían permanecer bajo resguardo hasta el momento
mismo de dar inicio a su desplazamiento hacia sus bases de partida frente a
Quijorna y Villanueva de la Cañada. Los movimientos de vehículos y personal
por las zonas vistas desde el campo enemigo fueron limitados al máximo,
mientras que no se permitía que se encendieran fuegos ni luces fuera de las casas
y lugares cubiertos. Ante la presencia de aviación enemiga, en los
acantonamientos las tropas debían tener previstas todas las medidas de dispersión
y ocultamiento necesarias, y se observaría el más riguroso secreto en la
transmisión de órdenes y comunicaciones. También se ordenó intensificar la
vigilancia de toda la zona para contrarrestar el espionaje enemigo. Teniendo en
cuenta la orografía del terreno, la calidad de las fortificaciones enemigas y la
profundidad a la que se encontraban los sucesivos objetivos que se debían ir
alcanzando para cumplir la misión, se escogió como zona del ataque el espacio
(orientado de suroeste a noreste) de unos 7 kilómetros comprendido entre el
curso medio y alto del arroyo de Los Morales (extremo oriental frente a la
posición enemiga “Ciempiés” en la nomenclatura republicana) y el río Aulencia
en el entorno de la Casa de La Vilanosa, por ser esa la zona con una defensa
considerada como menos perfeccionada. Dentro de este intervalo, Brunete
ocupaba una posición prácticamente central. El ataque republicano sobre el
sector escogido se iniciaría tras una intensa preparación artillera, debiendo ser la
decisión, la audacia y la violencia las principales características de esta acción.
Las columnas de ataque adoptarían un dispositivo con claro predominio de las
fuerzas en reserva sobre las de ataque, donde las primeras harían la ruptura y las

171
segundas irían asumiendo el protagonismo de las fases decisivas de la batalla.
Para este propósito, el cuerpo de ejército de Maniobra debía hacer que sus
divisiones 65 (por el oeste) y 14 (por el este) formaran el primer escalón con sus
brigadas dispuestas de forma sucesiva, mientras que la división de Asalto se
mantendría en reserva para intervenir en el momento más adecuado. Este tipo de
dispositivo de unidades era el que mejor permitía la reiteración de esfuerzos, el
avance en profundidad y la protección de los flancos. Organizado en tres fases,
este ataque debía permitir la ocupación del pueblo de Brunete, de la posición
enemiga Ciempiés (frente a Quijorna) y más adelante, de Sevilla la Nueva,
Villanueva de Perales y Villamantilla. Debía alcanzarse también el puente sobre
el río Perales cercano a Chapinería (Km 30 de la actual M-501), el cual debía ser
volado. El día y hora de la operación serían comunicados en el momento
oportuno. (AGMAV, caja 1092, carp.12, doc.1) o (AGMAV – 95/7)

Llegó el día del ataque, 13 de enero de 1939, tuvo lugar el mismo y terminando
la jornada, desde el Olivar de Veliso, el 3º regimiento de la 20 división, a cargo
del centro de resistencia nº 2 trasladó al mando superior su “Parte de guerra
sostenido en el día 13 de enero de 1939”. Decía así:

Relato de los hechos: A las 7,30 horas del día de hoy, el Centro de Resistencia nº
2 que ocupa este Batallón, fue bombardeado intensamente por la Artillería
enemiga; al amparo de esta preparación de Artillería, la Infantería contraria
salió de sus posiciones en dirección a las ocupadas por este Batallón, llegando a
una distancia de 200 metros aproximadamente de las posiciones 13 y 14 bis, las
que con sus fuegos de armas automáticas consiguieron detener el avance
enemigo que no ha podido en todo el día adelantar un solo paso. Las posiciones
18, 19 y 19 bis fueron atacadas por ocho tanques enemigos que en la posición 18
y 19 llegaron hasta pasar la alambrada, destruyéndola, siendo inutilizados por
el cañón anti-tanque de la 18, botellas de líquido y granadas de mano de la 18 y
19, siete de estos tanques, de los cuales cuatro se encuentran entre los 350 y 400
metros de dichas posiciones; otro a unos 800 metros y dos en la barrancada,
entre la 18 y la 19 y a unos metros. Las posiciones 20 y 21 fueron atacadas
aprovechando el ataque de los tanques a las tres anteriores por fuerzas de la
Infantería enemiga, que no consiguió dar vista a estas posiciones por el certero
fuego de las armas automáticas de esa posición y de las 19 y 19 bis. Las
posiciones 21 bis, 22 y 22 bis fueron igualmente atacadas, no consiguiendo el
enemigo aproximarse a las mismas, por impedirlo el certero fuego de nuestras
posiciones. El espíritu y comportamiento de las fuerzas que han tomado parte
172
para rechazar al enemigo, ha sido excelente, habiéndose distinguido un Sargento
y dos soldados al incendiar un tanque que trataba de pasar nuestras trincheras.
También se ha distinguido muy notablemente el Cabo de la pieza anti-tanque de
la 18 posición. (IHCM, ZN, rollo 158, leg.5, carp.65, doc.1) o (IHCM – 98/7)

En torno al 16 de enero de 1939, desde la 20 división se eleva a su I CE un


informe sobre la actuación de sus fuerzas durante la batalla defensiva que
libraron el día 13 de enero de 1939 entre los ríos Perales y Aulencia. Este es el
relato de los hechos:

Informada la Superioridad de la concentración de tres Divisiones enemigas en la


zona de El Escorial – Galapagar – Torrelodones y de sus propósitos ofensivos
sobre el Sector de Brunete, reforzó la primera línea del mismo con el 5º Batallón
de Castilla (20 División) y el 7º Tabor de Regulares de Alhucemas (14 División),
tres Compañías de Ametralladoras del Batallón 147, dos Secciones de la 9ª
Compañía de Morteros y una Batería Antitanque de la División 14, situando
también dos Unidades de esta última en segunda línea, y constituyendo con
elementos de las Divisiones 14 y 20, Cuerpo de Ejército y Ejército, dos
Agrupaciones Artilleras en la zona del ataque previsto, y la defensa antiaérea, a
base de dos Baterías de 75 mm y una Compañía de Ametralladoras de 20 mm de
la División 14. El día 13 del actual a las 7 horas 20 minutos, inició el enemigo su
preparación artillera, a la que contestaron las Agrupaciones citadas a las 7
horas 45 minutos con una intensa contra preparación sobre las líneas enemigas,
lanzándose poco después al ataque la Infantería contraria, en distintos puntos
del Sector a diferentes horas de aquella mañana, y apoyada por sus tanques, fue
rechazada, correspondiendo a las previsiones del Mando el espíritu y actuación
de las tropas que con escasísimas bajas propias, causaron tal quebranto a las
Brigadas enemigas de vanguardia 200 y 35 que no osaron intentar nuevos
ataques, limitándose la actividad contraria, en el resto del día 13 y en el 14 a
cañonear Brunete y algunas de nuestras posiciones, actividad que tuvo réplica
acertada en el certero y pronto fuego de nuestras baterías. Las bajas propias
consistieron en 14 muertos y 56 heridos. Por parte del enemigo, muertos en la
proximidad a nuestras líneas, hubo necesidad de enterrar por razón de higiene
170 cuerpos; muertos que quedan delante de nuestras líneas y retirados por el
enemigo, más de 400. Total bajas rojas conocidas por esos y otros conceptos,
641. (IHCM, ZN, rollo 158, leg.5, carp.63, doc.1) o (IHCM – 97/7)

173
Solventada por el Ejército franquista la situación de potencial peligro que había
existido en torno a Brunete y mientras se seguía combatiendo en Cataluña y en el
norte de la provincia de Córdoba (estaba desde el 5 de enero en curso la batalla
de Valsequillo), el 18 de enero de 1939 el Ejército del Centro emitía un
documento que llevaba por título “Modificaciones introducidas en la situación de
las unidades”. Con esa fecha, la 71 división ya se encontraba fuera del que había
sido su sector junto al río Perales y formaba parte (desde el mes de diciembre)
del CE de Maniobra. Dentro de buena parte del que había sido su sector se
encontraba la agrupación I, que según este documento englobaba a los
siguientes batallones: Tercio de Las Nieves (en Peguerinos), 181 batallón
(posiciones de Fresnedillas), 180 batallón (posiciones de Quijorna – Perales), 72
batallón (posiciones de Las Navas), batallón “C” del Serrallo (Atalaya – Santa
Catalina), 291 batallón (posiciones de Robledo). De esta forma, la I agrupación y
la 20 división estaban enlazadas en el Perales. Mientras, la 72 división cubría con
sus unidades desde Somosierra a Peguerinos, teniendo entre sus 12 batallones al
514 en Peguerinos y, dentro del sector de la I agrupación, a la 7ª bandera de FET
de Castilla (posiciones de Navalagamella). En ese momento, las fuerzas y la
situación de la 71 división eran las siguientes: 1º regimiento: 163 batallón de
San Quintín (Navas del Rey), 5ª bandera FET de Castilla (Robledo), batallón
Cruces Negras La Victoria (Valdemaqueda) y 515 batallón de Argel
(Chapinería). 2º regimiento: (en el Ejército del Sur). 3º regimiento: 15 batallón
de Argel (zona Fresnedillas), 2º batallón de Arapiles (zona Navalagamella), 9ª
bandera de FET de Castilla (zona Navalagamella) y 4º batallón de Tenerife (en
línea, desde Fresnedillas al Perales). Este último dato indicaba que al parecer, el
4º (o 291) batallón de Tenerife se encontraba todavía pendiente de ser relevado
para poder estar plenamente disponible para el mando de la 71 división. Los
procesos de salida de línea de la 71 y la consolidación de la I agrupación todavía
no se habrían completado mediado el mes de enero. (AGMAV, caja 1195, carp.17) o
(AGMAV – 266/14)

Estaba terminando la campaña de Cataluña y resultaba evidente que los restos del
GERO tenían las horas contadas antes de tener que pasar la frontera francesa para
ponerse a salvo del Ejército franquista triunfante. Lo harían sin dejar de luchar,
gradualmente, por varios puntos y a la par que decenas de miles de exiliados,
alcanzando el total casi el medio millón de personas. Mientras tanto, en espera de
volver a la ofensiva apenas quedara ocupada toda Cataluña, frente al GERC, el
Ejército del Centro franquista había retirado de línea a la 71 división con el
propósito de ir generando junto a otras divisiones una potente fuerza de maniobra
174
propia con fines ofensivos. Barcelona sería ocupada el 26 de enero y el total de
Cataluña el 10 de febrero. Las miradas del mundo y las armas franquistas se
volverían entonces sobre el GERC.

El día 4 de marzo de 1939, a menos de un mes del final de la guerra, una orden
del Ejército del Centro dispuso que en base a las unidades bajo su mando, fuera
creado el CE de Toledo como fuerza de maniobra. El puesto de mando del
Ejército del Centro quedó entonces fijado en Aldea del Fresno, mientras que el
cuartel general del CE de Toledo debía situarse temporalmente en Villa del
Prado. Las divisiones que encuadraría el nuevo CE serían básicamente las que ya
formaban el CE de Maniobra. Fueron la 11, 14, 71 y 74, a las que se sumaban
una columna Ligera y los elementos de Ejército que le fueran afectados. En ese
momento, la 11 división la mandaba el general Maximino Bertomeu, con cuartel
general en Talavera de la Reina; la 14 división la mandaba el general Francisco
Carroquino, con cuartel general en Illescas; la 71 división la mandaba el general
Palenzuela, con cuartel general en las Navas del Marqués; la 74 división la
mandaba el coronel Pablo Arias, con cuartel general en Navalcarnero y la
columna Ligera la mandaba el coronel Rafael Ibáñez de Aldecoa, con puesto
central en Bargas. El 2º jefe de la 71 división y jefe de la infantería divisionaria
era el coronel Delfín Álvarez Entrena. El día 22 de marzo el general Miguel
Ponte y Manso de Zúñiga asumió el mando del CE de Toledo y a la par se le
afectaba la 107 división. La misión que de inmediato recibió este CE fue la de
participar en la ruptura del frente enemigo desde la cabeza de puente de Toledo,
donde debía cubrir el flanco derecho los CE de Navarra y del Maestrazgo y del
CTV. Con este propósito, todas sus divisiones pasaron a concentrarse en sus
respectivas bases de partida, quedando establecido el cuartel general de la 71
división en Villamanta, más alejado que los del resto de unidades respecto a la
zona de futuras operaciones (todos se situaron en la provincia de Toledo). El día
26 el cuartel general del CE de Toledo se traslada también a Torrijos, pero el 28,
a la 71 división se le ordena salir de este CE y pasar a formar parte del I CE
(sería como reserva), por lo que seguramente sus fuerzas no llegaron a abandonar
sus acantonamientos cercanos al río Perales. Con las divisiones que sí quedaron
encuadradas en el CE de Toledo, durante la noche del 26 al 27 de marzo de 1939
el mando franquista ordenó romper en frente republicano en el sector de la
ciudad de Toledo. A partir de ese momento, sin combates se realizó la ocupación
completa del territorio republicano en manos del GERC. Fue la conocida como

175
“Ofensiva de la victoria” por quienes estaban terminando de ganar la guerra en
ese preciso momento. (AGMAV, caja 1641, carp.33) o (AGMAV – 316/17)

El 28 de marzo de 1939, la 20 división recibió una nueva instrucción del Ejército


del Centro (en ese momento ya con su puesto de mando en Argüelles, Madrid),
que comunicaba las normas a seguir para la completa y rápida ocupación del
territorio enemigo, cuyas fuerzas denotaban claramente la voluntad de cesar la
lucha. Esta instrucción se expresaba en términos muy similares a estos:

Una vez que se llegue al contacto con las fuerzas enemigas rendidas, para poder
distinguirlas desde el primer momento, a cada uno de sus hombres se le
descoserá una de las mangas de su prenda exterior (recogiéndolas para poder
rehacer luego los uniformes). A la vez que se controla a las fuerzas rendidas en
línea, tanto los cuerpos de ejército de Maniobra como las divisiones de reserva de
los cuerpos estabilizados, procederán a la ocupación del hasta entonces territorio
enemigo con la mayor rapidez posible y sin acaparar el uso de las vías de
penetración que han de ser utilizadas también por nuestras tropas y servicios.
Todas las fuerzas de Caballería disponibles en este Ejército deberán lanzarse con
la mayor rapidez a ocupar las poblaciones importantes, nudos de comunicaciones
y áreas que nos puedan proporcionar una evidente ventaja de cara a la ulterior
ocupación de todo el territorio rojo. En línea con esto, los cuerpos de ejército de
Maniobra deberán reunir el mayor número posible de camiones para transportar a
estos destacamentos ligeros, que formarán las vanguardias a las que deberán
seguir sus divisiones. En cada capital provincial de la zona de acción de este
Ejército (Alicante, Murcia, Ciudad Real y Albacete) se asentará una división, que
se dedicará al desarme de dicha población y de la provincia entera. El Ejército
del Centro contemplaba dos tipos de unidades: los CE de Maniobra (de
Navarra, del Maestrazgo, de Toledo y el CTV italiano) y los CE y agrupaciones
de divisiones en línea (I CE y agrupaciones del Tajo – Guadiana y del
Guadarrama). Dentro de este segundo tipo de unidades, en ese momento se
ordenaba la creación de las dos nuevas agrupaciones de divisiones citadas: del
Tajo – Guadiana, con las divisiones 19 y 107 y mando del general Múgica y del
Guadarrama y reunía bajo el mando del general Serrador a las divisiones 72 y 20.
Nada se dice de la I agrupación, a la que habrá que dar como integrada en ese
momento en la 72 división. De ser así, serían las divisiones 72 y 20 las que
estarían entonces enlazadas en el Perales. (AGMAV, caja 1674, carp.22) o (AGMAV - 309/17)

176
Los días 27, 28, 29, 30 y 31 de marzo de 1939, desde Brunete, la 20 división
recoge los hechos vividos en la zona de su 3º regimiento:

Días 20 al 27. Sin novedad. Día 28. Por la posición Norte se presentan en
nuestra zona los emisarios de la 7ª Brigada (roja), Capitán y Teniente de Estado
Mayor, para tratar la rendición de dicha Brigada. Igualmente se presentan por
la 34 posición los de la 99 Brigada (roja), un Teniente y un Sargento con igual
fin. Por el frente enemigo se ven soldados con actitud de pasarse a nuestras filas.
Por la noche a este Puesto de Mando concurren, previa concesión, el titulado
Jefe Accidental del Primer Cuerpo de Ejército (rojo) para solicitar aclaraciones
a rendición a efectuar por las Brigadas a su mando. Cumpliendo orden Superior,
sale para Heredia Espínola el 6º Bon. de Toledo. Día 29. Por la carretera de
Quijorna se presenta la 99 Brigada (roja) con sus mandos naturales, ganado,
material y coches, de lo cual se dio cuenta a la División. Es recibida esta
Brigada por la 2ª Compañía al mando de un Teniente, del 10º Batallón de Pavía,
que la conduce al Campo de Concentración de “La Vaquería” del río
Guadarrama. Por las fuerzas de las posiciones y una Sección de Zapadores se
procede a la retirada o voladura de minas colocadas en los lugares de acceso a
las mismas o en vías de comunicación, levantando también las alambradas y
allanando obstáculos para facilitar el tránsito. Ese día y cumpliendo orden del
Sr. Coronel de la Infantería, sale el 6º Batallón de Toledo con todos sus
elementos para El Pardo. Día 30. Se concentra en Majadahonda el 536 Batallón
de Cádiz, con todos sus elementos. El 10º Batallón de Pavía sale de las
posiciones del Sector de La Cepilla concentrándose en Brunete. Igualmente se
concentra en Villafranca del Castillo la fuerza del 8º Batallón de Gerona que
cubría las posiciones de aquél Sector. Día 31. Los Batallones 10º de Pavía y 8º
de Gerona designan cada cual una Compañía que reconozca los poblados de
Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo, como igualmente las
fortificaciones rojas de estos Sectores, recuperando material de todas clases en
ellas encontrados. (AGMAV, caja 1674, carp.15) o (AGMAV - 308/17)

El día 6 de abril de 1939 (“Año de la Victoria”), una semana después de


terminada la guerra, desde Villaviciosa de Odón, la agrupación de divisiones del
Guadarrama recién creada (divisiones 20 y 72) trasladaba a sus divisiones la
orden general nº 1 para la ocupación del territorio nacional. La copia recibida en
la 20 división decía que alcanzadas por las fuerzas del Ejército del Centro las
zonas asignadas, había que proceder a la total ocupación de las regiones
“liberadas”. En la provincia de Madrid, esta tarea correspondía a las fuerzas del I
177
CE y a la agrupación de divisiones del Guadarrama. En particular, la zona
asignada a la segunda era esquemáticamente la comprendida por las carreteras de
La Coruña, la de Brunete a Chapinería y el entorno del río Guadarrama entre
ambas. Para llevar a cabo este proceso de control completo del territorio recién
ganado al Ejército popular, las fuerzas de la 20 división debían situar a partir del
día 9 el puesto de mando de su jefe de la infantería divisionaria en los Altos de
Galapagar. El 1º regimiento de la división mantendría su puesto de mando
donde estaba, en Majadahonda, debiendo situar desde el día 7 (hasta ser
relevados por el I CE, quizás por la 71 división) sus batallones en: Valdemorillo
(162 de Ametralladoras de Plasencia), Majadahonda (8º de Aragón), Pozuelo de
Alarcón (3º de Pavía) y Brunete (3º de Lepanto). El 2º regimiento debía instalar
el día 7 su puesto de mando en la estación de El Escorial, situando sus batallones
en: Galapagar (2º de Toledo), Santa María de la Alameda (5º de Castilla), San
Lorenzo de El Escorial (¿274? de Cazadores de Ceuta) y Robledo de Chavela (6º
de San Quintín). Por último, el 3º regimiento situaría su puesto de mando en
Colmenar del Arroyo, quedando sus batallones en: Colmenar del Arroyo (8º de
Zamora), Fresnedillas de la Oliva (536 de Cádiz), San Martín de Valdeiglesias
(6º de Toledo) y, en sus vigentes funciones de custodia y clasificación de los
prisioneros en los campos de concentración, el 10º de Pavía. En su momento, el
puesto de mando de la división, junto al EM, también se movería a San Lorenzo
del Escorial.

El puesto central y el EM de la División se trasladarán en el momento oportuno


desde su actual emplazamiento en Villaviciosa de Odón a San Lorenzo de El
Escorial, donde también se establecerán las Comandancias de Artillería e
Ingenieros y las Jefaturas de Transmisiones, Intendencia, Sanidad, Veterinaria,
Farmacia, Clero y Correos. Para realizar la ocupación de la zona señalada a la
20 División, una vez que las fuerzas se encuentren en los acantonamientos
designados, los Jefes de los Regimientos ordenarán que se realicen paseos
militares con columnas pequeñas, de hasta compañía como mínimo, que
recorran el territorio de la División pasando por todos los pueblos. Procederán
a recoger el armamento abandonado o en poder de los habitantes, a identificar a
los Jefes, Oficiales, clases, soldados y milicianos enemigos desmovilizados para
enviarlos a los campos de concentración. También se harán cargo de los
depósitos de material, víveres, vestuario, etc. Y disponer su custodia para evitar
incautaciones y requisas. Propondrán al Mando divisionario los nombres de las
personas consideradas aptas para constituir las Comisiones Gestoras en

178
aquellas poblaciones en que todavía no hubieran sido designadas, robusteciendo
su autoridad allí donde sí hubieran sido designadas. La zona de la División se
dividirá en zonas de Regimiento, en las cuales serán responsables los Jefes de
los mismos a los efectos previstos en el párrafo anterior, así como en el
mantenimiento de la más severa disciplina. Las zonas citadas serán las que
comprendan los siguientes pueblos, lugares y vías de comunicación.

Del 1º Regimiento: Valdemorillo, Quijorna, Villanueva de la Cañada, Brunete,


Villanueva del Pardillo, Villafranca del Castillo, Castillo de Villafranca, Perales
de Milla, Majadahonda, Pozuelo de Alarcón y Estación de Pozuelo. Del 2º
Regimiento: Santa María de la Alameda, La Lastra, Zarzalejo, Valdemaqueda,
Robledondo, Las Herreras, carretera a Cebreros hasta el límite de la provincia,
Navalquejigo, San Lorenzo de El Escorial, El Escorial, Galapagar, Peralejo,
Colmenarejo, ferrocarril a Ávila, desde las agujas de la estación de Villalba
hasta el límite con la provincia. Además, se deberán cubrir de manera
permanente los pasos de la Sierra que conducen a Peguerinos, Navas del
Marqués, Cebreros y carretera de Robledo de Chavela a Valdemaqueda y
Aldeavieja. Del 3º Regimiento: Colmenar del Arroyo, San Martín de
Valdeiglesias, Pelayos, Navas del Rey, Chapinería, Fresnedillas y
Navalagamella. (AGMAV, caja 1674, carp.30) o (AGMAV - 310/17)

179
8. El frente republicano del Perales tras la
batalla de Brunete, hasta el final de la guerra

1937

El día 27 de julio, al extinguirse la batalla de Brunete, el frente republicano del


río Perales estaba en manos de las divisiones 3ª y 39. Como sabemos, el sector de
la 3ª división (Fernández Heredia) del Ejército del Centro abarcaba desde
Peguerinos hasta el inicio del subsector Zarzalejo – Valquemado. Este subsector
alcanzaba por su extremo opuesto hasta el arroyo Tamarizo (límite norte de la
actual urbanización Cerro Alarcón, en Valdemorillo) y había sido agregado a la
39 división (Durán) del Ejército de Maniobra, extendida por su izquierda hasta el
entorno de Quijorna, donde enlazaba con el sector de la 35 división (Walter). La
noche del 26 había sido tranquila y ese 27 de julio, con el paso de las horas se
hacía evidente que el Ejército franquista había detenido las operaciones
ofensivas. El mando republicano intentaba entonces averiguar y valorar si la
batalla estaba viviendo solo una tregua o si por el contrario, había concluido
definitivamente. En cualquier caso, cualquiera que fuera la decisión que tomara
el enemigo (de él era la iniciativa), se debía aprovechar la repentina calma para
acometer ciertos cambios organizativos que resultaban urgentes y que ningún jefe
mandaría iniciar en mitad de la lucha. De esta forma, igual que estaba ocurriendo
en la otra orilla del Perales, en la margen republicana de ese río, solo habría
pasado un día desde el fin de los combates cuando se pusieron en marcha los
primeros relevos de las fuerzas de choque que habían soportado el peso principal
de la batalla. Aunque entonces nadie podía saberlo, se estaba dando el primer
paso hacia la consolidación del frente defensivo que atravesaba todos los sectores
del campo de batalla; los mismos que ya no cambiarían en lo que quedaba de
guerra. Solo durante unas horas, y sin moverse de sus posiciones, las divisiones
45, 15 y 34 pasaron a formar parte del V cuerpo de ejército, mientras que el
XVIII durante ese mismo periodo conservó únicamente a la 10ª división y a la
151 brigada. De esta forma, todo el espacio entre Villanueva de la Cañada y el
río Aulencia quedó también bajo la responsabilidad de Modesto, situándose la
zona de enlace con el XVIII cuerpo de Casado al este del río Aulencia. Durante
la batalla recién terminada, la divisoria entre estos dos cuerpos había estado sobre
la carretera de Brunete a Valdemorillo.
180
A las 23 horas del 27, con toda la noche por delante, el jefe del V CE dispuso que
las divisiones 34 y 35 fueran relevadas de la primera línea que ocupaban entre
Villanueva de la Cañada y Quijorna por las divisiones 45 y 14 respectivamente.
Las divisiones que salían de las trincheras, una vez que hubieran cedido sus
posiciones debían situarse sobre una segunda línea cercana, donde desde ese
mismo momento comenzarían a descansar y a recomponerse. Formando parte de
esas fuerzas que se replegaban, la 32 brigada estuvo entre las que menos se alejó,
quedándose justo al este de Valdemorillo. Una vez que durante la noche del 27 al
28 quedaron hechos buena parte de esos dos relevos ordenados, la 14 división,
más un batallón de la 105 brigada que le fue agregado, recibió la orden de
asegurar la línea Quijorna – Villanueva de la Cañada. Para ello, debía establecer
tres núcleos de resistencia al norte de la carretera de 4,5 kilómetros de longitud
que une los dos pueblos, debiendo estar el central algo retrasado con respecto a
los otros dos. El propósito era el de empezar a crear la defensa en profundidad
que se quería establecer en torno a la carretera a Valdemorillo. Por su parte, las
fuerzas de la 45 división tendrían que organizar inmediatamente un núcleo de
resistencia con dos batallones para la defensa directa del pueblo de Villanueva de
la Cañada, mientras que con otros dos crearían otro centro de resistencia análogo
en la zona comprendida entre dicho pueblo y el río Aulencia, enlazando así al V
con el XVIII CE. Un tercer núcleo de resistencia guarnecido por otros dos
batallones de la 45 división se situará en el vértice Lijar, dos kilómetros al norte
de Villanueva de la Cañada, al objeto de poder brindar apoyo a las restantes
fuerzas de su división en caso de que fueran atacadas. El batallón restante de la
45 división debía permanecer en la posición que tenía, atendiendo con especial
interés a la zona del río Aulencia, que en este momento estaba defendida todavía
por la 3ª brigada de la 34 división, que aún aguardaba ser relevada.

Por la derecha de la 14 división, las fuerzas de la 39, más otro batallón de la 105
brigada que se le agregaba, organizarían también tres núcleos de resistencia de
dos batallones cada uno. Uno de ellos atendería de manera directa a la defensa
del pueblo de Quijorna, otro se organizaría al norte de la carretera de Quijorna a
Villanueva de la Cañada (enlazando con las fuerzas de la 14 división presentes
también al norte de esa carretera) y el tercero se situaría en la zona noroeste de
Quijorna. Este último debía quedar enlazado con el resto de fuerzas de la división
Durán que defendían la orilla izquierda del río Perales, hasta el arroyo Tamarizo,
límite de la zona de acción del V CE. Se había dispuesto que de una manera
181
general, correspondiera a los jefes de las divisiones determinar los lugares
concretos dónde debían situarse los centros de resistencia dependientes de sus
unidades. Una vez que esa elección estuviera hecha, y una vez ocupados los
núcleos, con la máxima urgencia se enviaría al Estado Mayor del V CE el croquis
de situación de esas posiciones, para proceder a su aprobación o rectificación.
También se ordenó que en los dos extremos de cada sector divisionario se
constituyeran secciones mixtas de enlace formadas por un pelotón de cada una de
las dos unidades en contacto. Además de asegurar ese enlace, estas secciones
mixtas debían hacer patrullas para reforzar el servicio de vigilancia sobre la tierra
de nadie y sobre el campo enemigo. Por último, los jefes de las unidades en
contacto debían visitar con frecuencia a sus pares vecinas con el fin de establecer
con ellas un fuerte enlace material y moral, condición necesaria para conseguir la
imprescindible compenetración y solidaridad en el esfuerzo de vigilancia
defensiva común. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.11, doc.1) o (IHCM – 344/21)

El 28 de julio, solo un día más tarde de que se tomaran las primeras medidas
defensivas sobre el reciente campo de batalla de Brunete, el EMC de Rojo
comunicaba al Ejército de Maniobra que existían informaciones creíbles que
permitían pensar en que el enemigo podría intentar un fuerte ataque por sorpresa
a Madrid partiendo desde sus proximidades. La mayor probabilidad era que de
tener lugar, este se iniciara desde los sectores de El Pardo, Casa de Campo o
Ciudad Universitaria. La inactividad que estaba mostrando el enemigo durante el
día en curso parecía ser un indicio más de la preparación de este probable ataque.
Teniendo esto en cuenta, se ordenaba a los mandos y las tropas del frente de
Madrid que permanecieran en sus puestos, con todos los servicios alertados y con
sus depósitos de municiones al completo. Todas las reservas locales de las
brigadas, divisiones y cuerpos de ejército debían permanecer concentradas y
situadas en puntos centrales que les permitieran actuar en el momento oportuno,
preferentemente mediante el contraataque de flanco. Las transmisiones debían
intensificarse y asegurarse, empleándose siempre dos medios diferentes para cada
enlace. Las reservas generales, constituidas por las brigadas 6, 21 y 24, debían
quedar dispuestas para salir al primer aviso, las dos primeras en camiones y la
última en tren. En línea con esto, los medios de transporte necesarios debían estar
preparados en sus inmediaciones. La reserva de tanques y autos blindados
también quedaba en la mano del mando, mientras que la artillería debía quedar
apuntada según sus misiones, de tal forma que le resultara posible efectuar de
inmediato los tiros contra infantería y de contrabatería ordenados por el mando.
182
El Ejército de Maniobra mantendría dos brigadas dispuestas para salir en
camiones al primer aviso en puntos de su zona de responsabilidad tan próximos a
Madrid como resultara posible. Tendría también orientadas sus reservas y
previsto el empleo de parte de su artillería y de sus tanques para lanzar un fuerte
contraataque en paralelo a la carretera de La Coruña. Durante toda la noche del
28 al 29 se debía intensificar la observación y escucha del enemigo, empleándose
para ello todos los servicios de información y hasta la última de sus fuentes, lo
que incluía lanzar golpes de mano en todos los sectores con el fin de tomar
prisioneros a los que interrogar. El estado de alerta que se ordenaba adoptar a
partir de la noche se mantendría hasta que la situación del frente próximo a
Madrid se hubiera aliviado. En consecuencia con todo lo anterior, en el V cuerpo
de ejército se dispondría lo siguiente: La 11 división se mantendría alertada y
reunida, con disposición a emprender la marcha al primer aviso pero descansando
las tropas en sus lugares de estacionamiento mientras no se diera la orden
pertrinente. La batería artillera de 76,2 mm afectada al V cuerpo de ejército y que
pertenecía al Ejército de Maniobra se mantendría también alertada y en
condiciones de salir de inmediato. Se debía comunicar al Ejército de Maniobra la
cuantía y situación de las reservas de que disponía el V cuerpo de ejército. En
caso de que la 11 división tuviera que desplazarse, el Ejército de Maniobra le
facilitaría los camiones que le pudieran faltar. (IHCM, ZR, rollo 129, leg.942, carp.10, doc.1)
o (IHCM – 346/21)

No hubo finalmente ataque sobre Madrid porque Franco optó por volver a
trasladar a las fuerzas que vinieron del norte a su frente original. De modo
inmediato al final de esa alerta, en la zona a cargo del Ejército de Maniobra, al
XVIII CE se le reintegraron parte de las divisiones que había tenido, junto a otras
que se encontraban en el V cuerpo. El motivo era que este último no tardaría en
salir de primera línea para abandonar esta zona. El día 31 de julio, el mando
republicano dictó una importante instrucción reservada: Se disponía la
consolidación y organización de las posiciones alcanzadas en la reciente ofensiva
para crear un frente sólido y duradero y se iniciaba la recuperación de todas las
fuerzas y elementos que ya no resultaran precisos en la nueva situación
defensiva. En línea con estos dos propósitos, se ordenaba también la disolución
inmediata del Ejército de Maniobra y la reorganización, con carácter provisional,
del frente del Ejército del Centro en la forma siguiente: I cuerpo de ejército:
Divisiones 1ª, 2ª y 3ª. Donde la 3ª división volvía a hacerse cargo de las fuerzas y
el espacio del subsector de Zarzalejo – Valquemado, que había sido organizado

183
como garantía del flanco derecho del Ejército de Maniobra. El mando de la 3ª
división lo asumía desde ese momento el mayor de Milicias Manuel Tagüeña
Lacorte. XVIII cuerpo de ejército: En base a las tropas y servicios del disuelto
Ejército de Maniobra se constituía el XVIII cuerpo de ejército del Ejército del
Centro. Su jefe sería el teniente coronel Enrique Fernández Heredia, quien
previamente mandaba la 3ª división. El XVIII CE limitaría por su derecha con el
I CE sobre la línea determinada por el arroyo Tamarizo y Valdemorillo, mientras
que por su izquierda limitaría con el VI CE sobre la línea determinada por Las
Rozas y la casa de Navachescas. Las fuerzas de Infantería que iban a formar
parte del XVIII cuerpo de ejército eran: 39 división (brigadas 49, 69 y 99), 14
división (brigadas 70 y 98), 45 división (brigadas XII y CL), 10ª división
(brigadas 2ª, 30 bis y 111) y 34 división (brigadas 3ª y 68). Todas ellas quedaban
constituidas como guarniciones, de primera o de segunda línea, o reservas, ya
fueran estas locales o del cuerpo de ejército. La artillería del XVIII CE quedaba
formada por un grupo de tres baterías de 76,2 mm, una batería de 75 mm, tres
baterías de 114,3 mm, un grupo de dos baterías de 105 mm Wickers, un grupo de
tres baterías de 107 mm, un grupo de dos baterías de 152 mm, una batería de 155
mm, una batería de 105 mm Schneider y cuatro baterías de 45 mm antitanque.

El jefe del XVIII cuerpo de ejército debía elegir el lugar donde emplazar su
puesto de mando y los de sus divisiones; al mismo tiempo, había que constituir la
red de Transmisiones del cuerpo de ejército, no solo aprovechando al máximo
posible las líneas ya establecidas, sino también utilizando de las mismas
únicamente los elementos indispensables. La consigna fundamental era permitir
una amplia y rápida recuperación del material de todo tipo que había empleado el
Ejército de Maniobra. En adelante, la principal misión que se encomendaba al
XVIII CE sería sostenerse a toda costa en las posiciones ocupadas, manteniendo
un estrecho enlace con los cuerpos de ejército I y VI por sus flancos, a fin de
garantizar la seguridad del conjunto del frente. Se trabajaría además en el
perfeccionamiento intensivo y continuo de las organizaciones defensivas, por lo
que además del batallón de fortificación que tenía afectado, continuarían hasta
nueva orden las demás unidades de esta especialidad que se encontraban en su
sector. Las fuerzas combatientes también tomarían parte en esos trabajos,
dedicándose las unidades de fortificación de manera preferente a las obras para
las que fuera necesaria técnica especial. En la organización defensiva del sector
se debía tener siempre presente que el propósito del mando era recuperar tan
pronto como la situación lo permitiera a buena parte de las fuerzas de ese cuerpo

184
de ejército. En línea con eso, en las trincheras solo debía permanecer el número
de hombres preciso para cumplir su cometido en un frente estabilizado. Para el
día 5 de agosto se esperaba que el XVIII CE hubiera organizado sus fuerzas,
constituido las reservas propias, desplegado su artillería en las nuevas posiciones,
devuelto los elementos de todo tipo que le fueron afectados y ajustado el
funcionamiento de sus servicios. Cuando llegara el momento, la retirada de las
unidades que habían constituido el Ejército de Maniobra, excepto las que habían
pasado a formar parte del nuevo XVIII cuerpo de ejército, se efectuaría en base a
órdenes particulares. Como norma general, todos esos movimientos de relevo se
realizarían de noche, permaneciendo durante el día esas unidades estacionadas y
a cubierto, sin efectuar movimientos que delataran su presencia a la observación
enemiga, tanto terrestre como aérea. No se encenderían fuegos ni luces fuera de
las casas, y en las marchas y reposos se tomarían las máximas medidas de
enmascaramiento, seguridad y protección. El puesto de mando del Ejército de
Maniobra (Canto del Pico, en Torrelodones) y su cuartel general debían
permanecer hasta nueva orden en el mismo lugar que ocupaban. En adelante se
los consideraba como puestos avanzados del cuartel general del Ejército del
Centro. (IHCM, arm.64, leg.942, carp.9, doc.3) o (IHCM – 335/21)

En lo referente a la intendencia, las órdenes que organizaban el frente


estabilizado indicaban que también a partir del día 5 de agosto, todas las brigadas
que formaban parte del XVIII cuerpo de ejército se suministrarían del depósito de
La Regadera, situado a la altura del kilómetro 3,800 de la carretera de
Torrelodones a Galapagar. Las demás unidades afectadas al mismo cuerpo y el
personal de sus cuarteles generales tomarían sus suministros del depósito de
Torrelodones, situado junto al puente que pasa sobre la vía (que pudo estar en la
casa de la Mina, hoy desaparecida), cerca de la estación. El depósito de Cuarto
Carretero (cercano a El Escorial) quedaba entonces suspendido. A partir de esta
orden cesaban también todas las medidas especiales referidas a circulación que
habían estado vigentes en las carreteras del Ejército de Maniobra. Las fuerzas de
Etapas y de Retaguardia que atendían el servicio de carretera debían retirarse y
sus puestos de control serían levantados, correspondiendo a los jefes de los
cuerpos I y XVIII restablecer los controles anteriores a la operación y regular la
circulación de su retaguardia. Los controles de Galapagar, Torrelodones y Hoyo
de Manzanares corresponderían al XVIII cuerpo de ejército, mientras que la
circulación en Colmenar Viejo y los controles de su entorno serían atendidos por
el batallón de Etapas. (IHCM, ¿?) o (IHCM – 85/6)
185
Por su parte el V CE, formado por las divisiones 11, 35 y 46, pasaba a pertenecer
al Ejército del Centro. Las divisiones 11 y 46 debían retornar al completo a sus
respectivas bases de Hortaleza y Alcalá de Henares, mientras que de la 35
división, solo la 32 continuaría en la zona, en su estacionamiento del este de
Valdemorillo.

El día 12 de agosto, el Ejército del Centro (CE I, II, III, IV, V, VI y XVIII)
comunicaba la lista de unidades que lo formaban. De esa extensa nómina, las que
estaban presentes en la zona del río Perales pertenecían a los cuerpos I y XVIII. I
cuerpo de ejército: 1ª división, brigadas 26, 27 y una agrupación; 2ª división,
brigadas 29, 30 y 31; 3ª división, brigadas XIV, 28, 33, 34 y 105. XVIII cuerpo
de ejército: 10ª división, brigadas 2ª, 7ª y 111; 34 división, brigadas 3ª y 68; 39
(47) división, brigadas 49, 69 y 99; 45 división, brigadas XII y XIII. Ese mismo
día, el XVIII CE emitió una primera orden preparatoria dirigida a la 39 división
disponiendo que las fuerzas de esta unidad relevaran a las de la 45 división y a
las de la 2ª brigada de la 10ª división, situadas todas ellas en el frente
comprendido entre Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo. (IHCM, ZR,
rollo 60, leg.674, carp.7, doc.1) y (IHCM, ZR, rollo 139, leg.995, carp.14, doc.2) o (IHCM – 214/15) y (IHCM
– 362/22)

El día 13 de agosto de 1937, la división Durán del XVIII cuerpo del Ejército del
Centro transmite a sus tres brigadas (49, 69 y 99) la orden de dar comienzo al
proceso escalonado de relevo de la 45 división (brigadas XII y CL) y de la 2ª
brigada mixta de la 10ª división de sus posiciones del entorno de Villanueva de la
Cañada. Este relevo concluyó el día 15. Una vez en sus nuevas posiciones, el
sector del que se hizo cargo la 99 brigada tenía por límite izquierdo (este) el
arroyo de Los Palacios (junto a Villanueva del Pardillo) y como límite derecho la
dehesa (zona del actual campo de golf) de Villanueva de la Cañada. La 69
brigada limitaría por su izquierda con la 99 brigada y por su derecha alcanzaría
un punto intermedio de la carretera entre Villanueva de la Cañada y Quijorna
(cerca del actual aeródromo, punto limpio y cementerio nuevo del primero de
estos dos pueblos). La 49 brigada quedaría como reserva de la división, situando
fuerzas menores en el vértice Lijar y en el arroyo Valbellido (actual finca de La
Montana) y el resto de sus efectivos en el pueblo de Colmenarejo. Tan pronto
como todas las fuerzas de las brigadas 69 y 99 hubieron entrado en línea, Durán
tomó el mando del sector, estableciendo su puesto de mando en el entorno del
vértice Madroñal, al noroeste de Villanueva del Pardillo, mientras que su
186
observatorio divisionario quedó situado en lo alto de Cabeza Aguda, un cerro con
inmejorables vistas. Tres días más tarde, el 16 de agosto, el coronel jefe del
Estado Mayor Central comunicaba que la división que hasta ese momento tenía
la denominación de 39 tomaría en lo sucesivo el número 47. (IHCM, arm.72, leg.1107,
carp.27, doc.3) y (IHCM, arm.68, leg.994, carp.10, doc.2) o (IHCM – 330/20) y (IHCM – 367/22)

A finales de agosto, la situación global Ejército del Centro republicano era la


siguiente: guarnecía un total de 500 kilómetros de frente y contaba con 6 cuerpos
de ejército que tenían un total de 20 divisiones en línea. De derecha
(Guadalajara) a izquierda (Toledo) estos cuerpos estaban situados de este modo:
IV – I – XVIII – VI – II – III. Dentro de ese largo recorrido, en la zona del río
Perales se situaba la unión entre los cuerpos I y el XVIII. IV cuerpo de ejército:
cubría 155 kilómetros de frente con las divisiones 12, 17 y 33. I cuerpo de
ejército: cubría 161 kilómetros de frente con las divisiones 1ª, 2ª y 3ª, que
contaban con 44 piezas artilleras de distintos calibres agrupadas en 17 baterías.
XVIII cuerpo de ejército: cubría 35 kilómetros de frente con las divisiones 10ª,
34 y 47 (antes 39), que contaban con 39 piezas artilleras de distintos calibres,
agrupadas en 14 baterías. VI cuerpo de ejército: cubría 19 kilómetros de frente
con las divisiones 5ª, 7ª y 8ª. II cuerpo de ejército: cubría 40 kilómetros de
frente con las divisiones 4ª, 6ª, 65 y 18. III cuerpo de ejército: cubría 90
kilómetros de frente con las divisiones 9ª, 13, 15 y 16. Hasta el día 28 de agosto,
del contingente total de reclutas esperados para completar las plantillas
reglamentarias de todas esas divisiones, que era de 50.936 hombres, solo se
habían presentado 22.295, por lo que solo se habían podido cubrir el 43% de las
bajas existentes. (IHCM, ZR, rollo 58, leg.669, carp.1, doc.1) o (IHCM – 231/16)

En torno al 10 de septiembre de 1937, cumpliendo una sucesión de órdenes


particulares reservadas que organizaron una serie de relevos, sabemos que la 47
división tenía en línea a sus brigadas 49 y 99 más la 108, unidad que había sido
agregada a esta división. Mientras tanto, la 69 brigada, salvo uno de sus
batallones que se encontraba en Colmenarejo, estaba en reserva en La Navata.
Por esa misma fecha, el sector de la 47 división adoptó por límite oriental el
arroyo de Los Palacios, en el borde oeste del pueblo de Villanueva del Pardillo,
mientras que por límite occidental mantuvo la cota 660 junto al río Perales,
próxima al puente de la carretera entre Quijorna y Navalagamella. Esto
significaba que la división Durán se extendía prácticamente desde el río
Guadarrama hasta el Perales. Según parece, esta división tuvo su puesto de

187
mando y observatorio principal en un punto próximo a dónde dos meses antes
había estado “Pico y Pala”, el que había sido puesto de mando adelantado de
Modesto durante la batalla de Brunete, cerca del nacimiento del arroyo
Valdeyerno. Eventualmente, la 47 división también contaba con otro puesto de
mando cruzando el Aulencia, sobre Cabeza Aguda. El subsector de la 99
brigada, o subsector Aulencia, se extiendía desde el arroyo de Los Palacios
hasta el camino de la Casa, apenas al sur de la ermita del Cristo, en Villanueva de
la Cañada. Por el este la 99 brigada enlazaba con la 10ª división y por el oeste
con la 49 brigada. El puesto de mando de la 99 brigada estuvo situado junto al
curso medio del arroyo Valbellido, tributario del Aulencia, mientras que como
observatorio fue elegido Cabeza Aguda. El puesto de clasificación de heridos y
rectificación de curas también estuvo en el valle del arroyo Valbellido, apenas al
sur del puesto de mando. Con la 99 brigada trabajaría el 2º batallón de
fortificaciones. El subsector de la 49 brigada, o subsector Villanueva de la
Cañada, se extendía desde el enlace con la 99 brigada en su límite izquierdo
hasta el sur inmediato del arroyo de La Candalosa, a unos 2 kilómetros al este de
Quijorna (la zona donde actualmente está el primillar). Por su derecha, la 49
brigada enlazaba con la 108 brigada. Su puesto de mando estuvo sobre el arroyo
del Carrizal, a un kilómetro al suroeste del vértice Lijar, en el mismo sitio en que
previamente había estado el puesto de mando de la 108 brigada. La iglesia de
Villanueva de la Cañada fue el observatorio de la 49 brigada, mientras que su
puesto sanitario estuvo junto al kilómetro 11 de la carretera de Villanueva de la
Cañada a Valdemorillo, sobre la carretera que actualmente usan los camiones (el
punto citado es una curva al borde de la urbanización Isla Blanca desde la que se
domina todo el valle del arroyo San Juan. En ese mismo lugar tomó fotos Gerda
Taro en julio de 1937, pocos días antes de morir. Fueron descubiertas no hace
tanto en la Maleta mexicana). Con la 49 brigada trabajaría el 14º batallón de
fortificaciones. El subsector de la 108 brigada, o subsector Quijorna, se
extiendía desde el enlace con la 49 brigada hasta la cota 660 pegada al río
Perales. Por su derecha, la 108 brigada enlazaba con la 3ª división del I cuerpo de
ejército (sería con alguna de las brigadas XIV, 28 o 105, que se encontrarían
desplegadas entre la citada cota 660 y el arroyo Tamarizo). El puesto de mando
de la 108 brigada se situaría junto a la casa de Velayo, o del Vétago, junto a los
hornos de cal de Valdemorillo. El observatorio de la 108 brigada estuvo en la
cota 660 junto al río Perales, límite derecho de la 47 división, y su puesto
sanitario también cerca de la casa de Velayo. Con la 108 brigada trabajaría el 15º
batallón de fortificaciones.
188
La artillería de apoyo directo a la 47 división estaba constituida por las siguientes
baterías: B-7, de 114,3 mm, emplazada dos kilómetros al oeste de Villanueva del
Pardillo, en un punto situado entre la desembocadura del arroyo Valbellido en el
río Aulencia y la carretera que une las dos Villanuevas (dentro de la actual finca
de la Montana). A-7, de 114,3 mm, emplazada un kilómetro al sur de la anterior,
cerca del puente sobre el Aulencia de la carretera antes citada. A-8, de 114,3 mm,
próxima a la casa de Los Llanos. Estas tres baterías estaban bajo las órdenes
directas 47 división, pero en caso de urgencia, la 99 brigada también podía hacer
una petición de fuegos directa a la batería B-7; ante una situación similar, la 49
brigada podía dirigirse a la batería A-7 y la 108 brigada a la A-8. Las tres baterías
tenían sus respectivos planes de fuegos, pensados para que los frentes de las
brigadas quedaran batidos en caso de ataque enemigo. Solo los fuegos que
tuvieran por objetivo zonas no incluidas en esos planes de las citadas baterías se
pedirían a la artillería de acción de conjunto o a la del XVIII cuerpo de ejército,
lo que se haría a través del mando de la 47 división. En caso de necesitarse,
también a través del mando de la división se tendría que pedir el apoyo de la
única compañía de tanques afectada al XVIII CE (unas 15 unidades). La 47
división tendría centros de Transmisiones en los mismos puntos que se señalaron
para situar los puestos de mando (el normal, cerca de donde estuvo “Pico y Pala”
y el eventual, en Cabeza Aguda); y lo mismo ocurriría en cada una de las
brigadas, que tenían además la orden de constituir su frente haciendo la mayor
economía de fuerzas posible. Cada batallón debía contar con la reserva de una
compañía, y cada brigada con la de un batallón (con la excepción de la 49
brigada). El batallón de reserva debía quedar a las órdenes directas de su
respectivo jefe de brigada. En lo referente a vías de comunicación, la 99 brigada
utilizaría para su abastecimiento, evacuación y movimientos de fuerzas la pista
de Villanueva de la Cañada a Colmenarejo (el camino de la Despernada, que en
su mitad norte pasa sobre el borde oriental del profundo valle del río Aulencia) y
pistas accesorias. La 49 brigada utilizaría para esos mismos fines la carretera que
une Villanueva de la Cañada con Valdemorillo y los caminos cercanos por el
oeste. Para la 108 brigada era la cañada de los Montes del Duque y los caminos
existentes al oeste de la misma. (IHCM, arm.72, leg.1107, carp.27, doc.3) o (IHCM – 330/20)

El día 12 de septiembre de 1937, desde El Escorial, el Comisariado de la 3ª


división eleva un informe al Comisariado del I CE:

189
Teniendo presente que las temperaturas pronto bajarán en estos frentes de la
sierra y que así lo sentirán las fuerzas, he de hacer constar que: 1. El 90 % de
nuestros soldados se encuentran desnudos, sin que hasta el momento se haya
dado una solución a este problema por parte del I Cuerpo de Ejército al que
pertenece esta División. 2. El otoño en esta zona se caracteriza por la existencia
de vientos fuertes y lluvias abundantes, por lo que debemos tener a tiempo a
nuestras tropas en las debidas condiciones de calzado, lo que hasta ahora no se
ha podido hacer, encontrándose la mayoría de los hombres descalzos sin que a
pesar de todas las gestiones hechas por el conducto regular se vea solución a
este tema. 3. Habiéndose incorporado a esta División 2.354 nuevos soldados de
los últimamente movilizados por el Gobierno, se nos presenta un problema de
difícil solución, y es que por parte de la Intendencia de esta División no se los ha
podido dotar de ciertos elementos necesarios tales como platos, cucharas,
calzado, ropa, mantas, cantimplora, etc., pues el servicio de vestuario, al igual
que la Intendencia, no tenía en depósito ni una sola prenda, y así, nos
encontramos hoy con que a pesar de todo nuestro interés se presentan
verdaderas dificultades para afrontar nuestro trabajo, pues nos vemos
desamparados. 4. La necesidad de tomar medidas en nuestras posiciones para
que el invierno resulte menos duro nos ha obligado a iniciar la construcción de
una serie de chabolas que nos resguarden del viento, la nieve y el agua, pero su
construcción es punto menos que imposible a pesar de nuestro entusiasmo si
para estos trabajos seguimos sin contar con palas, picos y demás herramientas,
de las cuales carecemos. 5. Este Comisariado tiene especial interés en hacer
constar ante el Mando la situación en que se encuentra la 105 Brigada con
respecto a los transportes y las transmisiones. Los medios con que la Brigada
cuenta para sus transportes son solo dos camionetas y tres coches ligeros,
careciendo además por completo de recursos hipomóviles. En cuanto al material
de Transmisiones, a la deficiente dotación del mismo se debe sumar el hecho de
que buena parte de este se debe renovar ante la cercanía del frío y la nieve. 6.
En la 3ª División no se han recibido todavía los uniformes de verano, pero ayer
mismo, cuando ya estamos a las puertas del invierno, han llegado a una de las
Brigadas los sombreros contra el sol y las camisas. Esto lleva a pensar a este
Comisariado si no estaremos ante actos de sabotaje producidos en el interior de
la Junta de Compras del Ministerio de la Guerra o en la Intendencia del Ejército
del Centro. El hecho es que algo o alguien no permiten que nuestras unidades
puedan estar equipadas en las debidas condiciones para que su moral sea firme
y sus padecimientos físicos menores. (CDMH, EM del ES – rollo 6) o (CDMH – 17/6)
190
Diez días más tarde, el 23 de septiembre, habiendo continuado la normal
rotación de unidades entre vanguardia y zonas de descanso, la 47 división del
XVIII CE emitía una orden transmitiendo a sus brigadas instrucciones recibidas
desde los escalones jerárquicos superiores. Se le ordenaba empezar a sacar de la
primera línea a los batallones de sus brigadas 49 y 69, para concentrarlos en
acantonamientos de retaguardia en espera del nuevo destino que decidiera darles
el Ejército del Centro. La salida de la mitad de la división de las trincheras
supuso que se ponía en marcha una nueva serie de relevos continuos y un
reacomodamiento de sectores con las unidades vecinas. Las brigadas 99 y 108,
que sí se quedaban, parecen entonces seguir formando parte de la 47 división,
pero muy pronto va a aparecer en escena la 69 división, en la que se van a
integrar ambas al mismo tiempo que la división Durán abandonaba de frente de
Madrid. La citada secuencia de relevos hizo que la 99 brigada mixta pasara a
centrarse más en la zona de Quijorna, cediendo a la 7ª la parte de su subsector
comprendida entre Villanueva del Pardillo y el río Aulencia.

Antes del final de septiembre de 1937 el XVIII cuerpo de ejército sería disuelto
como unidad del Ejército del Centro, para reconstituirse luego en otro escenario.
Concretamente, el día 19 de octubre de 1937 la Sección de Operaciones del
Estado Mayor del Ejército de Tierra ordenaba la constitución de un nuevo
Ejército de Maniobra con los cuerpos de ejército V, XVIII, XX, XXI y XXII y
fuerzas afectadas. En esta nueva formación, la 47 división seguía al mando del
mayor Gustavo Durán, mantenía las brigadas 49 y 69, tenía su cuartel general en
Tarancón (Cuenca) y nuevamente formaba parte del XVIII cuerpo de ejército,
donde también estaban las divisiones 35 (brigadas XI, XV y 32, esta última
retirada de Valdemorillo) y 46 (brigadas 10, 101 y 209), todas ellas bien
conocedoras del frente del río Perales, Quijorna y Villanueva de la Cañada. Su
siguiente destino sería la ofensiva de Teruel, donde si tomamos como referencia
las temperaturas soportadas en la batalla de Brunete, experimentarían una
variación térmica que alcanzaría en algunos casos los 60º C (de 40 a - 20). (IHCM,
arm.72, leg.1107, carp.27, doc.3) o (IHCM – 330/20)

Poco después de la salida ordenada de la 47 división, el día 31 de octubre de


1937, la que había sido su unidad vecina por la derecha, la 3ª división, emitía una
serie de informes sobre la situación de sus batallones. Esta unidad, mandada por
el mayor Tagüeña ocupaba el extremo izquierdo del I cuerpo de ejército,

191
guarneciendo su 33 brigada, la más a la izquierda (sur) de la división, el
subsector que iba desde el cerro San Benito (puerto de la Cruz Verde) hasta el
arroyo Tamarizo (límite norte de la actual urbanización Cerro Alarcón, junto al
embalse del mismo nombre del río Perales, municipio de Valdemorillo). Dentro
del despliegue de la 33 brigada, de norte a sur sus batallones estaban situados en
el orden: 132, 129, 130 y 131 (4º, 1º, 2º y 3º).

Informe sobre el estado actual de la cuarta zona del primer subsector, que
guarnece el 132 batallón de la 33 brigada mixta. 28 de octubre. Por Antonio
Parga

Esta zona está dividida en tres posiciones: de norte a sur, San Benito,
Concentración y La Hinojera, estando cubiertas por sendas compañías y la de
Ametralladoras repartida, teniendo una de reserva en Cruz Verde. En la posición
de San Benito, está en marcha la construcción de un muro de piedra aspillerado
y de una alambrada a 20 metros por delante del mismo. Esta alambrada tiene en
la actualidad unos 80 metros de largo, hallándose colocados los piquetes para
continuar tendiéndola. El muro tiene aproximadamente 1,75 metros de altura y de
40 a 50 centímetros de espesor, estando abierto en forma de codo en algunos
sitios para permitir la salida. No se encuentra aun totalmente terminado, usándose
en el extremo izquierdo de esta posición la antigua línea (que sería solo de
trinchera). A la izquierda de esta posición y en la ladera que da vistas a la de
Concentración existe un puesto de enlace guarnecido por un pelotón de máquinas
de acompañamiento que dispone de un fusil ametrallador pero carece de
ametralladoras. En el extremo opuesto, se tiene emplazado otro fusil ametrallador
flanqueando la vaguada que separa las posiciones de las brigadas 33 y 34, y en la
parte central del dispositivo, una ametralladora que bate la punta avanzada. La
posición de San Benito tiene además dos lanzabombas. Los nuevos
emplazamientos de los fusiles no se pueden usar aun por falta de techado. Al
puesto de mando de compañía se llega por un camino cubierto de las vistas
enemigas mediante un muro de piedra; aquél se encuentra enlazado por una línea
telefónica directa con el puesto de mando del batallón. La comunicación de la
posición San Benito con la de Concentración se hace por un camino de herradura
bajo las vistas del enemigo.

La posición de Concentración se halla fortificada por una zanja de poca


profundidad y cubierta a las vistas del enemigo mediante un muro de piedra.
192
Solamente hay tendida alambrada en el ala derecha de la posición, donde
actualmente se siguen haciendo trabajos de fortificación. A retaguardia de la
primera línea y en paralelo a esta existe una zanja de evacuación de unos 90
centímetros de anchura que llega hasta unos 30 metros de la carretera (de
Robledo a la Cruz Verde). En el extremo izquierdo de la primera línea, dando
vistas a la vaguada que separa Concentración de La Hinojera, hay un puesto de
enlace guarnecido en exclusiva por un pelotón de la compañía a cargo de
Concentración. Esta posición tiene comunicación telefónica con el puesto de
mando del batallón por medio de una línea directa. La comunicación con La
Hinojera se hace mediante un camino que cruza la carretera citada. En la altura
que domina la posición hay emplazada una ametralladora que tiene comunicación
con el puesto de mando de la posición por medio de una zanja que partiendo del
emplazamiento de la máquina sale a la zanja de evacuación. También hay un
fusil ametrallador batiendo de flanco la ladera del cerro San Benito. Solo hay un
lanzabombas.

La posición de La Hinojera comienza en la ladera del cerro del mismo nombre


que da vistas a la posición Concentración. En ese punto extremo la primera tiene
emplazado un fusil ametrallador que bate la ladera y vaguada que las separa. La
Hinojera está fortificada mediante una zanja de poca profundidad flanqueada por
un muro de piedra, pero carece de alambrada en la totalidad de su línea. En la
actualidad se está trabajando intensamente para completar esta fortificación de
vanguardia. En la ladera izquierda de la posición y lindando con la vía del
ferrocarril existe un puesto guarnecido por una sección con una ametralladora
(que debería cruzar fuegos con el 129 batallón) y que tiene comunicación
telefónica con el puesto de mando de la posición. Además del fusil ametrallador
y la ametralladora citados, hay en la cresta de la posición otra ametralladora más,
y dos lanzabombas. La Hinojera cuenta con un camino ya mencionado que sale a
la carretera de Robledo de Chavela bajando la ladera derecha del cerro; además,
hay otro camino que sigue la cresta y sale a la carretera que va a Zarzalejo. En
general la moral del batallón es buena, como quedó demostrado estos últimos
días de trabajo en la fortificación de las posiciones, cuando la lluvia no era muy
intensa. La comida y la vestimenta son bastante buenas, notándose únicamente la
falta de mantas, aunque no en gran cantidad. Las necesidades más urgentes del
batallón son principalmente material de fortificación y planchas de uralita, pues a
pesar de que la mayoría de las chabolas están techadas con tejas traídas desde
Zarzalejo, no están lo suficientemente bien rematadas y en muchas de ellas pasa
193
el agua al interior. Este batallón no tiene escuela de cabos. La impresión general
es que esta zona es de fácil defensa teniendo establecido un buen cruce de
fuegos, dado lo escarpado del terreno. La fortificación de la línea, aunque no está
acabada, se lleva a cabo con toda rapidez y la impresión de seguridad que da es
bastante grande. La vía de evacuación de este batallón es la carretera de Robledo
de Chavela a la Cruz Verde, donde está permanentemente estacionado un coche
ligero.

Informe de la visita realizada por el oficial de este EM a la zona nº 3 del primer


subsector, cubierta por el 129 batallón de la 33 brigada mixta (comandante
Guerrero). 29 de octubre de 1937. A. Hernández

La naturaleza del sector que cubre este batallón hace que deba tener dos clases de
fortificación: línea continua, en un espacio corto, y un sistema mayoritario
basado en puestos de resistencia. Considerando ambos recursos, el estado de la
fortificación es en general bueno, con fortines numerosos y que a menudo que
sirven también como chabolas. La parte del frente del batallón a cargo de la 3ª
compañía tiene alambrada en un estado aceptable (se debe entender que las
demás compañías no). Los lugares de emplazamiento de las armas automáticas y
del lanzabombas están bien escogidos, existiendo también en esta compañía un
fusil ametrallador que ganaría mucho campo de tiro si fuera adelantado unos 12 o
15 metros respecto a dónde se encuentra emplazado ahora. En cuanto a la
vestimenta, los soldados, aunque siguen con el uniforme de verano, están en
general bien vestidos, teniendo todos su capote – manta y la mayoría además una
manta. Por noticias recogidas, pude saber que la brigada va a dotar a todos de un
uniforme de pana que pagará de sus fondos, estando por otra parte bien de
calzado. La calidad del rancho es buena. Se guisa por compañías, existiendo en la
1ª una especie de cooperativa para la mejora del rancho. En algunas compañías se
quejan, mientras que en otras se muestran contentos, sacándose la conclusión
general que la comida es correcta. La moral de la tropa es muy buena. El 129
batallón está integrado mayoritariamente por veteranos de los batallones Teruel y
1º de Mayo y por reclutas murcianos movilizados en marzo, pudiendo afirmarse
que estos ya son casi veteranos. A simple vista se aprecia además que hay un
buen trabajo político, pero, en contraste, se aprecia menos el trabajo de los
oficiales. En la mayoría de las compañías no existe nada más que un oficial, por
estar los capitanes de dos de ellas en la escuela de oficiales del I CE, mientras
que otros mandos están en la escuela de oficiales de la división, resultando por
194
este motivo el trabajo de los oficiales que restan bastante abrumador. No obstante
esta circunstancia transitoria, los oficiales presentes mantienen alta la moral de su
fuerza y dirigen con energía el trabajo de fortificación. La escuela de cabos
funciona de forma análoga a la de otros batallones y según las instrucciones
dadas por la división. Además, en algunas compañías de este batallón funciona
una pequeña escuela de preparación para acceder a la escuela de batallón, lo que
demuestra el entusiasmo de la fuerza. En general, las necesidades del batallón
quedarán cubiertas cuando lleguen los uniformes comprometidos por la brigada.
Como en ocasiones anteriores, se advierte de la necesidad de que las compañías
deben completar sus plantillas de mandos y tropas, incorporando los hombres
faltantes.

La escasa visibilidad que existió el día de mi visita al batallón, debido a la niebla,


impidió recoger datos actualizados a ese momento sobre el enemigo. Los ya
existentes indican que este no debe ser muy numeroso, pero sí que se fortifica a
conciencia, pues pudimos oír hasta 15 explosiones de barrenos en el tiempo de
mi visita. El enemigo no tirotea esas posiciones más que en determinado punto,
concretamente, donde están instaladas las cocinas de la 3ª compañía, y
generalmente con fusil ametrallador. El sector que cubre este batallón es en
general rocoso, por lo que se cubre con puestos de resistencia bien emplazados y
distribuidos. Es en los extremos del sector donde existe un peligro más evidente,
por resultar estos aptos para la maniobra con tanques, si bien estos no podrían
intervenir en un número alto. La parte de la carretera de Zarzalejo a Fresnedillas
(su lado derecho, en ese sentido de circulación) está bastante fortificada y en
buenas condiciones para resistir un ataque, no obstante lo cual, quedaría por
intensificar la fortificación en un pequeño espacio más vulnerable mediante un
parapeto de piedra. El otro extremo de la línea, el de terminación del sector del
129 batallón y de enlace con el 132 batallón, está por el contrario en unas
condiciones que parecen bastante peligrosas. Entre sus dos parapetos
consecutivos existen cerca de 800 metros en línea recta que forman algo de vega
con los árboles y están completamente desprotegidos. Por medio de esa llanura
pasa la vía del tren y un camino por los que el enemigo podría infiltrarse
fácilmente. Esto se remediaría y quedaría totalmente asegurado poniendo una
alambrada que atravesara la citada llanura y sendos puestos de fusileros a cargo
de los batallones 129 y 132, este último desde La Hinojera. Según informe de la
Sección de Operaciones del EM de la brigada, el 132 batallón tiene una máquina
que bate completamente dicha llanura. Este problema ya ha sido señalado por el
195
capitán al mando de la 2ª compañía del 129 batallón (la que enlaza con La
Hinojera), pero como en esta unidad existe una falta tan grande de soldados y
mandos, esto no se ha podido resolver hasta ahora. De haber más hombres,
podrían destinarse unos cuantos para dar cobertura a dicha pequeña llanura, pero
esto está fuera del alcance de las plantillas tan mermadas que se tienen. Una de
las cosas que más se echan de manos en este frente es prensa diaria para recreo e
instrucción de las fuerzas. El servicio de municionamiento está montado bastante
bien, teniendo cada soldado la dotación completa, con una reserva en cada
compañía. El estado de los fusiles es bastante bueno y se cuida mucho su
limpieza. Asimismo, sobre el sistema sanitario debo señalar que en este batallón
no era conocida la orden de la división respecto al consumo de setas, la cual tuve
que explicar y aclararles. En general considero este batallón como bien
organizado, resaltando eso sí, la falta de soldados y mandos.

Informe sobre las visitas realizadas por los oficiales del Estado Mayor de esta
división a las posiciones de su primer subsector, guarnecido por la 33 brigada
mixta. El 130 batallón fue inspeccionado por el capitán Luis A. Gullón Mayor

La zona que guarnece el 130 batallón es la segunda del subsector de la 33


brigada, que abarca desde un punto a 3 kilómetros al norte de Navalagamella de
cota 760 (sobre el cauce de uno de los arroyos que forman el río Perales, en el
punto intermedio entre la casa de Escalante y el vértice Valquemado) hasta otro
punto de cota 900 a 3,5 kilómetros al noroeste del mismo pueblo. Dentro del
frente del 130 batallón se encuentra casa Escalante, cerro Escalante y la posición
a la izquierda (oeste) de la carretera de Zarzalejo a Fresnedillas (las posiciones de
vanguardia de este batallón cubrían una línea básicamente recta de 3 kilómetros
de longitud orientada de este a oeste que pasaba a 3,5 kilómetros al norte de
Navalagamella). El puesto de mando del 130 batallón está situado en Fuente
Lámpara, punto de cota 900 situado en el centro del frente del batallón.

La organización del terreno en el espacio de la 4ª compañía cuenta con cuatro


líneas perfectamente fortificadas, de las cuales tres tienen alambradas. En el
espacio de las compañías 2ª y 3ª se cuenta con tres líneas consecutivas, y con una
línea única por delante de la 1ª compañía. La fortificación de toda la primera
línea del batallón está hecha bajo el principio de organización en profundidad.
Cada compañía tiene dos secciones en vanguardia y una en línea de sostenes
(algo más retrasada), cubriendo el intervalo que dejan las dos primeras. Se han
196
construido una gran cantidad de zanjas de comunicación y de evacuación, que en
la mayor parte del sector, salvo en la zona de casa Escalante, tienen la
profundidad debida. También se han hecho numerosos fortines y emplazamientos
de armas automáticas empleando piedras, cemento, ladrillos y vigas de hierro.
Actualmente la prioridad es el arreglo de los caminos de se emplean para las
evacuaciones y el aprovisionamiento. La red telefónica de la zona está
constituida por una central de batallón situada en el puesto de mando, la cual
comunica con los puestos de mando de las tres posiciones (la de la 1ª compañía,
la de las compañías 2ª y 3ª y la de la 4ª compañía). En el puesto de mando de la
1ª posición existe además una línea telefónica que enlaza con la 2ª sección de la
1ª compañía, destacada en un punto algo distante. Merece citarse que, siguiendo
las instrucciones de la división, todas las líneas telefónicas han sido tendidas de
forma semiaérea. Para realizar el aprovisionamiento y las evacuaciones de las
compañías 1ª y 2ª (izquierda) se utiliza el camino apto para automóviles que va
desde Fuente Vieja hasta casa Escalante. Para acceder a las compañías 3ª y 4ª
(derecha) se utiliza el camino para automóviles que parte del kilómetro 3 de la
carretera de Fresnedillas a Zarzalejo y va hasta la casa de Escalante. Todas las
zanjas de evacuación antes mencionadas desembocan en estos dos caminos de
acceso. En caso de necesidad, las compañías 1ª y 2ª pueden comunicarse entre sí
por medio de este camino que llega desde la carretera de Fresnedillas a Zarzalejo.

En el 130 batallón se efectúa un intenso trabajo de preparación cultural mediante


el trabajo del miliciano de la cultura, que es apoyado por los alumnos más
aventajados para instruir al resto de la tropa. Diariamente hay un pelotón
efectuando ejercicios de tiro sobre blancos fijos a una distancia de ciento
cincuenta metros, comprobando el jefe de batallón los resultados para clasificar a
los tiradores. La escuela de cabos se acaba de crear, está muy bien montada y sus
profesores y alumnos demuestran un gran interés por el estudio. La moral de la
fuerza es francamente buena, estando los hombres dedicados constantemente a
hacer instrucción y a fortificar las posiciones. La organización del terreno y la
distribución de las fuerzas permiten un sistema de relevos que facilita que nadie
pase más de cuatro días seguidos en primera línea. Las fuerzas del 130 batallón
están distribuidas de la siguiente forma:

- Primera posición, en casa Escalante, guarnecida por las compañías 1ª y 2ª.


- Segunda posición, en cerro Escalante, guarnecida por la 3ª compañía.

197
- Tercera posición, a la izquierda (este) de la carretera de Fresnedillas,
guarnecida por la 4ª compañía.

Primera posición: Está situada en el terreno que se encuentra a vanguardia de


casa Escalante. Su 1ª compañía la manda el capitán Alejandro de la Morena. Su
segunda compañía la manda el capitán Juan Bejarano Marqui, que es el jefe de la
posición. Esta se encuentra fortificada en base a nidos de ametralladora, muros
aspillerados con zanjas y doble alambrada. Cada ametralladora dispone de varios
emplazamientos posibles, todos ya preparados. La primera posición dispone de
dos ametralladoras, un fusil ametrallador y dos lanzabombas, todos emplazados
en los nidos situados en las crestas rocosas que jalonan las líneas, habiéndose
buscado su perfecto escalonamiento para asegurar la superposición de fuegos y el
mutuo flanqueo de los órganos de resistencia. Todas estas posiciones están
comunicadas entre sí por zanjas, algunas de las cuales deben ser camufladas por
estar batidas por el fuego enemigo. Existe comunicación telefónica entre esta
primera posición y el puesto de mando del batallón, el cual también tiene línea
con la 2ª sección de la 1ª compañía, que está situada en un punto apartado del
resto de la posición. Para la evacuación y el aprovisionamiento de la primera
posición se utilizan preferentemente las zanjas que llegan al camino automóvil
que parte de casa Escalante, pero también se puede usar el camino que sirve a las
posiciones segunda y tercera, que parte de la carretera de Zarzalejo a Fresnedillas
y termina en casa Escalante, el cual corre en paralelo a la primera línea. Las
chabolas que habitan las fuerzas han sido construidas por ellos mismos, al igual
que todas la fortificaciones existentes. Son de mucha calidad y reúnen las
condiciones para resistir la lluvia sin filtraciones, lo que se ha podido comprobar
tras los aguaceros que han caído en días anteriores. El rancho que llega a la tropa
es bueno y es consumido en caliente. Esta se encuentra además perfectamente
vestida y calzada. Cada compañía tiene una sección en reserva, con la que se
cubre el intervalo existente entre las dos secciones de vanguardia.

Segunda posición: Está situada en el cerro Escalante, su guarnición es la 3ª


compañía, que está al mando del capitán Francisco Albendez Ruiz. La
fortificación de esta posición reúne las mismas cualidades y elementos que la
anterior, existiendo también varios emplazamientos para cada arma automática.
Tiene tres líneas de resistencia sucesivas dotadas de alambrada y perfectamente
fortificadas, para cuya defensa se dispone de una ametralladora, de un fusil
ametrallador y de un lanzabombas, los cuales están correctamente emplazados
198
para aprovechar al máximo sus fuegos. Entre los puestos de mando de batallón y
de esta posición existe comunicación telefónica. Para las evacuaciones y
abastecimiento se utilizan los mismos caminos que se citaron en el caso de la
primera posición. También son idénticas las circunstancias referidas al rancho, el
alojamiento, la ropa y el calzado.

Tercera posición: Está situada sobre las alturas que dominan la carretera de
Zarzalejo a Fresnedillas, y recibe el nombre de “Izquierda de la carretera de
Fresnedillas”. Está guarnecida por la 4ª compañía y mandada por el capitán
Enrique Rico Santos. La posición está fortificada en base a fortines colocados
sobre las lomas y crestas rocosas que bordean la citada carretera, todos ellos
comunicados entre sí por zanjas perfectamente cubiertas por muros de piedra.
Esta posición cuenta con cuatro líneas de resistencia sucesivas, cada una con su
correspondiente alambrada, estando distribuidas a lo largo de la carretera citada
diez minas listas para ser usadas en caso necesario. Disponen de una
ametralladora, un fusil ametrallador y un lanzabombas. Los fortines están
situados de tal manera que permiten el mutuo flanqueo, pudiéndose desde alguno
de ellos hacer fuego en todas las direcciones. Existe comunicación telefónica
entre los puestos de mando de la compañía y del batallón. La evacuación y el
abastecimiento se hacen por la carretera de Fresnedillas, a la cual desemboca el
camino automóvil que recorre la posición, al que a su vez llegan las zanjas de
evacuación que vienen de las posiciones. En lo referente a chabolas, rancho,
vestido y calzado, se tiene la misma situación correcta que en los dos casos
anteriores.

Informe sobre las visitas realizadas por los oficiales del Estado Mayor de esta
división a las posiciones de su primer subsector, guarnecido por la 33 brigada
mixta. El 131 batallón fue inspeccionado por el capitán Aurelio Loriente
Fuentes

El 131 batallón, mandado por el comandante Tomás Guerrero Ortega, ocupa la


zona número 1 del subsector de la 33 brigada mixta. La fortificación del frente de
este batallón ha alcanzado un gran desarrollo gracias al notable esfuerzo
realizado por la infantería, que sin la participación de fuerzas ni medios
especializados ha completado la fase inicial de la organización del terreno de su
sector. Actualmente puede recorrerse la primera línea en cualquier momento del
día sin peligro, cosa que anteriormente solo se podía hacer de noche. En esa fase
199
anterior hubo días en que se tuvieron dos o tres bajas diarias causadas por esta
falta de seguridad, mientras que hoy no se tiene ninguna por esta causa. Lo
construido hasta ahora es una zanja continua en toda la línea del batallón, por
encima de la cual existen además en casi toda su longitud parapetos de piedra, a
los que todavía les faltan en dos terceras partes las troneras para el asentamiento
de los tiradores. La visita comenzó por el arroyo Tamarizo, zona de enlace con la
105 brigada de la 69 división (unidad que acababa de constituirse). El valle
generado por este arroyo (que actualmente desemboca en la cola del embalse de
Cerro Alarcón) constituye un punto peligroso que es necesario reforzar situando,
tanto puestos de ambas brigadas a ambos lados del mismo, como escuchas
nocturnos en su vaguada. La primera línea, que se inicia en el citado arroyo,
prosigue hacia el norte sobre cerros (en paralelo al río Perales por su margen
este) hasta que tras dos kilómetros de recorrido cruza la carretera que desde
Valdemorillo se dirige a Navalagamella. Esta carretera está flanqueada por
sendos fortines que la baten 300 metros en dirección al enemigo. Continúa la
línea con su zanja protectora y múltiples zanjas de evacuación que llevan a los
puestos de mando o de socorro. Todas cuentan con vías de desagüe para evitar
las inundaciones. Así, bordeando el río Perales la línea alcanza la vaguada (de
uno de los arroyos que da lugar al río Perales, el de Fuente Vieja) que separa a
este batallón del 130, la cual constituye otro punto peligroso porque no presenta
ningún obstáculo natural frente al enemigo y está débilmente guarnecido. Aquí
también se debe incrementar la vigilancia y mejorar el enlace con el 130 batallón,
lo que unido a un incremento en los trabajos de organización del terreno deberá
también permitir pasar con mayor facilidad hasta casa Escalante (Escalante bajo),
tarea que actualmente requiere dar un amplio rodeo o exponerse al fuego
enemigo.

En lo referente a la calidad de la alimentación, hay que decir que en esta, como


en el resto de las brigadas de la división, el rancho tiene poca variedad y en
algunas ocasiones incluso prefieren que la carne no se les envíe, ya que las malas
condiciones de conservación de la misma estropea cualquier comida. Los
soldados andan bastante bien vestidos, sin presentar prendas deterioradas ni muy
sucias, siendo el estado general de la tropa bastante regular (correctamente
uniformados). Tienen mantas suficientes para pasar el invierno pero es necesario
dotarlos de botas, ya que la mayor parte de los hombres tienen por calzado
únicamente las alpargatas. La moral en el 131 batallón es muy buena. Tienen un
gran afecto a sus mandos y están contentos con el funcionamiento de los
200
permisos. Comisarios y jefes son estimados por la tropa. En general los oficiales
no dedican toda la atención que sería necesaria para mejorar la enseñanza táctica
y cultural de los sargentos y cabos y del mismo modo, los comisarios desatienden
parcialmente las charlas y la atención cultural a los soldados. Este batallón tiene
un miliciano de la cultura que desarrolla una labor bastante eficiente. Hemos
podido observar durante la visita como, usando mesas construidas por ellos
mismos, los soldados escribían y leían libros y periódicos. El intenso trabajo de
fortificación emprendido por este batallón, que debe ser citado en la orden de la
división, ha impedido el normal funcionamiento de la escuela de cabos. La que
existe en la actualidad funciona en Valdemorillo y está orientada y dirigida por
uno de los alumnos más aventajados del batallón, quien ha finalizado su
formación en la escuela de capacitación de oficiales de la 3ª división. Entre las
necesidades más evidentes del 131 batallón figura en primer lugar la de
completar sus plantillas, ya que en este momento tiene solo 383 hombres, apenas
algo más de la mitad de los reglamentarios. Es también necesario resolver la
cuestión de la preparación y capacitación de las clases (suboficiales), oficiales y
soldados en general. Para desarrollar el trabajo de fortificación planeado,
consistente en la construcción de troneras en los parapetos y de 14 chabolas con
capacidad para una sección (unos 20 hombres), se necesitan picos, palas y otros
elementos de zapadores, 4.000 sacos terreros, tablas aserradas y placas de uralita.
Para mejorar el panorama cultural hará falta que los fondos para materiales se
dediquen a la adquisición de libros, cuadernos y otro material pedagógico.

El enemigo tiene su posición más avanzada frente al 131 batallón (en el otro lado
del río Perales, el oeste) en la zona que se enfrenta al arroyo Tamarizo, donde se
ha localizado el asentamiento de una ametralladora y una sección de Infantería.
El puesto de mando enemigo parece situado en una casa existente a la derecha de
la viña próxima a un arroyo con álamos. También se han observado unas
excavaciones cerca del cerro que domina Navalagamella (sería la posición
franquista de Puesto Alto). En general, la línea enemiga se encuentra bastante
alejada de la nuestra, apreciándose doble alambrada en la zona de la viña. El
enemigo tiene escuchas avanzados por delante de sus líneas (seguramente los
escuchas de ambos ejércitos estaban bastante cercanos entre sí y respecto al
cauce del río Perales). Nuestras armas hostigan intensamente las posiciones
enemigas a todas horas. La impresión personal y la conclusión que se saca de la
visita de inspección realizada es que se observa bastante disciplina en esta
unidad. Todos los soldados saludan con aprecio y respeto a su comandante. Se ha
201
trabajado muy intensamente en la fortificación pero es necesario relanzar la
enseñanza cultural y técnica, y es también preciso que el Estado Mayor de la 33
brigada preste una atención preferente a las publicaciones de la división y de
reglamentos. Es indispensable mejorar rápidamente los enlaces con la 105
brigada en el arroyo Tamarizo y con el 130 batallón de la 33 brigada en casa
Escalante. (IHCM, ZR, rollo 150, leg.1035, carp.12, doc.1) o (IHCM – 176/13)

La etapa de Manuel Tagüeña Lacorte como jefe de la 3ª división se inició a


principios de agosto de 1937 con las brigadas 34 y 33 en dependencia orgánica y
con la 28, XIV y 105 en dependencia táctica o en reserva. A lo largo de los cinco
meses en los que Tagüeña ejerció el mando efectivo de la división, esta tuvo por
tanto distintas variantes en su composición. Lo que sí parece seguro, es que en la
izquierda del sector estuvo la 33 brigada hasta el arroyo Tamarizo y a
continuación la 105, independientemente de que esta formara parte o no de la 3ª
división. Eventualmente también se citan fuerzas de la XIV brigada
internacional en el extremo izquierdo. La 34 brigada por su parte estuvo en una
zona derecha del sector, al norte de la 33. A la brigada 28, que debió estar poco
tiempo en la 3ª división cuesta ubicarla, mientras que a la XIV internacional se la
sitúa también en un indeterminado “sector de El Escorial” con aparente presencia
en ambos extremos. Esta unidad además salió en noviembre de 1937 para una
operación en el sector de Cuesta de la Reina, en Aranjuez, volviendo luego a la 3ª
división. Para colmo, luego existió una fugaz XIV brigada bis, por lo que es fácil
que se cometan errores u omisiones al situar a la brigada de Dumont en línea.

Ubicado el subsector que tenía a su cargo la 33 brigada mixta a comienzos de


noviembre de 1937, en esas mismas fechas (noviembre – diciembre), al otro lado
del arroyo Tamarizo empezaba el sector de la 69 división, que había sido creada
muy poco antes. La 69 había reemplazado a la 47 división de Durán cuando esta
salió de este frente llevándose consigo a las brigadas 49 y 69, pero dejando en el
Perales (y a cargo de la 69 división) a la 99 y a la 108 brigadas, unidades a las
que se sumaría la 105. Esta última brigada, que por entonces dejó de pertenecer a
la 3ª división para incorporarse a la 69, se extendía en noviembre y diciembre
entre el arroyo Tamarizo y Quijorna (zona del primilliar y arroyo de La
Candalosa, donde enlazaba con la 99 brigada).

Previamente a ver con detalle la situación de la 105 brigada sobre el terreno


finalizando 1937, este es un breve repaso a su historia, fuertemente vinculada al
202
río Perales en su primera etapa, cuando era parte de los ejércitos de Maniobra y
del Centro.

La 105 brigada mixta se formó en Valencia en marzo de 1937. El día 26 de julio


de 1937, jornada final de la batalla de Brunete, era reserva del V cuerpo de
ejército del Ejército de Maniobra. Tenía a dos de sus batallones a las órdenes
directas de Modesto y situados de tal manera que pudieran taponar la línea entre
Quijorna y Villanueva de la Cañada ante una eventual ruptura de la misma. Sus
otros dos batallones estaban en el subsector defensivo Zarzalejo – Valquemado,
agregados a la 3ª división del I cuerpo del Ejército del Centro. El día 27, los dos
batallones a las órdenes de Modesto pasaron a reforzar las divisiones 39 y 14,
con las que permanecieron en el entorno inmediato de Quijorna o dentro de este
pueblo. El día 31 de julio, en medio de una intensa reacomodación de unidades,
quedaba disuelto el Ejército de Maniobra. Los dos batallones de la 105 brigada
que estaban en el subsector de Zarzalejo – Valquemado permanecieron en esa
zona, mientras que los dos que estaban entre Quijorna y Villanueva de la Cañada
pasaron a quedar bajo el mando del I cuerpo de ejército, el cual los retiró de línea
en cuanto pudo, para que fueran parte de su reserva. También la 14 división salió
entonces de línea, mientras que la 39 (al poco numerada como 47), se quedó. El
día 12 de agosto la 105 brigada mixta al completo pasó a formar parte de la 3ª
división del I cuerpo de ejército y a primeros de octubre cambió a la recién
constituida 69 división, en la que también estaban las brigadas 99 y 108. En ese
momento la 105 brigada se encontraba en reserva en El Escorial, donde
permanecería hasta el 8 de octubre, cuando entró en línea en lugar de la 108 en la
zona de Quijorna – río Perales El día 28 de junio de 1938 la 105 brigada pasó a
segunda línea y abandonó definitivamente esta zona del frente, integrándose en el
Ejército de Levante.

Los siguientes informes corresponden al periodo en el que la 105 brigada mixta


estuvo en el río Perales y en Quijorna, dentro de la 69 división. Están centrados
en los tres batallones que tenían posiciones a continuación de las de la 33 brigada
mixta. En según qué documentos, durante diciembre se da por presentes en el
entorno del arroyo Tamarizo a fuerzas de la XIV brigada internacional que los
informes citados de la 33 brigada no acreditan. Quizás su presencia fuera
pasajera, pues estos internacionales acababan de volver entonces de la operación
de Cuesta de la Reina. En cualquier caso, en los días 16 y 17 de noviembre y 13,
14 y 17 de diciembre de 1937 fueron hechos informes sobre la situación de los
203
batallones de la 105 brigada de la 69 división, los cuales, de norte a sur, estaban
en el orden 417 – 419 – 420 – 418 (1º- 3º - 4º - 2º).

Informe que presenta el teniente de Ingenieros D. Luis de Pazos Falque, del EM


de esta división, sobre el 417 batallón de la 105 brigada mixta. 17 de diciembre
de 1937

Este batallón ocupa el sector comprendido entre el 419 batallón (izquierda) y la


XIV brigada internacional (derecha), en el paraje conocido como “La Ventilla”
(seguramente se refiere a “Las Rentillas”), dando frente a Navalagamella. El
armamento de este batallón se compone de cuatro ametralladoras Maxim, siete
fusiles ametralladores calibre 7,62 y 462 fusiles individuales. El armamento está
en buen estado de conservación y engrase, aunque el emplazamiento de las armas
automáticas y de los fusiles en general les priva de un campo de tiro
suficientemente amplio. Las compañías están dispuestas de norte a sur: 2ª – 4ª –
1ª – 3ª. La fortificación del 417 batallón quiere ser una línea continua de
trincheras, pero está en realidad partida en cuatro fracciones, siendo tal su
situación que el enemigo podría llegar impunemente a diez metros de la trinchera
gracias a las condiciones favorables que ofrece el terreno, compuesto en su
mayor parte de monte bajo y grandes piedras. Ante esta situación tan peligrosa,
creo imprescindible una rectificación integral de la línea, pues dada la distancia a
la que se encuentra el enemigo (500 metros en su parte más cercana y 1.500 en la
más lejana), esta rectificación a retaguardia se puede hacer impunemente.

Por lo general, todas las trincheras están limpias, siendo las de la 1ª compañía las
que a mi juicio están en mejores condiciones de construcción. El batallón trabaja
activamente en el mejoramiento de sus trincheras, dentro de unos medios
disponibles que son escasísimos. La 4ª compañía tiene parte de su línea de
parapeto de muy deficiente construcción, ya que es de piedra sencilla y carece de
sacos terreros. En general las chabolas son muy deficientes y en ellas el soldado
no encuentra el abrigo que necesita. La moral de la fuerza es a pesar de todo
buena, más teniendo en cuenta que toda ella es de reclutamiento forzoso. Las
necesidades más urgentes del batallón son: pantalones y calzado para toda la
tropa, dándose el caso de que hay soldado que no puede prestar servicios por
encontrarse completamente descalzo. Referente a fortificación, son necesarios
palas, picos, y sacos terreros en cantidad. El batallón no tiene todavía escuela de
cabos; los oficiales y comisarios dan clase a la tropa durante una hora diaria.
204
Conclusiones: Dadas las condiciones del terreno en que está situado este batallón
y la gran extensión a cubrir, creo imprescindible la rectificación de las líneas,
para lo cual, aprovechando las defensas naturales del terreno, sería muy
conveniente la construcción de fortines, los cuales se unirían entre sí mediante
trincheras, mientras que la actual podría servir de zanja general de evacuación.
Con esta clase de fortificación podríamos evitar que todo el batallón tuviera que
estar en línea y poder así tener una reserva de fuerzas. Hay que tener en cuenta
que sobre el plano, en línea recta, el frente del batallón no alcanza los tres
kilómetros, pero que siguiendo la actual trinchera el mismo se aproxima a los
ocho kilómetros. Con la actual línea, aun disponiendo de más efectivos tampoco
podría hacerse un escalonamiento en profundidad con la debida seguridad, puesto
que el enemigo ocupa en la mayoría de los sitios alturas dominantes, a lo que se
suma que la parte de atrás de nuestra línea es una meseta que quedaría
completamente batida por los fuegos del contrario en caso de ataque. Para la
construcción de los fortines podríamos disponer de gran cantidad de piedra sobre
el terreno, mientras que para las cubiertas podrían emplearse raíles ferroviarios
cuya adquisición no parece difícil (se podían sacar de la cercana la línea
ferroviaria a Ávila). La dificultad mayor sería disponer de la cantidad suficiente
de cemento. (IHCM, ZR, rollo 178, leg.1122, carp.18, doc.2) o (IHCM – 139/12)

Informe que suscribe el capitán José López Leyz, del Estado Mayor de la 69
división tras la visita efectuada al 419 batallón de la 105 brigada mixta el día
17 de noviembre de 1937

El 419 batallón tiene un personal de tropa formado por soldados de recluta


forzosa y una minoría insignificante de voluntarios. Son todos de origen
levantino, alicantinos en su mayoría. El estado de fuerza de la unidad es el
siguiente: 1 mayor, 4 capitanes, 15 subalternos, 1 oficial médico, 1 alférez
practicante, 36 sargentos, 92 cabos y 411 soldados de 2ª. Como ausentes figuran
a la fecha: 2 subalternos, 5 sargentos, 12 cabos y 56 soldados. Los oficiales son
tanto profesionales como de Milicias, siendo los primeros de la reserva, no
observándose grandes diferencias entre unos y otros por cuestión de origen. El
batallón ocupa una serie de posiciones aisladas, entre las que también existen
“trincheras muertas”, siendo su zona de frente la correspondiente a los 2,5
kilómetros que separan el oeste del pueblo de Quijorna (zona de la actual
depuradora) del río Perales; este tramo de frente discurre de oeste a este. En el
205
flanco derecho del 419 batallón se encuentra el 417, mientras que a su izquierda
está el 420, ambos también de la 105 brigada. El puesto de mando del batallón se
encuentra en la base de la cara norte del cerro Veneno, junto al arroyo de La
Parrilla, mientras que el observatorio está en la cumbre del mismo cerro. El
citado puesto de mando no reúne las necesarias condiciones de seguridad, pues a
consecuencia de la lluvia se han producido desprendimientos de tierra que han
hundido tanto la casa del comisario como la cocina de la Comandancia, locales
ambos contiguos al puesto de mando. El 419 batallón ocupa estas posiciones
desde el pasado 1º de octubre. Anteriormente pasó 28 días en línea en María de la
Alameda, luego dos días de descanso en El Escorial, otros 28 en línea frente a
Navalagamella y otros cuatro en descanso en El Escorial, de forma que, de los
últimos 100 días solo ha estado 6 en descanso. Por la situación de sus fuerzas
(con plantillas incompletas), el 419 batallón carece de reservas. El observatorio
del batallón domina una gran extensión del territorio enemigo, y gracias tanto a
su altura como por tener un terreno llano por delante, es también observatorio de
la 105 brigada, pero en él se carece del material adecuado a su destino, ya que
solo se dispone de un anteojo binocular en mal estado que solo permite una
visibilidad deficiente. No hay goniómetro, gemelos, periscopio, brújula ni
cualquier otro aparato de óptica o precisión. El armamento del batallón consiste
en 472 fusiles rusos de 7,62 mm, 4 ametralladoras Maxim y 7 fusiles
ametralladores de la misma marca y calibre. En general, el armamento se
encuentra bien cuidado, y más si consideramos que esta no es la mejor época
para que las armas presenten su mejor aspecto. En cuanto a la munición, además
de la dotación completa por fusil y máquina, existen depósitos de compañía con
un total de 30.000 cartuchos y otro de batallón, situado en el puesto de mando,
con 20.000 más, lo que supone que el batallón no tiene completa su dotación
reglamentaria. Entre las distintas posiciones se encuentran repartidas 500 bombas
de mano y en el polvorín del batallón hay otras 197. El batallón carece de
lanzabombas, morteros o cañones de acompañamiento de Infantería (piezas de
37, 45 o 65 mm, que cumplen también función antitanque). Por carecerse de
máquinas, las cintas y discos de las ametralladoras deben recargarse
manualmente, y por no haber tampoco bastes para su transporte, el
desplazamiento de las ametralladoras se hace tirando de ellas. Faltan también
discos de fusil ametrallador, pues solo se tienen tres o cuatro por arma. También
son necesarias cintas, amianto y grasa para las ametralladoras.

206
La tropa carece del calzado apropiado para la estación y el lugar en que se
encuentra, ya que el que usa es en general de calidad deficiente y de corta
duración. Carecen también de ropa interior para mudarse, y como la estación de
lluvias impide que esta se seque con rapidez, resulta imposible lavar la única ropa
interior disponible, lo cual puede conducirnos a que se presente alguna epidemia
parasitaria. Sería también conveniente dotar a la fuerza de pasamontañas de hule,
que tengan forro de abrigo y “cogotera”, además de jerséis de abrigo. El calzado
más práctico que podrían recibir es, o bien el conocido como “de tres hebillas”, a
ser posible con suela de goma labrada, o bien borceguíes fuertes con vendas
impermeables. También son necesarios capotes impermeables para los centinelas,
escuchas y patrullas. Hay 70 reclutas de los recién incorporados que tienen como
toda prenda de abrigo el capote – manta y carecen de manta. Teniendo en cuenta
que en fecha muy cercana empezará a descender la temperatura, será inaplazable
suministrar a este batallón la doble manta, ya que además esta fuerza viene de
una región templada o más bien cálida, siendo por tanto estos hombres más
susceptibles que otros a sufrir afecciones de carácter gripal. En cuanto a la
alimentación, el suministro de víveres se hace mediante camión hasta las
inmediaciones de la casa de Los Llanos, punto desde el cual es transportada en
un carrillo o a lomo hasta las proximidades del puesto de mando, desde donde
llega a las compañías por medio de mulos. La comida se prepara de manera
independiente en las compañías, que tienen instaladas las cocinas en lugares
próximos a las posiciones y disfrutan de una relativa seguridad. A juzgar por las
manifestaciones de soldados de distintas compañías, la alimentación está bien
condimentada, y, salvo algunos días esporádicos, es de buena calidad y
suficiente. El puesto de socorro del 419 batallón está situado en las
inmediaciones del puesto de mando. El estado sanitario de las fuerzas es bueno,
con la salvedad de que se tienen numerosos casos de reumatismo, producido por
la persistente humedad, contra la cual es muy difícil luchar. A este respecto
vuelvo al tema del calzado, cuya calidad es necesario mejorar, pues el ahora en
uso, además de su corta duración no es impermeable. El material sanitario es
bueno en conjunto, si bien se deja notar la carencia de algún instrumental médico
– quirúrgico de vital necesidad, tal como fonendoscopio, tijeras y pinzas de
disección, pinzas de “diente de ratón” y hemostáticas. Algunas bolsas de socorro
de compañía no están completas y dos de las camillas deben ser reparadas porque
tienen la lona rota. Por las condiciones que presenta el terreno, la evacuación de
heridos es algo complicada, pues desde el puesto de socorro hasta las
inmediaciones de la casa de Los Llanos solo existen veredas de pendiente
207
bastante pronunciada y de tránsito difícil. Careciéndose de suficientes depósitos y
de auto- aljibe, el suministro de agua se hace de los arroyos que circulan por las
proximidades, pero aun cuando su agua es potable, se puede llegar a encontrar
turbia por motivo de las lluvias, debiéndosela dejar en reposo para que decanten
las partículas en suspensión antes de beberla. Sería necesaria una intervención
para mejorar los caminos de evacuación a fin de que esta resulte menos violenta
para los heridos. Son necesarias artolas, alguna ambulancia, depósitos de agua y
tanques – aljibe.

Las fortificaciones, consideradas de un modo general, se encuentran en un estado


bastante deficiente debido a las condiciones del terreno por las continuas lluvias.
En las posiciones de las compañías 3ª y 4ª se estaba efectuando el desagüe de las
trincheras, mientras que las de la 2ª estaban bastante abandonadas. Los pozos de
tirador también resultan en su mayoría imperfectos, pues no reúnen las
condiciones de comodidad requeridas para que el ocupante adopte la mejor
postura para batir su objetivo. La colocación de algunas aspilleras es deficiente,
unas veces por no estar bien cubiertas en orden a garantizar la seguridad del
tirador, otras por no estar bien orientadas, y otras, simplemente porque nadie se
ha preocupado por retirar los terrones o montones de tierra que restan campo
visual al tirador, y por tanto efectividad a sus disparos. Algunos trozos de
trinchera tienen gran cantidad de agua, que, por las condiciones del terreno, se
acumula con gran facilidad. A ciertos tramos de trinchera convendría entibarlos
para aumentar su consistencia y seguridad, así como colocar en otros una tarima
desmontable para permitir que el agua circule por debajo, evitándole a los pies
del soldado al menos una parte de la humedad constante que reina en el fondo de
las trincheras durante largos meses. Para que la fortificación se intensifique y
mejore son necesarios picos y palas, así como sacos terreros, pues el 419 batallón
solo cuenta con 10 picos y 10 palas y carece totalmente de sacos terreros. Es
necesario también colocar las alambradas desde las posiciones de la 2ª compañía
hasta las que ocupa la 1ª compañía, en el flanco derecho, con lo cual quedaría
establecida la alambrada general, pero en el batallón se carece del material
requerido para hacer este trabajo, contándose solo con 15 rollos de alambre y 20
piquetes, además de otra pequeña cantidad de alambre en la 2ª compañía.

A juicio de este inspector los siete fusiles ametralladores y las cuatro


ametralladoras están bien emplazados. Únicamente cabría decir que las dos
ametralladoras situadas en el flanco izquierdo (las más próximas a Quijorna), por
208
estar situadas a bastante distancia de la primera línea, tienen el inconveniente de
que no pueden actuar más que si se pierden nuestras primeras posiciones, y
lógicamente, sería mejor encontrarles un emplazamiento que les permitiera batir
un campo que alcanzara hasta nuestras posiciones más avanzadas. Además de los
centinelas que están establecidos durante el día y la noche, la 1ª compañía
mantiene un puesto de escucha adelantado hacia el enemigo de dos hombres, dos
puestos de un solo hombre y dos patrullas formadas por un cabo y dos soldados.
La 2ª compañía tiene tres puestos de escucha de dos hombres y dos patrullas de
cabo y dos soldados. La 3ª compañía tiene siete puestos de escucha de dos
hombres. La moral de la unidad es buena si partimos del hecho que se trata de un
batallón formado por recluta forzosa. No se hacen reclamaciones respecto a la
alimentación ni por el trato recibido. En la 1ª compañía se observa una alta
compenetración entre su capitán y la tropa, lo que es equiparable en las demás
compañías. Los hombres, sin llegar a mostrar un gran entusiasmo por la causa
antifascista, sí tienen un espíritu bastante disciplinado, siendo por supuesto
susceptible de ser mejorado por la acción del mando y del Comisariado. Sería
conveniente no abandonar la educación político - moral y militar de la fuerza. La
primera debería dirigirse a inculcarles el amor por la causa que defiende y la
segunda esmerarse por acrecentar sus conocimientos militares. El oficial que
suscribe ha podido observar en todas las compañías, pero especialmente en la 2ª
y 4ª que la tropa no tiene una idea clara de a qué distancia se encuentra el
enemigo ni saben estimarla, por lo que el alza del fusil se convierte un elemento
inútil para muchos de ellos, pues si no conocen la separación de su objetivo, mal
podrán hacer un buen uso de su arma. Según manifestaciones del capitán de la 4ª
compañía, hay reclutas que nunca han tirado al blanco, y otros que solo han
disparado dos cartuchos. Es urgente que al menos estos soldados hagan ejercicios
de tiro, ya que lo que buscamos es tener tiradores, no simples consumidores de
munición. Conviene también dotar a la fuerza de caretas antigás, y aun cuando no
haya para todos, hacer que se familiaricen con este tipo de ataque, ya que el uso
de la careta requiere de un entrenamiento que no se puede sustituir con
improvisación.

Informe que presenta el teniente José Catalá Barrero sobre la visita efectuada al
419 batallón de la 105 brigada mixta el día 14 de diciembre de 1937

Este breve informe corresponde a una nueva inspección, realizada un mes


después al mismo batallón, el día de la víspera del inicio de la batalla de Teruel.
209
Se aprecia una mejora de la situación general, al menos en los aspectos que
dependen de la organización y el trabajo, otra cosa son los temas vinculados al
material y al armamento, que quedan fuera del alcance de la propia unidad. La II
República sufría la “No Intervención” a la que se habían sumado los principales
países con régimen parlamentario, y sus efectos negativos se dejaban sentir hasta
en la última trinchera del frente leal.

Este batallón enlaza por su izquierda con el batallón 420 y por su derecha con el
417. Las compañías, de izquierda (borde oeste de Quijorna) a derecha (punto más
cercano al río Perales) están situadas en el orden 3ª - 4ª - 2ª - 1ª. Todas están en
línea. El 419 batallón posee 4 ametralladoras y 7 fusiles ametralladores, todos
muy bien emplazados, ya que en el caso de las ametralladoras, aunque están un
poco retrasadas respecto a las trincheras, se encuentran en altos que dominan y
baten grandes extensiones de terreno. Todo este armamento se encuentra
excelentemente cuidado, igual que los fusiles. El batallón carece de lanzaminas y
morteros. El estado de la fortificación es bueno. Las trincheras se encuentran en
buen estado y se puede transitar por ellas sin encontrar ningún obstáculo, sobre
todo en el espacio a cargo de la 2ª compañía, que son modelo de limpieza. Su
aspecto lleva a pensar que no ha llovido en mucho tiempo y las troneras parecen
recién construidas. Se cocina por compañías, por lo que el rancho llega a los
hombres caliente y a su gusto, bien condimentado. Como el arroz es uno de los
alimentos que se suministra más a menudo, los cocineros, que en su mayoría son
valencianos, hacen unas paellas muy agradables. Respecto al vestuario, en
general los soldados se encuentran bien equipados, y únicamente se nota la falta
de botas, lo que una vez suministradas, haría que el batallón estuviera en
perfectas condiciones en lo que a intendencia se refiere. Las transmisiones se van
equipando de a poco y los soldados encargados ya están recibiendo sus clases. El
observatorio del batallón está enclavado en un alto desde el que se domina mucha
extensión de terreno, aunque los aparatos ópticos se encuentran en mal estado. En
las compañías funcionan las escuelas de cabos. La moral de la gente es buena, al
cruzarlos en las trincheras se los ve entretenidos trabajando. Saludan y obedecen
a sus oficiales con aparente agrado.

Informe de la visita realizada por el teniente de Ingenieros del Estado Mayor de


la 69 división Luis de Pazos Falque al 420 batallón de la 105 brigada mixta el
día 16 de noviembre de 1937

210
El 420 batallón está entre los batallones 419 (a su derecha) y 418 (a su izquierda).
Sus posiciones cortan la carretera de Quijorna a la de Brunete – Chapinería,
teniendo en línea tres compañías completas y una sección de la 4ª. Esta última
compañía mantiene dos de sus secciones en segunda línea. En la plantilla faltan
aún 50 hombres. El frente de este batallón cuenta con cuatro segmentos de
trinchera en primera línea y uno en segunda línea. De los cuatro de la primera
línea, el de más a la izquierda (este) está guarnecido por la 1ª compañía, que
cuenta con tres fusiles ametralladores y dos lanzabombas. Entre esta trinchera y
la segunda existe un espacio sin cubrir de unos 300 metros de ancho. La segunda
trinchera está ocupada por una sección de la 4ª compañía y la 2ª compañía
completa. Cuenta con dos ametralladoras, dos fusiles ametralladores y tres
lanzabombas. Entre las trincheras segunda y tercera existen otros 200 metros sin
cubrir. La tercera trinchera está guarnecida por una sección de la 3ª compañía, y
por último, la cuarta trinchera cuenta dos secciones de esta misma compañía que
disponen de una ametralladora, dos fusiles ametralladores y tres lanzabombas
(esta cuarta trinchera llegaba hasta el arroyo Quijorna justo al oeste de Quijorna,
donde ahora existe la depuradora de aguas). Los dos espacios sin cubrir que se
han mencionado, al llegar la noche son vigilados por escuchas y patrullas
móviles. La quinta trinchera está situada en la segunda línea, justo por detrás del
espacio sin cubrir existente entre las trincheras primera y segunda. Su guarnición
son dos secciones de la 4ª compañía, que están dotadas de una ametralladora. Las
trincheras, en general son de suficiente profundidad y están limpias, no obstante
lo cual, el 420 batallón trabaja intensamente en su mejoramiento, consistente en
ensancharlas, hacerles desagües y zanjas de evacuación. Al construir chabolas se
pone cuidado en que estas tengan su suelo al menos 40 centímetros por encima
del fondo de la trinchera, y al colocar sus tejados, se busca que su inclinación sea
hacia fuera de la trinchera para evitar que la lluvia que reciben vierta en la
misma. En general, los alojamientos para las armas son relativamente pequeños,
pudiendo albergar en su interior solo a dos o tres hombres. Los de las
ametralladoras en cambio tienen cabida para todos los servidores de la máquina.
El armamento total del batallón está formado por cuatro ametralladoras Maxim,
siete fusiles ametralladores, ocho lanzabombas y 462 fusiles individuales del
calibre 7,62 mm, los cuales están bien conservados y cuidados, viéndoselos
siempre limpios y engrasados. A este respecto, como se carece de la grasa
específica, se está usando aceite de oliva frito procedente de las cocinas. La
alambrada que está colocada delante de las trincheras, aunque es continua, no
está en muy buen estado, necesitando tanto una reparación como una corrección
211
de su trazado en varios tramos. El batallón está bastante bien dotado de material
sanitario, tienen además practicantes en todas las compañías y la dotación
completa de camillas y bolsas de socorro, lo que sí escasea son las aspirinas o
análogos. El estado moral de las fuerzas es bueno. Los hombres están bastante
compenetrados con sus jefes y comisarios. Las necesidades más urgentes del
batallón son: cintas y cargadores de ametralladora Maxim, máquinas de cargar,
grasa para el armamento, sacos terreros, 110 mantas, 50 capotes – manta, 100
pares de botas, gorros para todos. La fuerza solo tiene una muda, que además es
de verano.

Merece una mención destacada la labor realizada hasta el momento para la


construcción de la escuela de cabos, propósito en el que se ve el esfuerzo y el
entusiasmo de nuestras fuerzas por elevar su nivel cultural. Esta escuela está
construida en las afueras de Quijorna. Es una nave circular de unos siete metros
de diámetro cuyo centro es un olivo en el que se apoyan los soportes del tejado y
que tiene un suelo hecho de ladrillos y alrededor unos pequeños jardines de muy
buen gusto hechos con verde y arena, materiales con los que se han dibujado en
el suelo los emblemas del Frente Popular. La escuela cuenta con todo el material
necesario para cumplir su función. Todos los departamentos, tanto en primera
línea como en el puesto de mando y demás dependencias, tienen en todo
momento en la puerta un cartel indicando el nombre del oficial, sargento o cabo
que lo ocupa, así como el número de la compañía, sección y escuadra a que
pertenece. Las cocinas para todo el batallón están instaladas en la iglesia de
Quijorna, lo que motiva que la comida llegue a veces fría hasta algunas
compañías, lo cual me lo han mencionado los soldados, si bien también dicen que
el rancho es de buena calidad. Las transmisiones, según afirman los jefes de las
compañías, funcionan bien. Su personal trabaja con entusiasmo aún a pesar de
que les están faltando algunos materiales de primera necesidad, como por
ejemplo, la cinta adhesiva para hacer empalmes de cables.

Informe del capitán José María López Leyz, del Estado Mayor de la 69 división
sobre la visita efectuada al frente ocupado por el 420 batallón de la 105 brigada
mixta el 13 de diciembre de 1937

Un mes después del anterior informe se produce una nueva inspección, que arroja
estos datos y comentarios novedosos respecto al primero. Resulta evidente que la
carencia de prendas de abrigo y calzado, además de armas, se agudiza. Todo el
212
esfuerzo republicano se estaba reservando para dotar a las fuerzas que atacarían
Teruel dos días más tarde de que se escribiera este segundo informe.

El 420 batallón está formado por reclutas forzosos de origen levantino


(alicantinos y valencianos), a los que se suman algunos andaluces. Con arreglo a
la plantilla del personal, faltan por incorporarse 19 sargentos, 21 cabos y 95
soldados. El mayor jefe del batallón proviene de Milicias, mientras que la
oficialidad es en su mayor parte, profesional. El 420 batallón ocupa cinco
trincheras aisladas, de las que una es de las reservas. El batallón está en línea
desde el día 10 de octubre de 1937, contando como reserva con dos secciones de
la 4ª compañía. En manos del batallón hay 116.500 cartuchos aparte de la
dotación individual, 167 granadas de lanzabombas y 850 de mano, de tipos
diferentes. El número de cintas para ametralladora es escaso, careciéndose
también de máquinas para cargarlas y repasarlas, así como de algunas piezas de
recambio para armas automáticas y fusiles individuales. De estos últimos, 30
están irreversiblemente averiados, ya que están “desbocados”. No se tiene por
tanto completa la dotación de armas automáticas y personales, no existiendo
además en poder de la unidad ni un solo mortero o cañón de acompañamiento.
Como norma general, tanto la tropa como los oficiales carecen del calzado
adecuado para la estación de lluvia y frío en curso. En todas las compañías se
observa al personal en alpargatas o calzando borceguíes en malas condiciones,
sin que Intendencia les haya suministrado nuevos pares para reemplazarlos, a
pesar incluso de que desde el batallón han ofrecido incluso pagar por ellos. Ante
esta situación, se ha recurrido a comprar en Madrid algo de ropa y calzado para
quienes han podido pagárselo. Aparte de la escasez, la calidad del calzado es otro
asunto importante, ya que se observa que con la humedad del barro se está
pudriendo el hilo de las costuras, separándose las partes de las bota. En lo
sucesivo sería preciso que las suelas fueran claveteadas y se suministrara también
grasa para impermeabilizar el cuero. Respecto a la ropa, el pantalón de que está
dotado el batallón es el de verano, y todavía no se han recibido los pasamontañas.
La tropa posee manta y capote – manta, pero se sigue quejando del frío, lo que es
comprensible por lo dicho anteriormente y porque su origen geográfico es una
tierra cálida, por lo que se pide que se les envíe otra manta, así como los 50
capotes – manta que faltan para que cada hombre tenga uno. También necesitan
capotes impermeables para los centinelas, escuchas y patrullas. Respecto a la
alimentación, existe una cocina general para todo el batallón situada dentro de
Quijorna. El día que tuvo lugar esta visita el rancho consistió en un guiso de
213
arroz, judías, patatas y carne. El día anterior la comida había sido patatas con
repollo y carne y la cena garbanzos con carne y puré. La comida llega a los
soldados bien condimentada y estos están mayoritariamente conformes con la
alimentación. Por turnos de ciertos días, cada compañía recibe con el desayuno
un suplemento de torrijas, que son muy apreciadas por la fuerza, ya que rompe
con la monotonía del rancho.

El puesto de socorro del batallón está situado junto a Quijorna. Se encuentra bien
abastecido de material quirúrgico de urgencia, pero carece de ciertos
medicamentos, entre los que destacan los purgantes y la aspirina. Tampoco se
dispone de ambulancia, consistiendo los medios de evacuación propios de la
unidad en 12 camillas. La mayor parte de los enfermos lo son por agotamiento,
pero ante la humedad que reina en las trincheras, también se dan casos de reuma
y gripe. El estado moral de esta unidad es bueno, como también lo son el aseo
personal y el estado de conservación de las armas. La mayoría de las chabolas
están limpias y ordenadas, y la tropa es trabajadora y disciplinada, existiendo una
alta compenetración entre esta y sus oficiales. El mando del batallón está bien
considerado, y a los ojos de este inspector, teniendo en cuenta que la fuerza es de
recluta forzosa, ofrece un aspecto de conjunto excelente. Apenas llegado a la
unidad presencié como el comandante del batallón entregaba sus propias
alpargatas a un soldado de la 1ª compañía que carecía de calzado. A pesar de la
influencia negativa que la pérdida del frente norte haya podido tener sobre la
tropa, durante los últimos meses este batallón no ha tenido ningún evadido al
campo enemigo, lo que prueba el buen espíritu reinante, así como la disciplina y
vigilancia vigentes. La escuela de cabos lleva 25 días actuando desde las 8 a las
16 horas, con dos de descanso. Está a cargo de dos oficiales y de un miliciano de
la cultura y asisten 20 alumnos con resultados provechosos. En cuanto a las
transmisiones, su servicio es deficiente solo por causa del déficit de materiales.
Entre la central de Transmisiones y el puesto de mando existe un doble tendido
aéreo. Las tareas de fortificación de las trincheras están en manos de sus
ocupantes. El batallón cuenta además con un grupo de 30 zapadores de la brigada
y otro de 25 de la sección de máquinas de acompañamiento, los cuales trabajan
de manera coordinada durante el día y la noche.

A la izquierda (sur) de la carretera de Quijorna a Navalagamella existen dos


ramales de trinchera, que están a cargo de fuerzas de la 3ª compañía. Cuentan con
una ametralladora, dos fusiles ametralladores y dos lanzabombas. El enemigo se
214
encuentra a una distancia de 900 a 1.000 metros, y todo el frente de las
posiciones tiene alambrada. La trinchera está limpia y ya tiene el suelo
emparrillado y enlosado. Hay chabolas de escuadra y otras de menor tamaño,
estando todas muy limpias y ordenadas. Esta compañía monta durante las noches
un servicio de tres escuchas dobles y una patrulla. Desde la izquierda de estas
posiciones y hasta llegar al camino que desde Quijorna sale al encuentro de la
carretera de Brunete a Chapinería, se encuentra la trinchera ocupada por la 2ª
compañía, que dispone de una ametralladora, dos fusiles ametralladores y tres
lanzabombas. Frente a esta compañía el enemigo se encuentra a una distancia que
varía entre los 200 y los 700 metros (la distancia más corta se da sobre la
carretera, donde la primera línea franquista ocupaba el lugar en el que
actualmente existe una hípica y un depósito de grúas). Todo el frente de la
posición dispone de alambrada, pero esta deberá ser reparada en varios puntos
por tener desperfectos causados por los morteros enemigos y por las lluvias. Una
parte de las trincheras necesita también ser mejorada, ya que en varios puntos se
acumula una enorme cantidad de agua, lo que requiere que se pongan madera y
baldosas (que, como todos los materiales de construcción empleados para
mejorar la vida en las trincheras, se sacaban del pueblo de Quijorna, que estaba a
solo unos cientos de metros y se encontraba en ruinas tras la batalla de julio).
Hay chabolas de escuadra y otras para dos y tres hombres, pero en general no
presentan tan buen aspecto como las de la 3ª compañía. Durante la noche se
monta un servicio de dos patrullas y un puesto de escucha doble, habiendo en
construcción nuevos puestos de escucha. Al otro lado del camino de Quijorna a la
carretera, y unida por un tramo de trinchera no ocupado, se encuentra la posición
“fortín”, que está defendida por una sección de la 4ª compañía, que cuenta con
dos fusiles ametralladores y dos lanzabombas. El enemigo se encuentra a una
distancia de 150 a 250 metros, y como las anteriores, también frente a esta
posición hay alambrada, si bien se encuentra en mal estado por efecto de los
morteros del enemigo. La comunicación con la posición de su derecha, la de la 2ª
compañía antes descrita es deficiente por causa de la gran cantidad de agua que
existe en la trinchera no ocupada, procedente de lluvia, teniéndose que usar para
pasar unas vigas que no ofrecen seguridad en caso de evacuaciones de heridos.
En esta posición los refugios o chabolas son para solo dos o tres hombres por
causa de la escasez de vigas y ladrillos, pero por el contrario, el piso de la
trinchera está en buen estado. Llegada la noche montan un servicio con dos
escuchas de dos hombres cada una. A la izquierda de esta posición (y en la
izquierda del frente del batallón) se encuentra la trinchera ocupada por la 1ª
215
compañía, que cuenta con un fusil ametrallador, una ametralladora y un
lanzabombas. Estas trincheras tampoco se encuentran en tan buen estado como
las de la 3ª compañía, pero se está trabajando para mejorarlas. La trinchera de
evacuación tiene una gran cantidad de agua. Hay alambrada en toda la posición y
el enemigo se encuentra a una distancia de 900 a 1.200 metros, y en la tierra de
nadie se establecen por las noches tres puntos de escuchas dobles y patrullas. Por
detrás de la posición de la 1ª compañía se encuentran dos secciones de la 4ª
compañía en reserva en una trinchera que también está bien cuidada y tiene
chabolas limpias y ordenadas. Junto a esta posición se encuentra emplazada una
ametralladora que tiene un excelente campo de tiro, si bien se debe mejorar su
enmascaramiento. (IHCM, ZR, rollo 178, leg.1122, carp.18, doc.2) o (IHCM – 140 al 143/12)

Sobre las mismas fechas en que fueron hechas todas estas visitas de inspección y
publicados estos informes, el 23 de noviembre de 1937, la 3ª división daba a
conocer su “Informe sobre el Plan de Fortificación de esta División y el estado de
los trabajos” en el que el mando de esta unidad aclaraba cuál es el proyecto de
fortificación de su sector (cuya extensión, siguiendo el perfil del frente, rondaría
los 20 kilómetros). Este plan quedaba definido por la necesidad de establecer tres
líneas de resistencia diferenciadas y concéntricas aprovechando los relieves
naturales existentes sobre el territorio para situar puntos de resistencia bien
definidos.

La primera línea de este triple dispositivo de defensa en profundidad quedaba


definida por los siguientes puntos: Berroquillos, Merineras, cerro Cartagena,
cerro de Navalespino, Las Mesetas, cerro Pelado, cerro de La Paradilla, cerro de
Valdemadera, vértice de La Hinojera, Kilómetro 60,200 del ferrocarril Zarzalejo
– Robledo, kilómetro 3,500 de la carretera de Fresnedillas a Zarzalejo, casa de
Escalante, estribaciones del vértice Valquemado y cota 740 al suroeste de
Valdemorillo, sobre el camino de Lancharejos. No entramos en la descripción de
los puntos que determinaban la situación de la segunda y tercera líneas. La
primera línea contaba con 40 fortines construidos con piedra, cemento y vigas
de hierro y están destinados al emplazamiento de armas automáticas,
constituyendo el esqueleto de todo el sistema defensivo. Su emplazamiento debía
permitir batir las vaguadas y efectuar fuegos de flanqueo mutuo en base a tiros
lejanos sobre los órganos de resistencia próximos. A estos elementos se le debían
sumar múltiples pozos de tirador individuales o para dos hombres, parapetos para
seis o siete tiradores y cerca de 50 kilómetros de zanja, reemplazada por un muro

216
de mampostería en seco allí donde no se podía hacer zanja, destinados a articular
y comunicar con seguridad todo el sistema defensivo. Por delante de estas obras,
se habían tendido 100 kilómetros de alambrada dispuesta de forma irregular y
entrecruzada, y allí donde existían desenfiladas o zonas favorables, 50 refugios o
viviendas con capacidad para pelotón, dotadas con literas y chimenea francesa.
La segunda línea, construida a varios centenares de metros a retaguardia,
reproducía el sistema y los conceptos de la primera y se materializaba en base a
40 fortines, 28 kilómetros de zanjas (ya fueran de evacuación o ramales y
paralelas), 70 kilómetros de alambrada y 40 refugios – vivienda de pelotón. La
tercera línea por último, constaba de 30 fortines, 24 kilómetros de zanjas, 50
kilómetros de alambrada y 30 refugios - vivienda de pelotón. La ejecución de
esta sorprendente cantidad de elementos de fortificación se encontraba en esa
fecha (noviembre de 1937) bastante adelantada, sobre todo en la primera línea,
donde el cumplimiento, considerado globalmente, parecía rondar los dos tercios
de las obras previstas. Para terminar los trabajos vinculados al plan de
fortificación sobre las tres líneas, el mando de la 3ª división calculaba que serían
necesarias todavía otras 118.000 jornadas de trabajo, 100 toneladas de cemento,
68 de cal y 156 kilómetros de alambrada.

Como complemento indispensable de ese plan de fortificación existía otro plan


de construcción de caminos destinados a efectuar los movimientos de fuerzas, el
aprovisionamiento y la evacuación de bajas fuera de las vistas del enemigo y
dentro de la mayor seguridad posible. Entendida esa necesidad, el mando de la 3ª
división ordenó un plan de caminos que supuso encarar la construcción completa
o variantes de tramos ya existentes en ocho caminos diferentes, con un total de
cerca de 26 kilómetros que resultasen aptos para vehículos a motor. De ellos,
considerado globalmente, en noviembre quedaba por hacer cerca de dos tercios
del trabajo. Concretamente, faltaban por terminar en distinto grado casi 21
kilómetros de caminos, para lo que se calculaba que serían necesarias otras
42.000 jornadas de trabajo.

Los trabajos del Plan General de Fortificación que se han conseguido llevar a
cabo significan una mejora importantísima con relación al estado en que se
encontraba la línea de esta División a mediados del pasado mes de septiembre.
Han sido efectuados en su práctica totalidad por las propias fuerzas de
Infantería, dirigidas por las de la Compañía Divisionaria de Zapadores, que fue
distribuida por Secciones entre las posiciones del Sector y se dedicaron a la
217
labor de dirección y a los trabajos que requerían especialización. Para
colaborar en este esfuerzo, a finales del mes de septiembre fueron enviadas a
esta División dos Compañías de un Batallón de Fortificaciones que se
encontraba agregado temporalmente al I CE. Una de estas Compañías fue
destinada por el Mando de la División a la construcción de caminos y la otra a
efectuar trabajos de fortificación. Cuando se había conseguido coordinar el
trabajo de las fuerzas de Infantería con el de las referidas Compañías de
Ingenieros, el día 3 del mes en curso (noviembre) estas últimas fueron
trasladadas, no habiendo sido reemplazadas por otras hasta la fecha actual.
Esta pérdida de las fuerzas de Ingenieros que nos habían sido agregadas
provocó que quedaran suspendidos los trabajos de desviación de la carretera El
Escorial – Robledondo, de importancia capital para las comunicaciones de este
Sector, cuando hubieran podido quedar terminadas con solo seis días más de
trabajo. Junto a la falta de personal técnico tropieza el Mando de esta División
con la falta de materiales y útiles de fortificación, por lo que en los últimos
quince días ha bajado apreciablemente el ritmo que se había conseguido en la
organización del terreno. El Plan General de Fortificación que sirve de norma
para los trabajos en esta División podría ser realizado rápidamente si se
consiguiera de la Superioridad el apoyo necesario, ya que dada la alta moral de
la Infantería, las fuerzas de Zapadores no tendrían que efectuar más que una
tercera parte del trabajo total, incluyendo las obras de mampostería y cemento.
Si recibiéramos solo dos Compañías de Ingenieros para la fortificación y una
para la construcción de caminos, la primera línea podría quedar terminada en
un plazo máximo de 15 días, al mismo tiempo que se lograría terminar el camino
del puerto de Malagón a Robledondo, que tiene una verdadera importancia
estratégica. (AGMAV, caja 864, carp.11, doc.3) o (AGMAV – 71/5)

De fecha desconocida, pero probablemente cercano a noviembre o diciembre de


1937, es un documento sobre la artillería de la 3ª división en el que se comunica
que ese sector divisionario contaba con un material que permitía una cadencia de
fuego suficiente para sostener barreras eficaces, ya que si una batería (tres piezas
del mismo tipo y calibre) abría fuego con una cadencia de seis disparos por
minuto y pieza sobre un frente de 200 metros, la barrera que se establecía sería
simplemente infranqueable. De esta manera, las nueve baterías que tenía la 3ª
división podrían proteger de un modo absoluto únicamente un frente de 1.800
metros. Si consideramos que el frente tipo de una división oscilaba entre los 5 y
20 kilómetros de extensión, para proteger el sector de la 3ª división según el
218
cálculo anterior, se hacían precisas un centenar de baterías, y en consecuencia, la
artillería de la 3ª división se encontraría en un estado de grave deficiencia. Sin
embargo, esa artillería sí podía cumplir su cometido sin necesidad de acumular
tanto material. Esto se lograba reemplazando la barrera total del frente por una
serie de fuegos de cortina sobre aquellos puntos identificados como
especialmente sensibles y contando con una reserva artillera que se pudiera
utilizar en el momento y lugar precisos. La artillería de la 3ª división cumplía con
esas dos condiciones: 1. Las barreras de fuegos se habían establecido con
preferencia sobre los posibles accesos que el enemigo podría utilizar para
acercarse a las líneas propias y 2. La artillería de reserva contaba con varios
emplazamientos alternativos que disponían de caminos de acceso y de los que ya
se habían calculado los datos artilleros, por lo que las piezas que los ocuparan
podrían hacer fuego con la celeridad que requerían las condiciones de la lucha.
En coherencia con lo dicho, se habían establecido 29 barreras de fuego sobre un
sector divisionario dividido en los subsectores o zonas Norte y Sur. (AGMAV, caja
864, carp.10, doc.2) o (AGMAV – 72/5)

El día 10 de diciembre de 1937, desde la posición Jaca, en Madrid, se emite un


teletipo del general jefe del Ejército del Centro al jefe del Estado Mayor Central,
en Barcelona. Se le había pedido al Ejército del Centro la entrega de una división
de sus reservas para emplearla en otros frentes.

En relación a su petición de designar una División para que pase a formar parte
del V Cuerpo de Ejército del nuevo Ejército de Maniobra me creo en el deber de
manifestarle a usted lo siguiente: La situación en los distintos Sectores del frente
de este Ejército es bastante delicada y reclama la máxima atención. Frente a
nuestro Ejército del Centro el enemigo viene reforzándose desde hace un mes,
especialmente en la zona correspondiente a nuestros Cuerpos de Ejército I, II y
IV (en el I Cuerpo lo hace específicamente en el Sector de Brunete). Por el
volumen de sus refuerzos, que hasta el momento son de material, se puede
pensar que planea futuras operaciones, consistentes en una ofensiva de gran
envergadura. Por informes recientísimos facilitados por un Oficial del 12º Tabor
de Regulares de Tetuán hecho prisionero durante la última noche, se sabe que el
enemigo ha duplicado sus efectivos presentes en la zona de Getafe – Toledo –
Leganés y dispone además de una gran unidad, a la que denomina “volante”,
cuya organización y emplazamiento desconoce. En esta situación, este Mando
estima que para hacer frente a la situación que puede presentarse en cualquier

219
momento resulta absolutamente necesario para la defensa de Madrid disponer
no solo de la 46 División, sino también de todas las reservas locales, cuyo valor
ofensivo es hasta el momento bastante limitado. Aparte de esta razón
fundamental, se debe tener también en cuenta que la crudeza del actual invierno
y la falta de ropa y calzado obliga a efectuar frecuentes relevos en los distintos
Sectores del frente de este Ejército, utilizándose para ello a las escasas y
limitadas reservas locales, lo que aun así, no impide que haya unidades que
llevan seis a ocho meses ininterrumpidos en las trincheras. Si ahora, en base a
nuestras reservas locales formáramos una nueva División para cederla al V
Cuerpo de Ejército del nuevo Ejército de Maniobra, estaríamos obligados a
hacer entrar en línea a la 46 División, que por ser una unidad de choque, se
encuentra más preparada para la ofensiva que para guarnecer un Sector
defensivo, por lo que de hacerse esto último, la experiencia indica que se
presentarían dificultades con los Mandos y la tropa. Estas son las razones que a
mi juicio aconsejan no movilizar ninguna fuerza del Ejército del Centro ni
modificar su estructura actual en tanto no cambien las circunstancias expuestas,
lo cual manifiesto solo con el deseo de informar debidamente a V.E. para que,
conociendo la situación, resuelva con suficientes elementos de juicio.

El general Miaja pone en esta contestación a su superior (Rojo) varios reparos a


la hora de ceder una división del Ejército del Centro para que sea encuadrada en
el nuevo Ejército de Maniobra (en su segunda creación, la primera había sido
para Brunete) y pueda ser empleada del modo que determinara el Estado Mayor
Central. El jefe del Ejército del Centro plantea que todas las fuerzas presentes en
los frentes de su responsabilidad resultaban imprescindibles para asegurar la
defensa ante una esperada ofensiva enemiga sobre Guadalajara y quizás también
la zona oeste de Madrid. No obstante los argumentos de Miaja, sabemos que
poco tiempo después la 46 división cambió de frente. Iniciado 1938 se
encontraba involucrada en la batalla de Teruel, siendo la última unidad en
abandonar la ciudad cuando los republicanos la perdieron ante los contraataques
franquistas, el 22 de febrero. La salida de la 46 división del Ejército del Centro
fue seguramente el hecho que precipitó la creación de la división TR (Táctica de
Reserva) del I CE en diciembre. A su vez, algo más tarde, también la división TR
o 3ª también saldría para otros frentes. (IHCM, ZR, rollo 58, leg.669, carp.1, doc.1) o (IHCM –
388/22)

El día 15 de diciembre de 1937, el mismo día en que daba comienzo la ofensiva


republicana de Teruel y seguramente apenas se confirmó que el Ejército del
220
Centro dejaría de contar con la 46 división como reserva, por pasar esta unidad a
depender del Ejército de Maniobra o del de Levante, el I CE del Ejército del
Centro ordenó la creación de la división Táctica de Reserva a las órdenes del
mayor Tagüeña, jefe también de la 3ª división. La división TR estaría formada
por una brigada cedida por cada división del I CE, a excepción de la recién
creada 69. De esta forma, la 1ª división aportaba la 27 brigada, la 2ª división la
31 y la 3ª la 33, además del EM de la nueva división (que sería el mismo que de
la 3ª). Estas tres brigadas, más un batallón de Ametralladoras, se irían reuniendo
en la zona de Torrelaguna. Una vez allí, la 27 brigada tendría su puesto de
mando y cuartel general en La Cabrera y sus fuerzas en Guadalix, Navalafuente,
Bustarviejo, Valdemanco, La Cabrera y Cabanillas de la Sierra. La 31 brigada
situaría su puesto de mando y cuartel general en El Molar y a sus fuerzas en El
Vellón, Pedrezuela, San Agustín y Guadalix de la Sierra. La 33 brigada situaba
su puesto de mando y cuartel general en Torrelaguna y a sus fuerzas en
Torremocha, Valdepeñas de la Sierra, Uceda, Casas de Uceda y Torrelaguna. Por
último, el batallón de Ametralladoras se repartía entre Venturada y Redueña.
Para responder ante cualquier acción, que se esperaba que el enemigo pudiera
emprender de forma inminente, se ordenaba que todas estas fuerzas estuvieran en
todo momento en condiciones de emprender la marcha portando todo su
armamento y material. Teniendo en cuenta la sociología conservadora, católica y
mayoritariamente de derechas que caracterizaba a muchos pueblos de la sierra
madrileña, tiene un especial interés uno de los párrafos que encontramos en esta
misma orden. Dice lo siguiente:

Prevenciones: En los días que hayan de permanecer las fuerzas que componen
esta división en los pueblos ocupados por ellas, han de demostrar con gran
interés el cariño que tienen hacia la población civil y no dar lugar, como
consecuencia de nuestro mal comportamiento, a que vean en nosotros más que a
los defensores de su causa, a sus enemigos. Por parte de todos debe existir un
respeto extremo a lo que significan los utensilios que compongan el pequeño
ajuar de los campesinos y toda clase de inmuebles u objetos que sean de utilidad
privada o pública. Que en ningún momento se nos pueda denunciar el más
mínimo atropello por parte de nadie; evitando de esta forma la necesidad de
exigir responsabilidades e imponer sanciones. Las relaciones de los
componentes de nuestro Ejército con la población civil en general deben ser lo
más cordiales posibles; sus hogares, ganados, etc. serán respetados como
nuestras mismas armas. Serán responsables directos, caso de incurrir en lo que
221
más arriba se señala, los jefes de batallón y comisarios de los mismos, y así
mismo los jefes y comisarios de Brigada. (AGMAV, caja 954, carp.1 y 2 – caja 953, carp.18) o
(AGMAV – 142/8)

1938

El día 5 de febrero de 1938, el general jefe del Ejército del Centro aprobaba una
reorganización del I cuerpo de ejército, el cual, a partir de las 12 horas del día 8
de febrero de 1938 quedaría organizado con las divisiones 1ª, 2ª, 3ª y 69. La 1ª
división estaría integrada por las brigadas 26, 27 (recuperada de la división TR) y
las fuerzas que forman la agrupación X. La 2ª división quedaría integrada por las
brigadas 29, 30 y 34. La 3ª división estaría integrada por las brigadas 28 (en lugar
de la 27), 31 y 33. Por último, la 69 división la formarían las brigadas XIV, 99,
105 y 108. Los límites entre las distintas divisiones en línea eran los siguientes:
1ª división, los mismos que tenía entonces (derecha con el IV cuerpo de ejército,
izquierda con la 2ª división). 2ª división, por la derecha con la 1ª división; por la
izquierda, la carretera de Robledo de Chavela al puerto de la Cruz Verde y El
Escorial. 69 división, por la derecha, con la 2ª división sobre la carretera citada, y
por la izquierda, con el VI cuerpo de ejército. Por su parte, la 3ª división debía
abandonar al completo la primera línea para constituirse en reserva táctica. Sus
brigadas debían ir a la zona de Torrelaguna, situándose cerca de las que entonces
formaban la división Táctica de Reserva, unidad precursora de la nueva reserva
del Ejército del Centro. También se desplazó a Torrelaguna todo el EM de la 3ª
división y una vez que la brigada 28 relevó a la 27, al parecer la división TR
perdió ese nombre y fue la 3ª la que pasó a ser considerada como nueva división
de reserva. En el ámbito de la 69 división, dada la escasez de alojamientos
disponibles, la XIV brigada debió aposentar a las fuerzas de reserva y
pertenecientes a los servicios en San Lorenzo de El Escorial. El puesto de mando
de la 69 división quedaría situado en El Enebral, una casa existente a 3
kilómetros al sur de El Escorial por la carretera que va a Valdemorillo. El jefe de
Transmisiones del I cuerpo de ejército tomaría las medidas necesarias para que
las brigadas quedaran enlazadas con sus divisiones respectivas en la nueva
organización, dando cuenta al mando del material necesario para que eso fuera
posible. El jefe de Sanidad del I cuerpo determinaría cuáles debían ser los
hospitales divisionarios y sus emplazamientos, de acuerdo a la nueva
organización. El Comandante Principal de Artillería dispondría la nueva
organización de las sub agrupaciones. Los jefes de Intendencia y de Cuerpo de
222
Tren (transportes) debían proponer los cambios que creyeran necesarios en sus
ámbitos respectivos. (IHCM, ZR, rollo 60, leg.674, carp.3, doc.2) o (IHCM – 208/15)

Del día 6 de marzo de 1938 es este historial de la 3ª división, que estaba saliendo
de línea:

La 3ª División se creó el día 1º de enero de 1937 con las Brigadas 32, 33 y 34,
formadas previamente con las fuerzas de las Columnas Mangada y de Robledo.
Su frente estuvo desde la fecha de su creación en el Sector de El Escorial. El
Mando de la División entre el 1º de enero de 1937 y el 1º de agosto del mismo
año lo tuvo el Teniente Coronel de Artillería Enrique Fernández de Heredia,
actualmente al Mando del XVIII Cuerpo de Ejército. Desde esa fecha la División
está mandada por el Mayor Manuel Tagüeña Lacorte. El día 1º de julio la 32
Brigada pasó a la 35 División, entrando en su lugar en la 3ª División la XIV
Brigada Internacional. El día 8 de febrero de 1938 la 3ª División se reorganiza,
constituyéndose en reserva con las Brigadas 31, 32 y 33 (o 28, 31 y 33).
¿Signatura?

Cuando el 15 de abril de 1938 las fuerzas franquistas alcanzaron el Mediterráneo


en Vinaroz (Castellón) cortando en dos la zona republicana, el Ejército del
Centro republicano perdió definitivamente a su recién creada división de reserva.
Al igual que antes la 46, la 3ª división había sido enviada a los frentes de
Aragón, y cuando las vanguardias franquistas alcanzaron el mar, en el momento
crítico ambas quedaron “del otro lado”, en la zona del GERO (Grupo de Ejércitos
de la Región Oriental). El I CE del Ejército del Centro encuadrado en el GERC
(Grupo de Ejércitos de la Región Central) tendrá entonces en línea a las
divisiones 1ª, 2ª y 69, fuerzas que apenas eran suficientes para garantizar una
mínima defensa del frente. A favor de Casado (nuevo jefe del Ejército del Centro
republicano cuando Miaja fue nombrado jefe del GERC) jugará que las
operaciones activas, las de carácter ofensivo, se concentrarán primero en la zona
de Castellón – Valencia y desde finales de julio en el Ebro, en la zona a cargo del
GERO, es decir, muy lejos de Madrid y de la sierra.

El día 28 de junio de 1938 en un informe del 3º grupo de Artillería del I CE, el


que apoyaba con sus fuegos al sector de la 69 división, se informaba de que este
grupo artillero contemplaba dos zonas de acción: normal y eventual. La primera
abarcaba desde la carretera de Robledo de Chavela a El Escorial en las

223
estribaciones del cerro Benito (flanco derecho) hasta la confluencia de los
arroyos de La Nava con el Valdeyerno (flanco izquierdo), mientras que la zona
de acción eventual quedaba al norte (derecha) del intervalo descrito y alcanzaba
hasta el inicio del sector de la 2ª división, vecina por la derecha de la 69. Las
baterías que proveían estos fuegos estaban desplegadas en una amplia zona del
entorno de El Escorial, Zarzalejo y Peralejo, mientras que el puesto de mando de
la artillería estaba situado en Villa Aurrerá (en El Escorial) y el observatorio
principal en una de Las Machotas; además, cada batería tenía su observatorio
particular. El SIA (Servicio de Información de Artillería) tenía según parece
puestos en los cerros (San) Benito y Abantos. Respecto al orden de batalla del
enemigo que estaba enfrente de la 69 división se indicaba que estaba a cargo de
la “2ª brigada de la 71 división (sector Y)”, cuyas fuerzas se dividían en dos
subsectores: Robledo, que abarcaba desde el cerro Atalaya hasta un punto de la
carretera de Fresnedillas a Zarzalejo, con puesto de mando en el hotel El Sotillo,
a la entrada de Robledo por la carretera de la estación. Navalagamella, que
abarcaba desde el anterior punto hasta el río Perales, con puesto de mando
probable en Colmenar del Arroyo. (AGMAV, caja 864, carp.10, doc.1) o (AGMAV - 232/12)

El día 8 de octubre de 1938, la 69 división, que ya tiene casi un año de


antigüedad, comunica su historial:

Por orden del Ejército del Centro se creó el día 25 de septiembre de 1937 (el
mismo día en que la 47 división salió de primera línea) la división “A” del I
cuerpo de ejército, designándose para mandar la misma al mayor de Infantería
Domingo Benages Sacristán. Durante los primeros días de octubre se instaló el
cuartel general de la división en la finca El Canchal, situada en las proximidades
del kilómetro 16 de la carretera de Galapagar a Valdemorillo. Este mismo día se
incorporaron el comisario Diego Pastor Alonso y el jefe del Estado Mayor,
capitán de Infantería Félix Armada Benito. En la fecha de su creación, la división
“A” queda constituida por las brigadas 99, 105 y 108, extendiéndose el sector de
la misma desde el arroyo Tamarizo hasta el río Aulencia, que con los accidentes
naturales y las irregularidades del frente alcanza una longitud de 20 kilómetros,
dentro de los cuales, la 99 brigada defiende el flanco derecho (oeste) y la 108 el
izquierdo (este), permaneciendo la 105 en reserva en El Escorial. El día 3 de
octubre aparece la primera orden de la división, en la que se da a conocer la
composición de su Estado Mayor. El 8 de octubre la división recibe el número
69, que actualmente mantiene. El día 10 se ordena la salida de la 108 brigada,
224
pasando la 28, que pertenecía a la 1ª división, a disposición del I cuerpo de
ejército. El 30 de octubre la 69 división queda constituida por las brigadas 28, 99
y 105, y ese mismo día toma el mando del Estado Mayor un nuevo jefe, Adolfo
González Esquerro. El día 1º de noviembre se hace cargo accidentalmente del
mando de la división el jefe de la 105 brigada, Silverio Castañón Rodríguez,
quien a su vez cede el puesto al mayor Juan José Gallego el día 22 del mismo
mes. El día 7 de enero vuelve a ocupar la jefatura del Estado Mayor el capitán
Félix Armada Benito. Con fecha del 26 de diciembre, y en virtud del decreto de
Exenciones, cesa en el cargo de comisario de guerra Diego Pastor Alonso,
sustituyéndolo Nicolás Yeste Serna, procedente de la 8ª división. Con la
incorporación de la XIV brigada internacional (sería el 8 de febrero de 1938) se
ensancha el frente de la división (la XIV brigada internacional estaba desplegada
entonces entre el arroyo Tamarizo y el cerro San Benito, incluido, de dónde
habría relevado a la 33 brigada cuando esta se trasladó a Torrelaguna). En ese
momento el puesto de mando divisionario se traslada al hotel (chalet) llamado El
Enebral, situado en el kilómetro 24 de la carretera de El Escorial a Valdemorillo,
muy cerca del primero. El día 14 de marzo cesa el comisario Nicolás Yuste Serna
y entra en su puesto Julio Cano Gutiérrez. En esta misma fecha, y después de
efectuado el correspondiente relevo, sale de este sector la XIV brigada
internacional, ocupando entonces sus posiciones (Tamarizo – San Benito) la 108
brigada. El día 5 de mayo cesa como jefe del Estado Mayor Félix Armada
Benito, reemplazándolo el teniente José María Vendrell Rebull, quien
actualmente (a 8/10/38) sigue desempeñando ese cargo. El día 7 de junio se
incorpora a la 69 división la 7ª brigada, pasando también a depender
orgánicamente de la 1ª división la 108 brigada, si bien para los efectos tácticos
permanece en dependencia de la 69, en cuyo sector conserva sus posiciones. El
día 13 de junio es trasladado el comisario de la división, Julio Cano Gutiérrez, y
entra en su lugar Victorio Casado Fernández, que actualmente desempeña este
cargo. El día 30 de agosto el puesto de mando divisionario se traslada a la finca
denominada El Pobo, en la que actualmente permanece (esta casa parece que
estaba cerca del río Guadarrama, entre los pueblos de Galapagar y Torrelodones).
En el aspecto cultural, la 69 división cuenta con una escuela de oficiales, que está
instalada en la villa de El Escorial y a la que asisten ordinariamente unos 24
oficiales en cursos que duran unos 40 días. En este momento se está
desarrollando el 11º curso de esta escuela. Entre los días 19 de septiembre y 6 de
octubre existió una exposición cultural propia de esta división en la Colonia de
Torrelodones. Los trabajos expuestos en la misma se trasladan ahora a Madrid
225
para formar parte de una muestra similar que engloba a todo el I cuerpo de
ejército. (IHCM, ZR, rollo 178, leg.1122, carp.15, doc.1) o (IHCM – 138/12)

Breve historial de las brigadas que componen la 69 división

7ª brigada

La 7ª brigada tuvo dos vidas diferentes. Primero, entre finales de marzo y julio de
1937 formó parte de la 18 división del II cuerpo de ejército y después se integró
en la división Gallo (brigadas 6ª, 7ª y 21) del cuerpo de ejército de Vallecas
(divisiones Gallo y Bueno) para atacar en el frente secundario de Usera –
Villaverde durante la operación ofensiva de julio de 1937. En esos primeros días
de julio (7 al 10) la 7ª brigada tuvo tantas bajas que se optó por disolverla y
reorganizarla a fondo. Terminada la ofensiva de julio, su número, que seguía
disponible, se usó para encuadrar a las fuerzas de la 30 bis brigada y a las de
origen español de la XIII brigada internacional, que también había sido disuelta
en su formación original tras un episodio de insubordinación de parte de sus
fuerzas en la última jornada de la batalla de Brunete. A continuación aportamos
un resumen de la historia de la 7ª brigada en su segunda fundación, la etapa en la
que tomó por base a la 30 bis.

Esta unidad pasó a tener la denominación de 7ª brigada mixta desde el día 9 de


agosto de 1937, estando constituida por las fuerzas íntegras de la 30 bis brigada,
la cual a su vez había sido creada por orden del I cuerpo de ejército el día 15 de
junio de 1937, tomándose como base para su formación al 4º (o 120) batallón de
la 30 brigada, que estaba al mando del comandante Arturo Caballero Ledesma
(los componentes del batallón veterano que servía de base a la nueva brigada, en
este caso la 30 bis, solían ascender un grado y convertirse en los cuadros de
mando de los nuevos cuatro batallones, que completaban sus plantillas en base a
reclutas sin experiencia de guerra). Originalmente la organización de la 30 bis
brigada tropezó con grandes dificultades, dada la urgencia que tuvo todo el
proceso, ya que de inmediato debían entrar todas sus fuerzas en línea. Al 4º
batallón de la 30 brigada, además de los reclutas y dada la urgencia, se sumó un
batallón de la 33 brigada, otro muy falto de personal de la 31 brigada y fuerzas
sueltas de las divisiones 2ª y 3ª, quedando la 30 bis brigada formada por tres
batallones en vez de los cuatro reglamentarios, alcanzando sus efectivos solo el
número de 2.000, faltándole a la brigada además de un batallón, varios servicios
auxiliares. El día 30 de junio de 1937 esta nueva fuerza relevó a la 2ª brigada de

226
la 10ª división en el frente de Las Rozas. En ese momento, la 30 bis brigada pasó
a pertenecer a la 10ª división (brigadas 2ª, 30 bis y 111) y con ella tomó parte en
la batalla de Brunete. Pasada la ofensiva de julio, con la movilización de las
quintas de los años 1930 y 1937, llegó un número suficiente de hombres, sobre
todo de la del 37, que al incorporarse a la brigada junto con los procedentes de la
disuelta XIII internacional, permitió formar el cuarto batallón de la plantilla
reglamentaria, quedando así en este aspecto completa la unidad, que pasó a
contar con los batallones 25, 26, 27 y 28.

Desde su entrada en línea a mediados de septiembre de 1937 hasta el final de ese


mes, la (nueva) 7ª brigada permaneció en la 10ª división del XVIII cuerpo de
ejército, pero al terminar ese mes, este cuerpo fue disuelto. La 10ª división pasó
entonces al VI CE, con sus tres brigadas (7ª, 2ª y 111) manteniendo la 7ª sus
posiciones. Ocho meses más tarde, entre el final de mayo y principio de junio de
1938, el VI cuerpo del Ejército del Centro también es disuelto para cambiar de
frente y con él se va la 10ª división y su 2ª brigada. En ese momento, la 111
brigada es transferida a la 8ª división y con la 7ª brigada se hace lo mismo
respecto a la 69 división. De esta forma, ambas van a terminar la guerra
enlazadas entre sí y sin cambiar sus posiciones: la 7ª brigada guardando el frente
entre los ríos Aulencia y Guadarrama, como extremo izquierdo de la 69 división
y del I CE, y la 111 brigada en las trincheras desde el Guadarrama hacia Las
Rozas como extremo derecho de la 8ª división y del II CE. Las dos brigadas
tenían a Villanueva del Pardillo en la zona divisoria de sus subsectores.

En cuanto a la actividad cultural, al iniciarse octubre de 1938, dentro de la 7ª


brigada existían 5 hogares del soldado (uno por cada batallón en línea y otro para
la brigada) situado este último en la Colonia de Torrelodones y 18 rincones de la
cultura, uno por cada compañía integrante de los batallones de la brigada. Había
organizadas clases para analfabetos, iniciados, aspirantes a cabo, cabos,
sargentos, oficiales y comisarios políticos, las cuales estaban impartidas por 12
milicianos de la cultura que hacían su trabajo en estrecho contacto con el mando
político y militar de la brigada. En la lucha contra el analfabetismo, ya se había
liberado a unos 40 camaradas hasta el momento de redacción de este informe. Se
contaba con un magnífico local en Torrelodones en el que diariamente se daban
funciones teatrales a los hombres del batallón de la brigada que en ese momento
se encontraba en descanso en el acantonamiento del citado pueblo. También se
encontraba en preparación un cuadro artístico que contaba con la colaboración de
las muchachas de la JSU de Torrelodones y que, al igual que la banda de música
227
de la brigada, tenía previsto hacer en breve su presentación. Por otra parte,
gracias a la labor de confraternización, la relación de la 7ª brigada con la
población local era muy estrecha. Ya se habían hecho varios festivales conjuntos
contando con la participación de las fuerzas y de los civiles de la zona. Entre
otros, el festival celebrado el 18 de julio de 1938 había consistido en dar una
comida a los niños de Torrelodones con la media ración cedida por los soldados
de la 7ª brigada. En un plazo breve se esperaba que la unidad recibiera la enseña
nacional, que les había sido otorgada por la Agrupación Socialista de
Torrelodones. Atendiendo a sus profesiones, el grueso de la brigada estaba
formado por campesinos, a los que seguían por número los obreros manuales.

99 brigada

Por parte del Ministerio de la Guerra se ordenó la constitución de esta brigada en


los últimos días de mayo de 1937. El proceso dio comienzo el día 1 de junio en el
cuartel del regimiento nº 11 de Alicante, lugar donde se inició la concentración
del personal proveniente de las distintas cajas de reclutas. El día 12 de junio de
1937 el 4º batallón de la 69 brigada se trasladó a Alicante para, con personal de
las cajas de reclutas 19 (Almería), 20 (Valencia), 24 (Murcia) y las de Barbastro
y Castellón, formar la 99 brigada mixta. Ese mismo día dio comienzo el
encuadramiento del personal, a lo que sucedió un periodo de instrucción
intensiva que se extendió hasta el 30 de junio, momento en que se ordenó el
traslado de la nueva brigada a los pueblos de Mondejar, Fuentenovilla y Olmeda
de las Fuentes, zona de la frontera entre Madrid y Guadalajara, en las cercanías
del río Tajo. En estos lugares se continuó con el plan de instrucción previsto
hasta el día 12 de julio, en que fue ordenado un nuevo traslado de la fuerza, esta
vez hasta Colmenar Viejo, donde permanecerá hasta el día 22. Entre el 21 y el
22, estando dentro de Colmenar Viejo, la 99 brigada padeció un duro bombardeo
nocturno de la aviación enemiga que aparte de víctimas civiles, causó 80 bajas
entre su personal, considerando muertos y heridos. En previsión de nuevos
bombardeos, la brigada se traslada a Hoyo de Manzanares, donde con el
armamento sobrante de las unidades que operaban en la batalla en curso, se armó
a sus batallones. El primer batallón de la brigada tomó parte en un contraataque
en la zona de Quijorna, mientras que los tres restantes permanecieron como
reserva de la 47 división (división Durán, que hasta el 16 de agosto todavía tenía
el número 39). Durante la fase final de las operaciones de Brunete,
concretamente desde el día 23 de julio, la 99 brigada entró a formar parte de la 39
división, y tras quedar estabilizada la línea propia al finalizar las operaciones,
228
guarneció las posiciones propias primero entre el río Aulencia y Villanueva del
Pardillo, después las existentes entre ese mismo río y Villanueva de la Cañada, y
por último las situadas entre este pueblo y la zona frente a Navalagamella, con
Quijorna en el centro de su dispositivo. Mientras estuvo en esas posiciones la
brigada no tomó parte en ningún combate, por tratarse de frentes estabilizados.
Dada la ejemplar conducta observada en la evacuación de muertos y heridos por
las fuerzas y la sanidad de la 99 brigada durante el bombardeo que sufrió estando
en Colmenar Viejo, esta unidad mereció la felicitación del jefe de la Sección de
Operaciones de la 39 división. Desde su fundación (junio de 1937) hasta octubre
de 1938 (fecha de redacción de este informe), la 99 brigada ha tenido un total de
958 bajas, considerando todas las categorías: muertos, heridos, enfermos,
pasados, etc. La parte mayoritaria de estas bajas habían sido heridos que, una vez
restablecidos, volvían a la unidad. El número de bajas por deserción alcanza las
73, y se descomponía en 14 desertores a la retaguardia propia, 52 al campo
enemigo, 6 muertos al intentar pasarse y 1 detenido en idéntico trance. La
actividad cultural dentro de la brigada era bastante intensa. Habían sido
construidos un total de 30 hogares y rincones de la cultura, y todos funcionaban a
pleno rendimiento. Existieron en esta unidad 31 bibliotecas, con un total de 2.886
volúmenes. En la lucha contra el analfabetismo se trabajaba con gran intensidad:
se tenían identificados 257 casos y diariamente se impartían 79 clases en los
diferentes grados. En lo referente a los actos de confraternización con la
población, mientras la brigada estuvo en reserva en La Navata, se celebraron
algunos actos con participación de civiles. Posteriormente, y en diferentes
ocasiones, se organizaron visitas a la brigada de elementos de la retaguardia. Con
motivo del 18 de julio, se realizó la visita de una delegación de soldados de esta
unidad a las fábricas de material de guerra de Madrid, obsequiándolos con
algunos víveres y tabaco, visita que más tarde fue correspondida por la de un
grupo de obreros de las “Factorías de Romero” a nuestro subsector. Últimamente,
con motivo de las faenas de recolección de la cosecha, esta brigada ha trabajado
en los pueblos de Colmenarejo y Galapagar, existiendo con sus habitantes una
relación fraterna y una estrecha colaboración. Con motivo de la antes citada
fiesta del 18 de julio (también en la zona republicana se conmemoraba el inicio
de una guerra de liberación) cada combatiente cedió unos gramos de su ración,
con lo que se pudo dar en Colmenarejo una comida para un total de 350 niños de
este pueblo y del vecino Galapagar. Esta comida fue servida por los propios
soldados, celebrándose después un mitin en la plaza de Colmenarejo en el que
intervinieron representantes de su Ayuntamiento, una delegación del Comité de
229
Mujeres Antifascistas de Galapagar, autoridades militares y políticas de la 99
brigada y el comisario político de la 69 división.

En cada batallón existió un curso de capacitación para cabos, que acogía a 25


alumnos y tenía una duración de 20 a 25 días. De la misma forma, en la brigada
funcionaba una escuela de sargentos, a la que asistían de 25 a 30 alumnos,
habiéndose completado hasta la fecha de este informe (octubre de 1938) cinco
cursillos. El número total de cursos que se estaban impartiendo en ese momento
en la brigada era de 30, sin contar los destinados para delegados políticos de
compañía, que eran responsabilidad del Comisariado del I cuerpo de ejército. La
composición político – social de los 3.460 efectivos de la 99 brigada era la
siguiente: campesinos 1.955, obreros manuales 740 y de otras profesiones 765.
1.282 eran afiliados a UGT, 656 a CNT, 66 al PSOE, 472 al PCE, 356 a la JSU,
144 a partidos republicanos, 10 a partidos regionalistas, 34 a otros partidos y solo
440 carecían de afiliación. Con motivo de la conmemoración del segundo año de
lucha, se recibió como obsequio del Socorro Rojo Internacional un lote de
novelas y otro de pastillas de jabón para los combatientes de la unidad. Lo que
esta brigada no había recibido hasta ese momento era la enseña de la Patria, ni
había sido visitada por ninguna personalidad extranjera.

108 brigada

Esta brigada fue constituida durante los días 18 al 20 marzo de 1937 por orden
del Estado Mayor Central con reclutas de los reemplazos de 1932 a 1936, entre
los que estaban los excedentes de cupo del primero de esos años. El lugar elegido
para la formación de esta unidad fue Cartagena y sus pueblos próximos, siendo
entonces su jefe el teniente coronel Gregorio Espinós Ridaura, militar profesional
y profesor de la Escuela Popular de Guerra. El comisario era de CNT. Los cuatro
jefes de batallón también eran militares profesionales y los oficiales e
instructores de estos batallones procedían en su mayor parte del Ejército del
Centro. Una vez que el día 1 de mayo la brigada quedó organizada, partió hacia
Extremadura, donde quedó acantonada en Quintana de la Serena (Badajoz) hasta
el día 28, fecha en que se trasladó a Don Benito por un plazo breve. Durante el
tiempo que la brigada permaneció en el primer pueblo, se dieron varios
festivales, observando sus hombres un correcto comportamiento hacia la
población civil. En ese tiempo el trabajo político fue intensísimo, siendo esta
unidad un modelo de disciplina y espíritu antifascista. Por esta época ya se
realizaba algún trabajo cultural, pero este tenía un carácter esporádico. El día 1
230
de junio la 108 brigada fue trasladada a Caspe, pasando inmediatamente a las
cercanías de Belchite, donde el 432 batallón tomó posiciones, debiéndose
mencionar que se produjeron desde el mismo nueve evasiones hacia el campo
enemigo. El día 15 de junio, los batallones 429 y 430, con el 431 actuando como
reserva, realizaron una acción ofensiva sobre Villanueva de Huerva, partiendo de
Fuendetodos, que fue rechazada por el enemigo. La retirada se hizo con total
orden y disciplina, destacándose el hecho de que en la unidad solo se produjeron
tres bajas. El siguiente destino de la 108 brigada fue Huesca, donde quedó como
unidad de reserva durante la operación emprendida para ocupar esta plaza.
Llegado el día 25 de junio la brigada se trasladó al frente del Centro,
concretamente a Miraflores de la Sierra, en Madrid, donde permaneció hasta el
día 1 de julio, fecha en la que partió hacia El Escorial, quedando establecida en la
finca de la Granjilla (inmediata al sureste de la población) hasta que salió el día 5
de julio a las 24 horas para tomar parte en la ofensiva de Brunete.

En esta batalla, la 108 brigada demostró un alto espíritu combativo, y eso a pesar
de que no intervino reunida, sino que estuvo distribuida por batallones e incluso
compañías entre otras unidades del V CE y de que durante los primeros días de la
ofensiva murieron tanto el jefe de la brigada como su comisario. Los batallones
429 y 432 ocuparon posiciones algunos kilómetros por delante (al sur) de
Brunete. El 430 batallón fue agregado desde el principio a la XI brigada
internacional, y con esta unidad participó en la toma de Quijorna y en sus
sucesivos combates. El 431 batallón ocupó posiciones en la derecha (oeste) del
cementerio de Brunete, resistiendo en esa posición los fortísimos ataques del
enemigo. El 12 de julio asumió el mando de la 108 brigada el teniente coronel
Mariano Tomás Lozano y un día más tarde lo hizo el nuevo comisario. Los
nuevos jefe y comisario de la 108 brigada solicitaron y obtuvieron del alto mando
que se les permitiera reunir y reorganizar la brigada, lo que llevaron a cabo
durante los relativamente tranquilos días 22 y 23 de julio. El día 24 de julio el
430 batallón realizó un eficaz contraataque local que permitió recuperar
posiciones a la izquierda del cementerio de Brunete, pero el día 25 de julio, las
fuerzas de la 108 brigada tuvieron que replegarse de sus posiciones, siendo las
últimas en hacerlo, hasta el punto de que llegaron a recibir fuego propio por
creerlas enemigas, dada su posición adelantada respecto al resto de fuerzas
propias. En los feroces combates del 25 de julio resultó herido de gravedad el
reciente jefe de la brigada, a quien sustituyó en el mando Arístides Vera Navalón.

231
También fueron bajas los comisarios de los batallones 431 y 432. Las bajas
totales de la 108 brigada mixta en la batalla de Brunete ascendieron a 840.

La brigada entera fue felicitada especialmente, por su comportamiento heroico


durante la batalla por el jefe del Ejército de Maniobra, general José Miaja
Menant. El día 30 de julio fue relevada del frente y enviada a descansar a
Moralzarzal, donde recibió la visita de Walter, Dolores Ibárruri y del comisario
inspector del Ejército del Centro. Tras un periodo de descanso, llegado el 8 de
agosto, su siguiente destino fue Vicálvaro, donde dio comienzo su
reorganización, con la incorporación del personal de un batallón de la 94 brigada,
que fue distribuido entre los cuatro existentes para cubrir sus bajas. En Vicálvaro
se organizaron las milicias de la cultura, se realizaron algunos ejercicios tácticos
y se reorganizó el Comisariado. A primeros de septiembre de 1937 la 108 brigada
marchó a La Navata, cerca de El Escorial, desde donde pasó a ocupar posiciones
entre Villanueva de la Cañada y Quijorna. En este momento el mayor José
Ramos Chiva fue nombrado nuevo jefe de la brigada. Se reincorporan también,
procedentes del hospital, los comisarios de los batallones 431 y 432, así como el
mayor que en adelante se encargaría de la instrucción de los nuevos reclutas. A
10 de octubre la brigada pasó a Colmenar Viejo, donde quedó como reserva del
Ejército del Centro. Este tiempo se aprovechó para reforzar el trabajo político y
empezar a crear hogares del combatiente y rincones de cultura. También se
celebraron varios festivales con presencia de la población civil, con la que la
fuerza tuvo siempre una conducta intachable. El día 19 de noviembre la 108
brigada dejó Colmenar Viejo para, como parte de la división 69, ocupar
posiciones entre Villanueva del Pardillo y Villanueva de la Cañada. Por esta
fecha la brigada recibió la vista del jefe del Partido Laborista Británico, el mayor
Attle.

El 25 de marzo de 1938 la 108 brigada fue trasladada a El Escorial, efectuándose


allí varios festivales y pasando a los pocos días de su llegada a ocupar las
posiciones que guardaba en la fecha en que fue redactado este informe (que sería
de octubre de 1938). Estas correspondían al extremo derecho de la 69 división,
de donde la 108 brigada relevó a la XIV internacional (la cual a su vez había
permanecido en ese sector desde que relevara a la 33 brigada, cuando esta
marchó a Torrelaguna para reunirse con el resto la 3ª división). En sus nuevas
posiciones, la 108 brigada tenía por la izquierda a la 99 brigada y por la derecha a
la 2ª división. Como el nuevo subsector ocupado se encontraba
“debilísimamente” fortificado, las fuerzas de la unidad tuvieron que dedicarse
232
intensamente a organizar el terreno. La incorporación de 700 nuevos reclutas
permitió agrupar a muchos soldados veteranos para formar un 5º batallón, el cual,
con oficiales sacados de todos los batallones, pasó pronto a formar parte de la
203 brigada. Coincidiendo con su entrada en línea, la 108 brigada mostró una
notable mejora en todos los aspectos: en dos meses se hicieron gran número de
festivales, se entregaron sus correspondientes banderas a tres de sus batallones y
se celebraron concursos de emulación y dos exposiciones culturales. En cada
batallón existió una escuela de cabos, clases para analfabetos, clases de cultura
general y clases de capacitación militar. Además, cada batallón contó también
con un teatro de campaña, un grupo artístico, una rondalla, un hogar del
combatiente, un rincón de la cultura en cada compañía y multitud de periódicos
murales, con gran cantidad de lectores. A esto hay que añadir cantina, talleres de
sastrería, zapatería, herrería, carpintería y un equipo de atletismo. En la brigada
hubo escuelas de activistas, de Transmisiones, un teatro desmontable, un grupo
artístico, una banda de música, una orquesta y un periódico impreso. En el seno
de la 108 brigada dejaron de ser analfabetos unos 500 soldados, y entre los
incorporados en el último periodo, unos 200 más estaban luchando por dar ese
paso en sus clases. A varios de los jefes, oficiales y comisarios se les fue
concedida la medalla de sufrimientos por la Patria, destacando entre ellos el jefe
y el comisario de brigada. El número total de bajas sufridas en esta unidad desde
su fundación fue de 924, de las que 94 se produjeron por el más doloroso de los
motivos, la deserción al campo enemigo. (IHCM, ZR, rollo 178, leg.1122, carp.15, doc.1) o
(IHCM – 138/12)

Del 12 de octubre de 1938 es este informe de la Sección de Información del EM


de la 69 división republicana que trata aspectos cotidianos de la vida de las
unidades del campo enemigo, sobre lo que se observa en la orilla franquista del
Perales. Cada ejército vigilaba permanentemente al otro para intentar averiguar
con el mayor detalle posible la organización, rutinas, efectivos y recursos del
contrario. En ambas zonas, la información recogida desde los observatorios
adelantados se completaba con la facilitada por la observación aérea (si la había),
por los evadidos del campo enemigo y por los prisioneros que le pudieran hacer
al mismo mediante golpes de audacia, casi siempre nocturnos. En general, en
toda la zona que había sido campo de batalla de Brunete, el Ejército republicano
disponía de los mejores observatorios, ya que poseía las primeras alturas de la
presierra, si bien en la parte concreta del frente correspondiente al río Perales este
aspecto estaba más igualado, con cierta ventaja incluso para el Ejército

233
franquista, porque las cotas dominantes estaban en la orilla derecha. Esto decía a
grandes rasgos el informe mencionado:

Sistema de relevos, periodicidad, itinerarios, etc. seguidos por las unidades


enemigas en el sector de esta división

Parece no existir entre las unidades enemigas un sistema regular de relevos ni un


itinerario único para realizarlos, si bien, hay que mencionar que los datos que
tenemos no están actualizados. Cuando el sector de Brunete lo guarnecía la 11
división enemiga (tras la batalla de julio de 1937, cuando se retiró la 13 división
de Barrón), el sistema que seguía el mando enemigo consistía en tener en reserva
un batallón en Sevilla la Nueva o en Villanueva de Perales, el cual cada 20 o 25
días pasaba a primera línea para relevar a otro batallón. Cada uno de estos
batallones mantenía además una compañía en reserva, situada por lo general
junto a su puesto de mando. Los relevos mencionados se efectuaban durante la
noche, momento en que la unidad entrante se desplazaba desde su
acantonamiento hasta la primera línea utilizando la carretera más apropiada en
cada caso. Cuando la 11 división enemiga fue relevada por la 16, no hubo lugar a
estudiar su sistema de relevos por la corta permanencia de esta nueva unidad en
este sector, ya que fue al poco sustituida por la 20 división. Independientemente
de qué división enemiga estuviera en el sector estudiado, las rutas utilizadas para
sus relevos fueron las siguientes: Valmojado – Navalcarnero – Sevilla la Nueva
(ida y vuelta), Navalcarnero – Villamanta – Villamantilla – Villanueva de Perales
(vuelta por Sevilla la Nueva) y, en alguna ocasión, Brunete – Sevilla la Nueva –
Villanueva de Perales – Villamanta – Aldea del Fresno o Méntrida. Desde que
ocupa el sector la 20 división enemiga, se sabe de la existencia de un batallón en
reserva entre Villafranca del Castillo y el castillo de Villafranca, lo que parece
indicar una periodicidad en los relevos a nivel de batallón; dato confirmado por
las declaraciones de evadidos a nuestro campo, según las cuales, una compañía es
relevada cada 10 días y un batallón cada 40 (ciclo lógico, ya que así, dentro de un
mismo batallón, cada una de sus cuatro compañías pasaba 30 días en línea y 10
en posiciones en reserva). Respecto al sector de la 71 división enemiga, solo se
conoce algún dato relativo al 164 batallón, del regimiento de Toledo, una de
cuyas compañías guarnece de forma permanente la posición La Cota o loma San
Pablo, al oeste de Perales de Milla, sin haber sido nunca relevada. Las tres
compañías restantes del batallón, en cambio sí parecen haberse turnado en la
defensa de las restantes posiciones que tienen acargo, observándose que en la de

234
La Peña se efectuaba hasta hace cuatro meses el relevo de la guarnición cada
domingo, momento desde el cual no se ha podido observar ningún relevo nuevo.

Red de Intendencia y rutas que se siguen para el abastecimiento. Volumen y


periodicidad del mismo.

Únicamente se conoce la existencia de un depósito general de Intendencia, el


cual estaría situado en Navalcarnero. Otros de menor importancia estarían en
Colmenar de Arroyo y Boadilla del Monte. El enemigo tiene cocinas en Brunete,
cruce de la carretera de Quijorna con la de Brunete a Chapinería, monte Perales y
retaguardia de las posiciones La Cota, loma Trigal y La Peña. La cocina de
Brunete suministra a las posiciones enemigas situadas desde el cerro de Las
Vacas (al suroeste cercano a la casa de La Vilanosa) hasta el noroeste de Brunete
(cabecera del arroyo Los Morales). Por este motivo, desde Brunete sale a diario y
por tres veces (a las 8, 12 y 17 horas) un camión con el rancho que llega hasta las
proximidades de la casilla de peones camineros de la carretera a Villanueva de la
Cañada. Allí van a buscarlo las fuerzas que están en el citado cerro de Las Vacas,
llevándoselo en termos y a hombro; en cambio, las fuerzas enemigas que están en
las proximidades de la carretera recogen sus raciones directamente del camión. A
las posiciones próximas al cementerio de Brunete la comida llega a hombro y en
termos, directamente desde el pueblo. Hasta las posiciones de la cabecera del
arroyo de Los Morales (2 kilómetros al oeste de Brunete) los termos son
transportados en mulos por el camino de Navalagamella, llevándose los sacos de
pan en el viaje de la tarde. Las guarniciones de las posiciones enemigas del
entorno del puente sobre el arroyo Los Morales van a la cocina de la carretera de
Quijorna (actual M-522 entre Quijorna y la M-501) portando unos botes
similares a los de mermelada con capacidad para 5 o 6 raciones. Los hombres de
las posiciones situadas al este de las anteriores salen de las trincheras con su plato
para recoger su comida directamente de la cocina. A esta misma cocina llega
diariamente a las 7,15 horas un camión procedente de Chapinería que
probablemente es el que trae el suministro, si bien esto no encaja con el dato de
que el depósito de Intendencia de la división a que pertenece esta unidad está en
Navalcarnero. En el monte Perales existe seguramente otra cocina, pues todos los
días se ve llegar allí un camión procedente de la “casa de la Capilla”
(seguramente querrá decir Cepilla). En esta cocina no son los soldados los que
van a buscar su comida, sino que esta les es llevada a las trincheras a las 8,25, 13
y 19,25 horas. Dentro de la posición La Cota (loma San Pablo, cercana por el
oeste al poblado de Perales de Milla) existe otra cocina a la que llega diariamente
235
y siempre a mediodía, un camión procedente de Chapinería que ha pasado
previamente por la casilla de peones camineros del kilómetro 25, por la casa de
Las Barranquillas y por el poblado de Perales de Milla. A esta cocina de La Cota
van a buscar su rancho desde la posición Trigal (situada a 1,5 kilómetros al norte
de La Cota o loma San Pablo), transportándolo con mulos. A la retaguardia de la
posición La Peña (el conocido como “poblado falangista” situado sobre la
cantera de Navalagamella) llega diariamente otro camión procedente de la
carretera de Colmenar del Arroyo a Navalagamella, el cual en cierto momento
toma la pista que es sensiblemente paralela al camino de Majadahonda. A esta
cocina son los propios soldados quienes van a recoger su rancho. (IHCM, ZR, rollo
177, leg.1122, carp.6, doc.3) o (IHCM – 133/12)

El día 13 de octubre de 1938, la Comandancia Principal de Artillería de la 69


división emitía un informe acerca de sus medios antitanque. Para la defensa
contra carros de combate, en todo el sector de la 69 división se disponía tan solo
de una pieza apropiada, un cañón de 37 mm, que además, se encontraba en unas
condiciones de conservación bastante deficientes. Sus mecanismos de disparo y
de puntería en altura se consideraban reparables, pero por el contrario, el
encobrizado del ánima reducía sensiblemente la vida de la pieza. Por esta última
razón la misma debía ser empleada con gran moderación, quedando prohibido
usar sus tiros para hostilizar las líneas enemigas, reservando esos disparos solo
para el caso de ataque de tanques enemigos. Puestos a elegir una ubicación para
este único recurso antitanque, se había optado por emplazarla en torno al
cementerio de la ermita del Cristo, al este de Villanueva de la Cañada, si bien
esta posición tenía el inconveniente de encontrarse en una zona muy batida por
las ametralladoras y morteros enemigos, lo que obligaba a tener la pieza
permanentemente en batería (puesta en su emplazamiento de disparo, para evitar
traslados). Su eventual evacuación, siempre penosa, se vería no obstante
facilitada por la gran movilidad de este tipo de material. Desde dicho
emplazamiento se flanqueaban las posibles zonas de infiltración que existían
entre el cerro Jaralón (zona de la casa de La Vilanosa) y la dehesa de Brunete.

Para reforzar la acción de la artillería antitanque en el caso de ataque enemigo, se


tenía buscado un emplazamiento a vanguardia para que la batería 69-6, formada
por tres piezas de 75 mm, pudiera hacer fuego en puntería directa sobre los
carros. Este emplazamiento se encontraba a 1,2 kilómetros al noroeste de
Villanueva de la Cañada, junto al camino de La Palanquilla, en una de las
posiciones de sostén de la primera línea, cuya situación dominante debía permitir
236
batir con puntería directa (viendo el objetivo desde la propia pieza y no desde un
observatorio) las avanzadillas enemigas cuando estas llegaran a estar situadas,
bien entre el río Aulencia y la carretera de Villanueva de la Cañada a Brunete, o
entre este pueblo y el monte Perales (zona oeste de Quijorna). Situada en la
mencionada posición la batería 69-6, la zona batida por ella sería tanto el norte
como el oeste de Villanueva de la Cañada, no quedando más zona sin batir que la
determinada por el casco urbano de este pueblo, el cual a su vez quedaría batido
por la pieza de 37 mm emplazada en el cementerio del Cristo. La distancia desde
el emplazamiento previsto en vanguardia para la batería 69-6 hasta las
avanzadillas propias rondaba los 2.500 – 3.000 metros. El acceso al
emplazamiento antitanque desde el actual emplazamiento de la batería 69-6 se
verificaba por el camino de La Palanquilla, que con buen tiempo se encontraba
en aceptables condiciones de uso. Frente al caso de una infiltración enemiga
desde el sector de Quijorna, la evacuación de esa batería para ponerla a salvo
podía hacerse hacia el este también por el camino de La Palanquilla, hasta
alcanzar la carretera de Villanueva de la Cañada a Valdemorillo, entrando en esta
carretera a la altura del cementerio viejo del primero de esos pueblos. Si la
infiltración enemiga se produjera por la derecha del río Aulencia, la evacuación
se haría en sentido inverso, hacia el oeste, por el camino de La Palanquilla hasta
alcanzar la cañada de los Montes del Duque a la altura de la casa de Velayo (del
Vétago). Tanto el emplazamiento elegido para la pieza de 37 mm como el de la
batería 69-6 en su función de antitanque deberían ser fortificados adecuadamente,
mediante sólidas casamatas preparadas para resistir el seguro fuego de
neutralización que haría la artillería enemiga. Asimismo, el camino de La
Palanquilla debería ser preparado cuidadosamente para que resultara practicable
en cualquier momento del año. Otro emplazamiento también previsto para la
acción antitanque de la batería 69-6 se encontraba en otra de las posiciones
sostén de la línea avanzada, concretamente en un punto medio de la carretera
entre Quijorna y Villanueva de la Cañada. Desde ese emplazamiento se podía
hacer puntería directa sobre las líneas enemigas comprendidas entre el monte
Perales y el cementerio de Brunete, pero quedaban desenfiladas las posiciones
enemigas de la casilla de peones camineros de la carretera de Brunete a
Villanueva de la Cañada y el resto de posiciones al este de esta última; no
obstante, todas esas posiciones podían ser batidas con puntería indirecta (sin ver
el objetivo desde la batería). (IHCM, ZR, rollo 178, leg.1122, carp.12, doc.2) o (IHCM – 136/12)

237
1939

En enero y febrero de 1939 frente al río Perales continuaba desplegada la 69


división del I CE, que contaba con las brigadas 108, 99 y 7ª dispuestas por ese
orden de derecha a izquierda, más el 69 batallón de Ametralladoras, cuyas
fuerzas no tenían un sector propio sino que estaban repartidas entre las tres
brigadas citadas. El sector de la 69 división tenía por límite derecho, en la zona
de primera línea, la carretera de la estación de Robledo de Chavela a la Cruz
Verde, donde su sector enlazaba con el de la 2ª división del I CE (brigadas 29 y
34 y fuerzas del sector Navacerrada). Por límite izquierdo la 69 división tenía el
río Guadarrama, apenas al sur de Villanueva del Pardillo, lugar donde su primera
línea enlazaba con la 8ª división del II CE (brigadas 111 y 44). La 108 brigada
tenía su puesto de mando en la casa de Fuente Vieja. El límite derecho de su
subsector coincidía con el de la división, enlazando sobre el mismo con la 34
brigada de la 2ª división. Por la izquierda llegaba hasta el arroyo Tamarizo. Sus
cuatro batallones estaban en línea, por lo que no tenía reservas de importancia.
La 99 brigada se situaba a continuación de la 108 y tenía por límite izquierdo la
línea determinada por la ermita del Cristo en Villanueva de la Cañada y el puente
sobre el Aulencia de la carretera entre las dos Villanuevas. Su puesto de mando
estaba en la casa de Velayo (o del Vétago). Tenía tres batallones en línea y uno
en reserva (casi con seguridad, este batallón en reserva descansaba cerca de la
casa del Vétago, en un poblado construido por ellos mismos al amparo del cerro
Castillejo empleando los materiales de construcción disponibles en la Quijorna
destruida). La 7ª brigada se situaba a continuación, enlazando por su derecha
con la 99 y por su izquierda con la 111 de la 8ª división del II CE apenas al sur
del puente de la carretera de Villanueva del Pardillo a Majadahonda y Las Rozas.
Su puesto de mando se situaba en la casa Palata y de sus cuatro batallones, tres
estaban en línea y uno en reserva. (AGMAV, caja 506, carp.11, doc.2) o (AGMAV – 283/16)

A principios de enero de 1939 el GERO estaba siendo derrotado y se estaba


replegando día tras día hacia la frontera francesa sobre la parte del territorio
catalán que todavía dominaba (incluida, aunque por poco tiempo, la ciudad de
Barcelona). Mientras, en la zona republicana a cargo del GERC, el EMC de Rojo
recuperó y puso en práctica un plan ofensivo que recordaba al largamente
postergado Plan P, consistente en buscar el corte del territorio franquista
alcanzando la frontera portuguesa por el punto más cercano del campo propio. En
esta ocasión, con objetivos mucho más modestos, se trataba de atacar el frente
enemigo perteneciente al Ejército del Sur, al mando de Queipo de Llano, en la
238
zona situada entre el sur de Badajoz y el norte de Córdoba. La ofensiva
republicana en un sector tan lejano al de las operaciones principales buscaba
crear a Franco una situación peligrosa que le obligara a distraer fuerzas del frente
catalán y, en lo posible, intentar alargar un poco más la guerra española, para dar
ocasión, una vez más, a que esta se solapara con la europea, que se veía como
inevitable por parte de quienes conocían al fascismo y adivinaban cuáles serían
sus siguientes pasos y exigencias. El ataque de las fuerzas del Ejército de
Extremadura, al mando del general Escobar (con él estaban entonces las
divisiones 47 y 10ª, buenas conocedoras de la zona del Perales), dio comienzo el
día 5 de enero y produjo buenos resultados iniciales para los republicanos.
Nuevamente estos consiguieron sorprender al enemigo y arrebatarle una buena
porción de territorio, la mayor conseguida hasta entonces en una ofensiva, pero
como en otras batallas, la falta de reservas, la resistencia tenaz de las fuerzas
franquistas y en este caso, también la lluvia torrencial, fueron limitando
progresivamente la capacidad de penetración republicana. Franco, a diferencia de
Brunete, Teruel o el Ebro, y al igual que en Belchite, esta vez tampoco
desatendió su objetivo principal, que eran Barcelona y la frontera francesa, y
ordenó con buen criterio que la situación se resolviera apelando a reservas más
cercanas. En ese contexto, en mitad de los combates de Córdoba, que durarían un
mes entero, en la zona central Miaja ordenó lanzar un poderoso ataque
secundario con el fin de fijar las reservas que desde el Ejército del Centro
franquista se pretendieran hacer llegar a Queipo. El sector elegido para este
ataque secundario vinculado a la ofensiva de Valsequillo fue el intervalo de
frente situado por delante de Quijorna y Villanueva de la Cañada, en el sector de
la 69 división, extremo izquierdo del I CE. Con este propósito se ordenó la
creación de un cuerpo de ejército de Maniobra.

Una orden de la 14 división correspondiente al día 11 de enero de 1939 nos


permite saber que las fuerzas de Infantería que componían el cuerpo de ejército
de Maniobra republicano destinadas a la ofensiva que se emprendería el día 13
eran: 14 división (brigadas 35 y 70), 65 división (brigadas 112 y 200) y, como
reserva, la 2ª división de Asalto (brigadas 5ª de Asalto y 17); además, el 33
batallón de Ametralladoras. La orden mencionada decía que:

El mando ha ordenado emprender un ataque desde las posiciones de la 69


división en el sector de frente determinado por los ríos Aulencia y Perales en
dirección a Sevilla la Nueva y Villamantilla. El éxito de este ataque se explotará
hacia Navalcarnero. El propósito estratégico que se persigue es el de forzar al
239
enemigo a acudir a la zona amenazada por nuestro ataque con sus reservas,
privando así de estas a otros frentes. La línea enemiga que deberá ser atacada está
guarnecida por la 20 división y cuenta con una organización defensiva que está
bastante desarrollada, existiendo en la misma fortificaciones de los tipos B y C.
Sobre la línea enemiga del sector de ataque se han identificado de este a oeste al
9º batallón de Pavía y al 4º y 6º batallones de Toledo. La 20 división enemiga
dispone además de reservas locales situadas en Villafranca del Castillo (8º
batallón de Gerona), Villaviciosa de Odón (un batallón de nueva organización),
Pozuelo de Alarcón (8º batallón de San Quintín y un batallón “X” de nueva
creación), Majadahonda (5º batallón de Castilla), Las Rozas (una compañía
“ofensiva”) y Brunete (otra compañía “ofensiva”). Los itinerarios que utilizarían
estas fuerzas de reserva para llegar a la primera línea son conocidos. Se cree que
la línea de resistencia de que dispone el enemigo está organizada defensivamente
pero no está guarnecida. Se encuentra situada unos 400 metros por detrás de su
primera línea frente a nosotros. Por último, se cree, por los testimonios de
evadidos, que existe una segunda línea aún sin terminar y sin alambradas entre
los 500 y los 2.000 metros por detrás de la línea de resistencia.

El esfuerzo principal de nuestro ataque estará a cargo de la 14 división, que


ocupa el flanco izquierdo (este) del dispositivo ofensivo y tiene por misión
romper el frente enemigo. La 65 división atacará simultáneamente por la derecha
(oeste) de la 14. La 14 división tendrá a su 35 brigada mixta en vanguardia y a la
70 como reserva. Una vez que la 14 división haya conseguido romper el
dispositivo enemigo en su línea de resistencia, desbordará sus posiciones y saldrá
a su retaguardia hasta alcanzar la línea determinada por el kilómetro 9 del camino
vecinal de Brunete a Boadilla del Monte (zona del arroyo del Alamillo, a 2
kilómetros al este de Brunete) – kilómetro 15 de la carretera de Brunete a
Villaviciosa de Odón (a la altura de loma Quemada o cota 670) - kilómetro 2 de
la carretera de Brunete a Sevilla la Nueva (2 kilómetros al sur de Brunete). El
grupo de escuadrones de Caballería actuará por destacamentos sobre la zona
determinada por las márgenes oeste de los ríos Aulencia y Guadarrama con doble
la misión de ocupar el vado del camino Brunete – Boadilla del Monte y el puente
de la carretera Brunete – Villaviciosa de Odón y de proteger el flanco izquierdo
(este) de la 35 brigada, que forma el primer escalón de ataque. Los límites de la
zona de acción del cuerpo de ejército de Maniobra serán los ríos Aulencia –
Guadarrama por el este y Perales por el oeste. La 14 división iniciará su avance
desplegando a la 35 brigada desde el límite oriental del cuerpo de ejército hasta la

240
carretera de Villanueva de la Cañada a Valdemorillo. Una vez que la 35 brigada
progrese por el campo enemigo, su derecha abarcará el cementerio y pueblo de
Brunete y se extenderá hasta Villanueva de Perales, mientras que su flanco
izquierdo se apoyará en el río Guadarrama hasta el puente de la carretera de
Brunete a Villaviciosa de Odón.

Los medios suplementarios con los que contará el cuerpo de ejército de Maniobra
son: Artillería: una sub agrupación de apoyo directo constituida por 2 grupos de
75 mm (uno de 6 y otro de 9 piezas). Los fuegos de acción de conjunto serán
provistos por las baterías de las unidades situadas en los flancos de las divisiones
14 y 65 (además de la sub agrupación citada, la 14 división sería apoyada por
baterías del II cuerpo de ejército y la 65 división por baterías del I cuerpo de
ejército). La artillería de acompañamiento consistirá en una batería de 45 mm
para la 35 brigada, unidad que también tendrá una batería de morteros de 81 mm.
Ingenieros: 1º batallón de Obras y fortificaciones del Ejército del Centro.
Caballería: un grupo de escuadrones, cada uno con 3 secciones de sables y una
de fusiles ametralladores, con un grupo de y una sección de explosivos y una
sección de Transmisiones. Carros de combate: una agrupación de carros y
blindados compuesta por una compañía de tanques T-26 (10 unidades) y una
compañía de autos blindados (10 unidades). Transmisiones: una sección de
radio.

El grupo de escuadrones, la agrupación de tanques y blindados y el 1º batallón de


Obras y fortificaciones quedarán afectados a la 14 división desde D-2. Con la 70
brigada marchará también el 33 batallón de Ametralladoras. La concentración de
las fuerzas y medios de combate se hará mediante desplazamientos nocturnos,
quedando reglada según un plan detallado que garantiza al máximo el secreto de
la operación. Día D-2: La 35 brigada marchará a pie desde Galapagar a
Colmenarejo y desde este hasta las barrancas del río Aulencia situadas en la zona
del arroyo San Juan (zona al sur de Cabeza Aguda). La 70 brigada irá a pie hasta
Galapagar – La Navata, donde pernoctará. Día D-1: La 35 brigada alcanzará su
posición de partida antes de las 0 horas del día D siguiendo el curso del río
Aulencia. La 70 brigada mixta quedará en reserva estacionada en torno al puente
del Aulencia (donde estaba la noche anterior la 35 brigada) tras haber llegado
desde Colmenarejo por la pista que lleva a Villanueva de la Cañada. Durante la
noche de D-1 a D el puesto de mando de la 14 división quedará establecido en las
inmediaciones de Cabeza Aguda (de cota 760).

241
La idea de maniobra consistía en atacar la bien organizada línea defensiva
enemiga con decisión, audacia y violencia, precediendo al ataque del primer
escalón y de los carros de combate una fuerte preparación artillera. Una vez se
consiguiera romper el dispositivo enemigo, las fuerzas propias atacarían de
flanco y de revés sus organizaciones defensivas a la vez que continuaban su
progresión. Características fundamentales de esta maniobra debían ser una gran
densidad de fuego y un orden de combate escaqueado. La 35 brigada pondría a
sus batallones 138 y 139 (2º y 3º) en el primer escalón (el 139 al este del 138) y
300 metros tras estos avanzarían respectivamente los batallones 140 y 137, que
debían proteger con especial atención el flanco izquierdo del avance, apoyado en
el Aulencia en su fase inicial. El límite entre batallones del primer escalón sería
fijado por el jefe de la brigada, quien además tendría a su disposición sendas
compañías de carros y de autos blindados. La misión del 33 batallón de
Ametralladoras consistía en dar cobertura y protección con sus fuegos al avance
de la infantería en vanguardia.

El ataque se iniciaría el día D a la hora H, las cuales serían comunicadas


oportunamente, y debía estar precedido por una preparación artillera de 20
minutos de duración. Para ese momento, las fuerzas de la 35 brigada ya estarían
concentradas en torno a la cabecera del arroyo del Molino, zona del camino a
Móstoles (actualmente carretera a la urbanización de la Raya del Palancar).
Iniciado el ataque se asaltarían las primeras trincheras enemigas que verían
enfrente, continuando sin detenciones la progresión hasta ocupar por
desbordamiento su línea de resistencia, lo que permitirá que uno de los dos
batallones del primer escalón pasara cerca de Brunete hacia el suroeste, mientras
que el otro debía envolver la cota 670 al sureste del pueblo. El batallón del
segundo escalón de la izquierda (el 140) progresaría cercano al oeste del
Guadarrama hasta alcanzar el puente a Villaviciosa de Odón, brindando una
imprescindible cobertura de flanco al resto de fuerzas. En el caso de que para
entonces la 65 división no hubiera roto todavía el dispositivo enemigo, el
batallón que envuelve Brunete (el 138) atacaría de revés las posiciones enemigas
de “Ciempiés” precedido de los tanques, cooperando con la 200 brigada de la 65
división en la toma de su objetivo (la posición Ciempiés ocupaba la margen sur
del arroyo Los Morales y se extendía unos 3 kilómetros en paralelo a este arroyo
y al camino del Lomo). Si el jefe de la 35 brigada lo creyera necesario, se podría
reducir la resistencia de Brunete y su cementerio empleando el batallón de la
derecha del segundo escalón (el 137). La artillería de apoyo directo despejaría el

242
camino a la infantería a la vez que haría tiros de prohibición sobre las vías de
acceso que pudieran servir al enemigo para mover sus reservas. Sus medios (15
piezas de 75 mm) estarían organizados en dos grupos, y a medida que el ataque
progresara estos irán alargando el tiro hasta alcanzar el entorno de Brunete y la
cota 670. Una vez que estos objetivos hubieran sido ocupados, la artillería
adelantaría sus emplazamientos. La artillería de cooperación estaría encuadrada
en tres agrupaciones: de acción de conjunto del cuerpo de ejército de Maniobra,
pesada grupo oeste y pesada grupo este (estas dos últimas podrían incluir baterías
afectadas a los cuerpos de ejército I y II respectivamente). Todas tirarían sobre
zonas fortificadas conocidas, algunas de las cuales quedaban fuera del alcance de
las piezas afectadas a la división. También desarrollarían la contrabatería y harían
tiros de prohibición. La batería de acompañamiento de 45 mm de la 35 brigada
debería batir los nidos de ametralladora y los emplazamientos de antitanques
enemigos que se fueran descubriendo, mientras que sus morteros de 81 y 50 mm
cooperarían en la preparación previa al ataque y durante este harían tiros de
inmersión en los ángulos muertos que dejaran las armas de tiro rasante. Una
compañía del 33 batallón de Ametralladoras actuaría durante la fase de asalto
desde su posición inicial en apoyo del avance, y una vez conseguido el objetivo
de entrar en la retaguardia enemiga, organizaría una nueva base de fuegos para
neutralizar los que nos hicieran desde el cementerio y zona al noroeste de
Brunete.

Los carros T-26 tenían encomendada la protección de las fuerzas de la


vanguardia del primer escalón, para lo cual avanzarían destruyendo aquellos
medios que se opusieran al avance de la infantería. Roto el dispositivo enemigo
envolverán sus focos de resistencia y seguirán progresando mientras el segundo
escalón los ocupaba. Los autos blindados permanecerían concentrados en espera
de órdenes. La defensa antiaérea, compuesta por una batería, quedaría
emplazada en D-2 al sureste de la casa del Pino (cerca de la actual urbanización
de Pino Alto, en Valdemorillo). Las fuerzas de Ingenieros e Infantería, cuando no
estuvieran combatiendo, tendrían la misión de organizar inmediatamente las
posiciones que fueran tomadas al enemigo. Por orden de urgencia, lo primero
sería cavar pozos de tirador y emplazamientos para ametralladoras, que deberían
quedar acabados durante la primera noche; le seguirán, por este orden de
prioridad, las alambradas, trincheras, abrigos contra aviación, ramales,
observatorios y zanjas de evacuación. Las fuerzas del 1º batallón de Obras y
fortificación estarían a disposición de la 35 brigada.

243
El puesto de mando del cuerpo de ejército de Maniobra estaría en Panarras desde
las 23 horas del día 10 de enero. El puesto de mando inicial de la 14 división
debía situarse en Cabeza Aguda desde las 0 horas de D-2, y el puesto de mando
inicial de la 65 división en el observatorio de la 99 brigada (sería el cerro
Andrinal o el Veneno, de Quijorna) a partir de las 0 horas del D-2. El enlace
táctico entre las brigadas 200 y 35 estaría bajo el mando de un oficial de esta
última. La red telefónica de la 14 división debería enlazar mediante línea
telefónica su puesto de mando con el puesto de mando del cuerpo de ejército de
Maniobra, con el de la 65 división, con el SIA del cuerpo de ejército, con las
brigadas 35 y 70, con el 33 batallón de Ametralladoras, con el grupo de
escuadrones de Caballería, con los grupos artilleros A y B de apoyo directo y con
la agrupación artillera del cuerpo de ejército de Maniobra. Habría además redes
óptica, telegráfica y de radio. La comunicación entre infantería y tanques se haría
mediante banderas de colores, mientras que entre la infantería y la aviación
propia se haría mediante paineles de jalonamiento. El orden de prioridad de uso
de las transmisiones sería: petición de fuegos, órdenes, situación de las líneas,
etc. Los evadidos y prisioneros que cayeran en manos de la 14 división debían
ser llevados desarmados y sin interrogar al puesto de mando de esta unidad.

En D-2 las fuerzas que fueran a intervenir en esta operación irían a la lucha
correctamente municionadas y con dos raciones en frío en la mochila, que solo
podrían comerse a partir del día D y solo en el caso de que no pudieran recibir
rancho en caliente. El puesto de clasificación y triage de heridos del cuerpo de
ejército de Maniobra debía situarse en el cruce de la pista del Tercio con la
carretera de Galapagar a Valdemorillo (era el puente de los Curas, donde en julio
de 1937 había estado instalado el Mando de Sanidad de la 46 división; hoy ese
lugar está bajo las aguas del embalse de Valmayor). El puesto de clasificación de
heridos de la 14 división se instalaría en el kilómetro 11 de la carretera de
Brunete a El Escorial. Los puestos de clasificación de las brigadas 35 y 70
estarían en la bifurcación de la carretera de Villanueva del Pardillo a la de
Brunete – El Escorial, a menos de 1 kilómetro al oeste del río Aulencia. Por
último, los hospitales de campaña serían los de La Berzosa, Hoyo de Manzanares
y San Lorenzo de El Escorial. (IHCM, ZR, rollo 162, leg.1075, carp.6, doc.2) o (IHCM – 163/13)

El día 16 de enero, el informe que emitió el Comisariado del cuerpo de ejército


de Maniobra resumía y dejaba perfectamente clara la rotundidad del fracaso
cosechado por los republicanos en la mañana del día 13.

244
Las fuerzas que constituyeron el cuerpo de ejército de Maniobra fueron las
divisiones 14 (brigadas 35 y 70), 65 (brigadas 112 y 200) y 2ª de Asalto (brigadas
5ª de Asalto y 17). El sector donde se realizó nuestro ataque fue el frente
existente entre Villanueva del Pardillo y Quijorna, que pertenece al I cuerpo de
ejército. En su momento este Comisariado ya señaló las evidentes dificultades
que representaba emprender el ataque por este sector. El objetivo táctico
perseguido consistía en rebasar el pueblo de Brunete tras romper la línea
enemiga, lo que no se pudo hacer, entre otras cosas porque, al contrario de lo que
ocurrió en julio de 1937, no se consiguió la sorpresa. Desde el final de la batalla
de Brunete el enemigo mantenía al grueso de sus fuerzas en la segunda línea,
reforzaba su línea avanzada y acumulaba refuerzos en los flancos: el izquierdo
era Navalagamella – Fresnedillas y el derecho Villaviciosa de Odón –
Majadahonda – Romanillos. Este hecho ya hacía de por sí mucho menos
desequilibrador el factor sorpresa, no obstante esta se intentó conseguir por todos
los medios, tanto en la movilización y concentración de fuerzas en los días
previos al ataque, como en la transmisión de las órdenes y comunicación entre
mandos. Las posiciones enemigas en este sector de frente han resultado
inasequibles para nuestra infantería, ya que estaban muy bien construidas y
organizadas, contando algunas de estas con tres círculos concéntricos de
alambrada y un plan de fuegos de frente y flanco estudiado al detalle, y por tanto
muy efectivo.

El ataque se sostuvo con valentía y disciplina, basadas en una moral alta, que
queda demostrada por el crecido número de bajas propias, 680 heridos y 190
muertos. El primer escalón del ataque lo formaban dos batallones de la 35
brigada y tres batallones de la 200 brigada. Las fuerzas de la 35 brigada iban
flanqueadas por un grupo de escuadrones de Caballería que cubría el lado
izquierdo de la maniobra por el margen del río Aulencia. Una compañía de
tanques acompañaba a la infantería en su avance. El día 13 de enero amaneció
completamente nublado y con malas condiciones de visibilidad; este pudo ser el
motivo de que en un primer momento los tanques se desviaran de su dirección,
escorándose a la izquierda (este), desconectándose de la infantería, que en
consecuencia no fue capaz de traspasar las alambradas enemigas, que
permanecieron intactas sin la acción de nuestros tanques. Superado el
desencuentro inicial entre ambas armas, se reemprendió el avance con una mejor
coordinación de esfuerzos, pero la tardanza entre el primer asalto y el segundo
permitió al enemigo concentrar sus piezas antitanque disponibles (estimadas en

245
6) frente a nuestro flanco izquierdo, donde actuaban nuestros tanques,
consiguiendo poner fuera de combate a la mayoría de ellos. Desde el momento en
que la infantería volvió a estar carente de apoyo blindado, el asalto de las
alambradas se convirtió en una pretensión letal. El fuego de las armas
automáticas enemigas unido a la niebla imperante y a un suelo muy embarrado
por las lluvias de la estación prohibieron nuestro despliegue y aproximación en
condiciones de triunfo a pesar de la bravura de las tropas. La mala visibilidad
afectó también a la precisión con la que se podía hacer la preparación artillera,
durante la cual apenas se pudo corregir el tiro, a pesar de lo cual sus impactos
tuvieron bastante precisión, una puntería reconocida y agradecida por la
infantería. La proximidad entre nuestras líneas y las enemigas impidió que
nuestra infantería comenzara su avance antes de que nuestra preparación hubiera
concluido (porque hubiera sido afectada por la artillería propia).

Se valora como muy apropiado y valioso el trabajo hecho por los Estados
Mayores. La sanidad hizo sus previsiones acertadamente, incluso por encima de
lo que luego fue necesario (esto posiblemente no fue debido a que hubiera pocas
bajas, sino a que la ofensiva tuvo una vida excepcionalmente corta); su asistencia
resultó suficiente y muchas camas no llegaron a utilizarse. Solo en las primeras
fases del combate se vivieron dificultades en los puestos de clasificación debido a
que las bajas llegaban en tropel, coincidiendo con los esfuerzos en el asalto de la
infantería. Las evacuaciones se tuvieron que hacer bajo un intenso fuego artillero
enemigo sobre nuestra zona de acción, que fue totalmente identificada por el
enemigo. La humedad y el frío causaron mella sobre todo en los soldados
heridos, pero también en aquellos que tuvieron que pasar todo el día tumbados en
la tierra encharcada antes de poder replegarse con la oscuridad, a lo que se debe
sumar el mismo factor climático durante los días previos, empleados para hacer
la marcha de aproximación. Las transmisiones, intendencia, transportes y
artillería funcionaron óptimamente, cumpliendo muy bien sus respectivas
funciones, incluso la artillería, que generalmente es el objetivo de las quejas de la
infantería, en esta ocasión recibió su elogio. Los ingenieros no tuvieron ocasión
de participar más que preparando los caminos de acceso, que por causa del barro,
se encontraban verdaderamente intransitables.

La alta moral, la disciplina y el heroísmo fueron características comunes de todas


las fuerzas de Infantería que participaron en la lucha. Todas las órdenes recibidas
del alto mando fueron cumplidas eficazmente, tanto en las marchas de
aproximación como en el transcurso del combate. Las unidades tuvieron un
246
comportamiento ejemplar, mereciendo ser destacado el caso del 138 batallón (2º)
de la 35 brigada, que durante el combate perdió a casi todos sus mandos,
conservando solo al comisario, un teniente, y un sargento, a pesar de lo cual
ningún soldado se retiró de la lucha antes de recibir la orden de repliegue. El
comportamiento de los comisarios ha sido intachable; así lo reconocen los jefes
militares y así lo demuestran las cifras de bajas: 6 comisarios de compañía
muertos y 8 heridos (1 de batallón y 7 de compañía). Se puede decir que uno de
los objetivos que pretendía la operación fue conseguido, ya que se logró evitar el
desplazamiento de unidades de reserva enemigas hacia el frente de Extremadura,
donde nuestro Ejército llevaba a cabo una exitosa operación ofensiva de
envergadura. Los efectivos que el enemigo se vio obligado a concentrar
alcanzarían los 25.000 hombres, encuadrados en 24 batallones, además de
abundante material de artillería, morteros y armas automáticas. (IHCM, ZR, rollo 146,
leg.1019, carp.2, doc.2) o (IHCM – 193/14

Una vez hubo concluido la operación republicana del día 13 de enero con el
desastroso resultado descrito para el Ejército popular, en lo que quedaba de ese
mes y durante todo febrero, en la zona del río Perales ya no volverían a
producirse operaciones de importancia. No cuesta mucho imaginarse cómo la
posibilidad creciente (incluso la certidumbre) de una inminente derrota militar se
iría abriendo paso en el pensamiento de los combatientes que guarnecían todos
los sectores republicanos de la zona del GERC. Frente a esa realidad, el
presidente del Consejo de Ministros Negrín y el PCE eran la cara más visible de
la determinación de mantener la resistencia a ultranza, de alargar la guerra el
máximo tiempo posible. Sabían perfectamente qué destino esperaba a los
derrotados y los animaba todavía una difusa esperanza de un vuelco en el
panorama internacional. Tomando una distancia cada vez más clara y perceptible,
frente a ellos se encontraban aquellos que otorgaban alguna credibilidad a ciertos
gestos equívocos de Franco, los querían saldar cuentas con los comunistas por la
conducción de la guerra, los que ya se sentían derrotados y cierta fracción de los
militares profesionales leales (hasta entonces), que creían en un arreglo “entre
militares” para no retrasar más el final de una guerra que ya consideraban
perdida. A modo de especulación, no se puede descartar que desde el seno de este
último grupo hubiera sido ofrecido al mando franquista el plan del ataque llevado
a cabo el día 13 de enero entre los ríos Aulencia - Guadarrama y Perales, como
prueba de compromiso y “buena voluntad”*.

247
*Quizás el documento que pueda dar respuesta a esta cuestión este esperando
todavía a ver la luz en algún archivo militar o se encuentre en memorias o
papeles personales guardados en una casa particular.

Mientras en la zona Centro - Sur el principal foco de combates estaba en el norte


de la provincia de Córdoba, dónde el Ejército de Extremadura había iniciado con
éxito la ofensiva de Valsequillo (que se mantendría entre el 5 de enero y el 4 de
febrero de 1939), en la parte del territorio catalán que todavía controlaba el
GERO, la ciudad de Tarragona era ocupada por el Ejército franquista el día 14 de
enero. Viendo la inminente debacle que afrontaba, recién el 18 de enero el
Gobierno de Negrín decretó el estado de guerra y ordenó movilizar a todos los
ciudadanos útiles para el esfuerzo de guerra de entre 17 y 55 años, de ambos
sexos, así como la militarización de las industrias. Por supuesto, ya era
absolutamente tarde para que estas medidas tuvieran algún efecto perceptible.
Las fuerzas franquistas entraron en Barcelona el 26 de enero, y en Gerona el 4 de
febrero, y una semana más tarde, el día 10, Franco alcanzaba la frontera francesa
en toda su extensión. Unos 400.000 exiliados habían conseguido pasar poco antes
a Francia tras una peligrosa y agotadora marcha para escapar del fascismo. Algo
más de la mitad de ellos eran los restos del GERO, que fueron desarmados al
ingresar en el país vecino. Todos, civiles y militares fueron conducidos a una
serie de precarios campos de internamiento, generándose una situación
humanitaria sumamente injusta y dolorosa que, sin saberlo, estaba inaugurando
una etapa terrible que vivirían muchos pueblos de Europa que más adelante
serían alcanzados por la II Guerra Mundial. Entre quienes cruzaron la frontera
francesa en esos días previos a la liquidación de la zona Catalana estaban Azaña,
Negrín y Rojo. De los tres, únicamente Negrín volvería a la zona leal para
ponerse al frente de la continuación de la resistencia. Azaña renunció como
presidente de la República por considerar inútil y destinada al fracaso toda
prolongación de la guerra. Abandonando la embajada española en Francia
escenificó su completa salida del territorio nacional y se desentendió de la lucha
que quedaba. Del mismo modo, Rojo renunció a sus responsabilidades el 12 de
febrero tras negarse a volver a la zona Centro – Sur para volver a ponerse al
frente del EMC.

La liquidación de la zona republicana de Cataluña y la extinción del GERO


provocaron que todas las miradas (y todas las armas) se volvieran entonces hacia
la zona a cargo del GERC (Ejércitos del Centro, Extremadura, Levante y
Andalucía). Al mismo tiempo, se activaba a fondo el trabajo en la sombra que ya
248
había iniciado el sector más anticomunista de la dirigencia militar y política
republicanas, que tenía establecido desde algún tiempo atrás, desde la derrota del
Ebro, el contacto con Franco. De él habían recibido un documento que, si se
quería entender así, dejaba abierta una posibilidad de rendición con ciertas
condiciones y garantías para cierta parte del mando militar del Ejército popular.
Junto a Casado, jefe del Ejército del Centro, los principales implicados en esta
conspiración eran en aquél momento un sector del PSOE y el jefe del IV cuerpo
de ejército, Cipriano Mera. Cuando llegara el momento, a ellos, y no a las armas
del Ejército franquista, iba a corresponder rendir la voluntad y las posibilidades
de resistencia que todavía existían en un territorio que abarcaba total o
parcialmente 16 provincias y que estaba guarnecido por 50 divisiones con unos
500.000 hombres que eso sí, tenían en general la moral deprimida y graves
problemas con los abastecimientos de todo tipo. También desde el final de la
batalla del Ebro, estas fuerzas estaban sufriendo un elevado número de
deserciones al campo enemigo, incluso a pesar de la política de represalias sobre
la familia del desertor que se había instaurado (o al menos declarado). En esta
fase de la guerra, en que ya se podía percibir como cercano el triunfo franquista,
la 5ª Columna (el bando sublevado organizado en la clandestinidad) se volvió
más activa y descarada. Su influencia de dejaba notar mucho en Madrid, que
vivía un entorno de graves y prolongadas carencias alimentarias para la
población. Decía sobre la realidad de ese momento Manuel Azcárate (comunista,
embajador de la República en UK y dirigente de la JSU):

(…) pero este ya no era el Madrid de 1936 o 1937. Faltaba comida. El cansancio
de la guerra se apreciaba en las caras demacradas de la gente. El ambiente se
había vuelto hosco, triste, trágico. Por todas partes se respira un sentimiento
anticomunista, porque muchas personas creen que son los comunistas los
culpables de que la guerra se prolongue.

Efectivamente, en la segunda mitad de febrero de 1939 la disyuntiva estaba


planteada entre la resistencia a ultranza defendida por el Partido Comunista, una
parte del PSOE y Negrín y la posibilidad de una supuesta “paz” (o rendición)
negociada entre militares, con la colaboración de algunos políticos favorables a la
claudicación. Casado lideraba la vertiente militar y Besteiro, del PSOE, la civil o
política. Junto a ellos y a Mera llegarían a estar también Miaja, Matallana y
Menéndez. Los contactos con la 5ª Columna entre finales de enero y principios
de febrero de quienes tramaban la rendición republicana pusieron al descubierto
que Franco, a medida que veía acercarse su victoria por la evolución de las
249
operaciones y por la inacción de las potencias extranjeras frente a Hitler, había
cambiado y endurecido sus condiciones para aceptar una rendición sin derrota
final por las armas. Lo que ofrecía ahora a la contraparte del campo republicano
que lo aceptaba como interlocutor era simplemente entregarse sin más y esperar
su clemencia, sin nada que negociar, pues la alternativa era el lanzamiento de la
ofensiva final, que ya estaba en preparación. Reforzando aún más su posición, el
día 25 de febrero Reino Unido y Francia reconocían al suyo como el único
Gobierno representativo de España.

En medio de la tensión que estaba a punto de derivar en conflicto abierto entre


las dos facciones republicanas, el día 4 de marzo la base naval de Cartagena se
sublevó por Franco y su triunfo momentáneo consiguió un logro de primera
magnitud: la salida de la Flota republicana hacia el puerto tunecino de Bizerta,
donde las autoridades coloniales francesas la pusieron a disposición de Franco.
De esta forma, los republicanos que habían optado por resistir contando con la
posibilidad de ir replegándose hacia la costa, se vieron privados de su mejor y
único medio de evacuación cuando finalmente perdieran la lucha. Galán, jefe
militar leal a Negrín emprendió el día 6 el combate por recuperar el control de la
base naval, empleando para ello a la 206 brigada mixta. Lo consiguió el 7, pero
dos días antes, el 5, estalló la sublevación casadista, al no aceptar este jefe
rebelde la destitución que le acababa de comunicar Negrín, al parecer para ser
reemplazado al frente del Ejército del Centro por Modesto. Negrín, igual que
Modesto y otros jefes militares comunistas, ya se encontraban de vuelta en
España tras retornar desde Francia.

El golpe de Casado se materializó durante la tarde del día 5, cuando las fuerzas
sublevadas salieron a la calle al tiempo que detenían a varios jefes comunistas de
distintas unidades militares. La Fuerza Aérea de la República Española (FARE)
no tardó en sumarse a la rebelión, igual que todos los partidos políticos a
excepción del PCE. Al día siguiente, el 6, los casadistas crearon el Consejo
Nacional de Defensa (CND), que estuvo presidido por Miaja y tenía a Casado en
el área de Defensa y a Besteiro en la de Estado (Interior). Ese mismo día, Negrín,
que estaba valorando la posibilidad de llevar a cabo un repliegue
pretendidamente ordenado hacia la costa, al encontrarse cercado y sin canal de
negociación con Casado, optó por abandonar España junto a su Gobierno,
volando a Toulouse desde el aeródromo de Monovar (Alicante). Mientras,
proliferaban las detenciones de comunistas. Ya con Negrín fuera del país, las
fuerzas que en Madrid se mantenían fieles a la política del PCE, las
250
pertenecientes a la 8ª división del II cuerpo de ejército, dejaron guarnecidas sus
posiciones con los mínimos efectivos necesarios y con el resto de los mismos
avanzaron sobre la capital, dentro de la cual se enfrentaron a la 112 brigada de la
65 división “casadista” en la zona de Nuevos Ministerios y Ríos Rosas. También
ocuparon la posición Jaca (puesto de mando del GERC, situado en el jardín del
Capricho, en la alameda de Osuna), donde capturaron a tres coroneles fieles a
Casado, que fueron ejecutados sin aparente conocimiento del mando comunista.
La “pequeña guerra civil” que acababa de iniciarse en Madrid duraría hasta el 12
de marzo. Fuera de Madrid, en Elda (Alicante), la dirección del PCE había
hablado con Negrín antes de que este abandonara España pidiéndole que
negociara con Casado para evitar el estallido de la inminente lucha interna, pero
como era de esperar, la salida del presidente del Consejo de Ministros cayó en la
dirección comunista como un mazazo. En la madrugada del día 7, sin conocer
que en Madrid se estaba combatiendo a Casado y temiendo ser detenidos, los
máximos dirigentes comunistas salieron también de España desde el aeródromo
de Monovar, cercano a Elda. Quedan en tierra tres responsables de organizar la
inminente clandestinidad, pero rápidamente son capturados por los casadistas.

En Madrid, la situación se fue decantando durante los días 7 y 8 a favor de los


comunistas, gracias sobre todo a que Barceló, jefe del I cuerpo de ejército, se
sumó a la resistencia contra el CND. Al mismo tiempo, la 42 brigada mixta
cumplió un importante papel al abandonar el frente de la Casa de Campo y entrar
en Madrid al amanecer del 8. En la tarde de ese día confluyeron en la calle
Serrano la 8ª división y la 42 brigada mixta para avanzar juntas contra el puesto
de mando de Casado, situado en los sótanos del Ministerio de Hacienda. El
Consejo Nacional de Defensa parecía entonces perdido. Sin embargo, el 9 de
marzo se produjo la intervención del IV cuerpo de ejército de Mera, jefe ya
claramente posicionado del lado de Casado. Los equilibrios cambiaron
drásticamente cuando las fuerzas de Mera empezaron a desplazarse desde
Guadalajara hacia Madrid. Este último movimiento de los casadistas provocó la
desmoralización de las unidades comunistas, que en paralelo recibieron
instrucciones de su dirección en el exterior en el sentido de cesar el combate
contra los antiguos compañeros de armas ahora sublevados. Al parecer, los
dirigentes casadistas también habían ofrecido abrir una negociación. En este
contexto, las fuerzas franquistas en torno a Madrid no permanecieron del todo
inactivas, sino que adaptaron sus acciones a los intereses casadistas.
Selectivamente fueron atacados los sectores de las unidades comunistas

251
implicadas en la lucha dentro de Madrid, provocando que estas tuvieran que
volver precipitadamente a ocupar sus posiciones. Esta coordinación, pactada o de
facto, facilitó que el IV cuerpo consiguiera hacerse con el control efectivo de
Madrid. Hubo a continuación un intento de acuerdo entre casadistas y
comunistas, pero los primeros continuaron apresando a cuantos jefes adversarios
pudieron y fusilaron a Barceló. Mientras, la situación en Valencia, cabecera del
Ejército de Levante bajo mando del general Menéndez e importante capital
republicana, contrastaba mucho con la que se estaba viviendo en Madrid. Allí no
hubo enfrentamientos, y tras alcanzarse el cese de combates en Madrid, los
comunistas mantuvieron sus puestos, sedes, mandos y fuerzas.

La victoria casadista permitió fabular a sus jefes con establecer “negociaciones”


de cierta entidad con Franco en base a lo expresado en su primer documento
conocido por ellos. Se produjeron entonces ciertos contactos y hasta dos rondas
de “negociación” entre representantes de Casado y de Franco en el aeródromo de
Gamonal (Burgos), pero allí estos últimos dejaron diametralmente claro que
cualquier papel, palabras o compromiso anteriores carecían por completo de
valor. Con la victoria completa al alcance de la mano, lo único que Franco estaba
dispuesto a aceptar era una rendición incondicional. A partir de ahí, toda medida
moderadora de las seguras represalias que se pondrían en marcha dependería
exclusivamente de su voluntad. Debía quedar radicalmente claro que a partir del
final de la guerra existiría un Ejército vencedor y otro vencido. Disipado el sueño
de una rendición o paz acordada en términos de mayor igualdad, muchos de los
partidarios y aliados de Casado quedaron perplejos, casi suplicantes, mientras
que buena parte de los anarquistas que los habían apoyado salían de su engaño y
de alguna manera, tornaban a las tesis de Negrín cuando ya era tarde para todo.
Mientras quedaban a la vista los resultados estériles conseguidos por la traición,
la 5ª Columna se hacía cada vez con mayor poder real dentro de la zona
republicana, lo que le permitía actuar con creciente audacia, descaro y
visibilidad. Sin perder un instante, apenas hubo terminado la última ronda de
contactos con los representantes del Consejo Nacional de Defensa, Franco
ordenó el lanzamiento de la “ofensiva de la Victoria”, que entre los días 26 y 31
de marzo, consiguió ocupar todo el territorio republicano sin encontrar
resistencia. En Madrid, la 5ª Columna se hizo con el control de la ciudad el 27 de
marzo, aprovechando y rematando el desmoronamiento completo de las unidades
militares del Ejército popular.

252
Los historiadores Ángel Viñas y Fernando Hernández Sánchez escribieron lo que
parece una justa conclusión a esta dolorosa etapa final de la resistencia
republicana:

(…) En cualquier caso, es sobre Casado, y no Negrín, que debe caer la


responsabilidad histórica de haber inducido la desintegración de la resistencia
republicana de forma tal que dejó estancados a millares y millares de
combatientes. Cómo se hubiera configurado su evacuación de haberse podido
avanzar en los planes negrinistas será siempre especulativo. No cabe duda, sin
embargo, de que la realidad fue la más amarga y desastrosa posible y la mejor
que Franco jamás hubiera podido desear. (Tomado de fuentes digitales)

Derrotado el Ejército popular de la peor manera posible, tras la ocupación


completa del territorio leal el 31 de marzo de 1939 concluía la fase militar de la
guerra contra la clase trabajadora organizada, el librepensamiento y la
democracia en cualquiera de sus expresiones. Moría la República de
Trabajadores y el país que hubiera podido alumbrar la Constitución de 1931. La
traición casadista de última hora rompió definitivamente la moral de resistencia e
impidió que se pudiera organizar cualquier forma de lucha irregular efectiva. Sin
escudo frente a la dictadura, se iniciaba para la mayoría social constituida por los
republicanos y republicanas el tiempo de las represiones, el exilio y el silencio.
Este último permanecería además mucho más tiempo que el régimen que lo
impuso.

Un documento del Ejército del Centro franquista fechado en Toledo el día 5 de


abril de 1939 acredita que la agrupación de divisiones de Guadarrama –
Somosierra controlaba al menos tres campos de concentración de prisioneros de
guerra, en los que estaban recluidos 18.000 hombres. A la par, del I cuerpo de
ejército dependían siete campos similares, que en los que estaban encerrados casi
49.000 combatientes republicanos. El total de prisioneros en este tipo de campos
creados en la zona de responsabilidad del citado Ejército sobrepasaba entonces
los 177.000.

253
9. Hasta hoy

Mosaico de notas sueltas sobre cosas que conectan de algún modo esos años
de guerra con el tiempo presente.

Nº 1. Entre los lugares cercanos al río Perales que durante la batalla de Brunete
fueron bombardeados con mayor saña y reiteración por las artillerías republicana
y/o franquista destacaron sin duda el vértice y la meseta de Los Llanos, puntos
geográficos dominantes de la orilla izquierda del río y sitios de la máxima
importancia durante toda la batalla. Sabemos que en el asalto inicial de la 46
división contra la guarnición de falangistas y Tiradores de Ifni que guardaban la
casa de Los Llanos se hizo fuego con las piezas de acompañamiento de brigada,
con tanques T- 26 y con las artillerías de división y cuerpo de ejército que
apoyaron el ataque. Por su parte, los defensores respondieron a los tanques y a
las piezas de 45 mm con los escasos medios antitanque de que disponían, uno o
dos cañones de 37 mm. También durante el ataque, pero sobre todo después de su
ocupación por la 101 brigada, la casa de Los Llanos y su entorno recibieron el
fuego de distintas baterías franquistas que ya se habían situado o estaban
haciéndolo al oeste del Perales y al sur de Brunete. Simultáneamente, la posición
comenzó a ser el blanco de bombardeos aéreos de las tres aviaciones que iban por
Franco, que arrojaban bombas explosivas de distintos pesos y bombas
incendiarias de aproximadamente 1 kilogramo. Contra esas incursiones aéreas
arreciaron los disparos de la artillería antiaérea republicana, que contaba con al
menos dos baterías situadas al este de Valdemorillo. Su fuego fue muy denso en
la vertical de Los Llanos, cayendo por centenares sobre la meseta y sus
pendientes los fragmentos de la munición empleada, que estallaba en el aire por
acción de la espoleta de tiempo que llevaban. Simultáneamente, la instalación
confirmada de una batería republicana inmediatamente al este de la casa de Los
Llanos atrajo sobre ese punto los tiros de contrabatería hecho con varios calibres,
todos altos, y una mayor presión aérea. Toda esta actividad, unida a los restos de
combates de infantería y al fuego de los morteros, dejaron el entorno de la casa
de Los Llanos plagado de piezas y fragmentos metálicos (que serían recogidos
durante la posguerra por “metralleros” de los pueblos cercanos). Sin embargo,
una parte mínima de todo eso permaneció, permitiendo el actual surgimiento de
un nuevo objetivo o foco de estudio arqueológico. Destacando entre tantos
calibres y tipos de munición artillera, supuso toda una sorpresa encontrar hace

254
pocos años la parte frontal de un proyectil mucho más grande que todos los
conocidos. Tras darle muchas vueltas y hacer muchas consultas, a esa ojiva la
identificamos como parte de un proyectil de obús italiano 305/17 G. (Garrone)
modelo 1917.

De confirmarse los indicios aportados por la mencionada ojiva y por varios


fragmentos de metralla y alguno de banda de forzamiento de gran grosor (rayada
a izquierda, italiana por tanto), resultaría que Los Llanos habría recibido
impactos de todos o casi todos los calibres presentes en julio de 1937 (y quizás
más tarde también). Estos abarcarían desde los 37 mm del antitanque alemán a
los 305 mmm del obús italiano, algo no muy habitual en los frentes de la zona
Central, donde apenas hay descritas intervenciones de las piezas de 305 mm. De
esta forma, nos gusta pensar que Los Llanos fue la verdadera “Loma Artillera” de
cuantos paisajes de guerra hemos conocido y estudiado.

La presencia de munición atribuible al obús italiano 305/17 G. modelo 1917


invita a algunas reflexiones que hacen muy interesante este hallazgo. De entrada,
damos por hecho que este modelo habría sido la única artillería de 305 mm en
manos de las fuerzas de Tierra, y seguramente el mayor calibre que estuvo en
cualquiera de sus arsenales; Franco recibió de Italia según parece cinco de estos
obuses en 1937. Se trataba de piezas adaptadas al combate terrestre cuyo origen
parece estar en otras del mismo calibre concebidas como artillería de flota o de
costa, es decir, adaptadas al combate naval, lo que les daba características
particulares que las hacía poco compatibles con cualquier otra función. En la
Armada republicana sabemos que se estudió la posibilidad de aprovechar los 8
cañones de 305 mm de modelos anteriores a 1917 que portaba el acorazado
Jaime I (puesto fuera de combate por una explosión interna el 17 de junio de
1937, en la base de Cartagena) como artillería de costa, pero no hay ninguna
constancia de que algún cañón de ese calibre tomara parte en operaciones
terrestres del Ejército popular.

Los cañones navales (tanto de flota como, en muchos casos, también de costa)
tiraban con una gran velocidad inicial del proyectil, permitían alta cadencia de
fuego y generaban poco retroceso, dado el limitado espacio en el que se
encontraban instalados a bordo. Eran piezas preparadas para un combate muy
violento pero también corto, caracterizado por los tiros sobre blancos móviles.
Por todas estas condiciones y características, sufrían un desgaste rapidísimo del
ánima de sus tubos. Estas piezas tenían además un gran peso, algo poco
255
importante a bordo de un gran buque de guerra, pero que sí condicionaba su
empleo terrestre, haciendo imprescindible su transporte por medios ferroviarios.
Por ello, las piezas de similar calibre concebidas para el Ejército fueron menos
pesadas y podían ser transportadas por partes utilizando medios automóviles. Por
otra parte, a diferencia de la masiva producción para su empleo en tierra, las
piezas navales se debían adaptar a cada nave y eran mejoradas continuamente,
por lo que había pocas iguales entre si y existía gran diversidad de tipos. Los
proyectiles navales tenían paredes muy gruesas y poca carga explosiva, no
estaban por tanto bien adaptados al combate terrestre; además, el cañón naval
estaba especializado en el tiro rasante y daba alcances superiores a 20 kilómetros,
mientras que el tiro terrestre pide elevaciones de 40 a 55º. Es natural por tanto
que el original cañón naval diera lugar en su versión para el Ejército a un obús,
un tipo de pieza que permite una amplia elevación del tubo y marca una
trayectoria parabólica del proyectil, en lugar de tensa. Puesto en posición, el obús
305/17 Garrone modelo 1917 pesaba más de 33 toneladas, se podía apuntar en
cualquier dirección (permitía el giro horizontal de 360º) y su cañón podía
elevarse verticalmente desde -20º a +65º. Los tres tipos de proyectil que podía
disparar pesaban 442, 350 o 292 kilogramos, y su cadencia de tiro era baja,
además de tener mayor retroceso que su par naval. Por el contrario, su
durabilidad era bastante mayor. Su alcance máximo era de 17 kilómetros y su
forma de transporte automóvil requería cuatro tractores. Si durante la guerra
española en vez de utilizar esos medios automotores se dispuso de una
plataforma ferroviaria para poner una de estas piezas en batería, Robledo de
Chavela era el lugar con vía disponible para el mando franquista más cercano a la
zona de Quijorna – Valdemorillo. Ese primer pueblo dista exactamente 16
kilómetros en línea recta del lugar donde se han encontrado algunos restos de
posibles impactos de granadas del 305/17, así como lo que parece ser uno de sus
cráteres de explosión, que aún es visible. Queda por hacer más investigación en
los archivos militares para dar con la orden concreta que puso en acción este tipo
de artillería tan especial; de momento no sabemos si esos hipotéticos disparos
fueron hechos durante la batalla de Brunete o más tarde, ya que Los Llanos
continuaron siendo un lugar de alto interés militar tras julio de 1937. En
cualquier caso, el disparo que dejó allí la ojiva encontrada resultó
extremadamente preciso, pues fue encontrada en medio del asentamiento de una
batería republicana. Lo que no sabemos es si ya estaba abandonada o permanecía
en activo. Lo segundo parece más probable. (AGMAV, caja 299, carp.4, doc.1) o (AGMAV -
248/13)

256
Os recordamos la posibilidad de apoyar las actividades del colectivo Brunete en
la Memoria haciendo un ingreso voluntario (sugerimos 5 o 10 euros) en la cuenta
ES87 2100 2022 3702 0027 8310 de La Caixa. Muchas gracias.

257

También podría gustarte