Contexto Histórico de Inglaterra Desde 1659 - 1759
Contexto Histórico de Inglaterra Desde 1659 - 1759
Contexto Histórico de Inglaterra Desde 1659 - 1759
La restauración inglesa
El 4 de abril, el depuesto rey Carlos II de Inglaterra, tras haber negociado con
Monk en La Haya (a través de Thomas Fairfax, que le había prestado su apoyo
contra Lambert), publicó en Breda la declaración de Breda, por la que prometía
una amplia amnistía a sus súbditos y aceptaba las reivindicaciones que los
parlamentarios presentaron a su padre en su día. Monk se alió entonces con
los monárquicos.
El 23 de mayo, George Monk acudió al puerto de Dover para recibir a Carlos II,
al que unos días antes el Parlamento había aceptado como rey de Inglaterra.
Los ingleses acogieron con júbilo a su rey, no tanto por devoción hacia la
monarquía como porque su regreso suponía la vuelta de la vida de pecado que
los puritanos habían erradicado: las tabernas y los teatros volvieron a abrir sus
puertas. El propio rey no tardó en dar ejemplo a sus súbditos: era escéptico,
libertino, aficionado a la ciencia, y nunca se supo a ciencia cierta el número de
sus amantes. Aunque el cadáver de Cromwell fue exhumado y ahorcado, y
algunos de los que colaboraron en la ejecución de Carlos I fueron ajusticiados,
la restauración fue, en general, pacífica y nada vengativa. Charles Fleetwood, el
yerno de Cromwell, vio acabada su carrera política, aunque no sufrió
represalias. Lambert, en cambio, fue mantenido en prisión.
De las filas puritanas desertaron todos salvo una minoría de radicales. De entre
éstos, destacaba el poeta John Milton, secretario de Cromwell. Había
enviudado ocho años atrás, y por aquel entonces ya estaba completamente
ciego. No obstante, había logrado casarse y enviudar otras dos veces más. La
restauración monárquica puso fin a todos sus ideales. Tuvo que esconderse
durante un tiempo, pero no tardó en ser amnistiado. Amargado, se retiró de la
vida pública. El cargo de secretario de Cromwell lo había compartido con otro
poeta llamado Andrew Marvell, que ahora fue elegido miembro de la cámara
de los Comunes. En Escocia, Carlos II fue también aceptado como rey. El
marqués de Argyll, acusado de colaborar con los puritanos, fue procesado por
alta traición.
El rey Carlos II de consideraba que una de las causas principales de que el Acta
de Navegación fuera sistemáticamente violada era la presencia de la colonia
neerlandesa de Nueva Holanda. Los barcos extranjeros podían declarar a
Nueva Holanda como su destino oficial, lo que los eximía de hacer escala en
Inglaterra y de todos los demás requisitos impuestos por la legislación inglesa,
y luego visitar furtivamente las colonias inglesas. Por ello, el rey tomó la
decisión de apropiarse de Nueva Holanda. (En la época era frecuente que las
colonias pasaran de mano en mano: los neerlandeses habían arrebatado
numerosas colonias a los portugueses en África y en Oriente y, recientemente,
los ingleses habían arrebatado Jamaica a los españoles.) Encomendó la tarea a
su hermano, el duque Jacobo de York.
1667
Tras una serie de batallas navales favorables, en 1667, la flota inglesa fue
incendiada en Chatham por la flota neerlandesa. El almirante Ruyter remontó
el Támesis sembrando el terror entre los ingleses. El rey Carlos II no tuvo más
remedio que iniciar las negociaciones de paz con las Provincias Unidas, además
de con Francia y Dinamarca, que también se habían implicado en la guerra.
Tras un fracasado intento de mediación del Papa Clemente IX, los ejércitos
franceses amenazaron Gante y Bruselas. El ímpetu francés era tal, que las
Provincias Unidas se sintieron amenazadas, así que firmaron la Triple
Alianza con Inglaterra y Suecia, y propusieron su mediación a España y Francia.
Para sorpresa de los españoles, el 2 de mayo, Luis XIV se avino a firmar
el tratado de Aquisgrán, por el que devolvía el Franco Condado y se retiraba de
los Países Bajos (aunque se quedó con algunas de las plazas fronterizas que
había conquistado).
Al rey Luis XIV de Francia no le había gustado nada la Triple Alianza que los
neerlandeses habían organizado para pararle los pies durante la guerra de
Devolución, así que la diplomacia francesa empezó a trabajar para
desmantelarla. Hugues de Lionne contactó con el duque de Buckingham, que
era claramente partidario de una alianza con Francia, y negociaron el tratado
de Dover, que fue firmado el 22 de mayo. Sin embargo, ni siquiera el duque
estuvo al corriente de unas cláusulas secretas pactadas entre Carlos II y Luis
XIV, según las cuales, Carlos II se comprometía a ayudar a Francia en una futura
"hipotética" guerra contra las Provincias Unidas, a defender los derechos de
Luis XIV sobre la corona española a la muerte del rey Carlos II de España (que,
para lo débil que era, ya estaba tardando en morirse), y a restaurar en
Inglaterra la religión católica "en cuanto le fuera posible". A cambio, Carlos II
recibiría secretamente un subsidio (que atenuaría su dependencia económica
del Parlamento) y ayuda militar.
Newton expuso las conclusiones de los estudios que había realizado sobre la
luz. En contra de lo que se había creído hasta entonces, afirmó que la luz
blanca no es homogénea, sino que es una mezcla de rayos de diferentes tipos
(colores), cada uno de los cuales se comporta de forma ligeramente diferente
al pasar de un medio a otro, como se pone de manifiesto al hacer que un rayo
de luz blanca atraviese un prisma de cristal. Entonces los distintos
componentes de la luz se separan en un espectro con los colores del arco iris.
Newton relacionó este fenómeno con otro bien conocido por los constructores
de microscopios y telescopios: la llamada aberración cromática. Cuando se
trataba de emplear lentes demasiado gruesas, para conseguir mayores
aumentos, aparecían irisaciones que deformaban las imágenes, volviéndolas
prácticamente amorfas en el caso de los microscopios e imprecisas en el caso
de los telescopios. Newton consideró que la aberración de las lentes era
inevitable, y por ello propuso construir un telescopio basado en espejos en
lugar de en lentes.
Con Inglaterra, Luis XIV se avino a reconocer a Guillermo III como rey
legítimo y ambos países se devolvían también los territorios
conquistados. Además, Francia reconocía también a Inglaterra
el derecho de barrera.
Si entre los siglos XV y XVI Europa había logrado recuperar la cultura clásica, a
lo largo del siglo XVII había logrado algo —al parecer— más difícil, ya que
ningún depositario anterior de dicha cultura lo había logrado: superarla. No sin
muchas vacilaciones, Europa había logrado entender que los sabios de la
antigüedad eran menos sabios de lo que parecían a primera vista, y ya no
dudaba en cuestionarlos y contradecirlos tanto en astronomía, como en
mecánica, como en filosofía, como en medicina, como en cualquier otra rama
del saber. Las matemáticas eran el único terreno en el que los antiguos no
podían ser refutados, pero sí superados con creces, y, en efecto, los
matemáticos estaban haciendo progresos espectaculares con el cálculo
diferencial. Estaba de moda plantear y resolver problemas físico-geométricos
consistentes en encontrar curvas con propiedades especiales:
la catenaria, la tautócrona, la braquistócrona, etc., problemas que unos pocos
años atrás habrían resultado muy complicados, si no imposibles de resolver.
En 1701 murió el rey Jacobo II y, ya en 1702, Luis XIV reconoció a su hijo Jacobo
Eduardo como el legítimo rey Jacobo III de Inglaterra.
En el año 1703 murieron los científicos ingleses Robert Hooke y John Wallis.
Isaac Newton fue elegido presidente de la Royal Society.
Las negociaciones llevadas a cabo en Utrecht a lo largo del año anterior dieron
finalmente sus frutos. Francia, Gran Bretaña y Portugal ya habían firmado un
armisticio, al que el 4 de marzo se sumó Saboya y poco después Prusia.
La reina había tenido diecisiete hijos, pero ninguno le sobrevivió. Poco antes
había muerto la que teóricamente era su heredera, Sofía Estuardo, por lo que
fue sucedida por el hijo de ésta, el príncipe elector de Hannover, que ahora se
convertía en el rey Jorge I de Gran Bretaña. Tenía ya cincuenta y cuatro años.
Su hijo Jorge (que tomó como consejera a lady Marlborough) se convirtió en el
nuevo príncipe de Gales, y su nieto Federico Luis en duque de Edimburgo.
Jorge I no era el mejor rey que podían desear los británicos: no le interesaba
para nada su reino, más que por el título de rey, que vestía lo suyo, y por las
sustanciosas rentas que le proporcionaba, con las que proporcionó
sustanciosas prebendas a sus familiares y amigos, y lujosos regalos a sus
numerosas amantes. Por lo demás, ni siquiera entendía el inglés, así que
pronto se cansó de asistir a las deliberaciones de gobierno y confió éste a sus
ministros y al parlamento. Como secretario de Estado nombró al conde de
Stanhope.
En 1720 Gran Bretaña, Edmond Halley fue nombrado astrónomo real. Aunque
tenía ya sesenta y cuatro años, acometió la empresa de estudiar el movimiento
general de la Luna a partir de unas observaciones que debían realizarse
durante un periodo de dieciocho años.
Ese año murió el Papa Clemente XI, que fue sucedido por el
cardenal Michelangelo Conti, de sesenta y seis años, que adoptó el nombre
de Inocencio XIII.
El 31 de marzo de 1727 murió sir Isaac Newton a los ochenta y cuatro años de
edad. Hacía tiempo que había abandonado la investigación científica, pero sus
contribuciones lo sitúan en un lugar singular de la cultura humana, pues con él
puede decirse que la física moderna alcanzó su madurez. El último honor que
se le rindió fue enterrarlo en la abadía de Westminster, donde se entierra a los
soberanos británicos.
Händel dejó la Real academia de música, para la que había escrito unas quince
óperas, y se dedicó al teatro, intentando sin mucho éxito popularizar la ópera
italiana.
1732
Una orden británica estableció que cualquier oficial británico tenía autoridad
superior a la de cualquier oficial de las colonias americanas, cualesquiera que
fueran sus graduaciones respectivas. Ello motivó que George Washington,
indignado, dimitiera del ejército. Compró Mount Vernon a la viuda de su
hermanastro Lawrence y se retiró de la vida pública. La propiedad incluía
dieciocho esclavos negros.
El 16 de enero de 1756, el rey Jorge II de Gran Bretaña firmó con el rey
Federico II de Prusia el acuerdo de Westminster, por el que éste se
comprometía a defender el electorado de Hesse ante un hipotético ataque
austríaco.
La alianza entre Gran Bretaña y Prusia fue todo lo que el conde Kaunitz
necesitó para que acabara de cuajar su proyecto de alianza entre Austria y
Francia. El 1 de mayo, ambas potencias firmaron el tratado de Versalles, por el
que se completaba la llamada inversión de alianzas (respecto de la guerra de
sucesión de Austria, en la que Gran Bretaña había sido aliada de Austria y
Francia de Prusia). Francia trató de conseguir, a su vez, una alianza con España,
pero el rey Fernando VI se mantuvo firme en que su país se mantuviera
neutral.
El rey Jorge II de Gran Bretaña había logrado expulsar a William Pitt del
gobierno, pero en junio se vio obligado a formar un nuevo gabinete con el
duque de Newcastle al frente y Pitt como ministro de la guerra contra los
franceses en américa
Bibliografías