Contexto Histórico de Inglaterra Desde 1659 - 1759

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Contexto histórico de Europa desde 1659 (nacimiento de Henry purcel)

La restauración inglesa

Richard Cromwell, incapaz de controlar la situación política de su país, fue


obligado a dimitir, y no tardó en abandonar Inglaterra. Su hermano menor,
Henry Cromwell, dimitió también de su cargo de gobernador de Irlanda.
Inglaterra quedó sumida en las disputas entre puritanos, militares y
monárquicos. La mayor ventaja de los monárquicos era, evidentemente, que
eran los únicos que no tenían dudas sobre a quién apoyar. Entre los principales
militares adversarios del parlamento estaba el yerno de Oliver Cromwell
(padre de Richard Cromwell) el general Charles Fleetwood.

En Inglaterra, el general John Lambert aplastó en Cheshire una revuelta de


realistas y presbiterianos en nombre del Parlamento. En octubre se reunió con
otro de los militares más influyentes del momento: George Monk, que en
principio había reconocido también la autoridad del Parlamento, pero lo cierto
era que desconfiaba de éste, así como de Lambert.

En enero de 1660, George Monk reunió su ejército y el 3 de febrero entraba en


Londres, donde se hizo dueño de la situación, restableció la autoridad del
Parlamento y luego lo obligó a constituir uno nuevo (no tan "depuritanado").
John Lambert, cogido por sorpresa por la acción de Monk, trató de provocar un
alzamiento militar, pero fue encarcelado, y permaneció en prisión hasta su
muerte, veinticuatro años más tarde.

El 4 de abril, el depuesto rey Carlos II de Inglaterra, tras haber negociado con
Monk en La Haya (a través de Thomas Fairfax, que le había prestado su apoyo
contra Lambert), publicó en Breda la declaración de Breda, por la que prometía
una amplia amnistía a sus súbditos y aceptaba las reivindicaciones que los
parlamentarios presentaron a su padre en su día. Monk se alió entonces con
los monárquicos.

El 23 de mayo, George Monk acudió al puerto de Dover para recibir a Carlos II,
al que unos días antes el Parlamento había aceptado como rey de Inglaterra.
Los ingleses acogieron con júbilo a su rey, no tanto por devoción hacia la
monarquía como porque su regreso suponía la vuelta de la vida de pecado que
los puritanos habían erradicado: las tabernas y los teatros volvieron a abrir sus
puertas. El propio rey no tardó en dar ejemplo a sus súbditos: era escéptico,
libertino, aficionado a la ciencia, y nunca se supo a ciencia cierta el número de
sus amantes. Aunque el cadáver de Cromwell fue exhumado y ahorcado, y
algunos de los que colaboraron en la ejecución de Carlos I fueron ajusticiados,
la restauración fue, en general, pacífica y nada vengativa. Charles Fleetwood, el
yerno de Cromwell, vio acabada su carrera política, aunque no sufrió
represalias. Lambert, en cambio, fue mantenido en prisión.

Carlos II nombró primer ministro a Edward Hyde, al que nombró conde


de Clarendon. Había sido su principal consejero durante su exilio y fue él quien
negoció con Monk y preparó la declaración de Breda. Jacobo, el hermano
menor del rey, duque de York, fue nombrado gran almirante. Ese mismo año
se casó con Ana, la hija de Edward Hyde. George Monk fue nombrado duque
de Albemarle. El príncipe Ruperto fue llamado a Inglaterra y formó parte del
consejo privado del rey.

De las filas puritanas desertaron todos salvo una minoría de radicales. De entre
éstos, destacaba el poeta John Milton, secretario de Cromwell. Había
enviudado ocho años atrás, y por aquel entonces ya estaba completamente
ciego. No obstante, había logrado casarse y enviudar otras dos veces más. La
restauración monárquica puso fin a todos sus ideales. Tuvo que esconderse
durante un tiempo, pero no tardó en ser amnistiado. Amargado, se retiró de la
vida pública. El cargo de secretario de Cromwell lo había compartido con otro
poeta llamado Andrew Marvell, que ahora fue elegido miembro de la cámara
de los Comunes. En Escocia, Carlos II fue también aceptado como rey. El
marqués de Argyll, acusado de colaborar con los puritanos, fue procesado por
alta traición.

La "Sociedad Invisible", creada originalmente en Oxford, celebraba también


sesiones en Londres, donde residían habitualmente algunos de sus miembros,
pero con la muerte de Oliver Cromwell estas reuniones fueron suspendidas,
por la inseguridad que suponía cualquier clase de reunión en los tiempos que
corrían. Con la llegada del rey Carlos II, la situación cambió, y se reanudaron las
reuniones en Londres, bajo la protección el monarca. Los miembros de la
sociedad que residían en Oxford se trasladaron pronto a la capital.
1661

El ministro Hugues de Lionne negoció con Inglaterra la devolución de


Dunkerque.

El 15 de julio, el rey Carlos II convirtió la "Sociedad Invisible" en la Royal


Society of London. Su primer presidente fue el vizconde William Brouncker. 

Boyle publicó una nueva versión de su tratado Nuevos experimentos físico-


mecánicos sobre la elasticidad del aire y sus efectos, en la que añadía un
apéndice que contenía la que hoy se conoce como ley de Boyle, sobre el
comportamiento de un gas ideal.

El rey Carlos II de consideraba que una de las causas principales de que el Acta
de Navegación fuera sistemáticamente violada era la presencia de la colonia
neerlandesa de Nueva Holanda. Los barcos extranjeros podían declarar a
Nueva Holanda como su destino oficial, lo que los eximía de hacer escala en
Inglaterra y de todos los demás requisitos impuestos por la legislación inglesa,
y luego visitar furtivamente las colonias inglesas. Por ello, el rey tomó la
decisión de apropiarse de Nueva Holanda. (En la época era frecuente que las
colonias pasaran de mano en mano: los neerlandeses habían arrebatado
numerosas colonias a los portugueses en África y en Oriente y, recientemente,
los ingleses habían arrebatado Jamaica a los españoles.) Encomendó la tarea a
su hermano, el duque Jacobo de York.

En 1665 una epidemia de peste azotó Inglaterra, y muchas universidades


cerraron sus puertas. Entre ellas estaba el Trinity College de Londres, donde
estudiaba un joven de veintidós años que tuvo que regresar a su casa, en la
región de Lincolnshire. Se llamaba Isaac Newton, su padre había muerto antes
de que naciera él, y fue educado por sus abuelos, con los que, al parecer, no
mantuvo muy buena relación. Cursó estudios universitarios gracias a un tío
suyo, que persuadió a su madre y cuidó su preparación preuniversitaria. De
carácter muy tímido, el Trinity College se había convertido para él en lo más
parecido a un hogar. Allí estudió las obras de Galileo, Kepler, Descartes, así
como los trabajos de sus contemporáneos, especialmente Boyle.

La epidemia de peste había remitido, pero entonces un gran incendio destruyó


buena parte de la ciudad de Londres. El rey Carlos II encargó la reconstrucción
de la ciudad a Christopher Wren, que, a sus treinta y cuatro años, se había
convertido en un reputado arquitecto. Éste eligió a Robert Hooke como
ayudante para el inmenso trabajo que ello suponía.

1667

Tras una serie de batallas navales favorables, en 1667, la flota inglesa fue
incendiada en Chatham por la flota neerlandesa. El almirante Ruyter remontó
el Támesis sembrando el terror entre los ingleses. El rey Carlos II no tuvo más
remedio que iniciar las negociaciones de paz con las Provincias Unidas, además
de con Francia y Dinamarca, que también se habían implicado en la guerra.

El 31 de julio, Inglaterra, las Provincias Unidas, Francia y Dinamarca firmaron


la paz de Breda, por la que los barcos neerlandeses quedaban exentos del
cumplimiento del Acta de Navegación. A cambio, Inglaterra conservaba Nueva
York, pero cedía a las Provincias Unidas lo que hasta entonces era la Guayana
Inglesa, y que ahora pasaba a ser la Guayana Neerlandesa. Además, Inglaterra
cedió a Francia la península de Acadia, al norte de Nueva Inglaterra.

La paz de Breda no satisfizo a los ingleses, y el conde de Clarendon fue el chivo


expiatorio. El primer ministro fue cesado, y tuvo que huir a Francia para
escapar de una acusación de traición. Desde ese momento, Carlos II gobernó
aconsejado por varios asesores que formaron lo que se llamó
la cabal (camarilla). En ella destacaba Henry Bennet, el conde de Arlington, que
había acompañado a Carlos II durante el exilio.

El Trinity College volvió a su actividad tras la peste, y en octubre de


1667 Newton obtuvo una plaza de profesor.

Tras un fracasado intento de mediación del Papa Clemente IX, los ejércitos
franceses amenazaron Gante y Bruselas. El ímpetu francés era tal, que las
Provincias Unidas se sintieron amenazadas, así que firmaron la Triple
Alianza con Inglaterra y Suecia, y propusieron su mediación a España y Francia.
Para sorpresa de los españoles, el 2 de mayo, Luis XIV se avino a firmar
el tratado de Aquisgrán, por el que devolvía el Franco Condado y se retiraba de
los Países Bajos (aunque se quedó con algunas de las plazas fronterizas que
había conquistado).

Isaac Newton había comunicado sus descubrimientos a uno de sus


profesores, Isaac Barrow, que en julio se ocupó de difundirlos entre los
miembros de la Royal Society. El texto De analysi llegó a manos de su
presidente, pero entonces Newton solicitó que se le devolvieran sus papeles.
Poco después, Barrow decidió renunciar a su cátedra y recomendó a Newton
para ocuparla. Así, con tan sólo veintisiete años, se convirtió en catedrático
más joven de su tiempo.

Ese año murió el Papa Clemente IX y fue sucedido por el cardenal Emilio


Altieri, que adoptó el nombre de Clemente X. Tenía ya ochenta años y dejó
prácticamente todos los asuntos en manos de su sobrino adoptivo, el
cardenal Paluzzo Paluzzi.

Al rey Luis XIV de Francia no le había gustado nada la Triple Alianza que los
neerlandeses habían organizado para pararle los pies durante la guerra de
Devolución, así que la diplomacia francesa empezó a trabajar para
desmantelarla. Hugues de Lionne contactó con el duque de Buckingham, que
era claramente partidario de una alianza con Francia, y negociaron el tratado
de Dover, que fue firmado el 22 de mayo. Sin embargo, ni siquiera el duque
estuvo al corriente de unas cláusulas secretas pactadas entre Carlos II y Luis
XIV, según las cuales, Carlos II se comprometía a ayudar a Francia en una futura
"hipotética" guerra contra las Provincias Unidas, a defender los derechos de
Luis XIV sobre la corona española a la muerte del rey Carlos II de España (que,
para lo débil que era, ya estaba tardando en morirse), y a restaurar en
Inglaterra la religión católica "en cuanto le fuera posible". A cambio, Carlos II
recibiría secretamente un subsidio (que atenuaría su dependencia económica
del Parlamento) y ayuda militar.

Newton expuso las conclusiones de los estudios que había realizado sobre la
luz. En contra de lo que se había creído hasta entonces, afirmó que la luz
blanca no es homogénea, sino que es una mezcla de rayos de diferentes tipos
(colores), cada uno de los cuales se comporta de forma ligeramente diferente
al pasar de un medio a otro, como se pone de manifiesto al hacer que un rayo
de luz blanca atraviese un prisma de cristal. Entonces los distintos
componentes de la luz se separan en un espectro con los colores del arco iris.
Newton relacionó este fenómeno con otro bien conocido por los constructores
de microscopios y telescopios: la llamada aberración cromática. Cuando se
trataba de emplear lentes demasiado gruesas, para conseguir mayores
aumentos, aparecían irisaciones que deformaban las imágenes, volviéndolas
prácticamente amorfas en el caso de los microscopios e imprecisas en el caso
de los telescopios. Newton consideró que la aberración de las lentes era
inevitable, y por ello propuso construir un telescopio basado en espejos en
lugar de en lentes.

La guerra de Holanda (1672)

En 1672, a sus diecisiete años de edad, el rey Carlos XI de Suecia asumió el


gobierno de su país. La diplomacia francesa intervino inmediatamente hasta
garantizar que Suecia no apoyaría a las Provincias Unidas en una guerra contra
Francia.

Aprovechando que estaban en guerra contra Inglaterra, el 30 de julio, los


neerlandeses tomaron Nueva York por sorpresa.

La opinión pública inglesa no entendía la política exterior de su gobierno:


Inglaterra se aliaba a la católica Francia en contra de las Provincias Unidas,
protestantes. El rey Carlos II nunca se había mostrado un protestante
fervoroso, al contrario, sus últimos intentos de promover la tolerancia para con
los católicos resultaban muy sospechosos. El duque Jacobo de York, su
hermano (y, de momento, heredero, porque Carlos II no tenía descendencia
legítima) era abiertamente católico. ¿Acaso la monarquía planeaba restaurar el
catolicismo en Inglaterra? (Algo de eso había, aunque no había pruebas de
ello.) El Parlamento, en su línea habitual, logró imponerse sobre el monarca,
la Cabal (la camarilla de consejeros del rey) fue paulatinamente desmantelada,
hasta que en 1674 dimitió su miembro principal, el conde de Arlington. El 19
de febrero Inglaterra hizo la paz con los neerlandeses mediante el tratado de
Westminster.

El 10 de noviembre, los neerlandeses devolvieron Nueva York a Inglaterra.

El Papa Clemente X, que fue sucedido por el cardenal Benedetto Odescalchi, de


sesenta y cinco años, que adoptó el nombre de Inocencio XI.
EL apogeo de Luis XVI (1677)

En 1678, se concertó el matrimonio entre el rey Carlos II de España y María


Luisa de Orleans, sobrina de Luis XIV, hija del duque Felipe de Orleans.

En 1679 Inglaterra, el caso Oates provocó la caída del conde de Danby, el


primer ministro del rey Carlos II, que fue encarcelado en la torre de Londres. La
histeria anticatólica permitió al parlamento ingles aprobar una de las leyes que
limitaban más abiertamente el poder real: la ley del habeas corpus, que
protegía a los ciudadanos contra los arrestos y las detenciones arbitrarias.
También se estaba planteando la posibilidad de excluir de la línea sucesoria al
duque Jacobo de York, pero esto dividió al parlamento. Los partidarios de la
exclusión llamaban tories a sus oponentes, que era el nombre que se daba a
ciertos rebeldes católicos irlandeses dados al bandidaje. Por su parte, los
legitimistas llamaban whigs a los exclusionistas, no se sabe muy bien por qué.
Carlos II convenció a su hermano de que era mejor que se marchara a Escocia
hasta que se calmaran los ánimos, pero fue peor el remedio que la
enfermedad, pues Jacobo no tardó en sublevar al parlamento escoces, no
menos receloso que el inglés frente a las presuntas conjuras papistas. El duque
de Monmouht (el hijo ilegítimo de Carlos II y general en jefe del ejército real)
tuvo que intervenir para sofocar una revuelta, y regresó triunfante a Londres.
Pero los disturbios en Escocia no cesaron.

En 1678 se dio fin a la guerra de Holanda.

(nacimiento de G. F. handel) 1685

En 1685 murió el rey Carlos II de Inglaterra, y el 6 de febrero, su hermano, el


duque Jacobo de York, fue reconocido sin dificultad como el rey Jacobo II de
Inglaterra, Escocia e Irlanda. En junio, el duque de Monmouth (el hijo ilegítimo
de Carlos II), abandonó su exilio en las Provincias Unidas y desembarcó en
Inglaterra con algunos hombres dispuesto a derrocar a su tío, con el apoyo del
conde de Argyll, que desembarcó en Escocia. Entre los que se unieron al duque
se encontraba Daniel Defoe. No obstante, Inglaterra se mostró leal a su rey
(pese a su deplorable defecto de ser católico). Su ejército fue aniquilado
en Sedgemoor y poco después, tanto el duque como el conde fueron
ejecutados. Jacobo II impuso una dura represión que le hizo perder
popularidad. A la hora de sofocar estas revueltas, el rey contó con la
colaboración de su yerno, el príncipe Guillermo III de Orange.
La segunda revolución inglesa 1688

El rey Jacobo II de Inglaterra perdía apoyos día a día: no convocaba al


parlamento, favorecía abiertamente a los católicos, mantenía buenas
relaciones con el rey Luis XIV de Francia, que ejercía una soberanía absoluta y
había expulsado a los protestantes de su país.

La mayoría de los tories que lo habían apoyado para ocupar el trono lo habían


hecho a pesar de que era católico, porque comprendían la importancia de
mantener la legitimidad dinástica. Jacobo II tenía únicamente dos hijas, ambas
protestantes, la mayor de las cuales, María, estaba casada con el príncipe
Guillermo III de Orange. El rey tenía ya cincuenta y cinco años, con lo que era
de esperar que, tras un reinado más o menos breve, fuera sucedido por María
y Guillermo, tras lo cual el paréntesis católico podría ser borrado fácilmente.
Sin embargo, estas perspectivas cambiaron de repente porque Jacobo II tuvo
un hijo varón con su segunda esposa, católica. El nuevo heredero recibió el
nombre de Jacobo Eduardo y, sin duda, sería educado en el catolicismo, con lo
que Inglaterra se veía amenazada por una dinastía de reyes papistas.

Cuando el rey promulgó una declaración de indulgencia que debía ser leída en


las iglesias en defensa de la libertad de culto, siete obispos se negaron a ello y
fueron encarcelados. Poco después estalló una revuelta y el 30 de junio fueron
liberados triunfalmente. Ese mismo día, siete personalidades inglesas, entre las
que figuraban William Cavendish, el jefe de los whigs, y Thomas Osborne, el
conde de Danby y jefe de los tories, firmaron un manifiesto dirigido a
Guillermo III de Orange en el que le pedían que salvara a Inglaterra del
catolicismo y la arbitrariedad real. También fue liberado Titus Oates.

En noviembre, Guillermo III de Orange desembarcó en Torbay con un pequeño


ejército. La reacción del rey fue especialmente torpe y finalmente, cometió el
mayor error que podría haber cometido: el 21 de diciembre huyó a Francia
llevándose su corona y el cetro. El 29 de diciembre Guillermo III entró en
Londres, declaró que la huida del rey equivalía a la abdicación, tomó en sus
manos el gobierno del reino y el 2 de enero de 1689 reunió al parlamento
(aunque técnicamente se le llamó "convención", pues no había sido convocado
por el rey), que le dio su beneplácito.
El 15 de enero, una segunda convención reconoció la abdicación de Jacobo II y
el 13 de febrero, una tercera leyó a Guillermo III y a su esposa el Bill of
Rights (la declaración de derechos), que limitaba la autoridad real
estableciendo las libertades fundamentales de los ingleses. Una vez la
firmaron, fueron reconocidos como los reyes Guillermo III y María II de
Inglaterra, Escocia e Irlanda. William Cavendish fue nombrado duque de
Devonshire. El conde de Danby fue ascendido a duque de Leeds y ejerció de
primer ministro. Guillermo III firmó también un Acta de tolerancia que
reconocía las variantes del protestantismo distintas de la religión anglicana
(como el cuaquerismo, el puritanismo, etc.). El nuevo rey nombró comisario
real de comercio y colonias a un médico de cincuenta y siete años
llamado John Locke, miembro de la Royal Society, que, tras haber
desempeñado varios cargos públicos en Inglaterra, se había marchado a los
Países Bajos en parte por razones de salud y en parte por su animadversión a
los Estuardo. Luego regresó junto a Guillermo III y tomó parte activa en la
revolución.

Quien no modificó su status fue el organista de Westmister y músico del rey,


que a la sazón era  Henry Purcell. Tenía treinta años y llevaba diez
desempeñando estos cargos bajo el reinado de Carlos II, luego de Jacobo II, a
los que había dedicado odas y cantatas, y ahora continuó en ellos con
Guillermo III. Ese año estrenó su ópera Dido and Aeneas. Su estilo combinaba
las características de Lully con las de los compositores italianos.

La población irlandesa era mayoritariamente católica, por lo que era partidaria


de Jacobo II. Cuatro años atrás, el rey había nombrado comandante en jefe del
ejército de Irlanda a Richard Talbot, el duque de Tyrconnel, que ahora se
rebelaba contra Guillermo III. En la isla había también numerosos colonos
ingleses protestantes, por lo que jacobitas y orangistas convirtieron a Irlanda
en el escenario de una auténtica guerra civil.

El derrocado rey Jacobo II de Inglaterra desembarcó en su país con un ejército


francés y el 10 de julio derrotó a los ingleses en Beachy Head. Sin embargo,
poco después fue rotundamente derrotado junto al río Boyne, en Irlanda, y
tuvo que huir nuevamente a Francia.
Los católicos irlandeses fueron derrotados definitivamente en Aughrim. Poco
después murió Richard Talbot, que había dirigido la oposición contra Guillermo
III. La autoridad de Guillermo III como rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda
quedó definitivamente consolidada, al menos en el interior de sus estados. De
todos modos, Guillermo III puso al frente de los asuntos escoceses a John
Dalrymple, hijo y tocayo del vizconde de Stair (que se había exiliado de Escocia
huyendo del entonces duque Jacobo de York, y se había refugiado en las
Provincias Unidas, bajo la protección de Guillermo III) y le encargó que obligara
a todos los jefes de clanes escoceses a que prestaran un juramento de lealtad.
Los jefes fueron convocados a principios de 1692, pero uno de ellos, McDonald
de Glencoe, acudió a jurar con seis días de retraso, y Dalrymple, sin consultar a
Londres, consideró que lo más acertado era asesinar a McDonald con todo su
séquito, en lo que se denominó la Matanza de Glencoe. Dalrymple fue
destituido inmediatamente, y la matanza no tuvo consecuencias inmediatas,
aunque, obviamente, aumentó la hostilidad de los montañeses de Escocia
hacia la monarquía inglesa.

En 1694 se fundó The Governor and Company of the Bank of England, que más


tarde sería conocido simplemente como el Banco de Inglaterra, el primer
banco estatal moderno.

1995 año del fallecimiento de Henry Purcell

El 20 de septiembre se firmó el tratado de Ryswick, en el que Luis XIV se


mostró con todos los países involucrados tan generoso como se había
mostrado con Saboya, o incluso más, en el reciente tratado de Turín. Su
prioridad principal era firmar la paz con España, ya que difícilmente podía
aspirar a que su nieto Felipe fuera reconocido como heredero de la corona
española en medio de un estado de guerra en el que, además, Francia ganaba
holgadamente. Ahora bien, firmar la paz con España le obligaba a firmar la paz
con todos sus aliados, y casi cualquier precio era aceptable:

 Con Inglaterra, Luis XIV se avino a reconocer a Guillermo III como rey
legítimo y ambos países se devolvían también los territorios
conquistados. Además, Francia reconocía también a Inglaterra
el derecho de barrera.

Ciertamente, Inglaterra también estaba deseosa de terminar la guerra a


cualquier precio razonable, ya que la muerte de Carlos II de España se
esperaba de un momento a otro y no estaba claro si a Inglaterra le convendría
un posible acuerdo de reparto con Luis XIV, o si habría guerra y, en este caso, si
a Inglaterra le convendría luchar en favor o en contra de Francia (dependiendo
de si la herencia española corría el riesgo de decantarse hacia Alemania o hacia
Francia). Pero estas consideraciones de alta política internacional se les
escapaban a los sencillos colonos ingleses, en los que el resentimieno hacia su
metrópolis empezó a ganar terreno en sus corazones frente al odio que sentían
contra sus innobles vecinos, los franceses y los indios.

EL MUNDO AL FINAL DEL SIGLO XVII (1700)

Si entre los siglos XV y XVI Europa había logrado recuperar la cultura clásica, a
lo largo del siglo XVII había logrado algo —al parecer— más difícil, ya que
ningún depositario anterior de dicha cultura lo había logrado: superarla. No sin
muchas vacilaciones, Europa había logrado entender que los sabios de la
antigüedad eran menos sabios de lo que parecían a primera vista, y ya no
dudaba en cuestionarlos y contradecirlos tanto en astronomía, como en
mecánica, como en filosofía, como en medicina, como en cualquier otra rama
del saber. Las matemáticas eran el único terreno en el que los antiguos no
podían ser refutados, pero sí superados con creces, y, en efecto, los
matemáticos estaban haciendo progresos espectaculares con el cálculo
diferencial. Estaba de moda plantear y resolver problemas físico-geométricos
consistentes en encontrar curvas con propiedades especiales:
la catenaria, la tautócrona, la braquistócrona, etc., problemas que unos pocos
años atrás habrían resultado muy complicados, si no imposibles de resolver.

La ciencia moderna se gestaba principalmente en Inglaterra, en Francia y en las


Provincias Unidas; Italia había perdido el liderazgo, pero seguía contando con
intelectuales solventes, y Leibniz estaba haciendo un gran esfuerzo por situar a
Alemania en primera línea.

El rey Guillermo III de Inglaterra enfermó gravemente, no tenía descendencia,


y su cuñada Ana, la siguiente en la línea sucesoria, acababa de perder al último
de los diecisiete hijos que había tenido con su esposo, el príncipe Jorge de
Dinamarca. Esto planteaba un grave problema, ya que reforzaba las
aspiraciones del derrocado Jacobo II a recuperar su corona (o a transmitírsela a
su hijo católico, Jacobo Eduardo). Por ello, en junio, el parlamento inglés
aprobó la Acta de establecimiento, por la que, a falta de herederos de
Guillermo o de Ana, la corona recaería sobre Sofía, la prima de Jacobo II que se
había casado con el que después se convertiría en el príncipe elector Ernesto
Augusto I de Hannover, madre el actual príncipe elector, Jorge I Luis. El acta
exigía además que todo soberano de Inglaterra perteneciera a la Iglesia
Anglicana, y añadía numerosas disposiciones para que la eventual ascensión al
trono de un monarca extranjero influyera en la política inglesa.

El tratado de Ryswick, que había puesto fin a la guerra entre Francia e


Inglaterra cuatro años atrás, no involucraba a los indios iroqueses, que habían
seguido combatiendo por su cuenta a sus enemigos jurados, los colonos
franceses del Canadá.

En 1701 murió el rey Jacobo II y, ya en 1702, Luis XIV reconoció a su hijo Jacobo
Eduardo como el legítimo rey Jacobo III de Inglaterra.

En el año 1703 murieron los científicos ingleses Robert Hooke y John Wallis.
Isaac Newton fue elegido presidente de la Royal Society.

La reina Ana de Inglaterra nombró caballero a sir Isaac Newton, que se


convirtió en el primer científico que recibía este título en 1705.

En 1707 en Inglaterra, el conde de Peterborough se había convertido en el


principal oponente a la guerra. El 6 de marzo, la reina Ana de Inglaterra, previa
aprobación por los parlamentos respectivos, promulgó el Acta de unión, en
virtud de la cual Inglaterra y Escocia dejaban de ser dos reinos unidos
meramente por tener el mismo rey para convertirse en un único reino, con un
único parlamento y un único sistema legal, que en lo sucesivo sería conocido
como el Reino Unido de la Gran Bretaña. (La Gran Bretaña era el nombre
geográfico de la isla compartida por Inglaterra y Escocia.) Entre los
responsables de los delicados contactos diplomáticos previos a la
promulgación de la unión, se encontraba Daniel Defoe
El tratado de Utrecht 1712

El Papa Clemente XI canonizó al Papa san Pío V.

El conde de Stanhope, que permanecía prisionero en España desde la batalla


de Brihuega, fue canjeado por el duque de Escalona, el que había sido virrey de
Nápoles hasta la entrada de los austríacos. En agosto estaba de regreso en
Gran Bretaña, donde fue objeto de severas críticas por su negligencia en
Brihuega. Luego intervino en las negociaciones encaminadas a proclamar
heredero de la corona británica al príncipe elector Jorge I Luis de Hannover.
(Según el Acta de establecimiento, la heredera era su madre, Sofía, pero tenía
ya ochenta y dos años y había que mirar hacia el futuro.) Jorge I Luis se
trasladó a Londres, y con él se llevó a su maestro de capilla, Georg Friedrich
Händel.

Las negociaciones llevadas a cabo en Utrecht a lo largo del año anterior dieron
finalmente sus frutos. Francia, Gran Bretaña y Portugal ya habían firmado un
armisticio, al que el 4 de marzo se sumó Saboya y poco después Prusia.

El vizconde de Bolingbroke, aliado con lacy Masham, la dama de confianza de


la reina Ana de Gran Bretaña, logró desbancar del poder a Robert Harley, el
conde de Oxford y ocupar su lugar al frente del partido tory. Desde esta
posición intrigó con la intención de anular el Acta de establecimiento, para
entregar la corona británica a Jacobo Eduardo Estuardo, proyecto del que,
finalmente, Harley se había desentendido, pero la reina murió el 1 de agosto y
todos sus planes se frustraron. Los whig denunciaron un complot jacobita por
parte del partido tory y lograron los apoyos necesarios para garantizar la
sucesión según el Acta de establecimiento y para recuperar el gobierno. Estos
apoyos provenían fundamentalmente de la alta burguesía

La reina había tenido diecisiete hijos, pero ninguno le sobrevivió. Poco antes
había muerto la que teóricamente era su heredera, Sofía Estuardo, por lo que
fue sucedida por el hijo de ésta, el príncipe elector de Hannover, que ahora se
convertía en el rey Jorge I de Gran Bretaña. Tenía ya cincuenta y cuatro años.
Su hijo Jorge (que tomó como consejera a lady Marlborough) se convirtió en el
nuevo príncipe de Gales, y su nieto Federico Luis en duque de Edimburgo.

Jorge I no era el mejor rey que podían desear los británicos: no le interesaba
para nada su reino, más que por el título de rey, que vestía lo suyo, y por las
sustanciosas rentas que le proporcionaba, con las que proporcionó
sustanciosas prebendas a sus familiares y amigos, y lujosos regalos a sus
numerosas amantes. Por lo demás, ni siquiera entendía el inglés, así que
pronto se cansó de asistir a las deliberaciones de gobierno y confió éste a sus
ministros y al parlamento. Como secretario de Estado nombró al conde de
Stanhope.

En Escocia estalló una rebelión en favor de Jacobo Eduardo Estuardo, donde


los tories contaban con el apoyo de un sector de los whigs, los que no
aprobaban la unión de Escocia e Inglaterra. Robert Harley fue encarcelado. El
vizconde de Bolingbroke había huido a Francia y ahora era secretario de Jacobo
Eduardo, el cual, desoyendo sus consejos, decidió marchar a Escocia, donde
desembarcó en diciembre, pero la revuelta no tardó en ser sofocada y el
pretendiente hubo de regresar a Francia de nuevo. La reputación de
los tories se vio empañada por la revuelta, y el rey Jorge I no tuvo dificultad en
desembarazarse de ellos. Desde ese momento, los whigs iban a ser la única
fuerza relevante en el parlamento británico. Bolingbroke abandonó entonces
la causa jacobita.

A causa de una crisis interna en el partido whig, Robert Walpole abandonó el


gobierno. (Walpole, junto con una parte del partido, consideraba que la
política exterior británica servía más a los intereses de Hannover que a los de
la propia Gran Bretaña.) El conde de Stanhope, que había negociado la Triple
alianza, volvió a ser la figura más destacada del gobierno.

Desde el siglo XIV, están documentadas en Francia asociaciones de


profesionales relacionados con la construcción. Se llamaban logias y sus
miembros eran los masones (en francés, albañiles). Las logias masónicas
fueron adquiriendo importancia paulatinamente, a medida que los
constructores de catedrales desarrollaban sus técnicas profesionales, que eran
mantenidas en el más absoluto secreto. Dentro de cada logia, había incluso
distintas categorías, de modo que los maestros discutían asuntos que no
debían ser conocidos ni siquiera por sus trabajadores de rango inferior. Para
evitar que sus documentos pudieran ser entendidos por los profanos,
empleaban un complejo sistema de símbolos. Algunas logias estaban
sometidas a legislaciones municipales, pero algunas privilegiadas escapaban a
ellas. Eran los constructores libres o francmasones. No tardaron en surgir
logias similares en Inglaterra y Escocia. Sin embargo, la situación de la
masonería era ahora muy distinta. Los nuevos adelantos técnicos y la difusión
indiscriminada de conocimientos que caracterizaba los nuevos tiempos habían
vuelto anticuados los secretos de los masones. Para subsistir, muchas logias
habían empezado a admitir en su seno a masones aceptados, burgueses,
aristócratas y clérigos que no tenían ningún interés directo en la construcción,
pero que se sentían atraídos por el secretismo y los rituales masónicos. Los
masones aceptados eran, pues, como "miembros honoríficos" que se
convertían en protectores de las logias, pero con el tiempo habían desplazado
a los constructores y así las logias inglesas y escocesas se habían convertido en
sociedades políticas en las que se agrupaban distintas facciones, como los
favorables a los Estuardo frente a Cromwell, etc.

Ahora, cuatro logias londinenses se unieron para formar una Gran logia que


eligió un Gran maestre que tendría jurisdicción sobre todos los "hermanos".
Surgía así la llamada masonería especulativa, ya completamente desligada de
la construcción.

LA CUÁDRUPLE ALIANZA 1718

La Cuádruple Alianza fue un tratado firmado en Londres en 1718 por el Sacro


Imperio Romano Germánico, las Provincias Unidas de los Países Bajos, el Reino
de Francia y el Reino de Gran Bretaña, con el objetivo de unirse ante la política
beligerante de la Monarquía de España, cuyo rey Felipe V se negaba a acatar
las resoluciones del tratado de Utrecht de 1713.

El 11 de agosto de 1718 la escuadra británica derrotó a la española en el


cabo Passaro. Para mantener a Gran Bretaña ocupada, el cardenal Alberoni
proporcionó una pequeña flota a Jacobo Eduardo Estuardo, para que pudiera
desembarcar en su país y provocar una sublevación.

Charles Spencer fue nombrado secretario del Tesoro.

En 1720 Gran Bretaña, Edmond Halley fue nombrado astrónomo real. Aunque
tenía ya sesenta y cuatro años, acometió la empresa de estudiar el movimiento
general de la Luna a partir de unas observaciones que debían realizarse
durante un periodo de dieciocho años.

Händel fue nombrado director de la Real academia de música.


De regreso en Londres, Berkeley inició una campaña para interesar a la Corona
en diversos proyectos destinados a difundir la religión entre los pobres.

Ese año murió el Papa Clemente XI, que fue sucedido por el
cardenal Michelangelo Conti, de sesenta y seis años, que adoptó el nombre
de Inocencio XIII.

En 1723, la Gran logia de los masones se dotó de unas constituciones que


fueron aceptadas como reglamento por todos los masones británicos. La
masonería se convirtió así en una asociación jerarquizada con unos principios
religiosos vagos, que se limitaban a un simple deísmo y admitían a hombres de
todas las religiones. (Sólo hombres, pues el artículo tercero de las
constituciones excluye expresamente a las mujeres.) Los símbolos de los
antiguos constructores fueron reinterpretados atribuyéndoles significados
místicos. Con el tiempo surgió una leyenda que remontaba la masonería
a Hiram, el supuesto arquitecto del templo del rey Salomón.

El 31 de marzo de 1727 murió sir Isaac Newton a los ochenta y cuatro años de
edad. Hacía tiempo que había abandonado la investigación científica, pero sus
contribuciones lo sitúan en un lugar singular de la cultura humana, pues con él
puede decirse que la física moderna alcanzó su madurez. El último honor que
se le rindió fue enterrarlo en la abadía de Westminster, donde se entierra a los
soberanos británicos.

El 12 de junio murió el rey Jorge I de Gran Bretaña y príncipe elector de


Hannover, que fue sucedido por su hijo Jorge II. Estaba algo más familiarizado
que su padre con la cultura británica, pero, aun así, se interesaba más por la
política alemana y, consciente de sus limitaciones como político, dejó gobernar
al Parlamento. Al frente del gobierno se mantuvo Robert Walpole. Federico
Luis, el primogénito del nuevo monarca, a sus veinte años, pasó a ser el nuevo
príncipe de Gales.

En su estancia en Londres, Voltaire que fue exiliado de Francia, estaba


aprendiendo inglés, idioma que por aquel entonces se hablaba muy poco,
fuera de Inglaterra y sus colonias. Tuvo ocasión de asistir a la representación
de varias tragedias de Shakespeare, que le causaron una impresión bastante
negativa. Lo que sí que admiró fue el "feliz matrimonio entre la realeza y la
libertad" que existía en Gran Bretaña. Había sido presentado al rey Jorge I, y
asistió tanto a sus funerales como a los de Isaac Newton.
George Berkeley se casó con Ann Foster, perteneciente a una distinguida
familia londinense. Poco después marchó a Rhode Island donde quedó a la
espera de una subvención que le había prometido el gobierno británico para
financiar un proyecto de evangelización de los indígenas de las islas Bermudas.

Händel dejó la Real academia de música, para la que había escrito unas quince
óperas, y se dedicó al teatro, intentando sin mucho éxito popularizar la ópera
italiana.

1732

En 1732, un parlamentario británico llamado James Edward Oglethorpe, que


había pasado su juventud luchando contra los turcos en los ejércitos
austríacos, formaba parte de una comisión encargada de estudiar la situación
de las prisiones de Gran Bretaña. Evidentemente, la situación consistía en que
las prisiones eran lugares atroces, con el agravante de que no estaban
habitadas únicamente por delincuentes peligrosos para la sociedad, sino que
era frecuente que muchos infelices acabaran en ellas por haber caído en la
miseria y no haber sido capaces de pagar sus deudas. Como la cárcel les
impedía ganar dinero, a menudo las penas por deudas eran de por vida.

George Berkeley, cansado de esperar en Long Island las subvenciones


prometidas por el gobierno británico para la evanglización de las Bermudas,
decidió regresar a Inglaterra, donde llegó con el manuscrito de Alcifrón, una
nueva obra en la que defendía su doctrina inmaterialista y atacaba
abiertamente a los librepensadores europeos y americanos. Para su sorpresa,
la obra tuvo un gran éxito.

En Gran Bretaña, el interés por la filosofía de Berkeley aumentaba día a día,


aunque no sucedía lo mismo en Francia, donde una revista publicada en París
por la Compañía de Jesús respondía a tal interés afirmando que las tesis
filosóficas de Berkeley se situaban "más allá del sentido común".

Los Principios del conocimiento humano de Berkeley fueron reditados


juntamente con los Tres diálogos entre Hilas y Filonús, y se convirtieron en
libro obligado en las principales facultades de filosofía británicas. Berkeley
publicó entonces El analista, en el que critica el cálculo infinitesimal
denunciando a los infinitésimos como objetos absurdos inconcebibles para el
intelecto.
1738

El Parlamento británico estaba investigando los ataques por parte la armada


española contra el comercio británico. El "comercio" era en gran parte
contrabando, un contrabando perfectamente organizado y que contaba con la
protección del gobierno, y contra el que, ciertamente, los españoles tomaban
represalias más o menos violentas cuando tenían ocasión. En marzo de
1738 compareció como testigo ante la Cámara de los Comunes un
"comerciante" llamado Robert Jenkins, al que siete años atrás los españoles
habían sorprendido "comerciando" y —al menos según su relato— le habían
cortado una oreja. Jenkins tuvo la precaución de recoger su oreja y disecarla, y
ahora la presentó ante el Parlamento asegurando que los españoles se la
habían entregado para que se la mostrara al rey. Pese a que la historia de
Jenkins enardeció a la opinión pública, Walpole trató de resolver el incidente
por la vía diplomática y entabló contactos preliminares con el gobierno
español, que se mostró igualmente dispuesto a negociar.

Las negociaciones entre España y Gran Bretaña marchaban bien, pero la


opinión pública británica no quería un acuerdo, sino guerra.
En marzo, la Compañía del mar del Sur se sumó a la oposición. Walpole se vio
obligado a cambiar de actitud, y exigió a España la abolición del derecho de
visita (el derecho de inspeccionar los barcos para comprobar que no llevaban
contrabando).

En octubre de 1739, España declaró a Gran Bretaña la guerra que ésta había


estado provocando a conciencia. Así empezó la guerra con nombre más
curioso de la historia: la guerra de la oreja de Jenkins.

Francia declaró la guerra a Gran Bretaña. El 22 de febrero de 1744, la flota


británica derrotó a la franco-española en Sicié (ante la Provenza). Este revés
impidió que un proyecto de invasión de Gran Bretaña fuera llevado a término.
El rey Carlos Manuel I de Cerdeña derrotó al marqués de la Mina en Saboya.

El 8 de enero de 1745 Gran Bretaña, Austria, Sajonia y las Provincias Unidas


firmaron la Cuádruple Alianza de Varsovia, en la que británicos y neerlandeses
se comprometieron a entregar fondos para reconquistar Silesia.

En 1745 el rey Jorge II acudió a una función teatral en Londres y, al terminar la


obra, la orquesta interpretó un himno titulado God save the king, que fue
cantado solemnemente por todos los presentes. En los días posteriores, el rey
fue recibido con este himno en todas sus apariciones públicas, y desde
entonces hasta el día de hoy, God save the king ha sido considerado el himno
de Gran Bretaña, pese a que nunca ha sido reconocido oficialmente como tal ni
por el Parlamento ni por la Casa Real. Es el primer himno nacional en sentido
moderno, si bien entonces no se concebía como un distintivo nacional, sino
más bien como un símbolo de lealtad del pueblo hacia su rey.

El patriotismo británico se plasmó también en otro himno conocido como Rule


Britannia. Originalmente formaba parte de una mascarada estrenada cinco
años atrás, en la que el compositor Thomas Arne había puesto música a un
poema del poeta James Thomson. La obra trataba sobre el rey Alfedo el
Grande, pero por estas fechas el himno cobró vida independiente y se hizo
muy popular, a pesar de que se trataba de una canción barroca con muchos
adornos enrevesados y difíciles de cantar.

El 16 de abril, el duque de Cumberland derrotó en Culloden a Carlos Eduardo


Estuardo, lo que puso fin a sus pretensiones al trono británico y se retiró a
Italia. La represión que Cumberland ejerció sobre los que habían apoyado al
Joven Pretendiente le valió el sobrenombre de El Carnicero. Una serie de
reformas encaminadas a favorecer la asimilación de Escocia a Inglaterra
acabaron con los restos del jacobinismo en Escocia.

La guerra entre Francia y Gran Bretaña, no sólo se libraba en Europa y América,


sino también en la India. En 1746, Joseph François Dupleix, que estaba al
frente de la Compañia de Indias francesa, arrebató Madras a los británicos.

Los enfrentamientos entre Gran Bretaña y Francia siempre se habían cerrado


en falso en lo tocante a sus colonias americanas. La guerra empezaba cuando
en Europa se decidía que debía empezar y terminaba cuando en Europa se
decidía que debía terminar, sin que la situación de las colonias influyera en lo
más mínimo. Peor aún, para los colonos británicos resultaba frustrante que los
acuerdos de paz les obligaban a devolver a los franceses las plazas que les
habían conquistado, de modo que Gran Bretaña usaba sus esfuerzos como
moneda de cambio para obtener otras ventajas que a ellos no les afectaban.
Otro motivo de descontento hacia la metrópoli eran las medidas económicas
que continuamente dictaba en perjuicio de los intereses coloniales. Ese mismo
año, el Parlamento prohibió que en las colonias se construyeran más talleres
para la fundición del hierro y el acero, para que los colonos se vieran obligados
a exportar el mineral a la metrópoli y luego comprarle los productos
elaborados a partir de él.

En 1751 Gran Bretaña prohibió a sus colonias americanas emitir papel moneda.

El 2 de septiembre de 1752 fue seguido del 14 de septiembre, con lo que


adoptaba finalmente el calendario gregoriano.

En noviembre, la Royal Society de Londres concedió a Benjamin Franklin


la medalla de oro Copley, por su descubrimiento acerca de los para rayos, la
mayor distinción que concedía esta institución. Hasta el rey Luis XV de Francia
envió a Franklin una carta elogiosa. Ese año fue nombrado director general de
Correos para todas las colonias, y pronto convirtió en rentable lo que hasta ese
momento había sido una compañía deficitaria.

El 10 de julio de 1754, el congreso de Albany aprobó la propuesta de


unificación de Franklin, que fue enviada a Londres y a cada una de las colonias
para su discusión. No obstante, no despertó ningún entusiasmo. Las colonias
consideraban que otorgaba demasiados poderes a Gran Bretaña y Gran
Bretaña consideraba que otorgaba demasiados poderes a las colonias.

Una orden británica estableció que cualquier oficial británico tenía autoridad
superior a la de cualquier oficial de las colonias americanas, cualesquiera que
fueran sus graduaciones respectivas. Ello motivó que George Washington,
indignado, dimitiera del ejército. Compró Mount Vernon a la viuda de su
hermanastro Lawrence y se retiró de la vida pública. La propiedad incluía
dieciocho esclavos negros.

Guerra de los siete años

El 16 de enero de 1756, el rey Jorge II de Gran Bretaña firmó con el rey
Federico II de Prusia el acuerdo de Westminster, por el que éste se
comprometía a defender el electorado de Hesse ante un hipotético ataque
austríaco.

La alianza entre Gran Bretaña y Prusia fue todo lo que el conde Kaunitz
necesitó para que acabara de cuajar su proyecto de alianza entre Austria y
Francia. El 1 de mayo, ambas potencias firmaron el tratado de Versalles, por el
que se completaba la llamada inversión de alianzas (respecto de la guerra de
sucesión de Austria, en la que Gran Bretaña había sido aliada de Austria y
Francia de Prusia). Francia trató de conseguir, a su vez, una alianza con España,
pero el rey Fernando VI se mantuvo firme en que su país se mantuviera
neutral.

En mayo de 1757 se reforzó el tratado de Versalles, que, de ser una alianza


defensiva, pasó a ser ofensiva.

El rey Jorge II de Gran Bretaña había logrado expulsar a William Pitt del
gobierno, pero en junio se vio obligado a formar un nuevo gabinete con el
duque de Newcastle al frente y Pitt como ministro de la guerra contra los
franceses en américa

Fallecimiento de Georg Friedrich Händel el 14 de abril de 1759.

Bibliografías

- Las instrucciones diplomaticas de los embajadores españoles en


Inglaterra durante el siglo XVII - Porfirio Sanz Camañes
- La monarquía inglesa en la crisis del Antiguo Régimen: polémicas e
identidades políticas en la segunda mitad del siglo XVIII - Noelia González
Adánez
- Historiografía inglesa: Tendencias recientes en el estudio de la época
moderna - James Casey
- Pequeña historia de Inglaterra - G. K. CHESTERTON

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