Alonso Damaso - Dos Españoles Del Siglo de Oro
Alonso Damaso - Dos Españoles Del Siglo de Oro
Alonso Damaso - Dos Españoles Del Siglo de Oro
TRENT UNIVERSITY
LIBRARY
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DOS ESPAÑOLES DEL SIGLO DE ORO
BIBLIOTECA ROMANICA HISPANICA
Dirigida por DAMASO ALONSO
QNDEB
A CARLOS PRIETO,
grande y generoso fomentador
de las relaciones culturales
entre Méjico y España.
,
.
NOTA PRELIMINAR
Gallardo dice con razón que el Buen plazer está escrito “con
tanta llaneza que ya toca a las veces en trivialidad” 6. ¡ Y aun más
que “a las veces”! Es ésta poesía muy de materia concreta, tangi¬
ble, y de voces ásperas y rurales:
Goza el gañán de la podrida olla,
mientras sus bueyes gozan del pesebre,
y por sus migas, ajos y cebolla
dexa la sobrehúsa, salsa y pebre.
No teme por invierno que en él quiebre
de las cargadas nubes el desgarro
y quando caen las nieves con la liebre,
por muy hidalgo tiene a su mantarro.
(Fol. 18.)
2
Don Juan Hurtado de Mendoza
18
doza (a mediados del siglo xvi) aún se manifiestan sabrosos rasgos del
habla madrileña de fines de la Edad Media, y en ellos también, quizá,
quizá, algún recuerdo del lejano mozarabismo de Castilla la Nueva.
Para esto último hay un pasaje precioso en el Buen plazer, pero,
por desgracia, no completado como se promete. Dice, dirigiéndose a
los hipocritillas:
Y si de afeyte y máscara gozáys,
mostrándoos que a virtud andáys conjunto
yegua y potrico más de lo que andáys
y que de la virtud soys un trasunto,
suplicóos yo, pues es un breve punto
el gozo del hypócrita flautado,
que deys a trueco el falso contrapunto
por un buen canto llano descansado.
(Fol. 33 v.)
MADRILEÑISMO AFECTIVO
Esculpid
vuestra insignia en pedernales
de Madrid.
23 Fol. [3].
24 Fol. 38 v.
II
10 Marineo Sículo, lib. 25, fol. 249, b. D. Nic. Ant. tom. I, pág. 712,
2.a edic. y los A.A. de Madrid. [Nota de Alvarez y Baena.]
11 Véanse en Teixeira los que en el siglo xvii eran iglesia y convento
de la Compañía de Jesús y que en la segunda mitad del siglo xvm fueron
ocupados por los PP. de San Felipe de Neri, en la hoy llamada calle de San
Felipe de Neri, la cual hace esquina con la de Bordadores (Guía de Madrid
para el año 1656, publícala ... Luis Martínez Kleiser, Madrid, 1926, par¬
cela núm. 10, pág. 87; Mesonero Romanos, El antiguo Madrid, I, Madrid,
1881, pág. 263). Tenidas en cuenta las explicaciones de Alvarez y Baena.
la casa de Hurtado de Mendoza tiene que ser una de las tres fachadas que
•en el plano de Teixeira dan a la plazuela (se pensaría' que no las de los
lados, sino la que tiene “delante” la plazuela; sin embargo, parece más sun¬
tuosa la casa del lado más alejado de la calle Mayor).
12 Véase Gutiérrez Coronel, Historia genealógica de la casa de Men¬
doza, Arch. Hist. Nac., Osuna, legajo 3.408, tomo III, fols. 76 y sigs.
28 Don Juan Hurtado de Mendoza
do^a e Ygnigo de Mondón, madrinas doña María muger del dicho señor
don Juan ... (Fol. CI v.)
nazgos de don Juan y doña María en 1515, 1516, 1517 (una vez
con “su hijo don Juan... y su hija doña Ana”; otra vez, “compadres
el señor don Juan Vrtado y el señor don Diego de Mendoza y coma¬
dres la señora doña María y la señora doña Leonor, hija(s) del señor
don Juan Vrtado”). También, en 1518, el padre, el hijo “e doña
María, e doña Ana e doña (Luysa) [Leonor]22 fijas de la dicha doña
María”. Otros padrinazgos parecidos en 1519.
En la 2.a Parte del Libro l.° de Baptismos todavía encontramos
a la familia dedicada incansablemente a la piadosa tarea. Hay un bau¬
tizo de 1528 en que son testigos “el señor don Juan e la señora
doña María, su muger” (fol. 25 v.); siguen apadrinando el padre, el
hijo, la mujer y las hijas en 1529 (fol. 21 v.). Lo mismo en 1532:
Oy martes XXVI dias del mes de margo año susodicho [1532], Francisco
Hernández, tiniente de cura bautigo vn hijo de Hernando de Calderón y
llamóse Hernando. Fueron sus padrinos don Juan Hurtado de Mendoga
que le tubo en la pyla y más don Juan su hijo, y Sazedo su escudero.
Comadres, la señora doña María muger del señor don Juan y la señora
doña Ana y doña Leonor. (Fol. 47 v.)
3
34 Don Juan Hurtado de Mendoza
Don Juan, el hijo del poeta, casó con doña Inés de Ribera, her¬
mana del Marqués de Auñón, probablemente hacia 1560. El primer
hijo de esta nueva pareja, y heredero del mayorazgo, se llamó tam¬
bién don Juan:
Este dicho día mes y año [29 de agosto de 1561] el señor Juan de Ludeña,
cura, bautizó a don 30 Juan Hurtado de Mendoza hijo de los señores don
Juan Hurtado de Mendoza y de doña Ines de Ribera. Fue su compadre que
le tubo a la pila el muy Reverendo señor Alonso Ruiz, cura de la dicha
yglesia de San Ginés, y Sor Juana de la Cruz, ama de las [roto] ... sentes
nofre de Ribera y Francisco de Ribera. (Libro 2.° de Baptismos, fol. 232 v.)
Este nuevo don Juan Hurtado de Mendoza, nieto del poeta que
estudiarnos, casó con doña María de Porres y Zúñiga poco antes
de 1588:
Va al fin del Buen plazer trobado una larga carta dirigida “al muy
Illustre ayuntamiento de los señores regidores de la muy insigne villa
de Madrid”. Parecen salir de esa carta algunos rasgos de la persona
y carácter de don Juan Hurtado de Mendoza; se expresa éste como
hombre modesto y sin cargo público:
Como sea yo nacido y criado y morador en Madrid, y según me dizen
los que dineros no me prestan, hombre sin perjuizio, pero, como cifra, nihil
importante, entre los que valeys ... (Fol. 45 v.)
Mas yo como hombre sin cargo de república y como baldío ... (Fol. 46.)
don Pero Suárez (otras veces llamado don Pero Suárez de Toledo).
A 8 de febrero de 1544, cuando faltaban diez días para la reunión
de las Cortes en Valíadolid, se presentó en el Ayuntamiento don Pero
Suárez y dijo que renunciaba su oficio de regidor en su nieto don
Juan Suárez de Estrada, y asimismo renunciaba en él la procuración
de Cortes. Se basaba en la mucha edad y enfermedades.
A todos los regidores presentes les pareció bien, salvo a don Ber-
nardino de Mendoza. Y sus palabras son también interesantes, por¬
que en ella se ve a don Juan Hurtado de Mendoza netamente sepa¬
rado de los regidores:
... don Bernardino de Mendoza dixo que ... se hizo la eleqión entre
los regidores de la quadrilla a quien cabía la suerte destas cortes, que eran
Pero Suárez, Pero Núñez de Toledo21 [y] don Bernardino de Mendoza,
y entre ellos se echaron suertes y cupo al dicho señor Pero Suárez de parte
de los regidores e al señor don Juan Furtado de Mendopa del estado de
Cavalleros, y a ellos se les a dado poder en Conpejo público, syendo llamado
para ello el pueblo; y que aora será grand novedad renunciar el dicho señor
Pero Suárez la procuración en particular ninguno e en perjuyzio de los que
quedan de la quadrilla, los quales tienen adquirido derecho ... 22
Pero Núñez de Toledo era cuñado de don Juan; v. más arriba, pá¬
gina 25, y más abajo, pág. 72.
22 Ibidem, fol. 242 v.
23
Ibideni, fols. 242-243 v.
Relaciones con el Ayuntamiento de Madrid ’ 47
Es una lástima que no se conserve esa carta que don Juan Hurtado
de Mendoza envió desde Valladolid al Ayuntamiento madrileño.
Después de marzo no vuelve a aparecer don Juan Suárez hasta
el Ayuntamiento del lunes 19 de mayo de 1544. En ese día
ducado cada día ..., porque es mucha más la costa que haze cada uno que
el salario que se les da, e no es justo que vayan a su costa 28.
4
IV
AMISTADES
n. 78; Bataillon, obra cit., pág. 104, n. 4). c) Don Juan Hurtado de Mendoza,
Abad de San Isidro (González Palencia, Gonzalo Pérez, I, págs. 335 y 592).
d) Juan Hurtado de Mendoza (sin “don”), autor de El caballero cristiano,
en cuya portada aparece como “alcayde del castillo de Bibataubín de la ciudad
de Granada”. La fecha tardía y el lugar de impresión de El caballero cris¬
tiano (Antequera, 1577) y las relaciones granadinas del autor (que dirige su
obra al conde de Tendilla) hacen seguro que se trata de otra persona. Gallardo
se equivocó en este punto (Ensayo, III, col. 247). e) Don Juan Hurtado de
Mendoza, tercer conde de Orgaz, señor de Santa Olalla, etc., Comendador de
Belvís, en la Orden de Alcántara, Asistente y Capitán General de Sevilla
y su reino y Mayordomo de Felipe II (Gutiérrez Coronel, ms. cit, III, fo¬
lios 248-248 v.).
2 Más arriba, pág. 24-25.
3 De Academiis et doctis viris Hispanice, en Hispania Illustrata, II, pá¬
gina 816. Véase la nota última del presente artículo, pág. 298.
4 De rebus gestis Francisci Ximenii, en Hispania Illustrata, I, pági¬
nas 1155-1156.
52 Don Juan Hurtado de Mendoza
natural de don Diego de Guevara, Clavero que fué del orden militar
Y caballería de Calatrava y Mayordomo del Serenísimo Rey don Fe¬
lipe, de gloriosa memoria, y antiguo criado suyo y del Emperador
Maximiliano, y la dicha Clavería se la dió el Emperador Don Carlos,
Nuestro Señor. Casó este don Felipe de Guevara en Madrid con
doña Beatriz Galmdo, nieta del Secretario Francisco Ramírez y de
Beatriz Galindo, y hija del Comendador Hernán Ramírez y de doña
Teresa de Haro, y yo le comuniqué algunas veces y me pareció gen¬
til caballero y de gentiles habilidades y dispuesto de persona, y de
linda conversación de caballero y muy bien leído” 7. Los elogios de
Fernández de Oviedo no eran nada exagerados: lo sabe en seguida
el lector de los Comentarios de la Pintura, obra de don Felipe. Per¬
tenecía éste, más o menos, a la generación de Garcilaso, tan limpia,
tan abierta a la cultura del mundo, y tan ligada a la persona del
Emperador. Don Felipe de Guevara, a juzgar por sus Comentarios,
era uno de los miembros más distinguidos de ella8. Hijo de don
Felipe fue Diego de Guevara. Este biznieto de La Latina salió gran
poeta latino; era escolar complutense y discípulo predilecto de Am¬
brosio de Morales 9.
y González Falencia, Gonzalo Pérez, I, Madrid, 1946, pág. 234, nota 19. Véase
también Comentarios de la Pintura, ed. cit., págs. 14 y 16-17; allí, págs. 64-65
y 72-73, mención de elogios dedicados a don Diego por Ambrosio de Mora¬
les y por Honorato Juan. No veo mencionadas, en cambio, las alabanzas a
don Diego que le dedica el mismo Morales al hablar de los libros e instru¬
mentos matemáticos del maestro Esquivel (Opúscidos Castellanos, II, Ma¬
drid, 1793, págs. 88-91). Al morir Esquivel, sus papeles e instrumentos
habían sido confiados a don Diego por Felipe II. Morales escribe muerto
don Diego: un gran invento de Esquivel, de gran utilidad en Cosmografía,
era sólo conocido por don Diego de Guevara, que también se lo llevó al
sepulcro. Vemos la rica personalidad de don Diego, poeta latino, matemático,
cosmógrafo, investigador, con su padre, de las antiguas monedas... Una deli¬
ciosa anécdota que ilustra las relaciones de Ambrosio de Morales con don
Felipe de Guevara, y, al mismo tiempo, los gustos y sensibilidad de éste,
está contada en una carta de Morales a Alvar Gómez. Había Morales pedido
a su Córdoba unas murtas para Guevara, y éste, cuando lo supo, le respon¬
dió “que ya imaginaba en su huerto, y parece que veía, mesas de murta,
y otras mil cosas de éstas”. Pero Morales, menos optimista, le escribe unos
versos latinos, en que expone sus temores por las plantas, y hace votos
p-or ellas (Opúsculos Castellanos, II, pág. 254).
10 Página 340. He corregido los evidentes errores del texto. Nicolás
Antonio no hace sino copiar a Schott. Lo único que añade es una duda
sobre el nombre: “vulgo forte de la Paz, nisi cognomentum ei datum a pa¬
tria urbe sit Pacensi”, I, pág. 236, y II, pág. 348. En el Buen plazer se
la llama “Catherina a Pace”, lo cual parece corresponder mejor al apellido
Paz; pero Matamoros (Hisp. III., II, pág. 822) la llama “Pacensis”, que
habría que traducir de Badajoz. La duda llega hasta Serrano y Sanz (Bibl. de
Escritoras Españolas, II, 124), y no es posible, hoy por hoy, resolverla.
Amistades 55
19
Que puede verse en Rivad., III, pág. 432.
Amistades 59
él que a su hijo 20. Hay, sin embargo, algunos datos que le inclina¬
rían a uno a pensar que sí, que se trata de nuestro escritor; Salazar
era madrileño, y desde Gallardo 21 se repite que nacería hacia 1530;
estudió en Alcalá (y en Salamanca; pero se graduó en Sigüenza)22.
Como vamos a ver en seguida, don Juan era protector de la Univer¬
sidad de Alcalá, y hay que pensar que debía de ser muy popular
entre los estudiantes: de aquí pudo venir la amistad de Salazar y el
autor del Buen plazer trobado. Recuérdese que en un cabildo madri¬
leño de 1558 hemos encontrado23 un “don Juan Hurtado”. Pero
éste, ¿será nuestro escritor? ¿O su hijo? La repetición del mismo
nombre en la familia hace arriesgada cualquier decisión.
De los que hablan de nuestro autor, ya hemos citado24 el elogio
que de él hace Lucio Marineo Sículo, quien afirma haber leído las
obras de don Juan, inéditas aún. Murió Marineo hacia 1530. Hace
doblemente interesante ese elogio lo temprano del mismo.
LA “PUBLICA LAETITIA...”
5 Pág. 8.
6 Pág. 7; las glosas a estos versos están en las págs. 76-84.
5
66 Don Juan Hurtado de Mendoza
UN POEMA A PETREYO
Aun los que más alaban a Ramírez ponen siempre alguna reti¬
cencia. García Matamoros nos dice de él: “Actio tamen propter foedi-
tatem oris non satis commendabat huius viri orationem” 19.
Añadamos aquí que no era menor que el entusiasmo por Petreyo
el que don Juan sentía por Alvar Gómez: también a éste le dedica
un poema (publicado asimismo por el P. Antolín)zo, que, aunque en
castellano, tiene la huella humanística. El título es:
Había nacido Alvar Gómez en 1516 ó 1515 2l. Era, por tanto, casi
veinte años más joven que don Juan. La amistad entre los dos debió
de ser muy grande.
Acabamos de ver que Hurtado de Mendoza, en el poema latino
a Petreyo, alaba grandemente a Alvar Gómez y que le dirige una
larga composición en verso suelto castellano.
Alvar Gómez le correspondía ampliamente. En un ms. autógrafo
de la Biblioteca Nacional se pueden ver hasta siete sonetos del huma¬
nista alcalaíno 22 al autor del Buen plazer. En uno que comienza “Qual
suele estar la tierra en el estío” 23 se lamenta de no haberle visto desde
hacía tiempo. Así —viene a decir— se ha manifestado, con la priva¬
ción, el gran amor que le profesa. Termina:
Temía si de mí te has olvidado,
si he sido negligente yo primero;
21 Este dato sale de la rúbrica de una poesía en uno de los mss. autó¬
grafos de Alvar Gómez, en la Biblioteca Nacional: “Ad se ipsum ad sacrarum
literarum studia incitans. Suae aetatis 28. 1544”. 7.896, fol. 401. Habría
nacido, pues, en 1516 o en 1515. San Román, art. cit., vio estos datos,
pero los cita equivocando el folio y la dedicación del soneto.
22 Están espaciados, entre otros sonetos del mismo Alvar Gómez, en
el ms., que parece autógrafo, 7.896 de la Bibl. Nac., fols. 393-403. Existe
una copia del siglo xvni en el ms. 13.007, fols. 306-312 v.
23 Ms. 7.896, fol. 393.
24
Ms. cit., fol. 394.
La Universidad de Alcalá. El latinista 71
25
Ms. cit., fol. 394 v.
26
Ms. cit., fol. 396.
72 Don Juan Hurtado de Mendoza
Los sonetos de Alvar Gómez están llenos de variantes (de las que
he prescindido); muchas son correcciones de la propia mano del autor.
He aquí otra vez don Juan tratado con el mimo y las atenciones
debidas a quien al par es un noble aficionado y un generoso mecenas.
Lo que en la Publica Laetitia vimos, que él protegía estos concursos
y establecía premios, está aquí, seis años después, confirmado. La Uni¬
versidad que espera que don Juan ha de celebrar también este cer¬
tamen con versos suyos— piensa que no le llegaría a corresponder
m aun dándole todos los premios, y le concede ya de antemano como
recompensa un gran espejo decorado con ébano y marfil...
^ Entre los >ueces nombrados estaban Luis de la Cadena y Gonzalo
Pérez. Don Juan estaba, pues, entre amigos.
36 Ais. 7.896, fol. 510. El primer borrador parece ser el que se halla
en el ms. 8.624, fol. 261.
37 Ms. 7.896, fol. 312 v.
La Universidad de Alcalá. El latinista 75
POETA FRANCESISTA
TEMA Y CARÁCTER
LA GRAN SORPRESA
LA “DOBLE RIMA”
2 Th. Sebillet, Art poétique franpoys, ed. Félix Gaiffe, París, 1910,
pág. 68. Comp.: H. Chatelain, Recherches sur le vers franjáis au XV.e
siécle, París, 1908, pág. 83.
80 Don Juan Hurtado de Mendoza
LA “QUARTA RIMA”
INCONVENIENTES DE LA
CUÁDRUPLE CONSONANCIA
¿De qué autor francés tomó don Juan Hurtado de Mendoza este
tipo de versificación que emplea en sus “discantes”? Lo ignoro. Lo
que sí puedo decir es que en L’art et Science de la Rhétorique vulgaire,
tratado anónimo escrito entre 1524 y 1525, está descrito con toda
exactitud:
Autre reigle
II se treuve autre faqon de ryme croysée, quy est toute liée et lacée de
quatre lignes en quatre lignes croysées tant qu’elle se peult estendre, Tune
termination masculine, l’autre feminine; et est bonne a faire jeuz.
'Asr •’ür % }
Exemple.
Se justice divine regne
Pour corriger tant de pecheurs
Vous verrez maintz pays et regne
Estre pugniz par faulz tricheurs.
Pour neant preschent les prescheurs,
Ilz ne font que rompre leur teste,
Car les prelatz sont vraiz pescheurs
De symonie manifesté.
Ung jour en viendra malle feste
Que plusieurs pourront trop sentir,
Qui fouldroyera par grand tempeste
Ceulx qu’on voyt en ce consentir.
EPIGRAMAS A LA FRANCESA
pasaje que he reproducido en el texto. (Es el tratado VII, de los que ahí
imprime.) El anónimo autor copió, o más bien robó, la obra de Jean Moli-
net, L’Art de Rhétorique, cuya edición más antigua es de 1493. Pero es
interesante señalar que la descripción de ese tipo estrófico abab - bebe - eded,
etcétera, es una de las pocas cosas que no toma de Molinet.
CEumres completes de Clément Marot, ed. Pierre Jannet, París, 1885,
t. II, pág. 260.
84 Don Juan Hurtado de Mendoza
Va una pieza de este nombre en los finales del libro, fol. 34:
“Canto real en Español, según imitación y nombre de troba Francesa,
sobre un verso de Dauid que dize: Redde mihi laetitiam salutaris tui”.
El “chant royal” era aún en la primera mitad del siglo xvi la
más noble y alta de las piezas líricas francesas, la que servía para las
justas poéticas en los famosos “puys”. He aquí cómo explica Fierre
Fabri10 esta jerarquía del “chant royal” en Le grand et vrcd art de
7 Th. Sebillet, Art poétique frangoys, ed. cit., págs. 108-109. El epi¬
grama de Marot es a una Mademoiselle de la Roue, y más, por tanto,
grosería que cumplimiento.
8 Ibid., pág. 113.
9 Ibid., pág. 114.
10 Nacido en Ruán, latinizó su apellido (que era Le Févre); murió
antes del 17 de enero de 1521, día en que se acabó de imprimir su Grana
et vrai art (en cuya portada se le da por muerto).
86 Don Juan Hurtado de Mendoza
Pleine Rhétorique (1521) n. Pero nótese que Fabri lo llama “champ” 12,
aunque sabe que otros dicen “chant”:
... il est dict champ royal, pourceque de toutes les especes de rithme
c’est la plus royalle, noble et magistralíe, et ou l’en couche les plus graues
substances. Parquoy c’est voluntiers l’espece practiquee en puy, la ou en
pleine audience, comme en champ de bataille, l’en juge le meilleur et
qui est le plus digne d’auoir le prix, aprés que l’en a bien debatu de l’vne
part et de l’aultre en abatant tous les aultres. Aulcuns l’appellent (champ)
[chant13] royal, pource qu’il est de noble et armonieuse consonance pour
la grauité de la substance et de la doulceur de son eloquence combien qu’il
puisse estre mis en chant, comme il est dict des chansons 14.
Estas mismas rimas i-ier, -ie, -ieus, -ise, -oye), con la misma com¬
binación, se repiten en todas las estrofas, y el verso final (que viene
de Petrarca, Canz., 90) es siempre el mismo. Después de la estrofa 5.a
sigue el envío:
Prince, l’Amour un querant tyrannise:
Le joui'ssant cuide estambre, et attise:
Le vieil tient bon, et du mat je m’esmaye:
Jugéz lequel dit le mieus sans faintise
“Desbender l’arc ne guarist point la playe.”
15 "... retien que tu ne liras point de chant Royal fait d’autres vers que
de dis syllabes” (Art poétique frangoys, pág. 140).
88 Don Juan Hurtado de Mendoza
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94 Don Juan Hurtado de Mendozai
28Fol. [5] v.
29En el prólogo, cuando suplica la licencia para imprimir, dice:
... humildemente suplicamos
a su Real amparo, que imploramos,
que mande examinar y dar camino
si cumple que esta troba haga pino;
si puede ya empinarse sin embargo
la troba de un Menín poeta amargo.
(Fol. [7].)
¿Qué quiere decir ahí Menín? ¿Habría sido Menino en la Corte?
Poeta francesista 97
De sus lecturas francesas le queda algún —aislado— galicismo:
El grano apenas vemos de petite,
y en mata con los árboles compite.
(Fol. [7].)
ALTIBAJOS DE MODESTIA
7
98 Don Juan Hurtado de Mendoza
Desgraduados de la láurea sean,
pues para fines vanos la grangean.
La láurea que pretenden les despoje
quien buen dolor sembrando, gozo coje.
Perdone Dios a quien se descomide
en sus poesías y a la mía no oluide.
(Fols. [6]-[6] v.)
Una nota marginal explica aún: “Fué un poeta castellano que trobó
en metro muy antiguo la vida y milagros de Santo Domingo de Sylos”.
La cita de Berceo es literal: “suyo sea el precio, yo seré su obrero” 30;
pero lo que para Berceo con su práctica del hiato es un alejandrino,
es, sinalefado, un endecasílabo para Hurtado de Mendoza.
Tres menciones de lugares de Ausías March, uno de ellos con
reproducción literal del verso valenciano (eso en el Buen plazer; hay
otra en el poema castellano a Alvar Gómez31), y una de Petrarca,
32 Fol. 6 v.
Revue Hispanique, XIV, 1906, pág. 34. He corregido algunos eviden¬
te;: errores, que no sé si serán del ms.
100 Don Juan Hurtado de Mendoza
LOCALISMO Y EUROPEÍSMO
Don Juan Hurtado de Mendoza muestra por todas partes esa mo¬
deración y su buena crianza, su preocupación por las formas mejores
de vida y los ideales más limpios y altos. Resulta así compleja su
personalidad y su cultura: madrileño, aferrado a los modos sabrosos
del decir de raigambre medieval y local, noble filósofo, poeta latino,
mezclado en los mejores círculos del humanismo renaciente español,
con una curiosidad por las literaturas nuevas (valenciana, italiana y,
sobre todo, francesa). Son los modos, que unas veces reunidos en un
solo hombre, otras veces dispersos, tienen dos generaciones entre las
que vivió. No era —y es lástima— un escritor muy dotado. Pero
por su genuina vocación, por cultura y por la variedad y amplitud
de sus aficiones, por su humanidad y —-no lo olvidemos-— por su
gran posición social y su influencia en Alcalá y en Madrid, fue un
pequeño centro de atracción intelectual en la España de mediados
del siglo xvi.
Hombre atrayente desde muchos puntos de vista. Para mí lo más
raro, lo más interesante, es que en una época en que los poetas
INTRODUCCIÓN:
QUIÉN FUE EL AUTOR Y QUIÉN EL “FABIO”
DE LA “EPÍSTOLA MORAL”
1 Don Adolfo de Castro dice que el manuscrito es del siglo xvii, y así lo
hemos repetido todos. Recientemente he hecho un viaje a Sevilla para verlo.
En el lomo dice “Papeles y cartas varias M. S.”. Es el “Tomo 135 de Varios.
Estante 64. Sala S. Fernando”. No está foliado; cada pieza copiada tiene
un número. El de la “Epístola moral” es el 61. El total de piezas es 76
(la última no ha sido numerada). Las dos últimas son listas de Virreyes de
Nueva España y Perú. Preocupaban especialmente al colector las cuestiones
de privanza. Muchos de los documentos tratan de validos de los siglos xvi
y xvii. Esta es, sin duda, la razón por la que incluyó nuestra “Epístola”
única pieza poética de su colección. Copiaba escrupulosamente documentos
antiguos; cada vez que lo hacía comenzaba por las palabras “Copia de”-
así también en el caso de la “Epístola”. Se llamaba don Patricio Bravo dé
Lagunas, y fechó su manuscrito “en Sevilla y Marzo de 1735”.
El autor y el «Fabio» de la «Epístola Moral» 107
Mora/ no era suya y que bien le gustaría que lo fuera. Este testi¬
monio, indudablemente honesto y verídico, obliga a arrinconar para
siempre la atribución a Bartolomé. Aun sin ese testimonio, obligaba
a arrinconarla la evidente naturaleza sevillana del autor de la Epís¬
tola, como ya lo vieron muchos, entre ellos Menéndez Pelayo.
5) Lo anterior arruina también definitivamente la atribución a
Lupercio, porque, si hubiera sido de Lupercio, consultado, como
hemos visto, Bartolomé, éste no se habría limitado a decir que no
era suya y que sentía mucho que no lo fuera, sino que habría aña¬
dido: “De quien es, es de mi hermano Lupercio”.
6) Queda la atribución a Medrano. Está contenida en la misma
nota en que se rectifica, en un manuscrito, la atribución a Barto¬
lomé. Pero esa nota tiene dos partes, perfectamente diferenciables:
a) Primero, el que redacta la nota, refiere su conversación con Bar¬
tolomé: éste le había dicho que la Epístola no era suya, y que lo
sentía; nada más que eso. Evidentemente Bartolomé ignoraba el
nombre del autor, b) Luego, el redactor de la nota continúa diciendo
que “según el estilo y materia” la Epístola era de don Francisco
de Medrano, “que así me lo aseguró una persona que lo sabía muy
bien”. Observemos que se trata de una atribución de carácter esti¬
lístico, basada al mismo tiempo en el testimonio de una persona de
quien no se dice ni el nombre, ni la patria, ni la edad, sino que “lo
sabía muy bien”. Esta única atribución a Medrano resulta un testi¬
monio muy dudoso, de un mero carácter estilístico. Ahora bien, apli¬
cando, precisamente, un método minucioso, creo haber demostrado4
que en la Epístola no hay ninguno de los rasgos estilísticos verda¬
deramente peculiares, personales, de don Francisco de Medrano. Y
bien que lo siento, digo ahora, parodiando a Bartolomé, porque yo
tengo por Medrano más que devoción, más que cariño: una ver¬
dadera “debilidad”.
7) Volvámonos ahora a las cinco atribuciones a Andrada, cuatro
en manuscritos del siglo xvn y una en manuscrito sevillanísimo de
principios del xvm. Frente a la dispersión, contradicción, inseguri-
EL “fabio” DE LA “EPÍSTOLA”
8
114 El Fabio de la «Epístola Moral»
moderna. Los libros de las Actas de Cabildo de Méjico que hemos utili¬
zado para el presente estudio son, además de este decimonoveno, el
... Veinte... que comienza en 16 de agosto de 1614 y termina en 15 de
junio de 1616, Méjico, 1904; el Veinte y uno... que comienza el primero
de julio de 1616 y termina en veintidós de diciembre de 1617, Méjico,
1905; el Veintidós... que comienza en primero de enero de 1618 y termina
en 29 de abril de 1619, Méjico, 1905; y el Veinte y tres... que comienza en
6 de mayo de 1619 y termina en 19 de diciembre de 1620, Méjico, 1906.
De ahora en adelante, citaré sólo por el número de orden del libro y el de
la página correspondiente de la edición impresa, separados por dos puntos;
la indicación “Foto.”, pospuesta, señala los pocos casos en que he podido
corregir el texto impreso —increíblemente defectuoso— con una reproduc¬
ción fotográfica de los libros manuscritos que se conservan en el archivo
del extinguido Ayuntamiento de la ciudad de Méjico. La cita que acabo de
hacer vendría, pues, expresada así: “19: 118 Foto.”
Pero ese cotejo con fotografía del manuscrito no me ha sido posible,
como digo, sino contadas veces. Desde el primer momento vj que las intere¬
santísimas Actas de Cabildo mejicano habían sido editadas de un modo
lamentable. Y me propuse obtener reproducción en micropelícula, de todos
los pasajes que me interesaban. Era en abril de 1958. Fracasé primero por
desatención de los fotógrafos a quienes encomendé el asunto. Desesperado,
me dirigí a bondadosos amigos (mi querido maestro Agustín Millares, el com¬
petentísimo director de la Biblioteca Nacional de Méjico, Manuel Alcalá,
don Carlos Prieto, a quien tantas bondades tenemos que agradecer los confe¬
renciantes españoles que hemos visitado Méjico, y mi joven amigo el notable
investigador Juan M. Lope Blanch) que han tenido que trabajar lo indecible
para satisfacer mis deseos: a todos ellos, gracias de todo corazón. Como el
tiempo apremiaba ya, en estas segundas gestiones no me atreví sino a pedir
reproducción solo de los pasajes que, por un motivo u otro, interesaban más.
Es increíble la cantidad de obstáculos que ha habido que vencer: seis meses
han durado estas nuevas gestiones para obtener unas fotografías en un archivo
público. Primero las trabas burocráticas: necesidad de permisos especiales
para fotografiar unos inocentísimos libros de actas... publicados ya hace medio
siglo; luego, dificultades técnicas. En resumen, en el momento de redactar
esta nota sólo me ha llegado reproducción en micropelícula de una parte de
lo solicitado. Por eso señalo con la abreviatura “Foto.” los textos que he podido
cotejar con la fotografía del original.
?^os defectos de la edición impresa de las antiguas Actas de Cabildo, de
Méjico, son verdaderamente increíbles, y como a pesar de ellos, son esas
Un nuevo corregidor de Méjico 115
3 19: 127a.
4 19: 132 Foto.; V. también págs. 137b-138a.
5 19: 141b.
6 19: 133-134 Foto. Comp. Castillo de Bovadilla, t. II, 1. V, c. I,
núm. 11.
EL MANUSCRITO DE LA COLOMBI¬
NA Y LA REALIDAD DOCUMENTADA
aun más exactitud podemos decir que ese tope puede prolongarse
unos días más: los que tales nuevas tardaran en llegar a Sevilla.
He aquí, pues, que datos exteriores al manuscrito de la Epístola
Moral de la Colombina han venido a acoplarse perfectamente con
los contenidos en dicho manuscrito, lo mismo por lo que toca al
autor de la Epístola, Andrés Fernández de Andrada, que por lo que
se refiere al Fabio de la misma, don Alonso Tello de Guzmán, “que
fue Corregidor” de Méjico.
Don Adolfo de Castro prestó un gran servicio a la historia de
la literatura al publicar en 1875 el texto de la Epístola según dicho
manuscrito de la Colombina. Se dejó despistar, sin embargo, res¬
pecto a don Alonso Tello de Guzmán, confundiéndole con un homó¬
nimo —curiosa homonimia total— que nunca fue corregidor de Mé¬
jico, ni estuvo, que sepamos, en América. Pero de esto hemos de
tratar más adelante.
Intentemos ahora seguir la vida de nuestro corregidor de Méjico,
el auténtico Fabio de la Epístola. Las andanzas de don Alonso nos
van a abrir variadas vislumbres del siglo xvn —a veces curiosas_>
sobre modos y costumbres de la Nueva y de la vieja España.
Señor:
Don Alonso Tello de Guzmán a q[uie]n Vfuestra] M[agesta]d a hecho'
m[e]r[ce]d del off[ici]o de Corregidor de México, dice que como consta
al S[eño]r S[ecretari]o Juan Ruiz de Contreras, Doña Marina de Mendoqa
su mug[er] está con una peligrosa enfermedad que le a dado de un mes a
esta parte, de que se alia desauciada de los médicos, y que quando Dios
se sirva de que no muera de la dicha enfermedad, quedará tan flaca que a
de havér menester mucho tiempo para convalecer, sin ser posible envar-
carse en esta flota con el dicho su marido respecto de aver de salir tan pres¬
to; atento lo qual = Supp[li]ca a Vjuestra] M[a]g[esta]d se sirva de darle
licencia para hacer el dicho viaje sin llevar consigo a la dicha Doña Marina
su muger, en que R[ecibir]á m[e]r[ce]d.
La resolución es ésta:
íai
234 (A).
22 í d¡crbre-1612 <agi- * aZi
Residencia que don Alonso Tello de Guzmán, corregidor de la
Un nuevo corregidor de Méjico 123
ciudad de México, tomó a don García López del Espinar y a sus ministros
y oficiales. Va dirigida al Real Consejo de las Indias y a su secretario Juan Ruiz
de Contreras” —son 170 folios, cosidos, sin tapas—, fol. 2).
18 AGI, Escribanía de Cámara, 234. El “auto e interrogatorio” (es decir,
preguntas por que han de ser examinados los testigos) está aquí, aparte de
la “Residencia” (véase la nota siguiente).
19 “Residencia que don Alonso Tello de Guzmán, Correg.r de la ciudad
de Méx.c0, por comisión de su mag.d tomó a don García López del Espinar”.
AGI, Escribanía de Cámara, 234 (A).
124 El Fabio de la «Epístola Moral»
el Ld0 Ju° rruis de Alarcón, jues del tepachi y sus ministros” 2\ Que
Alarcón había tenido en 1611 una comisión, por encargo del corregi¬
dor don Garcilópez del Espinar “para que pudiese conocer de todas
las causas que se ofreciesen contra cualesquier personas que tuviesen
trato de hazer y hender pulque y contra los dueños de las casas
donde se hendiese” lo sabíamos desde que Dorothy Schons publicó
un memorial que el dramaturgo mejicano hizo en España de sus
servicios, para solicitar una plaza 21. Ahora, como un ramo de la resi¬
dencia contra Garcilópez, he encontrado un curioso documento que
confirma y aclara la intervención de Alarcón en los asuntos del pul¬
que, y nos da, además, una fecha precisa de 1613 —la del 15 de
noviembre— en que se dice de Alarcón “que de presente está en
los Reynos de Castilla”; en el memorial se afirmaba que “en la
residencia fue dado por buen juez”; esto queda corroborado con
el nuevo documento.
Desde poco después de la conquista de Méjico empieza a apa¬
recer en los legisladores españoles la preocupación por “un cierto
vino, que se llama pulque”. Los indios solían añadir a esta bebida
tradicional suya (de la fermentación del jugo del maguey) cierta raíz
que le daba más fuerza; “y assí emborrachados hazen sus cerimo-
nias y sacrificios que solían hazer antiguamente y como están furio¬
sos ponen las manos los vnos en los otros y se matan, y demás desto
se siguen de la dicha embriaguez muchos vicios camales y nefan¬
dos”, se lee ya en una Real cédula de 1529 22, ocho años después de
la ruina del imperio azteca. La prohibición de echar esa raíz o de
hacer otras manipulaciones con el pulque, que aumentaban su poder
23 Por la época en que Alarcón tuvo este cargo interesa saber que tam¬
bién Felipe III había mostrado interés por el problema del pulque. He aquí
estas instrucciones dirigidas al Virrey don Luis de Velasco: “Al Virrey de
Nueva Espanna sobre que remedie los dannos que se siguen de cierta bevida
de que usan los yndios naturales. = El Rey = Don Luis de Velasco, mi Virrey
y Governador y Cappitán General de la provinzia de la Nueva Spanna. El
cappitán Alonso Flores Salgado me a echo relazión que los yndios naturales
della reciven notable danno en su salud de cierta bebida que usan, hecha
de las espumas y primera miel que sale del azúcar quando la cuecen, que la
compran de los spannoles y hazen con ella un brevaje que llaman pulque,
hechando a cantidad de esta miel alguna de agua yrbiendo y una poca de cal
y raíz de pulque, y tapándolo después el baso en que la hazen, donde yerbe
como bino nuevo con la fuerza de la lejía que está en la miel, de la que echan
al azúcar para cocerle, y que después que aya erbido lo beben en sus combites
y juntas sin reparar en que es lejía fuerte, disfracada con dulze, que les
abrasa todos los miembros principales del cuerpo, y que los mata con gran¬
dísima facilidad, y que el danno que desto reciven es de manera que, si
no se les quita el uso desta vevida, se acavarán con mucha brevedad
todos los dichos naturales yndios, y que así para esto como para que los
espannoles, que les benden la dicha miel no rrecivan danno considerable,
daría traza y remedio con que se tratase de la materia con gran secreto,
por el riesgo que su persona podría correr bolviendo a la dicha Nueva
Spanna, y señalándole personas con quien lo comunicase y tratase todo.
Y haviéndose visto en mi Consejo de las Yndias me a parecido remi¬
tiros lo susodicho, como por la presente os lo rremito para que lo beais todo
y rremediéis los dannos que se siguen de la dicha bevida en quanto pudié-
redes, con el recato y secreto posible para que no se entienda que a dado
este aviso el dicho cappitán Alonso Flores Salgado, por el danno que se le
podría siguir, como el lo a significado. Y de lo que hiziere me daréis aviso
para que lo tengan entendido. Fecha en Madrid a tres de otubre de mili
y seiscientos y siete annos. Yo el Rey. Refrendada de Juan de £inca y senna-
lada de los del Consejo” (AGI, Méjico, 1064, 87, 51. Fols. 203r.-203v.).
Tuve noticia de la existencia de este documento después de mi última estada
en Sevilla. Debo la copia de él a la amabilidad de don Francisco Márquez
y de la señorita María Teresa Lorenzo.
24 Véase sobre la venta del pulque las muchas variaciones de criterio,
de las autoridades, a través de los siglos, en Marroquí, I, págs. 190-211. Desde
el primer momento (la mencionada cédula de 1529) se señala como peligro¬
samente embriagante el pulque al que se le han adicionado ciertas raíces,
pero autoridades o religiosos intolerantes intentan varias veces que se prohíba;
también el pulque puro.
Un nuevo corregidor de Méjico 127
9
130 El Fabio de la «Epístola Moral»
UN BULLIR DE VIDA
3 22: 154 £>-155 a (24 setiembre 1618). Para la historia anterior de este
asunto, véase: 21: 164 £>-165 a (16 enero 1617, Cisneros pide que la Ciudad
le imprima el libro); y además, 21: 167 a (19 enero 1617); 22: 115 5-116
(6 julio 1618, pide mil pesos para la impresión); 117 £>-118 a; 120 5-121 a
(13 julio, la ciudad acuerda dárselos en depósito); 125 a (20 julio), 135 5-
136 a (23 julio). La Ciudad tenía el patronato de la capilla de los Remedios,
según sale de muchos pasajes de las Actas. (Habla de los Remedios, Marro¬
quí, I, págs. 146-148). El asunto del libro de Cisneros había de arrastrarse
aún. El 12 de marzo de 1620 los frailes de la Merced piden un nuevo plazo
(el autor, entre tanto, había muerto) “para la impresión del libro... el cual
dejó [Cisneros] compuesto y acabado; por no haber habido papel el año pasado
de seiscientos y diez y ocho, y la mayor parte del diez y nueve, y sus conti¬
nuas enfermedades, no pudo imprimir el dicho libro”; la Ciudad acuerda
concederlo, 23: 134 5-135. El 21 de agosto de 1620 todavía coleaba el prés¬
tamo, 23: 199 5-200 a. El libro, al fin publicado, es la Historia de el prin¬
cipio y origen, progresos, venidas a México y milagros de la Santa Imagen
de Nuestra Señora de los Remedios, extramuros de México, Méjico, 1621.
La rareza del libro es grande. Palau (54984) nos dice que en la venta Fischer,
en 1869, “un ejemplar mediocre” valió siete libras. ¡Quién se lo había de
decir al pobre Fray Luis de Cisneros, que santa gloria haya!
Vislumbres de vida mejicana 133
PROFESIONES Y OFICIOS
engañan a Jos padres, y fuera desto enseñan a sus dicípulos con materias
y guiones agenos, de que se consigue mayor daño a ellos y a los que se los
encomiendan, supuesto a que quien no lo sabe hacer menos lo puede ense¬
ñar, y es mucho daño de los hijos de la república... l3.
PEQUEÑOS PROBLEMAS
se acuerda que se venda y que con su importe “se haga una taza
de piedra dura con sus cañas, en buena y galana forma, para que se
ponga en la pila de la Alameda donde estaba la [bola] de bronce
y que el pilar sobre que se pusiere esté a la altura que trugese el
agua”20. Adorno modesto. En general asombran los reducidos me¬
dios, y casi la penuria —a pesar de sus bienes e ingresos— de la
ciudad: sus casas se caían: los arrendatarios venían constantemente
a protestar de quiebras y hundimientos y a lo largo de las Actas asis¬
timos a la progresiva ruina de la cárcel de la ciudad 21, y algo pare¬
cido pasaba con el matadero 22, y, quién lo diría, con la alhóndiga23,
la contaduría de propios y las mismas casas del cabildo 2\ Pero no
todo, ni mucho menos, eran ruinas: la ciudad crecía incesantemente.
Un día, un Alonso Ortiz de Arévalo se presenta al cabildo a pedir
‘‘una paja de agua” (era la medida de la concesión habitual de agua
a particulares) y la petición —de este negociante de la construcción—
nos revela algo de ese crecimiento de la ciudad:
VIDA NOVÍSIMA
PUNTUALIDAD BUROCRÁTICA
Don Alonso Tello, a juzgar por las Actas, era puntual. Salvo
raras ocasiones (de su mayor ausencia, muy justificada, hemos de
ablar después), presidió durante los cinco años de su corregimiento
las sesiones del Cabildo. Bastantes veces don Alonso fue al Cabildo
para presidir la sesión, y se encontró allí solo, o con un número de
regidores insuficiente para el acto: el viernes 19 de diciembre de
1614 —esa “mano del relox” que señala las seis nos actualiza casi
dramáticamente la escena— “don Alonso Tello de Guzmán, corre¬
gidor de esta ciudad, entró en la sala del cabildo, y por ser ya las
seis, según apuntaba la mano del relox de la plaza, y no haber regi-
dores, se bajó del dicho cabildo” \ Las ausencias menudeaban. Don
Alonso llegó a enfadarse: el 3 de julio de 1615 mandó que el mayor¬
domo asistiera a la puerta de la sala para pagar su salario a cada
regidor que estuviera presente; los que no fueran se quedarían sin
cobrar. Añadía que la ciudad les había convocado “desde mediados
de mayo para nombrar contador de su hacienda y propios, y en todo
este tiempo no se ha podido juntar número bastante de caballeros
regidores para esta elección, siendo tan importante y necesario, y por-
0: 70. Aun ese día estaban dos regidores, cuyos nombres constan.
Pero otras veces se diría que don Alonso se encontró completamente solo.
Por ejemplo, el lunes, 20 de octubre de 1614, y el 16 de enero de 1615
Comp. 20: 37 y 88.
Actividad y carácter de don Alonso Tello 141
para la ciudad y sus vecinos, pues es sin duda que, cuando su magestad
se sirvió de dar a la ciudad el encabesamiento desta contribución de las
alcabalas, se movió más por la conveniencia de sus basallos que por el
aumento de su real acienda con apercibimiento que no lo haciendo así
estos caballeros, cumpliendo con la obligación de su oficio, dará cuenta a su
excelencia dello para que, en conformidad de lo que su magestad ordena
a los señores visorreyes por sus reales cédulas, biendo que la ciudad no
acude con el cuidado que debe, ponga en esto el modo de administración
que más convenga a su real hacienda, y de cómo lo a probeído así lo pide
se le dé por testimonio para en guarda de su derecho.
Don Alonso Tello.—Ante mí Don Fernando Alfonso Carrillo 3.
LA OBRA DE LA ARQUERÍA
3 21: 18.
Actividad y carácter de don Alonso Tello 143
4 21: 121-125.
5 21: 293 (11 diciembre 1617). Este asunto de los batanes continuaba
después de cesar don Alonso en su cargo (23: 53-57).
6 21: 128 (28 noviembre 1616).
7 21: 127-128.
8 21: 128.
144 El Fabio de la «Epístola Moral»
9 21: 128.
10 21: 128-129.
11 21: 133-134.
ia 21: 137-138.
11 21: 157-158.
Actividad y carácter de don Alonso Tello 145
14 21: 200-201.
15 21: 219-220.
16 21: 224-225.
17 21: 225-227.
18 21: 239-241.
10
146 El Fabio de la «Epístola Moral
19 21: 255-259.
20 21: 261-262.
21 21: 276-277.
22 22: 72-76.
23 22 : 86.
24
22: 113.
Actividad y carácter de don Alonso Tello 147
30
19: 341 (12 mayo 1614).
150 El Fabio de la «Epístola Moral
36 21: 247-249 (27 julio 1617). El mariscal don Carlos de Luna sería
también uno de los que habrían de regir la plaza, 21: 252 (9 agosto 1617).
Las fiestas se celebrarían los días 29, 30 y 31 de agosto (21: 247).
*7 21: 255 (25 agosto 1617).
152 El Fábio de la «Epístola Moral»
38 21: 269-270 (13 octubre 1617). Doy aquí entre paréntesis varios
intentos míos de corrección al texto impreso: “orgones de duras y no”
(“orejones de durazno”), “brisiquirios” (“brinquiños”). Luego hubo que pagarle
bastante más, 21: 291 y 295 (11 diciembre 1617).
39 21 : 276 (3 noviembre 1617).
Actividad y carácter de don Alonso Tello 153
40 21: 40-41 (22 agosto 1616). Sobre el alférez mayor que sacaba el
estandarte, véase Marroquí, II, págs. 504 y sigs.; era el alférez el que hacía
las invitaciones. En este año de 1616 el alférez vivía lejos de la ciudad y
sólo vino a ella para sacar el estandarte.
41 Juan de Torres Loranca, diputado de propios de la ciudad, presentó
el 6 de julio de 1620 —ya hacía tiempo que no era corregidor don Alonso—
una proposición para moderar gastos superfluos. Por ella nos enteramos bien
de la importancia relativa de algunas fiestas: en la de San Hipólito se iban
2.350 pesos; en la del Corpus, 3.500; en la de San Nicolás, 324; en la de
San Gregorio, 147.
154 El Fabio de la «.Epístola Moral»
A LA DEFENSA DE ACAPULCO
42
21: 245 (24 julio 1617).
43
20: 196-198.
Actividad y carácter de don Alonso Tello 155
Señor:
48 Sobre las comedias del Corpus, véase Marroquí, III, págs. 502-505
y 514-515. El primer documento que cita es de 1588, y en él se dice que se
hagan sólo comedias y se supriman los carros; la costumbre, por tanto, era
más antigua. Marroquí va dando algunas noticias de años posteriores hasta
el de 1660; pero lo mismo que casi siempre le ocurre, no dice nada de la
época de don Alonso Tello.
49 22: 99-100 (13 junio 1618).
158 El Fabio de la «Epístola Moral*
Don Alonso Tello de Guzmán, corregidor de esta ciudad, dijo que, cuando
por merced de su magestad comenzó a servir este oficio, halló que la ciudad,
para la selebridad de Ja fiesta del Santísimo Sacramento que cada año hace
a su costa, estaba en la costumbre que se hiciesen dos comedias o represen¬
taciones, una en el mismo día principal de la fiesta, otra el de su octava,
y que de ambas se daba muestra a esta Ciudad dos o tres días antes de sus
representaciones públicas, y dada esta muestra se hacía otra al tribunal del'
Santo Oficio de la Inquisición, para que, como era justo, allí se calificase;
y que aunque ha deseado que la ciudad ande más prevenida en esto, de
manera que las muestras se diesen tanto tiempo antes, que cualquiera
enmienda o corrección que en las comedias hubiese de haber fuese hecha
a tiempo que pudiese con comodidad y con sasón hacerse, no lo ha supli¬
cado a la Ciudad con todas las veras respecto de aprieto y necesidad de
dinero con que muchas veces la ha visto, que de ordinario es la causa
de tomar tarde la resolución en esto.
Pero agora que en la fiesta deste año se ha visto el inconveniente que
esto tiene, por haber los caballeros diputados desta ciudad escogido come¬
dia que, representada después a el tribunal del Santo Oficio de la Inquisi¬
ción, pareció que tenía inconveniente que se representase el día mismo
para que está escogida, de donde la Ciudad se vino hallar muy cerca de
no poder haber fiesta en tan solene día y a obligarle la necesidad a que
se contentase con comedia representada ya en los corrales y teatros públicos,
cosa que, si sucediese otra vez, sería culpa notable, por la solenidad de la
fiesta y por la autoridad de las personas que a ella asistieren, suplica
a la ciudad se sirva para remedio desto de conformarse con el uso que
tiene en otras ciudades de España, que servían los diputados de la fiesta o
su procurador mayor los autos o comedias a el tribunal del Santo Oficio
de la Inquicisión para que en él se aprueben, y, aprobados, hacen elección
de lo que más apropósito les parece para aquel día y ésa la dan a los auto¬
res de las comedias para que las estudien y ensayen y les den muestras
a las Ciudades dentro de su Cabildo, asistiendo sólo las personas dél, para
que allí se corrijan y enmienden en el ornato de las personas y demás cosas
que parecieren convenientes, de donde la Ciudad, segura ya con la califi¬
cación que el tribunal del Santo Oficio de la Inquisición hubiere hecho
Actividad y carácter de don Alonso Tello 159
de las comedias y autos en papel, sabrá que no puede elegir cosa para este
día que no sea muy decente y ajustada a el intento y a la misma fiesta,
y al decoro que se debe a Jas personas que a ello asisten, le guardará el
respeto justo habiéndola visto ensayar la Ciudad sola, sin el número grande
de gente que en los ensayos que aquí se han hecho han concurrido de
ordinario, que por la obligación de su oficio suplica a la ciudad lo provea
y mande así y dello dé cuenta a su Excelencia para que, con su aprobación,
quede esto seguro y firme en lo de adelante.
Y por cuanto para el día próximo de la octava desta festividad la Ciudad
tiene ordenado que Gonzalo de Riancho, autor de comedias, haga una de
que hoy no ha dado muestra, y está en la Puebla donde dicen que representa
el domingo infraoctava de esta fiesta, y saliendo después de este día de la
Puebla .respecto de la cantidad de leguas [que] hay y del embarazo con
que estas compañías suelen caminar puede ser que siga el tiempo, que ni
dé muestra a la Ciudad ni al tribunal del Santo Oficio de la Inquisición
como hasta aquí se ha dado, y que venga Ja Ciudad a hallarse sin fiesta
que hacer aquel día, que sobre el inconveniente pasado vendrá a ser cual¬
quier tropiezo que haya en esto de gran momento y consideración, ha
suplicado a la Ciudad se junte hoy en su Cabildo para que provea lo que
en esto más convenga, y así Jo suplica, conque él quedará libre de la obli¬
gación que tiene a mirar por esto, y la Ciudad terná a su cuenta el asierto
u el desacierto que en esto hubiere y al presente escribano mayor del
cabildo mandó que de esta su proposición le dé testimonio autorizado y en
forma que haga fe.
50 22: 100-101 (15 junio 1618). Doy entre paréntesis mis correcciones:
“del tribunal” (“a el tribunal”), “se viene hallar” (“se vino hallar”), “que desto
siguió y firmo” (“quede esto siguro y firme”), “fuesen caminar” (“suelen ca¬
minar”). Pero hay pasajes que no me he atrevido a enmendar, aunque no
hacen buen sentido.
160 El Fabio de la «Epístola Moral»
claro está, aunque la mayor parte de las veces por orden del virrey,
en muchos asuntos serios y ya hemos ido mencionando, casi al azar,
unos pocos; lo que ocurre es que, no sé por qué, parece que su
intervención se hace más personal sólo en asuntos que tocan a lo
formal y externo: a lo suntuoso, a la caballería, a la diversión, siem¬
pre con los ojos puestos, como modelo y norma, en los usos de
España.
Muchas veces ese gusto por la forma, vertido sobre la ciudad,
contribuyó a su embellecimiento o su limpieza. Ya veremos las ala¬
banzas que por mejoras ciudadanas le hace la Ciudad misma, al cesar
en su cargo. Reseñemos ahora —para cerrar estas estampas— una
iniciativa suya51 para la limpieza y conservación de las calles:
Para la limpieza que anden ocho carretones de dos muías por el lugar
desde las cinco de la mañana hasta las seis de la tarde limpiando las calles
todos, y pidiendo a la puerta de cada vecino la basura que en su casa
estuviese recogida y ellos la darán prevenidos ya con pregón general, fuera
de lo cual, este primero año tienen obligación de quitar todos los mulada¬
res que hay en el lugar, que son muchos, y esto está puesto hasta agora
en cantidad de un mil y setecientos y sesenta pesos, con diez indios de
repartimiento.
Y para los empedrados..., que Jas calles más comunes se den en arrenda¬
miento luego que se acaben de empedrar, a quien sin faltarles una piedra,
las tenga siempre en un ser, y para esto piden hoy un mil cuatrocientos
pesos y seis indios...
... e vista... por la Ciudad la dicha propusición y l_as razones que en
ella da el señor corregidor como quien tan prudentemente las tiene previstas
y consideradas..., acuerda conformarse con Ja dicha propusición.
51
En colaboración con Gonzalo de Córdoba, 21: 200.
.Actividad, y carácter de don Alonso Tello 161
52 22: 102.
53 19: 216 a (29 noviembre 1613), 220 (2 diciembre), 224 6-225 (16 di¬
ciembre), 233 a (20 diciembre), 234 (23 diciembre). La ciudad acordó dar
a don Garcilópez del Espinar mil doscientos pesos; hubo alguna dificultad
porque el virrey, conforme con que se premiara al antiguo corregidor, se opuso
a que una parte de ese dinero se tomara de la caja de la sisa; la ciudad, en
vista de ello, acordó tomarla de los salarios y costas de la administración de
las alcabalas si el virrey no tenía inconveniente.
11
162 El Fabio de la «Epístola Moral»
de ser hombre muy del gusto del virrey (hechos posteriores lo aba¬
nan); el corregidor iba a cesar en octubre de 1618; pero el mar¬
qués de Guadalcázar había visto en 1617 prolongado su virreinato
por otios seis años: quería, sin duda, conservar un hombre útil y
de su confiaba, como imaginamos era don Alonso. Y el cabildo,
que conocería estos sentimientos del marqués de Guadalcázar, se
adelantaría a facilitarlos. En una palabra, virrey, corregidor y Cabildo,
eran piezas de un sistema que no había, apenas, rechinado; se sen¬
tían bien, juntos. De aquí esa primera iniciativa de la Ciudad en
favor de don Alonso Tello.
54
22: 118-119.
55
22: 144-145.
Actividad y carácter de don Alonso Teño 163
me atreví por la pérdida destas naos a ordenar en esto sin saber primero
lo que vuesa excelencia juzga por acertado en ello y así le suplico me diga
lo que fuere servido que yo haga y guarde Dios a vuesa excelencia muchos
años como deseo. México a diez y ocho de setiembre de mil y seiscientos
y catorce. Don Alonso Tello.
Dos días después, la ciudad, por ser “la proposición del señor
don Alonso Tello y ser causa tan pía”, acuerda tomar a Santa Teresa
por su patrona y abogada; que se pregone y que se hagan luminarias
y fuegos de artificio y, si lo aprueba el virrey, máscara general. To¬
davía el 28 de setiembre se acordó hacer público juramento y co¬
municar esta decisión al virrey. El juramento se iba a hacer por el
59
Comp. más arriba, pág. 116.
60
22: 162 b-164 b.
V
... en los mercados que llaman tianguis, adonde acuden los indios desta
ciudad, y fuera della, se pregonen asimismo en lengua mexicana, para que
vengan a noticia, y el pregón sea del tenor siguiente, del cual se saque
un traslado y se entregue a Martín de Albear, intérprete de la Audiencia
ordinaria, para que... [sea vertido] de lengua castellana en mexicana, y
el escribano del juzgado de los indios, ponga por fe la publicación dél a el
pie de dicho pregón 9.
11 22: 167 a.
13 22: 171 6. Ese día, 11 de octubre 1618, habiendo pedido el licenciado
Gómez de Mena los libros capitulares de la Ciudad, acuerda ésta suplicarle
se suspenda el llevarlos “por lo que importa al secreto que en ellos hay”, y
prometer que se le darán todos los testimonios que requiera. Véase también
22: 1716 y 172 a. El 27 de noviembre la Ciudad protesta de algunas dispo¬
siciones del juez de residencia (que haya orden en los papeles del archivo y
no se permitan daños en la alhóndiga); la Ciudad apela (22: 198 6).
172 El Fabio de la «Epístola Moral»
13 22: 242.
14 Pequeña elegancia estilística, propia de escribano.
13 22: 186 b-187 a (por errata, las líneas dos y tres de 187 a, están desco¬
locadas: pertenecen a 186 b).
Incoación del juicio de residencia
173
txcu ar suya y asistiendo con tanta continuación y cuidado a los hacimientos
de las rentas, alcabalas y de los propios desta Ciudad como a ellos se les
ha .lucido muy bien en su crecimiento... y que, de haberse portado tal
en el uso y ejercicio deste oficio, ha quedado con menos comodidad de
hacienda de la que pudiera; y así es muy justo que esta Ciudad con debido
agradecimiento, ques con lo que más bien puede pagar, lo manifieste a Su
Magestad, pidiendo y suplicando a su real acuerdo se sirva admitir y recibir
información que esta Ciudad le ofrece, de Jo bien que el dicho señor don
onso Tello de Guzmán sirvió a Su Magestad en el crecimiento de sus
rentas y alcabalas y en la utilidad con que en el beneficio de la república
las administró y en el cuidado con que asistió a el acresentamiento y bene¬
ficio de Jas rentas de propios y el lucimiento y adorno desta ciudad, en la
ejecución de los mandatos del excelentísimo señor Márquez de Guadalcázar
cuyo animo, celo y buen gobierno dió principio a la grandiosa fábrica del
arquería y rastro público, sirviendo y obedeciendo a su excelencia en la
ejecución y cuidado desto, no faltando al ordinario despacho de los negocios
de su audiencia, en que asistió con tanta limpieza y rectitud, haciendo igual
justicia a las partes, cuanto consta a todos Jos estados desta república, que,
agradecidos desto, se han ido a presentar a porfía por testigos de su abono,
a que fuera lo más de toda esta república y noblesa della, si fuera nece¬
sario 16.
1 AHN, Consejos, núm. 72: de la Segunda Serie, legajo 3.®, fol. 149.
z En las páginas que siguen extracto las 57 sentencias definitivas dadas
por el Consejo de Indias, como final de juicio de residencia contra don
Alonso (AGI, Escribanía de Cámara, 1186, año 1620).
176 El Fabio de la «Epístola Moral»
EL ALCAIDE DE LA ALHÓNDIGA.
SIGUE FERNÁNDEZ DE SALAZAR
3 19: 242.
4 20: 216.
12
178 El Fabio de la «Epístola Moral»
Confirmamos la dicha sentencia con que los mili pesos sean treqientos
ducados, que aplicamos la mitad para la Cámara de su Magestad, y
gastos de estrados del Consejo y obras pías la otra mitad . Se tra¬
taba de delitos de feo carácter: contratación prohibida, nombramiento
a persona dependiente que comete muchas irregularidades y exacciones,
cohecho y, en fin, falsa denuncia. El juez no le hacía culpable direc¬
tamente a Tello, pero sí por su asociación con el Juan Fernández
de Salazar, hombre sin escrúpulos y aun delincuente verdadero. El
Consejo confirma la sentencia, pero reduce la pena de mil pesos a
trescientos ducados.
OTROS CARGOS
FALTA DE FIANZAS
17) ... Que no miró por el bien de los yndios en las cossas que
refiere el cargo.” El juez le puso culpa. El Consejo le absolvió.
No conocemos, y es lástima, en qué se basaba la acusación. La
legislación española que ordenaba dar buen trato a los indios es muy
abundante 20.
18) “que contra las leyes reales hico remate en Alonso de Uega,
oficial mayor de la diputación de la Renta y alcavala de trigo, arina,
mayz y otras cossas. El qual nombró por cobrador a Pedro Mexía,
alguacil de la diputación. Y en la cobranca se hicieron agrabios y
molestias”. El juez le puso culpa; el Consejo le absolvió.
19) “... que a moderado las penas de las ordenabas, sin enbargo
de auer lleuado su tercia parte, no lo pudiendo hacer”. El juez le puso
culpa y remitió la pena al final; el Consejo lo confirmó.
20) Por último, “... que en vna denunciación que hico Pedro
Farfán, alguacil, contra Gregorio de León, por hauerse hallado en su
tienda dos varajas de naypes falsos, no guardó la pena de la orde¬
naba, antes la moderó en ciento y cruenta pessos, de los quales
llevó la tercia parte. Y conforme a la dicha ordenaba auía de ser
Entre las acusaciones presentadas contra don Alonso hay una que
nos ofrece particular interés. Recordemos que poco antes de embar¬
carse para Méjico, pidió licencia para dejar en España a su esposa
doña Marina, la cual se encontraba gravemente enferma, tanto, que
no se esperaba que saliese de su enfermedad. Don Alonso, que tenía
la costumbre —entonces de moda—» de asociar a su firma la inicial
de su amor, escribía su nombre entre dos letras M, y así lo continuó
haciendo por lo menos hasta, aproximadamente, mediados de enero de
1616 \ lo cual debemos interpretar como prueba de que hacia esa
época —^viviera aún o no su mujer— su corazón no había cambiado.
En el cargo 16 del juicio de residencia, vemos que se le acusa de
“auerse cassado y tratado de cassarse” durante el tiempo de su corre¬
gimiento, con una mujer principal, natural de la ciudad de Méjico;
hemos visto también que el juez le absolvió por no probado... Y sin
embargo...
En una firma algo más de año y medio después de haber dejado
de ser corregidor, observamos que las dos letras M que flanqueaban el
nombre de “Don Alonso Tello”, han desaparecido. En su lugar, ante¬
puesta, aparece una elegante Y que va a enlazarse con la D de Don.
Empezamos a sospechar.
t
Señor
Una cédula de Felipe II, del año 1592, recordaba la rigurosa pro¬
hibición de los casamientos, dentro de los términos de su mandato,
de varias autoridades importantes de las Indias, entre ellas, los corre¬
gidores :
... que no se pudiessen casar sin mi licencia los Virreyes, Presidentes,
Oydores, Alcaldes del Crimen, ni sus oficiales, ni sus hijos ni hijas, ni
oficiales de mi hazienda. Gouemadores, Corregidores, Alcaldes mayores por
mí proveídos en los districtos donde sirviessen sus oficios so pena que por
el mismo hecho que se casassen sin la dicha mi licencia, quedassen vacos
los dichos sus oficios, para que se pudiessen proueer en otros.
Y porque por dezirse en las dichas cédulas que los en ellas contenidos
no se puedan casar sin mi licencia, se ha entendido que con la esperanza
que tienen de que yo se la mandaré dar, algunos han tratado de casarse
y entretenido en secreto los conciertos de sus casamientos, y no auiendo
yo de dar las dichas Ucencias, como en manera alguna no se las daré, se
podría incurrir en peligro de las honras y haziendas con quien los dichos
ministros tratassen sus casamientos...
LA CULPABILIDAD INTEN¬
CIONAL DE DON ALONSO
EL MARISCAL, SUEGRO (A
LA FUERZA) DE DON ALONSO
12
AGI, Audiencia de Méjico, 28, ramo 1.
192 El Fabio de la «Epístola Moral
Por lo demás, tenemos muchos motivos para dudar que don Car¬
los se opusiera al matrimonio; las relaciones entre él y Tello parecen
Boda clandestina de don Alonso 193
13 21: 230.
14 21: 251. Don Alonso Tello declara, por lo que toca al portal, que no
sólo no hay inconveniente “pero antes tiene mucha conveniencia para el ornato
de aquel sitio”.
13
194 El Fdbio de la «Epístola Moral»
El Mariscal don
Carlos de Luna y Arellano
Añadamos ahora, sólo, que don Alonso Tello y doña Isabel Co¬
lón tuvieron, por lo menos, un hijo llamado don Diego Antonio Tello
Colón, del que aún hemos de decir algo.
VIH
Padres
Don Alonso Tello de Guzmán natural de Sebilla es hijo de: Don
Gutierre Tello de Bracamonte9, natural de Sebilla y de Doña María de
Guzmán y Ávila, natural de Ávila.
Agüelos Paternos
Franco Tello natural de Sebilla y Salteras su aldea y Collazión = Doña
Catalina de Bracamonte natural de Sebilla.
Agüelos Maternos
Alonso Dávila de Guzmán, natural de Ávila = Doña Ana dávila, natu¬
ral de Ávila =
Lo qual firmo en virtud de poder que tengo del dho don Alonso Tello
de Guzmán en Md a vete y ocho de agt0 de 1619
De otra letra:
TESTIMONIOS DE LA CABALLEROSI¬
DAD Y SEÑORÍO DE DON ALONSO
Salteras. Hubo allí, dice, dos hermanos: uno casó mal; pero otro
bien. El testigo no sabe con cuál de estas dos ramas tiene parentesco
el pretendiente, y “se remite a quien más bien lo sepa, porque es
negocio muy antiguo”. Le aprietan para que dé más datos, y dice
que lo sabrán don Pedro de Guzmán y Ribera y don Luis Melga¬
rejo, canónigo de la catedral, y su hermano don Gaspar de Virués
Melgarejo, porque nacieron y se criaron en Salteras. “Y que don
Juan de Hinestrosa le trajo a este testigo unos testamentos antiguos,
y que por ellos se veía que el pretendiente descendía del hermano
que casó bien”.
Ya vemos la chismorrería y mala fe de este testigo. Porque, si
había visto esos documentos antiguos que todo lo aclaraban, ¿a qué
santo sacar a relucir esta infame historia?
La piedra quedaba lanzada. Y ya lo que los comisarios quieren
aclarar es, sobre todo, el asunto de Salteras.
Don Gaspar de Melgarejo es el testigo décimo (citado, como he¬
mos visto, por el séptimo): afirma que el que les echaba la fama
por lo “de la Tapa” era don Francisco Cianeas, pero que era falso,
porque Gutierre Tello casó con hermana del jurado “de la Tapa”;
y fue el jurado el que casó con mujer no limpia24. Este Gutierre
Tello era el bisabuelo de don Alonso.
Con el testigo duodécimo, Miguel Jerónimo Albar'racín, vuelve
a salir la historia de los de la Taza, de Salteras. El testigo cita lo
dicho por un Fernando Carrillo y por don Juan de Hinestrosa, y
refiere su conversación con el último:
... este testigo encontró a don Juan de Hinostrosa, vezino desta ciudad,
junto a Sant Vicente, y tratando de cómo se venían a hazer las pruebas
de don Alonso Tello, dixo el dicho don Juan que se espantaua mucho de la
mala gente que auía en este lugar, pues a este cauallero no le querían dexar,
siendo un cauallero tan notorio; y este testigo le preguntó que qué le
oponían, y respondió que era descendiente del jurado Diego de la Tapa,
que auía casado mal, y que no era así, porque éstos eran dos ermanos que
se llamaron Diego de la Tapa y Alonso Gonqáles de la Ta?a, vezinos y
naturales de Salteras, y que el dicho de la Tapa auía casado con descen¬
diente de Pedro Fernández Cansino 25, veinte y quatro y jurado de Seuilla,
24 Fol. 14v.
25 Véase, sobre el apellido Cansino, tan frecuente entre los judíos espa¬
ñoles, Y. Malkiel, La etimología de “Cansino”, en Nueva Rev. de Filo-
208 El Fabio de la «Epístola Moral»
logia Hisp., II, págs. 191-193. Creo que las noticias sobre el linaje Cansino,
que salen de las declaraciones de los testigos 12, 12 bis y 23 completan aún
algo los datos aducidos por Malkiel. Véase también DCEC, sub cansar.
26 Fols. 16 v.-17.
27 Ibicl., fol. 18 v.
28 Ibid., fol. 26 v.
Un fracaso de don Alonso 209
DELACIONES ANÓNIMAS
30
Castillo de Bovadilla, t. II, 1. V, c. I, núm. 74.
212 El Fabio de la «Epístola Moral»
UN JUICIO DELICADO
1 •
ALGUACILADO ALGUACILANTE
¡Habían pasado tan sólo cuatro meses desde que don Alonso dejó
la vara de corregidor de Méjico; el juicio de su residencia seguía aún
sus trámites! Pues ya el virrey le había nombrado para uno de los
mejores cargos posibles, para alcalde mayor de la Puebla de los Án¬
geles, ciudad que en la Nueva España seguía en importancia a la
de Méjico.
El Cabildo de Méjico continuaba lleno de simpatía hacia don Alonso.
Con motivo de esa notificación, el alguacil mayor, Francisco Rodríguez
de Guevara, recuerda que la Ciudad ha tenido por costumbre dar “ayu¬
das de costas a otros corregidores al cesar en sus cargos, entona de
nuevo las alabanzas de don Alonso y los beneficios que hizo a Méjico
en el crecimiento de los propios de la ciudad y de las alcabalas que
ella administra, y los trabajos de asistir con los diputados de propios,
a tomar las cuentas de propios, pósitos y sisa, y asistir a las almonedas
de la dicha sisa y pósitos, sin haber tenido remuneración por ello, y
salir muy pobre del oficio, por lo cual propone se le dé una ayuda
de costa \
El día 16 de febrero, con repetición de eulogías y ponderación de
la pobreza del antiguo corregidor se aprueba la proposición del algua¬
cil mayor y se acuerda dar a don Alonso “mil ducados de Castilla de
ayuda de costa , los quinientos en sisa, y los quinientos restantes en
las sobras de las alcabalas de los años 1617 y 1618, todo sometido
a la aprobación del virrey8. Éste, cuatro días después, aprobaba la
concesión, con sólo algunas condiciones de buena economía9. La Ciu¬
dad acata, el 21 de febrero el auto de Su Excelencia, y el 25 se
preocupa en llenar esos requisitos que el virrey deseaba se cum¬
plieran 10.
6 22: 247.
7 22: 247.
8 22: 251.
9 22: 258.
10
22: 261-262.
220 El Fabio de la «Epístola Moral»
posible que atraído por la capital, donde tantos amigos tenía, practicase
eso que ahora en España, en medios docentes, se ha dado en llamar
“guadalajarismo”. El 20 de mayo estaba ya, a lo que parece, en la
Puebla de los Ángeles, donde, al frente del Cabildo, firma (con la Y
de su Ysabel, enlazada por delante a su propio nombre) una petición
al rey en favor de un don García de León 1J. Todavía sigue figu¬
rando como alcalde mayor en la Puebla de los Ángeles a 1 de diciem¬
bre de ese mismo año de 162013. El cargo duraba sólo un año 14.
ÚLTIMA MENCIÓN
Para saber algo más de él, tenemos que volver a hojear el expe¬
diente de las pruebas para el hábito de Santiago. Recordemos que
el Consejo, no encontrando suficientes las practicadas (de que hemos
hablado) mandó el 20 de mayo de 1620 que se hicieran nuevas dili¬
gencias, y que estas nuevas diligencias no aparecen en el expediente.
Una nota, al final, nos dice: “Murió [don Alonso Tello de Guzmán]
antes de despacharse [el hábito]”. Lo mismo al principio del expe-
15
Audiencia de Méjico, 29, ramo 5.
Final de don Alonso 223
diente, otra nota 16 nos precisa que don Alonso “murió estando hacién¬
dose segundas diligencias”.
Hemos imaginado a don Alonso Tello de Guzmán, entre dolido
y esperanzado, camino de sus lejanas minas... Ahora vemos bien que
esa imaginaria senda nos le desvanecía de modo definitivo. Al otro
extremo de la ruta, para terminar sus afanes y sus esperanzas, le
estaba esperando la muerte.
Podemos dar aún una sola vislumbre de una historia mucho más
tardía.
La familia Tello se había asentado en Méjico, y en 1645 don Diego
Antonio Tello Colón (hijo de nuestro don Alonso y de doña Isabel,
su segunda mujer) estaba de nuevo pretendiendo un hábito. Así se
deduce de una carta fechada en Méjico en 1645, firmada por don
Diego Antonio y dirigida a don Gregorio de Tapia. Lo que pasó¡ nos
lo relata esa nota que en una hoja suelta está al principio del expe¬
diente de don Alonso, nota cuyas primeras palabras acabo de transcribir
unas líneas más arriba. La nota completa dice así:
LA DESAPARICIÓN DE ANDRA¬
DA. ¿FUE QUE SE MURIÓ?
2.a También se sabía que entre los versos de Rioja (en el ms. 3888
de la Biblioteca Nacional), se nos ha conservado el fragmento de una
“silva” que lleva por título La entrega de Larache al Re[y] Nuestro
Señor don Phelippe III. La muerte del Rey de Francia Enrique [IV].
La expulsión de los moriscos de estos Reinos de España.
La entrega de Larache (21 de noviembre de 1610), mejor dicho,
el día en que la noticia de la entrega llegara a Sevilla, es el término
a auo de este poema de Andrada. Se trataba de un comentario poé¬
tico de hechos —la muerte de Enrique IV, la llamada toma de Lara¬
che— que apasionan sólo durante un corto espacio de tiempo. Hay
que pensar que Andrada escribiera su poema entre diciembre de 1610
y los principios de 1611; pero no más tarde.
Esto era lo que se podía saber 1 a base de lo conocido antes de
publicarse el opúsculo de don Adolfo de Castro. Resultaba, pues, se¬
guro: a) que Andrés Fernández de Andrada era un poeta; b) que
era buen poeta y que el exigentísimo y elegante Rioja le estimaba
mucho; c) que hacia 1610-1611 tenía, por lo menos, alguna activi¬
dad poética; d) que llegó un día en que Rioja se desinteresó de
Andrada. Añadamos aún que ya La Barrera sospechó que Andrés
1 Digo “lo que se podía saber” y no “lo que se sabía”, porque los datos
del ms. 3888 fueron mal interpretados. El mismo La Barrera (Poesías de
don Francisco de Rioja, Madrid, 1867, pág. 320) fechó tan disparatadamente
el fragmento de Andrada, que uno tiene que preguntarse si no hay allí
errata u otro tipo de error material. El disparate fue repetido (La Epístola...
no es de Rioja, pág. 25).
15
226 El Fabio de la «Epístola Moral»
Todo eso casa bien, forma un sistema coherente, pudiera muy bien
haber sido así, y Fernández de Andrada, el poeta, haber terminado
como contador de bienes de difuntos4 en Méjico. Pero hay que an¬
darse con pies de plomo: puede lo mismo tratarse sólo de una mera
homonimia: por estas mismas páginas hemos visto pasar la sombra
de un tan inesperable como perfecto homónimo de don Alonso Tello
CONSIDERACIONES FINALES
CAUCIÓN
FRACASO INICIAL DE LA
“epístola moral a fabio”
¡Qué mal, qué mal aprendió don Alonso esta lección sabia! Nunca
supo —ni aun lo intentó—- romper las prisiones de su propia ambi¬
ción. Fue durante toda su vida un “pretendiente”: a una veinti-
cuatría, a un corregimiento, a un hábito de Santiago, a dos alcaldías
mayores, a la tenencia de una capitanía general... Obtuvo la mayor
parte de estos cargos, pero, por la misma época de su vida, cuando
parece debía tocar los mejores frutos, fracasa en la pretensión del
hábito y acepta un puesto (alcalde mayor de la Puebla), evidentemente
inferior al de corregidor de Méjico, que acababa de dejar. Tuvo
la sed de los oficios, el deseo de poder y, cortesano de la corte de
Madrid, cortesano de la corte virreinal, no nos cabe duda, dobló un
día y otro la rodilla ante los privados y ante el virrey, y les escrutó
un día y otro la faz para adivinarles el humor (“augur de los sem¬
blantes del privado”).
Don Alonso cruza los mares y cambia los climas; a estos afanes
no es ajena la ambición del oro y de lo que se compra con el oro.
En la prueba del juicio de residencia, se cuartea el sólido esmalte de
lo caballeroso exterior, y por las quiebras sale el tufillo de las pipas
de vino de Juan Fernández de Salazar, y los cohechos y falsas denun¬
cias de éste, o sus trapícheos en la albóndiga, o los derechos en con¬
tra del arancel cobrados por las firmas de don Alonso... Y, de modo
parecido, al otro lado del mar, en el ambiente de las murmuraciones
sevillanas, levantadas con motivo de las pruebas de limpieza para el
hábito, sale el rumor de los cinco mil ducados sembrados convenien¬
temente por el Juan Fernández de Salazar en Madrid para acelerar
la concesión, quizá en las mismas jornadas hasta Sevilla para blan¬
dear a los diligencieros; en Sevilla, para que de la mente de los tes¬
tigos se borraran los Tazas de Salteras y la fulana Cansino, la hija
del quemado por la Inquisición.
¡Qué tristeza, qué pena! Ser aquel para quien se escribió la
Epístola Moral, y ser nada menos que todo un señor corregidor de
la ciudad de Méjico, y tener timba abierta en la propia casa, y cobrar
de barato a treinta y dos reales la baraja. El fracaso inicial de la
Epístola Moral a Fabio, el fracaso en el mismo Fabio, le deja a uno
en el alma un regusto de pesimismo y amargura.
234 El Fabio de la «Epístola Moral»
LO INTERESANTE EN LO VULGAR
sino”. Para mí, que soy un aprendiz en estas materias, tengo que
decir que la excursión me ha sido muy fructífera: algunas de esas
galerías eran para mí poco más que un rótulo, hoy tienen ya un con¬
tenido, a veces muy claro, otras en sólo un principio de aclaración.
Si algo puede tener algún interés en estas líneas que anteceden,
será en todo caso la imagen tan múltiple y tan rápidamente cambianta
de posibilidades y contactos que ofrecía la vida española a un hombre
del estado a que pertenecía don Alonso Tello: el paso de un ser, el
ponerse en contacto un ser humano con una serie de formas circuns¬
tanciales de la permanente vida española. Y por encima de todo, el
problema, o mejor, drama íntimo de nuestro personaje. Que don
Alonso Tello no era un Quijote, es indudable; pero se puede no
ser un Quijote y pertenecer total, aunque modestamente, a la esfera,
toda luz pulcra, del mundo de la caballería. ¿Pertenecía a ella don
Alonso? Que no era un Sancho, es evidente también. Pero ¿había
en él vetas a lo Sancho? (¡Aquel Juan Fernández de Salazar!) ¿Es
imaginable un Quijote que tenga vetas de Sancho? No: ocurriría que
el elemento Sancho impregnaría todo el elemento Quijote, y a la
postre todo sería Sancho. Dicho de otro modo: el caballero corre¬
gidor que tiene timba en su casa y cobra el barato, pierde todas
sus caballerías y se hace, no ya Sancho, sino más bien Ginés de
Pasamonte.
Llegamos, pues, a una conclusión pesimista y bastante deprimente.
¿Cómo habría sido don Alonso si hubiera permanecido en España?
¿Era, quizá, el ambiente fácil de las Indias, las enormes apetencias
suscitadas, aquel mundo nuevo de necesidades materiales, mundo con¬
quistado, con la historia de la conquista aún demasiado reciente, lo
que hacía cuartearse el decoro caballeresco de un don Alonso Tello
de Guzmán?
derao, ese gran pujar de fuerzas que había de dar por resultado el
Méjico de hoy.
No le pidamos purezas absolutas a la vida, ese río tan turbio
como poderoso. Alejémonos, para terminar, de nuestro objeto inme¬
diato, busquemos una amplia perspectiva. Miles y miles de seres como
don Alonso, hechos de la misma arcilla, con apetencias y, en muchos
casos, impurezas como las suyas, y aún peores —esparcidos por in¬
mensos territorios—, estaban llevando a cabo la más hermosa coloni¬
zación que conoce la historia humana: la colonización española de
América.
NOTA FINAL
Roue, Mlle. de la: 85. Schott: 53, 54, 55, 56, 64, 68,
Rubén Darío: 13, 14, 15. 69.
Ruiz, Alonso: 34, 35. Sebastián Manuel: 205.
Ruiz de Alarcón, Juan: 124-128. Sebillet, Th.: 79, 84, 85, 86, 87,
Ruiz de Alanís, Juan: 229. 89, 91.
Ruiz de Guillén, Juan: 179. Sedaño: v. López Sedaño.
Ruiz de Contreras, Juan: 121, Serrano y Sanz, Manuel: 54,
123, 168. 55, 56.
Ruiz de la Torre, Miguel: 217. Sigea, Luisa: 64.
Silva, Isabel de: 36.
Saavedra (o Sayavedra) yMon- Sixto V: 157, 158.
salve, Fernando de: 208, 212. Sluiter, Engel: 155.
Sal, Juan de la: 206, 212. Sobejano, Gonzalo: 102.
Salas Barbadillo, Alonso Jeró¬ Sócrates: 100.
nimo de: 132-133. Solís, Francisco de: 113.
Salas Barbadillo, Diego Jeró¬ Soria de Clavería, Luisa: 102.
nimo de: 132-133. Soria y León, Bernardino de:
Salazar, Domingo (o Diego) 221.
de: 178, 184-185, 201. Soto, Francisco de: 72.
Salazar, Eugenio de: 14, 18, 27, Spilbergen, Jorge: 154, 155, 156.
58, 59, 62, 91, 96. Sterling-Maxwell, William: 53.
Salcedo y Ruiz, Angel: 107. Suárez, Pero: 42, 45, 46.
Salinas, Marqués de: 143, 192. Suárez de Estrada, Juan: 46,
Salinas, Sebastián de: 41, 42. 47, 48.
Salvá, Vicente: 92, 94. Suárez de Figueroa, Catalina:
Samano, Felipe de: 174. 28.
Sánchez, Toribio: 185. Suárez de Toledo: v. Suárez,
Sánchez Cantón, Francisco Ja¬ Pero.
vier: 53, 64, 98.
Sánchez Falcón, Martín: 135.
Sandoval, Bernardino: 64. Tapia, Gregorio de: 223.
San Román, F. de B.: 64, 70. Taza, Diego de la: 207, 208,
Santa Cruz, Luis de: 22, 56. 209, 233.
Santa Teresa, P. Silverio de: Taza, Isabel de la: 208, 209.
163. Taza, Pedro de la: 208, 233.
Santiago Apóstol: 154, 163, 165. Teixeira: 27.
Santillana, Marqués de: 24, 28, Tello, Francisco: 202.
33. Tello Colón, Diego Antonio:
Sazedo, el Escudero: 31. 195, 223.
Schons, Dorothy: 125. Tello de Salteras, Gómez: 214.
250 Dos españoles del siglo de oro
Págs.
Nota preliminar 10
I
UN POETA MADRILEÑISTA, LATINISTA Y FRANCESISTA
EN LA MITAD DEL SIGLO XVI: DON JUAN HURTADO
DE MENDOZA
Págs.
II
Págs.
Págs.
Págs.
Nota final.
PRINTED IN U.S.A.
CAT. NO. 23 233
PQ 6400 H8Z55
Alonso, Damaso, 1898- 010101 000
Dps espanpjes de| Siglo_de pro
163 0242593 3
TRENT UNIVERSITY
PQ6400 .H8Z55
Alonso, Dámaso
61085
pQ Alonso, Dámaso
6400 Dos españoles del
H8Z55 Siglo de Oro
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