La Santa Cena

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Y habiendo tomado pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo que por

vosotros es dado; haced esto en memoria


de mí. De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros.
(Lc. 22:19-20 LBA)

La Biblia nos muestra dos ordenanzas: El Bautismo en agua, y la Cena del Señor (Lc. 22:19). La Cena del Señor,
también llamada Santa Cena fue establecida por el Señor Jesús pero en el Antiguo Testamento encontramos
una figura de ella en Genesis 14:18, cuando el Sacerdote Melquisedec, ofrece pan y vino a Abram,
ministrando de esta manera la Sante Cena.

1. JESUCRISTO EL CORDERO DE DIOS

Dios prometió a Abraham que se proveería a sí mismo de un cordero (Gn. 22:8). Cuando Jesús vino al
profeta Juan el Bautista, éste lo identificó como "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"
(Jn. 1:29). Antes de ir a la cruz el Señor Jesús se reunió con sus discípulos (Mt. 26:20), para celebrar la fiesta
de la Pascua; allí incorporó el pan y el vino, estableciendo de esa forma un pacto nuevo, BASADO EN SU
CUERPO Y SU SANGRE (Mt. 26:26-27), mostrando los planes de bendición de Dios para su pueblo: la
liberación de la esclavitud del pecado a través del sacrificio de su Hijo Jesucristo (1 Cor. 15:57).

2. LA CENA DEL SEÑOR

• FUE ESTABLECIDA POR JESÚS: La noche que fue traicionado, el Señor lo indicó "haced esto en
memoria de mi" (Lc. 22:19), que tiempo después le fue revelado al Apóstol Pablo (1 Co. 11:23-25).
Siendo esta una ordenanza que debe ser obedecida (Mt. 28:20; Jn. 8:31; 1 Jn. 3:22).

• LOS ELEMENTOS, EL PAN Y EL VINO: Cuando muchos discípulos no comprendieron la enseñanza de


comer del pan que descendió del cielo, se apartaron (Jn. 6:60-66), tiempo después el Apóstol
Pablo invita a discernir el cuerpo del Señor al tomar el pan y el vino (1 Co. 11:29). En este acto
participamos simbólicamente, no literalmente, de la carne y sangre del Señor (Jn. 6:52-56).

i. El Pan, (Lc 22:19): El Señor dijo que Él era el pan vivo que descendió del Cielo (Jn. 6:51). En Juan
6 habla de su carne, su cuerpo: que es verdadera comida (del griego brosis: comida, alimento.
Strong G1035). Cuando el Señor dijo "esto es mi cuerpo que por vosotros es partido”, enseña el
simbolismo del acto, que se refiere a la consustanciación (realidad de Cristo en el acto no en
los elementos). Simboliza la comunión con los hermanos, que siendo muchos, somos parte del
cuerpo místico de Cristo que fue partido (1 Co. 12:12), y que para estar en Él, debemos
amarnos los unos a los otros (1 P. 1:22); también nos recuerda que ya no somos huérfanos, sino
hijos de Dios (Jn. 14:18; 1 Jn. 3:1; He. 12:9).

ii. El Vino, (Mt 26:27-28): La sangre (haima. Strong G129), es esencia de la vida (Lv. 17:11), y el
Señor la presentó como verdadera bebida (posis: bebida, representado en el jugo de las uvas
o vino. Strong G4213), cuando dijo "esto es mi sangre", la cual es derramada para vida.
Representa la comunión con el Señor, ya que la sangre derramada significa perdón de
pecados (He. 9:22), y paz del hombre para con Dios (2 Co. 5:19) por la que tenemos entrada al
Lugar Santísimo donde está el Señor en su trono de gracia (He. 4:16).

3. ¿POR QUÉ DEBEMOS TOMAR LA SANTA CENA?

a. Recordar la muerte y resurrección del Señor, (1 Cor 11:24): El alma tiende a olvidar las bondades de
Dios (Sal.103:2), por lo que uno de los objetivos de la Cena es recordar el sacrificio del Señor en la cruz
(Fil. 2:8), para mantener viva la esperanza (Ro. 5:2), y estar apartados para Él (1 Jn. 3:3).

b. Tener vida eterna en sí mismos, (Jn 6:51-53): Al juzgarnos a nosotros mismos en la Santa Cena (1 Co.
11:28), debemos despojarnos de lo que no conviene y desagrada a Dios y para que Él nos limpie (1 Jn.
1:9). Cuando comemos la Santa Cena estamos comiendo a Cristo y su vida (Zoe), está en nosotros (Jn.
6:57).

c. Tener comunión con Dios: Conduce a buscar la limpieza del alma y si se permanece firme, se tiene la
vida de Él (Jn. 6:56).

d. Fortalecerse, sanar y tener vida, (1 Cor 11:30): Las consecuencias de no tomar la Cena en la
comprensión y actitud espiritual adecuada son: debilidad, enfermedad espiritual y física, y hasta
muerte física, por ello al participar de la Cena como agrada al Señor, recibimos: fortaleza, sanidad
espiritual y física, y vida física adicional.

e. Tomar su Imagen: La sangre contiene la genética, esta es la razón por la que los hijos se parecen a los
padres (Gn. 5:3), cuando participamos de la sangre estamos introduciendo la genética Divina en
nuestra vida, para despojarnos del viejo hombre (Ef. 4:22), y así tomar la imagen del nuevo hombre (1
Co. 15:48), hasta llegar a la estatura del varón perfecto, nuestro Señor Jesucristo (Ef. 4:13).

f. No ser juzgados con el mundo: Al hacer uso del juicio personal, guiados por el Espíritu Santo, somos
redargüidos de pecado (Jn. 16:8), lo que nos conduce al arrepentimiento y a estar en la voluntad de
Dios (2 Co. 7:10).

4. INSTRUCCIONES EN LA CENA DEL SEÑOR

a. En su memoria: No debemos acercarnos a su mesa como un rito (Mt. 15:8), sino en memoria de su
sacrificio, en su honor (1 Co. 11:24-25), anunciando que a través de su muerte, Él pagó la deuda del
pecado: pasado (Ef.2:1-2), presente (1 Jn. 2:1), y con la expectativa futura "hasta que Él venga", es
decir, lleva implícito el anuncio de su resurrección y retorno, porque Él vive (Lc.24:5), produce gozo y
alegría a los que han alcanzado el perdón de pecados (1 Co. 15:14).

b. Discernir el cuerpo del Señor: Es distinguir que lo que se hace, no solamente en una ceremonia física
(Lc. 22:15), sino un acto con un alto contenido espiritual: es la sustancia del pan que representa el
cuerpo de Cristo (Col. 1:18a), al entender que en su cuerpo "Él llevó el castigo de nuestra paz, que fue
herido por nuestras transgresiones y que por sus llagas fuimos curados" (Is. 53:5). También es amar al
hermano como Él nos ama (Jn. 15:12), para no ser culpado del cuerpo y de la sangre del Señor (1 Co.
11:29).

c. Participar dignamente: No se habla de ser perfectos para participar (Lc. 22:31-32), sino de buscar la
perfección en Él (Mt. 26:75); es la oportunidad de juzgarnos a nosotros mismos poniéndonos a cuentas
con Dios (1 Co. 11:28), no guiados por el alma, porque ésta tiende a auto justificarse (Lc. 12:19), sino
por medio del Espíritu Santo, el cual nos guía a toda verdad (Jn. 16:13). Participar dignamente es
reconocer nuestra condición de debilidad y pedirle ayuda para evitar ser juzgados por el mundo y no
ser acusados por el diablo.

d. No por ritualismo: El no discernir el cuerpo de Cristo en la Santa Cena implica comer y beber juicio.
Cuanto estamos en medio de ese precioso momento debemos analizar nuestros actos, arrepentirnos
ya que estamos delante del Espíritu Santo (1 Cor 11:29-30)

e. En la comunión del Espíritu Santo: La cena fue preparada en un aposento alto (Lc. 22:12), figura de la
búsqueda de la comunión con Dios (Ex. 24:15-16).

f. Periodicidad, (1 Cor 11:25): La Biblia no indica las veces que se debe participar, ni mínimo ni máximo;
sin embargo, indica que se debe hacer constantemente.

La Cena del Señor es un banquete, es una fiesta de liberación y bendición preparada para el pueblo de Dios;
para ponernos a cuentas y buscar la comunión con Él, por lo que debemos participar solemnemente y a la
vez gozosos de que se nos haya dado la oportunidad de recibir tal bendición por medio del sacrificio del
Señor.

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