ARNOUX - Minorización Lingüística y Diversidad

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En Eduardo Rinesi (ed.): Hombres de una América Libre.

Universidad, inclusión social e integración cultural en Latinoa-


mérica, Universidad Nacional de General Sarmiento (en prensa).

Minorización lingüística y diversidad: en torno al español


y al portugués como lenguas científicas

Elvira Narvaja de Arnoux1

Resumen
La minorización lingüística limita los ámbitos de uso de una lengua, lo que lleva a su vez a que no se la equipe ade -
cuadamente para que se desempeñe en ellos. La tendencia actual a la hegemonía del inglés como lengua científica
trae aparejada que otras, entre ellas el español y el portugués, no se desarrollen suficientemente en determinadas
áreas del conocimiento. El artículo se refiere a esta problemática y reseña luego algunas declaraciones y resolucio -
nes que evidencian gestos glotopolíticos de resistencia de parte del Estado argentino en el área de la formación de
postgrado y en la de las publicaciones científicas. Concluye señalando la importancia de que el portugués y el espa -
ñol adquieran plenamente su estatuto de lenguas científicas para acompañar el proceso de integración regional suda -
mericano.

Palabras clave
minorización lingüística – glotopolítica - lenguas cientificas – integración regional sudamericana

1. Introducción
Consideramos la minorización como un proceso generado por gestos glotopolíticos, que como
tales implican ideologías lingüísticas asociadas con posicionamientos dentro del campo social y de -
pendientes de procesos que pueden desplegarse tanto en el marco local como en el nacional, regional
o planetario (Arnoux, 2015a). No nos referimos, así, a la simplificación (término incluso discutido,
como señalan Otheguy y Lapidus, 2005) derivada del contacto lingüístico en el cual los hablantes ela-
boran estrategias variadas para comunicarse y que pueden dar lugar a pidgins y lenguas criollas. Si
bien en el análisis de casos concretos los fenómenos pueden imbricarse y relacionarse, nos interesan
aquellos en los que hay intervenciones más o menos sistemáticas sobre una u otra lengua, como ya
ha sido analizado en relación con las múltiples situaciones diglósicas. El caso al que nos vamos a refe -
rir es aquel en el que se les niega, se limita o no se desarrolla suficientemente en lenguas diferentes
del inglés su potencialidad de lenguas de la ciencia (Arnoux, 2001).
La minorización lingüística implica, en las situaciones más comunes, limitar las funciones de
una lengua, los ámbitos de uso y, en consecuencia, no equiparla suficientemente para que se desem-
peñe en ellos, lo que trae aparejadas limitaciones discursivas (ya que hay géneros o esquemas argu -
mentales que no se desarrollan) que inciden también, en algunos casos, en otros aspectos como el lé-
xico (carencias en algunas terminologías, por ejemplo) o en la sintaxis (descarte en cierto campo de
1 Este articulo es una versión revisada y ampliada de la publicada en las actas del Seminário Iberoamericano de Diversi-
dad Lingüística, Universidad de la Integración Latinoamericana (UNILA), Foz de Iguazú, 17-20 de noviembre de 2014:
Anais do Seminário Ibero-americano de Diversidade Lingüística, Brasilia: IPHAN, 2015.

1
la actividad social de oraciones con subordinaciones propias de textos complejos escritos). La minori-
zación lleva a que otra(s) lengua(s) ocupen los lugares que se dejan libres cuando la actividad a la que
están asociados es necesaria en esa sociedad. Estos procesos de minorización afectan tanto a las len -
guas “mayores” como a las otras, si bien las dinámicas y los alcances son diferentes y en las primeras
incidan preferentemente en determinadas áreas. Por cierto que en todos los casos el análisis debe te -
ner en cuenta cada situación en particular, los procesos en marcha tanto sociales y políticos como
económicos, las lenguas involucradas, sus equipamientos respectivos, sus valores identitarios, los ti-
pos de bilingüismo si los hay.
La minorización puede también mostrarse en el desarrollo de una variedad, en ocasiones ella
misma minorizada, que tiende a funcionar como modelo de otras prácticas. Es el caso, por ejemplo,
de la prosa informativa que se considera que debe circular por Internet (Arnoux, 2015b). A ello se de -
dican múltiples manuales de estilo que buscan orientar la escritura en los nuevos medios. A partir de
consideraciones sobre la lectura en pantalla plantean la necesidad de oraciones simples, donde se
privilegie el orden directo y que tengan un número limitado de palabras, y de párrafos de pocas ora -
ciones. Como los modelos son los manuales referidos al inglés, tal vez los rasgos de la discursividad
informativa escrita en esa lengua inciden, además de la pantalla, en las otras. Se piensa también en
una prosa que debe tender a lo literal (posiblemente porque lo metafórico afecta el desempeño de los
buscadores) y, en nuestra área idiomática, al uso de un español neutro, “global”, ajeno a los localis-
mos. Es posible que cuando ese tipo de prosa sea la lectura privilegiada de algunos sectores sociales
afectará otras prácticas escritas y también lectoras ya que supone un sujeto con capacidades inferen -
ciales limitadas y escasa habilidad en el despliegue argumentativo. La minorización resultará de la
posición dominante de ese tipo de prosa que reducirá para muchos hablantes (no para aquellos que
interactúan con una diversidad apreciable de géneros porque participan en prácticas sociales varia-
das) su abanico de posibilidades expresivas. También puede ser interesante, en esta línea de investi-
gaciones, indagar la influencia del tuit, y de géneros próximos, en la oralidad. Una situación que se
puede apreciar en los últimos tiempos es que cuando el periodismo televisivo interroga a los partici-
pantes en manifestaciones masivas, desencadenadas por acción de las redes sociales, acerca de las ra -
zones de su presencia, en general estos responden con enunciados muy breves y parecidos, proce-
dentes seguramente de las redes en las que abrevan que no tienden a la fundamentación o justifica-
ción sino a consignas breves, movilizadoras pero esquemáticas.
En algunas ocasiones, los procesos de minorización son paradójicos ya que contradicen los
principios por los cuales se han tomado decisiones glotopolíticas. Por ejemplo, en el caso de lenguas
amerindias que han sido declaradas oficiales como una forma de valorar su importancia en relación
con las identidades sociales y de valorar a sus hablantes como actores de los procesos democráticos,
se las minoriza cuando la norma escrita se presenta como único patrón de las prácticas desconocien-
do la diversidad propia de las culturas orales. Sabemos que la estandarización y el desarrollo de una
variedad escrita que debe circular por la escuela, los medios y el aparato estatal es fundamental para
que adquieran el estatuto de oficiales en los Estados actuales en los que la escritura juega un papel
importante. El peligro reside en que funcione como el modelo prestigioso y afecte empobreciéndolas
las formas propias de la cultura oral (para el caso del Paraguay: Meliá, 2010; Niro, 2013). Esto puede
llevar al distanciamiento intergeneracional o al desconocimiento por parte de algunos hablantes, que
pueden ser los que manejan fluidamente su lengua, de la variedad escolar como propia. Para que este
proceso de minorización no se dé y la estandarización amplíe las posibilidades expresivas de los ha-
blantes y no las empobrezca, hay que reconocer y valorar los rasgos propios de las culturas orales y
permitir su desarrollo en espacios como la escuela. Para ello es necesario que docentes y especialistas
estudien su especificidad y las contrasten con las culturas escritas. Por otra parte, se deben explotar
todas las formas de registro de la oralidad que las nuevas tecnologías hacen posibles atendiendo al
vínculo profundo entre lengua y cultura y a la necesaria construcción de una memoria.
2
En esta exposición consideraremos el tipo de minorización que anunciamos al comienzo, que
surge de limitar las posibilidades de una lengua para que se desarrolle como lengua científica, lo que
constituye una amenaza a la diversidad de los modos de intelección de la especie. Lo abordaremos des-
de la perspectiva de la integración sudamericana, lo que nos llevará a privilegiar el español y el por-
tugués. En relación con la lengua de las publicaciones y con la de los trabajos finales de posgrado nos
referiremos, particularmente, al interés glotopolítico de resoluciones recientes del Estado argentino.

2. En torno a la posición del inglés


En el campo científico y en la enseñanza superior se tiende a valorar el inglés como lengua de
las ciencias en desmedro de otras, apoyándose en los datos de publicaciones y eventos científicos que
señalan su hegemonía. Esto ha llevado en algunos países a que se aprecien más las publicaciones en
inglés de los científicos locales que aquellas en la lengua propia y a que se incluyan en el posgrado y,
en algunos casos en el grado, materias en inglés. La hipervaloración del inglés en el campo científico
se ha generalizado tanto que es aceptado por los mismos investigadores (Marcos Marín, 2006: 34) y
aparece en algunas publicaciones como algo no sujeto a discusión. En el ámbito hispánico, por ejem -
plo, López García (2007: 191) sostiene alejado de todo cuestionamiento a esa situación porque piensa
que el español es complementario del inglés (que es, a su criterio, la lengua consagrada de la ciencia):
“Sería suicida no darse por enterado del hecho de que hay un ambiente en el que el español sigue sin
ser considerado una lengua ‘seria’ y en el que a casi nadie se le ocurre emplearlo: el ambiente cientí -
fico”. Esto implica desconocer o desvalorizar la gran masa de producción científica y de divulgación
en español.
Phillipson (1992), en un texto ya clásico, asocia este predominio con una forma de imperialis-
mo lingüístico que a partir del poder económico afirma la hegemonía lingüística del inglés 2. Este do-
minio del inglés se reafirma y mantiene, según el autor citado, por el establecimiento y la reproduc-
ción continua de desigualdades estructurales y culturales entre el inglés y las otras lenguas. Por es -
tructural entiende las propiedades materiales como las instituciones o las distribuciones financieras
y por culturales, las inmateriales o ideológicas (actitudes, principios pedagógicos, etc.). Debemos
agregar que estas desigualdades intervienen en las lenguas subalternizadas limitando, por ejemplo,
su uso en determinadas circunstancias como la que nos ocupa: la escritura de trabajos científicos.
Ello lleva, incluso, a que los científicos cuando hablan en la lengua propia introduzcan los términos
en inglés no solo como forma de distinción sino como expresión de un uso naturalizado que expone
la hegemonía de aquel, a pesar de que existen equivalentes en las suyas o pueden ser fácilmente crea-
dos. Phillipson considera que el imperialismo lingüístico es una forma de lingüicismo (en la línea de
sexismo o racismo) es decir de ideologías y estructuras mediante las cuales las lenguas se convierten
en el medio para consolidar y mantener una distribución desigual de poder y recursos. Señala en di-
versas situaciones las diferencias entre centro y periferia ya que si se utiliza siempre la lengua del
centro y las lenguas de la periferia no cuentan con suficientes recursos para desarrollarse y poder
cumplir con las mismas funciones el lingüicismo está en funcionamiento. El lingüicismo genera en -
tonces la minorización de las lenguas o de variedades de esas lenguas (como el caso que nos intere-
sa). Y el ideologema de que el inglés es la lengua franca de la ciencia oculta el hecho de su poder so -
bre las otras, además de que, por sus valores tradicionales, lengua franca remite a la simplificación
que metonímicamente apunta a aquello a lo que se ven obligados los que no tienen un dominio aca-
bado de la misma, entre otras razones por no ser su lengua materna. La estructura imperialista gene-
2 Algunos autores tienden a asociar el imperialismo lingüístico con la acción sobre lenguas menores y prefieren hablar de
competencia en el mercado lingüístico global de las lenguas mayores, como lo hacen Mar-Molinero y Paffey (2011), qui -
enes además analizan las posiciones encontradas frente a la categoría de “imperialismo lingüístico”. Consideramos que
el imperialismo lingüístico en la etapa de la globalización afecta a unas y otras aunque el alcance sea distinto.

3
ra por otra parte la interacción asimétrica: los científicos hispanófonos o lusófonos leen habitual -
mente artículos en inglés, pero los anglófonos lo hacen raramente en español o en portugués. Esto
genera que a la vez que se reafirma el papel del inglés, se legitimen y asimilen sin reflexión los para -
digmas de investigación.
Este monopolio de la producción científica atenta contra la innovación científica. En esto ha in-
sistido Hagège (2013: 122) al referirse al vínculo profundo entre “el investigador y los instrumentos
de razonamiento o de conceptualización propios de su lengua principal, es decir, aquella en la cual
ha aprendido a descubrir y nombrar el mundo, aquella en que domina mejor los útiles de precisión
argumentativa”. En ese sentido afirma:

Esta lengua [la propia] posee sus propias libertades y sus propias restricciones cognitivas, y es uti-
lizándola que el investigador puede más fácilmente innovar, pues con comodidad puede llegar al
extremo de sus intuiciones. Por el contrario, una investigación que se exprese solo en una lengua
con pretensiones de universalidad frena la innovación, obliga a aquel que no la tiene como lengua
principal a formulaciones prestadas y, al limitar por eso mismo sus capacidades de conceptualiza-
ción, termina por imponer una ciencia conservadora.

Asimismo, afirma que esta práctica científica afecta la diversidad de los modos de intelección de
la especie, lo que “amenaza la libertad del hombre y puede agravar los desafíos de la evolución”
(Hagège, 2013: 139).
Esta subalternización de las otras lenguas incide en la enseñanza superior, en la que progresi-
vamente se va planteando la necesidad de que se dicten determinados cursos en inglés. La voluntad
glotopolítica de algunas instancias de decisión favorable a este avance del inglés se comienza a mani-
festar en Latinoamérica, pero ya se ha ido imponiendo en la Unión Europea. De allí el interés del
cuestionamiento que hace Grin (2014) a las ideas más habituales sobre la presencia del inglés en la
universidad. Señala la sobrestimación “constante y grosera” de la presencia del inglés en el mundo
académico y en la sociedad globalizada que no se corresponde con la realidad; lo absurdo de pensar
que los cursos de inglés en un ambiente francófono o hispanófono van a atraer a los mejores estu-
diantes extranjeros ya que posiblemente estos elijan universidades anglófonas si se interesan por
esta cultura; la necesidad de diferenciar la publicación de artículos científicos de la producción cien-
tífica, la enseñanza y la divulgación que se realizan en las lenguas propias del lugar en el que se de-
sempeñan los investigadores; y la distancia entre las representaciones y la realidad de la comunica-
ción científica.3 Destaca que la hegemonía lingüística es contraria a la equidad, ya que es el origen de
transferencias masivas (muchas de ellas simbólicas, ya que están ligadas al dominio retórico que tie-
nen los hablantes nativos) hacia aquellos cuya lengua materna es ubicada en ese lugar privilegiado e
insiste en que la legitimación que surge de esta competencia tiene, por cierto, consecuencias mate-
riales. Por otra parte sostiene que el abandono de una u otra lengua como lengua de enseñanza en
beneficio de una lengua dominante única trae aparejadas para la lengua descartada “pérdidas de do-
minios”, ya que ciertas realidades no van a ser decibles y por lo tanto analizables.
Si bien consideramos que el español y el portugués deben desarrollarse como lenguas científicas
en todas las áreas, nos centraremos en las ciencias sociales y las humanidades como lo hacen las resolu-
ciones del Estado argentino, pero muchos de los planteos se extienden a todo el campo científico.

3 Esta distancia existe en los ámbitos más variados. En una presentación reciente sobre las representaciones acerca del in-
glés en las prostitutas de San Pablo, se señalaba que las entrevistadas decían que era muy útil para su trabajo, pero la
realidad era que sus clientes extranjeros eran venezolanos, colombianos, peruanos, es decir hispanohablantes.

4
3. Políticas del Estado argentino respecto del español
como lengua de las ciencias
En los últimos años han aparecido resoluciones, declaraciones y recomendaciones respecto del
uso del español en el campo científico-académico tanto en relación con la enseñanza superior como
con las publicaciones. Constituyen gestos glotopolíticos que buscan intervenir sobre la formación y la
producción científica, sensibles a la necesidad de un desarrollo en ese campo con cierto grado de au -
tonomía que acompañe e impulse las decisiones que se han tomado en otros ámbitos, no solo respec-
to de la integración regional sino también, en lo nacional, acerca de la política energética, de las co-
municaciones, de los medios o de la industrialización. Eso muestra la decisión de intervenir desde el
Estado en cuestiones de importancia nacional, cuestionando en los hechos la idea de la pérdida de vi -
gencia de aquel. Respecto de esto último, Sue Wright (2003) señala la ironía de que la pérdida de
identidad nacional distintiva y soberanía estatal parece aplicarse menos a Estados Unidos que a otros
Estados ya que parece ser el único superestado que permanece. Podemos decir que hay ideologías ge -
neradas por el centro para uso de la periferia, y no de ellos mismos, que forman parte de los recursos
de los más fuertes en sus estrategias de dominio. Entre ellas, la de la progresiva desaparición del Es -
tado nacional, la escasa vigencia de las lenguas nacionales en el campo científico, el inglés como len -
gua franca de las ciencias, el apoliticismo de la enseñanza de dicha lengua, o su inevitable desarrollo
como lengua mundial.
En el nivel de posgrado, la resolución n° 160 de 2011 4, que regula las características del sistema,
se expidió sobre la lengua de los escritos finales de las carreras de Especialización, de Maestría y de
Doctorado. Determinó, en el momento de su aprobación, que debían ser escritos en español y que su
defensa debía ser realizada también en esta lengua. Hasta ese momento no se había considerado im-
portante establecerlo y las instituciones tomaban decisiones al respecto que podían ir desde plantear
que, aunque la base de la tesis fueran artículos escritos en inglés para revistas internacionales, el es-
crito final de la carrera tenía que ser presentado en español, hasta aceptar en posgrados, como los de
lenguas extranjeras, que fueran redactados y entregados en otra lengua. Con la notable multiplica -
ción de los posgrados y de las áreas involucradas se consideró entonces necesario, además de regular
aspectos discursivos, atender al tema de la lengua partiendo del hecho de que los posgrados integran
el sistema educativo nacional que en sus otros niveles exige un dominio de la lengua propia. Si bien
era una decisión enérgica que se afirmaba en el Estado nacional, se podía reconocer en ella la falta de
visibilidad de la integración regional. Cuando entró en vigencia lamentamos que la resolución no hu-
biera contemplado la posibilidad de presentar los trabajos finales y hacer la defensa en portugués.
Considerábamos que esa opción tenía que ser considerada debido, en primer lugar, al desarrollo de
los procesos de integración regional que llevan al crecimiento de la movilidad estudiantil, particular -
mente en el nivel de posgrado, lo que se manifiesta en el número de estudiantes brasileños que pue -
blan nuestras aulas. En segundo lugar, planteábamos que si aceptábamos trabajos finales en por-
tugués incidíamos favorablemente en la acentuación de los vasos comunicantes entre las ciencias en
español y en portugués. Felizmente, este aspecto, entre otros necesarios para el funcionamiento de
los posgrados, en una etapa en que se “incrementan los vínculos de cooperación” (Considerandos),
fue revisado en la Resolución n° 2385 del Ministerio de Educación del 9 de septiembre de 2015.
En dicho documento, que modifica la Resolución n° 160 del 2011, se establece en relación con
los trabajos finales (Título II, 8.1 y se reitera en el Anexo, Título III, artículo 10°):

La escritura del trabajo final será realizada en lengua española o portuguesa, cuando se trate de
carreras institucionales o interinstitucionales argentinas y la defensa será realizada en lengua es-
pañola o portuguesa y concretada en una sede física perteneciente a una institución universitaria,

4 http://www.coneau.gob.ar/archivos/resoluciones/ResME160_11.pdf

5
preferentemente donde la carrera fuera dictada. Excepcionalmente y por razones debidamente
fundadas la redacción y defensa del trabajo podrá hacerse en otro idioma.

Esto implica un cambio significativo no solo por lo que la resolución determina sino también
porque al hacerlo actúa sobre los imaginarios de lengua valorando las lenguas de la región e introdu-
ciendo el portugués en el nivel más alto del sistema educativo, lo que necesariamente va a reforzar
su presencia en los otros. Recordemos al respecto la necesidad de cumplimentar en 2016 la Ley
N° 26.468 de 2009 de oferta obligatoria de portugués en todas las escuelas secundarias del país.
En lo referido a la construcción de un espacio científico propio que expone la voluntad de apo -
yo estatal a la ciencia en español podemos citar, en primer lugar, la Declaración del Consejo de Deca-
nos de Facultades de Ciencias Sociales y Humanas 5 sobre los criterios para la evaluación de las cien-
cias humanas y sociales (H y CS), y la jerarquización de la investigación científica con impacto social
(2012). En ella ya aparece la jerarquización del castellano tanto por la relevancia de la lengua en las
ciencias humanas y sociales como por su potencialidad de impacto. Como continuación de esto, en
agosto de 2014, se expide la Comisión Interinstitucional de Elaboración de Criterios de Evaluación
para las Humanidades y Ciencias Sociales 6. En estos criterios de evaluación de la producción científi-
ca se plantea que el idioma de las publicaciones merece un tratamiento especial en el que el idioma
español sea “ponderado en términos de igualdad con el inglés o cualquier otro idioma, siempre y
cuando las publicaciones respeten los criterios de referato académico y calidad nacional o interna -
cional”. La clara valoración del español se basa en diversas razones. Por un lado se señala que “las H
y CS suelen tener por sujeto, objeto y destinatarios a quienes son parte de problemáticas regionales
y/o culturales que, por ende, comparten ciertas dimensiones de la vida social, la cultura y la lengua”.
En el proceso de producción científica y de difusión de los conocimientos, la lengua y la cultura pro -
pias del investigador que son a la vez la de los espacios que se estudian y de los destinatarios tienen
una importancia central: “La gran mayoría de las investigaciones en H y CS que se llevan a cabo en la
Argentina tratan sobre hablantes del español que habitan en este país u otros de América Latina. El
español es la lengua de la mayoría de los investigadores argentinos, y es también la lengua de los su -
jetos de su investigación”. Se subraya la incidencia social de los conocimientos en estas áreas: “Por
consiguiente, la publicación en español permite no sólo la apropiación de los productos de las inves-
tigaciones en H y CS por parte de los investigadores y las comunidades académicas de la Argentina y
de América Latina, sino también la prosecución del diálogo entre investigadores y sujetos sociales, y
la comunicación de los resultados a los planificadores de las políticas públicas”. Esto último expone la
importancia de que los conocimientos estén al servicio del país y de la región y faciliten y orienten
las políticas públicas. Asimismo “asegurarse la publicación en español de los resultados en H y CS im -
plica el acceso al conocimiento por parte de aquellos sujetos que han contribuido a producirlo”. Por
otra parte, el documento advierte sobre las consecuencias de considerar como criterios de excelencia
y calidad la publicación en revistas en inglés o francés: “enajenan el conocimiento de sus verdaderos
productores, y enajenan la producción teórica y metodológica del idioma español. En este último
sentido, es necesario recordar que el español puede expresar con absoluta precisión las nociones teó-
ricas y las consideraciones metodológicas de las investigaciones en H y CS”. Esto se refuerza en una
nota al pie: “Desde América Latina y desde las H y CS estamos dispuestos a defender la idoneidad de
nuestra lengua para expresar teorías, y para describir opciones metodológicas y procedimientos ana-

5 http://www.fahce.unlp.edu.ar/investigacion/Descargables/jornadas-criterios-de-evaluacion/declaracion-del-consejo-
de-decanos-de-facultades-de-ciencias-sociales-y-humanas-criterios-para-la-evaluacion-de-las-ciencias-sociales-y-
humanas-y-la-jerarquizacion-de, consultada 3/3/2015.

6 http://www.ceil-conicet.gov.ar/divulgacion/articulo-del-mes/criterios-de-evaluacion-de-la-produccion-cientifica-de-
las-humanidades-y-ciencias-sociales-ciecehcs-comision-interinstitucional-de-elaboracion-de-criterios-de-evaluacion-
para-las-humanidades-y-ci, consultada 3/3/2015.

6
líticos, su paridad de condiciones para el debate científico internacional y su especificidad para inte-
ractuar en determinados contextos”.
Una política lingüística de esta envergadura requiere medidas anexas. En ese sentido, el docu-
mento al que nos referimos señala:

El área de publicaciones requiere, entonces, una doble labor: la primera es generar las condicio-
nes para la emergencia y consolidación de un mercado interno de producción y consumo de teo-
rías, bajo la forma de publicaciones de libros y revistas científicas periódicas, especialmente pen-
sadas para ser escritas y difundidas en español y con circulación nacional y regional.
La segunda labor es diseñar una política de exportación de teorías y producción científica local
por medio de un plan sistemático de traducción al inglés y francés de científicos/as nacionales,
elaborando modos de asociación con editoriales euro-americanas interesadas en dar a conocer a
su público la producción nacional […] difundir las “teorías desde el Sur”.

De esta manera se estimula el mercado interior, nacional y regional, de publicaciones científi -


cas y se tiende a su conocimiento externo a través de traducciones.
Otra resolución importante es la del CONICET (2249, 2014) 7 en relación con la categorización de
publicaciones periódicas en Ciencias Sociales y Humanidades, en la que se valoran los portales regio-
nales. Los tres últimos puntos de la fundamentación corresponden específicamente a los criterios
glotopolíticos:

d) Esta valorización de portales regionales en español apunta a aumentar la visibilidad y repercu-


sión de las publicaciones en nuestro idioma como lengua de producción científica internacional.
e) El tratamiento científico de problemáticas regionales o locales, pueden encontrar mejor recep-
ción y comprensión dentro de las políticas editoriales de revistas en estos portales e índices regio-
nales.
f) La difusión del enfoque científico en español posibilita un mayor diálogo entre investigadores y
sujetos sociales, así como la comunicación y transferencia de los resultados a los decisores de po-
líticas públicas.

Tanto la resolución sobre los trabajos finales de posgrado, que considera al portugués como
lengua en la que estos pueden escribirse y defenderse, como las referidas a la publicación científica
son decisiones glotopolíticas importantes que tienden a valorar la lengua propia y a hacer visible el
proyecto estratégico de la integración sudamericana. Unas y otras buscan intervenir en el espacio del
lenguaje desde posiciones que se explican en el marco de las transformaciones que muchos de los
países sudamericanos viven con el nuevo siglo y que tienden al desarrollo económico y social a partir
de los recursos propios, entre los cuales los conocimientos científicos y tecnológicos tienen un papel
decisivo. Por otra parte, expresan el rechazo a toda forma de minorización lingüística y de subalter-
nización en este campo como en otros.

4. El lenguaje de las ciencias en relación


con la integración regional de América del Sur
Diversos han sido los procesos tendientes a la integración regional. Para la Argentina los más
importantes son el Mercosur, iniciado en 1991 (posterior al Acta de Iguazú firmada por Argentina y
Brasil en 1985), y Unasur, cuyo Tratado Constitutivo es de 2008. Si bien el primero se plantea al co -
mienzo como una integración económica, ha ido derivando hacia objetivos políticos (Arnoux, 2011)
que han dado lugar, por ejemplo, a la creación del Parlasur en 2006. El segundo ha afirmado reitera-
damente su vocación política, que se manifiesta entre otras en las reuniones de presidentes destina-
das a considerar situaciones políticas de sus países miembros. Esta toma de conciencia de que para
7 http://www.caicyt-conicet.gov.ar/wp-content/uploads/2014/07/CCSH_-RD-20140625-2249.pdf, consultada 3/3/2015.

7
consolidar una integración regional en América del Sur es necesario establecer instancias de partici -
pación es percibida también por los movimientos sociales, que en la declaración de La Paz (Bolivia)
del último Foro de San Pablo (2014)8 señalan: “Debemos coordinar y convocar a las organizaciones so-
ciales de la región a participar en el desarrollo del proceso de integración latinoamericano y caribeño
convirtiendo esta causa en una de sus principales reivindicaciones políticas”.
Es evidente que para el desarrollo de una participación política es necesaria una política lin-
güística que insista en el aprendizaje de por lo menos las dos lenguas mayoritarias sudamericanas, el
español y el portugués. Ello ha llevado a una legislación nutrida que lo promueve pero los resultados
siguen parcial y débilmente el dispositivo jurídico. Esto expone a su manera el estado de las luchas
políticas en las que diferentes sectores tienen una mirada también diferente de la integración regio-
nal, lo que no deja de incidir en las políticas lingüísticas, no solo en el ámbito educativo sino también
en el científico. Los vaivenes de las políticas lingüísticas y de su implementación son resultantes de
complejas relaciones de fuerza entre distintas posiciones. Esquemáticamente, podemos decir que,
por un lado, están aquellos que consideran la integración sudamericana parte de un proceso que lle -
va a la integración continental con Norteamérica, por lo tanto, una etapa transitoria; los que defien -
den el Mercosur por razones fundamentalmente económicas, pero consideran que para reforzarlo
hay que conformar instituciones comunes como el Parlasur; los que cuestionan que esas instituciones
se dejen a cargo de la dirigencia política y se interesan por desarrollar en la población una conciencia
sudamericana; los que plantean que hay que acentuar los acuerdos bilaterales con otros centros
emergentes y no se preocupan mucho por el bloque en el que están insertos; y están también los que
insisten en que la integración de América del Sur es uno de los componentes de un proyecto emanci-
patorio.
Los que apoyan la integración regional, con mayor o menor entusiasmo, no desconocen la ne-
cesidad de reforzar un desarrollo común con cierto nivel de autonomía en lo cual, además de lo polí -
tico, lo financiero, lo productivo, los emprendimientos de infraestructura, la tecnología, hay que
atender al campo científico. Si se tratara solo de reproducir los modelos y recabar datos para comple -
tar el relevamiento de los países centrales, la concepción de lengua franca del inglés podría ser acep -
tada. Pero si hay que desarrollar un pensamiento propio, capaz de discutir los paradigmas estableci-
dos, cuestionar las categorías teóricas que migran de una realidad a otras ocultando sus condiciones
de producción (Arnoux y Bein, 2015), proponer nuevos modelos que surjan de la interrogación de
nuestras realidades, esa lengua que puede ser útil para el conocimiento y apropiación de mucho de lo
que la humanidad ha producido es insuficiente e, incluso, bloquea la producción científica propia.
Desde el Protocolo de Intenciones de los Ministros de Educación del Mercosur (1991) 9 se ha in-
sistido no solo en la importancia del aprendizaje de las dos lenguas mayoritarias sino también en el
intercambio científico: [declaran] “el compromiso de propiciar la creación, el desarrollo y la consoli -
dación de sistemas de información, comunicación e investigación entre los Estados parte” (punto 6).
También en lo que acuerdan (punto 2.6) se señala: “Crear Centros de Altos Estudios del Mercosur
para abordar la investigación permanente de los aspectos necesarios del proceso de integración y co-
operación”. La creación brasileña de la UNILA (Universidad Federal de Integración Latinoamericana)
ha ido en ese sentido.
En el caso de los posgrados las propuestas se reafirman en las “Metas y acciones para la educa-
ción superior (2011-2015)”10: “Crear nuevos cursos de posgrado en red por medio de programas de
apoyo respectivo”; “Acordar, elaborar y publicar convocatorias para la promoción de colaboración
entre los postgrados, en particular los interinstitucionales, para el fortalecimiento de la calidad”.
8 http://alainet.org/active/66179 consultado 3/3/2015.

9 http://repositorio.educacion.gov.ar:8080/dspace/handle/123456789/66160 consultado 3/3/2015.

10 http://portales.educacion.gov.ar/spu/files/2012/08/PLAN_SEM_2011_-2015-_EDUCACION_SUPERIOR.pdf, consultado 3/3/2015.

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Esto ya se ha venido haciendo exitosamente con los programas de Centros Asociados de Postgrado de
CAPES (Coordinación del Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior, brasileña) y SPU (Secre-
taría de Políticas Universitarias, argentina). Todas las iniciativas implican el fortalecimiento de los
diálogos entre el español y el portugués y han dado lugar no solo a los apartados a los que nos hemos
referido de la resolución 2385/2015 sino también a la realización de publicaciones conjuntas en una u
otra lengua.
Dos reflexiones debemos hacer ahora, una en relación con los tipos de ciencias y otro con la di -
versas actividades que se engloban en la categoría de campo científico.
En relación con el lenguaje podemos considerar que las ciencias se ubican en un continuum
que va de aquellas que para exponer datos y resultados de investigación utilizan un lenguaje formali-
zado, dispositivos gráficos específicos, operaciones matemáticas, sintagmas recurrentes, hasta otras
en las cuales la discursividad verbal es fundamental y la escritura cumple en plenitud su condición de
herramienta semiótica del pensamiento. Las ciencias físico-naturales se acercan al primer polo, las
ciencias sociales y humanas al segundo y todas se distribuyen diversamente en ese continuum. Res-
pecto de las primeras, los científicos deberán evaluar qué conviene en relación con la región, si escri-
bir los textos en inglés o hacerlo en español o portugués u optar por otra lengua según determinadas
circunstancias. En general se opta por presentar en inglés los trabajos para publicar en revistas inter-
nacionales, ajustándose a los requerimientos de estas, aunque una parte considerable de la actividad
del científico sea en castellano. La distancia lingüística entre el texto científico que expone controla -
damente y con precisión los resultados en una lengua y las prácticas interactivas habituales en otra
puede incidir con desajustes variados en el mismo proceso de producción científica. En relación con
las ciencias sociales y humanas el dominio del lenguaje es fundamental y esto se logra en la lengua
materna y solo en circunstancias muy particulares en una lengua extranjera. Es decir, que el dominio
precario de la lengua afecta la producción intelectual.
En relación con el campo científico y de la educación superior debemos recordar lo que Hamel
(2013: 351), que propone una política plurilingüe, destaca acerca de aquel. Señala que comprende
tres esferas básicas interrelacionadas: “el proceso de producción científica, la circulación de sus resul-
tados y su difusión, y la formación del capital humano de las ciencias y de las profesiones”. La publica-
ción de artículos en revistas especializadas es, entonces, uno de los aspectos de la circulación pero no
cubre toda la actividad científica. Sin embargo, podemos decir que como es la más prestigiosa funcio -
na como modelo de las otras instancias (modelo que no se propone desde la región sino desde los
centros de poder externos). La diferenciación entre las esferas le permite a Hamel relativizar la pre-
sencia del inglés y, a partir de una investigación en México, mostrar los lugares relativos del español
y del inglés en relación con las ciencias naturales, las ciencias naturales aplicadas y las tecnologías,
las ciencias sociales y las ciencias humanas, y atender a un número amplio de subactividades como
redacción de ponencias, interacción verbal con colegas, divulgación por material audiovisual, etc.
Que el español y el portugués vean amenazada su condición de lenguas capaces de decir todas
las ciencias es inadmisible, sobre todo si consideramos su desarrollo y expansión y, en la actualidad
el peso de los procesos de integración sudamericana que se ven facilitados por la condición de len-
guas próximas con una amplia tradición escrita. No podemos dejar de señalar que son habladas por
más de 400 millones una y de 200 millones la otra, distribuidas en el continente americano pero tam-
bién en Europa, Asia y África.
Calvet y Calvet (2013) en la clasificación que proponen según el número de locutores (primera
lengua) las ubican en el segundo y séptimo lugar:
1. mandarín 5. hindi
2. español 6. bengalí
3. inglés 7. portugués
4. árabe
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En la clasificación según el número de países en los cuales son lenguas oficiales ocupan el ter-
cero y quinto lugar respectivamente:
1. inglés
2. francés
3. español
4. árabe
5. portugués

Según estos autores también el barómetro de las lenguas del mundo (cuando se consideran nú -
mero de hablantes, estatuto de la lengua y función vehicular) les asigna respectivamente el segundo
y el séptimo rango.
Debemos reconocer entonces que todas las ciencias pueden ser dichas en castellano y portugués.
Prueba de ello y aportes inestimables son los numerosos científicos que han dictado sus clases y confe-
rencias y producido textos científicos en español o portugués. A ello hay que agregar el intenso trabajo
editorial en las dos lenguas que han traducido textos en todas las áreas del conocimiento.

Observaciones finales
Hemos reseñado algunas declaraciones y resoluciones producidas en el marco del Estado nacio-
nal argentino que tienden a la valoración del español como lengua de las ciencias y que se abren al por-
tugués en las carreras de posgrado. Estas intervenciones en el espacio del lenguaje se relacionan con las
transformaciones operadas en muchos de los países sudamericanos en el nuevo siglo, que se orientan al
desarrollo económico y social apelando a los recursos propios. En ello los conocimientos científicos y
tecnológicos tienen un papel decisivo. Afirmar la producción científica en nuestras lenguas es un as-
pecto de la lucha contra la subalternización de las comunidades académicas latinoamericanas pero
también es un requisito para un desarrollo con cierto grado de autonomía. Como hemos visto, más que
el peso del inglés en la producción científica (que, como marcan muchos autores, abarca otros aspectos
que las publicaciones en revistas especializadas), lo que se impone son las ideologías lingüísticas domi-
nantes que construyen y legitiman esa hegemonía. Es esa una de las razones para deconstruir los dis-
cursos que la sostienen y fortalecer, de esta manera, el espacio científico regional.

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