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Condiciones de Posibilidad de La Revelación Cristiana

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Martín Gelabert Ballester (1948) Es un fraile dominico español, doctor en teología.

Estudió en la Facultad de Teología de Friburgo (Suiza) en 1974 y se doctoró en 1979 en la


misma universidad. Actualmente es profesor de teología de la Facultad de Teología de San
Vicente Ferrer de Valencia, de la que ha sido decano varios años. En el 2005 el maestro
general de la Orden de Predicadores le confirió el título de maestro en Sagrada Teología.

El ser humano abierto a la trascendencia1

1. Presupuesto: la capacidad de entender

¿Cuáles son las condiciones de posibilidad de la revelación? Para que haya revelación de
Dios al ser humano es necesario que Dios quiera manifestarse, darse a conocer. Hay una
condición primera, la voluntad de Dios, la posibilidad por parte nuestra de acogerle y
entenderle. Hablar de revelación es dar por supuesto que el ser humano está en disposición
de entender lo que Dios quiere decirle. ¿Está o no el ser humano en disposición de
encontrarse con Dios? Se trata de encontrar en la existencia humana las disposiciones o
estructuras que hacen posible dicha relación. Si el ser humano no estuviera en disposición
de abrirse a Dios, la revelación no tendría sentido, pues el ser humano no sería capaz de
escucha o acoger a Dios.

El conocimiento humano no está limitado al mundo de la experiencia sensible. La apertura


de la razón a la trascendencia es condición de legitimidad de la religión. Esta apertura pone
en juego la posibilidad de una revelación universal, destinada a todos los hombres de todos
los tiempos. La revelación cristiana dice CV II, responde a las aspiraciones más profundas
del corazón humano. La coherencia entre las disposiciones humanas y la oferta de la
revelación, hace que la fe aparezca como lo más humano y humanizador. La cuestión de
Dios surge como instancia última de la cuestión del hombre ¿Por qué y para qué vivo?
Mientras haya este por qué último, surgirá la cuestión de Dios.

2. El hombre como “deseo de Dios”

El ser humano es deseo de Dios es afirmar su radical orientación hacia Dios. Tomás de
Aquino habla del deseo natural de ver a Dios para indicar la aspiración que hay en el
espíritu humano a la felicidad y a la verdad. La existencia humana, siempre abierta más allá
de sí misma.

Los seres humanos como seres racionales tienen dos facultades: la inteligencia y la
voluntad. Buscan la felicidad que no poseen y descansan cuando la ha encontrado. Tomás
asocia la plenitud del hombre con la perfección de Dios. Muchos seres humanos desean su
perfección y su felicidad, hay un deseo natural de Dios. El ser humano si no alcanzase su
perfección, sus deseos más profundos quedarían frustrados.

Presentamos dos consideraciones, una filosófica y otra teológica. La primera, si Dios existe
el hombre puede alcanzar la plena realización de sus aspiraciones encontrándose con él, y
1
GELABERT BALLESTER, M., «El ser humano abierto a la trascendencia», en Id., La revelación. Acontecimiento fundamental,
contextual y creíble, Sala- manca/Madrid, San Esteban/Edibesa, 2009, p. 29-65.
otras que de los deseos del ser humano Dios debe existir. En Sartre diría que el hombre es
una pasión inútil, una aspiración imposible. Y Dios es un absurdo como último del deseo
imposible del hombre. En Tomás de Aquino no prueba que el apetito del hombre
desemboque en Dios, dado que toda criatura intenta unirse a Dios en la medida en que esto
le resulta posible. La segunda observación, si el hombre es un deseo natural de Dios,
pudiera parecer que Dios es una exigencia natural del hombre o que lo sobrenatural dimana
lógicamente de lo natural, así la revelación como acto libre y gratuito de Dios queda
anulada en beneficio de una ley interna de la naturaleza.

3. El ser humano, consciente de su miseria

Blas Pascal (1623-1662) sitúa la apertura a Dios en la perspectiva concreta de la revelación


cristiana. Pascal desarrolla una antropología filosófica de cara a encontrar el punto en el
que la revelación tiene sentido y puede ser acogida por el hombre concreto. Consta que el
hombre vive en la contradicción: es miserable, pero sabe de su miseria. Su grandeza está en
este saber y es apertura para recibir la revelación.

La revelación cristiana responde a las necesidades y deseos del ser humano. El ser humano
puede alcanzar la revelación a condición de no limitarse a la razón, dado que posee el
conocimiento intuitivo y el corazón como el centro espiritual de la persona. De tal modo
que, conocemos la verdad no solamente por la razón, sino también por el corazón.

4. La pregunta por el sobrenatural

Maurice Blondel desarrolló el método de la inmanencia. El problema que ocupó y lo


preocupó parte de un supuesto conflicto entre pensamiento moderno y catolicismo. Su
pretensión fue elaborar una filosofía que, desde su propio proceso autónomo, planteara el
problema cristiano sin importar la fe. Blondel intento asegurar la autonomía de la filosofía
y la trascendencia del cristianismo. Parte del concepto de sobrenatural como esencial para
el cristianismo. Lo revelado, no procede del hombre, sino que es donado desde lo alto y
aceptado como tal.

En el hombre existe una insatisfacción permanente, una desproporción entre lo que el


hombre quiere como meta autoimpuesta y la dinámica espiritual del hombre, entre lo que
cree pensar y querer y lo que piensa y quiere en realidad. El querer humano siempre
trasciende los objetivos que se había trazado. Además, ¿no es saliendo de nosotros mismos
como mejor nos poseemos? La revelación cristiana, venida de fuera de nosotros, aparece
como hipótesis con la que confrontar la aspiración humana por si en dicha revelación
encontrara una respuesta. Así llegamos a la noción de sobrenatural como lo absolutamente
imposible y lo absolutamente necesario para el hombre.

5. La potencia obediencial

Karl Rahner presenta dos aspectos en nuestra temática. El primero, el análisis del sujeto que
le convierte en oyente de la Palabra debido a su potencia obediencial. Se identifica con la
esencia espiritual y personal del hombre y también con su capacidad de preguntar
ilimitadamente, en caso que se diera una revelación divina, el hombre tendría capacidad
para escucharla.

El concepto de potencia obediencial puede hacer comprensible por la experiencia de amor


entre dos personas: cada una recibe el amor de la otra como plenitud que no puede exigir.
Tiene una dimensión pasiva y otra activa. Por otro lado, su punto de partido es la capacidad
ilimitada del preguntar a lo humano, esta es la condición de posibilidad de todo
conocimiento. El conocimiento de Dios es posible, pero nunca obligado, no sólo porque
Dios se da a conocer libremente, sino porque entra en juego la libertad del hombre en este
conocimiento.

Dios sólo puede revelar lo que el hombre puede entender, la revelación que darse en la
historia, dado que el ser humano sólo conoce a base de fenómenos, sólo puede conocer lo
que se manifiesta espacio-temporalmente.

6. Antropología trascendental

Rahner se muestra sensible al hecho de que el hombre sólo puede entender aquella que el
hombre sólo puede entender aquello que tiene relación con su propia experiencia previa. Lo
revelado viene de fuera, no es una creación humana, para que la revelación encuentre
sentido tiene que poder relacionarse con la experiencia humana. Si se presenta con sentido
puede ser aceptada. Una pre comprensión de la revelación, denomina una antropología
trascendental, es decir, buscar las condiciones de posibilidad a priori en la estructura del
sujeto que conoce que hagan posible la experiencia de la revelación.

7. La pre-comprensión de la revelación

El dominico Edward Schillebeeckx se interesa por las condiciones que posibilitan la


comprensión de la revelación por el hombre de hoy. El contexto cultural anterior a la
Ilustración afirmaba globalmente la existencia de Dios. La anterior afirmación ya no es
evidente como se planteaba. La aceptación de la revelación supone una cierta pre
comprensión para que no resulte totalmente extraña al hombre. En un mundo en el que la fe
no es algo evidente, la revelación para ser inteligible, debe ofrecer algo que sea relevante o
tenga sentido dentro de nuestra propia existencia humana. Algo que sea identificable y
comprensible fuera del contexto religioso, como es el caso de la humanización como el
primer presupuesto de posibilidad y credibilidad humanas del cristianismo.

La revelación no encontrará acceso al hombre moderno, si este no experimenta en su vida


concreta signos y destellos de trascendencia, por ejemplo: la búsqueda de humanización
experiencias salvíficas fragmentarias.

8. El ser humano en busca de sentido

El teólogo español Juan Alfaro planeta la aparición de la cuestión de Dios en la vida del
hombre y su apertura a la revelación. Alfaro se muestra preocupado por fundamentar
antropológicamente la posibilidad de la auto comunicación de Dios al hombre y su
correspondencia. Para ello, se esfuerza por mostrar la inconsistencia radical del hombre,
clausurado en los límites de la inmanencia. El punto de partida es la cuestión del hombre
sobre sí mismo y el sentido de su vida.

Alfaro al analizar la situación del hombre frente al mundo, los otros, la muerte y la historia,
constata dos datos fundamentales: el ser humano trasciende la realidad mundana y no tiene
sentido en sí mismo su propio fundamento. El hombre no tiene en sí mismo su propio
fundamento: no es su propio origen y no tiene la capacidad de mantenerse en el ser. El
hombre se ha encontrado con su vida, lo que implica que su fundamento está fuera de sí. El
hombre no puede vivir sin preguntarse, por qué y para qué vive, mientras haya este último,
habrá la cuestión de Dios.

El hombre sólo puede reconocer a Dios y recibirlo como Gracia Absoluta, como auto
donación y autor revelación, lo que significa que el hombre está abierto a la gratuidad
absoluta de la auto comunicación de Dios.

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