Ibn Al Arabi - El Intérprete de Los Deseos (Taryunan Al-Aswaq)

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Carlos Varona Narvión

Nació en Madrid
' ( 1956).. donde es doctor
en Filología Arabe por la Universidad
Autónoma. Fue profesor de Lengua y
Literatura españolas en la Universidad de
A1nán (Jordania) y posterionnente delegado
en El Cairo de la Agencia EF9. Tras ser
jefe del Servicio Internacional Arabc de la
n1isma agencia (Granada) durante cuatro
años, es actuahnente director del Instituto
Cervantes de Dan1asco.
Su tesis doctoral, de arqueología, trató
sobre los sabil (aljibes 111onumentales) de
la ciudad de El Cairo, y sus estudios en el
arabisrno versan principalmente sobre el
sufisn10 y la espiritualidad musulmana.
El buérprete de los Deseos, a rnanera de
lo que sucede con El Cantar de los Cantares.
trata ele un viaje abstracto a la vez que real
por pa11c del poeta-gnóstico a la búsqueda
de la r'\/a1nada. a través de desiertos.
n1o ntañas y d i v e rso� lugares de
peregrinación del }:li_yáz. Este cuestiona el
viento y los elen1cntos por el paradero de
su querida. que en la i1naginación a veces
le sonríe y otras le desdeña. entra1npándole
en una cadena intermitente de gozo y
sufrimiento (''aqdlhat}x). La presencia
/ausencia (l1atfra-goyba) de esia escunidiza
Beatricc. verdadera tcofanía del absoluto y
cuya inspiración fue una joven pen;a (1Vi;c11n)
que conoció en La Meca, es otra de las
paradojas de estos poemas. i1nplícitas en el
discurso de la n1ística.
Por el lenguaje. en este caso por la poesía.
el Taryurnán de lbn <Arabi. una de las más
claras cumbres de la literatura espiritual
1nusulmana, intenta i r 111ás allá de estos
tradicionales pares de opuestos. del gozo y
el abatin1iento, del fulgor y las so1nbras,
aunque como queda evidenciado a lo largo
de los versos, el traductor de sí nüsmo posee
escasos medios y opera con su labor en este
campo reflejo con10 una barca a
contracorriente. ¡El Intérprete es siempre
superado en su tarea por aquello que intenta
traducir!
El Intérprete
de los Deseos.
(Tary'uman Al-Aswaq)
EL Intérprete de los Deseos
Tbn Arabí, 6

© De la traducción y los co111entarios:


Carlos Varona Narvión

© De esta edidón:
COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LA
REGIÓN DE MURCLA
Consejería de Educación y Cultura

Edita:
Secreta.tía General
Servicio de Publicaciones y Estadística
Editora Regional de Murcia
Gran Vía, 42
30005 Murcia

Primera edición:
Dicie.mbre de 2002

Depóiito legaL·
MU-2177-2002

ISBN:
84-7564-241-1

llustració11 de cubierta:
SamiBurhan

Gestión editorial·
Ligia Comunicación y Tecnología, SL
Tfno.: 868 940 259 Fax: 868 940 429

Impreso en España / Printed in Spain


El Intérprete
de los Deseos
(Taryuman Al-ASwaq)

lbn e Arab1

Traduc . � ó , comentario y notas


1 1

Carla·. Var na Nar ión

2002

ED�10RA REGIO AL 01 E MURCIA COLECClÓ IB ARA i


Asieolo r ·. comen ado para ca.tálo o
,
IBN ARABJ, ·.. uhyi 1-Din
'El in érprete de lo de·eos = (Taryumin al-.As,v.aq) I Ibn A.rabí� tr ·duoción
comentario y nota Carlos Varona .. arvi6n. - Murcia : E• · to R �ional d
Murcia, 2002
252 p .. "' 23 cm. -- (Ibn Arabí 6)
D. . 2177-2002� -- ISB. 84-7S64-241 1
.
1- .
�sti.ca mu u�mana� I.Varon. _ arvión, Carlo .. IL Tito· o. IJI. en,e
••

141.336
ÍNDICE

Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9

Estudios
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Capín1lo I.La palabra más allá del lenguaje: notas para una
hermenéutica del Taryuman al-Aswaq ........................35
Capítulo II. La aparición del cuerpo invisible: apuntes para una
anato1nía mística en el Taryuman al-Aswaq ....................53
Apéndjce l. Murcia-Da1nasco: inicio y fm del via je por el
"oceano
, . or1·11as" de lbn ºAra b1- ............................67
sin
Apéndice II.La visión interna en la contemplación de la
Belleza divina: el Taryuman al-Aswaq de Ibn e Arabi .............75
,
Indice temático ..........................................85

Traducción
El Intérprete de los Deseos (Taryuman al-Aswaq) ................95
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .97
LXI casidas de amor místico (con notas a los versos) .............105
Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .249
PREFACIO

De los sesenta y un poemas o casidas que componen el Taryu1n[11i al­


Aswáq (El Intérprete de los Deseos), aden1ás de algunas traducciones muy
fragn1entarias, existen tres íntegras (respectiva y cronológicamente en
inglés, español y francés):
La primera es un trabajo pionero de R.A. Nicholson, aparecido en
Londres en 191 1 (reeditado en 1978 por la editora Theosopnical Publishing
House, con prefacio de Martin Lings). Esta presenta, además de notas
explicativas y resu1nidas respecto del comentario del propio Ibn • Arab1, El
Tratado de los Tesoros y Riquezas en el Comentario del Intérprete de los
Deseos (al-dhajli'ir wa-l-a caliiq.fi sarf,. taryunián al-aswaq), la versión en
árabe proveniente de un manuscrito de su propia colección (v.p. 9) y un
breve prefacio; no traduce el prólogo de la obra aunque lo reproduce en la
lengua original.
Al arabista mexicano Vicente Cantarino debemos las "Casidas de
amor profano y místico, lbn Zaydün e lbn e Arabf' (editadas en México
1988 por la editorial Po1Tua). Esta versión. la única hasta ahora existente
en castellano, carece de notas, glosario o aparato crítico, aunque cuenta con
un con1entario relativamente extenso a manera de introducción.
Maurice Gloton, por su parte, presenta la edición sin duda más ela­
borada hasta la fecha del Taryu1niin: L'interprete des désirs (Albín Michel,
París, 1996), consistente, además de en la traducción misma de la obra, en
la de las notas de a ldhajéi!ir,
- prácticamente co1npletas, con las ampliacio­
nes y anotaciones pertinentes. De ésta última obra, consultada cuando
teníamos casi ya concluida la nuestra, son especialmente valiosas, tanto
para el arabista como para el lector interesado, las citadas notas, así como

9
los índices te1náticos y de no1nbres propios. A nuestro juicio, sin en1bargo,
se percibe en la traducción de los poemas una literalidad "de diccionario",
que por desgracia los eclipsa como versos vivos, y substrae a la posibilidad
de una lectura placentera.
Dado lo extenso del aparato crítico de la versión de Gloton recién
reseñada, por nuestra parte hemos lo,nado premeditadamente el camino
inverso a ésta, es decir: reducir al máximo las notas y glosas, al tien,po de
poner el énfasis en la "poeticidad" del texto mismo y dar cie110 protagonis­
mo a un comentario, dividido en cinco grupos temáticos, en los que se trata
del conte1údo literario, filosófico y místico de la obra, así como un glosruio
temático y un apéndice con una conferencia que tuvimos ocasión de dar en
el Museo Nacional de Damasco (23 de abril de 2001) en el marco del semi­
nario ''Arte y Sufis,110", organizado por el Instituto Cervantes de Dan,asco.
Esta llevaba por título "La visión interna en la conte1nplaci6n de la belleza
divina: el Taryun,an a 1Aswaq
- de lbn 'Arabt'.
La intención que nos animó en el presente trabajo y su posible aporte,
de haberlo logrado, es el hacer al lector en cierta medida próxima y "vivida"
la experiencia de Ibn e Arabr, a través del texto que nos ocupa, al tiempo de
ir más allá de una aproximación estrictrunente erudita. Los paisajes n1entales
que cruzan los poemas, la variedad y matices de los "deseos" enfrentados, las
simas del alma y los canlinos si1ubólicos de montru1a, que en estos versos se
intenta ayudar a transitar, están en primer plano, en un intento por desem­
polvar los siglos que nos separan desde su composición. El tener presente
buena parte de la bibliografía tanto clásica como últi1na, acerca del místico
mw·ciano, es por otra prute, evidentemente necesario para abordar esta t r a ­
ducción, aun cuando intentemos tomru· aquélla, como "ruedas" que faciliten
la larga marcha, con,o un punto de partida, no de Uegada. Más bien lo hace­
mos como una conveniente referencia e ilustración, tal y como los "vientos"
y "lluvias", que en el viaje por el desie1to propuesto por cada oda, refrescan
y aproximan nuestros pasos al próximo alto bajo una sombra. Será el lector
quien juzgue si hemos acertado en adoptar a este pru·ticular un cierto pw1to
medio (o de en 1nedio) que no corresponde ni a un estudio exhaustivo de
todos y cada uno de los nombres, ténninos y conceptos en curso, ni a co1Ter,
de otro lado, tras la vivencia desnuda del gnóstico que nos ocupa, como tal,
inefable e írreproducible. De igual manera, más allá de la bibliografía del
sufismo ta�alv�vuf o específica de Ibn eArabJ, se ha procurado dar ciena
cabida a disciplinas como la filosofía o el a1te, en aspectos ora especulativos
ora figurativos, que lindan con la mística, en este caso musulmana, y por ello
en ocasiones muy próxima a la de las otras dos religiones n,onoteístas.

LO
Eo cuanto al lenguaje mis1no en el que se vertió el Taryu,nan, hemos
optado por una traducción no "interpretativa", que añada explicaciones o
términos donde no los bay, aun cuando tampoco sea plena1nente literal,
como no podía ser menos, tratándose de uo texto poético. Nos he1nos
tomado, en este sentido, una cierta libertad en el orden sintáctico, permu­
tando los dos hemistiquios bayt, .
o ciertas palabras dentro de ellos,'
única-
mente allí donde a nuestro entender el verbo lo precisaba, para conservar
en su versión castellana la n1usicalidad y ritmo poético que Ibn e Arabi
quiso imprimir eo su lengua original (ej. XXX,19). Algunos artículos y
pronombres posesivos, por ello, se han visto en su caso alterados para no
resultar excesivamente reiterativos, o se buscaron sinóni1nos a una misma
palabra o raíz, que a 1nenudo y hasta tres veces aparece en un mismo verso
(ej. GaDaRa, en L,l).
En 1a poesía de Ibn º ArabI son frecuentes las frases concatenadas o
sueltas, co1no relu1nbrones lanzados eo diversas direcciones, aparentemen­
te no unidos entre sí, a la 1nanera, como en tantos sentidos, de la literatura
clásica árabe de la yahiliyya (periodo preislámico). Algunas palabras hao
sufrido en esta edición un desdoblamiento en sus sinónimos, a nuestro jui­
cio necesario, con vocablos muy repetidos, como por ejemplo para wadi,
valle o cañada: (17,5) (20,12).
Algunos versos ta1nbién, los menos (por fottuna) apenas significan
nada en una lectura digamos "literal", si no se posee su clave interpretati­
va (ej. LXJ,4), y se quedarían en un mero juego de sonidos si no se pose­
yera dicha explicación. Ello nos ha movido a añadir a nuestras propias
aclaraciones, con notas a pie de página para todos los versos, la traducción
de buena parte del con1entario (al-dhajéi''ir) que el propio Ibn e Arabi escri­
bió años más tarde de la composición del Taryumiin, en ningún caso, sin
embargo, dicha traducción es literal, salvo que esté entrecomillada.
El ejemplar que hen1os utilizado para la presente edición es el con­
junto del Taryumán y su comentario, aparecido en la editorial Dar Al-5adir
de Beirut en el año 1966-1386 H.

11
ESTUDIOS
INTRODUCCIÓN

POCAS palabras existen en la actualidad con un uso tan vulgarizado y de


trivial significado como son "mística" y "erótica", cuando no la combina­
ción de ambas, que por lo general llega a ser explosiva o conduce a las peo­
res vaguedades. No es difícil hallar hoy día en las librerías un cierto surti­
do de tnanuales y "ensayos", que esgrimiendo estos reclamos, despliegan
fuera de su contexto y coordenadas fantasías sobre el Tantra, el Tao y la
poesía amatoria oriental, o hacen gala de "misticismo new age" para cap­
tar la atención del posible coinprador. Afortunadamente, el turno de esta
banalización aún no le ha Uegado, y confiemos en que no lo haga, al sufis­
mo en general y a Ibn º Arabi en particular, quien junto con Ibn Al-Fari9,
"el príncipe de los amantes", encabeza la derivada "an1atoria" en la espiri­
tualidad musulmana más avanzada de expresión árabe 1•
El eje central o "argu1nento" de la presente obra poética lo forman la
nostalgia, el amor, el deseo y los lamentos del amante, junto a una secuen­
cia reiterada que para el desamparado viajero se hila trágica e indefectible­
mente entre la unión apenas entrevista y la separación. Le acompaña toda
una trama de monólogos dirigidos a un supuesto ca.mellero, de acan1padas
y partidas en el desierto tras los palanquines de las "bellas", con vientos,
perfun1es dispersos a los que se sigue sediento el rastro, noches turbadoras
y soles abrasadores como volcanes. Sin embargo, la pasión es n1ás que la
pasión, los pájaros premonitorios, las tonnentas, los espejismos o las mon­
tañas son siempre más que ellos mismos y acercan a una realidad distinta
de la ordinaria, aunque igualmente "real", que se palpa con la yema de los
dedos al cabo de cada verso. Estos, de difícil lectura en ocasiones, nos pro­
ponen constantes imágenes de amadas partidas en fantasmagóricas carava-

15
nas o asentadas en oasis 1nás allá del tiempo y del espacio, ora ciertos ora
imaginarios, las más de las veces con non1bres metafóricos. Para el viaje­
ro virtual, gnóstico con labor de poeta que busca el refresco de la sombra,
tanto unos como otros se revelan inequívocas emanaciones de los arqueti­
pos celestes: mostraciones de la divinidad. El amor y el deseo se tornan de
forma progresiva en Conocimiento, en sublimación de unas ansias 1nás y
más intensas, y nunca la unión de los cuerpos y el placer del abrazo llegan
a cerrar la escena, pues su espera se prolonga sin fin. Siempre hay una trá­
gica e inesperada partida de la/s Bella/s que indefectiblemente arrastrará,
en un desabrido an1anecer, al an1ante en su búsqueda.
Sí hubiera que resumir en una frase el contenido del Taryun1an,
habría que decir, de forma similar a como sucede con El Cantar de los
Cantares, que se trata de un viaje abstracto y al tie1npo presumiblemente
real por parte del poeta a la búsqueda de la A/amada, a través de desiertos,
n1ontañas y diversos lugares de peregrinación del }:liyaz.-Este cuestiona a
los diversos elementos: vientos, pájaros o estrellas, por el paradero de su
querida, que en Ja imaginación a veces le sonríe y otras le desdeña, entram­
pándole en una cadena intermitente de gozo y sufrimiento..La serie de poe­
mas que nos ocupan se inscriben pues en la "1nística epitalámica" o de la
"belleza", la que en el seno de la tradición judea-cristiana generó el men­
cionado Cantar y posteriores epígonos, algunos singularmente brillantes,
como el inagotable Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. B.ien sabi­
do es que este género literario presenta las escenas y plantea los conceptos
entre el plano sin1bólico y el de lo que realmente sucede, sucedió en algún
momento o podría hacerlo en un futuro indeterminado. Hace referencia a
un "tú" magnificado, brillante y rnayestático, al tiempo que a la unión en el
más an1plio sentido de la palabra, con e] misterio, n1ediante otro cuerpo,
sea éste del todo simbólico o se inspire y compa1ta episodios concretos. La
inspiración la toma en este caso, según nos confiesa Ibn eArabi en el pró­
logo, de la joven persa Ni'.?'.am, quien residía en La Meca en una de las oca­
siones en Jas que vivió el gnóstico.
No es necesario profundizar en exceso a este respecto, en la literatu­
ra espiritual de las religiones monoteístas, inclujda la musuln1ana, para
constatar que son esencialn1ente antropocéntricas/teocéntricas, aun cuando
en el Cantar de los Cantares, una de las fuentes universales del género, la
naturaleza, los animales y los elementos vivos poseen un puesto cie1ta­
menre central. Siempre se lee dicho papel, en1pero, como ilustración y
reflejo de las potencialidades del ho1nbre y de los Atributos divinos, sin
que llegue a otorgarse rango de protagonista al cos1nos mismo en cual-

16
quiera de sus manifestaciones, como en efecto sucede en la generalidad de
las religiones asiáticas, tales como el Hinduismo, el Taoísmo o el Shinto.
Las esferas que dan en llamarse carnal y espiritual se encuentran en
.
la vivencia mística, por necesidad de su naturaleza hlln1ana, profundamen-
te interrelacionadas, ya que como atestigua su trasunto literario en las más
.
variadas épocas y tradiciones, actúan al igual que dos espejos enfrentados .
Con facetas complejas y poliédricas, estos espejos reflejan la globalidad
del hombre, y cualquier movimiento o cambio de luces en uno es inmedia­
tamente reflejado por el otro. Es sólo la visión exoté1ica, la de la sociedad
y sus instituciones, foránea a la vivencia profunda, la que los desvincula,
pues entre lo que designamos como cuerpo, intelecto y espíritu, se operan
complejos vínculos que nunca llegan a estar totalmente medidos y aquila­
tados. Por el contrario, permanecen en un tan rico como evanescente terre­
no de difícil orografía. Al inicio o alto en el camino, una esfera "da cuer­
po", moviliza a la otra, y así acontece de manera sucesiva y sin fin.
Exceptuadas algunas escasas palabras tales como éxtasis, 1notivado
por el poder del "tú", por la deseada salida de uno mismo, el erotisn10
humano suele ser la referencia para el vocabulario de la mística, y no al
contrario. El misticis1no, o vía de apropiación interna y personal de una
determinada religión, llevada a sus últimas consecuencias, posee in11ume­
rables formas y desarrollos en el plano biográfico y literario. El alimento
común a éste y al erotismo, es el deseo, el deseo incesante, ya sea de subli­
mación o de encamación, de lo evanescente o del cuerp.o concreto. El
deseo como motor, al tiempo que como instrumento liberador, tome la
dirección que tome en ambos orbes, sigue siendo pues la clave.
La espiritualidad ha tendido a aparecer en la tradición cristiana enor­
memente descarnada, afecta a un extremo ascetismo, lo que no tiene por qué
seguirse en el Islam u otras religiones. A la postre, sin en1bargo, y apa1tado
de las prioridades vitales, el cuerpo reclama siempre por los más vadados
cauces al espíritu su derecho de aparición y presencia, de voz y acto. Por
ello, por un cierto "instinto" de compensación, por una dinámica de ósmo­
sis, un a1nor extremo puede conducir a la mística, 1nientras que la ascesis
conlleva generalmente en su evolución un cierto "regreso" a los sentidos,
por mucho que éstos lleguen a tomar cuerpo únicamente a través de la ima­
ginación y del lenguaje. En esta interacción psicosomática, el espíritu, vivi­
do intensamente, comienza a encarnarse, a hacerse palpable por doquier,
mientras que el amor-pasión se descorpo1iza para convertirse en una ima­
gen, en la reiteración de un mis1no movimiento apasionado. ¡La vida del
hombre, y más la del ho1nbre espiritual, es en este sentido, paradójica!

17
El recién mencionado Ibn AJ-Fari�, así como Rabi ca Al-Adawjya,
A lf:IalHi.
- 9, y tantos otros sufíes, gnósticos musulmanes (en los capítulos
introductorios y notas de esta edición empleamos indistintamente estos dos
términos: gnóstico y sufí), no encontrarían ningún sentido en aislar radi­
calmente estas dos denominaciones aparentemente contrapuestas: cuerpo y
espíritu, amor humano y divino, que se han dado a lo largo del tiempo, y
no sólo en la tradición platónica, para intentar cortar el nudo gordiano de
Jo indistinguible. En el caso de Ibn eArabi, la amada aparece en el presen­
te texto como mostración de lo irrepresentable, como la emanación de la
Esencia divina. Desde esta óptica, la mujer, en ocasiones nombrada como
la joven Ni�am (=orden, armonía), no es exactamente pues la divinidad,
sino un reflejo tangible, una epifanía, un bello rayo de Sus Atributos o
Nombres. Eso es lo que representa la imagen de Ni�am para la vivencia
personal del autor, que sólo subsidiarian1ente tendrá que ver con los dog­
mas y ortodoxias doctrinales en las que se cristaliza la religión. Como seña­
la al respecto R.A.Nicholson: "The love thus symbolised is the e,notional
elernent in religion, the rapture of the seer, the courage of the martyr, the
. failh oj' the saint, the only basis of· moral perjection and spiritual knowled­
ge. Practically, it is self renuntiation and self-sacrijice, the giving up of ali
possessions -wealth, honor, will, life, and ·,vhatever else ,nen value-jor the
Beloved's sake without any thoutht o.f reward. I have already referred to
love as the supreme principie in Sufi ethics (...)" 2•
Cuando por su naturaleza, la mística expresa una vivencia inaprensi­
ble, de franca difícil comunicación, no ya para los demás, sino para el pro­
pio sujeto, surge la necesidad de fijarla, de "atar" lo experimentado a unos
términos tan hu1nanos y reconocibles como los del propio cuerpo. Y es en
este punto en el que el lenguaje alcanza su poder de mediación y su rara
autonomía respecto de lo que designa. Los órganos son ellos 1nism.os y sus
metáforas, o a la inversa, según su grado de sublimación: ambos mundos
quedan unidos sobre un mismo fuego que les alimenta. De la misma mane­
ra, y en un sentido más amplio, independientemente de la religión o cultu­
ra de la que se provenga, es una pregunta siempre abierta para el individuo,
la de su relación con el mundo, no sólo dónde empieza y ter1nina e] cuer­
po, el suyo propio y el de su amante, sino sus imágenes y metáforas, pro­
longadas en sentido inverso por las dél alina, y abiertas a la in·adiación del
,.
esp1ntu.
El gnóstico que merece ese nombre, no es trivial en su discreto recha­
zo o cie1to alejamiento de la materia, sabe en qué grado cuantificarla, otor­
ga a las propias experiencias sensoriales un valor y una lectura cualitativa,

18
renovada y poderosa, aunque en ocasiones no lejana del dolor y muy a
1uenudo de la renuncia. En ese plano hemos de situar al Taryurniin de lbn
º ArabI, sus símbolos y alegorías tan vividas, tan próximas al placer como
al sufrimiento, más tal vez a este último, que causa la A/amada, paradigma
de la belleza y sabiduría inaprensibles. El Intérprete de los Deseos, la obra
frente a la que ahora nos encontramos, habla del amor y la pasión . en sus
más variados matices, desde los recónditamente sutiles, hasta la pesantez y
urgencia de las "entrañas". Y de ahí, trata por fuerza del sufrinliento, de las
lágrimas y el dolor por la infinita distancia que ha de recorrerse en el cami­
no hacia el Conocimiento, al tiempo que por la nostalgia, a causa de la leja­
nía que dicha búsqueda interpone respecto de las necesidades y hábitos
más humanos.
Como ocurre con toda la poesía árabe clásica, Ibn º Arabi se apoya en
un paradójico vacío, en una ausencia: al llegar el ruuante al campamento,
al punto de encuentro, halla siempre que su amada ya ha partido y quedan
sólo unos tristes restos esparcidos por la arena. Por este motivo esencial de
inspiración, el presente texto, como casi todo discurso poético y místico
inscrito en la tradición musulmana de expresión árabe, aun con distintos
grados y contextos, debe leerse en términos de presencia/ausencia (�a<;ira­
gayba), de vida y muerte, dos vocablos aparenten1ente opuestos pero veci­
nos en la búsqueda espiritual, y a los que Ibn < Arabi alude a menudo, casi
indistinta1nente, en una cadena tan estrecha como ininterrumpida. En efec­
to, tan ardua como desconcertante es la labor de quien intenta ser intérpre­
te de la propia vida y sus fragmentos, ora frustrados, ora satisfechos, los
que forman parte de un todo indivisible y respecto de los que el sujeto
posee como espectador escasa distancia y perspectiva. Por el lenguaje, en
este caso por la poesía, el Taryuman de lbn <Arabi intenta ir más allá de los
tradicionales pares de opuestos: el gozo y el abatimiento, la estrechez
('aqd) o Ja soltura (bas!), el fulgor y las sombras, aunque como decimos y
queda evidenciado a lo largo de los versos, el traductor de sí mismo posee
escasos medios y opera con su labor en este campo reflejo como una barca
a contracorriente. ¡El inté rp rete es siempre superado en su tarea por aque­
llo que in ten ta traducir! 3
Hablar directamente del "misterio" es de alguna manera profanarlo,
deshacerlo. La metáfora, la elipsis, son la única forma de aproximarse a él
sin destruir ni desvirtuar su esencia, de ahí que sea la poesía y no el trata­
do teológico lo que emplea en este caso Ibn e Arabi. Como señalamos en
diversos lugares de los capítulos introductorios, en este sentido, las notas
explicativas o exégesis que años más tarde añadió en obra aparte (al-

19
dhajá'ir) el propio gnóstico, aclaran aJgunos símbolos y nombres propios,
pero no añaden sabíduría a su expresión. A este particular, el de la conver­
sión al lenguaje de los propios sentimientos, y su interpretación a través de
la palabra en el ámbito 1uístico, señala P. Ballanfat, uno de los más cono­
cidos estudiosos del gran gnóstico iraní Ruzbehan Baqli -quien desarrolló
un método hermenéutico (istinbti!) de.1 discurso y la experiencía 1uística del
que nos ocuparemos en el capítulo 1 -: "Les ,nots du 1nyslique, lorsqu 'ils se
font descriptif's, deviennent eux-ménzes une énigme dont la signification,
les ejfets, dans tous les sens du terrne, lui échappent. Les visions rendent
leurs mots obscurs, paradoxaux. Certes ceux-ci se cod(fient, tentent de
s 'arreier dans des ,nétaphores stéréotypées, des images rnaniées quasi­
ment corrnne des concepts. Bref un style se constitue, qui a pour but de sys­
térn.atiser"'.

***

De .manera similar a como San Juan de la Cruz se inspiró en el Cantar


de .los Cantares y transpuso ''a lo divino" sonetos de Garcilaso, nuestra per­
cepción del Taryuman es que Ibn e Arabí opera de igual n1anera respecto de
la casida clásica árabe,extre1no que a1npliamos a continuación por parecer­
nos revelador. El gnóstico mw·ciano se encuentra influido coa especial
vigor por la míticas composiciones preislámicas: las ,nu calaqat, que supo­
nen el paradigma poético fundador de dicha literatura. Estas fueron con1-
puestas por los póetas-guen·eros de la península Arábiga: lmruº al-Qays,
ºAntara, o Tarafa, entre otros, quienes tantas similitudes tienen con ciertos
trovadores provenzales. Con igual soltura entraban éstos en una batalla o
una justa poética, constituyendo el 1nomento más legendario de la creación
en lengua árabe. Si tal acontece en el trasfondo literario del texto que nos
ocupa, con personajes, imágenes y metáforas de la poesía arcaica árabe
yahilf, ea el campo pura1nente religioso, es decir, en el contexto de la reve­
lación islán1ica, lo hacen el Corán y la sunrza (dichos del Profeta) en ptimer
lugar,junto con la peregrinación a La Meca y todos los lugares, ritos o situa­
ciones que desde tie1upos de Mul:iammad hasta nuest1·os días die.ha fe entra­
ña s_
El nasi.b es sin duda el elemento o género literario más importante en
el que Ibn e Arab1 se ha concentrado en las presentes odas, a partir de la ela­
boración de sus versos místico/a1nato1ios 6 • Éste es parte de la casida clási­
ca, y se refiere indefectiblen1ente, como acaban1os de señalar, a las quejas
del poeta-amante ante los restos del can1pamento ya partido de la amada.

20
Uno de los más conocidos estudiosos de esta precisa derivada poética, Jean
Claude Vadet, señala que: "Quant au ghazal, il est claire1n.ent confu par
al-Amidi (111..3701981) comrne une subdivision (na�v') du nasib, comportan/
'portrait et éloge desfe,nnzes, désir, passionné, souvenir, nostalgie et cha­
grín' (al-muwazana bayna shi cr Abi Ta,nmam �va-l-Buhturi, II, 59)" 7•
Resulta en efecto notable, que_ el nasí.b esté abocado sie1npre al pasado, al
alejatniento de la tribu de la ruuada, que parte buscando nuevos pastos, o
por otro 111otivo, ca<;i nunca aclarado. El poeta, solo o con compañeros, por
lo co1nún dos, en los presentes versos de lbn eA.rabi, simbólicamente repre­
sentados por la razón - <aql- y la fe -i,nán-, descubre desconsolado en mitad
del páramo, transido por ani1nales salvajes, las ruinas (afliil) de las tiendas
(manzil) de la amada. Tras ello vienen las lágrimas, la pesadu1nbre y la
negra pre1nonición de que ya no volverá a verla, quedando sólo su in1agen,
111il veces en estos dísticos rehecha (VIIl,1-2):

Sus ca1npan1enros (de pri111.avera) desapareciel'on ya,


,nas el deseo está en ,ni corazón siernpre fresco, y ja1nás se desvanece.
¡He ahí las trazas de su partida, y las lágri111.ás!
¡Sie1npre que se los recuerda al abna derriten!

En realidad, estos sesenta y un poemas no poseen un carácter lineal o


progresivo. No se trata de una dramatización, con acción y consecuencias
de1ivadas, sino que podría comenzarse la lectura por cualquiera de ellos y
concluir casi indistintamente en otro, aunque sin duda, el núcleo n1ás reve­
lador o clí1nax, ese centro puncturn que abriga toda obra, se encuentra apro­
xi n1adan1ente entre las odas XLIV y LV.
El te1na de fondo al que nos enfrentan1os es el gazal o poesía amato­
ria y la forma o contexto general el n.asib, a su vez inscrito en la casida
(qa�ída), poema clásico árabe. Se trata de un ámbjto prácticamente irunó­
vil desde la época preislámica, no sólo hasta el momento en que le tocó
vivir a Ibn °A.rabi', sino escasa1nente ha5ta hace un siglo, cuando por
influencia de la literatura occidental y su propia evolución, cainbió sustan­
ciahnente la concepción poética árabe. Se trataba de un mundo bien defi­
nido, con una fuerte idjosincrasia, pero complejo al tiempo, por sustentar­
se en profundas y extendidas raíces de nu1nerosas influencias, tales como
el eros platónico en el plano filosófico, y los dos grandes focos locales de
cjvilización en el contexto geográfico de esa época: Bizancio y Persía.
Los primeros naslb de que hay co11stancia datan de principios del siglo
VI de la era cristiana, y acaban por convertirse en la parte más importante

21
de la casida, prefigurando lo que será entre otros la obra de Al-Farazdaq y
Al-Yfil:ii�, en la poesía amatoria omeya y ºabbasI, sin duda dos de los
momentos de esplendor máx_imo de esta literatura 3 • En este terreno bien
abonado, el poeta y gnóstico murciano, habla de una tradición beduina y
cortés ( cudhri), más que de su propia experiencia, quien exceptuadas las
peregrinaciones a La Meca y los numerosos viajes, estuvo básican1ente
asentado en las ciudades 9 • Sin embargo, todos los tópicos de esta literatura:
las ruinas, los compañeros, el fantasma soñado de la amada, el presagio de
la separación, el graznido del cuervo..., prácticamente todo ello está presen­
te en los poemas de Ibn ArabI. En su ciclo de casidas, añade a la constante
partida en búsqueda de la A/amada, algu.nas diferencias subtemáticas o dife­
rentes escenificaciones, tales como el peregrinaje a La Meca (VIl,8):

A 1ní se unieron al besar la piedra unas jóvenes


veladas, que venían del giro (alrededor de la Kaaba).

Mas la peregrinación es aquí, no el cumplimiento de un precepto reli­


gioso, sino el encuentro con lo sagrado a través del A/amor (III,1-2):

¡Arnígos, haced un alto en el camino de la Duna,


deteneos en La cla c y buscad las aguas de Yalamla,n!

Pues allí habita quien sabéis, por quien ayuno,


peregrino, y (los santos lugares) visito.

***

Al inicio del Islam, como el resto de las religiones "reveladas", acae­


ció un gran puritanismo, en el sentido de que el amor divino -1nuy distinto
del cristiano y más cercano al judío por la imposibilidad de la encamación
de Dios- se daba por necesidad en un plano aislado del hu1nano, no estan­
do aún lo suficientemente maduro como para soportar la identificación
metafórica de la divinidad como amante del devoto. El concepto mis1no del
amor por parte del Creador tiene una lectura distinta en las tres religiones
monoteístas, paralela y complementaria en ocasiones, aunque diferente,
tanto en la expresión textual como en su fenomenología o aparición.
Posteriormente, hacia el siglo segundo del mensaje coránico, la situación
fue haciéndose más compleja, ya que de una etapa que podríamos llamar
"épica", de la revelación y recopilación de los dichos del Profeta, se pasó

22
a la interiorización del mensaje religioso. Quedó así abierta la vía para la
literatura amatorio/virginalista ( cudhri), para las Lubnii y Qays, Jas Layla y
Maynün, así como para l a honda influencia de la filosofía platónica y la
relectura de las niu calaqat preis]ámicas, fuente en verdad inextinguible de
inspiración en temas y súnbolos. De tal manera, Ibn e Arab1 dice en sus
uJtraconocidos versos (XI, 15-16):

Siso sólo la religión del amor, y hacia donde van sus jinetes ,ne dirijo,
pues es el arnor mi sola fe y religión.

Nuestro ideal es Bisr,


el arnante de Hind y de su herrnana, conio lo es Qays, Lubna, Mayya y
Gaylá11.

Estos símbolos de la literatura <udhrf, 1nuchachos y jóvenes aqueja­


das de una pasión que les enloquece y trasciende, encuentran resonancia en
el místico mui:ciano, en este .marco del amor como eje y revelación más allá
de las religiones. En el Taryu1nan Al-Aswaq, por otra parte, se da una total
identificación entre la belleza, el Conocimiento y las hermosas apariciones:
en cada verso escuchan1os el eco platónico de "lo bello es lo bueno", máxi­
ma que puede también ser leída a la inversa con idéntica validez.
Hablamos, claro está, de una belleza refinada y trascendente, que se expre­
sa desde adentro hacia fuera, de la cualidad al fenómeno, del origen a la
representación, como la que aparece en la oda (XV, 10-11):

Ena,norado estoy desde que la bellew sobre su frente colocara una diade-
1na de oro puro (tal)bar), del (1nás rico metal). 'º

Si su brill.o conte1nplase el (1nisn10) de,nonio, en el rostro de Adán refleja­


do, su adoración 110 le negaría.

Salomón, un personaje tan vital para las tres religiones monoteístas


como relativamente poco conocido, y a quien se alude en vaiias ocasiones
eo el Taryuman, había establecido también en su Sabiduría (7,29-30) un
vínculo entre estos dos orbes, pues en este texto declara acerca de la sabi­
duría que, "Es ,nás hermosa que el sol; supera a todo el conjunto de las
estrellas, y co1nparada con la luz, queda en primer lugar". Por cuanto se
sabe de su obra (le son atribuidos El Cantar de los Cantares, el Eclesiastés
y Proverbios) y de su vida, la belleza fue siempre para él una exigencia y

23
norma de vida 11• En este contexto, y tocante a la belleza en su calidad
redentora, afirma H. Corbin en su "La Imaginación Creadora de Ibn
0
Arabf': "Es pues el ser que por naturaleza está investúio con la función
teofánica de la Belleza el que presentará la ltnagen ,nás perfecta de la
Divinidad. De esta intuición resultará la idea de lo Feo1eoino-creador no
sólo corno objeto sino co,no lrnagen ejetnplar de la devotio sympathetica
del.fiel de atnor. La conjunción. de lo espiritual y lo sensible realizada en
esta Íll1agen da lugar a paradojas adniirables de las que etnerge la figura
de Maryatn, co,no prototipo del m.fstico, fijando los rasgos de la 'Sophia
erística' velada todavía bajo los s[mbolos del 'intérprete de los ardientes
deseos: pues es ella reabnente la que posee el sirr a l -robubiya, ese secre­
to de la divinidad( ...)" 12•
En el Taryuman al-Aswaq se da una presencia constante, tanto explí­
cita como n1etafórica, de las bellas formas, y muy especiahnente de Ella,
de la Amada, quien atrae y subyuga, al tien1po que paradójicamente libera
de la materia '3, conduciendo al buscador a un mundo de presencias sutiles,
como se evidencia en el verso (XXXIX,5):

Con an1or cortejo a una de ellas:


una belleia en el género l1111nano sin par.

No se trata, sin embargo, del lenguaje tierno y excitante del lumino­


so desposorio concebido en la tradición del Cantar de los Cantares, propio
de una cultura agrícola mediterránea/oriental. Es éste tal vez algo n1ás
"frío", más esquemático, no imbuido de curvas y oquedades, sino hijo de
la inmensidad del desierto y de sus infinitas rutas.
En el segundo siglo de la Hégira, co1no acabamos de señalar, fue
n1adurando paula.tina,uente la vivencia de la religión musulmana, con lo
que se enriquecieron y diversificaron sus manifestaciones directas e indu­
cidas: entre otras la literatura., el pensamiento y el arte. Esto supuso un
desarrollo.de la devoción amorosa en esa fe hacia Dios, con la entrada en
escena de itnpo1tantes místicas, como Rabie a Al-e Adawiya y diversas
mujeres: entre ellas Barada Al-�arimiya o Ruqayya Al-Mü$uliyya. El
cammo al afecto y la sensibilidad amatoria quedó pues abierto. Dice
RabIº a:

"Par Ta gloire par Ta puissance


Ni de jour ni de nuit
De Toi ne serai distraire

24
Hornzis par le sonuneil de la nzorf
Et de cesse n 'aurai
Jusqu 'a Ta re11co111re". "

Esta evolución del mensaje revelado implica no sólo la repetición de


fórmulas y ritos, sino la interiorización de dicha religión, que apela a lo
invisible mediante lo conocido. A un Dios ÍlTepresentable y n1isterioso se
le da la forma del Amado. Poco .más tarde, A�mad AI-Gazzali, hermano
del conocido teólogo "Algacel", declararía: "Yo soy el A,nante y el A,nado
está en ,ni. So,nos dos espíritus y esta,nos en un solo <;ue,po". AI-I:J.alla9 o
Suhrawarc!I, entre otros muchos, profundizarían esta senda, siendo segui­
dos por toda la historia de lo que posterioro1ente se ha dado en llamar sufis­
mo. Sefíalan Nelly y Larouss Amri que "... l'Unique est i1naginé, vu, senti,
co,n,ne en té,noignent toutes les descriptions visuelles, tactiles et o�factives
des qualités corporelles des arnants, a l'encontre du postular de l'irrepré­
sentabilité de Dieu. Dieu vu et entendu par des élus, des a11ioureux, des
amoreuses plutot; mais ja,naisfusionnat, jamais d�finitive1nent offert pour
une incarnation accon1.plie une fois pour toutes... " '�.
Las manifestaciones de la literatura espiritual musul1nana siguen
siendo en general sobrias, aunque gozosas al tiempo, hasta llegar a Ibn
e ArabI en el Tacyu1nan, qaien clama a las bellas (XX,3- 4):

¡Cuánto cuno a esa chica juguetona,


que de entre las vírgenes y las virtuosas mujeres sobresale!

Co,no un sol surge ante los ojos,


y al ocultarse, en el horizonte de mi corazón a,na!lece.

Esta complejificación en la relación siervo/Señor, hace pasar discre­


ta o abiertamente, según los casos, de lo decretado en El Corán como códi­
go religioso/social, a una dinámica de amante/amado, tal y como sucede en
las otras dos religiones monoteístas: el Cristianis1no y Judaísino. Estos dís­
ticos, como todo el Tacyuman, se ocupan de manera central de las teofaní­
as en el corazón del gnóstico, así como de la dialéctica mantenida entre éste
y el Tú divino. Tienen pues un papel importante, el amor y su opuesto, el
rechazo, los indisolublemente ligados pares de opuestos o antónimos
(a(i<;lad): el gozo/sufinuento, la vida/muerte (eros y thiinatos), etc.: "Le
rapport de l'amour a la mort dans l'expérience sou,fie est tout autre: l'un
est au service de l'autre. L 'amour et la mor/. sont indissociables et s 'inse-

25
rent dans le cycle de la création. Les fe,nmes soujies ont le ,nieta exprüné
cet a,nour qui s 'annonce par son contraire: la soumission, par l 'esprit
rebelle; la douceur des senti,nents, par la 'violence' des mots; la croyan­
ce, par le kufr. .. " 16•
El buscador se encuentra en su deseo (sawq) atorinentado, entre la
ausencia (gayb) y la presencia (nia�1ar) del Ser a1nado; pues ni en una ni
en otra halla paz, ya que estos opuestos cambian y se alternan de forma
inesperada, como en toda relación a1norosa, de ahí el título general de la
obra: "El Intérprete de los Deseos", propio de quien intenta hallar un punto
flfllle en medio del oleaje. Cuando el encuentro (liqiiº) tiene lugar se acre­
cienta (yazlá) su éxtasis amoroso (waydhi); accede a una condición subli­
me (º ali) que se remonta casi sin fin (,nin ''ali iléi. ''ala), identificándose a
su Objeto amoroso, lo que no deja sin e1nbargo de acrecentar su dolor
(fayazül ala,nahu). Sobre este deseo (ciJq) nos dice el Taryuman (LV,I):

El deseo ,ne aniquila cuando estás ausente y hallarte no nie alivia.


¡Son (gemelos) pues los deseos, tanto en la lejanía corno en la presencia!

Según señala Henry Corbio a este respecto: "Lo que lla,namos el


'anzor divino' (hibb ilahi) presenta dos facetas distintas: bajo un aspecto,
es el Deseo (shawq) que Dios tiene de la criatura, el Suspiro apasiona(/o
(hanin) de la divinidad en su Esencia (el 'Tesoro oculto') que aspira a
m.anifestarse en los seres, a fin de ser revelado por ellos y para ellos; bajo
otro aspecto, es el Deseo que la criatura tiene de Dios, y que es en reali­
dad el Suspiro de Dios epifanizado en los seres, que aspira a regresar a sí
1nis,no" 17 •
Ruzbehan BaqlI, conocido como uno de los máximos representantes
de la "mística amatoria", dice por su parte que un "arnante anirnado de un
amor perfecto (por Dios)" le ha pedido que le describa "les dévoile,nents
et les ,nysteres des conternplations qui se sont produits en moi, les fiancé­
es du royautne du pléro,ne angélique et les nzerveilles des lu,nieres du
royaurne de la puissance qui se sont dévoilées, les spécificités de la théop­
hanie et de l'irnminence divine dans /'étape spirituelle de l'équivocité, et
les purs dévoilernents des gloires de l 'éssence divine qui apparurent au
cours de rnes extases (...)" 18•
Todas estas mostraciones y contemplaciones suceden en el corazón.
Es éste en Ibn º ArabI y el sufismo el órgano por excelencia del conoci­
miento; en él residen la intuición y la gnosis (maJ arifa), siendo uno de los
símbolos n1ás v.itales, si no el que más, compartido con distintos tnatices y

26
asociaciones por toda la hwnanidad. Aparece aquí como el lugar priviJe­
giado de la contemplación, por cuanto que supone la sede, no del mundo
afectivo, sino de Los sentimientos superiores, corno una atalaya fronteriza
entre dos mundos. Es el centro del ser (XXVIl, 1 ):

¡Oh, viejo re,np/o, una brillante luz se elevó en nuestros corazqnes para
(penetrar) en ti!

También acerca del corazón como "lugar de la visión", dice


Ruzbehan: "Le niystique en revanche ne peut que col'istater l 'irnpuissance
du discours a non1mer Dieu. Le registre descriptif du discours ,nystique
élabore une presence de Dieu pour les créatures. Mais cet effort pour dire
ce qu 'il voit de Dieu et pour découvrir le sens interne des 1nots -les lettres
du Coran elles-nie,nes contiennent cent rnille océans de science (Sharh:
55)- est co1n1ne une espece de discours irnpossible" 19•
Ella habita en lo más profundo del corazón del gnóstico (LXI, 7-8):

Yperdida,nente ,ne ena,noré


de ésa que en AJytid vive.

Aunque(hasta al decir eso) yerro, pues es en lo 111ás recóndito de n1í do,ule


,nora.

"Resumiento, esta fisiología mística' opera sobre un cuerpo sutil


compuesto de órganos psico-espirituales (cf los centros sutiles o latifa en
Semnani) que deben ser distinguidos de los órganos corporales. El cora­
zón es para el sufis,no uno de los centros de la fisiología mística.
Podríamos hablar iguallnente aquí de sufunción 'teándrica, puesto que su
suprema visión será la forma de Dios (surat al-Haqq), ya que el corazón
del gnóstico es el ojo', el órgano por el que Dios se conoce a si tnismo en
las formas de sus epifanías(... )", señala E. Corbin 20•
Es ante todo una belleza escondida, en pos de la que marcha el bus­
cador del Taryun1an (LIX, 1 O):

Apareció en el blin de A l -Naqá,


con las perlas 1nás recónditas como único adorno.

La sorpresa y temor por la aparición de la belleza, de la epifanía, es


también uno de los ejes del Taryun1an: "Y la conte,nplación debe ser efi-

27
caz, es decir, debe hacer que el ser del conterrzplador se conforme a la itna­
gen rnisma del Ser divino. Pues sólo después de haber sido rnodelado a esa
ünagen, es decir, después de haber pasado por un segundo nacilniento,
podrá el ,nístico ser investido fiel y eficavnente del secreto sobre el que
descansa La divinidad de su Señor'' 21• Si bien la imagen de la mostración
de la belleza es metafórican1ente estética, tiene un calado paralelo a otra
escala de valores y va más allá de ésta, puesto que se refiere a una belleza
que no conoce declive, es una luna llena que no mengua (LVill,5-6):

¡Mi a,nor por ti es verdadero!, repuse ¡Oh, ci,na de nlis esperanzas!, y por
él ,ni corazón e,!ferrrw.

Co,no la luna naciente, que tras salir nunca se oculta.


sobre ,ni estrella polar te alzaste.

Dicha belleza, que como decünos, se expHca desde el interior, desde


el secreto y hacia la manifestación, siendo ésta secundaiia, y no a la inver­
sa, es contemplada pues en el corazón, ámbito en el que se da la "imagina­
ción creadora", cuyo máximo alimento es el amor 22 (LVill, 6-7):

¡Por ,ni vida! ¡Oh, tú. la ,ncís gloriosa en honor y belleza! ¡La sin rival entre
' las bellas!

Tu jardín hú,nedo está por el rocío y tus rosasfl.orecido.


. Tu belleza es (con
pasión) apetecida, y por todos aceptada.

En mención a la calidad simbólica de la belleza, y su doble acepción


de sagrada/profana, las dos partes conformadoras del símbolo, E. Trías
apunta en s1L La Edad del Espíritu: "Esa revelación destaca el carácter
amoroso de La cópula. En ella las dos partes del símbolo, el testigo y lo
sagrado, el súnbolo ,nanifiesto y Lo sünoblizado en el sí,nbolo, generan
entre sí una trama argumental, susceptible de relato y composición narra­
tiva, en virtud de la cual va desplegando todas las incidencias y episodios
de una 'historia' amoroso-pasional, en la que toda la complejidad arnoro­
sa queda convocada y amalga,nada" 23 • Todo ello sucede en el "mundus
imaginalis" ('1lila1n al-,nithlil), como el verso (XX,20):

¡Sí s6lo nos hubieseis conternplc1do en Rtnna,


can1biándonos sin 1nanos las copas de la pasi6n!

28
La irnagen de "sin dedos", apunta a la santificación (taqdis) y la
carencia en Dios de atributos hurnanos (tanzfh), poniendo así el énfasis en
lo abstracto, "fuera de lo sensible, de la imaginación, la imagen y la ana­
logía". En esa medida se da en esta serie de poemas el espacio fronterizo
entre las dos: se está en el líinite de la experiencia humana, paisaje y sen­
saciones extremas que cornienzan a irrumpir en lo desconocido, _más allá
de esa cesura, que como en los dos hemistiquios del poerna hace de puer­
ta entre uno y otro nivel.
Gracias a esta cualidad de "co-presencia" con lo otro, se mira al infi­
nito a través de una forma determinada, como apunta Corbin: "Cuando el
velo se alza, el corazón del gnóstico es co,no un espejo en el que se refle­
ja la.forma microscópica del Ser divino. (... ) Este poder del corazón es lo
que designa específicamente con la palabra himm.a, tér,nino cuyo conteni­
do tal vez podarnos comprender algo tnejor si lo asociarnos con la palabra
griega enthymesis, que significa el acto de meditar, concebir, irnaginar,
proyectar, desear ardiénte,nente, es decir, tener presente en el thfrnos ( en
2
gr), que es fuerza vital, alma, corazón, intención, pensaniiento, deseo" •.
Prosigue en el mundo de los arquetipos o imagina! (XX,3):

¡Cuánto a,no a esa chica juguetona,


que de entre las vírgenes y las virtuosas mujeres sobresale!

Ton eArabi señala también respecto de este verso, que la joven es la


Divina sabiduría, que llena el corazón de contento, tanto e n su pureza como
en su frescura y novedad (f:iudüth). Destaca su carácter de juego (la cüb) y
que ésta se hace amar (mutal:iabbiba). Dice que sobrepasa a las vírgenes y
mujeres virtuosas (gawani), en el sentido de que nadie ha llegado de forma
material a tocarlas, pues la sabiduría permanece lTas de un velo. Las desig­
na literalmente como banát a ljudür
- (-jóvenes del velo), al estar preserva­
das de las miradas, y existir sólo para el corazón del gnóstico.
Mas nada se le ajusta cumplidamente, no obstante, ni nombres, for­
mas, o siquiera lo bello y lo sublime, aun cuando por analogía éstos se
hallen más próximos a lo que no tiene expresión. A todo esto se llega retor­
ciendo el lenguaje, para en la respiración profunda de su carrera hacerle
entregar el secreto que guarda el origen de lo humano y por tanto, en buena
parte de la Creación. A este respecto señala P. Ballanfat en su edición de
Ruzbehan: "... car e 'est le langage lui-meme qui devient lieu de production
et non pas instrument descriptif qui dresserait le simple cataloge toujours

29
inadéquat d 'une vision qui l 'excéderait. Le paradoxe est la fonne ,néme
dans Laquelle Dieu apparaít dans une vérité textuetle ... '' 25•
Gran parte de lo que sucede en el corazón del místico ocurre también
en el lenguaje, y no es éste una 1nera transposición:

Añoró el Oriente al ver por el Este el rayo,


,nas si por el Oeste hubiese lucido, el Occidente habría anhelado.

Se refiere a la "visión" de Dios, a través de sus manifestaciones en la


existencia y los acontecimientos. El Este representa el lugar de la manifes­
tación fenoménica (maw<J.i kawn,). Por "Si por el Oeste hubiese lucido",
alude a que tras la manifestación de la Esencia Divina en el corazón del
gnóstico, éste hubiese querido permanecer en el mundo puro (tanzifz) y
oculto (gayb), pero su naturaleza humana le hace volver a la batalla diaria
de la n1ateria.

De ,niradas lánguidas y asesinas


sus cejas son vainas de unos ojos, que como sables (desenfundan).

Las "miradas asesinas", hacen perecer al buscador en su individuali­


dad, cuando 1narcha en pos de esas "ciencias" superiores, agudas y cortan­
tes de la realidad con10 sables. La languidez escenifica poéticamente la
conten1plación y la soledad que les están asociadas.
El sufri1niento del Místico/poeta posee una intensa cualidad redento­
ra, como señala H. Corbin: "Desgasta sus sentidos en el roce con lo indes­
tructible, lo contrario que el poeta, que los desgasta por el roce con lo pro­
visional; el uno se abis1na casi carnalmente en lo supremo (lo lllística:
fisiología de las ciencias), el otro se deleita en la supe,ficie de si mismo.
Dos gozadores en niveles diferentes. Tras haber JJaladeado las aparien­
cias, el poeta no puede olvidar su sabor; es un místico que, afalta de poder
elevarse a la voluptuosidad del silencio, se limita a la de la palabra. Un
charlatán de calidad, un charlatán superior" 26•
El ten1a, que está en la base de toda esta estética es el del espíritu,
rezumando a través de los órganos y evocaciones del cuerpo... haciendo
como en un espejo mágico, concebible lo irrepresentable.
En referencia al An1or, a la devotio sy,npathetica, que significa 'sus­
tanciación' por todo su ser de la investidura teofánica que confiere a una
forma visible, apunta también Corbin: "De ahí que la. cualidad y la fideli­
dad del a,nante místico sean función de su 'capacidad in1aginadora � pues

30
co,no dice también lbn <Arabi: 'El a,nante divino es espíritu sin cuerpo; el
a,nante físico puro y simple es un cuerpo sin espíritu; el a,nante espiritual
(es decir, el an-zante rnístico) posee espíritu y cue17Jo "' 21•
La unidad se transparenta más allá de las formas (XL,3):

Cuando a su clímax llega cada luna llena,


desaparece hasta el siguiente rnes.

Ella no se parece a nadie, pues se encuentra en la "estación de la uni­


dad" (1naqan1 a l -tawlfid). La perfección de la luna llena (badr) le viene de
ser reflejo del sol, que en su luz encarna al Espíritu. Tal perfección no
puede declinar (naq�) en fases.
Este a1nor conduce en un peregrinaje por el desierto, voz que sigue la
traza de la An1ada. Ciorán dice sobre esta búsqueda absoluta: "El espíritu
caballeresco, vuelto hacia lo intemporal, perpetúa allí el gusto por la
aventura. Pues la rnística es una aventura, una aventura vertical: se
arriesga hacia lo alto y se apodera de otrafor1na de espacio. En ese punto
se diferencia de esas doctrinas de la decadencia, de las que lo propio es
no provenir del manantial, sino venir de otra parte, corno las que de
Oriente fueron trasplantadas a Roma" 2&_
En los capítulos y apéndices que siguen, no hemos intentado hacer de
exégetas exhaustivos o implacables de estas poesías, lo que hubiera sido
una labor abocada tal vez al fracaso, como intentar tomar el agua del mar
con una cuchara o ser "intérprete" del "intérprete de los deseos". Tal y
como declaramos desde el inicio, nuestra labor ha intentado ser más pictó-
1ica que rigurosamente textual, ofreciendo una cierta imagen de la ascen­
sión a lo largo de los caminos, de este intérprete de los deseos.

***

NOTAS

l Poema del Cam.ino Espiritual, <Umar Ibn Al-Fari<;I (Con un estudio p r e -


liminar de los géneros báqu.ico y amoroso en l a literatura mística Lnusulmana.
Traducción y comentario de Carlos Varona Narvión) Ed. Hlperión, Madrid, 1989.
2 The Mystics of Isla,n, R.A. Nicholson, Routledge and Kegan Paul LID,
Londres, 1970, p.107.

31
3 Trujamán: "intérprete, persona que se ocupa en explicar a otras, en idio-
ma que entiendan, lo dicho en lengua que les es desconocida", DRAE, Espasa
Calpe, Madiid, 1992 t. II p. 2.035.
4 le dévoilenient des secrets et les apparitions des lumieres, de Ruzbehan
al-Baqli al-Shirazi, Edición de Paul Ballanfat, Ed. du SeuiJ, París 1996, p. 10 L
5 Se trata de la "poesía a lo divino" o "contrafacta", tal y como se denomi-
naba en el Barroco español, como las églogas, canciones o elegías de Sebastián de
Córdoba o el poema En una noche de San Juan, a partir de los versos de Garcilaso
de la Vega.
6 Ver Ilse Lichtenstadter, "Das nasib der altarabischen Qaside", Islamica.
V (1931-32) y cap. The Poet as hero (pp. 3-30) en 011 the art of 1nedieval Arabic
literature, (Princenton, 1974).
7 l 'Esprit Courtois en Orienr -cians les prem.íeres siecles de l'Hégire-,
Jean-Calude Vadet , Édtions G.-P. Maisonneuve et Larose, Pa1is, 1968, p. l.
8 ldem, p. 979. "Para los iraquíes de los s. II y ID como Ibn Da ºud. el nasib
se convierte en el "nec plus ultra" de la poesía amorosa, modelos beduinos, breve
encuentro, larga ausencia y nostalgia inconsolable". p. 26.
9 Ver apéndice biográfico.
10 La Belleza ((1usn) se refiere al punto de la contemplación esencial
(rnaJhad "a,yní), que sucede en el lugar de la separación (1naqa1n al-tafriq) del cre­
yente respecto de su Señor. Las dos referencias al oro (dhahab y tnbbar) de este
verso nos introducen, por una parte. a la perfección ($ifa ka,nal) de la meta que se
persigue, así como a una lectura alquímica, en el sentido de que en la búsqueda
espiritual se da una segunda separación (farq thíini) respecto de Ja divinidad. Según
explica Yuryani en su Libro de las Definiciones (kitíib a l -ta•ariftit), esta separación
se da tras la inicial (farq awwal) y la posterior integración en sí ( cayn a l -yam!). En
esta serie sucesiva de estaciones (al-al�farq al-thiini), supone "tomar conc.iencia,
por la presencia contemplativa (suhüd), de que la criatura es n1antenida por el Dios
Verdadero". Es la visión directa (ru•ya) de la unidad (waf:¡da) en la multitud (kar­
hara), así con10 al contrario: la visión directa de la multitud en la Unidad, sin que
uno de estos dos oculte al otro.
Según el Corán ( 3 871-74)
- Ibliis fue el único ángel que no se prosternó
ante Dios. Ibllis tiene la connotación de ángel caído que posee Luzbel en la tradi­
ción cristiana, frente al infernal y tentador demonio Satán (saifan). Habría visto la
luz en el rostro de esta esencia deseada (dhat 1naflüba).
1J Y más en concreto, como en el Taryuman alcanza la categoría de mujer
a la que Salon1ón desea y se une, en (8,2): "La an1é y la busqué desde mi juventud,
procuré desposam1e con ella, enan1orado de su belleza", y continúa, explicitando
no sólo el carácter sacro, sino tan1bién el nexo de la sabiduría entre Dios y los hom-

31
bres, como en definitiva es Salomón -"Yo soy hombre mortal, semejante a todos"
Sab (7,1)-:
"Se n1anifiesta su excelsa nobleza por su convivencia con Dios, y el Señor de
todas las cosas la ama. Porque está en los secretos de la ciencia de Dios y es la que
discien1e sus obras".
12 La bnaginación Creadora de lbn 'Arabf, Henry Corbin, Ed,- Destino,
Barcelona, 1993, p. 173.
13 En diversos otros sitios, como en Eclo (24,1-47) queda claro el que la
sabiduría, que se declara a sí misma salida de la "boca del Altísimo", se encuentra
infusa en todas las obras de Dios, es decir, en la creación y de manera especial en
el hombre".
Aunque la sabiduría posee una personificación en el Antiguo Testamento lo
hace como una propiedad o atributo divino, no como un dios. Para la distinción
entre el Antiguo Testamento y la tradición patrística cristiana, con argumentos en
contra y a favor por parte de los exegetas de si es una hipóstasis, persona divina
diferente de Dios, véase el capítulo dedicado a este tema en el erudito estudio Sofía­
María de Thom,as Schpflinger, (Hogar del Libro, Barcelona, 1993), pp. 227-244.
14 Les femmes soufies ou la passion de Dieu, Nelly et Laroussi Amri, Ed.
Dangles, St.-Jean-de-Braye, 1992, p.107.
15 Idem p. ID.
16 Idem p.116.
17 Corbin, Opus cit. p. 175.
18 "Le devoilement... ", Opus cit. p.136.
19 Idem p. l OO.
20 Corbin, Opus cit. p. 257.
El ámbito del corazón es el mundo intermedio, órgano en el que se da
en "ese encuentro sym-bálico entre la presencia y el testigo: "es la imaginación
creadora, suscitadora de acontecimientos sitnbólicos. Y ese órgano tiene su espacio
nutricio en el latido cósmico de una región intermedia, que en la tradición islámica
queda generalmente especificada como aniina mundt', ver La Edad del Espíritu,
Ed. Destino, (Barcelona, 2000), de Eugenio Trías, p. 266.
21 Corbin, Opus cit. p. 188.
"La tradición nos recuerda con frecuencia que la Belleza es la teofanía por
excelencia: Dios es un ser bello que ama la Belleza. Esto, naturalmente, sólo puede
ser verificado en función del amor místico que definieron y vivieron los espiri­
tuales, para quienes la simpatía percibida entre lo invisible y lo sensible significa
que lo uno 'simboliza con lo otro". Cp. 194.
22 "La Imaginación activa creadora" es la que opera la "reconciliación" de
los dos amores y los dos planos. Ver Corbin, Opus cit. p. l 87.

33
23 Trías, Opus cit. p. 264. Analogía a través de señales: "Ese espacio es her­
menéutico: comunica con el cerco del aparecer y propone vías de acceso, desde este
mundo existente, hacia el mundo invisible, deduciendo de· lo de aquí', por vía de
analogía, la realidad y existencia de lo divino". Idem. p. 270.
24 Corbin, Opus cit. p. 258. 1maginación Creadora: "por su facultad repre­
sentativa (wahrn)-afirma nuestro shaykh- todo hombre crea en su Imaginación acti­
va cosas que no tienen existencia más que en esa facultad. Éste es el caso general.
En cambio, por su hi1n1na, el gnóstico crea algo que existe fuera de dicha facultad".
Cp. 259
25 "Le devoiler.nent. .. ", Opus cit. p. 106.
26 Corbin, Opus cit. p. 142.
27 ldem p. 186.
28 La tentación de Existir, Ciorán. Taurus, Madrid. 1979, p. l 37.

34
CAPÍTULO l
LA PALABRA MÁS ALLÁ DEL LENGUAJE: NOTAS PARA UNA
HERMENÉUTICA DEL TARYUMAN AL-ASWAQ

EL título de esta obra, El Intérprete de los Deseos, que en el propio texto


no tiene 1nás explicaciones que el contenido si1nbólico de los poemas sobre
el deseo místico-amoroso, es verdaderamente insólito para el siglo XIII.
¿Interpretar la propia pasión?... ¡Una pasión que aden1ás se encuentra ambi­
guamente motivada por una bella joven persa (N�fun) y por el absoluto!
Más que una exégesis o traducción, que en este caso serla por parte de Ibn
e ArabI una "traición", parafraseando el famoso dicho italiano, se refiere a la

poetización y muestra de un gran abanico de sentimientos contradictorios


que aquejan al hon1bre en su búsqueda espiiitual: anhelos y pesares, pacien­
cia, llanto, éxtasis, aflicción, desgarro, ternura o nostalgia. E n efecto, aun­
que el Taryumiin se acerque a la llamada "poesía epitalámica", de factura
cortés y rico léxico, ésta es también una dura búsqueda de la amada por los
desiertos, desfiladeros y ca1ninos, no a la manera dócil y gozosa del Cantar
de los Cantares, por viñas y sotos, sino más en la línea de la literatura sufí
sunní, de usualmente marcado tono ascético y preceptivo.
E n eJ fondo, y debido a la insistencia que habita en estas odas, como
en gran parte de la literatura mística, por nombrar lo innombrable, por
rep1·esentar lo irrepresentable, late una rebelión _prometéica contra la otre­
dad de Dios, contra el pertinaz velo que lo oculta, situándose en oposición
a esa distancia jusalvable, con el dolor propio de un amante desairado y
movido por la angustia de un abismo sin fondo.
La vivencia íntima de la religión se satisface en la distancia ontoló­
gica, en la adoración y el rito, pero a condición de que se anule postrera­
mente ese intersticio, de que el salto no sea impracticable de forma termi­
nante, incluso si éste ha de ocurrir con la muerte, sino que tras ese trance,

35
tuás aUá del cruce de este despeñadero, llegue a ocwi-ir finalmente, como
una cita de amantes postergada toda una vida, mas con el último desenla­
ce coronado por Ja unión. De ahí que en el Taryuman abunden las citas a
la muerte real y simbó]jca, a la extinción (fanii:'), como paso previo al
Conocimiento (XLVI,5):

En su gravedad es esquiva, y en el llfnor co1110 en un juego se solaza.


¡Entre la severidad y el juego eslá la 1n11erte!

O igualmente, en el verso (XX,11 ), en el cual el gnóstico (sétlik) ha


de hacerse con un saber y unas facultades divinas (qinva iláhiyya), que le
hagan posible el enfrentarse a la manifestación trascendente o teofanía
(tayallI yalalf), sin por ello fallecer:

¡Por Dios que a la tnuerte no te,no, sino tan sólo a 1noril� pues no podría
ya verla!

Expresa Ibn eArabi en estas líneas la necesidad de la muerte como


última frontera, a partir de la que se disuelven las limitaciones humanas en
su relación con la divinidad, al tiempo que enfatiza la tristeza, que en cuan­
to ser humano, le produce tan letal canon. Este se cifra en la desaparición
respecto del mundo sensible, de la belleza de la arnada, motivada por la
marcha incierta e inte1minable del buscador hacia la Belleza de la "otra"
,
Amada, aun cuando aquélla sea de Esta una n1anifestación, un débil refle-
jo, esplendoroso sólo ante los ojos carnales.
Para salvar este escollo del alejamiento, y a pesar de la presc1ita abs­
tracción de la divinidad, en el 1nismo Corán (50,16) se dice que Dios se
encuentra respecto del hombre: "más cerca de él que su llLÍsma vena yugu­
lar". Expresada así, resulta en extremo paradójica la relación del ser hu1na­
no con la máxima sacralidad, ya que ambos se hallan a una distancia y una
cercanía absolutas, lo cual es tan humanamente inasumible como descon­
certantemente próximo a la experiencia del amor, en la que lo 1nás inme­
diato y palpable constituye un enigma indescifrable. ¡De ahí el necesario
apelativo de intérprete que aquí se otorga a sí misn10 el poeta! La amada es
tangible, pero su ser se aleja más y más en el río de las mil sensaciones y
evocaciones, y en él permanece para sien1pre oculta. Esta paradoja hace
• que en el plano del ser creado se confiera a los deseos, a los dolores, aspi­
raciones, y anhelos relacionados con lo sacro, un carácter doble. O bien son
éstos abstractos, sin objeto posible, pura ansiedad de absoluto, o radical-

36
mente concretos: los aquí causados por la divinidad bajo la forma de una
bella y esquiva mujer.
En la tradición monoteísta no puede hablarse acerca de Dios de forma
directa, descriptiva, ya que no posee una manifestación determinada,. sino
adjetivos: el Poderoso, el Clemente, el Supremo, etc. Tal manifestación se
da pues por eliminación respecto de la experiencia cotidiana, lo que_ no es:
.
esto no, eso tampoco... por la perífrasis de las emociones que despiertan en
el corazón, el más ancho y sutil órgano de la teofanía, en el que se opera la
co1nunicación de los dos 1nundos. El lenguaje poético del Taryuman desig­
na de manera sintética tal lejanía y abstracción, centrándose en ese salto de
niveles por valles y profundas gargantas (XXID,l):

Tras cruzar profundas gargantas,


Llegaron al alba a Wá.di Al-'Aqiq

... Y es que por muy firme que sea la fe, la imagen de Dios está siempre
para el hombre en trance constante de fonnación, de mudanza, desvaneci­
miento y vuelta a hacerse presente según su estado (�al) y situación (1naqiim).
Cuando apenas parece que va a llegar a una formalización y vecindad, a
"dibujarse" "sus ojos" "en las entrañas", un vértigo de imágenes se sucede y
sale de cualquier coordenada representable de percepción (XXV,12):

Nada hubiese escrito Hernies si viera cuanto la belleza en sus mejillas


dibujara.

Como cuando las bellas son contempladas en sus inesperados viajes,


cual un sol inalcanzable (XXV,2):

Como soles rutilantes, peregrinas al inicio del nies lunar, descubriendo sus
rostros invocaron a Dios.

El Lenguaje es la base constitutiva de nuestra conciencia; querámoslo


o no, somos él, como .los animales son el instinto y las capacidades de largo
perdidas para nosotros. A partir de este hecho, como en buena parte de la
expresión niísti.ca, Ibn eArabi nos sitúa a lo largo de su Taryuman en una
montaña con dos laderas de sentidos inversos: de materialización y subli-
1nación. Más allá del silencio, de la exclusión, de la sideral lontananza, lo
,
único que puede decirse de El son Sus Nombres, 99 en número, y esa senda
la recorre pacientemente Ibn "A.rabi en la presente obra como un joven ena-

37
morado. Ni:?lim, la Armonía, es el sol en el que todos ellos se reúnen como
rayos. Estos calificativos mayestáticos expresan An1or, Guia, Grandeza,
Poder, o Creación. Posee el lenguaje, en este sentido, una indecible capaci­
dad de encarnación, de generar imágenes a partir de significados en germen,
así como de su efecto contrario: con el absoluto plasma un rostro y a lo más
concreto torna universal. Como la pintura o la música, tiene 1a facultad de
dar cuerpo a vivencias que no conllevan ''representación'', simbolizando o
prolongando una visión interna allí donde los ojos no logran una experien­
cia directa. La palabra es por tanto mágica (XXIX,7):

C-0n magia y prodigiosfascinan


a las almas, y a los oídos con palabras.

El poder de la palabra aparece en varias ocasiones en el Taryun1an


(XX,21):

Con nuestro a,nor, que creaba dulces y conmovedoras palabras, no llega­


das a pronunciar.

La elocución mística se ha desai.Tollado por dos vías, en ocasiones


estancas y otras entrelazadas: por el amor y el conocimiento. San Juan de
la Cruz, por ejemplo, destaca como uno de los máximos exponentes del
primer caso, mientras que Eckeha1t lo seóa más bien del segundo; rara vez,
sin embargo, se da en esta experiencia una posición única y estrictamente
"intelectual". Como señala a este respecto Aiois M'. Haas, "Dosfuerzas son
las que han ernpujado al hornbre: el intelecto y el a_fecto, la facultad de
pensar y de amar. Su alcance para la concepción de que el espíritu hunia­
no se hace de su unión con Dios, es el gran te1na de la mística cristiana de
Occidente. (..) Se desarrollaron cantidad de paradig,nas y modelos, de
caminos y formas de búsqueda para describir lo que de un rnodo cam­
biante fue denominado visión de Dios, éxtasis o rapto, divinización, vida
en Cristo, nacimiento de Dios en el alma, radical aceptación de la volun­
tad de Dios o uni6n con Dios" 1•
El amor es sin duda la dinamo del Taryuman, que en sus 61 poemas
genera otras tantas variaciones sobre un mismo asunto: la sed de unión con
el misterio, en sus infinitas y contrapuestas expresiones (XLVID,13):

¡Quién iba a. ayudar a un ho,nbre abrasado por sus (propios) suspiros, y de


/-G belleza de esas cejas hecho esclavo!

38
El ainor tiene siempre una doble lecturd, y una profundidad sin fin, al tiem­
po que los deseos se ven sin remedio n1ezclados cuando no en pugna (XXIIl, 17):

Mi ansia es rni ,nontura, nii tristeza ,ni vestido,


mi pasión mi trago en la tnañana, y co1110 bebida para toda la noche: tnis l.ágrimas.

Es de señalar los numerosos paralelismos que se dan entre San Juan


de la Cn1z e Ibn eArabi, especialmente el del Taryuman, y no sólo por las
1netáforas de la poesía ainato.ria "a lo divino", sino también en el hecho de
acon1pañar a sus versos de un comentario bastante ponnenorizado.
lguahnente, les une el que esta exégesis de sí mismos fuese posterior en su
composición a los propios poemas, y en buena medida motivada por cir­
cunstancias sociales e históricas relativamente ajenas a su vivencia. Es por
ello que esta exigencia de glosa opera como un añadido, para que su lectu­
ra se hiciera más fácil por parte del común de los hombres, y no fuese úni­
camente u.n texto para los "compañeros" gnósticos, como desde el princi­
pio estaba concebido el poemario. En San Juan de la Cruz, tanto como en
Ibn 'Arabi, es clara, no sólo la preeminencia del poema sobre su interpr e ­
tación, sino el carácter regente de la experiencia que expresa, por encima
de] comentario. En el primero son la noche y las fuentes cristalinas el eje
unificador, mientras que en el segundo es el desierto, los vientos y carava­
nas, lo que hace profundizar en su discurso y moverse por negación: eso
no, eso tampoco... hacia la luz, en ocasiones innombrada.
En alusión a esta disparidad entre los versos iluminados, y el digamos
manual básico de interpretación del comentario en prosa de San Juan, seña­
la Luce López Baralt: "Sin embargo el resultado es profunda,nente decep­
cionante. Aunque aquí y allá encontramos algo que arroja luz sobre un
pasaje, la rnayor parte de las interpretaciones coartan el texto del poema
y destruyen sus reverberaciones. Por ejemplo, no añade gran cosa a la sig­
nificación de la linea Iré por esos montes y riberas el saber que los mon­
tes, al ser altos representan las virtudes, y las riberas, al ser bajas, las
mortificaciones y JJenitencias" 2.
Frente al místico, el discurso teológico, que por necesidad es herme­
néutico, independientemente de su calidad, aun cuando se satisfaga en la dis­
tancia y la perífrasis, se quiere una fusión entre la razón de la fe y la razón
filosófica, discursiva. En estas dos aproximaciones a la realidad trascenden ­
te, la mística bebe sólo de la primera con tal intensidad, que se torna en expe­
riencia directa, sea ésta teísta, panteísta, o de cualquier otro tipo. La teología
busca en definitiva una lógica, una estructura coherente y sistemática, mien-

39
tras que la vivencia 1nística, trascendente, personal, y realmente intransferi­
ble, no puede tenerla. En la apropiación "personal" a la religión, los retos
aparecen únicamente corno materia interna, las experiencias van más allá de
la épica común, y los tabúes son sólo orientativos, por lo que cualquier auto­
ridad sacerdotal, y por tanto hu111ana, es vista como pasajera, como un trá­
mite generado por y para la comunidad. Del otro lado, en esta experiencia
que procede y se dirige a lo sagrado e inmemorial, son el amor y la belleza
la máxima expresión humana de unión con el más allá desconocido, supone
la vuelta al inicio, al nacimiento, aunque no hay en ella desprecio a las for­
mas limitadas, concretas, sino que son un n1edio vehicular de transporte a
otros parajes. El ainor permanece siempre en el origen (XLIV,10):

Transfigura a todo aquel que en su amor arde,


Llevándole 1nás allá de sus lírnites hun-1anos.

La Belleza apunta al lugar de la "contemplación esencial" (mashad


<ayni), que sucede en la estación de la separación (m.aqam a ltafriq)
- del
creyente respecto de la divinidad (XXV,10):

Ena,nvrado estoy desde que la belleza sobre su frente colocara una diade­
rna de oro puro (tabbar), del (1nás rico ,netal).

Las dos referencias al oro (dhahab y tabbar) de este verso 1nuestran


el no desprecio de las formas de la belleza, al tiempo que introducen a la
perfección (�ifa karniil). Estas vi·vencias implican siempre un desgarro, un
alejan1iento de los caminos usuales de la existencia, un cierto saberse ora
cercano, ora alejado del calor, de la protección y la luz y sobre todo un
largo viaje en el que, aunque el peregrino se sienta alejado de E/ella, sabe
que parte para contemplar la perfección, como un prolongado y hermoso
amanecer. Estos sufrimientos son en extremo sin1ilares a los causados por
el amor, a las dudas, el infinito abanico generado por los antitéticos p l a ­
cer/suplicio, por la renuncia y el apartamiento de los demás. Dado que los
tormentos y arrebatos no están ligados en el Taryuman a la tradición si <i,
pudieran tener un cie1to precedente en la figura de Cristo (clsa) y las cró­
nicas ascéticas cristianas, ya que no suele suceder así en el Islam sunní.
Podría también decirse, en este sentido, como se vio en la introducción, que
el presente texto se ha11a también cercano, aden1ás de al Cristianismo, al
substrato árabe preislámico y en el plano filosófico al neoplatonismo.

40
Aunque tal vez más próximo al p1imer caso de los dos antes citados,
al discurso de lo "palpable", Ibn e Arabi intenta con estos poemas y sus
notas una fusión de ambas esferas, la búsqueda ascética y la amorosa. Lo
común a a1nbas es el dolor del largo aprendizaje, las dificultades de la apro­
ximació n -seducción, así como las del alejamiento, el olvido y los infinitos
matices del dolor. El sufrimiento, nunca es dócil (XLIIl,7):

¡Espera!, dicen ellos. Mas el dolor no es paciente.


¡Qué puedo hacer yo, si n1e es tan ajena la paciencia!

Ella es esquiva y somete a mil pruebas (XLIX,8):

¿Quién ,ne llevará ante quien con mi tonnento goza?


¡Cuán indefenso freni-e a su voluntad estoy!

En este campo el a1nor libera, pero al tiempo, paradójicamente des­


gruTa (XX, 11 ):

Aun sin flechas, esta pasión ,ne acribilla,


y sin lanza, ,ne aniquila.

Es siempre una difícil unión (XXVIl,5):

(Y) aun sin esperanzas de gozar de la unión, llenas de deseo,


estas cabalgaduras, a vosotros nos trajeron.

Numerosas veces, ya desde antes de Jbn e ArabI, se ha recurrido en la


tradición musulmana, literaria, y religiosa, a alternar prosa (explicar) y
verso (expresar), como habían hecho también en la occidental, desde
Boecio a Giordano Bruno (...), dándose así en un plano paralelo, enfrenta­
do, teología y poesía mística. La teología se apoya únicamente en la pala­
bra de la revelación divina; es una sistematización diacrónica en la cual
existen miles de textos y sin embargo, de una u otra forma, la pregunta for­
mulada sigue siendo la misn1a. El lenguaje místico hace indeciblemente
más vivo a Dios, ya que juega a fondo con la subjetividad respecto de una
realidad singular, y pretende a la postre deshacerse de sí mismo, del suje­
to, de los procesos habituales del intelecto, para hallar lo desconocido.
Señala en este sentido Alois M. Haas que "Se ha hablado de un 'trágico'
divorcio entre teología y mística, que tras los primeros siglos del cristia-

41
nisnw paralizó, corno una especie de pecado original, las ideas unitarias
de los primeros cristianos. A partir de ahí pertnitió apartar todo un ámbi­
to del proyecto oficial de la Iglesia que cada vez rnás se rnan.ifestaba en su
fonna teológica frente a la libre articulación espiritual de los que habían
sido agraciados por Dios subjetiva e individualmente" 3•
En el curso de este decir apofático, del "no decir", Ibn º Arabi nos
con1unica que (XI,3):

Con La ternura del enamorado y el quejido del sediento, con ella conversé
al crepúsculo y al. alba.

Pero evita hacernos partícipes de lo que le dijo, porqlle no puede, lo


expresa únicamente con la preparación del entorno, las pautas del camino
reconido, pero no con la particular declaración de arnor. Tbn e Arab1 nos
aclara por ejemplo en sus notas que en el Corán se rep.ite en varias ocasio­
nes ej. (20,130), (40,55) la importancia del crepúsculo y el alba en la o r a ­
ción. Conversé con Ella =con Dios, recuerda la frase en la que el alma al
,
ser creada por Dios le pregunta: ¿quién soy yo?, a lo que El le hace per-
1nanecer cuatro mil años en el océano de la necesidad (baf:¡.r a l y - aw').
Pasado este período, el alma responde: ¡Tú eres mi Señor! Con ello da a
entender que la identidad última de ésta se halla en el Primero.
Frente a este sentir en carne propia, la teología intenta responder a la
pregunta de có1no hablar o qué decir sobre Dios. Aristóteles, por ejemplo,
llama theologoi a Homero y a Hesíodo, frente a los filósofos de la natura­
leza, los physikoí. En un estadio más avanzado de desarrollo, la teología
es la 'filosofía primera', la que se ocupa de las "causas necesarias e ín,nu­
tables del Cos,nos". De ahí que Borges tildara a la metafísica de género
literario, por más que forme una estructura perfecta y coherente, pues es un
intento de sistematizar lo invisible, lo impalpable, de racionalizar y otorgar
categorías a lo que excede toda razón... aunque en ese salto pierde el lati­
do vivo que ha de tener Jo indecible, la experiencia no comunicable sino
por la palabra abocada al silencio. Es la "palabra silnbólica, oscuridad
transparente... Lenguaje silencioso, infinito, e,¡ el que penetramos cada
vez 1nás profundamente en un sentir nunca probado. Allí Dios habla para
quien está atento, a la vez en la distancia infinita y en la proximidad abso­
luta"\ según señala Evagelista Vilanova en su ensayo Lógica y experien­
cia en San Juan de la Cruz.

42
La mística, en efecto, es una radical vivencia de lo "otro" a través del
yo, con la premisa de trascender esta instancia inmediata. En ella se da de
forma privilegiada una poetización de la experiencia religiosa, una aproxi­
mación al misterio. L a teología, de otro lado, obedece a una teorización
colectiva, expresa las ideas y creencias de una sociedad, de un grupo; se va
constituyendo por acumulación y con el paso de las generaciones,, por lo
que no es esencial que una persona, un formulador sobresalga sobre otro,
por mucho que sien1pre haya ciertos hitos como el kaliim y los .faliisifa en
el Islam, y los Padres de la Iglesia, o Santo Tomás, etc. en el Catolicismo.
Cuando un sistematizador cruza esa línea a través de su experiencia direc­
ta para apropiarse totalmente Jo que se quiere ciencia, entra en el terreno de
la mística. De este par de opuestos, en rara ocasión cercanos o co1nunica­
dos, podría decirse que, por su naturaleza, una surge impuesta, en un con­
texto social y te1nporal determinado, siendo la otra propuesta, en gran
n1edida de una manera abstraída del tien1po. Las deno1ninaciones y apela­
tivos teológicos son innumerables, según las religiones y las épocas, mien­
tras que del otro lado, a la mística de todos los credos y periodos la reco­
rre un mismo rayo, una única intuición de cercanía al Tú de la divinidad.
Esta designa el hecho de palpar la presencia de lo sacro: es la partida desde
cero más radical en cuanto a las convicciones, no sólo en el no saber, en la
duda, sino en el amor. Es la mística el paso más frágil, más interiorizado
posible, sin el consuelo de las Iglesias y de los Padres, aunque a la vez le
propulse una fuerza titánica. Es un doloroso soliloquio del alma en el espe­
jo, que a fuerza de paradojas y vivencias extremas, quiere romper las pare­
des de los órganos reales e imaginados y salir fuera, a lo innombrado, a lo
"abierto". Con un idioma ora requebrado ora desnudo y directo, hace las
preguntas más radicales aún a sabiendas de que nLmca llegará la respuesta.
Es como el lloro de un niño apenas nacido, quien ya supiera que no hay
posibles canciones de cuna o palabras balsámicas para adormilarse... Por
todo ello, las notas explicativas, aun colateralmente necesarias, le van
siempre a la zaga a éste y otros textos de carácter similar: son como una
pequeña vela con la que se quisiera atravesar la inmensidad del bosque.

***

El hombre es un aniinal lingüístico, podrírunos decir, parafraseando con


distinto calificativo la máxima de A1istóteles. Lo que constituye un novum en
la evolución natural introduce un nuevo riesgo: el querer "apresar" la realidad
1nediante las palabras. Desde sus inicios, desde niño, el ser humano da no1nbre

43
a las cosas que sólo conoce por su rnanifestación y son después las palabras las
que confieren su realidad, desde a los objetos más palpables, a los senti1nie11-
tos y paisajes mentales, como si el silencio o sólo la imagen, no fuesen huma­
nos y se precisara una encarnación nominal de lo "otro''. En la literatura mís­
tica por ello, ni se plantea lo que pueda ser Dios "en sf' rnismo, en su esencia,
sino en su emanación respecto del hotnbre y sus capacidades.
El lenguaje comienza por u1úr un significado y un sig1úficante, lo a b s ­
tracto y corporal, como el significado y el significante, intersección de planos
enJa que se basa el poder de los Nombres y de la Palabra. Entre lo que se puede
decir y lo que no, aparece el sentido... Según apunta en este sentido M. Sells:
''Any saying (even a negative saying) demands a correcting proposition, an
unsaying. But that correcting proposition which unsays the previous proposi­
tion is in itself a 'saying 'that must be 'unsaid' in turn. lt is in the tension bet­
ween the nvo propositions that the discourse becomes meaningful";. Frente a
la tendencia natural de la mística a ocultar, a guardar la experiencia en mensa­
jes cifrados, late la necesidad de un cierto esclarecimiento, de algunas referen­
cias o puntos fijos, distinguibles en la noche, a través de las rúeblas, por .los des­
filaderos y caminos de alta montaña, como los que nos habla Ibn eArabi desde
el primer verso del Taryuman. Poetas y gnósticos luchan con las palabras en
este no saber por dónde se andan, junto a Ja necesidad, al instinto de utilizar el
lenguaje en su constante torsión co1no instrun1ento de búsqueda.
Esta apuesta doble por conformar la experiencia a partir de Jas pala­
bras, y al tiempo, paralelamente, no llegar con ella a dar una imagen siquie­
ra desvaída de Jo vivido en momentos de arrobo, supone un constante cir­
cular en torno al secreto de lo que de 111ás humano tiene el ho,nbre frente
al resto de lo creado: el lenguaje. "En este sentido busca, por un ajuste de
las palabras o por la invención de un vocabulario técnico, aquellas 'nue­
vas palabras, que, para él, serían más confornies con la comprensión ínti­
ma de la realidad. Si hay 1nuchos léxicos del espíritu, no es que la expe­
riencia avale u.no ,nás que otro; sie,npre será un modus loquendi que
implica una relación entre lenguaje y experiencia... ·: señala Evangelista
Vilanova en "Lógica y Experiencia en San Juan de la Cruz" 6•
La interpretación profunda de este discurso guarda una indudable
conexión con el viaje, en el sentido de trayecto emprendido hacia el signi­
ficado. El traductor al francés del libro de lbn e Arabi (al-isfii.r <an natl'i''iy
a l -asfar) El Desvelamiento de los Resultados del Viaje, dice a este respec­
to: "En commentant ces différent voyages, il convainc progressive1nent son
lecteur que l 1ierméneutique constitue le tnodele par excellence du voyage,
c
puisqu 'elle .fait passer eabara _¡c ribar) de la parole ou du symbole a sa

44
co,nprénsion, a travers tous les degrés del 'etre et les niveaux de l'écritu­
re. L' interprétation aussi bien des reves que du Livre (ta'wil), signifielit­
téralement: .faire parvenir a son terrne (ma ºal)" 7•
Toda esta aproximación al "no decir diciendo", nos conduce a un cli­
n1ax de lo apafático, de lo inefable, de lo que no se puede decir, aun bullen­
do interiormente en la necesidad de hacerlo: la poesía amatoria de Ibn
e A.rabí. Se describe con el mayor lujo de detall.es para guardar el místerio.

Frente al 1igor positivo de la analogía, lo luminoso como el sol, el negati­


vo substrae. todo predicado que se le pueda atribuir e Ibn e Arab1 se sitúa
entre estos dos mundos descritos. Ta1nbién conocido como "apofatismo"
(del gdego apophasis=negación), es éste un venero que recorre la filosofía
y la literatura espiritual universales, en el que cifraba K. Jaspers el arcano
indecible de la existencia 8• Y qué hay de más inefable que el fondo de esa
contradicción en la que se unen el dolor y el éxtasis (XXV, 1 ):

¡Ay, cuánto dolor en rni cora?ón! ¡Qué dolor!


¡Ay, (y) cuánto arrobo en mi alnia!

En los últimos versos Ibn "Arab1 exclama "arrobo en rni ahna" (ialad),
pues ésta llega a contemplar la Verdad (al-{wqq). El dolor (�arb) lo causa el
espanto de que el amor destruya su cuerpo (haykal), con el que el gnóstico tuvo
acceso a las Ciencias divinas. Señala Ibn eArabi que aunque muchos buscado­
res desean ser atr.incados (tayarrud) de sus cuerpos, éstos son su medio de rea­
lización (sabil) en cuanto que humanos, y sólo debe desearse una separación
natural y espontánea. de ambos orbes, por el éxtasis (J:,.al) y la extinción ({anti'').
Toda la existencia mística es por naturaleza paradójica, terrible y
bella al tie1npo, pues va más allá de las determinaciones ordinarias, de ahí
que una figura retórica sea especialmente el oxí,noron, la paradoja, que
prefigura la superació.n de los opuestos, puesto que el Creador trasciende
toda oposición; no es acto ni ser, no está en movimiento o reposo, etc.
El innegable poder de la palabra, con sus fórmulas y juegos, tiene su
eco en el Taryuman (XXIX,?):

Con ,nagia y prodigios fascinan


a las almas, y a los oídos con palabras.

La comprensión de los principios sutiles (la{ii>'ij) por parte de quien


escucha (nafs san1a"i) el conocimiento secreto (sirr), es lo que hace al ser
humano específican1ente humano. Hacia ese saber oculto en el texto es adón-

45
de se dirige la exégesis profunda, conocida en la tradición literaria/herme­
néutica musulmana como istinbiif, siendo el comentario tii'wil: "En ejfect, la
ou l 'istinbat vise a montrer ce qui est caché, e 'est-a-dire porter au centre
jusqu' a la périphérie, le ta'wil entend f'aire traverser les différent sens
apparent pour atteindre au centre du sens caché. ll ne s 'agit ¡Jas des 'élever
interieure,nent jusqu'au centre dont les lnzam-sont les dépositaires, et que
seuls ils possedent le droit de révéler le rnoment ven u. le taºwil n 'est pas
séparable de la discipline de l 'arcane, qui est d'ailleurs aussi, mais qu 'il se
permet pa,fois de violer au nom de l 'état spirituel le ta'wil consiste done a
renzonter a l'origine de la lettre et de sy 1nantenir, et non de divulguer ce
qui est atteint. Au contraire, l'hermenéutiquefait descendre ce qui est élevé
pour a la f'ois fonder a nouveau le discours relisieux, et exposer la verité de
son état spirituel. En so,nme, la distintion entre taº wil et istinbat renvoi a la
question de la nature de lafonction du ,naf.tre soufi dans la comunauté" 9 •
En el discurso nústico late, en efecto, una fuerte pu]sión por dar un
rostro, un cuerpo a lo invisible, hay una necesidad de buscar otro lenguaje
que el de los preceptos religiosos. En ocasiones estas proposiciones son
paradojas y aparentes contradicciones, sinestesias, para penetrar en los sen­
tidos a través del espíritu, en un deseo de ir más allá del conocimiento y
sorprenderse a sí tnismo por la espalda, como en el verso (20, 19) (J 0):

¿Se11.ores, visteis acaso, u oísteis


que dos opuestos llegaran nunca a unirse?

¡Si sólo nos hubieseis conte,nplado én Rii1na,


can1biándonos sin ,nanos las copas de la pasión!

Ciertas antinomías son el pie sobre el que reposa este no saber cómo
decir (39,7):

· El sol (mis,no) es la blancura de su rostro, y (la negrura) de la noche su


cabello. ¡Qué prodigio es que así se junten el día y la noche!

Según señala el propio Ibn e Arabi en sus notas, el pelo negro hace
alusión a las Ciencias ocultas (ijfa,) de las que ella es Portadora, que son
Ciencias del símbolo (culü,n al-rarnz) y del discernimiento intuitivo (culü,n
al-su cür). El sol y la noche reunidos es una imagen paradójica (al-yarn c
bayna al-efiddayn) muy propia de Ibn e ArabI y de la literatura mística en
géneral: "suave cauterio", "dolor placentero", "sol negro", etc. El principio

46
último de integración de los contrarios, con10 expresión de la totalidad, es
,
evidente.mente Dios, de quien dice el Corán (57 ,3): "El es el principio y el
Fin, el Visible y el Escondido. Y es 01nnisciente".
Como decía,nos, el Taryumiin Al-Aswaq, co1no toda la "literatura"
mística más destacada, parte de una teología negativa, de un "no saber"
basado en la fan1osa fórmula de Spinoza omnis deter,ninatio negatio est,
queriendo a la postre saberlo todo, en la cercanía del secreto, al tiempo que
expresando una rebelión, un rechazo recurrente contra la consciencia de tal
imposibilidad. Es un intento continuado por captar la trascendencia a par­
tir de proposiciones negativas, tomadas de la tradición platónica y la teo­
logía cristiana. El lenguaje explicita pues, y al tiempo oculta esta materia­
lización. La hermenéutica actúa como un nuevo giro del propio lenguaje
para obligarse a "soltar" aquello que se resiste, pero es el único (dada nues­
tra naturaleza de animales lingüísticos) que puede hacerlo. A este respecto
señala M. Sells: "Yet the erotic themes of the poeni are critica/ for a .full
understanding of lbn <Arab[ heart that can take every_form.. lt is within the
lan.guage world of /ove poetry that lbn <Arab'i mystical apophasis achieves
its final and niosr distinctive configuration.; a co11;figuration that draws
together the tnajor the,nes discussed in the chapter (binding, transfor,na­
tion, th.e heart oj'the mystic, the breath o,f the compassionate, passing away
or.faná�, the mystical mornenl ancl breath, the station of no station)" 11•
Muchos de los pasajes sugeridos por los poemas ocurren en la noche, cuan­
do no se distingue bien la frontera entre los seres y las cosas... La noche, el sufri­
miento, es en el Taryuman todo lo que no es el rostro de Ella (XXXIX,3):

Nunca se cerró para nzí la noche,


pues corno bajo el brillo de la luna llena 1ne hacía 1narchar su recuerdo.

Hasta a la noche quiere dársela un rostro, para que no quede nada


totalmente en sombras ante la faz de la A1nada (LVII,5):

Nos encontrarernos en su tienda al calor del 1nediodía, en secreto, para


cu1nplir (así) la promesa.

Los últimos versos del Taryuman, oscuros, inciden en este no saber


(LVI,1-2):

El (noble) palacio abnenado de Bagdad


no es el castillo construido por Saddiid

47
Corno una corona sobre los jardines aparece,
co,no una virgen que en la ,nás perfu1nada de las cánzaras se descubre.

Este verso es una alusión a .la presencia del Polo (�a�rat al-qutb). No

es su residencia el paJacio edificado por Saddad, arquitecto legendario del
Irani de las columnas, una mítica ciudad de Arabia, según las tradiciones
islámicas tragada por las arenas por no sentir dicho arquitecto temor de
Dios. Señala así, que aunque se encuentre sobre la tierra, no se trata del
reino de este mundo (m.amlaka dunyawiyya), el lugar de la residencia del
Qutb. Por la corona (tiiy) se refiere a una posesión (mulk) n1ás allá de los
jardines, allende del lí1nite del inundo inferior; es decir, apunta a los cono­
cimientos (cilrn) no ordinarios. Estos son como una virgen que se desvela,
para dejar ver su rostro y su cuerpo en la cámara ante el gnóstico. Ella es
el objeto de todos los deseos y pensa1nientos (V, 1 ):

La pasión a,norosa ,ne eleva y la resignación echa por tierra.


As{, entre la tneseta y la hont/.ura rne hallo.

Respecto de Ni:?iim, a la que según el prólogo todo el Tajuman está


dedicado, le interesa a Ibn •Arabt 1nantener la ambigüedad entre amor
hun1ano o divino, y no separarlos meridianamente, lo que llama Sells
"perspectiva apofática": 'To ask who she is, human or deity, would viola­
re adab. /t would be an indelicate question. The beloved, im,1nanent within
the heart-secret. (sirr) of the poet and the Sufi, is also transcendent, beyond
all delimitation, beyond any single static image" 11•
Ella es el cénit de la mostración divina, aunque talnbién trae todas las
penas de amor (XV,6):

Por más que encubra los tonnentos del a111or,


lágri111as y desvelos los del.atan.

El sufrimiento y la angustia que causa el desconocido destino se ligan


al miedo a la pérdida del amor (XLVIT,2):

¿Quién puede soportar la angustia del arnor?


¿Quién, tragar de golpe la a,nargura del destino?

Si algo es propio del discurso del misticis1no, especialmente en la


poesía, es el forzar las palabras, retorcerlas co1no en la bancada de un taller

48
con máquinas silenciosas pero infernales, con un fragor callado que queda
suspenso en el tie1upo. El lenguaje, las palabras, están por ello forzadas a
ser aquí como cohetes que quedan quema .dos y con olor a pólvora, pero el
dibujo enig111ático del conjunto pennanece alumbrado en el cielo. Más allá
de la belleza o dureza aparentes, un poema n1ístico es un paisaje después
de la batalla, aparentemente calmo pero lleno de sangre. La escritura del
sujeto afecto a esta vía, independientemente de su religión, de si de da en
una celda, desierto, o gran ciudad, está Uena de sangre, ella es la tinta de su
escritura, como un vampiro de sí mismo que posteriormente se transfigu­
rase en pájaro radiante para volar a otros cielos. Estos altibajos son cons­
tantes en el Tar9uman (V,l):

La pasión arnorosa ,ne eleva y la resignación echa por tierra.


Así, e11cre la 1neseta y la hondura ,ne hallo.

Entre el agua y el fuego se halla el amante (VID,5):

El respiro desconoce quien el llanto ahoga,


y en elfuego de la pasión se abrasa.

M. Sells señala en este cuajado caldo de significantes: "lt is within


the hu,nan heart that the cosmos is realized, and within that heart, ar the
moment of passing away, the human is no longer aware of what ir cons­
teins. The form of the image (sura) of reality is that cosntantly changing
form that appears in the polished rnirror at the moment offanaº . The form
is ephe,neral; outside the moment of mystical union, it becomes bound into
a God of belief" •J.
El amor es la pérdida de la conciencia, del ego, y en la medida de ese
desvanecüniento (j'anii�) se da la unión con el creador. Este amor utiliza
también el sufrimiento y el gozo como instrumentos de transformación:
abanico de todos los estados, desde el erótico al místico "desvanecüniento
del desvaneci111iento" (j'ana' can-al-j'aná·') (XX,11):

Aun sin flechas, esta pasión me acribilla,


y sin lanza, me aniquila.

La pasión (sawq) penetra en el amante desde la distancia, sucede sin


flechas (sihám), así con10 sin lanza (sinan), es decir, es independiente de
los medios sensibles, pues acaece por un imperativo ('·a,nr) y una necesi-

49
dad (ltiz,ún) en el espú·itu del gnóstico. Apunta M. Sells sobre las n1aoifes­
taciones de la adivinidad como ser femenino: "The wornen correspond to
the 'appearences' (zawahir) of the real that appear to the mystic whose
heart has become receptive of eve,y forn1. By exploiting the j'act that the
no1ninated plural for,n is grammaticaly f'emenine in gender, Ibn cArabi,
like ,nany Sufis, creares an inlricately pitchet gender balance in ref'erence
to deity. In the poetic nwde, those references tend to be femenine" ••.
Tras ese desvanecimiento (j'anii!) y extinción en eUa, en la A.mada
como emanación divina, sucede como en un espejo pulido, en el que no se
contempla sino lo reflejado ... mirando el amante se ve al amado 15•
Sujeto y objeto se borran en esta extinción, como en el acto del amor
físico. Se disuelven y desaparecen en esa entrega, y no queda nada. El últi­
n10 suspiro se fue con Ella, con Ni�. y así concluye el último verso de
este Taryu1nan:

La belleza 1nis1na pierde ante ella el juicio,


y el abnizcle y azafrán sus perfiunes exhalan.

50
NOTAS

1 Visi6n en Azul-Estudios de ,nística europea, Alois M. Haas, Siruela,


Madrid, 1999, p. l.
Ver ldem pp. 97-98: "la unión. del horn.bre con Dios es pensada por Eckhart
de un ,nodo tan radicalmente trascendente, que para él ni co11ocüniento ni arnor
pueden tener función capaz de ser no,nbrada. Cierto es que se expresa con argu-
1ne1uos ca,nbia,ues acerca del papel directivo del intelecto o bien de La función uni­
tiva del amor, o bien de la realización de la beatitud en el conociniiento y en el
<11nor, pero en última insrancia sabe que la unión entre el hombre y Dios es 1an ina­
prensible que no puede ser conipren(lida con las categorías de la psicología hu,na­
na ".
2 Asedios a lo Indecible -San Juan de la Cruz acta al éJ..1asis transfor-
1nante-, Luce López-Baralt, Ed. Trotta, Madrid, 1998, p. 145.
3 Alois M. Haas, Opus cit. p. 90.
4 Henneneutica y 1nística: San Juan de la Cruz, José Angel Valente-José
.Lara Garrido (editores). Ed. Tecnos, Madrid, 1995, p. 56.
"Hacer a Dios relatable mediante el efecto, traerlo de las ínlratables alturas.
bnposible afir,nar lo que Dios es positiva,nenle. El conocüniento de Dios n.o es el
no conocin1iento, pero sí un desconocimiento. En lo referente a Dios, todo progre­
so de co11ocbniento es paradójicamente un progreso de desconocimiento; el ca,ni­
no va hacia la tinieblti, hacia la negación de todo lo que creernos saber o probar
de Dios". p. 55
S Mystical languages of Unsaying, Michel A. Sells, The University of
Chicago Press, Chicago, 1994. p. 3.
'½t the critical center of apophatic discourse -the 1no1nent of ,nystical union­
apophasis is 'pe,formed' through a fusing of divine and hu,nan referents. (.. .)
(Hi,11/him, It/it, Her/her)". Idem p . 10.
6 "Hennenéutica y Mística... ", Opus cit. p. 49.
1 Le Dévoile,nent des Ejfets du Voyage, Ibn eArabi (Edición de Denis Gri1),
Éditions de L'Éclat, Combas, 1994, p. XXX.
8 Ver Karl Jaspers et la philosophie de la existence, de M. Dufrenne y P.
Ricoeur, Paris 1947.
9 "Légitimité de l'herméneutique dans le co,nnientaire des traditions du
prophete de Rüzhihiin Baqlt: en Annales Islamologiques (t. XXXI) 1997, p . 32.
Señala P. Ballanfat respecto del método de interpretación "interna" o "profun­
da" de.l gran místico persa Ruzbehan Baqli: "l'istimbat c'est /aire jaillir i'eau
d'une source, rendre visible le cache de 1naniere ii ,nieux le saisir. Dans l'hen11e­
néutique, il n y done pas seule,nent la volonté de découvrir le sens caché (batín) a

51
..
partir de la lettre (zahir). (... ) Autre,nent dit, cornnze l 'indique la racine du niot, il
ne s 'agit pas de saisir le sens caché dans 1' apparence, il faut rendre apparent ce
qui est d'abord caché. co,nme l 'eau souterraine doil jaillir a la surface d 'un sol
appare,nent sec. l 'hennéneutique n 'esr done pas une espérience introspective, elle
vise a ,nettre au jour le rapport secret que le texte entretient avec ce qui le condi­
tionne et le fait tenir debout, exister". Opu cit. p. 3 J.
10 Como apunta Luce López-Baralt respecto a estas paradojas consubstancia­
les al discurso místico: 'Todas .estas antítesis que vanws percibiendo a ,nedida que
los versos avanzan -la herida canjeable, el carnina circLJlar. las direcciones abolidas ,
las identidades fundidas- nos permiten saber que lo que los apasionados sufíes lla-
1naban 'la herejía de la separación' entre Dios y el abna comienza a abolirse''. Y es
que el alma no puede mirar a Dios desde afuera, como un objeto externo, sin parti­
cipar ya de su propia Naturaleza divina". L. López-Baralt, Opus cit. p. 70.
11 M. Sells, Opus cit. p. 109.
12 ldem, p. 111.
13 Idem. p. 114.
14 Idem. P. 114.
15 Idem: "Sufi 1nystics used the polishing of the niirror as a synibol of the
shift beyond the distinction between subject and object, self and other". Ver
M.Sells, Opus cit. p. 63 y ss. sobre el tema del espejo.

52
CAPÍTULO ll
LA APARIClÓN DEL CUERPO INVISIBLE: APUNTES PARA UNA
; ; '°" - V -

ANATOMIA MISTICA EN EL TARYUMAN AL-ASWAQ

DE todos es bien conocida la no representabilidad de Dios en la religión


y el arte arabomusuhnán, taJ y co1no también sucede, entre otras ramas
semitas, con las manifestaciones artísticas del pueblo hebreo, por lo que no
es éste el lugar para insistir en ello 1• Esta finne prohibición ha generado en
la arquitectura y ornamentación todo un arte plástico geométrico y de la
palabra, frente, por ejemplo, a la tradición cristiana y especialmente cató­
lica, en la que a través de la Trinidad, los ángeles y los santos, pri1na la
figuración multiforme de la deidad. Sí nos interesa detenernos en este apar­
tado, sin en1bargo, en la antropomorfización subrepticia u oculta de la divi­
nidad en el Islam, que bajo diversos nombres aparece en el plano del símil,
del tropo literario y conceptual, ya incluso en el mismo Corán, y que
amplia e imaginativamente se desarrolló a lo largo del tiempo en la poéti­
ca sufí. En efecto, aunque según reza el Libro (7,143): "Ni Moisés ha podi-
do verle ¡No me verás!", también se dice de El: "todo lo oye" (58,1) y "todo
lo ve" (96,14). De igual manera, a pesar de la extendida interdicción, la Faz
de Dios es una metáfora recun·entemente usada en el Corán (28,88) y
(55,27), donde además de a Sus manos (5,64), se alude incluso a Sus ojos
( l l,37). TaJ vez de todas, la figuración más sugerente y empleada por los
autores místicos musulmanes, si bien muchos de ellos fueron acusados de
panteísmo, la contiene la aleya (2,115), de la que parece desprenderse que
, ,
El es todo y toda la creación se resume en El:
"De Dios son el Oriente y el Occidente. Adondequiera que os volváis, allí
está la faz. de Dias. Dios es in,nenso, omnisciente" 2•

53
Más allá de la ortodoxia de la religión y de los diversos ritos o cre­
encias musulmanas, como en toda apropiación personal de un credo mayo­
ritario, en la experiencia mística existe la necesidad de un cierto "cuerpo a
cuerpo" con la clivinidad, y es en la intensidad de esa distancia coita donde
se mide su alcance y penetración. Los descubrimientos, las figuras de este
"combatimento" a1noroso y terrible con quien no se ve, pero llega a hacer­
se 01nnipresente, llenan las crónicas más bellas e inquietantes que se hayan
poclido escribir en cualquier religión y testimonio humano. En el gnosti­
cismo de Ibn e A.rabi, que es el caso que 111ás de cerca ahora nos toca, pose­
en una gran importancia los Non1bres divinos, verdaderas palabras "de
poder", metáforas en las que para el ser humano se unen 1o sensible y lo
sacro, las potencias conocidas y las que no lo son 3 • Estos Nombres, cita­
dos en el Corán en un total de 99, sin embargo, no agotan la Realidad clivi-
,
na, como no lo hacen el sol y la luna, que no son El, pero de alguna mane-
ra, en la magnitud desmeclida de su manifestación, física y sutil, operan
como sus señas perceptibles (41,37), co1no su más alto alumbramiento, tal
y como se manifiesta en el pasaje coránico (41,53): "Les mostrare,nos
nuestros signos, fuera y dentro de sí mis1nos hasta que vean clara,nente
que es la verdad". Aun cuando nunca Él llegue a tener una configuración,
es "descrito" como la luz de los cielos y de la tierra (C 24, 34-35), en un
"cuerpo" .racliante que ilumina y hace ver al resto de la Creación·'.
Sin apartarse de fonna ostensible de la ortodoxia sunní, y como suce­
de en toda la literatura mística de los países meridionales -independiente­
mente de la religión profesada-, en Ibn e Arabi habita un cierto hambre de
ver, de palpar casi a la clivinidad. Y en ocasiones lo es más a la manera del
catolicismo que de1 Islam, trascendiendo así uno de los máximos tabúes de
su religión: la forma de Dios, y acercándose en un significativo número de
versos y referencias, aun sin caer en ella, a la encarnación cristiana del
Creador en Jesús 5 • Precisamente, y entre otros motivos, esta percepción
ímplicita en la poética de lbn e Arabi hizo que Miguel Asín Palacios diese
a . su obra consagrada al místico murciano el polé111ico título de El Islam
Cristianizado 6 • Esta tendencia a la visualización de lo numénico en el i1Te­
gular terreno del camino espiritual, a la que hemos tildado de "necesidad",
tiene lugar en dos sentidos: uno, digamos externo o espacial, en el imagi­
nario del gnóstico, y otro interno e inefable. El primero y el. que más nos
interesa en esta aproximación, que calificamos de "anato1nía mística", es el
recién enunciado, por el que se confiere a la divinidad un cuerpo metafóri­
co, para así tender lazos con ella en un intenso flujo de a,nor/deseo que a
su vez los trascienda. El buscador en esa vía que se quiere teofánica, intu-

54
ye, y progresivamente va generando una corporeización sutil propia, que
conlleva gran parte de los órganos sensibles: ojos, pecho, rostro, entrañas,
oídos, corazón, boca, etc 7• Estas partes anatómicas producen a su vez en el
buscador de la vía (!ariq) las propias metáforas del cuerpo intuido e ina­
barcable, las que pertenecen al ten·eno intermedio (barza}), fronterizo, de
la manifestación sutil, por el que de manera misteriosa, en una grieta del
tiempo y del espacio, se accede a la contemplación de lo sacro. En esta
grieta, surcada por relámpagos (buruq), fulgores y tinieblas, sincopada por
dolorosos sobresaltos y cálidos hallazgos, se inscribe el Taryuman.
El rostro, especialmente el de la/s Amada/s, aparece en varias oca­
siones en los versos de Ibn e Arabi, siempre con10 la mostración de una rea­
lidad que trasciende a lo puramente humano, así, el verso (XL, 6):

Alcanzó en ti su Líniite la bel.leza,


y por tu inrnensidad·no cabe otra como Tú.

Pero precisa de esta -particular materialidad, radiante, desJun1bradora,


para ser visible a los hombres, como se pone de relieve en los dísticos
(XXV, 11-12):

Si su brillo conte,nplase el (n1is11w) de,nonio, en el rostro de Adán refleja­


do, su adoración no /.e negaría.

Nada hubiese escrito Hennes si viera cuanto la belleza en sus mejillas


dibujara.

Los rostros de las a1nadas son como soles (XXXIX,7):

El sol (mismo) es la blancura de su rostro, y (la negrura) de la noche, su


cabello. ¡Qué prodigio es que así se junten el día y la noche!

Aparecen como astros rutilantes en un clima claro y diáfano (56,8):

Son las doncellas como el sol, cuando se retira la llovir.na con el rnás ruti­
lante y claro brillo.

El rostro goza en efecto de una especial importancia en la poética gnós­


tica de Ibn e Arabi, y en general en la mística musulmana y universal, huelga
casi decir por qué: es la posesión más personal e intransferible que posee-

55
mos. No sólo lo esculpimos activamente cada día, con cada respiración,
deseo o recuerdo, sino que en él se reflejan múltiples lecturas y propagacio­
nes que escapan a nuestra voluntad y consciencia. El rostro de la Namada,
en él los ojos, y de ellos la mirada, resun1e y hasta cierto punto suple la tota­
lidad del cuerpo 8 • En el Taryuman es igualmente importante todo cuanto éste
contiene: los labios, las cejas y pupilas, la boca y sus clientes, o las mejillas.
A menudo encontramos en sus versos labios que sonríen (XIl,7):

Como ta,nbién (decimos) que vestidos tienen las ra,nas,


virtudes los jardines, y que de los Labios sonrientes surge el rayo.

Aparecen labios de un rojo oscuro (XLVI, 2):

Sus labios son oscuros y su boca tan dulce,


que a las abejas en su blanca núel se ase,neja.

O labios en fm, rezumantes (XXVI, 9):

las bellas nos dieron en verdad de beber en sus bocas el agua co1no abniz­
cle, y con ella las vírgenes nos regalaron.

Acerca de este poder simbólico de la faz, señala Luce López Baralt:


"Insistamos en el prodigio, que parecería rnás afín a la poesía surrealista
del siglo XX que a la del Siglo de Oro: el Amado no tiene rostro, como ten­
drían las amadas tradicionales de Petrarca o Ronsard, sino que se conci­
be en términos metafóricos de una cascada vertiginosa de espacios e inclu­
so de tiempos y de situaciones inesperadas -noche, música, soledad, cena­
que dejan sugeridas la anulación de los contrarios: la elevación y la hon­
dura, el sonido y el silencio, lo sólida y lo etéreo" 9 •
Las mejillas de .la amada no pasan desapercibidas para este
"Intérprete de los Deseos" (XV, 3):

.El rubor de la vergüenza en sus 1nejillas se ase,neja a la claridad del día,


que hacia el crepúsculo se enca11ii11a.

También el rojo de la luna se refleja en la faz de la amada (XXV, 5):

1Ay, luna que frente a nosotros apareces velada,


con el sonrojo de la tünidez en Las mejillas'

56
En estos y otros versos se prefigura el tnisterio del "rostro", del
"cuerpo", que nunca llegamos a ver de Dios, el que empieza por ser la luz
y los astros de los posibles universos, en ellos reflejado, pero el cual no se
resume ni concentra en ninguno concreto, sino que es pura irradiación. Uno
de los pensadores europeos que en tiempos recientes más ha reflexionado
sobre la fenomenología del rostro, Enmanuel Levinas, propone la tesis de
que dada la incognoscibilidad del infinito, de la trascendencia, de lo radi­
calmente otro, en definitiva, es el prójin10 ni más ni menos que la faz de
Dios. "El rostro significa el infinito", "... el ,nodo por el cual el Otro, que
supera la idea de Lo Otro en ,ní, lo llatnamos, en efecto, 'rostro "'. Es lo
radicalmente otro lo que ofrece un reflejo de la alteridad suprema ,.,_
Este "deseo del infinito", este ardor trascendido, es necesariamente
tratado en el Taryuman en el plano simbólico, ya que es todavía un hom­
bre quien habla: señala a lo irrepresentable, a lo inefable, mediante la esca­
la y las potencias humanas, como el amante describe a la amada a partir de
sus vivencias. ¡Se habla del cuerpo para hacerlo acerca del Espíritu!
Nos encontramos así ante unos atributos corporales bellos y estimu­
lantes, en referencia a otros atributos intangibles, que se nos sugiere son
igualmente hermosos y prometedores. Los pechos turgentes (kli'ib) de las
jóvenes amadas (ver el verso XX,5), por ejemplo, según el comentario del
propio Ibn eArabi, aluden de forma metafóáca al lugar donde reside la fres­
ca leche, símbolo de la diferenciación primordial (fifra) y que Mu�ammad
habría bebido durante su ascensión a los cielos (mi <ray). El cuerpo es tam­
bién un jardín (XLIX, 4):

En un jardín por dentro de ,ni cuerpo,


una palonia hay sobre las ra,nas del ban.

Se trata del organismo poético de lo desconocido, del misterio, de la


lejana divinidad que se quiere cercana, construido con infinitos símbolos y
alegorías, tomadas tanto de la tradición como arrancadas de la propia vida
personal. Es ese Tú magnificado que se alimenta desde la niñez, con cada
experiencia y reflexión, el responsable último del dolor y la alegría, senti­
mientos contrapuestos, pero fundidos en el yunque diario de la existencia,
los que intermitentemente sobrevuelan los versos del Taryu1nan.
- ariQ, es como
Al igual que su conten1poráneo egipcio, 1:umar Ibn A l F
si Ibn "ArabI hiciera constantemente de lo visible: el desierto, las carava­
nas o las a1nadas, el trasunto de otro mundo más allá del velo, que sólo a

57
fuerza de tormento y éxtasis, se manifiesta de forma inesperada, epifánica.
Nos dice el poeta místico egipcio en su taiyya al-kubra 11:

Me consumo entre el ansia y el encendido deseo,


tanto si re Tornas inaccesible, corno si abierta,nente te ,nuestras.

No tienen aquí sentido las distinciones de amor sacro y profano: el


uno lleva al otro y en él revierte, como dos émbolos con un circuito común.
Lo erótico tien.e su germen y apoyo inagotable en el espíritu, en la sed de
penetración, y a la inversa, éste se perpetúa por la recreación de los senti­
dos, ya que en este plano de lo irrepresentable, permanecen borrados los
límites de esa forrnalización. No pueden subsistir los pares de opuestos,
aun cuando sean éstos un vehículo paradójico con el que prefigurar ese
supremo ente desconocido. A este particular es igualmente necesario recor­
dar un verso de Ibn aJ Fari<;
- I, acerca de la im.posibilidad de ver la última
belleza con los ojos carnales 12:

A ese significado que 1nás allá de la belleza hay en ti,


lo reconocí en extre,no suril para ser visto c<>n el ojo.

Este cuerpo está esencialn1ente hecho de brillo, de luz, y el sentido de


la vista, a menudo cegada, confundida, es el gran protagonista y el último
responsable 13 • En efecto, los ojos, la mirada, su profundidad y fulgor, pose­
en una importancia capital en los versos del Taryurnan de Ibn º ArabI, como
puente entre estos dos mundos separados, distintos, pero no antitéticos,
sino transidos de desconcertantes reflejos comunes (XV, 8):

De nada te servirá una ,nirada de ellas.


pues sólo es el brillo deslu111brc1nte del rayo.

Como rayos son igualmente en ocasiones los ojos, que no pueden ser
contemplados, pues aparecen "terribles" y arrojan armas (XXIX, 1 O):

Con sus ojos lanzanjlechas,


que hasta el corazón ,nás veterano en luchas y guerras atraviesan.

Hay ojos que asaetean con miradas aceradas, y que por su fuerza
matan (XV,7):

58
Y cuando digo: ¡dirigidme una ,ni rada!,
,ne contestan: ¡se te negó por piedad/

Son ojos que batallan con un corazón herido ya de 1nuerte (XL VI, 1 ):

Una guerra de a,nor hay entre ,nis entraiias y sus ojos,


y en esa contienda ,ni coráz<ín agoniza.

Antes, también, con sus ojos la A/amada hace inocentemente señales


(Xl,11):

El culmen de las ,naravillas es una gacelcl velada,


que (con la ,nano) teñida de azi¡faifa gesticula y con las cejas hace señas.

Hasta el último detalle de los ojos tiene su canto y alegoría. Esclavo,


el buscador anda perdido entre sus cejas (XLVill, 1 3):

¿Quién iba a ayudar a un ho,nbre abrasado por sus (propios) suspiros, y


de la belleza de esas cejas hecho esclavo?

No sólo tienen lugar en el Taryuman las alusiones a lo más ingrávi­


do del cuerpo, como la mirada y las pupilas, sino igualmente, las partes
más candentes y carnales de la amada: los pechos, las manos, el pelo, la
boca y su preciosa saliva (XXV,4):

¡Oh, boca sonriente, con esefrescor que tanto C1dorol


¡Oh, saliva en la que g¡,¡sté la blanca miel!

Podemos igualmente apreciar la carnosidad de la cabellera


(XXX,24):

Negra y espesa su cabellera ,


la noche se cierne cuando la suelta.

En cada órgano se instala a lo largo de estos versos una particular


lupa, un periscopio forjado con las lentes de la i1naginación y la poesía,
para sondear en las alturas, instrumentos con los que se encuentra lo que de
otra manera sería invisible por inalcanzable. Incluso Jos dientes (XXl, 1 )
son mencionables en imágenes que acercan a la divinidad:

59
¡Oh, jardín del valle, responde a la se,iora del predio, la de los blancos
dientes! ¡Oh, jardín del valle!

En este beso co1nún a lo sagrado y la carne, los pechos turgentes de


las muchachas son hechos receptáculos de unas ciencias igualmente des­
lumbrantes e inagotables (X:X,5):

¡Oh, rastro (de los ca,nparnentos) ya desaparecidos en Ra,na!


¡Cuántas jóvenes de lozanos pechos conte1nplasreis!

O, en este m.ismo sentido, nos rute de una joven, hecha suprema


Amada (XLIX,2):

Es una 111uchacha de pechos bien fonnados,


virgen, bella y delicada.

Aun cuando el Taryuman sea habitante de las alturas, en este no que­


dar preso de las imágenes, sino en ir 1nás allá de ellas y a su través, la
A/amada posee unas piernas rotundas y gran aplon10 en la presencia
(XLVI, 3):

De .firmes piernas, rostro como la luna,


en sus rnejillas el rojo del atardecer (se infla,na):
es una caiia sobre las dunas.

En la tradición islámica, como se sabe, no existe la teofanía sino de


una manera muy indirecta y perifrástica, ya que ni siquiera el Corán es dic­
tado directamente por Allah al Profeta, sino que lo hace con la mediación
del ángel Gabriel. Por ello, Ibn e Arabi hubo de beber de fuentes clásicas,
platónicas, helenísticas, y de la literatura pre.islámica, co1no señalamos al
inicio de la introducción. La imagen de Dios se encuentra en estas d e s ­
lumbrantes odas en trance constante de formación, de transformación y
desvaneci1niento. Cuando apenas parece que va a llegar a una formaliza­
ción, el vértigo y la distancia, la rotura de planos se suceden, y salen de
cualquier coordenada representable de percepción.
El conte1nplar ese cuerpo deseado que revela la Esencia y los cono­
cimientos, se da de forma súbita y necesariamente pasajera, sin apenas una
estela que quede tras su paso, de ahí que en el Taryu1nan tenga la teofanía
tan a menudo el símil del rayo (barq) (lX,l):

60
Refulgieron ante nosotros los rayos en Al-Abraqayn,
y por dentro los Eruenos nos resonaron,

Por esa brevedad y lo perentorio del suceso sobrenatural, no llegan a


colmarse las ansias de unión cuando accede el clímax (LV, 1):

Me aniquila el deseo cuando no estás y hallarte no me alivia.


¡Pues (ge,nelos son estos dos) deseos tanto en la lejanía como en la pre­
sencia!

De Dios no se pued� hablar directamente, sino por esa "Uteratura fan­


tástica" que es la teología, o a través de las emociones, del corazón, órga­
no místico por excelencia del sufismo, que a la postre se revela una vísce­
ra distinta, sutil teatro de aparición de la teofanía. De ahí que éste sea una
recurrente referencia en el Taryuman, y hace que ya desde el primer verso
exclame y se pregunte (I, 1 2 - ):

¡Ojalá supiese si co,nprendieron


al corazón que suyo han hecho !

¡Y ,nis entra,ías conocieran


cuantos desfiladeros granjearon!

Este órgano es terreno de apariciones y batallas (XL VI,l):

Una guerra de amor hay entre ,nis entrañ<1.s y sus ojos,


y en esa contienda ,ni corazón agoniza.

Más allá de estas experiencias súbitas e inesperadas de la aparición


de la divinidad en el corazón. del gnóstico, que causan un dolor lacerante
con su alejamiento, y deja una inftnita nostalgia, la divinidad, el amor últi­
mo, es también un sólido muro, una frontera ••. De ahí la importancia en el
Tar9uman de los velos que cubren la cara de las a1nadas, de las cortinas en
los palanquines, de las tiendas cerradas bajo el sol, pues todo cambia cuan­
do estos se desco1Ten y dejan ver los "rostros como soles''. Está muy viva
en este texto la mitología de Isis y sus ecos, la simbología del progresivo
desvelamiento del cuerpo de la diosa, de la Verdad, de ahí el origen de la
popular danza 01iental de los velos, y la sucesiva aparición del cuerpo de
la bailarina, que no se llega a quitar el últi1no, pues en él reside el irrenun-

61
ciable secreto del cos1nos. Los ojos del buscador alzaron en el Taryumii.n
el velo y la oscuridad se tornó luz (XLI, 6):

Cuando levantaron la cortina (del palanquín) se tornaron. en luz las tinie­


blas, 1narchando los camellos bajo el resplandor de la luna llena.

El máximo esplendor se oculta bajo su velo (XLII, 6):

Me petrificó al correr su velo.


Su belleza y esplendor nze aterrorizaron.

La revelación esencial la descubre la aurora (XLVID, 9):

A las nuís brillantes luces de la mañana deja pequeíias cuando alza ella su
velo y (el rostro) descubre.

62
NOTAS

1 (C 7, 143): "Cuando Moisés acuf.iió a Nuestro encuentro y su Señor le


hubo hablado, dijo '¡Seíiorl ¡Muéstrate a ni{, que pueda conteniplarre!' El Señor le
contestó: '¡No Me verás! ¡Mira, en ca,nbio, la niontaña! Si continúa firme en su
sitio, entonces Me verás'. Pero, cuando su Seíior se manifestó al 1nonte, lo pulve­
rizó y Moisés cayó al suelo.fulnzinaclo. Cuando volvió en s{, dijo: '¡Gloria a Ti! Me
arrepiento y soy el priinero de los que creen'".
Acerca de_este asunto, ver los clásicos Pai11ting on Islam. A Study of the Place
ofPictorial Art in Mus/i,n Culture, de T. W. Arnold (numerosas ediciones desde la
primera, aparecida en Oxford en 1928), o La Peinture Arabe, de R. Ettinghausen
(Skira, Ginebra-París, 1962); ver igualmente la bibliografía de Mul)anID1ad Aziza,
en su L '!,nage et l'fslarn, (Albín Michel, París, 1978).
2 Aleya según la tradición abrogada por otra aleya (2,.144), debido justa-
1nente al problema que plantea. Es de recordar la peculiaridad de la mística meri­
dional, de San Juan de la Cruz, Santa Teresa y en general del sufismo, la que podrí­
amos calificar de "visual", frente, por ejemplo, a la sajona, aun cuando sea intelec­
tualmente apas.ionada, sin duda más conceptual y racionalista.
M. Aziza señala por su parte qlle más que el Corán mismo, los terminante­
mente condenatorios respecto de la figuración de lo seres vivos, y por supuesto de
la divinidad, son los !Jadith o tradiciones (Opus cit. p. 39). Ver especialmente en
éste el capítulo "l,'Alternative Figurative", y en él el apartado "la conquete de la
.figuration" (Opus cit. p. 42), en el que describe paso a paso desde el inicio del Islam
la fenomenología de este tabú, así co1no la apropiación de la imagen del hombre y
de los seres vivos en las sociedades musulmanas hasta el arte contemporáneo, que
defiende, tiene sus propias raíces culturales, independientes de Occidente.
3 La mística opera en un plano o terreno intermedio de correspondencias
entre los dos 1nundos aparentemente alejados, obrando la metaforización (mayéisi)
de lo sensible, como sucede con los Nombres divinos. Ver las Futül)at Al-Makiyya,
IT, pp. 425-6.
4 Para las "paradojas de .lo sacro visualizado" por eje1nplo en la tradición
cristiana, ver El Ojo Místico. Pintura y visión religiosa en el siglo de Oro español,
de Victor l. Stoichita, Alianza Forma, Madrid, 1995, p. 77:
"El Greco consiguió así representar el nwxiniuni de presencia con el mi11in1.u1n
de nzedios figurativos. Incluso podía pasársenos desapercibido el hecho ele que el
cielo re,npestuoso 'significa' una teofanía, si (os personajes del cuadro no lo anun­
ciasen clara,nente ,nediance w1a retórica del cuerpo hábilnzente dirigida".
5 Para una "toma de posición" de Ibn eArabi respecto de la Trinidad, ver el
verso (XU,4) del Tar9uman:

63
Mi amada se convierte en Lres, siendo una y la misma,
ral y corno las (tres) Personas, por su esencia en una sola se rransrnuran..
Ver igualmente respecto de Cristo (III,8):
Hacia el río de Crisro, donde sus carnellos hicieron un alto, y en cuyas ori­
llas se encuentran las blancas tiendas.
" \:�
6 El /sla,n Cristianizado, Ed. Hiperión, Madrid, 1985.
7 A lo largo de todo el Taryuman aparece el corazón humano co,no órga-
no sucil, y asiento de la teofanía, tecreno de luchas y mostraciones. Consultar aJ par­
ticular, entre otros, el apartado que Luce López Baralt dedica en su Tite Sufi Trobar
Clus and the Spanish Mysticism: A Shared Syn1bolis111 (lqbal Academy, Labore, s/t)
que lleva por nombre "The hear1 as the 1nirror of God: the qalb, translucid and
everchanging vessel':
E l corazón es en el cristianismo igualn1ente tratado de todas las formas imagi­
nables, entre ellas y a manera de ejemplo, como piedra preciosa, al principo del
Tratado de la Refonna Interior, de Jean-Pierre Ca.mus: "Me parezco a los orfebres
y joyeros que se ejercitan con rnaterias preciosas, pues yo trabajo sólo el corazón
huniano". La anatotnía del alnza, Mino Bergarno, Ecl. Trotta, Madrid, 1998. p. 19.
8 Señala a este particular Víctor Poucel: "Co,no el rostro se encuentra rnás
cercano a la lu.z, su característica general es la claridad. Y sobre este paisaje espi­
ritualizado, sin el cual todos los de,nás panora,nas de la tierra serían insignifican­
tes, brilla la estrella doble del ciel<> del abna: la 1nirada. El cuerpo misrno está
todavía sutnido en inedia oscuridad, pero la n!Írada ilumina al honibre, a su rostro
y a su cuerpo. Lucerna corporis tui est oculus tuus (en ref a San Mate.o 6, 22)';
Apología del Cuerpo, Victor Poucel, Ed. Fax, Madrid, 1959, p. 37.
9 Asedios a lo Indecible, Luce López BaraJt, Ecl. Trotta, Madrid, 2000, p.
72.
10 Ver Totalidad e Infinito, E. Levinas, (respectivamente p . 304 y p. 74 ), Ed.
Sígueme, Salamanca, 1977.
11 Acerca del rostro y de su poder simbólico, ver Sínto,nas de un Retorno,
José María Mardones, Sal Terrae Santander, 1999, p. 162: "El sÍlnbolo posibilita la
aparición de lo que 110 es posible presentar de otro ,nodo. Pero es inevitable una
cierta nebulosidad en el contenida de !,o sünbólico ''.
El símbolo posee un "excedente de sentido", ver aJ respecto Paul R icoeur
Teor.ía de la Interpretación. Discurso y excedente de sentido, Siglo XXI, México,
1995.
12 Al-iáiyya al-kubrii, en Poe,na del Carnino Espiritual de Jbn AI-Fari<;I
(Traducción y estudio preliminar de Carlos Varona Narvión), Ed. Hiperión,
Madrid, 1989, p. 58.
13 " ,. p. 62.

64
14 Ya no caben imágenes, cegados por la luz. En referencia a las imágenes
que ya "no caben'; señala L. López Baralt "Ya no las venws. Extraordinario triun­
fo espiritual y artístico: ciegos de tanta luz incandescente, he,nos alcanzado la
nada que pretendía como ,neta últirna el poeta. El ojo del alrna que lla,naran
Platón, san Agustín y Meister Eckhart -ojo interior u órgano de luz para el persa
Sabasrari- ha quedado salvo de la percepción de las imágenes li,nitantes" 1• .A ojos
del Amado "Se apropia de ellos para poder 'verlo': sólo con una percepción
sobrenatural puede lograr la conte1nplació11 infinita para la que nuestros ojos -y
nuestro entendúniento no están capacitados-". Opus cit. p. 200.
15 En la tradición cristiana, las nubes (muy presentes también en el
Taryuman y en sus notas explicativas) son una de las manifestaciones de ese velo,
de esa frontera: "En la Biblia las nubes son los instru,nentos de la Revelación.
Muestran y ocultan a la vez, asumiendo así un estatus de límite en relación con lo
visible. En el Éxodo (24,J5-18;18;33,20), la nube oculta la gloria de Yahvé, su ros­
tro que el ho1nbre no puede contemplar sin morir. En el libro de Daniel (7.13), por
el contrario, las nubes son el vehículo de la teofanía: (... ) 'y vi venir sobre las nubes
del cielo a uno que parecía el Hijo del hombre"'. El Ojo Místico, Opus cit. p. 81.

65

APÉNDICE!*
MURCIA-DAMASCO: INICIO Y FIN DEL VIAJE POR EL "OCÉANO
SIN ORILLAS" DE IBN • ARABf

hN •Arabi recorrió las costas del Mediterráneo de extremo a extremo


dirección Este en el largo viaje que fue su vida: co1nenzó en Murcia y con­
cluyó en Dan1asco. Su mensaje, sin embargo, no tiene límites geográficos
o te111porales, y corno los grandes espíritus, embarca a quien a él se acerca
por un n1ar aún más vasto e insondable que el Mediterráneo, en un "océa­
no sin orillas".
El eco más noble de la llegada de la cultura árabe y musulmana a la
península Ibérica fue captado siglos más tarde en Siria, y en una tumba en
el humilde barrio de Al-�all:Jiyya de Damasco sigue latiendo, resonando
con un claro mensaje: "el amor es mi sola fe y religión".
Pocos símbolos de las mutuas influencias que desde épocas remotas
hay entre Siria y la península Ibérica podríamos ballar, tan importantes
como la figura de Ibn eArabí, tanto por su propia persona y enseñanzas,
como por sus obras, en torno a unas cuatrocientas. De ellas destaca al
menos una docena de títulos esenciales para la literatura mística de todos
los tiempos: Las Iluminaciones de la Meca, El Intérprete de los Deseos,
Las Ge,nas de la Sabiduría, El Tratado de la Santidad, El ''gran" Dlwiin,
El Libro de las Iluminaciones Divinas, El Tratado sobre la Extinción ... 1•
Tampoco hallaríamos si los buscásemos muchos símbolos parejos de ecu­
n1enismo religioso y de eso que hoy denominamos "diálogo de culturas",
del que tanto se habla pero en el que tan poco se avanza, pues por parte de
todos es preciso romper el monólogo y acercarse al otro con un doble equi­
paje: generosidad y autocrítica. Y qué mayor "autocrítica" de credo y uni­
versalidad de espíritu puede pedirse a alguien, que anclado en una estricta
ortodoxia sunní, diga en el siglo XID:

67
Mi corazón adopta todas las fonnas: unos pastos para las gacelas y un
nzonasterio para el ,nonje.

Es un templo para los ídolos, la Kaaba del peregrino, las tablas de la Torá
y el libro del Corán.

Muchos de los españoles que pasan por Damasco van a visitar, o al


menos preguntan por la tmnba de Mul:iy1 ad-Din (Ibn º Arabi), pequeño
espacio subterráneo junto al que se eleva una mezquita del mismo nombre
en la ladera sur del monte Qasio. Algunos no saben apenas de quién se
trata, oyeron sólo que ahí se encuentran los restos de alguien, que prove­
niente de AI-Andalus poseía un mensaje humanista y una ''baraka." (ben­
dición) que desde hace casi ochocientos años irradia intacta como una luz
cenital.
Mubyi-l-Din Iba AJ-• ArabI, conocido por lo general sin artículo
(para distinguirlo entre otros de Abü Bakr Ibn al-•ArabI o Abü Mul;lammad
de Sevilla) es generalmente identificado por el sobrenombre de al-sayj al­
akbar, expresión superlativa de "el más grande" de los maestros. También
se le sustantiva en Siria, Turquía (Konya) y otros lugares sólo como
Mul;lyí-l-Dín, su prirner nombre, por lo justo y apropiado de su significa­
do: "vivificador de la religión". Quien se refiere en sus notas a sí misn10
como Abü Abdallab, nació en Murcia eJ 17 de ramadán del año de la
Hégira de 560 (7 de agosto de 1165). Según la tradición familiar procedí­
an de la península Arábiga, originarios de la tribu de f:Iatim al-Taºi, uno los
míticos poetas preislámicos, trovadores y guerreros, quienes establecieron
el modelo de la casida clásica y el nasTb (poema amoroso), el mismo que
centurias más tarde su descendiente de Murcia imitaría "a lo divino'' en el
lntérprete de Los Deseos (Taryurnlin a lAswiiq).
- El poeta contempla los res­
tos del can1pamento partido de la A/amada y sale en su búsqueda, dolori­
do, al tiempo que esperanzado por una unión que nunca acabará por darse;
intenta oler su perfume en el viento y escruta el cielo, las nubes y elemen­
tos, y pregunta, pregunta sin fm por quien hace ''oscw·ecerse al sol".
Al poco de la conquista de Murcia por el sultán Abü Ya�aqüb Yüsuf
(1172), cuando Ibn e ArabI tenía entre siete y ocho años, su padre decidió
g11e debían mudarse a Sevilla. Parece que la vocación espiritual se la incul­
caron su madre y dos de sus tíos maternos: Yal,1ya b. Yugan y Muslim Al­
Jawlani, siendo más tarde apoyada por su primera esposa, Maryam bint
MuJ:¡ammad b. ºAbdün. Sea co1no fuere, la primera experiencia espiritual -
que el mismo relata en las Futül;lat 2- habría sucedido aJ parecer al borde de

68
la muerte. Estando n1oribundo por una enfermedad indeterminada, y oyen­
do por pa1te de su padre el recitado de la azora coránica Y a S- in, saln1odia­
da trarucionalmente en el Islatn en ese trance, ésta, la propia azora o capí­
tulo, se Je habría aparecido inconsciente, en sueños, y le habría dicho: "¡yo
te protejo!". De ahí la importancia que el resto de su vida tuvieron las apa­
riciones teofárucas, los signos misteriosos por parte de los seres y elemen­
tos, así como el frecuentar el mundo intermedio (barza}) de las presencias
sutiles.
Se sabe que tras esta "conversión", por la cual llamó a su vida ante­
rior yahiliyya (ignorancia), y que debió suponer una intensa y precoz cri­
sis religiosa, esturuó profundamente la religión y frecuentó a los sufíes de
su tie1npo. Todo ello hizo que su fama llegara al conocimiento del fí lósofo
Averroes, con quien se entrevistó en Córdoba, quedando impresionado por
la sabiduría del joven de sólo quince años l. Posteriormente tuvo un rus­
creto puesto administrativo (kiitib) en el gobierno de Sevilla, donde rusfru­
tó de una espléndida formación literaria, ju1iruca y filosófica, casándose
con la mencionada Maryam bint Mul'.}mmad lbn eAbdün, de Bujía, parece
que ta1nbién de una gran religiosidad. Pasó unos diez años viajando y resi­
dió en varias ciudades de AI-Andalus y el Norte de África, aunque Sevilla
fue su punto de referencia familiar, y durante este tiempo tuvo por maes­
tras a dos 1nujeres, las que tanta importancia tendrían en su vida: Fa.�1na
- uthanna de Córdoba y Sams Umm al-Fugara º, además de Salí� al­
bint a l M
c
eAdawi y Abü Ya aqüb a l Q - aysI entre otros. En 1193 emprende definiti­
vamente, según su propio testimonio el camino (sulük) de la gnosis bajo el
sayj "Uryabi, y en 1193 experimentó diferentes visiones, entre ellas la de
su propio destino, ese que le llevaría a Damasco, certificándole de entre los
grandes sufíes de todos los tiempos como el supremo polo (qufb) o guía
espiritual.
Hacia los treinta viajó a Túnez (590/1194) y un año más tarde a Fez,
donde debió residir unos cuatro años, en el curso de los que escribió su
famoso libro sobre el viaje nocturno del Profeta aJ séptimo cielo (kitab al­
isrii! ila makiim al-asrá'), que según la muy plausible teoría de M. Asín
Palacios, inspiró parte de la Divi11a Comedia 4. Por esas fechas (1197) y de
acuerdo con su propio testimonio, se habría visto a sí mismo investido de
una altísima responsabilidad: el Sello de la Santidad de Mul;iammad.
En el año 595/1199 estuvo en Córdoba, pues se sabe que asistió al fune­
ral de Averroes, y posteriormente en Almería, donde escribió su Libro del
Descenso de los Astros (nzawáqi c al-nuyüm wa matali c ahilliit al-asrár wa-l­
<ulüm.). En 598/1202, volvió a Túnez y de allí partió hacia el Este: Jerusalén

69
y El Cairo, realizando el peregrinaje a La Meca, para oo volver ya a
Occidente. Estuvo dos años en esta ciudad, en el curso de los que escribió,
entre otros, el Libro sobre el Espíritu Santo (al-rüb al-quds fi ,nunasaf:iat al­
nafs), comenzando en ese mismo año de 598/1202 su magna obra Las
ílumioaciooes de La Meca (al:futübat al-makldyyafi asrar al-malikiyya w a -
1-mulkiyya), que continuaría hasta mucho más tarde, haciendo sucesivas
correcciones ya asentado e!l Damasco. También en esa prolongada estancia
en La Meca, e n el curso del tawaf y sús meditaciones, inició la composición
de los 61 poemas nústicos-epitalámicos de su TarJurnan al-Aswiiq, dedicados
a su Beatrice de origen persa: Niz;am. Refiere el fayj (Al-Akbar) respecto de
la prodigiosa y bella joven, entre la "realidad" y la "in1aginación creadora":

"Me encontraba una noche haciendo el giro en torno a la Casa (de


Dios), cuando experimenté un instante de (gran) satisfacción, un
estado que ya rne era conocido y que me hizo estrem.e cer. Sal{ al
punto del patio con baldosas, a causa de la gente, y rne puse a dar
vueltas en la arena. Empezaron entonces a venirme (espontánea-
1nente) versos que recité, de forma que tarnbién podía oírlos cual­
quiera que allí estuviera (... )
Al instante sentí un golpe sobre mis hornbros, dado por una mano
rnás suave que la seda. Me di entonces la vuelta y hallé a una joven
griega. (En verdad que) no se había visto rostro rnás bello, hablar
,nás dulce y refinado, era la más agradable de las compañías, de
finas ideas y conversación aún ,nás elegante. En gracia sobrepa­
saba a las gentes de su tiernpo, asf conw en belleza y saber.
A todo ello pregunté: "muchacha, ¿como te lla1nas?, y dijo que "la
esfera del ojo" ( qüra al- <ayn). Le repuse que eso es lo que era para
mí, con lo que me saludó y se fue. Más tarde llegué a conocerla y
lafrecu.enté, pudiendo co,nprobar que poseía los cuatro grados del
conocirniento sutil, hasta un punto que nadie podría describír" 5 •

Posteriormente, y tras conocer también en La Meca (600/1204) al


padre de quien sería su priocipal discípulo, Sadr al-Din al-Künawi, Ma9d
al-Din Isl)ák, viajó a Konya, donde fue excelentemente recibido por el sul­
tán de esa ciudad, Kay Jusraw 6; el periplo lo efectuó a través de Bagdad,
Mosul y Malatya. Regresó de nuevo a La Meca y otros lugares de Oriente
Medio, como Jerusalén y especialmente El Cairo, donde tuvo contacto con
las cofradías (p,truq) sufíes y le precedió su fama de obrar prodigios, junto
a las acusaciones de panteísta, motivo por el que llegaron a encarcelarle,

70
siendo liberado gracias a las influencias de uno de sus compañeros. En el
año 604/1207 estaba de vuelta en La Meca, donde resiruó unos dos años y
en el 606/1209-10 regresó a Konya, protegido por el sultán selyuquí, donde
escribió su Libro de las Luces (divinas) (risiila al-a,nviir) .
Posteriormente visitó Bagdad y Alepo, ciudad en la que comenzó el
comentario de su Taryiuniin: El Tesoro y las Riquezas (al-dhajiicir. wa-l­
a•/a.q), con10 él misn10 señala, a petición de dos de sus discípulos, Badr el
abisinio, e lsmaºII Ibn Sudakin. Estos le informaron de que Los ulemas de
Alepo le habían acusado de componer unos versos eróticos sin relación con
la religión, a lo que lbn cArabi respondió (de una forma muy similar a
con10 sucedería siglos más tarde con San Juan de la Cruz respecto de su
Cántico Espiritual) con una paráfrasis y explicación de la selva de símbo­
los y alusiones encerrados en sus poemas amorosos. De cualquier forma, y
a pesar del elevadísimo tono místico y alegórico de sus versos, deja bien
claro que es ante todo a la joven Ni�am a quien se refiere:

'Vertí en verso alguno de los ardientes pensamientos (que giran en


torno) a estos tesoros de cosas preciosas. (Para ello) me expresé
mediante un alma anhelante y puse el énfasis en lo que nos une, así
corno en los asuntos sempiternos y en su noble proximidad. Todos
los nombres que empleo en esta obra se refieren a ella y todas las
moradas en las que gimo es por ella" 7•

Tras residir en Anatolia un largo periodo y emprender por Oriente


Meruo interminables viajes, lbn e Arabi se establece en Damasco en el año
620/1223, favorecido por el sultán selyuquí A l M - alik al-Muc adam (sobri­
no de Salaruno), donde hasta su muerte, diecisiete años más tarde (6 de
noviembre de 1240), disfruta de una vida algo más reposada.

Descrita en ese momento por Ibn Yubayr entre olros, como "un para-
íso sobre la tierra': con sus jardines y abundante en agua, Damasco debió
recordar a lbn cArabi a sus queridas Córdoba, Sevilla, o la ya ren1ota
Murcia, una dulzura para los sentidos que sólo los seres limitados ven con­
traructoria con el mundo espiritual. E n efecto, según señala en el capítulo
de "las Reconzendaciones" de las Futü);at, el Profeta habría dicho: "Cuida
a Sa,n, pues es la tierra que Dios ha preferido y de donde tomó a lo ,nejor
de sus servidores". Ese Damasco desapareció hace mucho, aunque alguna
callejuela junto a la Maktaba e Ambar, y en dirección a Bab Tüma, algún
esconrudo jardín apenas entrevisto, puede todavía hacemos respirar algo de
aquella ciudad ya perdida.

71
Protegido por la poderosa familia de los Banü Zaki (especialmente
por el qadi Mu1,lyi-1-Din b. ZakI), Ibn e Arabi, se estableció en lo que debió
de ser una larga etapa dorada, durante la que recogió unos frutos espiritua­
les de largo sembrados, siempre con una gran modestia y sobriedad de
vida. Parece que los ulemas de El Cairo le eran hostiles y en parte también
los de Alepo, como años después de fallecer lo serían entre otros Ibn
Taymiyya. Por el contrario, en la ciudad del Güta y el Bacada, consta que
se llevaba bien con los poderes políticos y religiosos: según Fayrüzabadi y
Maqqañ, entre otros, se habría casado con la hija del gran qadi máliki de
Damasco e Abd Al-Salam Al-Zawawi. También el gran qadI sáfi•z, clzz Al­
Din Sulami, habría afirmado en una conocida anécdota que Ibn "ArabI era
el polo (qu!b), o jefe espiritual en su tiempo del Islam esotérico 8 •
Probablemente frecuentaría la zawiya, en la mezquita de los Omeyas,
visitada por los magrebíes y andalusíes 9 • Haya o no estado en prisión, acu­
sado de zindíq (hereje), parece que su larga estancia damascena fue tran­
quila, por las buenas relaciones señaladas con el poder constituido, tanto
como con las cofradías sufíes, con las que sin grao detalle, se sabe que asis­
tía a sesiones de audición sama• 10 • Menciona también en sus Futü):lat que
en su casa se reunían al menos treinta discípulos para leer sus obras, las que
han tenido una influencia vital en la terminología y fondo de todo el sufis­
mo posterior. No cita, sin embargo, si tenían recitados (dhikr) y eventual­
mente música 11 • Sus discípulos no debieron ser ni mucho menos una socie­
dad secreta, aunque sí parece que fonnaron un cículo bastante homogéneo:
Qünawi, lbn Sawdakin, Mu):lammad Al-Mu º�µnü o Qasani.
Diez años antes de fallecer, en 1.230, escribió sus Gemas de la
Sabiduría, (fu�ü� al-�ikarn), obra capital y tal vez la más copiada y tradu­
cida, en la que comenta la vida de 28 profetas, desde Adán a Mu):lamn,ad,
y según el propio lbn º Arabi le fue dictada por el Profeta en un sueño.
Quien había visto al hombre como resumen de todas las capacidades
del universo, quien describió con todo detalle la progresiva concentración
en el mundo interior y progresiva clausura al exterior, el éxtasis y la con­
templación, falleció el 22 de rabi'!/ del año 638 (noviembre de 1240) en
la casa de Mu�yi-1 D - in Ibn ZakI, siendo enterrado en el mausoleo de la
familia. Este se halla en la ladera del monte Kasio, donde permanece basta
hoy, junto a la taqiyya y mezquita que el sultán oto1nano Selim II constru­
yó durante su estancia en Da1nasco (923-24/1517-18), tras su campaña en
Egipto.

72
En sus Futül;lat al-Makkiyya, Ibn e ArabI dice a un supuesto contertu­
lio que, "siernpre serás un viajero, por ello no puedes establecerte en parte
alguna" 12 • Esta idea, la del viaje como "desvelador de los caracteres de los
hombres", así como de la imposibilidad en el plano personal, tanto como en
el cós1nico, de frenar la existencia, se manifiesta generosamente en diversos
lugares de la obra del gnóstico murciano 13• En el que al parecer es el último
libro, "Los descubrimientos del fruto de los viajes" (kitéib a l i- sflir <an
nata"iy al-asfár), propone que todos los seres, incluida en algún sentido la
propia divinidad (a pesar de ser eterna y omnipresente), participan en una
navegación universal en la multiplicidad de mundos, en tres jornadas que se
repiten sin posible conclusión: viaje hacia Dios, en Dios y desde Dios.
Hoy en Damasco, mañana en otro lugar, nos hallamos inmersos en un
periplo sin frn, tan aterrador como prodigioso, e Ibn e Arabi es el mejor de
los compañeros en la travesía por este "océano sin orillas".

NOTAS

* Artículo incluido en el pdmer nú.mero de la revista semestral del Instituto


Cervantes de Damasco, aparecida en mayo de 2002.
l Entre otros el Kitiib al-Futülµit al-Makkiyya (Libro de las Revelaciones de
la Meca), A I Taryumiin
- al-Aswaq (El intérprete de los deseos), junto al Kítiib
Dhajii'ir wa-l-A'ltiq (Libro del tesoro de los amantes), Ristila al-Anwlir (Tratado de
las luces divinas), Kitlib al-Fanii' (Libro de la extinción), Drwiin (Diván -de versos
místicos-), Kitii.b lsfilal:zii.t a1-$üfiyya (Libro sobre la tenninología sufí), Rísala al­
Quds (Tratado de la santidad), Fu�·üf al-lfikarn (Las Gemas de la Sabiduría), Kiliib
a/-Tadbrrtit al-Jliihíyya (Libro de la política divina), Al-Ma' rifa (La gnosis), etc.
2 Edición de El Cairo de 1329 H. Libro rv, p. 648.
3 " ", Libro 1, p. 199.
4 La Escatología Musubnana en La Divina Co,nedia, M. Asín Palacios,
Hiperión, Madrid, L984.
5 Prólogo del Taryuman de nli traducción de esta obra.
6 Futül:iat, m, p. 126.
7 Prólogo mencionado del Taryuman.
8 lbn 'Arabi ou la Quete du Soufre Rouge, Claude Addas, (Gallimard,
París, 1989), pp. 296-98.

73
9 Ver "Maghrébins a Damas au W/Xlll siecle'; L. Pouzet (B.E.0., XXVIIl
1975).
10 Claude Addas, Opus cit. p. 294.
11 " ", p. 310.
12 Futül)át II, p. 383.
13 " " n, p. 282.
APÉNDICE Il*
LA VISIÓN INTERNA EN LA CONTEMPLACIÓN DE LA BELLEZA
DIVINA: EL TARYUMAN A L -ASWÁQ DE IBN "ARABI

Los sentidos corporales son una fina cortina tras la que se transparentan
otros tantos sentidos internos, más complejos e íntimamente entretejidos
entre sí. Este velo se ve incesantemente batido por el viento, por los fenó­
menos, la luz y las sombras de la existencia, con Jo que a veces dichos sen­
tidos afectan a1 ser humano y se evidencian más cercanos que los palpa­
bles, tomándose otras extraños y alejados.
No cabe duda de que en el Islam, tanto como en su vía de conoci­
miento más profundo, el sufismo, el sentido primordial es el del oído, la
voz manifiesta y la interna: la Palabra creadora (kun) recorre como un rayo
iluminador todo El Libro. La exposición de caligrafía (palabra pintada,
palabra corporeizada) que inauguramos con este coloquio es un buen ejem­
plo de ello, de lo honda que habita la palabra en esta cultura, del peso y
energía específicos de los vocablos. Mas a pesar de este hecho, del arraigo
deJ sentido del oído en la civilización musulmana, tanto en el Corán como
en la tradición sufí existen nu.merosas referencias directas a los ojos y a la
visión interna (taba,s�ur) o metafórica. Algunos de estos casos nacen pro­
piamente de la cultura musulmana o preislámica, y otros han sufrido una
impronta persa, grecorromana o hindú.
Más allá de la imagen pasajera del sueño, en prácticamente todas las
culturas y religiones aparecen relatos o pasajes sobre la visión interior, ya
sea del hombre ordinario o del inspirado, del místico, como puerta inespe­
rada de acceso desde esta vida al otro mundo, más allá de la muerte. Este
universo i1naginal ( cála,m al-mithiil), ligado al mundo intermedio (barzaj),
es el punto de enlace de los sentidos corporales y cuanto totalmente les
trasciende. Pero de ese otro lugar totalmente incondicionado, más allá del

75
mundo intennedio en el que tiene lugar la teofanía (interior o exterior), la
aparición de lo sagrado accesible al hombre, nada se sabe. El Corán dice a
este respecto en el capítulo mecano de la Resurrección, que cuando se jun­
ten el sol y la luna, "Ese día, unos rostros brillarán, contemplando a su
Señor" (75,22-23) Cotno es sabido, tanto en el Corán con10 en la Biblia
(Exodo, etc.), el hombre no puede contemplar el Rostro de Dios antes de
morir, aun cuando pueda referirse metafóricamente a la existencia de
Este ... No puede ser visto por lo tanto con ojos humanos, sino por un sen-
tido ultramundano que los trascienda. ''La vista hiunana no Le alcanza"
(...). "Es el sutil"(... )"(Corán 6,103).
No nos vamos a ocupar aquí de la hermenéutica, de la capacidad inte­
lectiva del tti'wll o interpretación profunda de la letra, de los métodos de
discernir lo escondido, sino puramente de la visión ru'ya con los ojos inter­
nos, y cómo ésta se manifiesta poéticamente en el TarJumán Al-Aswtiq de
Ibn eArabi. La visión interna o taba�Jur tiene mucho que ver con el sueño,
del que ta111bién trata Ibn e Arab1 en su FuJüJ a ll - jikam y especialmente en
el Kitab a lMubassiriit
- (libro de las visiones), y según aparece atestiguado
en la sira al-nabawiyya, fue de una gran importancia para el n1ismo
Profeta. Aunque cualquier ser humano puede beneficiarse de estas visio­
nes, son especialmente los gnósticos, <arifún, con10 el propio Ibn ºArabi.
quienes acceden a ellas más fácilmente, ya que por sus meditaciones y
prácticas se encuentran más próxin1os al mundo intermedio (barzaj) que
acabarnos de citar. También éstos pueden proyectar con su energía espiri­
tual hün1na forn1as con realidad objetiva, la "imaginación creadora", como
le llama Ibn e Arabi, y que expone en varios lugares de las Futülµt al­
Makkiyya y en su citada Fu�ü� al l;likam, en la que en sueños se le apare­
ce el Profeta y le dicta la obra.
En este ( ciilam al-jaytil) o mundo imaginal, el cuerpo y el espíritu están
disueltos y condensados en una misma "materia" común al sueño, en la que
tiene lugar la revelación. El espíritu no se encuentra aislado de la materia,
ésta también es espiritual, y aquel tiene su consistencia, su "materialidad".
Santo To111ás, por ejemplo (S.Th.I.q.LVII,a,l) trata el tema de la
visión en su acepción del ojo carnal, así como del poder intelectivo o de la
imaginación. Antes de él, ya Aristóteles había señalado en su tratado De
Anima (43 b,22), que "la capacidad del conocilniento discurre ,nediante
ilnágenes mentales·: idea que pasó a la mayoría de los pensadores 1nusul­
manes, como Averroes o Avicena.
En el Corán y los fJ-ad'ith existen numerosas referencias a la visión
interna o divina del conocedor. En el Corán (3, 13) se habla de quienes

76
"tienen ojos·: e n referencia a quien entjende profundamente la religión, a
la visión del gnóstico (barar al- •arif). Un IJ.adlth qudsl expresa por su parte
que: "me hago Su oído para que pueda oír con él y su ojo para que vea a
su través".
Para Al-I:Jallay "la visión de la gnosis -mac arifa- es el sentido por el
que se percibe el Objeto (mac arüf) ".
El ojo simboliza en muchos árnbitos religiosos el misterio de la
visión divina... que lleva a una transfiguración de los sentidos con la que
está conectada la visión interna (ba�lra). Es de señalar a este respecto la
importancia de los ojos (cain o chesm) en la literatura mística persa, como
órgano sutil que une los dos mundos, como órgano que habita en el inundo
intermedio, y que dio una poesía amatoria simbólica, en la que se canta a
la divinidad mediante la figura del amado/a:

Cuando tus ojos derraman la sangre de mi corazón


Dices: ¡guárdalo en secreto'
Farf(j U d D
- fn A[!iir

Los ojos embriagados ( ches,n-e mast) simbolizan la atracción, al


tiempo que el ocultamiento por parte de Dios frente al caminante en su bús­
queda:

'Tus Ojos son una e1nboscada


para los a111anres en el canlif!O.
¡Tan enzbriagadores son...!"
f:lafez

También sobre los OJOS embrujadores ( chesm-e yadü), dice Al­


Magribi:

¿Qué encantamiento lanzaron a ,nis ojos sus ojos e1nbrujadores,


que nada puede venir a ellos sino los suyos?

En esta misma línea de expresión, pero en el cristianismo, es de


recordar la estrofa once del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz que
pone de manifiesto en todo su esplendor la importancia del sentido de la
vista en la mística española, así como su papel en el proceso de transfor­
mación interior y del simbolis1no de los ojos:

77
¡O cristalina .fuente,
si en estos tus se1nbla11tes plateados
fonnases de repente
los ojos deseados
que tengo en nzis entrañas dibujados!

Las experiencias ligadas a la luz y al sentido de la vista, por motivos


obvios humanos, recorren todas las religiones, y también el Islam, por lo
que no vamos a insistir en ello, y pasamos a centrarnos en el Taryuman. En
este sentido, y en referencia a quien causa "tormentos de amor", es decir,
º
la Amada, la divinidad tan lejana como cercana, dice lbn ' Arab1 en el
poe1na XV de su Taryuman:

Y cuando digo: ¡dirigid1ne una mirada!, rne contestan: ¡se te neg6 por pie­
dad!

Naturalmente, este verso se refiere a la Mirada de la Faz divina,


oculta a los hombres. (C 6,103) "La vista humana no Le alcanza, pero Él
sí que alcanza la vista humana", dice el Corán. De la misma n1anera, refi­
riéndose a la resurrección y la visión beatífica, señala otro pasaje coráni­
co (C 75,22-23): "Ese día, unos rostros brillarán, contemplando a su
Señor".

Una mirada no es suficiente para alcanzar la visión extática (wayd).


Señala en su nota Ibn e Arab1 que es comparable a quien bebe agua del mar,
que siente más sed cuando más bebe, en alusión a que no es posible tener
una visión permanente (bi (iukm al-ittislil) como frecuentemente se desea
en la meditación, sino una mirada furtiva (lamh) que es el regalo o gracia
de la teofanía, breve como un "rayo".
También con la simbología de los ojos y la mirada, ligados al amor y
al deseo, con la lectura humana y religiosa, dice Ibn e Arab1 en el poema
XX del Taryunziin:

Mi ,nal (de a,nores) es por la de los lánguidos párpados.


¡Consolad,ne con su recuerdo! ¡Consoladme!

Co,no un sol surge ante los ojos,


y al ocullarse, en el horizonte de mi corazón a,nanece.

78
Este poema trata del amor como juego divino (la'ub). Escenifica en
él el simbolismo del cuerpo de la Amada con una gran riqueza metafórica.
Discurre igualmente con el símbolo de la luz, de l a Esencia y los Atributos
ctivinos; la paradoja o unión de los opuestos, y el conocilniento supremo de
la contemplación frente al limitado por la razón. Los lánguidos párpados
representan a la Presencia ('uyún al-f.za�ra) que buscan los gnósticos, y a
cuyos corazones desciende tras un largo camino.
Reitera en dos ocasiones Ibn "ArabI que le consuele con su recuerdo
(dhikr), pues es el remedio para su enfermedad (1narafi) de amor.
Destaca Ibn ºArabi que la joven es la Divina sabiduría, que llena el
corazón de contento, tanto en su pnreza como en su frescura y novedad
((iudüth). Dice que sobrepasa a 1as vírgenes y mujeres virtuosas (gawani),
en el sentido de que nadie ba llegado a tocarlas, pues la sabiduría perma­
nece tras de un velo. Las designa literal1nente como banat al-judúr =bijas
del velo, al estar preservadas de las miradas de los foráneos al conoci­
miento, y existir sólo para el corazón del gnóstico.
En el último verso que hemos leíd0, al ocultarse para el mundo de las
apa1iencias (<a/am al-sahada) amanecen en el de lo desconocido (c alam
a lg
- ayb).
Emplea igualmente el autor la palabra horizonte (ufuq) como equili­
brio de esos dos extremos que si1nboliz.an el ser humano: el de lo visible o
mensurable y el misterio: el macrocosmos y el microcosmos, así como
cualquier par de opuestos en él reunidos. El corazón es el lugar de la mani­
festación de lo Real o campo de la teofanía, tan.to como el "instrumento"
de acceso a ese mundo intermedio (barzaj) de cruce entre los dos. A la des­
cripción de este plano fronterizo Ton e ArabI dedica el capítulo 58 de su
Futü!)át a l M
- akiyya.
Ya e n la p1imera casida del Taryun1ao se nos introduce en lo que será
el tema de la obra, y con distintos n1atices poéticos y tnísticos se aborda en
casi todos sus poemas, es decir, el camino, largo y ascendente hasta el
punto de contemplación de la Belleza absoluta por parte del buscador, del
gnóstico. Los caminos de montaña o desfiladeros (si cb) conducen a un
lugar, a un promontorio o estación (maqiim), a través de unos altos (aJ:¡wal)
o estados espirituales, los que sólo existen internamente, en función de
quién los recorre. A lo largo de los poemas sucesivos, Ibn e Arabi hablará
de dunas y lugares elevados en los que se da la vis.ión (ru cya) sagrada, a
través de la metáfora de la amada, tan bella como inasible.
Cuando el caminante llega temporalmente a la cumbre, se encuentra
en los "lugares altos de la contemplación" (manaiir <ulli) de una n1ontafia

79
simbólica, o (rnaqani <alá) como señala Ibn eArabi en sus notas explicati­
vas, a los que también se refiere en el capítulo 65 de sus Futül;lat Al­
Makiyya corno (yanna al-nac im), paraíso en el que Dios se desvela aJ cre­
yente más allá de la muerte. En estos altos, como dice Ibn e Arabi en el
poema primero del Taryuman, los corazones sienten una inspiración amo­
rosa (ta<assuq), en el cual "los señores del amor", los gnósticos se extraví­
an, por el contradictorio deseo de fundirse con la Amada, y pemJanecer aJ
tiempo con una identidad propia y separada.
La primera in1agen en la que personalmente pienso al leer esta casi­
da, es en la subida al monte Sinaí de Moisés, en cuya cima no puede llegar
a ver la faz divina, pero escucha sus palabras y ve el fuego de una zarza,
como prueba de la presencia sagrada. Al igual que en el episodio bíblico y
coránico, aquí, en este primer verso se trata de la contemplación esencial,
incondicionada y sin forma, aunque ya introduce el amor como motor de
la búsqueda. El amor divino (f¡awa) y el Jargo camino o "desfiladero" para
alcanzar el corazón perfecto (qalb kamíl muf¡ammadi) y sin condicionan­
tes, es el centro mismo de su significado.
Ya a partir del segundo poema, mucho menos abstracto que el inicial,
Ibn ºArabi comienza a escenificar el (nasib) o género amatorio de la poe­
sía ttadicional árabe del desierto. Aunque "contrafacto", a lo divino, así
será hasta el final, la persecución por parte del amante de la Amada y su
caravana, de la que, a lo largo de interminables altos en lugares simbólicos
o reales de la península Arábica, constantemente canta su hermosura
(VIII,3):

(lleno) de ar11or por ellas, grité tras sus cabalgaduras: ¡Oh tú que acapa­
ras la belleza/ ¡He aquí a un indigente!

Los constantes altos y vueltas a reemprender la marcha en el camino


de iniciación (tarzq), van haciendo distinguir a quien lo acomete, lo acce­
sorio de lo esencial. La pasión externa decrece a medida que aumenta la
interna. Como un fuego que sublin1a al cuerpo y el alma hacia el espíritu,
sucesivamente va habitando los campamentos (rubü'). Con estos se refie­
re a los lugares de una intensa vida ascética (rna.J:iall al-riyiif[at), en los que
los Nombres divinos construyen sus residencias. Estos ejercicios espiritua­
les cambian coa la edad, de la primavera (rabie ) -rima con (rubü")· de la
vida pasan a la edad avanzada.
Como decíamos la contemplación de la belleza y el corazón, como
lugar ilinlitado en el que se produce tal visión, es la tónica y el lúlo con-

80
ductor de toda la obra. Lo que más nos va a interesar en esta exposición es
la belleza allende las formas, si bien, simbólicamente, parte de ellas y a
ellas ensalza.
En este segundo poema que señalamos, y respecto de las miradas, Ibn
e A.rabi dice (Il,4):

"Cuando con sus niiradas mata es para resucitar con sus palabras, y pare­
ce como si fuera Cristo quien lo obrara".

Los diversos temas que aborda metafóricamente esta composición, a


través de la imagen de la amada a lomos de camello, son: la sabiduría erís­
tica, la Esencia y los Nombres Divinos, además de la espiritualización de
la materia y la extinción (fanii. 0) del gnóstico en el seno de la contempla­
ción.

"Cuando mata con sus miradas" se refiere al (,naqiim al-fano! fi-1-


tn.ufahada) o punto del desvanecimiento, de la aniquilación en el acto de
contemplar. El resucitar por sus palabras (de Ella) se refiere a la creación­
terminación del ser humano cuando Dios sopla en él el hálito de vida
(C 38,72): "... y cuando lo haya formado armoniosamente e ir�fundido en
él Mi Espíritu".

En este sentido, y para resaltar la imposibilidad de contemplar con lo


sentidos humanos la Belleza suprema, dice en el poema XXVIII respecto
del viajero, por el desierto en pos de la amada:

"Pues es de,nasiado débil para soportar (la visión)


de esa esplendorose, belleza''.

En esta línea, y significando que está más allá de la belleza, en el sen­


tido que ésta suele entenderse, escribe en el último poema LXI (verso 9):

"La belleza misn1a pierde ante ella el juicio,


ella, que el almizcle y el azafrán su perfume exhalan".

La belleza (ya,nál) se ve desconcertada por la suprema belleza (rnin


fiusni-ha).
Esta Amada es la belleza única, "insóli.ta", sin precedente (badí3) que
expresa en numerosas ocasiones:

81
"Con magia y coqueteo, y con el kohol de sus ojos,
muestra su altivez y una insólita belleza".

Imagen que vuelve a aparecer en el poema (XXXIX, 5):


. .

"Con arnor cortejo a una de ellas:


una belleza sin par en el género humano".

Este conocimiento que se logra en la estación de la contemplación,


no tiene nada parecido, como cuando se dice en el Corán (42,11): (laysa
ka-mithlihi sayun") "nada se Le parece".
En la recepción de los Nombres divinos en el órgano sutil que les
acoge: el corazón del gnóstico, se produce uh combate amoroso (�arb
�awa). Mientras que los "lugares supremos de la contemplación" están
prestos a acoger el corazón, la gravedad,
del mundo natural, la vida coti-
diana, se oponen y resisten a esta ascensión.
En este sentido dice Ibn ºArabí (XLVI,l)

Una guerra de a1nor hay entre mis entra1ias y sus ojos,


y en esa contienda mi corazón agoniza.

Existen en el Tar9uman indefinidas citas al corazón del gnóstico


como lugar de la revelación esencial, órgano sutil sobre el cual Dios actúa,
en el famoso poema XI ("sigo s6lo la religión del amor... "), en el verso:

Una y otra vez dan vueltas a mi corazón,


con éxtasis y aflicción besando nzis colu,nnas,

Habla de éxtasis y aflicción porque el corazón (qalb) del amante,


como indica la raíz q - 1 -b, da vueltas y es inestable, girando en su búsque­
da espiritual entre el éxtasis (wayd) y la tristeza (tabrlh). Las columnas
(arkiin-i) hacen referencia a las del templo de la Kaaba y a los elementos
con los que está tradicionalmente constituido el ser humano y la materia:
tierra, agua, fuego y aire.
En el verso XIII de este poema dice:

Mi corazón adopta todas las fornzas: unos pastos pará las gacelas y un
nzonasterio para el monje.

82
El corazón (qalb ), por su versatilidad etimológica que acaban1os de
señalar, toma todas las formas a través de la variedad de estados (aJ:¡wiil) y
éstos según Jas teofanías (tayaliyyat íliihiyya) que se manifiestan en lo más
profundo (sirr), causan una mutación (tabaddul) en el corazón.
Los pastos para las gacelas que dibuja el verso, son los amados para
los amantes, y el monasterio el lugar consagrado para la adoración (para el
a1nor divino).
También en otro lugar se refiere al corazón purificado del gnóstico
como un viejo templo (al-bayt al-"a[iq al-qadím) (XXVII, 1 ):

¡Oh, viejo te1nplo, una brillante luz se elevó en nuestros corazones para
(penetrar) en ti!

Tras deJ viaje iniciático, el corazón, como centro sutil del ser huma­
no y lugar de las manifestaciones divinas, resume aquí la perfección de las
facultades humanas en la vía espiritua;I.
Por ese "elevarse" (ta'ala) una luz brillante se refiere a una transfi-
,
guración de los sentidos, por la cual veo, oye ... por El. El poema (XXX,1)
nos dice respecto de la contemplación directa de la belleza:

"Entre los tamariscos de Al-Naqá, junto a una bandada de perdices, levan­


tó su tienda la belleza".

La perdiz (qata) es utilizada aquí como símbolo de la veracidad,


según un proverbio árabe (ii�daq min al-qafii), para significar el día de la
Verdad o la Resurrección, en el cual se contemplará, más allá de las for­
mas, la inaccesible Belleza (f:¡ar).rat a l -,nusahada).
Tras innumerables referencias a lo largo de todo el Taryuman a la
Belleza (entre otras: XXIX,3; XXXVID,4; XLII,5), quizá en el poema en
el que más explícitamente se trata de la Belleza y perfección única de Dios
sea en el XL, en cuyo último verso se dice:

"Alcanzó en ti su lfmite la belleza.


y por tu inmensidad no cabe otra sino tú'�

En la "estación de la Unidad" (maqam al-tawf:¡zd), se dirige Ibn


0
ArabI directamente a la amada como perfección que no conoce el decli­
nar, pues es una verdadera teofanía. El universo aquí es el reflejo de la per-

83
fección de Dios, y utiliza el simbolismo de la luna llena, en el instante en
el que no sufre alteraciones en su plenitud.
Leeré para concluir este poema, no tan conocido como otros del libro
que nos ocupa, pero que como todos y cada uno, resumen_ la totalidad del
Taryuman.

Co,no la luna llena, entre Adhri'at y Busra, una joven de catorce aíios apa­
reció ante ,nis oj os.

Más allá del tiempo, se elevaba en toda su majestad,


pues en gloria y grandeza le sobrepasa.

Cuando a su clímax llega la luna llena,


mengua hasta co,npletar el mes.

Ella no se mueve en los signos del zodiaco,


pues queda una y la m.isnia.

¡Vasija eres, que guarda los pe rfiunes y arornas 1nás diversos!


¡Jardín eres, que la prünavera y las flores hace brotar!

Alcanzó en ti su límite la belleza.


y por tu in,nensidad no cabe otra corno Tú.

(*) Conferencia dada con motivo del seminario Arte y Sufismo, celebrado en
mayo del 2001 en la Sala Sarniyya del Museo Nacional de Damasco, organizado
por el Instituto Cervantes de Damasco.

84
INDICE TEMÁTICO

A.gua
(XXXl,2), (XXXVll,2), ( Lll, 1 ), (LJX,9).

Alma
(XVIJ,3), (XXV,1-2).

Amada
(lll,2), (XX,8), (XXI,6).

Amadas
(XJ,16), (Xlll,l ), (XXlll,5), (XVJll,2), (XXVI,9), (XXV!fl,13), (XXXJ,4-5),
(XXXT/,4), (XLV, 1 ).

Amante
(XV,5), (XIV,3), (XXVlll,14), (XXXl,14-16).

Amantes (Damas de la literatura clásica)


(N,1), (Xl,16), (XX,13,14,15), (XfV, l y 4), (XXX,7), (XLJI, 2 3
- ).

Amor, pasión, deseo


(1,4), (V,1), (V//l,1), (V/11,4), (XXI,15), (Xlll,12), (XX!ll,13), (XV,6), (XVI,/5),
(XXI/1,17 ), (XXV,10), (Xlll,l), (Xl!V,10), (XLV,2), (XLV/,1), (XLVII,2),
(XLVl/1, 12), (XLJX,5), (l,2), (UV,6), (LV,1).

Angeles
(Vil,1 ), (Xlll,2), (XXJX,5), (XXX,32), (XLI,7), (UV,2).

SS
Árboles
arak (VI,3), (XI,/). (XVl,7).
biin (Xl,l), (XXJ,4), (XXV,14), (XLl,1), (XLV/,13) , (LIX,9), (LX,3), (LXJ,J).
<Jiil (XV/1;5), (XXXV/1,2).
garab (XL VI, 13 ).
salam (XXXV!I,2).
ta111arindo (XI,4), (XXXVl,4).
ra111as (XXII,1), XXIX,1), (XLI,11-13), (LVT,3 ) .

Ascensión espiritual
(/1,2 y JO), (V,5), (X/11,9), (XV/ll,8), (XXlll,l), (XXV,13), (XVI/, 2 y 7),
(XXJTJ,J ), (XXXI,2), (XXX,32), (XLVl/1,1).

Ascesis y abstinencias
(f[J,2), (V, 2-3), (Vl,1-2), (V/11, 1), (Xl,5y 13), (XV/,6), (XIX,5-6), (XXJ,5), (XV/,6),
(XIX, 5-6), (XV/11,8), (XX,6), (XXIX,6), (XXX,32), (XXJJJ, 1 1 ), (XUV,3y 8).

Audición y palabra
(111,8), (Xlll,J), (XV!,11), ((XIX,1 y6), (XX,2y26), (XX!,1), (XX!l/,15), (XXV,4
y 19), (XXVI,7-8), (XXXT,6), (XXXlll,J ), (ll,2).

Aurora
(XXl/,3), (XXIIl,11), (XXXIX,4), (Xl/,2), (LVII,!).

Bellas
(XV/,2), (XX,3), (XXm, 3-4-8-12-1 5), (XXJV,2), (XXV, J O y 19), (XXVl,9),
(XXVllI,18) , (XXIX,8), (XXX,l), (XLll,6), (XL/11,2 y 8), (Lil/,6), (58,7).

Belleza
(Vll,5), (Vlll,3), (Xl/1,12), (XVI,16), (XXll,8), (XXV,10 y 18), (XXV!ll,18),
(XXIX,3 y 5), (XXX,l ), (XXXIX,5). (XUT,5), (XLVIJJ,4), (LVJ!/,9), (LX1,9).

Camellos
(11,1 y10), (fil,5), (Xlll,9), (XV,JJ), (XVI,]), (XVII, 1-2y7), (XV]ll,8), (XXJ,6),
(XXII,l), (XX/11,l), (XXVII), (XIX,29), (XXIX, 17-18), (XXX, 1 y 6), (XXX.1,3y
1 5), (XX){VI,3), (XL/11,5), (LIJ,J).

Caminos
(1,2), (V,5), (XVll,5), (XL/11,4), (XLIX,6), (LVIl,2), (LV!ll,l).

86
Caravana
(Vl/1,3), (XV,9), (XVJI,1), (XXJ,6), (XLl,7), (XLIII,/), (Lll,3).

Canto, cantora
(LXI).


Censor
(V,3), (XXIl/,15).

Compañeros
(lll,1 ), (XX,8).

Contemplación, visión
(l,I), (Vi, ly 4), (Xl,7), (Xll/,4 y 8), (XJV,2), (XV,l), (XX,4), (XXIX,5),
(XXVIll,4), (XXX!X,5), (XLil,5), (XLVI./), (LVl,7), (UX,12).

Corazón
(J,1-2), (N,6), (Vl,1-2), (XJ,7 y 13), (XXVII,/), (XXVlll,8-9), (XXIX,8),
(XXXV,2), (XXXVl/,3 y 5), (XL/,3), (XLV,J), (XLVJ,1-12-13), (XLIII, 5 y 7),
(L/1,3), (XLJV,1-3-5), (LIX,12), (LX1,8).

Cristianismo
(11,6-8-9), (III, I y 8), (XI, 9 y 13), (Xll,3) (XITL,2), (XXX,32), (XXVll,l).

Cuerpo
(V,l), (Xl,7), (XII,7), (XVII, 1 y 3), (XXV,J), (Lill,2).
boca, labios, dientes (lV,5), (XXI,/), (XXIV,6), (XXV,4), (XXVI,9), (XXIX,5 y
15), (XXX,25), (XXXIX,J), (XLl/,5), (XLVl,2 y 4), (XLV/11,12), (XLIX,4), (Ll,1).
cabellos (Vll,8), (Xll,10), (XXIIl,10-11), (XXJX,2), (XXX,22), (XXXl,/1),
(XXXIX,7), (XLIV.J), (XLVlll,5) (XLil,9), (L,3).
dedos, manos (XVl,3), (XX,20), (XXlll,6) (XXX,20), (XLVIll,14).
ojos, pupilas, cejas, (Xl,11), (Xlll, 2 y 6), (XXIIJ,5-7), (XXIX,10),
etc.
(XXXl,13), (XXXIV,J), (XLV,6), (XLVIIT,13), (L.3), (LIX,12 y 15).
pechos (XX, V), (XXVl,3 y 7).
pies, piernas (XXVJ,4), (XLVJ,3), (XLIX,2).
rostro, mejillas (XXV,11-12), (XXXV,2), (XXXIX,7).
sangre (LIX,12).
vísceras e i11terior (XI,12), (XIJ,12), (XX,6), (XXIX,11 y 21), (XLIJl,7).

87
Destino
(XX!V,7), (XLVI/, ) . 2

Día
(XX/l/,2), (XXX,23,24 y 33), (XXXl,1 ), (XLVJ,6), (LVll, ).
1 2

Dolor, aflicción
(l/1 12 ), (Vlfl,5), (Xl,l), (Xlll,4 y 1 1), (X!V,3), (XV,4), (XVll, 7), (XXVI,6),
(XXVIII, 15), (XXX,8), (XXX/1, ), (Xllll,8), (XLVll,1,3-5), (XLVlll,J l), (LV,1-2).
1

lloros y la mentos (XX.JO y 3), (XX/ll,16), (XXIV,/).


1

paciencia (V,/ y 6), (XV,4), (XL/ 1,9), (XLIX,8),


1

perplejidad (/,3), (lll,5), (XXIIT,13), (XXVJ/1,15), (XXXIX,2).


,zostalgia (ffl,6), (X/,2), (XVJ,8).

Doncellas, vírgenes
(fX, 5), (XVI,6),(XIX., ), (XX,3 y 16), (XXIIJ,3 y 12), (XXVl,9) (XXXIX,1),
1

(XLV/1/,3-4), (Lll,2), (LVI,8). (LIX,l).

Dunas
(XXIII,14), (XXV/Il,l ), (XXX,27), (XXXVJl,2), (XLV/,3).

Enfermedad
(Xll,6), ((XX,1), (XLV/1,3).

Espejismo
(XVII/,3), (XXV,18), (XXXl,10).

Espíritu
(Vll,6), (XI/1,2), (XV,2), (XXX,32).

Estatua
(IV, ), (Xll,l y 6), (XVI,1).
2

Estrellas, astros, cielo y planetas


Sol ( 1,3), (/Il,10), (Vll,2), (Xll,1- ), (XX,7), (XXIV,11), (XXV,7), (XXX,23),
1 2

(XXX.lX,4 y 7), (XLJV,3), (LVl,8).


Luna (fases) (XXV,5), (XXXIX,3), (XL,3).
(llena) (XVJ,1 y 16), (XXV,3), (XXIX, 1-22), (XL,]), (XL!V,1) (LVlll,5), (XL,4).
2

(mengua,zte) (XLJX,3).

88
(11ueva) (XXVW,3).
Estrellas (XVl,13).
Cánope (XX,24).
astro (XX,4), (XX!ll,6), (XXV,9).
esferas (XLIV,4), (L/V, 1).
luz, Oriente (XIV,J) , (XX,6), (XXV!ll,6), (XXXI, I ).
cielo (XL,4).

Extasis y transfiguración
(V,1), (Xl,7), (XIV,4), (XX,22), (XX1,7), (XXVI).

Extinción
(V,6), (XX1X,18), (LIX,12).

Flores
(IX,3), (X/1,2), (XXV, 15-16), (Xl,,5), (XL/,13), (XLIV,l).
rosas ((XXIV,3), (LVJJ,8), (LVIIJ,7).

Fuego
(Vl,6), (XIV, 4 y 6), (XVIII,10), (XXV,2).

Gacelas
(IX,5), (XI, 1 1 y 13), (Xll,1-6), (XIX,l), (XX,6), (XXJI,7), (XXJJl,12), (XXV,18)
(XXVIII, 1 -2 ), (XXX,2), (XLV!ll,6), (LJX,1 ).

Antílopes
(XLl,l y 3), (LVll,1).

Gnóstico
(XVI,2), (XVIll,l), (XXVll,1) , (XXIX,8 y 14), (XXXV!l,J), (XL!l,l), (XLIV), (XllX,6).

Jardín
(X,l), (Xl,11), (XVI/1,3), (XIX,6-7), (XXJ,J), (XXJI,J), (XXV,7), (XXYI,1 y 3-4),
(XXXJ,10) (XL,5), (XLl,13), (XLIX,l), (Ul, l -2 ), (LVIT,8), (LVl.,2), (LVTl,8), (LV[ll,7).
coraz6n del gn6stico co,no (IX,2).

89
Lágrimas, llanto
(V, 4), (Vll/,5), (IX,3), (Xl,2), (Xlll,1-2,7 y 17), (XIV,4), (XVI,l y 3), (XX,9-10),
(XXL/1, 5) , (XXVI,6), (XXVI/,2), (XXVIII,7 y 10-11), (XXIX,12), (XXX,20),
(XXXll/,2), (XL/,8), (XLVT/1,1 2).

Libros revelados
Corán (Xl,14).
Torá (l/, 5), (Xl,14).
Evangelio (//,9).

Luz
(11,5), (IV,5), (IX,1), (X/1,7), (Xlll,5), (XN,J), (XV,9), (XVJ,13), (XVW,6),
(XX,6), (XXTl,l ), (XXIV,4 y l 1), (XXV/11,5-6), (XXX], l), (XXXVT,4), (XLVJll, 5),
(LV/,7), (LIX,8).

Lluvia, nubes
(IX,2), (XVJ,13), (XXl,4), (XXIJ,2), (XXV,8), (XXVl,5-6), (XXIX,12), (XXX,19),
(XXXI. JO), (XXXIX,6), (XLI,9), (XLIV,10), (XLVI, 8 y 10), (LV/,8), (LX,l).

Majestad
(XL,2), (LIJ,7-8), (LV,3), (LIV,2 y 11-12).

Miradas
(Xl,J 1), (Xlfl,2), (XV,7-8), (XVI,6), (XX,4), (XIX,10), (XLV,6), (XLVl,7).
(asesinas) (ll,2 y 4), (Vl/, 2), (Xll/,6), (XXI/, 4), (XXXIV,l) (XXIX,15), (XXX,
26), (XXXI,13), (L,3), (Ll,3), (LIX,1).

Montañas
(1,2), (V, 2), (Vl/,4), (Xlil,1- 2), (XVlil,9), (XXX,17), (XXXl,8), (XL/11,4),
(XLVlll,8).

Moradas
(T,3), (ll/,3), (XVIII,/), (XXIII,1,5 y 8), (XXIV,4), (XXX.,1 6) (XLVl,12-13),
(LVIl/,2).

Mundo intermedio
(Vl/,6), (XXIII,8), (XXV,5), (XXX,l).

90
Muerte, morir
(/,3), (Xl,2 y4), (X/Il,10-1 1), (XVI, 10 y 14), (XVJl,4 y 7), (XXll,6 y 1 I),
(XXV/Jl,12 y20-21), (XLVl,5), (XUX,5).

Nizám
(11,6), (XX,16), (XXTX,14), (XXXVITI), (XL,l).

Noche
(IV,3), (X[ll,9), (XVJ/1,6), (XXIV,9), (XXV,2), (XXVll,3), (XXXIX,3-7-8) (Ll,l).

Nubes
(IX,2), (XV!,13), (XXI,4), (XX.11,2), (XXV,5), (XXVI,6), (XXIX,12), (XXX,19),
(XXXJ,10), (XXXIX,6), (XLl,9), (XLIV,10), (XLVl,8), (LX,1 ).

Partida, viaje
(11,1), (V,6), (Vl,l ), (XXX,10), (XXIJJ,J ), (XL/,2), (XLJII,J), (Lll,3).

Pacto
(Vll,l), (XIII,l), (XXX,20), (XXXIX,l), (XL!ll,4), (XLVJI,J), (LX,J).

Pájaros
(XXV/,4), (XL/,1), (XLVl,14).
águila (XXII/,3).
cuervo (XJII,8), (XXV,10-11), (XXIII,4), (XLVI,13).
halcón (XLJII,7).
paloma (lX,3), (Xl,l) , (Xlll,J), (XVI,7 y 10), (XX,2), (XXV,20), (XXXII,J),
(XLIX,5), (LVI,6), (LXI,2).
pavo real (11, 1), (XIX,7).
perdiz (XXX,!), (XXXJV,3).

Paradojas y antinomias
(V,1), (XX,1 9-20), (XX.V, l), (XXIX,3y12), (XXX,16), (XXXl,7y11), (XXXII,3),
(XXXIX,7), (XLV,4), (LV,l y4).

Peregrinación (La Meca, Jerusalem, lugares santos)


(lll,2 y4), (Vil,! y4), (Xl,8), (XXIX,22), (XXXJl,2), (XXXV,2), (XXXVI,J),
(XXXVIT,3), (XXXVlll,1), (XLJ,3), (XLVI,10-1 I), (LIX,2-3, 5y 6).

91
Perfumes
(Vl,2), (Vll,7), (XXIIl,6 y 12), (XXV, 3 y 15), (XXV/,9), (XL,5), (XLVl,6), (U.2), (l..X,3).
y Ella (XXXJ,6), (XLV/,8).

Perlas
(ll,2), (XXIX,9 y 15), (XLV/11,5-6-7), (LV/,4), (UX,10).

Placer
(111,3), (U,4), (LV,/).

Poesía, elocuencia, etc.


(XX,1 6 y 23), (XLI, 10), (XUl,1 1 ), (LXJ,6).

Profetas
Adán ((Xlll,I), (XXV,11).
Cristo (/11,8), (V,4).
ldrís (XXV,12).
Juan el Bautista (Yaltya) (V,4).
Mutiam,nad (XLI,/), (LV!,6).
Moisés (Vlll,6), (Xl,4), (XV!/,5), (XXl,l), (XX!X,18), (XXX,32).
Salonión (JV,l), (XXV,13), (XXX,8), (l..X/,6).
profecía (IV,1), (Xlll,2), (XV!ll,8).

Promesas (engañosas)
(XV/,2), (XXII,9), (XXX,18), (L!X,4).

Ramas
(XXII,/), (XX!V,5), (XXV,3 y 7 -8 ), (XXIX,J), (XXX,26), (XXXJil,l ), (XLl,l ly
13), (LV/,3 y 6).

Rastros del campamento, huellas, trazas


(l,2), (XVJ,5), (XV!l,l), (XVI/1,5), (XIX,1) (XX, y 8), (XX!V,J) (XXVI/1,15),
(XXX,2-3 y 32), (XL!,3-4), (LVJ!l,l).

Rayos, truenos, relámpagos, fulgores


(!X,1-2), (XXIl,2), (Xlll,5), (XIV,2), (XV,3), (XXVI,5), (XXX,19), (XXX!,2),
(XXXVI,4), (XL/,9), (XLJX,8).

92
Sabiduría
(1/,3), (XX!X,4).

Salvaje
(ll,7), (XIX.2), (XXX!V,1), (L,l).

Separación
(Vl,4), (XV,9), (XL/ll,7), (XLV,4), (XLIX,7).

Sepulcro
(11,7), (XVll,14), (XJX,8).

Silencio
(XX,2 1), (XLJI,10).

Sombra (reparadora)
(V[,3), ((XXI,5), (XXTV,5), (XXVI/1,17), (XXXVJI,2).

Teofanías
(XI,13), (XfV,4), (lfV,6), (XLI,2).

Tiendas, acampar
(TII,6 y 8), (fX,4), (XIII,5), (XVl/,5-6), (XIX,4), (XXIV,2), (XXVII,6),
(XXIX, I 7,20 y 2 9), (XXX,31), (XXXVI,3), (XXXVII,2), (XLVll,4-5).

Transfiguración
(XXV,10), (XXV,11), (XXXT,IO) (XLV,2).

Velo
rostro velado (XXVIIl,18), (XXXV,2).
a/zar el (V/1,2), (XVIII,7), (XXV,5-6), (XXX,24), (XXXTI,l), (XXXIX,6), (XLI,
6), (XLJI,6-8), (XLVJ/1,9).
descubre la aurora (XLVl/1,9).
esconde la luz, tinieblas, 11oche (XX,4), (XXV,2), (XXXJJ/,4), (LlX,10).

Vía, camino espiritual


(lll,5), (VI,2), (Xl//,12), (XXl/1,10), XXVLl,2 y 5), (XXXI,]).

93
Vientos
Este (XXX,11), (XLVl,6).
Norte (XXX,15).
Oeste (XXX,13).
Sur (XXX,14).
sopl.o, brisa (Vl,2-3), (XIV,3), (XV!,11), (XV!ll,5), (XXlll,13), (XXTV,10),
(XXV,16-17), (XXV!Jl,22-23), (XXX,9-15), (XLl,5 y 9), (lVJl,J), (LX,2).
perfumados (XVl,I I), (XX!ll,12), (XXV,14), (XXVlll,21), (XL,5), (XLl,5).
y el amor(ll,11-12), (lll,l), (Vl/1,5), (XXV,3).
y pacto (LVII,]).

Vino, ebriedad
(XVT,6), (XXlll,13), (XXV!,7-8), (XXXl,10), (XLVlll,12).

94
TRADUCCIÓN
EL INTÉRPRETE DE LOS DESEOS
,., - .. -
TARYUMAN AL-ASWAQ

PRÓLOGO

EN nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. ,


Loor a Dios, el Bello y de acción bondadosa, El, que ama la belleza,
el Creador del universo en todas y cada una de sus formas y hermosuras,
en las cuales insertó su arcana sabiduría cuando las hizo existir. Señaló el
,
Jugar del secreto que surgió de El, y desveló a los gnósticos la (suprema)
síntesis, haciéndosela clara. (Todo) cuanto hay sobre la tierra de las maní-
,
festaciones El lo puso, y mediante la emoción y la tristeza, a aquellos arro-
bó en la contemplación de tales ornamentos.
,
Que Dios bendiga a quien se muestra en la más bella de las formas. El,
que fue enviado a fin de establecer la Ley y (ser 1nodelo) para una mejor con­
ducta: MuJ:¡ammad, hijo de eAbd Allab, pertenece a la dignidad más eleva­
da. Le caracteriza la perfección universal y la revelación completa. ¡(Que Su
bendición) recaiga sobre su familia y sus compañeros y a todos les guarde!
Por lo demás... Cuando residí en La Meca en el año 598 (1201-2)
conocí en ella a un grupo de notables, un círculo de grandes literatos y vir­
tuosos compuesto por hombres y mujeres 1• Mas a pesar de sus dones, a
nadie vi (allJ) tan entregado a sí mismo, tan ensimismado en sus días y sus
noches, como el jeque (maestro), sabio y guía espiritual en la estancia
1naqlün de Abraham -la paz sea con él-, residente de La Meca, ciudad fiel,
2

fortaleza de la religión, como Abu Saya º Zabir Ibn Rustam Ibn Abü Rayaº
de Ispahan 3 -Dios altísimo le dé su bendición-, así como su hermana, entra­
da en años, la sabia del l::{iyaz Fajr al-Nisa º bint Rustam.
Escuchábamos cómo este jeque nos recitaba el libro con los dichos de
Abü ºIsa al-Tirmidhl ', así como muchas otras obras, en la asamblea de los
notables. Sus maneras eran tan corteses que estando junto a él ano se bubie-

97
se dicho en un jardín. Era -Dios se apiade de él- de ingeniosa conversación
y agradable co1npañía, cuya vecindad resultaba placentera, al tiempo que se
mostraba afable con los íntimos. Poseía -Dios se sienta de él orgulloso­
muchos conocimientos y no hablaba sino de Jo que realmente interesaba.
Su hermana Fajr al-N isaº , a la que busqué, pues había oído acerca de
lo elevado de sus recitaciones, era el orgullo de los hombres y los sabios.
(A esto que un día) me dijo: "la esperanza se desvanece a medida que se
aproxima el fin", con lo que en medio µe la recitación sentí que aguardaba
un gesto 1nío de hacer algo, pues era como si la muerte me acechara y como
si el filo del arrepentimiento me golpease. Y cuando (apenas) hubo pro­
nunciado sus palabras Je escribí unos versos:

Tu estado y ei mío son uno solo en el recitado,


no tienen otra tnetá sino el saber y su acornado.

Comunicó a su hermano que nos escribiera en su nombre una autori­


zación a fin de asistir a todas sus recitaciones. Lo que hizo -Dios esté satis­
fecho de ambos-, dándome su permiso para todas las audiencias, tras lo que
escribí una qa$ida que dice:

0( el recitado de Al-Tirmídhi al hombrefinne (sabio),


guía espiritual de las gentes de la Ciudad Fiel (la Meca).

Y he aquí que ese jeque -Dios esté de él satisfecho-, tenía una hija
virgen, una joven esbelta que hacia sí atraía las 1niradas. Adornaba las reu­
niones y a los (propios) contertulios, al tiempo que turbaba a quienes acce­
dían· a contemplarla. Se llamaba Niian1 (Ar1nonía) y por apellidos tenía
cayn al-sa,ns (Ojo del Sol) y bahci' 1 (Esplendor) 5 • (Era la mayor) de las cre­
yentes, de las sabias y ascetas (say}:iat), templada (zahidiit) y Señora de los
Dos Santuarios (sayja al-/µlramayn). Crecida en la Ciudad Fiel, aparecía
majestuosa y sin doblez, de aspecto embrujador y elegancia iraquí. Cuando
se mostraba desbordante (en su parlamento) abrumaba, y si (quería ser)
concisa era inimitabJe. Clara y elocuente al hablar, a Quss lbn sac ida haría
enmudecer, n1ientras que hubiera eclipsado a Mac an lbn Zliº ida en su gene­
rosidad, y en lealtad a Al-Samaw ºal dejado pequeño 6 •
Si no fuera por las almas miserables, prontas en el pensar viciado y
los malos prejuicios, hubiese comentado cuanta belleza le otorgó Dios en
su creación (a esa muchacha), así como su naturaleza, que era como un ver­
gel (raw{ia) de nubes generosas, un sol entre los sabios, un jardín (busran)

98
entre los letrados, la verdad sellada, y la perla dispuesta en el centro del
collar. Sin nadie se1nejante en su tiempo, era la más preciosa de todas, de
generosa nobleza, altos designios, señora de su valle, y la n1ás notable de
la asamblea 7• Su morada era Ja excelencia, su aposento se encontraba en la
niña de sus ojos y en el pecho: en su corazón. Tihama (La Meca) resplan­
decía con ella, y con su cercanía se abrían en los jardines los cálices de las
flores 8, al tiempo que los altozanos del conocimiento (junto a ella) se ele­
vaban, pues contaba con (todas las) delicadezas y donaires. La ciencia era
su labor, poseía un carisn1a angélico y unos regios designios.
El tiempo que pasé en su cercanía (pude comprobar) la nobleza de su
ser, a cuanto se unía la compañía de su padre y su tía. A ella dedicamos las
más bellas composiciones poéticas de este libro, con un sutil lenguaje a m o ­
roso y expresiones eróticas convenientes. Aunque con ello no haya llega­
do a expresar sino una (pequeña) parte de Jo que mi alma sentía: la ternu­
ra hecha surgir de Ja fidelidad de mi amor, el largo contacto con ella, la
sutileza de su pensamiento y la pureza de su morada. Pues era lo (máximo)
que puede pedirse y aquella en quien se ponen todas las esperanzas (de
encontrar): la virgen sin mácula.
Vertí en verso alguno de los ardientes pensamientos (que giran en
torno) a estos tesoros de cosas preciosas 9• (Para ello) me expresé median­
te un alma anhelante y puse el énfasis en lo que nos une, así como en los
asuntos sempiternos y en su noble proximidad. Todos los nombres que
empleo en esta obra se refieren a ella y todas las moradas en las que gimo
es por ella 10• Mas en esta parte (obra) que he compuesto no dejo de refe­
rirme a las rutas divinas, Jas mostraciones espirituales y las relaciones
celestes, conforme a nuestro camino ejemplar -en ref. a la "eminente doc­
trina", (C 20,63)- 11• Pues la vida futura es 1nejor para nosotros que la pre­
sente (C 93,4) y por su saber -Dios esté satisfecho de ella- e s a ella a quien
aludo y nadie te dará cuenta como Quien está bien informado. (C 35, 14)
Que Dios preserve al lector de este diwan de hacer cuanto no es propio de
las almas elevadas y los intereses supremos, correspondientes a los asun-
,
la
tos celestiales. Amén. Por gloria de quien no conoce otro Señor sino El.
Dios, empero, dice la verdad y conduce por el camino; (C 33,4)
El motivo por el que comenté estos párrafos es que mis discípulos
Badr el abisinio e Isma"il Ibn Sawdakir me lo pidieron, ya que en la ciudad
de Alepo habían escuchado a algunos de sus alfaquíes negar el que contu-
vieran misterios divinos y que el Sayj (al-akbar, es decir, él mismo: Ibn
eArabi) intentara mostrarlos como buenos y religiosos, cuando (según su

opinión eran) lúbricos. Por ello acometí la interpretación y el qadi Ibn

99
ºAdfm leyó a petición mía algunos (fragmentos) en presencia de un grupo
de alfaquíes. Cuando el acusador hubo escuchado (]a verdad de) lo que
denigrara se puso a buen recaudo de Dios -¡loado y ensalzado sea!-, lTas lo
que dejó de acusar a los (místicos) mendicantes que se expresan mediante
dichos amatorios y símiles (sensuales) para referirse a los misterios divinos.
Encomiendo a Dios altísimo la terminación de estas hojas. En ellas
comento las poesías amatorias que compuse en la noble ciudad de La Meca
durante los meses de rayab, sa ºaban y ramai;lan, en las que refiero un cono­
cimiento supremo, luces divinas, secretos espirituales, ciencias metafísicas y
ciertas admoniciones referentes a la Ley Suprema. Trasladé su expresión a la
lengua del amor y del símil, a fin de que las almas se enamoraran de estas
locuciones y a ellas prestasen cumplida atención los corazones. Este lengua­
je cuadra con toda persona letrada y de refmado gusto, espiritual y sensible.
Con este propósito Llamé la atención, mediante los siguientes versos:

1 Todo cuanto refiero de ruinas, ca111pa1nento��


,noradas, todo.
2 Así, cuando digo 1Ah! u ¡Oh!
o ¡Ea! para decirlo todo, o acaso no...
3 Y cuando hablo de ella y él,
o ellos y ellas en plural y dual.
4 De la misma .fonna que cuando suscribo que el destino me llevó
en mi poesía al terreno niás elevado y ,nás profundo. 12
5 Como al decir que las nubes lloran
o que las flores sonríen.
6 O cuando lla,no a los camelleros, partid.os a Bana Al-f:la.yir, o a los
de Hirn.a.
7 O (hablo de) lunas llenas que se ocultan en los gineceos, o de los
soles y plantas que se elevan.
8 O los relárnpagos, truenos o brisas...
o los vientos (del norte) o del sur, o del cielo.
9 O del ca,nino, de la torrentera o las dunas,
de las n1ontar1as, de las ruin.as o tormentas.
JO O de los amigos, los camellos, los cerros,
los jardines, las espesuras o vedados.
11 O de las nzujeres, con pechos que despuntan generosos,
conzo soles, o de lcts estatuas.
12 Todo cuanto 1n.encio110 de ésta o parecida guisa,
hay que entenderlo...

100
13 (Proveniente) de los secretos y las luces
que aparecen y se elevan, y que el Se1ior puso en los cielos.
14 Para n1i corazón y el de aquellos quienes conio yo
acatan las leyes de los sabios.
15 Un atribulo santo y elevado
nzuestra que 1ni verdad es aíí.eja.
16 ¡Aparra pues tu pe11sa1niento de su envoltura externa,
y busca en el interior hasta que aprendas!

Refiere el Sayj (Al-Akbar, Ibn ºArabi) -que la bendición de Dios sea


V

sobre él-, la siguiente historia que le ocurrió en el giro (en torno a La Kaaba)11:
Me encontraba una noche haciendo el giro en tomo a la Casa (de Dios),
cuando experimenté un instante de (gran) satisfacción, un estado que ya me
era conocido y que 1ne hizo estremecer. Salí al punto del patio con baldosas,
a causa de la gente, y me puse a dar vueltas en la arena. Empezaron enton­
ces a venirme (espontáneamente) versos que recité, de forma que también
podía oírlos cualquiera que allí estuviera, y que decían así:

J ¡Ojalá supiese si co1nprenden


a l corazón que suyo hicieron!
2 ¡Y ,nis entrañas conocieran
cuantos desfiladeros granjearon!
3 ¿ Crees que están a salvo,
o perecieron?
4 Los señores del a,nor en él se embarrancan
y quedan perplejos. "

Al instante sentí un golpe sobre mis hombros, dado por una mano más
suave que la seda (cruda). Me di entonces la vuelta y hallé a una joven grie­
ga 14• (En verdad que) no se había visto rostro más bello, hablar más dulce y
refinado, era la 1uás agradable de las compañías, de finas ideas y conversación
aún más elegante. En gracia sobrepasaba a las gentes de su tiempo, así como
en belleza y saber. Y me preguntó: "señor ¿cómo dijo?", a lo que respondí:

¡Ojalá supiese si comprenden


al corazón que suyo hicieron!

Ella replicó: "¡ Qué extraño en ti! Tú, que eres quien posee de tu época
más conocimientos, que digas eso. ¿ Acaso no se conoce todo cuanto se

101
posee? ¿Y puede acaso justificarse (cualquier) posesión sino tras tener
conocimiento de ella?
El camino exige la lengua de la verdad, ¿cómo se puede permjtir pues
a su poseedor (a tí) que iliga algo así? Responde, señor, qué dijiste después
de eso". Repuse:

¡Y mis entrañas conocieran


cuantos desfiladeros granjearon!

A lo que contestó: "Señor, el desfLladero que se encuentra entre lo


n1ás -profundo del corazón y las entrañas, es el que separa de ese conoci­
miento. Por Lo tanto, ¿cómo va a desear algruen como tú algo a lo que no
se puede llegar sino tras obtener tal conocimjento? El camino es la lengua
de la verdad, por ello ¿cómo puede permitirse alguien como tú exclamar
algo parecido? ¡Oh, señor! Y después de eso, qué fue lo que ilijiste", a lo
que respondí:

¿ Crees que están a salvo,


o perecieron?

Y ella repuso: "Por lo que toca a ellos están a salvo, pero pregúntate
a ti 1nismo, pues es necesario que 1o hagas, si tú estás a salvo o pereciste.
Y después ¡Oh, señor!, qué fue lo que has dicho''. Y contesté:

¡Los se.ííores del an1or en el anior se e111barrancan


y quedan perplejos!

Respondió entonces ella excla1nando: "¡Por todos los cielos! ¡Cómo


es posible que al loco de an1or le quede algo con Lo que sentirse perplejo,
cuando el amor todo lo invade y adormece los sentidos, da al traste con la
1nente, confunde los pensamientos, y destruye a quienes lo sienten! ¿Dónde
está pues la perplejidad y qué es lo que pueda quedar para poderse sentir
(alguien) confuso? El camino es !a lengua de la verdad y la ligereza es ina­
propiada en alguien como tú.
A todo ello pregunté: "muchacha, ¿cómo te llamas?, y dijo que "la
esfera del ojo" (qüra a l -''ayn). Le repuse (que eso es lo que era para) mí,
con lo que me saludó y se fue. Más tarde llegué a conocerla y la frecuenté,
pudiendo comprobar que poseía los cuatro grados del conocimiento sutil,
hasta un punto que nadie podría describir.

102
***

Comentario de los cuatro versos (en el dhajt t1ir) is:


Dice: "¡Ojalá supiese si comprenden!". El pensamiento en la perspec­
tiva 1nás elevada, en el estadio más sublime y el camino más grato, se toma
hacia cuanto ena1nora a los corazones, a cuanto los espíritus aman perdi­
da1nente, y por los que actúan los divinos trabajadores 16 .
Respecto "al corazón que suyo hicieron'', me refiero al corazón per­
fecto de Mui:Jammad (mzif:tammadi), por su incontaminación respecto de las
ataduras a los estadios (espirituales), esas 'elevadas perspectivas' que sin
embargo le poseyeron, y ¡có1no no iban a hacerlo, cuando son ellas lo que
busca! Por más que ellas no lo puedan saber, pertenecen a su esencia (de
ese corazón) ya que él no contempla en ellas sino lo que es, y así se honra
en ellas y las ama imperiosamente 17 •

Con "los desfiladeros (sendas de montaña)" (el escritor) quiere significar


el camino hacia el corazón, porque éstos están en pendiente, como sucede en
las montañas. Como si al alejarse de mí los sublimes pensrunientos (al-,nanáiir
al <u/ii) preguntase cuál es el camino que lleva al corazón de los Conocedores
(sufíes), quienes atravesaron ese camino. Y 1nenciono precisamente los cami­
nos elevados porque se refieren a las montañas, que son promontorios fijos,
queriendo ello significar que los moradas espirituales (maqan1at) son fijas,
mientras que los estados (aJ:,wtil) no, y sí se les atribuye (falsrunente) tal soli­
dez y persistencia, es a causa de su influencia sobre los corazones.

Por "pensamientos subliines", entiendo las visiones sin existencia,


sino en quien ejerce la conten1pJación. Tal y como las 1uoradas (espiritua­
les), que no poseen más existencia que en el morador. De esa manera, si no
existe tal morada (objetivamente) tampoco existe el morador. Y si no exis­
te quien conte1npla tampoco puede existir nada conten1plado. Por lo tanto,
su desaparición obedece a la ausencia de alguien que las contemple, y esa
es la voluntad (del autor) cuando dice... que "están a salvo o perecieron" 18•

Cuando el amor exige algo y a la vez su. contraiio, el sujeto (amante) se


extravía y desconcierta porque en alguno de sus deseos está de acuerdo con el
an1ado, y éste lo desea y procura su unión. Pero si el amado quiere la separa­
ción (de su amante) experimenta dos sentimientos opuestos que Je son queri­
dos (en igual n1edida). Esta es la turbación que acompaña siempre al amor, y
por la que se cai·acteriza todo aquel de quien se dice que está enamorado.

103
NOTAS

1 Ver nota biográfica de esta edición.


2 Maqam Ibrahim.
3 Es el padre de Ni�ain.
4 MuJ:iarnmad Ibn eAli A I Tionidhl
- (m.285/898), conocido como Al-
1:lakün, por su profundo conocimiento de los J:iadith, de la filosofía y del sufis1no,
nació en Tirmidh.
5 Epítetos laudatorios de N�am, a manera de nombres: esplendor, ojo del sol...
6 Quss bin Sa ºida fue un sabio a quien MuJ:¡ammad respetó y consideró,
convertido al Islam.
7 Estos, como los nombres de Ni�n anteriores, recuerdan a los epítetos de
la Dama renacentista y de la Virgen en la tradición cristiana.
8 La belleza de la A/amada/o es asimilada a la naturaleza.
9 Tales tesoros o dhaja'ir, son el comentario que el propio IbD eArabi hizo
al Tar9uman; ver introducción.
10 Hace alusión a Jos nombres de amantes de la literatura clásica y ºudhñ,
tales como Layla, Salma o Lubna, alusiones metafóricas a la belleza divina.
11 En el original no figuran los números de las aleyas, como en las notas a
cada verso en el propio diwiin, los añadin10s para facilitar la ampliación de esta l ec ­
tura.
A

12 Emplea las raíces de NYD y THM, que son las n1isn1as de las dos ciuda-
des, mencionadas constantemente a lo largo de los poemas.
13 Los príncipes del amor, como por ejemplo era llamado el gran sufí egip­
cio, contemporáneo de Ibn • Arabí, Iba AI-Fiiri<;I, se refiere al amor místico.
14 (lliin banlit al-rii,n)= "de las hijas de los griegos o bizantinos'', ya que se
emplea el mismo término en árabe para ambas procedencias.
15 Aunque tal vez necesarios los co1nent'arios, en lo tocante a la riquísima
simbología y el juego de sonidos y raíces, el hecho de sus excesh:as reiteraciones,
a nuestro juicio enturbia la enigmática belleza de los versos, que de cualquier forma
son interiorizados de n1anera. diferente por cada lector que se aproxima a eUos.
Tradúcimos esta parte como muestra o eje1nplo justificativo, a nuestro juicio,
de por qué no lo hacemos con el resto.
16 Se refiere a los gnósticos.
17 Ver nota correspondiente a la traducción del verso.
18 Idetn.

104
I
LOS DESFILADEROS

1 ¡Ojalá supiese si comprendieron
al corazón que suyo han hecho!

2 ¡ Y 1nis entrañas conocieran


cuantos desfiladeros granjearon!

3 ¿Crees que están a salvo,


o perecieron?

4 Los señores del amor en él (amor) se embarrancan


y (en él) quedan perplejos.

* Los títulos que encabezan cada poema de esta versión del Taryumiin no
son tales, sino palabras o fragmentos de los versos, que aparecen en algunos manus­
critos y en la edición beirutí, en la cual basamos la presente traducción. Esta es una
costumbre clásica árabe para identificar cada apartado de u11 manuscrito, n1ás que
para titularlo, los que en muchas ocasiones son puestos por los copistas y no en su
origen por los autores.
1 Como se advirtió en el prefacio, las notas aclaratorias tienen en cuenta el
comentario de Ibn •Arabi o al-dhajá'ir 1va-t-a•taq, aunque en modo alguno son
literales, sino abreviadas y con los co1nplementos que en cada caso se han estima­
do oportunos. Hemos optado por esta fórmula, ya que al principio de cada nota Ibn
eArabi repite el he1nistiquio o un frag1nento de él, lo que se hace cansino e innece­
saáo para la con1prensión del verso, además de darse nun1erosas disquisiciones y
reiteraciones que en castellano resultarían pesadas y farragosas. Es el lector quien
con estas precisiones y necesaria contextualización debe en última instancia hallar
el fondo y el eco de esta voz, profundamente hu.1nana, al tiempo que espiritual.
Para una traducción 1nás atenta a la letra y pormenorizada de al-d)wja·'ir refe-
1imos, no obstante, a la edición de Maurice Gloton ya reseñada. Por nuestra parte,
en los casos en los que se tome del comentario del propio autor un párrafo, corno
el siguiente, o una frase literal, se advertirá o irán entrecomillados.
Este primer poema, cuya temática es la contemplación suprema y esencial, por
parte del corazón del místico como lugar de la teofanía, sin duda consiste en uno
de tos versos 1nás abstractos, y difícilmente con1presibles sin una expl.icación glo­
sada, por básica que ésta sea. El amor divino y el largo camino o "desfiladero" para

105
alcanzar el corazón perfecto (qalb kiinzil 1nuban11nadi) y sin condicionantes, residen
en el centro mismo de su significado.
El pronombre (waw de prolongación) que, ·'hace referencia a ellos, apunta a
los 'lugares elevatlos de la conternplación 'o 'ideas divinas' (manathir al-·uJii), en
un estado superior, de las cuales se enarnoran los corazones (de los
suftes=< arifm); los espíritus aman perdidarnente, y por las cuales los divinos obre­
ros (al-cummiil aJ-ilahiün) realizan sus actos (de piedad)".
Con "el corazón que suyo hicieron" se refiere al corazón perfecto de
Mu�ammad (rnuba1nmadi) para indicar que no se encuenu·a restringido a los c o n ­
dicionantes o estaciones (nzaqanuit), sino que es poseído por estas 'ideas divinas',
las que son incapaces de absorberlo totalmente, ya que son pasivas (rnaflüba) y no
pueden saber que lo poseen, puesto que pertenecen a su misma esencia.
2 Por el "desfiladero" o pasajes de montaña, Ibn <Arabi entiende el camino
que recorre el corazón del buscador o gnóstico (éirif). Este paso de montaña signi­
fica aquí una estancia o morada (rnaqéirn) estática, en contrapunto con los (aiJwal)
o estados, que son cambiantes y referidos a la dinámica de la evolución espiritual.
3 Esas "ideas divinas" o "lugares supren10s de la contemplación", a los que
se refiere, no tienen existencia sino en "quien ve", tal y como las "estancias" no tie­
nen existencia sino para quien "se encuentra" en ellas.
4 Los amantes o "señores del an1or", "se embarrancan" y "quedan perple-
jos", por el contradictorio deseo de fundirse con eJ ser Namado, y aJ tiempo per-
,
manecer con una identidad propia, y por tanto separados de El.

106
II
LA OBISPA DEL PAÍS DE LOS RUMÍES

l No partieron el día de la separación en los jóvenes camellos,


hasta que los pavos reales sobre ellos montasen.

2 Con sus miradas osadas y altaneras, dirías que sobre un trono de


perlas, todas son Balqui"s (reinas de Saba).

3 Puedes verla, al caminar sobre suelos de cristal, como a un sol


que hasta la morada de Hermes remonta el frrmamento.

4 Cuando con sus miradas mata es para resucitar con sus palabras,
y parece como si fuera Cristo quien lo obrara.

5 Su Torá son la(s) tabJa(s) brillante(s) de sus piernas,


que como Moisés practico y estudio.

6 Obispa es entre las hijas de Roma (cristianas).


¡Aun sin vestir joyas, el halo del bien verás sobre ella!

7 Salvaje es y a su vera no hay sosiego.


En su men1oria erigió w1a cripta, en la mansión de su soledad.

8 Trastornados dejó a los sabios de nuestra religión, tanto con10 a


los de los Salmos de David, a los monje.� (cristianos) y a los de la Torá.

9 Diiías que es un sacerdote, patriarca o diácono, cuando para


pedir el Evangelio hace señas.

1 O Mas al (verla) subir sobre el camello el día de su partida, grité:


¡Oh, guía, no la lleves en tu montura!

11 Dispuse entonces en escuadrones sobre el camino a los corceles


de mi paciencia.

12 Y con todas las fuerzas de mi alma, pedí a la gentil muchacha,



a la bella, que me diera un respiro .

107
13 A lo que consintió. ¡Dios nos guarde de su ardor
y el Rey victorioso rechace a Satán!

Los diversos ten1as que aborda n1etafóricamente esta composición, a Lravés de


la imagen de la/s amada/s a lomos de ca1nello, son: la sabiduría erística, la Esencia
y los Nombres divinos, además de la espiritualización de la materia y la extinción
(Janii') del gnóstico en el seno de la contemplación.
l Por (buzzal), o camellos a quienes les han crecido los primeros dientes,
denota las acciones internas y externas y hace referencia a un pasaje del Corán
,
(35, 10): "... El poder pertenece en su totalidad a Dios. Hacia El se eleva la buena
,
palabra y El realza la buena obra... ".
Mediante la imagen de los pavos reales hace mención a las (bellas) amadas, a
través de un tópico poético árabe y especialmente persa, por la belleza desplegada en
el plumaje de esos pájaros 1nulticolores. ULiliza igualmente este sín1il para referirse al
espú·itu o voluntad de las acciones, ya que éstas no son buenas ni malas separadas de
quien las lleva a cabo, y las compara a esos exóticos anunales por su hennosura.
2 Se refiere a la divina sabiduría ((likma a l -iliihiyya) que asiste al hombre
en sus momentos de soledad, la cual se le aparece mediante una violenta irn1pción
que apenas es capaz de contemplar. La imagen de la reina Balquis sobre un trono
de perlas apunta, según el propio Ibn cArabi al arcángel Gabriel, que se apareció al
Profeta para hacerse transn1isor de las di vinas palabras (C 2, 96-98).
El escritor pone a Balquis con10 punto de inflexión de dos mundos: el sutil y
el n1aterial, ya que según la leyenda ésta era humana a l mismo tiempo que espíritu,
hija de un genio (yinn) y de una mujer.
3 Este verso hace tnención al pasaje corá11ic0 (27,44) en el que Salomón se
sirve de la argucia de construir un suelo de cristal con el que confundir a la reina
de Saba, y así hacer levantarse las faldas por creer que es una charca. De tal mane­
ra Salomón salió de dudas, según los comentaristas, de que su futura a,nada no era
una bruja o un deLnonio con patas de cabra. En el curso de esta tradición, María
Jesús Rubiera cita (en su La Arquilectura en. la. Literatura Árabe, Editora Nacional,
Madrid 1981, p. 87) un poema de AI-Bul;lturI (m.897), en el que compara una alber­
ca con los suelos brillantes, como pavin1ento de cristal, de un palacio de Samarra
perteneciente al califa ºabbasi Al-Mutawakkil:

"Es co11io si la hubiesen construido los genios de Salo,nón


según un proyecto cuidadoso.
Y si ca1n.i11ase sobre ella la reina de Saba diría:
'Parece co,no si fuese el pavinie,110 de cristal'".

108

Con la mención de Hermes (ldrcs) designa la elevación a la que hace referen­
cia. Como señala el J:zadi th o dicho el Profeta, "no hagas partícipe de la sabiduría
sino a quien la ,nerece". En contraposición a quien habla forzado por su.estado aní­
mico (bal) y se encuentra bajo el dictado de una determinada influencia (�varid),
llamando la atención sobre el poder del legado profético (1niriith nabawi), en el sen­
tido de que los profetas son dueños de sus sentimientos o estados anímicos (af:twal).
La imagen del sol sobre el firn1amento de Hem1es se justifica porque la esfe­
ra es su morada y la sabiduría (divina) ca1nina, moviéndose con toda libertad por
su poder absoluto.
4 "Cuando con sus ,niradas niata ", se refiere al (111aqii1n al-fano:' f il-
-
tnusiihada) o punto del desvanecirniento, de la aniquilación en el acto de la con­
templación. El resucitar por sus palabras (de E!la) alude a la creación-tenninación
del ser humano, cuando Dios sopla en él el hálíto de vida (C 38,72) "... y, cuando
lo hayafor,nado arn1oniosa1nente e infundido en él Mi Espíritu ... ". Ver también al
respecto la azora de El Hombre, sobre su creación y la descripción del paraíso.
Habla de la "fuerza de Cristo" (quwwa 'T sa) que "revive de la muerte" (i(iya a l -
1na�vti), aunque como es sabido, en el Corán Jesús no murió propiamente (4,157):
"... siendo así que no le ,nataron �zi le crucificaron, sino que les pareció así".
5 Ibn <Arab1 hace mención implícita del pasaje coránico antes mencionado
(27,44), en el que la Reina de Saba muestra sus piernas. Compara Ia Torá con unas
piernas brillantes y esplendorosas, mientras que las cuatro caras (wayh) de la Torá,
lun1mosa como el fuego, son los cuatro libro� sagrados (supuestamente el Corán,
los Evangelios, el Pentateuco y los Salinos).
La luz hace aquí referencia a uno de los pasajes coránicos (24,35) más enig­
máticos, así como recordados y parafraseados por el sufisn10: "Dios es la Luz de los
cielos y de la tierra. Su luz es comparable a una hornacina en la que hay un pábi­
lo encendido. El p(tbilo está en el recipiente de vidrio, que es co,no sifuera un astro
fulgurante". Ver a este respecto las recopilaciones de badc th del propio Iba <ArabI
en su ni.isqiit al-anwiír (traducción de Mu�aron1ad Valsan bajo el título de La Niche
des Lumieres, Ed. de l' OEuvre, París, 1983).
6 Por "entre las hijas de Ro,na", designa la "sabiduría erística'' (al-/:liknza
7 sawiyya). Con este estar "desprovista" de joyas hace referencia a la Unidad
(taw/:lid) absoluta de Dios, sin vestigios de sus atributos o Nombres divinos (al-
as,n{r' al-iliihiyya), n1ás allá de los velos de luz o sombras, hasta aparecer la divina
Majestad de su Rostro (subf:¡iít wa.yhi).
7 "Salvaje", porque de esta sabiduría erística "nadie puede hacerse su
amigo", puesto que para que se dé la contemplación de la esencia es necesaria la
disolución del yo (al-fana º).

109
Por una cámata solitaria se refiere al corazón. Según reza un conocido ?1adith:
"!.Averdad dice: ni Mi cielo ni Mi tierra pueden contenenne, pero quepo en el
cora,ón de quien cree en Mf".
La sabiduría erística, desprovista de todo atributo. es con10 un desierto (fi
maqcun tayrid), a la vez de cou10 un animal salvaje.
La tumba de mármol (de los eu1peradores romanos) recuerda aquí a la muerte
y por tanto al salto a la unión con la divinidad.
8 Alude a que la Esencia divina no se agota en los libros revelados de las
religiones monoteístas, ni siquiera tampoco en los Nombres Divinos.
9 En alusión a la citada sabiduría erística, menciona algunas de las jerar-
quías de la iglesia, por su majestad y poder supremo.
11 Por el "ca1uino" denota la ascensión espiritual (al-rrzi"rliy al-rü!Jiini)
13 Con el Rey (,nalik) victorioso alude al conocin1iento y la divina guía y
por Satán (lblfs) a la pretensión de ser uno (ilti/:tiid) con Dios, no como gracia
espontánea y pasajera, sino como objetivo a conquistar. Pone de relieve lbn <Arabi
que uno de los estados más difícil de superar por el buscador en el camino espiri­
tual es la tentación de la unión y la encarnación (futlül); tal y como indica el badfth:
"Yo soy su oído y sus ojos... ".

..

110
ID
SALUDO AMOROSO

1 ¡Amigos, haced un alto en el camino de la Duna,


deteneos en Lac1ac y buscad las aguas de Yalamlam!

2 Pues allí habita quien sabéis, por quien ayuno,


peregrino, y (los santos lugares) visito.

3 No olvidaré el dia que en Mina lanzaron las piedras, ni lo ocurrido


en (el altar) al-Ma�ar al-º Ala, y en (el manantial de) Za1nzam.

4 A mi corazón arrojaron sus guijarros, mi alma hizo de degoUadero (altar),


y 1ni sangre fue el manantial.

5 ¡Oh, camellero! ¡Cuando llegues a J:Iayir


detén las monturas y saluda!

6 Acude a las rojas tiendas junto al vedado, en nombre de quien


ansioso está y enloqueció por el deseo.

7 Si te contestan, devuélveme el saludo con el viento del este, mas


si callan, pon en marcha las monturas y continúa.

8 Hacia el río de Cristo, donde sus camellos hicieron un alto, y en


cuyas orillas se encuentran las blancas tiendas.

9 Llama (entonces) a (la bella) Dac d, a Rabab, a Zaynab, a Hind, a


Salma y Lubna, y estate atento.

1 O Pregúntales si en J:Ialba reside la joven que sonriendo hace surgir


a1 sol.

Los elementos que entran en juego en este poema son la intuición, la fe, el inte­
lecto, Ja meditación y todos aquellos instrumentos que acercan al conocimiento de
Dios, de sus Atributos y su Esencia. lguallnente, están presentes, el peregrinaje,
. como regreso a Dios por parte del gnóstico, la progresión de los estados espiritua-

11 J
les en su vivencia, y el simbolismo del color de las tiendas, además del carácter cre­
ador de la Palabra y los resultados de su audición (función de Jesús).
1 Al-Kathib (=duna, colina arenosa) bace referencia al lugar de la contem­
plación (niusáhada). Los aniigos -dos-, son la razón ('aql) y la fe (i ,nán).
Laºlaº es el lugar de la aparición sorpresiva, en el que se da el amor y el inten­
so deseo.
Yalamlam es el nombre de un lugar cerca de La Meca, que se visita durante la
peregrinación, aquí significa el agua de vida, la vuelta al origen.
2 Se sigue dirigiendo a la f e y la razón: practica la abstinencia, el peregri-
naje y visita los lugares santos (J1ani"), las estaciones místicas (1naqama1) en el divi­
no camino (fariq).
3 Referencia coránica a "Tu Señor no es olvidadizo" ( 19,64 ) y (2,196), por
la peregrinación y el sacrificio. El pozo de Zamzam en La Meca, como el de
Yalamlam citado más ruTiba son una referencia metafórica a la vida eterna, tanto
como el sustento de la vida anúnica por la bebida.
4 Lugar de sacrificio de Jo puramente terrenal.
5 El camellero es el guía de los deseos, quien evita que se desboquen y los
conduce hasta la A/amada.
T:fa_yir (=muro), es el obstáculo de la razón, de la mente, para la fe y el cono­
cimiento en el camino hacia Dios.
6 Las tiendas redondas de color rojo (qiblib), especiales para los novios,
están en el vedado ((iírnii), y por tanto son inaccesibles para el con1ún de los viaje­
ros. Las Divinas Realidades en las que vive el gnóstico se encuentran fuera del
mundo ordinario, en el mundo del Poder (''alam al-'amr).
8 Lugar en el que se contempla el inmenso conocimiento cástico (al "alani
al-munasi' a l -'í sawf al-,nasáhad). En ese sentido, de nacido de virgen, las tiendas
blancas, frente a las rojas, signos de belleza y amor, representan la pureza y la p e r ­
fección.
9 No1nbres de famosas a1uaotes de la literatma clásica árabe y ('udhri),
representadas aquí con10 las Realidades Divinas y los sonidos (sall1a <), que indu­
cen a la conte1uplación.
10 }:Ialba es un lugar a las afueras de Bagdad que servía de hipódromo.
Como caballos en las carreras, las Divinas Realidades intentan manifestarse, llegar
al p!ano de la existencia en los sentidos humanos.
La sonrisa de BUa sin1boliza la expansión (1naqiill1 a / b
- as!), la belleza y la a l e ­
gría. todo eUo sucede en la estación d e Jesús (,naqa,n e¡ sa•ví), el Cuarto Cielo, o
estación polar de Idrís ('alawí qu!bi).

112
IV
SALUDO A SALMA

l Mi saludo va para Salma y quienes en el vedado viven,


pues obligado es para quien co1no yo, henchido está de ternura.

2 Nada le costaría responder a nuestra salva,


pero... ¿qué se puede hacer con las estatuas?

3 Partió cuando las sombras de la noche cernían sus velos, y esclavo


del amor le declaré mis ansias.

4 (Yo), a quien los deseos rodearon y acosan,


y sus flechas Je persiguen allá donde va.

5 Brilló el relán1pago cuando aparecieron sus dientes,


y no supe cuál de los dos acabó con la noche.

6 Dijo: "¿acaso no Je basta con que esté presente en su corazón, ahí


donde puede siempre contemplarme?"
¿Acaso no le basta?

Este poema trata básicamente sobre la profecía y la santidad. El amante pide a


la Amada que le llan1e y eleve hacia Ella. Su significado pues es la sublimación a
través de los grados divii;ios de manifestación, así como la ascensión místico-amo­
rosa por el deseo de la Amada, la que se aparece en Ja teofanía al corazón (qalb)
del gnóstico.
1 Con Salma, nombre clásico de una de las amadas de la literatura árabe
( <udhri) "virginalista" se presenta la raíz trilítera SLM, la misma de Salomón
(Sulay,nán), que conlleva las ideas de paz y salud. Hace pues Ibn ºArabi referencia
al éxtasis salomónico (f1ála sulay,naniyya), al que accede sólo el gnóstico por la
contemplación, pues resulta inalcanzable para cualquiera -de ahí el símbolo del
vedado (!zi,na)- que no haya logrado la "sabiduría (!zikrna) salomónica•·.
2 La estatua, convertida en Atributo, tiene aquí, según el comentario de fbn
eArabi, el triple significado acerca de la belleza de que "la verdad es de una pieza":
1nujeres bellas como estatuas acabadas, así como con de la solidez y Pt:rdurabilidad
. del 1nármol.

113
3 La noche recuerda aquí la importancia que tiene esta fase del día para la
ascensión y las visiones de los profetas. Por ejemplo, en el pasaje coránico (97, l)
se dice respecto del Libro sagrado: "Lo he,nos revelado en la Noche del Destino"
(layla al-qadr).
4 Una imagen universal muy repetida en el Taryuman, es la de que los
deseos actúan como flechas, así como las miradas de la A/amada, como si estuvie­
ran permanentemente asaeteando el corazón del amante. todo ello vinculado a la
aleya coránica (2,115): "Adonde quiera que os volváis, allí esta lafaz de Dios".
5 lbn "ArabI señala en sus notas que no sabe si su ser "fue iluminado por
la nianifestación de la Sabiduría Divina o de la Esencia Divina'� en cualquier caso,
hace referencia al pasaje coránico (24,35): "Dios es la faz de los cielos y de la
Tierra".
6 Está en su corazón (qalb), en su propia esencia (dhiít) y así la puede c o n -
templar constantemente.

114
V
SUSPIROS AHOGADOS

l La pasión amorosa me eleva y la resignación echa por tierra.


Así, entre la meseta y la hondura me hallo.

2 Tan opuestos son (esos estados) que jamás se encuentran, y mi


separación nunca conoce la armonía.

3 ¿Qué puedo hacer, qué inventar?


¡Condúceme pues! ¡Oh, Censor, y con tus reproches no me castigues!

4 Me vienen impetuosos los suspiros,


y las lágrimas por 1njs mejillas corren.

5 Añoran sus tierras los camellos, por el celo excitados, y con sus
pezuñas del camino doloridas.

6 ¿Qué es tras su partida mi vida, sino extinción?


¡A vosotras os saludo, paciencia y vida mías!

En este poema Ibn e Arabi dibuja el contrapunto entre la vida humana, con sus
sufrimientos, esperas y deseos, y el mundo sutil, en el que éstas cesan o cambian
de forma. El amor humano precisa partir de su realidad corporal (lágrimas, espas­
mos, fatiga, etc.) para sublimarse hasta el último Amor, a través de unas etapas,
dilatadas y profusas, que sólo el iniciado ("arif) puede cruzar cumplidamente.
1 Juego de palabras entre Las raíces nyd y tlJm en referencia a Los Jugares
santos del Nayd y Til;tiirna (La Meca). La antítesis entre el deseo y la resignación
está aquí simbolizada por la tierra alta, en conexión con Dios, frente a las honduras
o tierras de sombra, es decir, y según el simbolismo israq, de la luz: sin amor, a l e ­
jadas de la unión.
2 Los antónimos (al-a�{iiid) es una unagen retórica relativamente frecuen-
te en Ibn • Arabi y en general en el lenguaje de la mística. Se pone en este verso de
manifiesto la co.mplejidad de la existencia por la desunión cotidiana de estos dos
polos o situaciones: la cima y la sin1a, sobre los que Adonís compuso un famoso
poema. La Armonía (ni¡.li.111) es justamente el símbolo personalizado que planea en
· la presente obra, como superación de los contrarios, en una etapa ulterior del cami­
no espiritual (farfq).

115
3 La figura del Censor aparece en varias ocasiones en el Taryu.man, como
posteriormente lo hará en la literatura provenzal. En el presente caso tiene su ante­
cedente en la literatura 'udhri, y en ténninos más amplios en la latina.
4 Las lágrimas poseen en este contexto beduino un significado acuático, de
fuente de vida, por ser el agua el ele,nento más esencial para la existencia en el
desierto.
5 Los camellos representan las acciones y deseos. Lejos de sus tierras, es
decir: de los No,nbres divinos.
6 Cuando los deseos se purifican y elevan, la conciencia del gnóstico pier-
de toda idea del desvanecimiento ( al1anii"') como opuesto a la permanencia
(baqá'), por lo que se da e.l (faná·' <an. al-fanii'), o la extinción de la conciencia del
ser en su propia extinción. Ibn eArabI dedicó su kitab al1ana' enteramente a este
término vital en el seno de la terminología sufí. Ver igualmente las Futii�iit al­
Makkiyya (II 1.28-134).

1 16
VI
SIN RESIGNACIÓN NI PACIENCIA

1 Me abandonaron 1ni resignación y paciencia al irse ellas, aunque


en lo más ínti1no del corazón fueron a anidar.

2 Les pregunté por dónde descansaban los jinetes,


y respondieron: ¡AJ!í donde el ajenjo y la nuez moscada exhalan su
aroma!

3 Al viento imprequé entonces: ¡corre y alcánzales!


pues a la sombra de los árboles descansan.

4 ¡Llévales el saludo de u n he1mano de la amargura,


en cuyo corazón los dolores de la ausencia moran!

En estas odas se ensalza al corazón como un inmenso habitáculo en el que


llega a intuirse la "presencia" divina. En esa vía, hasta los "lugares divinos de la
contemplación" (,naná¡;ir a li- liihiyya) desaparecen en la búsqueda ferviente del/la
Amado/a.
1 Ellos, son aquí los 1na11áiir al-iliihiyya citados más arriba. Ibn ºArabí nos
señala que la visión desaparece, aunque Dios pern1anece en el corazón, según se
señala en el Corán (50, 16). Éste dice en plural mayestático: "Estarnos rnás cerca de
él (el ho,nbre) que su propia vena yugular".
2 Por "les pregunté", se entiende, a los gnósticos, los maestros del camino
(!añq), palabra ésta de la que procede el término (!ariqa) o cofradía sufí, en el s e n ­
tido de vía, de método (n1eta-odós=cómo llegar al final del canúno) espiritual.
3 La sombra significa

protección, mientras que la madera del aralc pureza,
ya que de ésta se extrae el (siwak) o palillo para los dientes.
4 Tristeza y amargura por la separación de las personas próxia1as.

117
VII
MUJERES DEL GIRO

J A mí se unieron al besar la piedra unas jóvenes


veladas, que venían del giro (alrededor de la Kaaba).

2 Mas al descubrir el brillo de los soles (levantando sus velos) me advirtieron:


¡abstente de lo prohibido, que la muerte del altna en las 1niradas (acecha)!

3 ¡Y cuántas (aln1as) altivas matamos ya junto al pedregal,


en (al-muf:¡assab de) Minal

4 ¡En SarI:iat AI-WadI, en los collados de Rama y de Yama',


(cuando los peregrinos se alejan de) º Aratat!

5 ¿Acaso no sabes que la belleza saltea al casto,


y por eso se la llama ladrona de virtudes?

6 Tras del giro, nuestra cita fue bajo las rocas, junto a la úenda
central, en Zrunzam.

7 Allí donde el exhausto de amor, (de mano de) las mujeres, se ve


según su deseo satisfecho.

8 Cuando sienten el temor dejan caer sus cabellos,


y con sus trenzas a las tinieblas alejru1.

Este poema escenifica, mediante la simbología del'peregrinaje a La Meca, la


contemplación de la Belleza divina tras las duras y persistentes pruebas de la 1nar­
cha espiritual. Habla igualmente del gozo causado por Ja proximidad de los ánge­
les y de los seres supremos.
1 Cita Ibn •Arabi la frase "verás a los ángeles yendo alrededor del Trono",
en referencia a los semblantes entrevistos, las presencias sutiles que no se discier­
nen hasta lograr un alto grado en el camino.
2 Su Esencia brilla como los soles. Esos espíritus dicen, según el f.zadith:
"La gloria de su Faz quemará a las criaturas que alcance su nzirada". Morir aJ v e r ­
las significa morir a un estado espiritual ({1ál) para renacer a otro ulterior.

118
3 Se refiere a las gentes espirituales, que buscan un estado superior, por
oposición a los impíos, quienes se repliegan a lo fácil y grosero. En este sentido, el
Corán (30,29) señala: "Los in1píos, al contrario, siguen sus pasiones sin conoci-
1nie11io. ¿ Quién podrá dirigir a aquéllos a quienes Dios ha extraviado? No tendrán
quien les auxilie".
4 Los espíritus mueren en esos lugares sagrados de la peregrinación
(n1awiifin) a las realidades inferiores, para ser rozados por la luz pura y sin cuali­
dades, y en esa medida transfonnados.
5 La Belleza (ya,niil) irradia en la buena acción (1:zasana) y en quien la
practica. Un QadI th señala que: "el paraíso está rodeado de cosas que te desagra­
dan" (,nakral:z), y sólo tras trascenderlas se puede acceder a él.
Juego de sonidos con la raíz {iasana entre belleza y virtud, paradóji­
camente como vecinas y antagonistas.
6 Zamzarn, el pozo de La Meca, es la fuente simbólica de la vida, ya que
todo lo viviente procede del agua (C 2J,30).
La tienda central representa el mundo intermedio o fronterizo (barza)) entre el
ámbito material y lo espiritual. Las rocas junto a las que los espíritus (al-,na"na al­
qaddisiyya.) habitan representa la necesidad de la corporeización y de la materia
para la mostración del espíritu.
7 En el mundo intermedio (barza)) habitan por igual las almas y los espíri-
tus ("ala1n li-l-anfiis wa-l-rawii·'i}:z), junto al de las formas.
8 Este mundo de los espíritus hace tomar conciencia al gnóstico de que tras
las formas se esconden otras realidades más sutiles, y llegan a hacerse a ellos trans­
parentes, ofreciendo a sus sentidos una gran libertad de actuación.

119
VIII
CAMPAMENTOS DESAPARECIDOS Y PASIÓN RENOVADA

1 Sus campamentos (de primavera) desaparecieron ya,


n1as el deseo está en mi corazón siempre fresco, y ja111ás se desvanece.

2 ¡He ahí las trazas de su partida, y las lágrin1as!


¡Siempre que se los recuerda al alma de1riten!

3 (Lleno) de amor por ellas, grité tras sus cabalgaduras: ¡Oh, tú, que
acaparas la belleza! ¡He aquí a un indigente!

4 Con amor y ternura 111i cara arrastro por el polvo.


¡Podría acaso desesperar por una pasión tan verdadera como ésta?

5 El respiro desconoce quien el llanto ahoga, y en el fuego de la


pasión se abrasa.

6 ¡Oh, tú que prendes la pira, detente!


¡Toma una de sus lla111as, pues por la pasión (que enciendes) tuya es!

Los constantes altos y vuelta a reemprender la marcha en el camino de inicia­


ción (far,q) van haciendo distinguir intuitivamente a quien lo en1prende, lo acceso­
rio de lo esencial. La pasión externa decrece a medida que aumenta la interna, como
un fuego prendido que sublima al cuerpo y el alma hacia el espíritu.
1 Por los campan1entos (rubii •;, el poeta se refiere a los lugares de una
intensa vida ascética (1nalJ,all al-riyii(iát), en los que los Nombres divinos "constru­
yen sus residencias". Estos ejereicios espirituales cambian en su expresión con l.a
edad: desde la primavera (rabie) -rima con (rubü ")- -hasta la vida de la edad avan­
zada.
3 Las cabalgaduras son los ímpetus, los poderes de la juventud, y expresan
el placer del comienzo de algo (a l bidiiyya).
-
4 Arrastrar la cara por el polvo es una clara alusión a la humildad, y even-
tualmente a la indigencia, necesarias en la búsqueda de Dios, radicaln1ente plante­
ada en el presente texto.
6 El fuego de la pasión en el corazón alude a la zarza ardiente que Moisés
contempló en el Sinaí (C 20, 1 O), de la que dijo a su fan1ilia que traería un tizón, o
encontraría la buena dirección hacia la "tierra prometida".

120
IX
TORMENTA INTERNA

1 Refulgieron ante nosotros los rayos en Al-Abraqayn,


y por dentro nos resonaron truenos.

2 Las nubes vertieron (sus aguas) en las praderas,


y sobre las ramas, que temblorosas se inclinan hacia ti.

3 Sus Jágrin1as fluyen y la brisa ex.hala su perfu1ne.


La palo1na collarada bate sus alas y rebrotan las bojas.

4 Levantaron sus rojas tiendas entre los riachuelos, serpenteantes


(como reptiles), y junto a ellas se sentaron.

5 Como soles que se elevan, son blancas doncellas,


de (grandes) ojos, gráciles, nobles y bellas.

Como en varios otros casos del Taryuman, lbn • Arabi pone de manifiesto en
este poema la importancia que tiene para el hombre vivir y vincular el mundo espi­
ritual al ,naterial, y viceversa. Trata igualmente de la sabiduría divina y de su des­
cendimiento en el corazón del gnóstico (•árif), así como de la belleza y la armonía
en tanto que signos operativos de tal descendimiento.
1 Al-Abraqayn es un topónimo que rima con rayo (barq), substantivo dual,
que designa los dos Jugares de la n1anifestación divina: en la Esencia (n1a.fáhada1
lr-1-dhat), lo oculto, y de otro lado, en el mundo manifiesto.
Los rayos (burüq) representan las manifestaciones, lo fenoménico, y el trueno
(ru cad) la Palabra divina (1nunáya iláhiyya). Se hace así mención a la irnportancia
tanto de la presencia del fuego y su carácter contemplativo, con10 la de la palabra
esencial y la audición (sama <), ligadas an1bas al "estado espiritual", que en sus
notas lbn '.Arabi denomina "de Moisés" (�la rnüsáwiyya).

"Por dentro", literalmente "entre las costillas".

2 Con las nubes (sal:zab) alude a los estados espirituales elevados (af:iwal)
que despiertan las Ciencias Divinas, las mismas que se hacen fé1tiles "en .las p r a ­
deras", es decir, en e l corazón del buscador. La rama temblorosa, por su parte, en
una suerte de anticipación pascaliana, simboliza al hombre, a su fragilidad, así

121
como a su crecimiento (nasa a l -insan) y su tendencia, en un estado elevado, a incli­
narse/aproximarse a aquello que le puede servir de guía e instrucción.
3 El valle de las Ciencias Divinas exhalan sus brisas alcanforadas ('tila,n.
a l -anfas). La paloma collarada (al-nzu!O}vaqqa) sugiere el Alma Universal (,uifs
kulliyya), que insufla en la individual del ho1nbre, conocimiento y acción.
4 Las tiendas rojas, propias de una recién casada y retiradas respecto de las
demás de la tribu, hacen alusión a l a Divina sabiduría, así con10 los arroyos, aluden
a los diversos caminos que confluyen en ella.
Por "serpenteantes", las notas explicativas de Ibn e Arabi insinúan un versícu­
lo coránico (24,44) en el que Dios crea a ''los seres del agua", refiriéndose aquí a
las personas pías y puras en sus hábitos de vida y alimentación.
5 Estas doncellas (awtinis) aluden al �adith: "Verás a tu Señor co,no viste
al sol del mediodía, al que ninguna nube oculta". Los epítetos de éstas ren1iten a
las virtudes interiores del gnóstico, de nobleza y equilibrio, que refulgen en el exte­
rior cuando éstas son reales.

122
X
¡NO TE ASOMBRES!

1 Dijo Ella: " ¡Cómo me maravílJa el amante, que (orgu_lloso) de sus


ventuJas, por entre las flores y el jardín ca1nina!".

2 "¡No te asombres por cuanto veas!", dije,


pues en el espejo del hombre es a ti a quien contemplas.

El te1na central de este poema es la relación paradójica entre lo Uno y lo múl­


tiple, que se abre ante la visión del gnóstico, así como el "difícil" diálogo entre Dios
y el boinbre.
l Las flores y el jardín simbolizan a los seres creados. Desde la vieja Persia
a la .Europa moderna, en todas las tradiciones el jardín representa, además del para­
íso condensado, el lugar o estancia de la unión locus a111oenus (a l -rnaqa,n a l ­
yarni'). E n este caso, Dios es el amante que se pasea por su Creación, dice Ibn
eArabi en sus notas, "orgulloso" como <Utba al-Gulam, siervo de Dios, quien dijo:
"yo soy Su oído y Su vista". Queda fonnulado de esta manera el contraste entre el
Creador, el Uno absoluto y la infinidad de lo creado.
2 En este segundo verso se desgranan en distintos planos la expresión de
Dios, las cosas creadas, y entre ellas el hombre, como ser privilegiado de dicha crea­
ción, pues por su naturaleza se baila en la estación de la visión (maqli1n a lni'
- ya) y
tiene la capacidad de detenninación (iqtidllr) entre lo Real y lo superfluo, lo irreal.
Según las notas aclaratorias de Ibn eArabi , el hombre es depositario de la t e o ­
fanía (tayalli) divina, y en él se da una suerte de espejo que refleja el esplendor divi­
no, por lo que tiene acceso a la conte1nplación en sí de la Verdad (al-f1t1qq).

123
XI
LOS ESPÍRITUS SE DAN DE FRENTE

1 ¡Oh, palo1nas (que os posáis) en los árboles de tiraka y blin! ¡Sed


benévolas, y no dobléis con vuestros pesares los .míos!

2 ¡Tened clemencia y no descubráis con los lloros y lamentos mis


111udas tristezas y secretas pasiones!

3 Con l a ternura del ena1norado y el quejido del sediento, con ella


conversé al crepúsculo y al alba.

4 En la espesura de los tatnarindos, (allí donde) los espíritus se dan


de frente, e inclinando hacia mí las ramas me aniquilan.

5 (Mas) la pasión y una cruel nostalgia despertaron en mí


(visiones de) desgracias y diversas calamidades.

6 ¡Quién me hiciera llegar a Yamaº , o A I -Mu])assab de Mina!


¡Quién me dejara en Dhat al-Atbl y Nacaman!

7 Una y otra vez dan vueltas a mi corazón,


con éxtasis y aflicción, besando mis columnas.

8 Como el mejor de los enviados lo hizo en La Kaaba,


allí donde flaquea la razón.

9 Y besó sus piedras, él, el dotado de la Palabra.


¡cuán elevados son el rango de la Casa y la talla del hombre!

10 ¡En cuántas ocasiones se compron1etió y juró ella que no cambiaría!


¡Mas la que se pinta (jamás) guarda a sus promesas lealtad!

11 El culmen de la5 1naravillas es una gacela velada,


que (con la mano) teñida de azufaifa gesticula, y con las cejas hace señas.

12 Una gacela cuyos prados están en su pecho.


Y ¡Oh, portento, es un jardín de llamas rodeado!

124
13 Mi corazón adopta todas las formas: unos pastos para las gacelas
y un monasterio para el monje.

14 (El) e s u n templo para los ídolos, La Kaaba del peregrino, las


tablas de la Torá y el libro del Corán.

15 Sigo sólo l a religión del amor, y hacia donde van sus jinetes me dirijo,
pues es el amor mi sola fe y religión.

16 Nuestro ideal es Bi�r,


el amante de Hind y de s u hermana, como lo es Qays, Lubna,
[Mayya y Gayliin.

Al igual que en el poema anterior, el asunto del presente, especialmente en el


verso lS, es la Creación, la del Universo y los seres, a través de la Palabra de Dios.
El amor, la religión del a1nor y la inspiración, son las herramientas del gnóstico
para inferir el camino del descendimiento o mostración del Ser en sentido inverso,
hacia la Unión con el Creador.
1 Las palomas son las inspiraciones (wiíridiít), significan los frutos de la
santidad (taqdis), la satisfacción (rat;lii'), la luz (núr) y la no asimilación de los
atributos humanos a los divinos (tanzih).
Como en muchos otros casos, el iírak representa la pureza, ver nota del verso
(Vl,3). El biín, arbusto que se utiliza para preparar ungüentos, enfatiza por su lado
el (tanzíh) recién aludido, así como la luz y alejamiento de todo lo conocido.
2 Como en el anterior, ¡Sed benévolas!, se refiere a las inspiraciones
(wiíridiít).
3 En el Corán se repite en varias ocasiones ej. (20,130), (40,SS) la irnpor-
tancia del crepúsculo y el alba en la oración. Conversé con Ella =con Dios, recuer­
da la frase en la que el ahna al ser creada por Dios le pregunta: ¿quién soy yo?, a
,
Jo que El Je hace permanecer cuatro mil años en el océano de la necesidad (ba(ir al-
yaw'). Pasado este periodo, el alma responde: ¡Tú eres mi Señor! Con ello da a
entender que la identidad última de ésta se halla en el Primero.
Juego de palabras con (f:¡annc1) afecto y (anna) quejido, lamento.
4 "Se dan de frente" en el sentido de que el amor une a dos opuestos. Más
que unirse, la forn1a verbal Laniíwahat, in1plica el darse golpes en la frente, como
bacen por eje1nplo las plañideras.
El (ga(iii) es una variedad de euforbio o tamarindo, arbusto cuyas ramas arden
con facilidad, representa así el fuego del amor (niran a l f:¡
- ubb). Juego de palabras

125
entre (áfnán) = ramas y (afnánÍ) = "n1.e hacen desaparecer", ya que en el amor se
enajena buena parte de la propia identidad.
6
-
(Ya,na c) =unión, en la estación de la proximidad (qürba).
Al-Mu�assab es el lugar de la peregrinación a La Meca, donde se ton1ao las
piedras que simbólicamente se arrojarán en Mina al demonio. Significa aquí el
lugar donde se expulsan los pensamientos y reparos que ünpiden la unión a los
amantes.
Dhiit al-Athl, es referido en este contexto a la raíz (a�·l), pues señalan las notas
expli.cativas de fbn • Arabi que: "el principio en el an1or es que tú seas la esencia
mis1na de tu arnado y que te abstraigas en él, de 11u1nera que sólo él quede en ti".
Na'an1l1n representa el lugar de la bienaventuranza divina (na''irn).
7 El corazón (qalb) del amante, como indica la raíz q-1-b, da vueltas y es
inestable, girando en su búsqueda espiritual entre el éxtasis (wayd) y la tristeza
(tabrib). Las columnas (arkán-i) son un u·asunto implícito de .las del templo de La
Kaaba, así como de los elementos con los que está tradicionaln1ente constituido el
ser humano y la materia: tierra, agua, fuego y aire.
9 Verso un tanto oscuro que las notas de al-dhajii�ir no aclaran sufic.iente-
mente y que sin duda parece referirse al Profeta.
10 En síntesis, lbn <Arabi ofrece la siguiente explicación a este verso, en el
que se trata el tema del politeísn10: con "la que se pinta" apunta a la que falta a la
fidelidad (wafa·') y no guarda su promesa a la Unicidad (ta.wl;id), sino que sigue a
otros dioses, contraviniendo el pasaje coránico (7, 172): "¿No soy yo vuestro
Señor?". Julio Cortés señala por su parte, en su traducción del Corán, respecto de
este pasaje: ''Según esta aleya, que constituye uno de los te1nas favoritos de la mís­
tica islá,nica, los descendientes de Adán, antes de nacer, e.d., en una exis1encia
preterrenal, han dado fe de que Dios es su. único Señor y deberán dar cuenta, el
día de la Resurrección, de su fidelidad a este testitnonio (.. )". (Cortés, Opus cit.
pág. 237).
11 Por gacela velada alude a una sutileza divina (la(ifa iláhiyya) cubierta por
un estado sensual (/Jala nafsiyya). Señala así a los estados espirituales (af¡wál)
experimentados por los gnósticos, quienes no los pueden explicar directan1ente a
1os otros sino por signos (isara) o alusiones. Bstas señas y gesticulaciones hacen
referencia a que las pruebas especuJativas (adilla a l -nazar) sólo son válidas para
quien está iniciado en tales vivencias de cercanía de la divinidad (rabbaniün) y la
visualiza internamente.
12 Las ciencias y la sabiduría están en el pecho, en este caso de l a a1nada.
Las notas de Ibn ºArabi recuerdan que en una ocasión <Ali, el cuñado del Profeta,
dijo dándose una palmada en el pecho: ¡Aquí está toda la sabiduría! ¡Si tan sólo
encontrara alguien a quien transmitírsela!

126
El jardin rodeado de fuegos se refiere al fuego del An1or (divino), que crea las
ciencias, bellas como las flores y los frutos del jardín (raw{l,a), que no pueden ser
que1nados puesto que su sustancia misma es el fuego.
13 Por su versatilidad etimológica, el corazón (qa/b) toma todas las formas
(ver nota 7) a través de la variedad de estados (a�zwiil), y éstos según las teofanías
(tayaliyyat ilahiyya), que se manifiestan en lo más profundo (sin"), producen una
mutación (tabaddul) en el corazón.
Los pastos para las gacelas son los amados para los amantes, y el monasterio
el lugar consagrado a la adoración (para el amor divino).
14 Adopta todas esas fonnas: recibe esos conocimientos.
15 Referencia al pasaje coránico (3,3 !), en el que la Palabra divina hace
decir al Profeta: "Di: Si a,náis a Dios, ¡seguidrne! Dios os a,nará y os perdonará
vuestros pecados(.. )". "Ninguna religión (din) hay ,nás sublime que la basada en
el a,norpor Él, a quien adoro y por q1úen te11goJe (iman)", señala en la nota corres­
pondiente lbn e Arabi. Parecería irreverente en la tradición musulmana, si además
de ser considerado Mu�ammad como el últi1no y más grande de los profetas es el
querido (f:wbib) de Dios.
16 Hace una declaración de amor cudhri "a lo divino": los amantes son el
ejemplo a imitar. Plantea, sin embargo, una diferencia radical: mientras que éstos
aman al fenó1neno, a la naturaleza creada (kawn), "yo an10 l a realidad esencial
('ayn) ".

127
xn
SOLES CON FORMAS DE ESTATUAS

l En Dhii Salam y en el templo junto a }:lima, unas gacelas hay, que


con apariencia de estatuas te hacen ver el sol.

2 Observo los planetas, sirvo en el ten1plo (asirio),


y custodio un jardín al que la primavera enjoya.

3 Por ello, en el desierto me llaman a veces pastor de gacelas, y otras


monje o astrólogo.

4 Mi amada se hace tres, siendo una y la 1nisma,


tal y con10 las (ll-es) Personas, por su esencia en una sola se convierten.

5 No te sorprendas, amigo mío, si te hablo de una gacela, que cuando


sus cervatillos giran en torno a las estatuas, por ellas son ilunlinados.

6 Esbeltos cuellos tienen las gacelas, rostros el sol, pechos y


muñecas las blancas figuras.

7 Co1no también (decimos) que vestidos tienen las ramas,


vi1tudes los jardines, y que de los labios sonrientes surge el rayo.

Al igual que en el poema penúltimo (LX) del Taryu1nan, el objeto central de


éste es la Unidad y la multiplicidad. introduciéndose también en el verso cuarto el
"problen1a" de la Trinidad, aunque haciéndola tomar forma, no como en el
Cristianismo, con las Tres personas, sino con tres de los Nombres de Alliih (de los
99), que no por ser tres "desdoblan" su esencia. Mediante su meditación, el gnósti­
co escruta el universo y accede a la belleza, tanto de las cosas creadas y palpables
como de las foanas sutiles. Su corazón es receptivo a los diferentes planos de la
creación y en él se dan cita los dos mundos (barzaj). Cada plano y derivada tienen
su propia lógica y perfección, mereciendo igual respeto, pues son parte de la crea­
ción divina.
1 Dbü Salam (=con paz) es un lugar de sumisión a la Belleza divina
(ya,niil), n1ientras que el teinplo (dayr) apunta a un estado espiritual que Ibn eArabi
califica de siriaco ((1iila siryaniyya).

128
A l �imii,
- el vedado o la protección, representa el velo de la inaccesible gloria
divina (f:¡iyab a/- <izza al-aluna'). Por su parte, las gacelas aluden a la desposesión
del espíritu (n1aqa111 al-tayrTd). Las estatuas son el Conocimiento que hace ver la
luz del so.l, en referencia a las estatuillas de piedra siriacas que representaban a
Cristo.
2 Son los planetas o estados espirituales que giran en torno a ese
Conocimiento, como los planetas alrededor del sol.
3 lbn "Arabi se refiere al cambio de los estados espirituales (a�iwlil), moti-
vado por el progreso en las ciencias divinas. Así, el que sea llamado pastor (ra<i),
monje (raf¡f b) o astrólogo (1nunayyirn), se debe a la transformación de la fonna (al­
raf¡awwul fi-l-suwar), pero no de la sustancia ( cayn).
4 Los nombres cardinales de la deidad en el Corán son Allah (Dios), al-
Ra�miin (El Misericordioso) y al-Rabb (el Señor), siendo, por supuesto, eI prime­
ro el más esencial, y el resto de los otros 9.9 derivados o calificativos. El número
(<adad) de los epítetos no implica la multiplicidad (kathraft-/-<ayn) de la deidad.
Parece así rebatir el misterio cristiano de la Trinidad, si bien Ibn ºArabi es espe­
cialmente próximo a la figura erística de Jesús hijo de María.
5 Juego fonético entre (gaziila), uno de los noLnbres para el astro rey y
(gazal) o gacela.
6 El verso anterior y el presente hacen referencia al f:¡adT th en el que se dice
que los fieles verán a Dios en el Paraíso como al sol. Los cuellos esbeltos o alar­
gados aluden a los almuédanos, quienes llaman a la oración, pues según un f:¡adi th
el día de la resurrección tendrán el cuello más largo, en alegoría a que estarán más
cercanos a la divinidad.
7 El jardín, como en otros versos, representa el lugar de la unión (maqa,n
al-ywn'"). Las nunas tienen para la expresión de este verso vestidos (nialabis), tanto
como las almas poseen virtudes (ajll"lq) divinas. El rayo brilla en los lugares de una
mostración esencial o teofanía, mientras que las bocas sonrientes (rnabsitn) insinú­
an La satisfacción divina: Dios ríe (al/ah yad}:,,ak) de satisfacción por el arrepenti­
miento de su siervo.

129
XIlI
LA PALOMA QUE ARRULLA

1 Arrulla la palo1na (acollarada) y (el amante) tiernamente gime,


en su pena entristecido.

2 Como de un manantial, por sus lángidos ojos corren las lágrimas.

3 Le respondí como a la madre que a su único hijo perdió.


¡Cuán grande es esa aflicción!

4 Mientras el dolor caminaba de nuestra mano, me dirigí a ella.


¡Y era invisible aunque yo (bien real)!

5 Un amor devastador siento por los aJenales de ºAJiy,


(allá) donde las tiendas y las de (los grandes) ojos se encuentran.

6 De miradas lánguidas y asesinas,


sus cejas son vainas de unos ojos, que como sables (desenfundan).

7 Escondiendo en lo más pJofundo mi pasión ante el Censor, sorbí las


lágrimas con sed abrasadora.

8 Hasta que con la partida, el graznido del cuervo


dejó al descubierto el penar del (amante) abatido.

9 Doloridos y gimientes bajo los palanquines, los can1ellos (de anillas


cortadas) su marcha prosiguieron toda la noche.

1O Y cuando aflojaron los cabestros y apretaron las cinchas,


contemplé la causa (misma) de la n1uerte.

11 ¡La distancia en el amor es mi asesina!


Mas, ¡hasta el más difícil de los ainores con el reencuentro se hace
[llevadero!

12 ¡En qué se me puede censurar si la amo!


¡Allá donde esté, qué adorable y bella es!

130
Este poema escenifica el amor y compasíón del gnóstico por los seres creados,
y n1ás allá de ellos por la Unidad del Ser (waf:ulad a l -wuyüd): es decir, trata sobre
la relación de los espíritus individuales con el Espíritu universal. Es un largo viaje
el que aquellos recorren hasta la conte1nplación de la Verdad (la Faz de Dios), en
el curso del que igualmente se trata de la dialéctica de los Nombres divinos y de la
Esencia de éstos como inspiradora de la meditación.
1 El recurso de las palomas collaradas (1nu{awwaqa) es empleado en varias
ocasiones (ej. poema X). Aquí simboliza por tal collar la Alianza (mithiiq) de Dios
con el hombre, a quien al ser concebido -según señala el Corán ( 15,29)- el Creador
"insufló" S u espíritu. El amante entristecido representa la parte del hombre más
material, en contrapunto con la sutil (latffa insii11,iyya). El gemido (l}anín), compa­
rado con e1 arrullo de la paloma, se da por la separación de la Namada.
2 Este lloro es el de los espíritus que asu.men formas corporales (al-a,wiil}
1a1naththul fi-l-suwar al-yisdiyya), es decir, de los ángeles, lo que recuerda la t r a ­
dición profética s�gún la cual Miguel y Gabriel lloraron "por temor a la astucia de
Dios'' (min jau/,nakral/ah), pero la compasión de su Ci:eador por ellos es más fuer­
te que su llanto, según la nota de Ibn •Arabi.
Las lágrimas son como manantiales, en el sentido de inagotables, y como éstos
corren de lo oculto (gayb) a lo manifiesto (sahada).
3 "Su tínico hijo", referido al Espíritu Universal, que representa aquí la
paloma, alude a que este espíritu sabe lo que le distingue de todo lo demás presen­
te en la creación (kawn): su unidad (walJdaJ?iyya), la que reside en última instancia
únicamente en el Uno. En su pérdida, consiste precisamente esta falta de discerni­
miento pleno.
4 Ese dirigirse a ella mientras camina, da cuenta de que sucede en un tran-
ce de tristeza (bazan) y de ausencia (faqd), lo contrario de la presencia (wuyüd). Es
"invisible" porque no pertenece al mundo de la expresión ('ibiira) o Ja explicación
(tafa$Tl).
S "Aliy significa tratamiento médico, cura, en referencia al conocimiento o
ciencia sutil y las buenas obras (1nu"iiliya a l -"am111al).
Las tiendas sin1bolizan los velos que entorpecen la recepción y práctica de las
"ciencias" del Conocimiento.
Las de los "grandes ojos" dan cuerpo a tales "ciencias".
6 Las "miradas asesinas", hacen perecer al buscador en su individualidad,
cuando marcha en -pos de esas "ciencias" superiores, agudas y co1tantes de la rea­
lidad co1no sables. La languidez escenifica poéticamente la contemplación y la
soledad que les están asociadas.
7 Alude a lo que está cubierto (si/r) y oculto (kitnwn), en relación con la
far,qa ,naliinzatiyya. Esta es una secta sufí que pone el énfasis -del verbo

131
LAM = censur-ar, criticar- en la culpa como purificación, como el camino hacia
Dios. Ver al respecto Kasj al-Maf:i-yiib, pp.62-69, Edición de R.A. Nicbolson y "LA
Lucidité hnplacable, Epítre des Hotnrnes du Bléhne", de Sulami, París, Ed. Arléa,
1991.
El personaje ,netafórico o figurado del Censor representa las pruebas y el des­
tino, aquello que oculta a cuanto in1pide la belleza pero paradójicamente hace avan­
zar en el camino espiritual.
8 El cuervo (guráb), de la raíz GRB (irse, alejarse), simboliza cuanto sepa-
ra a los an1antes.
9 La n1arcba nocturna hace aquí alusión tanto al largo deambular espiritual
hasta la "vuelta" a Dios, como al desplazamiento (tanaqqul) de un Nombre divino
a otro, y el profético (isrá"), el viaje nocturno en el curso del que se desvelan los
misterios divinos al Profeta.
Los ca1nellos con las anillas rotas denotan lo largo y duro del camino.
10 En la vuelta eras de la ascensión contemplativa, en la que el gnóstico vis­
lumbra la Esencia ("ayn 1nuqaddas), retoma al mundo sensible de la analogía
(ta.sbfh) y advierte la muerte y sus circunstancias, que no existen en el pasado esta­
do de contemplación de tal Esencia.
11 Es el reencuentro o presencia (f:i-ufliir) final, en la que ya no hay desvane­
cimiento (fanii'). Esa distancia (gayb) es la que milagrosamente se borra para el
Profeta en el (isrá< wa-l-1ni'rliJI) =el viaje nocturno de La Meca a Jerusalén y la
poste1ior ascensión celeste. Según la famosa teoría de Miguel Asín Palacios, este
episodio central de la espiritualidad 1nusu1mana inspiró parte de la Divina Comedia
de Dante (ver La Escatología Musul,nana en la Divina Coniedia, Ed. Hiperión,
Madrid, 1984).
12 "Ella" sigue siendo, como en el resto del poema, el Espíritu uníversal.
Todos los buscadores van en su dirección, pues representa la salvación espiritual,
aunque ninguno la conoce hasta que se aproxima a Ella.

132
XIV
EL MENSAJE DEL VIENTO

1 Añoró el Oriente al ver por el Este el rayo,


mas si por el Oeste hubiese lucido, el Occidente habría anhelado.

2 "¡Mi pasión es por los rayos y sus fulgores,


no por los lugares ni la tierra!"

3 El céfiro me refirió un dicho,


cuyo origen de la pesadumbre a la nostalgia remonta,
y de la tristeza va a la desgracia.

4 La ebriedad de mi razón (procede), la añoranza de Ja pasión, las


lágrimas de mis párpados, y de 1ni corazón surge el fuego.

5 Aquella a quien amas en tu pecho habita,


y tu respiración de un lado para el otro le hace girar.

6 (A la brisa) dije: ¡hazle saber que es ella quien enciende el fuego


en mi corazón!

7 Ninguna culpa tiene el enamorado de seguir ardiendo,


pues sólo la uoión eterna puede apagarlo.

El tema central de este poema es el de las teofanías y la visión extática de Dios.


Trata igualmente de los modos y formas bajo las que aquellas aparecen, así cotno
de su doble carácter "real" y "subjetivo".
l Se refiere a la "visión" de Dios, a través de sus manifestaciones en la
existencia y los acontecimientos.
El Este representa el lugar de la 1nanifestación fenoménica (maw{ii kawn'i).
Por "Si por el Oeste hubiese lucido", alude a que tras la manifestación de la
Esencia Divina en el corazón del gnóstico, éste hubiese querido permanecer en el
mundo puro (tanz.il;.) y oculto (gayb), pero su naturaleza hun1ana le hace volver a la
batalla diaria de la materia.
2 Este es consecuencia del verso anterior: desea la� moradas (1nawarin), no
como lugar físico, sino como "topos" virtual y ocasión de la reofanía.

133
3 El mundo pneumático o de "alientos" (ciila1n al-anfas) comunica el sig-
nificado oculto de esas formas fenoménicas.
Juego con la imagen de la cadena de trans111isión (isniid) de los dichos profé­
ticos o IJ,ad'ith de generación en generación: "procedente de... de... " ('an... 'an ... ).
4 Términos todos éstos clásicos de la literatura sufí: la ebriedad, que fbn
•Arabí define como "lucidez" última es el cuarto grado de la manifestación divina,
siendo el primero el gusto (dhaivq), el segw1do la bebida (surb) y el tercero la sacie­
dad (riyy).
5 La respiración, inspirada por la manifestación o epifanía, produce los
estados (af:iwiil) cercanos a l éxtasis.
6 Es el amante quien alumbra en su corazón la nostalgia, pero con un fuego
que le alimenta, más que le dafia, en su camino.
7 El frescor de la felicidad (bard a lsunir)
- y la nieve de la certeza (thaly a l -
yaqín) son otorgadas, según este simbolismo, por el amor a la divinidad. El a1nan­
te lucha porque esa unión (wa�l) se dé, y cuando tal sucede cesa el fuego abrasa­
dor.

134
XV
EL CAMELLO ES EL CUERVO DE LA SEPARACIÓN

J En Al-Uthayl y Al-Naqa me quedé aJ abandonarme,


derramando lágrimas y lamentándome por el tormento.

2 ¡Por mi padre, por quien me consumo de tristeza!


¡Por él, es por quien muero de temor!

3 El rubor de la vergüenza en sus mejillas se asemeja a la claridad


del dfa, que hacia el crepúsculo se encamina.

4 Acampó la paciencia, (su tienda) plantó la tristeza, y entre eIJas


me encuentro yo (postrado).

5 ¿Quién, en mi amor y mi dolor me socorrerá?


¡Guiadme! ¿Quién (habrá de aliviarn1e) en mi tristeza?
¿ Y quién ayudará al amante extraviado?

6 Por más que encubra los tormentos del amor,


lágrimas y desvelos los delatan.

7 Y cuando digo: ¡di.rigidme una n1irada!, me contestan: ¡se te negó


por piedad!

8 De nada te servirá una mirada de eIJas,


pues sólo es el brillo deslumbrante del rayo.

9 No olvido cuando el camellero arreaba (a sus monturas), deseoso


de partir hacia Al-Abraq.

l O Graznaron los cuervos de la sepiu-acjón.


¡No proteja Dios al cuervo graznador!

11 Qué es el cuervo de la separación sino un camello,


que con los seres queridos parte veloz.

135
Este poema, de difícil lectura, por el ca1nbio de registros y el cúmulo de sín1-
bolos, discurre acerca de las potencialidades humanas, así como de los puntos
comunes y divergentes tendidos entre el do1ninio corporal y el del espíritu. Trata
igualmente de la importancia de la transmisión oral de las "ciencias" entre los seres
espirituales.
1 El poeta se lan1enta de que sus compañeros gnósticos, de naturaleza
angélica (rüJ:tániyát ,nalikiyya), se aparten figuradamente de él, por tener un cuer­
po fisico que le impide permanecer tras la contemplación en el inundo sutil.
AJ-Uthayl hace referencia por proximidad fonética a (al-G,$l) =el 01igen, a la
constitución natural del hombre (aflihi al-rabi<).
Al-Naqá designa aquí al cuerpo humano.
Ltora por él mismo y por quienes aún sabiéndose cercanos, se ven impedidos
de acceder a los "lugares supremos de la contemplación" (a l -,nant.qi. r a l -'ulá) y a
las esferas celestiales de la Creación.
2 "Mi Padre" es el Espíritu Supremo (al-rü/:t a l -"ali) o Universal, que según
la anotación de lbn •Arabi es "el padre real del mundo", mientras que la naturale­
za o mundo fenoménico es la madre de cuanto existe. Esta imagen casi cristiana -
es sabido que en el Tslán1 se otorgan a Dios 1nuchos epítetos, pero no el de Padre-,
junto a muchas otras, hicieron sostener a Asín Palacios la tesis de que fue Ibo
e Arabi el más cristiano de los gnósticos y filósofos musulmanes (véase a este res­
pecto su clásico El /,1·/a,n Cristianizado, Ed. Hiperión, 1985, Madrid), l o que aun
sin estar a nuestro juicio equivocado, no conviene sacarlo de s u propio contexto
social y religioso.
El amante aspira al amor ('isq) de dicho Espíritu, una en,anación divina que
se manifiesta al imaginario del poeta bajo uno de los No1nbres divinos: El Bello
(yan1il).
La tristeza (kamad) es la etapa de la disolución, motivada por la muerte y el
"tell}or".
Tras esta etapa de desvanecimiento (fanii') se accede según la explicación del
gnóstico a la irradiación de l a belleza (ya,niil) y majestad (yaliil) divinas; se refie­
re al Divino misterio que contiene su corazón.
3 El rubor de la vergüenza o pudor (J:tumra al-jayla) retrotrae a vruias tra-
diciones proféticas (ladith, en las cuales las teofanías divinas tendrían el denomi­
nador común del pudor. La claridad de la aurora y el rojo del crepúsculo impresio­
nan en su contraste el corazón de quien contempla tal aparición.
4 Todo tipo de en1ociones y transportes, destrucción (J:,alak) o conte1upla-
ción extálica(wayd), pertenecen al ser hun,auo. En el ápice de la conten1plación, el
poeta sitúa el Nombre divino de (al-fabür) = El Constante, dado que la paciencia
(fabr) es una de las vi1tudes más alabadas por el sufismo.

136
5 Significa que quién más puede ayudarle en su can1ino espiritual, así como
asistirle en los riesgos y soledades que éste comporta, son los Non1bres divinos y
,
su sustancia imperecedera. El le guía para lograr al cabo del can1ino la "esencia de
la unión de la uni.ón" ( < ayn ya,n< al-ya,n•).
6 El amor no puede ser gobernado por la razón ("aql) ni por los principios
(a�kam), y cuanto más se intente tapar el deseo ardiente (yawli) con discreción
(kihnan), mas las lágri1nas (du,nü'a) y el desgarro lo delatan.
7 Se refiere a l a Faz divina, oculta a los hombres. (C 6,103): "ú:1 vista
h111nana no Le alcanza, pero Él sí que alcanza la vista hu,nana ". Refiriéndose a la
resurrección y la visión beatífica. reza otro pasaje coránico (75,22-23): "Ese día,
unos rostros brillarán, conte,nplando a su Señor".
8 Una mirada no es suficiente para alcanzar la visión extática (1vayd).
Señala en su nota Ibn ºArabi que es comparable a quien bebe agua del n1ar, que
siente más sed cuando más intenta saciarse, en alusión a que no es posible conse­
guir una visión pennanente (bf bttk1n al-illi$al) como con frecuencia se desea en la
meditación, sino una mirada furtiva (lamb), que es el regalo o gracia de la teofania.
breve y desconcertante como un "rayo".
,
9 El camellero es aquí la divinidad, quien llama hacia E l a los seres espiri-
tuales (las monturas), alejados (bayn) por el mundo fenoménico, para así lograr su
reunión (itti$al) y partir hacia Al-Abraq. Este supuesto topónimo hace referencia al
rayo (barq), en plural, el lugar de la manifestación de la presencia (bafirá) divina.
10 Los cuervos de la "separación" (bayn) son las realidades creadas, la e x i s ­
tencia fenoménica y su gravedad, que les in,pide o dificulta el camino en la aseen-
,
sión hacia El. Esta imagen es empleada varias veces en el Taryuman.
11 El camello representa las aspiraciones sutiles (lafa'if al-binzanz). las que
hacen viajar y fortalecen al fiel ("abd) en el curso de la realización espiritual
(1nu�aqqiq). Según dice el autor, estas aspiraciones sutiles (�in1á1n) est.in hechas
para la unión (u,rül) con la divinidad.

137
XVI
PROMESAS DE MUCHACHA

1 Pusieron sobre los camellos las literas:


estatuas y lunas llenas cargaron en ellas.

2 A mi corazón prometieron que volverían.


Mas, ¿no son un engaño las pro1nesas de muchacha?

3 Saludó al despedirse con las n1anos tintadas,


y derramó lágrimas, que mi ardor avivaron.

4 Cuando se volvió fue para encaminarse hacia A lJawarnaq


-
y a Al-Sadir.

5 G1ité ¡perdición!. Y ella contestó:


¿eres tú quien cla1na 1naldición?

6 No lo digas así, de una vez,


sino grítalo 1nuchas veces: ¡perdición!

7 ¡Ea, paloma del ariik, muéstrate piadosa,


pues no hace la separación sino aun1entar tus arrullos!

8 Tus lamentos ¡Oh, paloma! acrecientan (el dolor) del amante y


excitan al celoso.

9 Al corazón hacen derretirse y al sueño ahuyentan,


redoblando nuestros suspiros y añoranzas.

10 La muerte se cierne sobre el lamento-de la paloma,


quien le implora un respiro.

11 Tal vez un soplo de la brisa de }:Iayir,


nos atraiga nubes de lluvia.

12 Y puedas con ellas refrescar a las aln1as sedientas,


aunque no haga tu nube sino aumentar la distancia.

138
13 ¡Oh, tú que contemplas la estrella, sé mi invitado!
¡Tú, que escrutas insomne al rayo, sé en la noche mi confidente!

14 Tú que duermes, y (al sueño) diste la bienvenida,


ya habitabas las tumbas antes de que la muerte arribara.

15 Si runas a aquella n1uchacha alegre,


con ella disfrutarás del gozo y la dicha.

16 Y ofrendando a las bellas los vinos de la intimidad, susurrarás a


los soles y la coite harás a las lunas llenas.

Estas odas. de difícil lectura, por el constante cambio de sujetos a quienes se


dirige: amada, paloma, nosotros (gnósticos), tú (buscador), etc., versan sobre la
contemplación de la Esencia y Presencia divina en todos los seres creados, asf
como acerca de las etapas de la vida espiritual y del conoci.iniento del gnóstico, a
través del amor a dicha Esencia. Tratan, en fin, sobre la contemplación última, en
la noche, más allá de las formas y las apariencias, del Rostro divino.
1 Los camellos representan las facultades humanas, n1ientras que los bal-
daquinos o literas (judür) son las acciones que aquellas llevan a cabo. Las donce­
llas, que van en su interior y por su belleza son comparadas a las estatuas (d111nii) y
las lunas llenas (budür) -nótese aliteración entre judür y budür-, representan las
ciencias espirituales.
Ibn •Arabí trae a colación de este verso la aleya de "la Luz" (24,35): "Dios es
la luz de los cielos y de la tierra. Su luz es co,nparable a una hornacina... ".
J. Cortés señala al respecto en su traducción del Corán que: "Algunos han visto en
ella la predicación coránica (el pábilo), recibida por el coraz.611 (el recipiente de
vidrio), encerrado en el pecho del creyente (hornacina)". Opus cit. p. 429.
2 Con la expresión "proniesas de muchacha" se refiere figuradamente a
que la Sabiduría divina puede suspender el desvelamiento de las ciencias y conoci­
mientos si el gnóstico sigue sus pasiones (sahawat) o caprichos (a1niíni). Todo ello
en alusión al pasaje coránico (20, l 14): "¡Señor! ¡Au,nenta mi ciencia!"
3 El 'unnab o azufaifa de la que dice, la muchacha tiene tintadas las 1nanos,
apunta a la ciencia recién evocada, o sutileza divina (nukta i/ahiyya), "que es adqui­
rida (iktisñb) y no otorgada directa111ente, pues está sujeta al cambio (tagayyur) pro­
ducido por los fenómenos", de ahí la in1agen de la henna, que con el tiempo y el
agua se borra de la piel. Existe pues una meridiana distinción entre la unidad
(ta�v�id) y la asociación o multiplicidad (i.ftirak).

]39
Esta sutileza, que es germen de las ciencias en el corazón del gnóstico, provo­
can en él un deseo 1nás y más intenso.
4 Al-Jawarnaq es un lugar amurallado cerca de Küfa (Irak.), y Al-Sadir una
región y nombre de un 110 de l;lara (Yemen); aquí significan la Divina presencia (f:ia�ra).
5 ¡Perdición1 o ¡Maldición! (t/zubür) que reitera dos veces -y variamos para
evitar tal repetición-, expresa la muerte del buscador en la vía respecto del mundo
fenoménico, a medida que va aproxin1ándose a esas "ciencias".
6 Parafrasea la aleya corán.ica (25,14): "¡No invoquéis hoy una sola des-
trucción sino ,nuchas destrucciones!". El orden universal (a/-<a,nr al-kulli) se
extiende a todo lo creado (yani.i" al-1na1vyüda1) y no se queda en una sola estancia.
Así, Dios no puede ser reten.ido e n una forma (süra) única y concreta, sino que debe
ser abstraído de todas, ya que fijarlo sería para esta concepción cuando n1enos fal­
searlo.
7 El arbusto del ariik representa en el verso a la pureza -como ya se vio
anteriormente- rruentras que la paloma simboliza las influencias que "santifican y
dan satisfacción" (wiiridiit a l r- aqclis wa-1-ri(ia) al bo1nbre espiritual.
Le pide a la paloma piedad por la fragilidad del sujeto, del amante, dadas sus
dificultades para acceder y pennanecer en un estado de pureza. En la medida en la
que se separa la inspiración divina, el mundo fenoménico y de "tinieblas" sustitu­
yen traumáticamente a la contemplación beatífica del gnóstico.
8 Quien contempla la faz de Dios en todas las cosas no siente celos (gayra) de
las otras realidades (agyiir), pues El es todas ellas y a la vez no es ninguna en concreto.
10 La Lnue1te supone el alto e n el camino o estancia de 1a separación del vín­
culo sutil del ser hun1ano (ilfifiil al-latifa a l -insliniyya) respecto de su cuerpo, visto
éste bajo la concepción gnóstica de sede de tinieblas y carga pesada.
Juego de palabras entre �1irnlün =n1uerte y f:ia111ií111 =paloma, mediante el uso del
verbo f:Ja,na (-rondar, cernerse sobre). Literalmente le suplica la salvación (haqií�).
11 f:Jayir, de la raíz f:J afa-Ra
- (=vedar, impedir), representa aquí el últin10
velo y el más inaccesible de la gloria Divina, ese aJ que no puede aproximarse nin­
gún ser creado. Sin embargo, según explica Ibu <Arabi, los "soplos" (nafaf:iát) con­
siguen llegar al corazón (qalb) del gnóstico, haci�ndole estremecerse y causando en
él una suerte de enan1oramiento súbito (bi darb al-ta c assuq).
Las nubes de lluvia, símil de fertilidad, aluden al conocimiento, a las ciencias
(ma<arif), i.magen que volverá repetirse en el siguiente verso.
12 L a aleya coránica (20,114): '�Au,nenta 111i ciencia!" parece la inspiración
de este verso, como continuación de la segunda parte del anterior.
13 Por "quien co11te111pla las estrellas" se entiende al gnóstico, quien indaga
las "Ciencias", sus categorías y formulaciones (ta <aqqullit). Invita como co1.nensal
a quien escruta el rayo, es decir, quien está habituado a la mostración de los

140
Nombres y las teofanías de la Esencia divina. Utiliza Ibn eArabf dos términos para
invitado: (11ad11n), de día y (sa,nfr), "zambrero" o conversador en la noche, deno­
tando así lo manifiesto y lo velado de tales "ciencias".
14 El sueño es la extinción (jana·') y el descanso, el suspenso momentáneo
de la vida ordinaria, un estado distinto de la muerte corporal.
15 La muchacha es la Esencia, de la que viene tratando el poema, y que el
gnóstico desea ardientemente hacer suya. El condicional "si hubieras a1nado", se
debe a que Ella es en sí rnisn1a inalcanzable, y sólo puede aproximársele a través
de sus n1anifestaciones.
16 El vino (jarnr) -lit. ju,nür al-jhniir =vinos del velo- es un símbolo profu­
samente usado en la literatura mística para denotar un estado superior de bienestar
o ebriedad(/arab), Ibn eArabi también Jo utiliza en el Taryu1niin en los versos
(XXVI,7-8) y (XLVIlI,12); igualmente y de n1anera rnás an1plia sucede en su ja111-
riyya, de dudosa paternidad. Véase a este respecto las actas del coloquio sobre
"Arte y Sufismo", celebrado en el 1narco del Instituto Cervantes de Damasco en
abril del 200 I, la conferencia inonográfica sobre dicho polénuco poema dada por
el investigador Ryac;I Atlag. Dentro del sufismo es sin duda Ibn Al-Faric;I quien más
ha recurrido a este género (véaselaja,nriyya o gran poema báquico de este n1ísti­
co egipcio en el "Poe,na del Ca,nino Espiritual", Opus cit. pp.131-36).
Con "susurrar a los soles", alude a un f:iadíth en el que se d.ice que en la pró­
xima vida Dios será visto corno un sol en un cielo despejado, y como una luna
llena. El día y la noche, el sol y la luna, son lugares comunes simbólicos (ina/;lall
ra,nz), recurrentes en éste y los demás poemas del Taryuman.

141
XVII
CONDUCTOR DE CAMELLOS

l ¡Ca1nellero, no te apresures en llevarle! ¡Detente!


Pues enfermo estoy de seguir sus huellas.

2 ¡Para las monturas y aprieta sus riendas!


¡Por Dios, por mi amor y por mis penas, camellero!

3 Mi alina está pronta pero mis piernas no me ayudan.


¡Quién iba así a socon·erme y tener de mí piedad!

4 ¿ Qué puede hacer aun el más diestro de los artesanos,


si sus instrumentos obran sólo la destrucción?

5 Desvíate (detu camino), pues a la derecha están sus tiendas, en la vaguada .


¡Oh, valle! ¡Dios bendiga cuanto guardas!

6 Allí reuniste a unas gentes que son mi alma y mi aliento,


son lo más intimo de mis entrañas.

7 ¡Si de tristeza no muero en J:liiyir, en Sal e o AS,yiid,


que no sea mi amor bendecido!

Este poen1a pone de mani.fiesro la attacción irresistible del gnóstico/amante


por habitar el plano fronterizo, en árabe denominado barzaj, de las manifestaciones
espirituales sobre la tierra. Igualmente, se trata aquí de la fenomenología del estre­
cho e inextricable vínculo existente entre el cuerpo y el alma, en el más runplio de
los sentidos y de manera específica en el curso de la experiencia espiritual, en el
trance de la separación y de la unión. •
1 El f1iidí1 conductor de cameilos, representa aquí al Espíritu divino (rü�
ilühi), quien enseña al hombre a dominar su cuerpo, mientras que las aspiraciones
espirituales (himani) aparecen materializadas por una caravana de 1nonturas ('is).
Este "no re apresures" hace n1ención a que e] gnóstico cuenta con un cuerpo
provisto de unas necesidades y limitaciones, las que pueden estar más o menos
coo1plementadas y sublimadas, pero mientras se haUen ligadas a la vida terrenal,
persisten en su carácter común con el resto de los hombres.

142
3 En la tónica del anterior, la tristeza que expresa este verso refiere a las
limitaciones del alma, a su vez gravada por las penalidades del cuerpo. Se pregun­
ta por quién le podrfa asistir, dado el decreto divino (qátjar), que confiere al ho1n­
bre el condicionamiento de la existencia terrenal. sujeta a los parámetros físicos: las
circunstancias (kayj) y la cantidad (ka1n111).
4 Siguiendo el discurso de los versos precedentes, por artesano ($l'ini<J se
entiende aquí el alma, puesto que debe desen1peñar su difícil oficio en dos donú­
nios 1nuy apartados y que ella vincula con sus ejercicios: el material y el espiritual.
Aunque el alma abandone el cuerpo durante unos instantes de extinción y aleja­
miento (alja11{I'1va-l-gayba) respecto de la realidad ordinaria en el curso del éxra­
sis, sabe que volverá nuevamente a ésta. "Sus instrumentos" (alii) son el cuerpo y
el proceso de vuelta desde la lejanía del rapto, los que progresivamente disuelven
la fijación del espíritu e n la contemplación.
5 Las tiendas configuran de foana metaf61ica los lugares donde descienden
esas aspiraciones espirituales mencionadas al principio. Estas son partícipes de las
"ciencias" divinas, aunque no de Dios 1nis1no, quien no ocupa espacio posible ni es
mensurable. Entrar en contacto con tales "ciencias" o conocilnientos, emanaciones
de la divinidad, es el n1ás alto grado al que pueden aspirar los seres creados. seña­
la Ibo "Arabi.
Por "la derecha" se alude al pasaje coránico ( 19,52) en el que Moisés ascien­
de al Sinaí: "Le llanwm.os desde. la ladera derecha del ,nante e hicirnos que se acer­
cara en plan confidencial".
Con las riquezas que contiene el valle no1nbra al conocimiento que representa
Moisés para el sufismo (ta.raw, ,vuj) y que reswne Ibn °ArabI en su Fu$Ü$ al-1:f_ika,n
(Gemas de la Sabiduría), obra consagrada a los más relevantes profetas del Islam.
De ella existen dos traducciones: una de R.W.J. Austin, Bezels of Wisdoni,
(Paulist Press, Nueva York, 1980) y otra de T. Burckhart, Sagesse des Prophetes,
(Albin Michel, París, 1955).
6 La pasión (hawá), que hace morir de desgarro entre la tendencia espiri-
tual y las penalidades de la tierra.
lfayir =muro, dique, representa el impedimento del acceso al mundo interme­
dio (barzaj), uúentras que Sal< es el no1nbre de una montaña cercana a Medina
(=grieta, endidura) y Ayyad otra montafia frente a La Meca. Muere pues en tres
lugares distintos, con diferentes significados respecto de la unión esencial.

143
xvrn
¡DETENTE EN LOS CAMPAMENTOS!

1 ¡Detente en los campamentos, llora sobre sus restos y pregúntales!:

2 "¿Dónde están las amadas? ¿Adónde marcharon sus ca1nellos?" (te


contestarán): "!Contémplalos atravesando la bruma del desie1to!"

3 Como jardines puedes verlos en el espejistno,


pues el vapor les hace aparecer a tus ojos con inmensas figuras.

4 Partieron con deseos de llegar a cudhayb,


para allí beber un agua tan dulce como la vida.

5 Continué preguntando por ellas al viento,


por si montaron sus tiendas o se protegieron a la sombra del ija.l.

6 Y el céfrro me contestó: "En Zarüd dejé sus tiendas, con los


cainellos por la marcha nocturna doloridos".

7 "Corri.eron las cortinas de sus palanquines,


para proteger del mediodía su belleza".

8 ¡Levántate! ¡Ve hacia ellas rastreando las huellas,


y en su dirección aligera los camellos!

9 ¡Detente junto a las señales de }:layir!


tras atravesar las quebradas y montañas.

10 Sus moradas estarán ya cercanas y su fuego, ese que la pasión


encendió, será visible.

11 Alli has de hacer reposar (entonces) a los caineJlos, mas no temas a los
leones, pues como a cachorros te los hará ver el ansia del amor.

Este poema trata de los poderes del hombre espiritual, así como de su cons­
tante inspiración en los maestros precedentes y el mismo Profeta, aunque a la pos­
tre sea Dios y sus signos la única Verdad directora y eterna. Trata también de la

144
mente del gnóstico como gran discriminadora de lo superficial respecto de lo esen­
cial, en el curso de sus experiencias, así como de la contemplación e interminable
ascenso espiritual.
1 Se refiere a las moradas (1nanazil) por las que los gnósticos pasaron y
residieron en su vía ( sayr) hacia lo Real (Dios), 1nediante el aprendizaje de las
"ciencias". Los vestigios que dejan en su camino son los modelos, sumamente difí­
ciles de imitar, por lo que llora sobre ellos, además de porque ya han partido y le
causa nostalgia su lejanía.
2 "¿Dónde están Las a,nadas? ": las energías espirituales de los ya partidos.
Y éstas le responden que los camellos que las llevan (las aspiraciones), se fueron
hacia la estación del desasimiento (111aq[un al-tayrf.d) y marcharon por el desierto,
m.ás allá de las trazas 1nateriales reconocibles (dalii,il). puesto que buscan una meta
interior. En este punto del espejismo se sugiere el pasaje coránico (24,39): "Las
obras de los infieles son co,no espejis1110 en una llanura: el ,nuy sediento cree que
es agua, hasta que, llegado allá, no encuentra nada. Sí encontrará, en ca,nbio, a
Dios junto a sí y Él le saldará su cuenta. Dios es rápido en ajustar cuentas".
3 Continuando con la imagen de los espejismos (sarlib) del verso anterior,
c
,
sus siluetas parecen inmensas ( a?,fm), pero solamente la de El, el único que p e r -
1nanece más allá del vapor o la bruma, puede llamarse cu1nplidamente tal.
4 "Udhayb, topónimo que hace mención al agua duJce, alude a la búsque-
da del secreto de la vida, a través de la morada de la pureza (:¡aja), que libera a las
almas de su peso.
La bebida (Jurb) es el segundo grado de la manifestación divina, siendo el
gusto (dha�vq) la primera.
5 Sigue los pasos de las amadas, preguntando al viento del Oriente, que
representa el ámbito del soplo de las almas ("éilarn a. l -anfiis), en cuyo soporte ellas
residen para su mostración (kilnü bi 'ayni al-tayalli).
Las tiendas representan el conocimiento divino adquirido a la sombra del t;ia/,
según indica la nota de Ibn < Arabi, lo que significa perplejidad, desconcierto
((layra), por la magnitud del conocimiento otorgado.
6 El céfiro responde que las ha dejado en una situación inestable ('.ada,n
thubü!), representado por el supuesto topónimo de 'Zarüd, que designa una lengua
de arena o duna arrastrada por el viento, ya que buscan lo que no tiene suelo, sino
que es adimensional y de naturaleza interna.
7 Los palanquines, cuyos velos protegen del sol, hacen alusión a que las
realidades ((laqii·'iq) esenciales están veladas (biyiib); de modo contrario, como el
sol que agosta los can1pos, la intensidad de esta morada les hubiera fulminado en
su belleza (111abiisin).

145
8 "Rastreando sus huellas", significa la aproximación de los gnósticos en
su camino al rango de los profetas, mediante la energía o aspiraciones espirituales
(hi1n1na), representadas en este verso por los camellos. El estado ({1iil) de proximi­
dad absoluta a la divinidad, sólo ha sido experimentado, según la expUcación de lbn
< Arabi, por Mu�ammad.
9 l:fayir (=muro, impedin1ento), es cuanto obstaculiza el cainino de esa
experiencia inmediata.
La travesía por los lugares alejados (n1awádi" al-gaybiyya) y los caminos hacia
Dios, es vista aquí, como en ou·os textos del sufisn10, como una guerra santa (yib.ád)
interior, en conexión con el pasaje coránico (29,69): "A quienes hayan co,nbatido
por Nosotros, ¡hemos de guiarles por Nuestros ca1ni11os!¡Dios está, en verdad. con
los que hacen el bien!
10 A los peligros (,nakiirih) que deberán ser franqueados por esos caminos
hace referencia el �adHh según el cual: "eL paraíso está rodeado de adversidades".
El fuego de la pasión por la búsqueda de ese lugar sublime ilumina el difícil y
largo camino.
Relata Ibn eArabi cómo uno de los beneficiados con los desvelamientos espi­
rituales (1nukiisifin) le refirió en Mosul un sueño, según el cual, Ma < arüf al-Karji se
encontraba rodeado de fuego. Esta visión le aterró sin llegar a con1prender su s i g ­
nificado, a lo que Ton eArabi le respondió que, "este fuego es una pro1ecci611
(IJimli), allí donde le han visto sentado. cualquiera que quiera llegar a esa ,nansi6n
debe introducirse en esefuego y (sufrir) las adversidades".
11 Siguiendo con el discurso del verso anterior, se refiere a que un amante
sincero no debe ten1er a los peligros, pues transcendidos en su máscara de aparen­
te penalidad, resultan inocuos, c;omo un fuego que no guen1a, como un león con­
vertido en cachorro.

146
XIX
LOS VESTIGIOS DEL CAMPAMENTO

1 ¡Ay, los vestigios (del campamento) ya desaparecido de Al-Uthayl!


¡Allí donde con dulces doncellas jugué!

2 (Mientras) que ayer eran amables y sonrientes,


hoy se tom.aron adustas y salvajes.

3 Cuando partieron sin yo advertirlo,


en Jo más íntimo de mi ser quedé vigilante.

4 Las seguí allá donde fuesen o pararan,


y de palafrenero hice en ocasiones con sus monturas.

5 Hasta cuando desmontan para acampar en el desierto, en los yermos,


soy yo quien extiende las alfombras.

6 En rico y maduro jardín toma cuanto antes fue un erial.

7 Pues cualquier paraje donde ellas descienden,


como en parque con pavos reales (se convierte), en suma de bellezas.

8 Jamás abandonan un lugar,


sin que con las tumbas de sus amantes Ja tierra quede cubierta.

Las presentes odas tratan de la importancia del cuerpo del gnóstico y de sus
experiencias, así como del gradual afinamiento de éstas en el progreso espiritual.
Versan igualmente acerca de las 1nostraciones o teofanias, del viaje y del lranscur­
so del tiempo, así como del contrapunto, de la paradoja existencial que se presen­
cia en el ámbito humano entre el inmenso u.niverso, y lo frágil y diminuto.
1 A I Uthayl,
- diminutivo de Al-Athl, es cercano fonéticamente a a laJ·l
- =la
raíz, el origen. Los despojos o restos del campamento (af/ál) y a partido, hacen refe­
rencia a los frecuentes cambios de los estados espirituales (alJwiil) experirnentados
por el buscador de l a "vía" (fariq).
1...as doncellas (jurrad) represent.an la divina sabidutía, en pos de la que parte el gnóstico.

147
2 Se tomaron salvajes, por el brusco regreso del gnóstico desde la contem-
plación (rnalhad) y el desvanecimiento (fanii') al mundo de los sentidos y de la
consciencia.
3 Se refiere a que se ocultaron los objetos de la contemplación, pero el ser
más íntimo del poeta (cja111iri) quedó guardián, gracias al poder de sus aspiraciones
espirituales (hi111a111).
4 Las persigue en las acampadas, alegoría de la unión (yarn ') y de los via-
jes (sü'ir[n), a continuación aonibrados. El hecho de que baga de palafrenero con
las n1onturas (tnafayá), símbolo de viajeros o novicios, n1uestra el grado de maes­
tro de Ton e Arab1, y la bondad que aquéllas han de tener respecto de la búsqueda
espiritual de los demás. Cita al respecto el pasaje coránico (33,24): "Para que Dios
reco,npense a los sinceros por su sinceridad... ".
5 Siguiendo la línea del verso antecedente, se refiere al desierto como el
lugar de purificación (rnaqárn a l -tanzih), en el que se da Ia cercanía de la unidad
divina (tayricl a/-tcnvl_¡icl). Con ''extender las alfo1nbras". se refiere en esta situación
a los favores o gracias sutiles (alfiif) que se reciben en correspondencia al amor del
gnóstico, por la irradiación de lo Real.
6 Por la conte1nplación de los Nombres divinos, y por la Palabra de Dios,
todo lo mundano florece y se convierte en jardín (raivga).
7 Las virtudes (julüq) son bellas como pavos reales (!aiviisi,n). imagen por
excelencia de lo 111ulticolor y gozoso en la poesía árabe clásica y especialmente
persa. Para el simbolistno espiritual de los pájaros, por su naturaleza intermedia
entre el cielo y la tierra, véase especialmente "El Parla,nento de los Pf¡jaros" de
Fañc:J Ud-din eAqar y entre otros muchos estudios y comentarios, el apartado "Para
la génesis del 'pájaro solitario' de San Juan de la Cruz", que Luce López-Baralt
dedica en su libro F-Juellas del Islam en la Literatura Espa11ola (Ed. Hiperión,
Madrid,l 989).
Como algunos otros de este diwán, éste recuerda al verso quinto del Cántico
Espiritual de San Juan, referido a los campos y la Amada, el que "con su sola.figu­
ra, vestidos los dejó ele hermos11rc1".
8 El Conocimiento existe y se da un deternunado grado de captación según
la persona que lo busca ("arif). Pero tal conocin1iento es ctinámico, y el partir de los
gnósticos, es. según la imagen de Ibn eArabi, co1no si éstos n1urieran y fuesen ente­
rrados en $epulluras (11uznáwis).

148
XX
MI MAL DE AMORES POR LOS LÁNGUIDOS PÁRPADOS

Mi 1nal (de amores) es por la de los lánguidos párpados


¡Consoladme con su recuerdo! ¡Consoladme! •

2 Revolotean y arrullan las tórtolas en los jardines,


con un dolor que es el mío.

3 ¡Cuánto amo a esa chica juguetona,


que de entre las vírgenes y las virtuosas mujeres sobresale!

4 Co1no un sol surge ante los ojos,


y al ocultarse, en el ho1izonte de mi corazón amanece.

5 ¡Oh, rastro (de los campamentos) ya desaparecidos en Rama!


¡Cuántas jóvenes de lozanos pechos contemplasteis!

6 ¡Cómo amo a una gacela, por vida mía, que


sosegadamente en mi inte1ior pace!

7 Su fuego en mí se hace luz,


y ésta apaga nlis llamas.

8 ¡Oh, amigos, tomad mis riendas,


para que mis ojos contemplen las trazas de su tienda!

9 ¡Desmontad cuando lleguéis hasta ella!


Y allí, ¡Ob, compañeros, gemid por n1í!

l O Deteneos corunigo unos instantes junto a los restos, que por cuanto sufií,
lloraremos juntos.

11 Aun sin flechas, esta pasión me acribilla,


y sin lanza, me aniquila.

12 ¡Decidme si me asistiréis cuando junto a ella me deshaga en lágrima�!


¿Me socorreréis acaso en el llanto? ¿Me socorreréis?

149
13 Refrescadme los relatos de Hind y Lubná,
de Sula:ymá, de Zaynab y de clniin.

14 Continuad después con l:fiiyir y Zarüd.


Traedme nuevas de los untuosos prados con gacelas.

15 Lamentaos por tui con versos de Qays y Lubnii,


de Mayya, y del infeliz de Gayliin.

16 Hace tiempo que deseo a una joven,


dotada con el verso y la prosa, clara y con cátedra.

17 Es eUa hija de los reyes de Persia,


de la más rica de las tierras: Isfahán.

18 Hija es de Irak, de mi imán,


tanto como yo vástago soy del Ye1nen.

19 ¿ Señores, visteis acaso, u oísteis


que dos opuestos JJegaran nunca a unirse?

20 ¡Si sólo nos hubieseis contemplado en Rama,


cambiándonos sin manos las copas de la pasión!

21 Con nuestro amor, que creaba dulces y conmovedoras palabras, no


llegadas a pronunciar.

22 Hubierais visto (entonces) algo que escapa a la razón:


¡Abrazados el Yemen e Irak!

23 Mintió el poeta que antes de mí hablara, lanzándome


las piedras de sus razones.

24 ¡Oh, tú, que ofreces las Pléyades a Cánope en matrimonio! ¡Dios te


bendiga' Mas ¿ cómo hicieron para poderse encontrar?

25 Apareciendo como hacen las Pléyades al norte,


y Cánope al sur.

150
Este poema trata del amor como juego divino. Escenifica el si1nbolis1no del
cuerpo de la amada con una gran riqueza metafórica, tema al cual hen10s dedicado
el capítulo último de esta edición. Discurre igualmente con los sí1nbolos de la luz
y el fuego, de la Esencia y los Atributos divinos. La paradoja o unión de los opues­
tos coincidentia opositoru1n, así corno el conocimiento supren10 de la contempla­
ción frente al limitado por la razón, lo conforman de la n1isma 1nanera.
1 Los lánguidos párpados representan la Presencia ('11yün a l{- zar;lra) que
buscan los gnósticos y a cuyos corazones desciende tras de un largo canlino.
Reitera eo dos ocasiones lbn < Arab1 que le consuele con su recuerdo (dhikr ),
pues es el re1nedio para su enfer1nedad (m.arafi) de amor.
2 Las tórtolas son los seres o espíritus del mundo intermedio (a,wiib. bar-
z.ajiyya) que surcan los jardiues (riyii�) de estos conocimientos. Arrullan y se que­
jan porque habiendo abandonado en parte el n1undo material y participando del
ámbito incorpóreo (lafifa 1nu111taziyya), aún no pertenecen totalmente a éste último.
3 La joven es la Divina sabiduría, que llena el corazón de contento, tanto en su
pw-e-a como en su frescura y novedad ({iudiith). Destaca Iba 'Arabi su carácter de juego
(ta•üb) y que ésta se hace an1ar (1nutababbiba). Dice que sobrepasa a las vírgenes y muje­
res virtuosas (gawiinl}, en el sentido de que nadie ha llegado de fonna material a tocarlas,
pues 1a sabiduría peananece tras de un velo. Las designa literalmente co1no banát al-judür
(-jóvenes del velo), al estar preservadas de las miradas, y existir sólo para el corazón del
gnóstico.
4 Al ocultarse para el mundo de las apariencias (c ata,n al-sahiida) an1ane-
cen en el de lo desconocido ('"iilani al-gayb).
Emplea el autor la palabra horizonte (iifuq) como equilibrio entre esos dos extre­
mos que simboliza el ser humano: el de lo visible o mensurable, y el misterio: el
macrocosmos y el microcosmos, así como cualquier par de opuestos en él reunidos.
El corazón es el lugar de la manifestación de lo Real o campo de la reofanía, así co1no
el "instrun1eoto" de acceso a ese mundo intermedio (barz.aj), de cruce entre los dos
planos: [bn e Arabi dedica el capítulo 58 de sus Futü]:iat al-Makk:iyya a la descripción
de este plano fronterizo; consultar al respecto la traducción de Maurice Gloron de
"L'Arbre du Monde", (Editions des Deux Océans, París, 1990, pp.J 54- 163).
S El "rastro" de los campamentos hace alusión a las potencias corporales
(quwát yuthrnaniyya) trascendidas en la búsqueda del objeto arnado. La etimología
del supuesto lugar procede del verbo (RAMa.), que significa desear, anhelar, en este
caso vanamente, la fusión en la búsqueda de aquél. Las jóvenes, por su parte, son
las divinas sabidurías, metafóricainente representadas con los pechos ya formados
(kuwa•ib), y a las cuales no alcanzan las facultades humanas antes aludidas.
Según las notas del autor, los dos senos hacen referencia a la noche de la
ascensión de Mu�runmad al cielo (,ni"riiy), durante la cual toma, como de dos

151
senos, la sabiduría de los pruneros y de los últimos maestros, en mención igual­
mente al pasaje coránico (55, 19-20) que habla de la Creación bañada por las aguas
de los mares y los ríos. En la fusión (m.aw�i cal-ya,na') de esos dos extremos, siem­
pre según las mismas not.:-is, el gnóstico obtiene el discernimiento (ta,nyiz) respec­
to del mundo sensible (ifzstis). Todo ello en conexión con el mundo intermedio
(barzaj), recurrentemente aludido en casi todos los poemas; véase nota anterior.
6 La gacela representa a la amada, tanto por la proximidad con la palabra
que designa en Literatura árabe el género amatorio o gazal (pasado al castellano con
ese n)ismo sentido por Federico García Lorca en unos de sus poemas), como en
calidad del animal que vive libre y salvajeinente en el desierto.
Interior (=lit. en mis costillas atjlu'Í).
7 El fuego (nlir) natural es extinguido por la pura luz (tza�rat al -11Ctr), es
decir; la llama provocada por el a1nor humano es ecUpsada por el radiante brillo del
divino. Nótese la similitud fonética de las dos palabras claves e1npleadas (nlir y
nür), provenientes de la mis1na raíz.NA Ra (=lucir, brillar).
8 El poeta busca la estación de la contemplación divina, el ver las trazas de
lo .Real, es decir las teofanías, no la sabiduría (�ikma) en sí mistna. en este caso
representada por las riendas de una montura.
9 y 10 Continúa dirigiéndose a sus dos compañeros de can)ino, y les increpa
para que lloren al llegar ante los reflejos de la Majestad (yaliil) divina (la Amada),
,
pues en su Presencia, Esta elilnina todo rastro de individualidad.
11 La pasión (fawq) penetrd en el amante desde la distancia, sucede sin flechas
(sihii,n). así co1no sin lanza (siniin), es decir, es independiente de los n1edios sensibles,
pues acaece por un unperativo ("a,nr) y una necesidad (liizim) en el espíritu del gnóstico.
12 Pregunta a sus compañeros si le ayudarán a con1prender las "ciencias de la con­
templación" ('ulü,n a l,nusáhada).
- en ese instante críti.co del encuentro antes aludido.
13 Todos los nombres que cita en éste y los siguientes versos corresponden a
heroínas de la literatura clásica árabe, especialn1ente en su derivada "virginaUsta" o
'udhrí: Hind era la amada de Bisr, mientras que Lubnii lo fue de Qays b. DhariJ:t.
Zaynab es en dicha literatura -que confom1a el background caballeresco del mundo
árabe, como del cristiano pueda serlo el ciclo artúrico o la poesía rrobadoresca- la
amante del poeta 'Umar b. AbI Rab1ca, "lnan la esclava de AI-Na�qI y Sulayma es
igualn)ente una bella esclava que conoció Ibn "ArabL Este ejercita una particular h e r ­
menéutica de todos los nombres antedichos, vagamente inspirada e n su etimología,
con un añadido mistificador, así, respecto de Zaynab, por �jemplo, señala que sigiú­
fica el paso de la estación de la santidad (1valáya) a la de la profecía (nubu1vwa).
14 Los nombres de este verso no pertenecen a personajes legendarios como
los anteriores y subsiguientes, sino que a manera de indicación o estímulo (tanbíh),
nombra los lugares en los que la sabiduría se encuentra presente. Así, biiyir (=muro,

152
dique), representa aquel.lo que dificulta el alcanzar la meta de una búsqueda y
Zurüd (=cotas de malJas), es lo que impide que algo cruce y se n1ezcle una tierra
con otra. Las gacelas son las ciencias insólitas ( culün1 al-!cnvlirid).
15 Continúa con la lista iniciada en el verso 13, buscando un significado a
cada cual, así Qays es el vigor, la fuerza, lo consistente (dhakar). Para todos estos
nombres ver Maurice Gloton (Opus. Cit. p. 205 y ss).
16 La joven representa el couoci1niento esencial (1na ciirifa dhlitiyya), que
puede traducirse en verso (ní7-ii1n) y e n prosa (nathr), con dos expresiones
(''ibáratlin), li1nitada (rnuqayyad) e ilim.itada o total (nzuflaq).
La cátedra (minbar) hace alusión, según Jas notas de Tbn eArabi, al simbolis­
mo de la gradación en los Nombres divinos, la ascensión por la escalera figurada
de este púJpito confiere las cualidades de tales No1nbres. La elocuencia (hayan)
hace referencia a la estación del Mensaje supre1no (n1aqii111 al-'risala).
Al final de su co1nenta.rio, !bn al e Arabi se refiere a la enigmática y joven
Ni�am (el 1nisn10 nombre que la poesía y la armonía d e una con1posición), la ins­
piradora d e todas estas composiciones, según él mismo reconoce en el prólogo,
nombrándola como virgen divina ("adhra·' batül) y como señora de las dos ciuda­
des santas -La Meca y Medina- (sayja a l/Jaramayn).
-
17 Se refiere claramente a Ni�, aun sin Uegar a nombrarla. Por "hija de Los
reyes (1nulük)" alude a los ascetas (whlúid), como reyes del espíritu, lo que ella logró a
ojos del autor por su propio a5cetismo (zahada). Aunque señala que es árabe por su elo­
cuencia (bayiin), la hace originaria (fi-l-a�l) de Isfahán, tal vez la ciudad más bella de
Persia
18 Jrak significa aquí, según las aclaraciones de Ibn eArabi, el origen, la raíz
(al-a$l); este conocimiento procede de una raza noble. Afirma que él mismo es "hijo
del Yemen'' respecto de la fe (inúin) la sabiduría y el "soplo del Clemente'' (nafas
al-ra(unlin). A Irak se atribuyen aquí las características de severidad y dureza, las
contrarias que al Yemen, separados como el poniente y el levante, lo que quiere sig­
nificar las cualidades apuestas del amante y la ru.nada, la cual es vista aquí como
dominante y desdeñosa. A pesar de que en ocasiones aparece con dulzura, a menu­
do posee en el Taryumful esa faceta de salvaje; ver por ejemplo la oda XXXIV.
19 Redunda en la idea del verso anterior y refiere una historia del conocido
Enseignenzent spirituel, Traités,
A

místico persa Yunayd (Ver entre otras, ''Junayd,


lettres, oraísons et sentences ", edición d e Roger Deladriere, Sindbad, París, 1983).
Estando éste en presencia de un hombre que tras bostezar dijo: ¡Alabado sea Dios!,
con1pletó la frase (tal y como aparece en lafati(ia o primer capítulo del Corán) aña­
diendo ¡Señor del universo! Entonces el hombre preguntó: ¿qué es el universo?, a
lo que Yunayd respondió: "¡Oh, hennano ,nío, cuando el inundo feno,nértico es
confrontado a lo Eterno se desvanece sin dejar nada tras el sí! Si Él está, tií dejas

153
de hacerlo, y si tií estás Él 110 lo hace. ¡Si se retirasen los velos que cubren las glo­
rias de Su rostro, éstas abrasarían todo, al.tí donde su n1irada /.legase!"
20 Cambiándose "copas de pasión" confonne aJ versículo coránico (5,54): "Él
a,nará y del cual (un pueblo) será an1tulo". La imagen de "sin dedos", apunta a la santi­
ficación (raqdis) y la carencia en Dios de atóbutos humanos (taniih), poniendo así el énfa­
sis eo lo abstracto, "Juera de lo sensible, de la i1naginación, la ünagen y la analogía".
21 Ibn ºArabi dice que este verso se resume en oiros dos, de los que no señala autor:

1Vues1ros ojos hablan por nosotros en el ros1ro,


(de fornza que) nos calla,nos y son ellos quie11es se expresan.
No es sino por su mirada corno sé lo que ella quiere,
beso entonces sus ojos y ella co,nprende.

El no llegar a pronunciar palabras, el silencio de la comprensión que expresan estos


versos, representa la trascendencia (tanzJh) de los instrun1entos de la comunicación, así
como en general la trascendencia de la esfera material. Las dulces {fayyib) palabras. se
trata de una sinestesia que apela a los sentidos -del gusto y el olfato-, en alusión a la incli­
nación espiritual (dlzmvq) y al éxtasis (farab) causado por la audición (.i/wnii').
22 Ver la nota 18. Identificando los dos opuestos, lbn eArabi se refiere al
sufí de Bagdad Abü sa•id AI-Jarriiz (m. 86/899), quien según el místico murciano
(igualmente dado a las paradojas), a la pregunta de cómo conocía a Dios, respon­
dió con el siguiente versículo coránico (57.3): "Él es el Principio y el Fin, el Visible
y el Esco11dido. Y es omnisciente". Respecto a este conocido sufí, ver Kalabadbi,
'Traité de Soufisrne': (edición de Roger Deladri.ere, Sindbad, París 1981).
23 Con el recurso del poeta (fii'"ir) de la raíz (Sa" Ra) -apercibirse, sentir,
saber, Ibn < Arabi in. t roduce aquí una ambigüedad entre el "sentir" o saber intuitivo
(rariq a l -su"ür) y el "saber" racional (!ariq a l -tazrf?i). Sefiala que los dos versos
siguientes aclaran cuanto quiere decir.
24 y 25 Las Pléyades (thurayyii) están compuestas de siete estrellas, que aquí
se identifican a los siete Atributos de la Esencia del kalam o teología m.usu.lmana:
Vida, Ciencia, Voluntad. Poder, Palabra, Oído y Vista.
Cánope (suhayl), señala la nota correspondiente, representa a la divina
Esencia, y no entra en el cielo por Siria, como lo hacen las Pléyades. Frente a la
diversidad, al mundo de los fenómenos (representado por el norte) inmanente a la
Creación, plantea pues la Esencia, dirunetralmente opuesta, que aparece por el sur.
Este "¿có1110 hicieron para encontrarse?" los dos mundos aparenten1ente inco­
nexos resu,ne todo el Taryumiin: es el corazón del 1nístico el lugar sutil del encuen­
tro de ambos orbes contrapuestos.

154
XXI
EL JARDÍN DEL VALLE Y LA SEÑORA DEL PREDIO

l ¡Oh, jardín del valle, responde a la señora del predio, la de los blancos
dientes! ¡Oh, jardín del valle!

2 ¡Ofrécele tu sombra por un momento, aunque breve sea,


hasta que en la asamblea tome asiento!

3 ¡Y las tiendas se levanten en tu centro!


¡Tendrás así para alilnentar tus brotes cuanto rocío desees!

4 (Tendrás) cuanta humedad requieras de las nubes,


las que de mañana y al anochecer pasan sobre tus árboles de ban.

5 Junto a los deliciosos frutos (disfrutarás de) una sombra tan


profunda como anheles, para con el balanceo de las ramas recogerlos.

6 (Y así lo harán) cuantos buscan a Zarüd y sus arenas,


y quienes guíen o tiren de los ca1nellos.

Estos versos tratan metafóricamente acerca de los Nombres divinos y de la


Palabra creadora, así como su recepción por parte del gnóstico y de quienes trans­
miten el Conocimiento.
1 El valle representa la estaci.ó n de la santidad (1naqf11n al-taqdis), mientras
que el jardín refiere al arbusto ardiendo mediante el cual Dios se apareció a Moisés
(C 20, 11-12).
La dama (rabba) del predio, o zona protegida (f;i111li) es la Real.idad esencial
de Moisés (IJ.aqiqa Müsá) y apunta al grado espiritual propio de este profeta (1nur­
taba masawiyya).
Los blancos dientes (como perlas) aluden al rostro ilun1inado de .las personas
que sonríen (isrliq a l -,nubasün). Esta dama, que representa el grado del rango espi­
ritual de Moisés, es nombrada en la invocación mfstica(dhi/u'), por la conversación
elevada (munliya) y la Palabra (kala,n), cuyo origen o sede (,nalJ.all) es la boca
(1am). Los dientes adornan pues a ésta, con su claridad ($afo:') y pureza (!ahlira).
2 lnvoca a las ramas que ofrecen so.mbra: las Ciencias o el Conocimiento
superior. "Hasta que en la asamblea to,ne asiento" la Da1na, es decir: hasta que el
gnóstico esté preparado para su recepción en la intimidad (uns), y para que el lla-

155
1namiento (nidiiJ) y el mensaje (jitáb) parta de su esencia (dhát) sin tener en cuen­
ta lo externo de las individualidades (al-a'·yan 1ninjiiriy).
3 Se refiere a que cuando esté en la estación de la serenidad (1naqá1n al
!ama'nina) elevará las mejores tiendas para ella. "Cuanto rocío desees''. significa
las virtudes de los conocimientos que revierten en el enamorado como gracias suti­
les (lutf), las verdades ocultas del 1nisterio (gayábát al-gayb) y de la Presencia
(.fahada), pues este descendi1niento es percibido sensiblemente. Se refiere al
"conocimiento" que alimenta a los humanos. "En tu centro", lit. "en los ca,ninos
que pasan por ti" (bi aywaz ,nink).
Por los "brotes" hace alusión al organisrno hu1nano, que según el Corán (95,4)
tiene "la mejor complexión" respecto de otros seres creados, pues posee la vertica­
lidad en su posición sobre la tierra.
4 Emplea el térm.ino (111a.bl), aguacero o lluvia intensa, para denotar el des-
cendimiento (ta,wzzula) del conocimientos en el corazón de los sinceros.
La nube de ese descendimiento sobre los árboles de (blin), es decir, sobre el
ho1nbre, desaparece en l a mañana para regresar con la tarde: los dos tiempos que
miden la vida del itinerario (sálik) espiritual.
5 La sombra abundante hace mención a que contiene la estación de
Mul).ammad (1naqli1n al-M111Jarn1nad1) y de Moisés (111aqiim al-m[isáwíyya), y per­
mite ser beneficiado por ellas. Se refiere a la explotación o usufructo (istitlunar) de
los frutos recibidos por parte de los n1aestros espirituales, como los que el Profeta
recibió del ángel Gabriel.
6 Cuantos buscan en esa sombra ... por Zarüd y sus arenas, alude a un cono-
cin1iento inaprensible (1na•·arif sawlirid) que nó llega sino en instantes de conten1-
plación (waqt al-suhüd jass). La arena representa aquí las realidades inmateriales
(laffr'if) del mundo de los espíritus.
Quienes tiran y guían a los camellos son los servidores del todopoderoso
(qahhár) y del Amable (la{if), dos de los Nombres divinos. Las gentes serán los s e r ­
vidores el día de la resurrección (yalvtn a l -qiti"'nia a l k
- ubra) de los Nombres
Divinos.
'Todas estas estaciones se hacen realidad en quienes son lla,nados al jardín,
situado en el santo valle. ¡Considera estas indicaciones y serás feliz/, si Dios lo
quiere", concluye Jbn eArabI en esta nota.

156
XXII
LAS QUE AL VOLVERSE ASESINAN CON SUS OJOS

1 Desvía tus monturas hacia los pedregales de Thahmad, pues hay


(alh') frescas ramas y húmedos prados.

2 Donde los rayos te muestran su resplandor,


y las nubes aparecen al alba y al ocaso.

3 Haz (allí) oír tu voz al amanecer,


y llama a las bellas, a Las de blanca faz.

4 Esas que al volver sus tie1nos y esbeltos cuellos asesinan con sus ojos.

5 (De entre ellas) una hay que con sus flechas y su espada india asalta
a los corazones prendados por las bellas.

6 Golpea con suavidad, como la más tierna seda,


de almizcle y ámbar ungida.

7 Al mirar lo hace con ojos de cervatillo,


y de sus pupilas se d.iría tomado el negro colirio.

8 Con magia y coqueteo, y con el kohol de sus ojos,


muestra su altivez y una rara belleza.

9 No quiere lo mismo que yo,


y por lo sincero de sus protnesas, cumple siempre las amenazas.

l O Sus trenzas arrastra cual negras serpientes,


espantando a quienes le siguen.

11 ¡Por Dios que a la muerte no temo, sino tan sólo a morir, pues no
podría ya verla!

Estas odas versan sobre el conocin1jento supremo al que accede el gnóstico,


a1nante "a lo divino", así como sobre los Nombres divinos, su poder y el simbolis­
mo de sus letras. Tratan igualmente acerca de lo esencial de la contemplación por

157
parte del buscador, más allá de las circunstancias en las que ésta se da, vejez o
juventud, riqueza o pobreza, así como sobre el descendimiento de la sabiduría al
mundo intennedio (barzaj).
1 Thahmad es una región del Yemen. Los húmedos prados (b uqra) es un tér-
mino cercano fonéticamente al rayo (barq), símbolo repetitivo como lugar de la con­
templación esencial (,nafluui dhiiti) a lo largo de estos poemas. Las frescas ramas (qat/[b
rafb) son el contrc1punto del pedregal y representan un equilibrio (na.f'at al-i<tidál).
2 Las nubes (sa!Jiib) ocultan el significado, que el rayo hace ver en todo su esplendor.
3 El amanecer (su!Jayr) anuncia un mundo de luz (/Ja(irat al-anwiir) frente
al inundo de las tinieblas (f:uujrar al-r.ulam), que impide ver la gloria divina. Las
bellas (J:¡isan) hace alusión a la estación de la conten1plación (1nustihad.a) y de la
visión (ru'ya). Las de blanca (bi(j) faz (las ví'rgenes) es el plural de bay(iii, uno de
los nombres del sol. Representan las inteligencias, -procedentes del cuarto cielo,
generacíón y manifestación de los non1bres divinos.
4 Quienes asesinan con sus ojos son estas ciencias de la contemplación,
que al aparecerse al hombre inenne y aislado (�li/:lib al-jalwa) le deslumbran. El
largo cuello (yíd) simboliza el mundo de la luz.
5 El corazón del an1anle apasionado (hawii) busca los lugares de la con-
templación. Utiliza la espada india como (1nuhanniíd), término ligado a la India,
que aquí da la idea de Jugar primordial o fuente de sabiduría, ligado a Adán y su
lengua, la lengua original (li111g11a pc1radisu1n).
6 De seda sin teñir, sin mácula. Es suave (layyin) y al mis1no tiempo p e r -
fumada (fayyib) con a1nbar gris (nadd), es decir, por las divinas calidades (al-taja­
llu.q bi-1-julüq al-iliihiyya), en referencia a los Nombres divinos.
7 Trata aquí de la visión absoluta (1nuliiJ:¡aza rnuflaq) en Ja contemplación de
la Belleza divina azuns ya,nálihi). La pupila (rnuqla): el negro sobre el blanco abso­
luto, refuerza la idea de una vjsión no ambigua o nebulosa, sino clara y contrastada.
8 Las sustancias inteligibles (ma'iiní) se 1naterializan en fonnas (Juwar) y toman
cuerpo (tayassada) en el mundo de la apariencia (ciilam al-111ithál) bajo bellas y comple-
,
jas fon11as (yis1n ,nustarak). Estas bacen intuir ál amante la belleza incondicionada.
9 El que no comparte los deseos del amante pone de manifiesto la diferen-
cia de plano, la subli1nidad e independencia (nazaJ:¡a) de la Amada respecto del
runante. En esta forma de expresión de hablar de Dios a través de Ella, es Clemente
y "Misericordiosa", y no cumple sus a1nenazas.
10 Con la imagen de la serpiente alude a lo sublime, es decir: a lo bello al
tiempo que "terrib.le" de la presencia divina (al-ya,niíl wa-l-hayba).
11 El buscador (siilik) en el camino espiritual precisa hacerse con un cono­
cimiento y unas facultades divinas (quwii iliihiyya) que Je posibiliten hacer frente a
la manifestación trascendente o teofánica (tayallf yaliilí).

158
XXITI
INUNDADO DE LÁGRIMAS

1 Tras cruzar profundas gargantas,


llegaron al alba a WadI Al-e Aqiq.

2 Clareaba apenas cuando sobre Ja cumbre de la montaña


divisaron una señal, y nada temieron.

3 Ni el águila podría allí llegar,


donde se encuentra el huevo del anüq.

4 Con adornos incrustados, con pedestales altos como el aqüq.

5 Unas líneas había escritas, que para ellos fue el mensaje:


¿Puede alguien ayudar al amante, anhelante y desterrado?

6 Ese, cuyo pensamiento está más alJá de Arturo (los astros) y con·e
como si un fuego fuese a sofocar.

7 En la (constelación) del Águila se encuentra su morada, mas


como el ahogado, bajo sus propias lágrunas pereció.

8 Le abandonó el amor en esta tierra de infortunios,


sin que nadie de él se apiadara.

9 ¡Oh, vosotros que llegáis a las aguas del viejo pozo,


quienes vivís en el valle de Al-e Aqiq!

10 ¡Oh, peregrino anhelante de visitar Medina!


¡Oh, tú, que viajero eres de este camino!

11 Ten piedad de mí, pues al poco de amanecer, antes de despuntar el


sol, fui saqueado

12 Por una joven de deslumbrante belleza,


que un intenso aroma de ahnizcle exhalaba.

159
13 (Tenía) un contoneo embriagador, con10 de ramas agitadas por el
viento, (suave) como la seda virgen.

14 Con una grupa que causa pavor: ancha como una duna,
tambaleante como la joroba del ca1nello garañón.

l 5 ¡Ni mi censor, ni mi amigo,


nadie hay que mi pasión (por ella) me reproche!

16 Y si tal hiciera mi juez,


el llanto hubiera sido la respuesta.

17 Mi ansia es mi montura, mi tristeza mi vestido,


mi pasión mi trago en la mañana, y co.mo bebida para toda la
[noche: 1nis lágrimas.

Los presentes versos tratan del amor espiritual despertado en el gnóstico, así
como de su poder en el desvelamiento de las verdades Divinas. El conocinúento
que resulta de esta manifestación, lograda por la madurez del corazón del buscador,
junto al desasimiento de la realidad inmediata, son sus temas básicos.
1 Asistimos a un viaje nocturno, el de unos peregrinos que descansan lle-
gado el amanecer (bukra), como tradicionalmente hacían en muchas ocasiones las
caravanas, de forma esJ?ecial en la época más calurosa, para no sufrir el sol del día.
La luz posee aquí una importante carga simbólica, ya que la oscuridad de la noche
se a5imila al esfuerzo y los trabajos del camino, y el alba a la llegada a la meta
(wuqüf) y al reposo: el acceder, en su sentido profundo, a las divinas Realidades o
"Anfitriones celestes" (mala·' a"la).
En WadI AJ-< Aqiq los peregrinos dejan los camellos, o ataduras terrenales, y
se colocan las ropas blancas del peregrinaje (ibránz), símbolo de la pureza de
Mu!Jammad (burnia Mu{1am1nadiyya).
2 La cumbre de la montaña es el símbolo de la cabeza, de la parte más visible
del hombre, mientras que el mensaje ( < a/arn) representa el gu(a (dalil), el espíritu.
3 El ,.anüq es el avanto, pájaro que habita a gran altura, en las rocas, colo-
cando sus huevos lo más lejos posible de las otras aves depredadoras. El que el
águila (na�r) no pueda alcanzar dicha altura, según el verso, significa que el espí­
ritu del .mundo intermedio (al-rúh a lb
- arzají) aun elevado, todavía está alejado del
mundo de los espfritus dirigentes (a,wab mudabbira).

160
4 Los adornos son los de la manifestación divina (al-tayalli bi-l-julüq al-
iliihiyya), es decir: la teofanía. Al eAqüq podría ser un castillo en lo alto de una
montaña, empleado como rima con la palabra 'anüq del verso anterior.
5 Escriben un mensaje divino (kitába iláhiyya), en referencia a la
Misericordia divina expresada en el Corán (6,54).
6 El amante o buscador se debate entre su aspiración amorosa (hirn,na), que
le hace ascender 1nás allá de la estrella Arturo (sünák), estando, por. otra pane, cons­
lreñida a su constitución humana y corporal, que le fuerza a tener los pies en la tierra
,
7 El acceder a esta alta residencia, en la constelación del AguiJa ("uqáb),
conlleva una serie interminable de pasos y sufrimientos, en los que debe morir la
parte más pesada y material del hombre, lo que representa el paso de la contem­
plación a la presencia, de ahí la inmersión y muerte.
8 La adversidad (bala•) siembra todo el cantino, hasta la llegada a la esta-
ción de la pureza (1naqc11n al-.yafá ·')
9 Las aguas del pozo: las aguas de vida, son el alimento en el ca1nino espi-
ritual, que se consigue mediante las buenas obras y una vida de conocin1iento
(}_iayat <it,n).
Con los habitantes de Wádi" Al-e Aqi"q =valle de la torrentera, hace una refe­
rencia a quienes han dedicado sus vidas al conoci1niento y al bien.
10 El "camino de los rectos" (sira/ al-mustat¡Tln) que aparece en el Corán
(l,5) (6, 1 54), es por el que deben de andar los viajeros (ahl al-sulük) de la vía
(fariq) espiritual.
11 Se refiere al instante en el que la noche aún no se ha fundido con el día,
los mon1entos, según la tradición musulmana, en el último tercio de la noche, en los
que sucede el descendimiento divino.
12 La joven belleza (bay¡;la·') es la 1netáfora del atributo esencial (!fifa
dhaliyya) de la ,nanifestación divina o teofanía, a la que se refiere en el verso ante­
rior.
El perfume de almizcle (atyab al-[ib) es una clara alegoría de las ricas trazas
que deja la divina manifestación para qujen posee desarrollados unos sentidos suti­
les, capacitados para percibirla.
13 La embriaguez (sakrii) que procura la percepción sutil de esta presencia
esencial supone w1a perplejidad (J.¡ayra) para los sentidos, sunilar a la que causa
una bella danzarina, frágil, contoneante y envuelta en bálsamos.
14 Las anchas caderas, como la faz redondeada (cual luna llena) o la espalda
erguida (cual caña) son un reiterado tópico de la poesía clásica árabe. Aquí presu­
pone la metáfora de ser las bondades y dones divinos. Se le identifica con la joroba
del camello, cuya grasa es utilizada para encender antorchas en la noche, ofrecien­
do así una imagen de un reservorio inagotable de luz en el seno de la oscuridad.

161
15 Ella Oa manifestación que otorga el Conocimiento n1ecliante las Ciencias
divinas), que es tan bella y resplandeciente como el sol, no puede ser objeto de
envidias (gayra), pues en su altura es inaccesible (nazaha) a todo aquel que no esté
preparado para recibirla.
16 El estado de éxtasis en el que se encuentra el gnóstico durante los fuga­
ces instantes de la mostración clivina hace que no se puedan oír los reproches de los
censores.
17 El (:fabüh) es el trago de vino o leche en la primera mañana, mientras que
(gabtiq) designa la leche ordeñada en la tarde.

162
XXIV
DETENTE JUNTO A LOS RESTOS DEL CAMPAMENTO

Un derviche mendicante me recitó eJ siguiente verso, que no tiene


parangón:

Todo aquel que Tus favores espera los recibe (copiosos) cp1110 el diluvio.
Mas sólo con,nigo quebró el rayo su pro,nesa. de lluvia.

Co1no quiera que quedé encantado, reflexioné acerca de su sentido y


compuse uaos dísticos con la misma rima, incluyendo entre ellos, por su
perfección, el antes referido. Y dije en respuesta al derviche, ¡Que Dios
tenga de él piedad!:

1 Detente junto a los restos (del campamento) ya partido de Lac1a c, y


llora en ese desie1to por nuestras amadas.

2 Párate en las moradas, y tan maravillado por su sutil belJeza como


atormentado, ¡llámalas!

3 A muchos otros como yo vi allí, junto al árbol de biin, to1nando el


bello fruto de la feraz rosaleda.

4 Todo aquel que Tus favores espera


los recibe (copiosos) como el diluvio.
Mas sólo connligo quebró el rayo su promesa de lluvia.

5 Ella dijo: ¡sí! fue en aquel encuentro,


a la sombra de 1nis ramas, en el más fértil de Jos lugares.

6 (Mas) si nli rayo entonces era el de las bocas al sonreír, hoy es sólo
la chispa (de cuando chocan) los guijarros.

7 Acusa al destino, sobre el que no tenemos poder:


¿qué falta cometió e] campamento de Lac iaº ?

8 La exoneré al oír sus palabras,


doliéndose cotno yo, con el corazón apenado.

163
9 Y al contemplar sus dominios, le pregunté por los lugares en los
que los cuatro vientos soplan en la noche:

10 ¿Te dijeron dónde reposan al medio día esos aires?


Y respondió: ¡Sí, en Dhat al-Ayrac !

11 Donde resplandecen las blancas tiendas


por los soles que acogen.

Este poema, de difícil lectura y traducción, por tener varios interlo­


cutores y voces, expresa los distintos órdenes de las teofanías y aparicio­
nes divinas, de la 1nás sutil y elevada a la más concreta y palpable por los
sentidos corporales. El asunto central es pues el descendimiento del
Espíritu en el mundo, así como paralela.ni.ente lo es el destino, y en gene­
ral la transformación frente a la inmutabilidad.
1 Las ruinas (!ttlii.l) del campamento, tópico de la poesía beduina,
representa aquí los rastros (athiir) dejados por los Nombres divinos en el
corazón del gnóstico. El desierto (balqa c) hace referencia al corazón del
amante, desnudo, frágil y siempre acechado por la desposesión (tayrld).
2 Las tiendas del campamento o moradas (diyár) son las estaciones
espirituales (rnaqiimat).
3 El fruto del conoci1niento que poseen los amantes está dotado con
una divina subsistencia o inmutabilidad (ma !árif al-qayyii.nziyya). Las
rosas son una alegoría del rubor de las 1nejill�s y por tanto de la estación
del pudor (maqa,n al-hayáº), que caracteriza la vida contemplativa.
4 El gnóstico se encuentra en un plano superior de existencia, en
una estación sublime (maqi:im cali), pues el rayo representa una epifanía o
lugar esencial de la manifestación (niashad dhiiñ); el que no llueva es una
indicación de que éste se encuentra 1nás allá de sus compañeros. El que el
rayo no sea anuncio de lluvia se refiere a que acceder a dicho lugar no con­
lleva automáticamente una contemplación concreta, sino que se halla más
allá de las fonnas (gayr süra maddiyya), y sólo puede ser captada por la
imaginación (jayal) y la mente ( <aql).
5 '½ la sombra de rnis ramas", es decir: frente a la iluminación que
se produce en la estación inmanente (fi maqa,n tasblh).
6 Mi rayo, que entes tenía el brillo y la fuerza de las Uóvenes) bocas
sonrientes, hoy se baya incondicionado, con forma mineral ($Üra yamiidiyya),
una estación no apresada por el deseo ( <isq) o el amor humano (rna�abba).

164
7 Se refiere al tiempo (zamiin) en su acepción de destino, el de la
diná1nica celeste (barakiitfalakiyya), que rige la suerte de los amantes. La
existencia (kii'in) causa en su discurrir la decrepitud (haratn).
8 Según aclara el propio Ibn e ArabI en sus notas, este oscuro verso
hace referencia a la necesidad de la mue1te real o simbólica para el cono­
cimiento espiritual, por el acceso a la nueva visión.
9 Los vientos de la pasión (ahwa·' arba ca) están representados por los
que se asocian a los cuatro puntos cardinales, en contraposición con las ema­
naciones espirituales ( ciilam a l -anjas wa-l-ar�váb) de los Nombres divinos.
10 El lugar arenoso donde se infiltra el agua. Acentúa así el contraste
entre lo séco y Jo húmedo, poniendo de relieve la absorción del intenso
calor reflejado por el astro.
11 Las blancas tiendas hacen referencia a los velos luminosos que
ocultan las glorias de la Faz divina (al-sububat al-wayhiyya). Son los soles
de los conocimientos o Ciencias, las que vuelven blancos a los corazones
que ilumina.

165
DOLOR EN MI CORAZÓN

1 ¡Ay, cuánto dolor en mi corazón! ¡Qué dolor!


¡Ay, (y) cuánto arrobo en mi alma!

2 En mj corazón arde como un fuego la pasión,


y en mi alma se puso la luna llena de las tinieblas.

3 ¡Oh, almizcle! ¡Oh, luna llena!


¡Oh, rama de las dunas! ¡Cuán verde!
¡Cuánto brillo! ¡Qué aroma!

4 ¡Oh, boca sonriente, con ese frescor que tanto adoro! ¡Oh, saliva en
la que gusté la blanca miel!

5 ¡Ay, luna que frente a nosotros apareces velada,


con el sonrojo de la timidez en las mejillas!

6 Te velaste, pues un suplicio hubiese sido si el rostro descubrieras.

7 ¡(Ella) es el sol de la mañana que surca los cielos,


es la rama de la duna plantada en un jardín!

8 La contemplo sin cesar, con ten,or y espanto,


mjentras que la rama riego con agua de los cielos.

9 Un deleite es para mis ojos cuando el (sol) asciende,


y al ponerse me aniquila.

10 Enainorado estoy desde que la beUeza sobre su frente colocara una


diadema de oro puro (tabbar), del (más rico metal).

11 Si su brillo contemplase el (rrusmo) de1nonio, en el rostro de Adán


reflejado, su adoración no le negaría.

12 Nada hubiese escrito Hermes si viera cuanto la belleza en sus


mejilJas dibujara.

166
13 Si su lecho conociese la Reina de Saba, su propio trono y palacio
habría olvidado.

14 ¡Oh, árbol del sar!:za en el valle y el biin en la espesura,


enviadme con el céfiro vuestro perfume!

15 Ese aroma de almizcle que desde los cerros y hondonadas,


para nosotros las flores exhalan.

16 ¡Oh, bán del valle, muéstranos una rama o tus brotes,


suaves como las curvas (de su cuerpo)!

17 (Todo) cuanto ocurrió en la juventud en l;layir, en Mina'y en Quba,


lo narra la brisa.

18 (Así como) en las dunas, donde el valle asciende hacia el vedado,


o en Laº laC, pasto de gacelas.

19 Nada tiene de extraño, nada,


que un árabe se e11an1ore de las bellas.

20 Pues cuando la tórtola arrulla,


recordando a su amado, se extasía y desvanece.

La línea centraJ d e este poen1a es la conten1plación de la divinidad y de la


Verdad última. En el largo camino basta que se accede a tal contemplación, las
luces y tinieblas marcan de manera inexorable y alternada el actuar humano. La
Palabra sacra y la gradación de las teofanías según el receptor, junto a las estacio­
nes espirituales y personajes súnbólicos como la Reina d e Saba (Bilquls) o lblls (el
den1onio) encuentran aquí un lugar significativo.
I "Arrobo et! mi alma" (jalad), pues ésta llega a conten1plar la Verdad (al­
t,aqq). El dolor (t,arb) lo causa el espanto de que el amor destruya su cuerpo (haykal),
con el que el gnóstico tuvo acceso a las Ciencias divinas. Señala Ibn eArabI que aun­
que muchos buscadores desean ser arrancados (tayarrud) de sus cuerpos, éstos son su
1nedio de realización (sabil) en cuanto que humanos, y sólo debe desearse una separa­
ción natural y espontánea, de atnbos orbes, por el éxtasis (t,iil) y la extinción (fanii,).
2 Hace referencia a un �adith, según el cual en la perfección espiritual
''veréis a vuestro Se,i.or corno veríais la luna una noche de plenilunio (lay/a a l -

1 (;7
badr) ". Por luna Uena de tinieblas se refiere a que incluso ese resplandor sería
opaco frente a la fuente de toda luz: la Faz divina.
3 Este verso hace referencia a que la A/amada es el almizcle (misk), fren-
te a las emanaciones d e la Misericordia (anjas al-ra�nzaniyya). La luna llena toma
metafóricamente su irradiación de la luz divina, con10 del sol, convirtiéndose en
,
espejo (mir•a) de El. La ra1na de las dunas (naqa) es atributo de la inmutabilidad
(:¡ifa qayyw11iyya). El verde de la feracidad se refiere al infinito poder germinal de
los Nombres divinos, como creadores de todo lo existente. La luz es una alusión al
pasaje coránico (24,35): "Dios es la luz de los Cielos y de la Tierra". El perfume
representa las emanaciones o caracteres divinos (ajlaq Uahiyya) que reconfortan al
buscador en su prolongado camino.
4 El agua es el origen de la vida y fuente de la fertilidad; aquí simboliza las
Ciencias divinas de la Misericordia ('ulüm ra(unaniyya) que se reparten por soplos
o emanaciones (h11büb al-a11ftis), de ahí la metáfora del la boca y su exhalación.
Ligada a ésta se halla la saliva (ru(iab), que sugiere la Palabra y le ofrece un sopor­
te material. La blanca miel enfatiza la dulzura (�aliüva) de esta Palabra y de su
comunicación a los iniciados en las Ciencias del espíritu.
5 La luna se encuentra aquí entre el creciente (hila/) y el plenilunio (badr),
índicación de gue se halla en el mundo intermedio (,nashad barzaji). El pudor
(haya•) hace aparecer en las mejillas el color rojo del ocaso vespertino (safaq) .
6 Según reza un (zadUh, "Dios tiene en torno a sí 70.000 velos de luz y soni-
bras. Si los descubriera, su Faz quenuiría todo aquello que alcanzase su vista". La
belleza (yanial) del mundo sublunar consiste en la manifestación de los Nombres
divinos, como a l -lfayy (el Viviente) o a l -Qayyü,n (el lnmutable), que ofrecen una
visión teofánica a la medida del ser humano. El desve.lamiento de la ciencia
mediante sígnos (rusibn) posibilita la existencia humana (baqa !) y no la destroza en
la contetuplación de una pureza numénica (1nashad ccq.i1n na;Jh), y como tal inac­
cesible a los ojos carnales.
En prácticamente todas las religiones es un sentimiento y figuración comparti­
dos el encarar la divinidad como luz. Es muy significativo a este pruticular el pasaje
de la mitología griega en el que Sén1ele, sabiendo que su amante, Zeus, es el "dios de
dioses", le pide que se manifieste ante ella tal y como es, y no con su disfraz camal.
Al instante la ninfa es abrasada por los rayos d e Zeus, pero antes de que muera el
hijo que lleva en sus entraña�, lo toma el dios e introduce en su muslo, hasta que
Dioniso es de esta forma alumbrado, de ahí que sea el de "los dos nacimientos".
Ver por ejemplo la recreación de este bello pasaje en ''El Universo, los dioses. los
ho,nbres", de Jean-Pierre Vermant (Ed. Anagrama, Barcelona, 2000).
7 Bl sol de la mañana se refiere a la claridad d e la teofanfa (wu(iiih al-tafalli)
en el acto de la visión esencial (ru <ya). Tal visión sucede en cada cual de acuerdo

168
con sus conocimientos (,na'tiri/) y creencias (1nu!utaquidtit), así como la presencia
de la mudanza (ba,;lra al-tabaddul) y la evolución de las formas (tabawwul.fi �·üwar).
La rama de la duna constituye una iJnagen que representa la fijeza en n1edio de la
mutabiJjdad de las arenas, es pues un atributo d e inmutabilidad ($ija qayyürniyya)
plantada en e jardín de los Nombres divinos, es decir, en el mundo.
8 Por miedo a ser petrificado por la rutilante Faz divina (ver nota 6), ve a
la a/Amada en todos los rostros. El regar la rama es una alusión metafórica a ali­
mentar las Ciencias divi.nas o canüno del gnóstico (baya "irfániyya), que Ibn eArabi
quiere fructifiquen en él como alimento (qüt), y por extensión en todos los busca­
dores de la Vía (far¡q).
9 Es sorprendente (•ayab) que el hornbre, el amante, contemple la excelsitud desde
su frágil situación. El amante tnuere de deseo ('iiq) por la ausencia (faqd) de la Amada.
10 La Belleza (busn) se refiere al punto de la contemplación esencial
(n1ashad <ay111), que sucede en el lugar de la separación (1naqti1n a l -tafríq) del cre­
yente respecto de su Señor. La� dos referencias al oro (dhahab y tabbar) de este
verso nos introducen, por una parte, a la perfección ($ifa kamiil) de la meta que se
persigue, así como a una lectura alquímica, en el sentido de que en la búsqueda
espiritual se da una segunda separación (farq thtiní) respecto de la diviJlidad. Según
explica Yuryani en su Libro d e las Definiciones (kitab al-ta <árifat), esta separación
se da tras la inicial (farq awwal) y la posterior integración en sí ('ayn al-ya,n"). En
esta serie sucesiva de estaciones (a l -al�farq al-thiirii), supone "ro,nar conciencia,
por la presencia conte,nplativa (suhüd), de que la criatura es ,nantenida por el
Dios Verdadero". Es la visión directa (ru·'ya) de la unidad (watida) en l a mullitud
(kathara), a�í como aJ contrario: la visión directa de la multitud en la Unidad, sin
que uno de estos dos oculte al otro.
11 Según el Corán (38-71-74) Iblis fue el único ángel que no se prosternó
ante Dios. lblis tiene la connotación de ángel caído que posee Luzbel en la tradi­
ción cristiana, frente al infernal y tentador demonio Satán (taifan). Habría visto la
luz en el rostro d e e,<;ta esencia deseada (dhtit maflüba).
12 La raíz verbal del nombre del profeta Idñs DaRaSa, significa estudiar,
acceder a la ciencia, que es como aparece en el Corán (19,56) y (57): "Y recuerda
en la Escritura a Idris. Fue veraz, profeta '1 . Por su parte, J. Cortés (Opus. cit. p.
378) no ve muy clara la ftliación de éste, que según él podría ser Esdrás o Enok,
entre otros; en Ja tradición sufí, sin embargo se identifica habitualn1ente sin más
complicaciones a ldrís con Hermes, y de ahí con las ciencias herméticas. Aquí sig­
nifica que el mnante es el intérprete de la Ciencia divina (al cilrn al-naiarí al-ilah1),
la que se encuentra reunida en este lugar de la conte1nplación.
13 Bilqis, la Reina de Saba, representa aquí un personaje del mundo inrer­
medi.o (ftaqiqa barzajiyya), ya que según la tradición fue engendrada por una 1nujer

'
169
terrestre y un genio. El trono ('ars), que es el secreto en el que se asienta (sarír) s u
reino, se refiere a la elevada posición de este personaje de leyenda. Mientras que este
último, el trono, es el asiento real (1naqarn a / -tani/ik) y duradero, el palacio es el
(/:liil) o estado espiritual mudable, que resguarda y protege al anterior, sólido y fijo.
14 El valle (lvüdi) es el lugar donde se transmite el conocin1iento espiritual
de corazón a corazón. El perfume (!ib) es una alegoría de belleza y duJzura para los
sentidos respecto de la teofaoía, mientras que el céfiro, viento del este, representa
el Jugar por el que surge la ilun1inación del día.
15 El perfume del almizcle es una referencia a la tierra y la vida (1naqán1 a l ­
t1ayli), ya que procede de los órganos genitales de un animal -cérvido-. Los cerros
(rablva) y la hondonada (ih{f_a111) ofrecen una imagen topológica del descendimien­
to divino (a.l-tanzU al-ilahi), es decir, de la teofanía y la Escritura revelada a
MuJ:¡ammad: los aspectos comunes y personales de la religión.
16 Mientras que el hombre encaminado por la senda espiritual muestra dese­
os ardientes de recibir el Conocimiento, según estos versos, en la divinidad hay
deseos equivalentes de dar, premiando así la sinceridad de la búsqueda. La rama del
árbol es una imagen de la simpatía divina o i nclinación ( <aif iláhi) del Creador
hacia su obra, así como hacia el hombre, en práctica o realización de uno de los atri­
butos divinos: la Misericordia ( a l -ra(ima).
17 La brisa (ri/:1 fablin), tópico de la poesía árabe clásica, como benefactora
frente al caJor, aJ tie1npo que perfumada, se utiliza a lo lru:go de todo este poema como
imagen del bálsamo que para el gnóstico supone la mostración divina. J:Iayír, paJabra
recurrente1nente citada en estos poemas, quiere decir n1uro de piedra, es decir: sepa­
ración (ra,nyiz) de lo esencial respecto de Jo pasajero. Mina, ciudad cerca de La Meca,
designa un particular estado de pureza (fahlira), núentras que Qubíi (mezquita cerca
de Medina), alude a la estación del reposo (ra?ia) y de la desposesión (tayríd).
18 Las dunas representan la elevación necesaria para acceder a la visión
(ru'ya) espiritual. El valle requebrado (al-1nw'l(1ana) signillca la compasión y 1nise,.
ricordia divinas (safaqa iláhiyya) que encamina a1 lugar sagrado (/:lima) en el que
se encuentra la manifestación (katvn) de la esencia divina. La"ta• procede de la raíz
verbal La•1a•, que significa agitar, oscilar, lo que representa al deseo, que es justa­

' gacelas (?iba') generan en sus


mente eso: oscilación y movimiento sin fin. Las
órganos sexuales un producto ahnizclado, a) tie1npo que comen un pasto también
perfumado (1na(111ll al-a <ráf al-rayyiba al-naJr).
19 "No es extraño que algo añore su origen ( a�·l) ".
20 La tórtola (qu,nriy.ya) simboliza el alma del sufí, que parte en búsqueda
de Dios. El canto, que es belleza (yamál) y expresa intimidad (uns), se ve turbado
por el recuerdo del ser amado.

170
XXVI
UN RICO JARDÍN

1 Entre los dos ca1ninos de piedra, en el vedado, es la cita.


¡Haz arrodillarse a tus camellos, pues allá está el abrevadero!

2 No busques (otro lugar) ni clames de nuevo:


¡Oh, }:layir! ¡Ob, Bariq! ¡Oh, Thabmad!

3 Juega como las jóvenes de firmes pechos,


y pasta como las huidizas gacelas.

4 Es un rico jardín en el que los insectos revolotean,


y donde con su trino les responde (el pájaro) gozoso.

5 Sus laderas son suaves como su brisa.


Si unas nubes acarrean truenos, otras traen relán1pagos.

6 Como las lágrimas, que por la separación el amante den·ama, por


entre las brechas de las nubes cae la lluvia.

7 ¡Bebe con embriaguez el mosto fluyente del vino,


y embelésate con el decir de quien canta!

8 ¡Ob, primicias del vino, que desde tiempos de Adán


refiere sobre el jardín del Edén una fiel tradición!

9 Las bellas nos dieron en verdad de beber con sus bocas el agua
como almizcle: con ella las vírgenes nos regalaron.

Este poema es una recreación del paraíso y todo lo a él asociado, como el gozo
y el amor sutiles; la trascendencia de la vida te1Tenal y cotidjana no están tampoco
ausentes de este texto. La ciencia divina como don otorgado al gnóstico, junto a Ja
beatitud y el contacto con el espacio de la ruvinidad, fuente de purificación de las
almas, son otros asuntos aquí presentes.
1 Ese lugar apartado y requebrado (rnuna'"atafal-wádi) del valle es el sitio
de la contemplación esencial (mashad dhiili), donde el alma del buscador, del t e s ­
tigo esencial (sahid dhliti), accede a la visión (ru•ya). El que se an·odillen los ca1ne-

171
llos, símbolos de las realidades sutiles humanas (/a!lí!if insaniyya), quiere decir que
Llegan a un aJto en el camino en el que las almas (a1ifas) alcanzan la felicidad. El
abrevadero es la fuente de la realidad (a1nr) superior. En ese punto se encuentra la
cita, la "promesa" (wlic d), es decir: la vida eterna.
2 Suscribe este verso que no existe nada más allá de la cita con Dios, nin-
guna posible roela (marrnli) que le exceda. Los tres aparentes topónimos citados
aquí, expresan con distintos términos .la imposibilidad de ir más allá de ese abreva­
dero, de ese punto inimaginable, final, al tiempo que infinito.
3 El juego (la cb) sucede entre los Nombres divinos, gérn1enes de la crea-
ción. Es en los firmes o jóvenes pechos (nuhhad) donde se genera la leche de la
"distinción prin1ordial" (/aban fifra), que hace distinguir la unicidad divina
(tawf:¡idiyya) respecto de la multiplicidad.
4 El prado o rico jardín que los pies no han hoyado guardan la ciencia de
la trascendencia (tanzch) y de la santificación (taqdis). El revoloteo (gina:') de los
insectos (dhubáb) representa los espíritus sutiles, que cantan con júbilo (surür) en
ese lugar privilegiado. Por su parte, el trino del pájaro, que es el alma humana,
posee una presencia (f:¡a{ira) y una estación (,naqa,n) en su camino.
5 Los truenos y relámpagos aluden aquí a dos estados: la contemplación
(musahada) y el discurso o conversación Ui!iib), en referencia al Corán (2,210).
6 Las brechas de las nubes (ju/al) por entre las que cae la lluvia son las
puertas metafóricas por Las que accede la teofanía , mediante sus conductos sntiles
(daqtiºiq). Las gotas de lluvia ofrecen una in1agen palpable de la riqueza de las
Ciencias divinas.
7 La esencia del vino (ja,nr), el jugo de las uvas no fermentado (sula/a),
si1nboliza las ciencias del Señor (culüfli rabbaniyya), que el sufismo intenta desen­
trañar. El que canta (garid) es el "locutor" (al-náfiq), quien profiere la invocación
totalizadora (dhikr ya,ni'"), oída por el espíritu, al cual envelesa.
8 Respecto del jardín del Edén o de la Hospitalidad (yanna al-rna'wli), ver
el versículo del Corán (32,19), el que se refiere al lugar donde las almas de los sufí­
es se retiran para la enseñanza espiritual (awtin al-larbiyya)
9 Las bellas aiistin) constituyen una loa en referencia a los Nombres divi-
nos y su poder configurador de la realidad, mientras que la saliva representa a la
'
Palabra (kalá1n) divina otorgada en la intimjdad (uns) y transmitida de boca en boca
(fah}vániyya). Con las vírgenes se refiere a la estación del pudor (n1aqá1n a l -f:iayá'),
que apunta a la vida contemplativa y a la generosidad (yüd).

172
XXVII
SOY YO QUIEN SE QUEJA DE LA FATIGA

l ¡Oh, viejo templo, una brillante luz se elevó en nuestros corazones


para (penetrar) en ti!

2 Te (dirijo) mi lamento por los desiertos que atravesé, donde mis


lágrin1as corrieron a raudales.

3 Mañana y tarde (pasaron) sin gozar del descanso,


juntando las mañanas y noche tras noche.

4 Mas por mucho que sufrieron los camellos en sus pezuñas, su


marcha nocturna apresuraron.

5 (Y) aun sin esperanzas de gozar de 1a unión, llenas de deseo,


estas cabalgaduras, a vosotros nos trajeron.

6 Con premura atravesaron estepas y arenales,


sin por la fatiga quejarse.

7 No fueron ellas quienes se dolieron por la pasión amorosa, sino yo.


¡Cuán sin sentido mí queja!

Esta oda escenifica, co,no el resto de las presentes en el diwan, un viaje ini­
ciático. Los asuntos en curso son el perfeccionamiento de las facultades hu111anas
en esta vía espiritual, así como la presencia del corazón como centro sutil del hom­
bre y ten·eoo propio de las manifestaciones divinas. Estos versos ofrecen un abani­
co sobre los esfuerzos del intelecto para comprender lo Real.
1 El viejo templo (al-bayt a[.<afiq al-qamm) designa al corazón purificado
del gnóstico, por el que puede acceder a la Verdad. El elevarse (ta <áfii) de la luz a
los corazones, que es el centro espiritual del ser humano, significa el ascendimiento
y purificación de todos los sen tidos corporales como el de la vista (ba.yar), etc.
2 Los desiertos (,nafowiz) atravesados en el viaje (sajar), son los esfuer-
zos ascéticos (riyá(iat w<1 rnuyáhidlit) y austeridades sufridas en el largo camino
espiritual (sulük).

173
3 La ausencia de reposo (ra!Ja) mantiene al alma y al cuerpo en constanLe
lucha con la adversidad (sadii'id), activos y acerados, hasta alcanzar Ja meta
(maq�ad) espiritual. L a humildad (iTTü;fá') es vital en este camino.
4 Los can1ellos son las aspiraciones (hi,nani) espirituales, que no cejan en
su búsqueda de la Realidad divina, más allá de toda limitación (taqyid). La mente
se ve superada por la imposibilidad racional (mu/Jlil caqlí) de acceder a tal
Realidad, que sólo permite una referencia divina (nisba ilahiyya) más allá de toda
razón.
5 Las cabalgaduras (rikáb) apuntan a toda la carga que lleva el ser hun1ano
en el camino (sulük). tanto en el dominio espiritual corno corporal. Más allá del
velo (gi!li') se revelan las Realidades esenciales, posibilitando llegar a una percep­
ción sutil humana (tarifa insliniyya) gracias al discernimiento (dhü cayn) adquirido.
6 Estas monturas no muestran signos de extenuación o fatiga (i <a•), ya que
pretenden sobrepasar el estado o constitución (nasa'a) humana e n eJ camino del
Amor divino.
7 Dice el poeta que la queja es absurda, pues no puede pretender amar a
Dios mientras se lamente por la fatiga de las cabalgaduras, por las pruebas en el
camino de la sublimación; no se ha de quejar por los actos y pensamientos que con­
trola o gobierna (a lii111r
- 1val-tadbír wa-l-na?.ar bi-!Juknzi al-siyása).

174
XXVIll
MIENTE EL VIENTO

1 Entre Al-Naqa y Lac iaº están las gacelas de Dhat AI-Ayraº .

2 Junto a espesos arbustos pacen y descansan.

3 Nunca la luna nueva se elevó sobre el horizonte de esta colina.

4 Sin que dejase yo de temerla.

5 Jamás saltó en estos guijarros la chispa

6 Sin que mi ser más íntimo lo opuesto deseara.

7 ¡Manad, lágrimas mías!


¡Ojos míos, no os retengáis!

8 ¡Saltad, suspiros míos, salid!


¡Oh, mí corazón, rómpete!

9 Y tú, camellero, marcha despacio,


pues tengo fuego en mis entrañas.

10 De tan copiosas como mis lágrimas corrieron,


por el miedo a la separación, acabaron secándose.

11 Tanto, que cuando llegó el instante de la partida,


no pudiste hallar ojos que lloraran.

12 Ve hacia el valle de las encrespadas lunas,


al lugar donde ellas pacen, que es el de mi muerte.

13 Junto a las aguas de AJ-Ayraº ,


allí están las que amo.

14 Pregúntales: ¿puede alguien ayudar al joven anhelante a quien se rechazó?

175
15 (Ese, cuyas) penas al desvarío han arrojado,
privándole de rastro aJ que seguir.

16 ¡Oh, luna bajo la oscuridad!


¡Toma de él algo y déjale partír!

17 ¡RegáJaJe una TTÚJada desde tras de este velo!

18 Pues es demasiado débil para soportar (la visión) de tan


esplendorosa belleza.

19 ¡Consuélate con deseos,


tal vez consiga así vivir y comprenda!

20 Pues es ahora sólo un muerto entre Al-Naqa y Laº lac .

21 De desesperación y angustia perecí,


en mi lugar siempre constante.

22 No dice verdad el viento del Este,


difunde (sólo) sus mentiras.

23 Y engaña, al hacerte oír lo que en verdad no oyes.

Este poema cosiste en una sucesión de versos cortos encadenados, de los que
cada hemistiquio cuenta con escasas palabras y preposiciones. Desarrolla el terna
de las luchas y desafíos del amor místico/carnal, así como de manera amplia la
fenomenología del ser humano expeámentando sus potencialidades divinas, lo que
sitúa el plano de la existencia humana en el umbral de la trascendencia. Como en
el resto de este libro, también son centrales las teofanías o manifestaciones numé­
nicas en el mundo, así como los distintos grados de existencia.
1 Entre la duna (kathib) de blanco almizcle, donde se da la visión beatífica
(ru'ya) de Dios, La'la', el lugar de la fiebre amorosa por Él (talvallu'), y :Dhat AI­
Ayra' (= lugar arenoso), se extiende una panoplia de conocimientos progresivos en
los que paralelamente se dan una progresión de n1udanzas o desposeimientos (tayrfd).
2 Los arbustos (ja1nar) en los que descansan las gacelas (?,ibli), los conoci-
mientos referidos en el verso anterior, representan el mundo fenoménico, dándose

176
una interdependencia (tadiijul) e imbricación (inuiziiy) constante, pues, en el fenó­
meno humano, entre el mundo material y espiritual.
3 La luna nueva (hila[) es la manifestación divina (tayalliyat), que aparece
súbitamente desde detrás de la duna o colina (kathib).
4 Teme, al tiernpo que busca la imipcióo de la teofaoía y la desaparición de su ser,
de la conciencia de quien contempla, en el seno de la contemplación (fanii' al-muJiihid).
5 La chispa que surge de las piedras, del reino mineral (rayalli ya,niidi)
indica una cierta inmanencia o panteísmo, en el sentido de que la presencia de Dios
surge o subyace a la propia naturaleza (fabi 'T), a la cual no es extraña la realidad
reofánica (an1r).
6 Es decir: desear que no brilJe, por el temor referido.
7/8 Pide a su corazón, lit.=hígado (kabad) que se desgarre (fa$adduc), es
decir, que separe (tafarruq) y sepa de la diferencia entre el inundo de la ascensión,
y el del descendimiento ('iilam al-nuziU wa al-.�u <ad).
9 El fuego del an1or (niriin al -lJ.ubb) consume el corazón del buscador
cuando se da la unión (itti$al) durante la contemplación del objeto amado.
10/11 Vierte lágrimas ( cabarat) por la angustia de la separación (bayn), tras
la visión beatífica.
12 El buscador muere (na$ra <-'i) pues la simpatía divina ('a!f ilahí) y la
belleza sin límites le causa una perplejidad ((iayra) insostenible.
13 Los ejercicios y luchas espirituales (tayli "al-gzt$a$ fi al-riya(iat wa al­
musáhadiit) son las que procuran el acceso a esa sirnpatía divina del verso anterior,
sin1bolizada por las amadas, por las que siente ternura (/:,i11zá11) y dulzura (riqqa).
14 .Por quien se rechazó hay que entender a alguien que es devuelto a sí
mismo tras el estado de conternplación, en el sentido que aparece en el Corán
(según la nota de lbn "ArabT no localizada) que una vez que los creyentes han podi­
do ver a Dios en el paraíso, son devueltos "a sus castillos".
Para ')oven" utiliza la palabra (fata), la cual tiene unas claras connotaciones
de "caballería" en el sentido espiritual (Jutuwwa ).
15 La pena de la separación en el camino espiritual (sulük), el cese de la teo­
fanía. priva al buscador del rastro (rasm) de la n1anifestación y del conocimiento
que debe perseguir.
16 Se refiere a que la teofanía o rnostración es como una luna que aparece
tras una espesa tiniebla (duya). ''Toma de él algo", en e.1 sentido de torna algo suyo
y deja lo que no sea suyo, de forma que quede en él la cualidades divinas infusas
(tarifa rabbaniyya manfüja). El significado es que en el viaje místico nocturno
,
(isréi') va desposeyéndose de todo lo que no es El, de todo aquello que no es de ori-
gen divino.

177
17 "Regálale" (zawwidihi) una mirada, es decir la visión de la luna, la mani­
festación divina. De la misma raíz de este verbo procede la palabra (zád), que es el
viático, todo dentro de esta simbología señalada del viaje nocturno, al que en el
Corán se consagra la azora XVU.
El velo oculta la Realidad esencial.
18 La Belleza preexistente de esa Realidad esencial es terrible (maháb ). Aun
en otro contexto, pero unidos por la percepción de lo subli.me, este verso recuerda
el injcio de las Elegías de Duino, de R. M. Rilke: "¡Todo ángel es terrible!".
19 Los deseos (rnunii} causados por una cita a1norosa, en una aproximación
de sigiúficado espiritual.
20 En el amante reside la contemplación del ser amado (wutü'), tendido
- aqii, o paradisiaca duna blanca, y La�1a< , donde se da el
corno un muerto entre A l N
deseo amoroso.
21 Triste por los esfuerzos sufrjdos en la búsqueda de Ja Realidad esencial o
presencia divina, de que habla a lo largo de todo este poema. Por "en rni lugar sien1-
pre constante': se refiere a que en el lugar donde se encuentTa no hay espacio, úern­
po, cantidad, ni cualidad, sino que es pura trascendencia (tanzih ,nuyarrad).
22 El viento del este o céfiro (J·abii), viento frío (rff1) que procede de donde
el sol se eleva, está ligado al mundo de los soplos divinos ( <alcun al-a11fiis), trasun­
º
to espi1itual de los seres existentes (kawá in) en el universo.
23 Como se señaló en el pri.mer capítulo de esta edición, el viento es un
transmisor, un informador, por su aroma y temperatura, de la proxi1nidad o lejanía
de seres y lugares. Igualmente, con su movimiento (hubilb) es trans1uisor de pala­
bras y s01údos . Todo apunta a un sonido más allá de los sentidos, allende la p e r ­
cepción, un s011ido similar al de los tambores, surgido de la intensidad (in.zi''liy) del
viento.

178
XXIX
ÁRABE Y EXTRANJERA

1 ¡Cómo 1ne placen, por mi padre, esas ramas que con afecto se inclinan,
rozando con sus rizos las mejillas!

2 Dejan caer las trenzas de su pelo,


suaves, con sus bucles y lazos.

3 Arrastran las colas (de sus vestiduras),


y con mantones de seda cubren sus bellezas.

4 Avaras al otorgar sus favores,


son (en cambio) generosas con cuanto toman y tienen.

5 Encantadoras (me parecen), con sus bocas sonrientes,


y sus labios tiernos para el beso.

6 Sus desnudas extremidades son suaves,


sus pechos turgentes y generosos sus regalos.

7 Con magia y prodigios fascinan


a las almas, y a los oídos con palabras.

8 Esclavizando al corazón más devoto y temeroso,


con pudor sus encantos cubren.

9 Muestran dientes como perlas,


con su saliva sanando al débil y agotado.

10 Con sus ojos lanzan flechas,


que basta el corazón más veterano en luchas y guerras atraviesan.

11 Lunas crecientes surgen de sus pechos,


que no vuelven a 1nenguar al hacerse llenas.

12 Con lágrimas forman nubes,


y sus la1nentos como a truenos (hacen) sentir.

179
13 ¡Compañeros! Más que a mi vida runo a una grácil Goven) que sus
favores me otorgó.

14 Creadora de la armonía de la unión, es Ella (misma) nuestra annonía.


Arabe y extranjera (a un tiempo), al hombre espiritual hace perder
[todo cuidado.

15 Cuando mira con embeleso desenvaina contra ti (suavemente)


las espadas, y te muestra un destello deslumbrante de su boca.

16 ¡Compañeros! ¡Parad junto al vedado de I;láyir!


¡Deteneos! ¡Deteneos!

17 Para que pueda preguntar adónde fueron sus camellos,


pues me entré por lugares de muerte y destrucción.

18 Fui por veredas tanto extrañas como conocidas, por estepas y


desiertos, con un ca1nello que de sus heridas pezuñas se quejaba.

19 Hundidos sus lomos por la .marcha forzada,


su fuerza y sus reservas le robaba.

20 (Seguí) hasta detenerme con ella en el arenal de 1:fáyir,


y a los camellos con sus crías hallé en Uthayl.

21 Una luna que infundía temor les guiaba,


y que para que no escapara, la escondí en mis adentros.

22 Una luna que durante las vueltas a la Kaaba se mostró,


y mientras que yo giraba a su alrededor, ella lo hacía en torno mío.

23 Con los bordes de su túnica borraba sus huellas,


y por mucho que fueras guía y adiv.ino, te confundía.

Este poema trata del conocimiento divino por parte de los gnósticos, de sus
grados y cualidades. Discurre igualmente, tanto acerca del razonamiento con10 del
amor, los pares de opuestos y cuanto se refiere a la ambivalencia de la experiencia

180
humana frente a la unicidad del Conocimiento. Este tiene unas etapas que a su vez
desen1bocan en la Sabiduría y la participación de los Atributos divinos.
1 La extraña -en el contexto- expresión de ¡por 1ni padre!, según señala Ibn
•Arabi, hace alusión al Intelecto primero ('aql a.wwal) , nlientras que las ramas son
los Atributos (nu"üt) que otorga a los gnósticos el Divino conocimiento (•a!J i/ahi),
inclinándose suavemente hacia ellos, y confiriéndoles dicha gracia.
2 El cabello recogido representa las ciencias veladas ('ulünz jafryya) y los
secretos (asrár). Los bucles y lazos hacen alusión a los diversos grados o partes
(raqtisfrn) del Conocimiento, a l tiempo que al entrelazruniento (ma'liqid) de los
A tri bu tos di vinos y los de los seres creados.
3 Las colas de las vestiduras (nia!tirij) de seda, bellas y coloridas, son un
símil de la riqueza y variedad de las ciencias de las que se está tratando.
4 "Avaras" en otorgar el Conocimiento, según el dicho "no dar la sabidu-
ría sino a quien sea ,nerecedora de ella". Se refiere a las ciencias contemplativas
y no racionales o especulativas ('ulü,n muJc7hada lá <ulü,ri na?,ar).
5 Estas ciencias son descritas como atractivas jóvenes, punto álgido de la
belleza (ja,niil),al tiempo que hace hincapié en la boca (jahwaniyya) y labios, para
resaltar la transmisión oral y experiencia!, no libresca de las mismas.
6 Los pies y manos desnudos hacen referencia al conocimiento procurado
por el sentido del tacto (f:¡tissa al-lams) en el inundo de las similitudes (f:¡a{lra al-
1ni1hal), y de la imaginación (tajayyul) en el momento en el que acaece la teofanía
(tayallf ,na <nawi).
7 La comprensión de los principios sutiles (lafa'ij) por parte de quien escu-
cha (nafs sa,nii!i) el conocin1iento secreto (sirr), es lo que hace al ser humano ser
e.specíficamente humano.
8 El cubrirse las caras por vergüenza o pudor (f:¡aya,) por manifestarse ante
quien no está ocupado únicamente en Dios. Ver el Corán (9,103-106).
9 Las perlas (lu'lu') son las ciencias divinas ( <u[ú1n kibriya'iyya) mientras
que el néctar de su saliva hace disipar la ignorancia.
10 El corazón curtido en las guerras (f:¡urúb) es el que sabe distinguir entre
lo real y Jo pasajero.
11 Las lunas nuevas (son una metáfora recurrente de la "manifestación divi­
na en el horizonte" (tayallf ufaqi). El que no 1nenguen ni sufran eclipse, se refiere
a que no están sujetas a las pasiones terrenales y por tanto no se velan en los laga­
res supremos de la contemplación (n'lanci?:ir <u.tá) o ponlo de la teofanía, del que se
viene tratando desde el primer verso del Taryuman.
Los pechos (yuyüb) son los Atributos divinos.
12 Las lágrimas (duniü"a) brotan por el estado de turbación que siente el
buscador, al ver las bellezas o manifestaciones divinas de las que viene hablando.

181
13 La esbelta joven (jam�lina) es el sutil conocimiento esencial propio del
mundo intermedio (lafifa barzajiyya).
14 Este conocimiento al que accede el buscador le une a "El Padre", del que
habla en el primer verso, y que es la Razón universal, con la que se siente en anno­
nía (niiánz), no1nbre de la joven persa (ayrnii') a la que el Taryumiin está consa­
grado, como señala en el prólogo de la obra. Hace disfrutar a.l gnóstico de la grata
experiencia (dhcnvq) de la contemplación (1r111slíhada).
15 Esta realidad esencial a1aqiiqa) deja en ti (el aspirante) unas marcas
(atharlít) propias de las austeridades (,rawiiri,n) y del esfuerzo espiritual
(1nuslíhada). El destello de la boca es la contemplación (ma!had) de la belleza total
(yamlil) en un estado de intimidad (uns) con dicha revelación esencial bajo forma
del gozo de la hermosura.
16 Sus dos compañeros son su inteligencia o comprensión ('aql) y su fe
(í1nlín). A ambos les pide que se paren al llegar al vedado (/:fliyir), porque más allá
de ese límite concluyen tanto las ciencias de los doctores ( <ali1n111) como las de los
gnósticos (carifin).
17 Los camellos (•is) son las aspiraciones (hi1niin1) que a1Tastran a las capa­
cidades humanas hasta su meta (wu,w,l). Los abismos (ga,nariit) y los lugares peli­
grosos o de destrucción (,nahiilik) son peligros que atentan en ese largo camino.
18 Estas aspiraciones van con los pies desnudos, en señal de pureza (fahiira)
y recuerdo del episodio coránico (20,12) de Moisés: "Yo soy tu Se11or. ¡Quítate las
sandalias! Estás en el valle sagrado de 1i�wa". (Este valle se encuentra junto al
Monte Sinai').
19 Estas rápidas monturas, que son las aspiraciones iniciales, representan la
pluralidad, que desaparece en el curso de esta marcha hacia la Unidad (•va}µlaniyya)
El arenal de }:layir es un estado que permite dlscemir entre los fenómenos y la
Esencia que éstos velan. Las ciencias originales (''ulürn �liyya) engendran otras
secundarias.
20 Esa luna que infunde temor (hayba) es la manifestación divina en el cora­
zón del gnóstico, cuando éste se encuentra en estado contemplativo (IJála luhüdiyya).
21/22 Según la acotación de lbn cArabi, l a luna posee aquí un atributo 01nnia­
barcan1e (�ifa ilJá!iyya).
23 Estas huellas son las pruebas o guías (adilla) que conducen hacia Dios.
,
mientras que la túnica representa la unicidad: "nada es co,no El" (40.11-12), referi-
do a la época de idolatría a otros dioses. Por n1ucbo que sepa el gnóstico, Dios le man­
tiene siempre en un estado de relativa ignorancia, necesaria para su progreso activo.

182
XXX
LA BELLEZA LEVANTÓ UNA TIENDA

l Entre los tamariscos de al-Naqa, junto a una bandada de perdices,


levantó su tienda la Belleza.

2 (Allí), desiertos adentro, en l(,liim,


camellos y gacelas juntos pacen.

3 ¡Oh, compañeros! ¡Deteneos (en ese punto) y haced hablar a los


despojos del ca1upainento, que tras su marcha quedó asolado!

4 ¡Llorad por el corazón de un joven abandonado el día de su partida!


¡Llorad y gemid!

5 Quizá (elJos) nos digan hacia dónde fueron,


si hacia Quba o a los arenales del vedado.

6 Ensillaron a los camellos sin yo percibirlo,


quien sabe si por descuido o porque la vista me fallara.

7 (Mas... ) ni por una cosa fue ni por otra,


sino porque me dominó la turbación.

8 ¡Oh, deseos que tras su rastro os dispersasteis,


(como el reino) de Saba, hasta desaparecer!

9 Clruné a todos los aires:


¡Oh, (viento) del Norte, tú, del Sur, tú, del Este!

l O ¿Tenéis idea de Jo que siento?


¡Tras su partida no encuentro sino amargura!

11 El viento del Este trae nuevas de (ellas),


que a las flores de las montañas los matorrales de ajenjo (oyeron).

12 (Y dijeron): ¡A quien el mal de la pasión hizo enfermar, que busque


consuelo en las historias de amor!

1&3
13 Y espetó éste al del Norte:
¡Di algo como yo, o 1nejóralo (si puedes)!

14 Y el del Sur (a su vez repuso):


¡Cuenta algo como lo que le dije, o más dulce aún!

15 A lo que el Septentrión respondió,


tengo una buena nueva, que los vientos del Norte y del Sudeste comparten:

16 "Con la pasión cualquier 1na1 en bien se convierte,


y dulce se hace 1ui tormento si a eUas contenta".

17 ¿Por qué, con qué motivo, para qué te quejas de la pesadumbre, y


lamentas por la enfermedad?

18 ¡Pues no ves que cuando algo ellas te prometen,


su rayo anuncia en falso la lluvia!

19 La nube escribió en el puño del oscuro cielo un bordado: ¡era de


oro con el brillo del relámpago!

20 Y encendiendo llamas, corrieron lágrimas por sus mejillas.

21 De ellas creció una rosa,


y un narciso vertió .maravillosas aguas.

22 (Mas) si cogerla quieres de sus sienes,


deja caer rizos como escorpiones.

23 Con su sólo sonreír, el sol resplandece.


¡Oh, Señor, cuán rutilantes son sus dientes!

24 Negi·a y espesa su cabellera, la noche se cierne cuando la suelta.

25 (Hasta) las abejas compiten al escupir


¡Oh, Señor, qué dulce es su (perfumada) boca!

26 Como una rama se nos muestra al inclinarse


y mirar: ¡De sus ojos salen dardos!

184
27 ¡Por cuánto tiempo hablarás galante1nente a las bellas en las dunas
de I:Iayir! ¡Oh, hijo de (noble) linaje árabe!

28 ¿Acaso no soy árabe? ¡Por eso enamoro a las n1ujeres bellas y blanco
(rostro)!

29 Con tal de que esté allí ella, nada me importa, si 1nj pasión se
esconde o delata.

30 Cuando ruje: "no sea que... ",


dijeron ¿el qué? y cuando añadí: "es que... ", ellos repusieron: "¡se te negó!".

- ayd) o bajaban (a Tihiima),


31 Mientras subían ellos ( A l N
yo atravesé desiertos en su búsqueda.

32 Mi corazón es el samaritano del tiempo, con sólo ver huellas,


parte en busca de la que de oro se hizo.

33 Y cuando el ocaso o el amanecer llega,


marcha como Alejandro Magno, buscando (para alcanzarles) el canúno.

34 ¡Cuántas veces clamé ansioso por la unión!


¡Y cuántas aterrado por la partida!

35 ¡Oh, rujos de Zawra°, he ahí una luna que junto a vosotros luce y
conmigo se oculta!

36 ¡Ay de mí! ¡Dios mío! ¡Ay de mí!


¡Cuántas veces grité tras ella! ¡Ay de mí!

37 ¡Pobre de mí! ¡Pobre del joven que se deshace siempre que la


paloma arrulla!

Este poema trata sobre la visión directa o i.nterpuesta de la divinidad. Discurre


igualmente acerca de la presencia o ausencia de Dios en el órgano sutil del conoci­
miento en el hombre, que es su corazón. Dicho conocimiento se da por Su cerca­
nía, así como por la gracia de Sus Nomb res.

185
1 La perdiz (qafií) simboliza la veracidad, según el proverbio árabe ''más
sincero que la perdiz" (a,rdaq ,nin al-qafa). La verdad del conocimiento es repre­
sentada por los frutos del. tamarisco,junto a los que se da "la visión de la duna blan­
ca" (ru'ya al-kathíb a/-abyar,f.). La tienda que levanta la belleza es la presencia con­
templativa (};a{lra a/-,nusahada ).
2 El desierto expresa la etapa del desapego ( n1aqa,n al-tayrid) y del aisla-
miento o singularización (al-ta/red), lo que produce humildad (tawtiflu') y conduce
a la transcendencia (u1nz1h).
3 Los dos amigos son la inteligencia ( <aql.) y la fe (fnziin). El can1pan1ento
quedó asolado (jarab) después de que los seres amados partieran.
4 Las notas de Ton •Arabi vinculan este verso a la tradición cortés árabe
(nasab ), y a la cierta tristeza o melancolía �01no en buena medida sucede con la poe­
sía trovadoresca europea- que le va emparejada.junto a la pasión amorosa (hawa).
5 Los arenales (yar•a•) del vedado (J;inzá) aluden a la superación de las
dificultades (tayarru'al-guJa$) y al paso más allá de la separación (al-firüq). Quba
es un lugar tranquilo (raJ:¡a) al que Mul)ammad se retiraba lo sábados, aquí tiene
pues el sentido de bienestar espiritual.
6 Los camellos. como se sefialó en los poemas precedentes, son las aspira-
ciones (hirná1n) de los corazones en la vía espiritual.
7 Señala el poeta respecto del verso anterior que no fue por descuido
(sahlv) o porque la vista le fallara, sino porque "la preocupaci6n del a1nor que
tengo por Él ,ne le vela". Como se señaló en varios Jugares de los capítulos intro-
'
ductorios, habla del amor a la divinidad, por tanto de El en la tradición 1nonoteísta
abrahamica, mjentras que en los versos es a EIJa (la Belleza de la manifestación de
Dios) a quien se refiere.
8 El Corán (34,15-21) trata de la dispersión (tafarruq) de Jos habitantes del
reino de Saba. En ese sentido. dice el poeta que las aspiraciones o deseos se dis­
persan o diferencian en estaciones (rnaqarnüt) y presencias ({1a{f_arár).
9 E.�tos vientos esce1úfican el mundo pneumático (iila,n al-anfiis). El viento
fresco y perfumado calma (tanaffisu) y refresca al amante. enfebrecido en su búsqueda.
10 Pregunta a los vientos en medio de su pena (na$ab) y amarguras por la
partida de su amada, y expresa su sentin1iento de profundo abandono (firaq).
11 El viento del Este (rí}J. al-$abií) o del sol nací.ente es el que trae la teofa­
nía o mostración.
12 Que se consuele con historias (alµidfth al-$aba) de ainor, es decir con
gestas espirituales de gnósticos de todas las épocas, tratadas ,netafóricamente como
relaciones "de amor" con la divinidad.
13/15 El viento del este dice: ¡Dios creó a Adán a su propia i.magen! Y en este
verso y el siguiente, les reta al del norte y al del sur a que digan algo de taJ enver-

186
gadura e importancia para el gnóstico en su canüno. El viento del oeste (dubúr) no
es nombrado, pues según el comentario de Ibn •Arabi, el amante no puede dar la
espalda al sol, símbolo del rostro de su A/a1nada.
El viento del Sur le confiere el conociiniento de los compañeros "de la dere­
cha" (56,90-91) (a�!Jab al-ya,ntn), representa el poder divino (quwwa ilahiyya).
Como en el Cristianisn10, la derecha es considerada la posición del justo, del cre­
yente, tal vez porque es esta mano la que 1nás se usa y mantiene limpia en Oriente
para marúpular la coro.ida y saludar.
El viento del Norte, por su parte, otorga al caminante el conocimiento de los
"cercanos" a Dios (a l -1nuqarrib1n) . Es la estación entre la profecía (nubu1vwa) y la
santidad-"veracidad" (�·iddiqiyya) , lugar supremo (1naqlim . caz.lz), alcanzado por
muy pocos (al-afrad). Señala que Abo 1:{amid AI-Gazzali, filósofo y escritor del
tratado sobre la ''Revivificación de las Ciencias de la Religión" (it,yií '"ulilni a ldin),
-
hermano del también conocido sufí A�n1ad Al-Gazzali, negaba la existencia de este
elevado grado, entre Abü Bakir al-,fiddí, y el propio M�am m
. ad, por el hecho,
según Ton º Arabi, de que no lo conocía.
16 Cuando el aa1ante perece por su propio deseo, todos los males o tormen­
tos ( ºadhab) se convierten para él en bien, en dulces ( <adhb) -nótese la paradójica
similitud fonética entre los contrarios- porque tal es el deseo del Amado.
17 Juego de repetición de sonidos con la consonante min y la vocal a, ¿por
qué? (illi ,na), con qué motivo ('alama), para qué (lima).
18 La promesa de la amada, por cuya partida se lamenta, se refiere a que la
contemplación esencial (,nashad dhatí) no va seguida de una manifestación feno­
ménica, como la lluvia, que consecuentemente acompaña al rayo, sino que el
mundo visionario (ra"t) tiene otra realidad.
19 Ver el Corán (2, 206-10), acerca de los creyentes. Las nubes (gaym) son
el lugar de la desaparición u ocultación (niagib ). La manifestación de la esencia está
más allá del velo de las apariencias.
20 Las lágrilnas son las ciencias contemplativas (1na <arif suhadiyya), que
caen como llovidas de las nubes en el suelo de los divinos corazones (qulüb
iláhiyya), otorgándoles los atributos de lo sublime: temor (hayba) y magnificencia
('?,ama).
21 Por narciso (naryis) se da a entender una visión (ru"ya) que confiere un
conocimiento inefable.
22 Al querer hacer palpable esa visión, un atributo esencial (:¡ifa washiyya)
lo impide, "deja caer rizos co,no escorpiones".
23 El $01 resplandece: las ciencias principales o "eje" ( ºulürn qufbfyya), alre­
dedor de las que giran las ciencias universales (''u.lü1n al-"iila1n). se manifiestan y
mantienen al cosmos vivo.

187
24 Las ciencias relativas al misterio esencial ("ulürn al-gaybiyya) se revelan
a los gnósticos a través de este amor.
25 Los corazones de los gnósticos aspirantes (,nuridin) reciben la revela­
ción, como las abejas (nal:,l) reciben de Dios la capacidad de hacer n1iel. Ver al res­
pecto el versículo del Corán (16,68). Tal vez ésta de las abejas sea una figura algo
burda y extraña para el gusto occidental, pero no en el desierto, donde la miel es un
bien raro y preciadísimo.
26 Cuando se inclina nos 1nuestra sus ra,nas con frutos, y cuando 1uira la
hace afilada como con armas (?,uba).
27 Pregunta al buscador cuánto tiempo podrá resistir en la blanca duna
(kathib abya{i), imagen que en el sufismo significa una elevada estación espiritual,
prohibida (1na1nnii º), a quien no lleva una conducta absolutamente ejemplar(il:,san).
28 Hace un juego de palabras entre árabe (carabi) y jóvenes d e noble raza
(cunib).
29 Se refiere a que no le condicionan las estaciones ni .los grados de evolu­
ción espiritual, sino el amor por ella y el éxtasis (wayhi) que éste le procura.
30 Este verso, de apariencia oscura, se resume en que Dios no puede ser
conocido por fenómenos o causas (asbiib) externas, materiales o intermedias
(wasli·'i!), sino que sólo se llega a él por El mismo, no por sus criaturas: "se negó"
a llegar a El, si es a través de lo contingente.
31 Las divinas Realidades se revelan a través de seres sutiles como el ángel
Gabriel, que tomaba en ocasiones de la revelación la forma de Da�ya aJ-Kalbi.
compañero del Profeta, al parecer famoso por su belleza. Se juega con las dos raí­
ces verbales que dan significado a los topónimos de Tihámá y del Nayd, y que sig­
nifican e] descendimiento y la ascensión, en cuyo límite se sitúa el mundo inter­
mediario (barza)).
32 Por samaritano hace mención a Moisés en el pasaje coránieo sobre el
"He notado algo que ellos no han notado. He tornado un
becerro de oro (C 20,96):
puñado de polvo pisado por el enviado y lo he arrojado. Así ,ne lo ha sugerido la
in1aginaci6n". Se refiere a los místicos que prescinden de los honores divinos (jila c
llii.hiyya) y se atienen únicamente a las Realidades principales (u.Jül), en pos de un
conocimiento más puro, lo que recuerda a la "renuncia a los caris111as" de San Juan
de la Cruz.
33 Los espúitus del verso anterior se encuentran en la estación de la atribu­
ción (1ncu¡ii.ln al-1:,arnl) de las luces y los secretos, reunidos entre el Occ.idente y el
Oriente, entre el amanecer y el ocaso. De ahí que se refiera el pasaje del Corán (8,
83-98) donde aparece "el Bjcorne" (Dhü Al-Qarnayn) A.lejandro Magno, como
súubolo de quien posee los dos atributos, el mundo material y el espicitual.

188
34 Clamé ansioso por la unión, hasta tener el dominio (ta,nakkun) de los
estados espirituales y perder el miedo de su abandono.
35 - awra' es un nombre de Bagdad, que es vista como la residencia del
A lZ
qufb o polo del mundo visible; se refiere a quienes están junto o bajo la égida (taf1ta
da·'iratihi) de éste. La luna es la teofania esencial que tiene lugar en esta estación
y que luce por la existencia del i111iini, que es el polo (qufb).
36 Tras ella (�aifahu), quiere decir que no ha logrado la integración total con
la manifestación de la divinidad que es aquí la luna (yasir ilii 'dani al-itiafa), según
el pasaje coránico (20, l 14) "¡Oh Seíior, acrecienta 1ni ciencia!".
37 La paloma, como son el general los pájaros en la iLnaginería universal,
representa a los seres del mundo intermedio por ser ingrávidos y habitar el cielo.
Cuando ésta arrulla, es decir, cuando el buscador tiene acceso a una teofania, a tra­
vés de un sonido sutil, se lan1enta, co1no joven (fata) perdido en el largo camino,
pues antes o más tarde ésta desaparece.

189
XXXI
TODOS HABLAN DE ELLA

l Centelleó el relámpago en Dhat Al-Ac,la,


y por los aires se extendió la luz.

2 Derramó la nube abundantes lluvias,


y con Su secreto resonó el trueno.

3 Gritaron: ¡Arrodillad a Jos camellos!


Mas no escucharon, y en mi pasión increpé al guía:

4 "¿Por qué no descendéis aquí y acampáis?


¡ Pues tierna,nente amo a una que entre vosotros mora!".

5 Es (lnujer) esbelta, grácil y tierna,


por quien el corazón del triste amante suspira.

6 Sólo con nombrarla, cualquier reunión se impregna (de su perfume),


y por ella claman todas las lenguas.

7 Siendo su trono la elevada montaña, si su asiento estuviera en lo


hondo (de un valle).

8 Este sería por ella elevado,


y jamás a divisarla alcanzaría el envidioso.

9 Pues por ella el páramo en fértil se ton1a,


y los espejismos en agua (real) se convienen.

10 Florecen por ella los jardines,


y (todas) las bebidas (en su contacto se hacen) cristalinas.

l I Mi noche se torna con su rostro luminosa,


y con sus cabellos oscuro es mi día.

12 Germinó en mi corazón la simiente


al herirle sus flechas.

190
13 (Lanzadas) por unos ojos que jamás ye1Tan su tiro. ¡Tan avezados
están en traspasar entrañas!

14 Ninguna lechuza, ni paloma torcaz, ni (cuervo) graznador, en los


desiertos de la altiplanicie.

15 Es más desgraciado que un camello al que se ensilla


para llevar a la que toda belleza trasciende.

16 Y abandona (al amante) en Dhiit Al-A9-ii,


malherido, (por ser) fiel a su pasión.

Estos versos tratan del Conocimiento esencial, así como sobre la importancia
del corazón y su necesaria humildad, siendo el ámbito privilegiado de la revelación.
Al igual que en tantos otros poemas del Taryuman, se pone de relieve pues el cora­
zón como órgano tnístico de la vuelta hacia Dios: desde el punto material más bajo,
frágil y sanguineo, la víscera latiente, al más alto e incontaminado.
l Dhiit A lA<;lii
- es un lugar en el valle o depresión de Til1iima, y aquí tiene
el sentido de estación de la hwnildad (11U!qlitn tawa�u·1 ); Dios eleva a quien es
humilde hacia Él. La luz de la elevación (ru,Fa) aparece a través de esta actitud de
111odestia y adoración (1naqli111 at-'ubüdiyya).
2 Las abundantes Huvias son las ciencias del Conocimiento, que resuenan
como un tn1eno.
3/4 "Arrodillad a los camellos': es decir: descender a ese Jugar hunillde,
cerca de Él, pues la sabiduría (f:iilana) se halla alejada de quien se comporta de una
manera soberbia (r.ultn).
S La sabiduría o ciencia d e que está hablando tiene una manifestación en el
mundo de las formas ('' ála,n al-tamcllhlhul) que la hace beJJa, y suspiran por ella los
corazones (af'ida) en Jos que surge el fuego del desgarro (nar al-i.ytilii1n) por el
deseo y la separación.
6 Este verso recuerda al qu.into del Cántico Espiritual de San Juan de la
Cruz:

Mil gracias derra,nando


Pasó por estos soros con. presura,
y, yéndoles 1nirand.o,
con su sola figura
vestidos tos dejó de hertnosura.

191
El principio (!fifa) o Atributo divino condiciona la expresión (•ibára) en el
mundo de la apariencia.
7/8 La elevada 1nontaña es el corazón del gnóstico, donde reside esta ciencia
que representa La Esencia divina (dhiit iláhiyya). Por eUo la exaltación que otorga
su sublimidad (rif'a) eleva la posición (1nakiin) del gnóstico, se encuentre éste en
la situación que se encuentre; según el Corán (19,57): "Le e/eva,nos a un lugar e,ni­
nente ".
9 El páramo o desierto es el corazón de quien se sabe olvidado de Dios. El
agua recuerda la "copa" Uayr al-ef.arba) del Profeta, en la que según un ?1adith,
'
bebió la Ciencia de los Primeros y los Ultimas (•ilm al-awwalin wa al-iijirfn).
10 Los jardines (sg. riyii{[) son una 1naterial.ización del mundo del espíritu y
de la contemplación (cála,n al-anfas •va al-suhüd). Las bebidas (sg. saráb) que se
hacen cristalinas (rá'iq) significan en s u sutileza el comienzo de la teofanía
(mabádI al-tayálli).
11 Su presencia (wuyiid) ilu1nina la oscurecida presencia del buscador y el
velo de sus cabellos le descubre los secretos. En sus notas, Ibn •Arabi se refiere al
poder de aparecer bajo diferentes formas, que se dice poseían ciertos santones
musulmanes, tales con10 Qa<,lib AI-Bán, ver lbn •Arabí ou la Quete du Soufre
Rouge, (Ed. Gallimard, París, 1989) p.68.
12 En referencia al pasaje coránico (6, 96) que cita a Dios como: "Quien
hace que el alba apunte, quien hizo de la noche descanso y del sol y de la luna có,n­
puto (del tiempo)•: Ella es la Germinadora de las ciencias de la manifestación, del
sutil grano de a1nor del corazón (babba al-qalb), cuando se abre por gracia de las
teofanías y ciencias.
13 Los ojos son los elevados lugares de La contemplación (nianii?-ir cultnviy­
ya) que proyectan o lanzan las ciencias sobre los corazones, creándose un fino rayo
entre éstos y aquellos, ingrávido e ininterrumpido, corno el certero tiro de un dardo
en su diana.
14/16 Estos tres versos íntimamente Ligados entre si, hacen referencia al bri­
llo (liifia) de la contemplación esencial de la que viene hablando, que no puede ser
retenida indefinidamente por el corazón del gnóstico. El camello, la parte material
de los anhelos espirituales, no pueden llevar o resistir sino temporalmente esta
revelación o visión esencial.

192
XXXII
ME RECUERDA MI JUVENTUD

1 La niñez y juventud me recuerda


la conversación que mantuvimos en Al-l:laditha y Al-Karj.

2 Tras cincuenta peregrinaciones (años) pasadas en larga meditación,


me digo a mí mismo: ¡heme aquí como un polJuelo!

3 Los poblados de Sale y de l:layir se me aparecen,


y en mi memoria la niñez y juventud hacen surgir.

4 Entonces, cuando a los camellos guiaba ala hondonada y a las (tierras)


altas, y para encender el fuego el girar con el marj frotaba.

Este poema trata del tiempo, de s u ilusión y la eternidad. El gnóstico, que per­
sonalmente ha cumplido medio siglo de existencia, se enfrenta a esta difícil prueba
y distinción, a fin de obtener el conocimiento auténtico de la divinidad.
1 Con este recuerdo (dhikr) se refiere al descendimiento divino (tanzil
iliihi) y el camino espiritual (sulük) recorrjdo.
2 Las cincuenta peregrinaciones (1:ziyya) o años se refiere a la edad que
tenía entonces (en el momento de la composición) Ibn eArabi, dado que nació en
1165, debió de tener lugar hacia 1215. El que diga que está como un polluelo (farj)
es una prueba de humildad, una declaración de que en el citado camino espiritual,
de alguna manera, por más etapas recorridas que se hayan dejado atrás, siempre se
está en el punto cero.
3 Me recuerda la protección (aknáj) de SaJ< y de ijayir, la consideración
(istisriif) de mi evolución (1nadd). Me recuerdan la juventud (sabiba) y (sarj), el
inicio del tiempo (awiim a l -bidiiya)
4 Encender el fuego trotando las maderas qifar y marj se refiere a las cosas
generadas por las veladas causas segundas (asbiib), donde la realidad (amr) es
doblemente velada, y él apunta al develarniento (kas!).

193
xxxm
CONVERSACIÓN CON LAS NOTAS DEL DOLOR

1 Con la paloma que arrulla sobre las ramas del boscaje, converso
(articulando) las notas del dolor.

2 Sin Iágri1nas, gime por su compañero,


y mis párpados se hun1edecen de tristeza.

3 inundados mis ojos por el Uanto,


le pregunto lo que mis (sentimientos) gritan:

4 ¿Sabes algo de la que amo? ¿Reposará ya bajo las sombras de las


ramas?

Este poema trata de la difícil dialéctica en el camino espiritual entre el cuerpo


y el espírjtu, y por extensión del conocimiento intuitivo y suprasensible de la divi­
nidad.
1 La paloma es un símbolo, con10 los pájaros en general, del mundo inter-
medio (barzaj); ver al respecto los distintos oon1bres de estos en el glosario. La
paloma se encuentra posada sobre una ram.a, aposentada sólidamente en el
Conocimiento divino. Se expresa con las gamas musicales o n1atices del dolor (bi
afniin al-!uyiin); por saberse separada de sus congéneres y similares, se queja el
alma del gnóstico.
2 Llora a causa del cuerpo o envoltura material, que es la que físicamente
produce las lágrimas. Por este motivo su nostalgia (wayd) es doble, por saberse
lejana aún del Ser amado en cuerpo y alma. Se siente conversar con los espíritus
separados del mundo de la naturaleza ( ciila,n al-!abi c a). Este es el típico ejemplo
en que la primera parte del bayt o hemistiquio concluye con una palabra "lágrimas"
(da,n'), la misma por la que empieza la segunda parte del verso; una traducción lite­
ral evidentemente arruinaría el resultado.
3/4 En estos dos versos hace referencia Ibn eArabi al versículo coránico
(13,15): 'í<tnte Dios se prosternan 1nc11iana y tar�e los que están en los cielos y en
la tierra , de grado o por fuerza, así co,n{>. sus sombras·: ver igualmente en refe­
rencia a las sombras (?.iliil) de los seres creados el versículo ( 16,48). Como en todo
este poema, se distingue entre lo sólido y sutil, entre la manifestación de los ele­
mentos naturales (nasºat tabiºiyya) y el espíritu.

194
XXXlV
¡QUÉ SON LOS LEONES PARA LAS DE OJOS NEGROS!

1 Junto a las montañas, en las dunas de Zarüd,


hay leones y jóvenes muchachas cazadoras.

2 Aunque echadas por tierra, crecieron en eJ fragor de la lucha. Mas,


¡qué son los leones para Jas de negros ojos!

3 Sin piedad atacan cuando contigo se encaran.


¡Cuán bellas, las miradas de las hijas de los reyes!

Esta oda trata de la contemplación de las ideas o las realidades superiores por
parte de los gnósticos, aventurados en lo 1nás avanzado del camino espiritual.
1/3 Las Divinas ideas o "lugares supre,nos de la conte1nplaci6n" (1nanaiir
al- ºuta) que ya están en el poema inicial, son metafóricamente, por su beJleza
intrínseca, las 1nucbachas que se aparecen o manifiestan aJ viajero, aventurado por
los más lejanos lugares (1nakana sulja). Los (usad), animales sf1nbolo de la
leones
fuerza y la nobleza, representan aquí a los corazones más valientes (yara'at). Las
"hijas de los reyes" es una referencia aJ pasaje coránico (54,54-55): "Los tenzero­
sos de Dios estarán en jardines y arroyos, en una sede buena, junto a un potísimo
Monarca'�

195
XXXV
TRES LUNAS LLENAS

l Tres lunas llenas, desnudas de todo adorno,


- ancim partieron veladas.
hacia A IT

2 Como soles rutilantes, peregrinas al inicio del mes lunar,


descubriendo sus rostros invocaron a Dios.

3 Y se aproximaron lentamente,
como andan las perdices, con túnicas de rayas.

Este breve poen1a trata sobre los Nombres divinos como más alta manifesta­
ción de Dios, así como sus efectos sobre los corazones de los gnósticos.
1 Tres Nombres divinos (al -Rabmlin, al-Rab,ím y a l M
- alik =el Clemente, el
Misericordioso y el Rey; las principales denominaciones en el Corán) fueron desde
- an<Im, manifestando en el camino sus trazas (iithlir), es
la Presencia hasta A l T
decir, haciéndose visibles. Su bendición (11a <1m), de la raíz Na'Ma (bendición, feli­
cidad) es tal mostracjón. Los rostros velados (n1u<tayirlit) hacen alusión a que el
brillo cegador de los Nombres divinos harían perecer en el mo1nento de la epifanía
a quien los contemplase de frente.
2/3 Las perdices, símbolos de los gnósticos en su búsqueda, aparecen como
guardianas (sadana) de los Nombres d.ivinos.

196
XXXVI
¡OH, TIERRA DE NAYD!

l ¡Oh, tierras altas del Nayd, benditas seáis!


jQue las nubes de lluvia os den de beber aguas abundantes!

2 Quien por cincuenta años os saludaron, una y otra vez lo hace, para
de nuevo comenzar.

3 Con un gran camello y un viejo dro1nedario,


atravesé en su búsqueda eriales y desiertos.

4 Hasta que brilló el rayo sobre el vedado,


y su aparición en la noche desbordó mi placer.

Estos versos, que como en el poema anterior se refieren a la sagrada tierra-alta


del Nayd para la religión musulmana, tratan del largo viaje del peregrino o busca­
dor desde el mundo material, visto como perteneciente a las tinieblas, hacia el de la
luz.
1 Las nubes de lluvia (sabab) representan el conocimiento, las ciencias,
que la gracia infunde en el corazón del gnóstico como fértil "lluvia".
2 Los cincuenta años es una alusión persona'! a la edad que tenía Ibn e Arabí
cuando compuso el Taryumiin, hacia 1215, como sucede en el verso XXXII, 2.
3 En este poema abiertamente autobiográfico se refiere a las austeridades
(riyafla nafsiyya) y privaciones físicas (muyáhada badaniyya) sufridas en el cami­
no espiritual por él andado. Respecto del gran camello, Ibn eArabí aclara en su nota
que se refiere a la ley islámica o sari'a, mientras que el viejo dromedario representa
al intelecto racional ( caql muyarrab).
4 E.1 rayo sobre el vedado es una metáfora de la iluminación que constitu-
ye el velo de la inacesibilidad divina ("iu.a al-ab1na), de la misma raíz que }_iima o
vedado. M. Gloton (v. p.342 n-1) traduce al-Gac;la (supuesto topónimo con el nom­
bre de un arbusto similar al tamarisco) en vez de vedado bima, que aparece en la
versión árabe que trabajamos. E n el manuscrito perteneciente a Nicholson, que es
el mismo empleado por M. Gloton, figura igualmente A I -Gac;la (L·'interprete des
désirs, p.35).

197
XXXVII
SALUDOS AMOROSOS

l ¡Oh, compañeros, acercaos al vedado,


buscad las tierras altas del (Nayd) y las señales del camino.

2 Descended donde el agua (está), junto a las tiendas de las dunas,


y buscad la sombra del salam y del t;lti.l.

3 Y cuando lleguéis al valle de Mina, donde mi corazón acampa

4 Llevad 1nis más tiernos saludos a todas quienes allí viven. Decid sólo:
¡La paz sea con vosotras!

5 Escuchad cuanto os contesten,


e informadles de que hay un corazón agonizante.

6 Que sin ocultarlo sufre las penas del amor,


e inquieto pregunta.

Este poema, como casi todos los del Taryuman, es una petición por parte del
amante-buscador, de ser atendido, tenido en cuenta en su dura búsqueda del cam­
pamento donde reside su amada. El amante solicita una respuesta y por ella la paz
me<liante la contemplación de los Nombres divinos y de los seres sutiles que habi­
tan los distintos planos de existencia.
1 Los (dos) compañeros a los que se refiere, como en otros versos del
Taryuman, son el entendinllento ('aql) y la fe (í1nli11). El vedado o pastos para la
tribu representan la gloria inaccesible de Dios, materializada en las ciencias, que la
gracia ('ullin1 wahbiyy) confiere. El Nayd por su parte, tierra sagrada, es el lugar
del Conocimiento, y las señales (''alarn) de.1 camino para el saber inductivo y pro­
gresivo (dalil).
2 El lugar donde se encuentra el agua es una alusión a las agua� eternas o
fuente del salsabíl paradisiaco, en presencia de la gracia divina (ya(jra al-ca[/ a l ­
iliihi). Estos dos aparentes árboles, uno se refiere a la raíz J)aLLa (=perderse, extra­
viarse), por la estación de Ja perplejidad, mientras que el otro lo es a la seguridad
(saliima).
3 El valle de Mina representa el lugar de la peregrinación a La Meca, donde
simbólicamente se arrojan piedras a los falsos ídolos. Según las notas de fbn

198
'Arabi, es el lugar donde los Nombres divinos están juntos (111aqá1n al-yarná'iit)
como paso previo a su 1nanifestación.
4 Los saludos (taf:¡éyyiit) son para quienes allí vi ven.
5 Informadles de mi estado, de n1i corazón roto (danaj), para que interce-
dan (safá'a) por él y sea atendido.
6 Hace preguntas sobre el remedio (dawii') para su dolencia, que le viene
de i1npedírsele alcanzar el objeto de sos deseos, a pesar de su ardiente amor.

199
XXXVIII
MI LUGAR AMADO

1 Tras Medina, mis lugares más amados en esta tierra de Dios, son
Bagdad, La Meca y Jerusalén.

2 ¡Como no iba a querer a la Ciudad de la paz, si tengo a un imám,


guía de mi credo, de mi fe y mi razón!

3 Allí habita una hija de Persia,


de sutiles gestos y lánguidos ojos.

4 Al saludar resucita a quien con la mirada mató, y con su belleza y


generosidad los mejores regalos concede.

Este poema resalta la i.mportancia de las ciudades santas del patrimonio islá­
mico. Igualmente, recoge de forn1a implicita la función del Polo (qufb) o guía espi­
ritual de una época como punto de unión de la Ciencia, el buen obrar y la sutileza.
1 Para Ja ciudad de Medina Ibn •Arabi utiliza el antiguo nombre de Tayba,
para Jesusalén a l -Aqsa y para Bagdad Bagdiin. Respetamos el orden de las ciuda­
des del texto original. En este despliegue de fe musulmana, en el que el autor dice
que ésta, la amplia tierra de las ciudades santas del islam, es su preferida.
De Medina, la antigua Yarhrib, el autor señala que simboliza la estación de
Abü Bakr, el primer "Califa Perfecto", quien habría dicho la paradójica frase de que
"la percepción es la incapacidad para lograr la percepción" (al-cayz <an dark a l ­
idriik idriik), en referencia a que no veía en el mundo otra cosa sino a Dios.
La Meca o templo divino (bayt aliihi) es el lugar al que todos se dirigen y con­
tiene la Verdad.
Jerusalén, por su parte, simboliza la estación de la santidad y la pureza, al tiem­
po que detenta la jararquía del Polo (murtabat al-qu{b), al que cita en numerosas
ocasiones en el TaJtuman (XX,18), (30,35), (52,5) y (56,4) entre otras.
2 Por la ciudad de la paz (madina al-saiii1n) parece referirse al paraíso, tal
y como está expresado en el Corán (10,25): "Dios invita a la Morada de la Pa, y
dirige a quien Él quiere a una vía recta''.
3 Por hija de Persia alude figuradamente a una sabiduría extraña o fuera de
lo humano (�ik,na 'ayamiyya), en relación con los grandes profetas: Moisés,
Abraham o Jesús. Su simpaúa y sutileza de gestos atrae a quien quiere ir 111ás allá
del limite ordinario.

200
4 Su saludo vivifica y otorga la paz, como el gesto de la amada al amante,
con su belleza (bus11) y buenas maneras (ibsiin). Según un �adith, el ángel Gabriel
habría contestado al Profeta· que el buen actuar, "consiste en hacer co,no si Le vie­
ras" (a Dios) (ka anna ka tariihu). Los conocimientos sutiles y la graciosa teofanía
(tayalli i111ti11ii11i) son otorgados a quienes detentan los secretos de las ciencias.

201
XXXIX
El RASTRO DEL PERFUME

1 ¡Qué no ofrecería mi alma por (volver con las vírgenes) blancas y


risueñas, que al besar la columna y la piedra conmigo jugaban!

2 Es el perfume quien te guía,


al perderte tras de ellas.

3 Nunca se cerró para mí la noche,


pues como bajo el brillo de la luna llena me hace marchar su
[recuerdo.

4 Viajando junto a sus cabalgaduras,


La noche se me hace (clara) como el sol al alba.

5 Coa amor cortejo a una de ellas:


¡una belleza ea el género hwnaao sin par!

6 (Tanto, que) al descubrir su rostro te muestra la grandeza de un sol


naciente que en su brillo no cesa.

7 El sol (mismo) es la blancura de su rostro, y (la negrura) de la


noche su cabello. ¡Qué prodigio es que así se junten el día y la
[noche!

8 Aun siendo noche, estarnos junto a ella a la luz del día,


y tras sus cabellos noche se hace el día.

Estos versos tratan acerca de la difícil y paradójica existencia de los gnósticos,


por su vivencia en el espíritu, siendo aón cuerpo, así como sobre la unión de los
contrarios coincidentia opositoru,n, en fin, sobre la corporeización de los seres suti­
les y la sublimación de los materiales. Tratan igualmente sobre la dialéctica y el
sirnbolísmo de las sombras y las luces, siendo la más radiante y origen último de
todas la divinidad.
1 Las vírgenes son las Ciencias divinas, que se 1nuestran al gnóstico de
forma substancial (111utaJassada) en el mundo de las fom1as ('álam at-1a,naththul)

202
bajo la epifanía. Al besar en signo de Pacto divino (111.11biiya <a iliihiyya) (ver el Corán
48, 1O), las bellas (tiisti11) son púdicas, atestiguando su necesaria relación con la fe.
2 El perfume que guía es un tópico de la poesía árabe clásica y un tema
recurrente del Taryuman. Las Ciencias sublimes (n1a <iini) dejan su rastro en el
corazón de los buscadores de la vía, que las siguen errantes (bi-l-tih).
3 Junto a e/Ella siempre bay luz, que espanta las tinieblas y la ignorancia,
iluminando el camino (sulük) por el que anda en la noche como s i lo hiciera bajo la
.1 una llena (qarnar).
4 El descanso y solaz (rtil;ia) que produce el sol del alba permite al viajero
caminar mucho n1ejor que con el agobiante sol del medio día.
5 Con "Yo cortejo (gazaltu) a una de ellas·: indica que el anior es un atri-
buto intrínseco (�ifa /iizima) para el gnóstico, quien habla en este poema. La expre­
sión "sin par" (watiida) hace referencia a la co¡¡secucióu de la Unidad (ta111l;iid).
6 Las glorias (subu{1a1) de su rostro "se te aparecen", dice Ibn ºArabT
hablando a un supuesto contertulio, bajo la forma de un sol que no opaca nube algu­
na.
7 El pelo negro hace alusión a las Ciencias ocultas (ijfo') de las que ella es
Portadora, que son Ciencias del sín1bolo ('ulün1 a/-ra,nz) y del discernimiento
intuitivo (<u[ü111 a ls
- u'·ür). El sol y la noche reunidos es una imagen paradójica (al­
Ja,n'· bayna a l4,iddayn)
- 1nuy propia de lbn ºArabi y de la literatura mística en
general: "suave cauterio", "dolor placentero", "sol negro", etc. El principio último
de integración de los contrarios, con10 expresión de la totalidad, es evidentemente
,
Dios, de quien dice el Corán (57 ,3 ): "El es el principio y el Fin, el Visible y el
Escondida. Y es omnisciente''.
8 Continúa con la lógica de los versos anteriores, que desafía la razón: Su
<
Esencia ( ayn) es testunonio (sahiida) de su Unicidad (tawhTd) y falta de analogía
con ningún ser creado. Estando por la contemplación cercanos a Su Presencia, por
la intermediación de uno de sus Nombres divinos, se contravienen las leyes natu­
rales, haciéndose la noche día y el día noche.

203
XL
EL LÍMITE DE LA BEUEZA

1 Como la luna llena, entre Bu�ra y Adhri< at, una joven de catorce
- ., ' .
anos aparec10 ante nus OJOS.

2 Más allá del tiempo, se elevaba en su majestad,


en gloria y grandeza sobrepasándoles.

3 Cuando a su climax Llega cada luna llena,


desaparece hasta el sigujente mes.

4 Ella que no se mueve en los signos del zodiaco,


queda siempre una y la misma.

5 ¡Vasija eres, que guarda los perfumes y aromas más diversos!


¡Jardín eres, que la primavera y las flores hace brotar!

6 Alcanzó en ti su límite la belleza,


y por tu inmensidad no cabe otra como Tú.

Esta oda se sitúa en la estación de l a Unidad. Aparece ea ella la Amada como


la perfección: no conoce el declinar pues es una teofanía o mostración de la gracia
divina. No sólo la Amada, símbolo último de la belleza divina, sino el universo
entero es el reflejo de la perfección de Dios. Se trata igualmente del simbolismo del
número 14, la mitad del 28, cifra muy significativa en la cultura árabe, ya que equi­
vale al número de las letras del alfabeto de esta lengua, además de coincidir coa el
de los días del ciclo lunar.
1 Son los dos lugares .basta los que llegó por el norte el Profeta, en Siria.
Según una sitnbología numérica que esboza 1nuy rápidamente, catorce, la edad de
la joven inspiradora de todo el Taryuman: Ni'.?iim, sería el número perfecto.
2 Esta trasciende la limitación o localización (taJ:iyiz) del tiempo y del espa-
cio.
3/4 Ella no se parece a nadie, pues se encuentra en l a "estación de la unidad"
(1naqiim al-taw?11d). La perfección de la luna llena (badr) le viene de ser reflejo del
sol, que en su luz encarna al Espíritu. Tal perfección no puede declinar (naq$) en
fases.

204
5 Se dirige directamente a ella, pues es muy común en Ibn eArabi cambiar
de interlocutor, hacer una declaración, dirigirse a los supuestos compañeros, la
amada, etc. El perfume ( <abír) son las ciencias y conocimientos, así como las flo­
res y frutos. La fragancia (nasr) que exhala es una alusión a la enseñanza (ta <til'n)
de tales ciencias.
6 Este verso es una referencia a una conocida frase del filósofo Abu l:iarnid
AJ-Gazzali: "no eJ.iste posibilidad de un inundo m.ejor (abdac) que éste, pues si
fuese así querría decir que Dios es avaricioso, un atributo contrario a su genero­
sidad (yud) y su capacidad de discerni1niento supre,no (qudra)".

205
XLI
UNA BRASA ARDIENTE EN EL CORAZÓN

l ¡Dios guarde al pájaro sobre el árbol de bán,


pues me reveló lo en verdad sucedido!:

2 El que las amadas ensillaron sus monturas al amanecer y partieron.

3 (Mas también) yo viajé, pues su ida


avivó en mi corazón un infernal fuego.

4 Traté de alcanzarlas entre las sombras de la noche,


gritando y siguiendo sus huellas.

5 Continué tras sus pasos, aun sin agua,


con el perfumado aroma de su amor.

6 Cuando levantaron la cortina (del palanquín) tomaron en luz las tinieblas,


haciendo marchar a los camellos bajo el resplandor de la luna llena.

7 Dejé al1i ,nanar mjs lágrimas,


y (]os guias) dijeron: ¡cuándo parará este río!

8 (Mas como) eran incapaces de cruzarlo,


me dije: ¡(en verdad) corren a raudales!

9 (Era) como si tronaran y resplandeciesen los rayos,


cual nubes de paso, que su lluvia dejan caer.

10 Los corazones palpitan frente al destello de sus dientes, y las


lágri1nas corren por los viajeros que parten.

11 Tú que comparaste la suavidad de (sus) formas


con la de la rama fresca y lozana.

12 Si como yo invie11es el parangón,


consigues un jwcio más real.

206
13 Pues es la suavidad de las ramas la que a sus formas se se1n�ja, y
la rosa de los jardines quien de su sonrojo (el color copia).

Este poema trata sobre la creación, así co,no acerca de la lejanía de la divini­
dad, al tien1po que sobre su presencia e inmediatez: la teofaoía.
1 El pájaro que i.nvoca es un ser sutil (latifa), ua habitante del mundo
intermedio, mientras gue la historia verdadera a que refiere es la del descendí-
.
miento y presencia de Dios en los objetos de su creación (hayakil al-tabica).
2 El alba (sa(¡ar) significa la tranquilidad y serenidad (rawii(i), es el
momento preferente del día (junto al ocaso, pero con una distinta connotación) para
las mostraciones divinas (tayaliyyiir iltihiyya) o visiones de la capacidad creativa de
Dios. Estos moLnentos de la jornada, hechos de sombras todavfa, pero ya con luces
emergentes, son los que mejor expresan el mundo intermedio (cála,n barzaj), en el
cual se produce el cruce entre el mundo de los fenómenos y el ámbito de lo divino.
3 Referencia al pasaje coránico (104, 6-7): "Es el fuego de Dios, encendi-
do, que devora las entraí'ia.s''. El fuego infernal (yah11n) en las entrañas ( ajida.) lo
experi1nenta el amante al dejar de ver a la amada.
4 Imagen muy cercana a la sanjuanista del Cántico Espiritual y al Cantar de
los Cantares, de seguir el rastro de la amada. Por "siguiendo sus huellas" se refie­
re a ser investido con los caracteres divinos (al-tajalluq b i l- -ajliiq a l -iliihiyya).
5 Se refiere a que el guía (da/Jl) intenta oler el perfume ('i1fir) de la tierra y
el aire para descubrir la� trazas del camino (!arfq) perdido que le conduzcan hasta
ella.
6 Los camellos (rikáb) y sus camelleros son una alegoría a los ángeles que
se citan en el versículo coránico (2, 2J O): "¿ Qué esperan sino que Dios y los ánge­
les vengan a ellos en un nublado?"
8 Fueron "incapaces de atravesarlo" porque esas lágrimas eran motivadas
por la tristeza de Ja lejanía (bayn) y la separación (1nuftiraqa). Esta experiencia
(dhawq) no puede ser experimentada por los seres sutiles a causa de la separación
(J:¡iyiib ), representada por las cortinas de Las literas. Atraviesa esta estancia de la
separación (111aqanifarq) con las lág1imas (dumü c).
9/10 Los rayos (rucüd) y relámpagos (burüq) representan con su espectacu­
laridad lumínica la ocasión corta y excepcional de las contemplaciones esenciales
(rnasahid dluitiyya.). Las nubes son las formas bajo las que aparece la teofanía y por
las que descienden como lluvia las ciencias y conocimientos.
11/13 Comparar la suavidad de la tierna rama y la de las formas de la A/amada
significa aplicar la analogía (1asb1h), es decir, la equiparación de la Verdad suprema
con las criaturas y con los hombres, lo que según la nota aclaratoria de Ibn ºArabi no

207
es posible. Se refiere, con el símil de la suavidad (tin) d e la rama y establecer el prin­
cipio u origen (a¡l) de la rosa, a que las criaturas son las que se parecen a los arque­
tipos emanados por el Creador y no al contrario. En otras palabras y aplicado a la poe­
sía místico-amatoria que nos ocupa, la Amada es origen y refleja su belleza a la
amada, la mujer, y no a la inversa, como según parece decir, existe el peligro de creer.

208
XLII
EL SOL Y lA GACELA

1 ¡Oh, vosotros, (hombres) de conocimiento!


Entre el sol y la gacela me hallo confundido.

2 No es grave descuido el no reparar en Suha.


Mas ¡cuán grande es el error de quien al sol olvida!

3 Deja que ofrezca a su rebaño,


pues los regalos abren la boca para una alabanza superior.

4 Es·doncella árabe,
más por origen hija de Persia.

5 La belleza dispuso en ella (un orden) de perlas:


¡dientes blancos y puros cual cristal!

6 ¡Me petrificó al bajar su velo!


¡Su belleza y esplendor me aterrorizaron!

7 Como ya revelara el Corán,


una muerte doble sufrí por esos dos (atributos).

8 Pregunté: ¿por qué me ate1Tó al bajar eJ velo?


Y (ella contestó): ¡La cita (para el combate) con los enemigos es al
[despuntar el sol!

9 ¡Estoy en el vedado por el oscuro (cabello) protegido!


-dije entonces- ¡Déjalo caer cuando ellos lleguen!

10 No tiene rima este poema n1fo.


Mi objetivo es sólo (eJla) la letra ha".

11 Mi (solo) interés es (ella) la sílaba hii.'


y no me preocupa sino (ella) el ha' y (ella) el hii.3

209
Esta oda, de no fácil lectura, trata del amor universal, tanto del más concreto
y palpable, el que da movimiento a la vida, como del discurso irrepresentable del
Eros divino. El papel del gnóstico, como el del amante, se halla confundido entre
ambos polos: la cercanía y la lejanía, lo experimentab1e por los sentidos y cuanto
pertenece al esp.íriru. La imitación de los Profetas por parte de éste, así como el
juego supremo del descorrer el velo de los 1nisterios de la Creación, son algunos de
los numerosos asuntos aquí en curso.
1 Con este juego de palabras en árabe entre (mahiit =sol) y (1nahá =gace­
la), Ibn e Arabi se refiere al pasaje coránico (65,12): "Dios es quien ha creado siete
cielos y otras tantas tierras. La orden desciende gradualmente entre ellos para que
sepáis que Dios es onznipotente y que Dios todo lo abarca con Su Ciencia". Este
descender "gradualmente enu·e ellos", se da entre el cielo y la tie.rra.
2 Este verso es igualmente un juego de sonidos con la raíz SaHA. Suhii es
una pequeña estrella de escaso brillo de la constelación de la Osa Menor. Quiere
pues decir que el ser descuidado no es olvidarse de esa pequeña estrella, sino del sol
mismo, de lo más claro e importante, referido al orbe de las cualidades espirituales.
3 Por rebaño (sirb) alude a la tierra (al-'iilam al-turiibl al-ar(ii) a lo palpa-
ble, respecto a lo que el buscador ha de ,renunciar en pos de quien ama, en un plano
superior.
4 Por doncella árabe nombra a los conocimientos de Mu�a1nmad (111a <arif
Mu!Ja,nmadiyya), incluso si estos son extranjeros o extraños (a'ya,niyya). Hace
referencia también Ibn cArabi a que el idioma persa es más antiguo que el árabe
(quiere decir como lengua escrita y de cultura).
5 La contemplación cara a cara (falnvaniyya) de la belleza provoca el amor
y el deseo (rna <süqa). Los abalorios (,naha) completan la rima: la de esta poema es
en Ha.
6 Ibn e Arabi señala que cuando una mujer se quita repentinamente el velo
ante un desconocido es para encararse a él, por lo que éste debe de temer las con­
secuencias. Se habla de una belleza (ya,nal) y un esplendor (baha) más allá de lo
y en cierta
común, o asimilable al mundo de las fonnas (fi IJa(l.ra al-ra,naththul),
forma "terrible" como todo lo sublime, por ello se siente aterrorizado al hacer el
descubrimiento de tamaña faz.
7 Se refiere al pasaje coránico (40,11): "Dirán: '¡Señor! Nos has hecho
niorir dos veces y vivir otras dos": en alusión a que el pecador muere con su falle­
citniento natural y al ser condenado, y el justo vive ran1bién dos: al nacer y al d e s ­
pertar a la vida eterna. Las cualidades a las que se refiere son las mencionadas en
el anterior verso: belleza y esplendor.
8 El despuntar del sol (israq al-maha) es la manifestación de la Esencia y
la cita con los enemigos (1naw"id al-aqwa11z) o combate en el mo1nento de la reve-

210
!ación, equivale a la lucha consigo mismo, para llegar a identificarse con lo que ve
en ese momento de importancia radical.
9 - 7): "El conoce-
Este verso es una alusión aJ versículo coránico (72, 2 6 2
dor de lo oculto. No descubre a nadie lo qtle tiene oculto, salvo a aquel a quien
acepta co,no enviado. Entonces hace que le observen por delante y por detrás". El
vedado (hilnli) es una alusión al misterio (gayb), que es el que se revela en la cir­
cunstancia que habla, respecto de la que añade un verso propio, inspirado en la
azora 97 o "Noche del Destino":

Los ángeles descendieron en la noche a rni corazón,


y lo rodearon, trazando un círculo co,no el de la Estrella Polar.

10/11 Mi conexión con el mundo de los fenómenos (kawn) es por Ella, a con­
dición de que EUa se manifieste en él. La rima (qlifiya) consiste en la última sílaba
más la letra precedente; en este caso sólo hay la partícula "ha" indicativa del pro­
nombre Ella, pero no llega a ser una rima cabal. Todo es un juego para expresar el
que ella pertenece a otra esfera, sutil y protegida por el "vedado" que precede aJ
misterio.

211
XLIIl
EL DOLOR ES IMPACIENTE

1 Jamás olvidaré cuando estuve en Wana,


ni lo que dije a cuantos jjnetes llegaban o partían:

2 ¡Quedaos corunigo un momento para consolarme, que sólo


(hablando de) quienes amo hallo alivio!

3 Cuando (ellas) parten, viajan con el más feliz de los augurios,


y si hacen un alto, en el 1nás fértil de los lugares acampan.

4 Me las encontré en el sendero (montañoso) del valle de Qana,


y entre Al-Naqii y Muasa.llal por última vez las vi.

5 El hallar pastos para los camellos es su solo desvelo.


¡Jamás (les preocupó) el corazón del amante extraviado!

6 ¡Oh, camellero, ten compasión del joven


a quien en su despedida la tuera ves romper!

6 Y (ves) poner las manos sobre el pecho para calmar al corazón,


con el vaivén de la litera agitado.

7 ¡Espera! dicen ellos! Mas el dolor no es paciente.


¡Qué puedo hacer yo, si me e$ tan ajena la paciencia!

8 Pues aunque la poseyera y bajo su dictado estuviese,


mi alma no la resistiría. ¡Mucho más (pues) si no la tengo!

Este poema trata de la vida del gnóstico y del difícil vínculo existencial entre
el cuerpo y el altna, a lo largo de las pruebas del camino montañ.oso que configura
la Vía. La dialéctica entre la intuición de la Majestad divina y la propia situación
del buscador, configura el núcleo central de estos versos.
1 Wana es la estación del reconocimiento (maqli,n a l -taq¡í r) de la incapaci-
dad (al-i"tirlifbi-1-qu¡ür) para reverenciar en su justa medida a la Presencia divina. Los
jinetes son los seres buenos y escogidos, cercanos a Dios (a l -abrlir 1va-l-1nuqarribin).

212
2 Se dirige a los compafieros o gentes de la Solicitud (ahl al-c iniiya), pues
el can1inante intenta sólo descansar.
3 La teofanía o presentación de la Belleza siempre sucede en un lugar fér-
til y feraz, por el hecho de acaecer, por apartado y seco que éste sea.
4 El sendero de montaña es una mención al pasaje coránico (78,6-7): "¿No
he,nos hecho de la tierra lecho y de los rnontes estacas?". Según señala en su nota
a estas aleyas, J.Cortés: "La irnagen de la cosrnología se,nítica: el cielo co,no tien­
da. Sal 104-2 Is 40,22. Las ,nontes son las estacas de esa tienda''. El Corán, p.719.
Las encontré cuando aparecieron en ese sitio (111utabarrizin). Qanii es un valle
y Musallal un Jugar con agua cerca de Medina, lo que da idea de fertilidad y gene­
rosidad; en su nota Ibn eArabI identifica estos lugares con la Unicidad divina.
5 EL pasto de los camelJos son los objetos hacia los que tienden nuestras
asp1rac1ones.
6 Se dirige al camellero para que conduzca sus aspiraciones hacia Dios: es
un joven (fata) de noble carácter (futuivwa).
El J:¡ang.al o coloquítida, también conocido por tuera, es una semilla de muy
fuerte olor que aJ abrirla, como la cebolJa y otros bulbos, hace llorar. Federico
Corriente cita en su nota a la traducción de los versos de lmru Al-Qays (Las
Mu'"allaqat: Antología y Panora,na de Arabia Preislá,nica, Instituto Hispano-Árabe
de Cultura. Madrid, 1974, p. 71) que a continuación recogemos, dos dichos, uno en
árabe: amarr rnin al-J:¡an?,al, equivalente al andaluz "más amargo que la tuera'':

En la alborada del adiós, el día de su marcha,


Yo por las acacias del tuiua.r diríase 1nachacaba tuera_

7 Las manos en fo1ma de cruz (.Jcillb) sobre el pecho indican, según la nota
de Ibn e ArabI, la sucesión de estados (alJ.wiil) del alma. Según ésta, el corazón quie­
re salirse del pecho y volar, como si fuera un halcón que marcha sobre el cetro de
una montura, esos que se disponen en la cetrería para los pájaros de presa sobre
puños o sillas de montar.
8/9 Repetición tres veces en el texto árabe de la raíz .Jbr: como imperativo,
participio activo y sustantivo, respectivamente. El deseo de la Presencia divina es
esencial al camino del gnóstico, mientras que la paciencia ($abr), aun siendo 1nuy
importante en el sufis1no y la mística en general, és secundaria con respecto a este
deseo 1notor.

213
XLIV
UN CIELO LUMINOSO BAJO SUS PIES

l De la oscuridad de su cabello surgió la luna llena,


Y la rosa bebió del narciso negro.

2 (¡Hela aquí!) una doncella que a las mayores bellezas inquieta.


¡Más rutilante que la luna es su luz!

3 Más sublime que el sol es su esplendor,


y su figura no tiene par.

4 Bajo sus pies un cielo luminoso se extiende,


y su corona más allá de las esferas de halla.

5 Si sólo al concebirla hiere a la mente (con su fulgor),


¿qué no hará a la vista?

6 Es un juego que (apenas) con mencionarlo desaparece,



Sutil en demasía para que los ojos lo perciban.

7 En vano intentan describirla sus atributos,


Pues va más allá de ellos.

8 Pretendiendo calificarla,
No hacen sino retroceder sobre sus pasos.

9 Si (acaba por) dar descanso a la montura,


No permite que lo haga el pensamiento.

10 Transfigura a todo aquel que en su amor arde,


Llevándole más allá de sus límites humanos.

11 Le transporta, para evitar que en su pureza


se mezcle con el barro de los pantanos.

214
Estos versos tratan sobre la teofanía y las formas de manifestación di vinas, así
como sobre las facu.ltades humanas para percibir dichas mostraciones. La luz es el
elemento sutil, que aun siendo de este mundo, anuncia las presencias del otro.
1 La luna llena (badr) es la teofanfa (tayallí), la n1anifestación del secreto
conocimiento, mientras que la oscuridad de la noche (duyii) es la nq manifestación,
la lejanía. El narciso negro representa al ojo que gi1ne sobre la rosada mejilla.
2 La joven que excede a todos en belleza es co1no el No1nbre de A!Jah, que
reúne y supera el resto de los 99 Nombres. Supera igualmente en el atributo totali­
zador ($ija ya,na ') de su luz a la misn1a luna, a todo lo creado.
3 Es también superior al sol, ta.! y como reza el Corán (42,11): "No hay
nada que se Le asenzeje ".
4 El manuscrito propiedad de Nicholson tiene aquí ligeras variaciones res-
pecto del orden de la edición que nosotros manejamos, que es la misma que u&aron
M.Gloton y V.C.antarino. Las notas de [bu <ArabI señalan que este verso se apoya
en el pasaje coránico referido a Dios (20,5): "El Co,npasivo se ha instalado en el
Trono". Señala igualmente acerca del problema de la preexistencia del Universo res­
pecto de la Creación un dicho del Profeta: "¿Dónde estaba Dios antes de que se cre­
ara el Trono. Se encontraba en una nube niás allá de la que no había ahnósfera".
S La herida (yur�) que a la mente o conciencia ((/amir) causa por su gran-
deza y luminosidad concebirla, quiere decir que siendo ésta inmaterial, cuánto más
daño no le haría a un sentido orgánico, carnal, como los ojos.
6 Insiste en esta idea del verso anterior de la sutileza del espíritu, para que
sea percibida por los sentidos.
7/8 Toda calificación (nu cat) es limitada, por lo que los Nombres divinos
expresan cualidades o atributos que tienen un reflejo material, pero continúan más
allá de estos en esferas que no son perceptibles para el común delos hombres.
9 Se refiere a que las monturas del gnóstico, que son sus aspiraciones
(hima,n) espirituales, se fatigan por el esfuerzo y el largo camino de la búsqueda, lle­
gando a descansar, mientras que la especulación racional (dalíl) pretende negar al
conocim.iento de Dios, a la estación suprema (1naqiim a'alli), lo que DO es posible.
10 Su contacto transmuta (taf¡awwul) la condición del hombre en el gnósti­
co, lo espiritualiza (ratiwana) insuflándole el deseo amoroso (<isq), llevándole a la
última morada (dar al-ajfr), más allá del mundo de las formas.
11 Su pureza espiritual (julü$ rüf¡iiniyyati-ha) no puede mancharse con las
substancias que pertenecen al dominio de la materia pesada (dar al-fabí'a) y de sus
sombras.

• 215
XLV
, ,
¿DONDE ESTAN?

1 ¿Dónde están las que amamos?


¡Por Dios, decidme, dónde están!

2 Tras haber visto su forma,


¿me harás ver tú su esencia?

3 ¡Las he buscado tanto, tanto!


¡Que supliqué unirme a ellas!

4 Ya no temo alejarme
ni estar en su presencia.

5 ¡Entre su lejanía y vecindad tal vez mi suerte se halle!

6 ¡Y mis ojos gocen con ellas,


sin preguntar por dónde se encuentran!

Esta oda trata del corazón del gnóstico y de su acceso, n1ás allá de las formas,
al conocimiento divino a través del Nombre de Dios. Los seres amados son los espí­
ritus superiores, manifestaciones directas de l a Esencia.
1 Las amadas son los espíritus superiores: va buscando unas realidades que
no tienen localización espacial (gayr a l -mutal)ayyizéit).
2 Su apariencia (tayf) en el mundo de las formas y los fenómenos ("atani
al-tamathLhul) es distinta de su esencia ('ayn), o rea.lidad (l)aqlqa) en el inundo de
las presencias sutiles ('ata,n al-lu!.f).
3 La dicotomía entre unión (wa$/) y distancia (bayn) es vital en la com-
prensión del sufismo, como del misticismo en general: la lucha por la unión, que
hasta la muene siempre será pasajera. Según la nota que [bn e Arabi hace a este
verso, es una referencia al pasaje coránico (6, 94): "Se han roro ya los lazos que
con ellos os unían. Se han esfumado vuestras pretensiones".
4 La irradiación de su brillo me consumiría. Juega con el térnúno bayn, que
puede significar según el contexto tanto lejanía como proximidad, recogiendo así
la figura de la paradoja(yama' al-a{fef_ad), utilizada en ocasiones por Ibn eArabi;
ver los versos (XX,19) y (XXX,10) así como sus notas.

216
5 Confía en que la divina providencia ('i11áya ilühiyya) baya previsto en su
preeternidad (qida,n) eliJninar esa permanente contradicción entre la proitimidad y
tal alejamiento.
6 Mis ojos gozan (li-ta11'arn) con ellas sin preguntar dónde (ay11a) están,
puesto que ya estoy junto a ellas y ellas están junto a mí (�.uf[üri_huni "índi).

217
XLVI
GUERRA DE AMOR

l Una guerra de amor hay entre mis entrañas y sus ojos,


y en esa contienda mi corazón agoniza.

2 Sus labios son oscuros y su boca tan dulce,


que a las abejas en su blanca miel se ase,neja.

3 De firmes piernas, rostro como la luna,


en sus mejillas el rojo del atardecer (se inflama):
¡caña es sobre las dunas!

4 Bella y enjoyada, aun doncella,


unos dientes blancos como el rocío descubren su sonrisa.

5 En su gravedad es esquiva, y en el amor co,no en un juego se solaza.


¡Entre la severidad y el juego está la muerte!

6 Como es sabido, nunca cae la negra noche,


sin que le suceda el respiro de la mañana.

7 Y jamás pasan los vientos del este a través de un jardín, custodiado


por vírgenes de altivos pechos

8 Sin que (las ramas) se arqueen, y eX:halen el aroma


que las flores desprenden.

9 A J céfiro pedí que sobre ellas me diese pistas,


y respondió: ¿para qué quieres saberlo?

10 "Las dejé en su peregrinación en Al-Abraqayn, en Birk AJ-clmad y


[Birk Al-ºAmim".

11 (Como) ellas no se asientan en tierra alguna, (al viento) pregunté:


¿dónde está su refugio? para que los corceles de mi deseo las busquen.

12 Mas es absurdo, no existen sino en mi pensamiento.


¡Donde yo me hallo, la luna llena se encuentra! ¡Vigila pues!

218
13 ¿No es mi imaginación su Oriente ni su ocaso mi corazón? Cesaron
pues los malos augurios del garab y del btin.

14 Ya no grazna el cuervo en nuestra morada,


ni desgarra la armonía de nuestra unión.

Como la mayoría de los poemas del Taryumiín, especialmente estos últimos,


trata éste de la teofanía en el corazón del gnóstico, que es receptor de los Nombres
divinos en los "lugares supremos de la contemplación", los que se abren al busca­
dor a lo largo de su camino.
1 El combate de la pasión (IJ.arb al-hawii) ocurre entre los dos mundos: el
"material", de los cuatro elementos (bayn <ata,n al -ajlii!), al que pertenece el bus­
cador, y los puntos teofánicos o lugares supremos de la contemplación ( manii:r,ir al­
'ulii), simbolizados por los ojos de la amada, pues el corazón de aquél se siente
encerrado y desgarrado entre estos dos orbes contrarios.
2 Los labios rojos oscuros, indicadores de las realidades escondidas o
secretas (umür gaybiyya), como los ojos, son signos de la Divina sabiduría que se
halla en los "lugares supremos de la conteniplaci6n ".
Las abejas apuntan aquí al gusto (dhawq) y a la inspiración (wal:,y); véase el
importante lugar de estos insectos y su producto, la miel, en el Corán(l6,68-69).
3 Este es el tópico de belleza de la mujer árabe establecido desde la poesía
preislámica, 1netáfora que recorre inalterable e incombustible prácticamente toda la lite­
ratura árabe. En el caso de Ton e ArabI, según él mismo señala en sus notas, por el ros­
tro como luna se refiere a lo oculto, que este astro nocturno representa; mientras que la
pierna es una referencia al pasaje coránico (68,42): ''El dfa en el que las cosas se pon­
gan mal y sean invitados a prosternarse, no podrán''. Las dunas (kuthub) por su parte
aluden, con sus arenas cainbiantes, a lo contrario a la permanencia (qayyü1niyya).
4 Las joyas de la doncella son los Nombres divinos, de los que uno de ellos
"Yamíl", quiere decir justamente el Bello, mientras que e1 ser virgen significa que
nadie la ha conocido nunca, en referencia a uno de los pasajes coránicos que d e s ­
criben el paraíso (55,56): "Estarán en ellos las 4e recatado ,nirar, no tocadas hasta
entonces por ho,nbre ni genio". Los blancos dientes apuntan a la pureza y transpa­
rencia de los lugares de la contemplación (�áfiya a l -mashad).
5 Es inaccesible, y como la muerte, causa angustia a quien la ama. Utiliza
dos palabras contrapuestas al principio y fin del primer hemistiquio del bayt, gra­
vedad o seriedad (yidd) y juego (lacb). Desclara posteriormente que entre estos dos
extremos se balla la muerte, es decir, el amante perece ante los rigores de tan i rr e ­
concili.ables cabos.

219
6 Con la noche y la mañana, se refiere a que a todo lo oculto le correspon-
de un aspecto manifiesto; se trata del muy conocido par de opuestos de la literatu­
ra sufí y universal "inteci.or-exlerior" (bii{inf.ziihir), que tiene su antecedente ú.ltimo
en la celebérritna máxima hern1ética de la "Piedra Esmeral.dina": "así como es arri­
ba es abajo".
7/8 El viento del este representa la n1anifestación divina (arwiif:¡ tayalliyyiit),
mientras que los jardines son los corazones y 1.as vfrgenes las presencias sutiles de
la Divit1a sabiduría. El arqueo de las ramas es una referencia a la distinción entre la
inmutabilidad ("aif al-qayyi11niyya) y el cambio propio de los seres engendrados
(al-qaºbnin bi-l-aklván). Por el aroma de las flores se refiere a la difusión de los
conocimientos.
9/10 Le pide a l.os vientos o soplos espirituales (anváf:¡) del alba que le indi­
quen dónde están los campamentos de las amadas. Posterionnente hace uso de un
supuesto topónimo: AJ-Abraqayn, el lugar de las dos manifestaciones (nzasha­
dayn), la Esencia (dhiit) bajo los dos aspectos de Conten1plador (fiihid) y
Contemplado (rnaJhüd). Los otros dos topónimos son reales, y se encuentran en la
tierra de peregrinación del f:Iiyáz.
11 Ellas no se asientan en tierra alguna, sino que se establecen en la estación
del "matiz" (al-tarnakkunfi n1aqiim al-talwin) o del cambio, que según la nota de
Ibn eArabi, y a decir de los buscadores de la Verdad (rnuf:¡aqqiqin), es la estación
más elevada. Los "corceles de mi deseo" (satvq) corren libres sin importar o no que
se fijen.
12 Este verso es una referencia directa a un famoso dicho del Profeta
(f:¡adíth): ''Ni Mi tierra ni Mi cielo ,ne contienen, nias el corazón del fiel creyenre
Me contiene".
13 Se trata del momento en el que ella se manifiesta a través de las formas
del mando de la similitud ( <ata,n al-tamaththul). El garab es un árbol que en este
contexto expresa an mal augurio, cercano fonéticamente a (gurba) =exilio, y el
biin, otro árbol, cercano a (bayn) =separación.
14 En el Taryumiln se emplea en diversas ocasiones el cuervo como pájaro
del negro augurio de la separación (de la raíz GaRaBa =0cultarSe, alejarse). Aquí
expresa que no es posible tal separación, sino la unión (saml), que queda fija en el
corazón y ningún velo puede ya desvanecerla.

220
XLVII
¿QUIÉN PUEDE SOPORTAR l.A ANGUSTIA DEL AMOR?

1 ¿ Oh, paloma del bao en Dhat al-Ga<;ia,


me aplasta la carga que sobre mí pusiste.

2 ¿ Quién puede soportar la angustia del amor?


¿ Quién, tragar de golpe la amargura del destino?

3 (Fue tanta) mi pasión y congoja, que me hicieron decir: ¡Ojalá me


cw·e quien enfermar me hizo!

4 (Pero) pasó burlona por mi puerta, escondiéndose y


tapándose con su velo hasta alejarse.

5 ¡No me duele el que de mí se oculte,


sino tan sólo el que se vaya!

Estos versos tratan acerca de las tribulaciones y dificultades del gnóstico a lo


largo de su infinita senda, vistas metafóricamente como las penalidades, ta1nbién
sin cuento, del a1nante.
1 La paloma simboliza la Sabiduria absoluta, mientras que Dhiit A lGaga
- se
refiere a los estados ascéticos de mortificación (a{1wol a lrnuyahadat),
- en alusión a la
"carga" que aparece en el Corán (33,72): "Propusin1os el depósito a los cielos, a la
tierra y a las rnontañas, pero se negaron a haeerse cargo de él, tuvieron ,niedo. El
hnnzbre en ca,nbio se hizo cargo. Es ciertamente muy i,npío, muy ignorante".
2 Son las pruebas (sayw) y las angustias o dolores (aliini) del amor que están
decretadas por Dios, pero que no concuerdan con la naturaleza del alma (!abtca al-nafs).
3 La pasión abrasadora (burqa c1l-hawa) Je hace expresar la paradoja de que sea la
preocupación por la amada la que le cure de la enfermedad que la causa su contemplación.
4 Los que pasan son los divinos pensamientos (jawii!ir ilahiyya), que vienen
y parten de la mente en unos instantes, sin permanencia (iqlinw), sino como relám­
pagos (burüq). El velo que la tapa y el aleja1uiento hacen alusión a lo oculto (gayb).
5 El gnóstico sabe que Dios permanecerá indefinidamente oculto (a l -
ftayab), pues existe una insalvable distancia ontológica, aunque precisa del hecho
sobrenatural de la teofanía, de la inesperada mostración, de la que habla todo el
Tar9llmiin bajo la forma de la bella Niiam, hecho que intermitentemente le ratifica
la continuidad de la velada presencia de lo sacra!.

221
XLVIIl
¿TENÉIS CONSUELO?

1 ¡Oh, camellero, desvíate en Sale ,


y detente junto al ban de A I M
- udarrayl

2 ¡Llámalas, invocando gracia y piedad!


¡Oh, mis señores! ¿ tenéis consuelo (para mi')?

3 En Rama, entre Al-Naqa y I:Iayir,


una muchacha aguarda en su litera.

4 ¡Qué belleza la de esa niña,


tan blanca, que como antorcha alumbra a quien en la noche camina!

5 Perla es, y oculta está en una concha


de negros cabellos como el azabache.

6 Perla, en cuya búsqueda se sumerge el pensamiento,


para no abandonar jamás las profundidades del mar.

7 Por .su (dulce) cuello y la elegancia de sus coqueteos, quien la


contempla la cree gacela de las dunas.

8 Como si fuera el sol de la mañana en Aries,


cruza los más altos círculos del Zodiaco.

9 A las más brillantes luces de la mañana deja pequeñas cuando alza


su velo y (el rostro) descubre.

10 Entre el vedado y Rama la llamé (diciendo):


¿Puede alguien ayudar a un joven que en Sale busca refugio?

l l ¿ Es capaz alguien de socorrer a un muchacho en el desierto,


destrozado, abatido y con su mente confusa?

12 ¡Quién (iba a hacerlo)! ¡Salvar a un joven en sus (propias) lágrimas


ahogado, a quien el vino (sólo) en aquellos dientes emborracha!

222
13 ¡Quién iba a ayudar a un hombre abrasado por sus (propios) suspiros,
y de la belleza de esas cejas hecho esclavo!

14 Las manos del amor jugaron con su corazón,


y él no tiene culpa alguna.

Estas odas iniroducen en los modos de captación de las teofanías por parte del
gnóstico, así como en los ciclos o etapas del amor n1ístico. Tratan igualmente de la
belleza sin límite de la manifestación diviJ1a y del ahondan1iento en su contempla­
ción. La visión sutil tras los velos de la manifestación, y el desgarro del amor por
los esfuerzos que éste exige en la vía de la renuncia, son otros de los temas aquí
presentes.
1 "El conductor de camellos dirige las aspira ciones (hi-mam) hacia lo
absoluto, a la Verdad (al-f:¡aq) para conocerla y conten1plarla': según nos dice Ibn
•ArabT en sus notas. El lugar donde se ha de bifurcar Sal" es uno de los sitios san­
tos del Islam junto a Medina (1naqam a l -i(¡rii1n a l -yathribi). El árbol biin designa la
estación de la inmutabilidad (maqan1 a l -qayyümiyya) y A l M - udarray (=el escalo­
nado) el carácter gradual del conocimiento, estación tras estación, 1nás allá de la
perplejidad (f:¡a:yra) que causan los encuentros con lo desconocido.
2 Con llamarlas, se refiere a los Nombres divinos, expresados con la "len-
gua de la bondad" (lisan al-istil!iif). Rama es uno de los lugares o residencias
(manazil) del despojamiento (tayrfd) y de la singulatización (tajrid) en el camino
espiritual (fariq).
3 La joven (yriya) es el conocimiento esencial y unitario (ma'rifa dhiitiyya
af1a diyya), que se ha.lla entre Naqa y l:Iii.yir, la duna blanca (kathib abyafi) y el lugar
elevado. Se encuentra retirada en su palanquín, símbolo éste del corazón del gnós­
tico, en el que $e refugia el conocimiento.
4/5 Es una alusión al viaje nocturno y ascensión a los cielos, en referencia al
(iyrá') del Profeta. La perla (lu·'lu'a) es la belleza y la nobleza ocultas (Jarifa ,nak­
nüna), qua para el conocedor brilla con un halo luminoso en la noche.
6 El pensamiento (fikr) se zambulle en el abismo (luyya) del océano para
buscar esa perla, pero se descubre insuficiente hast¡;¡ en su ,estado más elevado para
descubrir el secreto, que Dios otorga corno una gracia al corazón que se desnuda de
toda reflexión discursiva en esta búsqueda.
7 Esta gracia es vista en el mundo de las formas o similitudes (f:iafirat al-
ta,naththul) co1no una gacela de las dunas.
8 El signo de Aries (!JanUil) denota aquí la sublimidad ('.izz) y grandeza
(kibriya) de su estación.

223
9 Cuando muestra su faz toda luz queda reducida a la nada.
10 Sale es uno de los lugares de la Santidad divina (burnw), el lugar adonde
el joven (jata) buscador llega tras un largo camino.
11 El joven está desorientado frente a la grandeza de la mostración divina,
agotado pero ebrio de amor (sakran).
12 El joven (jara) tiene en estos versos la acepción de noble (futülvwa) caba­
!Jero, en relación con el versículo coránico (21,60): '"He111os oído� dijeron, 'a un
rnozo llan1ado Abraha,n (... ) "'.
Ahogado por las lágrimas que le producen el conocimiento (rna'arifa) y la
contemplación (nzusiihada) de tamaña belleza, ahogado en el mar del conocitnien­
to, ( a l b
- �r a l'irfa111)
- que es un mar sin orillas (babr lii sabl lahu).
El Corán (47,15) habla de la "l,nagen deljardínpronzetido", que tiene entre
otros "arroyos de vino, delicia de los bebedores". No se refiere aquí al vino de la
uva, sino al conocimiento del mundo sutil, que ofrece al gnóstico una especial exul­
tación (surür) espiritual, el que escurre por entre los dientes (falay) de la Amada,
que son en realidad los grados del conocimiento.
13 Un joven desarraigado (i$filii1n) por su sufrimiento y abrasado (1nu(1riq)
por sus lamentos al ser esclavo del amor que Ella ha despertado en él. Ibn e Arabi
señala en sus notas que la distancia que separa las dos cejas de la Amada, es la
misma que separa a los dos visires (wazirayn) de los dos imámes (i1na11wyn), en
referencia a la estación del polo (qufb).
14 Las n1anos del amor (ayadl al-hawii) significa que está el buscador bajo
la égida (tabta bukrnihi) de la pasión, por lo que él no es culpable (yunab) de nin­
gún pecado (ithn1),

224
XLIX
LUNAS SOBRE I.AS RAMAS

l ¿ Quién me mostrará a la de tintados dedos?


¿ Quién, a la de lengua de miel'?

2 Es una muchacha de firmes pechos,


virgen, bella y delicada.

3 (Como) las lunas llenas sobre las ramas, que nunca temen 1nenguar.

4 En un jard(n por dentro de mi cuerpo,


una paloma hay sobre las ramas del ban.

5 ¡Le ocurrió a ella como a mi!


¡Y muriendo de deseo, de a1nor se consume!

6 Gi:Jne por su amante, lamentándose de un destino,


que como a mí, también a ella alcanzó.

7 ¡Ay, tal es la separación de mis compañeros y (tan) lejos estoy del


hogar! ¡Oh, días entre los días!

8 ¿ Quién me llevará ante quien con mi tormento goza?


¡Cuán indefenso frente a su voluntad estoy!

Estos dísticos tratan de las etapas en el canúno espiritual. de la dialéctica entre


lo mutable y permanente, así como del tiempo existencial y de su superación por
dicho camino o vía.
1 Por sus "tintados dedos" se refiere a la capacidad o poder fenoménico (a l -
qudra 1nuf:ulatlui), detrás de la que se oculta el poder eterno (al-qudra. al-qad11na).
2 Los pechos bien formados, son los contenedores o receptáculos de las
Ciencias, que por otra parte son vírgenes, es decir, están protegidas por un velo
natural, tienen belleza (yamiil) y pudor ((iaya).
3/4 Son lunas llenas (al-budür) que no menguan porque tienen la perfección
(ka,nal) y la plenitud (1an1a111).
El jardín (raw�a) posee la cualidad de lo protegido y aislado (infirad), que se
encuentra en su cuerpo, y allí una paloma (t1a1nlilna) se manifiesta graciosa y espi-

225
ritualn1ente en su atributo de inmutabilidad (qayyü,niyya), el que va más allá de
toda similitud o parecido (i!tirlik). Señala Jbn e Arabr que algunos sufíes compañe­
ros suyos sostienen que el hombre no tiene posibilidad de contar con este atributo
de inmutabilidad (inna al-qayyü,niyya la yatajallaq biha).
5 Ese n1orir de deseo (!awq) es u.na referencia, según Jbn <Arabi al pasaje
coránico (3,31 ): "Di: 'si arnáis a Dios, ¡segidnze! Dios os a,nará y os perdonará
vuestros pecados"', y (5,54): "¡Creyentes! Si uno de vosotros apostata de su fe...
,
Dios suscitará una gente a la cual El amará y de la cual será anzado".
6 Gime por su amante: la forma universal o cósmica (al-Jtira al-yiima"),
lamentándose por el destino, es decir, por el mundo de las formas y el tiempo, suje­
tos a constantes cambios.
7 El aislamiento al que le ha llevado su largo camino de búsqueda le ha
separado de su naturaleza (fabi'a) y le hace verse lejano de su compañero, de su
origen. Ese compañero es un gnóstico en quien su yo actúa como un velo que le
oculta a su Señor.
8 El buscador está sólo, se ha aventurado más allá de los límites conocidos
(ftraq al-i!laq), y no sabe si tendrá defensas, protección, en el momento de la mani­
festación esencial, de l a teofanía.

226
L
MUERTO POR LAS MIRADAS

1 ¡Ay, la traidora, que con sus trenzas


parecidas a víboras a quien se le acerca ataca!

2 Se inclina suaven1ente, lo derrite,


y sobre el lecho abandona al moribundo.

3 Con el arco de las cejas las flecha<; de su mirada dispara. ¡Por cualquier
lugar que llegues eres hombre 1nuerto!

Estos versos discurren acerca de la fuerza sin limite del amor, y de cómo hiere
de muerte al amante, de cómo el gnóstico deja de preocuparse en su vida de cual­
quier otra cosa que no sea el amor divino.
1 Quien se enamora de las Ciencias del Misterio (a/.<u[1i1n a/-gaybiyya) y
de la presencia de la reverencia y la majestad (J;a<jrat al-hayba 1va-l-Jaliil) es como
quien se enamora de una mujer traicionera, siendo mordido como por una víbora
en su amor (ladhi<an bi-l;ubbihi).
2 Sigue con esta imagen de reptil que muerde o pica, dejando a la víctima
tendida sobre el lecho (jiriis), agonizante por el veneno del amor.
3 Dispara flechas con sus cejas, y mata al gnóstico en los '7ugares eleva-
dos de la co11templación "(al-martii?,ir a/-<u[á). El amante es muerto (qatU) en sen­
tido metafórico (fanii'), desaparece su 'yo" en la contemplación, en cualquier situa­
ción o por cualquier lugar geográfico que acceda a tal visión.

227
LI
EL PODER DEL AMANTE Y EL DEL AMADO

1 En Dhat Al-Ac;la º y en Al-Maºzaman, en Bariq, en Dhü Salam y en


Al-Abraqayn, al viajero en la noche,

2 Se le aparecen brillos de sonrisas en los destellos de las espadas, y


exhalaciones de almizcle que nadie puede percibir.

3 Si con ellas entra en combate le atacan con los sables de sus miradas,
1nás si (firman) la paz el camino le allanan.

4 Nosotros y ellas gozan1os de perecidos placeres,


pues (mientras) el amado detenta el poder, el amante (también)
[guarda el suyo.

Este poema trata de los poderes y atributos del gnóstico en el lento avance de
su can:úno, así como de los pel.igros que le acechan en la senda del amor divino.
1 Los no1nbres de este primer verso no son en absoluto topónimos, sino
distintas indicaciones si1nbólicas: Dhat Al-Ac;laº hace alusión a la estación de la luz,
Al-Ma, zaman, a cuanto el alma experi1nenta entre los dos mundos, el sutil y el pal­
pable, y Dhü Salam, el lugar de paz al que el alma llega tras su ascensión entre las
entidades espirituales (ah/ al-,na'áriy). AJ-Abraqayn es el lugar de los dos rayos o
fulgores de la mostración divina.
2 La gracia (lutf) se 1nanifiesta con estos briJ.los suti.les, evanescentes, al
tiempo que penetrantes, como el perfume del am1izcle.
3 Este verso trata sobre el aspecto paradójico ira/benevolencia de Dios:
"los sables de Las n1iradas" y la "paz': en alusi.ón al versículo coránico (44,49):
'í·Tú eres 'el poderoso� 'el generoso'!"
4 "Parecidos placeres", es una referencia a que el hombre fue creado a
imagen (�·üra) de Dios. La posesión -de (1n11lk) =soberanía, autoridad, poder real­
del amado (rnulk li-rna'a.vüq) y la del amante (1n11lk ii-<asiq) se influencian (ra�a­
rruf) mutuamente, según sus estados y afinidades.

228
LII
CORAZÓN PRENDIDO

1 Gocé de la estancia en Ra9wa, de su jardín,


de su pasto y (fresca) agua.

2 ¡Ojalá sepan quienes amo cuán fértiJ es,


y allí se detengan y descansen!

3 Pues nu corazón a ellas está atado,


y escuchan cuando el camellero con su canto las apremia.

4 Al unírseles las bellas para atravesar eJ desierto,


gritando le oirás tras sus monturas.

5 Si hacia al-Zawraº se dirigen, (mi corazón) va por delante, y si es


hacia Yarº aº también allá hará un alto.

6 Ningún gozo hay sino donde ellas residen,


pues el pájaro de la buena suerte con ellas tiene sus polluelos.

7 Mi miedo y el que por ella tengo lucharon,


sin que ninguno ante su adversario cediera.

8 Mientras que su esplendor mi vista ciega.


el sonido de mi llanto sus oídos ensordece.

Este poema !rata de la ascesis del gnóstico como camino obligado en su evolución
espiritual, así como acerca de l a sutileza de sus sentidos en la percepción de la realidad.
1 Ra9wii, que forma un juego de palabras con ra�vefa ( jardín) designa a un
lu.gar fértil y montañoso, aludiendo a la estación de la satisfacción (111.aqa,n al-ri(Üi).
Las aspiraciones (hima,n) simbolizadas por el camello, hacen un alto en tan
agradable lugar de pastos y agua pura, que sugieren metafóricamente las condi.cio­
nes de la subsistencia espiritual (J·afti'al-'ays).
2 Por quienes a1na se refiere a Jos gnósticos, que hacen una parada en tan
grato Jugar a lo largo de su viaje esencial (sajar al-ma 'nawi).

229
3 El corazón del buscador está atado o suspendido (mu'allaq), y para él es
una realidad inherente (ra"alluq), y al que pertenecen los secretos (asrar) íntimos
de la existencia. Las apren1ia en su ida hacia Dios.
4 El desierto representa la estación de la desposesión (1naqá111 al-tayrfd),
así como los camellos las aspiraciones del corazón que trascienden al cuerpo.
5 Al-Zuwra se refiere a la presencia del Polo (J:¡adrat al-qufb) y non1bra a
la ciudad de Bagdad por el paso del Tigris (iizwar): procede el supuesto topónimo
de la raíz ZaWaRa, que da la idea de inclinación (1nayl), de tendencia hacia lo alto.
El que s u corazón va por delante se refiere a que este órgano sutil se anticipa
a sus pensamientos y deseos.
A l Yar
- c
a• es el lugar donde se 1norti.fica el gnóstico (111awfin a l,nuyáhadlit)
- en
su largo camino. procede de la raíz faRa'a, que da la idea de tragar, sorber, como
si el gnóstico misn10 fuese sorbido por sus duros ejercicios.
6 El gnóstico busca sólo lo que le es afín (1nawarí11).
7 Le habitan dos temores, por Ella y por sí mismo: el n1iedo hace que le
tiemblen los ojos por la manifestación de la gloria (subu/:lát) de la Amada, en refe­
rencia al Corán (7,143): "Cuando Moisés acudió a Nuestro encuentro y su señor le
hubo hablado, dijo: '¡Señor! ¡Muéstrate a 111[, que pueda 1nirarte!' Dijo: '!No rne
verás! ¡Mira en ca,nbio, la ,nontaíia! Si continúa finne en su sitio, entonces Me
verás� Pero cuando su Señor se m.anifestó a la niontaíia, la pulverizó y Moisés
cay6 al suelo fulniinado. Cuando volvi6 en sí dijo: '¡Gloria a Ti! Me arrepiento y
soy el pri111ero de los que creen'". Miedo por Ella se refiere a que sus oídos sean
asaltados por los gemidos del gnóstico.
8 El objeto del deseo (maflüb) se hace presente al gnóstico bajo una forma
sutil (�iira barza)iyya), perteneciente al mundo de las ideas o arquetipos (cála1n al-
1nithlil). Cuando éstos descienden al amante, para captarlas debe darles una forma
palpable, una expresión (''ibara), tal y como actúan las parábolas de la tradición
profética, que apuntan a otra realidad a partir de una imagen comprensible.

230
LIII
EL ABRAZO DEL ADIÓS

l Abrazados, como una letra doble nos ves,


al encontrarnos (dispuestos) para el adiós.

2 La 1nirada distingue sólo uno,


aunque dos son nuestros cuerpos.

3 Por mi delgadez y Su luz, ¡tal es así!


(Y) si no fuese por 1ni llanto, invisible sería.

Estos breves versos tratan de la ineludible integración del cuerpo y el alma en


la búsqueda espiritual.
1 La doble letra ((1a1:f' ,nusaddad), la consonante geminada, forma un doble
exacto. El alma (nafs) se separa del cuerpo (yísm) y vuelve a juntarse indefinidas
veces en el camino espiritual, hasta separarse finalmente con la muerte. Aun sien­
do dos, el ojo no aprecia más que una unidad (§aj$ wtil:,.id).
2 Respecto a esta siempre difícil relación cuerpo/alma, de cuya vecindad
<
a1nbos salen beneficiados por el conocimiento (,na arifa), nuestro Sayj A lAkbar
-
cita en sus notas un verso de Al-l:{allay:

¡Yo soy a quien yo anio y a quien amo soy yo!

Por ello el ojo de la esencia no ve en esa paridad mas que a un solo ser.
3 La luz del Ojo de la Esencia transciende esa aparente dualjdad con la
visión interna (ba$a,). Significa que si no fuese por el amor del gnóstico, sería invi­
sible, a lo que Ibn eArabi cita un verso de Al-Mutanabbi:

Si no te hubiera dirigido la palabra,


ni ,ne hubieses visto.

231
LIV
TODOS TIENEN UN COMPAÑERO

1 Dicen que los soles están en la cúpula celeste.


Pues ¡dónde habita el sol, sino en el firmrunento!

2 Cuando un trono sobre su pedestal se erige,


no falta sino un rey que en él se siente.

3 Cuando el corazón de la ignorancia se libera,


hace que sobre él el ángel descienda.
, '
4 Tomó El posesión mía y yo de El,
pues cada cual a su compañero posee.

5 Que yo soy suyo es clru·o,


y que Él es mío, porque dice: ¡Ven!

6 ¡Camellero, apártate del camino,


y no sigas más allá de Dar Al-Falak!

7 Cerca de AJ-Musanna hay una casa en la orilla,


que ningún consuelo te ofrece.

8 Ojalá el Señor del deseo


sobre tus hombros mi amor y mi pena pusiera.

9 Pues ni Zarüd ni }:layir o Salam son mansiones que te aflijan.

1O Para aliviar el ardor de tu pasión buscaste la (fresca) nube de la unión,


pero sobre ti no llegó a pasar.

11 ¡Te sometiste a la gloria de su Poder!


¡Ojalá que asf co1no te hu1nilló mostrase amor por ti!

12 ¡Ay, si así com.o en su Majestad rehusa darse a conocer Amante,


dejara mostrar hacia El tu amor!

232
Estos dísticos tratan sobre el hombre, sobre el ser creado, no sólo corno repre,.
sentante de Dios. sino formado a Su imagen. Discun-en igualmente acerca de la pre­
sencia de los No1nbres divinos en el corazón del gnóstico, como luces i.mperecederas.
1 La cúpula celeste irradia en el corazón "redondo" (istidiir) del gnóstico,
en referencia al conocidoJ:iadith: "Ni los cielos ni la tierra Me contiene, ,nas el
corazón del creyente me coll.tiene''.
2 Este verso es una referencia al pasaje coránico, en el que Dios advierte a
los ángeles que va a crear al hombre con "barro arcilloso" (15,29): 'y cuando lo
hayafonnado annoniosaniente e infundido en él de ,ni Espíritu, caed prosternados
ante él''.
En el versículo (82,7) se dice de la relación de Dios con el ho1nbre: "Que te ha
creado, dadoforrna y disposició11 annoniosas".
3 El ángel representa el más sublime de los seres sutiles de la creación. Es
lo opuesto a las sombras y la ignorancia (yahl). Actúa en la estación del despoja -
1niento (maqii1n ijlli$), donde se da el descendin1iento de los seres espirituales
(rüf:,iiniyyii1), y con ellos, la Ciencia to1na posesión del corazón del hombre.
4 A través del ángel, la divinidad toma posesión del hombre. Este está por
aquél condicionado (,nuqayyad), mas tan1bién Él por el hombre, en el sentido de
que los Nombres divinos y sus capacidades se manifiestan a través de la percepción
del ser humano y por los seres contingentes.
V. Cantarina traduce este verso con el pronombre ella, no así los dem.ás, M.
Gloton y R.A. Nicholsot1, pues en el texto árabe está claro el masculino: ta,nallakaní.
,
wa tamallaktuhu. Si este El solo puede leerse como Dios confirmaría que no es p o e -
sía erótica a l o divino, sino directamei1te poesía mística, como afirma Ibn e Arabi.
S Continúa con la lógica del anterior verso, y toma una frase del Corán
(J 2,23), esa en la que una mujer dice al bello José 'í·Ven. acá!". Los Nombres se
manífiestan al recibirlos el hombre
6 Dár AI-Palak , o"n1ansión de la es_fera celeste", se encontraba junto al
Tigris (en un lugar conocido como Al-Musanná), a las afueras de Bagdad, y era un
n1onasterio o fundación dedicada al servicio espiritual de las mujeres
(tn.uta'abbidiit), bastante insólito en la historia de las instituciones islámicas, fren-
'
te a los relativa1nente usuales (riblif) o (jar,zqa) de los hombres.
7 Se refiere rnetafóricamente a la orilla de la vida y de la franqueza ($idq).
E l lugar de AI-Musanna posee la connotación de un puesto elevado y luminoso,
figuradamente como residencia del polo (qufb) o representante de Dios en la tierra
(diir al-jalifa).

233
8 '�Si Dios hubiera puesto sobre ,ní el peso del amor de otra 111a11era!",
excla1na la nota de Ibn ºArabI, co1no queja frente a lo largo y árido del ca.mino por
entre valles y simas.
9 La pasión del aln1a es santa y pura, no está lünitada por nada material o
contingente (111u111ki11). Cita tres lugares de la conten1plación esencial (n1afhad
dháli).
10 Atormentado por el calor de la pasión a1norosa, busca el reposo, la "nube
de la unión''., pero la busca materialmente, por lo que Ella le reprocha al gnóstico
que 'í·si hubieras sabido que estaba próxi,na co1110 tu oído y tu vista, 110 hubieras
dicho eso!".
11 Aunque fue favorecido con su Conocimiento y la Gloria de su manifes­
tación (tayalli), el gnóstico no llega a ser la deidad, por lo que el conocimiento de
Ella, sigue siendo imperfecto (ta•an).
12 Si hubiera descendido a ti con benevolencia (lu!f) e i.ntimidad (uns).
El rechazó este descendi1niento (tanauul). ''Ah, si El te hubiera dejado estar
en la estación de lafan1iliaridad (n1aqii.m idliil) para que 11, ahna se desvaneciese
y tu centro secreto (sirr) se abriera, y no te ,nantengas en la es1ación en la que te
encuentras".

234
LV
El DESEO PRESENTE Y EL LEJANO

1 El deseo n,e aniquila cuando estás ausente y hallarte no me alivia.


¡Son (gemelos) pues los deseos, tanto en la lejanía co!Uo en la presencia!

2 Encontrarme con El me trae cuanto nunca imaginé: ¡Una pasión


aún más fuerte es el (único) remedio!

3 Pues siempre que Le haJJo, contemplo una figura que en su belleza


aumenta, tanto en esplendor como en 1najestad.

4 Remedio no hay para la pasión, que hacia la total armonía (Niµm)


pareja crece a la belleza.

Como en todo el Taryumiin, estos dísticos se ocupan de manera central de las


teofanías en el corazón del gnóstico, así como d e la dialéctica de éste con el Tú
divino.
1/4 El buscador se encuentra en su deseo (Jawq) atonnentado, entre Ja ausen­
cia (gayb) y la presencia (1na{u;iar) del Ser amado, pues ni en una ni en otra encuen­
tra paz, ya que estos opuestos carnbian y se alternan d e forma inesperada, como en
toda relación amorosa, d e ahí el título general d e la obra: "El lnlérprete de los
Deseos''. Cuando el encuentro (liqáº) tiene lugar se acrecienta (yazld) su éxtasis
amoroso (waydhi); accede a una condición sublime ( cali) que se reLnonta casi sin
fin (,nin ºali ita "alii), identificándose a su Objeto amoroso, lo que no deja sin
embargo d e acrecentar su dolor (fayazld alan1alzu).

235
LVI
COMO CORONA Y COMO VIRGEN

1 El (noble) palacio almenado de Bagdad


no es el castillo construido por Saddiid.
V

2 Como una corona sobre los jardines aparece,


como una virgen que en la más peúumada de las cámaras se descubre.

3 Y el viento juega con las ramas, doblándolas como para que se abracen.

4 Como si el Tigris fuese en su cuello un collar (de perlas), y el esposo


nuestro señor, guia e imam.

5 El es el vencedor, y de (tales) califas quien mejor victoria (alcanza),


quien en la guerra no 1nonra corcel.

6 ¡Dios le bendiga, cuando sobre una temblorosa ran1a la paloma


collarada por él se lan,ente!

7 Y resplandezcan así las sonrisas en todo su esplendor,


esas que a mis ojos hacen verter lluvias mañaneras.

8 ¡Son como el sol las doncellas! ¡Cuando cesa la llovizna brillan n1tilantes!

Estos poemas tratan de la aproximación de los gnósticos a la función del Qu!b,


referencia espiritual para los demás hombres, por ser un signo fidedigno de Dios en
la Tierra.
1 Este verso es una alusión a la presencia del Polo (J:¡a(ira1 al-qufb ). No es
-
su residencia el palacio edificado por Saddl:id. mítico arquitecto del "lram de las
colu1nna5", una ciudad citada por el Corán (89,7) y situada en algún lugar de Arabía,
según las tradiciones isláJnicas tragada por las arenas por no sentir dicho arquitecto
temor de Dios. Señala así, que aunque se encuentre sobre la tierra, no se trata del
re.ino de este inundo (niatnlaka dunyawiyya), el lugar de la residencia del Qufb.
2 Por la corona (ta,9) se refiere a una posesión (1nulk) más allá de los jardi-
nes, allende del límite del mundo inferior; es decir, apunta a los conocimientos
( 'ilrn) no ordinarios. Estos son como una virgen que se desvela, para dejar ver su
rostro y su cuerpo en lá cán1ara ante el gnóstico.

236
3 Las aspiraciones tienden a la inalterabilidad divina (qayyünüyya
ilii.hiyya), que por generosidad se inclina hacia ellas.
4 El Tigris es la estacióo de la vida (1naqá1n a l �- 1ayyá1), como si fuera un
collar (silk) en el cuello de la esposa, siendo el esposo eJ (qu/b a l "
- ála,n) o Polo del
mundo, eje espiritual en esta tierra. encarnado en un guía (hádi).
S Quien está en guerra, y es el vencedor (nti:jir) en su lucha espiritual
(him111a), es quien ha abandonado la esclavitud deJ cuerpo y sus necesidades (tnar­
kab tabi'i), tomando el camino hacia Dios.
6 Es estos versos de eco platónico, el alma es la paloma (J:ia111ii1na) aprisio-
nada en el cuerpo, Ligada a la naturaleza y sus leyes. El ave se lamenta, pues recuer­
da su estado incondicionado, elevado y cercano al Cre.ador.
7 Las luces de la divina conte1nplaci611 (anwtir al-1nusiihadiil al-
fahwii,niyya), procedentes de la Gloria del inaccesible (<azíz), son los destellos de
sus sonrisas.
8 Las doncellas o vírgenes representan los estados espirituales que i1Tadia
el pudor ((zayá'), como un sol que apareciese radiante tras las nubes.

237
LVII
EL SECRETO ENCUENTRO

l ¡Oh, soplo del viento, di a las gacelas del Nayd


que fiel soy al pacto que (bien) conocen!

2 ¡Di a la joven que nuestra cita en el vedado es al alba del sábado,


en las colinas del Nayd!

3 En el cerro rojo, junto a las lindes,


a la derecha del poste y los riachuelos.

4 Pues si lo que dice es cierto,


que por mí tiene el misn10 angustioso deseo que yo siento,

5 Nos encontraremos en su tienda al calor del mediodía, en secreto,


para cumplir (así) la promesa.

6 Desvelaremos entonces la pasión que ambos padecemos:


las violentas tribulaciones y los dolores de nuestro amor.

7 ¿ Son sólo sueños confusos, o albricias reveladas en la noche, ese


relato en el que m.i felicidad descansa?

8 ¡Quizá quien los deseos creó les dé cuerpo,


y me ofrezcan rosas sus jardines!

Como la práctica totalidad de los poemas del Taryumiin, éste trata de las mos­
traciones divinas o teofanías, tanto en su sentido más sutil e interno, con10 en el más
palpable por los sentidos.
1 (ra.qtqa ru!Jániyya) que los gnós­
El viento es un medio sutil y espiritual
ticos usan entre ellos como medio de comunicación (saj'ir). Las gacelas (rnahá) del
Nayd aluden a los espíritus divinos (arwáti) de los que el gnóstico se ha separado
en su descendimiento a la esfera terrenal (haykal fabi<i), pero con los qu/! tiene un
pacto ('ahd) de regreso.
2 La joven (fata >) de la tribu es un espíritu con el que el gnóstico está rela-
cionado, y con quien tiene una cita (1na.w"id) para reunirse en el espacio sagrado o

238
vedado 01iina). Las co.linas del Nayd, en su simbología de lugar sagrado para el
Islam., representan ese espacio elevado del que habla, fuera del 111undo ordinario.
3 El cerro o colina roja es la estación de la Belleza (rnaqiin1. al-ya,niil),
poseedora, según las notas de Ibn • Arabí, del color n1ás bello, que se dice, es el
rojo. Los lindes o n1ojones distinguidos representan la Unicidad U'ardiiniyya) inte­
rior o consubstancial a la Unidad (a l -a/:idiyya).
4 El deseo (fawq) que tiene el gnóstico de unirse a esos seres sutiles, y en
última instancia a la divinidad, es el mismo, según la explicación de Jbn eArabí, que
el que estos tienen por unirse a él. Con este equilibrio (istúvii') cesa el movimien­
to y la atracción ( ºadam al-mayl), mo1nento equiparable al sol en su cenit o al punto
l central de la circunferencia.
5 El secreto de la cita al calor del medio día es una referencia a la estación
de la ocultación (111aqii111 al-katni) que se da en el momento de la unión (iytünii!).
La pro1nesa (wa'd) de la unión la marca la afinidad.
6 Este desvelar es la prueba a la que Dios somete a sus servidores , a la que
"Es Quien ha creado la ,nuerte y la vida para probaros,
se refiere el Corán (67,2):
para ver quién de vosotros es el que ,nejor se porta. Es el Poderoso, el Indulgente".
7 Estos sueños vagos o confusos (ag.giith a/:iliini) aluden a la frase 'ía111asi-
jo de s-ueiios!" del pasaje coránico en el que José interpreta su sueño al faraón (12,
43-57). En estos se da un divorcio entre el mundo corpóreo y el del espíritu, m i e n ­
tras que los sueños premonitorios (bulra mtlniilna) son los pertenecientes a la r e v e ­
lación, que une los dos mundos: la intuición del 1nás allá mediante los sentidos
terrenos.
8 Evoca el destino (qadr) que ha de darse en esa circw1stancia deseada,
mientras que los jardines con rosas refieren a una experiencia espiritual (dhawq).

239
LVIII
MI AMOR ES VERDADERO

1 ¿Existe un camino acaso hacia las bellas, hacia las Góvenes) preciosas?
¿Tengo un guía que tras sus huellas me dirija?

2 ¿Poseo (acaso) una residencia junto a las tiendas de las dunas? ¿ O


una sombra al mediodía en los árboles del ariik?

3 ¿Habló (siquiera) la lengua de mi estado (interno) revelándome lo


que ella dijo?: "!desea sólo lo que puedas conseguiJ-I''.

4 ¡Mi amor por ti es verdadero! repuse ¡Oh, cima de mis esperanzas!


y por él mi corazón enfermó.

5 Como la luna naciente, que tras salir nunca se oculta,


sobre mi estrella polar te alzaste.

6 ¡Por m.i vida! ¡Oh, tú, la 1nás gloriosa en honor y belleza! ¡La sin
rival entre las bellas!

7 Tu jardín húmedo está por el rocío y tus rosas florecen. Tu belleza


es (con pasión) apetecida, y por todos aceptada.

8 Tus flores siempre sonríen y tierna es tu rama.


Cuando se dobla, los vientos ante ella se inclinan.

9 Tu gracia es seductora, tu mirada decidida,


y armada de ella, el jinete "sufrüniento" sobre mi se abalanza.

Estos versos hablan d e las virtudes de la en apariencia dura ascesis, así co1no
de las mostraciones que éstas procuran para el corazón del gnóstico.
1 Las bellas son los conocimientos derivados de la manifestaciones
(layalliyiit dJiatvqiyya) del Nombre Yamil (El Bello).
2 Las tiendas en las dunas son las estaciones de la divina Gracia (1naqamiit
al- •·ayal-iliihi), mientras que la son1bra del árbol del arák simboliza la contempla­
ción de la pura y santa Presencia (/:,arjra).

240
3 Esta estación se alcanza con un intenso y sincero esfuerzo (ijtihiid), y no
sólo con el deseo (tarnanni), por ello exclama: ¡desea sólo lo que puedas conseguir!
4 No se trata pues sólo de una apetencia, sino de un amor verdadero (wadd
¡al:ziti), que le ]Jeva a atravesar las dificultades (irtiklib a l -sadli''id) para satisfacer
al ser deseado, y éste se convierte pues en la ''ci,na de sus esperanzas".
5 La luna llena (badr) que nunca se oculta tras salir, apunta a su atributo de
perfección (ka111iil), al tiempo que sugiere que la divinidad y las realidades esen­
ciales (J:¡aqii·'iq) no se ocultan una vez que se han hecho manifiestas.
6 Se refiere directamente a la divinidad, que no tiene ser alguno asociado
(istirák).
7 El jardfn (ralv{ia) húmedo por el rocío, alude a las criaturas imbuidas de
las divinas calidades (ajliiq ilahiyya) que les son reveladas. Las rosas que florecen,
por su parte, refieren a un particular y privilegiado lugar de la contemplación de la
Belleza como atributo esencial.
8 Las flores son el conocimiento insuflado (qabül) al corazón y las ramas
la influencia espi.ritual que otorga el Tó como interlocutor supremo.
9 Tu gracia (zar}) es seductora (Jattiin), y mirada sin ninguna ambigüedad,
por lo que dice que el caba.lJero (fiiris) del sufrimiento o la prueba (halwii), envia­
do por Dios sobre el gnóstico se avalanza, justamente para ejercer tal iniciación.

241
LIX
LOS DESEOS EN MINÁ CORONADOS

1 Una gacela hay en Tayba de mirada embrujada,


cortante como el filo de la espada.

2 Fue en eArafat fue (donde) supe cuanto de mí deseaba,


mas la paciencia me abandonó.

3 Y tal como el proverbio dice, en la noche de Yame , a Ella nos unimos.

4 ¡Falso es eljuraLnento de la doncella!


¡No confíes (pues) en quien traiciona!

5 ¡Ojalá se perpetúen hasta el fin de mis días los deseos en Mina coronados.

6 Me enamoré en Laºlaº de la (única)


que el esplendor de la luna te hace ver.

7 (Ella, que) en Rama lanzó las piedras, en Saba un amor tuvo, y en


I:fayir la _prohibición violó.

8 Contempló los rayos cerca de Bariq,


más rápidos que el pensamiento, cruzar la mente.

9 Y con las brasas de la pasión que habita mi pecho,


las aguas de Gac,la se evaporaron.

10 Apareció en el ban de Al-Naqa,


con las perlas más recónditas como único adorno.

l 1 (Y) por temor al león emboscado,


retrocedió en Dhat Al-Ada.

12 A mi corazón sometió en Dhü A lSalam


- con su mirada,
lánguida y asesina.

13 Alerta estuvo en el campamento de Q.ima,


agachada en la duna, como complaciéndose de la herida desgarrada.

242
14 Y en <Aliy, de las garras del pájaro
supo cómo escapar.

15 Su palacio (Jawarnaq), allende de los cielos,


queda siempre más allá de quien mirarlo quiera.

Este hermético poe1na, de difícil lectura, por sus numerosas frases aisladas y
en clave, sin muy claro sujeto y objeto, trata de la verificación del más alto cono­
cimiento gnóstico, así como de la contemplación de la Unidad divina y su m a n i ­
festación.
1 Tayba (nombre para la ciudad de Medina, hacia la que Mu!Jammad emi-
gró desde La Meca en el 622, marcando así el inicio de la era musulmana o Hégira)
tiene una gacela, en referencia justamente al grado del Profeta (murtaba
MuJ:ia,n,nadiyya). Las miradas fascinadoras que Ja gacela lanza (na:¡.ar fiiJib), la
proyección del espíritu, influyen en el mundo de los elementos (ala,n al-imtiziiy ).
2 El n1onte eArafiit representa la estación de la unión (maqá,n a l -
S,a,n'iyya), en la que se logra el conocimiento (ma <rifa). Ahí sabe cuánto del gnós­
tico quiere en su camino, mas se declara sin paciencia ($Gbr), justamente una de las
cualidades más ensalzadas por el sufismo.
3 "Corno dice el proverbio (mithal)"; "No saludó hasta que dijo adiós"; es

decir, su saludo fue su despedida. En la noche de Yam< a Ella nos unimos
(S,a,na <ná): habitamos en la estación de la proxinudad (n1nqárn a l -qurba).
4 Dice: "No confíes en un Atributo que no es autosuficiente y depende de
Uno que no siempre realiza sus deseos", parece aludir a que el juramento (qasam)
solo no basta si no es complementado con una férrea fe.
S Los deseos coronados ea Mina es la estación de la unión (maqiini al-
S,ani <).
6 Este estado es el símbolo de la dicha (n1aqan1 al-farah), procurada por el
amor a La que es Única en su perfección, en la noche plena (laylat a l -badr).
7 Verso difícil, con frases e imágenes aparentemente inconexas: lanzó p i e -
dras en Rama (ramat n1ii kii.nat turra,na), pues vio l a realidad opuesta a lo que ella
creía que era; tuvo un amor en �aba, fue 'atraída por la mostración divina; en l;layir
violó la prohibición en la estación de la gloria suprema (maqii,n a/-'.izzat a/-aJin1ii):
c
alcanzó el objetivo (1nurád), pues negando la negación ( ada,n al- cada1n), se obtie­
ne la existencia (wuyüd).
8 Los rayos son la manifestación divina de la Esencia. La rapidez con la
que cruzan el espacio estos fenón1enos lumínicos dan una imagen palpable de lo

243
repentino y sin estela material de la teofanía. Esta imagen aparece recurrentemen­
te en el Taryurnan.
9 Las aguas (ffiiyéih) se evaporan por el calor interno: continúa con la ima-
gen de la luz y el fuego como "cuerpo" de la manifestación divina.
10 La Amada se reveló de la más bella de las formas en el Jugar sagrado de
la visión (1nashad al-ru'ya).
11 .Dhat Al-A<;la es el Jugar de la iluminación, de la mostración del podeáo
y la nobleza simbolizados por el león (asad).
12 Dbü A lSalam
- es el lugar de la sumisión (istisliím). Su mirada que asesi­
na (fiitik) abre al corazón la visión (fi babi-l-ru'ya). Los gnósticos se consumen en
su contemplación de la Verdad (naiar al-lJ.aqq), lo que no sucede al común de los
hombres, que no se conocen a sí mismos y carecen de esta apertura y visión interna.
13 El campamento de Qsirna es la estación de la Gloria divina (1naqéi1n a l ­
"izza), agachada, inclinada con divina compasión. Investida de divinas cualidades
( a l -tajalluq ).
14 Escapa de las garras del pájaro, pues no quería recibir a los espíritus, sino
a Dios, mediante el conocimiento intuitivo (dhawq) y no por el cooocinliento,
según el dicho: "Dios otorga sus regalos por mediación de los espíritus exaltados
y a otros directa1nente ".
15 El palacio de Jawarnaq es el trono del reino de la A1nada. Está al otro
lado de los cielos, con el sigtlificado de que se baila más allá de la vista (ba�ar)
humana, en referencia a la aleya coránica (6,103): "La vista no Le alcanza, pero Él
sí que alcanza la vista. Es el Sutil, el Bien Informado".

244
LX
DETENTE EN CASA DE LAS AMADAS

1 ¡Detente junto a las amadas, por los pactos protegidas!


¡Que las nubes viertan sobre ellas lluvias incesantes!

2 Aspira con pasión el viento que de su tierra llega,


para que sus bocanadas te digan dónde se hallan.

3 En el biin de I<;lam me las figuro,


donde el narciso silvestre crece, con el ajenjo y el katam.

Estos breves versos tratan del pacto o alianza de Dios con los Profetas y los
gnósticos.
1 Las amadas son los espfritus sutiles, testigos de los pactos divinos (a l -
1nawiithiq al-iliihiyya) establecjdos entre la divinidad y los Profetas. Las nubes de
aguas generosas representan por su parte los conocimientos superiores que des­
cienden sobre los gnósticos.
2 El soplo o hálito es una alusión al f:zadíth: "Siento la respiración del
Clenzente soplar desde el Yemen", y se refiere a los espíritus (arwii(1).
3 Dice "ar,unnu" ( las pienso, o las sé) en el árbol de biin, donde haceri un
alto en la estación de la manifestación y de la trascendencia (111aqa1n al-r.uhür wa­
l t- anzTh). IcJam es un lugar del l;liyaz y significa los palacios divinos (qu:¡ür
iliihiyya ). El 'arar, si/:i y katanz (plantas silves tres de diversas utilidades) despren­
den un suave perfume (a•raftayyiba) y son asimilados aquí a lo seres sutiles y rspi­
rituales.

245
LXI
EL ARRULLO SOBRE LA RAMA

l ¡Oh, biin del valle, en la orilla del río Bagdad!

2 El arrullo de la paloma en la ra1na


me inunda de nostalgia por ti.

3 A la señora del consejo me recordó el triste canto.

4 Cuando sus tres cuerdas tañe,


te olvidas del hermano de AI-HadL

5 Y cuando su melodía sublime interpreta,


ya no sabes ni quién es Anyisa, el camellero.

6 (Caminando) por Dhü Al-Ja�amat y Sindad


juro que el voto de Saln1a recibí,

7 Y perdidamente me enamoré
de ésa que en Ayyad vive.

8 Aunque (hasta al decir eso) yerro, pues es en lo más recóndito de


mí donde mora.

9 La belleza misma pierde ante ella e] juicio,


y el almizcle y azafrán sus perfumes exhalan.

Este último poema del Taryuman trata básicamente de la Belleza divina y de


su sutil manifestación.
1 El han simboliza el árbol de luz en la estación del qu/b; aquí se asimila
al árbol bendito "sayara al-,nubaraka" citado en la famosa azora de la luz (24,35).
La orilla del río (Jliti') indica la amplitud de la irradiación de la Misericordia (iuisa'
a l -ra{111w), siendo Bagdad la estación del Polo (111aqa1n a l -qufb).
2 El arrullo de la paloma es el estado estático (farab) del espíritu. El que
este se balancee sobre una rama indica el vínculo o la constitución de la humana
naturaleza en la estación de la inmutabilidad (al-nasa'a al-insaniyyafi nuiqa.111 al­
qayibniyya).

246
3 La "seriora del consejo" (rabba al-niidi) se refiere a que cada realidad
detenta el poder (J:¡ulun) sobre su propio mundo.
4 Las "tres cuerdas"hacen referencia a las tres dimensiones de los cuerpos,
al tiempo que a los tres Nombres: el de los dos unames y el del qufb. Por Al-Hlidí
se refiere al hermano músico de un califa <abbasi.
5 Anyisa era un camellero contemporáneo del Profeta, del que la leyenda
decía que las n1onturas llegaban a morir de Jo dulcen1ente que les cantaba.
6 Salma, nombre de mujer, indica por su raíz trilítera S L M la estación de
Salomón.
1 Ayyiid, plural de yid (=cuello) es un lugar cercano a La Meca, y se refie-
re a la tráquea o sitio por el que circula la respiración. Por la que habita (sakanat)
en Ayyad alude a los soplos vitales (1nayliri al-arzjas), es l a que tranquiliza (saka­
nat) al gnóstico.
8 Mora en lo 111ás recóndito de mí, co1no el hígado (kabad).
9 La belleza (yamiU) queda ante ella desconcertada por s u hermosura pro-
pia o intrínseca (,nin !Jusniha). El almizcle (,nisk) y el azafrán (yadi) exhalan como
espíritus su sutil al tiempo que penetrante aroma.

247
EPÍLOGO

QUE Dios tenga misericordia del autor y que (este libro) pueda sernos
útil a los musulmanes. El motivo por el que comento este Taryuman, que
compuse en La Meca -que Dios la ensalce y engrandezca- es porque así
me lo pidió mi compañero Abü MuJ:¡ammad eAbd Allah Badr bin e Abd
Allah Al-F:labasi y el b_uen servidor y discípulo Ismac i] bin Sawdakin Nüñ,
de la ciudad de Alepo. Estos oyeron decir a nno de los ulemas que desa­
probaba cuanto había dicho en la introducción a este Taryuman acerca de
las poesías y mantenía que mi intención era componer poesías amatorias,
por lo que los secretos y verdades no eran ciertas, mas ¡Dios es Sabio! Este
pretendía que cuanto yo decía de religión y piedad no era sino un pretexto
para componer versos eróticos.
Puesto que nuestro discípulo Sams A l -Din Ismaen nos refirió estos
hechos, comenté las poesías en Alepo, estando presente el referido jurista
y teólogo, así como otros, procediendo al recitado en nuestra casa de los
fragmentos por el qac;H Ibn eAdim, Kamál Al-Din Abü-1-Qasim Ibn Naym
Al-Din. ¡Que Dios le favorezca!
Por lo precipitado de nuestro viaje, acortamos el con1entario en la
fecha mencionada (en el prólogo). Mas cuando aquél hubo escuchado la
lectura, dijo a Sams Al-D10 lsmaº íl: '"después de esto no acusaré a ningu­
no de los de· vuestra cofradía cuando se diga algo de teología o saberes,
por la forma en que lo expresen".
Tal es el motivo de que haya comentado este Taryuman. ¡Dios sea
alabado y bendecido! ¡De El son el Poder y la Fuerza!

249
-


Colección lbn Arabí

1,a joya del viaje a la presencia de los Sanlos. 1990. 1• rein1pr. 1992
"J'rad.: !vlolu1111111ed /?eda
Ciuía espiritual. 1990. 1' rcirnpr. 1992
1·rail.: l'•rloluan111t'd A111rani. Tosun Bayrak. Rabia Terri
La 111aravillusa vida de Du ·1 Nun. el egipcio. 1991. l ·' rei1npr. 1996
Trad.: 1-·rancisc11 García .-\lbaladejo

Las conten1placiones de los misterios. 1994. 1' reimpr. 1996


Trad.: Surul llt1ki111 r Pah/11 Beneito
El secreto dc los no1nbres de Dios, 1996. 1' reimpr. 1997
·rrat!.: /'ah/o Be11eito
I�I intérprete de los deseos. 2002
1·rad.: Carlos Varona 1Var1·irí11
Ex1ra l. C1uía Islá1nica de la Región de Murcia. 1990
Cnord.: José :\.1ig11cl García Cano
Extra 2. Los dos horizontes. 1992
C1111rd.: A(fí111so Cannona
Extra J. Divün del ópalo de fuego. 1996
Claro .lanés
Extra 4. lhn Arabí o la búsc¡ueda del azufre rojo. 1997
(Jaude Adda.1
Trad.: .-\/fonso ('ar1no11a

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