Introducción Al Aparato Respiratorio

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Introducción al aparato

respiratorio
Por 

Rebecca Dezube
, MD, MHS, Johns Hopkins University

Última revisión completa jun. 2019

Para mantenerse con vida, el cuerpo necesita producir energía suficiente. Dicha energía se
produce por la combustión de las moléculas de los nutrientes, que se oxidan cuando se
combinan con oxígeno. La oxidación supone la combinación del carbono y el hidrógeno con
el oxígeno para formar dióxido de carbono y agua. El consumo de oxígeno y la producción
de dióxido de carbono es un proceso indispensable para la vida. En consecuencia, el cuerpo
humano necesita un sistema orgánico especializado en la eliminación del dióxido de
carbono de la sangre circulante y la absorción de oxígeno de la atmósfera, a una velocidad
adecuada a las necesidades del organismo e incluso en el momento de máximo esfuerzo. El
aparato respiratorio permite la entrada de oxígeno al organismo, así como la salida del
dióxido de carbono.
El aparato respiratorio comienza en la nariz y la boca y continúa a través de las vías
respiratorias y los pulmones. El aire entra en el aparato respiratorio por la nariz y la boca y
desciende a través de la garganta (faringe) para alcanzar el órgano de fonación (laringe). La
entrada de la laringe está cubierta por un pequeño fragmento de tejido (epiglotis) que se
cierra de forma automática durante la deglución, impidiendo así que el alimento alcance las
vías respiratorias.

Introducción al aparato respiratorio

La tráquea es la vía respiratoria de mayor calibre. La tráquea se divide en dos vías


respiratorias de menor calibre: los bronquios derecho e izquierdo, que se dirigen hacia
ambos pulmones.
Cada pulmón está dividido en secciones (lóbulos): tres en el pulmón derecho y dos en el
izquierdo. El pulmón izquierdo es ligeramente más pequeño que el derecho porque
comparte espacio con el corazón, también en el lado izquierdo del tórax.
Interior de los pulmones y de las vías respiratorias
Interior de los pulmones y de las vías respiratorias

Los bronquios, a su vez, se ramifican múltiples veces en vías respiratorias más finas, hasta
acabar en las más finas de todas (bronquiolos), que tienen un diámetro inferior a medio
milímetro (o un 2/100 de una pulgada). Las vías respiratorias se asemejan a un árbol
invertido, por lo que esta parte del aparato respiratorio a menudo se denomina árbol
bronquial. Las vías respiratorias de gran calibre se mantienen abiertas gracias a un tejido
conjuntivo, semiflexible y fibroso, llamado cartílago. Las vías respiratorias de pequeño
calibre se sostienen mediante el tejido pulmonar que las rodea y que está adherido a ellas.
Las paredes de las vías respiratorias más pequeñas tienen una delgada capa circular de
músculo liso. El músculo de las vías respiratorias puede relajarse o contraerse, cambiando
de este modo el calibre de las vías respiratorias.
Al final de cada bronquiolo hay miles de pequeños sacos de aire (alvéolos).
Conjuntamente, los millones de alvéolos de los pulmones forman una superficie de más de
100 metros cuadrados (1111 pies cuadrados). En el interior de las paredes alveolares se
encuentra una densa red de diminutos vasos sanguíneos denominados capilares. La barrera
entre el aire y los capilares, extremadamente fina, permite que el oxígeno pase desde los
alvéolos hacia la sangre y que el dióxido de carbono pase desde la sangre en el interior de
los capilares hacia el aire en el interior de los alvéolos.

Cómo funcionan los pulmones

La pleura es una fina membrana transparente que recubre los pulmones y que, además,
reviste el interior de la pared torácica. Permite que los pulmones se muevan suavemente
durante la respiración, incluso cuando la persona está en movimiento. Normalmente, entre
las dos capas de la pleura solo hay una pequeña cantidad de líquido lubricante. Las dos
capas se deslizan suavemente, una sobre otra, cuando los pulmones cambian de tamaño y
de forma.

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