Lohana Berkins - Josefina Fernández - La Gesta Del Nombre Propio - Informe Sobre La Situación de La Comunidad Travesti en La Argentina (2013)

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Edición

Lohana Berkins
Josefina Fernández
Coords.

nombre

informe sobre la
situación de la
comunidad travestí Ediciones Madres
en la Argentina de Plaza de Mayo
La gesta del nombre propio
Informe sobre la situación de la
comunidad travestí en la Argentina

Coordinadoras
Lohana Berkins y Josefina Fernández

Ediciones Madres de Plaza de Mayo


Berkins, L ohana
La gesta del nom bre propio : inform e sobre la situación de la com unidad
travestí en la A rgentina / L ohana Berkins y Josefina Fernández. - 2a ed. -
C iudad A utónom a de Buenos Aires : Ediciones M adres de Plaza de M ayo,
2013.
144 p. ; 21x15 cm.

ISBN 978-987-1231-72-0

1. D erechos H um anos. 2. E studios de Género. I. Fernández, Josefina II.


T ítulo
C'DD 305.4

Fecha de catalogación: 2 3 /0 7 /2 0 13

La gesta (leí nombre propio


Informe sobre la situación de la comunidad travestí en la Argentina

Coordinadoras: Lohana Berkins y Josefina Fernández


Coordinación editorial: Emilio Ruchansky
Diagram ación: Andrés Beláustegui
Diseño de tapa: Estudio Soma
Fotografía de tapa: Viviana D ’Amelia
Corrección: M aría Gabriela Ini
Diseño general: Uriel M artínez Elias
Dirección editorial: Belén Dezzi

Ia edición, diciem bre de 2005


2a edición de 1000 ejem plares, agosto de 2013
Im preso en A rgentina

Ediciones Madres de Plaza de M ayo


Hipólito Yrigoyen 1432
C P. 1089 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tel: 54 11 4383 4188
l>mail: [email protected]
Web: www.madres.org
índice

Del derecho y del revés por Lohana Berkins 5

Prólogo por Diana Maffía 9

La gesta del nombre propio 13

Variaciones trans por Mauro Cabral 37

Travestismo y violencia policial. Cada 100 de nosotras, 39


86 hemos padecido algún tipo de violencia policial
por Josefina Fernández

Carta a Nadia Echazú por Marlene Wayar 67

La imagen del cuerpo. Una aproximación a las 71


representaciones y prácticas en el cuidado y la atención
de la salud por María Alicia Gutiérrez

Los cuerpos de la universalidad. Educación y 93


travestismo/transexualismo por Renata H iller

Anexo gráfico por Ana M allimaci y Alum iné Moreno 115

Bibliografía 131

Asociaciones 133

Los/as autores/as 141


Del derecho y del revés

“Sí en nuestro país, el bien común respecto del ejercicio de


la sexualidad, está conformado exclusivamente por hetero­
sexuales y monógamos, es preferible pertenecer al club del
'mal' en cuyo ‘infierno\ infieles, swingeros, homosexuales,
travestis y transexuales con su diversidad, acuñan cotidia­
namente la esencia de un Estado constitucional de derecho
en donde ‘... del derecho y del revés uno sólo es lo que es y
anda siempre con lo puesto...’”

Andrés Gil Domínguez, Derechos fundamentales


de travestis y transexuales, bien común
y Estado constitucional de derecho

Este libro es el resultado de u n a investigación sobre la situ a­


ción de las travestis, transexuales y transgéneros en la C iudad
A utónom a de Buenos Aires, M ar del Plata y en localidades del
C onurbano B onaerense. Bajo la coo rd in ació n de la A sociación
de Lucha p o r la Id en tid ad Travesti y Transexual (A LITT), ac­
tivistas travestis, transexuales, transgéneros, fem inistas y m u ­
jeres del cam po académ ico p articip aro n en este proyecto. La
selección de este gru p o no fue casual, responde a la vocación
de nuestra organización de ro m p er las fro n teras que separan
academ ia de activism o.

5
La investigación se desarrolló en el curso del año 2005 y
contó con el apoyo económ ico de ASTRAEA F ou n d atio n y el
asesoram iento técnico del G rupo Fem inista Ají de Pollo; sin
estos im portantes aportes, la tarea nos h u b iera resultado m u ­
cho m ás com pleja. Esta investigación tuvo com o antecedente
el trabajo realizado desde la D efensoría del Pueblo de la C iu ­
dad de B uenos Aires, A djuntía en D erechos H um anos, cu an d o
ésta estaba a cargo de la D ra. D iana Maffía. C om o entonces, el
objetivo de A LITT fue d ar cuenta de la situación de vida del
las travestís, transexuales y transgéneros que residen en la C iu ­
d ad A utónom a de B uenos Aires y localidades de la provincia
de Buenos Aires, del d u ro itinerario que atravesam os quienes
adoptam os una identidad contraria a la esperada socialm ente,
pero tam bién de la fuerza con que asum im os la lucha p o r n u es­
tros derechos.
Los resultados de la investigación m u estran la exclusión
que afecta a nuestro colectivo, la dificultad de acceder a la c o n ­
dición de ciudadanía, los problem as en el cam po de la salud,
la educación, la violencia policial, sexual y dom éstica. C o n d i­
cionadas a conseguir n u estro sustento a través de la p ro stitu ­
ción, único m edio de subsistencia, nos vem os som etidas a una
serie de indignas situaciones que nos colocan en u n a extrem a
vulnerabilidad, d espojándonos de n u estra condición h um ana.
M odificaciones del cu erp o p ara atender n o sólo a nuestros d e ­
seos sino a la d em an d a de la clientela, exposición sistem ática a
situaciones violentas en las difíciles negociaciones para evitar el
contagio del SIDA y otras enferm edades de tran sm isió n sexual,
persecución y violencia policial a diario p ara negociar el “d iez­
m o” correspondiente a la institución estatal que, haciendo uso
de la violencia “legítim a”, arrasa con cu alquier respeto m ín im o
a la dignidad. H em os intentado, no obstante, que cada uno de

6
estos padecim ientos m uestre la o tra cara: la pelea co tidiana por
rem over los estereotipos que pesan sobre n o so tras y acceder al
ejercicio pleno de la ciudadanía.
Estam os convencidas de que el con o cim ien to se construye
a partir del diálogo entre p erso n as situadas de m a n era diversa
en el en tram ad o social y que la riqueza de esta p ro d u cció n co ­
lectiva deviene del aporte de distintas perspectivas acerca de las
relaciones sociales y sus consecuencias. Por consiguiente, en el
proceso de elaboración de esta investigación in ten tam o s in co r­
po rar la m ayor variedad de voces posible y asegurar, en todas
las etapas, la particip ació n de p erso n as travestis, transexuales y
transgénero y sus organizaciones.
A g ra d e c e m o s en esp ecial, la d e d ic a c ió n y la c re a tiv id a d
de las c o m p a ñ e ra s trav e stis, tra n s e x u a le s y tra n s g é n e ro q u e
p a rtic ip a ro n de la ap lic a c ió n d el c u e s tio n a rio . E llas n o sólo
c u m p lie ro n sus ta re a s co n eficien cia y c o m p ro m is o , sin o
q u e c o la b o ra ro n a c tiv a m e n te p a ra s o lu c io n a r los in c o n v e ­
n ie n te s q u e se p re s e n ta b a n al m o m e n to de p r o b a r los in s ­
tru m e n to s de rec o le c c ió n d e d a to s en el tra b a jo d e cam p o .
A sim ism o , q u e re m o s a g ra d e c e r a las c o m p a ñ e ra s q u e n o s
o fre c ie ro n su tie m p o p a ra s e r e n c u e sta d a s y e n tre v ista d a s,
c o m p a rtie n d o sus e x p e rie n c ia s y m u c h a s veces u n o s rico s
m a tes co n n o s o tra s .
Un conjunto de organizaciones de defensa de los derechos
de las travestis, transexuales y transgéneros co laboraron con la
realización de la encuesta. En C iudad de B uenos Aires, la A so­
ciación de Lucha p o r la Id en tid ad T ravestiy Transexual (A LITT)
y F uturo Transgenérico. En el co n u rb an o bonaerense, el M ovi­
m iento A n tidiscrim in ació n de Liberación (MAL). En la ciudad
de M ar del Plata, la A sociación p o r la Igualdad de los D erechos
(A PID ). A lejandra Sardá nos acom pañó generosam ente en el
diseño del cuestionario.

7
La participación de las personas y los colectivos m e n c io ­
nados incidió tanto en el desarrollo com o en las posibilidades
futuras de esta investigación. C onsideram os que las p o te n ciali­
dades em ancipatorias del conocim iento se vin cu lan tan to con
las condiciones de p ro d u cció n del m ism o com o con los usos
que se pueden hacer de él. En este sentido, los contenidos de
esta investigación constituyen u n a h erram ien ta colectiva p ara
aquellas y aquellos que estén involucradas/os en la lucha co n tra
las opresiones y co ntra to d o s los fundam entalism os.
Vale consignar que esta investigación m u estra sólo una p a r­
te del am plio universo de la com unidad travestí, transexual y
transgénero; asim ism o, reconocem os la ausencia en la m ism a de
la realidad de los travestis, hom bres tran s e intersex. C on estos
lím ites, esperam os que el libro sirva com o u n a h erram ien ta para
la construcción de la ciudadanía travestí, transexual y transgé­
nero y, al m ism o tiem po, com o un insum o para la elaboración
de políticas públicas sensibles a la realidad de nuestros grupos,
para la am pliación de conceptos tales com o el de derechos h u ­
m anos y, en sum a, com o un aporte orien tad o a prom over la p le­
na participación en una sociedad realm ente dem ocrática.
Para term inar, aun cu an d o hem os escogido utilizar las d e n o ­
m inaciones travestí, transexual y transgénero, respetam os c u al­
quier o tra d en o m in ació n asum ida p o r n u estra com unidad.

Lohana Berkins

8
Prólogo

Entre la presunta objetividad científica y el activism o, hay un


terreno fértil de m odos de indagar que constituyen en sí m ism os
intervenciones sociales que interpelan las relaciones de p o d er
dom inantes. Tanto p o r parte de los sujetos que in terro g an y por
parte de los que, a través de su testim onio, son legitim ados com o
productores de verdad, com o a través de las preguntas aparente­
m ente íntim as que estallan en valor político y las aparentem ente
triviales que abren dim ensiones pocas veces resignificadas, des­
de identidades invisibles a la investigación social canónica.
Al leer estas páginas, m e siento involucrada con cifras y con
historias. En p arte, p o rq u e d u ra n te m i gestión com o D efensora
del Pueblo A djunta de la C iu d ad de B uenos A ires tuve la o p o r­
tu n id ad de contar, en el área de D erechos H u m an o s, con los
saberes y la persisten cia en la d em an d a de ciu d ad an ía de m u ­
chas travestís. C o n L ohana B erkins y el eq u ip o de trabajo de
la A djuntía hicim os u n a encuesta exploratoria, u n antecedente
m odesto y circun scrito a la C iu d ad A u tó n o m a de B uenos A i­
res, pero que sin em bargo nos p erm itió v islu m b rar algunos de
los datos que hoy n os hablan desde la encuesta m ás am plia y
ajustada técnicam en te, y p o r eso m ás confiable, que v ertebra
este libro. Estos resultados le p o n en cifras al d añ o irrep arab le
de la discrim in ació n , del su frim ien to innecesario, de las b a ­

9
rreras absurdas p ara el ejercicio de los derechos elem entales
que se levantan para algunos sujetos p o r el m ero hech o de su
id en tid ad sexual.
La in to leran cia y la agresividad co n tra las travestis, la h u ­
m illación y la m arg in ació n son la resp u esta relu ctan te al revisar
la co n stru cc ió n de to d a s las sexualidades; en tonces aparecen
el te m o r a la in terp elació n de aquello que se cree u n d estin o
biológico, la p rep o ten cia del d o g m a im p u esto p o r la ciencia, el
d erecho y la religión que traslad an su p o d e r a la política. Las
travestis, desde la p rim e ra e ín tim a convicción de su id e n ti­
dad, com ienzan la c a rrera de o bstáculos p ara la co n serv ació n
de sus derechos.
V isto en la extensión de los ú ltim o s años, creo q u e se ha
avanzado m uch o en el reco n o cim ien to de algunos de estos d e ­
rechos; p ero no es m e n o s cierto que, en algunos casos, q u ienes
lu c h aro n p o r ellos, com o N adia E chazú, ya n o están p a ra ejer­
cerlos. Fue p o r N adia que co n seg u im o s que en el d o c u m e n ­
to de las travestis fig u rara su foto real, y no aquélla en la que
les exigían “parecer v aro n es”. Hoy, o tras co m p añ eras siguen
reclam an d o esos derechos. Así, gracias al trab ajo de L ohana
B erkins hem os co n seg u id o el acceso a subsidios de viv ien d a
y ta m b ién u n a resolución de la S ecretaría de E d ucación p ara
que, en to d as las escuelas de la ciudad, se llam e a las travestis
con un n o m b re aco rd e a su id en tid ad . M ó n ica León, p o r ci­
ta r o tro ejem plo, h a lo g rad o d estrab a r los servicios de agua
p o tab le en el H otel G o n d o lín , d o n d e m u ch as travestis h acen
u n a experiencia de legitim ación de su vivienda (u n o de los
gravísim os pro b lem as con los que c o m ú n m e n te tro p iezan ). Se
p o d ría n citar m u ch o s casos, p o rq u e cada paso fue d ad o con
ellas arriesg an d o m u ch as veces su seg u rid ad , com o cu an d o
traz am o s un m ap a de conflicto y c o rru p ció n policial en las
com isarías de la ciudad.

10
D esde el m o m en to en que saltaro n a la escena pública, en
ocasión de d iscu tirse el código contravencional, hasta la c o n s ­
tru cció n ciu d ad an a que las co m p ro m ete con m u ch o s o tros p r o ­
blem as sociales que exceden sus d em an d as p o r la iden tid ad , las
travestis se h an forjado a sí m ism as y le han p u esto n o m b re a
experiencias h u m an as que sólo ellas p u ed en n o m b ra r en p r i­
m era persona. C om o trab a jad o ra de los derech o s h u m a n o s,
com o fem inista, com o co m p añ era de quienes h an p u esto su
saber y su sensibilidad en este libro, es p ara m í u n orgullo h a ­
b er sido invitada a su m arm e con este breve pró lo g o al sólido
trabajo con el que se fortalecen los cim ientos de la conciencia
igualitaria, de las libertades p en d ien tes, de u n m u n d o m ás h u ­
m ano que sin ellas n o sería posible.

Diana Maffía

11
La gesta del nom bre propio

Durante este trabajo se relevaron 420 nombres de amigas


fallecidas, siendo el SID A la principal causa de muerte
(el 62%). En segundo lugar, 17% de los casos, el asesinato
es el motivo del deceso. El resto de las causas de muerte
men-icionadas incluyen accidentes de tránsito, suicidio,
cáncer, cirrosis, sobredosis, diabetes, abandono de persona
y complicaciones derivadas de procedimientos de inyec­
ción de siliconas. Respecto de la edad de las amigas o cono­
cidas fallecidas, el 35% murió cuando tenía entre 22 y 31
años y el 34% entre los 32 y 41 años.
Marlene Wayar, activista de Futuro Transgenérico, en la Marcha
del Orgullo GLTTTBI de 2004, performance "travestí piquetera".
Compañeras travestis muertas
mencionadas durante la encuesta

Flavia Murúa Adriana Dimayo Metálica


Eliana La Rana Agustina Molde Vicky La Peluquera
Diri Diri Cris Sabrina La Quirca
La Muñeca Katherine Stefanía
Bianca Marión Laura
Nadia Echazú Jorgelina Pamela
Viviana Moreira La Wichi Valeria Bravo La Pocha Escobar
Mariana Carrizo Viviana Moreira La Pilín
Marcela Gostaquini La Mukeca La Mara Montes
Rebeca La Víctor Hugo Sosa Ingrid Delgado
Marcela Arias La Néstor Pinqui Dorsay
Flavia Ferrari Angie Valeria Gauna
Teté Rojas Ángela La Pepona de Jujuy

Activistas durante la fi esta de la elección de la reina de las travestis, junio de 2000.


Alejandra La Poyi Wendy de ATTA Susanita
La Osé Díaz La Leona Paula la Lucas
La Camerún Rosita Calisaya Vanesita La Rosarina
Déborah La Peruana Cindy Arias Barbi de Salta
La Fofó Cáceres Lulú Benítez Andrea Saquito de Té
La sobrina de Nancy Angélica La Morocha
Mocha Celis Flavia La Condo Sandra
Claudia Maderna Cris Miró Claudia
La Estrellita La Güereja Alejandra
Gina La Chaqueña Marión La Cordobesa Jackie La Salteña
La Dona Cruz La Tero María Cristina
Vanesa Bontivoglio Bettiana Gabriela
Viviana Angulo Tati La Cordobesa Claudia La Mostro
Yeni Narciso Daniela Latessa La Charo Débora Casan
Gianina La Cordobesa Sandra la Patona Valeria La Tía
Vanesa Ledesma La Yanette La Veinte Peso

Reutt\ótt de activistas travestis de d\st\v\tas oYgarvriaáo’nes.


Claudia La Veinte Litros Rosalía Gallardo Luisa Zárate La Gitana
Marcela Umbide Gabriela Bun Gina
Giselle Gisella Montero Alexis
Narda Natalia Mar del PLata Chely Martínez
Natalia Gipsy Montes Giselle Chamorro La Luz Clarita

Fanny Julia Ávila Yeni Villalobos

Muñeca Balbalasse Paulita Mariana Arbiza


La Mary Popins Lorena Marcelita Díaz de Mendoza
Cony Betoldi Gloria Micaela

Iris Yacón Giselle de Azul Gaby La Jujeña

La Bubú Fernanda Ana Aquino Aixia

Débora Singer Karen Morales Lisette Ardiles Martina


Yanina La Negra Yolanda Vidal Vicky Ojeda
Judith Vanessa Marcela Garelli
Pamela Débora Carla
Macarena Carrizo Karen Ahumada Brenda

César Cigluitti (CHA), Nadia Echazú (OTTRA), Vanesa Piedrabuena (ATUC) y Belén Correa
(fundadora de ATTTA) durante la presentación del libro Crímenes de odio en la Legislatura
Porteña, junio de 2001.
Susana Andrea Guerra La 7 Culos Daniela La Santiagueña

Marcela A. La Muía Verónica


Caro
Vanessa Leroy Estefanía La Chilena Mónica Burgos
La Negra Saima Mamuri
Gianina
Laurita La Colombiana Renata
Marcelita
Jessica La Operada Gabi
La Negra Dante
La Muñeca de Salta La Marianita Pamela Marcela

María Padua Karen


Babo
Jorgelina de Hurlingham Cynthia
Diana
Moria Z de Hurlingham Fredy La Vaca
La Negra Estela
Denise de Bella Vista José La Carreta
La Pancha
La Cucha Nikita La Daisy

Micaela Yaya Cecilia

Loana Martínez Claudia La Chata Wanda

Pata de Lugano Jennifer Pato

Gisellede Lugano Sasha"Tach"Villarreal Sandra La Loro

Foto tomada en el Hotel Gondolin, donde las travestis eran explotadas. El mismo fue recuperado y es
administrado desde 1998 por travestis. Actualmente en el hotel se realizan actividades culturales.
Carina Lenchú La Pocha Mendoza Zuir Loi

Alejandra La Boliviana Marcela Tourdelich


Marcela
Marcela La Macho Edith La Palaia Claudia Zanelli

Gina Vivanco Gabi LaTuru María Fernanda Cartier

Lorena La Gipsy Joana Carranza Mónica Cepeda

Claudia La Luli La Julia Marcela Vega La Lucho

La Pedro Carla de Palermo La Once Corazones

La Raquelita La Arturi Susana Rodríguez La Casco

Laura La Pomechi Gabi La Ñoqui Cecilia González

La Manzana La Luchi Johanita La Hormiguita

Jorgito La Huevo Lorena Marisa La Crosti

La Gabi Marisa Fernández Cynthia Corte La Edgardo

Betiana La Mortadela Andrea Galarza Marcela Morelo

La Cona La Operada Marisa Fernández Blanca

Rita Loel Némesis Paiba Ormonea Rosa Benítez

Carolina Santoro Jessica La Clemente Marisa Marato

Marlene Wayar junto a activistas del movimiento piquetero MTL (Movimiento Territorial de Liberación)
durante su performance "Ángel Travestí" Marcha del Orgullo GLTTTBI de 2003.
Fabiana Cascallar Julia La Peti

Romina Guzmán Carla La Mencho

Sandra Rojas Claudia Lulú

Liliana Farías LaTuni Sandra La Piru

Carola Vega Carla La Santiagueña La Carina

Candy Lorena Cicela Alejandra La Loca

Marcela Romero La Caty Contreras La Riojana


Martina
Verónica Martita
Lorena Quipildor
Flavia La Espantapájaros Sabrina La Tuny

Pequi Alejandra Scott


Queta
Moría La Osvaldo Claudia de Madero
Pamela
La Lucy Vanessa
Marcela
Andrea La Boliviana La Peca Lola Flores Fernanda

La Tuca La Mosca Claudia


Natalia de Mar de Ajó
Marcela La Pupé Joel

Sara Montiel La Brasilera Carina

Activista de ALITT visita a una compañera travestí portadora de VIH internada en el Hospital Muñiz (en
sala de varones), año 2001.
Margarita
Celeste Rubi
Karen Jorgelina
Abril
Heidi Wendy
Micoiosa
Cher Jackeline
Daniela
Andrea de Lugano Princesa
Lourdes
Marisa de Lugano Miriam
Estrella
Daniela de Lugano Yanina
María José
Stefanía de San Martín Pamela
Marieta
Mónica de San Martín Andrea
Karina Ferguson
Sasha Ángela
Rosalinda
Carla Kustnier Flavia
Cecilia
Judith Marcela
Romi
La Rata Agustina La Pedro
Vivi
Silvana La Verde
Mary/Martin
Mariana Grisel
Yiyi
Barbi Giselle
Cristal

! Y .Ni jr

La activista Mónica León (izq.), junto a otras compañeras, reclama por los derechos de niños y
niñas travestis/transexuales. Foto tomada durante la Marcha del Orgullo GLTTTBI de 2000.
Mariana Lucy
La Manzana Atilia Peralto
Andrea La iza
Carola
Fernanda Marcela Aroca
La Negra
La Finca de Jujuy Yeni La Narciso
Dalila
La Pelín Joana
Analía
Carla Natalia
Isis
Mirella Gabriela
Valkiria
Katy La Osa
Marlene Dietrich
Lorena Morena
La Lucero
Bárbara Yon Uruguaya
La Luciana
Cindy Giselle
La Solución
Bulada Yanette
La Alexis
Puré de Araña Juana
Verónica
Tatiana Alejandra Pipi
Daniela
Josefina Alison
Britney
Cucha Paula La Uruguaya
Rosalinda de Boulogne

Norma Gilardi, secretaria de ALITT, y Diana Sacayán de MAL durante el curso de capacitación de la
encuesta realizada por ALITT para esta publicación.
Lorena Andrea Galarza Caro

Valeria La Uruguaya Michilla La Toti

Lucy Ayelén
Tata
Mariela LaTucumana Maya
La Pipina
La Daiana Marcela La Cley Silvana

Cynthia Loreley
La Sandrita
Wendy Marisa
Laura LaTití
Liliana Martina
Claudia Maradona
Carola Giselle Fleitas
La Berraco
Sandra Barreto Daiana
Imán Colbi
Cecilia Carla Aráoz
Fabiana La Pachi
Claudia La Matías
Luisa
La MericoTucumana Andrea La Dieguita
María Fernández Lorena
Sandra
Jessica Gabriela Katrina

Karina Karina Alejandra Galic

M AR
D EL
PLñTR

Compañeras activistas travestís y transexuales de Mar del Plata, durante


la marcha del Orgullo GLTTTBI de 1998.
Activista durante la Marcha de Orgullo G LTTt^-
Variaciones trans

i Vi mera: un correo electrónico. ¿Escrito p o r quién? Por cu al­


quiera. El correo dice que he m u erto. Im agino m uertes posibles.
Un disparo, venido quién sabe de dónde. Un asalto. El desper-
Ini de una enferm ed ad súbita y letal. El cable pelado del seca-
rropas. ¡Un rayo! “M auro C abral m u rió p artid o p o r un rayo”. O
atragantado p o r el carozo de una aceituna negra o p o r la tapita
blanca de una lapicera Bic. C om o sea. E scribo el co m u n icad o y
lo envío al m undo. Y entonces soy libre. N o tengo nom bre, ni
historia. A bro la pu erta, salgo a la calle. C am ino entre la gente.
Segunda: m e em paredo, vivo en los lím ites de las paredes
»le mi casa. N o atiendo n i el tim b re ni el teléfono. M i h erm an o
me niega cu an d o otros llam an. El m u n d o m e olvida. Me quedo
■I,índole vuelta a m is papeles, a las fotos que p u ed a rescatar. El
llrin p o se detiene, y luego com ienza a m arch ar de nuevo, hacia
Mt ;is. Me en cu en tro con el fantasm a am able de m i abuela en
<I patio, regando las plantas. Presiento a m i abuelo ju g an d o al
tjedrez detrás de una p u erta que n u n ca m ás abro. Los dolores
antiguos se van b o rran d o , desvaídos; y del pasado sólo q u edan
Iiiones deshaciéndose, com o los residuos de u n sueño.
Tercera: desaparezco. D esaparezco p o r com pleto. Me voy
Una tarde, sin llevarm e nada. Sim plem ente m e voy. N o le cuen-
!<» .1 nadie, no dejo ni una n o ta sobre la m esa avisando cu ándo
vuelvo. Todas las cosas, to d a la gente, todas las palabras quedan
(•ai a siem pre suspendidas en la ú ltim a vez que las rocé o m e ro-

37
zaron. Ú ltim a vez del patio, últim a vez de los perros, ú ltim a vez
de m i herm ano: últim a vez de todo, y después de eso, nada.
O tra vida. En o tra parte.
U n día, leyendo las necrológicas m e entero de que p o r fin
m e he m uerto, atrap ad o en una casa que convertí d u ran te años
en m i refugio y m i tum ba. Respiro aliviado, m ientras pienso
cóm o quitarm e o tra vez de encim a el infierno tripartito. Las
m iradas de los otros. Las palabras de los otros. Y m i cuerpo.

M auro Cabral

38
Travestismo y violencia policial
Cada 100 de nosotras, 86 h em os p a d e c id o
algún tipo de violencia policial

Entonces, entraron cuatro de ellos y me sacaron al patio y se


sumó uno queme agarró del cabello y del cuello, a la vez que
otros me tomaron de ambas piernas y las abrían con fuerza
y las apretaban con sus rodillas en mis muslos contra el piso.
Mientras, otro me torcía los dedos de mi mano derecha y un
quinto me torcía el otro brazo; yo gritaba desesperada, sobre
todo porque tenía mucho miedo y mucha bronca. Luego me
pusieron boca abajo y con las manos atrás me pusieron un
chaleco de fuerza y me pegaron en el estómago y la verdad
es que no se qué más me pasó. Entre los insultos y las ame­
nazas alcancé a escuchar los gritos de unos vecinos que se
acercaron a la comisaría alertados por los ruidos.

N adia Echazú
Buenos Aires, 11 de enero de 1997

/ 1>sque se exhibieren en la vía pública con ropas del sexo contrario


El Estado y los edictos policiales
1 I Iravestism o organizado en A rg en tin a com ienza a m anifes-
i,n.se públicam ente en los años 90. El argum ento central de su
visibilidad es la lucha p o r la d erogación de los E dictos Policiales
en la C iudad A utónom a de B uenos Aires, principal h erram ien -
(,i del Estado p ara rep rim ir disidentes peligrosas/os.
C reados en los albores del E stado-N ación, los edictos fun-
*iottan com o un in stru m en to que delega en la policía, provincial

39
o federal, la tarea de rep rim ir actos no previstos p o r el C ódigo
Penal de la N ación. Los edictos no fo rm an parte del derecho
p enal sino del derecho adm inistrativo. Existentes aú n en varias
provincias del país, estas figuras, claram ente an tico n stitu cio n a­
les, son aplicadas p o r las fuerzas policiales sobre lo que todavía
se conoce con el no m b re de contravenciones. D os de ellas ata ­
ñen directam ente a las travestis, sancionadas am bas en el año
1949: el A rtículo 2° F, a través del cual serán reprim idos “los que
se exhibieren en la vía pública con ropas del sexo co n trario ” y
el A rtículo 2o H, a través del que serán tam b ién reprim idas “las
personas de u n o u o tro sexo que públicam ente in citaren o se
ofreciesen al acto carn al”. A través de los edictos, la policía tie ­
ne la facultad de actu ar com o juez en p rim era instancia; puede
deten er y apresar a las/os contraventoras/es p o r d eterm in ad o s
p erío d o s de tiem p o .1

' C om o lo señala Josefina Fernández en su libro Cuerpos Desobedientes. Tmvestismo e


Identidad de Género (Edhasa, 2004) cabe recordar que son tres los sistemas de reglam en­
tación del com ercio sexual en el m undo: p ro h H b id o n ista, reglam entarista y abolicionista.
El prim ero prohíbe cualquier form a de ejercicio de la prostitución y es considerado el
m ás restrictivo. El reglam entarista lim ita la práctica p rostibular a sitios cerrados o zonas
especiales; el ú ltim o veda la explotación ajena sin penalizar el ejercicio independiente
(Raquel O sborne, 1989). La oferta y dem anda de sexo fue discutida en el país p o r m orali-
zadores, políticos y clérigos desde m ediados del siglo XIX. Las prim eras n o rm as surgieron
en 1875, y se extendieron hasta 1935, cuando se p e rm itie ro n los prostíbulos y se com enzó
a som eter a las prostitutas a controles periódicos para evitar que los varones contrajeran
enferm edades. En 1875, el C onsejo D eliberante p o rteñ o votó la prim era ordenanza en la
que las prostitutas eran definidas com o “m ujeres que vendían favores sexuales a m ás de un
hom bre”. En 1936, se derogaron las reglam entaciones de la prostitución y se sancionó la
Ley 12.331, conocida com o Ley de Profilaxis. Esta norm ativa es de carácter abolicionista.
Poco después, en 1949, u n a convención de las N aciones Unidas se pronunció p o r la repre­
sión de la trata de personas y de la explotación de la p rostitución ajena. Esta convención
fue estim ada progresista po rq u e consagró a nivel m undial el sistema abolicionista y fue
ratificada p o r el D ecreto Ley 11.925 en la dictadura de A ram buru. Este últim o firm ó, en
1954, el decreto ley que estableció los 23 edictos policiales que rigieron hasta 1998 en la
C iudad de Buenos Aires. D os años después, durante la presidencia de A rturo Frondizi,
el C ongreso ratificó esa ley y la policía federal com enzó a aplicarla (D onna Cuy, 1991).
E briedad, escándalo -—que incluía la figura “vestir p rendas del sexo contrario”—, vagan­
cia, m endicidad, desórdenes y prostitución podían ser castigados con 30 días de arresto.

40
I § t iiiimees, fu n d am en talm en te, p ara la dero g ació n d e los
tílíto s * n la Clindad A utónom a de Buenos Aires, que las trav es-
y ti am exuales com ienzan a organizarse. D etrás de e sta lucha,
H jp p n tres las expresiones organizativas m ás destacad as o rigi-
üftlmt íiir Un grup o en tendió que la organización d eb ía g irar
ti! (ni tu i ü la reivindicación del ejercicio de la p ro stitu c ió n y a la
I ttffMecución de la m ism a. O tro g ru p o vio en la p ro stitu c ió n
P iiini alternativa ocasional a ser ab an d o n ad a g rad u alm en te,
m= me se accediera a otras fuentes de ingresos. Por ú ltim o ,
BÍíIhi quienes situaron en el centro de la m ovilización, la lu ch a
jM»i .! («‘conocim iento estatal y social de la id en tid ad trav esti y
- nal. En cualquier caso, com o se señaló, los intereses de
lilü s lies expresiones confluyeron en la derogación de los edic-
|n§ to m o expresión de la discrim in ació n , segregación y m a rg i­
na- ion del colectivo.
Si bien estos edictos fueron derogados en la C iu d ad de Bue-
ños Aires en el año 1998, en ocasión del otorg am ien to de su
mü¡ m om ia2, en la provincia de B uenos Aires, o tro de los espa-
* !■ de los que se ocupa este inform e, siguen vigentes en la Ley
Hn \ i En efecto, en el C apítulo III (que lleva p o r título “C o n tra
bi M oralidad Pública y las Buenas C o stu m b res”), el A rtículo 66
sríiala que será sancionado con p en a de m u lta del cincu en ta
I di) al cien (100) p o r ciento del h ab er m ensual del agente de se ­
guí idad (A grupam iento C om an d o ) de la Policía de la provincia
ilr Buenos Aires y con arresto de trein ta (30) a sesenta (60) días,
v en su caso clausura p o r el m ism o térm in o a quien, con ánim o

' I a ciudad de Buenos Aires, capital de la República A rgentina, careció, hasta el año 1997,
tli- autonom ía de gobierno. Es en ese año, cuando el C ongreso N acional aprueba una Ley
Nucional que reglam enta dicha autonom ía, establecida en la Reform a constitucional de
A p artir de ese m om ento, los ciudadanos eligen p o r voto directo al Jefe de G obier­
no de la ciudad y a un cuerpo propio de legisladores que reem plazan al antiguo Consejo
I teliberante.

41
de lucro, prom oviere o facilitare la co rru p ció n o p ro stitu ció n de
m ayores de edad, sin distinción del sexo y au nque m ediare el
consentim iento de éstos.
A sim ism o, el m ism o C ódigo C ontravencional destaca en el
m ism o capítulo, A rtículo 68, que será p en ad o con u n a m ulta
de entre el quince (15) y el cuarenta (40) p o r ciento del h ab er
m ensual del agente de seguridad (A g rupam iento C o m an d o ) de
la Policía de la provincia de Buenos Aires, y arresto de cinco (5)
a trein ta (30) días, la p ro stitu ta o el hom osexual que se o fre­
ciere públicam ente, d an d o ocasión de escándalo o m o lestando
o produjere escándalo en la casa que habitare. Por su p arte, el
A rtículo 69 indica, una vez m ás, que será sancionado con m u lta
del veinte (20) al sesenta (60) po r ciento del h ab er m ensual del
agente de seguridad (A grupam iento C o m an d o ) de la Policía de
la provincia de Buenos Aires y arresto de diez (10) a trein ta (30)
días, el propietario o encargado del hotel o casa de alo jam ien ­
to o establecim iento com ercial, cuando en sus dependencias se
produjere escándalo con m otivo del ejercicio de la pro stitu ció n
o p o r actitudes o prácticas viciosas de hom osexuales.
C om o si no fuera suficiente con estos artículos, la m ism a ley,
en su C apítulo V II titu lad o “C o n tra la Fe Pública”, contiene el
A rtículo 92 que prevé u n a m ulta para quien, en la vida diaria, se
vista y haga pasar com o perso n a de sexo contrario. D icha m ulta
varía entre el veinte (20) y el sesenta (60) p o r ciento del h ab er
m ensual del agente de seguridad (A grupam iento C om an d o ) de
la Policía de la p rovincia de Buenos Aires, y clausura, en caso de
que se utilizare com ercio o local para la infracción, de diez (10)
a sesenta (60) días.
A unque hay im p o rtan tes diferencias entre aquellos lugares
en que los edictos h an desaparecido y aquellos en los que se
m antienen, la iden tid ad travestí y transexual sigue siendo c ri­
m inalizada y el abuso policial es m o n ed a corriente.

42
Nos van a llevar hasta en el supermercado
El Estado y el Código de Convivencia Urbana
Instituto Nacional contra la Discrim inación
Ministerio del Interior

M FN: 0147
Fecha de Denuncia: 27/11/00
Número de Denuncia: 0147
Apellido y Nombres: Interviene:
N ° de Documento y Tipo: Edad:
Profesión: Travestí Dirección:
Localidad: Provincia:
CP: TE:
Denunciado: personal de seguridad ferroviaria
Ámbito de Discrim inación: Estación Lomas de Zam ora
Causa: sexo Apellido y Nombre
Dirección: Localidad:
Provincia: CP: TE:

Descripción: E l día domingo 19 del corriente y siendo


aproximadamente las 19 hs„ y en la oficina expendedora
de boletos, y después de haber adquirido los mismos, es
abordada por una persona de sexo masculino que se en­
contraba dentro de la misma compañía de la boletería di-
ciéndole cosas como “¿cuánto cobrás por tus s e r v i c i o s a
lo que la denunciante le dice que no ejercía la prostitución,
que estaba en compañía de su marido, que se encontraba
comprando cosas y que se dirigían a su domicilio. La de­
nunciante se retira de la boletería y se dirige hacia los an­
denes, a esto el denunciado sale de la misma haciendo un
rodeo y se pone frente a ella diciéndole “que si no cobraba
le hiciera un servicio de onda en un departamento que él
tenía en las cercanías”, en eso llega su pareja y pregunta

43
“¿qué pasa?”, a lo que éste responde quién era él, “soy el
m arido” y el denunciado dice “seguro que vos sos el fio lo
y a este travestí me lo voy a levantar” a lo que la pareja
responde “ella no se prostituye, a ella la mantengo yo, ten­
go comprobantes laborales”, la denunciante pide a su p a ­
reja que se tranquilice y se retira. E l denunciado los sigue
y se identifica como de la policía de Lom as 11, diciéndole
que a ella se la lleva detenida por travestí, la denunciante
le solicita le muestre la credencial a lo que se niega. La
denunciante le solicita a su pareja que busque un policía
uniformado, este se retira y el denunciado, aprovechando
la situación, comienza a agredirlo verbalmente exhibien­
do un arma en su cinturón y diciendo cosas como “yo soy
un policía y vos sos un travestí y no tenés derecho a nada
y te voy a llevar preso y voy a hacer con vos lo que yo
quiera”. Después de eso se retira diciendo que va a llam ar
a un m óvil y no regresó más.
Firm a:

C om o se señalara en el apartado anterior, en lugar de los


edictos, se sancionó en la C iudad de Buenos Aires, el C ódigo
C ontravencional de la C iudad, m ediante Ley N°10 (BOCBA n°
405, 15/03/98). Este cam bio im plicó la elim inación de figuras
tales com o “la p ro stitu ció n ” y “llevar p ren d as del sexo c o n tra ­
rio” y la desaparición de las detenciones preventivas en m ateria
contravencional. La policía se conviertió en un auxiliar de la
justicia y las decisiones quedaron, en adelante, en m anos de un
sistem a dem ocrático de fiscales que, de m an era rotativa, actúan
las 24 horas del día al servicio de la co m unidad. Un ejem plo que
ilustra el rápido im pacto que tuvo la aplicación del C ódigo de
C onvivencia U rbana fue la dism in u ció n ab ru p ta del n ú m e ro de
actas. C on el antiguo sistem a, se p ro d u cían unos 3000 arrestos
m ensuales, la m ayor p arte obedecía a figuras que d esaparecie­

44
ron con la nueva norm ativa. U na vez aplicada ésta, la policía
labró sólo 367 actas, la m itad de las cuales fueron archivadas
o desestim adas p o r la Justicia C ontravencional, debido a que
110 en cuadraban en n in g u n a de las prohibiciones del C ódigo
de Convivencia U rbana. En aquellas que dieron lugar a p ro c e ­
sam ientos, todos/as los/as afectados/as tuvieron, p o r p rim era
vez, derecho a defenderse a diferencia de la situación anterior,
cuando la policía p o d ía aplicar arrestos de hasta 30 días, en la
mayor parte de los casos sin que las personas im plicadas p u d ie ­
ran apelar.
Esta situación, sin em bargo, no d uró dem asiado tiem po.
Los sectores m ás conservadores de la sociedad im p u g n aro n el
uuevo sistem a, sobre to d o en lo referido a la oferta de sexo en
la calle que el nuevo código ya no reprim ía, p o r estim ar no sólo
que era dem asiado perm isivo sino que debilitaba el p o d e r de
la policía. Las presiones fueron continuas y, finalm ente, en el
mes de julio del m ism o año 1998, la Legislatura de la C iu d ad de
Buenos A ires m odificó el C ódigo en cuestión con la aprobación
de la Ley N a42 (BOCBA n° 488, 17/7/98) y la in tro d u cció n del
A rtículo 71.

Ley de Reformas del Código Contravencional


Artículo 71 - Alteración a la tranquilidad pública
CMüsar alteraciones a la tranquilidad pública frente a v i­
viendas, establecimientos educativos o templos, o en su
proximidad, con motivo u ocasión del ejercicio de la pros­
titución y como resultado de su concentración, de ruidos
o perturbación del tránsito de personas o vehículos, o con
hostigamiento o exhibiéndose en ropa interior o desnudo/a.
Se dará intervención al M inisterio Público Fiscal cuando
corresponda aplicar el artículo 19° de la Ley 12.

45
En adelante, se toleraría la pro stitu ció n callejera, pero de
m anera reglam entada. En otros térm in o s, si bien no se p ro h i­
bió la oferta de sexo en la calle, ésta fue lim itada p o r m edio
de figuras com o ru id o s m olestos y alteración al ord en público.
Según el m encionado artículo, p ro stitu tas y travestis no p o d rán
alterar la tranq u ilid ad pública frente a casas, tem plos y escuelas.
Se considerará que hay alteración a la tran q u ilid ad cu an d o las
personas que ejercen la p rostitución p ro voquen ruidos, p e rtu r­
ben el tránsito de personas o vehículos o cu ando trabajen y se
concentren en un m ism o lugar. La m odificación que in tro d u jo
el A rtículo 71 no habilitó a la policía p ara deten er a quienes lo
violaran, los efectivos debían, p o r el contrario, dar aviso al fis­
cal responsable de im p artir las instrucciones del caso. C o n fre­
cuencia, com o es fácil suponer, ello n o ocurría. En el lugar del
aviso al fiscal, la policía com enzó a exigir una coima5.

Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires


A ct N ° 1774/98
Apellido y Nombes: G.A. O. DNP.
Fecha de Nacimiento: Domicilio:
CP: TE

Sr. Defensor: al regresar a mi casa del barrio de Congreso,


donde ejerzo la prostitución, un agente de la policía que es­
taba en la esquina de Cochabamba y Luis Sáenz Peña se
acercó a mi domicilio - vivo en la esquina de Cochabamba
y San José - y me dijo que ejercía la prostitución en mi casa
y me pidió $50 para no hacerme la vida imposible. Como no
le di, tocó - a las cinco de la mañana - el portero eléctrico de

3 Se denom ina coim a al d inero que la policía obliga a pagar, en este caso a las personas
en situación de prostitución, a cam bio de no labrar el acta contravencional.

46
todos los vecinos preguntando “¿acá vive una travestí?” (Yo
había entrado y cerrado la puerta). Pido la intervención de
la Defensoría del Pueblo. Me amenazó con hacerme la vida
imposible hasta que abandone la jurisdicción de ellos.
Firma:

Llegamos al año 1999 con un C ódigo de C o n v ivencia U r­


bano m odificado. La pro stitu ció n con tin ú a d esp en alizad a pero
se la reglam enta bajo el título de “alteración a la tran q u ilid ad
pública”, a causa de la concentración de p erso n as en situación
de prostitución cerca de viviendas, tem plos o escuelas. El ciclo
com pleto term in a cuando C arlos M enem , en tonces P resid en ­
te de la N ación, firm a el decreto 150/99 en m arzo d el m ism o
año y, poco después, la Legislatura p o rteñ a p ro h íb e el ejercicio
prostibular en las calles de Buenos Aires, m ed ian te la Ley N°
162 (BOCBA n° 647, 08/03/99), que sustituyó el tex to del A rtí­
culo 71 p o r el siguiente: “ALTERACIÓN DE LA T R A N Q U IL I-
1)AD PÚBLICA. O frecer o d em an d ar para sí u o tras p ersonas,
servicios sexuales en los espacios p úblicos”
P rostitutas, travestis y clientes que sean d e scu b ie rto s o fre­
ciendo o d em an d an d o p ara sí o p ara otras p erso n as servicios
sexuales en los espacios públicos, p o d rá n ser castig ad o s con
penas que varían entre trabajos co m u n itario s y m ultas. Estas
serán determ inadas p o r los jueces y v arían entre u n m ín im o de
$20 y un m áxim o de $500 p o r día de sanción. Vale aclarar que
el costo asignado a las m ultas supera al exigido p o r la policía
en concepto de coim a; p o r ru d im en tario que sea el cálculo ra ­
cional que se haga, será preferible la coim a al pago d e la m ulta
.idjudicada p o r el Estado.
Penalizar la pro stitu ció n es regresar a aquel m o m e n to en
que, estando los edictos vigentes, travestism o y ejercicio de la
prostitución eran u n a sola cosa. Las travestis, en situ ació n de

47
pro stitu ció n o no, serán detenidas p o r la policía o, a riesgo de
ello, deberán recu rrir al pago ilegal de dinero.
Esta situación conduce a algunas organizaciones de trav es­
tís, conjuntam ente con otros grupos y perso n as independientes,
a la presentación de u n habeas corpus preventivo. En el m ism o,
se señala lo siguiente:

Buenos Aires, 28 de abril de 1999

Presentamos un habeas corpus preventivo porque desde


la reforma al A rtículo 71 del Código Contravencional de
la Ciudad de Buenos Aires, mujeres, hombres y travestis
que ejercemos la prostitución, padecemos no sólo ame­
nazas contra nuestra libertad am bulatoria sino también
ilegítimas restricciones al mencionado derecho, ejecuta­
das por distintas comisiones policiales pertenecientes a
diversas reparticiones. E l accionar de la prevención se
m aterializa con sistemáticas amenazas de aprehensión
bajo el pretexto de la citada norma, sin causa alguna
que justifique su aplicación. Es decir, por el sólo hecho
de individualizarnos en la vía pública, ejerciendo las li­
bertades constitucionales de las que somos titulares, los
funcionarios policiales aprovechan la ocasión para in ti­
midarnos manifestando, por los más variados métodos,
las discrecionales facultades que dicen poseer y que de
hecho ejercen. Por la estigmatización causada por tantos
años de represión po licia l durante la vigencia de los dero­
gados edictos policiales, muchas/os de nosotras/os somos
fácilm ente identificables para la prevención, facilitando
la tarea de los mismos a la hora de realizar las amenazas
de las que somos víctimas. En definitiva, y a los efectos
de realizar una descripción genérica de las acciones des­
plegadas por el personal policial, caben mencionar entre
otras: amenazas contra nuestra libertad ambulatoria,

48
integridad física e inclusive contra nuestra vida; persecu­
ciones; lesiones; privaciones ilegítimas de libertad; y hasta
pedidos de nuestra recaudación para evitar las acciones
anteriormente mencionadas. Con las arbitrarias amena­
zas y detenciones se viola en form a atroz, además de las
garantías constitucionales del debido proceso, numerosos
derechos y libertades contenidos en la Constitución N a ­
cional como en la de la C iu d a d de Buenos Aires, así como
en los tratados con jerarquía constitucional que rigen en
nuestro derecho, a saber: derecho a la libre circulación,
seguridad personal, p rin cip io de reserva y de legalidad,
derecho a la no discrim inación por orientación sexual,
derechos sexuales, derecho a la dignidad, integridad per­
sonal y derecho al trabajo.

Nos protegen de pobres, de cartoneros, de prostitutos, de travestís


Las reformas del año 20044
En el año 2004, volverán a in tro d u cirse m ás m odificaciones
al C ódigo de C onvivencia U rbana de la C iudad A u tó n o m a de
Buenos Aires com o la aprobación de la Ley N°1472 (BOCBA
n" 2055, 28/10/04). Estas m odificaciones in c o rp o ra n al ám bito
contravencional local, figuras propias del C ódigo Penal N acio­
nal. La gravedad de estos cam bios reside en que, precisam ente,
se trata de figuras que, aunque ya están reglam entadas p o r el
< ódigo Penal, se en cu e n tran en el C ódigo de C onvivencia. Esta
es la principal razón p o r la que m uchas organizaciones de tra-
vcstis y transexuales y organizaciones sociales diversas, d esco ­
nocen la reform a del Código.

I Para la elaboración de este apartado se utilizó m aterial proveniente del debate público
que se hiciera en ocasión de las reform as que se intro d u jero n en el C ódigo de C onvivencia
i !i b.ina en el año 2004. Se utilizaron, fundam entalm ente, las intervenciones de las d o c to ­
ra* M argarita Bellotti y M arta Fontenla.

49
Lejos de garantizar la protección de to d as/o s las/os h a b ita n ­
tes de la C iudad frente a los avances cada vez m ás avasalladores
de los poderes del E stado sobre sus derechos, especialm ente a
p a rtir de las últim as dictad u ras terroristas, las reform as del año
2004 parecen intro d u cirse específicam ente p ara la defensa de
algunos grupos. Se trata de un cam bio que atropella los d ere­
chos que la C o n stitución de la C iudad garantiza a los sectores
m ás desprotegidos: los y las pobres y, especialm ente, las m u je­
res y travestis y transexuales en situación de prostitución.
La represió n del ejercicio in d iv id u a l de la p ro stitu c ió n ,
ta n to en la versió n del año 1999 com o en las refo rm as p r o ­
p u estas en 2004, co n trav ien e la C o n v en ció n p ara la R ep re­
sión de la T rata de P erso n as y E x p lo tació n de la P ro stitu c ió n
A jena, ap ro b ad a p o r las N aciones U n id as en 1949, de la q u e
A rg en tin a es país s ig n a ta rio 5. En el m ism o sentido, la C o n ­
v en ció n de N aciones U nidas de 1979, ta m b ién ratificad a p o r
n u estro país e in c o rp o ra d a a la C o n stitu ció n , se p ro n u n c ia
a favor de elim in a r to d a fo rm a de d isc rim in a c ió n c o n tra las
m ujeres. P or o tra p arte, el actu al C ó d ig o y las refo rm as del
año 2004 violan el p rin cip io de ig u ald ad y n o -d isc rim in a -
ción, ta n to la ig u a ld ad form al - ig u a ld a d ante la le y - com o la
ig u ald ad m aterial y sustancial, q u e exige la acción del E stad o
p a ra com pensar, en alg u n a m ed id a, d esig u ald ad es sociales,
económ icas, sexuales y cu ltu rales, y p o sib ilita r el ejercicio de
los derech o s garan tizad o s.
C o n referen cia a la C iu d a d A u tó n o m a de B u en o s A ires,
las n o rm a s existen tes so b re la “o ferta d e sexo en la vía p ú ­
blica” violan los A rtícu lo s 38 y 39 de la C o n stitu c ió n de la

5 Esta C onvención establece que no se puede reglam entar la prostitución ni sancionar su


ejercicio individual. Por su parte, las partes firm antes del tratad o se com prom eten a casti­
gar a toda persona que explote la prostitución ajena o m antenga una casa de prostitución
o intervenga en el tráfico de personas.

50
C iudad. D ich o s artíc u lo s estab lecen , p a ra p e rso n a s ad u ltas
el p rim e ro y p a ra n iñ a s y n iñ o s el seg u n d o , la o b lig ació n de
la C iu d a d de a m p a ra r a las v íc tim as de la e x p lo tació n sexual
—no de p e rse g u irla s— , de b rin d a r serv icio s de aten ció n y
a d o p ta r m e d id a s p a ra p e rs e g u ir su tráfico. T odos estos obje-
livos no son c u m p lid o s y, en lu g ar de ellos, se ofrece re p re ­
sión.
Estas propuestas de reform as norm ativas tran sg red en los
.irtículos 11 y 12 de la C o n stitu ció n de la C iudad, que co n d e­
nan la discrim inació n y garantizan el derecho a la identidad.
I ,o m ism o sucede con el A rtículo 13, que consagra la garantía
de la libertad y p ro h íb e to d a n o rm a que im plique, expresa o
tácitam ente, peligrosidad sin delito, cualquier m anifestación de
derecho penal de autor o sanción de acciones que no afecten
derechos individuales ni colectivos.
Asim ism o, las reform as vu ln eran p o r acción y o m isión el
A rtículo 17 de la C o n stitu ció n de la C iudad, que establece que
"la C iudad desarrolla políticas sociales co o rdinadas p ara supe-
iür las condiciones de pobreza y exclusión m ed ian te recursos
presupuestarios, técnicos y h u m a n o s” y “asiste a las perso n as
• mi necesidades básicas insatisfechas...”
N uestro país h a consagrado el sistem a abolicionista. Sin
em bargo, desde la época de los tristem en te célebres edictos p o ­
li* i.iles, se ha perseguido a las m ujeres y travestis que ejercen la
l-iostitución.
La m édula de las reform as propuestas resp o n d en a cuatro
t» 'in eptos claves: crim inalización de la pobreza; crim inaliza-
t ió ii de las diferencias sociales, sexuales, culturales, de orien ta-
i i - *n sexual y de identidad; crim inalización de las y los ex p lo ta­

dos no de los explotadores— ; y crim inalización de la pro testa


¡mu iid. En lugar de garantizar los derechos al trabajo, a la salud,
i \ú educación, a la seguridad social y a la vivienda; en sum a, a

51
una vida digna, se reprim e a las personas en situación de p o ­
breza.
Son precisam ente las personas en estado de p ro stitu ció n
que ejercen su actividad en la vía pública, las m ás pobres entre
quienes se en cu en tran en esa situación.

Título III. Protección del Uso del Espacio Público o Privado,


Capítulo II. Uso del Espacio Público y Privado

Artículo 81 - Oferta y demanda de sexo en los espacios


públicos.

Quien ofrece o demanda en form a ostensible servicios de


carácter sexual en los espacios públicos no autorizados o
fuera de las condiciones en que fuera autorizada la ac­
tividad, es sancionado/a con uno (1) a cinco (5) días de
trabajo de utilidad pública o multa de doscientos ($ 200)
a cuatrocientos ($ 400) pesos. En ningún caso procede la
contravención en base a apariencia, vestimenta o modales.
En las contravenciones referidas en el párrafo precedente,
la autoridad preventora sólo puede proceder al inicio de
actuaciones por decisión de un representante del M iniste­
rio Público F isca l

Puesto que este artículo no fue reglam entado, se estableció


u na disposición tran sito ria a través de la cual, hasta tan to se
aprobara la autorización referida en el artícu lo 81, no se p e rm i­
tía la oferta y dem an d a ostensible de servicios de carácter sexual
en espacios públicos cercanos a viviendas, establecim ientos
educativos o tem plos o en sus adyacencias. Se considera “adya­
cencias” a una distancia m en o r de doscientos (200) m etro s de
las localizaciones descriptas anteriorm ente. En las contraven-

52
d o n e s referidas en el p árrafo precedente, la au to rid ad preven-
tora sólo p o d rá p ro ced er al inicio de actuaciones p o r decisión
de un representante del M inisterio Público Fiscal y “en ningún
caso procede la contravención en base a apariencia, vestim enta
o m odales”.
El repudio a la aprobación de estas reform as n o se hizo es­
perar. D iversas organizaciones de travestis, transexuales, fem i­
nistas, de m ujeres en situación de p rostitución, de ven d ed o ras/
es am bulantes, de derechos h u m an o s y del ám bito social en ge­
neral convocaron a una m ovilización frente a la sede de la Legis­
latura de la C iudad de Buenos Aires. La p ro testa fue rep rim id a
por la policía y fuero n detenidas y encarceladas 15 personas, to ­
das activistas. D os de ellas, M arcela M anagua y C arm en Infrán,
eran m ujeres en situación de pro stitu ció n que p erten ecen a la
A sociación de M ujeres M eretrices A rgentinas de la C iudad de
Buenos A ries (A M M A R -C apital). O tro de los d eten id o s fue un
activista gay, Jorge Nievas. C on la carátula “P rivación ilegítim a
de la lib ertad ”, estas personas co n tin ú an hoy encarceladas6.
El día laboral siguiente a esta m ovilización, se le negó el in ­
greso a la legislatura p o rteñ a a u n a activista travestí que tra b a ­
ja allí. El agente de seguridad que se en co n trab a en la p u erta
de acceso al lugar, refirió que se le había o rd en ad o no p erm itir
el ingreso de dicha em pleada. C on N° de A ctuación 4367/04,
la afectada realizó la d en u n cia p ertin en te ante la D irección de
Asistencia a la V íctim a de la Subsecretaría de D erechos H u m a ­
nos de la C iudad de Buenos Aires y a la D efensoría del Pueblo
de la C iudad de B uenos Aires. La resolución p o sterio r a esta d e ­
nuncia fue recibida el día 28 de ju lio del m ism o año (2004); en

(> La m ovilización se realizó el día 16 de julio de 2004. A la fecha de esta segunda edición
todos los detenidos d u ran te esta protesta recuperaron la libertad. [N. del E.]

53
ella se señalaba que el m otivo por el que el V icepresidente I o de
la Legislatura de la C iu d ad de Buenos p rohibió el acceso a la d e ­
nunciante era que “en la Legislatura había u n clim a de n e rv io ­
sism o porque se rean u d ab a la sesión luego de los incidentes del
viernes pasado d u ran te los cuales el perso n al de la in stitución
y, en especial, el de seguridad, habían afrontado los em bates ex ­
tern o s de la violencia. A fin de ap o rtar a la tran q u ilid ad in tern a
y habida cuenta de que la denunciante p o d ría tener en el día de
la fecha algún en fren tam ien to no deseado, se estim aba p referi­
ble protegerla y proteger la tran q u ilid ad in tern a justificando su
ausencia y que no ingresara p o r esa vez a su lugar de trabajo, el
que se respetaría sin objeciones (fs2)” (R esolución n° 3598/04,
D efensoría del Pueblo de la C iudad de B uenos Aires).
U na vez más, p o rta r identidad travesti es, en la perspectiva
de algunos representantes del pueblo de la C iudad de B uenos
Aires, sinónim o de crim inalidad. ¿Por qué quiere el legislador
proteger a la em pleada de la legislatura? ¿Por qué a ella? Es cier­
to que en la m ovilización po sterio r a las últim as m odificaciones
introducidas al C ódigo de C onvivencia había organizaciones
de travestís; pero tam bién las había de com pañeras en p ro stitu ­
ción, de vendedoras/es am bulantes, de fem inistas, de o rg an is­
m os de derechos h u m an o s, de estudiantes secundarios y u n i­
versitarios, entre otras m uchas más. ¿Por qué quería proteger a
esta em pleada? La ú n ica razón posible era que ella es travesti y,
p o r lo tanto, responsable de los “em bates externos de violencia”
que afectaron a los/as otros/as em pleados/as de la legislatura,
los/as que no son travestís, no im p o rta si son estudiantes, in te­
grantes de organism os de derechos h u m an o s o fem inistas. Pero
para agravar m ás aun las cosas, el m ism o legislador se co m p ro ­
m etía a respetar el lugar de trabajo de la em pleada; esto es, a
no despedirla, pese a los “em bates externos de violencia” que,

54
subrepticiam ente, le adjudicaba p o r ser travesti. ¿Por qué, sino
p o r esta razón, d ebería el legislador p ro m eter respeto p o r el lu ­
gar de trabajo?

Tienen menos que perder


El acta, la coima, la resistencia a la autoridad,
los delitos menores

C om o o cu rrió antes con la derogación de los edictos, las


reform as del año 2004 em p eo raro n aún m ás las cosas en lo que
a violencia policial se refiere. C om o en tiem pos de los Edictos
Policiales, la au to rid ad de aplicación del C ódigo C o n trav en cio ­
nal sigue siendo, de hecho, la policía. Según la letra de la ley, la
autoridad preventora sólo p uede pro ced er al inicio de ac tu a ­
ciones p o r decisión de u n representante del M inisterio Público
Fiscal. Si bien el sentido de esta restricción parece h ab er sido
lim itar las facultades de la policía e im p ed ir que la contraven-
i ion devenga en d in ero que engorde la caja de policías c o rru p ­
tos, esta disposición no consigue su com etido. U na alternativa
sería no p erm itir que la policía actúe en los casos de oferta o
dem anda de sexo en la vía pública ni avise al fiscal sobre la su ­
puesta contravención. En su lugar, serían los fiscales quienes
deberían recorrer las calles y, co n stan d o el desarrollo de la ac­
tividad prohibida, dispusieran el inicio de las actuaciones. Sin
n n b arg o , esta alternativa no p u ed e llevarse a cabo: los fiscales
Uo están en condiciones de su stitu ir a la policía. La actual es­
tructura y la can tid ad de trabajo que tienen los fiscales hacen
imposible pen sar que cam in en las calles y controlen la oferta y
dem anda de sexo ilegal en la ciudad. Si bien la policía no puede
iniciar de oficio las actuaciones cu an d o co n státala existencia de
\ \ contravención, o cu rre que la policía procede a “an o ticiar” al

55
fiscal quien, al ser inform ado, o rdenará el lab rad o del acta c o n ­
travencional. C o rresp o n d e preguntarse: ¿de qué sirve entonces
la previsión legal? La policía p o d rá seguir utilizando esta c o n ­
travención com o “caja recaudadora”; la única diferencia es que
en lugar de “am en azar” al oferente o al d em an d an te de sexo con
labrar el acta, le advertirá que “llam ará al fiscal”, con la obvia
aclaración de que éste “o rd en ará el labrado del acta”.
A continuación p u ed en describirse las situaciones m ás
com unes, habitu alm en te relatadas p o r las travestis que se e n ­
fren tan con la policía en la calle. La policía intercepta en la calle
a u n a travesti/transexual y, según su arb itraria consideración,
son dos los escenarios posibles:

1- La policía labra el acta que la travesti o transexual firm a


y luego se aleja del lugar.
2- La policía no labra el acta y, en su lugar, p ro p o n e a la tr a ­
vesti o transexual u n a “coim a”. D os son las posibles respuestas a
esta petición: La coim a es conseguida y la policía se aleja del lu ­
gar o la coim a no es conseguida y la policía inculpa a la travesti
o transexual p o r delitos tales com o resistencia a la auto rid ad ,
desacato u otro tipo de delitos m enores que, no obstante, im p li­
can encarcelam iento.

En la actualidad, hay aproxim adam ente 30 travestis en car­


celadas p o r delitos tales com o robo de u n a escasa can tid ad de
d in ero o tenencia de droga, sin juicio.
C om o resultado del proceso organizativo, poco a p o co las
travestis y transexuales com ienzan a asu m ir u n a actitud de re ­
sistencia al pago de la coim a a la que obliga la policía. Esta es
una de las razones p o r las que, según m anifestaron algunos fu n ­
cionarios de la D efensoría del Pueblo de la N ación A rgentina

56
en entrevistas individuales, la m ayor p arte de las actas que se
labran en la calle y que están vinculadas al ejercicio de la p ro s­
titución p erten ecen a travestis y transexuales. Pero tam bién, los
m ism os funcionarios revelan que las m ujeres en situación de
prostitución eligen el cam ino de la coim a en v irtu d de, al m e­
nos, dos razones. Por un lado, algunas de ellas trabajan bajo el
gobierno de un p roxeneta que, ante la posibilidad de perder por
un tiem po los ingresos de su mujer, prefiere coim ear a la policía.
La segunda razón está vinculada al hecho de que, en térm inos
com parativos, las m ujeres en p ro stitu ció n cu en tan con una fa­
m ilia de la que, habitualm ente, son sostenes y a la que, adem ás,
se le oculta la situación de p ro stitu ció n en la que se encuentran.
Esto las conduce a resolver el problem a p o r el cam ino que resul­
ta, de alguna m an era, el más sencillo o m enos perjudicial para
ellas. Si no pagan la coim a, corren el riesgo de que sus fam ilias
“descubran” la tarea que realizan cu an d o llegue la citación a sus
casas o no p u ed an p ro p o rcio n ar a sus fam iliares los recursos de
supervivencia necesarios. Esta situación no es co m p artid a p o r
las travestis, quienes, en palabras de tales funcionarios, “carecen
de familia, no tien en hijos a quienes m a n ten er y p o r ser su vida
bastante m ás d u ra que la de m ujeres en prostitución... tienen
menos que p e rd e r” y, p o d ría agregarse, pu ed en p o r ta n to asu ­
mir aquello p o r lo que sus organizaciones vienen trab ajan d o :
no coim ear a la policía, pelear p o r derechos. C laro que esto trae
sus consecuencias, el acoso policial es una de ellas.
Pero aun en aquellos casos en los que el cam ino seg u id o po r
l,i policía es el que d icta la ley, la arb itraried ad y la violencia no
tícjarán de estar presentes. En efecto, una vez labrada el acta, la
travesti o transexual “co n trav en to ra” será citada en su d o m icilio
particular. A hora bien, dado que, precisam ente com o resu ltad o
*!(’ la discrim inació n social que p adecen travestis y tran sex u a -

57
les, estas suelen m udarse co n tinuam ente de las pensiones y h o ­
teles en los que residen, cu an d o llega la citación, ellas ya no se
hospedan allí. Por o tro lado, incluso cu an d o la residencia d ecla­
rada sea la m ism a, puesto que la policía am biental, responsable
de llevar la notificación, preg u n ta p o r el n o m b re de D N I de la
com pañera, nom bre que sus cohabitantes n o conocen, se la da
com o desconocida.
C om o resultado de ello, la d en u n cia original te rm in a en un
pedido de captura p o r el que debe pagarse u n a elevada m u l­
ta, que difícilm ente p u ed a ser abonada p o r las denunciadas. Lo
que com enzó siendo u n a sim ple contravención, te rm in a con el
título de “delito”.

En la Ciudad de Buenos Aires, a los 14 días del mes de


abril del año 2000 concurre don Horacio Nicolás Tor, quien
acredita su identidad con el D N I N ° 13.071.614 y aclara
que prefiere ser llamado Carla, con domicilio en Ju fr é X X X
quien manifestó: “Hace uno veinte días un remisero que
habitualmente trae chicas de la provincia, y que me cono­
ce, me ofreció acercarme a su domicilio — estaba a ocho
cuadras— lo que acepté. En Gurruchaga y Cabrera se nos
cruzó un falcon gris plateado o verde, bajando uno de los
ocupantes que se identificó como policía y dijo que me ba­
jara y me pidió los papeles. Se me acercó por la ventani­
lla y me dijo ‘b ó rra te P o d ría identificarlo a dicho oficial.
Posteriormente me enteré de que, a cambio de no labrarle
un acta de contravención al remisero, que es casado —pese
a que no me la labró a m í y, en realidad, no había motivo
alguno para labrarla porque no se estaba cometiendo n in ­
guna infracción— le exigió dinero y obtuvo $30. E l dom in­
go 9 de abril de 2000 cuando comienzo a subir a una ca­
mioneta cuatro por cuatro en G orriti y Oro veo que sobre

58
G orriti, casi Cabrera, estaba el oficial antes mencionado
con una chica a la que había labrado un acta — elfalcon
había ido a perseguir a otras chicas. Cuando me ve, deja
a la chica y comienza a correr hacia donde estaba yo. E n ­
tonces me bajo de la camioneta y le digo al muchacho que
se vaya y se fue. E l oficial llega furioso y mi dice estás de
viva, lo dejaste ir. Le dije (si me tenés que hacer un acta,
hacémela, yo no te la voy a f i r m a r É l me hizo un acta que
me negué a firm ar. Entonces, me dijo ‘te voy a pegar un
tiro en la cabeza, total sos un travesti, quién te va a pagar.
Bórrate ya . Le dije ‘no te emperrés conmigo porque se te
escapó el de la camioneta yo no tengo la culpa. Anda a
trabajar, a vos te están pagando un sueldo. E l fiscal me dijo
que vos únicamente me tenés que hacer un acta, no tenés
que amenazarme ni venir a pegarme’, a lo que respondió
^4 m í el fiscal me chupa la p ija . Luego paró testigos para el
acta y yo me fu i.
Ayer 13 de abril, aproximadamente a las 1:30 hs. de la m a­
drugada, me encontraba con otras tres chicas en Cabrera
y Thames, cuando llegó un patrullero en el que se encon­
traba el mismo oficial, ahora de uniforme, junto con otros
dos policías. Se bajó del patrullero y me dijo: ‘Te dije que
en mi zona no te quería ver. Te voy a liq u id ar’. Entonces
empecé a caminar y me tomó del brazo izquierdo deján­
dome el moretón que exhibo. Le dije ‘a m í no me agarrés,
si tenés que hacer algo haceme un acta. Seguí caminando
y lo vi desenfundar el revólver y me dijo ‘p arate ahí o te
disparo’, ante lo cual me dio pánico por su cara desafora­
da y corrí, crucé Córdoba, él también con el arma en la
mano y corrí otras cuatro cuadras y me logró alcanzar en
Jufré al 600 — cerca de mi casa—, me pegó una patada en
las piernas para que me cayera y me puso el revólver en
la cabeza. Le dije ‘d ispará, si me querés matar, matame y

59
respondió diciendo ‘te voy a procesar, te dije que conmigo
no te metieras’. Me llevó caminando por Jufré hasta el 600
insultándome y agrediéndome, allí vi una puerta con luz
y empecé a golpearla pidiendo auxilio, diciendo que me
estaba pegando un policía y que era vecina suya. Salió un
hombre con un revólver en la mano y una cachiporra de
policía al que el oficial le dijo que me llevaba detenida.
E l hombre le explicó que había escuchado gritos de a u xi­
lio de una señora y el oficial le dijo: ‘No es una señora,
sino un puto’. Cuando intenté hablar con el celular me
dijo estás incomunicada y te estoy procesando’, a lo que
le dije que ‘p or qué voy a estar incomunicada si me tenés
que hacer un acta y me manoteó el celular aunque no lo­
gró sacármelo. Siguió hablando con el señor y le pidió que
llamara a un patrullero, que finalm ente vino. Delante de
los demás policías y del vecino, le dije que no lo iba a de­
nunciar por coimero. ‘Vos te emperrás conmigo porque no
te dejé coimear al de la camioneta’. Me dijo que hiciera la
denuncia que él me iba a denunciar por falsas calumnias,
‘a ver a quién le creen. Finalmente, me llevó a la Seccional
25 donde me labraron un acta por violación de domicilio
—yo no entré al domicilio, pedía auxilio desde la puer­
ta— y resistencia y atentado a la autoridad (interviene
el Juzgado Correccional a cargo del Dr. Eduardo Etcha-
rran, Secretaría n° 25). Los compañeros de la Seccional
le dijeron: ‘Te dijimos que no traigas a nadie, que tenés
que hacer actas, nada más’. Entonces se fue. M i amiga
contadora M arina Hernández (a la que logré llam ar por
el celular, quien vive en Paseo Colón X X X ) le preguntó al
Principal Muño quién era el oficial y él le dijo que no se lo
iba a decir. He radicado denuncia penal por cohecho y por
amenazas con intervención del Juzgado Correccional n° 6
sito en Lavalle 1638”.

60
También en los hospitales, la escuela, la calle
El 91.4% de las travestis y transexuales encuestadas para este
estudio fue víctim a de algún tipo de violencia a lo largo de su
vida; no se registran diferencias destacadas po r edad. La situa­
ción de violencia m ás m encionada —se solicitó un m áxim o de
tres situaciones posibles— fueron las burlas/insultos, seguidas
p o r agresiones físicas, discrim inación y, en cuarto lugar, el ab u ­
so sexual. Las burlas o insultos, en general, consisten en desca­
lificar la identidad travestí m ediante el uso de apelativos tales
com o “trabuco”, “travesarlo”, “trava” o el uso del m asculino para
llam ar a la agredida. Si bien la com isaría es el sitio en el que, en
p rim er grado, las travestis y transexuales recibieron algún tipo
de violencia (casi el 70% de las entrevistadas lo afirm an), la calle
es otro de los lugares destacados en lo que a violencia se refiere.
El 85.8% de las encuestadas afirm ó h ab er recibido agresio­
nes p o r parte de la policía. C o n fo rm e au m en ta la edad de las
encuestadas, au m en ta la p ro p o rció n de víctim as de abusos p o li­
ciales. El tipo de abuso policial m ás m en cio n ad o es la detención
ilegal, seguida p o r los golpes p erp etrad o s p o r perso n al policial
y la exigencia de coim as.
M ientras el año 1998 se configuraba com o u n escenario en
el que la lucha del colectivo travestí había podido separar traves-
tism o de prostitución, identificando a ésta com o resultado de la
discrim inación y exclusión social de las que son víctim as en razón
de su identidad, la posibilidad de que el com ercio sexual vuelva a
ser penalizado en el año 1999, es valorada por las m ism as orga­
nizaciones com o aquello que soldará nuevam ente, al m enos en
la práctica policial, identidad travestí y prostitución. Las travestis
serán detenidas aun cuando no estén trabajando en la calle. Si la
prostitución volvía a ser una figura punitiva, entonces, aunque de
m anera encubierta, el travestism o m ism o sería penalizado.

61
La policía sigue reprimiendo,
las travestis seguimos organizándonos
Los prim ero s registros disponibles de den u n cias d atan del año
1995, cuando aún existían en la ciudad de Buenos Aires los
Edictos Policiales. U na de las principales tareas de las o rg an i­
zaciones travestis/transexuales fue an im ar y aco m p añ ar a las
com pañeras travestis a d en u n ciar distintos tipos de abusos; así
en co n traro n una m an era de com enzar la lucha co ntra la d iscri­
m inación, la segregación y el m altrato.
U n total de 200 denuncias anuales integran el archivo de
A LITT en el perío d o 1995-98, el 92% refieren a situaciones de
abuso y violencia policial (1% del total de las situaciones de v io ­
lencia). En su m ayoría, se trata de u n tip o de den u n cia en la que
no se consigna la id en tid ad travesti. En efecto, la d en u n cian te
se presenta con el nom bre que p o rta en el D o cu m en to N acional
de Identidad, no existiendo pista alguna sobre su iden tid ad de
género. Por entonces, el esfuerzo más im p o rtan te estaba puesto
en convencer a las com pañeras travestis de denunciar, vencer el
m iedo a la policía, hacer conocer los ám bitos judiciales d onde
debía hacerse la denuncia, etc.
A p a rtir del año 1998, el im pacto organizativo com ienza a
verse. Se registra u n total de 300 denuncias anuales y ya no es
sólo la policía la acusada; se sum an, entre otras, la d iscrim i­
nación en la escuela, en el hospital, la situación de desem pleo,
etc. Todo esto indica que las travestis em piezan a representarse
com o sujetas de derecho, de derecho al trabajo, a la salud, a la
educación, en fin, a u n a vida digna.
U n dato im p o rtan te es que, a diferencia del p erío d o antes
referido, las denuncias consignan, casi en su m ayoría, el n o m ­
bre fem enino de la denunciante.

62
En la Ciudad de Buenos Aires, a los veinticinco días del
mes de ju lio de 1998, siendo las dos y veinticinco horas,
comparece una persona quien dice llamarse (nombre mas­
culino), con domicilio en Independencia X X X de Capital
Federal, quien manifiesta: que le avisaron a su domicilio
el viernes 24-07-98, que a la madrugada María, quien
se llama (nombre masculino), fu e ferozmente golpeada y
detenida en la comisaría N°50, que llamó a la comisaría
después de las 19:00 hs. y le comunican que se encontraba
detenida y que era por atentado y resistencia a la autori­
dad, sin agregar más datos. La persona que informa de la
detención manifiesta que se la querían llevar de la calle
y como se resistió le pegaron en la vía pública. Que a las
00:30 hs. fueron a su domicilio y no la encontraron, como
así tampoco en la zona donde trabaja y también sus am is­
tades desconocen su paradero. No teniendo nada más que
agregar se da por cerrado el acto.

Firm a de la Secretaria Letrada


Fiscalía de Cámara I

( Cuando la autorid ad fiscal no p erm ite que se consigne el n o m ­


bre fem enino, entonces, será el texto m ism o de la d enuncia
quien dé cuenta de que el abuso que se denuncia fue com etido
con tra una travesti.

Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires


Fecha: 26/11/99
Actuación N ° 3547/99
A P E L L ID O Y N O M B R ES: González, Gustavo Marcelo
D N I N ° 20.059.690
Fecha de Nacimiento: 09/04/68

63
Dom icilio: Ottawa 4150 José C. Paz (C P ) 1665
T E 02320-442270

Sra Defensora: Denuncio que el día 17 de noviembre de


1999 el abogado de oficio de este tribunal, al cual me asig­
naron tuvo un pacto con el fiscal a condenarme que du­
rante 4 meses no podía aparecer en la zona de Chacarita,
ni ejerciendo la prostitución ni caminando por las calles,
porque si no me daría días de arresto.
En motivo de lo cual quiero apelar es que me de mejores
explicaciones, porque no lo entiendo a esto, y porque no
quiero que se juzgue por dicha condición.
Firm a del presentante/denunciante

Se deja constancia que la participación de esta Defenso-


ría del Pueblo no reemplaza las acciones o recursos que
puedan corresponder en vía administrativa o judicial, ni
suspende los plazos para su interposición.

Recepcionó

Firm a Aclaración FM

Es precisam ente el texto “dicha condición” el que advierte


sobre la identidad travesti de la denunciante.
Resulta po r dem ás obvio que se trata de un sector p a rti­
cularm ente crim inalizado y perseguido p o r el sistem a p u nitivo
y sus agentes, pero tam bién es destacable la resistencia que el
m ism o viene haciendo frente a tan ta violencia y d iscrim in a­
ción. En confrontación con u n o rd en socio-sexual, las travestis/
transexuales h an conseguido organizarse y resp o n d er co n tra los

64
m últiples abusos provenientes de las agencias del Estado. En el
cam ino han apren d id o a reco n o cer sus derechos y defenderlos y
se han aliado con otros gru p o s y organism os en ten d ien d o que,
si efectivam ente el pacto social de la m o d e rn id ad es un pacto de
exclusión, entonces, la única respuesta a él es la alianza de las/
os excluidos.

Josefina Fernández

65
Carta a Nadia Echazú

N ad ia:1
Esta es m i c a rta pública p a ra d esp ed irm e de vos, com o
n os d esp ed im o s las travas, sin lág rim as, p o rq u e no nos da*;
sab em o s a qué n o s aten em o s, q u e lo ú n ic o positivo es lo v i­
v id o (p o r eso lo v iv im o s co n tra v ien to y m area), lo que sem ­

1 N a d ia E chazú fue u n a a c tiv is ta trav e sti q u e lu c h ó en ATA (A so ciació n de T ravestis


A rg e n tin a s ), fu n d ó O T T R A (O rg a n iz a c ió n d e T ravestis y T ran sex u a le s A rg e n tin a s).
N a c ió e n Salta u n 15 d e se p tie m b re , re c o rrió m u c h o el país, vivió v e in te años en
C ó rd o b a d e sd e d o n d e se d irig ió a B uen o s A ire s p a ra ra d ic a rs e d e fin itiv a m e n te en
la C iu d a d A u tó n o m a d e B u e n o s A ires. Allí lu c h ó p o r la e lim in a c ió n de to d o tip o de
c o n tro l p o licial del E sta d o so b re la tra n s g e n e rid a d y so b re las su je to s en estad o de
p ro s titu c ió n , re iv in d ic a n d o e sta a ctiv id a d c o m o u n a a lte rn a tiv a viable y d ig n ific an ­
te. D e e n tre los lo g ro s o b te n id o s ju n to a los m o v im ie n to s T T T L G B I y fe m in ista, se
p u e d e n m e n c io n a r las r e fo rm a s a la C a rta M a g n a d e la C iu d a d A u tó n o m a de B uenos
A ire s — q u e in clu y e q u e la o p c ió n sexual n o sea causal d e d i s c r i m i n a c i ó n — ; los e n ­
c u e n tr o s n a c io n a le s G L T T T B d e R osario, S alta, C ó rd o b a y la C iu d a d A u tó n o m a de
B u e n o s A ires; las p r im e ra s d o c e M archas d el O rg u llo G L T T T B . R ecibió el prem io
N E X O p o r su activ ism o .
N a d ia E ch azú es u n re fe re n te insoslayable d e la lu c h a p o r la lib e rta d sexual y de
g é n e ro s e n la R e p ú b lic a A rg e n tin a . H a c o la b o ra d o d e sd e su c o le ctiv o co n el creci­
m ie n to d e m o c rá tic o del p a ís. F alleció el día d o m in g o 18 d e ju lio de 2004.
* Porque n o nos nace h acerlo así.

67
b ram o s y lo que o bsequiam os. Pienso en tus ojos y los m íos
cu an d o m e dijiste “qué lin d o que viniste”, com o si h u b iera ca­
bido o tra posibilidad, nos co m u n icam o s en el ú n ico m o m en to
de ho sp ital que tuvim os p ara n o so tras a solas, n i el en ferm ero
se atrevió a in te rru m p irn o s en n u estra “ileg alid ad ”. Eso nos
bastó. Luego, ya sabem os, vin o el ru id o de m u ch a gente d e m a ­
siado superficial p ara n o so tras dos. De lo ap ren d id o a tu lado,
que es m ucho, au n q u e yo te criticara a veces y o tras no, m e
queda solo u n a deu d a (creo): aclararle al m u n d o “co n o cid o ”
que n o te llore p o rq u e fue tu decisión; d esap arecer p rim ero
de lo público p ara o rg an izar tu m uerte, cosa que hiciste de
to d o s m o d o s m al ¡porque no organizaste un carajo! Y eso, te
cuento, m e enojó. N o o rganizaste el silencio necesario p ara
cerrar cuentas con los tuyos, que com o to d o s los “n u estro s”
creen que p u ed en , en base a no sé qué m an d ato , ad u eñ arse
de n o so tras después de la traició n , el olvido, la in d o len cia y el
tiem p o de ausencias insalvables. C reen que p u ed en arreb atar
n u estro s cu erp o s com o b o tín de g u erra y llevárselos ocu lto s
en tre las ropas p ara v en erarlo s a oscuras, yo te h o n ro igual a
la luz del día y sin tu cu erp o secuestrado. Yo te extraño, te ex ­
trañ a ré siem pre, pero te festejo p o r co n o certe, p o rq u e lograste
evitar el p atetism o al que tem ías (al que tem em o s). Te fuiste
en tu sano juicio, antes de lo que to d o el m u n d o se va, cansada
de que te niegu en el futuro... Q uienes n o saben ni u n a pizca
de esto no en tien d en de suicidios sanos, de m u ertes buscadas,
del descanso anhelado.
M e com prom eto a in ten tar ad u eñ arn o s de nosotras, p la n ­
tearnos objetivos desde la infancia hasta la vejez; p ara que otras
N adias vivam os sin p en sar en la m uerte, siem pre, com o lo h a ­
cías vos, sin pen sar en planes de m ortajas si no en m uchas otras

68
m añanas despertando, p en san d o en to d o lo que vam os a hacer
el día de hoy. Un beso enorm e, sin lágrim as culposas.

Yo, M arlene Wayar2


(La única garza del río Suquia en el Río de la Plata)**

2 C o -fu n d ad o ra de O T I RA y co-fundadora de A sociación G ondolín. C o o rd in ad o ra G e­


neral de Futuro Transgénerico y Asesora en G éneros y D iversidad Sexual del D iputado
Nacional José A. Roselli.
** A orillas del río Suquía se fundó la ciudad de C órdoba, en Argentina.
La imagen del cuerpo
Una aproximación a las representaciones y prácticas en el
cuidado y la atención de la salud

Desde hace varios años, las organizaciones de travestis se


preguntan sobre las posibilidades colectivas para acceder a
una atención apropiada de salud en la ciudad y la provin­
cia de Buenos Aires. E l foco está puesto en las condiciones
estructurales —considerando especialmente las prácticas
cotidianas del sistema de salud pública y las condiciones
de vida del colectivo travesti, transexual y transgenérico—
como una alternativa a aquellos análisis que se concentran
en las dimensiones individuales del fenómeno —que con
frecuencia reproducen estereotipos y prejuicios— y analizan
las barreras que limitan el ejercicio del derecho a la salud
como consecuencias de atributos y características propias de
las travestis, transexuales y transgenéricas.

El concepto de salud integral p ro p u esto hace algunos años p o r


la O rganización M undial de la Salud desafió la idea de salud
com o ausencia de enferm edad, y estableció u n a interesante re-
form ulación que p o n e el acento en las condiciones de vida de
las personas y las com unidades. Entonces, la en ferm ed ad pasó
u ser en tendida no sólo com o un desequilibrio biológico sino a
relacionarse con el concepto de salud, de vida digna y de b ie n ­
estar.

71
Las definiciones de salud y enferm edad a n terio rm en te m e n ­
cionadas im plican que los individuos y/o g ru p o s acceden a u n a
vida saludable en tanto satisfacen sus necesidades, identifican
sus deseos y aspiraciones, cuentan con las capacidades necesa­
rias p ara incidir sobre sus condiciones de vida individuales y
colectivas y tienen posibilidades de llevar adelante sus proyec-,
tos de vida. Estar saludable constituye un proceso que abarca
toda la vida de las personas y que se define de acuerdo a dife­
rentes valores culturales y distintas subjetividades.
Si se tom an en cu en ta las posibilidades que tiene la co m u ­
nidad travesti, transexual y transgenérica de llevar adelante una
vida saludable en ciudad y provincia de Buenos Aires, es nece­
sario considerar dos registros: p o r un lado, el sistem a público
de salud con sus posibilidades y lim itaciones y, p o r el otro, la
lucha p o r el respeto de derechos que son sistem áticam ente v u l­
nerados p o r el Estado.
En este trabajo, la m irad a estará p u esta tan to en el sistem a
de salud de la C iudad A utónom a de Buenos Aires, el co n u rb an o
bonaerense y M ar del Plata —las tres zonas relevadas d u ran te
esta investigación— com o en la m ovilización de la co m u n id ad
travesti, transexual y transgenérica para exigir su derecho a la
salud en u n contexto m arcado p o r la desigualdad social.

Lia mame por mi nombre


La discriminación en las instituciones de salud

El análisis de las instituciones de salud debe dar cuenta de la


gran crisis económ ica que afectó en los últim os años a n u es­
tro país y especialm ente de la reestru ctu ració n del Estado en
la década del ’90, que llevó a la descentralización del sistem a
de salud. La salud no es considerada u n bien social sino u n a

72
m ercancía que se adquiere a través de m ecanism os de m erca­
do. Esto afecta particularm ente a las travestis, que son tratadas
com o ciudadanas y consum idoras de segunda.
Resulta necesario señalar que la defensa del derecho a la
salud no se lim ita sólo a los servicios públicos; se extiende ta m ­
bién a los prestadores privados que reproducen la inequidad en
la m ateria, pro p o rcio n an d o a esta com unidad u n a atención de
m e n o r calidad y, a m enudo, cobrándole más que a otros grupos
de población.
La violencia institucional y las discrim inaciones de género
atraviesan las prácticas de las instituciones hospitalarias tanto
públicas com o privadas. Las travestis son especialm ente afecta­
das p o r estos m odos de operar.
E ntre las b arreras m ás significativas de los servicios públi­
cos de salud (hospitales y centros barriales de atención de la
salud) que m en cio n an las compañeras travestis, se en cu en tran
las dificultades burocráticas, por ejem plo, las dificultades para
o b ten er tu rn o s de atención debido a la mala organización de
los hospitales al respecto. También señalan com o u n obstáculo,
la espera el día de la consulta, que puede extenderse p o r v a­
rias horas en salas de espera atestadas, sin asientos suficientes
y desde horas tem p ran as de la m adrugada. Estas dos barreras
afectan de m an era diferente a los grupos sociales que d ep en d en
exclusivam ente de la red asistencial pública para la atención de
su salud.
En el caso de las travestis, hay obstáculos adicionales que se
vinculan con la falta de respeto y las discrim inaciones h ab itu a­
les p o r parte del p erso n al de salud, tan to adm inistrativos/as y
trabajadores/as sociales com o médicos/as y enferm eros/as.
El respeto a la in tim id ad y la confidencialidad son co n sid e­
raciones difícilm ente atendidas en el sistem a de salud pública.

73
Lo que ocurre a las travestis es que los prejuicios del personal de
salud producen un m altrato sistem ático hacia ellas.
En general, los/las trabajadores/as de la salud no rep aran en
la dignidad que, com o personas, tienen las travestis. Tanto en las
consultas com o en las internaciones, la atención que reciben se
topa frecuentem ente con prejuicios que im piden ab o rd ar ad e­
cuadam ente sus necesidades. Las com pañeras travestis refieren
ocasiones en las que m édicos/as o enferm eros/as se h an negado
a atenderlas p o r su condición de travestis. A sim ism o, las o rg a­
nizaciones h an intervenido p ara asegurar la atención apropiada
de la salud de com pañeras a las que se ha negado o dem o rad o el
tratam ien to adecuado de diversas afecciones.
A las deficiencias generales que afectan al sistem a de salud
pública, a m enu d o se su p erp o n en la d iscrim inación y el ab an ­
dono, p o r lo que las travestis son afectadas p o r su id entidad de
género y p o r su condición de pobreza:

Andrea era una travesti de Matanza (provincia de Buenos


Aires). E l día miércoles sufrió una descompensación por lo
que fue trasladada al Hospital de La Matanza del km. 32.
Ingresa al hospital a las 23 hs. con una afección en el intes­
tino. Desde el momento en que llegó al hospital, ella y los
miembros de su fam ilia fueron muy maltratados y discri­
minados. E l médico que la atendió dijo que no necesitaba
intervención quirúrgica en el momento, pero ella se sentía
tremendamente mal. Discutió fuertemente con el médico
por lo que éste manifestó que si no estaba conforme con la
atención, tenía las puertas abiertas para ir a otro hospital.
Ante toda esta situación de abandono y maltrato, Andrea
decide, el día jueves a las 22 hs., irse con sonda y suero en un
colectivo hasta el Hospital Santojanni, de la Ciudad de Bue-

74
nos Aires. Ingresó al hospital casi sin pulso y en grave estado.
Los médicos decidieron operarla el viernes entre las 7:15 hs.
y las 10 hs. de la mañana. Desgraciadamente pierde la vida.
E l jefe del Hospital Santojanni denuncia al Hospital de La
Matanza por mala praxis y abandono de persona. Como si
se tratara de una burla, los restos de la compañera fueron re­
tenidos hasta hoy lunes 21 a la tarde porque supuestamente
se perdieron los papeles; si no fuera por compañeras y fa m i­
liares que se acercaron a la morgue y presionaron en la co­
misaría, iba a ser cremada porque figuraba como N N . Una
vez más este Estado de mierda, segregacionista y asesino se
cobra la vida de una compañera travesti, de una persona
pobre, que sólo reclamó hasta último momento ser asistida
médicamente, derecho que supuestamente está garantizado
en “nuestra querida” Constitución.1

Se ha señalado que las travestís, com o grupo de población,


están inm ersas en relaciones de su b o rd in ació n y desigualdad
que co n d icio n an sus posibilidades colectivas de acceso a una
vida digna, saludable y gratificante. La d iscrim in ació n y segre­
gación de las que son objeto hace que el cu id ad o de la p ro p ia sa­
lud difícilm ente sea una p rio rid ad en u n día a día que las m a r­
gina de la vida económ ica, política y cultural de las sociedades
en q u e viven.
T anto el d o lo r y la in d ig n ació n que p ro d u ce n o ser lla ­
m ad as p o r el n o m b re con que eligen ser reco n o cid as, com o
la ex p erien cia de c o m p a rtir salas de espera, o de in tern ació n ,
d o n d e son b u rlad a s o m a ltratad as a causa de su id e n tid ad tra-

1 D en u n cia difundida p o r correo electrónico en m arzo de 2005 p or activistas de la A so­


ciación Travestis, Transexuales y Transgéneros de la A rgentina.

75
vesti resu ltan u n a razó n ad icional p ara c o n c u rrir ta rd ía m e n te
a las institucion es de salud. Así lo m e n cio n a u n te stim o n io
recogido p o r B arreda y sus colaboradores: “O d io cu an d o te
atiende u n em pleado en la v entanilla (que te están v iendo) y
te dice con el n o m b re de v arón, ¿acaso 110 ve que estoy vestida
de m u jer?”.2
C om o ya se m encionó, las prácticas institucionales d iscri­
m inatorias del sistem a de salud pública y las condiciones de
vulnerabilidad que afectan a la población travesti inciden en la
tendencia a d em o rar la consulta de salud. En general, las in te ­
racciones entre las com pañeras travestis y las instituciones es­
tatales están atravesadas p o r la desvalorización co n tin u a de la
identidad travesti. N o resulta extraño, en consecuencia, que las
travestis tien d an a re c u rrir al sistem a público de atención de la
salud cuando sus condiciones de vida están seriam ente afec­
tadas p o r severas dolencias. La atención de la salud, entonces,
tiene lugar m ayorm ente en condiciones aprem iantes que difi­
cultan el tratam ien to y/o la recuperación.
En la encuesta que se realizó d u ran te el año 2005, se observa
que casi la m itad (45%) de las com pañeras entrevistadas m e n ­
ciona no controlar reg u larm en te su estado de salud. E ntre las
que han respondido negativam ente, la d iscrim in ació n (33.1%),
seguida p o r el m iedo a los controles (22.9%) y la falta de tiem po
(17.8%) son algunos de los m otivos a los que aluden p ara expli­
car la falta de cuidado de su propio bienestar. E ntre las m enores
de 21 años, aum en tan las m enciones al m iedo (47.6%) y entre
las m ayores de 31, to m an im p o rtan cia la vagancia, la apatía o el
sim ple “no tengo ganas”.

2 En Barreda V. Alarcón G., Isnardi V. (2003) “Prevención y travestism o, género, cuerpo


e identidad” en Infosida (Buenos Aires, Año 3, N° 3, octubre).

76
Vamos a la calle y allí nos curamos
Subjetividad y salud

C om o dijéram os previam ente, la salud es un proceso que se


construye en estrecha interrelación con las condiciones de la
vida cotidiana. Es decir, las co n d icio n es m ateriales de su b sis­
tencia, el acceso al sistem a de salud, la violencia, el acceso a la
educación, el acceso a la ju sticia, en tre otros.
La crim in alizació n de la id e n tid a d travesti y la estig m ati-
zación que aco m p añ a el ejercicio de la p ro stitu c ió n callejera,
coloca al colectivo en u n a p o sició n m uy v u ln erab le re sp e c ­
to de la expo sició n a la v iolencia de to d o tipo: las e n fe rm e ­
dades asociadas con la p obreza, la dificultad p a ra in c o rp o ra r
p rácticas prev en tiv as de cu id ad o de la salud, la alta in cid en cia
de contagio de V IH /SID A y o tras infecciones de tra n sm isió n
sexual (ITS).
En palabras de d o c to r Y paraguirre, m éd ico de la U n id ad
de V IH /S ID A del H o sp ital M u ñ iz de la C iu d ad A u tó n o m a de
B uenos A ires, “ ... Las co n d icio n es de vida, el n o estar bien
alim entadas, el ser v íctim as de agresión y v io len cia po licial
incide en sus co n d icio n es generales de salu d ”.3
Tal com o m en cio n a este testim o n io , es relevante co n si­
d e ra r algunas características que h acen a las c o n d icio n es en
que vive el trav estism o com o g ru p o social y que im p a c ta en
sus p o sib ilid ad es de ejercer el d erech o a la salud. Las travestis
com o g ru p o se caracterizan p o r estar m a rg in ad as del in g reso
a em pleos de calidad. El ejercicio de la p ro stitu ció n calleje­
ra es la m ás im p o rtan te fuente de ingreso p ara el 79.1% de las
com pañeras encuestadas. A quellas com pañeras que re p o rta n

3 E ntrevista realizada du ran te el m es de julio del 2005.

77
otros trabajos tam bién se en cu en tran en el m ercado inform al,
sin reconocim iento de n in g ú n derecho laboral, en ocupaciones
de baja calificación y rem uneración.
En el cam po de la educación, a p esar del d eterio ro de las
in stitu cio n es educativas p ú b licas y de las co n d icio n es la b o ra ­
les en los últim o s años en la A rgentina, aún sigue vigente la
relación que se establece en tre el nivel de co n o cim ien to s y el
g rad o form al alcanzado, co n la m ayor o m e n o r p o sib ilid ad
de acceder al m ercad o laboral. Por o tro lado, el m ayor acceso
al co n o cim ie n to se v in cu la con una m ayor capacidad p ara el
cu id ad o de la salud, u n a m ás clara identificación de los riesgos
y m ás au to n o m ía p ara to m a r decisiones in fo rm ad as. En re la ­
ción al colectivo travesti, la am plia m ay o ría n o ha co n clu id o
el ciclo secu n d ario de ed u cació n form al y cu en ta con m u ch o s
m enos años de esco larid ad que el resto de la p o b lació n de la
C iudad y del G ran B uenos A ires. Por o tro lado, las co m p a ­
ñeras refieren la existencia de prejuicios y u n g ran tem o r a la
d iscrim in ac ió n com o o b stácu lo s p ara in c o rp o ra rse al sistem a
educativo (Ver capítulo sobre educación). Todo ello p erju d ica
las posibilidades colectivas p a ra ejercitar u n m ejo r cu id ad o de
la salud y tam b ién lim ita la capacidad p ara elu d ir los o b stá c u ­
los b u ro crático s y to m a r las decisiones necesarias p ara in c o r­
p o rarse al sistem a de salud.
Las condicio n es hab itacio n ales son, a m e n u d o , m uy p re ­
carias y en m uchos casos existen dificultades de acceso a s e r­
vicios básicos. En la C iu d ad A u tó n o m a de B uenos A ires, las
co m p añ eras travestís resid en m ay o ritariam en te en hoteles o
p en sio n es (59.6%), d o n d e d eben co m p a rtir el b añ o y la cocina
y no cu en tan con servicio de calefacción p rovisto p o r el hotel.
En el G ran B uenos A ires, las co m p añ eras tie n d e n a vivir en

78
casas antes que en hoteles: el 51.2% m an ifestó vivir en su p r o ­
pia vivienda y el 28.4% en viv ien d a alquilada. Lo m ism o p asa
en M ar del Plata, d o n d e el 53.7% dijo resid ir en u n a v iv ien d a
alq u ilad a y el 22% en v ivienda pro p ia. Sin em bargo, al ser c o n ­
su ltad as estas últim as acerca de las co n d icio n es de sus v iv ie n ­
das, resp o n d iero n , con frecuencia, que eran p recarias (p o rq u e
no co n tab an con algún servicio o p o r el tip o de m ateriales co n
que estaban co n stru id as).
Las travestis tran sitan u n am biente social d o n d e la d isc ri­
m inación y la travestofobia son registros p erm an en tes de los
espacios en los que se desenvuelven. U na característica que d i­
ferencia al travestism o de otros gru p o s o p rim id o s es que m u ­
chas veces no e n cu e n tran co n ten ció n en sus fam ilias, ya que
m uchos/as de sus fam iliares se cu en tan entre las p ersonas que
no respetan su identidad.
A m enudo, las representaciones sociales asocian al trav es­
tism o con u n a ru p tu ra del o rd en establecido y de las n o rm as
m orales de la convivencia. C om o se ha dicho en el capítulo s o ­
bre violencia, esta sanción social se expresa a través de las ag re­
siones de p articu lares y de fu n cio n ario s/as del E stado (especial­
m ente de los/las agentes de policía). Tam bién las condiciones
del trabajo callejero im plican, con frecuencia, la exposición a
am bientes hostiles que in ciden en el tipo de com plicaciones de
salud de las com p añ eras travestis. Juegan en co n tra —p o r m e n ­
cio nar algunos factores— las condiciones clim áticas, la v io len ­
cia social y el abuso policial.
La hostilidad del sistem a público de salud p ro d u ce la b ú s­
queda de estrategias alternativas de atención de la salud. Las
com pañeras con frecuencia recu rren a m édicos/as p articu lares
con quienes h an establecido relaciones de confianza, p ero en
los consultorios p articu lares no se po seen quirófanos ni condi-

79
d o n e s suficientes cuando hay que interven ir p o r algún acto de
violencia.
D iana Sacayán se refirió a esta cuestión d u ran te u n a e n tre ­
vista a m ediados de julio de este año: “N o van al hospital p o r­
que saben que interviene la policía. En ese caso se van a la calle
y ven cóm o se pueden curar. Tam bién tenem os relación con un
m édico el cual sí atiende casos no sólo de violencia callejera
sino que tam bién casos de abusos sexuales en los cuales no se
quería d en u n ciar”.
U na consideración aparte m erecen las intervenciones de
transform ación del p ro p io cu erp o que caracterizan la ex p erien ­
cia com o travestís. Por u n lado, la desvalorización social de su
identidad, la expulsión del sistem a de salud y del m ercado de
em pleo form al inciden en las posibilidades de acceder a p ro ­
fesionales e instituciones confiables para la realización de las
distintas intervenciones (inyección de siliconas, im plantes de
prótesis, cirugías, tratam ien to s horm onales).
El 87.7% del total de las com pañeras travestís consultadas
han m odificado su cu erp o sin registrarse diferencias p o r edad y
localidad de residencia. E ntre ellas, el 82.2% se inyectó siliconas,
el 66.3% realizó tratam ien to s horm onales y el 31.8% se im p lan ­
tó prótesis. La m ayoría se realizó m ás de u n a m odificación. La
cantidad de m odificaciones no au m en ta con la edad, las jóvenes
se realizaron en prom edio la m ism a can tid ad de m odificacio­
nes que las mayores.
Es necesario ten er en cu en ta los ám bitos en los que las m o ­
dificaciones de sus cu erp o s tienen lugar. El 97.7% de las co m p a­
ñeras que se inyectaron siliconas y el 92.9% de las que realiza­
ron un tratam ien to h o rm o n al señalan que estas intervenciones
se realizaron en un dom icilio particular. En el caso del im p lan ­
te de prótesis, el 35.7% refiere que co n cu rrió a un consultorio

80
particu lar y el 59.5% a u n a clínica privada. En estos casos, con
m ucha frecu en cia, no existen condiciones ad ecu ad as de asep­
sia, no hay in te rn a c ió n ni control p o ste rio r de la interv en ció n y
tam poco se o b tie n e u n recibo p o r el pago.
El ejercicio de la pro stitu ció n incide en las m odificaciones
corporales, ya que hay atrib u to s físicos que son valorados por
los clientes. D e esta m anera, la c o n stru cció n de sus cu erp o s está
atravesada p o r la tensión entre los p ro p io s deseos y los co n d i­
cionantes del c o n su m o prostibular.
Los sistem as de salud de la ciu d ad y la p ro v in cia de Bue­
nos Aires no c u e n ta n con profesionales ni p ro g ram as que c o n ­
sideren las necesidades de atención de la salud, que derivan de
las intervenciones corporales p racticad as p o r las travestis. M ás
bien, la atención de com plicaciones derivadas de estas in ter­
venciones están signadas p o r el prejuicio acerca de la superfi­
cialidad de estas m odificaciones y no p o r el debido respeto a la
identidad.
Este contexto da cu en ta de la ten sió n que p ro d u ce vivir en
u n en to rn o que sistem áticam ente está ju zg an d o y san cio n an d o
las acciones de las travestis. La co n tin u a ho stilid ad social re ­
quiere invertir m u ch a energía en las estrategias de su p erv iv en ­
cia y tam bién tiene u n im pacto significativo en la subjetividad,
a través de la travestofobia in ternalizada.
Estas condiciones de vida se v in cu lan con las dificultades
p ara llevar adelante prácticas efectivas de cuidado. C o n frecu en ­
cia, la precariedad en que viven las travestis afecta la atención a
las m anifestaciones corporales que in d ican un desequilibrio en
el estado de salud. Las travestis son u n a población vulnerable
en relación con su salud p o r razones sociales, políticas y e co n ó ­
micas; y además, p o r el im pacto de estos co n d icio n am ien to s en
sus subjetividades.

81
La posibilidad de so rtear las barreras institucionales, co m ­
p ren d er los requisitos necesarios para acceder al sistem a de sa­
lud pública —y a las políticas sociales en g eneral— y m odificar
prácticas institucionales excluyentes tienen estrecha relación
con la capacidad de asociarse a otros/as en igual o sim ilar situ a­
ción. En este sentido, la m ovilización del colectivo travestí p ara
luchar p o r el pleno reconocim iento de sus derechos es de vital
im portancia. Las organizaciones han ejercido u n a fuerte p re ­
sión en algunos espacios institucionales de salud y han aco m ­
pañado las dem andas individuales de m uchas com pañeras.
D iana Sacayán, activista del M ovim iento A n tid iscrim in a­
torio de Liberación (M AL), reflexiona —en la entrevista citada
an terio rm e n te— sobre su pro p ia experiencia de reclam os al sis­
tem a de salud y la im p o rtan cia de la organización colectiva:

Más que con mi acto individual tiene que ver con la actitud
de denunciar. Y a su vez, esto también se relaciona con un
montón de actitudes individuales que sefueron visualizando
a través de las denuncias de las compañeras travestís. Y esto
también tiene que ver con la lucha que viene desarrollando el
Movimiento G L T T B en todos los espacios institucionales. O
sea, la injerencia política que ha tenido en los últimos tiem­
pos el Movimiento G L T T B en la Ciudad Autónoma, porque
esto no me pasó en la provincia de Buenos Aires. Nosotras
tenemos una organización que se dedica a las cuestiones de
violencia sobre todo las que estén relacionadas con cuestio­
nes genéricas y con diversidades sexuales, pero nos relacio­
namos muchísimo con grupos y organizaciones o individuos
que tengan que ver con la lucha por el reconocimiento de las
identidades de género y el reconocimiento de los derechos
para las diversidades de las minorías sexuales.

82
La comunidad travestí frente a la epidemia de
VIH-SIDA

Respecto de la epidem ia de VIH-SID A, los pro g ram as es­


tatales aún no reconocen las p articularidades de nu estra id en ­
tidad travestí. En p rim er lugar, las travestis están invisibiliza-
das en las estadísticas oficiales, que las registran com o varones
a p a rtir del nom b re que figura en su D ocum ento N acional de
Identidad. En consecuencia, es im posible acceder a estadísticas
confiables acerca de la cantidad de com pañeras travestis que
h an ingresado al sistem a público de salud por causas v in cu la­
das con el V IH -SID A .
Por otra parte, las instituciones oficiales (nacionales y su-
pranacionales) responsables del diseño de los program as de lu ­
cha co n tra la epidem ia y gran p arte de las organizaciones no
gubernam entales que trabajan con proyectos en la m ateria, no
reconocen las p articu larid ad es de esta com unidad com o des-
tin ataria de políticas de prevención y asistencia. En general, se
las subsum e a otros grupos sociales bajo la categoría “hom bres
que tienen sexo con hom bres”, definición que es resistida y no
reconocida p o r el colectivo de las com pañeras travestís.
En el área de salud de la C iudad A utónom a de Buenos Aires,
existe u n a u n id ad especial p ara tratam ien to de VIH/SIDA en el
H ospital M uñiz. Allí se atien d en to d o s/as los/as infectados/as
que llegan a la consulta sin im p o rtar su condición genérica ni
su opción sexual. La presencia de travestis generó fuertes in ­
terrogantes al equipo m édico, obligándolo a repensar y rep en ­
sarse no sólo en lo referente a sus conductas sino a su propia
sexualidad. Esto h a provocado m uchas situaciones traum áticas
p ara las travestis ya que se en co n trab an en un momento p a rti­
cularm ente vulnerable, a causa de su estado de salud.

83
El Dr. Y paraguirre relató d u ran te una entrevista la histo ria
de la u n id ad en relación a la aparición de pacientes travestis:

Alrededor de 1994, aparecen los primeros casos de traves­


tis, y produce una gran conmoción en el equipo de salud.
La prim er controversia es sobre dónde deberían ser inter­
nados. Nunca se les preguntaba a ellas donde querían ir.
A llí comienza una prim er situación de conflicto porque no
querían ir a la sala de varones porque eran abusados por
pacientes, familiares de enfermos o por los propios enfer­
meros. Llegaban en estado casi terminal, muy comprome­
tida toda su salud. Muy mal estado general y con trastor­
nos neuropsiquiátricos importantes. Esto es un aspecto que
afecta la enfermedad en estado terminal pero también por
las condiciones de vida, muy mal alimentadas, víctimas
de agresión y violencia policial. Otro dato importante res­
pecto del estado general era que ya eran más grandes, iban
entre 30 y 40 años, por lo tanto tenían un organismo na­
turalmente más deteriorado. Con una situación muy com­
plicada por su propia actividad. Eran épocas de estadías
hospitalarias muy prolongadas, gran conmoción en todo
el hospital, y recién en ese momento se vio la necesidad de
incorporar al equipo psicólogos y psiquiatras. Se armó un
verdadero equipo de salud mental con dos líneas de trabajo:
por un lado, con las travestis, pero por otro, con el equipo de
salud por el deterioro que producía la relación directa con
situaciones terminales en todos los pacientes no importara
su sexo o género. Se realizó una investigación con el equipo
médico y se detectó lo que se llama el Síndrome de Borneo
dado que los médicos empezaban a no dormir, estar muy
estresada, tremendamente ansiosa y muy interrogada en

84
la práctica su propia sexualidad. Se comienza a articular
una organización de ayuda dentro del hospital con la con­
cepción de que detrás de una persona enferma existía un
problema social importante. Esto era más fuerte con las
travestís porque eran muy abandonadas. Los pacientes ho­
mosexuales y heterosexuales eran más contenidos. En el
caso de las travestís no respondía la fam ilia incluso con
el fallecimiento, había cuerpos que ni siquiera eran recla­
mados. En el hospital M uñiz el equipo de trabajo se hace
efectivamente transdisciplinario, se conforma una “cultu­
ra M u ñiz”, donde se transita de una fuerte discriminación
inicial de los médicos ( “putos de m ierda1) a comentarios
sobre que tenían “unos lomos espectaculares que ninguna
mujer podría tener”, lo que muestra la interpelación a la
propia sexualidad. Actualmente el equipo de enfermería es
muy profesional, sumamente comprometido y abnegado.
Fue un largo aprendizaje. Lo importante fue que en esos
tiempos (alrededor de 1995) las travestís se estaban empe­
zando a organizar para la lucha de sus derechos.

El caso m e n c io n a d o reg istra la in cid en cia de la lucha p o r


los derech o s en el sistem a de salud pú b lica en la C iu d a d A u tó ­
n o m a de B uenos A ires, en el que u n largo y trab ajo so proceso
llevó a los/las in teg ran tes de la in stitu ció n a reflexionar acerca
de la “calidad de la aten ció n ” b rin d a d a a las travestis. Sin e m ­
bargo, com o se v erá m ás adelante, las ten sio n es están lejos de
resolverse to talm en te. U na queja ante la D efen so ría del Pueblo
de la C iu d ad de B uenos A ires fue llevada ad elante p o r D iana
Sacayán (activ ista), p o r actitu d es de m a ltrato y d isc rim in a ­
ción en la G u ard ia G en eral del p ro p io H o sp ital M uñiz.

85
Silencios públicos, muertes privadas:
el impacto de las relaciones no protegidas

La negociación de la utilización del preservativo en las rela­


ciones sexuales supone u n tiem po y una dedicación extra en
el ejercicio de la prostitución. Es necesario ten er en cuenta a l­
gunas cuestiones: en p rim er lugar, las posibilidades de to m ar
decisiones autónom as de las travestis, consideradas in d iv id u al­
m ente en el contexto de u n a m arcada ineq u id ad social. C on
m ucha frecuencia la iniciativa respecto de la protección en las
relaciones sexuales queda en m anos de las travestis y descansa
en su p o d e r de convencim iento o de realizar estrategias diver­
sas en relación con los clientes. En relación al V IH -SID A , el
cuidado de las travestis no se lim ita a las situaciones de ejercicio
de la prostitución; tam bién atraviesa sus relaciones de pareja.
La exposición a la infección de V IH tiene lugar en el contexto
de relaciones íntim as, en las que los térm in o s de los acuerdos
acerca del uso del preservativo están signados p o r cuestiones
afectivas, valores culturales relacionados con el am or ro m á n ti­
co y la autoestim a de los/las participantes.
El uso de preservativo está m uy asociado (desde la ap ari­
ción del V IH -SID A ) a la idea de estar prev in ien d o el riesgo de
la m uerte, frente a u n a situación —el ejercicio de la sexuali­
d a d — que se asocia con el placer y la vida.
En sucesivos talleres inform ativos se ha observado que las
com pañeras travestis cu en tan con m ucha inform ación acerca
de la prevención de V IH -SID A y otras infecciones de tra n sm i­
sión sexual. C om o ya se ha m encionado, las posibilidades de
to m ar decisiones inform adas y llevarlas adelante no son u n a
cuestión solam ente de acceso a la inform ación sino de recursos
colectivos. Cabe evaluar la efectividad de las actividades p re ­

86
ventivas en un contexto de desvalorización social y precarias
condiciones de vida.
C uando a la discrim in ació n de la p ro p ia id e n tid ad travesti
—p o r parte de la sociedad en general y de las instituciones de
salud en p articu la r— se sum a el estigm a vinculado con la infec­
ción p o r V IH -SID A , m uchas com pañeras travestis decid en no
seguir los tratam ien to s, aunque estén fo rm alm en te disponibles,
o solicitan tratam ien to en form a tardía. Este fen ó m en o tal vez
se vincule con la falta de expectativas respecto del fu tu ro en u n a
sociedad hostil y con la relación en tre in stitu ció n h o spitalaria y
m alos tratos. D iana Sacayán co m entó al respecto que “sabiendo
o presum iendo, tam b ién de m an era prejuiciosa, las co m p añ e­
ras, de que bueno, ya está. P or ahí alguna vez fu ero n [al h o sp i­
tal] y les dijeron que sí, que tenían H IV y bueno, se dejan m orir.
Yo conozco m uchas com pañeras, que las veo. Y ya n o hay caso
de recom endarles que vayan. No, se dejan m o rir”.
En base al listado de travestis fallecidas en los últim o s 5
años, referido p o r las encuestadas, en el 62% de los casos se
m enciona al SIDA com o causa del fallecim iento. C abe destacar
que la incidencia de los fallecim ientos a causa del SIDA es aun
m ás alarm ante con sid eran d o que en nuestro país el tratam ien to
está form alm ente disponible de m an era gratuita.

La conciencia insiste: la declaración de Diana


Sacayan frente a un acto discriminatorio en dos
hospitales públicos

Denuncia 1: Hospital Muñiz, Ciudad de Buenos Aires

Existieron dos episodios: uno en el Hospital M uñiz (de la


Ciudad de Buenos Aires) y otro en el Hospital Paroissien,

87
de La Matanza, provincia de Buenos Aires. E l del M uñiz
ocurrió hace como dos años y medio atrás y el del Parois-
sien harán cuatro o cinco meses. Fui a hacer una consulta
por Consultorios Externos del Servicio de Neumonología
en el Hospital M uñiz, para que me dieran el tratamiento
profiláctico de la tuberculosis, recomendado por mi mé­
dica. Como la médica no se encontraba en el hospital, me
atienden en otro consultorio. Bueno, yo entro al consulto­
rio, le comento más o menos cuál es el tratamiento que yo
vengo a hacerme por recomendación de mi médica. Entro
al consultorio, estábamos hablando lo más bien, yo le digo:
“M i caso es así. La doctora ya lo viene estudiando”. Y el
chico agarra y me dice: “Bueno, está bien. ¿Nombre..”. C o ­
mienza a tomarme todos los datos. Y le digo: “M i nombre
de D N I es tal, pero si no te es mucha molestia me podrías
llamar por mi apellido”. O sea que ni siquiera le dije que me
llamara por mi nombre genérico. Y el tipo sigue hablando
y me dice: “Bueno, tu caso ya más o menos lo sé, seguí el
tratamiento y venite dentro de tanto y tanto tiempo”. Y me
dice: “Bueno macho, está bien”. En esos términos me habla.
Y cuando yo le digo: “Discúlpame, recién te acabo de decir
que te voy a pedir que no me llamés por mi nombre, que
nada más me llamés por mi apellido, por favor respeta-
me. Porque yo por más que presuma que vos sos semejante
marica — así se lo dije— no te estoy diciendo mariquita,
maricota ni nada. Te digo doctor. A sí que por favor a vos
te pido que me llames por mi apellido”. Y entonces me dice:
“Bueno mirá, si no te gusta como te atiendo, andá y que
te atiendan en otro lado porque yo no te voy a atender”. Y
entonces le digo: “No, vos me tenés que atender. No es que
no me gusta. Te estoy reclamando que no me discrimines
por ser travestí”. Y el tipo me dice: “¿Vos qué te pensás?”.

88
Y ahí yo empecé a gritarle al tipo y el tipo se histeriqueó y
mandó a llam ar gente para que me saquen del consulto­
rio. Y ahí vino una asistente social que fue quien salió de
testigo por una denuncia que yo hice al Hospital M uñiz
en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
La Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires se
expide con unas recomendaciones para el hospital diciendo
que es necesario que tengan un perfeccionamiento a través
de cursos en el área de cuestiones de género. La denuncia
la hice a todos los médicos desde el director del Hospital.
Yo me seguí atendiendo en el hospital y hubo una asistente
social que se porto muy bien, o sea que hay gente dentro
del hospital que tiene voluntad. Lo que sí, la queja y el re­
clamo nuestro es con respecto al trato institucional hacia
la comunidad travestí. Como sucede también en muchos
otros casos, personas inmigrantes. Después de la denuncia
no tuve problemas, al contrario se cuidaban mucho más.

Denuncia 2: Hospital Paroissien,


La Matanza, provincia de Buenos Aires

Trabajando en la calle tuve una situación de agresión física.


Hubo intervención de la policía y fu i a la Sala de Primeros
Auxilios del Hospital María Ferrer. La policía no me llevó
sino que fue un taxista que tuvo buena voluntad porque
viéndome herida me llevó y no me quiso cobrar nada.
A l llegar a la Sala, los médicos no me querían tocar por te­
ner una herida. Incluso médicos que tenían puestos guantes.
Pero ellos presumían de form a prejuiciosa y discriminatoria
que yo por ser travestí tenía que estar infectada con H IV .
Bueno, estefue el prim er acto agresivo y violento departe de
la institución médica. Luego me trasladan a otro hospital en

89
una ambulancia porque yo armé un escándalo.
Me dejaron en una camilla y se estaban comunicando con
la ambulancia, pero no de la manera que tendría que ha­
ber sido porque yo estaba con una herida. Entonces, yo aún
consciente empiezo a reclamar. Empecé a gritar: “¡Que me
lleven, que me lleven, que me lleven!”. Si ahí no tenían qui­
rófano que me llevaran a otro hospital. Entonces ahí me lle­
van al Hospital Paroissien de la provincia de Buenos Aires,
donde también me llevaron sin ningún tipo de informe sobre
cuál era mi situación. Por eso la intervención quirúrgica se
retrasó como una hora, porque tuvieron que hablar con el
médico de la sala de primeros auxilios.
Los médicos de la guardia del Paroissien se comunicaron con
los médicos del Hospital Ferrer para que dieran el informe
de cómo había sido la cosa.
Entre tanto estuve en un pasillo cuarenta minutos, una hora,
esperando a que se decidan a llevarme al quirófano. Cuando
me llevan y lo primero que la doctora hace es pronunciar el
nombre correspondiente a mi D N I y me dice: Bueno tal,
quedate tranquilo que ya te vamos a operar”. Bueno, a esto
yo respondo y le digo que por favor me llame por mi apellido,
que mi nombre era Diana pero que si le molestaba mucho,
que me llamara por mi apellido. La doctora no se acordaba
de mi nombre, pero al fin a l comenta mi hermana que cuan­
do terminó la operación me cacheteaban para que reaccio­
nara y me decía: “Despertate Déborah”.
También me sentí violentada cuando tenía que entrar al
quirófano y las chicas me llamaban por mi nombre de D N I.
Pero no era una agresión tan fuerte como la que sufrí por el
médico del Hospital Muñiz, que no me quería atender por
ser travestí. Me pareció mucho más duro. Me marcó más a

90
mi porque ahí sentí una violencia ejercida desde miii noi
mativa. En cambio en el Paroissien sentí que era por igno
rancia que lo hacían. Una vez operada fu i trasladada a una
sala de varones, solicité traslado a otro hospital porque me
di cuenta de que ahí faltaban insumos, porque había con­
flicto y estaban de paro, allí había otro problema no por mi
condición travestí solamente.
Finalmente no me trasladaron y me dieron el alta porque
ya estaba muy bien. A los dos días, intervino la Secretaría
de Derechos Humanos de la Nación porque se comunicaron
distintas organizaciones, una a la cual yo pertenezco (M o­
vimiento Antidiscriminatorio de Liberación) y otras con las
cuales nosotros trabajamos como A L I T T y el Área de Estu­
dios Queer.

Estos dos casos de d en u n cia realizados p o r la m ism a p erso ­


n a m u estran diferencias. En el C aso del H ospital M u ñ iz la en ­
trevistada considera que se hizo ejercicio de la violencia in stitu ­
cional y de una actitu d d iscrim in ato ria adrede del m édico. En el
caso del H ospital Paroissien, la entrevistada refiere que si bien
h u b o discrim inació n , considera que los m édicos h iciero n es­
fuerzos p o r cu m p lir con su p ed id o (llam ándola p o r su nom bre
una vez que lo requirió) y que operó m ás el desconocim iento
que la m ala intención. Por o tro lado, hay una referencia explí­
cita en el testim on io a la clara percep ció n de que se tratab a de
m últiples subordin acio n es y discrim inaciones: género y condi­
ción de clase. Las travestis están atravesadas p o r desigualdades
relacionadas con la desvalorización social de su id en tid ad de
género com o p o r la desigualdad en tre clases sociales.

María Alicia Gutiérrez

91
Los cuerpos de la universalidad
Educación y tavestismo/transexualismo

La educación en A rgentina fue planteada, m ás que com o u n d e ­


recho, com o una obligación y u n a necesidad de E stado. P rim ero
frente a las m asas criollas y luego ante la urgencia de “arg en tin i-
zar” a los extranjeros tras la inm ig ració n masiva. La ed u cació n
argentina tuvo, desde sus com ienzos, una perspectiva u n iv e r­
salista e inclusiva plasm ada en la Ley de E ducación C o m ú n de
1884, que consagró la form ación gratuita, laica y obligatoria.
En este m arco, y valorizada com o espacio de socialización,
la escuela p reten d e ser un ám bito en el cual se su sp en d en los
conflictos del m u n d o adulto, fu n d am en talm en te el tratam ien to
d ispar y la segregación, propios de u n a sociedad inequitativa. La
escuela es caracterizada com o “el segundo h o g ar”, su p o n ien d o
que esto im plica am o r y, sobre todo, contención y sentim iento
de pertenencia. Sin em bargo, la escuela argentina jam ás fue tal
“segundo h o g ar” y tam p o co h a resultado u n espacio tan in clu ­
sivo com o se presenta; com o to d a institución, tiene sus reglas
de fun cio n am ien to y sus sistem as de exclusión. En todo caso,
la escuela, com o ám bito disciplinario, ha sabido cobijar sólo
aquello que ella m ism a h a creado.
No obstante esto, la ed u cació n en n uestro país, a diferencia
de otras instituciones, se ha definido y legitimado a p artir de

93
esta ilusoria noción inclusiva y universalista. Ilusión u n iv ersa­
lista que co m p o rta u n a doble cara: universal en sus contenidos
y universal en sus alcances. Es decir, la educación pública p re ­
tende, desde su carácter laico, b rin d ar una form ación integral
despojada de los prejuicios y los particu larism o s de un sector
de la sociedad; y a la vez, desde su carácter universalista, ex ten ­
der el derecho (e incluso la obligatoriedad) de la educación a
todas las personas.
Esta universalidad, com o puede suponerse, m uestra sus lí­
m ites a la hora de pensar, p o r ejemplo, las relaciones entre e d u ­
cación y sexualidad. “D e esto no se habla” pareciera ser el le­
m a.1
C uando la escuela “habla” de sexualidad, lo hace g eneral­
m ente, asociándola a la reproducción, siendo m ateria de estu ­
dio de las ciencias biológicas. Así, la sexualidad, si es que se
encara, es vinculada a la relación sexual y ésta, a su vez, es e n ­
ten d id a com o coito heterosexual, enfatizándose los aspectos
“peligrosos” del sexo: el peligro de los em barazos no deseados y
el peligro de contagio de ETS-SIDA. La sexualidad se define, a
fin de cuentas, com o algo practicad o ocasionalm ente (y no sin
altos “riesgos”) y no com o algo que se es. La escuela reproduce
y m antiene el ideal fam iliar m onogám ico y heterosexual. Pero
en ese m ism o m ovim iento de reproducción ideológica, calla los
procesos que ella m ism a genera p ara lograr dichas co n stru ccio ­
nes.
La escuela delim ita qué es y qué no es de su incum bencia.
Q ué educación universal im p arte y qué “m alas educaciones” ig­
nora, evita, sustrae del discurso escolar. Y con ello, qué cuerpos

1 C om o m uestra, sirva de ejem plo la negativa de la Legislatura p o rteñ a a incorporar la


educación sexual en las escuelas y, en el proceso de dicho debate, el silencio de los organis­
m os que nuclean a los docentes a siquiera pronunciarse sobre el tem a.

94
escucha y reconoce y cuáles disim ula y excluye. Así, com ienza
a entenderse p o r qué el 64% de las travestis encuestadas que
dicen haberse reco n o cid o en dicha iden tid ad antes de los trece
años, no term in ó la prim aria. Vale aclarar que entre aquéllas
que lograron te rm in a rla p rim aria, m enos del 20% com pletó los
estudios secundarios. A co ntinuación, dos testim onios recogi­
dos durante la encuesta, enfatizan el problem a:

Yo tengo prim aria completa y secundaria sin terminar. Te­


nía 15 años cuando dejé. (...) Lo dejé más que nada por el
tema de la discriminación. De chico ya era afeminado, ya
todo el mundo te mira raro y ya es algo diferente a lo nor­
mal (...) y eso te lleva a llenar mucho la cabeza. Y te ponés
a pensar, y en definitiva no sabés para qué estás estudiando
al fin y al cabo...

Me hubiese encantado ir a la escuela vestida así, con unas


sandalitas así. Y por qué no, y bueno porque siempre man­
tuve una conducta...

C uando se co m p aran los reco rrid o s en educación del colec­


tivo travesti/tran sex u al se advierte que, p ara p o d e r com pletar
los estudios secu n d ario s, lo h ab itu al es rep etir y reiniciar los
años lectivos en distin tas escuelas. T erm in ar la secu n d aria se ha
to rn ad o un itin erario casi co n tin u o de colegio en colegio.

Esta constatació n m u estra h asta qué p u n to , en m uchos ca­


sos, la p o sterio r “deserción”2 escolar tiene p o co que ver con una

2 El colocar entre com illas la palabra deserción responde a la asociación de este térm ino
con una cierta voluntad que, tal com o precisam os en el texto, estaría ausente en los casos
analizados.

95
elección personal de ab an d o n ar los estudios e incluso se aleja
de los m otivos de “deserción” presentes en o tro s grupos socia­
les, com o la necesidad económ ica de ingresar al m u n d o laboral.
Así lo dem uestran los siguientes testim onios:

Tuve suerte en la secundaria, en algunos colegios tuve suer­


te. Yo llegué hasta noveno año, repetí cuatro veces el octavo
porque no me sentía cómoda con los compañeros.

Estuve tres años intentando terminar el primero de polimo-


dal.

7o tardé muchos años en hacer la secundaria, pero mi mamá


nunca supo por qué yo tardé tanto. Yo tenía problemas in­
ternos y, además, mis compañeros que me gritaban puto,
marica, esto y lo otro. Entonces yo me peleaba y me echaban
del colegio, o faltaba. Así, de rebote en rebote, fu i terminan­
do de estudiar. Cuando se daban cuenta de que era homo­
sexual, enseguida me iba.

Las dificultades p ara el aprendizaje y los efectos de la en se­


ñanza deberían enm arcarse en el contexto global en el cual d i­
cha enseñanza se im parte, y no pu ed en explicarse sim plem ente
a p a rtir de las características individuales de las personas en
situación de escolaridad. D ebe considerarse cuál es el am b ien ­
te apto y necesario para que la educación p u ed a co n trib u ir a
la form ación integral de las personas, com o así tam bién deben
tenerse en cuenta las situaciones estructurales que condicionan
los m odos y los efectos de la enseñanza.
Q u e g ran p a rte de las ex p erien cias de esco larid ad de las
travestis y tran sex u ales estén atravesadas p o r situ acio n es de

96
cam bios de escuela, rep eticio n es de añ o y “d esercio n es” o
expulsiones, p o n e de relieve u n d e te rm in a d o p a tró n sexual
que la escuela su p o n e universal. U n univ ersal con c o n te n i­
d o s concretos: n iñ o s y n iñ as claram en te d iferen ciad o s, pero
a la vez con u n a sex u alid ad “la ten te”, invisible, q u e n o d eb ie­
ra m an ifestarse en el ám b ito escolar. N iñ o s y n iñ a s q u e n ad a
tie n e n que p re g u n ta rse acerca de su p ro p ia sex u alid ad p o r ­
qu e la resp u esta v e n d rá sola en el fu tu ro : el d eseo p o r el sexo
opuesto.
El cuerpo de la universalidad, al cual las travestis en su in ­
fancia y adolescencia no se acom odan, d eterm in a los reco rri­
dos escolares fru strad o s y la experiencia tem p ran a (tal vez la
prim era) de la discrim inación.

Cuerpos silenciados...

En la constitución de la id en tid ad , el tipo de reco n o cim ien to


otorgado p o r el/la “o tro /a” juega un papel m uy im p o rtan te; si
este reconocim ien to es en realidad un con o cim ien to d isto rsio ­
nado o definitivam ente un no-reco n o cim ien to , devienen graves
daños com o personas o com o grupo. D e esta m anera, la d iscri­
m inación no sólo im plica la segregación de u n g ru p o o p erso n a
a p a rtir de ciertas características p articu lares que éstos posean,
sino tam bién el n o -reco n o cim ien to o reco n o cim ien to d isto r­
sionado que se padece cuando la sociedad devuelve u n a im agen
lim itada o desvalorizante de u n a p erso n a o grupo, o cu an d o
directam ente preten d e invisibilizar p articularidades.
Teniendo en cu en ta que la m ayoría de las trav estis/tran -
sexuales ha sufrido algún tipo de violencia (91,4 % de las en-
cuestadas), la escuela o cupa el tercer puesto — después de la

97
com isaría y la calle— en la lista de lugares en los cuales ellas h an
recibido agresiones.
En el tran scu rso de la experiencia escolar, las trav estis/tran -
sexuales h an en fren tad o to d o s los m ecanism os de d iscrim in a­
ción: la escuela ha acallado a este colectivo, la escuela ha h ab la­
do p o r él de un m odo en el cual no se reconoce; y la escuela,
una vez que las h a descubierto “diferentes”, las ha excluido.

En la escuela era el maricón del colegio.

En la escuela yo me sabía pelear, me agarraba, también por


eso dejé la primaria (...) Y a veces no iba, me sentía mal
porque yo vivía peleando con casi todos, me vivían insul­
tando, así y me agarraba a pelear. A sí que siempre era yo, la
maestra venía: “Vos, vos siempre vivís peleando”y me lleva­
ba de la oreja a la dirección. Y yo le decía que los otros chicos
me insultaban y la maestra siempre salía a favor de los otros
chicos. Y esto fue el último año, después dejé.

En la prim aria sí, me sacaban más la ficha, era más amane-


radita. Por ahí sentía “¡maricón!”, “el mariconcito de tercer
grado”

Yo nunca diría que la deserción es voluntaria. Para mí, una


característica de las instituciones, y una corroboración que
yo tengo absoluta de la escuela, es la expulsividad de la es­
cuela.

En la escuela, la segregación y la agresión es tran sm itid a


especialm ente p o r parte de com pañeros o estudiantes de años
superiores. Los docentes, en cam bio, tienden a “pro teg er” la d i­
ferencia p o r m edio del disim ulo, siguen una línea general en la

98
cual, a lo sum o, in ten tan red u cir el d añ o (y con ello, la visibili­
dad) bajo el ala de su protección, pero (en n in g u n o de los casos
entrevistados) desde u n a to m a de posición o u n “blanqueo” y
puesta en discusión de u n a situación que se presenta claram en ­
te conflictiva.

En la prim aria las maestras me sacaban, hablaban con el


profesor de gimnasia para que yo no juegue la fútbol porque
sino me requete bardeaban.

Los maestros siempre te van teniendo así al lado, porque sino


te insultan.

Los maestros ya sabían lo mío: “Vos sentate acá adelante


porque sino los pibes te van a...” te molestaban, te pegaban,
te querían pegar, así, esas cosas.

El daño que p ro d u ce la d iscrim in ació n es m uy grave en


to d a p erso n a en cu alq u ier m o m en to de su vida, pero adquiere
consecuencias particu lares cu an d o se trata de la infancia o la
adolescencia y p o r p arte de aquellos “otros significativos” com o
p u ed en ser los docentes o los co m p añ ero s en el ám bito escolar.
U na de estas consecuencias es la im posibilidad de los/as sujetos
de nom brarse, de traz ar los in ten to s y las experiencias necesa­
rios p ara “saberse” a u n a/o m ism a/o . O, dicho en otros té rm i­
nos, cu an d o el inten to de defin ir la id en tid ad trae de suyo la
am enaza de la segregación.

... Cuerpos silenciosos


La m ayoría de quienes p artic ip a ro n en este estudio, no se reco­
nocían com o trav estis/tran sex u ales d u ran te el p erío d o de es-

99
colarización. M ás que u n a identidad de género definida, en la
infancia y adolescencia las travestis entrevistadas percibían que
“eran diferentes” y es en to d o caso el en to rn o (escolar, fam iliar)
quien n o m in ab a esa diferencia.

Ya se empezaba a notar; por ejemplo en mi casa. Entonces yo


ya era mucho más amanerado y en mi casa nunca me discri­
minaron pero me llegaron a decir que ese tipo de conductas
que yo estaba adquiriendo, así, tenía que cambiarlas porque
yo era un chico, no era una chica. M i mamá me decía: “Vos
sos un hombre, no sos una mujer, si comenzás así, entonces
cómo vas a terminar”.

La primera situación de normatividad que yo registro es en


la escuela. Yo (hasta ese momento) era libremente una niña
que estaba entre un montón de hermanos, que no sabía si
era niño o niña porque a nadie le importaba, erafree. Pero
cuando yo ingreso al sistema de escolarización lo que yo sen­
tí era una cosa muy fuerte de normativización, la necesidad
imperiosa de esa escuela deponerme en un lugar, de situar­
me una conducta y una conducta súper expulsiva.

El v estirse com o m ujer, m a q u illarse y p ro b a rse m edias


y tacos es u n re c o rrid o so litario , a e sco n d id a s de la m ira d a
de los o tro s. H ay algo de ese ju eg o so litario que los d em ás
p ercib en p e ro callan o n o m in a n de m o d o s q u e re s u lta n /re ­
su en an ajenos. Y así, d u ra n te m u c h o tiem p o , q uizás to d a la
ad o lescen cia, to d o p e rm a n e c e silenciado. ¿Q ué es ser tra v e s­
tí? ¿V estirse com o tal, tra n s fo rm a r el cu erp o , se n tirse de u n a
d e te rm in a d a m an era? ¿D esde c u án d o se es travestí? ¿Siem ­
pre?

100
Me creía solo en el m undo, me creía la única.

Tampoco había tenido novios, parejas gays en ese entonces. Era


yo solo, en mi mundo, en ese entonces. Bueno, hasta que después
decidí irme a vivir solo para hacer lo que quería. (...) Uno busca
su mundo.

Me di cuenta de que era varón cuando jugábamos al doctor con


un amigo y una amiga y él nos desnuda a los dos y yo veo que
ella no era igual a mí, que yo era igual a él. Y fue así, un darme
cuenta... Y hacerme la boluda.

Tal vez ese silencio, esas p reguntas que no en cu e n tran res­


puestas y que incluso no llegan a p o d e r form ularse sean, p recisa­
m ente, uno de los rasgos com unes de la infancia y adolescencia
de las travestís. La escuela, com o la fam ilia, no aparece com o un
espacio en d o n d e p o d er p lan tear estos interrogantes. Las difi­
cultades de tran sitar el travestism o en estos espacios conduce,
en m u ch o s casos, a o p tar p o r m ig rar a grandes ciudades en las
cuales el anonim ato y el contacto con otras travestís p erm iten ,
tal vez, dar u n a respuesta a aquellos interrogantes.
La m itad de las travestís encuestadas en C apital Federal,
G ran B uenos A ires y M ar del Plata provienen de otras p ro v in ­
cias. Si se considera específicam ente las travestís que residen en
C ap ital Federal, sólo u n 17% son p orteñas, m ien tras que el 62%
p ro v ien e de otras provincias y u n 8% de otros países.
H a sta ahora, los cuerpos travestis/transexuales p e rm a n e ­
cen silenciados. N o fueron a la escuela con la apariencia que
h u b ie sen d esead o ... Y n u n ca p u d iero n decir “presente” con el
n o m b re que hubiesen querido.

101
La vuelta a la escuela

En la experiencia com o travestis persiste el deseo de finalizar


los estudios secundarios o ten er u n a carrera universitaria, a la
vez que el tem o r a ser nuevam ente rechazadas p o r las in stitu ­
ciones educativas.

La discriminación cuando es acentuada, profunda, sistemá­


tica, genera un patrón muy fuerte de conducta: la paraliza­
ción (...) Otra de las secuelas de la discriminación es que te
genera una autodiscriminación: “No, para qué voy a ir ” ...
E l evitarte dolor, si ya sabes qué va a pasar.

Entre las travestis encuestadas. sólo un 11,6% estudia en la


actualidad, aunque entre aquéllas que no lo hacen, alrededor
del 70% desearía p o d er hacerlo. Entre las causas p o r las cuales
no se com pletan los estudios, en p rim er lugar se en cu en tra el
m iedo a ser discrim inadas. Si se tom a com o base a quienes d e ­
sean com pletar sus estudios, las estadísticas son las siguientes.
Paradójicam ente, son las travestis m ayores quienes actu al­
m ente estudian y no, com o p o d ría suponerse, aquéllas que se
en cu en tran en edad escolar. Sin em bargo, esto no se condice
con los deseos de com pletar los estudios, ya que son m ás las
travestis jóvenes quienes m anifiestan su voluntad de co n tin u ar
estudiando. Sin em bargo, la organización política (y con ello la
m ayor visibilidad del colectivo travestí) ha p erm itid o que algu­
nas de ellas finalicen sus estudios secundarios o inicien otras
form aciones tan to en el ám bito form al com o en el inform al.
El hecho de que las travestis hayan iniciado un cam ino de
organización en el cual exigen ser consideradas com o sujetas
de derechos, ha tenido consecuencias, tanto en el interior del

102
grupo, com o en la sociedad: en tre ellas m ism as ha p ro d u cid o
u n a tom a de conciencia respecto de cuáles son los derech o s y
cóm o son avasallados. Es esto tam b ién lo que viene obligando
a la sociedad a refo rm u lar las concepciones y prejuicios que se
tienen del colectivo y a escuchar sus reclam os.
Al respecto, se reproduce p arte de la entrevista realizada a
una activista travesti que concluyó sus estudios secu n d ario s y
que, a p a rtir de u n caso de d iscrim in ació n en el estudio de M a­
gisterio, sentó u n antecedente fu n d am en tal p ara todas las tra-
vestis/transexuales: el derecho de ser tratad as de acuerdo a su
identidad.

No hay ningún impedimento para que yo estudie

La primera estrategia fue hacer pedir mis papeles de Salta,


de la escuela de la que me habían echado, para ver si tenían,
alguna validez. Una vez obtenidos eso papeles, Josefina [Fer­
nández] fue, como cualquier señora de barrio y preguntó,
mostró los papeles, dijo “mirá, esta persona quiere estudiar”
y le dijeron que sí, que no había ningún problema.
Entonces después yo fu i y “corporicé” esos papeles y obvia­
mente esa corporización no tenía absolutamente nada que
ver: la imagen de quien portaba los papeles no tenía nada
que ver con la imagen de los papeles. Me acuerdo que y
— lo recuerdo porque son situaciones así de violencia, que
te marcan— cuando yo fui, pedí hablar con alguna auto­
ridad del colegio, porque yo sabía que no era cuestión de
anotarme y nada más, que había aclaraciones que hacer.
La persona que me atendió me dijo que había un director y
una vicedirectora en ese momento. Entonces yo agarré, pedí
con la vicedirectora pensando que por ser mujer me iba a

103
entender. Yo muy fresca le dije que quería seguir estudiando,
que no había terminado la escuela. “Ah, qué bien, qué ma­
ravilloso, qué divino”, dice la vicedirectora, entonces yo le
respondo: “Espere, yo quiero hacer una aclaración, yo tengo
unos papeles, que están en regla (porque yo ya sabía que
estaban en regla), pero simplemente esos papeles no figuran
con mi identidad, mi identidad es tal” (...) Entonces cuando
yo termino de hablar, me dijo que aguardara un segundo
y cuando volvió me dijo: “Mirá, hay un pequeño inconve­
niente: no hay vacantes’. Cuando el día anterior había ido
Josefina, diez minutos antes había ido. A h í ya me incorporé
con furia: “Mirá, yo no quiero creer que esto es un acto de
discrim inación’ (...) y además yo le agregué “No hay ningún
impedimento para que yo estudieentonces ella, ante tanta
vehemencia me dijo “Bueno, vení el jueves”.
Yo ya estaba deprimidísima porque a veces las partes que
se obvian de estos relatos es que esto realmente te afecta a
vos: otra vez me sentí expulsada de una institución, otra vez
situada en esa adolescencia donde había sido expulsada sin
ningún tipo de explicaciones. Incluso ya oscilaba entre vol­
ver a ir o no, para qué.
E l jueves decido ir, me llevo todos los papeles para no dar es­
pacio para que me dijeran nada. Llego, le toco el vidrio y me
dice que espere. La verdad es que el tiempo de espera no sé
si fueron un minuto, diez, o dos horas, pero a m í se me hizo
interminable. Entonces ella sale y me dice que la acompañe,
me lleva a un lugar donde era la celaduría y les dice “Por
favor, anótenla a ella”. Yo de momento quería dar gritos,
saltos y una auxiliar dice: “Lohana, yo voy a ser tu precepto-
ra y para m í es un gusto”. M i prim er día fue así, fatalísimo.
Cada paso era “voy, no voy. Que se corte la luz, que me pise

104
un colectivo”, eran así, cosas tremebundas. “Que hagan un
paro, que se caiga el c o le g io E ra n más o menos como 10
cuadras y cada pasito era así.
La primera clase de qué puede ser: de psicología y qué se le
ocurre decir al profesor, que cómo nos llamamos y quién nos
había puesto el nombre. Y yo dije Lohana y que no sabía
quién me lo había puesto, cuando en realidad me lo había
puesto yo, pero ya de entrada como declaración me parecía
grosso.
Los primeros meses fueron medio insoportables porque eran
800 miradas sobre mí, para ver si hablaba, comía, esas co­
sas; pero después, como ya formaba parte de su cotidianei-
dad... Listo, no pasaba más nada (...) A sí fue el inicio. Pero
todo lo que empezó con obstáculos luego se convirtió en una
de las más bellas experiencias, incluso mucho, mucho más
superior a mi antigua escolaridad, donde en realidad había
algo que faltaba para vivir plenamente, disfrutar de algo que
a m í me gustaba como era estudiar y era que en realidad mi
identidad estaba oculta o no estaba... Que no era yo misma.
Eso para m í fu e fuertísimo.
Cuando había que elegir una delegada escolar, de todo el
colegio, yo gané por el 80 % de los votos, y ya todo el mundo
sabía que era travestí. Para m í fue una experiencia mara­
villosa (...) Y me eligieron para decir el discurso fin a l de
la escuela. Yo no podía hablar sólo de m í o de ser travestí,
pero en un momento yo le puse que agradecía a la escuela
la oportunidad que me había dado, pero sobre todo que se
había dado de convivir con la diferencia.
(...) Las luchas no son en vano, para m í la organización y
la lucha son fundamentales para un cambio, de cualquier
sociedad, de cualquier situación. Y tienen [las travestis más

105
jóvenes] otros permisos que no hemos tenido y otras liberta­
des que no hemos tenido. Las luchas van dejando cambios
profundos, seguramente (...) Y la participación en términos
políticos no sólo ha transformado nuestra propia realidad
sino que ha tamizado los prejuicios de la sociedad. Nosotras
como activistas políticas, cualquier organización de traves­
tis, vamos tamizando todas esas discriminaciones. Yo me he
encontrado discutiendo en foros educativos con maestras, y
escucharon mi visión cuando antes nunca la hubiesen te­
nido. No te digo que hayan salido en masa, pero bueno, va
modificando.
Gracias a la organización, la sociedad nos ve como acto-
ras de discurso y entonces por supuesto, muy lentamente, las
instituciones van tambaleando. Y eso va en beneficio no sólo
de las niñas travestis sino de la propia sociedad.

La experiencia en el M agisterio, al intentar co n tin u ar los es­


tudios para convertirse en m aestra, resulta en u n a nueva situa­
ción de discrim inación. A diferencia de lo sucedido en la escuela
secundaria, en donde siem pre fue tratada de acuerdo a su id en ­
tid ad genérica, en la Escuela Superior Nro. 3 el trato perm an en te
fue de “m altrato, de violencia, de ninguneo, de no cederm e la
palab ra...” En esta segunda experiencia, tan to docentes com o
autoridades, perm an en tem en te se negaron a hacer lugar al p e d i­
do de ser tratad a del m odo en que ella lo solicitaba.
Esta situación es la que llevó a que se radicara u n a denuncia
en la D efensoría del Pueblo de la C iudad de B uenos Aires y con
ella, posteriorm en te, a que la Secretaría de E ducación de la C iu ­
dad (en ese m om ento a cargo del hoy m in istro de Educación,
D aniel Film us) d ictam in ara a favor de la dem andante:

106
Boletín Oficial N° 1642 - 03/03/2003

R E S O L U C IO N E S

Secretaría de Educación

R E S O L U C IÓ N N ° 122
R E C O M IÉ N D A S E A L O S E S T A B L E C IM IE N T O S E D U ­
C A T IV O S D E L A C .A .B .A Y A L A S D E P E N D E N C IA S D E
L A S E C R E T A R ÍA D E E D U C A C IÓ N , Q U E S E G A R A N ­
T IC E E L R E S P E T O PO R L A ID E N T ID A D D E G É N E R O ,
D IG N ID A D E IN T E G R A C IÓ N D E L A S P E R S O N A S P E R ­
T E N E C IE N T E S A M IN O R ÍA S S E X U A LE S .

Buenos Aires, 7 de febrero de 2003


Visto la Nota N ° 555.489/DGCLEI/02, y C O N S ID E R A N ­
DO:

Que conforme lo determinado en la Actuación N ° 5.232/02


de agosto de 2002, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad
de Buenos Aires, recomienda a esta Secretaría de Educa­
ción el dictado del correspondiente acto administrativo a
fin de gararíiizar la igualdad de oportunidades para todo
el sistema Educativo;
Que en la actuación referida supra, la señorita Lohana
Berkins solicita que le sea reconocida su identidad genérica
por parte de las autoridades de la Escuela Norm al Superior
N ° 3, toda vez que la presentante es una activista social
reconocida por el nombre que se corresponde con la identi­
dad de género que reivindica;
Que si bien de hecho la situación en el establecimiento esco­

107
lar se encuentra solucionada por voluntad de la conducción
del mismo, esta Secretaría hace suya la recomendación de
la Defensoría del Pueblo, a fin de que se garantice, en el sis­
tema educativo de la Ciudad, el respeto por las libertades
individuales, en el marco de las prescripciones del artículo
11 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires y artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional;
Que, conforme lo señalara la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, en los autos González de Delgado, Cristina y
otros d Universidad Nacional de Córdoba s/ Recurso de
Hecho, en el voto del Dr. Enrique S. Petracchi “La igualdad
ante la Ley surge del Art. 16 de la Constitución Nacional;
de la Declaración Am ericana de los Derechos y Deberes del
Hombre (Art. II); de la Declaración Universal de los Dere­
chos Humanos (Art. 7o); de la Convención Am ericana de
Derechos Humanos (Art. 24); del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (Art. 26)” “La prohibición de la
discrim inación está consagrada expresamente en la Decla­
ración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre
(Art. II...'sin distinción de raza, sexo, idioma, credo”), en
la Declaración Universal de Derechos Humanos (Art. 7o
que veda “toda discrim inación” sin aditamentos); continúa
diciendo que “el derecho a la educación está contemplado
en el Art. 14 d éla Constitución Nacional; en el Art. X I I de
la Declaración Americana sobre los Deberes y Derechos del
Hombre (con expresa mención a la igualdad de oportuni­
dades en todos los casos)”;
Que, conforme tiene dicho la Cámara Nacional de Apela­
ciones en lo C iv il Sala G de la Capital Federal, en los autos
Ferro, Celestino s/ Información Sumaria que “Sin descono­

108
cer el principio de unidad, inm utabilidad y obligatoriedad
del nombre, frente a la pretensión de declaración de iden­
tidad de la persona, debe prim a r una postura flexible que
analice las dificultades concretas que ocasione la diferencia
de nombre o apellido en cada caso”;
Que en la Declaración aprobada por la Legislatura de la
Ciudad de Buenos Aires el 11 de mayo del 2000, referidas
a incluir en Jornadas de No Discrim inación y en Cursos de
Capacitación Docente temas relativos a las minorías sexua­
les para superar conductas homofóbicas se manifiesta que:
“la educación debe contribuir a generar una ética social
donde lo que se juzgue sean las acciones de las personas y
no sus identidades, donde lo que se penalice no sea la d i­
ferencia sino los actos que verdaderamente atenten contra
la convivencia social; que una sociedad democrática debe
aceptar la diversidad y una auténtica igualdad de oportu­
nidades, que a su vez se base en el ejercicio pleno y efecti­
vo de los derechos humanos y civiles por parte de todos/as
los/as habitantes ya que los valores democráticos incluyen
aprender a convivir con quienes son distintos/as y la dispo­
sición a reformar las normas pensadas para la mayoría si
éstas no atienden a los intereses de las m inorías”;
Que, conforme lo expresara la Defensoría del Pueblo de la
Ciudad de Buenos Aires, “la universalidad de los derechos
humanos debe expresarse en prácticas flexibles que asegu­
ren su ejercicio por parte de sujetos muy diversos, ya que
anteponer la rutina administrativa expidsaría a segmentos
muy vulnerables del acceso a h ciudadanía p len a )
Por ello, en uso de atribuciones que le son propias,

109
E L S E C R E T A R IO D E E D U C A C IÓ N
R E S U E LV E :

Artículo I o - Recomiéndese, a todos los establecimientos


educativos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sean
éstos de gestión pública o privada, así como a todas las ins­
tancias administrativas dependientes de la Secretaría de
Educación, para que en el ámbito de sus competencias, se
garantice el respeto por la identidad de género, dignidad
e integración de las personas pertenecientes a minorías
sexuales.

Artículo 2o - Regístrese y publíquese en el Boletín Oficial de


la Ciudad de Buenos Aires. Comuniqúese por copia a las
Subsecretarías de Educación y de Coordinación de Recur­
sos y Acción Com unitaria y por su intermedio a sus depen­
dencias; a la Dirección General de Coordinación Legal e
Institucional, a la Coordinación de Juntas de Clasificación
Docente y Junta de Disciplina; Comisión Permanente de
Anexo de Títulos y Cursos de Capacitación y Perfecciona­
miento Docente; y Com isión Permanente de Evaluación
y Actualización del Estatuto del Docente para su conoci­
miento y demás efectos.
D aniel Film us

Tal com o ya m encionam os en otros capítulos de este libro,


ante m uchas situaciones en las cuales el ejercicio de la ciu d a­
danía se ha visto am enazado, las organizaciones de travestis
han respondido exigiendo sus derechos y han logrado que éstos

110
sean reconocidos. Situaciones com o las que se m en cio n an en el
ám bito educativo sientan un antecedente y plan tean un espacio
de negociación desde el cual la iden tid ad travesti sea reco n o ci­
da com o tal en éste y otros ám bitos.

Lo que queremos hacer/ser


cuando seamos grandes: el mundo laboral

Las co n d icio n es en las que las n iñ a s y ad o lescen tes trav e s­


tis atraviesan la escolarizació n son fu n d a m e n ta le s a la h o ra
de p e n sa r n o sólo en su fo rm ac ió n cu rric u lar, sin o ta m b ién
en sus consecuen cias com o ad u ltas, en su in te g rid a d p e rso n a l
y en sus proyeccio n es a fu tu ro , e n tre ellas, su in serció n la b o ­
ral. Las situacio n es de d isc rim in a c ió n su frid as en la in fan cia
y adolescencia co n llev an m u ch as veces, co m o se señ aló antes,
la decisión de a b a n d o n a r el h o g a r fam iliar y p o r lo tan to , la
n ecesid ad de so sten erse ec o n ó m ic a m e n te d esd e m u y jó v e­
nes.
En este m arco, el ejercicio de la p ro stitu ció n aparece com o
u n a de las pocas alternativas en las que se p u ed e co m b in ar el
ejercicio de la id en tid ad trav esti/tran sex u al con u n ingreso eco ­
nóm ico suficiente p ara vivir. Esto resulta claro c u an d o se rela­
ciona la edad en que las en cu estad as asum en la id en tid ad de
género y el ejercicio de la pro stitu ció n .
M ientras que entre aquéllas que se h an reco n o cid o com o
travestis después de los 18, la m itad siem pre ha vivido de la
prostitución, al p reg u n ta r a aquéllas que se han reco n o cid o a n ­
tes de los trece años, casi el 73% siem pre ha vivido de ello. D es­
de una perspectiva m ás general, la p ro stitu ció n aparece com o
u n a de las pocas alternativas p ara las p erso n as travestis, siendo
la ocupación del 79% de las encuestadas.

111
Esto se vuelve especialm ente visible cu an d o se analiza la
principal ocupación de las travestis encuestadas ten ien d o en
cuenta la edad. Se observa así que para las travestis m ás jóvenes
el ejercicio de la p rostitución constituye casi la ú n ica fuente de
ingresos posible.
El deseo de ser travestí no trae aparejado de suyo la elección
del ejercicio de la p rostitución. P or el contrario, sería p ertin en te
preguntarse si se puede hablar de una “elección” de la p ro stitu ­
ción, ten ien d o tam bién en cu en ta que aquéllas que no ejercen
la prostitución realizan trabajos en la m ayoría de los casos de
form a independiente, lo cual visibiliza la exclusión del cam po
laboral a la que el colectivo travesti/transexual está expuesto.
El an udam ien to entre travestism o y p ro stitu ció n que fre­
cuentem ente se percibe en la sociedad (y las consecuencias de
ello, com o la crim inización de la iden tid ad travestí y la exposi­
ción a situaciones de riesgo p ara la salud) se d esarm a cu ando la
pregunta es ¿qué querría hacer o ser?:

Ahora quiero terminar la secundaria, y ver si sigo una ca­


rrera... Psicología.

Quisiera estudiar computación, terminar la primaria. Pero


también quiero dejar de trabajaren la calle, trabajar de otra
cosa. Es complicado. Quisiera trabajar, no en la calle, pero
no sé, no encuentro otra forma, no sé de dónde sacar plata.
(...) O sea sí, yo no salí a buscar, pero tengo miedo de ser-
rechazada, de sentirme mal.

Me gusta el arte y todas esas cosas, estaba haciendo escul­


tura, porque yo quería ser profesor de escultura, de bellas
artes. Después dejé...

112
N uevam ente, lo que aparece en tre las travestis/transexuales
es el tem o r a ser d iscrim inadas. A sim ism o, la falta de educación
form al se presenta com o un obstáculo p ara h acer del ejercicio
de la prostitu ció n u n a elección y n o un m an d ato inapelable.
A ún a sabiendas de que el hecho de ser u n a “travestí ed u ca­
d a ’ no garantizaría u n a inserción laboral, puesto que la d iscri­
m inación p o r la id entidad genérica p o d ría llegar a presentarse
tam bién en los ám bitos de trabajo, la educación sin em bargo se
vuelve un pilar sobre el cual ganar seguridad com o personas y
com o grupo.

Para cualquier persona, el conocimiento, cualquier tipo de


conocimiento form al o informal, es muy importante. Porque
si hay algo que yo aprendí es que para exigir tus derechos
tenés que conocerlos (...) Para mí, el conocimiento para la
vida de una persona es una herramienta fundamental. Las
formas de hacer política y de segregación se dan a partir de
la información que se transforma en poder: “Porque vos no
sabés hacer tal cosa, dependés de m í o nunca llegás a eso que
te proponías y que querías”

M odificar las condiciones en que se atraviesa la escolari­


dad y la experiencia laboral p e rm itiría n n o sólo tran sfo rm ar
las situaciones m ateriales en que vive el colectivo travestí, sino
tam bién habilitar nuevos m o d o s de existencia de las id e n tid a­
des travestí. N uevos m o d o s en que dicha id en tid ad p u ed a ser
reconocida p o r los dem ás y autopercibida, sin im plicar con ello
la “renuncia” a otras tantas identificaciones que las travestís
q u errían hacer/ser. La organización del colectivo viene posibili­
ta n d o visibilizar que, lejos de tratarse de renuncias individuales
explicables desde la experiencia p ersonal, es necesario plantear

113
dichos condicionam ientos com o violaciones de los derechos
hum anos que las conciernen com o personas. V iolaciones que
se sostienen a p a rtir de un supuesto cuerpo de la universalidad
que no las contiene, que p reten d e invisibilizarlas y las excluye.

Renata Hiller

114
ANEXO GRÁFICO

Observaciones metodológicas

A nte la im posibilidad de co n tar con algún listado previo de vi­


viendas o de personas con el que realizar un m uestreo de tipo
aleatorio —sea sim ple o estratificado— y a los fines de garantizar
un n ú m ero im p o rtan te de entrevistas, la ad m in istració n de los
cuestionarios se llevó a cabo en lugares d o n d e frecu en tem en te
se reú n en travestis/transexuales. Por lo tanto, la estrategia de
selección de las entrevistadas fue intencional (m uestreo).
En general, los cuestionarios fueron im p lem en tad o s de m anera
grupal. Por tratarse entonces de u n a m u estra de tip o in ten cio ­
nal (no aleatoria), no co rresp o n d e calcular m árgenes de erro r
ni niveles de significación.
Los cuestionarios se aplicaron en la C iudad A u tó n o m a de Bue­
nos Aires, en algunas localidades del p rim er cordón del G ran
Buenos A ires y en la ciudad de M ar del Plata. U na red de o rg an i­
zaciones de defensa de los derechos de las travestis, transexua-
les y transgéneros colaboraron con la realización de la encuesta.
En C iudad A u tó n o m a de B uenos Aires, la ad m in istració n de
los cuestionarios fue responsabilidad de la A sociación de Lucha
p o r la Identidad Travestí y T ransexual y de F uturo T ransgenéri-

115
co. En el G ran Buenos Aires estuvo a cargo el M ovim iento A n ­
tidiscrim inación y de Liberación (MAL) y en la ciudad de M ar
del Plata, ADIB fue la organización que asum ió esta tarea.
La m uestra quedó con fo rm ad a p o r travestis residentes en
M ar del Plata (13.8%), en el p rim e r cordón del G ran Buenos A i­
res (29.1%) y en la C iudad A utónom a de Buenos A ires (57%).

Generales

Localidad de Residencia

14%

□ Capital Federal ¡S] Provincia d e Buenos Aires H Mar del Plata

116
Edad actual

3% 1%

25%

46%

¡n i Entre 13 y 21 años □ Entre 22 y 31 años M Entre 32 y 41 años

□ Entre 42 y 51 Q Entre 52 y 61 H Entre 62 años o más

Localidad de origen

6% 1%

50%

30%

I I Otras provincias □ Capital Federal jJD Otro pafs

| Provincia de Buenos Aires ü N s/ N c

117
Educación

Nivel de estudios alcanzados

19%
24%

32%

0 Primaria incompleta [UPrimaria completa

HSecundaria completa EHSecundaria incompleta

QjTerciario / Universitario BjTerciario / Universitario


Incompleto completo

¿Estudia en la actualidad?

□ si DlSlo Ü N s /N c

118
Las que no estudian en la actualidad,
¿desean completar sus estudios?

□ s¡ D N O B N s /N c

Principales obstáculos para completar los estudios


4 % 1%

CU Miedo a la discriminación H Falta de dinero ¡2 Falta de estímulo

SU Falta de información 0 Falta de tiempo H Otros

119
Vivienda
Tipo de vivienda

31%

□ Habitación de hotel o pensión H Vivienda alquilada ■ Otro tipo de vivienda

□Vivienda propia ÜD Cuarto de casa

En las casas alquiladas, ¿a nombre de quién


figura el contrato de alquiler?

37%
□Propio □ De una amigo/a

Ü D e una pareja DDDe otra persona

0 D e un familiar

30%

120
Motivos por los que no tiene a su nombre el contrato de
alquiler

12%

11%
38%

7%

32%

CU Porque no tengo recibo de sueldo 0 Por mi identidad

H Porque no tengo garantía □ Otras causas

IDN s / Nc

Personas con las que vive

□Vive sola 0 C o n su pareja D co n amigos/as B k o n familiares

121
Condiciones de la vivienda

en6eep se6 ap epuaiAjA


anSBsap BUDOD OUBq OUBq |ap
U9DB|BJSU! U9PB|E1SU| ap odij. B| B OS0DDV |BOS0DDV U9PBDiqn e| sp
9p odjx ap od|_L

122
Trabajo e ingresos

Principal ocupación

CUProstitución BlOtros empleos

¿Siempre viviste de la prostitución?


Según edad en la que asumieron su identidad de género
100
90
80
50
70
60
50
40
30
20
10
0
Hasta 13 años Más de 18 años Total

□ No

123
Solvencia de los gastos mensuales

36%

CU Los comparte con otras personas I Los paga sola

¿Mantiene vínculos familiares?

1%

□ sí D N o H N s /N c

124
Envía dinero a sus familiares

2%

49%
49%

□ Sí ü No BNs/Nc

Salud

¿Controla regularmente su estado de salud?


i%

40% 59%

□ Sí ¡ i No ■ Ns/Nc

125
Motivos de no control
Discriminación 1 ',>~1 33,1

Miedo l ~l 22.9

Tiempo | | g

No tengo ganas í 111,9

Dinero [ 111

Vagancia / Apatía I l 8,5

No tengo necesidad [~ ..I 8,5

Mala atención / Malos tratos l i 6,8

Documentación E2U 5,1

0 204060

¿Modificaste tu cuerpo?
12%

□ Sí ■ No

126
Tipo de modificación realizada

Cantidad de modificaciones realizadas

Una 36,7

Dos modificaciones 42,8

í 20,5
L_____
20 40 60

127
Ámbito en el que fue intervenida según tipo de operación

35,7

Implante de prótesis ERJ 59,5

Tratamiento hormonal

0,9

Inyección de siliconas

20 40 60 80 100

Domicilio particular 0 Consultorio particular ^ Clínica privada

Situaciones de violencia

¿Sufrió algún tipo de violencia?

2%

128
¿Sufrió abusos policiales?

2%

86 %

I Sí D no B N s /Nc

Situación de violencia sufrida

Burlas / insultos

Agresiones físicas

Discriminación

Abuso sexual

Otras agresiones 14,7

0 20 40 60 80 100

129
Lugares de agresión

Comisaría j 69,6

” En la calle 69,2

Escuela 39,9

Hospital 28,3

En el vecindario i 17,4

En un boliche 117,4

En el ámbito familiar 13,8

En el transporte público 12

En oficinas públicas 8,3

Otros ¡31,5
o 20 40 60 80

Tipo de abuso policial

UIIMI., . n,T T 1 " ' '

Fuiste dete nida ilegalmente ^]8 8

Fuiste g o lp e a d a por personal policial Z 3 5 8 -3

P e rsona l policial te exigió c o im a s j 54,1


Fuiste a b u s a d a se x u a lm en te
por personal policial □ 36,7

Fuiste insultada por pe rsonal policial I H 3 1 -7

Fuiste torturada por person al policial 15,4

Otros tipos d e a b u s o s policiales ] 0,8

0 20 40 60 80 100

130
Bibliografía

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132
Asociaciones

Ciudad Autónoma de Buenos Aires

AASH (Asociación Argentina de Sexualidad Humana)


Tel.: 4811-2187
Mails: [email protected], [email protected]
Dirección: Santa Fé 1555, Piso 12 "B" (CP. 1060)

Abuelas de Plaza de Mayo


Tels.: 4384-0983, 0800-6668631
Mail: [email protected]
www.abuelas.org.ar

AMMAR (Asociación Mujeres Meretrices de la Argentina)


Tels.: 4300-4170, 5835-4307/3829
Dirección: Av. Independencia 766, Oficina 43 (CP. 1099)

AMMAR Capital (Asociación de Mujeres Argentinas por los


Derechos Humanos)
Tel./Fax: 4637-5998
Mail: [email protected]
Dirección: J. B. Alberdi 2614 (CP. 1406)

ALITT (Asociación de Lucha por la Identidad Travestí Transexual)


Contacto: Lohana Berkins (coordinadora general)
Tel.: 15-5813-1794
Mail: [email protected]

133
Asociación Civil Gondolin
Contacto: Mónica León (presidenta)
Tel.: 15-5804-3633
Mails: [email protected], [email protected]
Dirección: Aráoz 924 (CP. 1414)

Asociación Madres de Plaza de Mayo


Tels.: 4383-0377/6430
Tel./Fax: 4954-0381
Mail: [email protected]
Dirección: Hipólito Yrigoyen 1584 (CP. 1089)
www.madres.org

Centro Cristiano de la Comunidad GLTTB


Tel.: 4373-8955
Mails: [email protected],
[email protected]
Dirección: Paraná 157"F"(CP. 1017)
www.geocities.com/cecrisglttb

Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)


Tel./Fax: 4334-4200
Mail: [email protected]
Dirección: Piedras 547, piso 1 (C1070AAJ)
www.cels.org.ar

CHA (Comunidad Homosexual Argentina)


Tel./fax: 4361-6382 / 15- 4974-3035
Mails: [email protected], [email protected] (departamento jurídico)
Dirección:Tomas Liberti 1080 (CP. 1165)
www.cha.org.ar

CONADISE (Coordinación Nacional pollo s Derechos de la


Diversidad Sexual)
Contacto: María Rachid (15-4949-0309)
Tel./Fax: 4867-2752

134
Mail: [email protected]
Dirección: Av. Rivadavia 3412

Desalambrando
Contacto: Laura Eiven
Tels.: 4362-2470/4361-3643
Mail: [email protected]
Dirección: Maipu 631,1o 15
www.desalambrando.com

Futuro Transgenérico
Contactos: Marlene Wayar (coordinadora general),
Paula Ortiño (secretaria general)
Tel.: 6310-7430
Fax: 4954-1100
Mail: [email protected]
Dirección: Carranza 1546 (CP. 1414)

Grupo de mujeres de la Argentina


Derechos humanos en encierro - GLTTTB - VIH/SIDA
Contactos: Martha Miravete Cicero (GLTTTB), Alejandro Braconi (VIH/SIDA)
TeL/Fax: 4362-6881
Mails: [email protected],
[email protected]
Dirección: Piedras 1174, pb."E"(CP. 1070)
www.grupodemujeres.org.ar

Grupo Raíces Montero


(Grupo Gratuito de y para Minorías Sexuales)
Contacto: Lic. Jorge Horacio Raíces Montero (Psicólogo Clínico)
Tel./Fax: 4773-8432
Mail: [email protected]
http://groups.msn.com/RaicesMontero
http://ar.groups.yahoo.com/group/Raices_Montero

135
IGLHRC (Comisión Internacional de los Derechos Humanos para
Gays y Lesbianas)
Contacto: Alejandra Sardá (coordinadora para América Latina y el Caribe)
Tel.: 4961-3531
Mails: [email protected], [email protected]
Dirección: Córdoba 2645, 8o piso dep. 25 (CP. 1187)
www.iglhrc.org

INADI (Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia


y el Racismo)
Tel.: 4346-1774 Fax: 4346-1773
Mails: [email protected], [email protected]
Dirección: 25 de Mayo 145, Piso 8 (C1002ABC)
www.mininterior.gov.ar/inadi

Instituto Hannah Arendt


Tel.: 4383-4523/4529
Mail: [email protected]
Dirección: Rivadavia 1479,1°"D"
www.institutoarendt.com.ar

La Fulana
Contacto: María Rachid
Tel.: 4867-2752
Mail: [email protected]
Dirección: Av. Rivadavia 3412
www.lafulana.org

LIDEMS (Liga de Defensa de las Minorías Sexuales)


Tel.: 4313-0846
Mail: [email protected]

Liga Argentina por los Derechos del Hombre


Tel.: 4371-8066/3939
Mail: [email protected]
Dirección: Corrientes 1785,2o piso

136
Madres de Plaza de Plaza de Mayo - Línea Fundadora
Tel.: 4343-1926
Mail: ¡[email protected]
Dirección: Piedras 153,1°"A"(C1070AAC)
www.madresfundadoras.org.ar

Otras Ovejas
(Ministerios Multiculturales con Minorías Sexuales)
Tel.: 4314-5989
Mail: [email protected]
Dirección: Lavalle 376, 2o piso "D" (CP. 1047)
www.othersheep.org

Pañuelos en Rebeldía
(equipo de educación popular, áreas de género)
Contacto: Claudia Korol (coordinadora)
Mail: [email protected]

Red GLBTT
Tels.: 4954-5599 / 4951 -6742
Mail: [email protected]
Dirección: 25 de mayo 67,4o piso (CP. 1002)

Red Trans MaV


(Red de hombres Trans en castellano)
Mails: [email protected],
[email protected]

SERPAJ (Servicio de Paz y Justicia)


Tel.: 4361-5745
Mail: [email protected]
Dirección: Piedras 730 (CP. 1070)
www.derechos.org/serpaj

Tecnologías del Género


(Centro Cultural Rojas)

137
Mail: [email protected]
Dirección: Corrientes 2038
www.rojas.uba.ar

Provincia de Buenos Aires

AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas)


Contactos: Susana Martínez (secretaria general), Norma Poledo (se­
cretaria adjunta)
Tels.: (0221) 414-0682, (0221) 424-0112
Mail: [email protected]

APID (Asociación Por la Igualdad de los Derechos)


Contactos: Daniela Castro (secretaria general), Fabiana Montaño
(secretaria adjunta)
Tels.: (0223) 499-6650/19, (0223) 492-1040
Maiis: [email protected], [email protected]
Dirección: Moreno 3749 (CP. 7600), Mar dei Plata

Asociación de Mujeres Transgénero Lesbianas


Contacto: Diana Eva Azcarate
Tels.: (0221) 424 0543 (domicilio), (0221) 425 4909 int. 108 (trabajo)
Mails: [email protected], [email protected]
Dirección: Calle 2 N° 1532, dpto."C"e/ 63 y 64, La Plata

ATTTA (Asociación Travestis Transexuales Transgéneros


Argentinas)
Contactos: María Belén Correa (coordinadora), Marcela Romero
(coordinadora general responsable)
Mails: [email protected], [email protected],
[email protected], [email protected]
Dirección: Urquiza 3686 (CP. 1678), Caseros,Tres de Febrero

Bai-Ben
(Gays y Lesbianas en la Pcia. de Buenos Aires)

138
Tel.: (0222) 743-0019
Dirección: Olavarrieta 1080 (CP. 7240), Lobos

CASDC (Centro de Acción en Sida y Derechos Civiles)


Contactos: Fabián Mansilla (Presidente), Cecilia Bais (Vicepresidenta)
Tel.: (0291) 15-575-3624
Mail: [email protected]
Dirección: 25 de Mayo 963 (CP. 8000), Bahía Blanca

Homo Sapiens
(Asociación para la defensa y promoción de los derechos de las mi­
norías sexuales)
Tel./Fax: (0223) 494-7025
Mail: [email protected]
Dirección: Av. Independencia 1101,4°"A", Mar del Plata

Liga Bonaerense de Diversidad Sexual


Contacto: Arq. Lorenzo Vargas Cornejo
Tels.: 4749-6379,4731-2792, 4305-0970
Mails: [email protected], [email protected],
[email protected]
Dirección: Avellaneda 73 (B1648FEC),Tigre

Secretaría de Derechos Humanos


Dirección provincial de promoción y protección de los derechos
humanos
Contacto: Dra. Carolina Brandada (Directora)
Tels./Fax: (0221) 422-6781, (0221) 423-2474/75, 0800 333-6266
Mail: [email protected]
Dirección: Calle 47 N° 844,1 ° y 2opiso e/ 11 y 12 (B1900AKJ), La Plata

Dirección provincial de igualdad de oportunidades


Contactos: Fernando Quiroga, Diego Cao, Lic. Jorge Barral (Director
de Promoción de la Equidad)
Tels./Fax: (0221) 489-3964/ 65/ 66
Mail: [email protected]

139
Dirección: Calle 53 N° 653, (B1900BBA), La Plata

MAL (Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación)


Contactos: Noelia Luna, Amancay Diana Sacayán
Tel.: 02202-452825
Mail: [email protected]
Dirección: López May 2353, Laferrere, La Matanza

140
Los/as autores/as

A na M allim aci. Socióloga e investigadora del In stitu to Inter-


disciplinario de Estudios de G énero de la Facultad de Filosofía
y Letras de la U niversidad de B uenos Aires.
anam allim aci@ yahoo.com .ar

Josefina Fernández. A ntropóloga, activista del m o vim iento fe­


m in ista e integrante del G ru p o Fem inista Ají de Pollo,
josefi nafer@ arnet.com .ar

Lohana Berkins. Integrante de la A sociación de Lucha p o r la


Identidad Travestí y Transexual (A LITT) y del G ru p o F em inis­
ta Ají de Pollo.
alitt@ hotm ail.com

M aría A licia Gutiérrez. Socióloga, docente e investigadora de


la U niversidad de Buenos Aires; es integrante del Foro p o r los
D erechos R eproductivos.
m ariagut@ fi bertel.co m .ar

A lu m in é M oreno. Politóloga, investigadora del In stitu to Inter-


disciplinario de E studios de G énero de la Facultad de Filosofía
y Letras de la U niversidad de B uenos Aires.
m alu@ icatel.net

141
M auro Cabral. H istoriante.
m aulesel@ gm ail.com

Renata Hiller. Politóloga, m iem bro del g ru p o de investigación


sobre sexualidades del In stituto G ino G erm án i de la U niversi­
dad de B uenos Aires.
renataia@ yahoo.com

V iviana D ’A m elia. Fotógrafa. C olaboradora de ALITT.


vividam elia@ elsitio.net

142

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