La Unicidad de Dios

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LA UNICIDAD DE DIOS

TEXTO MEMORIAL: “Yo y el


Padre una cosa somos” (Juan
10:30).

INTRODUCCIÓN: En esta lección trataremos de


concentrarnos en hablar sobre nuestro tema y texto que
ofrecemos en el encabezado. Hablaremos de la Unicidad de
Dios, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo
Testamento; con el propósito de enseñar, que solamente hay
un Dios, una persona de la Divinidad, y que este Dios y esa
Persona son uno mismo, es a saber Jesucristo.

I. ISAÍAS HABLA DE LA UNICIDAD DE DIOS

Creemos que hay un solo Dios que se ha manifestado al


mundo en distintas formas a través de las edades que
especialmente se ha revelado como Padre en la Creación del
universo, como Hijo en la Redención de la humanidad, y como
Espíritu Santo derramándose en los corazones de los
creyentes.

“El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor


nuestro Dios, el Señor uno es” (Mr.12:29; Dt. 6:4). “Nosotros
empero no tenemos más que un Dios…” (1ª Co. 8:5). “…para
que me conozcáis y creáis, y entendáis que Yo mismo soy;
antes de mí no fue formado Dios, ni lo será después de mí.
Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve” (Is. 43:10).

Con un profundo agradecimiento en nuestros corazones


glorificamos al Señor por esta revelación tan especial que
hemos recibido de parte de El, respecto a Su Nombre y Su
Poder. Se debe a una revelación directa que Dios ha dado a
Su Pueblo Escogido desde el principio. Esto, de conocer,
creer y entender que El Mismo es, el que desde el principio se
manifestó a Abraham, Moisés y a todos los profetas, es el que
se ha manifestado en carne en estos días, es para nosotros de
grande bendición
Cuando Isaías dice: “…Yo mismo soy;…” habla de la Unicidad
de Dios de una manera clara y convincente, luego añade, “…
antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.”
Para aquellos que enseñan que Cristo fue formado después, y
que es “Dios Hijo”, y que es la segunda persona de la trinidad,
este texto destruye todo argumento, en virtud que Cristo no es
un ser creado después, sino que es Dios bendito por los siglos
(Ro. 9:5). Menos, son dioses aquellos que el hombre labra con
sus manos como aquellos que inventan en su imaginación (Is.
44:9-20).

El Profeta Isaías dice otra vez: “…No hay Dios sino yo. No hay
Fuerte; no conozco ninguno” (Is. 44:8). Por ello creemos que
hay un solo Dios, un Fuerte y no dos, y si él dice que no
conoce a ninguno, el hombre menos debería atreverse a decir
que son dos o tres lo componentes de la Deidad, dándose el
lujo así de querer saber más que Dios mismo. Isaías el Profeta
pudo explicar la Unicidad de Dios, de una manera muy sabia
cuando dijo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado y
el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre (habló
del nombre de Cristo) Admirable, Consejero, Dios fuerte,
Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Is. 9:6). Debemos notar lo
bien que Isaías habló de la Unicidad de Dios en Cristo,
poniéndolo solamente en el lugar que le corresponde, y no
como algunos “teólogos” que ponen a Cristo en segundo y a
veces en último lugar. Isaías también anunció diciendo: “…mas
sobre ti nacerá Jehová y sobre ti será vista su gloria” (Is. 60:2;
Versión Antigua).

II. JESÚS COMO HOMBRE, HABLA DE LA UNICIDAD DE


DIOS

“Yo y el Padre una cosa somos” (Jn. 10:30. Esta declaración


del Señor causó consternación entre los judíos. Ellos le
dijeron: “Por buena obra no te apedreamos, sino por la
blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (v. 33).
Pero ellos no pudieron creer que siendo Dios se hizo hombre; y
era natural que ahora como hombre, se transformara en Dios.
Cristo les dijo: “…creed a las obras, para que conozcáis y
creáis que el Padre está en mi y yo en el Padre” (vs. 38).
Otra gran declaración del Señor respecto a la Unicidad de
Dios, son sus famosas palabras: “Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6)
Con mucha exactitud y claridad Cristo dijo: “…nadie viene al
Padre”, pues ya había dicho que el Padre (el Espíritu estaba en
él. Y añade: “Si me conocieses, también a mi Padre
conocerías; y desde ahora le conocéis y le habéis visto”. Si se
recuerdan, todas estas palabras las usó el Profeta Isaías
(conozcáis y creáis), pues estamos hablando del conocimiento
pleno o sea el conocimiento de la verdad (1ª Ti. 2:4). Felipe
carecía de este conocimiento y le dijo: “Señor, muéstranos al
Padre, y nos basta” (Jn. 14:8) Jesús le dijo: “¿Tanto tiempo
hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El
que me ha visto a mi, ha visto al Padre; ¿Cómo, pues, dices tú:
Muéstranos el Padre?” (vs.9). Este pasaje en verdad deja
atónitos a muchos que desean que la Biblia no dijera así. Esto
me recuerda de un hombre trinitario que aferrado me decía que
los apóstoles se habían equivocado; que el mandato está en
Mateo 28:19; mientras yo le decía que el cumplimiento de ese
mandamiento esta en Hechos 2:38. No cabe duda que es el
Señor el que se manifiesta así mismo y se revela según Su
Santa Voluntad (Mt. 11:27).

III. PABLO HABLA DE LA UNICIDAD DE DIOS.

“Porque en él (Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de


la Deidad…” (Col. 2:9). Este es uno de los textos principales en
la doctrina de la Unicidad de Dios. Porque indica claramente
que es en Cristo que habita Dios y todo lo de Dios. Cristo es la
única persona en la Divinidad. El es la manifestación perfecta
visible de Dios. En Cristo el Dios invisible se hizo visible. La
carne del Hijo de Dios fue el velo tras el cual Dios se reveló, de
otra manera el hombre no hubiera sido capaz ni tampoco digno
de ver a Dios en su resplandor y gloria. Esa gloria se pudo ver
en parte en el Monte de la Transfiguración, cuando Cristo se
transformó delante de Sus discípulos escogidos solamente (Mt.
17:1-8) Pablo habla de la Unicidad de Dios con firmeza y
confianza. “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la
piedad: Dios fue manifestado en carne…” (1ª Ti. 3:16).
Pablo dice que no hay discusión, si alguien quiere ser
contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias
de Dios (1ª Co. 11:16) Aunque habla aquí de otro tema, creo
que se aplica a este también; pues nosotros debemos estar
convencidos en nuestra fe. No nos debe mover cualquier
viento de doctrina, sino que debemos estar arraigados y
cimentados en la verdad. “Por tanto, de la manera que habéis
recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y
sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis
sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Col. 2:6-
7). Pablo añade: “Yo sé a quién he creído” (2ª Ti. 1:12), este
conocimiento es indispensable para afirmarnos en la verdad.
Quienes no se afirman bien, el viento se los lleva.

Tal vez algunos estén todavía confusos y aun como Felipe


siendo discípulo no sabía la verdad. Este es el tiempo en que
usted puede venir al conocimiento de la verdad. Pues Jesús
es el que salva y sana, en Su Nombre hay perdón de pecados;
él fue el que murió voluntariamente en rescate por muchos, “…
para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga
vida eterna” (Jn. 3:16) Cristo es el Creador (Jn. 1:10), él es el
Padre (Isa. 9:6), él es el Hijo (Jn. 1:34), él es el Espíritu Santo
(Col. 1:27), él es el Todopoderoso que al mundo ha de venir
(Ap. 1:8). El es Uno y Uno es su Nombre (Zac. 14:9). En él
estamos completos (Col. 2:10); El es Jehová Dios del Antiguo
Testamento manifestado en carne. No son dos personas
distintas; sólo hay un Dios verdadero (Jn. 5:20).

CONCLUSIÓN: He aquí esta breve exposición sobre la


Unicidad de Dios. El Profeta visionario Isaías nos habla muy
claramente de este tema tan hermoso; él es uno de los
profetas mayores que más se distingue sobre cosas
semejantes, para él Dios es Uno y fuera de El no hay quien
salve. Cristo como hombre, nos enseña de la Unicidad de
Dios. Y el debe saber, pues él vino del cielo y conoce todo lo
de Dios.

Sin embargo, debemos decir que Cristo no vino


exclusivamente a decir que él era Dios; porque el mundo no
sólo necesitaba a un Dios, sino a un Salvador que lo redimiera
del pecado y de la muerte; esa es la misión que como Hijo de
Dios, Cristo vino hacer, y la hizo.
Finalmente, el Apóstol Pablo nos habla de la Unicidad de Dios.
El fue el apóstol agraciado con una revelación directa de Dios.
La virtud del Señor operaba maravillosamente en él, y él hizo
honor a esa revelación guardándose íntegro en todo. Su
ejemplo es para nosotros un camino a seguir; él dice: “Porque
la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los
hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a
los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la
manifestación gloriosa de nuestro Gran Dios y Salvador
Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para
redimirnos…” (Tito 2:11-14).

AUTO EVALUACIÓN: Por favor conteste las preguntas


adecuadamente.

1. ¿Por favor investigue cuál es la diferencia entre unidad y


unicidad?

2. ¿Cómo es que Jesucristo y el Padre son uno?

3. En base al pensamiento trinitario: Si el Padre es Espíritu,


quién es el Espíritu Santo ó es que hay dos Espíritus y si
es así, ¿quién de los dos es el Padre de Jesús? (ver Mt.
1:18, 20)?

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