Procesamiento Extorsiã - N Olmedo, Casalis Massimino y Lutri

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Poder 

Judicial de la Naci ón
//doba, 9 de abril del año 2021.
Y VISTOS:
Los autos caratulados, “OLMEDO, LUIS AUGUSTO; CASALIS, ADRIÁN
OSCAR; MASSIMINO, AUGUSTO Y SPADILIERO DE LUTRI, MIRTA MONICA
SOBRE EXTORSIÓN (Expte. 9174/2020)”, llegados a despacho a fin de resolver la situación
procesal de los imputados Luis Augusto Olmedo, DNI 10.377.212, ddo. en Bv. Chacabuco 643,
piso 14, dpto. “a” de esta ciudad; Adrián Oscar Casalis, DNI 17.483.303, ddo. en Bv. Chacabuco
N° 635, planta baja, dpto. “d” de esta ciudad; Augusto Massimino, DNI 27.891.836, ddo. en calle
Belgrano N° 56 de la localidad de Villa Sarmiento de esta provincia; Mirta Mónica Spadiliero de
Lutri, DNI 10.048.674, domicilio legal en Av. Haya de la Torre s/nº, Ciudad Universitaria
(Facultad de Odontología, UNC).
DE LOS QUE RESULTA:
Que las presentes actuaciones, el Sr. Procurador Fiscal a fs. 329/343 y vta., fs.
797/809 y fs. 878/890, promueve acción penal en contra de Luis Augusto Olmedo, Adrián Oscar
Casalis, Augusto Massimino, Mirta Mónica Spadiliero de Lutri, y contra quienes resulten autores,
cómplices, encubridores o instigadores de los hechos presuntamente delictivos que a continuación
se describen:
Hecho nominado primero:
En fecha no determinada con exactitud, pero presumiblemente desde el año 2000
aproximadamente, hasta la actualidad, el Dr. Luis Augusto Olmedo, profesor Titular de la Cátedra
de Microbiología e Inmunología de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de
Córdoba, sita en Av. Haya de la Torre s/nº, Ciudad Universitaria, abusó de la función que
desempeñaba, persiguiendo la obtención de un beneficio económico ilegítimo. Incumpliendo los
deberes a su cargo, acordó primero con Adrián Casalis y luego con Augusto Massimino, un
aceitado, insidioso, perverso y exitoso sistema extorsivo por el cual los alumnos de su cátedra se
veían obligados a pagar para aprobar los exámenes de la materia, exigiéndoles el pago de una suma
de dinero y la simulación de un curso, bajo amenaza que, de no hacerlo, en muchos casos serían
aplazados indebida y arbitrariamente indeterminada cantidad de veces.
La intimidación era ejercida principalmente por Olmedo, combinando las

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siguientes características para generar miedo: aplazos sistemáticos, masivos o reiterados a los que
no pagaban la academia o filtraran información del sistema; ejercicio despótico del cargo; maltrato;
imagen de persona influyente e impune, aprovechamiento de la asimetría existente entre su
posición dominante de poder respecto a la vulnerabilidad e indefensión de los alumnos que estaban
sometidos a su voluntad con la pasividad de las autoridades de la Facultad. Así, Olmedo infundía
un temor generalizado en el alumnado, que se fue consolidando con el tiempo y resultó altamente
efectivo para doblegar la voluntad de los estudiantes a fin de que entregaran su dinero.
Desde el año 2000 hasta el 2015 ó 2016 aproximadamente, la pseudo academia
estuvo a cargo de Adrián Oscar Casalis, bajo el nombre de “AOC” (Apoyo Odontológico
Córdoba), ubicada en Bv. Chacabuco N° 687, local 19 de esta ciudad. No se trataba de un centro de
enseñanza, solo tenía la fachada de tal, ya que el encargado de dar las “clases de apoyo” no tenía la
menor idea del contenido de la materia, menos de odontología y se limitaba a darles a los asistentes
el material que luego Olmedo les tomaría en exámenes.
Allí Casalis habría recibido el pago de parte de una innumerable cantidad de
alumnos, vía transferencia bancaria en contadas ocasiones o mayormente en efectivo,
entregándoles a veces como constancia de pago un simple recibo de librería, demostrándose así una
informalidad pasmosa. Los pagos representaban importantes sumas de dinero que se iban
actualizando año a año -lo cual hacía que muchas personas no pudieran acceder jamás-, valores que
variaban dependiendo si el alumno cursaba o rendía como regular o libre.
Abonado el supuesto curso por adelantado o la primera cuota, Casalis les entregaba
un “apunte” tomando recaudos para evitar que fuera compartido con compañeros que no concurrían
o pagaban la academia, a fin de forzar a la mayor cantidad de alumnos a tener que pagar. El apunte
en un principio estaba impreso en una hoja oscura (posiblemente marrón) a fin de evitar su
fotocopiado e impedir su préstamo. Luego la maniobra se perfeccionó ya que a cada alumno le
entregaban el material sellado con un número que los identificaba. Con ello, Olmedo y Casalis
pretendían tener el control de las personas a las que se lo habían entregado y se garantizaban mayor
concurrencia. También Casalis amenazaba a sus alumnos con que les podrían hacer algo ya que
conocía a personas que se dedicaban a golpear a otras o con no aprobar más Microbiología si
alguno de ellos lo compartía o difundía el “contenido” brindado en el curso, como le sucedió al
odontólogo Sebastián Aquiles Bacha Meyer, a quien Olmedo habría aplazado seis veces como

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represalia por haber prestado el apunte a un compañero que no podía pagarlo.
Casalis era también el encargado de dar las “clases”, que en realidad no eran tales,
ya que no brindaban ningún tipo de enseñanzas, sólo se limitaban a leer los apuntes y alertar de lo
iban a ser examinados. Casalis les decía qué debían subrayar, proporcionando de esa manera la
información de lo qué iba a tomarles Olmedo. También les hacía corregir a mano el apunte, que
podía estar redactado intencionalmente de forma incorrecta para que, en caso de ser compartido por
solidaridad a quien no podía pagar su “academia”, quien lo estudie se presente a rendir, sea
detectado y aplazado. Asimismo, ampliaba algunos conceptos no estipulados en el apunte, cuestión
de que al momento del examen los alumnos que hubieran adquirido el apunte sin haber cursado no
supieran los nuevos conceptos y fueran reprobados inmediatamente. Casalis les anunciaba qué
bolillas debían estudiar y cuáles no; las preguntas y respuestas del examen; les indicaba que cuando
comiencen a ser evaluados en una determinada bolilla lo hagan con alguna frase o contenido de
memoria de determinada parte del “apunte”, así Olmedo tomaba conocimiento de que habían
concurrido a su academia. Por último, los alertaba de no presentarse en determinadas mesas de
exámenes ya que la Facultad había ordenado incorporar veedores.
Por ello, los alumnos a veces hacían el simulacro de curso y en muchas ocasiones
decidían no presenciar el cursado en la academia, sólo se limitaban a ir a la última clase, días antes
de cada examen con Olmedo, donde Casalis los alertaba de las bolillas, temas y/o preguntas por los
que serían evaluados. Para poder concurrir a la misma, la única que motivaba el pago de la
academia, debían tenerla pagada por completo ya que si no lo hacían les advertía que serían
reprobados.
Llegado el momento de los exámenes finales y para conocer qué alumno había
pagado su academia, Olmedo se fijaba en una lista que estaba subrayada con los alumnos a los que
debía “evaluar” lo previamente acordado e indicado por Casalis o miraba una lista con la firma de
los asistentes a la academia. Sabido esto, Olmedo en algunas ocasiones les hacía sacar bolillas,
otras él mismo lo hacía y les habría preguntado si “le parecía bien la que había tocado”, otras ni
siquiera hacía una pregunta. Algunas veces las notas ya estaban puestas de antemano, los aprobaba
directamente o bien les hacía cualquier pregunta sin ningún tipo de vinculación con la materia, de
todas formas terminaban siendo aprobados.

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Aquellos que rendían en condición de libres tenían dos instancias, la primera
escrita, donde Olmedo evaluaba con las mismas preguntas que Casalis había avisado en la última
clase. Luego, en el examen oral, circunstancia que se repetía para los alumnos regulares, eran
también evaluados sobre aquellos temas y/o bolillas que Casalis les había recomendado o bien
directamente no eran evaluados conforme lo descripto anteriormente.
Para lograr su cometido, Olmedo incumplía con el deber de todo docente de
evaluar a todos los alumnos de acuerdo al programa de la materia y sus conocimientos, toda vez
que aquellos que no habían ido a la academia –muchos por cuestiones económicas y otros por
resistencia- eran aplazados de manera sistemática y arbitraria, haciéndoles preguntas que no
correspondían al programa; contenidos no brindados en clases ni que pudieran ser ubicados en los
libros de estudio de la materia; ni tampoco justificaba los aplazos a quienes hubieran rendido
escrito, no mostrándoles ni siquiera sus exámenes. Así, Olmedo los reprobaba en reiteradas
oportunidades, viéndose obligados muchos a tener que “pagar para aprobar” la academia. De
hacerlo, en la mayoría de los casos eran aprobados en la primera mesa que se presentaban a rendir.
Sin embargo, en algunos casos, como represalia podía aplazar una primera vez a los que habían
pagado, si sospechaba que alguien había compartido el material con los que no pagaban o decían
algo sobre la maniobra. En la academia ya eran advertidos de esto, y en tal caso lo pagado les
servía para la próxima mesa de examen que se presentaran, en la cual serían aprobados,
circunstancia que ocurría.
Tales circunstancias habrían ocurrido hasta aproximadamente los años 2015 ó
2016, en el cual Olmedo y Casalis se habrían distanciado, y la pantalla de la academia se habría
mudado al barrio Nueva Córdoba, lugar donde Augusto Massimino se hizo cargo hasta el día de la
fecha de la academia, repitiéndose el mismo modus operandi relatado en relación a Adrián Casalis.
A diferencia de la academia de calle Chacabuco al 687 que perduró más de 15 años, esta habría
mutado, primero en calle Buenos Aires N° 1419, luego en Crisol N° 14 y últimamente en Ituzaingó
N° 1398.
Olmedo infundía temor en sus alumnos, principalmente hacia las mujeres, con
quien tenía un trato misógino. No sólo demostraba su autoritarismo de la manera descripta
aplazando indebidamente a sus alumnos, sino también con su forma indebida y maleducada de dar
las clases, en la que maltrataba a sus alumnos con gritos, menosprecios y frases agraviantes,

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denigrantes o humillantes (“mamerto”, “burro”, “andá a estudiar peluquería o enfermería”, etc.).
Además, era percibido como un profesor “con poder en la facultad”, “influyente”, “importante”,
“con relaciones”, “con contactos en la justicia”.
Su accionar delictivo durante tantos años en los cuales prácticamente todo
estudiante y/u odontólogo que se haya recibido en la Facultad de Odontología de la UNC en los
últimos 20 años, o más, que conocían la situación generante de que muchas personas padecieran
injustamente daños psicológicos, perjuicios personales. A muchos la resistencia al pago del dinero
exigido para aprobar hizo que Olmedo les frustrara su vocación y deseos de ser odontólogos,
obligándolos a abandonar la carrera, destruyendo de tal forma un proyecto de vida personal.
En el marco de intimidación descripta, innumerables personas se vieron obligadas a
recurrir y pagar la academia para aprobar su materia en las siguientes. Así se verificó en las
siguientes sedes, años y montos de dinero:
I) Academia a cargo de Adrián Oscar Casalis:
1) Sofía Rosmari, 2012, $4.000;
2) Melisa Daniela Morales, 2009, $5.000;
3) Sofía Martínez Paz, 2011, $1.500;
4) María Emilia Saad Lanzarotti, 2014, $5.000;
5) María Agustina Gelos, 2014, $5.000;
6) Juan Manuel Bertello, 2000, $400;
7) Sebastián Aquiles Bacha Meyer, 2007, pago no determinado hasta el momento;
8) Marianela Orionte, 2016, $11.000;
9) Gastón Ezequiel Negro, 2011, $6.000;
10) Macarena Abregú, 2011, monto no determinado hasta el momento;
12) Winifred Eilen Schaw, 2012, monto no determinado hasta el momento;
13) María Luz Pereira Corvalán, 2017, $17.000;
14) Julieta Verde, 2011, $3.000;
15) Laura Ana Siepaquersia, 2007, $10.000;
16) Wanda Estefanía Frontera, 2015, $2500;
17) Ailen Soledad Sánchez, 2012, $3.500;

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18) María Victoria Saadi Rojano, 2014 $4.000;
19) Nicolás Ramiro García, 2014, monto no determinado hasta el momento;
20) Marcos Manuel Carbonel, 2011, monto no determinado hasta el momento;
21) Ailén Soledad Sánchez, 2012, $3.500;
22) Paola Cuadrelli, 2014, monto no determinado hasta el momento.
23) Constanza Molina, 2018, $14.700.
II) Academia a cargo de Augusto Massimino:
1) Camila Delpicolo Ivancich, 2019, $17.000;
2) María Pía Megale, 2015, pago no determinado hasta el momento;
3) María de los Ángeles Cornejo, 2019, $22.500;
4) Mariana Noemí Torres Passalacqua, 2017, $16.000;
5) Martina Borasi, 2019, $18.000;
6) Julieta Carolina Costa Teves, 2016, $10.000;
7) Laura Ana Siepaquersia, 2018, $10.000;
8) Sol Pérez, 2018, $18.000;
9) Francisca Areñanzas, 2016, $10.000;
10) Julieta Noemí Orellano, 2017, $17.500;
11) Ayelén Gabriela Rodríguez Gudiño, 2018, $16.000.
Bajo la intimidación por el mecanismo descripto, hubo personas presionadas para
entregar dinero en la academia a cargo sucesivamente de Casali y Massimino para aprobar
Microbiología con Olmedo, que no lo hicieron porque se resistieron permanentemente a hacerlo.
La negativa férrea e inflexible de aquellos que no aceptaban la exigencia ilegítima, les trajo como
consecuencia sufrir el mal al que sabían se exponían –cumplimiento de la amenaza de ser
reiteradamente aplazados-. En algunos casos, la resistencia firme a ir a la academia y pagar llegó a
forzarlos a tener que abandonar definitivamente o provisoriamente la carrera universitaria, como
ocurrió con las siguientes personas:
- Marcos Echandía, quien iba realizando una aceptable carrera, hasta que fue
aplazado injustamente cinco veces por Olmedo en 2011 y 2012, circunstancia que el 27/7/2012 lo
obligó a abandonarla, generándole daños morales que perdurarían hasta la fecha;
- Analía Lorena Abregú, quien la habría regularizado en el 2003 pero nunca se

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presentó a rendirla por el temor que le generaba hacerlo sin pagar y dejó sus estudios de
odontología;
- Daniela Lanik, aplazada aproximadamente cinco veces entre 2012 y 2015 por
negarse a pagar, hasta que logró aprobar logrando que interceda otro docente.
- Silvia Marina Brizuela, luego de haber sido aplazada ocho veces entre 2014 y
2016 por no concurrir a la academia, se vio obligada a abandonar sus estudios, hasta que pudo
retomar cuando dos años después se creó una nueva cátedra, en la que cursó y promocionó. Cuando
iba por el aplazo número cinco, una amiga fue a la academia y en 2016 Brizuela le dio $6.000 para
compartir el gasto, la mitad de lo que le cobraron a su compañera, pero como Brizuela no figuraba
en las listas que tenía Olmedo de los que habían ido a la academia, siguió siendo reprobada tres
veces más.
Hecho nominado segundo:
Desde el 27 de junio de 2014 hasta el 11 de septiembre de 2020, Mirta Spadiliero
de Lutri, Decana de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba, sita en Av.
Haya de la Torre s/nº, Ciudad Universitaria, no ejecutó el deber que le imponía el artículo 177 del
CPPN inc. 1º, consistente en la obligación de denunciar delitos conocidos en ejercicio de la función
o promover actuaciones administrativas disciplinarias. Sabiendo que el titular de la cátedra de
Microbiología Luis Augusto Olmedo podía estar involucrado en maniobras de exigencias
dinerarias para aprobar la materia (ver hecho anterior), la Decana intencionalmente evitó anoticiar
los hechos a la autoridad competente u ordenar la investigación interna. Durante ese extenso
período de tiempo, intencional e ilegalmente incumplió el deber de iniciar una información de
sumaria o sumario administrativo al mencionado titular por las presuntas inconductas ya referidas,
como así también un historial de maltrato a alumnos y docentes, discriminación a mujeres,
arbitrariedad en la evaluación con criterios ajenos al mérito y rendimiento académico, de acuerdo al
deber que correspondía en virtud de los artículos 2, 3, 76 incs. a y b y 83 de la ordenanza 9/12 del
Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba.
Hecho nominado tercero:
En fecha no determinada con exactitud, pero presumiblemente desde la década del
90 hasta la actualidad, el Dr. Luis Augusto Olmedo, primero como docente de categoría inferior y a

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partir del 20 de abril de 2004 en su calidad de profesor Titular de la Cátedra de Microbiología e
Inmunología de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba, sita en Av.
Haya de la Torre s/nº, Ciudad Universitaria, abusó de la función que desempeñaba mediante
distintos actos. Incumpliendo los deberes a su cargo, acordó primero con Adrián Casalis y luego
con Augusto Massimino, un aceitado, insidioso, perverso y exitoso sistema extorsivo por el cual los
alumnos de su cátedra se veían obligados a hacer entregas de dinero a los últimos dos nombrados,
para aprobar los exámenes de la materia, exigencia que era cubierta por la fachada o simulación de
un curso, bajo la amenaza que, de no hacerlo, se exponían en muchos casos a ser aplazados
indebida y arbitrariamente indeterminada cantidad de veces.
La intimidación era ejercida principalmente por Olmedo, combinando las
siguientes características para generar miedo: aplazos sistemáticos, masivos o reiterados a los que
no pagaban la academia o filtraran información del sistema; ejercicio despótico del cargo; maltrato;
imagen de persona influyente e impune, aprovechamiento de la asimetría existente entre su
posición dominante de poder respecto a la vulnerabilidad e indefensión de los alumnos que estaban
sometidos a su voluntad con la pasividad de las autoridades de la Facultad. Así, Olmedo infundía
un temor generalizado en el alumnado, que se fue consolidando con el tiempo y resultó altamente
efectivo para doblegar la voluntad de los estudiantes a fin de que entregaran el dinero propio o
familiar a Casalis o Massimino.
Desde el año 2000 hasta el 2015 ó 2016 aproximadamente, la seudo academia
estuvo a cargo de Adrián Oscar Casalis, bajo el nombre de “AOC” (Apoyo Odontológico
Córdoba), ubicada en Bv. Chacabuco N° 687, local 19 de esta ciudad. No se trataba de un centro de
enseñanza, solo tenía la fachada de tal, ya que el encargado de dar las “clases de apoyo” no era
médico, biólogo, odontólogo o profesional de alguna ciencia, el conocimiento del contenido de la
materia era muy limitado, menos de odontología y en definitiva se limitaba a darles a los asistentes
el material que luego Olmedo les tomaría en exámenes.
Allí Casalis habría recibido el pago de parte de una innumerable cantidad de
alumnos, vía transferencia bancaria en contadas ocasiones o mayormente en efectivo,
entregándoles a veces como constancia de pago un simple recibo de librería, demostrándose así una
informalidad pasmosa. Los pagos representaban importantes sumas de dinero que se iban
actualizando año a año -lo cual hacía que muchas personas no pudieran acceder jamás-, valores que

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variaban dependiendo si el alumno cursaba o rendía como regular o libre.
Abonado el supuesto curso por adelantado o la primera cuota, Casalis les entregaba
un “apunte” tomando recaudos para evitar que fuera compartido con compañeros que no concurrían
o pagaban la academia, a fin de forzar a la mayor cantidad de alumnos a tener que pagar. El apunte
en un principio estaba impreso en una hoja oscura (posiblemente marrón) a fin de evitar su
fotocopiado e impedir su préstamo. Luego la maniobra se perfeccionó ya que a cada alumno le
entregaban el material sellado con un número que los identificaba. Con ello, Olmedo y Casalis
pretendían tener el control de las personas a las que se lo habían entregado y se garantizaban mayor
concurrencia. También Casalis amenazaba a sus alumnos con que les podrían hacer algo ya que
conocía a personas que se dedicaban a golpear a otras o con no aprobar más Microbiología si
alguno de ellos lo compartía o difundía el “contenido” brindado en el curso, como le sucedió al
odontólogo Sebastián Aquiles Bacha Meyer, a quien Olmedo habría aplazado seis veces como
represalia por haber prestado el apunte a un compañero que no podía pagarlo.
Casalis era también el encargado de dar las “clases”, que en realidad no eran tales,
ya que no brindaban ningún tipo de enseñanza seria o profunda, sólo se limitaban a leer los apuntes
y alertar de lo que iban a ser examinados. Casalis les decía qué debían subrayar, proporcionando de
esa manera la información de lo qué iba a tomarles Olmedo. También les hacía corregir a mano el
apunte, que podía estar redactado intencionalmente de forma incorrecta para que, en caso de ser
compartido por solidaridad a quien no podía pagar la “academia”, quien lo estudie se presente a
rendir, sea detectado y aplazado. Asimismo, ampliaba algunos conceptos no estipulados en el
apunte, cuestión de que al momento del examen los alumnos que hubieran adquirido el apunte sin
haber cursado no supieran los nuevos conceptos y fueran reprobados inmediatamente. Casalis les
anunciaba qué bolillas debían estudiar y cuáles no; las preguntas y respuestas del examen; les
indicaba que cuando comiencen a ser evaluados en una determinada bolilla lo hagan con alguna
frase o contenido de memoria de determinada parte del “apunte”, así Olmedo tomaba conocimiento
de que habían concurrido a su academia. Por último, los alertaba de no presentarse en determinadas
mesas de exámenes cuando la Facultad había ordenado incorporar veedores.
Por ello, los alumnos a veces hacían el simulacro de curso y en ocasiones decidían
no presenciar el cursado en la academia, sólo se limitaban a ir a la última clase, días antes de cada

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examen con Olmedo, donde Casalis los alertaba de las bolillas, temas y/o preguntas por los que
serían evaluados. Para poder concurrir a la misma, la única que motivaba el pago de la
academia, debían tenerla pagada por completo ya que si no lo hacían les advertía que serían
reprobados.
Llegado el momento de los exámenes finales y para conocer qué alumno había
pagado su academia, en ocasiones Olmedo se fijaba en una lista que estaba subrayada con los
alumnos a los que debía “evaluar” lo previamente acordado e indicado por Casalis o miraba una
lista con la firma de los asistentes a la academia. Sabido esto, Olmedo en otras oportunidades les
hacía sacar bolillas, otras veces él mismo lo hacía y les habría preguntado si “le parecía bien la que
había tocado”, eventualmente ni siquiera hacía una pregunta. Algunas veces las notas ya estaban
puestas de antemano, los aprobaba directamente o bien les hacía cualquier pregunta sin ningún tipo
de vinculación con la materia, de todas formas terminaban siendo aprobados.
Aquellos que rendían en condición de libres tenían dos instancias, la primera
escrita, donde Olmedo evaluaba con las mismas preguntas que Casalis había avisado en la última
clase. Luego, en el examen oral, circunstancia que se repetía para los alumnos regulares, eran
también evaluados sobre aquellos temas y/o bolillas que Casalis les había recomendado o bien
directamente no eran evaluados conforme lo descripto anteriormente.
Para lograr su cometido, Olmedo incumplía con el deber de todo docente de
evaluar a todos los alumnos de acuerdo al programa de la materia y sus conocimientos, toda vez
que aquellos que no habían ido a la academia –muchos por cuestiones económicas y otros por
resistencia- corrían un alto riesgo de ser aplazados de manera sistemática y arbitraria, quedando
expuestos a preguntas que no correspondían al programa; preguntas formuladas de manera no
entendible, contenidos no brindados en clases ni que pudieran ser ubicados en los libros de estudio
de la materia; ni tampoco justificaba los aplazos a quienes hubieran rendido escrito, no
mostrándoles ni siquiera sus exámenes. Así, Olmedo los podía reprobar en reiteradas
oportunidades, viéndose obligados muchos a tener que “pagar para aprobar” la academia. De
hacerlo, en la mayoría de los casos eran aprobados en la primera mesa que se presentaban a rendir.
Sin embargo, en algunos casos, como represalia podía aplazar una primera vez a los que habían
pagado, si sospechaba que alguien había compartido el material con los que no pagaban o decían
algo sobre la maniobra. En la academia ya eran advertidos de esto, y en tal caso lo pagado les

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servía para la próxima mesa de examen que se presentaran, en la cual serían aprobados,
circunstancia que ocurría.
Tales circunstancias habrían ocurrido hasta aproximadamente los años 2015 ó
2016, en el cual Olmedo y Casalis se habrían distanciado, y la pantalla de la academia se habría
mudado al barrio Nueva Córdoba, lugar donde Augusto Massimino se hizo cargo hasta el día de la
fecha de la academia, repitiéndose el mismo modus operandi relatado en relación a Adrián Casalis.
A diferencia de la academia de calle Chacabuco al 687 que perduró más de 15 años, esta habría
mutado, primero en calle Buenos Aires N° 1419, luego en Crisol N° 14 y últimamente en Ituzaingó
N° 1398.
Olmedo infundía temor en sus alumnos, principalmente hacia las mujeres, con
quien tenía un trato misógino. No sólo demostraba su autoritarismo de la manera descripta
aplazando indebidamente a sus alumnos, sino también con su forma indebida y maleducada de dar
las clases, en la que maltrataba a sus alumnos con gritos, menosprecios y frases agraviantes,
denigrantes o humillantes (“mamerto”, “burro”, “andá a estudiar peluquería o enfermería”, etc.),
logrando en muchas ocasiones consecuencias atemorizantes, angustiantes y estresantes,
principalmente crisis de llantos y miedo a rendir. Además, era percibido como un profesor “con
poder en la facultad”, “influyente”, “importante”, “con relaciones”, “con contactos en la justicia”.
Su accionar delictivo durante tantos años en los cuales prácticamente todo
estudiante y/u odontólogo que se haya recibido en la Facultad de Odontología de la UNC en los
últimos 20 años, o más, que conocían la situación generante de que muchas personas padecieran
injustamente daños psicológicos, perjuicios personales. A muchos la resistencia al pago del dinero
exigido para aprobar hizo que Olmedo les frustrara su vocación y deseos de ser odontólogos,
obligándolos a abandonar la carrera, destruyendo de tal forma un proyecto de vida personal.
En el marco de intimidación descripta, innumerables personas se vieron obligadas a
recurrir y pagar la academia para aprobar su materia en las siguientes. Así se verificó en las
siguientes sedes, años y montos de dinero:
I) Academia a cargo de Adrián Oscar Casalis:
1) Sofía Rosmari, 2012, $4.000;
2) Melisa Daniela Morales, 2009, $5.000;

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3) Sofía Martínez Paz, 2011, $1.500;
4) María Emilia Saad Lanzarotti, 2014, $5.000;
5) María Agustina Gelos, 2014, $5.000;
6) Juan Manuel Bertello, 2000, $400;
7) Sebastián Aquiles Bacha Meyer, 2007, pago no determinado hasta el momento;
8) Marianela Orionte, 2016, $11.000;
9) Gastón Ezequiel Negro, 2011, $6.000;
10) Macarena Abregú, 2011, monto no determinado hasta el momento;
12) Winifred Eilen Schaw, 2012, monto no determinado hasta el momento;
13) María Luz Pereira Corvalán, 2017, $17.000;
14) Julieta Verde, 2011, $3.000;
15) Laura Ana Siepaquersia, 2007, $10.000;
16) Wanda Estefanía Frontera, 2015, $2500;
17) Ailen Soledad Sánchez, 2012, $3.500;
18) María Victoria Saadi Rojano, 2014 $4.000;
19) Nicolás Ramiro García, 2014, monto no determinado hasta el momento;
20) Marcos Manuel Carbonel, 2011, monto no determinado hasta el momento;
21) Ailén Soledad Sánchez, 2012, $3.500;
22) Paola Cuadrelli, 2014, monto no determinado hasta el momento.
23) Constanza Molina, 2018, $14.700.;
24) Guadalupe Chaguri, 2012, pago no determinado hasta el momento;
25) Victoria Agostina Ortiz Castellano, 2014, $ 2.000;
26) Agustina Melanie Llugdar, 2013, pago no determinado hasta el momento;
27) María Rocío Blanco, 2015, pago no determinado hasta el momento;
28) Olga Natascka Kackuka, 2013, un número de cuotas no determinadas hasta el momento
de $700 cada una;
29) Lorena Moine, 2011, $1.750;
30) Pedro Daniel Di Benedetto, 1997, pago no determinado hasta el momento.
II) Academia a cargo de Augusto Massimino:
1) Camila Delpicolo Ivancich, 2019, $17.000;

12

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2) María Pía Megale, 2015, pago no determinado hasta el momento;
3) María de los Ángeles Cornejo, 2019, $22.500;
4) Mariana Noemí Torres Passalacqua, 2017, $16.000;
5) Martina Borasi, 2019, $18.000;
6) Julieta Carolina Costa Teves, 2016, $10.000;
7) Laura Ana Siepaquersia, 2018, $10.000;
8) Sol Pérez, 2018, $18.000;
9) Francisca Areñanzas, 2016, $10.000;
10) Julieta Noemí Orellano, 2017, $17.500;
11) Ayelén Gabriela Rodríguez Gudiño, 2018, $16.000;
12) María Abigail Limpitay, 2016, monto no determinado hasta el momento;
13) Cinthia Verónica López, 2019, $15.000;
14) Agustina Benvenutto, 2019, monto no determinado hasta el momento;
15) Araceli Sofía Petean, 2018, $20.000;
16) Karen Belén Cuello, 2017, $10.000;
17) Agostina Daniela Martín Mira, 2018, $18.000 ó $19.000.
Bajo la intimidación por el mecanismo descripto, hubo personas presionadas para
entregar dinero en la academia a cargo sucesivamente de Casali y Massimino para aprobar
Microbiología con Olmedo, que no lo hicieron porque se resistieron permanentemente a hacerlo.
La negativa férrea e inflexible de aquellos que no aceptaban la exigencia ilegítima, les trajo como
consecuencia sufrir el mal al que sabían se exponían –cumplimiento de la amenaza de ser
reiteradamente aplazados-. En algunos casos, la resistencia firme a ir a la academia y pagar llegó a
forzarlos a tener que abandonar definitivamente o provisoriamente la carrera universitaria, como
ocurrió con las siguientes personas:
- Marcos Echandía, quien iba realizando una aceptable carrera, hasta que fue
aplazado injustamente cinco veces por Olmedo en 2011 y 2012, circunstancia que el 27/7/2012 lo
obligó a abandonarla, generándole daños morales que perdurarían hasta la fecha, por lo que hace
años recurre a un psicólogo;
- Analía Lorena Abregú, quien la habría regularizado en el 2003 pero nunca se

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presentó a rendirla por el temor que le generaba hacerlo sin pagar y dejó sus estudios de
odontología;
- Daniela Lanik, aplazada aproximadamente cinco veces entre 2012 y 2015 por
negarse a pagar, hasta que logró aprobar logrando que interceda otro docente.
- Silvia Marina Brizuela, luego de haber sido aplazada ocho veces entre 2014 y
2016 por no concurrir a la academia, se vio obligada a abandonar sus estudios, hasta que pudo
retomar cuando dos años después se creó una nueva cátedra, en la que cursó y promocionó. Cuando
iba por el aplazo número cinco, una amiga fue a la academia y en 2016 Brizuela le dio $6.000 para
compartir el gasto, la mitad de lo que le cobraron a su compañera, pero como Brizuela no figuraba
en las listas que tenía Olmedo de los que habían ido a la academia, siguió siendo reprobada tres
veces más.
Hecho nominado cuarto:
Desde el 27 de junio de 2014 hasta el 11 de septiembre de 2020, Mirta Spadiliero
de Lutri , Decana de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba, sita en
Av. Haya de la Torre s/nº, Ciudad Universitaria, no ejecutó el deber que le imponía el artículo 177
del CPPN inc. 1º, consistente en la obligación de denunciar delitos conocidos en ejercicio de la
función o promover actuaciones administrativas disciplinarias. Sabiendo que el titular de la cátedra
de Microbiología Luis Augusto Olmedo podía estar involucrado en maniobras de exigencias
dinerarias para aprobar la materia (ver hecho anterior), la Decana intencionalmente evitó anoticiar
los hechos a la autoridad competente u ordenar la investigación interna. Durante ese extenso
período de tiempo, intencional e ilegalmente incumplió el deber de iniciar una información de
sumaria o sumario administrativo al mencionado titular por las presuntas inconductas ya referidas,
como así también un historial de maltrato a alumnos y docentes, discriminación a mujeres,
arbitrariedad en la evaluación con criterios ajenos al mérito y rendimiento académico, de acuerdo al
deber que correspondía en virtud de los artículos 2, 3, 76 incs. a y b y 83 de la ordenanza 9/12 del
Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba.
Hecho nominado quinto:
En fecha no determinada con exactitud, pero presumiblemente desde la década del
90 hasta la actualidad, el Dr. Luis Augusto Olmedo, primero como docente de categoría inferior y a
partir del 20 de abril de 2004 en su calidad de profesor Titular de la Cátedra de Microbiología e

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Inmunología de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba, sita en Av.
Haya de la Torre s/nº, Ciudad Universitaria, abusó de la función que desempeñaba mediante
distintos actos. Incumpliendo los deberes a su cargo, acordó primero con Adrián Casalis y luego
con Augusto Massimino, un aceitado, insidioso, perverso y exitoso sistema extorsivo por el cual los
alumnos de su cátedra se veían obligados a hacer entregas de dinero a los últimos dos nombrados,
para aprobar los exámenes de la materia, exigencia que era cubierta por la fachada o simulación de
un curso, bajo la amenaza que, de no hacerlo, se exponían en muchos casos a ser aplazados
indebida y arbitrariamente indeterminada cantidad de veces.
La intimidación era ejercida principalmente por Olmedo, combinando las
siguientes características para generar miedo: aplazos sistemáticos, masivos o reiterados a los que
no pagaban la academia o filtraran información del sistema; ejercicio despótico del cargo; maltrato;
imagen de persona influyente e impune, aprovechamiento de la asimetría existente entre su
posición dominante de poder respecto a la vulnerabilidad e indefensión de los alumnos que estaban
sometidos a su voluntad con la pasividad de las autoridades de la Facultad. Así, Olmedo infundía
un temor generalizado en el alumnado, que se fue consolidando con el tiempo y resultó altamente
efectivo para doblegar la voluntad de los estudiantes a fin de que entregaran el dinero propio o
familiar a Casalis o Massimino.
Desde el año 2000 hasta el 2015 ó 2016 aproximadamente, la seudo academia
estuvo a cargo de Adrián Oscar Casalis, bajo el nombre de “AOC” (Apoyo Odontológico
Córdoba), ubicada en Bv. Chacabuco N° 687, local 19 de esta ciudad. No se trataba de un centro de
enseñanza, solo tenía la fachada de tal, ya que el encargado de dar las “clases de apoyo” no era
médico, biólogo, odontólogo o profesional de alguna ciencia, el conocimiento del contenido de la
materia era muy limitado, menos de odontología y en definitiva se limitaba a darles a los asistentes
el material que luego Olmedo les tomaría en exámenes.
Allí Casalis habría recibido el pago de parte de una innumerable cantidad de
alumnos, vía transferencia bancaria en contadas ocasiones o mayormente en efectivo,
entregándoles a veces como constancia de pago un simple recibo de librería, demostrándose así una
informalidad pasmosa. Los pagos representaban importantes sumas de dinero que se iban
actualizando año a año -lo cual hacía que muchas personas no pudieran acceder jamás-, valores que

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variaban dependiendo si el alumno cursaba o rendía como regular o libre.
Abonado el supuesto curso por adelantado o la primera cuota, Casalis les entregaba
un “apunte” tomando recaudos para evitar que fuera compartido con compañeros que no concurrían
o pagaban la academia, a fin de forzar a la mayor cantidad de alumnos a tener que pagar. El apunte
en un principio estaba impreso en una hoja oscura (posiblemente marrón) a fin de evitar su
fotocopiado e impedir su préstamo. Luego la maniobra se perfeccionó ya que a cada alumno le
entregaban el material sellado con un número que los identificaba. Con ello, Olmedo y Casalis
pretendían tener el control de las personas a las que se lo habían entregado y se garantizaban mayor
concurrencia. También Casalis amenazaba a sus alumnos con que les podrían hacer algo ya que
conocía a personas que se dedicaban a golpear a otras o con no aprobar más Microbiología si
alguno de ellos lo compartía o difundía el “contenido” brindado en el curso, como le sucedió al
odontólogo Sebastián Aquiles Bacha Meyer, a quien Olmedo habría aplazado seis veces como
represalia por haber prestado el apunte a un compañero que no podía pagarlo.
Casalis era también el encargado de dar las “clases”, que en realidad no eran tales,
ya que no brindaban ningún tipo de enseñanza seria o profunda, sólo se limitaban a leer los apuntes
y alertar de lo que iban a ser examinados. Casalis les decía qué debían subrayar, proporcionando de
esa manera la información de lo qué iba a tomarles Olmedo. También les hacía corregir a mano el
apunte, que podía estar redactado intencionalmente de forma incorrecta para que, en caso de ser
compartido por solidaridad a quien no podía pagar la “academia”, quien lo estudie se presente a
rendir, sea detectado y aplazado. Asimismo, ampliaba algunos conceptos no estipulados en el
apunte, cuestión de que al momento del examen los alumnos que hubieran adquirido el apunte sin
haber cursado no supieran los nuevos conceptos y fueran reprobados inmediatamente. Casalis les
anunciaba qué bolillas debían estudiar y cuáles no; las preguntas y respuestas del examen; les
indicaba que cuando comiencen a ser evaluados en una determinada bolilla lo hagan con alguna
frase o contenido de memoria de determinada parte del “apunte”, así Olmedo tomaba conocimiento
de que habían concurrido a su academia. Por último, los alertaba de no presentarse en determinadas
mesas de exámenes cuando la Facultad había ordenado incorporar veedores.
Por ello, los alumnos a veces hacían el simulacro de curso y en ocasiones decidían
no presenciar el cursado en la academia, sólo se limitaban a ir a la última clase, días antes de cada
examen con Olmedo, donde Casalis los alertaba de las bolillas, temas y/o preguntas por los que

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serían evaluados. Para poder concurrir a la misma, la única que motivaba el pago de la
academia, debían tenerla pagada por completo ya que si no lo hacían les advertía que serían
reprobados.
Llegado el momento de los exámenes finales y para conocer qué alumno había
pagado su academia, en ocasiones Olmedo se fijaba en una lista que estaba subrayada con los
alumnos a los que debía “evaluar” lo previamente acordado e indicado por Casalis o miraba una
lista con la firma de los asistentes a la academia. Sabido esto, Olmedo en otras oportunidades les
hacía sacar bolillas, otras veces él mismo lo hacía y les habría preguntado si “le parecía bien la que
había tocado”, eventualmente ni siquiera hacía una pregunta. Algunas veces las notas ya estaban
puestas de antemano, los aprobaba directamente o bien les hacía cualquier pregunta sin ningún tipo
de vinculación con la materia, de todas formas terminaban siendo aprobados.
Aquellos que rendían en condición de libres tenían dos instancias, la primera
escrita, donde Olmedo evaluaba con las mismas preguntas que Casalis había avisado en la última
clase. Luego, en el examen oral, circunstancia que se repetía para los alumnos regulares, eran
también evaluados sobre aquellos temas y/o bolillas que Casalis les había recomendado o bien
directamente no eran evaluados conforme lo descripto anteriormente.
Para lograr su cometido, Olmedo incumplía con el deber de todo docente de
evaluar a todos los alumnos de acuerdo al programa de la materia y sus conocimientos, toda vez
que aquellos que no habían ido a la academia –muchos por cuestiones económicas y otros por
resistencia- corrían un alto riesgo de ser aplazados de manera sistemática y arbitraria, quedando
expuestos a preguntas que no correspondían al programa; preguntas formuladas de manera no
entendible, contenidos no brindados en clases ni que pudieran ser ubicados en los libros de estudio
de la materia; ni tampoco justificaba los aplazos a quienes hubieran rendido escrito, no
mostrándoles ni siquiera sus exámenes. Así, Olmedo los podía reprobar en reiteradas
oportunidades, viéndose obligados muchos a tener que “pagar para aprobar” la academia. De
hacerlo, en la mayoría de los casos eran aprobados en la primera mesa que se presentaban a rendir.
Sin embargo, en algunos casos, como represalia podía aplazar una primera vez a los que habían
pagado, si sospechaba que alguien había compartido el material con los que no pagaban o decían
algo sobre la maniobra. En la academia ya eran advertidos de esto, y en tal caso lo pagado les

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servía para la próxima mesa de examen que se presentaran, en la cual serían aprobados,
circunstancia que ocurría.
Tales circunstancias habrían ocurrido hasta aproximadamente los años 2015 ó
2016, en el cual Olmedo y Casalis se habrían distanciado, y la pantalla de la academia se habría
mudado al barrio Nueva Córdoba, lugar donde Augusto Massimino se hizo cargo hasta el día de la
fecha de la academia, repitiéndose el mismo modus operandi relatado en relación a Adrián Casalis.
A diferencia de la academia de calle Chacabuco al 687 que perduró más de 15 años, esta habría
mutado, primero en calle Buenos Aires N° 1419, luego en Crisol N° 14 y últimamente en Ituzaingó
N° 1398.
Olmedo infundía temor en sus alumnos, principalmente hacia las mujeres, con
quien tenía un trato misógino. No sólo demostraba su autoritarismo de la manera descripta
aplazando indebidamente a sus alumnos, sino también con su forma indebida y maleducada de dar
las clases, en la que maltrataba a sus alumnos con gritos, menosprecios y frases agraviantes,
denigrantes o humillantes (“mamerto”, “burro”, “andá a estudiar peluquería o enfermería”, etc.),
logrando en muchas ocasiones consecuencias atemorizantes, angustiantes y estresantes,
principalmente crisis de llantos y miedo a rendir. Además, era percibido como un profesor “con
poder en la facultad”, “influyente”, “importante”, “con relaciones”, “con contactos en la justicia”.
Su accionar delictivo durante tantos años en los cuales prácticamente todo
estudiante y/u odontólogo que se haya recibido en la Facultad de Odontología de la UNC en los
últimos 20 años, o más, que conocían la situación generante de que muchas personas padecieran
injustamente daños psicológicos, perjuicios personales. A muchos la resistencia al pago del dinero
exigido para aprobar hizo que Olmedo les frustrara su vocación y deseos de ser odontólogos,
obligándolos a abandonar la carrera, destruyendo de tal forma un proyecto de vida personal.
En el marco de intimidación descripta, innumerables personas se vieron obligadas a
recurrir y pagar la academia para aprobar su materia en las siguientes. Así se verificó en las
siguientes sedes, años y montos de dinero:
I) Academia a cargo de Adrián Oscar Casalis:
1) Sofía Rosmari, 2012, $4.000;
2) Melisa Daniela Morales, 2009, $5.000;
3) Sofía Martínez Paz, 2011, $1.500;

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4) María Emilia Saad Lanzarotti, 2014, $5.000;
5) María Agustina Gelos, 2014, $5.000;
6) Juan Manuel Bertello, 2000, $400;
7) Sebastián Aquiles Bacha Meyer, 2007, pago no determinado hasta el momento;
8) Marianela Orionte, 2016, $11.000;
9) Gastón Ezequiel Negro, 2011, $6.000;
10) Macarena Abregú, 2011, monto no determinado hasta el momento;
12) Winifred Eilen Schaw, 2012, monto no determinado hasta el momento;
13) María Luz Pereira Corvalán, 2017, $17.000;
14) Julieta Verde, 2011, $3.000;
15) Laura Ana Siepaquersia, 2007, $10.000;
16) Wanda Estefanía Frontera, 2015, $2500;
17) Ailen Soledad Sánchez, 2012, $3.500;
18) María Victoria Saadi Rojano, 2014 $4.000;
19) Nicolás Ramiro García, 2014, monto no determinado hasta el momento;
20) Marcos Manuel Carbonel, 2011, monto no determinado hasta el momento;
21) Ailén Soledad Sánchez, 2012, $3.500;
22) Paola Cuadrelli, 2014, monto no determinado hasta el momento.
23) Constanza Molina, 2018, $14.700.;
24) Guadalupe Chaguri, 2012, pago no determinado hasta el momento;
25) Victoria Agostina Ortiz Castellano, 2014, $ 2.000;
26) Agustina Melanie Llugdar, 2013, pago no determinado hasta el momento;
27) María Rocío Blanco, 2015, pago no determinado hasta el momento;
28) Olga Natascka Kackuka, 2013, un número de cuotas no determinadas hasta el momento
de $700 cada una;
29) Lorena Moine, 2011, $1.750;
30) Pedro Daniel Di Benedetto, 1997, pago no determinado hasta el momento.
31) Milagros Rinconez, 2012, pago no determinado hasta el momento.
II) Academia a cargo de Augusto Massimino:

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1) Camila Delpicolo Ivancich, 2019, $17.000;
2) María Pía Megale, 2015, pago no determinado hasta el momento;
3) María de los Ángeles Cornejo, 2019, $22.500;
4) Mariana Noemí Torres Passalacqua, 2017, $16.000;
5) Martina Borasi, 2019, $18.000;
6) Julieta Carolina Costa Teves, 2016, $10.000;
7) Laura Ana Siepaquersia, 2018, $10.000;
8) Sol Pérez, 2018, $18.000;
9) Francisca Areñanzas, 2016, $10.000;
10) Julieta Noemí Orellano, 2017, $17.500;
11) Ayelén Gabriela Rodríguez Gudiño, 2018, $16.000;
12) María Abigail Limpitay, 2016, monto no determinado hasta el momento;
13) Cinthia Verónica López, 2019, $15.000;
14) Agustina Benvenutto, 2019, monto no determinado hasta el momento;
15) Araceli Sofía Petean, 2018, $20.000;
16) Karen Belén Cuello, 2017, $10.000;
17) Agostina Daniela Martín Mira, 2018, $18.000 ó $19.000.
Bajo la intimidación por el mecanismo descripto, hubo personas presionadas para
entregar dinero en la academia a cargo sucesivamente de Casali y Massimino para aprobar
Microbiología con Olmedo, que no lo hicieron porque se resistieron permanentemente a hacerlo.
La negativa férrea e inflexible de aquellos que no aceptaban la exigencia ilegítima, les trajo como
consecuencia sufrir el mal al que sabían se exponían –cumplimiento de la amenaza de ser
reiteradamente aplazados-. En algunos casos, la resistencia firme a ir a la academia y pagar llegó a
forzarlos a tener que abandonar definitivamente o provisoriamente la carrera universitaria, como
ocurrió con las siguientes personas:
- Marcos Echandía, quien iba realizando una aceptable carrera, hasta que fue
aplazado injustamente cinco veces por Olmedo en 2011 y 2012, circunstancia que el 27/7/2012 lo
obligó a abandonarla, generándole daños morales que perdurarían hasta la fecha, por lo que hace
años recurre a un psicólogo;
- Analía Lorena Abregú, quien la habría regularizado en el 2003 pero nunca se

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presentó a rendirla por el temor que le generaba hacerlo sin pagar y dejó sus estudios de
odontología;
- Daniela Lanik, aplazada aproximadamente cinco veces entre 2012 y 2015 por
negarse a pagar, hasta que logró aprobar logrando que interceda otro docente.
- Silvia Marina Brizuela, luego de haber sido aplazada ocho veces entre 2014 y
2016 por no concurrir a la academia, se vio obligada a abandonar sus estudios, hasta que pudo
retomar cuando dos años después se creó una nueva cátedra, en la que cursó y promocionó. Cuando
iba por el aplazo número cinco, una amiga fue a la academia y en 2016 Brizuela le dio $6.000 para
compartir el gasto, la mitad de lo que le cobraron a su compañera, pero como Brizuela no figuraba
en las listas que tenía Olmedo de los que habían ido a la academia, siguió siendo reprobada tres
veces más.
Hecho nominado sexto:
Desde el 27 de junio de 2014 hasta el 11 de septiembre de 2020, Mirta Spadiliero
de Lutri, Decana de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba, sita en Av.
Haya de la Torre s/nº, Ciudad Universitaria, no ejecutó el deber que le imponía el artículo 177 del
CPPN inc. 1º, consistente en la obligación de denunciar delitos conocidos en ejercicio de la función
o promover actuaciones administrativas disciplinarias. Sabiendo que el titular de la cátedra de
Microbiología Luis Augusto Olmedo podía estar involucrado en maniobras de exigencias
dinerarias para aprobar la materia (ver hecho anterior), la Decana intencionalmente evitó anoticiar
los hechos a la autoridad competente u ordenar la investigación interna. Durante ese extenso
período de tiempo, intencional e ilegalmente incumplió el deber de iniciar una información de
sumaria o sumario administrativo al mencionado titular por las presuntas inconductas ya referidas,
como así también un historial de maltrato a alumnos y docentes, discriminación a mujeres,
arbitrariedad en la evaluación con criterios ajenos al mérito y rendimiento académico, de acuerdo al
deber que correspondía en virtud de los artículos 2, 3, 76 incs. a y b y 83 de la ordenanza 9/12 del
Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba.

Calificación Legal:
El Sr. Fiscal en la promoción de acción de fs. 329/343 y vta., encuadró el hecho

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nominado primero en la figura penal de de Extorsión Continuada (arts. 168 y 54 del C.P.),
imputables a Luis Augusto Olmedo, Adrián Oscar Casalis y Augusto Massimino, en carácter
de coautores (art. 45 del Código Penal).
El hecho nominado segundo encuadra en la figura penal de Incumplimiento de los
Deberes de Funcionario Público (art. 248 del C.P.) imputable a Mirta Mónica Spadiliero de
Lutri como autora (art. 45 del C.P.).
El hecho nominado tercero corresponde a la ampliación de la promoción de acción
por parte del Sr. Fiscal de fs. 797/809 y vta., encuadró el hecho en la figura penal de de Extorsión
Continuada (arts. 168 y 54 del C.P.), imputables a Luis Augusto Olmedo, Adrián Oscar Casalis
y Augusto Massimino, en carácter de coautores (art. 45 del Código Penal).
El hecho nominado cuarto corresponde a la ampliación de la promoción de acción
por parte del Sr. Fiscal de fs. 797/809 y vta., encuadró el hecho en la figura penal de
Incumplimiento de los Deberes de Funcionario Público (art. 248 del C.P.) imputable a Mirta
Mónica Spadiliero de Lutri como autora (art. 45 del C.P.).
El hecho nominado quinto corresponde a la ampliación de la promoción de acción
por parte del Sr. Fiscal de fs. 878/890 y vta., encuadró el hecho en la figura penal de de Extorsión
Continuada (arts. 168 y 54 del C.P.), imputables a Luis Augusto Olmedo, Adrián Oscar Casalis
y Augusto Massimino, en carácter de coautores (art. 45 del Código Penal).
El hecho nominado sexto corresponde a la ampliación de la promoción de acción
por parte del Sr. Fiscal de fs. 878/890 y vta., encuadró el hecho en la figura penal de
Incumplimiento de los Deberes de Funcionario Público (art. 248 del C.P.) imputable a Mirta
Mónica Spadiliero de Lutri como autora (art. 45 del C.P.).
Que a fs. 864/867 la defensa de Augusto Massimino instó el sobreseimiento en
relación con los hechos nominados primero y tercero arguyendo que Massimino es ajeno al sistema
extorsivo del que se pretende endilgar su participación punible y que tampoco se encuentran
presente en el caso, los requisitos que estipula el ilícito endilgado para su configuración, lo que será
analizado al momento del valorar los hechos enrostrados al imputado en cuestión.

Y CONSIDERANDO:

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Que declarada la competencia del Tribunal, se llamó a prestar declaración
indagatoria a Luis Augusto Olmedo a fs. 653, quien manifestó que negaba todos los actos que se le
atribuían por falsedad. En segundo lugar, afirmó que, en ningún momento, a lo largo de toda su
carrera docente personalmente, o por interpósita persona ha extorsionado a nadie, para que haga
algo que no sea correcta tal como amenazarlo o decirle que tiene que ir a prepararse a una
academia, jamás. Que jamás ha participado formal o informalmente en la explotación comercial de
academia o instituto de enseñanza alguno de ninguna clase. Agregó que nunca sugirió, pidió,
insinuó y mucho menos exigió a sus alumnos de la cátedra de microbiología e inmunología, que
antes era cátedra única y ahora es cátedra, a que concurran a ninguna academia para aprobar.
Seguidamente, a fs. 657, declaró Mirta Spadiliero de Lutri, quien afirmó que
negaba el hecho que se imputaba y por consejo de su abogado defensor, oportunamente
acompañaría una declaración por escrito, en virtud de todos los inconvenientes relacionados con la
pandemia.
Continuando con las posiciones defensivas, a fs. 700, declaró Augusto Massimino,
quien negó los hechos que se le imputaban, afirmando que con el Dr. Olmedo tenía una relación
social amistosa, que lo conoció por medio de mi madre Carolina Elina Dominguez, con el cual
cursaron la secundaria en la escuela “Estela Maris de San Pedro” de la localidad de Villa Dolores.
Continuó relatando que en la carrera de odontología llegó hasta tercer año, y fue ayudante de
cátedra en la materia de microbiología que es de segundo año. Dijo que en la actualidad se
desempeñaba trabajando en el campo con mi padre Héctor Domingo Massimino, como soldador,
haciendo herrería, y dando apoyo virtual de esta materia microbiología. Que ha preparado en forma
acabada para brindar lo mejor a los alumnos. Actualmente no tiene más de 10 alumnos, que le
pagan $3900 mensuales. Aclaró que en su teléfono tenía dos grupos de whatsapp, uno de
“paralelo”, y otro de “micro”, que eran los alumnos que han reprobado la materia, y después él
sigue dando una ayuda para que la puedan sacar en algún momento, porque depende mucho de la
parte de ellos también. Afirmó que nunca tuvo una academia, los lugares que nombro S.S. eran
correctos, él alquilaba aulas para dar apoyo. El lugar de apoyo estaba situado en calle Buenos Aires
y Crisol, y él se había ido porque cerraron, entonces tuvo que buscar otras aulas para alquilar.
Agregó que los nombres de los alumnos reprobados que están en el grupo eran Raúl Lescano,

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Federico Rosales, Ignacio Gordillo y Martina Ferulo, que eran los que se pudo acordar. Dijo que
nunca amenazó a ningún alumno, ellos se comunicaban con el declarante, de forma independiente,
por vía telefónica para que les brinde el apoyo, con su consentimiento, nunca amenazó, ni
extorsionó a nadie. Aclaró que ante una pregunta dubitativa, le consultaba al Dr. Olmedo, sin saber
si podía ser, una posible pregunta de algún examen o parcial. Y Olmedo le contestaba de forma
colaborativa y sin fines de lucro. Especificó que no tenía cuentas transferencias bancarias con el
Doctor Olmedo, ni nada que lo relacione económicamente. Dijo que era una persona humilde, de
bien, que jamás haría algo para desprestigiar a mi familia y mucho menos a su esposa, Natalia, que
trabaja en Tribunales de Villa Dolores. Aclaró que no conocía a Adrián Casalis, que no tenía
relación con él. Finalmente agregó, que la cantidad de alumnos que tenía podría ser extraída de su
celular, de los dos grupos de microbiología, que es “paralelo”, que son los alumnos que
actualmente le estaba dando apoyo, y en “micro” que había aproximadamente 14, 15 alumnos, que
habían reprobado la materia y que les brindaba apoyo para ver si la aprobaban.
Continuando con las declaraciones de los acusados, a fs. 735/737 y vta., el
imputado Adrián Oscar Casalis manifestó que conoció al Dr. Olmedo en el año 1988, cuando
estaba cursando cuarto año de medicina y por una circunstancia de discusión con su madre, se vió
obligado a abandonar la carrera por no saber trabajar y estudiar, que se fue a vivir a Brasil y cuando
regresó en 1992 estaba sin trabajo. A comienzos de 1993 en una circunstancia en que estaba
cenando en “Betos” con el Dr. Olmedo, y en otra mesa se encontraba el intendente Martí junto a su
mujer, los invitaron a su mesa. En un momento cuando fue al baño con Luis, le pidió que hablara
con el intendente para que le consiguiera un trabajo. Así, la Sra. Leiva de Martí, era la encargada
titular de la cátedra de microbiología. Esa fue la única vez que tuvo relación con la doctora, muy
poco dialogo porque no la conocía, incluso estaba impresionado porque estaba sentado en la mesa
el intendente de Córdoba. El diálogo que se manifestó entre el Dr. Olmedo y la Dra. Martí, era que
se conocían porque ella había regresado de España y que en un momento dado anterior, no sabe el
año, Olmedo había estado agregado a la cátedra de microbiología. Entonces como él no tenía
ningún tipo de compromiso de trabajo, la doctora le manifestó que fuera a la cátedra a ayudar o si
tenía ganas de volver a dar clases, eso se habló en ese momento.
Continuó relatando que el Dr. Olmedo le dijo que al día siguiente, se iban a juntar
con él y le iba a decir de algún trabajo. Al otro día se reunieron y le dio la idea de poder hacer un

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apunte sobre la materia de microbiología, para dar clases particulares a los alumnos de la facultad
de odontología ya que había una gran cantidad de alumnos que tenían problemas y quedaban libres
porque no había capacidad en la parte práctica de tercer año. El declarante accedió y le intereso el
ofrecimiento, y se puso a buscar y conseguir el programa de la materia y la cartilla de trabajos
prácticos, en una fotocopiadora que se encuentra en el ingreso de la facultad de odontología que la
venden, denominada “la pecera”. A partir de allí buscó el libro recomendado por la cátedra Norte,
que es un libro de microbiología, en base a ese libro el declarante fue completando la línea de
trabajos prácticos y armó un apunte como se dicta la materia de trabajos prácticos, y 7 bolillas,
divido por bolilla, correspondiente cada uno a cada trabajo práctico. En eso, una vez que culminó
de realizar el apunte colgó carteles en la facultad con los datos personales suyos. El número de
teléfono fijo suyo y la dirección de boulevard Chacabuco 635 PB d, que es donde se dirigían los
alumnos que tenían interés de que el declarante los prepare en la materia, quiere aclarar que en esos
momentos cuando el comienza a dar clases tuvo dos primeros alumnos en diciembre del año 1993,
el Dr. Olmedo no se encontraba trabajando en la cátedra, o sea que no había ningún tipo de
relación, la persona que vio una sola vez fue la Dra. Martí, con quien no tenía relación y los
alumnos rindieron con profesores que estaban en la cátedra. Así, en el turno siguiente tuvo otros
tres alumnos que también aprobaron su materia.
El dicente explicó como dictó la materia hasta el último día que dio clases, como
dijo anteriormente el apunte estaba armado de trabajo práctico a trabajo práctico, que explicaba el
material de estudio y se lo repartía al alumno, cada trabajo práctico tiene alrededor de máximo 6
hojas, el alumno iba a su casa estudiaba el apunte y lo que no comprendía, era explicado por el
dicente al día siguiente y él en esa época evaluaba al alumno, con preguntas orales, una vez
finalizada la toma se comenzaba el trabajo práctico siguiente y de esa forma era dictada la materia.
Nunca utilizó la computadora por lo que no tenía power point, ni nada de lo que se correspondiera,
solo oral y con un apunte de hoja, eso era el dictado de la clase. En el año 1995 la Dra. Martí deja
su cargo porque pide licencia, porque se fue como diputada nacional, e ingresa a cargo de la
cátedra como titular la licenciada Liliana Manca, cargo que ocupa hasta el año 2005, persona a la
cual el dicente no conoce y nunca habló con ella. Por trascendidos de sus alumnos, excelente
profesora y persona, que en el único beneficio para el declarante es que ella nunca actualizó la

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materia, lo que también benefició a los alumnos. Lo único que agregó a la cátedra, fue un nuevo
material de estudio en el años 1997/1998, que es un libro que se llama Ureña que es de
Microbiología, que le sirvió para actualizar los temas teóricos que ella dictaba de ese libro, de muy
buena forma y entendido por todos los alumnos que llevaran el conocimiento.
Debido a que en el año 1997, el declarante ya era nombrado y recomendado por
quienes aprobaban, vuelve a aclarar que estaba dando clases en su propiedad ya señalada. En el año
1997, patentó los apuntes como propiedad intelectual con derecho de autor y la cámara del libro
argentina, registro que lo tiene en su propiedad para poderlo demostrar, con el aval de
patentamiento, lo que lo ampara a que el producto sea reproducido o fotocopiado ya que le
pertenece personalmente, está amparado por la ley 23.412 y quedó registrado como no a la venta.
Entonces al alumno que venía a clases, el declarante le daba el material, pero el alumno no tenía
derecho a prestarlo ni a darlo, porque él no se lo permitía.
Afirmó que en esa época existía mayor respecto hacia la persona, los alumnos que
aprobaban la materia le devolvían el apunte, es por eso que él le colocaba un sello, porque si el
apunte estaba en fotocopiadoras, él podía saber quién era. Así, luego contactaba el alumno y le
preguntaba porque lo había hecho, y la gran mayoría de las personas pedían disculpas pero el daño
ya estaba hecho, ya que ello, a él lo perjudicaba en forma laboral. Aclaró, que en el año 1995,
preparó un alumno libre, Fernando o Federico Blazón, en donde fue evaluado por la Dra. Manca,
que era titular y previo a haber pasado tres mesas evaluado por diferentes docentes, la Dra. Manca
lo felicitó, porque hacía ocho años que no aprobaba un alumno libre. Así fue transcurriendo el
dictado de clases del curso, con la misma modalidad y en la parte de los preparatorios de finales
exactamente lo mismo, la diferencia que en el curso “paralelo” tenían que venir un día o dos días
de clases una vez por semana y para los finales venían todos los días, de lunes a viernes. Todo
alumno que no aprobaba la materia, volvía a preparase o ayudar para los turnos siguientes hasta
que aprobaba la materia, sin que el alumno le tuviera que abonar nada. Así fue hasta el 2005, dónde
hubo un concurso de cátedras donde ingreso como titular el Dr. Olmedo.
En relación con el lugar de clases, el declarante afirmó que en el año 2004 el
declarante se encontraba dando clases en Bv. Chacabuco 687, lugar donde se encontraba una
fotocopiadora y tenía un piso superior, un primer piso que alquilaba para dar clases a Diego Paireti,
que todavía tiene una fotocopiadora en el mismo lugar, en Bv Chacabuco 677 más o menos,

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fotocopiadora garage. Ese local estaba embargado y fue a remate, oportunidad que se le dio para
poderlo comprar en un remate, porque no disponía de dinero que pagar por él, en $ 71.000 (setenta
y un mil pesos).
Luego el declarante respondió una serie de preguntas realizadas por el Sr. Fiscal
Federal Nº 3. En primer lugar, comentó que en realidad sufría una enfermedad de adicción a
drogas, lo que le hizo dejar la carrera. Que durante todo el tiempo que estuvo en la academia tenía
relación frecuente con Olmedo ya que inclusive, era el padrino de su hija. Que antes de ser titular
de cátedra, Olmedo comenzó con un cargo de JTP (jefe de trabajos prácticos), o sea que podía dar
clases a ciertas comisiones en el año 1996/1997, y fue titular en el año 2005. Dijo que nunca le
realizó transferencia de dinero a Olmedo, que recién en el año 2013/2014 tuvo cuenta bancaria.
Que no recuerda que ningún familiar de él, le haya hecho transferencias a Olmedo. Que Olmedo
no sabía que alumnos iban a la academia. Aclaró que conoce a Massimino, lo conoció mucho antes
de que él se pusiera a dar clases, desde el año 2009/2010. Dijo que la relación entre Olmedo y
Massimino empezó como una relación de pareja y luego Massimino se casó y se veían como
amigos. Manifestó que desconoce si Massimino heredó también apuntes y las técnicas del
declarante, porque si bien él se juntaba un par de veces, compartían momento de adicción y de
enfermedad y no hablaban del material, ya que Massimino empezó después que el declarante.
Aportó que no tenía conocimiento si Massimino, se había dedicado a preparar alumnos antes del
2015, es más, se enteró mucho después que él empezó. En relación con los apuntes y que quién los
tenía aprobaba, dijo que el apunte que el realizó en una primera instancia estaba completo, y a
partir de que él se dio cuenta que había mucha gente que lo prestaba o lo daba y le perjudicaba su
trabajo, fue sacándole las partes más importantes a cada trabajo practico, las cuales las dictaba y las
explicaba los días antes al trabajo practico. Agregó que nunca supo con anterioridad si era Olmedo
quien iba a evaluar, que en relación con los profesores titulares, cuando uno hace más de 15 años
que da la materia y tiene 10 turnos de examen por año, sabe más o menos que toman. Finalmente
dijo que no sabía en mesa estaría Olmedo, que en términos generales en cada mesa de examen sus
alumnos rendían con cualquier profesor, por lista, Manca, Ordoñez o quien estuviera, que eran
elegidos al azar, varios rendían con Olmedo por ser titular, pero no todos.

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Así, el Fiscal formuló ampliación de la promoción de acción a fs. 797/809 y vta.,
los acusados fueron llamados nuevamente, con la finalidad de recibir las ampliaciones de las
declaraciones indagatorias.
En este orden, a fs. 811, Luis Augusto Olmedo dijo que no iba a responder
preguntas de la fiscalía y se remitió a lo ya declarado con anterioridad. Así, a fs. 814, Mirta
Spadiliero de Lutri, dijo que negaba los hechos endilgados y que iba acompañar un memorial con
una declaración detallada por escrito. Este obra a fs. 815, y en el mismo, la nombrada alega que
jamás omitió los deberes inherentes a su cargo, y mucho menos con conocimiento e intención. Dijo
que nunca recibió denuncia alguna, ya sea de manera oral o por escrito de parte de alumnos, padres
de alumnos, docentes en general, docentes de la cátedra de microbiología e inmunología, ni de no
docentes, que la anoticien sobre el hipotético caso de corrupción académica.
Agregó que tampoco recibió denuncias en el consejo directivo, excepto un par de
reclamos por aplazos en los exámenes, por lo cual un grupo de estudiantes solicitó un veedor para
la mesa de examen, aclarando que motivaba su pedido la necesidad de resguardar el nombre de la
institución, sus prácticas académicas y el buen nombre del personal docente de la asignatura,
resguardando también el derecho de los estudiantes, lo cual fue atendido, recibiendo el consejo el
informe de los veedores respecto de que el examen transcurrió sin problemas. Agregó que en el
período de los años 2016-2017, se realizaron encuestas anónimas a los estudiantes de todos los
años de la carrera, en el marco del seguimiento del plan de estudios, advirtiéndose sin que mediara
denuncia alguna, disconformidad con la cátedra de microbiología e inmunología y comentarios
desfavorables, por lo cual el secretario académico, Dr. Guillermo De Leonardi le hizo la propuesta,
que la dicente atendió, de recurrir a la oficina de sumarios de la Dirección de Asuntos Jurídicos de
la UNC, a los efectos de consultar qué medidas podrían tomarse al respecto. Así las cosas, el
secretario académico, se entrevistó con la jefa de la oficina mencionada, Dra. Susana Argento, en
más de tres oportunidades, quien le refirió que sin denuncias de los estudiantes o disposición a
hacer declaraciones por parte de los mismos, no se podía hacer nada, en clara alusión que sin
pruebas ninguna presentación en dicha sede iba a prosperar. Refirió que en otra oportunidad una
agrupación estudiantil (JPO) solicitó formalmente, a través de una nota presentada al consejo
directivo, la creación de la cátedra b de microbiología. Que el tema fue tratado en el consejo y
aprobado por unanimidad, con comentario de varios consejeros en relación con las irregularidades

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de la cátedra. Que solo se limitaron a realizar expresiones hoy tomadas como pruebas por la fiscalía
en sesiones ordinarias del cuerpo, que no indicó el inicio de investigación alguna, siendo el órgano
máximo de la facultad.
Continuó declarando que, cuando la situación tomó estado público, la consejera
Silvia López de Blanc, manifestó que ella había recibido quejas de alumnos, de padres de alumnos,
que habían hablado con ella, reconociendo estar en conocimiento de esta situación y nunca
comentó ni denunció el hecho ante algunas de las autoridades unipersonales de la facultad o ante el
mismo consejo. Agregó que quienes conocieran sobre los eventos endilgados al Dr. Olmedo,
contaban además con recursos por fuera de la facultad, en la propia universidad, por medio de la
Defensoría de la Comunidad Universitaria o por medio de la Dirección de Asuntos Jurídicos, a
través de las cuales podrían haberse sustanciado todas y cada una de las acusaciones. Agregó que
durante su gestión como Decana se creó la Comisión de Articulación contra la Violencia de
Género, explicando como funciona dicha institución. Expresó que el cuidado de las garantías
académicas hacia los alumnos o de cualquier otra índole fueron diligentemente observadas. Agregó
cuestiones relacionadas con la ética, responsabilidad y el uso correcto de los fondos públicos por
parte de la declarante, así como también el algo sentido de pertenencia que le llevó a conducir una
cátedra y luego la facultad. Refirió nuevamente que no hubo denuncia ni acusación formal contra
Olmedo y realizó más precisiones relacionadas con su gestión y la forma de solucionar los
requerimientos de los particulares.
Así, a fs. 815/816 y vta., declaró en forma escrita, la Dra. Mirta Mónica Spadiliero
De Lutri, como ya había manifestado en su declaración anterior, en función de la pandemia de
público conocimiento, relacionada con el covid-19. En la misma manifestó, que nuevamente
negaba terminantemente los hechos que se le endilgaban y expresó firmemente que jamás omitió y
mucho menos en forma intencional, es decir, con conocimiento e intención, deberes inherentes a su
cargo.
Continuó manifestando la declarante, que nunca recibió denuncia alguna, ya sea de
manera oral o por escrito de parte de alumnos, padres de los alumnos, docentes en general,
docentes de la Cátedra de Microbiología e Inmunología, ni de no docentes; que se anoticien sobre
el hipotético caso de corrupción académica.

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Afirmó que tampoco recibió denuncias en el H. Consejo Directivo, excepto un par
de reclamos por aplazos en los exámenes, por lo cual un grupo de estudiantes solicitó un veedor
para la mesa de examen aclarando que “Motiva nuestro pedido la necesidad de resguardar el
nombra de la institución, sus prácticas académicas y el buen nombre del personal docente de la
asignatura, resguardando también el derecho de los estudiantes”, lo cual fue atendido, recibiendo en
el HCD el informe de los veedores respecto de que el exámen transcurrió sin problemas.
Que en el período de los años 2016-2017, se realizaron encuestas anónimas a los
estudiantes de todos los años de la carrera, en el marco del seguimiento del plan de estudios,
advirtiéndose sin que mediara denuncia alguna, disconformidad con la Cátedra de Microbiología e
Inmunología y comentarios desfavorables, por lo cual el Secretario Académico Dr. Guillermo De
Leonardi le hizo una propuesta, a lo cual la declarante accedió. La misma consistía en recurrir a la
Oficina de Sumarios de la Dirección de Asuntos Jurídicos de la U.N.C., a los efectos de consultar
qué medidas podrían tomarse al respecto.
Relató Lutri que el Secretario Académico con su anuencia, se entrevistó con la Jefe
de la Oficina de Sumarios, Dra. Susana Argento, en más de tres oportunidades, quien les refirió que
sin denuncias de los estudiantes o disposición a hacer declaraciones por parte de los mismo (cosa
que nunca consiguieron), no se podía hacer nada, en clara alusión que sin pruebas, ninguna
presentación en dicha sede iba a prosperar.
Continuó refiriendo, que en otra oportunidad, una agrupación estudiantil (JPO),
solicitó formalmente, a través de una nota presentada al HCD, la creación de la Cátedra B de
Microbiología e Inmunología, refiriendo: “que la solicita por los numerosos inconvenientes que
ocasiona a los alumnos el cursado de la asignatura Microbiología e Inmunología: es notorio
observar el alto número de aplazos en parciales y exámenes finales, solicitando a la mayor
brevedad posible su creación y así asegurar la acreditación ante CONEAU”. El tema fue tratado en
el HCD y fue aprobado por unanimidad en sesión del Cuerpo, con debates y opiniones de
diferentes consejeros que hicieron referencia a supuestas irregularidades en esa cátedra y que sin
embargo como máximas autoridades de la Facultad (más autoridad que la Decana) nunca
denunciaron ante los entes pertinentes, ni abrieron investigación alguna. Sólo se limitaron a realizar
las expresiones hoy tomadas como pruebas por la fiscalía en sesiones ordinarias del cuerpo, que el

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mismo cuerpo escuchó y no habiendo prueba alguna de los dichos expresados, no indicó nunca
como el mayor órgano de gobierno de nuestra casa el inicio de investigación alguna.
Continuó declarando, que cuando la situación ya expuesta, tomó estado público, la
consejera Silvia López de Blanc, manifestó que ella había recibido quejas de alumnos, de padres de
alumnos, que habían hablado con ella, reconociendo estar en conocimiento de esta situación y
nunca comentó ni denunció el hecho ante algunas de las autoridades unipersonales de la Facultad o
ante el mismísimo Consejo Directivo. Insistió en que ningún alumno, docente, no docente o
egresado asumió el compromiso, si es que realmente le constaba alguna situación irregular, de
presentar una denuncia responsable y formal ante el HCD, Secretaría Académica, Secretaría de
Asuntos Estudiantiles, Centro de Estudiantes o ante las Autoridades Unipersonales (Decano o
Vice-Decano).
Sumado a ello, continuó Lutri, quienes conocieran sobre los eventos endilgados al
Dr. Olmedo, contaban además con recursos por fuera de esta Unidad Académica en la propia
Universidad, por medio de la Defensoría de la Comunidad Universitaria o por medio de la
Dirección de Asuntos Jurídicos, a través de las cuales podrían haberse sustanciado todas y cada una
de las acusaciones. Luego hizo presente, que durante su gestión como Decana de la Facultad de
Odontología, se creó la Comisión de Articulación contra la Violencia de Género, a través de la
Secretaría de Extensión, habilitada por Resolución del Honorable Cuerpo Directivo y constituida
por la Vice Decana, docentes de esta Casa de Estudios y de nuestra Asesoría Letrada. En tal
sentido, destacó que muchos de los alumnos que hoy denuncian y son testigos identificados fuera
del ámbito académico como querellantes damnificados, contando con esta herramienta vinculada
con el empoderamiento de sus derechos como principal claustro afectado, jamás concretaron hasta
la fecha y desde su creación hace más de un año descarga formal alguna, en relación al motivo de
esta particular situación.
Desde esta perspectiva, afirmó, puedo ratificar que el cuidado de las garantías
académicas hacia los alumnos o de cualquier otra índole fueron diligentemente observados, en la
media que las demandas fueran canalizadas por cualquier representante de los cuatro claustros que
componen nuestra Casa de Estudios.

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Luego afirmó que quienes la conocen desde hace años, saben muy bien que si un
expediente en el que se adujeran hechos de corrupción debidamente formalizados, tal como les fue
indicado por la Dra. Susana Argento, hubiese llegado a sus manos, habría dado urgente tratamiento
del mismo, iniciando un proceso de investigación con plenas garantías que condujeran su correcto
esclarecimiento, con las debidas consecuencias procesales en caso de ser probado sobre el o los
responsables de los hechos denunciados.
Finalmente aclaró que nunca dudó tal como injustamente se la acusaba de no
cumplir con sus deberes de funcionario público. Al contrario, dijo, la ética, la responsabilidad, el
uso correcto de los fondos públicos y el alto sentido de pertenencia la llevaron a conducir no solo
una Cátedra, sino a velar por los intereses comunes de toda una Facultad en las variadas funciones
en las que demostró estar a la altura de las circunstancias. Que cada vez que pudo dar una solución
concreta a la creciente demanda de necesidades, lo hizo con el convencimiento de que la gestión
pública es para estar al servicio del otro. Del mismo modo, cada vez que no pudo satisfacer alguna
problemática o requerimiento en particular, dio las oportunas explicaciones por las cuales no pudo
abordarse la solución debida.
Luego a fs. 817, Augusto Massimino negó los hechos y se abstuvo de declarar,
remitiéndose a lo ya declarado con anterioridad. En el mismo orden, se manifestó Adrián Oscar
Casalis a fs. 892 y vta..
Ahora bien, en relación con una nueva ampliación del requerimiento de instrucción
por parte del Fiscal, que obra a fs. 878/890, a fs. 911/917 y vta., presentó memorial con declaración
escrita, Luis Olmedo, como había referido en su declaración indagatoria, en la que en lo medular
relató que se presumía inocente, criticó la forma en que estaba redactada su acusación y negó
nuevamente los hechos. Arguyó de falsas las afirmaciones que le atribuían haber desarrollado
conductas que, según las relata el requerimiento de instrucción, tenían por objeto “castigar” a los
alumnos de la academia de Casalis y Massimino que filtraran a otros alumnos que no concurrían a
la misma las preguntas que iban a ser tomadas en los exámenes. Afirmó que jamás en mi carrera
docente procuré “castigar” ni “castigué” a ningún estudiante por ningún motivo y por ende
tampoco por estos a los que he hecho referencia. Y esto es así por la simple y sencilla razón que
nunca jamás pasé a Casalis ni a Massimino las preguntas de las evaluaciones ni recibí de ellos listas
de alumnos que concurrían a sus academias para que los mismos sean aprobados por mí en la

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instancia del examen final. Jamás he abusó de sus funciones como docente de la Cátedra de
Microbiología.
Continuó afirmando que nunca reprobó a ningún alumno respecto del cual no nos
encontráramos convencidos como tribunal que debía serlo tras de haberlo evaluado. Más adelante
me explayaré en relación a los motivos por los cuales un alumno podía ser reprobado en un examen
final -alguna de esas formas implica que el alumno ni siquiera inicie el examen-, pero de aquellos a
los que efectivamente hemos evaluado junto con el resto de los miembros del tribunal, los mismos
jamás fueron reprobados de manera arbitraria.
Soy un profesor exigente -siempre lo he sido- pero nunca he tenido mala fe ni he desarrollado mi
actividad de forma abusiva ni arbitraria.
Dijo que con el imputado Casalis tiene una relación de amistad que luego se
transformó en un vínculo más estrecho a partir que fui elegido padrino de bautismo de su hija.
Conoció a Casalis en 1988 en el contexto de una reunión social. En esa época Casalis se encontraba
cursando la carrera de medicina. Es cierto lo que refiere Casalis en relación al episodio con la Dra.
Martí y su esposo. Es también cierto que conversando con Casalis él me informó que, en virtud de
su formación en medicina, él iba a empezar a preparar alumnos en microbiología. Eso ocurrió en el
año 1993 o 1994 si mal no recuerdo. Reitero, la idea fue de él y yo no participé de ningún modo en
la decisión. Destacó que a partir de 1988 fue designado interinamente como JTP de dedicación
simple (Res. del HCD a partir del 01 de octubre de ese año) -antes estuve varios años trabajando
ad-honorem en la Cátedra-. Mi posición como JTP duró hasta el año 2005 en el que, por concurso,
fue designado Profesor Titular de la Cátedra de Microbiología e Inmunología de la Facultad de
Odontología de la UNC. Dijo que era falso lo que se le atribuía, “presumiblemente desde el año
2000 aproximadamente, hasta la actualidad” ha abusado de mi función como titular de Cátedra
persiguiendo la obtención de un beneficio económico ilegítimo y he incumplido los deberes a mi
cargo, acordando, primero con Casalis y luego con Massimino un aceitado, insidioso, perverso y
exitoso sistema extorsivo a los fines de procurar que los alumnos se vieran obligados a concurrir a
la academia de Casalis o de Massimino a los fines de pagar el curso y así aprobar la materia. Que
ello era falso y que no reflejan la realidad, también dijo que son falsas por imposibles. Según el
relato de varios de los alumnos éstos expresan, que el día antes de los finales, parciales o prácticos

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evaluables, recibían de Casalis las preguntas que iban a ser evaluadas al día siguiente porque yo se
las enviaba. Esto es en un todo imposible dada la posición que ocupaba dentro de la Cátedra en ese
momento y hasta el año 2005. Que él no tenía ningún tipo de injerencia en la confección de las
preguntas de los exámenes ni los prácticos evaluables. Esa labor la cumplía, primero la Dra. Martí
–a cargo de manera interina de la cátedra en reemplazo de su esposo, único titular por concurso- y
luego, cuando ella se alejó de la cátedra para dedicarse también a la política, la Biol. Liliana
Manca, hasta que asumió como Titular. Que no participaba en la confección de las preguntas y
según recuerdo recién me enteraba de su contenido el mismo día del examen y/o los prácticos
evaluables y no antes, así que difícilmente podría haberle enviado a Casalis las mismas el día
anterior, para que él las compartiera con sus alumnos.
Aclaró que con el imputado Massimino tenía una relación de amistad de muchos
años también. Lo conoció por medio de su madre Carolina Elina Domínguez, con la cual cursé el
colegio secundario en la localidad de San Pedro, próximo a la ciudad de Villa Dolores, provincia de
Córdoba. Augusto Massimino era estudiante de Odontología y cursó la materia Microbiología con
la Profesora Bióloga Liliana Manca, no recuerdo en que año. Luego, Massimino se va de Córdoba,
creo que a la ciudad de Rosario, perdiendo contacto con él por varios años. Años después regresa a
la ciudad de Córdoba con su familia –pareja y un hijo-. Luego de ello retomamos el contacto
aunque no con demasiada frecuencia. Que en un momento él le comentó que tenía posibilidad de
empezar a preparar alumnos en Microbiología, pero no recuerdo cómo, dónde ni en qué
circunstancia comenzó a desarrollar dicha actividad. El vínculo con los co-imputados pasaba por
otro lado y no tenía, de ningún modo, foco en la actividad docente. Aclaró que independientemente
de mi vínculo con los nombrados, nunca confundí mi rol de docente universitario con la labor que
ellos realizaban fuera de este ámbito al preparar alumnos de la materia que precisamente yo
impartía en la facultad. Resaltó que nunca recibió dinero –“ellos nunca me lo ofrecieron y yo
tampoco nunca lo pedí”- por salvarle esas dudas o darles respuestas a las consultas que
eventualmente me hacían. Cualquier colaboración en este sentido era absolutamente desinteresada
y gratuita y reitero, nunca abarcaron ni incluyeron el contenido de las preguntas de los exámenes.
Sostener lo contrario es faltar a la verdad.
Destacó que una cosa es el promedio de alumnos aplazados y/o libres de todas las
asignaturas de la facultad -promedio al que obviamente debería incluirse a Microbiología- y otra

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cosa distinta son los porcentajes en cada materia individualmente considerada. En este contexto
tengo que afirmar que, me consta, existen varias materias donde el porcentaje de alumnos libres y/o
aplazados son similares –e incluso superiores- a los de Microbiología, por ejemplo, Biología
Celular, Técnica de Rayos, Odontología Legal, Anatomía –a cargo del Prof. David-, Cirugía I,
entre otras. Realizó aclaraciones con respecto al testimonio de la Profesora Asistente Patricia
Ordoñes, quien aclaró tenía una relación de enemistad con el declarante, dando precisiones al
respecto a las que me remito en honor a la brevedad.
Negó que durante su gestión en alguna evaluación se hubiera desaprobado a la
totalidad de los alumnos como ella lo refiere. Resaltó lo afirmado por la Prof. Adjunta Bióloga
Liliana Manca en su declaración testimonial: la condición final del alumno (libre, regular o
promocional) depende exclusivamente de los profesores asistentes y no del profesor titular. El
único vínculo o contacto personal con los alumnos a lo largo de todo el tiempo que ejerció el cargo
de docente titular de la materia ha sido en el dictado de clases teóricas, al momento de los
exámenes finales y si los mismos se acercaban voluntariamente a evacuar dudas en los horarios de
consulta que yo también disponía. Yo no corregía parciales, ni tampoco prácticos evaluables. Esas
actividades las desarrollaban los profesores asistentes y por tanto quienes determinan la condición
académica de los alumnos tras el cursado de la asignatura son ellos. Yo no dejo libre a los alumnos
–porque no tengo ninguna oportunidad de hacerlo- y solo me entero de la condición académica de
cada uno, el día del examen final cuando retiro del despacho de alumnos las actas correspondientes.
Debe tenerse en cuenta que además de estas actividades, en mi caso también se encontraba dentro
de mis funciones de grado las de: actualizar guías de actividades de la cátedra; dirigir y coordinar
las reuniones docentes de la cátedra; rever evaluaciones de alumnos que manifestaban
disconformidad con el resultado obtenido; programar y dictar cursos de actividades curriculares
optativas a solicitud de la Secretaría Académica, Secretaría Estudiantil y/o Centro de Estudiantes;
dictar cursos de repaso de contenidos antes de evaluaciones. Asimismo, formo parte como
miembro titular de concursos para la selección de profesores titulares y/o adjuntos de la Facultad de
Odontología de la UNC y de otras Unidades Académicas Nacionales. Por su parte, también dirijo
proyectos de investigación para la Cátedra.

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También realizo actividades de posgrado inherentes a mi cargo y dedicación tales
como ser miembro de la Comisión de Doctorado de la Escuela de Graduados de la FO; evalúo
proyectos de investigación para optar al título de Doctor en Odontología; dirijo tesis doctorales.
Soy miembro de las comisiones de seguimiento de tesis doctorales con toda la carga obligacional
que ello implica que va desde la colaboración en la elaboración del reglamento de la carrera de
doctorado, verificar la originalidad de los proyectos, verificar el cumplimiento de los tiempos
reglamentarios para el desarrollo de los trabajos de doctorado.
Por su parte, dentro de mis actividades académicas-institucionales también soy miembro evaluador
de Universidades Públicas y Privadas como representante de Coneau Global.
Por todo esto es que se revela como materialmente excepcional mi contacto personal con los
alumnos de la cátedra.
Negó lo que se le endilgaba en las declaraciones testimoniales de los alumnos,
afirmando que era falso que aplazó –reprobó, o “bochó”- arbitrariamente –o sea, de manera
deliberadamente injustificada- a alumnos en exámenes finales.
Aclaró que era cierto que Manca me preguntó en varias ocasiones si yo tenía algo
que ver con la Academia y siempre, en cada una de esas ocasiones, a lo que le contestó que no, que
era absolutamente ajeno a ello y lo ratifica en su declaración. Realizando una serie de
consideraciones respecto de los decentes de la facultad y de su actividad en ella a las que me remito
en honor a la brevedad.
Finalmente, a fs. 934 y 935, volvieron a declarar Augusto Massimino y Luis
Olmedo, negando el hecho y remitiéndose a lo ya declarado, haciendo en igual sentido Adrián
Oscar Casalis a fs. 892 y vta. y Mirta Mónica Spadiliero de Lutri a fs. 1055 y vta..
Que el material probatorio hasta ahora colectado, se compone de los siguientes
elementos de juicio: 1)- INSTRUMENTAL / DOCUMENTAL: Constituida por documental de fs.
1 a fs. 15, documental de fs. 18 a fs.25, documental de fs. 32. Documental de fs. 34 a fs. 35.
documental de fs. 44, documental de fs. 46 a fs. 48, documental de fs. 56, documental de fs. 64 a fs.
66, documental de fs 73 a fs. 74, documental de fs. 79 a fs. 82, documental de fs. 84 a fs. 87,
documental de fs. 97, documental de fs. 100 a fs. 104, informe de fs. 112 a fs. 126, informe y
Documental reservada en Secretaría de fojas 127 a fs. 128, documental reservada en Secretaría de
fs. 129 a 139, documental de fs. 140 a fs. 165., documental de fs. 170 a fs. 173, documental de fs.

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176 a fs. 177, documental de fs. 179., documental de fs. 185 a 187, documental de fs. 199.
documental de fs. 207 a fs. 214. documental de fs. 217 a fs. 250, documental de fs. 253 a fs. 254,
documental de fs. 257 a 259, 762, 768/770, Informe policial de fs. 260/5, Informes de empresas
telefónicas (fs. 269/270, 639/641), Chats de WhatsApp de fs. 273/6. Informes de la UNC (fs.
279/328, 344/ 461. Actas de secuestro (fs. 494/6, 511, 528/9, 534/5, 546/7, 620, 624/5). Fotografías
(fs. 498/9, 572/612). Croquis (fs. 540, 567/8). 2)- TESTIMONIAL: Declaración testimonial de
Camila Delpicolo Ivancich de fs. 29, declaración testimonial de Sofía Rosmari de fs. 30,
declaración testimonial de Melisa Daniela Morales de fs. 31, declaración testimonial de Sofía
Martinez Paz de fs. 36. declaración testimonial de María Pía Megale de fs. 37, declaración
testimonial de María Emilia Saad Lanzarotti de fs. 38 a fs. 40, declaración testimonial de Juan
Manuel Bertello de fs. 41, declaración Testimonial de identidad reservada de fs. 42 a fs 43,
declaración testimonial de María Agustina Gelos de fs. 49 a fs. 50, declaración testimonial de
Silvia Marina Brizuela de fs. 51 a fs. 53, declaración testimonial de María de los Ángeles Cornejo
de fs. 54 a fs. 55, declaración testimonial de Susana Beatriz Passalacqua de fs. 58 a fs. 59,
declaración testimonial de Mariana Noemí Torres Passalacqua de fs. 60 a fs. 63, declaración
testimonial de Sebastián Aquiles Bacha Meyer de fs. 68, declaración testimonial de Ricardo Andrés
Broggi de fs. 69, declaración testimonial de Irene Cecilia Fini de fs. 70, declaración testimonial de
Martina Borasi Pelegrina de fs. 71 a fs. 72, declaración testimonial de Marianela Orionte de fs. 76 a
fs. 78, declaración testimonial de Gastón Exequiel Negro de fs. 89, declaración testimonial de
Macarena Abregú de fs. 91, declaración testimonial de Winifred Eilen Schaw de fs. 94, declaración
testimonial de Nicolás Alberto Tillard Barrionuevo de fs. 95, declaración testimonial de María Luz
Preira Corvalán de fs. 98, testimonial de Julieta Carolina Costa Teves de fs. 106, testimonial de
Gabriela Verde de fs. 108, testimonial de Laura Ana Siepaquersia de fs. 110, declaración
testimonial de Sol Pérez de fs. 166, declaración testimonial de Analía Lorena Abregú de fs. 168,
declaración testimonial de Wanda Stefanía Frontera de fs. 174, declaración testimonial de Ailen
Paulina Gal Torres de fs. 178, declaración testimonial de María Victoria Saadi Rojano de fs. 180,
declaración testimonial de Nicolás Ramiro García de fs. 181, declaración testimonial de Celeste
Stipani de fs. 182, declaración testimonial de Francisca Armeñanzas de fs. 184, declaración
testimonial de Patricia del Rosario Ordoñes de fs. 188, declaración testimonial de Ricardo Alberto

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Giraudo de fs. 190, declaración testimonial de Florencia Grangetto de fs. 194, declaración
testimonial de Marcos Manuel Carbonel de fs. 200, declaración testimonial de María Laura Barros
de fs. 201, declaración testimonial de Ailen Soledad Sánchez de fs. 203, declaración testimonial de
Julieta Noemí Orellano de fs. 205, declaración testimonial de Cesar Nicolás Combina Herrera de
fs. 215, declaración testimonial de Melanie Wach de fs. 251, declaración testimonial de Florencia
Belén Chiappero de fs. 255, Ayelén Gabriela Rodríguez Gudiño de fs. 271/2, Paola Cuadrelli (fs.
277/8), Fernando Giraudo (fs. 489/491), Sergio Sebastián Arias (fs. 507/8), Marcos Molina
Navarro (fs. 524/6), María Agustina Alicia Espíndola (fs. 532/3), Matías Mercado (fs. 542/4),
Facundo Regino (fs.617/8), Braian Gómez (fs. 621/2), Marcos Ruís Echandía (fs. 722/3), Victoria
Ortiz Castellano (fs. 725), Guadalupe Chaguri (fs. 731), María Abigail Limpitay (fs. 732 bis),
Agustina Llugdar (fs. 733), Cinthia Verónica López (fs. 734), Marina Anahí Vega (fs. 742), Liliana
Inés Schuty (fs. 745/6), René Luis Panico (fs. 747/8), Gerardo Marcelo Gilligan (fs. 749/750),
Mariana Rocío Blanco (fs. 751/3), Agustina Benvenutto (fs. 754/5), Aracei Sofía Petean (fs.
756/7), Leonardo Rafael Coronel (fs. 758/9), Karen Belén Cuello (fs. 760/1), Agostina Daniela
Martín Mira (fs. 763/5), Olga Natascha Kachuka (fs. 766/7), Mabel Virginia Espinoza (fs. 772/3),
Lorena Moine (fs. 775/7), Gonzalo Marcelo Ortiz (fs. 779/780), Liliana María Manca (fs. 782/9),
Pedro Daniel Di Benedetto (fs. 793/4), Guillermo De Leonardi (fs. 905/906 y vta.) y Susana Ana
Argento (fs. 937/940), Lucía Sanchez Dagum (fs. 1070/vta.).

Análisis del hecho nº 1, 3 y 5:


Previo al desarrollo del análisis, y por cuestiones metodológicas, quiero realizar la
salvedad que se analizarán en forma conjunta los hechos primero, tercero y quinto, ya que
evidencian una clara homogeneidad fáctica y unidad de designio que aporta claridad a su análisis
conjunto.
Ahora bien, esta investigación tuvo su inicio a raíz de que numerosos testigos
declararon que para aprobar la materia de Microbiología, cuyo único titular de Cátedra por muchos
años fue el Sr. Luis Oscar Olmedo, debían realizar un pago a través de una Academia, que estaba a
cargo, primero del Sr. Oscar Casalis y luego del Sr. Augusto Massimino, dinero que lograrían
obtener mediante el miedo de los alumnos a ser aplazados arbitrariamente en la materia
Microbiología a cargo del profesor Titular Olmedo, quien fue por mucho tiempo único titular de

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cátedra de dicha materia. En caso contrario habrían sido aplazados, impidiéndoles avanzar en el
cursado de odontología, ya que el sistema de correlatividades no les permitía seguir cursando los
años subsiguientes.
Las historias personales relatadas en el primer hecho estarían respaldadas por los
numerosos testimonios receptados a las víctimas o sus allegados que conocieron los hechos, con
prueba documental confirmatoria para los requerimientos de probabilidad de esta etapa procesal. Se
han incorporado al presente expediente capturas de pantallas de chats (o conversaciones) donde
constan amenazas de Augusto Massimino, advirtiendo a los estudiantes sobre represalias que
tomaban si ellos compartían los apuntes. Además en la investigación realizada por el representante
de Ministerio Público, se pudo obtener copia de los apuntes que suministraba la academia, con las
mismas características que las referidas en la plataforma fáctica en la que el Fiscal acusó a los
nombrados de realizar las actividades ilícitas mencionadas por los estudiantes en sus declaraciones
(fs. 32, 130/138 y 185/186).
Obran incorporadas las actas de exámenes de donde se pueden advertir los aplazos
referidos por los alumnos en sus testimonios. A modo de ejemplo, voy a referirme a los
padecimientos sufridos por el alumno Marcos Echandía, quien por resistirse a pagar la academia
fue reprobado por Olmedo reiteradamente hasta que debió abandonar la carrera, esa declaración
encuentra apoyo convictivo en el testimonio de sus compañeros y su certificado analítico de fs. 161
y ss., de donde surge exactamente confirmada su historia de vida y todos sus padecimientos,
llamativamente en las demás materias de la carrera no tuvo esos problemas. En un primer
momento la fiscalía no habría podido recibir su testimonio, porque habría resultado tan afectado
por la supuesta empresa delictiva de Olmedo, que años después dicha afección le impediría
declarar (fs. 214), lo que finalmente realizó en sede judicial (ver fs. 722/3). Allegados a él
declararon que el mecanismo ilegal implementado por Olmedo no logró doblegar su voluntad,
porque se negó férreamente a pagar, pero esto le significó ver frustrada su vocación y proyecto de
vida, que quedó refrendado por su declaración, donde afirmó que Olmedo lo había aplazado cinco
veces, dijo que le decían que dejara de renegar, que si iba a la academia aprobaba, pero que era
mucho dinero, más los costos de mantención que le significaban un esfuerzo muy grande a su
familia. Que hizo terapia dos años, pero hasta el día de hoy saber que tiene que rendir un examen lo

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angustia. Que abandonó odontología y hoy estudia profesorado de música. Expresó que si no le
hubiera pasado lo que le pasó en microbiología, sin lugar a dudas no hubiera abandonado y hoy
sería dentista.
La testigo Silvia Brizuela relata que el día 18 de julio de 2016 fue a rendir una vez
más después de reiterados aplazos que le habría impuesto Olmedo, por no poder pagar la academia,
recordado puntualmente, que el titular la habría advertido que había gente que sin pagar la
academia tenía los temas y en represalia –tal como les advertían los cómplices que daban el
supuesto curso- hizo un bochazo masivo. Este relato encuentra corroboración documental precisa
con el acta incorporada a fs. 159.
Ahora bien, refiriéndonos a la conexión entre el profesor Olmedo y la academia a
cargo primero de Adrián Casalis y luego de Augusto Massimino, surgiría de la articulación muy
precisa que trasuntan los siguientes datos obtenidos en la abundante prueba testimonial: a los que
pagaban en la academia les habrían dado el contenido del examen que luego les tomaba Olmedo.
En general, Olmedo habría aplazado a los que no iban a la academia particular, y aprobado a los
que iban. Olmedo habría conocido al momento del examen quiénes habían pagado la academia
para aprobar, incluso más de una vez tenía una lista de ellos y en algún caso hasta advirtió que no
dijeran nada de la academia: “se les acercó Olmedo y en voz baja les dijo que no tenían que decir
nada de la academia, que él los iba a hacer pasar y los iba a aprobar, él tenía la lista” (testimonio de
Mariana Torres Passalacqua, fs. 60). Olmedo habría cumplido las amenazas que anunciaban los
encargados de la academia Casalis y Massimino, cuando alguien compartía el material o las
preguntas con quiénes no habían pagado, aplazando a quienes osaran hacerlo.
Es importante señalar que el pago para aprobar no habría sido una decisión deseada
y tomada libremente por los alumnos que lo hacían. No se trataba ni de un negocio conjunto entre
docente y estudiantes en beneficio de ambas partes, ni de un acuerdo venal en el que libremente
confluyen uno y otros. La entrega de dinero de los alumnos habría sido producto de la intimidación
que les causaba la amenaza de no aprobar la materia si se resistían a hacerlo. No se habría tratado
de una situación de complicidad entre estudiante y docente, sino de victimario a víctima, ya que los
alumnos que se habrían visto obligados a pagar, lo habrían hecho coaccionados y en una situación
de inferioridad muy lejana a la espontaneidad. Hay muchísimas descripciones claras de cómo
operaba en el ánimo de los alumnos el sistema extorsivo que habría sido pergeñado por Olmedo y

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sus secuaces de la academia:
“sabía que si no hacía iba a desaprobar” (Camila Delpicolo fs. 29);
“era un problema ir a rendir sin pasar por la academia, sabía que no iba a aprobar
por más que estudiara” (Melisa Morales fs. 31);
“no tenías opción” (Sofía Martínez Paz fs. 36);
“tenía pánico a esta materia, todo el mundo lo tiene, por eso terminé pagando”
(María Pía Megale fs. 37);
“había que pagar para no ser aplazado injustamente…le tenía pánico a Olmedo…lo
hizo con mucha bronca por la impotencia de tener que pagar por miedo” (Emilia Saad Lanzarotti,
fs. 38);
“había que pagar una academia y si no lo hacían no aprobaban…no les quedaba
otra que hacerlo” (Agustina Gelos fs. 49);
“se sintió abatida al saber que si no pagaba siempre le iba a buscar la forma de
desaprobarla. Era la octava vez que desaprobaba” (Silvia Brizuela fs. 52);
“la presionaban muy veladamente para que pague una academia para aprobar…era
un círculo, una situación extorsiva con constantes amenazas…ante el temor de que no pagaba su
hija no aprobaría, con mucho esfuerzo le pagó la academia” (Susana Passalacqua fs 58);
“manipulaban con el miedo, era una situación espantosa” (Mariana Torres
Passalacqua fs. 60);
“rendir sin pagar la academia no aprobaban, eso le daba miedo…pagó por miedo a
que si no pagaba no iba a aprobar, no tenía opción” (Martina Borasi Pelegrina fs. 71);
“desesperada tuvo que ceder a la presión y pagar la academia” (Marianela Orionte
fs. 76);
“entendió que la única forma de aprobar esa asignatura era pagando en la
academia, no le gustaba, pero no tenía alternativa, debía pagar si quería seguir. Pagó por el miedo a
no ser aprobado” (Gastón Negro fs. 89);
“nos negábamos a pagar la academia pero tuvimos que recurrir para poder
aprobarla” (Macarena Abregú, fs. 91);
“salí a decir públicamente ante mis compañeros que si no pagabas, no aprobabas…

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Olmedo me increpó por lo que había hablado” (Nicolàs Tillard, fs. 95);
“tenía miedo de quedarme libre y no aprobarla nunca más… todo esto me provocó
un estrés terrible…tuve ataques de pánico” (María Luz Pereira, fs. 99)” (María Luz Pereira
Corvalán, fs. 99);
“me puso un 1 a pesar de haberle respondido…me desaprobó en tres
oportunidades…tuve que acceder a pagar el curso” (Gabriela Verde, fs. 108);
“si no asistías a la academia…el profesor Luis Augusto Olmedo te desaprobaba…
buscaba implantar miedo para que nosotros hiciéramos lo que él quería” (Laura Ana Siepaquersia,
fs. 110);
“para rendir el final tuve que pagar la Academia” (Sol Pérez, fs. 166);
“desistía a último momento por miedo, sabía que no la iba a aprobar sino pagaba la
academia, veía como aplazaban a decenas de compañeros que no pagaban su academia…el miedo
que generaba era terrible” (Analía Abregú, fs. 168);
“tuvo que ir a pagar a la academia, fue la única que la aplazaron así dos veces sin
saber por qué…todos le tenían miedo a Olmedo…tenían miedo y por ese motivo pagaban la
academia y no decían nada…pagar por miedo a que no aprobara sumado a la Facultad que no les
hacía caso con los reclamos” (Wanda Frontera, fs. 174);
“no había otra posibilidad de aprobar esa materia que no fuera pagando la
Academia” (María Victoria Saadi, fs. 180);
“la pasé muy mal en esta materia, quise dejar la carrera, pero mis papás me
insistieron para que siguiera y me pagaron el curso para poder aprobar” (Nicolás García, fs. 181);
“era mucho estrés el que se vivía durante el cursado porque no teníamos que
esconder los que nos habíamos preparado en la academia para no pasar los apuntes…sabía que si
pasaba los apuntes o las preguntas no aprobaba nunca más la materia” (Florencia Grangetto, fs.
195);
“nos advirtieron que había una academia que tenía relación con el titular y que
tenías que ir porque era la única forma de aprobar…la mejor forma para no rendir tantas veces era
pagar es Academia…todo el tiempo estábamos amenazados por Adrián Casalis de no poder pasar
las preguntas…que si ellos se enteraban que pasábamos la información nos iban a hacer algo, que
ellos conocían gente que golpeaba a gente, que nos íbamos a quedar libre, que lo íbamos a sacar

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más…la presión emocional era terrible, quería terminar con todo” (Ailen Soledad Sánchez, fs.
203);
“intentó hacer la materia sin pagar porque no quería llegar a eso…se dio cuenta que
no iba a lograr pasar esa materia sin pagar y que se iba a atrasar en la carrera. Lo habló con su
madre y les dio mucha bronca esto, pero si no pagaba no podría hacer tercero y sobre todo cuarto
año…por más que se esforzara no la iba a probar…le molestó mucho tener que pagar, estaba con
mucha bronca, enojada, su mamá le dio la plata, estaba en contra, pero también se sentía presionada
por lo que le pasaría si no pagaba” (Julieta Orellano fs. 205);
“me sentía muy agobiada. La personalidad de esta persona me llevó a tenerle
mucho rechazo y miedo” (Florencia Chiappero fs. 255);
“me hizo una pregunta que no estaba dentro del programa, mientras pensaba la
respuesta me gritaba y se dirigía muy irrespetuosamente…me aplazó con un 1. Después de
escuchar que a todos les pasaba lo mismo en esa fecha y para todas las fechas, para la siguiente
mesa decidí pagarla…cuando me presenté ya habiendo pagado la academia fue increíble el cambio
de personalidad y humor de Olmedo, fue amable y me dejó hablar en el examen sin hacerme
ninguna pregunta y me aprobó rápidamente” (Constanza Molina, fs. 253).
“Me sentí muy frustrada y enojada porque pude confirmar que los rumores
descriptos más arriba eran ciertos…Es decir que si yo no hubiera pagado ese curso paralelo jamás
hubiese aprobado o me hubiesen aplazado una mayor cantidad de veces hasta que pagar el curso”
(Victoria Ortiz Castellano, fs. 703);
“En dicho turno aprobamos todos los alumnos que nos habíamos hecho preparar
por la academia, no siendo esta la suerte de quienes no la habían abonado” (María Abigail
Limpitay, fs. 705);
“Ante el temor de ser aplazada en reiteradas oportunidades como le ocurrió a
varias de mis compañeras y amigas es que decidí ahorrar dinero a los fines de pagar la academia…
De no haber abonado la academia, por más conocimiento que yo tuviera en la materia o siendo una
erudita en la misma, no hubiese aprobado. En síntesis, tuve que abonar la academia por la
intimidación que me había generado” (Agustina Llugdar, fs. 706 vta.);
“Ante el temor de ser aplazada en reiteradas oportunidades como le ocurrió a varias

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de mis compañeras y amigas es que decidí solicitarle a mis padres que abonaran la academia…Les
explicité el estrés que esta situación generaba en mi, estrés que me llevó a que me internaran por
mononucleosis en el Sanatorio Allende” (Guadalupe Chaguri, fs. 707);
“Empecé a ahorrar para evitar otro bochazo sin sentido…Por todo lo sucedido
lloré varias veces, tanto lloré cuando me di cuenta que tenía que pagar la academia, siendo que yo
no soy rica porque básicamente no tengo la plata” (Verónica López, fs. 708);
“Me presenté a rendir por primera vez el examen final, ante lo cual previamente
había pagado la academia para hacerme preparar por temor a no aprobar” (Marina Vega, fs. 750);
“Yo no sabía qué hacer, yo estudiaba de los libros de la Cátedra y no aprobaba con
eso, hasta le pedí a los libros de medicina a mi hermana, que eran un poco más complejos para ver
si así aprobaba” (Mariana Rocío Blanco, fs. 751);
“Al ver que no iba a poder aprobar la materia, quise empezar en la academia”
(Agustina Benvenutto, fs. 754);
“Todo el mundo conocía de la existencia de la academia, y que si no te anotabas,
era muy difícil aprobar la materia” (Araceli Petean, fs. 756);
“Tuve que pagar la academia para sacar la materia, porque sabía cómo era la
situación. Sabía que no iba a aprender, solo pagué para poder aprobar, por el miedo de volver a
quedarme libre” (Agostina Martín, fs. 763);
“Todos trataban de inscribirse en la otra cátedra para no tener a Olmedo, pero
como no pude hacerlo, me tuve que hacer preparar para no perder el año” (Olga Kachuka, fs. 766);
“Yo tengo la intensión de estudiar pero parece que no se puede aprobar” (Lorena
Moine, fs. 775).
Estas afirmaciones, todas contestes en lo medular, es decir, en las maniobras
ilícitas que habrían desplegado tanto Olmedo, como Casalis y Massimino, habrían sido reseñadas
con todas las letras una docente de la misma cátedra: “es cierto lo que se ha destapado, que para
aprobar microbiología con Olmedo había que pagar una academia y si no los aplazaban” (Patricia
Ordoñes, fs. 188 vta.). Otro docente ajeno a la cátedra, habría dicho de Olmedo: “es verdad que le
tienen miedo” (César Combina Herrera, fs. 215). O un profesor de otra materia: “claro que había un
exceso de poder de Olmedo con una absoluta indefensión de los alumnos…en la academia cuando
se enteraban que los alumnos compartían material, venían las amenazas…puesto en una posición

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de poder frente a los alumnos” (Ricardo Giraudo, fs. 190). También se cuenta en las actuaciones
con un odontólogo recibido que fue consejero y reclamó por la situación: “no se animaban a hablar
por miedo…nadie se animaba a hablar porque le arruinaban la carrera” (Marcos Carbonel, fs. 200).
Finalmente, y para más razones, cabe destacar que de las declaraciones recibidas
tanto a Casalis como a Massimino, no ha sido controvertido que las academias existieron, que
ambos tuvieron relación directa con el incoado Olmedo y que se dedicaron a preparar alumnos en
la cátedra de microbiología, en la cual Olmedo, fue por muchos años, único profesor titular, hasta
que debido a la gran cantidad de quejas por su materia se solicitó la creación de otra cátedra, esto
fue declarado también por la Dra. Lutri en su manifestación defensiva (ver fs. 815/816 y vta.).
Ahora bien, este Tribunal, luego de que el Sr. Fiscal Federal recibiera una gran
cantidad de declaraciones como las ya valoradas, al retomar la investigación de la causa resolvió
levantar el secreto fiscal de los investigados y solicitar a AFIP la información de la base de datos
denominada E-Fisco. Por lo que corresponde ahora tratar los diversos elementos de prueba
colectados en la información obtenida y que fue incorporada en la carpeta de documentos digitales
de la presente causa.
Del documento electrónico correspondiente a Olmedo, surge una cuenta corriente
bancaria de disposición conjunta entre Olmedo y Massimino en el Banco Macro (ver pag. 101 del
E-Fisco de Olmedo). Ello motivó a solicitar precisiones desde el superlink al órgano recaudador,
quien remitió un documento de 18 páginas en formato pdf que puede visualizarse en la carpeta de
documentos digitales, que ratifica la existencia de esa cuenta bancaria. Así el origen de esa cuenta
corriente permite -para el presente análisis- inducir que la misma podría deberse razonablemente a
la relación económica que existía entre Olmedo y Massimino por los réditos económicos que la
academia les redituaba, sino no se explica el motivo de la misma y ello es un indicio que valorado
en conjunto con todo lo ya analizado no hace más que acreditar la lucrativa actividad que la venta
de la materia microbiología les redituaba a los nombrados.
En cuanto a la relación entre Olmedo y Casalís, surge del documento digital
anexado a las presentes actuaciones, más precisamente el pdf del E-Fisco perteneciente a Olmedo y
el de Casalís, una donación de un inmueble realizada por Olmedo a Casalis, que probaría una
transferencia de derechos reales en favor de Casalis y luego un inmueble que le donó Olmedo en

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forma directa a la hija de Casalís (ver fs. 58, 101 del pdf del E-Fisco de Olmedo). Esto motivó que
el Tribunal a través de una orden de presentación, le solicite a la escribana interviniente, copia de la
escritura de dicha donación, pudiendo establecerse que se trata de un inmueble de setenta y tres
metros cuadrados en calle Chacabuco Nº 643, cuyo valor comercial se estima que superaría los
ciento veinte mil dólares (U$S 120.000), esa trasferencia de dominio a título gratuito resulta
significativamente relevante para acreditar el grado de cohesión entre ellos por la actividad ilícita
lucrativa que importaba la academia. La relación afectiva, que Olmedo reconoce en su descargo al
manifestar que es el padrino de la hija de Casalis, no justifica el desprendimiento económico que el
acto donativo representa, máxime cuando del análisis conjunto de los informes E-fisco de ambos,
no hacen más que refrendar un incremento económico significativamente relevante e injustificado
que indiciariamente podría responder a la actividad de venta de la materia microbiología.
Es así, que todo lo relatado y analizado en los párrafos anteriores, son contestes con
las copias de las diferentes escrituras y certificaciones que aportó la Escribana Claudia Morano (ver
pdf compuesto por 60 fojas que se encuentra anexado a la carpeta de documentos digitales), en
donde se documentó diversos asientos notariales que dan cuenta de registraciones de derechos
reales de usufructo y donaciones, como los ya valorados, con datos más precisos en relación con el
valor económico y detalles de los inmuebles que involucran a los mismos.
Ahora bien, en relación a Olmedo, de su E-Fisco podemos observar que figuran un
departamento adquirido como inversión en calle independencia 991 de ciento seis metros
cuadrados, una cochera de dieciocho metros cuadrados, situada en el mismo domicilio, ambos en
alquiler, un departamento adquirido como inversión en calle Chacabuco 1296 de ciento ochenta y
dos metros cuadrados, un departamento situado en Nueva Córdoba, en calle Chacabuco 643, de
ciento cuarenta y dos metros cuadrados, un local en alquiler, de cuatrocientos diez metros
cuadrados situado en Av. Figueroa Alcorta nº 287, y una casa adquirida como inversión, de
cuatrocientos cincuenta y cinco metros cuadrados, situada en calle Gral. Paz 233, en la localidad
de Villa Dolores.
Puede claramente advertirse que ese cúmulo patrimonial, no se condice con su
actividad de docencia, en la que declaró que gana mensualmente unos ciento veinte mil pesos ($
120.000), sería palmariamente evidente que con dicho ingreso no podría haber incrementado su
patrimonio de la manera que refleja su situación tributaria. Pero sumado a ello, y en fs. 14 y 147 del

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pdf del E-Fisco correspondiente a Olmedo, se advierte además que posee derechos de usufructo
sobre tres inmuebles más, en los cuales figura como nuda propietaria o titular registral la nieta del
profesor Olmedo cuyo CUIL es Nro. 27-30692731-6. Como es sabido el usufructo de un bien
inmueble es el derecho real a disfrutar de modo completo y sin alterar su modo de ser.
El usufructuario está legitimado a usar el bien inmueble, pasando a ser de su propiedad las rentas o
rendimientos que genere el bien inmueble durante la vigencia del usufructo que generalmente se
establece en forma vitalicia. Esta registración notarial bien pudo ser utilizada para -de alguna
manera- disimular el incremento patrimonial del acusado, y la adquisición de dichos inmuebles
bien puede interpretarse que son el reflejo de las sumas de dinero obtenidas del rédito de las
academias, tanto en su sociedad con Casalis en primer término, como con Massimino
Además se advierte del perfil fiscal de Olmedo que se deben sumar tres
posibles adquisiciones de inmuebles en construcción o en pozo, dado a las relaciones comerciales
que reflejan con las desarrollistas Inverco SA, Cuit 30-71656743, Maxi SA (CUIT30-63925272-4)
y AGC Inversiones y Desarrollos SAS , Cuit 30-71656743-1 (ver fs. 24, 101 y 125 del pdf
Correspondiente al E-Fisco de Olmedo). Si sumamos a los inmuebles anteriores, se puede
establecer que el patrimonio de Olmedo (solo en propiedades inmuebles) asciende a un total de
once (11) inmuebles, que por su ubicación y valor de cada uno de ellos, resulta un indicio claro de
que el origen de los mismos podría tratarse de sumas de dinero obtenidas en forma ilícita a través
de la Academia, lo que debe dar lugar a una posible investigación por lavado de activos de origen
delictivo.
Para concluir con el análisis de la plataforma fáctica, ha quedado
acreditado, para los requisitos de probabilidad exigidos en esta instancia procesal, que Luis
Augusto Olmedo, Adrián Oscar Casalis y Augusto Massimino, actuando en conjunto, habrían
exigido sumas dinerarias a los estudiantes, a través de una academia que funcionaba de fachada,
para aprobar la materia de Microbiología, cuyo único titular de cátedra fue por muchos años Luis
Augusto Olmedo.
Análisis del tipo penal:
En el mismo sentido, que en el análisis de los hechos que anteceden, considero que
previo al desarrollo del análisis, y por cuestiones metodológicas, quiero realizar la salvedad que se

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analizarán en forma conjunta los hechos primero, tercero y quinto, ya que evidencian una clara
homogeneidad fáctica y unidad de designio que aporta claridad a su análisis conjunto.
Ahora corresponde adentrarnos en el análisis del tipo penal de extorsión, que a
diferencia de los delitos de hurto o robo (arts. 162 y 164 C.P.), la figura de la extorsión presupone
la intervención involuntaria de la víctima en el desplazamiento patrimonial perjudicial. El autor del
delito de extorsión debe impeler al ofendido a poner a disposición del primero bienes, dinero o
documentos que produzcan efectos jurídicos. El contenido de lo injusto de este delito se caracteriza
por el medio intimidatorio utilizado contra la víctima para determinar la entrega de esos bienes en
general a favor del autor o de un tercero que actúa en connivencia (CNCP, Sala III, reg. nº 544,
“Barrita, J.” de 15/11/98). Algunos autores apelan a la discontinuidad inherente de la intimación en
este delito de extorsión, a diferencia de lo que acontece con el delito de robo, que es inmediata
(Soler, p. 320; D’Alessio, p. 438).
En este sentido, se ha dicho que la intimidación “es una forma de violencia moral
en la cual el acto realizado, si bien voluntario, es vicioso, porque la voluntad no se determina con
libertad suficiente, sino constreñida” (Soler, p. 315). El bien jurídico tutelado es la propiedad
(D’Alessio, p. 436, con variadas referencias). Como se dijo, la singularidad de este delito está dada
por el medio empleado para lograr el resultado típico, esto es, el perjuicio patrimonial. Mientras
que en el delito de estafa y demás defraudaciones, el elemento engaño y el error subsiguiente de la
víctima juegan un papel preponderante para la producción del desvalor del resultado, acá el agente
actúa sobre el poder de decisión del sujeto pasivo al condicionar su voluntad y lograr el
desplazamiento patrimonial ruinoso. Sin hesitar, la libertad de disposición de la víctima es puesta
en juego, pero dicha afectación aparece como un vehículo necesario para lograr el perjuicio
patrimonial.
La acción típica consiste en “obligar” a otro a entregar, enviar, depositar o poner a
disposición del autor o de un tercero los bienes o documentos que produzcan efectos jurídicos. Esta
forma de compeler a otro debe realizarse mediante el uso de intimación o simulación de autoridad
pública o falsa orden de ella. El uso del medio coactivo debe ser idóneo para alarmar o amedrentar
a la víctima, pero la ausencia de dicha característica intimidante admitiría igualmente que se tratase
al hecho como uno tentado o como un delito imposible (Núñez, p. 257). Algunos autores sostienen
que no es menester que la intimidación alcance necesariamente el grado de coacción (Laje Anaya,

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p. 82). Presupuesto necesario de la comisión de este delito es la presencia de una voluntad contraria
de la víctima, es decir, la figura de extorsión reclama que la víctima haya sido compelida a la
producción del resultado lesivo (D’Alessio, p. 437). Si en el caso concreto no existe una voluntad
contraria de la víctima y ella entrega lo exigido por causa propia, no existirá delito alguno. En
consecuencia, debe reclamarse en esos casos la existencia de una relación de causalidad entre la
acción del autor de obligar a la víctima y la puesta a disposición coactiva perjudicial
patrimonialmente de esta última (Nuñez, p. 260).
Uno de los medios ejecutivos típicos, es la “intimidación”, que demanda el uso de
medios coactivos sobre la voluntad de decisión de la víctima (Molinario/Aguirre Obarrio, p. 294).
Se incluye acá el uso de amenazas simples o coactivas (D’Alessio, p. 438). La característica
esencial de la intimidación reside en el anuncio de un mal grave, real, futuro y serio. Habrán de
exigirse en esta especie las mismas características que deben rodear al uso de amenazas. La
comprobación de la gobernabilidad del daño es necesaria cuando se habla de intimidación (Laje
Anaya, p. 86).
Los actos exigidos por el autor se limitan a la obligación de entregar, enviar,
depositar o poner a su disposición o a la de un tercero bienes o documentos que produzcan efectos
jurídicos (CNCC, Sala V, c.20.248, “Martinez, D.”, de 27/11/02). La acción de entregar presupone
la intervención personal de la propia víctima, mientras que las restantes, aceptan la posibilidad de
la intervención de un tercero, por ejemplo, el envío por parte de un empleado del dinero solicitado
o su puesta a disposición a favor del autor.
Además de las cosas muebles, el tipo penal prevé la entrega de “dinero” que puede
ser tanto la moneda corriente o de curso legal de nuestro país como dinero extranjero. Se trata de
un delito doloso. Habrá de requerirse, entonces, que el autor conozca la ilegitimidad de su
exigencia y quiera utilizar los medios empleados para lograr dicho fin. Esta figura penal es
compatible con el dolo directo. La posibilidad de apreciar error de tipo o de prohibición dependerá
del conocimiento del autor sobre la licitud de los medios empleados y la legitimidad de la exigencia
impuesta a la víctima.
La figura de extorsión es un delito de resultado. La consumación coincide con el
perjuicio económico irrogado a la víctima (Molinario/Aguirre Obarrio, p. 314; Soler, p. 329). No es

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menester para la consumación que el autor haya entrado en contacto con los bienes o documentos
tutelados (Creus/Buompadre, pp. 98 y 99; Donna, p. 281; D’Alessio, p. 440). En el caso de la
modalidad comisiva de la entrega, la doctrina exige que la cosa haya quedado en poder del autor o
un tercero (Laje Anaya, p. 87).
Que ante lo expuesto, en relación al hecho referido, y teniendo en cuenta lo
analizado en relación con la responsabilidad penal de Luis Augusto Olmedo, Adrián Oscar
Casalis y Augusto Massimino, entiendo que con el grado de probabilidad requerido en esta
instancia procesal ha quedado demostrado que los acusados, con conocimiento e intención, habrían
solicitado a los alumnos de la cátedra de Microbiología, que como condición para aprobar dicha
materia, entregara una suma de dinero a la academia regenteada primero por Casalís y luego por
Massimino, y de no hacerlo habrían sido aplazados, entendiendo que dicho accionar encuadra en la
figura penal de Extorsión Continuada (CP., 168 y 54), en carácter de coautores (art. 45 del Código
Penal).
Finalmente, en lo que respecta a la prisión preventiva como medida de coerción, es
menester tener en cuenta en primer lugar que, al delito atribuido a los imputados, les corresponde la
pena privativa de la libertad y en principio no procedería la condena de ejecución condicional; a
ello se agrega lo dispuesto en el art. 319 del CPPN que contiene las pautas que impedirán la
concesión de la libertad al encartado, dado que las particulares circunstancias del caso, hacen
presumir que podrían intentar eludir la acción de la justicia o entorpecer el curso de la
investigación.
Que la prisión preventiva es una medida que limita o restringe la posibilidad de que
el imputado goce de libertad y que estando regulada en abstracto en la Ley Procesal Penal, y
teniendo naturaleza cautelar y provisional, la dispone el Juez, en la medida de la más estricta
necesidad actual y concreta, para evitar el daño y asegurar en definitiva, la actuación de la Ley,
estando presidida, por el estado jurídico que define el principio de inocencia.
En efecto, la jurisprudencia de la CNCP ha marcado una serie de pautas sobre
cómo debe interpretarse el instituto excarcelatorio, y cuáles deben ser los requisitos tanto para su
concesión como para su rechazo, siendo éstos: a) necesario, b) indispensable, c) de duración
razonable y d) proporcionado, y que aún cuando la imputación de un delito por el que puede recaer
una pena de efectivo encierro, pueda resultar un elemento relevante al momento de analizar la

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presunción de fuga, esa sola circunstancia no permite dejar de lado el análisis de otros elementos de
juicio que pueden posibilitar un mejor conocimiento de la concreta existencia de ese riesgo. La
imputación de un delito determinado no puede, por ello, ser tomada como una circunstancia
excluyente de cualquier otra en el análisis que corresponde efectuar a la luz de lo dispuesto por los
arts. 280, 312 y 316 a 319 del C.P.P.N. (Sala : III, Registro n° 790.05.3, “Balanovsky, Gabriel
S/Recurso de casación”, se cito C.N.C.P. - Sala IV, "Pietro Cajamarca S/Recurso de casación",
Reg. n° 6522, causa n° 5199, rta. el 20/4/05; "Beraja, Rubén Ezra y otros S/Recurso de casación",
Reg. n° 6642, causa n° 5124, rta. el 26/5/05, causa n°: 5917).
En los mismos autos se dijo que debe existir justificación racional que permita tener
por fundada la posible elusión o el entorpecimiento de la justicia por parte del imputado, en
definitiva, la existencia o peligrosidad procesal en la causa que justifique su encarcelamiento
preventivo.
En este orden de ideas, resulta de una trascendencia dirimente destacar que
Massimino, Casalis y Olmedo están imputados por el delito de extorsión reprimido con pena
privativa de libertad que en caso de condena no permitiría una ejecución condicional (CP., 26 y
CPPN., 312 inc. 1º). No corresponde la exención de prisión por cuanto el artículo 316 del CPPN la
permite cuando el delito no tenga una pena superior a 8 años (la extorsión lo supera) y el artículo
319 impide conceder la libertad cuando haya riesgo procesal. Pero en el caso que nos ocupa hay
elementos para afirmar que los imputados son sujetos procesalmente peligrosos. Razones:
El delito de extorsión tiene una pena en abstracto elevada (de 5 a 10 años); además
el caso que nos ocupa reviste especial gravedad. De acuerdo a lo desarrollado en la fundamentación
pueden advertirse las circunstancias que referiré a continuación. El principal involucrado, Luis
Olmedo, es un titular de Cátedra, con una posición de poder que habría logrado eludir durante más
de 20 años la investigación administrativa de sus acciones (ver hecho segundo, cuarto y sexto). Las
acciones que se le reprochan aparecen causantes de un tremendo daño institucional y personal.
Afectaría el prestigio de la institución pública en la que se desarrolló, salpicando a todos, lo que es
injusto, porque los alumnos que han declarado en su contra han sido contestes en afirmar que en
ninguna otra materia ocurría algo así.
Las maniobras que habrían sido desplegadas por Olmedo de atar la nota de los

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exámenes a acciones a arbitrariedades, discriminaciones y extorsiones, distorsiona el sistema
académico al introducir criterios en la evaluación que no tienen nada que ver con el mérito y la
calidad del estudiante.
Los hechos atribuidos a Olmedo constituirían actos de corrupción administrativa,
violencia institucional y de género, que el estado argentino se ha comprometido internacionalmente
a perseguir eficazmente (Convenciones de Caracas y de Belem do Pará). El propio estatuto de la
UNC, proclama: “se considerarán actos que afectan la dignidad y la ética universitaria, entre otros,
los comportamientos que importen discriminación o violencia de género” (art. 2 de la Res. 9/12 del
Honorable Consejo Superior).
Por otra parte, son numerosos los testimonios que señalan a Olmedo como una
persona influyente, con conexiones, que generaba miedo. Sobre el particular, el Fiscal ha expresado
en su requerimiento acusatorio que al comienzo de esta pesquisa costaba conseguir testigos, ya que
cuando eran contactados muchos manifestaban tener miedo a declarar, por las represalias que
Olmedo podía tomar y la protección que tenía en la Facultad. Afirmó que hubo que convencer a los
primeros testigos dándoles garantías, asegurándoles que hay voluntad de investigar y lo valiosa que
resulta su intervención como órganos de prueba para que se conozca lo que pasó. Poco a poco esos
testigos, que valientemente dieron los primeros aportes importantes, fueron transmitiendo
confianza a otros, gracias a la cual hubo innumerables personas que se comunicaron con la Fiscalía
para declarar, a punto tal que no ha podido recibírsele declaración a todos por la cantidad. Aun así,
el miedo a declarar sigue siendo manifestado y algunos pidieron declarar con reserva de identidad
(fs. 42 y 49).
También hay que tener en cuenta que los testigos han dado cuenta de las amenazas
y manipulaciones a las que eran sometidos, principalmente por Casalis y Massimino, para no
difundir los hechos objeto de esta investigación.
Es así que considero, en el hipotético caso de otorgarle la libertad, los encartados
podría intentar eludir el accionar de la justicia o entorpecer el procedimiento, teniendo en cuenta el
tipo de delito que se le imputa.
En consecuencia corresponde convertir en prisión preventiva la detención que viene
sufriendo Luis Augusto Olmedo, Adrián Oscar Casalis, Augusto Massimino. (art. 312 inc. 1° del
C.P.P.N.), manteniendo el beneficio de prisión domiciliaria otorgada a los nombrados.

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Poder Judicial de la Naci ón
Que ante lo expuesto, en relación a los hechos referidos, y teniendo en cuenta los
elementos de convicción reunidos, considero que se encuentra acreditada prima facie, con grado de
probabilidad, la responsabilidad penal de Luis Augusto Olmedo, Adrián Oscar Casalis y
Augusto Massimino, por lo que corresponde ordenar el procesamiento con prisión preventiva de
los nombrados, como coautores responsables del delito de Extorsión Continuada (CP., 168 y 54),
en carácter de coautores (art. 45 del Código Penal), manteniendo el beneficio de prisión
domiciliaria otorgado (arts. 312 y 310 del C.P.P.N.).
Que ante la eventualidad de que recayere en contra de Luis Augusto Olmedo,
Adrián Oscar Casalis y Augusto Massimino, una sentencia condenatoria, se estima justo y
adecuado trabar embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma de cinco millones de pesos
($5.000.000), para cada uno de ellos o en su defecto inhibirlos de la libre disposición de los
mismos e imponer la inhibición general de bien a Luis Augusto Olmedo por el plazo de 90 días
(art. 518 del Código Procesal Penal de la Nación).

Análisis de los hechos nº 2, 4 y 6:

Ahora bien, en relación con lo analizado en los hechos anteriores, la funcionaria


que cumplía funciones en los periodos del 27 de junio de 2014 hasta el 11 de septiembre de 2020,
en relación con el carácter funcional como Decana era la Sra. Mirta Spadiliero de Lutri (fs. 283 y
ss., figura la documental de designación de la imputada como máxima autoridad de la facultad).
Y como máxima autoridad de esa unidad académica, más específicamente la
Facultad de Odontología de la U.N.C., habría formado parte de su atribución haber iniciado
actuaciones administrativas para investigar inconductas docentes o denunciar delitos que conociera
en la función, conforme a la normativa descripta en la fijación del hecho.
Coinciden numerosos testigos, tanto estudiantes, egresados, como docentes, que las
inconductas del imputado Olmedo, que brevemente habrían consistido en que se imponía como
condición para aprobar la materia de Microbiología, cuyo único titular de Cátedra por muchos años
fue el Sr. Luis Oscar Olmedo, debían realizar un pago a través de una Academia, que estaba a
cargo, primero del Sr. Oscar Casalis y luego del Sr. Augusto Massimino, dinero que lograrían

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obtener mediante el miedo de los alumnos a ser aplazados arbitrariamente en la materia
Microbiología a cargo del profesor Titular Olmedo, conducta que ha sido analizada en el hecho
primero y a cuyos argumentos me remito en honor a la brevedad, habrían sido conocidas desde
hace mucho tiempo por las distintas autoridades de la Facultad de Odontología; algunos las
remontan a 25 años atrás (testimonial de fs. 189 vta.). Y también hay consenso testimonial en que
las sucesivas autoridades de la Facultad no habrían tomado medidas para investigar los hechos que
estaban en boca de todos los estamentos de ese centro de estudios.
Cabe aclarar, que no se estaría analizando un posible reproche por no actuar frente
a simples rumores, chismes, comentarios sin identificación del origen o fuente de conocimiento, ni
siquiera de la cantidad de cosas que livianamente suelen circular sin sustento en las redes sociales,
donde los entre dichos y las noticias falsas o fake news son una realidad frecuente. El caso en
análisis presenta particularidades diferentes. La noticia de que Olmedo habría venido realizando
estas maniobras extorsivas, habría sido sostenida en el tiempo, reiterada, lo habrían expresado las
mismas personas que lo sufrían en carne y hueso, los docentes que estaban en contacto con ellos, lo
habrían planteado consejeros y nunca habría habido voluntad de investigarlo.
Sucedieron distintos elementos fácticos, que deben ser analizados en forma
unívoca, en función del probable accionar de la Decana, a saber:
Como se explicó precedentemente, los testigos reiteradamente aseguran que las
autoridades conocían lo que pasaba con Olmedo.
Como se dijo, la Decana actual está al frente de la Facultad desde 2014, e inclusive
desde antes era Secretaria Académica, además de ser docente de muchos años en la institución (fs.
190).
La funcionaria habría hecho declaraciones públicas que no se ajustan a la verdad de
lo acontecido. La Decana habría dicho a los medios de prensa (fs. 257 a 259):
“Se han hecho averiguaciones siempre y nunca se pudo comprobar absolutamente
nada…siempre hemos tomado cartas en el asunto”. Los testigos de la causa son contestes en que
siempre se evitó investigar el tema.
“Nunca tuve una denuncia formal por parte de absolutamente ningún alumno, sino
hubiéramos llevado adelante el mismo procedimiento que estamos llevando adelante ahora…un
decano no puede actuar de oficio…una denuncia formal por parte del alumno, de no tener tenerla,

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uno está atado de pies y manos”. La versión se contradice con la decisión de iniciar actuaciones de
oficio (fs. 56), obviamente de manera tardía cuando ya el escándalo público aparecía infrenable.
“No se hizo nada porque nunca lo supimos…las versiones eran más insistentes
después de algún examen, pero no era algo constante que daba vueltas en la Facultad”. Además
de que los testigos habrían coincidido abrumadoramente que el reclamo y las quejas eran
constantes y sostenidas en el tiempo y que las autoridades de la Facultad presentes y pasadas sabían
lo que ocurría, en el caso de la Decana actual, se habrían sumado elementos precisos de
conocimiento: habría habido reclamos y pedidos de veedores por parte de los representantes
estudiantiles, y en el Consejo Directivo cuando se debatió la creación de una nueva cátedra, se
discutía y debatía la inconducta de Olmedo. La posición impulsada por la Decana de responder a
los crecientes cuestionamientos a Olmedo con la creación de una nueva cátedra, habría sido una
forma de no evitar que Olmedo cesara con sus conductas cuestionadas y esquivaba investigarlo
seriamente, porque intentaba desinflar el conflicto con los alumnos. En vez de propiciar y hacer
una investigación seria sobre lo que todo el mundo decía que hacía Olmedo, la decisión de sumar
otra cátedra sólo le reduciría el probable negocio al 50%. De esta forma Olmedo lo habría
continuado sin ser investigado ni sancionado y en esencia todo seguiría más o menos igual. Una
medida parcialmente paliativa, podríamos llamarla. A partir de ese momento Olmedo seguiría sin
ser molestado por las autoridades, y una mitad de alumnos afortunados que les tocara la flamante
cátedra no tendrían que pagar para aprobar la materia, y la otra mitad de desdichados que cayeran
en la de Olmedo seguirían expuestos a pagar so pena de no aprobar. Explican bien esta respuesta
insuficiente que le habría permitido a Olmedo continuar con sus ilegalidades, los testimonios de
quienes participaron en esos reclamos y debates o vivieron esa situación (ver testimoniales de
Ricardo Giraudo a fs. 190 y de Combina Herrera a fs. 215).
-“Nunca quisieron hacer nada ni los alumnos, ni los egresados, porque una vez
que egresaban, se desatendían del tema, ya no era algo que les preocupaba”. En este sentido, cabe
analizar que se encuentras en las presentes actuaciones, declaraciones a representantes de los
estudiantes que expusieron las intenciones de ese estamento de que las autoridades hicieran algo y
el malestar porque no lo hacían (fs. 95 y 200). Una estudiante sostuvo que “compañeros que en ese
momento cursaban con la declarante pidieron una audiencia con la Decana para que los ayudara y

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no habrían obtenido respuesta de ella porque negaba la situación, jamás les había dado las
herramientas para cambiar la situación y no cambiaba nada…antes nunca quiso hacer algo con los
reclamos que le hacían de una situación conocida por todos” (Wanda Frontera, fs. 174). Además,
se recibieron testimonios de odontólogos que después de años de recibidos habrían recordando con
lujo de detalles lo que tenían que pasar los alumnos de Olmedo con las exigencias dinerarias para
aprobar. Inclusive, hasta egresados que viven en el exterior no se habrían olvidado de lo que
vivieron (testimonial de Gastón Negro, fs. 89). “Había una queja permanente de los alumnos en
contra de Olmedo, decanos y secretarios administrativos, centros de estudiantes y todos decían y
¿qué se le va a hacer?. Nadie hizo nada”, declaró la odontóloga Irene Fini a fs. 70.
-“Nosotros seguimos una estadística de cuantos aprobados y aplazados hay en los
exámenes. La cantidad no llamaba la atención…si hubiera tenido elementos hubiera actuado con
esto hace mucho más tiempo…los excesos de bochazos no se dan sólo en esa cátedra, sino en otras
también”. Para descreer de esa defensa de Olmedo, bastaría con ver las siguientes actas de
exámenes de Microbiología: 159 vta. rindieron 12 y aplazó a los 12; fs. 160 rindieron 15 y aplazó a
los 15; fs. 160 vta. rindieron 10 y aplazó a los 10. O sea, la totalidad de los alumnos habrían sido
aplazados. Además, ya había antecedentes de consejeros que, por la situación por todos conocida,
habrían solicitado estadísticas al centro de cómputo, y arrojaban que la cátedra de Olmedo se
diferenciaba notoriamente de todas las otras (testimonial de Ricardo Giraudo fs. 190).
-“Es un profesor correcto…desde lo académico no tengo nada que decir, lo que
hace de su privada…no puedo dar cuenta”. Esta defensa de Olmedo chocaría con la abundante
prueba testimonial de alumnos, egresados y docentes que coincidiría en describirlo como el
prototipo del tirano académico, maltratador, autoritario, arbitrario, discriminador, misógino, etc., en
actitudes que no se habrían limitado a los alumnos, también habrían docentes que no escapaban al
conocimiento de quien lo define como “un profesor correcto”. A fs. 200 declaró Marcos Carbonel,
que vivió la situación como alumno y consejero y habría presentado por mesa de entradas un
pedido de veedor para evitar maltratos e irregularidades. Otro tanto hizo a fs. 190 el docente
Ricardo Giraudo: “había muchas quejas de maltrato, autoritarismo, gritos, bochazos, arbitrariedad,
abuso de autoridad del titular…el comentario de los alumnos, las quejas y los llantos, es que el que
iba a la academia aprobaba y los que no eran muchas veces reprobados. Hubo pedidos de
fiscalización que por esta situación se hicieron a secretaría académica, veedores”. A fs. 140 y ss.

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obra copia del expediente iniciado por consejeros que habrían solicitado veedores en exámenes de
Microbiología motivado en “la necesidad de resguardar el buen nombre de esta institución, sus
prácticas académicas, y el buen nombre del personal docente de la asignatura, resguardando
también el derecho de los estudiantes”. La nota fechada en 2017 que le da origen a esa actuación
está dirigida a la Decana.
-“Yo no puedo suspender a una persona que no tiene establecido un cargo. Si lo
imputa la justicia se verá que se hará”. A tan solo 3 días después de declarar eso, lo suspendió sin
imputación judicial (resolución de fs. 199). Precisamente, estas declaraciones de la máxima
autoridad de la Facultad de Odontología causaron repudio e indignación de estudiantes en
comunicados y grupos (documental de fs. 246 a 250). Lo explica una testigo a fs. 174: “fue muy
comentado entre compañeros y egresados, a todos les dio bronca esa declaración, se sintieron
boludeados porque la decana dijo que había como un ente o lugar de la universidad disponible para
hacer denuncias y es la primera vez que le escuchan decir algo así, cuando antes nunca quiso hacer
algo con los reclamos que hacían de una situación conocida por todos” (Wanda Frontera, fs. 174).
En el caso que nos ocupa, todo indicaría, para los requerimiento procesales de
probabilidad que se exigen en esta instancia procesal, que habría habido un incumplimiento
generalizado del deber de iniciar actuaciones sumariales disciplinarias o denunciar los hechos en
los que se lo habría señalado reiteradamente al titular de Cátedra Olmedo, por parte de muchos
funcionarios de la Facultad, que los habrían conocido a lo largo de más de 20 años y habrían
desviado la mirada a lo que ocurría.
Dichos elementos probatorios analizados en forma unívoca, dan por acreditado,
para los requerimiento procesales de esta instancia, que respecto a la máxima autoridad de la
Facultad de Odontología donde sucedieron los hechos, elementos de convicción que generan
motivos bastantes para sospechar el carácter intencional del incumplimiento de la Decana
Spadiliero de Lutri, de sus deberes como funcionaria. Esta última conclusión se apoya en pruebas y
fundamentos, que tal vez individualmente considerados no alcanzan para acreditar los hechos
enrostrados a la funcionaria, pero cuando confluyen y se los analiza en conjunto permiten acreditar,
con grado de probabilidad la imputación.
Pero para más razones, volviendo al conocimiento de los hechos de Olmedo por

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parte de las autoridades y la negativa a tomar medidas, declaró el consejero Nicolás Tillard
Barrionuevo que en reuniones del consejo directivo se planteaba el asunto y era negado por la
mayoría. “En las dos discusiones del Consejo Directivo que hago referencia (incorporación de
veedor y creación de cátedra) que quedan grabadas y son de acceso público, se hablaba de que
existía una academia paralela. La Dra. Lutri siempre estuvo presente” (fs. 95).
Otro motivo de sospecha sería la tardía decisión de iniciar una información sumaria
por parte de la Decana (fs. 56). A más de seis años de estar al frente de la Facultad y recibir por
todas las vías señaladas la información de las irregularidades de Olmedo sin haber iniciado
actuaciones nunca en esos años, de repente lo hace la semana pasada, de oficio, invocando el
conocimiento de los hechos por una publicación en internet. ¿Qué ocurrió cuando tomó esa
decisión repentinamente, después de años de inacción durante los cuales le llegaban noticias de lo
que hacía Olmedo por comentarios de alumnos, docentes, solicitudes de veedores y discusiones en
el Consejo Directivo? La fiscalía ya estaba investigando el hecho, la policía federal hacía
averiguaciones, habían intentado entregar un oficio solicitando información a la Facultad de
Odontología (fs. 259 vta.) y la fiscalía estaba ubicando y contactando testigos del ámbito de esa
facultad que conocieran los hechos y estuvieran dispuestos a declarar, lo que habría dado frutos
porque ya se estaban recibiendo testimonios y los declarantes contactaban a otros estudiantes y
egresados que también estuvieran dispuestos a colaborar, lo que evidentemente generaba un
revuelo en el ambiente. En definitiva, el inicio de esa actuación disciplinaria habría sido una
decisión tardía y tomada a destiempo, porque los acontecimientos se estaban precipitando y la
Facultad se encontraba en las puertas de un escándalo, a punto tal que esta situación estalló horas
después del inicio del expediente administrativo en cuestión. Al respecto, se señala en el informe
de la Policía Federal obrante a fs. 117 vta.: “a raíz del creciente fermento entre los alumnos y a
partir de una publicación web” se conoció que la Facultad abrió un sumario administrativo”.
En esa resolución la Decana habría tomado en cuenta la obligación de las
autoridades de velar por el prestigio de la universidad y sus docentes, resguardar el derecho de los
alumnos a gozar de condiciones igualitarias en el acceso a la educación superior, reprobando
cualquier accionar que implique privilegios o discriminación. Y en el punto 2 de la parte
dispositiva invita a los miembros de la comunidad universitaria a aportar elementos si los tuvieren
que pudieran colaborar en la averiguación de las circunstancias irregulares. Lo llamativo radica en

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que hacía años se venía afectando el derecho de los alumnos y ninguna autoridad buscaba
elementos sobre lo que hacía Olmedo ni invitaba a aportarlos. Y cuatro días después de esa
resolución, la Decana ordenó iniciar un sumario y suspender a Olmedo –ya en medio del escándalo
generado por el caso-, observándose que en la resolución de fs. 199 dice que la información
sumaria ordenada días antes “fue realizada en un contexto distinto, donde sólo se contaba con una
noticia periodística que acusaba de hechos de corrupción”. Adviértase que no sólo pasaron años
donde hubo mucho más que una noticia en un sitio de internet; fueron años en los que sectores de
la comunidad universitaria reclamaban por la situación de Olmedo y las autoridades no habrían
encarado una solución. 937/940
Completa el plexo probatorio un informe de la comisión de seguimiento de plan de
estudios, al que hizo referencia el Dr. Guillermo Enrique De Leonardi, en su declaración
testimonial a fs. 905/906, en donde alumnos decían que para aprobar Microbiología había que
pagar. Esto dio origen a una consulta por parte del declarante, en calidad de Secretario Académico
con la Directora de Sumarios Susana Ana Argento. Esta decisión la tomaron en forma conjunta con
la Decana Lutri, obrando el documento que fue solicitado a la Facultad de Odontología a fs.
991/1052. Y aún así, la Decana no ordenó una investigación por resolución para profundizar la
investigación de los sucesos ilícitos referidos.
Finalmente, a fs. 937/940, contamos con la testimonial de la Directora de Sumarios
Susana Ana Argento, quien dijo que Guillermo Enrique De Leonardi la había ido a ver para
consultarle sobre una encuesta estaba relacionada a algunas irregularidades que se venían dando en
alguna cátedra de la facultad, y como era el procedimiento administrativo que se podía realizar en
función de ello.
Afirmó la declarante que le llamó la atención la pregunta de como se inicia un
sumario, puesto que si estamos hablando del ámbito universitario, de un docente o de personal en
general que se desempeña en la UNC, se debe conocer la normativa universitaria, dentro de la cual
se encuentra el proceso sumarial que es conocido en el ámbito universitario por todos, en cuanto a
que una investigación se inicia en base a una denuncia, igual que sucede en nuestra vida como
ciudadanos. Declaró que ante una encuesta anónima el decano de una facultad puede iniciar de
oficio una investigación, el decano es la máxima autoridad y tiene su equipo de trabajo y tiene los

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elementos para iniciar la investigación. Que De Leonardi habló con ella de una encuesta, pero la
declarante nunca tuvo a la vista alguna documentación sobre esa encuesta, ni le llegó físicamente.
También afirmó que un Decano tiene total atribuciones dentro de lo que permite el reglamento en
su unidad académica, dentro de sus atribuciones, y también entiende que hay un deber de llevar
adelante la facultad, distintos estadios académicos estudiantiles y presupuestarios. Dijo que en la
UNC hay un solo órgano con competencia para investigar las irregularidades en la universidad, que
es la Dirección General de Sumarios. No se puede hacer una investigación sumarial en ningún
decanato. Pero aclara una cosa es ordenar la investigación, que el decano tiene facultades para
hacerlo a través de una resolución y otra cosa es llevar adelante la investigación que se hace a
través de la Dirección General de Sumarios. Tiene que ordenarla el decano para que la dirección
pueda investigar, y debe ser fundada en hechos. Aclara que dentro de las atribuciones del Decano,
está pedir la instrucción de una sumaria de información, dentro de su misma facultad, incluso con
personal de su misma facultad, si así lo creyera necesario, esto significa que llegado a él el
conocimiento de hechos y de la valoración que realiza la autoridad, puede disponer una sumaria de
información con el objetivo de colectar las pruebas que se refieran al hecho puntual. Y debe emitir
un informe con la pruebas colectadas ordenando el sumario dependiendo de si los hechos ameritan
o no, una investigación propiamente dicha y pedir que esa investigación sea a través de un sumario
en su Dirección. Dijo que el Decano dentro de sus obligaciones está el cumplir con sus deberes que
se le imponen dentro del ámbito de la universidad. Específicamente en el reglamento de
investigaciones administrativas establece que las autoridades y todas las personas que abarcan la
comunidad universitaria tienen la obligación de denunciarlo.
Ahora bien, de la valoración conjunta y unívoca de los elementos probatorios, ha
quedado acreditado, en función de la probabilidad requerida en esta instancia del proceso, que la
Dra. Mirta Spadiliero de Lutri habría omitiido cumplir con los deberes que su cargo le imponía, en
relación con las irregularidades ocurridas en la Cátedra de Microbiología ya analizadas, con
conocimiento de lo que ocurría en la Facultad de Odontología.
Análisis del tipo penal:
El bien jurídico protegido es el correcto y normal funcionamiento de la
Administración pública (Nuñez, p. 72; Donna, p. 184; Creus/Buompadre, órdenes contrarias al
orden jurídico vigente. Esta figura de abuso de autoridad es un delito subsidiario de otros más

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graves, v. gr., el prevaricado, el cohecho, la detención ilegal, la malversación de caudales públicos
(Soler, p. 180). Se trata de un delito especial propio que solo puede ser cometido por un funcionario
público con competencia funcional para dictar resoluciones u órdenes, así como también para
ejecutarlas (Núñez, p. 73).
Las acciones típicas consisten en dictar resoluciones u órdenes contrarias a la
Constitución Nacional, constituciones provinciales y leyes nacionales o provinciales vigentes; por
el otro, en ejecutar las órdenes y resoluciones de esta clase inexistentes, o no ejecutar las leyes cuyo
cumplimiento le incumbiere ; y por último, la omisión propia de cumplir con su deber jurídico
(CNCC, Sala V, c. 22.002, “F.M., J.C.”, de 14/7/03; Cám. Fed. Casación Penal, Sala I, causa nº
16357, “Moreno, M.”, del 5/8/14, reg. nº 23.924).
El tercer supuesto del art. 248, que es el que aquí importa, se trata de una omisión
impropia, es decir, el funcionario público está obligado a actuar pero omite dicha conducta debida.
Dentro de este supuesto se incluyen tanto el retardo en el cumplimiento de la ley como al hacerlo
de manera extemporánea (Creus/Buompadre, p. 265). Así, por ejemplo, omite el funcionario
público que no procede a la detención del autor en flagrancia o no ejecuta la orden de allanamiento
ordenada por el juez, así como el que ejecuta la orden de manera tardía y frustra su objetivo. Como
veremos más adelante, no se exige en ninguno de los supuestos analizados un daño concreto al
correcto ejercicio de la Administración pública.
Lo característico de todos los supuestos atrapados en el tipo, es que el funcionario
público actúa dentro del ámbito de su competencia funcional, pero lo hace de manera arbitraria, es
decir, en abuso funcional (Donna, p. 186). Debe quedar claro que la concurrencia típica de estos
comportamientos exige que el funcionario público actúe dentro del ámbito de sus competencias
funcionales.
En relación con la conducta omisiva, comete el delito propio de omisión el
funcionario público que no detiene al autor de un delito cometido en flagrancia; o bien el
funcionario público que no clausura el local en clara infracción a la ley vigente, así también el
funcionario público que no secuestra alimentos o material contaminado o no apto para la venta, etc.
El deber del funcionario público es de carácter extrapenal, es decir, ese deber debe tener su fuente
en una ley de carácter no penal que regula sus obligaciones funcionales. Se trata de una omisión

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que consiste en la inobservancia de la ley: no hacer, no ejecutar, no cumplir lo que la ley manda
expresamente hacer al funcionario dentro de su autoridad funcional. Lo que se intenta proteger es la
inejecución de las leyes cuya obligatoriedad es impuesta al conjunto de los agentes de la
administración pública en general (CCC Fed., Sala II, “C., O. H.”, de 13/8/98).
Cabe aludir a las reglas de la persecución penal de los incumplimientos de deberes
funcionales, que requiere que no estén prescriptos, atento a que el término básico de extinción de
la acción por transcurso del tiempo es de 2 años (CP., 59 y 62), aunque puede verse modificado por
causales suspensivas e interruptivas (CP., 67). El otro requisito es que aparezcan dolosos (CP.,
248), es decir, dotados tanto de conocimiento del deber y necesidad de actuar, como de la
intencionalidad maliciosa y deliberada de quebrantar las normas que obligan a los funcionarios a
actuar de determinada manera. Dicho en términos más simples y menos técnicos: para incurrir en
delito hace falta conocer que puede estar existiendo una irregularidad o ilicitud y no hacer nada en
forma intencional o colocarse en una falsa situación de ignorancia, conocida en forma teórica como
ignorancia deliberada o ceguera antes los hechos (“mejor no saber”) (el subrayado me pertenece).
El dolo específico para que se tipifique el delito de incumplimiento de los deberes
de funcionario público por la omisión señalada, requiere una intencionalidad directa de evitar
cumplir con la conducta exigida por las normas. Por ello, si la ley o resolución que obliga a actuar
de determinada manera ha sido incumplida por desidia, desinterés, negligencia, inercia o descuido,
corresponde que sea tratada como una falta o infracción disciplinaria administrativa. En cambio, si
el incumplimiento aparece realizado intencionalmente para evitar cumplir con los mandatos
legales, sumado a la posición de garante por contrato en la que se habría visto inmersa la sindicada,
corresponde analizar por parte del Tribunal, la responsabilidad penal que corresponda, en función
de la probabilidad.
Dichos elementos probatorios analizados, dan por acreditado, para los
requerimiento procesales de esta instancia, que respecto a la máxima autoridad de la Facultad de
Odontología donde sucedieron los hechos, elementos de convicción que generan motivos bastantes
para sospechar el carácter doloso (intencional) del incumplimiento de la Decana Spadiliero de
Lutri, de sus deberes como funcionaria. Esta última conclusión se apoya en pruebas y fundamentos,
que tal vez individualmente considerados no alcanzan para tipificar el delito, pero cuando
confluyen y se los analiza en conjunto permiten acreditar, con grado de probabilidad la imputación.

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Poder Judicial de la Naci ón
Que ante lo expuesto, en relación a los hechos referidos, y teniendo en cuenta los
elementos de convicción reunidos, se considera que, se encuentra acreditada prima facie, la
responsabilidad penal de la encartada Mirta Spadiliero de Lutri, respecto al hecho nominado
segundo, corresponde ordenar su procesamiento sin prisión preventiva, por el delito de Omisión de
Deberes de Funcionaria Pública (art. 248 del C.P.), en carácter de autora (art. 45 del C.P.), (art. 306
y 310 del C.P.P.N.).-
Que como medida cautelar, a los fines de garantizar el pago de las multas ante la
eventualidad de que recayere en contra de Mirta Mónica Spadiliero de Lutri, una sentencia
condenatoria, se estima justo y adecuado trabar embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma de
trecientos mil pesos ($ 300.000) o en su defecto inhibirla de la libre disposición de los mismos (art.
518 del Código Procesal Penal de la Nación).
Finalmente, en función de lo solicitado por el Sr. Fiscal Federal Nº 3, Maximiliano
Hairabedian a fs. 1071/1072, imponer a Luis Augusto Olmedo, la obligación de abstenerse de
tener relación virtual, digital o personal, con los alumnos de la Facultad de Odontología de la
U.N.C. e imponer a la Decana Mirta Mónica Spadiliero de Lutri, la obligación de abstenerse a
autorizar a Luis Augusto Olmedo, a realizar actividades docentes que signifiquen contacto con
alumnos, todo ello en función de los previsto en los arts. 79, inc. c, 193 inc. 1 y del C.P.P.N: y el
art. 210 inc. a y f del C.P.P.F..
Por estas consideraciones,
RESUELVO:
1º.- ORDENAR EL PROCESAMIENTO con prisión preventiva de Luis
Augusto Olmedo, Adrián Oscar Casalis, Augusto Massimino, ya filiados en autos, como
presuntos coautores responsable del delito de Extorsión Continuada (arts. 168 y 54 del C.P.) (tres
hechos nominados primero, tercero y quinto), en carácter de coautores (arts. 45 del C.P.) y (art.
306, 312 y 310 del C.P.P.N.), manteniendo todos ellos el beneficio de prisión domiciliaria otorgado
y ORDENAR EL PROCESAMIENTO sin prisión preventiva de Mirta Mónica Spadiliero de
Lutri, como presunta autora responsable del delito de Omisión de Deberes de Funcionaria Pública
Continuada (art. 248 del C.P. y 54 del C.P.) (tres hechos nominados segundo, cuarto y sexto), en
carácter de coautora (arts. 45 del C.P.) y (art. 306 y 310 del C.P.P.N.).

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2°.- TRABAR EMBARGO sobre los bienes de Luis Augusto Olmedo, Adrián
Oscar Casalis, Augusto Massimino hasta cubrir la suma de pesos cinco millones ($ 5.000.000) y
sobre los bienes de Mirta Mónica Spadiliero de Lutri hasta cubrir la suma de trescientos mil
pesos ($ 300.000) o en su defecto inhibirlos de su libre disposición por igual monto (art. 518
C.P.P.N).
3°.- ORDENAR EL INICIO DE UN LEGAJO DE INVESTIGACIÓN Y
REMITIRLO A LA FISCALIA FEDERAL Nº 3, Dr. Maximiliano Hairabedian, para que se
analicen posibles maniobras de lavado de activos de origen delictivo por parte de Luis Augusto
Olmedo, Adrián Oscar Casalis, Augusto Massimino Y DISPONER LA INIBHICIÓN
GENERAL DE BIENES a Luis Augusto Olmedo por el plazo de 90 días en función de lo
previsto en el art. 518 del C.P.P.N..-.
4º.- IMPONER a Luis Augusto Olmedo, la obligación de abstenerse de tener
relación virtual, digital o personal, con los alumnos de la Facultad de Odontología de la U.N.C. e
IMPONER a la Decana Mirta Mónica Spadiliero de Lutri, la obligación de abstenerse a
autorizar a Luis Augusto Olmedo, a realizar actividades docentes que signifiquen contacto con
alumnos, todo ello en función de lo previsto en los arts. 79, inc. c, 193 inc. 1 y del C.P.P.N: y el art.
210 inc. a y f del C.P.P.F..
PROTOCOLICESE Y HÁGASE SABER.-

RICARDO BUSTOS FIERRO


JUEZ FEDERAL
Ante mí:

FACUNDO TRONCOSO
SECRETARIO

Fecha de firma: 09/04/2021


Firmado por: RICARDO BUSTOS FIERRO, JUEZ FEDERAL
Firmado(ante mi) por: FACUNDO TRONCOSO, SECRETARIO

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