0% encontró este documento útil (0 votos)
42 vistas

Capitulo II y III

El documento presenta los fundamentos teóricos de la privatización de empresas públicas en México. Explica conceptos clave como Estado, gobierno y administración pública. También describe las teorías económicas clásicas y neoclásicas que influyeron en la privatización. Finalmente, define las empresas públicas o paraestatales y explica su papel histórico en la economía mexicana antes de la privatización.

Cargado por

Ricardo Jiménez
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
42 vistas

Capitulo II y III

El documento presenta los fundamentos teóricos de la privatización de empresas públicas en México. Explica conceptos clave como Estado, gobierno y administración pública. También describe las teorías económicas clásicas y neoclásicas que influyeron en la privatización. Finalmente, define las empresas públicas o paraestatales y explica su papel histórico en la economía mexicana antes de la privatización.

Cargado por

Ricardo Jiménez
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 83

Capitulo II

Marco teórico: fundamentos y principios de la privatización de empresas


públicas en México

2.1 El Estado y la administración pública

Para comprender el alcance de la creación y de la venta de las empresas públicas en


México es necesario mencionar conceptos básicos que esclarezcan la administración
pública y el papel del Estado en el objetivo de la presente investigación.

2.1.1 Estado

Según Jaques Maritain, el Estado es una parte del cuerpo político de una sociedad,
estrictamente un grupo de instituciones gubernamentales, cuyo propósito es mantener
la ley, promover la prosperidad común, el orden público y administrar los asuntos
públicos.

Harold Laski en 1953 definió más llanamente al Estado como una corporación del
servicio público.

El papel que juega el Estado en la regulación de aspectos políticos, económicos,


productivos y sociales determina el nacimiento del sector público y es desde inicios del
siglo XX que hay interferencia del Estado en sectores administrativos, militares,
financieros como el sector educativo, productivo, de infraestructura, cultura y bienestar
para hacer frente a las necesidades crecientes de la economía, sociedad y gobierno.

Referencia: Maritian J. 2002. El hombre y el Estado. 2a edición. Ediciones Encuentro.


Madrid, España. Pp. 25-32.

2.1.2 Gobierno
La palabra gobierno proviene del vocablo griego "kubernao" que significa pilotar un
barco o capitán de un barco. Se refiere a ejercer el control sobre algo.

En la actualidad el gobierno es un conjunto de órganos e instituciones que controlan y


administran el poder del Estado.

El gobierno está constituido por tres poderes:

1. Ejecutivo -- encargado de coordinar y proponer las leyes


2. Legislativo -- encargado de crear las leyes
3. Judicial --- encargado de cumplir las leyes

En México el gobierno está constituido por una democracia, en donde los


representantes públicos son elegidos por la mayoría de la población.

Cabe señalar que el Estado y el gobierno son dos términos diferentes, el Estado es de
naturaleza permanente por sus elementos principales: población, territorio y poder;
mientras que los gobiernos son pasajeros y cambiantes. Aunque el gobierno concreta
al Estado y realiza las relaciones de poder.

2.1.3 Administración pública

La administración pública consiste en la actividad propiamente dicha del estado para


producir las condiciones que faciliten la permanencia y unión de la sociedad, además
de fomentar el desarrollo de los elementos que la constituyen a través del poder que
emana del Estado.

Otra forma de comprender la definición de administración pública como ciencia es la


encargada del estudio de los procesos que tienen lugar en la organización
gubernamental, facultada para hacer valer las demandas de la sociedad a través de la
realización, ejecución e instrumentación del programa político para alcanzar metas
programadas.

Referencia: Castelazo J. 1979. Relaciones entre la administración pública y otras


ciencias sociales. México, INAP. RAP. No. 40.
2.2 Teórias económicas

Los fundamentos epistemológicos de la teoría económica neoclásica, la cual constituye


hoy día el paradigma dominante en economía.

La economía es una ciencia social bastante peculiar, ha tenido la pretensión del rigor
matemático e, incluso, de la predicción más allá de lo que usualmente reivindicarían
para sí las otras ciencias sociales.

La teorización económica de raíz neoclásica (Ackerman y Nadal, 2013), construye un


universo de lo económico que intenta adaptar el universo teórico de la física cuántica.
Los individuos aparecen aquí como partículas que se mueven en el espacio de las
mercancías donde las coordenadas espaciales son distintas cantidades de tales
mercancías. La utilidad es el campo vectorial donde se mueven los agentes
individuales dependiendo de su restricción presupuestaria. La energía cinéticas
motivada por la utilidad, conduce a un gasto que no implica conservación de energía.
Pero, a diferencia de la física, es un espacio multidimensional, cada mercancía una
dimensión, lo que lo hace inmanejable en sentido teórico. Por su parte, la utilidad,
diferente a la energía en física, no es observable ni medible.

2.2.1 Teoría clásica

La economía en sus orígenes giraba alrededor de un capitalismo emergente, en rápido


ascenso pero aún en disputa con un viejo orden económico y social decadente pero
poderoso (Adam Smith, David Ricardo, Malthus, J.S. Mills). Hay elementos en la
teorización clásica que podría evocar la enunciación de leyes como Smith construyó
una visión de la economía tributaria de la visión del universo natural derivado de la
física newtoniana, cuando se imaginaba que las fuerzas de la oferta y la demanda
interactuaban de forma similar a como en la naturaleza una fuerza en acción generaba
una reacción opuesta, estableciéndose finalmente un equilibrio armonioso.

En los clásicos quedó planteado el problema del valor, sus orígenes y su posible
medición, algo que pasará a ser elemento medular de toda teorización económica, en
cualquiera de sus vertientes. Al retomar las elaboraciones clásicas del valor, Marx
intentó subsanar algunas fallas en las teorías del valor de sus antecesores. Y, en
especial, al tratar de afinar la teoría del valor-trabajo. Marx logra darle mucho más rigor
a la teoría mediante la introducción del concepto “fuerza de trabajo”.

2.2.1 Teoría neoclásica

Ya en los años cincuenta del siglo XIX el economista alemán Gossen aporta los
primeros elementos de lo que luego, sobre todo en manos de Walras, Jevons y
Marshall, desde Lausana (Suiza), Austria e Inglaterra, y a las alturas de los años
setentas y ochentas de ese siglo, pasará a constituir el núcleo fundamental de la teoría
neoclásica. El viraje fundamental está en la teoría del valor: ésta migra desde el trabajo
o la fuerza de trabajo como fuente del valor, hacia la subjetividad humana,
particularmente el placer derivado del consumo, como origen de ese valor. Es el
desplazamiento de la teoría del valor trabajo, con sus implicaciones potencialmente
subversivas para el capitalismo, hacia la teoría del valor subjetivo, de la cual surge
incluso la ficción ideológica, sobre todo propalada por Samuelson en su célebre y muy
popular manual de economía– según la cual el consumidor es rey (la llamada
“soberanía del consumidor”), en cuyas manos está determinar hacia dónde caminan los
mercados, qué debe producirse y cuáles empresas e industrias florecen o decaen.

Referencia: Vargas Solís L. P. 2016. Teoría económica neoclásica y su ideología


subyacente: orígenes, epistemología y método Rev. Rupturas 6(2), Costa Rica,. ISSN
2215-2466 pp 197-229.

2.2 Las empresas públicas o paraestatales

2.2.1 Definición de las empresas públicas

El sector paraestatal no debe desprenderse de la evolución de la sociedad mexicana


de la cual, las entidades que lo conformaron, lograron profundas transformaciones
económicas, políticas y sociales y, a la vez, merced a su influjo, se modificaron
cuantitativa y cualitativamente. El desarrollo de esas empresas es resultado y, en su
momento, condición del desarrollo económico, social y político del país.
En la primera mitad de los arios treinta se erigieron empresas tales como Nacional
Financiera y el Banco Nacional Hipotecario, Urbano y de Obras Públicas para apoyar el
financiamiento de la incipiente industria nacional, de las obras de infraestructura y de
los servicios publicos de Mexico. En la segunda mitad de la década, sc comenzó a dar
impulso a la agricultura mediante la creación de entidades como el Banco Nacional de
Crédito Ejidal y los Almacenes Nacionales de Depósito, y en 1938 se inició, para
mantenerse irreversible, el res.cate de los recursos del subsuelo con énfasis en los
hidrocarburos, base de impulso a la modernización de la economía en conjunto,
mediante la creación de Petróleos Mexicanos y otras empresas y organismos.

En general, de 1940 a 1980 la creación de no pocas entidades paraestatales en las


diferentes ramas de la producción, o la adquisición por parte del Estado de empresas
localizadas en toda la diversidad de la estructura económica, fueron brindando la
oportunidad de tomar los mandos o al menos ejercer la orientación general de las
ramas estratégicas de la economía mexicana, tanto en la generación de insumos como
de productos de uso final.

Paralelamente, la creación de entidades ubicadas en el sector comercial y de servicios


públicos, ha brindado apoyo directo e indirecto a la economía de los particulares
operando estas como subsidiarias de la actividad económica privada al ,par que
generadoras de medios de consumo masivo; mediante el suministro de prestaciones y
auxilios asistenciales como respaldo al salario y como expedientes de respaldo a la
economía campesina.

El acoger a la mayoría de empresas paraestatales en las más precarias condiciones


financieras y operativas, no fue un hecho fortuito. El Estado siempre persiguió alguna
finalidad de necesario impacto en la estructura productiva nacional, haya sido esta la
de mantener la ocupación y la demanda efectiva, la dotación de alglin insumo básico, la
oferta de bienes de consumo esencial, la actividad económica en alguna region del pais
0, en todo caso, el cumpIir con una de sus encomiendas esenciales: mantener la paz
social en el país.
Es así como en 1982 el Estado mexicano por conducto de sus 780 empresas,
controlaba la totalidad de generación de energía eléctrica para consumo público, la
producción total de hidrocarburos, de productos petroquímicos básicos y de
fertilizantes; controlaba el 65 % de la capacidad instalada de la producción nacional de
acero; manejaba el transporte ferroviario; producía el 99 % de autobuses de pasajeros
y pronto llegaría, según se proponía, al 30% del transporte de carga; regulaba la
comercialización de productos agrícolas básicos; elaboraba bienes de consumo
popular; atendía las necesidades de seguridad social de la mayoría de los habitantes
del país y,en síntesis, permeaba al aparata productivomexicano en su conjunto.

De manera que, por una parte, había sido mediante las entidades paraestatales que
el Estado mexicano había podido facilitarse en gran medida el cumplimiento del
mandato constitucional de erigirse en el rector absoluto del desarrollo económico y
social y, por otra parte, como consecuencia de la indiscutida titularidad en la rectoría de
ese desarrollo, el propio Estado había quedado sujeto a las dificultades de la eficiencia;
es decir, a las dificultades derivadas de la elección de los medios, las políticas y las
técnicas para cumplir con el mandato constitucional; y sujeto también a las vicisitudes
del beneficio, esto era, a las mayores o menores probabilidades de retenerlo o, en su
caso, de canalizarlo hacia el impulso del desarrollo de la sociedad que representa.

El sector paraestatal mexicano fue todo menos rígido y unívoco pues, por una parte,
se consideraban empresas, paraestatales todas aquellas que satisfagan cualquiera de
los siguientes requisitos:

1. Que el Gobierno Federal aportaba o era el propietario del 50% o más del capital
social o de las acciones de la empresa.

2. Que en, la constitución de su capital se hagan figurar acciones de serie especial


que puedan ser suscritas por el Gobierno Federal.

3. Que al Gobierno Federal correspondía la facultad de nombrar a la mayoría de


los miembros del consejo de administración, junta directiva u órgano
equivalente, o designar al presidente, director o gerente, que tuviera facultad
para vetar los acuerdos de la asamblea general de accionistas, del consejo de
administración o de la junta directiva u órgano equivalente.

Por su parte, eran organismos descentralizados todas las personas morales creadas
por ley del Congreso de la Unión o decreto del Poder, Ejecutivo Federal, cualquiera que
sea la forma o estructura que adopten siempre que reunían los siguientes requisitos:

1. Que su patrimonio se constituya total o parcialmente con fondos o bienes


federales o de otros organismos descentralizados, asignaciones, subsidios,
concesiones o derechos que Ie aporte u otorgue el Gobierno Federal o con los
rendimientos de un impuesto específico.

2. Que su objeto o fines sean la prestación de un servicio público o social, la


explotacion de bienes o recursos propiedad de la Nación, la investigación
científica y tecnológica, o la obtención y aplicación de recursos para fines de
asistencia o seguridad social.

Los fideicomisos, en cambio:

1. Eran operaciones mercantiles mediante las que una persona física o moral
llamada fideicomitente destina ciertos bienes a la realización de un fin lícito
determinado, encomendando esta realización a una institución fiduciaria.

2. SóIo podían ser fideicomitentes las personas físicas o jurídicas que tenían la
capacidad legal para hacer la afectación de los bienes que implicaba el
fideicomiso. y las autoridades administrativas y judiciales competentes, cuando
se trataba de bienes cuya guarda, conservación, administración, liquidación,
reparto o enajenación correspondía a tales autoridades o a las personas que
estas designaban.
3. Es la, Secretaria de Hacienda y Crédito Público la fideicomitente única de la
Administraci6n PUblica Federal Centralizada, de acuerdo con la Ley del
Presupuesto, Contabilidad y Gasto Público.

Como se podía advertirse, era sumamente difícil establecer con rigor las fronteras
precisas entre una y otra de las figuras que asume la intervención estatal en la
economía, como difícil es llegar al deslinde del ancho campo en que ha de interpretarse
el bien social en el marco de la filosofía, la técnica y la práctica de quienes encarnan
socialmente las atribuciones y las' decisiones de política del Estado en materia de
acción o intervención en la vida económica; si bien, por la forma y tipo de organización
es, pues, evidente la enorme flexibilidad que puede asumir la estructura paraestatal de
unas a otras unidades que la conforman.

Es evidente que un análisis somero de la estructura del sector paraestatal de la


economía mexicana obligaría a hacer de inmediato la distinción entre organismos
descentralizados y empresas de participación estatal por una parte y los fideicomisos
por la otra; subsectores que, no obstante su carácter general más complementario que
fronterizo.

EI registro de la Administración Pública Federal Paraestatal apareció en el Diario


Oficial de la Federación el 16 de enero de 1981. La lista correspondiente clasificaba a
las entidades paraestatales en cuatro grupos:

I. 77 organismos descentralizados.

II. 450 empresas de participación estatal mayoritaria.

III. 54 empresas de participación estatal minoritaria.

IV. 199 fideicomisos de la administración pública federal.

Pero no de todas las entidades de este vasto sector de la economía mexicana,


existía información económica y contable disponible para los observadores, y el
resultado de sus gestiones y ejercicios en el campo de la producción o la distribución
generalmente se engloban en informes económicos referidos a la estructura
socioeconómica en conjunto, acogiéndose a la confidencialidad que otorgan las nonnas
jurídicas federales en materia de estadística, o presentándose en el desglose por
ramas de actividad económica de que se sirve el sistema nacional de información, a
través de cuadros que se contraen a grandes resúmenes.

Las principales características económicas de los subsectores, a partir de algunos


resúmenes oficiales. Un análisis hecho en 1979 de las Empresas de Participación
Estatal y Organismos Descentralizados del censo industrial de 1976 tenía las
siguientes aclaraciones:

1. Se trataba de 217 empresas y organismos cuyos datos incluían los de las


unidades auxiliares que se integran a ellos.

2. Por unidad auxiliar se entiende aquella unidad económica que prestaba sus
servicios a uno o más establecimientos de la misma empresa, aún cuando
físicamente estaba separada de los establecimientos productores; por ejemplo:
las oficinas administrativas, depósitos y almacenes, unidades de distribución,
talleres de reparación y similares.

3. Se trataba de industrias extractivas y de transformación.

4. No se incluían la generación de energía eléctrica ni la extracción, refinación o


industrialización del petróleo.

5. Se excluían, asimismo, la fabricación de armas, moneda, billetes; las empresas


u organismos que por cualquier motivo no operaron en 1975, las pertenecientes
a organismos sindicales y políticos y las que están controladas por
representaciones diplomáticas de otros países.

De las 247 paraestatales y organismos descentralizados se repartían por ramas de la


actividad económica de la siguiente manera:

INDUSTRIAS EXTRACTIVAS ----------------------------------20

Extracción y beneficio de carbon mineral y grafito -------- 5


Extracción y beneficio de minerales metálicos ------------- 10

Extracción de minerales no metálicos excepto sal --------- 3

Explotación de sal ------------------------------------------------- 2

INDUSTRIAS DE TRANSFORMACIÓN -------------------- 227

Fabricacion, elaboración o beneficio de alimentos, bebidas y tabaco ------------ 96

Producción textil y de prendas de vestir -------------------------------------------------- 25

Producción de madera, corcho y muebles y accesorios no metálicos ------------17

Industrias del papel, editorial y de impresión ------------------------------------------- 13

La tasa de plusvalía sería de 113% y para ser congruentes, la tasa de ganancia


oficialmente reconocida para las paraestatales del Censo estaría definida por ese 113%
como factor de una composición orgánica de 0.76 descontada de 1.00 que arrojaría
una tasa de ganancia de 27.12% (más razonable y realista), pero que en realidad no
fue así. Si se deduce del valor de la producción bruta total a precios de venta el valor
de los insumos totales, de las remuneraciones totales, de la depreciación, de los pagos
por comisiones sobre ventas, de los pagos por maquila, de los gastos por uso de
patentes y marcas, asistencia técnica y transferencia de tecnología, de los pagos por
alquileres de maquinaria y consumo de energía eléctrica (que juntos dan un total de 40
895 millones de pesos), el margen para la ganancia bmta es del 12.80% del valor de la
producción, conclusión similar a la que habíamos llegado por el primero de tres
procedimientos probados.

Hasta aquí, queda demostrada técnicamente la rentabilidad de las 247 paraestatales


tanto desde el punto de vista económico como desde el contable.

Ahora bien, el grado de racionalidad capitalista contable y técnicamente se


observaba mejor si se tomaban en cuenta las siguientes características :

1. La relación de activos fijos brutos al valor agregado era de 1.15, lo que reflejaba
directamente la productividad de este renglón de los activos.
2. Los activos fijos brutos por persona ocupada ascendían a sólo 189 000 pesos.

3. El activo fijo en general mostraba ya una depreciación acumulada del 43.5%, lo


que hacía esperar, para el año de estudio, una ya muy elevada tasa de
reposición.

4. Los intereses sobre préstamos intemos y extemos a corto, mediano y largo plazo
ascendieron a 1 495.5 millones de pesos, lo que representa un 3.2% de la
producción total bruta, un 7.9 % del valor agregado y un 3.5 pOl' ciento de las
ventas netas.

5. Los pagos por uso de patentes, marcas y transferencia de tecnología


ascendieron a 373 millones de pesos.

6. El valor agregado representó el 37.7% del valor de la producción bruta total, y

7. El valor agregado por persona ocupada fue de 135 000 pesos.

Sin embargo, de acuerdo a los distintos criterios de evaluación que se adoptaron frente
a las empresas públicas y que parecen no corresponder plenamente a la racionalidad
capitalista, no se podía demandar de estas el tipo ni el grado de eficiencia y
rentabilidad que se exigía de las empresas privadas. Algunas observaciones del
especialista René Villarreal que ilustraron a las empresas públicas fueron:

El concepto de eficiencia para una empresa pública es a su vez más amplio y


complejo [...] De esta manera una empresa pública será eficiente en la medida
en que logre alcanzar los objetivos de política económica y social que Ie
corresponden con el menor sacrificio de recursos no para la empresa sino para
el país en su conjunto, es decir, su eficiencia debe corresponder a un modelo
de beneficio-costo social establecido por la comunidad y no necesariamente
por el mercado, [ ...] Además de que la empresa pública se basa en 10 que
seria el sistema de precios sociales, esta debe tomar en cuenta para su
evaluación, los efectos directos e indirectos que su actividad provoca sobre
otras entidades económicas.5
Así resulta concluyente la reivindicación que se hacía de la función social y del papel
estratégico que cumplían las empresas públicas en la economia del pais, por mas que
sea del dominio público, el hecho de que en sus estados financieros se registraron
déficit o se declare incapacidad para la reinversión a corto o mediano plazo.

Es comprensible, pues, que el Estado haya financiado el proceso de expansión del


sector paraestatal unas veces con recursos fiscales y otras veces recurriendo al
endeudamiento extemo.

Las contradicciones del sector paraestatal no desaparecieron por el hecho de ser el


instrumento directo para la acción económica del Estado; al contrario, el Estado
enfrentaba las dificultades que Ie imponían el logro de la rentabilidad, la eficiencia y la
productividad en los sectores de la economía nacional en conjunto.

Es explicable entonces, que al considerar el doble carácter o la doble función de las


empresas públicas saltaba a la vista el problema fundamental: que orientación y
destino se les da a los beneficios y los excedentes de explotación generados.

La siguiente expresión del presidente José López Portillo fue suficientemente


reveladora al respecto:

"En un sistema como el nuestro donde la distribución se logra por el salario y la


redistribución por el fisco, el apoyo del sector paraestatal, es fundamental porque la
utilidad tiene un destino que el Estado y el interés que representa puede otorgarle [...]
que haya eficiencia en el sector paraestatal, en el que el juego de los factores de la
producción se sale del esquema tradicional del capitalismo, porque aquí los socios son
todo el pueblo [...] i Qué destino tienen las utilidades que puedan tener las empresas
públicas? Enriquecer, claro, el propio capital de la nación y al hacerlo, facilitarle la
función distributiva vía derecho del trabajo y la capacidad de' servicio que tiene el
Estado hacia la justicia social."

En otros términos, las empresas públicas generaron por una parte, bienes y
excedentes económicos que sirvieron de soporte para apoyar a los demás sectores de
la estructura productiva mediante la reducción de costos que representa para estos la
creación de infraestructura, el suministro de insumos y el suministro de servicios
públicos y, por otra parte, generaban condiciones favorables al empleo y la
participación de un buen segmento de los consumidores en el quehacer productivo.

Así, el sector paraestatal fue una ayuda eficaz en la reproducción del sistema de
mercado, lo que en términos del discurso presidencial equivalió a decir que "el sector
paraestatal fue el seguro de la ineficiencia del sector privado. Cuando fracasan
empresas importantes, el Estado tiene que recogerlas por la participación que tienen en
el desarrollo y en el empleo.

Además, había factores de índole técnica, política, social y financiera, que se sumaron
desfavorablemente y condicionaron la acción de las empresas públicas y pusieron en
entredicho su rentabilidad. Algunos fueron:

a) La no siempre bien justificada existencia de empresas que se mantuvieron


gracias al apoyo constante de la Federación.

b) La insana competitividad con empresas privadas en operación dentro de la


misma rama.

c) La no siempre adecuada localización geográfica y a veces hasta la


sobreestimación de los recursos y la sobrevaluación artificiosa de sus costos.

d) Una grave falta de integración en las líneas de producción y la


complementariedad de objetivos y funciones.

En 1976 el Gobierno Federal puso en marcha una reestructuración de la administraci6n


publica que tenía como objetivo lograr una mayor eficiencia en la gestión y operación
de las distintas instituciones, organismos y empresas, como elementos para enfrentar
la crisis mediante su articulación en un poco realista proceso de planeación económica.

Para ello promulgó el 26 de diciembre de 1976 la Ley Orgánica de la Administración


Pública Federal que contemplaba la especialización sectorial y el reagrupamiento de
los diferentes organismos públicos y empresas adoptando a las Secretarías de Estado
como cabezas de sector.
Creadas las condiciones jurídico-administrativas, el Estado emprendió en abril de 1980
la integración del Plan Global de Desarrollo, segunda etapa de su estrategia para la
superación de la crisis y para brindar continuidad al proceso de crecimiento económico.

A través de las empresas estatales el gobierno se propuso ampliar la infraestructura,


los servicios esenciales y la industria básica para deprimir las tendencias al desempleo,
sostener sin decremento la magnitud del mercado y avanzar en la improbable
redistribución del ingreso mediante el escalonamiento de algunas readecuaciones
fiscales. Sin embargo, muchos objetivos no se cumplieron y se demostró la ineficiencia
y la improbabilidad de compararse con empresas privadas. Empero se propusieron las
siguientes acciones para sobrellevar la administración de las empresas públicas:

1. Fijación de precios, que les permitieran una rentabilidad adecuada para financiar
con sus propios recursos sus requerimientos de expansión.

2. Otorgamiento de subsidios, sólo en aquellos casos en que contribuyen al objetivo


de redistribución del ingreso o a propósitos de estímulo dentro de las prioridades
marcadas.

3. Impulso a la integración sectorial de las empresas afines, dando mayor


congruencia, eficiencia y eficacia al sector público.

4. Aumento de la productividad, mediante la mejor estructuración de la administración


y de los procesos productivos.

5. Suministro de capacitación, para reforzar la eficiencia de la administración.

6. Fomento del crecimiento, basando las decisiones de expansión de la capacidad


instalada en estudios de factibilidad técnica y económica.

7. Fortalecimiento de los órganos de vigilancia y los mecanismos de evaluación


efectiva del gobierno central.

8. Seguimiento de los proyectos y acciones para definir objetivos y metas específicos


de cada empresa u organismo con el objeto de posibilitar la evaluación de su
desempeño y resultados.
9. Diseño de una reestructuración financiera a través de clientes, proveedores,
contratistas, inventarios y deuda.

10. Fomento de la coordinación de los organismos públicos dentro de cada sector y


con el resto de los sectores.

El problema fue que, estando aún fresca la tinta de los volúmenes del Plan Global, el
propio Gobierno Federal comenzó a dar acelerados pasos de retroceso respecto de
sus propósitos y metas. En ese contexto, el cambio fundamental en las empresas
paraestatales tuvo que esperar, una vez más, una futura y mejor oportunidad.

2.3 La globalización

La globalización consiste, básicamente, en la integración más estrecha de los países y


pueblos del mundo, provocada por la reducción de los costos del transporte y la
comunicación, y el desmantelamiento de barreras artificiales a los flujos de bienes,
servicios, tecnología, conocimientos –en menor grado–, y personas a través de las
fronteras (Joseph Stiglitz).

La globalización es un concepto utilizado virtualmente por todas las corrientes del


pensamiento económico, con significados diferentes y contradictorios. Como ocurre con
toda categoría cuyo uso se generaliza hasta llegar a su vulgarización, ésta empieza a
perder poder explicativo y analítico, hasta caer en la trivialización total. Por esta razón
se especifica de manera precisa qué se entiende por globalización, a fin de evitar
formulaciones carentes de significado. En general abordamos las colaboraciones más
serias sobre el término, entendiendo por globalización el actual proceso de crisis,
reestructuración y cambio mundial, que se ha venido manifestando desde la década de
los setenta y que impacta a todas las economías del mundo, desde las capitalistas
hasta las centralmente planificadas. El término tiene su origen en la bibliografía
consagrada a las empresas multinacionales, pero se enriquece a través del tiempo,
hasta el punto de representar en la actualidad una nueva fase de la economía mundial.

2.3.1 Inicios de la globalización


Cancelada la llamada “guerra fría”, los países entraron en un proceso de
reagrupamientos y fracturas por el cual estamos asistiendo a una recomposición del
viejo orden mundial. Si el antiguo tenía como fundamento ciertos valores ideológicos, el
actual está más bien basado en procesos históricos y cercanías geográficas.
Paradójicamente, cuando la posmodernidad, por un lado, parece cancelar los
sentimientos de identidad histórica como fundamento de la evolución de un sistema
social y cuando, por el otro, la expansión y accesibilidad de los medios tecnológicos
han posibilitado la eliminación de la distancia física como impedimento de intercambios,
surge el término globalización, que se constituye en uno de los conceptos más
discutidos dentro de las teorías sociales y políticas del último período.

La palabra globalización ha invadido la bibliografía empresarial, convirtiéndose en


fuente de muchísimos trabajos académicos, y subtiende a una gran cantidad de
programas políticos de la década de los noventa. El término tiene su origen en la
bibliografía consagrada a las empresas multinacionales, designando inicialmente un
fenómeno limitado, una mundialización de demanda, pero que se enriquece a través
del tiempo, hasta el punto de representar en la actualidad una nueva fase de la
economía mundial.

La globalización se constituye como uno de los conceptos más discutidos en las


teorías sociales y políticas de los últimos años. Los conceptos expuestos por cuatro
grandes teóricos del pensamiento económico contemporáneo: Théodore Levitt,
Kenichi Ohmae, Robert Reach, Octavio Ianni e Isidoro Moreno, para quienes el
proceso de internacionalización de los mercados financieros es irreversible.

Bajo el esquema anterior el concepto de globalización se viene utilizado durante las


últimas dos décadas, por virtualmente todas las corrientes del pensamiento económico,
con significados muchas veces diferentes y contradictorios. En general se trata dar
respuestas a interrogantes que surgen sobre su significado a largo plazo, entendiendo
por globalización el actual proceso de crisis, reestructuración y cambio mundial, que se
ha venido manifestando desde la década de los setenta y que ha abarcado tanto a las
economías capitalistas como a las centralmente planificadas, identificadas hasta ese
entonces como el socialismo real, lo que actualmente se visualiza es una verdadera
erosión de las soberanías nacionales, en la medida en que los Estados han perdido su
capacidad de diseñar y ejecutar políticas económicas nacionales independientes,
debido principalmente a lo que podría considerarse como el surgimiento de una
poderosa internacional capitalista, de carácter supranacional, que se encargaría de
configurar las reglas del juego para el sistema económico mundial, considerado como
un todo.

2.3.1.1 Théodore Levitt

Theodore Levit (economista estadounidense y profesor de la Universidad de Harvard.


En 19835, propone este término para designar la convergencia de los mercados del
mundo entero. La globalización y la tecnología serían los dos factores principales que
forman las relaciones internacionales. En consecuencia “la sociedad global” opera con
constancia y con resolución, con costos relativamente bajos, como si el mundo entero
(las regiones principales) constituye la entidad única, es decir, que en todas partes se
vende la misma cosa y de la misma forma. Por supuesto, la empresa debe ajustarse a
diferencias nacionales, pero solamente si no ha logrado arreglar o sortear las
demandas específicas que le hacen. En esta primera definición, la globalización de los
mercados se opone a la visión de un ciclo del producto que consistía en vender a los
países menos desarrollados aquellos productos que se habían vuelto obsoletos en los
países ricos. El término se aplica especialmente a la gestión de las multinacionales y
concierne exclusivamente a los intercambios internacionales.

En esta primera acepción el concepto de globalización ha estado referido al fenómeno


específico de la progresiva y tendencial unificación a escala mundial de los mercados
de mercancías, en relación ya sea con la reducción de las barreras proteccionistas
levantadas por varios Estados en defensa de sus propios mercados nacionales, o bien
al proceso de uniformización de homologación cultural que ha generalizado a escala
mundial estilos de vida y modelos de consumo. Es en este sentido que, al inicio de los
años ochenta Théodore Levitt hablaba de “la sociedad global”, como de una entidad
única, que vende la misma cosa, en el mismo mundo, por todas partes y que gracias a
ello, ofrece la posibilidad a las empresas que poseen las fuerzas y las dimensiones
adecuadas (a las grandes multinacionales como Coca-Cola, Nike, o también, en ciertos
aspectos los grupos automovilísticos), de contar con una demanda unificada tan amplia
que es suficiente para realizar economías a escala, y por tanto recuperaciones de
beneficios que los siempre más asfixiados mercados nacionales no garantizan más.

Es por otra parte a este concepto de globalización al que se refieren algunos


apologistas neoliberales, como el Director de la Organización Internacional de
Comercio, Renato Ruggiero, que declaró enfáticamente que en la última generación
dos mil millones de nuevos productores-consumidores han ingresado en el mercado
mundial, por el derrumbe de las barreras culturales y aduanales, que antes segmentan
los mercados, o como el embajador Sergio Romano, que se ha complacido de que en
la India, donde hay 900 millones de habitantes, existen actualmente 150 millones de
consumidores, deseosos de imitar los hábitos de vida de las sociedades desarrolladas.

2.3.1.2 Kenichi Ohmae

Otra visión sobre el término de la globalización, la constituye la elaborada por Kenichi


Ohmae, quien en 1990 extiende esta noción al conjunto de la cadena de creación del
valor que promueve la investigación y el desarrollo, a la ingeniería, la producción, la
comercialización, los servicios y la banca. Si en primera instancia una empresa exporta
tomando en consideración su base nacional, primero establece servicios de ventas en
el extranjero, después produce localmente y, por último acuerda un manejo completo
de la cadena del valor de su filial. Este proceso converge hacia una quinta etapa: la
integración global, es decir, cuando las empresas que pertenecen a un mismo grupo
producen su investigación y desarrollo, financia sus inversiones y reclutan a su
personal de acuerdo a la escala mundial, entonces la globalización representa una
forma de gestión totalmente integrada a escala mundial.

Entonces la globalización representa una forma de gestión, totalmente integrada a


escala mundial de la gran empresa multinacional.

Debido a que estas multinacionales representan una fracción importante de la


producción mundial se convierten en protagonistas en el arbitraje entre los diversos
espacios nacionales, los cuales se ven forzados a ajustarse a sus exigencias gracias a
la extrema movilidad de la que se benefician las multinacionales, en materia de
comercio e inversión, de la Banca y de la investigación y el desarrollo.

De acuerdo a Ohmae, la globalización se refiere entonces al proceso a través del cual


las empresas más internacionalizadas tratan de definir para su propio beneficio las
reglas del juego anteriormente impuestas por los estados-naciones.

Esta segunda acepción al concepto de globalización, no está centrada esta vez en la


globalización comercial o mercantil, sino en la productiva. No solamente sobre el
carácter global del mercado, sino sobre el carácter global de la empresa. En 1990, de
hecho por primera vez el Director General de McKinsey y Co. De Tokio, Kenichi
Ohmae, introdujo el concepto de la “integración global” de la empresa y del
consecuente nacimiento de una nueva forma de organización, orgánica y ambiforme
(amoebalike), que constituiría el quinto estadio de una larga marcha de la empresa
hacia una dimensión completamente internacional o mejor, transnacional.

El primer estadio, explica Ohmae, se caracteriza por una actividad de exportación “de
largo alcance”, por parte de compañías esencialmente nacionales, que se mueven en
busca de nuevos mercados locales externos, estableciendo relaciones con
comerciantes y distribuidores locales. En el segundo estadio, la empresa asume ella
misma estas actividades de distribución. Luego viene el estadio tres, en el que las
sociedades con base nacional empiezan a hacerse cargo ellas mismas de la
producción, del marketing y de las ventas en algunos mercados externos considerados
claves. En el estadio cuarto, la empresa se mueve hacia una posición de verdadero
productor “interno”, sobre estos mercados, sostenida por un completo sistema que
comprende investigación y desarrollo e ingenierización.

En suma, la globalización a la que se refiere Ohmae, es de hecho “una forma de


gestión totalmente integrada a escala mundial de la gran empresa”, que modifica no
sólo su morfología, sino su naturaleza misma. Aquí a lo que se asiste es al nacimiento
de una nueva figura productiva, de un nuevo sujeto económico con geometrías y
dimensiones distintas a las hasta ahora conocidas: un sujeto caracterizado por una
“cuasi-ubicuidad”que es un elemento conocido en el ciberespacio, pero que huye de
cualquier regulación y normatividad ancladas todavía en los tradicionales espacios
económicos y políticos.

2.3.1.3 Robert Reach

Robert Reich Secretario del Trabajo en la Administración de Clinton, quien en 1993


intentó sin gran éxito, proponer una política económica original, adaptada a la era de la
globalización.

Anteriormente, la economía era internacional, pues su evolución estaba determinada


por la interacción de procesos que operaban esencialmente a nivel de los Estados-
Nacionales. En la actualidad se vería el resurgimiento de una economía globalizada en
la que las economías nacionales estarían desmembradas y después rearticuladas en el
seno de un sistema de transacciones y de procesos que operan realmente a nivel
internacional. Esta definición es la más general y sistemática, ya que supone enfatizar
en una ruptura cualitativa con respecto al conjunto de regímenes internacionales que
se han llevado a cabo después del surgimiento del capitalismo comercial.

Por una parte los Estados-Nacionales y en consecuencia, los gobiernos perderían


toda capacidad de influir en las evoluciones económicas nacionales, al grado que las
instituciones centralizadas heredadas de la posguerra, debían ceder su lugar a
constitución de entidades regionales y urbana, punto de apoyo necesario de la red
tejida por las multinacionales. El fin del Estado-Nación, es el título de una obra
publicada en 1995 por Kenichi Ohmae, quien se ha convertido en un gran predicador
de la globalización.

Por otra parte, los diversos territorios sometidos a este nuevo modelo se volverían
sumamente interdependientes, al grado de manifestar evoluciones sincrónicas, más
que idénticas, en busca de la homogeneización.

Adiós a los compromisos políticos nacionales y a la noción misma de coyuntura local,


ya que todo lo que está sucediendo en el otro extremo del planeta influirá ahora en las
grandes megalópolis que las evoluciones de las zonas geográficamente vecinas, pero
desconectadas del sistema globalizado.
Esta tercera acepción del concepto de globalización, dada por Reich, en su libro “The
World of Nations” en el cual se demostraba justamente el progresivo empañamiento y
luego la disolución del carácter nacional de la empresa. El fin de la lógica de los
“campeones industriales”, que toda nación podía hacer competir en la arena
internacional, y cuya ventaja económica terminaba en transformarse en una
equivalente ventaja social y política para el país de procedencia, junto con las hila

turas productivas que se extienden, con los ciclos que se interconectan y se integran en
un red mundial.

2.3.1.4 Octavio Ianni

La globalización está presente en la realidad y en el pensamiento, desafiando a


muchos en el mundo, a pesar de las vivencias y opiniones de unos y otros, la mayoría
reconoce que esta problemática está presente en la forma mediante la que se diseña el
nuevo mapa del mundo, en la realidad y en lo imaginario.

Ya son muchas las teorías empeñadas en esclarecer las condiciones y los


significados de la globalización. Unas con cierta timidez mientras que otras, con
bastante audacia, algunas veces se desconocen mutuamente y otras se influyen, pero
todas abren perspectivas al esclarecimiento de las configuraciones y movimientos de la
sociedad global.

Vale la pena mapear las principales teorías de la globalización, pues permiten aclarar
no sólo las condiciones en las que se forma la sociedad global, sino también, los
desafíos que se crean para las sociedades nacionales. Los horizontes que se abren
con la globalización, en términos de integración y fragmentación, pueden abrir nuevas
perspectivas para la interpretación del presente, la relectura del pasado y la
imaginación del futuro.

La problemática de la globalización implica naturalmente un diálogo múltiple con


autores e interlocutores en diferentes perspectivas históricas y teóricas.

varios y encadenados los procesos que caracterizan a la globalización del capitalismo,


desde la acumulación originaria hasta la concentración y centralización del capital, del
desarrollo cuantitativo y cualitativo de las esferas productivas de desarrollo y la
modernización de las relaciones de producción, de la nueva división internacional del
trabajo y de la producción a la constitución del mercado mundial, al influir o articular
mercados nacionales y regionales, de las formas singulares y particulares del capital al
capital en general.

A fines del siglo XX, se reabren espacios y fronteras, inesperados o recreados,


disponibles o forzados. Junto con la desagregación del bloque soviético, con la
disolución del mundo socialista se generalizan políticas de desestatización,
desregulación, privatización, apertura de mercados, flujo cada vez más libre de las
fuerzas productivas, modernización de las normas jurídico-políticas y de las
instituciones que organizan las relaciones de producción, todo esto universaliza más
que nunca el modo capitalista de producción, y al capitalismo como proceso
civilizatorio.

Irónicamente la globalización del capitalismo desempeñó un papel decisivo en la


desagregación del bloque soviético y en la transición de cada una y todas las naciones
socialistas de economías centralmente planificadas a economías de mercado. En los
últimos decenios del siglo XX, las corporaciones transnacionales y en Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial y la Unión Europea, entre otras organizaciones
multilaterales y transnacionales, pasan a desempeñar un papel creciente y decisivo en
la institucionalización y dinamización de la economía de mercado, esto es, propiamente
capitalista, en las naciones que habían desarrollado sistemas económicos centralmente
planificados, sistemas considerados básicos para la construcción de la sociedad
socialista. El desarrollo intensivo y extensivo del capitalismo, según se había verificado
durante la guerra fría, se aceleró aún más cuando ésta terminó, debido a la perestroika,
al glasnost, a la caída del muro del Berlín, a la reunificación de Alemania y a la
reactivación de las fuerzas productivas y de los intercambios en el ámbito mundial. En
esa ocasión el este europeo, Rusia, las repúblicas formadas con la desagregación de la
Unión Soviética, China, Vietnam y otras naciones con regímenes socialistas, se
volvieron fronteras de desarrollo intensivo y extensivo del capitalismo. Un capitalismo
que ya encontró fuerzas productivas bastante desarrolladas, pero que precisó crear,
desarrollar, y consolidar relaciones de producción consecuentes con las exigencias de
la dinámica del mercado, de la reproducción ampliada del capital de manera global.

Por todo esto y vista desde una perspectiva histórica amplia, la globalización viene de
hace mucho tiempo y envuelve diversas formas de organización y dinamización de las
fuerzas productivas y de las relaciones de producción: acumulación originaria,
mercantilismo, colonialismo, interdependencia, transnacionalismo y globalismo. Son
varias, diferentes e interrelacionadas las formas por las que el capitalismo se
desarrolla, transforma y generaliza, a lo largo de la historia y de la geografía.

En suma, no se trata de pensar que la sociedad global ya estaba en Marx. Se trata sólo
de reconocer que algunas de las instituciones e interpretaciones desarrolladas en sus
escritos contemplan las dimensiones mundiales del capitalismo como modo de
producción y proceso civilizatorio. En el pensamiento de Marx y de algunos de sus
continuadores, pueden encontrarse recursos metodológicos y teóricos fundamentales
para la inteligencia de la globalización. Desde esta perspectiva, la sociedad global
puede parecer compleja y evidente, caótica y transparente, una totalidad problemática,
contradictoria, en movimiento.

2.3.1.5 Isidoro Moreno

Para comprender la fase histórica en la que se encuentra la humanidad, necesita


definiciones sintéticas, paradigmas omnicomprensivos. Por esta razón, al final de la
guerra fría, hoy se habla de globalización. Es indudable que, como todas las síntesis,
todos los paradigmas, esta definición comporta simplificaciones excesivas y
reduccionismos deletéreos, pero sería inútil negarse a utilizar una terminología que
sirve, por lo menos para delimitar una temática, para identificar un campo de discusión,
aunque sea de forma aproximativa.

Cuando en noviembre de 1989, cayó física y simbólicamente el muro de Berlín y, en


muy corto plazo de tiempo se produjo la desaparición de los regímenes del supuesto
socialismo real en todos los países del este europeo, ello fue considerado por los
ideólogos del fin de la historia: el triunfo absoluto del mercado prácticamente a nivel
mundial, la imposibilidad de cualquier otra política que no emanara del pensamiento
único neoliberal y la instauración del nuevo orden internacional. Todos los obstáculos
estaban allanados para que se desarrollara en el conjunto del planeta una economía,
una sociedad y una cultura globales, que caracterizarían a un sistema-mundo unificado.
La “aldea global” que McLuhan habían adelantado para el ámbito de la comunicación
se extendería con rapidez a todos los demás ámbitos.

De acuerdo a Isidoro Moreno, por globalización entendemos generalmente el avance


hacia la instauración en el planeta de un único sistema en lo económico, lo político, lo
cultural y lo comunicacional. La globalización sería la última fase, la culminación del
proceso de la mundialización comenzado hace varios siglos, en la época de los
grandes descubrimientos geográficos y el inicio del colonialismo europeo, intensificado
con la consolidación del modo de producción capitalista y del modelo de Estado-
Nación, y culminado por la revolución de las tecnologías. La globalización sería así, el
resultado final de la modernidad, del despliegue de las posibilidades contenidas en los
ejes de esta definición desde la segunda mitad del siglo XVIII europeo.

La dimensión económica, debido a la muy acentuada transnacionalización y fusión


del capital, los flujos de éste tienen lugar ya hoy en un mercado de nuevas tecnologías
y el de la mayor parte de materias primas y de mercancías manufacturadas. Esto,
unido a una deslocalización creciente de los procesos productivos, ha dado como
resultado, entre otros, el que no sea posible el mantenimiento o, en su caso, la
construcción de economías productivas con marcos estatales, y el que no sea posible
en la actualidad, desde los poderes políticos de los Estados, controlar los flujos y
maniobras de capital.

El Estado-Nación es cada vez más impotente para controlar la política monetaria,


decidir su presupuesto, organizar la producción y el comercio, recabar impuestos sobre
sociedades y cumplir sus compromisos para proporcionar prestaciones sociales. En
suma, ha perdido la mayor parte de su poder económico.

No todo lo que se encuentra en el mercado responde al principio de libre circulación


a escala mundial, ni está por tanto globalizado. Un factor económico tan central como
es la fuerza de trabajo, no sólo queda fuera de la dinámica de la globalización, sino que
está inscrita en una tendencia inversa, la de una creciente segmentación, salvo en
ámbitos muy específicos, debido a la multiplicación de barreras a su libre circulación y
también por la acentuación de los factores que la segmentan en su composición
interna. Hay trabas legales y policiales que la Unión Europea, los Estados Unidos o
Japón levantan frente a los inmigrantes del sur. Y observar los mecanismos mediante
los cuales, el acceso a los mercados de trabajo dentro de cada Estado y de cada
nación dentro de un Estado, se consolida cada vez más como claramente diferenciado
para diversas fracciones de la fuerza de trabajo según sexo, etnia, edad y otros
factores.

El mercado de capitales y el de la mayor parte de las mercancías, sí están ya


globalizados, en el sentido de constituir o estar cerca de ello, un único mercado a
escala planetaria, regido por una única lógica, pero no así el mercado de trabajo. Por lo
tanto, sólo es adecuado hablar de mundialización de la economía, y ello sobre bases
desigualitarias y éticamente injustas, pero no es correcto afirmar la globalización total
de la economía. Quienes así lo hacen caen en dos reduccionismos: reducen la
economía al mercado y reducen el mercado al mercado de capitales. Doble
reduccionismo que es inaceptable, no sólo por razones éticas, sino porque no responde
a la realidad de las cosas. Esta realidad nos muestra una acentuación de la
mundialización de la economía que provoca tanto fenómenos de globalización, tanto
fenómenos de segmentación, según convenga a la lógica económica dominante, que
es la del capital financiero transnacional.

En la dimensión política, la globalización ha generado también dos dinámicas


opuestas, pero complementarias. Una conduce a la consolidación de las instancias
supraestatales, en las cuales es evidente el déficit democrático, precisamente porque
se están construyendo con el mismo modelos de globalización que ha adoptado el
mercado, es decir, al servicio de minorías sin control alguno democrático, por parte de
los ciudadanos y ni siquiera de los propios Estados, cuyo papel se reduce
prácticamente a legitimarlas. La otra lleva a la emergencia o reemergencia de los
marcos políticos etnonacionales, subestatales, existentes desde el antiguo o resultado
de procesos actuales de etnogénesis. La dimensión de estos marcos, el sentido del
territorio, la densidad de las redes sociales, la proximidad a los problemas y la identidad
y experiencia histórica compartida, les hace ser especialmente adecuados para tratar
de reinventar en ellos la democracia, hoy bajo mínimos o convertida en simple ritual
vacío en el contexto de los Estados-Nación en declive.

El punto de vista de los tratadistas señalados en este artículo, nos llevan a reflexionar
sobre el presente y futuro del Estado-Nación, como forma de organización política.
Hemos incluido las reflexiones de Levitt, Ohmae, Reach, Ianni y Moreno, que no en
todos los casos son estrictamente jurídicas, debido a que abordar el concepto de
globalización con herramientas exclusivamente jurídicas, no es la mejor manera de
llegar a resultados óptimos.

2.4 El neoliberalismo

El neoliberalismo económico es una corriente que se basa en el liberalismo surgido en


la segunda mitad del siglo XIX, su principal representante es Adam Smith, quien en su
obra Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones, publicada
en 1776 presenta los tres principios fundamentales del liberalismos:

1. Libertad personal
2. Propiedad privada
3. Iniciativa y propiedad privada de las empresas

Smith decía que cada capitalista al buscar su propio beneficio buscaba el de los
demás, por lo que no se requería la intervención del Estado en la economía. Pensaba
que la economía un orden natural. Afirmaba que las actividades del Estado debían
reducirse al mínimo y solo limitarse a:

a) Proteger a cada miembro de la sociedad de la opresión y la injusticia de otro


miembro del estado, es decir una actividad dejusticia.
b) Sostener a las instituciones públicas.
c) Realizar obras de infraestructura que por no ser de lucro no interesa a la
iniciativa privada.
Esto significa que el liberalismo económico (laisser faire) tiene algunas restricciones
económicas por por parte del Estado, e inclusive hay intereses superiores al individuo
como la defensa del país ante cualquier agresión externa, salud pública y moral
pública.

Debido a la crisis capitalista de 1929 y sus efectos a nivel mundial, fue en 1936 que
John Maynard Keynes critica las ideas de Adam Smith en su Teoría general sobre la
ocupación, el interés y el dinero recomienda la intervención del Estado en la economía
con la finalidad de propiciar y fomentar la inversión y en consecuencia la producción, el
empleo y la demanda con el objeto de retardar la llegada de la crisis económica. A sus
ideas se les conoce como keynesianismo y estuvieron en boga de 1936 a finales de los
años 60.

El keynesianismo fue refutado por varios autores como Milton Friedman, quienes
basados en el neoliberalismo, se oponían a la intervención del Estado en la economía
porque tenía y seguía teniendo muchos efectos negativos en las sociedad, en especial
en la política económica keynesiana.

A esta nueva corriente de pensamiento económico, que se opone a la intervención del


Estado en la economía, se le conoce como neoliberalismo económico. Su principal
planteamiento afirma que el libre mercado es el único mecanismo que asegura la mejor
asignación de recursos en la economía y en consecuencia promueve el crecimiento
económico; por lo tanto se debe fomentar el libre mercado sin restricciones estatales.

En la década de los 80s y 90s el neoliberalismo se opone a los excesos, abusos y


corrupciones del intervencionismos estatal, que por otra parte no tiene restricciones y
limitaciones o controles por parte de la sociedad. En los años 80s Margaret Thatcher en
el Reino Unido y Ronald Reagan en los Estados Unidos ponen en práctica las políticas
económicas neoliberales, las cuales son:

a) Se basa en el principio de lasser faire (dejar hacer)


b) La libre competencia del mercado
c) El estado no debe intervenir en la economía; sólo debe garantizar la libre
competencia del mercado.
d) La libre circulación de mercancías, capitales y personas entre los países, y en
consecuencia evitar el proteccionismo como estimular el comercio exterior y las
nuevas inversiones.
e) El Estado debe deshacerse de sus empresas y por lo tanto venderlas a los
empresarios del país y del extranjero.
f) Tiene prioridad el mercado mundial antes que el mercado interno.
g) Los objetivos básicos de la política económica son el crecimiento económico,
pero con equilibrio financiero, comercial y gubernamental.

Otro planteamiento importante del neoliberalismo es la apertura comercial; esto es la


libertad de comerciar entre distintos países sin ninguna restricción o limitación de tipo
económico o de otro tipo, que es el mismo planteamiento del Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), ahora Organización Mundial de Comercio
(OMC).

2.5 Privatización de empresas públicas

La privatización de empresas estatales fue una tendencia a nivel mundial ante los
problemas que enfrentaba el sector público en la década de 1970. La privatización y
desincorporación de empresas públicas fue un elemento esencial de las reformas
estructurales. Abrió espacio a la iniciativa privada y ayudó a corregir las finanzas
públicas. En México el proceso de privatización de empresas estatales tuvo lugar en
tres etapas; correspondientes a los sexenios que van de 1982 a 2000. En la etapa
inicial se promulgó la Ley Federal de Entidades Paraestatales clasificando los
organismos paraestatales en estratégicos, prioritarios; de tal suerte que se inicia la
privatización de empresas no prioritarias. La mayor parte de las cuales eran propiedad
de Nacional Financiera y Somex. En la segunda etapa se desincorporaron empresas
de manera generalizada, sin más límite que el de los sectores estratégicos de la
economía. La tercera etapa, una vez efectuada gran parte de la privatización de activos
públicos; se recurrió a las concesiones para la administración de activos públicos.

Referencias
● Amor, Daniel. The E-Busines, Revolution Living in an Interconnected World. Ed.
Prientice-Hall, Brasil, 2001.

● Boyer, Robert. La Globalization, Mythes et Réalites. Ed. Fayart, Parìs, 1995.

● Castells, M. La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura. Ed. Alianza


Editorial, Madrid, 1998.

● Dabat, Alejandro. El Mundo y Las Naciones. Ed. Centro Regional de Investigaciones


Multidisciplinarias, UNAM, México 1993.

● Daniel M. Reeves, Benjamin N. Grosof, Michael P. Wellman y Hoi Y. Chan. Automated


Negotiation from Declarative Contract Descriptions. University of Michigan Artificial
Intelligence Laboratory.

● Del Águila Obra, Ana Rosa. Comercio Electrónico y Estrategia Empresarial. Ed.
Alfaomega, México,2001.

● Elsentpeter, Robert C. y VELTE Toby J. Fundamentos de Comercio Electrónico. Ed. Mc-


Graw Hill, México 2002.

● Ianni, Octavio. Metáforas de la Globalización. Ed. Ideias, año número 1, campinas,


Unicamp, Brasil,1994.

● Teorías de la Globalización. Ed. Siglo XXI, México, 1998.

● Irabien, José. El Interenet en nuestras vidas. Ed. Mc-Graw Hill, México 2001.

● Kling Lamb, R. IT and Organizational Change in Digital Economies: A Socio-Technical


Approach. Ed. Understanding the Digital Economy: Data a Tools and Reserch. 1999.

● Levitt Théodore. Globalization of Markets. Ed. Harvard Bussines Review, número 3


mayo-junio, 1983.

● Levitt, L. Comercial Use for Internet. Obtenido en http//www.isoc. org/2 septiembre de


1997.

● Loeviger, Lee. The Industrial Revolution in Law. Ed. Modern Uses of Logic in Law. Junio
de 1960.
● Moreno C. M. La globalización: su concepto e impacto en los sistemas jurídicos. Revista
UNAM. Seminario de Estudios Jurídicos Económicos.

● Ohmae, Kenichi. De L’Etat-Nation aux Etats-Régions. Ed. Dunod, París, 1996.

● El Poder de la Triada. Panorama de la competencia Mundial enla Próxima Década. Ed.


Mc-Graw Hill, México, 1990.

● The Borderless Norld. Powwer and Strategy in the Interlinked Economy. Ed. Harper
Perennial. Nueva York, 1990.

● Reich, Robert. L’economie Mondialissé. Ed. Dunod, París, 1993.

● The Word of the Nations. Ed. Random House, Nueva York, 1992.

Capitulo III

Antecedentes de la privatización de las empresas públicas en México

Marco referencial de las estrategias de venta de empresas públicas

3.1 La privatización de empresas públicas

La privatización de empresas estatales empieza en el mundo con el gobierno de


Margaret Thatcher en el Reino Unido, y esta política se extiende a diversos países.
Entre los países en desarrollo y en América Latina, Chile es el país que inicia este
proceso y lo lleva a cabo de la manera más vigorosa. En el ámbito internacional, la
privatización se convierte en una de las recetas de la sana política económica
recomendada por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El secretario
del Tesoro de Estados Unidos también hace suya esta receta. Es seguida en todos los
ámbitos internacionales y se pregona a la privatización como sinónimo de
“modernización”, “eficientización”y “saneamiento de las finanzas públicas”.

La rapidez con la que se extiende por el mundo el movimiento privatizador se explica


en parte porque coincide con la desilusión generalizada hacia el Estado promotor y sus
excesos. Los límites del enfoque racional del Estado Benefactor permitieron que los
conceptos básicos de la economía neoliberal encontrarán una nueva preeminencia.

En México, el cambio coincide con el inicio del gobierno del presidente Miguel De la
Madrid y el desprestigio de los excesos de los gobiernos priístas anteriores. Se
abandona la política progresista y nacionalista y se adopta una política de carácter
neoliberal.

El proceso de privatización tiene tres etapas: en la inicial, de 1984 a 1988, se realiza la


privatización de varias empresas de diversa índole y actividad; en la segunda, de 1988

a 1999, se realiza ya la privatización a fondo de varios sectores, como los de


siderurgia, banca y teléfonos; y en la tercera, de 1995 a 2000, se profundiza aún más el
proceso y se realizan cambios constitucionales para vender los ferrocarriles y la
comunicación vía satélite.

En este documento revisaremos el período inicial y luego examinaremos los distintos


sectores económicos en los que se llevó a cabo la privatización.

Se procede inicialmente promulgando la Ley de Entidades Paraestatales, en la que se


clasifican los organismos descentralizados y las empresas de participación estatal
mayoritaria como estratégicos, prioritarios y no prioritarios; y se ordena todo el sector
paraestatal conforme a estos criterios. De esta manera se inicia la privatización de
aquellas empresas clasificadas como no prioritarias y, para apoyar esta acción, se
reclasifican los ferrocarriles, entre otras empresas, de prioritarios a estratégicos,
realizándose una modificación constitucional para justificar su clasificación como
organismo paraestatal no privatizable. Diez años después se decidió deshacer ese
cambio.

La privatización forma parte de un proceso más amplio llamado “desincorporación del


sector paraestatal”, que está conformado por 1) la liquidación de empresas o extinción
de fideicomisos, 2) las fusiones, 3) las transferencias a los gobiernos estatales y 4) las
ventas en sí. En estricto sentido, la privatización se refiere al último rubro, las ventas.
De 1982 a 1988 la desincorporación se dio como sigue: 294 liquidaciones y
extinciones, 72 fusiones, 25 transferencias y 155 empresas vendidas al sector privado
o al sector social.

Tan sólo se privatizarían, en un principio, las empresas no prioritarias. La gran mayoría


de ellas filiales de Nacional Financiera y de Somex. En el primer caso, se habían
acumulado en el organismo un gran número de empresas de participación estatal
mayoritaria, algunas por promoción deliberada y otras para rescatarlas y evitar su
quiebra en manos del sector privado.

En el segundo caso, Somex originalmente fue una financiera privada dedicada a la


promoción industrial. Contaba con una gran cantidad de empresas filiales (y al ser
nacionalizada, todas estas filiales pasaron a ser empresas de participación estatal).

A partir de 1984, tan sólo se privatizan ciertas empresas selectas, en su mayoría, como
se dijo, filiales de Nafinsa y de Somex, que se vendieron a los socios privados,
nacionales y extranjeros. Ése fue el caso de Dirona, Dicona, Forjamex, Sosa Texcoco,
etcétera. Se trataba de empresas rentables, y si el precio de la privatización fue
correcto es difícil saberlo. Podemos suponer que fue razonable, si bien con cierto
castigo. Este proceso fue un poco desordenado y casuístico, y definitivamente no tuvo
la transparencia que se hubiera deseado.

En esta etapa se vendieron 155 empresas de participación estatal mayoritaria, entre las
que cabe destacar Tereftalatos Mexicanos, que se vendió en 106 millones de dólares.

La siguiente etapa fue mucho más difícil, pues se trataba de vender empresas de baja
rentabilidad o de rentabilidad negativa o dudosa. Aquí fue necesario sanear a estas
empresas para hacerlas atractivas; otras fueron traspasadas a los sindicatos, como fue
el caso de varias que se vendieron a la CTM.

3.1.1 Industria siderúrgica

Sidermex, cómo se llegó a llamar al conjunto de las tres siderúrgicas en manos del
gobierno, estaba conformada por Altos Hornos, S.A., Fundidora Monterrey, S.A. y
Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S.A. de C.V.
La primera, Altos Hornos, S.A. (AHMSA), fue resultado de una promoción originalmente
privada durante la época de la II Guerra Mundial; enseguida fue tomada por Nacional
Financiera, que la promovió y apoyó en su crecimiento. Durante casi dos décadas fue
una de las filiales más rentables de Nafinsa.

Fundidora Monterrey, S. A., de promoción privada, fue la primera siderúrgica de


América Latina que se desarrolló y creció en forma sana, hasta su última expansión.
Ésta fue en su mayor parte financiada con créditos de plazo no suficientemente largo y
en moneda extranjera. Así, la empresa llegó a una crisis financiera profunda con la
devaluación de 1976 y Nafinsa, para evitar su quiebra, la absorbió capitalizando
créditos y garantías. Y Sicartsa, que sí fue una promoción deliberada del Estado a
través de Nafinsa, estuvo destinada a explotar yacimientos ferrosos en la zona cercana
al puente de Lázaro Cárdenas.

Las tres empresas de Sidermex, altamente financiadas con créditos en moneda


extranjera, fueron seriamente afectadas con las devaluaciones de 1976 y de 1982, al
grado que Nafinsa no pudo realizar su saneamiento, y el gobierno federal no autorizó
capitalizaciones.

En consecuencia, Fundidora de Monterrey entró en un proceso de liquidación y las


otras dos, algunos años después, se pusieron a la venta.

El gobierno asumió pasivos por cerca de 6000 millones de dólares (2500 AHMSA, 1000
Sicartsa I y 2500 Sicartsa II), sin contar que en el cierre de Fundidora se absorbieron
pasivos por otros 2000 millones de dólares. Esta asunción de pasivos saneó
financieramente a las tres empresas, pero aun así se decidió liquidar a Fundidora y
privatizar a las otras dos. La operación de venta o privatización se realizó por la unidad
que se creó ex profeso para las privatizaciones en la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público.

El resultado de la gestión de venta fue que las empresas prácticamente se regalaron:


Por Sicartsa I se obtuvieron 164 millones de dólares; por Sicartsa II, 170 millones de
dólares, y por AHMSA, 145 millones de dólares.11 Un total de 755 millones de dólares,
frente a un capital contable que se estima por el autor en por lo menos 6000 millones
de dólares (recuérdese que los pasivos fueron absorbidos por el gobierno federal).12

Sería muy interesante que la SHCP hiciera públicas todas las cifras relativas a esta
operación. El bajo precio se explica en parte porque la privatización se hizo cuando los

precios del acero estaban deprimidos.

El hecho es que Sicartsa I y II, ya privadas, continuaron siendo empresas rentables.


AHMSA, a pesar de privatizarse a precios tan reducidos, volvió a caer en quiebra, y no
es sino hasta ahora, por los elevados precios del acero, que parece que podría salir
adelante.

Sobre la privatización, acaso valga la pena destacar un hecho: Ispat, gran consorcio
acerero indio, después de comprar Sicartsa II al precio antes mencionado, vendió el
molino de placa que formaba parte de los activos de la empresa –si bien no se había
instalado y continuaba empacado– a un precio del doble de lo que pagó por toda la
empresa.

3.1.2 Bancos

El sistema bancario fue nacionalizado al final de la administración del presidente José


López Portillo, en un esfuerzo un tanto desesperado por mantener cierta autonomía
financiera. Durante ocho años, los bancos funcionaron razonablemente bien y, salvo
algunas excepciones, la situación financiera de los bancos fue, en general, sana.

La nacionalización de la banca de 1982 tenía que ser rectificada según la nueva


doctrina económica iniciada con el presidente De la Madrid y continuada por el
presidente Carlos Salinas. Así, en 1990 se anuncia la privatización del sistema
bancario.

Se subastaron los bancos uno a uno, estableciéndose dos restricciones que parecían
entonces muy acertadas: no se venderían a bancos o a intereses extranjeros, ni
tampoco a sus antiguos propietarios. Las ventas se realizaron a grupos relativamente
nuevos que se apalancaron en exceso para la compra de los bancos.
En general, los precios de venta fueron razonablemente buenos. Los 18 bancos se
vendieron a precios que fluctuaban entre 2.5 y 5 veces el valor en libros registrado en
los bancos. Se obtuvieron casi 38 mil millones de nuevos pesos (casi 10 000 millones
de dólares).

Ya sea por el excesivo apalancamiento en la compra, o por la falta de experiencia de


los nuevos banqueros y su expectativa de utilidades rápidas, los distintos bancos
fracasaron.

De una u otra forma casi todos ellos acabaron endeudándose desproporcionadamente


con el Fobaproa y luego el IPAB. El hecho es que el gobierno gastó, en apoyo a los
bancos, dos o tres veces más de lo que recibió por la venta.

En muchos casos, el endeudamiento condujo a que se entregara la administración de


algunos bancos al propio Fobaproa/IPAB, mientras que otros bancos, aunque
endeudados, continuaron con su propia administración. De hecho, el sector se había
vuelto a “nacionalizar”, lo que nunca se quiso reconocer por parte de las autoridades
gubernamentales. En cambio se prefirió que los bancos extranjeros compraran este
capital, y la banca se extranjerizó, lo que algunos aplaudieron como un nuevo logro de
la globalización.

Hoy la gran mayoría de los bancos son mayoritariamente extranjeros, y su


administración está en manos extranjeras. Y tampoco, a la fecha, se puede decir que el
sistema bancario cumple con su función social. En la última Convención Nacional
Bancaria se reconoció que se está muy lejos de atender razonablemente todas las
necesidades de crédito.

3.1.3 Industria azucarera

En las décadas de los sesenta y setenta los ingenios azucareros estaban fuertemente
endeudados, con equipos viejos y una productividad deficiente. Esta situación fue el
resultado en gran medida del Contrato Ley de los Trabajadores y del Decreto
Azucarero que protegía a los ejidatarios y a los pequeños productores; esto adicionado
a un precio controlado y un precio internacional sin ventajas competitivas. Dado el
estado de cuasi quiebra de la mayoría de los ingenios, éstos se enfrentaron a la
disyuntiva de entregar las acciones al gobierno (Fideicomiso del Azúcar) o sujetarse a
procesos de quiebra; y procedieron a lo primero.

Se crea entonces un muy poderoso organismo, ONISA, que opera 52 ingenios. La


única verdadera agroindustria en México, está protegida por el gobierno, y aun así los
ingenios, ahora públicos, continúan endeudándose y envejeciendo. Con la intención de
volverlos a la productividad, se crea Azúcar, S.A., que hereda a ONISA.
Sectorialmente, este organismo depende de la Secretaría de Industria y Comercio,
enfrentándose a Finasa, que financia a la industria azucarera y responde a la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

La SHCP prepondera, y los ingenios se privatizan limpios de pasivos, aun cuando


algunos cierran. El precio que se obtiene por la privatización de 33 ingenios es de 325
millones de dólares.

Transcurre el tiempo y los ingenios privados vuelven a endeudarse, pues siguen


enfrentando un difícil Contrato Ley y el Decreto Azucarero. A principios del gobierno del
presidente Vicente Fox se expropian varios ingenios, pero los dueños se amparan y
aparentemente los ingenios habrán de ser devueltos, si bien queda pendiente el pago
que deberá hacer el gobierno por daños y perjuicios a los industriales azucareros que
ganaron sus amparos.

En todas estas sucesivas privatizaciones la industria azucarera no se reconstruye, y el


gobierno, a lo largo de los años, ha pagado altos costos. El asunto no está concluido.
Se pretendió dejar sin efecto el decreto cañero mediante una ley que establecía un libre
mercado de la caña. Las protestas de los cañeros obligaron al gobierno a dar marcha
atrás.

3.1.4 Fertilizantes

Fertimex, S.A., que producía a finales de los ochenta más de 3 millones de toneladas al
año, se divide en un sinnúmero de unidades y se privatizan sus diversas plantas.
Se vendieron trece unidades a distintos compradores, todas ellas por un valor de 317
millones de dólares. La unidad de Pajaritos (Coatzacoalcos, Veracruz) por sí sola se
vende en 151 millones. En todos los casos, los precios de venta fueron muy
castigados, en comparación con su valor en libros.

Al cabo de los años, no queda en pie ninguna de ellas (con la excepción de dos
pequeñas plantas). Los fertilizantes ahora se importan casi en su totalidad. La industria
desapareció, en gran medida porque el amoniaco vendido por Pemex tenía un precio
más alto que los propios fertilizantes producidos con este insumo. Hoy día, también la
planta de amoniaco de Pemex está abandonada.

La política deliberada de apoyar el campo, mediante una amplia y barata oferta de


fertilizantes, se abandonó por no comprenderse dentro del marco de políticas de corte
neoliberal. Similar suerte corrieron las distintas agroindustrias que se privatizaron a raíz
de la disolución de Conasupo.

3.1.5 Teléfonos

La privatización de Teléfonos de México es bien conocida, pero acaso valga la pena


recordar sus principales características.

La privatización se realizó como sigue: primero, se estableció en la empresa un título


de concesión, donde se especificaban los ajustes y metas cuantitativas para la
telefonía de larga distancia internacional, nacional y de servicio local, así como otros
servicios conexos. Simultáneamente, se reestructuró la empresa en su capital y sus
tarifas, y se realizaron ajustes fiscales y un convenio de flexibilización de actividades
con el sindicato.

La venta se realizó en dos etapas. La primera comprendió el capital social por 2 085
millones de dólares, por 100% de las acciones comunes, reservando al sindicato 4.4%
del capital social. El resto se vendió a un grupo constituido por el Grupo Carso,
Southwestern Bell y France Cables et Radio.

La segunda etapa se realizó en 1991 y 1992, y se colocó, en diversas bolsas del


mundo, 4 240 millones de dólares de acciones preferentes. Aparentemente, los nuevos
dueños cumplieron con las principales exigencias del título de concesión, pero también
gozaron de un lapso de privilegio monopólico que les redituó en forma importante. Si el
precio fue justo o no es difícil juzgarlo, pero las importantes utilidades que la empresa
reportó después de la privatización podrían indicar que el precio fue castigado.

La modernización de las empresas sí parece haberse realizado, y la operación se ha


desempeñado satisfactoriamente. Las inversiones previstas se realizaron financiadas
principalmente por la propia empresa.

La principal crítica que puede hacerse es que las tarifas se incrementaron antes de la
privatización y justo después, y aunque después han venido reduciéndose
gradualmente, aparentemente aún están por encima de las que privan en otras partes
del mundo.

3.1.6 Ferrocarriles

La privatización de los ferrocarriles, realizada durante 1994, se inició con la


privatización de los talleres de mantenimiento y la flota de locomotoras asignadas a
ellos. Esta privatización parcial sirvió de modelo para el planteamiento general
posterior, especialmente en lo que se refiere a la solución obrera, debidamente
consensuada con el sindicato.

Se decidió la privatización integral por el Ejecutivo a principios de 1995, para lo que fue
necesario reformar el artículo 28 constitucional, que reservaba al Estado (sólo desde
1985) la operación de los ferrocarriles. Se derogó ese precepto y se promulgó una Ley
reglamentaria de los ferrocarriles, que contemplaba la privatización misma.

En principio se decidió que no se podría privatizar Ferrocarriles Nacionales de México


(FNM) en su conjunto, a fin de no repetir la privatización de un monopolio, como
sucedió con Teléfonos de México; así, el sistema ferroviario se debería dividir. Esto
planteaba una disyuntiva: la empresa podría a) dividirse en varios ferrocarriles
integrados verticalmente, o b) dividirse horizontalmente: infraestructura, operación,
comercialización, etcétera. (Este último fue el esquema adoptado por el Reino Unido.)
Se optó por la primera vía, en gran parte por constituir la modalidad que privaba en
Estados Unidos y Canadá, con los que el sistema ferroviario mexicano se conectaba.
Esta opción tenía la desventaja de convertir el sistema ferroviario, de un solo monopolio
a tres monopolios, debido a lo cual se buscó construir la mayor competencia entre los
ferrocarriles, aprovechando que la geografía lo permitía, estableciendo asimismo un
sistema de derechos de paso en el que un ferrocarril pudiera transitar por las vías del
otro. Esto último, en la práctica y después de la privatización, no funcionó como
originalmente se esperaba.

El proceso de privatización se realizó en forma bastante transparente, tratando de


evitar al máximo las posibilidades de corrupción. FNM se dividió previamente en
distintas unidades administrativas y operativas correspondientes a los ferrocarriles
regionales. A éstas, el gobierno federal otorgó concesiones de explotación ferroviaria
de carga y las dotó de los equipos e instalaciones necesarios para operar.

Se licitó cada ferrocarril. El primero que se privatizó fue el del Noreste, resultando una
licitación muy competida en qué Transportación Marítima Mexicana (TMM) y Kansas
City Southern (KCS, ferrocarril estadounidense de mediano tamaño) pagaron un precio
muy alto por el ferrocarril. Éste cambió su nombre a Transportación Ferroviaria
Mexicana (TFM) acuerdo en una sola postura y pagaron un precio muy bajo (apenas
arriba del precio mínimo establecido). El tercer ferrocarril se vendió a buen precio, así
como los dos pequeños restantes. Además hubo una terminal en el Valle de México,
propiedad de los tres grandes y del gobierno federal.

Se habla de que fue una privatización exitosa. En efecto, el gobierno obtuvo más de
2000 millones de dólares por ella; los ferrocarriles privados han invertido las cantidades
previstas y ha mejorado notablemente la eficiencia y fiabilidad del ferrocarril. Del
producto de las privatizaciones se formó un fondo de pensiones (el primero en México)
para los 50,000 jubilados de FNM hasta el momento de la privatización. El costo para el
gobierno consistió en la liquidación de la mano de obra no jubilada, 30,000 trabajadores
de 1990 a 1996, y otros 20,000 de 1997 a 1999. Este costo a lo sumo ascendió a 300
millones de dólares. Tan sólo 20,000 trabajadores fueron recontratados por los nuevos
ferrocarriles.
El organismo FNM en liquidación se quedó con activos que deben hacer frente a los
pasivos, la mayoría de ellos de carácter laboral.

En retrospectiva, se pueden hacer dos críticas a la privatización: la primera, que por


TFM se pagó en exceso y por Ferromex en defecto, lo cual ha exacerbado la rivalidad
entre los ferrocarriles; y la segunda, que los derechos de paso que se establecieron no
han operado en general, y la rivalidad —que se esperaba llegaría a promover un clima
de eficiencia— resultó excesiva, obstaculizando la interconexión entre los mismos
ferrocarriles en detrimento del usuario.

En últimas fechas ocurrieron dos eventos que arrojaron nubes adicionales al supuesto
éxito de la privatización: 1) TFM, el ferrocarril más importante, se volvió 100%
propiedad extranjera, pues TMM vendió su 51% a Kansas City Southern de México,
S.A. de C.V.; y 2) Ferromex adquiere del Grupo Carso 100% del capital de Ferrotur,
con la intención de fusionar los dos ferrocarriles en uno solo. El resultado será que el
sistema ferroviario contará con dos ferrocarriles 100% extranjeros y dos
mayoritariamente nacionales.

3.1.7 Aeropuertos

La decisión de privatizar los aeropuertos vino poco después de la privatización de los


ferrocarriles. No está muy generalizada en el mundo la experiencia de aeropuertos
privados, fuera del caso del Reino Unido donde seis aeropuertos fueron privatizados.
Es más frecuente que dentro de un aeropuerto existan terminales privadas u otras
combinaciones públicas y privadas. Pero la decisión política mexicana fue la de
privatizar integralmente los aeropuertos, para lo cual se consideraron aquellos
aeropuertos rentables –35 de los 57 operados por Aeropuertos y Servicios Auxiliares
(ASA)– y se organizaron cuatro paquetes formados de la siguiente manera:

• Grupo Sureste (9 aeropuertos)

• Grupo Pacífico (12 aeropuertos)

• Grupo Centro Norte (13 aeropuertos)


• Grupo Ciudad de México (1 aeropuerto)

Se concluyó la privatización con la venta de 15% del capital social de los tres grandes
grupos al consorcio operador Asur (del sureste), GAP (del Pacífico) y GACN (del centro
norte), pagándose por los tres grupos 450 millones de dólares. El resto del capital
social se habría de colocar en la bolsa de valores. A la fecha, tan sólo se ha colocado
85% restante de dos de los tres grupos, a precios mejores de los previstos. Del tercer
grupo aún resta por colocar 49% del capital social.

En general, los grupos han cumplido con sus compromisos de inversión y los
aeropuertos operan razonablemente bien. El problema de esta privatización es que
cuando ASA era prioritaria no costaba nada al gobierno, antes al contrario, le
proporcionaba importantes ingresos: cerca de 1 000 millones de pesos al año. Y esto, a
pesar de que con los excedentes de los 35 aeropuertos rentables se pagaban los déficit
de los 22 aeropuertos perdedores. Hoy día ASA, con las ganancias del aeropuerto de
la Ciudad de México, mantiene a los aeropuertos deficitarios que no se han trasladado
a los gobiernos estatales.

3.1.8 Líneas aéreas

Las líneas aéreas han sido objeto de una verdadera danza entre privatización y
estatización. Las dos compañías se iniciaron como empresas privadas, pero su gradual
endeudamiento resultó en que el gobierno las absorbió para asegurar su permanencia.

En la década de los setenta Compañía Mexicana de Aviación se privatizó, mientras


Aeronaves de México permaneció en manos del gobierno; pero a los pocos años,
Mexicana, por su excesiva deuda, fue nuevamente absorbida por el Estado.

En 1989, la unidad de desincorporación de la SHCP privatizó ambas empresas,


vendiendo Mexicana en 140 millones de dólares y Aeronaves en 263 millones de
dólares. No pasaron siquiera seis años antes de que el gobierno volviera a absorber
ambas empresas a través de la empresa paraestatal Cintra, que se organizó para tal
efecto en 1995. Las empresas, ya paraestatales, operaron en forma independiente bajo
la coordinación de Cintra.
Recientemente, Mexicana fue nuevamente privatizada en 165 millones de dólares
(incluyendo la asunción de pasivos y el contrato de arrendamiento de aviones), y
Aeroméxico está en proceso de venta. No cabe duda que los diversos precios
obtenidos por las distintas privatizaciones fueron muy inferiores al valor de los pasivos
que en las distintas ocasiones el gobierno debió absorber.

3.2 Objetivos de la privatización de las empresas públicas en México

Los objetivos que se enunciaron en su momento para justificar las privatizaciones, y en


qué medida se han alcanzado, se puede evaluar objetivamente estos procesos. Se
buscaba:

• Fortalecer las finanzas públicas

• Canalizar adecuadamente los escasos recursos del sector público hacia las áreas
estratégicas y prioritarias

• Eliminar gastos y subsidios no justificables desde el punto de vista social ni del


económico

• Promover la productividad de la economía, transfiriendo parte de esta tarea al sector


privado

• Mejorar la eficiencia del sector público, disminuyendo el tamaño de su estructura

Posteriormente, se añadió como objetivo el de promover la modernización, que en


parte se desprende del axioma de que la empresa es más eficiente privada que
pública.

Adicionalmente, para cada sector por privatizarse se establecieron objetivos


específicos que sólo en algunos casos se cumplieron.

Los tres primeros objetivos enunciados, referentes a la cuenta pública, difícilmente se


cumplieron si se toma en cuenta:
1) Las importantes absorciones de deuda, a fondo perdido, que debió hacer el Estado
para poner en condiciones de posible venta a las empresas públicas. Tal es el caso de
la siderurgia, los fertilizantes, los ingenios azucareros y las aerolíneas

2) Las pérdidas subsecuentes y las absorciones de pasivos posteriores a la


privatización. Tal es el caso de los bancos, los ingenios azucareros y las aerolíneas

3) Hubo casos en que los ingresos que se enteraban directamente al fisco, como en el
caso de los aeropuertos, desaparecieron contra futuros ingresos vía el impuesto sobre
la renta, los cuales se difieren mucho por las posibilidades de amortizar los valores de
compra y las inversiones

Sumando los dos primeros rubros, los gastos sobrepasan los ingresos recibidos por la
privatización. En cuanto al rubro de la modernización y el de la mayor eficiencia en la
operación privada, difícil es lograr un juicio objetivo al respecto. Tomando una serie de
privatizaciones diversas hechas hasta 1993, Rafael La Porta y Florencio López de
Silanes concluyen que sí mejoró la rentabilidad con la privatización. Pero existen
muchos ejemplos, sobre todo en los bancos, que indican que la operación por parte de
los empresarios privados resultó ser menos eficiente.

Efectivamente, en el caso de Teléfonos y de los ferrocarriles sí se produjo la


modernización y se realizaron las inversiones que se propusieron. Pero en los demás
casos no parece clara la conclusión.

Es claro que, independiente de las irregularidades ocurridas en algunos de los


procesos, la privatización no resultó ser la panacea que los tres gobiernos que la
propiciaron esperaban, pues sólo en algunos casos se alcanzaron parcialmente los
objetivos. Esto debe tomarse muy en cuenta antes de promover nuevas
privatizaciones.

El sector que los apólogos de la privatización tienen ahora en su mira, es el energético:


Pemex, CFE y la Compañía de Luz. Argumentando la necesidad de modernización de
estas entidades, es que se pide su privatización, o la entrada, bajo una forma u otra,
del capital privado en sus actividades. La experiencia raramente exitosa en dos
décadas de privatizaciones debería ser razón bastante para no emprender estos
nuevos procesos.

Referencias

● Banco Mundial, http://worldbank.org/ privatization/results. 02/02/2006.


● Ibarra, David, Ensayos sobre economía mexicana, Fondo de Cultura Económica,
México, 2005.
● La Porta, Rafael y López de Silanes Florencio, The Benefits of Privatization-
Evidence from Mexico, Public Policy for the Private Sector, World Bank, June
1997.
● López-Calva, Luis F., Private Participation Infrastructure and Labor Issues: The
Privatizacion of Mexican Railroads, El Colegio de México, 2001.
● Bazdresch, Carlos y Víctor Urquidi, Compiladores, Privatización: alcance e
implicaciones, Centro Tepoztlán, CIDE, 1990.
● SCT, Libro Blanco de la Privatización Ferroviaria, 2000.
● FNM, Libro Blanco del Arrendamiento de Talleres y Privatización del
Mantenimiento de Locomotoras y Equipo de Arrastre, 1994.
● Rogozinski, Jacques, High Price for Change: Privatization in Mexico, Inter-
American Development Bank, Washington, D.C., 1998.
● Rogozinski, Jacques, La privatización de empresas paraestatales. Una visión de
la modernización, Fondo de Cultura Económica, 1996.
● SCT, El Sector Comunicaciones y Transportes, México, 2000.

3.3 La eficiencia administrativa

Se ha criticado mucho la eficiencia administrativa del sector público para mantener y


operar empresas dedicadas a la producción de bienes y servicios que bien pueden ser
objeto de máxima de que el Estado debe transferir a ese sector todas aquellas
actividades que puedan resultarle rentables, pero no sólo eso, pues en el caso de
participar en otras actividades el

Estado deberá asumirse como una institución ejemplarmente eficiente que pueda abatir
sus costos de producción y operación (Parguez, 2002). En estos dos postulados
encontramos una incompatibilidad debido a que el Estado debe asumir únicamente
actividades que no son susceptibles de mercado, es decir, aquellas que dadas sus
características no son rentables; consecuentemente, su producción u operación en
muchos de los casos tenderá a arrojar aparentemente magros resultados en virtud de
que muchas de estas actividades, de carácter social, no arrojan flujos financieros
directos aun cuando pueden arrojar beneficios de manera indirecta a través de los
efectos multiplicadores en la economía.

La privatización creciente del sector paraestatal estuvo más vinculada al logro de atraer
capitales a la economía, disminuir el déficit presupuestal y el pago de la deuda que a
mejorar la eficiencia de las mismas. Con el proceso de privatización surgieron los
detractores del mismo; éstos argumentaban que se incurrían en costos importantes
para la sociedad mediante precios más altos, sueldos más bajos y menores ingresos
para el gobierno. No obstante, existen algunos estudios que mencionan que estos
efectos para el caso de México no se dieron y cuando ocurrieron se debió más a la
regulación inexistente, a las políticas de reestructuración previas y a la falta de
contratos debidamente estructurados, elementos que en su momento dieron por
resultado fracasos en algunas privatizaciones como fue el caso de las carreteras y el
sistema bancario.

Se ha argumentado desde varios ángulos que la privatización de las empresas públicas


es deseable en economías de competencia perfecta, pero el problema es que parte de
este proceso privatizador ha estimulado la concentración del capital. En gran parte de
Latinoamérica, el proceso de privatización consolidó estructuras monopólicas u
oligopólicas privadas que en su momento fueron públicas y que veían por el bienestar
de la sociedad; ahora solamente ven por el bienestar de su propia rentabilidad sin
importar las distorsiones que generen en la consecución de sus objetivos.

Privatizar las empresas estatales, pensando en las fallas del Estado, sería tan sólo caer
en el otro extremo constituido por las fallas del mercado. Con un Estado cada vez más
reducido incapaz de consolidar estrategias de crecimiento, seguramente las empresas
que hoy se concentran con capital nacional serán en el futuro víctimas de los grandes
conglomerados internacionales bajo un escenario de economía abierta.
3.3.1 Consecuencias económicas de la privatización

Básicamente, el análisis en esta parte estará situado en tres aspectos: el déficit fiscal,
la deuda pública y la balanza de capitales.

3.3.1.1 El déficit fiscal

Los efectos de la privatización de empresas en el corto plazo será la disminución del


déficit fiscal, derivado de la disposición de dinero obtenido en el momento de su venta;
en el largo plazo, dependerán de los flujos que se desprendan de esas transacciones.
Si las empresas antes de ser privatizadas arrojaban flujos positivos, se esperaría una
pérdida en el largo plazo, siempre y cuando estos flujos no sean reemplazados o
superados por la captación de impuestos que deberán pagar las nuevas empresas
privadas.

De lo anterior esperaríamos, por parte del sector público, un impacto inmediato de la


venta, que sería consistente con una reducción del déficit convencional en el periodo
de la misma, así como un impacto posterior relacionado a un menor gasto
(transferencia) y a una mayor recaudación impositiva.
Tomada de Ramírez-Cedillo, 2007

Cuando se hace la distinción entre déficit presupuestal correspondiente al gobierno


federal (GF) y a los organismos y empresas del Estado (OyE) se puede distinguir cómo
a raíz de que comienza el proceso de privatizaciones se estabiliza el déficit
correspondiente a organismos y empresas públicas; no obstante, el déficit del GF sigue
presente y sólo es superado con los ingresos extraordinarios (IE) de 1991, 1992 y 1994
(como lo indica la línea punteada en la gráfica 1), con lo que podemos argumentar, al
igual que en varios estudios, que las ventas de las empresas del Estado solamente
tienen efectos positivos para el déficit en el momento que se recibe el pago por su
compra.

Se ha argumentado que si hay déficit presupuestal en México se debe al pago de los


intereses que por concepto de deuda tienen que ser cubiertos. Si se descuenta ese
pago de intereses, se puede apreciar claramente que hemos sido superavitarios, desde
por lo menos el año de 1983, como se aprecia en la gráfica 2.
Tomada de Ramírez-Cedillo, 2007

El superávit primario se ha venido disminuyendo y ha resultado ampliamente inestable,


lo que se puede asumir como una prueba de la poca sustentabilidad para seguir
manteniendo la misma tendencia de política económica. La disminución del déficit y el
mantenimiento de los superávit, que se aprecian en los organismos y empresas del
sector público en las gráficas 1 y 2, se deben principalmente a la privatización, a la
fusión y al cierre de un gran número de empresas con lo cual se disminuyó en buena
parte las partidas dedicadas a este propósito.

El balance operativo, resultado de la sustracción de los ingresos de las empresas por la


venta de bienes o servicios y los gastos operativos en que éstas incurren, se vio
efectivamente mejorado (gráfica 3); no obstante, después de 1995 la tendencia se
revirtió y se comenzó nuevamente con una escalada descendente. La razón de este
balance deficitario la podemos encontrar en el incremento del pago de pensiones por
arriba de las cuotas que perciben las instituciones de seguridad social, el IMSS y el
ISSSTE, situación que se ha consolidado como un problema importante para las
finanzas públicas. En la gráfica 4, podemos apreciar cómo se ha modificado la
estructura del gasto y cómo ha ganado terreno el rubro de servicios generales, en el
que se considera el pago de pensiones.

Tomada de Ramírez-Cedillo, 2007

Las variaciones positivas del balance corriente se explican de manera sencilla por las
transferencias que realiza el gobierno federal a dichos organismos de seguridad social
y que, cabe mencionar, van en aumento (para 2003, las transferencias del gobierno
federal al IMSS eran aproximadamente de 1% del PIB y en el caso del ISSSTE del
0.30%).
Tomada de Ramírez-Cedillo, 2007

Por último, en lo que respecta al saldo positivo en el balance financiero, podemos


argumentar que es resultado de la reducción en la inversión física, como lo podemos
ver en el gráfico 5. Se alcanzaron balances financieros positivos a costa del deterioro
de la infraestructura pública, a costa del deterioro de los servicios de seguridad social,
a costa de quedar rezagados en el uso de tecnología, etc. A la larga, este ahorro
resultará más oneroso, pero además cómo se pretende que la empresa pública sea
eficiente si no cuenta con los medios necesarios para realizar sus funciones; en la
gráfica 4, podemos observar que el gasto en suministros y materiales ha sufrido
disminuciones que seguramente irán en detrimento de las siete entidades que aún
forman parte del control presupuestal del Estado.
De lo anterior, se puede concluir que los beneficios de la disminución de aparato
gubernamental no resultaron en beneficios permanentes y por eso surge la necesidad
de replantear las nuevas propuestas de privatización. La privatización resultará
pertinente siempre y cuando se realice como una estrategia de política económica; es
diferente que el Estado en una fase de expansión decida participar a los particulares de
la actividad económica a que lo haga cuando se encuentra en una fase de recesión.

Como se aprecia en la gráfica 6, el promedio de los ingresos tributarios de 1977 a


2003 ha sido de 10.6% del PIB y si bien se podría argumentar que en el periodo de
1989-1993, en el cual se dio el auge privatizador, los ingresos tributarios se
incrementaron por arriba del promedio con una cantidad de 11.1%, esto se podría
tomar como una validación de que la privatización tiene efectos positivos de largo
plazo. Se mantiene que el determinante de la recaudación tributaria es el crecimiento
económico, lo que es consistente con la visión procíclica de los impuestos.
Adicionalmente, en 1979 no se había privatizado nada y la recaudación era similar a la
obtenida en años posteriores.
3.3.1.2 La deuda pública

Para los países latinoamericanos, la política de privatizaciones representó un proceso


de cambio de activos por pasivos, que en apariencia resultó exitoso en la medida que
se disminuyó la carga de la deuda que pesaba sobre ellos y se liberaban recursos
dedicados al pago de los intereses; por lo tanto, se tenía un manejo menos restricto de
los recursos del Estado. No obstante, la propia ortodoxia, encabezada por el consenso
de Washington, exigía seguir trabajando con disciplina fiscal.

Si bien con la privatización de las empresas públicas se avanzó en el pago de la deuda


externa, este proceso al no derivarse en una transformación estructural de largo plazo
se revirtió, por lo que en estos momentos nuestra economía sufre de nueva cuenta los
nos ubica en situaciones similares a las vividas en los inicios de los noventa, pero bajo
un escenario diferente donde el Estado tiene menos riqueza y un menor margen de
maniobra para poder repudiar su deuda mediante una mayor inflación o con el manejo
de su política cambiaria.

En términos generales, se puede mencionar que la deuda externa se ha venido


reduciendo. En 1982 constituía el 32.5% del PIB; en los años de 1986-1987 alcanza su
mayor proporción del PIB ubicándose en niveles del 60% del producto; de 1988 y hasta
la crisis de 1994-1995, se instrumentan acciones importantes en la disminución y
renegociación de la deuda, las cuales permitieron disminuir dicha deuda al pasar del
máximo observado en 1987 a tan sólo 19.5% del PIB en 1993 (esto se muestra en la
gráfica 7).

Para algunos analistas, la forma en que se logró la negociación de la deuda estuvo


supeditada al compromiso de instrumentar algunas medidas de política económica,
tales como la desregulación de los mercados, la liberalización financiera, la
privatización de las empresas públicas, las finanzas públicas sanas, el proyecto de ley
para otorgarle autonomía al Banco de México y la posible aprobación del Tratado de
Libre Comercio.

Algunas de las medidas anteriores tenían como objetivo estabilizar la economía, aun a
costa del crecimiento. Chossudovsky (1988), a diferencia de lo que comentaba Salinas
de Gortari, mencionaba que la única alternativa viable para los países del tercer mundo
con problemas de deuda es la condonación de la misma; asimismo, argumentó que las
negociaciones de la deuda implicaban reestructuraciones económicas que se
constituían en verdaderas camisas de fuerza que impedían buenos resultados.

De acuerdo con Chossudovsky, los países endeudados aceptaban las políticas


impuestas por el FMI no sólo por ser un requisito para obtener financiamiento de ese
organismo internacional, sino también por que la aceptación se consideraba como un
aval para que las instituciones bancarias privadas y estatales acreedoras otorgaran
paquetes de renegociación a las naciones endeudadas. El problema es que estas
políticas de ajuste conllevaban a menor solvencia crediticia y a mayor inestabilidad
financiera; en pocas palabras, la solución de la crisis se volvía la causa del exceso de
la deuda. No pasó mucho tiempo para que fuera evidente que el camino iniciado en
1988 tendría resultados poco satisfactorios.

En 1994, la disminución de la deuda rompe su tendencia descendente y vuelve una


vez más a incrementarse, lo anterior en virtud de eventos que para algunos fueron
inesperados, como lo comentan Patrap, Lobato y Somuano (2003):
El colapso fue inesperado. La caída de las reservas internacionales resultado del
malestar político al inicio de 1994 junto con un ataque especulativo contra el peso forzó
a una devaluación nominal del 4 % en diciembre de 1994, eso restringió el acceso de la
economía al ahorro externo. Bajo esta circunstancia cualquier déficit de cuenta
corriente para 1995 fue imposible de ser financiado. El colapso en la producción y el
gasto fueron inevitables y las medidas de ajuste interno sucedieron. El producto cayó
6.2% en 1995, la inversión de capital disminuyó 29% en 1995, la inflación subió de
nuevo a una tasa anual de 52 % y la tasa de interés nominal alcanzó un máximo de
71.5% en abril de 1995.

Sin embargo, para otros la crisis vivida en 1994, si bien puede asumirse como un
problema con ciertos matices de carácter político que causaron la inestabilidad del
sistema y los resultados conocidos, no fue el elemento detonante de los desequilibrios:

Las consecuentes reducciones de las reservas internacionales no fue resultado de los


problemas sociales y políticos manifestados en ese año [...] Los problemas del déficit
creciente de cuenta corriente, la menor entrada de capitales, el mayor endeudamiento
externo de corto plazo, así como las menores condiciones de rentabilidad y crecimiento
que ofrecía la economía nacional fueron las verdaderas causas de la incertidumbre
cambiaria (Huerta, 1996: 81).

Lo cierto es que de 1995 (año en el cual se incrementa nuevamente a un punto máximo


la deuda externa, 35% del PIB) a la fecha el comportamiento de la deuda externa ha
sido un proceso continuo de disminución, teniendo un saldo promedio trimestral en
2003 de alrededor de 12.8% del PIB
Es necesario comentar que si bien es cierto que se ha dado una disminución de la
deuda externa, la deuda interna se ha venido incrementando de manera constante
desde 1996, año en el cual tuvo su nivel más bajo (cerca del 6.8% del producto, como
se puede apreciar en la gráfica 7), esto sin considerar la deuda denominada
contingente, correspondiente a los fondos del IPAB (antes FOBAPROA) el rescate
carretero y fideicomisos como el FIDELIQ, el FIRA, FOVI, el FAMEVAL, etc. (ver
gráficas 8 y 9). Desde luego que la deuda contingente presentada hasta este momento
no cuantifica el problema relacionado con la seguridad social que se constituye como
un importante problema de deuda contingente por parte del gobierno federal; asimismo,
queda fuera de la presentación gráfica, por ahora, la deuda de los estados y los
municipios.

Del gráfico 8 podemos apreciar cómo la disminución de la deuda contingente se asocia


a un incremento de la deuda interna, esto en virtud de que año con año el gobierno
federal asume una parte de la deuda contingente de manera práctica y formal. Por otra
parte, apreciamos que, aun cuando se ha disminuido la deuda externa, el incremento
de la deuda interna es notable, por lo que podemos deducir que en cierta medida tan
sólo se ha realizado un cambio de deuda externa por deuda interna; Vidal (2004)
menciona que, en el caso de los Tesobonos, de deuda interna pasó a ser deuda
externa con la clara necesidad de dólares o alguna otra divisa para su servicio y
administración. Siguiendo con lo mismo, Correa (2004) argumenta que aunque los
bonos del IPAB se denominan en pesos y sus intereses se fijan en pesos, la gran
mayoría de sus tenedores no son residentes; por lo tanto, estos bonos actúan en
nuestro contexto económico como deuda externa. Pero no sólo los Tesobonos y los
bonos del IPAB pueden considerarse como deuda externa en la medida que más
agentes económicos externos inviertan en papel de deuda gubernamental; así, las
presiones exteriores se irán intensificando en la dimensión que los tenedores hagan
efectivos los documentos.

Un aspecto medular del intercambio de deuda externa por interna radica en el costo de
una y otra, situación que es preocupante cuando la política económica del gobierno
consiste en el manejo de altas tasas de interés que inciden directamente sobre el costo
de la deuda interna. En el corto plazo, y salvo que se diera la reforma eléctrica, no se
aprecia que esta política de altas tasas de interés tenga un viraje hacia la baja; por lo
tanto, estaremos en condiciones de un mayor servicio de deuda.

Cuando un país como México, no ofrece condiciones productivas que puedan ser
rentables a la inversión extranjera, es necesario brindar una tasa de interés más
atractiva que considere el riesgo país, a menores condiciones de rentabilidad en el
Sector Productivo.

En cuestión de deuda, tanto interna como externa, así como la contingente, es claro
que seguimos en niveles de endeudamiento similares a los observados en la década
de los noventa. En 2003, se cuantifica una deuda total de 33.45% del PIB, cantidad
similar a la observada en 1994; a diez años de distancia seguimos teniendo la misma
cantidad de deuda total, con la única diferencia que la deuda externa se ha disminuido
de 22.7 a 12.8% con respecto del PIB.

Si bien es cierto que el nivel de deuda del 33.45% del PIB constituye una fuerte
presión para las finanzas públicas, esta cantidad tan sólo es aproximadamente la mitad
de la deuda total, a la que en un momento dado se puede llegar a enfrentar el país.
Guillén (2004), en una estimación conservadora para el año 2002, considera que la
deuda total es de aproximadamente el 66.4%:

[...] la deuda total de México al cierre de 2002 (externa e interna) es equivalente a


423,397 MD, de la cual 165, 115 MD (39% del total) es externa y 258,282 MD (61%) es
interna. Vista la deuda total como proporción del PIB –y esto es lo más importante
como medida del grado de endeudamiento–, representa el 66.4% del PIB al terminar
2002. La deuda externa total significa el 25.9% del PIB, mientras que la deuda interna
alcanza el 40.5%, destacando dentro de esta última los programas de rescate
financiero y los pasivos laborales de los institutos de seguridad social que absorben el
19.2% y el 5.8% de la producción nacional, respectivamente.

La deuda externa a la que se refiere Guillén se ve incrementada con la deuda de los


agentes privados y los Pidiriegas que representan el 10.4% y el 2.4% del PIB,
respectivamente.

3.3.1.3 La balanza de capitales

En principio, se sostiene que el efecto del proceso de privatizaciones en la balanza de


capitales será positivo en virtud de los flujos provenientes del extranjero para la compra
de los activos estatales; posteriormente, se esperarían ingresos adicionales por las
inversiones en tecnología y mejoras que realizaran los nuevos propietarios, además de
que se pueden anticipar flujos de salida por remisión de utilidades, dividendos al
exterior y pago de intereses.

Una de las finalidades de la apertura económica consistía en atraer ahorro externo al


país para poder financiar proyectos de inversión en la economía, contar con los
recursos para cumplir con el servicio de la deuda y estar en condiciones de financiar el
déficit de cuenta corriente.

A medida que se fue dando la apertura económica, la inversión extranjera se


incrementó, aún cuando el aumento temprano de la inversión estuvo asociado más a
inversiones de cartera que a inversiones directas; lo anterior es un escenario que
presenta signos de fragilidad en la economía en virtud de la inestabilidad de la
inversión de cartera.

A su vez, la inversión directa ha ido disminuyendo su capacidad para incentivar


negocios nuevos e innovadores; de igual manera, la composición de la inversión
extranjera directa se ha venido modificando y ésta cada vez se consolida más como un
intercambio de cuentas entre las empresas transnacionales filiales en el país y su casa
matriz (como se puede apreciar en la tabla 4).

En el periodo de 1982 a 1988, el rubro correspondiente a nuevas inversiones, es decir,


aquellos flujos de recursos que ingresan al país para aportar al capital de una empresa,
ya sea para establecerla por primera vez o para aumentar el capital de una ya
existente, alcanzaban el 78.7% del total de la inversión en cartera, pero ya para el
periodo de 2000-2003 tan sólo representaba el 43.7%. El rubro de reinversiones, o sea,
aquella parte de las utilidades que una empresa de inversión extranjera genera en el
país y que en vez de repartirse a los inversionistas extranjeros se reinvierten en la
propia empresa, también se disminuyó de 26.2% a 20.1%, respectivamente, en los
periodos anteriormente mencionados. El rubro de inversión extranjera directa que se
incrementó fue el de cuentas con la matriz, que podemos resumir como las relaciones
que guarda la filial en el país con su matriz en el exterior, por ejemplo, si la filial se
endeuda con su matriz, ese préstamo se considera un ingreso en cuentas con la matriz
y por lo tanto forma parte de la inversión extranjera directa.
La modificación en la composición de la inversión extranjera directa resultará poco
satisfactoria porque la inversión directa que se necesita en el país tiene que ver con
aquella inversión que genera nuevas empresas o hace crecer a las ya existentes, por lo
que de poco sirven los cambios patrimoniales. En el caso de empresas que ya están
funcionando, como son los bancos o las tiendas de autoservicio, y son objeto de la
inversión extranjera para su compra no están generando nuevas fuentes de empleo,
pues en el mejor de los casos mantiene los ya existentes.

Por su parte, la inversión de cartera hasta 1988 correspondía tan sólo a valores
emitidos en el extranjero; cabe señalar que para 1986 tan sólo por parte del gobierno y
a partir de 1987 también por el sector privado no bancario. En 1989, se empieza a
reportar una participación importante de flujos de inversión hacia el mercado
accionario; pero va a ser hasta 1991 cuando la captación de inversión extranjera de
cartera se ponga a funcionar a su máxima capacidad, bajo tres mecanismos
principalmente: mercado accionario, valores en moneda nacional y valores emitidos en
el extranjero (como se puede apreciar en la gráfica 10).

El problema principal de los flujos extranjeros de inversión a la economía radica


esencialmente en los mecanismos que se utilizan para atraerlos. por una parte la
inversión de cartera reacciona a una relación riesgo-rendimiento, en la cual dentro de
ciertos rangos la inversión de cartera responderá satisfactoriamente a las primas de
riesgo que ofrezca el país, siempre y cuando existan las garantías suficientes que
amparen el incremento en la tasa de riesgo. Por su parte, la inversión directa
responderá a las expectativas de rentabilidad que generan los sectores estratégicos
gubernamentales que sigan en la lista de este proceso de privatización. No obstante,
éste es un proceso finito, pues una vez que se carezca de activos estatales rentables
no existirá mayor atractivo del capital extranjero por nuestra economía.

Referencias

● Ayala J., “Límites y contradicciones del intervencionismo estatal”, en Desarrollo y


● Crisis de la Economía Mexicana, México, Fondo de Cultura Económica, 1981,
pp. 574-588 (Lecturas del Trimestre Económico No. 39).
● Azpiadu, D. y M. Schorr, Privatizaciones, rentas de privilegio, subordinación
estatal y acumulación del capital en la Argentina contemporánea, Instituto de
Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA),
Argentina, 2001.
● Castro, A., “Deuda externa: avances y sinsabores del esfuerzo regional”, en
Comercio Exterior, vol. 43, no. 1, enero 1993, pp. 58-78.
● Chong, A. y F. López de Silanes, “Privatization in Mexico”, en Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), Working Paper #513, agosto 2004.
● Chossudovsky, M., “Una propuesta para cancelar la deuda del tercer mundo”, en
Comercio Exterior, vol. 38, no. 11, noviembre 1988, pp. 1017-1020.
● Correa, E., “Deuda externa y mercados financieros”, en
http://www.redcelsofurtado. edu.mx, 2004, consultado el 30 de marzo de 2005.
● Guillén, A.,“México: deuda y desarrollo económico”, Ponencia presentada en el
Seminario Internacional Amerique Latine et Caraibe: Sortir de l’impasse de la
dette et de l’ajustement, organizado por el Comité para la Anulación de la Deuda
del Tercer Mundo (CADTM) con la colaboración del Centro Nacional de la
Cooperación y el Desarrollo (CNCD), Bruselas, Bélgica, 23-25 de mayo de 2003.
● Hernández, F., La economía de la deuda, lecciones para México, México, Fondo
de Cultura Económica, 2003.
● Huerta, A., Causas y remedios de la crisis económica de México, México, Diana,
1996.
● “Gobierno, gasto público y empresarios”, en Economía Informa, núm. 318,
Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México, julio-agosto
2003, pp. 14-22.
● La Porta, F. y F. López de Silanes, “The Benefits of Privatization: Evidence from
Mexico”, Nacional Bureau of Economic Research, Working Paper No 6215,
octubre 1997.
● México y el FMI: la carta de intención, en Comercio Exterior, vol. 32, no. 11,
noviembre 1982, pp. 1247-1259.
● Minsburg, N., “Política privatizadora en América Latina”, en Comercio Exterior,
vol. 43, no. 11, noviembre 1993, pp. 1060-1067.
● Myrdal, G., ”Los Efectos Económicos de la Política Fiscal”, Madrid, M. Aguilar
Editor, 1960
● Olías, B., La nueva gestión pública , España, Pretince Hall, 2001.
● Parguez, A., “The Paradox of Fiscal Discipline Policy Into Contemporary
Capitalist Economies An Inquiry Into The Poverty of Nations”, escrito para The
Seventh International Post Keynesian Workshop , Kansas, Missouri, June 29–
July 3, 2002.
● Patrap, S. et al. , “Debt Composition and Balance Sheet Effects of Exchange
Rate Volatility in Mexico: A Firm Level Analysis”, en Emerging Markets Review ,
vol. 4, núm. 4, diciembre 2003., pp. 450-471.
● Ramírez, E., “La búsqueda de motores de crecimiento bajo condiciones de
liberalización económica”, en Contaduría y Administración , núm. 218, Facultad
de Contaduría y Administración, Universidad Nacional Autónoma de México,
enero-abril, 2006a.
● “El gobierno como empleador de última instancia: una alternativa de programa
público de empleo (PPE)”, en Problemas de desarrollo, Revista Latinoamericana
de Economía, vol. 37, núm. 144, Instituto de Investigaciones Económicas,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2006b.
● “Por una política fiscal contracíclica”, en Problemas de desarrollo,
● Ramírez C. E. El proceso de privatización: antecedentes, implicaciones y
resultados. 2007. Contaduría y Administración.
● Revista Latinoamericana de Economía, vol. 37, núm. 147, Instituto de
Investigaciones Económicas, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006c.
● Ruiz, A., El proceso de privatizaciones en Perú durante el periodo 1991-2002,
Instituto Latinoamericano y del caribe de Planificación Económica y Social
(ILPES), Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Serie
Gestión Pública, no. 22, Chile, julio 2002.
● Sawyer, M., “On Budget Deficits and Capital Expenditure”, Working Paper núm.
208, The Levy Economics Institute of Bard College, octubre 1997.
● Sheshinski, E. y L. López-Calva, “Privatization and Its Benefits: Theory and
Evidence”, CAER II Discussion Paper No. 35, dciembre 1998.
● Vidal, G., “Deuda externa, crédito e inestabilidad económica”, en http://www.
redcelsofurtado.edu.mx, 2004, consultado el 30 de marzo de 2005.
● Wray, R., “Internacional Aspects of Currency Monetary Policy”, Center for Full
Employment and Price Stability, University of Missouri-Kansas City, Working
Paper No. 31, marzo 2004.

3.4 Reglamento de la ley federal de las entidades paraestatales

El 26 de Enero de 1990 el entonces presidente de la república mexicana, Carlos


Salinas de Gortari, emitió el reglamento de la ley federal de entidades paraestatales,
cuyo principal objetivo fue el ordenamiento y procedimientos normativos para que se
llevara a cabo la desincorporación de las empresas públicas a través de la venta de las
mismas a particulares. Lo anterior fue una estrategia para ahorrar en gasto público y
tener recursos económicos para modernizar al país

El reglamento de la ley federal de las entidades paraestatales consta de 46 artículos y


3 transitorios, además de un artículo transitorio del decreto de reforma publicado el 7
de abril de 1995 bajo el mandato del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León. Fue
hasta el 23 de noviembre de 2011 que el reglamento de la ley federal de las entidades
paraestatales tuvo una reforma.

Capítulo I. Disposiciones Generales

Artículo 1o.- El presente ordenamiento tiene por objeto reglamentar la Ley Federal de
las Entidades Paraestatales en lo que toca a la constitución, organización,
funcionamiento, control y extinción de las entidades paraestatales. En lo no previsto en
la mencionada Ley y este Reglamento, se estará a lo dispuesto por el artículo 1o. de la
misma.

Artículo 2o.- Para los efectos de este Reglamento se entenderá por:

I. Ley: la Ley Federal de las Entidades Paraestatales;

II. Órgano de Gobierno: Los consejos de administración, juntas directivas de Gobierno,


comités técnicos o sus equivalentes;

III. Entidades Paraestatales: las que con tal carácter determinan la Ley Orgánica de la
Administración Pública Federal;

IV. Titulares de las Entidades: sus directores generales o equivalentes, y

V. Registro: el Registro Público de Organismos Descentralizado

Artículo 3o.- La relación de las entidades paraestatales a que se refiere el artículo 12


de la Ley, será publicada anualmente por la Secretaría de Programación y
Presupuesto, en el Diario Oficial de la Federación, dentro de los primero 15 días del
mes de agosto.

Artículo 4o.- Los servidores públicos que se designen en los términos del artículo 33
de la Ley, para ejercer las facultades que impliquen la titularidad de las acciones o
partes sociales que integren el capital social de las empresas de participación estatal
mayoritaria, no deberán encontrarse inhabilitados para desempeñar un empleo, cargo o
comisión en el servicio público, y deberán tener la experiencia necesaria para el
adecuado cumplimiento de la función que se les encomienda.
Capítulo II

Artículo 5o.- La Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a propuesta o previa


opinión de la dependencia coordinadora de sector, someterá a la consideración del
Ejecutivo Federal la constitución o desincorporación de entidades paraestatales.

Para la constitución de entidades paraestatales se requerirá, además, el dictamen


favorable de la Comisión Intersecretarial de Gasto-Financiamiento y, en el caso de
desincorporaciones, el dictamen favorable de la Comisión Intersecretarial de
Desincorporación.

Salvo que por los fines o características particulares de una entidad se requiera que se
constituya por ley o decreto del Congreso de la Unión o se trate de un organismo
descentralizado, el Ejecutivo Federal autorizará la constitución de entidades
paraestatales por conducto de la Secretaría de Programación y Presupuesto, la que
emitirá la resolución respectiva.

Para la desincorporación de entidades creadas por ley o decreto del Congreso de la


Unión o por decreto o acuerdo del Ejecutivo Federal se deberán observar las mismas
formalidades seguidas para su creación. En los demás casos, la autorización del
Ejecutivo Federal se formalizará en los términos del párrafo anterior.

Artículo 6o.- La desincorporación de entidades paraestatales de la Administración


Pública Federal, se llevará a cabo mediante la disolución, liquidación, extinción, fusión,
enajenación, o bien, mediante transferencia a las entidades federativas.

En el caso de entidades consideradas por la Ley Orgánica de la Administración Pública


Federal, como empresas de participación estatal mayoritaria, estas serán
desincorporadas a través de los actos por virtud de los cuales dichas Entidades dejen
de encontrarse en los supuestos a que se refiere el artículo 46 de la mencionada Ley.

Artículo 7o.- Para la extinción de un organismo descentralizado, la Secretaría de


Programación y Presupuesto o la coordinadora sectorial, según se determine en la Ley
o Decreto respectivo, señalará las bases para el desarrollo del proceso y designará un
liquidador quien realizará lo siguiente:
I. Levantará el inventario de los bienes pertenecientes al organismo;

II. Someterá al dictamen del auditor designado por la Secretaría de la Contraloría


General de la Federación, los estados financieros inicial y final de liquidación;

III. Informará mensualmente a las Secretarías de Hacienda y Crédito Público,


Programación y Presupuesto y de la Contraloría General de la Federación, así como a
la coordinadora sectorial, sobre el avance y el estado que guarde el proceso;

IV. Levantará el acta de entrega – recepción de los bienes y recursos del organismo, y

V. Las demás inherentes a su función.

Artículo 8o.- El proceso de disolución y liquidación de una empresa de participación


estatal mayoritaria se sujetará a las disposiciones establecidas en los estatutos de la
empresa y la legislación correspondiente y además a las siguientes reglas:

I. El liquidador designado informará mensualmente a las Secretarías Hacienda y


Crédito Público de Programación y Presupuesto y de la Contraloría General de la
Federación, así como a la Coordinadora Sectorial sobre el avance y el estado que
guarde el proceso.

II. El liquidador someterá al dictamen del auditor designado por la Secretaría de la


Contraloría General de la Federación, los estados financieros inicial y final de
liquidación, y, cuando proceda, los anuales intermedios, y

III. La dependencia coordinadora del sector al que corresponda lo empresa, intervendrá


en el proceso en los términos del artículo 39 de la Ley.

Artículo 9o.- Una vez ordenada la extinción de un fideicomiso público que conforme a
la Ley reúna las características de entidad paraestatal, la Secretaría de Programación y
Presupuesto o a indicación de ésta, el Comité Técnico del fideicomiso de que se trate,
emitirá los lineamientos conforme a los cuales se llevará a cabo el proceso de extinción

Cuando en el proceso a que se refiere el párrafo anterior deba resolverse sobre


adeudos en que sea notoria la imposibilidad práctica de su cobro, el Comité Técnico
como órgano de gobierno del fideicomiso, emitirá los criterios para su cancelación e
informará de ello al fideicomitente.

La extinción de los fideicomisos se formalizará mediante la firma del convenio de


extinción correspondiente, mismo que será elaborado por la institución fiduciaria y
sometido a la consideración del fideicomitente.

En el caso de que el Comité Técnico no hubiere sesionado durante el año anterior a la


fecha en que se autorice la extinción del fideicomiso, la coordinadora sectorial, con
base en las propuestas que formule la fiduciaria someterá a la aprobación de la
Secretaría de Programación y Presupuesto como fideicomitente único de la
Administración Pública descentralizada, las acciones que se deban adoptar con
respecto a la extinción del fideicomiso.

Artículo 10.- En el caso de la fusión de entidades paraestatales, se observará lo


siguiente:

I. La coordinadora sectorial en los términos de la Ley, señalará las bases conforme a


las cuales se desarrollará el proceso;

II. La entidad que será fusionada levantará el inventario de sus bienes y someterá al
dictamen del auditor designado al efecto por la Secretaría de la Contraloría General de
la Federación, los últimos estados financieros;

III. La entidad fusionante informará mensualmente a la Coordinadora de Sector y a las


Secretarías de Hacienda y Crédito Público, de Programación y Presupuesto y de la
Contraloría General de la Federación, sobre los avances y estado que guarde el
proceso, y:

IV. La entidad fusionante será responsable de que se formalice la entrega recepción de


los bienes y recursos respectivos.

Artículo 11.- Para llevar a cabo la transferencia de entidades a los gobiernos locales,
la Secretaría de Programación y Presupuesto, con la intervención de la coordinadora
de sector, elaborará y formalizará con las entidades federativas los acuerdos de
coordinación respectivos en el marco de los Convenios Únicos de Desarrollo, a fin de
establecer las acciones que conforme a la naturaleza de la entidad de que se trate,
deban efectuarse.

Por su parte, la coordinadora sectorial será la responsable de que se instrumenten y


ejecuten los actos necesarios para la realización de la transferencia, verificando que en
todos los casos:

I. Se levante el inventario de bienes y recursos de la entidad previamente a su


transferencia;

II. Se sometan al dictamen del auditor designado al efecto por la Secretaría de la


Contraloría General de la Federación, los últimos estados financieros de la entidad, y

III. Se suscriba el documento por el que se formalice la entrega recepción de los bienes
y recursos de la entidad.

Artículo 12.- Para la enajenación de los títulos representativos del capital social que
sean propiedad del Gobierno Federal o de una o más entidades paraestatales, en los
términos del artículo 68 de la Ley, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público
procederá a la designación, en su caso, de la sociedad nacional de crédito que será la
responsable de practicar la enajenación respectiva.

Corresponderá a dicha sociedad Nacional de crédito realizar la evaluación técnico –


financiera de la entidad de que se trate, tomando en consideración los estados
financieros dictaminados por el auditor designado al efecto por la Secretaría de la
Contraloría General de la Federación, con el objeto de determinar las mejores
condiciones de venta.

Artículo 13.- Una vez concluido el proceso de desincorporación de una entidad, la


coordinadora sectorial lo informará a la Secretaría de Programación y Presupuesto, en
un plazo no mayor a 30 días naturales, para los efectos de la relación a que se refiere
el artículo 3o. de este Reglamento.

Capítulo III
Artículo 14.- Cuando el nombramiento del titular de una entidad paraestatal
corresponda al Ejecutivo Federal o a sus dependencias, la persona en quien recaiga
dicho nombramiento, deberá:

I. Reunir los requisitos a que se refieren las fracciones I y III del artículo 21 de la Ley;

II. Tener una experiencia no menor de 5 años en el desempeño de cargos de alto nivel
decisorio;

III. No tener participación accionaria o intereses particulares o familiares, en empresas


relacionadas con las operaciones de la entidad de que se trate, y

IV. No desempeñar algún otro empleo, cargo o comisión oficial o particular que de
alguna manera obstaculice su función.

Artículo 15.- Los titulares de las entidades paraestatales, con el objeto de garantizar
que la conducción de éstas se sustente en criterios de eficiencia, eficacia y
productividad, y de alcanzar las metas y objetivos de los programas institucionales
respectivos, deberán instrumentar y ejecutar en sus términos los acuerdos que dicte el
órgano de gobierno; cumplir con las disposiciones aplicables; establecer indicadores de
gestión y sistemas adecuados de operación, registro, información, seguimiento, control
y evaluación de las operaciones de la entidad; instrumentar y supervisar el
cumplimiento de programas de modernización, descentralización, desconcentración,
simplificación administrativa y de capacitación actualización y entrenamiento de
personal, establecer, con autorización del órgano de gobierno, los sistemas de
administración de personal e incentivos, así como vigilar que los distintos niveles de
servidores públicos de la entidad, desarrollen sus actividades con sujeción a lo
establecido en este artículo.

Capítulo IV. Del Órgano de Gobierno

Artículo 16.- El órgano de gobierno será presidio conforme a los siguientes criterios:
I. En las entidades consideradas como estratégicas y en las prioritarias que determine
el Ejecutivo Federal, el titular de la coordinadora de sector deberá presidir el órgano de
gobierno, y

II. En las demás entidades prioritarias, no contempladas en la fracción anterior, el titular


de la coordinadora de sector designará al servidor público que presidirá el órgano de
gobierno, cuyo nivel no será inferior al de director general o su equivalente.

Artículo 17.- Serán miembros del órgano de gobierno:

I. El presidente del mismo;

II. Los representantes de las Secretarías de Hacienda y Crédito Público y de


Programación y Presupuesto;

III. Los representantes de las dependencias o entidades cuyo ámbito de competencia o


funciones se relacionen con el objeto de la entidad, y

IV. También podrán fungir como miembros del órgano de gobierno, representantes de
los sectores privado o social que por su experiencia vinculada con la producción de los
bienes o la prestación de los servicios, objeto de la entidad, puedan contribuir al logro
de los objetivos de la misma.

En tales casos, éstos constituirán una minoría significativo en el seno del órgano de
gobierno.

Los mencionados integrantes del órgano de gobierno acreditarán ante el mismo a sus
respectivos suplentes, los que fungirán como miembros en la; ausencias de aquéllos.

Con el propósito de asegurar la adecuada toma de decisiones en las reuniones del


órgano de gobierno, los representantes de las dependencias o entidades deberán tener
reconocida capacidad o experiencia vinculada con la naturaleza y tipo de operaciones o
servicios que realiza la entidad.

Quienes tengan la responsabilidad de designar a los miembros de los órganos de


gobierno deberán considerar las demás obligaciones que éstos deban cumplir en
función de su cargo, a efecto de que cuenten con la disponibilidad necesaria para
atender con diligencia y oportunidad los asuntos inherentes a su representación.

El nivel jerárquico de los servidores públicos que integren el órgano de gobierno deberá
corresponder, cuando menos, al de Director General de la Administración Pública
Centralizada o su equivalente en el caso de los miembros propietarios y al de Director
de Area en tratándose de los suplentes.

El número de miembros del órgano de gobierno no podrá ser menor de 5 ni mayor de


15 para el caso de los organismos descentralizados. En lo que se refiere o las demás
entidades, se integrará de acuerdo a lo previsto en sus estatutos, en su contrato
constitutivo o en las disposiciones aplicables.

Artículo 18.- El funcionamiento del órgano de gobierno se sujetará a los siguientes


lineamientos:

I. Se reunirá una vez cada tres meses, cuando menos, de acuerdo con un calendario
que será aprobado en la primera sesión ordinaria del ejercicio, pudiendo además
celebrar las reuniones extraordinarias que se requieran;

II. Para la celebración de las reuniones, la convocatoria deberá ir acompañada del


orden del día y de la documentación correspondiente, los cuales deberán ser enviados
por el titular de la entidad o por el secretario técnico, en su caso, y recibidos por los
miembros del órgano de gobierno y comisarios públicos, con una anticipación no menor
de 5 días hábiles.

En caso de que la reunión convocada no pudiera llevarse a cabo en la fecha


programada, deberá celebrarse entre los cinco y quince días hábiles siguientes;

III. Para la validez de las reuniones del órgano de gobierno se requerirá de la asistencia
de por lo menos la mitad más uno de sus miembros, así como que la mayoría de los
asistentes sean representantes de la Administración Pública Federal;

IV. Las resoluciones del órgano de gobierno se tomarán por mayoría de los miembros
presentes, teniendo el presidente voto, de calidad para el caso de empate, y
V. La falta de asistencia injustificada de los servidores públicos a las sesiones a que
sean convocados, dará lugar a la aplicación de las sanciones previstas en la Ley
Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos.

Artículo 19.- Todos los miembros del órgano de gobierno deberán emitir su voto sobre
los asuntos que se desahoguen en las sesiones respectivas, salvo que se encuentren
impedidos para ello, en cuyo caso el interesado hará valer tal circunstancia, lo cual se
asentará en el acta respectiva.

Artículo 20.- El órgano de gobierno, con base en la normatividad que emita la


Secretaría de Programación y Presupuesto fijará las remuneraciones que correspondan
a sus miembros por el ejercicio de esta función.

El propio órgano de gobierno establecerá los estímulos y recompensas o en su caso


las medidas correctivas a que se hagan acreedores los consejeros como resultado del
desempeño de sus cargos.

Artículo 21.- En los fines que a los comités o subcomités técnicos especializados les
señala el artículo 56 de la Ley, quedan comprendidas las funciones de apoyo al
seguimiento de programas especiales, a la instrumentación de los procesos do
modernización, al aprovechamiento de equipos e instalaciones y al seguimiento de la
atención de las recomendaciones derivadas de las auditorías externas e internas así
como las que formulen los comisarios.

En todos los casos los comités o subcomités que se constituyan deberán presentar al
órgano de gobierno un informe de los resultados de su actuación.

Capítulo V. De la Operación de las Entidades

Artículo 22.- La operación de las entidades paraestatales se regirá por los programas
sectoriales en cuya elaboración participen y en su caso por los programas
institucionales que las mismas formulen y aprueben sus órganos de gobierno, en
congruencia con los objetivos y prioridades del Plan Nacional de Desarrollo.
Para la ejecución de los programas a que se refiere el párrafo anterior, las entidades
elaborarán, programas anuales a partir de los cuales deberán integrarse los proyectos
de presupuesto anual respectivos.

Igualmente los órganos de gobierno emitirán los criterios y políticas de operación que
las entidades deban observar, tomando en cuenta la situación financiera de las mismas
y los objetivos y metas a alcanzar.

Será obligación del presidente del órgano de gobierno, verificar que en los criterios de
operación que se definan, se observe lo dispuesto por tanto en los párrafos anteriores,
como en los artículos 47 y 48 de la Ley.

Artículo 23.- El órgano de gobierno establecerá los criterios de racionalidad, austeridad


y disciplina conforme a los cuales la entidad paraestatal correspondiente deberá ejercer
su presupuesto autorizado, en concordancia con los lineamientos de los Presupuestos
de Egresos de la Federación y del Departamento del Distrito Federal, en su caso.

El titular de la entidad deberá presentar periódicamente al órgano de gobierno un


informe sobre la aplicación de dichos criterios y los resultados obtenidos.

Artículo 24.- Las entidades elaborarán sus Anteproyectos de presupuesto de acuerdo


con las asignaciones de gasto financiamiento que para estos efectos dicte la Secretaría
de Programación y Presupuesto, debiendo ser aprobados, previamente, dichos
anteproyectos por sus órganos de gobierno y remitidos a la propia Secretaría a través
de su coordinadora sectorial, con el fin de que se integren al proyecto de Presupuesto
de Egresos de la Federación, que conforme la legislación será remitido para su
aprobación a la Cámara de Diputados.

Artículo 25.- Independientemente de lo que establecen los artículos 53 y 54 de la Ley,


en la formulación de sus programas financieros las entidades deberán considerar el
acceso al crédito en forma complementaria a la generación de su ahorro interno para
financiar sus planes de expansión y necesidades de operación. Las entidades deberán
contratar exclusivamente los montos de crédito que se destinen a actividades
productivas y que generen los recursos suficientes para atender el servicio de la deuda
contraída, así como cuidar que mantengan en equilibrio su balanza de divisas. En el
caso de los créditos externos, darán prioridad a la contratación de financiamientos
preferenciales con organismos internacionales o agencias oficiales bilaterales de
financiamiento.

En el caso de las importaciones que requieran efectuar las entidades, deberán utilizar
líneas de crédito del exterior.

Artículo 26.- Sin perjuicio de las atribuciones que conforme a la ley correspondan a las
autoridades competentes, los precios y tarifas de las entidades, se fijarán conforme a
los criterios de eficiencia económica y saneamiento financiero. Al afecto:

I. Los Precios y tarifas de los bienes y servicios susceptibles de comercializarse


internacionalmente, se fijarán considerando los prevalecientes en el mercado
internacional de estos productos;

II. Para aquellos bienes o servicios que no sean susceptibles de comercializarse en el


mercado internacional, los precios y tarifas se fijarán considerando el costo de
producción que se derive de una valuación de los insumos a su costo real de
oportunidad. El costo real de oportunidad será el precio en el mercado internacional
cuando los Insumos sean susceptibles de comercializarse en el mismo, y el precio en el
mercado nacional, para los que no lo sean, y

III. Se podrán establecer precios diferenciales en la venta de los bienes o servicios,


sólo cuando dichos precios respondan a estrategias de comercialización y se otorguen
de manera general.

Los órganos de gobierno de las entidades podrán modificar los precios y tarifas de
cada uno de los bienes y servicios, de conformidad con los criterios establecidos en
este artículo, informando de ello a la coordinadora de sector y a la Secretaria de
Hacienda y Crédito Público con un mínimo de cinco días hábiles de anticipación.

Artículo 27.- Los convenios de desempeño que se suscriban entre el Gobierno Federal
y las entidades para asumir compromisos de cumplimiento de metas y objetivos,
deberán ser congruentes con los establecidos en los programas institucionales
correspondientes.

Artículo 28.- Para los efectos de la aprobación de las políticas, bases y programas a
que se refiere la fracción VII del artículo 58 de la, Ley, los órganos de gobierno sólo
estarán sujetos a lo dispuesto por las leyes de Obras Públicas y de Adquisiciones,
Arrendamientos y prestación de servicios relacionados con Bienes Muebles, según la
materia y a sus respectivos reglamentos.

Capítulo VI. De la Vigilancia, Control y Evaluación de las Entidades

Artículo 29.- El órgano de vigilancia de las entidades paraestatales estará integrado


por un comisario público propietario y un suplente, designados por la Secretaría de la
Contraloría General de la Federación, quienes asistirán con voz pero sin voto a las
reuniones ordinarias y extraordinarias del órgano de gobierno.

Asimismo, podrán asistir a las sesiones de los comités y subcomités técnicos


especializados.

Artículo 30.- Los comisarios públicos vigilarán y evaluarán la operación de las


entidades paraestatales y tendrán las siguientes atribuciones:

I. Vigilar el cumplimiento de las disposiciones legales, así como de las reglamentarias,


administrativas y de política general y sectorial que emita el Ejecutivo Federal o sus
dependencias en relación con las entidades paraestatales;

II. Vigilar el cumplimiento de las disposiciones y lineamientos relativos al sistema de


control y evaluación gubernamental;

III. Vigilar la instrumentación y funcionamiento de los sistemas de programación-


presupuestación de las entidades paraestatales;

IV. Vigilar que las entidades paraestatales conduzcan sus actividades conforme al
programa sectorial Correspondiente, así como que cumplan con lo previsto en el
programa institucional;
V. Promover y vigilar que las entidades establezcan indicadores básicos de gestión en
materia de operación, productividad, financieros y de impacto social, que permitan
medir y evaluar su desempeño;

VI. Con base en las autoevaluaciones de las entidades opinar sobre su desempeño
general.

La opinión respectiva deberá presentarse por escrito al órgano de gobierno y abarcará


Los siguientes aspectos:

a) Integración y funcionamiento del órgano de gobierno;

b) Situación operativa y financiera de la entidad;

c) Integración de programas y presupuestos;

d) Cumplimiento de la normatividad y políticas generales, sectoriales e institucionales;

e) Cumplimiento de los convenios de desempeño;

f) Contenido y suficiencia del informe señalando, en su caso, las posibles omisiones;

g) Formulación de las recomendaciones procedentes, y

h) Los demás que se consideren necesarios;

VII. Evaluar aspectos específicos de las entidades paraestatales y hacer las


recomendaciones procedentes;

VIII. Vigilar y dar seguimiento a los procesos de desincorporación de las entidades


paraestatales; fungir como representante de la Secretaría de la Contraloría General de
la Federación ante las dependencias, entidades e instancias que Intervengan en estos
procesos. Requerir a las instancias involucradas la información necesaria para el
cumplimiento de las funciones a su cargo, así como recomendar las medidas que
procedan tendientes a promover la conclusión de los procesos con estricto apego a las
a las disposiciones aplicables;
IX. Verificar la debida integración y funcionamiento de los órganos de gobierno de las
entidades;

X. Vigilar que las entidades proporcionen, con la oportunidad y periodicidad que se


señale, la información que requiera el Sistema Integral de Información de los Ingresos y
Gastos Públicos;

XI. Solicitar y verificar que se incluyan en el orden del día de las sesiones de los
órganos de gobierno de las entidades, los asuntos que consideren necesarios;

XII. Rendir anualmente al órgano de gobierno o, en su caso, a la asamblea de


accionistas, un informe sobre los estados financieros, con base en el dictamen de los
auditores externos, y

XIII. Las demás inherentes a su función y las que les señale expresamente la
Secretaría de la Contraloría General de la Federación, en el ámbito de su competencia.

Artículo 31.- En la evaluación de la gestión de las entidades deberá tomarse en


consideración de manera preponderante el grado de cumplimiento de los propósitos
para los que fueron creadas, distinguiendo, en los términos de este artículo, las
Entidades de Servicio Institucional, de las Empresas Públicas.

Sin perjuicio de lo anterior, los parámetros que se establezcan para verificar, medir y
evaluar el desempeño de las entidades, deberán considerar el grado de eficacia,
eficiencia y productividad con el que hayan alcanzado sus metas y objetivos.

Para los efectos de este artículo, se entenderá por:

I. Entidades de Servicio Institucional, aquéllas que cumplen una clara función social,
mediante la prestación de servicios públicos, la realización de actividades de promoción
del desarrollo, de investigación, salud y educación, el cumplimiento de una función de
regulación del mercado, distribución del ingreso o bien de desarrollo social o regional, y

II. Empresas Públicas, a las que en virtud del tipo de bienes o servicios que producen,
tienen objetivos preponderantemente económicos y que en consecuencia se sujetarán
a criterios de rentabilidad financiera.
Artículo 32.- Tanto el órgano de gobierno como el titular de la entidad deberán
proporcionar oportunamente a los comisarios públicos la información y documentación
que requieran para el debido cumplimiento de sus funciones.

Artículo 33.- Los comisarios públicos, sin perjuicio de la intervención que al respecto
corresponda a otras áreas de la Secretaría de la Contraloría General de la Federación,
podrán realizar visitas a las entidades en que hubiesen sido designados, con el
propósito de verificar el cumplimiento de las obligaciones y responsabilidades a cargo
de ellas, y en su caso, promover las acciones correspondientes para corregir las
deficiencias u omisiones en que hubieren incurrido las mismas.

Los titulares de las entidades otorgarán a los comisarios públicos las facilidades que
requieran para el adecuado cumplimiento de estas tareas.

Artículo 34.- El órgano interno de control, tendrá acceso a todas las áreas y
operaciones de la entidad y mantendrá independencia, objetividad e imparcialidad en
los informes que emita.

El órgano interno de control además de las tareas a que se refiere la fracción III del
artículo 62 de la Ley, llevará a cabo o, en su caso, promoverá la realización de
auditorías integrales que permitan verificar el desempeño general de las entidades,
considerando para tal efecto sus objetivos, características específicas y recursos
asignados, así como el contexto en el que desarrollan sus operaciones.

Capítulo VII. Del registro público de organismos descentralizados

Capítulo adicionado DOF 23-11-2010

Artículo 35.- El Registro funcionará mediante un sistema electrónico y estará a cargo


de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, por conducto de su unidad jurídica.

El Registro contará con una base de datos, la cual se integra con la información que
ingresen los organismos descentralizados o, en su caso, por el responsable del
proceso de desincorporación, de acuerdo con los actos o documentos que deban
registrarse en el mismo.
Artículo 36.- Además de los actos y documentos a que se refieren los artículos 24 y 25
de la Ley, se deberá inscribir en el Registro el documento en el que conste que se ha
concluido con el proceso de desincorporación correspondiente.

La inscripción a que se refiere el párrafo anterior, deberá ser realizada por el


responsable del proceso de desincorporación.

Artículo 37.- El Registro contará con los siguientes apartados:

I. De Inscripción: sección en la que los organismos descentralizados o, en su caso, el


responsable del proceso de desincorporación, tramitarán la inscripción de los actos,
documentos o información que corresponda;

II. De Administración: sección a cargo de la unidad jurídica de la Secretaría de


Hacienda y Crédito Público, para llevar a cabo la operación y conducción del Registro,
y

III. De Acceso al Público: sección en la que el público en general tendrá acceso a la


información inscrita en el Registro.

Artículo 38.- La Secretaría de Hacienda y Crédito Público proporcionará acceso a los


organismos descentralizados a través de un certificado digital y una clave de acceso,
emitidos en términos de las disposiciones aplicables, con la finalidad de recibir y
procesar las solicitudes de inscripción de los actos, documentación o información
correspondientes.

El responsable del proceso de desincorporación utilizará el certificado digital y la clave


de acceso del organismo de que se trate, a efecto de realizar las inscripciones que le
correspondan.

desincorporación solicitarán, mediante el sistema electrónico, la inscripción de los


actos, documentos e información que conforme a la Ley y el presente Reglamento
deban inscribirse. Dichas solicitudes deberán contener los datos, requisitos y demás
información que establezca la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Para efectos de lo previsto en el párrafo anterior, el director general de cada organismo
descentralizado o, en su caso, el responsable del proceso de desincorporación
designará a un enlace habilitado para ingresar las solicitudes, la documentación e
información correspondiente. El organismo descentralizado, por conducto de su director
general y enlace designado o, en su caso, el responsable del proceso de
desincorporación, serán responsables de mantener actualizada la información.

Es responsabilidad de los organismos descentralizados cerciorarse con anterioridad a


la solicitud de inscripción correspondiente, que se acreditaron los elementos que se
requieren para la validez del acto o documento a inscribir, así como de la veracidad de
la información respectiva.

Las inscripciones que de conformidad con la Ley y el presente Reglamento se realicen,


no convalidarán los actos o contenido de los documentos e información
correspondientes.

Artículo 40.- Las inscripciones en el Registro se realizarán de la siguiente manera:

I. Los organismos descentralizados al realizar las solicitudes de inscripción, deberán


adjuntar los documentos e información relacionados con su solicitud en el sistema
electrónico, utilizando el certificado digital y la clave de acceso correspondiente;

II. El Registro emitirá un acuse de recibo de las solicitudes realizadas, y

III. En caso de que la inscripción sea procedente, se emitirá la confirmación respectiva;


en caso contrario, la solicitud será desechada y se le dará el aviso correspondiente al
organismo descentralizado.

Artículo 41.- Habrá un folio por cada organismo descentralizado. El folio será la
constancia de inscripción del organismo en el Registro, la cual surtirá efectos legales
desde la fecha en que se expida.

Artículo 42.- Cada organismo descentralizado contará con una sección en el Apartado
de Administración, en la cual constaran todos los asientos relativos a las inscripciones
que hubiera tramitado ante el Registro.
El Apartado de Administración se organizará conforme a lo siguiente:

I. El estatuto orgánico, sus modificaciones, y demás información general de cada


organismo descentralizado;

II. Nombramientos, sustituciones, remociones, designaciones, poderes generales y


revocaciones de cada organismo descentralizado, en términos de lo establecido en el
artículo 25, fracciones II, III y IV, de la Ley, y

III. Acuerdo o instrumento equivalente que señale las bases para la desincorporación
de la entidad y, en su caso, del documento en el que conste que se ha concluido dicho
proceso.

Artículo 43.- Las consultas públicas al Registro se realizarán a través del sistema
electrónico y serán gratuitas. Lo anterior, sin perjuicio de lo establecido en las
disposiciones aplicables.

Artículo 44.- Las certificaciones de las inscripciones que se encuentren en el Registro


serán expedidas mediante el sistema electrónico, con el uso de la firma electrónica
autorizada en términos de las disposiciones aplicables, las cuales tendrán pleno valor
jurídico.

Artículo 45.- Las inscripciones en el Registro sólo podrán ser modificadas por la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público, por conducto de su unidad jurídica.

Artículo 46.- La unidad jurídica de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público podrá


emitir lineamientos específicos para la regulación, operación y conducción del Registro,
así como para el debido registro de las inscripciones que se tramiten ante el mismo.
Asimismo, en dichos lineamientos se habilitará a los servidores públicos de la misma,
para el uso de firma electrónica.

TRANSITORIOS

Primero.- El presente Reglamento entrará en vigor al día siguiente de su publicación


en el Diario Oficial de la Federación.
Segundo.- Se derogan todas las disposiciones reglamentarias y administrativas que se
opongan a lo establecido por este Reglamento.

Tercero.- Los titulares de las entidades paraestatales deberán someter a la aprobación


de la instancia que corresponda, en un plazo no mayor de tres meses contados a partir
de la fecha de entrada en vigor de este Reglamento, las adecuaciones que resulten
procedentes conforme a este mismo ordenamiento, respecto a la organización y
funcionamiento de las propias entidades.

Artículos transitorios de decretos de reforma

Decreto por el que se reforma y adiciona el Reglamento de la Ley Federal de las


Entidades Paraestatales.

Publicado en el Diario Oficial de la Federación el 7 de abril de 1995

Artículo único.- Se reforma el primer párrafo y se adiciona un segundo párrafo del


artículo 5o., y se reforma el primer párrafo del artículo 6o., del Reglamento de la Ley
Federal de las Entidades Paraestatales, para quedar como sigue:

Transitorio

Único.- El presente Decreto entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el


Diario Oficial de la Federación.

Decreto por el que se reforma y adicionan diversas disposiciones del Reglamento


de la Ley Federal de las Entidades Paraestatales.

Publicado en el Diario Oficial de la Federación el 23 de noviembre de 2010

Artículo único.- Se reforma el artículo 2, en sus fracciones III y IV, y se adiciona el


artículo 2, con una fracción V, y el Capítulo VII, Del Registro Público de Organismos
Descentralizados, que comprende los artículos 35 a 46, al Reglamento de la Ley
Federal de las Entidades Paraestatales, para quedar como sigue:

Transitorios
Primero. El presente Decreto entrará en vigor al día siguiente al de su publicación en el
Diario Oficial de la Federación.

Segundo. La unidad jurídica y el área a cargo de las tecnologías de la información de


la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se encargará, en el ámbito de sus
respectivas competencias, de que el sistema electrónico para el uso y operación del
Registro esté habilitado a más tardar al año siguiente a la entrada en vigor del presente
Decreto.

Tercero. Los organismos descentralizados de la Administración Pública Federal


deberán realizar las solicitudes de inscripción en el Registro de los actos, documentos
e información con la que cuenten a la entrada en funcionamiento del Registro, en un
plazo no mayor a 60 días naturales posteriores a la habilitación del mismo.

Lo anterior con excepción de las solicitudes de inscripción de los organismos


descentralizados, que deberán realizarse en el plazo de 30 días naturales posteriores a
la habilitación del sistema electrónico.

Cuarto. Las erogaciones que, en su caso, se generen con motivo de la operación,


acceso e inscripciones en el Registro, serán con cargo al presupuesto modificado
autorizado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, así como con cargo al
patrimonio de las entidades paraestatales, según corresponda.

También podría gustarte