El Mundo Como Representación

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El mundo como representación

«El mundo es mi representación» es la frase con la que se abre la obra.


Schopenhauer parte de la premisa de la limitación del conocimiento humano,
idea tradicional en filosofía: «Nadie puede salirse de sí mismo para identificarse
directamente con las cosas distintas a él; todo aquello de que se tiene
conocimiento cierto e inmediato se encuentra dentro de su conciencia.» Existe,
por un lado, el sujeto de la representación (representación, en alemán:
Vorstellung), que es el que conoce; por otra, el objeto, lo que se conoce,
condicionado o estructurado por las formas a priori kantianas del espacio, el
tiempo y la causalidad. El objeto, los seres naturales, orgánicos e inorgánicos,
sin embargo, y esto es lo importante, carecen de existencia real fuera de la
representación; no tienen más valor que el sueño de Calderón de la Barca, o el
velo de Maya de los hinduistas. Lo que posee existencia verdadera es la cosa
en sí, que para Schopenhauer viene expresada en el término voluntad.

[editar] El mundo como voluntad

La cosa en sí de Kant, la realidad última de las cosas, está representada para


Schopenhauer por un principio metafísico general que gobierna el universo,
una fuerza omnímoda que Schopenhauer denomina voluntad (Wille), o
voluntad de vivir (aquí se inspirará Nietzsche para su "voluntad de poder"), y
que no debe interpretarse en el sentido corriente del término, más que
metafóricamente: nuestra voluntad, deseo o pulsión no es más que una
proyección insignificante de esa Voluntad con mayúscula, de la cual la
representación es mero fenómeno o apariencia. La voluntad no se encuentra
sujeta a las formas del fenómeno, es decir, a la causalidad, el espacio y el
tiempo. Tampoco, por tanto, al principium individuationis, es decir, que no se
objetiva en los seres individuales (en consecuencia, dichos individuos no tienen
existencia real como tales), sino en la suma de los mismos: la voluntad integra
toda la naturaleza y el universo con la totalidad de entidades y seres que
contienen. La voluntad, así, es una fuerza que obra sin motivo, irracionalmente;
es como el motor ciego de la historia. Todas las energías de la naturaleza son
expresivas de la Voluntad, incluyendo lo mismo las fuerzas naturales de todo
signo (luz, gravedad, magnetismo), como las motivaciones, los instintos y
tendencias, tanto animales como humanos.

El mundo como voluntad y representación es, sin ninguna duda, la obra cumbre
del filósofo alemán Arthur Schopenhauer. Publicada originalmente en 1819, fue
revisada y aumentada en varias ocasiones hasta su versión definitiva publicada
cuarenta años más tarde, uno antes de morir el autor. En ella, el pensador
alemán desarrolló y compendió todo un corpus filosófico y una ética vivencial
partiendo de la idea principal de que el ser es voluntad y su expresión
fenomenológica es la representación. Si bien su éxito e influencia le llegaron
tardíamente al autor, nadie puede dudar hoy de la importancia capital que esta
obra tuvo en el pensamiento occidental contemporáneo, ya fuera en el campo
de la filosofía, ya en el de las artes o la literatura. La presente edición
reproduce la publicación alemana de 1859, reuniendo, por primera vez en
castellano, todos los libros, complementos y apéndices en un solo volumen en
formato bolsillo. Su traducción, cuidadosamente revisada por especialistas,
ofrece el texto sin fisuras, en su propio contexto y anotación para poder ser
comprendido en su pureza y complejidad originaria.

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