El Mundo Como Voluntad y Representación
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El Mundo Como Voluntad y Representación
Introducción
Al escribir El mundo como voluntad y representación, Schopenhauer buscaba desarrollar las
ideas que había propuesto en la cuádruple raíz, estas a su vez se habían fundamentado en las
experiencias vividas en su juventud. Sabemos por sus diarios, que este filósofo hizo varios
viajes en los que pudo comprobar la realidad que lo rodeaba; los fenómenos que sucedían en
una ciudad se repetían en otra: esclavitud, miseria, y relatos llenos de sufrimiento.
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Licenciatura en Filosofía y Lengua Castellana
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Su familia fue bastante disfuncional, cosa que empeoró con la muerte de su padre, por lo que
al llegar a la adultez Schopenhauer decidió separarse por completo de su madre. Su encuentro
con la filosofía supuso cierta salvación para él, quien puso todo su empeño en resolver las
dudas que tenía; sin embargo, sus contemporáneos no lo satisfacen intelectualmente (los
únicos que apreciaría en este aspecto serían Kant y Goethe); tanto así que se declararía
enemigo de Hegel, el filósofo más prestigioso de su época.
Aquí veremos un poco de aquella filosofía que nace de la incomodidad y el desasosiego, pues
tal fue la vida del genio incomprendido, como su filosofía misma.
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en el simple fenómeno, puesto que tanto la aritmética como la geometría y demás ciencias
no nos llevan a la cosa en sí; al contrario, se quedan midiendo y apreciando las cualidades
fenoménicas de las cosas: se visten y recubren al mundo con el velo de Maya; lo hunden en
representaciones. “La fuerza misma que se manifiesta, la esencia interior de los fenómenos
que aparecen según esas leyes, será eternamente un misterio para esta [y cualquier] ciencia”
(Schopenhauer, 1819: 130).
Aquellas bestias de laboratorio creen que por llevar una bata limpia; unas gafas transparentes
y un kit de investigación, están listos para desentrañar los secretos del mundo; pero, están
haciendo las cosas de forma errónea. Schopenhauer dirá que no se llega a la cosa en sí, a la
esencia, o el noúmeno (los tres conceptos son correlatos de los mismo) complejizando los
hechos que se nos presentan. Newton podrá medir la distancia entre planetas, pero no por
ello llegará a saber la razón de los movimientos celestiales. Para llegar a conocer el noúmeno,
lo que se requiere se encuentra en los actos más simples que nos rodean: la caída de una hoja,
el ronroneo de un gato, un suspiro o la luz del sol golpeando fuerte a la vista. Es allí donde
verdaderamente se “manifiesta” el fundamento del mundo: voluntad.
Ahora bien, antes de hablar de voluntad desentrañemos un par de conceptos problemáticos.
El fenómeno propuesto por Kant es la representación schopenhaueriana, ¿qué implica esto?,
que Schopenhauer ha debido basar su concepto de representación en el fenómeno, cosa que
podemos apreciar fácilmente si nos dirigimos a la cuádruple raíz; en este texto muestra las
cuatro formas en las que los seres humanos se recrean las representaciones: lógica, empírica,
trascendental y de la metalógica.
Ahora bien, una vez entendida la representación, podemos avanzar al campo de la voluntad.
Esta última no es más que el as bajo la manga de Schopenhauer con el que busca jugarse el
noúmeno, es lo que hay detrás del Velo Maya, de lo ilusorio en aquello que nos
representamos. La principal característica de la voluntad, es que es una sola “no como un
concepto es uno, sino como algo a lo que le es extraña la condición de la posibilidad de la
pluralidad, que es principium individuationis” (Schopenhauer, 1819: 130); sin embargo, se
nos presenta a través de actos objetivos e individualizados. Por otro lado, cabe aclarar que
voluntad, se refiere también a querer, un querer, lamentablemente, sin finalidad. El querer,
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explica el filósofo pesimista, es ciego; solo desea mantener cierto dynamos en la naturaleza,
a este último los definiremos como vivir, por ende la voluntad será voluntad de vivir y vivirá
en cada ser de la naturaleza. Aquel lobo que devora salvajemente a un ciervo desata su
voluntad de sobrevivencia, y, si tuviera un tanto de entendimiento y conocimiento, se placería
con ese acto volitivo; aun así, el ciervo posee también una voluntad, este se retuerce mientras
la sangre efluye desde su interior. No sabe que está a punto de morir; sin embargo, desde lo
más profundo de su ser, la voluntad entiende que debe continuar con su escape. He aquí la
esencia demoniaca que rige el mundo.
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movimiento de su cuerpo: él no puede querer realmente ese acto sin percibir al mismo tiempo
que este aparece como movimiento del cuerpo.” (Schopenhauer, 1819, 133)
Resalta que los actos que se planean a futuro son simplemente productos de la razón, pero
aquí no interviene la voluntad pues no ha sido objetivada para saber que este hecho ha sido
de verdadera voluntad; en otras palabras la voluntad, que no entiende de horas, ayeres y
mañanas, no puede encontrarse más que en el presente, que es cuando podemos comprobar
su objetivación. Principio del materialismo berkeliano negado por Kant: esse est percipi (ser
es ser percibido).
Luego, el filósofo especifica que hay actos “involuntarios” de los que la voluntad no se ocupa
porque no le provoca conflicto alguno, estos son los que realizan los sentidos tales como:
ver, oler, escuchar, sentir. Aunque estos pueden producir lo que es contrario a la voluntad; es
decir, dolor (sensación desagradable) o placer (sensación agradable) no provienen de allí
porque estos simplemente se perciben desde la intuición. A pesar de ello, hay maneras en las
que la voluntad puede tornarse afectada gracias a que una voluntad excesiva puede causar un
dolor o un placer que vuelva enfermizo al hombre. Para objetivarlo, por ejemplo: los vicios
tales como la pornografía, este termina siendo dolor, pues cuando hay ausencia de ello solo
se sufre más por conseguirlo que cuando no se ve.
La realización de todo acto humano y en particular de los voluntarios está condicionada por
los motivos, esto es, por la conciencia que tiene el sujeto de un objeto, de tal manera que su
manifestación desencadena una respuesta. Allí reside la base del problema que quiere
examinar Schopenhauer en este espacio, a saber: ¿existe una relación de necesidad entre la
presencia del estímulo y la reacción de la conciencia? O si por el contrario, la voluntad libre
se puede abstener de reaccionar ante el objeto que la afecta o motiva. Schopenhauer acentúa
el carácter de la disyuntiva, es decir, el motivo es eficaz o no, pero no existe vía media según
la cual un sujeto primero puede ceder levemente a una afección y luego, en otras ocasiones
donde la afección es de mayor magnitud, ser indiferente ante esta. Frente a esto Schopenhauer
afirma que la afección se da o no, con independencia de la magnitud del estímulo. Así, si
alguien no se deja sobornar por 20 mil, pero le queda sembrada la duda, el problema está en
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que allí hubo efectivamente una afección, pues si el interesado sube su oferta, por ejemplo a
50 mil, puede lograr su propósito
Continuando, se hace claramente la propuesta de la verdad filosófica en Schopenhauer, en
donde especifica que el cuerpo en cuanto a representación intuitiva u objetivación de la
voluntad, fenómeno no es lo mismo que la voluntad que es lo que impulsa a ese cuerpo. Pues
como individuos se es consciente de que no hablamos de lo mismo al decir fenómeno-
noúmeno schopenhaueriano, se es consciente de que son dos distinciones objetivadas en una
unidad que además nos ofrece por sí misma información acerca de nuestra voluntad, pero no
una ajena a nosotros. La voluntad no distingue generalidades, sino lo que quiere como acto
particular en unas características de espacio-tiempo presentes.
La identidad de la voluntad la realiza un solo individuo real que es aquel que es consciente
de que a su cuerpo (representación) lo impulsa la voluntad y que considera a todo lo demás
como fantasmal o simples fenómenos, esto resulta siendo un argumento escéptico del que el
autor califica en sí mismo. Entonces: “...si nuestro conocimiento, siempre ligado a la
individualidad y justamente por ello limitado, implica necesariamente que cada uno de
nosotros pueda ser solo uno, pero que, por el contrario, sea capaz de conocer todo lo
demás…” (Schopenhauer, 1819: 138).
La consciencia de la voluntad permite reconocer que esta no solo es esencia del cuerpo
humano, también conforma al reino animal, vegetal, mineral; claramente destacando al único
que sabe que posee un impulso ciego, el hombre. Ejemplo: el brote de una flor, el magnetismo
entre metales. Esto es lo que los vedas llamarían el Brahma una especie de conexión
necesaria entre todo en cuanto a noúmeno, diferenciándose solo como fenómeno.
Adicionalmente, el filósofo hace la clara diferenciación entre los conceptos de fuerza y
voluntad. Fuerza no puede equivaler a voluntad porque este término explica fenómenos, y
desde los fenómenos no se puede conocer la cosa en sí, desde lo conocido no puede explicarse
lo desconocido; en cambio, voluntad parece ser un concepto “puro” que este y únicamente
esta cuenta con las características para la explicación nouménica.
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Ya que la voluntad carece de fundamento y por ende, “es libre”, se suele creer (en la noción
de unidad cuerpo-cosa en sí) que entonces el fenómeno también es libre en cuanto a acción
y no lo es debido a que este está sometido bajo el principio de razón*. Por ejemplo: la acción
de que crezcan los dientes es una representación de la que el niño no sabe, pero que sucederá
(a menos que ocurra algo que altere su flujo natural de crecimiento), entonces esto no es libre
pues ya estaba de alguna forma determinado y de alguna forma refleja la voluntad totalmente
independiente (como ser) de las facultades de la razón.
Para entender cómo todo está regido por la voluntad, el autor realiza la diferenciación entre
varios grados de manifestación de la misma: causa, estímulo y motivación. En la causa, la
reacción puede ser de igual proporción que la misma, mientras que en el estímulo no hay
ninguna reacción adecuada a su acción; por ejemplo: el crecimiento del vello. Otro ejemplo
donde se diferencian y relacionan claramente entre los términos estímulo y motivo, es el
siguiente: “ La contracción de las pupilas cuando aumenta la luz se produce por estímulo,
pero ya se convierte en un movimiento por motivo, dado que ocurre porque la luz demasiado
fuerte afectaría dolorosamente a la retina y para evitarlo contraemos la pupila.”
(Schopenhauer, 1819: 151), y un ejemplo aún más discutible es el de la respiración como
estímulo y motivo.
Mientras que para el caso de los minerales, por ejemplo, parece tener una voluntad
predeterminada, para los seres humanos esta puede regirse por caracteres distintos debido a
la individualidad y el motivo de cada uno.
Schopenhauer entonces retoma a Kant diciendo que para conocer los fenómenos poseemos
las condiciones de pluralidad por coexistencia y sucesión (espacio-tiempo) y el cambio y la
duración (causalidad), pero que no son condiciones para conocer la cosa en sí y que solo
puede ser conocido debido a que puede objetivarse, puede ser representación. Luego, hace
una crítica a aquellos científicos que se han encargado de manera absurda de brindar
explicaciones desde las meras condiciones de posibilidad de conocimiento además de la
representación, la cosa en sí.
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NIVELES DE
OBJETIVACIÓN DE LA
VOLUNTAD O IDEAS
inferior superior
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“Todas las partes de la naturaleza se ajustan entre sí porque es una voluntad lo que en todas
ellas aparece, pero la sucesión temporal le es enteramente ajena y únicamente adecuada
objetivación, las ideas” (Schopenhauer, 1819, 199).
Conclusión
La filosofía propuesta por este monstruo implica la aceptación de un mundo caótico al que
venimos sin finalidad alguna. Esa voluntad que se consume a sí misma, que es ciega e
indomable en su totalidad, no puede ser ya ignorada. Ahora bien, las lecturas que de esta
podemos hacer, resultan variables (estética, ética, etiológica, etc.), por ello las respuestas a
las preguntas que resulten no han de ser menos variables. ¿Cómo podemos actuar frente a la
voluntad?, pregunta de carácter ético-moral. Cabe la posibilidad de sondear en el campo
epistemológico y preguntarnos, ¿si el egoísmo teorético con tal facilidad en el error? y
finalmente, si el fenómeno se conoce a partir de las condiciones a priori, es decir; el
principium individuationis, ¿cómo podemos conocer la cosa en sí en su totalidad?
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Referencia bibliográfica:
Schopenhauer, A. “Primera consideración: la objetivación de la voluntad” en El
mundo como voluntad y representación. Madrid: Gredos, p. 127-204.
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