La Brecha Digital y La Educación

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La brecha digital y la educación

Tomado on line de:


http://mayeuticaeducativa.idoneos.com/index.php/371037#%22Inforricos%22_e_
%22infopobres%22

Francisco Albarello*

(*)Docente e investigador en Nuevas Tecnologías de la Facultad de Cs. Sociales de


la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, dedicado a la temática del Periodismo
Digital y el hipertexto. Contacto: [email protected]

Cuando se habla de la utilización de las nuevas tecnologías en la escuela, uno de


los temas que surge en forma más recurrente es el acceso a ellas. Pero agotar la
cuestión en el simple acceso a tecnologías, como las computadoras o Internet, nos
puede conducir a una visión parcial de la problemática: hay que analizar qué uso se
hace de esas tecnologías para lograr un verdadero aprovechamiento educativo y no
sólo utilitarista o consumista.

La teoría de la brecha de desniveles de conocimiento

La teoría del knowledge-gap, o de desniveles de conocimiento fue planteada por


Tichenor-Donohue y Olien en 1970, y está constituida por una serie de estudios
sobre la difusión de conocimientos, campañas informativas y la difusión de
innovaciones en el ámbito de las políticas sociales, particularmente en los países en
vías de desarrollo. El planteo de la teoría es que: "la difusión a gran escala de las
comunicaciones de masas se interpreta generalmente como un indicador de
modernización, de desarrollo social y cultural, vinculados a movimientos
informativos disponibles para la libertad y la equidad". (Wolf, 1994: 77) Sin
embargo, "los mass media (medios masivos) reproducen y acentúan desigualdades
sociales, son instrumentos del incremento de las diferencias, no de una atenuación
de ellas, y hacen surgir nuevas formas de desigualdad y de desarrollo
desigual".(Wolf, 1994: 78) Este planteo echa por tierra a todas las posiciones
apologistas de los medios, que plantean que éstos -por su sola existencia e
implementación- introducirán mejoras en la sociedad. También cuestiona la
concepción muy generalizada de neutralidad de la tecnología. Justamente, si los
medios de comunicación representan avances tecnológicos, esos avances no son
generalizables: siempre van a tender a beneficiar a unos sectores sociales sobre
otros. Como dice George Landow, "una tecnología siempre confiere poder a alguien.
Da poder a los que la poseen, a los que la utilizan y a los que tienen acceso a
ella".(Landow, 1995: 211) Derribado el mito de la neutralidad tecnológica, podemos
deducir a quiénes beneficia la introducción de todo nuevo medio: "en cuanto
aumenta la penetración de los media de información en un sistema social, los
segmentos de población con el estatus socioeconómico más alto tienen tendencia a
adquirir la información más rápidamente que los estratos de nivel socioeconómico
más bajo, así que el desnivel de conocimiento entre estos dos segmentos tiende a
aumentar en lugar de disminuir".(Wolf, 1994: 78)

De acuerdo a la teoría del knowledge-gap, esta diferencia en la adquisición de


información tiene que ver con dos factores y que aquí agruparemos de la siguiente
manera:

a) el nivel adquisitivo para acceder a esas nuevas tecnologías. "La


innovación tecnológica y sus modalidades de comercialización y de entradas al
mercado constituyen claramente unos vectores que reproducen algunos desniveles
de conocimiento que a lo mejor se estaban cerrando en referencia a las tecnologías
de comunicación más antiguas".(Wolf, 1994: 79) Encontramos un perfecto ejemplo
en Internet: si hasta hace unos años se podía decir que se había cerrado un poco la
brecha en cuanto al acceso a una tecnología como la televisión, hoy podemos ver
que Internet introduce una nueva diferencia entre quienes tienen acceso y quiénes
no.

b) el nivel cognitivo: "la familiaridad con una tecnología incrementa la


disponibilidad y la competencia hacia las otras nuevas tecnologías".(Wolf, 1994:
79) Es decir, aquellos segmentos sociales que estén familiarizados con una nueva
tecnología (pongamos por caso el ordenador personal) estarán más abiertos a
recibir otras innovaciones tecnológicas porque ya tienen un conocimiento de
tecnologías similares.

Los dos niveles señalados se articulan en forma complementaria con el papel de la


oferta de productos electrónicos, ya que los fabricantes de PC y proveedores de
conexión a Internet, al no poder apuntar a un público tan universal debido a las
diferencias en el nivel adquisitivo de los distintos segmentos sociales, apuntarán a
esos sectores que ya vienen consumiendo tecnología. Al respecto, Mercier, Plassard
y Scardigli apuntan: "el crecimiento del porcentaje de equipamiento de los hogares
en electrónica de ocio (alta fidelidad, televisión en color, etc.) le imponía a la
industria encontrar una forma de ampliar ese mercado que estaba a punto de
saturarse. Y dado que el progreso técnico permitía precisamente reducir de forma
considerable el coste y el tamaño de los ordenadores, eso les hacía aptos para el
consumo de los hogares." (Mercier, Plassard, Scardigli, 1984: 59) Esta lógica de la
oferta también apunta a la sobreoferta de productos a un mismo segmento social:
lo que conocemos como la carrera tecnológica, de acuerdo a la cual es necesario
actualizar periódicamente el ordenador, con las últimas versiones de software y los
últimos adelantos en hardware. La oferta sigue apuntando al mismo segmento
social que ya tiene una idea formada sobre la "necesidad" (necesidad siempre
impuesta por la oferta pero no siempre considerada imprescindible por la demanda)
de esos productos.
Una división sin matices

Al hablar de la brecha digital (digital divide) o de conectados o no conectados a


Internet, o de cantidad de horas que los usuarios permanecen online, estamos
dejando de lado otro tipo de variables no menos importantes. Al respecto, un grupo
de investigadores que realizaron un estudio sobre este tema en Los Ángeles
(EE.UU.), afirman que: "la metáfora de la divisoria digital proporciona una
oportunidad para identificar las desigualdades entre los poseedores y no
poseedores de tecnología. La traslación de la metáfora entre una comparación
dicotómica entre propietarios y no propietarios de computadoras, o la comparación
de aquellos con o sin acceso a Internet, es apropiada para estudios que se ocupan
sólo de la difusión de tecnología. Comparaciones tan dicotómicas, sin embargo, no
son suficientes cuando se discuten las consecuencias sociales de la difusión de la
tecnología. Cuando el énfasis exclusivo está puesto en la posesión de computadoras
o en el acceso a Internet usando esa comparación dicotómica de tener/no tener, la
suposición es que todos los propietarios van a incorporar la tecnología en su vida
cotidiana de la misma manera y en el mismo grado, o que la diferencia en la
calidad de la conexión a Internet entre los que tienen acceso no es importante. En
otras palabras, estas mediciones introducen un elemento de determinismo
tecnológico que ignora el contexto social en el cual la tecnología es incorporada."
(Jung, Linchuan Qiu, Kim, 2001: 507) En este sentido, los autores citan el concepto
de habitus ("esquemas comunes de percepción, concepción y acción") desarrollado
por Bordieu: "aplicando este concepto en el contexto de la relación individual con la
tecnología, el habitus puede ser entendido como un principio que estructura las
formas en las cuales los individuos se conectan a una tecnología de la comunicación
con diferentes metas, gustos, actitudes o expectativas." (Jung, Linchuan Qiu, Kim,
2001: 507) En resumen, el habitus de cada usuario que se conecta a Internet no
puede ser generalizado en esquemas como conectados o no conectados, dueños o
no dueños de computadoras personales, sino que hay muchas otras variables que
escapan a esta categorización limitada y que sirve sólo a fines estadísticos.
Fuente Nua Internet Surveys:
http://www.nua.ie/surveys/how_many_online/index.html

"Inforricos" e "infopobres"

Los efectos de la brecha digital (digital divide) han producido lo que muchos
autores de habla hispana denominan la división entre "inforricos" (aquellos que
tienen acceso a un gran caudal de información) e "infopobres" (quienes
permanecen marginados de ese acceso a la información. Esta división no aparece
en las visiones optimistas como la del ideólogo del MIT Nicholas Negroponte, para
quien la red provocará con el transcurso de los años una democratización en otras
áreas de la sociedad. Para Negroponte, "las fuerzas que determinan la difusión del
uso de la computación no es social ni racial ni económica, sino generacional. Los
pobres y los ricos son tanto jóvenes como viejos." (Negroponte, 1995: 206) Es
decir, la brecha sería más generacional que económica. La postura de Negroponte -
basada en un determinismo tecnológico que supedita el progreso social al progreso
tecnológico, lo que lo lleva a afirmar que "cada generación es más digital que la
anterior"- ignora otros factores sociales que se tienen que dar antes que el acceso a
estas nuevas tecnologías (las necesidades básicas de alimentación, el acceso a la
electricidad o al teléfono, por nombrar algunas), factores que tienen marginados a
numerosísimos segmentos sociales en todo el mundo. Para ilustrar el tema, basta
con observar los datos de Septiembre de 2002 sobre la cantidad de conectados en
el mundo.

Podemos ver cómo el continente africano, así como el Medio Oriente, permanecen
marginados de esta nueva tecnología. Pero no se trata de algo nuevo: en África, un
alto porcentaje de la población adulta jamás hizo un llamado telefónico.

Según datos de la Unesco pertenecientes al año 2000, en algunos países de ese


continente hay un analfabetismo que supera el 50% de la población adulta, y -
como dice Castells, "antes de pasar a la electrónica, África necesita un suministro
fiable de electricidad (...) Hay más líneas telefónicas en Manhattan o Tokio que en
toda el África subsahariana."(Castells, 1998: 117)

De la brecha digital a la brecha cognitiva

Hasta el momento hemos hablado de la problemática suscitada por la falta de


acceso a Internet o a las nuevas tecnologías. Pero como decíamos al inicio del
artículo, es necesario preguntarse sobre la calidad de la utilización de esas
tecnologías en las escuelas, sus prácticas concretas en el aula. En este sentido, el
informe de Periodismo Social destaca los conceptos de la directora de proyectos del
portal educativo Educ,ar, Laura Serra, quien considera varios niveles de brecha
digital: disponibilidad de equipos para conectarse a la Red; posibilidad de
conectarse; conocimiento de herramientas básicas; y capacidad para que la
información accesible en la Red se convierta en conocimiento. "No basta enchufar
una computadora en una escuela para superar la brecha digital. También hay que
superar la falta de contenidos y el aprender a usarlos", razona. Serra sostiene que
los proyectos basados exclusivamente en provisión de equipamiento y/o
conectividad han fracasado en todo el mundo.

Uno de los fenómenos donde se hace más palpable la falta de criterios para el uso
de Internet en las escuelas se ve reflejada en su uso como fuente de información.
Es común que los alumnos "bajen" de Internet monografías y trabajos realizados en
algún lugar del mundo, y -sin mediar ninguna instancia de contrastación de fuentes
o complementación con otras informaciones y los propios puntos de vista de los
chicos- los entreguen a sus profesores, quienes en muchos casos ni sospechan que
se trata de un plagio. En un artículo publicado en diario Clarín, la doctora en
Ciencias de la Educación y profesora de Tecnología Educativa de la UBA, Edith
Litwin, sostuvo al respecto que "hoy los chicos tienen a disposición una enorme
cantidad de información no escolarizada y desordenada que requiere que los
docentes vuelvan a preguntarse qué fines, legitimidad y valor tiene, en qué país fue
generada, o si, por ejemplo, fue elaborada por un organismo de gobierno o por una
empresa de turismo".

A modo de síntesis, elegimos el planteo de Nicholas Burbules y Thomas Callister,


para quienes el tema del acceso a Internet abarca dos niveles:

- "las cuestiones del acceso (quién puede utilizar Internet, quién puede comprar un
ordenador, quién puede conseguir una conexión, quién sabe operar los programas)

- las cuestiones de la credibilidad (quién es capaz de interpretar lo que encuentra


en la Red, discernir qué sirve y qué no, obtener confianza y notoriedad como
proveedor de información.

Si un usuario no logra participar eficazmente en todas las oportunidades que ofrece


la Internet, no se puede decir que tenga "acceso" a la red, aún cuando posea un
ordenador y esté conectado; los usuarios que no consiguen que se preste atención
a sus ideas y opiniones, o distinguir lo útil de lo inútil carecen de "credibilidad" y de
los medios para evaluar la credibilidad de lo que encuentran" (Burbules, Callister,
2000: 41)

.
Conclusión
Como hemos visto, es necesario ampliar el concepto de brecha digital para no
centrarlo sólo en el acceso sino también en el uso educativo de los recursos que
ofrece Internet para la educación. Sin dudas, son tan necesarias las políticas de
estado que apunten a la dotación de computadoras y conexión para las escuelas
como así también al desarrollo de instancias de capacitación docente. Los proyectos
institucionales transdisciplinarios que incluyan el uso de nuevas tecnologías como
rasgo distintivo, representan una buena alternativa para lograr una utilización
creativa y ajustada a las necesidades de la escuela. De esta forma nos vamos a
asegurar de que las generaciones futuras desarrollen un sentido crítico y no sólo
consumista en el uso de estas tecnologías.

FUENTES CONSULTADAS

"Brecha digital, el nombre de una segunda exclusión social" Periodismo Social -


Capítulo Infancia, Argentina.

URL: http://www.periodismosocial.org.ar/area_infancia_informes.cfm?ah=128

Burbules, Nicholas, Callister, Thomas, Educación: riesgos y promesas de las nuevas


tecnologías de la información, (Buenos Aires), Granica, 2001. 2000

Castells, Manuel, La era de la información: economía sociedad y cultura. Fin de


milenio. Vol III, (Madrid), Alianza, 1998.

Giobercio, Graciela, "Internet, un nuevo desafío para alumnos y maestros", en:


diario Clarín, 17 de agosto de 2004, pp. 26-27

Jung, Joo-Young, Linchuan Qiu, Jack, Kim, Yong-Chan, Internet Connectedness and
Inequality, Communication research, Vol. 28 Nº 4, August 2001, pp. 507-535

Landow, George, Hipertexto. La convergencia de la teoría crítica contemporánea y


la tecnología, (Barcelona), Paidós, 1995.

"La Sociedad de la información en la Argentina. Presente y perspectivas


2004/2006", Fundación Telefónica, 2004.

Mercier, P.A., Plassard, F. y Scardigli, V., La sociedad digital, (Barcelona), Ariel,


1984.

Negroponte, Nicholas, Ser digital, (Buenos Aires), Atlántida, 1995.

Wolf, Mauro, Los efectos sociales de los media, (Buenos Aires), Paidós, 1994.

Autor: Marcelo E. Albornoz ver página del autor

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