Arguedas, J. M., - La Novela y El Problema de La Expresión Literaria en El Perú
Arguedas, J. M., - La Novela y El Problema de La Expresión Literaria en El Perú
Arguedas, J. M., - La Novela y El Problema de La Expresión Literaria en El Perú
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José María Arguedas
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de un danzante de la chonquinada o Tunantada en Muquiyauyo, d,anzapopular del valle
del Mantaro)
Impreso en España
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Índi..
Trxros RECoBRADos
Frccrór.r
entre el amor y el odio; este elemento humano tan noble, tan tenaz, tan abnegado,
que luego es engullido por las implacables fuerzas que sostienen el orden social
contra el cual laceró y gastó su aliento. Sobre estos personajes fundamentales
se
flotan las autoridades, cabalgan sobre ellos; y muchas veces, según la maldad, la
indiferencia o rara buena intención de tales elementos, los pueblos se conmueven
y marchan en direcciones diferentes con pasos violentos o rutinarios.
Otro personaje peruano reciente que aparece en Yawarfesta es el provinciano
que migra a la capital. La invasión de Lima por los hombres de provincias se inició
en silencio; cuando se abrieron las carreteras tomó las formas de una invasión
precipitada. Indios, mestizos y terratenientes se trasladaron a Lima y dejaron a
sus pueblos más vacíos e inactivos, desangrándose. En la capital los indios y mes-
tizos vivieron y viven una dolorosa aventura inicial; arrastrándose en la miseria
de los barrios sin luz, sin agua y casi sin techo, para ir oentrando, a la ciudad,
o convirtiendo en ciudad sus amorfos barrios, a medida que se transformaban
en obreros o empleados regulares. ¿Hasta qué punto estos invasores han hecho
cambiar el tradicional espíritu de la capital?
igualmente mancillante del dueño. Existe otra alternativa que sólo uno de mil
la escoge. La lucha es feroz en esos mundos, más que en otros donde también es
feroz. Erguirse entonces contra indios y terratenientes; meterse como una cuña
entre ellos; engañar al terrateniente, afilando el ingenio hasta lo inverosímil y
sangrar a los indios, con el mismo ingenio, succionarlos más, y a instantes con-
fabularse con ellos, en el secreto más profundo o mostrando tan sólo una punta
de las orejas para que el dueño acierte y se incline a ceder, cuando sea menester.
¿Quién alteraráeste «equilibrio, social que ya lleva siglos de entraña
horrible- y lo desgarrará para que el país pueda rodar-equilibrio
más libremente, hasta
alcanzar a algunos otros que teniendo su misma edad aunque menos virtualidad
humana ya han dejado atrás tan vergonzoso tiempo?
Pero aludía al odio con que escribí los relatos de Agua. Mi niñez transcurrió
en varias de estas aldeas en que hay quinientos indios por cada terrateniente. Yo
comía en la cocina con los olacayos, y nconcertados, indios, y durante varios
meses fui huésped de una comunidad.
¡Describir la vida de aquellas aldeas, describirla de tal modo que su palpitación
no fuera olvidada jamás, que golpeara como un río en la conciencia del lector!
Los rostros de los personajes estaban claramente dibujados en mi memoria, vivían
con exigente realidad, caldeados por el gran sol, como la fachada del templo
de mi aldea en cuyas hornacinas ramos de fores silvestres agonizan. ¿Qué otra
literatura podía hacer entonces, y aún ahora, un hombre nacido y formado en
Ias aldeas del interior? ¿Hablar de las náuseas que padecen los hombres vencidos
por cuanto de monstruoso ha acumulado el hombre en las grandes ciudades, o
tocar adormilantes campanillas ?
Yawarfe*a está comprendido aún en el estilo deAgua. Cinco años luché por
desgarrar los quechuismos y convertir al castellano literario en el instrumento
único. Escribí los primeros capítulos de la novela muchas veces y volví siempre
al punto de partida: la solución del bilingüe, trabajosa, cargada de angustia.
LA NOVELA Y EL PROBLEMA DE LA EXPRESIÓN LITERARIA 159
Pero los dos mundos en que están divididos estos países descendientes del
Tahuantinsuyo se fusionarán o separarán definitivamente algún día: el quechuay
el castellano. Entretanto, la vía crucis heroica y bella del artista bilingüe subsistirá.
Con relación a este grave problema de nuestro destino, he fundamentado en un
ensayo mi voto a favor del castellano.
¿En qué idioma se debía hacer hablar a los indios en la literatura? para
el bilingüe, para quien aprendió a hablar en quechua, resurta imposible, de
pronto, hacerlos hablar en castellano; en cambio quien no los conoce a través
de la niáez, de la experiencia profunda, puede quizá concebirlos expresándose
en castellano. Yo resolví el problema creándoles un lenguaje castellano especial,
que después ha sido empleado con horrible exageración en uabajos ajenos.
¡Pero los indios no hablan en ese castellano ni con los de lengua española, ni
mucho menos entre ellos! Es una ficción. Los indios hablan en quechua. Toda
la sierra del sur y del centro, con excepción de algunas ciudades, es de habla
quechua total. Los que van de otras regiones a residir en las aldeas y pueblos
del sur tienen que aprender el quechua; es una necesidad ineludible. Er, pu.r,
falso y horrendo, presenrar a los indios hablando en el castellano d.e los sir-
vientes quechuas aclimatados en la capital. Yo, ahora, tras dieciocho años de
esfuerzos, esroy intentando una traducción castellana de los diálogos de los
indios. La primera solución fue la de crearles un lenguaje sobre el furrd"r.r.rrto
de las palabras castellanas incorporadas al quechua y el elemental castellano
que alcanzan a saber algunos indios en «sus propias aldeasr. La novela realista,
al parecer, no tenía otro camino.
El desgarramiento, más que de los quechuismos, de las palabras quechuas,
esotra hazaialenta y difícil. ¡Se trata de no perder el alma, de no transformarse
por entero en esta larga y lenta empresa! Yo sé que algo se pierde a cambio de
lo que se gana. Pero el cuidado, la vigilia, el trabajo, es por guardar la esencia.
Mientras la fuente de la obra sea el mismo mundo, él debe brillar con aquel fuego
que logramos encender y contagiar a uavés del otro estilo, del cual no esramos
arrepentidos a pesar de sus raros, de sus nativos elementos.
¿Fue y es ésra una búsqueda de la universalidad. a través de la lucha por la
forma, sólo por la forma? Por la forma en cuanro ella significa conclusión, equi-
librio alcanzado por la necesaria mezclade elementos que rratan de constituirse
en una nueva estfuctura.
Yo no dudo que se me perdone la afirmación de este s6¡vs¡6irnrs¡¡q-,
-y
yo no dudo del valor de las novelas que se publican en este libro, de su valor en
relación con el que acrualmente escribo. Haber pretendido expresarse con sen-
tido de universalidad a través de los pasos que nos conducen al dominio de un
idioma. distinto, haberlo pretendido en el transcurso del salto, esa fue la razón de
160 JOSÉ MARÍA ARGUEDAS